La seducción de un orden: Ana María Stuven Introducción
La modernidad es el fn del Antiguo Régimen, y el paso hacia el imperio del concepto de soberanía popular, con sus imperativos de representación y de defnición de un cuerpo de ciudadanos que la actualicen. Corresponde al período de reemplao de la legitimidad mon!rquica por la republicana. "sta es impuesta de s#bito sobre una sociedad tradicional $urgimiento de una opinión p#blica constituida en la fgura de nuevas %ormas de relación entre el hombre, la cultura y la política. &l espacio p#blico es el espacio de la sociedad misma, misma, el cual se actualia con el intercambio intercambio de opiniones. &n el caso chileno, el debate crítico se centra en la organiación del &stado y en sus principios legitimadores. legitimadores. "ste espacio adquirió brillo en la época de 'ulnes, ya que se caracteriaba por una época con conciencia nacional impregnada de visiones triun%alistas que habían surgido después de las victoria bélica contra la con%ederación. &l poder constituido se había afanado en manos de la clase dirigente criolla. $urge el debate político, por lo tanto surge la polémica, la polémica es defnida como el arte o practica de la argumentación o controversia, un dial dialog ogo o o disp disput uta a que que impl implic ica a el rec econ onoc ocim imie ient nto o de la legi legiti timi mida dad d del del contrincante y de su posición. Los principales actores de la polémica eran los miembros de la clase dirigente, #nica con acceso a la educación y a la pr!ctica en la tribuna p#blica. La aristocracia chilena no %ue desplaada del poder sino reinstalada en el gobierno político. &l &stado chileno %ue una creación del sector dirigente. La clase dirigente era un grupo esencialmente conservador, abierto hacia un cambio que se percibía como inevitable y al cual había que conducir a fn de no alterar el rumbo traado y la estructura de poder consolidado por la misma elite. Primera Parte: La clase dirigente chilena, el consenso social como sustrato de continuidad y cambio I. Los consensos: Reublica, orden social y catolicidad en las rimeras d!cadas de la Indeendencia, "#"$%"#&$ ". 'radición y modernidad: la reublica Parado(a inicial: Creación del &stado de Chile republica, clase acepta pero
teme y rechaa.
Acepta como alternativa a la monarquía, teme los riesgos que implica para el orden social, y lo rechaa por considerar que las condiciones necesarias de civiliación del pueblo a#n no est!n dadas al país )onte*to: (rupo que se %ormó al interior del aparato burocr!tico del
despotismo ilustrado. +. na sociedad en transición: orden y cambio
Las creaciones del &stado y de la )ación, como producto del proyecto político y cultural de la elite, se e*presan, por una parte en la institucionalidad, y por otra, en el incipiente aunque creciente espacio p#blico. &l problema de la nación asume caracteres esencialmente políticos. $e trataba de crear un estatuto político reconocido+ desde lo sociocultural, se trataba de concebir una colectividad humana que conciliara los procedimientos de la política moderna. Legitimidad contractual, de tipo moderna, propia del régimen republicano y de un grupo ilustrado con tendencia racionalista e individualista. &l poder de la clase dirigente chilena radicaba en su capacidad para defnir las condiciones sociales, de manera que sus normas aparecían corresponder con la realidad. &l control del poder estatal reposaba sobre un cierto orden -erarquiado, defnido por el mismo grupo dirigente y reconocido por todo el cuerpo de la sociedad. &l orden es la utopía del no caos/, la noción del orden trasciende un signifcado meramente político y permea toda discusión en torno a la creación de la nación. -. l orden institucional: autoritarismo y libertad
0ara evitar el caos, por lo tanto, era necesario en primer lugar completar un proceso de evolución sociocultural. &l grupo que lidera el proceso de cambio y la adecuación del pueblo a sus costumbres, es la clase dirigente, que partiendo de una noción liberal que le permite confar en la maleabilidad de la naturalea humana, asume así, honesta pero desconfadamente, la tarea de e-ercer la autoridad durante el proceso. &. La religión católica: una /e com0n ara una sociedad unida
