Biografia del general de hombres y mujeres libres Augusto Cesar Sandino #NicaraguaDescripción completa
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Comentarios sobre el significado del símbolo masónico del Arco Real de HenokDescripción completa
Descripción: Celso fue un filósofo griego del siglo II D.C el cual se caracterizo por dirigir sus obras en contra del cristianismo partiendo desde una postura Judía. Cabe aclarar que no soy copartidario de ning...
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Jinichi KawakamiFull description
A. SOMOZA
EL VERDADERO SANDINO O
EL CALVARIO DE LAS SEGOVIAS
8e propiodad del a¹t or C o p ~ ht l i t
htt ~. SOWOZa
I ra . EDICION : TIPOGRAFIA RQBELQ - M A NAGUA , NIC. , C . A . , SEPT. 19 36 ,
2da. EDICION: Edit. y Lito. "SAN JOSE", S. A.-MANAGUA, NIC., C. A., ABRIL 1976.
M A Y O R G E N E RA L A . S O M O Z A
PRO LO GO Se escriben las presentes líneas como una especie de pró logo a la nueva edi ción del li bro " E L V E R DA DE RO S AN
DINO O EL CALVARIO DE LAS SEGOVIAS", publicado originalmente por el General A. Somoza, en el año 1936. L a obra en sí, con los atinados comentarios de su autor, es una presentación ordenada, metódica y fie l, de la documentación auténtica que se conserva en los archivos de La Ofic ina d e
Operaciones de la Guardia Nacional de Nicaragua. Ella demuestra, al r oj o vivo, la verdadera personalidad de Sandi no. Poco puede agregarse a La v ívida realidad, t étrica y sombría, que esa documentación arroj a en torno del pseudo
héroe. Ella clarifica La errada imagen que una propaganda dolosa y mal intencionada, mantenida por elementos subver sivos y enemigos de nuestra Patria, ha tratado de presentar al mundo en el caso de Sandino . E ste no fué mds que u n
vulgar bandolero, que por Largos años asoló con sus huestes a la fértil región septentrional de Nicaragua. Estudiando imparcialmente la trayectori a del que se auto llamó defensor de la Soberanía Naci onal de Ni caragua; y analizando su conducta desde el punto de vi st a psicológico, encontramos en él a un psicópata. M egalomanía claramente
pronunciada. Sadismo declarado. Esquizofrenia definida: a lucinación napoleónica, vivencia delirante en l a cual él creíase predestinado a vencer al ej ér ci t o mds potent e del mundo, sojuzgar a Ni caragua, y revisar la idea de la vida, de
los valores, y del cosmos. S olamente Freud, o Adler, o los modernos psiqui atras, podrían haberlo salvado. Para demostrar la incongruencia de su acti tud, sigdmoslo desde que comenzó su fatídica parti cipación en nuestras lu chas políticas. Después de deambular por di sti ntos Lugares,
sin Lograr mucha cultura ni preparación, retorna a Nicara gua y s e declara l iberal. E n t ra a formar p arte del e jé rc it o
que, a las órdenes del General José María Moncada, defendía la b.'gitimidad del Gobierno del Dr. Juan Bautista Sacasa,
contra el usurpador Adolf o Díaz, del partido conservador. Hasta aquí, m uy bie n. S andino c omenzó a certadamente.
Prestaba sus servicios a la causa de la constitucionalidad, y del L iberalismo que la sustentaba. La guerra constitucionalista, 1926-1927, llegó a s u f in al histórico, culminando su t ri unfo en mayo de 1927, con e l Pacto del Espino Negro. E ste fué suscrito por ambos par
tidos, para poner término a la lucha civil, Y abrió una nueva era que permit ir ía al p aís volver, en forma organizada l ib re mente, al surco de la ley. El 9 de mayo de 1927 se llegó al acuerdo para el desarme. Todos los j efes y of ic ia les d el E jé rcito c onstit ucionalista,
excepto Sandino, lo firmaron. Y dieron amplias e irrestrictas facultades al General M oncada, para arreglar los t érminos defini tivos del desarme general. Aunque Sandino no fi rmó el referido acuerdo, por encon trarse ausente en el momento de su suscripción, envió comu
nicación al General Moncada, al respecto (') . Uno de sus párrafos, dice, textualmente:
"ASI MI SMO YO DELEGO MIS DERECHOS PA RA QUE UD. (Moncada) ARREGLE EL ASUNTO COMO MEJOR LE CONVENGA, Y M E P ARTI CIPA LOS RESULTADOS A JINOTEGA, LUGAR DONDE YO O CUPARE CON MI COLUMNA". H asta ese momento procedía como buen mi litar discipli
nado. Pero, finalmente, faltó a su honor castrense negdn dosé a cumplir con las disposiciones de sus superiores y de los altos di rigentes del Par tido LiberaL Esas resoluciones, a través del arreglo convenido ~con el Par ti do Conservador,
con la garantía del Gobierno de los Estados Unidos de América, aseguraban el f uturo del país al concertar la rea lización de unas elecciones completamente li bres, y super vigiladas por elementos estadounidenses, las cuales luego efectivamente se celebraron, llevando al Liberalismo al t ri un
fo comicial. Sandino puso como pretexto para su insubordinación y rebeldía, la presencia de tropas estadounidenses en Ni cara gua aduciendo que mientras e llas estuvieran e n e l p aís, é l las combatiría. Se auto-erigió en anti -i ntervencionista.
