1
La Anamnesis Psicosomática - Carlos Alberto Seguín – LA HISTORIA CLÍNICA Es una buena Historia Clínica la que nos permite ver al hombre detrás del caso clínico y comprender el caso clínico en función del hombre. Formalmente, la historia clínica clásica y la hecha siguiendo las normas de la orientación psicosomática son parecidas. Ambas constan de diferentes partes, colocadas generalmente a un orden pre-establecido. I. Anamnesis II. Examen físico III.Exámenes III.Exámenes de laboratorio IV.Procedimientos IV. Procedimientos complementarios V. Evaluación VI.Terminación VI. Terminación El análisis de ellas nos lleva, sin embargo, a encontrar diferencias. Esas diferencias son fundamentalmente en la Anamnesis, parte principal de toda Historia Clínica y especialmente importante en este caso. LA ANAMNESIS PSICOSOMATICA El interrogatorio constituye la iniciación de toda historia clínica. Ello es indiscutible, si el tomar antecedentes ha sido considerado como importantísimo siempre; ello es de mucha mayor significación aún si enfocamos la medicina desde un punto de vista integral. Es precisamente en la anamnesis donde puede verse más claro el contraste entre la medicina de órganos y sistemas, la medicina elementalista que hasta hace poco imperara y la medicina del hombre, que pretende ser la actual. La principal preocupación al obtener una buena anamnesis era la de coleccionar datos sobre síntomas o enfermedades, olvidándose del hombre que las presentaba. La de la medicina actual es la de conocer al paciente historiado como un ser humano, como un individuo que 1
El presente texto, aunque escrito hace más de tres décadas no pierde su vigencia. Se obtiene el máximo provecho de él usándolo en su perspectiva organísmica, que en la actualidad (2015) se ha visto enriquecida por los innumerables estudios de medicina mente-cuerpo, de psicología prenatal y transgeneracional, de epigenética y de biodescodificación. La anamnesis, así como se presenta, no debe ser tomada al pie de la letra, sino adaptada a cada caso, priorizando las áreas a profundizarse según el motivo de consulta. Hemos añadido algunas preguntas pertinentes, debido, en algunos casos, a los cambios propios de nuestra época actual, y aparecen luego de las siglas N. de E. (Walter Ojeda Murguía) IMPORTANTE: Donde diga “médico” o “psiquiatra” léase también “psicólogo” o “psicoterapeuta”. Donde diga “enfermo”, léase “paciente” o “consultante”.
Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
1
tiene una biografía en la cual se encuentran, en medio de otros datos, tanto o más importantes; los síntomas y las enfermedades. Si revisamos las obras de Semiología más conocidas, encontramos una variedad de puntos de vista y una serie de consejos sobre los que la anamnesis debe ser y contener. En ellos, sin embargo, se toma casi exclusivamente en cuenta lo que pudiera valer como “antecedentes patológicos”, sin dar ninguna importancia al enfermo como una persona.
Una anamnesis hecha de esa manera es, “mutatis mutandis”, la que un veterinario haría cuando los datos son para el dueño de un caballo o un perro enfermo. Ni más ni menos. El sabio médico no se ha preocupado ni un solo momento de ver al hombre que tiene la enfermedad, de pensar que ese hombre no solo ha pasado a través de la vida, siendo expuesto al raquitismo, el “ surménage genital” o el gas de guerra, sino que ha vivido y que sus vivencias son tan importantes para comprender su enfermedad actual como su exposición a tóxicos o microbios. Estas consideraciones pueden aplicarse a la anamnesis que vemos todos los días. Las más perfectas nos dan una idea clara d e las enfermedades que han “atacado” al paciente, pero el
paciente mismo no aparece por ninguna parte. Ese es su gran defecto y el que la anamnesis psicosomática debe corregir. Recordemos siempre que el enfermo es un ser humano al que debemos comprender y tratar, como tal adoptaremos con ello la actitud justa ante el interrogatorio. EL INTERROGATORIO COMO UNA VIVENCIA Tomemos ante todo en cuenta lo que el interrogatorio es en sí. En todo contacto humano existe una relación psicológica especial. La primera vez que nos presentamos con un semejante, decide generalmente el futuro de nuestra relación con él. Se trata de un complicado procedimiento ideo-afectivo que ahora no podemos detenernos a analizar, pero que ningún médico debe desconocer. En el caso del enfermo que va a ver al facultativo, la importancia de la primera entrevista es aún mayor. No queremos entrar a estudiar ahora las diferentes actitudes que el paciente adopta frente a la primera entrevista, ni sus características psicodinámicas. Debemos si decir que del primer contacto depende, en la mayoría de los casos, el fruto de la relación médico-enfermo, que es a su vez, decisiva para el éxito del tratamiento. El paciente, sea que acuda por primera vez, a buscar alivio a su dolencia, o que, fracasado antes renueve sus intentos de curación una vez más, se enfrenta al médico con un especial estado de espíritu. La primera entrevista posee, pues, una fundamental importancia, que no se toma en cuenta como es debido. El interrogatorio no tiene, desde ese punto de vista, solamente el valor de una técnica para reunir datos, sino que es al mismo tiempo, un medio de establecer una relación humana, de obtener el “rapport” con el enfermo, de provocar “transferencia”. Estos términos no son sino nombres técnicos puestos a la relación a la que nos hemos referido. Si el paciente percibe en el médico desinterés, prisa o simplemente la falta de calor humano, implícita en la consideración de interrogatorio como una necesaria pero aburrida técnica, no sólo no dará los datos que se le pidan, o los dará con el mismo espíritu de “salir de paso”,
sino que establecerá en el médico esa relación psicológica, rapport o transferencia, indispensable para el éxito futuro del tratamiento. Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
2
Repitámonos: la primera entrevista decide generalmente todo; es por eso, que debemos saber conducirla. Ello implica una actitud y una técnica: en la actitud del verdadero médico, la del hombre que está interesado en sus semejantes como hombres a quienes ayudar y no como casos que estudiar, o lo que es peor, clientes que atender. La técnica que se desprende de esa consideración, nos llevará a pensar y enfocar al entorno como una persona, un ser humano en su totalidad. El interrogatorio debe ser conducido de una manera cordial. Detalles como el dar la mano sonriendo al comienzo y al final son importantes. Debemos provocar confianza en el paciente. La actitud “profesional”, no solo es inhumana sino contraproducente, constituye una falta de técnica. Debemos tener y demostrar un auténtico interés por el enfermo como hombre (no nos cansaremos de repetirlo). Muchas veces unos minutos de conversación “extra médica” intercalados durante el interrogatorio, en conexión con el trab ajo del paciente, su lugar de nacimiento, su aporte favorito o los estudios de sus hijos hacen milagros; de cambiar a un ser desconfiado, introvertido y casi hostil, en uno