Discurso parlamentario: entre la política y la argumentación. Roberto Marafioti Hay siempre una hora dada en que la palabra humana se hace carne. Cuando ha sonado esa hora, el que propone la palabra, orador o escritor, hace la ley. La ley no es suya en ese caso: es la obra de las cosas. Pero esa es la ley duradera porque es la ley verdadera” Juan Bautista Alberdi.
1. Discurso y contextos. El objetivo de este trabajo es precisar las características del discurso parlamentario y la relación que puede entablarse con otras manifestaciones discursivas. A poco que se precise su especificidad surgen dudas o incertidumbres que hacen que aquello que se imaginó originariamente como estable y firme no resulta ser más que un territorio movedizo que se resiste a la vocación taxonómica del analista del discurso. Investigar la naturaleza del género parlamentario supone establecer correlaciones entre sus rasgos lingüísticos y comunicativos pero, al mismo tiempo, obliga a incorporar variables contextuales, tanto sociales como históricas y culturales. En la Argentina reciente, la Cámara de Diputados y, en particular, la Cámara de Senadores han sufrido un cuestionamiento social tan intenso como justificado que hace que cualquier análisis no pueda dejar de tomar en cuenta este rasgo de excepcionalidad. excepcionalidad. Es cierto que no es este el único momento de nuestra historia en que el poder legislativo se vio arrasado por cuestionamientos y críticas desde los más diversos sectores sociales. Baste recordar, simplemente como un ejemplo, la polémica entablada en torno al negociado de las carnes a partir de la firma el 27 de abril de 1933 del Tratado RocaRunciman1 que tuvo como principal protagonista al senador Lisandro de la Torre y que culminó con el asesinato en el recinto de Senadores de Enzo Bordabehere, senador por la provincia de Santa Fe. El ámbito legislativo tuvo, además, distintos momentos en los que el debate parlamentario se mostró como la vidriera de la opinión política que reflejaba la conformación de una vida política tan intensa como diversa. La figura del legislador 1
El tratado Roca – Runciman, en pleno esplendor de la “primera década infame”, protegió a los grandes ganaderos asociados a los frigoríficos extranjeros en perjuicio de los pequeños productores argentinos. Esta situación dio origen al famoso debate conocido como "debate de las carnes". Se inició en septiembre de 1934 cuando de la Torre propuso la creación de una comisión investigadora para estudiar la situación del comercio de exportación de carnes argentinas y verificar si los precios pagados por los frigoríficos a los productores guardaban relación con sus precios de venta en el exterior. La comisión presentó dos despachos, uno por mayoría en el que se afirmaba que los precios pagados eran justos y uno por minoría que presentó de la Torre el 18 de junio de 1935. En él probaba que la exportación de carnes argentinas producía ganancias sólo a los intermediarios. Los frigoríficos extranjeros evadían impuestos llevando una doble contabilidad, burlaban también los controles cambiarios reservando divisas para negociarlas en el mercado libre, que era más alto que el oficial, con lo cual compensaban las pérdidas producidas en sus dominios, todo esto en el marco de la cómplice aprobación del gobierno nacional. De la Torre acusó a los ministros Pinedo y Duhau de tergiversar la información y recibir prebendas. El debate tuvo un fin trágico cuando el 22 de julio de 1935 Enzo Bordabehere, amigo de la Torre fue asesinado por un asesino a sueldo, cuya conexión con Pinedo, Duhau y el Presidente Justo fue sobradamente probada pero nunca condenada. Desde ese momento Lisandro de la Torre abandonó la lucha política, suicidándose en enero de 1939.
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tenía un aura de respeto y reconocimiento social que se correspondía con la preparación profesional específica y la capacidad discursiva y oratoria. Aspectos estos que en la actualidad se han visto ensombrecidos 2. En 1947, por poner un ejemplo, con la sanción de la Ley 13.010 y tras un arduo, extenso y ejemplificador debate, la mujer obtiene el ejercicio de sus derechos políticos por lo cual en el ’52 se incorporan las primeras legisladoras nacionales al Parlamento. Los debates alrededor de la Reforma Constitucional de 1949 testimonian, asimismo, momentos de florecimiento de la oratoria parlamentaria que permitía establecer vasos comunicantes con la realidad externa al recinto. Algo similar, pero ya bastante más condicionado por la presencia mediática, sucedió en el decenio de los ’90 en donde la oposición al régimen menemista se afincó, entre otros lugares, en el recinto de la Cámara de Diputados. El colapso de Argentina en el 2001 profundizó aspectos que se venían preanunciando. Aquí, por lo menos, daremos cuenta de dos. Uno, que ya se prefiguraba con el renacimiento democrático, es la paulatina pérdida de protagonismo específico que ha ido adquiriendo el Poder Legislativo hasta transformarse en un apéndice funcional a la voluntad del Poder Ejecutivo. En segundo lugar, el desdibujamiento de la identidad político discursiva de los protagonistas parlamentarios. La denuncia de diputados y senadores sospechados en sus conductas se proyecta también en la debilidad para articular discursos convincentes. Esta situación desembocó en la fragmentación de los bloques partidarios y el surgimiento de bancas que representan a sectores minúsculos desde el punto de vista electoral. Justo es también reconocer que la democracia parlamentaria tal como se conoció a fines del siglo XIX 3 y a lo largo del siglo XX dio muestras de agotamiento y transformación no sólo en estas latitudes. Tanto en el resto de Latinoamérica como en Europa, los regímenes democráticos han tenido hondas transformaciones. Aquello que algunos autores reconocen como la democracia parlamentaria dio paso, al fin de la Segunda Guerra Mundial, a una nueva forma de democracia que fue llamada de masas en la medida en que proponía una correspondencia entre lo que se presentaba como acción de gobierno y la voluntad de los sectores mayoritarios. El tercer momento, a partir del decenio de los ’70 pero que en nuestro país se evidencia con el resurgimiento democrático del ’83, apunta más a un vínculo simbólico que construyen los medios masivos en donde la política es cooptada imponiendo su lógica
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La aparición de “diputruchos” en el recinto de la Cámara de Diputados en marzo de 1992, para garantizar el quórum y el voto de la privatización de Gas del Estado coronó un estilo que se impondría por varios años. 3 El primer Reglamento de la Cámara Cámara de Representantes de la Provincia de Buenos Aires es de 1822 no se puede sostener que por aquí ya existiera una democracia parlamentaria. Sí ocurría lo propio en Inglaterra que era tomada como modelo por sectores políticos que, como Rivadavia, intentaban replicar ese universo político.
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tenía un aura de respeto y reconocimiento social que se correspondía con la preparación profesional específica y la capacidad discursiva y oratoria. Aspectos estos que en la actualidad se han visto ensombrecidos 2. En 1947, por poner un ejemplo, con la sanción de la Ley 13.010 y tras un arduo, extenso y ejemplificador debate, la mujer obtiene el ejercicio de sus derechos políticos por lo cual en el ’52 se incorporan las primeras legisladoras nacionales al Parlamento. Los debates alrededor de la Reforma Constitucional de 1949 testimonian, asimismo, momentos de florecimiento de la oratoria parlamentaria que permitía establecer vasos comunicantes con la realidad externa al recinto. Algo similar, pero ya bastante más condicionado por la presencia mediática, sucedió en el decenio de los ’90 en donde la oposición al régimen menemista se afincó, entre otros lugares, en el recinto de la Cámara de Diputados. El colapso de Argentina en el 2001 profundizó aspectos que se venían preanunciando. Aquí, por lo menos, daremos cuenta de dos. Uno, que ya se prefiguraba con el renacimiento democrático, es la paulatina pérdida de protagonismo específico que ha ido adquiriendo el Poder Legislativo hasta transformarse en un apéndice funcional a la voluntad del Poder Ejecutivo. En segundo lugar, el desdibujamiento de la identidad político discursiva de los protagonistas parlamentarios. La denuncia de diputados y senadores sospechados en sus conductas se proyecta también en la debilidad para articular discursos convincentes. Esta situación desembocó en la fragmentación de los bloques partidarios y el surgimiento de bancas que representan a sectores minúsculos desde el punto de vista electoral. Justo es también reconocer que la democracia parlamentaria tal como se conoció a fines del siglo XIX 3 y a lo largo del siglo XX dio muestras de agotamiento y transformación no sólo en estas latitudes. Tanto en el resto de Latinoamérica como en Europa, los regímenes democráticos han tenido hondas transformaciones. Aquello que algunos autores reconocen como la democracia parlamentaria dio paso, al fin de la Segunda Guerra Mundial, a una nueva forma de democracia que fue llamada de masas en la medida en que proponía una correspondencia entre lo que se presentaba como acción de gobierno y la voluntad de los sectores mayoritarios. El tercer momento, a partir del decenio de los ’70 pero que en nuestro país se evidencia con el resurgimiento democrático del ’83, apunta más a un vínculo simbólico que construyen los medios masivos en donde la política es cooptada imponiendo su lógica
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La aparición de “diputruchos” en el recinto de la Cámara de Diputados en marzo de 1992, para garantizar el quórum y el voto de la privatización de Gas del Estado coronó un estilo que se impondría por varios años. 3 El primer Reglamento de la Cámara Cámara de Representantes de la Provincia de Buenos Aires es de 1822 no se puede sostener que por aquí ya existiera una democracia parlamentaria. Sí ocurría lo propio en Inglaterra que era tomada como modelo por sectores políticos que, como Rivadavia, intentaban replicar ese universo político.
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mediática y sus mecanismos discursivos al conjunto de la clase política. Se trata de democracias mediáticas. La mudanza principal, en este caso, lleva a reconocer que la representación política no pasa ya por el empleo de la oratoria y la retórica r etórica política sino por la habilidad que van demostrando los políticos para instalarse en los medios masivos utilizando herramientas que tienen que ver más con un discurso vertiginoso o, a veces telegráfico, y con el empleo de una retórica adecuada a los medios. Es moneda corriente, hoy, la travesía que hacen los políticos a diferentes tipos de escenarios como los programas de entretenimiento, de información general o de humor. A pesar de estas singularidades sigue siendo factible delimitar el discurso parlamentario y la identidad de sus estilos argumentativos. Se puede reconocer que el decaimiento del despliegue de herramientas persuasivas o demostrativas ha ido en beneficio de meros acuerdos que imponen en las votaciones la voluntad del poder Ejecutivo. El tradicional recinto de la palabra y de su cultivo se fue diluyendo en función de los nuevos mecanismos de validación. El resultado es que para los políticos se establece una suerte de regulación inflexible: la mayor exposición en los medios, genera menor necesidad de empleo de ostentación retórica en el legislativo. La esgrima verbal, la habilidad de polemista polemista y la pluma pluma combativa dejaron de ser los componentes sustantivos de los recintos parlamentarios para dar paso al manejo de acuerdos o imposiciones intempestivas. Los legisladores mediáticos cuentan con un reconocimiento que los hace sobresalir del resto y les confiere una legitimidad suplementaria al resto.
2. La función del Poder Legislativo. El ámbito parlamentario es un sitio en el que se juegan aspectos centrales de las sociedades democráticas. Su finalidad es múltiple, aunque una perspectiva apresurada pueda asignarle la producción de leyes, como el aspecto más destacable y valorizado. La producción de declaraciones o pedidos de informes, son actividades que también se realizan en cada sesión. Desde hace ya tiempo, la teoría política, la sociología y el derecho, entre otras disciplinas, han reflexionado sobre otras funciones que cumplen los recintos legislativos. Una de ellas es el control de las acciones de gobierno. Otra, la de ser el espacio en donde se gestan y se promocionan los futuros líderes políticos. No en vano todos los personajes políticos, si si pretenden tener alguna alguna trascendencia trascendencia y proyección de futuro, futuro, ven en la llegada a una banca una posibilidad óptima para poder, desde allí, lanzarse a una carrera más promisoria. Otra función tradicional es el equilibrio entre los partidos de la mayoría y la minoría. Entre los partidos que responden a una u otra orientación ideológica.
