Taller en la Tenaza Da-Da, de R udolf Schlichter, h. 1920. (Galerie Nierendorf, Berlín).
Teoría y metodología en la historia del mundo contemporáneo Contenidos 1. 2. 3. 4.
Significado y características generales de la H istoria del M undo C ontem poráneo. El com entario de textos históricos. El com entario de gráficas. El com entario de mapas.
1.
Significado y características generales de la Historia del Mundo Contemporáneo U n a de las razones principales de plan tear com o culm inación de la enseñanza de la historia en el Bachillerato un acercam iento al M un do Contemporáneo, es poner en contacto al alum no con la com pleja sociedad que le rodea a fines del siglo XX. D en tro de esta intención general, se descubren dos objetivos básicos: por un lado, una acepta ble síntesis de los acontecim ientos decisivos que han ido conform ando recien tem en te la realidad actual; y, por otro, proporcionar las suficien tes técnicas y procedim ientos de análisis para que el alum no in te rp re te, p o r sí m ism o, con una m etodología científica, su entorno social. N aturalm ente, la tarea propuesta no resulta fácil. El m ism o con cepto de Mundo Contemporáneo, o Edad Contemporánea se ha defi nido con m uchas polém icas en tre los historiadores. C ualquier división del pasado del hom bre en etapas o períodos resulta, necesariam ente, convencional o arbitraria. D e form a prim aria, lo Contemporáneo es lo inm ediato, lo próxim o a nuestra propia existencia de personas que vi vimos el tram o final del siglo XX. En cualquier caso es preciso esta blecer, tem poralm ente, el arranque, los orígenes de nuestro m undo ac tual. E n este sentido, las escuelas históricas han adoptado diversas fó r m ulas según sus propias vivencias com unitarias. P ara los historiadores ingleses no existe un M undo Contemporáneo claram ente definido y engloban el estudio del pasado del hom bre des de el siglo X V I hasta nuestros días bajo la denom inación general y di fusa de Historia del Mundo Moderno, en oposición a la Edad Media. P or su parte, los norteam ericanos han jugado de form a decisiva con el factor espacial, pues a la E dad Mediterránea que corresponde básica m e n te co n la E d a d M e d ia , su c e d e rá u n a E d a d E uropea (si glos X V I-X V III) y una Edad Atlántica (siglos X IX -X X ). P o r últim o, la historiografía francesa, tan influyente siem pre en E spaña, acuñó la se paración brusca, radical, entre la sociedad tradicional o A ntiguo Régi m en (hasta el siglo X V III) de la etapa de las Revoluciones (siglos X IX y XX). Siguiendo, p o r tradición cultural y sim plicidad m etodológica y di dáctica esta últim a división vam os a establecer a continuación los ras gos característicos y definidores de la Época Contemporánea o de las Revoluciones:
■ Inmediatez y carácter abierto
Niña escribiendo, de Milton Avery, 1941 (Colección Phillips, Washington).
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F ren te a lo que sucede con otras etapas de la historia, m ás lejanas en el tiem po del estudioso, la época contem poránea posee la caracte rística peculiar de incluir al propio historiador dentro de ella. La m a teria prim a con la que se trabaja, el pasado, el devenir social del hom -
bre, se va generando día a día. E sta peculiaridad trae, a la vez, ven ta jas e inconvenientes. D e una parte, el estudio de los orígenes inm edia tos de la sociedad que nos rodea, resulta de lo más apasionante y atrac tivo. P or otro lado, en m uchas ocasiones, el historiador carece de la necesaria lejanía o perspectiva con respecto a los acontecim ientos para p o der com prenderlos y situarlos en su ju sta dim ensión. '
■ Aceleración histórica Es un fenóm eno constatado p o r la m ayoría de los historiadores. D esde el Neolítico, el progreso y com plejidad de las form as de vida del hom bre habían aum entado de ritm o y velocidad a m edida que nos acercábam os a la época actual. P ero es precisam ente durante los dos últim os siglos cuando el ritm o de cam bio en todos los terrenos se acen túa. En definitiva, nuestro en to rn o carece de la estabilidad y p erm a nencia del de nuestros antepasados.
■ Mundialización del proceso histórico D uran te la m ayor p arte del devenir de la hum anidad, los distintos espacios del p lan eta perm an eciero n aislados unos de otros, dando lu gar al desarrollo de culturas y civilizaciones de trayectorias paralelas, pero que se ignoraban entre sí. L a época de los Descubrimientos Geo gráficos, d urante el siglo X V I, puso en contacto los distintos continen tes, iniciándose las influencias m utuas y la dependencia e interconexión de las distintas culturas. No obstante, va a ser en la época contem po rán ea cuando llegue este proceso a su culm inación. A través de la E x pansión Imperialista y de la Explotación Colonial, las m ás lejanas re giones en traro n en los circuitos económ icos internacionales, m ientras se difundían p o r todos los continentes los usos y m odos de vida eu ro peos. E n la actualidad, este fenóm eno ha alcanzado su total plenitud gracias a la acción de los m odernos m edios de com unicación y a la d e pendencia m utua entre los distintos sistem as políticos y económ icos, en principio enfrentados. A vanzam os, p o r consiguiente, p o r el cam ino de una cierta uniform idad y estandarización cultural de los distintos pueblos y culturas que, poco a poco, van perdien d o sus señas de id en tidad diferenciadoras.
División en dos grandes etapas B ásicam ente, el m undo co ntem poráneo, que arranca de finales del siglo X V III, ha atravesado p o r dos fases características en su devenir. • La Alta Edad Contemporánea, que se corresponde, básicam en te, con el siglo X IX . Es esta la etapa de predom inio absoluto de la cultura, civilización y p o d er político y económ ico europeo so bre el resto del m undo. Es tam bién el m om ento de las tres di m ensiones política, económ ica y social— de la prim era gran ola revolucionaria de n u estra época que com prende, respectiva m ente, la Revolución Liberal, la Revolución Industrial y la Revo lución Burguesa. P or su parte, la ciencia, la cultura y el pen sa m iento se desarrollan ex traordinariam ente y adquieren una am plia autonom ía con respecto a la religión (D arw inism o, M ateria lismo H istórico, Positivism o). • M ás próxim a a nosotros, pues en ella estam os inm ersos, nos en contram os con la Baja Edad Contemporánea, que arranca en los
Composición cuadrada, de Piet Mondrián, 1922-1925 (Colección Phillips, Washington).
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v últim os años de la centuria pasada y aún no ha concluido. E s la época, la nuestra, la que nos ha tocado vivir, de la presencia de las masas en la historia. F re n te a la burguesía orgullosa y triu n fante del período anterior, tom a conciencia de su im portancia el Cuarto Estado, el proletariado, hijo de la etapa precedente. Éste se organiza, reivindica sus derechos políticos, económ icos y so ciales (sindicalism o, partidos obreros), se dota de teorías y cosm ovisiones del m undo coherentes con sus intereses (socialismo, anarquism o), y tom a el p o d er en im portantes zonas del planeta (R evolución R usa de 1917, Revolución C hina de 1949). T am bién se ha denom inado a nuestra época la Era de la Violencia (V icens Vives) p o r el em pleo masivo e indiscrim inado de la destruc ción organizada y científica (guerras m undiales, revoluciones violen tas, terrorism o). E uropa deja de ser la soberana del m undo transm i tiendo el liderazgo a dos países, en buena m edida extraeuropeos: la U nión Soviética y los Estados U nidos. U n a Segunda Revolución Industrial desarrolla nuevos productos, form as de organización del trabajo y fuentes de energía, dando lugar a la extensión sin precedentes, del bienestar m aterial a capas cada vez más am plias de la población (sociedad de consumo). A pesar de este pro m eted o r avance en el terreno económ ico, se es tablecen unos nuevos desequilibrios en el rep arto de la riqueza, que a diferencia de épocas anteriores, poseen un carácter m arcadam ente es pacial (Países pobres o T ercer M undo frente a Países industrializados). P or fin, la ciencia y la cultura de nuestro siglo han experim entado un avance revolucionario que ha cuestionado toda la visión anterior del m undo, desde la Física (T eoría de la R elatividad) al A rte (A bstrac ción) pasando p o r la Filosofía, la Religión o la m anera de en ten d er la vida (N eopositivism o, Existencialism o, renovación eclesial del C onci lio V aticano II).
2.
El comentario de textos históricos
^ P ara u n alum no de C O U la práctica del com entario de textos his tóricos tiene una triple finalidad: en prim er lugar, académica: ayudarle a su p erar la prueba de selectividad, ya que las universidades van in troduciendo este tipo de ejercicio com o alternativa a la exposición por escrito del tem a tradicional de clase. E n segundo lugar, una finalidad histórica, p o rq ue el docum ento es lo más cercano a los acontecim ien tos a los cuales no se puede acceder directam ente; en los docum entos está la historia viva. E n tercer lugar, una finalidad de form ación uni versitaria, pues el com entario y su análisis contribuirán a reforzar el ju i cio crítico del alum no y a profundizar en una técnica que enriquecerá su personalidad hum ana y universitaria.
2.1. Modelo de comentario que proponemos a.
Rincón del taller, de Henri Matisse, 1912 (M. de Bellas Artes, Pushkin, Moscú).
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Consideraciones generales
Puesto que el com entario de texto es un trabajo de análisis de las ideas allí contenidas, es necesario ante todo com prender el sentido del texto. Para ello es conveniente leerlo detenidamente varias veces; la m e jo r fórm ula es leer cada párrafo y resum ir lo principal, así se irán cons truyendo puntos de apoyo p ara no olvidar nada de lo fundam ental a
la hora de h acer el com entario. E n algunos casos puede bastar con sub rayar las palabras claves que recojan las ideas fundam entales.
b.
Clasificación o encuadre del texto
P ara clasificar bien el texto se deben identificar las siguientes cir cunstancias: • Naturaleza del texto: d eberá señalarse de qué clase de docum en to se trata: si es un texto jurídico (una ley, un tratado, una cons titución) o político (un discurso, una proclam a,...) o social, eco nóm ico, etcétera. Identificar la naturaleza del texto es im p o rtan te p a ra valorarlo según esa circunstancia. • Localización en su tiempo y en su medio: esto es im prescindible porque los hechos históricos suceden en las coordenadas de tiem po y espacio, de ahí que haya que conocer esas circunstancias p ara analizarlos en su contexto y en su entorno. L a fecha exacta no es necesario conocerla m ás que en los acontecim ientos que lo exija su relevancia (p o r ejem plo, la finalización de una guerra); en los dem ás casos será suficiente con el período histórico al que p ertenezca el hecho. • Autor, n orm alm ente vendrá dado en el texto. E n caso co ntra rio, hay que indicar su identidad y personalidad a través del con texto o p o r datos indirectos. Es conveniente hacer una pequeña biografía sobre él p ara averiguar cóm o m anifiesta su personali dad y su ideología en el docum ento. El au to r puede ser indivi dual, colectivo o anónim o.
c.
Análisis del texto
Es la p arte m ás im po rtan te y consiste en la explicación del co nte nido del docum ento. Com o al principio ya se hizo un resum en de las ideas de cada párrafo, ahora lo que hay que hacer es ordenarlas de una m anera lógica y orgánica, distinguiendo las fundam entales de las secundarias y señalando las relaciones entre ellas. Si hay nom bres p ro pios de personas, lugares, instituciones, hechos, etcétera., es convenien te explicarlos detenidam ente.
d.
Comentario final y conclusión
E n este apartado deben realizarse tres operaciones: de síntesis, de critica y de valoración del alcance y consecuencias del texto. • D e síntesis: recogiendo las líneas básicas que se han seguido en el análisis y las circunstancias advertidas. • D e crítica: sobre la autenticidad del docum ento, posibles errores de contenido, sinceridad del autor; si el qu e realiza el análisis tie ne ideas diferentes a las del autor, debe exponerlas razonada m ente. • De valoración: debe reflejarse si el docum ento tiene repercusio nes en acontecim ientos posteriores, en cuyo caso hay que seña lar esa o esas proyecciones históricas; dicho de o tra m anera, debe indicarse qué es lo que ap o rta el texto al proceso histórico.
2.2.
Ejemplo de un comentario
... A unq u e el m undo no indique en qué consiste la m isión el h e cho de que eX1ste entre el pueblo el instinto de que una m isión nacio nal debe llevarse a cabo y de que debe desarrollarse una idea colecti
La familia del artista, de Henri Matisse, 1911 (M. del Ermitage, San Petershurgo).
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va, sería suficiente para p robar la necesidad de una patria única con una form a de organización que la encarne y la represente. E sta form a de organización es la unidad. El federalism o im plica una m ultiplicidad de objetivos p o r realizar y, tarde o tem prano, se resuelve en un siste m a de aristocracias o de castas. La unidad es la única seguridad de la igualdad y el desarrollo adecuado de la vida del pueblo. P o r eso Italia será una. Sus condiciones geográficas, su lengua y su literatura; las necesidades de defensa y de poder político; el deseo de las poblaciones, los instintos dem ocráticos innatos del pueblo, el p re sentim iento de un progreso al que todas las fuerzas y las facultades del país deben contribuir; la conciencia de que algo ha com enzado en E u ro p a y de las grandes cosas que tiene todavía Italia que cum plir en el m undo, todo señala este objetivo. No hay en el cam ino obstáculo que no pued a superarse fácilm ente ni objeción que no pued a contestarse y refutarse histórica y filosóficam ente. M a z z i n i , Giuseppe: «Life and Writings o f Joseph Mazzini», Smith, Eider, and Co., Vol. I, Londres, 1890, págs. 226 ss. En A r m e s t o S á n c h e z , Julio: «Textos y documentos de historia con temporánea», Vicens-Vives, Barcelona, 1987, pág. 92.
a.
Consideraciones generales
L ectura y resum en de la idea de cada párrafo im portante: Idea del prim er párrafo: Si un pueblo siente que debe llevar a cabo una misión, necesita unirse en una patria única. Idea del segundo: La form a de organizarse esa p atria no es el fed e ralism o, sino la unidad, es decir, el E stado unitario. Idea del último: Se enum eran las condiciones o factores que favo recen esa unidad.
b.
Clasificación y encuadre del texto:
Se trata de un escrito de Mazzini, de carácter histórico-político y p articularm ente, p o r las indicaciones que se reseñan, de m atiz nacio nalista. La fecha no se puede deducir con exactitud pero sí se puede fijar entre los años treinta en que em piezan a form ularse los diversos proyectos de la unidad italiana, y el año 1870 en que se concluye esa unidad. El au to r es G iuseppe M azzini; fue fundador del m ovim iento la «Joven Italia» p a ra avivar el nacionalism o, participó en las revolu ciones de 1830 y 1848 y se le considera el máximo rep resentante de un nacionalism o liberal y rom ántico que debería usar la vía revoluciona ria p a ra conseguir la unidad italiana.
c.
Análisis del texto
E l docum ento está estructurado en torno a la idea de la unidad ita liana; esa es la idea principal. Se distinguen tres partes:
Músico sintético, de Ivan Puni, 1921 (Berlín, Berlinische Galerie).
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Primera: N ecesidad de una p atria com ún y única, que M azzini ju s tifica p o r la existencia en el pueblo italiano de un instinto, de algo en raizado en la naturaleza de llevar a cabo una m isión colectiva; p o r lo tanto, p a ra realizarlo, lo prim ero que se necesita es una unión de to dos en ord en a ese fin, es decir, una p atria única. P or los años en que M azzini escribe esto, Italia no existe com o nación. Su espacio estaba dividido en siete estados independientes: al N oroeste, el reino de Piam onte-C erdeña; al N oreste, el reino lom bardo-véneto; en el centro los ducados de Parm a, M ódena y Toscana, y los E stados pontificios; al
Sur, el reino de las D os Sicilias. E n varios de ellos gobiernan dinastías extranjeras (en el reino lom bardo-véneto y en los ducados, gobierna la C asa de A ustria, y en el de las D os Sicilias, los B orbones). A esta di visión política se sum aba la económ ica ya que cada estado suponía unas aduanas que dificultaban la form ación de un m ercado nacional. Segunda: L a form a de organización de esa p atria única no es el fe deralism o sino la unidad, y esto p o r dos razones: p orque cada estado federado ten d ría sus propios intereses, lo que m ultiplicaría los objeti vos: y porque, tard e o tem prano, term in arían en un sistem a aristocrá tico o de castas. E n los años anteriores a la unificación italiana se propusieron va rias fórm ulas de unidad: 1. Q ue se constituyera una confederación de reinos bajo la presidencia honorífica del Papa; fue propuesta p o r el abate G ioberti y defendida p o r los m oderados y p o r N apoleón III de Francia: 2. La de una república unitaria, que fue sostenida por M az zini y G aribaldi. 3. La de una Italia unida alrededor de la m onarquía de Piam onte-C erdeña, idea sostenida p o r el «R isorgim ento» del con de de Cavour. Com o se sabe, fue esta últim a la que se llevó a cabo y no la de M azzini. Tercera. Se enum eran los factores o elem entos que exigen y favo recen esa unidad com o form a de organización de la patria única; en tre otros los siguientes: la geografía: Italia es una península encerrada o lim itada n etam en te p o r los m ares M editerráneo, T irreno, A driático y Jónico, y p o r los Alpes, lo que pide que todos los que ocupan ese espacio, tan claram ente delim itado, se unan; su lengua y literatura que fueron siem pre una p ara todos; las grandes cosas que Italia tiene to davía que hacer en el m undo, ahora que se tiene conciencia de que algo ha com enzado en E uropa. E sto es una alusión a lo que Italia re a lizó ya en otros tiem pos (el Im perio R om ano) estando unida, y la n e cesidad de unirse p ara realizar más cosas.
d.
Comentario final y conclusión
El docum ento es una síntesis del pensam iento de M azzini respecto al futuro de Italia y está inm erso d entro del m ovim iento nacionalista de la época. El nacionalism o constituyó uno de los m otores de la evo lución política del siglo X IX . R enació a finales del siglo X V III con m o tivo de la R evolución F rancesa y el Im perio N apoleónico. F ren te a la invasión francesa de E u ro p a surgió en tre los habitantes de los diferen tes espacios europeos la conciencia de p erten ecer a una nacionalidad distinta con lengua, cultura y pasado diferentes de los del invasor, y con el deseo de defenderlo frente a los franceses. M ás tarde, el C on greso de V iena de 1815 desconoció esos intereses com unes de los p u e blos dividiendo a los que deseaban estar unidos y uniendo a los que debían estar separados, lo cual reforzó todavía m ás el nacionalism o. E n el siglo X IX se dieron dos concepciones diferentes del nacio nalismo: 1, La de los pensadores alem anes que consideraban a la n a ción com o un ser vivo que crece bajo la inspiración de un «genio» n a cional, y que estaría form ada p o r todos los que tuvieran la m ism a len gua y los m ism os rasgos físicos (la raza). 2. La de los latinos, entre ellos M azzini, que concebía la nación com o «la asociación de todos los que, agrupados ya sea p o r la lengua, sea p o r ciertas condiciones geo gráficas, sea p o r el rol que les ha sido asignado en la historia, reco n o cen un m ism o principio y m archan, bajo el im perio de un derecho uni ficado, a la conquista de una m eta definida... La p atria es ante todo la
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Composición, de Lajos D ’Ebnet, 1927 (Berlinische Galerie, Berlín). 11
conciencia de la patria». E l nacionalism o italiano encontró su aplica ción p ráctica en la unificación del país que tuvo dos figuras im portan tes: V íctor M anuel II de Piam onte-C erdeña, y su prim er m inistro C a milo Benzo, conde de Cavour.
3.
Análisis de gráficas
G ráfico o gráfica es la representación p o r m edio de coordenadas, esquem as o dibujos, de toda clase de datos num éricos o de hechos y fenóm enos que sean susceptibles de observación y tabulación estadísti ca. ' E s un elem ento muy utilizado desde el auge de la historia cuanti tativa, debido a que esquem atiza hechos, su evolución y oscilaciones, p one de m anifiesto relaciones entre m agnitudes distintas, etcétera. A nivel didáctico, supone una síntesis visual que no es posible con otros m étodos. Se estila una gran diversidad de gráficos: desde las series tem p o ra les o cronogram as, gráficas de estructuras (organización del po d er en u na constitución, por ejem plo), gráficos figurativos o de volum en, car togram as, etcétera, hasta gráficos circulares, pirám ides de edades, e t cétera. E n historia se utilizan fundam entalm ente en los tem as dem o gráficos y económ icos; pero tam bién se aplican a otros apartados com o los sociales y políticos, donde un cartogram a o un gráfico de estructu ras son capaces de sintetizar visualm ente m uchas páginas escritas. Las gráficas históricas podem os dividirlas en dos grupos básicos: 1. C ronogram as o series tem porales. 2. Las que reflejan una realidad en un m om ento dado. El com entario de gráficas es de sum o interés (para el alum nado de C O U ) p orque éstas pueden ser el reflejo de unos docum entos que com plem entan a los textos históricos o a los m apas y porque son un auxiliar im p o rtan te para sintetizar y en ten d er ciertos fenóm enos.
3.1. Modelo de análisis propuesto
Obreros de la construcción, de Fernando Leger, 1950 (Galerie Louise Leiris, París).
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C onsta de las siguientes fases: a. Consideraciones generales: Se debe em pezar con una obser vación d etenida y general de la gráfica para descubrir el tipo de la m is ma, los elem entos que se quieren reflejar y la form a de hacerlo. D e ben valorarse los colores y form as utilizadas, sus significados, y todas las anotaciones existentes. Es im portantísim o fijarse en el año o años a los que se refiere, países o zonas geográficas de las que se trata, si se especifican. T am bién se debe observar si la gráfica está com pleta o tiene lagunas. ~ b. Periodización: Sólo es posible en los cronogram as o series tem porales (en las restantes es necesario fijar claram ente la fecha o fechas a las que se refieren). Para dividirla en fases o períodos hem os de fi jarn o s en la tendencia general de la curva, en los «trend», bien sean ascendentes, descendentes, o si se m antienen en torno a un punto. Los cam bios m ás o m enos bruscos nos m arcarán «trend» o períodos distin tos. c. Lectura de la gráfica: Consiste en analizar los datos que nos su m inistra en cada período: cóm o es la evolución de los mismos, si se relacionan o dep enden unos de otros, etcétera. d. Interpretación o comentario externo: Se trata ahora de.estudiar los elem entos que han influido en el com portam iento de los fe-
nóm enos expresados en la gráfica, las causas del ascenso o descenso de la misma. D icho de o tra m anera: situar los hechos de la gráfica en su m om ento histórico correspondiente, relacionándolos con todos los acontecim ientos históricos que directa o indirectam ente se relacionan con ella. e. Conclusiones y crítica: F inalm ente, se debe in ten tar sacar unas conclusiones que com pleten el estudio del período que se analiza, dis cernir el valor que tiene p ara el país o zona representados y la posibi lidad de extrapolar dichos datos a otras zonas. T am bién se deben valo rar el alcance real y la fiabilidad de las conclusiones sacadas al com pararlas con otro tipo de fuentes (textos, m apas...) y con nuestros p ro pios conocim ientos.
3.2.
Ejemplo de análisis G R A F IC A D E LA E V O L U C IO N D E M O G R A F IC A XQQ D E E U R O P A O C C ID E N T A L
45 40 35
5|gg Crecimiento _ _ vegetativo
30 25
20 15
10 5
O
a.
ANTIGUO RÉGIMEN DEMOGRAFICO
1.800
REVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA
1.850
NUEVO REGIMEN | DEMOGRAFICO
1.900
1,950
1.980
Consideraciones generales
Se tra ta de un cronogram a de curva en el que se representa la evo lución de la natalidad y la m ortalidad en la E u ro p a occidental. E n el eje de ordenadas están reflejados los tan to s p o r mil, m ientras que en el de abcisas se señalan los años de dicha evolución cronológica. La natalidad se rep resen ta p o r una línea roja gruesa y continua, y la m o r talidad p o r una línea negra fina y discontinua. A veces entre am bas aparece un espacio p u nteado que se corresponde con el crecim iento vegetativo (se da cuando la línea de natalidad está por encim a de la de m ortalidad). L a gráfica se refiere a E u ro p a occidental; los años m ar cados van desde 1800 a 1988, aunque antes de 1800 prosigue la gráfica hacia la izquierda, e incluso se nos indica que la gráfica continúa in definidam ente hacia atrás.
b.
Periodización
P ued en establecerse tres períodos: 1. H asta 1815, en donde la tendencia es a que las dos líneas se m antengan elevadas, aunque con bastantes oscilaciones. 2. D esde 1815 a 1935, fase en la que se p roducen unos descensos rápidos en la línea de m ortalidad prim ero, y en la de natalidad con pos
terioridad. P or tanto, se podría subdividir así: la 1.a fase corresponde ría a la rápida dism inución de la m ortalidad y la 2 .a, a la de la natalidad. 3. D esde 1935 en adelante, etapa en la que am bas gráficas son b a jas.
c.
Lectura de la gráfica
■ E l p rim er período, denom inado «antiguo régimen demográfico» se caracteriza p o r una natalidad muy elevada, que oscila entre el 35 y el 40 p o r 1 000 y p o r una m ortalidad, tam bién elevada y oscilante, con cifras parecidas a las anteriores (aunque a veces tienen bruscas subi das que alcanzan los 45 por 1 000). Hay m om entos en esta fase en que la n atalid ad sobrepasa a la m ortalidad y, p o r tanto, se da un crecim ien to vegetativo positivo, m ientras que en otras sucede lo contrario y, ló gicam ente, descenderá la población. E sta etapa durará desde el p rin cipio de la hum anidad hasta 1815, aproxim adam ente, en E uropa occi dental. ■ El segundo período se denom ina «revolución demográfica» por el gran cam bio que supone con relación al sistem a tradicional, y por el gran aum ento de población que se produce al dism inuir en un prim er m om ento la m ortalidad, distanciándose m ucho am bas líneas. Se p ro longaría desde 1815 hasta 1935. Tiene dos fases: • 1.a Fase: en la que desciende rápidam ente la m ortalidad hasta el 17 p o r 1 000, para después seguir un descenso m ás lento, al tiem po que la natalidad continúa elevada. • 2.a Fase: está caracterizada por el brusco descenso de la natali dad, que llega hasta el 20 p o r 1 000 y p o r la continuación del des censo lento de la m ortalidad. ■ E l tercer período, llam ado «nuevo régimen demográfico» tiene com o notas distintivas el paulatino descenso de la natalidad del 20 al 15 p o r 1 000 e incluso m enos, y una m ortalidad que, aunque sigue des cendiendo muy lentam ente, tiende a estabilizarse en torno al 10 por 1 000. E l crecim iento de la población es ahora m ucho m enor, al h a berse acercado las líneas de am bas gráficas entre sí.
d.
Jugador de Rugby, de Max Beckmann, 1929 (Wilhelm-Lehmbruck, Duisburgo).
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Interpretación
E l antiguo régimen demográfico se corresponde con el sistem a eco nóm ico-social y político del A ntiguo R égim en, que tiene su base prin cipal en una agricultura de subsistencia. P o r ello, las m alas cosechas, debido a situaciones climáticas adversas y a otros factores, causan h am bres (el com ercio es muy reducido debido a la m ala calidad de los transportes), que, a su vez, derivan en epidem ias y fuertes aum entos de m ortalidad. A esta situación contribuye tam bién la falta de higiene y el atraso en la m edicina. E stas circunstancias son desfavorables a la natalidad, que disminuye un poco, aunque lo norm al es que tenga al tas cifras, ya que los hijos ayudan en el trabajo agrícola. D e aquí las oscilaciones inversas de ambas. A p a rtir de 1815 em piezan a influir los cam bios económ icos y so ciales que se están produciendo en E u ro p a en el descenso de la m o r talidad. Así, m ejora progresivam ente la alim entación debido a la re volución agrícola y a los nuevos transportes, que perm iten un m ayor com ercio a largas distancias. Sim ultáneam ente, la nueva industria va a p ro p o rcio n ar elem entos que m ejoran la higiene, com o el jabón, los ves tidos de algodón (m ás lavables que los de lana), el carbón para calen
tar las viviendas, etcétera. Por últim o, los avances m édicos contribu yen a cortar algunas epidem ias. La asepsia y las vacunas continuarán con esta labor desde finales de siglo. Sin em bargo, la natalidad conti núa alta p orque el cam po sigue absorbiendo a gran cantidad de pobla ción. Ju n to a ello, en la industria se em plea tam bién a los niños com o refuerzo del m antenim iento de las familias. Son, p o r tanto, una ayuda. A finales del siglo X IX las m edidas gubernam entales com ienzan a res tringir este trabajo y el niño pasa a ser una carga económ ica. Al m is mo tiem po, la dism inución de la m ortalidad infantil hace que las fa milias se conviertan en más num erosas. P or todo ello, com ienzan a res tringirse los nacim ientos y de ahí el brusco descenso de la natalidad. Finalm ente, en el nuevo régimen la situación es la conclusión de todo lo antedicho, hasta llegar a nuestros días. La alim entación ya es adecuada y suficiente. La m edicina y la higiene son eficaces. Y las fa milias han optado por una planificación que reduce al m ínim o la n a talidad. E sto provoca un envejecim iento de la población, que hace que la m ortalidad aum ente.
e.
Conclusiones
E ste m odelo general puede adaptarse a cada país concreto, au n que com o tal m odelo es bastante válido p ara la m ayoría de los países de la E uro p a occidental y de otras zonas desarrolladas. Los atrasos eco nóm icos y sociales m arcan tam bién retrasos en la evolución dem ográ fica. La evolución de otras zonas del m undo, y en especial la de los p aí ses m ás subdesarrollados, llevará un retraso superior al del siglo, e n contrándose hoy m uchas de estas regiones en plena revolución dem o gráfica.
4.
Comentario de un mapa histórico
4.1. Modelo de análisis propuesto T odo hecho histórico debe estar concretado en un espacio geográ fico determ inado; en caso contrario, no sería sino una entelequia. El resultado de la localización geográfica del hecho histórico es el m apa histórico. V am os a exponer algunas norm as sobre cóm o com entar un m apa histórico, que nos p u ed en servir de p au ta p ara realizar ejerci cios de este tipo. Dividim os el com entario de un m apa en tres apartados: Introduc ción, explicación y conclusión.
a.
Introducción
C om prende el ám bito geográfico, la cronología y la situación his tórica que refleja el mapa. 1. E l ám bito geográfico: Es el espacio en el que se desarrolla el h e cho histórico (El M undo, E uropa, A m érica, Asia, los Balcanes, E sp a ña, Francia...) 2. Cronología: Período que abarca el m apa. Para establecer la fe cha del m apa que se com enta, se hace un análisis porm enorizado de los países que lo conform an, p o r un lado, y se efectúa el estudio globalizado, por otro. U n a vez averiguadas las fechas a las que correspon den las situaciones de cada país y una vez globalizadas se realiza un
Retrato de la familia George, de Max Beckmann, 1935 (Staatliche Museenpreussischer Kulturbesitz, Nationalgalerie, Berlín).
15
cóm puto de las m ism as y se concluye la banda cronológica en la que se en cu en tra el m apa. La fecha, según los casos, puede relacionarse con u n año determ inado, por lo que no será necesaria la porm enorización de los distintos países, y sí sólo la globalización. 3. Situación histórica: Se señala sucintam ente el acontecim iento histórico que refleja el m apa, atendiendo al espacio fundam ental (terri torio, país, región, etcétera) en torno al cual puede explicarse todo él.
b.
Explicación
Se exponen las circunstancias históricas reflejadas en el m apa y se explican, con los datos que se poseen, los acontecim ientos, conform a ción, causas y factores que lo han configurado de esa m anera.
c.
Conclusión
R esum en del contenido del m apa y análisis de las consecuencias que se d esprenden del mismo, relacionándolas con la realidad históri ca.
4.2.
Ejemplo. Europa. La Restauración y las revoluciones
m u
M O N AR Q U IAS A b s o lu ta s - o n s titu c io n a le s C P a rla m e ntarias R EPU B LIC A
NORUEGA /
J
/
| ¡ ....
SUECIA
RUSIA
DIN AM ARC A
PRUSIA BELG1C
PO LO N IA
FR A N C IA SUIZA P IAM O NTE TURQUIA
GRECIA
a. 1. 2. cos.
Introducción El ámbito geográfico: reflejado en el m apa es el de E uropa. Cronología: Podem os apreciar los siguientes datos cronológi
• Francia se en cuentra entre los países constitucionales, por lo que la fecha de referencia es la de 1830, que es cuando la revolución de julio hace abdicar a Carlos X y eleva al trono a Luis Felipe de O rleans, que im pone un régim en paternalista-conservador, que puede considerarse, aunque con reserva, constitucional.
La misma fecha hace relación a Bélgica, que se separa de H olan da; y de igual m odo, 1830 afecta a Noruega y Suecia, donde se p ro duce la disolución de la m onarquía sueconoruega establecida en Viena. Grecia es ya independiente, lo que corrobora la fecha de 1830 com o fecha clave constitucional (la independencia de G recia fue re conocida en 1829). España y Portugal, debido a las circunstancias por las que pasaron am bos países en tre 1815 y 1830, com binan go biernos absolutistas y constitucionales en ese período. E n el bando de los países de m onarquía absoluta. Italia m antie ne la división en diversos estados, sobresaliendo, ya en esta fecha, Piam onte y Nápoles. D u ran te la revolución de 1820 no se logra es tablecer una constitución liberal. E n E u ro p a central la conm oción revolucionaria de 1830 se abatió sobre Prusia y Austria, aunque los estados «legitimistas» m antuvieron las m onarquías absolutas. Polo nia continúa som etida a Rusia, A ustria y Prusia, al fracasar la re vuelta de 1830. Se m antiene la C onfederación G erm ánica. • Globalmente considerado, el m apa de E u ro p a m uestra dos tipos de países, los de régim en de m onarquía absoluta y los de régim en de m onarquía parlam en taria o constitucionales. P o r lo tanto, p o d e mos fecharlo en el m om ento de la lucha entre restauración (1815) y las prim eras revoluciones liberales (1830). R ealizando un cóm puto de las fechas registradas en el análisis de cada país y global del m apa, se pued e concluir que su fecha es taría en to rn o al 1830. 3. Situación histórica: E l m apa m uestra, pues, a E u ro p a en 1830, en el m om ento de la confrontación entre las potencias legitim istas que querían m an ten er el sistem a eu ropeo surgido del C ongreso de V iena y los m ovim ientos revolucionarios liberales de 1820-1830. El país referencial es Francia, a p a rtir del cual se extenderán los m ovim ientos revolucionarios.
b.
Explicación
D e 1815 a 1830 se produce lo que podem os llam ar prim era etapa de los enfrentam ientos entre el A ntiguo y el Nuevo Régim en. Éstos es tán representados, por un lado, p o r los E stados A bsolutistas que des de el Congreso de V iena habían in tentado evitar la caída de la m o n ar quía absoluta y, p o r otro, p o r los grupos que desde algunos países de régim en constitucional o en el seno de estados absolutistas intentaban im plantar un sistem a político liberal. Las fuerzas en litigio eran: a.
Por parte del Antiguo Régimen
El m antenim iento de las m onarquías absolutas y la lucha contra la revolución se instrum entará p o r m edio de los acuerdos de V iena que sientan el principio de intervención de los ejércitos absolutistas allí donde exista peligro de subversión, a través de la Santa Alianza. b.
Por parte de la revolución
• Liberalismo: Consiste en la defensa de la libertad personal, lim ita ción de la autoridad real, participación de los ciudadanos en los asuntos del estado y libertad económ ica.
Boceto al óleo del cuadro «El 28 de ju lio. La libertad guiando al pueblo», de Eugéne Delacroix, 1830 (Colección particular, Suiza).
1'
• Nacionalismos: O pone el principio de nación al de legitim idad di nástica, in ten tando subvertir el orden establecido en el C ongreso de V iena que había ignorado este principio. E stas fuerzas van a estar representadas por la burguesía, que ini cian su levantam iento fundam entalm ente en Francia y que después lo extienden p o r E u ro p a occidental y central. Su objetivo prim ordial va a ser la elim inación de las m onarquías absolutas m ediante prom ulga ción de constituciones liberales y reconocim iento de los pueblos a cons tituir su propio estado, dando lugar a las m onarquías constitucionales, algunas de las cuales aparecen ya en el m apa. E n 1820 aparece la prim era oleada. Se inicia en A lem ania y se ex tiende p o r E spaña, N ápoles, P iam onte y Rusia. La E u ro p a de los C on gresos reprim e estos m ovim ientos, por lo que no triunfa en casi n in gún sitio. La intervención de la Santa A lianza es m anifiesta en el m apa de E spaña en 1823 (Los C ien Mil H ijos de San Luis). E n 1830, y a través de las jornadas revolucionarias y con la p a rti cipación de la baja burguesía, los liberales consiguen algunos éxitos: en Francia se d erroca a Carlos X y se establece una Constitución. Bél gica se levanta contra H olanda y los países absolutistas no pueden ayu d ar a los holandeses, m ientras que Francia, ya liberal, apoya a los su blevados. E n la conferencia internacional de L ondres se reconoce la independencia de Bélgica. E n cam bio, en Italia el m ovim iento es sofocado rápidam ente (por lo que sigue siendo un territorio absolutista). E n A lem ania, M etternich term in a con el m ovim iento. E n Polonia la revolución tam bién fra casa, lo m ism o o curre en E spaña y Portugal.
c.
Conclusión
El m apa refleja perfectam ente la situación tras la revolución de 1830. Sólo triunfa en Francia y Bélgica; y E u ro p a queda dividida en dos: L a Europa liberal (Francia, Bélgica, Inglaterra, después E spaña y P ortugal) y la Europa autoritaria (A ustria, R usia y Prusia). La división es tam bién geográfica: el Este autoritario y el O este liberal. E l p ro ce so revolucionario se irá concretando en 1848, fecha en la que la alta burguesía se instala definitivam ente en el p o der en m uchos países e u ropeos. L a aparición de los m ovim ientos obreros (m arxism o) contri buye al asentam iento de los regím enes liberales y a su lim itación. F i nalm ente, el nacionalism o continuará con las uniones alem ana e ita liana. Q uedan, sin em bargo, pendientes algunas cuestiones nacionalis tas, com o la de los Balcanes, que estarán presentes en el principio mis m o de la P rim era G u erra M undial.
Emblemas, de Roger de la Fresnaye, h. 1913 (Col. Phillips, Washington).
18
«La Victoria guiando al pueblo», de Delacroix.
PRIMERA PARTE
Transformaciones de base en el mundo contemporáneo 1. 2. 3. 4.
5.
El tránsito de las sociedades agrarias a las sociedades industriales. Restauración, liberalismo y nacionalismo: las revoluciones burguesas. Las potencias mundiales y el orden internacional. Las grandes corrientes culturales. La segunda fase de la revolución industrial: bases económicas.
19
CUADRO CRONOLÓGICO 1 (PRIMERA PARTE) Transformaciones de base en el mundo contemporáneo hasta 1870 Año
20
Política
Sociedad y economía
Ciencia y cultura
1789
Comienza la Revolución Francesa Toma de la Bastilla
Abolición de los privilegios Declaración de los Derechos Humanos
Juram ento del Juego de Pelota Aparece el «Tratado elemental», de Antoine Lavoisier
1791
Detención de Luis XVI en Varennes
Ley Chapclier prohibiendo las asociaciones o sindicatos
Constitución de 1791 en Francia
1800
Batalla de Marcngo
Acta de Unión en Inglaterra c Irlanda
Entra en vigor la Constitución del año VIII en Francia
1801
Tratado de Luncville entre Francia y Austria
La General Enclosures Aet
Concordato de Napoleón con el Vaticano
1806
Fin del Sacro Imperio Rom ano Germánico
Napoleón decreta el bloqueo continental a Inglaterra
Napoleón da a la Universidad el monopolio de la enseñanza
1815
Congreso de Viena Batalla de W atcrloo
En Inglaterra. Ley de Cereales, que los grava con grandes impuestos
Laénec introduce el uso de la auscultación (1816) «Historia de la Literatura», de Schlegel
1838
T ratado de Londres por el que Holanda y Bélgica se reparten Luxemburgo
Movimiento «cartisla» en Inglaterra
Morse inventa el telégrafo
1848
Revolución en Europa Caída de Metternich Pío IX abandona Roma
Descubrimiento de oro en California Abolición de la esclavitud en Austria
Primer ferrocarril español Barcelona-M ataró «Manifiesto comunista», de Marx y Engels
1852
Proclamación del 11 Imperio francés
Fundación del Banco Crédit Mobilier en Francia
Barbieri estrena la zarzuela «Jugar con fuego» (1851)
1854
G uerra de Crimea
Convertidor Besscmer (1855)
Livingstone en Zambezee Dogma de la Inmaculada
1859
G uerra de Italia: Piamonte vence a Austria en Magenta
Primer pozo de petróleo en Pensilvania
«El origen de las especies», de Danvin «Fausto», de G oethe «Tristón e Isolda», de Wagner
1860
Cesión de Saboya v Niza a Francia
Fundación de Vladivostok
A pertura del canal de Suez
1861
Proclamación del Reino de Italia
Abolición de la esclavitud en Rusia
Invención del teléfono, por Reis
1864
G uerra de los ducados Creación de los zemtvos en Rusia
Fundación de la 1 Internacional
«Guerra _\ paz», de Tolstoi «Syllabus», de Pío X Invención del horno Martin
1866
Batalla de Sadowa
Primer cable transatlántico
Alfred Nobel descubre la dinamita
1870
Batalla de Sedán
Abolición parcial de la esclavitud en las colonias españolas
Siemens descubre el horno eléctrico
La máquina de vapor de Watt. «Con la máquina de vapor obtuvo el hombre, por vez prim era en la historia, un m otor que de sempeñaba un rendim iento efectivo sometido en su decurso, totalm ente, a su propio control... El hecho de que el rendim iento de las fuerzas naturales no fuese ya dependiente de las trabas propias de la naturaleza orgánica significaba que el hombre podía dominarlas de m anera autónoma, calcu larlas y determinarlas de antemano.» M e’í ER H e r m a n n . J.: «La tecnificación del mundo. Origen, esencia y peligros.» Edit G redos M a drid, 1966, pp. 122-123. ’
El tránsito de las sociedades agrarias a las sociedades industriales Contenidos 0. 1. 2. 3. 4.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. El Antiguo Régimen. La revolución industrial. Prácticas. 21
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema ■ Sobre las sociedades agrarias y el período prerrevolucionario: • L e ó n , P.: «Economies et societés preindustrielles, 1650-1780.» A rm and Colin, París, 1970. ' E studia las estructuras del A ntiguo R égim en y los síntom as de cam bio que en él se advierten. • G o u b e r t, P.: «El A ntiguo Régimen», vol. I. Ed. Siglo X X I, B uenos A ires, 1971. C ontiene un am plio análisis de las sociedades agrarias y en particular su d ep en d en cia de la agricultura. a Sobre los orígenes de la revolución industrial: • H obsm aw n, E. J.: «En tom o a los orígenes de la revolución industrial.» Siglo XX I, B ue nos A ires, 1973. T ra ta de explicarla p o r la conjunción de diversos procesos, sin dar preem inencia a ninguno de los aspectos (dem ográfico, agrícola, etcétera). • F lin n , M. W.: «Orígenes de la revolución industrial.» Instituto de E studios Políticos, M adrid, 1970. Es u n estudio m ucho m ás com pleto y técnico de la industrialización. ■ Sobre el desarrollo de la revolución industrial y su difusión por Europa continental: • D ean e, Phyllis: «La primera revolución industrial.» Península, B arcelona, 1977. U n a b u en a síntesis que recoge la influencia de cada uno de los sectores en la revo lución industrial. • Kemp, Tom: «La revolución industrial en la Europa del siglo X IX.» Ediciones Orbis, B arcelona, 1986. U no de los m ejores estudios de la expansión del proceso industrial por E u ro p a occi dental. • ROSTOW, W. W.: «Las etapas del crecimiento económico.» F. C. E., México, 1973. Se tra ta de una obra general de econom ía que interesa porque hace un estudio es pecífico del desarrollo de la revolución industrial, estableciendo el punto de despe gue y las cinco etapas p o r las que todo país debe pasar para llegar a la industrializa ción. • H obsm aw n, E. J.: «Industria e .Imperio.» A riel historia, Barcelona, 1982. U n a visión aguda y original sobre la evolución, crecim iento y transform ación de la eco nom ía de G ran B retaña durante el siglo XIX. • G u t i é r r e z B e n ito , E.: «La Revolución Industrial (1750-1850).» Akal, M adrid, 1984. Síntesis puesta al día sobre tan amplio tem a en breves páginas. ■ Para documentos y bibliografía: • C a s tr o n o v o , Valerio: «La revolución industrial.» N ova térra, B arcelona, 1975. • NADAL, J.: «El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913.» Ariel, B ar celona, 1975. E n conjunto, la obra que m ejor estudia la industrialización de España.
22
1.
Introducción
E n la secunda m itad del siglo X V III comienza_eri Inglaterra un p ro ceso de desarrolle) industrial que, con su difusión fuera de la isla, tra n s form a la econom ía y la sociedad de toda la E u ro p a occidental a m e diados del siglo X IX Su agente principal fue la m áquina de vapor de W att que, incorporada al sector textil prim ero y al siderúrgico después, perm itió realizar el paso de las sociedades del A ntiguo Régim en, b a sadas en la agricultura, a las sociedades industriales contem poráneas. T ratarem o s de analizar en este capítulo este proceso, las causas y los agentes del cam bio; así com o los conceptos de A ntiguo R égim en y revolución industrial.
@2.
El Antiguo Régimen
La expresión A ntiguo R égim en apareció en Francia durante los riebates de la A sam blea C onstituyente en 1790 p a ra indicar aquellas re a lidades que la A sam blea quería atacar. H oy se usa p ara designar el con junto de instituciones económ icas, sociales y políticas vigentes en E u ropa duran te los siglos XVI, X V II y X V III. Conviene, pues, que vea m os cuáles son las características de esas instituciones para poder com p ren d er después los cam bios que van a experim entar con la revolución industrial.
,1.
Una economía de subsistencia
La econom ía del A ntiguo R égim en estaba basada en una agricultura_destinada prioritariam ente a p roducir los pro d u ctos alim enticios Básicos^ que sólo com ercializaba los excedentes cuando los había. a. ILa agricultura: íes el sector principal en este tipo de econom ía; en él trabaja alrededor deT&O p~oT 11)0 d é l a p oblación y. de él dep en den los dem ás sectores socioeconóm icos: el com ercio (porque al ser una agricultura de técnicas tradicionales produce pocos la industria (noruuc está en relación con el p o d er adquisitivo de la p o blación y éste d epende de las buenas o m alas cosechas!, e incluso el m ism o proceso dem ográfico (una m ala cosecha produce más m uertes y m enos nacim ientos). Las técnicas son arcaicas (barbecho bienal o trienal)„y consecuentem ente los rendim ientos son bajos. Sin em bargo, e n los P aíses Bajos, Inglaterra y Escocia se p roducen innovaciones ins trum entales (nuevo arado), de productos (m aíz y p atata) y de organi zación d e f t a i 2aia..(.ckeñaie) qué serán el p u n to de p artid a de la revo-~~ lución industrial. U na agricultura así está inserta en un sistem a insti tucional cuya expresión más clara es el señorío, siendo el régim en se ñorial el que favorece las características de la agricultura!
b. ¿La industria:/adem ás de su dependencia de la agricultura, se distingue p o r su carácter artesan allpoco evolucionado v porque es una form a de nro ^ i rfoncíe el capital y el trabajo están en las mismas manos. f a j a s ciii.dn.des siguen existiendo las corporaciones..de nfi£j£ igremios en E spaña, gilde en A lem ania, guild en Inglaterra), agrupaciones de artesanos del m ism o oficio que controlan la producción (sólo ellos podían realizar esos productos) y ¿ ¿ precio (evitando la com petencia m ed ian ífiiaJijación d e.un único precio). Su o rganización e ra jerárqui ca: un m aestro, varios oficiales v algún aprendiz; el lugar de trabajo era el obrador, que constaba de dos partes, el taller y la tienda. E n el cam po existían dos form as de producción industrial: * Los que sim ultaneaban la agricultura con la artesanía, a la que dedicaban el tiem po libre, sobre todo en invierno, y vendíarLsus_ p roductos a los com erciantes. • El «domestic system» o industria dom éstica, form ada por artesa nos rurales a quienes el com erciante de la ciudad facilitaba m a teria prim a y recogía los productos acabados para venderlos en eb m ercado. C uando estos artesanos fueron concentrados en grandes locales y se les sum inistraron m áquinas para realizar su trabajo se originó el sistem a de fábrica o «factorv svstem» propio de la revolución industrial. c. El comercio: el terrestre era escaso y lento a causa del reduci do p o d er adquisitivo de la población y“de una agricultura con escasos o nulos excedentes com ercializables. A dem ás se veía dificultado por las aduanas interiores y por unos transportes lentos e inseguros:
«En aquella zona reparan y construyen las carreteras utilizan do tan sólo la piedra que forma el substrato de la región... los ca minos están hechos de simple roca, llenos de enormes piedras, grandes como un caballo, y baches abominables. Las primeras seis millas desde Newport eran tan detestables y tan desprovistas de se ñales de dirección o piedras miliarias que no estaba seguro de ha llarme en la carretera de peaje, sino que temí haberme equivoca do de carretera.» Y o u n g , A.: «Six Weeks Tour Through the Southern Countries o f England and Wales», (1768), en W a rd . J. T.: «The Age o f Change. 1770-1870», Londres, 1975, pág. 77.
El m arítim o estaba tam bién frenado debido a la poca capacidad de los barcos. Sobresalía, sin em bargo, el que realizaban Inglaterra y H o landa con sus colonias de ultram ar. E n resum en, la econom ía del A ntiguo R égim en o preindustrial era frágil y ten d en te al estancam iento, pues, al dep en d er esencialm ente de la agricultura, una escasa producción por m alas cosechas o un aum en to de población p or encim a de la capacidad productiva se traducía, ad e más de en ham bre, en un descenso del p o der adquisitivo, que provo caba a su vez una m enor dem anda de productos artesanales y conse cu entem ente un descenso del com ercio, afectando así a todos los secto res. 24
2.2.
Una sociedad estamental
En el A ntiguo R égim en la sociedad se articula en estam entos: ag ru paciones sociales de p erso n as que tienen idéntica o similar función dentrjo.de la sociedad. Para pod er d esem peñar sus funciones el esta m ento debe ten er un estatuto jurídico especial (un privilegio) y un res paldo económ ico seguro que le perm itan dedicarse exclusivam ente a ellas; am bas condiciones se concretaban en el m ayorazgo o vinculación de los bienes a un grupo de tal m anera que el cabeza de fam ilia es usu fructuario pero no propietario; los bienes son así de «m anos m uertas», es decir, no se p ueden enajenar. Es, pues, una sociedad de grupos cerrados y de desigualdad jurídica. Los estam entos son de dos clases: privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (tercer estado o estado llano). Nobleza: Es un grupo reducido (rep resen ta entre el 2 y 6 por 100 según los países), pero de una gran p rep o n d eran cia en la sociedad por sus funciones (la defensa) y p o r sus señoríos, donde ejerce los d ere chos señoriales sobre tierras y habitantes. N o es un grupo hom ogéneo, ya que se diferencian la nobleza de sangre (noblesse d ’épee) de origen m ilitar y la nobleza de servicios (noblesse de robe), que son los altos funcionarios de la adm inistración; en el siglo X V III las diferencias e n tre estas dos noblezas se atenuaron, p ero en cam bio se acentuaron las existentes en tre la nobleza de corte y la de provincias. El clero: A unque muy reducido (nunca m ás d e l;2 p o r 100 de la p o blación), goza tam bién de gran prep o n d eran cia gracias a las posesio nes de señoríos, al ejercicio de la enseñanza y al cobro de los diezmos. N o es tam poco un grupo m onolítico, pues se advierte una clara dife rencia entre el alto, reclutado en tre la nobleza (los segundones), y el bajo clero, m ás pob re y m en o sjm lto . E l tercer estado: Lo form an todos los que no son p rivilegiados; cons tituye, p o r tanto, una agrupación muy variada, en la que destacan los burgueses y los cam pesinos. La burguesía, sobre todo la alta (em pre sarios, juristas, com erciantes), tiende a asim ilarse a la nobleza m edian te la adquisición de p ropiedades o p o r m atrim onio, y se siente m oles ta de una sociedad que, a pesar de reconocerle su p o d er económ ico, le niega el p o d er político, que sigue reservado a la nobleza. E ntre los cam pesinos se advierte una doble situación: en los p a íses del O este suelen ser.libres y dueños de pequeñas propiedades, aunque se vean obligados al régim en señorial, es decir, a trabajar algunas tierras del señ o r y a aceptar las cargas señoriales. E n los países del E ste (Polonia, Rusia, A lem ania O riental) existe la servidum bre, insti tución que se distingue de la esclavitud en que al siervo, a diferencia del esclavo, se le reconoce una personalidad jurídica, p o r pequeña que ésta sea, y ¿ ¿ s u je to de derechos. E n cuanto a la evolución de la población, estam os ante un régim en dem ográfico antiguo, es decir, de alta natalidad y alta m ortalidad, y' con la característica de que las dos tasas experim entan grandes y fre cuentes oscilaciones, a causa principalm ente de los tres grandes azotes de la época: el ham bre, las epidem ias y la guerra. Se aprecia, no obstante, un lento crecim iento de la población en la segunda m itad del siglo X V III, ya que la tasa de natalidad solía ser e n tre un 5 y un 10 p o r mil m ayor que la de m ortalidad.
E S Q U E M A D E LA R E V O L U C IO N D E M O G R A F IC A Tasas de natalidad y m ortalidad en Francia
a n tig u o régim en d e m ográfico
35
40
, ............
revolución dem ográfica
N a ta lid a d
' '1 E x c e d e n te de m o rta lid a d E x c e d e n te de n a ta lid a d
tasa de m ortalidad
R e i n k 4RD, M. Historia de la pobla
El período B-C transcurtió en Francia entre 1770-1850; en el Reino Unido, 1740-1870; en Rusia, 1890-1950.
ción mundial. Ariel, Barcelona, 1966, pág. 232.
E n estos gráficos se pueden observar claram ente los regím enes d e m ográficos antiguo y m oderno y el paso de uno a otro. El antiguojáene alta natalidad y alta m ortalidad; el m oderno, baja natalidad y baja m ortalidad. E l paso se produce m ediante un descenso de la m ortali dad en tan to que la natalidad se m antiene alta, con lo que se origina la llam ada revolución dem ográfica. Cuadro 1.1.
Evolución de la población europea en el siglo XVIII (en m illones)
Países Francia Inglaterra y País de Gales Rusia Italia España
1700-1725
c. 1750
c. 1770
c. 1800
19 5,4 12,5 11,5 7,6
22 6,1 19 15,4 9,3
24 7,5
26,9 10,5 36(1796) 18 10,5
— —
10,4
Fuente: Historia del Mundo Moderno, Universidad de Cambridge, Vol. VIII, pág. 508 y M. Reinhard-A. Armengoud: op. cit.
2.3.
Un régimen político de monarquía absoluta
E n térm inos generales se puede decir que_el régim en político del siglo X V III, a excepción de Inglaterra, era la m onarquía absoluta de origen divino: el m onarca recibe la autoridad de Dios y, por tanto, sólo ante él debe rendir cuentás) pues es el único situado por encim a del p o d er real. Sin em bargo, en la práctica el po d er del m onarca variaba de unos a otros países, según las funciones asignadas a determ inados grupos; así, p o r ejem plo, en Polonia la nobleza elegía al rey y, por ta n to, lim itaba su poder; en Francia, la justicia y algunos cargos públicos eran hered itario s desde 1604; en R usia y Prusia eran m onarcas con enorm e poder; en G ran B retaña el P arlam ento tenía gran p arte del p o der del rey desde la revolución de 1688. 26
3.
La Revolución industrial
3.1. Concepto de revolución industrial , a expresión «revolución industrial» la em plearon p o r prim era vez l o s j g cn to res franceses del p rim er tercio del sig¡o X I X T lS aaqm ~e h * a historia de la econom ía política», 1837) p o r analogía con la «re volución francesa» y p ara designar los cam bios que había experim en tado la industria inglesa a p artir de fines del siglo X V III. M ás tard e lo hacen en «La situación de la clase trabajadora en Inglaterra» ( -) , y Marx, en el 1. tom o del «Capital» (1867), para referirse a las consecuencias sociales negativas que habían provocado este fenó m eno. Pero quien realm ente lo consagró fue el inglés A rnold Toynbee en sus «C onferencias sobre la revolución industrial en Inglaterra») D espués de los estudios d e historiadores del siglo XX, que anali zan técnicas, aspectos sociales, acum ulación de capitales,’etc po d e m os precisar lo siguiente: ’ • Se pued e decir que es una revolución en el sentido de que tra n s form a y sustituye las estructuras políticas, sociales y económ icas del A ntiguo R égim en p o r otras nuevas en las que prim an valo res culturales y m entales distintos de los tradicionales. P ero no es una ru p tu ra brusca con lo anterior, sino más bien una evolu ción acelerada.
M áquina de vapor de Newcomen, considerada como precedente de la de Watt.
• D espués de las aportaciones de Rostow , hay que decir que e s u n proceso de crecim iento continuo en el que intervienen las in n o vaciones técnicas, los capitales y las transform aciones de la agri cultura y de la población. • E stas innovaciones o inventos son la respuesta a unas necesida des creadas en la sociedad de la época; no son p ropiam ente las causas de la revolución industrial, sino los elem entos visibles, los instrum entos que tienden a satisfacer esa necesidad, facilitando asi el desarrollo económ ico.
3.2.
Factores o causas oe la revolución industrial
No puede hablarse de la existencia de un único factor prioritario, sino mas bien de un conjunto de causas entrelazadas que se influyen ujuiuainciiie. Evolución d e J a . población ing¡esa~T 17l)U - Ifm
da m S f r - T prÍS £ ra en Inglaterra en la segun da m itad, del j g l a i Q O ü J p o r eso es allí donde se produce la revolu ción industrial. Son los siguientes:
3.2.1.
Revolución demográfica
Indice
_
35 34 33 32
N ° i g M E ^ c r e c i m i e n t o dem ográfico es favorable nara la e rn . acom pañado de un a m T n d e ja producción: sj^u rg en nuevas técnicas y h¿v capitales nara inverJp jvéntonces el a u M o ^ r i r p o b i f f l r e s un e L m ^ í ^ 7hñulanfe de la e c o n o m ia ^ Jle Ja x a n lra riQ , puede ser un freno, com o ocurre hoy día condes-patees- subdesaffehadets.
31 30 29 28
27 Fuente: M. Reinhard-A. Armengaud:
op. cit., pág. 152.
.........
r
i'
Evolución de la población de los principales estados europeos desde 1800 hasta 1870
Los datos no tienen un alto grado de fiabilidad, puesto que hasta 1801 no se realizan censos de población, pero, a pesar de todo, p o d e mos ap reciar en el gráfico un claro aum ento de la población en Ingla terra a p a rtir de 17áQ (alrededor de 6 m illones en 1740 y cerca de 10 en 1800). A sim ism o, se pueden apreciar las causas de ese crecim iento: rjescfinso vertiginoso de la m ortalidad y perm anencia de la alta nataJ i d a d .J^Ldéseenso del ír d rEZBeTfiofTálidad se debió a una mayor p ro ducción agríco la -v -ganadera.(hav m ayor consum o de carne y'cíe'pan Süáñco) y a los avances en la higiene v la medicina (vacuna de Jen n er contra la viruela en 1796, abastecim iento de agua a las ciudades, ale jam ien to de los cem enterios de los poblados, etc.) «Diferentes especies de materiales infecciosos, al ser absorbi dos por el organismo, pueden producir efectos en cierto modo si milares, pero la singularidad del virus de la viruela vacuna es que la persona que ha sido afectada por él está libre para siempre de la infección d e ja viruela: ni la exposición a las emanaciones varió licas, ni la introducción de la sustancia mórbida en la piel le pro ducirán este mal.» E d w a r d J e n n e r : «An Inquiry into the Causes and Effects o fth e Variolae Vaccinae» (1789), en Giralt-Ortega-Roig: «Textos, mapas y cronología de la Historia M oderna y Contemporánea.» Teide, Barcelona, 1976, pág. 205.
La revolución dem ográfica influyó en la industrial al aum entar la m ano de obra y el m ercado; m ientras que la revolución industrial ac tuó sobre la dem ográfica a causa de la m ayor seguridad en la coloca ción de efectivos y p o r el adelanto de la edad de nupcialidad.
3.2.2.
Revolución agrícola
__
La im portancia de la transform ación de la agricultura para la r e - ! volución industrial la destaca M. Niveau cuando dice que «no hubiese existido revolución industrial en Inglaterra sin la revolución agrícola». Sir Andrews y su mujer, cuadro de Gainsborough. Retrato típico del pro pietario inglés en medio de sus tierras. A l fondo se advierten las «enclosures» y el ganado pastando.
c ifr a s a n u a le s d e l e y e s d e e e re a m ljg n te a y p re e lo a d e l trlp o 1fiü Ereilie Huí Itiqo
(ehelmes tjU(triet‘)
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28
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<:
Los cam bios en la agricultura se producen en Inglaterra a p artir de 1750 y se refieren a dos aspectos: a.
Cambios en la estructura agraria
Las enclosures (cercam ientos de las propiedades agrícolas) son un p r Q c e s ^ m p_s£-m tensifica en Inglaterra a p artir de 1760 estirnüladó: S u i d a del precio deLtrigo (com o se observa en el gráfico), Tteb id a al crecim iento dem ográfico"(m ayor dem anda de pan) y a las circunstáncias internacionales (guerras napoleónicas). Se llevó a caho m e diante concesiones ÍEnclosuTcs A ctsL aue obtenían del Parlam ento los grandes propietarios p articularm enteHEasta que e ñ l8 0 1 la «G eneral E nclosure Act» fiió_nor lev el cercam iento de las propiedades -E stgjejynmpfTAtransf^Tpó la estructura del cam po inglés en un doble aspepto : • El sistem a de cam pos abiertos í«opentieid») fue sustituido por el de cam pos vahados! " • 'Se jrodufoA Iña~roT iC üntración de la propiedad a costa de los terrenos com unales y de los’^ e q lte ñ o s propi'etanos («veom en») que, incapaces de costear los gastos de cercado, se vieron obli gados a vender sus tierras y em igrar a la ciudad.
b.
ROTACION TR A D IC IO N A L DE CULTIVOS EN EL SIG LO XV III
Cambios en l$s técnicas y en I^s cultivas:
(séíjúti A. Roca)»
E n tre la s ;u n o v a c io n e s técnicas más im portantes que tienen lugar en Inglaterra a m ediados del siglo X V III están: • La elim inación del b arb echo m ediante el abonado y la rotación cuatrienal de cultivos (trieoTnaPos. cenada v trébol Lque hacían tJnüT irfierra siem pre estuviera ocupada y evitaba su agotam ien to. E ste era el fam oso sistem a de Norfolk. • A sociación de a g ric u ltu ra s, .ganadería gracias a la introducción S e p ía n ta sJ o rra j e ra s (rem olacha y alfalfa) en el sistem a de ro ta ción. ......... • A p arició rfS é nuevo utillaje agrario (arado R othm fiarn7~ta~pfime-~ T d 1mtqtifTTáTIé sé m ü ra T d é T eth ro Tull). • Sistem a de drenaje, que perm itía aum en tar la superficie cultiva da, com o la oornba de Newcom en. • Q ierta especialización com ercial fa y a g x id a g g * 4 a -a u s a mfiqi1’n a ria V Ia s plantas nuevas íp atata. maíz.,.).
Oí.!..!J X a transformación del comercio En Inglaterra se producen cam bios tan to en eL com eJcio Jiiterlp r. com o en el exterior. E n el interior se p asó de un un verdadero mef?a7IfTTÍSiioñlir c 5m o consecuen.tia.ik 4 a^ r|p las aduanas interiores, la fu erte dem anda de las ciudades y, sobre todo, las m ejoras de los m edios d e d ra n sp o rte (las carreteras y los ca nales que, en tre o tras cosas, acercan el p ro d u cto r al consum idor, y e¡ agricultor al industrial). Las carreteras, realizadas p o r iniciativa privada a cam bio de cobrar un peaje, au m en taro n en extensión y m ejoraron sus firm es al .emplear nuevas téCTlcas^IF~ron?rnicc'i(Vn''~f'las M é lc a lL T e lfo rd v M acadam ). jPefe~lñásim portan r in tuvíom n-los■cunA L s^aas.tn iid o s para h a c e rjle .gar el carbón hasta las ciudades. P rin c ip a le s c a n a le s e n tre 1 7 6 0 - 1 8 2 0 • G la s g o w
construidos
N ú c le o s d e c a rre te ra s tra z a d o s por T e lfo rri 1 8 0 4 - 1 8 2 8
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RESULTADOS: 1.—Supresión total o parcial de bar becho, ganancia cuantitativa de tierras. 2. —Mejora de la calidad de las tierras. 3. —Alimento para el ganado -» car ne + estiércol. 4. —Mayor rendimiento de parcelas.
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RESULTADOS: 1. —Necesidad del barbecho A> pérdi da de la mitad o la tercera parte de tierras. 2. — Calidad estacionaria de la tierra. 3. —Escasez de alimento para el gana do, escasez de carne y de estiércol. 4.—Rendimientos bajos en trigo, in cluso considerando sólo la super ficie sembrada.
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Observa la mayor importancia de los canales sobre las carreteras, debido principalmente al menor coste del transporte por los canales. E l primero construido fue el de Bridgewater para unir sus dos minas de Worsleyy Manchester. Los principales fueron el Grand Trunk, que unía Liverpool, Bristol y Hueli, y el Grand Junction que enlazaba Londres con Birmingham.
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-translations.org
DESARROLLO DEL COMERCIO INGLES Cn mitones do libras esterlinas
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M a n t o u x , P.: «La revolución indus trial en el siglo XVIII.» A g u ila r, M a d rid , 1962, pág. 23.
El com ercio exterior: El m ercado nacional no fue suficiente para im pulsar eT proceso rndtistrializa^or. Tuvo más im nortancia-el exterior, sobre todo después de los tratados W T T trech íl7L 3T v d e P arís? Í7 6 3 \’ p o r los que Inglaterra logra establecer rutas m ercantiles perm anentes con el inm enso m ercado de A m érica y de O riente. E n estas circuns tancias el com ercio exterior sufre transform aciones en su cuantíaTsu com posición y su distribución geográfica: • E n el gráfico puede observarse el crecim iento, lento a p rin cipios de siglo y que se hace vertiginoso a p artir de 1780.1d a \r un des censo m ás acusado en 1740 debido a la guerra con España. • E n 1750 e jju im e r lugar lo ocupaban los tejidos de lana, con casi un 50 por 100 del com ercio exterior, y el segundo los cereales, con el 20 por 100. En 1810, en cam bio, el prim ero corresponde a los tejidos de algodón e Inglaterra im porta cereales! • E n cuanto a la distribución geográfica, a_principios siglo era casi un com ercio exclusivamente europeo (85 por 100), m ientras que en 1800 A m érica ocupaba el 57 p o r 100 y E u ro p a desciende al 30 p or 100.
3.2.4.
El aspecto financiero
¿ ¿ i ^ j g n te ^ ^ f m a n c ia c ió n ^ del proceso de crecim iento industrial g a B I internas se refiprep ^ l¡| •..■■tnri,v„i r ¡., ^ kut¡. en p articular al principio y en el sector textil, que era m enos exi gente en capitales que el siderúrgico. Sin em bargo, a m edida que se iba desarrollando, la industria exigía m ayores inversiones que los em presarios, no podían satisfacer con sus ahorros y beneficios. D e ahí la necesidad de tra n ia r. cuyos beneficios crecieron más rápidam ente que la renta na- ' -'TTonal. donde, gracias a los cercam ientos. los benefi cios l i l W Í U I K I S ^ ^lo s que los ’ m ercantiles. "
3.3.
La revolución industrial en Inglaterra
a.. Sector textu: La revolución industrial com ienza en este sector con lq sustitución de la lana por el algodón. La industria del algodón fue, p o r tanto, el jn o to r de arranque de la industrialización inglesa debido a, que en este sector se aplicaron las prim eras innovaciones técnicas. C om o en la m anufactura algodonera existen dos fases principales (hi lar y tejer), cada progreso técnico en una de ellas producía un dese quilibrio en la otra, que quedaba atrasada y no podía abastecer a la anterior. E sto obligaba a la continua investigación y descubrim iento de nuevas m áquinas. Se produce así una cadena de inventos: • El p rim ero influyó en las dim ensiones del tejido; ya que al re a lizarse a m ano no podían obtenerse paños más anchos que los brazos del tejedor. J p h n ,K a y inventó la lanzadora volante, que, adem ás de solucionar este problem a, acelera el ritm o del teje do r y provoca una m ayor dem anda de hilados. • E sta d em anda provoca investigaciones en la hilatura: Jam es H argreaves inventa en 1764 la «spinning-jenny», de m últiples usos y que, m ovida por un solo obrero, m ultiplica la producción por m ás de diez. E n 1769 R ichard A rkw right presenta la «water-fram e», im pulsada ya p o r agua. E n 1779 Sam uel C rom pton crea la 30
«mulé», llam ada así p o rq u e era un producto de lo m ejor de las dos anteriores, que m ultiplicaba p o r 80 las posibilidades de p ro ducción de hilados. • E sta superproducción vuelve a desequilibrar la base de tejido, hasta que E dfnund C artw right inventa el p rim er telar au tom áti co m ovido p o r vapor.
1
P R O D U C C IO N IN G L E S A DE A LG O D O N 30
ALGODON en millones de libras
25
b. Sector siderúrgico: E ste sector, que continúa la revolución ini 2 0 ciada en la industria te x tiT jro g re s a igualm ente gracias a las innova ciones técnicas y a los cam bios en las m aterias prim as: la utilización 15 del carbón m ineral y el «pudelaje». El carbón mineral: El com bustible.tradicional de las forjas, e inclu so "de los pffm eres altos hornos, era el carbón vegetal, pero ante la es casez de m adera, utilizada en la construcción naval, se, realizaron en sayos para sustituirlo p o r el carbón m ineral o hulla, que ya se usaba com o com bustible dom éstico. E ste cam bio sólo fue posible cuando Á braham D erby lo quem ó previam ente, elim inando las im purezas de fósforo y azufre, lo quq originó el coque ( = hulla som etida a un p ro ceso de calcinación).
I
10
5
1 720 1 7 4 0 1 7 6 0 1 7 8 0 1 80 0
Descripción de las fábricas Carrón en Escocia
*
«Cuatro altos hornos de cuarenta y cinco pies de altura devo ran día y noche masas enormes de carbón y de mineral... Cada alto horno está alimentado por cuatro bombas de aire del más alto ca libre, donde el viento, comprimido en cilindros de hierro y reuniéndose en un solo tubo dirigido contra la llama, produce un sil bido agudo y un crujido tan violento que una persona no preveni da de antemano apenas si podría evitar un sentimiento de terror... Hay una cantidad tan grande de talleres que se nota el aire ca liente desde lejos, y por la noche todo está resplandeciente de luz, de manera que cuando se divisa, a cierta distancia, tanta masa de carbón amontonado, las llamas de fuego que suben por encima de los altos hornos, y cuando se oye el ruido de los pesados martillos que golpean sobre los yunques, mezclado con el silbido agudo de las bombas de aire, uno cree estar al pie de un volcán en erup ción...»
Prertuccion infles» (Je' hierr»
F a u ja s d e S a in t -F o n d : «Viaje por Inglateira, Escocia y las islas Hébridas», e n G ir a r d , L.: Le temps des révolutions 1715-1870». Bordas, París, 1966, págs. 44-46.
El «pudelaje» o pudelación es un sistem a ideado p or H enry C ort en 1784 que purificaba el hierro fundido batiéndolo en el horno con gran des barras para el m im ar el azufre y el carbono. Cotp la aplicación de la m áquina de vapor se consiguió acelerar la producción de hierro más puro y m aleable m ediante la inyección autom ática de una corriente de aire oxigenante. La m áquina d e vapor de Jam es W att se convirtió de este m odo en el facto r determ in an te de la prim era revolución industrial inglesa. Se aplicó a la industria textil, a la siderúrgica y. sobre todo, a los trans "portes, con la'aparición del ferrocarril.
' 'iVsoííob»io í^>o 1830i84o~issois«ow o
31
1836
1844
minas de carbón Shíeids
/
minas de Bollen Coaífsefd
Estado de los ferrocarriles ingleses.
La sustitución del carbón vegetal por el coque en la siderurgia inglesa (en t).
(Según J. L. Gayer et al., A sketchmap o f Economic History o f Britain, 3a ed., Harrap, 1965)
Carbón vegetal
c. c. c. c. c.
1750 1760 1775 1780 1785 1788 Mayo 1790 Dic. 1791
Coque
Número de hornos
Produc ción media
Produc ción total
Número de hornos
Produc ción media
Produc ción total
71 64 44 34 28 26 25 22
375 400 450 500 500 558 500 432
26,625 25,600 19,800 17.000 14.000 14,500 12,500 9,500
3 14 30 43 53 60 81 85
500 700 800 850 900 925 925 950
1,500 9,800 24,000 36,500 47,700 55,500 74,925 80,700
Fuente: Ch. Hyde: Technological Change and British Iron Industry, 1700-1870. Princeton, 1977, pág. 67.
La «Rocket» o «Fusée», primera loco motora inventada por Gearge Stephenson (1830) para viajeros entre Manchestery Liverpool. Anteriormen te (1825) el m ism o Stephenson diseñó la primera locomotora para mercan cías entre Stockton y Darlington.
32
E n Inglaterra se pasó de 157 km de vías férreas en 1800 a 2 390 en 1840 y a 9 797 en 1850. Las consecuencias del ferrocarril fueron m últi ples: j — A ctuó de estím ulo en la fabricación de productos siderúrgicos y de carbón. — Se convirtió en un cam po de inversión de capital para la cons trucción de las vías, dado lo costoso de su financiación. — Favoreció o tros sectores industriales auxiliares. — Fue un polo de atracción de m ano de obra. — Favoreció é l com ercio. — Acercó la ciudad al cam po con las repercusiones económ icas y dem ográficas que esto conlleva.
3.4.
Tren entre Liverpool y Manchester, en 1831, transportando ganado vacu no, lanar y'porcino.
La revolución industrial en el continente europeo
C om o se ha expuesto anterio rm en te, a p artir de 1770 se produjo el d espegue de la econom ía en Inglaterra; que alcanzo su m adurez en la prim era m itad del siglo XIX: Sin em bargo, en el continente el profue m aTfento' y tardío.
s etüc.js ael er«c¡.Tier.:o eccnimir.o. segur, w V.' Sosten.
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I .YE ass «A wpi E n este país^el desp egue es m ás tardío a causa de las guerras d e bidas a la Revolución y al afán expansionista de N apoleón. Y adem ás fue tam bién más lento p o r u n a serie de motivos: E n la población: no existe un gran crecim iento dem ográfico, p o r que ha descendido la tasa de natalidad m ás rápid am en te que en el res to de los países. C onsecuentem ente tam poco la presión dem ográfica, com o causa de la revolución industrial, es fu erte ni determ inante. E n la agricultura: la venta de los bienes nacionales d urante la R e volución Francesa dio origen a p ropiedades p equeñas que dificultaban el em pleo de la m aquinaria y posibilitaron la continuación del uso de las técnicas tradicionales. A sim ism o no se llevó a cabo el sistem a de cercam ientos. «La locura maravillosa es que en las nueve décimas partes de los cercamientos de Francia, el sistema de administración es el mis mo que en los openfields; es decir, los barbechos prevalecen por re gla general... Todavía se sigue la rotación de: ] . 'barbecho. 2° cen teno y 1.° barbecho, 2.° centeno, 3.° abandonado a las malas hier bas y la retama; y todo esto en suelos como los de Bretaña... ca pacitados para el mejor sistema de Norfolk. Con tales sistemas mi serables, ¿de qué sirven los cercamientos?...
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Según Rostow todo país, para llegar al nivel de desarrollo económico, debe pasar por cinco fases: 1. sociedjd tradicional, 2. condiciones pre vias aLdespegue, 3. eldespegue -(take off), 4. la madurez y 5. la fase de alto consumo en masa. Ahora bien, no todos necesitan el mismo tiempo para pasar de una a otra.
Cuando observamos algunas de las mejores, más profundas y fértiles margas que se pueden encontrar en el mundo... destinadas al bárbaro sistema de rotación, común a todas ellas, de 1.° barbe cho, 2° trigo, 3.° cereal de primavera, y que el producto de este ce real de primavera es despreciable... estamos convencidos de que una agricultura como la de este reino está en la misma situación que en el siglo X.»
C O M IE N Z O S DE L A P R IM E R A R E V O L U C IO N IN D U S T R IA L P R O D U C C IO N DE HIE R R O ( 1 7 2 0 - 1 8 3 0 ) M iles de to neladas
Y o u n g , Arthur: «Viajes durante los años 1787, 1788y 1789... por el Reino de Francia.» (1792-1794), en S. Pollar-C. Homes: «Documents of E uropean Economic History.» Londres, 1968, vol. I, págs. 16-17.
Fuente: J. A. Lesourd, C. Gerard. Histona económica mundial moderna y E n la Contem poránea, Barcelona, 1976 causas: (4.aed.), pág. 147.
industria: la industrialización francesa
fue lenta por varias
• L a política proteccionista del G obierno, que tendía tan sólo a asegurar el m ercado nacional, sin que hubiera, por tanto, nece sidad de innovaciones técnicas; en 1810 había en Francia única m ente 200 m áquinas de vapor frente a 5 000 en Inglaterra. • Las provisiones de carbón e hierro eran m enores y de peor ca lidad que las inglesas: a fines del siglo X IX el 55,5 por 100 de laiurn p o rtaciones francesas eran de m aterias prim as para la in dustria; era el único país industrial que necesitaba com prar car bón. • H abía escasez de capital, ya que se prefería invertir en em presas de m enos riesgo. H ubo, sin em bargo, unos .altos hornos, los de C reusot, que se crearon con la conjunción de capitales privados y estatalel. ' Evolución del número de altos hornos en Francia
Concentración industrial francesa.
34
Años
De coque
De carbón vegetal
Total
1830 1835 1840 1845 1856 1861 1869
29 28 41 79 206 190 190
279 410 421 353 385 282 91
308 438 462 432 591 472 290
Fuente: N. Niveau: «Historia de los hechos económicos contemporáneos» Ariel, Barcelona, 1963, pág. 55. '
Se puede, pues, afirm ar que, aunque haya ciertos intentos m inori tarios,,el despegue de la industrialización francesa no se produce has ta la m itad del siglo X IX con el Segundo Im perio.
Alemania El desarrollo industrial se realiza en A lem ania entre 1834 y 1870 con los factores típicos de la industrialización: Demográficamente A lem ania experim enta un im portante creci m iento de población: e i f l800 tiene 24 millones, en 1850, 36, y en 1900 llega a los 56. E sto significa u n a gran presión sobre la dem anda y una abundante m ano de obra. E n agricultura se abandona rápidam ente el barbecho, lo que supone más suelo cultivable y m ayor producción. E n la industria se dan tres características: • Se crea el Zoiíverein (unión ad uanera), que une económ icam en te los E stados del N orte. (A lem ania era un m osaico de E stados soberanos e independientes desde el T ratad o de V iena de 1815.) Al suprim irse las aduanas se constituye un único m ercado y esto estim ula las relaciones com erciales y el ferrocarril, puesto que p ara facilitar los intercam bios era preciso un m edio de transporT e~bárato. E l ferrocarril se convierte de esta m anera en el m otor de la industrialización alem ana, p orque estim ula adem ás la p ro ducción de carbón, hierro y acero. Los E stados del N orte tienen en 1850, 6 000 km de vías férreas m ientras que Francia sólo cuen ta en la m ism a fecha con 3 000 km. • A poyo del E stado: desde el sigjo X V III los dirigentes prusianos " h a b ía n favorecido las actividades siderúrgicas, aunque sin olvi d ar 'sn ayuda a la agricultura. A ellos se debe tam bién el apoyo dado al Zoiíverein y la construcción del ferrocarril. • G randes reservas de m aterias primas: hierro y carbón, en particular en Silesia y el R uhr, donde se concentró la m ayor parte de las industrias siderúrgicas.
• Fundición en Kónigshütte, Silesia.
Bélgica E ste país constituía la zona sur de una nación creada por el C on greso de V iena (1815) con el nom bre de Países Bajes. A pesar de ello y de la crisis que supuso su proceso de independencia de los Países B a jos en 1830, Bélgica sg. coloca a la cabeza de la industrialización de E u ropa continental en la prim era m itad del siglo XIX. Las causas que fa vorecieron este papel predom inante en el proceso europeo de indus trialización fueron: el aum ento dem ográfico, la abundancia de m a te rias prim as (el carbón), el desarrollo de la siderurgia, los transportes, el apoyo de la Banca (capitales) y la intervención del E stado. L a p oblación aum enta a m ayor ritm o que la holandesa (de 1801 a 1846 crece úri 15 por 100) y es una población con fam a de gran labo riosidad. D en tro de las m aterias prim as, la principal es el carbón, que tiene localizadas las minas en Lieja y en H ainaut m eridional, y que es la base del crecim iento económ ico belga.' Sobre ella se asienta la in dustria siderúrgica, dotada de la nueva tecnología británica por el emigfScfo1ingles Willíam Cockerill. A consecuencia de estos progresos, B él gica se convierte en país exportador de productos siderúrgicos, te n ien do en la región del norte francés y en la del R uhr de A lem ania un m er cado excepcional. A ello contribuyó de una m anera especial el d e sarrollo de los transportes: carreteras y canales llegaron a triplicar en kilóm etros los existentes en Inglaterra a m ediados de siglo; pero sobre todo el ferrocarril, ya que fue el único país del continente que com pletó su red ferroviaria antes de 1848. P or lo que se refiere a la Banca, Bélgica poseía a m ediados del p a sado siglo unas entidades fuertes y con claro espíritu in v e rsio n ista ^ u e constituyen con sus préstam os el respaldo financiero deTás grandes in versiones ferroviarias y siderúrgicas, en especial la «Societé G énerale» de Bélgica. Y, p o r fin,_el apoyo del Estado: las innovaciones técnicas en la si derurgia se introdujeron gracias a la ayuda prestada por los gobernan tes a los herm anos ingleses Cockerill; igualm ente el ferrocarril se cons truyó m ediante una decisión del G obierno, y los bancos encontraron condiciones favorables siempre.
Expansión de los ferrocarriles en algunos países europeos AustriaAle Gran Francia Bélgica Hungría mania Bretaña
1840 1845 1850 1855 1860 1865 1870 1875 1880
144 728 1579 2 145 4 543 5 858 9 589 16 753 18 502
410 875 2195 5 037 9 167 13 227 19 544 19 357 23 089
469 2143 5 856 7 826 11089 13 900 18 876 27 970 33 838
2 390 3 931 9 797 11744 14 603 18 439 21558 23 365 25 060
334 —
903 —
1730 —
2 897 —
—
Italia
20 152 620 1207 2 404 4 591 6 429 8 018 9 290
Rusia
144 501 ___
1626 3 842 10 731 19 029 22 865
España
___
28 477 1918 4 826 5 478 6 124 7 478
Fuente: B. R. Mitchell: «Statistical Appendix, 1700-1914», fascículo final del to mo IV de «The Fontana Econom ic History o f Europe.» Londres, 1971, págs. 56-59. '
36
.5.
Repercusiones de la revolución industrial
E n general, la revolución industrial transform ó la econom ía y la so ciedad. E n economía se.produio: • La acum ulación del capital necesario p ara la adquisición de m a quinaria y locales. • "Se suprim ió el taller artesanal sustituyéndolo por la fábrica. • Se produjo un aum ento de la producción intensificando así el co m ercio. E n la sociedad se produjo: • La sustitución de la sociedad estam ental p o r la sociedad de cla ses,"grupos abiertos que fundam entan su posición social no en la tierra sino en el dinero. • Se diferencian claram ente dos clases: la burguesía, que es la d u e ña de los m edios de producción, y el proletariado, que sólo tie ne el trabajo. • Con la m ecanización se produjo el paro de m uchos obreros y su sustitución, en varios casos, p o r la m ano de obra barata de m u jeres y niños. Todos estos cam bios generales p u ed en observarse en el siguiente docum ento: «Una visión demasiado simplista suele reducir esta revolución a laTntró'ducción de unos progresos técnicos —mecanización del hilado y del tejido, uscTcGe la energía del vapor, ferrocarriles— y a sus consecuencias inmediatas. Pero la trascendencia del proceso es mucho mayor. Los rasgos que definen el paso a la era de la industrialízaooff'son más complejos y trascendentes. Puestos a simplifi car, podrían destacarse cuatro hechos fundamentales. En primer lugar, el crecimiento regular y sostenido de la po blación y ia producción, que marca una ruptura decisiva con el re lativo estancám ientolle etapas precedentes... En cien años de in dustrialización los países avanzados habían producido más objetos para el consumo que toda la humanidad en milenios de civiliza ción transcurridos hasta entonces. En segundo lugar, un aumento considerable de la división so cial del trabajo, que transformó por completo la distribución de las ocupaciones de los hombres. El mundo preindustrial necesitaba deHícaTaTcultivo de la tierra de un 80 a un 90 por 100 de su pobla ción activa. Todas las demás actividades y ocupaciones... formaban una débil capa superior que vivía del trabajo de los campesinos y dependía estrechamente de él. Con la revolución industrial cam bia radicalmente esta distribución. Bastará con que un reducido porcentaje de la fuerza de trabajo se dedique a la tierra... para que se produzcan suficientes alimentos... En tercer lugar, no menos trascendente ha sido la transform a ción interna de la estructura productiva. El crecimiento de la p ro ducción industrial no se debe a la m era implantación de máquinas y técnicas renovadas en la vieja organización industrial. El pascLdel. taller artesano a la fábrica no es una simple ampliación de tamañOT^l^íejcTpnípfitáfio del taller que trabajaba con sus manos ha sido sustituido por el empresario capitalista que adquiere edificios, máquinas y materias primas, y alquila a otros hombres para que efectúen el trabajo... La fábrica no sólo ha significado un aum ento en las dimensiones de las unidades productivas... sino un cambio fundamental en las relaciones entre el hombre y su trabajo.
La Mule-Jenny, máquina de hilar al godón inventada por Samuel Crompton en 1779.
El paso del artesano a la manufactura «La industria m oderna ha converti do el pequeño taller del maestro pa triarcal en la gran fábrica del magna te capitalista. Las masas obreras con centradas en la fábrica son someti das a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados ra sos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sar gentos, oficiales y jefes. Cuanto menores son la habilidad y la fuerza que reclama el trabajo m a nual, es decir, cuanto mayor es el de sarrollo adquirido por la m oderna industria, también es mayor la pro porción en que el trabajo de la mu jer y el niño desplaza al del hombre. Socialmente, ya no rigen para la cla se obrera esas diferencias de ¿dad y de sexo. Son todos, hombres, m uje res y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia que la del coste...» C. M a n y F. Engels: El Manifiesto Comunista, 1848. Edición de W. R o c e s , A y u s o , M a d r i d , 1975, págs. 80-81.
Finalmente, la actividad productiva del hombre se ha desen vuelto dentro de unos mercados cada vez más amplios... La indus trialización... obligó a aum entar el ámbito... a escala mundial.» F o n t a n a L á z a r o , Josep: «La Historia.» Salvat Editores, Bar celona, 1974, págs. 98-105.
Las consecuencias negativas de la industrialización están p resen ta das en el siguiente docum ento: «La invención de la máquina de peinar la lana, que tiene por efecto reducir la mano de obra de m anera muy inquietante, inspi ra (a los obreros) el tem or serio y justificado de llegar a ser, ellos y sus familias, una grave carga para el Estado. Constatan que una sola máquina atendida por una persona adulta y servida por cinco o seis niños realiza tanto trabajo como treinta hombres trabajando a mano según el antiguo sistema (...). La introducción de la citada máquina tendrá por consecuencia casi inm ediatam ente el privar de sus medios de existencia a la masa de los obreros. Todos los negocios serán acaparados por algunos empresarios poderosos y ricos (...). Las máquinas, cuyo uso lamen tan los peticionarios, se multiplican rápidam ente en todo el reino, experimentándose ya cruelmente sus efectos: un gran núm ero de obreros se encuentran sin trabajo y sin pan. Con dolor y en la más profunda angustia ven aproximarse el tiempo de miseria en el que 50 000 hombres, con sus familias, privados de todos los recursos, víctimas del acaparamiento, lucrativo para algunos, de sus medios de existencia, se verán reducidos a implorar la caridad en las parro quias.» Petición de los obreros a los Comunes, «Diario de la Cámara de los Comunes» (1794), trad. por José U. M artínez Carreras, en A r m e s t o S á n c h e z , Julio: «Textos y documentos de historia con temporánea.» Vicens Vives, Barcelona, 1987, págs. 16 y 17.
O tras consecuencias negativas del proceso de industrialización se refieren al trabajo de niños y m ujeres, que reciben m enor salario y p ro porcionan, p o r consiguiente, m ayores beneficios para los em presarios, y a las m alas condiciones de trabajo: am ontonam iento, prom iscuidad. A esto habría que añadir la form a de vida: casuchas sin los más ele m entales servicios, falta de higiene y educación; factores que, a m edi da que los obreros tom an conciencia colectiva de su situación social, serán causa de los m ovim ientos obreros.
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1.
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Comentan* áe textos
INcum ent# 1
Si pmam íéms ' V: N I
«(...) U n a ciudad de ladrillos rojos, o más bien de ladrillos que h ubieran sido rojos si el hum o y las cenizas lo hubieran perm itido... E ra una ciudad de m áquinas y altas chim e neas, p o r d onde subían sin tregua ni descan so interm inables serpientes de hum o que se arrastran p o r el aire sin llegar nunca a desva necerse.
T enía un canal muy negro y un río que lle vaba agua teñida de un color rojizo insano... E lla com prendía m uchas calles grandes que se reunían todas, y m uchas más pequeñas que se reunían m ucho más...» D ic k e n s , Carlos: «Tiempos difíciles.» Bruguera, Barcelona, 1979.
Cuestisnes
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«S í.-
1. 2. 3. 4. 5. 6.
Sitúa cronológica y geográficam ente el docum ento. A verigua lo que puedas de su autor. D escribe los rasgos de esa ciudad. A naliza las causas que contribuyen a que la ciudad tenga ese aspecto. E xplica la im portancia de la siderurgia en la revolución industrial. Investiga qué se hace hoy día p ara evitar lo que denuncia el docum ento: d ó n d e se colocan las industrias, qué condiciones existen p ara los vertidos, etc.
Exterior de una mina inglesa. A mediados del siglo X V III comien za en Inglaterra la Revolución Indus trial.
p p jp c lp p d u p p
Documento 2 «Los dem an d an tes piden poder exponer a la C orte de Justicia en base a “los siguientes hechos: Q u e con el pretexto de hacer m ejorías en las tierras de propiedad de la citada p arro quia [Raunds, N ortham ptonshire] se privará a los cam pesinos sin tierra y a todas las p er sonas que tienen derechos sobre las com m on lands que se p reten d en cercar, del indispen sable privilegio del que actualm ente gozan, es decir, de que sus bueyes, terneros y ovejas p u ed an p acer a lo largo y ancho de dichas tie rra s. (...) Los d e m a n d a n te s co n sid eran adem ás que el resultado más desastroso de este cercam iento será la casi total despobla ción de su ciudad, ah o ra llena de trab ajad o res orgullosos y fuertes que, al igual que los habitantes de otras p arroquias “abiertas” son el vigor y la gloria de la nación, el sostén de
su flota y de su ejército. Bajo el em puje de la necesidad y de la falta de trab ajo, se verán obligados a em igrar en m asa h ad a d a s ciuda des industriales, en donde la naturaleza m iím a del trabajo en el telar o en la fragua re duciría pro n to su vigor, debilitaría a su des cendencia y podría hacerles olvidar poco a poco ese principio fundam ental de obedien cia a las leyes de D ios y de su país que cons tituye el carácter peculiar de esos sencillos y fieros cam pesinos que es fácil encontrar en las zonas de los open fields y de los que en gran m edida dependen el orden y la tran q u i lidad del Estado... Ya se han com probado estos daños en m u chos otros casos de cercam ientos, y ellos opi nan íjue presentando el problem a al Parla m ento (que constitucionalm ente es protector y p atrono de los pobres) sus derechos no p o drán dejar de ser tutelados frente a la ley en discusión.» Commons Journals, del 19 d e julio de 1797, en A r m e s t o S á n c h e z , Julio: op. cit., pág. 15.
Cuestiones 1. 2. 3. 4.
Sitúa cronológicam ente el docum ento. R esum e las consecuencias que, según los dem andantes, tendrían los cercam ientos. C om prueba en el tem a si las «enclosures» tienen otro tipo de consecuencias distintas a las que aquí se recogen. A verigua en qué país em pezaron y tuvieron m ás auge estos cercam ientos y analiza su im p o rtancia en el inicio de la revolución industrial.
D ocum ento 3 «El m étodo inglés, con variaciones debidas a la tierra y a las circunstancias, es el siguien te: cuando se ro tu ra un cam po es abonado con toda la fuerza de que dispone el labra dor, y se le saca lo que se llam a cosecha de barbecho, o sea, una cosecha que requiere el uso frecuente del arado o de la azada, tal com o los nabos, las p atatas, las judías, etc. L uego se siem bra la tierra con algún tipo de grano o de trébol; este últim o continúa a ve
40
ces por dos o tres años en el mismo cam po, hasta qqe, después de ararlo de nuevo, es sem brado de trigo. E ste curso o rotación de cultivos se renueva sucesivam ente en el mis m o orden, y la tierra nunca queda desocupa da o descansando, com o se suele decir.»
«An address from the Philadelphia Society for Promoting Agriculture» (1785), en Giralt-OrtegaRoig: «Textos, mapas y cronología de Historia M oderna y Contemporánea.» Teide, Barcelona, 1976. pág. 199.
P P J P ( P P P < P I P J I
2.
Tema de debate y de profundización Las diferencias entre la revolución industrial de Inglaterra y Francia.
Documento 1 «La p ro n ta expansión de G ran B retaña, dice, se debió a cuatro factores: La seguridad: el carácter insular del país, que no ha sufrido ninguna revolución política desde el siglo X V II y ha estado al abrigo de revueltas e invasiones. La unidad del m ercado interior que se produjo muy pro n to gracias a la ausencia de obstáculos institucionales y gra cias al bajo precio de los transportes m arítim os y fluviales. La fuerza del m ercado es testim o niada p o r el alza de los precios agrícolas hasta 1812 y el bienestar de las clases m edias en las ciudades. F inalm ente, Inglaterra se ha beneficiado constantem ente de la extensión de sus m er cados exteriores, de donde ha im portado cantidades crecientes de géneros alim enticios y de m aterias prim as, que han sido una fuente de rentas p a ra sus proveedores y para sus clientes. L a situación fue com pletam ente distinta en Francia: A quí el m ercado de artículos m anufacturados se ha creado de form a extrem adam ente len ta. En ningún m om ento la dem anda interior ha sido tan fuerte en F rancia com o en Inglaterra. Los ingresos p o r cabeza han sido siem pre más bajos y las desigualdades entre las rentas más m arcadas. La unificación del m ercado francés ha sido tardía: sin duda no se realizó antes de la década de 1860. En cuanto al crecim iento de la m asa de consum idores, ha sido m oderado: la población se ha doblado en el siglo X V III y en el XIX , m ientras que en G ran B retaña se cuadruplicaba. Y en fin, hacia 1810, cuando los problem as políticos y m ilitares se resolvían, la econom ía entraba en una fase de baja de precios que afectó directam ente al cam po, es decir, a las tres cuartas partes de la población. P or lo que se refiere a los factores de producción, las disponibilidades son el reverso de las que se daban al o tro lado de La M ancha. Hay escasez, no de m adera y de agua corriente, pero sí de carbón... A dem ás, los m edios de tran sporte vienen siendo desde m ucho tiem po atrás insuficientes... Inversam ente, la m ano de obra, tan rara en Inglaterra, sigue siendo abundante en Francia d urante una p arte del siglo... Com o la urbanización pierde ritm o después de 1790, la econom ía dispone de una m ano de obra rural habituada al trabajo industrial, relativam ente densa en el N O , en la región de Lyon, y de buen m ercado... La m ecanización no es, por tanto, indispensable en Francia p ara aum en tar la producción industrial. B astaba con utilizar en m a yor proporción las reservas del cam po y transferir ciertas actividades hacia el N E, región que destacaba por la calidad de su m ano de obra y p o r su abundancia.» M . L e v y -L e b o y e r : «Les processus d ’industrialisation: le cas de la France et de l ’Angleterre.» Revue Historique, 1968, págs. 281-298.
Documento 2 «Puede concluirse que la revolución industrial inglesa no tuvo un paralelo concreto entre los países continentales. E n ninguna o tra p arte asum ió el proceso de industrialización el m is mo carácter autónom o u orgánico; en ninguna otra parte fue tan com pleto —com o fenóm eno nacio n al— ni tuvo tan to éxito a la hora de cam biar to d a la estructura social. E s más, en el contexto eu ropeo este térm ino tiende a ad o p tar un significado distinto. Con él se cubre todo el proceso con el que se crearon las condiciones sociales y legales para el pleno desarrollo del capitalism o frente a la resistencia de los beneficiarios del antiguo orden agrario e industrial, proceso que en Inglaterra había em pezado un siglo o más antes de la industrialización. Inclu so en los casos en que, com o en A lem ania, se produjo un crecim iento muy rápido de la in
dustria —de tal m odo que lo que en Inglaterra había durado un siglo aproxim adam ente se con densó allí en un p ar de décad as—, el im pacto pleno de la transición estuvo restringido a cier tas regiones y, a p esar de toda su rapidez, fue m enos com pleto. El peso sustancial del sector agrario, las supervivencias preindustriales en la sociedad y la persistencia de regiones atrasa das dan testim onio de ello.» Kemp, T om : «La Revolución Industrial en la Europa del siglo XIX.» Ed. Orbis, Barcelona, 1986.
■ P ara profundizar en el tem a puede consultar, adem ás de los títulos citados en la b i bliografía del capítulo, las siguientes obras: A s h to n , T. S.: «La revolución industrial.» México, FC E , 1950. C a m e ro n , E.: «Francia y el desarrollo económico de Europa, 1800-1914.» Tecnos, M adrid, M u sso n , A.: «The Growth o f British Industry.» Batsford, A cadem ic and E ducation, 1981.
3.
Testimonios
La visión del tem a se puede com pletar con diversos testim onios que describen o re flejan algunos de los aspectos tratados: tem as literarios, diapositivas, docum entales, filmes, etc.
Cinematográficos
Literarios
Otro material de interés: «La industrializa ción», M aterials de Treball, G rupo de C ien cias Socials Casals del m estre de Santa Colo m a de G ram anet (Junio, 1982), donde se re cogen determ inados trabajos prácticos y con cretos sobre la industrialización. Tam bién am bienta la época «Inventos que conm ovie ron al m undo», ESC O , m inilibros, M adrid, 1979.
Es interesante la lectura de «Shirley», de C harlotte B r o n t É, porque cuenta la vida de u n a com unidad que em pieza a industrializar se; asimismo, «Tiem pos difíciles», de Carlos D ic k e n s , o «Viaje p o r Inglaterra, Escocia y las islas H ébridas», de Faujas d e S a i n t F o n d , obras que describen ciudades y paisa jes de la p rim era industrialización, resaltan do los aspectos m olestos e insanos. Diapositivas Sirven p ara ilustrar el tem a: el T om o XV, C arp eta 30 de la «H istoria del M undo», de A ncora, B arcelona, titulado «El nacim iento de la industria», que recoge los rasgos más característicos de la industrialización; y las transparencias de E N O SA , M adrid, « G ran des inventos, I, IL III»; «Industrias textiles, I, II», e «Industrias m ineras, I, II».
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Es buena la proyección de «La repentina riqueza de los pobres de K om bach», de Volker Schlóndorff, por la visión que ofrece de las condiciones de vida en el campo.
Plantando el árbol de la libertad, por Pierre-Etienne Lesueur. (Musée Carnavalet, París).
Restauración, liberalismo y nacionalismo: las revoluciones burguesas Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. Crisis del Antiguo Régimen. La Revolución Francesa. El Im perio napoleónico. La E uropa de la Restauración. Liberalismo, nacionalismo y rom anticism o como factores de las revoluciones. Las revoluciones burguesas. Prácticas. 43
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • B e r g e r o n , L ., F u r e t , L ., K o s e l l e c k , R.: «La época de las revoluciones europeas,
1780-1848.» Siglo XXI, M adrid, 1976. ' R ealiza un estudio de todas las revoluciones y da una visión de conjunto del período revo lucionario. • D íe z d e l C o r r a l , L.: «El liberalism o doctrinario.» Instituto de E studios Políticos, M a drid, 1972. Es una obra clásica p ara el estudio del liberalism o. • D r o z , J.: «Europa, restauración y revolución, 1815-1848.» Siglo XX I, M adrid, 1977. A dem ás de u n a visión de conjunto, analiza los elem entos en conflicto durante este p erío do y los resultados de las tres revoluciones. • G o d e c h o t , Jacques: «Las revoluciones, 1770-1789.» N ueva Clío, Labor, B arcelona, 1969. A dem ás de estudiar las revoluciones de la segunda m itad del siglo X V III dedica la m ayor p arte del libro al análisis de las causas y al desarrollo de la R evolución Francesa. • K o h n , H ans: «El nacionalism o. Su significado y su historia.» Paidós, Buenos Aires, 1966. De gran interés para el estudio del nacionalismo. • L e f e b v r e , G.: «La revolución y el Im perio (1718-1815).» F.C.E. México, 1960. V álido p ara el perío d o correspondiente al Im perio N apoleónico. T am bién del m ism o au to r el tom o X IV de «Peuples et Civilization», PU F, París, 1963, donde realiza un gran es tudio de N apoleón. • RUGGIERO, G.: «Historia del liberalism o europeo.» Ed. Pegaso, M adrid, 1944. Utilísim o a pesar de su antigüedad. • S ig m a n , J.: «1848. L a s revoluciones rom ánticas y dem ocráticas de E uropa.» Siglo XX I, M adrid, 1977. " O riginal estudio de este período revolucionario. • Bois, J. P.: «La R evolución Francesa.» Biblioteca H istoria 16, n.° 2, M adrid, 1989. U na síntesis breve del tema, puesta al día en enfoque y bibliografía. • VlLLAVERDE, M .a J. y AA. W .: «A lcance y legado de la revo lu ció n francesa.» E dit. P a blo Iglesias, M ad rid , 1989. R ecopila las p o nencias p resen tad as al coloquio del m ism o título incluyendo las dos escuelas que actu alm en te polem izan sobre ta n trascen d en tal proceso histórico, y que se en cu e n tra n lideradas, respectivam ente, p o r M ichel V ovelle y Franqois F uret.
44
1.
Introducción
El período que vamos a estudiar com prende cronológicam ente des de 1770 a 1850 y geográficam ente afecta a las dos orillas del A tlán ti co: los E stados U nidos en A m érica y los países occidentales en E u ro pa. P or tanto, las revoluciones que en él se p roducen no son más que m anifestaciones de una sola revolución, la liberal burguesa, fruto de las transform aciones producidas en la sociedad d urante este período. Su agente más im portante fue la.burguesía, y el resultado final consis tió en la sustitución del A ntiguo R égim en («m odo antiguo de socie dad») po r otro basado en la igualdad y libertad jurídicas. Sin em b ar go, el A ntiguo R égim en no llegó a ser d erribado definitivam ente con la más im portante de las revoluciones, la francesa: hicieron fa lta otras tres oleadas revolucionarias (la del 30. y l a de.L48 principalm ente), con un nuevo com pañero de viaje surgido tam bién de las nuevas circuns tancias, el p ro le tariado, p ara elim inar los últim os vestigios del régim en señorial e im plantar el sistem a liberal capitalista.
2.
Crisis del Antiguo Régimen
2.1. Causas de la crisis En Francia existía_mia_estructura social y económ ica con Ihs carac terísticas propias d el A ntiguo Régim en. (V éase tem a 1.) Este sistem a pntra en crisis debido a u n conjunto de factores que podem os sistem a tizar así:
a.
Factores sociales
En Francia, com o en todos los países de E uropa occidental, se p ro duce un aum ento d e m ográfico (18 millones en 1715 y 26 en 1789) que se traduce en una presión sobre la econom ía: aum entaron I. dades de alim entos y puestos de trabajo: ~sifuación ciue la agricultura no puede resolver por ser de subsistencia y ño r p adecer una serie de m alas cose c h a s - lo d o ello se traduce en un descontento, principalm en te de los cam pesinos, hacia el sistem a social que les reduce a esa si tuación de ham bre. Por o tra parte, la sociedad estam ental se estaba q u ed ando- desía-_. sada. D esde principios del siglo X V III la burguesía había ido aum en tando en núm ero ~y riqueza y respondía a tas huevas necesidades de Ia~ PQblariórg-q-uc em pezaban a ser otras distintas a las del A ntiguo R é gimen. Por tanto, la aristo cracia, que estaba destinada a cum plir el p a pel fundam ental en el A ntiguo R égim en, no tenía ya razón de ser, y sus privilegios irritaban p o r igual a cam pesinos y burgueses. El tercer estado, que tenía el_nuevo p o d er económ ico, reclam a tam bién el p o d er político.
«Nacido para sufrir» La ilustración refleja la opinión po pular sobre el campesinado: rodeado de animales y siempre con sus instru mentos tradicionales de trabajo.
45
«El plan de este escrito es muy simple. Nos hacemos tres pre guntas: 1. 2. 3.
¿Qué es el tercer estado? Todo. ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada. ¿Qué pide? Ser algo.
¿Q uién se atrevería a decir que el estado llano no contiene en sí todo lo necesario para formar una nación completa? Es un hom bre fuerte y robusto que tiene aún un brazo encadenado. Si se hi ciera desaparecer el orden privilegiado, la nación no sería menos sino algo más. Y ¿qué es el estado llano? Todo, pero un todo tra bado y oprimido. Y, ¿qué sería sin el orden privilegiado? Todo, pero un todo libre y floreciente. Nada puede funcionar sin él, todo m archaría infinitamente mejor sin los otros. No basta haber mos trado que los privilegios, lejos de ser útiles a la nación, no pueden sino debilitarla y dañarla. Es m enester probar aún que el orden no ble no entra en la organización social, que puede ciertam ente ser una carga para la nación, pero que no sabría formar parte de ella (...). ' ‘ ' (...) ¿Qué es una nación? U n cuerpo de asociados que viven bajo una ley común representados por la misma legislatura. ¿No es evidente que la nobleza tiene privilegios, dispensas, incluso de rechos separados de los del gran cuerpo de ciudadanos? Por eso mismo sale de la ley común, y por ello sus derechos civiles lo cons tituyen en pueblo aparte dentro de la gran nación. (...) Es preciso entender por tercer estado el conjunto de ciu dadanos que pertenecen al orden común. Todo el que es privile giado por la ley, de la manera que sea, sale del orden común, es excepción de la ley común y, en consecuencia, no pertenece al ter cer estado.» S iy e s , E . J.: «¿Qué es el Tercer Estado?» P a rís, 1789. E d i. O rb is, B a rc e lo n a , 1985. E n A r m e s t o , Ju lio : «O p. cit.», págs. 27-28.
b.
Los precios del trigo en una localidad francesa entre 1784-1790 35F
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G o d e c h o t , J.: « L os orígenes d e la Revolución Francesa.» Península, Barcelona, 1974, pág. 140.
46
| Factores económicos
La fase de p rosperidad del siglo X V III se quiebra h acia 1780 con una seri¿?de malas cosechas de cereales que h ace subir los precios del tr ig a y. consecuentem ente, el coste general de vida, que experim enta un alza del 60 por 100 entre 1785 y 1789. E sto se com pleta con una superproducción d e l i nca cuyo precio baja, con lo cual se agrava la si tu ación p ara los viñadores, que no producían cereales y com praban pan. E sta crisis alcanza tam bién a la industria al ver restringido su m er cado: en 1789 el com ercio se había reducido en un 50 por 100. Si a ésto se añade q ue la población había au m entado, resu lta la siguiente realidad: m enos p roductos, m ás caros y p a ra m ás gente con m en o r p o der adquisitivo. E ste desequilibrio engendrará ham bre y arrastrará a la revolución. ' — ‘ "> Los factores financieros se refieren m ás bien al Estado: Lgasta un 20 p o r 100 más de lo que ingresa debido a dos m otivos principalm en te: las guerras (la de la Pragm ática Sanción y la de los Siete A ños) y las fiestas reales de V ersalles. E l déficit hay que cubrirlo con m ás im puestos. Pero el pueblo no puede hacer frente a ello porque ha dism i nuido su p oder adquisitivo. C uando se intenta hacer pagar a la noble za y al clero, surge la chispa de la revolución: la revuelta de los privile giados.
c.
Factores políticos
La m o n arq u ía absoluta es anacrónica, incapaz de adaptarse a las nuevas circunstancias. C uando intenta reform as p ara solucionar el p ro blem a financiero, la aristocracia se le opone p orque ello supondría abo lir el régim en de privilegios. Las instituciones, pues, se m uestran inca paces de adaptarse a la nueva realidad social y económ ica de base in dustrial y burguesa.
d.
Factores ideológicos
E n el siglo X V III está vigente la filosofía de la ilustración que, des de el pu n to de vista intelectual, contribuye a socavar el A ntiguo R égi m en y ap o rta argum entos a los descontentos p ara im plantar un nuevo sistem a basado en el liberalism o dem ocrático. A un q u e com o decía Mirabeau, «la nación francesa ha sido p rep arad a a la revolución por el sentim iento de sus males m ás que p o r el progreso de sus luces», d an do así más im portancia a las causas económ icas, que afectaban a to dos, que a las intelectuales, que lo hacían sólo a una m inoría.
2.2.
Principales teóricos de este movimiento intelectual
• John Locke (1632-1704) E n su «T ratado sobre el gobierno civil», 1689, afirm a q u e jd go bierno debe basarse en un con trato en tre soberano y súbditos y en la separación de p oderes (legislativo y ¿jecutivo). «(...) siempre que cierto núm ero de hombres se unen en una sociedad renunciando cada uno de ellos al poder de ejecutar la ley natural, diciéndolo a la comunidad, entonces y sólo entonces se constituye una sociedad política o civil (...). Por ese hecho autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder legislativo para ha cer las leyes en su nombre según convenga al bien público de la sociedad y para ejecutarlas siempre que se requiera su propia asis tencia como si se tratase de decisiones propias suyas. Eso es lo que saca a los hombres de un estado de naturaleza y los coloca dentro de una sociedad civil (...). A hora bien, el poder legislativo supremo (...) permanece, a pe sar de que sea el supremo poder de cualquier Estado, sometido a las restricciones siguientes: En prim er lugar, no es ni puede ser un poder absolutamente arbitrario sobre las vidas y los bienes y las personas (...). En segundo lugar, la autoridad suprema o poder legislativo no puede atribuirse la facultad de gobernar por decretos improvisa dos y arbitrarios (...). En tercer lugar, el poder supremo no puede arrebatar ninguna parte de sus propiedades a un hombre sin el consentimiento de éste.» « L o c k e , John: «Los dos tratados de gobierno.» Londres, 1690. En E b e n s t e in , W.: «Los grandes pensadores políticos. De Platón hasta hoy.» Revista de Occidente, Madrid, 1965, págs. 497-504.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
• M ontesquieu (1689-1753) Sus ideas están resum idas en el siguiente texto: Si el pueblo entero es, en la República, dueño del poder sobe rano, estamos ante una democracia; si el poder soberano está en manos de una parte del pueblo, se trata de una aristocracia (...). Hay en cada Estado tres clases de poderes: el poder legislativo, el poder ejecutivo de los asuntos que dependen del derecho de gen tes y el poder ejecutivo de los que dependen del derecho civil. (...) Cuando el poder legislativo está unido al poder ejecutivo en la misma persona o en el mismo cuerpo, no hay libertad, por que se puede tem er que el monarca o el Senado promulguen leyes para hacerlas cumplir tiránicamente. Tampoco hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo (...). Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales, de los nobles o del pueblo, ejerciera los tres poderes. M o n t e s q u i e u : «De l ’esprit des lois.» Ginebra, 1748. En A r m e s t o , Julio «Op. cit.», págs. 25-26.
Sin em bargo, este au to r piensa que el gobierno lo deben ejercer los m ejor preparados, los aristócratas; de ahí que sea el rep resentante del liberalism o aristocrático. • Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Sienta los fundam entos del p o der en el «C ontrato Social»: — El pacto social por el que el pueblo librem ente se constituye en soberano y expresa su voluntad m ediante la ley; — L a división de poderes, dando suprem acía al legislativo, porque lo ejercen todos los ciudadanos. A boga, pues, por una dem o cracia directa, y sólo en los grandes E stados adm ite rep rese n tación del pueblo por diputados. T odas estas ideas fueron divulgadas p o r la E nciclopedia dirigida p o r D id ero t y encontraron eco en las sociedades de pensam iento, lo gias m asónicas, clubes, etcétera, que se convirtieron en focos de críti ca al A ntiguo R égim en.
3. La Revolución Francesa - -I '
.1. a. Los Parlam entos y la justicia
Los Parlam entos en la Francia del Antiguo Régimen eran tribunales de justicia, y el de París equivalía al Tri bunal Supremo. Éste tenía, además, un arm a política: que los edictos rea les no podían entrar en vigor hasta que fueran registrados por los Parla mentos.
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Primeras fases de la revolución
La revuelta de los privilegiados: la convocatoria de los Estadfl£-Gen#rales
La cnihs financiera que venía padeciendo Francia se agrava a cau sa d é lo s gastos de ayuda a la guerra de independencia de E stados U n i dos (1778) y del T ratado de com ercio con Inglaterra (1786), que p e r m ite la en trad a de productos industriales ingleses m ejores y m ás b a ra tos que los franceses. E l déficit d e l a H aciend a no se puede saldar con el m ism o sistem a de im puestos (sólo aplicados al tercer estado) ahora que los cam pesinos pasan ham bre y los obreros están en paro. Los su cesivos m inistros de H acienda (Turgot, Necker, Calonne, D e B rienne) están de acuerdo en que la solución_está en reform ar el sistema impo-
sitivo y estab lecer un nuevo im puesto, la «subvención territo rial» , p ro p orcional a la re n ta y obligatorio p ara todos, incluso p a ra los privile giados. La A sam blea d e N o tables (nobles y prelados), convocada para darle respaldo legal, y el P arlam ento de París r echazan el nuevo im puesto, que suponía la abolición de sus privilegios, y declaran que sólo ló slm té n tie o s rep resentantes de la n ación tien en p o der p ara h a c e rlo ” 'S T 'o b lig a así al rey a convocar los E stad o s G enerales; es la revuelta de los privilegiados. Estos, pensando en el voto por estam ento (noble za y clero dos. tercer estado u n v o to )7 e s p e ra E á ñ dom inar los Estados G enerales yr en consecuencia, reforzar siísprivilegios y am pliar su p ar ticipación en la política. Sin em bargo, con su plante ante el rey habían dado un peligroso ejem plo al tercer estado. D uran te la elección d e rep resen tan tes c a d a e s t a m e n t o r e d a c t a unos «cuadernQ .S-d e.-q.u e j.a s » -en lo s que re f le ja n sus p e tic io n e s . riódica de los I Atados G enerales (que no se reunían desde 1614), defensa de sus privilegios. • L ^ ü r g ü ñ s f a }olicitab a igualdad de derechos, voto p o r cabeza y no p o r estam entos, lim itación del p o d e r re al, m onarquía consti tucional, supresión de los privilegios. • L o sjcampesinos)hacían adem ás r eivindicaciones .concretas, com o supresión de los derechos señoriales (el de la caza, m enos im puestos, etcetera).
b.
La revolución burguesa. La Asamblea Nacional
T o d o e l mes de m ayo de 1789 se p ascyen deliberaciones sobre cóm o hacer ja verificación de p o d eres, si en com ún o por separado cada es(am ento (la verificación de poderes consistía en exam inar si los dipu tados habían sido elegidos legalm enteh y en cóm o realizar la votación, si por cabezas o p o r estam entos. H asta que el 10 de junio el tercer es tado. d ecid e h acer éE soloJaj^erificacIpn de poderes y el 17 se procla ma A sam blea N acional, es decir, rep resen tan te único del pueblo (no olvidem os que representaba al 98 p o r 100 de la población). Al impedjrsel& sja r e u n j ó i L e a f l a sala de sesiones. losjepü-esem anteiud^-m re^estado.se van al Ju ego de P elo ta y ju r an no-separarse hasta d ar a F ra n cia una C onstitución, a la vez q u e am enazan al rey con no pagar los im puestos.
Cuaderno de quejas de la comuni dad rural de Arronville, pertenecien te a la bailía de Pontoise
«Se suplica a Su Majestad lo que si gue: (...)
2. 3.
4. 5. 6.
U na clasificación de tierras más justa y más proporcional. El establecimiento de un solo y único impuesto pagadero por to dos los propietarios sin distin ción. La abolición de las rentas seño riales... La supresión de la milicia. U na disminución del precio de la sal.
(...) 8.
El m antenim iento de los cami nos, pagando por ello. 9. La supresión de los derechos e impuestos de los transportes de los vinos y otras bebidas: servi dumbre de las más molestas para todos los particulares. Hecho en Arronville a veinticinco de febrero de mil setecientos ochenta y nueve.» S o b o u l , A .: «1789, Van I de la liber té.» Editions sociales. Cuaderno de quejas de la com uni dad urbana de Beaucaire ( .. .)
2.
3. 4.
Los diputados de los Estados Generales harán todos los es fuerzos para que la votación se haga por cabeza y no por esta mento. La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. La libertad de prensa y la segu ridad de la correspondencia...
(•••) 6.
La igualdad proporcional de las contribuciones...
(...)
12.
Juramento del Juego de Pelota.
La supresión de los peajes, laudemios y otros derechos de esta naturaleza, m ediante indemni zaciones justas y razonables a los propietarios. 13. Pedir que en el reparto de los impuestos se supriman todos los que puedan obstaculizar el comercio y la industria. 14. La habilitación de todos del tercer estado para alcanzar los diversos grados m ilitares de tierra y de mar, así como las al tas magistraturas.» S o b o u l , A .: «Op. cit.»
49
Juramento del Juego de Pelota
«La Asamblea Nacional, considerando que, habiendo sido lla mada a fijar la Constitución del reino, a realizar la regeneración del orden público y m antener los verdaderos principios de la mo narquía, nada puede impedir que ella continúe sus deliberaciones en cualquier lugar al que sea forzada a establecerse, y que en cual quier sitio en que sus miembros estén reunidos, allí está la Asam blea Nacional, acuerda que todos los miembros de ella prestarán al instante juram ento de no separarse jamás, y de que se reunirán siempre que las circunstancias lo exijan, hasta que la Constitución del reino sea establecida y afirmada sobre fundamentos sólidos. T o dos los miembros, y cada uno de ellos en particular, confirmarán m ediante sus firmas esta resolución inquebrantable.» Resolución leída de pie sobre una mesa por el presidente Bailly, e n G ir a r d , Louis: «Les temps de révolutions 1715-1870.» Bordas,
París, 1966, pág. 124.
E l rey se resigna e incluso invita a los otros estam entos a unirse al tereém estado. Se ha consum ado el prim er acto “revólücionario de una asam blea burguesa; se puede decir que la transform ación d e los E sta dos G en erales en A sam blea N acional rej5f§sentajm a v erdadera revo lución jurídica y la c o n s a g ra c ió ñ lH 'p n b n p ^ m onarquía consti tucional frente a la de derecho divino.
c. ^La revolución popular E n esta revolución hay que distinguir dos aspectos: la revu elta n a_r is in a v la provincial. ' gévüelta nom inas l.a reina v los m inistros reaccionan a las conce siones «arrancadas a un rey presionado», concentrando tropas cerca g e T c r s á Tlcs. A fT tcgayesla noticia a París, donde se habla adem ás de diputados'arrestados7~3e“disolución d é la A sam blea y de la destitución de N ecker, se desencadena una sublevación el 1 4 d e i ulio de 1789 míe term ina en la tom a de la Bastilla. Se constituye una nueva m unicipa lidad, presidida p o r Bailly, y u ñ a m fev a milicia burguesa, al m ando de La Fayette. El rey capitula, llam a a N ecker y vuelve a París, donde es recibido p o r las nuevas instituciones; por su parte la aristocracia inicia la em igración al exterior.
La Bastilla era la vieja prisión de Estado, símbolo de la arbitrariedad del rey, que encerraba en ella a quien le daba su «real gana». 50
m las provincias se dan dos reacciones distin-
• E n las ciudades, tiene lugar una revolución m unicipal a im itación de la de París: se sustituyen las autoridades existentes p o r otras nuevas. • [ j i u ’l cam po se produce l a j evolución cam pesina o la «G rande P e u r». el gran m iedo, que se propaga de provincia en provincia: se habla de un com plot de la aristocracia, que co n trata bandidos p ara destruir los cam pos de los cam pesinos. É stos se arm an para defenderse y, al no en co n trar a los bandidos, se vuelven contra los señores feudales invadiendo sus tierras y castillos.
Aspectos de la «Grande Peur»
A nte el peligro que esto supone p ara la p ropiedad privada, la b u r guesía decide aten d er las principales reclam aciones de los cam pesinos: g.1 _4 de agosto la A sam blea N acional aprueba, aunque de una m anera confusa, la abolición del sistem a señorial, c o n sig u ién d o la alianza con los cam pesinos v el fin de la revolución be los cam pos. ÍE n realidad sólo se suprim en sin indem nización los diezm os y los derechos p e rso nales; los otros, los que afectan sólo al feudo, serán declarados p ro piedad burguesa, y p o r tan to indem nizables, cuando vuelva la paz a los cam pos. Se puede decir que hasta 1793, con la^Asamblea-fcegtslafiva, no se suprim en totalm ente los derechos señoriales sin indem nización.)
Los campesinos corren, asustados, por el campo e incendian los casti llos. Al hacerlo buscaban destruir los archivos donde se guardaban las es crituras de los derechos y rentas se ñoriales.
¡A Versalles!
D urante el mes de octubre corre por París el rum or de que el rey no ha firmado ni los decretos del 4 de agosto ni la Declaración de D ere chos del Hombre. Esto, unido a la carestía del pan por los sucesos del G ran Miedo, hace que un grupo de mujeres y obreros en paro se dirijan a Versalles y logren la venida del rey y de la Asamblea a París, quedando así el poder político bajo el control del pueblo de París.
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Los derechos del hombre y del ciuda dano Los rep resen tan tes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la igno rancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las princi pales causas de las desgracias públi cas y de la corrupción de los gobier nos, han resuelto exponer en una de claración solemne los derechos ina lienables y sagrados del hombre, para que esta declaración, constan tem ente presente a todos los miem bros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; para que los actos del poder legisla tivo y los del poder ejecutivo puedan en cada instante ser com parados con el objeto de toda institución política y sean más respetados; para que las reclam aciones de los ciudadanos, fundadas desde ahora sobre princi pios simples e incontestables, tien dan siempre al m antenim iento de la Constitución y a la felicidad de to dos. En consecuencia, la Asamblea Nacional reconoce y declara, en pre sencia y bajo los auspicios del Ser Su premo, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano. Artículo /• Los hombres nacen y perm anecen libres e iguales en dere chos. Las distinciones sociales no pueden fundarse más que sobre la utilidad común. Artículo 2. El objeto de toda aso ciación política es la conservación de los derechos naturales e im prescin dibles del hom bre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la segu ridad y la resistencia a la opresión. Artículo 3. JE1 principio de toda so beranía reside esencialmente en la nación. Ningún cuerpo ni individuo puede ejercer autoridad que no em a ne expresamente de ella... Asamblea Nacional francesa, agos to de 1789. En A r m e s t o , J.: «Op. cit.», págs. 31-33. Luis X V I abandona París. El rey abandonó París el 21 de ju nio disfrazado de mayordomo, pero fue reconocido en Sainte-M enehould y arrestado en Varennes. El día 24 fue conducido a París en m e dio de un silencio amenazador. Se habían fijado carteles en las paredes que decían: «El que aplauda al rey será azotado; el que lo insulte será colgado.»
52
3.2.
La Asamblea Constituyente y la Legislativa
a. I La Asamblea Constituyente E l A ntiguo R égim en había caído bajo la doble presión de la b u r guesía y de las clases populares; ahora había que construir un orden nuevo, y esto se hizo con la C onstitución de 1791 v la D eclaración de los D erechos del hom bre y deT c iu ^ d a n o í~
• La D eclaración de D erechos afirm a com o principios naturales im prescriptibles el de la libertad individual y el de la propiedad. E l de igualdad tam bién se reconoce, -pero en-un lugar secunda rio, p o rq u e no figura e n tre d ó s im prescriptibles. Se afirm a tam bién que la soberanía reside en la nación. • La C onstitución-de 1791: Los constituyentes p arten de lo afir m ado en d a D eclaración de D erechos, ^ e stab lec en los principios fundam entales del nuevo régim en. E n el aspecto política se. p ro clam a la soberanía.qagjonal y la división de p o deres, s ié n d o le s - ' ue ah o ra lá lu rm a de E stado una m onarquía'constitucional El Eo d e ^ j g c u rív o lo d e te n ta ^ e L re ^ 'p rs e c h n v T e rte en el princi pal funcionario dé la nación. El legislativo está en la A sam b lea Naricm abyle una sola cám ara, que no es elegida por sufragio uní- . w j g p m r í c e n s i t a r i o (sólo pueden votar los ciudadanos activos, nom bres m ayores de 25 años que paguen una contribución igual al valor de tres jo rnadas de trabajo). N o era j ies u n jé g im e n dem ocrático, ya que diferenciaba entre ciudadanos activos y pasiE n el aspecto ^^L n jstra tjy ^ s e suprim e la adm inistración an terio r y se la descentraliza, dividiendo a Francia en 83 d e p arta m entos, que a su vez se subdividen en distritos y cantones. Los jueces son nom brados p o r el E stado, desapareciendo las justicias señoriales.
E n l o j g % ^ L a p ro p u esta del obispó Talleyrand, y para evi tar la b ancm rofa del E stado, se nacjflaaJizaaiQsJaienes de la Iglesim_En co n trap artid a 1a n ación torna a su cargo el m antenim ientQ dpi C lerq cd el-Cü ltn y r f r la^ease ñ a n z a p ú b lic a . A nte la pre.rbi?ra de o b ten er dinero se em itieron asignados. A dem ás se_aiprim en las órdenes religiosas v se aprueba la C onstitución Civil del C le ro , que convierte a lo s r l p n W bñ fu n . cionarios deT Esírido. obligándolos a ju ra r la Constituci.Qn. Ello (hvíclgja"la lgTcsia'Tranccsa cu dos, una co n stitu cio n al de clero ju ram en tad o (que ju ró la C onstitución) p ero cism ático, pues el I’apa^ prohibió ese ju ram en to , y o tra de los no ju ram entados o r efractario s. E sa división y la consiguiente ola anticlerical hacen que el rey desconfíe cada vez más de la situación y entre en con-
SSI G N AT tactü^Q nJos..em igradosxlosjiiQ narcas-extranÍerosT C uando pr¿E~ tendía huir es descubierto en V arennes y conducido nuevam en te a París. P ero con su huida desacredita a la m onarquía y hace i ( ue se em piüce a pen sar en la R epública. P o r o tra parte, los m o narcas extranjeros p'reparan su intervención p o r m edio de la d e claración de Pillnitz, en la que A ustria y Prusia invitan a los re Un asignado yes europeos a unirse p ara restablecer a Luis XVI.
a Asamblea L El 30 de septiem bre de 1791 s.e disuelve la A sam blea rn n stih .y p n . te_con el a c u e r d ó le que ninguno de sus m iem bros p odría serlo de la siguiente. D j^ u jí^ e _ la s jtie c c io n e s la nueva A s a m j i l p a t |yñslativa está com puesta p o r una derecha, los m onárquicos constitucionales; un cen tro independiente que oscila a uno y otro lado, y una izquierda, los gi-m adinos^ cop BrjssoUy C ondorcel a la cabeza La Legislativa se va a en fren tar a dos problem as: *
Existe m alestar pop ular a causa del aum ento del precio del pan, debido a las m alas cosechas de 1791, que p ro v o c a e l asalto nde p ahaderías y_ co n v o y esdetrigo... A d e mas lo^cam jggsm q^esfán descontentos porque todavía se les si gue. Q.Qligando_a_pagar los derechos señoriales abolidos por la C onstitución. A m én de esto, los sans-culottes siguen presionando_por una m avnr igualdad.
1) £
Los asignados eran unos billetes emitidos por la Caja encargada de vender los bienes del Clero, y que se utilizaban para pagar la Deuda del Estado. Los bienes del clero servían, pues, de respaldo para la emisión de los asignados. Pero el pueblo perdió la confianza en ellos porque el clero seguía conservando de hecho sus bie nes. Entonces los asignados se trans forman en papel moneda. Cuanto más aumentaba la necesidad de nu merario del Estado, más abundante fue la emisión de asignados, hasta ~que sobrepasan en mucho el valor de los bienes del clero, surgiendo así la inflación. Sans-culottes
Los que no visten el calzón a la moda de las clases acomodadas, sino que van con un pantalón largo, un gorro rojo en la cabeza y una pica en la mano. Socialmente pertenecen a las clases baias de los barrios de Pa rís (tenderos, artesanos, obreros, ofi Cíales, aprendices). -^jiagj^m ayOT igu^lad._principio que anteponen al dJUherlad; por eso van contra los rL eos sean aristócratas o burgueses. "Exigen, para igualar las fortunas, la multiplicación de impuestos a los ri cos y el reparto de tierras. No van, pues, contra la propiedad, sino con tra las propiedades de unos y la mi seria de otros. Su presión en las ca lles inclina a la Asamblea a posicio nes cada vez más exaltadas.
• fLa merra exterior: Las am enazas de Pillnitz, la acción de los emi"grados^en C oblenza y W ornis ~y la manifestación del duque, de BnMswick du-d.&struir P a n LSÍLe-ejerciera violencia sobre eJ rey provocan u n a sublevación popular, A n te ta les hechos la A sam blea se v e lm p o te n t e l OTÍfa .1a smpcn.sláa_del rev v la convoca to ria de una nueva A sam blea C onstituyente, la_Convención.