Pero, al mismo tiempo, — y esto e s una p rueba de su desequilibrio mental y de su real f alta d e patriotismo y
dualidad —, por otr o lado quería que loe Estados Unidos intervi niesen directamente. D e su propi o puño y le tra, y
fechada en Yalí, el 24 de mayo de 1927 ('), envió una carta al Jefe del Destacamento de Marinos de Jinotega, en la cual, entre otras cosas, textualmente dice:
"POR TANTO SI ESTADOS UNIDOS, CON BUE NA FE HA I NTERVENIDO EN EL PAIS, PRO PONEMOS COMO CONDI CION SINE QUE NON PARA DEPONER NUESTRAS ARMAS QUE ASU MA E L PODER U N GOBERNADOR M I LITAR DE LO S ESTADOS UN IDOS, M I ENTRAS SE REALICEN LAS ELECCIONES PRESIDENCIA LES POR ELLOS MISMOS". Helo aquí, retratado de cuerpo entero, en un dualismo de
personalidad. En qué quedaba, pues, su tan cacareado anti intervencionismoF. . .
Y s e atrevi ó a cali ficar d e vende
patrias al General Moncada, y a todos loe que estaban pro curando asegurar e l porveni r d e Nicaragua dentro de un
clima de paz y tranquilidad. E stos elementos simplemente buscaban el afianzamiento de lae normas constitucionales, a través de la supervigiiancia electoral de parte del Gobierno de los Estados Unidos. E ste, con toda honradez e i mpar cialidad, como l o demostró después, llevó a cabo eu com p romiso, lo que ayudó a restablecer el i mperio de la legi ti mi
dad, y de la democracia, en nuestra Patria con el t riunfo del Liberalismo. Claramente se evidencia, pues, que lo único que buscaba Sandino era prepararse vía li bre para entablar una er a de
vandalismo que, por casi siete años, desoló las ubérrimas tierras septentrionales nicaragfiüenses. Loe machetes fatídi cos y sanguinarios del b andolerismo sandinista h ic ie ron a N destrozos en vidas y haciendas de inocentes ciudadanos. P e drón y eus cuadrillas, con o tros tantoe crim inalee sim ilares, al servi ci o d e Sandino, indistintamente asesinaban atroz
mente a nicaragfiüenses y a e xtranjeroe, despojdndolos asi mismo de sus bienes. El salvajiemo de Sandino y sus huestee fué en crescendo. Veamos cudlee eran sue órdenes. Loe procedi mientos que
instituía en eue secuaces eran de exterminio para t odos aquellos que no querían colaborar con eus tropelías. He aquí algunas muestras de ellae, extractadas de sus
mensajes, consignas y marufieetos:
"Octubre 16 de 1930. A todos los Jefes Expediciona rios de nuestro Ej ército. . . (Procedimiento en el decomiso de mercaderías en transporte que encontra
ban en su camino). Si entre los individuos que llevan las cargas, hay quien se oponga a en tregarlas a nuestras fuerzas,
QUE ESE I NDI VIDUO SEA PASADO POR LAS
ARMAS.
"Si entre los vecinos hay quien no quiera recibir para su propi o consumo lo que nuestro Ej érci to le ordena r ecibir, que TA M B I E N ESE I N D I V I D UO SEA PA
SADO POR LAS ARMAS." (P) En su Manifiesto "A LOS CAPITALISTAS NOTI FI CA DOS POR NUESTRO EJERCITO EN JINOTEGA, MA TAGALPA, ESTELI Y OCOTAL", de 15 de noviembre de 1931, Sandino reconoce la drasticidad de su proceder, que recalca en uno de sus pdrrafos, así: "L a libertad no se iconquista con flores, sino que a
balazos. Y es por eso QUE HEMOS TENIDO QUE RECURRIR A LOS CORTES DE CHALECO, DE CUMBO Y BLUMERS," ( ') Cabe, acaso, mayor aclaración de su refinamiento terro
rist a ant e est a declaración, ta n cínica e i nhumana! ~ .
CORTES DE CHALECO, DE CUMBO Y B LUMERS!!.. . Mej or di cho: asesinatos atroces a punta de machete, con
refinamiento de crueldad insana; carnicería humana, fría y despiadad. E l destrozo de personas, con horrendas mutila ciones. E l sadismo mó s p uro y re finado, d igno d e t ipos
lombrosianos, sobrepasando a la mds calenturienta imagina ción del Marqués de Sade. Pero, basta ya en este camino. L os que lean atentamente el li bro, cuya nueva edición estamos prologando, sentirdn erizórseles los cabellos, de horror y repulsión, al contemplar
las fotografías de las víctimas, y conocer los relatos de los crímenes perpetrados por las hordas sandinistas; as í como por el contenido de sus proclamas, manifi estas y mensajes.