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La caída del socialismo llevó a la difusión de las identidades de izquierda y derecha que obligan a ser revisadas en función de cada coyuntura. Esta realidad también se corresponde con problemáticas que no fueron identificados en otro momento y que ahora se presentan como desafíos respecto a las formas de resolución de los conflictos. En este sentido es que deben considerarse los conflictos que involucran al medio ambiente, a las identidades ciudadanas o a las identidades de género, por nombrar sólo algunas. Otro punto tiene que ver con el equilibrio democrático, apunta a la conformación de una oposición que se proponga como alternativa al poder de turno en la medida en que diseña una mejor ejecución, un programa de gobierno y un mejor fundamento de los actos gubernamentales. Los partidos políticos, y ya no sólo las individualidades que los conforman, siguen viendo al parlamento como el sitio para promover su exposición pública. Esto es así incluso en sociedades como las actuales en donde el ejecutivo ejerce un control incuestionable respecto del funcionamiento y de las propuestas que van a tener éxito o se van frenar el espacio legislativo. En este punto la singularidad de las democracias latinoamericanas no debe hacer perder de vista que en países con una tradición más extensa que la nuestra, evidencian una tendencia similar como es el caso de Gran Bretaña, España o Francia, por ejemplo. Ahora bien, a poco que se tome contacto con los debates o las intervenciones de los miembros del parlamento se advierte que la expresión comunicativa recubre aquello que tradicionalmente se ha concebido como discurso político. Un análisis en detalle permitirá, empero, ver que no se trata del discurso político tradicional en el que el objetivo fundamental es ganar la voluntad del interlocutor descalificando al adversario o al enemigo. Aquí se trata de emplear el discurso político pero en un ámbito en donde lo determinante es la resolución en términos de los votos con los que cuenta cada bancada para hacer valer su posición. Desde este punto de vista resulta interesante advertir que en el debate parlamentario se asiste a una escenificación discursiva que está estrictamente pautada y que no permite que sus miembros expresen su voluntad con absoluta libertad. Aquí, como en otros ámbitos sociales e institucionales, no se puede decir lo que se quiera y cómo se quiera. Aquí, como en otros ámbitos institucionales, la teatralización cumple una doble función, contradictoria y necesaria, de reunión de las distintas expresiones políticas y al mismo tiempo de ostentación del deterioro de las pautas más globales de consenso. Es interesante en este sentido la lectura del Reglamento de la Cámara de Diputados de la Nación ya que establece las condiciones para el otorgamiento de la palabra en las sesiones, las formas en las que se debe dirigir el legislador y los tiempos que debe respetar. Los mecanismos de funcionamiento de las sesiones son prefigurados en cada detalle de modo que se van conformando una serie de recorridos que no se pueden alterar 4. 4
La Comisión de Labor Parlamentaria es la que reúne a los presidentes de los bloques de los partidos con representación parlamentaria para ordenar y proponer el temario de cada sesión. Constituye el ámbito privilegiado en donde se definen en más de una ocasión la aprobación o el rechazo de los proyectos.
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Pero el despliegue del debate parlamentario no se da sólo en el recinto mismo. Las comisiones, con diferentes temas a tratar, funcionan como los ámbitos previos en los que se confrontan las posiciones entre los distintos legisladores. Allí, como en el recinto, existen jerarquías, la del presidente de la comisión, la de los secretarios y las de los miembros numerarios. Estos espacios son los que posibilitan que se habilite un tema para que llegue al recinto y aquí también hay pautas. No puede hablar cualquier miembro de la comisión sin la autorización del presidente de la comisión. Las comisiones también tienen una jerarquía en la medida en que el pase de un trámite parlamentario por una u otra comisión abre la puerta para que, en el recinto, tenga un tratamiento favorable o desfavorable. En Diputados, la Comisión de Presupuesto es la única que tiene el rango de Dirección, es la primera en importancia y el pasaje y aprobación de un proyecto por esa comisión garantiza, en la mayoría de los casos, su tratamiento favorable en el recinto. Los diputados, conocedores de esta realidad, pugnan por participar en esta comisión.
3. Buscando herramientas de análisis. En nuestro caso y con las peculiaridades señaladas, nos interesa trabajar el debate parlamentario desde el punto de vista del reconocimiento de un género discursivo específico que tiene ciertos mecanismos que son propios y que lo definen como una manifestación que se puede estudiar apelando a herramientas provenientes de regiones teóricas próximas. Estas son la semiótica, la pragmática y la teoría de la argumentación. Por un lado, la semiótica se ha interesado siempre en los mecanismos de producción social de los discursos y en la construcción social de sentido de modo que sus propuestas de trabajo no pueden soslayarse. El recinto parlamentario es el sitio en donde se ponen de manifiesto el empleo de mecanismos significativos que no siempre son enunciados pero que desencadenan efectos de sentido que repercuten sobre el resto de los espacios sociales. De eso, en definitiva, venimos hablando. Por otra parte, la pragmática también resultará un aporte importante ya que trabaja con el lenguaje en situación de interacción. Los mecanismos de conducta que desencadena una emisión discursiva tienen en los estudios realizados por esta disciplina su manifestación más nítida y elocuente. La pragmática 5 se originó en distintas tradiciones pero fundamentalmente en la filosofía, disciplina que indudablemente le proveyó las ideas más fértiles. Continuó la línea del programa de Ludwig Wittgenstein, que vinculó decididamente el significado con el uso. La filosofía del lenguaje produjo las dos teorías principales que subyacen a la pragmática actual, pero que siguen siendo discutidas, a partir de la necesidad surgida en el seno de la disciplina de investigar el lenguaje en contextos de acción. Una de las teorías tiene que ver con los actos de habla 6 propuesta 5
Charles Morris había propuesto en su Fundamentos de la teoría de los signos (1938) una división de la semiótica en tres áreas: la semántica, la sintáctica y la pragmática. A ésta última le asignaba como finalidad el estudio de los signos en su relación con los intérpretes. 6 Al decir algo se realizan una serie de acciones que corresponden a varios niveles distintos. Por un lado, se producen ciertos sonidos que se amoldan al vocabulario y a la gramática de una lengua determinada y que tienen cierto significado. Austin sostuvo que esos fenómenos se agrupan en un único nivel (al que llamó acto locucionario), mientras que Searle los dividió en dos niveles distintos: un acto de emisión (de palabras o cualquier otra unidad lingüística) y un acto proposicional (que incluye referir a ciertas entidades en el mundo y predicar algo acerca de ellas). Por otro lado, con una emisión también se llevan a cabo acciones típicamente lingüísticas (pero no siempre), codificadas socialmente, como un pedido, una
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por John Austin y John Searle y otra con el análisis de la conversación con Paul H. Grice. La tercera disciplina convocada para nuestro trabajo es la teoría de la argumentación. A caballo entre la semiótica y la pragmática, la teoría de la argumentación viene reclamando una especificidad propia. Esta disciplina, renacida a fines del decenio de los ‘50, propone restablecer lazos con los postulados que, desde Aristóteles en adelante, han visto en la voluntad de imponer la opinión de uno sobre otro, un espacio que se puede estudiar con precisión. Aquí retomaremos la definición de argumentación como “actividad verbal, social y racional que apunta a convencer a un crítico razonable de la aceptabilidad de un punto de vista adelantando una constelación de una o más proposiciones para justificar este punto de vista”7.
4. Discurso político y discurso político parlamentario. Diferenciaremos aquí el discurso político en sus manifestaciones más clásicas del debate parlamentario como un campo híbrido que mantiene algunas de las características de aquel pero, al mismo tiempo, se distancia por el ámbito de producción, por la forma de circulación y por su finalidad específica. Constituye en este sentido un subgénero de discurso político. Los discursos sociales se manifiestan a partir del predominio de determinados soportes significantes que permiten su producción, su circulación y su reconocimiento. En el caso de la prensa, la escritura es el soporte significante principal. En la radio, la oralidad es el soporte del que se nutre y en la televisión, las imágenes televisivas son las que permiten la identificación de un tipo discursivo. Estos soportes significantes posibilitan, además, el despliegue de estrategias, formas de intercambio y variaciones a lo largo de un proceso discursivo. En el caso parlamentario se ubican los recintos y todos los espacios de debate como el sitio de producción que son atravesados por los discursos de los legisladores. La forma de circulación se da a partir de las transcripciones taquigráficas pero también por los corresponsales de cada medio que tiene asignada una labor específica en las diferentes cámaras. La finalidad específica es la producción legislativa. Esta producción refleja la dirección política que asume el Estado en un momento de su historia ya que el legislativo conforma uno de los poderes.
orden, una amenaza, una promesa, esto es, actos ilocucionarios o actos de habla. Los actos ilocucionarios no dependen sólo de las palabras emitidas, cosa que es especialmente clara en los actos de habla indirectos. Una emisión como ¿ No tenés hambre?, por ejemplo, puede interpretarse como un acto ilocucionario distinto (por ejemplo, una sugerencia o una propuesta) del que se desprendería de su significado y forma lingüística literales (por ejemplo, una pregunta). Por último, las emisiones también tienen efectos perlocucionarios, esto es, provocan ciertas consecuencias en las acciones, pensamientos o creencias de los oyentes. El acto perlocucionario más esperable para ¿ No tenés hambre?, por ejemplo, sería lograr que el destinatario informe simplemente si tiene hambre o no al emisor, pero pueden imaginarse muchos otros (conseguir que el destinatario prepare la comida o que establezca una conversación con el emisor, por ejemplo). 7 Frans van Eemeren, Rob Grootendorst y Francisca Snoeck Henkemans, Argumentación, Análisis, evaluación, presentación, Biblos, Buenos Aires, 2006.
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Existen interacciones que imprimen a cada variedad discursiva rasgos precisos. Ello incluye la credibilidad que los oradores construyen para que sean dignos de fe. Los motivos por los cuales se le cree a un orador tienen que ver, según Aristóteles, con la prudencia, la virtud y la benevolencia. Él asegura que es necesario que quien hable parezca dotado de estas cualidades. Más adelante, dedicaremos un apartado al estudio que formula acerca de las pasiones, las emociones y el tratamiento que estos conceptos tienen en la actualidad. El discurso político, el jurídico, el narrativo o el epistolar son variedades que obligan a plantear, por un lado, secuencias recurrentes que permiten una identificación precisa pero no es sólo desde el interior del discurso que se los individualiza sino también desde la interacción que el orador plantea con otros usuarios lo que los hace más identificables. El caso que ofrece el Parlamento en este punto es rico por la superposición de diferentes instancias que van conformando una identidad que merece analizarse. Un aspecto importante de todo discurso, que en el político cobra una trascendencia mayor, es la posición del orador. Siempre existe un criterio de autoridad, tanto en las relaciones interpersonales, en los discursos privados como en los discursos públicos, que deviene de la virtud del orador, de sus cualidades humanas, de su ubicación social, de su capacidad. De este modo, cuanto más encumbrada sea la ubicación del hablante y mayor legitimidad le sea atribuida por quienes lo perciben, mayor será la posibilidad de influencia que ejercerán sus palabras sobre los receptores. Tanto en el discurso público como en el privado, la reputación, la credibilidad, la respetabilidad, en suma, la autoridad del que habla le da a su enunciado una mayor dosis de persuasión. En este sentido, Antonio López Eyre y de Santiago Guervós señalan que “en el discurso político nos encontramos con un receptor que procesa, que decodifica un mensaje que para él tiene un origen de autoridad por el medio en el que se emite, por la posición social del emisor, por los conocimientos que se le suponen y porque emplea palabras evocadoras a las que normalmente responde emotivamente, subjetivamente” 8. Otro aspecto determinante es su trama argumentativa y su expresión a través de una multiplicidad de procedimientos retóricos y de técnicas argumentativas, como las imágenes y las metáforas, las antinomias y las analogías, las asociaciones y las disociaciones, entre muchos otros mecanismos que permiten presentar los hechos y las ideas de modo orientarlos para alcanzar la adhesión del interlocutor. Estos mecanismos lingüísticos fortalecen su dimensión persuasiva y su objetivo esencial que es ganar la voluntad del auditorio. Desde un punto de vista discursivo, la palabra puede ejercer una función mágica respecto del auditorio, con independencia de su significado a partir de que es empleada por un orador que tiene una capacidad destacada. Incluso sin conocer estrictamente el significado de un término, ejerce el convencimiento, el encantamiento, sobre todo si emite su discurso rodeado de las circunstancias adecuadas. Es más importante muchas veces la forma que el contenido, lo que se ve o se oye que el contenido que transmite; lo externo, el significante, que lo interno, el significado; es decir, pronunciar la palabra adecuada en el momento oportuno . 8
López Eyre, Antonio y de Santiago Guervós, Javier, Retórica y Comunicación Política, Cátedra, Madrid, 2000, pág. 99.
