EPSTEIN
El rumor de los guijarros. La industria del libro. Pasado, presente y futuro de la edición.
La edición de libros es por naturaleza una industria artesanal, descentralizada, improvisada y personal. La realizan mejor grupos pequ eños de gente con ideas afines, consagrada a su art e, celosa de su autonomía, sensible a las necesidades de los escritores y a los intereses diversos de los lectores. La edición se ha desviado de su verdadera naturaleza y ha adoptado la actitud de un negocio como cualquier otro, bajo el dictado de unas condiciones de mercado poco favorables y los despropósitos de unos directivos que desconocen el medio. Hoy, muchos sellos editoriales se ha disuelto dentro de vastos consorcios de medios de comunicación, y muchos autores dependen ahora de sus agentes como antaño dependían de sus editores para asegurarse el sustento. Los presupuestos de los grandes conglomerados exigen rendimientos y crean estructuras que son incompatibl es con las conocidas extravagancias de la p roducción literaria. literaria. Al reducir gastos estructurales superfluos, estos grupos confían en mejorar los bajos márgenes de beneficios típicos de esta industria. Además, el mercado de libros lo dominan unas pocas cadenas de grandes librerías cuyos elevados costes de exportación exigen elevados volúmenes de venta y, en consecuencia, un suministro constante debest-sellers de best-sellersexigen exigen una rotación rápida e indiscriminada de los productos, cada vez más uniformes, y unos volúmenes de venta incompatibles con la vida larga, lenta y a menudo errática de los libros importantes tendencia a despreciar muchos li bros valiosos (la expectativa de vida de estos libros ha descendido porque los vendedores de las cadenas de librerías no tienen más remedio que aumentar el volumen de ventas). Tradicionalmente, las editoriales cultivaban sus fondos editoriales como su principal activo, escogiendo títulos tanto por su valor a largo plazo como por su atractivo inmediato. Incluso los editores más fuertes dependían de los fondos de sus catálogos y considerab consideraban an losbest-sellers los best-sellersgolpes golpes de suerte. Todas las editoriales importantes contaban con algún escritor famoso que producía estos libros, pero los cimientos sólidos ±el capital acumulado± en que se apoyaban eran los libros de sus catálogos que se vendían año tras año y que daban a la empresa su fortaleza económica y su prestigio cultural. Hoy en día, para muchos agentes, la única diferencia que hay entre editores es el precio que está dispuesto a pagar po r un autor de éxito. Los autores con no mbre de marca necesitan necesitan a los editores sólo para imprimir y anunciar sus libros y distribuirlos en las cadenas de librerías, tareas que p ueden cubrir con agentes y gestores y convertirse así en sus propios editores. Las innovaciones tecnológicas tecnol ógicas terminarán por conv ertir en superfluas superfluas muchas de las funciones de edición tradicionales surge la p osibilidad de la aut oedición y la distribución distribució n y venta por internet con ayuda de gesto res, redactores y publicistas (caso Stephen King, Tom Clancy, etc.). Si tradicionalmente la aportación del editor al producto final era considerable en relación al autor, en el proceso digital, la aportación del autor es proporcionalmente muy superior a la del editor. Hay quienes consideran que los futuros libros electrónicos de a utores de gran venta pueden eludir completamente a los editores. Sin embargo, las nuevas tecnologías cambiarán radicalmente el modo de distribuir los libros, epro no eliminará la tarea esencial de editar y promocionar; no simplificarán ni mejorarán este proceso, que con frecuencia es tan improvisado como el acto de escribir.