ASIGNATURA: INFLUJOS Y RELACIONES RELACION ES EN LA LITERATURA ESPAÑOLA
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ALUMNO: Jesús Je sús Vicente Magdalena Magdale na Carreres
LAS LAS NOVE NOVELA LAS S DE CABA CABALL LLER ERÍA ÍAS S ESP ESPAÑOL AÑOLAS AS:: MADIS DE AULA VS. IRANTE EL LANCO
-ASIGNATURA: -ASIGNATURA: influjos y relaciones en la literatura española. -ALUMNO: -ALUMNO : Jesús Vicente Magdalena Carreres. -CURSO: 2011-2012.
I- NTRODUCCIÓN: LAS NOVELAS DE CABALLERIAS CABALLERIAS IBÉRICAS
José M. Lucía Megías en “ Amadis “ Amadis de Gaula: un héroe del siglo XXI” nos habla del gran éxito que tuvieron estas novelas en el siglo XVI e incluso el XVII. Y este éxito no fue sólo en España, ni sólo por una necesidad de evadirse en la fantasía de sus hechos y lugares, lugares, ni por el número número de sus ediciones, ediciones, sino que lo tuvieron por todo ello junto, eran por ello “libros intern int ernaci aciona onale les” s” que constr construía uíann fortu fortunas nas enorme enormes. s. De forma forma similar añade José Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote que “los libros de caballerías fueron el último gran retoñar del viejo tronco épico” que atrajo a enormes sumas de lectores. Como vienen a decir G. Higuet y J. Signes Codoñer (ver bibliografía) desde desde Homero hasta hasta Cervante Cervantes, s, en verso verso y ahora en prosa, prosa, se sucedieron centenares de héroes e historias que hiceron soñar a centenares de generaciones. El libro de caballerías conserva los caracteres épicos, salvo la creencia religiosa en la realidad de lo cont contad ado. o. Tambi ambién én en él se dan dan por por anti antigu guos os,, de una una idea ideall antigüedad, los sucesos referidos. El tiempo del rey Artús, como el tiempo empo de Mari Marica casstaña, ña, son telo elones nes de un pre pretérit rito conv conven enci cion onal al que que hace hacenn pend pender er vaga vaga e inde indeci cisa same ment ntee la cronologí cronología. a. Más tarde tarde Ortega y Gasset Gasset también también dice que: que: “el autor del libro de caballerias , a diferencia del novelista, hace gravitar toda su energía poética hacia la invención de sucesos interesantes. Estas son las aventuras. No obstante no todas las las novelas de de caballerías caballerías tenían el mismo grado grado de verosimilitud, verosimilitud, muchos muchos críticos como Cervantes fueron bien conscientes de ello, y yo siguiendo su criterio, para justificar mejor el título de este trabajo sobre las novelas de caballería españolas, españolas, me acojo a su buen juicio, y veré los dos modelos de caballerías más representativos uno en las letras castellanas, el Amadís de Gaula, Gaula, y otro en las catalanas, Tirante el Blanco ( o Tirant lo Blanch en catalán), tal como se puede constatar en el Quijote en sus dos personajes opuestos en sus preferencias, el cura que prefiere abiertamente abiertamente el Tirant, y don Quijote que prefiere (y practica) el Amadís. Amadís. Veremos después cual de los dos fue realmente mejor. Si estudiamos los fundamentos comunes vemos como Ramón Nieto en su Historia de la literatura española ya nos dice que las novelas de caballerías no son una creación española, aunque sí hubieran escritores que crearan secuelas de aquellos con héroes y caballeros nacionales. Aquí tuvieron gran éxito desde la primeras traducciones, en especial las relacionadas con Carlomagno. Las historias de Bretaña y el rey Arturo se tradujeron poco después, a través de versiones francesas. La misma vía siguieron las narraciones ligadas a sus caballeros de la Mesa Redonda, Lanzarote, Trinstán e Iseo, y las historias del Santo Grial. Un mundo que se repite en las nuestras, ambos ejemplos escogidos como representativos se relacionan directamente con Bretaña. literatura catalana catalana de Mantin Mantin de Riquer Riquer y el compendio compendio Por lo que respecta a la Historia de la literatura de Antoni Carbonell et alii en su Historia de la literatura catalana e igualmente el de Julia Butiñà que tras citar como modelo del género al Amadís de Gaula y el Palmerín de Inglaterra, Inglaterra, también señalan antecedentes de la novela de caballería catalana, en traducciones de obras sobre la materia de Bretaña: Jaufré, Jaufré , una adaptación en catalán aprovenzalado que un autor anónimo dedicó a Alfonso I, en la que se cuentan las aventuras de dos amigos, Blandín y Guiot Ardit de Miramar (que dieron posiblemente por separado a interesantes secuelas de las que sólo nos quedan fragmentos); la faula (hacia 1370) de Guillem de Torroella , cuenta también una historia caballeresca aparentemente del propio Guillem, el autor, que acude a salvar al rey Arturo en una isla encantada; una versión catalana sobre el santo grial titulada Queste Queste del Saint Saint Grial Grial datada en 1380 ya en prosa o “Vul “Vulgat gata” a”.. Como Como vemos vemos es a finale finaless del siglo siglo XIV cuando cuando apare aparece cenn los primera primerass novel novelas as
caballerescas en prosa catalana conocidas, aunque algo aprovenzalada, así es como surgen también otros títulos como la Història de l'amant Frondino e de Brisona de la más pura tradición caballeresca-cortesana. El periodo de maduración de estas novelas de caballerías se darán en la literatura catalana a partir de mediados del siglo XV, cuando se escribieron las dos obras maestras de este género en el más puro catalán: Curial e Güelfa y el Tirant lo Blanch. A pesar de la problemática de la autoría del Curial , contiene, al igual que el Tirant , numerosos viajes por la Europa de su tiempo, no la del pasado remoto, las descripciones físicas y psicológicas son también muy minuciosas, Curial como Tirant irá a Grecia para liberarla y naufraga en las costas africanas. Tras liberarse del cautiverio ambos héroes, por separado en sus historias, derrotan al Turco. No obstante Curial se casa felizmente y no muere con su amada, y Tirante por el contrario, introduce el cambio, al morir su héroe casi como el Aquiles homérico. En las letras castellanas la primera novela de caballerías conocida aparece en los primeros años del siglo , un poco anterior a la tradición catalan, y se titula Historia del caballero de Dios que había por nombre Zifar . El escudero, llamado Ribaldo, se considera un precedente de Sancho Panza. F ederico Francisco Curto Herrero en su artículo titulado “Los libros de caballerías en el siglo XVI” ( Francisco Rico et alii Historia y crítica de la literatura española ) nos dice que considerando el género caballeresco del siglo XVI desde una perspectiva dinámica, se puede clasificar las obras del género en tres grupos según la fase de su creación: 1-La fase fundacional con las primeras traducciones sobre todo del francés, aunque curiosamente los críticos han puesto en duda esto para nuestros dos modelos, Tirant y Amadís, ya que parecen aludir a traducciones a partir del portugués, como veremos más tarde. 2-La fase anterior culmina al principio del XVI con el Amadís de Gaula (1508) con todas sus secuelas y el Tirant lo Blanch, las obras más representativas en la Península y más conocidas en la época. Ciertamente ambas se configuraron en su singularidad durante dos siglos de tradición manuscrita. En la versión ibérica del Amadis de Montalvó se sintetiza el modelo narrativo bretón, basada en una caballería mundana orientada al personal logro de la fama, con la tradición caballeresca del ciclo troyano. Él es la puerta con que se abre un nuevo género literario, porque adapta y nacionaliza la materia caballeresca, porque crea el símbolo del caballero sufriente y enamorado y porque utiliza una estructura narrativa desde la que puede explicarse la organización de materiales de un buen número de libros de caballerias tan ingente como el que veremos en el apartado siguiente. 3- Fase de decadencia. Mario Vargas Llosa en su artículo “Viejos y nuevos libros de caballerías” ( en la obra ya citada dirigida por Francisco Rico) nos dice que la tradición de los libros de caballerías se interrumpió “brutalmente”, por razones religiosas, históricas y culturales y fue a partir aproximadamente del Quijote, que “mató de ridículo a la novela de caballerías, cuando la ficción en lengua española dio un viraje en redondo, o se orientó por un camino de “sistemática represión” de lo real contra lo imaginario, de sometimiento a lo real objetivo. Sin embargo la verdad es que esto es cierto a medias. Tanto en el caballero Cifar , o en el Tirant lo Blanc, como en el propio Amadis de Gaula, o en el global de las caballería ibéricas, se encuentra tanto lo real objetivo y como lo real imaginario, en una indivisible totalidad. La realidad que los hombres viven objetivamente , y la que viven subjetivamente. Especialment Amadís como Tirant hacen transcurrir sus historias simultáneamente en varios ordenes de realidad: el individual y el colectivo, el legendario y el histórico, el social y el psicológico, el cotidiano y el mítico, y es que los novelistas de lengua española habían aprendido a comedir su fantasía y esto sigue siendo así hasta nuestros días en obras como Cien años de soledad (de G.García Márquez ). En la literatura italiana del XIX, volvió el género caballeresco en obras como Ettore Fieramosca y tantas otras, pero esa ficción aludía a un ideal muy diferente del ibérico, y más aún del catalán. En la novela de caballerías española no es una mera historía épica-nacionalista como los de Homero en Grecia y Virgilio para Roma, el viejo Cantar de mio Cid , Gestas de los infantes de Lara y otros “cantares” épicos para la España cristiana, la Chanson de Roland para la francesa o los de materia de Bretaña para los ingleses, en este sentido la novela de caballerías española del XV al XVII es una
épica desarraigada, no ensalza lo nacional, ni apelan a dioses aunque si a la fe cristiana contra lo pagano o lo musulmán, y en el caso de la catalana, especialmente el Tirant ni siquiera aparecen seres fabulosos, se desarraiga del tópico del género en varios sentidos. La respuesta inmediata al porqué de este desarraigo, ya que ni siquiera acogen la épica nacional anterior, es la imitación, la imitación del género sobre todo del francés, nuestros autores castellanos y catalanes, se limitan a imitar el estilo, temas y ambientes de aquellos, carecen de originalidad idiosincrática. Es una novela que existió con un motivo concreto de la época, satisfecho su motivo, desapareció y no volvió como tal, aunque evidentemente mucha de la novela fantástica que sigue escribiéndose hoy día, es deudora del género. En conclusión podemos decir que la novela de caballerías (“caballerías” eran las hazañas o proezas de un caballero) es un género literario en prosa, de gran éxito y popularidad, aunque de influjo tardío sobre todo desde Francia, fueron importantes en España y Portugal en el siglo XVI, que fue víctima de la parodia de Miguel de Cervantes en su inmortal obra Don Quijote de la Mancha. Se escriben desde fines del siglo XV hasta 1602 y empiezan a perder su popularidad hacia 1550. El último libro original, Policisne de Boecia, se publica en 1602, pero muchos de los libros de caballerías siguen reeditándose durante todo el siglo XVII. También fueron muy populares en Francia, en Italia y otros países europeos, fue una “moda internacional”. 2.- aracterísticas
Juan Ignacio Ferreras en su artícula titulado “ Nuevos héroes y nuevos horizontes en los libros de caballerías” (en la obra de Francisco Rico) señala una serie de características que podríamos enunciar de la siguiente manera: icciones de primer grado : importan más los hechos que los personajes, que suelen ser arquetípicos y planos que son traídos y llevados por la acción, sin que ésta los cambie o los transforme y sin que importe en las gestas castellanas demasiado la psicología de los personajes, aunque como veremos después en ello se diferencian de las catalanas. Los de “materia castellana o catalana” son más bien de segundo grado: la acción no nace del héroe mismo, de su íntimo problema, como ocurría en la materia bretona, sino de una situación dada de antemano. structura abierta: inacabables aventuras, infinitas continuaciones posibles; la necesidad de hipérbole o exageración (cada generación tiene que superar las hazañas, hechos de armas o fama de su padre). Los héroes no mueren, siempre existe un camino abierto para nueva salida. Total falta de verosimilitud geográfica, lógica. Libros larguísimos, de aventuras entrelazadas. Es curioso notar cierto contraste en esto en los principales héroes peninsulares, en los que centraré mi trabajo, Amadís y Tirant, sus muertes trágicas y con ello mayor verosimilitud, casi helénica, según el modelo clásico de la Ilíada, Aquiles o el mismo Alejandro, ambos mueren trágicamente , Tirante “de un dolor de costado” similar al del Magno, y Amadís por su propio hijo, Esplandián, de forma accidental, como Aquiles. En la Península, aunque no siempre, sí suelen morir, Amadís de Gaula morirá a manos de Esplandián, y Tirante el Blanco de enfermedad. El caso de Cervantes con su caballero, que morirá de forma similar a Tirante, es decir de la forma en que se muere comúnmente la gente, es una burla absoluta a las muertes heroicas de los caballeros de origén gálico, tirrénico o británico, pero no del todo para los ibéricos, con lo que se entrevé una crítica nacionalista encubierta. En esto marcan una nueva diferencia respecto al género caballeresco europeo. úsqueda de honra, valor, aventura a través de diferentes pruebas : es una estructura episódica donde el héroe pasa por distintas pruebas (como, por ejemplo, el paso del "Arco de los fieles amadores" en el Amadís de Gaula) para merecer a su dama, desencantar a un palacio, o conseguir alguna honra reservada para el mejor caballero de su tiempo. Casi siempre la motivación principal del caballero es la fama y el amor. •