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En la medida en que el discurso político trata de capturar la voluntad de los ciudadanos para alcanzar objetivos políticos, son múltiples las formas que adopta el lenguaje para lograrla, muchas veces ocultando o endulzando la realidad. Una de las formas que adopta en el ámbito legislativo es el recurso del empleo de tecnicismos, fallos previos y/o referencias jurídicas que imprimen al discurso una especificidad propia y le agregan un componente de solidez que puede tener diferentes objetivos, desde buscar más fortaleza a la presentación a ocultar la verdad o convertirla en una verdad parcial. EJEMPLO: URTUBEY, JUAN MANUEL. En su oportunidad, nos decía en esta Cámara la señora miembro informante que "hablar de esto es hablar del andamiaje jurídico necesario para el funcionamiento del país". Me refiero a la señora diputada Elisa Carrió, quien si bien sostuvo la necesidad de introducir modificaciones respecto del texto venido en revisión del Honorable Senado opinión que siguió sosteniendo el que después fue su bloque-, hablaba de la necesidad de la renovación de la vigencia de esas normas delegadas, justamente para sostener ese andamiaje jurídico. (…) Estamos diciendo que a partir de la reforma de 1994 el constituyente quiso establecer un régimen constitucional de delegación legislativa distinto al hasta entonces vigente y pretendió superar la asimilación que existía entre el concepto de reglamentación y el de delegación legislativa, es decir que estableció un nuevo marco constitucional. Ahora bien, en cuanto a la cláusula transitoria 8ª -de la cual hablábamos recién- casi no hubo jurisprudencia resonante, aunque sí vinculada con la cuestión previa a la reforma de 1994, pero en doctrina, autores como Palazzo, Bianchi, García Lema, Gelli, Serrano y Punte escribieron sobre los problemas de interpretación de dicha cláusula. Cuando se sancionó la primera norma, la del año 1999, a propuesta de los diferentes bloques estuvieron en la comisión los doctores Comadira, Bianchi, García Lema, Ocampo, Barra, Gil Lavedra, Paixao, Sabsay y Gordillo; todos ellos participaron y dieron sus opiniones. Era unánime en la doctrina la necesidad de la ratificación, superando uno de los problemas de interpretación que había. Salvo la opinión del doctor Gordillo, la de la mayoría de ellos -inclusive lo escrito- tenía que ver con que si bien se establecía la necesidad de que la ratificación fuera individual, para la Argentina era un mal menor y necesario esa ratificación general de absolutamente todas las normas a través de la ley 25.148, de delegación de facultades. Los problemas interpretativos de esta norma radican en la naturaleza del texto que estamos sancionando (…)9[8].
4. 1. Discurso parlamentario. Ideología y discurso jurídico. Un tema insoslayable al revisar los rasgo identificatorios del discurso político es su dimensión ideológica. El nivel donde la ideología disputa la hegemonía en una sociedad es, básica pero no solamente, en el lenguaje y en el discurso 10. La lengua es, como otros dispositivos sociales aunque parezca menos evidente, un instrumento de control, como también de comunicación. Las formas lingüísticas permiten transmitir y a la vez distorsionar significados. Los oyentes pueden ser a la vez informados y manipulados y, en muchos casos, manipulados cuando suponen estar informados. “La lengua es ideología en el sentido más político de la palabra: implica distorsión sistemática al servicio de los intereses de clase” 11. La lengua cuenta con dispositivos para transmitir ideología. Los "lugares" o topoi ("lugares comunes", en el sentido aristotélico), son herramientas privilegiadas 9
Los ejemplos corresponden a la transcripción taquigráfica tomada de la Reunión Ordinaria N° 26, Sesión N° 19 del 16-08-2006, disponible en http://www1.hcdn.gov.ar/sesionesxml/item.asp?per=124&r=26&n=17 10 Cfr. Valentín Voloshinov, El signo ideológico y la filosofía del lenguaje, Nueva Visión, Buenos Aires, 1976. 11 Hodge, R. y G. Kress, El lenguaje como ideología, Fondo de Cultura Económica, México, 1979, pág. 12
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destinadas a cumplir una función de pasaje e imposición de valores al conjunto de la sociedad. Su fuerza persuasiva reside precisamente en su pretendida universalidad 12. Ejemplos de estos lugares con pretensión de universalidad serían, entre muchísimos otros típicos del discurso político, la patria asociada a la "identidad nacional", la democracia como garantía del cumplimiento de las "libertades individuales", o el régimen como conjunto de “prácticas gubernamentales corruptas”. Puede tratarse de una palabra o de un sintagma que tiene un funcionamiento estable. El primer Justicialismo (1945-55) empleó los conceptos de justicia social, independencia económica y soberanía política como topoï que le permitía, al ser reconocidos como identidades políticas por amplios sectores sociales, amalgamar y apelar a vastos conjuntos sociales. Estos topoi se relacionan profundamente con el sistema ideológico del enunciador vinculado con otros sistemas ideológicos y conforman representaciones sociales que se proyectan sobre el conjunto de la sociedad posibilitando formas de acceso a la realidad e incluso modelos de vinculación con la verdad. Tienen también una vigencia y una significación precisa en el tiempo van siendo utilizados y dejados de lado según variables que se corresponden con la vigencia y el mantenimiento de una determinada ideología. La escenificación y la ritualización en el ámbito parlamentario obligan a recurrir a elementos propios de una dimensión teatral que permiten el desencadenamiento de significados precisos. El izamiento de la bandera antes del inicio de cada sesión, la referencia al conteo de los diputados presentes y ausentes, la llegada del presidente al recinto, la lectura del orden del día son elementos que se orientan en esa dirección, la presencia o ausencia de público en las galerías 13. El discurso parlamentario tiene puntos de contacto con el político pero también remite al ámbito jurídico. Las condiciones de enunciación del discurso jurídico suponen la voluntad de un carácter objetivo en el empleo de las categorías y en la creación de un dominio abstracto que pretende distanciarse del ámbito político específico. La objetividad y la abstracción son las columnas sobre las que se apoya la legitimidad del derecho, la validez y la eficiencia de las normas. Para ser pronunciado, el discurso jurídico exige combinar el encuentro de lo particular – el hecho – con lo general – la ley. De allí que, en más de una ocasión, como el caso del diputado Urtubey, los legisladores se amparen en la técnica jurídica para formular sus propuestas. En este punto resulta interesante la opinión de Jürgen Habermas cuando señala que “como la práctica de las decisiones judiciales está ligada al derecho y a la ley, la 12
Un topos es un elemento perteneciente a una tópica, una heurística, un arte de recolectar, producir y tratar informaciones para hacerlas aparecer en los argumentos. Son reservorios de argumentos, formas vacías construidas por grillas, medios mnemotécnicos de descubrir las ideas del discurso. Esta manera de proceder parte del principio según el cual no se crean argumentos desde la nada sino que siguen un cierto camino. Quintiliano distingue los lugares de la persona (su familia, si patria, su edad, su sexo, se fortuna, su pasado, etc.) y los lugares de la causa (tiempo, lugar, manera, género, especie, difrencias, propiedades, etc.). Este concepto se puede comparar con el de estereotipo en semántica y con el de red en lógica natural. Cfr. en este mismo volumen el artículo de Bart Garssen “Esquemas argumentativos” donde despliega con más detalle el concepto. 13 Signo innegable de los tiempos, la Cámara de Diputados cuenta hoy con una triste escenificación, el edificio tiene un vallado que habla de su distanciamiento respecto del conjunto de la sociedad.
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racionalidad de la administración de justicia depende de la legitimidad del derecho vigente. Ésta depende a su vez de la racionalidad de un proceso legislativo, que, en la situación de división de poderes que el Estado de derecho establece, no está a disposición de los órganos de aplicación del derecho. Ciertamente, el discurso político y la práctica de la legislación constituyen, desde el punto de vista del derecho constitucional, un importante tema de la dogmática jurídica” 14. El intercambio comunicativo entre la formación de la opinión pública, los resultados electorales institucionalizados y las resoluciones legislativas apuntan a garantizar que la influencia generada en el espacio de la opinión pública y el poder generado comunicativamente se transformen a través de la actividad legislativa en poder utilizable institucional y administrativamente. Más adelante precisa Habermas que “la política deliberativa constituye la pieza nuclear del proceso democrático. Esta lectura de la democracia tiene consecuencias para esa concepción de una sociedad centrada en el Estado, de la que parten los modelos habituales de democracia. Pues de esa lectura se siguen diferencias, tanto respecto de la concepción liberal del Estado como guardián de una sociedad económica (en el sentido de centrada en la economía), como respecto de la concepción republicana de una comunidad ética institucionalizada en forma de Estado”.
4. 2. Discurso parlamentario. Proponente, oponente y tercero. El campo discursivo político supone la noción de enfrentamiento entre diferentes enunciadores. El discurso político es eminentemente polémico y aparece marcado por la necesidad de construir o identificar un adversario o un oponente. La cuestión del oponente implica que todo acto de enunciación política se basa en la certeza de la posibilidad de existencia de otros actos verbales opuestos al propio. Es entonces una réplica a un otro que puede ser real o supuesto, positivo o negativo, y a los cuales se dirige al mismo tiempo. Eliseo Verón 15 llama al destinatario positivo, prodestinatario y lo identifica con el miembro del partido. La relación que se entabla entre el enunciador y el prodestinatario conforma el colectivo de identificación que se expresa en términos de un ‘nosotros’ inclusivo 16. El destinatario negativo está excluido de ese colectivo de identificación, es el contradestinatario y su formación se da por la suposición de una inversión de la creencia; lo que vale para el enunciador es inválido para el contradestinatario. 14
Jürgen Habermas, Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso, Trotta, Madrid, 2001. 15
Eliseo Verón, “La palabra adversativa. Observaciones sobre la enunciación política”, en AA.VV., El discurso político. Lenguajes y acontecimientos, Hachette, Buenos Aires, 1987. 16 El empleo de nosotros puede dar lugar a distinguir usos diferenciados. En principio, el nosotros puede ser “retórico”, “mayestático” o “de modestia” pero también puede ser “inclusivo” o “exclusivo”. En cada caso, puede aludir a un yo más un tú y un él o se puede dar el caso que sólo incluya a un yo y a un tú pero que excluya a él. En las exposiciones de los diputados el “nosotros, los miembros del bloque X…” es diferente al “nosotros, los diputados…” o “nosotros, los argentinos…”. El nosotros “mayestático” se da cuando el rey de España ordenaba fundar una ciudad y la Ordenanza estaba escrita con el uso del nosotros. Ha quedado fijado en el empleo de determinadas formas en el lenguaje político cuando se remite a un nosotros que es irreconocible en la totalidad a la que refiere. Cfr. Catherine KerbratOrecchioni, La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje, Hachette, Buenos Aires, 1986, pág. 55-57.