Despojos, asesinatos, incendios, destrucción, estaban a la or den del día. Y, como lo dijimos antes, no respetaban nacionalidad ni ocupación, ni nada, para cometer sus crímenes. Prueba de — IV—
ello, entr e tantas otras, son las muertes alevosas que, con luj o de ~crueldad, dieron al Dr. Juan Carlos Mendieta y a sus
acompañantes, quienes andaban únicamente en misión de propagandc ideológica del Partido Liberal, sin armas, pací ficamente entregados a una labor de paz y adoctrin amiento
democrático. Llegaron hasta el extremo de cortar las manos de sus caddveres, y enviarlas, en u nas alforja s sobre el l omo de sus bestias, a Jinotega, ufandndose así, en lúgubre y ma
cabra burla sangrienta, de su atroz delito. (') La mente de Sandino parece que funcionaba dentro de una vorágine descontrolada de megalomanía, de salvajismo, ya completamente psicopdtica, esquizofrénica. Y su actitud
se veía alimentada, e impulsada, por un grupo de aventureros, de disti ntas nacionalidades, que procuraban medrar baj o su
sombra fatídica. L os anticmericanistas del Continente, autollamados anti imperialistas; y los comunistoides de distin tos lugares, apro vechaban la oportunidad de la locura de Sandino para llevar agua a sus respectivos molinos. Y t r a taron d e d arle l a
la dimensión egregia de un héroe legendario, la bíblica figura de un diminuto David enfrentdndose a un gigantesco y de formado Goliath: el Coloso del Norte. Propaganda pura y dolosa! ~ . E/ brillante intelectual hondureño Froyldn Turcios lo lan zó por el camino de la publicidad. Pero, después, al con vencerse del engendro de la verdadera personalidad desequi li brada de Sandino, se apartó de él.
Mós una serie de aprovechados prosiguió inciensdndolo, y
haciéndole creer que era el héroe mdximo de las Américas, el
campeón de las libertades indohispanas, el defensor de la Soberanía de Nicaragua, el escogido de los espíri tus de la Cdbala alquímica, el único que podía enfrentarse vi ctoriosa m ente a las fuerzas incontrastables de los Estados Unidos. . . Y sobre esa senda, su megalomanía y locura se acentuaron desmesuradamente. Se olvidó que había basado su rebeldía en la presencia de tropas estadounidenses en t er ri tori o de Ni caragua, y que terminaría su lucha cuando "el úl timo soldado gringo" desa
lojase el país. El 2 de enero de 1933, ya no quedó ningún soldado es tadounidense en el suelo nicaragüense. Si n embargo, San
dino prosiguió con sus desmanes. Porque en el fondo de su
ser no alentaba el cacareado patriotismo libertador que pre gonaba a todos los vientos. Solamente: la ambición personal
de constituirse en dueño y señor, de horca y cuchNo, de todo Nicaragua. Estaba erigido ya en pose de conquistador. Y quiso for mar un estado de su exclusiva propiedad, dentro de la na
ción, dividiéndola. Calificó de inconstitucional, por sí y ante sí, a la Guardia Nacional que era, y es, la única fuerza ar
mada y de policía autorizada legalmente en la repúbNc Quería desmembrar al país apoderóndose, en domi ni o y posesión soberana, de toda la región septentri onal, fundando una nueva nación baj o su mando absoluto. Dentro de la tendenciosa campaña de publicidad, a la que se había entregado afanosamente fuera de las 'fronteras pa trias, hasta sus llamados admiradores comenzaron a reac cionar en su contra. N otaban que su fementido, autopro clamado y bombdstico p atrio tismo, n o existía. A s í v emos, por ej emplo, que el gran di ari o I A N A CI ON , de Buenos
Aires, Argentina, que por meses defendiera la causa de San dino, en un artículo del 25 de enero de 1929, cambió de tono para cri ticar duramente las pretensiones divisionistas de San
dino, y la acción destructora de sus huestes en Nicaragua. La mente de Sandino estaba realmente desequilibrada, tan to por sus desmedidas ambiciones megalomaníacas como por las perturbaciones que le causaban sus irscursiones desatina
das en el espiritismo, la cdbala, las creencias orientales del karma, etc. Se creía un iluminado psíquico, un predestinado apóstol de las alturas. D e ambuló t ambién e rradamente en los campos de la teosofía, sin nin guna guía que pudiese se ñalarle el sendero de la Verdad. Se iconsideraba clari vidente. Seguía un credo espiri tualista
transnochado. Y en su mundo de los espíritus, disparataba. C reía que magnéticamente, por medi o de su voz, di ri gía a sus huestes. A s í l o vemos deci r a Ramón de Belaustegui
goitia, en una de sus entrevistas publicitarias, que aquel hizo aparecer en su libro "CON SANDINO EN NI CARAGUA" (') , lo siguiente: "Sí, estamos compenetrados de nuestra misión ( P) ; y
por eso mis ideas y hasta mi voz puede ir a ellos (sus soldados) mds directamente (~) . El magnetismo de — VI—
un pensamiento se transmite. L as ondas fluyen y son
copadas por aquellos que están dispuestos a enten derlas. E n los combates, con el si stema nervioso en
tensión, una voz con sentido magnético tiene una enorme resonancia. . . T ambién los espíritus comba
ten encarnados y sin encarnar (? ) . . . " Belausteguigoitía quedó confuso. Sandino se alejaba de
la realidad en su confusión mental. E l e ntrevistador co menta que: "en el curso ya de sus impresiones suprasensibles, por decirlo así, (Sandino) c ontinúa destrenzando su pen samiento en conceptos más lejanos y más difíciles." En este punto Belausteguigoi tia, en su referido libro, señala: "Pero no nos sería posible seguir todo su pensamiento
(el de Sandino) e indicaremos únicamente el esque leto de sus ideas, que versan sobre términos irreales." Sandino, ya en su caracterización de clarividente, agrega: "L e diré a usted; también los espíritus luchan encar
nados y sin encarnar... D esde el origen del mundo, la ti erra viene en evolución continua. Pero aquí, en Centroamérica, es donde veo yo una formidable trans
formación.. . Yo veo algo que no lo he dicho nunca... No creo que se hay a escri t o sobre eso. . . E n toda
