Mientras los perros exploran la lejana región, empieza a caer la nieve. Los perros se mojan y cogen frío, y buscan refugio en una enorme cueva. Desgraciadamente es la morada del Gran Dragón Blanco, de ojos verdes y alas «como las velas que tenían los barcos cuando todavía eran barcos, y no máquinas de vapor». Roverandom y el perro Luna sintieron su fuego y aún tuvieron tiempo de huir, como se muestra en [75]. Las montañas son más abruptas que las que Tolkien dibujaba usualmente, y no están plenamente logradas. Aunque intensamente modeladas, parecen tener sólo dos dimensiones; sólo la curva de la cola del dragón en torno a uno de los picos y su sombra en la montaña del centro aportan cierta sensación de profundidad. Gigantescas arañas y mariposas-dragón como las que aparecen justo encima del título forman parte de la fauna lunar descrita en Roverandom. De nuevo, las Américas se pueden ver en una Tierra completa, Tolkien realizó este dibujo en busca de elementos —el dragón, la araña, el paisaje montañoso— cuando hacía las ilustraciones para El Hobbit [87-88, 110-111, 134-136] y lo mostró en su conferencia de 1938 sobre dragones: «Éste le tuve que traer de la Luna, refugio de dragones… es, creo, un Dragón Blanco Sajón que escapó de la frontera galesa hace mucho tiempo». [119] Cuando Roverandom vuelve a la Tierra, penetra, por debajo del mar, en el cuerpo de Uin, la más vieja de las ballenas, para pedir al mago que le convirtió en un juguete que anule el maleficio. Su destino inspiró a Tolkien una de sus acuarelas más logradas, Los jardines del Palacio de Merking [76]. Es un cambio radical de escena, tras las aventuras de Roverandom en la Luna, una visión de rosas, verdes, azules, malvas y amarillos al pastel frente a los cuales los tallos de plantas y anémonas de mar, los tentáculos de un pulpo y el gallardete que ondea en la cúpula más alta del palacio describen curvas y bucles con un esplendor propio del «Art nouveau». El palacio brilla como si estuviera hecho de porcelana. La ballena Uin, arriba a la izquierda, recuerda el leviatán de la ilustración de Rudyard Kipling para «Cómo alcanzó la ballena su garganta» contenida en su obra Precisamente así . Roverandom no aparece en el dibujo; en su lugar vemos (como en el paisaje lunar de [72]) una escena que introduce al lector en el curso del relato: Rover salió para encontrarse en [un] sendero blanco de arena que serpenteaba a través de un bosque sombrío y fantástico… Caminó en línea recta, tan recta como el sendero le permitía, y pronto vio ante él las puertas de un gran palacio, hecho, eso parecía, de piedra rosada y blanca que brillaba con una luz pálida que emanaba de él; y de las muchas ventanas salían, claras, luces verdes y azules. Alrededor de los muros crecían enormes árboles marinos, más altos que las cúpulas del palacio, que se alzaban vastos, resplandecientes, en las aguas oscuras. Los grandes troncos de los árboles, árboles de caucho, se inclinaban y agitaban como césped, y la sombra de sus infinitas ramas estaba poblada de peces de oro y peces de plata, y peces rojos, y peces azules, y peces fosforescentes como pájaros.
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