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Además de estos dos componentes, existe un tercero que se mantiene fuera del juego, su ubicación es la del paradestinatario. Hacia él va dirigido el discurso político pero desde la posición de la voluntad de ganarlo a partir de la persuasión. Desde este punto de vista se puede reconocer que para el prodestinatario el discurso político funciona como un refuerzo, para el contradestinatario como una polémica y para el paradestinatario como una persuasión. Ahora bien, esta primera clasificación de los componentes del discurso político permite reflexionar acerca de las necesarias adaptaciones que requiere al transferirlas al ámbito legislativo. Una perspectiva apresurada podría hacer creer que en el parlamento se enfrentan discursos políticos a partir de una disputa de poder que se resume en la votación del proyecto en tratamiento. Sin embargo, una lectura más atenta llevará a tomar en cuenta la posibilidad no sólo de ganar una votación sino además de conformar un discurso legítimo, creíble y aceptable que se pueda expandir más allá del recinto. Desde el punto de vista argumentativo preferiremos aquí la distinción entre los actantes de la argumentación que son el proponente, el oponente y el tercero. Este triángulo entre proponente, oponente y tercero permite distinguir a los actantes de los actores de la comunicación argumentativa que son los individuos participantes en la comunicación. En un intercambio concreto, el mismo lugar actancial puede ser mantenido por más de un actor (se hablará en este caso de alianza argumentativa). Los actores pueden ocupar sucesivamente cada una de las posiciones argumentativas (o roles actanciales). Un actor puede dejar de lado su discurso de oposición para pasar a otro de incertidumbre o duda, puede pasar de la posición de oponente a la tercero. De modo recíproco, la misma posición de actante argumentativo puede ser ocupada por muchos actores, es decir por muchos individuos aliados. El estudio de la argumentación se interesa en los sistemas que organizan los discursos que se enfrentan como aquellos que son coincidentes 17. En el ejemplo siguiente el diputado Luis Lusquiños, perteneciente al bloque partidario Justicialista Nacional es el actor concreto que pide la palabra a la presidente de la cámara, intervendrá pronunciando un discurso acerca del debate de las facultades delegadas al Poder Ejecutivo y argumentará en contra de ese tema. Pero además es un actante (oponente) que profiere un discurso. Otro colega del bloque comparte el tiempo de exposición pero aclarando que tendrá una propuesta positiva. EJEMPLO. Sr. Luis Bernardo Lusquiños. “Señora presidenta: en nombre del bloque Justicialista Nacional compartiré el tiempo del que disponemos con el señor diputado Alvarez. En lo personal trataré de expresar nuestra visión negativa respecto del proyecto en consideración, y el diputado Alvarez expondrá una visión propositiva, que de ser aceptada modificaría nuestra posición de rechazo.” (…) 17
Cfr. Christian Plantin, L’Argumentation. Histoire, théories et perspectives, P.U.F., Que sais-je? Paris, 2005, pág. 66 y sigs.
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La diferenciación entre actantes/actores permite comprender la idea acerca de la argumentación como una situación de confrontación. Importa no confundir la oposición entre discursos –entre actantes- y las eventuales colaboraciones o las oposiciones entre personas, entre actores. La situación de argumentación es conflictiva cuando los actores se identifican con los roles argumentativos. Por ejemplo, cuando alguien piensa consigo mismo acerca de una decisión que debe tomar, el mismo actor puede recorrer pacíficamente todos los roles actanciales. Si un grupo se reúne por un interés común y pone en juego ese interés común, lleva necesariamente a que sus miembros examinen sucesivamente las diferentes respuestas posibles a esta cuestión y los argumentos que los sostienen. En el curso de este proceso recorren de modo metódico las diferentes posiciones actanciales, sin una identificación definitiva respecto de una de esas posiciones y sin que aparezcan necesariamente los antagonismos de los actores. El orador parlamentario dispone de recursos discursivos y retóricos que no se corresponden siempre y exactamente con aquellos del discurso político. Existe una organización rigurosa respecto a los turnos que cada miembro del parlamento tiene y que el Reglamento de la Cámara de Diputados y el de Senadores establecen. Los legisladores no pueden hablar entre sí sino que deben dirigirse al Presidente como autoridad máxima del cuerpo. Incluso cuando se hacen referencia entre sí, el aludido debe pedir la palabra al Presidente si considera que debe responderse. Y es el Presidente el que autoriza en caso que lo considere oportuno. Aquello que se podría suponer como un debate dialogado en verdad no lo es. La confusión podría sobrevenir de juzgar que el interés del debate parlamentario es torcer la voluntad de los pares o que pueden darse debates libremente sin una firme organización. Cada uno de los 257 miembros de la Cámara de Diputados o los 72 Senadores de la Nación tienen definida su pertenencia por el bloque al que representan y dentro de cada bloque cada uno tiene una especialización que no necesariamente implica que todos están en condiciones de ejercer el derecho a la palabra. Es muy difícil que esa adhesión al bloque no sea respetada, en tiempos normales 18. EJEMPLO: Sra. Presidenta Patricia Vaca Narvaja Si me permite, señora diputada, la señora diputada Romero está solicitando una interrupción por intermedio de esta Presidencia. Sra. Marcela Virginia Rodriguez, La concedo, señora presidenta. Sra. Presidenta Patricia Vaca Narvaja.- Para una interrupción, tiene la palabra la señora diputada por Entre Ríos. Sra. Rosario Margarita Romero. Señora presidenta: escuchando los argumentos de la señora diputada, advierto que en la enumeración de los decretos queda lanzada la idea de que estuviéramos hablando de normas dictadas por el Poder Ejecutivo en forma absolutamente desvinculada de sus facultades (…).
La situación crítica que ha atravesado la Argentina en la última década dio como resultado, en la Cámara de Diputados, el florecimiento de una pequeña multitud de bloques partidarios, en algunos casos unipersonales o con dos o tres miembros, que implicó el diseño de una auténtica ingeniería para lograr una votación coherente y homogénea. La mayoría que conformó tradicionalmente el Partido Justicialista se ha visto alterada por esta situación y se han tenido que ensayar verdaderos malabarismos 18
En el 2001, de modo excepcional, el vicepresidente de la Cámara y presidente del bloque de Diputados por el Partido Justicialista, Eduardo Camaño pidió la palabra y planteó, en la sesión del 3 de mayo, que "cada legislador hablará en forma personal y no en nombre del bloque justicialista en su conjunto".
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para conservar el número necesario de votos para la aprobación de las normas jurídicas más controvertidas. La oratoria que se despliega en el recinto tiene un destinatario ausente que sólo se evidencia en la medida en que la prensa o los medios masivos den cuenta de ello. Desde este punto de vista resulta ingrata la función del orador porque sólo es reconocido por sus pares en la medida en que los medios masivos den cuenta de él. Se da entonces la paradoja que la batalla que se emprende para llegar al recinto parlamentario concluye en el reconocimiento de otro espacio que no es el propio del legislativo. Si bien esto puede ser así, es preciso tener en cuenta que el oficialismo en una cámara conforma un proponente privilegiado frente a la oposición. Si nos atenemos estrictamente al espacio delimitado por el recinto parlamentario no existe el tercero ya que cada uno está sentado en una banca en función de un determinado voto que emitirá a la hora de jugar la elección. Esta situación, con todo, permite reconocer diferentes funciones que cumplen los legisladores. Aquí retomaremos la tipología que retoma Cecilia Quintrileo propuesta por Gutemberg Martínez. Se trata de tipos ideales que se superponen a los legisladores concretos, existen pues: Legisladores de representación, son los que optan
por entregarse a una relación especial
con su distrito o circunscripción. Legisladores de comisión, son aquellos que por formación profesional, necesidades de su distrito electoral, o conocimientos previos, enfocan su trabajo legislativo en las comisiones respectivas. Legisladores de sala o pleno, son quienes dada su relevancia política o su capacidad oratoria, concentran su quehacer en las intervenciones con que las distintas bancadas fundamentan sus posturas. Estos son los que, en general, se transforman en personajes mediáticos. Legisladores de fiscalización, también se dedican al trabajo de comisión, pero concentran su labor en el control de los actos de gobierno y de administración proponiendo pedidos de informes para el Ejecutivo. Legisladores de partido, son los que mayormente emplean su posición para hacer política en el ámbito partidario. Legisladores del ejecutivo, se dedican (en la comisión o en el recinto) a defender y promover los proyectos y posiciones del ejecutivo. Legisladores candidatos , son los que emplean la banca como medio para catapultarse a otro cargo o se imaginan manejando el Ejecutivo.
4. 4. Debate y argumentación. Polifonía e intertextualidad. El debate parlamentario es una manifestación discursiva que surge a partir del reconocimiento de una temática que debe ser resolverse con la sanción de una norma jurídica y a partir del reconocimiento de puntos de vista divergentes. Se parte de un estado de “suspensión del asentimiento” frente a un tema. Esta falta de acuerdo lleva a poner en palabras las diferencias de puntos de vista que se sostienen, pero el fin último en este caso no es alcanzar un acuerdo a partir del cual el que piensa diferente pase a ser persuadido o convencido sino que la resolución está fijada de 13
antemano por el número de votos con el que cada uno de los contrincantes cuenta. La sanción del proyecto es la resolución del conflicto. Esta situación lleva a que cada una de las partes argumente y, a partir de allí, desarrolle un discurso de justificación de su posición. Hay un compromiso que obliga, por la resistencia del otro, a desplegar una opinión determinada. Por su parte, el oponente debe justificar sus reservas, desarrollando los motivos o sus dudas, ya sea brindando argumentos orientados hacia un punto de vista distinto, ya sea refutando las razones brindadas a favor de la posición inicial. En una situación tal, todos los elementos semióticos se ponen en funcionamiento para imponer su fuerza argumentativa. El vaciamiento del recinto, el retiro del quórum o la postergación del tratamiento de un proyecto se orientan en este sentido. Lo mismo puede decirse de la presencia de barras que se manifiestan en los palcos o incluso de algunas conductas que pueda esgrimir algún diputado que trabe el seguimiento del debate, como el caso de la diputada Alicia Castro cuando se levantó de su banca para ofrecerle al presidente de la Cámara la bandera de los EEUU para que sustituyera la bandera nacional en el año 2002. En este punto es conveniente recordar la formulación de Deborah Schiffrin acerca de la argumentación como “un modo de discurso ni puramente monológico ni puramente dialógico (…) un discurso a partir del cual los locutores defienden posiciones discutibles”19. Esta definición evita la situación estrictamente dialogal de la argumentación que se omite en el caso del discurso parlamentario. El diálogo supone una situación de cara a cara, el lenguaje oral, la presencia física de los interlocutores y el encadenamiento de réplicas. En el legislativo se dan estas características pero con ciertas peculiaridades ya señaladas. Es por eso que proponemos incorporar los conceptos de polifonía 20 e intertextualidad21 en la medida en que permiten la extensión de la idea de diálogo argumentativo. En efecto, en el caso del debate parlamentario el orador siempre tiene en cuenta la voz de algún otro que estará en condiciones de reafirmar, impugnar o cuestionar los fundamentos propios. Ello le permite desplegar tanto los argumentos pertinentes para consolidar su postura como los contraargumentos que, empleados por el proponente según su propia orientación, sirven para descalificar al adversario. En el ejemplo de Urtubey la referencia a Carrió trata de descalificar la postura de esta diputada al poner en evidencia el cambio de actitud en dos momentos distintos del tratamiento del tema. Por otra parte, el discurso pronunciado por un legislador además de ser polifónico es intertextual lo que hace que el papel del orador sea sólo una instancia de reformulación 19
Deborah Schiffrin, Discourse Markers. Studies in Interactional Socioloinguistics, Cambridge University Press. Cambridge, 1987. 20 Bajtin en su estudio sobre Dostoievski habla de polifonía, cuando el texto se construye por la interacción de múltiples conciencias en contraste con aquel otro tipo de narración que se edifica como conciencia absoluta que subsume en sí las otras como objetos de sí misma y que él denomina monológico 21 La intertextualidad, en sentido amplio, se refiere al conjunto de relaciones que acercan un texto determinado a otros textos de distinta procedencia. Puede ser del mismo autor o más comúnmente de otros, de la misma época o de épocas anteriores, con una referencia explícita (literal o alusiva o no) o la apelación a un género, a un arquetipo textual o a una fórmula imprecisa o anónima.