esta América Central, en la parte inferior (? ), como si el agua penetrara de un océano en otro. . . Veo Ni caragua envuelta en agua. Una in mensa depresión
que viene del Pacífico. . . Los volcanes arriba única
mente. . . E s como si un mar se vaciara en otro( ?) ." Claramente se puede notar que su mente no estaba equi li brada. E n muchos aspectos Sandino era un caso digno de
estudio freudiano. Solamente la psiquiatría podría haberlo orientado debidamente. Sus perturbaciones ocultistas se demuestran, aún más cla ramente, en l a carta que escri bi ó, el 8 de febrero d e 1931, a s u satéli te, e l t ristement e célebre Pedrón A l tamirano. Veamos algunos de sus párrafos:
"Sinceramente hermano sin que ninguno de los de más jefes de nuestro Ejército, ni el propio su Secre
t ari o nuestr o queridísimo hermano Pedr o A ntoni o
Irías, sea esto u n resentimiento, le manifiesto en privado, de que ni yo mismo sabía de que Ud. y el hermano General Carlos Salgado son Espíritus Misio neros (?) de que están conmigo, y de que en muchas ocasiones hemos estado j untos (? ). Sin e mbargo y o esto lo supe hasta mi llegada a Méxüco en Insti tucio
nes Espiritistas, que, aún todavía t rabajan oculto. Todavía no puedo decir quienes fueron Uds. porque no me lo permite la Cábala (? ), pero quizás después del triunfo habrá lugar de esas explicaciones," En otro párraf o de úi mis ma c arta, S andino r esalta su crueldad dando mayor i mpulso al salvajismo de Pedrón, al que dice: "N os han llegado noti cias de que en la Costa A tlán tica se han efectuado algunos di sturbios, y de q ue por allá esperan al Gral. Pedro Altamireno. Es pues
un campo fecundo para sus actividades, PERO SIN NEGARLE EL MACHETE NI LA SOGA A QUIEN LO NECESITE, pues de antemano le hemos enviado los últimos pronósticos, los que tienen su asiento en
nuestra cábala (? ). " ( ' ) Entre las muchas otras pruebas del desequilibrio mental de Sandino, está su enrevesado mani fiesto " L uz y Ve rdad" (' ) , en e l q ue claramente demuestra q ue ya su cerebro es taba completamente fuera de controL Y que sus alucina
ciones lo llevaban a una franca esquizofrenia. Una atenta lectura del li bro del General Somoza conven cerá a cualquiera persona consciente y honesta, que Sandi no carecía en absolut o de las brillantes características que sus pseudo-admiradores, y aduladores, han querido atribuirle
hasta convertirlo en bandera de subversión. Carecía de preparación, y la poca que tuvo la perdió en el laberinto de sus perturbaciones psíquicas y sus s ueños d e g randeza. Llegó a creerse un N apoleón y un R edentor, un I l uminado de los Espíri tus, la reencarnación de un héroe legendario. Y , simplemente, lo que fué es un loco que tuvo la oportunidad
de bañar en sangre y desolación a su propia patria, mien tras anduvo suelto. En sus últimos tiempos sus deli rios de grandeza, y su cre
ciente megalomanía, lo llevaron a autoconstituirse en supremo jefe de un llamado Ejército Autonomista de Centroamérica.
Praelamaba la Unión de Centroamérica, dentro de un plan de organización en el cual él tendría La dirección suprema.
Entró a tratar al Presidente Juan Bautista Sacasa como a igual, de poder a poder, declarando a la Guardia Nacional
de Nicaragua inconstitucional.. . Queríc hacer desaparecer a esta institución castrense, que era el único obstdculo que se oponía a sus bastardas ambi ci ones, para quedar é l como
factotum y dirigente único del país. E n fin, llegó a situarse motu propri o, en la posición cldsica a que llegan todos Los
obcecados que figuran en las púginas de la historia de La humanidad: en l a de aquellos " a quien Di os ciega porque
quiere perder". Su loca osadía lo l levó hasta el extremo de hacer .deela
ciones a La prensa nacional contra la Guardia Nacional que, como ya diji mos, c onstit uía el ún ico o bstúculo i nvencible
que encontraba en su camino hacia eL poder. Uti lizaba los coqueteos que tenía con el Presidente Sacasa, a quien em baucaba deliberadamente, aprovechúndose de su candidez
política. El telón se preparaba a caer para poner punto final a l a
tragedia que por tantos años venía ensombreciendo a Nica ragua. La paciencia del Ej ército de Nicaragua, La Guardia Nacional, verdadera y única defensa de la paz y .de la so beranía de la nación, se estaba agotando. En la revista G UARD IA N A C IO NA L, Boletín del Ejé r
cito, que dirigía el General Somoza, edición correspondiente al mes de enero de 1934, encontramos las palabras admoni
torias que, en sus "Pdrrafos del Director", dedicaba a San dino (' ) . El las expresaban eL verdadero sentir del país. Pero
Sandino las desatendió, y prosiguió en su engreímiento me galomaníaco, considerándose invulnerable y drbitro d e Los destinos de Nicaragua. Y ocurrió lo inevit able. T u vo que desaparecer, porque de otra manera, Nicaragua hubiera caído en eL mds tremendo caos provocado por las hordas sandi nistas. Vamos a terminar este prólogo reproduciendo Los comen tarios que el distinguido intelectual y escrit or, don Aleja ndro Reyes Huete, publicó oportunamente en relación al caso de
Sandino. Sus palabras sintetizan, acertada e históricamente, su lúgubre trayectoria hasta su merecido final. A continua ción las transcribimos textualmente: — IX—
"Sandino fué un producto lógico del viejo sistema militar desorganizado en ección censurable. ' "La guerra civil de 1926, originada por el golpe de Estado del General Emiliano Chamorro, fué propicia para que el fermento revolucionario estallara en el país con amenazas de
disolverlo o aniquilarlo. "R einaron el pavor y la locura en muchos meses de estéril carnicería hasta que La nación norteamericana no medió para que el General José M aría M oncada, entonces t ri unfante,
pactara con el Presidente Adolfo Díaz, en términos de igual dad para los dos partidos que se dis putarían e n c ontienda eleccionario, el Gobierno de la República. Tal fué La medida d el Secretari o de Estado de los Estados Unidos, Henry L .
