Vampiros, Ladrones De Tiempo
Mi abuelo est\u00e1 enterrado en el cementerio de Runkel, peque\u00f1a ciudad perdida en los l\u00edmites de la sepulcral, cubierta de espesa capa de musgo, se leen, bajo la fecha casi borrad tiempo, y tan brillantes como si hubiesen sido grabados en la v\u00edspera, es en forma de cruz: V I VO \u00abVIVO\u00bb: sigo existiendo, quieren decir es dijeron cuando, a\u00fan ni\u00f1o, le\u00ed la inscripci\u00f3n por primera v profundamente en mi alma como si el muerto me la gritara desde el fondo de l tierra.\u00a1\u00abVIVO\u00bb -sigo existiendo-, extra\u00f1o epitafio! A\u00 resonancia y cuando pienso en \u00e9l siento la misma sensaci\u00f3n de anta a quien no conoc\u00ed, yaciendo bajo tierra, intacto, con las manos juntas, lo abiertos e inm\u00f3viles, incorruptible en el reino de la putrefacci\u00f3n, ag pacientemente la resurrecci\u00f3n. He visitado cementerios de muchas ciuda por el inexplicable y apenas consciente deseo de descubrir en otro monumento la palabra que me gu\u00eda. S\u00f3lo dos veces la encontr\u00e9, en Dantzi ambos casos, bajo los nombres borrados por el tiempo, la palabra \u00abVIVO como si el verbo mismo, grabado y dorado, fuese recept\u00e1culo de vida. En me dijo, como una verdad irrefutable, que mi abuelo no hab\u00eda dejado esc lo tanto me sent\u00ed sumamente sorprendido al encontrar hace poco en el c un viejo mueble perteneciente desde tiempo atr\u00e1s a mi familia un paquet escritas indudablemente por su mano. En la tapa se le\u00eda esta extra\u00f1 humano quiere escapar a la muerte, debe renunciar a esperar e ilusionarse\u0 verbo \u00abVIVO\u00bb fulguraba ante m\u00ed, ese verbo que me acompa\u s\u00f3lo se adormeciera en mi memoria para despertar, tanto en sue\u00f1os renovando sin cesar su REALIDAD. A veces me asaltaba la idea de que ese \u0 hab\u00eda sido escrito por la mano del destino en la piedra sepulcral, epitafio por alg\u00fan sacerdote. Pero la frase que encabezaba las notas de mi abuelo certeza de un significado profundo, tal vez de un misterio que debi\u00f3 habe su existencia. Luego, al leer con atenci\u00f3n, p\u00e1gina por p\u00e1gina, me sent\u00ed totalmente convencido. En ellas se hablaba a menudo de sus re personales y de hechos que no pod\u00edan revelarse a extra\u00f1os. Por eso imposible precisar cu\u00e1les fueron los puntos de esas notas que se vincula en mi existencia de Juan Armando Obereit y con su permanencia entre los vam ladrones de tiempo. De las notas de mi abuelo se desprende que fue miembro sociedad secreta de los \u00abHermanos de Filadelfia\u00bb, orden cuyos or\u en el antiguo Egipto y cuyo fundador fuera Hermes Trismegisto. Encontr\u00e explicaci\u00f3n detallada de \u00abgestos\u00bb y de \u00absignos\u00bb qu reconocerse. Tambi\u00e9n mencionaban frecuentemente a Juan Armando Ob al que ligaba con mi abuelo una profunda amistad y que viv\u00eda en R unkel enorme curiosidad, quise conocer detalles de la vida de mi abuelo e iniciarme extra\u00f1a y secreta filosof\u00eda que impregnaba cada l\u00ednea de su m trasladarme a Runkel y tratar de encontrar a los descendientes de Juan Arman para que me permitieran consultar los archivos de su familia. Es dif\u00edcil p un lugar m\u00e1s irreal que esa peque\u00f1\u00edsima ciudad de Runkel. E monta\u00f1a coronada por el castillo de Runkelstein, cuna de los pr\u00ednc un fragmento intacto del medioevo perdido en nuestra \u00e9poca, con sus en angostas callejuelas, su desigual pavimento bordeado de hierbas silvestres y c musgo. Por la ma\u00f1ana me fui al cementerio. Cuando, ba\u00f1ado por el tumba florida hacia la otra, leyendo maquinalmente los nombres de las cruces mirada interior evoc\u00f3 v\u00edvidamente toda mi juventud. De lejos recon de mi abuelo, con su epitafio brillando al sol. Un anciano de blancos cabellos, r