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de emisiones anteriores que se formularon ya sea en otros ámbitos, como los de la comisión que dio lugar al proyecto presentado, como a los fundamentos o los datos en los que se basa que, en general, actúan como otros textos que se reformulan. Los considerandos de los proyectos legislativos funcionan como auténticas recopilaciones de posiciones a favor y en contra de las normas propuestas. Son en este sentido piezas polifónicas e intertextuales que organizan el dispositivo argumentativo considerando algunos puntos como convenientes para la dirección que se quiere emprender y otros como mecanismos que permiten ser descalificados. Las referencias intertextuales pueden pasar de lo escrito a lo oral. Pueden manifestarse en el debate en las comisiones como en el recinto y permiten identificar uno de los componentes centrales de discurso parlamentario. Ya sea que se trate del discurso escrito o de la formulación oral en el recinto siempre la conformación del texto parlamentario se organiza sobre la base de esos dos mecanismos que pueden estar en presencia o ser evocadas virtualmente. La referencia al discurso planteado acerca de los hielos continentales que se cita en el Anexo funciona, por un lado, como pieza polifónica, en tanto incorpora en el discurso propio a Arturo Jauretche y a Jeremías Bentham, al mismo tiempo, cuestiona la identidad partidaria de pares que pertenecen a un mismo partido (Justicialista) pero que proponen distintas conductas frente al problema limítrofe. Por otra parte, interroga también a los propios miembros del bloque justicialista y choca con su forma de concebir la patria. Nuevamente las referencias a otros dos autores Raimundo Paniker y Leopoldo Palacios le permite incorporar cierta ironía al disociar nociones de patria y patrioterismo que harían que, de respetarlas, aún dependiéramos del rey de España.
4. 5. Acuerdos y desacuerdos. Los componentes polifónico e intertextual ponen el acento sobre aspectos fundamentales de la argumentación en la medida en que permiten articular discursos contradictorios. El diálogo cotidiano tiende al acuerdo. Las oposiciones a una intervención pueden darse desde el punto de vista verbal o paraverbal. En este último caso se manifiestan a partir de rasgos precisos: interrupciones, rechazo a la intervención de otro, aceleración de la palabra. Las transcripciones dan cuenta en más de una ocasión del malestar que provocan ciertas intervenciones y son reflejadas por los taquígrafos como varios legisladores intervienen o aplausos, etc. Es lo que sucede con la intervención del diputado Lix Klett en el caso que ejemplificamos más abajo. Estos episodios de divergencia o convergencia pueden darse de un modo planificado o no planificado. En el caso del debate parlamentario el lugar que ocupan los intervinientes prefiguran los acuerdos o desacuerdos. En las interacciones argumentativas, las divergencias descansan en un diferendo que presenta características específicas. Se señalan en el momento en que aparecen y tematizan la interacción. De este modo provocan intercambios organizados alrededor de un conflicto preexistente. Este desacuerdo es la razón de ser de estas interacciones y la
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condición para su desarrollo. Las intervenciones de los participantes son desarrolladas y planificadas. Las opciones que manejan los participantes en una cuestión argumentativa para poner en evidencia los acuerdos o desacuerdos son la proposición, la oposición y la duda. Si tomamos el debate ocurrido en el año 2006 acerca de Programa Nacional de Educación Sexual Integral podremos apelar a estas variantes 22.
Proposición. El Proyecto presentado se orientaba a introducir la educación sexual en las escuelas de todo el ámbito nacional. Este principio corresponde al principio de la “opinión dominante” tal como lo encarnará la ley propuesta. “ P : se introduce la educación sexual obligatoria.” El proponente que es el miembro informante de la comisión habla con un “nosotros” inclusivo que excede la identidad partidaria. Debe entonces dar los datos más sólidos y contundentes a favor del proyecto que presenta EJEMPLO Sra. Blanca Osuna: (…) Estamos presentando en este recinto el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, y lo hacemos con un fundamento que tiene distintos ejes. En primer lugar, estamos refiriéndonos al concepto de cuidado, pero no a un cuidado coercitivo sino a aquel que habla de la responsabilidad de los adultos en relación con los jóvenes y con los niños. Nos basamos además en otro eje, que es el derecho de niños y jóvenes a recibir formación e información sobre educación sexual. Por último, nos apoyamos en un fuerte basamento ético que sostenga que esta propuesta debe ser necesariamente respetuosa de los distintos actores que de manera solidaria deben confluir en la propuesta sobre educación sexual. Este proyecto de ley que hoy estamos presentando aquí es producto de un trabajo intenso y de consensos alcanzados a partir de la discusión -a veces dura pero siempre bien intencionada- que movilizó a los señores legisladores (…).
Oposición. La oposición podría presentar una postura contraria a la norma: “O: la introducción de este tipo de contenidos en los ámbitos escolares ha sido un fracaso en otros países”. EJEMPLO: Sr. Roberto Ignacio Lix Klett. En primer lugar, pido que con detenimiento se observe lo que ha sucedido en Suecia, Austria, los Estados Unidos y otros países donde se han implementado políticas de este tipo y tuvieron un rotundo fracaso. -- Varios señores diputados hablan a la vez.
Lamentablemente, esta educación ha motivado que se acelere el tiempo del comienzo sexual, lo cual ha provocado la pandemia del sida y de tantas enfermedades venéreas, como asimismo la crisis que hoy sufren los países desarrollados...
Dudas. Algunos oradores pueden orientarse a poner algún tipo de objeciones respecto al monopolio que ejercería el Estado. Surgiría una posición tercera
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Los ejemplos de este debate corresponden a la transcripción taquigráfica tomada de la Reunión Ordinaria N° 26, Sesión N° 19 del 16-08-2006, disponible en http://www1.hcdn.gov.ar/sesionesxml/item.asp?per=124&r=26&n=17
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“T : La educación sexual debería ser consultada con los padres ya que son ellos los responsables de la educación de los hijos”. EJEMPLO: Sra. Eusebia Antonia Jerez. Por eso celebro que estemos debatiendo una ley de educación sexual integral, pero lamento que se haya excluido a los padres. Bien dijo la señora miembro informante que de ninguna manera se puede excluir a la familia, que no se puede desconocer el derecho inviolable de los padres en la educación. -- Aplausos en las galerías. Por eso pedimos que taxativamente se agregue en el artículo 5° que los padres, madres, tutores o encargados tienen el derecho de estar informados de los contenidos de la educación integral para poder optar con fundamentos sobre la participación de sus hijos en dichas actividades sin interferir en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta propuesta no significa que nos opongamos a la oferta educativa que prevé esta ley. Respecto del artículo 7°, reafirmamos algunos conceptos vertidos por la señora miembro informante en cuanto a que se respetarán las posturas filosóficas, éticas y religiosas. Por eso propongo que en ese artículo se garantice la pluralidad en la integración de la comisión interdisciplinaria de especialistas en la temática, incluyendo a representantes de distintas posturas éticas y religiosas. Se debe respetar el federalismo y no imponer una norma nacional.
La cuestión del debate entonces se instala como una contradicción entre un discurso proponente, un discurso de oposición y un discurso de dudas pero que, en verdad, se plantea como la oposición al proyecto de manera que el esquema conforma la cuestión argumentativa sobre la base de: Proposición vs. Oposición + Duda --------} cuestión argumentativa. En el caso que estamos tratando la argumentación es un tipo de actividad que se desarrolla en una situación argumentativa. Pero la argumentatividad de una situación no es un asunto de todo o nada. Hay que distinguir formas y grados en función de la combinatoria específica de los componentes fundamentales: conjuntos discursivos (potencialmente) contradictorios, tipos de contacto que mantienen, tipos de asuntos que emergen y respuestas (conclusiones) que son dadas, tipos de discursos (argumentos) que rodean a estas conclusiones. De esta forma se puede ir más allá de la oposición entre forma narrativa, descriptiva o argumentativa. Es posible evaluar el potencial argumentativo de dos o más descripciones o de dos o más narraciones contradictorias, a condición de que sean presentadas sosteniendo respuestas diferentes respecto de una misma pregunta. Una situación dada comienza a convertirse en argumentativa cuando se manifiesta allí una oposición discursiva, como en el fragmento que se lee a continuación. La descripción de un ejemplo personal se orienta argumentativamente en el conjunto de la exposición. EJEMPLO. Sra. Lucía Garin De Tula. Permítaseme una digresión. Quisiera recordar que cuando mis niños eran pequeños, en la década del 80, hubo un caso de abuso sexual en su comunidad educativa, y cuando empezábamos a hablar de formar a los niños en esta temática, muchos padres aducían que terminaríamos con su inocencia. Entonces dije que prefería terminar con la inocencia de los niños y no que uno de mis hijos fuera abusado sexualmente dentro de su ámbito escolar. Tomo aquel ejemplo para decir que quiero para -ya no mis hijos- mis nietos una educación sexual responsable que termine con los prejuicios, las mentiras y los tabúes. (…). (Aplausos.)
4. 6. La estructura de los argumentos.
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A pesar de los debates en torno a la conformación de los argumentos 23, aquí retendremos la propuesta formulada por la corriente de estudios de la argumentación conocida como pragmadialéctica. Frans van Eemeren distingue tres tipos de estructuras de los argumentos 24: 1) argumentación subordinada (en serie); 2) argumentación coordinada (encadenada) y 3) argumentación múltiple (convergente). Cuando cada razón apoya separadamente el punto de vista (en algún grado) el razonamiento es convergente. Un argumento complejo puede combinar todos estos tipos de estructuras de los argumentos. Así es posible reconocer estas tres variedades indicadas en las transcripciones siguientes. En el caso de la argumentación en serie se van presentando distintos argumentos. La argumentación es seriada o subordinada si las razones se apoyan sucesivamente una en la otra. Por otro lado, si el razonamiento es encadenado, cada una de las razones dadas está directamente relacionada con el punto de vista y las razones funcionan como una unidad. EJEMPLO. Sra. María Del Carmen Rico: La sexualidad es una parte más de nuestras vidas, y nuestros niños y adolescentes son bombardeados permanentemente a través de los medios de comunicación con información que no siempre es veraz y con mensajes que casi siempre confunden. Esta problemática involucra a toda la población, pero no podemos desconocer que está profundamente marcada por desigualdades sociales que trazan perfiles y riesgos médico sanitario diferenciales, expresando la estructura de oportunidades que esta sociedad y este Estado brindan a sus habitantes. Porque cuando hablamos de educación sexual, estamos también hablando de informar para evitar abortos, embarazos no deseados, prevenir enfermedades de transmisión sexual con consecuencias que derivan en infertilidad y muerte, sin obviar, por supuesto, las consecuencias de la epidemia que produce el sida. Abordar el tema de la educación sexual en la niñez y en la adolescencia implica entre otras cosas prevenir el abuso sexual, brindándoles información a los niños lo antes posible, siempre de acuerdo a su edad y madurez emocional, y capacitación docente para trasmitir esa información y detectar dicha problemática. Implica también prevenir el embarazo adolescente ya que no podemos dejar de mencionar los factores de riesgo para la madre y el niño relacionados con la temprana edad de parición y el intervalo entre un embarazo y otro. Sabemos bien que la problemática del embarazo adolescente puede no ser percibido como problema para ciertas mujeres por cuestiones culturales, personales, etcétera. Sin embargo, no nos exime de brindarles toda la información y conocimientos posibles para evitar situaciones de riesgo real.
La educación sexual implica la serie evitar abortos, embarazos no deseados, prevenir enfermedades y abuso sexual. Pero asimismo en distintos momentos del debate se van desplegando argumentaciones que se encadenan o se coordinan de distinto modo. EJEMPLO Sra. Blanca Osuna: Por eso, porque asociamos el reconocimiento del derecho de los jóvenes y este puente que viabiliza el ejercicio de ese derecho, que se lleva a la práctica a través de la tarea docente, creemos que sería absolutamente injusto trasladar lisa y llanamente la 23
Cfr. el artículo de Francisca Snoeck-Henkeman en este mismo volumen donde desarrollan teóricamente estos conceptos. 24 Frans van Eemeren et alt, Ob. Cit., pág. 76-77.
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responsabilidad de educar en esta temática tan sensible a los docentes sin que medie un programa especial de educación sexual y de capacitación y formación docente.