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dealización del amor del caballero por su dama : amor cortesano, servicio de la dama, idolatría masoquista; relaciones sexuales fuera del matrimonio con hijos ilegítimos, pero siempre terminan por casarse. Pero en el caso español nuestros principales héroes, Tirant y Amadís, tienen escarceos un tanto escandalosos, y los padres y familiares más (Galaor en Amadís o Hipólito en Tirant son adulteros reincidentes y más cosas). En un principio siguen los patrones propios de los libros de caballerias, pero en la “materia española”, la lujuria es más precoz, Tirante y Carmesina en su primera vez, casi es violación e incluso ¡prematrimonial¡, de forma similar a Perión (pade de Amadís) y Elisena (al caballero de la novela de Cervantes, Don Quijote, jamás se le pasa tal acto sexual por la mente con su Dulcinea, la crítica en esto no es tan directa hacia la materia ibérica, pero sí para la extranjera). A parte de otros personajes como Plaerdemavida del Tirant lo Blanch, de una lascivia muy renacentista, que como nos dice M. Beltrán deja fría a la misma Celestina. La dama es más vista por el heroe ibérico como objeto sexual que como musa de sus días. iolencia glorificada: valor personal ganado por hechos de armas; combate individual para conseguir la fama; el valor superior implica moralidad superior, excepto “ jayanes” (soberbios y no nobles); torneos, duelos, batallas con monstruos y gigantes. Como contrapunto, el sufrimiento amoroso. acimiento extraordinario del héroe : la mayoría de veces es hijo ilegítimo de padres nobles desconocidos, muchas veces reyes; tiene que hacerse héroe, ganar fama y merecer su nombre; muchas veces tiene espada mágica u otros poderes sobrehumanos, y goza de la ayuda de algún mago o hechicero amigo. El Tirante es una gran excepción. deal cristiano de una Guerra Sagrada contra los turcos: Cruzada para defender Constantinopla (perdida de verdad en 1453). Quizá una evocación nostálgica de la Reconquista (terminada en 1492), y en esto sí serían fieles a la épica de los cantares de gesta. Pero los que se limitan a imitar la materia de Bretaña, como nuevas secuelas de aquello, se olvidan totalmente de esta cuestión. eografía totalmente fantástica: viajes a nuevas tierras: monstruos como el dragones, endriagos y gigantes, pueblos paganos con ritos extraños; barcos encantados que pueden navegar distancias enormes en una hora; palacios mágicos, lagos encantados, selvas misteriosas. De ello se aparta la novela caballeresca catalana. iempos históricos remotos, míticos, sin referencias a circunstancias históricas sociales contemporáneas. Con pocas excepciones. ópico de la falsa traducción. Los libros se presentan como traducidos de originales escritos en griego, alemán, inglés, toscano, árabe u otras lenguas, o como "manuscritos encontrados" después de largo tiempo ocultos o enterrados. A demás J.I. Ferreras señala tres tipos de héroes que podemos encontrar en el género: 1) el caballero enamorado y heroico como es el protagonista de las novelas castellanas como el Amadís y de algunos Palmerines y sus continuaciones. Otro tanto se puede decir de sus colegas catalanes Tirant y Curial. Este tipo es el más cercano a la materia bretona, al menos en la primera parte del romance, aunque el universo novelesco ha perdido el simbolismo , y desde luego mucha “fuerza mágica”. A lo largo de los amadises y ciclos que enunciamos en el apartado siguiente, podremos ver como estos caballeros van perdiendo el valor supremo del amor, aunque conservarán siempre una dama; 2) el segundo modelo es el más conocido se trata del caballero cristiano y heroico , cuyos prototipos son Esplandián y el mismísimo Tirant, pero que va a darse también en algunas continuaciones del Amadís. Es el caballero típico de la materia española: aventuras individuales o colectivas, de héroe solitario llega a ser siempre jefe de los ejércitos cristianos; su idealismo católico le llevará siempre a luchar contra los infieles, conquistará el trono de Constantinopla y otras tierras amenazadas y envueltas de misterio, paganos y por la lejanía en el espacio y en el tiempo. El amor deja de ser un supremo valor aunque existe siempre; 3) y el último modelo es el caballero aventurero, o ultima transformción de la materia castellana y hasta cierto punto también •
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en la catalana. Esto quizás ya puede observarse en obras como el Don Belianís (1547), alcanzando su mejor expresión en El Caballero del Febo, del Espejo de Principes y Caballeros, y de rondón participan también Amadis y Tirante. Aunque cristiano, aunque enamorado, lo que importa aquí es la aventura por la aventura, la heroicidad individual de nuevo. Los autores de esta tendencia buscan, ante todo, deslumbrar al lector o al oyente. 3- eries o ciclos de caballería-
Los sesenta y tres libros de caballerías, de los cuales hubo innúmerables ediciones y traducciones, se suelen clasificar en pertenecientes a ciclos o sueltos. Entre los principales ciclos, que pueden contener otros subciclos, son los siguientes: Ciclo de Belianís de Grecia. Ciclo de Clarián de Landanís. Ciclo de la Demanda del Santo Grial. Ciclo de Espejo de caballerías. Ciclo de Felixmagno. Ciclo de Florambel de Lucea . Ciclo de Florando de Inglaterra. Ciclo del caballero Floriseo. Ciclo de Lepolemo o el Caballero de la Cruz. Ciclo de Morgante . Ciclo del Palmerín de Inglaterra. Ciclo del Caballero del Espejo o Caballero del Febo. Ciclo de Palmerín de Oliva. Ciclo de Renaldos de Montalbán. Ciclo de Tristán de Leonís. Entre los sueltos figuran Arderique (del bachiller Juan de Molina), el antiguo El libro del caballero Cifar , Cirongilio de Tracia, Claribalte, Cristalián de España, , Febo el troyano, Felixmarte de Hircania, Florindo, Guarino Mesquino, Lidamor de Escocia, Olivante de Laura, Oliveros de Castilla y Philesbián de Candaria, Policisne de Boecia, Polindo, el famoso Tirante el Blanco, Curial e Güelfa, y Valerián de Hungría.. 3a- os ciclos mayores • • • • • • • • • • • • • • •
Las dos obras más representativa de este género fueron Los cuatro libros de Amadís de Gaula y Tirant lo Blanc , curiosamente ambas comparten, además del papel relevante para Miguel de Cervantes, supuestas dobles autorías y la construcción en diversas épocas. Al Amadis de Gaula siguieron Florisando, de Rui Páez de Ribera ; el Lisuarte de Grecia de Juan Díaz; Amadís de Grecia, Florisel de Niquea y Rogel de Grecia, los tres escritos por Feliciano de Silva, Silves de Selva de Pedro Luján y la Cuarta pate de Don Florisel de Niquea de Feliciano de Silva. Varias de estas obras fueron traducidas a otros idiomas europeos, y con ello surgieron nuevas continuaciones, como la francesa Flores de Grecia y varias obras amadisianas en italiano debidas a Mambrino Roseo. A parte del ciclo de Amadis de Gaula, el ciclo de novelas de caballerías más popular en España y Portugal fue el de los Palmerines, iniciado con la obra Palmerín de Oliva, atribuida a Francisco Vázquez y continuada en español por el mismo Vázquez en Primaleón y al parecer por Francisco de Enciso Zárate en Platir , En portugués, el Primaleón fue continuado por Francisco de Moraes, en el célebre Palmerín de Inglaterra, éste por Diogo Fernandez en Duardos de Bretaña, y éste a su vez
por Baltasar Gonçalves Lobato en Clarisol de Bretaña. En Italia también se publicó una serie de obras que continuaba el ciclo de los Palmerines. Otros ciclos populares fueron los de Clarián de landanis, del que se conservan cinco libros impresos, aunque aparentemente fueron siete; y el del Espejo de principes y caballeros o El Caballero del Febo, del que subsisten cuatro libros impresos y uno manuscrito. 3b- os ciclos menores y traducciones
A demás de estos grandes ciclos, a lo largo del siglo XVI se publicaron en España numerosos libros de caballerías pertenecientes a ciclos menores o que eran obras independientes. Entre ellos cabe mencionar Arderique, Belianís de Grecia, Cirongilio de Tracia, Claribalte,Cristalián de España, El caballero del Febo el troyano, Félix Magno, Felixmarte de Hircania, Florambel de Lucea, Florando de Inglaterra,Florindo, Floriseo y su continuación Reymundo de Grecia, Lepolemo o El Caballero de la Cruz, Lidamor de Escocia, Olivante de Laura,Philesbián de Candaria, Polindo, Rosián de Castilla y Valerián de Hungría . En español, la última obra de este género fue, como ya se ha dicho, Policisne de Boecia, publicada en 1602. Otras, como Adramón, Bencimarte de Lusitania, Claridoro de España, Clarisel de las Flores y su reelaboración parcial Filorante, El Caballero de la Luna, Flor de caballerías, León Flos de Tracia, Marsindo, Polismán de Nápoles y Lidamarte de Armenia, quedaron inéditas, mientras que del manuscrito de Clarís de Trapisonda solamente se conservan dos folios. También se sabe de la existencia de varios de los que no se conserva ningún ejemplar, como Leoneo de Hungría, Leonís de Grecia, Lucidante de Tracia y Taurismundo. En Portugal tuvo una especial popularidad la obra Clarimundo, que llegó a reimprimirse incluso hasta fines del siglo XVIII. A lgunos estudiosos sobre los libros de caballerías españoles incluyen también la obra medieval El Caballero Zifar y especialmente la famosa novela valenciana Tirant lo Blanch en castellano como Tirante el Blanco, de Joanot Martorell, que fue publicada por primera vez en 1490 e impresa en castellano en 1511. También se han estudiado como parte del género diversas obras francesas e italianas, traducidas al castellano, y que relatan aventuras legendarias de los caballeros del Rey Arturo, como El Baladro del sabio Merlín, La demanda del Santo Grial , Tablante de Ricamonte y Jofrey Tristán de Leonís, o de los legendarios paladines de la corte de Carlomagno, como La historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia , Reinaldos de Montalbán, Guarino Mezquino, Morgante y Espejo de caballerías. La versión española del Tristán francés fue continuada en España en una obra conocida como Tristán el joven y los dos libros del Espejo de caballerías, refundición y arreglo de obras italianas, fueron continuados en español en un tercer volumen. Otra obra francesa cuya traducción fue muy popular en España fue Oliveros de Castilla. En Portugal, los continuadores del ciclo artúrico produjeron la obra Triunfos de Sagramor y los del carolingio prosiguieron La historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia en varias obras más. 4- dversarios y partidarios de los libros de caballerías
Los libros de caballerías fueron severamente censurados por teólogos y moralistas, que incluso intentaron combatir su popularidad mediante obras llamadas libros de caballerías "a lo divino", como la Caballería celestial , El caballero del sol y Mexiano de la Esperanza, que presentaban a los lectores alegorías morales con características del género caballeresco. Sin embargo, eran muy apreciados por diversas clases sociales, y entre los aficionados a su lectura estuvieron el emperador Carlos V, Santa Teresa de Jesús y San Ignacio de Loyola, y sin duda, el propio Cervantes, que tenía con ellos una extraordinaria familiaridad.
Los libros de caballerías, que en los últimos decenios del siglo XVI tuvieron un notable resurgimiento, perdieron gradualmente su popularidad, como ya se ha mecncionado, sobre todo con motivo de la publicación del Quijote, hasta el punto de que el Amadís de Gaula no volvió a ser impreso en España hasta 1837. La crítica del siglo XIX les fue en general muy negativa y los calificó de absurdos, aburridos e inverosímiles. Hoy, sin embargo, hay una corriente favorable a su estudio e interpretación, considerados de gran importancia para la comprensión del Quijote, y varios de ellos han sido publicados en ediciones anotadas. El primer estudio general sobre los libros de caballerías españoles fue el Discurso preliminar de Pascual de Gayangos y Arce (1857). Otra obra pionera sobre la materia fue la de Henry Thomas Las novelas de caballerías españolas y portuguesas ( 1952). En años recientes destacan los valiosos trabajos de Daniel Eisenberg, María Carmen Marín Pina, José Manuel Lucía Megías y otros eruditos que se pueden comprobar usados en este trabajo en la bibliografía. En conclusión podemos afirmar que las novelas de caballería merecen una reivindicación clara por todo lo que representaron para el desarrollo de la prosa y en especial la narrativa de ficción tanto castellana como catalana y también porque nos ayudan a entender mejor otras obras fuera del género caballeresco, o muy críticas con este tipo de novelas. Ciertamente en la narrativa castellana tuvo un desarrollo más copioso y continuado que en la catalana, posibilitado sobre todo por el momento histórico y político en que llegaron a su esplendor, que favoreció más el desarrollo de las letras castellanas, sin embargo en las letras catalanas tuvo un desarrollo más genuino, como veremos a continuación. II- iografias de autores y obras más representativas del género en castellano y catalán: 1A- NTRODUCCIÓN:
La corte del gobernante aragonés Alfonso el Magnánimo se convirtió en una buena base para la implantación del Renacimiento proviniente de Italia, no obstante parece ser que solo en Valencia este Renacimiento brilló durante un tiempo. Mientras los otros estados aragoneses se encontraban en crisis, Valencia era una ciudad próspera. Los precursores de su actividad económica y de su despertar cultural renacentista estaban entre los profesionales liberales y la burguesía comercial. Con esta ampliacion del público lector, aunque más realista y sensible a las novedades europeas, surgió una nueva sensiblidad literaria más realista y también más materialista. En el siglo XV, los valencianos se convirtieron en el centro de la literatura catalana, aunque dominaba el sentimiento medieval, el influjo renacentista caló bastante hondo. En este ambiente fue en el que nació Joanot Martorell, autor del Tirant lo Blanch, entre el Renacimiento y el espíritu medieval de Ramon Llull. Joanot Martorell (1414-1468) pertececía a una familia de la nobleza mediana, durante mucho tiempo establecida en Gandía. Francesc Martorell casó con Damiata de Montpalau y tuvieron siete hijos uno de los cuales fue nuestro Joanot Martorell. Todos los indicios nos dicen que su propia vida fue un novela de caballerías, similar a su obra, de ahí que diferentes estudiosos hayan querido ver muchas citas y recuerdos en su novela. Joanot Martorell nació en Gandía hacia el 1413 y fue hecho caballero en 1433. Al parecer nunca se casó y no se conoce descendientes suyos. Fue un valiente militar que supo desenvolverse bien en las diferentes cortes donde estuvo. En 1437 se enfrentó a su primo Joan de Montpalau (enfrentamiento que aparece en su novela), porque este último no cumplió con su promesa de casar con Damiata Martorell, hermana de Joanot Martorell. Para buscar un juez de batalla imparcial, fue a Londres y consiguió que el rey Enrique VI de Inglaterra aceptara la judicatura. La intervención de la reina María, esposa del citado Alfonso el Magnánimo, evitó el enfrentamiento entre los dos primos.
