MENÓN
INTRODUCCIÓN
El diálogo comienza cuando Menón pregunta a Sócrates lo siguiente: "la
virtud se adquiere mediante la enseñanza y el ejercicio o es la naturaleza
la que se la da al hombre".
Aquellos que, como Gorgias, responden con total seguridad a lo que se
les pregunta. Por ello, ante tal pregunta, Sócrates, afirma estar
totalmente perplejo, lo que hace que le resulte imposible dar una
contestación definitiva. Por ello afirma: "no solamente no sé si se enseña,
sino que ni tengo la menor idea de lo que ella pueda ser"; y, sin saber lo
que "es", continua Sócrates, ¿cómo me iba a ser posible conocer sus
cualidades o características? sucede lo mismo que si alguien preguntara si
Menón es hermoso, rico o noble y no supiese quien es ese tal Menón. En
definitiva, Sócrates, se muestra, desde un principio, como ignorante acerca
de lo que la virtud "es", pero afirmando, al mismo tiempo, que piensa no
haber encontrado a nadie que realmente lo sepa. Como Menón muestra su
extrañeza ante tal afirmación y cita a Gorgias como un maestro de la
virtud, parece evidente que, si es un maestro que enseña lo que es la
virtud, debería saber lo que "es" aquello que enseña. Sócrates, ruega a
Menón que le recuerde lo que Gorgias decía sobre el tema de la virtud o que
cuente lo que el mismo Menón piensa sobre tal tema y que defina lo que él
considera que es la Virtud.
MENÓN Ó DE LA VIRTUD
El dialogo se inicia entre Sócrates, Menón y un esclavo de este llamado
Anito, el mismo se hace con la siguiente interrogante ¿Podrá, Sócrates,
decirme si la virtud puede enseñarse, ó si no pudiendo enseñarse, se
adquiere solo con la practica…?.
Por su parte Sócrates siente que la pregunta lo ha tomado por sorpresa,
pero Menón adelantándose a las posibles respuestas del maestro propone a
Sócrates profundizar si la virtud es enseñable.
Se habla de Gorgias (el sofista) que representa aquel que sabe y, por
ello, puede contestar a cualquier pregunta y puede enseñar. Lo que enseña
es técnica, mera convención, según el modelo de la enseñanza sofista: se
aprende a recitar de memoria máximas, que se incluyen en el discurso para
persuadir, convencer y todo ello permite hacer bellos discursos. En
oposición, Sócrates no sabe, que es el punto de partida para investigar.
Sócrates reconvierte la pregunta de Menón: antes de saber si es enseñable o
no la virtud habría que saber qué es. Sócrates intenta que Menón hable por
él mismo y no por efectos de memoria.
Primer intento de Menón de definición de la virtud.
La primera definición de Menón de virtud se atiene a lo convencional:
rige convención distinta para el hombre, para la mujer, para niño, etc.
"consiste en estar en posición de administrar los bienes de su patria y
administrando hacer bien a sus amigos y mal a sus enemigos procurando
por su parte evitar todo sufrimiento[1]…"
Se plantea la cuestión de lo idéntico y lo diferente (la analogía del
enjambre ¿Cuál es la esencia de la abeja?, ¿qué es la abeja en tanto
que es abeja?).
Para Sócrates las diferentes virtudes deben tener una única y misma
forma gracias a la cual son virtudes, para explicarlo pone como ejemplos la
salud y la fuerza. Ante la desaprobación de esta comparación, Sócrates
demuestra que no se puede explicar la virtud partiendo del concepto
sofístico (una virtud particular para el hombre y otra para la mujer, otra
para el niño y otra para el esclavo) sino a partir de algún otro concepto o
virtud más general (como la justicia y la templanza).
Segundo intento de Menón de definición de la virtud.