3.3. a.
La Convención y la revolución democrática
La Convención girondina
C om prende desde el 21 de septiem bre de 1792 al 2 de junio de 1793. D espués de las elecciones por sufragio universal, la com posición de la A sam blea era la siguiente: i,
• A la d erecha los girondinos!! burgueses m oderados, que antes eran la izquierda y ahora, asustados por las jornadas de violen cia, desean p a ra r la revolución. • A la izquierda los'Unontañeses o ja r ó h inn^j tam bién burgueses, que la revolución ha enriquecido con los bienes nacionales y el sum inistro de arm as, y que se sienten por ello muy ligados a las convicd o n e s rev o lu c io n a rias^ están dispuestos a unirse a los sans-culottes p ara hacer triunfar definitivam ente los principios d é la revolución. Sus jefes son D antón, M arat v R ohespiérm Son m inoría en esta etapa, pero están apoyados en la calle p o r el p u e blo de París. • E l C entro o|X la n u ra o P antano, |que se inclina de m om ento al lado de los girondinos. U no de los prim eros actos de la Convención fue proclam ar la abo lición de la M onarquía v el establecim iento de la R epública. D urante esta fase tien en lugar tres acontecim ientos destacados: la m uerte del rey, la g u erra exterior y la crisis de 1793.
La muerte de Luis X V I simboliza la mptura de la Revolución con el A n ti guo Régimen. Su ejecución tuvo lugar en la Pla za de la Revolución; antes, de Luis XV, y hoy de la Concordia.
54
• La muerte del rey: Intervención de Robespiérre en la Convención. «Solicitamos la m uerte del rey para grabar profundam ente en los corazones el desprecio de la realeza y llenar de estupor a todos los partidarios del rey... No tenéis que dictar ninguna sentencia a favor o en contra de un hombre, sino tom ar una medida de salud pública... D entro de una República, un rey destronado sólo sirve para dos cosas: una, la de turbar la tranquilidad del Estado y que brantar la libertad; otra, la de servir de medio para afirmar a la vez la una y la otra...» T r a v e r s o r i , Alfredo: «La Revolución Francesa y el Imperio.» Kapelusz, Buenos Aires, 1972, págs. 59-60.
• L a guerra exterior: la nueva política ado p tad a p o r la C onvención de extensión de la revolución y de anexiones territoriales hasta las fronteras naturales, unida a la exasperación por la m uerte del rey, organizó la Primera Coalición de países europeos (Inglaterra, A ustria, Prusia, C erdeña y E spaña) contra Francia, que es ven cida en N eerw inden, M ayenza y R osellón. • Crisis de X12X. producida p o r el levantam iento de la V endée ju n to con el m alestar de los curas refractarios y el m ovim iento p o pular de París a causa de los altos precios: el pueblo pasa h am bre y los sans-culottes. culpan a los acaparadores de grano y a los contrarrevolucionarios, y exigen m edidas de excepción, com o la creación del C om ité de Salud Pública, que resta poderes al go bierno. E n el enfren tam ien to girondinos-m ontañeses, éstos, con la ayuda' de los sans-culottes. procesan a veintidós girondinos v se hacen con la m ayoría de la Cám ara.
b.
Convención montañesa C om prende desde el 2 de junio de 1793 al 27 de julio de 1794.
— Constitución del año I: Los m ontañeses elaboran una C onstitu ción m ás dem ocrática: el p o d er reside en una A sam blea, elegida por sufragio universal, y en un Consejo; el E stado deberá prom over el bien com ún, em p ren d er reform as sociales y consultar al pueblo soberano frecuentem ente p o r referéndum . P ero esta C onstitución no entró en vigor, po rq u e la Convención aprobó un decreto proclam ando que el gobierno provisional de Francia es revolucionario hasta que consiga la paz. — E l gobierno revolucionario: es un régim en de guerra, caracteri zado p o r una gran centralización y la suspensión de todas las liberta des; cuen ta con un gobierno de asam bleas y com ités nom brados por la Convención. El p o d er está distribuido de la siguiente m anera: • Com ité de Salud Pública: de nueve m iem bros, entre ellos D antón, R obespiérre, Saint-Just, es el órgano suprem o del ejecutivo; dirige la guerra, la diplom acia y la econom ía.
Decreto dado en París el 19 de ven dim iado, año segundo de la Repú blica (19 de octubre de 1793), una e indivisible.
Art. 1. El gobierno provisional de la Francia es revolucionario hasta que se celebre la paz. Art. 2. El Consejo Ejecutivo pro visional, los Ministros, los Generales, los C uerpos constituidos, quedan bajo la vigilancia de la Comisión de Salud Pública, la cual dará cuenta a la Convención cada ocho días. Art. 3. Toda providencia de segu ridad debe ser dictada por el Conse jo Ejecutivo provisional, autorizado al efecto por la expresada Comisión, la cual, a su vez, dará cuenta a la Convención Nacional. Art. 4. Las leyes revolucionarias de ben ejecutarse con rapidez. El G o bierno se pondrá en corresponden cia inm ediata con los distritos en todo lo concerniente a providencias de seguridad pública. Art. 5. La Convención Nacional nombrará los Generales en Jefe a propuesta de la Comisión de Salud Pública. (...) M a r t ín e z d e la R o sa , Francisco. Espíritu..., págs. 108-109, en A r m e s t o , J.: «Op. cit.», pág. 41
• Comité de Seguridad General: dirige la policía política; es el e n cargado de aplicar las m edidas contra los sospechosos. • Representantes en misión: son m iem bros de la C onvención envia dos p o r el C om ité de Salud Pública para hacer cum plir sus di rectrices en los departam entos; su p o der era pleno y, al abusar de él, crean el terror. • Agentes nacionales: nom brados por los representantes en m isión p a ra ayudarlos en los distritos y en los municipios. • Comités de vigilancia: ayudaban a los dos anteriores haciendo las listas de sospechosos, los registros dom iciliarios, expidiendo los certificados de civismo, etcétera. • Tribunal revolucionario: juzgaba los atentados contra la libertad, la igualdad, la unidad y la indisolubilidad de la República. — El Terror
Discurso de Robespiérre en nombre del Comité de Salud Pública, el 18 de pluvioso del año II (5-II-1794).
«Si el resorte del gobierno popular en la paz es la virtud, el re sorte del gobierno popular en la guerra es la revolución; es a la vez la virtud y el terror; la virtud, sin la cual el terror es funesto; el terror, sin el cual la virtud es impotente. El terror no es otra cosa que la justicia rápida, severa e inflexible; es, pues, una expresión de la virtud; es menos un principio particular que una consecuen cia del principio general de la democracia aplicada a las más apre miantes necesidades de la Patria.» F o h l e n s , C., y S u r a t t e a u , J. R. : «Textes d'Histoire Contemporaine.» SEDES, París, 1976, págs. 124-125.
Maximilien (1758-1794).
de
Robespiérre
Hijo de un abogado de Arrás, es tuvo ligado desde muy tem prano a los más avanzados círculos intelec tuales, siendo un gran adm irador de R ousseau. Fue elegido diputado para los Estados Generales y se mos tró contrario a la guerra con Austria, porque decía que sólo podía condu cir a la restauración de la monarquía o a la dictadura militar. Se hizo po pular por el rigor de sus principios; su sobriedad, austeridad y culto a la virtud ciudadana le valieron el sobre nombre de «El Incorruptible».
E l tem o r a que las m anifestaciones de los sans-culottes por la falta de p an degen eraran en nuevas jornadas de acoso a la Convención fue el problem a real que im pulsó a la im plantación del terror. E ra p re fe rible encauzar el te rro r haciéndolo legal que sucum bir a las presiones de la calle. E n consonancia con este principio se tom an las siguientes m edidas: • Ley de sospechosos: se o rdena arrestar a «...los que por su con ducta o sus relaciones o sus propósitos o sus escritos se hayan m ostrado partidarios de la tiranía o del federalism o, y enem igos de la libertad... y tam bién a los fam iliares de los em igrados, los funcionarios públicos suspendidos o destituidos p o r la C onven ción N acional o sus com isarios, y aquellos a los que se les haya denegado el certificado de civismo». Ley de sospechosos de 17 de septiembre de 1793, en T r a v e r s o r i , Alfredo: «La Revolución Francesa,y el Imperio.» Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1972, pág. 71.
Es la época de las grandes ejecuciones: se calcula entre 35 000 y 40 000, en tre ellas la de la ex reina M aría A ntonieta. 56
• Ley del m áxim o general de precios y salados: que bloquea sobre todo los precios y supone un intervencionism o en la econom ía, obligando p o r la fuerza a los cam pesinos a abastecer a los m er cados al precio fijado. • Política de descristianización: ejecución de curas refractarios, re presentaciones antirreligiosas y, p o r fin, sustitución del cristia nism o p o r una religión de la razón, con su calendario y fiestas revolucionarias. El T e rro r llega al m áxim o con R obespiérre, que quiere im plantar una dem ocracia autoritaria. Sin em bargo, la acentuación del terro r so liviantó a los franceses, y los sans-culottes, irritados p o r la dism inución del máximo de sus salarios, dejan de apoyarlo, lo que supone la caída de R obespiérre el 27 de julio de 1794 (9 de T erm idor del año II).
c.
La Convención termidoriana C om prende desde julio de 1794 a octubre de 1795.
La caída de R obespiérre supuso el triunfo de la burguesía y de sus principios liberales y, aunque se m antuvo el gobierno revolucionario, éste fue muy aten u ad o y sólo hasta la redacción de la nueva C onstitu ción, la del año III (septiem bre de 1795). Discurso del diputado Boissy d'Anglas en la discusión del proyec to de Constitución.
«Debemos ser gobernados por los mejores: los mejores son los más instruidos, los más interesados en el mantenimiento de las le yes; ahora bien, con muy pocas excepciones, no encontraréis hom bres de ese tipo más que entre aquellos que, teniendo una propie dad, están apegados al país en que se en cu en tra, a las leyes que la protegen, a la tran q u ilid ad que la conserva, y que d eben a esa p ro
piedad y al bienestar que proporciona la educación que les ha h e cho aptos para discutir con sagacidad y justicia las ventajas y los inconvenientes de las leyes que determinan el destino de su patria. El hombre sin propiedades, por el contrario, necesita un constante esfuerzo de virtud para interesarse por un orden que no le conser va nada y para oponerse a los movimientos que le ofrecen algunas esperanzas. ...Un país gobernado por los propietarios está dentro del orden social; un país en el que gobiernan los no propietarios está en es tado salvaje.» S o b o u l , Albert: «La Revolución Francesa.» E d. Orbis, Barcelo na, 1987, pág. 115.
La C onstitución del año III establece u n a R epública burguesa b a sada en la división de poderes, pero en la que el p o d er legislativo re side en dos Cám aras: el C onsejo de Q uinientos y el C onsejo de los A n cianos. E l ejecutivo es un D irectorio de cinco m iem bros, con el fin de trata r de im pedir la concentración de p o d er en una sola persona, y se vuelve a la distinción entre ciudadanos activos y pasivos. La adm inis tración se descentraliza o tra vez, aunque con la figura del com isario nacional en los d epartam entos p a ra hacer cum plir las leyes del poder central. ‘
L a Convención term idoriana tiene todavía que hacer frente a su blevaciones internas: la de los sans-culottes, que p o r la aplicación de una política económ ica liberal han quedado arruinados, y la de los re a listas, que m archan sobre las Tullerías. Pero las dos son sofocadas por el ejército, que por prim era vez desde 1789 dispara contra el pueblo sublevado, lo que prueba hasta qué punto había evolucionado. E n el ex terior sigue la guerra co n tra la Primera Coalición: se inva de H o lan d a proclam ando con ella y con Bélgica, to m ad a el año a n te rior p o r el ejército de R obespiérre, la R epública Bátava; se expulsa a los austríacos m ás allá del Rhin, y se p en e tra en C ataluña y N avarra. Se firm an los T ratados de Bal, con Prusia y España, y de La H aya con H olanda. D e ahora en adelante la R epública queda en total d e p en dencia del ejército.
3.4.
El Directorio
C om prende desde octubre de 1795 a noviem bre de 1799. La C onvención term idoriana se disuelve en octubre de 1795, y em pieza a funcionar el nuevo régim en, la República, con el D irectorio. A unque la política seguida y los problem as que debe en frentar siguen siendo los mismos: — E n el interior: la oposición política de los jacobinos, que quie ren instaurar la soberanía popular por la violencia y propugnan u n com unism o igualitario —conspiración de los iguales de Bab e u f—, y la oposición de los realistas de la V endée. Las dos son aplastadas por el ejército. — E n el exterior: la continuación de la guerra contra A ustria e In glaterra. Con A ustria se consigue la paz, m ediante el T ratado de C am poform io, después de las brillantes victorias de la cam paña de Italia por Napoleón, que crea las repúblicas hermanas (Cisalpina, Ligur, R om ana, H elvética). Con Inglaterra, en cam bio, sigue la guerra, a la que se unen Rusia, A ustria y T urquía form ando la Segunda Coalición. M ientras tan to las disensiones internas del D irectorio y el tem or a nuevos brotes de los jacobinos hacen posible el golpe del 18 de Brum ario, p o r el que el D irectorio se convierte en C onsulado de tres m iem bros con N apoleón com o principal cónsul. E sto significa el fin de la R epública liberal term idoriana y el inicio del cam ino que conducirá al p o d e r personal. «En el momento mismo en que se trataba la cuestión de saber si la dimisión era legal y formal, llegó Bonaparte seguido de un pe lotón de granaderos. Con cuatro de ellos avanzó hacia el interior, dejando el resto en la entrada de la sala. Enardecido por la recep ción del Consejo de Ancianos, confiaba en dominar la fiebre re publicana que agitaba a los Quinientos. Mas apenas había pene trado en la sala, cuando la más grande agitación se apoderó de los presentes. Todos los miembros, en pie. prorrum pieron en gritos por la profunda impresión que les causaba la aparición de las ba yonetas y del general que entraba militarmente en el templo de la legislatura: (...) Desde todos los lados se le apostrofaba: “ ¡Abajo Cromwell! ¡Abajo el dictador! ¡Abajo el tirano! ¡Fuera de la ley el dictador!”, le gritaban los diputados más furiosos; algunos se ían-
zaban sobre él y le rechazaban. “ ¡Tú harás la guerra a tu patria!”, le gritó A rena mostrándole la punta de su puñal. Los granaderos, viendo vacilar y palidecer a su general, atravesaron la sala para dar le protección; Bonaparte, am parándose entre sus brazos, se m ar chó (...) y se presentó de nuevo a sus soldados tratando de excitar a los generales a acabar aquello con un golpe de mano (...). Lucia no, inspirando a Napoleón toda su energía, montó a caballo, y en calidad de su presidente pide el concurso de la fuerza para disol ver la Asamblea. Llevó consigo a los granaderos, que forman en columnas apretadas, conducidos por M urat a la sala de los Q ui nientos, y se dio el toque de carga. La sala fue invadida a tam bor batiente, y los diputados tiraron las togas y saltaron por las venta nas.» FOUCHÉ, M., «Mémoires.» Ed. de L. Madelin, París, 1945, en A r m e s to S á n c h e z , Julio, «Op. cit.», pág. 43.
4.
El Imperio Napoleónico
4.1.
El Consulado: 1799-1804
E ste gobierno se asienta sobre las bases sociales de la vieja aristo cracia y la nueva burguesía del dinero. A m bas querían conservar lo ad quirido y p ara ello nada m ejor que un p o d er fuerte. N apoleón va a in ten tar la pacificación in terio r y exterior.
a.
Pacificación interior
Se realiza p o r m edio de la C onstitución del año V III (1799), las ins tituciones económ ico-adm inistrativas, el Código Civil y el C oncorda to. L a Constitución atribuye el p o d er ejecutivo a tres cónsules, de los cuales el prim ero, N apoleón, tiene el p o d er efectivo, y los otros dos so lam ente función consultiva. El legislativo se distribuye entre cuatro asam bleas: Consejo de E stado, T ribunado, C uerpo legislativo y S ena do. No hay D eclaración de D erechos y, aunque se establece el sufra gio universal, se reduce a un sistem a de listas. L a administración civil se centraliza en la figura del prefecto com o agente del gobierno; la fi nanciera cuenta con funcionarios nom brados p o r el gobierno y con el Banco de Francia. E l Código civil reorganiza la justicia. P or el Concor dato N apoleón p reten d ía atraerse a los católicos hacia la República. El Papa reconoce la R epública y la venta de los bienes eclesiásticos, y N apoleón adm ite la religión católica com o la m ayoritaria en Francia y se com prom ete al m antenim iento del clero.
b.
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V.v. * •L .
Napoleón Bonaparte (1769-1821). (Retrato de David.)
Pacificación exterior
A ustria, vencida en M arengo, firm a la~paz de Luneville y reconoce las «repúblicas herm anas» de Italia. C on Inglaterra se firm a la paz de A m iens. D e esta m anera N apoleón se p resenta com o el gran pacifica dor de Francia y de E uropa. El senadoconsulto del 4 de agosto de 1802, llam ado C onstitución del año X, lo nom bra cónsul vitalicio. Y cuando, a p artir de 1803, se rean u d a la guerra con Inglaterra y renace en el interior la reacción realista, todos piden un p o d er más fuerte se ñalando a N apoleón. P or fin, el senadoconsulto de m ayo de 1804, C onstitución del año X II, lo nom bra em p erad o r hereditario.
Nació en Ajaccio, Córcega, el 15 de agosto de 1769. Se distinguió como un genio militar en las campa ñas de Italia en un mom ento en que el D irectorio necesitaba un hombre fuerte. E m perador de los franceses después, dom inó prácticam ente a toda Europa continental, por donde extendió los logros de la Revolución Francesa a pesar de su autoritarismo como em perador.
59
Constitución del año XII
«El gobierno de la República es confiado a un em perador. N a poleón Bonaparte, Prim er Cónsul, es el Em perador de los france ses. La dignidad imperial es hereditaria.»
4.2.
El Imperio: mayo, 1804 hasta abril 1814
E l em p erad o r es refrendado por un plebiscito y consagrado con la presencia del P apa, lo que m uestra la doble herencia: el po d er p o p u lar y el derecho divino, que constituye, a la vez, la prim era contradic ción: su gobierno ap aren ta una dem ocracia y actúa com o una dictadu ra; él ap aren ta un em perador católico y en realidad no es creyente, u ti liza a la Iglesia para im poner la obediencia al pueblo, al final N apo león term in a p o r arrestar al P apa y éste lo excomulga. Opinión de Napoleón sobre la religión
«En la religión yo no veo el misterio de la encarnación sino el del orden social... La sociedad no puede existir sin la desigualdad de las fortunas, y la desigualdad de las fortunas no puede existir sin la religión. Cuando un hombre muere de hambre al lado de un rico, le es imposible com prender esa desigualdad sin que haya una autoridad que le diga: Dios lo quiere así; es necesario que haya po bres y ricos en el mundo; pero después y por toda la eternidad la división será de otra manera.» G ir a r d L.: «Op. cit.», pág. 192.
E n los diez años que dura, el Im perio va a experim entar una evo lución hacia form as m onárquicas y despóticas: la policía está presente en todo, la p rensa y la correspondencia son censuradas, la enseñanza se m onopoliza, N apoleón ejerce un pleno control central. El Im perio es el p unto m áximo de una línea de reforzam iento del poder que se inició en 1794 en que se detuvo el proceso revolucionario.
a.
La expansión del Imperio
N apoleón es, ante todo, un soldado. La guerra le ha hecho em p e rad o r y p o r la guerra va a extender su im perio por E uropa luchando contra la tercera, cuarta y quinta Coaliciones. E n realidad se tra ta de la pugna entre dos potencias europeas, Francia e Inglaterra, que es la que genera las coaliciones. Al final Inglaterra va a ganar.
San Napoleón Mártir. Napoleón aprovechó el sentimien to religioso haciendo coincidir las fiestas populares con la de un santo.
60
L a paz de A m iens se rom pe, entre otras cosas, por la política in tervencionista de Francia en las colonias y por el tem or inglés a p e r der su com ercio por el M editerráneo. A l salir hacia Inglaterra, las es cuadras francesa y española son derrotadas en T rafalgar por N elson, y queda, así, frustrado el intento de N apoleón de desem barcar en la isla p a ra conquistarla. E n el continente, sin em bargo, una cadena de victorias, en U lm frente a A ustria y en A usterlitz frente a rusos y aus tríacos, term in a con el resto de países de la Tercera Coalición (Rusia, A ustria y Suecia). P o r la paz de Presburgo A ustria cede V enecia, Istria, D alm acia y Tirol; N apoleón pone a fam iliares suyos al frente de estos territo rio s y obliga a Francisco II a renunciar a la C orona impe-
rial, form ando en su lugar la C onfederación del Rin. Es el fin del Sa cro Im perio R om ano G erm ánico. La Cuarta Coalición (Inglaterra, Prusia y R usia), que se form a para contener el p o d er de N apoleón, es tam bién derrotada: Prusia en Jena y A verstaedt, y rusos y prusianos en F riedland, y se firm a el T ratado de Tilsit, p o r el que Prusia pierde los territorios al oeste del Elba, que pasan a constituir el reino de W estfalia, y los orientales, que había a rre batado a Polonia, que form an el ducado de Varsovia. R usia es m ejor tratada, sólo pierde las islas Jónicas, porque N apoleón preten d e que se adhiera al bloqueo continental. Com o único enem igo se m antiene Inglaterra, contra la que N apo león decreta el bloqueo continental, arm a que aún le quedaba p o r e n sayar para in ten tar derrotarla. El bloqueo continental
«Artículo 1. Se declara a las Islas Británicas en estado de blo queo. Artículo 2. Se prohíbe todo comercio y toda correspondencia con las Islas Británicas. Artículo 4. Todo almacén, toda mercancía, toda propiedad, per teneciente a un súbdito de Inglaterra, se incautará. Artículo 5. El comercio de las mercancías inglesas queda pro hibido, y toda mercancía perteneciente a Inglaterra, o proveniente de sus fábricas y de sus colonias, se declara incautada.» Napoleón Bonaparte, Berlín 21 de noviembre de 1806.
3
COALICION: 180 5
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Nelson (1758-1805), almirante inglés, ganó la batalla de Trafalgar, donde murió.
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61
E n el docum ento an terio r puede observarse en qué consistía el blo queo continental. E n realidad su objetivo no era llevar el ham bre a los ingleses, sino im pedir que en traran en E u ro p a sus productos industria les p ara provocar así una crisis económ ica que generara problem as so ciales y políticos y obligara a Inglaterra a pedir la paz. Pero para que el b loqueo resultase eficaz era necesario que fuera aplicado p o r todos los países; de ahí que N apoleón conquiste el ducado de T oscana en Ita lia y trate de ocupar Portugal. Para ello pacta con G odoy (T ratado de F ontain eb leau ) el paso p o r E spaña a cam bio de un rep arto de P o rtu gal. P ero el paso se convirtió en ocupación y en una injerencia en los asuntos españoles (se obliga a abdicar a Carlos IV y a su hijo F ern an do V II y nom bra rey de E spaña a su herm ano José), lo que provocó el levantam iento del pueblo español (el dos de M ayo), que vence p ri m ero en B ailén y m ás tarde, con la ayuda inglesa desde Portugal, ex pulsa a los franceses. C om o consecuencia del levantam iento español se im pide el bloqueo continental y, al tratarse de una guerra de libe ración nacional, se estim ulan los levantam ientos nacionalistas en Italia y A ustria, que cristalizarán en la firm a de la Q uinta Coalición (Ingla terra, P ru sia y A u stria), que es vencida en W agram en un p rim er m o m ento. P or el T ratad o de V iena A ustria debe ceder más territorios y se acuerda el m atrim onio de N apoleón con la archiduquesa M aría L ui sa de A ustria.
«El 3 de mayo de 1808 en Madrid: los fusilamientos en la montaña del Prín cipe Pío», por Gaya
b.
El apogeo del imperio: el Gran Imperio
E l G ran Im perio, m om ento álgido de la expansión francesa, cons tituye una federación de pueblos a cuyo frente estaba N apoleón. Las naciones integradas en él disfrutaban de diferentes estatutos: • N úcleo del Im perio: Francia, Bélgica, H olanda, R om a y las P ro vincias Ilíricas. ' • E stados vasallos y protegidos: C onfederación del Rin, R eino de W estfalia, G ran D ucado de Varsovia, C onfederación H elvética, R eino de Italia, R eino de N ápoles y R eino de España. • E stados aliados: A ustria, Prusia, D inam arca y Suecia. A través de este vasto im perio se extienden por E u ro p a las refo r mas de la Revolución Francesa: constituciones liberales, liberalism o burgués, etcétera. 62
L ím ite de la co n fe d e ra c ió n G erm ánica
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ESPAÑA
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Paso del río Beresina. IE MARRUECOS
c.
El hundimiento del Imperio
En el paso de este río, cerca de Borisov, Napoleón fue atacado por los rusos (26-28 de noviembre X I) en su retirada de Moscú.
E n el espacio de tres años (1812-1815) se va a p roducir la caída del Im perio a causa de la conjunción de dos fuerzas: las Coaliciones europeas y los nacionalism os de los pueblos vencidos. El no en tendim iento franco-ruso (N apoleón quería la aplicación es tricta del bloqueo p o r p arte de Rusia, m ientras ésta aspira a la re tira da de N apoleón de Prusia) desencadena la m archa del G ran E jército (la G rande A rm ée) hacia Rusia, que resulta desastrosa para N apoleón: aunque en un principio llega h asta M oscú, el frío, el ham bre (los rusos habían quem ado los cam pos en su retirad a) y los ataques continuos de los cosacos term in aro n p o r d e rro ta r y casi destruir al ejército francés: después del paso del río B eresina quedaban 30 000 de los 700 000 sol dados que com ponían la G ran d e A rm ée. Los adioses de Napoleón.
E sta d erro ta aviva las resistencias nacionales y favorece la Sexta Coalición (Inglaterra, R usia y Prusia), que en principio es detenida en Lutzen y B autzen. P ero cuando a estos tres países se unen A ustria y Suecia form ando la Séptima Coalición, N apoleón es vencido en la «ba talla de las naciones», Leipzig. El ejército coligado se encam ina e n to n ces contra París en la llam ada cam paña de Francia, que hace abdicar al em perad o r y lo obliga a retirarse a la isla de Elba. E m pieza así la restauración que, sin em bargo, se va a ver interrum pida por la vuelta de N apoleón con el Im perio de los C ien Días. Pero en la batalla de W aterloo (18-VI-1815) la Coalición term in a con el ensayo y el em p e rador es desterrad o m ás lejos, a la isla de Santa E lena, donde m uere el 5 de abril de 1821.
Al despedirse en Fontainebleau les dijo a sus soldados: «Generales, oficiales, suboficiales y soldados de mi vieja guardia, os doy mi despedi da: después de veinte años, estoy contento de vosotros; os he encon trado siempre en el camino de la glo ria... Con vosotros y los bravos que me perm anecen fieles, habría podi do continuar la guerra civil durante tres años, pero Francia habría sido desgraciada...»
63
5.
La Europa de la Restauración
5.1.
La Restauración
Se pued e definir com o la reorganización de la política de los países^ B B B S S ^ ^ ^ P B ^ a los~principios del tradicionalism o o, "smlpTe* m ente, com o el restablecim iento institucional del A ntiguo Régim en. Se realiza en el C ongreso de V iena en 1815, y contra ella se van a de satar"las nuevas oleadas revolucionarias de 1820, 1830 y 1848. La R es tauración se concreta en dos hechos im portantes: u n o j a configura ción de un nucxo m ap a europeo; otro, un sistem a de equilibrio in te r nacional (la S anta y la C uádruple Alianzas). _jComcÜQSjios pilares básicos del A ntiguo R égim en eran la.m onarV (quítuabsoluta^y laúlglesuL já R estauración devuelve las antiguas atri buciones y p re rro g ativ S sa am bas instituciones.
5.2.
Bases ideológicas de la Restauración
Los autox e a ,d e Ja -R e stau ra c ió n se basaron en las ideas de una se rie de teóricos que, a p artir de las «Reflexiones sobre la R epública en FFañcia»7del inglés E dm und Burke, defienden el p rincipio del_origen divino del p o d e r m onárquico, ajxavés del Papa, representante de Dios en la tierra. D e ahí se deriva la alianza de la Iglesia y Ta m onarquía (alianza d e l tro no y del altar) y el carácter absoluto de esta últim a: el rey)es_gropietario legítim o de la n ación y no tiene que rendir cuentas a nte nadie mas que an lé D iosf p o r lo laniOr-la-^oberanía popular y las constituciones son un atentado contra esa propiedad; el hom bre no tiené~facultad~párá~lim itar ese p o d er proveniente de Dios.
«En lugar de la voluntad general, la ley divina natural; ...en lu gar de la soberanía o de la independencia del pueblo, la soberanía (personal, del dueño) de aquel que es independiente por su poder y su fortuna; ...en lugar de mandatos imaginarios... los deberes de justicia y am or que obligan a todos los hombres.» H a l l e r , Ludwig von: «La restauración de la ciencia del derecho o teoría del estado social natural, opuesto a la quimera del estado p o lítico artificial.» En PINI, Ivonne y IZZ I, M aría Sara: «Los estados europeos en el s. X IX (1815-1871).» Kapelusz, Buenos Aires, 1972, pág. 13.
E n tre estos teóricos se encuentran el conde sardo Josep de Maisti£j(«C onsideraciones sobre Francia», 1796, «Sobre el Papa»), el viz conde francés Luis de Bonald («La teoría del po d er político y religio so», 1796) jL x L su iz o iu d w ig von H aller.
5.3.
Los principios de la Restauración
D e las ideas tradicionalistas anterio rm en te expuestas surgen los principios que fundan la obra del C ongreso de V iena. Son los siguien tes: a. Principio de legitimidad^ E n especial el legitim ism o m onárqui co; supone la devolución de! trono a su legítim o poseedor, que no es otro que el rey que lo recibe de D ios (origen divino del poder), y al que nadie ni ninguna institución (constituciones) le p ueden arrebatar o lim itar su p o d er (carácter absoluto de la m onarquía). b. Principio de léguilibrio:! P ostula un nuevo ord en internacional dirigido p o r las grandes potencias, ya que existe una relación entre el p oder de un país y la responsabilidad internacional que le correspon d e desem peñar. ' ‘ c._ Principio de (intervención o solidaridad C onsiste en el d ere cho a intervenir en to s-^srm to sT iT tém o raelñ i E stado cuando lo que sucede en él repercute en los dem ás o, sim plem ente, para restaurar, p o r solidaridad, los derechos de un rey legítimo.
5.4.
La Restauración de Europa: el Congreso de Viena, la Santa Alianza^ y la Cuádruple Alianza
El T ra ta do de París (30 de m ayo de 1814) en tre Francia y los alia dos estipula la vuelta de Francia a las fronteras de 1791 y la reunión de un Congreso internacional p ara regülar la reorganización del m apa europeo y la paz continental. Lo prim ero, el m apa europeo, se realiza en e lC o n g re so ^ d e V iena, y lo segundo, la paz co n tin en tal, por las San ta y C uádrupl c A h a nzas.
a.
El Congreso de Viena
Se abre el 1 de octubre de 1814 y se cierra el_9 de junio de 1815, pocos días antes de W aterloo. Participa^m r-ó l4 fl--m ^ ^ jA a £ 4 o S E sta dos europ e os, en especial las cuatro grandes poten cias: R usja (re p re sentada p o r N eselrode y e lp ro p io zarA le ja n d ro I), A u s tH a fa or M etternich y el em p erad o r Francisco I), Prusia (por H á rd e n íÍ7 g y el rey Federico G uillerm o III) e Inglaterra (p o r C astlereagh). Las am bicio nes personales dividen a estas potencias en dos bloques: Inglaterra y A ustria p o r un lado, y R usia y Prusia p o r otro; división que se decanta a través de las siguientes rivalidades: ■ D e R usia con • A ustria, porque las dos p retenden expansionarse p o r los Bal canes ante la descom posición del Im perio turco. • Inglaterra, porque Rusia desea el predom inio en el continenc Inglaterra quiere un equilibrio en el continente para así conservar ella la hegem onía en el m ar, de ahí que apoye a A us tria. E s el enfrentam iento de la ballena y el elefante.
■ D e A ustria con Prusia, porque el crecim iento de ésta podría uni ficar a A lem ania, acabando con la hegem onía austríaca. A provechando estas discordias, Talleyrand, rep resentante francés, consigue que F rancia sea adm itida en el grupo de los grandes en el Congreso. E n realidad el C ongreso com o tal nunca funcionó en sesiones plenarias; su sistem a de trabajo era el de com isiones (se crearon hasta diez). L a com binación de principios y am biciones de las potencias dio com o resultado la configuración de un nuevo m apa europeo que favo recía a los cuatro grandes e ignoraba las realidades y deseos naciona les de m uchos pueblos. E n E u ro p a se producen entonces los siguien tes cam bios geopolíticos: Rusia recibe .Finlandia. B esarabia (que se quita a T urquía) y las dos terceras partes de Polonia, que pasan a la casa real rusa como éT reino dé Polonia," aiiflíJlIS Cracovia queda com o república in dependiente. R usia se convierte así en la m ayor potencia contiJ£ y y ^ £ a ¿ y D a n z ig y el ducado de Pozen), la Pom erania sueca, parte de Sajorna y la rica zona de R enania al oeste de Alem ania. Pero queda separada en dos partes por H annover v Francfort. Austria renuncia a Bélgica, que queda lejos y recibe en com pen sación el reino lom bardo-véneto del norte de Italia, así com o una p arte de Polonia (la G alitzia con T arnopol), las provincias Ilíricas (D alm acia) y el Tirol, y ejerce influencia en M odena, P arm a y Toscana, en m anos de príncipes austríacos. Inglaterra obtiene una serie de puntos estratégicos que la con vierten en la dueña del mar: M alta y las islas Jónicas (ya poseía G ibraltar desde U trecht) le dan el control del M editerráneo; la isla de H elgoland y Hannover, el control del m ar del N orte y del Báltico; el Cabo y Ceilán, el del cam ino de las Indias. Y adem ás algunas pequeñas, islas en las Antillas. Alemania no restablece el im perio, sino que se en caja C onfede ración G erm ánica form ada por 39 Estados independientes que sólo tienen en com ún una D ieta (Congreso perm anente de d e legados de los E stados) bajo la presidencia de A ustria y con sede en F rancfort. E n tre estos 39 E stados hay soberanos extra-alem a nes: el rey de Inglaterra lo era tam bién de Hannover, el de D ina m arca representaba los ducados de Holstein y Schleswig y el rey de los Países Bajos a Luxemburgo. • Francia queda reducida a las fronteras de 1791 y, después del Im p erio de los C ien Días, el C ongreso decide rodearla de unos es tados-tapón que se hacen m ayores para evitar su engrandeci m iento: al N orte, el reino de los Países Bajos, form ado por H o landa, Bélgica y Luxemburgo; al E ste, la C onfederación H elvé tica, que se am plía de doce a veintidós cantones; al Sureste, el reino de Piam onte-C erdeña, agrandado con Saboya, Niza y Génova. P or el Segundo T ratad o de París se je im pone una-sanción de 700 m illones de francos y la ocupación d e l territorio por tro pas extranjeras al m ando de W ellington durante tres años. 66
• Otros cambios: N oruega pierd e a D inam arca y se agrega a Sue cia: a cam bio D inam arca recibe H olstein, Schleswig y LauenburIto lio m io n n n n 71í 4 i o -i» J ___ 1 • 1 Piam < go Ita jja jq u e d á dividida en «siete estados: el reino de onte-C frd en a, el lom bardo-véneto, los" E stados Pontificios, el rei no d é l a s D os Sicilias (N ápoles y Sicilia) y los ducados de P a r-, ma, M ódena y Toscana. Mapa de Europa de 1815 a 1848 D espués del Congreso de V iena y hasta 1848 conviven en Europa m o narquías constitucionales, parlamen tarias y absolutistas.
b.
La Santa Alianza y la Cuádruple Alianza
D espués de la obra de reestructuración de E u ro p a llevada a cabo en el C ongreso de V iena era necesario un sistem a político de seguri dad para m antenerla (sobre todo después de la vuelta de N apoleón) frente a las apetencias de cualquier potencia y frente a las ideas revolu cionarias.
• La Santa A lianza E s-un pacto (26.IX .1815) p tfq p u estq jx rr el zar y firm ado p o r R u sia, A ustria y Prusia en principio, y secundado más tarde por la mayo- ’ ría de los E stados presentes en V iena, a excepción de Inglaterra, T u r quía y el Papa.
La Santa Alianza
«Sus M ajestades el em perador de Austria, el rey de Prusia y el em perador de todas las Rusias: _.Art, 1. Conforme a las palabras de las Sagradas Escrituras, que ordenan a todos los hombres mirarse como hermanos, los tres mo narcas contratantes perm anecerán unidos por los lazos de una fra ternidad verdadera e indisoluble, y considerándose como compa triotas se prestarán en toda ocasión y en todo lugar-asistencia, ayu da y socorro: considerándose hacia, sus súbditos y ejércitos como padres de familia, los dirigirán con el mismo espíritu de fraterni dad de que están animados para proteger la religión, la paz y la justicia.
6"
Ningún Gobierno puede atribuir se el derecho a intervenir en los asuntos legislativos y administrativos de otro Estado independiente. El de recho de intervención bien entendi do se extiende únicamente a los ca sos extremos en los cuales, a causa de revoluciones violentas, el orden público se halla tan quebrantado en un Estado que el Gobierno pierde la fuerza para m antener los tratados que lo unen con otros Estados. Y cuando éstos se hallen amenazados en su seguridad e incluso en su pro pia existencia por los movimientos y los desórdenes que son inseparables de tales desórdenes. En este estado de cosas el derecho de intervención corresponde de forma tan clara e in dudable a todo gobierno expuesto a los peligros de ser arrastrado por el torrente revolucionario: como a un particular le corresponde el derecho de extinguir el fuego de una casa próxima para impedir que alcance a la suya. G.
de
B e r t ie r
de
Sa u v i g n y .
«Mettemich et son temps», Hachette. París, 1959.
Art. 2.” En consecuencia, el único principio en vigor, ya sea en tre los dichos gobiernos, ya entre sus súbditos, será el de prestarse recíprocam ente ayuda.» P ir e n n e , J.: «Historia Universal. Las grandes comentes de la Histo ria», Vol. v. Ed. Éxito, Barcelona, 1978, págs. 300-302, en ARMESt o S á n c h e z , Julio: «Op. Cit.», pág. 51.
C om o pued e apreciarse en este docum ento era una_alianza_ba§ada en el com prom iso de gobernar siguiendo los «principios de las Sagra das E scrituras» y de una m anera paternalista «como padres de fam i lia». y de prestarse ayuda política. Se presentó, sobre todo p o r parte de A lem ania, como una cruzada de los reyes contra los pueblos, pero en realidad no fue más que una declaración de buenas intenciones y no desem peñó papel im portante en las relaciones internacionales«,QU vidaron los E stados firm antes que la religión en la E u ro p a de la E dad M oderna nunca fue base de unión internacional. • L a C u ád ru p le Alianza Inglaterra, m ás práctica que el místico zar ruso y tem erosa de un posible engrandecim iento de Francia y del aum ento de la im portancia de R usia, propuso una alianza de los cuatro grandes^ idea que M etternich im pulsó inm ediatam ente porque vio la posibilidad d e crear- un consejo p erm an ente de vigilancia del orden establecido y de interven ción en el país donde el legitim ism o peligrara. El 20 de noviem bre de 1815 Inglaterra, R usia, A ustria y Prusia firm an la C uádruple A lianza (que se convierte en Q uíntuple al incorporarse Francia en 1818), que tiene com o p untos principales: garantizar los tratados im puestos a Francia y celebrar reuniones periódicas (congresos) para solucionar los problem as europeos. N ace así la E uropa de los Congresos o sistem a M etternicñ, que es el que va a regir las relaciones internacionales en tre 1815 y 1830. ^
6» Liberalismo y Nacionalismo, factores dejas revoluciones Fl r nnp;rpgn de. Viena. al reinstaurar el A ntiguo R égimen, creía ha- . b er en terrad o las ideas hTeralesjy-nacloBaleSr-Pero las ideologías no se extinguen p o r decreto; a lo sumo fueron obligadas a esconderse, pero continu aron vivas en una red de sociedades clandestinas que recorrícron el continente m inando la E uropa de la Restauración: son las sociedades secretas, com o la de los carbonarios en ltalia.
a. ( Liberalismo J Es u n a doctrina sostenida p or layalta burguesía, que encuentra sus raíces en los conceptos de contrato y derecho natural propuestos en el s^ ‘° X V III p o r Locke, M ontesquieu y R ousseau. T iene las siguientes características:------------------------------* D efensa de la libertad personal com o principio suprem o; esa libcrfacT debe estar garantizada p o r los derechos fundam entales del hom bre (IiBeffacTde expresión,'cíe prensa, propiedad privadáTBtcéTéfajT E l principio d e i g ^ l d a d tam bién es propuesto por 68
el liberalism o com o básico, pero no lo es m ás_que teóricam ente, piies^ie-hay -igualdad de b i e n e s n i He i n s i m c d ó n Lim itación de la au to ridad real m ediante constituciones que re cojan todas las libertades y derechos individuales, reflejen la se paración deTpoderes (el rey T eína pero no gobierna) y consagren la soLéram a naSfortal."Participación de los ciudadanos en los asuntos del E stado, m e diante la elección de rep resen tan tes de distintos partidos políti co s'p ara un Parlam ento que haga las leyes y controle al G obiern o X a s elecciones serán p o r sufragio censitario (liberalism o doc trinario) o universal (liberalism o dem ocrático). Libertad económ ica: no intervención del E stado en econom ía sino plena^iutonÓmTfTpa r a que se desarrolle de una form a na tural m ediante la ley de la(pferta y la d em anda («laissez faire laissez passer»). El teórico de este liberalism o económ ico es A dam Smith. El liberalism o tiene, sin em bargo, sus lim itaciones! no co n tem p la más que una p arte de la población, ya que a los obreros no se les re conoce'el derecho de reüm on7y( al no intervenir en econom ía, se ig nora la justicia social. No obstante, en su conjunto, el liberalism o es una de las causas de las revoluciones liberales, p o rque, al re c o n o c e rla d m sT ó n de poderes y tas a in s f iLiíciones, a ten ta contra la m onarquía absoluta y, al afirm ar la soberanía nacional, niega la soberanía del rey.
b. ^ a cien a lism o ) En la F.dad M edia y M o d e r n a se identificaba la n ac ión con la m o narquía: perten ecían a una m ism a nación to d o s los que eran súbditos 'f l e u ñ l m sm o m onarca absoluto. Con la R evolución Francesa entra en crisis la legitim idad m o n árquica y surge la necesidad de encontrar lina nueva definición del térm ino n ación. U nos lo relacionan con la sobe ranía nacional y la libertad de una com unidad a vivir unida porque tie ne intereses com unes. O tros, con lo perenne de cada pueblo, con «el alm a del pueblo». Para justificar el nacionalism o unos se apoyan en la raza (com o p o r ejem plo, el francés G obineau o etlftém án H erdcr con ~la idea del «Volksgeist» = nación pueblo); otros en razones históricopolíticas, y otros en la lengua (así A rn d t y M istral). Q uizá la defini ción más clasica Tle nación sea la de R enán: «Una nación es una solidaridad constituida por el sentimiento de los sacrificios hechos y que se esta en disposición de hacer toiia\ía. Supone un pasado y se resume en el presente en un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de con tinuar la vida común. La existencia, de una nación es el plebiscito de todos los días......... R en á n , Ernest: «Qu’est-ce q uune nation?» Traducción de An drés B l a s G u e r r e r o . Alianza Editorial. Madrid, 1987, pág. 83.
C om o p u ed e com probarse, aparecen en este docum ento los dos principios de la nación m oderna: uno, el de la soberanía popular,
au todeterm inación y libertad; otro, la concepción rom ántica del espí ritu nacional, la nación-pueblo o grupo histórico, frente al E stado a rti ficial. El nacionalism o es causa de los m ovim ientos revolucionarios p o r que opone el principio de nación al de legitim idad dinástica. M ás aún, el nacionalism o va a subvertir el orden del C ongreso de V iena, que ig n oró el principio de las nacionalidades al unir naciones distintas (B él gica y H olanda, Im perio austríaco, Im perio Turco) o separar otras que deseaban p erm anecer unidas (A lem ania, Italia, Polonia). E sta es una de las razones que harán fracasar el ordenam iento del Congreso de V iena.
c.
Romanticismo
Es o tro factor ideológico que influye en las revoluciones. Em pieza m anifestándose com o doctrina_conservadora que m archa de la m ano de la R estauración: defiende la jerarquización de la sociedad, la m o n arq u ía absoluta y la alianza del trono y del altar; de ahí la búsqueda y exaltación de los principios y form as sociales de la E dad M edia. Pero pn u n a segunda etapa se vuelve progresista y revolucionario: sobrevalora la im aginación sobre la lógica, el sentim iento sobre la razón, la in dividualidad sobre lo com unitario, la libertad sobre la norm a y el ca non. E sto subvierte los valores políticos del sistem a de la R estauración y se acerca m ás a los del liberalism o y del nacionalism o. E sta segunda form a de rom anticism o, llam ado rom anticism o liberal, se opone al p ri m ero, que es tradicionalista. (V éase tem a 4 sobre el rom anticism o.)
7.
Las revoluciones burguesas
E stas revoluciones liberales y burguesas de estos años se inician ge neralm ente en Francia (con la excepción de la de 1820), se extienden p o r E u ro p a central y occidental y van seguidas de la acción co ntra-re volucionaria de los países absolutistas en su intento de hacerlas fraca sar.
7.1.
La primera oleada revolucionaria es la de 1820
C om ienza en A lem ania y se extiende por España, N ápoies, P ia m onte y Rusia. Se inicia bajo la form a del pronunciam iento y en todas las zonas donde se produce tiene un carácter netam ente político: la exi gencia de constituciones y el fin del A ntiguo Régim en. Pero la E uropa de los Congresos reprim e estos m ovim ientos: el de Laybach autoriza la intervención de A ustria en Italia y de R usia en E u ro p a central; el de V erona autoriza a Francia para intervenir en E spaña («los Cien Mil H ijos de San Luis»), Sin em bargo, la revolución se había extendido tam bién p o r G recia y las colonias hispanoam ericanas, donde al carác ter político-liberal se une el nacionalism o, y term ina por lograr el triu n fo y la independencia de las distintas naciones. L a revolución en G recia se produjo por una conjunción de facto res: la acción de las sociedades secretas («las hetairías») en el exterior, la resistencia de los griegos en el interior y la colaboración de la Igle sia ortodoxa. Y triunfó gracias a la intervención europea: los países li-
berales p orque era su m ism a causa; los conservadores (a excepción de M etternich que no interviene) p orque veían en ella una lucha contra el Islam. La independencia griega Nosotros, descendientes de los sabios y nobles pueblos de la Hélade, nosotros que somos los contem poráneos de las esclareci das y civilizadas naciones de Europa, nosotros que contemplamos las ventajas de que gozan protegidas por el impenetrable escudo de la ley, no encontramos ya posible sufrir sin cobardía y autodesprecio el yugo cruel del poder otomano que nos ha sometido por más de cuatro siglos; un poder qué no escucha razones y no cono ce otra ley que su propia voluntad, que lo ordena y lo dispone todo despóticamente y de acuerdo con su capricho. Después de esta pro longada esclavitud hemos decidido recurrir a las armas para de vengarnos y vengar a nuestra patria contra una terrible tiranía, cuya esencia misma es inicua, un despotismo sin paralelo con el que nin gún otro puede compararse. La guerra contra los turcos, en la que nos hallamos em peña dos, no es la de una facción o el resultado de una sedición. No está destinada a la obtención de ventajas para una parte aislada del pue blo griego; es una gam ajiacional, una guerra sagrada, una guerra cuyo objeto es reconquistar los derechos de la libertad individual, de la propiedad y del honor; derechos que los pueblos civilizados de E uropa gozan hoy; derechos de que nos priva la tiranía cruel e inaudita de lbs otomanos. Diez meses han transcurrido desde que comenzamos esta guerra nacional. Dios todopoderoso nos ha socorrido. Aunque no estamos preparados para una tan grande empresa, nuestras armas alcanzan la victoria por doquier (...). Tuvimos que luchar en una situación plagada de dificultades y estamos aún empeñados en el esfuerzo de superarlas. No debe, por tanto, sorprender que no pu diéramos proclamar desde un principio la independencia y colo carnos entre los pueblos civilizados del mundo para marchar hacia adelante junto con ellos (...). Proclamación de independencia en la Asamblea Nacional G rie ga. Epidauro, 27 de enero de 1825. Texto recogido en K o h n , H a n s . «El nacionalismo. Su significado y su historia.» Ed. Paidós, Buenos Aires, 1966, págs. 159-161. En Á r m e s t o Sá n c h e z , J.: «Op. Cit.», págs. 62-63.
La causa griega supuso dos hechos im portantes: uno, el aliento que reciben los nacionalism os; otro, el inicio de la descom posición de la E u ro p a de M ena, al a n te p o n e rla s potencias sus intereses particulares a los de la Santa y CuádrupIe~Slianza.
7.2.
La revolución de 1830
Este segundo período revolucionario se caracteriza por ad o p tar la form a de la jo rn ad a revolucionaria, en lugar del pronunciam iento, por contar en las filas revolucionarias, adem ás de liberales y nacionalistas, con la baja burguesía que aún no ha alcanzado el poder. TZI levantam iento se inicia en Francia y se extiende por Bélgica, Ita lia, A lem ania, Polonia, A ustria, Portugal y E spaña, pero sólo consigue triunfar en los dos prim eros países.
Cuadro de Delacroix que contri buyó a crear en E uropa una opinión favorable a la resistencia griega. La arm ada europea (Francia, Rusia, In glaterra) vencen a los turcos en Navarino y, por el T ratado de A ndrinópolis, obligan al sultán a recono cer la independencia de Grecia.
a.
Francia
Las causas de la revolución de 1830 en este país son las siguientes: U na crisis financiera que se inicia en Londres, por su m ás alto gra do de industrialización, y pasa después a Francia, donde la industria textil está creciendo y tiene necesidad de capitales. U n a crisis agraria o de subsistencias (crisis de tipo antiguo: m alas cosechas de trigo y de patata), que es la m ás im portante. A m bas crisis producen un descontento de los diversos elem entos de la sociedad: de los cam pesinos por las m alas cosechas y la c ó n si guiente elevación de precios; de la burguesía por los escasos benefi cios al reducirse las ventas; de los obreros por el paro. U n a crisis politicen el C ongreso de V iena había restaurado a los Borb o n é s 'e n F ra n c ia e n la p e rso n a de Luis X V III, que gobierna m ediante una C a rta o to rg a d a , qu e es u n com prom iso entre las ideas nuevas de a rev o lu ció n y la trad ició n real. Pero su herm ano y sucesor, Carlos X, ñ a s au to rita rio , p re te n d e , p o r m edio de su m inistro Polignac, restrin gir las co n cesio n es de la C a rta otorgada y firm a para ello las «C uatro O rd e n a n z a s» an tilib e ra le s p o r las que suspende la libertad de prensa, disuelve J a C á m a ra re c ié n eleg id a y m o d ifica la ley electoral excluyen do a c o m e rc ia n te s e in d u striales.
Luis Felipe de Orleáns. Hijo de Felipe Igualdad (que fue diputado en la Revolución Francesa y votó a favor dé la m uerte de Luis XVI). Su nom bram iento supo ne el abandono de la teoría del ori gen divino del poder y la aceptación de la soberanía nacional, pues es rey por votación de la Asamblea, por eso se titula «Rey de los Franceses», no de Francia.
E l d escontento general estalla en las «Tres jornadas gloriosas» los días 27, 28 y 29 de julio, con barricadas en las calles de París y la p e tición de instaurar la R epública. E s entonces cuando la alta burguesía, para quien R epública es sinónim o de terror, propone a la A sam blea al duque de Orleans,- que es nom brado rey de los franceses. La nueva C onstitución revelará que los beneficiarios de esta revolución fueron los altos burgueses, que inician así su época dorada.
b.
Bélgica
A q u í el m ovim iento es esencialm ente nacionalista. R ecordem os que el C ongreso de V iena la había unido artificialm ente a H olanda p a ra h acer un E stado tapón contra Francia. Pero en am bas naciones no había nada com ún: ni religión (católicos en Bélgica y protestantes en H olan d a) ni lengua (francés y holandés) ni econom ía (liberalism o de la burguesía com ercial holandesa frente a proteccionism o de la agri cultura y p eq u eña burguesía industrial belga), ni política (los holande ses m arginan a los belgas: los cargos políticos y m ilitares son holande ses). A este descontento belga habría que añadir la crisis económ ica y de subida de los precios, que exaspera al pueblo. «Ayer (25 de agosto) una muchedumbre inmensa llenaba la sala del teatro de la Monnaie, donde se representaba «La Muda» de Portici, y casi todos los pasajes provocaron los más ruidosos aplausos. Al final del espectáculo, numeroso público marchó a las depen dencias del NacionaLrompiendo sus cristales; desde allí se dirigie ron al domicilio del Libry Bagnano: en un instante arrancaron las puertas y las ventanas; muebles, libros, todo fue arrojado a la ca lle, roto y destrozado por el pueblo. (...) En el mismo instante forzaron las tiendas de armas y co gieron las armas que allí había; el pueblo se dividió en varias co lumnas y una marchó hacia el Palacio de Justicia... rompieron sus puertas, y todos los muebles que se arrojaban por las ventanas eran seguidamente echados al fuego...» En G ir a r d , L.: «Op. Cit.», págs. 300-301.
72
U n gobierno provisional declara la independencia m ientras sigue aúrTTa lucha contra las tropas deL rey¡ Pero el problem a se hace in ter n a c io n a l; las potencias absolutistas (Rusia, A ustria y Prusia) deciden apoyar al rey legítim o de H olanda, y la Francia liberal a los subleva dos. Sin em bargo, el apoyo ruso y austríaco no llega al verse obligados estos países a sofocar los levantam ientos, de Polonia e Italia, respecti vam ente. Inglaterra, p o r rivalidad m arítim a con H olanda, apoya a Bél gica y propoñeTIH a^Conferencia internacional, celebrada en Londres,' que reconoce la independencia de Bélgica siem pre que este país se com prom eta a perm an ecer neutral p erm anentem ente.
c.
La revolución en el resto de Europa
E n Italia el m ovim iento em pezó en el centro (Parm a, M ódena), p ero la indiferencia de las m asas hizo que el ejército austríaco lo so focara fácilm ente. A p a rtir de este m om ento decaen los carbonarios y crece el nacionalism o, que irá prep aran d o el R isorgim ento de Italia con soluciones propias. F,n A lem a n ia eh n o v im ien to liberal logra arran car constituciones li berales a los príncipes, y el nacionalism o intenta crear unos Estados U nidos de A lem ania. Pero M etternich term ina con el m ovim iento. E n Polonia la revolución tiene un carácter nacionalista pero fraca sa por varios motivos: j i o se p ro duce el apoyo cam pesino (la revolu ción no pro m ete rep artir tierras), la ayuda francesa no llega y la in te r vención rusa ahoga en sangre la revolución e im pone una rusificación a Polonia, que pierde su autonom ía. E n España la revolución fracasa en un principio (fusilam iento de Torrijos en M álaga), pero triunfa el liberalism o a la m uerte de F e r nando V II. Y lo m ismo ocurre en Portugal. E n resum en, las revoluciones de 1830 tienen dos consecuencias: yna, sólo triunfan en Francia y Bélgica, y otra, E u ro p a sale dividida en dos: la E u ro p a liberal (Francia, Bélgica, Inglaterra, E spaña y P o rtu gal) y la E u ro p a autoritaria (A ustria, R usia y Prusia).
7.3.
La revolución de 1848 Discurso pronunciado ante la Cámara de D iputados el día 27 de enero de 1848 por el historiador Alexis de Tocqueville, diputado por la oposición.
«Mirad lo que pasa entre las clases obreras, que hoy, lo reco nozco, están tranquilas. Es verdad que no están atorm entadas por las pasiones políticas propiam ente dichas en el mismo grado que otras veces. Pero ¿no veis que sus pasiones, de políticas se han con vertido en sociales? ¿No veis que se extienden poco a poco opi niones dirigidas no solamente a derrocar tales leyes, tal ministerio, tal gobierno, sino la sociedad misma? ¿No veis que poco a poco se dice que la división de bienes hasta el presente ha sido injusta, que la propiedad descansa sobre bases injustas? ¿Y no pensáis que, cuando esas opiniones lleguen profundam ente a las masas, lleva rán tarde o tem prano a las revoluciones más crueles? ... Por prim era vez después de quince años un cierto tem or ha in vadido los espíritus y ... el sentimiento, el instinto de la inestabili dad, ese sentimiento precursor de las revoluciones, que a veces las anuncia y otras las hace nacer, ese sentimiento existe en un grado muy elevado en el país...» En G ir a r d , L.: «O p. cit.», págs. 284-285.
Dibujo de Courbet, en la época de la revolución de 1848, defendiendo la li bertad de prensa contra los grupos de poder.
P R E C IO D E L T R IG O EN F R A N C IA E N T R E 1 8 4 4 Y 1851
C om o rasgo específico de este m ovim iento revolucionario hay que ap u n tar la m ayor participación del proletariado, que debido al avance de la industrialización ha ido adquiriendo m ayor conciencia de clase. Causas generales Causas económicas: E n el año 1847 se p roduce mica que afecta prácticam ente a toda E uropa. E s :m ¿ufia§ l&q-uese diferencia d é la s anteriores en que no es únicam ente una cri sis agrícola, sino tam bién, v principalm ente, financiera,. La crisis agrícola es causada p o r las m alas cosechas de p a ta ta. de~^ 845 y ■v 'ir í.n ' elT T S ? 5 '^ e T Ía H ^ iu 5 ire r precjo d e l pan fen Francia un 50 p o r 100 en dos años"). L a crisis financiera se p roduce por una ol; abuso del crédito en Ta construcción de ferrocarriles. Ambñ‘j cck k gPT^ rari ] a de subsistencias entre el cam p e sin a principalm ente; la financiera entre la burguesía y el p ro letaria do, que cada vez acusan m ás el paro.
E.Labrotisse, Aspects de la crise économique. 1846-1851. Estudios. Tomo XIX, 1956
«La crisis financiera ha llegado a ser más terrible que nunca. Ayer, el tribunal de comercio había registrado cuarenta y nueve quiebras desde el prim ero de agosto... Las consecuencias de semejante estado de cosas pesan directa mente sobre el trabajador. Por todos los lugares los talleres cierran, los obreros se declaran en huelga, y la lucha se establece entre ca pital y salarios. El pan es caro, el salario insuficiente... el crédito falta, el patrono se ve forzado a hacer pesar sobre el obrero la re ducción del salario ante la imposibilidad de subirlo. La localidad de París está consternada, los departam entos no son más felices; los capitales han desertado del trabajo (...).» Artículo de la Réforme, del 11 de agosto de 1847. en «La Do cumentación Photographique», Dossier 5-225, París, 1962.
• i Causas pnlíticas\ E n los año¿ precedentes la situación e n E u ro p a 'es de inestabilidad política: división en dos bloques, guerras civ U e s ^ í^ ^ ffis fá T ri^ s p a ñ a ), acentuación de las m edidas de cen sura y control en los países autoritarios y tensión interna en los E stados liberales (en Francia la m onarquía de julio había defrau dado p o r el giro conservador de Luis Felipe de O rleans). P or eso ahora no basta el liberalism o, se reivindica la dem ocracia. • Causas sociales: A causa de la industrialización la sociedad está cam biando; crece'la población urbana, donde predom ina la b u r guesía y el proletariado. Y al tradicional antagonism o burguesíanobleza se une ahora otro nuevo: proletariado-burguesía; pues los obreros acusan a esta últim a de sus deficientes condiciones de vida. T odo ello crea tensiones que se añaden a las producidas p o r la crisis económ ica.
La m onarquía de Luis Felipe se había vuelto conservadora y en esos m om entos no era apoyada más que p o r la alta burguesía. La o p o sición, en particular la republicana, com puesta por las clases medias, exige u n a reform a de la ley electoral para am pliar el sufragio. Al ser denegada p o r el gobierno de G uizot, se organiza una cam paña do opi nión contra el régim en, la «cam paña de los banquetes», al final de los 74
cuales vse hablaba a favor de la reform a electoral, de_ ___los nacionalism os, ~ — _ . — ■ ' _ . . 7 etcétera. La prohibición de uno de estos b anquetes produceTeT levan tam iento y las barricadas en París que cu enta con la adhesión de la guardia nacional, lo q u e provoca la caída de la m onarquía y la proclafuñación de la II R epública con un gobierno provisional que"es el res ú lta c h T c n rlu í com prom iso én tre los republicanos m oderados y los re publicanos dem ócratas socialistas. J L a s clases populares dem andan de la R epública la m ejora de su si tuación. Y conform e a las exigencias de los socialistas y a la p rom esa de dar trabajo a todos, se establecen los «talleres nacionales.» en París y en otras grandes ciudades. Ln ellos los p arad o s (llegó a haber más de 100 000 en París), organizados m ilitarm ente, eran em pleados en tra bajos poco ú tiles,(reparación de las calles después de las barricadas), por lo que resultaron caros e im productivos. P or o tra parte, ante la fal ta de dinero, el G o bierno aum en ta los im puestos directos en un 45 por 100, gravando ' O i ’EuxgueSiíy-3! cam pesíñáEd,-ló que hace im popular a la República. C uando en m arzo de 1848 se celebran las elecciones constituyentes, p ara las cuales se había establecido el sufragio univer sal, el resultado evidencia esa falta de apoyo popular: triunfa una m a yoría m od erad a hostil al socialismo. Esto, ju n to con el anuncio de la supresión de los «talleres», d esencadena una insurrección de obreros__ eiT PaasT que es so fo a td u -p a rlé l ejército del. .general Cavaignac. La C onstituyente aprueba u n a C onstitución-a su m edida: se con servan el sufragio^ universal y la soberanía popular, pero desaparece el _ derecho al trabajo; el legislativo está en una A sam blea y el ejecutivo en un presidente con am plios poderes, elegido por cuatro años y no reelegible. Pero la opinión sigue al partid o conservador, «el partido del orden», que no veía en la R epública más que una transición hacia la m onarquía. Así, en las elecciones a p residente se elige a Luis N a poleón, p ropuesto p o r los conscn.adores. tre n teU T can d id ató oficial, C a\aignac. republicano m oderado. Y p ara la A sam blea legislativa los conservadores o b tienen 500 diputados, fren te a 180 los socialistas. La revolución en Europa E n Austria e Italia: A ustria quesera un conglom erado de pueblos (alem anes, checos, m ag íares)f asiste a la exigencia de las mismas con diciones liberales que en E uropa. Las prim eras m anifestaciones p ro vocan la caMa. de-.--Me.ttem ich v la prom esa de una constitución. Los h ú n g a ro s ^ H m e c o s T id e n u M m ayor autonom ía d entro d e Q m p e rio . Los italianos de L om bardía quieren la separación y logran expulsar a los austríacos, lo que produce una ola de m ovim ientos nacionalistas en toda Italia: N ápoles, R om a y Piam onte arrancan constituciones. P ero la reacción aprovechó las divisiones de los nacionalistas y A ustria ven ce en V iena y en Italia y, ayudada por R usia, en H ungría. E n A lem ania confluyen dos tendencias: la liberal burguesa, que exi ge constituciones, y la dem ocrática nacionalista, que solicita un P arla m ento único p ara toda A lem ania. Pero la deserción de los liberales, que tem ían una revolución social, y las noticias de la reacción en V ie na hicieron fracasar la revolución. E n resum en, las revoluciones de 1848 han fracasado, pero quedan algunos logros p ara el futuro: el sufragio universal en Francia, una constitución liberal en Piam onte y Prusia, la abolición de la servidum bre en las colonias, la liberalización del cam pesinado en el Im perio austo-húngaro: al t iem po que se perfilan ya las unidades de A lem ania e Italia en torno a Prusia y Piam onte, respectivam ente, debido al fo rta lecim iento de los dos países.
1.
Comentario de textos
Documento 1 «M. G ran d et está, al igual que yo, a la ca beza de la banca, y desde julio, la banca está a la cabeza del E stado. L a burguesía ha reem plazado al barrio de Saint-G erm ain, y la b an ca es la nobleza de la clase burguesa. M. Laffitte creyendo que todos los hom bres son án geles, ha hecho p erd er el M inisterio del In terio r a su clase. Las circunstancias llam an a la alta banca a recobrar el m ando y a tom ar de nuevo el M inisterio p ara sí, o p ara sus amigos. Se acusa a la burguesía de ser bes tias, la indulgencia de la C ám ara m e ha p e r m itido p ro b ar que, si hay necesidad, nosotros sabem os utilizar con nuestros adversarios po-
Uticos palabras bastante difíciles de olvidar. Yo sé m ejor que nadie que estas palabras no son razones, pero la C ám ara no gusta de ra zones, y el rey Luis Felipe de O rlcans sólo quiere dinero. Se necesitan m uchos soldados para contener a los obreros y a los .republi canos. El gobierno tiene el máximo interés en lim piar la bolsa. L n M inisterio no puede des hacer la bolsa, y la bolsa puede deshacer un M inisterio. El M inisterio actual no puede ir muy lejos (...) el dinero es el nervio no sólo de la guerra, sino tam bién de esta especie de paz arm ada que disfrutam os desde julio.» S t e n d h a l : «Luden Lam en», E ditions Socia les: «Document d ’histoire vívanle de l ’a ntiquité a nos jours», nú m ero 5.
Cuestiones 1. 2. 3. 4. 5.
6.
Sitúa cronológica y geográficam ente el docum ento. A verigua lo que puedas de su autor. Fíjate en los principales personajes y encuadra históricam ente el docum ento. Resum e las ideas principales e investiga a qué revolución se refiere: 1789, 1820, 1830, 1848 ¿Q ué elem entos intervinieron en esa revolución y por qué sale beneficiada la burguesía? R epasa el tem a y resum e qué pasó en los dem ás países con esa revolución.
Documento 2 1848; 1830; 1789: Tres fechas en la historia de la Francia moderna «Las transform aciones políticas se realizan a pesar de los hom bres políticos. C uando el acontecim iento surge y se convierte en reali dad, los G obiernos no creen que sea verdad y el “revolucionario m ed io ” no lo desea. R e cordem os las revoluciones de 1848, 1830 y 1789: no hay personaje m ás tranquilo, la vís pera, que Luis Felipe, ni hom bre m ás seguro del porvenir que C arlos X en la víspera de las Tres G loriosas. ¡Y no hablem os de la C or te en mayo de 1789! (...) P or esto, p ara los contem poráneos, estas revoluciones parecen
76
revoluciones sorpresa (...) La revolución de 1848, revolución de tipo clásico que anuncia síntom as clásicos, ¿puede considerarse como revolución sorpresa? No cabe duda de que se dan m uchos tipos de revoluciones. Existen revoluciones populares y pronunciam ientos, revoluciones de masas y revoluciones palati nas. La revolución de 1848, lo mismo que las de 1830 y la de 1789, ha sido una revolución de masas. Pero ¡cuántas variantes en las re voluciones de masas!, pueden ser “esp ontá neas” o “dirigidas”. Las espontáneas las im provisa el ím petu popular y escapan en m a yor o m enor m edida de la influencia directa de las épocas. Las dirigidas obedecen, por ejem plo, a la influencia decisiva de un parti-
PÜJPPPPPHP do de masas. N ada sem ejante ocurre en 1848, 1830 ó 1789. N o existe un ejército organiza do de la revolución. Es el levantam iento en m asa, voluntario e im provisado. P ero hay muchos tipos a estudiar en las revoluciones de esta naturaleza. Las hay de tipo “en d ó g e n o ” y de tipo “exógeno”, p o r ejem plo. L a re volución “end ó g en a” es la que nace de una situación interior, y sólo de ella, y que sigue librem ente su curso hasta el fin. Es el caso de las tres revoluciones francesas. E l año 1789, el 1830 y el 1848 no han experim enta do la influencia ni de la invasión ni de la ocu pación ni de un choque exterior, com o ocurre en los m ovim ientos del C uatro de septiem bre (1870) y de la Liberación. Se p u ede esta blecer la consecuencia de que las revolucio nes del prim er grupo p resentan un m ayor ca-
2.
rácter social que las del segundo. É stas son más bien de tipo nacional o de tipo mixto, n a cional y social. Tal es la tercera característi ca' que percibo en las tres revoluciones: se trata de revoluciones de carácter endógeno, p re d o m in a n te m e n te sociales. P o r últim o, para realizar una revolución de las del tipo de 1789, 1830 y 1848, para que las m asas se pongan en m ovim iento, cuando no existe un program a de acción de un gran partido p o pular ni del choque traum ático de la d erro ta o de la ocupación, la única fuerza suficiente m ente poderosa será un hecho, un hecho que afecte a las masas: el hecho económ ico cons tituye el tipo m ás perfecto.» E r n est L a b r o u s s e : «Fluctuaciones Económ i cas e Historia Social.» Edit. Tecnos, Madrid, 1973, págs. 463-465.
Tema de debate y de profundización
La R evolución Francesa ha sido y es todavía objeto de m uchos debates: sobre sus orígenes y su naturaleza (burguesa, social, europea, atlántica, etc.). A quí se ofrece una versión que p u e de co ntrastarse con otras. Primera versión «Esta incapacidad p ara luchar con las dificultades ha obligado a la arbitraria A sam blea de Francia a em pezar sus planes de reform a por la abolición y la destrucción total. Pero, ¿hace falta habilidad p ara destruir? (...). La rabia y el delirio destruyen en m edia h o ra m ás cosas que la prudencia, el consejo y la previsión pod rían edificar en un siglo. Los errores y las faltas de las viejas instituciones son visibles y palpables, no es necesario m ucho talento para señalarlas, y si se posee el p o d er ab soluto, no hace falta nada m ás que una palabra para acabar con el vicio y la institución que le sostiene.
(...)
.. .
.
E s algo m uy distinto conservar y reform ar sim ultáneam ente. Es necesario para conservar las partes útiles de una vieja institución, com paginando lo que se agrega con lo que se con serva, un espíritu vigoroso, tranquilo, u n a atención perseverante y capacidad para com parar y com binar, am én de las reservas de una inteligencia fértil en recursos... P ero p o drá usted ob jetarm e que éste es un procedim iento m uy largo. Sem ejante conducta no conviene a una asam blea que se vanagloria de ejecutar en pocos m eses una labor de siglos. Su m anera de reform ar llevará años. E n efecto, así ha de ser y así debería ser. Precisam ente una de las excelencias de un m étodo que considera el tiem po com o uno de sus instrum entos es la lentitud en el obrar y la casi im perceptibilidad con que logra a veces sus fines. Si trabajando sobre m aterias ina nim adas la p rudencia y la circunspección son p arte de la sabiduría, no es m enos cierto que se transform an en un deber m oral cuando la m ateria de nuestras destrucciones y construcciones no son el ladrillo ni la m adera, sino seres sensibles cuyo estado, condición y hábitos no se p u e den alterar súbitam ente sin peligro de h acer la desgracia de m ultitudes enteras. (...)
Es una cosa conocida que los ejércitos no han concedido m ás que una obediencia m uy p re caria e incierta a todos los senados, o a cualquier form a de autoridad popular, y p eo r dispues tos estarán con relación a u n a asam blea que sólo ha de durar dos años. (...) A n te la debilidad
de las distintas clases de autoridad y lo transitorio de todas ellas, los oficiales del ejército con tin u arán en el m otín y la facción, hasta que algún general popular que posea la habilidad de conciliar a los soldados y tenga dotes de m ando atraiga sobre sí la atención de todos y el ejér cito le obedezca en virtud de sus m éritos personales. No hay otro m edio de asegurar la obe diencia m ilitar en el estado actual de las cosas. Pero cuando este suceso se produzca, el hom bre que sepa dirigir efectivam ente el ejército será vuestro dueño. V uestro dueño es poco, lo será de vuestro rey, dueño de vuestra asam blea, dueño de toda la república.
(...) E n un gobierno sem ejante al vuestro, to d o depende del ejército. Pero ustedes han destrui do cuidadosam ente todas las opiniones, todos los prejuicios y, en la m edida que han podido, todos los instintos que sostienen al gobierno. P o r esta razón, en el m om ento en que haya una diferencia cualquiera en tre vuestra A sam blea N acional y una parte cualquiera de la nación, ten d rá que recu rrir a la fuerza. N ad a m ás os queda; m ejor dicho, nada más habéis querido que os quede.» B u r k e , Edmund. «Reflexiones sobre la Revolución en Francia.» Londres, 1790. Texto recogido en E be n st e in , W.: «Op. cit.», págs. 605-607.
3.
Testimonios
Literarios Las obras «R ojo y N egro» de Stendhal, «La com edia hum ana», de Balzac, «M adam e Bovary», de Flaubert, describen la sociedad de la época de las revoluciones en Francia. «La feria de las vanidades», de W illiam Thackeray y «Los papeles del club Pickwick», de D ickens am bientan aspectos de la revolución inglesa. Filmes Para la Revolución Francesa: «La M arsellesa», de J. R enoir, 1937; «Q ue la féte comm ence», de T. B ertrand, 1975. Para la época napoleónica: « G u erra y Paz», de K. V idor, 1956, que refleja, adem ás, el n a cionalism o ruso; «A usterlitz», de G ance, 1960; «N apoleón», de S. G uirtry, 1954. «N a poleón», de A bel G ance, 1927, que da una vi sión de la Revolución F rancesa con técnicas avanzadas p ara entonces, y «W aterloo», de D ino D urentis, que alude a los últim os días de N apoleón (el Im perio de los cien días). Para la Restauración: «El C ongreso se di vierte», de E rik Charell, 1932, que refleja el am biente de la ciudad de V iena d u ran te el desarrollo del C ongreso de Viena. T am bién son de interés los D o cu m en ta les del P rogram a 2000 de T V E titulados «El Dos de M ayo I, II», 6-9-19 (de una duración de 49 m inutos) y «Goya y su tiem po», 4-6-1 (de una duración de 44 m inutos).
Cartel del film e «Waterloo».
Diapositivas El tom o 29 de la «H istoria del M undo» ya citada, titulado «R evolución Francesa», y la carpeta n.° 16 de la misma, correspondiente a las revoluciones de 1830 y 1848, dan una vi sión sobre el tem a, que puede reforzarse con la audición de algún disco de la época. Por ejem plo, de B eethoven, «La victoria de Wellington en la batalla de V itoria», o f al. GM. BN. Polidor, 1967. O bien de P eter Tchaikovsky, «O bertura solem ne 1812», Op. 49. GM . BN. Polidor, 1969.
El canciller Bismarck proclama el II Imperio alemán en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles. Con este acontecim iento desaparece el orden establecido en Viena y parcialmente modificado después de las revoluciones burguesas.
Las potencias mundiales y el orden internacional Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción: El orden internacional. Francia: de la II República al II Imperio. G ran Bretaña: la era victoriana. El Im perio de Austria-Hungría. El Im perio ruso. La unidad italiana. La unidad alemana. Aparición y desarrollo de los Estados Unidos de América. Prácticas. 79
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • G u ic h o n n e t , P.: «La unidad italiana.» PU F, París, 1970 (Col. Q ue sais-je?) Muy asequible p o r su brevedad y ofrece, adem ás, una síntesis muy com pleta de la unidad italiana. " • A y c o b e r r y , P.: «La unidad alemana, 1800-1871.» PU F, París, 1972 (Col. Q ue sais-je?). Las m ism as características que el título anterior. ’ ® D r o z , J.. «La form ación de la unidad alemana», 1789-1871.» V icens Vives, Barcelona,
■ Para el Imperio francés: • N e r e , J.: «Historia contemporánea.» Labor, B arcelona, 1977. Es un m anual universitario dirigido p o r N eré, pero en el que intervienen diversos p ro fesores universitarios. C o ncretam ente el capítulo del II Im perio está realizado por J. A. L E S O U R D y es muy útil com o estudio de conjunto. Se puede com pletar con: • CAMERON, R.: «Francia y el desarrollo económ ico de Europa, 1800-1914 » Tecnos M a drid, 1971. ’ E studia el aspecto económ ico de F rancia en esta época. ■ Para el estudio de Inglaterra: • T h o m p s o n , D.: el tom o X de la «H istoria del m undo» de la U niversidad de C am bridge titulado «El Reino Unido y sus intereses mundiales.» R. Sopeña, B arcelona, 1978. C ontiene u n a síntesis de la era victoriana. ‘ • B e d a r id a , F.: «L 'ere victorienne.» PU F , París, 1976 (Col. Q ue sais-je?). U n libro m uy específico pero muy asequible p ara el alumno. ■ Para el estudio de Estados Unidos: • F o l h e n , C.: «La Am érica anglosajona de 1815 a nuestros días.» Labor, B arcelo na, 1971, N ueva Clío. Es un estudio general de la época, p ero trata de m anera especial algunos aspectos, en concreto el de la guerra de secesión. • T u r n e r , F. J.: «La frontera en la historia americana.» Ed. Castilla, M adrid, 1976. A pesar de ser estudios realizados hace m ás de 90 años, es un libro clásico para com p ren d er el papel de la «frontera» en los E stados U nidos.
80
1.
Introducción: el orden internacional
a. El C ongreso de V iena había instaurado un nuevo orden eu ro peo basado en la defensa de las m onarquías legítim as (legitim ism o) y en el m antenim iento de un equilibrio internacional p ara evitar la exis tencia en el continente de u n a nación dem asiado fuerte. Su rep resen tante era M etternich y sus guardianes la Santa A lianza y la C uádruple Alianza, convertida en Q uíntuple en 1818 con la incorporación de Francia.
b. Sin em bargo, con m otivo de las revoluciones burguesas, co m ienza un lento p ero progresivo proceso de revisión. La decisión de Inglaterra de no intervenir en A m érica L atina en defensa de la legiti m idad española (1824) y de intervenir en la independencia de G recia equivalía a la preferencia del oportunism o sobre el legitimismo. Poco después, la independencia de Bélgica con la ayuda de Francia e Ingla terra venía a ser un insulto al sistem a de M etternich. A p artir de en tonces nace una nueva form a de equilibrio: países liberales (Inglaterra y Francia a quienes se unen E sp añ a y P ortugal), frente a países reac cionarios (A ustria, Prusia y Rusia). " '
c. E n los años 1831-1848 esta « entente franco-británica» va a fra casar a causa de las posturas enfrentadas en dos cuestiones internacio nales. el intento de anexión de Siria p o r p arte del bajá de Egipto, p ro tegido de Francia, y la designación de p retendientes al m atrim onio con Isabel II de E spaña, pues Inglaterra pro p o n e a L eopoldo de Sajonia C oburgo y F rancia a uno de los hijos de Luis Felipe. E sta ru p tu ra su pone el aislam iento de Francia y la libertad de m ovim ientos de los E s tados contrarrevolucionarios p ara im poner la reacción en la revolución de 1848. .......
d. Sin em bargo, en los años cincuenta vam os a asistir al fin del sistema. A propósito de la C uestión de O riente, R usia inicia una guerra contra T urquía. E ste hecho consigue un doble efecto: rom per la unión de las potencias autoritarias (no la apoyan ni A ustria ni Prusia) y unir de nuevo a Francia e Inglaterra. Los intereses han prevalecido sobre el legitim ism o; ah o ra A ustria, que busca tam bién extenderse por los Balcanes, se une a Francia e Inglaterra en contra de Rusia, que sale de la guerra de C rim ea reducida a potencia de segundo orden. El C on greso de paz reunido en París en 1856 convierte a N apoleón III en á r bitro de E uropa; su celebración fue tan suntuosa que parecía el des quite del C ongreso de V iena. E m pieza entonces un nuevo sistem a de relaciones desprovisto de carga ideológica: las naciones no se unirán en pro o en con tra del liberalism o, sino p o r razones de estrategia conti nental.
e. C on el nacim iento de Italia y, sobre todo, con la declaración del Im perio alem án en 1871 term ina la reorganización de E uropa y co m ienza, después de un breve período de preponderancia francesa, el establecim iento de la suprem acía alem ana en el continente con un n u e vo sistem a de relaciones: el sistem a bism arquiano. (V éase al respecto el T em a 8.)
2. Francia: de la II República al II Imperio (1848-1852) D u ran te los últim os años de la II R epública la A sam blea Legisla tiva, de m ayoría conservadora, em pezó la reacción contra los republi canos a través de la prom ulgación de diversas leyes; entre ellas la ley Falloux, que concedía a la Iglesia la libertad de enseñanza secundaria restando im portancia a la enseñanza pública, que era republicana; re form a de la ley de prensa, y reform a de la ley electoral suprim iendo el sufragio universal. A ello se añadieron tam bién las diferencias con el presidente, que m ostraba una propensión reform adora (entre otras cosas, le disgustó la lim itación del sufragio universal y propuso a la A sam blea su derogación, aunque fue denegada). Pero Luis N apoleón resuelve las diferencias con un golpe de E stado (2-12-1851). Es el triu n fo del ejecutivo sobre el legislativo. «En el nombre del pueblo francés el presidente de la Repúbli ca decreta: Art. 1: Se disuelve la Asamblea Nacional. Art. 2: Se restablece el sufragio universal. La ley de 31 de mayo queda derogada. Art. 3: Se convoca al pueblo francés a los comicios a partir del 14.de diciembre hasta el 21 de diciembre siguiente. Art. 4: Se establece el estado de sitio en el territorio de la pri mera división militar. Art. 5: Se disuelve el Consejo de Estado. Dado en el Palacio del Elíseo, a 2 de diciembre de 1851.»
Napoleón III (1808-1873). Hijo del rey de Holanda, Luis, hermano de N apoleón I, y de H or tensia, hija de Josefina de Beauharnais. Educado en Suiza, pasa a Ita lia, donde entra en el club de los «carbonarios»; ya en 1831 participa en una conspiración en los Estados del Papa. Al m orir en 1832 el hijo de Napoleón I (que en caso de reinar sería Napoleón II), todos los dere chos sucesorios de los napoleónidas pasan a él. Intenta hacerse con el po der en dos ocasiones y es encarcela do. Allí escribe «La extinción del pauperismo», de sentido entre repu blicano y socialista. Pero en 1846 se evade y refugia en Inglaterra. Cuan do vuelve, en 1848, es aceptado por la izquierda y la derecha. Casó con la española Eugenia de Montijo.
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Luis N apoleón puede presentarse ahora com o defensor de la d e m ocracia p u ra frente a la burguesía (la C ám ara ha denegado el sufra gio universal y él lo ha restablecido); y el 21 de diciem bre un plebisci to aprueba el nuevo régim en. H asta los obreros lo votan agradecidos p o r la devolución del derecho al voto. Pero Luis N apoleón era un dem ócrata autoritario; pensaba que la dem ocracia debía encarnarse en un jefe que, investido por plebiscito, llevara adelante el program a de reform as nacionales y sociales sacrifi cado después de W aterloo al egoísm o burgués. A esta idea responde la nueva C onstitución de 1852. «Franceses: (...) He tomado como modelo las instituciones políticas que ya, al comienzo de este siglo, en circunstancias análogas, han fortale cido a la sociedad vacilante y elevado a Francia a un alto grado de prosperidad y grandeza. He tomado como modelo las instituciones que, en lugar de de saparecer al prim er soplo de las agitaciones populares, no han sido derribadas sino por toda Europa coaligada contra nosotros.
En una palabra, me he dicho: Ya que Francia no marcha des de hace cincuenta años sino en virtud de la organización adminis trativa, militar, judicial, religiosa y financiera del Consulado y del Imperio. ¿Por qué no adoptamos nosotros también las institucio nes de esa época? (...). Mi convicción estaba formada desde hace algún tiempo, y es por eso que he sometido a vuestro juicio las bases principales de una constitución inspirada en la del año VIII (1799). Aprobadas por vosotros van a ser el fundamento de nuestra Constitución polí tica.» ‘ L o u is -N a p o l e ó n B o n a p a r t e : «Preámbulo de la Constitución del 14 de enero de 1852», en F o l h e n , C „ y S u r a t t e a u , J. R. «Op. cit.», págs. 263-264.
C onform e al espíritu del C onsulado, la nueva C onstitución estable ce un p o d e r legislativo débil, dividido en tres A sam bleas (Senado, C uerpo legislativo, Consejo de E stado), sin iniciativa de leyes ni de in terpelación al G obierno, y un presidente de la R epública que detenta prácticam ente todos los poderes y es responsable sólo ante la nación consultada p o r plebiscito. E l presidente, pues, era el representante de la nación, no los diputados. B astaba m odificar un artículo de la C onsti tución p ara establecer el im perio, cosa que se hace p o r un «senadoconsulto» de 7 de noviem bre de 1852, refrendado el día 22 por un ple biscito de 8 000 000 de síes. N ació así el II Im perio francés. Las características de este im perio son: • C ontradicción en tre la política interior, reaccionaria y de restric ción de libertades, y la exterior, de ayuda a los ideales revolucio narios liberales. • A ctitudes a veces contradictorias del em p erad or con respecto a un m ism o problem a; así, p o r ejem plo, defiende en un principio el nacionalism o italiano, p ero pasa después a b oicotear su unifi cación, y deja que Prusia se apodere de los ducados daneses. En O rien te Próxim o apoya el catolicism o, y, al m ismo tiem po, p e r judica a los E stados Pontificios en Italia. • Coexistencia de un régim en reaccionario y represivo política m ente (aunque intente liberalizarse en la últim a fase) y un d e sarrollo económ ico sin precedentes, que resulta un elem ento d e cisivo en la aceptación del régim en.
2.1.
Imperio autoritario (1852-1860)
C om o hem os visto, N apoleón III p reten d e restau rar el viejo im pe rio napoleónico para, al igual que en aquél, congregar en el em p era dor todo el p o d er político e in ten tar llevar a Francia a la hegem onía de E uropa.
a.
Política interior
El poder om nipresente del em perador hace que no exista vida polí tica; la oposición (republicanos y monárquicos) está am ordazada o con sus jefes en el exilio. El país es estrecham ente vigilado en el campo y la ciudad po r la gendarm ería y los com isarios políticos, respectivam ente;
la pren sa no es libre, necesita autorización. E sta dictadura encubierta se endurece a raíz del atentado de O rsini contra N apoleón III con la aprobación de la ley de seguridad (19-2-1858), por la que se podía en carcelar o d ep o rtar a cualquier sospechoso, en especial a los que ya h a bían sido condenados en 1851. E ste régim en autoritario contaba con el apoyo de tres fuerzas: • El ejército, que había hecho posible el golpe de E stado y es revalorizado con algunas victorias; aunque su técnica m ilitar no es renovada. • La p eq u eña burguesía, que valora el orden que ha traído este ré gim en, después de tres años de disturbios, y participa de la pro s p eridad económ ica. • La Iglesia, con quien se produce la segunda alianza del trono y el altar en una época de renovación católica, se construyen más iglesias, hay libertad religiosa (es en este período cuando se p ro ducen las apariciones de Lourdes).
b.
Política exterior
E n este cam po N apoleón III busca el prestigio nacional de F ra n cia. Su política tiene dos direcciones: ■ Expansión colonial: Se pretende crear un gran im perio, y para ello es necesario asegurar escalas a la m arina. D e ahí las in ter venciones llevadas a cabo en distintos puntos estratégicos: • E l M editerráneo: se profundiza en A rgelia, cuya conquista te r m ina en 1857; se prestan capitales al sultán de T urquía y al bajá de Egipto, y en 1860 Lesseps abre el canal de Suez; • A frica occidental: el gobernador F aidherbe term ina de colo nizar el Senegal y sienta así las bases del expansionism o francés p o r el occidente africano; • E xtrem o O riente: con el pretexto de ayudar a los m isioneros franceses perseguidos p o r el em perador Tu-D uc de A nnam , se ocupa C ochinchina y se establece un p ro tectorado sobre Camboya. (V éase el T em a 6.) ■ Apoyo a los nacionalismos e intervencionismo: E n Italia se ayu da al nacionalism o frente a A ustria, donde, pese a conseguir las victorias de M agenta y Solferino, se gana la repulsa de los ita lianos p o r el abandono sufrido y la de los católicos franceses por ir contra el Papa. E n T urquía se alia con Inglaterra en contra de R usia en la guerra de Crim ea. E n A lem ania la guerra francoprusiana le costará el Im perio por la d errota de Sedán (1870). E n A m érica la pretensión de crear en México un im perio s a té -. lite fracasa y M axim iliano (el em perador puesto p o r Francia) es ejecutado en Q uerétaro.
c.
Prosperidad económica
M O V IM IEN T O D E L A P R O D U C C IO N EN F R A N C IA
El Im perio coincide con una fase de expansión económ ica in tern a cional debida a la aparición de oro en C alifornia y A ustralia, que p ro voca la elevación de los precios agrícolas. Se ju n tan así los deseos del em perador, una coyuntura favorable y una población en ascenso que se va haciendo cada vez más urbana. E s ta e x p a n sió n e c o n ó m ic a e stá c a racteriza d a, se g ú n J. A. LE-
Índice 1 8 9 0 = 1 0 0
SOURD, p o r cinco h ec h o s esenciales:
• E l progreso en la agricultura: que m ultiplica la producción a base de am pliar el área de cultivo. • E l progreso industrial: especialm ente de la m etalurgia, debido al em pleo de nuevas técnicas (procedim iento B essem er) y a la con centración de grandes em presas. • Los medios de transporte: el m ás im portante, el ferrocarril, atrae las inversiones de capital, sirve de m o to r a la m etalurgia y revo luciona los transportes. E n 1870 se había construido ya la m itad del actual trazado ferroviario de Francia.
PLESSIS. Alain: Oe la le le im perial au mur des téderes. 1852 - 1871 Poinls. Ed Seuíll. París. 1973. p.93
• Sistema bancario: la expansión económ ica hizo necesaria la tran s form ación de los bancos; p ara ello se crean tres bancos de d e pósito (C rédit Lyonnais, Societé G énéral, C om ptoir d ’Escompte), que concedían préstam os a corto plazo, y se estim ulan b a n cos con fuertes capitales p a ra p o n er en m archa grandes nego cios, com o el C rédit M obilier de los herm anos Pereire. • Intercambios comerciales: to d a esta abundancia de productos y capitales favorece el com ercio exterior y la im portación de m a terias prim as principalm ente, cuyo déficit se equilibraba con el turism o y las ren tas de los capitales colocados en el extranjero.
Crecimiento de la población rural y urbana
1845
1850
1855
1860
1865
1870
Población rural en millones
26,75
26,65
26,19
26,60
26,47
24,89
Población rural en porcentaje
75,6
74,5
72,7
71,1
69,5
68,9
Población urbana en millones
8
9,8
10,79
11,59
11,21
Población urbana en porcentaje
24,4
27,3
28,89
30,5
32,4
9,13 25,5
N e r e . Jacques: «Historia Contemporánea.» Labor, Barcelona,
1977, pág. 129.
Pero donde m ás visible resultó esta prosperidad fue en las grandes obras públicas; unas rurales, com o las plantaciones de pinos en las Landas y el arreglo de los cam inos vecinales; otras urbanas, com o la m o dernización de las grandes ciudades (la m ayoría de las estaciones son de esta época); sobresalen las grandes m ejoras de París realizadas por H ausm ann.
Plano de París.
2.2.
El Imperio liberal
«Señor ministro: Desde hace algunos años, se pre gunta si nuestras instituciones han alcanzado su límite y perfecciona miento o si deben realizarse nuevas mejoras; de ello se deriva una lam en table incertidumbre que debe cesar
(...). El plan que he trazado consiste en corregir las imperfecciones que el tiempo ha puesto de manifiesto y ad mitir los progresos compatibles con nuestras costumbres (...). Creo que, sin menoscabo de las prerrogativas de los poderes delibe rantes, se puede sustituir el M em o rial por el derecho de interpelación sabiamente reglamentado. Otra modificación creo necesaria en las relaciones del Gobierno con las más importantes instituciones del Estado; pienso que, enviando a los ministros al Senado y al Cuerpo Le gislativo, en virtud de una delegación especial, para participar allí en cier tas discusiones, utilizaré mejor las fuerzas de mi Gobierno (...). Pero ahí no deben detenerse las reformas que conviene adoptar, se propondrá esa ley para atribuir ex clusivamente a los Tribunales correc cionales la apreciación de los delitos de prensa y suprimir así el poder dis crecional del Gobierno. Es, asimis mo, necesario regular legislativa mente el derecho de reunión conte niéndolo en los límites que exige la seguridad pública (...).» N apoleón
Aparecido en Le Moniteur Universel del 20 de enero de 1867. Texto re cogido en B e r n s t e in , G, «Histoire. Les Civilisations.» H atier, París, 1981, págs. 214-215.
86
Imperio liberal
H acia el año 1860 le fallan a N apoleón los dos principales apoyos del Im perio: los católicos y la pequeña burguesía. Los prim eros p o r la ayuda p restad a a los italianos, que, para lograr su unidad, am putan territorios al P apa (las Legaciones pontificias). La segunda, por el T ra tado librecam bista con G ran B retaña, que ponía en peligro la pro d u c ción industrial francesa y los beneficios de los burgueses. El régim en busca entonces nuevos aliados y se vuelve hacia los re publicanos y los obreros. Los republicanos piden m ejoras liberales, lo que T hiers llam aba «las libertades necesarias» para una vida p arlam en taria. N apoleón, aún titubeando, va haciendo concesiones: am nistía ge neral p ara los exiliados, am pliación de derechos al C uerpo legislativo (m em orial en respuesta al discurso del trono), suavización del régim en de prensa, derecho de interpelación al gobierno, derecho de reunión... A los obreros se les concede el derecho de huelga y el poder partici p ar en la I Internacional de Londres. E l plebiscito de 20 de abril de 1870 apru eb a todas estas m edidas. Sin em bargo, a pesar de estas concesiones, no se produce el acer cam iento intentado; los republicanos no olvidan la represión de la p ri m era época y a esto se sum a que a los pocos m eses N apoleón III cae d erro tad o y prisionero en Sedán en la guerra franco-prusiana; todo ello lleva a la proclam ación de la III República.
3. GnfiTBretaña: la era victoriana A lo largo del siglo X IX G ran B retaña se convierte en un país p o líticam ente liberal y parlam entario, y económ icam ente próspero. Y esto se produce m ediante una lenta evolución en la que el grado de prosperidad que se iba alcanzando servía de base y fundam ento a fu turas reform as políticas que adaptaran las instituciones a la vida real del país. El conjunto de este desarrollo y reform as llevará al R eino U nido al rango de prim era potencia m undial. Es la época de tres m onarcas de la dinastía H annover (Jorge IV, G uillerm o IV y la reina V ictoria).
3.1.
Evolución económica
La población, com o consecuencia de la revolución industrial,' au m enta rápidam ente (12 m illones en 1800, 28 en 1850 y 32 en 1870) y sufre un m ovim iento m igratorio exterior, hacia A m érica del N orte, e interior, del cam po a la ciudad (Londres tiene 2 300 000 habitantes en 1850). Sin em bargo, hasta 1850 todavía el 50 por 100 de la población vive en el cam po, aunque a p artir de esta fecha el predom inio es de la ciudad. La agricultura se transform a de sem ifeudal en agricultura de m ercado m ediante el uso de nuevas técnicas, nuevos cultivos y la apli cación de abonos (véase Tem a 1); pero va perdiendo im portancia ante el auge industrial. No obstante, los grandes terratenientes m antienen el p o d er político y económ ico hasta 1870. D urante este tiem po asisti mos a la lucha de la burguesía industrial librecam bista contra la aris tocracia agrícola proteccionista. La industria basa su prosperidad, no ya tan to en la industria textil de los prim eros tiem pos, com o en las in-
dustrias de base (carbón y hierro), sobre todo a p artir de 1840. Las p rin cipales industrias se concentran en la Inglaterra «negra» del n o rte y el centro (Lancashire, Y orkshire, Newcastle, B irm ingham ). A este creci m iento industrial, lo m ism o que al comercial, contribuyó la definitiva aceptación del librecam bism o p o r el gobierno, realizada m ediante la abolición de las «corn-laws», en 1846, y la del A cta de Navegación, en 1849. Las «corn-laws» eran unas leyes proteccionistas de los cereales británicos, aprobadas a raíz de la baja de precio por la concurrencia del trigo ruso y am ericano en 1815, que establecían elevadas tarifas aduaneras al trigo im portado. Los industriales ingleses solicitaban su derogación, ya que los países exportadores de grano, en contrapartida, gravaban los productos m anufacturados ingleses. P ara concienciar a la opinión se constituyó la «A nti-corn-Law -League», anim ada por R i chard C obden, d irector de una m anufactura de algodón de M anchester. La abolición de estas leyes se considera com o el com ienzo del triunfo del librecam bism o. El A cta de N avegación, que estaba vigente desde tiem pos de Crom well (1651), establecía que todas las m ercancías que en traran o salie ran de Inglaterra debían ser cargadas en barcos ingleses.
3.2.
Evolución política
El régim en inglés evoluciona intern am en te m ediante una serie de reform as, entre las que destacan la em ancipación de los católicos en 1829, la reform a electoral en 1832 y 1867 y la adopción del librecam bism o en 1846, hasta conseguir la im plantación de un sistem a liberal parlam entario, que evita así el levantam iento revolucionario. La más im portante de todas estas reform as fue la reforma electoral. El sistem a electoral inglés de principios de siglo daba a los te rra tenientes las 4/5 partes de los m iem bros de la Cám ara. Los votantes estaban divididos en dos tipos de distritos: los condados y los burgos, a cada uno de los cuales correspondía un núm ero determ inado de di putados según su im portancia y su población. Pero con los cam bios económ icos y sociales, este sistem a se había quedado desfasado: había burgos, los «burgos podridos», deshabitados ya, pero que seguían eli giendo el m ism o núm ero de diputados que cuando tenían m ucha p o blación (51 burgos con sólo 1 500 electores enviaban a la C ám ara 100 diputados), m ientras que grandes centros industriales, com o M anchester y Birm ingham , no eran considerados com o burgos y, por tanto, ca recían de representantes. C on tra este sistem a luchan las dos nuevas cla ses de la Inglaterra industrial, los burgueses y el proletariado, exigien do reform as p ara p o d er p articipar en la vida política. Los burgueses, cuyas reivindicaciones ha hecho suyas al partido whig, consiguen la re forma electoral de 1832, todavía m oderada, p ero que consigue dos co sas: una, que baje la base de ren ta exigida p ara p o der votar, con lo que el núm ero de electores se eleva de 500 000 a 800 000, muy pocos en relación con los 24 m illones de habitantes, pero recordem os que en la m ism a época Francia p ara 32 m illones sólo tenía 200 000 electores; otra, una nueva redistribución de los escaños: 56 burgos podridos p ier den sus representantes, 30 son reducidos a un solo diputado, y 143 es caños se rep arten entre las ciudades nuevas. D e este m odo, las ciuda des y la industria en tran en el P arlam ento y, lo que es m ás im portante, la om nipotencia de los privilegios es sustituida por el principio del di nero.
La victoria del librecambio en Ingla terra «Las reformas de 1846 acaban con los derechos sobre la importación de cereales y disminuyen o suprimen los que gravan a los productos manufac turados de importación. (...) la libertad de comercio sería para siempre en Londres una norma de gobierno. Se ha podido decir que el año 1846 había experimentado una revolución más im portante que la de 1832, e igual a la del 1688, y que esta revo lución se había realizado sin alboro tos. (...) Las medidas de Peel impri men una inmensa actividad: el obre ro, sin falta de trabajo, se instala y vive mejor; el librecambio desarma a las masas populares. El 10 de abril de 1848 los alborotos cartistas inten taban en vano movilizarlas. Gracias a Peel, Inglaterra está a salvo de la conmoción de 1848. El freetrade se hace popular. Se le atribuye —aunque sólo en parte era exacto— la prosperidad económica que sucede a la crisis de 1848. La li bertad comercial, dogma de Manchester, se convierte en una religión. «No puede entrar en los designios de Dios, escribe G eorge Thom pson, que la alimentación de un pueblo en aum ento constante esté subordinada a su suelo, cuando los caminos del océano, el genio de los científicos, el valor de nuestros marinos, la auda cia de nuestros armadores, la fecun didad de los paisajes lejanos, la pros peridad del mundo y la variedad, que m uestra la paternal solicitud del Creador, revelan claramente que El quiere que los hombres intercam bien los regalos que su munificencia les proporciona.» L a c o u r -G a y e t , J. «Historia del comercio», T. III. Vergara Editorial, Barcelona, 1958, págs. 460 ss, en A rm esto Sá n c h e z , J,: «Op. Cit.», págs. 74-75.
87
Los obreros que, por m edio de la C arta del pueblo (1838), recla m aban reivindicaciones políticas (sufragio universal) y sociales (véase el tem a 7), no consiguieron ser escuchados, pues con sus huelgas y con flictos sólo lograron crear m iedo en los burgueses y terratenientes. La reform a de 1832 se había quedado corta en un país en plena transform ación. D israeli, jefe del partido conservador, com prende que tarde o tem prano la am pliación del voto se va a realizar y hace ap ro bar la Reform A c t el 15 de agosto de 1867: con esta reform a se am plía el derecho al voto a los arrendatarios e inquilinos que puedan dem os tra r la posesión de una casa o el pago de un alquiler, con lo que m u chos obreros cualificados adquieren el derecho. Pero quedan fuera los pequeños propietarios rurales, que no lo alcanzarán hasta la lev de 1884-85. y E n 1872 se dicta el «Ballot act», que sustituye el voto público por el secreto. Todavía no se ha llegado al sufragio universal, pero el sis tem a ha experim entado una im portante dem ocratización. Otras reformas llevadas a cabo en el período reform ista de 1832-74 son las siguientes: • E n cuanto a las libertades públicas: en 1829 se aprueba la em an cipación de los católicos con la concesión de los derechos cívi cos de que estaban privados desde las revoluciones inglesas del siglo X V II. E n 1855 se produce la abolición de las tasas en las publicaciones, lo que significaba conceder libertad de prensa. En 1835 y 1853 se renueva la adm inistración y se organiza el funcionariado. E n 1880 la enseñanza prim aria se hace obligatoria y en 1890 gratuita. " • E n cuanto a las reform as sociales: éstas no se consiguen sino tras duras luchas obreras, en especial del cartism o. Y son: abolición de la esclavitud en el Im perio (en G ran B retaña se suprim ió en 1772, y en 1833 el tráfico de esclavos); regulación del trabajo de m ujeres y niños, en ese mismo año, con la «Factory Act»; reco nocim iento del derecho a la huelga en 1871.
3.3.
El problema de Irlanda
E n el R eino U nido, Irlanda, con más de ocho m illones de h ab itan tes, introducía un elem ento en desunión. El rencor de los irlandeses tenía ya varios siglos de antigüedad. C onquistada por Cromwell en el siglo X V II, la isla presenta en el X IX un triple problem a: Social: los cam pesinos, privados de sus tierras por los conquistado res, están en situación de arrendatarios pagando elevadas tasas de re n ta a los propietarios (Landlords), que les pueden desalojar de las tierras sin indem nización. Religioso: la Iglesia anglicana es la iglesia del E stado, m ientras los católicos son despreciados com o «papistas» y obligados a pagar el d i e z ^ mo p ara sostenim iento de la Iglesia anglicana. Político: la situación política estaba regulada por el A cta de U nión de 1800, que suprim ía la autonom ía de Irlanda y obligaba a enviar sus diputados al P arlam ento de Londres; pero los católicos, que eran la in m ensa m ayoría, no tenían derechos cívicos, p o r lo que siem pre eran elegidos diputados protestantes.
Las prim eras reivindicaciones vienen de la A sociación C atólica fun dada por D aniel O 'C onnell en 1823, que reclam a la em ancipación re ligiosa y política, y consigue el A cta de em ancipación de los católicos (1829) pero no la autonom ía. A m ediados de siglo, Irlanda, com o toda E uropa, d espierta al nacionalism o. C on la ayuda de los em igrados ir landeses a N o rteam érica se crea en 1857 la sociedad clandestina «feniana», que pide la independencia y utiliza la violencia y el terro ris mo. P or o tra parte, el pro testan te irlandés Parnell, diputado por Irlan da, utiliza el m étodo de obstrucción al P arlam ento con discursos in term inables. A m ediados de siglo la crisis de la p atata y el ham bre sub siguiente hacen m ás radical el nacionalism o, y se constituye una liga que solicita: la abolición del diezm o, concesiones agrarias de las tres «F» (arriendo razonable «fair rent», derecho a la venta libre de las tierras «french sale», derecho a conservar las tierras arrendadas «fixity of tenure») y autonom ía política. G ladstone atiende casi todas e inclu sive está dispuesto a conceder la autonom ía «H om e rule», pero es re chazada p o r el P arlam ento y su partid o pierde las siguientes elecciones.
4
El imperio de Austria-Hungría
E l im perio austríaco, creado en 1806 tras la desaparición del Santo Im perio R om ano G erm ánico, seguía siendo a m ediados del siglo X IX la gran potencia que m arcaba la política a seguir en E uropa. H abía su perado las revoluciones de 1848, pero, sin em bargo, a causa de los m u chos pueblos que englobaba, no acertaba a en co n trar su expresión n a cional. D ebido a estas dificultades internas y a los descalabros exterio res, al final de este período qued ará em pequeñecido territorialm ente y reducido a p otencia de segunda categoría.
4.1.
El imperio de las nacionalidades del Imperio de los Habsburgo Rutemos
Checos
Italianos Servios Bosnia Herzegovina
Alemanes ZZ J Eslavos H Magiares C 'J Latinos
Pueblos y nacionalidades del Imperio de los Habsburgo Nacionalidad
Etnia
Religión
Austríacos Checos
Alemanes Eslavos
Católicos Católicos
Rutenios
Eslavos
Polacos Húngaros Eslovenos
Eslavos Magiares Eslavos
Servios Rumanos
Eslavos Mezcla de lengua latina Latinos
Ortodoxos y unionistas Católicos Católicos Católicos Católicos Ortodoxos Ortodoxos
Italianos
Católicos
Categoría social
Todas las categorías Campesinos y burgueses Campesinos Campesinos Nobles y campesinos Campesinos y nobles Campesinos Campesinos v nobles Campesinos Campesinos Todas las categorías
C om o pued e verse en el anterior docum ento, el Im perio era un m o saico de nacionalidades. Los alem anes, cuya capital, V iena, es la del Im perio, eran católicos y constituían la clase dirigente y eran los úni cos, ju n to con los italianos, que form aban una sociedad com pleta (to das las categorías sociales). Los eslavos, los más num erosos, situados al norte y sur del Im perio y divididos por la religión (católicos y o rto doxos), form aban sociedades cam pesinas, a excepción de Polonia. Los m agiares estaban aislados, pero eran el pueblo m ás unido, que recla m aba su independencia. Los latinos se com ponían de los rum anos de Transilvania, que apenas contaban, y los italianos, com o los alem anes, socialm ente com pletos.
4.2.
Evolución política: a la búsqueda de un equilibrio
El problem a principal era encontrar una fórm ula que asegurase la cohesión de todos estos pueblos y el m antenim iento del Im perio. A n tes de su caída en 1848, M etternich había dicho: «La única forma de gobierno que conviene a la aglomeración de pueblos que forma el conjunto del Imperio es la monarquía, por que la cohesión de las partes sería absolutamente imposible con la república... Que los húngaros se rebelan, inm ediatam ente los en frentaríamos a los bohemios, pues se detestan; y seguidamente a los polacos, los alemanes, los italianos.» En G ir a r d , Louis: «Op. cit.». pág. 352.
Francisco José I (1830-1916) Em perador a los 18 años. Emuló a la reina Victoria de Inglaterra por la d u r a c i ó n d e su r e i n a d o (1848-1916). Casó con la princesa bávara Elizabet (Sisi) que supuso el contrapunto de belleza y encanto a la austeridad de la corte.
90
E n efecto, hasta los años sesenta el sistem a sigue siendo una m o narquía au to ritaria que se apoya en el ejército, de m andos y lengua ale m anes, en la Iglesia católica, que por el C oncordato de 1855 acrecien ta sus prerrogativas, y en una burocracia y policía que m antienen la cohesión y am ordazan cualquier oposición. Pero tras la d erro ta contra Francia en el norte de Italia p o r la que pierde Lom bardía (1859) y Venecia (1866) y la de Sadowa contra Prusia con la pérdida de H olstein y la disolución de la C onfederación G erm ánica, la gravedad del Im p e rio se desplaza hacia el E ste y la influencia húngara se hace más fu er te. E ntonces el régim en de la C onstitución de 1849 se va reform ando (Breve de 1860, Privilegio de 1861) hasta llegar al Compromiso de 1867.
Por él, el Im perio austríaco se transform a en la m onarquía dual aus tro-húngara; se crean dos E stados independientes, separados por el río Leitha, afluente del D anubio, y p o r una línea que va de Cracovia a V ie na y de V iena a T rieste: el de Cisleithania, al oeste, con capital en V ie na y com puesto p o r A ustria, B ohem ia, M oravia, G alitzia, D alm acia y Bucovina; y el de T raslethania al este, con capital en B udapest y fo r m ado po r H ungría, Transilvania, Eslovaquia y Croacia. C ada uno de los E stados es independiente, pero tienen en com ún el soberano, que es em perad o r en A ustria y rey en H ungría, los asuntos exteriores, el ejército y las finanzas.
4.3.
Progreso económico
El desarrollo económ ico se produce p articularm ente en la segunda m itad del siglo X IX , gracias a la estabilidad política proporcionada por el C om prom iso de 1867 y a los capitales extranjeros que afluyen al am paro de tal seguridad. Y está caracterizado p o r el im pulso de las co m unicaciones y el desarrollo de la m inería, la m etalurgia y la siderur gia. La red de ferrocarriles pasa de 6 000 km en 1867 a 37 000 en 1914 (ahora es cuando se p erforan los túneles de B rennero y A rlberg en los A lpes). V iena se convierte en un centro de enlace en tre la E u ro p a oc cidental y la oriental. N o obstante, este crecim iento industrial se re d u jo sólo a la p arte occidental del Im perio, m ientras la oriental p erm a necía con estructuras agrarias. E n la política internacional el Im perio inten ta buscar en los B alca nes un contrapeso a la p érdida del norte de Italia, lo que lleva al e n frentam ien to con Rusia, que aspira a una salida al M editerráneo. Es precisam ente esta rivalidad con R usia la que contribuye al acercam ien to al recién creado Im perio alem án.
5. Eljm perio ruso A m ediados del siglo X IX es todavía el gran im perio absolutista y aristocrático de E u ro p a oriental que no sabe o no quiere adaptarse a los cam bios que las nuevas fuerzas económ icas, ideológicas y sociales exigen a m edida que en tra la industrialización en el país. Este desa juste originará una serie de conflictos que h ará en trar en crisis al sis tem a y desem bocará en la caída del Im perio con la R evolución Soviéti ca.
5.1. a.
Un Estado multinacional y expansivo Diversidad de pueblos
Los casi 70 m illones de habitantes que form aban el Im perio ruso hacia 1860 estaban repartidos entre territorios europeos y asiáticos y pertenecían a diversos pueblos de distintas religiones y lenguas: los es lavos de religión ortodoxa, integrados por los rusos ucranianos y los ru sos blancos, eran los más im portantes, ya que constituían dos tercios de la población; después, en la periferia, los polacos y lituanos, eslavos tam bién pero católicos y poco asimilados; los finlandeses, muy diferen ciados y protestantes; los turcos y m usulm anes en el sur, de gran di versidad según su grado de asimilación, y los asiáticos recién incorpora dos.
Venía a ser una comunidad en la que cargas y beneficios estaban pro porcionados. Su característica era que a los campesinos sólo les perte necían las cosechas. Las tierras se distribuían a intervalos variables para que cada familia recibiera algu na vez las mejores. El sistema favo recía el aum ento de población, por que la distribución se hacía propor cionalmente al núm ero de miem bros. Pero, por otra parte, se presta ba a que el campesino, el «mujik», no pusiera interés en mejorar la tierra.
E ste conglom erado de pueblos estaba som etido a una estructura so cial jerarq u izad a y estam ental: un grupo privilegiado de nobles y cle ro; una escasísim a burguesía, que respondía al casi nulo desarrollo in dustrial, y una m asa de cam pesinos y siervos rurales que representa el 90 p o r 100 de la población. Los siervos eran propiedad del señor, que a veces, contaba su riqueza no por tierras sino p o r «almas». E sta si tuación, en una época en que la esclavitud había desaparecido en los países civilizados, provocaba un sinnúm ero de revueltas agrarias: 48 en 1826-34, 126 en 1835-44, 348 en 1845-54 y 474 en 1855-61. A veces los m otines son de tal envergadura que retienen a las tropas necesarias p ara la g uerra exterior. E sto fue, entre otras razones, lo que llevó al zar A lejandro II a prom ulgar el ukasse (decreto) de la liberación de los siervos (19-11-1861). E l problem a para la liberación de los siervos residía en la distribu ción de la tierra. No se podía liberarles sin tierra, porque su m iseria crearía un problem a de orden público. T am poco se podía hacer des pojando de sus tierras a los nobles. Por fin, como fórm ula de com pro miso, la ley de abolición concedía a los siervos la facultad de com prar u na p arte de las tierras que cultivaban com o colonos. A los señores les indem nizaba el E stado y a éste los cam pesinos en un plazo de 49 años. P ero las tierras no se dabam al cam pesino personalm ente, sino al «m ir». que laTcHstribuía según las necesidades de cada familia.
b.
Expansión territorial
C on A lejandro II, a p a rtir de m ediados del siglo XIX , se continúa la política de expansión colonial. D etenida en la ruta hacia E uropa por la d erro ta de C rim ea, se orienta la expansión en tres direcciones: por el Cáucaso con la ocupación de G eorgia y norte de A rm enia; por Asia con la conquista de Tachkent, Sam arcanda, M erv y el T urkestán, y por Siberia hacia Extrem o O riente y el Pacífico, llegando al río A m ur, la isla de Sajalin y Vladivostok, la «dom inadora de O riente». Y para apo yar la penetración en las tierras conquistadas se construyen nuevas e im p o rtan tes líneas de ferrocarril: el transcaspiano y el transiberiano. Es la época en que las reform as de A lejandro II abren un período de cre cim iento económ ico, que se traduce en expansión dem ográfica, avan ce industrial y desarrollo de las com unicaciones, ju n to a un período do rado en la literatura (Tolstoi, D ostoievski) y en la m úsica (M oussorgsky y B orodin).
Mapa del Imperio raso.
92
5.2.
Evolución política
D urante la prim era m itad del siglo X IX Nicolás I había m antenido a R usia aislada de la civilización, conservando intacto el carácter de m o n a rq u ía ab so lu ta de origen divino. Su sucesor, A leja n d ro II (1855-81), ante la pujanza económ ica occidental, intenta una m o d era da liberalización del régim en, aunque sin despojarle de su carácter au toritario. Los cam bios em piezan con la liberación de los siervos y con tinúan con la reform a de la adm inistración, la enseñanza, la justicia y el ejército. La. reforma militar venía exigiéndose desde 1856, cuando la g uerra de C rim ea evidenció de form a b rutal la debilidad del ejército ruso. L a reforma administrativa es consecuencia de la liberación de los siervo?. A ntes el señor era a la vez alcalde y juez en sus dom inios; pero ahora hay que organizar la com unidad cam pesina y se crean para ello los «zemstvos», asam bleas representativas com puestas p or los diputados de los cam pesinos, los nobles y las ciudades, con com petencia en en señanza, sanidad y obras públicas, pero que tenían vedada la actividad política. Sin em bargo. _estas reform as no satisfacen a nadie: ni a los libera les, que desean verdaderas libertades políticas, ni a los cam pesinos, que no tienen tierras y sí m uchas deudas, ni a las nacionalidades. A p a rece entonces la prim era gran rebelión, la de los polacos en 1863, s£> fo c a d a con la ayuda indirecta de Prusia, que cierra sus fronteras a los sublevados. F,1 resultado es el E n deJuE encm E naeión de «reino de P o lonia», que de ahora enjid e la n te se llam ará «la región del V ístula», y el com ienzo de la reacción de A lejandroT L
6.1.
Antecedentes
D espués de 1815 Italia había quedado dividida en siete E stados; el reino de P iam onte-C erdeña, el reino lom bardo-véneto, los Estados Pontificios, el reino de las D os Sicilias y los ducados de Parm a, M ódena y Toscana. E n palabras de M etternich, no era m ás que «una sim ple expresión geográfica». Sin em bargo, el congreso de V iena había ol vidado algo que recorría Italia de arriba abajo: el nacionalism o (véase el T em a 2). E l nacionalism o italiano em pezó a configurarse en tiem pos de N a poleón con la creación del reinó dé Italia que, a l a vez que fortaleció él sentim iento de unidad, levantó olas de p ro testa contra los intentos de afrancesar la lengua y las costum bres. Surgen así, por una parte, el hecho de hallarse ante una em presa com ún y, p o r otra, los rasgos es pecíficos de la italianidad. E sta conciencia de personalidad fue am plia da luego p o r rom ánticos e historiadores (M anzoni y L eopardi) y, u n i da al liberalism o, se reflejó en la política com o m ovim iento revolucio nario que subvertía la legitim idad de los reyes. El m áximo exponente de la unión de las ideas nacionales y liberales rcvo 1ució'nari as e s i p a s B r ' ni. 93
P ero ya vim os (Tem a 2) que los m ovim ientos liberales de las aso ciaciones secretas (carbonarios) y los nacionalistas republicanos habían fracasado (revoluciones de 1830 y 1848). E ra necesario buscar otras vías p a ra la integración de Italia. D esde los años trein ta los patriotas italianos dudaban entre tres program as: £D U n a R epública italiana unificada, con R om a por capital y en globando Saboya, Niza, T rentino y D alm acia. Este era el ideal de Garibaldi y M azzini que funda la ~y
Inicios de la unidad italiana.
FRANCIA
Pa m o n t e
IMPERIO
IMPERfC
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M x rth .i del e je rcito Sardo F jó rc ito Francés —
94
E xpe d ición de lo s
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de Garlboldl
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B a ta lla
1860
SiCIMA
1860
La unidad como forma de organización ... aunque el mundo no indique en qué consiste la misión, el he cho de que existe entre el pueblo el instinto de que una misión na cional debe llevarse a cabo y de que debe desarrollarse una idea colectiva, sería suficiente para probar la necesidad de una patria única con una forma de organización que la encarne y la represen te. Esta forma de organización es la unidad. El federalismo impli ca una multiplicidad de objetivos por realizar y, tarde o temprano, se resuelve en un sistema de aristocracias o de castas. La unidad es la única seguridad de la igualdad y el desarrollo adecuado de la vida del pueblo. Por eso Italia será una. Sus condiciones geográficas, su lengua y su literatura; las necesidades de defensa y de poder político; el deseo de las poblaciones, los instintos democráticos innatos del pueblo, el presentimiento de un progreso al que todas las fuerzas y las facultades del país deben contribuir; la conciencia de que algo ha comenzado en Europa y de las grandes cosas que tiene todavía Italia que cumplir en el mundo, todo señala este objetivo. No hay en el camino obstáculo que no pueda superarse fácilmente ni ob jeción que no pueda contestarse y refutarse histórica y filosófica mente. M a z z in i , G iu s e p p e , «Life and Writmgs o f Joseph Mazzini», Smith, Eider and Co., Vol. G Londres, 1980. págs. 226"ss. Kécogido en K o h n , H, El nacionalismo. Su significado y su historia, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1966, págs. 162 ss. En Armesto, I op. cit. pág. 92.
Preparación de la unidad Los artífices de la unidad van a ser el rey V íctor M anuel de P ia m onte y su m inistro el conde Cavour. Piam onte era una potencia de segundo ord en (tenía sólo cinco m illones de habitantes), y aunque lo gró conservar un régim en constitucional d espués de la reacción del 49, la nobleza y la Iglesia dom inaban el país. C avour com prende la n ece sidad de p re p a ra r el reino p ara realizar la unidad italiana;
a. \ En el jnterior • E n ord en a fortalecer el país inicia una serie de reform as para sanear la H acienda; im pulsa la construcción de ferrocarriles- fir m a tm lados de inspiración librecam bista para estim ular el’ comjrrcio, y acom ete la ¿pix le m iz a c ió n jie l ejéxciio, que encarga al general La M arm ona (llega incluso a flotar una m arina con uni dades a vapor). • Para atraerse a los liberales d eterm ina l akdzar_el E stado m edian te la separación Iglesia-E stado y la d e s a m o r tiz a c ió n ^ J o s-hie.a e s ^ c k s iá s fim s , cuya venta, adem ás, aliviaría las finanzas. C rea organizaciones políticas, la Sociedad N acional Italiana con Palaviccino com o p residente y G aribaldi de secretario, p ara coordi nar las acciones unificadorasT T ioirello T urín se convierte en el refugio de los liberales de toda Italia. Se atrajo así a todos los republicanos, excepto a M azzini, el revolucionario; pero todas las acciones que éste llevó a cabo entre 1852-54 term inaron en rotundos fracasos, lo que valoriza aún más el proyecto diplom á tico de Cavour.
Cam ilo Benzo, conde de Cavour (1810-61), nace en tiempos de la ocupación francesa. Vive en sus pro piedades, hace negocios y viaja por Francia e Inglaterra. Es un liberal y un patriota convencido. Con aires burgueses pero de mirada perspicaz, consigue realizar la unidad italiana a fuerza de diplomacia, inteligencia y tesón.
95
b.
E u e l exterior
Al co ntrario que Mazzini, que creía que Italia podía hacerse a sí misma, C avnnr sahía que era -necesaria la ayuda de un gran p aís eu ropeo p ara expulsar a los austríacos. Este país resulta s e r .1 rancia por varias razones: • los sentim ientos personales d el em perador, que había sido car bonario en su juventud y participado en varios m otines italianos; • la esperanza de o b ten er, a c a m b io js fiz a j Saboya, de lengtrarí-raiu, cesa_y que ya p ertenecieron a Francia bajo la Revolución y el Im perio. A hora bien, C avour sabía que Italia era una creación del Congreso de V iena y desea plantear por eso la cuestión de la Italia dividida en el m arco de la política internacional. É sa es la razón de que interven ga en la g u erra de C rim ea y de que, por ello, sea adm itido en el C on greso de París, donde presentó un M em orial con la situación de una Italia prerrevolucionaria a causa de la presión austríaca, y pedía ayuda para resolverla conform e al derecho de gentes. Allí se grangeó la sim p atía de Inglaterra y el apoyo de N apoleón III. N apoleón III y Cavour se reúnen en Plom biéres (Vosgos) y acuerdan~ a. A ustria deberá declarar la guerra y Francia acudiría a ayudar a Piam onte: b. vencida A ustria, se construiría un reino de Italia del n o rte en to rn o a P iam onte y se form aría una C onfederación de C uatro E stados (Italia del norte, Italia central, R om a y sus alrededores, y el reino de las D os Sicilias). N apoleón, piies, quería la independencia, pero no la unidad, p orque pensaba que una Italia libre de A ustria pero no unida caería fácilm ente bajo la influencia de Francia; c. en com pensación F rancia recibiría Sabova v Niza: d. el príncipe N apoleón casaría con Clotilde, hija de V íctor M a nuel II, y recibirían un reino en Toscana^
6.3» j La unidad| a.
La guerra contra Austria
Las provocaciones dan fruto y el^27_ de abril de, 1 8 i9._A ustria inva de P iam onte, lo que aprovecha C avour p ara p resen tarse ante la opi nión pública com o víctim a de las apetencias impe.rialistas_.de A ustria. La g uerra dura poco, de mayo a julio. El ejército franco-sardo venció e n M age n t a~y So 1fe riño, donde la crueldad fue tan grande que sugirió a H enry D u n an t la idea de la Cruz Roja. P ero in esperadam ente N apoleón III firma los prelim inares de paz c o n K u sfria en V illafranca, p o rque Prusia em pezaba a movilizar en las fronteras del R in las fuerzas de la C onfederación G erm ánica para ayudar a A ustria. La paz definitiva se firm a en Z urich, y por ella P ia m onte recibe L om bardía pero no V enecia; Francia no obtiene ningún te rrito rio p o rq u e no había cum plido todas las prom esas, y los sobera-
nos de Italia central son repuestos. La unidad parecía aplazarse «sine die», lo que provocó la dim isión de Cavour y una prim era oleada de anim adversión italiana hacia Francia.
José Garibaldi (1807-1882) patriota italiano que combatió en favor de la unificación italiana contra Austria, el reino de Nápoles y el papado.
b.
Anexión de Italia central
La reposición de los soberanos de Italia central no se va a llevar a efecto. C avour vuelve a ser llam ado al gobierno y ahora ensaya la vía revolucionaria: la fórm üía sería fo m en tar agitación en los E stados p aira que luego Piam onte acudiera a pacificar los ánim os. E ntonces los puéT blos, m ediante plebiscitos, acordarían unirse a Piam onte. A sí sucede en Parm a, M ódena, T oscana y R om agna. N apoleón no se atreve a o p o nerse a un m ovim iento que él había desencadenado con la guerra y acepta la incorporación de Italia central a cam bio de S abova y Niza' Por el acuerdo de 24 de m arzo de 1860. E ste hecho desencadena u na segunda oleada de o dio italiano y la desconfianza de Inglaterra y los pequeños Estados vecinos de F rancia, que p ensaban que el Im perio re.clam arían as fronteras naturales.
c.
«Los Camisas rojas» o «Mille» en la toma de Sicilia. En primer término Garibaldi con la primera bandera tri color italiana. Esta unidad italiana, tejida e impul sada por Cavour, no habría sido p o sible sin la alianza con el idealismo re publicano de Garibaldi.
Anexión de Italia meridional
La alianza de C avour con los republicanos va a dar sus frutos. Al establecer en Sicilia una revolución, .prep arad a p o r Cavour, contra el rey Francisco í l . G aribaldi, con su ejército de «Camisas rojas», los «Millé», parte de GenovgfTo'ma Sicilia y salta a N ápoles. Parece que su intención era llegar a R o m a y proclam ar la .R epública. E ntonces Cavour^ aprovechando que la revolución ha estallado tam bién en las Mar^" cas y U m bría, envía un ejército al encuentro de G aribaldi para con trolar la situación. Ejn octubre de 1860, m ediante un plebiscito, el rei no de las D os Sicilias, las M arcas y U m bría se in corporan a Piam onte. E n fehrero-dd-bL-tm ^Pardam ento de todos los E stados, reunido en Turín, p roclam ó la existencia del reino de Italia, con V íctor M anuel II com o rey y R o m a com o futu ra capital, aceptando co m o p ro v isio n al ]? capitalidad de Florencia.
97
El rey Víctor Manuel versus Garibaldi «El rey desea que, recibida su car ta, conteste V. E. en seguida en el sentido que se indica y que sabe ser el de V. E.
d.
F altaban V enecia y R om a. V enecia significaba la definitiva expul sión de los austríacos; R om a era la cabeza ideal e histórica de Italia. Pero no va a ser Cavour quien culm ine la unidad, porque m uere en junio del 61. sino el proceso de la unidad alem ana el que la haga posi ble. . . .
Dirá que el general está lleno de devoción y reverencia por el rey y que desearía poder seguir sus conse jos, pero que sus deberes para con Italia no le perm iten negarse a so correr a los napolitanos si éstos ha cen un llamamiento a su brazo para librarlos de un gobierno en el cual los hombres leales y los buenos ita lianos no pueden tener confianza. No puede, pues, acceder a los deseos del rey, queriendo reservarse toda su libertad de acción.»
• { Vene¿ui: en la cuestión alem ana Italia se alia con Prusia. m ien tras que A ustria pacta con F rancia la entrega de V enecia a cam bio jie jm jie u tr a lid a ii- E l recién creado ejército italiano es ven cido en C ustoza y Lisa, pero, con la distracción de una p a rte de las tropas austríacas, contribuye a j a victoria de Prusia en Sadowa. F rancia recibe V enecia y se la entrega a Italia. ' • R om a O E n relación a la anexión de R om a había dos dificulta des: una, que es la capital de la cristiandad y el P apa no la quieftTcTeiar; .otra, que N apoleón III tiene en ella un ejército desde 1848 con el pretexto de conten tar a los católicos franceses ayu dando al Papa. E n realidad N apoleón es el único obstáculo para la unidad, pues el P apa apenas si tiene unos cuantos soldados a su servicio. Sólo cuando el em n erador retire sus tropas po rq u e son necesarias en la guerra franco-prusiana, V íctor M anuel ’ d .rá P apa se e n — e n tra r en R om a r y term inar la unidad italiana.— El -c a s s rfe . cierra, cautivo, en el V aticano y excomulga al rey. Q u ed a p or in corp o rar el T rentino, el Tirol e Istria. la Italia «irredenta».
Carta (secreta) del rey Víctor M a nuel al general Garibaldi, de 23 de ju lio de 1860. (Garibaldi recibió esa carta secreta al mismo tiempo que el siguiente mensaje oficial del rey, del mismo día): «General: Sabéis que no he aprobado vues tra expedición y no he querido tener nada que ver con ella. Pero hoy la di fícil situación de Italia me impone el deber de ponerme directam ente en relación con V. E. En caso de que el rey de Nápoles acceda a la total evacuación de Sici lia por sus tropas y se obligue a abs tenerse de ejercer influencia sobre los sicilianos y de hacer presión so bre ellos, de manera que tengan ple na libertad para decidir por sí mis mos su futuro gobierno, creo justo renunciar a toda ulterior contra N á poles. Si sois de otra opinión, me re servo expresamente toda mi libertad de acción y renuncio a cualquier m a nifestación sobre vuestros planes.»
La dirección que figura en el so bre decía así: «Al dictador General Garibaldi.» (El original está en pose sión del Conde le Litta Modignani. Milán). Recogido en G o t z W alter «Historia Universal», T. VIII, Libera lismo y nacionalismo (1848-1890), M adrid, Ed. Espasa Calpe, 1934, pág. 142, en A r m e s t o , J.: «Op. cit.», pág. 96.
98
La unidad definitiva
7.