Martorell estuvo casi un año en Inglaterra, entre marzo de 1438 y febrero de 1439, donde vivió envuelto de cerimonias, libreros y la vida cortesana , conoció bien el cerimonial caballeresco de la Garrotera y tuvo buenas relaciones con caballeros de toda Europa. De regreso a Valencia, tuvo otros duelos con Jaume Ripol y con el caballero errante Felipe de Boïl (del que se burla también en su novela). En 1443 hizo un viaje a Portugal. En 1444 diferentes asuntos económicos familiares le retuvieron en Valencia. Su hermano Galceran Martorell fue encarcelado, que les llevó, a él y a su otro hermano Jofre, a presentar cartas de batalla al comandador Gonzalo d'Ixer. Tuvo que mediar el rey de Navarra, futuro Juan II. No obstante, deseoso de una batalla a ultranza , a pesar de las razones aludidas por el comendador, fue otra vez a Inglaterra en busca de judicatura imparcial en 1450. En 1454 estaba en Nápoles, el 2 de enero de 1460 comenzó la redacción del Tirant lo Blanch, que dedicó al infante Fernando de Portugal, principe que conoció en Barcelona, donde residió dicho principe desde 1464 hasta mayo de 1465, en la corte de su hermano Pedro el Condestable. De su producción literaria solo nos queda el inacabado Guillem de Varoic (adaptación de la versión en prosa francesa o inglesa, del viejo poema Gui de Warwick ) que constituye una especie de esbozo de los 39 primeros capítulos de su obra principal. La crítica se divide hoy en aceptar si todo el Tirant lo Blanc fue escrito por el mismo autor, nuestro Joanot, o por el contrario lo terminó (y retocó) tal cual lo conocemos hoy, Martí Joan de Galba. También es posible que nuestro Joanot sea el autor de otra novela caballeresca , Flor de cavalleria, de la cual solo nos queda el inicio. B- NÁLISIS DEL IRANTE EL LANCO 1- esumen
Se incia la obra hablando de la vida de Guillem de Varoic, quien tras muchos años de servir como caballero, decidió hacerse peregrino. Viajó a Egipto, a Alejandría, pasó a Jerusalén y después a Venecia, desde allí pagó a unos mercaderes para que dijesen a su mujer que habá muerto. Cumplida su peregrinación volvió a su tierra y se hizo pasar por fraile mendicante alojado en la ermita de Nostra Dona. No obstante no pudo gozar mucho tiempo de la paz, pues el mismo rey, rey de Inglaterra, que había tenido un sueño, le hizo luchar contra los musulmanes. Después de eso, hizo muchas heroicidades, en alguna hasta se hizo pasar por el rey. Venciendo siempre con sus armas personales, Guillem de Varoic, se hizo reconocer por su mujer, no obstante juró que no pararía hasta haber derrotado a todos los musulmanes y finalmente expulsarlos de Inglaterra. Él y su mujer se retiraron después a vivir piadosamente en la dicha ermita, de donde sólo salieron para aistir al rey en sus bodas. Dios quiso que por aquel tiempo un joven caballero llamado Tirante pasara por la ermita de Guillem de Varoic, este joven caballero quiso dirigirse a la corte del rey inglés para ordenarse caballero, pidiéndole información. Como era tarde se quedó con los ermitaños, explicándole sus orígenes e historias de grandes caballeros andantes. Tan satisfecho quedó con él el ermitaño que le regaló el libro Arbre de batalles. Celebradas las antecitadas bodas, que duraron más de cien días, el caballero novel, Tirante, fue a visitar otra vez al ermitaño y le contó todos los faustos y maravillas de los fetejos nupciales reales (grandes desfiles, cástillo móbil, torneos, ...etc.). Después de todos estos festejos también le contó Tirant cómo recibió su consagración caballeresca, como que el ermitaño le preguntó quién fuera el mejor caballero nobel, Diafebus que allí también llegó, le contestó que el propio Tirant es el que mejor había quedado, hasta el punto que le dedicaron 15 días de fiestas “nobles i riques”. Diafebus describe los méritos de Tirante, nuestro caballero, y sus proezas, así explica que Tirante no pudo estar mucho tiempo en paz en aquellos festejos nupciales y pronto tuvo que hacer muestras de su nobleza como caballero de armas. Agnés, la hermana de la reina, le ofreció un collar que llevaba, el problema es que al aceptarlo, debía cogerlo él mismo, y para ello debía rozarle los
pechos. Ésto causó los celos del señor de Vilesermes, pues decía amar a Agnés. No tuvo otro remedio que presentar batalla. Los dos lucharon muy bien hasta que ambos quedaron inertes en el suelo y el juez los llegó a dar por muertos. Pero como Tirante llegó a rebullir un tanto, le dieron por vencedor, Para socorrerlo mejor lo llevaron a la tienda de Agnés, donde permaneció hasta que pudo volver a la corte real. En otra ocasión también resultó herido por socorrer al principe de Gales, luchó a brazo partido, sin armas, contra unos perros en una cacería. El rey le premió igual que si se tratase de la victoria en un torneo. Estando Tirante aún en la corte inglesa, en otra ocasión, se presentaron allí cuatro caballeros con sus leones. Las fieras eran mansas, por lo que los caballeros las enviaron al rey con un mensaje en las fauces. Los mensajes transmitían las ansias de los caballeros por realizar batallas. Como en aquel momento el rey no disponía de cuatro caballeros para hacer frente a los cuatro soldados, Tirante tomó la iniciativa de coger cuatro escudos, que ofreció a cuatro doncellas y en cada uno puso un emblema diferente de su propia familia, y así poder hacer frente, él solo, a los cuatro caballeros. Los venció a todos. Uno de los criados de Tirante le previno de los problemas que se le venían encima, pues aquellos cuatro caballeros eran cuatro reyes (de Frisa, Apolonia, Borgoña y Baviera respectivamente), y además estaban emparentados con el rey Kirieleison de Muntalbán. Éste le envió carta de batalla a través de un rey de armas llamado Flor de Caballería. No obstante, cuando Kirieleison visitó las tumbas de sus hermanos, le dio tanta rabia que se murió allí mismo. Contadas todas las azañas victoriosas de Tirante, cenaron y se retiraron a descansar. A l día siguiente el ermitaño le preguntó sobre la orden de la Garrotera. Una vez más es Diafebus el que se lo explica, contándole que una danzarina llamada Madresilva perdió una liga en su actuación, y un caballero sagaz y rápido supo quedársela. El rey que lo vio, pidió al caballero que se la pusiera en la rodilla real izquierda y ahí la llevó durante cuatro meses, hasta que un sirviente advirtió a su rey que daba demasiado que hablar. Para solucionar la situación, Tirante convenció al rey y a los otros caballeros que fueran a hablar con el ermitaño, con el que pasaron diez días, y así es como se formó la fraternidad de amigos de la Garrotera. Tirante en Sicilia y en Rodas Un día que Tirante estaba con el duque de Bretaña, llegaron dos caballeros franceses a la corte inglesa pidiendo ayuda, pues los musulmanes estaban asediando Rodas, donde se encontraba una espina de la corona de Cristo. En cuanto Tirante se enteró, quiso ir al socorro, y armó una nave con todo lo necesario. Pero se le metió de polizonte, un hijo del rey de Francia, Felipe. Poco después dicho navío zarpó hacia Lisboa (Portugal), de allí atravasó el estrecho de Gibraltar, y bordeando toda la costa de Berbería, se dirigió directamente a Sicilia para volverse a aprovisionar de todo lo necesario. No obstante la parada se le hizo más larga de lo esperado, ya que cuando el rey de Sicilia se enteró de que Felipe también estaba en el navío de Tirante, le retuvo unos días más. El polizonte real, Felipe, fue a enamorarse de Ricomana, hija del rey de Sicilia. Tirante tuvo que mediar para que el rey de Sicilia accediese al matrimonio de Felipe y Ricomana, cosa que el rey de Sicilia aceptó, pero también quiso ir con Tirante a Rodas, cosa que a su esposa ya no le parecía bien. De hecho, la reina tenía sus buenas razones, a parte de que le habían hablado mal del principe Felipe. Felipe hizo una de las suyas durante su propia boda que dio que decir durante algún tiempo, y menos mal que Tirante estuvo al tanto y logró darle un buen final a todo. Por fín pudo Tirante zarpar para Rodas a concluir su misión, ahora con más naves pues le acompañaba el rey y sus navios repletos de genoveses. Esto de los genoveses le trajo algunos problemas, hasta que se deshicieron los malentendidos y pudo organizarlo todo personalmente. La misma noche de la llegada a Rodas tuvieron que quedarse a bordo de las naves, dado el peligro que había por la cercanía de las naves del sultán. Tirante logró burlar a aquel sultán, quemarle la nave
capitana, y así logró liberar Rodas. Por ello el dicho sultán tuvo que volver a su tierra donde fue castigado y sustituido por otro más cruel que se hizo con el imperio griego. Tirante, el rey de Sicilia y Felipe se embarcaron en unas galeras venecianas, que traían peregrinos que regresaban de Tierra Santa. De regreso, Tirante vendió todos los bienes para liberar esclavos cristianos, en total logro liberar a cuatrocientos setenta y siete que fueron acogidos por el gran maestro de Rodas. De vuelta a Sicilia, y como no podía ser de otra forma, el principe Felipe continuó haciendo de las suyas, por suerte siempre tenía a su lado a Tirante que lo reivindicaba y terciaba por aquel cuando era necesario. Estando en estas cosas, llegó a la isla un famoso filósofo, éste acabó peleándose con un joven al que mató, y tuvo que ir por ello a prisión. No osbstante, como desde allí logró resolver importantes enigmas se le reivindicó. Dos enigmas resueltos son los más destacables: uno atañía a la propia persona del rey, que resultó ser cierto que era hijo de un panadero, y no de su antecesor, y por ello mereció la libertad; el segundo era referente a su sucesor y yerno, el propio principe Felipe, como que el filósofo le dijo que era un hombre ignorante y ávaro, pero que llegaria a ser muy valiente y digno de sucederle, todos quedaron satisfechos. Bueno, todos no, la princesa aún tenía sus dudas así que le hizo otra prueba que Felipe, de pura casualidad, superó, y así se celebraron las bodas definitvamente. Tirante en Constantinopla A l rey de Sicilia le llegó una carta del emperador de Constantinopla, comunicándole lo que el nuevo sultán y el Gran Turco estaban haciendo en sus tierras, rogándole que le ayudara. El rey de Sicilia a su vez pidió a Tirante que fuera a ayudar al emperador de Constantinopla, cosa que, claro está, Tirante aceptó. Se organizaron nuevamente once galeras para Constantinopla. Cuando llegaron, el mismo emperador ya les aguardaba en el puerto y los recibió con toda clase de honores, nombrándole Capitán General de todas sus armas. Tirante se fue al palacio con el emperador y su hija Carmesina, que por el calor llevaba los pechos aireados, cosa que enamoró totalmente a Tirante. Y tan perdidamente enamorado de Carmesina iba nuestro caballero por el palacio y por todas partes, que más que prepararse para la guerra parecía que pasaba la vida olvidado de todo, o por la capillas entre rosas y flirteos. Diafebus, una vez más, intercedió a fabor de su primo con Carmesina, hasta que aquella fue reconociendo su valía y llegó la reciprocidad de sentimientos. Así un día, despues de misa, hizo llamar a Tirante para que fuera a verla a sus aposentos, allí le dijo que si vencía sobre sus enemigos, le otorgaría su mano en matrimonio. Es precioso el truco que usó Tirante para declararle su amor: un día compró un maravilloso espejo, y tras decirle que estaba ya enamorado, le dijo que mirara en el espejo de quien lo estaba. Ella se puso muy contenta y no pudo estar de contárselo a sus íntimas, Plaerdemavida, Estefanía y Viuda Reposada. Plaerdemavida y Estefanía estaban de su parte, pero Viuda Reposada logró zaherirla y predisponerla contra los amores de Tirante. Finalmente todo se aclaró y las lágrimas se volvieron risas. Tras el excursus romántico anterior, llegó un embajador del Gran Condestable con malas noticias de la guerra, pues gracias al duque de Macedonia se habían perdido millares de soldados suyos, mientras que quedaban unos ochocientos mil enemigos. Tirante tuvo que hacer levas de todos los hombres disponibles, se pertrechó lo más rápido posible y a Carmesina le pidió una camiseta suya que la llevaría puesta siempre y le animaría. Dada la supremacía que tenían los turcos por el momento, Tirante decidió usar una estratagema. Así prefirió atacarlos por sorpresa, camuflados entre una manada de yeguas, en medio de la noche, pillaron desprevenidos a los árabes, llegando a provocarles una gran mortandad. Al final los sarracenos lograron escaparse derribando un puente y asentándose en lo alto de un cerro. Tirante sitió el cerro.
