Amor fraternal fraternal
El siguiente relato acaecía en los tiempos de la dinastía Chu, en que la China se hallaba bajo un régimen feudal. El soberano del pequeño reino de Lin Chu tenía dos hijos varones que se amaban tiernamente. Cuando nació el segundo hijo, el monarca decía constantemente constantemente al primero; - Mira a tu honorable hermanito hermanito y ámalo. No se te olvide nunca que eres el mayor, que le debes el buen ejemplo de la valentía y el arrojo. Debes quererlo y protegerlo. protegerlo. Él te obedecerá y será tu compañero donde quiera que vayas. No se te olvide lo que dicen nuestros sabios: Entre hermanos hay que ayudarse. Compartir las alegrías y penas del mundo. Sabes que uno de los filósofos de la dinastía Song, en su introducción al libro genealógico genealógico familiar, dejó algunas palabras célebres con respecto al amor fraternal. Decía así: Los hijos de mi padre son mis hermanos amados. Somos las ramas de un mismo árbol, las corrientes de un mismo manantial, los dedos de una misma mano. Cuando estoy enfermo, mi honorable hermano se lame nta y sufre.” Hijo, acuérdate acuérdate de estas palabras. palabras. El rey de Lin Chu no podía ocultar ocultar la marcada preferencia que por el menor de de sus hijos sintiera. Hasta los propios mandarines de su Corte lo había notado. Al mayor lo había nombrado Kao Sen – Espíritu elevado -; al pequeño Chin Pao -tesoro de oro -. Entre los dos niños reinaba, no obstante, la mayor armonía. En lugar de tener celos del cariño excesivo que tuviera por su hermano, unía su afecto al padre hacia el hijo predilecto. - Si mi venerado padre prefiere prefiere a mi hermano – pensaba Kao Sen – es que el pequeño lo merece. Lo que debo hacer es tratar de perfeccionarme perfeccionarme y corregir mis odiosos defectos. El pequeño pensaba por su lado: - Mi padre me prefiere a mí que a Kao Sen. Es cosa que no me hubiera atrevido ni a desear ni a esperar. Pero, ya que es así, tengo que merecerlo y ser en todo momento digno de tan gran fortuna. Un día murió el buen rey sin dejar testamento. Considerando Considerando las cosas legítimamente, legítimamente, el hijo primogénito tenía que suceder en el trono a su padre. Mas en los últimos momentos el rey de Lin Chu había expresado el deseo de darlo todo a Chin Pao, su predilecto. Kao Sen, para obedecer obedecer los deseos de su honorable padre, padre, huyó de incógnito incógnito por una de de las puertas de la muralla de la capital. El pequeño, para respetar los derechos de su hermano querido, tuvo el mismo pensamiento y huyó por su lado. Los dos tuvieron, pues, la misma idea: la de apartarse del mundo y vivir meditando meditando en la soledad de la montaña. En tanto, los funcionarios del reino abandonado han tenido que buscar un regente para dirigirlos asuntos de Estado. En todos lados buscan a los hermanos, pero pasa el tiempo y no los encuentran. En cambio, Kao Sen y Chin Pao se ven un día al pie del manantial del Monte Sagrado.
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Hermano, ¿a qué viniste? – dice Kao Sen sorprendido.
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Y tú, ¿por qué estás aquí? – exclama Chin Pao.
Nunca quisiera haber desatendido el menor deseo de nuestro padre – explica el mayor -. Por eso vine a buscar este retiro agreste , huyendo del alto deber que la corte me imponía. Tú eres más inteligente que yo y más digno de reinar, y el rey, nuestro padre, así lo pensó. -
Jamás he de usurpar un lugar que no me corresponde – replica Chin Pao.
Entonces caen en brazos el uno del otro y deciden vivir vivir juntos para siempre, como dos simples campesinos. Al cabo de muchos años, los enviados del reino de Lin Chu encuentran los cuerpos de los dos príncipes; yacen tendidos, al lado el uno del otro, en la cima del Monte Sagrado. Y todo el Imperio los venera como a “Los dos santos de la paz”.