sonriente, hablador y franco. Es fácil observar estas transformaciones y cuando ellas ocurren, podemos estar seguros de que hemos tenido un buen comienzo y de que hay muchas probabilidades de éxito; la confianza, la sincera cooperación da fe al paciente, hacen más por el éxito del tratamiento, que una perfecta prescripción que no se cumple o se sigue negligentemente, y sin confianza. En este artículo, dedicado a la anamnesis, no podemos más que referirnos a otro aspecto realmente importante desde el punto de vista terapéutico. Si el médico ha sido capaz de obtener el rapport del paciente, si este ha sentido que tiene enfrente, no a un preguntón impersonal, sino a un amigo, cederá a la necesidad experimentada de todo ser humano de ‘fr anquearse’ y dará salida a la presión que sus preocupaciones han estado manteniendo. Nos dirá muchas veces en medio de lágrimas, ‘su secreto’ y, al hacerlo, si encuentra en su interlocutor la actitud justa, se sentirá enormemente tranquilizado “como si se hubiera quitado un peso de encima”. Sentimientos de culpa, tendencias agresivas contenidas, temores sobrevalorados, al ser expuestos y ‘vividos’ frente a un observador huma no y comprensivo, perderán su fuerza y el paciente se sentirá realmente liberado. Es la conocida ‘catarsis” de tan decisivo efecto saludable. Si se produce, basta muchas veces para que un ser que ‘viniera a vernos deprimido y angus tiado, abandone la entrevista “cambiado” por la descarga de presiones emocionales hasta entonces contenidas. La sensación de tranquilidad que ello produce actúa sobre la “totalidad’ del enfermo hombre, produciendo incluso cambios en el equilibrio neurovegetativo, que al traducirse en regulaciones metabólicas y endocrinas, realizan un verdadero milagro de mejoría psicosomática. LA TECNICA DEL INTERROGATORIO Al acercarnos al enfermo debemos saber claramente qué es lo que vamos a preguntar. Y para ello necesitamos un plan perfectamente definido. Establezcamos ante todo lo que por medio del interrogatorio queremos obtener. Ello es, por supuesto, mi conjunto de datos que nos permitan orientarnos en el diagnóstico de la ‘enfermedad actual’. Algunos de esos datos se refieren a los ‘antecedentes patológicos” pero, al lado de ellos, hay muchos otros que
también nos interesan Se refiere al enfermo en sí, al paciente, no como una colección de órganos, sino como una totalidad. Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
3
Un plan de interrogatorio debe llenar varias condiciones: 1. Proporcionar un medio para el conocimiento del paciente corno un ser humano individual, actuando en un medio ambiente definido, es decir, poder comprenderlo como una personalidad. 2. Obtener todos los datos necesarios para una buena anamnesis médica. 3. Ser fácilmente aplicable, evitando el dar la impresión de un interrogatorio judicial. 4. Permitir la discusión de tópicos difíciles entre los que se encuentran en primer término la cuestión sexual. 5. Tener en cuenta el factor tiempo. La objeción principal a todo intento de hacer obligatoria la anamnesis psicosomática ha sido siempre el que ella toma demasiado tiempo. Para los que, actuando en un hospital general de gran movimiento, vemos continuamente cómo, un interrogatorio deficiente en el sentido psicosomático hace que un enfermo pierda o haga perder muchas horas a muchos médicos, sin ningún provecho, esa objeción no es valedera. Estamos convencidos de que ‘el perder’ una hora en una buena anamnesis nos hace generalmente ganar muchas durante el tratamiento, no sólo porque nos permite llegar a un diagnóstico y a una terapia mejor orientada, sino porque coloca al enfermo en tal relación con su médico que le permite ayudarlo y cooperar eficazmente, aparte del poderoso efecto psicoterápico que ello implica. Creemos haber llegado a trazar un plan que llene las arriba establecidas condiciones y es el que expondremos a continuación. Ante todo, he aquí los temas básicos alrededor de los que girará nuestro interrogatorio:
1. ENFERMEDAD O PROBLEMA ACTUAL 2. HISTORIA FAMILIAR 3. NIÑEZ 4. EDUCACION 5. TRABAJO 6. CAMBIOS DE RESIDENCIA 7. ENFERMEDADES Y ACCIDENTES 8. VIDA SEXUAL 9. HÁBITOS E INTERESES 10. ACTITUD PARA CON LA FAMILIA 11. ACTITUD FRENTE A LA ENFERMEDAD O PROBLEMA
El orden de esos tópicos tiene importancia. La experiencia nos ha enseñado que es lo más lógico, el que facilita el interrogatorio y evita esa impresión de encuesta judicial a que nos Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
4
hemos referido. Como se verá más adelante, su secuencia es natural y nos permite con el aspecto de una conversación el obtener de una manera ordenada, los datos necesarios. Pero debemos considerar algunos problemas: ¿Debe escribirse delante del enfermo, lo que va diciendo? A primera vista, la respuesta justa parezca la negativa. Así lo creímos al principio y, durante un tiempo, redactamos la anamnesis solo después de que el enfermo se había retirado. La experiencia nos ha enseñado que ello no es indispensable. En la mayoría de los casos, por el contrario, parece que el enfermo ve más interés en el médico si él escribe todo lo dicho. Hay la sensación de ser importante y placer en ello. Muchas veces los pacientes han resentido el que el médico haya dejado pasar algunas de sus afirmaciones sin anotarlas. Hacemos una excepción con los datos de su vida sexual, cuando ellos son manifiestamente penosos. En esos casos dejarnos de anotar, y a veces abandonamos ostensiblemente el lápiz durante todo el interrogatorio de esa parte, lo que no impide que, ya sea inmediatamente luego de hacer alguna pregunta sin importancia, o después, cuando el enfermo se ha retirado, registremos cuidadosamente todo lo obtenido. Otra cuestión práctica e interesante, es la presencia de otras personas durante la conversación. A base de la experiencia nos permitimos afirmar que, en la generalidad de los casos (hay excepciones), la presencia de una tercera persona en ciertas condiciones, no influye en el éxito. En nuestro servicio hospitalario una secretaria se encuentra rutinariamente presente y es la que toma taquigráficamente las palabras del paciente, mientras que el médico interroga. En algunos casos, al tratar problemas sexuales, los enfermos hombres, por medio de sus gestos o sus palabras demuestran cierta resistencia al discutir el tema delante de una mujer. Una actitud benévola pero firme: la aclaración de que “se trata de una enfermera que está acostumbrada a oír esas cosas”, generalmente basta. Y ello nos lleva a una tercera consideración. ¿Cómo se obtiene que los pacientes hablen de sus problemas más íntimos? Creemos que ello es fácil si se sabe manejar el interrogatorio. Contribuye al buen éxito: una actitud benevolente y comprensiva aún frente a las confesiones más graves, una firme insistencia cuando es necesario, una explicación amistosa en el momento justo. Esa explicación es necesaria a veces frente a enfermos que desde el primer momento se encuentran desconfiados, acostumbrados a aclarar la situación al comienzo: ‘voy a hacerle muchas preguntas , algunas de las cuales le parecerán no tener relación con su enfermedad. Todas ellas son necesarias, y Ud. debe contestarlas. ¿Estamos de acuerdo?”