¿Acaso el sacrificio de Cristo no ha borrado totalmente nuestros pecados? La Sangre de Cristo ha liquidado nuestras deudas, nos ha conseguido el perdón como pueblo adquirido de Dios (Col 2,14-22), pero a nivel personal como ese predicador, (1Cor 3,10-15) nuestras obras serán juzgadas y recibirán recompensa o purificación. La sangre de Cristo nos ganó la salvación, pero lo que nos hace santos y puros personalmente, no solo es creer en Cristo, sino que es necesaria una apertura y aceptación de este perdón que ya ha alcanzado Cristo. Frecuentemente, aunque hemos creído en esta salvación, nuestra apertura no ha sido completa. ¿Cómo se realiza esta purificación en el Purgatorio? Es "dolorosa". Se habla de “Pasar por un fuego” lo que simboliza un sufrimiento. (1Cor 3,10-15) ¿Qué fuego o sufrimiento podría ser éste? El fuego eterno del infierno no puede ser, pues hay salvación; este fuego es el amor de Dios que nos abraza y purifica nuestra obra y elimina todo vestigio de apego al mal y corrige toda imperfección del alma. “Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación, ya están en el amor de Cristo que los libera de los residuos de la imperfección” DZ 1304; 1580 y 1820). ¿Cuáles son las penas del pecado que se tienen que purgar o sufrir en el Purgatorio? El pecado tiene una doble consecuencia: nos priva de la comunión con Dios y por ello nos hace incapaces de la vida eterna, cuya privación se llama la "pena eterna del infierno". En el purgatorio no entrara nadie que tenga pecado grave. Por otra parte, todo pecado, incluso venial, entraña apego desordenado a las criaturas que es purificado, sea aquí abajo, sea después de la muerte, en el purgatorio. El purgatorio libera de una doble pena: La pena temporal de daño: que es la privación de la visión y posesión de Dios. En el momento en que el alma del justo se separa del cuerpo y se desprende de los lazos de la tierra se siente irresistiblemente atraída por el Amor Infinito de Dios. Ha llegado la hora de ver a Dios, pero al no estar debidamente purificada el alma no puede verlo. En la tierra se buscó a sí misma; ahora busca a Dios y no puede encontrarle por el tiempo que tarde su purificación. Este retraso en poder gozar de la "Visión Beatífica" causa un dolor incomparable a
cualquier dolor de la tierra y será la pena más dolorosa en el purgatorio. Esta pena es mitigada por la esperanza segura de entrar en el cielo una vez obtenida la purificación. También habrá una –pena de sentidoque San pablo afirma que será infligida por el fuego. Estas penas no son una especie de venganza, infligida por Dios desde el exterior, sino que son consecuencia que brota de la naturaleza de nuestro pecado. Una conversión que surge de una ferviente caridad puede lograr la total purificación total del pecador, de modo que no subsistiría ninguna pena (DS 1712–13; 1820; Cf. CEC 1472). El purgatorio es un regalo de la misericordia grandísima de Dios, y señal de esperanza, ya que las almas que llegan al Purgatorio ya están salvadas: la única opción que tienen es el Cielo; pero permanecen allí el tiempo necesario para ser purificadas totalmente antes de entrar a la visión y el disfrute total de Dios en el Cielo. (CF. CEC1030-1032). ¿Cuánto tiempo dura esta purificación? No importa el tiempo, sino la intensidad del sufrimiento. Uno puede sufrir más en menos tiempo, y menos en más tiempo. Así que lo que importa, es que uno se purifique. ¿Quiénes van directo al paraíso sin pasar por el purgatorio? El purgatorio no es un lugar especial, sino una purificación que se logra total o parcialmente mediante el sufrimiento que se experimenta con fe, ya sea aun vivos antes de morir o ya muertos. Por eso a veces se oye hablar de "pasar el purgatorio en la tierra". Así, las oportunidades de purificación que nos presenta Dios Nuestro Señor a través de circunstancias dolorosas o adversas en nuestra vida son para el hombre de fe: oportunidades de purificación, para disminuir u obviar el Purgatorio. Solo aquellos que fueron purificados por algún sufrimiento desde aquí en la tierra, pueden acceder directamente al cielo sin pasar por el purgatorio, como por ejemplo los mártires y santos (Lc 23,37), pero no todos tenemos esa disposición del alma. ¿Cómo procurar evitar el Purgatorio mientras estamos vivos? Buscar la Voluntad de Dios y no la propia, rechazar el pecado, confesar los pecados cometidos en el Sacramento de la Reconciliación, aprovechar las gracias de la Santa Misa, aprovechar las oportunidades
de conseguir "indulgencia plenaria", la cual nos borra el tiempo de purificación que tendríamos que pasar en el Purgatorio. ¿Las almas que están en el purgatorio pueden interceder por ellos o los demás que estámos vivos? Las almas de los miembros de Cristo que están en el purgatorio ya están salvadas, Cristo ha pagado sus deudas (Col 2,14-22), la única opción que tienen es el Cielo; pero ante su historia de salvación, la apertura no ha sido completa y se necesita ser purificado totalmente (1Cor 3,10-15; 1P 1,3-9), antes de entrar a la visión y el disfrute total de Dios en el Cielo (Ap 21,27. Por el grado de santidad alcanzado, son capaces de interceder con Cristo por los Santos que aun peregrinan en la tierra, principalmente luego que llegan al Cielo. (CEC1030ss).