En este caso el programa de educación sexual supone el reconocimiento de un derecho que tienen los jóvenes para estar informados pero este derecho se encadena con aquellos que serán los encargados de transmitir determinados contenidos y a su vez esos mismos docentes deberán formarse y capacitarse en educación sexual. Antes, en el inicio del discurso en el que la diputada Osuna presenta los fundamentos elaborados por la comisión para que se apruebe el Programa actúa como una argumentación múltiple ya que existen tres razonamientos que sostienen la conclusión. La conclusión es, “se debe aprobar el Programa Nacional de Educación Sexual Integral”. Los tres razonamientos (ella los nombra como “ejes”) en los que se basa para soportar la conclusión son: (…) En primer lugar, estamos refiriéndonos al concepto de cuidado, pero no a un cuidado coercitivo sino a aquel que habla de la responsabilidad de los adultos en relación con los jóvenes y con los niños. Nos basamos además en otro eje, que es el derecho de niños y jóvenes a recibir formación e información sobre educación sexual. Por último, nos apoyamos en un fuerte basamento ético que sostenga que esta propuesta debe ser necesariamente respetuosa de los distintos actores que de manera solidaria deben confluir en la propuesta sobre educación sexual. (…)
4. 7. La carga de la prueba. La carga de la prueba tiene un valor central en la argumentación. Se trata de un principio en definitiva conservador: hasta que no se pruebe lo contrario, lo que se hace es correcto. Si algo debe cambiar hay que tener evidencias concluyentes acerca de los beneficios del cambio. Este principio es definitorio del papel de Proponente que puede ser encarnado por uno o más de uno que es el que sostiene la carga de la prueba. En derecho, la atribución de la carga de la prueba determina legalmente quien debe probar qué y funda el recurso de apelar a los antecedentes. Si alguien que debate propone una contraargumentación respecto a un tema debe enfrentar la carga de la prueba de su afirmación. Numerosas estrategias de debate se interpretan por la voluntad de invertir la carga de la prueba. Deja de ser una característica previa del debate para convertirse en un desafío del debate. La carga de la prueba puede variar con el grupo que la sostenga. Si la doxa del grupo es que se debe incluir la educación sexual en las escuelas entonces aquel que se oponga debe probar que el rechazo de esta iniciativa es beneficioso para los jóvenes o para los involucrados. La estabilización de la carga de la prueba aparece a fin de cuentas como un atributo institucional, impuesto a los participantes o se puede ver también como una convención aceptada por los participantes. 19
En algunos casos a pesar del uso que se hace la carga de la prueba, la opinión subsiste porque no se trata de discutir sólo a partir de datos sino que existen otro tipo de limitaciones que obligan a mantener determinadas posiciones. En el debate que tomamos como referencia, salvo el diputado Lix Klett, ningún diputado abiertamente sostiene la oposición al proyecto aunque es sabido que la iglesia católica se opone a este tipo de iniciativa y se proclama partidaria del ejercicio de la libertad de conciencia por parte de cada familia. Si se revisa la transcripción del debate se advierte que no era necesario abundar respecto a los problemas que trae la falta de educación sexual (incremento del embarazo adolescente, riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual, edad de inicio de la vida sexual normal, etc.), aquello que se afirma como un acuerdo del conjunto de cuerpo legislativo se demuestra como algo no muy sólido. Al prefigurar el resultado de la votación aun los diputados más contrarios a la aprobación de la norma aceptan sólo interrogarse acerca de la falta de inclusión de la familia. EJEMPLO. SRA. EUSEBIA ANTONIA JEREZ (…) Por eso celebro que estemos debatiendo una ley de educación sexual integral, pero lamento que se haya excluido a los padres. Bien dijo la señora miembro informante que de ninguna manera se puede excluir a la familia, que no se puede desconocer el derecho inviolable de los padres en la educación. -- Aplausos en las galerías.
EJEMPLO. SRA. MARIA DEL CARMEN RICO. (…) Reitero que la escuela no puede ni debe sustituir a la familia en la importante tarea de impartir educación moral a los hijos. El hecho de impartir educación sexual en las escuelas no quiere decir que no se vayan a respetar las creencias de las familias, porque éstas siempre serán el basamento fundamental de la educación de nuestros hijos. (…) EJEMPLO. SRA. MARIA ANGELICA TORRONTEGUI (…) Por otro lado, creemos firmemente que el artículo 9° resulta insuficiente para garantizar la efectiva participación de los padres en la educación sexual de los hijos, tal como lo establece la legislación vigente. Estamos en la casa de las leyes, y las leyes deben contenernos a todos, porque son para todos. Debemos tener mucho cuidado de no dejar excluidos a muchos argentinos que puedan pensar de otra manera. EJEMPLO. SR. ESTEBAN JOSE BULLRICH. Señor presidente: en la misma línea que ha expuesto la señora diputada Jerez, vamos a apoyar el proyecto de ley en consideración, ya que creemos que debe existir un programa de educación sexual. Nosotros tenemos dos preocupaciones, la primera de las cuales es la participación activa de los padres, que obviamente no se logrará con esta norma sino que debe ser una responsabilidad nuestra y de la escuela garantizar que los padres participen de la educación sexual de sus hijos y del programa de educación sexual. Creemos que debe existir esa participación de los padres por un principio de libertad de elección de la educación de los hijos
En el caso tratado no se abunda en la carga de la prueba porque se trata de un endoxon25 (una proposición de la doxa) que es una creencia sobre la que no pesa la carga de la prueba y en consecuencia se lo ve como un argumento “normal”. 25
“(...) En síntesis, no es más que endoxon, a saber toda suerte de opiniones suficientemente aceptables (…) que descansan en un consenso general. Es por esta vía que una sociedad funda su interpretación del mundo y al mismo tiempo su identidad con relación a este mismo mundo y a los otros. Está como consecuencia en la base de toda expresión lingüística, tanto desde el punto de vista sintáctico (cf. las locuciones y los sintagmas) como semántico (desde el signo al prototipo).” Peter Von Moos, Introduction
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Resulta interesante recordar que una de las reglas del debate crítico propuesto por Frans van Eemeren incluye la “violación a la carga de la prueba”. En este caso, el oponente presenta argumentos diferentes de los del proponente de manera de fundamentar una posición distinta. En el caso que tomamos, Lix Klett no plantea una negación rotunda del proyecto presentado sino que se apoya en datos diferentes para probar que no necesariamente la educación sexual resuelve los problemas que se presentan. EJEMPLO. Sr. Roberto Ignacio Lix Klett (…) La bibliografía científica señala que luego de años de intentar disminuir el contagio del virus del sida sólo a través de la distribución gratuita de profilácticos, el caso Uganda llevó a que más de 140 personalidades de 36 países africanos, algunos pertenecientes al ámbito universitario, representantes de distintas entidades religiosas y de cinco organismos de las Naciones Unidas, como la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de Población, políticos -entre ellos el presidente de Uganda, Yoweri Museveni-, y directivos de programas nacionales para la lucha contra el sida, adoptaran por consenso la estrategia del ABC. Esta estrategia consiste, en primer lugar, en que la abstinencia es el único método seguro para evitar el contagio y, de no ser posible, en segundo lugar se debería recomendar a la población que mantenga relaciones sexuales mutuamente monógamas con personas no infectadas, y solamente en tercer lugar se advierte a la población que el preservativo puede reducir el riesgo de contagio, pero nunca eliminarlo del todo. Los datos científicos indican que el preservativo reduce en un 80 por ciento el riesgo de contagio, pero la promiscuidad acaba incrementando su probabilidad real. La Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos en su informe del año 2002 concluye que la estrategia preventiva ABC de Uganda está consiguiendo un efecto que se podría comparar a la existencia de una vacuna que fuera en un 80 por ciento eficaz contra el sida, y señala que la disminución de casos de SIDA en ese país se relaciona principalmente con los cambios de los estilos de vida de la población, más que con el uso de preservativos. Es decir que en este caso concreto, por primera vez se enfrentaron dos programas alternativos para luchar contra una de las consecuencias de la falta de educación sexual.
4. 7. Los sitios y el guión argumentativo. Algunos desacuerdos que se presentan cotidianamente, se pueden resolver rápidamente a pesar de las diferentes perspectivas que se tengan sobre un tema. La discusión de un padre con su hijo acerca de la hora en la que deberá retornar a su casa puede ser motivo de una discusión que involucre distintos argumentos. Uno esgrimirá el argumento de los peligros que involucra la noche y el hijo responderá que es mejor volver entonces más tarde cuando ya sea de día. Uno propondrá que debe volver temprano porque la noche es solitaria y peligrosa y el hijo responderá que volverá con amigos. La lista se podría ampliar casi hasta el infinito pero lo que es claro es que el conflicto se resolverá en el ámbito privado del hogar. Hay otros temas que no pueden resolverse a partir de criterios que son, en definitiva, subjetivos. En estos casos, los diferentes puntos de vista son llevados a la escena pública y para ello las sociedades se organizan en torno a instituciones especializadas para la solución de las diferencias. Son los sitios argumentativos, instituciones que se organizan en torno al debate en función de las normas vigentes en una cultura. Las intervenciones argumentativas que se desarrollan en estos espacios están planificadas por convenciones. Son lugares de codificación específica en donde los turnos y los à une histoire de l’ endoxon,
Christian Plantin, Lieux communs, topoï,stéréotypes, clichés, Kimé, Paris,
1993, p. 7
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derechos a tomar la palabra tienen reglas muy precisas. El parlamento es uno de esos espacios pero no el único, también lo son los tribunales y toda institución que suponga poner frente a frente posiciones diferentes y soluciones también distintas. La disputa acerca de la introducción de la educación sexual en el ámbito educativo puede ser debatida en diferentes ámbitos. Se puede discutir acerca de este tema en lugares tan diversos como su casa, el transporte público con un ocasional compañero de viaje, el bar de la esquina, etc. Pero hay sitios especializados no sólo para que se debatan estos temas sino también para que se tomen medidas con consecuencias ya que comprometen al conjunto de una sociedad. Son los lugares con poder de decisión, el Parlamento es el ámbito privilegiado para que esos debates adquieran un nivel de amplificación que implique una solución que compromete al conjunto. Se podrá discutir en el caso que nos ocupa la incidencia que puede tener una norma surgida del parlamento nacional cuando se sabe que en su ejecución deberán actuar los ejecutivos provinciales y, en más de un caso, tienen una posición adversa al proyecto propuesto. Se podrá asimismo afirmar que el proyecto aprobado fue una estrategia que pergeñada por el oficialismo para promover la candidatura a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires del Ministro de Educación de la Nación, pero más allá de todas estas consideraciones, el sitio para utilizar como caja de resonancia es el adecuado y resulta pertinente. La carga de la prueba está vinculada no sólo al estado de la opinión general acerca de una temática sino también al sitio en el que se lleva adelante la discusión. Todos estos lugares dan forma a interacciones que se desarrollan a partir de normas precisas. El guión argumentativo, tal como lo describe Plantin 26, preexiste e informa a los discursos argumentativos concretos, de los cuales constituye un elemento determinante pero no único. Es susceptible de actualizarse cuantas veces se proponga a partir de un número variado de sitios. A partir de que existen asuntos que permanecen abiertos o pendientes, éstos atraen a los argumentos. Se conforman entonces los guiones argumentativos, adosados a los sitios del proponente y del oponente. Estos guiones constituyen un “depósito” de argumentos sobre el fondo disponible. Tan pronto como la cuestión surge, cada uno de los participantes se ubica en una posición desde la que se producirá un intercambio específico. La noción de guión remite a la de tópica aludida anteriormente, el conjunto de los topoi sustanciales, relacionados con un asunto. La puesta en evidencia de la noción de guión modifica la idea heredada de los clásicos de la retórica según la cual los argumentos son “inventados”: lo son quizás en el marco judicial, pero no lo son en un conjunto innumerable de argumentaciones políticas. Los argumentos en estos casos son heredados, prefigurados, y el trabajo del locutor consiste en reponerlos en palabras, amplificarlos. Esta perspectiva tiene repercusiones en la concepción de la actividad argumentativa y sobre la incorporación de las emociones a la argumentación. 26
Plantin, Christian L’Argumentation. Histoire, théories et perspectives, P.U.F., Que sais-je? Paris, 2005, pág. 66 y sigs.