. De esa manera se eliminan, muchas veces , de una vez por todas, los obstáculos. Cuando notamos resistencia al hablar de ciertos temas, insistimos: disculpe que le haga todas esas preguntas, pero son indispensables’ A lo que sigue una somera explicación de cómo las ‘ preocupaciones’ influyen sobre la salud. A veces notamos que el enfermo nos miente. Ello es fácil de advertir cuando se ha interrogado a muchos. Generalmente hay algunos signos delatores: el sujeto duda; mira la cara del interlocutor, se ruboriza. Entonces decimos firmemente: “de be ser Ud. franco conmigo, Ud. comprenda que si le pregunto todo es porque necesario. Si Ud. trata de engañarme, no hace sino engañarse a sí mismo, porque al hacerme equivocar por medio de una mentira, yo no pierdo nada, pero Ud. si, ya que no puedo darle el tratamiento justo”. Pero sobre todos esos detalles de técnica, cuando el medico se ha familiarizado con el interrogatorio y su secuencia, le es fácil conducirlo de manera que el paciente responda a todo lo que pregunte. Varias veces hemos visto enfermos que se habían prometido “no decir nada” y que luego de haber suministrado una anamnesis completa, han manifestado: ‘‘ yo no Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
5
sé cómo me ha sacado todo esto’. Siguiendo las normas más abajo trazadas, con un poco de
experiencia se obtendrá el mismo resultado. Algo más aún, autores de la experiencia de Flanders Dunbar proponen, no un interrogatorio, sino una ‘conversación’ en la que el médico, sin una pauta rígida, trata de obtener informalmente todos los datos. Deustch ha estudiado esa técnica como de “anamnesis asociativa”. No podemos negar las grandes ventajas que ella posee, pero tiene un gravísimo
inconveniente: el tiempo que requiere. Tiempo empleado, no sólo en el interrogatorio en sí, sino en la ordenación de los datos luego. Aconsejamos un término medio: el seguir la pauta que trazamos más adelante intercalando períodos de conversación, de ‘anamnesis asociativa”, cada vez que lo creamos conveniente. En determinados casos, una segunda entrevista puede ser dedicada a la aplicación de esa técnica, la que gana de la comprensión obtenida y en la primera y de la confianza adquirida con el enfermo. Exponemos a continuación la pauta que la experiencia nos ha dictado. Siguiéndola puede completarse el interrogatorio en un plazo que oscila entre media hora y hora y media. Queremos insistir en que no debe tomarse como un marco rígido, del que no se puede salir, por el contrario, nos ofrece la oportunidad de conocer rápidamente el problema, y nos permite detenemos en algunos de los temas si lo creemos conveniente. Al hacerlo, completaremos el interrogatorio hasta agotarlo si es necesario. En cada párrafo enumeraremos las preguntas a contestar. Muchas veces no es necesario hacerlas; basta la primera para que el paciente nos hable con amplitud. En tal caso no lo interrumpamos sino cuando se salga del tema, pero entonces; discreta y benévolamente. Obsérvese que la secuencia propuesta es la natural en una conversación, nos permite pasar de un tema a otro y facilita la obtención de datos ‘ difíciles’.
Commented [A1]: 1ª clase Commented [A2]: 2ª clase: educacion
1. ENFERMEDAD O PROBLEMA ACTUAL Un gran error sería, indiscutiblemente, el comenzar e1 interrogatorio por cualquier cosa que no fuera la enfermedad actual. El paciente viene por sus síntomas y de ello quiere hablar. La mejor manera de empezar es, pues, permitiéndole explayarse acerca de ellos. La primera pregunta será: a) ¿Qué le pasa? El paciente comienza entonces a enumerar sus síntomas. Precisamos. b) ¿Desde cuándo está Ud. enfermo? El enfermo tiene la tendencia a responder, no con la fecha en que su enfermedad comenzó, sino con la de la primera vez que por ella buscó un médico. Insistimos entonces: e) ¿Estaba Ud. bien, completamente bien, antes de esa fecha? Es entonces cuando el enfermo recuerda que ya antes ‘ había comenzado a sentir algo. Es el momento de preguntar: d) ¿Recuerda Ud. cuando sintió el primer síntoma? Ello es importante. No nos contentemos con una fecha: e) ¿Dónde estaba Ud. cuando lo sintió? ¿Qué estaba haciendo? ¿ Qué había hecho ese día? Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
6
¿El anterior?2 Estas preguntas llevan al enfermo a situarse en el momento del comienzo. Generalmente nos dan datos precisos respecto a coincidencias cronológicas (infecciones , intoxicaciones. traumatismo, factores psíquicos, emociones, cambios de situación, etc.). En ese momento provocamos una pequeña conversación tratando de ubicar al hombre en la situación en la que la enfermedad comenzó. Creemos que ello es realmente importante. f) ¿Qué hizo entonces? Esta pregunta nos informará sobre la primera actitud del paciente frente a la enfermedad. ¿No le dio importancia? ¿Le dio tanta que abandonó el trabajo, se puso en cama, etc.? ¿Cuál fue el primer tratamiento y sus resultados? Es necesario obtener aquí detalles, de la actitud no sólo del enfermo, sino de sus familiares, médicos, etc. g) ¿Cómo siguió? Debe tratar de obtener todos los datos posibles, con fechas sobre tratamientos, mejorías, recaídas; tratando de precisar, en el caso de que estas últimas hubieran ocurrido, las condiciones en las que cada una se presentó. Ello permite muchas veces establecer interesantes paralelismos entre factores exteriores y enfermedad. En muchos casos consideramos útil completar esta parte de la anamnesis con una distribución cronológica especial. Dividimos la página en dos columnas, colocamos en la de la derecha los factores importantes de la vida del paciente y en la de la izquierda la evolución de la enfermedad. Ello es interesante en caso de acciones que evolucionan por poussés, que pueden estar ligados a factores ambientales (asma, fiebre del heno, paludismo, úlceras gastroduodenales, órgano-neurosis, etc.). Algunos autores, especialmente americanos, aconsejan el averiguar ordenadamente los síntomas que pudieran existir en diferentes partes del cuerpo: • Cabeza y cuello
Dolores de la cabeza, localización, tipo, fecha de comienzo, periodicidad. Ojos-visión, diplopía, enfermedades inflamatorias-anteojos. Nariz-resfríos, obstrucciones, epítasis. Oídos — capacidad auditiva, dolores, descarga, ruidos, otitis media. Dientes-dolor, encías sangrantes o retraídas, infecciones, extracciones, dentaduras postizas. Garganta-dolores de garganta, tonsilitis, ronquera. Cuello-aumento de la tiroides, fechas y periodicidad, relación con la pubertad, menstruación, embarazo, lactancia, infecciones, tensiones. • Respiratorio
Dolor en el pecho al respirar, tos, esputos, hemoptisis, sudores nocturnos, fiebre, asma y fiebre del heno. • Cardíaco
Dolor o molestia en la regido precordial, radiación del dolor, tipo del dolor, circunstancias del comienzo, duración, medios de mejorarlo, efecto del ejercicio, alimentación, drogas, fiebre, cianosis, disnea, número de pulsaciones, presión arterial, recurrencia, palpitaciones, 2