A sí las cosas, Tirante fue ganando prestigió, para alegría de muchos, pero para envidia de otros. Concretamente, el duque de Macedonia estaba verde de envidia y quería perjudicarle como fuera. Como Tirante era consciente de la situación, envió al marqués de Sant Jordi y al conde de Aigües Vives a tratar con aquel. Pero el duque de Macedonia hizo oidos sordos y ni tan siquiera quería acampar junto a los de Tirante. Finalmente tuvo que proseguir la reconquista él solo. Tirante con unos pocos millares de soldados fue recuperando pueblos y castillos. Poco después mandó a Diafebus para que llevara a los prisioneros a Constantinopla. Cuando Diafebus llegó a Constantinopla, fue recibido con fiestas y celebraciones. Cuando llegó a palació, contó los éxitos de Tirante. También quiso hablar con Carmesina, pero de por medio estaba Estefanía, y ni corto ni perezoso le habló de casoria a aquella, y esta, Estefanía le constestó que si Tirante y Carmesina se casaban, ella también se casaría con un pariente de Tirante, que ahora estaba claro que ése era el mismo Diafebus, para gran alegría de este último. Poco después, llegaron grandes refuerzos del maestro de Rodas. Pero no todo eran parabienes, el duque de Macedonia volvía a las andadas. Aprovechando el desembarco de genoveses y el recrudecimiento de la guerra por el contraataque de los sarracenos, quiso culpar a Tirante de ello. Como Tirante continuaba atacando a los sarracenos, el duque de Macedonia decidió difamarlo, enviando al emperador un mensajero que le hablara de falsos desastres de Tirante, y la conveniencia de destituirlo. No obstante la verdad acabó sabiéndose y el duque tuvo que retractarse. F inalmente los musulmanes se rindieron y pidieron treguas, presentando a su sabio Abdalá Salomón, quien pidió a Tirante que les perdonase la vida, y Tirante así lo hizo, fue haciendo venir a los árabes de veinte en veinte, los desarmó, y los hizo prisioneros. Hecho esto y tras despojarlos de sus riquezas, volvió a Constantinopla. Ya en Constantinopla, Diafebus quiso interceder por Tirante ante Carmesina, pero se metió otra vez por medio Estefanía. Pidió audiencia la emperador, pero mientras esperaba y desesperaba, llegaron Carmesina y Plaerdemavida que intercedieron a su vez a favor de Estefanía, y para alegrarle un poco el día le regalaron mucho oro y el condado de San Ángel. Después Estefanía sedujo a Diafebus y todos quedaron contentos a su manera. Ellas con sus amantes y los sarracenos contraatacando gracias a la ayuda que consiguieron del rey de Egipto. Gracias a un espía que Tirante tenía a Chipre se enteró de lo del rey de Egipto y lo retó a duelo. Como era de esperar salió victorioso tanto de este conflicto, como del nuevo con el duque de Macedonia. A continuación se armó una gran batalla contra los sarracenos en la que salieron victoriosos, haciendo huir al rey de Egipto. El emperador decidió presentarse también en el campo de batalla, pero sin pelear personalmente. Hizo cuartel general en el castillo de Malveí a donde llamó a todos sus capitanes, incluido Tirante. Tanto Tirante como el duque de Pera se reunieron allí con Carmesina y sus doncellas. El emperador quiso saber detalladamente el estado de situación de la guerra de la boca de su general, Tirante, hecho esto, hizo nombrar gran condestable a Diafebus. Ocurren allí otros lances románticos que contienen sueños y sexo, propio de una novela renacentista con gran sabor de la vida cotidiana. De nuevo tuvieron que aprovisionarse de alimentos y armas para acudir al frente contra los sarracenos, que esta vez estaban dirigidos por el “Gran Caramany”. Esta vez prefirió combatirlos en el mar y una vez más prefirió hacerlo de noche y por sorpresa. El Gran Caramany huyó hacia Chipre, perseguido de cerca por Tirante. Desgraciadamente tuvo que dejar la persecución para volver a Constantinopla. Como que la guerra se alargaba demasiado, con demasiadas muertes por ambas partes, el sultán buscó la forma de conseguir una tregua. Pero entre las peticiones que pedía estaba la mano de
Carmesina. El emperador sólo concedió otorgar una tregua de tres meses mientras se recuperaba Tirante de sus heridas. Durante su convalecencia mejoraron sus amoríos con Carmesina, así consiguió de ella una nueva prenda, que acabó poniéndola en evidencia, aunque él mismo también hacía el ridículo, ya que bailaba con la liga de la princesa. Se celebró un torneo en que Diafebus fue venciendo a todos, al duque de Sinópolis , al duque de Pera y a otros, hasta que le tocó el turno a Tirante y tuvo que dejarlo. A continuación llegamos a un capítulo misterioso, sobre el rey Arturo, la reina Morgana y algunas figuras simbólicas dentro de unas jaulas. Esto presentado como un sueño, gracias al cual el emperador se dicidió a rechazar la petición del sultán de la mano de su hija. La ley y la justicia ante todo. Las ensidias externas no eran nada al lado de las internas. Viuda Reposada continuaba intrigando sin parar, así es como puso al borde de la ruptura las relaciones entre Tirante y Carmesina, incluso las de Diafebus y Estefanía. Por suerte, estas últimas, pronto se solventaron y ambos decidieron casarse rápidamente, para no retrasar la marcha de Tirante y los suyos de regreso a la guerra, terminadas ya las treguas. Diafebus consiguió como regalo de bodas del emperador ser nombrado también nuevo duque de Macedonia. Antes de la partida a la guerra, el emperador promete su hija a Tirante. Tras varios escarceos entre enamorados, todos ellos llenos de gran sensualidad y humanidad, Tirante acaba rompiendose una pierna, al intentar evitar que los futuros suegros le pillaran en situación muy comprometida. Carmesina, para salir del paso, les miente y les cuenta que toda la culpa la tenián unas ratas que hacían mucho escándalo. Como consecuencia del accidente, Tirante no pudo ir al frente y el ejercito lo capitanearon el nuevo duque de Macedonia y el duque de Pera. En ese tiempo la situación se agrababa más y más por todas partes, y el marqués de Sant Jordí trajo un mensaje, informando del tremendo ejército que les invadía de parte del rey de Jerusalén, del rey de la India, del rey de Damasco y de otros muchos. Hasta aquí la acción bélica y el amor han estado entrelazados, y mientras la guerra subía de tono, también ocurría los mismos con las parejas de enamorados. Ahora además surge un amor un tanto más pecaminoso, el de Hipólito y la emperatriz. Una vez más, como ocurrió con el principe Felipe, Tirante vuelve a mediar entre los amores de Hipólito y la emperatriz, urdiendo planes y disimulando errores. Como no podían casarse, sí llegarón al dormitorio. Estuvo la nueva parejada tan bien que a la mañana siguiente casi los sorprenden. Finalmente, tras quince días de vivir en aquella situación, la emperatriz despide a su amante, Hipólito, familiar también de Tirante, regalándole un collar y prometiéndole que un día Hipólito sería su esposo y nuevo emperador. Mientras Tirante supera las trampas e insidias de la celosa Viuda Reposada y se casa en secreto con Carmesina, pasando su correspondiente noche juntos. No obstante la Viuda Reposada insiste e intenta seducirlo, Tirante tiene que salir por piernas. El mal de amores continúa persiguiendo a Tirante. Con la convalecencia de Tirante, tanto la guerra de amores como la guerra bélica contra los sarracenos iba de mal en peor. Tal es así que prefiere marcharse a la guerra que seguir padeciendo y ver todas las guerras perdidas. Tirante al norte de Àfrica Desgraciadamente sufre un naufragio por culpa de una galerna y termina en el norte de Africa donde es hecho cautivo. Y no le fue tan mal, acaba sirviendo a un rey, cuya hija se enamora de él, y vive como un consejero sin faltarle alimentos ni mujeres que le amen. No obstante, Tirante era un buen cristiano y solo pensaba en la forma de vencer al rey moro Escariano. Idea un plan con el que tiene éxito y de hecho tanto fue así que evangelizó a muchos musulmanes. Casualidades de la vida, en una de aquellas marchas misioneras suyas se encontró con Plaerdemavida, que también había sido hecha cautiva y ésta le revela el engaño que provocó la
Viuda Reposada para hacerle creer que Carmesina estaba liada con el jardinero, cosa que era falso de todo punto. Se suceden más batallas, las cuales, ahora pletórico, vence sin piedad. Así es como por fín puede volver a Constantinopla. Tirante de vuelta al imperio griego Con el cautiverio africano Tirante purga su pecado por desconfiar de la castidad y fidelidad de Carmesina. Vuelve a Constantinopla y libera definitivamente el imperio de la amenaza sarracena, y su amor de todas las dudas acerca de su amada, Carmesina. Antes de finalizar el libro, cuenta la historia fantástica del caballero Espercius que desencanta a una doncella en forma de dragón. Lo más destacable de estos capítulos finales es la resolución de los amores de las parejas con más escenas muy vividas, tiernas y realistas con imágens de gran sensibilidad y belleza, lo único lamentable es la muerte enfermiza de Tirante, y como la de Oriana por Amadis, ocurre con Carmesina, siendo Hipólito quien hereda el trono. 2.- utoría y estructura de la novela
Tal y como nos indica Rafael Beltrán (ver bibliografía) se dice al final de la obra que aparentemente la obra proviene de una traducción del inglés al portugués y de ahí al valenciano, y esta última por el propio “magnífic y virtuós cavaller” Joanot Martorell. Esto es un tópico literario característico de muchas obras de caballería (hacer suponer un origen misterioso del relato, del que también se burla Cervantes con su Cide Hamete Benengeneli), pero la cuestión de la coautoría, al hacer referencia a continuación a Marti Joan de Galva, quien terminaria la supuesta cuarta parte de la traducción, ya es más discutible. Como Beltrán comenta Martí de Riquer en un primer momentó constantó las diferencias de estilo y formas que a partir de los últimos capítulos se puede comprobar, de ahí la relativa veracidad de este párrafo de la propia novela del Tirant al que me refiero. No obstante no es unánime, pues el propio Martí de Riquer rectificó, aludiendo a la propia dedicatoria original de la obra, los cambios del epílogo referidos fueron motivados por causas políticas y económicas de la familia Martorell. En dicha dedicatoria se proclama autor único, cosa que a Riquer le parece más verídico, así pues ahora la mayoría de críticos defienden la única autoría, la de Joanot Martorell. No valiendo pues la división entre lo escrito por Martorell y lo de Galva, y prefiirendo la división de acuerdo a su estructura formal, diremos que este libro consta de una primera parte que incluye la dedicatoria al príncipe y rey expectante Fernando de Portugal. A continuación hay un prólogo que tiene como finalidad ensalzar la caballería por siempre. En el centro tendríamos la narración de la historia de Tirante propiamente dicha. La obra concluye com un Deo gratias donde se hace un colofón que es una anotación al final de los libros, donde se sitúa lo referidoal párrafo anterior, para indicar el nombre del impresor y el lugar y la fecha y otras cosas por el estilo. Al mismo tiempo la historia de Tirante esta dividida geográficamente, como se puede ver en mi resumen: Tirante en Inglaterra; Tirante en Sicilia y Rodas; primera estancia de Tirante a Constantinopla; Tirante en Africa; y una segunda estancia final en Constantinopla. Posiblemente la parte más importante de esta novela es la tercera, centrada en los amores entre Tirante y Carmesina, repleta de detalles románticos y cortesanos de gran belleza y detallismo psicológico, empático no solo entre los personajes, sino incluso desde el autor hacia el lector. No obstante hay otras opiniones y divisiones de la obra. La trama que sigue el Tirante el Blanco es continua y ordenada. A penas si hay disgresiones, tan solo se podría anotar algunas referencias a novelas externas, que veremos a continuación, sobre todo al principio con la historia de Guillem de Varoic, y al final con la dama-dragón. Un hecho que nos podría despistar al principio son las idas y venidas de Tirante al hacerse caballero en Inglaterra hacia la ermita de Guillem. No obstante hay que fijarse en que Diafebus le cuenta las historias en
pasado, con lo que se diluye el efecto de disgresión. La novela Tirant lo Blanc sigue una buena línea argumental. 3- echos históricos, ficción y realidad