imberbe de acusado perfil, estaba sentado ante ella con el ment\u00f3n apoya empu\u00f1adura de marfil de su bast\u00f3n. Me mir\u00f3 con sus ojos extr y vivaces como alguien que, asombrado por un gran parecido, tratara de recor Vestido a la moda antigua con cuello alto y corbata de seda negra, parec\u00e cuadro de otras \u00e9pocas, pertenecer a un pasado lejano. Su aspecto, tan d presente, me dej\u00f3 estupefacto. Pero me hallaba tan profundamente sume enso\u00f1aci\u00f3n que en m\u00ed hab\u00edan provocado las notas de mi murmur\u00e9 un nombre: -Obereit. -S\u00ed, me llamo Juan Armando Obere con toda naturalidad. Qued\u00e9 sin aliento. Lo que luego supe, durante nue conversaci\u00f3n, no contribuy\u00f3 a disminuir mi asombro.\u00a1Encontr hombre, apenas mayor que uno, y que sin embargo ha vivido un siglo y medio, cosa habitual! Me sent\u00ed como un adolescente, pese a mis cabellos grises caminamos juntos y \u00e9l comenz\u00f3 a hablarme, como de personas reci de Napole\u00f3n y de otros personajes de la historia que \u00e9l hab\u00eda me consideran mi propio nieto -me dijo sonriendo al tiempo que con el dedo se un monumento funerario fechado en 1798- Tendr\u00eda que estar enterrado la fecha pues no deseo que los tontos me admiren como un moderno Matusal\u agreg\u00f3, adivinando mi pensamiento: -El verbo \u00abVIVO\u00bb ser\u00 muerto en realidad... Pronto nos uni\u00f3 una profunda amistad y fui a instala casa. Transcurri\u00f3 casi un mes. A veces convers\u00e1bamos animadamen por las noches. Cuando yo intentaba llevar el tema hacia el significado de la fr me obsesionaba: \u00abSi el ser humano quiere escapar a la muerte, debe ren e ilusionarse\u00bb, \u00e9l desviaba la conversaci\u00f3n hacia otro punto. S \u00faltima que pasamos juntos, me interrumpi\u00f3 de pronto. La conversac los antiguos procesos a las brujas y yo sostuve la opini\u00f3n de que, evident trataba de locas hist\u00e9ricas. Entonces dijo bruscamente: -\u00bfUsted no humano sea capaz de separarse de su envoltura corporal para ir -digamos com ejemplo- al Brocken? Sacud\u00ed negativamente la cabeza. -\u00bfQuiere qu -me dijo lanzando una mirada desafiante. -Admito, s\u00ed \u2013respond\u00 entrar en trance mediante ciertos brebajes y que luego cre\u00edan emprende cabalgando sobre escobas. Reflexion\u00f3 un poco: -Evidentemente, usted dir tambi\u00e9n soy juguete de mi imaginaci\u00f3n -musit\u00f3 en voz baja an nuevamente en su mutismo. Pero al cabo de un momento se puso de pie y tom cuaderno de su biblioteca. -Tal vez esto le interese. Es el informe sobre una ex realizada hace muchos a\u00f1os. Debo decirle que por ese entonces yo era jo esperanzas. En su mirada, vuelta hacia s\u00ed mismo, vi que su esp\u00edrit tiempos muy lejanos. -Entonces cre\u00eda todav\u00eda en lo que los human -continu\u00f3-. Hasta el d\u00eda en que el destino me quit\u00f3 todo lo que mundo: mi mujer, mis hijos, todo. Conoc\u00ed a su abuelo y me ense\u00f1\u0 \u00edntima naturaleza de lo que llamamos nuestros deseos, lo que es esperar realidad; de qu\u00e9 manera estos rostros del demonio se vinculan entre s\u0 c\u00f3mo hacer para desenmascararlos. Los llamamos vampiros ladrones de succionan el tiempo de nuestro coraz\u00f3n, esa verdadera savia de nuestra v mismo lugar \u00e9l me ense\u00f1\u00f3 a dar los primeros pasos por el cam sobre la muerte, aplastando con el pie las serpientes de la esperanza. Y luego. instante- s\u00ed, luego me convert\u00ed en una especie de trozo de madera sabe si lo est\u00e1n acariciando o rompiendo en pedazos, si lo arrojan al fueg nunca m\u00e1s busqu\u00e9 consuelo; mi ser interior est\u00e1 vac\u00edo raz\u00f3n habr\u00eda deseado consolarme? S\u00e9 que antes era y que ah sutil diferencia entre ser y vivir. -\u00a1Usted lo dice con tanta sencillez, y sin