N. de E.: Según la patología será importante revisar lo transcurrido hasta un año antes de la “aparición” del síntoma.
Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
7
irregularidad, edema, tos, orden cronológico de presentación, duración de enfermedades cardíacas conocidas. • Gastrointestinal
Apetito y digestión, condición de la defecación, tomando en cuenta mínimo diario de evacuaciones, características (color, consistencia, sangre, etc.), náuseas, vómitos, ictericia, hemorroides (sangrantes, dolorosas), dolor, su localización, carácter, relación con las comidas, duración, medios de mejorarlo, periodicidad, cronicidad. Genito-urinario Frecuencia de las micciones, diuria, nocturia, poliuria, oliguria, hematuria, dolor-irradiación, edema de la nata. Gonorrea, fecha, tratamiento, estrechez. Sífilis, fecha de la etapa primaria, secundaria, terciaria, tratamiento, caracteres, fecha. Menstruación, comienzo, tipo. Dismenorrea, fecha de última regla (FUR).
Piel y músculo – esquelético Articulaciones, dolor, sensibilidad, deformidad o incapacidad. Piel y apéndices, erupciones, pigmentaciones, pérdida o crecimiento exagerado del pelo, cambios en las uñas, tumores externos.
Aconsejamos tener presentes estas listas sólo como referencias. Todos los datos en ellas consignados pueden y deben obtenerse en un interrogatorio bien conducido, sin necesidad de sugerirlos. El interrogar al paciente sobre síntomas específicos nos parece un error y es muy fácil que responda afirmativamente a muchos de ellos, sin haberlos tenido, o que co mience a tenerlos a raíz del interrogatorio . Una vez obtenida la historia de la enfermedad hasta el momento actual, un a última pregunta: ¿Qué es lo que piensa Ud. ahora? Que debe completarse siempre con uno o dos: ¿Nada más?, ello es importante. El paciente se queja de primera intención de los síntomas que más le molestan, lo que no quiere decir que sean los más importantes. Al terminar esta parte del interrogatorio debemos tener una idea clara de todo el desarrollo de la enfermedad, los tratamientos seguidos y la actividad del enfermo durante ella, etc. 2. HISTORIA FAMILIAR a) ¿De dónde es Ud.? Registrar precisamente el sitio de nacimiento. b) ¿Vive su padre? Si la respuesta es afirmativa. ¿Cuántos años tiene? ¿Es sano? ¡Qué enfermedades ha tenido? ¿En qué trabaja? ¿Qué carácter tiene? ¿Bebe mucho? Si la respuesta es negativa. ¿A qué edad murió? ¿De qué? ¿Cuántos años tenía Ud. entonces? ¿Estuvo Ud. con él cuando murió? ¿Qué enfermedades tuvo antes? ¿Qué carácter tenía? ¿Bebedor? Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
8
c) ¿Vive su madre? Iguales preguntas. d) ¿Tiene Ud. hermanos? En caso afirmativo, interrogar por cada uno de ellos cronológicamente Y anotar los datos numerando los hermanos (N. de E.: verificar que se incluyan todos, incluso niños muertos de pequeños). Para cada uno de ellos repetir las preguntas arriba indicadas, añadiendo si viven ¿Soltero o casado? ¿Hijos? ¿Dónde están ahora? ¿Desde cuándo? e) ¿Ha conocido Ud. a sus abuelos? Iguales averiguaciones. f) ¿Han habido enfermos nerviosos en su familia? ¿Tíos, primos, etc.? ¿Suicidas? ¿Personas ‘raras”?. Hay una gran tendencia a negar esos antecedentes. Si existen, tratar de conocer detalles. Como resultado de este interrogatorio el médico debe tener una idea que se completará con las siguientes preguntas, destinadas a estudiar esa familia “dinámicamente”. g) ¿Ha vivido siempre con sus padres? Es fácilmente comprensible que si el paciente ha sido sacado tempranamente del seno familiar todas las condiciones cambian. Si la respuesta es negativa: h) ¿Por qué? Consignar detalles de las causas para la separación, el tiempo, etc. Así como de las personas con que el paciente vivió, investigando acerca de ellas en la misma forma que acerca de los familiares. i) ¿Cómo ha sido Ud. criado? ¿Engreído o educado severamente? Es la mejor manera de averiguar las condiciones de la ‘constelación f amiliar”
-y de la vida infantil del paciente. En ese momento se fomenta una conversación que permite comprender el ambiente como interrelación dinámica, orientándola hacia la obtención de los siguientes datos: ¿Ha sido castigado? ¿Mucho? ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Cómo reaccionaba a los castigos? ¿Quién lo engreía más? ¿A quién quería más el paciente, a su padre o a su madre? Generalmente la respuesta es aquí: ‘A ambos’. Debe insistirse, con una sonrisa: ‘si claro, pero hay una pequeña diferencia’. Si la ha habido, ¿por qué? ¿A quién prefería su madre? Una sonriente insistencia nos permitirá rectificar el dato. j) ¿Cómo se llevaba Ud. con sus hermanos? Rivalidades, rencillas, apegos. ¿A cuál prefería, por qué? k) ¿Estaba Ud. contento en su casa? Esto nos permite obtener una visión sintética de la situación y sobre todo de la reacción del paciente ante esa situación. 1) ¿Cómo se llevaban sus padres? Rencillas, celos, dificultades de toda clase y repercusión sobre el paciente. Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
9
3. NIÑEZ Con esta sección comenzamos a conocerlo en su evolución psicobiológica. 1) ¿Qué clase de niño era Ud.? Tímido, agresivo, retraído, juguetón, obediente, rebelde, caprichoso, etc. 2) Datos de la evolución. ¿Cómo fue el Embarazo? ¿Y el parto? (N. de E.: Si fue cesárea: ¿programada o a término?) ¿Alimentación de pecho? ¿Artificiales? ¿Por qué? Fecha del destete y reacción a él. En relación a esto debe suscitarse también una conversación que nos informe sobre gustos y costumbres particulares y preferencias. ¿Rechazo de alimentos? Reacción de la familia. 3) Datos del desarrollo psicosomático. ¿A qué edad caminó? ¿A qué edad habló? ¿Enfermizo? 4) Síntomas neuróticos. Para averiguarlos debe usarse cierta técnica. Las preguntas corrientes provocarían negativas o respuestas vagas. He aquí lo que aconsejamos: ¿Hasta qué edad se orinó en la cama? Alrededor de este tema averiguar la manera como el control de los esfínteres fue obtenido. ¿Ha tenido pesadillas? Terrores nocturnos y reacción de los padres ante ellos. ¿Hasta qué edad se chupó el dedo? ¿Se comió las uñas? ¿Ha tenido pataletas? ¿Por qué motivo? ¿Masturbación infantil? ¿Fantasías sexuales? ¿Otras particularidades? (N. de E.: ¿”Manías”?) 4. EDUCACION a) ¿A qué edad fue al colegio? Alrededor del tema debe permitirse también una pequeña conversación. Al ir a la escuela el niño enfrenta por primera vez la realidad “social”. Fuera del ambiente familiar, debe realizar su primera real adaptación. Sus reacciones son pues importantísimas. Si ellas no quedan definidas en el curso de la conversación, debe aclararse: b) ¿Le gustaba ir a la escuela? ¿Por qué? e) ¿Tenía muchos amigos? ¿A qué jugaba? ¿Tenía tendencia de ser el líder o a seguir a los otros? Investíguese las características de la reacción social. (N. de E. ¿su colegio era mixto o de sólo chicos/as? ¿tenía amigos del sexo contrario? ¿En qué tipo de colegio estudió: estatal, particular, preuniversitario, alternativo?) d) ¿Terminó la instrucción primaria? ¿A qué edad? Si no 1o hizo, ¿por qué? Sígase paso a paso la historia educacional (instrucción media, universidad), precisando fechas. He aquí algunas preguntas complementarias: ¿Qué materia prefería? ¿Por qué? ¿Qué hubiera querido ser? ¿Por qué? e) ¿Ha seguido estudiando después de abandonar el colegio? f) (N. de E.: ¿Cómo eligió su carrera?) Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