Menón reformula su definición para que sea general: es la capacidad de
gobernar a los hombres. Ante esta nueva definición, Sócrates muestra la
contradicción pues el esclavo no manda y el que manda debe hacerlo con
justicia. La cuestión es si la justicia es la virtud o una virtud concreta.
Menón enumera como virtudes: la valentía, la templanza, la sabiduría, la
magnificencia.
Sócrates demuestra la necesidad de encontrar la identidad en lo múltiple
o lo plural mediante el ejemplo de la figura y el color. Sócrates propone a
Menón como ejercicio metodológico una definición general de figura
aplicable posteriormente a la investigación de la virtud.
Los sofistas son aludidos como los sabios que polemizan y compiten,
frente a ellos, Sócrates apela a la amistad como condición del diálogo que
permite encontrar la verdad. Sócrates propone una definición de la figura y
el color tal como harían los sofistas, que si bien a Menón convence no es
de su agrado.
Se investiga cómo se formula una buena definición: será aquella que se
expresa en términos universales. Posteriormente, se afirmará también de la
definición que será aquella que no utilice términos los cuales aún no han
sido investigados, por consiguiente debe buscarse una buena definición por
hipótesis.
Tercer intento de Menón de definición de la virtud
La virtud sería el deseo de las cosas bellas y la capacidad de
procurárselas. Sócrates refuta la primera parte de esta definición
sosteniendo que dado que aspirar a la belleza es aspirar al bien, todo el
mundo pretende alcanzar el bien, salvo los ignorantes (aparece la idea de
que virtud es saber: el intelectualismo moral). Puesto que es común a todos
los hombres no permite distinguir la virtud; las diferencias se dan en la
segunda parte de la definición que es la capacidad de procurárselas. Pero
como procurarse bienes puede hacerse justa (virtud) o injustamente (vicio)
tampoco nos permite descubrir lo que es la virtud.
Si se acepta que la virtud es la capacidad de procurarse bienes con
justicia se confunde la parte con el todo pues la justicia se había
considerado una parte de la virtud. Se repite la necesidad de definir el
todo y no las partes (imposibilidad de saber qué es un caso particular sin
saber qué es lo general).
Se añade la exigencia de que no se puede definir con términos aún no
investigados.
Como resultado de la ironía socrática se crea la confusión y Menón
compara a Sócrates con un pez «torpedo» que entorpece y confunde a los
demás. Sócrates a su vez afirma que Menón es bello, lo que le lleva a ser
exigente.
Menón plantea a Sócrates el siguiente argumento paradójico: tanto
investigar lo que se sabe es absurdo como reconocer que se ha encontrado lo
que se busca si no sabemos de antemano lo que buscamos.
La reminiscencia (basada primero en la creencia mítica y luego en la
demostración empírica).
La única solución al paso del no-saber al saber es que es un saber por
medio del recuerdo (reminiscencia). Se explica el fundamento de la
reminiscencia. El alma es inmortal y no aprende, sino que recuerda lo que
ya sabía.
Pero para descubrir las cosas se requiere no sólo el recuerdo sino
además el esfuerzo personal. Investigar y aprender es reminiscencia, pero
no en el sentido del argumento de Menón, pues éste nos haría pasivos
mientras que el que propone Sócrates no haría activos y amantes de la
investigación.
A través del diálogo con el esclavo, mediante una demostración
geométrica se muestra cómo es posible recordar. El esclavo tiene momentos
de error, de duda, pasos necesarios para afirma implícitamente la teoría de
la reminiscencia.
Sócrates cree que Menón ha aceptado la posibilidad de pasar del no-saber
al saber, y que con ello se ha librado del argumento polémico. Esto implica
que podría investigar qué es la virtud, que es lo que busca Sócrates, pero
Menón insiste en saber cómo se adquiere.
Sócrates utiliza los conceptos de dominio de sí y de libertad para
criticar la postura sofista de Menón.