Joanot Martorell se apoya en algunos hechos históricos para hacer su novela más verosimil a sus contemporáneos. No obstante, Martorell no quiere documentar hechos históricos, sino que los utiliza para hacer sus relatos más coherentes. Los hechos históricos que aparecen en la novela son el sitio de Rodas y el sitio de Constantinopla, donde Joanot Martorell no participó, sino que se informó a través de otros que sí estuvieron, así como de crónicas de la época. Todo ello interpretado subjetivamente, y además otros hechos son ficticios, como por ejemplo la reconquista del imperio griego, los éxitos en el norte africano, ambos como una cruzada triunfal de Tirante, estos hechos bélicos y muchos de los personaje no fueron reales, además vencieron los turcos. Hemos de comprender que el realismo no excluye la exageración, como la cantidad de sarracenos que murieron, o llegó a bautizar, o la minuciosidad en las descripciones físicas o piscológicas tan maniqueistas de los personajes. Ya tenemos claro que Tirante el Blanco es una novela verosimil y realista sobre la caballería andante. Aquí no hay gigantes, ni dragones, ni endriagos, ni territorios mitológicos, todo es localizable en el mundo real. Así abre puentes a la vida y a la experiencia cotidiana de sus lectores, y la hace realmente creible. El mérito es claramente reconocido por Cervantes en el Quijote, quien señala las dos características fundamentales de la obra la verosimilitud y el humor. Todo un cambio para lo que fue la narrativa medieval. Esa verosimilitud estaba también de acuerdo con los tiempos y gustos estéticos y espirituales en que vivó Joanot Martorell. El lector culto intelectual y militar podía identificarse claramente con el concepto caballeresco que se desprende de la novela, tanto por sus sentimientos, por su fe, como por la dignidad del estamento social que ocupaba. Tirante representa pues un caballero renacentista, humano, buen cristiano, culto y refinado, y sobre todo creible. Tirante no solo debía ser un modelo heroico, sino también una justificación de su mundo. Su lucha no es por su gloria y riqueza personal, sino lucha por el destino de su mundo. Lucha contra los enemigos de la cristiandad y por el amor. En el siglo XV, los torneos podían ser tan fastuosos como futiles, pero ante el peligro musulmán es donde demostraban su valía. Esa verosimilitud era una necesidad literaria e ideológica. La obra refleja de forma fiel usos y costumbres caballerescos de la época, narrados con seriedad y respeto, como la cerimonia en que Tirante es hecho caballero, las bodas reales, justas y torneos y las relaciones sociales, el cortejo de las amadas, en ello la experiencia biográfica de Martorell son un reflejo claro. A los coetáneos de Martorell les sería fácil de reconocerlos en su sociedad. Esta sensación de realidad es reforzada por la minuciosa descripción físisca y psicológicas de hechos, lugares y personas, incluso de armas, vestidos y manjares, conversaciones privadas y los alegóricos y significativos nombres de muchos de sus personajes y lugares principales, fácilmente identificables como Inglaterra, Rodas, Sicilia o el Gran Turco, el sultán o el principe de Gales. Ciertamente algunos serían más fáciles para los valencianos que para otros lectores, de ahí que varios autores supongan que Martorell escribió la obra para unos lectors determinados. -Citas específicas de la lectura Como venimos diciendo en la novela unos hechos son fícción y otros vienen a ser historia real. Así se nos describe las bodas reales de los reyes de Inglaterra (pais que cobijó a nuestro escritor por diversos motivos caballerescos) en un fragmento como este: “- Senyor de molta reverència, la vostra senyoria ha de saber que el dia de Sant Joan el Rei es va vestir molt ricament amb un mantell brodat de perles molt grosses i folrat de mart gibelí, i cavalcant un bell corser va sortir del palau i va anar a la gran plaça de la ciutat. La plaça resplendia de bellesa; estava engalanada amb banderes i penons i una multitud virolada i ricament abillada l'esperava formant una gran i solemne comitiva. Obria aquest magnífic seguici el duc de Lencastre amb quinze mil combatents molt ben armats i en bell ordre, muntats en cavall amb paraments de brocat i de xapateria d'or i d'argent, i amb moltes
cobertes i plomalls, a la manera d'Itàlia i de Llombardia,...etc.” Aquí se siente la realidad histórica en medio de la narración ficticia, Martorell usa el hecho histórico tal como lo vivió personalmente, para conectar mejor con los lectores. Otro ejemplo donde la ficción supera la realidad es aquel donde Kirieleison Muntalbà cae muerto de rabia cuando ve a su pariente muerto: “... Quan Kirieleison va ser allí, va estar mirant els escuts dels cavallers, sobre els quals hi havia quatre escuts de Tirant en senyal de victòria, i, coneixent les armes del seu senyor, els seus ulls van començar a llançar grans llàgrimes i amb crits va començar a fer un dolorós plany (...). Quan va assegurar-se, el va obrir i, veient el seu senyor mort, li va agafar tant de dolor, mesclat amb extrema ira, que li va esclatar el fel i va morir immediatament.” Joanot Martorell, con tales palabras, se pasa de realista. Aunque la narración de la novela sea ficción, no quita que se aproveche de ello, por ejemplo, como se ha visto en la biografía, Martorell tenía asuntos caballerescos con los Montpalau (en la novela se les relaciona con los “Muntalbà), de ahí la venganza literaria: “aquest Muntalbà va ser desarmat amb deshonor i entre improperis va ser declarat fals, deslleial, perjur i femenit. I quan va guarir les seves nafres, es va fer frare en un monestir de l'observança de Sant Francesc,...”. Otros hechos reales de la época es el sitio de Rodas, que le da gran verosimilitud y realismo historicista a la obra, e igualmente el sitio de Constantinopla por los musulmanes. Aunque novelados todos ellos entre viajes y asuntos ficticios. A nivel personal cabe decir que hay muchos aspectos que aún evocan la Edad Medía, como la vivencia de la fe, que bien se constanta por todas partes, para casarse, para ir a la guerra, para quedar bien, o en hechos como tomar los hábitos los caballeros fracasados. Los cambios respecto al medievo se aprecian sobre todos en los usos sociales que nos introducen en otra forma de sentir la vida social entre amigos y colegas, con ese humor y confianza tan humanos (y humanistas), y tan mediterráneos y el amor siempre tan lascivo, y permisivo en el caso adultero de Hipólito y la emperatriz, en tan frecuentes situaciones equívocas de desnudos, sexo y lujuria, y de comedimiento para planificar estrategias realistas, e incluso perdonar incluso a los enemigos reincidentes o musulmanes, cuando se lo merecen. Acerca de ese erotismo Antoni Carbonell (ver bibliografía) opina que es un reflejo de algo ya que viene de antiguo en la literatura y en la vida, pero también es un elemento escrito y descrito por primera vez con sentido común, natural y lúdico. 4- ersonajes
Todos los personajes son bastante realistas, y en general están bien descritos física, social y psicológicamente. Son bastante cercanos, lo suficiente para poder entrever los casos de personas históricas, como los Montpalau, o Felip,y dotar de congruencia y verosimilitud tanto a hechos históricos como a los puramente ficticios. Evidentemente el personaje principal es Tirante, caracterizado por su nobleza que le lleva a sentir piedad y perdonar a los árabes que se rinden y también a ser responsable de sus actos y promesas, luchando siempre con valentía; su sentido común y sensible para la empatía con las mujeres, o para prever las malas consecuencias de actos erróneos que le permiten aconsejar a Felipe o deshechar las pretensiones de la Vidua Reposada; su modestia que no le gusta pavonearse de sus azañas y prefiere que las cuente Diafebus al ermitaño, o renunciar a honores, como denegar el contado de San Angel; y la moderación, nunca se deja llevar sin más, ni por la cólera, ni por la pasión, de ahí que la prudencia le ayude a buscar estrategias con las que vencer a los turcos, o esperar el verdadero amor antes del engañoso sexo. Su pareja, Carmesina, se nos presenta como una doncella dulce, pero pícara al mismo tiempo, no excesivamente inocentona. Efectivamente sabe de asuntos de vida social, pero también peca de timorata. De no ser por la mediación de la sensata Estefania y la pícara Plaerdemavida, amigas y compañeras a su servicio en el palacio, sus amores nunca se habrían cumplido, dejándose llevar por sus prejuicios moralistas y por la lengua viperina de la malévola Viuda Reposada. Diafebus e Hipólito, son familiares de Tirante, ambos son jóvenes y valientes, admiran a Tirante, bajo cuya luz luchan en las batallas y amores, valientemente. Diafebus no es tan modesto como Tirante, se dedicará aumentar sus títulos como los de conde de Sant Angel y duque de Macedonia.
Hipólito tampoco será tan tímido ni austero (aceptará la promesa de ser rey) como Tirante, de ahi que acceda a los deseos de la díscola y frívola Emperatriz (¡Durante 15 días seguidos!). El emperador por su parte es un personaje prepotente, que le gusta aparentar con su bella emperatriz, pero “que sólo da planazos”, y en las batallas hace de figurón, no obstante tiene mesura, es benévolo y tiene sentido común. Los personajes malignos, los enemigos, son amorales, frívolos, coléricos y desmedidos, por eso fracasan en sus empresas. Aquí se situarían los Montpalau, Duque de Macedonia, Viudareposada y casi todos los personajes sarracenos. 5- iografía y Bibliografia
En el Tirante hay muchos casos de personajes de la novela que tienen nombres o títulos de personajes coetáneos, especialmente del territorio valenciano, cosa interesante pues nos revela las intenciones de su autor. Por ejemplo tenemos el caso del espía chipriota de Tirante. Este joven fue bautizado en el castillo de Maleví, apadrinado por Tirante, y le pusieron de nombre Ciprés de Paternón. Paternón es la ciudad siciliana, próxima a Catania, adquirida en 1456 por el linage de los Moncada (nobles valencianos). Parece lógico que siendo aquel de Chipre le pusieran de nombre Ciprés, pero en conjunto ya es más curioso, especialmente si sabemos que un caballero aragonés que sirvió a Alfonso el Magnánimo entre 1429 y 1448, que fue padrino de Fernando el Católico se llamaba Ciprés de Paternón. Un detalle para un conocido patriótico. De otros personajes como Felipe, el maestro de Rodas hay que suponerles igualmente un trasfondo histórico real. De los Montpalau ya se ha hablado antes. A demás de Tirante destacan sus buenas costumbres y modales, asi como su valentía y arrojo sin par. Pero lo que más seduce al lector es su humanidad. En las caballerías más medievales los caballeros son tan perfectos como inalcanzables, además tienen pasiones sublimes, que los aleja de la proximidad humana del lector. En cambio Tirante es un caballero cercano, que cae bien a todo el mundo por su proximidad humana. Posiblemente el narrador trata de justificarse a sí mismo, aludiendo a causas encubiertas para sus acciones y pleitos de su sociedad. Tirante es un caballero notable y un buen jefe y estratega militar, que vence siempre, y con antepasados ilustres en el mundo de la caballería. Es un hecho que pertenece a la casta de Roca Salada, descendendiente del mítico rey Arturo. Empero, esta referencia biográfica sólo es una referencia, sin más consecuencias que un mero eco literario. El mismo Joanot Martorell lo indica así, por el hecho de no apuntar estos datos hasta que la novela está bastante avanzada, y dedicarle sólo unas líneas. Justifica el carácter noble y virtuoso del caballero, pero viviendo en el mundo real y no sólo en el de Chretien de Troyes y similares, sabe adaptarse sagaz y valientemente, y ese es el verdadero mérito de Tirante, limitándose a lo posible, con cordura, con fuerzas mensurables y posibles en otros contemporáneos vence en sus empresas, sin apelar a fuerzas, poderes o dones sobrehumanos, esto le hace realmente cercano e incluso entrañable para sus coetáneos. No obstante donde más se humaniza es en sus empresas amorosas y cortesanas, capaz de la más tierna y sensible humanidad. La humanización de Tirante llega a su máxima expresión en el momento de su muerte. Porque Tirante contra toda la tradición literaria muere de enfermedad, no en batalla, liza o torneo. Ciertamente la crítica ha creído ver elementos biográficos en el personaje de Tirante, no solo personales, sino también de otros personajes históricos admirados por Martorell, como Geoffroy de Thoisy, caballero borgoñes que participó en la liberación de Rodas; o el caudillo húngaro Juan Hundayi, que (como Tirante en la novela) había vencido a los turcos en 1448; y, sobre todo, en la figura de Roger de Flor, el capitan de los almogárabes. La mía propia, aunque parezca temerario en ello, es que Tirante reflejaba el “yo ideal” del propio Joanot Martorell (como antecedente situaría claramene al citado Gillem de Torroella) envuelto por ello en escenas perfectas de su vida personal, magnificadas, exageradas y, como no, noveladas a su gusto y gran maestría. No obstante, Tirante el Blanco es un personaje de ficción que también refleja virtudes y hechos de otros caballeros andantes como Pérceval en su mesura y castidad, Curial o Amadís de Gaula en su
valentía sin par, simplemente Joanot le da una verosimilitud tan vital y congruente con los tiempos en que se escribe, que como diría Cervantes, la convierte en única y la mejor en su género. Por otra parte se citan libros como el que le da el caballero andante, también de otra novela como se comenta en la biografía, y de personajes sabios casi de Las Mil y una noches. Muchos de los rituales caballerescos son extraidos tanto del Llibre de cavalleria de Ramón Llull y otros similares, como de las novelas caballerescas que conoció tanto en Inglaterra como en otros lugares donde Martorell también estuvo. Julia Butiñá, Martí de Riquer y Antoni Carbonell, entre otros críticos, han ido señalando muchas fuentes, como las ya apuntadas. Todo escritor siempre tiene fuentes anteriores consciente o inconscientemente, pero es el tratamiento que les da Martorell lo que hace que esta novela de caballerías sea especial, la cercanía y humanidad de los personajes y la mesura de los hechos históricos o novelados históricamente, además la hacen verosimil y realista. 6- emas: amor y guerra
En la novela aparecen varios modelos amorosos. Aunque todos acaban alrededor del sexo. Todos los personajes tiene líos amorosos. Deseos impuros que en la mayoría de los casos se consuman. Incluso llegan a usar la religión para justificar, si “Déu vol” su desmesurado anhelo sexual, como por ejemplo Diafebus que besa tres veces a Estefanía “en honor de la Santísima Trinidad”. En la guerra Martorell admite las formas externas de la fe unitaria caballeresca, pero él ya vive en un espíritu diferente al medieval (en tres puntos: más científico, minucioso y sensual). Las estratagemas que se citan en la obra mostraban los tres puntos anteriores, y que Tirante poseía un espíritu positivista, es decir, todo lo que hace es comprobable y por tanto se podían positivar las pruebas. Como ya se ha dicho muchas veces ambos temas, el amor y la guerra, se entrelazan, cuando uno va bien el otro también y viceversa. Así cuando Tirante se siente correspondido por Carmesina a todos los capitanes cristianos les va bien en la guerra, pero cuando herido de su pierna se siente engañado por Carmesina y el hortelano, llegan invasiones y refuerzos árabes y él acaba cautivo en Africa. No obstante, también hay momentos críticos en que ambos temas se separan, así se describe minuciosamente las idas y venidas, los dulces diálogos y el explendor de las bodas. Lo mismo se puede decir de las batallas, que tienen más detalles, más crueldad y sevicia, cuando los caballeros están sólo en la guerra, sin pensar en sus amadas. Pero esto raras veces es así, fijémonos en este fragmento para entender hasta que punto los mismos personajes entrelazan ambos temas: “ Tirant, adolorit com estava, va tornar al llit. Llavors, la viuda va tancar-se a la cambra de la vella de la casa, es va despullar prestament i e va vestir amb una camisa perfumada com si hagués entrat en batalla; i tota descordada va tornar a la cambra i es va posar al costat de Tirant; i en gran atreviment i poca vergonya li va dir: - Si sabéssiu el treball que la meva cansada ànima passa pel vostre amor, seria impossible que no tinguéssiu pietat de mi “. Claramente Martorell compara la actividad sexual con la habida en una batalla. A mi parecer, las intercalaciones que Martorell hace entre los hechos amorosos y los bélicos son expléndidos para describir los rasgos de personalidad de los personajes, así como la intensidad en que viven los diferentes momentos. Es cierto que se entrelazan ambos temas, con cierto humor y desenfado, en el que juega con los dobles sentidos, pero ambas son vividas, vitales , hacen vida. Esta es la idea que se transmite. Ambos temas son reales y vividos por los personajes, no una crónica muerta. 7- l narrador y sus técnicas narrativas