La unidad alemana)
7.1. a,
Antecedentes
Raíces intelectuales
D el C ongreso de V iena A lem ania había salido dividida en 39 E s tados, sobre los cuales A ustria m antenía una hegemonía-- mtrral, pue§ presidía la D ieta federal. Sin em bargo, existía un m undo germ ánico, con su lengua, su civilización y su idiosincrasia, que había sido form u lado a principios de siglo (1808) por Fichte en sus «Discursos a la n a ción alem ana». D esde entonces no se dejó de pensar en esta idea n a cional. Filósofos com o H egel y sus discípulos se esfuerzan por encon trar argum entos para la unidad; historiadores como R anke y Droysen buscan en el pasado recuerdos que fundam enten un futuro unitario; poetas (H eine) e incluso músicos (W agner) exaltan las excelencias de la patria alem ana; en las universidades, profesores y estudiantes culti van la idea de una A lem ania unida com o símbolo de todos los E sta dos; hasta un periódico, el «D eutsche Zeitung», se dirige a la nación alemana. Sin em bargo, todos los intentos de unidad que los nacionalistas rea lizan antes de 1850 son abortados, ya que sobre ese m undo germ ánico se había producido una política de reacción conservadora y a A ustria le interesa m ás una A lem ania fraccionada que podía dom inar más fá cilm ente.
b.
Raíces económicas
La situación aduanera
Sin em bargo, a m ediados de siglo se produce un cam bio de coyun tura que va a hacer posible la unidad: en contraste con la política de restauración del A ntiguo R égim en, se crea un poderoso desarrollo econ ó m ic o (ííñ 1834T)jtendiendo a los deseos de la burguesía com ercial y m a n u fac tu rera lle las regiones del norte, reu n id a en la A sociación G e neral de C om ercio e Industria, que reclam aba la supresión de las ad u a nas, A ustria crea el Zollverein o unión aduanera. E sta prim era form a de m ercado com ún agrupaba, en 1852, a todos los E stados alem anes excepto A ustria. A dem ás, se construye una red de ferrocarriles antes que en Francia (6 000 km en 1850 y 20 000 en 1870). El «Z ollverein» y los ferrocarriles facilitan el com ercio y reactivan la industria: los in m ensos yacim ientos carboníferos del R uhr, Sarre y Silesia perm iten el rápido desarrollo de la m etalurgia (la producción de carbón de A le m ania en 1850 es la prim era de E u ro p a) y los beneficios de la agricul tura se invierten en el sector industrial; ju n to a ello se da un creci m iento dem ográfico, que supone el éxodo del cam po a la ciudad. Com o se ve, se estaban p oniendo las estructuras de la econom ía capitalista. Com o consecuencia de este enriquecim iento surge una nueva cla se, la burguesía capitalista e intelectual, que aspiraba la unificación del país en un E stado liberal y parlam entario. Pero, tem erosa de que se reprodujeran los disturbios revolucionarios, consiente en que la uni dad se realice «desde arriba» p o r Prusia, que por entonces daba la im a gen de un E stado m oderno y eficaz.
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De los excesos del mal debía sur gir el remedio, es decir, la voluntad de una reform a general, tendiendo a la libertad de los intercambios. La iniciativa partió de Prusia (...). Se trataba de dotar al Estado de unas finanzas sanas y, para lograrlo, hacer una política de intereses materiales, es decir, de desarrollo de la indus tria. la agricultura y el comercio, im posible de realizar sin una unidad económica, sin una libertad del do minio comercial. Pero éste estaba cortado por otros Estados alemanes, de m odo que e ra indispensable anexionar dichos Estados al sistema prusiano: toda la historia de la aso ciación aduanera procede de esa do ble necesidad.» La c o u r t G ay et , J.: «Historia del comercio», T. III. Vergara, Ed., Bar celona, 1958, págs. 397 y ss.
H Z o llverein 1 8 3 4 -1 8 0 4
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líneas de aduanas, peajes (...).
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«En cuanto al mercado interior, el panoram a no era más halagüeño. Alemania, desarmada comercial m ente en el exterior, se veía obliga da interiorm ente por un parcelamiento aduanero que paralizaba el tráfico. Prusia tenía 67 tarifas dife re n te s ; d e s d e H a m b u r g o h a sta Frankfurt era preciso atravesar 144
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7.2.
Etapas de la unidad
C on relación a los límites de la futura nación habíafdos provectos: \ el de la G ran A lem ania, que englobaría a todos los alem anes y al Im perio austro-húngaro en su totalidad, y la Pequeña A lem ania, que sólo quería to m ar de A ustria sus regiones alem anas. E sta segunda solución resultó inviable al declarar A ustria imposible la división de su Im pe rio. A nte esto la m ay o ría se inclina por una P equeña A lem ania sin A us tria, que era elíPTan de Bismarck. E n este proceso de unificación se en cuentran algunos rasgos com unes y algunas diferencias con relación al italiano: —\R a se n s comunes: ^ • E n los dos procesos hay un E stado que. M nexle eje en torno al "Tmal se hace la unidad: Piam onte y Prusia. • U n hom bre clave: Cavour y Bismarck. • U n a nación que obstaculiza la unidad: en el caso de Italia, F ra n cia; en el de A lem ania. Austria. — D iferencias: ^ • E n A lem ania tiene más influencia el nacionalism o que el libera lismo y, en vez de razones políticas y liberales, son más bien eco nómicas, m ilitares y culturales las que im pulsan la unificación. • La unidad se hace por plebiscitos en Italia y por los príncipes en A lem ania. • A lem ania está más dividida que Italia, pero no tiene reves-ex tran jeros. • Prusia logra la unidad por su propia fuerza, Piam onte debe apo yarse en la ayuda externa (Francia).
El resultado en am bos casos va a ser distinto: m ientras en Italia se llega a la unificación territorial y política bajo la form a de un reino, en A lem ania se crea una C onfederación. E n el cam ino que conduce a la unidad de la nación alem ana p u e den distinguirse tres etapas:
a. Guerra de los ducados Los ducados del sur de D inam arca (Schleswig, H olstein y Lauenburgo) eran de población alem ana, pero estaban gobernados por p rín cipes daneses desde 1815. A l m orir en 1863 el rey danés sin descen dencia m asculina, debían pasar a príncipes alem anes según la ley de los ducados y al danés según la danesa. Bism arck aprovecha la ocasión p ara p lan tear el problem a, pero com o sabe que la incorporación de es tos ducados a A lem ania supondría una cuestión peligrosa internacio nalm ente p orque sería alterar el C ongreso de V iena, involucra a A us tria. El ejército austro-prusiano los conquista y, en vez de in corporar los a la D ieta federal, se los reparten; H olstein para A ustria, y Schles wig y L auenburgo para Prusia.
b.
Guerra austro-prusiana Sin em bargo, la rivalidad austro-prusiana se acentúa: • Prusia firm a en nom bre del Zoiíverein un tratado com ercial con Francia suprim iendo los derechos de aduanas, y del que se ex cluye a la A ustria proteccionista. • Para atraerse a los liberales del Sur, Prusia p rom ete la reorgani zación de la C onfederación m ediante un P arlam ento de sufragio universal, lo que m olesta al régim en im perial y aristocrático de Viena.
Mapas de la unidad. Anexiones prusianas 1866
la n n o v e r
Berlín
IMPERIO DE RUSIA
Francfort 1866
Sadowa
AUSTRIA HUNGRIA
FRANCIA
Viena
Lim ites de la Confederación Germánica ITALIA
Las etapas de la unidad alemana. La unidad política fue preparada por la Unión aduanera (Zoiíverein), consti tuida bajo la dirección de Prusia y de la que Austria estaba excluida.
101
A n te la inm inencia del enfrentam iento, la política de Bism arck se dirige a aislar a A ustria internacionalm ente. P or un lado, aprovechan do su pasado diplom ático de em bajador en R usia consigue su apoyo con el recordatorio de la ayuda prestada con ocasión de la rebelión p o laca. D e o tra parte, pacta en Biarritz con el em perador francés su n eu tralidad a cam bio de posibles y vagas com pensaciones. Y por fin, se alia con Italia, que está tratando de expulsar a los austriacos de V enecia. Fue u n a guerra relám pago; en apenas quince días y ante la so rpre sa de E u ro p a, Prusia vence en Sadowa (1866). No obstante, había ra zones p ara la victoria: el m ejor adiestram iento del ejército prusiano, que B ism arck había encargado reform ar al general M oltke; la superio ridad de las arm as (fusil de retrocarga), y el m ayor desarrollo de las com unicaciones. E n el T ratado de Praga se autorizan la exclusión de A ustria de la futu ra A lem ania, la supresión de la C onfederación G erm ánica y la li bertad p a ra que Prusia organice los E stados al norte del M ain. Con ello B ism arck form a la C onfederación de A lem ania del N orte después de anexionarse los ducados daneses y los Estados que separaban la Renania y la Prusia oriental. Sólo quedan los E stados católicos del Sur, y Bism arck piensa que el único m edio para incorporarlos es encontrar una causa com ún que les una para luchar.
c.
Guerra franco-prusiana
P or aquellos m om entos N apoleón III se sentía desprestigiado y e m - ' pequeñecido por el ascenso de Prusia tras Sadowa: Carta al emperador, de su ministro Magne
.
«Los rápidos progresos y las presuntuosas pretensiones de Pru sia inquietan hasta a los espíritus más tranquilos. El sentimiento na cional se sentiría profundam ente herido si Francia no hubiera ob tenido más que la aparición en sus fronteras de dos vecinos peli grosos por el poder desmesuradamente acrecentado. Todo el m un do dice que la grandeza es una cosa relativa y que un país puede ser disminuido, permaneciendo el mismo, si nuevas fuerzas se acu mulan a su alrededor.» En G ir a r d , L.: «Op. cit.», pág. 332.
P ara salvar su prestigio el em perador pide «com pensaciones te rri toriales» en R enania, Luxem burgo y Bélgica. Pero Prusia, que las lla m a «propinas», se las niega y aprovecha la ocasión para suscitar el re celo de R usia e Inglaterra ante los deseos de N apoleón III. Se con vierte así en salvaguarda de E uropa. Los Estados del Sur, tem iendo ser vir de com pensaciones, firm an tratados m ilitares por lo que ponen sus tropas bajo m ando prusiano. Y a está hecha la unión económ ica y m i litar, sólo falta la política. E n este am biente de tensión franco-prusiana irrum pe el problem a sucesorio español. Bismarck había suscitado la candidatura del prínci pe prusiano L eopoldo de H ohenzollern al trono español, vacante por la caída de los B orbones en la revolución de 1868. A nte la protesta de F rancia, que tem e la resurrección del im perio de Carlos V, el príncipe renuncia; pero N apoleón quiere más, quiere que el rey de Prusia ga rantice que jam ás apoyará una candidatura sem ejante. La negativa de
G uillerm o I es cortés, ñero B ism arck redactó p ara la prensa un resu men tendencioso v hum illante o ara Francia, que sé conoce con el nom bre de «telegram a de E m s». A este insulto Francia responde con la declaración de guerra. Al en trar en ella la superioridad prusiana era total: m ás hom bres (400 000 frente a 300 000) fruto de la im plantación del servicio m ilitar univer sal; m ayor capacidad de sus m andos (los generales franceses creían aún que las operaciones m ilitares debían apoyarse en plazas fortificadas, m ientras que los prusianos practicaban inigualablem ente la guerra ofensiva y de m ovim ientos), y m ejor arm am ento. En quince días los ejércitos franceses son d errotados p o r el gene ral M oltke en tres batallas: la de Forbach, que le abre la p u erta de Lorena, y las de Freschw iller y E strasburgo, que le perm iten acceder a Alsacia y definitivam ente, en Sedán, el general M ac-M ahon es venci do y el em p erad o r hecho prisionero. La resistencia continúa, sin em bargo, en París, donde se ha declarado la R epública, pero, tras el blo queo alem án la ciudad capitula el 28 de enero de 1871. D iez días an tes Bism arck había proclam ado el II Im perio alem án en la G alería de los Espejos del Palacio de Versalles. E n tre Francia y Prusia se firm a la paz de F rancfort, p o r la que Francia cede al Im perio alem án A lsa cia y una p arte de L orena con M etz, y se com prom ete a pagar una in dem nización de cinco mil m illones de francos oro; m ientras no los p a gue, perm an ecerá en Francia un ejército prusiano costeado por los franceses. El Im perio alem án surge, p o r tanto, del hundim iento del Segundo Im perio francés y de la m utilación de Francia, lo que provocará un an tagonism o en tre am bos países que d u rará hasta el final de la II G uerra M undial. No obstante, hay que reconocer que la paz de Francfort san cionaba, después de una breve p reponderancia francesa, el estableci m iento de la suprem acía alem ana en el continente.
Telegrama de Ems
«El embajador francés ha dirigido a su Majestad el Rey la petición de autorizarle a telegrafiar a París que el Rey no se comprometía de ningu na manera a dar su consentimiento de que los Hohenzollern no volve rían a su candidatura. Su Majestad ha rehusado recibir al embajador francés y le ha hecho decir por su ayuda de campo que no tenía más que comunicarle.»
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8.
Aparición y desarrollo de los Estados Unidos de América
E ntre 1607 y 1703 los ingleses habían establecido en la costa o rien tal am ericana trece colonias, que, en 1763, están pobladas ya por m i llón y m edio de habitantes. E conóm icam ente están sujetas al pacto co lonial, que las obliga a com erciar únicam ente con la m etrópoli, y se d e dican a la agricultura, sobre todo las del Sur, donde una gran m asa de esclavos negros trabaja en las plantaciones de algodón, tabaco y arroz para una m inoría de aristócratas blancos. Políticam ente todos son súb ditos de la C oro n a británica, que nom bra un g obernador dotado de la máxima autoridad en cada colonia, y aunque existen asam bleas colo niales, su p o d er real es muy restringido (sólo votan las leyes que el P ar lam ento perm ite). E n estos m om entos no existe lazo alguno de unión entre las colonias ni tam poco señal de separatism o. Sin em bargo, en el últim o tercio, del s id o X V III estas trece colo nias van a realizar una revolución que, adem ás de llevarlas a la inde pendencia de b T m e tío p o I íT l^ en sím bolo y precedente del círculo revolucionario europeo que em pieza a finales del mismo siglo X V III y continúa en la p rim era m itad del X IX (V éase T em a 2). 103
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ESTADOS UNIDOS EN 1783
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8.1.
Revolución e independencia
A raíz de un conjunto de acciones del rey tendentes a revalorizar la «prerrogativa real», se desencadena el proceso revolucionario que culm ina con la independencia de las colonias: • E n Í763)las colonias reciben la prohibición de establecerse en los territorios ganados a Francia y com erciar con puertos no bri tánicos. • P ara sufragar los gastos de la guerra de «los siete años» el rey establece la «Stam p Act» o ley del tim bre sobre los docum entos y publicaciones. • Las A sam bleas coloniales protestan (revuelta de los privilegia dos) porque no han sido consultadas y solicitan representantes am ericanos en el P arlam ento de Londres. Inglaterra suprim e la «Stam p A ct», pero establece un nuevo im puesto sobre el té (p ro ducto que los am ericanos consum ían en grandes cantidades), y lo hace precisam ente en un m om ento en que, por la «O uebec A ct», se garantiza al C anadá francés el uso de su lengua, reli gión e instituciones. U n grupo de am ericanos disfrazados de «pieles rojas» echan al m ar el cargam ento de tres barcos de té en Boston. Es el com ienzo de la guerra, que se hace internacional cuando intervienen Francia, E spaña y H olanda. Los delegados de las trece colonias, reunidos en Filadelfia, prom ulgan la D e^Lar a cióji de Independencia y vencen a los ingleses en Saratoga y Y orktow n. Por el T ratado de V ersalles (1783) Inglaterra re conoce la independencia de E stados U nidoTy devuelve Florida a E sp a ña.
Textos básicos sobre derechos humanos «Cuando, en el curso de los acontecimientos humanos, se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto, se parado e igual, a que las leyes de la naturaleza, y del Dios de esa naturaleza, le dan derecho, un justo respeto al juicio de la hum a nidad le obliga a declarar las causas que lo impulsan a la separa ción. Sostenemos por evidentes, por sí mismas, estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los goberna dos; que siempre que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reform arla o a abo liría, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos princi pios, y organizar sus poderes en la forma que a su juicio sea la más adecuada para alcanzar la seguridad y felicidad. La prudencia, cla ro está, enseña que no se deben cambiar por motivos leves y tran sitorios gobiernos de antiguo establecidos (...) Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, dem uestra el designio de so m eter al pueblo a un despotismo absoluto, tiene el derecho, tiene el deber, de derrocar ese gobierno y establecer nuevas garantías para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de es tas colonias (...) , Por tanto, los representantes de los Estados Unidos de Améri ca convocados en Congreso General, tomando como testigo al Juez Supremo del Universo de la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, so lemnemente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e Indepen dientes, que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como E s tados Libres e Independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Esta dos Independientes.» Ed. por Gregorio P e c e s -B ar ba M a r t ín e z y L ib o r io H ie r r o Sá n c h e z -P e s c a d o r , Madrid, 1973, págs. 80-82. ■ J
El nuevo régim en no se organiza jurídicam ente hasta 1787, fecha en que la C onstitución sustituye a los A rtículos de la C onfederación de 1781. E n esta C onstitución se recogen las ideas liberales y dem o cráticas: una R epública federal, sistem a librecam bista, un presidente con am plios poderes (régim en presidencialista) y separación de po d e res. " ‘
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8.2.
Los principios de la Unión (1789-1829)
Los años com prendidos entre 1789 cuando tom a posesión el p ri m er presidente, W ashington^ v 1_829, en que em pieza la era Jacksonia^ na, p re sencian el proceso de consolidación de la independencia: la p o : blación pasa a 9 638 000 habitantes; la econom ía de m ercado sustituye a la rural en el N orte; territo rialm en te la nueva nación crece hacia el
O este en varios E stados más, y políticam ente aparecen los prim eros p artid o s en -el interior y en el ám bito internacional se tom a úna posi ción distintiva auspiciada p o r M onroe bajo el lem a «A m érica para los am ericanos». No obstante, com ienzan ya los conflictos entre los E sta dos del N orte, no esclavistas y m ás poblados y, por tanto, con m as re p resentantes en el Parlam ento, y los del ,Sur-, esclavistas y que desean ten er la m ism a representación parlam entaria com o garantía de la no abolición de la esclavitud. E n tre am bos se alcanza el Com prom iso de sM ísó tín [3 fie d eterm ina la adm isión de la esclavitud al sur de los 36° oO Tnííentras al n o rte de esta latitud perm anece prohibida.
8.3.
La democracia de Jackson y el crecimiento del país (1829-1861)
E n este período se producen la transform ación de la vida política, el crecim iento dem ográfico y económ ico y una expansión territorial. i
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deral, una sociedad más igualitaria y un m ayor liberalism o eco nóm ico; m ientras el otro partido, él R epublicano, propugna pos turas m ás conservadoras en los fórrenos político y económ ico. Otra, la dem ocratización. Con Jackson llega al poder la política del oeste, individualista e igualitaria, frente a la burguesía con servadora del Este. Se establece el sufraeio universal v se gene raliza el «spoil system» (los puestos políticos y adm inistrativos se d an a los partidarios políticos, no a los más com petentes). E ste era el espíritu de «frontera», del hom bre que debía valerse a sí mismo. • E l aum ento demográfico: se pasa de 9 m illones en 1820 a 32 en 1860 a causa del crecim iento natural de la población y, sobre todo, de la inm igración europea (ingleses, irlandeses y alem a nes), que perm ite la colonización del O este, sobre todo desde el descubrim iento de oro en C alifornia en 1848. • E l desarrollo económico: favorecida p o r el oro y la m ano de obra abundante, la econom ía crece en todos los aspectos: en indus tria en torno a los centros fabriles del NE; en agricultura, que se m oderniza de norte a sur; en com ercio, con el desarrollo de los transportes, en particular del ferrocarril.
N udo ferroviario Erie Railroad, de New York.
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• L a expansión territorial: p o r un acuerdo con Inglaterra se incor p o ra com o E stado a la U nión la región de O regón, húm eda y boscosa, que después de las estepas de M isouri había parecido un paraíso a los colonos. Los sudistas, en cam bio, están in te re sados en Texas y M éxico. Texas, poblado p o r los sudistas, se in dependiza de México en 1835 y es adm itido en la U nión, lo que provoca una g u erra en tre México y E stados U nidos; tras la cual, p o r el T ratad o de G uadalupe H idalgo, E stados U nidos se anexio na no sólo Texas, sino tam bién Nuevo M éxico y California.
8.4.
La guerra de secesión (1861-1865)
C on las nuevas anexiones los E stados U nidos adquieren las fron teras actuales; sólo falta Alaska, que se com prará a R usia en 1867. Pero es ahora, en pleno triunfo, cuando las rivalidades entre pro-es clavistas y anti-esclavistas p onen en peligro la U nión. El hecho de que C alifornia solicitara la en trad a en la U nión com o estado no esclavista pese a estar situado p o r debajo de los 36° es una denuncia del com prom iso de M isouri, que es ah o ra sustituido p o r el principio de dejar a la población de los nuevos E stados la decisión de aceptar o no la es clavitud. Surge un nuevo partido, el R epublicano, que se convierte en m ayoritario con la adhesión de los países del N orte, los pioneros del O este y los no esclavistas, y lleva a la presidencia en 1860 a un hom bre del O este, republicano y antiesclavista, A braham Lincoln. Los su distas responden form ando una C onfederación independiente con Jefferson Davis com o presidente. E m pieza así la g uerra civil de secesión, que dura cuatro años y term ina con la victoria del N orte. La U nión se ha salvado y la esclavitud desaparece. E n la guerra se distinguieron, el general Lee p o r los sudistas y los generales G ran t y Sherm an por los del N orte.
ESTADOS UNIDOS EN EL SIGLO XIX C edido por INGLATERRA
Posesión inglesa
1803 LIMITE DE LOS ESTADOS ESCLAVISTAS
p R Á c F P
Comentario de textos
D ocum ento 1 «Som os un pueblo de 21 ó 22 m illones de hom bres, conocidos desde tiem pos inm em o riales con un mism o nom bre —el de pueblo italian o — encerrados en los lím ites naturales más precisos que D ios haya trazado nunca, el m ar y las m ontañas más altas de E uropa, que hablan la m ism a lengua m odificada por dialectos m enosñlrsíintos en tre sí que el es cocés y el inglés, con las mismas creencias, las m ism as costum bres, las mism as tradicio nes, con diferencias m enores que las que se p aran las poblaciones vascas de las bretonas en Francia, el país m ás unitario del m undo; orgullosos del pasado político, científico, a r tístico m ás glorioso de to d a la historia e u ro pea...
No tenem os bandera, no tenem os nom bre político ni puesto entre las naciones eu ro peas. E stam os divididos en ocho estados..., cada uno independiente de los dem ás, sin alianzas, sin objetivos com unes, sin enlaces entre ellos. O cho líneas aduaneras limitan nuestros m ercados y nos im piden crear gran des industrias, y grandes actividades com er ciales... Todos estos estados, así divididos, es tán dirigidos por gobiernos despóticos... Allí no existe libertad de prensa, ni de asociación, ni de palabra, ni de enseñanza.» M a z z in i. «Italia, Austria y el Papa» 1845, en B o u i l l o n y otros. «Histoire 1848-1914.» Ed.
Bordas, París, 1978.
C uestiones 1. 1 3. 4. 5. 6.
Sitúa cronológica e históricam ente el texto. A verigua lo que puedas del autor con los libros a tu alcance. Explica las razones que apo rta el autor p ara justificar el nacionalism o italiano. R azona cuál era la fórm ula política que deseaba M azzini para una Italia unida. A verigua, p o r el libro o por otros a tu alcance, la intervención-de-M azzini en la revolución del 48. ¿Puedes en co n trar en el docum ento factores que, según el autor, im pidan la unidad italia na?
D ocum ento El acto del 2 de diciem bre ha derro tad o a todos los revolucionarios, a todos los socia listas, a todos los bandidos de Francia y de E u ro p a (...). V otar contra Luis N apoleón es dar la razón a la revolución social, es llam ar a la d ictadura de los rojos a reem plazar a la dictadura de un príncipe que ha rendido, des de hace tres años, incom parables servicios a la casa del orden y del catolicism o (...). V o ta r a favor de Luis N apoleón es arm ar el p o d er tem poral, el único p o d er posible hoy, de
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la fuerza necesaria para dom ar al ejército del crim en, para defender nuestras iglesias, nues tros hogares, nuestras m ujeres contra aque llos que nada respetan, que atacan al pro p ie tario, y cuyas balas no respetan a los curas (...) mi elección está hecha (...) p o r la socie dad contra la revolución. Carta de M ontalembert a L uis Veuillot p u blicada en E l Universo, el 14 de diciem bre de 1851, en ARMESTO, J.: «Op. cit.», pág. 72.
Cuestiones 1. Sitúa cronológica e históricam ente el texto; fíjate para ello en los personajes que aparecen y en los hechos que se narran. 2. A naliza las razones del autor p ara v otar a favor. 3. Busca en el tem a del libro a qué elecciones se refiere y qué acontecim iento las provocó.
Sedimente 3 La d o ctrin a de M onroe «El Gobiern® de los E stados U nidos (...) ha juzgado ocasión propicia p ara declarar, com o un principio que involucra los derechos e intereses de los E stados U nidos, que los continentes am ericanos, p o r la condición de libertad e independencia que han asum ido y m antienen, no han de ser considerados en lo sucesivo com o lugar de futu ra colonización por parte de ninguna p otencia europea... Los ciudadanos de los E stados U nidos abrigan sentim ientos de la m ás sincera am is tad en relación con la libertad y el b ienestar de sus sem ejantes de aquel lado del A tlán ti co. N unca hem os tenido p arte alguna en las guerras de las potencias europeas cuando han sido provocadas p o r asuntos que concer nían sólo a ellas y nuestra política no mira tam poco a tales objetivos. A cusam os las ofensas y nos p reparam os a defendernos ú n i cam ente cuando son pisoteados nuestros de rechos o cuando se ven seriam ente am enaza dos. (...) y declaram os que tendríam os por peligroso p ara nuestra paz y seguridad cual quier intento p o r su p arte de q u erer exten der su sistem a a cualquier región de este h e misferio. N osotros no nos hem os interferido ni nos interferirem os en las colonias y d e p en dencias existentes, p ertenecientes a las p o tencias europeas. Pero con los G obiernos que han declarado su independencia y la han m antenido y cuya independencia hem os re
2.
conocido basándonos en consideraciones y principios justos, no sabríam os juzgar cual quier interferencia encam inada a oprim irlos o a controlar sus destinos bajo cualquier otra form a por parte de una potencia europea, que com o la m anifestación de una actitud de enem istad frente a los E stados U nidos. (...) Los últim os acontecim ientos ocurridos en E spaña y Portugal dem uestran que E uropa todavía no se encuentra afianzada. (...) Es im posible que las potencias aliadas extiendan su sistema político a una parte cualquiera de uno y otro continente sin p o ner en peligro nues tra paz y bienestar; com o tam poco cree n a die que nuestros herm anos del sur, de dejar lo a su albedrío, adoptasen por propia volun tad dicho sistem a. Es igualm ente imposible, pues, que nosotros juzguem os esta interfe rencia con espíritu indiferente. Si considera mos la fuerza y recursos respectivos de E sp a ña y de aquellos nuevos gobiernos y la dis tancia que separa una de otros, resulta evi dente que ella nunca logrará som eterlos. Si gue siendo auténtica política de los Estados U nidos dejar a las partes valerse por sí mis mas, en la esperanza de que otras potencias adoptarán la m ism a actitud...» H h n ry S t e e l e Com mager: «Documents o f American Histoiy», II. Nueva York 1944, págs. 235-237, en Giralt, Orga y Roig: «Op. cit.», pág. 277-278. ’................. ' ' "
Temas de profundización y debate
E n este tem a hay m uchas sugerencias de trabajo: aportación de los nacionalism os a la uni dad; aislam iento de G ran B retaña; afán de prestigio de Francia; «II R isorgim ento» en Italia; im portancia de la fro n tera en USA , etcétera. Proponem os trabajar sobre el «Zoiíverein»; su fecha de form ación es de 1834, pero el p ro ceso em pezó m ucho antes. ¿C óm o influye prim ero en la integración económ ica y luego en la unificación política? El juego de las fuerzas librecam bistas de Prusia y proteccionistas de A us tria, etcétera.
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PPJPPPPPPJ ■ A dem ás de la bibliografía que figura al principio del T em a pueden consultarse tam bién los siguientes títulos específicos: D r o z , J.: «Historia de Alem ania. L a form ación de la unidad alemana, 1789-1871.» Vicens V i ves, B arcelona, 1973. TILLY, R.: «The Zollverein.» Cam bridge, 1959.
3.
Testimonios
• Literarios Sobre el nacionalism o italiano, «Corazón», que tiene narraciones de tipo heroico como la del pequ eñ o p atrio ta paduano, «El tamborcillo sardo», am bos de fácil lectura, de D e Amicis. Las condiciones de vida de los cam pesinos rusos bajo el zarism o se traslucen en las novelas de F ed o r D ostoievski y de Iván Turgueniev. Diapositivas C arp eta núm ero 31, T om o X V I de la «H is toria del m undo». E dit. A ncora, B arcelona, sobre el nacionalismo americano. Discos F. de «Lo que el viento se llevó».
A udiciones de V erdi especialm ente, iden tificado con el nacionalism o italiano (p. ej. «N abuco») y de R. W agner, inspirado en las tradiciones germ ánicas.
Filmes
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John Wayne en «El Alamo».
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Sobre el nacionalismo italiano: «El gatopardo», de L. Visconti, que refleja las gestas n a cionalistas de G aribaldi en el Sur de Italia y describe, a la vez, la im portancia que va co brando la burguesía frente a una aristocracia ya casi anacrónica; y «Viva Italia», de R o b e r to Rosselini. Sobre la unificación alemana: «Luis II de B aviera», de L. V isconti. Sobre la época victoriana: «O liver Twist», de D. Leab, 1948, y «La últim a carga», de T oni R ichardson. Sobre E stados Unidos: «La conquista del O este», de J. F o rd y otros; «El A lam o», de J. W ayne; y «Lo que el viento se llevó», de V. Flem ing.
La barca de Dante o el «manifiesto de la estética nueva», de Eugéne Delacroix. Tanto el asunto tratado (Dante y Virgilio) como el dramatismo de las figuras y los efectos de luz son característicos de la pintura romántica.
Las grandes corrientes culturales Contenidos 0. 1. 2. 3. 4.
5. 6.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. Romanticismo: características. El pensam iento filosófico. El Realismo. El Naturalismo. Prácticas.
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BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • BELMONTE, Isabel y otros: «Textos literarios para la Historia Contemporánea.» D ebate,
M adrid, 1986. R eúne m aterial muy útil p ara la realización de prácticas. • H a ü SER, A.: «Historia social de la literatura y el arte.» G uadarram a, M adrid, 1964.
U no de los m anuales más sugerentes p o r el análisis de las relaciones de las dos disciplinas. • H u y g h e , René: «El arte y el hombre.» P laneta, B arcelona, 1966.
Tres volúm enes. Se trata de un estudio del arte de form a paralela al fenóm eno hum ano y a las civilizaciones.
«No se puede concebir el siglo X IX como una unidad. E n cuanto se acerca a la cincuentena, se rom pe y parece re nunciar a las am biciones opuestas del clasicismo y del R o m anticism o, cuya lucha le absorbía hasta aquí; las sustituye brutalm ente p o r otros afanes, por otras perspectivas. Los clásicos estaban vueltos hacia el pasado com o hacia un m o delo, los rom ánticos hacia lo «demás» com o hacia una eva sión im aginaria. Los realistas, puesto que son éstos los que ah o ra en tran en liza, no quieren ver ya en el presente más que lo R eal, pero como p renda del porvenir prom etido por u na divinidad nueva: el Progreso. Se rom pe con todo un m undo viejo cuya p erennidad quería asegurar el clásico; nobasta ya con eludirlo com o el rom ántico, refugiándose en sí mismos y en el ensueño interior, sino que se quiere resuel tam en te un m undo n u ev o /fu n d ad o en lo concreto y se abor d a su edificación.» H u y g h e , R ené: «El arte y el hombre.» P laneta, B arcelona, 1967, Yol. 3, pág. 338.
112
1.
Introducción
A lo largo del siglo X IX E u ro p a asiste al triunfo del liberalismo, que sustituye las m onarquías absolutas de la R estauración por siste mas constitucionales y dem ocráticos. D e m odo paralelo al cambio p o lítico se constituye una nueva sociedad, la burguesa, con su propio gus to, su propio estilo y su p ropia cultura. E n conjunto resultará una cul tura más am plia y cercana a la realidad social, m enos oficialista y aris tocrática que la del siglo X V III, que va a reflejar m ejor el entram ado social y político en que se m ueve, exaltándolo unas veces y criticándo lo otras. Precisam ente por ese acercam iento a la sociedad y a la polí tica, y dependiendo de cada m om ento histórico, surgen diversos m o vim ientos culturales y filosóficos, que no son más que la expresión del estado de ánim o colectivo en d eterm inados m om entos históricos. Esos m ovim ientos son: R om anticism o, Idealism o, Realism o, Positivismo y N aturalism o.
2.
El Romanticismo: características
A dem ás de un m ovim iento cultural el R om anticism o es una form a de en ten d er el m undo y un nuevo m odo de com portam iento hum ano que se da en E u ro p a occidental en la p rim era m itad del siglo XIX . Se p ueden distinguir en él dos fases: 1. D esde principios del siglo hasta los años veinte; se trata de un R om anticism o conservador que nace com o reacción contra el neocla sicismo; de ahí que el alem án Schlegel lo defina com o una corriente contraria a las form as clásicas, y que vaya de la m ano de la R estau ra ción; en suma, este p rim er rom anticism o es un m ovim iento pegado a la tradición, enem igo de la ilustración y glorificador del hum anism o cristiano. 2. D esde los años veinte hasta 1848, aproxim adam ente, en que, por las características de libertad e individualism o, se identifica con el liberalism o revolucionario y apoya las revoluciones de 1830 y 1848; es el R om anticism o liberal de la p eq u eñ a burguesía, que entiende la re a lidad com o algo p o r venir, que está haciéndose.
«El Romanticismo no se encuentra precisam ente en la elección de los temas ni en la verdad, sino en la m anera de sentir. Lo han buscado fuera y es dentro donde sólo puede encontrarse. Para mí el Romanticismo es la expresión más reciente, la más actual de la belleza. (...) Quien dice Romanticismo dice arte moderno —es decir, in timidad, espiritualidad, color, aspiración hacia el infinito, expresa dos por todos los medios que tienen las artes.»
Vision celeste á l ’usage de Paul Chenavard, de Charles Baudelaire. (Bi blioteca Literaria de Jacques Doucet, París).
B a u d e l a i r e , Charles: «Salón de 1846», en G i r a r d , Louis «Op. cit«», pág. 434.
113
Las características de este R om anticism o liberal son: • Exaltación de los sentimientos: E n particular de la sensibilidad y de la im aginación. P ara los clásicos del siglo X V III la razón h a bía sido la señora de las facultades del hom bre, la más im por tante, p o rq ue tenía un valor universal; m ientras que la sensibili dad y la im aginación eran secundarias porque podían ser influi das p o r los factores físicos (por el tem peram ento, por ejem plo); de ahí que el neoclasicism o hiciera de la razón la norm a de la belleza artística (canon) y de la vida (sentido com ún). Los ro m ánticos, en cam bio, resaltan m ás los sentim ientos porque des cubren lo propio de cada ser hum ano; de ahí su carácter indivi dualista frente a la universalidad de la razón, pues «un pensa m iento profundo sólo puede ser alcanzado p o r un hom bre de profundo sentim iento». Precisam ente por el predom inio del sen tim iento, la sensibilidad y la im aginación sobre la razón, el ro m ántico es un ser inquieto, rebelde, que no acepta la realidad en que se encuentra y quiere evadirse de ella m ediante el suici dio, la soledad o la utopía. La reina de las facultades «En estos últimos tiempos hemos oído decir de mil maneras dis tintas: “copiad la naturaleza, no copiéis nada más que la naturale za. No hay nada más grato ni con lo que se alcance mejor triunfo que una copia excelente de la naturaleza.” Y esta doctrina, enemi ga del arte, pretendía aplicarse no solamente a la pintura, sino a todas las artes, incluso a la novela y a la poesía. Es el análisis y la síntesis; y, sin embargo, los hombres hábiles en el análisis y suficientemente aptos para hacer un resumen pue den estar privados de imaginación. Es esto y también no lo es to talmente. Es la sensibilidad y, sin embargo, hay personas muy sen sibles quizá, que están privados de ella. Es la imaginación la que ha enseñado al hombre el sentido moral de los colores, de los con tornos, del sonido y del perfume. H a creado, al comienzo del mun do, la analogía y la metáfora. Descompone toda la creación y con los materiales am ontonados y dispuestos según unas reglas de las que no se puede encontrar el origen más que en lo más profundo del alma, crea un mundo nuevo y produce la resurrección de lo nue vo. Como ha creado el mundo (esto se puede afirmar, creo, inclu so en un sentido religioso), es justo que lo gobierne. ¿Qué se diría de un guerrero sin imaginación?» B a u d e l a i r e , Charles: «Salón de 1859.» Cartas al Señor Direc tor de La Revue Franqaise. Recogido en: «Fuentes y Documentos para la Historia del Arte», Vol. VII, «Ilustración y Romanticismo», Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1982, págs. 343-345.
• Defensa de la libertad: La exaltación de los sentim ientos, del «yo» individual, exige la desaparición de to d a norm a. El térm ino de referencia del rom ántico es el propio «yo», no un conjunto de norm as y principios, lo que lo convierte en un abanderado de la libertad, ya sea en política (liberalism o), econom ía (librecambism o), arte (ru p tu ra con las norm as y reglam entación del neocla sicismo y prim acía de la inspiración) o cualquier otro com porta m iento hum ano. • Sentim iento de la naturaleza: Los rom ánticos buscan la n a tu ra leza com o fu ente de to d a verdad y refugio para la soledad y la
evasión. E n la n atu raleza y en el paisaje ven la libertad, lo no sujeto a norm as, y en ella en c u e n tra n la inspiración. H uyen de la ciudad al cam po p a ra p o n erse en contacto con la naturaleza o buscan tierras exóticas (N uevo M undo, O rien te), donde p re ten d e n reco n q u istar los p araísos p erd id o s y el encanto de la vida prim itiva. • A m o r hacia las culturas nacionales: Se considera a cada país como un individuo colectivo, de ahí que se ensalce lo propio de cada uno, su «yo» colectivo, su personalidad cultural e histórica. Por eso se estudia su pasado, co ncretam ente su historia medieval, donde se piensa que residen las raíces nacionales: allí se form a ron sus lenguas, sus costum bres y su folklore. El Rom anticism o, de esta m anera, contribuye a la form ación del nacionalism o. • Estética romántica: Está, lógicam ente, muy unida a la ética ro m ántica y se basa en tres puntos: belleza, verdad y bien. P or be lleza se entiende, no lo que está en conform idad con un canon, sino algo que crea la im aginación, que tiene en sí potencia para crearlo. La razón se lim itaría a o rd en ar lo que la im aginación ha creado. P or verdad, no las verdades abstractas, hijas de la razón, sino los fenóm enos que se dan en la realidad. É sa es la verdad que hay que describir y analizar; y com o consecuencia de ese an á lisis se adquiere conciencia social. P or bien se entiende la solu ción a los problem as sociales; el «yo» individual y el «yo» colec tivo se funden. «Ah, insensato, ¿qué crees, que yo no soy tú?», decía V íctor H ugo. Y V an Tieghem dijo: «Los rom ánticos qui sieran ser el eco sonoro de todas las aspiraciones de su tiem po.»
2.1
Literatura romántica
A quí es donde m ejor se n o tan los caracteres del Rom anticism o. El escritor reclam a libertad frente a las reglas del clasicismo: suprim e la división de géneros y las tres unidades del teatro; se deja guiar por la im aginación y la sensibilidad en vez de por la razón, de ahí el exotis m o y la preferencia de O riente fren te a las clásicas G recia y Rom a. • En F ran cia el R om anticism o triunfa tardíam ente, hacia 1827, porque el peso del clasicismo es más fuerte; lo hace de la m ano de C hateaubriand («El genio del C ristianism o») y m adam e Stáel, y abarca las obras históricas, la novela, la poesía y el teatro. En obras históricas destaca L am artine («Las m editaciones»), Guizot y Thierry. La novela era el género dom inante, podría decirse que rep resen tab a p ara el pueblo de la época lo que el cine y la televisión en la actualidad. D estacan G eorge Sand, Stendhal («R ojo y negro») y V íctor H ugo («Los m iserables»), que hacen novelas sentim entales y de análisis de las em ociones. El teatro, que rechaza la regla de las tres unidades, tiene su principal re presen tan te en V íctor H ugo con «H ernani», en cuyo prólogo hace un m anifiesto del Rom anticism o. El manifiesto romántico
(...) Por trabajoso que nos sea el presente, será hermoso el por venir. El Romanticismo, que se ha definido mal muchas veces, mirándolo sólo bajo su aspecto militante, sólo significa la libertad en
Ilustración de «Rojo y negro», de Stendhal.
115
la literatura. La mayoría de los hombres pensadores lo van com prendiendo de este modo, y dentro de breve tiempo la libertad li teraria será tan popular como la libertad política. La libertad, tan to en el arte como en la sociedad, debe ser el doble objetivo a que aspiren los espíritus consecuentes y lógicos; debe ser la doble ban dera que reúna a toda la juventud, tan fuerte y tan paciente ahora, y al frente de esa juventud lo más selecto de la generación que nos ha precedido, a esos sabios ancianos que, pasado el primer mo mento de desconfianza y después de concienzudo examen, han re conocido que lo que hacen sus hijos es consecuencia de lo que ellos hicieron y que la libertad literaria es hija de la libertad política (...). La verdad y la libertad tienen la excelencia de que todo lo que se hace en pro o en contra de ellas sirve de igual modo. Después de los grandes esfuerzos que practicaron nuestros padres y que noso tros hemos presenciado, hemos conseguido salir de la antigua for ma social, y tenemos que salir también de la antigua forma poé tica. (...) !
UkSÍMR rt.vV'I
El principio de libertad literaria, comprendido y aceptado por los que leen y meditan, lo acepta también la inmensa multitud que, ávida de las puras emociones del arte, inunda todas las noches los teatros de París. La poderosa voz del pueblo, semejante a la de Dios, quiere que desde hoy en adelante la poesía ostente la misma divisa que la política: tolerancia y libertad. A hora que hay ya pú blico, puede venir el poeta. El público quiere esta libertad como debe ser, conciliándola
Caricatura deVíctor Hugo, patriarca del Romanticismo francés, aparecida en «El Charivari».
con cl ordcn cn f Lslado -v ,c o n cl artc cn la literatura. La libertad P °See Clerta Prudencia’ que ^ es pro p ia, y sin la cual no es com ple-
H u g o , V íctor, del Prefacio de Hernani, 9 de m arzo de 1830.
• E n A lem ania el m ovim iento rom ántico cuaja con m ás fuerza gra cias a la existencia, a fines del siglo X V III, de un m ovim iento p re paratorio, el Sturm und Drang (em puje y tem pestad), que exal taba la libertad y las pasiones. H ay una prim era generación en la que destacan G oethe, con su obra W erther (su protagonista se suicida), los herm anos Schlegel, Novalis y los herm anos G rim m , que son los verdaderos teóricos del Rom anticism o. O tra generación, veinte años m ás tarde, está represen tad a por la es cuela de Suabia, con U hland, Schwab y K erner. D espués de 1830 el R om anticism o declina; sigue escribiendo R eine, el m ejor p o e ta alem án, refugiado en París, pero es una especie de desterrado en el espacio y en el tiem po.
«Un hombre formado según las reglas jamás producirá nada ab surdo y absolutamente malo. Sin embargo, y dígase lo que se quie ra, toda regla asfixia los verdaderos sentimientos y destruye la ver dadera expresión de la naturaleza. ¡Oh, amigos míos! ¿Por qué el torrente del genio se desborda tan de tarde en tarde?» G
o eth e,
Johann Wolfgang: «Werther.»
• En G ran B retañ a y en los países del N orte el R om anticism o fue más tem prano, quizás porque el clasicismo allí era im portado y artificial p o r lo que tenía de latino en un m undo anglosajón. Se distinguen dos generaciones tam bién: U na, hasta 1815, la de los 116
«lakistas», llam ados así p o r su preferencia p or la región de los lagos de C um berland, y que está com puesta p or W illiam W ordsw orth, Sam uel Taylor Coleridge, R o b ert Southey y W alter Scott. O tra, a p artir de 1815, rep resen tad a p o r lord Byron, Percy Bysche Shelley y Jo h n Keats. • En España se diferencian claram ente los dos rom anticism os; el histórico y tradicional, represen tad o p o r A lberto Lista y Agustín D urán, y el liberal^ que tiene su apogeo en tre 1834-1840 (en 1835 se estrena «D on A lvaro o la fuerza del sino», del D uque de Rivas, que se considera la consagración del R om anticism o espa ñol). E ntre los autores rom ánticos españoles cabe destacar a M a riano José de L arra, el duque de Rivas, M artínez de la R osa («La conjuración de V enecia»), José Z orrilla (que populariza el p er sonaje de don Ju an T enorio), G ustavo A dolfo B écquer («R i m as») y E spronceda («El estudiante de Salam anca»),
Representación actual de «Don Juan Tenorio», de Zoirilla, obra en que se dan todos los requisitos del drama ro mántico (duelos, aparecidos, escena de cementerio, etcétera).
• En Rusia predom ina más el Realism o. No obstante, destacan com o rom ánticos el poeta lírico Lerm ontov y Pushkin, que canta el alma rusa en sus cuentos populares.
2.2.
El arte romántico
D onde antes aparece el R om anticism o es en la pintura. Los p in to res, com o los escritores, reclam an la libertad de pintar, la libertad de inspiración y la libertad de tem as y técnicas; reclam an, en suma, el d e recho a definir una nueva belleza, distinta de la fijada p o r los cánones del clasicismo. • En Francia la p in tu ra rom ántica en tra de la m ano de los paisa jistas ingleses G ainsborough, T u rn er y C onstable, con su técnica de lum inosidad opuesta al academ icism o de D avid e Ingres. Los v erdaderos creadores son G ericault y Delacroix, que se ven obli gados a exponer sus obras en salones m arginales porque el arte oficial seguía siendo el que dictaba la A cadem ia. T héodore G e ricault p in ta «La balsa de la M edusa», cuyo dram atism o contras ta con el arte frío o edulcorado oficial. E ugéne D elacroix es la expresión m ás acabada del Rom anticism o francés; la utilización de la luz y de la pincelada anuncia ya el im presionism o. Sus obras m ás im portantes son «La libertad guiando al pueblo» (sobre la revolución de 1830), «La barca de D ante» y «La m atanza de Q uíos» (sobre la guerra de los griegos contra los turcos).
Retrato de doña Francisca Sabasa García, uno de los mejores retratos psicológicos de Goya.
117
• E n E sp añ a destaca la figura de Goya, cuya obra, fuera de toda calificación de escuelas, contiene los gérm enes de futuros m ovi m ientos pictóricos: im presionism o, expresionism o, surrealism o. D e entre su am plia producción destacan «Los fusilam ientos del 3 de mayo», las pinturas negras y la serie de retratos. La escultura tiene m enos im portancia; sobresale R ude con el gru po de «La M arsellesa» en el A rco de Triunfo de París. E n arquitectu ra se produce u na rehabilitación del estilo neogótico, con obras como el P arlam ento de W estm inster en Londres, de Charles Barry.
2.3.
Ludwig van Beethoven (1770-1827). Nacido en Bonn, pasó largas tem poradas en Viena protegido por el A rchiduque Rodolfo; después, una sordera lo apartó del mundo y se en cerró en sí mismo. Él mismo lo co m entaba así: «¡Qué humillación cuando alguien que estaba a mi lado oía a lo lejos una flauta y yo no oía nada, o cuan do alguien oía cantar al pastor y yo no oía nada tampoco! Tales aconte cimientos me llevaban a la desespe ración; poco faltó para que pusiese fin a mi existencia. Sólo el arte me ha retenido; me parecía imposible abandonar este mundo antes de ha ber realizado todo para lo que yo es taba hecho; y así prolongaba esta vida miserable...». En G i r a r d , L.: «Op. cit.», pág. 263.
La música romántica
A l basarse el R om anticism o en la expresión de los sentim ientos, la m úsica debía ten er necesariam ente capital im portancia, ya que es uno de los m edios m ás aptos para expresar el estado em ocional de la p er sona (H egel la consideraba com o el arte por excelencia del sentim ien to). Las características fundam entales de la m úsica rom ántica son: la expresión del sentido nacional (se desarrolla el folklore y la canción p o pular); la im portancia del piano, que desplaza al violín y se convierte en un elem ento presente en la decoración de las casas burguesas; la im portancia tam bién de los instrum entos de viento en la orquesta; la aparición de escuelas nacionales; la independencia de los músicos con respecto a los grupos privilegiados, de tal m anera que ahora sólo de p enden del público, y triunfan si el público acude a oír sus obras no si les ap ad rin a un m ecenas. L a m úsica rom ántica se abre con Beethoven, el últim o clásico y el p rim er rom ántico, aunque su personalidad, com o la de G oethe en li te ra tu ra y G oya en pintura, sobrepasa toda clase de escuelas. Son de señalar sus nueve Sinfonías, y entre ellas la T ercera, idealista, la C u ar ta, nacionalista, la Séptim a, un canto a la libertad de A lem ania, y la N ovena, un canto a la alegría. A parte de B eethoven, la prim era generación de rom ánticos em pie za con W eber, creador de óperas com o «Freischütz», y Schubert, autor de lieders o canciones populares. O tra segunda generación está repre sentada p o r Schum ann («Im prom ptus») y M endelssohn («Sueño de una noche de verano»), Y cabe señalar una tercera, con R icardo W agner, que prolonga la m úsica rom ántica hasta 1883, fecha de su m uerte. En sus p rim e ra s ó p e ra s (« T a n n h á u se r» , p o r eje m p lo ), ap arece ya com o un revolucionario: buscaba la unidad de todas las artes y por eso daba im portancia a la poesía y a la danza. Para él la orquesta equiva lía al coro en la tragedia griega y era la que daba unidad al dram a wagneriano. Sus principales obras son «El Anillo de los Nibelungos», com p uesta p o r cuatro óperas («El oro del Rin», «La W alquiria», «Sigfrido» y «El crepúsculo de los dioses»), «Lohengrin y «Parsifal». O tros músicos rom ánticos son: en Italia V erdi con sus óperas «Nabuco», «Rigoleto», «El Trovador» y «Aida»; en R usia el grupo de los Cinco (Rim sky-K orsakov — «Iván el terrible»—, M ussorski - -la ópera «Boris G odu n o v»—, Cui, B orodin y Balakisev); el húngaro Liszt; el francés B erlioz (la ópera «R om eo y Julieta»); el polaco C hopin (Las Polonesas) etcétera. E n E spaña se desarrolla la zarzuela o género chi co («La V erbena de La Palom a», «D oña Francisquita», «La R evolto sa», etcétera).
118
3.
El pensamiento filosófico
3.1
El Idealismo
E ste m ovim iento filosófico arranca de K ant, pero tiene sus máxi m os represen tan tes en Fichte y Hegel. P ara Fichte (1762-1814), la historia del hom bre es una sucesión de hechos unidos y ensam blados en una secuencia lógica. Es, por lo ta n to, algo no estático, sino en devenir. Y este devenir se produce m e diante un proceso dialéctico en tres m om entos: tesis (yo), antítesis (no-yo) y síntesis. La síntesis se convierte inm ediatam ente en una n u e va tesis que en gendra su con trario (la antítesis) y así sucesivam ente. Se va produciendo de este m odo un progreso, no una repetición, p o r que nos apoyam os siem pre en lo conseguido anteriorm ente. A hora bien, para que el ciclo dialéctico se realice con objetividad es necesa rio que el «yo» actúe con absoluta libertad. Fichte, pues, basa su idea lismo en la libertad y el «yo», del que p reten d e hacer derivar todo. Hegel (1770-1831) trata de d ar un carácter científico a la filosofía. P ara él todo lo real es racional y todo lo racional es real; por lo tanto, p ara conocer (hacer) la realidad debem os utilizar la ciencia del p e n sam iento, la lógica y, con ella, la razón. Se convierte así la razón en el m otor de la historia. El procedim iento p ara conocer-hacer esa reali dad es el proceso dialéctico de tesis-antítesis-síntesis ya descrito. La realidad es, pues, un continuo devenir. E sta teo ría idealista hegeliana influirá posteriorm ente en M arx y Engels, que la aplican a la sociología.
3.2. El Positivismo A m ediados del siglo X IX se produce una reacción contra el idea lismo y sus grandes especulaciones m etafísicas. El nuevo rum bo de la filosofía señala hacia los hechos concretos m ás que hacia las ideas uni versalistas, y viene favorecido p o r el avance que están experim entando las ciencias naturales, que sólo aceptan com o base de conocim iento lo que es captado p o r los sentidos y se pued e verificar directam ente. El positivism o, llam ado así p o r la obra de C om te «Curso de filosofía p o sitiva» (1830), adm ite com o base del conocim iento y de la ciencia úni cam ente la observación y experim entación de los hechos concretos. Auguste Comte (1798-1857) concibe a la hum anidad no como un ente de razón absoluto, sino com o un ser vivo que crece y evoluciona y ha atravesado según él, p o r tres etapas: la teológica, durante la cual los hom bres explican los fenóm enos que no entienden atribuyéndose los a entidades divinas; la metafísica, en la que los hechos naturales se explican p o r fuerzas m isteriosas que, siendo m etafísicas, son im posi bles de conocer y calcular, y la positiva, en la que, m ediante la razón, la experiencia y la observación, se alcanzan las leyes fundam entales de los fenóm enos naturales. E sta últim a etap a es la culm inación del p ro ceso científico y —según C o m te — la hum anidad ya se encontraba en ella en su época. T odas las ciencias pasan p o r esos tres estadios o e ta pas y el tránsito de uno a otro origina una serie de alteraciones o crisis por las resistencias que hay que vencer. C om te fue tam bién el creador de la sociología.
Auguste Comte-(1798-1857), máximo representante del positivismo.
119
4.
El realismo
L a m itad del siglo X IX m arca el principio de una reacción contra el R om anticism o. Es el R ealism o, que tiene com o características prin cipales la observación de la sociedad en lugar del subjetivismo y la sus titución de los ideales abstractos y la im aginación por lo concreto y sen sorial. E ste cam bio viene propiciado por el fracaso de las utopías d e m ocráticas y socialistas de la revolución de 1848, que lleva a los artis tas a desconfiar de las grandes ideas y de los sentim ientos. Realism o y Positivism o son m ovim ientos contem poráneos y afines, que se dife rencian m ás bien en la orientación de sus objetivos; así, m ientras el P o sitivismo observa la naturaleza con fines filosóficos, el Realism o lo hace con finalidad artística. D e ahí que los dos aspectos en los que destaca el R ealism o sean la literatura y el arte.
a.
Nicolás V. Gogol (1809-1852), que, junto con Puschkin y Dostoievski, plasmó en la literatura rusa el período autocrático y revolucionario.
Literatura
A sí com o el R om anticism o se valía de la poesía para expresar su lirismo y sentim ientos, el R ealism o utiliza la novela com o género lite rario m ás apropiado para reflejar la realidad de su tiem po: la sociedad burguesa, con sus defectos que m uchas veces son criticados y satiriza dos p o r lo que tienen de cruel. • E n Francia destacan H onoré Balzac, que es el novelista burgués p o r excelencia, con su obra «La C om edia hum ana», y Gustave F laubert con «M adam e Bovary», cuya publicación se tom a como la inauguración del R ealism o francés (1857). • E n Gran Bretaña el reflejo de la sociedad está im pregnado de un fino hu m or inglés. W illiam Thackeray («La feria de las vani dades»), C harles D ickens («Tiem pos difíciles», «David C opperfield») y G eorge M eredith («El egoísta»); describen los contras tes de la sociedad victoriana. • E n Rusia sobresale su novelística que refleja la R usia rural y cam pesina de los zares, com o una de las más altas m anifestaciones literarias. Se inicia con G ogol y triunfa con Turgueniev, Dostoiesvki y Tolstoi. Iván Turgueniev describe crudam ente la con dición de los «mudjiks» y los conflictos generacionales («Padres e hijos»), León Tolstoi persigue una m eta m oralizadora y ejem plarizante («G uerra y paz», «Ana K arenina»), F ed o r D ostoievs ki se preocupa m ás p o r las profundidades psicológicas que por los problem as sociales y evoca las fuerzas oscuras que dom inan al individuo («C rim en y castigo», «H um illados y ofendidos»), • E n España sobresale B enito Pérez G aldós, que en «Los E piso dios N acionales» m uestra la E spaña contem poránea, y en «F or tu n ata y Jacinta» retrata, a través de dos personajes, dos clases sociales distintas.
«La lavandera». Obsérvese la ternura con que es tán tratadas estas humildes mujeres del pueblo, que presentan el gran contraste con la vida de la burguesía de París.
120
b.
El arte
Es la pintura el arte que m ejor refleja los problem as y situaciones de la sociedad, en especial la condición de los desprotegidos. Se trata de una pin tu ra que se diferencia de la rom ántica en los tem as, no en la técnica, que sigue siendo la misma.
El país que m ás destaca es Francia, con C ourbet, M illet y D aum ier. Jean M illet (1814-1875) p in ta un realism o lírico, am able, despojado de crudeza e im pregnado de religiosidad, donde predom inan los tem as cam pesinos («Las espigadoras», «El Á ngelus», «El hom bre del aza dón»), Gustave Courbet (1819-1877) es considerado com o el jefe de la es cuela realista. A m igo de P roudhon y revolucionario activo, participa ju nto con D aum ier en la C om una de París. P reten d e encarnar un re a lismo sin ideal y sin religión. Sus tem as preferidos son el proletariado industrial y, aunque en m enor grado, el cam pesinado. O bras suyas son: «Los picapedreros», «El entierro de O rnans», «M ujeres cribando gra no». Honoré D aum ier (1808-1879) es adem ás caricaturista, litógrafo y un gran dibujante. C on sus caricaturas hace crítica política y con sus p in turas, crítica social. Sus obras m ás im portantes son: «El vagón de te r cera», «La lavandera».
5.
«Las espigadoras». A Millet le interesaba el lado hu mano de las cosas. A pesar de la amable luminosidad del cuadro, se advierte claramente la dureza del trabajo y la pesada vida de las cam pesinas.
«Mujeres cribando grano». Se puede observar cómo la técni ca sigue siendo clásica, pero los te mas y los personajes están sacados directam ente de la realidad. Courbet pretende hacer en sus cuadros pintu ra social según las ideas de su amigo Proudhon.
El Naturalismo
La fron tera entre Realism o y N aturalism o es muy difícil de distin guir, ya que am bos m ovim ientos tratan de reflejar la sociedad. Sin em bargo, se consideran com o propias del N aturalism o las siguientes ca racterísticas: — la descripción de los am bientes más desagradables y de los ti pos más bajos de la sociedad; — el carácter m inucioso, porm enorizado y científico de esta des cripción, que, a través de una observación m icroscópica, trata de em ular el rigor y el m étodo de las ciencias naturales, en auge en esta época. Los m ejores escritores naturalistas son los franceses Z ola y M aupassant. Em ile Z ola es el p ro to tip o de esa form a científica de descri bir la realidad utilizando el m ismo m étodo que las ciencias naturales. Su obra principal es «R ougon-M acquet», que describe la historia n a tural y social de una fam ilia del Segundo Im perio. Guy de M aupassant tiene com o obra más im portante «Bel-Ami».
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Retrato de Emile Zola .(1840-1902) pintado por Edouard Manet en 1868.
1.
Comentario de textos
Documento 1
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«En fin, en el estado positivo, el espíritu hum ano, reconociendo la im posibilidad de o b ten er nociones absolutas, renuncia a bus car el origen y el destino del universo y a co nocer las causas íntim as de los fenóm enos, p ara aplicarse únicam ente a descubrir, m e diante el em pleo bien com binado del razona m iento y de la observación, sus leyes efectiCuestiones 1. 2.
-
3.
4.
vas, es decir, sus relaciones invariables de su cesión y de sem ejanza. La explicación de los hechos, reducida entonces a sus térm inos reales, no es ahora ya m ás que la unión es tablecida entre los diversos fenóm enos p a rti culares y algunos hechos generales que los progresos de la ciencia tienden cada vez más a dism inuir en núm ero.» Ju lián M a r í a s : «La Filosofía en sus textos». La bor, Barcelona, 1963, pág. 952.
-
Averigua, con los m edios a tu alcance, todo cuanto puedas sobre el au tor de este texto. El docum ento es un fragm ento de una o bra de Com te. D ebes averiguar de qué m ovim ien to cultural se tra ta y explicar p o r qué. A quí se define el últim o estadio o fase p o r los que, según Com te, pasa el pensam iento. ¿Cuáles son los estadios restantes? D escríbelos. R azona en qué consiste ese últim o estadio. Para ello, adem ás del docum ento, repasa el tema.
Documento 2 «C uando he pintado un herm oso cuadro, no he escrito un pensam iento. Eso dicen. ¡Qué tontos!, quitan a la pin tu ra su superio ridad. P ara ser entendido el escritor lo dice casi todo. E n la pintura, el artista establece com o un p u en te m isterioso en tre el ánim o de los personajes y el del espectador. V e el ver dadero exterior de las figuras; pero piensa ín tim am ente, con el verdadero pensam iento com ún a todos los hom bres: pensam iento al que algunos dan cuerpo al escribir, pero al
terando su esencia sutil. D e ahí que los espí ritus toscos se sientan más conm ovidos por los escritores, que por los músicos o los pin tores. E l arte del pintor, es tanto m ás íntim o para el corazón del hom bre, cuanto m ás m a terial parece: porque en él, com o en la n atu raleza exterior, hay clara división entre lo fi nito y lo infinito, es decir, lo que el alm a sien te que la agita íntim am ente en las cosas que atraen sólo a los sentidos.» Introducción al «Journal» de Eugenio Delacroix, por L u i g i n a R o s s i B o r t o l a t o . Ed. Noguer, Barcelona-Madrid, 1973.
Cuestiones 1. 2. 3.
4.
122
¿Q ué m ovim iento artístico se describe aquí? Según el autor, ¿qué diferencias existen entre literatura y pintura? R azona cuál de las dos (literatu ra o p intura) responde m ejor a la filosofía de ese m ovi m iento artístico. A verigua lo que puedas de la vida y obras de Delacroix.
tA C 'S tM iLE óu TétÍPHO*i*dWS!WAi. i
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G R A H AM B E L L
'C m v n u iit <>aa L»"WeST£RN ELECTRIC C ?" * . . ; AwowvMe "L e MATÉftlELTéUíHOjjHpUE"
Reconstrucción del teléfono de Graham Bell. La electricidad y el petróleo forman las dos nuevas fuentes de energía propias de la segunda fase de la revolución industrial. En la ilustración, la reconstrucción del teléfono inventado por Graham Bell, una de las muchas aplicaciones de la electricidad.
La segunda fase de la revolución industrial: bases económicas Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. Bases económicas. El gran capitalismo. La segunda revolución industrial en los países europeos. Los países extraeuropeos: los E stados U nidos de Am érica. Los países extraeuropeos: Japón. Evolución de la actividad económica capitalista: ciclos y crisis. Prácticas. 123
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • A d a m s, W . P.: «Los Estados Unidos de América.» H istoria universal Siglo XX I, M adrid. 1979. Ú til especialm ente p ara el estudio de las causas de la industrialización en E stados U n i dos. • A l l e n , G . C.: «Breve historia económica del Japón moderno, 1867-1937.» T e c n o s. M a
drid, 1980. Es un a o b ra clásica sobre este país, que ahora puede leerse en castellano. • G a r r i e r , G.: «La dom inación del capitalismo, 1840-1914.»
Se tra ta del vol. 4 de la «H istoria económ ica y social del m undo», dirigida p o r P. León, ed. E ncuentros, M adrid, 1980. D e excepcional im portancia porque se refiere exacta m ente al período que nos ocupa y el au to r estudia el fenóm eno de la industrialización con un enfoque muy actual. • M o m m s e n , Wolfgang J.: «La época del imperialismo.» Siglo XX I, M adrid, 1984, u n d é cim a edición. E xpone en la p rim era parte, de una m anera clara y resum ida, el proceso de industria lización de los principales países europeos y extraeuropeos. • NlEVAU, Maurice: «Historia de los hechos económicos contemporáneos.» A riel, B arcelo na, 1977. Es útil p ara estudiar los ciclos económ icos y las fluctuaciones de la econom ía capitalis ta en general y p o r países. P ara este tem a es suficiente consultar la prim era parte, hasta la página 280. ' • PASDERMADJIAN, H.: «La segunda revolución industrial.» Tecnos, M adrid, 1960. Es el único libro cuyo título se acom oda a nuestro tem a. E n él se pueden encontrar, am pliam ente tratados, los aspectos de innovaciones técnicas propias de la segunda re volución industrial. • B e a u d , Michel: «Historia del Capitalismo de 1500 a nuestros días.» A riel, Barcelona, 1984. Especialm ente útil p ara com prender la evolución histórica del Capitalism o, y de fácil lectura. • N a d a l, J.: «El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913.» A riel, B arcelo na, 1975. E n conjunto, la obra que m ejor estudia la industrialización de España.
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1.
Introducción
A m ediados del siglo X V III se inició en Inglaterra u n m ovim iento de transform ación económ ica conocido com o revolución industrial (véase cl l em a 1). C ien años después, nuevas form as de energía, n u e vos avances técnicos aplicados a la industria y la extensión de la eco nom ía capitalista provocaron una nueva transform ación de la estruc-~~ tura industrial y económ ica de tal envergadura que se puede hablar de una segunda revolución industrial o de una segunda fase~de la revolu ción-industrial. E sto ocurre en un período que va desde 1870 a 1914 A diferencia de la prim era, en esta segunda, revolución industrial se ob serva asim ism o, un predom inio de la iñ a ü iín a sobre el resto de la eco nom ía. una vinculación entre la ciencia y la industria (entre la univer sidad y la fábrica), una nueva organización de la producción y del tra bajo, y la aparición de nuevas potencias industriales europeas y extraeuropeas. Si en la p rim era la industrialización plena sólo llegó a In glaterra y algo a Bélgica; esta segundábase de la revolución industrial afecta a casi todos los países, aunque en muy diferente grado. La segunda revolución industrial tiene lugar en un período en el que se desarrollan distintos h echos históricos de capital im portancia: el desarrollo del o b rerism o (T em a 7); la_I y II internacionales obre ra s, dentro del m ovim iento o b re ro X Tem a 7); el Im perialism o (T em a 6) y la evolución del sistema„de_alianzas hacia la Prim era G uerra M undial (Tem a 8).
Minas de Río Tinto en 1876.
«El progreso económico ha sido desigual, ha venido marcado por avances rápidos y espectaculares y por recesiones, y no hay nin guna razón para confiar en una progresión ascendente indefinida. Por una parte, el avance tecnológico no constituye un proceso con tinuo y equilibrado. Cada innovación parece tener un ciclo vital propio, con un período juvenil, de prueba, uno de fecunda m adu rez y otro de vejez en declive (...). No obstante, las economías industriales avanzadas han dado pruebas de una vitalidad tecnológica considerable. La tendencia al declive hacia finales del siglo XIX de las ramas que se habían m o dernizado tem pranam ente se vio más que compensada por el de sarrollo de nuevas industrias basadas en avances espectaculares en las ciencias química y eléctrica y en una fuente de energía nueva y móvil —el motor de combustión interna—. A este conjunto de innovaciones se le suele llamar la segunda revolución industrial.» D. S. L a n d e s : «Progreso tecnológico y revolución industrial.» Ma drid, Tecnos, 1979, pág. 18
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^2.
Bases económicas
El crecim iento que se experim enta en esta segunda revolución in dustrial está caracterizado por los siguientes rasgos: aparición de nue vas fuentes de energía y nuevos m etales y, por tanto, de nuevas indus trias; aplicación de la quím ica orgánica a la industria, y una m ejor o r ganización de la producción y el trabajo.
2.1.
Nuevas fuentes de energía
La aparición de las nuevas fuentes de energía no significó en nin gún m om ento el olvido de las antiguas; el carbón continúa siendo aho ra tam bién la'principal gracias a su aplicación a la industria quím ica y de producción de. electricidad. Pero esta últim a ju n to con el petróleo constituyen las fuentes de energía características de la segunda revo' loción iu düslíiát; - ------P rod u cción m u n d ial de en ergía in a n im a d a , 1860-1970
(E quivalente en m illones de m cgavatios hora de electricidad)
Carbón
Lignito
Petróleo
Gasolina natural
Años (millones
de
1860 1870 1880 1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950
1 057 1 628 2 511 3 797 5 606 8 453 9 540 9 735 10 904 11 632
15 30 58 97 179 271 394 493 798 902
1960 1970
14 472 14 464
2 184 1 982
toneladas) —
__
8 43 109 213 467 1 032 2 045 3 037 5 439
__
40 75 162 254 575 867 2 088
1 078 1 674 2 623 4 056 6 089 9 387 11 298 13 054 15 882 20 556
4 971 11 342
689 1 144
33 475 53 206
—
—
--
_ —
14 78 83 163
Total
6 8 11 13 16 34 64 128 193 332
—
—
11 159 24 274
F u en te: C. M. Cipolla: «Historia C rítica, B arcelona, 1978. pág. 61
_
Gas Energía natural hidráulica (mil (millones millones megavatioshora) ni)
económica de la población mundial.»
a. La electricidad ^ Es la energía fundam ental, y, aunque su existencia era conocida ya desde el siglo X V III, su desarrollo industrial sólo se produce en el úl tim o tercio del XIX , tras una fase experim ental de inventos relativos a la proHuccIón, distribución y aplicación a distintos usos. • E n cuanto a la producción, el belga (iran ím e in v e n tó la dinam o (1872), que perm ite la transform ación de la energía m otriz en eléctrica. Thom as Alva Edison y A rístides Berges consiguieron electricidad a p artir de centrales hidroeléctricas, y Edison fue tam bién quien inauguró la prim era central eléctrica del m undo en Nueva Y ork en 1882.
Cartel publicitario inglés de los auto móviles Daimler, hacia 1905.
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• El tran sp o rte de la electricidad se hace posible gracias a.D eprez, que la transform a en corriente de alta tensión, que puede tran s p o rtarse a grandes distancias.
X
• El terren o de las aplicaciones es muy amplio: con el invento de la lám para incandescente p o r E dison en 1879 se hace posible la instalación del alum brado público, que se lleva a cabo en E sta dos U nidos "desde 1881. E n los transportes se em plea en los tra n vías eléctricos, en G ran Bretaña. A lem ania, E stados U nidos, y el m etro (Londres, 1891); en el terren o de las com unicaciones a lar ga distancia es )a base p ara el teléfono, el telégrafo (inventado por G raham Bell en 1876) y T .'S T E T (telegrafía sin hilos) de Branly y M arconi.
b.
El petréle©
D esde antiguo el petróleo era destinado a la fabricación de pez con que calafatear-las em barcaciones; así lo hacían, p o r ejem plo, los espa ñoles en la época colonial. Elacia m ediados del siglo X IX su uso se ex tendió al alum brado dom éstico y urbano; se tratab a de un petróleo que no procedía de yacim ientos naturales, sino de la destilación del car bón de pizarra. P osteriorm ente, al explotarse los yacim ientos natura les del subsuelo (en 1859, en O hio, se perfora p o r prim era vez un pozo petrolífero) y obtenerse sus derivados (gasolina, queroseno, gasóleo y fuel-ail) p o r m edio de la refinación y destilación, su im portancia cre ció enorm em ente. Pero no llegó a alcanzar un uso a escala industrial hasta la invención del .motor de explosión o de com bustión interna de gasolina (D aim ler y Benz en 1885) y de aceite pesado (D iesel en 1897). En 1913 hay ya dos m illones de autom óviles en el m undo; y en E sta dos U nidos la producción de p etróleo pasa de un m illón de toneladas en 1870 a 53 en 1913.
2.2.
El ¡teze preke en Titusville (Pennsylvania), primer pozo de petróleo, per forado en 1859.
L#s nueves metales
E n la p rim era revolución industrial la industria textil había sido la palanca de la industrialización a causa de las continuas innovaciones técnicas. La m etalurgia, aunque ya entonces file im portante, es ahora cuando alcanza las cotas más elevadas; y ello es debido a que nuevas técnicas y nuevos m etales contribuyen a su transform ación.
a.
El acere
Y a se conocía su obtención con anterioridad, pero el procedim ien to era caro y difícil, lo que restringía su producción a m aterial de p re cisión y cuchillería. Sin em bargo, las innovaciones en el procedim iento de obtención van a traer com o consecuencia la sustitución del hierro colado por el acero. Los más destacados de estos avances tecnológicos son el convertidorJ3ess£m er_(1856), que p erm ite aum entar la produc ción de acero hasta 1 000 toneladas al día; el horno M artin-Siem ens, que econom iza com bustible y produce acero más hom ogéneo y b a ra to, y el procedim iento T hom as-G ilchrist (1878), que elim ina el fósforo de ciertos m inerales de hierro y perm ite así explotar yacim ientos con elevado po rcentaje de fósforo, que hasta entonces estaban inutilizados (los de L orena en A lem ania y los del lago Superior en E stados U nidos). D e esta m anera, el hierro, convertido ahora en acero, sigue siendo el m etal más im portante de la segunda revolución industrial. A dife rencia de la prim era, en la que se aplicaba casi exclusivamente a los ferrocarriles,-ahora se utiliza tam bién en la construcción (torre Eiffel) y en los arm am entos (artillería, blindaje, cascos p ara los barcos, etcéte-
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Estado de los trabajos de la torre Eiffel.
Sessemer y el acero «Durante más de 2 000 años, el hombre había utilizado el hierro como el metal común más duro y resistente que conocía. Se obte nía calentando mineral de hierro con coque y caliza. El producto resultante contenía gran cantidad de carbono (del coque) y recibía el nombre de “hierro fundido” o “fundición”. Era barato y duro, pero también quebradizo; bastaba un golpe fuerte para partirlo. El carbono era posible eliminarlo del hierro fundido a base de mezclarlo con más mineral de hierro. El oxígeno del mineral se combinaba con el carbono de hierro fundido y formaba monóxido de carbón gaseoso, que se desprendía en burbujas y ardía. Atrás quedaba el hierro casi puro, procedente del mineral y del hierro fundido: es lo que se llamaba “hierro forjado” o “hierro pudelado”. Esta forma del hierro era resistente y aguantaba golpes fuer tes sin partirse. Pero era bastante blando y además caro. Sin embargo, había otra forma de hierro que estaba a mitad de camino entre el arrabio y el hierro forjado: el acero. El acero po día hacerse más fuerte que el arrabio y más duro que el hierro for jado, combinando así las virtudes de ambos. Antes de Bessemer, había que convertir prim ero el arrabio en hierro forjado y añadir después los ingredientes precisos para conseguir el acero. Si el hierro forjado era ya caro, el acero lo era el doble. Metal bastante escaso, se utilizaba principalmente para fabricar espadas. La tarea que propuso Bessemer fue la de eliminar el carbono del arrabio a precios moderados. Pensó que el modo más barato y fácil de añadir oxígeno al hierro fundido para quem ar el carbono era utilizar un chorro de aire en lugar de añadir mineral de hierro. Pero el aire, ¿no enfriaría el hierro fundido y lo solidificaría? Bessemer empezó a experimentar y no tardó en dem ostrar que el chorro de aire cumplía su propósito. El aire quemaba el carbo no y la mayor parte de las demás impurezas, y el calor de la com bustión aumentaba la tem peratura del hierro. Controlando el chorro de aire, Bessemer consiguió fabricar acero a un coste bas-*' tante inferior al de los anteriores métodos.» M aqueta de convertidor Bessemer (1856).
128
A s i m o v , Isaac: «Momentos estelares de la ciencia.» Salvat, Bar eelona, 1984, pág. 68.
b.
Otros metales
El níqut, , „ v íiere im portancia a p artir de 1880 por sus aleaciones con el acero (acero inoxidable) y con el cobre (alpaca). El aluminio, descubierto p o r W ólker en 1845, no p u d o obtenerse a escala industrial hasta 18S0, cuando H all utiliza el procedim iento de electrólisis p a ra su obtención a bajo coste (en 1905 es cien veces m ás barato que en 1880). Su poco peso y su resistencia a la oxidación lo convierten en el m etal p o r excelencia de la segunda revolución indus trial. —> El cobre .es o tr a m etal que, al o b tenerse en form a m ás pura m e diante la electrólisis, se industrializa ante la dem anda de la industria eléctrica com o hilo conductor de electricidad. E n esta época cobran im portancia las m inas de R iotinto (H uelva) y las de Chile.
ión del capitalism o, y po r ello un a de las m ás representativas de la segunda revolución in dustrial; ya que, p o r un lado, se sirve de procedim ientos muy costosos para o b ten er productos que se venderán a bajo precio, lo cual req u ie re grandes sum as de capital p ara p roducir a gran escala y un m ercado amplio, superior al nacional, p ara absorberlos; y de otro, porque, como m ateria prim a, utiliza subproductos m etalúrgicos. N inguna de ambas cosas se daban en la p rim era revolución industrial.
Fábricas destinadas a la obtención del cobre en 1862 (Biblioteca Nacional de París), i .
Los productos quím icos industriales más im portantes son: la sosa, los colorantes, los explosivos v los abonos. La sosa o carbonato sódico era cada vez más solicitada por las in dustrias textil y pap elera p ara blan q u ear sus productos. D e los m uchos procedim ientos que p reten d en responder a la dem anda, el m ás viable fue el del belga E rn est Solvay, que consiste en hacer pasar am oniaco por agua salada p ara o b ten er bicarbonato sódico y, a p artir de él, sosa. Los colorantes sintéticos o artificiales vienen a sustituir a los naturales (hierba pastel, índigo, cam peche), que resultan insuficientes ante las ele vadas exigencias de la industria textil. Se obtienen a partir de la nafta y eL'alquitrán; para su producción surgen em presas alemanas como la BASF (Badische Anilin- u nd Soda-Fabriken), la H oechst y la BayerLeverkusen, que producen el 85 p o r 100 del consum o m undial en 1914.
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Desarrollo de la industria de colorantes sintéticos P aten tes de colorantes concedidas en Inglaterra a Q u in q u en io s term in a d o s en 1 8 6 0 .................. 1880 .................. 1 9 0 0 .................. 1 9 1 0 .................. F u en te:
Inventores alem anes
Inventores ingleses
N úm ero de em picados de la «Badische Anilin- und Sodafabrik»
8 47 427 561
20 13 52 30
1 534 6 711 7 610
E x portaciones en to n elad as m étricas A lem ania
Suiza
8 294 46 858 84 110
3 116 6 975
«Encyclopaedia ofthe Social Sciences», vol. V, pág. 302.
-Los explosivos se utilizan a p artir de los descubrim ientos de la nitrocelulosa (1846),'la nitroglicerina (Sobrero) y la dinam ita (A lfred N o bel en 1866), que es una m ezcla de nitroglicerina y un determ inado tipo de arcilla. L a producción de abonos está ligada al avance de la agricultura. Los m ás destacados son los superfosfatos, obtenidos m ediante tra ta m iento de fosfatos, y los nitratos sódicos, producidos a p artir de n itra tos m inerales, com o los de Chile, desde 1880. ^
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2.4. Organización de la producción y del trabajo Los progresos del m aqum ism o perm iten la producción en m asa y la estandarización de productos y piezas en serie rigurosam ente igua les e intercam biables. Sólo así se pueden vender a precios razonables. P osteriorm ente, a fines del siglo X IX y principios del XX, se gen era liza tam bién o tra form a de producción, el sistem a en cadena, consis tente en hacer pasar una pieza por una serie sucesiva de puntos donde los o breros realizan los trabajos correspondientes. Es la consecuencia de la racionalización del trabajo, obra del norteam ericano W. Taylor, que estudia el tiem po de ejecución de un trabajo con el máximo re n dim iento y el m en o r esfuerzo. Los resultados de todas estas m edidas son una m ayor producción, un descenso de los precios, una m ayor división del trabajo y una so ciedad cada vez más consum ista. Etapas de Taylor
India 1,1%
e la Europa Occidental
m
resto de Europ3
resto del mundo
D IST R IB U C IO N DE LA PO B LA C IO N M U NDIAL EN 1913
En N lV E A U . Maurice: «Historia de los hechos económicos contem-
p o rá n eos.» A rie l, B a rc e lo n a . 1977, pág. 95.
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«(El mismo Taylor explicaba las etapas para poner en funcio nam iento su nueva organización científica del trabajo): 1) Hallar de 10 a 15 obreros (si es posible en distintas em pre sas y de distintas regiones) que sean particularm ente hábiles en la ejecución del trabajo a analizar. 2) Definir la serie exacta de movimientos elementales que cada uno de los obreros lleva a cabo para ejecutar el trabajo ana lizado, así como los útiles y materiales que emplear. 3) D eterm inar con un cronóm etro el tiempo necesario para realizar cada uno de estos movimientos elementales y elegir el modo más simple de ejecución. 4) Eliminar todos los movimientos mal concebidos, los lentos o inútiles. 5) Tras haber suprimido así todos los movimientos inútiles, reunir en una secuencia los movimientos más rápidos y los que mej ° r P e r m ^ e n e m p l e a r lo s m e jo r e s y m á s ú tile s m a te r ia le s .» T a y l o r , F r e d e r ic k W .: «Principies o f Scientific Management», 1911. C i ta d o p o r B e a u d M.: «Historia del capitalismo de 1500 a nuestros días.» Ed. Ariel, Barcelona, 1984, págs. 177-185.
gran capitalismo Se entiende p o r «gran capitalism o el sistema en el que la industria (la productividad de la m anufactura) condiciona los dem ás factores de la \ ida económ ica, social y política hasta dom inarlos p or completo» (Vicens Vives). D urante los siglos X V I y X VIIsel capitalismo comercial h a bía dirigido el proceso económ ico y estim ulado la p ro duccióm las m a nufacturas se desarrollan por el im pulso y el estímulo de los com ercian tes" (éstos se convirtieron en industriales). D u ran te el siglo X V II ly p ri m era m itad del XIX, los prim eros progresos técnicos aplicados a la m a quinaria y la ru p tu ra del m onopolio del E stado hacen posible elPcapíalismo industrial]de la prim era revolución industrial. E ste capitalism o uu'pn^ucdo'T Iel librecam bism o, y se_basaba en la ley de la oferta y la icm anda, la libertad del trabajo y íá libre concurrencia: había que prolucir a precios cada vez más bajos p ara triunfar sobre la com petencia: de ahí la necesidad de un aum ento paulatino de la m ecanización y de capitales p ara la m aquinaria. E n este período los em presarios eran to davía capaces de financiar a escala fam iliar sus industrias, sus fábricas con los ahorros, beneficios o excedentes de la agricultura. Sinjem bargo, a p artir de 1870 aproxim adam ente, las innovaciones técnicas perfeccionan y m ultiplican la m aquinaria, con lo que las e m presas necesitan grandes cantidades de dinero p ara la instalación y re novación instrum ental. M ás aún, se ven obligadas a financiar las inves tigaciones de los científicos, dada la com plejidad de los laboratorios y lo costoso del proceso, e incluso a buscar m ercados para sus pro d u c tos (el industrial se convierte ahora en com erciante). Es preciso bus car nuevas fuentes de financiación p ara este ap o rte constante y cuan tioso de capital. A parece así el gran capitalism o o 'capitalism o fin a n ciera. LosJbancas se habían lim itado hasta entonces a ser instrum entos" de cam bio, y su principal operación era el descuento de los efectos de com ercio (bancos de depósito). Pero a p artir de este m om ento se con vierten en bancos de negocios o de crédito industrial para financiar em presas u operaciones de inversión, con lo que se produce la concen tración financiera e industrial, que constituye una de las característi cas esenciales del gran capitalism o. El capital financiero
«De la industria pesada y de su conexión con los bancos surge también el llamado capital financiero. Por capital financiero se en tiende el capital de la industria y el de los bancos, combinados: combinados en el sentido de que un mismo grupo de grandes ca pitalistas domina al mismo tiempo bancos e industria; los banque ros se sientan en los directorios de las sociedades industriales, los industriales en los directorios de los bancos, y ambos grupos ac túan de modo tal que se les puede caracterizar como capitalistas financieros y ya no solamente como monopolistas de la industria o como grandes banqueros.» K u c z in s k i,
„
Jü rg en : «Breve historia de la economía»,
págs. 221-223.
Concentración bancaria El continuo crecim iento industrial exige un crecim iento paralelo del capital p ara financiarlo. Los bancos controlan ahora los capitales y las inversiones realizadas en la industria, que, al ser de un alto nivel,
hacen necesaria la disponibilidad de créditos; de ahí la tendencia a la concentración no sólo del capital bancario, sino tam bién del industrial, pues p a ra dar seguridad a su dinero, los bancos adquieren acciones de esas em presas, y se.produce así la fusión entre el capital bancario y el industrial que es p ro pia d el gran c a p itS Is m o rW ’poco tiem po los baneos pasan a controlar num erosas em presas anónim as, ya que, adem ás de sus acciones, gestionan las de pequeños accionistas. Así, por ejem plo, en A lem ania en 1914 los cinco grandes bancos figuraban en la ad m inistración de 750 sociedades.
El cartel del carbón «La organización del cartel del carbón del Ruhr para el período 1893-1903 era esencialmente como sigue. La idea principal de este car tel es la abolición de la competencia de precios entre sus miembros. Con este fin, se establece una compañía vendedora con el derecho exclusivo de venta de todo el carbón puesto en el m ercado por los miembros del car tel, excepto en unos pocos casos (...) Esta compañía de venta es el sindi cato (...) Sólo mediante tal sistema unificado de venta existe alguna ga rantía de que las mismas clases de carbón serán vendidos a los mismos precios. La segunda finalidad del cartel es la regulación de la produc-
lid Concentración de empresas L a-necesidad de grandes capitales destinados a adquirir m aquina ria y p ropiciar la investigación de nuevos sistem as productivos hace que sólo las grandes em presas puedan hacer frente a tan elevadas in versiones, así com o a la negociación en pie de igualdad con los gran des bancos, b ú squeda de m ercados para la producción cada vez m ayor y la utilización racional del m aqum ism o. P or todo ello se tiendg a ja concentración que abarate el proceso de producción y evite la com pe tencia en el m ercado. La concentración se \\am athóñzQntal si se trata em presas dedicadas a un m ism o tipo de actividad; m ientras que se denom inaíverftad (o integración) cuando une em presas de productos diferentes y com plem entarios; por ejem plo, si una em presa de m e ta lurgia pesada se fusiona con las em presas de las m inas de las materiasprim as (carbón y hierro), las de m etalurgia diferenciada (m ecánica) y las de ferrocarriles. E s propia tam bién la integración de las industrias quím icas p o r la m ultitud de subproductos que utiliza.
Francis W a l k e r : «Monopolistic Combination in the Gemían Coal Industry, 1904», en S. P o l l a r d - C . H o l m e s : «Op. cit.», pág. 114.
I.G.FARBEN (INTERESSEN GEMEINSCHAF FARSEO INDUSTRIE AKTEIN GESELLSCHAFT) creada el 9 de diciem bre de 1925 p o s fusión KALLE und Co AKTIEN GESELLSCHAFT B íe b n eb -a m -M aín 1863
AKTIEN GESELLSCHAFT FUR ANILIN FABRIKATION , ÍAGFAj Berlín 1873
GRUPO _ CARNEGtE 19 Altos Hornos
American Tin Piale C.
en Pittsburg
National Steel C.
♦ G R U P O J.P .M O R G A N American Steel & Wire C.
N a tion al T obe C.
GEMISCHE FABRIK GRÍESHEIM ELEKTRON , F ra n cfo rt-su r-M ain 1898
.
CHEMISCHE FABRIKEN Vcrm. WEILER TER MEER . tlró in g e n -a m -R h e in 1896
,
FARBEN FABRIKEN Verm. FR, BAVER ur-c Co i Leyerkusen 1881
LEOPOLD CASSELA und Co Gmbb F r a n c f o r t - s u r - M a in 1 8 1 5 B A D IS C H E A N I L I N u n d S O D A F A B R IK (B A S F ) L u d w íg s h a fe n 1 8 5 5 F A R S W E R K E v o rm
. M E IS T E R L U C IO S U .S R U N IN G H o e s h s t - a m - R h e in 1 8 7 9
F ederal S teei C. c o n ta ra d e la F A F B W e n K E M U L M B M v o rm A . i£ O N H A R D T u n d C o 1 9 2 6 c o m p ra d e f e % 0 U t « 0 T Í V S L A C S E R U M
resultado de ia fusión
X Minnesota Iron C
Illinois Steel C
Loraín Steel C
1926
c o m p ra d e l d e p a rta m e n to q v ir r ; c o d e í a firm a M E R Í
1929
c o m p ra d e la s B E H R I N S I S C H E iV E R K 'A ' A .< 3 .M A fi8 U flG
1929
c o m p ra d e ia A C E T A Ü M . 8 M .
1939
El f i n Joiiet S Eastern RaStroad
Ejemplo de la concentración horizontal en Estados Unidos por fusión sim ultánea de varíos grupos sjderúrgíeos
asociación (control de toda la Industria alemana de explosivos) con la BW AMILT Akt+en GeseUssheft vprra Alfred NOBEL und M O A S ) pue controla todos los otras firmas de explosivos desde 1331
Les leche* pee sSjwen * te «enseco de tum de son la* es fundselde de tes *Mied¡ssteK toe olía* Udm. la* de compras e fastese*
Fuente: P. D e l f a u d y otros: «Nueva historia económica mundial siglos X IX y XX.» Op. cit., pág. 33.
132
Ejemplo de concentración vertical
Fuente: P. D e l f a u d y otros: «Nueva historia económica mundial siglos X IX y XX.» Vicens Vives, Barcelona, 1980, pág. 30.
H acia finales de siglo aparecen form as de organización económ ica tendentes a lim itar la com petencia, la baja de los precios y los peligros de la superproducción. II carteljes la agrupación de em presas de un m ism o producto para controlar el m ercado, pero sin p erd er su indep en dencia; p o r ejem plo, el cártel hullero alem án que lle g ó a agrupar cíen em presas m ineras. H a b ía distintos grados de asociación: sólo p a ra fijar los precios o para los precios y la producción o, p o r fin, creando un organism o com ún para organizar la venta de los productos. t i l m t\t es la asociación de v an as em presas que cu entan con un solo directivo p ara gestionar la producción de todas ellas. E stas reciben los dividendos TTTos beneficios pero p ierden la in dependencia. A sí com o el cartel abunda en A lem ania, el tru st es propio de E stados U nidos. Por ejem plo, el de la S tandard Oil C om pany en O hio, fundado por R ockefeller en 1880. El holdinÁ es la sociedad financiera que controla varias em presas mccTíantc la aclquisición de la m ayoría de sus acciones. T odas estas agrupaciones, y en especial los trusts, tienden al m o nopolio, con la consiguiente am enaza de explotación del consum idor y el trabajador. Sus poderes son tan grandes que p u eden incluso utili zarse com o m edio de presión ante los E stados; de ahí las leyes a n ti trusts, tendentes a evitar tal posibilidad. El gran capitalism o está lejos, pues, de aquella libre concurrencia del librecam bism o.
.0
La
revolución industrial en
los
p a ís e s
europeos
a. Gran Bretaña Al com ienzo del p e ríodo e staba a la cabeza del proceso de indus trialización, com o lo indica el porcentaje de población rural (35 p o r 100 en 1871 \ el 25 por lOOcn 1010) y la constitución de la ren ta n a cional (en 1890 la agricultura solam ente el 8 p o r 100). Sin em bargo, hacia 1890 pierde la suprem acía de prim era potencia industrial, en particular en producción de acero, a favor de los E sta dos U nidos y A lem ania. Producción de hulla, hierro colado y acero (1800-1913) (e n m illo n es d e to n e la d a s ) G ran B reta ñ a
Hulla
Años ip 1820 1840 1860 1880 1900 1913
10 12,5 30 ' ‘ 80 ' 149 230 290 ! i
Hierro Acero 0,2 0,4 1.4 3,8 7,8 9,1 10,4
Hulla
Hulla
Hierro Acero
_ 0,6 1,5 3,7 6 9
F u en te: R io u x J. P.: «La págs. 95-96.
2,1 13 83 245 510
0,18 0,9 3,9 14 31,4
| 1,2 10 31,8
F rancia
A lem a n ia
E sta d o s U n id o s
1 1,5 3,4 17 47 100 190
Hierro Acero 0,04 0,09 0,17 0,5 2,4 7,5 16,7
—
Hulla
1 1,1 iuJ:
Hierro
Acero
0,06 0,14 0,35 0,9 1,7 2,7 5,2
-
0,24 0,3 1,3 1,9 3,6
revolution industrielle, 1780-1880.» E d. du Seuil, París, 1971,
Las causas específicas de esta involución son: • La falta de tecnología y la poca m odernización de las industrias existentes desde la prim itiva revolución industrial: la industria
textil y la siderurgia (ésta para la construcción de ferrocarriles) seguían teniendo suficientes m ercados para su producción, de ahí que no sintieran la necesidad de nuevas tecnologías y conti nuaran dedicándose en esta segunda fase a los productos tra d i cionales. • P o r o tra parte, las inversiones realizadas en la prim era revolu ción industrial habían sido ya am ortizadas y. conform e al axio m a económ ico de obtención de beneficios, era m ás ren tab le la "continuación de las em presas antiguas, cuyo costo era solam ente el del m antenim iento, que po n er en funcionam iento otras n u e vas. A hora bien, esto supuso una enorm e desventaja: la pérdida de contacto con el desarrollo llevado a cabo en el sector de la in dustria quím ica y electrotécnica. • El m antenim iento de una política librecam bista frente al resto de E uro pa, que sucesivam ente iba' pasando al proteccionism o. P ara la m ayoría de los industriales ingleses la prosperidad y la suprem acía económ ica iban asociadas a un sistem a de m ercado, a la em presa individual y com petitiva y a un m ínim o de in te r vención estatal; y para ellos era inconcebible cualquier atisbo de m utación de ese sistema.
b. [Alemania La industrialización com ienza tarde, hacia 1850, p e ro se realiza con gran rapidez, de tal m anera que la prim era oleada fue seguida inm e d iatam ente p o r la segunda, caracterizada p o r los adelantos tecnológi cos en la quím ica y la electricidad. P rueba de esa rápida industrializa ción es el crecim iento de la población urbana (C olonia pasa de 145 000 habitantes en 1880 a 383 000 en 1910, y D üsseldorf, de 95 000 a 358 000) y el retroceso de la agricultura en relación con la industria (en 1882 el núm ero de trabajadores en el sector prim ario era del 42,7 p o r 100 y en el secundario de 39,5 por 100, y en 1907 el 28,4 por 100 y el 49,3 p o r 100 respectivam ente). La industrialización alem ana presenta las siguientes características: ■ U n a industria pesada potente: los progresos técnicos de Bessem er, M artin, Siem ens y T hom as-G ilchrist, ya estudiados, perm i ten un desarrollo extraordinario de la industria pesada, de tal m a n era que entre 1890 y 1910 se triplica la producción de hierro y se cuadruplica la de acero, situándose por delante d e G r a n B re tañ a y sólo detrás de los E stados U nidos. E sto es debido, a d e m ás de a los avances técnicos'reseñados, al proteccionism o ale m án que perm ite fijar los precios en el m ercado interior y luego exportar a precios m ás bajos que otros países; así, hacia 1900 el acero alem án era el 20 por 100 m ás barato que el inglés en el m ercado internacional. ■ U n a industria electrotécnica y quím ica muy avanzada: la ventaja alem ana sobre G ran B retaña no residía ta n to e ñ los avances téc nicos de la industria pesada com o en los de la electrónica y la química. • La electrotécnica empezó con la fundación de la em presa Sie m ens hacia 1850, a la que se unió en 1883 la A E G (Allgemeine Elektricitátsgesellschaft) para la producción de m aterial eléctri co. Pero fue a partir de los años noventa cuando se le abrió un m ercado casi inagotable con la construcción del telégrafo eléc-
Inauguración del primer fetrocanil alemán entre Nuremberg y Fürth.
trico, el autom óvil eléctrico, el tranvía eléctrico y los m étodos de transm isión de energía eléctrica. E n 1913 el 30 por 100 de la producción mundial de productos electrotécnicos era alemana. • La industria quím ica fue todavía más avanzada, en especial la quím ica orgánica de colorantes sintéticos. Fábricas com o la BASF, la Bayer-Leverkusen y la H óchster Farbw erke produ cen en 1914 el 85 p o r 100 del consum o m undial de colorantes sintéticos. A l m ism o tiem po, se em piezan a fabricar, a p artir del alquitrán de hulla, los prim eros productos sintéticos (celo fán y baquelita). ■ U n a organización financiera fuerte y una concentración indus trial elevada: se puede decir que fue la unión de los bancos con la industria lo que perm itió la expansión industrial alem ana. A nte las grandes inversiones exigidas en esta fase de la industrializa ción, los bancos asum en el riesgo em presarial y exigen a cam bio p articipar en las decisiones de las em presas; de ahí que favorez can la form ación de consorcios industriales p ara evitar la com petencia que podría arru in ar a sus clientes. Los com plejos indus triales más im portantes que se form an son el Rheinisch-W estphálische Kohlensyndikat en 1893, que dom ina el m ercado del carbón, y el Stahl-W erksverband en 1904. ■ D ecidido apoyo del E stado, que o rie n ta la a d m in istra ció n favo rablem ente a la industria, facilita la infraestructura, da crédito a las em presas y crea instituciones de investigación, en particular p ara la industria quím ica. Exportaciones e importaciones alemanas de mercancías ( E n m illo n e s d e m a r c o s ) Artículos alimenticios
Materias primas
Artículos manufacturados
Total
1027 2482 4796 7801
2 318 3 767 7475 10882
710 1196 1369 3039
3 258 5 214 8935 11366
Exportaciones 1872 .. 1890 ................ 1910................ 1913................
504 441 761 1362
1872 ................ 1890 .. 1910................ 1913................
872 1168 2483 3063
787 844 1918 i 719 Importaciones
F u en te:
1676 2 950 ,-..y 83 5 264
«Statistische Jahrbuecher fuer das deutsche Reich» (1880-1914).
135
Francia El proceso fue m ás lento en este país y puede decirse que en vís peras de la P rim era G u erra M undial Francia se hallaba k io s de ser un E stado industrial en el sentido actual de la palabra. La realidad es q u e r ía población rural tenía m ucho más peso que en G ran B retaña y A le m ania (64,1 p o r 100 en 1890 y 56 por 100 en 1911), lo cual significa que la econom ía conservaba un sector todavía tradicional, a causa fun dam en talm en te de las m edidas proteccionistas (la tarifa M éliné grava ba las im portaciones agrarias), el escaso aum ento dem ográfico y la es tru ctu ra pequeño-burguesa de la propiedad. T,asfc a ra c tf rístír as^le la industrialización francesa, adem ás de la se ñalada lentitud del proceso, son: • La concentración geográfica en algunos puntos im portantes: Pm rís. L orena, M arsella v Lvón.
Descenso de los mineros a una mina de Le Creusot.
• L a p referencia de los inversionistas franceses p o r negocios _en el extranjero, d ificultando así la financiación de la industria nacio nal: en 1914 el 50 por ÍOO'de los valores detentados p o r los in versores correspondían a valores extranjeros. • D esarrollo de la siderurgia: la producción de acero pasó de 1,4 m illones en 1880 a 2,8 en 1910, y Francia se convierte en el p rin cipal exportador d e fh ié rr^ d el m undo, en particular hacia las re giones del Sarre y del Ruhr. • Progreso im portante-de.la industria de p roductos acabados y de
c¿ñ^^o^T üj^m pre^^m ]enT Fc5ñstruc^^2^^^^^^E ÍÍ aviones.
Es un caso pecu liar de industrialización, ya que em pezó muy tarde, en los años noventa, y responde a una iniciativa del E staño. E n sínte sis sus [T5 fáctensticas]so n : • D e p e n d e n c ia total del E stado, a diferencia del resto de E uropa;
y d entro del E stado es concretam ente el m inistro de H acienda, Sergei W itte, el m otor del desarrollo económ ico. • Se L ace con capital extranjero, francés principalm ente, p e ro tam bién alem án y belga: en 1890 el 30 por 100 deFcapital base de las em presas era extranjero, y en 1900 llegó hasta el 50 por 100. Los grandes bancos, que ju nto con el E stado tom aron la inicia tiva de la industrialización, disponen, de igual m odo, de fondos m ayoritariam ente extranjeros. • T endencia a la concentración geográfica (zonas de San Petersburgo, M oscú, U rales, etcétera) y. sobre todo, a la concentración, d e grande.s.£mpr&sa&: la dependencia del E stado y d el capital e u ropeo im pide que surja una burguesía individualista de corte eu ropeo, y contribuye a que se form en grandes consorcios indus triales p a ra evitar la com petencia. • Im portancia del ferrocarril, j o mo im pulsor de la explotación d £ . l os yacíñnentos^de h ierro, co b re y petróleo de los U rales y U craniá y com o m edio para la colomzacioñ* de Siberia. 136
i
Producción rusa (en toneladas métricas) 1860 Carbón..... . Petróleo ........ Arrabio ........ Hierro y acero.
300000 312000 205 000
1870. 695 000 2950 340 000 237 000
1880 3 250 000 555 000 425 000 575 000
1890
1900
1913
6000000 3 760000 910000 790000
16 000000 10020 000 2900000 2200000
36 000000 9 150000 4600000 4050000
F u en te: C ifras calculadas y red o n d e a d a s según un cuad ro de H arry S c h w a r t z ,«Russia’s Soviet Economy», P ren tice H all, 1958, p. 64.
e.
España
Com o en el resto de los países m editerráneos en E spaña la indus trialización es poco significativa, lenta y tardía. D u rante el prim er te r cio del siglo apenas existe debido a la exportación de m aterias prim as, al retard o de la aparición del ferrocarril (el prim ero fue el de Barcelona-M ataró en 1848, y luego el de M adrid-A ranjuez en 1851) y a la política equivocada de los gobiernos que desviaron los grandes capi tales hacia otros asuntos. E sta falta de capitales es la principal causa de la fallida industrialización española y explica p o r qué las principa les com pañías son extranjeras (la R eal C om pañía de A sturias para la explotación del zinc era belga; la de R ío T into p ara la explotación del cobre era inglesa; el 35 p o r 100 del capital de los ferrocarriles era fran cés). T,a industria se va a polarizar en torno a dos m aterias prim as,prin cipales: el hierro, que alim enta la industria siderúrgica que se locali zará en la zona cantábrica, y el algodón, que dará lugar a la industria textil localizada en C ataluña. • Industria siderúrgica: D u ran te la p rim era m itad del siglo X IX A n dalucía es la zona que está en m ejores condiciones de industria lizarse: posee m aterias prim as: plom o (Sierra de G ador, A lm a grera y C artagena) del que E sp añ a será el prim er exportador m undial hacia 1868; cobre en R ío T into (H uelva) cuyas piritas, ricas en ácido sulfúrico, se llevarían a G ran B retaña para su in dustria quím ica; y M álaga se convertirá en la principal pro d u c to ra de hierro con las factorías de M anuel A gustín H ered ia en Marbella y Málaga. Tam bién existían altos hornos en Sevilla (El Pedroso). EÍ prim er alto hom o de España se instaló en Marbella en 1832 alimentado por carbón vegetal. Fue precisamente la anticua da tecnología la que hizo que Andalucía perdiera su primacía hacia 1860 en favor de Asturias que utilizaba el carbón de coque (una tonelada de hierro fundido costaba 103,8 pesetas en Oviedo y 158,2 en Málaga). Asturias, a su vez, cederá el paso al País Vasco hacia 1879 al utilizar este último el convertidor Bessemer. E l núcleo siderúrgico del País V asco estaba asegurado gra cias a los ricos yacim ientos de hierro situados en torno a Bilbao. El hierro, que se exportaba a G ran B retaña, proporcionó los res tan tes requisitos p ara la siderurgia: el carbón, transportado en los barcos que llevaban el hierro, y el capital que constituiría la base del capitalism o financiero. • Industria textil: D u ran te el p rim er tercio del siglo X IX la indus tria textil, ubicada en C ataluña, experim entó un estancam iento producido p o r un conjunto de acontecim ientos: la inseguridad política, la prohibición de im portar m aquinaria de Inglaterra para sustituir a la anterior, destrozada p o r las tropas napoleóni-
España en la Exposición de París. Cabecera del diario publicado en Pa rís, con motivo de la Exposición U ni versal de 1867.
137
cas, y la p érdida de los m ercados am ericanos. A p artir de e n to n ces C ataluña reo rien ta su industria hacia el m ercado interior, ayudada p o r la política proteccionista del gobierno que prohíbe la en trad a de m anufacturas de algodón (1832) y com ienza la m e canización de sus telares; José B onaplata funda la factoría Bonap lata con las últim as innovaciones m ecánicas (en 1832 utiliza la p rim era m áquina de vapor aplicada a la industria textil, lo que sirve de estím ulo para el resto de los telares).
Evolución de los telares Año 1841 1850 1861
Telares
Mecanizados
25 111 29 588 21 721
231 5 580 9 695
La ley Homestead concedía gratui tam ente a todo norteam ericano que no hubiera participado en la guerra civil una extensión de 160 acres de tierra, con la única condición de que la hubiera habitado y cultivado du rante cinco años.
5,
Los países extraeuropeos: los EE. UU. de América
A principios del siglo x x la econom ía de los E stados U nidos des bancaba a G ran B retañ a y se colocaba en el prim er lugar del m undo, tanto p o r el total de la producción como por la productividad de su industria. El hecho resultó tanto más sorprendente cuanto que hasta entonces el crecim iento industrial norteam ericano había pasado inad vertido en E uropa; la razón era el inm enso m ercado interior, capaz de absorber lo esencial de la producción y propiciar el desinterés por la exportación, a la que apenas destinaba el 10 por 100. V eam os los fac tores que intervienen v caracterizan esta industrialización.
a.
Aumento de la población
El crecim iento dem ográfico es, com o se ha señalado en repetidas ocasiones, un fenóm eno íntim am ente unido a la industrialización, pues supone, de un lado, m ano de obra capaz de m antener la producción y, de otro, garantiza un m ercado que consum a lo producido. En m edio siglo (1869-1919) la población se multiplica por trgg y la producción lo hace casi por siete, com o puede observarse en el cua dro. El aum ento de población se debe a un fuerte crecim iento natural (alta tasa de natalidad y baja tasa de m ortalidad) y a la inm igración de europeos (anglosajones, irlandeses y alem anes principalm ente) em pu jados por conflictos socio-políticos o crisis económ icáT en sus países de origen: de 1870 a 1914 veinticuatro millones de em igrados se esta blecen en Estados Unidos. Cartel propagandístico de Dakota. Dakota del Sur, para atraer a los emigrantes, ofreció en 1890 tierras gratis y publicó anuncios resaltando las riquezas naturales de la región.
N iv e a u ,
M.: «Op. cit.», pág. 72.
Inmigración a ios Estados Unidos
E ste crecim iento dem ográfico contribuye, adem ás de a la industria lización, a dos hechos irpportantes: aum ento de las ciudades del Este (donde norm alm ente se q uedan los inm igrantes) y poblam iento y co lonización del O este, sobre todo con el reclam o del descubrim iento de yacim ientos de oro en California. La Industrialización de los Estados Unidos (1840-1914)
Producción y población de los Estados Unidos
1839 1849 1859 1869 1879 1889 1899 1909 1919 1929 1939 1949
......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... ......... .........
1000
Producción de bienes (a) (millones $)
Población (en miles)
Producción per cápita ($)
Producción por obrero (b) ($)
1 094 1 657 2 688 3 271 5 304 8 659 11 751 17 190 21 449 32 969 33 487 51 217
17 120 23 261 31513 39 905 50 262 63 056 76 094 92 407 106 466 123 077 131 970 151 677
64 71 85 82 105 137 154 186 201 268 254 338
244 268 330 339 413 523 602 748 858 1 311 1358 1935
(a) E sta p ro d u cció n de bienes re p re se n ta la sum a del valor añ ad id o de la agri cu ltu ra, la m inería, la in d ustria y la construcción. L a valoración se h a realizado a p re cios co n stan tes 1879. (b) P o blación activa em p lead a en la producción de bienes según la definición an terio r. F u en te: R o b e rt E. G allm a n , «C om m odity O u tp u t o f the U n ited S tates 1839-99» en
«Trends in the American Economy in the Nineteenth Century», N .B .E .R ., P rinceton U niversity Press, 1960, págs. 16 y 19, en N iv e a u , M aurice: «O p. cit.», pág. 82.
500
1840
50
60
70
80
90
1900
10
■ ■ p ro d u c ció n do carbón en millones de toneladas ■ ■ p a te n te s de inversión concedidas (en centenas) Indice de producción Industrial (1899*100) producción de acero en centenas de millares de toneladas ¡ü a in d ie e del producto nacional neto (1840*1) ‘ Fuente: G. Garrier (Oír.): La dominación del capitalismo, « 1840-1914, Vol. 4 de le Historia económica y soclel del mundo, dirigida per P. León (Madrid 1980), pég. 310.
Fuente: G . G a r r i e r (Dir.): «La do minación del capitalismo.» 1840-1914. Vol. 4 de la «Historia económica y social del mundo». Dirigida por P. L e ó n (M adrid, 1980), pág. 216.
El descubrimiento de oro en Califor nia atrajo a una gran masa de pobla ción que construía ciudades levanta das con tal rapidez que se las cono cía como «ciudades-champiñón».
b.
La abundancia de materias primas
La explotación de los recursos m ineros y agrícolas está unida a la m archa hacia el O este. A nte la o ferta del gobierno federal, que cedía las tierras a bajo precio e incluso las regalaba (H om estead A ct 1862), los colonos hacen avanzar la fro n tera (zona term inal de poblam iento 139
y explotación) hacia el O este, de m odo que en 1890 la ocupación es taba ya term inada. La baja densidad de población, debida a la gran ex tensión de las tierras (8 habitantes por kilóm etro cuadrado etv 1890), creó la necesidad de recurrir tem pranam ente a la m ecanización, que aum entó considerablem ente la producción agrícola.
c.
Importancia del ferrocarril
E n principio su construcción obedeció a la necesidad de enlazar los m edios de transporte existentes, los ríos y canales, pero en el período 1840-1860 logra suplantarlos. E n 1914 hay 400 000 km de vías férreas, lo que rep resen ta m ás de un tercio del total m undial. El ferrocarril con tribuyó a: • L a colonización del O este, pues abría vías de penetración en territo rios indios. • La form ación de un m ercado nacional en E stados U nidos, con el acercam iento de los puntos m ás extrem os y especializando el país en regiones económ icas: el noroeste industrial y bancario, el oeste cerealístico y ganadero, y el sur agrícola de m onocultivo de algodón.
Segadora de madera hacia 1880. La mecanización de las labores agrícolas contribuyó en gran medida a la explotación del campo en E sta dos Unidos.
Huelga del ferrocarril Baltimore-Ohio. La construcción del ferrocarril vertebró la economía de Estados Unidos poniendo en comunicación todos los puntos de un país tan ex tenso.
d.
Las nuevas técnicas y la concentración de empresas
El avance tecnológico de la industria norteam ericana se vio favo recido p o r un consum o de p ro d u cto s estandarizados, cosa que no su cedía en E uropa, donde los clientes preferían los gustos personales. Los progresos más im portantes fueron la producción en serie y la ra cionalización del trabajo, obras del ingeniero F rederick Winslow TayJp iv -E sta tecnología aum enta la producción y los beneficios, lo que o ri gina a su vez la com petencia de las em presas, que para evitarla y m an ten er un alto nivel de beneficios inician el proceso de com binaciones o concentraciones que da lugar a los trusts. T an to E stados U nidos com o Japón, a m edida que se van industria lizando se expansionan y buscan m ercados para sus productos indus triales: E stados U nidos hacia Cuba, C entroam érica y Filipinas; Japón hacia China. (V éase T em a 6.) 140
6. Los países extraeuropeos: Japón a.
Época Tokugawa (1601-1868)
E s u n a época claram ente feudal. Se caracteriza políticam ente p o r que el p o d er era ejercido p o r un «shogun» (jefe m ilitar) de la fam ilia noble Tokugaw a, que relegaba al em perador, residente en Kvoto, a u n simple papel nominal. La estructura social era jerarquizada y estaba com puesta fundamentalmente por los «daimíos» (nobles), los «samurais» T g uerrero s t i los daim íos y con distinto grado de vasallaje) y los cam pesinos. La economía descansaba sobre la propiedad de la tierra y era de autoabastecim iento; la poca actividad artesanal la regu laban los gremios. El país, quizá p o r m otivos religiosos, estuvo to ta l m ente aislado del exterior hasta que, en 1854, los E stados U nidos 1c obligan p o r la fuerza a abrir dos puertos al com ercio (y en 1858, con la firm a del «T ratado de las cinco naciones» (E stados U nidos, Rusia, G ran B retaña, Francia y Flolanda), se abren al com ercio varios p u e r tos m ás iniciándose así la penetración occidental.
b.
Epoca Meiji ( 1868- 1912)
E n l8 6 8 se produce una revolución que supone el restablecim iento del em perador, tras la caída del «shogun», y la occidentalización y m o dernización del Japón, especialm ente en la industria.
El emperador Mitsu-Hito.
En lo político la revolución de 1868 devuelve los poderes al em p e rad o r (M itsu-H ito), que establece una C onstitución (1889) con divi sión de p o deres y una fuerte centralización.
p r e s e n t a e l e s p í r it u d e la é p o c a M e i j i ( é p o c a d e la s lu c e s ), a u n q u e s u p o
S u b ió al t r o n o a lo s 14 a ñ o s y r e
d e r e s to d a v ía d e c a r á c t e r d iv in o .
E n el aspecto social se suprim e el sistem a feudal y todos los ciuda danos son iguales ante la ley (1871). D esde el punto de vista.jeconómi co se realizan dos cosas: una reform a agraria, que perm itía convertirse en propietarios a los que poseyeran m edios de adquirir tierras (algo im posible para la mayoría de los cam pesinos), y una reform a del régim en fiscal, que fijaba los im puestos según el valor de la tierra y no del de la cosecha, y cuyo pago debía hacerse en dinero, no en especie, com o era com ún hasta entonces, lo que perm itió un fuerte ingreso en la H a cienda pública. P ara la industrialización japonesa era necesaria esta, revolución meiji, p orque con el sistem a feudal no existe m ercado de trabajo, fac to r indispensable pada dotar de m ano de obra a las em presas. O tras características propias de este desarrollo industrial fueron las siguientes: ■ J u T intervención del Estado:1; al existir un predom inio del sector agrícola, los em presarios capitalistas eran desconocidos, de ahí que el E stado se vea obligado a to m ar la iniciativa en los siguien tes aspectos: « C onstruye fábricas que, en una segunda etapa, a partir de 1882, traspasa a la Iniciativa privada vendiéndolas a bajo precio. • F u n d a bancos y facilita capitales provenientes de los ingresos p o r im puestos sobre la tierra y p o r las exportaciones.
Comercio exterior de la metrópoli japonesa,
Precisam ente las exportaciones cobraron im portancia por el escaso p o d er adquisitivo del m ercado interior (los cam pesinos estaban em pobrecidos) y el bajo coste de la m ano de obra que perm itía vender a precios más bajos que O ccidente. Sin em bargo, hay que destacar que el com ercio nipón no tenía es tru ctu ra colonial porque im portaba cada vez m ayor cantidad de m aterias primas.
1868-1937
(excluido el comercio entre la metrópoli y sus colonias) (millones de yens) Periodo (media anual) 1868-72 ............. 1873-77 ............. 1878-82 ............. 1883-87 ............. 1888-93 ............. 1894-98 ............. 1899-1903 ......... 1904-08 ............. 1909-13 ............. 1914-20 .............
. . . .
Importa ciones
Exporta ciones
23 27 33 33 73 223 270 442 544 1300
16 22 30 42 77 139 244 337 496 1434
• F om enta el crecim iento dem ográfico m ediante el desarrollo de la higiene y la form ación de m édicos, m edidas que favore cerán una im portante reducción de la m ortalidad con el con siguiente aum ento de la población (pasa de 34 m illones de h a bitantes en 1872 a 56 en 1920). • Envía a industriales japoneses a estudiar la tecnología occi dental y co n trata expertos extranjeros para que enseñen en es cuelas profesionales el m anejo de las m áquinas traídas de E u ropa. D e ahí la im portancia que el gobierno concede a la e d u cación (ya en 1871 se crea el M inisterio de Educación, m ien tras que en E spaña no se hace hasta 1900).
«.Breve historia del Japón moderno, 1867-1914.» T ecnos, M a F u en te: A llen , G .C.: drid, 1980, pág. 264.
C oncentración de em presas: una vez en m anos privadas, las in dustrias, para evitar la com petencia, tienden, com o en O cciden te, a la.concentración, llevada a cabo en el caso japonés en fo r m a de zaibatsu, especie de trust familiar. Ejem plos de ello son las firm as M itsubishi, M itsui, Y asuda, Sum itogan.
7.
Evolución de la economía
capitalista: ciclos y crisis E l estudio y análisis de la actividad económ ica p o r parte de exper tos, sobre todo a p artir del siglo XX, ha señalado como aspectos p ro pios de la evolución capitalista los siguientes: • Existencia de «trend», o tendencias generales de la econom ía, de un siglo de duración; si atendem os concretam ente al m ovim ien to de los precios, esta tendencia es a la baja en el siglo XIX. E n la econom ía capitalista occidental se han dado tres tendencias ge nerales: una durante el siglo X V III hasta 1815, que es una te n dencia al alza; o tra a p artir de 1815 hasta fin de siglo, que es a la baja, y otra a p artir de aquí, nuevam ente al alza. • Existencia de fluctuaciones de carácter cíclico, aunque de distin ta periodicidad: son los ciclos de larga duración del ruso K on dratieff, que duran entre 25 y 50 años y com prenden una fase A, de alza o expansión, y una fase B, de baja o depresión.
E s q u e m a d e lo s m o v im ie n to s d e p re c io s K o n d r a tie ff
Fases de alza y de baja en los períodos de Kondratieff 1814
789
~
1873
1849
IQ -Jn
1896
TIEMPO
Períodos Kondratieff 1789-1848 1849-1896 1897-1933
Fase «A» o de alza
Fase «B» o de baja
1789-1814 1849-1873 1897-1920
1815-1848 1874-1896 1920-1933
• Existencia de ciclos Juglar o ciclos m ayores o tam bién ciclos «económ icos», que duran en tre 8-10 años y com prenden tam bién una fase de expansión y o tra de depresión. a. Ciclos Kondratieff: Según el econom ista Schum peter, el com ien zo de la fase de alza vendría dado p o r la difusión de innovaciones téc nicas que exigen la construcción de nuevos equipos y la creación de em presas nuevas y, en definitiva, el crecim iento de la actividad econó mica. E n el p rim er ciclo (1789-1848) tal novedad tecnológica corres pondió a la m áquina de vapor; en el segundo (1849-1896), al fe rro carril y al acero; en el tercero (1897-1920), al autom óvil, la electrici dad y la industria química. b . Ciclos Juglar: S chum peter ha estudiado tam bién los ciclos Ju glar o «ciclo económ ico» y ha observado la existencia de una relación entre la evolución de los precios a largo plazo (ciclo K ondratieff) y los ciclos Juglar, de tal m an era que en la fase ascendente de los precios la expansión del ciclo Juglar es más m arcada y la depresión m enos lar ga y m enos pro fu n d a que en la fase de baja de los precios del ciclo K on dratieff. Y advirtió tam bién que en los ciclos juglar la fase de expan sión y la de depresión están separadas siem pre p o r una crisis. Se entiende p o r crisis económ ica el pun to de una econom ía en que el sistem a interrum pe su funcionam iento y se producen trastornos im portantes. E n el ciclo económ ico es el pun to superior de inversión que señala el paso de la expansión a la depresión. La crisis puede ser de dos tipos:
Partes constitutivas del ciclo Juglar
Depresión
Expansión
auge
s.
contracción \ /
^
F u en te: M arcel G il le t , «Techniques de l’histoire economique» I, C .D .U ., P arís, 1969, pág. 5 (m im eografiado).
Crisis de tipo antiguo: son crisis propias de una econom ía esen cialm ente agrícola, que se daban fundam entalm ente antes de la revolución industrial a causa de m alas cosechas, guerras o au m ento de población; resultan ser p o r tan to crisis de subsistencias o de escasez de producción y no tienen carácter periódico. Crisis de tipo moderno: son propias de una econom ía industrial en la que prim an los factores financieros y productivos; se d e ben a la superproducción y tienen un carácter cíclico. Se p ueden d ar tam bién crisis de tipo mixto, es decir, de com binación de factores agrícolas, industriales y financieros, com o la de 1848 (V éase el T em a 2). Los años de crisis en los ciclos Juglar se han fijado en: 1825, 1836, 1847, 1857, 1866, 1873, 1883, 1890,1097,1913, 1920, 1929. E l fenóm eno de la crisis en la econom ía capitalista es tan im p o rtan te que los econom istas se preguntan en la actualidad si no sería m ejor hablar de crisis en lugar de ciclos. SUPERPOSICION DE LOS MOVIMIENTOS DE CONJUNTO 150
^
~
...” _ ,
_
,
* ‘
,
, de larga duración K O N D RATIEFF
J. A. y G e r a r d , C.: «His toria económica mundial Moderna y Contemporánea.» Vicens Vives, Bar celona, 1976, pág. 83. L eso u rd ,
1 81 5
1835
1855
1875
1895
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Comentario de textos
Documento 1 Las empresas Thyssen. Un ejemplo de con centración industrial «Si se p reg u n ta cuál es la personalidad eu ro p ea que m ás se acerca a los grandes hom bres de negocios norteam ericanos, se tendría que responder: Thyssen (...) Fundó en 1871 en M ülheim , en el R uhr, una fábrica que bajo la razón social Thyssen y Cía. se transform ó en base de todas sus em presas. Los principios fueron m odestos: 70 o b re ros únicam ente trabajaban en 1871 en las for jas y lam inerías de M ülheim ; más tarde se añadió la fabricación de cañerías soldadas. Tras la m uerte de su padre, A ugust Thyssen se asoció con su joven herm ano (1878). En 1881 se am plió la forja con un taller de gal vanización de zinc; en 1882 se consiguió una nueva fo rja y u n a chapistería. E n 1884, Thyssen y Cía. adquirieron una fundición y una fábrica de m áquinas parecidas a las de su em presa. H an transcurrido cuaren ta años y la fábri ca de M ülheim se ha transform ado en algo gi gantesco: 7 000 obreros y 800 em pleados tra bajan en ella y sus productos se extienden por todo el m undo. Dividida en un principio en cuatro departam entos, se le añadió el q u in to, un taller de construcción de m áquinas y una fundición de cobre (...). N o obstante, hacía ya tiem po que com-
p rendía que p ara llegar a adquirir el p o te n cial industrial deseado necesitaba ser pro p ie tario de las m inas de hulla; puso sus m iras en varias concesiones, de las que pudo hacerse dueño com prando paulatinam ente los títulos (1887). E sta fecha señala el origen de su p ro digioso auge (...). ’ La fábrica D eutsche Kaiser, o Brückhausen, se extiende a lo largo del Rin; en ella se dan los últim os perfeccionam ientos que se pueden aplicar a la m etalurgia m oderna; la energía se rep a rte gracias a una batería cen tral de 68 hornos de coque. A dem ás, en 1910 se añadió la fabricación de hierro en hornos eléctricos con unidades de 5 Tm. Finalm ente se inauguraron en 1912 nuevas e inm ensas sa las que contienen una acería Thom as; el nú m ero de trabajadores es de 8 500. No muy le jos de este establecim iento, Thyssen todavía m ontó las lam inadoras de D ienslaken para hierros llanos y redondos, chapas onduladas y tuberías. Luego, para utilizar la hulla de las nuevas m inas de carbón com pradas en M oederich cerca de Duisburg, Thyssen acaba de inaugurar 5 altos hornos que han producido, en 1912, 352 000 Tm. de fundición para el aprovisionam iento de M ülheim (...).» C a m b o n , Víctor: «Les demiersprogés de L ’A llemagne». París, 1914. Fragmento tomado de GiRALT, E ., O r t e g a , R ., R o i g , J. «Textos, Mapas y Cronología de Historia moderna y contemporánea». Editorial Teide, Barcelona, 1976, págs. 331-333.
Cuestiones 1. 2.
Sitúa históricam ente el docum ento. A verigua lo que p u edas de su au to r con los m edios a tu alcance (m anuales, enciclopedias, etcetera).
3.
R azona a qué nación atribuyes el docum ento; aporta razones históricas estudiadas en el tem a. ‘
4. 5.
¿Se tra ta de un cartel o de un trust? Señala la diferencia entre los dos. R epasa el tem a y resum e las características de la industrialización en A lem ania.
Documento 2 La edad del acero «El cam bio decisivo se debió, sin em bargo, a las radicales innovaciones de Bessem er, descubridor de un procedim iento de elabora ción a gran escala de hierro colado. E n su convertidor, el aire pasa a través de los lin gotes de hierro fundido quem ando g radual m en te el carbón y produciendo calor sufi ciente p ara o b ten er finalm ente acero fundi do. E ste resultado puede calificarse de semicientífico, pues aunque le faltaba u n a base teórica se llegó a él p o r m edio de la experi m entación. B essem er no era un científico, sino un inventor típico que tenía los conoci m ientos necesarios —no m uchos— y alguna experiencia m etalúrgica, aunque no en la in dustria del hierro. Es significativo que ni los fabricantes de hierro ni los profesores de m e talurgia hubieran p ropuesto nunca p ro cedi m ientos tan desatinados, pues su saber les h a cía pensar que no servirían p ara nada. Poco después de la aparición del acero de B essem er en 1856, volvió a la vida un anti guo procedim iento m ediante la aplicación al horno abierto o de reverbero del principio de Siem ens de regeneración del calor, elevando la tem p eratu ra del aire que en tra p o r m edio del calor de los gases que se expulsan. De este m odo fue posible fundir grandes canti dades de acero y utilizar el procedim iento de R éam u r em pleando hierro en lingotes, cha ta rra y m ineral. A p artir de 1867 el horno abierto se convirtió en un serio rival del con vertidor de Bessem er. A m bos procedim ientos tenían una im p or tante limitación: sólo eran utilizables con m i
nerales de hierro relativam ente puros (nada corrientes) com o los de Suecia, E spaña y el Lago Superior. A ntes de que pudieran em p learse los m in erales sed im en tario s m ás abundantes de Cleveland y L orena tenía que lograrse una m ejora final: la introducción del forro básico p a ra absorber el fósforo des prendido. E sta m ejora fue lograda por Gilchrist T hom as en 1879, y es significativo no ta n to p o r la m agnitud de sus consecuencias com o p o rq u e fue en te ra m en te científica. A unque T hom as em pezó a ganarse la vida com o em pleado en una com isaría de policía de Stepney, fue un m aestro en teo ría m eta lúrgica; com prendía con precisión qué era lo que estaba intentando hacer y los resultados de sus experim entos, realizados en un sótano de Londres, pudieron aplicarse con éxito tres años después a la producción a gran escala. Su obra es una extraordinaria anticipación de la investigación industrial del siglo siguiente. L os tre s p ro c e d im ie n to s m e n cio n a d o s inauguraron la edad del acero, prim ero com pletando rápidam ente la sustitución de la m adera com o m aterial básico de la construc ción y luego extendiendo el em pleo del hierro colado en la producción de railes, buques y cañones. El acero b arato fue la base sobre la que se edificó el im perialism o de finales del siglo XIX, con su interés p o r el com ercio transoceánico, la explotación de las colonias tropicales, la construcción de ferrocarriles y puertos y la todavía m ás costosa preparación p ara la guerra naval y terrestre.»
B e r n a l , John D.: «Historia social de la ciencia, I. La ciencia en la historia». Ed. Península, Barce lona, 1979, págs. 460 ss.
C uestiones 1. 2. 3.
4.
Sitúa históricam ente el docum ento. A naliza los distintos procedim ientos descritos que se utilizan para la obtención del acero. ¿C uál es la im portancia del acero en la segunda revolución industrial? ¿E stam os todavía en la edad del acero? Expon tu opinión razonada. R ecuerda en qué se utilizaba el acero en la época estudiada. D efine los siguientes térm inos: hierro colado, hierro forjado, arrabio, acero.
D ocum ento 3
El capital financiero «El capital financiero en su perfección sig nifica el grado m ás elevado de p o d er econó m ico y político en m anos de la oligarquía ca pitalista. E s la culm inación de la d ictadura de los m agnates capitalistas. Al m ism o tiem po, la dictadura de los dom inadores capitalistas nacionales de un país hace que la situación sea cada vez m ás insostenible con respecto a
2.
los intereses capitalistas del otro y la dom i nación del capital es cada vez, dentro del país, más incom patible con los intereses de los explotados por cl capital financiero y tam bién con las m asas populares llam adas a la lu cha. En cl choque violento de los intereses hostiles, la dictadura de los m agnates capita listas se convierte, finalm ente, en la dictadu ra del proletariado.» R. H i i .FKRDING: «El capital financiero (1910)», en J. M .’ V id a l V il l a : «Teorías ele! Imperialismo». Anagrama, Barcelona, 1976, págs. 95-96.
Tema de profundización
La existencia de ciclos en la economía capitalista.
3. .y
Testimonios
Literarios Las obras de H enrik I b sen «Los pilares de la sociedad» y «U n enem igo del pueblo» son u n a crítica a la nueva sociedad surgida de la revolución industrial. Lo m ism o puede decir se de «Un m arido ideal» y «El abanico de Lady W inderm ere» de O scar W il d e . U na descripción casi exhaustiva de la sociedad burguesa p u ed e contem plarse en «La saga de los Lorsyte», de John G a l s w h o r t y .
F. de «Tiempos modernos».
.... filmes T odas y cada una de las siguientes pelícu las son de interés: «Q ué verde era mi valle», de Jo h n L o r d ; «El juez de la horca» de John H u s t o n ; «La balada de Cable H ogue» de Sam P e c k in p a h ; reflejan m aravillosam ente el m undo que está desapareciendo con la R e volución Industrial. La emigración, problem a especial creado p or la industrialización, es tratado en los f i l mes de Jan T r o e l l , « L os emigrantes» y «La nueva tierra».