Stimson. Pero la disciplina no la reconoció el 'ánimo turbu lento de Sandino, subalterno a la sazón del General Moncada; y la presencia de las fuerzas extranje ras en nuestro territ orio fué el pretexto que tuvo para no acatar los convenios y re tirarse a Las Segovias con una columna de aventureros ave zados a la vida del piLLaje adquirida en dos años de matanza. Tuzo la habilidad de di sfrazar sus propósitos con un gesto de patriota enarbolando la bandera de la soberanía nacional.
Esa habilidad y la l iteratura antiimperialista, en boga en tonces en algunos talentos hispanoamericanos, dieron a San
dino relieves de símbolo para Los países de América, celosos de La preponderancia de los Estados Unidos; y por un feno meno frecuente en la apreciación de nuestros hombres, Los ditirambos de afuera, las leyendas fabrücadas lejos del teatro de los crímenes en que actuaba Sandino, comenzaron a for mar cuerpo en la imaginación tropical de algunos de nuestros
directores políticos desorientados, ya que conocieron nuestra realidad histórica inevitable y, al n o querer admitirla, pu- dieron tornarla más difícil y grave.
"A nuestro país, por su situación geográfica y por su des tino hi stórico, le ha tocado Ligarse con el Coloso del N orte, sin haber estado a su elección desviar esa irscontrastable he gemonía continental; y en lugar de combatirla, estreLLándose contra tan poderosa corri ente, sus hombres de estado han preferido tornar esa influencia en amistad y en instrumento de bien . E s nuestro destino manifiesto y no debemos olvi
dar Lo que dice Ferrero de aqueLLa Gran RepúbNca 'que, ocu pando una posición por nadie igualada en la historia, puede ser el árbi tro de la paz y aun im ponerla en todas partes'. "L a úl tima i ntervención armada rati ficó viej as declaracio nes desatendidas por Los partidos políticos nicaragüenses. La
no tntervencién se haría sentir e n
dad en la República. A esta declaración respondió Sandino manteniendo durante sei s años una lucha de encrucij adas,
cuyos resultados inmediatos fueron el robo y el asesinato. "E l gri t o de guerra tomó modulaciones heroicas debi do
a la propaganda antiamericanista de Pedro José Zepeda en México y al t a lento a mplif icador y engañado d e F roylán
Turcios, gran hondureño, arrepentido más tarde, cuando comprendió que el ídolo formado por él era barro movido a impulsos del odio y de la soberbia afanosa de notoriedad.
"El día en que se firmó la paz en Tipitapa, el 4 de mayo de 1927, comenz6 e l m artirologio d e l as Segovias e n u na era de bandidaj e estéril . D urant e varios años aquella i n mensa y ric a regi6n d e nuestro terr itorio s e estremeció con el embruj ado galope de las legiones sembradoras del exter minio y de l a m uerte. L a p ropiedad f ué destruída y lo s h ogares mancillados; l a tranqui lidad cedi ó su puesto a la
inquietud; la abundancia, a la miseria; l a serenidad, al es panto; y a la dignidad ciudadana, la vergüenza y el deshonor. Grupos de gentes empobrecidas y hambrientas emprendieron
el éxodo más al norte, huyendo del tacón demoledor de quien a sí mismo se calificaba de Restaurador de la Soberania y del decoro nacionales. "Como consecuencia de semejante situaci6n el bandoleris mo tomó en el Septentrión y en la Costa At lántica alarman tes proporciones, estableciendo un
desorden reguló los acontecimientos y la suprema ley f ué no acatar ni nguna, se perturb6 aquella vi da y el g érmen de la maldad, que siempre duerme en el alma de los indi viduos y de las sociedades, surgió a flor d e t ie rra y pareció aclimatarse en el nuevo ambiente.