atroz! -exclam\u00e9 con horror. -S\u00f3lo parece atroz -continu\u00f3 suave De la inmovilidad del coraz\u00f3n irradia un profundo sentimiento de felicida de imaginar. Es como una eterna melod\u00eda que, una vez nacida ya no pue ni en sue\u00f1os, ni cuando el mundo exterior despierta por las artima\u00f1 sentidos, ni tan siquiera en la muerte... \u00bfQuiere usted que yo le diga por humanos mueren tan temprano y no viven mil a\u00f1os como los patriarcas d Porque son como sarmientos verdes de un \u00e1rbol que olvidan que pertene que forman un solo cuerpo con \u00e9l; y el primer oto\u00f1o los marchita. P contarle c\u00f3mo logr\u00e9 dejar mi cuerpo por primera vez. \u00bbHay u sumamente antigua, tan antigua como el g\u00e9nero humano. Se ha transmit boca hasta nuestros d\u00edas. Sin embargo, pocos seres la conocen. Esa doc los medios de transponer los umbrales de la muerte sin perder la conciencia. E consigue se convierte en due\u00f1o absoluto de s\u00ed mismo. Es un nuevo entonces era su personalidad se convierte s\u00f3lo en un instrumento, tal com manos y los pies. \u00bbEl coraz\u00f3n y la respiraci\u00f3n se detienen com muerte cuando el nuevo esp\u00edritu se transporta, cuando partimos en \u00 israelitas de Egipto. \u00bbMe entren\u00e9 asiduamente durante mucho tiem agotadoras torturas antes de lograr separarme de mi cuerpo. Al principio, cre como en sue\u00f1os; a veces se tiene la impresi\u00f3n de volar con las rodil el cuerpo, muy liviano; pero de pronto me arrastr\u00f3 el torbellino de un r\u corre de sur a norte -en nuestro lenguaje se dice: hacer correr el JOR D\u00c1 fuentes- y su bramido era comparable al ruido de la sangre en los o\u00eddos. voces invisibles me gritaba: "\u00a1Atr\u00e1s!" Temblando de miedo nad\u00 surgido ante m\u00ed. A la luz de la luna distingu\u00ed en \u00e9l a un ser, d diez a\u00f1os, desnudo, sin sexo. Como Polifemo, ten\u00eda un tercer ojo so los brazos, inm\u00f3vil, hacia el interior de la regi\u00f3n. \u00bbLuego reco caminando por un camino liso y blanco. Mis pies no tocaban el suelo y cuando rozar con mis dedos las ramas de los \u00e1rboles no lo logr\u00e9. Una delga impenetrable me separaba de ellas. S\u00f3lo un p\u00e1lido resplandor, sem en putrefacci\u00f3n, me permit\u00eda distinguir las esas. Sus contornos par h\u00famedos como moluscos y extra\u00f1amente agrandados. Pichones de p desprovistos de plumaje, de ojos redondos y mirada insolente, gordos e hincha patos cebados permanec\u00edan echados en un gigantesco nido. Un cervatill pod\u00eda caminar, pero del tama\u00f1o de un ciervo adulto, perezosament volv\u00eda hacia m\u00ed su tumefacta cabeza. En cada ser hab\u00eda una poco fui tomando conciencia del sitio en que me hallaba. Es una regi\u00f3n ta tierra, y sin embargo no es m\u00e1s que un reflejo de ella. Es el reino de los se nutren del meollo de las formas terrestres iniciales, se apoderan de \u00e9l dimensiones gigantescas, aliment\u00e1ndose con sus vanos deseos de gloria felicidad. \u00bbCuando cazadores de la tierra matan a la madre de bestezuel necesitan, \u00e9stas esperan llenas de confianza y fe su alimento, hasta mori espectral nace entonces en esa maldita isla de fantasmas y succiona como una vida de los seres de nuestra tierra. Las fuerzas vitales de \u00e9stos se diluye Se condensan en formas que se metamorfosean en malas hierbas que todo lo i la tierra se abona con el nutritivo aliento de un tiempo perdido para siempre e espera. \u00bbSiguiend\u00f3 mi peregrinaci\u00f3n arrib\u00e9 a una ciudad Reconoc\u00ed a muchas de mis relaciones terrenales y record\u00e9 sus inco perdidas. A\u00f1o tras a\u00f1o sus espaldas se curvaban cada vez m\u00e1s a arrancar los vampiros de sus corazones, sus demon\u00edacos dobles, -que devorando la vida y el tiempo. Aqu\u00ed los encontr\u00e9 hinchados, conve
esponjosos de enormes vientres y ojos torvos y vacíos sobre unas mejillas abot grasientas, temblorosas como la gelatina. De un banco: Agencia de cambios FORTUNA, cada depósito gana el Premio Mayor, salía una sarcástica multitud, arrastrando bolsas repletas de oro. Las bocas de labios gruesos se torcían de s bestialidad: fantasmas convertidos en grasa y gelatina de quienes en la tierra consumen tras el insaciable deseo de riquezas. Entré al atrio de un templo. La columnas se erguían en demanda del cielo. En el interior, en un trono de sangr coagulada, se sentaba un monstruo con cuerpo humano y cuatro brazos. Espan babeante hocico de una hiena: ídolo guerrero de tribus salvajes africanas que sacrifican a