U n a sátira de la industrialización puede verse en «Tiem pos m odernos», de C harles CHAPLIN. E l tem a de la revolución industrial en E spaña es tratad o en «La ciudad q u em a da», de A ntoni R ib a s , y en el docum ental del P rogram a 2000 de TV E, «El fracaso de la R evolución Industrial», (6-17-72, de u n a d u ración de 47’50”).
F. de «La balada de Cable Flogue».
Diapositivas C arpeta X V II de «H istoria del M undo», de A ncora, titulada «El triunfo de la técnica».
Inauguración del Canal de Suez.
SEGUNDA PARTE
La época del imperialismo: 1 8 7 0 - 1 9 1 8
6.
La expansión imperialista. El reparto del mundo colonial
7.
Problemas de la sociedad industrial. Los movimientos obreros
8.
Evolución del sistema de alianzas. La Prim era G uerra Mundial y los tratados de paz
9.
Progreso científico y nuevos planteam ientos culturales
10
.
La Revolución Soviética. La URSS 14
CUADRO CRONOLÓGICO 2 (SEGUNDA PARTE) La época del imperialismo, 1870-1918 Año
Política
Sociedad y economía
Ciencia y cultura
1871
Tratado de Francfort Comuna de París
Crisis económica en Francia
«El origen de las especies», de Darwin
1873
Entente de los tres em peradores 1 República española
Alianza internacional de Trabajadores Inglaterra com pra las acciones egipcias de Suez
«Ana Karenina», de Tolstoi. «F.l boulevar de Capueins», de Manet
1878
T ratado de San Stefano
Pontificado de León X I11
Horno siderúrgico Tilomas
1879
Pacto de la Dúplice Se funda el PSOE
Leyes antisocialistas de Bismarck
Edison inventa la lámpara incandescente
1882
Triple Alianza Inglaterra interviene en Egipto
Edison inaugura la primera central eléctrica
Koch descubre el bacilo de la tuberculosis
1885
Congreso de Berlín Muere Alfonso XU
1888
Guillermo 11, em perador de Alemania
Se funda la U G T
Fundación del Instituto Pasteur
1889
1.a Constitución japonesa
Fundación de la 11 Internacional
Exposición mundial de París
1891
Conquista de Rodcsia
Encíclica «Rerum Novarum»
M etro de Londres
1892
Alianza franco-rusa
1898
Fashoda Pérdida de las colonias españolas
Concesiones ferroviarias alemanas en Turquía
G eneración literaria española Los esposos Curie descubren el radio
1905
1." crisis marroquí Revolución cn Rusia
Creación en Francia de la SFIO
Einstein elabora la teoría de la relatividad Exposición de los «fauves»
1906
Conferencia de Algeciras
Surge el Labour Partv
Ramón y Cajal obtiene el Premio Nobel
1907
Triple Entente
Congreso de Stuttgart
«Las señoritas de Avignon», de Picasso
1909
Anexión de Bosnia-Herzegovina por Austria
Legislación antitrust cn EE.UU.
Manifiesto futurista de Marinetti
1911
2.a Crisis marroquí. Italia ocupa Libia
Formación de la CNT española
M arie Curie recibe el Premio Nobel de Química M uere Dilthev
1912
1.a G uerra Balcánica
Congreso de la II Internacional cn Basilea
«Campos de Castilla», de Antonio Machado
1913
2.a G uerra Balcánica Tratado de Bucarest
EE. UU., primer acreedor mundial
«La consagración de la primavera», de Stravinski
1914
Asesinato de Sarajevo Inicio de la I G uerra Mundial
Finalizan las obras del canal de Panamá
«Vive la France», de Picasso
1917
Entrada de EE.UU. en la guerra Revolución Rusa
1918
Fin de la I G uerra Mundial. Paz de Brest-Litovsk
148
Daimler y Benz inventan el motor de explosión
Diesel inventa el motor de gasoil
«El pintor y su modelo», de Matisse Insurrección comunista en Berlín
«Hotel Imperial de Tokio», de Wright
Toma de Rangún (Birmania) por el ejército inglés. Gran Bretaña crea el principal imperio de esta etapa. La diferencia de preparación y arm am en to de las dos civilizaciones que se enfrentan marca una ventaja definitiva a favor de los europeos.
Expansión imperialista. El reparto del mundo colonial Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. Factores del imperialismo. El reparto del m undo entre las potencias. Administración y explotación de las colonias. Los imperios coloniales. Consecuencias del imperialismo. Prácticas.
149
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • C o q u e r y , C. y M o n i o t , H.: «África negra, de 1800 a nuestros días.» Labor, Col. Nueva
Clío, n.° 46, B arcelona, 1976. Es un libro claro sobre la historia de A frica en los dos últim os siglos, que, lógicam ente, tra ta am pliam ente el aspecto de la colonización. O tro gran apartado es el dedicado a la descolonización del siglo XX. • M a d r id e j o s , M.: «Colonialismo y neocolonialismo.» Salvat, Col. G. T., n.° 63, B arcelo na, 1975. Se acerca de form a clara a am bos conceptos. Son muy destacables las declaraciones am plísimas de L éopold Sédar Senghor, p residente de Senegal, sobre todo el tem a. • MlEGE, Jean-L ouis: «Expansión europea y descolonización de 1870 a nuestros días.» L a bor, Col. N ueva Clío, n.° 28, 2.a edición, B arcelona, 1980. E studia sólo el im perialism o europeo, obviando el realizado por otros países com o Japón. D edica tam bién un espacio, aunque breve (sólo el cap. V III), a la descolonización. Los tem as de debate en tre los historiadores y la docum entación existente en los diversos paí ses —ya sean fuentes o bibliografía— ocupan un am plísimo espacio. Finaliza con unos cua dros cronológicos m uy com pletos. P resenta, pues, una visión de conjunto muy asequible. • MOMMSEN, W. J.: «La época del imperialismo. Europa 1885-1918.» Siglo X X I, M a drid, 1977. ' ' A borda el tem a en los capítulos A l y B2 de form a breve. Lo tra ta desde la perspectiva nacionalista, es decir, desde el p u n to de vista de los países europeos y com o un apartado m ás en el cam ino hacia la I G u erra M undial. • VARIOS: «Historia Universal Siglo XX.» H istoria 16, núm eros 1 al 4, M adrid, 1984. V arios autores tratan este tem a y en especial el profesor M artínez C arreras en el n." 1. E n su artículo da una breve p ero bastan te com pleta y asequible versión de los hechos que nos im portan. M apas a color y cuadros cronológicos com pletan el trabajo.
H istoria 16 ofreció en febrero de 1985, en su núm ero 106 de los ordinarios, un trabajo titulado «1885, el rep arto de Á frica», que nos puede servir de síntesis para el apartado africano. P ara el tem a español son muy útiles el libro de M orales Lezcano, V.: «El colonialism o hispano-francés en M arruecos (1898-1927).» Siglo XXL M adrid, 1976, y el E xtra n." IX de H istoria 16 titulado «E spaña en África: un siglo de fracaso colonial», publicado en abril de 1979, que analiza, com o su nom bre indica, los problem as del im perialism o espa ñol en África.
150
(t^ Introducción La expansión im perialista a la que hace m ención el tem a es la lle vada a cabo, fu n dam entalm ente p o r los países europeos, en el últim o tercio del siglo X IX y principios del XX, coincidiendo con la segunda revolución industrial y el auge del capitalism o industrial y financiero. Tiene su lím ite final en la I G u erra M undial, que cuenta entre sus cau sas las disputas coloniales de las potencias. E n esta etapa los países de la E u ro p a atlántica, a los que se unirán con p osterioridad A lem ania, Italia, R usia y dos países extraeuropeos, E stados U nidos y Japón, lle gan a con tro lar el 99 p o r 100 de O ceanía, el 90 por 100 de Á frica y el 56 por 100 de Asia.
. i E sta expansión im perialista es, p o r tanto, un fenóm eno típico de la etapa final del X IX , aunque no es único en la H istoria, ya que entre finales del X V y el X V III se había dado una fase colonial en la que las potencias im perialistas habían sido, básicam ente, E spaña, Portugal e Inglaterra y que había tenido com o zona de expansión principal a A m érica, aunque bajo un carácter b astante distinto que podríam os d e nom inar «m ercantilista» (en el siglo X V III y principios del X IX se p ro duce ya la independencia de la m ayoría de estos países). El térm ino im perialism o surge en la década de 1840, y ya desde su origen ha tenido significados m uy dispares, convirtiéndose así en uno de los m ás oscuros y difíciles de definir en el lenguaje de la historia política. Se le han dado fu ndam entalm ente dos tipos de in terp retacio nes: a) La visión econom icista, que hace hincapié en la sujeción y ex plotación que se dan unidas al colonialism o. E sta interpretación fue d e fendida en su día p o r H obson y C onant, en tre otros, y posteriorm ente por los pensadores m arxistas, com o R osa Luxem burgo y Lenin, que en su obra «El im perialism o, fase superior del capitalism o» dice: «Lo que caracteriza al capitalismo moderno, en el que impera el monopolio, es la exportación de capitales (...). Los capitalistas no se reparten el mundo llevados de una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado les obli ga a seguir ese camino para obtener beneficios; y se lo reparten «se gún el capital, según la fuerza» (...). Si fuera necesario dar una d e finición lo más breve posible del imperialismo, debería decirse que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo.»
Lenin (1870-1924). U no de los principales teóricos y crí ticos del imperialismo de esta época, que es para él una consecuencia di recta del capitalismo.
L e n i n : «El imperialismo, fase superior del capitalismo.» Funda mentos, Madrid, 1974, págs. 67, 83 y 99.
A dem ás de la exportación de capitales, se buscarían, según esta in terpretación, nuevos m ercados y m aterias primas.
151
b) La interpretación política, que designa la influencia política, económ ica o cultural en territorios exteriores a los del propio país y que Langer, uno de sus máximos defensores, definía com o «la au to ri dad o el control, político o económ ico, directo o indirecto, de un E s tado, de una nación o de un pueblo, sobre grupos similares». D efien de p o r tanto la prim acía de los intereses políticos (prestigio, razones estratégicas, ansias de poder, etcétera) sobre las puram ente económ i cas. / Ú ltim am ente se han dado otras interpretaciones individualistas o psicológicas, que ponen el acento en la acción de personajes individua les. Pero la opinión actual m ás generalizada es la de aceptar como vá• lidas varias form as de en ten d er el fenóm eno colonialista.
2.
Factores del imperialismo
L a gran expansión colonial de esta etapa se produce por una serie de factores que confluyen, según los casos, en m ayor o m enor m edida. Expuestos de m odo esquem ático, son los siguientes:
a. | Factores económicos A un q u e existe una tendencia en contra de la sobrevaloración que tuvieron con anterioridad, no deben subestim arse. E n 1873 se p roduce u n a ^ ia i^ n is ii^ a im ím ic a ^ u e ^ p r m o c a que los países adopten m edi das proteccionistas y obliga a los exportadores a la búsqueda de n u e vos m ercados! P o r o tra parte, el progreso industrial exige, jcadacuezmás uña~gfa rT ca n t ida d~derñatenas~p rím a sfa l go dó n . seda o m inerales) que losTndustriales prefieren te ner seg .u ra s^ Ie riita á Q S jd e p e jid ie n te sjre lpropio país. A lgunos de estos factores están resum idos en el siguiente discurso de Jules Ferry: Jules Ferry (1832-1893). Político francés que fue ministro y presidente del Consejo de Ministros entre 1879-85. Sus dos preocupacio nes básicas eran la enseñanza y el de sarrollo colonial francés. En 1881 crea el Protectorado de Túnez. T er minó la conquista de Indochina. Lo gró adquirir también para Francia parte del Congo y Madagascar.
«... La prim era forma de la colonización es la que ofrece un asi lo y trabajo al excesivo crecimiento de la población de los países pobres o de los que poseen una población numerosa. Pero hay otra forma de colonización: la que se adapta a los pueblos que poseen un exceso de capitales o un excedente de productos. Y ésta es la más moderna, actual, la más extendida y la más fecunda... Las co lonias son para los países ricos una inversión de capitales de lo más ventajosa... La cuestión colonial es para los países abocados por la naturaleza misma de su industria a una gran exportación, como es la nuestra, la cuestión misma de los mercados... Desde este punto de vista, repito, la fundación de una colonia es la creación de un mercado.»
Peso específico de la población europea en el mundo. Años
1850 1870 1900 1932 1960
Europa Mundo % Europa
266 1.097 1.210 310 1.534 400 540 1.950 641 2.980 (en millones)
24,2 25,6 26,0 27,6 21,5
Apud M iége : «Op. cit.», pág. 4. 152
Discurso de J. Ferry ante la Cám ara de Diputados el 28 de ju lio de 1885.
b.
Factores demográficos E u ro p a duplica su población entre 1850 v Í930. pero al mismo tiem
p o la te rn ific a rio n y el m aqum ism o invaden su industria y destruyen
gráfica que h ubiera sido-insostcflih k - de-n o-cnem itrar Ja válvula de es cape de la em igración a las colonias. A lo largo del siglo X IX v prin cipios del X X em igraron cerca de 40 m illones de e u ro p eos, alcanzan-
do las cotas máximas en 18£L (800 000) y 1907_(1 400 000). El R eino " U nido es el princinarém isor. va que en el período 1880-1914 salen del país alrededor de 8 millones y m edio de personas.
c. ^Factores técnicos
Los intereses de la política exten : británica
«Cuando el interés de Europa íc centraba en los conflictos de España. Inglaterra ocupó Gibraltar; cuando el interés de E uropa se centraba en los conflictos de Italia, Inglaterra ocupó Malta. A hora que el interés de E uropa se centra en Asia M enor y en Egipto, Inglaterra ha ocupado Chipre.»
tm p m trrp g n d e lo s m e d io s d e locom oción p erm ite unos transportes más rápidos v baratos. Así, el barco a vapor (pred o m inante_a£M Ü £jg los afins_s_p.te.nt.al perm ite una_tnayor c a rp a 'y velocidad, lo_que hace que~se abaraten los fletes. Al jrnsnioJicmpCLlaS-gmirdc-ycompañías n a vVICld& ie ra s se W convierten e n J u e itea-5» s c m«nTn -s -dp. ni----r e s tó n 1 nrocoLoruaL.P-ueine-» WUXl^MVzii wn-im^w '* Discurso de Salisbury en 1879. cesitan asegurar p ar a sus _vi artes las escalas precisas p ara abastecerse ' Apud M ie g e : «Op. cit.», pág. 14. de carbono-agua, etc. La misión civilizadora de España
d. jFactores políticos^ E stos f«rtnrpc^.stán_ínt.im am ente libados a la .estr ategia geog rá f i c a . bien para asegurar rutas o bien p ara.co n tro la iJ e rn tQ rio s j]iayore&. „ prestigio internacional, _que va unido en ocasiones al olvido de prob emas m ie rn ó T —el 98 e*spañol—, form o p arte com o causa o excus3-dfim uchas acciones coloniales. Igual sucede_coiila^Jnfluencias de fuertes^ — ,nAc Ha presión. E l nacionalism o triunfante £ n la-sagun d a jn ila d -d d . siglo x i >.%qj.-[r^-i4' ‘'-itiW ic:iim -nt.> v a r io s de los factores citados.—
e. iFactoresldieológicos F.stos suelen ser, en m uchas ocasiones, j ustificacionesalelh e c h o x Q loniah- Si se excluyen las n ostalgias deLpasadQ^his|Qn£fl_que están p re sentes en m uchos países, los restantes factores pod rían resum irse en dos: •
«Dios nos señala con su dedo in mortal el camino de África. A cercán donos al seno de aquellas razas dor midas en la naturaleza podremos elevarlas a la dignidad humana, dar les la conciencia de su derecho, pre pararlas para que trabajen con fe en la obra de la civilización universal, que necesita de los esfuerzos de to dos los hombres. Nuestra espada debe abrir el camino de la civiliza ción en África.» C a s t e l a r , E.c «La política espa ñola.» La discusión. 20-10-1859. Apud Historia 16, Extra IX. M a drid, 1979, pág. 36. _
dp c a rá c te r p u ram ente hum ano. que..suele. te n e r tin te s racistas—Se tra ta de la llam ada «responsabilidad
d g n to m ^ i^ |¿ ¿ ü £ 2 >>j que, en su su p e rio n d a d -e sta obligado a lle v a r a o tr o s p u e b lo s lo s avances de su civilización V cultura. U no
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de sus m áxim os defensores fue R u d y a rd JÜ Ehng., • T.a m isión evangelizadora religjq^a: es la idea de extender el cris tianism o p o r A frica y Asia. L a contribución al proceso colonizadoT fue decisiva y las relaciones con sus gobiernos muy estrechas. En p rin cipio, los p ro testan tes fueron los pioneros. Posteriorm en te., con el papa G regorio XVI (1831-46) resurgieron con fuerza las m isiones católicas.,__
f. I La existencia de ciertos grupos de presión [
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Y a hem os citado los grupos eco nóm icas^A ellos habría que unir los m ilitares. Pero surgen adem ás m ultitud de sociedade_s__g£Qgráfica.s. «..divulgar las ideas im perialistas y a crear estados de opinión favora bles a sm p uesta en práctica en todos los países.
g.
Resistencias
Sin em bargo no todo fueron factores procoloniales, y hay que re señar tam bién algunos m ovim ientos de oposición en E u ro p a , bien al hecho en s rd e la colonización, bien a los abusos que supone la cxplo-
E l cardenal Lavigerie y los padres blancos en Argelia.
Litografía de 1891. La misión evangelizadora llevó a miles de religiosos a las zonas colonizadas, incluso' an tes de serlo. Su protección sirvió, en ocasiones, de excusa a algunos go biernos para su directa intervención.
tación ulterior. E n esta oposición hay que citar desde políticos com o Bismarck, que veía la em presa sin gran interés para A lem ania (su p rin cipal interés era E u ropa), hasta los partidos socialistas, cuyas razones eran: «El Congreso es consciente de que la política colonial capita lista, por su esencia misma, lleva necesariam ente a la servidumbre, al trabajo forzado y a la destrucción de las poblaciones indígenas (...). El Congreso condena los métodos bárbaros de colonización capitalista (...). Enemigo de toda explotación del hombre por el hombre, defensor de todos los oprimidos sin distinción de razas, el Congreso condena esta política de robo y conquistas y constata que la política colonial aum enta el peligro de complicaciones in ternacionales y de guerra entre los pueblos colonizadores.» Moción en el Congreso Socialista de Stuttgart, 1907.
E n las zonas colonizadas se detectó p ronto una oposición que, si bien fue débil y desorganizada al principio, poco a poco fue tom ando cuerpo hasta desem bocar en la etapa descolonizadora. E n ello tuvie ron gran im portancia los abusos de las m etrópolis.
El reparto del mundo entre las potencias H acia 1870 los antiguos im perios coloniales de E spaña, P ortugal y H olan d a están en franco retroceso y han perdido gran parte de sus territorios, m ientras que las nuevas potencias! Inglaterra y Francia, que h an am pliado sus posesiones en la prim era parte del siglo, son ahora los m áxim os protagonistas del nuevo avance im perialista. El resto de los países o se incorpora tarde, o su papel se reduce al de m eros com parsas. a
Africa La p rim era zona de expansión en A frica fue la mediterránea. E n 1870 (véase el m apa adjunto) Francia estaba aposentada en Argelia, que constituía una colonia de poblam iento desde su ocupación en 1830 por Carlos X. La ap ertu ra del canal de Suez, inaugurado en 1869, daba m ayor im portancia a esta zona. Los intereses de Francia e Inglaterra se dirigían hacia Tunicia y E gipto, debido a la decadencia turca, pero am bos países se controlaban con una serie de tratados internacionales p ara im pedir el expansionism o del contrario. G ran B retaña reforzó su posición al com prar el 40 por 100 de las acciones del canal y recibir C hipre como recom pensa a la ayuda pres tad a a T urquía en su guerra contra Rusia. P or ello acepta que los fra n ceses intervengan y ocupen T unicia en 1881; m ientras ella hace lo p ro pio en Egipto, aprovechando un m ovim iento nacionalista y an tieu ro p eo en A lejandría, en 1882. Sólo quedaba M arruecos com o país desea do p o r F rancia, que se encuentra con la oposición de ingleses, espa ñoles e italianos; pero habrá que esperar al nuevo siglo para que, con los acuerdos anglo-franceses de 1904 contra el afán colonialista ale m án y la conferencia de A lgeciras de 1906 que dan paso al p ro tec to rado hispano-francés sobre M arruecos y a la ulterior ocupación italia na (1911-12) de Libia, se com pleten las conquistas m editerráneas de las potencias europeas.
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Portugués c%, Británicos TRANSVAL MADAGASCAR O cupación británica NATAL Francés COLONIA DEL CABO BATUSOLANDIA
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E n la vertiente atlántica, hacia 1870 tenían posesiones Portugal, Francia, Inglaterra y E spaña, p ero casi todas eran costeras o isleñas. El avance hacia el interior se lleva a cabo p o r los tres grandes ríos de la zona: el Senegal, que sirve de ru ta a los franceses; el N íger, utiliza do por los ingleses, y el Congo. Sólo en la región correspondiente a este últim o se crean problem as entre las potencias coloniales, pues m ientras en la m argen izquierda se establece Stanley, com isionado por la Sociedad In ternacional de Africa, presidida por L eopoldo II de Bél gica, en la derecha se había asentado el francés Brazza, y al mismo tiem po los portugueses dom inaban la desem bocadura con el enclave de Cabinda. A todo ello se unían las am biciones de Inglaterra y A lem a nia. Para in ten tar solucionar el problem a, Bism arck convoca un congre so internacional en Berlín, que, en 1885, reconoce las conquistas rea lizadas y tom a, adem ás, los siguientes acuerdos: «Art. 1. El comercio de todas las naciones gozará de una com pleta libertad: 1) en todos los territorios drenados por el Congo y por sus afluentes (...), 2) en la zona marítima que se extiende so bre el océano Atlántico (...), 3) en la zona que se extiende al este del Congo, tal y como queda delimitada más arriba, hasta el océa no Indico (...) hasta la desembocadura del Zambeze. Art. 13. La navegación del Congo, sin exceptuar ninguna de sus ramificaciones ni salidas, es y perm anecerá enteram ente libre para los buques mercantes cargados o en lastre de todas las nacio nes (...). Art. 26. La navegación del Níger, sin exceptuar ninguno de sus brazos y desembocaduras, es y continuará siendo com pletamente libre para los buques mercantes de todas las naciones (...). Art. 35. Las potencias firmantes de la presente Acta recono cen la obligación de asegurar, en los territorios ocupados por ellas del continente africano, la existencia de una autoridad suficiente para hacer respetar los derechos adquiridos (...).» Acta General de la Conferencia de Berlín, 26 de febrero de 1885. Apud A r m e s t o : «Op. cit.», págs. 153-55.
Tratado de Stanley con los jefes in dígenas de M afela y Ngombi
«Henry M. Stanley, com andante de la expedición del Alto Congo, en nombre y por encargo de la Asocia ción Internacional Africana, y los ré gulos y jefes Ngombi y Mafela, reu nidos en conferencia al sur de Mañanga, han concluido, tras mucho examen, el siguiente Tratado: 1) Los jefes de Mafela y de Ngombi recono cen conforme a sus deseos que la Asociación Internacional Africana se establezca en sus países para el progreso de la civilidad y del com er cio. De común acuerdo, por sí sus herederos y sucesores ceden ahora y para siempre a la Asociación la so beranía y todos los derechos de go bierno sobre sus territorios (...). 4) La Asociación Internacional Africa na se obliga a pagar a los jefes Ngombi y Mafela los siguientes artí culos mercantiles: una pieza de tela por mes a cada uno de los jefes in frascritos, además de un regalo de tela por Junta, y dichos jefes decla ran por la presente aceptar esta en trega y subsidio mensual como com pensación plena de todo derecho en tregado a dicha Sociedad.» A pud G ir a l t , O r t e g a y R o i g : «Op. cit.», págs. 218-9.
155
H ay que hacer hincapié en la im portancia del artículo 35, que obli ga a ocu p ar con «autoridad suficiente» (ejército incluido) los te rrito rios sobre los que se tienen derechos, para asegurar así dichos d e re chos (hasta este m om ento la ocupación de la costa facultaba a esta blecerse en el interior del continente), pues, de otro m odo, podrían perderse a m anos de otra potencia. Este acuerdo provoca una carrera para dom inar m ilitarm ente los territorios del continente africano. La o c u p a c ió n de A fric a en
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E n las costas orientales, en 1870 sólo existían dom inios po rtu g u e ses en M ozam bique y ciertas escalas británicas, si excluimos sus pose siones en Sudáfrica y algunas islas en m anos francesas. Los problem as de esta zona son m enores, puesto que el tratad o anglo-alem án de 1886 dividió las esferas de influencia de am bos países en torno a Zanzíbar. Los italianos, que se incorporan ahora, conquistan E ritrea y avanzan hacia E tiopía; pero este avance cuenta con la oposición de Inglaterra, que ve am enazada su hegem onía en el V alle del Nilo, y este en frenta m iento ju n to a la d erro ta de A dua cortan las aspiraciones de Italia en la región, que, sin em bargo, recibe a cam bio parte de Somalia. E l últim o problem a surge en el Sudán (Valle del N ilo), deseado p o r ingleses y franceses, que avanzando desde posiciones distintas se encu en tran en Fashoda (1898). T riunfa la diplom acia británica, que obligá a rttiYarse al ejército francés, dirigido por M archand. situación final de Africa en 1914, cuando sólo Liberia y E tiopía quedan cdm o países libres, puede verse en el m apa anterior. Es con veniente resaltar que en ningún caso se logra la construcción de im perios continuos de costa a costa (sueño de las grandes potencias). Ni el francés desde el A tlántico al índico, que se ve interrum pido por el inglés (véase la im portancia del episodio de Fashoda en este caso). Ni el inglés: vieja idea de sir Cecil R hodes de unir El C airo y El Cabo en un im perio continuo de norte a sur, ya que se ve interrum pido por el A frica O riental A lem ana. Sin em bargo, tras la I G u erra M undial, el R eino U nido conseguirá la unión de su vasto im perio africano al re cibir en m andato (Tem as 8 y 11) la T anganika alem ana.
E l comandante francés Marchand, quien, después de tomar Fashoda, ha de retirarse por exigencias políticas bri tánicas.
156
La crisis de Fashoda «El 19 de septiembre de 1898 el general Kitchener, com andan te de las tropas inglesas, llega a Fashoda, de la que el capitán M ar chand, procedente del Congo, ha tom ado posesión en nombre de
Francia. Kitchener, que en el curso de una espinosa entrevista ha dado pruebas de gran tacto y diplomacia, (...) quiere persuadirnos de que volvamos a Egipto sobre sus cañoneros. ¿Usted sabe que es la guerra entre nuestros dos países lo que puede resultar de vuestra negativa de abandonar Fashoda?, dice el general... Pero en este caso, y si el gobierno de Londres desea ocu parse del asunto, ¿no es natural que conferencie para ello con el de París? Nosotros somos soldados y no diplomáticos...» Jules E m il y , Misión Marchand, 1896-1898, Journal de Route du doctor Emily. Hachette, París, 1912. .
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Extremo Oriente
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E n 1870 el único país que m antiene posesiones im portantes en Asia es Inglaterra, que cuenta con la India (la joya del im perio) com o cen tro de sus posesiones en esta p arte del globo. Ju n to a éstas hay que citar tam bién las Indias H olandesas (Indonesia) y algún enclave de otros países (Francia, Portugal, etcétera). E n O ceanía, G ran B retaña disponía de dos grandes colonias, Nueva Z elanda y A ustralia. La ap ertu ra del C anal de Suez aum entó las posibilidades de acce so y el interés p o r estas tierras. A p artir de la fecha citada, son Ingla terra y Francia quienes aum entan sus posesiones y crean im perios im portantes, ju n to con Rusia, que se extiende p o r todo el norte de Asia. Inglaterra se estableció en B irm ania y M alasia, m ientras F rancia lo h a cía en Indochina, Laos, Tonkín, A nnam y Cam boya (véase el m apa) Japón y E stados U nidos se hacen tam bién presentes en E xtrem o O rien te y O ceaníá. El débil im perio chino tuvo que perm itir la existencia en su te rri torio, de puertos francos al com ercio de casi todas las potencias a p a r tir de la guerra del O pio (1839-42).
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E l reparto del sureste asiático entre las potencias occidentales en 1914.
El resultado final de esta etap a colonizadora es el rep arto de casi toda A frica y O ceanía y gran p arte de A sia entre las potencias colo niales. Los países con más fuerza crearon grandes im perios pluricontinentales, com o ingleses y franceses y en m enor m edida los alem anes, m ientras que otros países tuvieron que contentarse con áreas concre tas de determ inados continentes, com o Portugal, Bélgica, Italia y E s paña. Casos algo especiales son los de R usia, Jap ó n y N orteam érica.
4 . Administración y exploración^ de las colonias Tras la conquista, que suele ser rápida a causa de la gran diferen cia de arm am ento y tácticas em pleadas p o r am bas partes, y está diri gida p o r m ilitares y n orm alm ente el M inisterio de la G uerra, viene la etapa de organización de la colonia, que va a crear adm inistraciones diversas, tan to en las m etrópolis com o en el territo rio colonial. E n las m etrópolis no hubo en principio organism os especializados, y la adm iñistración de las colonias estaba encargada a diversos órga nos o secretarías de ciertos m inisterios. E spaña e Inglaterra fueron los prim eros países en con tar con un m inisterio específico, y lo propio hi cieron el resto de las naciones, pero ya a finales del X IX o iniciado el siglo XX. P o steriorm ente se crearon algunos organism os supram inisteriales para coord in ar las actividades de los distintos m inisterios re feridas al im perio.
Portada de un libro de la época.
«Al asalto de Asia.» Se pueden apre ciar diversas banderas de los países que se reparten este continente, bien con posesiones directas o por zonas de influencia. 157
E n las colonias, en cam bio, se crearon pronto organism os adm inis trativos que pudieran dar respuesta rápida a los m últiples problem as que surgían. E n el últim o tercio del X IX recuperó im portancia el sis tem a de C om pañías Privilegiadas con am plios poderes, que fue utili zado p o r la m ayoría de los países europeos hasta la década de 1890. A p artir de este m om ento los E stados se fueron haciendo cargo de n u e vo y de form a directa de la adm inistración de sus propias colonias. Los diferentes regím enes adoptados para ello son clasificados por los his toriadores en dos grupos de sistemas: el inglés y el francés, aunque a veces tien en bastantes aspectos com unes. E n el sistem a británico se pueden analizar tres tipos: • Los dominios, establecidos en colonias con alto porcentaje de p o blam iento blanco. E n ellos se instaura un autogobierno (selfgovernm ent), con parlam ento y gobierno propios, aunque sólo atiende a la política interior. La exterior queda en m anos de L o n dres. E jem plo de este tipo es Canadá. • Protectorado: el gobernador o representante del gobierno m e tro politano adm inistra la colonia valiéndose para ello de jefes indí genas. P or ejem plo, Sierra Leona. Oficial y soldados coloniales. Dentro de los ejércitos de las poten cias tenían mucha importancia los soldados originarios de las colonias.
• Sistem a de colonias de la Corona o colonias de explotación: la adm inistración es dirigida en exclusiva por un gobernador y fun cionarios ingleses. Es el tipo más abundante; se encuentran ejem plos de él en casi toda el Á frica negra. E l sistem a francés se basó en principio en la asimilación, C onsistía en ir asim ilando poco a poco los territorios coloniales a dep artam en tos franceses, a cuyo frente existía un gobernador, asistido p o r un con sejo elegido, que d ebía enviar representantes al P arlam ento de París. C on el tiem po las nuevas colonias se adm inistraron con los sistem as de protectorado o administración directa, muy parecidos a los británicos. E n am bos casos existían tam bién sistem as especiales, com o los es tablecidos en Senegal y la India. Los restantes países utilizaron sistem as asimilables a los ya descri tos. La explotación es, com o sabem os, el fin prim ordial del Im perialis mo, aunque suscitó grandes debates en su m om ento. Pero para ello era necesario prim ero una m ínim a infraestructura de puertos y fe rro carriles, que llegó a alcanzar redes im portantes (la India contaba en 1910 con 51 500 km). A veces la finalidad de éstos era más política y estratégica que económ ica. Las grandes inversiones procedían de los p resupuestos oficiales (de la m etrópoli y con el tiem po de la colonia) y de capitales privados. (Las rentas del capital invertido fueron, por lo general, im portantísim as). El com ercio, p o r su parte, siguió dos tendencias opuestas: el libe ralism o inglés, seguido tam bién por Bélgica y H olanda, y el proteccio nism o francés, utilizado igualm ente por A lem ania y España, que fue el sistem a que cobró m ayor auge a p artir de 1880. E n los intercam bios predom inaron, al principio, las im portaciones de m aterias prim as por parte de las m etrópolis, pero con el tiem po (d é cada de 1890) se convirtieron en vendedoras de m anufacturas ya que éstas llegaron a ser lo fundam ental en cantidad y, lógicam ente, en va lor. L a im portancia del com ercio colonial varía m ucho de unos países a otros. El saldo de la balanza comercial, siem pre positivo para los co lonizadores, se ve favorecido adem ás por los saldos del resto de las b a lanzas.
158
La explotación de los africanos. «He visto construir ferrocarriles... El negro reemplazaba a la máquina, al camión, a la grúa. Agotados, m altratados por los ca pataces, lejos de toda vigilancia europea, pálidos,‘famélicos, deses perados, los negros morían en masa... Fue necesario reem plazar a los muertos nuevamente.» L o n d r e s , Albert: Tiena de ébano. 1829. A pud Documents d’histoire vivante. Dossier VII, ficha 10.
El proteccionismo del comercio francés. «Estoy en conversaciones constantes con algunas compañías francesas, (...) para encontrar los medios prácticos de llegar a des plazar definitivamente del mercado de M adagascar los tejidos ex tranjeros. (...) He aconsejado a las firmas que tomen como marcas de sus tejidos símbolos patrióticos, banderas francesas, (...).» G a l l i e n i : «Cartas de Madagascar.» A pud «Documents d'histoire vivante.» Dossier VI, ficha 33.
Ilustración de la época
Los imperios coloniales 5.1.
Ej imperio inulés
El R eino U nido es el m ás m adrugador de los im perios de la edad contem poránea. E n plena decadencia de otros (español o prim er im perio francés) sigue am pliando sus territorios, y llega a disponer en 1876 de cerca de 22,5 millones de kilóm etros cuadrados, es decir, más de la m itad del to tal de los territorios colonizados p or las potencias en esta fecha (40,4 m illones de km 2) y cuando casi todo el resto lo poseía R usia (17 m illones de km 2). Sus colonias, con funciones muy diversas, estaban distribuidas por todos los continentes. E n E u ro p a disponía de G ibraltar, M alta, C orfú y las Islas Jónicas; en A m érica de C anadá, H onduras, etcétera, en A fri ca, de Sierra L eona o A frica del Sur, entre otras; en Asia, de la India, com o principal colonia de explotación de todo el Im perio, H ong-K ong, etcétera, y en O ceanía, de A ustralia o N ueva Z elanda, entre las princi pales. A p artir de 1877, fecha en que la reina V ictoria es coronada em peratriz de la India, la expansión de^ los ingleses es bastante rápida y va a ten er com o su zona principal A frica, donde se intenta crear un im perio continuo de norte a sur (de E l C airo a El Cabo es el sueño de Cecil R hodes). Se busca, p o r o tra parte, asegurar las rutas hacia las colonias principales o hacia los grandes centros com erciales, com o la India o China, respectivam ente, y afianzar la seguridad de algunas zo nas im portantes del im perio (anexión de B irm ania, p o r ejem plo). A principios del siglo X X Inglaterra logra el m ayor im perio del m o m ento, que ocupa aproxim adam ente 33,5 m illones de km 2 y está h a bitado p o r cerca de 400 m illones de personas. E n este punto cesa su expansionism o, pues no quedan zonas de gran interés y los gastos y p ro blem as de tan vastos territorios obligan a ello. A dem ás, los conflictos que surgen en E u ro p a llam an su atención, y com ienza a dedicarse ta m bién a ellos, saliendo así de su an terio r aislacionismo.
Joseph Chamberlain (1836-1914). Ministro de colonias entre 1895 y 1903. Trabajó especialmente para la expansión inglesa en Africa y para crear la federación imperial.
Gráficas de las exportaciones británi cas. a) Bxpansien global de produetes britsnieee desde 1870 a 1918
ImpeftQ íiHtófites
L a organización del im perio adquiere form as diversas, como ya se ha dicho. E n p rim er lugar están los dom inios, territorios con un alto grado de autogobierno, pero en los que la política exterior queda re servada a L ondres. É stos eran C anadá, A ustralia, N ueva Z elanda y la U nión Sudafricana. El rey estaba representado por un gobernador ge neral y el sistem a fue derivando hacia una confederación. Sus aspectos principales están recogidos en las palabras que J. C ham berlain dirige en 1897 a la I a reunión de la C onferencia colonial: «Pienso que existe la necesidad real de mejorar las formas de consulta entre las colonias autónomas y la madre patria, y que se ría posible crear un gran consejo del Imperio, al cual las colonias podrían enviar plenipotenciarios, (...). Podría transformarse lenta m ente en consejo federal, este consejo que debemos considerar como nuestro último ideal. Y a un consejo de este tipo le sería confiada, en prim era ins tancia, la discusión de todos los asuntos menores de interés común, y la opinión de las colonias sería tom ada en cuenta y pesaría m u cho en la balanza antes de que fuese adoptada ninguna decisión en este país o por las asambleas legislativas de las colonias.» Discurso de J. C h a m b e r l a i n . A pud K e i t h , A. B.: «Speeches and documents in British colonial Policy (1763-1917).» Oxford University Press, 1961. II. Págs. 210-216.
b) Bxportaeioíi a© produetoa úntameos a las cotonías entre 1860 y ;1914 Total
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Los p ro tectorados y las colonias de explotación, gobernados con el apoyo de jefes indígenas o no, tienen en la práctica un sistem a muy similar. Form an p arte de éstos todo el resto del im perio, y los ejem plos m ás claros son la India v Á frica (excepción hecha de la U nión Su-
MIQUELÓN M ARRUECO S CHANOERNAGORF YANAON M AHE KARICAL
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KUANGCHOUAN PONDICHE INDOCHINA
SOM ALIA I. M ARQ UESAS
NUEVAS HÉBRIDAS
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NUEVA CALEDONIA N AM STERD AM
IMPERIO FRANCÉS HACIA 1914
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GRAN BRETAÑA ILANDA INDIA
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IMPERIO BRITANICO HACIA 1914 [ V i T e r r it o r io s d e la — C o r o n a B r it á n ic a | B M
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BORNEO DEL NORTE sqco tora
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IS. GEORGIA IS COUGH DEL SUR 5. MALVINAS ls - SANDWICH DEL SUR jy IS. ORCADASDELSUR IS. SHETLAND DEL SUR
UNIÓN SUDAFRICAN A
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IS SALOMON IS FIDJI NUEVA CALEDONIA
dafricana). No p o seen ningún tipo de autonom ía de gobierno. Su fun ción principal es sum inistrar m aterias prim as a G ran B retaña y com p rar a ésta productos industriales. E l im perio inglés es el m ayor p roveedor y consum idor de p ro d u c tos británicos, com o dem uestran las gráficas adjuntas. Y dentro del im perio, la India, con sus casi 300 m illones de habitantes, el principal m er cado, a pesar de su bajo nivel de vida y sus ham bres cíclicas, que p ro vocan m ovim ientos nacionalistas y revueltas. L a India aportaba, a cam bio, algodón, yute, trigo, té, etcétera. '
'5.2,' El imperio francés
..
vier
Francia p arte en 1870 de un im perio m uy inferior al británico. No llegaba al millón de km 2 y los territorios provenían, en parte, de los restos del prim er im perio colonial, ya perdido, com o las posesiones en A m érica C entral y las A ntillas (G uyana, M artinica, etcétera), y, sobre todo, de la labor colonizadora llevada a cabo entre los años 30 y 50 y com pletada p o r N apoleón III. E n este período se habían conquistado A rgelia (en 1830 Carlos X había tom ado A rgel), así com o Senegal y algunas zonas de M adagascar (Africa) y T ah ití (O ceanía). Con N ap o león III se p o n en las bases del im perio de Extrem o O riente m ediante la anexión de N ueva C aledonia y C ochinchina y el establecim iento de un pro tecto rad o en Cam boya. (Estas acciones tenían, entre otras cau sas, la de p ro teg er a los m isioneros católicos de la zona.) Igualm ente se inicia la conquista de ciertos territorios del A frica noroccidental. 1870 m arca un hito en la política francesa, ya que la d errota frente a Prusia hace que se proclam e la III R epública y que se lance a nueva fase colonizadora (provocada tam bién p o r la crisis económ ica de p o st guerra). Los gobiernos G am betta, Ferry y D elcassé se lanzan por el ca m ino de la política im perialista com o m edio de solucionar los proble mas, especialm ente los económ icos, del interior. E n A sia se ocupa el resto de Indochina (A nnam , Tonkín y Laos) hasta form ar la U n ió n Indochina. D e ella extraen m inerales y pro d u c tos agrícolas (arroz, fundam entalm ente). E n Africa, p artien d o de A rgelia, se conquistan las zonas del M edi terrán eo occidental (Túnez y M arruecos —tras la conferencia de Algeciras—), p ara lanzarse después hacia el sur y unir estas posesiones con las del Senegal y el Congo, creando así un gran im perio en el Á fri ca noroccidental. Los intentos de extenderse hacia el este y, por tanto, al Valle del Nilo, chocan con los intereses ingleses (Fashoda). A dem ás se consigue D jibuti y term inan la colonización de M adagascar, dirigi da p o r G alliéni (1883). Se conquistan tam bién algunos archipiélagos del índico y el Pacífi co. D e este m odo Francia llega a 1914 con un am plio im perio pluricontinental, que ocupa aproxim adam ente 10,5 m illones de km 2 y está habitado p o r 55 m illones de personas. La organización del mismo es por m edio de la asim ilación a d epartam entos m etropolitanos y de p ro tectorados o colonias de explotación. D e todas ellas obtiene gran can tidad de m aterias prim as m inerales o agrícolas, que cubren am plia m ente sus necesidades industriales o alim enticias, en caso de escasez. El com ercio francés con las colonias es m ucho más reducido que el b ri tánico y no supone la p arte fundam ental del com ercio exterior, aun que aum entó bastante en el siglo X X y llegó a su m áxim o con la crisis de 1929. ' ' "
Comercio colonial francés. % sobre el total Año 1903-7 1908-12 1921 1930
Imp.
Exp.
9,9 11.3 12,4 15.1
12 13 13,3 17.1
La balanza comercial fue siempre fa vorable a Francia. La crisis del 29 p o tenció este comercio.
161
5.3.
Otros países de Europa occidental
Los restan tes países de E u ro p a occidental tienen, com o sabem os, im perios m ucho m enores: Testam ento de Leopoldo II res pecto al Congo.
«Mis penas no han sido estériles. U n joven y vasto estado, dirigido desde Bruselas, tiene su sitio gracias al apoyo de las potencias que han aplaudido sus comienzos. Desde que los belgas lo administran, junto con otros com patriotas cada vez más nu merosos, han logrado que fructifica ran sus capitales (...). He creído mi deber situar a Bélgi ca en el mismo, cuando la muerte me sorprenda, para que pueda aprove char mi obra y el trabajo de cuantos me ayudaron en su fundación. Como soberano del Estado independiente del Congo os dirijo este testamento.» A pud L a r a n , M . y V i l l e q u e t , J.: «L'epoque contem poraine.» París, 1969, págs. 194-6.
a. Bélgica. Sólo consigue la rica región del Congo, gracias al in terés de su rey L eopoldo II, que recibe dicho país, a título personal, en la C onferencia de Berlín (1885), y, por ello, los belgas lo conside raban «el jard ín tropical del rey». A su m uerte lo legó al país. Los in tercam bios com erciales con la m etrópoli se hicieron especialm ente in tensos en los años 1920. b. Holanda. Y a poseía un im perio de cierta im portancia a m edia dos del siglo X IX , pero no va a am pliar sus territorios con nuevas con quistas. Pierde, incluso, algunas posesiones, com o El Cabo o Ceilán, en beneficio de Inglaterra. El resto, com puesto por zonas de las Indias occidentales, com o G uyana y algunas islas de las Antillas, y de las orientales, com o las Indias holandesas, M olucas y Célebes, es consoli dado al m ejorar las com unicaciones y establecer un sistem a centrali zado de adm inistración. A nivel económ ico, H olanda crea todo un sis tem a de m odernas plantaciones, de las que extrae caucho, especias y tabaco. ) /r c A Alem ania. Se incorpora tard e (años 80) a la «weltpolitik», d e jan d o en segundo plano los problem as europeos, que centraban su p o lítica exterior. H asta este m om ento, Bism arck había abandonado la p o lítica colonial en m anos de em presas privadas, y esta tardía incorpo ración influye en que A lem ania no pueda escoger las zonas a conquis tar, sino que tenga que contentarse con los territorios que quedaban y, adem ás, deba enfrentarse con otras potencias al p re ten d e r in tro d u cirse en sus zonas de influencia (caso de las crisis m arroquíes, que es tudiarem os entre las causas de la I G uerra M undial).
La falta de interés de Bismarck por las colonias.
«Alemania no se propone imitar la política (colonial) francesa, sino apo yar y proteger a sus comerciantes. No sería político por nuestra parte ocupar territorios en los que no te nemos interés alguno para ofrecer un estímulo ficticio a la emigración alemana.» Discurso de Bismarck en el Reichstag. 26 de junio de 1884. A pud B r u n s c h w i g ; Henry: «L‘expansion allemande outrem er.» PUF. París, 1957, pág. 130.
162
E n 1883-85 Bism arck adquirió en una acción sorpresa los protecto rados del Á frica del sureste y del suroeste, así como Togo y C am e rún. Su im perio se com pleta con una serie de archipiélagos del Pací fico (algunos com prados a E spaña en 1899, com o M arianas y C aroli nas) y la ap ertu ra de C hina a su com ercio (com o al del resto de los países occidentales). Sin em bargo, sus aspiraciones im perialistas no quedaban totalm ente satisfechas. d. Italia. D ebido a su reciente unificación, decide tard e crear un im perio colonial; en prim er lugar se establece en E ritrea y Somalia, tras el in ten to fallido de incorporar Etiopía. D espués, en 1911-12, se anexiona Libia, y obtiene así una colonia en el M editerráneo, tras una g u erra contra Turquía. FNpaña. P ierde su im perio am ericano y asiático a lo largo del siglo X IX , p érdida que culm ina con el «desastre del 98» (C uba, P u e r to R ico y Filipinas). Pero poco antes de este hecho logra en Á frica los territo rio s de R ío de O ro (Sáhara) y G uinea Ecuatorial. Y a en el XX, y tras los acuerdos de Algeciras, inicia lentam ente y con bastantes p ro blem as la conquista de su p rotectorado de M arruecos.
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RIF ORIENTAL
y f. P ortugal. Ve tam bién desaparecer su im perio am ericano (Brasil) y p arte del resto, p o r independencia de las colonias o arrebatado p or otras potencias. Pero m antiene algunas factorías y am plía, adem ás, sus colonias costeras de África, A ngola y M ozam bique, ju n to a G u i n ea Bissau, logrando así un im perio que superaba los dos m illones de km 2.
y
Protectorado español de Marruecos.
g. Nuevo m apa colonial tra s 1918. La d erro ta de A lem ania en la I G u erra M undial hizo cam biar los im perios estudiados: desapareció el alem án, y sus colonias pasan a las dem ás potencias que las reciben en m andatos de la Sociedad de N aciones (Tem as 8 y 11). Los grandes beneficiarios fueron el R eino U nido y Francia. Lo m ism o sucedió con las posesiones turcas de O riente M edio.
5.4.
Otros imperios
O tros países no pertenecientes a E u ro p a occidental logran tam bién am plios im perios en estas fechas; aunque son casos algo atípicos com parados con los ya estudiados: a. R usia. El fracaso de la política tradicional de avance en los Bal canes lleva a la colonización de las tierras de Asia. Las causas de este deseo expansionista son distintas a las de los países occidentales ya que no tiene la base de una im p o rtan te industria. P or ello, en lugar de bus car m aterias prim as o m ercados, lo que in ten ta es llegar a los «m ares calientes» y lograr unas fronteras seguras ante los pueblos esteparios. R usia avanza p o r Siberia hacia el este y hacia el sur desde los años 1850 hasta principios del siglo XX. E n Á sia C entral ocupa T urkestán y choca con los intereses británicos, que veían m al su aproxim ación h a cia la India; p o r ello se crea A fganistán com o E stado tapón entre am bos. P or o tro lado, se enfren ta tam bién con el incipiente im perialism o japonés en la conquista de M anchuria, lo que provocará la guerra ru so-japonesa de 1904, de fatales consecuencias p ara Rusia. E n 1914 el im perio ruso en A sia suponía unos territorios de 17,5 m illones de km 2, aunque escasam ente poblados p o r tan sólo unos 33 m illones de habi tantes.
165
b. Ja p ó n . E l colonialism o japonés se inicia a p artir de la revolu ción m eijí de 1868 y es consecuencia del fuerte aum ento de su pobla ción y de las necesidades de m aterias prim as y m ercados que provo caba su ráp id a industrialización. Japón com ienza a construir su im pe rio con la incorporación de las islas Kuriles y otros archipiélagos a p a r tir de 1876. P ronto pone sus objetivos en el continente asiático, lo que lleva a un enfrentam iento con C hina (1894-95), a la que vence, y con sigue con ello la isla de Form osa, la «independencia» de C orea, que cae bajo su influencia, y otras ventajas, que se reducirán ante los re celos occidentales. E stos hechos provocan la guerra con R usia de 1904, que, tras el triunfo japonés, perm ite la creación de un p rotectorado so bre C orea, que será anexionada finalm ente en 1910, y sobre el sur de M anchuria. E sta actitud beligerante pone de m anifiesto la potencia y las am biciones japonesas, aunque sus colonias son reducidas en exten sión (300 000 kilóm etros cuadrados), pero están bastante pobladas (al red ed o r de 19 m illones de habitantes).
Caricatura del imperialismo nortea mericano, representado por el Tío Sam comiéndose a diversos países de Iberoamérica. De la revista Gil Blas (México, 1896). ^ Mapa del expansionismo norteameri cano a principios del siglo XX. 1. Filipinas (296 310 km2, 8 200 000
2.
3.
4.
5.
6.
habitantes), com pradas por E sta dos U nidos a España en virtud del Tratado de París (1898). Hawai (16 980 km2, 193 000 habi tantes), puestos en 1872 bajo la protección económica de Estados Unidos: en 1887 se cede a este país la rada de Pearl Harbour; en 1898 las islas se incorporan a los Estados Unidos. Alaska (1 518 700 km2, 82 516 ha bitantes), comprada por Estados U nidos a R usia en 1887 por 7 000 000 dólares. Cuba (114 524 km2, 2 048 980 ha bitantes), a la que España recono ce la independencia en el T rata do de París, y queda bajo el con trol militar de Estados Unidos, que ocupa la isla entre 1906 y 1912. ' Puerto Rico (9 134 km2,1 120 000 habitantes), bajo la influencia de los Estados Unidos en virtud del Tratado de París (1898). Canal de Panamá. En 1904, por un tratado con el nuevo estado panameño, ambos márgenes del canal pasan a ser propiedad de los Estados Unidos.
164
c. E stad o s U nidos. Inicia la incorporación de nuevos territorios después de la guerra de Secesión (1861-65). Sin em bargo, su política im perialista basada en el control económ ico de otros países, en los que interviene m ilitarm ente sólo cuando peligran los propios intereses o los de sus ciudadanos particulares, com ienza antes y tiene caracterís ticas propias. Las causas de su im perialism o han sido discutidas, au n que se aceptan las de tipo económ ico, que p arten de su gran d esarro llo industrial, así com o las de prestigio y la continuación, fuera de sus fronteras, del espíritu de conquista producido con lá colonización del O este d entro del propio país. El área de intervención se reduce en prin cipio al continente am ericano y sus islas, y se am plía posteriorm ente a los territo rios del Pacífico.
R U S IA
u CANADÁ
ESTADO S U N ID O S
JA PÓ N
l¿j
1. MIDWAY (1867) I HAWAI (18961
NAS I W AK0 I. J0H N ST 0N (1898)
KINGMAN REET (1898) I. PALM YRA ¡1896)
GUAM (1898)
F IL IP IN A S
BAKER
I. CAROLINAS
I. SAMO A
I. SWAIN S (1925) I. M ARSHALL
NUEVA G U IN E A
N UEVA ZELAN D A
I J0W TAN (1857) I JARVIS (1876)
PUERTO R IC O
I. M ANUA (1899) I. TUTULIA (1899)
ZO N A DEL C A N A L 1904
Artículos del tratado hispanonorLa serie de intervenciones en países iberoam ericanos entre 1850 y 1914 es muy am plia, y destacan en ella los casos de Cuba, N icaragua, teamericano «Art. 2. España cederá a los E sta U ruguay, Chile, etcétera, en alguno de los cuales las actuaciones n o r team ericanas se rep iten en varias ocasiones. L a incorporación de n u e dos U nidos la isla de Puerto Rico y las demás islas que actualmente se vas zonas se va a realizar de tres form as: encuentran bajo la soberanía de Es
• M ediante com pra: A laska es adquirida a los rusos en 1867 por siete m illones de dólares (antes se había utilizado ya el mismo sistem a p ara adquirir Luisiana y Florida). • L a guerra: la llevada a cabo con E spaña en 1898 (tras la explo sión del M aine), que concluye con la Paz de París, proporciona a N orteam érica Filipinas, P uerto R ico y G uam y un cierto p ro
paña en las Indias Occidentales. Art. 3. Los Estados Unidos ocupa rán y conservarán la ciudad, la bahía y el puerto de Manila Í...Í» «Restauración y desastre, 1874-1898», Madrid, 1972, págs. 150-1.
tecto rad o sobre Cuba. • O tros sistemas: el tratad o utilizado con P anam á para la adquisi ción del canal y territorios adyacentes. P ara ello apoyaron antes la independencia de P an am á de C olom bia, que no aceptaba di cho tratado.
Protocolo del Tratado de paz hispanonorteamericano. 12-8-1898. A pud G a r c í a N i e t o : «Bases do cumentales de la Historia de España contemporánea.»
El resultado final en 1914 (véase el m apa) nos da una ocupación directa reducida (alred ed o r de 300 000 kilóm etros cuadrados) pero con una zona de influencia y control, tan to económ ico com o político, m ucho mayor.
6. w
Consecuencias del imperialismo
La p rim era gran consecuencia es el descubrim iento geográfico de todo el m undo, su colonización y el rep arto del m ism o entre las p o tencias. (E ste aspecto se ha analizado en los apartados anteriores, y puede asim ism o observarse gráficam ente en los m apas expuestos.) P or o tra p arte, las consecuencias del im perialism o son diferentes según que afecten a las m etrópolis o a las colonias, aunque en m uchos casos están íntim am ente relacionadas. A dem ás, cuando se habla de consecuencias de tipo económ ico, político o social, se tra ta de una sim plificación, pues todas ellas están im bricadas en tre sí, y es difícil, en ocasiones, hacer una diferenciación clara entre las mismas. Sin em bar go, vam os a in ten tar esquem atizarlas y sistem atizarlas por separado para un estudio m ás claro. \
^ (Q ).
Consecuencias para las metrópolis
A nivel económ ico las colonias suponen una fuerte sangría del p re supuesto oficial (p o r ello algunas potencias dudan de la conveniencia de lanzarse p o r la ru ta del im perialism o) y grandes inversiones priva das, po r lo m enos en u n a p rim era fase, p ara crear la infraestructura necesaria que p erm ita la posterior explotación de las mismas. A pesar de ello, esta dedicación p resupuestaria resulta un paso obligado que n orm alm ente se ve com pensado con creces con el paso del tiem po. P ro n to las colonias ap o rtan grandes cantidades de m aterias prim as, m inerales, cuando existen, o agrícolas, tras la creación de grandes plan taciones de m onocultivos. A dem ás p erm iten la salida de fuertes con tingentes de productos m anufacturados de las industrias m etropohta165
ñas, que alivian así los stocks en épocas de crisis y proteccionism os. A unque todas las potencias tienen un activo com ercio con sus colo nias, sólo Inglaterra logra unos porcentajes im portantes, cercanos al 50 p o r 100 del total de su com ercio exterior. E n el resto de los casos el porcentaje es muy inferior y sólo alcanza cotas destacables en las cri sis de los años 20. Todo ello perm ite a las potencias m antener un rit m o de crecim iento más o m enos continuo, que sólo se verá roto de fo r m a im portante en la década de 1920. E n el cam po dem ográfico y social las colonias son una válvula de escape p ara la presión dem ográfica, porque, al facilitarse la em igra ción a ellas, dism inuyen los problem as sociales, e incluso políticos, que pod rían derivarse del aum ento de la población. Políticam ente perm iten olvidar, o al m enos dejar en segundo té r m ino, los problem as internos o externos, con lo que se alivian las te n siones socio-políticas. Los jefes políticos, así com o las naciones, cobran m ayor prestigio a nivel internacional, y los enfrentam ientos entre paí ses europeos son tam bién relegados parcialm ente al dedicar las p o te n cias sus fuerzas al afán expansionista. Sin em bargo, las rivalidades, más que elim inarse, se trasladan a las colonias y se dirim en en las mismas. No obstante, las colonias suponen tam bién una nueva fuente de conflictos internos, pues en todos los países aparecen focos de oposi ción frente a la política colonial, ya sea para reclam ar el em pleo de las inversiones en objetivos internos, o bien com o p rotesta ante la explo tación y la b arbarie llevadas a cabo en las colonias.
Consecuencias para las colonias Los elem entos que vam os a señalar a continuación no se dan de la m ism a form a, ni en el mismo grado en todas las colonias. Las diferen cias son, a veces, muy notables. P ero en todos los territorios los efec tos suelen ser contradictorios debido a la dualidad de econom ías, so ciedades, instituciones, culturas, etcétera, coexistentes en todos ellos. M iége dice que la prim era consecuencia es que se crea una nueva geografía al cam biar la estructura de las costas con la construcción de p u erto s y la del in terior con la aparición de nuevas ciudades, nuevas vías de com unicación, nuevas estructuras agrícolas, ap ertura y explo tación de m inas y canteras, etcétera. T odo ello y la llegada de pro d u c tos industriales ponen las bases de una nueva econom ía de m ercado, que utiliza p ara los intercam bios el papel m oneda. Ju nto a este siste m a sigue funcionando otro de econom ía de subsistencia. La pro d u c ción y el consum o suelen aum entar, aunque la ren ta de los cam pesi nos tradicionales no crece. E l com ercio con la m etrópoli es desigual, ya que, al no existir in dustrias (en m uchos casos están prohibidas), se exportan m aterias p ri m as y se com pran productos m anufacturados, por lo que siem pre se produce un déficit com ercial y m onetario. E n m uchos casos tiene lu gar un verdad ero saqueo de la colonia. A nivel dem ográfico tam bién se dan contradicciones. M ientras la m edicina eu ro p ea crea hospitales y vence las epidem ias tradicionales, el contacto con los blancos y la m ejora de las com unicaciones facilita el contagio de enferm edades inhabituales en estas latitudes; p o r ello aum en ta al principio la m ortalidad de los indígenas, y se produce un 166
estancam iento e incluso un retroceso de la población. Sin em bargo, pronto dism inuye la m ortalidad general, al tiem po que se m antiene la natalidad, lo que provoca un fuerte crecim iento de la población, y se pasa así a una segunda fase de la evolución dem ográfica, que propicia la aparición de problem as sociales y políticos. E ste m ism o dualism o se puede apreciar igualm ente en el terren o social. Surge con pujanza la vida urbana, aparecen nuevas ciudades que crecen extraordinariam ente y en las que se rom pen las estructuras tribales al ap arecer nuevas clases sociales desconocidas hasta entonces en las colonias: • U n a burguesía com puesta p o r negociantes e interm ediarios, ju n to a p ropietarios y funcionarios. Se trata, en su mayoría, de blan cos e inm igrados de otros países. • U n proletariado indígena, form ado p o r quienes construyen las infraestructuras y los obreros de las prim eras industrias (alim en ticias y textiles). Junto a ellos hay gran cantidad de trabajadores de servicios personales y de subem pleados. E n esta sociedad urbana aparece una segregación racial y social con barrios claram ente diferenciados. E n el cam po, ju n to a las nuevas plantaciones de organización y es tructura burguesa, sigue existiendo toda u n a serie de tierras cultivadas p or un sistem a de subsistencia.
Valoraciones del ministro de colo nias Albert Sarraut «Instruir a los indígenas es, cier tamente, nuestro deber; es una obli gación imperiosa que nos crean las responsabilidades de la soberanía de cara a las poblaciones autóctonas cuya tutela tenemos. Pero este deber fundamental concuerda con creces con nuestros intereses económicos, administrativos, militares y políticos más evidentes. (...) Sin embargo, (...) la enseñanza a los indígenas, en lengua francesa, debe tener ante todo, carácter prác tico y realista. (...) Es necesario en carar prim eram ente, la utilidad eco n ó m ica de la in stru cció n de la masa.» S a r r a u t , A lbert (ministro de colonias): «La puesta en valor de ¡as colonias francesas.»
A pud «Documents d'histoire vi vante.» Dossier VII, Ficha, 9.
C ulturalm ente la consecuencia m ás destacable es el cam bio m en tal, fruto de la evangelización y la enseñanza. Los m isioneros llevan a cabo un a pro fu n d a influencia en todos los cam pos de la vida, que va desde la higiene a la religión pasando p o r los cam bios de cultivos, la enseñanza, etcétera. A p arte y algo después se p roduce la enseñanza oficial, que es reducida, m atizada y o rien tad a a unas m ayores posibi lidades de explotación. A pesar de ello sirve p ara difundir los conoci m ientos técnicos y científicos de E uropa. T odo lo an terio r contribuye a que se produzca un proceso grave de aculturación indígena, con un fuerte retroceso de las lenguas, costum bres y culturas autóctonas. P o r últim o, hay que reseñ ar un lento proceso de difusión de ideas políticas y la aparición de un anticolonialism o, p roducto de los abusos en la explotación y la m iseria en la que quedan sum idos los indígenas. E ste fenóm eno varía m ucho en intensidad y duración según los países. Se va a hacer p ate n te en revueltas de muy distinto signo y en resisten cias arm adas o pasivas. Y aunque los m ovim ientos nacionales organi zados que a m ediados del siglo X X logran la independencia, son muy posteriores, hay que pensar que tienen su origen aquí.
Sacerdote negro celebrando misa en Senegal. La evangelización dio pronto sus fru tos. Entre ellos se puede destacar la aparición de religiosos de color.
167
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 «Las fábricas am ericanas producen más de lo que el pueblo am ericano p u ede utilizar; el suelo am ericano produce más de lo que se p u ed e consum ir. El destino nos h a trazado n u estra política; el com ercio m undial debe ser y será nuestro. N osotros lo adquirirem os, com o n u estra m adre (Inglaterra) nos ha en señado. E stablecerem os factorías com ercia les en la superficie del m undo, com o centros de distribución de los productos am ericanos. C ubrirem os los océanos con nuestros barcos m ercantes. C onstruirem os u n a m arina a m e dida de n u estra grandeza. D e nuestras facto-
D ocum ento 2 Convención para la construcción del ca nal de Panamá, 1908 «Art. 1: Los E stados U nidos garantizarán y m an ten d rán la independencia de la rep ú blica de Panam á. A rt. 2: La república de P anam á concede a los E stados U nidos a perp etu id ad el uso, la ocupación y el control de una zona de tierra y su prolongación en el m ar p ara la construc ción, m a n te n im ie n to , explotación, san ea
rías com erciales saldrán las grandes colonias, desplegando nuestra bandera y com erciando con nosotros. N uestras Instituciones seguirán a nuestra b andera sobre las alas del com er cio. Y la ley am ericana, el orden am ericano, la civilización am ericana y la b an dera am eri cana serán plantadas en las costas y regiones presas hasta ahora del oscurantism o y la vio lencia, y estos auxiliares de Dios las harán en lo sucesivo magníficas y resplandecientes.» B e v e r id g e , Albert J.: «Discurso en el Middlesex Club de Boston el 27 de abril de 1898.» A pud L a c o m b a , Juan A.: «H istoria contem poránea mundial.» Bibliografía y textos, I.C.E. de la U ni versidad de Málaga, 1979, pág. 61.
m iento y protección de dicho canal; esta zona de 10 millas se extiende sobre cinco a cada orilla... A rt. 7: La república de P anam á concede a los E stados U nidos el derecho y el poder de m an ten er el orden público en las ciudades de P anam á y C olón y los territorios y puertos ad yacentes en el caso de que la república de P a nam á no sea capaz, a juicio de los Estados U nidos, de m antenerlo.» A pud C h a u l a n g e s , M a n r y y S e v e : «Textes historiques, 1871-1914. «Vol. II. Delagrave. París. 1970, págs. 109-110.
C uestiones p a ra am bos textos 1. 2. 3. 4.
A naliza los tipos de texto de que se trata y las fechas a que pertenecen. Explica qué concepto de im perialism o aparece en los textos, distinto del estudiado en el tem a. Investiga qué es el N eocolonialism o. D eb ate si se p roduce un v erdadero im perialism o de E stados U nidos en Latinoam érica.
Documento 3 M ensaje anual del presidente Theodore Roosevelt, 6-12-1904 «N uestros intereses son en realidad p a re cidos a los de nuestros vecinos m eridionales. Estos pueblos tienen im portantes riquezas naturales y si en el interior de sus fronteras la justicia y la ley reinan, la p rosperidad no dejará de m anifestarse. E n tan to que se so m etan así a las leyes básicas de toda sociedad civilizada, p u ed en estar seguros de que les tratarem o s con sim patía cordial y afectuosa. No intervendrem os en sus asuntos más que com o últim o recurso y solam ente si se hace
2.
evidente que su incapacidad o su m ala volun tad para ejercer la justicia, tanto en el inte rior com o en el exterior, hubiese violado los derechos de los E stados U nidos o hubiese so licitado ayuda extranjera en perjuicio de la nación am ericana en su conjunto. Es una p e rogrullada decir que cada nación, en A m éri ca o en otra parte, que desee conservar su li b ertad y su independencia, debe ya darse cuenta de que el derecho a tal ind ep en d en cia se confunde con la responsabilidad de h a cer buen uso de ella.» Apud G o n z á l e z S a l c e d o y R a m ír e z A le «Historia del m undo contemporáneo a través de sus documentos.» Teide, Barcelona, 1985,. don:
pág. 231.
Tema de debate y de profundización
Al analizar el im perialism o se suelen cargar las tintas sobre sus aspectos negativos; sin em bargo, ¿tuvo aspectos positivos?; ¿cuáles son los m ás im portantes? D ocu m en to! «La colonización tiene su faceta positiva y su faceta negativa. P or una parte, es evidente que ha favorecido el desarrollo de un proceso natural de totalización del m undo. E n ese sen tido, gracias a la colonización se ha ido creando, siglo tras siglo, la civilización enten d id a com o universal. Sin em bargo, p o r o tra parte, la explotación que im plica el hecho colonial, hace de él un fenóm eno nefasto. E n realidad, en cualquier época, la colonización ha com portado aspectos muy negativos. Basta con analizar, com o ejem plo, la historia de África. (...) H asta m ediados del siglo XIX , los árabes y europeos organizaron el com ercio hum ano llam ado «trata de negros». (...) Se cal cula que ese genocidio provocó cien m illones de m uertos. Y o creo que fueron doscientos m i llones. Se tra ta del genocidio m ás b ru tal de la historia. El m al causado al Á frica negra es el m ás terrible que jam ás se haya causado a una etnia. Y, sin em bargo, insisto en el hecho de que la colonización ha com portado algo positivo en el sentido de que a los pueblos africanos nos ha perm itido en trar en el m undo m oderno. El proceso colonizador nos ha apo rtad o aspectos culturales que, a pesar de ser extranjeros, cabe considerar com o fecundos.» L éopold S édar Senghor, p residente de Senegal. A p u d «C olonialism o y neocolonialism o.» Salvat, col. G. T., N° 63, Barcelona, 1975, págs. 10-11. Documento 2 «Lo que se p o d ría rep ro ch ar a los europeos en Á frica no es la destrucción de un núm ero determ in ad o de personas, sino el daño que hicieron a las distintas estructuras sociales allí exis tentes. E u ro p a llevó a los países que colonizó tecnología m oderna, educación y em presas m er cantiles. P ro n to siguieron graves trastornos sociales. Los europeos destruyeron m uchas m o n ar quías antiguas y dictaduras tribales que, aunque crueles, habrían m antenido la continuidad, la
tradición y el recu erd o del arte a aquellos pueblos, com o base para su futura evolución polí tica. Los euro p eo s destruyeron casi siem pre las aristocracias y los tem plos que, por muy b á r baros que fueran, habrían podido contribuir a la evolución pacífica hacia la industrialización, com o había sucedido en la p ropia E u ro p a y en Japón. E l fin del im perio en B irm ania o el C on go Belga, p o r ejem plo, dejó a estos países sin sus m onarquías tradicionales y sin una clase m e dia educada. La consecuencia lógica fue el caos y el primitivismo sin sabor de tradición.» T h o m as. H u g h : «Una « O p . c it.» . p á g . 161-2.
3.
historia del inundo.» G r ija lb o . B arcelona, 1982. p á g s . 682-3. Apud A rm fsto -
Testimonios
Literatura La literatu ra ha tra ta d o con cierta am pli tud los tem as coloniales, especialm ente en la época de m áxim o auge del im perialism o; es decir, en la segunda m itad del siglo X IX y principios del XX, hasta 1914. D estacan, so b re todo, los libros de viajes y aventuras que ayudaron a crear un am biente propicio. D es tacan las obras de Julio V erne (La vuelta al m undo en 80 días...) y de Em ilio Salgari (Los m isterios de la jungla negra...). M erecen tam bién m ención las obras del francés Pierre Loti que interviene com o oficial en Indochi na, y las del inglés R udyard Kipling, en las que exalta el im perialism o británico, si bien con ciertos rasgos racistas.
F. de «Lawrence de Arabia».
Cinematografía El cine en cu en tra en el colonialism o uno de sus tem as preferidos, pero de m odo anec dótico en la m ayoría de los casos, y desde el p unto de vista básico de las m etrópolis. La India, com o perla del im perio inglés ha p ro piciado infinidad de títulos entre los que des tacan: «Tres lanceros bengalíes», de H enry H athaw ay; «Kim de la India», de H enry King, m ás actuales «Pasaje a la India», de D avid Lean; o «Kim», de Jo h n Davies (que p resen ta la situación y el am biente de esta co lonia al final del siglo pasado y com ienzos de éste). D e tem ática m ás variada se p u ed en ci ta r o tras películas: «Zulú» y «A m anecer Zulú», de Cy Enfield; «Las cuatro plum as» sobre E gipto, de Z o ltan K orda; «55 días en Pekín, de N icholas Ray; o «Law rence de A ra bia», tam bién de D avid Lean.
F. de «55 días en Pekín».
D e form a crítica el tem a ha sido poco tra tado o lo está siendo en nuestros días por re a lizadores de las excolonias. M erecen desta carse «Q ueim ada», de Gillo Pontecorvo, y «El hom bre que pudo reinar», de Jo h n H uston.
La huelga. Oleo de Honoré Daumier. La huelga es el arma de protesta más utilizada por los obreros. Pero para llegar a ella y que tenga fuerza han tenido que unirse en asociaciones. A veces será ne cesario recurrir a la solidaridad obrera internacional para que tenga éxito.
Problemas de la sociedad industrial. Los movimientos obreros Contenidos 0. 1.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción.
2. 3. 4. 5.
Problem as de la sociedad industrial. Inicios del movimiento obrero. Principales ideologías del movimiento obrero. La I Internacional.
6. 7. 8.
El movimiento obrero, de la Com una a la I G uerra M undial. El movimiento obrero tras la I G uerra M undial. Prácticas.
171
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • ABENDROTH, W olfgang: «Historia social del m ovim iento obrero europeo.» Estela. B arce
lona, 1971. Libro bastan te sum ario, pero que da u n a visión general muy com pleta, no sólo de las ideo logías del m ovim iento obrero, sino tam bién del asociacionism o, interrelacionando perfec tam en te am bas cosas. Es muy útil la síntesis que realiza.
• COLE, G. D.: «Historia del pensam iento socialista.» 1 vols. F.C.E., México, 1952-66. O bra clásica de gran am plitud. D a u n a visión general del tem a, haciendo especial hinca pié en los aspectos ideológicos. In teresan sobre todo los volúm enes siguientes: I. II. III. IV.
Los precursores. 1789-1850. M arxism o y anarquism o. 1850-1890. L a II Internacional. 1889-1914. L a II Internacional. 1889-1914. 2a parte.
• D r o z , Jacques: «Historia general del socialismo.» 4 vols. D estino, Barcelona, 1978-83.
O frece u n a am plia visión de conjunto. Libro excelente que cuenta con im portantes cola boraciones de o tros autores. M uy puesto al día. N os interesan fundam entalm ente: I. D e los orígenes a 1875. II. D e 1875 a 1918. (El prim er volum en se ha editado en edición de bolsillo en la col. D estinolibro, n° 212, Barcelona, 1984.)
• LlCHTHElM, George: «Breve historia del socialismo.» A lianza Ed., M adrid, 1977.
Libro muy com pleto sobre las luchas del m ovim iento obrero y el socialismo. A rranca des de sus orígenes en el siglo X V III y llega a nuestros días. D edica capítulos especiales a las teorías sociales y económ icas de Marx. Sin em bargo, las ideologías no socialistas son an a lizadas m uy de pasada. Las doctrinas socialista y anarquista se deberían ver, sobre todo, en sus principales au to res, a p esar de los m uchos estudios y síntesis existentes: D e B akunin existen unas obras com pletas editadas en E spaña en Ediciones de la Piqueta M adrid, 1977-86. ! D e M arx existen num erosas ediciones de la m ayoría de sus escritos y en especial de los textos fundam entales, com o «El Capital.» P ara el m ovim iento obrero español podem os citar com o m uestra a T u Ñ ó n «El m ovim iento obrero en la historia de España.» T aurus, M adrid, 1972. Es una obra general b astante asequible.
172
de
L a r a , M.:
1.
Introducción
La revolución industrial (véase T em a 1), ju n to con las revolucio nes agrícola y dem ográfica, p roduce una serie de cam bios que tran s form a p o r com pleto la estru ctu ra social. A p artir de los excedentes agrícolas y de m ano de obra se origina u n im portante éxodo rural h a cia las ciudades en busca de puestos de trabajo en las nuevas fábricas que hacen com petencia a la producción artesanal. Socialm ente nos encontram os ante el auge d e ,d o s clases social ^ que sustituyen a los viejos estam entos, la bprm iysia..nosecdora del di nero y, p o r tan to , de los nuevos establecim ientos fabriles, y el j yolfci. tgrio. asalariado en las fábricas, que sólo tiene la fuerza de su trabajo. Al m ism o tiem po tiene lugar el triunfo de la ideología liberal y ca pitalista (véase T em a 5), que propugna la libertad absoluta en las re laciones económ icas y la ley del máximo beneficio. E stas ideas susten tan la creación de las nuevas fábricas, su unión y concentración en bu s ca del m onopolio y las relaciones de total libertad patrón-obrero. C on tem poráneos a estos cam bios socio-económ icos se producen unas transform aciones políticas de origen revolucionario (véase T em a 2), que originan un nuevo régim en de carácter burgués, defensor, por ello, de las ideas de la clase dom inante económ icam ente, que logra la igualdad jurídica y, a veces, política de los ciudadanos, pero no la igual dad social, sino, al contrario, la desigualdad; ya que la situación del m ercado de trabajo perm ite al p atró n im poner al obrero un contrato de bajo salario y m uchas horas de trabajo, que obliga a éste a vivir en una condiciones m íseras e insalubres. La reacción de los trabajadores es en principio individualista y se dirige a atacar lo que produce d irectam ente sus m ales, el dueño de la fábrica, las instalaciones en sí, las m áquinas que los dejan parados, e t cétera. T en d rá que avanzar el siglo X IX p ara que los obreros tom en conciencia de su situación y com prueben que la m ejor m anera de lu char para cam biarla es la unión y el asociacionism o con fines p u ra m ente laborales o tam bién políticos (defen d er los intereses obreros desde el p o d er o las instituciones). U n a fase posterior será la de los intentos de colaboración en tre asociaciones de todos los países, in ter nacionalizando la lucha o b rera p ara m ejo rar las circunstancias de tra bajo y vida.
Interior de una fundición.
V eam os, pues, en los próxim os epígrafes cóm o se produce esta evo lución del m ovim iento obrero. V am os a com enzar dando una rápida visión de los problem as que acucian al proletariad o en esta etapa ini cial del capitalism o.
Las condiciones de los lugares de tra b a jo , e s p e c ia lm e n te alg u n o s, como las fundiciones, fueron en el si glo XIX muy poco aptas para la sa lud de los obreros.
Problemas de la sociedad industrial El trabajo en la fábrica según el re lato de un obrero. «(...) nos quedan trece horas de duro trabajo, de un servicio malsano donde ni una pizca de aire viene a re frescarnos cuando nos asfixiamos y nos sofocamos, durante el cual nun ca vemos el sol por una ventana, en una espesa atmósfera de polvo y borra de algodón que respiramos constantem ente, que destruye nues tra salud, nuestro apetito y nuestra resistencia física.» Relato de un obrero de Pennsylvania. 28-8-1833. Apud «La D ocum en ta ro n Photographique» Dossier n.° 5-296-297. París, 1969.
Escrito de los hilanderos al M.I. Ayuntamiento de Antequera «Cuando creían que habían ase gurado la subsistencia de sus fam i lias, como por encanto, desaparece el elemento de vida que los sostenía. Se introducen unos tornos que reci biendo el movimiento del agente ge neral de la m áquina no requiere la acción de la m ano de muchos opera rios. Ocupaba cada juego de m áqui na doce hombres y con tres está ser vido el torno mecánico. Es decir, han quedado sin trabajo tres cuartas par tes.» A pud G a r c í a M o n t o r o , C . «Antimaquinismo en A ntequera a mediados del siglo XIX: los sucesos del verano de 1854» Baética n° 3. 1980, pág. 282.
174
I a r e v o l u c i ó n industrial v la ideolojaa ^ c ^ t a l i s t a j q u e i ^ de b ase traen consigo una serie de prohlem as p ara una de las nuevas cla ses sociales que surgen: los obreros industriales o p ro leta riado. E sta clase, form ada por los antiguos artesanos y los obreros agrícolas "excedentes que se han visto desplazados de sus ocupaciones tradicionales a c a u sa d el d e sa rro llo in d u stria l, co n stitu y e u n a e n o rm e m asa de p o b la c ió n q u e b u sca em p leo en las nuevas in d u stria s en un m arco le gal q u e no la p ro te g e en a b so lu to . E l p rim e r cap italism o , com o es sab id o , se b asa en la c o m p e titiv id a d , la lib e rta d absolutm p ara el e m presario en todos los aspectos, incluido el de contratación_y la o b ten ción de rápidos y máximos beneficios. Prim a la inversión sobre el con sum o, es decir, el capital sobre el trabajo. Y a todo esto colabora el m aqum ism o, las nuevas m áquinas que liberan m ano de obra y perm i te n «un trabajo más cóm odo».
P o r ello, y con el objetivo de reducir gastos y aum entar los b e n e ficios, by-já b r ir a s no tienen el m ínim o de condiciones p ara el obrero,^ son insalubres y antihigiénicas, no tienen ventilación y se encuentran, a veces, encharcadas. E stán regidas de form a despótica por el dueño o, más frecuentem ente, por capataces que infringen torturas físicas o psíquicas cuando no se rinde lo previsto. Las relaciones con el trab a ja d o r se han deshum anizado, y éste no tiene posibilidades de ascenso com o en el sistem a anterior. Al obrero se le exigen alrededor de 14 horas diarias de trabajo (in cluidos dom ingos y festivos, aunque, en ocasiones, se reducen algunas horas estos días), pero llega, a veces, hasta las 18, con breves espacios de tiem po p a ra com er (lo ideal para m uchos en esas circunstancias, era conseguir las 60 horas sem anales). E n algunas fábricas se crean co bertizos donde los trabajadores se hacinan para dorm ir las pocas h o ras de descanso diario. El salario de m iseria apenas cubre las nccesL dades m ás vitales y es adem ás oscilante, puede subir, aunque lo n o r m al es que descienda, habida cuenta de la cantidad de parados exis tentes. E l trabajo está muy reglam entado y se prohíbe, por ejem plo, sil bar, fum ar y, en ocasiones, hablar, y se m ulta a los infractores. E n caso de enferm edad el obrero debe buscar y pagar a un sustituto, porque, si falta al trabajo, se le descuenta del salario por «pérdida de energía m ecánica». N o existen subsidios de enferm edad, ni m ucho m enos de paro. P ero a pesar de todo, el problem a más tem ido, que hace que se so p o rte n tan m alas condiciones de trabajo, es el paro. El régim en de li bertad absoluta existente en las relaciones p atrón-obrero perm ite a aquél dejar en la calle al trabajador p o r cualquier causa o sin causa al guna. Y la situación de los parados es insostenible, sin recibir ningún tipo de ingreso económ ico, se ven condenados al ham bre si no pueden acogerse a las com idas gratuitas que a veces dan algunas entidades b e néficas. P or o tra parte, los em presarios acuden a la m ano de obra fem eni na e infantil (se em plean niños de hasta 5 ó 6 años), a la que, entre otras cosas, se le paga sólo un tercio o un cuarto del salario del hom bre, ya que las fam ilias se ven obligadas a em plear a todos sus m iem bros p ara cubrir sus necesidades. M uchas veces los niños son abando-
nados o entregados a entidades de «acogida» que, p ara po d er cubrir gastos, los em plean en cualquier trabajo (m inas, fábricas, etc.). Y todo ello con el beneplácito de los gobiernos, com o lo dem uestra la respues ta de W illiam P itt a los em presarios ingleses que q uerían excusarse del im pago de im puestos p o r los «elevados salarios» de los obreros: «Coged a los niños. La experiencia nos ha dem ostrado lo que puede producir el trabajo de los niños y las ventajas que se pue den obtener empleándolos desde pequeños en los trabajos que pue den hacer.»
Así, pues, la legislación e incluso la Iglesia anglicana defendían es tas contrataciones. E n estas circunstancias, las posibilidades de educación o instruc ción de cualquier tipo eran nulas, con lo que se alejaba el peligro de lucha o b rera p o r falta de p reparación y concienciación. La llegada a la vivienda no era más placentera. E sta s-e ra a in sa n a s, húm edas y m al ventiladas; ubicadas, en m uchos casos, en sótanos m a lolientes; de dim ensiones muy reducidas y con un m obiliario mínim o. El ham bre, la suciedad y las enferm edades p laneaban sobre las fam i lias, frecu en tem en te num erosas, que se hacinaban en ellas. Las consecuencias de to d o cuanto precede son la abundancia de en ferm edades, especialm ente de las vías respiratorias, la alta m ortalidad y, por tanto, la baja esperanza de vida (en algunos barrios obreros no pasaba de los 16 años, m ientras en otros burgueses superaba los 50). E l siguiente texto resum e la situación descrita: «Vivir, para él, es no morir. Más allá del trozo de pan que debe alimentar a él y a su familia, más allá de la botella de vino que por un momento debe privarle de la conciencia de sus pesares, el obre ro no pretende nada, no espera nada. (...) Los hijos de esta clase, hasta el día en que ellos pueden m e diante un trabajo penoso y em brutecedor aum entar en unos ocha vos la riqueza de sus familias, pasan su vida en el lodo de los arro yos. D a pena verlos, pálidos, entumecidos, marchitos, con sus ojos rojos y legañosos. (...)■ Al llegar a los veinte años, o es vigoroso o ha muerto. De hecho, a los miembros de esta clase no sobreviven de prom edio más que la cuarta parte de sus hijos. Entre las enfermedades de los tejedores, que forman en gran parte esta ínfima clase, las más corrientes son los catarros y las ti sis pulmonares, los reumatismos crónicos, las neuralgias (...). Los niños, sin hablar de los escrofulosos que figuran entre ellos con las formas más horribles, son diezmados desde su prim era infancia por dos enfermedades que la falta de cuidados hace funestas las más de las veces: el catarro pulmonar durante los fríos del invierno y, sobre todo en verano y a principios de otoño, la diarrea...» A . G u e p iN : «Nantes au X I X e siécle.» Sébire, 1825.A p u d L a c o m BA, J. A .: «Op. cit,», págs. 72-74.
T an sólo en E stados U nidos, que tiene un m enor núm ero de tra bajadores y grandes posibilidades de todo tipo, se alcanzan unos sala rios m ayores y unas cotas de b ienestar m ás aceptables entre los obreros. A nte estas penosas condiciones de vida y trabajo com ienzan a al zarse algunas voces, tím idas al principio, especialm ente de m édicos y
Niños trabajando en una industria textil inglesa. Gr*b*i*. La mano de obra infantil rendía en ciertos trabajos casi igual que los hombres, pero cobraba mucho m e nos. Los malos tratos eran además muy frecuentes.
clérigos. La única posibilidad de salida está en la lucha obrera, que exi ge una previa concienciación y unión de todos los trabajadores. Esta lucha es la que se conoce con el nom bre de m ovim iento obrero, cuyo desarrollo vamos a analizar en el resto del tema.
3.
Roben Owenj (±771-1858). Logró m ontar una fábrica que t'und rn ii£ x o líI¡M ^ (sin niños, horarios más reducidos, etcé tera) y creó además un almacén coo perativo para los obreros. Intentó ex tender el movimiento cooperativo y fundó la G reat Trade Unión) con gran éxito. Escribió varias obras. Es considerado por muchos como socia lista utópico.’
Informe de 1824 sobre el asociacionismo obrero de Inglaterra 1. «Que es evidente que en In glaterra, Escocia e Irlanda se han de sarrollado asociaciones de trabaja dores, a menudo de grandes dimen siones, con el fin de elevar y conser var sus salarios, de regular sus horas de trabajo, y de imponer restriccio nes a sus patronos... 2. Que es absolutamente necesa rio, después de abolir las leyes de asociación, dar tal ley que pueda efi cazmente m ediante un proceso rápi do, castigar a obreros y trabajadores, que mediante amenazas, intimida ción, o actos de violencia traten de interferir la absoluta libertad que debe permitirse a cada una de las partes de em plear su trabajo o capi tal de la m anera que estime más ven tajosa.» A p u d A r t o l a , M.: «Op. Cit.», págs 583-4.
176
Inicios del movimiento obrero
T odos los problem as analizados en el apartado an terio r provocan, po r p arte de los obreros, reacciones que son al principio individuales o de grupos reducidos y sin organización. Sin em bargo, poco a poco, con la tom a de conciencia de su condición obrera y de la necesidad de unión entre todos, de.semh.ocuu en un verdadero m ovim iento obrero que, a pesar de los obstáculos legales y de todo tipo que encuentra con sigue avances y m ejoras en la situación originaria. Los prim eros en aso ciarse son los obreros más cualificados, com o lo ^ artesanos, que p o seen u n a instrucción básica gracias a la cual com prenden la necesidad de la unión p ara llevar adelante la lucha, y, sólo posteriorm ente, los obreros de fábrica. P or o tra parte, los países donde antes se produce la -organización y el m ovim iento obreros son aquellos en donde existe una m ayor estructura industrial y un m ayor núm ero de trabajadores. E stas naciones son [G ran B retaña k algo después y con m atices p ro pios, Francia. E n un p rim er m om ento, la lucha se centra en un m ovim iento mecanoclasta, d e destrucción de m áq u in asT lflialq u e se achaca la culpa del paro. Es el llam ado «luddismo», en honor de uno de los m ás des tacados destructores de telares, N ed Ludd. Se tra ta de la actuación de grupos, relativam ente reducidos, que se inicia en Inglaterra y Francia a fines del siglo X V III y se extenderá después a otros países. Los go biernos reaccionaron con leyes que condenaban a los destructores a p e nas que llegaron, a veces, a la de m uerte. P ro n to la _acción espontán ea derive .cía el asociacionism o. El p ri m er p roblem a a solucionar fue el legal, ya que una serie de leyes p ro hibía las asociaciones bajo el presupuesto de respetar una absoluta li b ertad individual en las relaciones patrono-obrero. E n esta situación los grupos obreros o bien han de ser clandestinos, o bien se enm asca ran en sociedades de socorros m utuos. E n 1824 el Parlam ento b ritán i co apru eb a el derecho de asociación y coalición (asociación no p erm a nente), pero con m uchas trabas (sólo se perm iten las asociaciones lo cales y p o r oficios). P o r ello se intentan otras soluciones, com o las coo perativas de producción y consum o e incluso la creación de grandes sin dicatos, aunque con escaso éxito. (R obert Ow en logró, sin em bargo, integrar a 500.000 obreros en la G reat T rade U nion, antes de ser deciarado ilegal.) P or fin, algunos dirigentes piensan en la lucha política p arlam en taria p ara, desde el propio Parlam ento, llevar a cabo reform as. Pero para ello eran necesarios antes algunos cambios, com o conseguir el su fragio universal. Las crisis de los años treinta hacen reforzar esta idea, en 1838 la A sociación de T rabajadores presenta al P arlam ento unas p e ticiones, en la llam ada «C arta del Pueblo», entre las que destacan las siguientes: «Cumplimos con los deberes de hombres libres; queremos, pues, tener los derechos. Es por lo que solicitamos el sufragio uni versal. Este sufragio, para estar libre de la corrupción de los ricos
y de las violencias de los poderosos, debe ser secreto. (...) Las elec ciones frecuentes son esenciales: solicitamos parlamentos anuales. (...) Pedimos que la aprobación de los electores sea el único crite rio exigido y que todo diputado se vea compensado por una rem u neración justa y adecuada a cargo del tesoro público, la cual le in demnizará del tiempo consagrado al servicio de la nación, para el que ha sido llamado...» Petición de los cartistas de Birmingham. 1838.A p u d V o i l l i a r d , O. y otros: «Docwnents d ’Historie contemporaine.» Vol I, París 1964, págs. 19-20. '
La petición no es aceptada, pero la A sociación se am plía in tegran do a diversos dirigentes en el m ovim iento que va a ser denom inado «cartism o» J jijtr e - S ü S - d ir i^ ^ m oderados, com o Ów en o X o v e tt, y radicales, com o O ’C onnor. que se inclinan p a r .p re s io n a r m n h u e lg a sju n a n ife sta ciQ nes violentas. La convención que celebran los cartistas en 1839 aprueba esta últim a vía y se envía una nueva carta apoyada p o r m illón y m edio de firmas. El G obierno respondió p o nien do los distritos obreros bajo m ando m ilitar, deteniendo a algunos líde res y reprim iendo con dureza cualquier intento de presióm Este_mo: vimicnto f u e .d i so lv .i& n d Q se^ p o cíL n _ p Q C Q _ Jp o r la división entre sus diri gentes, la represión citada y la prosperidad que se inicia en los años cuarenta.
Ley Le Chapelier, 1791 «a,l. Siendo la desaparición de toda clase de corporaciones de ciu dadanos de un mismo estado y pro fesión, una de las bases fundam enta les de la Constitución francesa, que da prohibido el establecerlas de he cho, bajo cualquier pretexto o forma que sea. a,2. Los ciudadanos de un mismo estado o profesión, los contratistas, (...) no podrán, cuando se hallen jun tos, nombrarse presidentes, ni secre tarios, ni síndicos, ni tener registros ni tom ar acuerdos, ni deliberar, ni form ar reglamentos sobre sus pre tendidos intereses comunes.» A p u d A r t o l a , M.: «Op. cit.», pág. 509.
E l obrerism o inglés com ienza a m archar p o r otros derroteros de lu cha. Se inten ta solucionar casi con exclusividad los problem as más di rectas. Se tra ta del sindica 11smojquc_Uene su máxim a expresión en las T rade U nions u organizaciones profesionales, existentes con an te rio ridad y form ad as, en p rincipio, p o r obreros cualificados. Éstas siguen funcionando en la sem iclandestínidad hasta que en 1875 G ladstone re conoce su existencia. E n F rancia la Ley Le C hapelier (1791) y otras lim itan los derechos de asociación a sim ples sociedades de socorros m utuos. Sin em bargo, los problem as laborales y, en especial la baja de los salarios y la tradi-
Las tropas francesas abren fuego con tra los sederos de Lyon (1834). Graba do. Los trabajadores de la seda de Lyon tuvieron varios levantamientos im portantes en pro de conseguir mejo ras salariales y de otro tipo. Los prin cipales tuvieron lugar en 1831 y 1834.
177
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Le P lialanstére, JO ü R N Á t |íU ri..V FONDA l ION
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ción revolucionaria, hacen que los obreros participen de form a activa en las revueltas de 1830 que instauran a Luis Felipe en el trono. Pero la m onarquía burguesa no solucionó los problem as obreros y éstos se hacen oír de otros m odos, com o el m ovim iento de los trabajadores de la seda de Lyón de 1831, que llegan a ocupar la ciudad durante 10 días.
VSNOUU; I.N TRa VAUX e x e n m k n a c e
En la década de los cuarenta, republicanos y dem ócratas se acer can a los obreros. La crisis del 47 hace crecer enorm em ente el m ales tar y en la revolución del 48 la clase obrera, con su gran participación, logra la en trad a en el G obierno de los socialistas com o Luis Blanc y la form ación de los Talleres N acionales (V éase T em a 2). Pero el m ie do burgués ante el proletariado y el triunfo de Luis N apoleón term i n an p o r reducir las conquistas a la nada. Sin em bargo, será en este II Im perio cuando la ley autorice, en 1864, las coaliciones y las huelgas y, en el 67, las cooperativas. E l reconocim iento de los sindicatos se producirá en casi todos los países a p artir del últim o tercio del siglo X IX o principios del XX.
Principales ideologías del movimiento obrero
Le Phalanstére, revista del movimien- ¿ to fourierista, dentro del socialismo utópico.
C aracterísticas de un falansterio «Para una asociación de 1 500 a 1 600 personas se necesita un terre no de una buena legua cuadrada. (...) El lugar debe estar provisto de una buena corriente de agua, cortado por colinas y ser adecuado para cultivos variados, situado junto a un bosque y no muy alejado de una gran ciudad, pero lo suficiente para evitar a los inoportunos. (...) Se reunirán de 1 500 a 1 600 personas, gradualm en te desiguales en forma, edad y carác ter...» F o u r i e r : «Traité de l'association domestique-agricole (1822).» A pud A r t o l a : «Op. cit.», pág. 595.
4.1.
El socialismo
E n g ra n d a * que cuenta con un m enor núm ero de obreros que In glaterra, pero posee una gran tradición revolucionaria e intelectual, surgen en la p rim era m itad del siglo X IX algunos pensadores que ex p onen teorías sobre la sociedad y sus problem as (reciben, por ello, el nom bre de socialistas) y proponen soluciones ideales, que más tarde M arx, p ara diferenciarlos de su «socialismo científico», calificaría de utópicas.
a.
El socialismo utópico
Sus principales pensadores son Saint-Sim on, F ourier, Louis Blanc y B lanqui. A unque no tienen excesivos puntos com unes, todos ellos cri tican el sistem a de producción capitalista y prefieren la evolución so cial (que se lo graría m ed ian te el convencim iento de los burgueses de la necesid ad de cam biar) a la revolución. P resen tan proyectos de so ciedades concretas, entre los que destacan los falansterios de F o u rier o los T alleres N acionales de Blanc.
b.
El socialismo científico o marxismo
¡v d e la doctrina de M arx, que hace un estudio dialéctico del capitalism o de un m om ento concreto, el de su época, y por ello hay fuertes disputas entre sus seguidores a la hora de aplicarlo a otros m o m entos históricos. Su filosofía se denom ina materialismo dialéctico: m aterialism o p o r que sostiene que la m ateria es an terio r al espíritu y lo condiciona, y dialéctico p orque lo d o está en evolución, en cam bio dialéctico: dentro de cada elem ento vivo (tesis) existe una contradicción, su opuesto (an títesis), am bos están en p e rp etu a lucha y hacen nacer un elem ento n u e vo (síntesis) que supera a los anteriores. A plicada esta te oría a la his toria, recibe el nom bre de materialismo histórico. 178
M arx, al hacer el estudio, de la historia., p arte, de que en to d a so ciedad o «estructura social» existe una in fraestructura m aterial, que es la econom ía. Sobre ella se apoya la sociedad y lo que ésta piensa y cree (el derecho, la religión, la ciencia, el arte, etcétera), a lo que llam a su perestructura. Según sea la infraestructura así será la superestructura, y cualquier cam bio en aquélla, p roducirá un cam bio en ésta y viceversa. Lo im p o rtan te de un a sociedad es, p o r tanto, lo económ ico, sus re laciones con los m edios de producción (tierras, fábricas, m áquinas, e t cétera), q u e sólo p u eden ser de pro p ietario y no propietario. D e ahí que la sociedad se divida en dos clases o grupos: propietarios de m e dios de producción o p atro n o s o burgueses y no p ropietarios de los m is m os o siervos, obreros o proletarios. E n tre am bas clases hay un en frentam iento dialéctico que desem boca en una síntesis nueva. E n el caso de la sociedad capitalista, la burguesía es la tesis (a su vez fue antítesis de la sociedad feudal) q u é engendra a su"JTO|5lt) en e migo, el pro letariad o (antítesis). D e laJhicha-de-ambjQS, lu d w jte -c la £g£_surgirá una síntesis (la sociedad socialista). El triunfo de los p ro letarios en esta lucha o revolución social llevará a esta clase al po d er y producirá el establecim iento de una d ictadura (transitoria), la dicta dura del proletariado. V eam os sus fines en palabras de M arx y Engels: «Ya dejamos dicho que el prim er paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la de mocracia. El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paula tinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instru mentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y pro curando fom entar por todos los medios y con la mayor rapidez po sible las energías productivas. Claro está que, al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo m e diante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen bur gués de producción. (...) Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desapa recido las diferencias de clase y toda la producción esté concentra da en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter polí tico. El poder político no es, en rigor, más que el poder organiza do de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de pro ducción, con éste hará desaparecer las condiciones que determ i nan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase.» M a r x y E n g e l s : E l manifiesto comunista. Ayuso. M adrid, 1976. Págs. 45-47.
E n el futuro surgirá, p o r tanto, una n ueva sociedad socialista en la que n o h abrá clases,, ni .Estado. O tros conceptos im portantes en la teo ría de M arx son los siguien tes: • La necesidad de p articipar m ediante partidos políticos en la d e m ocracia burguesa, consecuencia, en gran m edida, de lo expues to anteriorm ente. A la creación de estos partidos dedicará M arx gran p arte de su labor.
Marx y Engels, esculturas de un m u seo de Berlín. Karl Marx nace en Fréveris (Alema-
n ia p é ñ 1816 y muere en Londres en 1883. Estudia derecho y filosofía en Bonn y Berlín. Le influye la filosofía hegeliana en su ala izquierda. R e corre París y Bruselas y, en 1849, ha de exiliarse a Londres, donde se de dica, en medio de grandes estreche ces, paliadas en parte por Engels, al estudio y a la redacción de sus obras. Dirige la 1 Internacional. Entre sus obras destacan: • E l manifiesto comunista, 1848. E s crito junto con Engels a petición de la Liga Comunista. • El Capital (el vol. I en 1867). Hace un estudio crítico del capitalismo, utilizando el método dialéctico. Friedrich Engels (1820-1895).
Alemán que marchó a M anchester como agente comercial de su padre. G ran amigo y colaborador de Marx, al que socorrió económicamente en multitud de ocasiones. Term inó y publicó los vols. II y III de «El Capital.»_.
La lucha de clases
«Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de lucha de clases. (...) Nuestra épo ca, la época de la burguesía, se ca racteriza por haber simplificado es tos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertam ente, en dos gran des enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el prole tariado.» M a r x y E n g e l s : «El manifiesto comunista.» Págs. 23-24.
179
• E l valor: U n objeto tiene el valor del trabajo que haya costado p ro d u c irlo /lo mismo que el de su m ateria prim a. La form a de m edirlo es evaluar la cantidad de «tiem po de trabajo necesario». • La plusvalía o exceso de valor: El obrero recibe un salario que es lo que cuesta producir aquello que necesita para vivir. Pero realm ente, el obrero trabaja una serie de horas de más, por las que no recibe salario alguno. E sta cantidad de trabajo no paga do al obrero, que queda en beneficio del patrono y con el que se enriquece, es la plusvalía.
ES anarquismo (e tim o ló g ic a m e n te ^ jg jjific ^ in ^ -)o d e n ^ < sin a u tQ n m d ^ q u ^ o b r a f u e r z a en el siglo X IX reivindicanJ " e f m a x im o d " libertad. Se tra ta de un m ovim iento poco hom ogé neo, iniciado con P ro udhon, que tiene entre sus m áximas figuras aJEHñj JFimipl K ronotkjn v Max Stirner. Sus ideas principales se pueden rsTSUm ir en las siguientes: rero una libertad no in dividual, sino entendida socialm ente: Mijail Bakunin. (1814-76). Hijo de terratenientes rusos y oficial de la guardia imperial. Deserta y vive exiliado por toda Europa, tomando parte en los. movimientos revolucio narios (1870: Comuna de Lyon). Par ticipa y se enfrenta a Marx en la I In ternacional.
Postura anti-Estado de Bakunin
«No dudo en decir que el Estado es el mal, pero un mal históricamen te necesario en el pasado como ha brá de serlo tarde o temprano su ex tinción com pleta, tan necesario como lo han sido la bestialidad pri mitiva y las divagaciones teológicas de los hombres. El Estado no es la sociedad, sino una forma histórica tan brutal como abstracta. Nacido históricamente en todos los países del maridaje con la violencia, de la rapiña, del pillaje en una palabra, de la guerra y de la conquista, con los dioses creados sucesivamente por la fantasía teológica de las naciones. (...)» B a k u n i n , M .: «El imperio Knotugermánico y la revolución social.» 1871. Apud G u e r i n , D.: «Ni Dios ni amo. Antología del anarquismo.» Campo abierto, Madrid, 1977, pág. 138.
180
«Yo no soy humano libre, sino en tanto que reconozco la libertad y la humanidad de todos los hombres que me rodean» (Bakunin). E sta h b g g |¿ J o e s c a r a los dos sexos, p o r l o p u e la igualdad entre E n ella inciden la necesidad de instrucción y educación, pues la li b ertad ha de basarse en un conocim iento total de las posibilidades h u m anas. especialm en te en contra d e J J E s ta d o y d e la jg le s ia com o institución. La causa es ________ er c o rro m p e siem nre. porque la autoridad supone la pri m acía de un hom bre sobre el resto, que, al im poner esta autoridad, eli m ina p arte de la libertad del gobernado. P or tanto es im prescindible d estruir y elim inar cualquier tipo de poder. l i g a están tam bién. £flL.cootra.¡fe,, la ■ — i !i f t rr, — T 7 .................... a i . odios de n^ M u ^ ^ V Q u e d e u é li1sU suciulizUdua,""aunque al¿g ^ Jn S u^ p e n sa d o re sm c e ^ privatización de los frutos obtenidos. E stos se llam an anarco-colectivistas (P roudhon), frente a los anarcocom unistas (K ropotkin), que defienden la colectivización total, p o r tan to , M im ip rió n Hp l a c l a r a s sociales V. en su m ayoría, d c u H ie r a tc ia . P o r o t r a parte, HnQ y n tn t irre v o c a b le _m m n pueden ^ o' m a tn m m iü .'L I'l sace.rdonc
a rm rrm i
cio^ya que,
P ara alcanzar todas estas transform aciones en la estructura social ^ ^ n e c e s g y a j j j n ^ ^ i y l u g M ^ que ha de ser espontánea, de las m asas ^ a r a jM O T a ^ c a m p e s m u ^ r a n tr a todo el poder establecido. T ras ella s ^ T o a r á ima nneva socicdad anarquista, organizada. a U a a f t a S Q M i: — c omuni da de s de “producción y consum o que se
autoabastecen) básicam ente agrarias» L es individuos ingresarían en ellas de form a voluntaria, e igualm ente voluntaria sería la unión entre com unas de una región o regiones del m undo hasta form ar federacio nes m undiales; tam bién sería libre la separación de las mismas. Este asociacionism o colectivista lleva im plícita una cierta pérdida de liber tad individual, que es aceptada com o condición necesaria de la nueva estructuración social. La postu ra de los anarquistas es, p o r tanto, con traria a cualquier participación política en el m arco del «Estado b u r gués».
Principales magnicidios atribui dos a anarquistas a fines del XIX Alejandro II de Rusia (1881), Sadi Carnot (Francia, 1894). Cánovas del. Castillo (España, 1897), Isabel de Austria (1899), H um berto I de Italia (1900), M cKinley (presid en te de EE.U U ., 1901). '
■ ^-a^u ació n ^ jy o ^ica^se reduce a la p ip paganda.^En este aspecto hay g r a n d e ^ d e r e n c i a ^ n f i ^ o s q u ^ ^ e n a e n unaV ía pacífica y los defensores del terrorism o (propaganda del hecho). A final de siglo se produce una gran cantidad de atentados a personajes im portantes de todo el m undo, la m ayoría de los cuales resultan m o rta le s^ L la ^ m n bién una| te n d e n c ia a la ac tu ació n m e d ia n te el sindicato^ a n a rc ^ in d i^ lig m ^
4.3.
La doctrina social católica
La preocupación po r las condiciones de vida de los obreros se h a bía iniciado ya a m ediados del siglo X IX p o r parte de algunos eclesiás ticos, com o L am ennais en Francia, el obispo V on K etteler en A lem a nia o el P. V icent (fundador de los Círculos C atólicos) en España, que intentan inculcar las ideas cristianas, crear cooperativas obreras, y re clam an la intervención del E stado p ara regular cuestiones concretas, com o el trabajo de los niños, los salarios, etcétera. Pero el V aticano aún no se pronuncia al respecto. V a a ser el p ap a L eón X III quien, en 1891, aborde esta cuestión, influido p o r la presión de cierto's grupos católicos, com o la U nión de Friburgo, y la gran expansión de las ideas marxistas. E n su encíclica R en im Novarían expone las ideas oficiales de la Iglesia al respecto. C ri tica la situación de m iseria del obrero, consecuencia de la m onopoli zación del trabajo y de «una usura voraz, que se practica por hom bres ávidos de ganancia y de una insaciable am bición». C ritica igualm ente el socialism o p o r m aterialista y erróneo y, p o r tanto, la lucha de cla ses, por contraria al am or cristiano. La Iglesia católica ap o rta com o soluciones: • La reconciliación de las clases sociales en cum plim iento de sus deberes cristianos m utuos, que p ara el p atró n serían entre otros «no tra ta r al obrero com o esclavo. R esp etar en~él la dignidad del hom bre, realzada p o r la de cristiano», «dar a cada uno el salario que conviene», etcétera. • La aceptación de la propiedad privada, pero m arcando ya una cierta función social, p ara la que sería posible una intervención estatal. • El asociacionism o obrero p ara la defensa no violenta de sus in te reses. • L a restauración de la fe religiosa, que provocaría que cada hom bre cum pliera sus obligaciones sin sobrepasarse en sus derechos. T odas estas ideas, y en especial la función social de la propiedad, serán profundizadas y am pliadas p o r el p ap a Pío X I, en su encíclica Cuadragésimo A nno, de 1931.
LeónJCIIl (papa entre 1878 y 1903). Impulsor de la doctrina social cató lica a partir dé la publicación, en 1891, de la encíclica Rerum Novarum.
La I Internacional 1848, fecha de la últim a revolución europea en la que, com o se ha dicho, to m an parte activa los proletarios, y fecha de la publica ción del M anifiesto Com unista, se produce un cierto estancam iento, o a veces retroceso, en el m ovim iento obrero m undial. Ello es debido al fracaso y la represión posterior al 48 y a la m ejora de la situación eco nóm ica en los años cincuenta. Jim esta etapa tiene lugar una im p o rtan te expansión de las ideas de M arx y B akunin por diversos países e u ropeos, aunque los autores m ás influyentes seguían siendo P roudhon y Blanqui.
Primer Congreso de la Internacional en Ginebra, 1866.
Los socialistas, y sobre todo M arx, crean un m ovim iento a favor de una asociación entre obreros de diferentes países (M arx ya lo había ex presado en el M anifiesto Com unista: «Proletarios de todos los países, unios»), que se ve-favorecida tam bién p o r otros factores: • Los contactos entre los sindicalistas ingleses y la delegación de obreros franceses que visita la Exposición U niversal de Londres de 1862. • Los intentos de solidaridad internacional que llevan a cabo los círculos de inm igrados de diferentes países en Inglaterra. • Los problem as de los sindicatos británicos en sus huelgas, al re currir sus em presarios a obreros procedentes del C ontinente. T odas estas causas provocan que en septiem bre de 1 8 6 4 s e pro d u z ca en L ondres una nueva reunión de sindicalistas anglo-franceses, a la que asisten tam bién representaciones de Bélgica, A lem ania,y de diver sos grupos de em igrados de otros países. E n e l l a ^ J u n d g j ^ ^ ü g ^ se encarga de red actar el "k a n m e sto m áugufaTy'cfirige la" redacción del proyecto de estatutos, que son aprobados en el C ongreso dq G inebra de 1866. A nalicem os los principales aspectos del funcionam iento de la In ternacional en los artículos del proyecto de estatutos que se relacio nan a continuación: «Art. 3. El Consejo general se com pondrá de obreros represen tantes de las diferentes naciones que forman parte de la Asocia ción Internacional. Nom brará en su seno, según las necesidades de la Asociación, miembros tales como presidente, secretario general, tesorero y secretarios particulares para diferentes países. Todos los años el Congreso, reunido, indicará la sede del Con sejo Central. N om brará sus miembros y escogerá el lugar de la próxima reunión. En la época fijada por el Congreso, y sin que sea necesaria una convocatoria especial, se reunirán los delegados de pleno derecho, en el lugar y día designados. (...) Art. 4. En cada Congreso anual el Consejo general hará un in forme público de los trabajos del año. En caso de urgencia podrá convocar el Congreso antes de la fecha fijada. Art. 5. (...) sim ultáneam ente y con un mismo espíritu hará que las cuestiones propuestas por una sociedad, y cuya discusión sea de un interés general, sean examinadas por todos, y que, cuando una idea práctica o una dificultad internacional reclame la acción de la Asociación, ésta se desenvuelva de una m anera uniforme.
(...)» Proyecto de estatutos de la I Internacional. 1866.A p u d G i r a l t , y R o i g : «Op. cit.», pág. 303.
O rte g a
182
_ E l período_de m ayar^aug&Jne d e s p n é s M e J a c ris is económ ica del 67. pero ¡a afíHacióa-a la m isma nunca fue, grande. no llegando en su fase de m ayor apogeo a los 100 000 m iem bros (núm ero reducido si lo com param os con los 800 000 afiliados de las Trade U n io n s inglesas en la m ism a etapa). L a base principal estaba en el Continente, y en espe cial en Francia, Suiza, Bélgica y Alem ania. At principio l o s s e g i ii d o r e s _ d e ^ B r a u .d b o B 4 m ¿ i e x o n relativa fuerza en l a A I T , pero fueron expulsados de la m ism a en el C on greso de Basilea “ ~ "de ÍBB9, al oponerse a cualquier intervención del E stado en materia social y laboral. A partir de 1868-se inicia una lase de debilitam iento de la A s o c ia ción por causas exterffffs^eTnféfnas. Entre las prim eras está la gran represion que en los diferentes países tienen las huelgas y las m anifes taciones obreras. Sin embargo, es la oposición entre marxistas y anar quistas la principal fuente de problemas. L a rivalidad entre M a rx y B a kunin tenía una base personal, pero es a nivel ideológico donde se plan tean las mayores divergencias. L a s principales diferencias ideológicas entre marxistas y bakuninistas son: • M a r x coloca com o base y m otor de la historia a las clases socia les, al proletariado en la sociedad burguesa, m ientras que B ak u nin defiende un m ayor individualism o
Alegoría de la Internacional. Máximo intento de unión en el camino del mo vimiento obrero.
• Para M a r x la revolución la han de llevar a cabo los proletarios, después de una fase previa de concienciación y preparación, y culm inará en el triunfo de esta clase que, al conquistar el poder, im pondrá la dictadura del proletariado. Bak u n in parte, por el contrario, de las m asas cam pesinas que, con acciones de tipo ais lado y espontáneo, llevarán a cabo la revolución, destruyendo el E sta d o burgués y creando IF so c ie d a d anarquista. • M ie n tras los marxistas creen que es positivo intervenir con par tidos políticos en el sistema burgués existente, B ak u n in basa su actuación en los sindicatos, excluyendo cualquier form a de acti vidad política. • P or último, se separan respecto al funcionam iento de la In te r nacional, pues los anarquistas defienden la autonom ía de las sec ciones nacionales, y M a r x defiende la autoridad del Consejo C e n tral sobre éstas. E sta polém ica se solventará en el C on greso de L a H a y a del 72, en el que e x p u ls a d a s ln s h a k n n in istas. que crean una Internacional an tiautoritaria, con sede en G in ebra (1873), ljam ada A lian za Internacio'n á l de Trabajadores, en la que tienen la m ayor fuerza españoles, fran ceses e italianos. E sta organización celebra su últim o congreso en el 77 y se extingue en 1880. Respecto a la A so ciació n Internacional, dos hechos vienen a su marse en su decadencia: no lograr evitar la guerra franco-prusiana, lo que dem ostraba el triunfo del nacionalism o en am bos países frente al internacionalism o que propugnaba la Asociación, y_ el fracaso de las C o m u n as francesas y su posterior represión, que tuvo reflejos en casi todos los países, con una ola general de persecuciones contra todo tipo
P r e á m b u lo a lo s E s ta tu to s de la I In te r n a c io n a l (1 8 6 4 -6 6 ) « C onsiderando: que la em an cip a ción de los trab ajad o res debe ser obra de los trab ajad o res mism os; (...) que la supeditación del tra b a jad o r al capital es la fuente de to d a servidum bre: política, m oral y m aterial; (...) que todos los esfuerzos hechos hasta, ah o ra se han fru strad o p o r falta de solidaridad en tre los o breros de las diversas profesiones en cada país y de u n a u n ió n fraternal entre los tra b a ja d o re s de los d iversos países; (...)»
Apud. A r to la :
« O p . c it.» ,
pág. 634.
de asociaciones obreras. T o d o s estos hechos provocan que la sede del Consejo pase a N u e va Y o rk , en donde acaba por disolverse en 1876.
183
C) El movimiento obrero, de la Comuna a la I Guerra M undial 6.1.
La comuna
JEs un intento de nuevo m odelo político de origen popular, con un gobierno obrero, llevado a cabo en grandes ciudades. T ras la derrota de Sedán en la guerra franco-prusiana (1870-71) y el sitio y la posterio rcao ltu lación de París, el nuevo gobierno republicano presidido por
volucionaria, tem ida por M a r x por precipitada y alentada, en cambio, por Bakunin. E l 18 de m arzo de 1871 se produce la insurrección de la G u a rd ia N acion al al negarse a entregar unos cañones al ejército repu blicano. E l 26 de dicho mes tienen lugar elecciones para un consejo m unicip al, en las que el pueblo parisino da la victoria a los grupos re volucionarios (jacobinos, H anq uistas, proüdhoTriainrsrtTakunin istas, et cétera), que instauran una «Com una». E l ejemplo es seguido en otras ciudades de Francia com o Ly ón (dónde participó Bakunin). E l gobier no com unal hace una «D eclaración al pueblo francés» el 19 de abril, que, entre otras cosas, dice: «¿Qué pide (la Comuna)? E l reconocimiento y la consolida ción de la República, única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y con el desarrollo justo y libre de la sociedad (...)
La autonomía absoluta de la Comuna extendida a todas las lo calidades de Francia, asegurándoles a cada una la integridad de sus derechos y a todo francés el pleno ejercicio de sus facultades y de sus aptitudes como hombre, ciudadano y trabajador.
Demolición de la columna de la pla za Vendóme por miembros de la Co muna. A la Comuna se le imputan gran can tidad de desastres, pero las muertes que causa son una ínfima parte de las producidas por la represión pos terior.
1S4
La autonomía de la Comuna no tendrá más límite que el de recho de autonomía, igual para todas las demás comunas adheri das al contrato y cuya asociación debe mejorar la unidad francesa (•••)•»
Apud G o n z á l e z B e l t r á n , P. y C a r m o n a p o r t i l l o , A.: «His toria de las civilizaciones: Metodología y material de trabajo.» M ála ga, 1985, págs. 105-6. A d e m ás de esta idea de autonom ía y posible federación de las co munas, proclam a la separación Iglesia-Estado, derechos ilim itados de reunión y prensa, enseñanza gratuita y obligatoria, etcétera. Sin embargo, la experiencia fue m uy breve, ya que del 21 al 28 de m ayo las tropas de M a c M a h o n recuperaron la ciudad y llevaron a cabo una durísim a represión que costó alrededor de 100 000 represaliados. E sta represión también se extendió a otros países europeos, donde se declaró ilegal la A I T y se persiguió a sus dirigentes, acusa dos de haber instigado y dirigido la Com una.
6.2,
L ey fr a n c e sa c o n tr a la In ter n a c io n a l (1 4 -5 -1 8 7 2 ) «1. Toda asociación internacional que bajo cualquier denominación y especialmente bajo la de Asociación Internacional de Trabajadores tenga por principio la suspensión del tra bajo, la abolición del derecho de pro piedad. de la familia, de la patria, de la religión o del libre ejercicio de cul tos, constituirá por el solo hecho de su existencia y de sus ramificaciones sobre el territorio francés, atentado contra la paz pública.»
Apud M ir a , J., A r ia s , D., y E s t e b a n , L.: «Documentos de Historia del Mundo Contemporáneo.» Alhambra, Madrid, 1986, pág. 188.
El movimiento obrero a partir de los años ochenta
T ras el fracaso de la C o m u n a y la represión de las organizaciones obreras que le sigue y con el gran "debilitamiento de la I Internacional, el m ovim iento obrero de los años setenta se reduce en gran medida, volviendo, al m ism o tiempo, a predom inar las organizaciones de ám bito nacional. Sin embargo, a partir de los años ochenta se produce un nuevo resurgir, cuyas características principales podem os resumir en las siguientes: • L a cantidad y com plejidad de las organizaciones obreras y las tensiones en las relaciones entre las mismas. • E l predom inio tic las fuerzas nacionales, que se hará m ás fuerte y evidente en los años que preceden a la I G u e rra M undial. • L o s intentos, a pesar de lo anterior, de crear una plataform a supranacional que coordine todos los esfuerzos nacionales; de d on de nacerá, en 1889, la I I Internacional. • L a aparición de nuevas instituciones de signo m uy distinto a las existentes, com o es el caso de los sindicatos y las organizaciones cristianas, especialmente católicas. • L a reform a de la legislación social en la m ayoría de los países, en el sentido de permitir las asociaciones obreras, reglam entar aspectos laborales, legalizar la huelga, etcétera. E n Francia, por ejemplo, la Ley de Asociaciones de 1884 reconoce los derechos de asociación y huelga a los obreros. E n E sp a ñ a el derecho de asociación se reconocerá por una ley de 1887. • E l gran crecim iento de los sindicatos y de los partidos obreros a principios del siglo X X . E l ejemplo inglés es una muestra clara de este hecho, al pasar los afiliados de los sindicatos de 500 000 en 1885 a 4 000 000 en 1914.
185
L a s organizaciones obreras de este período se van a presentar bajo tres form as fundamentales: a. Cooperativas, sobre todo de consumo. H a b ía n surgido en I n glaterra a m ediados del X I X y poco a poco aparecieron tam bién en otros países. Pronto se unen en la A lian za C ooperativa Internacional, que, a finales del siglo, estuvo casi controlada por los socialistas. L a I I Internacional aconsejó su neutralidad para evitar tensiones internas. E n 1913 reunía la A lian za a m ás de 4 000 sociedades de varios países.
Huelga de obreros. Era el arma de presión más impor tante en manos de los obreros para conseguir mejoras. A finales del X I X y principios del X X se utilizó la huel ga general como arma política. b. Sindicatos. Tienen dos líneas ideológicas y de actuación fun damentales: la vía reformista, cuyo caso m ás claro es el de las Trade U n io n s británicas, y la vía revolucionaria, que a su vez tiene los dos sectores ideológicos que dom inan el panoram a de la época, aunque no siempre es fácil ver este hecho al analizar organizaciones concretas. ,La_ huelga general era el arm a preferida (en especial por los anarquistas) para la revolución. La.independenciauie_los_siadicatos. respecto a los partidos (asunto debatido en la I I Internacional) varía según los. paí ses. U n o de los ejemplos sería la C'(i I francesa, producto de la unión en 1895 de dos federaciones anteriores" (existían en su seno marxistas y anarquistas); años después logrará unir todos los sindicatos del país. E n E sp a ñ a había surgido la U G T en 1888, con clara inspiración marxista. L o s anarquistas suelen ser m ás radicales y utilizan, junto a la huelga general, el sabotaje y, en ocasiones, los actos terroristas. Su separación de la política es total. U n o de los sindicatos de inspiración anarquista m ás importante fue la C N T española, aunque su fundación no se rea lizó hasta 1910.
Acción terrorista. Los anarquistas emplean con fre cuencia estas acciones como «propa ganda del hecho».
c. L o s partidos socialistas. E l Consejo G eneral d e j a I Interna cional había defendido la actuación política de los obreros, y fruto de estas ideas es la aparición de partidos socialistas en el últim o cuarto del siglo X I X . U n o de los principales, y también el prim ero en apare cer, es el Partido Socialdem ócrata A le m á n (S P D ), que surgió com o re sultado de la unión de los partidos de Lasalle y Bebel en el C on greso de G o th a en 1875 y tuvo una buena organización y un gran seguim ien to obrero.
186
E n el R e in o U n ido, tras la Fabian Society, fundada por intelectua les en los ochenta, será el L a b o u r Party, Partido Socialista R e fo rm a dor, controlado por los sindicatos, el que cobrará fuerza com o partido obrero. E n España, Pablo Iglesias funda el P S O E en 1879. E n casi todos los dem ás países de E u ro p a (desde Francia a R u sia ) aparecieron en estos años algún o algunos partidos socialistas que actuaron legalm en te o bien en la clandestinidad.
6.3.
La II Internacional
L a idea de una plataform a intem acionalista existe en m uchos lu chadores obreros desde 1876 y va a aparecer en el program a de los p a r tidos nacionales que surgen en esta etapa, especialmente en los belgas y suizos. Sin embargo, la oposición de M a r x y algunos partidos, com o el S P D , retrasan su puesta en práctica. Y no_será hasta 1889 en uno de los congresos celebrados en París c o n jn o ü m it e L p r im er centenark d^ia.xe.voluciÓB-feancesa cuando nazca la I I In te m acio n a F con narti cipación de dirigentes de m uchos de los nuevos 'parííSossociSl'istas, en tre ellos Pablo Iglesias.
D e l p r o g ra m a d e l P S O E , 187 9 «Por todas estas razones, el Parti do Socialista Obrero Español decla ra que su aspiración es: Abolición de clases, o sea, emancipación de los trabajadores. Transformación de la propiedad individual en propiedad social o de la sociedad entera. Pose sión del Poder político por la clase trabajadora. Y como medios inmediatos para acercarnos a la realización de este ideal, los siguientes: Libertades políticas. Derecho de coalición o legalidad de las huelgas (...).
Programa del PSOE. 1879. Apud «Historia de Espa ña, XII,» Labor, Barcelona, 1985, T u ñ ó n DE L a r a :
pág. 247.
Congreso Internacional socialista de París de 1889: fundación de la II In ternacional. Momento en que toma la palabra el francés Guesde. A pesar de ello, su institucionalización es m uy lenta. E L n r im e r con greso se celebra dos años después en Bruselas, ciudad donde se sitúa "ÉTsede permanente, constituyéndose T o m o simple federación de p ar tidos y grupos obreros nacionales para intentar regular sus relaciones mutuas y orientar sus m odos de actuación mediante congresos triena les. Pero, -£iL-Q£p.anizacián definitiva sólo se produce en"l899. con la creación, entre otros organismos, del Bureau Socialista Internacional, com puesto por dos delegados de cada país, un secretario permanente y un comité ejecutivo que coordina todas las actuaciones entre congre sos. I bi o -dc los prim eros acuerdos tom ados p o ^ a l ? Internaci»ia£te_s Ja proclam ación del 1 de m ayo com o día internacional"déla jucha-obre... ra por la jornada de ocho horas. Pero pronto surgen los problem as en " su s e n o F.l p r im p r n dp p II hq f y m a «P7 m á s ^ c j enfrentamiento con
18"
los anarquistas sobre la actuación política, que se resolvió con la ex
R e s o lu c ió n d el C o n g re so d e A m ster- " pulsión de éstos en el C on greso de Londres de 1896. U n segundo pro d a m d e 1904 blem a es el de la relación entre partidos v sindicatos. L a s tendencias «El congreso condena de la mane - T M í f d 'e s d e la idea alemana de integrar a los sindicatos dentro del par ra más decisiva el intento revisionis tido hasta el postulado opuesto, defendido por los ingleses, de separa ta de alterar nuestra táctica, puesta ción total entre ambos. L a resolución fue salom ónica: aunque se con a prueba dos veces y victoriosa, ba sideraban com o vías paTareias y no necesariam ente Unidas, la A s o c ia sada en la lucha de clases. Los revi ción recom endaba la colaboración mutua. sionistas desean que la conquista del poder político, sobreponiéndonos a C o n todo, a m ás importante que se presenta es el del nuestros enemigos, sea sustituida por 3, el el problem P.rc rp fn rm ism o vv~el revisio n ism o. ij.na cuestión una política que se enfrente a medias el rev con el orden actual. La consecuencia "frárficá.^la conveniencia de que torsbcialistas.intervinieran en los g o de esta táctica revisionista sería de biernos «burgueses» de sus países. L a solución fue tambiéñuécléctica. transformación de nuestro partido.» sifpuede intervenir, aunque no es conveniente hacerlo, y en últim a ins
Apud C o lé , G. D.: «H.a del pen samiento socialista.» 7 vols., F.C.E., México, 1952-66, vol. II, pág. 59.
tancia, la palabra definitiva la tiene el propio partido. P or su parte, la tendencia ¡re á s m n is l^ rg u m e n ta b a que, ante el hecho de que la crisis prevista ^ ^ n ^ ^ m a n S ^ se alejaba cada vez más y las circunstancias económ icas cam biaban y no precisamente a peor para los o b r e r o s ^ im p o n ía nna_reyAión de las p rem isas marxistas. E L p n o o m l tlUlOI'LfC “ ■ _que, entre otras cosas, negaba el m ateria lism o histórico, la vía revolucionaria y la lucha de clases, pues, según él, no existen dos, sino varias. A d e m ás defiende la vía reform ista y de colaboración entre todas ellas para, evolutivamente, llegar al socialis mo. Estas posturas van a ser condenadas por los marxistas, y en espe cial por Kautsky, hasta lograr la expulsión de los revisionistas de la In ternacional en el Congreso de A m sterdam de 1904, pero la polém ica enfre radicales y m oderados perduró largo tiempo. O tros problem as internacionales ocuparon las reuniones de los con gresos en la etapa de preguerra, y especialmente la condena del im pe rialism o (véase tema 6) y los intentos para evitar la guerra, que se que daron en simples proclam as y manifestaciones obreras en Francia o Alem ania. A pesar de ello, la guerra no logró evitarse y supuso (volvió a imponerse el nacionalism o al internacionalism o) la ruptura de la I I Internacional, ruptura que intentó soldarse al llegar la paz.
7.
El movimiento obrero tras la I Guerra Mundial
L a guerra supone nuevos hechos de gran trascendencia para el de sarrollo del m ovim iento obrero. P or una parte, había dem ostrado el triunfo del nacionalism o sobre el internacionalismo, pues tanto el S P D apoyó en el Parlam ento alem án los presupuestos de guerra, como, po s teriormente, todos los partidos socialdem ócratas se unieron a las di rectrices de sus propios gobiernos respecto a la guerra. E l tema de la responsabilidad socialista ante el conflicto m undial llenó de discusio nes m ás de un intento de hacer renacer la I I Internacional. E l otro elemento importante fue la escisión de los socialistas en dos grupos tras el triunfo en octubre de 1917 de los bolcheviques ru sos (véase tema 10): • L o s que apoyan la dem ocracia parlam entaria y, por tanto, un so cialism o reformista, ante el hecho de que la «inevitable» revolu-
188
ción proletaria, por una parte, y crisis del capitalismo, por otra, no se producen. • L o s seguidores del marxismo, bajo el prism a interpretativo de L e nin (los marxistas-leninistas), que tienen sus objetivos en el m o delo revolucionario ruso. Los partidos obreros nacionales se van a dividir durante los años veinte, según su orientación en uno u otro sentido, en socialdem ócraT a s o socialistas y comunistas, respectivamente (el partido com unista francés, por ejemplo, nació en diciembre de 1920, y el partido com u nista español apareció en 1921 com o escisión del P S O E , tras un inten to anterior).
L a III In te r n a c io n a l seg ú n L e n in en a b r il d e 1919 «La I I I Internacional recogió los frutos de la labor de la II Internacio nal, eliminó su basura oportunista, social-chovinista, burguesa y peque ño burguesa y empezó a realizar la dictadura del proletariado.»
Apud S a ñ a , Heleno: «La Interna cional Comunista 1919-1945.» Zero, Madrid, 1972, pág. 5.