10
5. TRABAJO Sígase la biografía del enfermo averiguando, en una secuencia natural, las actividades seguidas al abandonar los estudios. a) ¿Cuál fue su primer trabajo? ¿Le gustaba? ¿Por qué lo eligió? ¿Cuánto tiempo estuvo en él? ¿Por qué lo abandonó? Averígüese lo mismo de las sucesivas ocupaciones del paciente hasta la actualidad. Investíguese las condiciones de trabajo (enfermedades profesionales). b) ¿Le gusta su trabajo actual? ¿Por qué? c) ¿Está Ud. contento con él? ¿Por qué? d) ¿Cuáles son sus aspiraciones? e) ¿Cuánto gana actualmente? ¿Está contento con su salario? Coméntese aquí cordialmente las condiciones de vida. Investíguese la actitud del sujeto frente a ellas; identifíquense preocupaciones económicas, tensiones emocionales, traumatismos psíquicos, etc. En esta forma hemos hecho en realidad una pequeña biografía del paciente. Lo hemos seguido paso a paso desde su infancia basa el momento que lo vemos por primera vez, ya que la vida familiar, la educación y el trabajo son las etapas fundamentales de la evolución individual. Hay algo, sin embargo, que debemos tener presente y que muchas veces se desliza entre los otros datos, sino estamos preparados a tomarlo en cuenta: los cambios de residencia del enfermo. 6. CAMBIOS DE RESIDENCIA El conocimiento de ellos, aparte de suministramos datos importantes sobre los ambientes biológicos en los que el paciente ha vivido su relación con la presente o antigua patología (zonas palúdicas, enfermedades tropicales, paso de la altura a la costa, etc.), nos ofrecen otra información igualmente importante. Para obtenerla, no olvidemos las siguientes preguntas: a) ¿Cuándo salió Ud. por primera vez de su ciudad natal? ¿Por qué hizo ese viaje? Ello nos da datos precisos sobre la personalidad en su relación al medio. b) ¿Cómo le fue en su nueva residencia? Cuya respuesta nos informa sobre su capacidad de adaptación del enfermo a situaciones y ambientes nuevos. Estas preguntas deben repetirse si el paciente ha cambiado más de una vez de residencia. Entremos luego a investigar otros aspectos de la vida del ser humano que tenemos enfrente. Para ello el orden del interrogatorio es importante. Aconsejamos el siguiente, que la experiencia nos ha demostrado válido. 7. ACCIDENTES Y ENFERMEDAD Comenzamos por la averiguación de los accidentes ocurridos y demos a tales más importancia que el considerarlas solamente desde el punto de vista de sus efectos sobre la salud. Los modernos conocimientos sobre la predisposición a accidentarse , o al ‘hábito Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
11
nos preparan para conocer el tipo de personalidad en la que los accidentes no ocurren por accidente, sino que tienen una manera de ser enraizada en las características personales mismas. Averigüemos pues, en relación con cada uno de los accidentes: condiciones de ocurrencia, especialmente en relación al momento psicológico en el que tuvieron lugar, reacciones ante ellos, invalideces, etc. (N. de. E.: considérense los accidentes como síndromes de aniversario o reacciones de estrés por identificar). de accidentarse’,
Pasamos luego al interrogatorio sobre las enfermedades padecidas durante toda la vida. Este se diferencia del corriente en que se da importancia no sólo a los procesos patológicos que ha “sufrido” el paciente, sino a la reacción a ellos, a su actitud frente a las adaptaciones obligadas. No necesitamos insistir en la importancia de ello para el estudio de la personalidad en acción. Por supuesto que nos contentamos de obtener cuadros sintomatológicos claros. En los enfermos hombres terminamos esta parte con la averiguación de datos concernientes a las enfermedades venéreas, lo que nos prepara el camino para entrar fácilmente en la investigación siguiente. 8. VIDA SEXUAL Esta es por supuesto la parte más difícil del interrogatorio. Y es difícil en realidad (la experiencia de enseñar lo ha probado) más que por la resistencia que el paciente pueda tener para hablar de ella, por la resistencia consciente o inconsciente que el médico mismo presenta. Si el médico tiene frente a los problemas del sexo una actitud sana y comprensiva (lo que naturalmente implica la misma actitud frente a sus propios problemas en esa esfera), el interrogatorio no es difícil. Ante un benevolente interés, que no se modifica durante toda la entrevista, ante una naturalidad sana, que permite tratar el tema como cualquiera de los otros, no solo el enfermo o la enferma no se resisten, sino que cooperan gustosamente. En nuestra organización social el tabú del sexo impide que tanto hombres corno mujeres tengan oportunidad de hablar seriamente de estos temas con alguien. En la mayar parte de los casos sufren la angustia de la ignorancia y desearían un consejo sano y autorizado. Por otra parte, el sólo hablar de sus problemas o sus preocupaciones genera tranquilidad y desahogo. Es corriente ver que pacientes de ambos sexos, una vez roto el hielo, se explayen ampliamente, abran su corazón, digan agradecidos al final: nunca hablé de estas cosas, doctor, con nadie y me ha hecho mucho bien decírselas”. Naturalmente que ello no puede producirse si la actitud del médico, no sólo la que pretende sino la que auténticamente tiene, no es claramente la justa: Una benevolente comprensión amistosa y segura. Si hay inseguridad, falsa vergüenza, curiosidad malsana, “picardía”, interés extra médico, lo bloquea inmediatamente al paciente, que lo percibe a través de todas las caretas que se quieren usar para disimularlo. Aquí, como siempre, el médico, es decir, el que está guiado por un auténtico cariño hacia nuestros semejantes y un sincero deseo de ayudarlos, con una actitud madura y noble, es la mejor llave para penetrar en lo más íntimo de su vida. Si el interrogatorio ha sido conducido hasta aquí constantemente el paciente ha perdido ya la inseguridad de los primeros momentos y “simpatiza” con el médico, está pues dispuesto a responder a sus preguntas lo mejor que puede, pero, aún en las condiciones más favorables, es necesario “romper el hielo’. Para ello la experiencia nos ha enseñado una técnica que creemos eficaz. Es naturalmente, distinta frente a hombres o mujeres.
Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
12
Commented [A3]: 3ª clase
A.- EN LOS HOMBRES: Hecha a propósito como final las preguntas sobre las enfermedades venéreas, es fácil pasar, como complementaria, a la siguiente: a) ¿Ha sido Ud. muy mujeriego? Generalmente esta pregunta en realidad no es prácticamente útil. No sirve sino de introducción, de preparación para las siguientes. b) ¿Cuándo tuvo Ud. los primeros conocimientos sexuales? Generalmente se recuerdan los de la adolescencia. Debemos guiar al enfermo hacia recuerdos previos, episodios infantiles. ¿Tuvo curiosidad por cuestiones sexuales? ¿Presenció actividades de ese género? ¿Cuándo se apercibió de la diferencia entre los sexos? ¿Qué pensó de ella? ¿Qué creía acerca de “donde vienen los niños? ¿Del matrimonio? Trataremos de reconstruir la actividad infantil frente a esos problemas, así como la manera como la familia los enfrentó. c) ¿A qué edad comenzó a masturbarse? Si ello no ha sido ya dicho espontáneamente durante la conversación anterior la pregunta debe plantearse en esa forma. Es ingenuo el interrogar ¿Se ha masturbado alguna vez? Es casi una invitación a la negativa. Este pequeño detalle de técnica es importante. Aunque no podemos ahora detenemos en el tema, debemos decir algunas palabras en conexión con esta pregunta. Ella es hecha especialmente para conocer la actitud del enfermo frente a la masturbación. Creemos que esa práctica, en nuestro ambiente, es un fenómeno normal en la pubertad, sin embargo es acompañada generalmente de un profundo sentimiento de culpa y de la convicción de que es horriblemente dañina. Se establece pues, en el espíritu del adolecente una lucha entre el deseo y esos sentimientos, con la correspondiente sobrecarga emocional, que es la que produce una serie de síntomas. Sin negar la dinámica más profunda de esas reacciones, sobre las que ahora no podemos detenemos, podemos afirmar que muchas de las neurosis de los adolescentes, neurosis generalmente clasificadas por el médico como anemias, “debilidad”, ‘ trastornos del crecimiento”, etc. y tratados con fósf oro, calcio, hierro y vitaminas, los amén de consejos o admoniciones que naturalmente agravan el problema, son debidas al mecanismo expuesto, y desaparecen con la más superficial de las psicoterapias, y que puede hacerse inclusive durante la entrevista anamnésica. Debemos tratar de averiguar cómo comenzó el paciente a masturbarse, frecuencia de las prácticas, fantasías que la acompañan y tiempo que continuaron. No preguntamos nunca: ¿Hasta cuándo se masturbó?, sino: d) ¿Se masturba todavía algunas veces? Lo que, no sólo nos dará la respuesta justa, sino que nos informará sobre la actitud actual del paciente frente a esa práctica. En caso de una respuesta afirmativa investiguemos detalles. La próxima pregunta debe hacerse también en la forma siguiente: e) ¿Fue su primera relación sexual con un ho mbre o con una mujer? Es la mejor manera de provocar la confesión de prácticas homosexuales. Si la respuesta es con una mujer, se puede insistir: ¿Había tenido Ud. prácticas sexuales con hombres? ¿ Las ha tenido Ud. después? En caso afirmativo, averiguar detalles. Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
13
f) ¿Cuándo tuvo Ud. esa primera relación sexual? ¿Con quién fue? (Prostituta, enamorada, sirvienta, etc.) ¿Cómo fue? (Impulsado por los amigos, por propia iniciativa, seducido, etc.) ¿Cómo le pareció? g) ¿Cómo ha continuado Ud. con sus prácticas sexuales? Es aquí la oportunidad para una confesión en la que el enfermo describa su historial sexual hasta la fecha y sus características: sobre bases comerciales, sentimentales, de aventuras pasajeras, affaires más o menos serios, etc. h) ¿Cómo son ellas en la actualidad? Lo que nos permite preguntar: ¿Es Ud. muy excitable sexualmente? ¿Cada cuánto tiempo tiene Ud. relaciones sexuales?, y luego la investigación de todos los datos concernientes a variantes sexuales y problemas en conexión con el acto mismo (eyaculación precoz, impotencia, etc.) ¿Cómo se siente Ud. después de cada relación sexual? La práctica nos ha enseñado el dejar para una segunda parte un diferente enfoque del interrogatorio que completará los datos ya obtenidos. A causa de nuestra educación y ambientes socio-sexuales, que actualizan mecanismos muy bien estudiados por los psicoanalistas, nuestros hombres separan, más o menos definitivamente, dos tipos de mujeres: la que se ama “espiritualmente” y la que se desea. Esa aberración en cuyo estudio no podemos entrar ahora, nos obliga a dividir, pues, el interrogatorio en dos partes. La primera es la descrita, vamos a entrar a la segunda. i) ¿Ha sido Ud. muy “enamoradizo”? Ello nos descubrirá las características de la personalidad en su relación con el otro sexo. Tímido, “don Juan”, voluble, persistente, insatisfecho, etc. j) ¿Cuál ha sido su primer amor? ¿Por qué se enamoró? ¿Cuánto tiempo duró ese episodio? ¿Hasta dónde llegaron en sus relaciones? ¿Por qué y cómo terminaron? Reconstrúyanse en lo posible este episodio, que es siempre importante. k) ¿Otros amores? Iguales preguntas, que nos darán una idea clara de la manera como el enfermo encara este aspecto de su vida, así como los traumatismos emocionales que pudieran haber ocurrido y la reacción a ellos. l) Matrimonio. En el curso de este interrogatorio se llega, si el enfermo es casado, a tocar el tema de su matrimonio. Es interesante averiguar en este caso con más detención que en los demás detalles del proceso. ¿Cómo conoció a la mujer que fue su esposa? ¿Por qué le gustó? ¿Cuánto tiempo la enamoró?, y una pregunta fundamental: II) ¿Por qué se casó? La respuesta a esta interrogante es sorprendentemente fructífera en información relacionada, no sólo con el matrimonio en sí, sino con la personalidad del enfermo. Desde el que nos responde: “Porque quería a mi novia”, hasta el que confiesa “me obligaron a hacerlo’, pasando por el que afirma “necesitaba a alguien que me cuidara”, casi cada individuo tiene su razón para haber dado paso tan fundamental en su vida. (N. de E.: corroborar si se es casado o conviviente y, si se es conviviente, indagar si existe alguna razón para no haberse casado y que opina el otro miembro de la pareja al respecto). Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