EL PURGATORIO: LA PURIFICACIÓN FINAL Si creemos en Dios y hemos hecho el bien, ¿Apenas uno muere, se va siempre e inmediatamente al cielo?
Redactar ver oración x los difuntos Anécdota: Un protestante decía: Cuando uno se muere: o se va al infierno, o se va al cielo, pero no hay purgatorio. Y estaba arreglando una alcantarilla con un católico. Apenas terminaron, el católico le dijo: “Venga a la sala de mi casa y almorzamos”. Le respondió el protestante: “Imposible: así con estas ropas tan sucias no me atrevo a entrar a la sala de la casa de Ud. “Y el católico le dijo: “A mi pobre casa no se atreve Ud.” a entrar con la ropa sucia. Y a la casa del cielo, donde está Dios Santísimo, sí se atreve a entrar sin purificarse? Así con el alma tan manchada como está a la hora de la muerte?” El protestante comprendió que en verdad es necesario que haya purificación en la otra vida, para que el alma quede libre de las manchas que tenía al momento de morir. Esa purificación es: el Purgatorio.
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La felicidad perfecta del cielo solo es compatible con la ausencia completa del egoísmo del alma. “nada impuro puede entrar allí”. Juan Pablo II (Cf. Ap 21,27) “El purgatorio, es que cuando vas camino al cielo, recibes el fuego abrazador que surge de la presencia pura de Dios que te purifica.” Dr. Fernando Casanova, Ex pastor pentecostal y actualmente predicador católico. “El peor sufrimiento del purgatorio es ver que se retrasa nuestro encuentro con Dios, que con tanta ansia esperamos.” P. Jorge Loring.
LA IGLESIA PURGANTE O SUFRIENTE EL PURGATORIO: LA PURIFICACIÓN FINAL ¿Hay necesidad de purificarse después de morir? A partir de la decisión personal y definitiva por Dios o contra Dios, el hombre se encuentra ante una alternativa: o permanece alejado de su presencia, o vive con el Señor en la bienaventuranza eterna. Los justos que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero con la marca del egoísmo en el alma debida a los frecuentes o continuos actos de egoísmo realizados en la vida, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad perfecta y necesaria para entrar en la alegría del cielo. (Cf. CEC 1030; 1054) ¿Qué entendemos por purgatorio? Por purgatorio no entendemos simplemente como un lugar de sufrimiento, sino más bien como un estado de purificación necesaria, que se realiza mediante el sufrimiento, sin importar el lugar. La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los pecadores condenados al infierno ya que el purgatorio es para los justos destinados al cielo, pero que mueren con alguna mancha de pecado venial (Cf. CEC 1031).
¿Que pecados se perdonan en el purgatorio? El purgatorio es el estado o lugar transitorio en el que se encuentran las almas de los justos que han muerto en estado de gracia de Dios, pero sin ser suficientemente purificadas en esta vida de los pecados veniales cometidos porque no se hizo completamente la satisfacción debida y logrado asi librar la pena temporal debida por esos pecados. El Purgatorio solo "elimina cualquier huella de apego al mal y toda deformación del alma que deba ser corregida. La purificación debe ser completa". (cf. DS 1304; 1820: 1580) ¿Como surgió esta doctrina? La tradición de la Iglesia fundamenta en la Sagrada escritura la convicción que no se puede acceder a Dios sin pasar por algún tipo de purificación. Desde el Antiguo Testamento se hace referencia en ciertos textos que hablan de la existencia de un fuego purificador, distinto al fuego de castigo eterno del infierno, doctrina que luego Jesús y sus apóstoles reafirmaron:
Hay que precisar que este estado de purificación no es una posibilidad más de cambiar el propio destino como si fuera una prolongación de la situación terrena después de la muerte. El purgatorio supone que hubo una apertura a Dios, pero imperfecta. La enseñanza de la Iglesia a este propósito es inequívoca, y ha sido reafirmada por el concilio Vaticano II LG 48 enseña: «Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en tierra (cf. Hb 9, 27), mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos
La ley del Antiguo Testamento, establecía que lo que está destinado a Dios debe ser perfecto. La integridad física es exigida para todas las realidades que entran en contacto con Dios: en la ofrenda del sacrificio, (cf. Lv 22, 22); en el templo y sus ministros (cf Lv 21, 17-23). A esta integridad física corresponder una entrega total de las personas como pueblo (cfr 1 Re 8, 61), al Dios de la Alianza (Cf. Dt 6, 5). Se trata de amar a Dios con todo el ser, con pureza de corazón y con el testimonio de las obras (cf. Dt 10, 12 s).