"El relajamiento de las costumbres, la inobservancia de las leyes elementales de humanidad, el retroceso a la época cavernaria, donde el i nsti nt o brutal i mperaba como máxima
razón, constituyen la conquista espiritual del bandolerismo en seis años de lucha nefanda. D esde el i nstante en que Sandino plantó su tienda de rebelde en las selvas segovianas se c olocó f uera d e l a s ociedad n icaragüense, a nsiosa d e reposo y de t ranquil idad, de encauzarse en l as v ías norma les del orden y del t rabajo . S u actit ud, si pudo un momento
hallar atenuante ante la pasión racial, fué después la de un verdadero traidor al anhelo nacional, la paz pública. — XI—
"Cuando las fuerzas de ocupación norteamericana abando naron nuestro terri tori o dej ando al bandolerismo en pi e y
en la Presidencia de la República al Dr. Juan Bautista Sa casa, en vi rtud de elecciones populares, cuya honestidad aceptaron los nicaragüenses, de hecho dejó de existir eL pre texto de la insurrección de Sandino. Si n embargo, en esta nueva faz de su vi d a aven t urer a n o t uv o l a p r udenci a nece
saria para buscar otro disfraz y se Lanzó con mayor furor a La matanza, para conseguir, en u n posible a rreglo con e l G obierno, Las mayores ventaj as, según notas que di ri gi ó a
sus Lugartenientes Altamirano y Estrada. "Enfocado así, con l os f ocos d e l a r ealidad, t odos cono c ieron que su programa de rei vindicación nacionalist a no fué mós que farsa sangrienta, vulgar leyenda convertida en
historia por las agencias cablegróficas y por los enemigos de Norte América, que hicieron del guerrillero un tema de com bate. "Por fin pudo comprender Sandino que la desocupación de las fuerzas interventoras había concluído con los pocos pres tigios que aún pudiera tener en el extranj ero y con s u i n
grata tarea de pillaje, puesto que el Gobierno, con el respaldo de la Guardia Nacional y de los Part idos Políticos, podría destruirl o completamente oponiendo a s u astuci a de ban dolero, la pericia y l a d isciplina del s oldado n acional. S i n embargo, el Presidente de La República Doctor Sacasa, optó or buscarlo amistosamente reconociéndole beligerancia, de
a que resultó el pacto de paz firmado el dos tíe febrero de mil novecientos treinta y tres, por el término mínimo de un año, en c ondic iones v entajosas p ara é l, o torgadas p or l a
generosidad manifiesta del mandatario, cuyo único afdn l o c onstituía, según sus repetidas declaraciones, cimentar l a paz, para emprender enseguida la reconstrucción de la eco nomía nacional , quebrantada po r muchos años de v id a caótica.
"Pero en su orgullo creyó Sandino debilidad lo que no era mós que humaniterismo cals:ulado; y alentado; por pérfidas insinuaciones, enmedio de la paz preparó la perturbación del orden; y al vencerse el término para el desarme total de sus fuerzas, se perfiló en el horizonte político la negrura de una nueva revuelta. "Sandino vi ó siempre en La Guardia Nacional al pr incipal
obstdculo para el éxito de su plan subversivo. E ntonces conspiró contra la Guardia Nacional, a la sombra de la franca protección que le otorgaba el Comandante General (Sacasa),
quien no quiso admi ti r la doble trai ción de que era obj eto: trai ción a su ap oy o mds robusto y ef ic ie nte, c omo e s e l
Ejército; y traición a s u d eclarado anhelo d e paz y d e tranquilidad social. "La arrogancia insolente de Sandino le llevó a renunciar las garantías adquiridas como ci udadano cumplidor de las Leyes, cuando pretendió fraccionar el poder efecti vo del Pre
sidente, mediante el ej ercicio de un control político admi
nistrativo en los cuatro departamentos del N orte, precisa mente en el vasto escenario de la primera tragedia; y lo llevó a colocarse en abierta rebelión contra la ley fundamental del Estado, cuando declaró que en Ni caragua solo había tres poderes: el Presidente de la República, la Guardia y éL Ese reto lanzado en pleno corazón del país a la i ntegridad de Los poderes públicos equivalía a una declaración de guerra y
echó a Sandino fuera del marco de la ley; quedando, desde ese instante, su vida suj eta a los riesgos y contingencias de la de todo traidor convi cto y confeso. "L a i nquietud er a indescripti ble en el país entero. L as amenazas constantes del guerri llero a La Guardia N acional
como entidad militar reconocida, su osadía inaudita al de clararse único e indispensable respaldo del Presidente de la Repúblsca, sus actividades revolucionarias efectuadas en la Capital con el conocimiento de las autoridades gubernativas y La d ecid ida c olaboración d e e lementos r econocidamente subversivos, precipi taron el desenlace de este episodio. "Inescrutable acuerdo providencial evitó a Sandino el cas tigo que las leyes de la guerra le habrían impuesto por traidor al Gobierno y a l a P atria. Y en l a noche del veintiuno d e febrero de mi l novecientos trei nta y cuatro, una descarga de
fusiles puso término a su vida y a las angustias de los ni caragííenses. "E l desorden, como Saturno, devora a sus hijo s, y Sandi no fué un hij o del desorden.
"La muerte del conspirador fué inevitable, puesto que la Providencia señaló ese medio vi olento para devolver al Es tado su vi talidad comprometida. "E l malestar acentuado desde entonces entre el J ef e del
Estado y el i nmediato Jefe del E jé rcito, p rovino precisa mente de la incomprensión mantenida por el primero res pecto a l a supresión de l guerrillero, cuando e l mismo Presidente de la República fué eslabón poderoso en l a ca
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dena de esos acontecimientos pues de no haber sido quien era, Sandino no habría llegado a Managua y otra hubiera sido la solución del conflicto. L a Providencia quiso que eL Presidente Sacasa fuera el centro de todas las icohspiraciones, el motivo fundamentaL de la rivalidad funesta de dos fuerzas
armadas, la fuerza legal y la fuerza aspirante a ser Legalizada
para desplazar a la otra. E n el choque inevi table tri unfó la razón para eL imperio posterior de La paz, La que se mantu?)u?
