FICHA BIBLIOGRÁFICA DE RESUMEN. AUTOR. JOAO RODOLFO STROETER. TITULO. ARQUITECTURA Y FORMA. La arquitectura, según Vitruvio, es ciencia que se adquiere por la práctica y por la teoría. Práctica es el ejercicio constante y frecuente de la experimentación, realizada con las manos a partir de materiales de cualquier género, necesaria para la consecución de un plano. La teoría, por otro lado, es lo que permite explicar y demostrar por medio de la relación entre las partes, las cosas realizadas por el ingenio. A la obra que resulta de la práctica, pero tiene soporte en una teoría que lo justifica, se refiere claramente, al hacer y al pensar en hacer arquitectura. La arquitectura es muy rica en significados; una “Expresión cristalina de los pensamientos más nobles del hombre, des sus deseos, de su humanidad, de su fe, de su religión” como escribió Walter Gropius. Los filósofos dicen aun que filosofía y arquitectura tienen algo en común, porque tienden siempre a una visión general y universal de las cosas. La preocupación con la polémica de la modernidad. Es un echo que los filósofos escriben mucho sobre arquitectura, pero los arquitectos no escriben de filosofía. Ronald Bradbury considera la teoría de la arquitectura como una rama de la filosofía, la llama “filosofía de la arquitectura”. Para Roger Scruton es “La tentativa de formular los principios, las reglas y los preceptos que gobiernan o deberían gobernar la práctica del constructor”. Peter Collins define la teoría como “El estudio de la tecnología contemporánea de la construcción”. Hanno Walter Kruft la describe como “Cualquier sistema escrito sobre arquitectura, totalizadora o parcial, basado en teorías estéticas”. Para Jhon Summerson es “Un conjunto de ideas correlacionadas que se fundamentan en una concepción filosófica de la naturaleza de la arquitectura; son principios, en síntesis”. La teoría de la arquitectura parece vivir hoy una etapa rica de contribuciones, estimulada en torno del reciente movimiento posmodernista. Hay por lo menos 3 interpretaciones más frecuentes para la teoría de la arquitectura: 1. Teoría como pensar sobre el hacer. 2. Teoría como gramática y corpus de conocimiento. 3. Teoría como sinónimo de hipótesis. El proyecto es la manera más directa de teorizar: es una acción consciente y transformadora, una praxis objetivada por la teoría y profundizada por la reflexión. El arquitecto formula teorías con su proyecto y obras construidas.
En este proceso icónico el ver y el pensar se fortalecen por un intenso sentimiento, porque las imágenes dibujadas provocan continuamente reacciones silenciosas del arquitecto: Él piensa, dibuja, ve, modifica, vuelve a trabajar el objeto, de fuera para adentro, de adentro para afuera, en el todo y en el detalle, en un incesante diálogo gráfico que pronto lo lleva a descubrir como el edificio quiere ser o como él quiere que el edificio sea. Cada arquitecto ve la arquitectura a su modo, y siempre muy particular. Bien o mal, él tiene una concepción de lo que es la arquitectura, y esa concepción es su teoría, moldeada por sus realizaciones en el trabajo cotidiano del proyecto. ¿Procede la teoría a la práctica o es al contrario? Habitualmente juntas ambas marcan presencia en un cambio iterativo de informaciones tan intenso que es imposible separar precedencias. La arquitectura de Miguel Ángel es uno de los mejores ejemplos de lo que podría llamarse una desobediencia creativa. La autoridad de las reglas universales y duraderas, que en el pasado orientaron a la arquitectura, hace mucho que ya no existe. En realidad hoy no hay más reglas. Lo que hay, esto sí, son las imposiciones de tres grandes fuerzas, cercanas y emparentadas, que se completan: el gusto, el estilo y la moda. A finales del siglo XX la arquitectura se transformó en un objeto de consumo, hecho que, en vez de hacerla trivial, reforzó su condición de gran arte. Una segunda interpretación de la teoría de la arquitectura es la de un corpus de conocimientos, o un conjunto de reglas o leyes más o menos sistematizadas que, si se aplicaran a la composición arquitectónica, organizarían lo elementos que determinan la forma del edificio. Robertson, de hecho, llama a sus leyes de la composición “gramática del proyecto”, y las define como “una teoría que ofrece una síntesis de ciertos principios cuya existencia fue comprobada por el análisis de la buena arquitectura” Geoffrey Scot cree que los arquitectos del renacimiento “no necesitaban teoría, porque se dirigían al gusto”. En la escultura, por ejemplo, una teoría tal vez nos muestre como observar las formas y proporciones de los objetos o del cuerpo humano, como trabajar volumétricamente esas formas: explicaría la técnica para obtener el molde para fundir en bronceo como doblar y soldar una plancha de acero. En la pintura, iría, es claro, más allá de la preparación de la tela y de la obtención de los colores deseados: enseñaría dibujo, perspectiva, tratamiento de las figuras con luz y sombra o incluso como arreglar todo en una composición que resolviera bien la secuencia de los diferentes planos. Es notable como incluso los autores contemporáneos conocen a fondo la teoría y las técnicas de composición. Vista como una gramática, también en arquitectura la teoría da sus objetos tan solo un tratamiento esencial sintáctico. En el pasado, las leyes y normas de la teoría como gramática lograron dirigir y controlar la actividad de la arquitectura, al punto de volver casi imposible resultados desastrosos.
Teoría es sinónimo de hipótesis. Se pretende que tenga una estructura comparable a la de la teoría científica. Galileo fue el primero en proponer hipótesis o teorías, para someterlas a pruebas experimentales, estableciendo así los pasos iniciales para el método científico moderno. Las teorías científicas, así, además de proponer nuevas formas de conocimiento del universo, predicen y comprueban. Pero la arquitectura no es ciencia, por tanto su teoría no tiene semejanzas mayores con la teoría científica. La teoría de la arquitectura trabaja con suposiciones, sin alguna intención de descubrimiento o de invención. Comparar la teoría científica con la arquitectónica no tendría el menor sentido si no fuera por un detalle; al proyectar, el arquitecto naturalmente no hace hipótesis a priori para las cuales las obras serian una presentación. Pero como él trabaja “con o acerca” de ideas, no seria exagerado afirmar que, a semejanza del método científico, el arquitecto parte de la idea para llegar a su representación concreta, que muchas veces es una invención. Los estudiosos de la arquitectura saben que la historia no sirve de base para previsiones y que los esfuerzos para identificar patrones de cambio a partir de hechos pasados pueden ser inútiles. Fuente de unidad; principio unificador de la arquitectura introducido en la teoría por John Summerson. El espacio dejó de ser un mero vacío, un simple volumen circunscrito por una superficie envolvente, para transformarse en uno de los principales elementos de la arquitectura.