14
m) ¿Se pelea Ud. mucho con su esposa? No caiga en el error tan común de interrogar: ¿Cómo se lleva Ud. con su señora?, porque la respuesta obligada será: ‘bien’. Planteada la pregunta en la forma que propugnamos nos permite obtener datos más ciertos. Averígüese las causas de los disgustos, la importancia de ellos, (N de E.: ¿Cómo los solucionan? ¿desde cuándo pelean?) etc. Hasta llegar a un concepto claro acerca de la real situación familiar; dejemos hablar al enfermo de sus problemas y demostremos simpatía por ellos. n) ¿Tiene Ud. hijos? Si no, ¿por qué? ¿Medidas anticonceptivas? ¿Cuáles?, en caso de respuesta afirmativa: ¿Cuántos?, obténgase detalles acerca de los embarazos, partos, abortos, así corno la evolución de los hijos hasta la actualidad. ñ) ¿Cómo se entiende Ud. sexualmente con su esposa? Nos lleva a averiguar de desarmonías sexuales. ¿Frigidez? ¿Falta de satisfacci6n sexual? ¿Variantes sexuales? o) ¿Tiene Ud. aventuras fuera de su matrimonio? Sea afirmativa o negativa la respuesta, interróguese ¿por qué?; trate de obtener una idea clara de lo que esas aventuras significan, las preocupaciones que causan, etc. p) ¿Qué piensa Ud. de las mujeres? Esta pregunta final nos da la oportunidad de conocer la actitud del enfermo frente al otro sexo, índice tan importante de la personalidad. B.- EN LAS MUJERES: Las dificultades de esta parte del interrogatorio frente a mujeres no son mayores si es bien conducido. Generalmente para “romper el hielo’, comenzamos con una pregunta clave a) ¿A qué edad comenzó a menstruar? A las mujeres en general, les agrada explayarse sobre los detalles de su función sexual; continúe: b) ¿Estaba Ud. preparada o se asustó cuando se le presentó por primera vez? De esta manera entramos de una manera natural, en la investigación de la sexualidad infantil. Si la paciente no estaba informada acerca de la menstruación, preguntarnos: ¿No sabía nada respecto al sexo antes? Si ya lo estaba, ¿cómo lo supo? insistiendo luego sobre las preguntas anunciadas respecto a la sexualidad infantil en el interrogatorio de los hombres. c) ¿Cómo ha sido su menstruación? Averígüese caracteres de cronología y presentación (N. de E.: Síndrome Pre-menstrual, dolor perimenstrual). Si la paciente es soltera, averígüese sobre periodos de amenorrea; ello nos dará una clara impresión si observarnos turbación, enrojecimientos, duda. Ante una negativa, no insistamos. Preguntamos luego, benevolentes, d) ¿Ha tenido muchos enamorados? ¿Siempre los ha tenido? Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
15
e) ¿Cuándo tuvo el primero? Continúe el interrogatorio sobre la línea ya trazada. En un gran porcentaje de los casos, dadas las condiciones ya establecidas, la enferma habla más o menos francamente y confiesa su exploración en el campo psicosexual. Si no lo hace pueden usarse algunas preguntas, que hechas a tiempo, nos brindarán información. Una de ellas es: ¿es Ud. afectuosa, o fría?; (N. de E.: ¿cómo son – han sido- sus relaciones sexuales? ¿las disfruta?). Si hay resistencia manifiesta a responder tomamos una actitud considerada: “Perdón que insista en estas preguntas, pero son necesarias para comprender perfectamente su caso. Ud. sabe que muchas veces un detalle basta para orientar un diagnóstico. Naturalmente que si Ud. prefiere no hablar de ello…” Si la enferma prefiere no hablar de ella podemos estar seguros de que ‘hay algo’ de lo que no quiere hablar y lo tendremos en cuenta. Si la enferma es soltera: f) ¿Tiene Ud. Enamorado ahora? Se repite el interrogatorio ya explicado. Si es casada se investiga, como en el caso de los hombres, las características del proceso hasta el casamiento, repitiendo la pregunta: g) ¿Por qué se casó? Luego nos será fácil seguir. h) ¿Cómo le impresionó su noche de bodas? Continuando luego con una conversación que nos lleve al conocimiento de los detalles, incluidos en los del interrogatorio masculino. En el caso de infidelidad matrimonial, que las mujeres confiesan más fácilmente que los hombres, puede preguntarse: i) ¿No ha pensado que podría ser feliz con otro hombre? ¿No lo ha intentado?, si puede hacerse esta pregunta manteniendo una actitud benevolente y comprensiva, ello nos dará información sobre affaires extramatrimoniales y sobre la actitud de la enferma acerca de ellos. Terminaremos con: j) ¿Qué piensa Ud. de los hombres? Como se habrá notado, damos mucha importancia al interrogatorio sobre la vida sexual de nuestros pacientes; la experiencia nos ha enseñado que ello es indispensable. Piense lo que quiera sobre las teorías psicoanalíticas, lo cierto es que el desequilibrio de una personalidad se refleja directamente en su actividad psicosexual, lo que puede servirnos para el conocimiento de los problemas que esa personalidad enfrenta y sobra su manera de resolver. 9. HÁBITOS E INTERESES
Commented [A4]: 4ª clase
a) ¿Qué hace Ud. cuando no trabaja? Es importante saber las aficiones del individuo, sus diversiones, sus ‘ho bbies”, la manera como moldea su tiempo fuera de su trabajo. Si lee, ¿qué clase de libros? ¿Por qué?; si el cine: ¿Qué películas prefiere? ¿Por qué? (N. de E.: Si la Internet, ¿Qué?) Si práctica deportes: ¿Cuáles? Si no hace nada: ¿Por qué? ¿En qué ocupa sus días libres? Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
16
b) ¿Tiene Ud. amigos? ¿Íntimos? ¿Qué hace en compañía de ellos? Si no los tiene, ¿por qué? e) ¿Es Ud. religioso? (N. de E.: ¿Qué religión practica?) En nuestro ambiente casi todos los son [sic]. Averígüenos hasta donde esto es verdad. d) ¿Bebe Ud., mucho? No nos contentemos con respuestas como: ‘regular’, o ‘como todos’.