inalterable desde aquella fecha, por la lealtad de la Guardia probada aun a costa de grandes sacrifi cios, ya que fué víc tima de vi olentos anatemas, sólo concebibles en e l áni mo
irritado de quien es descubierto en su juego de, política flo rentina . P ero en verdad la paz dej ó de ser esperanza para
pLasmarse en realidad tangible. L a paz impuesta "manu mili tari " produj o ópimos frutos en la vida civil, desvirtuando el concepto que tenían algunos de que, fuera del ci vi lismo,
solo puede haber nefasta dictadura o anarquía caótica. "A r a íz d e esos sucesos nosotros obtuvimos del J e fe D i rector de la Guardia Nacional i mportantes declaraciones para la prensa del país, entre Las que hemos de recordar a quellas en que manifestó: "Sandino no murió en lucha armada, cuan
do la Guardia lo tenía casi cogido en su propia, guarida, con el noventa por ci ento de probabilidades de exterminarlo, por
que el Presidente Sacasa le tendió la mano para protegerlo y le propuso la paz. Y cuando abusó de Las prerrogativas concedidas e hizo escarni o de nuestras insti tuciones y de l a
Guardia, algunos de sus miembros, conocedores del suplicio que significaría para la República otra revolución armada, cortaron la causa del malestar en un procedimiento sumario y radicaL, de innegables resultados beneficiosos para el país. Por ese hecho ni un instante el engranaj e admi ni strativo ha
interrumpido su funcionamiento normal: la vjh continúa corriendo por Los cauces regulares en las poblaciones que no
fueron directamente danzadas por el bandolerismo; los mi
nisterios trabajan en las horas acostumbrad~ L o s t ri buna Les de justicia siguen ejerciendo su delicada Labor; Los vapores y ferrocarriles no han suspendido su it inerario; Los espectácu los públicos están siempre abi ertos. S i n embargo, cuando en Nueva Segovia y en J inotega supieron La muerte de San
dino, el pueblo entusiasta echó a vuelo las campanas de todas las i glesias; y en E stelí y Ma tagalpa e nfloraron l as calles y adornaron l as casas en s e@al d e regocijo . Y y a
sabemos que esos departamentos fueron el teatro del vanda lismo de Sandino."
Hasta aquí los párrafos del estudio de Reyes Huete sobre el caso Sandino.
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Más, como broche de oro, para cerrar este prólogo, nos parece interesante reproduci r aquí también las palabras que Reyes Huete vi erte en su ensayo histórico sobre las etapas de nuestro ej érci to, y que se refieren a la fundación y reor
ganización de la Guardia NacionaL Son ellas las siguientes: "Con frecuencia acontece que pequeñas causas aparentes
determinan cambios trascendentales en la vida de las nacio nes, y aun l os m otivos d e c arácter i ndiv id ual, c uando l os protagonistas aparecen revestidos de alt a autoridad ofi ci al, cambian la faz hi stórica de los pueblos. L a i mpotencia y
timidez de Luis XVI relaj ó la autoridad real y precipitó La caída de la monarquía francesa; la superstición de Nicolás I l quebrantó el poder de l zarismo hasta su disolución; el
asesinato de Sarajevo llevó al mundo, con la lógica inflexible de los hechos, hasta La hecatombe europea de 1914. Zrueig asegura que es casi si empre una fatalidad secreta l a que
atrae a La manifiesta y vis ible y que generalmente todo cambio hi stórico reflej a un confli cto personal . " L a hi stori a entretej e con telas de araña la red i ntangi ble de la suerte, y en s u mecanismo a dmirable l a más pequeña r ueda pone en movi miento fuerzas grandiosas."
"El motivo político que dió vida a los convenios de La Guardi a Nacional de Nicaragua fué el movi mi ento i niciaL e inesperado que ha i mpulsado al país por. caminos de inno vación, en concordancia natural con el ambiente y con l as necesidades de la vi da . L os factores humanos que entrete
jieron con hilos invisibles el porvenir de la República, en su gestación política, aparte de su i nterés personaL o de círculo,
tuvieron que cumplir el proceso inexorable que La historia señala a los acontecimientos. " L a muert e del Presidente Di ego M anuel Chamorro; la escisión del par tido conservador en el gobierno; l a política entonces intervencionista de los Estados Unidos de N ortea mérica; La falta de confianza en nuestro desmoralizado ejé r icito, fueron una serie de pequeñas circunstancias que forma ron La fuente o raíz de la Constabularia, primera manifesta
ción, de la Guardia Nacional (1925). Después, el golpe de estado del General E mi liano Chamorro; la guerra c iv il d e
1926 y 1927; la paz del Espino Negro; La habiNdad diplo mática del j ef e de las fuerzas liberales General José María Moncada, constit uyen eslabones en l a cadena de sucesos q ue culminaron e n e l establecimient o permanent e d e La Guardi a Nacional. Má s ta rde la c arnicería d e Sandino e n Las Segovias; la i mportación de doctrinas perturbadoras de
La tradición y del orden; la nacionalización del Ejé rcito, con
el General Anastasio Somoza como Jefe Director; las vaci laciones funestas del Presidente de la Repúblicc Dr. Juan B. Sacasa; la rebelión confirmada de Augusto C.,Sandi no; l a
muerte inevitable del bandolero y de sus huestes, fueron nuevos eslabones que llevaron al país hasta la última etapa notable rubricada en 1936 con las elecciones presidenciales.