Chile es un país católico y el &stado así lo reconocía. La década de 1234,
polemiando sobre lo humano y lo divino, permitir! que se abra un campo de batalla que en el terreno de las ideas har! sus primeros estragos, y que por lo tanto har! surgir los bandos en pugna, y polariar! a quienes se batan por el establecimiento de %ormas de sociabilidad moderna, criticas y racionales, y por la pervivencia de una opinión p#blica donde se debatan los proyectos de sociedad alternativos que van surgiendo. II. Los actores y su conte*to: La oinión 0blica en escena ". La clase dirigente y su royecto
&ste grupo constituyó lo que se ha denominado elite o clase dirigente, y que algunos corrientes historiogr!fcas llaman aristocracia. &s el grupo donde se concentró el poder, la autoridad y la in5uencia. &ra la clase de los propietarios+ en un comieno, sobre todo de terratenientes, cuyas %ortunas provenían del comercio. La nación es esta época es di%ícil de conceptuar, ya que presenta varios problemas. &l primero, que Chile aparece como una nación sin ning#n a%!n nacionalista previa a la independencia. $egundo, esta nación no necesariamente se remonta a una comunidad dotada de una especifcidad ling6ística y cultural. La nación se %unda como una unión de voluntades, m!s que como los resultados de identidades pre e*istentes. La clase dirigente chilena constituyó la sociedad civil, darle coherencia necesaria para consolidar una sociedad política. +. Prensa, oinión 0blica y la generación de "#&+ 1 sociedad civil recordar la clase del viernes2
7pinión p#blica son las re5e*iones críticas de un p#blico competente para %ormarse sus propios -uicios. $urgimiento de la sociedad civil y el aparecimiento en consecuencia de una es%era publica -. 3ases intelectuales y olíticas de la ol!mica Andr!s 3ello: un constructor de instituciones
Rol %undamental en la creación de la opinión p#blica. 8ive la complicada transición de los países latinoamericanos, desde las seguridades y estabilidades que aportaba la monarquía, hacia las republicas riesgosas y
caóticas. Lo anterior est! en el origen de la pre%erencia de 'ello por el orden social, base de toda posibilidad de institucionalidad y comercio. Manuel 3ulnes: hombre de consenso
&ra partidario acérrimo del orden social. $u gesto conciliador, sumado a las garantías de compartir el espíritu de orden, %ue un incentivo para que todos los sectores comenaran a a5o-ar sus tensiones políticas y a pensar, con él, en la consolidación de la nación, que había sido descuidada por la necesidad de construir un &stado que %uncionara efciente y ordenadamente. &. Los )ontestatarios
9anuel 'ulnes posibilito institucionalmente el surgimiento de una intelectualidad crítica. &s ahí donde nace la $ociedad de La :gualdad con las ideas ilustradas. 4. La Argentina 5otante
$u primer aporte %ue impulsar el romanticismo. $armiento %ue un actor importante, su interés principal %ue el én%asis en desarrollar políticas de inmigración y la construcción de obras p#blicas. &s el gran impulsor del cambio gradual. ;escon%ía de los liberales y le teme a la anarquía 6. ntre la literatura y la olítica
&l seminario de $antiago de%endió el rol utilitario de la literatura para educar el pueblo y proporcionarle un medio sano y #nico de e*pansión, impidiendo %alsas e*pectativas y controlando todo e*ceso que pudiere parecer revolucionario 0arado-almente fgura como gran critica del romanticismo por las consecuencias sociales que, especialmente la vertiente %rancesa, auspiciada en el sentido del pueblo y su participación en la vida política del país. 7. Política y disensión
0asión por el periodismo como %ormador y canaliador de la incipiente opinión p#blica Lastarria: la opinión p#blica vino en apogeo de aquel orden tan preciado
para el partido pelucón y que tan admirablemente consultaba el interés industrial. Manuel Montt %ue un fel e*ponente de la ideología del progreso.