Intento de establecer si la virtud es enseñable con el procedimiento de
la hipótesis
Sócrates accede a contestar la pregunta de Menón pero a partir de una
hipótesis (se inicia diciendo «Supongamos...») y la dialéctica toma de
nuevo como modelo la geometría.
La hipótesis: la virtud, siendo de entre aquellas cosas que conciernen
al alma, es semejante o difiere del conocimiento (sea el conocimiento
enseñanza o recuerdo). Se acepta que la virtud es un tipo de bien al igual
que el conocimiento (ambos son útiles).
Pero, por ejemplo, el valor sin prudencia (sin conocimiento, sin juicio)
es temeridad (igualmente con la templanza y la facilidad para aprender).
Conclusión: la virtud tiene que ser una forma de prudencia. De igual forma,
la prudencia hace que el resto de los bienes sean útiles.
Consecuencia: no se es bueno por naturaleza. Se comprueba que es válida
esta consecuencia en que los buenos no son reconocibles, pero también es
válido que se puede ser bueno por aprendizaje.
Si es enseñable una materia se precisan profesores y discípulos de ella.
Si no hay profesores ni discípulos de algo es que no hay nada que enseñar.
Habrá que demostrar que hay maestros de virtud.
El problema de los maestros de la virtud
Aparece Ánito que es presentado por Sócrates como un modelo de hombre
virtuoso y capaz de haber educado correctamente a sus hijos. Sócrates
pregunta a quién ha de dirigirse Menón para ser virtuoso al igual que se
manda a aquellos que ejercen la profesión cuando se quiere uno hacer médico
o flautista.
Aparece por boca de Ánito el viejo modelo de enseñanza griego, en donde
cualquier ciudadano inculca los valores morales y políticos sin cobrar, sin
método (crítica a los sofistas que no son maestros de virtud).
Pero para Sócrates, por medio del examen de casos históricos como el de
Pericles, la virtud no se transmite de un hombre virtuoso a sus seguidores
o hijos. (El que alguien sea bueno y virtuoso no implica que sea buen
maestro de virtud).
Los hombres buenos de la ciudad no se ponen de acuerdo acerca de si la
virtud es enseñable. Gorgias tampoco cree que sea posible y se limita a la
oratoria.
La virtud es una cuestión confusa pues por un lado los que dicen
enseñarla no la poseen y los que la poseen no la pueden enseñar. Se
concluye que la virtud no es por enseñanza cómo se adquiere.
La opinión verdadera
Se ha cometido un fallo al considerar la virtud un conocimiento. La
virtud puede ser una opinión verdadera, una recta opinión (basada en la
experiencia por ej. el camino que conduce a Larisa), diferente de la
prudencia (que también es útil en estas cuestiones).
El conocimiento difiere de la recta opinión por su estabilidad y su
razonamiento de la causa, pero en términos prácticos (relativos a las
acciones) es tan bueno como la ciencia. No obstante, al ser opinión puede
errar, mientras que la ciencia no.
Sócrates aprovecha para recapitular los argumentos anteriores: ni el
conocimiento ni la opinión verdadera se pueden dar por naturaleza. La
virtud tampoco es enseñable, porque no hay maestros de virtud, así que no
es la prudencia. La virtud es algo que nos dirige bien, correctamente en la
acción, pero no puede ser la prudencia, así que tendrá que ser la opinión
verdadera.
Los políticos no difieren de los adivinos, adivinos y poetas, que
afirman muchas verdades sin saber lo que dicen. Por eso son hombres
divinos.
La virtud no es por enseñanza, ni por naturaleza sino un don divino.
Aun así, se ha descubierto cómo consiguen los hombres la virtud, pero
seguimos sin saber qué es la virtud en sí misma
Bibliografía
Platón, Obras completas, Edición de Patricio de Azcárate, Tomo 14, Madrid
1871
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[1] Platón, Obras completas, Edición de Patricio de Azcárate, Tomo 14, Pág.
283, Madrid 1871