Precisemos: ¿Aperitivos? ¿Bebidas en las comidas? ¿Fuera de ellas? ¿En fiestas? ¿A menudo? ¿Le causa daño? e) ¿Fuma mucho? Número de cigarrillos por día. f) ¿Drogas? (difícilmente confesadas), g) ¿Qué ideas políticas tiene? Aclarar generalmente que nuestro interés es puramente profesional. h) ¿Concepciones filosóficas? No se trata de buscar erudición, sino saber los principios a los que el paciente ajusta su conducta, sea o no consciente de que ello constituye su filosofía.
10. ACTITUD PARA CON LA FAMILIA Es este un tópico de real interés que su conocimiento nos informa, no sólo sobre la personalidad del paciente, sino también sobre la actuación familiar con sus complejas reacciones y posibilidades. He aquí la pregunta que usamos para iniciar el interrogatorio: a) ¿Con quién vive? Ella es importante porque nos permite apreciar la estructura de la ‘constelación familiar”. Averigüemos. 1. Si el paciente es soltero. ¿Vive con sus padres? Es caso negativo: ¿Por qué? ¿Con quién vive? ¿Por qué? 2. Si es casado. ¿Vive con sus padres? ¿Con la familia de su esposa? Si es casado, afirmativo: ¿Por qué? (N. de E.: ¿viven independientes o con espacios compartidos?) 3. ¿Con que otras personas vive? ¿Por qué? b) ¿Vive Ud. tranquilo en su casa? Estudiemos la dinámica de de vida familiar en una conversación que nos permita interiorizarnos en los detalles de esa interrelación. c) ¿Dónde vive Ud.? Sepamos las condiciones materiales de vida, lo que al mismo tiempo nos informará indirectamente sobre la distribución del dinero y nos permitirá apreciar la actitud del paciente frente a sus deberes familiares. Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
17
d) ¿Qué relaciones tiene Ud. con el resto de su familia? e) ¿Qué hacen sus hijos? Importante para apreciar proyectos, esperanzas, preocupaciones, resentimientos, etc. Este grupo de interrogantes deben dejamos con una clara idea sobre la vida actual del enfermo en todo su valor psicosocial. 11. ACTITUD FRENTE A LA ENFERMEDAD He aquí un tópico que un médico olvida casi siempre y que nos parece importante: La actitud del paciente ante su dolencia es decisiva, no sólo para el conocimiento de su personalidad y para el diagnóstico, sino para la conducción del tratamiento. Preguntemos: a) ¿A qué cree Ud. que se debe su enfermedad? Las respuestas a este interrogante son realmente ilustrativas. Posiblemente nada hay que diga más sobre los conceptos del enfermo acerca de su esquema corporal, sobre sus creencias, temores, supersticiones, etc., constituyen su versión de la enfermedad, quizás más importante, desde muchos puntos de vista, que la del médico. b) ¿Cómo cree Ud. que podría curarse? He aquí una pregunta, sugerida por Alfredo Adier, que creemos interesante. SUEÑOS Indispensable complemento según nuestra opinión, de una anamnesis bien conducida, una investigación de los sueños nos provee de una inapreciable información sobre sus preocupaciones, complejos y actitudes.
Preguntemos: a) ¿Duerme Ud. bien? Si no. ¿Por qué? (N. de E.: Si sufre de Insomnio: ¿Demora en dormir?, ¿Duerme y luego despierta en la madrugada? Si despierta, ¿le cuesta volver a dormirse? ¿En qué piensa cuando despierta por la noche? ¿Duerme con la luz o el televisor encendido? Al levantarse, ¿se encuentra con energía o cansado?) b) ¿Sueña Ud.? Muchas veces la respuesta es negativa, hay resistencia inconsciente a recordar sueños ante el médico. Insistimos: ¿Nunca? generalmente de esta manera obtenemos datos. Algo muy frecuente es que el paciente refiere: ‘Sueño, doctor, pero no recuerdo qué’. Insistimos también: ¿No recuerda ningún sueño? ¿Ninguno? Cuénteme cualquiera”. Es muy raro el caso en que le hemos pedido obtener un relato y cuanto más trabajo nos ha costado, más interesante es el sueño obtenido. c) ¿Tiene Ud. pesadillas? En caso afirmativo, haga que el enfermo las relate y anote, si es posible, sus propias palabras.
Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
18
Con esto hemos terminado el interrogatorio, que si ha sido bien conducido; nos dará una idea clara de la personalidad en su relación con el ambiente y nos permitirá encarar, con las otras partes de la historia clínica, el diagnóstico, el pronóstico y la terapia en función del hombre como tal. EL RESTO DE LA HISTORIA CLINICA PSICOSOMATICA El resto de la historia clínica psicosomática difiere también en algo de la historia clínica corriente. Por supuesto que el examen físico y las pruebas de laboratorio son las mismas en lo que a los “procedimientos complementarios” se refiere, y el médico de enfoque psicosomático puede usar, además de los exámenes radiográficos, electrocardiográficos, etc. los procedimientos que le permitan la comprensión del caso como un problema humano. No entraremos en la discusión de esos procedimientos contentándonos con enumerar los principales de ellos: 1. Los test psicológicos de personalidad (Test de Rorschach, Test de Apercepción Temática de Murray, etc.) 2. La prueba de las asociaciones de Jung. 3. El estado crepuscular inducido (narcoanálisis). 4. La Hipnosis En cuanto a los capítulos de “Evolución’ y ‘Terminación”, en la historia psicosomática se tomará en cuenta, además del aspecto rutinario, el punto de vista psicosocial. Se consideran, pues, las situaciones vitales del enfermo, es decir la relación de la enfermedad con la vida del paciente en todas sus características de ser humano. Para decirlo con las palabras de Ortega y Gasset, estudiaremos en todos sus aspectos “al hombre y sus circunstancias”.
Anamnesis Psicosomática
Carlos Alberto Seguín
19