D espués de la guerra (en los años 1919 y 1920), se producen varias tentativas de reconstruir la unidad socialista internacional. La s m ás im portantes serán los intentos de reavivar, aunque sin éxito, la I I Inter nacional, los que defienden un estadio intermedio entre ésta y las nue vas ideas bolcheviques, que crearon la llam ada «Internacional 2 y 1-/2», y por último, la creación de la Til Internacional ñor L e n in . E n m arzo de 1919 Le n in convoca en M o sc ú una Conferencia I n ternacional Com unista, a la que casi no asisten representantes de los socialism os occidentales, que decidió constituirse com o I I I Internacio nal (Internacional C om un ista o Kom internj. C o n ella sé intentaba ace lerar en lo posible la lucha revolucionaria en Eu ropa, aprovechando las circunstancias favorables de postguerra y según el m odelo triunfan te en Rusia. E l segundo Congreso, celebrado el año siguiente, aprobó los estatutos de la organización, sus organism os principales, así com o las 21 condiciones exigióles a los partidos com unistas para su entrada, con las que se intentaba, entre otras cosas, im pedir el ingreso de gru pos socialdemócratas. Poco a poco, sin embargo, fue decreciendo el entusiasm o inicial al perderse las posibilidades de extender la revolución. E n 1935 se cele bró el V I I y último Congreso, en el que se acordó la política de «fren te popular» (colaboración con los socialdem ócratas para luchar contra el fascismo), y en 1943 fue disuelta por Stalin para favorecer sus rela ciones con el resto de los aliados en la guerra. A n te la Internacional C om un ista y las escisiones que hubieron de su frir en su seno, a veces muy importantes (com o la de los socialistas fran ceses, que m ayoritariamente se pasaron al partido comunista), la reac ción de los partidos socialistas fue constituir, en 1923, la Internacional Socialista, com o federación de partidos socialistas no afiliados a la I I I Internacional, en la que los socialdem ócratas alemanes y los laboristas ingleses se convirtieron en el eje principal. Tras la expulsión de Trotski del partido com unista de la U R S S y su posterior exilio, éste creará partidos comunistas trotskistas en diversos países, que se unen en una I V Internacional en 1938. C o m o conclusión, puede decirse que el m ovim iento obrero de post guerra se diversifica en una serie de partidos y organizaciones de nue vo cuño, tanto nacionales com o internacionales.
Resoluciones y estatu tos de la internacional 2 Comunista A á»p*n A o» p o r »*
,
M> *4* e» retrogrado 7 * 19 4* ja i* «17 4»
Noticia del Socialista. 10 de febrero de 1921. E l órgano oficial del P S O E publica la noticia de los resultados del 2° Congreso del Komintem, con algo de retraso.
189
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 Estatutos de la Internacional C om u n ista aprobados en el I I C on gre so (agosto, 1920) «(...) L a Internacional C om un ista rompe para siempre con la tradición de la Segunda Internacional, para la cual no existían de he cho m ás que los problem as de la raza blan ca. (...) L a I.C. no ignora que, para acelerar la victoria, la A so ciació n Internacional de los Trabajadores, que combate por la abolición del capitalismo y la instauración del C o m u nismo, debe tener una organización fuerte mente centralizada. (...) T o d o esto considerado, la I.C . adopta los estatutos que siguen: a.l: L a nueva A so cia ció n Internacional de los Trabajadores está fundada con el único fin de organizar una acción de conjunto del proletariado de los diferentes países, tenden te a un solo y m ism o fin, a saber: derribar el capitalismo, el establecimiento de una dicta dura del proletariado y una R e pública inter nacional de Soviets (...) a.4: L a instancia suprem a de la I.C . no es otra que el C on greso m undial de todos los partidos y organizaciones afiliados a ella. E l Congreso m undial sanciona los program as de los diferentes Partidos que se adhieren (...)
Marx en su estudio (Museo de Berlín). a.8: E l C om ité ejecutivo de la I.C . (...) pu blica los m anifiestos que juzgue indispensa bles en nom bre de la I.C . y da a todos los P a r tidos y organizaciones afiliados instrucciones que tienen fuerza de ley. (...) a. 12: L a situación general en E u ro p a y en A m érica im pone a los com unistas la obliga ción de crear, paralelamente a las organiza ciones legales, organizaciones secretas. (...)»
Apud «El Socialista.» 10 de febrero 1921.
C uestiones 1. 2. 3.
Sitúa el texto cronológica e históricamente. Extrae y resume las ideas principales del texto. ¿Q u é diferencias encuentras entre estas ideas y las postuladas por las anteriores Internacio
4.
nales? ., . . Exp lica la im portancia que tiene la I.C. para la evolución del m ovim iento obrero.
r ír 4
c T
Documento 2 C a rta de B a k u n in a Rubicone Nabruzzi (23-7-1872) « M arx es un com unista autoritario y cen tralista. Quiere lo que nosotros queremos: el triunfo de la igualdad económ ica y social, pero en el E sta do y por la fuerza del Estado; por la dictadura de un G obie rn o provisional, poderoso y, por decirlo así, despótico, esto es, por la negación de la libertad. Su ideal económ ico es el E sta d o convertido en el úni co propietario de la tierra y de todos los ca pitales, cultivando la prim era por m edio de asociaciones agrícolas, bien retribuidas y di rigidas por sus ingenieros civiles, y com andi tando los segundos mediante asociaciones in dustriales y comerciales. N oso tros querem os ese m ism o triunfo de la igualdad económ ica y social por la aboli ción del E sta d o y de todo cuanto se llame de recho jurídico que, según nosotros, es la ne
2.
Técnicas de trabajo
• Com entario de una gráfica O bserva y analiza la siguiente gráfica de la evolución de los salarios medios
Cuestiones# 1.
2.
3. 4. 5.
¿Q u é conclusiones se pueden sacar sobre la condición de los obreros a partir de la evolución de los salarios? ¿Se da la m ism a situación en todos los países? ¿P o r qué en Estado s U n id o s los salarios suelen ir por encim a del resto? ¿Q u é elementos influían en la oscilación salarial? ¿Q u é otros aspectos conoces de la situa ción obrera? ¿P o r qué crees que se produce el gran descenso de los salarios en algunos paí ses a principios del siglo X X ? , ¿po r qué no se produce en todos?
V C
k
gación perm anente del derecho humano. Q uerem os la reconstitución de la sociedad y la constitución de la unidad humana, no de arriba abajo por la vía de cualquier autori dad, sino de abajo arriba, por la libre federa ción de las asociaciones obreras de toda cla se em ancipadas del yugo del Estado. (...) Píay otra diferencia, esta vez m uy per sonal, entre él y nosotros. E n e m igo s de todo absolutismo, tanto doctrinario com o prácti co, nosotros nos inclinam os con respeto no ante las teorías que no podem os aceptar com o verdaderas, sino ante el derecho de cada cual a seguir y propagar las suyas (...) N o es éste el talante de M arx. E s tan abso luto en sus teorías, cuando puede, com o en la práctica. A su inteligencia, verdaderam en te eminente, une dos detestables defectos: es vanidoso y celoso.»
Apud D r o z , J.: «Historia del socialismo.» Laia, Barcelona, 1979, págs. 34-35. (Aparecido en la se lectividad de junio de 1988 de la Universidad de Málaga.)
Evolución de los salarios medios 1800-1920
ác
3. Testimonios Literarios D entro de la literatura del siglo X I X , se inspiran en la situación obrera com o tema preferente de sus creaciones, en especial las corrientes realista y naturalista pero, funda mentalmente, desde enfoques sentim entalis tas y críticos. Raram ente se pasa al análisis de la lucha obrera y del m ovim iento sindical. L a m iseria de los obreros y de sus barrios frente al capitalism o es descrita por autores de la talla de C harles D ickens, cuyas obras m ás significativas sobre la industrialización inglesa y sus problem as son: David Copperfield, Tiempos difíciles, Oliver Twist o La pe
queña Doirit.
Fotograma de «Oliver Twist». E n Francia se distingue V ic to r H u g o con obras com o Los castigos y Los miserables; y E m ile Z ola, con Germinal, La taberna y La
tierra. C inem atográficos E l cine ha utilizado el tema obrero y su p rob le m ática en m últiples ocasiones, no siempre de form a exclusiva, sino m ás bien relacionado con otros temas com o la revolu ción rusa, guerras, etc. L a literatura ha ins pirado guiones de diversos filmes. P o r ejem plo: David Copperfield, de G e o rg e C u k o r y el de D e lb ert M a n n ; Nicholas Nickleby, de A lb e rto Cavalcanti; y Oliver Twist, de D a v id Lean. O tras películas de cine social son: Carbón y La comedia de la vida, am bas de Pabst; y Sal de la tierra, de H erbert Biberm ann. E l anarquism o ha sido tratado en varias películas, com o La Cecilia, realizada por Jean-Louis Com olli; San Miguel tenía un ga llo, de los herm anos Taviani; y Sacco y Vanzetti, de G iu lian o M o n ta ld o (que refleja el proceso que se llevó a cabo en Esta d o s U n i dos contra am bos líderes anarquistas). U lt i m amente se están realizando diversos filmes en la E u ro p a del Este y en Latinoam érica so bre aspectos del m ovim iento obrero, ya his tóricos o actuales. E n este sentido podem os destacar Salmo rojo, de M ik lo s Jancso (que relata un levantamiento cam pesino de prin cipios de siglo), o La tierra prometida, de M i guel Littin (sobre acciones huelguísticas en Chile).
E n España, Pérez G aldos, con Fortunata y Jacinta. E n Rusia, Dostoievski, con Pobres gentes; y G o go l, con Alm as muertas. O tros au tores m en os significativos son: Charlotte Bronte, en su obra Shirley; E u ge n io Sue des cribe la situación del obrero parisino en Los misterios de París; W enceslao A y gu als de Izco escribe María, novela por entregas (cuya pro tagonista, M aría, es hija de un jornalero); H auptm ann, en Los tejedores intenta hacer un análisis en profundidad de los problem as de su tiempo. Docum entales Existe, por otra parte, una variada gam a de documentales y telefilmes de serie, en su m a yoría sobre problem as obreros actuales e his tóricos (no siempre accesibles). Entre ellos podem os destacar uno de T V E , de la serie Tribuna de la historia, titulado «España, los
orígenes del movimiento obrero». Arte N o se puede olvidar el gran reflejo que tuvo el tema social en el arte, especialmente en la pintura realista, o im presionista y post impresionista. C ualqu ier colección buena de diapositivas de pintura puede dar pie a la se lección de un buen núm ero de ellas sobre el tema.
PAISES BELIGERANTES
&
Evolución del sistema de alianzas. La Primera Guerra Mundial y los tratados de paz Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Bibliografía. Introdu cción . E volución del sistem a de alianzas. L a crisis de preg u e rra. C ausas de la con tiend a. L a guerra. C o nsecuencias del conflicto. Prácticas. 193
BIBLIOGRAFÍA para el estudio dei tema • D r o z , J.: «Les causes de la Prendere Guerre Mondiale. Essai d ’historiographie» Ed. du Seuil, París, 1973. Se trata de un buen estudio de las diferentes tesis sobre los orígenes de la I G u e rra M u n dial. • D u r o se ll e , J. B.: «Europa, de 1815 a nuestros días. Vida política y relaciones internacio nales» N° 38 de la col. N ueva Clío. L a historia y sus problemas, Labor, Barcelona, 1975. D e d ica varios capítulos a hacer un planteamiento breve y claro del tema. Presenta tam bién la polém ica entre los historiadores sobre la guerra, así com o una am plia docum en tación y bibliografía.
• G uil l en , Pierre: «El imperio alemán (1871-1918)» V ice n s Vives, Barcelona, 1973. H a ce un buen análisis de la política bism arekiana y de la etapa posterior hasta el final de la guerra, siempre desde la perspectiva de Alem ania.
«Historia de las relaciones internacionales» A kal, M ad rid , 1985. O b ra extensa y clásica (se publica en Francia en los años 50), que introdujo el estudio de las «fuerzas profundas» que enmarcan y explican las decisiones de los gobernantes. E s un libro básico para el análisis de los sistemas de alianzas. M u ch a s obras posteriores siguen • R e n o u v in , Pierre:
sus líneas centrales. • R e n o u v in , P.:
«La Primera Guerra Mundial» Col. ¿Q u é sé? N° 78, O ikos-T au , B arce lo
na, 1972. Síntesis m uy aceptable de otros libros del autor. L a revista Hiktoria 16 (Inform ación y Revistas, S. A., M a d rid ) com enzó a publicar en 1983 una H isto ria Universal. Siglo X X , que en sus cuatro prim eros núm eros presenta va rios artículos de diversos autores sobre la época de preguerra, dedicando el quinto en ex clusiva al conflicto. E n este último núm ero aparece un artículo titulado «España y la guerra».
-
1.
Introducción
Estu diam os en este tema un largo período de casi 50 años i 1871-1918), que comienza tras una guerra entre dos potencias (guerra franco-prusiana. Véase T em a 3) y termina con los tratados de paz de una conflagración m ucho mayor, la I G u e rra M u n d ial. La s relaciones internacionales de este m om ento histórico a pesar de ser tensas en m u chos momentos, no llegan a materializarse en lucha arm ada hasta 1914, a no ser en puntos muy concretos (sobre todo los Balcanes) y con poca intervención de las potencias. Pero en todo m om ento éstas se encuen tran preparadas para un enfrentamiento generalizado. P or este motivo se denom ina al período la «Paz Arm ada». Conviene recordar brevemente cuál es la situación de los principa les países europeos, (véase el T em a 2). E s una época en la que se revitaliza el im perialism o y cobra su m áxi m o auge, sobre todo después de 1885 (véase T e m a 6). La s potencias olvidan en parte sus tensiones en el m arco europeo para dedicar sus m áximos esfuerzos al expansionism o colonial. E s allí donde se van a presentar una serie de roces solucionados in situ, o m ediante acuerdos bilaterales o multilaterales. H a c ia principios del siglo X X la situación colonial está estabilizada y su problem ática casi totalmente resuelta. O tro tema paraleló es el del asociacionism o obrero (véase T em a 7), que tiene en este período uno de sus principales m om entos de apo geo, aunque su influencia en las relaciones entre las potencias es muy reducida. N o sucede lo m ism o a la inversa, ya que, com o es sabido, el no lograr evitar la guerra significa el fin de la I I Internacional. Finalm ente surge la guerra (la G ra n G u e rra) entre todas las p o tencias, sus colonias y sus aliados, com o el último intento de solucio nar las diferencias, mayores o menores según los casos, entre los di versos países europeos. L a entrada en ella de Estado s U n id o s y Japón demuestra que el eje de la historia contem poránea comienza a salir de buropa.
2,
Evolución del sistema de alianzas
E l sistema europeo creado en V ie n a había term inado de romperse con las unificaciones de Italia y A le m an ia (véase T e m a 3). L a victoria prusiana frente a Francia y el tratado de Francfort (m ayo de 1871), que pone fin a esta guerra, m arcan el inicio de una nueva etapa en las relaciones internacionales de los países europeos. Relaciones que van a estar presididas por una serie de alianzas y un aumento del arm a mentismo, sobre todo en los prim eros años del siglo X X , que logran evitar la guerra directa entre las potencias durante m ás de treinta años,
larga etapa de paz que los historiadores han dado en llam ar «la Paz Arm ada». Este período suele dividirse en dos fases: una primera, que dura hasta 1890 y está presidida por el canciller alem án B ism arck y la creación de sus sistemas de alianzas recibe el nom bre de la E u ro p a de Bism arck. U n a segunda fase se inicia entonces, en la que, al cam biar las alianzas anteriores, se van creando los bloques que se enfrentarán definitivamente en la guerra mundial. V e a m o s la evolución de estas re laciones internacionales.
2.1.
Otto von Bismarck (1815-1898). Canciller alemán de 1862 a 1890. Propulsor y creador de la unidad ale mana en torno al reino de Prusia. En esta etapa dirige sus esfuerzos a con solidar el nuevo imperio y a defen derlo de la dolida Francia. Crea para ello una serie de sistemas de alian zas en torno a su país, que aislarán a su enemigo. Fue el árbitro diplo mático de Europa durante estos años. Su caída del poder hará cam biar todos los sistemas creados por él.
E l r e v a n c h ism o fra n c és «La Gironde que ayer y anteayer hemos recibido viene con orla ne gra... pero no parece abatida. He aquí cómo termina su primer artícu lo: Guardémonos de abandonarnos a la desesperación. Si el período de re sistencia ha terminado, el de las re presalias tardará poco en comenzar. Alimentemos nuestros corazones con el deseo de la venganza y el odio contra esa Alemania, maldita mil ve ces, que nos oprime sin piedad. E l deber de todo francés es el que tra zaba no ha mucho, en otras circuns tancias, un ilustre republicano: car gar el fusil y esperar la hora.»
La Igualdad. 26-2-1871. Apud. MIRA, J. y otro s: «O p. cit.», pág. 102.
Los sistemas de Bismarck
L a pérdida de Alsacia-Lorena, el pago de indem nizaciones y el res to de las exigencias alem anas habían creado en ciertos m edios france ses. un ambiente de revanchism o y desquite frente a Alem ania. U n o de los ejes de la política del canciller alem án consistía en sortear el pe ligro francés, aislando a su enem igo y creando un bloque de aliados en torno a su imperio. Para ello encontró en E u ro p a un ambiente fa vorable, pues, com o dice P. Renouvin, «en todos estos Estado s euro peos la cuestión de las relaciones con el Im p e rio alem án era la prin cipal preocupación de los gobernantes: todos m iraban hacia B is marck». E sto s objetivos los consiguió con un com plicado entramado de pactos y tratados que suele resumirse en tres sistemas. A d e m ás alen tó la política colonial francesa, que alejaba las preocupaciones de este país fuera de E u ro p a y lo enfrentaba, al m ism o tiempo, con Inglaterra e Italia.
a.
Primer sistema bismarquiano
L o s únicos posibles aliados de Francia eran^Austna-H ungría y R u sia, ya que sus relaciones con Italia no eran buenas, e Inglaterra lleva ba una política aislacionista. Serán, pues, estos países los que Bism arck intente atraerse, a pesar de sus rivalidades (disputas balcánicas), para form ar una alianza. E n 1872 se entrevistan los emperadores de los tres E sta d o sJ G u ille rm o I de A lem ania, Francisco José de A u stria -H u n gría y el zar Alejandro I I de R usia), y al año siguiente se firm a una serie de acuerdos conocidos com o Entente de los tres Em peradores. Para lograr estas alianzas Bism arck utilizó el argum ento de la solidaridad m onárquica frente al peligro de revolución republicana (Francia). A es tos tratados se adhirió Italia en 1874. Sin embargo, la escasa solidez del pacto se demostró pronto. E n 1875 se producen dos crisis que acabarán con él. D e un lado, el au m ento de los efectivos m ilitares franceses en este año pone en pie de guerra a los alemanes, pero el enfrentamiento se evita gracias a la in tervención diplom ática de R u sia e Inglaterra. E l otro hecho es m ás gra ve aún. U n a vez m ás los Balcanes van a oponer a R u sia y A u stria -H u n gría. Se producen revueltas en B osnia-H e rze govina y B u lgaria (véanse los m apas adjuntos), que son duramente reprim idas por los otomanos. R u so s y austríacos, que se vigilan de cerca, firm an un tratado secreto en 1877 por el que la zona occidental de los Balcanes se reservaría a los segundos. Pero, en el m ism o año, Servia y M ontenegro, territorios autónom os de Turquía, se levantan por su independencia. Rusia, para apoyarlos, ataca y vence a los turcos im poniéndoles el Tratado de S. Stéfano (1878), por el que, entre otras cosas, se declara independien tes a M ontenegro, Servia y R um ania, y se crea la G ra n Bulgaria, E s tado autónom o bajo influencia rusa.
196
Inglaterra no acepta el tratado y apoya a los turcos, a los que exi ge, a cambio, la isla de Chipre. T am p o co lo acepta Austria-H un gría, que solicita igualm ente la revisión del tratado anterior. Bism arck in tenta m ediar reuniendo el C on gre so de Berlín de 1878, cuyas m ás im portantes conclusiones pueden verse en los siguientes artículos de su acta final:
Evolución de los Balcanes en el últi mo tercio del siglo XIX. LOS BALCANES ANTES DE 1 87 5 R U S IA
IMPERIO DE AUSTRIA
R O S N IA
«Art. 1. Bulgaria queda constituida en principado autónomo y tributario bajo la soberanía de S. M. I. el Sultán; tendrá Gobierno cristiano y una milicia nacional, Art. 13. Se formará al sur del Balcán una provincia que tomará el nombre de Rumelia Oriental y quedará bajo la autoridad polí tica y militar directa de S. M. I. el Sultán (...) Art. 25. Las provincias de Bosnia y Herzegovina serán ocupa das y administradas por Austria-Hungría (...)»
•'•'“ ¡ T ”
VAfcquia
SERBIA
H E R Z E G O V IN A MONTE NEGRO
^ .
B U L G A R IA 9 Aodcid'iotwtis
Salónica
Coii'.lontinopt.) 41
IM P E R IO TURCO OTOM ANO
Acta final del Congreso de Berlín de 13-julio-1878. Apud L Ó
PEZ C o r d ó n y M a r t í n e z C a r r e r a s : «Análisis y comenta
rios de textos históricos. II Edad Moderna y Contemporánea.» A lh a m b ra Universidad, M ad rid , 1985, pág. 289.
LO S B ALC A N E S DESPUES DEL CO NG RESO DE B E R L IN 1 8 7 8
L os resultados negativos obtenidos por los rusos en el C on greso de Berlín, con la reducción de los territorios búlgaros, y al apoyo alemán a los intereses austriacos h acen que_Rnsia abandónenla Entente v se produzca así la disolución de este prim er sistem a de alianzas.
AUSTRIA HUNGRIA
H E R Z E G O V IN A
«OKTf
b.
B U l GARIA ROMEE IA OR
Segundo sistema
L a diplom acia de B ism arck para la form ación de un nuevo bloque de aliados se inicia con el pacto de la D ú p lice con A u stria-H u n gría, fir mad© en 1879, con carácter secreto; por su m inistro de Exteriores, A n Jrassy. Pronto intentó nuevos contactos con R u sia y, tras la subida ai roño del nuevo zar Alejandro I II , se firm a una vez m ás .el acuerdo t. js tres Em peradores, que ahora soto preveía una «neutralidad bebe o la r r ú íf el ca strtlC que uno de los firm antes entrara en guerra o otra potencia ajena al acuerdo, y, al m ism o tiempo, se acordaba man tener la situación balcánica. E n ...1882 el canciller alemán logró com pletar el sistema con la uni dad de Italia a la Dúplice, firm ándose la Triple Alianza; Italia se sen tía muy molesta con Francia, que acababa de ocupar Túnez, y además tenía fuertes lazos económ icos con Alem ania, así que fue ella m ism a quien solicitó la entrada en la alianza. L o s principales puntos de este tratado pueden analizarse en los siguientes artículos del mismo: «Sus Majestades el Emperador de Austria y Rey de Hungría, el Emperador de Alemania, Rey de Prusia, y el Rey de Italia, ani mados del deseo de aumentar ¡as garantías de la paz general, de fortificar el principio monárquico (...), han acordado la conclusión de un tratado (...). Art. 1. Las Altas Partes contratantes se prometen recíproca mente paz y amistad, y no entrarán en alianza o compromiso al guno dirigido contra cualquiera de sus Estados (...). Art. 2. En caso de que Italia, sin mediar provocación directa por su parte, fuese atacada por Francia por cualquier motivo, las otras dos Partes contratantes estarán dispuestas a prestar a la Par te atacada socorro y ayuda con todas sus fuerzas. La misma obli gación incumbirá a Italia en caso de una agresión, no directamen te provocada, de Francia contra Alemania.
•S BALCANES TRAS S.ESTEFANO 1 878 R U S IA
AUSTRIA HUNGRIA
B O S N IA
Sarajevo sep H E R Z E G O V IN A MONI t NEGRO
Con-.! jntir,o¡)1o 4
IM P E R IO OTOM ANO
IMPERIO AUSTRO-HUNGARO IMPERIO TURCO OTOMANO IMPERIO RUSO PAISES INDEPENDIZADOS DEL IMPERIO TURCO
TERRITORIOS AUTONOMOS DEL IMPERIO TURCO
Art. 3. Si una o dos de las Altas Partes contratantes, sin pro vocación directa por su parte, llegasen a ser atacadas y a encon trarse empeñadas en una guerra con dos o más grandes potencias no firmantes del presente tratado, el «casus foederis» se presenta rá simultáneamente para todas las Altas Partes contratantes. Art. 6. Las Altas Partes contratantes se prometen recíproca mente el secreto, tanto sobre el contenido como sobre la existen cia del presente tratado. Art. 7. Ll presente tratado se mantendrá en vigor durante el es pacio de cinco años (...). Hecho en Viena, el 20 de mayo de 1882.»
P R IM E R S IS T E M A A L E M A N IA y / l8 7 3 A U S T R IA - H
187!
•
ITALIA
—
R U SIA
S E G U N D O S IS T E M A A L E M A N IA
87^
\
1881
—
R U SIA
1879
A U S T R IA -H 1882%
ITALIA T E R C E R S IS T E M A
Apud A rm k s to : «O p. cit.», págs. 195-6.
A L E M A N IA w 1887
A U S T R IA - H " ^ . I T A L I A j
ESPAÑ A —
13 87|
IN G LATERRA
Tratado de loa 3 Emperadores ; Oúpllce Tripie Aáanza
—
T'atado de Reaseguro
—
Acuerdos mediterráneos
L a estabilidad del sistema dura hasta la aparición de los prim eros problem as en los años 1886-87. Por una parte, aumenta la tensión fran co-alem ana con la llegada al M inisterio de la G uerra del general revanchista Boulanguer, aunque tras su rápida caída en 1887 volverá de nuevo a suavizarse. Por otro lado, surge una vez más la crisis en los Balcanes: Bu lgaria se separa de la tutela rusa, después de haberse anexionado la R u m e lia Oriental, y se acerca a Austria, al tiempo que Servia entra también en la órbita de influencia austríaca. E l descon tento ruso hacía inviable la continuación del pacto de los tres em pera dores.
c.
T r a ta d o de R e a se g u r o (1 8 8 7 )
Tercer sistema
.A lg u n o s autores hablan d £ una continuación del anterior, ya que el elemento p rin c ip alÍL t T riple Alianza) continúa manteniéndose tras su renovación en 1887. Pero otros pactos vienen a am pliar el bando alemán. E n R u s ia triunfan los asesores progerm anos del Z a r y éste fir ma con B ism arck el llam ado Tratado ultrasecreto de reaseguro en 1887, por el que am bas partes se com prom eten a la neutralidad en caso de guerra defensiva. E l sistema se com pleta con los «acuerdos m edi terráneos», que defendían el stalu quo en esta zona, im pidiendo así la am pliación de los territorioíTcolorrraies franceses en el norte de A f r i ca. L o s firm an Inglaterra e Italia en 1887, mientras A u stria -H u n gría y E sp a ñ a se adhirieron a los m ism os con posterioridad. T o d o ello con el beneplácito alemán, que logra de este m odo un total aislamiento francés e im pide p o r ello cualquier posibilidad de desquite. Sin embargo, todos estos acuerdos contaban con graves deficien cias, pues no resolvían los puntos conflictivos y abusaban del carácter secreto. Por ello, a pesar de los buenos oficios del canciller germano, cada vez aparecían m ás problem as que com plicaban y ponían en peli gro el difícil equilibrio de sus sistemas. L a crisis de los m ism os podía
«Art. 1. En el caso de que una de las Altas Partes se encontrase en guerra con una tercera gran poten cia, la otra mantendría, en lo que a ella respecta, una neutralidad bené vola (...) preverse cercana. Art. 2. Alemania reconoce los de rechos históricamente a d q u i r i d o ^ ~ ¡ ^ por Rusia en la península balcánica x2 . 2 . z (...)
Art. 5. Las Altas Partes se prome ten mutuamente el secreto (...) Hecho en Berlín, 18 de junio de 1887.»
Apiul VOILLIARD y otros: «Docu ments d'Histoire contemporaine, II.» A. Colin. París, 1976, págs. 147-149.
Los cambios de alianzas: la formación de los bloques
pl jn v p n G u ille r m o TT e s proclam ado em perador de A lcEn manta. E n este m om ento de relanzamiento del im perialism o (véase tema 6), G u ille rm o I I emprende una política n m a d ia L a lejada del re ducido ámbito n iropoo en. que s p , m ovían T as-alianzas de su canciller. Éste y otros hechosyyan a obliear-_a..Bismarck a dim itir en 1890. . “ S é I ñ ic ía fá m b lp n a h o ra para Fiuropa una nueva fase^ de expansión económica, aunque los países que m ás crecen son A le m a ñ ia Y E s ta d ó s
198
U nidos, m ientras Inglaterra sufre un cierto estancamiento (A le m an ia sobrepasará a ésta en la producción de algunos productos, com o el ace ro). T.a carrera de arm am entos se acelera v alcanza su m áxim o apogeo en los años de preguerra (es de destacar el auge de la construcción n a val germana, dirigida por el almirante Tirpitz, vista con recelo por los británicos 1.1E n cuanto a las relaciones internacionales, tras un período de calm a en Europa, con el inicio del desm antelam ienla-deJas-sistem as bism árcFianos y la resolución érTTas colonias rtcJosJjtigios que e n frentan a las potencias europeas, a principios del nuevo siglo el C o n fínente se~convierTe~de nuevo etTcétEoLde. las discrepancias interna cionales,'con la creación de nuevas alianzas (el bloque antigerm ano) y la serie de conflictos balcánicos producidos por el recrudecimiento de los nacionalism os en la zona. V e a m o s en prim er lugar la evolución de las relaciones internacionales. E l em perador alemán y su consejero Y o n Holstein no ven bien el tratado de reaseguro con_Rusia v no lo renuevan en llM IT con sid e ran dcTque no tendría graves consecuencias, ya que era difícil el entendi miento entre los republicanos franceses y la autocracia rusa. Sin em bargo, J r a s j t y x m o v ^ A lian za y de los acuerdos m edi terráneos al año siguiente, el Z a r inicia un Acercam iento a Francia que se ve reforzado .con el apoyó financiero de ésta. T o do ello dio lugar a la Tirm a'dé~ñña aliñriT V p n irV V mbos países (1892), que,"entre o lía s CU“ sas, estipulaba lo siguiente:
«Francia y Rusia, encontrándose animadas de un mismo deseo de conservar la paz, y no teniendo otro fin que atender las nece sidades de una guerra defensiva, provocada por un ataque de las fuerzas de la Triple Alianza contra una u otra de ellas, han conve nido las disposiciones siguientes: 1," Si Francia es atacada por Alemania, o por Italia sostenida por Alemania, Rusia empleará todas sus fuerzas disponibles para atacar a Alemania. Si Rusia es atacada por Alemania, o por A u s tria sostenida por Alemania, Francia empleará todas sus fuerzas disponibles para combatir a Alemania. 3.a (...) Estas fuerzas se emplearán a fondo, con toda diligen cia de manera que Alemania tenga que luchar a la vez, en el Este y en el Oeste. 5.a Francia y Rusia no concluirán la paz por separado. 6.a. La presente convención tendrá la misma duración que la Triple Alianza. 7.a Todas las cláusulas enumeradas más arriba serán tenidas rigurosamente en secreto. San Petersburgo, 18 de agosto de 1892.»
Guillermo II emperador de Alemania (1888-1918). Sus ideas expansionistas le hicieron _chocar con Bismarck, al que obligó a dimitir en 1890. Intervino conti nuamente en la política europea, provocando algunos conflictos de gravedad.
Apud A r m e s to : «Op. cit.», págs. 197-8. D esde este año y hasta 1903 la situación real cam bia poco, aunque se producen múltiples tanteos por parte de las potencias para reorga nizar los sistemas de alianzas. A sí, hubo intentos de acercamiento ger mano-francés, o anglo-alemán, pero sin éxito, debido a las circunstan cias del m om ento (los incidentes o choques en las colonias influyeron bastante), o a las exigencias que se imponían. L o s roces, po r ejemplo, entre Francia y el R e in o U n id o distanciaban a estos países; sin.embargo, despües de Lastioda (1898), eLm inistro francés TV.lrassé. mioja u pa política. de aproxim ación a Inglate rra, que concluyó con la firm a de la Ente.n.t£_C o td ia l en 1904 para solventar los conflictos coloniales me-" chante él reconocim iento de la pertenencia de E gip to a Inglaterra y la
Estampa francesa que conmemora la amistad franco-rusa, 1892. E l pacto franco-ruso de este año ini cia el cambio en las alianzas estable cidas por Bismarck.
199
aceptación de la entrada de Francia en Marruecos. L a primera crisis marroquí, provocada por G u ille rm o I I , vino a consolidar este pacto. E n 1907 culrp¡n;i este cam ino al firmar los británicos un acuerdo con n|; ,w f , i-, ll;im;ifl:i Triple EntenlC-O bloque antigermano, que T ó ñ stítu v e uno de los bandos contendientes en la próxim a guerra. D e esta form a se ha pasado del aislam iento francés a una A lem an ia con enem igos en dos frentes. Se p roduce, al m ism o tiem po, u n a j ^ r o x i m a c ^ ^ e !m iia 'n n p pmpie/n p o r nn acuerdo comercial y termina en un pacto s e c r e t a Q 902) p o r el que se acepta la intervención de la prim era en M arru e co s y las pretensiones de la segunda sobre L ib ia a la vez que los italianos se com prom eten a la neutralidad en caso de una f ie r r a franco-alemana. (Aunque no por ello dejó Italia de seguir en la Triple Alianza.) E n estos prim eros años del siglo X X y hasta 1914, se produce una serie de crisis internacionales que. en lugar de debilitar o cam biar as alianzas establecidas, no hace sino consolidarlas.
Caricatura del emperador Guillermo cifraba la grandeza alemana en f á una poderosa armada. .
II, q u e
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D r C S U C IT íi &
Se trata de un conjunto de problem as internacionales que, sin lle gar a veces al enfrentamiento armado, están a punto de provocar un conflicto general. L a s principales crisis son:
a.
Primera y segunda crisis m arroquíes
A m b a s están provocadas por la creación del protectorado francés sobre M arru e cos y los intentos expansionistas de G u ille rm o II. La s pre tensiones francesas sobre el territorio m arroquí se habían frenado has ta ahora por los recelos de Inglaterra y España, entre otros, pero a firm a de la Entente Cordial, lo s acuerdos con Italia y la cesión a E s paña de parte del territorio dejaban a Francia las m anos libres. E l K a i ser se declara entonces en T án ger (1905) defensor de la independen cia m arroquí. .Este intento de socavar los pactos existentes se queda en eso, ya que la Conferencia de Alge ciras (1906) convocada al efecto declara a M arru e cos bajo protección franco-española. L a segunda tiene lugar en 1911, cuando A le m an ia acusa a Francia de no cum plir los acuerdos de Algeciras, al instalar un ejército en Fez. U n buque de guerra germ ano se presenta en A g a d ir y exige el C o n go com o com pensación. C o n el apoyo inglés, Francia negoció un acuerdo por el que cedía parte del C o n g o a cam bio de libertad para establecer un protectorado en M arruecos. b,
Francisco José I, emperador de Austria-Hungría entre 1848 y 1916. Estuvo ligado a Alemania por diver sos pactos desde 1873 hasta la I Guerra Mundial, provocada, en gran medida, por los. afanes expan sionistas de su país hacia los Balca nes.
200
Las crisis balcánicas
E l declive turco, la efervescencia nacionalista de la zona y los ex pansionism os ruso y austríaco van a provocar sucesivas crisis que aca barán en la guerra. . L a prim era tiene lugar en 1903 cuando el proaustnaco rey de Ser via es asesinado y sustituido por otro prorruso, que convierte al país, desde entonces, en asilo de los nacionalistas del Im perio D u a l (bos nios, croatas, etcétera). A u stria consideró a Servia, desde este m om en to, com o el principal enem igo al que había que someter.
L a -segunda se produce en 1908 al aprovechar el Im perio austrohúngaro la revolución de «los Jóvenes Turcos» para anexionarse B o snia-Herzegovina, región turca que administraba. A pesar de que R u sia y Servia no intervinieron (por no contar con el pleno apoyo fran cés), quedaron ávidos de desquite. Italia veía también con ello alejarse sus sueños de expansión por la zona, y se debilitaba su unión con la T riple Alianza.
Por tercera vez se produce en los Balcanes una grave crisis. T u r quía posee aún una am plia franja en Eu ropa, que los «Jóvenes T u r cos» intentan asim ilar al máximo, lo que provoca desórdenes, especial mente en Albania. A d e m á s su debilitam iento es manifiesto, com o se demuestra con la invasión italiana de Libia. Por todo ello, y con estí m ulo y apoyo ruso, se crea la Prim era L ig a Balcánica entre Servia, B u l garia, G recia y M ontenegro, que en octubre de 1912 declara la guerra a los otomanos, y los vence con facilidad. Italia y A u stria quieren in tervenir, pero antes se firm a la Paz de Londres, por la que los turcos pierden todas sus posesiones europeas, excepto Constantinopla. Sin embargo, el reparto de éstas entre los coaligados provoca una nueva guerra de todos, incluida T urqu ía y R um ania, contra Bu lgaria que ha bía atacado a Servia. Bu lgaria es vencida y se llega al Tratado de B u carest, que reordena los territorios balcánicos, am pliando la zona tur ca y declarando a A lb a n ia independiente (véase m apa adjunto). U n a nueva serie de recelos y desilusiones surge de estas confron taciones, pues ningún país se siente satisfecho con las soluciones ad op tadas: Servia es ampliada, pero no logra salida al mar; R u sia am plía sus zonas de influencia, m ientras que A u stria -H u n gría sólo tiene com o aliado en la zona a Bulgaria, que es hum illada y ve reducidos sus terri torios, e Italia no ve com pensadas sus aspiraciones en los Balcanes.
c.
Crisis de julio de 1914
. F.l 28 de junio de 1914 se produce en Sarajevo (capital de Bo snia) el asesinato del archiduque y heredero de A ustrfa Francisco Fernando _y de su esposa por un estudiante bosnio. La s autoridades austriacas adi vinaban com plicidades de funcionarios servios y vieron en elio la gran
201
A SESIN A TO DEL ARCHIDUQUE HEREDERO Y DE 80 ESPOSA ATENTADOS SARAJEVO.—AL IRCIO; A UNA RECEPCION: UNA BOMBA—AL VOLVER A PALA )0S ATLN i ALJUS EN * J Ci NCO TIROS . L a
,. tra g e d ia
el, p r im e r
a t k .lt a D u — ~ — ~ — r U ..T T rr UNA b o m b a D E d i n a M i—. h f b id o s Xa , N ' - M J . O . O b ,H E R iP O g . LOS A R C H ID U Q U E S. ILESO S • :r.i 28 4 tarde. Según comunican
El Archiduque Francisco Femando, heredero de Austria. Portada HeTpenódico ABc, en la que aparece como noticia de primera página su asesina to y el de su esposa en Sarajevo. El hecho conmocionó al mundo en tero y provocó, en gran parte, el ini cio de la I Guerra Mundial.
U : -ln ha n sido noy v ictim as de u n a ír a " in tu ía ! ei a r á i c u q u e n t h u e t p de¡ • ¿ t A u s tria , F r a n c is c o F e rn a n d o , y ís co n u esa C b o tcc k d e C h c tk o . .-.u '.'a d e H c a e n b e rg . i; hecho, a i s e r d iv a lg a o o en e sta ca hs c a u s a d o u n a e n o rm e c o n s te rn a , • , • . n o tic ia riel doble a se sin a to f u e d a d a - :e r a! pú b lico p o r lo s tra n s p a re n te s •. óri/cos, y m u ch o s d e e sto s p u b n ■- hnjru. e x tr a o r d in a r ia s c o n lo s p rim e • se b o s rec ib id o s, qu e á io s poc o s m o-
* ** L ttttO M el crim inal K aW m ow ii, ii^ne vil d e sc u b ie rta , a l qu e seguían o tro s, ©cu- veintiún anos de edad, e s tij>ógfaia 4c patios p o r alg u n a s d e la» au to rid ad e s v cío y es n a tu ra l d e T re b ía j* . p o r la s p erso n as qu e co n stitu ía n su se - U na v e r restablecida e! orden, -* quito. . , duque se opuso » qu e s e suspendí’ 1 C erc a y a A yuntam iento, y cuando _____ _ is c o m itiv a a v a n ia w lentam ente y e n tre , ^ acJam acioae5 d e la m ultitud, un hora- i b re se a b rió paso e n tre las roas d e currosos y a r r o jó so b re C1 p rim e r au tom óvil un objeto voluminoso y P ^ d o . ... q u t® , r e -g o q e
t u w I* se ren id ad *ufi. . cl as¡cn to y p a ra su b ra z o aquel ob je to , que fué e| sU5i0 y ju n to a l autom óvil qúe l . ■ - cú ¿ * pucs ta l e r a c l o b je to que ,, j , n i a ¿ 0 ci crim in a l, h iz o explosión v su s ca scos a lc a n z a ro n al c onde B o s s w a l- 1 X . j ;c n jcn te c o ro n e l M eriz zi, a y udan- 1 ^ c am p o del arch id u q u e, q u e re su lta ro n J g ra v e m e n te . . - 1 A dcroas, re s u d a r o n R e n d a s o t t t ó , s m i p u g n a s . q u e s e ta lla b a n p ró x im a s q |
excusa que necesitaban para llevar a cabo su anhelado deseo, aniquiTar a Servia. y. con ella, todos los nacionalism ósM el imperio. A n te el " te m o r d é la intervención rusa, piden apoyo a Alem ania, que, por m ie do a una ruptura de la D ú p lice y, por tanto, a un aislam iento total, da carta blanca a su aliado. E n estas circunstancias, A u stria presenta un ultim átum a Servia que, entre otras cosas, decía: «La historia de estos últimos años, y especialmente los aconte cimientos dolorosos del 28 de junio, ha demostrado la existencia en Servia de un movimiento subversivo cuyo fin es separar de la Monarquía austro-húngara algunas partes de sus territorios. (...) E l gobierno real servio nada ha hecho para suprimir este movimien
T e le g r a m a de G u ille rm o II £ N ic o lá s II en j u lio de 1914 «Si Rusia se moviliza contra A us tria-Hungría, la misión de mediador que ha aceptado ante tus insistentes ruegos se verá comprometida o qui zá resulte imposible. Todo el peso de las decisiones que hay que tomar cae sobre tus hombros, que tendrán que soportar la responsabilidad de la guerra o de la paz.»
Apud G i l P e c h a r r o m á n : «La gran guerra», en «Historia Universal del Siglo XX.» Historia 16, Vol. 5, Madrid, 1983, pág. 11.
to. (...) E l gobierno real servio debe comprometerse: 5) A aceptar la colaboración en Servia de los órganos del go bierno imperial y real en la supresión del movimiento subversivo dirigido contra la integridad territorial de la Monarquía. 6) A abrir una encuesta judicial contra los participantes en el complot del 28 de junio que se encuentren en territorio servio. Los órganos delegados por el gobierno imperial y reai tomarán parte en las investigaciones correspondientes; (...) jgl gobierno imperial y real espera la respuesta del gobierno real lo más tarde hasta el sábado 25 de este mes a las cinco horas He la tarde.» Ultimátum a Servia de 23 de julio de 1914.
Apud
L ópez C o rd ó n y M a rtín e z C a rr e r a s :
«Op. cit.»,
págs. 312-3.
Servia no podía aceptar la participación de la policía imperial, aun que sí el resto de. las exigencias^/ así lo com unica al em perador F ra n cisco José, quien, no satisfecho con la respuesta, le declara la guerra el 28 de julio. R u s ia apoya a Servia y, desoyendo consejos de otras p o tencias, m oviliza sus tropas y rompe relaciones diplom áticas con A u s tria. D e l m ism o m odo decretan la m ovilización A le m an ia y Francia. É sta se siente obligada a apoyar a su aliada para no quedar de nuevo
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sola; mientras que Alem ania, al sentirse cercada, dirige un ultimátum a R u sia y otro a Francia y, al no ser respondidos, declara la guerra a R u sia el 1 de agosto y a Francia el 3 del m ism o mes. La s tropas ger m anas invaden ese día Bélgica, lo que va a provocar la entrada en la guerra de Inglaterra, que teme el dom inio continental alemán, para de fender la neutralidad belga.
C a u sa s
de la c o n tie n d a
A u n q u e la causa final es la crisis de julio y el consiguiente funcio namiento de las alianzas de form a rígida y automática, «las circunstan cias de una crisis diplom ática — la de julio de 1914— no bastan para explicar la guerra», com o dice Renouvin. Existían, por tanto, otros fac tores que creaban un ambiente de rivalidad y hostilidad entre las p o tencias, que, tarde o temprano, podría, desembocar, com o así sucedió, en un conflicto general. E s tos factores, aunque en su m ayor parte son discutidos y no aceptados por todos los historiadores (D ro z nt»s expo ne con am plitud toda la serie de teorías al respecto en el libro citado en la bibliografía), pueden esquematizarse del siguiente modo:
a.
Factores de rivalidad política y militar
U n primer hecho destacado es la com petencia naval entre In g la terra y Alem ania. E l R eino U nido había sido la potencia m arítim a in discutible del siglo ~X ÍX , pero con la subida al trono de G u ille rm o II, A lem an ia se lanza a una weltpolitik para la que necesita un apoyo n a val importante y acomete la urgente construcción de una m oderna m a rina de guerra. E l choque entre am bas potencias se pone de m anifies to en todas las conversaciones bilaterales que tienen lugar en la etapa y es incluso una de las causas de que no lleguen a una alianza en los prim eros años del siglo. E n lugar m uy destacado hay que situar igualm ente los nacionalis m os de la región balcánica, así com o la rivalidad entre A u stria -H u n gría y Rusia, que pretendían tener el m ayor núm ero posible de E s ta dos de la zona dentro de sus respectivas órbitas de influencia. E n el Im perio austríaco existe, por otra parte, gran diversidad de habitantes, algunos de los cuales reclaman desde antiguo (revoluciones del si glo X I X — véase T em a 2 — ) autonom ía o independencia, com o che cos, croatas, servios, etcétera. E s éste un factor desestabilizador del im perio, Servia y R u sia no dudan en apoyar dando refugio a los autono mistas. Estos dos países, aliados entre sí, que aspiran a ser líderes, des de ám bitos distintos, del paneslavism o balcánico, presentan, por diver sos motivos, una gran rivalidad con los austro-húngaros, y éstos, a su vez, intentan en todo m om ento restar influencia a R u sia y destruir a los servios, que, además, pretenden engrandecer su país hacia el A d r iá tico y el Sur. D entro de la zona existen otros m otivos de rivalidad, com o el re_vanchismo búlgaro, las disputas fronterizas entre A lb a n ia y Grecia, los deseos del irredentismo italiano, etcétera. Elem ento nacionalista, aun que de signo distinto, es..e¡ anhelo de los polacos por lograr de nuevo la unidad, y que, una vez más, distancia a R u sia y A u stria-H un gría. Falta por citar dentro de este epígrafe la rivalidad franco-alem ana por el deseo francés de recuperar A lsa c ia y Lorena, revanchismo que aún no ha muerto. P or otro lado, están los afanes expansionistas de
*
Las nacionalidades en el Imperio austro-húngaro en 1910 Alemanes H úngaros Checos Eslovacos Croatas Servios (de religión musulmana) Servocroatas en Bosnia Polacos Rutenos Rumelios Eslovenos Italianos
12 000 000 = 23,9% 10 100 000 = 20,2% 6 550 000 = 12,6% 1 950 000= 3,8% 2 625 000= 5,3% 1 925 000 = 3,8% 650 0 00= 1,2% 5 000 000=10,0% 4 000 000= 7,9% 3 200 000= 6.4% 1 300 000= 2,6% 1 000 000= 2.0%
G u ille rm o II, que quiere encabezar a todos los alemanes con una idea pangermanista. L o s e le m e n to s a n a liz a d o s h a b ía n c o n tr ib u id o a q u e s u r g ie r a n o tr o s y e s p e c ia lm e n te a q u e se f o r m a r a n u n o s b lo q u e s d e a lia n z a s b a s ta n te d e fin id o s y se p r o d u je s e « n a c a r r e r a a r m a m e n tís tic a , y a q u e , a n te la p re v is ió n d e g u e r r a , lo s g o b ie r n o s , y s o b r e to d o el e s ta m e n to m ilita r, q u ie r e n e s ta r e n la s m e jo r e s c o n d ic io n e s d e s a lir v ic to rio s o s d el c o n flic to . Producción de hierro tundido (linea continua) y de acero e hierro dulce (discontinua) Inglaterra Alem ania
De Robert A. Kann. «The Multinational Empire», vol. II, Nueva York, 1950, pág. 305.
b.
Factores de rivalidad económica
So n m enosjiceptados por los autores (si excluimos a los marxistas, que inciden especialmente en ellos), pues por sí solos no hubieran crea do la tensión suficiente, pero hay que aceptar que provocan rivalida des que, añadidas a las restantes, conform an un ambiente de preguerra. E n este cam po es necesario hablar del crecimiento y pujanza de la in dustria alemana, que sobrepasa en algunos cam pos a la británica, y mientras el R e in o U n id o lleva una política de librecambio, los germ a nos ;a plican un proteccionism o a ultranza. E sto s hechos y la rivalidad financiera por exportar capitales crean roces entre las potencias.
c.
Factores psicológicos de rivalidad
E n este cam po pueden entrar las ideologías nacionalistas, p an e sla vistas, etc., pero su puesta en práctica ha sido analizada con anterio ridad. Por ello hay que destacar aquí la carrera de arm am entos y fuer zas militares, tanto terrestres com o navales, producto del ambiente prebélico existente, y especialmente los estados de opinión que se crean en la prensa y demás m edios por parte de los militares y los gobiernos, para que la población se muestre favorable al alargamiento del perío do militar y a las grandes inversiones en armamentos.. L a prensa habla del riesgo de guerra y las provocaciones del posible adversario, y hace invocaciones al nacionalism o y al patriotismo, hasta el punto de crear una opinión proclive a la guerra (su declaración provocó en algunos lugares grandes m anifestaciones de apoyo). N o es de extrañar, por tanto, el fracaso de los grupos pacifistas„y en especial de los m iem bros de la I I Internacional, cuyos intentos por detener la carrera hacia la contienda (véase T e m a 7) resultaron un fra caso. D e igual m odo fueron ineficaces los esfuerzos por parar la guerra (una vez iniciada) por parte de algunos grupos y en especial de la Ig le sia católica y el papa Benedicto X V .
(Sj La guerra 5.1.
Beligerantes, tácticas y armamento
E l inicio de la guerra enfrentó, pues, a dos de los m iem bros de la Triple Alianza, A lem an ia y A u stria -H u n gría (Italia achaca que F ran cia fue atacada y no agresora y se proclam a neutral), a los que se de nom ina Im perios Centrales, con los com ponentes de la T rip lu .E n te n te. Erancia, R u sia y G ra n Bretaña, llam ados Aüadfls., Junto a éstos en contram os a los dos países invadidos por los primeros, Servia y B é lg i ca. E n el transcurso del conflicto agregando, nuevos países a am bos bandos. L o s prim eros (aún en j j ü á ) serán Japón, al que sólo in teresan las colonias alem anas de Extrem o Oriente, y Turquía" pom el
204
bando contrario, ligada con fuertes lazos a Alem ania. E n años sucesi•os se incorporan con los A lia d o s Italia, R u m a n ia (su acción es breve, oues es rápidamente invadida) y Grecia, mientras los Centrales reci ben el apoyo búlgaro. E l m ayor impacto tendrá lugar en 1917, con la incorporación de Estados U n id o s junto a los A lia d o s (su acción arrasira a otros países). Por último, es necesario recordar que cada potencia se incorpora a la guerra con todas sus colonias. D e b id o a esto y a las adhesiones de última hora, son pocos los países que no se alinean en uno u otro flan co (véase m apa de la Fig. 1). Entre los neutrales durante todo el pe ríodo se encuentra España. .L o s datos sobre población y recursos m ilitares varían m ucho según las fuentes, en función, posiblementeTclel m om ento al que se refieren. E n el gráfico y cuadro siguientes puede verse la potencialidad hum a na, m ilitar y económ ica de cada uno de los principales contendientes. Estos datos no son, en principio, decisivos para una guerra corta, m áxi me cuando los Centrales form an un bloque compacto, m ientras los .Aliados se encuentran divididos. M ilitarm ente es de destacar que la m ayoría de los soldados son de infantería y que A le m an ia dispone de más artillería pesada y ametralladoras. L a entrada de Estado s U n id o s n el bando aliado desequilibrará profundam ente este cuadro inicial.
C a u sa s de la I G u erra M u n d ia l «¿Oposición de los nacionalis mos? ¿Engranaje provocado por la carrera de armamentos? ¿Rivalida des económicas de las grandes po tencias? Ninguna de estas causas es absolutamente determinante. Los motivos profundos de esta primera conflagración mundial hay que bus carlos en las necesidades nacionales y en la acción de los gobiernos: an tes que nada en la rivalidad naval anglo-alemana y en el conflicto balcá nico austro-ruso, conflicto que enla za con el despertar de las minorías nacionales en la doble monarquía.» D R O Z , J ., A p u d D u r o s e l l e , J. B.: «Europa de 1815 a nuestros días.» Labor, Barcelona, 1975, págs, 193-4.
¿ L as tácticas de guerráf daban la m ayor im portancia a j a infantería, .■'eró ante la gran defensa que encuentra, sobre todo con la utilización de las ametralladoras, que estabilizan los frentes y obligan a cavar trin cheras, debe recurrirse a nuevas armas. E n adelante la artillería cobra una fuerza inusitada, apoyada al final con los tanques (áno"Í917), aun que son todavía bastante imperfectos. O tras armas nuevas que obligan
Los serbios se defienden de Austria.
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1.223.152.000
: M oviliiación in m ed iata.
Alemania
AustriaHungría
65.000 000
49.682.231
4 .423.000 :
34
_________ 16 14
3 000 000
393.000
(1912) 559.784
__ (1911) 66-S7S
16
57
12
29
23
6
190.247.000
1.03O.3SO.OOO
198.712.000
4.402.000
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21,373,900
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3.096.000
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(1913) 486 914
Túrgida
424 000.000
-
7.013.000 37.506
Rusia 167.000.000
63.102
44.072
67.472.000 6.211
Situación demográfica y económica de los países beligerantes.
P r e p a r a c ió n d e l ejé r c ito a le m á n a n te la g u e rr a «El ejército alemán no sólo dispo ne de número, sino que también tie ne una educación guerrera de la ma yor calidad. Puede decirse que esta educación comenzó para el soldado antes de su llegada al cuerpo que le correspondiera.» E t i e n n é F l a n d i n : «LAllemagne en l í> 1 4 (París. 1915). Apud üi-
r a i . t : «O p. cit.». pág. 375.
a cam biar las tácticas fueron los gases tóxicos, los morteros, lanzalla mas, etcétera. L o s aviones y dirigibles (Zep pelin germ anos) no se usa ron al com ienzo m ás que com o elementos de observación, pero al fi n a l del conflicto se produjeron ya verdaderas batallas aéreas. H a y que decir, por último, que en el aspecto táctico los alemanes eran superiores, pues tenían previsto desde antiguo el P lan Schlieffen. r o m é e nte un ataque rápido a Francia, a Alavés de Bélgica (lugar menos guarnecido), hasta conquistar París, para, inmediatamente, d i rigir el grueso de las tropas al frente ruso (contaban con la escasa m o vilidad y, por tanto, con la lentitud del ejército de este país). E l ele mento negativo de los dos frentes que tenían los Centrales estaba, pues, previsto en el plan alemán. Sin embargo, fracasados los planes y tácticas iniciales y com enzada la guerra de trincheras, se ponen en m archa otras tácticas, que podrían resum irse ch tres: • Táctica de ruptura, que intenta abrir una brecha en el frente uti lizando gran cantidad de.soldados,y. material bélico en un lugar determinada. • T áppV a d e d e s g a s te , por la que, mediante ataques sucesivos, se l busca el cansancio y desgaste del adversario (el ejemplo m ás cla ro se dio en Verdún). • L a m ultiplicación de frentes, empleada por los A liad o s, que o bli ga a los centrales a dividir sus fuerzas. Por ello, junto a los fren tes occidental y oriental del principio, se abrieron otros en Ita lia, Balcanes, etcétera.
Gran cañón alemán. La artillería fue decisiva en la evolu ción de las tácticas y en el desarrollo de los combates.
L a industria y la econom ía en general tienen una gran im portancia en una guerra que, aunque no se esperaba que se prolongara m ás de unos meses, se hizo larga. E n este aspecto no se puede decir que hu biera un gran desequilibrio al iniciarse los combates. Pero, al alargarse é.s(os1 es necesario crear con urgencia una importantefindustria armafnentística,'así com o organizar la escasa m ano de o b ra rse debe acudir STffábajo fem enino) y tener un fuerte control estatal de la producción y distribución. L o s Aliados, al dom inar el mar, contaban con la p o si bilidad de abastecerse en las colonias o en los países neutrales, pudiendo cortar al m ism o tiempo los sum inistros de los Im perios Centrales, lo que mermó, en gran medida, la potencialidad económ ica e indus trial en Alem ania. Este hecho convierte en guerra económ ica la guerra naval, en la que los germ anos recurren a la lucha subm arina para des truir incluso mercantes que abastecen a sus enemigos.
5,2S Características de la guerra LLprescn te conflicto tiene unas características propias que lo h a cen diferenciarse de to dosJos pasados. L a s m ás destacadas son:
Combate aéreo. (Óleo). La aviación, poco desarrollada aún, tuvo fundamentalmente misiones de observación. Sin embargo, al final del conflicto se desarrollaron autén ticos combates. En Versalles se pro hibió su uso al ejército alemán. m
a. Gran extensión temporal, desconocida en una guerra entre va rias potencias desde la época napoleónica.
b . Gran extensión geográfica, ya que intervienen en ella países de los cinco continentes y son más. los beligerantes que los neutrales (véa se de nuevo el m apa de la Fig. 1).
c. Nuevos tipos de combate, debidos al nuevo armam ento utiliza do. Especial m ención debe hacerse de la guerfa defensiva: la creación de trincheras paraliza los frentes y hace difícil el avance. E s la llam ada guerra de posiciones, que alarga el conflicto. d. Importancia de la intendencia militar, pues al llevarse a cabo combates de grandes dim ensiones a grandes distancias de las bases hay que organizar todo el sistema de abastecimiento de m uniciones y ali mentos a los soldados. Igualm ente hay que Tener conectados con los nuevos m edios (teléfono, telégrafo, etcétera) todos los frentes. e.
Guerra económica. A n te el alargamiento de la contienda,Todos,
los países, que no estaban preparados para ello, han de .buscar' abástecerse cn las colonias o en países neutrales o aliados, e intentar el blo queo del contrario. Así, los A lia d o s cierran al tráfico m arítim o el mar del Norte y los alemanes responden declarando zona de guerra las aguas francesas e in glcsa s y con la guerra submarina. D e l m ism o modo, se destruyen centros importantes de com unicación o industriales del enemigo, m ediante golpes de mano. E n el interior de los países beli gerantes, cl l isiado dirige la econom ía y se crean planes de organiza ción de la misma, com o el plan R athenau en Alem ania. f. Guerra psicológica y política. D o s elementos básicos en este lar go conflicto son mantener la m oral propia, tanto de los soldados com o de la población c iv il, - m in a r la del enemigo. Para ello la prensa y la propaganda se emplean com o instrumentos para exagerar las victorias, m inim izar las derrotas y recurrir al patriotismo para soportar sufri
Uno de los grandes cambios sociales que produce la guerra es la incorpora ción masiva de la mujer al trabajo fa bril a causa de la falta de m ano de obra masculina.
mientos, miseria, racionam ientos y hambre. Tam bién se intenta crear conflictos internos, com o el levantamien to de grupos nacionalistas, el apoyo a los grupos pacifistas, etcétera. g. Finalm ente hay que hablar de guerra total, pues afecta, com o se ha dicho, a soldados y población civil, al frente y a la retaguardia, al trabajo y al sistema de organización estatal.
5.3, Fases a.
G uerra de movimientos (1914)
E l general M oltke, siguiendo las directrices del Plan Schlieffen, in‘ " ' p ar esta zona. Pero ej vade Luxem burgo y Bélgica y ataca a t rancia previsto avance rápido alem án hasta conquistar París es detenido en i 3 T i ' la prim era batalla del Marne. tras haber enviado <1 general alem an parfé“del eiercito a Prusia oriental, para detener el avance ru so E E l plan francés preveía un ataque en m asa en A lsa cia y Lorena, que también es detenido, con el traslado de tropas al M arne, donde Joffre conse guía parar a los alemanes y defender así la capital, de la que el gobier no había huido para instalarse en Burdeos. Falkenhayn sustituye entcnces a M o ltk e al frente del Estado M a y o r germano. E n el frente oriental, los rusos no esperan a concentrar todas sus Lr0pas y avanzan en Prusia o riental al encontrar poca resistencia. C o n los refuerzos alemanes que llegan del oeste, H in de n burg consigue de tenerlos y vencerlos en Tannenberg y los lagos M asurianos; pero al m is m o tiempo, los austríacos han de retroceder en Galitzia y abandonar Servia.
E l petróleo era escaso y básico para el funcionamiento del material béli co (barcos, camiones, etcétera). Los estados, ante la escasez, tuvieron que hacer planes de racionamiento de los productos básicos.
EL
AVANCE
ALEM AN
EN
EL
OESTE .
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A L E M A N IA
F R A N C I A
*Chartres jércitos nlemaiu-s tijorcilos (raneóse • . O fensivo alem ana O fensivo francesa del Marn<’ Máximo avance aioman, Sept. 1914 F rente ©stabílteíKJo. Nov, 1914 l f'nif't.T ha roa el mor \
B elfort O
ODilon B o san co n O
Simultáneam ente Japón ocupa gran parte de las posesiones germ a nas en C h in a y el Pacífico. E n Á frica cae T o g o en m anos aliadas y, el resto de las colonias de A lem an ia sucumben en años sucesivos a pesar de su fuerte resistencia. L a dispersión de sus colonias y la m ayor p o tencia aliada cn cl m ar contribuyeron a ello.
b
Guerra de posiciones (1915-16)
A principios de 1915. la idea generalizada es que la lucha seráj.air ga. L a estabilización de los frentes por el desgaste de las primeras ope raciones y el aumento de las am etralladoras obligan a una guerra de fensiva, caracterizada por las trincheras. E n este año las líneas del tren te occidental evolucionan m uy lentamente o permanecen invariables; se opta entonces por emplear las tácticas de ruptura y desgaste. E n el Este, en cambio, los Centrales causan enormes bajas a los rusos y avan zan hqsta el Beresina, donde son frenados. Las. A lia d o s, por su parte, intentan abrir nuevos frentes (ataque en los Dardanelos, Italia, etcé tera), aunque sin conseguir los éxitos esperados. L a guerra.económica entra e n \ig o r: se decretan bloqueos y k » E s tados se v e n obligados a planes autárquicos y de racionam iento y a di rigir totalmente la econom ía orientándola hacia la guerra. Por otra par te, la falta de dinero obliga a los contendientes a endeudarse enorm e mente con terceros países.
Paul von Hindenburg (1847-1934). Militar alemán que había participa do en las guerras por la unidad de su país. Empezó la guerra mundial di rigiendo las operaciones del frente oriental, donde logró expulsar a los rusos de Prusia, y avanzar después en su territorio. En 1916 fue nombrado jefe del Alto Estado Mayor y en 1918 organizó la retirada del ejército ale mán. Posteriormente fue presidente de la República de Weimar.
208
E n 1916 la táctica predominante consiste, en el desgaste de un pu n to elegido para posteriormente rom per el frente por él. Falkenhayn eli gió Verdún, donde se van a producir m ás de m edio m illón de m uer tos, pero sin obtener resultados ofensivos, debido a la resistencia de Petain y al inicio de una ofensiva parecida en el Som m e por parte fran cesa, que obliga a retirar tropas alem anas de Verdún. H in de n burg es nom brado nuevo jefe del E sta d o M a y o r germano. A l declarar los A lia d o s el bloqueo de los Centrales, A le m an ia saca su flota al m ar del Norte y se enfrenta a la británica ep la batalla de— —r Jutlandia de resultado indeciso. A l m ism o tiempo inicia también la guerra submarina.
c.
La crisis (1917)
L a larga guerra, estabilizada com o se ha visto, con sus secuelas eco nóm icas y sanitarias (aumento de la tasa de m ortalidad, epidemias, et cétera) p a ja la población civil y el alto número de muertos y heridos entre los soldados, produce un lógico cansancio y descontento que de semboca en una crisis profunda a la que se busca salida. P or una parte se producen los intentos de revolución social prom ovidos por los p ar tidos m ás extremistas, que logran su triunfo en Rusia, y por otra las iniciativas de paz, entre las que destaca la de Benedicto X V . E l triun fo bolchevique en R u sia provocará el fin de las hostilidades en estefrente y la firma de la Paz de Brest-Litovsk (marzo de 1918), por la que los rusos pierden Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, P olon ia y Ucrania, que pasan a ser independientes. Este año acontece también otro hecho que m arcará la evolución d d conflicto: la entrada en el mismo, en el lado aliado, de Estados U n i dos, debida a diversas causas, entre las que cabe citar los lazos econó m icos con los países de este bando, las dificultades de su com ercio ex terior (por la guerra subm arina) y, por último, el hundim iento del va por Vigilando.
Bombardeo de Verdón. Ni la táctica empleada por Falkenhayn, ni el empleo de nuevas armas lograron romper la resistencia fran cesa, aunque produjeron una gran masacre.
U n últim o hecho fundam ental es la creación de un m ando aliado coordinado (Consejo Superior Interaliado de G u e rra) presidido por el general Foch.
d.
Las grandes ofensivas finales (1918)
C o n el refuerzo de las tropas del frente ruso, A le m ania inicia una ofensiva, dirigida por Ludendorff, que tiene com o objetivo ocupar P a rís y destruir a los A lia d o s antes de la llegada de los refuerzos nortea mericanos. Sin embargo, éstos llegan a tiempo y Foch com ienza una c o n in i o f c M i s iva (segunda batalla del M a m e ) que demuestra la debili dad de las líneas enemigas. E sta ofensiva se realiza también con éxito en otros frentes. La inferioridad alemana, producto de su agotamiento y de la falta de abastecimientos y hom bres que in c o r p o r a F a lilá s T ^ manifiesta, y en septiembre H in den burg y Lu dendorff declaran que es im posible resistir. E l 11 de noviembre se firma el armisticio en el bosque de C o m piégne. D o s días antes G u ille rm o I I había abdicado y en A le m an ia se había proclam ado la república. C o n anterioridad habían pedido la paz el resto de sus coligados, incluida A u stria-H un gría, que se había visto desm em brada con la proclam ación 'ele algunas repúblicas en su terri torio. Su em perador también abdicó.
6.
Consecuencias del conflicto
6.1
Consecuencias humanas y económicas
FINLANDIA SUECIA
o .
Helsinki •
£> ^ *
E ST O N IA 0 Potrogmdo
LETONIA
/
n PHPV
‘
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'• L E M A N L lT U A N IA
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IMPERIO AU STRO -i HUNGARO
UCRANIA | N'.sn.v
jRUMANIA. lULGARi,
MAR NEGRO
GEORGIA
IMPERIO OTOMANO
L A PAZ DE B R E S T -L IT O V S K Nuevos estados Cedido a Rumania
■ Cedido a Bulgaria IS Cedido al imperio otomano
Las consecuencias se traducen fundam entalm ente en pérdidas de todo tipo. Dem ográficam ente E u ro p a sufrió un cam bio importante con unas pér tTITUf’TflTl'ftT'iTTásTie. emre 9 y 10 m illones (algunos elevan estas cifras). _E1 país .más afectado fue A le m an ia con 1 800 000 muertos, se guido de R u sia con una cifra sim ilar (no se cuentan aquí los caídos en
209
su guerra civil). Se trata además de hom bres jóvenes en su mayoría, lo que provoca una superpoblación femenina en esas edades y un im por tante descenso de natalidad. H a b ría que añadir el gran numero.de he ridos y mutilados, que supera en m ucho al de muertos. Entre la p o blación civil también se ha elevado la tasa de m ortalidad a causa del hambre, la falta de higiene, epidemias, etcétera. Socialm ente se produce un fuerte d e sce nsod e la población activa masculina, que se reemplaza con la incorporación de la mujer a tra bajo E l éxodo rural ha sido importante durante la contienda y la vuel ta al cam po se hace difícil a la vista de cóm o ha quedado este; O tros nroblem as sociales son el alto número de huérfanos, preocupación im portante para los gobiernos, y el descenso de las clases medias, que p o larizará en el futuro la sociedad.
Ferdinand Foch (1851-1929). Militar francés que dirigió la batalla del Somme. Tras la Conferencia de Doullens (marzo de 1917), se encar gó de la coordinación de las fuerzas aliadas en el frente occidental. N om brado después jefe supremo de las fuerzas Aliadas, obligó a los alema nes a la capitulación el 11 de noviem bre de 1918.
E n el cam po económ ico hay que destacar sobre todo las destruc ciones, materiales: viviendas, industrias, com unicaciones (puentes, es taciones. nudos de carreteras y ferrocarril, etcetera) e incluso los campns~de~cii1t.ivo. que, en m uchas ocasiones, han quedado sem blados de restos de proyectiles y arrasados por los combates (Francia es el país m ás afectado). L o s .Estados, por otra parte, están fuertemente endeu dados y con unos presupuestos muy deficitarios com o para hacer fren te a tanta destrucción. L a inflación y las devaluaciones de las m onedas son m edidas frecuentes ante una situación económ ica tan desastrosa. E n c o n s e c u e n c i a ^ ^ de vida de la población baja (salvo aquellos nuevos ricos que han hecho pingües negocios con la guerra) y la pe nuria es general. E l intervencionismo estatal en la econom ía est otra consecuencia del conflicto, con lo que termina el liberalism o tradicio nal. Frente a este panoram a europeo, dos países han realizado un fue te despegue económ ico con sus empréstitos y ventas a los beligeran tes E sta d o s U n id o s y Japón, que a partir de ahora, y con el hund mientcTde E u ro p a , se c o m ie d e n en primeras potencias económicas.
6.2.
P r o b le m a s d e l e j é r c it o a le m á n en 191 8 «No era la opresión de las armas énemigas lo que obligaba a salir del arco del Marne, sino la difícil situa ción como consecuencia de las difi cultades de comunicación con la re taguardia de nuestras tropas, obliga das a combatir en tres frentes. E l ge neral Foch se había dado perfecta cuenta de esta dificultad.» H i n d e n b u r g , Paul: «Memorias de mi vida.» Madrid, 1920, pág. 387.
210
Consecuencias políticas y territoriales: los tratados de paz
E n enero de 1919 se inicia en París una conferencia de paz con los representantes de los E stad o s A lia d o s (excluida R usia), que form aban el Pleno de la misma. Sin embargo, éste se reunió m uy poco y las de cisiones se tom aron en el Consejo de los cuatro, com puesto por el n o r teamericano W ilson, el francés Clem enceau, el ingles Lloyd G eorge y el italiano O rlando. L o s representantes de los vencidos no intervinie ron en las reuniones y se limitaron, casi exclusivamente, a la firm a de los tratados. E llo dio lugar a que se hablara después de la paz im pues ta (el diktat, según los alemanes). L a s discusiones duraron casi dos años, en los que se firm aron los cinco principales tratados de paz: Versalles, que regulaba la situación de Alem ania; Saint Germ ain, que hacía lo propio con la República de Austria; Neuilly, con Bulgaria; Sévres, con Turquía, y T nanon, con Hungría. Posteriorm ente surgieron algunos flecos que se resolvieron por otra serie de tratados, el últim o de los cuales fue acordado en 1924. C o m o esquem a de trabajo se empezaron a seguir los «Catorce pu n tos» del program a de paz que el presidente W ilso n había propuesto
en el C on greso de los Estado s U n id o s el 8 de enero de 1918 y que, entre otras cosas, decían: «1. Todos los tratados de paz son públicos y (...) no puede concertarse ningún acuerdo internacional secreto (...) 2. Completa libertad de navegación en el mar fuera de las aguas territoriales, (...) 5. Libre, magnánima y absolutamente imparcial renuncia a to das las pretensiones coloniales. (...) 8. Todo el territorio francés debe ser evacuado, y las partes que han sufrido la guerra deben ser restauradas. (...) 10. A los pueblos de Austria-Hungría, cuyo puesto deseamos asegurar entre las demás naciones, debe dárseles la primera oca sión favorable para su desenvolvimiento autónomo. 13. Debe crearse un Estado polaco independiente (...) 14. Mediante los convenios adecuados debe crearse una So ciedad General de Naciones (...)» C a to r c e p u n t o s d e l p r e s i d e n t e W ils o n .
A pud G i r a l t , O r t e g a
y R o i g : « O p . c it.» , p á g s . 3 8 7 -3 8 9 .
Esta guía de W ilso n quedó pronto en segundo término, al cobrar protagonism o en las discusiones los intereses de los representantes de las potencias. La s principales disputas surgieron en torno al trato que debía darse a Alem ania: por una parte se contraponía la idea de Clemenceau, que quería hundirla y que pasaran a Francia las ricas regio nes del Sarre y Renania, a los postulados de W ilson. P or otra, están el asunto de las reparaciones, que el representante norteamericano quería rebajar para que se recuperase la econom ía germana, o el p ro blem a del irredentismo italiano, que sólo fue aceptado en parte.
Tomas Woodrow WILSON. Eresiden te de Estados Unidos entre 1912 y 1920. Llevó a cabo una política exterior in tervencionista en Iberoamérica y neutral en la Gran Guerra hasta 1917. Su entrada en el bando Aliado inclinó la victoria de este lado. En enero de 1918 expuso sus famosos 14 puntos. Participó en la Conferencia de París y fue Premio Nobel de la Paz en 1919.
T ratados de paz a.
T ratado de Versalles
Fue el prim ero en firmarse. Sus acuerdos, referidos a Alem ania, p ueden resumirse en cuatro apartados: —
Pérdidas territoriales: A lsa c ia y Lorena vuelven de nuevo a Francia. L a s ciudades de É u p e n y M alm e d y pasan a Bélgica, así com o Schleswig a Dinam arca. Polonia se reconstruye e inde pendiza con territorios alemanes, rusos y austríacos, y consigue salida al m ar mediante el corredor polaco, que dividía los terri torios alem anes en dos. L o s territorios del Sarre y la m argen iz quierda del R in son ocupados durante un tiem po por Francia y la Sociedad de N aciones ( S D N ) . (Véase el m apa correspon diente en el apartado de ejercicios prácticos.) Pierde adem ás to das las colonias que la S D N distribuye entre los aliados por el sistema de m andatos (los había de tres tipos), que consiste en:
«Art. 22. 2. E l mejor método para realizar prácticamente este principio será el de confiar la tutela de dichos pueblos a las nacio nes más adelantadas, que, por razón de sus recursos, de su expe riencia o de su posición geográfica, se hallen en mejores condicio nes de asumir esa responsabilidad y consientan en aceptarla. Estas naciones ejercerán la tutela en calidad de mandatarios y en nom-
Cementerio de Monte Grappa (Italia) de caídos en la I Guerra Mundial. Con ser muchas las pérdidas mate riales producidas por el largo conflic to, las más importantes fueron las humanas. Europa se sembró de gran des cementerios como el expuesto.
bre de la Sociedad. 3. El carácter del mandato deberá diferir se gún el grado de desenvolvimiento del pueblo, la situación geográ fica del territorio, sus condiciones económicas y demás circunstan cias.» Tratado de Versalles. Apud L ó p e z C o r d ó n y M a r t í n e z C a r r e r a s : «Op. cit.», pág. 336.
Finalm ente se le prohíbe unirse con la nueva Austria. —
ejército a 100 000 hom bres que estarían reclutados durante doce
D e l T r a ta d o d e V e r sa lle s «Art. 42. Se prohíbe a Alemania mantener o construir fortificaciones, sea sobre el lado izquierdo del Rin, sea sobre su lado derecho (...)» Ibidem, pág. 328.
Aspectos militares: se declara el desarme alemán, reduciendo ,£u años, y se elimina así la posibilidad de preparar soldados en re serva. Se le prohíbe que tenga artillería pesada, E sta d o M ayor, aviación y marina, que debe entregar a los A lia d o s (los m ari nos germ anos prefirieron hundirla).
—
Cláusulas económicas: se le obliga a pagar indem nizaciones en especie y dinero. L a cantidad de las m ism as se fijó con poste
«Art. 80, Alemania reconoce y res petará estrictamente la completa in dependencia de Austria (...)» Ibiilen. pag. 328. «Art. 231. Los Gobiernos Aliados y asociados declaran, y Alemania re conoce, que Alemania y sus aliados son responsables, por haberlas cau sado, de todas las pérdidas y de to dos los daños sufridos por los G o biernos Aliados y sus naciones como consecuencia de la guerra, que les ha sido impuesta por la agresión de Ale mania y de sus aliados.» Ibidem, pág. 330.
rioridad. (Véase T e m a 13.) —
Responsabilidad del conflicto: se le achaca a A le m an ia y sus di rigentes, que son entregados p ara ser juzgados por un tribunal A liad o . P or ello, se le prohíbe también participar en los orga nism os internacionales.
b. Tratado de Saint Germain E n él se confirm a el desmem bram iento del Im perio austro-húnga ro (véase el m apa correspondiente en el apartado de ejercicios prácti cos), del que surgen Hungría, Checoslovaquia y A u stria (que es redu cida a sólo 80 000 km 2), además de ceder territorios a Servia, que pasa a denominarse Yugoslavia, R um ania, Polonia e Italia. E l ejército aus tríaco queda lim itado a 30 000 soldados profesionales. Y es condenada igualmente al pago de reparaciones. c.
Tratado de Trianon
.Firm ado en jum o de 1920. Por él H u n g ría nace com o Estado in dependiente, jiu nq ue debe ceder parte de sus antiguos territorios. Su ejército es igualm ente limitado, com o el de todos los com ponentes de los Im perios Centrales, al tiempo que es obligada al pago de indem ni zaciones. d.
Tratado de Neuilly
B u lga ria es tratada con m enor severidad. Sólo pierde sus territo rios mediterráneos, que pasan a Grecia.
e. Tratado
de
Sévres
Firm ado el 20 de agosto de 1920 con Turquía y revisado con p o s terioridad al no ser aceptado por ésta, que defiende sus territorios con las armas. Según este tratado, Turquía debe ceder todos los territorios europeos a excepción de Estam bul. Pierde las islas del E ge o y E sm irna (que pasan a Grecia). O tras m uchas posesiones suyas, com o Siria, Palestina, Irak, Arabia, etcétera, van a ser adm inistradas desde ahora por Inglaterra y Francia, mientras otras obtienen independencia ( A r m enia) o autonomía.
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Comentario de textos
Documento 1 «Las Cortes de Austria-H un gría, A le m an ia y Rusia, anim adas por un igual deseo de con solidar la paz general mediante un entendi m iento dirigido a asegurar la posición defen siva de sus respectivos Estados, han llegado a un acuerdo sobre ciertas cuestiones (...) C o n este propósito las tres Cortes (...) han acordado los siguientes artículos: Art. 1. E n caso de que una de las altas par tes contratantes se encontrara en guerra con una cuarta gran potencia, las otras dos m an tendrán hacia ella una neutralidad benevo lente y dedicarán sus esfuerzos a la localiza ción del conflicto.
Art. 2. Rusia, de acuerdo con Alem ania, declara su firme intención de respetar los in tereses que nazcan de la nueva posición ase gurada a A u stria -H u n gría por el Tratado de Berlín. Las tres Cortes, deseosas de evitar cual quier conflicto entre ellas, se com prom eten a tener en cuenta sus respectivos intereses en la Península de los Balcanes. Adem ás, se ha cen la prom esa mutua de que cualesquiera nuevas m odificaciones al statu quo territorial de Turquía, en Europa, puede efectuarse úni camente de com ún acuerdo entre ellas. Berlín, 18 de junio de 1881.»
En M. S e a r a VÁZOUF.Z: «Del Congreso (le Vie na a la Paz de Versalles.» PoRRÚA, M éx ico , 1980, págs. 150-151.
Cuestiones 1.
2.
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Sitúa el texto en su m om ento histórico. Resum e las ideas principales. ¿ D e qué pacto se trata?
3. 4.
¿Q u é problem as tienen entre sí los firmantes y qué hechos rom perán este tratado? Realiza un esquema de los m ás destacados sistemas de alianza que se producen en E u ropa entre 1870 y 1914. ‘
5.
¿C u ále s son los principales problem as de los pactos de la época?
Documento 2 Carta del emperador Francisco José a Guillermo II, 29 de septiembre de 1908. « M i querido A m igo: L o s recientes acontecimientos en Turquía, dirigidos al establecimiento de un Estado constitucional, no han dejado de tener efec to en las provincias de B o sn ia y H erzegovi na, adm inistradas por mi Gobierno. A u n q u e estas provincias, que han progre sado cultural y materialmente de una form a tan satisfactoria, han expresado un deseo de establecer durante algún tiempo una consti tución, estas intenciones ahora, a causa de la inestable situación de los asuntos en el Im
perio otom ano, han hecho valer sus derechos tan vigorosam ente que mi G o b ie rn o presien te que no puede oponerse por más tiempo a ellos, especialmente si el desarrollo pacífico de los asuntos de las fronteras del sur de la m onarquía está libre de disturbios. Y a que una constitución sólo puede ser otorgada por un poder soberano, me he vis to forzado a anunciar la anexión de Bosnia y 1lerzegovina. Inform arem os al Im perio otom ano de esto, al m ism o tiempo lo notificarem os com o una prueba de nuestra política de paz y nuestro rechazo de cualquier pretensión de adquirir territorios en los Balcanes; retiraremos nues tras tropas estacionadas en el Sanjak y en el
213
ppjp
futuro renunciarem os a los privilegios que se nos concedieran en el Sanjak por el Tratado de Berlín. E sto y inform ándole inmediatamente sobre este asunto, ya que debe (hacerlo) por las es trechas relaciones que nos unen com o am i gos. E sto y seguro de que Vd . juzgará esto con am istosa voluntad y que no dejará de com
prender que estamos actuando bajo la pre sión de la urgente necesidad. Su leal amigo, Francisco José.» E n L. L. S n y d e r : «Historie Documents of World WarI», Princenton-New Jersey, 1958, págs. 37-38.
Cuestiones 1. 1. 3. 4. 5. 6.
Sitúa el texto en su m om ento histórico. ¿Q u é sabes del autor? ^ R esum e las ideas principales del texto. ¿ A qué acontecimiento deT urqu ía se refiere? ¿Q u é lazos unen en este m om ento a Francisco José con G u ille rm o I I ? ¿Q u é sabes del Tratado de Berlín m encionado? ¿Q u é otros problem as tienen lugar en estos años?
Documento 3 «(...) Q u ie n haya seguido Nuestro actuar durante todo el doloroso trienio que ahora concluye, habrá podido constatar que (...) no cesamos de exhortar a los pueblos y a sus g o biernos a que terminasen fraternalmente esta guerra suicida, (...) D eseam o s ahora llegar a propuestas con cretas y prácticas invitando a los gobiernos de las naciones beligerantes a ponerse de acuer do en los puntos que N o s les ofrecemos, que parecen ser las bases para una paz justa y du radera, dejando a dichos gobiernos la tarea de precisarlos y completarlos. A n te todo, el punto fundam ental debe ser que la fuerza material de las arm as sea sus tituida por la fuerza m oral del derecho; de ahí un justo acuerdo de todos para la dism i nución sim ultánea y recíproca de las armas, según reglas y garantías a establecer, en la m edida necesaria y suficiente para mantener el orden público en cada Estado; y luego, en sustitución de los ejércitos, la institución de un arbitraje, con su alta función pacificado ra, según norm as a establecer y sanciones a determinar contra el E sta d o que se niegue, bien a someter sus cuestiones internaciona les al arbitraje, o bien a aceptar sus decisio nes. (...) . E n cuanto a los daños a reparar y gastos de guerra, N o s no vem os otro m edio de re solver la cuestión, que la adopción com o
214
principio general de una condonación entera y recíproca, justificada por otra parte por los bienes inm ensos que han de deducirse del de sarme, tanto más cuanto no se comprende que se prosiga esta carnicería sin igual por ra zones puramente económicas. Si. en ciertos casos, hay razones encontradas particulares, que se sopesen con justicia y equidad. Pero estos acuerdos pacíficos, con sus in mensas ventajas, no son posibles sin una res titución recíproca de los territorios actual mente ocupados. Por consiguiente, por cl lado de Alem ania, evacuación total de B é lg i ca, con garantía de su plena independencia política, m ilitar y económica, de cara a cual quier potencia; evacuación igualm ente del territorio francés; y por el lado de las demás partes beligerantes, una restitución parecida de las colonias alemanas. (...) E l m ism o espíritu de equidad y de justicia deberá dirigir el examen de las demás cues tiones territoriales y políticas, y claramente las relativas a Arm enia, los Balcanes y a los territorios que form an parte del antiguo rei no de Polonia, la que. por sus particulares y nobles tradiciones históricas, así com o por los sufrimientos padecidos especialmente duran te la presente guerra, debe justamente atraer la sim patía de las naciones. (...) Son éstas las principales bases sobre las que creemos que puede asentarse el futuro de los pueblos. E lla s son de tal naturaleza
P R Á C T4 CC A-S
que harán im posible el que se repitan seme jantes conflictos, y prepararán la solución de la cuestión económica, tan importante para el porvenir y para el bienestar material de to dos los Estado s beligerantes. A l presentároslas en esta trágica hora a quienes regís la suerte de los pueblos en guerra, nos sentim os anim ados por la queri
2.
da y suave esperanza de verlas aceptadas, y de esta form a llegar cuanto antes al término de esta lucha armada, la cual, y cada día más, aparece com o una destrucción inútil.»
Nota de B e n e d i c t o X V por la paz, de 1 de agos to de 1917, Acta Apostolicae Sedis, T. I X (1917), 428 ss. '
Tema de debate y de profundización
España y la I Guerra Mundial
3.
Técnicas de trabajo
• Comentario de mapas EUROPA 1919-1922
^
Crisliania
NORUEGA °
\
RSFSF
: SUECIA
t
MA R ^ BÁL TICO
‘OPetrogrado 0 ,®
Ciudades libres
© Disputado con Lituania © Ocupación Polaca r r %
^
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1919-1920
Kónigsbj
® Malmedy Eupen. A-;iVdam°Hamburgo "i
DA
© Ocupación aliada
BerlinO
oVarsovia
^LGICA
© Sarre admin. SDN
I MPERIO ALEMAN
® Grecia 1920-22
ALEMANIA
® Zona internacional
SUIZA
Vienao AUSTRIA
UCRANIA (Ind. 1917-1919)
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T Milán o I
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A U S T RO - H U N G ARO CROATj
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M AR M EDITERRANEO
NEGRO
ESPAÑA
TUNICIA frané.)
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Dodecaneso (Ital.) Chipre ¡j li l i l i Zona de plebiscito Imperio Austro-húngaro Imperio Ruso (Est. desa parecidos 1917-18)
, Imperio Alemán Imperio Otomano
Estados que per dieron territorios o desaparecieron
IM PERIO
MEDITERRANEO:
’ • ' MARRUECOS ¡s
ARGELIA (Franc)
(F'anc.) : d
OTOMANO
MALTA 9 (Brit.)
lOODECAr
Cuestiones 1.
O bserva los m apas adjuntos, correspondientes a Europa, antes y después de la I G u e rra M u nd ial. C o m páralo s entre sí y analiza las diferencias.
2.
¿Q u é tratado de paz ha sido el causante de cada cam bio?
215
4.
Testimonios
Literarios D e l p erío d o estudiado la etapa de la I G uerra M u n d ia l es la que tiene m ás am plio reflejo en la literatura y en el cine. E n la li teratura, tras algunas obras de preguerra de tinte antibelicista, com o ¡Abajo las armas! de la baronesa V o n Suttner, las m ás im portan tes son las que protagonizan el conflicto bé lico, tales com o Los silencios del coronel Brumble, de A n d ré M au rois; Los Thibault, de R o g e r M a rtin du G ard; Lefeu, de H e n ri Barbusse; Los cuatro jinetes del Apocalipsis, y Mare Nostrum, de Vicente B lasco Ibáñez; Sin novedad en el frente, de Erich M . “ Rem arque; y Adiós a las armas, de Ernest Hem ingw ay. O tros autores que tratan el tema, incluso a nivel poético, son: R . Brooks, S. Sassoon (.Recuerdos de un oficial de infantería); W . O wen, M . Puccini, R u d o lf Medez, Lajos Z ilahy, que intervino directamente en la guerra (Dos prisioneros) y R a m ó n Pérez de A yala (.Hermann, encadenado), entre otros.
sión; H o w a rd H aw ks en Escuadrilla al ama necer; y John G u ille rm in en Aguilas azules. Por último, hay que recordar algunas pe lículas en clave de humor, com o Armas al hombro, de Charles Chaplin, o aquellas otras de tipo satírico o crítico sobre el hecho béli co en sí, entre las que destacan Los senderos de la gloria, de Stanley Kubrick, y Rey y p a tria, de Joseph Losey.
Documentales Existen también gran cantidad de docu mentales y reportajes m ontados, puestos en pantalla por las principales televisiones del mundo.
Cinematográficos Igualm ente el cine se ocupa principalm en te de la gran guerra, de la que extrae temas, la m ayoría de las veces episódicos, para sus películas. L a s obras literarias también sirven de inspiración a m uchos guiones, por ejem plo: Adiós a las armas, de C harles V id o r; Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone; o Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de R e x In gram. E n ocasiones se utiliza material original com o en los montajes de La grande guerra, de M a r c Ferro y S. Peter; y El gran desfile, de K in g Vidor. E l cine, que tenía una corta vida en estos momentos, utilizó el tema desde el principio, rodándose incluso filmes a la par de los acon tecimientos, com o en el caso de La marca de fuego, de C ecil B. de M ille; Corazones del mundo, de Griffith; y Vive la Frailee y La cruz de la Humanidad, de T. Ince. Posteriormente otros autores abordan el m ism o tema: Frank Borzage en El séptimo cielo; L e ó n Pirier, en Verdún; Pabst, en Cua tro de infantería; M a rc e l L ‘Herbier, en Víspe ra del combate; Jean R e n o ir en La gran ilu
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Cartel de «Sin novedad en el frente»
F. de los «Cuatro jinetes del Apocalipsis»
Impresión, sol naciente. Cuadro de Monet que, al ser ridiculizado, sim ó para poner nombre al movimiento artístico que domina en los últimos años del siglo XIX, el Impresionismo. Se corresponde con una etapa de avances científicos y técni cos sin igual hasta entonces en la historia.
Progreso científico y nuevos planteamientos culturales Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5.
B ibliografía p a ra el estu dio del tem a. In tro ducció n. El p ro g reso científico. El p e n sa m ie n to filosófico. N uevos p la n te a m ie n to s artísticos. A ctividades prácticas.
21
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • B ernal , John: «Historia social de la ciencia.» Vol. II: «La ciencia de nuestro tiempo.» P e nínsula, Barcelona, 1979 (reedición). Estu d io ya clásico sobre la evolución de la ciencia, en el que se analizan, además, las cir cunstancias sociales y económ icas de la época en que se dan los avances científicos. • B o za l , Valeriano: «La construcción de la vanguardia. 1850-1939.» C uadernos para el d iá logo, M ad rid , 1978. E stu d ia los distintos m ovim ientos artísticos de la etapa citada con un punto de vista b as tante sociológico, y analiza el papel del artista en la sociedad.
• R ew ald , John: «Historia del impresionismo» (2 vols.). Seix Barral, Barcelona, 1972. O b ra am plia y también clásica sobre este m ovim iento artístico. • R o b e r t so n , A. y S t ev en s , D.: «Historia general de la música» (3 vols.). Istm o, M ad rid , 1972. N o s interesa sólo el vol. I II : D e l clasicism o al siglo X X . Se analizan las manifestaciones musicales, haciendo m ención de su contexto cultural, histórico y religioso. • V er n ea u x , R.: «Historia de la filosofía contemporánea» Herder, Barcelona, 1966. Inicia el estudio en la etapa posthegeliana y llega hasta el m ovim iento existencialista. Tras una breve introducción de cada m ovimiento, analiza la vida y obra de los principales pen sadores, con gran cantidad de citas de sus escritos.
• G e r b o d , Paul: «Europa cultural y religiosa de 1815 a nuestros días.» N u e va Clío. Labor. Barcelona, 1982. Ú n ic o análisis global disponible en castellano sobre las grandes corrientes e institucio nes culturales del siglo X I X y el pan oram a religioso de la E u ro p a del m om ento.
218
1.
Introducción
L a m ateria que vam os a analizar hay que conectarla con la tratada en los Tem as 4 y 20 del program a. Entre todos se pretende dar una visión general de la cultura de los siglos X I X y X X . E n el estudio pre sente, sólo nos vam os a ocupar del últim o tercio del X I X aproxim a damente, con unas breves pinceladas de los principales planteam ien tos científicos y culturales de la época. ................. E s ésta una etapa pródiga en descubrimientos científicos y técni cos y en nuevos planteamientos artísticos. N o en vano se anuncian ya las vanguardias del siguiente siglo. Sobre la ciencia no se hace una profundización exhaustiva, ni una enumeración total de los progresos ya que resultaría m uy prolija y casi ininteligible para los alum nos que no estudian estas materias. L a no profundización en el resto de los planteamientos culturales viene dada por la existencia en el m ism o curso de otras asignaturas específicas que am plían la breve visión que apuntam os aquí (la técnica se ha soslaya do, pues en el T em a 5 se hace un análisis de estos avances aplicados al progreso de la industria y las comunicaciones).
2.
El triunfo del cientifismo «Es el sueño de una vida más feliz lo que parece que toma cuerpo. El hombre, sabiendo dominar los ele mentos naturales y colocarlos a su servicio, lleva una vida mejor, hace retroceder a las enfermedades y a la muerte. La instrucción y la ciencia todo lo pueden, y disipan prejuicios e infantiles temores.»
A p u d S c h n e r b , R.: «El siglo XIX» vol. V I de la «Historia General de las civilizaciones», dirigida por C r o u z e t . Destino, Barcelona, 1975, pág. 626.
El progreso científico
H a sta 1860-70 el panoram a científico seguía dom inado por las le yes de la gravitación universal de Newton, la geometría de Euclides y una física fundamentalmente mecánica. A partir de ese momento, los continuos avances de la ciencia, im pulsados por la ideología positivis ta de la etapa anterior (véase T em a 4), comienzan a resquebrajar este edificio clásico, hasta hacer que, a principios del siglo X X , se tam ba lee. A d e m ás el nuevo saber científico está en estrecha relación con el progreso tecnológico (véase Tem a 5), que hace, de esta forma, visibles sus adelantos para el gran público. L a prensa y los nuevos m edios de com unicación se encargarán de extenderlo por todas partes. L a fe en los poderes de la ciencia, que en cierto m odo se daba des de hacía siglos, se hace ahora cada vez m ayor y más popular y adquie re una gran im portancia a nivel social, convirtiéndose para algunos en una nueva religión, el cientifismo. A ello contribuye igualm ente la cri sis de certezas que se produce com o consecuencia de que los nuevos estudios ponen en entredicho postulados que se consideraban com o universales. A l frente de este proceso renovador se coloca la Universidad. Ésta supera el bache en que estaba sum ida y reorganiza los estudios supe riores, creando Facultades de Ciencias con laboratorios y organism os investigadores, dispone también de boletines donde se publican los principales trabajos de sus miembros. D e este m odo la U niversidad re cobra su prestigio intelectual y encabeza las nuevas investigaciones, de jando de ser la ciencia, al m enos en gran medida, objeto de particula res, apoyados o no por entusiastas mecenas.
Escuela francesa de párvulos en 1882. La extensión de la enseñanza en los países europeos llega a todos los ni veles. En las colonias sólo se funda rán escuelas básicas y de enseñanza media.
219
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Universidades fundadas en Europa durante el siglo XIX.
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A te n a s 1 8 3 7
L a s universidades alem anas son las primeras en este resurgir, y la de Berlín, fundada en 1810, servirá de m odelo de la nueva estructura a las del resto del país, especialmente después de la unificación. La s reform as llegarán algo m ás tarde al R e in o U n id o y Francia, a pesar de las voces que se alzan en este sentido, y bastante después al resto de los países europeos, donde todavía sigue predom inando la tradición. E n E u ro p a son, pues, las Universidades oficiales. Sin embargo, en E s tados U n id o s prim ará la iniciativa privada: tras la guerra civil un gru po de rectores universitarios decide adaptar el m odelo alemán, pri mando, en gran medida, las especialidades científicas. C o m o ejemplo podem os citar el Instituto T ecnológico de Massachusetts, fundado en 1865. .
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mm Charles Darwin (1809-1882). Naturalista inglés, padre de las teo rías evolucionistas en las ciencias biológicas. Sus ideas influyeron enormemente en el pensamiento y las corrientes artísticas del último tercio del siglo X IX .
220
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G o te m b u rg o 181
A todo ello contribuye de igual m odo el fomento de la enseñanza de grado elemental y medio, fundamentalmente pública, en todo el m undo. E n la E u ro p a occidental comienza a hacerse obligatoria la en señanza elemental, al tiem po que las potencias imperialistas fundan es cuelas e institutos en sus colonias. Dism inuye así el analfabetismo y au menta el grado general de instrucción. C o n el m ayor desarrollo cultural y el progreso científico se crea en E u ro p a una conciencia de civilización que, com o dice Palmer, es una civilización materialista, basada en la elevación del nivel de vida. Esta conciencia diferenciaba el «m undo civilizado» de las zonas «atrasadas», a las que se consideraba com o una obligación llevar estos avances, lo que supone, com o ya es sabido (T em a 6), uno de los factores de im pe rialismo. V a m o s a analizar ahora el desarrollo de los avances científicos en las diferentes ram as del saber.
2.1.
Biología y medicina
U n o de los mayores impactos de la segunda m itad del siglo X I X fue la teoría evolucionista de Darw in, expresada prim ero en 1857 en el « O rigen de las especies» y aplicada al hom bre en 1871 con su « O ri gen del hombre», aunque las ideas evolucionistas se aplicaban ya an tes en la geología y en otros cam pos de la ciencia. L o s conceptos b á sicos de su teoría son los siguientes: • T od as las especies vivas son m udables y a lo largo de su historia van desarrollando pequeños cam bios sucesivos que las convier ten en otras superiores. • L a historia de todos los seres vivos es única y se despliega en un único proceso de evolución. • E sto s cam bios tienen lugar por la herencia y la adaptación a la supervivencia. Estas teorías causaron un gran alboroto, sobre todo en los círculos eclesiásticos, pero, a pesar de ello, a finales del X I X , sus trabajos se popularizaron y fueron ratificados por nuevos estudios, com o las leyes de la herencia de M e n d e l y los de H u g o de Vries, que representan el inicio del importante desarrollo alcanzado por la genética en el pre
Gregor Mendel (1822-1884). Religioso agustino y botánico aus tríaco. Siguió y experimentó las teo rías darwinistas en las plantas, des cubriendo las leyes sobre la hibrida ción.
sente siglo. E n m uy íntim a relación con la biología se encuentra la medicina. E n ella se producen también importantes avances en el conocim iento del hom bre y en la lucha contra las enfermedades. E n anatomía, se par te de que la célula es el elemento base que origina otras células. Su demostración en el sistema nervioso fue llevada a cabo por el español R a m ó n y Cajal, que descubrió y estudió la célula constitutiva de los te jidos nerviosos: la neurona. L a s investigaciones posteriores se centran en el estudio de los com ponentes de estas células. E n fisiología los descubrim ientos son mayores, con la adopción del m étodo científico riguroso que postulaba el positivism o y que para esta ciencia fue definido por C laude Bernard en 1865. L o u is Pasteur logra con sus trabajos uno de los m ayores avances al demostrar que las enfermedades no se producen por generación es pontánea. sino por unos gérmenes o m icrobios preexistentes en la at m ósfera o en otros seres u objetos. Este descubrim iento se aplicó rá pidam ente a ciertas industrias con un éxito fulgurante, al evitar el con tacto con elementos contam inados o hervir los productos y también al elim inar algunas enfermedades de ciertos animales, com o los gusanos de seda. Tam bién se debe a Pasteur el descubrim iento de que los gér menes patógenos producen unas toxinas específicas contra las que el organism o afectado crea unas antitoxinas para defenderse de ellas. A s í pues, si se inocula la enfermedad a un animal, se producirán unas an titoxinas que pueden servir, inyectadas a otro ser vivo, para inm un i zarle contra dicha enfermedad. Este es el principio de la medicina pre ventiva, y de las vacunas com o su elemento básico. Pasteur aplicó el procedimiento a la hidrofobia con gran éxito. Basándose en las ideas pasteurianas, otros científicos avanzaron en la lucha contra la enfermedad, a partir del desarrollo de la asepsia y el descubrim iento de los agentes patógenos de otras enfermedades, con lo que se podrían poner en práctica nuevas vacunas. D estaca entre ellos R obert Koch , que descubre el bacilo de la tuberculosis y logra avances en el conocim iento de otras enfermedades, com o el cólera, la
Louis Pasteur (1822-1895). Químico y biólogo francés. Sus des cubrimientos sobre los microbios como productores de las enfermeda des y sobre las vacunas tuvieron grandes repercusiones en el campo de la medicina animal y humana, e incluso en la industria. Su descubri miento más importante fue el virus de la rabia y la vacuna contra la mis ma.
A v a n ces d e la d ia g n o s is de la e n fe r m ed a d : p a r á s ito s y b a c te r ia s, c a u sa s d e la s e n fe r m e d a d e s «En la actualidad, es necesario ad mitir como absolutamente demostra do que las bacterias, así como los or ganismos vegetales superiores, cons tituyen especies definidas, muy difí ciles, en realidad, de delimitar entre sí (...) Una vez corroborada la existencia regular y exclusiva del parásito, está también demostrada plenamente, con ello, la relación causal entre pa rásito y enfermedad.» K o c h , Robert. A p u d G i r a l t , O r t e g a y R o i g ; « O p . ci t.», págs. 320-21.
Sigmund Freud (1856-1939). Médico psiquiatra austríaco. Padre del psicoanálisis. Entre sus principa les obras destacan: «La interpreta ción de los sueños», «Introducción al psicoanálisis» y «Tótem y tabú».
Gran bisonte del rabo tieso de Altamira. E l interés por el origen del hombre sobre la Tierra lleva al nacimiento de ciencias como la arqueología, la pa leontología, la prehistoria, etc., y a una serie de hallazgos, como las im presionantes pinturas de la Cueva de Altamira (Santander).
222
malaria, la peste y la lepra. A partir de estos hechos comienza a de sarrollarse ia quimioterapia (empleo de productos quím icos en el tra tamiento de las enfermedades infecciosas) com o m edio de lucha con tra la enfermedad. E n la lucha contra el dolor, desde m ediados del X I X , empieza a utilizarse el cloroform o com o anestesia.
2.2.
Psicología, sociología y antropología
E l hombre no sólo interesa desde el punto de vista físico, sino que adem ás pasan a ser elemento de estudio sus m anifestaciones m enta les, sus relaciones sociales, etcétera. Se ponen así las bases de una se rie de ciencias que en el próxim o siglo van a tener un gran desarrollo. L a s m anifestaciones anímicas, y. en especial las enfermedades de la mente, van a ser pronto objeto de investigación aplicando los m étodos positivistas. D e todos los estudiosos de la época, el m ás fam oso fue S ig m und Freud, que sobrepasa el um bral del siglo, y sus teorías psicoanalíticas, cuyos principios fundam entales son los siguientes: «(...) los procesos psíquicos son en sí mismos inconscientes, los procesos conscientes no son sino actos aislados o fracciones de la vida anímica total. (...) E l psicoanálisis se ve obligado a oponerse en absoluto a esta identidad de lo psíquico y lo consciente. Para él lo psíquico es un compuesto de procesos de la naturaleza del sen timiento, el pensamiento y la voluntad, y afirma que existen un pen samiento inconsciente y una voluntad inconsciente. (...) Contiene este segundo principio la afirmación de que determi nados impulsos instintivos, que únicamente pueden ser calificados de sexuales, tanto en el amplio sentido de esta palabra como en su sentido estricto, desempeñan un papel, cuya importancia no ha sido hasta el momento suficientemente reconocida, en la causación de las enfermedades nerviosas y psíquicas y, además, coadyuvan con aportaciones nada despreciables a la génesis de las más altas crea ciones culturales, artísticas y sociales del espíritu humano.» A pud F r e u d , S.: «Introducción al psicoanálisis» Alianza, M a drid, 1968, págs. 17 y 18. E stas ideas sobre el subconsciente, los complejos y la libido serán am pliam ente divulgadas por sus propios libros, la literatura y otros m e dios de comunicación. Respecto a la sociología, C om te había puesto ya las bases de la m is m a en el período anterior (véase T em a 4). O tros investigadores, com o el alem án W eber o el norteamericano W illia m James, proseguirán ana lizando el fenóm eno social. E l último de los citados es el creador del utilitarism o o pragm atism o, según el cual el hombre, al adaptarse a las norm as y fines sociales, hace que lo útil sea lo auténticamente verdade ro. P or último, la antropología intenta estudiar las características físi cas y culturales de todas las ram as de la hum anidad. Se inicia así el estudio de las razas que, con la aplicación de los principios evolutivos, llega a veces a la conclusión de que unas (la blanca y anglosajona) eran m ás aptas que otras. D e aquí al racism o no había casi espacio interme dio. P or otro lado, se intenta determinar el origen del hom bre sobre la Tierra y el com ienzo de su actividad, lo que da lugar a la aparición de varias ciencias, com o la paleontología, la arqueología o la prehistoria. E n estos cam pos se m ultiplican las investigaciones, las excavaciones y, por tanto, los hallazgos y el análisis de los mismos. Sirvan com o ejem plo los descubrim ientos del hom bre de C ro -M a gn o n , el hom bre de Java o las pinturas de la cueva de Altam ira.
2.3. Física, química y matemáticas E l último tercio del siglo X I X pone las bases que van a permitir en el X X avances tales com o la teoría de los quantos o la de la relativi dad (véase Tem a 20), que conm ocionan la física de Newton. H a y que destacar los estudios sobre el átomo, unidad básica de la m ateria has ta ahora. E n esta época investigadores com o Becquerel o los esposos Curie descubren la radiactividad, la naturaleza compleja de los átom os y el carácter inestable de algunos de ellos: los radiactivos, que liberan una gran cantidad de energía al desintegrarse. Tienen también lugar los descubrim ientos de la tabla periódica de los elementos y de los ra yos X . ’ Lo s avances en el cam po de la electricidad y el m agnetism o son también enormes, aunque ya han sido tratados, en lo que respecta a sus aplicaciones, en el Tem a 5. E n el cam po de la quím ica el desarrollo no es m enor y va m uy li gado a las necesidades de la industria y a los avances de la física, es pecialmente en el cam po de la electricidad. L a electroquím ica pone en funcionam iento la industria del alum inio o de la sosa, por ejemplo. Pero las investigaciones más importantes se dan en la quím ica orgáni ca o quím ica del carbono. E l carbono, asociado a algunos otros ele mentos, es el constitutivo básico de la materia viva. E l conocim iento de su estructura perm itió la obtención sintética de m últiples sustancias y, en especial, de colorantes y drogas. E l avance de las m atemáticas es paralelo al de las ciencias ya es tudiadas, a las que sirve de apoyo en m uchos aspectos. E n esta etapa se ponen las bases de la m atem ática m oderna (teoría de las funciones, ecuaciones diferenciales, etc.) y de las geometrías no euclidianas.
3.
El pensamiento filosófico
E n las últimas décadas del siglo X I X los pensadores abandonan el positivism o y se dedican más a los problem as existenciales de la vida, el ser y el espíritu humanos. A u n q u e existen m últiples tendencias y gran cantidad de filósofos, puede resumirse el período en torno a dos m áxim as figuras: Nietzsche y Bergson, sin olvidar a otros grandes au tores, com o M arx, Dilthey, Renouvier, etcétera.
El matrimonio Curie, Pierre y Marie. Científicos franceses que logran el premio Nobel de física en 1903. En 1911 Marie logró también el Nobel de química. Destacan sus estudios sobre el magnetismo. Pero su fama proviene, sobre todo, por lograr ais lar el polonio y el radio y por sus es tudios sobre la radiactividad. A cau sa de ella murió Marie de leucemia en 1934.
Federico W. N ietzsch e (1844-1900) Este controvertido pensador nace en un pueblo de Sajonia (A le m ania) en 1844, de padres protestantes, y muere loco en 1900. E n sus obras — « La G a y a Ciencia», « A sí hablaba Zaratustra», « M á s allá del bien y del mal», etcétera— hace una reflexión sobre el hombre, o m e jor aun, sobre el sentido de la existencia humana, predicando la volun tad de poder sin límite y sin freno. Su filosofía se ha tildado de vitalista, ya que la vida es para él una especie de absoluto que tiene valor en sí m isma, pues el hombre, en su vivir, es creador de valores D ice al respecto: ‘ «En verdad, los hombres se dieron a sí mismos su bien y su mal. En verdad, no los cogieron, no los hallaron, no los escucha ron como una voz descendida del cielo. Es el hombre quien puso los valores en las cosas, es él quien creó el sentido de las cosas, un sentido humano, por esto se llama “hombre”, es decir, él valora. Valorar es crear. Por la valoración se fija el valor: sin valoración a nuez de la existencia estaría vacía. Escuchad, pues, vosotros que sois creadores.» Palabras de Nietzsche, citadas por V e r n e a u x , R.: «Historia de la filosofía contemporánea» Herder, Barcelona, 1966, págs. 60-61.
Friedrich W. Nietzsche (1844-1900). Filósofo alemán enormemente contro vertido.
La vida es voluntad del poder «Los fisiologistas deberían pensar lo bien antes de considerar el instin to de conservación como instinto fundamental de todo ser orgánico. La vida en sí misma es voluntad de poder. La propia conservación no es más que una de sus consecuencias más frecuentes.» N i e t z s c h e , c it a d o p o r V ER NEAUX: Ibiden , pág. 58.
D e l p e n s a m ie n to d e B ergson : la in tu ició n «La intuición nos conduciría al in terior mismo de la vida, me refiero al instinto desinteresado, consciente de sí mismo, capaz de reflexionar so bre el objeto y de ampliarlo indefini damente.»
Su concepción del hom bre es materialista, porque rechaza la dua lidad alma-cuerpo, lo m ism o que se opone a la m oral platónico-cris tiana, pues las leyes m orales dogm áticas im piden el desarrollo perfec to del hombre, y son, por tanto, antinaturales. E l hom bre es exaltado al pronosticar que tras un período de supe ración evolutiva surgirá un superhombre, representante de una nueva raza que transform ará el m undo y sus valores. N o son aceptables, por tanto, las ideas cristianas y socialistas de igualdad y com pasión, que han convertido a los hom bres en «camellos y bestias de carga». L a exis tencia de categorías es algo consustancial con la especie humana, y por ello existe una m oral de señores y otra de esclavos. E s evidente que la actitud religiosa de Nietzsche es atea y anticristiana. Su influencia posterior ha sido enorme, especialmente en las filo sofías vitalistas de nuestro siglo y en el racism o y la ideología nazi (por unos es tildado de fascista y por otros, sin embargo, de anarquista).
Henri
BERGSON,
(1859-1941), pensador francés
Fue prem io N o b e l de Literatura (1928). Tachado por unos de vitalista y por otros de espiritualista, tuvo una enorme influencia en la intelectualidad francesa de su época.
B e r g s o n . Apud V e r n a u x : lin
den, pág. 144.
E n un prim er m om ento sigue los pasos del positivism o evolucio nista de Spencer, aunque se da cuenta de que la ciencia sólo alcanza a las form as estables, resultantes de la evolución, mientras el m ovi miento, que es la evolución misma, escapa a los procedim ientos cien tíficos y sólo puede ser captado por la intuición. P or ello hay que su perar el positivismo. L a vida, que es el fundam ento y la base de todas las cosas, evoluciona y está en m ovim iento y, por esto, sólo puede ser entendida al ponerse en contacto con ella la intuición: « N o hay otra fuente de conocim iento fuera de la experiencia». E sta vida o «elan vi tal» (im pulso vital) se da en todos los seres vivos, e incluso en los ina nimados, aunque tiene su m áxim o desarrollo en el hombre.
Guillermo
D ilth e y
(1833-1911), profesor universitario alemán
Piensa que no hay nada absoluto. T o d o lo hum ano cam bia con el paso del tiem po y está condicionado históricamente. L a vida hum ana es variabilidad, devenir. E l estudio y conocim iento de la historia es ne cesario para com prender la realidad y, por tanto, al hombre. Sin em bargo, el m étodo histórico concreto no rebasa los casos particulares. H a y que buscar las leyes generales que existen en la historia del h o m bre a través del tiempo, para lograr com prender así la conducta de las personas. P o r todo ello su filosofía se denom ina «historicismo». D ilthey distingue claramente entre el m étodo de las ciencias natu rales y el m étodo de las ciencias del espíritu, que debe buscar una ex plicación sintética. A l investigar a fondo los m étodos de las ciencias his tóricas, él y sus seguidores han avanzado m ucho en la sistematización de la m etodología histórica.
224
4.
Nuevos planteamientos artísticos
La s m anifestaciones artísticas son siempre hijas del m om ento his.órico, por m ucho que intenten criticarlo u oponerse a él. L o m ism o sucede en la etapa final del siglo que estamos estudiando, en la que el evolucionism o y el cientifismo en general, con sus descubrim ientos del átom o y otros avances, ponen las bases del pensamiento, que se fija so bre todo en la vida com o m ovim iento y en la percepción intuitiva y sen sorial. T o d o s estos planteamientos culturales van a influir en los m o vim ientos artísticos de la época: Im presionism o, Sim bolism o, M o d e r nismo, etcétera. E n este período se da una m enor unidad artística, que presagia ya la m ultiplicidad de movimientos, típica del siglo X X , que se suceden y superponen en breve espacio de tiempo.
4.1. Pintura y escultura a.
Pintura
E n 1874 se inaugura en París una exposición de varios autores, a los que el periodista Leroy calificó despectivamente con el nom bre de impresionistas, al burlarse del cuadro de M o n e t «Im presión. Sol n a ciente». E l m ism o autor escribía: « E sa pintura, a prim era vista vaga y brutal, nos parece ser al m ism o tiempo la afirm ación de la ignorancia y la negación de lo bello y lo verdadero.» E sta y otras críticas m arcan la opinión desfavorable tanto por su técnica, com o por su temática. Sin embargo, el Im presionism o no es, según Florissone, sino la cul m inación del m ovim iento académ ico iniciado en el renacimiento y la evolución lógica del realismo, sobre todo de los pintores de la escuela de Barbizon y de las obras de Courbet. Fue el intento de pintar la luz, el deseo de reflejar en un cuadro la realidad cambiante en un deter m inado momento.
«La catedral de Ruán: efecto de m a ñana, armonía blanca» Monet pinta toda una serie sobre los efectos de las distintas horas del día sobre dicha catedral.
L o s principales pintores del m ovim iento son franceses: M anet, M o net, Renoir, Sisley, Pisarro, etcétera, aunque posteriormente aparecen ecos y seguidores en múltiples países. La s principales características de la pintura im presionista son:
«Remeros en Chatou» Renoir introduce la figura humana en el tradicional paisaje impresionis ta.
• Se utilizan básicamente los tres colores prim arios (rojo, azul, am arillo) y los tres secundarios (violeta, verde y naranja) aparte del blanco. N o se trata de fundirlos en la paleta, sino de que sea el ojo hum ano, al verlos cercanos, quien produzca un crom atis m o mayor. • Plasm ación de la luz de un instante dado. E l pintor, al contrario que el físico, recom pone la luz por m edio de los colores. L o s co lores pasan a ser así elementos disociados de la luz. • Puesto que la luz natural, con los cam bios del día o con las trans form aciones que le producen los agentes atmosféricos u otros, afecta de m odo distinto a los objetos, éstos pueden ser pintados m últiples veces, dando resultados distintos. • L a s som bras son coloreadas según los efectos lumínicos, desapa reciendo el claroscuro clásico y reduciéndose al m áxim o el con torno del dibujo de los objetos. • L a s pinturas se realizan con pinceladas sueltas y pastosas, sin re toque alguno, que convierten al cuadro en m anchas de color.
«Bailarinas entre bastidores» Es uno de los m uchos cuadros que sobre este asunto pin tó D egas. El tratam ien to técnico es el im presio nista.
• L o s verdaderos m odelos están en la naturaleza, donde la luz in fluye de m anera m ás directa en las cosas. P or ello, se abandonan los talleres en beneficio de la pintura al aire libre. • Inclu sión del paisaje de las ciudades entre los temas; de aquí re ciben los impresionistas la denom inación de prim eros pintores urbanos. M a n e t es considerado el padre del grupo, a pesar de ser de la edad de sus com pañeros, con los que nunca expuso conjuntamente. Sus obras «Alm uerzo campestre» y «Olim pia», produjeron un gran escán dalo a m ediados de los 60. Claude M o n e t pinta m ultitud de cuadros, en su m ayoría paisajes y marinas. Sus .series sobre la Catedral de R u á n demuestran claramente el intento im presionista de captar los distintos efectos lum ínicos de un edificio a lo largo del tiempo. R e n o ir introduce la figura hum ana en sus cuadros, y D e g a s repro duce hasta la saciedad las posturas de las bailarinas y las carreras de caballos. E n 1886 tiene lugar la últim a-exposición conjunta de los im presio nistas. E n ella presentan sus obras Seurat y Signac, que inician el lla m ado Puntillism o, al cam biar la pincelada suelta por una gran serie de pequeños puntos de color.
«Torre Eiffel», pintada con la técnica puntillista por Seurat.
A partir de este m om ento un grupo de pintores iniciado en el im presionism o com ienza a revisar algunos de sus postulados hasta alcan zar una pintura diferente. E s el llam ado Postim presionism o, etapa que está presidida fundamentalmente por el genio de V a n G o g h y Toulouse-Lautrec. E l prim ero es holandés y refleja en sus cuadros los estados de ánimo. E l segundo busca los temas en las escenas de cabaret y cir co y ennoblece el cartel. A m b o s son precursores de un nuevo m ovi miento, el Expresionism o. G a u g u in y Cezanne, por su parte, hacen pre sagiar también nuevas corrientes pictóricas (Sim bolism o y Cubism o, respectivamente).
E l paisaje urbano y las nuevas cons trucciones de hierro en tra n a form ar p arte del rep erto rio de estos p in to res.
E n E sp a ñ a el Im presionism o está representado sobre todo por Sorolla, que refleja en sus cuadros el colorido y la lum inosidad del M e d i terráneo.
226
b.
Escultura
E l Im presionism o es ante todo pictórico, pero va a influir en otros m ovim ientos artísticos. Rodin es la m áxim a figura del período. Recibe influencias impresionistas, pero su gran personalidad desborda los lí mites de cualquier movimiento, sobre todo después de analizar las obras de M ig u e l An gel. A l final de su vida evoluciona hacia form as sim bólicas. Entre sus obras m ás conocidas destacan « E l beso», «El pen sador» y « Los burgueses de Calais», aunque su principal trabajo es «La puerta del infierno». E n todas ellas refleja un gran m ovim iento y dina mismo. E n el últim o decenio se advierte una tendencia hacia lo perdurable y lo inmutable, hacia la form a afirm ada y quieta. Su m áxim o represen tante, M aillo l, abandona los elementos inestables, alisa las superficies y se lim ita al bloque de líneas claras.
4.2. Arquitectura E n el último tercio del X I X continúan dom inando los estilos ecléc ticos e historicistas y, en especial, el neogótico, relanzado por los es critos de Viollet-le-D uc, que influyeron en el arquitecto español A n toni G a u d í al planificar la construcción del T em p lo de la Sagrada F a m ilia de Barcelona, iniciada en 1883, pero con un claro objetivo de su perar al gótico. Esfuerzos análogos se producen en Francia e In g la terra. Junto a este m ovim iento se da una arquitectura grandiosa y es pectacular basada en el clasicismo. Prueba de este estilo es la Ó pera de París. P or otra parte, ya desde finales del siglo X V I I I com ienza a utili zarse el hierro en puentes, estaciones de ferrocarril, etcétera, que no son obra de arquitectos, sino de ingenieros. Pero sus construcciones se consideraban carentes de belleza, com o expresa Schinkel: «Al desarrollar una idea para obra determinada (...), partiendo únicamente de una finalidad trivial inmediata, puramente construc tiva (...), surgía algo seco, rígido, falto de libertad y carente de dos elementos esenciales: el histórico y el poético.»
«El beso», escultura de Rodin que re presenta gran fuerza y movimiento.
E l estilo neogótico según Gaudí «El Gótico es sublime, pero in completo; a sus comienzos se inter puso demasiado pronto el lamenta ble Renacimiento. Hoy no debemos imitar el Gótico, sino proseguirlo remontándonos a la época anterior al Gótico tardío.» Gaudí. Apud H a t j e , U.: Ibiden, pág. 167.
Apud H a t j e , U.: «Historia de los estilos artísticos. II-Desde el Renacimiento hasta el tiempo presente» Istmo, Madrid, 1973, pág. 173. C on form e avanza el siglo, al hierro se une el cristal y el cemento, lo que da nuevas posibilidades a estos materiales. C o n hierro y cristal se hacen algunas edificaciones a partir de la idea de espacio único, don-
Interior de la casa Vicens, obra de Gaudí, en estilo modernista. Puede apreciarse la conjunción de todos los elementos existentes: pare des, decoración, lámparas, puertas, etc.
de se ensam bla el interior con el exterior. Pero las dos grandes cum bres de la construcción de acero de finales del X I X tienen lugar en P a rís, para la Exposición M u n d ia l de 1889: la Torre de Eiffel y la G a le ría de las m áquinas. E l siguiente paso es la construcción celular de grandes edificios de oficinas. Su desarrollo va a tener lugar en Estado s U n id os, gracias a la «Escuela de Chicago», que lleva a cabo varios pro yectos m ediante la construcción por esqueleto. Estas edificaciones lle van consigo un deseo de sim plicidad y sobriedad que originará otros
Fachada del Nacimiento del templo de la Sagrada Familia, proyectada por Gaudí en estilo neogótico.
m ovim ientos arquitectónicos ya en el siglo X X . Simultáneam ente, en la últim a década del X I X , tiene lugar un nue vo fenóm eno europeo: el A r t N ouveau o M odernism o, que preocupa do fundam entalm ente por la decoración, es, ante todo, un estilo orna mental. L a s form as decorativas son m uy variables y sufren continuas transformaciones, sobre todo de m otivos abstractos o indicios objeti vos. A d e m á s reúne todos los objetos en un conjunto totalizador, que integra junto a la arquitectura a todos los elementos de expresión ar tística: pintura, escultura, artes menores, etcétera. Se extiende rápida mente desde Inglaterra y Bélgica a Francia, Alem ania, A u stria y E s paña. Barcelona es, en nuestro país, el principal centro del M o d e rn is mo, que tiene también en G a u d í a su m áxim o representante.
4.3.
Literatura
C o m o en las demás artes, a m ediados del siglo X I X se inician una serie de m ovim ientos de reacción, bien contra el Rom anticism o, bien contra el R e alism o y Naturalism o. L o s nuevos m ovim ientos literarios se suceden con gran rapidez, sobre todo en el siglo siguiente, e incluso se superponen unos a otros y además no afectan siempre a todas las manifestaciones literarias. P or otra parte, tienen aún fuerza los m ovi m ientos nacionales, que se separan a veces de la tendencia general, pero ello no im pide que París se convierta en el centro de las vanguar dias, tanto literarias com o de los otros cam pos del arte. A pesar de esta sucesión de corrientes, en todas ellas subyace una preocupación com ún por dar una form a perfecta y exacta a la expre sión y lograr unas estructuras y una temática que resulten novedosas. E n la década de los 60 surge una tendencia, fundam entalm ente poética, llam ada Pamasianismo, que concibe la poesía com o algo be llo, sin preocupación ninguna por lo social o político. E s «el arte por el arte». E n este sentido decía Teófilo Gautier: «Desde el m om ento en que una cosa es útil, deja de ser bella.» L o s poetas de este grupo cuidan la form a poética y utilizan ritmos m ás o m enos clásicos. Bau delaire es considerado com o su m áxim o exponente, aunque en su obra «Las flores del mal» está presagiando ya el m ovim iento poético poste
«Retrato de Mallarmé», realizado por Manet. N os m uestra la relación existente e n tre los diversos artistas y entre las di versas m anifestaciones artísticas.
228
rior. E l Simbolismo es también una tendencia poética, de corta vida (en tre 1886 y fin de siglo, aproxim adam ente), que se inicia en Francia. E s un intento de lograr la poesía pura, que exprese las emociones íntimas y elimine todo lo que no sea poético. L o s simbolistas pretenden que los poem as sean musicales, interesándoles las palabras sobre todo por lo que sugieren y por su musicalidad. Recurren a los sím bolos y a las «correspondencias», o smestesia, que mezclan las sensaciones de los distintos sentidos y revolucionan la métrica tradicional con el verso li bre. Junto a Baudelaire, ya citado, hem os de destacar a Verlaine («Fiestas galantes»), R im b a u d (« U n a tem porada en el infierno») y M a llarmé. Tendencias poéticas semejantes encontram os en el Prerrafaelism o inglés, el D ecadentism o italiano o el M o d e rn ism o español.
E n España, junto al R e alism o y Naturalism o, que continúan con sus producciones hasta finales de siglo, aparecen dos nuevas corrien tes literarias en los últimos años: • E l M odernism o, ya citado, fundado por el m alagueño Salvador R u e d a y el nicaragüense R u b é n D arío; • L a G eneración del 98, que agrupa a un conjunto de literatos, cu yas principales producciones ven la luz en el siglo X X . Tienen, junto a su actitud de renovación literaria (están contra los m o vim ientos anteriores), un claro ideal político y social de analizar los problem as españoles y buscarles solución. Fo rm an parte de ella, entre otros, Ganivet, Azorín, Baroja y U nam uno. L a novela y el teatro sufren también importantes cam bios en E u ropa, al salirse de las norm as románticas y declamatorias, pero sus prin cipales m anifestaciones se darán ya a principios del siglo X X .
4.4.
Música
A finales de siglo continúa aún la m úsica rom ántica y de influjo n a cionalista, con autores de la talla de Brahm s y Verdi, que aún viven. E sto indica lo difícil que es delimitar épocas o movimientos, así com o los autores que a ellos pertenecen; será aún en música, donde los cam bios son m ás lentos que en otras artes. E n esta época hemos de destacar algunas figuras clave, por no ex tendernos demasiado, que, en su mayoría, representan escuelas nacio
«Unamuno», por Echeverría. Filósofo y literato, publica la mayor parte de sus obras en el siglo X X .
nalistas: • Edvard Grieg. N oruego. E stá m uy influido por los últim os ro mánticos. D estaca por su inspiración nacionalista, su genio m e lódico y sus com posiciones pianistas, cuya arm onía anuncia el im presionism o de Debussy. Sus suites de Peer G yn t se basan en un dram a de Ibsen. • Dvorak , de la escuela de B o h e m ia (territorio austríaco en estos m om entos), escribe entre otras com posiciones nueve sinfonías (la última, subtitulada D e l N uevo M u n d o , la escribió siendo di rector del Conservatorio de N ueva Y o rk ), diez óperas, poem as sinfónicos, etcétera. • Gustav Mahler. Bohem ia. E s uno de los mejores directores de o r questa de todos los tiempos. G ra n instrumentador. D efiende la m úsica pura, sin sujeción a ningún program a literario. Se ad vierte en su música la influencia de la religión y la muerte, ideas por las que estaba obsesionado. C om p o n e diez sinfonías, algu nas de las cuales incluyen partes vocales. • Claude Debussy. E s considerado el m áxim o representante de la m úsica impresionista, al sustituir la m elodía por acordes sueltos, y tratar aisladamente los instrumentos de la orquesta, com o si de los colores del im presionism o pictórico se tratara. Defiende adem ás una total libertad formal, rom piendo así con el acade m icism o y con las norm as operísticas de W agner. Es, por todo ello, un gran renovador que ha influido m ucho en la m úsica con temporánea. Com po ne la ópera «Peleas y Melisande», « N octur nos», «Preludio a la siesta de un fauno», etcétera. E n E sp a ñ a hay que destacar a dos grandes figuras, que, inspirán dose en la m úsica popular, superan las tradicionales zarzuelas, y colo can sus com posiciones a un nivel internacional, son: A lb é niz (ópera «Pepita Jiménez», suite «Iberia», etc.) y G ran ad os (ópera «Goyescas», «Tonadillas», etc.). E l otro gran com positor, M a n u e l de Falla, supera en m ucho el paso del siglo.
Debussy, Claude (1862-1918). Compositor francés, máximo repre sentante del impresionismo musical.
229
P R ví # T
1.
I C k S
Comentario de textos
Documento 1 «Habiéndose los organism os, por el cam i no de la selección natural, adaptado lenta mente a seguir distintas líneas de vida, sus partes com ponentes se han diferenciado y es pecificado de m ás en m ás para llenar diver sas funciones, por consecuencia de las venta jas que resultan de la división del trabajo fi siológico. Frecuentemente una m ism a parte parece haberse m odificado prim ero con un objeto, y después de m ucho tiem po tomar otra dirección completamente diversa; lo cual contribuye a hacer cada vez m ás complejas todas las partes. Pero cada organismo, a pe sar de todo, conservará siempre el tipo gene ral de la conform ación del antecesor de que originariam ente ha salido. L a s pruebas sacadas de los hechos geoló gicos contribuyen sensiblemente a apoyar la idea de que, en su conjunto, la organización ha progresado en el m undo de un m odo len to y frecuentemente interrumpido. Su punto culminante, en el reino vertebrado, es el hombre. N o debe creerse tam poco que gru-
pos de seres organizados hayan siempre sur gido y desaparecido luego tan pronto com o dieran origen a otros grupos m ás perfectos que ellos. A u n q u e éstos hayan-triunfado de sus predecesores, pueden no haberse adapta do mejor a todos los m edios de la econom ía de la Naturaleza. H e m o s logrado de esta m anera dar al h om bre una genealogía prodigiosam ente extensa, pero, en cambio, fuerza es confesarlo, de poco noble origen. C o m o a m enudo se ha he cho notar, el m undo parece haberse prepara do m ucho tiem po para la aparición del h om bre, lo que es completamente cierto en un sentido, ya que debe su nacimiento a una lar ga serie de antecesores. Si un solo eslabón de esta cadena no hubiese existido, el hom bre no sería exactamente lo que es ahora.» D a rw in , Charles: «El origen del hombre» «La se lección natural y la sexual» (Barcelona, 1876). Apud G i r a l t , O r t e g a y R o ig : « O p . cit.», pág. 313.
