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Contexto, clima y situación
¿Existe una arquitectura latinoamericana? ¿Se puede definir una identidad, una historia en común? Con el objetivo de generar reflexiones, miradas y opiniones, cinco arquitectos que representan la actualidad que vive la disciplina en distintos países dan sus pareceres. Además, las corrientes, los elementos y el camino por recorrer. Solano Benítez (Paraguay), Jean Pierre Crousse (Perú), Guillermo Hevia (Chile), Giancarlo Mazzanti (Colombia) y Angelo Bucci (Brasil), cruzan conceptos sobre la pertenencia y el territorio y las tendencias que se vislumbran en la región, que no sólo se reduce a un punto específico del mapa, sino que refiere a un contexto social, geográfico y cultural. Solano Benítez, uno de los arquitectos más prestigiosos de Paraguay, entiende que “estamos asistiendo a un cambio de condiciones de habitabilidad en todo el mundo y eso incluye a Latinoamérica. Nuestra responsabilidad es atender esas condiciones de la manera menos egoísta posible”. Benítez propone el concepto de casa como “protección de la vida”. Y advierte que “durante muchos años la arquitectura priorizó la condición visual. Resignamos la construcción de hábitat ante la conveniencia de las imágenes. Debemos rehacer el camino, olvidarnos de los catálogos. La vivienda social debe tomar otro valor”. Desde Lima, el matrimonio de arquitectos integrado por Barclay y Crousse plantea que en la región “hay puntos en común más allá del ámbito geográfico, ligados más a las situaciones en las que trabajamos los arquitectos que a temas de identidad”. En cuanto a situaciones, los arquitectos que ganaron el concurso del Lugar de la Memoria (Lima), puntualizan que en esta parte del planeta se proponen soluciones particulares, “que se adaptan a nuestro medio, y nos liberan de las rígidas leyes de construcción industrializada. Tenemos una libertad proyectual excepcional”, aseguran los peruanos, para quienes, otro punto en común es la “escasez crónica que sufrieron nuestros países, que nos enseñó a generar recursos y alcanzar objetivos con pocos medios. Por último, la geografía tan potente fue un elemento esencial en la génesis de proyectos, cuyos resultados aportan al reconocimiento como latinoamericanos”. Benítez coincide: “Tenemos que cambiar nuestra mirada y ver las potencialidades que tienen nuestros paisajes, nuestros territorios, nuestros materiales”. Por otra parte, el arquitecto chileno Guillermo Hevia (presidente de la XVII Bienal de Arquitectura 2010 que se realizó en Chile), cree que no hay una arquitectura latinoamericana, sino “varias expresiones arquitectónicas que responden a nuestra riqueza cultural, geográfica y al talento de muchos arquitectos”. Coincide con esta línea Angelo Bucci, discípulo y excolaborador de Paulo Méndez da Rocha y profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de
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la Universidad de San Pablo: “Existen problemas típicos, condiciones climáticas y contexto latinoamericanos. Existe una arquitectura hecha en América Latina”. Desde Bogotá, Giancarlo Mazzanti (autor de la Biblioteca Parque España, Mejor obra de Arquitectura y Urbanismo de la VI Bienal Iberoamericana de Arq. y Urbanismo) acuerda: “No existe un lenguaje común arquitectónico latinoamericano y menos una idea de identidad, más bien existen condiciones operativas parecidas, técnicas de construcción, condiciones sociales y físicas que se parecen y permiten encontrar maneras de hacer que tienen alguna relación”. Sobre los temas y corrientes que han nutrido a la arquitectura de la región históricamente, Mazzanti identifica influencias de “la modernidad en el siglo pasado, que definió una idea de sociedad y un lenguaje universal. Y una tradición definida en la colonia por los españoles que predefinían formas de organizar las ciudades”. El chileno Guillermo Hevia cree que “la mayor influencia del siglo pasado se dio con el movimiento moderno. Los cambios sociales y las necesidades actuales demandan respuestas urgentes en la región, donde la arquitectura tiene la oportunidad de responder con inteligencia, sin perder la identidad en este mundo globalizado”. Bucci, por su parte, atribuye a los l os “arquitectos modernos que empezaron a trabajar en los ´50”. Y Barclay y Crousse plantean que la arquitectura latinoamericana ha buscado “constantemente un referente cuya geometría fue variando, de tendencias universalistas a localistas, guiados por coyunturas locales y por tendencias mundiales”. El desconcierto, para los arquitectos peruanos, es definir hacia dónde va la arquitectura, “sea europea, americana o asiática. Quizá vivamos en una etapa peligrosa, en donde el todo vale implica una mirada crítica sobre la producción actual”. ¿El horizonte? Para Guillermo Hevia está en el cambio global, el medio ambiente y la búsqueda de la calidad de vida. Además, la utilización racional de recursos energéticos y “la reflexión que nos permita asimilar y definir nuestro ADN arquitectónico cultural”. Para Mazzanti, en tanto, “todavía existe una idea en la cual la arquitectura se piensa como vehículo transformador de las condiciones sociales en los países que habitamos, una idea de arquitectura como mecanismo de inclusión social. Un ejemplo claro es la transformación de Medellín en los últimos años”. Por su parte, Bucci, sostiene que "vivimos en un mundo polarizado, como si nos unieran nuestros problemas, las soluciones arquitectónicas son múltiples y sin embargo no impiden que nos entendamos. Pero, actuando así en un períodomás largo construiremos una identidad compartida, porque esto no es una coincidencia, sino el resultado de un trabajo continuo". (suplemento arquitectura clarín.com)