Antonio 8aras debe atribuirse el plantear el problema de seculariación del
&stado.
#. La vo9 de la Iglesia
9onse
Los dirigentes de la época confaban en que un ordenamiento constitucional, la consolidación del &stado, era el pilar que %undaba el edifcio de la nación =(uerra contra Con%ederación> La constitución de 12?? había instaurado un sistema republicano con un régimen presidencialista %uerte y centraliado que evocaba al orden colonial. 0ermitía el mantenimiento de un orden tradicional revestido de %ormas -urídicas al estilo moderno. )o obstante haber constituido un hito del proyecto portaliano del &stado, y un requisito político y ético para la mayoría de la clase política chilena, la vigencia de la carta %undamental había sido hasta ese momento restringido por la continuada vigencia de estados e*cepcionales. &spíritu de progreso logrado luego del triun%o bélico contra la Con%ederación, gestión económica, reducción de gasto p#blico, incentivo de las e*portaciones y restablecimiento de los almacenes depósito, Cha
política en transición entre un pasado que rechaaba y un %uturo imprevisible. &l ordenamiento institucional, la noción de un país victorioso, y la e*istencia de un %uturo económico promisor son antecedentes evidentes sobre los cuales podían comenar a articularse construcciones consensuales m!s comple-as al interior de la cultura política chilena. La conciencia de clase emerge al interior de la cultura coloniadora, comiena a buscar su identidad cultural en los primeros a
:ntención de mantener y per%eccionar un sistema republicano de gobierno, la aceptación del catolicismo como la %e verdadera y el pilar donde reposa la cohesión social, valoración del orden institucional y social +. l desertar cultural y la discusión intelectual
La discusión era un arte aceptado y querido como recurso, articular de las ideas que ebullían en la mente de la generación que consolidaba el &stado chileno. -. La idea del rogreso
La idea de progreso introdu-o una nueva visión de la historia, entendida ahora como un oscuro lento y gradual, pero también continuo y necesario hacia un cierto fn preparado al interior de la racionalidad y la voluntad humana. &l presente era en consecuencia el espacio donde se hacía necesario procesar el rompimiento con el pasado y los sentimientos de incertidumbre que ello producía. La mani%estación de una nueva nación de cambio inevitable y de un presente en transición, es decir, en movimiento, es %undamental para comprender el sustrato de legitimidad y de necesariedad de la polémica . &sta visión predominante al interior de la clase dirigente chilena a comienos del siglo : es la #nica capa de e*plicar por qué, por una parte se crea el espacio para polemiar sobre la apertura hacia el cambio, y ,al mismo tiempo se le ponen los limites para asegurar que este no tenga consecuencias sobre el cuerpo social ni la estructura de poder. BCambio social de largo alcance incorporación de nuevos sectores a-enos a la clase dirigente tradicional, los cuales por medio de la educación comenaban a encontrar vías de acceso a la vida intelectual del país.