Cuestiones: 1. 2. 3.
4.
Sitúa el docum ento en su contexto histórico-científico. A ve rigu a lo que puedas de su autor. R esum e las ideas principales de su exposición. ¿Q u é consecuencias saca para el hom bre? ¿Q u é influencia han tenido estas ideas en las ciencias sociales?, ¿y en otras m anifestacio
5.
nes culturales? ¿Q u é continuación tuvieron y tienen estas teorías?
Documento 2 « Q uerido señor D uran d -R u e l: A c a b o de tratar de explicaros por qué envío telas al S a lón. E n París hay apenas quince aficionados
230
capaces de apreciar una pintura que no haya pasado por el Salón. H a y otros ochenta m il que no com prarán ni un clavo a un pintor que
no haya estado representado en el Salón. H e aquí por qué todos los años envío dos retra tos, que bien poco es. Adem ás, no quiero caer en la m anía de creer que una cosa es m ala o buena según el lugar en que está. E n una palabra, no quiero perder el tiem po en fadándom e con el Salón. N i siquiera quiero aparentarlo. Pienso que es preciso hacer la mejor pintura posible, y con esto me basta. Si se me acusara de ser negligente con mi arte, o de sacrificar m is opiniones a una am bición imbécil, entonces sí que com prendería las críticas. Pero com o no hay nada de eso, nada pueden reprocharme, sino m uy al con trario. E n este momento, com o siempre, no me ocupo sino de hacer cosas de calidad. Q u iero hacer un cuadro que deje a la gente con la boca abierta y os permita venderlo
m uy caro. L o lograré dentro de poco, supon go. H e perm anecido lejos de todos los pinto res, bajo el sol, para poder reflexionar. Creo estar al cabo de todo ello, y haber encontra do la forma. Puedo equivocarme, sin em bar go, lo cual no me extrañaría demasiado. T e ned aún algo m ás de paciencia, y dentro de poco espero dar pruebas de que puedo en viar obras al Saló n y hacer buenas pinturas. O s ruego, así, pues, que defendáis m i causa ante m is am igos. L o que envío al Salón está elegido desde el punto de vista únicamente comercial. E n todo caso, ocurre lo m ism o que con algunas medicinas. Si no curan, tam poco enferman. Argel, m arzo de 1881.» R e n o ir Richard: «Cartas de grandes ar tistas» Barcelona, 1967, pág. 130. F rie d e n th a l,
Cuestiones: 1.
Sitúa la carta anterior en su contexto histórico-artístico.
2. Averigu a lo que puedas del autor.
3. 4. 5.
Resum e las ideas principales que expone. Recuerda las características principales del Im presionism o pictórico. ¿ E s un arte acepta do por todos? ¿ E n qué otras artes se manifiesta el Im presionism o?
D o cu mento 3 « C on el florecimiento de la disciplina inte lectual de las ciencias físicas, toda esta signi ficación m itológica se ha transform ado en psicología, y actualmente son m uy pocos, en tre los hom bres cultos, los que dudan aún de que los sueños son una propia función psíqui ca del durmiente. Pero desde el abandono de la hipótesis m i tológica han quedado los sueños necesitados de alguna explicación. L a s condiciones de su génesis, su relación con la vida psíquica des pierta, su dependencia de estím ulos percibi dos durante el sueño, las m uchas singularida des de su contenido que repugnan al pensa miento, la incongruencia entre sus represen taciones y los afectos a ellas ligados y, por úl timo, su fugacidad y su repulsa por el pensa m iento despierto (...). E l m ás interesante de todos ellos es el relativo a la. significación de los sueños, el cual entraña dos interrogacio-
nes principales. Refiérese la prim era a la sig nificación psíquica del acto de soñar, al lugar que el sueño ocupa entre los demás procesos aním icos y a su eventual ser interpretados: esto es, si cada uno de ellos posee un “senti d o ”, tal com o estamos acostum brados a ha llarlos en otros productos psíquicos. (...) Para m i gran asombro, descubrí un día que no era la concepción médica del sueño, sino la popular, m edio arraigada aún en la supers tición, la m ás cercana a la verdad. Tales con clusiones sobre los sueños fueron el resulta do de aplicar a ellos un nuevo m étodo de in vestigación psicológica que me. había presta do excelentes servicios en la solución de las fobias, obsesiones y delirios, y que desde en tonces había sido aceptado con el nom bre de psicoanálisis por toda una escuela de investi gadores.» F r e u d , Sigmund: «La interpretación de los sue ños» Vol 1. Alianza, Madrid, 1969, págs. 9-11.
231
2.
Técnicas de trabajo
U n a realización audiovisual
Pautas para su realización Se divide la clase en varios subgrupos (de unos cuatro com ponentes) que se asociarán se gún sus intereses: científicos, sociales, filosóficos, artísticos, literarios, musicales, etc. U n a vez establecida la distribución por preferencias cada grupo concreto se organiza para realizar una representación audiovisual. P ara llevarla a cabo es preciso realizar tres operacio nes fundamentales, que exigirán otras tantas divisiones de funciones entre los m iem bros inte grantes. • Selección de las diapositivas de acuerdo con el tema elegido. • Selección de la música adecuada que debe acom pañar a la proyección de las imágenes. • Selección de los textos que anim en la presentación temática y cada una de las diapositi vas.
Objetivos Ofrecer varias visiones diferentes que enriquecen la asim ilación teórica y práctica de los contenidos estudiados.
3.
Testimonios
Literarios
O tros
La s referencias literarias fundam entales ya se han hecho a lo largo del desarrollo del tema; pueden am pliarse consultando el resto de las
La s diapositivas de arte referentes a este pe ríodo y los discos de música de los autores es tudiados son también un apoyo inform ativo
obras de los autores citados.
del contenido del tema.
Cinematográficos L a film ografía al respecto es, sobre todo, d o cumental, aunque existen buenas películas de argumento, com o El loco del pelo rojo, de V i cente M in n e lli (sobre la figura del pintor V a n G o g h ) y Muerte en Venecia, de Luch in o V i s conti, en la que la m úsica de G ustav M ah le r es el hilo conductor y en donde se sintetiza la problem ática cultural del período. Respecto al cine documental existen bue nos ejemplos como: De Renoir a Picasso, de Haesaerts; Affaire Manet, de Jean Aurel; Henri de Toulouse Lautrec, de R obe rt H esses; Van Gogh, de A la in Resnais; y Gaudí, de A. Cirici-Pellicer.
232
F. «El Loco del pelo rojo».
M onumento conmemorativo de la destmcción de Rotterdam en la 2 .” G. M.
TERCERA PARTE
El mundo entre las dos guerras: 1 9 1 8 -1 9 4 5 10 .
L a R evolución Soviética. La U R S S
11 .
Las dem ocracias o ccidentales en la d é c a d a de los veinte
12 .
Los m ovim ientos fascistas
13 .
Las relaciones in te rn ac io n ales en el p e río d o de en tre g u erra s. La sociedad de naciones.
14 .
La gran d e presión de los a ño s treinta. A n te c e d e n te s y consecuencias
15 .
La S egunda G u e rra M undial 233
CUADRO CRONOLÓGICO 3 (TERCERA PARTE)
El mundo entre las dos guerras (1918-1945) En el período de entreguerras se producen una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales. El libe ralismo se transforma con la mayor intervención de los Estados. Las democracias son amenazadas por los totalitarismos v la Revolución Rusa hace aparecer una nueva forma social y política en Europa. A l finalizar el período, y tras una nueva y cruenta guerra, el mundo se divide en dos bloques, liderados por Estados Unidos y la U R SS, respectivamente.
Año
Política
Sociedad y economía
Ciencia y cultura
1918
Firma del armisticio. Fin de la I Guerra Mundial
Aumento general de la inflación en Europa
Manifiesto «Dadá». Aparecen los «caligramas» de Apollinaire
1919
Levantamiento espartaquista en Alemania Fundación de la I I I Internacional
Ley seca en los E E .U U . Gandhi inicia la campaña de desobediencia civil
Marccl Proust recibe el Premio Goncourt
1922
Primer gobierno fascista en Italia
Reconstrucción del Ku Klus Klan Conferencia de Genova (patrón oro)
Marconi expone las bases científicas de lo que después será el radar «Ulises», de James Joyce
1925
Conferencia de Locarno
Creación del movimiento 30 de mayo en China
«Punto y línea en el plano», de Kandinski
1926
Gobierno de Unión Nacional de Poincaré en Francia
Supresión del derecho de huelga en Italia
Se inaugura en París la galería surrealista
1929
Pacto de Letrán Trotski expulsado de la URSS
Viernes negro en la Bolsa de Nueva York
«El perro andaluz», de Buñuel Dalí se une al surrealismo
1930
Éxito electoral de Hitler en Alemania
Adopción del plan Young
«El malestar de la cultura», de Freud
1931
Proclamación de la II República española
Marcha de parados sobre Washington
Henrv Moore esculpe composiciones cn alabastro
1933
Polonia ocupa Danzing Incendio del Reichtag
Supresión de las libertades individuales y de prensa en Alemania
«La condición humana», de Malraux
1934.
Hitler asume la presidencia del Reich
Devaluación del dólar americano
Picasso hace su serie de «Tauromaquia»
1935
Italia invade Etiopía Formación del frente de Stressa
1936
Guerra civil española En Francia triunfa el Frente Popular Se proclama la formación del Eje Roma-Berlín
Juegos Olímpicos de Berlín Plan económico en Alemania
Mucre Unamuno «Tiempos modernos», de Chaplin Se exhibe en París «El Guernica»
1939
Fin de la guerra civil española Hitler invade Polonia Comienza la II Guerra Mundial
Acuerdo comercial entre Alemania y la U R S S Comienza la deportación de judíos
Muere Freud «El Concierto de Aranjuez», de Joaquín Rodrigo Se filma «Lo que el viento se llevó»
1941
Ataque japonés a Pearl Harbour Alemania invade la U R S S
Cartillas de racionamiento en Alemania
Muere James Joyce Se suicida Virginia Woolf
1943
Destitución de Mussolini Invasión aliada de Italia
234
Los Hermanos Maní estrenan «Una noche en la Ópera» «Poema óptico», de Bretón
«Juego de abalorios», de Hermann Hesse
El Zar Nicolás II y la zarina Alejandra.
Cartel conmemorativo de Lenin.
El zar Nicolás I I y la zarina Alejandra. Cartel conmemorativo de Lenin. Nicolás I I y Lenin: dos figuras opuestas y representativas de Rusia a principios del siglo X X . E l primero es el máximo re presentante del poder autocrático de la Rusia prerrevolucionaria. El segundo es el gran líder de la revolución bolchevique de octubre de 1917, que cambiará totalmente al país.
La revolución soviética. La URSS Contenidos 0. L 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Bibliografía p a ra el estudio del tem a. In trod ucció n. La R usia presoviética. Las revoluciones de 1917. G u e r ra civil y c o m u n ism o de guerra. 1921: la N E P. La institucionalización del nuevo régim en y la sucesión de Lenin. L a e ra Stalin. Prácticas.
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • B r u h a t , J.: «Historia de la URSS.» Villalar, M ad rid , 1977. Lib ro de síntesis, breve y claro, válido para todo el período a estudiar.
•
C a r r , E. H.: «La revolución rusa. De Lenin a Stalin (1917-1929).» Alianza, M ad rid , 1985. Lib ro asequible. R esum e su gran obra anterior, ya clásica, titulada «H istoria de la R u sia Soviética», reeditado en ocho volúmenes por A lia n z a a partir de 1980.
«La revolución msa.» A naya, M ad rid , 1988. Lib ro breve y de fácil com prensión que analiza la R u s ia presoviética y la revolución hasta el triunfo bolchevique.
• D íe z d e l c o r r a l , Francisco:
• F e r r o , M .: «La revolución de 1917 (L a caída del zarism o y la revolución de octubre).» Laia, Barcelona, 1975. R ealiza un buen análisis de los grupos y fuerzas políticas presentes en la R u s ia de 1917. Incluye una serie de docum entos básicos para el período, así com o una am plísim a biblio grafía.
«Historia Universal siglo XX.» Vols. 6 y 10. H isto ria 16, Inform ación y revistas, S. A., M ad rid , 1983. ' ' Encontram os una visión bastante com pleta de R usia: desde la situación prerrevolucionaria, hasta el pensamiento político de los líderes de la revolución o el arte de la misma. Son obras m uy accesibles desde todo punto de vista. • VARIOS:
• Fusi, J. P.: «El mito de la revolución soviética», en «Política Exterior», n.° 25 (1991), págs. 122-132. U n a breve aportación que pone en tela de juicio la visión tradicional del proceso revolucionario ruso de 1917, considerando a la Revolución de Febrero com o espontánea y democrática y a la Revolución de Octubre com o «un golpe de Estado dado por un par tido minoritario en una situación de vacío de poder y descom posición del Estado».
236
1.
Introducción
E n dos m om entos revolucionarios del año 1917, que tienen lugar en el breve espacio de nueve meses, R u sia destrona a su último zar, representante de una familia, los Rom anov, que había gobernado autocráticamente durante m ás de 300 años, quita el carácter oficial y de Estado a la Iglesia ortodoxa y expropia de sus bienes a ambos, así com o a la aristocracia. E ste gran cambio, que remueve hasta los cimientos del im perio ruso, llena de asom bro y m iedo a los países del resto del m undo y pone las bases de lo que será una gran potencia mundial, no se explica sin conocer unas condiciones socio-económ icas y políticas, que anclaban el país en la E d a d M edia. L a liberación de los siervos, por ejemplo, que tiene lugar en R u sia a m ediados del siglo X I X (véase T em a 3), se había dado hacía siglos en otros países occidentales. L a voluntad del zar era, a principios del X X , el único poder del país, m ientras en otros funcionaban ya democracias pluripartidistas. S o n sólo dos ejemplos del arcaísmo que persistía en la organización del E sta d o ruso.
Nicolás II en la ceremonia de su co ronación como zar en 1894. Ultimo zar de la familia Romanov y de Rusia. Gobernó en la más pura tradición autocrática, por la que to dos los poderes recaían en el zar, que lo era «por la gracia de Dios». Tras la revolución de 1905 hubo de hacer ciertas concesiones liberales, que poco a poco intentó anular. La en trada de su país en la I Guerra M u n dial supuso un desastre tal que las re voluciones de 1917 terminaron con su reinado, su hacienda y su vida, y el país pasó a estar gobernado por los bolcheviques. L a I G u erra M u n d ia l (véase T em a 8), con la m iseria y desorden que produce, agudiza este panoram a y lanza a las m asas desesperadas contra el sistema. E stas se autoorganizan para luchar por el cam bio en comités o soviets, que serán, p o r otra parte, junto al partido bolchevi que, el m otor de la revolución de octubre. L a revolución rusa es ade más punto culminante de una serie de m ovim ientos revolucionarios que recorren E u ro p a en los años 1917-18 y de los que sólo el ruso re sulta triunfante. ‘ E n octubre de 1917 logran el poder los bolcheviques, dirigidos por Lenin, que reinterpreta y adapta las ideas de M arx. A partir de este m om ento se nroduce la realización práctica del socialism o (llam ado
237
ahora también com unism o) en un país. La s ideas de revolución uni versal de Trotsky (otro de los líderes de la revolución rusa) han de de jar paso al pragm atism o de Stalin de construir el E sta d o socialista en Rusia.
2.
La Rusia presoviética
2.1. Situación socioeconómica a. La población rusa. Tuvo un fuerte aumento en el paso de un siglo a otro. L o s 87 m illones de habitantes de 1870 se convierten en 125 a final de siglo y en 175 en 1914, y ello a pesar de una tasa de m o r talidad relativamente alta (entre el 30 y 35 por m il) ...Se trata, por otra parte, de una población predom inantemente rural, ya que en 1910 los habitanteTcle las ciudades no llegaban al 20 por 100 del total, aunque M o s c ú sobrepasaba el m illón y San Petersburgo los dos millones. b. La estructura de la sociedad.
Puede esquematizarse del si
guiente modo:
Campesino niso arando la tierra. E l atraso técnico de la agricultura era muy grande. La condición de los campesinos no había cambiado casi con la emancipación de los siervos. Las reformas de principios del si glo X X tampoco supusieron casi nada.
■ Clases altas, p o m a d a s , sobre todo, por nobles y clérigos. L a n o bleza posee gran cantidad de tierras y dom ina el aparato estatal y el ejército. L a Iglesia ortodoxa tiene una enorme im portancia e influencia, además de poseer m uchas riquezas. Junto a ellos hay que citar a algunos grandes industriales y comerciantes (muy reducidos en número). ■ Clases medias. S o n m uy escasas. E stá n form adas por los kulaks o cam pesinos ricos, los pequeños comerciantes e industriales, sin dem asiados medios, y los profesionales liberales que, a pesar de su prestigio com o intelligentsia en una sociedad de analfabetos, están casi proletarizados. ■ Clases bajas. Están com puestas por: • Campesinos: suponen la m ayoría de la población, S u situación, a pesar de la em ancipación de los siervos, sigue siendo m uy m ala y tienen una gran dependencia del M ir. (V é ase T e m a 3). L a s re form as de principios de siglo tuvieron pocas repercusiones rea les, pues el paso a las ciudades no mejora su situación. • Obreros industriales: su situación se parece a la de los obreros del prim er capitalism o de E u ro p a occidental. Carecen de todo tipo de derechos, y sus salarios son m ínim os. E stán m uy concen trados geográficam ente y también en grandes empresas (m ás de la m itad de ellos trabajan en fábricas que superan los 500 traba jadores), condiciones que facilitan el asociacionism o y la lucha
La industria rusa se halla muy con centrada geográfica y financiera obrera. mente. E l Estado y el capital extran jero son los principales impulsores c. La economía. Se basa fundam entalm ente en la agricultura, con de la misma. La dependencia exte una estructura arcaica y una m odernización técnica muy escasa. Las rior es enorme. N o existe casi, por m ayores y mejores tierras están en m anos de las clases altas, y los sier tanto, una clase burguesa entre los vos liberados han pasado a soportar grandes cargas impositivas. L a re dos polos de esta sociedad. Los prin form a de Stolypin, a principios del siglo X X , que reducía el poder del cipales sectores industriales son los i M i r y entregaba pequeños lotes de tierra a cam pesinos indigentes, no ferrocarriles, textiles, extracción de solucionó el problem a porque éstos preferían vender la tierra recibida minerales y metalurgia. a los kulaks.
238
A pesar de todo, los cam bios y las nuevas roturaciones hicieron au mentar bastante la producción (se duplicó la de algunos productos en tre 1861 y 1914). Pero el crecimiento dem ográfico, la desviación de gran parte del trigo a la exportación para pagar la deuda exterior y el fuerte aumento de los precios hicieron que no mejorara la situación del campesinado. L a industrialización es la que tiene un m ayor desarrollo desde los años 1880 hasta la guerra. (Véase T e m a 5.)
2.2. a.
El panorama político La autocracia zarista
L a reacción de la últim a etapa del reinado de Alejandro II, que pone fin al período reformista y de liberalización (véase T e m a 3), cul-mmavTras su asesinato en 1881, en el reinado de sus sucesores A le ja n dro I I I y N ico lás II, que instauran de nuevo la autocracia m ás absolutaTSu gobierno se organiza sobre las siguientes bases: • L a burocracia, que dom ina totalmente el país en el plano ad m i nistrativo y tiene una estructura m uy compleja. Su corrupción era conocida por todos y fue en aumento en los prim eros años del siglo X X . • L a policía política (ochrana), que controla las escuelas y univer sidades, la prensa y hasta la justicia. Incluso llega a manejar m o vim ientos de protesta obrera o los p ogrom s antisemitas. • E l ejército, instrumento del expansionism o ruso, así com o del control de los pueblos no rusos o, en últim o término, del orden interior. • L a Iglesia ortodoxa, cuyo jefe suprem o es el zar, que tiene una enorme influencia en las m asas campesinas. • L a nobleza, que posee grandes riquezas y m onopoliza los altos cargos de la adm inistración y el ejército.
S itu a c ió n d el c a m p e sin o r u so en la é p o ca z a r ista «Aunque los campesinos pagaron su liberación, no lograron ser hom bres libres; siguieron estando atados por veinte años más; se les redujo a la más ínfima condición y así han es tado hasta hoy: podían ser azotados, tenían que pagar impuestos especia les, no tenían derecho a salir libre mente de la comuna semifeudal, ni disponer a su albedrío de sus tierras y menos aún establecerse en cual quier otro territorio del Estado ruso.» L e n in , Apud H i l l , Christopher: «La revolución rusa.» Ariel, Barcelo na, 1969.
L a in d u str ia liz a c ió n ru sa «(...) mientras que hasta el mo mento mismo de estallar la revolu ción, la agricultura se mantenía, con pequeñas excepciones casi en el mis mo nivel del siglo X V III, la indus tria, en lo que a su técnica y a su es tructura capitalista se refería, estaba al nivel de los países más avanzados y, en algunos aspectos los sobrepasa ba. (...) La intensa concentración in dustrial suponía, ya de suyo, que en tre las altas esferas capitalistas y las masas del pueblo no hubiese sitio para una jerarquía de capas interme dias.» T r o ts k I : «Historia de la revolución rusa.» Apud A rm estO : «Op. cit.»,
• L a rusificación de las m inorías étnicas.
pág. 235. E l descontento del pueblo aflora en continuas huelgas y m anifes taciones de protesta, a lo largo de am bos reinados, que son dom ina das con m ayor o m enor facilidad.
b.
Los partidos políticos 'c _ ___________ _ ..,.,
_
.
A principios del siglo vam os a encontrar ya una oposición clandes tina, estructurada en varios grupos políticos. L o s principales eran: • Partido kadet (KD: constitucional-demócrata). D e tinte liberal, está integrado por terratenientes medios, técnicos y m iem bros de profesiones liberales. E ntre sus objetivos se encuentran p ro m ulgar una constitución para im plantar así un régim en parla mentario, defender las libertades públicas y dar autonom ía a las nacionalidades, así com o m odernizar el cam po ruso con una reT o rm a agraria seria.
L a a u to c r a c ia z a r ista «Esta corona visible es el símbolo de la corona invisible que Nuestro Señor Jesucristo te otorga como jefe y señor de todas tas Rusias, acompa ñada de su bendición, al entregarte el poder soberano y supremo sobre todo tu pueblo.»
E l a rz o b isp o de M o sc ú a N ic o lá s II a l co r o n a r lo c o m o Z ar.
Apud D ie z d e l C o r r a l : «La revo lución rusa.» Anaya, Madrid, 1988. pág. 8.
239
• Partido social-revolucionario (SR). R e coge parte de la ideología populista y nihilista del siglo anterior. Para este partido el pro blem a principal es el campesino, y el paso al socialismo, del que pretenden distanciarse, sería a través del M ir. Su m étodo de ac ción es el terrorismo. • Partido obrero socialdemócrata ruso (POSDR). Tras varios inten tos antenoreTdFaTgunos de sus líderes, com o Plejanov, nace en 1898 en el clandestino congreso de M insk. Su ideología es'fa rharxista y sus bases los proletarios industriales. D esde su constitu ción h ay división entre sus m iem bros sobre el papel y la organi zación del partido y la vía revolucionaria a seguir. E n el 2.° C o n greso, celebrado en Bruselas y Londres en 1903, se oponen los bolcheviques (palabra rusa que significa mayoría), dirigidos por Lenin, y los mencheviques (m inoría), marxistas ortodoxos, a cuyo frente están M a rto v y Plejanov. M ientras los m encheviques de fienden la necesidad de una fase burguesa anterior a la revolu ción socialista y la aceptación de la militancia de todo el que aca te su program a, los bolcheviques son partidarios de la revolución continua que lleve al proletariado al poder y de un partido re ducido que dirija dicha revolución.
Fundadores de la «Unión de lucha para la clase obrera», entre los que se encuentra, en el centro, Lenin. É ste fue uno de los grupos p re d e cesores del Partido Socialdem ócrata.
c.
Lenin y los bolcheviques
Le n in revisa las tesis de M a rx para aplicarlas a su país. Sus dife rencias con los m encheviques y otros grupos marxistas, com o los eco nomistas, son, sobre todo, de orden práctico. Sus ideas principales se pueden resum ir en las siguientes:
apunta que el capitalism o en su fase financiera ha provocado la lucha política entre los Estados, a los que divide en ricos y pro letarios. L a revolución, entonces, debe partir de un país proleta rio com o Rusia, aunque con cierto grado de industrialización, ya que el proletariado de los países m ás desarrollados, al elevarse su nivel de vida, abandona los ideales revolucionarios. D esde este punto inicial la revolución se extendería al resto del mundo.
240
• ‘'Revolución proletaria,; sin fase burguesa intermedia: fa_burguesía rusa era incapaz de llevar a cabo una revolución por su de bilidad numérica, económ ica y política. E l proletariado, en cam bio, aunque reducido, está concentrado en grandes empresas y en ciudades clave, y sufre, además, las condiciones m ás duras de explotación. Su papel, por tanto, puede ser decisivo. • E l papel del partido: en un Estado policial com o el ruso, el par tido debe ser reducido, pero con m iem bros capaces de todo por sus ideas. A l m ism o tiem po ha de estar centralizado y cohesio nado para convertirse en la vanguardia del proletariado. A s í dice en « ¿Q u é hacer?»: «(...) La organización de los revolucionarios debe englobar, ante todo y principalmente a hombres cuya profesión sea la acción revolucionaria. Ante esta característica, común a los miembros de tal organización, debe desaparecer absolutamente toda distinción entre obreros e intelectuales y, con más razón aún, entre las diver sas profesiones de unos y otros. Necesariamente, esta organización no debe ser muy extensa y es preciso que sea lo más clandestina posible.» L en in : «¿Q ué hacer?» Apud «Obras escogidas». Vol. I, Moscú, S. A., pág. 153. • Im portancia de los intelectuales: la clase obrera sólo puede lle var a cabo una lucha sindical por mejorar su sistema de vida. L a teorización socialista ha sido producto de la intelligentsia y ella ha de ser quien cree conciencia política, analice las circunstan cias concretas y prepare la revolución. P o r ello su papel es insusti tuible. ' • L o s cam pesinos también tienen cabida en la revolución social, ya que, para que ésta triunfe, es necesario que «caminen al uní sono con los proletarios, asum iendo un papel revolucionario acti vo». D esde 1903, los bolcheviques llevan una existencia autónom a den tro del partido hasta el punto de celebrar en 1905 un C on greso exclu sivo. Trotski, que discrepaba de ellos y de los mencheviques, intenta, sin éxito, que se produzca de nuevo la unidad. L a revolución de 1905 abre aún más la brecha, hasta que en 1912 se reúne en Praga una con ferencia bolchevique en la que se declaran auténticos y únicos repre sentantes del P O S D R .
2.3. a.
Las crisis
1905: Ensayo general de la revolución
L a situación socioeconóm ica y política ya expuesta, agravada por las levas de cam pesinos y los im puestos para hacer frente a la guerra ruso-japonesa de 1904-5, junto al alza de los precios y el m antenim ien to de los salarios en las ciudades provocan una situación revoluciona ria en 1905, calificada por Trotski de «ensayo general de la revolu ción». E l 9 de enero de 1905 (22 de enero para los occidentales, ya que el calendario ruso llevaba esta diferencia de 13 días) una enorme ma-
Vladimir Ilich Ulianov, Lenin (Simbirsk, 1870-Gorki, 1924). De familia burguesa, la ejecución de un hermano en 1887 le marcó profundamente. Expulsado de la Universidad de Kazan, terminó de recho en San Petersburgo. Estudió a Marx y participó en grupos socialis tas y en la fundación del P O S D R . Fue detenido y desterrado a Siberia. Se exilia en 1900 y vive en varias ca pitales europeas. Pronto fue recono cido como jefe del ala bolchevique del partido. Tras breves regresos a Rusia, lo hizo definitivamente en oc tubre de 1917, para asumir la direc ción de la revolución. Escribe múlti ples obras, entre las que destacamos: «¿Qué hacer?» (1902); «Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolu ción democrática» (1905); «El impe rialismo, estadio superior del capita lismo» (1915); «El Estado y la revo lución» (1917).
T á ctic a s r e v o lu c io n a r ia s «De la revolución democrática, y según la medida de nuestras fuerzas, la fuerza del proletariado consciente y organizado, empezaremos a pasar en seguida a la revolución socialista (...) Nosotros estamos por la revolu ción permanente. Nosotros no nos pararemos a mitad del camino.» L en in : «Dos tácticas de la Social democracia en la Revolución demo crática.» Apud H ill, C.: «Op. cit.», pág. 89.
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Domingo sangriento en San Petersburgo (1905). La manifestación pacífica del 9 de enero acabó en matanza al disparar sobre ella los cosacos. Supuso el ini cio del importante movimiento revo lucionario de 1905.
Pope: sacerdote del clero secular de los ortodoxos rusos.
E l domingo sangriento «Domingo, 22 de enero. U n día penoso. Se han producido grandes desórdenes en San Petersburgo por que unos obreros querían subir al Palacio de Invierno. Las tropas han abierto fuego en varios lugares de la ciudad; ha habido muchos muertos y heridos, iDios mío, qué penoso y triste! Mam á ha llegado de la ciudad y ha ido directamente a misa. (...)» Diario de Nicolás II. A p u d M a r t í n e z D e g r a in : «Los días rojos.» H is toria 16, N 117, Madrid, 1976.
nifestación pacífica, d irigid a por el contradictorio pope G apón , se d i rige al palacio de Jnvierno del zar en San Petersburgo,. pidiendo, entre otras cosas, m ejoras salariales y de las condiciones de trabajo, la p ro tección del zar y la convocatoria de una A sam b le a Constituyente. L o s cosacos abren fuego contra ella y producen una gran cantidad de m uer tos (D o m in g o Sangriento). Este hecho trae com o consecuencias la ge neralización de las huelgas y manifestaciones, que habían com enzadoy persistían desde los últim os m eses del año anterior, la unión táctica de burgueses y proletarios e incluso la sublevación de algunas u nid a des militares (la m arinería del acorazado Potemkin). E n otoño com ien zan a form arse con representantes de los obreros unos consejos revo lucionarios (soviets), que tendrán corta vida. E l de San Petersburgo es taba presidido por Trotski. N ico lás II, aconsejado por Witte, se ve obli gado a hacer algunas concesiones en el «M anifiesto de Octubre», L a s prom esas principales eran la concesión de ciertas libertades, la creación de una D u m a (asam blea legislativa) nacional y la am pliación del derecho de'voto. E l partido K ad et acepta estos com prom isos, y se crean, al m ism o tiempo, otras organizaciones políticas (com o el parti do Octubrista), todas ellas situadas en la derecha ideológica, que par ticipan y copan la m ayoría de los escaños de las futuras Dum as. L a situación posterior ha sido denom inada la época del pseudoconstitucionalismo, porque se reducen los poderes de la D u m a (se ele girán cuatro hasta 1917), se favorece extraordinariamente el voto de los propietarios, el zar disuelve la A sam b le a a su antojo y se com binan ciertas reform as con la represión de las continuadas protestas y de los partidos de la oposición. L
b.
Caricatura de Rasparía (1871-1916) con el zar y la zarina en sus brazos. Esta siniestra figura llegó a tener un gran poder en Rusia, gracias a la influencia extraña que ejercía sobre la zarina y su hijo, el zarevich Alexis, enfermo de hemofilia.
242
La Guerra Mundial
L a decisión de N ico lás I I de entrar en la guerra supone, en pala bras de Lenin, «el m ás herm oso regalo a la revolución», pues va a so cavar los endebles cimientos del im perio ruso. E l zar se vio obligado a ello por los lazos diplom áticos y económ icos que le unían a la E n tente y para no perder totalmente el control en los Balcanes (véase T em a 8). L a guerra, im popular desde el principio, supuso la oposición de to dos los sectores hacia el zar, bien por la form a de llevarla o bien por la guerra en sí misma. M ilitarm ente hubo que alistar a casi 15 m illo-
nes de nuevos soldados, a los que no se les po d ía equipar (había un fusil para cada tres) ni dar comida. L a s consecuencias fueron m illones de muertos y heridos, deserciones en m asa y derrotas. T o d o ello p ro vocó tensiones entre los militares, que llegaron a obligar a N ico lás I I a acudir al frente, y algunos incluso a pedir su abdicación. E n el plancypolítico, la corrupción, la disolución de la D u m a en 1917, la enorme deuda y la situación desastrosa hacen que la o posi ción legal (partido K D , octubristas, etcétera) decida oponerse al zar y exigir su abdicación para crear un régim en parlamentario^ L a o posi ción ilegal, m ientras tanto, centraba su actividad en fom entar el paci fism o y organizar huelgas y manifestaciones de protesta. Económ icam ente el desastre es total: aumentan los impuestos, se paraliza en parte la agricultura y la industria com o consecuencia de las levas, hay escasez de víveres, aumentan los precios sin corresponden cia con los salarios, etcétera. E sto origina el descontento, la oposición generalizada y los m ovim ientos de protesta de la población, que irán poco a poco en aumento. L a situación,, descrita por un inform e poli cial, es la siguiente: «Según el portavoz del grupo obrero de las industrias de guerra, el proletariado de la capital está al borde de la desesperación; se cree que la más mínima explosión, debida al más nimio pretexto, conducirá a motines incontrolables, con decenas de miles de vícti mas. (...) La situación económica de las masas, a pesar de un alza de salarios importante, se halla cercana a la miseria. Incluso si se valora el alza de los salarios en un 100 por 100, el coste de la vida se ve acrecentado en un 300 por 100. La imposibilidad de obtener productos, la pérdida de tiempo que significan las horas de cola ante los establecimientos, la creciente mortalidad debida a las ma las condiciones de alojamiento, al frío, a la humedad que origina la falta de carbón, todas estas condiciones han creado una situa ción tal que la masa de los obreros está dispuesta a dejarse llevar por los excesos más salvajes.»
Apud H e r n á n d e z sa n d o ic a , E.: «Las condiciones revoluciona rias.» Historia Universal Siglo X X , N.° 6 Historia 16, Información y Revistas, S. A., Madrid, 1983. § -- *
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£7 zar Nicolás II al frente de sus tro pas. Las derrotas sufridas por el ejérci to ruso, mal equipado y peor de mo ral, en la I Guerra Mundial, obliga ron al zar a ponerse al frente del mis mo. Sin embargo, los desastres mili tares continúan y las consecuencias de la guerra sobre la población civil son cada vez más graves, hasta el punto de provocar el levantamiento de ésta contra el sistema.
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Las revoluciones de 1917 •La Febrero: el fin del zarismo^ La democracia burguesa L a situación descrita en el apartado anterip r v a . a provocar una se rie de hnelgas_v m anifestaciones que se inician e l 'iTde.febre.ro en P e -‘ trogm d a-faom bre de San Petersburgo desde 1914)) y_son descritas por la zarina com o «un m ovim iento de golfos. M u c h a chos y chiquillas córren y gritan que no tienen pan., sim p le m e n te p ara p ro d u c ir distur b io s , y unos obreros im piden a otros que trabajen». (Apud. H isto ria 16, N.°7: « O p .U t.» , pág. 80). L o s disturbios van en aumento en los días sucesivos. E l zar ordena que se aplaste la sublevación, pero las tropas de la guarnición, bisoñas en gran parte, se niegan a disparar y, rebe lándose contra sus jefes, confraternizan, los días 26 y 27 (11 y 12 de marzo para los occidentales), con los manifestantes. T ras la salida de
v ig e n cia s de la revolucióiv «(...) De donde se deduce que para la revolución es esencial, prime ro, que una mayoría de trabajadores haya comprendido plenamente que la revolución es necesaria y estén dis puestos a sacrificar sus vidas por ella; segundo, que las clases dirigentes es tén en un estado de crisis guberna mental tal, que ello empuje incluso a las masas más atrasadas a la política, una crisis que debilita al gobierno y permite a los revolucionarios derri barlo rápidamente.» L en in . Apud. H ill , C.: «Op. cit,». pág. 35.
243
Telegrama del presidente de la Duma al zar: situación prerrevolucionaria El 26 de febrero el presidente de la Duma envía el siguiente telegra ma al zar: «La anarquía reina en la capital. E l gobierno está paralizado. Los transportes de combustibles y el aprovisionamiento son caóticos. Hay tiroteos por todas las calles. Las tro pas se enfrentan entre sí. Es absolu tamente indispensable encargar a al guien que goce de la confianza del país la tarea de formar un nuevo go bierno. Y a no se puede perder tiem po. Cualquier retraso es fatal.» Nicolás I I comentó: «Ya está este gordo contándome disparates. No merece la pena ni siquiera contestar le.» Apud. D íe z d e l C o r r a l , F.: «Op. cit.», pág. 46.
los presos políticos se coiistituye de nuevo el Soviet. llam ado ahora de «obreros y soldados» que comienza a organizar com isiones para con trolar la situación. E n este m om ento está en m anos de mencheviques i^ o c i a l r e v o l u c i o n ^ o s ^ A l m ism o tiemno Jos representantes de la D u m a ^ q u e ha sido di suelta, crean nn C om ité Provisional p ara el restaPiecimiento del orden y las instituciones. D ía s después, de acuerdo con el Soviet, se organiza un gobiernnjrroyjsional presidido por el príncipe Luov*y"form ado fun damentalmente por m iem bros d e lP K D . L a s tropas enviadas p or N ico lás I I no pueden'llegar a Petrogrado, \ el zar, que se encuentra en e f f r e n f e T ^ l^ k p ia f lít t io j ^ ^ ^uj^erTsú hprm ann M igu e l guien a su vez, firm a igualmente ^ a b d u j cacion el m icm n Fe el 9 M e marzn v ha term inado el zarismo en lu s ia nartir de. este m om ento coexisten dos poderes gobierno real, con, cierto apoyo^de lo T sqyiehfcgpero no del desde que decide continuar con m ' ' ñ Z ^ r p ^ r ^ m y S n v i e t de P etrogradij que aglutina a todos los demás y rebibe-peficiones y presiones para acabar con la guerra,, re partir tierras, etcétera. J as prim eras decisiones del gobierno son, en tre otras, continuar la guerra hasta la victoria, abolir la pena de nuierte, conceder amnistía, suprim ir las diferencias c ü razá, religiónja casta
Lock-out: cierre de los centros de
y'Sonvócar, lo antes posible, una A sam b le a GonsTTfúyentg.
trabajo impuesto por los empresarios para presionar sobre los obreros, que quedan así en paro.
Le n in llega el 3 de abril, acogiéndose a la am nistía^y propone_en su sT T F g lg llg ^ b ia y T lj It f á f e g ia a seguir por los bolcheviques, quejauede resumirSÉLen estas ideas principales7
• Paso de una prim era etapa de la revolución (burguesa) a una se c u n da en la que eL p Q d £ Ü a ÍQ g r e id Q & ^ ^ • N in gú n ar • C reación de una república de soviets. • N acionalización de la tierra y la banca.
AlexanderF. Kerenski (1881-1970). Nace en 1881 y muere en 1970 en Nueva York. Abogado de ejercicio, pasa a la política entrando en el par tido Socialrevolucionario. Fue elegi do diputado de la cuarta Duma. M i nistro de justicia en el primer G o bierno Provisional y de la guerra en el de coalición de marzo del 17, pasó en julio a presidir el Gobierno. Con el apoyo popular hizo fracasar el gol pe de Kornilov, pero no pudo frenar la revolución de octubre. Tras huir de Rusia, vivió en el exilio el resto de su vida.
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E n abril cae el prim er gobierno provisional y se form a otro, en el que aparecen mencheviques y socialrevolucionarios (gobierno de coa lición), que planteaba la continuación de la guerra hasta lograr una paz sin anexiones, y algunos cam bios económicos. Sin embargo, c j j i í t cgsced«4w-ftfaasiva m ilitar proyectada por Kerenski, las subidas de pre cios v la m ala situación económ ica provocan huelgas obreras, a la sq u e lo s patronos responden con lock-out Cas manifestaciones se reprodu-ceraIeH táds^*por los boleheviquesT Lljqv dimite en julio, y da paso a un nuevo Poh.iema.de coalición p re sid id o ‘p o r K e ^ s k i , que inicia la persecución de los bolcheviques (Le n in ha d e T n n ^ ^ in la n d ia ) , a los que se acusa de la situación. L o s problem as para el gobierno vienen ahora de la derecha y los militares m ás intransigentes, encabezados por el general Kornilov, que intenta un golpe de estado, fallido gracias a la m ovilización popular lle vada a cabo con el apoyo bolchevique. L a situación económ ica .sigue cleterituáudtrse-rte'gpéirra continúa de máTen^eoFc5Lec8rtiriuas(áe=-> m ism o tiempo, los h olcheviqués. Que dc TíTCVn IfarTsalido de la sem iclandestinidad y Ta cár-
e e l.-c y m ie n z a n a ohtp.ne.r m ayoría en lo s sov^ gsrie Petrogrado. M a sc ú _v otros,. Trotsky, elegido otra vez prcsid e n lcd cH so viu f de P rtm o nu ln lo organiza-com o fuerza militar que esté dispuesta a prevenir otro in tento go lp ista .E l 9 de octubre regresa Lenin v re la n z a el poder para los soviets».
¿riunfo bolchevique El día 10 SP re ú n e en secreto el C om ité Central del partido b o l chevique, en el que Lenin expone la necesidad de tom ar el poder m e diante una"insurrección armada. Se fija para ello la fecha del 25 de octubre^y s e n r u a n i z a un m m i f p m i l i t a r jp a lü O fla a i¿ a p™ Trotski. E T ^ ^ ^ n s t a l a I enin en el Instituto .Smolnv. s e d ^ k L S iM e t .
Llamamiento del general Kornilov (25-8-17). «Pueblo ruso: La madre patria está en trance de desaparecer. (...) el gobierno provisional actúa bajo la presión de la mayoría bolchevique de los soviets de pleno acuerdo con el estado mayor alemán. (...) Yo, el ge neral Kornilov, hijo de un campesi no cosaco, os digo a todos que no de seo nada, sino la salvación de la gran Rusia.»
Apud. F e r r o , M.: «La revolución de 1917.» Laia, Barcelona, 1975, pág. 135.
Lenin en el Instituto Smolny en octu bre de 1917. Este edificio se convirtió en el cen tro de operaciones de la revolución llevada a cabo por los bolcheviques en octubre.
Asalto al Palacio de Invierno (pintura contemporánea). Este palacio era el símbolo del po der del Estado, representado prime ro por los zares y después de febre ro del 17, por el Gobierno Provisio nal.
trogrado v dej_ q ¡m ifrL C a B tra l bolchevique., nara dirigir l|is ope raciones. P o r la noche la guardia roja, a las órdenes de Trotsky, tom a los centros estratégicos de la ciudad. E n la m añana del día 25 e n c o razado Aurora apunta hacia el Palacio de Invierno, donde está reuni do el gobierno. Kerenski huye, pero los restantes m iem bros del m ism o son detenidos. ¡i
r,-
Caricatura de Nicolás II (1868-1918) arrastrando un águila bicéfala desplu mada. Es el símbolo del destronamiento de los zares.
El primer Consejo de Comisarios del Pueblo. «El Congreso de los Soviets de di putados obreros, soldados y campe sinos de toda la Rusia acuerda: Formar para la administración del país, hasta la celebración de la Asamblea Constituyente, un Gobier no Provisional Obrero y Campesino, que se denominará Consejo de C o misarios del Pueblo. (...) En la actualidad, el Consejo de Comisarios del Pueblo está com puesto de las siguientes personas: presidente del Consejo, Vladimir Uliánov (Lenin); comisario del Pue blo del Interior, A. I. Rykov; (...) Ne gocios Extranjeros, L. D. Bronstein (Trotski), (...) presidente para Asun tos de las Nacionalidades, J. V. Dzhugashvili (Stalin). 26 de octubre de 1917.»
Ibid. págs. 104-5.
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«jets, que Ese m ic m n día se. r Olí n i ' e l . I L g g a g m re sp á ld alo y la dirección de ^ m m E r n ! se ^ ^aprueba una proipaída loss hechos hec clam a que dice: «¡A los obreros, a los soldados, a los campesinos! H a comenzado sus labores el I I Congreso de los Soviets de di putados obreros y soldados de toda Rusia. (...) apoyándose en la insurrección victoriosa de los obreroV v de la guarnición de Petrogrado, el Congreso toma en sus manos el poder. H a sido derriba do el Gobierno Provisional. La mayoría de sus miembros están ya detenidos. E l poder soviético propondrá a todos los pueblos una paz de mocrática inmediata y un armisticio inmediato en todos los fren tes. Asegurará el paso a los comités campesinos, sin indemniza ción, de la tierra de los latifundistas, de las tierras de la Corona y de los monasterios; defenderá los derechos del soldado, llevando a cabo la completa democratización del ejército; implantará el con trol obrero de la producción; asegurará la reunión de la Asamblea Constituyente en el momento oportuno;, se preocupará de abaste cer de pan a las ciudades y de artículos de primera necesidad al campo, y garantizará a todas las naciones que pueblan Rusia el au téntico derecho a la autodeterminación. E l Congreso acuerda: todo el poder en las localidades pasa a los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos, llamados a asegurar un orden verdaderamente revolucionario. (...) ¡Ferroviarios: detened todos los trenes enviados por Kerenski sobre Petrogrado! (...) , ¡Viva la revolución! E l Congreso de los Soviets de diputados obreros y soldados de toda Rusia. Los delegados de los Soviets campesinos. 25 de octubre de 1917.»
Apud. L a c o m b a , J. A.: «Op. cit.», págs. 100-2. h n lc h e v im ie s logran una am plia m ayoría e n Fií'i^11- nque fuera de retrogrado tardan algunos días en imponerse. Inmediatamente, gara dar satisfacción a las m asas y así asentar la revolución, se inicia la negociación de la paz, tras una llam ada a todas las naciones para concluir «una paz justa y democrática»4J j ^ g ^ j ^ ^ resprnfovsk en m arzo de 1918 (véase T em a 8). O tros de los prim eros decretos del gobierno soviético fueron: • D ecreto sobre la tierra que suspende la gran propiedad agraria. • D ecreto sobre las em presas industriales por el que el control de " cada "fábrica pasa aüéTejercido p o re fs o v ie t de la m ism a y el de su ciudad. • D ecreto de las nacionalidades que reconoce la igualdad de tod ^ io T p ü e b lo s de R u sia y su derecho a la autodeterminación. • N acionalización de la banca.
E l prim er problem a grave que se plantea es el de las elecciones de l a Á s m n b J e a i S ^ r uyente, £ n Jas cute lo U b o ic heviqucs sofo ohtieñciT m ^ s c a s o ^ g i l j P B f f f l e ios escaños. R e u n id a la A sam b le a el 5 de ene ro de 1918, n o acepta reconocer el poder de los soviets, anula los de cretos del gobierno y los sustituye por otros semejantes. L a segunda reunión fue disuelta por la G u a rd ia Roia. el poder d e v u e lto T T o F s(> “ viets. Mencheviques y socialrevolucionarios pasan a una oposición ac tiva, D ía s después de los Soviets, míe se de clara heredero de la Constituyente y aprueba, entre otras, la « D e cla ración de los D erechos del Pueblo Trabajador y Explotado». E n junio de 1918 se ratifica la Constitución de la R epública S o c ia lista Federativa Soviética R u sa ( R S F S R ) , en la que se acuerda una es tructura federal y se declara que los Soviets constituyen una form a nue va y distinta de E sta do y en ellos recaen todos los poderes, sin que haya división de los mismos.
4 . Guerra civil y comunismo de guerra
Becreto sobre la tierra «1) Queda abolida en el acto sin ninguna indemnización la gran pro piedad agraria. 2) Las fincas de los terratenien tes, así como todas las tierras de la Corona, de los monasterios y de la Iglesia, con todo su ganado de labor y aperos de labranza, edificios y to das las dependencias, pasan a dispo sición de los comités agrarios subdistritales y de los soviets distritales de diputados campesinos hasta que se reúna la Asamblea Constituyente. (...)»
Apud. L a c o m b a : Ibid, pág. 110. disolución de la Asamblea Constitu yente
«De modo que esta Asamblea Constituyente que debía ser la coro nación de la república parlamentaria burguesa, tenía forzosamente que D esde el triunfo de octubre, los bolcheviques tienen que hacer fren atravesarse en el camino de la Revo te a la oposición de diversas fuerzas interiores y exteriores al país. D e n lución de Octubre y del poder de los tro de R u sia aparecen los prim eros focos de insurrección en regiones Soviets. (...) No podía representar periféricas com o Ucrania, con claros tintes separatistas, y en grupos m i por esta razón más que el papel de pantalla para disimular la lucha de litares zaristas, X a firm a de la paz con A le m an ia y,.sobre todo, la d i solución de la A sam b lea C o n s tiüLVcntc.nravocan que los partidos po- ~ los contrarrevolucionarios por el derrocamiento del Poder de los So fíticos kadet. mencheviques v sorialrevnli.rinnarir.jLnáse.n a una oporiviets. ^ (insurrecciones y atentados^ v im m Por cuyas razones, el Comité Eje LLUi-se p u e d a -hablai..va.dq una clara gu e rrao v il. T od ^ s estos grupos, cutivo Central acuerda: Queda di que están divididos entre sí. a pesar de que su objetivo principal era suelta la Asamblea Constituyente.» elim inar el gobierno salido de la revolución de octubre, form an el 11am ado ejército. Blanco. L e n in : «Obras escogidas», Vol. II, P or otro lado han de hacer frente a la intervención extranjera (Ja pón, E stad o s U n idos, Inglaterra y Francia), que tiene lugar por las si guientes causas: • Intentar mantener el frente oriental para que A le m an ia no pase todas sus tropas al occidental. • Poder cobrar la deuda que R u sia mantiene con ellos y que ha sido abolida. • Evitar el contagio revolucionario. E n un prim er m om ento los países citados acuerdan repartirse R u sia en zonas de influencia y com ienzan a intervenir militarmente. D e cretan adem ás el bloqueo al nuevo Estado. Sin embargo, poco a poco su intervención se reduce a apoyar de form a m ilitar y financiera a los grupos contrarrevolucionarios. L o s Blancos, por su parte, apoyados en los cam pesinos desconten tos con la situación económ ica y las requisas, intentan converger hacia M o sc ú desde el Norte, el Este y el Sur (este ejército era el principal y estaba dirigido por el general D enikin ), aunque sus intereses son tan dispares, que su unión se rompe con facilidad y llegan incluso a en frentarse entre sí.
«Op. cit.», págs 554-5.
pin q pe t i c i o n a r i o fue
estructuo £ltQii¿ka¿
.nr f fñ r a a r n ^ c idn del E i ército R o j o . trag P fim e .r intento de dem fb crati/acidn. serie, de. m edidas económ icas y políticas, rqflnri¡fias caa T-T T T . u a u ¿ . a t,iw n . " fci ií_ — ------------- '--------------------------------------el nom bre; n m u n ism n d e Guerra. W a c r e g y g t y i ^ Ifl I I I Interna’ r.innal Í1919Í con el fin de contar con algún apoyo exterior y exportar H T re vo lu c ió n (véase T em a 7). L a férrea disciplina que Trotsky im pone al ejército empieza a dar resultados. A sí, mientras en 1919 la m ayor parte del país está controlada por los contrarrevolucionarios, en el año siguiente se producen una serie de victorias que, unida al levantam ien to del bloqueo por parte de los aliados, anuncia un rápido final. E n 1921 los bolcheviques dom inan todo el país, aunque algunos pequeños focos insurgentes van a persistir varios años. L a guerra ha costado cin co m illones de víctimas, algunos m ás de heridos y mutilados, una gran sangría económ ica e incontables pérdidas materiales. F1 C om u n ism o de G uerra es. com o se ha dichn L nrynnizaeion p o lítica v económ ica A n’VC' ^ f l f f f ^ n e n d i o ^ ^ e n t r a l i z a c i o n del poder en m anos de los diri
Cartel bolchevique solicitando volun tarios para el Ejército Rojo, durante la Gueira Civil (1918). La reorganización y rígida discipli na impuestas por Trotsky al mismo fueron decisivas en el triunfo final.
gentes bolcheviques (los soviets son suplantados en sus funciones por un Consejo de D e fe n sa O brero-Cam pesino). E n el cam po se llevan a cabo intentos para controlar los soviets cam pesinos (controlados por otros grupos políticos y especialmente los socialrevolucionarios) o para sustituirlos por otros organismos, com o los C om ités de cam pesinos p o bres. Igualm ente la Tcheka (policía política) lleva a cabo una política represiva contra los opositores. L a represión com ienza contra los za ristas (la fam ilia im perial es fusilada en julio de 1918) y continúa con tra kadets, socialrevolucionarios y, por último, mencheviques y hasta anarquistas. Sus dirigentes son ejecutados, encarcelados o han de exi liarse. Sus periódicos, cerrados. Cualquier crítica al gobierno o al par tido es considerada delito perseguible. A finales de 1917. tras tre s años. y-m edio de guerra y seis meses de revolución, la econom ía d e í país estaba en ruinas. L o s resultados de las" prim eras m edidas (autogestión obrera de las fábricas, incautación de tierras por los campesinos, etcétera) fueron calamitosos. E sto s casos v el inicio de la guerra civil, que exige un buen abastecimiento dé las tropas, llevan a los b olcheviques a la instauración de unajrolítjea eryoriómica*crntraIista y p la n ifi^ c n tla jn iu n jsm o de guerra econó mico), cuyos ráseos esnecíficos son: • E l E sta d o controla la_ m ayor cantidad i ^ sjbkLd^k^uiieiiLO S de *p ro M c c m j(ñ a c io n a liz a c ió n de empresas con m ás de diez obre ros, etcétera); • E l E s ta do organiza la actividad económ ica de todos los eiudadan o sjse rvic io de trabajo obligatorio, etcétera); • Se lleva a cabo una política autárquica ante el bloqueo exterior. • Se establece .una, • g
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...econo-
mercancías (se prohíben
otros mercados).
Cartel editado durante la Guerra Ci vil, que exalta las victorias del Ejérci to Rojo. Los carteles fueron elementos fun damentales en el adoctrinamiento de una población semianalfabeta.
248
• S e llevan a cabo requisas a los cam pesinos para paliar el desabastccim iento urbano. T o d a s estas medidas, si bien consolidaron la revolución, fu e ro n u n h ,nTLTTrtrrák ñ écónom ico: descendió la producción (véase cuadro ad-
junto), subieron los precios, el com ercio se redujo casi a la nada,_se deterio r ó l a moneda, las ciudades siguieron desabastecidas, aumento eH iam b ré’y las epidemias, etcétera. *.... ........ 1913 Producto bruto de toda la industria (índice) . 100 100 Producción agrícola (índice)..................... Carbón (millones de toneladas) ................ 29 Petróleo (millones de toneladas) .............. 9,2 Electricidad (miles de millones de k W h )..... 2039 Lingotes de hierro (millones de toneladas) .. 4,2 4,3 Acero (millones de toneladas).................. Azúcar (millones de toneladas)................. 1,3 F u en te: N o v e, A.: pág. 71.
5.
1921 31 60 9 3,8 520 0,1 0,2 0,05
«Historia de la Unión Soviética» A lianza, M adrid, 1973,
1921: La NEP
L a situación creada por el com unism o de guerra provoca en la p o blación un hondo malestar, parecido al de la etapa prerrevolucionaria. Se une a ello que la guerra civil está casi terminada en 1921. C o m o colofón, en m arzo de ese año se subleva la guarnición m ilitar de K ro nstadt, solicitando libertad para los presos políticos, libertad de prensa para am plios grupos, reelección de los soviets, etcétera. Pero acusados de estar dirigidos por los Blancos, la revuelta se reprime duramente y se m ultiplican las ejecuciones. Para poner solución al descontento generalizado y evitar así la ex tensión de las insurrecciones, el X C on greso del Partido Com unista ruso (nuevo nom bre de los bolcheviques), celebrado en m arzo de 1921, . aprueben a propuesta de Lenin, una serie de m edidas que constituyen la denom inada N ueva Política E con óm ica (N E P ). Este plan suponía, .. en síntesis, el fin del com unism o de guerra y la vuelta en algunos cam pos al sistema capitalista. Para Lenin era «un sistema transitorio y m ez clado» al que llam a «Capitalism o de Estado». Lo s fines que se p rop o ne son el aumento de la producción y acabar con la política hostil de requisas hacia los campesinos, para atraerlos al sistema. P or ello la prim era m edida fue la elim inación de las requisas, que son sustituidas por un impuesto sobre la producción. U n a vez pagado, los excedentes pueden ser vendidos libremente. A l m ism o tiempo se liberaliza la explotación de la tierra y pasan al sector libre las indus trias cam ínenos de 21 obreros y los artesanos, cuya producción puede asim ism o venderse libremente. Se elim ina la militarización del trabajo y se permite el cam bio del m ism o y el destajo. Quedan, pues, en m anos del E sta d o la m ayor parte de la industria, a la que van dirigidas las inversiones (especialmente la electrificación del país), los transportes, el com ercio exterior y la banca. La s em pre sas estatales se organizan en trusts a fin de paliar en parte los proble m as que tienen en el sum inistro de energía y materias primas, la falta de transportes, etcétera. E sto s hechos provocan que la recuperación sea m ucho m ás lenta que la agraria, y se origine un encarecimiento de los productos m anufacturados, que se intentó solucionar, entre otras cosas, con un control de los precios industriales, la lim itación de los especuladores y la creación de un nuevo rublo que diera estabilidad monetaria.
El principal problema de la NEP «El impuesto en especie, natural mente, significa que el campesinado tiene libertad de disponer de los so brantes que le quedan después de pagar el impuesto. Mientras el Esta do no pueda ofrecer al campesino productos de la fábrica socialista a cambio de todos estos sobrantes, la libertad de comerciar con los exce dentes significa inevitablemente li bertad de desarrollo del capitalismo. Sin embargo, dentro de los límites indicados, esto no representa peligro ' alguno para el socialismo, mientras el transporte y la gran industria sigan en manos del proletariado.» L e n i n : «Infonne al Congreso de la III Internacional (13-6-1921).» Obras
escogidas. «Op. cit.», pág. 668.
PRODUCCION ENTRE 1 9 1 3 -1 9 2 5
Por últim o se hace una llamada, con poco éxito, a la inversión ex tranjera. E n 1925 los resultados eran desiguales: la agricultura había avan zado mucho, hasta alcanzar los niveles de 1913; aumentó el nivel de vida y desapareció el hambre y el paro; sin embargo, en la industria, unos sectores habían progresado bastante (carbón, petróleo, etc.), m ientras otros (industrias de base, sobre todo, y transportes) no llega ban a los niveles de preguerra. P or otra parte, han surgido situaciones que no entraban en los esquemas del Partido, com o son: el re lorzamiento de los kulaks o cam pesinos ricos, en perjuicio del pequeño agri cultor. v la aparición de un nuevo grupo social enriquecido, lo s espe culadores. T o d o s estos problemas, a los que se unen la muerte de L e nin en 1924 y la consiguiente lucha por el control del partido y del E s tado, hacen que la N E P entre en crisis. •
1913
1922
1925
C o s e c h a d e c e re a le s e n m illo n e s d e Tm C a b a llo s, m illo n e s d e c a b e z a s ■
V a c a s, m illo n e s d e c a b e z a s C e r d o s, m illo n e s d e c a b e z a s
6.
La institucionalización del nuevo régimen y la sucesión de Lenin
La s bases del nuevo régim en se habían puesto de form a provisio nal en la Constitución de 1918, que organizaba a R u sia com o R e p ú blica Socialista Federativa Soviética. Pero la unión de nuevas repúbli cas durante los años 1921-22 (Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia) ha bía obligado al C on greso de los Soviets de este últim o año a aprobar una federación de éstas con R u s ia ,,f o r m a n d o .así la U n ió n de R e p ú blicas Socialistas Soviéticas ( U R S S ) . O tro hecho trascendental fue la aprobación por el X C on greso del P C U S (Partido C om unista de la U n ió n Soviética) de las siguientes resoluciones: ■ L a necesidad de unidad y disciplina en el partido, que ha de ser, a su vez, el rector de las decisiones del gobierno del país (co mienzan a uniform arse y converger partido y Estado). Este he cho llevó consigo una serie de purgas y expulsiones contra aque llos a quienes se declara desviacionistas desde el punto de vista ideológico. ■ E lim in ació n del desviacionism o sindical, anarquista y la o posi ción obrerista. C o n ello los sindicatos se uniform izan y pierden todo tipo de funciones. É sto s y otros cam bios obligan a la proclam ación de una nueva y de finitiva constitución, retrasada hasta ahora por la guerra civil y la ne cesidad de la reconstrucción material del país. E n julio de 1923 el C on greso del Partido aprueba el proyecto de la nueva constitución, que será ratificada por el I I C on greso de los S o viets de la U n ió n en enero de 1924. L o s puntos principales de la m is m a son: • Estructura federal del Estado, al que pueden unirse nuevas re públicas, o separarse las existentes (en 1927 eran siete E stados federados, a los que se unían, dentro de la federación, otras re
Cartel editado en 1925, en el que se re presenta al pueblo barriendo a las fuerzas contrarrevolucionarias. 250
públicas y territorios autónom os). • Se declara a los soviets com o células básicas de la organización estatal.
• L o s órganos m áxim os de poder son: — E l C on greso de los Soviets, que reúne a representantes de todos los soviets, elegidos por sufragio indirecto. G ra n parte de sus funciones se delegan en: — E l Com ité Central o Soviet Supremo, que funciona com o parlam ento con dos cám aras legislativas: el Consejo o Soviet de la U nión , con representación proporcional a los habitantes de cada república, y el Consejo o Soviet de las Nacionalidades, que reúne a cinco representantes de cada república o territorio autó nomo. — E l Presidium y el Consejo de C o m isarios del Pueblo, que actúan com o gobierno de la U R S S . C o n la enfermedad de Lenin, que sufría una parálisis desde 1922, se produjeron las prim eras luchas en el seno del partido por el control del poder; pero fue a su muerte (1924) cuando se agravaron los en frentamientos internos. L o s m áximos candidatos a sucederle eran Trotski y Stalin, personalidades m uy distintas, com o puede apreciarse en palabras del m ism o Lenin:
D e la C on stitu ción de la U R SS de 1924
«Finalmente, la estructura misma del poder de los Soviets, internacio nal por su naturaleza de clase, impul sa a las masas obreras de las Repú blicas soviéticas hacia la unión en una única familia socialista. Todas esas circunstancias exigen de forma inexorable la asociación de las Repúblicas soviéticas en un úni co Estado federal capaz a la vez de garantizar la seguridad exterior, el progreso económico interior y el li bre desarrollo nacional de los pue blos.» C on stitu ción de la U R S S de 1924.
Apud G ir a l t , O r t e g a y R oig: «Op. cil.». pág. 396.
«El camarada Stalin, al convertirse en secretario general, ha concentrado en sus manos un enorme poder; y yo no estoy seguro de que él sepa usar siempre ese poder con la cautela necesaria. Por otra parte, el camarada Trotski, como se vio por su lucha con tra el comité central sobre el Comisariado del Pueblo para comu nicaciones, se distingue no sólo por su excepcional talento — no cabe duda de que es la persona más capaz del comité central— , sino también por el aspecto puramente administrativo de las cosas ........ (■••)■ Stalin es demasiado rudo, y este defecto, que se puede tolerar en nuestras relaciones como comunistas, es inaceptable en un se cretario general. Por lo tanto, propongo a los camaradas que tra ten de hallar la manera de sacar a Stalin de ese cargo y sustituirlo por otro que sea superior a Stalin en todos los aspectos, es decir, más paciente, más leal, más cortés, más atento a los camaradas, me nos caprichoso (...).» Carta de L en in conocida como su testamento. Apud C a r r , E. H.: «El Interregno (1923-24).» Alianza, Madrid, 1984.
Lev Davidovich Bronstein, T R O T SK I (Ucrania 1879-México 1940).
C o m o se ve en este texto, Stalin se había aupado al puesto de Se cretario G eneral del partido en 1922, y detentaba un enorme poder desde este cargo que en lo sucesivo se convertirá en el principal den tro de la U R S S . E n 1923, ante la incapacidad de Lenin, surge una troika gobernante, com puesta por Stalin, Kám enev y Zin ovie v y enfrenta da a Trotski. A l m ism o tiempo se crean dentro del partido unos grupos de oposición, entre los que destaca la llam ada «oposición de izquier das», dirigida por Trotski. L a troika emprende una cam paña contra ésta y contra todo tipo de oposición.
Hijo de campesinos judíos, estudió derecho en Odessa. Participa en gru pos revolucionarios desde su juven tud, y es desterrado a Siberia, de donde escapa a Londres en 1902, y colabora con Lenin. Participa en la revolución de 1905 como dirigente del Soviet de San Petersburgo. D e portado a Siberia, huye de nuevo. In tentó mediar, sin éxito, entre bolche viques y mencheviques. En octubre de 1917 tuvo un papel destacado al frente de la Guardia Roja, así como durante la Guerra Civil al frente del Ejército Rojo, al que reformó. Per dió la partida frente a Stalin, y tuvo que abandonar la U R S S en 1929. Fue asesinado en 1940 por un agen te stalinista.
E l X I V C on greso del Partido acepta la teoría staliniana sobre la consolidación de la revolución en R u sia frente a la revolución perm a nente e internacional de Trotski. Éste deja sus cargos y después es ex pulsado del partido y, por último, de la U R S S (1929). E n estos m ism os años Stalin va desembarazándose del resto de sus com petidores (Kám enev, Zinoviev, Rikov, etc.), a los que suele acusar de desviacionism o burgués, para quedarse solo con todos los hilos del poder y apoyado por sum isos partidarios.
7.
La era Stalin
A finales de los años 20 Stalin tiene ya una sólida posición en el partido y.e l gobierno, y. se inicia un largo período (hasta su muerte en 1953) en el que es. el jefe único y absoluto de los destinos de la U R S S (a pesar de que hasta el año 41 sólo fue secretario general del P C U S ) . E n esta, etapa se ponen en práctica los principales puntos de su doctri-
• L a construcción del socialism o en un solo país, com o paso pre vio a la construcción definitiva del socialism o internacional. • La. capacidad de llevarlo a cabo en Rusia, marcando, además, su independencia de Occidente. • L a concentración del poder de todo tipo. D e aquí la planifica ción de la econom ía.por parte del Estado. • L a elim inación de cualquier tipo de oposición. • C ulto a la personalidad de Lenin.
Cartel que alude al internacionalismo proletario, la revolución mundial (pa trocinada por Trotski), frente al socia lismo en un solo país (de Stalin).
C rítica de K ám enev en el XIV C on greso del P artido
«Nos oponemos a la teoría del control individual, nos oponemos a la creación de un líder. N o podemos considerar como normal, y pensamos que es perjudicial para el partido, que se prolongue una situación en la que la secretaría combina la política y la organización y, en realidad, de cide por anticipado los rumbos polí ticos. Lo que tengo que decir he de de cirlo hasta el final. Porque se lo he dicho personalmente más de una vez al camarada Stalin (...): he llegado a la conclusión de que el camarada Stalin no puede realizar la función de unir al órgano supremo bolchevi que.»
7.1. Constitución de 1936 L o s cam bios producidos desde 1924 obligaban, según Stalin, a rem odelar la constitución. P o r ello el V I I I Congreso extraordinario de los Soviets prom ulgó una nueva en diciembre de 1936, que, en p ala bras de su prom otor, era «la única en el m undo que es absolutamente democrática». L o s principales aspectos de la m ism a son: a) L a U R S S se configura com o una federación de once repúbli cas a las que se considera el derecho a separarse de la Unión: • L a U n ió n tiene poder sobre la declaración de guerra y paz, so bre el ejército y sobre la política exterior, realiza la planificación económ ica de todo el Estado, están en sus m anos la hacienda, los transportes y las comunicaciones. • L a s nacionalidades federadas tienen autonom ía adm inistrativa y cultural. C O N S E JO DE LO S C O M IS A R IO S D EL PU EB LO
S E C R E T A R IO GENERAL
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Apud H e r n á n d e z S a n d o ic a , E.: «La URSS de Lenin a Stalin.» Cua dernos de Historia 16, n.° 124, Infor mación y Revistas S. A., Madrid, 1985.
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Cuadro de la estructura política de la URSS según la Constitución de 1936. 252
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P U E B L O S O V IE T IC O S u fra g io u n iversa l d ire c to a partir de lo s 18 a ñ os
b) L a base política del sistema está en el Partido C om u n ista y enConstitución de la URbS. 5-L2- 193* s Soviets, elegidos cada cuatro años por sufragio universal, secreto y «Art. 118. Los ciudadanos ce la directo de los m ayores de 18 años. L a s candidaturas son únicas y pro U R S S tienen derecho al trabaje, es puestas por el partido. A éste le compete además inspeccionar, esti decir, a obtener un empleo garant:m ular y fiscalizar las instituciones estatales, ya que es concebido com o zado y remunerado conforme a ia vanguardia del proletariado. Es, pues, el que ejerce el poder real. cantidad y calidad del trabajo reali cl L a econom ía se basa en el sistema socialista y es planificada zado. (...) Art. 121. Los ciudadanos de la por el Gosplan. U R S S tienen derecho a la instruc d) E l órgano m áxim o de poder es el Soviet Supremo, con las dos ción (...). cám aras ya existentes. Éstas eligen: Art. 122. En la U R S S , la mujer tie ne los mismos derechos que el hom — E l Presidium , cuyo presidente ejerce de jefe del Estado. bre (...). — E l Consejo de los C om isarios del Pueblo. Art. 125. Conforme a los intereses — L a Corte Suprem a de Justicia. de los trabajadores y a fin de refor e) Se garantizan a los ciudadanos todos los derechos dem ocráti zar el régimen socialista, la ley ga cos, «de conform idad con los intereses de los trabajadores y la conso rantiza a los ciudadanos de la U R SS: lidación del socialismo». Se aceptaúgualmente la libertad de cultos, así a) La libertad de palabra, b) La li bertad de prensa, c) La libertad de com o la libertad de propaganda antirreligiosa. reunión y de meeting. d) La libertad de manifestación (...)»
7.2. La planificación A partir de 1926, y a pesar del relativo éxito de la N E P , se oyen voces contra los kulaks e intermediarios, que propugnan una m ayor so cialización económ ica para tratar así de vigorizar la econom ía del país. Para ello Stalin encarga en 1927 al G o sp la n la preparación de un plan económ ico quinquenal, que al igual que los sucesivos (habrá tres pla nes económ icos hasta la I I G u e rra M u n d ial), se caracteriza por:
A pud A r m e s to : « Op . cit.», pág. 260.
Gosplan Órgano de planificación económi ca estatal, creado en 1921. Elabora rá los planes de la época de Stalin.
• L a socialización casi total de la economía, que es planificada y controlada por el E sta d o (incluso, en las actividades sociales y culturales). • E s imperativo y obligatorio y determina los objetivos a conse guir, las inversiones a realizar y los m edios de financiación de las mismas, el reparto de trabajo, los salarios, los precios, etcétera.
a.
Primer Plan Quinquenal (1928-33)
Fue aprobado form almente en 1929, aunque había empezado a fun cionar el año anterior. L o s objetivos eran ambiciosos: duplicar la pro ducción, elim inar paulatinamente,el sector privado, crear una gran in dustria de base que igualara a la de los países capitalistas m ás avanza dos e independizara a la U R S S militarmente, y lograr la financiación de dicha industria a partir de la agricultura. L a realización del Plan tie ne varias vertientes: 1. Colectivización del campo:. Se hizo sobre la base de los koljoses, en los que se invita a entrar voluntariam ente a los campesinos. L a fuerte oposición de los kulaks frente a esta nueva organización de ex Cartel de propaganda editado en plotación agrícola fue elim inada mediante expropiaciones y deporta 1932. ciones. É n ocasiones, antes de integrarse en los koljoses los cam pesi En él se representa la unión de campesinos, obreros y soldados, de nos m ataban a sus animales, lo que provocó un importante descenso safiando a los «capitalistas occiden de la cabaña rusa. Pero, a pesar de ello, los años 29 y 30 vieron un tales». gran crecimiento de estas granjas, que pasaron de 14 000 en 1927 a
110 000 (lo que suponía un 55 por 100 de los agricultores). Sin em bar go, los bajos rendimientos, debidos a la oposición de los propietarios, la im provisación y la rapidez de la colectivización, y la oposición den tro del propio partido obligaron a que la voluntariedad fuese efectiva. L o s que no entraban fueron gravados con fuertes impuestos. L o s koljoses eran auxiliados con las prestaciones de las M T S (estaciones de m áquinas y tractores del Estado). O tro sistema de producción agraria fue el de los sovjoses o granjas estatales, que tuvo m enor importancia.
J o ss if V issariovic D jugashvili, S ta l i n (1879-1953)
Estudió en el seminario de Tiflis. Se unió al P O S D R en 1898. Se con vierte en agitador profesional, por lo que es deportado y encarcelado. Par ticipa en la revolución de Octubre, y es nombrado Comisario del Pueblo para las Nacionalidades. En 1922 es nombrado secretario general del C o mité Central del partido, desde don de mueve los hilos para suceder a Lenin y eliminar a sus competidores. Es el máximo dirigente de la U R S S hasta su muerte. Impuso su teoría del socialismo en un solo país y lan zó los planes quinquenales. Llevó a cabo purgas sangrientas en los años 30. Tras la II Guerra Mundial logra colocar a la U R S S como único inter locutor válido junto a los Estados Unidos. En sus últimos años se ini cia la guerra fría.
2 . L a in d u s t r ia liz a c ió n : Se elim inaron las industrias privadas y se hicieron fuertes inversiones en grandes obras públicas y complejos in dustriales de base (embalses, electricidad, siderurgia, minería, etc.). A n te el problem a de la falta de técnica, se aplican las siguientes solu ciones: com prar material exterior, sobre todo norteamericano, recurrir a técnicos extranjeros y acometer un plan acelerado de enseñanza ge
neral, técnica y superior. 3 . N a c io n a liz a c ió n d e l c o m e r c io : M ediante la creación de gran des almacenes estatales y la aplicación de fuertes impuestos a los co merciantes privados, que tuvieron que cerrar.
L o s resultados son muy desiguales: en agricultura, avanzó m ucho la colectivización, pero la producción se m antuvo estancada (véase cua dro). E r ij a industria algunos sectores superaron las previsiones (elec trificación, petróleo, etc.), mientras otros no llegaron a ellas (carbón, acero, etc.).
E volución de la producción agrícola entre 1 9 2 8 y 1935
1928 C osecha de cereales, real 73,3 (m illones de to n elad as) ... G an ad o vacuno (m illones 70,5 de cabezas) ........................... 26,0 C e r d o s .................................... O vejas y c a b r a s .................... 146,7
1929
1930
1931
1932
1933
1934
1935
71,7
83.5
69,5
69.6
68.4
67,6
75.0
67,1 20,4 147,0
52.5 13.6 108,8
47,9 14,4 77,7
40.7 11,6 52,1
38.4 12.1 50,2
42.4 17.4 51,9
49,3 22,6 61.1
O bjetivo del prim er plan qu inqu en al F uente: N o v e . A: «O p. cit», pág. 194.
«La tarea esencial del plan quin quenal estribaba en transformar la U R S S de país agrario y débil, que depende de los caprichos de los paí ses capitalistas, en un país industria! y potente, libre e independiente...» S t a l i n : «Doctrina
de la URSS.»
C om b in at o C om binados: Agrupa
ción en un área económica, más o menos amplia, bajo la misma organi zación administrativa, de varios cen tros industriales con actividades interdependientes. Por ejemplo, una zona con minas de hierro y carbón en la que además se crean grandes si derurgias.
254
b
Segundo Plan (1933-37)
L o s objetivos son parecidos a los del primero, pero se intentan corregir sus defectos; se sigue con la colectivización. Tienen prioridad en las inversiones la energía y la industria de base, aunque sin olvidar las restantes; continúan los program as de enseñanza, y se busca ade m ás aumentar la productividad laboral. Pero el éxito del Plan depen día, en gran medida, de la participación fervorosa de los trabajadores, y para contar con ello, se recurrió a diversos procedim ientos com pe titivos (el stajanovismo, por ejemplo) y propagandísticos. E n agricultura avanzó la colectivización, que prácticamente s& ter m ina en 1936, al lograrse 245 000 koljoses que agrupaban al 90 por 100 de los campesinos. Tam bién aum entaron los sovjoses y las M T S . L a producción com enzó a recuperarse. L a industria siguió siendo el cen tro de las inversiones: se crearon grandes combinat industriales en los U rale s y Siberia. Se prestó m ayor atención a la industria de bienes de
consumo_.Y_a.los transportes. E l crecimiento industrial y la mejora del transporte fueron sorprendentes.
c.
PRODUCCION ENTRE 1928-1938
•
Tercer Plan (1938-41)
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El terror
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Term inado en 1941 a causa de la invasión alemana, pretendía su perar a las po tencias occidentales. La s inversiones iban dirigidas a las industrias de base especialmente, sin olvidar las armamentísticas, en una etapa prebélica. L a inversión prevista igualaba a la de los planes anteriores juntos y tenía grandes objetivos respecto a la enseñanza. A pesar de no concluir su realización, la U R S S había logrado al canzar el tercer puesto en la econom ía m undial (después de E stados U n id o s y Alem an ia), aunque ello había costado a la población rusa, se gún m uchos expertos, unos sacrificios enormes.
7.3.
■
-
V.
/
1932
193?
C a r b ó n e n m illo n e s de Tm ■ i A c e t o e n m illo n e s o e T m E le c tr ic id a d e n m ile s d e k ilo w a t io s P arte d e la in d u st ria m u n d ia l
D esde el com ienzo de la era Stalin, éste lleva a cabo una política represiva contra todos aquellos que se oponen o critican sus actuacio nes. Pero esta represión se va a hacer m ás patente y dura en los años 30 y especialmente entre 1936-39, etapa a la que se conoce com o la de las «purgas» o «depuraciones». A u n q u e aún no se han aclarado su ficientemente los hechos, los historiadores dan una serie de explica ciones a los mismos: • Stalin elim ina preventivamente, ante el hecho próxim o de la I I G u erra M u ndial, a una posible oposición que se habría aglu tinado en torno a la vieja guardia bolchevique (H ernández Sandoica).
■
P e tró le o e n m illo n e s d e Tm
Stajanovismo: Procede del minero Stajanov, que aumentó extraordina riamente su productividad. Para emularlo se creó el título de stajanovista o héroe del trabajo.
• L a socialización del cam po y, sobre todo, la consecución de los qbjetivos de los planes quinquenales exigían de los trabajadores una disciplina semimilitar. P ara acallar cualquier resistencia o crítica, se somete a la intelligentsia, e incluso a los m iem bros del partido, a un rígido control ideológico. Cualquier desviacionism o respecto a las líneas de actuación es severamente castigado (Fernando Claudín). • 13ra la única vía posible para que los arribistas, dóciles al poder, pudiesen llegar a los puestos de responsabilidad (Trotski). Sea com o fuere, e( hecho real es el de esas grandes depuraciones que lleva a cabo el N K V D (C om isario del Pueblo para A su n to s Inte r nos) contra miles de comunistas, entre los que figuran los m áxim os dirigentgs_-jie4rurevolución de O ctubre (K ám enev y Zinoviev, entre otros), los oficiales del Ejército Rojo, incluidos m ariscales o generales, personajes de la intelligentsia (G o rk y ) y los cuadros del partido a todos los niveles (los afiliados al m ism o pasan de 3,5 m illones en 1933 a 1,9 m illones en 1938). L o s procesos m ás fam osos fueron los de M o sc ú de los años 36 y 37 (eLde lo s-16 y el de los 17). L a s purgas llegaron in cluso hasta fuera del país. E l caso m ás conocido es el de Trotski, ase sinado en M éxico en 1940. ! P or fin, el C on greso del Partido de 1939 anunció el final de las pur gas y depuraciones masivas. L a dirección del partido se había renova do y rejuvenecido casi totalmente. D e los antiguos m iem bros sólo que daban los íntim os colaboradores de Stalin.
Máximo Gorki (1868-1936). Escritor ruso. Simpatiza con los marxistas desde principios del si glo X X . Acogió con entusiasmo la revolución de Octubre, aunque fue crítico con algunas de sus actuacio nes. Fue uno de los intelectuales que murió a causa de las purgas stalinianas. (Pintura de Yu ri Annankov.)
1.
Comentario de textos
Docum ento 1
Peticiones dirigidas al zar por los manifes tantes del 9 de enero de 1905. «¡Señor! Nosotros, obreros de San Petersburgo, nuestras mujeres, hijos y ancianos in válidos, llegam os ante ti para impetrar justi cia y protección. E stam o s en la miseria, opri m idos y cargados con trabajo excesivo, trata dos com o esclavos que deben soportar p a cientemente su am arga suerte y callar. (...) C reem os ser preferible m orir que prolongar insoportables sufrimientos. H e m o s abando nado el trabajo y declarado a los patronos nuestro propósito de no reintegrarnos al m is m o hasta que satisfagan nuestras demandas. Pedim os pocas cosas. N uestra prim era peti ción es que los patronos examinen con noso tros las peticiones. E sto ha sido rechazado, así com o el derecho de hablar de nuestras ne cesidades (...). Tam bién han considerado ilegal nuestro deseo de dism inuir el horario de trabajo has ta las ocho horas diarias, de convenir el sala-
rio (...), de que se mejoren las condiciones de trabajo. Según los patronos todo es ilegal; nuestras demandas, un crimen. ¡Señor! E stam o s aquí m ás de 300 000 h o m bres solamente por sus apariencias y aspec to. Cualquiera que entre nosotros intente ele var su voz para defender los intereses de la clase obrera será aprisionado y deportado (...). ¡Señor!, ¿esto es conform e con las leyes d i vinas, en cuya virtud gobernáis? P o r esto, nos hem os congregado cerca de los m uros de tu palacio. E s aquí donde buscam os el último saludo. N o rehúses proteger a tu pueblo. S á cale de la tumba de la arbitrariedad, de la m i seria y de la ignorancia. (...) O rd e na inmediatamente convocar a los representantes de todas las clases y órde nes del puebío ruso. Y para esto, m anda que las elecciones a la A sam b le a Constituyente se hagan según el sufragio universal, secreto e igual. E s nuestra petición m ás importante.»
A pud VoiLLlARD y otros: «Documents. d’Histo ire , I I. » A r m a n d C o lin , P a r ís , 1964, págs. 102-103.
Cuestiones 1. 2. 3.
4.
5.
Sitúa históricamente el texto. Resum e las principales peticiones y ana lízalas. ¿C ó m o era la industria rusa del m om en to? ¿ Y la situación obrera? ¿ L a vida cam pesina era m ejor? ¿Q u é consecuencias producirán esta m a nifestación y la situación revolucionaria de 1905? ¿C a m b ia rá la vida real del obrero o cam pesino tras ellas?
256
Palacio de Invierno de los Zares en San Petersburgo.
2.
Tema de profundización y debate
U n o de los temas m ás polém icos de la R u sia Soviética es la etapa del terror staliniano, so bre el que, com o ya se ha dicho, los autores no se ponen de acuerdo respecto a las causas y demás factores que intervinieron en el mismo. E s un tema sobre el que se puede profundizar analizando los distintos puntos de vista al respecto. A continuación se presentan las visiones de dos protagonistas y un historiador actual. ¿C u á l crees que es la verdadera explicación? ¿Existen otras?
Documento 1: Visión de un protagonista «Finalmente, el porqué de la consigna de depuración del Partido. Sería ridículo pensar en la posibilidad de fortalecer nuestras organizaciones soviéticas, económicas, sindicales y coope rativas, en la posibilidad de lim piarlas de la basura del burocratismo, sin aguzar el filo del P ar tido mismo... ¿S o n casuales estas consignas? No, no son casuales. V o sotro s m ism os veis que no lo son. Es tas consignas son eslabones necesarios de una cadena ininterrumpida , que se llama ofensiva del so cialismo contra los elementos del capitalismo. E stas consignas responden, ante todo, al período de la reestructuración de nuestra industria y de nuestra agricultura sobre las bases del socialismo. ¿ Y qué es la reestructuración de la eco nom ía nacional sobre la base del socialism o? E s la ofensiva del socialism o desplegada en todo el frente contra los elementos capitalistas de la econom ía nacional. E s un avance im portantísi m o de la clase obrera de nuestro país hacia la edificación del socialismo. A h o r a bien, para p o der llevar a cabo dicha reestructuración, lo prim ero es mejorar y fortalecer los cuadros de la edificación socialista, tanto los cuadros dirigentes de la economía, de los Soviets y de los sindi catos, com o los del Partido y de las cooperativas; es necesario aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, lim piarlas de basura, redoblar la actividad de las grandes m asas de la clase obre ra y del campesinado.» José S t a l I N : «Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista de la URSS», recogido por Fran§ois Chátelet en «Los marxistas y la política», II, Madrid, Taurus, 1977, pág. 140.
Documento 2: Visión de un historiador «Los procesos de M o sc ú contra la vieja guardia bolchevique y los jefes del Ejército rojo fueron clásicos ejemplos de castigo por delitos posibles. T ras las fantásticas e inventadas acusa ciones se puede fácilmente detectar el siguiente cálculo lógico: L a evolución de la U n ió n S o viética podía conducir a una crisis; una crisis podía conducir al derrocam iento de la dictadura de Stalin; ello podía debilitar la fuerza m ilitar del país y producir posiblemente una situación en la que un nuevo G obie rn o tendría que firm ar una tregua e incluso concluir una alianza con Hitler. Tras lo cual Stalin procedió a declarar que existía un com plot para el derrocam iento del Gobierno. L a presunción central del totalitarismo de que todo es posible conduce así, a través de la elim inación consistente de todos los frenos de hecho, a la absurda y temible consecuencia de que debe ser castigado cada delito que los gobernantes puedan concebir, sin tener en cuenta si ha sido o no ha sido cometido.» H. A r e n d t : «L os orígenes del totalitarismo.» Taurus, Madrid, 1974, pág. 521.
257
p llP J P P P P É P S P
3. Técnicas de trabajo Comentario de reportajes en vídeo y de películas C o m o ejercicio de com plem ento y refuer zo de los contenidos puede utilizarse la pro yección en vídeo de alguna película que tra te el tema (hay algunas m uy cercanas a los hechos) o de algún inform e o reportaje de ca lidad, emitido por T V E . T ras la visión del m ism o puede realizarse un com entario o de bate en clase. Entre las m últiples opciones posibles se proponen:
4.
• «10 días que conmovieron al mundo.» I n form e emitido por T V E en 1988 en su pro gram a D ocu m e n to s T V . (A b arca desde la etapa prerrevolucionaria hasta el triunfo de la revolución de Octubre.) • La trilogía fílmica de Sergei Eisenstein: «La huelga», «Octubre» y « E l acorazado Potemkin». • «Lenin en Octubre», de M ija il R om m .
Testimonios
Literarios L o s docum entos literarios m ás válidos per tenecen a la etapa anterior a la revolución, m enos influidos ideológicam ente que ios es critos durante o después de la misma. D e la etapa anterior destacamos Alm as muertas, de G o go l; Oblomov, de Goncharov; Los bajos fondos, y La madre, de M á x im o G orki; y Tío
Vania, y La isla de Sajalín, de A n tó n Chejov. D e la etapa de la revolución y posterior, merecen destacarse Caballería roja, de Isaak Babel; Caos, de Alexandrov; Dr. Jivago, de Pasternak, con un cariz bien diferenciado en tre ellas.
Cinematográficos L a film ografía, por el contrario, se ha cen trado en la etapa revolucionaria con obras com o las ya citadas anteriormente. Adem ás, otros film es interesantes, son: Lo viejo y lo nuevo, La línea general (sobre la reconstruc ción y los planes quinquenales) y Aleksander Nevski, de Sergei Eisenstein, el gran realiza dor ruso de la etapa. V se volo d Pudovkin di rigió La madre, El fin de San Petersburgo y Tempestad sobre Asia; A . D ovjen ko realizó Arsenal y Chtchors (sobre la guerra civil en U cran ia) y D . Vertov, Tres cantos sobre L e nin (una de las m últiples películas de exalta-
258
Cartel de «Acorazado Potemkin». ción del líder de la revolución). E l cine occi dental ha llevado a la pantalla el tema aun que m enos prolijamente y con visiones muy diversas (la m ayoría de las veces antisoviéti cas). U n a idea cercana a la realidad se ofre ce en las tres películas siguientes, que reco gen casi todas las vertientes: Dr. Jivago, de D a v id Lean; Rojos, de W arren Beatty; y N i c o lá s y Alejandra, de Franklin Schaffner.
Documentales Existen también m uchos documentales con diversidad ideológica. Pot.su fácil acceso ci tamos los publicados por T V E en la serie Tri
buna de la historia: La revolución rusa y Sta lin, Junto a ellos hay que resaltar La caída de la dinastía Romanov, de Esth er Choub; Revolution d ’Octobre, de Fréderic Tossif; El año 1917, de Caillaux, Cadet y Ferro; y Lenin, por Lenin, de Sam son y Ferro.
El mutilado de guetra, de Otto Dix.
Las democracias occidentales en la década de los veinte Contenidos 0. 1. 2. 3. 4.
5.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. La crisis del sistema político y económico liberal. Los países de tradición dem ocrática en el período de entreguerras. La A lem ania de la República de Weimar. Actividades prácticas. 259
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • KLEIN, C.: «De los espartaquistas al nazismo. La República de Weimar.» Ed. Sarpe, M a drid, 1985. ‘ ‘ V á lid o para estudiar la R e pública de W eim ar, desde 1918 hasta la llegada del nazismo. A n aliza la revolución espartaquista y la revolución de la República, así com o las causas de su fracaso. M o s l e y , Leonard: «El fracaso de las Democracias.» E d . Caralt, Barcelona, 1974. E s el adecuado para analizar los cam bios que se producen en las dem ocracias occidenta les después de la guerra. •
• P a r k e r , R . A. C.: «El Siglo XX, I. Europa, 1918-1945.»Ed. Siglo X X I , M ad rid , 1987. F o rm a parte de la H isto ria U n iversal dirigida p o r Fischer Verlag. C om prende todo el pe ríodo de entreguerras. N o presenta un análisis claro de la crisis del sistema democrático liberal, pero permite conocer la historia de las naciones europeas, incluida España, desde la paz de Versalles hasta la Segunda G u e rra M u n d ial. R e m o n d , René: «Introducción a la Historia de nuestro tiempo. I II. E l Siglo X X . D e 1914 a nuestros días.» Ed. V ic e n s Vives, Barcelona, 1980. E s una edición de bolsillo en la que se recogen sum ariamente los acontecim ientos del si glo X X en una buena síntesis que com prende desde la Prim era G u e rra M u n d ia l hasta nues •
tros días. • WlSKEMANN, Elizabeth: «La Europa de los Dictadores. 1914-1945.» Ed. Siglo X X I , M a drid, 1978. ‘ F o rm a parte de la colección de H isto ria de E u ro p a de la E d ito rial Siglo X X I . Se analiza la oleada de hechos que cam bian la sociedad europea después de la Prim era G u erra M u n d ia l y da lugar a la aparición de los fascismos. L a crisis económ ica también es analizada aquí. Profundiza en algunos aspectos, com o el de la A le m a n ia de Hitler, aun que para el presente tema pueden servir los prim eros capítulos.
1.
Introducción
T ras la Prim era G u e rra M u n d ial, las dem ocracias liberales entran en un período de profundas crisis y transformaciones, acom pañadas de problem as económ icos y políticos. E n algunos sectores se las considera culpables de la guerra o, al m e nos/incapaces de haberla evitado. P or otra parte, la aceptación de al gunos de sus principios por los partidos obreros, las descalifican a los ojos de los m ás intransigentes antiobreristas. L a crisis económ ica y las m edidas adoptadas por los G o b ie rn os para salir de ella perjudican m ás a las clases m edias (rentistas, jubilados, pe queños comerciantes, etc.) que se arruinan y buscan en los fascismos una salida a su situación. E l capitalism o tam bién debe adaptarse a las nuevas necesidades: se desarrolla el G ra n Capitalism o, los m onopolios, y se transform an los sistemas de producción. T od as estas cuestiones ponen en peligro el m odo de vida del m u n do occidental de antes de la guerra y obligan a transform ar sus id e o logías y mentalidades. A pesar de todo, las democracias mantienen m ás o m enos sus instituciones en aquellos países de tradición liberal, m ien tras que en otros, com o A lem ania, Italia o Rusia, las dictaduras se h a cen dueñas de la situación. E n este capítulo estudiarem os los cam bios originados en las dem o cracias occidentales y la evolución de esos países, tanto los de tradi ción democrática: Francia, G ra n Bretaña, E stad o s U nidos, com o los neodemocráticos: E sp a ñ a (1931), Turquía, Grecia, Yugoslavia, A u s tria, etc. T o d o ello debe com prenderse necesariamente junto a otros acon tecimientos históricos: Revolución soviética, Depresión de 1929, movi mientos fascistas, relaciones internacionales, etc., hasta desembocar en la Segunda G u erra M undial.
2.
Cuadro de Max Beckman, «Un barbaile en Baden-Baden» (1925). Los años veinte se caracterizaron por la vida desenfadada, con la que la gente quería olvidar los sinsabores de la guerra y la postguerra.
Crisis del sistema liberal
A u n q u e el T em a 13 (L a s R elaciones Internacionales) trata m ás ex tensamente este m ism o asunto, conviene m encionar aquí la situación del m undo al finalizar la Prim era G uerra M u n d ial, por la concom itan cia que tiene con la crisis del sistema liberal. E n efecto, la anarición óe nuevas nackm ali4ade%j a decadencia de E u ro p a v la ascen sió n He potencias com o Estado s U n id o s y la p o n -ira nsform an el statu ano so’nre.el que se asentaban las viejas rlpm n rrariag liberales del siglo X I X . y hacen necesaria una transform ación de éstas. L a Prim era G u erra M u n d ia l y la consiguiente paz de Versalles h a bía propiciado la aparición de nacionalidades nuevas, algunas de las cuales habían conseguido la creación de un Estado (Yugoslavia, C h e coslovaquia, etc.), m ientras otras seguían subyugadas a las grandes p o tencias. E s decir, había nacionalidades sin F.stado y Estado s sin los Territorios (y sus h a b ita n te s) que co n sid erab a n suyos. E sto produce conflictos interiores y exteriores, que se traducen en inestabilidad del sistema democrático liberal.
261
M an d ato s P r im e r a G
de la
SDN M
uerra
d espués d e la
u n d ia l .
En Asia
L a hum illación de A le m a n ia tras la guerra y su obligación de p a gar las reparaciones impuestas por la paz de Versalles dificultan la construcción del sistema democrático en este país, que finalmente se verá abocado al régim en nazi. P or otro lado, las deudas de guerra de los países vencedores (excepto E sta d o s U n id o s) son otro obstáculo para el norm al desarrollo de la democracia liberal en E u ro p a occiden tal.
F r a n c ia
1 Parte de Togo En África Parte de l Camerún Arabia Irán Irak Palestina
En Asia
G ran B r etañ a
Parte de Togo Parte de Camerún Tanganika
En África
Fuera de E u ro p a la potencialidad económ ica de Estado s Unidos, que se convierte en el principal acreedor del m undo, y el expansionis m o japonés serán también m otivos de dislocación en la situación prebélica. Europa, que inicia su decadencia a pesar de obtener de la S o ciedad de N acion e s m andatos sobre territorios africanos y asiáticos (S i ria, para Francia; A rabia, .Irak, Irán, Palestina, etc., para G ra n Breta ña), se ve obligada a transform ar la vida interna de sus Estados. Lo s viejos principios liberales e imperialistas que habían servido a la for m a de vida de Occidente deben ser transform ados para intentar m an tener las relaciones exteriores.
2.1.
Economía
L a guerra de 1914 no sólo ocasionó num erosas pérdidas humanas, sino que tam bién fue el origen de que el sistema capitalista, surgido tras la revolución industrial, sufriera cam bios importantes, que pueden sintetizarse así:
Australia
Nueva Guinea
África del S . ..África del SO Nueva Zelanda Samoa B é l g i c a ..
J a p ó n ......
..Ruanda-Urundi
..Islas.,
Carolinas Marianas Marshall
P o rc e n ta je d e la s e x p o rta c io n e s d e p r o d u c to s m a n u fa c tu ra d o s
E.E.U.U.
FRANCIA
JAPON 1913
Japón basó su éxito en la fabricación de productos manufacturados bara tos, sobre todo textiles de baja cali dad; los Estados Unidos, en el rápi do desarrollo de nuevas técnicas de producción, como se verá más ade lante.
262
a. Cambios en el sistema productivo:La guerra hizo que países que h astaenton ces habían m añtem do un papel de sum inistradores de m aterias primas: Canadá, Brasil, Australia, Japón, etc., se convirtieran en productores, y desarrollasen su industria a causa de la demanda, cada vez mayor, de productos m anufacturados por parte de los países beligerantes. A l finalizar la guerra, la com petencia industrial experi m entó un importante aumento al entrar esos países en el com ercio in ternacional. E sta d o s U n id o s y Japón van a ser los m ás beneficiados en este aspecto. Para com prenderlo mejor véase el gráfico adjunto en el que se m uestra la proporción (en porcentajes) del total de las exportaciones de productos m anufacturados de cinco países. E u ro p a acusó, pues, un fuerte descenso de la participación del co m ercio internacional, y pasó a partir de entonces a depender econó micam ente de E stad o s U n id os, que sustituyó a G ra n Bretaña en el p a pel de potencia industrial hegemónica. b) Desajuste en ¡a industria: A l llegar la paz, m uchas industrias, sobre todo las dé siderurgia pesada, dism inuyeron sus beneficios al de crecer la dem anda de material bélico, y se vieron obligadas al cierre o a la reestructuración, cuando ésta era posible. c) M un n m i ti vd y-tim itaciún ule cosechas: L a producción agrícola de los territorios coloniales crece de form a paulatina, y hace com pe tencia a los cultivos de los países desarrollados, lo que provoca un des censo de los precios. E l capitalism o acude entonces a m étodos no muy ortodoxos para controlar la producción agrícola: en determinadas zo nas estableció monocultivos (azúcar en Cuba, café en Brasil, etc.), que ponen a estos países en una situación económ ica peligrosa y depen diente. P or otro lado, después de la crisis del 29, limitó la cosecha o la distribución de ella para im pedir la baja de precios (quem a de café en Brasil). E l capitalism o m ostraba así su im potencia para distribuir las riquezas, lo que le supuso las duras críticas del com unismo.
d) Desequilibrios financieros: ¡ L ta 1914 el sistema financiero m undial se basaba en el patrón oro, al que estaban ligadas las princi pales potencias económicas, lo que permitía una estable circulación de mercancías. E l oro es un valor seguro y por tanto estable, pero la guerra produjo los siguientes cambios: • E n prim er lugar las m onedas de todos ios países, excepto la de los Estado s U n id os, abandonaron el patrón oro y se deprecia ron, unas m ás que otras. A u n q u e en 1926 Inglaterra volvió a li garse a él, otros países, com o Francia, continuaron con la fluc tuación monetaria. • E n segundo lugar los capitales empezaron a buscar m ás la segu ridad de los beneficios m áximos, y huyeron de los países cuyas m onedas se depreciaban rápidamente; para instalarse en aque llos otros que ofrecían m ayores garantías. • E n tercer lugar, los Estado s U n id o s se convirtieron en la princi pal potencia acreedora del m undo (incluso G ra n Bretaña y F ra n cia fueron deudoras suyas), m anteniendo una balanza com ercial excedentaria y una m oneda estable. E n este contexto los capita les en busca de seguridad se refugian en los Estado s U n id os, que obtenían así grandes beneficios y volvían a prestar a los demás países parte de esos beneficios. U n a crisis en la econom ía am e ricana, com o la que ocurriría en 1929 (véase T em a 14), era ca paz de trastocar toda la econom ía mundial.
C on tin úa el m a lesta r en A lem ania.
Berlín 7, 8 noche. En la actualidad trabajan 60 imprentas día y noche en la fabricación de billetes de Banco. A pesar de ello se nota una escasez de numerario que provoca numero sos conflictos. La derogación de las disposiciones dictadas por el Gobierno del Impe rio restringiendo el tráfico sobre las divisas extranjeras ha contribuido a acelerar la caída del marco. La deuda flotante del Reich ascien de actualmente a 57 trillones, y au menta sin cesar. E l marco ha bajado hoy en la Bolsa de Londres tan rápidamente que ha llegado a 17 millones por libra, de nueve a que se cotizó esta mañana. «ABC», 8 de agosto de 1923
Las fconsecuencias jde esta situación económ ica son trascendentes. E l aumento de la competencia hace que el capitalism o liberal conti núe su transform ación en Capitalismo monopolísticn. v las empresas, sobre todo las norteamericanas, con el fin de dom inar el m ercado in ternacional, sobrepasan las fronteras de sus respectivos Estado s L a guerra había arruinado la prosperidad de Eu rop a Z o n a '; Hp oran desarrollo económico, com o el R uhr, el .Sarre. Silesia v Rnhem ia haM a n quedado maltrechas después de los tratados de paz, v las re.para.eim ifisjk guerra y los natíos de los préstamos consum ían grandes can tidades de capital. E l sistema capitalista estaba en peligro, pero nadie parecía darse cuenta de ello. L o s países deudores, con el fin de arre glar la situación, optaron por la vía de la inflación y de los grandes ne gocios, H u b o , en efecto, un portentoso aumento de riqueza que fue a parar a m anos de unos cuantos: los m ultim illonarios que dom inaban los grandes trust: Rockefeller, Deterding, Thyssen, Leber, etc. L a s indus trias del petróleo, química, aceros, etc., estaban en sus manos. O tra consecuencia de la situación económ ica posbélica fue el de sarrollo de nuevos sistemas de organización del trabajo industrial. com o el tayloiismo y lo que V ic e n s V ive s llam a normalización de los productos, esto es, la reducción a algunos tipos de las piezas elabora das, lo que perm itía aumentar la producción, sin detenerse a pensar si el m ercado podría absorberla. E n el siguiente docum ento puede ana lizarse ese sistema de producción:
.
«Con Ford Motor Company del Canadá tenemos ahora un to tal de ochenta y ocho fábricas, de las cuales, sesenta en los Esta dos Unidos, y veintiocho en los países extranjeros. Ninguna de es tas fábricas construye un automóvil completo (...) Es esencial para la fabricación económica que las piezas sean intercambiables. Nosotros no fabricamos coches Ford completos en ningún sitio (...) Nosotros construimos piezas y los coches se montan donde han de ser utilizados (...)
P rod ucción y con su m o de m asa.
«Aparte de los métodos de produc ción en masa, adoptados cada vez más en las fábricas, muchos bienes de consumo estandarizados en cali dad, precio y presentación llenaban los múltiples grandes almacenes y, sobre todo, los de la cadena Woolworth. Mediante compras en masa, peque ños márgenes de beneficio y rápida venta, Woolworth pudo convencer al ama de casa obrera de la producción masiva barata. La introducción del sistema de venta a plazos hizo posi ble a los modestos asalariados com prar bienes más costosos, como mue bles, máquinas de coser, bicicletas y los nuevos aspiradores.» T h o m s o n , D.: «England in the Twentieth Century.» Penguin Books, pág.
121
Es cl trabajo, no el hombre, lo que dirige. Ese trabajo se pla nea en la mesa de diseñar y allí son subdivididas las operaciones, de modo que cada hombre y cada máquina sólo realice una cosa. Ésta es una regla general, pero es flexible, y tiene que aplicarse con sentido común. Si puede inventarse una máquina que realice varias operaciones a la vez, sería un despilfarro tener varias má quinas. U n hombre puede realizar a veces dos operaciones con tan ta facilidad como una, en cuyo caso debe realizar dos (...) E l agacharse hasta el suelo para coger una herramienta o una pieza no es trabajo productivo, por tanto, todo el material se en trega al nivel de la cintura.» " F O R D , EL, y C r o w t h e r s , S.: «Hoy y mañana.» Madrid, 1981,
It hasrít a single belt, fan
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1
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3
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págs, 98-100.
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T«,“i S L
^ S Í '¡ WRefrigerator GENERA L ELECTRIC La publicidad estimula el consumo en masa, que es el único medio para ab sorber el aumento de producción in dustrial.
P ara estim ular el consum o se desarrolló exageradamente la propa ganda y se acudió a la concesión de créditos en la form a de ventas a plazo. L a producción y la venta en m asa eran los dos postulados se guidos por el G r a n Capitalism o, y de ellos derivaba esa im agen de pros peridad ficticia de los años veinte.
«La Cadena de Montaje.» Cuadro de Diego Rivera. Instituto de Bellas Artes de Detroit.
2.2. Sociedad L a Prim era G u e rra M u n d ia l también contribuyó a transform ar la sociedad. P o r regla general una sociedad no puede salir intacta de una guerra y la de 1918 no fue una excepción; en ella se produjeron cam bios básicos:
a)
Integración de sectores marginados en la sociedad:
L a guerra hizo que ciertos sectores sociales m arginados hasta la fe cha dem ostraran su importancia. L a mujer, por ejemplo, ocupó duran te la contienda puestos de trabajo reservados hasta entonces a los h om bres, y al finalizar la guerra com enzó a adquirir derechos com o el del sufragio. Sin embargo, las m inorías étnicas, com o los negros, en E E . U U ., a pesar de haber luchado junto a los blancos, no vieron recono cidos sus derechos de ciudadanos. Surgen entonces m ovim ientos reivindicativos, que son contestados por organizaciones contrarias.
264
b)
Intervencionismo del Estado:
D e la teoría del «laisser faire» se pasa a la de un E sta d o preocu pado por extender el bienestar a todas las capas de la sociedad. La s razones no se pueden generalizar, pero el principal impacto vino pro bablemente de los m ovim ientos socialistas. L o s gobiernos tem ían una escalada revolucionaria del tipo de la ocurrida en R u sia y se adelan taron a atender las dem andas del proletariado, a cam bio de desaten der las aspiraciones socialistas de la abolición de la propiedad. P or esta razón los progresos de la seguridad social no fueron m enos im portan tes en países con gobiernos conservadores que en aquellos otros que tenían un G o biern o de izquierda, si bien es verdad que el ascenso de los partidos de izquierda facilitó estos cambios. E l E sta do se convirtió en redistribuidor de las rentas m ediante los im puestos y la concesión de bienes materiales y servicios a las clases m ás necesitadas: subsidios, sanidad, educación, vivienda, etc. L a bur guesía, sin embargo, no se m ostraba m uy de acuerdo con estas m ed i das. Para hacerse una idea de ello puede analizarse este documento: «La huelga general es una operación que se ofrece en términos bien claros como un desafío directo a un gobierno de orden. Sería una memez tratar de minimizar el carácter grave de un reto tal, que constituye una tentativa por imponer a 42 millones de ciuda danos británicos la voluntad de menos de 4, empleados en los ser vicios vitales para el país (...) No puedo pensar que todos los diri gentes que han dado su asentimiento a la huelga general tengan conciencia de que amenazaban las bases de todo gobierno de or den y que nos han colocado más cerca de la guerra civil que lo que estuvimos en los siglos pasados.» C i i a u l a n g e s , M a n r y y S e v e : «Textes
Mujeres norteamericanas realizando tareas en sustitución de los hombres movilizados.
historiques, 1914-1945.» -
Delagrave, París, pág. 67.
2.3.
Política
E l liberalism o clásico se basaba en el equilibrio de poderes, el plu ralismo político, la alternancia de opciones, ]as libertades individuales y la inhibición del E sta d o en los asuntos económ icos y sociales, todo ello dentro de los límites burgueses (véase T e m a 2). E sto s postulados van a m odificarse tras la guerra, y se produce la reestructuración de esta teoría política. L a causa de este cam bio quizás resida en las si guientes razones:
Porcentaje con educación secunda ria. (En Inglaterra y Gales.) Hombres: 31 Antes de 1910................... De 1910 a 1929.................. 48,7 Mujeres: Antes de 1910................... 29,1 a. L o s nuevos sectores sociales: Piden su participación en los deDe 1910 a 1929.................. 45 signios de la nación. E l liberalism o clásico‘ «--vhabía m antenido una interi;— '' P a r k e r , R. A . C .: «El Siglo XX. vención restringida de la ciudadanía en los asuntos políticos. M e d ia n Europa 1918-1945.» Ed. Siglo X X I, :e el sufragio censitario se lim itaba a dos opciones la alternancia poliMadrid, 1987, pág. 126. rica: un partido conservador y otro liberal, que ejercían el poder con grandes dosis de connivencia. Y a desde finales del siglo X I X la am pliación del sufragio había perm itido cam bios en la situación, pero será P orcen taje con educación u n iversita a Dartir cteJa. £uerr.a.-CünJit_jncursión en la vTda pública de los partidos ria. (En Inglaterra y Gales.) de masas, prim ero el socialista y después de 1920 el comunista, cuan Hombres: Antes de 1910................... 5,3 do el m apa político de las naciones democráticas se altere totalmente. De 1910 a 1919.................. 9,9 L a im portancia de ello es enorme. A lgu n o s líderes de estos partidos Mujeres: llegan a ocupar el poder m ediante su participación en las elecciones, Antes de 1910................... 2,2 com o ocurre con el laborism o inglés, perm itiendo de esa manera que D e 1910 a 1929.................. 4,2 algunas de las reivindicaciones del proletariado sean atendidas. A d e más los partidos burgueses se veían obligados a cam biar su estrategia P a r k e r . R. A. C .: «Op. cit.», electoral si querían obtener votos de las clases obreras, y por ello ac pág. 126. cedían también a algunas de sus peticiones.
265
Las organizaciones obreras, por su parte, participaban de las ideas de la dem ocracia y se servían de algunos de los postulados del libera lism o com o instrum ento de lucha. A s í puede verse en el siguiente d o cumento, presentado por el sueco B ran tin g al C on gre so de la Interna cional celebrado en Be rna en febrero de 1919:
Maurice Thorez y Jacques Duelos, dirigentes del Partido Comunista francés. Las tendencias socialistas y comunistas ( II y I I I Internacional) dividían el mundo sindical en la dé cada de los veinte.
«Estas instituciones constitutivas de toda democracia, la liber tad de palabra y de prensa, el derecho de reunión, el sufragio uni versal, el sistema parlamentario con las instituciones que garanti zan la colaboración y las decisiones populares, el derecho de aso ciación, etc. (...) son, para el proletariado, los instrumentos de su lucha de clase. E l socialismo auténtico implica un desarrollo me tódico en las diferentes ramas de la actividad económica, bajo el control de la nación democrática. Una toma de posición arbitraria de algunas explotaciones por pequeños grupos de obreros no es el socialismo: no es otra cosa que un capitalismo con numerosos ac cionistas.» D
roz,
J.: «Historia del Socialismo.» Edima, 1968, págs. 211-212.
b. Desconfianza en el sistema pluripartidista: A l liberalism o se le acusaba desde sectores obreros de no haber sabido, o querido, evi tar la guerra y haber llevado a los trabajadores de E u ro p a al enfren tamiento. E l sistema imperante hasta entonces en algunos países de tradición democrática, com o Inglaterra, era el del bipartidism o: dos partidos fuertes que se turnaban en el poder (generalmente conserva dor y liberal), con ideologías bastante próxim as y dentro del sistema liberal establecido con las revoluciones burguesas del siglo X I X . D u rante los años veinte, el desarrollo de nuevas clases sociales (reseña das anteriormente) produce la sustitución del bipartidism o por el pluripartidismo, lo que supone unas m inorías gubernamentales con gran des dificultades para gobernar, pues deben hacerlo en coalición con otras fuerzas, a veces de m uy diferente ideología, propiciando así la inestabilidad política. c. Las agitaciones sociales: Se producen tras la guerra: en algu nas naciones de E u ro p a occidental hacen que los gobiernos opten por ¡imitar las libertades individuales. Surge entonces el concepto de Libe ralismo autoritario o elitista, que se desarrolla teóricamente en los es critos de Max Weber y Ortega.
d. Las necesidades económicas de la guerra: O b ligaro n a la in tervención del E sta d o en la econom ía de las naciones beligerantes. T e r m inada la conflagración los E stad o s siguen interviniendo para paliar las dificultades económicas, pagar las deudas de guerra y levantar al país. D e esa form a la teoría liberal de «laisser faire» queda en entredi cho. E l aumento de competencias estatales no queda reducido sólo a los asuntos económ icos, sino que alcanza también a los sociales. E n este sentido se han citado ya los aspectos asistenciales y las m edidas de redistribución de las rentas a través de los impuestos. e. Crisis de las instituciones representativas: L a s democracias clásicas dan num erosas muestras de desorden en el funcionam iento de
La revolución soviética sirvió de refe rencia a los revolucionarios del mun do entero, como Karl Liebnecht, que, junto a Rosa Luxemburgo, dirigió el movimiento espartaquista en Alema nia. 266
sus instituciones: el equilibrio de poderes se rompe. E sta ruptura es consecuencia de la predom inancia del poder eje cutivo sobre el legislativo o viceversa. P or un lado, los gobiernos o b tienen de las C ám aras una delegación del legislativo. Se reiteran los decretos-ley (la m ism a palabra indica ya una confusión de los poderes, pues decreto y ley son dos conceptos contrapuestos) y esto se convier
te en algunos casos en una m anera habitual de gobernar. H a y que de cir que estos decretos-ley no suponen el aislam iento del Parlam ento ni la llegada de una dictadura. N o se conceden plenos poderes, sino que la delegación es provisional y abarca determinados aspectos. P or ejem plo, en m ateria económ ica y financiera. P o r otro lado, en algunos paí ses es el poder legislativo el que im pide el desarrollo norm al del g o bierno, al no contar éste con una m ayoría parlam entaria que le apoye. E n definitiva, se altera el m ecanism o tradicional de la dem ocracia par lamentaria. Se establece un nuevo tipo de relaciones entre el ejecutivo y el legislativo; en ocasiones favorece a uno y en ocasiones a otro. A decir verdad, ya no hay equilibrio, sino confusión.
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3.
Los países de tradición democrática en el período de entreguerras
3.1. G ran B retaña D urante el período prebélico (1868-1914) G ra n Bretaña había p o dido m antener la estabilidad de sus instituciones"^'pesar de las dificul tades; sin embargo, la guerra va a producir no pocos trastornos en esas instituciones. D o s son los principales temas a tratar: por un lado, los cam bios en el espectro político, con la sustitución del Partido Liberal por el L a borista com o alternativa a los conservadores, y, por otro, la situación de Irlanda.
a.
Los cambios políticos
E n G ra n Bretaña tradicionalmente se había producido una alter nancia en el poder de los dos grandes partidos burgueses: el C on se r vador y el Liberal (los T ory y los W h ig), pero tras la guerra se pro duce un cam bio significativo. V a m o s a analizar ese proceso. O bsérve se prim ero el siguiente gráfico de los resultados electorales desde 1918 a 1940. "
E l funcionamiento de los Parla mentos en los países democráticos fue puesto en duda tras la guerra de 1914. E n la fotografía, el Parlamen to de Londres.
La cuestión parlamentaria «Se admite universalmente la tesis de que los Parlamentos del Estado moderno no son satisfactorios; más aún, son algunos de los defensores más convencidos del régimen parla mentario quienes piden su recons trucción. Los Parlamentos están tan sobrecargados de trabajo, que no tie nen tiempo para la discusión adecua da de un solo proyecto de ley. Están de tal forma dominados por la pre sión del control de los partidos, que el diputado ha sido, en su mayor par te, reducido al status de una máqui na de votar. Han perdido toda ini ciativa, especialmente en el terreno de las finanzas y los asuntos exterio res.» L a s k i , H. J.: «La Democracia en crisis.» Madrid, Ed. Revista de Dere cho Privado. 1934, pág. 67.
Partidos, elecciones y gobiernos en In glaterra de 1918 a 1929.
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E l prim er m inistro Lloyd George (1863-1945), quien presidió la coali ción gubernamental tras la gueira. In tentó solucionar el problema de Irlan da.
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James
Ramsay
MacDonal
(1866-1937) Periodista, ingresó en el Partido Laborista Independiente. Fue dipu tado en 1906 y líder laborista cinco años después. Tras superar la crisis de su partido, se convirtió en jefe del gobierno en 1924. Volvió al poder en 1929, pero incapaz de remontar la crisis con la única fuerza de su par tido, formó un Gobierno de unión nacional que intentó aliviar la situa ción.
268
D u r a n t e ia .guerra se había m antenido una coalición gubernam en tal form ada p o r los conservadores, una parte de los liberales y otra de los laboristas, m ientras que los demás grupos se veían relegados a la oposición. Lloyd George, prim er ministro, quería mantener esta coa lición en tiem pos de paz, pero los laboristas aspiraban a tener su pro pia identidad. E l L a b o u r Party presentó candidaturas en todas las cir cunscripciones en 1918. Estas elecciones se celebraron por m edio del sufragio universal, por el que, adem ás de todos los varones, podían vo tar por prim era vez las mujeres, com o consecuencia de las cam pañas de fas sufragistas, antecedentes de los actuales m ovim ientos fem inis tas. E sto va a ser trascendente, pero no el único factor, en los cambios; políticos de la posguerra. E l resultado (reflejado en los gráficos anteriores) daba el triunfo a los gubernamentales, que contaban en su favor el haber ganado la guerra. L a coalición de conservadores, liberales y laboristas obtuvo 481 escaños, pero el Partido Laborista Independiente, con 59 escaños, se convirtió en el principal partido de la oposición. E s dem asiado simplista imputar, com o han hecho algunos, el as censo de los laboristas al sistema de elecciones. E l proceso es m ás com plicado y está relacionado con la situación económ ica y social de G ra n Bretaña después de la guerra. L a contienda de 1914 había producido en G ra n Bretaña graves tras tornos económicos, que se tradujeron en aumento del paro y agitacio nes sociales. Entre 1919 y 1921 tuvieron lugar num erosos conflictos, que afectaron sobre todo a la minería. E l núm ero de jornadas perdi das por huelga pasó de 10 m illones en 1913 a 35 m illones en 1919 y 86 m illones en 1921.
E l Partido Liberal, que había llevado a G ra n Bretaña a la guerra, se vio obligado durante la m ism a a tom ar una serie de m edidas con trarias al liberalism o clásico: proteccionismo, intervencionismo econó mico, incluso servicio m ilitar obligatorio. U n sector de este partido qui so m antener esas m edidas intervencionistas para salvar la crisis, lo que supuso una escisión entre los liberales: por un lado, los tradicionales, com o Asquith , partidarios de m antener las premisas liberales clásicas, ¿ p o r otro, los reformistas, com o Lloyd George, partidarios de adaptar las costumbres intervencionistas creadas durante la guerra a las nue vas necesidades sociales. P or su parte, Jos laboristas, influidos por las ideas revisionistas de Berstein, no se diferenciaban m ucho de los liberales reformistas, al pre conizar una evolución gradual y no una revolución, y respetar el prin cipio de propiedad individual, com o se ha visto anteriormente. E n estas condiciones la alternativa al conservadurism o la van en cam ando cada vez m ás los laboristas y no los liberales, que se convier ten en un partido bisagra. L a transform ación no es pequeña. L a ini ciativa individual y la libre empresa, que habían estado en los funda mentos del liberalism o de la Inglaterra del X I X , se habían quedado sin representante en el Parlamento. L a sustitución del Partido Liberal por el Laborista es una muestra m ás de la crisis del liberalism o estu diada en este tema.
b.
La cuestión de Irlanda
Gran Bretaña, Porcentaje de paro 1921...16.6 1922... 14.1 1923...11.6 1924...10.2 1925... 11,0 1926... 12,3
1927... 9,6 1928...10,7 1929... 10.3 1930...15,8 1931...21,1 1932...21,9
1933—19,8 1934...16,6 1935—15,3 1936... 12.2 1937...10,6 1938... 12.6
E n los trein ta años an terio res a la guerra, el índice m edio de d esem pleo e ra de u n 6 p o r 100. P a r k e r , R. C. A.: «O p. cit.», pág. 131.
Promedio del número de días de tra bajo perdidos cada año a causa de las huelgas. (Exceptuando la huelga general de 1926.) 1919-1921 ...................49 100 000 1921-1927 ...................38 800 000 1927-1939 3 100 000 P a r k e r , R, C. A.: «Op. cit.», pág. 140.
E l problem a irlandés había quedado soterrado por la guerra, pero en 1919 los nacionalistas inician un cam bio de estrategia para poner en práctica la autonom ía y la separaciórf sin contar con la aprobación dé Londres. Setenta y tres diputados irlandeses se constituyeron en D u blín en A sam b le a y crearon un gobierno y una adm inistración inde pendientes; mientras el IRA (Irish Republican Army) hostigaba con em boscadas y ataques por sorpresa al ejército inglés. L a respuesta militar era difícil en un país agotado por la guerra, y por ello Llo y d George decide aceptar la autonom ía de Irlanda. Se crearon dos entidades: El Ulster (seis condados de m ayoría p ro testante en el Norte), que se m antuvo dentro del R e in o U n id o, y el Estado Ubre de Irlanda, para el que en 1922 se establecieron los siguien tes puntos de acuerdo a fin de mantenerlo dentro de la C o m u n id ad bri tánica: «1. Irlanda tendrá el mismo estatuto constitucional en el seno de la comunidad de naciones con el nombre de Imperio británico que el dominio de Canadá (...) con un Parlamento que tenga po der de legislación para el orden pacífico y el buen gobierno de Ir landa y un poder ejecutivo responsable ante el Parlamento y lleva rá el nombre de Estado libre de Irlanda (...) 3. El representante de la corona en Irlanda será nombrado del mismo modo que el gobernador general del Canadá y según el procedimiento seguido para designación de este género (...) 12. Si en el mes siguiente a la aprobación de esta ley, se pre sentara a Su Majestad una demanda en ese sentido por las dos C á Eamon de Varela, de origen gallego, maras de Irlanda del Norte, los poderes del Parlamento y del go que fue quien encamó el ala intransi bierno del Estado libre de Irlanda no se extenderán a Irlanda del gente del nacionalismo irlandés en su Norte.» C h a u l a n g e s , M a n r y y Se v e : «O p. cit.», pág. 289.
objetivo por conseguir la independen cia.
269
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•.
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Este acuerdo no satisfizo a nadie. L o s nacionalistas irlandeses veían cóm o su isla permanecía dividida. L o s unionistas pensaban que este acuerdo significaba un retroceso del poder de G ra n Bretaña. L o s p n > testantes del Ulster, aunque mantuvieron su prim acía sobre lo sjcató1jeos en el Norte, vieron cóm o su posición se deterioraba día a día por los ataques de los activistas del IR A . E n 1937 se proclam ó la R e p ú blica d eT rland a (E m e ) en el Estado Libre, que en teoría se separaba de la Com m onw ealth, aunque mantuvo relaciones con ella hasta 1948.
3.2. a. Mapa de Irlanda y Gran Bretaña des pués de 1922,
Francia Desde el punto de vista económico
L o s gobiernos franceses, sobre todo el presidido por Poincaré, se afanaron en «salvar el franco» y colocarlo al nivel de 1914 para recons truir el país. Pero ante las dificultades que esto entrañaba, sobre todo después de apreciar que sería m uy difícil cobrar las reparaciones a A le mania, optaron por la inflación (m otivada además por la necesidad de im portar productos alim enticios) y la estabilización del franco a un n i vel correspondiente a un quinto de su valor; de esa m anera los precios franceses resultaban abiertamente competitivos en el m ercado m u n dial. H a c ia 1925 la reconstrucción económ ica de Francia estaba term i nada. E l siguiente gráfico analiza la evolución del franco y su relación con los cam bios políticos. E v a lu a c ió n d e l fra n c o y su re la c ió n co n lo s c a m b io s p o lític o s Certcl d e L as izquierdas
Bloque nacional
1919
1920
1921
1922
23
24
25
G obierno d e lim ón n.icional dirigido por Pomca re
26
27
28
1929
F l o u z a t , D.: «Economie Contemporaine.» PUF, París, 1979, vol. 2, pág. 312. E stas m edidas perjudicaron m ás a los que tenían rentas fijas, es de cir, a las llam adas clases medias, personas ahorrativas que vivían de rentas de bienes urbanos (alquileres de pisos) o rústicos, honradas y no m uy ricas, pero que habían m antenido sus rentas intactas durante m ucho tiem po gracias a la estabilidad de los precios. L a inflación ( alza constante de precios) perjudicó sus haciendas hasta el punto de llevar a m uchos de ellos a la miseria. M ie ntras que obreros y empresarios se beneficiaban de un sustancial aumento de sus ingresos, puesto que el alza de precios iba siempre acom pañado de la subida de los salarios.
Inflación: Se puede definir, de forma abreviada, como un exceso de la de manda sobre la oferta, diferencia que se refleja en un alza general de precios.
270
b.
Bajo el punto de vista político
N o se produjeron en Francia las situaciones graves que afectaron a otras dem ocracias europeas; ya que, al m argen de las clases medias, que fueron fuertemente perjudicadas por las m edidas económicas, los trabajadores y los empresarios, esto es, la izquierda y la derecha polí-
tica, no tuvieron m otivos para radicalizarse. L a R e pública dem ocráti ca de los años veinte no tuvo que hacer frente a un serio desafío de la derecha ni de la izquierda. Obsérvese en el siguiente gráfico el nú mero de huelgas que se producen en este período.
G rá fic o d e l n ú m e ro de h u e lg a s 2000
B r a u d e l , F. y L a b r o u s e , E .: «Histoire economique et sociale de la France.» PUF, París, 1980, tomo VI,
vol. 2, pág. 931.
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19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38
T ras finalizar la guerra se produjeron, com o en otros países, algu nas huelgas y manifestaciones con el fin de equiparar los salarios a las subidas de los precios, pero la izquierda revolucionaria no llegó nunca a poner en peligro la democracia. E s más, en 1921 la facción com u nista se escindió de la C G T (Confederación General del Trabajo), la central obrera m ás grande de Francia, que se convirtió así en una ins titución respetable y casi burguesa. M ie ntras tanto la facción escindi da, la CGTU, adoptaba una rígida intransigencia, m antenía las huel gas cuanto podía y pensaba m ás en el fortalecimiento del sindicalism o de ultraizquierda que en el beneficio de los trabajadores. E l resultado fue la pérdida de predicam ento en favor de la C G T . L o m ism o ocurriría con el Partido Socialista, que en el C on greso de T ou rs se dividió en dos: la S F IC , unida a la Tercera Internacional con sede en M oscú, y la S F IO , sección francesa de la Internacional de los Trabajadores o Segunda Internacional (véase T e m a 7). C u a n d o se hizo evidente la lim itación al territorio ruso de la revolución soviética, el Partido C om u n ista Francés ( S F IC ) empezó a perder miembros, m u chos de los cuales volvieron al Partido Socialista. P or la derecha, aunque surgieron algunas form aciones fascistas
(Los Camelots du Roi, Action Frangaise, Jeneusses Patriotes o el Faisceau), los partidos m onárquicos y bonapartistas habían desaparecido virtualmente, y los conservadores, representantes de las clases opulen tas deseosas de mantener sus riquezas, encontraban eco en los parti dos de derecha que se m antenían dentro del régimen. E n 1924 gobernó el llam ado Cartel de izquierdas, form ado por la alianza de radicales y socialistas. S u principal problem a fue la situa ción financiera, que concitó la oposición del gran capital contra el pre sidente del gobierno, Herriot, quien dim itió en abril de 1925. L a situa ción se hizo un tanto difícil, con sucesiones constantes en el M in iste rio de finanzas,(hasta que Poincaré constituye un gobierno de U n ió n N acion al dotado de plenos poderes que cuenta con el apoyo de los gru pos financieros, que ven en él una garantía. Sus medidas, consistentes én la austeridad en el gasto público y los aumentos fiscales, consiguen levantar la economía.
Raymond Poincaré (1860-1934). Abogadolleprofésión, se dedicó a la política y fue diputado, senador, ministro y presidente de la Repúblicá.' Desde 1926 a 1929 estableció una serie de medidas drásticas para esta bilizar el franco, aunque sólo consi guió hacerlo en un quinto de su va lor de 1914.
L a D e pre sión del 29 afectó tardíamente a Francia, pero provocó un importante m ovim iento político: prim ero hacia gobiernos radica les, luego, tras los disturbios de 1934, hacia gobiernos reaccionarios de cariz antidemocrático. A s í se llegaría a la solución del Frente Popular, apoyado desde fuera por el Partido Com unista. D irig ió el gobierno León Blum con un program a de acuerdos m ínim os entre todos los par tidos de izquierda, y a pesar de los conflictos con que inició su m an dato, logró estabilizar el régim en (acuerdos de M atign o n , 7 de junio de 1936, en el que se estipulaban la libertad sindical, la sem ana labo ral y el despido pagado). L a s divergencias internas y los ataques del exterior (capitalism o y derecha) hicieron caer este gobierno en 1937.
3.3.
Henry Ford (1863-1947) Industrial norteamericano. Nació en Greenfield el 30 de julio de 1863. Hijo de honrados labradores, cons truye personalmente su primer auto móvil en una casita de ladrillos ro jos, que todavía se ofrece a la curio sidad de los turistas no lejos de sus grandes fábricas. Se cuenta que sien do niño su vocación se reveló por el paso lento de un locomóvil de vapor. Concibió entonces esta idea que po dría considerarse como el lema de su existencia: «Los medios de transpor te son la piedra angular de la prospe ridad.»
a.