Las técnicas narrativas del Tirante son complejas y variadas. Para empezar hay que decir que está contada por un narrador omnisciente, en tercera persona, intercalando el estilo directo y el indirecto, incluso en ocasiones se dirige directamente al lector. También es de destacar el gran detallismo con que este describe las cosas, asuntos y personajes, contextualizando perfectamente las situaciones y posiciones de cosas, lugares y personas, en un
estilo dinámico que no cansa ni entorpece la lectura amena de la novela. Usa un lenguaje fácil que raya muchas veces lo coloquial, llenos de preguntas y exclamaciones, sin cultismos, ni provenzalismos, ni arcaismos, rasgos que hacen que la novela sea digna de su tiempo y dirigida a un gran público lector, o sólo oyente. Los eufemismos, metáforas y juegos de palabras son un ingrediente básico para cmponer esta obra maestra. Además de estas figuras hay que tener en cuenta el doble sentido oratorio con que trata los dos grandes temas del amor y la guerra. Y para terminar este punto el humor y la ironía, que le dan un sentido más entrañable y coloquial, difíciles de encontrar en otras novelas de su género, sin llegar nunca a la grosería ni al vulgarismo. T irante el Blanco es pues una novela narrada en tercera persona, por un narrador discreto que pocas veces interviene directamente, o busca la complicidad del lector (en ocasiones aparecen algunos otros narradores interpuestos para marcar un poco de distancia, como el propio Diafebus). Tirante el Blanco es una novela cerrada en sí misma, sin continuaciones, discursiva, y líneal, donde los diálogos contienen gran dramatismo, aunque a veces también son ricos en retórica y solemnidad, y siempre bien enmarcados en la narrativa de los diversos eventos de la novela. Justamente esta variedad de hechos, tan bien encauzada y enmarcando tan amenos diálogos, es lo que le da tan gran atractivo: leyendas , escenas bélicas, viajes, episodios de cautiverio, escenas amorosas y eróticas, humor y tragedia. Tiene de todo. Todo junto y procedente de la observació de la realidad, la imaginación, la historia y la literatura, conforma un mundo vivo, casi natural y complejo, habitado por personajes que parecen tan reales como los de carne y huesos. Joanot Martorell (y algo menos Martí de Galba), con sus metáforas y su retórica, le da una elegancia suprema al fulminante enamoramiento del héroe, Tirante, a un nivel tan coloquial, tan pícaro y sensual, que resulta simpático y entrañable, no una clásica inspiración hacia las diosas inalcanzables, sino hacia los hombres que pisan el suelo. Sin que lo valiente quite lo cortés, pues Tirant era la personificación misma de la cortesía hacia las mujeres, y seguía muy firmemente los mas estrictos patrones del amor cortés, algo muy literario, y en su tiempo nada común, Tirante compagina perfectamente la sensualidad con la cortesía. La tradición literaria del amor cortés plasmado en las novelas de caballerías anteriores dieron su fruto, pero Joanot Martorell supo aliñarlo y humanizarlo para todos los tiempos. 8- onclusión
Sin malinterpretar a Cervantes, podemos afirmar que Tirant lo Blanch, o Tirante el Blanco, no es ninguna parodia, más bien es el máximo representante de la novela de caballerías en catalán, trata la caballería de forma seria, dignifica a los buenos caballeros, pero los sitúa a nivel de tierra, no los diviniza, sino que los humaniza en su forma de actuar, pensar y sentir. Todo lo que hace es posible con las fuerzas físicas reales de los hombres, especialmente si usa su ingenio, esto último es lo que hizo que agradara al público de su tiempo, su congruencia y verosimilitud. Y no solo entre el género masculino, sino también entre el femenino. Tanto es así que la primera traducción al italiano fue encargada por la marquesa de Mantua y que incluso Caterina de Rusia declaró abiertamente que el Tirante era una de sus novelas preferidas. Otro aspecto que resultó atrayente fue su continuo aspecto festivo, la forma de hacer sentir la alegria de vivir. La novela comienza con un tono en que se pretende hacer una apología del estamento caballeresco, pero a partir de la llegada de Tirante al Mediterráneo, las ganas de vivir dominan la narración, con las bromas, escándalos, sensualidad y el gozo tras las victorias y reencuentros. Es cierto que como novela, y no crónica, contiene dos mentiras gordas, la gran civilización norteafricana y la victoria sobre el turco que tantos festejos, alegría y bodas provocaran. Al fin y al cabo estos dos ideales, respondían a las esperanzas de la Edad Media. T irant lo Blanch es una novela a la que se le podrían aplicar múltiples adjetivos que la definieran: novela cortesana y palaciega, humorística, erótica, militar y caballeresca. “Realista” es
posiblemente el más merecido, pues relata eventos conocidos en su tiempo, y realista por las formas de sentir y vivir de su mundo, rebajando los tintes de míticos nobles y militares, como abriendo las puertas a una nueva etapa de la historia, de hecho la presencia clerical es bien escasa. Es una de esas novelas que siguen gustando de leer y que cada vez que la leo encuentro nuevos aspectos y matices subjetivos de los personajes o raices de los hechos relatados en otras obras que hace que su lectura no acabe nunca. 2A- ntroducción. Acerca de su compilador.
Su autor más conocido, no el original que tantas disputas ha creado, que como Cacho Blecua (en su introducción de la obra de la editorial Catedra) señala fue Garci Rodríguez de Montalvo, pero como un simple compliador de los tres libros preexistentes a los que añade por su verdadera cuenta e ingenio un cuarto y luego una continuación, las Sergas de Esplandíán, fue un escritor castellano que se situaría por su vida y letras en algo que los críticos llamarían el Prerenacimiento. No obstante es muy poco lo que se conoce sobre este autor, y la mayoría de lo conocido es gracias al propio Montalvo, tal como se presenta en el prólogo o al final de la obra. Nació en 1450, en el último tercio del reinado de Juan II. Fue seguramente de origen judeoconverso y regidor de Medina del Campo en la última década del siglo XV, pues así aparece en las actas del Ayuntamiento de Medina del Campo, con el nombre de Garci Rodríguez de Montalvo el Viejo para distinguirle de "el Mozo", que resultaba ser su propio nieto. Perteneció al distinguido linaje de los Pollino, uno de los siete que gobernaban Medina del Campo. Probablemente participó en la Guerra de Sucesión Castellana y acudió a las campañas iniciales de las Guerras de Granada formando parte del regimiento militar de su ciudad. Fue aficionado a la caza de cetrería y compartió los ideales políticos de los Reyes Católicos. Tuvo varios hijos, entre ellos Pedro Vaca, Juan Vaca Montalvo y Francisco Vaca. Según Pascual de Gayangos y Narciso Alonso Cortés, fue armado caballero por los Reyes Católicos en 1482 por haber intervenido en la defensa de Alhama con un grupo de otros "caballeros viejos de San Juan e Santiago". Alonso Cortés añade que su nombre figura en el Padrón de Alhama que es listado de caballeros oriundos de Medina del Campo. Es posible que alguna aldea en la diócesis de Cuenca estuviese vinculada a Montalvo, pues parece conocer muy bien la Serranía de Cuenca al describir la cueva de Urganda la Desconocida. El 30 de junio de 1502 fue testigo en un matrimonio secreto celebrado en el Castillo de Coca entre María de Fonseca y el Marqués del Cenete, Rodrigo de Mendoza, hecho ilegal en la época. En 1497 hubo un pleito en la Chancillería de Valladolid contra un personaje con su mismo nombre (él o su nieto) y un tal Jerónimo de Virués, vecinos de Medina del Campo, por adulterio; fueron sentenciados a destierro de Valladolid por un total de dos meses. Murió poco despues en 1505. B- NÁLISIS DE LA OBRA 1- esumen del Amadís de Gaula Libro primero
Comienza el relato “no muchos años después de la Pasión de Cristo”, en Bretaña, donde vivió un rey llamado Garínter, quien había casado a su hija mayor con el rey de Escocia; pero su hija más pequeña, Elisena, no encontraba atractivos en ninguno de los pretendientes que llegaban a la corte. Un día su padre hospedó al rey de la Gaula, Perión, al que había visto derrotar a dos poderosos caballeros y matar a un león. Éste y la princesa bretona se enamoraron, y con la ayuda de su doncella Darolieta, Elisena y su amado tuvieron un encuentro secreto en los jardines del palacio. Diez días después, el rey Perión se marchó.
Pero pasados nueve meses, Elisena dio a luz un niño, y gracias a la inestimable colaboración de Dalioreta, logró encubrir su desliz. Darioleta tuvo que cumplir una misión más, por salvar a la madre y al hijo, y llevó al niño a un río que fluía cerca del palacio, y lo depositó en una barca. Al recién nacido le acompañaban la espada de su padre, un anillo, y un pergamino con su nombre, “Amadís el Eterno”, y lo declaraba hijo de un rey. La barquilla llegó hasta el mar, donde por suerte la vio el caballero Gandales, que iba rumbo a Escocia. Recogió al niño Amadís, a quien llamó “el Doncel del mar” y tuvo que educarlo junto a su propio hijo y una leona que tenía por mascota. Cuando Amadís cumplió tan sólo tres años, Gandales salvó a la maga Urganda de un caballero que la perseguía, y el hada le vaticinó que su hijo adoptivo se convertiría, con el tiempo, en la flor de la caballería, en el más honorable caballero del mundo, y le prometió que lo ayudaría en cualquier momento y circunstancia en que fuese necesario, siempre estaría de su parte. Cuando Amadís tenía siete años, el rey de Escocia, Languines, se lo llevó a su corte para educarlo entre sus caballeros. Cinco años después, pasaron por esas tierras los reyes de Inglaterra, Lisuarte y Brisena, quienes se dirigían hacia sus territorios a tomar posesión de ellos. La real pareja solicitó del rey de Escocia que le permitiera dejar con él a su hija Oriana. Languines consintió encantado, y le asignó a la princesa, como escudero al “Doncel del Mar”. El azar quiso que los dos niños se enamoraran tan profundamente, que su amor no sería destruido nunca. Para hacerse digno de Oriana, Amadís decidió hacerse armar caballero. Oriana, para ayudarlo en su empeño, solicitó del viejo amigo de su padre, el rey Perión, que se hallaba en Escocia en busca de auxilio contra su enemigo el rey de Irlanda, que armara caballero a Amadís. Así lo hizo el rey Perión, sin saber que hacía este honor a su propio hijo. Entonces salió en busca de aventuras y con la esperanza de conquistar la fama. Un día deambulando por un bosque se encontró con Urganda, quién lo proveyó de una lanza mágica, con la que más tarde rescataría al rey Perión de las manos de unos caballeros irlandeses. Muchas otras aventuras siguieron a ésta, a cuál más fantástica y extraordinaria. La más peligrosa fue probablemente aquella en la que tuvo que enfrentarse a Galpano y a sus dos hermanos, quienes tenían por costumbre asaltar y robar a los viajeros; y de estos encuentros el noble Amadís salió tan mal parado, que sólo gracias a los cuidados de un buen amigo logró recuperar la salud. Mientras Amadís buscaba la fama, sus padres se habían casado. Tras superar haber perdido a su primer hijo, los consoló la llegada de un segundo varón, Galaor. Y para mayor felicidad, reconocieron en Amadís, el valiente caballero que tan bien había defendido siempre al rey, a su hijo abandonado. El feliz suceso ocurrió durante las fiestas de celebración por la victoria sobre los irlandeses, a cuyo paladín el joven había derrotado, y en las que portaba el anillo que su madre había puesto con sus pertenencias al abandonarlo. Amadís sin embargo, permanecía triste, pues no se consideraba digno de su amada Oriana. Cuando se encontraba visitándola en Vindilisoria, lo llamaron con urgencia para que fuera al rescate de su hermano Galaor; pero no hubo tal llamada, pues en realidad fue un truco del mago Arcalaus, quién mediante encantamientos desarmó al caballero. Las fechorías del brujo Arcalaus eran infernales, y asi con engaños se montó en el caballo de Amadís y portando sus armas, casi le cuesta la vida a la desventurada Oriana; sólo nuevas noticias de las hazañas de su amado le retornaron el hálito. Pero Arcalaus no cesaba, e hizo desaparecer con engaños al rey Lisuarte, para poder raptar así a Oriana, que fue rescatada por Amadís y su hermano Galaor, a quién el propio Amadís había armado caballero. Pero ni esta hazaña, ni la de haber rescatado a la reina de Brisena del traidor Barsinán que se había apoderado del reino, lo hicieron sentirse merecedor de la mano de Oriana. Libro segundo Partió Amadís con otros caballeros hacia Isla Firme, para ganar mérito ante Lisuarte, rey y padre de Oriana, donde se encontraba Apolidón, hijo del rey de Grecia. Aquí este último había encontrado refugio tras fugarse con la hija del Emperador de Roma. En esta tierra recibió Amadís un mensaje de Oriana, en el que firmaba como la dama de la Espada, con la que Amadís le había atravesado el corazón. Se describía así por haber prestado oídos a las insidias de un enano malvado que alegaba que Amadís le era infiel.