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La lectura del Proyecto tratado refuerza los rasgos señalados inicialmente en cuanto a la escasa presencia del poder legislativo en la riqueza argumentativa desplegada por los oradores participantes. Si se le asignaba una importancia trascendental al Proyecto es digno de mencionar el hecho que se haya tratado en una sola sesión y que haya habido una exposición por parte de los legisladores tan opaca como ligera.
4. 8. Razones y pasiones en el discurso argumentativo. El arte de persuadir consiste tanto en agradar como en convencer, los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón. Pascal
Históricamente, los afectos en los discursos argumentativos fueron descalificados. Los compromisos que una persona tenía con su discurso fueron objeto de cuestionamiento y de falta de objetividad. Para que exista una obligación con la verdad, el discurso argumentativo debe ser limpio, austero, impersonal. Justo es reconocer que el enfrentamiento entre razón y pasión existió a lo largo de toda la historia de Occidente y que hubo distintas soluciones a esta contraposición. Así, por ejemplo, para Spinoza las pasiones pueden ser un instrumento al servicio de los fines de la razón y la sociedad. No es preciso, en ese caso, pensar en pasiones y razón como contradictorios. El positivismo y el imperio de la lógica, instaurados a fines del siglo XIX, conformaron el espacio indicado para que sólo aquello que estuviera garantizado por un modelo científico determinado fuera legitimado. Esto significó, en concreto, eliminar de estos estudios aquello que tuviera que ver con el sujeto concreto que emplea un discurso y que den cuenta de sus sentimientos o de sus pasiones, a partir de los diversos mecanismos de los que dispone la lengua. Hoy existe una tendencia a recuperar la relación entre razón y emoción. Los trabajos que retoman la cuestión de las pasiones en el discurso parten de la retórica argumentativa, del problema de la proyección del sujeto en la palabra ( ethos) y se refieren a las emociones como medio a partir de las cuales el locutor y los interlocutores van entablando una relación que tiene como eje al discurso ( pathos). Para volver a las fuentes, consideremos esta relación tal como la desarrolla Aristóteles. El orador está simbolizado por el ethos: su credibilidad descansa en su carácter, su honorabilidad, su "virtud", en resumen, en la confianza que brinda. El auditorio está representado por el pathos: para convencerlo, hay que emocionarlo, seducirlo. Incluso los argumentos fundados en la razón deben apoyarse en las pasiones del auditorio para poder suscitar la adhesión. Queda en fin el tercer componente, el más objetivo, el logos, el discurso que puede ser ornamental, literario, o incluso rígidamente literal y argumentativo. Todo dependerá del tema subyacente o expresamente planteado, y en consecuencia del tratamiento discursivo que convenga emplearse. Es aquí que comienza verdaderamente la retórica. Un tema surge y no es posible que tenga una solución única. Aristotéles se refiere al estado de ánimo del orador y del oyente como recursos a partir de los cuales se puede “persuadir y disuadir, alabar y vituperar, acusar y defender”. Pero 23
aclara que como la retórica tiene como finalidad el juzgar, hay que procurar, no solamente que el discurso sea apto para demostrar y para persuadir, sino también que el orador esté en cierto estado de ánimo y disponga favorablemente al que decide. Porque es de gran importancia en orden a la persuasión, sobre todo en las deliberaciones, y también en los juicios, que el orador se muestre con cierta disposición de ánimo y que los oyentes crean que se halla de algún modo dispuesto con respecto a ellos y además que éstos se encuentran dispuestos de alguna manera” 27. El término ethos corresponde a la palabra griega que remite a carácter, costumbre y uso. Por extensión se refiere al conjunto de las costumbres. El sustantivo ética proviene de la misma familia. “Lo más útil para las deliberaciones reside en que el orador aparezca con cierto estado anímico y, para los juicios, que el oyente esté de algún modo afectado; porque las cosas no son vistas de igual manera por los que aman y por los que odian, ni por los que están airados y los que se hallan serenos, sino que, o las ven enteramente distintas o de diversa magnitud. Porque el que ama a aquel a quien juzga cree que no es injusto o que lo es en pequeño grado, y el que odia cree lo contrario; el que desea y el que abriga buenas esperanzas, si lo futuro fuere agradable, cree que acaecerá y que será bueno, mientras que al indiferente y al pesimista le ocurre lo contrario” 28. Plantin propone distinguir tres elementos constitutivos de la autoridad (carácter moral, ethos) del locutor 29. Un elemento extra discursivo, independiente del discurso “una prevención favorable para el orador, del orden de la reputación, del prestigio y hasta del carisma”. Aquel que toma la palabra es reconocido o no, antes de que organice su exposición por la imagen que ha provocado en los interlocutores. En el debate parlamentario, el orden de exposiciones pone en evidencia la jerarquía de los oradores que está organizada desde el punto de vista institucional y que, por supuesto, no se corresponde con la habilidad oratoria. Un elemento intradiscursivo, “efecto del discurso en sí mismo”, que es la impresión, el fantasma del autor construido a partir de la lectura de un texto o de la audición de una voz. La identidad “ética” del locutor se construye a partir de los rasgos de personalidad de todos los niveles, la voz, poderoso vector de atracción o rechazo, los empleos lexicales, la sintaxis, la forma de farfullar, las bromas preferidas, etc. La intervención del diputado Lix Klett se corresponde con su identidad política. Su sector es el mismo del de Domingo Bussi, cuestionado por violaciones a los derechos humanos. La correspondencia entre la pandemia del sida y la proliferación de las relaciones sexuales es una relación que una vez establecida sólo puede ser sostenida por esta parcialidad política. Las prácticas argumentativas permiten, entonces, proponer correspondencias acerca del carácter del orador: moderado o débil para el que hace concesiones, sectario o rígido para el que no las hace, dogmático para el que invoca a la autoridad, pragmático para el que hace prevalecer argumentos por las consecuencias, etc. 27
Aristóteles, El arte de la retórica, EUDEBA, Buenos Aires, 2005, pág. 157. Aristóteles, Ob. Cit., pág. 157. 29 Ch. Plantin, Ob. Cit ., pág. 93 y sigs. 28
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Ducrot incorpora otro elemento intradiscursivo: “Lo que el orador podría decir de él como objeto de la enunciación” 30. En el siguiente ejemplo la diputada tematiza acerca de su persona y de la enseñanza que le ha otorgado su práctica: “La práctica docente me ha enseñado”. Esos elementos de autorreferencia son diferentes a lo que el autor devela indirectamente acerca de sí mismo. Ser docente es distinto a decir como docente “la práctica me ha enseñado reiteradamente”. En una situación argumentativa, los hablantes son llevados a valorizar su persona, a fin de autolegitimarse. EJEMPLO. Sra. Marta Olinda Maffei. (…) Todos conocemos las consecuencias de haber ocultado la educación sexual. Todos sabemos -y los que somos docentes lo hemos visto mucho más- lo que han padecido nuestros chicos. Conocemos acerca del abuso y de la violencia, de la prostitución y pornografía infantiles en la actualidad, de las enfermedades de transmisión sexual, de la maternidad adolescente -como han manifestado mis compañeras- y de los conflictos familiares ocultos. Debo decir algo que la practica docente me ha enseñado reiteradamente. La mayoría de los que se oponen a la educación sexual terminan siendo los que en la casa realizan el abuso sexual. Esto lo hemos visto reiteradamente en la escuela pública.(…)
Se pueden reconocer pues, la persona extra discursiva, la inferida a partir del discurso y la persona tematizada en el discurso. A esas tres dimensiones del ethos deberían agregarse todas las dimensiones, semiotizadas o no, que puedan deducirse de los comportamientos, la gestualidad, la vehemencia, el tono, etc. En el caso del empleo de la palabra en general, esas maniobras de presentación del orador son estudiadas por diferentes teorías de las interacciones. La retórica se interesa del caso en que son puestas al servicio de una intención estratégica, y son coorientadas a los fines generales de la argumentación. Este trabajo del ethos tiene como finalidad crear rápidamente a partir del empleo de recursos lingüísticos, una cierta atmósfera de confianza, que se materializa en esas tres dimensiones esenciales. El locutor parece verídico y competente, es inteligente, es honesto, bien dispuesto. Torna posible una identificación primero con él y luego con lo que dice. Se podría afirmar que “se parece a nosotros”, el ethos tiene también una estructura emocional en la medida en que el contenido emocional manifestado en el discurso, establece un lazo entre ethos y afectos. Las teorías de la argumentación distinguen dos elementos en el compromiso de la persona en su discurso: un componente ha sido elaborado bajo la categoría de argumento de autoridad, el otro componente, carismático y emocional, ha sido excluido del campo de la argumentación. Esta referencia a la autoridad, bajo sus dos formas, mostrada o evocada, se conoce como el argumentum ad verecundiam, describe un conjunto de comportamientos de sumisión a la autoridad que impiden la contradicción o plantear una opinión personal. Es conocido también como el “sofisma de sumisión”, consiste en citar opiniones de personas que, por su espíritu, sabiduría eminencia de su rango, poder o cualquier otra razón, se ha hecho un nombre o han establecido su reputación sobre la estima común con una autoridad. Cuando los hombres han sido elevados a cierta dignidad se cree que no corresponde contradecirlos.
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Oswald Ducrot, “La noción de sujeto hablante”, en El decir y lo dicho, Hachette, Buenos Aires, 1984, pág. 251 y sigs.
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EJEMPLO. Sra. Silvia Augsburger, (…) Por último, quisiera referirme a un prestigioso pediatra, como lo fue el doctor Florencio Escardó, que en su libro Los derechos del niño -obra que fue escrita hace más de veinte años, habiendo sido el doctor Escardó el primero que como pediatra escribió en relación con los derechos del niño- dice: "Se hace necesario en un libro como éste señalar la imprescindibilidad de la educación sexual en el niño desde el primer día de su nacimiento y de inmediato en los padres de todo nivel cultural y social".
El ethos aquí es definido en su dimensión relacional, no desde el punto de vista del locutor que quiere impresionar sino desde el destinatario al que se quiere impresionar. Es la voz de Escardó la que da fuerza a los dichos de la diputada. Se remarcó el uso constante de términos con valor afectivo en el tratamiento retórico del ethos: se trata siempre de situar el aporte de las buenas razones sobre una tonalidad de confianza y de benevolencia recíproca, de crear empatía. A la inversa, la argumentación lógico epistémico lleva a reaccionar contra la hipnosis empática (a ser acusado de vanidad, de insolencia, de imprudencia). Ethos y pathos representan dos modalidades de un mismo trabajo sobre los afectos: “hay dos cosas que si son bien tratadas por el orador hacen a la elocuencia admirables. Una que los griegos llamaban ética, es apropiada a los temperamentos, a las costumbres y a toda conducta de la vida; la otra, que llamamos patética, sirve para problematizar y excitar los corazones y es allí que triunfa la elocuencia. La primera es afable, agradable, propia para que la conciliemos con el bienestar: la otra es violenta, inflamada, impetuosa, arranca el triunfo, y cuando es llevada como un torrente, no hay medios para resistirse” 31. (Cicerón) Reconocer el componente emotivo en los discursos argumentativos lleva a preguntarse acerca de los mecanismos de reconocimiento de los mismos. Así los enunciados de emoción, como los llama Plantin, deben ser identificados en la medida en que permitan ubicar la construcción que el locutor hace acerca de su discurso y la influencia que ejerce sobre la vocación persuasiva. Nuevamente, cuando la diputada Maffei afirma que hay que “sacarse la careta” le está asignando a su discurso una voluntad develadora de una situación conflictiva a partir del empleo de esa referencia subjetiva. Luego es la única oradora que responde a los diputados preopinantes que aluden a la necesidad de que los padres participen de la educación de sus hijos. Es digno de mencionar dado que no se trata de una legisladora oficialista sino opositora pero que acordó con la aprobación de la ley. La versión taquigráfica es la siguiente: EJEMPLO. Sra. Marta Maffei. (…) Saquémonos la careta y empecemos a hablar seriamente de los verdaderos trastornos que padecen nuestros pibes. (…) Se dice que en este proyecto de ley existe -lo he escuchado de parte de algunos compañeros que me han precedido en el uso de la palabra- la posibilidad de una objeción de conciencia. En este sentido, quiero establecer dos aspectos básicos, porque me parece que existe confusión. Algunos compañeros están creyendo que lo que nosotros vamos a implementar es una asignatura llamada "Educación Sexual", que va a tener horario de clase, y los chicos la van a cursar todos los días o dos o tres veces por semana. Entonces, se plantea la posibilidad de que el padre tenga derecho a retirar a su hijo cuando se cursa dicha asignatura. Están equivocados. Este es un programa tendiente a acciones de educación sexual que se va a desarrollar en distintas asignaturas y materias. Estará presente cuando se curse Psicología, Filosofía, Historia, Biología, Literatura. ¿Qué van a hacer los padres? ¿Van a retirar a sus hijos de todas las clases? Cada vez que un maestro empiece a hablar racionalmente de un problema sexual durante cualquier asignatura, ¿van a sacar al chico? ¿Le van a dar un permiso automático para que se retire de clase cada vez que se toque un tema de educación sexual? No nos hagamos la ilusión de que vamos a tapar el sol con las manos porque los mismos padres que dicen que podrían objetar el derecho de su hijo de aprender en forma 31
Cicerón, Ob. Cit ., pág.