sus supersticiones para lograr la victoria sobre sus enemigos. »Es de horror huí escapando de esas pútridas emanaciones. Volví a las calles y me ante un palacio cuya magnificencia sobrepasaba todo lo que viera hasta ese en Sin embargo, las piedras, techos, escaleras, todo me resultaba extrañamente f construido antaño por mi propia imaginación. »Como si fuese yo su único prop subí por una ancha escalera de mármol y leí mi nombre grabado en el portal: J Armando OBEREIT. »Entré, y me vi sentado a una mesa, vestido de púrpura, magníficamente servido por mil esclavas. En ellas reconocí a todas las mujeres deseé en mi vida. Un sentimiento de odio indescriptible se apoderó de mí al pe mi "DOBLE", ese otro yo, se regodeaba en el placer, se nutría de mi sustancia que yo mismo había dado vida a ese usurpador, que era yo quien lo colmaba de riquezas, dejando que la fuerza mágica de mi ser se perdiera esperando, desea ilusionándome. »Con espanto comprendí que toda mi vida se componía sólo de esperas que adquirían las formas más diversas, nada más que esperas, una esp incesante sangría, y que la suma del tiempo que me quedaba para sentir, para momento presente, equivalía apenas a unas horas. »Cual pompa de jabón esta lo que hasta entonces considerara como el contenido, el sentido de la vida. En digo que todo lo que hacemos en la tierra engendra eternamente una nueva es nueva ilusión. El mundo se satura con el soplo envenenado de la decrepitud de presente que apenas ha nacido. ¿Nunca ha sentido usted la enervante debilida acomete en la sala de espera de un médico, de un abogado, de un municipio? L llamamos "vida" es la sala de espera de la muerte. De pronto comprendí, en aq entonces, el significado de la palabra "tiempo". Nosotros mismos somos seres tiempo, cuerpos que parecen materia y sólo son un tiempo "coagulado". »Nues desgaste, ese proceso que nos marchita y nos lleva hacia la tumba, no es nada la reconversión en tiempo cuyos síntomas son la espera y la ilusión, como el hi bajo la acción del calor, se transforma en agua y vapor. Vi que el cuerpo de mi "DOBLE" se estremecía al hacerse la luz en mi mente y que la máscara del mie cubría el rostro. Comprendí entonces lo que debía hacer: luchar con todas mis contra esos fantasmas que succionan nuestra sangre cual vampiros. ¡Oh, bien qué permanecen invisibles para los seres humanos y se esconden de sus mirad parásitos que se nutren con nuestra vida!; la mayor astucia del demonio es apa no existe. A partir de entonces extirpé de raíz de mi existencia la idea de "espe "ilusión".» -Señor Obereit, creo que perecería al primer paso, si intentara mar horrible camino que usted eligió -dije cuando el anciano guardó silencio-. Pued concebir que sea posible adormecer la esperanza y la ilusión con un trabajo in sin embargo... -¡Sí, sólo adormecer! Interiormente la «espera» sigue alerta. ¡H cortar sus raíces con el hacha! -me interrumpió Obereit- ¡Convertirse en un au la tierra! ¡Como un hombre en estado cataléptico! Nunca tienda su mano hacia que lo atrae si ello involucra la más mínima espera. No mueva usted un dedo, caerá en su regazo. Al principio creerá viajar por un árido desierto, tal vez dur
mucho tiempo. Luego, de pronto, se sentirá rodeado por la luz y verá las cosas bellas y las feas, con un nuevo e insospechado esplendor. Entonces ya no habr usted acontecimientos «importantes» y «desprovistos de importancia», todos s igualmente «importantes» o «accesorios» y usted se sentirá acorazado por el e mágico de la sangre del dragón, como Sigfrido, y podrá decir: «Mi barca se la la inmensidad del mar de la vida eterna y su vela es blanca como la nieve». Es las últimas palabras que me dijo Juan Armando Obereit. Nunca más volví a ver Pasaron muchos años. Traté lo mejor que pude de seguir la doctrina de que m Mas la espera y la ilusión siguen aferradas a mi corazón. Soy demasiado débil arrancar de mí esas malas hierbas y ya no me asombra encontrar, entre las nu piedras sepulcrales de los cementerios de este mundo, sólo unos pocos monum tengan como epitafio la mágica inscripción: V I VO