Los Estados Unidos: del desarrollo a la crisis de 1929 Desde el punto de vista económico
L a nota m ás característica del período de entreguerras es la prospe
ridad. L a guerra m undial enriqueció a los Estado s U n id o s debido a la neu tralidad que m antuvieron hasta 1917 y a que se convirtieron en los grandes proveedores de los A lia d o s europeos. E sto provocó un dese quilibrio a su favor, con un balance com ercial de 3 000 m illones de d ó lares de superávit en 1919, situación que se m antuvo hasta 1929, no sólo por la prosperidad de su economía, sino tam bién por el m anteni m iento de las m edidas proteccionistas. A l m ism o tiem po establecieron una política aislacionista, rehusan do tom ar parte en los asuntos de otros países, especialmente los euro peos. E n este sentido la política de inm igración cam bió tras la guerra, restringiéndose la entrada de m ano de obra europea, sobre todo de ori gen latino, m ás por razones ideológicas (el m antenimiento de la inte gridad anglosajona) que económicas. Paradójicamente, se consideraba m alo el internacionalism o, cuando su próspera situación se debía, en buena medida, a los beneficios provenientes del exterior. Surgen en tonces m edidas de carácter moral, com o la prohibición de fabricar y com erciar bebidas alcohólicas, lo que ocasionó el contrabando de al cohol y propició el enriquecimiento de los gánsters. E l «milagro americano» era visto con com placencia por el pueblo. L a extensión del taylorismo, que perm itía aumentar la productividad, y las grandes concentraciones en trust y Holdings produjeron un aum en to espectacular de la riqueza, que si bien beneficiaba sobre todo a los grandes m agnates de la industria, com o Henry Ford, tam bién llegaba a las clases trabajadoras a través de salarios m ás altos y del aumento del poder adquisitivo. Se llegó a pensar que el crecimiento sería ilim i tado, sin las continuas crisis de las etapas anteriores del capitalismo. Pero el sistema tenía sus fallos, aunque los econom istas no supieran
La industria automovilística fue una de las bases de la explosión económi ca de los Estados Unidos. 272
verlos: L a agricultura sufría un retroceso, con descenso de los precios y au m ento de las deudas, una vez term inados los efectos de la guerra. L a expansión se debía m ás que nada a los créditos y a la especu lación, que alentaban el consum o desenfrenado, dando lugar a un fal so crecimiento. P or ello la prosperidad era especialmente frágil, com o se vería en 1929.
b,
Desde el punto de vista político
E l período de entreguerras se caracterizó, com o en otros países, por el reforzam iento del poder ejecutivo em anado de la propia con tienda. E l dem ócrata Wilson controlaba las instituciones a través de su partido, sin permitir la participación de otros sectores de la sociedad. Pero la lenta recuperación de E u ro p a hacia 1920 hace dism inuir algo las exportaciones norteamericanas y, en consecuencia, aum enta el paro. P o r otra parte, se produce un resurgir de los m ovim ientos obre ros, com o la American Federation Labour y la Industrial Workers o fth e World, de tendencia procomunista. Estas circunstancias hacen que se produzca una desconfianza en la opinión pública, que lleva a los republicanos a la C a sa Blanca. D e 1923 a 1933 los republicanos (H ardin g, Coolidge, H o ove r) gobiernan con el apoyo de las altas finanzas, desde la «moralidad» y el «antiobrerismo». La s empresas adquieren su m ayor fuerza rom piendo los m ovim ientos obreros m ediante todo tipo de presión: lock-out, coalición de em pre sas, creación de grupos arm ados contra-huelguistas, etc. E l conserva durism o fue la nota m ás significativa de este período, desde el punto de vista político. L a crisis de 1929 va a acabar tem poralmente con este estilo de vida norteamericano. L a adm inistración H o ov e r creyó que se trataba de una crisis cíclica y utilizó rem edios inadecuados, que la hicieron m ás p ro funda. L a llegada al poder de los demócratas, en la persona del pre sidente Roosevelt, supuso un cam bio importante en la política econó m ica y social por m edio de su program a de reform a o New Deal (véa se T e m a 14). L a política intervencionista del N e w D e a l en m ateria eco nóm ica exigió un aumento de las prerrogativas del presidente a través de la injerencia del gobierno federal en el de los Estados. L a o posi ción (los elementos m ás reaccionarios de la sociedad norteam ericana) hizo que la Corte Suprem a declarara inconstitucional m uchos de los puntos del N ew Deal.
4.
La Alemania de la República de W eimar
Vista parcial de Nueva York. Esta fue la ciudad que mostró mejor los logros económicos de los Estados Unidos en el período de entreguerras.
Presidentes de los Estados U nidos (1919-1940).
1919-1921 1921-1923 1923-1925 1925-1927 1927-1929 1929-1931 1931-1933 1933-1940
Woodrow Wilson D Warren Harding D Calvin Coolidge R Calvin Coolidge R Calvin Coolidge R Herber Hoover R Herber Hoover R Franklin Roosevelt D
A d a m s, W . P.: «L os Estados Uni dos de América.» Ed. Siglo X X I, 1979, pág. 80.
4.1. Los difíciles inicios y la Constitución de W eimar L a situación de A le m an ia al acabar la guerra no era la m ism a que la de las naciones vencedoras. E n los últim os meses de la contienda (com o se ha visto en el T em a 9) la revolución se extiende. Se consti tuyen consejos de obreros y soldados, el abastecimiento se hace difícil y aparecen los prim eros síntom as de resistencia nasiva /Ú 'l 9 de no viem bre de 1918 abdica el em perador y se proclam a la República. Se hace cargo del gobierno Ebert, líder de la S P D (Partido So cial-D e m ó crata alemán). L o s espartaqidstas, grupo disidente de la socialdem ocracia alem a na, dirigidos por Kart Liebknecht y Rosa Luxemburgo, consideraban que La revolución no había acabado el 9 de noviem bre y aspiran a crear un Estado soviético. D e noviem bre de 1918 a enero de 1919, la situación se hace crítica en Alem ania.
La socialdemocracia, dirigida por Ebert, tuvo que enfrentarse a los ata ques que desde la derecha y la izquier da se hacían contra la República de Weimar desde 1919.
libert toma entonces una serie de m edidas para atraerse a las cla ses obreras: establece jornadas de ocho horas > propicia el entendi m iento de los sindicatos con los patronos, en un intento de solucionar los problem as del trabajo en el seno de la «C om un idad del Trabajo»
2 evitar la extensión de la revolución. A pesar de todo la agitación pro seguía, y se llega a ocupar cl palacio real. Se piensa en tom ar el poder en nombre de los Consejos de obreros. E e ra d e l 9 al 13 de enero de 1919. la S P D acude al ejército, que lleva a cabo una brutal represión y acaba con el m o\ ¡miento revolucionario. R o sa Luxem burgo y Liebknecht son asesinados. E l 19 de enero se celebran las elecciones por sufragio universal, cuyo resultado arroja un triunfo del S P D , aunque no consigue la m a y o ría absoluta. L a asamblea, reunida en W eim ar, elige com o presiden te del R e ic h a Ebert. y se empieza la elaboración de la constitución, cuyos artículos m ás importantes son los siguientes:
Aguafuerte de Kathe Kollwitz. E l do
«Artículo 1.— E l Reich alemán es una República. E l poder del Estado procede del pueblo. Artículo 25.— E l presidente del Reich es elegido mediante su fragio universal. E s elegible cualquier alemán que haya cumplido los treinta y cinco años. Artículo 43.— E l presidente del Reich es elegido por siete años. E s reelegible. Antes de la expiración del mandato, el presidente puede ser relevado de sus funciones por referéndum, mediante pe tición dirigida al Reichstag. La decisión del Reichstag debe ser to mada por una mayoría de los dos tercios. La decisión impide al pre sidente del Reich la continuación de sus funciones. El rechazo por parte del pueblo está considerado como equivalente de una ree lección e implica la disolución del Reichstag... Artículo 53.— El cahciiler del Reich y, a propuesta suya, los mi nistros del Reich son nombrados por el presidente del Reich, quien igualmente pone fin a sus funciones.»
lor de los obreros alemanes ante el asesinato de Rosa Luxemburgo.
Elecciones del 19 de enero de 1919. Partidos (%) esca ños Nacionalalemanes Populistas.................. Zentrum = bávaro Demócratas........... S P D ..................... Socialistaindependiente ........
10,3 4,4 19,7 18,6 37,9
44 19 91 75 165
7,8
22
K l e i n , G .: «De ios espartaquistas al nazismo: La República de Weimar.» Sarpe, Madrid, 1985, pág. 121.
De la Constitución de Weimar
«Art. 48. — Si un país dejase de aca tar las obligaciones inherentes de la constitución o las leyes del Reich, el presidente del Reich puede obligar a su sometimiento con la ayuda del ejército. Si la seguridad y orden público de! Reich alemán se vieran considera blemente alborotados y en peligro, el presidente del Reich puede tomar medidas pertinentes para restablecer el orden y la seguridad pública. Si fuese necesario, puede intervenir con la ayuda de las fuerzas armadas. Con esta finalidad puede suspender temporalmente, ya sea parcial o to talmente, los Derechos Fundamen tales establecidos en los artículos 114, 115, 117, 118, 125 y 153.» S n y d e r , Louis: «El mundo en el si glo XX. 1900-1950.» Labor, Barcelo
na, 1969, pág. 191.
E s un sistema curioso, que com pagina el parlam entarism o con el régim en presidencial y busca el reconocim iento de los distintos terri torios alemanes, aunque el artículo 48 establecía grandes poderes para el gobierno central.
4.2, Las vicisitudes de la República alemana JEs posible dividir la etapa de la República de W e im ar que va des de 1919 a 1929 en dos períodos: a.
D e 1919 a 1923
L a República se afana por encontrar un orden político y social a través del caos y la continua crisis. T anto desde la derecha com o des de la izquierda y desde los nacionalism os de los diferentes E stad o s se átaca con dureza al régimen. D espués de Versalles se hizo necesaria una reestructuración de las fronteras, porque las m inorías étnicas reclamaban la adhesión a otras naciones. E n este sentido se celebraron plebiscitos en Schleswig y M e mel, a fin de esclarecer los intereses de sus habitantes. L a derecha, mediante golpes de m ano o putsch com o el de K a p p o el de Hitler, y la izquierda, mediante insurrecciones obreras, ponen
i ríos iniefnaDor.a'izacíos
hasta 1923adtntnístraeíán ati3da 4 \ l i t u a n Í a | 1923anexionado por ütuam a -flTemtoríS^ | -* 1924 estatuto de autonomía J [ y d0 Memet I
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3.* zona (hasta 1930) i»
í zonas atribuidas por plebiscito «echa y porceniaie de votos proálemanes)
LIECHTENSTEIN
SUIZA
A U STR IA
n uevos Estados soberanos desp u é s d e !a primera guerra mundial cesiones territoriales (según los colores de los p aíses beneficiados!
en peligro la estabilidad del régimen, que en el año 1923 pasó por uno de sus peores momentos, incluyendo la ocupación del R h u r por F ra n
Alemania tras la paz de Versalles.
cia (véase Tem a 13). E n esta situación de agitación política y social, la inflación tom a proporciones anorm ales a partir de 1922, en perjuicio, sobre todo, de las clases m edias (rentistas, pequeños propietarios, jubilados), que al proletarizarse se convirtieron en uno de los apoyos del fascismo, si bien es cierto que ya estaban arruinadas antes de producirse esta crisis. E n 1923 la R epública parecía derrotada, y tanto la extrema dere cha com o la extrema izquierda esperaban un solo fallo para abatirla. Pero no fue así; en pocos meses se restableció y salió de la crisis, p o r que el poder económ ico no se había visto seriamente dañado. E sta es la circunstancia que diferencia esta crisis de la de los años treinta, que
39 REICHSTAG
22 REICHSTAG
llevó a H itler al poder. 4-5-1924
b.
Desde 1924 a 1929
Se restablece la situación económ ica y monetaria. L o s A liad o s, con vencidos de la necesidad de una recuperación económ ica de A le m an ia jiara poder cobrar las reparaciones de guerra, la ayudaron en form a de préstam os a corto plazo, que por el m om ento les facilitaba el pago (Plan Daw es). T o d o este período fue presidido por gobiernos liberalconservadores, com o el de Stressemann, quien logró la estabilidad m o netaria, acentuó el progreso de la economía, m odernizó y racionalizó la industria, que experimentó un notable desarrollo, e hizo descender el paro. D esde el punto de vista económ ico los años de 1927-1928 fue ron de prosperidad. L a distensión lograda a partir de 1925 en el lla m ado espíritu de Lo carn o (véase T em a 13) favorece también la esta
493 diputados :
472 diputados
4 9 REICHSTAG
i 5QREICHSTAG !
(m 491 diputados i I
:[ i Partido Socialdemócrata I____ I Alemán (SPD). |
14-9-1930
i Partido Comunista Alemán (KPD) hasta I 10-5-1928 se incluyen los socialdemócratas independientes (USPD).
¡ Centro Católico (Z).
Partido Nacionalista Alemán de ÍMBIBBj trabajadores (Nazi) (NSDAP). p lS p I Partido Popular Nacional Alemán (DNVP).
■S S
577 diputados
p ~ P a r t i d o Popular U S » Alemán (DVP). ¡~ — | Partido Demócrata [B S fi! Alemán (DDP desde 1930 Partido Alemán del Estado- DSTP).
O
Partido Popular Bávaro (BVP)
f ;V j otros partidos
1* vuelta electoral: 29-3-1925
2! vuelta electoral: 26-4-1925
votos válidos en millones ;
el color de los segmentes indica el partido que apoya a cada cantíidado reseñado (videsupra)
bilidad interna. Políticam ente se inicia un giro hacia el conservadurism o, cuyo ex ponente m ás claro es la elección del general Hindenburg, antiguo jefe del ejército imperial, para sustituir al fallecidcTcancillér Ebert. E sto su ponía el reconocim iento del fracaso liberal de la República, que aun que se m antenía en pie gracias a la bonanza económica, contaba con fiases m uy inestables, y las convulsiones de la crisis de 1929 iban a oca sionar su derrum bam iento total a m anos del nazismo (véase Tema 12).
Esquema de las elecciones para el Reichstag alemán entre 1924 y 1930. 275
1.
Comentario de textos
Documento 1 «(...) Bajo la crisis de superficie hay una crisis de fondo que seguirá abierta aunque la otra se resolviera por un cam ino de m ayoría parlamentaria. E sta segunda crisis se manifiesta con tanta fuerza y continuidad, que con respecto a ella todos los partidos deberían estar de acuerdo. T o d o s se resienten de ella. E s una crisis ge neral y permanente, cuyos efectos experi mentaría Francia, aunque el partido que tu viera el poder, cualquiera que fuese, dispu siera en la C ám ara de una m ayoría coheren te de quinientos votos. L a crisis tiene su ori gen en las instituciones y en las costumbres. L a crisis se traduce en una hipertrofia in soportable del poder legislativo a expensas
del ejecutivo (...) y eso en una época en que, tanto a la izquierda com o a la derecha se pro clam a la necesidad de un E sta d o fuerte. M á s aún, se revela la crisis en una sum isión abso luta del poder legislativo a las existencias de las oligarquías electorales, que asfixian el in terés general en una red de intereses particu lares. E l poder ejecutivo no representa, ante las asam bleas y los funcionarios, m ás que un p o der precario. E l poder real no es ya el m inis tro, que se m archará al cabo de un mes, sino el ponente del presupuesto, que a m enudo se sobrevive a sí m ism o de una a otra legislatu ra.» A. T a r d i e u : «La reforma del Estado.» Apud: M ir a , J o s é y otros: «O p. cit.», pág. 317.
Cuestiones 1.
Sitúa cronológica y geográficamente el documento.
2. A ve rigu a lo que puedas de su autor. 3. 4. 5.
Exp lica los rasgos de la crisis del sistema político liberal que aparece en este documento. Com prueb a en el tema si existe otra form a de desequilibrio de poderes. A n aliza las razones por las que el sistema liberal no funcionaba com o en sus prim eros m o mentos. R e p a sa el concepto de liberalism o en el T e m a 2 y com páralo con el documento. Establece las diferencias.
Documento 2 La moral comunista según Lenin « U n com unista debe estar dispuesto a ha cer cualquier sacrificio y a recurrir incluso, en caso necesario, a toda clase de m edios y estratagemas, a emplear m étodos ilegítim os y a ocultar la verdad, todo ello con objeto de infiltrarse en los sindicatos, de permanecer en ellos y de realizar en su seno una labor re volucionaria (...).
276
R e p u d iam os toda m oral que no se base en los conceptos de clase, porque entonces se tratará de un engaño, de un fraude que in toxicará los cerebros de los obreros y cam pe sinos en beneficio de los terratenientes capi talistas (...) N osotros afirm am os lo siguiente: E s m oral todo lo que sirve para destruir la vieja sociedad explotadora y para unir a to dos los trabajadores en torno al proletariado, que está creando una nueva sociedad com u nista.»
Apud: S n y d e r, Louis, L.: «Op. cit.», pág. 192.
C u e stio n e s 1. 2. 3.
Sitúa cronológicamente el texto. A verigu a lo que puedas de su autor. A n aliza las ideas.
4.
R az o n a si, según este documento, los com unistas aceptarían los fundam entos de la dem o cracia liberal. Com prueba en el tema si algunas otras organizaciones obreras lo hacían o no.
5.
2.
Tema de debate y profundización La s causas del fracaso de la R e pública de W eim ar.
Estado de la cuestión • «Se ha criticado m ucho la constitución que entró en vigo r el 11 de agosto de 1919. Se ha querido imputarle una parte importante de culpa en la caída del sistema. D e hecho, esta constitución se escribe en el m arco de lo que en aquella época se lla m aba «parlamentarismo racionalizado». T od as las constituciones de la época entre las dos guerras (excepto, naturalmente, la de la U R S S , por una parte, y la de las dictaduras to talitarias y fascistas por otra) llevan la m arca de la búsqueda de la perfección constitucio nal, que generalmente se traduce por una com plicación del sistema vigente. E sta com pli cación es aún m ayor en los regímenes federales, o sea, en el caso de Alem ania. D esde el punto de vista constitucional, W e im a r representa una tentativa extraordina riamente original. E l bicefalism o del ejecutivo, la elección del presidente de la República mediante sufragio universal en un sistema que en parte se mantiene en el parlam entaris mo, la disolución casi discrecional por el jefe del Estado, no son, tom ados aisladamente, elementos desconocidos en el derecho constitucional de la época. Fue su com binación lo que, en un sistema republicano, representó una innovación. A esto hay que añadir la muy extensa lista de los derechos individuales, así com o el célebre artículo 48, que, por el he cho del control parlam entario sobre su ejército, no tiene el alcance que a veces se le ha querido dar. D e hecho, la experiencia de gobierno sobre esta base constituyó un fracaso a partir de 1930.» K LEIN , Claude: «De los espartaquistas al nazismo...» «Op. cit.», págs. 155 y 156. E l PAÍS. domingo 21 de agosto de 1988
3.
Técnicas de trabajo
• El presente de la Historia Situación actual de Irlanda del Norte. Se ha estudiado en este tema La Indepen dencia de Irlanda y la dificultad para llegar a un com prom iso satisfactorio. T ras la Se gu n da G uerra M u n dial, la situación no cam bió m ucho en el Ulster. L a intransigencia del I R A , por un lado, y de los protestantes por otro, convierten a Irlan d a del N orte en un cam po de batalla. Investiga en las hemerotecas cuál es la si tuación actual de ese país y cuáles las causas de la violencia.
Inquietud por la capacidad de los ‘provisionales’ para atacar objetivos militares
Un coche bomba del IRA mata a siete soldados británicos INTMINO. («mdrrs \Mríemm Jf agopoM IR4 Provisional k ha estado •*■«» siete muerto» 1 2S herid.!» al t.ícrelio hrttAnh-n. «en ver en Irlanda M
N«te- fu la madronada de «ver. cn cl »■©»• dado de tytonc. tm corte bomba tiacu cal la» jwr lo« uim. w aatutm» milita!, vis di» Darte©alauno. use transportaba o VI rolda
do». Se m u de «w de lo» «trotad..» «a» «ang.tetivo* perpetrado» por cl lk.\ contra la» lucra» británica», que va ton perdido a ¡I. de »o» hnmbtra durante el («©«ente ai.,.
p í R >í C í
4.
Testimonios
Literarios Son m uchos los escritores que tras la P ri m era G u erra M u n d ia l nos han dejado testi m onios literarios de lo que fueron aquellos años veinte. E n E u ro p a Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, y James Joyce, Ulises, ofrecen acontecimientos de la vida diaria que nos permiten apreciar la circunstancia general por la que este Continente pasaba en esos años de la posguerra.
Graham Greene en Los roquedales de Brighton busca el recurso de la fe para rem e diar el caos que la guerra de 1914 había pro ducido en la conciencia de los hombres. L a crítica a la sociedad alegre y desenfadada de los años veinte aparece en obras com o la de Bernard Shaw, El socialista insociable, o la de A. Huxley, Contrapunto. Este autor en Un mundo feliz trata de buscar el fin del dolor de la hum anidad pero presentando una solu ción m enos hum ana aún. L a novela de Thomas Mann, Montaña mágica (1924), muestra la catástrofe sin salida a la que van a parar las grandes ilusiones de Europa. E n E stado s U n id o s John Dos Passos en La Iniciación, publicada en Inglaterra en 1920, narra la desilusión de su protagonista tras la prim era guerra y su posterior conversión al socialismo. E l m ism o tema de la inadapta ción de los excomabatientes a un sistema que ya no es valorado con la m ism a im portancia que antes de la contienda, se trata en Tres
Soldados. E n el ámbito de la novela social destaca la denuncia, a veces de un cruel realismo, de Cadwell en sus obras: La hija de Jim, Los hombres, E l Camino del Tabaco... L a dificul tad de sus protagonistas por sobrevivir en un sistema basado en el m onocultivo y el capi talism o salvaje son la constante de estas n o velas. L a aparición de los nuevos ricos, que sur gen en Esta do s U n id o s a consecuencia del crecimiento espectacular de su econom ía tras la guerra, es tratado por escritores com o Le-
278
I C fcíS
wis con gran ironía. E s interesante leer tam bién la autobiografía de Henry Ford, en la que su filosofía del negocio permite un aná lisis de la vida am ericana del momento.
Cinematográficos E l cine m ultiplica los film es en esta época. E s indudable que El Nacimiento de una na ción rodada en 1914 es la obra clave para com prender no sólo la necesidad norteam e ricana de hacerse con un pasado inm ortali zado en la película, sino también el nacim ien to del cine com o género artístico indepen diente. A este m ism o nivel hay que citar Lo que el viento se llevó, de Víctor Fleming, que al igual que la anterior muestran las razones esclavistas del sur para mantener su guerra con el norte. E n el período de entreguerra se aprecia también la utilización del cine com o propaganda nacional, ya sea ofreciendo ver siones negativas de otros países com o la se rie realizada en A le m an ia por Lubistch (Ana Bolena, Madame Dubarry) en las que se cri tica a Inglaterra y Francia respectivamente, o bien exaltando las propias virtudes com o en la obra de Cserepy, Federicus Rex. E l cine utilizó adem ás el surrealismo, en bo ga en estos momentos, para realizar una crítica a la sociedad burguesa: Un Perro an daluz, de Buñuel, es un ejemplo de ello. L o s norteam ericanos fueron m ás directos en sus críticas. A sí, Vidor critica la pobreza de unos frente al enriquecim iento de otros en los años veinte a través de El pan nuestro de cada día. L a crítica en clave de hum or la tenemos en la obra de Chaplin, Luces de la ciudad, y en la de los Hermanos Marx, Sopa de ganso,
Plumas de Caballo, Una noche en Casablanca... Finalmente, la obra cinem atográfica que merece ser visionada en este capítulo y ana lizada en com ún es Ciudadano Kane, de Orson Welles. E n ella se hace una feroz crítica de cóm o los grupos de presión económ i cos y de opinión (prensa) controlaban la vida norteamericana. Puede servir, además, para adelantar un análisis de las causas de la cri sis de 1929.
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S IS T E M A S P O L IT IC O S EN EU RO PA, 1930-1939
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Repúblicas
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M onarquías
1933: Establecimiento de dictadura
La llegada del nazismo al poder coincidió con el auge de las dictaduras.
Los movimientos fascistas Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. Los fundam entos doctrinales del fascismo. Causas de la ascensión de los fascismos. El fascismo en Italia y Alemania. Prácticas.
279
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema A d e m á s de algunos de los libros citados en el tema anterior, com o los de R .A .C . P ar ker, R ene R e m o n d y, sobre todo, Elizabeth W iskem ann, se pueden consultar los siguientes: • BOURDERON, R.: «Fascismo. Ideología y Práctica.»Narcea, M ad rid , 1982. Im portante para desarrollar la ideología del fascismo, tema por demás controvertido. • G u i c h o n e t , P.: «Mussolini y el Fascismo.» O ikos-T au , Barcelona, 1970. Lib ro que por su extensión y claridad puede ser utilizado a nivel preuniversitario para es tablecer las ideas sobre el origen del fascismo en Italia. A n aliza además las acciones de gobierno de M u sso lin i (guerra italo-etíope) y las causas de su declive.
«Fascismo: Génesis y Desarrollo.» Videosistem a, M adrid, 1974. Lib ro escrito por un periodista en el que trata de analizar políticamente el fascism o com o algo m ás com pleto y vasto que el fenóm eno aislado de una coyuntura histórica. E s m ás un estudio del fascismo que un desarrollo histórico de los acontecimientos, aunque tam bién narra algunos. • H a r o TECGLEN, E d u a r d o :
N o l t e A r a m b u r u , E .: «El fascismo en su época.» E d ició n 62, Barcelona, 1984. Se centra en el análisis de «A ction Francaise», «Nazism o» y «Fascismo», com o com po nentes de doctrinas similares. Establece la tesis de que el fascismo es un fenóm eno de o p o sición al bolchevismo. •
• PARIS, Robert: «Los orígenes del fascismo.» Sarpe, M ad rid , 1985. L ib ro clásico sobre el fascism o italiano. A n aliza sus orígenes, que relaciona íntimamente con M u ssolini. Com prende cronológicam ente desde la Prim era G uerra M u n d ia l hasta la M a rc h a sobre Rom a. T a s c a , A n g e lo : «El Nacimiento del fascismo.» Ariel, Barcelona, 1969. Presenta un adecuado análisis de los fundam entos del fascism o y su desarrollo hasta 1929. •
• THORTON, M ic h a e l J.: «El nazismo (1918-1945).» Orbis, Barcelona, 1987. E s una edición reciente de un libro clásico sobre el nazismo, al que se considera una ac titud ante la vida, en un intento de definición ideológica. Com prende adem ás una b iogra fía de H itler y la historia del nazismo desde la situación posbélica de A le m a n ia hasta su declive después de la derrota en la Segunda G u e rra M undial. • V i ñ a s , Á n g e l: «La Alemania nazi y el 18 de Julio.» Alianza, M ad rid , 1974. Trata especialmente, y en form a de tesis, las relaciones entre H itle r y Franco en lo refe rente a la ayuda nazi en los com ienzos de la guerra.
1.
Introducción
L o s fascismos, cn un sentido amplio, pueden definirse com o aque llos jn p vim ien tos ultranacionalistas, antiliberales, antidemocráticos y antimarxistas que se desarrollan, sobre todo en Europa, en el período d f^ fitregu erras (1918-1939). A u n q1u— e— ...los fascismos carecen de iprogram a concreto,~ se basan en — c w>rhf
2.
Los fundamentos doctrinales del fascismo
2,1. Los antecedentes Q u izás uno de los rasgos definitorios del fascismo sea la ausencia de antecedentes ideológicos específicos, que lo presenta com o un m o vim iento coyuntural. N o obstante, cuando los fascism os se convierten en Estado s totalitarios, aflora una serie de concepciones, sobre todo políticas y sociales, que ya se apuntaban en los escritos de algunos pen sadores. E n este sentido se ha definido el m ovim iento com o irracio nal, y el irracionalism o había sido una corriente en el pensamiento del siglo X I X . Schovenhauer y Friedrich Nietzsche habían hablado de la lu-
La ideología fascista: «Al hablar de la doctrina fascista, ha de tenerse en cuenta que ésta no existe en el sentido apriorístico y programático que es habitual en los partidos políticos. E n el fascismo no hay un programa articulado, no exis te tampoco un manifiesto inicial que trace las directrices definitivas del movimiento; el fascismo quiso pri mero obrar, y después vinieron las elaboraciones doctrinales. (...) Ahora bien, en esa doctrina no existe unidad de trayectoria. E l fas cismo es ecléctico, acomodaticio; no se para en prejuicios, ni en dogmas apriorísticos; toma de cualquier par te aquello que puede serle útil y des deña lo que no estima aprovechable. (...) . Consecuente con esos principios, con ese amplio criterio de selectivi dad, el fascismo encuentra los oríge nes de su doctrina en fuentes nume rosas y, a veces, contradictorias, rea lizando con ellas una labor admira ble de depuración y de síntesis. (...)» A liv a l , H. d e : «Manual del fascis mo. Historia, doctrina, realizacio nes.» Ediciones Imperio, Granada, 1983, págs. 57, 59 y 60.
cha continua y sin sentido de la vida humana, sin razones verdaderas, sólo aparentes. E l irracionalism o fue aplicado por prim era vez a la so ciedad por Sorel en sus «Reflexiones sobre la violencia», adoptadas par cialmente por el fascismo. T am bién los escritos de Cari Schmitt sobre la exaltación de la violencia y los de Qswaldo SpenglerX<
2.2.
Doctrina política
a. S u p r e m a c ía a b s o lu t a d e l E s t a d o s o b r e to d o lo d e m á s : E n este sentido las desigualdades sociales se convierten en algo secundario. T o dos los esfuerzos de la sociedad se deben concentrar en el engrande cimiento del Estado. P or su parte, el E sta d o debe realizar todas las ac ciones de índole política, social y económ ica necesarias para conseguir la exaltación del Im pe rio (según el antiguo m odelo R o m an o ), en Ita lia, o conducir la «raza superior» a una posición predominante, en el caso alemán. . b. R é g im e n d ic ta to r ia l: P re v a le c e d poder ejecutivo sobre el ju dicial y el legislativo y se hace una crítica abierta del liberalismo, al que seculpa de todos los m ales de la sociedad. Vé ase al respecto el siguiente docum ento de Goebbels: «Somos un partido antiparlamentario, que rechazamos con buenos fundamentos la Constitución de Weimar y las Instituciones republicanas por ella creadas; somos enemigos de una democracia falsificada, que incluye en la misma lista a los inteligentes y a los tontos, los aplicados y los perezosos; vemos en el actual sistema de mayoría de votos y en la organizada irresponsabilidad la causa prin cipal de nuestra creciente ruina. ¿Qué vamos a hacer, por tanto, en el Reichstag? Vamos al Reichstag para procurarnos armas en el mismo arse nal de la democracia. Nos hacemos diputados para debilitar y eli minar el credo de Weimar con su propio apoyo. Si la democracia es tan estúpida que para este menester nos facilita dietas y pases de libre circulación, es asunto suyo (...) También Mussolini fue al Parlamento. Y, a pesar de ello, no tardó en marchar con sus ca misas negras sobre Roma.» G o e b b e ls , i .'.Artículo en DerAngriff, el 30 de abril de 1928. Re cogido por E. Nolte: «El fascismo en su época.» Edición 62, Barce lona, 1984. c.
L id e r a z g o : E l poder se plasm a en la persona de un líder: E l
Führer, el Duce, el Generalísimo , que actuará de form a totalmente per sonal, sin control alguno por la sociedad. La s instituciones parlam en tarias se mantienen en algunos casos, pero con funciones muy dom es
Hitler representado como protector de la nación alemana. 282
ticadas y restringidas. d. N a c io n a lis m o r e a c c io n a r io : U n nacionalism o exacerbado, que conduce a una política expansionista com o único m edio de solucionar
los problem as internos y lograr el respeto, por el miedo, en el exterior. (La unidad territorial se convierte también en una obsesión, y se resca tan viejas (o se buscan nuevas) reivindicaciones territoriales.
2.3.
Doctrina económica
a. Anticapitalismo inicial: E n los prim eros m om entos el fascismo se presenta com o anticapitalista y antimarxista y propugna la creación de un nuevo orden social y económico, Pero la práctica de gobierno y la necesidad de atraerse a la clase dom inante y de tranquilizar a la pe queña burguesía provocan un giro hacia la defensa de la propiedad pri vada. L o s que, dentro del fascismo, continuaban abogando por las «vie jas» pretensiones anticapitalistas son elim inados (m atanza de los m iem bros de la S A en Alem ania). N o obstante, se preconiza un cierto intervencionismo en la economía, lo que le permite presentarse ante ~eT proletariado, a través de su propaganda, com o un m ovim iento an ticapitalista y defensor de los intereses de los trabajadores. b. Autarquía: Se practica el proteccionism o con el fin de im pedir la im portación de productos extranjeros y favorecer así el desarrollo dé la producción nacional. L a lim itación de la im portación a los p ro ductos básicos unida al fom ento de la dism inución del consum o hacen que puedan destinarse los excedentes de capitales al desarrollo de la
Cartel nazi sobre la política belicista del III Reich.
industria bélica. c. Expansionismo imperialista: Para lograr nuevos mercados, m a terias prim as y fuentes de energía que im pidan la paralización de la industria. L a econom ía entra de este m odo en un círculo vicioso, en una espiral de la que no es posible salir: por un lado, la econom ía ne cesita la expansión militarista, y, por otro, la expansión m ilitarista exi ge m ayor esfuerzo económico, lo que de nuevo origina la necesidad de expansión y así sucesivamente. d. Obsesión por las grandes obras públicas, que cum plen dos o b jetivos: hacer dism inuir el desempleo y exaltar las m agnificencias del régimen.
2.4.
Doctrina social
a. L a élite: Se distinguen claramente los conceptos m asa y elite: las m inorías deben regir los destinos; de las masas. E sta s m inorías es taban representadas por la raza predominante, cuya m isión consistía en form ar una elite con la función de hacer extensiva a la nación su actitud ante la vida. E s decir, ofrecer otros m otivos de lucha distintos a los que hasta entonces había tenido la hum anidad: la defensa de la com unidad, la consecución de los destinos imperiales de la patria, etc. Analícese, en este sentido, este texto del libro « M i lucha», de Hitler, sobre el Estado racista. «El Reich alemán, como Estado, tiene que abarcar a todos los alemanes e imponerse la misión, no sólo de cohesionar y conser var las reservas más preciadas de los elementos raciales originarios de este pueblo, sino también la de conducirlos, lenta y firmemen te, a una posición predominante (...) Es un hecho que, cuando en una nación, con una finalidad co mún, un determinado contingente de máxima energía se segrega definitivamente del conjunto inerte de gran masa, esos elementos de selección llegarán a exaltarse a la categoría de dirigentes del res to. Las minorías hacen la historia del mundo, toda vez que ellas en-
283
caman, en su minoría numérica, una mayoría de voluntad y de en tereza (...)» A d o l f H it l e r : «Mi lucha», Barcelona, 1935, págs. 196, 329 y 330.
’Kúufl vichi ktitn Aígn
«Alemanes, no compréis a los judíos.» Reza el cartel en una calle berli nesa. La persecución empezó por la ruina de sus negocios y siguió con el despojo de sus vidas en los campos de concentración. E l régimen esta blecía así su estrategia para desarro llar su idea de Estado racial.
b. Víctimas.expiatorias: L a existencia de problem as en la..sucie dad exige al régim en la presencia de víctimas a las que acusar de esos males, A sí, extranjeros, m asones, gitanos, homosexuales, com unistas y judíos se convirtieron a los ojos de los fascistas en responsables de los males de la sociedad y entorpecedores de los logros del pueblo d o m i nante. L o s fascismos, y especialmente el nazismo, consideraban que la mezcla de sangre era la causa de la desaparición de las viejas culturas. H itle r ve la solución en el aislam iento germ ánico con respecto a otras razas, com o los judíos, a los que consideraba parásitos de otros pue blos. Leyes a n tisem ita s. «E l R eich stag ha aprobad o por u n an im id ad la sigu ien te ley:
Art. 2.1. Sólo puede ser ciudadano del Reich el súbdito de sangre alemana o sangres afines que, por medio de su conducta, demuestre tener el deseo y la aptitud para servir con fidelidad al Reich y la nación alemana. Penetrado del conocimiento de que la pureza de la sangre ale mana es condición indispensable para la supervivencia del pueblo alemán y animado por la férrea voluntad de defender a la nación frente a cualesquiera contingencias, el Reichstag ha aprobado por unanimidad la siguiente ley: Art. 1.1. Quedan prohibidas las uniones matrimoniales entre judíos y súbditos de sangre alemana o entroncados con ella. N o se rán considerados válidos los matrimonios contraídos en contra de esta disposición, aun cuando se hubieran verificado en el extranje ro para eludir sus preceptos.» Leyes antisemitas de Nuremberg. En H u b e r , H . y M u l l e r :
«El Tercer Reich.» Plaza y Janés, Barcelona, 1976, págs. 502-503. Composición social de los militantes del N S D A P (en 1935). . Trabajadores........................ Empleados.......................... Independientes.................... Funcionarios....................... Granjeros............................ Diversos..........................
Te30,3 19,4 19,0 12,4 10,2 18,9
B u r o n , T h ., y G a u c h o n . P.: «L os
fascismos.» Madrid, 1978, pág. 104.
A n un cio de m áq u in a de coser.
La propaganda fascista establecía las funciones de los miembros de la sociedad. Anuncio de máquina de coser en el que se expresa claramen te que el niño debe prepararse para coger el mosquetón, y la niña para coser.
c. Apoyo de la burguesía: A l principio el fascismo sólo encontró apoyo en la pequeña burguesía, temerosa de los avances del proleta riado, pero después necesitó del apoyo de la alta burguesía para acce der al poder, y ésta, ante el giro a la izquierda que estaba experimen tando la sociedad europea, jio dudó en concedérselo. C onform e avan zan los m étodos totalitarios, m ás estratos sociales van siendo «dom i nados»: los militares, los funcionarios, la Iglesia, etc.
d. Institucionalizado!! del papel social de la mujer, a la que se consideraba com o responsable del mantenimiento de la fuerza racial. Sus funciones estaban perfectamente delimitadas: los niños, la cocina y la Iglesia. A l ser incapaces de utilizar las armas se convirtieron, se gún la ideología fascista, en ciudadanos de segunda clase. e. Encuadramiento de la juventud, en organizaciones que garan tizaran la supervivencia del régimen \ la depuración de la civilización. L a educación, concebida com o adoctrinamiento, tuvo en este sentido úm importante papel en las naciones fascistas.
G ráfico de la afiliación a las ju v e n tudes h itlerian as. K o c h , H. H.: «La juventud hitle riana.» San Martín, Madrid, s/f., pág.
64.
4* 000,000
1932
1933
1934
1935
1936
1937
1938
‘ ~
1939
Métodos fascistas de gobierno L a puesta en práctica de la doctrina reseñada anteriorm ente se lle vó a cabo con la utilización de los siguientes instrumentos de actividad política:
a. El partido único, jerarquizado y bajo el m ando supremo del líjder. E sto s partidos, com o el Partido Nacional Fascista (P N F ), en Ita lia, y el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán ( N S D A P ) , conta ron con fuerzas paramifitáres, com o las S A (T ropas de A sa lto ) alem a na o los Fascios de combatientes italianos. b. La propaganda, m onopolizada por el Estado fascista, que in cide en la violencia a través del lenguaje, y cuya estrategia se aprecia en el siguiente documento, extraído del libro « M i lucha». «La capacidad receptiva de la gran masa es sumamente limita da y no menos pequeña su facultad de comprensión, en cambio, es enorme su falta de memoria. Teniendo en cuenta estos antece dentes, toda propaganda eficaz debe concentrarse sólo en muy po cos puntos y saberlos explotar como apotegma hasta que el último hijo del pueblo pueda formarse una idea de aquello que se persi gue.» H
it l e r ,
A.: «Mi lucha». Ed. Huguín, Barcelona, 1983, pág. 219.
c. Las movilizaciones y el control de las masas, com o m edios para la exaltación del régim en medfáñteTa résenaSa'propaganda. d. Utilización de la violencia com o práctica habitual de gobierno y de aniquilación de la oposición. E n el sentido m aniqueísta del bien y el m al de la doctrina fascista, la violencia está perfectamente acep tada com o único m edio de derrotar al m al en el que se incluye todo lo opuesto a sus ideas.
M an ifestación nazi en 1931.
Adolf Hitler, seguido de su Esta do Mayor, pasa revista a las 24 ban deras de las legiones hitlerianas que van a ser consagradas. Estas parafernalias nazis fueron muy del gusto del régimen fascista y muestran el grado de domesticación a que había llega do la población.
e. La burocracia, dócil y adicta al régimen, fue la encargad!, den tro del partido y del Estado, de ejecutar jas^d
285
3.
Causas de la ascensión de los fascismos
N o se puede afirm ar que el auge de los fascism os en Eu ropa, en esta época, se deba a un solo y único factor. L a crisis económica, la tradición política y social de determ inados países, la crisis de los sis temas parlamentarios, el impacto sobre las m asas de cada uno de es tos factores, entre otros, son fenóm enos que se interrelacionan para dar com o resultado las condiciones favorables a la ascensión de los fas cismos. P o r ello, se estudian a continuación algunas de estas condicio nes y sus relaciones de interdependencia.
3.1.
La crisis económica
L o s países industriales de Europa, com o se ha visto anteriormente, sufrieron los embates de la crisis económ ica originada tras la guerra. Paralelamente se produjo también en estos países un aumento de los m ovim ientos fascistas, aunque el apogeo del fascismo coincida m ás con el m om ento de oclusión de la crisis. E sto es válido para A le m a n ia e Italia, pero cabría preguntarse por qué otros países industrializados, que tam bién sufrieron graves problem as económicos, no tuvieron un aumento tan espectacular de los fascismos. L a razón es clara: existen otros factores que vienen a apoyar a la crisis económica.
3.2.
Las peculiaridades sociales
T an to A le m an ia com o Italia tenían en com ún la gestación de la burguesía en una etapa difícil de su historia: la de su unificación y apa rición com o naciones. E sto nos permite ver con m ayor claridad las de ficiencias con que contaban los sistemas liberales en el m om ento de la crisis económica, así com o las causas por las que esos países m ostra ron un m ayor sentimiento nacionalista, que pudo ser fácilmente apro vechado por los fascismos. . L a crisis afectó m ás a las clases m edias burguesas, que no dispo nían, com o en otras potencias, de la solución de las colonias para p a liar sus dificultades. M u c h a s fam ilias de esta clase social mantenían ideas tradicionales, sobre todo en provincias, y no veían bien la libe ralidad de las costumbres introducidas por la democracia; para ellos el fascism o apoyaba la tradición nacional. M ie ntras que, en cambio, los técnicos y profesionales veían en el m ovim iento fascista una m ayor m odernidad que en la democracia. E l proletariado, abocado al paro, acepta mejor el fascism o que los nuevos postulados de los partidos de la izquierda democrática, que ha bían abrazado los principios del liberalismo, m ientras los partidos co munistas continúan su lucha frente al capitalismo y liberalismo. D e ahí la diatriba entre dos enem igos del liberalismo: fascismo y comunismo. E n cuanto a la alta burguesía, la revolución rusa la había puesto en guardia al dem ostrar que las tesis socialistas podían llevarse a la prác tica E l tem or al proletariado era para esta clase m ás fuerte que el que sentía ante el fascismo, que se convirtió en aquellos momentos, para el gran capital de A le m an ia e Italia, en la única solución ante los avan ces de la izquierda. Se ha especulado m ucho sobre el apoyo financiero que las clases dirigentes dieron a los fascistas, pero es evidente que los pactos entre los m agnates del capitalismo alemán e italiano y los par tidos fascistas (en lo que se ha llam ado «la tentación fascista del capi talism o») se hicieron efectivos, com o lo atestigua el siguiente docu mento.
«La economía tiene necesidad de un desarrollo sano y progre sivo. Los numerosos partidos luchaban entre sí en el más comple to desorden (...) Quienes integramos la firma Krupp no somos idea listas, sino realistas. Teníamos la impresión de que Hitler nos ofre cería la posibilidad de un desarrollo auténtico. Por lo demás, lo ha llevado a cabo. A l principio votamos por el partido populista, pero los conservadores no podían gobernar el país; eran muy débiles. En esta lucha implacable por el pan y el poder, teníamos la nece sidad de ser guiados por una mano fuerte y dura; la de Hitler lo era. Tras los años transcurridos bajo su mando nos sentimos satis fechos. Deseábamos un sistema eficiente y que nos proporcionara los medios de trabajar tranquilamente.» Declaraciones de A. Krupp en el proceso de Nuremberg, en A A .V V .: «Document d ’Histoire Vivante.» Ed. Sociales, París, 1976, vol. II, n.° 5. Finalmente, el historiador R itter considera que en el caso de A le m ania la derrota m ilitar en la Prim era G uerra M u n d ia l fue otra causa del ascenso del fascismo, porque una parte de la población se sentía defraudada y hum illada por la paz de Versalles y pensaba en el desqui te.
4.
El fascismo en Italia y Alemania La Italia de Mussolini La situación de la Italia de la posguerra
E l fascism o italiano adopta dos líneas de acción principales: una de amenazas de violencia en el exterior, y otra' de defensa de las desi gualdades en el interior. L a cuestión que se .'plantea es la siguiente: ¿C ó m o pudieron hacerse M u sso lin i y el fascismo, con estas solas pre misas, sin ideas ni program as, con el poder en Italia? Para responder a esta pregunta analícese atentamente el sigüiente documento de Zi-
bordi. «Las masas, que habían vuelto de la guerra exasperadas y arro gantes al mismo tiempo, hicieron alarde de su fuerza y de su ca rácter amenazador por medio de manifestaciones, huelgas y desfi les. La población urbana se sintió afectada por estas acciones; unos en sus intereses, otros en su ideal,; en su tranquilidad o en su sen tido estético. Por eso pudo verse cómo se unían, en Bolonia, en la revuelta contra el socialismo, los propietarios agrícolas que defen dían su egoísmo de clase y la población escandalizada por unas for mas de lucha que hacían que se «perdieranTás' cosechas; 'Ios-comer ciantes que defendían sus ganancias contra la sana gestión de la municipalidad roja y los ciudadanos irritados y asustados por los disturbios demasiado frecuentas, por esta espécie de torpe seguri dad de las masas; los intelectuales, cansados de ser gobernados por la plebe, y los mutilados y excombatientes, lastimados en sus sen timientos más naturales por un odio a la guerra que parecía diri gido hacia ellos.» Z i b o r d i , G.:
«Crítica socialista del fascismo»: citado por
TAS
CABA.: «El nacimiento del fascismo.» Ariel, Barcelona, 1969, pág.
372.
Benito M ussolini (1883-1945). Caricatura al estilo que David hu biera pintado a Napoleón. La ima gen era cuidada por el régimen fas cista hasta los más mínimos detalles como medio de propaganda.
287
D^ u^ ra n t e la guerra y después de ella, el coste de los.productos de siiflsTstp.nna e ñ ltá lijá lñ a b ía ^ que los salarios, lo que provocó un descenso del nivel de vida. S e producen innumerallLeshuel- ~ gas presididas por la violencia y la ocupacióñ de fábricas, que pasan a ' m anos de C om ités de trabajadores. E n el cam po también sejaroducen ocupaciones de tierra desde 1919 y él exceso de población conduce a un excedente de m anó de obra rural, que empieza a organizarse para reclamar sus derechos al trabajo y a un salario digno. Estas acciones ^ obtienen éxito en algunos casos, v los trabajadores ven s u b j Q ü i i p ^ rios. E nton ces son las clases medias las que com ienzan a sufrir los cíccTÓTBe la redistribución de las rentas, ven dism inuir su status social y temen ser absorbidas por el proletariado. D e todo ello culpan a 1q >_s (> cialistas. A ello hay que añadir la inestabilidad ministerial, que se tra-tiu c e e n el descrédito del parlamentarismo.
Mussolini en una concentración fas cista.
Por último, hay que reseñar tam bién la faceta nacionalista. El in cum plim iento de los acuerdos de Londres * (en los que se estipulaba q ^ T r ^ M r T n e s t e r T s t r i a y D alm ac ia septentrional pasarían a Italia tras la guerra! exacerbaron a los nacionalistas com o D 'A u n u n / io. que.
índice numérico de salarios reales (índice 100 en el año 1928).
en 1919 se jip o d e ía , con sus f l r á í r i T 'd e E ^ Hp jas fuerya^
E n Italia Salario mensual
Año
1929
............................................................
9 9 ,0
1930
.............................................................
9 7 ,4
1931
............................................................
9 8 ,7
1932
....................................................
1933
...........................................................
1934
zaba en Italia.
( b } La ocupación del poder
1 0 0 ,0 1 0 5 ,7
m t O T ia d e lfa s c m M a e s t r o a e p T O t e s m r T ^ e l^ ^ ^ m a e ^ ^ ^ ^ ^ S ^ ^ t d e s d e lo s a ie -^
1 0 6 ,1
1935
....................................................
9 5 ,1
1936
.....................................................
9 2 ,7
1937
....................................................
9 8 ,7
1938
....................................................
9 5 ,8
1939
...........................................................
1 0 0 ,8
TANNENBAUM, E. R .: «La expe riencia fascista. Sociedad y cultura en Italia (1922-1945).» Alianza, Madrid, 1975, p á g .
140.
' c i s é i r H ó S j ^ i n d ó e T ^ ^ ^ ^ ^ g f i í l í L ü PUcSt0 al principio a la en trada de T f f ñ f f é ín r p íié r r ^ S c M B n de actitud le supuso el aleja miento t t e J a ^ ir e m á r u te l .Partido. Socialista, que seguía siendo neu tralista. Pronto fonda.otro periódico .11 Povolo d'Italia, desde donde se guirá abogando”en favor de una guerra a la que no fue, por ser decla rado inútil por una herida sufrida durante unos ejercicios de tiro. A l finalizar la contienda se encontró aislado políticamente y su salida fue la creación del m ovim iento fascista. E l 2.3 de m arzo d e 1919 se crean L os Fasci italiani di combattimenJ2k constituidos, sobre todo, por antiguos com batientes, pero también
M A PA ®E ITALIA EN VALLE
DE
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fcA S IU tA T A
CÉHOEÑA j /
(sfosUaoJ lU c g g t o C a la b r ia
Lim ite d e las p ro vin cia s Fro n tera n o reste en 1915 ■ Fro n tera e n 1920
\
m
SICILIA \
Por los acuerdos de Londres en los que se prometía a Italia los llamados territorios «irredentos», ésta entra en la Primera Guerra Mundial. El in cumplimiento de los acuerdos por los aliados levantó los ánimos de los nacionalistas que hablaron de la «Victoria Mutilada». El fascismo supo aprovechar la situación.
Fren te en o ctu b re de 1917 Fren te de d iciem bre d e 1917 ¡d e s p u é s d e C a p o re tto )
la conflictividad social. E l 20 de septiembre de 1922 M u sso lin i pronun cia un discurso, en el que habla sobre la necesidad de renovar ltahaj__ ivm cr en peligro la esU'ibilidad d e 'la'C oron a. Estas^pafábrás, llenas cíe m oderación, le ganan am plios sectores de la sociedad italiana, que ya están a su favor.Jül 24 de o c t u b r ^ g ^ g J g J j j ^ ^ ^ g g ^ j ^ g ^ ^ g g ^ f l ^ cuva organización fue bastante im provisada y a la que no acudifLel proi\o M u ssalini. L a m onarquía y el gobierno permanecieron quietos, aunque. podían haberla disuelto con f a c ilid a d ^ ^ g , ^ , en cam bio, 11ay¿i_a palacio el día 29 para ofrecerle el gobierno. M u sso con otros. iero con m ayoría ge otras lo rm aciones políticas, excluidos los marxistas. I ,añ g'e’^ e G o m e r ñ o ^ T ^ ^ S ^ria.D ar.^onse.Piiir.Ia.-aprnhaci ^ d e _ u n a s ÍíM i!^2X2unmras. c|ué a fin a íe sje noviembre del m ism o año (1922jda-
P osición de los so c ia lista s ante la m archa de los fa scista s sobre Rom a.
«La C G T siente el deber concreto — en el momento en que se enarde ce la pasión política, y en el que fuer zas extrañas a los sindicatos obreros se disputan el poder del Estado— de poner en guardia a los trabajadores contra las especulaciones y las inci taciones de los partidos y de las agru paciones políticas que desearían im plicar al proletariado en un conflic to, del cual debe permanecer absolu tamente apartado (...)». E n T a s c a , A .: «El nacimiento del fas cismo.» «Op. cit.», pág. 353.
Cuadro alegórico a la marcha sobre - Roma, en octubre de 1922. 289
C ríticas a la pasivid ad de las in sti tu cion es y p artid os p olíticos an te el avance del fascism o en Italia
«La Corona está muy equivocada si se hace ilusiones de salvar así las prerrogativas de su poder y conver tirse en algo que no sea un juguete en manos de los reaccionarios. Los grupos demócratas y populares están muy equivocados si, decididos a in clinarse ante la solución anticonsti tucional y antidemocrática de la cri sis, creen detener así la desarticula ción de su organismo. Este precoz otoño está viendo la desaparición sin gloria del Estado italiano nacido en tre 1848 y 1870 de un compromiso entre la Revolución y la dinastía de los Saboya. Artículo de P ie t r o N e n n i . En T a s c a , A.: «Op. cit.», pág. 402.
C om ercio exterior de Italia de 1927 a 1939 (en m illon es de liras). Año
1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939
Im p or tacion es
E xpor tacion es
20 374 21 920 21303 17 347 11643 8 268 7 432 7 675 7 790 6 039 13 943 11273 10 309
15 519 14 444 14 767 12119 10 210 6 812 5 991 5 224 5 238 5 542 10 444 10 497 10 823
C o v e r d a l e , J, F.: «La interven ción fascista en la guetra civil españo la.» Alianza, Madrid, 1979, pág. 38.
290
A partir de entonces sg jn ic ia el proceso de fascistización del E s tado. nes, en las que con el 25 por 1UU de l o ^ t t o ^ ^ o n S e g u i a n las dos"* terceras partes de los escaños. A s í M u sso lin i obtuvo, con el apoyo de la propaganda y mediante una cam paña t e r r o r í f i c a ^ ^ g ^ i ^ ^ s , de los ci i a 1e s T T ^ e r a n n i d r ^ ^ Rarliflp N arionní Fascista, creado en 1921 C u a n d o -ja- o posición protestó por los acontecimientos, M u sso lin i respondió con la violencia com o en el caso Matteoti, en el que el dipu tado socialista discutió en la C ám ara la política totalitaria del gobier no y fue asesinado y enterrado en las afueras de Rom a, con patente responsabilidad del gobierno en este hecho.
( ^ ) La construcción del E stado Corporativo E n 1926, concluido el proceso de transform ación fascista, el Esta_ (i o _ s e h a b jñ c o n v e ^ ptLToial i tari o . Se mantenían las instituciones tradicionaTeTl^íLv A gnado. C á m a r a d e D j p u t a d o s L pero sin apenas ‘ atriDuctones,. n realidad el ieTeñlef Estado e ra el nuce, que por la ley de 24 de diciembre de 1925 ->c había convertido enjjefe del go bierno, prim er m inistro y secretario de Estado. N om brab a y revocaba a los miTñstrós, asistido solamente por t i (Jran Consiglio Fascista, mientras el m inistro del Interior nom braba en las provincias a prefectos y subprefectos, siempre de entre fascistas convencidos y el podestá de los m u nicipios era elegido por el gobierno. E n el plano económico, aunque los fascistas habían-hecho prom e sas de m antener l a econom ía liberal, pronto adoptaron una política in tervencionista! dedicada mas al prestigio del régimen q u e a l bienestar de los ciudadanos. A s í se program aron varias «batallas económicas»: la prim era fue p ara fortalecer la lira. P á n T e IIo le “utiÍizaron m edidas deiTáaonistas y se Him itliroFTHTm poftaciones. E l resultado fue una m o neda fuerte pero poco competitiva en el comercio internacional, que hizo dism inuir las com pras de los demás países europeos en Italia también el consum o interior a causa de la deflación. Para solucionar esto se acudió a m edidas autárquicas, capaces de satisfacer la dem an da interior y evitar las importaciones. «La Batalla del Triso», mediante una cam paña propagandística en la quéTntervino el p ropio 'M ussolin i, tenía com o objetivo aumentar la producción de este producto agrícola para evitar su importación. L o m ism o se hizo con otros productos agrí colas, desarrollándose también la puesta en cultivo de nuevas tierras y la irrigación de zonas com o las del valle del Po y las m arism as Pon ti-ñas. Se establecieron program as de grandes obras públicas en el terre no de infraestructuras: carreteras, pantanos, etc., aunquB’Ta m ayor par te de estos proyectos quedaron sin concluir. L a crisis m undial de 1929 entorpeció aún m ás estos programas, y provocó un em pobrecim iento del país, que podría haber traído graves consecuencias para el régimen. Se acude entonces a mayores m edidas autárquicas y se crean organism os para desarrollar la industria, com o e! I R I (Instituto de Reconstrucción Industrial). La..Dolítka..d£-Ju:£Stigio condujo, pues, a una econom ía autárquica en el interior y a la agresividad expansionista en el exterior a fin de paliar los efectos de la crisis. L á guerra de E tio p ía es un ejemplo de ello. L a s sanciones contra Italia a causa de esta guerra por parteM e la ” Sociedad de N aciones no hicieron sino aumentar la política autárqui ca. Conslijnyó.,.uft.LEÍuxifQT^ in embargo, el A cu e rd o de Letrán, firm ado con la Santa Sede <=•" 100c).
JF.n el pin no social se pretendió renovar la estructura social italiana. Para ello se establecieron m edidas que evitasen la em igración y otras que aumentaran la natalidad (por ejemplo, las fam ilias num erosas no pagaban impuestos), con el objetivo de lograr el desarrollo dem ográfi co.
Firma del Pacto de Letrán.
.L a recon ciliación entre el V aticano y el E stad o fascista.
Fue una de las jugadas maestras de Mussolini. Ambos coincidían en un terror común a la revolución mundial. La firma del Tratado de Letrán por el que se reconocía al E s tado del Vaticano fue una maniobra de pro p ag an d a internacional del Duce. Por otro lado, se quería controlar a l a sociedad mediante el encuadramiento de la población en distintos niveles: Laboralm ente, con la creación de 22 corporaciones de trabajado res y patronos (por sectores económ icos), de las que surgían los dele gados que form aban parte del Consejo Nacional de Corporaciones. A l m ism o tiem po se prohibieron las huelgas y los convenios colectivos eran regulados por La Carta del Lavoro. Políticamente, por m ediíl del Partido -N a cional Fascista y distintas organizaciones infantiles y juveniles (O pera N acion al Balilla, de cua tro a catorce años, Jóvenes Italianos y G ru p o s Universitarios fascistas, a partir de los catorce años). L a educación también sufrió los efectos de la fa s r is tiz a r ió n al e s tablecerse el Instituto Fascista dej a Cultura com o organism o de difu sión cultural, y con la obligación para los profesores de jurar fidelidad al régimen. A todo esto hay que añadir la propaganda a favor del fas cismo a través de la prensa, los carteles y la radio. E n síntesis, podem os decir que el fascismo no dejó una profunda huella en la sociedad italiana. A lg u n o s m iem bros de las clases m edias pudieron acceder a cargos de cierta importancia, pero fue la antigua clase dirigente la que mantuvo sus privilegios. L a s clases trabajadoras mejoraron algo su nivel de vida hasta 1930, pero ni se transform ó el sistema capitalista ni se crearon expectativas de cam bio social.
Carta del Lavoro (1927).
«III. La organización profesional u obrera es libre. Pero solamente aquellos sindicatos reconocidos le galmente y bajo control del Estado tienen asimismo legalmente la repre sentación de todas las categorías de empleados y trabajadores para los que han sido creados, defender sus intereses, concertar contratos colec tivos obligatorios para sus miembros, hacer efectivas sus cotizaciones so ciales y ostentar su función pública en todos los grados.» G rupo Llavors: «Historia del mundo contem poráneo.» IC E , V alencia, 1984, pág. 244.
La Alemania de Hitler
(Ify
La ascensión del nazismo
Para Karl D. Bracher, cuatro son las grandes causas de la ascen c i ó n del nazismo: la rad ic?R za c!o rr^ e T a^ 5 re cn a alemana, la crisis
"^Iñfñ^es^fRflnffmíérte^ Stressemaí^naTacfmTpropa^añüistíca' " de los nazis. V e a m o s con m ayor detenimiento esta com pleja situa ción.
291
g crisis financiera de 1929 en W a ll Street afectó a la frágil eco nom ía alem ana] aue había exne.ri m entado una lenta recuperación f t g g g S z ^ La con se cu e n cia social de esta c r is is lv éase T em a 14 U Ü S , d a u ] mnviimefttn na? i una tuerza mns.jaúa- torios los d e can te m o s, y entre ellos había un am plio espectro social, se adhirieron al m ovi miento; sobre todo las clases medias, de las que H itler reclutó la m a yor parte de sus militantes, mientras que las clases dirigentes vieron en ello una fuerza que podría ser utilizada en su favor, y, aunque sin adoptar la ideología nazi, contribuyeron a financiar sus actividades. “ a r a l^ lf ^ iu m ig s í^ L ia z ia iJ g p C r e c ie n t e significaba, al m enos,«yaa... j a r a n t i^ r e n t ^ n ^ S a n s i o n del com unism o. N in gu n a resistencia se ■ ^ p f f l f f í S r a s S e ñ s ^ S n i a z í s m o : tos partíaos burgueses porque no m ostraron m ucha preocupación por hacerlo, los partidos de izquier da porque se encontraban enfrentados entre socialistas y comunistas; estos últimos, además, consideraban sus enem igos directos a los so cialdemócratas antes que a los nazis. L a situación no podía ser m ás favorable a Hitler, com o lo muestra el gráfico siguiente, en el que aparece él paralelism o entre el auge del partido nazi y el incremento de la crisis expresado por el paro. P A R A LELISM O ENTRE EL AUGE DEL PARTIDO NA CIO NAL SO C IA LIST A Y EL INCREMENTO DE LA C R IS IS E X P R ESA D O PO R EL PARO anHFmnos
ELECTORES
■1 ,4 0 0 .0 0 0
1 4 .0 0 0 .0 0 0 • ---------1 2 .0 0 0 .0 0 0 •
PORCENTAJE DE PARADOS NUMERO DE ELECTORES NUMERO DE ADHERIDOS
/
■1 .2 0 0 .0 0 0
/ /
■1 .0 0 0 .0 0 0
10 0 0 0 .0 0 0 8 .0 0 0 0 0 0 ■
/
6 .0 0 0 .0 0 0 •
«Historia General de las Civilizaciones.» Destino, Bar celona, 1961, "1-7. pág. 205.
/
- 6 0 0 .0 0 0
• 4 0 0 .0 0 0
/ /
4 .0 0 0 .0 0 0
'G r o u z e T, M.:
• 800 000
/
/
2 .0 0 0 .0 0 0 •
1924
1925
1926
1927
1928
1929
- 2 0 0 .0 0 0
1930
1931
1932
L a situación económ ica ocasionó la caída del gobierno. H itle r y sus c o m p a n e ro ^ r^ ^ E ^ ^ é T u é r^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ j^ , las de poder. i , mientras que las .S ,bA A (ffiap& (tfp m s.aaz m azisjT isl'seem mb brában rab a n el terror en laTcalles. A n te esto sólo había dos opciones: o tratar de ganarse a ¡■ss* " o com los nazis haciendo que intervinieran en las acciones de goBT baürtoFcon todas las fuerzas que la debilitada democracia pudi tener. E l canciller Bnining intentó esta últim a solución, pero las intri gas del general Schleicher obligaron a su dimisión. , v los iefes m ilit M ^ e r a n p artidarios-de la otra alternativa, esto e s ^ E ú H ijj| jje ijjn ^ de gobierno, pero las gestiones de Papen en ^ s e s e r m d o f r a c a s a r o n porque H it le r , tras la victoria de su partido m las elecciones de 1932,e x ig ía la"Cán~cilleríayñ o una~simple participacTóri" en el gobierno T ras intentos fallidos de"Schleicher por conseguir una unidad de acción contra el nazismo desde la derecha a los socia listas, el presidente H in de n burg se vio obligado a aceptar la propuesta de Papen y pedir a H itler que presidiera un gobierno de coalición; (era el 30 de enero de 1933). E n febrero de 1933 se protjnce el incencjio d g ^ ^ y ^ l ^ P srlam entQ del Reich), los comunis-^ 'te s^ u l e r aprovecha.la ocasión para rlfflvnt’a rn iie v a s elecciones, en*
Herr Bruning se empeñó en evitar que Hitler llegara al poder, pero su labor fue inútil.
292
~que, controlando la propaganda, consigue 288 diputados. Pronto pued lí prescindir de los nacionalistas y gobernar en solitario debido a la ausencia de oposición. L a C ám ara le concede la potestad de gobernar por decreto durante cuatro años.
V R E IC H S T A G
IV R E IC H S T A G
20-V-1928
1 4 -IX .W 3 0
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( P w a p m ó n eígctorat. 74.6 % )
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Vil R E IC H S T A G
V I R E IC H S T A G
31-Vil-1932
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Partido Comunista Atamén (KPD)
Partido Popular Alemán (DVP)
SoclaldemOcrataa Independientes (USPD)
Partido Popular Nocional Alemán (ONVP)
Partido Soclsldem ócrsta Alemán (SPD)
partido Nacionalsocialista Alemán de
Partido Popular Bavaro (BVP)
Otros grupos
Centro Católico (Z)
Diputados al Reichstag
Partido Demócrata Alemán (DDP)
porcentaje de votos
Hitler en el poder
L a ascensión de H itle r al poder había sido conseguida, com o acaha Hp.-p.Ypnnp.rse. por vías absolutamente legales, péro "pfónto convir tió aJaJ¿enúb1ica en un régim en latabLarÍP. V a m o s a ver a continuación la transform ación que en este aspecto experim entaron la políti ca, la econom ía y la sociedad alem ana a partir de 1933. D esde el punto de vista político H itle r asum ió todo el poder, contmlarúTcTla policía í a través de la G estapo o policía política del régi men), la justicia y la administración, destruyó a la oposición, tanto ex terior (comunistas, socialistas, organizaciones sindicales) com o del pro pio partido (purga de «la noche de los cuchillos largos», dirigida con tra la S A y su jefe R oehm , rival de H itle r en el partido), y convirtió el R e ich en un E sta do unitario y centralizado, con la disolución de los OTTRTVrnnc, y las asam bleas de los Landers Seestableció el partido úni’ ' ' ~ i y el 24 de m arzo de 1933 se decretó la
T
plenos poderes.
T o d o esto se realiza mediante su poder ilimitado, basado en el con trol de la prensa, en el terror policíaco de la G estapo y en la propa ganda Adecuada. E n estas circunstancias la oposición era m uy difícil: n o r d m g e n t e s com unistas y socialistas estaban encarcelados o habían huido al extranjero. L a Iglesia, aunque m antuvo siempre una o p osi ción al régimen, firmo) no obstante, el Concordato de 1933, quizás re signada ante la aéfrfucl'pasiva de las masas de creyentes, pero dificul tades posteriores obligaron a publicar la encíclica « M it brennender Sorge» en 1937, contra la violación de los derechos humanos. E n política exterior el régim en nazi se concentró en conseguir el llam ado «espacio vital»; cuyo sentido puede estudiarse en el siguiente párrafo de”m
í
luchar
«La política exterior del Estado racista tiene que asegurarle a la raza que abarca ese Estado los medios de subsistencia sobre este planeta, estableciendo una relación natural, vital y sana entre la densidad y el aumento de la población por un lado, y la extensión y la calidad del suelo en que se habita, por otro (...)
Un pueblo, un Reich, un Führer. Cartel propagandístico exaltando la figura de Hitler.
Adolfo Hitler nació en Braunau en 1889, residió en Linzy Viena, has ta que en 1913 se traslada a Munich. Hace la guerra como voluntario, de sempeñando misiones políticas en el Reichswehr (ejército). Poco después ingresa en el D A P , Partido Obrero Alemán, pequeño partido dirigido entonces por Drexler. Pronto Hitler y sus nuevos ami gos políticos hacen del D A P un par tido distinto, añadiéndole las siglas N S (National-Sozialistische). En 1921 se convierte en el líder indiscutible del N S D A P. En 1923 participa en el «putsch» de'la cervecería en Múnich
293
y es condenado por ello a prisión, d o nde escribiría su libro «M ein Kampf» (Mi lucha), en el que vierte toda su ideología. A partir del frus trado golpe de Munich, cambia la es trategia y decide la ocupación del poder legalmente. Para ello recons truye el NSDAP, que había sido di suelto en algunos territorios, encuen tra financiación e incorpora nuevos m iem b ro s (100 000 afiliados en 1928). Con este renovado partido acude a las elecciones en 1928, 1930 y 1932; en este último año consigue más de 13 millones de votos y se con vierte en el principal partido de A le mania. Después H itler alcanzará el poder y transform ará el país en una dictadura totalitaria. Muere en 1945, en Berlín.
Nosotros, los nacionalsocialistas, hemos puesto deliberadamen te punto final a la orientación de la política exterior alemana de la anteguerra. A hora comenzamos allí donde hace seis siglos se ha bía quedado. D etenem os el eterno éxodo germánico hacia el sur y el oeste de Europa y dirigimos la mirada hacia las tierras del este. Cerramos al fin la era de la política colonial y comercial de la an teguerra y pasamos a orientar la política territorial alemana del porvenir.» H i t l e r , A.: «Mi lucha.» «Op. cit.», págs. 341 y 349.
E sta idea desencadenó la política expansionista de Alem ania, que reclam aría los territorios considerados com o germánicos; L o s Sudetes^ A lsa c ia y Lorena. Austria, etc., y la creación de un espacio que la ais lara de sus enemigos. E ra el principio de la Segunda G uerra M undial. Desde el punto de vista económico, es indudable que la Alem ania^ de H itle r experimentó u n j r o h ú r i ^ e s a r r o ^ . Pero antes de explicar sus causas analizaremos e l " c u a a t ^ a q m r f ^ e los índices de produc ción industrial en A lem an ia de 1932 a 1939, siendo el índice 100 en 1928.
Año
índice general
1912 ............... 1933 ................. 1934 .................. 1935 .................. 1936 ..... .......... 1937 .................. 1938 ................ 1939 (junio).........
59 66 83 96 107 117 125 133
Bienes de Bienes de producción inversión
46 54 77 99 113 126 136 147
35 45 75 102 117 128 140 152
Bienes de consumo
78 83 85 91 98 103 107 113
L a s razones de este crecimiento pueden ser las siguientes: • Estructuración del crecimiento económ ico mediante planes
ua-
trienales. • Integración de los obreros en el orden nacionalsocialista m edian te la creación de órganos corporativos o asociaciones de em pre sarios y obreros por sectores profesionales. D e esta m anera se aseguraba el control del proletariado y se evitaban las huelgas.
Alianza, Madrid, 1972, pág. 93.
• D e s a rro llo de los efectivos del ejército, la policía, la burocracia y el aparato nazi, con lo que se absorbía gran cantidad de m ano de obra del m ercado de trabajo (casi dos m illones de personas).
Ley de Plenos Poderes (24 de marzo de 1933)
• Política exterior agresiva e imperialista, que abocaba a A le m a
C o l l o t i , E.: «La.Alemania nazi.»
«Art. 1. Las leyes del Reich pue den ser promulgadas por el gobierno fuera del procedimiento normal con tenido en la Constitución del Reich. Art. 2. Las leyes emitidas por el go bierno pueden anular las promulga das en consonancia con el contenido de la constitución siempre y cuando el Reichstag lo considere necesario para el bien del país. Los derechos del presidente del Reich perm ane cen invariables. Art. 4. Los compromisos del Reich con otros Estados no necesitan de la aprobación de los Cuerpos Legislati vos co rresp o n d ien tes, siem pre y cuando el Gobierno lo estime opor tuno (...)» H e g n e r , H . S.: «El Tercer Reich.» Plaza y Janés, Barcelona, 1969, págs. 113-114.
294
nia a la guerra com o única salida al desarrollo económico. E sto permitió aumentar la industria siderúrgica pesada y las fábricas de armamentos, así com o la industria química, para que existie ra una independencia económ ica en caso de guerra. • Inicio de grandes construcciones de obras públicas. • Financiación por m edio de letras de cam bio (los efectos M E F O ) , idea del doctor Schacht, econom ista liberal que fue m inistro de economía. Se trataba de papeles garantizados por el B an co de Alem ania, que podían usarse com o pago de los intercambios, pero sólo eran válidos para Alem ania, lo que hizo que no afec tara a la solidez del marco ni fuera necesaria una nueva reacti vación de la econom ía alemana. A ello contribuiría tam bién un control de cam bios y una estricta regulación de los precios. • D e sarro llo del sector agrícola a fin de m antener una política autárquica en este sector. • Intercam bios comerciales con el exterior por m edio de acuerdos preferenciales o clearing y de tratados de trueques, ya que A le -
inania no contaba con suficientes divisas para com prar en el ex terior. É l consum o se mantiene a niveles bajos. T o do esto perm itió un descenso espectacular del desempleo, oue •paso "de seis m illones de parados en enero de 1933, a un m illón en ' 1936. E n estas circunstancias no era extraño que el nazismo fuera en auge en A lem ania, aunque no hay que olvidar el enorme sacrificio hu m ano que ello supuso. Pero quizás el hecho m ás curioso de la política económ ica del R e ich fue el giro espectacular que dio su doctrina. E n sus com ienzos el par tido nazi n rononía un m odo distinto de organizar la vida económica: era an ti capitalista y antimarxista. P ero la necesidad de pactar con las fuerzas dirigentes, le obligaron a optar por un régimen económ ico en defensa del capitalism o y la propiedad privada por encim a de los in tereses de la colectividad; aunque el E stado mantuvo siempre una cons tante vigilancia sobre la economía, mediante una estricta reglam enta ción. L o s beneficios que obtuvieron los grandes industriales y com er ciantes son una buena muestra de este cambio. P or otro lado, es claro que el program a nazi no podía haberse llevado a la práctica sin el apo yo de la gran industria, con la que se firm aría el Frente de Hazburg (con los industriales Hugenberg, Thyssen, Kirchoff, etc.).
c.
La política social del nazismo
f
Inversiones públicas en Alemania de 1928 a 1938 (en millones de RMi. 1928
A rm am ento.... Transporte Admón. Publica Gastos sociales Construcción.. Total
1932
1935
827 2 234
620 5 150 805 1 876
1 830
800
1 023 1 330 7244
1938
15 500 3 376
1400
1 200
218 500 150 175 2593 9 101
700 250 21 026
L e ó n , P .: «Historia económica so cial del mundo. Guerra y crisis.» Ed.
Z e ro-Z yx y Encuentro, Madrid, 1979, pág. 367.
B e n e fic io s in d u s tria le s y c o m e rc ia le s e n m illo n e s de RM (R e ic h m a rk )
//O
Se caracterizó por la plasm ación de la doctrina nazi de la jerarquía de razasTLos arios dom inaban a las demás colectividades/sobre todo a los judíos, queAufrieron las m ás grandes persecuciones, fueron pri vados de los' derechos de ciudadanía, im pedidos de ejercer sus profe siones y condenados A l ostracism o social, hasta que posteriormente se decretara su exterminio en los cam pos de concentración. |ista política racista obligaba a un aumento de la población a fin de incrementar el predom inio ario y superar la crisis. Para ello se in tentó dism inuir la tasa de m ortalidad y aumentar la de natalidad m e diante ayuda a las familias, pero estas m edidas no dieron resultado, y continuó produciéndose el envejecimiento gradual de la sociedad ale mana. / E ra particularmente importante para el régim en el m antenimiento de la población rural en el campó, p o r lo que se m antuvo el sistema de propiedad individual y hereditaria, se acentuó la colonización in terna, la concentración parcelaria y la m odernización de las explota ciones; pero la tendencia d eléxodo rural no disminuyó, sobre todo des pués del desarrollo industrial, que originó un aumento de la renta en este sector. / E n la industria se procuró la mejora de las condiciones de trabajo y. de vida de los obreros, por m edio de la planificación de sus ocios y vacaciones pero sin dejar ninguna libertad sindical e im poniendo una férrea disciplina militar en los sistemas de producción. É n octubre de 1934 se crea el Frente de Trabajo Alemán, según el m odelo italiano en cargado de controlar las actividades sindicales de los trabajadores. L o s salarios apenás aumentaban, y proliferaban en cam bio las dism inucio nes «voluntarias». L o s funcionarios y em pleados no estaban en m ejo res condiciones y los pequeños empresarios y artesanos fueron las prin cipales víctim as de la econom ía nazi. L a prim acía concedida al rearme propiciaba la escasez de abastecimientos de productos elaborados y de consumo.
Extracto del Frente de Trabajo Ale mán «1. E l Frente de Trabajo Ale mán es una organización donde es tán agrupados los alemanes que tra bajan con el cerebro y las manos. En ella están especialmente incluidos los miembros de los antiguos sindi catos, de las antiguas agrupaciones de empleados y de las antiguas aso ciaciones empresariales. Todos los miembros gozan de iguales derechos. La pertenencia al Frente del Traba jo no puede ser sustituida por la afi liación a una organización profesio nal, político-social, económica o ideológica (...)». H u b e r H ., y M u l l e r , A .: « O p . cit.» pág. 174.
1.
Comentario de texto
Documento 1 « E l E sta d o fascista es una voluntad de p o tencia e imperio. L a tradición rom ana es aquí una idea de fuerza. E n la doctrina del fascis mo, el im perio no es solamente una expre sión territorial, m ilitar o mercantil, sino espi ritual o moral. Se puede concebir un im pe rio, es decir, una nación, que directa o ind i rectamente guíe a otras naciones, sin que sea necesaria la conquista de un solo kilóm etro cuadrado del territorio. Para ei fascismo. la tendencia al imperio, es decir, a la expansión de las naciones, es un signo de decadencia. L o s pueblos que nacen o resucitan son im pe rialistas, los pueblos que m ueren son renunciadores. E l fascism o es la doctrina m ás ade-
Cuestiones
296
cuada para representar las tendencias, los es tados de alm a de un pueblo que, com o el ita liano, resurge después de largos siglos de abandono o de servidumbre extranjera. Pero el im perio exige disciplina, coordinación de los esfuerzos, deber y sacrificio. E sto explica num erosos aspectos de la acción práctica del régimen! la dirección im presa a las fuerzas múltiples del Estado, y la severidad necesa ria contra los que quieran oponerse a este m ovim iento espontáneo y fatal de Italia del siglo X X , y oponerse a ello agitando las ideo logías superadas del siglo X I X , repudiadas en todas partes donde se han osado realizar grandes experiencias de transform ación p o lí tica y social.» M u s so l in i , B.: «La doctrina del fascismo.» X. Wotán, Zaragoza, s/f. Folleto sin paginar. Apud. A lo n so , María Luisa y otros: «Historia Contem poránea», Ed. Everest, León, 1986, págs. 506-507.
1. 2 3 4.
Sitúa cronológicam ente el texto. A verigu a lo que puedas de su autor. ^ . Expresa las ideas que sobre el concepto de im perio y E sta d o tem a el fascismo. A través de lo que has estudiado, di si la concepción de im perio sin espacio territorial era
5.
com ún a todos los fascismos. E n u n cia otras concepciones ideológicas que aparezcan en el texto.
Documento 2
socialista, tal y com o está expresada en par ticular en el program a del partido y en las de
« E l juez no está por encim a del ciudadano com o portador de la soberanía del Estado, sino que es un m iem bro dentro de la com u nidad viva del pueblo alemán. S u tarea no consiste en contribuir a aplicar un ordena m iento jurídico que está por encim a de la co lectividad del pueblo o en im poner valoracio nes de carácter general; por el contrario, debe salvaguardar el ordenam iento concreto de la colectividad popular, extirpar los ele m entos nocivos, castigar el com portam iento contrario a la colectividad y dirim ir las con troversias entre los m iem bros de la misma. Base de interpretación de todo principio del derecho es la W eltanschauung nacional
claraciones de nuestro Führer. Frente a las decisiones del Führer, revesti das con la form a de ley o de decreto, el juez no tiene ningún derecho de examen. E l juez está vinculado también a las decisiones de di versa naturaleza del Führer dentro de los lí mites en que ellas expresen inequívocamente la voluntad del derecho. La s doctrinas legislativas dictadas antes de la revolución nacional socialista no pueden ser aplicadas, si con ello se ofendiera el ac tual y sano sentimiento popular (...)». ( i ii I.OTL E.: «La Alemania nazi.» «op. cit.», pág. 93.
P R ¿ C
2.
T
I C k S
Tema de profundización y debate
Q u izás la cuestión que m ás asiduamente se plantean quienes se han interesado por el fe nóm eno fascista en E u ro p a en los años treinta sea la de la explicación del m ism o. E s decir, las causas por las que los m ovim ientos fascistas adquirieron importancia. Se dan tres vías in terpretativas: por un lado, la interpretación marxista, que considera al fascism o com o m era reacción capitalista ante el peligro bolchevique. P or otro lado, la interpretación liberal, que cree ver en el fascism o una degeneración de algunos sectores de la sociedad. Finalmente, la interpretación radical, que entiende el fenóm eno fascista com o consecuencia del retraso en el desarrollo económ ico de naciones com o A le m an ia e Italia. D e cualquier forma, estas inter pretaciones se agrupan en dos circunstancias: las coyunturales y las estructurales. E sto p ro p i cia m ás el debate: ¿ Q u iso ser el fascismo un rem edio a la coyuntura histórica de la posguerra o fue en cam bio un intento de transform ación total de la sociedad; es decir, de cam bio de las estructuras? E l análisis y com entario de los siguientes docum entos servirá para debatir en clase las con clusiones. Docum ento a.
Explicación socioeconómica C u a n d o la crisis económ ica (cíclica y crónica a la vez) es m uy aguda, cuando el beneficio tiende a cero, no ve otra salida, no ve otro rem edio para establecer el m ecanism o del benefi cio que vaciar los bolsillos — ya bien vacíos— de la pobre gente que constituye las «masas» (...) E l E sta d o saca a flote a las empresas al borde de la quiebra, las sostiene artificialmente a fuerza de subvenciones y de ventajas fiscales, a fuerza de contratos de obras públicas y encar gos de armamentos. E n una palabra, el E sta d o sustituye de este m od o a la clientela privada, al ahorro insuficiente. Pero el régim en democrático se presta m al a la realización de tal plan. M ie ntras la «de m ocracia» subsista, las diversas categorías sociales que com ponen el pueblo (aunque estén en gañadas) tienen algunos m edios de defenderse contra la «gran penitencia»: libertad de prensa, sufragio universal, derecho sindical, derecho de huelga, etc. M e d io s insuficientes, pero que im ponen ciertos límites a las ilim itadas exigencias de los poderosos del dinero. E n especial, la resistencia del proletariado organizado impide una excesiva dism inución de los salarios (...) Entonces, el capitalism o en su conjunto se une para instalar al fascism o en el poder.» G u e r i n . D.:
«Fascismo y gran capital.» Fundamentos, Madrid, 1973, págs. 33, 34 y 38.
Docum ento b.
i
.
• ,
■ .
Explicación estructural E l fascism o parece ser, por tanto, una especie de respuesta a la crisis estructural y coyuntural que azota a las sociedades capitalistas europeas en el período de entreguerras (...). E l fascism o se presenta, por tanto, com o un arm a de combate, que se pretende absoluta, en la lucha contra las clases explotadas (...). E n cambio, el fascismo sí que propone los principios de una estrategia política: liquidación total y definitiva del m ovim iento obrero, m ediante la des trucción del bolchevismo, instauración de un Estado «totalitario» conservando un orden jerár quico inexorable que aplaste definitivamente a las masas, con intenciones y expansión im pe rialista declaradas y justificadas. E l fascism o propone una solución radical frente al com unis mo, nueva y aterradora realidad para las clases explotadas.» BOU RDERON, R.:
«Fascismo. Ideología y práctica.» Narcea, Madrid, 1982, págs. 13, 213 y 214.
P P J P P P P P IW
3.
Testimonios
Literarios Se recom ienda la lectura de las obras de
Grass, «El tambor ele hojalata», y Hegner, «El
III Reich».
B E R N A R D O
El fascism o no es sólo un fenóm eno que in teresa a la H istoria; ha interesado también a géneros artísticos e intelectuales. Así. Kafka y Thomas Mann ambientan algunas de sus obras en esta época. Por ejemplo, en Dr. Faustus M a n n deja transparentar el persona je medieval a través de un m úsico moderno, dando ritmo a una visión de la historia ger m ana con clave en la ruina nazi. Otros, com o Moravia en Eos Indiferentes, expresan casi una protesta y un gesto de resistencia cn me dio de la época fascista. N o faltan quienes también en m edio del sentimentalismo del fascismo italiano exaltan el terruño y los va lores locales, com o Curzio Malaparte en su
B E R T O L U G I
F. de «Novecento».
Archiitaliano. E l teatro ha producido obras importantes com o Tenor y miseria del Tercer Reich, de Bertolt Brecht, y La Indagación, de Peter
Weiss. Cinematográficos E l cine es cl género artístico que más obras ha producido sobre el fascismo; unas para exaltarlo, com o los filmes realizados por A l e mania e Italia cuando el fascismo y el nazis mo estaban en el poder: El.ludio Suss, de Veit Harían o El joven hitleriano Quex, de Karl Riter. Otros, para criticarlo, com o hizo Chaplin en El gran dictador o Ernest Lubitsch en To
be or not to be. M á s recientemente es posible contem plar obras cinem atográficas de gran valor artísti co y otras no tanto, pero todas reflejan bien el ambiente vivido en la época de los fascis mos: El Delito Matteotti sobre la represión, obra de Vancini; El Jardín de los Finzi-Contini, de Vittorio de Sica, sobre el antisemitis mo: Julia, de Zinnemann, sobre la resisten cia al nazismo en Alem ania: La Caída de los Dioses, de Visconti, sobre la alianza fascismogran capital o Novecento, de Bertolucci, que nos ofrece una admirable descripción de la Italia del siglo X X .
298
F. de «El joven hitleriano Quex». Discos Se pueden encontrar reproducciones discográficas de las voces de los protagonistas, com o la de H itler en Fascismo: génesis y de samollo, M a d r id 1974 (en 33 1/3 r.p.m.) edi tado por C V S (Audiolibro). L a E d ito rial «D ifu sora Internacional, S. A.», en su colec ción Imágenes y Recuerdos 1929-1940, Barce lona 1971, tiene también grabaciones en 33 1/3 r.p.m. con voces de H itler y M ussolini.
La Conferencia de París. Puso en marcha la serie de tratados que conformarían el llamado Tratado de Versalles. bn ella se trató también de la creación de la Sociedad de Naciones.
Las relaciones internacionales en el período de entreguerras. La Sociedad de Naciones Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5.
6. 7.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. El m undo al finalizar la prim era gran guerra. Puesta en m archa de la Sociedad de Naciones. Las dificultades de posguerra (1920-1924). La seguridad colectiva (1925-1929). D e la seguridad colectiva a la guerra (1929-1939). Actividades prácticas. 299
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema: • P a b ó n , Jesús: «Los virajes hacia la guerra.»lmp. Ribadeneyra, M ad rid , 1964. E sta obra del profesor español Jesús Pabón establece la teoría de los virajes o cam bios bruscos que las potencias experimentaron en los años treinta y que condujeron a la Se gunda G u e rra M undial. • RENOUVIN, Pierre y D ü ROSELLE, Jean-Batista: «Introducción a la política internacional.» Ed. R ialp, M ad rid , 1968. E s una obra teórica en la que se analiza el papel jugado por diversos factores (geográfi cos, ideológicos, sociales, económicos, etc.) en las relaciones internacionales. • RENOUVIN, Pierre: «Historia de las relaciones internacionales, siglos X I X y XX.» E d . A kal, M adrid , 1982. . E s una obra clásica para el estudio de las políticas internacionales, partiendo de las teo rías del autor sobre los tipos de relaciones que existen entre los países. E s imprescindible para el conocim iento de esta época. • W a l t e r , F. P.: «Historia de la Sociedad de Naciones.» Ed. Tecnos, M ad rid , 1976. E s la mejor obra para el estudio de la organización de la Sociedad de Naciones, sus fun ciones y su desarrollo desde 1919 hasta 1939. E s interesante para este período consultar el tomo 11 de la «H istoria Universal, Siglo X X » , de H isto ria 16, titulado: «La paz imposible, la década de los pactos, 1920-1929». Se extiende sobre todo en dos aspectos: la C h in a del K u o m in gta n g y la situación de P olon ia tras la guerra. Para España, el tom o 9 de « H istoria de España», dirigida por T u ñ ó n de Lara, titulado «La crisis del Estado: Dictadura, República, guerra (1929-1939)» Ed. Labor, Barcelona, 1981, y las clásicas, de H u g h Thom as: «La guerra Civil.» Grijalbo, Barcelona, 1976, y la de G abriel Jackson: «La República y la Guerra Civil española.» E d ito rial Crítica, Barcelona, 1977.
300
1.
Introducción
D esde el punto de vista internacional en el período com prendido entre 1919 y 1939 se produce un desplazamiento del centro de grave dad del m undo fuera de Eu ropa, al tiempo que las posesiones colo niales en A sia y Á frica se agitan y rebelan contra el predom inio euro peo. Junto a ello, las naciones se dan cuenta de la necesidad de llegar a un acuerdo que detenga el deterioro de la hum anidad producido por la guerra. E l desarme de A le m an ia y las condiciones creadas en E u r o pa entre 1925 y 1929 hacían suponer que la guerra no volvería a asolar los cam pos europeos. L a Sociedad de N aciones nacía com o organism o capaz de congregar a los pueblos en torno al diálogo. Finalmente, la etapa de prosperidad que sigue a los problem as de posguerra augura ba un largo período de distensión (es interesante observar cóm o los pe ríodos de desarrollo económ ico concuerdan con los de distensión inter nacional). Pero tras la crisis de 1929 la situación cambia, y se inician los vira jes (1929-1939) que conducirían a una nueva y m ás cruenta conflagra ción mundial. E n este tema se estudian la situación del m undo tras la guerra, los reajustes de frontera, la creación de la Sociedad de N aciones y las eta pas de las relaciones internacionales, desde los problem as de la p o s guerra hasta el cam ino hacia la Segunda G uerra M u n d ia l y sus causas.
2.
El mundo al Analizar la Primera Guerra Mundial
E l Tratado de Versalles, por el que se terminaba la Prim era G uerra M u nd ial, no había resuelto m uchos de los problem as que quedaban la tentes y que habían estado en el germen de la contienda: la cuestión territorial, las m inorías étnicas, el aislamiento de la U R S S para evitar la exportación de la revolución al resto del m undo y el espinoso tema de las reparaciones de guerra que A le m an ia debía pagar a los vence dores son algunos de ellos. Q u izá el más grave de todos, porque afectaba al reajuste territorial de Europa, é r a la cuestión fronteriza. E n E u ro p a Central, P o lo n ía lé n ía contenciosos territoriales con Checoslovaquia (Teschen), Lituan ia y, sobre todo, con A le m an ia (A lta Silesia y el C orredor Polaco). C o m o consecuencia del desm em bra miento del Im perio A u stro -H ú n g a ro habían aparecido nuevos E s ta dos, que pugnaban por m antener su independencia (H ungría, C h e co s lovaquia, R u m a n ia y Y u goslavia). Se habían establecido una serie de Estados tapones con el fin de aislar a la U R S S (Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia). Finalmente, Italia aspiraba a los territorios de Istria y Dalm acia, prom etidos al com ienzo de la contienda mundial.
Las paces de Versalles (ver Tema 8) transformaron el mapa de Europa Central.
Se desmembra el Imperio AustroHúngaro, se produce la ruina final del Imperio Turco. Se transforma el mapa político de los Balcanes y los polacos consiguieron el reconoci miento de su nacionalidad.
Por su parte las dos grandes potencias aliadas en la guerra experi m entaban discrepancias con respecto al ordenam iento territorial euro peo: G ra n Bretaña m antuvo un cierto aislamiento en lo referente a este problema, y su idea era no presionar dem asiado a A le m a n ia en sus deudas de guerra por considerarla vital para el aislam iento de la U R S S . Francia, en cambio, m antenía sus recelos respecto a A le m an ia (sobre todo en lo concerniente a A lsa c ia y Lorena), reclamaba por ello insistentemente el pago de las reparaciones de guerra (que necesitaba también para reconstruir el país) y apoyaba a la Pequeña Entente (C h e coslovaquia, R u m a n ia y Y u go slavia) com o contrapeso al otro lado de la frontera alemana. L a cuestión étnica suponía un agravamiento del problem a territo rial. M u c h a s m inorías habían quedado desplazadas al trazarse las nue vas fronteras después de la guerra. Para com prender mejor la situa ción en el siguiente gráfico, elaborado a partir de los datos de Elizabeth Wiskemann, se presentan las m inorías étnicas existentes en algu nos países europeos según el censo de 1930, en porcentajes. Según datos de Wiskemann, E.: «La Europa de los dictadores», Siglo X X I, Madrid, 1978, págs. 318-319. P O R C E N T A J E D E M IN O R IA S E T N IC A S E N A L G U N O S P A IS E S E U R O P E O S {C e n s o d e 1 9 3 0 , s e g ú n lo s d a to s d e E lis a b e th W isk e m a n n ) A LE M A N E S I HUN G ARO S
m »
ESLO VENO S Y CROATAS RUTENO S ALB A N E SE S
RUSOS * ■ POLACOS
MM TURCO S
t m UCR AN IA NO S M * JU D IO S M B Ú LG A R O S
15
10
í Propuesta de Cabot Lodge al Sena do de los Estados Unidos sobre el re chazo a la Sociedad de Naciones (19-111-1920) 2. Los Estados Unidos no se comprometen a preservar la integri dad territorial de cualquier nación, con el empleo de su fuerza militar o naval, sus recursos o cualquier forma de discriminación económica, o a in tervenir en los conflictos entre nacio nes (...) 3. Ningún mandato será acepta do por los Estados Unidos (...), ex cepto por un decreto-ley del Congre so. 5. Los Estados Unidos no somete rán al arbitraje o la investigación de la Asamblea, o del Congreso de la SD N , ninguna cuestión que, a su jui cio, dependa o esté en relación con su política establecida a largo plazo y comúnmente conocida bajo el nombre de «doctrina monroe».» En C h a u la n g e s , M. y otros: «Op. cit.», págs. 128-129.
302
Fuera de Europa, los Estado s U n id o s y Japón van a ser los países que m arquen la pauta de las relaciones internacionales. L o s Estados U n id o s rechazaron las cláusulas del Tratado de Versalles, sobre todo en lo referente a la Sociedad de Naciones, en la que el Senado se negó a entrar (pese a haber sido inspiración de su presidente W ilso n ), con el pretexto de una política nacionalista, pero temiendo, en realidad, que se lim itara su capacidad de acción en Hispanoam érica. Japón, con una econom ía de tipo liberal y un régim en autoritario en el que el em perador era omnipotente, se convierte en una prim era potencia m undial durante este período, e inicia una política expansionista hacia China, sobre la que ejerce una especie de protectorado y de la que obtiene abundantes m aterias primas. Turquía, convertida en R epública por K e m a l Atatürk, fue despe dazada por el Tratado de Sévres, y quedó reducida a la península de A n ato lia y al enclave europeo de Estam bul. E l resto de sus territorios asiáticos pasaron a depender directamente de la Sociedad de N a c io nes, que organizaría los m andatos para su adm inistración y los p o n dría en m anos de Inglaterra y Francia. E n el Próxim o Oriente, las teorías panarabistas y sionistas, junto con los intereses coloniales (petróleo) de los Estado s europeos, pro vocaron algunos problem as que iban a desembocar, en algunos casos, en conflictos latentes hasta nuestros días. L a Sociedad de N acion es en tregó a G ra n Bretaña y Francia una serie de territorios para su adm i nistración: Irán, Irak, A ra b ia Saudita, Kuwait, Egipto, Siria, Palestina y Transjordania.
3
Puesta en m archa de la Sociedad de Naciones
Sesión inaugural de la Sociedad de Naciones.
3.1.
Los inicios y su organización
El presidente n o rteam ericano W ilson, en el últim o de sus fam osos «Catorce puntos», decía: «Deberá formarse una Sociedad General de las Naciones, en vir tud de convenciones formales, que tenga por objeto establecer garan tías recíprocas de independencia política y territorial tanto a los pe queños como a los grandes Estados.»
En efecto, la n e c e s id a d de una organización de la política in tern a cional era aceptada no sólo p o r W ilson, sino tam bién por la opinión publica de los países, beligerantes o no, que veían la hora de abolir la guerra y evitar asi esa catástrofe a la hum anidad. P or ello no fue difí cil que los E stados soberanos elaborasen un pacto en la C onferencia "de París de 1919, que form aba p arte de los tratad o s de V ersalles. E n los 26 artículos de ese pacto se definía la Sociedad de N aciones, sus funciones y com petencias. T enían derecho a ser m iem bros los 32 E s tados que firm aron el tratad o y los 13 neutrales. Los dem ás podían ser adm itidos m ediante la aceptación de las dos terceras partes de la A sam blea. L a Sociedad de N aciones se organizaba en una A sam blea, un Consejo y una Secretaría. T F A s á m b le a G eneral estaba form ada p o r todos los-miem bros y se reunía u n a vez al año. Los países vencedores en la guerra, así como los neutrales, eran m iem bros fundadores. E l Consejo tuvo un núm ero variable de m iem bros p erm an entes^ generalm ente fueron: Francia, Gran B retaña, Jap ó n e Italia, y posterio rm en te en trarían a form ar p a r le del mismo: C hina (1922), A lem ania (1926) y la U R SS (1934). la * Fsm dosJ laidos, com o ya se ha dicho, no quisieron form ar p arte de la Sociedad d e N aciones. H abía adem ás otros m iem bros no perm anentes del Consejo, elegidós p o r tres años y renovados en una tercera parte cada año.
303
El organigram a de la Sociedad deJN aciones se com pletaba con un S ecretariado G eneral, a cuyo frente se encontraba un secretario gene ral. ayudado p o r 600 funcionarios de los cincuenta E stadpj._m i& ^rgs,. un T ribunal Perm anente de- Justicia In te rn a c io n al, la O rganización Económ ica y Financiera, la O rganización de Com unicaciones y T rán sito y la O rganización Internacional del Trabajo. Se regulaban asimismo el establecim iento de la sede en G inebra, los recursos económ icos p a ra su m antenim iento, el desarm e, la in te gridad te rrito rial e independencia política de los m iem bros y la unidad con tra agresiones exteriores, estableciéndose la obligación de em p ren d er acciones de diverso tipo contra cualquier m iem bro que recurriese a la guerra. E n el siguiente docum ento de la Secretaría de la Sociedad de N aciones se especifica la form a de actuación en caso de conflicto. S o c ie d a d d e n a c io n e s
* Asamblea i
▼ . Consejo ----------\
M iem b ro s p e r m a nentes:
M iem bros no per manentes (elegidos
F r a n c ia , I t a lia , Gran Bretaña, Ja pón, China (1922), A le m a n ia (1 9 2 6 ), U RSS (1934)
por tres años y re n o v a c ió n d e 1/3 cada año)
i Secretaría r Otros Organismos — Tribunal Perma nente de Justicia Internacional. — O r g a n iz a c ió n económ ica y fi nanciera. — C o m u n ic a c io nes y Tránsito. — OIT
«Los esfuerzos hechos en pro de la seguridad, del arbitraje y de la reducción de los armamentos, la actividad política de la Sociedad, la obra de reconstrucción económica, la conclusión, bajo los auspicios o por mediación de la Sociedad, de acuerdos encaminados a lograr la reconciliación de varios Estados constituyen otros tantos esfuerzos destinados a asegurar el mantenimiento de la paz mediante su organi zación. El Pacto mismo está concebido de tal modo que, a la acción pre cipitada de un Estado, opone la doble barrera de las deliberaciones y de los plazos. Los Estados miembros se comprometen a no recurrir a la guerra sino después de haber fracasado uno de los dos procedi mientos (arbitraje o examen por el Consejo) indicados para llegar a una solución pacífica del conflicto.» ., Secretaría de la Sociedad de Naciones. Sección de Información:
La obra de la Sociedad de Naciones (enero de 1920-junio de 1945). Ginebra, 1925, pág. 12 .Apud: M ir a J o sé y otros: «Op. cit.», pag. 451.
C on estos fines se p retendía una regulación distinta de las relacio nes internacionales, basadas en la renuncia a los acuerdos secretos en tre países, el desarm e general a través de negociaciones e inform ación de las potencias, la renuncia de los E stados m iem bros a la guerra, la elaboración de procedim ientos de arbitraje entre E stados y las sancio nes de carácter, económ ico, político y m ilitar, en caso de transgresión p o r algún país de las norm as internacionales. E sp añ a conectó rápidam ente con la idea de la Sociedad de N acio nes, p ero hubo, sin em bargo, diversidad de opiniones entre los grupos políticos: los liberales, así com o los reform istas y posteriorm ente tam bién los conservadores, eran acérrim os defensores, m ientras que los germ anófilos eran contrarios. Los socialistas, por su parte, m ostraron
inicialm ente interés, pero después verían a esta organización com o una nueva estrategia del capitalism o triunfante. E n general, el país fue fa vorable a la integración, y se organizaron asociaciones para apoyar su ingreso en la Liga, ante el tem o r de q u ed ar excluido por su pasada n e u tralidad en la guerra.
3.2. Etapas La Sociedad de N aciones pasó p o r cuatro etapas de actividad: a) L o s comienzos, entre 1920 y 1923, dedicada a la solución de los problem as territoriales de la posguerra: organización de los referén dum de Schleswig, Sarre, A lta Silesia, Teschen, Sopron, etc., y distri bución de los m andatos de los territorios perdidos p or A lem ania y T u r quía. E n esta etap a se produce tam bién la renuncia a integrarse por p arte de los E stados U nidos. b ) L a etapa de plenitud corresponde a los años que van de 1924 a 1930 E s la etap a de los tratad o s de paz y alianza entre los países e u ropeos (L ocarno, Briand-K ellog, etc.). c) L a decadencia de la Sociedad se produce en los años de crisis y conflicto, entre 1931 y 1936, m otivada p o r las dificultades in te rn a cionales, la ascensión de los fascismos y su política de agresividad exte rior. d) E l fin a l de la Sociedad está m arcado p o r los años de hundi m iento y d erro ta de las relaciones am istosas de paz. D esde 1936 hasta 1939, en que estalla la Segunda G u erra M undial.
4.
Las dificultades de posguerra (1920-1924)
La paz de V ersalles fue una paz inestable, cuyo desarrollo y aco m odación a las circunstancias req u erían un largo proceso que antes de consolidarse desem bocaría en u n a nueva guerra. L a causa principal de esta inestabilidad hay que buscarla en la im posición con dureza de las condiciones de los vencedores a los vencidos, que se concretan en tres aspectos: las reparaciones de guerra, el desarm e y la configuración del nuevo m ap a europeo. A esto deben añadirse las dificultades surgidas entre los propios países A liados p o r las reparaciones y las deudas in teraliadas y la cuestión del aislam iento de la U RSS.
Vista parcial del palacio de la Socie dad de Naciones en Ginebra.
Situación internacional tras la Pri mera Guerra M undial. «... Por todas partes en Europa, los asuntos se complican y el fuego se mantiene. En Fiume, el gobierno ita liano no puede hacer nada porque el ejército y la marina están con D ’Annunzio, que tiene la intención de conquistar toda Dalmacia (...). En Asia M enor existe el levanta miento musulmán y no hay ningún m edio de hacerse dueño de él (...). N o hablo ni del conflicto servo-ru mano, ni del de los checos y los po lacos, ni de la posibilidad de una in tervención de los yugoslavos contra Italia y aun de otros problemas. D e cualquier lugar del que uno viene, no se encuentra más que explosivos que ya estallan. Suele decirse que hay en la historia pocos ejem plos de una conferencia de paz que haya tenido tanto éxito en desencadenar más apetito y en crear más causas de con flictos.»
Carta del embajador de Francia en Londres (27-9-1979), e n C h a u l a n GES, M. «Op. cit.», pág . 36.
305
A lgunas consideraciones sobre la paz de Versalles. «El mayor peligro que yo veo en la situación actual es que Alemania se dirige hacia el bolchevism o y aporta a los fanáticos revoluciona rios que sueñan con conquistar el mundo por la fuerza de las armas sus recursos, sus cualidades intelectua les, su gran capacidad de organiza ción. El actual gobierno de A lem a nia es débil: carece de prestigio. Su autoridad es discutida. Subsiste toda vía, simplem ente porque no hay otra alternativa que la de los espartaquistas, y porque A lem ania no está toda vía madura para ello (...). Este tratado debe pretender tres objetivos. En primer lugar, debe ha cer justicia a los Aliados, teniendo en cuenta la responsabilidad de los ale manes en el origen y la marcha de la guerra. En segundo lugar, es preciso que el gobierno alemán pueda firmar este tratado, pensando que podrá cumplir con ello sus obligaciones. En tercer lugar, es preciso que este tra tado no contenga ningún germen de guerra futura y que constituya una solución válida que oponer al bol chevismo, para que pueda ser consi derado por todo hombre responsable com o un arreglo leal al problema eu ropeo.»
4.1.
Las reparaciones de guerra
El tra ta d o de V ersalles decía: «Artículo 231. Los gobiernos Aliados y asociados declaran y A lem ania reconoce que A lem ania y sus aliados son responsables, por haberlas causado, de todas las pérdidas y de todos los daños sufridos por los gobiernos Aliados y sus naciones como consecuen cia de la guerra, que les ha sido impuesta por la agresión de A le mania y de sus aliados. Artículo 232. Los gobiernos Aliados y asociados exigen (...) y A lem ania adquiere el compromiso de que sean reparados todos los daños causados a la población civil de las potencias Aliadas y aso ciadas, y a sus bienes (...). Artículo 233. El importe total de los susodichos perjuicios, por los cuales es debida una indemnización por parte de Alemania, será fijado por una Com isión interaliada (...); las conclusiones de terminadas al respecto serán redactadas y notificadas al gobierno alemán el 1 de mayo de 1921 lo más tarde, representando la tota lidad de sus obligaciones (...). Artículo 234. La Comisión de indem nizaciones deberá, después del 1 de mayo de 1921, estudiar de vez en cuando los recursos y la capacidad de Alemania, y tras haber dado a los representantes de este país la equitativa facultad de hacerse escuchar, tendrá todos los poderes para ampliar el período y para modificar las formas de pago (...)». Tratado de Versalles, junio de 1919, en L ó p e z C o r d ó n , María Victoria, y M a r t í n e z C a r r e r a , José U.: «Análisis y comentarios de Textos históricos. II». Alhambra, Madrid, 1978, pág. 330.
Las cantidades pedidas a A lem ania varían a lo largo de los años. E n el siguiente cuadro puede observarse la deuda de A lem ania (en miliardos de m arcos) y sus variaciones en tre 1921 y 1924. Cargas propuestas a Alemania en concepto de reparaciones (1921-1924).
D a v i d L l o y d G e o r g e : Some con-
siderations for the Peace conference...»
Acuerdo de París del 24 de enero de 1921
25 d e marzo d e 1919, e n C h a u l a n GES, M y otros.: «Op. cit.», págs.
33-34.
Años Fijas 1921-1923 1923-1924 1924-1925 1925-1926 1926-1927 1927-1928 1928-1929 1929-1930 1930-1931 1931-1932 1932-1933 1933-1934 FU EN TE:
2 3 3 3 4 4 4 5 5 6 6 6
Estado de pagos de Londres Plan Bonar La» del 5 de mayo de 1921 del 1 de enero de 1923
Variables
Fijas
12 por 100
—
Variables
2
de las expor taciones
— — —
26 por 100
de las expor taciones
— — — — — — —
Fijas
Plan Dawes de 1924
Fijas
—
—
—
—
—
— —
2 2 2 2 2,5 2,5 2,5-3,5
Variables
Exceso
calculado 1000 sobre el 1220 índice de 1200 1750 prosperidad 2500 55 55 55
55
Enciclopedia Espasa (1925), T. XXVI, p. 170.
L a Com isión de Spa, en julio de 1920, y la Com isión de R ep a ra ciones, reunida en Londres en 1921, establecieron las prim eras estim a ciones. Pero los A liados en tran p ronto en desacuerdo: m ientras G ra a B retañ a y los E stados U nidos no eran partidarios de presionar a Ale-
306
m ania en el pago de las reparaciones, p orque el hundim iento de la eco nom ía alem ana podía debilitar su acción com o b arrera contra la ex pansión bolchevique, Francia, en cam bio, consideraba necesario el co bro de esas cantidades p ara reconstruir el país, y am enazó con la ocu pación del R u h r si no se hacía efectivo el pago de las deudas. E n la conferencia de Cannes de 1922 se convenció al representante francés, A ñstides Briand, de la m ala situación económ ica de A lem ania y los efectos perjudiciales que la intransigencia francesa acarrearía. B riand cedió y ello le valió la dim isión. Su sucesor, Poincaré, llevó a efecto la am enaza y en enero de 1923 ocupó la cuenca del R u h r con tropas fran co-belgas. La situación se hizo explosiva en aquella zona, declarándo se por p arte del gobierno alem án la resistencia pasiva. La solución ven dría con el cam bio hacia una política m ás m oderada del gobierno de W eim ar con Stressem an y el com ienzo de nuevas negociaciones. E sta política negociadora altera aún m ás los ánim os de los nacionalistas, que llegan a hablar de u n a m archa sobre Berlín, com o la m archa so bre R om a, y en noviem bre de 1923 se produce el llam ado «putsch de la C ervecería», en M unich (véase tem a 12). Las negociaciones, sin em bargo, tienen sus frutos: el Plan Dawes reconsidera la situación de las reparaciones p ara h acer m ás llevadero el pago p ara A lem ania. F ra n cia aband o n a el R u h r y' en 1929 el Plan Young aliviará aún más la si tuación co n la extensión del pago dé las reparaciones hasta 1988. A le m ania ve, adem ás, desm ilitarizada la R enania.
4.2.
La cuestión del desarme
Tam bién esta cuestión es causa de división en tre los A liados. E n el trata d o de V ersalles se estipulaba el desarm e de A lem ania com o p ro legóm eno de un desarm e general, pero en la práctica se p retendía que el desarm e alem án fuese la única garantía de paz, sustentada, según Francia, en el m antenim iento de su ejército intacto, m ientras que A le m ania sólo conservaría uno pequeño. El prim er acuerdo encam inado a un desarm e general no se p ro d u jo hasta la conferencia de W ashington (1921-1922). La convocatoria se hacía para tra ta r especialm ente de la reducción de efectivos navales, adem ás del ya m encionado problem a de E xtrem o O riente y del Pací fico, y en ella se fijó la p roporción de fuerza en cuanto a los navios de línea: 5 p a ra G ran B retaña, 5 p ara los E stados U nidos, 3 p ara Japón, 1,75 para Francia y 1,75 p ara Italia.
4.3.
Las reivindicaciones territoriales
a) L a s p r in c ip a le s c u e stio n e s, a lg u n a s ya r e se ñ a d a s m á s arrib a, fu ero n la s sig u ie n te s , en E uropa: Aristides Briand (1862-1932). ® P o lo n ia , que reivindicaba derechos históricos en el E ste, logró por
el Tratado de Riga (18 de m arzo de 1921) que se fijase la frontera ruso-polaca m ás al E ste, en una zona de población no esencialm en te polaca. P ero Polonia tenía otros problem as más graves: cedió a C hecoslovaquia el territorio de Teschen, disputó a L ituania VTina y con A lem ania tuvo bastantes contenciosos, en tre los que destaca el referido a la A lta Silesia, que encontró solución, siquiera parcial, por m edio de un plebiscito celebrado en 1921, precedido de una p e queña g uerra en tre alem anes y polacos; pero el plebiscito sólo m os tró la dificultad de establecer una fro n tera étnica, y tuvo que ser la Sociedad de N aciones la que estableciera las fronteras, sin llegar a satisfacer a nadie.
Político francés. D e familia humil de. Fue diputado socialista, partido que abandonó en 1906 por discre pancias en cuanto a la colaboración con los gobiernos no socialistas (él lo hizo en el de Sarrien). Fue veintitrés veces ministro y once veces presiden te del Consejo. Finalizada la guerra se esforzó por la pacificación m un dial y la creación de la Sociedad de Naciones. Firmó el pacto de Locarno y el llamado de Briand-Kellog. Fue premio N obel de la paz en 1926.
307
LITUANIA
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POLONIA, 1916-1939
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Polonia 1916-18
CORREDOR! POLACO /
Anexiones vV L -V
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Máximo avance polaco V-1920
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CHECOSLOVAQUIA
P o r otro lado, el tratad o de V ersalles establecía la existencia de un Corredor Polaco que separaba la Prusia oriental del resto de A le m ania. Los alem anes nunca habían aceptado esto, m ientras que los polacos tenían especial interés en ello para disponer de una salida al m ar, aunque el corredor no servía de nada si no contaba con un pu erto , y éste e ra el de Danzig. La tensión entre A lem ania y Polo nia creció en estos m om entos hasta adoptarse finalm ente una solu ción: declarar a Danzig ciudad libre, aunque som etida a tutela eco nóm ica de Polonia. E sta actitud polaca contribuyó a desarrollar el sentim iento de hum illación de los alem anes y, al mismo tiem po, a que P olonia se m ostrase precavida ante las posibles represalias de A lem ania. • I ta lia tenía la esperanza, abrigada por el tratad o de Londres de ID 15
(por el que había entrado en la guerra), de. o cupar te rritorios en el A driático: Istria, Dalmacia, etc. Pero estas.-esperanzas se-desvane cieron tras eT lratado de V ersalles, lo que dio lugar a acciones irre dentistas, com o la ya m encionada ocupación de Fium e por D rAnnunzio en 1919. F inalm ente, por el tratad o de R apallo Istria pasaba a Italia y Fium é quedaba autónom a, aunque en 1924 fue de nuevo anexionada. • A u str ia y H u n g r ía . E l desm em bram iento del antiguo Im perio Aus-
Reivindicaciones de Italia en el Adriático. 308
trO^HuffgSoTSBTa originado la aparición de una serie de pequeños E stados. P o r un lado, A ustria deseaba la unión con A lem ania, m ien tras que H ungría, para potenciar su debilidad tras las m utilaciones territoriales causadas p o r el tratad o de V ersalles, aspiraba a rectifi caciones fronterizas a costa de C hecoslovaquia, R um ania y Y ugos lavia, que se habían llevado parte de sus territorios y de la pobla ción m agiar. E stos países constituyeron la Pequeña Entente, cuyo ob jetivo prim ordial era evitar la vuelta de un H absburgo a H ungría y con ello alejar el peligro de una restauración de la doble m onarquía.
• T u r q u ía había pasado de ser un im perio islámico m edieval a una Re-
puB U cO e la m ano de K em al A tatü rk y reclam aba ahora la revisión del tratado de Sévres de 1920, p o r lo que declaró la guerra a G re cia, con el apoyo de Francia e Italia, m ientras que G ran B retaña se alineaba ju n to a G recia p ara defen d er sus intereses coloniales en la zona. E n 1923, T urquía firm ó el tratad o de Lausana, que anulaba el de Sevres, y p o r el que in corporaba los territo rio s de Tracia, Esm irna, A rm enia y K urdistán. b) F u era de E u r o p a la situ a c ió n se p la n te a d ifíc il en el P ró x im o y E x trem o O rien te.
Puerta de Damasco en Jerusalén. • E n el P ró x im o O rien te: Los m otivos de fricción fueron, por un lado,
el p etró leo y, p o r otro, las ideologías sionista y panarabista. Irak, Irán, K uw ait y A rabia eran zonas donde, antes de la prim era guerra, los británicos, franceses y norteam ericanos habían invertido capita les para la exploración petrolífera. La ideología sionista propugnaba la creación de un E stado ju dío. G ran B retañ a apoyó esa idea haciendo rep atriar a miles de ju díos a su p ro tecto rad o de Palestina, pero los asentam ientos de éstos pro n to chocaron con los de los árabes, p o r lo que G ran B retaña di vidió el m andato otorgado p o r la Sociedad de N aciones en dos p a r tes, sin que se llegara así a solucionar el conflicto.
La Sociedad de Naciones, a tra vés de sus mandatos, quería que estos territorios árabes adquirie ran la independencia. Pero Gran Bretaña hizo caso om iso de esa obligación com o potencia y con tribuyó a desencadenar el conflic to árabe-israelí.
Por su p arte el panarabism o intenta cim entar la solidaridad e n tre los árabes. G ran B retaña, tras la P rim era G u erra M undial, no cum plió la prom esa hecha de crear un E stado bajo la dirección de H ussein ben Alí, gran patriarca de la dinastía «hachem í», com o re conocim iento p o r el apoyo árabe recibido en el enfrentam iento con tra T urquía. A lo sum o, y con el fin de co n trarrestar la influencia francesa en la zona, intentó construir un conglom erado islámico bajo su m andato, estableciendo independencias controladas en la zona de su dom inio; en este sentido, creó el reino de Irak, con Faisal I al frente; organizó el territorio de T ransjordania y dio la in depen dencia a E gipto en la persona de Fuab I, salvo en la zona de Suez; en Irán, el Sha logró la expulsión de los ingleses y de los rusos, que tam bién querían invadir el territorio, aunque respetó a aquéllos sus concesiones petrolíferas; A rabia Saudita, p o r últim o, fue in depen diente en 1927, aunque los británicos conservaron A den, Y em en y los em iratos del golfo Pérsico. 309
Declaración de un hombre de E sta do Japonés. «Los depósitos de hierro de M on golia y Manchuria están evaluados en 1 200 millones de toneladas de metal; los depósitos de carbón en 1 2 0 0 m illones de toneladas. Este carbón debe ser suficiente para fun dir los m inerales de hierro; una can tidad tan considerable de hierro y carbón a nuestra disposición nos bas ta al m enos para un período de 70 años (...). En el mom ento en que ten gamos suficiente hierro y acero para nuestra industria, conocerem os el se creto de la evolución de la primera nación del mundo.»
Francia, por su parte, recibió com o m andato Siria, y dividió el territo rio en tre cristianos (Líbano) y m usulm anes, pero la m inoría drusa, p o r su parte, se rebeló y ocasionó graves problem as a la p o tencia adm inistradora. • E n el E x tr e m o O r ie n te , Jjipón, p o r el tratad o de V ersalles, se había
asegurado u na situación com ercial predom inante en China, arreba ñ a d o las colonias alem anas del Pacífico y Y ap y o cu p ad o I3 s Provin cias M arítimas (fachada de Siberia sobre el Pacífico). Todo ello con el apoyo de G ran B retaña. E sto no agradó a los E stados U nidos, que p ropiciaron la convocatoria de la ya m encionada conferencia de W ashington (noviem bre de 1921 a febrero de 1922), por la que se lim itaban los arm am entos de las principales potencias m undiales y Jap ó n se veía obligada a la evacuación de las Provincias M arítim as, así com o a su renuncia a las ventajas com erciales en China. Sin em bargo, Jap ó n m antendría, com o se verá más adelante, sus aspiracio nes en este pafs7~
E n L a r a n , M . y W il l e q u e t , J:
«Op. cit.», pág. 307.
4.4.
Las diferencias interaliadas
Surgen ya en varios de los conflictos señalados anteriorm ente: Jas deudas en tre Tosí propios A liados, el problem a turco, la cuestión del d e sarm e y las reparaciones alem anas ponen en dificultad las relaciones en tre los países que habían ido juntos a la guerra. L a negativa de E s tados U nidos a integrarse en la Sociedad de N aciones es otro ejem plo de estas m ism as diferencias.
4.5.
El aislamiento de la URSS
F ren te a la U nión Soviética, los E stados A liados in tentaron m edi das de aislam iento con el fin de evitar la expansión de la revolución. La g uerra había sido ganada por el capitalism o occidental y la paz es tab a o rien tad a a su defensa. E n ese sentido, se ayuda a los rusos anti soviéticos en 1919-1920, se apoya a los nuevos países bálticos E sto nia, L ituania, L etonia y F in lan d ia— y a Polonia en E u ro p a central y se crea u n frente capitalista unido. Pero el acuerdo com ercial entre la U R SS y G ran B retaña de 1921 y el tratado de R apallo, en 1922, entre la U RSS y A lem ania iniciaron el desm oronam iento de este frente anti soviético. Palabras de Stresseman en la sesión de clausura del tratado de Locarno. «Saludamos sinceramente y con alegría el gran desarrollo de la idea de la paz europea, afirmada en esta Conferencia y consagrada por el tra tado de Locarno, que constituye un hito importante en la historia del de senvolvimiento de los Estados y de los pueblos. Saludamos especialm en te la idea, inserta en el protocolo fi nal de la Conferencia, del convenci miento firme de la desaparición de la tirantez moral en las relaciones de los pueblos, que facilitará la solución de m uchos problemas políticos y económ icos.» En M a r t ín e z C a r r e r a s , J. U.: «Siglo X X . Historia Universal». H is toria 16, Tom o 11, pág. 24.
310
5.
La seguridad colectiva 1925-1929
5.1. Nuevas condiciones A p a rtir de 1924 se producen en las relaciones internacionales cam bios m otivados tanto por el cansancio de los conflictos, com o por las nuevas circunstancias que se producen en E uropa; entre ellos, cabe destacar los siguientes: • R ecuperación económ ica de A lem ania, gracias a la política m onetana'tré Scliácht, y saneam iento financiero de algunos países, como G ran B retaña y Francia, con la estabilización de sus respectivas m o nedas. • C am bios políticos nacionales, con la llegada al poder de partidos de izquierdas y la aparición de nuevas figuras internacionales de la p o lítica, com o B riand en Francia, C ham berlain en G ran B retaña y Stressm ann en A lem ania.
• M ejora en las relaciones diplom áticas entre Francia y A lem ania, por la b u ena voluntad de sus gobernantes en lo concerniente a las re p a raciones y p o r el tem o r al establecim iento de un gobierno dictato rial en A lem ania tras la in ten to n a golpista de H itler en M unich. Sa lida del aislam iento de la U RSS. Los E stados U nidos com ienzan de nuevo a intervenir en la política europea, aunque de form a m atiza da, sobre todo en la m ediación de las relaciones franco-alem anas en la cuantía de las reparaciones (Plan Dawes).
5.2.
La conferencia de Locarno
Las condiciones favorables a la seguridad colectiva se m aterializan pro n to en u n a serie de realizaciones. Jun to al acercam iento francoalem án y el plan Dawes, se celebra en octubre de 1924 el protocolo de Ginebra, que p erm itiría a A lem ania integrarse en el concierto in tern a cional. A un q u e este protocolo no fue ratificado p o r G ran B retaña, sir vió de inicio p a ra las futuras relaciones internacionales. E n efecto, en octubre de 1925 se pro p o n e la idea de llegar a acuer dos regionales en los asuntos p endientes de resolver. Se convoca para ello una conferencia internacional a celebrar en L ocarno (Suiza), a la que asisten com o delegados L u th er y Stressem an p o r p arte de A lem a nia, A ristides B riand p o r Francia, B enito M ussolini por Italia, C ham berlain po r G ran B retaña, V andelvelde p o r Bélgica, el conde Skrzynski po r Polonia y Benes p o r Checoslovaquia. E l protocolo final indicaba que los gobiernos europeos se com prom etían a arreglar pacíficam ente los conflictos. E l 16 de octubre se firm aron u n a serie de acuerdos, con venios y tratados, cuyos resultados m ás im portantes fueron éstos: Alcm ania reconocía las fronteras occidentales, incluida Alsacia y L orena para Francia; se garantizaba la inviolabilidad del statu quo territorial ^europeo occidental; se renunciaba al em pleo de la guerra; Francia an ticipa la evacuación del R in, y A lem ania se sienta en igualdad de con diciones con las potencias vencedoras en la p rim era guerra. A p a rtir de entonces, com ienza lo que ha sido llam ado el Espíritu de Locarno, que p a ra C ham berlain era la verdadera línea divisoria en tre los años de guerra y los años de paz. En este m arco de distensión y, sobre todo, en el de la aproxim a ción franco-alem ana, en septiem bre de 1926 A lem ania ingresa en la So ciedad de N aciones a p ropuesta de Francia y ocupa un puesto p erm a nente en el Consejo.
5.3.
El pacto Briand-Kellog
R ep resen ta otro m om ento cum bre en la política de seguridad co lectiva. E n 1927, B riand lanzó un llam am iento internacional, pero di rigido fundam entalm ente al secretario de E stado n o rteam ericano, Kellog, en el sentido de llegar a un acuerdo sobre la renuncia general a la guerra. E l llam am iento fue aceptado p o r Kellog y se firm ó en París, en agosto de 1928, el llam ado pacto Briand-Kellog, con la participación de quince potencias, a las que se adhirieron 63 países. E s una decla ración solem ne contra la guerra, que, en opinión de D uroselle, m arca el apogeo de la oleada pacifista y de seguridad. El hecho de que A le m ania en trara en él significó u n a gran alegría p a ra todos. E spaña, e n tonces bajo la D ictadura de Prim o de R ivera, quiso form ar p arte de las potencias invitadas p o r N orteam érica a la firm a del pacto, esgri m iendo p ara ello su tradición de país neutral, pero hubo de confor m arse con adherirse posterio rm en te a él.
Frank B illing Kellog (1856-1937). Político norteam ericano. M iem bro del partido republicano. Fue em bajador en Gran Bretaña. Fue secre tario de Estado, destacando por su política pacifista. En 1928 elaboró junto con el ministro francés de Asuntos Exteriores, Briand, el pacto internacional (Briand-K ellog) que proscribía la guerra com o m edio de solucionar los conflictos entre países. Fue premio N obel de la Paz en 1929.
Texto del pacto Briand-Kellog. «1. Las altas partes contratantes declaran solem nem ente, en nombre de sus pueblos respectivos, que con denan el recurrir a la guerra para la reglam entación de las controversias internacionales y renuncian a ella com o instrumento de política nacio nal en sus relaciones mutuas. 2. Las altas partes contratantes re conocen que la reglamentación o so lución de todas las diferencias o con flictos —de cualquier naturaleza o de cualquier origen que sean— que puedan surgir entre ellas no deberá jamás ser buscada más que por m e dios pacíficos.» «ABC». 28 de agosto. En M ira José , y otros. «Op. cit.», pág. 454.
311
6.
De la seguridad colectiva a la guerra
6.1. La ruptura del sistema de seguridad Gráfico de la situación económica internacional: PRODUCCION INDUSTRIAL MUNDIAL Y PARO INTERNACIONAL DE 1929 A 1 934
E ste sistem a de relaciones internacionales, que parece firm e, em pieza a resquebrajarse a p artir de 1929. Los factores que influyen en este cam bio son los siguientes: • Las consecuencias y repercusiones de la depresión norteam ericana de 1929 (véase T em a 14). • E l cam bio de protagonistas políticos causado por la m uerte de Stressem an y B riand.
Sun Yat-Sen (sentado) y Chiang KaiChek, líderes del Kuomintang chino.
312
• E l distanciam iento político de las dos potencias protagonistas de la reconciliación anterior: Francia y A lem ania, pues m ientras que en la p rim era se form a un gobierno de izquierda (el F ren te popular), en A lem ania la derecha se hace con el poder, hasta llegar finalm en te al nazismo. E n este m arco se producen los prim eros síntom as de crisis del sistem a de seguridad colectiva, que, en síntesis, son los siguientes: a. F in d e la co o p e r a c ió n e c o n ó m ic a in té r n á c ió n á lT E a crisis de 1929 y sus repercusiones en A lem ania habían hecho que este país d e ja ra u n a vez m ás de pagar las reparaciones, lo que obligó al presidente n orteam ericano Hoover a dejar en suspenso el plan Y oung y a aplazar p o r un año todas las deudas interestatales. E n 1932 se celebra la con ferencia de L ausana, en la que los países acreedores renunciaron a las reparaciones. La consecuencia, lógica desde el punto de vista francés, fue la de suspender el pago de las deudas de guerra que tenía con los E stados Finidos, ejem plo que siguieron otros países. P ero esto, que no fue aceptado por los Estados Finidos, pues consideraban cosas distin tas las reparaciones de los créditos, hizo que se distanciaran de nuevo de los asuntos europeos. A dem ás, en la conferencia de L ondres de 1933, se advirtió ya el auge de las políticas económ icas nacionales (cada uno quería solucionar su problem a) sobre la de cooperación in tern a cional (véase T em a 14). b. F r a c a so d e la co n fer e n c ia d e d e sa r m e . O tra grieta en el siste m a de seguridad fue el fracaso de la conferencia de desarm e reunida en G in eb ra en 1932. Los alem anes argum entaron que el tratad o de V ersalles establecía el desarm e de A lem ania com o paso previo para el desarm e general, y puesto que esto últim o no se había producido, h a b ría de adm itirse el derecho de A lem ania a rearm arse. E n ese mismo año realizó A lem ania un plan de rearm e masivo y acelerado, y F ra n cia se vio poco a poco obligada a legalizar tal acción, sin obtener nada a cam bio. c. L a in te rv e n ció n ja p o n e s a en M a n c h u r ia . E n estos tiem pos C hi na se enco n traba con graves dificultades internas provocadas por m o vim ientos nacionalistas y sociales. E n la C hina de los años veinte, el p o d er real se encontraba en m anos de los jefes locales y m ilitares, los llam ados señores de la guerra, que establecían un gobierno anárquico y lleno de inseguridad. E l p o d er oficial se hallaba disperso en varios gobiernos situados en distintas capitales, entre las que destacaba P e kín, con un gobierno integrado por m ilitares del n o rte y con unas ins tituciones m ás o m enos parlam entarias, aunque con una vida política agitada.
E n C antón, p o r otro lado, existía u n gobierno del sur, form ado por el Kuom intang o P artido N acionalista, presidido p o r Sun Y at-Sen, a quien sustituiría, tras su m uerte, C hiang K ai-Chek. E ste partido tenía com o ideología la xenofobia antim anchú, junto con el nacionalism o re volucionario de cierto m atiz socialista. E l K uom intang organizó un fuerte ejército que llegó a ser el m ás potente de China. A dem ás de esta fuerza nacionalista estaba el P artido C om unista Chino, fundado en junio de 1921, y dirigido p o r Li T a-C hao y después por M ao Zedong. E n principio, las dos fuerzas predom inantes en China, la nacionalista del K uom intang y la del Partido Com unista, co laboraron en la lucha p o r liberar a C hina de la influencia extranjera y elevar el nivel de vida de sus habitantes, con u n frente unido contra los señores de la guerra. Incluso algunos com unistas form aban parte del K uom intang y llegaron a ocupar puestos clave en su seno, en una especie de doble m ilitancia. E n 1927 el K uom intang, dueño del sur y del centro del país, inició una expedición al norte p ara dom inar a los poten tad os m ilitares que, com o Tchang Tso-Lin, controlaban el norte de C hina y M anchuria. C ulm inada con éxito la cam paña, el K uom intang se convirtió en la fuerza hegem ónica e inició u n a persecución contra los com unistas, a los que excluyeron de los puestos im portantes. E l com ité central tuvo que huir y refugiarse en el interior m ontañoso dirigido por M ao Z e dong («Larga M archa»). E n los años treinta se produce una evolución hacia la dictad u ra m ilitar p o r p arte del K uom intang, que continúa p e r siguiendo al renacido com unism o de M ao. Pero, sobre todo, la m ayor dificultad estriba en el expansionism o japonés.