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sistemática, científica, ética y ordenada dentro de la escuela a través de los especialistas y de los docentes, no pueden inhibir lo que después ocurre fuera de clase. De esta manera, el pibe aprende en cualquier lado: en los recreos -así está mal informado o con conocimientos dudosos brindados por sus compañeros-, en el club de fútbol, en la cancha o a través de la televisión, de la forma más soez y grotesca. (…)
Es destacable en el párrafo la incorporación de sintagmas y vocablos como saquémonos la careta, compañeros y pibe que imponen al discurso un eje emocional que se agrega al contenido de la exposición. Los afectos y las emociones en los estudios vinculados a la argumentación dieron como resultado concebir a las falacias como operaciones destinadas al engaño o errores en la organización de la secuencia argumentativa a partir de la incorporación de esos componentes espurios. La reconstrucción de las emociones en los argumentos es una tarea que se reinicia y que está siendo definida como una propuesta de trabajo. Toda investigación se define sobre los objetos y se inscribe en un proyecto y es en función de esas intenciones teóricas que conviene apreciar su posición ante la cuestión de las emociones. La retórica argumentativa es referencial, está orientada a la búsqueda de la prueba. En la perspectiva aristotélica, el empleo de las emociones está sometido a un imperativo no moral sino cognitivo. La supremacía de los afectos sobre la percepción y el juicio es afirmada por Cicerón “Nada es más importante para el orador que ganar el favor de aquel que escucha, sobre todo de excitar en él tales emociones que en lugar de seguir el juicio y la razón cede al arrastre de la pasión y a la perturbación del alma”. Si se trata de describir la argumentación con el fin de comprender los mecanismos, hay que hablar de las emociones, incluso si se piensa que las emociones deben controlarse, eliminarse, hay que tratar de definir lo que es exactamente esa “impureza” del discurso. Se podrían distinguir tres tratamientos de las emociones en argumentación. Por un lado una visión de los afectos como esencialmente falaces; luego como una teoría del paralelismo, que encapsula las emociones en un módulo emocional, paralelo al módulo lógico. Se puede en fin sostener la tesis de la imposibilidad de discernimiento según la cual no se puede construir un punto de vista, un interés, sin asociarse a un afecto, las reglas de construcción y justificación de los afectos no son diferentes de las reglas de construcción y de justificación de los puntos de vista. Esta última posición parte de la comprobación de las emociones como irreductibles en las situaciones argumentativas. Los locutores adhieren a sus discursos, sus valores, sus intereses son puestos en juego, dudan, sienten la presión debida a una cuestión abierta que debería manejarse, la irritación contra las posiciones rivales, un sentimiento de triunfo (“ganamos la votación”), o de rabia y de humillación (“todavía no entendieron nada”). Si se acuerda en que todos los discursos no son argumentativos y que los discursos argumentativos no lo son todos en el mismo grado, si no se identifica lo argumentativo con lo emocional, entonces hay que admitir que el modelo de las emociones en el discurso argumentativo depende de un modelo de las emociones en el discurso en general, la cuestión de la especificidad del papel de la emoción en la argumentación queda abierta y está siendo incorporada, de diversas maneras, a los estudios más recientes vinculados a la teoría de la argumentación. 27
Conclusiones. A lo largo de la exposición hemos tratado de ubicar al debate parlamentario como un subgénero discursivo específico perteneciente a la variedad más general del discurso político pero con rasgos que permiten especificarlo. Su reconocimiento está ligado a una institución que tiene un funcionamiento complejo en nuestras sociedades. Las democracias se preguntan cómo hacer para reconocer la función del parlamento en sociedades en las que la construcción y la legitimación discursivas no tienen allí su sede privilegiada. La teoría política contemporánea se pregunta obstinadamente cómo combinar la democracia con la representación. Las dificultades del régimen parlamentario italiano para conformar gobierno tienen aún un dramatismo más fuerte que el que se da en estas playas. A pesar de las diferencias que se puedan señalar con países con una tradición democrática más débil como el nuestro Los parlamentos, aquí y en otras latitudes, se han convertido en instituciones formales con escaso nivel de correspondencia con las aspiraciones sociales. Sin embargo, esta realidad no debe hacer creer que su agonía implica la proximidad de su desaparición. Más bien habría que preguntarse qué mecanismos o medidas podrían permitir su reubicación. Las instituciones no se suicidan a pesar que en más de una ocasión hagan esfuerzos en ese sentido. La historia argentina da prueba de ello. La perspectiva del análisis del discurso y de la argumentación son herramientas que pueden servir para contribuir poner de manifiesto la necesidad de reubicación del parlamento en la medida en que contribuyan a poner de manifiesto que la palabra vacía agota no sólo al que la pronuncia sino también a la institución que la cobija. Febrero de 2007
Anexo A propósito del trabajo ¿Aprobación, trabajo o superación? que firman los senadores Cafiero, de la Rosa, Gioja y Sala. Cristina Fernández de Kirchner. Senadora Nacional por Santa Cruz. SOBRE TERRITORIOS EN RIESGO Y PATRIOTAS PRUDENTES 1. Introducción. “ (…) En su antológica obra Manual de Zonceras Argentinas, Arturo Jauretche cita -con su inconfundible estilo- al filósofo inglés Jeremías Bentham y su Tratado de Sofismas Políticos, escribe Jauretche: "... al hablar del sofisma en general, Bentham establece la diferencia entre error, simple opinión falsa, y sofisma, con que designa la introducción en el razonamiento de una premisa extraña a la cuestión, que lo falsea. Le faltó tiempo a Bentham, -continúa Jauretche para ver como sus discípulos rioplatenses superaban a lo que se proponía combatir. Porque las zonceras de que estoy hablando cumplen las mismas funciones de un sofisma, pero más que un medio falaz para argumentar son la conclusión del sofisma, hecha sentencia. Su fuerza no está en el arte de la argumentación. Simplemente excluyen la argumentación actuando dogmáticamente mediante un axioma introducido en la inteligencia que sirve de premisa y su eficacia no depende, por lo tanto, de la habilidad en la discusión como de que no haya
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discusión. Porque -concluye Jauretche- en cuanto el zonzo analiza la zoncera como se ha dicho deja de ser zonzo..." Se preguntará el desprevenido lector qué tienen que ver los Hielos Continentales con Bentham y los sofistas o Jauretche y los zonzos. Es que en esta nota abordamos el análisis de un trabajo que, referido a Hielos Continentales, bajo el título de "Aprobación, rechazo o superación", firman cuatro senadores del P. J. El mismo tiene como objetivo lograr la aprobación del Acuerdo del 2 de agosto de 1991. Para ello sostienen que en los Hielos Continentales había un conflicto entre Chile y Argentina (la premisa falsa de Bentham, zoncera para Jauretche) y que por esa razón se debió firmar el tratado. Recordemos que por dicho instrumento se trazó una poligonal que -dividiendo territorio argentino- cede 1.057 Km2 del Parque Nacional los Glaciares a Chile. Sostienen los firmantes que este acuerdo ha merecido algunas (!!!!) críticas y ofrecen un protocolo adicional para lograr la aprobación que la Cancillería no pudo obtener en el año 1992 cuando los argumentos esgrimidos por la misma fueron prolijamente analizados y desbaratados en la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, demostrando que los mismos no se ajustaban a la verdad. 2. ¿PATRIOTAS PRUDENTES O LEGISLADORES RESPONSABLES? Antes de entrar en la cuestión propiamente dicha, los firmantes del trabajo nos proponen un modo particular de abordar el tema de Hielos Continentales: el "patriotismo prudente". Para ello nos introducen en el camino de analizar como "noción relevante" (sic) al patriotismo, al que definen -citando a Raimundo Paniker en su obra "Patriotismo y Cristiandad"- como "una cualidad (virtuosa) inserta en el hombre, que le hace sentirse ligado a una comunidad determinada" para aclarar inmediatamente -citando al mismo autor- "que debe distinguirse entre patriotismo y patrioterismo, entendiendo por éste la protuberancia sensiblera del primero". Más adelante señalan también cómo deberíamos los legisladores argentinos decidir en esta oportunidad y sostienen que dicha decisión deberá ser de "carácter prudencial", para ello citan a Leopoldo Eulogio Palacios en su obra "La prudencia política". Afortunadamente, tanto Palacios como Paniker son autores contemporáneos -publicaron las obras citadas en 1978 y 1961, respectivamente- no pudieron ser leídos por otros argentinos como don José de San Martín, o Manuel Belgrano o Güemes, tampoco por otros americanos como Simón Bolivar o Bernardo de O'Higgins ya que mucho me temo de haber seguido a estas interpretaciones estaríamos dependiendo todavía de los reyes de España. Para nosotros, abordar la temática de los Hielos Continentales Patagónicos presupone hacerlo desde un espacio más concreto y sencillo que el de patriotas prudentes. Preferimos hacerlo desde nuestra función específica: la de legisladores. Y como tales, reclamamos una única cualidad para ejercer esa función: la responsabilidad. Responsabilidad institucional que significa asumir que en ejercicio de lo que prescribe el art. 75 inc. 15 y 22 de la Constitución Nacional vamos a tener que aprobar o rechazar un tratado sobre los límites de nuestro país: la República Argentina. Y que para ello debemos informarnos e informar correctamente acerca de los antecedentes históricos, jurídicos y geográficos de la cuestión. ¿Como?: A través de la consulta oficial con los organismos técnicos dependientes del Estado Nacional vinculados con el tema, esto es: • Comisión Mixta de Límites Argentino-Chilena (COMIX), creada por el Protocolo de 1941; • Instituto del Hielo Continental Patagónico creado por el Presidente Perón por Decreto N° 10.348 del 23 de mayo de 1952; • Instituto Geográfico Militar, responsable de la confección de los mapas oficiales de nuestro país; • CONICET, algunos de cuyos científicos son especialistas en las disciplinas que comprenden la problemática e incluso trabajaron en misiones conjuntas con Japón y Chile en la zona de Hielos Continentales; • Academia Nacional de Geografía. Y también mediante el estudio y análisis de: • Tratados vigentes de 1881 y 1893; • Actas de 1898; • Laudo Arbitral de 1902; • Protocolo de 1941; • Acta 132 de la COMIX y documentación reservada obrante en la misma, vinculada con instrucciones que la Cancillería impartió a su titular el general Miró con respecto al tema Hielos en la gestión del Secretario Carignano. • Versiones taquigráficas de las reuniones de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de la Nación desarrolladas en el 1992 en relación al Acuerdo.
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