Tal fue el sufrimiento del caballero, que como se recuerda en el Quijote, cambió su nombre por el de Beltenebros, y se refugió en una ermita en la Roca Pobre, convencido de que Oriana lo había injuriado. Desde entonces acude siempre como Beltenebros venciendo a los gigantes Famongomadán y Basagante. Logra visitar a su dama en Miraflores, donde va superando varias pruesbas de amor verdadero. Poco después Beltenebros combate al traido rey Cildadán, en la batalla este último y Galaor resultaron gravemente heridos. Para salvar la situación interviene la maga Urganda. Pero Lisuarte no atiende a razones y se obsesiona con la isla del Lago Hirviente. Una vez más Amadís debe batirse para salvar a los suyos, esta vez combate con el tremendo Ardán Canileo. Más tarde Amadis y otros caballeros vuelven a la Ínsola Firme. Mientras Madasima requería con sus damas algun auxilio, Amadís y los suyos las socorren. Pero otra dama también estaba en apuros, Oriana, pues estaba embarazada. Libro tercero A madís y su hermano Galaor, con Gandales y el rey Cildadán se enteran de malas nuevas en la corte del rey Lisuarte, por ello deciden volver a su tierra, el reino de Gaula, atacado entonces por el gigante Madarque, al que derrotan. Desde Gaula acude Amadis con su padre, el rey Perión, a socorrer al rey Lisuarte . Pero marchando por mar, son confundidos por las artimañas del brujo Arcalaus. La ventura quiso que lograran liberarse y siguiendo su camino se reunieron con Galaor que volvía de la corte de Lisuarte y se marchaba a buscar aventuras. Amadís hace otro tanto. Mientras Oriana ya había parido hacía 4 años un niño de nombre Esplandián. Por los muchos peligros que pudiera correr lo había dejado en custodia de un ermitaño, Nasciano, que tenía como mascota una leona. La casualidad quiso que en este tiempo que Amadís iba buscando aventuras, ahora bajo el nombre de “el caballero de la Verde Espada” pasara por allí maravillándose de él, pero sin reconocerle. De allí partió Amadís a Alemania y como diría el cronista Ramón Muntaner, cuyo estilo me parece muchas veces similar, dice Montalvo: “ ¿Qué os diré? Tanto fixo que por toda Alemaña era conocido ”. De allí marchó a Bohemia, para aliarse contra el emperador romano, pues aquel gobernante había pretendido deshonrar a Oriana.Y en cuatro años, sin saber nada ni de Oriana ni de Gaula, había dado mucha justicia y orden al mundo. A madís, como Caballero de la Verde Espada, decide tras varios avatares terribles en la isla del Diablo, venciendo al monstruo que aterraba el lugar y los mares, presentarse al emperador de Constantinopla, para proveerse mejor y luego socorrer Constantinopla según la promesa que había hecho a Grasinda, una bella dama que le pidiera socorro. Socorridos todos y reencontrándose con viejos amigos, Bruneo de Bonamar y Angriote de Estraváus decidieron los tres caballeros que ya era hora de volver a Bretaña. Mientras en la corte del rey Lisuarte, en Bretaña, recibía por aquel entonces a la reina Sardamira y a los embajadores de Roma, pidiéndole la mano de Oriana para el emperador romano, Lisuarte acepta encantado, sin contar para nada con el criterio de Oriana. Tampoco contó con lo que Amadís hiciera, pues en cuanto se enteró, venció otra vez a los romanos, rescató a Oriana y se fueron todos a Isla Firme. Evidentemente Lisuarte no estaba de acuerdo. Libro cuarto El rey Lisuarte consideró el hecho como una afrenta y atacó Isla Firme. Amadís y los suyos para proteger a Oriana la envían a Bretaña, y esta se refugiará en la Torre Bermeja, donde se reunirá con la fiel Darioleta. Amadís y los suyos tratan de reconciliarse con Lisuarte y sus aliados. Así Amadís envía a Cuadragante para que medie con Landín y este último interceda ante la reina, su sobrina. También envía cartas a su amigo el rey de Bohemia. El mundo de la caballería se dividió en dos frentes, uno representado
por el rey británico, Lisuarte, y el emperador de Roma, y otro dirigido por Amadís. Arcalaus, que odiaba tanto a Amadís como al rey de Inglaterra, quiso aprovechar la situación y convenció al rey Arábigo, que se lanzó al pillaje. Amadís, advertido de la situación por Esplandián, salió en ayuda del rey de Inglaterra. Con este gesto la enemistad quedó atrás, y Amadís y Oriana se pudieron casar en Isla firme. Pasaron bajo el Arco del Verdadero Amor-lo que sólo podían hacer los amantes fieles-, y se encontraron en una cámara nupcial mágica custodiada por unos caballeros invisibles. Reconociendo a Esplandián como hijo, y sabiendo maravillas de su futuro gracias a la maga Urganda la Desconocida, le cuenta su aventura en Grecia y Constantinopla, y su promesa que a la bellísima sin par Leonorina ( hija del emperador) de volver o enviar a alguien de su linaje hiciera, por lo que envía a Constantinopla a Esplandián, hijo suyo. Mientras Amadís y sus amigos se quedan en Isla Firme, “hasta tanto que del rey Lisuarte nuevas algunas se supiesen”. 2- istoria y ediciones de la obra
Tal como concluye Montalvo la obra, tras el fragmento de las comillas citado al final del apartado anterior, se supone terminada en Zaragoza el 30 de octubre de 1508, con el nombre de Los cuatro libros del virtuoso caballero Amadís de Gaula , pero se trata de una obra muy anterior, que ya existía en tres libros desde el siglo XIV, tal como nos explica larga y detalladamente Cacho Blecua, según consta en obras del canciller Pedro López de Ayala y su contemporáneo Pero Ferrús. El mismo Montalvo confiesa haber enmendado los tres primeros libros y ser el autor del cuarto. F rancisco Rico y Laura Gallego (ver bibliografía) explican que generalmente se ha atribuido a diversos autores de origen portugués: por ejemplo, la c rónica portuguesa de Gomes Eanes de Azurara, escrita en 1454, menciona como su autor a un tal Vasco de Lobeira que fue armado caballero en la batalla de Aljubarrota (1385). Otras fuentes dicen que el autor fue un tal João de Lobeira, y no el trovador Vasco de Lobeira, y que se trata de una refundición de una obra anterior, seguramente de principios del siglo XIV. Pero no se conoce ninguna versión primitiva del texto portugués original. Recientemente, es una opinión minoritaria aún, se ha atribuido el Amadís de Gaula a don Enrique de Castilla y León, basándose en su larga permanencia en Inglaterra en la corte de su hermana, doña Leonor de Castilla, esposa del rey Eduardo I. Las grandes batallas del Siglo XIII en Gales, Inglaterra y en Italia, Benevento y Tagliacozzo en las que participó, parecen haber inspirado los muchos combates y guerras de Amadís de Gaula. Él mismo parece personificarse en el Infante Brian de Monjaste, hijo del rey de España, Ladasán, supuestamente, su padre Fernando III, el Santo. Sea como fuere, el caso es que la única versión completa conocida del Amadís es la refundición de Montalvo, dividida en cuatro libros, que constituyó un éxito formidable, también a escala europea. Tanto es así, que el mismo Montalvo decidió explotarlo y escribir una continuación, titulada Las sergas de Esplandián, que es el quinto libro del ciclo. Más tarde, Ruy Páez de Ribera continuó la obra en un sexto libro llamado Florisando, cuyo protagonista es un sobrino de Amadís. Feliciano de Silva, especializado en continuaciones de éxitos literarios (hizo además una Segunda Celestina), pasó por alto esa continuación y prosiguió Las sergas de Esplandián en su obra Lisuarte de Grecia, séptimo de la serie (1514). Juan Díaz publicó en 1525 como libro octavo una continuación de Florisando, llamada también Lisuarte de Grecia, pasando por alto el libro de Feliciano de Silva, pero éste volvió a la carga y continuó su propio Lisuarte de Grecia en el Amadís de Grecia (1530), libro noveno de la serie, que después continuó en el décimo, Florisel de Niquea (1532), y en el undécimo, Rogel de Grecia (1535). Pedro de Luján prosiguió el Rogel de Grecia en un duodécimo libro amadisiano, Silves de la Selva (1546), pero Silva, que al parecer pretendía el monopolio del género, pasó por alto la obra de Luján y continuó el Rogel de Grecia en la Cuarta Parte de Don Florisel de Niquea (1551), décimotercero y último de la serie en castellano. El ciclo fue continuado en italiano con otro libro decimotercero, el Esferamundi de Grecia de Mambrino Roseo, que continuó en seis partes publicadas entre 1558 y 1565 la acción del Silves de la Selva. De estas obras no se conoce ninguna versión en español. También se ha mencionado como
parte de la saga amadisiana una hipotética obra anónima portuguesa titulada Penalva, cuya mera existencia es muy dudosa. 3- ARRADOR Y ESTRUCTURA
En toda la novela predomina claramente el narrador omnisciente, que va narrando los hechos en pasado y en tercera persona. Este narra la historia siguiendo los modelos franceses, pero también el de las crónicas. Este narrador en ocasiones también intenta hacer participe al lector con expresiones como la ya citada “¿Qué vos diré?”. Es un narrador que piensa en sus lectores, en le público hacia quien dirige su obra. La estructura del relato se divide claramente en los cuatro libros que componen la obra. Todos ellos giran en torno a los personajes principales, sus grupos familiares. Entre los sitios más comunes, al igual que en el Tirant, comienza y acaba la obra en Bretaña. En Amadís allí comienza la historia y en relación a aquella tierra termina el cuarto libro, También en común ambas obras está Constantinopla. Pero más propios e importantes en el Amadís están: Insola (isla) Firme, Gaula, y Roma (dadas las supuestas fechas en que se desarrolla la historia). Alrededor de estos lugares, y en referencia a ellos se desarrolla toda la acción principal, que podría dividir la obra. Por las idas y vueltas a Bretaña, o por las idas y salidas de isla Firme. De momento lo dejaré aquí por no alargarme demasiado. 4- ERSONAJES
Como el propio Cacho Blecua deja entender en la ya citada introducciónal Amadís, los personajes son tratados maniqueísticamente, la belleza va sobre todo relacionados con los personajes positivos, mientras que la fealdad y los defectos morales van referidos con los personajes negativos. Sin embargo apenas conocemos sus cualidades físicas concretas distintivas, por lo que se tiende a una excesiva idealización. Como Cacho Blecua explica desde la cultura cortesana proviene la idea de que lo noble y lo importante nada tiene que ver con lo vulgar. A demás al describirse los mismos hitos biográficos, se comprueba que se presentan como arquetipos poco diferenciados, a lo que hay que sumar unas similares virtudes proyectadas sobre unos mismos contornos cortesanos. Esta uniformidad quedará matizada por algún rasgo distintivo. Amadís se diferenciará por su fidelidad amorosa y por ser el prototipo por excelencia, cuyas cualidades brillan por encima de los demás; Agrajes, su amigo, por su impetuosidad; Galaor, hermano de Amadís, por su tendencia a las aventuras sexuales; Oriana, la amada de Amadís, por sus continuos celos. Estos prototipos pueden llegar a tener unos apelativos identificadores, los más importantes serían los siguientes: Amadís, entre otros, se le llama “Griego”; Oriana será llamada la “sin par”; Olinda será calificada como “la Mesurada”; Guilán como “el Cuidador”; Elián como “el Lozano”; Madamán como “el Envidioso”; Dardán como “el Sobervio”; Tantalís y Transiles como “el Orgulloso”; Arcalaus como “el Encantador”(aunque no se refire precisamente a una cualidad positiva) y Urganda como “la Desconocida”. Estos adjetivos calificativos que denotan el carácter de los personajes principales se complementan con unas pautas relacionadas con arquestipos míticos (el nacimiento e infancia de Amadís es similar al de Moisés). El personaje principal es sin duda alguna Amadís de Gaula, hijo del rey Perión y Elisena, hermano de Galaor, enamorado de por vida de Oriana y padre de Esplandián. Caballero valiente y cumplidor, cortés como el que más, aunque se deja llevar por sus sentimientos y pasiones. Goza del apoyo de Urganda la Desconocida, pero también del odio de Arcalaus el Encantador. Es el único personaje qu además posee otros nombres casí como un personaje plural. Los principales sobrenombrs son Beltenebros, Caballero del enano, Caballero de la Verde Espada, Cavallero Griego, Donzel del mar. Hay dos grandes familias principales la de la corte de Gaula, la familia de Amadís, con los reyes Perión y Helisena (o Elisena, hija del rey Garinter de Bretaña y cuñada del rey Languines de Escocia), sus hijos Amadís, Galaor, Melicia, y sólo de Perión también Florestán. Por la profecía de un clérigo Perión conoce el futuro de su familia y por eso siempre está dispuesto a socorrerlos.