"Estos acontecimientos, aparentemente esporúdicos, tienen, en realidad, íntimo enlace entre sí, ya que obedecen a una ley hi stórica ineludi ble, con una precisión que solo se explica en las leyes naturales. "Del conocimi ento de las causas que tuvieron raíz en un
pasado no lejano y considerando la hora p resente en las sumas del poder i nterior y en l as relaciones in ternacionales,
no seró difícil deducir lecciones de provecho para lo porvenir a aquellos nicaragüenses preocupados por el bien público, cultores de la historia y de su filosofía."
Alejandro Reyes Huete, cuyo espíritu ya descansa en la Paz del Señor, escri bi ó todo lo anterior hace treintiséis años,
en 1940. Ho y la Guardia Nacional de Nicaragua es uno de los mejores ejército de la Améri ca Latina. Y constit u ye un baluarte inconmovible de la paz, seguridad y soberanía d e
la Nación por su lealtad, disciplina, eficiencia y prestigio. Es motivo de orgullo para nuestro conglomerado social, po lítico y económico, que se siente completamente respaldado
por ella. La necesidad de tener un Ej ér ci t o de la magnífica cate goría del nuestro es evidente, Cabe aquí recordar las s i
graentes palabras del gran Anatole France: "Las vi r tudes mi li tares han engendrado toda ci vi lización. Industrias, artes, ciencias, todo sale de ellas. Un día, guerre ros armados de hachas de súex se at rincheraron con sus mujeres ~ sus rebaños detrós de un albergue de piedras en
bruto. Tal fué la primera ciudad. Esos guerreros fundaron así la Patria y el E stado, garantizaron la seguridad pú Mc a,
suscitaron las artes y las industrias de la paz, que era im posible ejercer antes que ellos. Hi ci eron nacer poco a poco todos los grandes sentimi entos sobre los cuales reposa el Es
tado, porque con la ciudad fundaron el espíritu de orden, de abnegación y de sacrificio, la obediencia a las leyes y la fra ternidad de los ciudadanos, "Supri mi d las vi rtudes mi li tares y t o da l a sociedad c iv il se desmoronaró."
Managua, Nicaragua, Centroamérica, Abril de 1976.
FRANCISCO A. MENDIETA — XVI—
NOTAS BI B LIOGRAFICAS : (i ) " E l Verdadero Sandino o E l Calvario de las Segovias", por A. Somoza. T ipografi a Robelo, Managua, Nicaragua, C. A., Sept., 1936. Pág. 33. ("-) Idem. Pág. 36 (.") Idem. Pág. 178. (<) " E l Pensamiento V ivo d e Sandino" , l a . Edicidn, EDUCA, 1974. Pág. 238. (>) " E l Verdadero Sandino o El Calvario de las Segovias", págs. 98 a 104. (~) "Con Sandino en Nicaragua — La Hor a de la Paz", por Ra m ón d e Belausteguigoitia . E ditoria l Espasa-Calpe, S. A . Madrid, 1934. Págs. 176 a 178. (>) " E l V erdader o Sandino" , pág. 200. (>) Idem. págs. 206 a 208. (>) Idem. págs. 548 a 550. (io) " E tapas del Ej ér cito" , por A . Reyes Huete. T all eres Nacio nales, Sección M i litar . M anagua, Nicaragua, 1940. Págs. 59 a 64.
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A MA NERA D E PROLOGO Aurrque este libr o n o no< es!r,;«J!- introducci(Ín al guna, l>ues cs una si !nple compila( iórr (Je < umentos coll br eves <.omentarios, qu e po r sí solos h;r>6 n lu z on l a ment e del !ector', lre quer ido sin enrbarg o (.scr il>ir unas cuantas pala !n'ns, qu e l e sir va» a maner a d e pr <.serrtnción. E» el nr!o d e JIvía a ln paz, después , !r.;, cesen! ;«rt o l ' o vsor>!r l
l 'nido s !!!'y L . Sr'illlsol'1 y el J )( iogad o do l G o bier» o Constr!,r>< io»al d e N icar agua y < >o»(;ral e» Jefe
< es Vr osid< n te de Xi<;ar;. A !<'l Ej ército L ib eral lra J >!n>. on t r e g ad o s u s n r »ra s co n ! a . <>!a e zc(>pciórr d e u n o < !(> ellos, o l (3 o! ! ( r a l A u g u st o (.' . + ;! !!
fu<;rzns r su manclo se lr;rbía r<.t'! :! lracia ,l i notega, no <'n so n d e guerr a como so h a creí>!<>, sino baj o el ofr eci uric>!to do errtv<'gavias al lí , como . < vor u e » las p áginas ;lo <'st< li bro, o!r urra < nata oscri»n« <.on fecha <) de %>layo, <» K l (i nc;ro, o» a tenido d if icultades pava j u nta> s<> (;o» s « g o nte, pue.- s<>lo h a l ralla(l o unos l >o:r!> id o a J i »otega, de (lorlde soll or igi»arios; per o que d !< gu en ol í l eneral Mon < a>ln sus doreclros pava q u e él a! r < l e los asuntos como rnoj<>r <.onve»ga, p;!r ti<.ip&rdol e I « s u ltnd o n .Jirrotegn, !ugar qu e ocupa co n su columrra. l.ln»ro l : r ato>r<.ió>rr del lecto ! 1 >: . A sí »ris»ro, sob r o, f« :l>a4 d o A[ ay > J<»!<.ada rro lraber acep tado ;r l >íaz <;orno Pr<,si<> rr>ra tregua (l ur ante el