mandarán ir, como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (Mt22,13; 25,30).
El evangelio nos invita ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a purificarnos de toda mancha de la carne y del espíritu (2Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta.
La exigencia de integridad se impone evidentemente después de la muerte, para entrar en la comunión perfecta y definitiva con Dios. Quien no tiene esta integridad debe pasar por la purificación. Un texto de san Pablo lo sugiere: El Apóstol habla del valor de la obra de cada uno para su salvación personal, que se revelará el día del juicio, dice: Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento (Cristo), resista, recibirá la recompensa. Más aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego» (1Co 3, 14-15). ¿Existe alguna posibilidad de purificación? En el Antiguo Testamento Judas Macabeos después de la batalla contra Gorgias, encontrando que entre los caídos habían amuletos y objetos de superstición, hizo una colecta de dinero para ofrecer un sacrificio en el templo de Jerusalén por las almas de sus soldados muertos en el campo de batalla, “para que fuesen perdonados de sus pecados” y ésta fue una obra suya muy santa y muy noble. (2Mac. 12,46). El pasaje deja entre ver que aun los justos muchas veces tienen pecados que expiar y pueden ser ayudados por los vivos. “Sé generoso con todos los vivos, y a los muertos no les niegues tu piedad.” (Eclo 7,33) ¿Donde es ese lugar o estado en el que se pueden aun perdonar los pecados? Jesús dijo: “al que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado ni en esta vida ni en la otra”. (Mateo 12,32). Esto quiere decir: que en la otra vida hay la posibilidad de perdonar o no perdonar algunos pecados. ¿Dónde se perdonan? Se perdonan “en la otra vida”. Pero en el infierno no puede ser, porque allí ya no se puede conseguir ningún perdón. En el cielo tampoco, porque allá no entra nada manchado y allí solo hay almas perdonadas. Luego tiene que haber algo en la otra vida donde si se perdonan ciertos pecados. A eso la Iglesia lo llama purgatorio. (Cf. San Gregorio Magno, dialogos. 4, 39).
¿Cómo es el Purgatorio? Es Cárcel: Jesús dijo: “Arreglad vuestras cuentas ahora antes de que os lleven al juez y éste os mande a la cárcel. Porque os digo que no saldréis de aquella cárcel hasta que no paguéis el último centavo de vuestras deudas”. (Mt 5,26; Lc 12. 59). Jesús habla de una cárcel de donde sí se puede salir cuando se paga la deuda. Luego no es el infierno porque de allí nadie sale. Por eso, ésta cárcel tiene que ser el purgatorio. Las parábolas del Reino de los cielos son imágenes de una realidad espiritual, de lo es la otra vida, y sólo se comprenden espiritualmente: “El señor de aquel siervo movido a misericordia, lo soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo el siervo, halló a uno de sus consiervos que le debía… fue y le metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda… su señor le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste… Entonces su señor enojado lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también hará mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de todo corazón cada uno a sus hermanos sus ofensas” (Mt 18,23-35) San Pedro Afirma que Jesús fue espiritualmente a predicar a los espíritus encarcelados (1P 3,19-20), que no puede que estén en el infierno, pues los que están en el infierno no retornaran con Dios, y no estaban en el cielo pues eran espíritus de personas desobedientes ¿Donde estaban encarcelados si no el purgatorio? Es Fuego purificador: San Pablo, hablando de cómo será la salvación personal de los predicadores dice: “La obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, pues por el fuego será revelada… Si la obra de cada uno se quema, él sufrirá perdida; si bien, él mismo será salvo, aunque así como por fuego…(1Cor 3, 10-15)” Aquí se habla de la salvación personal de todo obrero del evangelio, que no pone el empeño debido en su actividad apostólica. Por esta razón, su obra al ser juzgada se hecha a perder, aunque él se salve purificándose en la otra vida mediante el sufrimiento.