Además hay que contar con todos sus vasallos, amigos y sirvientes, que van apareciendo poco a poco, y destacan los siguientes; Gandales y su hijo Gandalín que recogen a Amadís de las aguas siendo aquel un bebé, la maga Urganda y su sobrina Julianda que tiene un hijo de Galaor llamado Talanque , sus primos Palomir y Dragonís (que le ayuda a rescatar a Oriana y se casa con Estrelleta llegando a ser rey de la Profunda Ínsula), Antebón, Cildadán que acompaña a Cuadragante y este último acabará siendo el rey de Sansueña gracias a Amadís, Durín hermano de la Doncella de Dinamarca quien le comuncica a Amadís el nacimiento de Esplandián, el sabio Elisabad (medico que le curará de las heridas del endriago en la isla del Diablo, entre otras a Amadís), Agrajes y su tio Galvanes, Branfil y su hermano Bruneo (enamorado de Melicia) y su escudero Lasindo, Isanjo y los suyos que gobiernan Isla Firme, Nasciano el ermitaño que cuidará a Esplandián (hijo de Amadís). Con los señores y caballeros de Romanía, Bohemia, Tafinor, Grecia y Constantinopla (Ganor y su hijo Macandón, Apolidón,...). La otra familia principal es la de Lisuarte y su esposa Brisena, padres de Oriana que aunque primero la prometió al emperador romano Patín la casaría finalmente con Amadís y de Leonoreta que casaría con el último emperador romano Arquisil. También como Perión tiene hijos adulteros como Norandel. Por diversos motivos no cesa de contraponerse a los designios y deseos de todos aquellos relacionados con Gaula, todo y que estos últimos constantemente intentan buscar justicia y paz con ellos. De ahí que para ser más fuertes se alíen con los romanos e incluso con los árabes. El promotor de muchos problemas y disputas contra los de Gaula es el brujo Arcalaus que lleva contra todos ellos al Arábigo. De una forma u otra todos los personajes acaban acudiendo a su corte para pedir socorro, justicia o la mano de las hijas de sus reyes o estados vasallos, como harán Briolanja que acabará recuperando sus tierras y casándose con Galaor, Madasima (con sus defensores y detractores) hija de Famongodán que es retenida como rehén y recupera sus derechos, siendo señora de la isla Ferviente y casándose con Galvanes / Madasima referido a una cortesana de Lisuarte que apresa con engaños a Amadis y Galaor hasta que este último la seduce, Sarquiles y Angriote,...etc. 5- ENGUA Y ESTILO
En cuanto al estilo, fue criticado por el exigente Juan de Valdés, pues consideraba que a veces lo bajaba mucho y otras lo encumbraba demasiado, no obstante también lo alava por su ritmo y estilo. Además como dice Cacho Blecua en la introducción a su edición del Amadís tiene muchos arcaismos, aunque esto se convertirá en una característica del género y de la tradición de los amadises ya apuntada en el apartado anterior, rasgo del que también se burla Cervantes en el Quijote. Esto no sólo se constanta en el léxico y sus morfemas derivativos sino tambíen en la sintaxis, caracterizada por un cierto latinizamiento, que suele situar al verbo al final de la frase al modo latino, y otros rasgos de esta naturaleza, como el uso del participio de presente, que lo aproximan al tipo de lenguaje de la escuela alegórico-dantesca del siglo XV, si bien resulta mucho más claro y llano. No obstante, es necesario diferenciar entre el estilo de las tres primeras partes, que lleva incólume mucho del autor original, muy elegante y pormenorizado en los sucesos, y el texto atribuible a Garcí Rodríguez de Montalvo, de muy inferior ingenio y brillantez. Las tres primeras partes reflejan el mundo del siglo XIII, mientras que el mundo de Garcí Rodríguez de Montalvo es el de principios del siglo XVI, y eso no puede dejar de percibirse en el estilo denso y algo pedante del Regidor de Medina del Campo. Por todo ello, y a pesar de la burla cervantina, Samuel Gili y Gaya señalaba que la incomparable hermosura del ritmo cervantino se haya prefigurado o abocetado en nuestro libro de caballerías. Por lo que a mi me consta el estilo resulta agradable, incluso “ambientador” de la novela, casí como una crónica de hechos muy antiguos, por lo que esos “arcaismos ayudan a retroceder en el tiempo. No obstante al contrario que el Tirant, no tiene nada de historicista, la ficción lo domina todo, con la aparición del endriago, sierpes parlanchinas, mosntruos y gigantes, o lugares e islas misteriosas y mágicas, incluso en la forma de actuar los personajes ante la magia y eventos “maravillosos”. Las relaciones y conductas de los personajes, son bastante estereotipadas , y predecibles al patrón ético, el maniqueismo de estos es tal que pierden su humanidad. En común,
ambas novelas tienen el situar a los árabes ( o “arábigos”) como enemigos y tanto Bretaña e Inglaterra como centro de la caballería, y Constantinopla como centrro de misión caballeresca. 6- EMAS: AMOR, GUERRA Y HONRA
El tema del amor pierde todo el humor y la gracia que tenía en el Tirant , se limita a proseguir las pautas del amor cortes, aunque hay sensualidad no es una lujuria soez, a veces casi salvaje, todo y que siempre es menos explicita que en el Tirant en cuanto a desnudos o partes del cuerpo femenino. Lo que sí abunda sobremanera es la variopinta y gran cantidad de amores a distancia, que dan muchos quebraderos de cabeza a los amantes, y llevan a grandes sacrificios y muestras de muchas delicadezas de una sutileza desmesurada. La guerra y los combates no siguen patrones tan fijos, dado la alta variedad que los héreoes tienen que combatir: a magos, monstruos, gigantes, a otros caballeros en torneos singulares, y las batallas multitudinarias militares. No obstante en esta obra no hay explícitas y concretos paralelismos entre las batallas militares y las amorosas. El amor es el amor y la guerra es la guerra, aunque muchas veces los héroes luchen por ganar méritos o por el honor de sus amadas. No obstante, parece que el autor se recrea más en la crueldad y furia del combate que en los episodios, sí que describe algunos episodios, pero se ensaña más en el daño ejercido a los enemigos. A veces casi se les podría aplicar el apelativo de “terror gore” o “sanguinario total”. La honra ocupa también en esta novela un punto central, tanto la honra del caballero, como la de la dama. Tan importante es este tema, que hace fracasar, o triunfar los otros dos temas, el amor y la guerra, e incluso aún diría más, los hace posibles. En el Tirant es algo superficial, lo que posibilita el perdón entre los personajes, pero en el Amadís, puede provocar la guerra cruenta y el odio persistente. III- ONCLUSIONES FINALES: TIRANTE VERSUS AMADIS.
Cervantes en Don Quijote de la Mancha fue el primero que los contrapuso, para él, sin lugar a dudas, el Tirante el Blanco era muy superior al Amadís de Gaula. El propio Cervantes a través del cura, o proyectado en el cura, hace quemar a todos los libros de caballerías, salvando tan sólo, el Tirante el Blanco, por merecerlo dada su prosa, estilo y verosimilitud. No obstante no basta una opinión, ni un sólo criterio, verosimilitud o racionalismo vs no verosimilitud. El mismo amor rara vez tiene verosimilitud, ni la vida misma es siempre tan verosimil y racional, y sin embargo los aceptamos y estamos agradecidos. Como hemos visto en la introducción, cuando estudiabamos las novelas de caballería, vimos que fueron escritas tanto como literatura de evasión como por defender unos principios políticos. Las novelas de caballerías españolas fueron calificadas de “desarraigadas” por no describir mayoritariamente las situaciones de “mateira española”, sino limitarse a seguir y traducir una tradición importada, generalmente de Francia o Bretaña. Las novelas castellanas tuvieron más desarrollo que las catalanas, y precisamente el modelo castellano escogido, el Amadís de Gaula, cuyos orígenes, autores y secuelas ya hemos descrito anteriormente , tuvo un desarrollo muy superior al modelo catalán escogido, Tirant lo Blanch, con lo que se demuestra su mayor desarrollo y aceptación por parte del público general (lector u oyente) de la época. No obstante el criterio cervantino, de una forma u otra, ha sido el predominante, no sólo porque “mató de ridículo” las caballerías, sino porque cegó el gusto literario por ellas a muchas generaciones posteriores. Sin embargo podemos dudar que fuera este su objetivo real. Cervantes en su obra presentó una dura crítica social, menos maniqueista que las de las novelas caballerías, menos arcaizante, o estereotipada. Pretendió actualizar la crítica de las novelas de caballerías. Ciertamente no atacó la fantasía, que en toda novela o literatura existe, especialmente si atendemos a la subjetividad del escritor.
R afael Ramos (ver bibliografía) no sólo apunta a la ficcionalidad de la obra, respecto a la veracidad historicista de los hechos narrados que de por sí es muy inferior en el Amadís (no solo por los personajes, poco descritos, como hemos visto, física y psicológicamente, pues respondes a roles estereotipados y maniqueístas, sino también por los lugares tan fantásticos e ilocalizables en su casi totalidad) que en el Tirante (situados la mayoría de lugares en el Mediterráneo o en Inglaterra, y cuyos perosnajes en ocasiones son incluso identificables con coetáneos del autor), sino también por el estilo. Hemos visto que en el Amadís había una frecuencia de arcaismos excesivos, incluso para Cervantes, lo que es una forma de distanciar los hechos narrados no solo en el tiempo, sino también en el espacio literario. En cambio en el Tirant es un lenguaje más fluido, más cercano en el léxico y sus formas derivativas, como en la sintaxis. No obstante, para aquellos que nos gustasen una ambientación más medievalista el uso del lenguaje es central para entender más la época, al fin y al cabo la historia narrada en el Amadís se presume muy anterior a la del Tirant, al fin y al cabo sería como leer El capitán Alatriste ( de Gonzalo Torrente Balleste )con sus secuelas en lenguaje del Madrid contemporáneo, perdería mucho valor, y no sólo porque ese castellano actual sea deprimente. R esumiendo a mí me han gustado ambas, he disfrutado con la fantasía del Amadís y he reido con los dobles giros coloquiales del Tirant . Las caballerías castellanas y catalanas, aunque parecen seguir las mismas tradiciones, usan estilos distintos, pero ambas merecen ser conocidas. Como a Cervantes puede que me guste más la naturalidad con que se puede leer el Tirant lo Blanch, por su lenguaje, por su coloquialidad y por la naturalidad, casi espontaneidad, de las relaciones sociales y hechos entre los personajes. Pero el mérito del Amadís y el éxito que tuvo en su época no se puede negar. IV- IBLIOGRAFÍA - Beltrán, R. Literatura de caballerías y orígenes de la novela. Universidad de Valencia. Idem 1998. - Beltrán, R. “Tirante el Blanco en el gran teatro de la caballería ”. Universidad de Valencia. - Butinyà, J. Historia de la literatura catalana. UNED. Madrid, 2006. - Cacho Blecua, J. M., Amadís: heroísmo mítico cortesano, Madrid, Cupsa, 1979. - Cacho Blecua, J.M., Novelas de Caballerías. Universidad de Zaragoza. - Carbonell, A.,et allii. Literatura catalana. Edhasa. Barcelona, 1979. - Gallego, L. “La difusión del Amadis de Gaula”. - Higuet. G. La tradición Clásica. Univ. México. México, 1949. - Lucía Megías, José M. “ Amadís de Gaula: un héroe para el siglo XXI”. Universidad Complutense de Madrid /CEC. - Martorell, J. Tirant lo Blanch. Edicions 62. Barcelona 2005./Alianza Editorial 2005 ( prólogo de Mª Vargas llosa). - Mérida, R. ””el "amadis de gaula" de Garci Rodríguez de Montalvo y la maravilla medieval””. Universidad de Price. - Nieto, R. Historia de la literatura española. Edit. Acento. Madrid, 2001. - Ortega y Gasset, J. Meditaciones del Quijote .Edit Cátedra. Madrid, 1984. - Ramos, R. “Tirante el Blanco a la zaga de Amadís de Gaula” . Parnaseo. - Rico, F. et alii Historia y crítica de la literatura española . Edti. Crítica. Barcelona, 1980. - Riquer, Martí de El combate imaginario: Las cartas de batalla de Joanot Martorell. Seix Barral. Barcelona, 1972 (en colaboración con Mario Vargas Llosa). - Riquer, M. Estudios sobre el Amadís de Gaula. Sirmio. Barcelona, 1987. - Riquer, Martí de. Història de la literatura catalana. Ariel. Barcelona 1985. - Riquer, M. y .J.Mª Valverde - Historia de la literatura universal . Planeta.Barcelona, 1978. - Riquer, M. Tirant lo Blanch, Novela de historia y de ficción. Sirmio. Barcelona, 1992. - Rodríguez de Montalvo, G. Amadís de Gaula. Cátedra. Madrid, 1988. - Signes Codoñer,J.,et alii Antiquae lectiones. Cátedra. Madrid, 2005.