La clase dirigente chilena tenía conciencia de que la hegemonía de su poder descansaba sobre un equilibrio muy delicado entre la aceptación del cambio considerado necesario y su contención. &. La educación ara el cambio
La educación es el eslabón que une al hombre pre republicano, ignorante e inciviliado con el siglo del progreso. ;ebe ser la tarea prioritaria del &stado y la meta social m!s importante en la medida que permitir! que las incertidumbres propias de un ideario nuevo y poco consolidado no se tengan que e*presar necesariamente en una desestabiliación social. l
transito
tenía
una
escala
de
rioridades: &n primer lugar
correspondía a las re%ormas sociales, entendidas como el progreso en la educación de la nación+ solo después vendrían las re%ormas políticas y constitucionales. 4. La iglesia reacciona
que, a di%erencia del siglo 8:::, e*iste una tendencia universal hacia el triun%o de la religión y la superación de la indi%erencia en esta materia. I8. Los desa/íos al consenso: l temor al desorden social, "#&4% "#4$ ". n esíritu laico amena9a las conciencias
La polémica se %ue tornando inviable, el en%rentamiento tendió a reemplaar la discusión. Las relaciones entre la iglesia y el &stado e*perimentaron una tensión creciente desde 123?. Los sectores m!s conservadores se sumaron a las críticas a la iglesia por asuntos vinculados al patronato, no lo hicieron como e*presión de la decadencia del espíritu religioso, ni mucho menos con la intención de provocarlo, de hecho las discusiones y polémicas que rodearon ese intento por afanar la superioridad civil del &stado contribuyeron a una laiciación de la sociedad. &n la arena se batían dos visiones con5ictivas del mundo. 9ientras los sectores m!s liberales consideraban que la doctrina de la soberanía popular era incompatible con la iglesia, y deseaban convertir al sacerdote en ciudadano, la :glesia insistía en la vigencia de -erarquías superiores con un poder de origen sobrenatural.
+. Surge la oosición: >la reublica de hecho?
La alteración del tono del discurso político a%ecto a los tres pilares consensuales en los cuales apoyaba su autoridad de clase dirigente chilena. 0or una parte la visión católica del mundo, por otro la noción de republica dirigida por una elite que gobernaba por un consenso, comenó poco a poco a su%rir presiones de parte de los grupos que intentaban abrir el espectro político e imponer un sistema democr!tico. &llo tuvo como consecuencia el surgimiento de la oposición política. &ntre las circunstancias que contribuyeron a estos %enómenos es importante mencionar la actitud poco conciliadora del gobierno. Dambién los recursos que rodearon la reelección del 0residente 'ulnes los %enómenos revolucionarios %ranceses de 1232. Las re%ormas institucionales se convirtieron poco a poco en la demanda permanente de la oposición al gobierno. -. )onservadores y liberales: la in5uencia del <= /ranc!s
La crisis de confana y la polariación del país en dos bandos ocasionaron una re%ormulación del discurso político. &l gobierno asumió la categoría de conservador para sí. $e asoció al liberalismo una visión desmedida de la libertad y un apego a la democracia descarnada. Las nuevas ideas republicanas se consagraron con la revolución %rancesa de 1234. &l republicanismo de los actores de la revolución %rancesa de 1232 tuvo pro%undas consecuencias en Chile, encontrando su e*presión en un periodo largo. &n primer lugar, legitimó un discurso republicano democr!tico que ya a5oraba como bandera de la oposición de la $oberanía 0opular. &. Se olari9a la discusión: el recurso del orden
La in5uencia de las percepciones de la clase dirigente sobre la confana que le permite abrirse hacia el cambio, un elemento en particular ocasionó la reacción que contribuyó al cese de la polémica que había caracteriado este periodo. $e trata de la introducción en el discurso político de un nuevo concepto del pueblo. 0or una parte, constituía una abstracción, el equivalente a la nación en %ormación como proyecto %uturo, por otro, se re%ería a una clase in%erior, cuya #nica posibilidad de incorporación consistía en la adquisición de luces.
B7posición di%usión de ideas de soberanía popular al pueblo BLa sensación de que la sociedad se encontraba ba-o control, y que el cambio no alternaba los pilares sobre los cuales se apoyaba el poder de la clase dirigente, estaba estrechamente vinculada con la noción del orden. La noción del orden se vincula estrechamente con la noción de autoridad legítima. &s decir, la clase dirigente era considerada la depositaria del derecho y la capacidad de imponer el orden. 4. Re/orma y revolución
La década de 1234 llegó a su fn marcado por la mani%estación de visiones del mundo divergentes de las que tradicionalmente había sostenido la clase dirigente chilena, y por la e*presión de estos en la radicaliación de las posiciones de los bandos políticos hasta culminar en la revolución que su%re el país en 12E1.