Mapa de la expansión japonesa en Cpina ' Y\
K Y O SH U 1AP.CA MARCHA D£ MAO TERRITORIOS JAPONESES £N 193? PROTECTORADO JAPONES Of. MAHCHimUO TERRITORIOS DE CHINA OCUPADOS POP JAPON OE 193/ A 1939
U n a C hina unificada bajo C hiang K ai-C hek y contraria a la p re sencia extranjera en el país era un obstáculo p ara el Japón, que p re tendía extender su influencia en C hina, com o lo había dem ostrado an tes de la conferencia de W ashington. E n m arzo de 1927, tropas ja p o nesas desem barcaron en Shantung, sin que las conversaciones entre los gobiernos pud ieran aliviar el conflicto. P o steriorm ente (1931), con el pretexto del incidente de M ukden (explosión de una bom ba en el ferro carril del sur m anchuriano), el ejército japonés ocupaba M anchuria en pocos meses. El asunto fue llevado a la Sociedad de N aciones, que nada pud o hacer, lo que rep resen tab a un fracaso del sistem a de diá logo establecido en el período anterior. E n m arzo de 1932 fue procla m ado el E stado in dependiente de M anchukuo, bajo la protección de Japón. D esde M anchuria, los japoneses continuaron con la invasión de China: o cuparon la provincia de Jehol, lim ítrofe con M anchuria, así com o las de C h ah ar y H opel, y, avanzando p o r la costa, llegaron a do m inar las cinco provincias del norte, ricas en yacim ientos de hierro, car bón, sal y algodón. D e esta m anera C hina entró en u na nueva fase de conflicto, que continuó en los años de la Segunda G u erra M undial, de la que se derivó la d erro ta to tal del K uom intang y el triunfo del P ar tido C om unista de M ao. d. L a a sc e n s ió n d e l nazism o. Y a se ha estudiado en el T em a 12 la concepción hitleriana del E stado racista, cuyo objetivo era conse guir el espacio necesario p ara que la raza superior tuviera un ám bito adecuado de vida. P ro n to se vio que esta idea iba a ser puesta en m ar cha p o r H itler. E n este sentido, su estrategia se com ponía de dos mom eñtos: prim ero, la revisión del tratad o de V ersalles (no contento con Cartel de propaganda nazi. la desaparición de la deuda de reparaciones), después, la creación del 313
R esu lta d o de la co n feren cia de Stressa. «1. Las Potencias acuerdan se guir la línea común de conducta acerca del memorándum francés a la Sociedad de Naciones. 2. La información que ellas reci bieron confirma sus puntos de vista en sentido de que las negociaciones deben desarrollarse en forma que constituyan la seguridad de la Euro pa del Este. 3. R eafirm ar la necesidad de mantener la independencia e integri dad de Austria, que debe continuar siendo una aspiración de la política común. Los representantes de los go biernos en el pacto de Rom a tam bién deben reunirse en fecha próxi ma para llegar a un acuerdo central europeo. 4. Acuerdan continuar el estudio de un pacto aéreo para la Europa del O este y “de acuerdos bilaterales que puedan acompañarlo”.» (4 de abril de 1935) M i r a , J., y o tro s: «op. cit.», pág.
463.
G ran Reich. E n octubre de 1933, A lem ania abandonó bruscam ente la Sociedad de N aciones e inició abiertam ente el rearm e. P or otro lado, intentó realizar el Anschluss o unión con A ustria, por m edio del ase sinato del canciller Dollfuss por nazis austríacos. La rápida reacción de M ussolini, que tam bién aspiraba a posesiones en A ustria y envío tro pas al B rennero, obligó a H itler a retroceder. A dem as F rancia Ingla te rra e Italia tra ta ro n de ponerse de acuerdo en la conferencia de Stres sa, en u n intento de form ar un frente contra A lem ania, aunque p ro n to se vería su debilidad. .. H itler ya se había dado cuenta de ello, pues en 1935, tras u n a efi caz propaganda, logra que el plebiscito del S a n e sea favorable a la in tegración de esta zona en A lem ania. P o r otro lado, pretextando que el pacto de ayuda m utua firm ado por Francia y la U R SS violaba los acuerdos de L ocarno (lo cual era falso, según la opim on de Duroselle) H itler volvió a ocupar la zona desm ilitarizada de R enania el 7 de m arzo de 1936. P o r diversas razones, F rancia no reaccionó m ilitarm en te p ero lo m ás grave de la situación fue que la ocupación de R enam a asestaba u n duro golpe a la garantía de la Sociedad de N aciones para m an ten er desm ilitarizada la zona. e O c u p a c ió n d e E tio p ía p o r Ita lia . L a oposición del soberano etíope, el N egus H alle Selasi. a dar concesiones a los italianos en su país a p esar de ser su zona de influencia (según los acuerdos úalo-británicos de 1925) sirvió de pretexto a Italia para atacar Etiopia. Este ataque fue condenado por la Sociedad de N aciones, que im puso san ciones en virtud de las cuales se prohibía la venta de arm as y m aterias prim as (excepto petróleo) a Italia, pero éstas no tuvieron grandes elec tos: Leval, jefe del gobierno francés, term inó por reconocer la conquis ta a Italia p a ra evitar el derrum be del frente de Stressa, que pasaba p o r m om entos difíciles. C on esta actitud tam bién estuvo de acuerdo el Foreign Office. La autoridad de la Sociedad de N aciones quedaba, pues, en entredicho. P or otro lado, la tom a de E tiopía sirvió para que M ussolini se olvidara del centro de E uropa y dejara las m anos libres a los alem anes en A ustria. A jaartir de entonces las relaciones entre am b o s países, coincidentes tam bién en el asunto de la guerra de España, en traro n en u na fase ascendente (A lem ania se había precipitado a re conocer la conquista de E tiopía por Italia), que culm inaría en la for m ación del Eje. f. L os v ir a je s h a c ia la gu erra . Los cam bios bruscos en las relacio nes entre países, con acuerdos bilaterales que anulaban los principios de seguridad colectiva establecidos en Locarno, son tam bién un fenó m eno que condujo a d eterio rar las relaciones internacionales y a h a cer que en 1940 los países que habían decidido arreglar sus asuntos co m unalm ente se encontraran en guerra. E n las relaciones internaciona les aparece u n nuevo concepto: el del equilibrio de fuerza para disua dir la agresión, frente al de seguridad colectiva m ediante sanciones a los países causantes de la guerra, establecido en Locarno. A lgunos paí ses preferirán el sistem a de equilibrio, otros el de la seguridad colec tiva; pero lo cierto es que la ru p tu ra de la paz internacional es un h e cho! E stos cam bios bruscos, denom inados por el historiador español Jesús Pabón virajes hacia la guerra (por ser eso lo que provocan), son
los siguientes: EL IMPERIO ITALIANO m EN LOS AÑOS VEINTE
• E l v ira je fra n c é s. Supone la aproxim ación de Francia a R usia m e Ocupaciones temporales
M apa del imperio colonial italiano.
314
diante u n tratad o de asistencia m utua. La tradicional enem istad en tre F rancia y la L R SS se rom pe con la subida de H itler al poder y
el agravam iento de la situación en la fro n tera del oeste. Francia n e cesita un aliado al otro lado de la fro n tera alem ana que sirva de eq u i librio al engrandecim iento del Reich. Se rom pe de esa m anera el es píritu de Locarno, que había organizado la vida del m undo sin la p a r ticipación de la URSS. • E l v ira je b r itá n ic o . J ie trata de la ru p tu ra en tre Inglaterra e Italia.
La política tradicional de G ran B retaña era la del equilibrio, in ten tando m an ten er el frente de Stressa con Italia y Francia com o sal vaguarda frente a la posible agresión de A lem ania. Pero al estallar la guerra de E tiopía, Inglaterra se ve obligada a cam biar su política y acep tar las sanciones a Italia p o r h ab er invadido un E stado sobe rano, aunque aún in ten ta d u ran te un tiem po m antener, a pesar de todo, el frente antialem án. • E l v ira je ita lia n o . C onsiste en la alianza en tre Italia y A lem ania. Ita
lia siem pre había rechazado la presencia en E u ro pa de una superp otencia y la anexión de A ustria p o r A lem ania podía convertirse en eso, pero tras la anexión, y p o r las causas ya señaladas an terio rm en te, Italia decide desem bocar en el Eje, m ediante un acuerdo verbal, sin com prom iso, con A lem ania. P osteriorm ente J ta lia _ s e sum a al acuerdo o jracto A ntikom intern (firm ado p o r A lem ania y Japón), con lo que ya es efectivo el eje B erlín-Rom a-Tokio. • E l v ira je a lem á n . Q uizás el m ás sorp ren d en te a simple vista, pero
el más práctico p a ra A lem ania si se analiza bien. H itler había deci dido iniciar la expansión p o r el E ste, p ero p ara ello necesitaba la neutralidad rusa, país al que había considerado siem pre enem igo. El 23 de agosto de 1939 firm a el pacto de neutralid ad y «partición de Polonia» con la URSS. E sto provoca la quiebra definitiva de las re laciones anglo-alem anas. D e esta form a, con la sustitución en casi todos los casos de la p o lítica de seguridad colectiva p o r la de equilibrio com o garantía de paz, se llega al cam ino hacia la guerra, cuyos pasos se analizan en el si guiente epígrafe.
6.2.
La escalada hacia la guerra
El cam ino hacia la Segunda G u erra M undial se encauza a través de una serie de crisis que pusieron en peligro la paz internacional. E n realidad desde 1936 era evidente el enfrentam iento entre las potencias .totalitarias (A lem ania e Italia) y las naciones dem ocráticas. Ese en frentam iento se jalona de la siguiente form a:
a.
Los virajes hacia la guerra. «¿Cómo, en virtud de qué causas, mediante qué hechos han pasado esas cuatro naciones del octubre de 1925 al junio de 1940? (...) Las naciones de Locarno pasaron de la solidaridad a la guerra en vir tud de cuatro virajes sucesivos de su política exterior. Existe, claro es, un aspecto político interno, nacional, que motiva en parte el fenóm eno, y una proyección externa, internacio nal, que es el viraje. Para ser viraje ha de suponer un cambio fundamental en la conducta exterior de esa nación: más aún, una contradicción respecto a la política hasta entonces seguida y proclama da. Sólo así es posible que la mudan za lleve, en sus consecuencias, de la vida en común a la lucha por la des trucción. Los cuatro virajes quiebran suce sivamente la conciencia de la solida ridad que Locarno proclamó, y lan zan fuera del núcleo, sucesivamente también, a las cuatro grandes poten cias, situándolas al cabo en dos fren tes prontos a la guerra. En todos los casos, el corte es tan profundo que ningún em peño posterior logra la soldadura intentada.» P a b Ó N , J.: «Los virajes hacia la guerra.» Imprenta. Suc. Rivadeneyra, Madrid, 1946, págs. 15-16.
La guerra civil española
H a sido considerada p o r algunos com o la antesala de la Segunda G uerra M undial. T ras el golpe del general Franco, las potencias se apresuran a establecer el pacto de no intervención, acordado por un com ité reunido el 9 de septiem bre de 1936. Las razones de esta deci sión no están claras, pues países com o Francia, con un gobierno de F rente P opular com o el que in ten tab a derrib ar Franco en E sp añ a, se avenían a firm ar dicho pacto de no intervención. Sin em bargo, la re a lidad fue otra:
Nueva política de alianzas Totalitarias
Democráticas 1 Frente de Stressa (4-1V -1935) P acto F ra n c o -S o viético (2-V-1935)
Eje Roma-Berlín ' (26-X-1936) Pacto Antikom intern (25-XI-1936) Acuerdos de Munich (2-IX-1938) Pacto Germ anoSoviético (23-VIII-1939)
315
Los conflictos prebélicos. — O c u p a c ió n d e M a n ch u ria (1931-32) — Rearme alemán (1935) — Guerra de Etiopía (1935-36) — Remilitarización de Renania (1936) — Guerra de España (1936-39) — G u e r r a C h in o -ja p o n e s a (1937-45) — A nexión de Austria (1938) — D esm em bración de C hecoslo vaquia (1938) — Invasión de Polonia (1939)
La U n ió n S oviéticaenvió m aterial de guerra, las Brigadas In te rn a cionales acudieron en ayuda de la R epública y Francia, en algunos m o m entos, perm itió el paso de tropas y m aterial de guerra para España. P or otro lado, A lem ania e Italia m ostraron su apoyo al bando n a cionalista. Italia perseguía p o der experim entar sus arm as en eíe'scenario español y adem ás ganarse la hegem onía del M editerráneo. Las ra zonas de la intervención alem ana están explicadas por D uroselle en este párrafo: «La guerra de España fue beneficiosa para Hitler en todos los aspectos. Le demostró una vez más la falta de energía de las de mocracias. Le permitió probar con toda comodidad el material de su nuevo ejército. Cuando acabó en 1939 con la victoria 3e"Trañco, Hitler tuvo, en las fronteras meridionales de Francia, un régi m en amigo. La guerra de España fundamentó, mucho más que la guerra de Etiopía, la solidaridad entre la Alemania nazi y la Italia fascista. Ésta, al alejarse de los acuerdos de Stressa, se inclinaba hacia el otro campo (...). Pero lo más curioso estriba en que Mus solini envió a sus mejores tropas a España para ayudar a Franco y. puesto que muchos soldados italianos estaban en Etiopía, a par tir de este mom ento fue incapaz de impedir el Anschulss. A sí lo presintió, y disimuló su fracaso afirmando que en lo sucesivo Italia se sentía mucho más interesada por el M editerráneo, Mare Nostrum, que por la Europa danubiana.» D u r o s e l l e , J. B.: «Europa, desde 1815 hasta nuestros días, vida política y relaciones internacionales.» Labor, Madrid, 1971, pág. 96.
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Mapa del Reich o
M W r fló M O t. W t il W ijt f,f i A I fl M U Q I S i m M U : t n v s v , iu -r ,
LET0 N1A
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MEMEL
LITUANIA
1939
IM il A i l i OI,y IR I ' t t i t m Ai IM A W /i
Cartel francés de apoyo a la Re pública española. Francia no haría mucho más por ella, a pesar de te ner un gobierno de izquierdas.
Varxovíá
A LEM A NIA POLONIA
L .U X E M B U R G Q Z
Sfimt: m m 1936
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YUGOSLAVIA
b.
La creación del Gran Reich
U n a vez que H itler com probó su preponderancia m ilitar se deci dió a pasar a la segunda p arte de su plan: la creación del G ran Reich. E sta fase significaba un m ayor peligro de guerra, pues la am pliación de los territo rios alem anes podía m odificar el m apa europeo y la p o lítica de equilibrio alcanzada con los virajes que se han citado an terio r m ente. 316
E l p rim er paso fue el Anschluss, que ahora se realizó sin ninguna dificultad. El canciller austríaco Schuschnigg fue sustituido por el nazi Seyss-Inquart a instancias de H itler. Las tropas alem anas ocuparon A ustria y un plebiscito, «en estas condiciones», ratificó la unión en m arzo de_ 1938. Los occidentales se lim itaron a protestar. El segundo m om ento fue el de la anexión de los Sudetes, territo rios situados en la zona m ontañosa de B ohem ia, bajo adm inistración de Checoslovaquia. La prensa alem ana em pezó a hablar de la o p re sión a que se veían som etidos p o r p arte de los checos tres m illones de alem anes que vivían allí, y se dio una especie de autonom ía al te rrito rio, aunque todo era un subterfugio, pues H itler ya tenía decidida la invasión p a ra el 1 de octubre de 1938. A ntes de ello, Francia advirtió que intervendría en caso de producirse la agresión, y C ham berlain se entrevistó con H itler, pero ante la postura inflexible de este últim o y la falta de apoyo p o r p arte de la U R SS y G ran B retaña, tuvo que re nunciar a la intervención y dejar abandonada a Checoslovaquia. A p e sar de esta renuncia la guerra seguía siendo inm inente, po rq u e H itler no se conform aba ya sólo con los Sudetes y presen taba exigencias su plem entarias. Instigado p o r C ham berlain, M ussolini sugirió a H itler la celebración de una conferencia cu atrip artita sobre el tem a. F ue la con ferencia de M unich de septiem bre de 1938, p o r la que, a cam bio de cier tas concesiones form ales, A lem ania obtuvo los Sudetes, perm itiéndose la evacuación de la población no alem ana antes de la ocupación. U na vez más habían bastado las am enazas p ara conseguir el objetivo. M u nich sólo era el com ienzo. E n 1939, A lem ania se atribuye el p ro tecto rado de M oravia y B ohem ia, tras ocupar Praga; y E slovaquia (con p o blación eslava) se constituye en estado independiente bajo la influen cia alem ana. Con esto y la ocupación de la zona checa de T eschen por Polonia, y U crania subcarpática p o r H ungría, desaparece C hecoslova quia. Finalm ente, llegó la cuestión de Polonia. G ran B retaña y Francia, tras la anexión de C hecoslovaquia, habían anunciado que responde rían con la fuerza al próxim o golpe de H itler y garantizaron la in d e pendencia de un cierto núm ero de países, en tre ellos Polonia y R u m a nia. Pero H itler estaba convencido de que la expansión de A lem ania debía hacerse hacia el E ste y Polonia, con el p u erto de D anzig y el C orredor Polaco, que había dejado aislada a la Prusia O riental, era su próxim o objetivo. Se produce entonces el últim o viraje de la política internacional, esto es, el pacto germ ano-soviético, ya estudiado en el epígrafe anterior. H itler se aseguraba la tranquilidad en la frontera oriental, y el 1 de septiem bre de 1939 las tropas alem anas invaden P o lonia. E sta vez la reacción de las dem ás potencias no podía ser de clau dicación: el día 3 Inglaterra y después Francia declaran la guerra a A le mania.
Pacto de M unich, 29 de septiembre de 1938 «Alemania, el R eino U nido de la Gran Bretaña, Francia e Italia han acordado, por lo que respecta a la cesión del territorio de los Sudetes: 1. La evacuación deberá em pe zar el 1 de octubre. 2. El R eino U nido de Gran Bre taña, Francia e Italia convienen en que la evacuación habrá de ser com pletada para el 10 de octubre, sin que se haya efectuado el desmantelamiento o destrucción de cualquier clase de instalaciones. 3. Los pormenores relativos a la evacuación serán fijados por una co misión internacional (...). 4. La ocupación escalonada co menzará en los días 1 y 2 de octubre. 5. La comisión internacional a la que se hace referencia en el párrafo número 3 visitará los territorios en los cuales se deberá efectuar un ple biscito. D ichos territorios serán ocu pados por tropas neutrales hasta la terminación de dicho plebiscito (...). 6. La com isión internacional fi jará inm ediatam ente la línea fronte riza entre los territorios anexionados y la potencia que toma posesión de ellos (...). 8. El Gobierno checo, en un pla zo de cuatro semanas, licenciará de sus unidades militares y policiacas a todos los sudetes alem anes que de seen separarse de las mismas (...)» A d o l f H i t l e r , C h a m b e r l a in , M u s s o l in i , D a l a d i e r .
Hegner, H: «Op. cit.», págs. 355-356.
317
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 L a r e a cció n in g le sa a n te la g u erra e sp a ñ o la seg ú n el e m b a ja d o r a le m á n en L o n d res
«En los últim os días se h a observado en conversaciones y hasta cierto punto en la prensa b ritánica una ansiedad creciente so b re el futuro de E spaña, especialm ente en lo que se refiere a su efecto en la situación in ternacional de E u ro p a. Se tem e que sobre venga un crítico em peoram iento de las rela ciones en tre Francia e Italia si Francia ayu d ara en cualquier form a al gobierno español e Italia a los llam ados rebeldes. E stas ap ren siones se alim entan de constantes rum ores e inform es sobre entrega de aviones franceses al gobierno español y aviones y m aterial de g uerra italianos al M arruecos español. Las notas desm intiendo estas entregas p o r p arte de F rancia e Italia se publican tam bién en la prensa, com o es lógico, p ero no contribuyen a dism inuir los tem ores de com plicaciones in ternacionales (...).
A dem ás, desde el punto de vista estricta m ente conectado con los intereses británicos, se ve aquí con ansiedad el curso de la guerra civil española y sus posibles finales. U n a vic to ria gubernam ental no es deseada por am plios segm entos de la población británica, porque rep resen taría un reforzam iento del com unism o que el británico odia, aunque a m enudo, desgraciadam ente, consideren m e nos fuerte de lo que es. Pero tam bién ven un peligro en la posible victoria de los rebeldes, especialm ente en el caso de los intereses bri tánicos en el M editerráneo, ya que se tem e que un gobierno form ado por los rebeldes es pañoles estrecharía lazos con Italia y le p ro porcionaría bases para la flota italiana, qui zás en las B aleares o en el puerto de Ceuta, que está enfrente del puerto de G ibraltar.»
E n D í a z P l a j a , F.: «La España Política del si glo XX.» Tom o III, Plaza y Janés, Barcelona, 1970,
C uestiones 1. 2. 3.
4.
5.
Sitúa cronológica y geográficam ente el texto. Explica los tem ores de Inglaterra ante la g uerra de E spaña. O pina si se produjo una auténtica políti ca de no intervención de los países e u ro peos con respecto a la guerra civil espa ñola. Investiga qué países ayudaron a cada b an d o y relaciónalo con la política in te r nacional del perío d o que estam os estu diando. ¿C uáles fueron los m otivos de la ayuda a cada bando contendiente?
Cartel de Joan Miró en el que se pide la ayuda del pueblo francés a España en la Guerra Civil.
p pjppp w
D ocum ento 2 «A rtículo 1. Las altas partes contratantes garantizan individual y colectivam ente, com o se estipula en los artículos que siguen, el m antenim iento del statu-quo territorial, re sultante de las fronteras en tre A lem ania y Bélgica y en tre A lem ania y Francia y la in violabilidad de dichas fronteras tales como han sido fijadas p o r o en ejecución del tra ta do de paz firm ado en V ersalles el 28 de ju nio de 1919, así com o la observación de las disposiciones de los artículos 42 y 43 de di cho tratad o , concernientes a la zona desm ili tarizada. A rtículo 2. A lem ania y Bélgica y tam bién A lem ania y Francia se com prom eten recípro cam ente a no entregarse de una a o tra parte a ningún ataq u e o invasión, y no recurrir de una u otra p arte en ningún caso a la guerra. Sin em bargo, esta estipulación no se apli ca, si se trata: 1) del ejercicio del derecho de legítim a d e fensa (...); 2) de una acción en aplicación del artícu lo 16 del pacto de la Sociedad de Naciones; 3) de una acción en razón de una decisión tom ad a p o r la A sam blea o p o r el C onsejo de la Sociedad de N aciones, o en aplicación del
2.
ips ?
artículo 15, párrafo 7, del pacto de la Socie dad de N aciones, siem pre que en este últim o caso esta acción sea dirigida contra un E sta do que en prim er lugar se haya entregado a un ataque. A rtículo 3. (...) A lem ania y Bélgica y A le m ania y F rancia se com prom eten a arreglar p or vía pacífica y de la m anera siguiente to das las cuestiones, de cualquier naturaleza que sean, que vengan a dividirlas y que no h a yan podido ser resueltas p o r los procedim ien tos diplom áticos ordinarios (...) A rtículo 4. 1) Si una de las altas partes contratantes estim a que h a sido o es com eti da una violación del artículo 2 del presente tratad o (...), llevará inm ediatam ente la cues tión ante el C onsejo de la Sociedad de N acio nes. 2) E n cuanto el C onsejo de la Sociedad de N aciones haya constatado que una tal viola ción o contravención ha sido com etida, dará sin dem ora aviso a las potencias signatarias del presente tratado, y cada una de ellas se com prom ete a prestar, en sem ejante caso, in m ediatam ente su asistencia a la potencia con tra la cual el acto incrim inado haya sido di rigido (...)» Acuerdos de Locarno de 1925, en «Historia Uni versal Siglo XX», vol. 11, «Op. cit», págs. 28-29.
Técnicas de trabajo
C o m en ta rio d e u n m a p a h istó r ic o
LA P O LIT IC A P a tío s y alio n ííis de
C om enta el siguiente m apa de E u ro p a de 1919 a 1929 y analiza los distintos pactos y alianzas que se p roducen en esas fechas. L a p o lític a eu ro p e a (1 9 1 9 -1 9 2 9 ).
H fionti.i •tollo
P R y í C W
3.
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Testimonios
L itera r io s
L a L iteratu ra se ha detenido especialm en te en los dos acontecim ientos m ás significa tivos del período prebélico: la g uerra civil es pañola y la china. E n el prim er caso, conviene diferenciar a los novelistas españoles de los extranjeros; al gunos de éstos participaron en la contienda. E n tre los prim eros destacan: G ir o n e lla , Los Cipreses creen en Dios; R a m ó n J . S e n d e r y C a m ilo J o sé C ela . E n tre los segundos, H em in gw ay, ¿Por quién doblan las cam panas? y B e r n a n o s, L os grandes cementerios bajo la luna. C on respecto a la revolución china, son buenas las obras de M a lr a u x , L a condición hum ana, y de S n ow , Una estrella roja sobre China.
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I A FAMILIA DE PASCIALBUAKTE
Em est Hemingway (1899-1961).
C in e m a to g r á fic o s
El cine ha ofrecido tam bién testim onios de la guerra civil española: Sin novedad en el A l cázar, de A. G e n in a y Raza de J. L. S á en z d e H e r e d ia , con guión del propio Franco. La versión cinem atográfica de ¿Por quién doblan las campanas? realizada por S a m W o o d , y de L ’espois, de M a lr a u x , com pletan este ap a rta do. Es interesante la serie televisiva Hemingway sobre la vida del novelista en la que se enlazan perfectam ente la historia de E spaña con la Universal.
D o c u m e n ta le s
A dem ás hay varios docum entales realiza dos p o r Iv en s y K a r m e n y m ontajes de R o ssif, B . M . P a tin o y S a n tillá n . P or ejem plo, Caudillo, de Basilio M artín Patino. D estaca el docum ental realizado p o r G ran ad a Televi sión sobre L a Guerra Civil española, bajo el asesoram iento de R . F r a sse r , H . T h o m a s y J. T u sse ll, adecuado p o r su objetividad. S obre sale el capítulo 1 (de los seis de u n a h o ra de duración) dedicado a los antecedentes de la guerra. C on respecto al expansionism o alem án y a la anexión de A ustria, es in teresante la ú lti m a p arte de Sonrisas y Lágrimas, de R o b ert W ise.
320
Cartel de «Sonrisas y lágrimas».
«Día gris», de George Grosz (1921). Staatliche Museen Preussischer Kulturbesitz. National Galerie (Berlín).
Pareja bailando.
Las dos caras de la moneda del período de entreguerras. Los felices años veinte pronto de jaron paso a una profunda crisis económica y social, con su secuela de paro y agitación social.
La gran depresión de los años treinta. Antecedentes y consecuencias Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. Causas de la G ran Depresión. La economía m undial antes de la gran depresión. El crac de Wall Street. Los años de depresión. La extensión a E uropa (1930-1935). Consecuencias de la crisis. Las soluciones a la crisis. Actividades prácticas. 321
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • GALBRAITH, Jo h n K.: «El Crac del 29.» A riel, B arcelona, 1972. Se tra ta de u no de los libros más clásicos sobre el crac del 29. C uenta la quiebra de la bolsa de N ueva Y o rk con u n a m inuciosa descripción. Pero lo m as interesante es el aná lisis que hace de las causas y consecuencias de la misma. • N e r e , J.: «La crisis de 1929.» M adrid, 1971.
. . , ^ ,r„ A dem ás de la crisis, contiene algunos capítulos sobre los antecedentes y la lucha contra ella en los principales países. • N iv e a u , M a u rice: «Historia de los hechos económicos contemporáneos.» A riel, B arcelo
na 1977. • i A rran ca desde la revolución industrial y aunque es un libro válido para cualquier tem a de historia económ ica de la época co ntem poránea, lo recom endam os aquí por analizar con todo lujo de datos estadísticos la crisis de 1929 y sus soluciones nacionales. • W . AA.: «El Crac de 1929. L a Gran Depresión asóla el m undo.» E n «H istoria U niversal Siglo XX.» T om o 12, H isto ria 16, M adrid, 1983. . C ontiene un rep erto rio bastan te com pleto de tem as referentes a la crisis. Es interesante, sobre todo, el capítulo prim ero de Á ngel B aham onde M agro, com o resum en de los acon tecim ientos económ icos de la crisis. T ien e tam bién un capítulo dedicado a España.
322
1.
Introducción
E n el perío d o de entreg u erras nos encontram os con un hecho his tórico de gran m agnitud: la gran crisis de los años treinta. Sus causas, los m últiples factores que la hacen ap arecer y su persistencia la m ues tran com o un fenóm eno de constante actualidad, sobre todo si ten e m os en cuenta la posibilidad de su repetición. D esde la segunda revolución industrial (véase T em a 5), el capita lismo había dado señales de rep ro d u cir constantem ente crisis cíclicas, com puestas de fases de depresión de las que el sistem a salía para dar lugar a períodos de alza. P ero la crisis de 1929 no corresponde a una fase depresiva de las crisis cíclicas explicadas p o r los econom istas clá sicos, com o K ondratief. Se trata m ás bien de un trastorno general del sistem a capitalista, que no puede ser solucionado con los m edios que hasta entonces se habían utilizado. La crisis se inicia con el crac de la bolsa de N ueva Y ork, pero des de el punto de vista económ ico es necesario no identificar este fenó m eno puntual con la to talid ad de la crisis. El desplom e de la bolsa es solam ente el preludio; después, la hegem onía económ ica de los E sta dos Finidos provoca la exportación de la crisis a otros países del área capitalista y de su periferia. E n la U RSS, fuera del sistem a m ercantil internacional y en plena fiebre colectivizadora, la crisis no causó gran efecto. Pero la crisis de 1929 no es un fenóm eno aislado en el período que estudiam os. La situación económ ica tras la Prim era G u erra M undial había propiciado la aparición de desajustes m onetarios, la dism inución de la producción y el estancam iento com ercial. Sólo los E stados U n i dos gozaron de cierta p rosperidad d u ran te los años veinte, y aunque desde 1924 a 1929 se observa u n a ilusoria recuperación en los países capitalistas europeos, la gran depresión no viene a sustituir a un p e ríodo de gran prosperidad. Las consecuencias son aún evaluables, pero p ueden apuntarse al gunas: económ icam ente se term in a de transform ar el sistem a capita lista (véase T em a 11), sobre todo en lo concerniente al intervencionis mo estatal, ya que el sistem a no p u ed e recuperarse p or sí mismo; el paro y la consiguiente inestabilidad social contribuyen al fortalecim ien to del fascism o y el nacionalism o, y se form a el em brión del futuro con flicto bélico.
2.
Causas de la gran depresión
H an sido m uchas las posturas tom adas p o r los especialistas en la elaboración de hipótesis que conduzcan a establecer las causas de la gran depresión de los años treinta. L a teo ría económ ica m arxista ha hecho hincapié en el análisis de las grandes crisis del capitalism o acha cándolas a la descoordinación en tre producción y consum o. La sobre producción ha estado siem pre en el p unto de m ira de los historiadores
de este período, com o N ogaro, com o clave explicativa de la crisis del 29. P ara N ere, en cam bio, la sobreproducción es un m ito ídeologizado y no explica todas las posibilidades causales. T ratarem o s de elaborar en este epígrafe una síntests de los tacto res que causaron la crisis de los años treinta, sin querer con ello esta b lecer ninguna aseveración. E stos factores son: la sobreproducción, el desorden m onetario y la desigual y relativa recuperación económ ica.
2.1.
La sobreproducción
G lobalm ente considerada, la producción supera las necesidades reales de consum o a p artir de 1925, sobre todo en los E stados U nidos donde los stocks aum entaban conform e se reconstruían las econom ías europeas. Las causas de la sobreproducción son las siguientes: a) Distribución desigual de las rentas, que lleva imp icita la lim ita ción del consum o a las capas sociales m ás ricas que en la m ayor parte de los países no eran muy num erosas. G albraith señala que en los E tados U nidos el 5 por 100 de la población recibía la tercera parte de la re n ta nacional. . , b) M antenim iento de precios de monopolio, tipo cartel, que ob gaba a la existencia de grandes cantidades de stocks sm vender, al com prom eterse los fabricantes a m an ten er unos precios pactados de antec) Desfase entre precios agrícolas e industriales: los prim eros cre cen m ás len tam ente que los segundos y hacen dism inuir p o r tanto, e p o d e r adquisitivo de los cam pesinos (im portante clientela de la m du d) La reconstrucción de las economías europeas y el increm ento de producción de algunos países m enos desarrollados o coloniales du ran te la guerra, junto con el desenfreno productivo de los E stados U m E1 sector agrario fue el más perjudicado p o r los excedentes invendidos y la consiguiente baja de precios, cuyo índice paso de en 1925 a 138 en 1929.
2.2.
El desorden monetario
Los m om entos de expansión exigen una estabilidad m onetaria y el funcionam iento de un sistem a m onetario que organice los intercam bios desde u n centro financiero m ediante una divisa hegem om ca. Fu b ien la relativa expansión de los años veinte se caracterizo por el m a rasm o m onetario, la pérd id a del patrón oro (solo los Estados U nidos ten ían u n a m oneda capaz de ser convertible en oro) y la excesiva de pendencia financiera de los E stados U nidos, convertidos en los p rin cipales acreedores y con W all S treet com o el centro financiero m as im^ L a e x i s t e n c i a de nuevos centros financieros com o el de W all Street, junto con los ya tradicionales de L ondres y París, origino una com pe tencia en los préstam os exteriores entre el dolar y la libra que anadio nuevas dosis de inestabilidad. E n la conferencia de G énova (1922) se revisa el sistem a del patrón oro clásico (gold exchange standard), y se establece el em pleo de di visas claves (el dólar y la libra), ju nto con el oro, p ara respaldar los bi lletes em itidos por los bancos nacionales.
2.3.
La desigual y relativa recuperación económica
A p artir de 1924 se produce una tendencia al alza en la econom ía m undial, favorecida p o r la coyuntura política (véase T em a 13). Pero, de hecho, pued e afirm arse que únicam ente los E stados U nidos tuvie ron una clara recuperación, sustentada en la expansión del consum o de masas de dos sectores nuevos: los electrodom ésticos y el automóvil. El resto de los países del área capitalista experim entó tan sólo una re lativa recuperación (aunque es cierto que hubo m atices diversos). Al m ism o tiem po aparecen claros signos de desequilibrios econó micos: p o r un lado, hay un estancam iento de sectores industriales tra dicionales, com o el ferrocarril, la siderurgia, el algodón y el carbón. P or otro, la agricultura sufrió u n a crisis que se traducía en la acum u lación de stocks (debido al aum ento de la producción m undial al re cuperarse la agricultura en los países destrozados p o r la guerra) y el descenso de los precios. F inalm ente, hay que hablar de una dism inu ción del com ercio a causa de las m edidas proteccionistas n o rteam eri canas y europeas a p artir de 1922. L a crisis de 1929 no vino a rom per una econom ía en alza.
3.
La economía mundial antes de los años treinta
P arker establece las siguientes secuencias económ icas tras la P ri m era G u e rra M undial:
Publicidad de coches. ~ La industria de bienes de consumo (coches y electrodom ésticos) experi mentó un gran empuje en los años veinte en Estados U nidos, en detri mento de las de bienes de produc ción (siderurgia), a causa del de sarrollo del consum o en masa.
«El panorama de la econom ía mundial entre las dos guerras era aproximadamente éste: un rápido desarrollo en 1919-1920 dio lugar a una crisis en 1921-1922, seguida de un progreso constante desde 1922 hasta 1929 con interrupciones en 1924 y 1927. Entre 1929 y 1932 se produjo una violenta crisis seguida de una recupe ración lenta y difícil desde 1932 hasta una nueva culminación de la actividad alrededor de 1937, después de lo cual comenzaron los preparativos para la guerra y la guerra misma.» P a r k e r , R.A.C.: «El Siglo XX. Europa 1918-1945.» Siglo XXI, Madrid, 1987, pág. 109.
D e u n m odo m ás simple, p u ed en establecerse dos etapas antes de la crisis de 1929: u n a que com prende hasta 1924, p o r ser ésta la fecha en que se produce u n a leve recesión y tam bién en la que se arreglan algunos problem as económ icos (reparaciones, p o r ejem plo), y otra, desde 1925 hasta la crisis de 1929, en la que la n o ta predom inante, aun que con relatividad, es la recuperación.
3.1.
Los años difíciles de la posguerra (1919-1924)
E n la inm ediata posguerra el sistem a capitalista, com o ya se ha ex puesto en el T em a 11, ten ía que redefinirse de acuerdo con las nuevas circunstancias: la hegem onía no rteam erican a y la revolución socialista en Rusia. H asta entonces los países ricos (Francia, Inglaterra, A lem a nia) im portaban m ás que exportaban, aunque com pensaban el déficit
325
de la balanza com ercial con los intereses de los créditos dados a los países m enos ricos, productores de m aterias prim as. La situación p e r m itía un equilibrio económ ico, ya que los no industrializados podían vender a los industrializados las m aterias prim as y, con ello pagar sus deudas y o b ten er divisas para com prar los productos m anufacturados
Inflación monetaria: Es la ocasio nada por el aumento del volum en de la circulación de m onedas y papel moneda. Provoca un alza de precios general y la depreciación del papel moneda con respecto al oro.
y de consum o que necesitaban. T ras la guerra, los E stados U nidos se negaron a desarrollar la m is m a política económ ica y cerraron sus fronteras a los productos e u ro peos, im pidiendo de esa form a a los países deudores obtener dolares con que pagar sus deudas. E l equilibrio se rom pe. E l oro fluye hacia N o rteam érica y los capitales am ericanos se invierten en E uropa, pero sin que ello p erm ita una recuperación de la econom ía europea Se creía que, al igual que antes de la guerra, los países fuertes te nían que te n e r una m oneda estable, y todas las naciones se afanaban p o r conseguirlo volviendo al patró n oro. Sin em bargo, las nuevas cir
D eflación monetaria: Dism inución sistemática de la circulación m oneta ria y reducción de los créditos y gas tos públicos, con el fin de frenar la inflación. Las medidas deflacionarias se completan con el control de los sa larios en el sector público y el protec cionismo.
cunstancias lo hacían difícil. E n 1920 se registra una prim era crisis, que hace aparecer el paro en países que habían perdido una gran cantidad de hom bres en la guerra. Las causas son com plejas y se han apuntado, entre otras, las b arreras aduaneras surgidas en E u ro p a con la aparición de nuevos paí ses, que en torpecían el com ercio (N iveau); la carga que p ara A lem a nia suponían las reparaciones de guerra, que repercutían en el equili brio económ ico europeo, y el desorden m onetario que había favoreci do la especulación. Pero, sobre todo, está el hundim iento del com er cio internacional, que se produce cuando algunos países dejan de com p rar al agotárseles las reservas y, otros, al no necesitar com prar ya mas p o r ten er sus necesidades satisfechas. A dem ás el T esoro no rteam eri cano anunció que no concedería m ás préstam os ni anularía las deudas de guerra, en u n a política claram ente deflacionaria. Las soluciones adoptadas p ara salir de la crisis fueron dispares, unos países siguieron con m edidas inflacionistas, com o A lem ania y Francia, cuyas econom ías, aún débiles, no les perm itían tom ar otras so luciones y d ejaron que la inflación aum entara. O tros, en cam bio, como es el caso de E stados U nidos e Inglaterra decidieron controlar la si tuación con m edidas deflacionarias, que se trad u jero n en un descenso de la producción y el aum ento del núm ero de parados. Al cabo de algo m ás de un año la econom ía se restableció, pero sin volver a alcanzar el nivel de 1913. E n 1922 M ussolini m archaba sobre R om a, la prim era crisis de la p o sguerra se saldaba con la aparición del fascism o (vease T em a 12). PRODUCCION DL BIENES n i CONSUMO
PR3DUCCION INDUSTRIAL
EXPORTACIONES PRODUCCION DE BIENES DE EQUIPO
«Historia de los hechos económicos contemporáneos.» Ariel, N i v e a u , M.:
Barcelona, 1977, pág. 176.
326
3.2.
La prosperidad parcial (1924-1929)
E n 1924 la crisis se da p o r su p erad a y se en tra en una fase de eu foria económ ica. A lgunos países vuelven a la p aridad oro, com o Ingla terra, en 1926. O tros, com o Francia, estabilizan su m oneda, consiguien do con eso, al m enos, crear un clim a de confianza en el país. (El fra caso de la política m o n etaria del gold exchange standard fue después u na de las consecuencias de la crisis de 1929 y no la causa com o se ha dicho.) Los índices de producción alcanzan los niveles de 1913. E n A le m ania se asiste a u n a cierta recuperación económ ica, acom pañada de una revisión de las reparaciones de guerra. L a coyuntura económ ica favorable rep ercu te en las relaciones internacionales, y la arm onía en tre los países (L ocarno, pacto B riand-K ellog) repercute, a su vez, en la m archa de la econom ía. N adie parecía encontrar preocupante que los precios agrarios h ubieran en trad o en u n a depresión de la que ya no saldrían hasta 1929. A l m ism o tiem po los dólares am ericanos inva den E u ro p a en busca de todo el que necesite crédito. Ju nto con sus capitales, N o rteam érica exporta tam bién su estilo de vida. Pero desde la perspectiva actual es posible ver u na serie de som bras sobre ese pan o ram a en apariencia brillante. E n prim er lugar, com o pued e observarse en el siguiente gráfico, la recuperación no afec tó de la m ism a form a a todos los países.
í n d i c e s d e p r o s p e r id a d en el año 1925. (índice 100 en el año 1913)
E u r o p a ............... América del N . R esto del mundo ................
Produ cción
Comercio Intem.
103 127
91 139
130
126
En PlRENNE, J.: «Historia Universal.» T om o VII, Éxito, Barcelona, 1974, pág. 463.
INDICE DE PRODUCCION MANUFACTURERA
«Industrialization et commerce exterieur.» S .D .N ., G in e b r a , 1945, pág. 160.
Los E stados U nidos confirm aron su hegem onía económ ica m un dial, m ientras que en otros países (A lem ania, F rancia y G ran B retaña) la expansión llegó con retraso y de form a m arginal. G ran B retaña experim entó u n estancam iento a causa del envejeci m iento de la m aquinaria y u n a o ferta industrial incapaz de com petir en el m ercado m undial. P or o tro lado, sacrificó su producción por m an tener una libra fuerte que p u d iera com petir con el dólar, volviendo por ello a la p aridad oro de antes de la guerra. E n Francia se retrasó la recuperación p o r la inestabilidad del fran co, que no lograba recu p erar la p aridad de 1919. Los retrasos en el pago de las reparaciones p o r p arte de A lem ania tam bién contribuye ron a fren ar la expansión. H asta la definitiva estabilización del franco en 1928 con el gobierno Poincaré, no se logró un funcionam iento nor-
327
ENDICE DE PRECIOS AGRICOLAS
mal de su econom ía. No obstante, m antuvo durante todo el tiem po un fuerte crecim iento industrial (m etalurgia, acero, alum inio, a u to m o v i. etc.) debido, especialm ente, a la afluencia de capitales y a las inquie tudes em presariales. En A lem ania la solución de la hiperinflacion en 19-3 y la aplica ción del plan Dawes sobre reparaciones, que supuso un respiro en el pago de las mismas, aunque a costa de Francia v G ran Bretaña, p e r m itieron la recuperación de las tasas de crecim iento en 19^6. La 1 egada de capitales, sobre todo norteam ericano, favoreció el desarrollo de la industria, caracterizada por la racionalización y la concentraciom La expansión alem ana fue. sin em bargo, discontinua, y a partir de 19-8 com ienza su estancam iento. Pero ju n to a estas m uestras de recuperación el paro perm anece casi constante en la m ayoría de estos países (en Inglaterra no baja del m i llón, oscilando entre el 9 y el 12 por 100) y la crisis agraria casi gene ralizada que se vivía en Brasil, A rgentina, C anadá, Estados U nidos v la m isma E uropa constituía el telón de fondo de la situación econom ica.
., , En los Estados U nidos las som bras tam bién planeaban por su eco nom ía. Existían desigualdades sociales notorias, pero los indicios de p rosperidad eran tan evidentes, que ocultaban cualquier resquicio de ellas incluso p a ra el presidente Coolidge, com o lo m uestra su últim o m ensaje en el C ongreso el 4 de diciem bre de 1928, antes de dejar su puesto a H oover. «Ninguno de los Congresos de los Estados U nidos hasta ahora reunidos para examinar el estado de la U nión tuvo ante sí una pers pectiva tan favorable como la que se nos ofrece en los actuales m o mentos. Por lo que respecta a los asuntos internos hay tranquili dad y satisfacción (...) y el más largo período de prosperidad. En el exterior hay paz, y esa sinceridad promovida por la comprensión mutua (...).» En G a l b r a i t h , J.: «El Crac del 29.» Ariel, Barcelona, 1972, pág. 31.
4. C oolidge (1923-1929) y H oover (1929-1933). D os presidentes en la encrucijada de la crisis económica. El primero no supo ver las señales del crac, el se gundo no encontró la solución a la crisis.
El crac de Wall Street
4.1. Las causas del crac de 1929. La especulación E s indudable que la causa principal del crac de la Bolsa de Nueva Y o rk fue la especulación. Los años veinte fueron generalm ente buenos p a ra los E stados U ni dos, donde, com o dice G albraith, «los m ás ricos se enriquecieron m u cho m ás deprisa que los pobres dejaron de serlo». A dem ás los n o rtea m ericanos desplegaron tam bién un asom broso afán de enriquecerse rá p idam ente y con un m ínim o de esfuerzo. E l ánim o especulativo fue cre ciendo día a día, y el caso de Florida, donde hom bres del n o rte se lan zaron a com prar terrenos que aum entaban de valor sin m otivos apa rentes, es u n a p rueba de ello. L a especulación llegó a la Bolsa gracias a las norm as de W all Street y p o r el alza que durante la década de los veinte se produjo en las ac ciones ordinarias. Los negocios eran rápidos y beneficiosos, y aunque
328
se ha exagerado m ucho en este aspecto, y cam pesinos, obreros y em pleados no conocían la bolsa, había m uchos pequeños ahorradores que decidieron invertir, e hicieron de ello su form a de vida. Los agentes de bolsa p restaban a sus clientes tom ando com o garantía los propios títulos com prados, y, a su vez, pedían prestado a los bancos para com p rar esos títulos, pues con las ganancias de la bolsa se podía pagar los créditos y sus intereses. Lina situación de esta índole no podía conti nuar indefinidam ente, ya que dependía exclusivam ente del alza de la bolsa, y ésta era ficticia, fruto exclusivo de la especulación y del m an tenim iento de la creencia de que la econom ía de los E stados U nidos era inquebrantable. La especulación, sin relación con la actividad eco nóm ica real, llevó la bolsa a la quiebra. ¿C óm o y p or qué se m antuvo esta situación especulativa? Las razones son varias: a) L a inflación monetaria, que dio com o resultado una política de dinero b arato y facilidad de créditos. b) L a estructura bancaria, que estaba form ada por m últiples y p e queños bancos, cuya supervivencia financiera dependía del alza de los valores de bolsa. P restaban casi siem pre a corto plazo con un interés del 12 p o r 100, cuando ellos o btenían créditos de la «Federal R eser ve» al 5 p o r 100. El negocio era bueno, pero los bancos dependían m u cho de la especulación bursátil y contribuían al alza de los valores. A d e m ás no existía control estatal ninguno sobre los bancos. c) L a existencia de compañías de «cartera», que poseían ab undan tes acciones y estaban interesadas en la subida de las cotizaciones. d) L a psicología de las masas, convencidas fervientem ente de que el sistem a era infalible, alentadas, sin duda, p o r capitalistas sin escrú pulos y políticos que no sabían o no querían acabar con ese estado de cosas.
La obsesión bursátil «El chófer del rico conducía con sus oídos puestos en los asientos de atrás para recoger noticias sobre un inminente movimiento en Bethlehm Steel; él mismo poseía cincuenta ac ciones por las que había depositado un aval que le cubría una variación de diez enteros. El hombre que lim piaba los cristales de la ventana de la oficina del agente de cambio y bolsa hacía una pausa para observar el ticker (telégrafo), pues estaba conside rando la oportunidad de convertir sus la b o r io sa m e n te a cu m u la d o s ahorros en unas pocas acciones de Simmons. Edwin Lefévre (conocido informador del mercado en esa ép o ca y con derecho a ostentar una con siderable experiencia personal) refi rió el caso del criado de un agente de cambio que ganó casi un cuarto de millón jugando en el mercado; el de una veterana enfermera que co sechó treinta mil gracias a las confi dencias de agradecidos pacientes; y el de un pastor de W yoming que vi vía a treinta millas del ferrocarril más próximo, quien compraba o ven día miles de acciones en un día.»
«Only Yesterday». G a l b r a i t h ,
4.2.
El crac de la Bolsa de Nueva York
El m ercado de valores es sim plem ente un reflejo de la situación económ ica. La econom ía en tra en 1929 en un período de serios p ro blem as y, en un m om ento determ inado, con las circunstancias especu lativas descritas anteriorm ente en m archa, esos trastornos se m uestran violentam ente en W all Street.
J. K.: En «Op. cit.», págs. 121-122.
Compañías de cartera: Son em presas que se dedican a comprar y vender acciones de otras empresas y a gestionar los ahorros de particula res.
Edificio de la Bolsa de Nueva York. E l público expectante ante la Bolsa de Nueva York el 23 de octubre de 1929. 329
Indio s» de las cotizaciones de valores en Estados Unidos de 1925 a 1932 210 190
170 150 130
110
ÜÜIS
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■■ 1: ■
E n los días finales de septiem bre y principios de octubre de 1929 las cotizaciones fueron buenas y malas, pero aún se hacían buenos n e gocios. A p a rtir del 19 de octubre la situación em pezó a ponerse difí cil, p ero h asta el jueves 24 no estalló el pánico en la Bolsa de N ueva Y ork: ese día se pusieron a la venta 12 894 650 acciones y la dem anda fue casi nula; el descenso de las cotizaciones osciló en tre 12 y 25 en teros. U n grupo de banqueros y hom bres de negocios, dirigidos por J. P. M organ, intentó frenar la caída com prando acciones; gracias a ello el viernes y el sábado parecía que se iba a d etener la baja, pero el lunes 28 com enzó el desastre, el índice del Times bajó 49 enteros y esta vez los b anqueros no com praron. E l m artes, día 29 de octubre, fue el «más desastroso» de la historia de W all Street: se ofrecieron a la ven ta 33 m illones de títulos y los índices bajaron de nuevo. V ease el gráfico inferior.
90 70
5.
50 30 L , i , . i r m i r n , u u . i i i m - f l | - : - v r r > 1 9 2 5 1 9 2 6 1 9 2 7 1 9 2 8 1929 1 9 3 0 1 9 3 1 1 9 3 2
Préstamos a corto plazo entre 1923 y 1929, realizados por los bancos nor teamericanos.
Los años de depresión. Su extensión geográfica «La bancarrota dio al traste con la capacidad adquisitiva de los consumidores, con las inversiones en los negocios y con la solven cia de los bancos y de las empresas. D espués de la Gran Bancarro ta, vino la Gran Depresión; primero, la eutanasia de los ricos, y des pués, la de los pobres. En 1933 casi la cuarta parte de todos los trabajadores norteamericanos estaban sin em pleo. La producción —producto nacional bruto— había bajado un tercio. Com o se ha dicho anteriormente, quebraron unos nueve mil bancos. El gobier no reaccionó normalmente; en junio de 1930, las cosas iban de mal
La mayoría de estos préstamos iban encaminados a la compra de tí tulos de bolsa. Elaborados con los datos de N i v e a u , M.: «Op. cit.», pág. 183.
en peor.» G a l b r a i t h , J.K.:
,
«La era de la incertidumbre.» Plaza y Janes,
Barcelona, 1981, pág. 181.
5.1.
P RESTAM OS A MUY C O R TO P LAZO 8000 (1923-1929)
6000
4000
2000
La depresión en los Estados Unidos
E l m odelo económ ico de los E stados U nidos, basado en la espe culación, se viene abajo al estallar la crisis de W all Street, pero no por la crisis bursátil misma, sino p o r los planteam ientos económ icos m en cionados anteriorm ente. L a crisis del 29 genera en cadena u n a serte de quiebras que configuran la llam ada gran depresión, que tocaría fon do allá p o r el año 1933, y que, en síntesis, son las siguientes. a) Quiebra bancaria. Y a hem os visto la dependencia de los b a n cos respecto a la Bolsa en relación con los préstam os a los agentes. E sto hace que el crac del 29 produzca el hundim iento del fragm enta do y débil sistem a bancario. E n tre 1929 y 1932 q u ebraron 5 096 ban cos. L ógicam ente este derrum bam iento restringió de m anera drástica los créditos. ■ b) Quiebra de empresas comerciales e industriales. Consecuencia inm ediata de la restricción de créditos fue la quiebra de m ás de tre in ta mil em presas, lo que trajo consigo el descenso de las tasas de inver sión y la dism inución correspondiente de la ren ta nacional. c) A u m en to considerable del paro, cuyo porcentaje m ás alto se al canzó en 1932. E sto determ inó la dism inución del consum o y el con siguiente aum ento de los stocks. Los productores y vendedores no au m en taro n sus existencias, y llegaron a darse algunos casos de escasez. d) Reducción de los precios. L a acum ulación de stocks provoco un
descenso apreciable de los precios, m ás en el sector agrícola (que ya lo había experim entado antes del crac) que en el industrial. C on el fin de fren ar esta caída se reduce v o luntariam ente la producción.
5.2.
La extensión de la crisis
El peso de la econom ía de los E stados U nidos en el resto del m u n do hizo que la crisis se extendiera a p artir de 1931. P or una parte, los norteam ericanos se vieron obligados a re p a tria r capitales, lo que m o tivó quiebras bancarias en A lem ania y A ustria y tensiones en la eco nom ía británica. P or otro lado, la caída de precios norteam ericanos obligó a los países europeos a reb ajar los suyos p ara hacerlos com pe titivos y d ar salida a sus stocks. P ero el descenso del p o d er de com pra de los E stados U nidos y su posterior proteccionism o cerraro n aún más el m ercado m undial. E n E uropa, y en general en el m undo, la crisis fue sim ilar a la am e ricana: desplom e de las cotizaciones de Bolsa, descenso de los precios (sobre todo, los agrícolas), caída de los créditos y de las inversiones, hundim iento de la producción industrial y aum ento del paro.
índices de la producción industrial en 1932. (1929 = índice 100.) U R S S ..................... ............. 183 Japón .......................... ............. 98 N oruega..................... .............. 93 Suecia.......................... ........... 89 H olanda ................. ............. 84 Reino U n id o ............. ............. 84 R um ania.................................. 82 Hungría....................... ............. 82
Francia........................... .......... B élg ica ........................... .......... Italia............................... ........ C hecoslovaquia ......... ........ Polonia........................... .......... Canadá........................... .......... A lem an ia ...................... .......... Estados U nidos........... ..........
72 69 67 64 63 58 53 53
E1 jueves negro «Fuera de la Bolsa, en Broad Street, se podía oír un inquietante rumor. (...) Comenzaba a desarro llarse una ola de suicidios; once es peculadores de reconocida fama se habían dado muerte hasta enton ces.» G a l b r a i t h , J.K.: «Op. cit.», págs. 149-150.
L ew is, W.A.: «Economic Survey, 1919-1939», pág. 61.
• E n A lem ania el crecim iento de los últim os años de la década de los veinte se debía a los préstam os exteriores, sobre todo de los Estados U nidos. La crisis del 29 hizo que los capitales se fueran retirando de A lem ania, lo que produjo la reducción de la inversión y, por consi guiente, de la producción industrial en cerca de un 58 p o r 100. El paro afectó a más de seis m illones de trabajadores y la agricultura quedó al b orde del colapso. A nte esta situación el gobierno excluyó la devalua ción po r tem or a u n a nueva inflación y escogió la deflación. • E n Francia la crisis afectó a p artir de 1931, año en que las exporta ciones descendieron a la cuarta parte. Las devaluaciones inglesa y n o r team ericana no hicieron sino aum en tar ese descenso. E l desem pleo, en cam bio, no llegó a alcanzar las altas cotas de Inglaterra y A lem a nia, gracias a la m archa de m uchos em igrantes que habían llegado en los años anteriores y a la reducción del núm ero de horas de trabajo. El descenso de los precios perm itió a los trabajadores industriales m an ten er el p o d er adquisitivo, aunque sus salarios bajasen, pero las rentas de los que vivían de la agricultura se vieron, sin em bargo, drásticam en te reducidas. El gobierno optó p o r aplicar u n a política deflacionaria. • D espués de 1929 Inglaterra sufrió el im pacto de la crisis m undial, y las exportaciones, que ya estaban estancadas, se vieron m ás afectadas aún debido a la contracción de la dem anda en el m undo entero. Pero a pesar de este estancam iento económ ico, que m antuvo e incluso au-
A lem ania sufrió muy duramente los embates de la crisis de 1929, dada su peculiar situación de inestabilidad económ ica fruto de los acuerdos de V ersalles tras la Primera Guerra Mundial. Su crisis llevaría el germen del futuro ascenso del nazismo. En la foto un cartel alentando a superar los años de crisis.
331
PRODUCCIÓN INDUSTRIAL EN ALGUNOS PAISES DEL AREA CAPITALISTA 1 9 2 2 -1 9 3 7
■ Reino Unido
E sta d os Unidos
En A lo n s o , M. L., y Otros: «His toria contemporánea.» Everest, León,
1986, pág. 566.
m entó el paro, Inglaterra no vio alterarse dem asiado la situación p o lítica y social. • E n España la crisis paralizó las obras públicas em prendidas por la dictadura de Prim o de Rivera, provocando una dism inución de la p ro ducción y, posteriorm ente, el cam bio político, con la llegada de la R e pública, acentuó la crisis a causa de la fuga de capitales. • E n las economías dependientes, esto es, en las áreas coloniales con dependencia directa de las m etrópolis y en los países políticam ente in dependientes pero de clara dependencia neocolonial, la crisis de los años trein ta tuvo una gran repercusión. Los intercam bios coloniales (m aterias prim as por productos m anufacturados) se hunden al dism i nuir el consum o en las grandes potencias, y surge con fuerza el p ro blem a de la sobreproducción. Las políticas proteccionistas y la rep a triación de capitales contribuyen a ensom brecer m ás el panoram a en esas zonas. Iberoam érica, por su gran dependencia de la econom ía de los E stados U nidos, es la que sufre con m ayor fuerza la repercusión de la crisis. E l deterioro de la situación económ ica llevó la inestabili dad política a Cuba, Brasil, Uruguay, Chile y E cuador. La exportación de la crisis, pues, encontró un cam po abonado en las deficiencias estructurales de los países europeos: en A lem ania, la sobreproducción; en Inglaterra, la crisis estructural de los años veinte; en Francia, la tardía reactivación.
6.
Consecuencias de la crisis
6.1. Consecuencias sociales
B aham onde,
pág. 29. 332
a
.: « O p . c i t . » ,
a. E l p a ro . C onstituye la prim era y m ás terrible consecuencia de la gran depresión. En 1932 había en el m undo 40 m illones de desem pleados. Es posible distinguir, sobre to d o en los E stados U nidos, el paro total y el paro parcial: el prim ero va acom pañado de m endicidad, enferm edad y hacinam iento en las Ciudades de lata (llam adas Hoovervilles irónicam ente en los E stados U nidos) y los arrabales de las gran des ciudades; el otro, el paro parcial, aunque m enos dram ático, tam bién afectó a la vida diaria. E n los E stados U nidos se calcula que el 63 p o r 100 de los trabajadores industriales estaban contratados a tiem po parcial, con lo que los salarios, ya de p o r sí bajos, se convertían en salarios de ham bre. La juventud sufrió con m ayor dureza aún esta si tuación, pues la búsqueda de un prim er em pleo se hacía totalm ente inútil y los centros docentes no podían soportar la prolongación de la escolaridad. b. D e sc e n so d e m o g r á fic o . Se produce por la dism inución de la nupcialidad, la natalidad y las m igraciones, unida al aum ento de la m ortalidad infantil y senil. Los distintos regím enes políticos establecie ro n diferentes m edidas dem ográficas p a ra afrontar la crisis; así, las d e m ocracias liberales tendieron a restringir la natalidad para paliar los efectos sociales de la crisis (paro), m ientras que los regím enes to ta li tarios, sobre todo el alem án, fom entaron el crecim iento de la pobla ción p o r razones ideológicas. E n cuanto a las m igraciones, los E stados U nidos se n egaron a la en trad a de em igrantes, m ientras que las nacio nes iberoam ericanas im pusieron las prim eras restricciones. E n este as pecto la crisis tam bién contribuyó a cam biar el statu quo im perante en el m undo. c. D e sig u a ld a d en la e str u c tu r a so c ia l. La crisis acentuó las desi gualdades sociales, pues aunque se produjeron im portantes quiebras
en sus negocios, los patrim onios personales de los ricos no m erm aron en dem asía, m ientras que la depresión afectó de lleno a las clases m e dias y bajas. Las burguesía m edia y p eq u eñ a (rentistas, profesionales liberales, m edianos y pequeños com erciantes) sufrieron de m an era muy especial los em bates de la crisis, em pobreciéndose y proletarizándose. M uchos de los antiguos integrantes de estas clases buscaron la solución en los fascismos. Pero sobre quien m ás recayó el peso de la crisis fue sobre el p ro letariado, que incluso llegó a subdividirse en estratos diferentes según fuera industrial, rural, parado, sem iparado o con trabajo fijo. A dem ás la depresión originó un descreim iento en los efectos del sindicalismo, lo que produjo un descenso en las afiliaciones de las principales cen trales obreras. Los patronos, p o r su parte, to m aro n m edidas contra las posibles acciones de los trabajadores. T O D A Y -U N E M P U O Y E D «Hoy parado». Cartel alusivo al paro.
Parados en Nueva York, en 1929, es perando una distribución de víveres. «Las corporaciones industriales, ciertamente compraron gas la crimógeno “en cantidades muchas veces superiores a las requeri das por los departamentos de policía de algunas de nuestras ma yores ciudades”. El argumento de que estas armas se destinaban a un uso puramente defensivo está descartado por el hecho de que, por lo general, se las em pleó contra piquetes de huelga fuera de los límites de los establecim ientos y no contra multitudes que in vadieran las plantas (...).» D o b b s , M .: «Estudios sobre el desarrollo del capitalismo.» Siglo X XI, Buenos Aires, 1973, pág. 417.
6.2.
Consecuencias en las teorías económicas
La doctrina del liberalism o económ ico (véase T em a 2) salió m al p arada de la crisis, pues ésta supuso la necesidad de la intervención del E stado en la econom ía, idea to talm en te o p u esta al liberalism o. La fórm ula de intervención estatal fue p ro p u esta p o r John Maynard Keynes en su «Teoría general de la ocupación. E l interés y el dine ro.» Las m edidas keynesianas establecían la corrección del sistem a ca pitalista m ediante la intervención del E stad o p a ra increm entar el con sumo y la inversión; adem ás p ropugnaban la ayuda a em presas expan sivas, el fom ento de obras públicas p o r el E stado y el proteccionism o (véase el epígrafe de actividades prácticas de este m ism o capítulo).
El economista John Maynard Keynes. 333
Las teorías de Keynes no alcanzaron plena vigencia hasta después de la Segunda G u erra M undial, pero a p artir de la crisis del 29 nuevos m odos aparecen en la econom ía capitalista: la cualificación de los tra bajadores industriales, el desarrollo de la contratación colectiva y, lo m ás im portante, la sustitución de la idea de propiedad absoluta por la de p ropiedad privada al servicio de la colectividad. E l intervencionism o se puso en práctica m ediante la aplicación de diferentes m étodos, tales como: m edidas m onetarias, acción sobre los salarios y los precios, proteccionism o, fom ento de la política de auste ridad, autarquía, desarrollo del sector público, etc., según los casos y los distintos países.
6.3.
Propaganda nazi sobre la superación de la crisis.
Consecuencias políticas
Y a se h an expuesto en tem as anteriores algunas de las consecuen cias políticas de la crisis del 29. En síntesis puede decirse que a partir de 1930 se p lan tea una crisis de los partidos socialdem ócratas, que tu vieron que transform ar sus principios y p rep arar los planteam ientos ideológicos que surgirían tras la Segunda G u erra M undial. D e un lado, el triunfo del com unism o en R usia y la creación de la III In ternacio nal (véase T em a 7) habían desplazado al socialismo a posiciones más m oderadas; por otra parte, en la crisis estos partidos socialistas tuvie ro n que colaborar con el capitalism o y renunciar a algunas de sus con quistas sociales, para apoyar a los gobiernos en la difícil coyuntura. D e esta form a, la separación entre socialismo y com unism o se hace más m anifiesta. _ Pero la consecuencia política m ás im portante de la crisis va a ser, sin duda, el auge que alcanzaron los m ovim ientos fascistas y la ascen sión de otro partido de este talante al poder: el N acional-Socialista en A lem ania.
7.
Contingentes de importación: Cuota
de productos o de valor de productos que un país autoriza a importar.
334
Las soluciones a la crisis
H ubo una prim era respuesta casi com ún a todos los países: la p o lítica deflacionista, que establece restricciones al crédito y a las im por taciones. E sta política ten ía com o objetivo preservar el equilibrio de los intercam bios exteriores y defender la m oneda. P o r tanto, se ponen en m archa m edidas proteccionistas: control de cam bios y fijación de contingentes de im portación. T odas estas restricciones, m ás o m enos lógicas, estaban condena das al fracaso, pues eran difícilm ente soportables a nivel social y de ello se derivaban im portantes peligros políticos. L a llegada de nuevos equipos al poder, que se dieron cuenta de la necesidad de cam biar de rum bo, propicia la devaluación de las m onedas (con excepción de A le m ania), así com o el relanzam iento de la producción y el consum o gra cias al crédito del E stado. E l carácter diam etralm ente opuesto de estas dos m edidas sucesi vas (deflación y devaluación) provocó la larga duración de la crisis. Del m ism o m odo, la falta de solidaridad entre las naciones perp etu ó aún m ás el m arasm o. La conferencia de L ondres de 1933 dem ostró que cada una de las naciones iba a in ten tar solucionar sus problem as sin contar con la participación de las dem ás: la frase exporten la. crisis es ja m as explícita en este aspecto. P or tanto, es conveniente analizar, al men0S) ^ m o delos básicos de superación de la crisis: el New D eal en 1qs Est’a(j os U nidos y la au tarquía en A lem ania.
7.1.
El modelo norteamericano. El New Deal
Tras el fracaso de la adm inistración H oover (1929-1933) para salir de la crisis, los dem ócratas ganan las elecciones presidenciales en la persona de Franklin D. Roosevelt, que im planta una política innovado ra para reactivar el consum o y la inversión y, p o r otro lado, para e rra dicar los m ales que había padecido la econom ía n o rteam ericana; se tra taba del llam ado N ew Deal. P ara iniciar este p unto con una cierta in form ación sobre lo que es el New D eal, veam os el siguiente texto: «Señalem os que este N ew D eal no es una forma de socialismo ni un intento de planificación. T iene com o finalidad primera la de salvar el sistema capitalista. El N ew D eal es, sin embargo, un reformismo en la medida en que pone en acción, por primera vez en los Estados U nidos, un conjunto importante de medidas de inter vención gubernamental en el terreno de la economía.» N i v e a u , M.: «Op. cit.», pág. 200.
E n realidad hubo dos New D eal: el prim ero se refiere, sustancial m ente, a m edidas económ icas, m ediante leyes elaboradas en la prim a vera de 1933; el segundo, a m edidas sociales, a p artir de 1935. É stas son algunas de ellas: a) E n el cam po de las finanzas. Se intentó en d erezar la situación m onetaria y crediticia, p ara ello: • Se prohíbe el atesoram iento y las exportaciones de oro. • Se devalúa el dólar (de 20,67 dólares la onza de oro se pasa a 34, 35) con el fin de hacer subir los precios en el interior y fa vorecer las exportaciones. • Se tom an una serie de m edidas (Banking A ct) p a ra proteger los depósitos bancarios (creación de un seguro sobre los depósitos) y evitar la concesión de créditos destinados a la especulación en la bolsa. b) E n el sector agrícola, a la política de alm acenam iento iniciada p o r H oover, R oosevelt añade la de lim itación de cosechas. M ediante la Agricultura! A djustem ent A c t se indem niza a los cam pesinos que re duzcan las superficies cultivadas (al declarar la C orte Suprem a incons titucional esta m edida se sustituye p o r d ejar u n a p arte del suelo en b a r becho o p o r el cultivo de legum inosa que reg en era el suelo). Con ello se persigue la dism inución de excedentes, aunque no se logra del todo, pues al dism inuir la superficie cultivada aum entó la productividad por obrero agrícola en un 22 p o r 100. c) E n el terreno industrial, se crea la N ational Industrial Recovery A c t (N IR A ) (15 de junio de 1933). Con ella se preten día, por un lado, organizar la intervención estatal en el ám bito industrial y, p o r otro, es tablecer las reglas de juego de las em presas privadas con el fin de evi ta r los desm anes de la total libertad de m ercado. E n este sentido se autorizaba al gobierno a financiar obras públi cas por valor máximo de 3 300 m illones de dólares, con lo que la in tervención gubernam ental en la econom ía capitalista era ya todo un h e cho. E n este m arco se crea la T V A (Tennessee Valley A uthority), em presa estatal encargada de construir presas, trabajos en irrigación, de repoblación, etc., es decir, todo un program a de obras públicas en ma-
Franklin K. Roosevelt. N a c ió en H y d e Park (N u ev a York), en 1882. Fue presidente de Estados U nidos en cuatro legislatu ras (desde 1933 hasta su muerte el 12 de abril de 1945, dos m eses des pués de su última reelección). D es tacan dos hechos en su actuación presidencial: La lucha contra el crac a través del New D eal y la participa ción decidida en la Segunda Guerra Mundial.
Opinión favorable a la política eco nómica de Roosevelt En una conferencia pronunciada por el profesor Alian Newins en Londres se decía: «Jamás en tiempos de paz, ni desde los sombríos tiem pos de la guerra de Secesión, se en contraron los Estados U nidos en una situación tan pavorosa com o duran te la crisis de 1932-33. Catorce m i llones de personas carecían de traba jo (...). Los recursos nacionales se re dujeron a la mitad. En cuatro años quebraron 4 600 bancos (...). En las grandes ciudades, com o Chicago, por ejemplo, los maestros y los em pleados públicos llevaban varios m e ses sin cobrar sus sueldos. En New England y otros Estados del sur, la desesperación y el hambre obligaban a hombres y mujeres a trabajar poruno o dos dólares semanales. Los rancheros del oeste daban suelta li bre al ganado porque no le producía ni los gastos del embarque. 335
Verdaderamente jamás un gober nante subió al poder en circunstan cias más derrotadas y trágicas. Para el citado míster Newins ape nas tom ó el Poder míster R oosevelt en tan calamitosos m om entos, el es pectáculo cambió como por ensal mo. Los primeros cuatro meses de su actuación presidencial han sido los más brillantes que consignara la his toria política de los Estados Unidos. En treinta y seis horas considera que R oosevelt tuvo tiem po suficiente para controlar los bancos y la circu lación monetaria y lanzarse a un ata que simultáneo en media docena de frentes tan difíciles com o el de los problemas bancarios, el desorden in dustrial, la ruina agrícola, el paro forzoso, las obras públicas y la deu da pública y privada.
nos estatales, en aras del interés de la defensa nacional, la ^agricultura y la industria com o bienes com unes del pueblo am ericano. L a N IR A , p o r otro lado, im pedía la libre com petencia con el esta blecim iento de los «códigos» (convenios colectivos), que garantizaban unos beneficios m ínim os a los em presarios y un salario justo a los tra bajadores, reconocim iento de libertad sindical y del sistem a de contra tación colectiva. A dem ás la N IR A favorecía la creación de m onopo lios, p o r lo que, al ser declarada anticonstitucional en 1935, Roosevelt aprovechó p a ra elim inarla y volver a la política anti-trust. d) Las medidas sociales del segundo New D eal iban encam inadas a la protección social del ciudadano; en especial de los desem pleados y los ancianos. Se fijaba, adem ás, la jornada laboral m áxim a en 40 ho ras sem anales y se abolía el trabajo de los niños. P o r la N ational Labor Relations A c t se apoyaba a los sindicatos, revitalizándose centrales obreras com o: «American Federation o f Labor» (A FL) y facilitándose la creación de o tra gran central: «Congress o f Industrial Organizations» (C IO ).
R ENTA N A C IO N A L EN EE.UU. Miles de m illones d e S 90 80
Renta Nacional en EE. UU.. En N i v e a u , M.: «Op. cit.», pág. 187
70 60 50 40 30
Inversión privada bruta. En porcen taje del PNB, En N i v e a u , M.: «Op. cit.», pág. 187.
Opinión contraria a la política eco nómica de Roosevelt «R oosevelt es el prototipo del aristócrata demagogo, a quien su de magogia arrastró más lejos de lo que él mismo deseaba. Es el “aprendiz de brujo” clásico, im potente para con trolar las fuerzas que él mismo ha desencadenado. La política del sub sidio y de la ayuda tiene la triste vir tud de acrecentar progresivamente y al parecer de m odo ilimitado, las apetencias de las masas socorridas, que cada vez piden más ayuda, en tanto que la capacidad de ayudar del Tesoro disminuye a ojos vistas (...). Los diferentes «rapports» que ha publicado el nuevo director de la N IRA , intentan probar los inmensos progresos que han sido realizados, señalando que cuatro millones de parados están colocados; (...). En «Economía», 15 de diciembre de 1934.
336
20 10
O 1929
30
31
INVERSION
36
PRIVADA BRUTA EN % DEL
37
1938
PNB
dei P.N.B. 16 14
12 10
1938 1929
E n general, la burguesía am ericana rechazó el New D eal. E n cam bio, las m asas obreras la apoyaban, lo que im pidió que se constituyese en los E stados U nidos un partido com unista. P o r otro lado, es difícil evaluar los logros de este program a económ ico. E s cierto que, en ci fras, no fue m ucho lo conseguido: el paro no fue totalm ente elim ina do hasta la Segunda G uerra M undial y la inversión no experim entó u n a gran m ejora. T am bién es cierto que en los E stados U nidos era di fícil que la inversión pública pudiera com pensar la debilidad de la in versión privada. D esde el punto de vista social la labor del New D eal
fue m ás lucida: la defensa del p o d er adquisitivo del pueblo am ericano propició el aum ento del consum o, en una clara expresión de que las m ejoras sociales p u ed en repercutir en la econom ía. Podem os, final m ente, afirm ar que si bien la política económ ica de R oosevelt no m e joró sensiblem ente la situación de crisis, sí, al m enos, contribuyó a h a cerla m enos mala.
Gastos en armamento del gobierno alemán en relación con los gastos to tales de bienes y servicios. (En miles de millones de RM.)
Armamento
Año
7.2.
El modelo alemán. La autarquía
C om o los dem ás países, A lem ania inten ta paliar la crisis m ediante la deflación; así, en diciem bre de 1931 el gobierno d ecreta el descenso de los salarios al nivel de 1927 y de los precios en un 10 por 100, au n que esto últim o no sirvió p ara m ejo rar las exportaciones alem anas, p o r que la libra ya había sido devaluada antes en un 30 p o r 100. La polí tica deflacionista acabó, pues, en un fracaso y ello supuso, en cierta m a nera, el ascenso de los nazis al poder. H itler inicia entonces una política autárquica, im plícita, por otra parte, en los ensayos correctores de Brunning. E l proyecto de a u ta r quía era el único que q u edaba a la A lem ania nazi, que no tenía posi bilidades de exportar y vender su sobreproducción debido a las m edi das proteccionistas im perantes en E u ro p a y a la falta de colonias. La organización industrial alem ana, co ncentrada a través de trusts y car teles, favorecía la im plantación de la autarquía, to d a vez que, tras el ascenso al poder, los nazis olvidaron sus veleidades socializantes y se adhirieron a los planes del capitalism o (véase T em a 12). El capitalis m o alem án cede a los nazis la capacidad de decisión para la reactiva ción de la econom ía, lo que se realiza a través de dos m otores sucesi vos y com plem entarios: las obras públicas, prim ero, y después el re a r me. El E stado, a través de los im puestos, financiaba las inversiones, lo que proporcionaba trabajo; el trabajo creaba ingresos, que no podían invertirse en productos de consum o (ante el racionam iento im puesto p or el E stado) ni exportarse (p o r el control establecido p o r el gobier no a la salida de capitales), p o r lo que tenía forzosam ente que dirigir se al ahorro, con el que se pagaban las deudas contraídas (la m ayor p arte de este ahorro iba a p a ra r a la com pra de D euda Pública) y se volvía a invertir en un continuo ciclo cerrado. D e esta form a se con seguía: crecim iento industrial, escasa inflación (los precios eran blo queados), pleno em pleo, estancam iento salarial y lim itación del con sumo. E n 1937 A lem ania ya se había colocado en los niveles anterio res a la crisis. N o hay que olvidar, com o señala B ettelheim , que todo ello se consiguió tam bién gracias a «la disolución de todas las organi zaciones obreras». E n el exterior la autarq u ía se m anifestó a través de una serie de m edidas tendentes a evitar que salieran divisas del país y a controlar el déficit de la balanza de pagos: • A cuerdos bilaterales con países de econom ías más débiles (área d a nubiana y balcánica), con los que la balanza com ercial siem pre era fa vorable a A lem ania. • Se pagaba a estos países con m arcos bloqueados, es decir, m arcos que no podían ser usados fuera de A lem ania. • Las com pras y ventas en el exterior se regulaban siem pre p o r m edio del Reichsbank, que era quien recibía las divisas del com prador ex tranjero y pagaba, en m arcos, al exportador alem án.
1934 ........... 1935 ........... 1936 ........... 1937 ........... 1938 ........... TOTAL ....
4 4
6 8 18 40
Otros gastos públicos
17 10 11 13 15 66
En K le in , B.H.: «Gennany Economic preparations for war.»
Fondos estatales (R eichsbank)
m Control
consumo
Nuevos puestos ^ trabajo
i M ayores b en eficios empresas, ren ta s y salarios
El circuito cerrado de la economía en el tercer Reich (1933-1937). Un modelo para superar la crisis de los años treinta. Evolución del paro en A lem ania (1932-1939) Junio de 1932 .................. 5 476 000 Enero de 1933 ................. 6 014 000 Junio de 1933 .................. 4 857 000 Enero de 1934 ................. 3 773 000 Diciembre de 1934 ...... 2 605 000 Diciembre de 1935 ...... 2 100 000 Diciembre de 1936 ...... 1 600 000 Diciembre de 1937 ............ 900 000 Diciembre de 1938 ............ 400 000 tv • i * 1fnn PLENO Diciembre de 1939 ........ EMPLEO En Bahamonde, A.: «Op. cit.», pág. 34.
337
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 «A unque m i teo ría ap u n ta la im portancia vital de atribuir a los organism os centrales ciertos p oderes de dirección hoy confiados en su m ayor p arte a la iniciativa privada, le re conoce un am plio dom inio de la actividad económ ica. E n lo que concierne a la propensión al con sum o, el E stado se verá obligado a ejercer so bre ella u n a acción directa p o r su política fis cal a través de la determ inación de la tasa de interés y quizá tam bién por otros m edios. E n cuanto a los flujos de inversión, parece poco probable que la influencia de la política b a n c a d a sobre la tasa de interés baste p ara lle varlos a su nivel óptim o. T am bién pienso que una muy am plia socialización de la inversión se revelará com o el único m edio de asegurar la proxim idad al pleno em pleo, lo que no im plica excluir los com prom isos y fórm ulas de todas clases que p erm itan al E stad o coo p e ra r con la iniciativa privada. P ero al m argen de lo dicho, no hay razón alguna que justifi que un socialismo de E stado abarcando la m ayor p arte de la vida económ ica de la co m unidad (...), las m edidas de socialización
pueden, por lo demás, ser aplicadas de un m odo gradual y sin trastornar las tradiciones generales de la sociedad (...). P ero tan pronto com o los organism os cen trales hayan conseguido restablecer un régi m en de producción que se corresponda con u na situación lo más cercana posible al ple no em pleo, la teoría clásica volverá a tener vi gencia (...). La existencia de organism os centrales de dirección necesarios para asegurar el pleno em pleo, acarreará, com o es de suponer, una am plia extensión de las funciones tradiciona les del Estado. E l aum ento de la esfera de com petencias estatales, im prescindible para el ajuste recí proco de la propensión al consum o y al estí m ulo a la inversión, parecería a un tratadista del siglo X IX o a un financiero am ericano de hoy una flagrante violación de los principios individualistas. Y, sin em bargo, esa am plia ción de funciones se nos m uestra no sólo com o el único m edio de evitar una com pleta destrucción de las instituciones económ icas actuales, sino como la condición de una prác tica acertada de la iniciativa privada.» K e y n e s , J.M.: «Teoría general del empleo, el in terés y el dinero.» Payot, París, 1936, págs. 391 y ss.
C uestiones Sitúa cronológicam ente el texto. 2 . H abla de su autor. 3. C om enta las ideas principales del do cum ento. 4. Explica si podem os considerar a Keynes com o un econom ista m arxista o no. En caso negativo explica las diferencias en tre las teorías keynesianas y el marxismo. 5. R elaciona las teorías de Keynes con las actividades del New D eal de Roosevelt. Infórm ate de si en la actualidad existen prácticas económ icas com o la propuesta p o r Keynes. 1.
338
Bertrand Russell, J. M. Keynes y Lyton Strachey.
* * * * *
2.
Tema de profundización y debate
Sin duda la cuestión m ás excitante de la crisis de 1929 es la del análisis de sus causas. ¿Por qué se p rodujo u n a crisis de tal m agni tu d y duración en esos m om entos d eterm in a dos? A nalistas de distintas tendencias han dado su opinión al respecto. A continuación se analizan las dos estructuras contrarias más claras: la m arxista y la liberal. D ocum ento A «Las diversas explicaciones de la crisis que se han p ropuesto son de muy diferentes inspiraciones (...). Si las esquem atizam os, podem os red u cir las a dos versiones: la liberal, que habla de la crisis cíclica, y la m arxista, que sostiene la te sis de la transform ación inexorable del capi talism o. E l análisis m arxista tradicional, tal como puede expresarse en el «M anual de Econom ía Política» de la A cadem ia de Ciencias de la U RSS, habla de una «descom posición» del capitalism o. E n el siglo XX, el capitalism o sólo sobrevive p o r el im perialism o. El im pe rialism o en cu en tra obstáculos y lím ites cada vez m ás difíciles de superar. La burguesía sólo salva provisionalm ente su sistem a llevan do adelante la guerra extranjera y la guerra social contra el pro letariad o y el cam pesina do, lo que le lleva a p referir las dictaduras fascistas a los regím enes liberales. L a guerra extranjera sólo es p o rta d o ra de ruina p ara el capitalism o, am enazado desde el interior p o r antagonism os sociales que su actitud social exacerba. Así pues, la visión m arxista tra d i cional del m undo liberal es apocalíptica. Al considerar la g uerra com o u n a consecuencia inexorable de la crisis, esta visión puede se ducir con un aparen te rigor. Sin em bargo, en últim o térm ino, quienes resultaron vencidos en la experiencia no fueron precisam ente las dem ocracias liberales, lo que prueba, p o r lo m enos, que la «descom posición» no estaba tan avanzada com o se creía. El pensam iento liberal clásico ve la crisis com o una crisis cíclica, es decir, un período
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m m
ciertam en te doloroso, pero inevitable, de readaptación del ap arato productivo a las n e cesidades, particularm ente con la elim ina ción de las em presas m arginales, inadaptadas al m ercado o m al adm inistradas. Lo que la concepción liberal clásica no consigue expli car es la duración de la crisis, el que ésta no haya tenido el efecto de benéfica depuración que podía esperarse de ella (...).» D e l f a u d , P.; G e r a r d , CL.; G u i l l a u m e , P.; LESOURD, J.A .: «Nueva Historia económica M un dial (siglos XIX-XX).» V icens Vives, Barcelona, 1980, págs. 494-495.
E n el siguiente docum ento se plantean otras causas, dentro de la crítica al sistem a capitalista: D ocum ento B «(...) E n esta ocasión la opinión general ha sido que (...) ha habido una acum ulación de perturbaciones económ icas o financieras». H a habido una com binación de «depresión cíclica» y de «depresión endém ica». Se han influido m utuam ente y esto ha agravado la si tuación (...). D esde este m om ento, al igual que en el si glo X IX o principios del XX, los m ism os fe nóm enos y los mism os efectos han sido seña lados en toda fase ascendente del ciclo indus trial: increm ento de la producción, beneficios crecientes y m ayores dividendos. E stos resul tados fueron particularm ente destacables en los E E . U U ., las inversiones industriales en el país aum entaron, los créditos de los EE. U U . en el exterior dism inuyeron y hubo un flujo de capital extranjero hacia el país. D e rep en te después de la crisis de la bolsa, la si tuación cambió: el colapso de las acciones y obligaciones adquiridas p o r los inversores particulares, por em presas y bancos, el h u n dim iento de los precios, la sistem ática red u c ción de la dem anda, el declive de todas las ra mas de la producción. Las cosas fueron de m al en peor; el h e cho de que las clases más num erosas de la p o blación se viesen obligadas a reducir sus gas tos restringió aún más la producción. Pero lo que ha dado un carácter especial m ente grave a la presente depresión, espe cialm ente desde 1930 y ha im pedido la recu peración que los expertos presintieron que
339
pt r J P W P M s
podía ocurrir alrededor de esa fecha, fue la intervención de otros factores p erturbadores, la depresión agrícola, ciertos factores m o n e tarios y financieros, las consecuencias p olíti cas de la guerra (...) y tam bién la p érd id a de confianza y la ansiedad ante el futuro que se apoderó de la opinión pública en general.» International Labour Office: «Unemployements Problems in 1931» (London, 1931); en S. P o l l a r d y C. H o l m e s : «Op. cit.», págs. 334-336.
F inalm ente lee y analiza la opinión de Sam uelson, en la que se recogen las posibilida des de repetición de una crisis de este tipo.
3.
La situación desesperada de los jornaleros sirve de tem a para describir la crisis econó m ica y social de los años trein ta en Estados U nidos. La transcripción de la crisis a la ciu dad la tenem os én la novela de D o s P a sso s , M anhattan Transfer, que es un gran cuadro psicológico de una colectividad. O bra muy adecuada para com prender el Nueva Y ork de W all Street.
LA R E C U P E R A C IO N A LE M A N A 1929 = 1 0 0
Técnicas de trabajo
A n á lis is de g rá fico
A naliza el siguiente gráfico de la recu p e ración alem ana a partir de 1932, explicando las causas de la bonanza de los indicadores: bienes de capital, bienes de consum o, coste de la vida, salario por hora. En B a h a m o n d e , A.: «Op. cit.», pág. 33.
4.
Testimonios
L itera r io s
E n tre los años 1920 y 1930 la novela es tuvo dom inada p o r Hem ingway, Fitzgerald y D os Passos. L a novela de la generación del New D eal recibió, en cam bio, la influencia del realism o social de Farrell y de Steinbeck. Sin duda, la obra literaria que expresa de form a m ás convincente el m om ento de la G ran D epresión es Las uvas de la ira, de J o h n S tein b eck . E scrita en 1939, cuando ya el New D eal había resuelto algunos de los problem as sindicales narrados en la novela. Es, sin em bargo, un docum ento grandioso y profu n d a m en te hum ano de la situación social en que vivían las fam ilias de cam pesinos d urante la depresión, su larga búsqueda del b ienestar en las tierras de C alifornia y el fatigoso trabajo p a ra sobrevivir. E n E n un combate dudoso (1936) la acción transcurre en California d u ran te la estación de la cosecha de la p atata.
340
C in em a to g r á fico s
E l cine ofrece m uestras muy variadas de la G ran D epresión. E l tem a m ás repetido lo constituyen las películas de gansterism os, d e nom inadas de cine negro, en las que se des criben los bajos fondos en los años treinta. U n ejem plo es L a M atanza del día de San Va lentín, de C o rm a n . E ste cine, denom inado del New D eal, m uestra asimismo rasgos sociales, com o en Fuña, de L a n g , o «Las uvas de la ira», llevada al cine por J o h n F ord . D e M o ra realizó ¿Hermano m e prestas 10 centavos? E n otras ocasiones el cine del New D eal exalta el liberalism o y el sistem a capitalista, como en Caballero sin espada, de C ap ra. M ás recientem ente se ha vuelto a tratar el tem a de la depresión en obras cinem ato gráficas com o Esplendor en la yerba, de K a za n , o M atar un ruiseñor, de M u llig a n .
E l lanzamiento de la primera bomba atómica puso final a la Se gunda Guerra M undial y abrió la llamada era nuclear. La Segunda Guerra M undial supuso, pues, la transformación del mundo.
La Segunda Guerra Mundial Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. U na nueva form a de guerra. El desarrollo bélico (1939-1942). Transform aciones políticas y económicas en los países beligerantes. El desarrollo de la guerra. La victoria aliada (1942-1945). Los contactos para la paz. Síntesis final. Actividades prácticas.
341
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema • D a h m s , H ellm uth G.: «La Segunda Guerra Mundial.» B ruguera, B arcelona, 1973. Es u n a obra de divulgación con niveles b astante aceptables de com prensión y am ena lectu ra. M i c h e l , H enri: «La Segunda Guerra M undial.» O ikos-Tau, col. ¿Q ué sé?, Barcelona, 1972. B uena síntesis del desarrollo de la guerra, así com o de la situación política y social de los bloques contendientes. •
S n y d e r , Louis L.: «La guerra, 1939-1945.» B a r c e lo n a , 1975. E s u n a de las obras clásicas sobre la segunda g uerra m undial, realizada con objetividad y claridad de exposición.
•
• TRAVERSONI, A lfredo: «La Segunda Guerra M undial.» Kapelusz, C uaderno de estudios,
n.° 29. B uenos A ires, 1973. Se tra ta de un resum en breve y esquem ático que puede utilizarse com o base para u n a pos terio r profundización en el tem a. Se p u ed en consultar adem ás m em orias escritas por los protagonistas, com o la de W. Churchill: «Memorias. L a Segunda Guerra M undial.» Vol. I-V I, Plaza y Janés, Barcelona. E n la colección de «H istoria U niversal Siglo XX» de H istoria 16, se pued en consultar los tom os 16, 17 y 18. • CUENCA, J . M .: «La Segunda Guerra M undial.» E spasa-C alpe. M adrid, 1989. La p rim era síntesis realizad a p o r u n h isto riad o r español. • T o y n b e e , A rn o ld J.: «La Europa de Hitler.» Sarpe. M adrid, 1985.
O bra colectiva dirigida p o r el em inente historiador británico con un planteam iento original al estudiar la econom ía, la sociedad y la política en la E uropa ocupada por los nazis.
1. Introducción E n los años trein ta se encontraban enfrentadas dos m aneras de entéñclerla'p ó lítica internacional: la d e to s partidarios de m an ten er la si tuación nacida ~dc la paz d e V ersalles [F rancia, G ran B retaña, E stados U nidos) y la de los que creían que había llegado la hora de un cambio en las relaciones de los países europeos, que no dud aron en rearm arse a una velocidad realm ente so rp ren d en te (A lem ania). La diferencia de estrategias en tre estas d o sp o stu fa s es lo que p u e de explicar los avatares de la g uerra en los prim eros m om entos. M ien tras Francia, que estaba satisfecha con la situación em anada de V ersalles, no estaba especialm ente interesada en rearm arse, lo que supu so no disponer de un ejército adecuado a sus necesidades defensivas, H itler, que sí deseaba cam bios, p rep arab a la guerra p a ra 1938-40 y M ussolini le seguía. P or su parte, G ran B retaña, no se planteó hasta 1936 la necesidad de rearm arse. Igualm ente, desde el pun to de vista diplom ático, la preparación de los dos bandos fue diferente. M ientras Japón, A lem ania e Italia, lle gaban al «Pacto T ripartito», p o r el que los jefes de las naciones acord á b a ifü n a defensa m utua, F rancia y G ran B retaña sólo llegaban a una afirm ación pública de solidaridad, que no contaba con el apoyo del res to de los países occidentales. Las secuelas del crac de 1929 (véase T em a 14) agudizaron tam bién la crisis internacional, desde el m om ento en que los países in tentaron resolver los problem as en un m arco esencialm ente nacionalista, p ro te giendo los intereses particulares, m ediante aranceles proteccionistas y devaluaciones unilaterales de la m oneda. La aparición de m odelos eco nóm icos distintos p a ra sup erar la depresión económ ica condujo al agravam iento de las tensiones internacionales, to d a vez que A lem ania, Italia y Jap ó n pusieron en m archa u n a política de rearm e y autarquía (practicada sobre todo p o r A lem ania), que llevó a H itler a crear un es pacio vital m ás am plio m ediante conquistas a costa de otros países, lo que fue causa inm ediata de la g uerra (véase T em a 13). La dificultad de llegar a u n acuerdo global eu ropeo (sólo consegui do ahnedias d u ran te el perío d o de distensión de 1925) y la crisis eco nóm ica de 1929 con sus secuelas correspondientes fueron las causas re ' m otas de una guerra, la de 1939-45, que p ronto se convertiría en u n i versal p o r la en trad a de los E stados U nidos y la extensión del conflic to a las c o lo n ia l de los países beligerantes en Á frica y Asia.
2.
Una nueva forma de guerra
La Segunda G u erra M undial tuvo una serie de características que la hacen ser diferente a todas las sufridas p o r la hum anidad hasta la época, y aun después. E stas son: Su extensión. Se Combatió en casi todo el planeta, en situacio nes clim áticas y terren o s diferentes.
Su totalidad. Se p u ede hablar de guerra total porque afectó a to d a la población de los países beligerantes. H asta entonces las guerras afectaban sólo a los com batientes; los soldados eran los únicos que m o rían en los cam pos de batalla y a lo sum o sus secuelas: ham bres, epi dem ias, etc., eran las que afectaban a la población civil. E n la Segunda G u erra M undial, en cam bio, los bom bardeos de las poblaciones p o r la aviación enem iga y la resistencia de los pueblos ocupados im plicaron a to d a la población civil, en tre cuyos efectivos se produjeron m uchas bajas. c) Guerra ideológica. Lo que estaba en juego era m ás que un re p arto de territó*ff0s,’y una búsqueda de hegem onía m undial. Estaba-fin juego la libertad, no sólo por la am enaza de H itler, sino tam bién por el avance que los postulados soviéticos pudieran ten er en occidente al am paro de la guerra. No olvidem os que la U RSS luchó al lado de los aliados en la segunda p arte de la guerra y que Stalin no e ra precisa m ente un defensor de la libertad. «El Servicio Nacional te necesita». Reza el cartel británico. La incorpo ración de la población civil a la con tienda, de una forma u otra hizo de ésta una guerra total.
d) Guerra económica. M ás que en la P rim era G uerra M undial, el m antenim iento de una econom ía saneada era vital para la victoria fi nal. P or ello todos los países beligerantes se lanzaron a p o tenciar lo que se llam ó la «econom ía de guerra», en la que se daban prioridades a la producción de m aterial bélico y a las industrias que ten ían rela ción con él: acero, hierro, carbón, etc. La población sufrió las conse cuencias de ello con la dism inución de bienes de consum o y el em peo ram iento de las condiciones de trabajo. Los países se vieron obligados a transform ar sus sistem as económ icos y políticos en aras de la victo ria final. e) Guerra científica. U n a pléyade de científicos trabajó p ara am bos bandos en esta guerra. Los avances técnicos se em plearon en la o b tención de nuevas arm as defensivas y ofensivas, éstas cada vez m ás des tructoras. Las arm as m odernas: carros de com bate, blindados,, aviones, radar, cañones, etc., se hacen im prescindibles para ganar la guerra. La técnica, a través de la radio, se puso tam bién al servicio de la p ro p a ganda, que tenía por objetivo desanim ar al enem igo y tra ta r de m an ten er las esperanzas de victoria en los propios ejércitos.
GRAFICO DE LAS FUERZAS EL 1 DE SEPTIEMBRE DE 1939 AL COMIENZO DE LA GUERRA —
DIVISIONES 'ERRES'R ES ACORAZADOS - PORTAAVIONES CRUCEROS — — SUBMARINOS
120 110 90
f) Crueldad^ T odas las guerras son crueles, pero la Segunda G u erra M undial, con los avances que las revoluciones tecnológicas h a bían puesto en sus m anos, produjo enorm es destrucciones. Ciudades enteras fueron arrasadas en una noche o en cinco m inutos, com o H i roshim a. E n realidad, al term inar la guerra, las destrucciones no te nían equivalente con las causas que la habían iniciado.
80 70 60
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NGLATERRA FRANCIA ALEMANIA POLONIA
344
g) Indecisa. La guerra no tuvo nunca un ganador seguro. Si du ran te los prim eros años las potencias del Eje, A lem ania y Ja p ó n con sig u ie ro n im p o rta n te s victo rias, d e sp u é s de 1942, las ven tajas estuvieron del lado de los aliados, sobre todo después de la en trad a de los E stados U nidos en la guerra. E l m ism o final resultó am biguo, pues, aunque la d e rro ta de los vencidos fue total y sin condiciones, no se lle gó a la solución de todos los problem as (véase T em a 16). E sta guerra no supuso sólo una ru p tu ra provisional de las relaciones hum anas, sino que de ella se derivan problem as que podran m atizarse a lo largo del desarrollo de la misma.
3.
desarrollo bélico (1939-1942) El
3.1. Las rápidas victorias alemanas a.
La guerra relámpago
E n tre septiem bre de 1939 y diciem bre de 1941 la guerra europea estuvo dom inada p o r la estrategia alem ana de la «guerra relám pago». Se tratab a de u n a serie de cam pañas cortas, pero decisivas, en las que A lem an ia obtuvo resultados satisfactorios, dadas la dispersión y poca preparación de los adversarios (Francia, Bélgica, H olanda, G ran B re taña, N oruega, etc.) y la utilización com binada de las unidades blinda das y m otorizadas, la aviación y la radiotelefonía. E sta fase inicial de la contienda com enzó con la m ión de Polo nia el 1 de septiem bre de 1939 p o r p arte de las tropas alem anas, que contaban con el tra ta d o de no agresión germ ano-soviética. Poco des pués la U R SS haría lo p ropio p o r el este. A unqu e P olonia estaba em p eñ ad a en batirse y sus m andos m ilita res creían p o d e r resistir varios m eses la ofensiva alem ana, lo cierto es que sus tro p as fueron destrozadas en pocos días. Polonia es desm em brada una vez m ás y rep artid a en tre la U R SS y A lem ania. Al mismo tiem po la U R SS ocupa tam bién Finlandia.
M apa de la guerra en Europa occi dental.
La Línea Maginot, compuesta por instalaciones fuertemente fortifica das y considerada inexpugnable por Francia, era la única defensa prepa rada por este país ante un ataque alemán y resultó totalmente insufi ciente.
345
E m pieza a continuación un período de calm a de m ás de ocho m e ses, en el que los alem anes, por diversas causas (m al tiem po, objecio nes del alto m ando, etc.), no atacan. P or su parte, los aliados adoptan «1. Las hostilidades deberán ce un a estrategia puram en te de defensa en espera de ten er la fuerza su sar inmediatamente y las tropas fran ficiente p ara lanzarse a la ofensiva. E n tre tanto, provocan la reducción de la capacidad de resistencia alem ana m ediante presiones económ i cesas deberán deponer las armas. 3. En las regiones ocupadas, cas. E ste período de calm a es roto p o r A lem ania, que el 9 de abril de Alemania tendrá todos los derechos 1940 invade D inam arca y N oruega p a ra evitar que sus vías de abaste de nación ocupante (...). cim iento del hierro de Suecia queden cortadas. N oruega se convertirá 7. La defensa (...) y armamentos adem ás en base de ataque de los aviones y subm arinos alem anes con que se hallan en el territorio ocupa tra G ran B retaña. do (...) serán depositadas bajo la fis H itle r ten ía intención de acabar p ronto la guerra, consciente de las calización alemana e italiana. dificultades que su inferior p o der económ ico podía acarrearle. P o r ello, 16. El gobierno francés deberá repatriar la población de los territo en mayo de 1940 decide atacar a F rancia p o r las A rdenas. E l plan in cluía tam bién la ocupación de H olanda, Bélgica y Luxem burgo. rios ocupados.» Francia confiaba en la resistencia de la «Línea M aginot», pero el En G ib e lli , N. L.: «La Segunda Guerra Mundial», tomo I, Codex, 12 de m ayo los blindados alem anes p en e tran fácilm ente por las A rd e Buenos Aires, 1965, pág. 8. nas y encierran, en un m ovim iento envolvente, a las tropas belgas y a los cuerpos expedicionarios británicos y franceses. E l rey Leopoldo de Bélgica capitula sin prevenir a los aliados, y las tropas británicas se b a ten en retirad a hacia el N orte para reem barcar en D unkerque (26 de m ayo y 4 de junio). Los franceses intentan resistir, pero los blindados alem anes p e n etran por todas partes hacia París. E l gobierno, en el que el m ariscal P etain ha reem plazado a Paul R eynaud y form ado el lla m ado gobierno de Vichy, firm a el arm isticio el 25 de junio. F rancia que dó dividida en la zona norte, ocupada por A lem ania, y la sur, teó rica m ente libre, dirigida p o r Petain, que crea un régim en llam ado «R evo lución N acional» de carácter autoritario y fascista, cuyo m inistro de ex terio res es P ierre Laval. D e G aulle, desde L ondres, proclam a la con tin u id ad de la guerra, convirtiéndose en sím bolo de la independencia de F rancia. E l 10 de junio, cuando la suerte esta ya echada, Italia en trab a en la contienda en el bando alem án.
Armisticio (22-VI-1940)
franco-germano
Mariscal Petain. Jefe del Estado fran cés de Vichy.
La batalla de Inglaterra A p artir de este m om ento, G ran B retaña quedaba sola en la lucha, y su p rim er m inistro, Churchill, proclam ó la continuidad en ella en fa vor del porvenir del m undo libre, rechazando las propuestas alem anas de negociación. E n su discurso ante la C ám ara de los C om unes el 13 de m ayo de 1940, dijo: «Quisiera decir a la Cámara lo mismo que he dicho a los que han entrado a formar parte del gobierno: no puedo ofrecer más que sangre, sudor, fatiga y lágrimas. Tenemos ante nosotros una empresa de carácter extremadamente gravoso.» D el Pozo, M.: «La Segunda Guerra Mundial.» T.I. Sarpe, Madrid, 1978, pág. 112.
General De Gaulle, Jefe de la resisten cia francesa en el exilio.
346
A provechando su condición insular y contando con el apoyo am e ricano y de la C om m onw ealth, Inglaterra esperaba evitar el desem bar co alem án. H itler, por su parte, ante la im posibilidad de conseguir la suprem acía aérea renuncia a la invasión. E n los planes del F ü h rer es tab a ah o ra m ás presente la idea de invadir la U RSS. Inglaterra podía esp erar p ara después. M ientras tanto m antiene una guerra económ ica basad a en el bom bardeo de las grandes ciudades inglesas (que ta m bién perseguía el objetivo de q u ebrar la m oral de su población) y las acciones de los subm arinos en el A tlántico.
LA BATALLA DE INGLATERRA VI E
E r e l o s .démonos
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Zonos de desembarco
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Pimief «ibfelivo Segundo objetivo
Batalla do Inglaterra
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de les bemboidetna alemanes Piinoparos ciudades bombardeadas Principales aoietíramoa p ‘ Cuarteles generales aereo*
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Centres de radar do altura
Los bombardeos aéreos fueron fre cuentes contra Londres hasta octubre de 1941.
Inglaterra gracias a un invento re ciente, el radar, podía detectar a tiempo los ataques de la aviación enemiga.
*
c.
La guerra en Africa
Poco a poco la g uerra adquiere carácter universal y llega a otros lugares del globo. E l sistem a colonial de los países europeos obligaba a ello. P ara com batir a Inglaterra H itler incita a Italia a atacarla en el M e diterráneo y A frica (Egipto). D e esa form a pensaba arrebatarle las b a ses m editerrán eas y sus posesiones en O riente M edio, incluido el p e tróleo de esa zona. Pero am bas acciones fracasaron. Los ingleses con centraron en E gipto cuerpos de com bate australianos, neozelandeses e hindúes, que detien en y rechazan en el desierto libio a Ja^ tropas ita lianas, que adem ás sufren d errotas en T aren to y G énováf F ranco, por otro lado, se negó a la en trad a de E sp añ a en la guerra, lo que im pidió un fácil acceso de H itler al M editerráneo. A com ienzos de 1941 A lem ania envía a Á frica tropas acorazadas: el A frika Korps, al m ando del m ariscal R om m el, al que se en fren tarán los británicos dirigidos p o r M ontgom ery. Las ofensivas y co ntraofen sivas se suceden: R om m el llega hasta E lT Ü am ein con sus carros de com bate, que se convierten en el arm a principal de la lucha en el de sierto.
d.
El frente balcánico
M ussolini, seguram ente p ara d em o strar su independencia de A le m ania, inicia una g uerra p o r su cuen ta invadiendo G recia, pero tam bién fracasa, y los ingleses se instalan en C reta y en la península B al cánica1,Á dem ania, que se ve obligada a intervenir en este nuevo frentg, ocupa Yugoslavia, co n traria a adherirse al «pacto tripartito», y des de allí se lanza con tra G recia. Los británicos tien en que retirarse in cluso de C reta, y el rey Jorge de G recia claudica.
Avión Spitfire
La superioridad aérea de Gran Bretaña impidió la invasión alemana de la isla. El Spitfire ganó la partida a los cazas alemanes.
347
3.2.
La invasión de la Unión Soviética
L a sorpresa en el m undo en tero fue enorm e cuando el 21 de junio de 1941 la W ehrm acht invade la U nión Soviética. L a lucha contra los bolcheviques y su afán expansionista fue una de las causas de dicha in vasión, p ero había otras que pueden analizarse en el siguiente docu m entó: «El problema de una campaña en el E ste se planteó en el espí ritu del Führer con extrema claridad; necesitaba moverse a sus an chas en la guerra sin cuartel contra el enem igo británico; disponer de un extenso territorio, rico y fértil para resistir mejor y por más tiem po en una «guerra de usura», y permanecer sólo hasta el fin, sobre todo al llegar éste. Tal idea tenía la ventaja de volver a Hit ler sus más caras teorías del Mein Kampf. Satisfacía la necesidad de espacio extenso, ilimitado, y, además, próximo y directamente unido al territorio del Reich; espacio que, por un esfuerzo de tra bajo y de colonización del pueblo alemán, podía prolongar a la gran Alemania hasta Crimea, el Cáucaso y aún más allá. (...) Se mejante perspectiva ofrecía tantas ventajas que incluso permitía en trever la posibilidad de una paz más fácil y más estrecha con la Gran Bretaña. En efecto; si la resistencia británica se eternizaba, A lem ania tendría siempre —puesto que dispondría de la riqueza y la inmensidad de los territorios rusos— posibilidad de apresurar la paz, renunciando a todas sus conquistas occidentales.»
La invasión de Yugoslavia y Grecia por Alemania hizo perder a los ingle ses una importante posición en el Me diterráneo.
G a fe n c u , Grigore: «Guerra en el Este.» Trad. de Santiago Magariños, Madrid, 1945, pág. 183.
U n p o deroso ejército dividido en tres grandes cuerpos se lanza si m u ltán eam ente hacia L eningrado, M oscú y U crania. Los rusos re tro ceden, m ientras trasladan sus fábricas y sus obreros tras los U rales. L e ningrado está totalm ente cercada, pero no cae, y frente a M oscú los alem anes tienen que retroceder. La guerra relám pago no da resultado aquí y se em pieza a vislum brar que la cam paña soviética será larga.
3.3.
Foto del ataque japonés a Pearl Harbour U no de los buques norteamerica nos bombardeados en Pearl Har bor, intenta zarpar. Los japoneses destruyeron la mayor parte de la flo ta estadounidense.
348
La intervención de los Estados Unidos. La Guerra Mundial
E n el E xtrem o O riente la situación bélica existía antes de estallar la Segunda G u erra M undial con el enfrentam iento chino-japonés (ver T em a 13) y la ocupación de M anchuria por Japón. La d e rro ta de Francia perm ite al ejército japonés invadir Indochi na con el fin de aislar a C hina y continuar la conquista de todo el su doeste asiático. P ara prevenir un posible ataque norteam ericano, Ja pón, en u n a audaz intervención, bom bardea el 7 de diciem bre de 1941 la base de P earl H arbor, y pone fu era de com bate a la flota estadou nidense. Los Estados U nidos en tran en guerra, pero, aunque su p o tencial económ ico es inm enso, su ejército no está prep arad o p ara en tra r en com bate, y Jap ó n se apodera con facilidad de H ong Kong, las Filipinas, Indonesia, M alasia, Singapur y Birm ania, adem ás de ocupar pacíficam ente Siam. A l m ism o tiem po A lem ania, seguram ente en cum plim iento de las prom esas hechas al Japón, declara la guerra a los E s tados U nidos, y con ello el conflicto se hace auténticam ente m undial. Las victorias japonesas en el Pacífico y los éxitos alem anes en el A t lántico hacen pensar, en la prim avera de 1942, que el m undo se re p a r tiría en tre A lem ania, Italia y Japón, según el plan esbozado en 1940 con su u nión en el «pacto tripartito». Sin em bargo, la en trad a de los E stados U nidos en la guerra hace que ésta se plantee ya en térm inos
40
CARROS DE COMBATE
Miles de millones 30
Miles
REINO UNIDO
EE UU
G.B
U .R .S S A L E M
JAPO N
1 940
41
4?.
43
económ icos: a m ayor p o d er económ ico, m ayor posibilidad de ganarla, y en este aspecto los aliados llevaban bastan te ventaja. A ntes de estu diar con m ás detalle las transform aciones económ icas que la guerra su puso, analicem os algunos gráficos que explican esto.
4.
Las transformaciones políticas y económicas
V am os a estudiar las transform aciones experim entadas en el m un do com o consecuencia de la Segunda G u erra M undial, tan to en las p o tencias del E je com o en los países aliados. E n los años centrales de la g u erra los países que form aban p arte del E je disponían de vastos territo rio s donde llevar a la práctica sus te o rías de E stad o y al m ism o tiem po o b ten er recursos para continuar la contienda. P ara ello necesitaban transform ar las estructuras políticas de los países som etidos. La econom ía sufre tam bién las consecuencias de las hostilidades, y los E stados, en esta ocasión todos los beligeran tes, deben ad ap tarla a las nuevas necesidades, es la llam ada «econo mía de guerra».
a.
Producción de guerra de los principa les países contendientes
Esquema de la conjunción de dos guerras en la Segunda Guerra Mundial Europa . . . Inglaterra
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Estados Unidos
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D esde antes de la guerra, y de acuerdo con la ideología nazi go bernante, A lem ania fue o rd enando su política y su econom ía a la con secución de la victoria. • En política El p o d e r se concentró cada vez m ás en m anos de H itler quien creó un C onsejo M inisterial p a ra la D efensa del R eich, organism o que se reunía pocas veces. Sin em bargo, las relaciones con el ejército tuvie ron bastantes dificultades. Las desavenencias culm inaron con los in tentos golpistas de algunos generales, lo que llevó al F ü h re r a asum ir personalm ente el m ando de las operaciones m ilitares e iniciar un p ro ceso de nazificación del ejército; p ara ello se fom entó la participación de las SS en las fuerzas arm adas, confiándoseles a sus generales m an dos en el frente. H im m ler fue nom brado jefe del servicio de contraes pionaje, del ejército interior y de la A dm inistración de prisioneros. La oposición al régim en era m uy reducida; se lim itaba a la Iglesia y a algunos grupos teóricos, com o el «Círculo K reissau» (intelectuales socialdem ócratas) y el «Círculo C anaris» (m ilitares).
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China
Palabras de Hitler a M ussolini «La importancia que, además de la buena instrucción militar, atribui mos a la instrucción ideológica está demostrada por el hecho de que aho ra. en m edio de la guerra, estamos procediendo a completar la indoctrinación nacionalsocialista de nuestras fuerzas armadas y exigimos a todos nuestros oficiales una adhesión in condicional al nacionalsocialismo.» En TOYNHEH, A. J.: «I.a Europa de Hitler.» Sarpe, Barcelona, 1985, pág. 45.
349
Japón
|
Conferencia de Goering a los comi sarios y comandantes de los territo rios ocupados. «El Führer ha afirmado repetida m ente, y yo con él: si alguien ha de pasar hambre, no serán los alema nes, sino otros los que han de sufrir la (...) En este m om ento, Alemania domina desde el Atlántico hasta el V olga y el Cáucaso los graneros más abundantes que jamás hayan existi do en el espacio europeo (...) Y a pe sar de todas estas circunstancias, el pueblo alem án pasa hambre (...) Esto no puede seguir así (...) En to dos los territorios ocupados veo gen tes que han com ido hasta saciarse. Y, entretanto, el pueblo alemán pasa hambre. D ios sabe que ustedes no han sido enviados a estos lugares para procurar el bienestar de los pueblos confiados a ustedes, sino para sacar de ellos el rendimiento máximo a fin de que el pueblo ale mán pueda vivir. Eso es lo que espe ro de la energía de ustedes. Han de cesar de una vez las eternas preocu paciones por los demás. Tengo aquí informe de lo que us tedes piensan suministrar. Nada, si contem plo sus países. M e es total m ente indiferente que ustedes digan que su gente pueda morir de ham bre. Pueden morir en tanto que no muera de hambre ni un solo ale mán.»
• El orden nuevo C om o ya se h a expuesto con anterioridad (véase T em a 12), el n a zism o quería crear el «espacio vital» o «gran espacio alem án» a costa de las razas inferiores y de las dem ocracias «decadentes». E se espacio vital se regiría por un o rden nuevo, cuyas norm as estaban recogidas en los principios del nacionalsocialism o. La com unidad p o p ular ale m ana se convertiría en com unidad popular europea, y el D erecho In ternacional sería sustituido p o r el D erecho del Espacio Vital. E l con tin en te eu ro p eo estaría p erm anentem ente en paz y se bastaría a sí mis m o económ ica y políticam ente. La organización del «gran espacio alem án» estuvo determ inada por u n a serie de ensayos, con diferentes form as adm inistrativas de unas re giones a otras. E n general, puede decirse que, a finales de 1943, había cinco categorías de territorios bajo ocupación alem ana: — Territorios incorporados: los m ás estrecham ente relacionados con el Reich, política y económ icam ente, som etidos directam ente al ré gim en alem án com o nuevos territorios o com o adición a los ya existen tes.
* . — Territorios agregados: tam bién tenían una adm inistración casi to talm ente alem ana. — Territorios ocupados: form ados p o r todos aquellos en los que los alem anes ten ían un interés m ilitar y económ ico, pero que se conside raban, en general, no adecuados a la incorporación inm ediata al Reich. U nos eran adm inistrados por la W ehrm acht y otros por com isarios del Reich. . — Z onas de operaciones: se tratab a de las zonas de Italia que, tras el descalabro m ilitar de este país, los alem anes se vieron obligados a ocu p ar p o r razones de seguridad. E ran el litoral adriático y la zona prealpina. NORUEGA
GRAN BRETAÑA IR l A N U A
PAISES a* BAJOS.....
E n H u b e r , H ., y M u l l e r , A .:
«Op. cit.» Tom o, II, pág. 673.
OCEANO ATLANTICO
RUI/A
Mapa del «gran espacio alemán»
Rtwfta ESPAÑA
ALBANIA
OBCCIA
TURQUIA
IX S R E I Reich Alem án y territorios incorporados (Danzig, Prusia Occidental, Alsacia, Lorena)
Mi Territorios agregados Territorios ocupados
W A nhupcosj MAR MEDITERRANEO
Falsea satélites Enem igos del Reich
Alojan tlrta
Italia y su s posesiones Z onas no ocupadas de Francia
EGIPTO
350
— A d em á s estaban los Estados satélites, convertidos en aliados de A lem ania y dirigidos p o r dictadores inspirados m ás o m enos en el m o delo nazi. E spaña estaba adherida ideológicam ente, y el interés de H it ler era que e n trara en la g u erra a fin de disponer de un cam ino hacia el M editerrán eo y el norte de Á frica, pero las co ntrapartidas te rrito riales exigidas p o r F ranco (G ibraltar, M arruecos francés, O rán, zonas adyacentes a R ío de O ro y las colonias del golfo de G uinea), eran muy altas y algunas de ellas chocaban con los intereses franceses de Vichy. Finalm ente, F ranco decide no particip ar en la guerra.
MANO DE OBRA ALEMANA Y EXTRANJERA EN ALEMANIA
mmmM,w0 fte S&ffl Millares asa® Mane de obra extranjera en Alemania SO i
La im plantación del ord en nuevo en los países ocupados p o r A le m ania se realizaba a través de los colaboracionistas, la propaganda y las m edidas de represión. * L os colaboracionistas eran grupos que p o r ideología o p o r op o r tunism o m anifestaron su voluntad de integrarse en el orden nuevo. La m ayoría form aba p arte de m ovim ientos fascistas que ya existían antes de la guerra, aunque ahora au m en tab a el núm ero de afiliados. El ré gim en de Vichy se convirtió en u n colaboracionista en gran escala. * L a propaganda nazi era particularm ente hábil, sobre todo antes de 1942, en los territo rio s invadidos. Se ejercía a través de todos los m edios de com unicación (prensa, libros, cine, radio, etc.), que p re viam ente eran censurados y m anipulados. Se efectuó tam bién una d e puración del acervo cultural de los países ocupados (por ejem plo, las bibliotecas). * La represión fue el m étodo m ás em pleado p ara el som etim iento de las poblaciones ocupadas al o rd en nuevo. La autoridad m ilitar juz gaba m arcialm ente a los adversarios descubiertos (espías, resistentes, etc.), que eran internados en cam pos o fusilados, p ero fueron las SS las que ocasionaban m ás terro r. Su función era m an tener el orden en la retaguardia, y p ara ello el m ariscal K eitel había prom ulgado un d e creto (apo d ad o de N oche y N iebla) p o r el que se autorizaba a las SS a utilizar la arb itraried ad en sus actuaciones, a través de ejecuciones sum arias, destrucción de pueblos y deportación e internam iento de los enem igos del régim en. Los campos de concentración, que dependían tam bién de las SS, se convirtieron en el principal instrum ento de re p re sión.
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Situación de los campos de concentra ción y exterminio nazis.
Nacidos para controlar a la pobla ción alem ana hostil al nazismo, pronto se convierten en uno de los instrumentos de represión contra co munistas prisioneros de guerra y ju díos.
351
Producción de carbón y acero en Ale mania (M illones de Toneladas) AÑO
C A R BÓ N
ACERO
1939 1940 1941 1942 1943 1944
332,8 364,8 402,8 407,8 429 432,8
22,5 21,5 31,8 32,1 34,6 28,5
En M i c h e l , J.: «Op. cit. *¡ Pág■39.
L a resp u esta de los ocupados frente a la im plantación del orden nuevo p o r los alem anes fue la resistencia clandestina, que se desarrolló de form a p aralela en todas las zonas ocupadas y unió a personas de m uy distintas clases sociales e ideologías. Sus funciones eran diversas: enviar inform ación a los aliados, facilitar los avances m ediante sabo tajes en las defensas alem anas, evacuación de prisioneros evadidos, etc. Poco a poco se form aron partidas arm adas (los m aquis) que se escon dían en los bosques y contaban con una determ inada infraestructura. • La economía A lem ania se había prep arad o sólo para la guerra relám pago y has ta 1943 no se movilizó para la guerra total. Sus condiciones económ i cas no perm itían una extensión de la guerra a otros lugares y p o r m u cho tiem po; p o r ello, tuvo necesidad de obtener todos los recursos p o sibles de los territorios conquistados, a los que som etía a una explota ción sistem ática de m edios financieros, m ano de obra (adem ás de la que había acudido voluntariam ente en busca de trabajo), m aterias pri mas, etc. Se calcula que, a m ediados de 1944, siete m illones de extran jeros habían sido llevados a trabajar a A lem ania, m ientras que otros siete m illones perm anecían en sus países, pero trabajando p ara A le m ania, que disponía adem ás de excelentes vías de com unicación te rres tres, m ás cortas, m ás rápidas y m enos vulnerables que las de los aliados. P ero aun así, A lem ania se vio obligada a po n er en pie una econo m ía de g uerra com pleta: se aum enta la eficacia de la producción y se d etraen recursos destinados al consum o privado. La producción de ar m am entos se duplica entre 1924 y 1944 y la construcción de nuevos bu ques aum en ta en trein ta y un m illones de toneladas. La industrializa ción se extiende p o r A lem ania central, Baviera, A ustria y B ohem ia, y se construyen incluso fábricas bajo tierra p a ra evitar los bom bardeos.
b.
P R O D U C C IO N DE A V IO N E S V C A R R O S EN A L E M A N IA lo s
P r o d u c c ió n d e a v io n e s P r o d u c c ió n d e c a n o s d o c o m b a te ....... P r o d u c c ió n d e c a ñ o n e s
Italia
C onform e avanza la guerra e Italia cosecha derrotas, el régim en fas cista va perdiendo fuerza hasta caer antes del final de la contienda. Los territo rio s ocupados p o r las tropas italianas se lim itan a unos p o cos kilóm etros de los A lpes franceses, los com prendidos entre el R ó dano y los A lpes y a Córcega. V erdaderam ente, com o dice H enri Michel, había poco que recolectar en estas pobres conquistas. D esde 1937 la política económ ica de Italia se había orientado h a cia la autarq u ía (véase T em a 12), que en estos m om entos tenía com o m isión principal la preparación de la guerra. Pero en las circunstan cias de Italia, carente de recursos básicos, la autarquía no es u n a so lución. E l resultado es un progreso industrial lim itado, la subida ver tiginosa de los precios y el descenso de los salarios reales a la m itad de 1938. La g uerra quebró, pues, la curva de alza económ ica que h a bía caracterizado los prim eros años del fascismo, com o puede verse en los siguientes índices. (índice 100 = 1938.) 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 A gricultura___ 104 In d u stria.......... 109
98 110
95 103
84 89
75,6 71,1 69 42
63,3 29
E n G u ic h o n e t, P.: «Mussolini y el Fascismo.» Oikos-Tau, Col. ¿Qué es? Barcelona, 1970, pág. 99.
352
c.
La gran Asia japonesa
E n tre 1921 y 1937 Jap ó n se había convertido en una potencia m un dial. Su vida política y económ ica estaba dom inada p o r los grupos oli gárquicos, financieros y m ilitares, que m antenían el crecim iento capi talista, la prosp erid ad económ ica, el control político y la expansión ex terior, orien tad a a la constitución del nuevo ord en en Asia. E n víspe ras de la Segunda G u erra M undial se form a un gobierno de los m ili tares, que firm a la alianza con las potencias del Eje y sienta las bases del im perialism o nipón, cuya m isión en las tierras ocupadas era la si guiente: la liberación de sus pueblos de la explotación colonial eu ro pea, com o rep resen tan tes de un pueblo de color que debía dem ostrar su superioridad sobre la raza blanca, de la que había sabido asum ir la ciencia y la técnica. P ero las necesidades creadas p o r la guerra, que obligó a una ex plotación de los territo rio s conquistados en busca de m aterias prim as y fuentes de energía de las que Jap ó n carecía, ju n to con la tentación de im poner sus leyes y costum bres, hizo que p ro n to los japoneses fue ran vistos com o nuevos colonizadores. Los territo rio s conquistados eran puestos bajo la autoridad m ilitar, y constituían simples colonias o satélites de Tokio. E n el te rre n o industrial los zaibatsus (grandes trusts industriales) co ntinuaron dom inando el proceso productivo, con grandes fricciones con las autoridades, y, en general, la econom ía ni pona no tuvo un saldo m uy positivo d u ran te la guerra.
4.2.
Los países aliados
Los aliados, p o r su parte, con m ayores recursos potenciales, sobre todo después de la e n trad a en la g u erra de los E stados U nidos, e sta blecen tam bién sus estrategias, tan to políticas com o económ icas, para conseguir un fin: la liberación de los pueblos ocupados y la norm ali zación de la vida dem ocrática. U n a cosa es m anifiesta a p artir de aho ra: el E stado, que desde la crisis de 1929 había venido interviniendo en la econom ía liberal, se convierte después de la guerra en el princi pal m otor de la misma. A dem ás los partidos en el p o d er ven la n ece sidad de incluir en la responsabilidad de g obernar a los m iem bros de la oposición, en los llam ados «gabinetes de guerra», lo que supone la transform ación de las norm as parlam entarias.
a.
Sir Winston Churchill Primer ministro británico, que supo enfrentarse a la Alemania nazi, pero no fue capaz de evitar que Gran Bretaña, y con ella Europa, pasara a segunda fila en el mercado mundial.
Gran Bretaña
Para au m en tar la eficacia de su gobierno d urante la contienda, Churchill constituyó un gabinete de guerra, cuya vicepresidencia con fió a A ttlee, jefe del P artido L aborista. E ste gobierno llevó a cabo un inm enso esfuerzo industrial y m ilitar, aum entando p ara ello conside rablem ente el gasto público. El P artido L aborista aprovechó la ocasión para pedir la nacionalización de los transportes y de las industrias cla ves (mayo de 1942), al tiem po que se producía un avance im portante en legislación social, con la aprobación del plan sobre seguridad so cial, presen tad o p o r el d iputado liberal Beveridge, que sirvió de ejem plo a otros países después de la guerra. Londres contaba adem ás con el apoyo de los gobiernos de la Commonwealth: N ueva Z elanda, N ueva G uinea, A ustralia, etc., que quedó circunscrito a los territo rio s de población anglosajona, pues en otros de m ayoría indígena se iniciaron cam pañas proindependentistas, como las llevadas a cabo p o r G handi en la India. La m ayoría de los gobiernos de los países ocupados por A lem ania se había refugiado en Londres: el de Polonia, la «Francia Libre» de D e G aulle, etc.
PRODUCCION D I ACERO E HILADO 1)1 ALGODON FN ORAN BRETAÑA (1 9 3 7 -1 0 4 8 )
353
La Ley de Préstam os y Arriendo «A partir de entonces la seguridad de los Estados U nidos habría de es tar protegida por una defensa doble. Enviaríamos armas a los otros países a fin de que nos ayuden a mantener a raya al Eje. Mientras aquí en los Estados U nidos, armaríamos y en trenaríamos una gran fuerza militar destinada a protegernos en el caso de que fuéramos atacados. El Prés tamo y Arriendo podría, posible mente, evitar que la agresión alcan zase a nuestro país. Mas aunque no fuese así, nos proporcionaría un tiempo precioso para preparar las defensas que tan seriamente necesi tábamos.» E d w a rd S te ttin iu s :
«El arma de
la victoria.» Traducción de Pedro Bernard, Barcelona, 1945, pág. 2.
P R O D U C C IO N D E G U E R R A D E L A U N IO N S O V IE T IC A . 1 9 4 0 - 1 9 4 5 P r o d u c c i ó n d e h ie rro P ro d u c c ió n d e a c e ro ^ P r o d u c c ió n d e l a m in a d o s
25
M illo n e s d e T m
20
P or lo que respecta al aspecto puram ente económ ico, la carencia de m ano de obra y m aterias prim as y los daños sufridos en el propio territo rio im piden un crecim iento de su econom ía. D ism inuye la pro ducción de bienes de consum o, com o la de hilado de algodón, para de sarrollar la industria de arm am ento y se industrializan territorios de la C om m onw ealth (A ustralia, India, N ueva Z elanda, etc.). T odo ello, aunque la inflación es contenida, contribuye al descenso del nivel de vida de los británicos.
b.
Los Estados Unidos
D esde su en trad a en la guerra en diciem bre de 1941, los Estados U nidos se proclam an adalides de la libertad, según expresan las si guientes palabras de Roosevelt: «N os com prom etem os solem nem ente ante el mundo entero a no deponer las armas, estas armas que hem os tom ado en defensa de la libertad, antes de que la libertad quede restablecida con fir m eza en el mundo.»
R oosevelt convirtió a W ilkie, dirigente del P artido R epublicano, en su principal colaborador, y de esta form a pudo arrancar a las Cám aras todas las leyes necesarias para ganar la guerra: derogación de la p ro hibición de enviar tropas fuera de A m érica, reclutam iento obligatorio y, sobre todo, la Ley de Préstam os y A rriendo, de m arzo de 1941, que suponía la ruptura del aislacionism o tradicional de los Estados U ni dos, p o r lo que tenía de voluntad de ayuda a los países aliados. En el terren o económ ico llevó a cabo una política en la que el dirigismo fue muy flexible, confiando en el espíritu de em presa n o rtea m ericano p ara prom over planes de producción, los Víctor}' Programs, en apariencia astronóm icos. Los escasos controles que se pusieron (re ducción de la producción de autom óviles y frigoríficos) cam biaron constantem ente y desaparecieron después de la guerra. Con todo ello logró que los Estados U nidos tuvieran el ejército más fuerte y la p ro ducción de m aterias prim as de guerra m ás im portante del m undo sin dism inuir el nivel de vida de los norteam ericanos. Incluso en estos años se p rep aró la continuidad de la prosperidad para después de la guerra.
c. 1939
40
Desigualdad naval (1941-1945) EE.UU. Japón A corazad os....................... Cruceros.......................... Portaaviones.................. Portaaviones de escolta Destructores.....................
10 46 27 77 764
2 5 10 5 50
La industria americana logró reha' cer la flota destruida en Pearl Harbor y la utilizó com o un arma valio sa para derrotar a Japón. En C a r d o n a , A . y S o l a r , D.:
«Historia Universal Siglo XX.» Tom o 18, Historia 16, Madrid, 1984, pág. 59.
354
La URSS
,
ci
E n la U nión Soviética no cam biaron las estructuras políticas. El P artid o C om unista seguía conservando todos los poderes y Stalin di rigía el ejército, el p artid o y el gobierno. E conóm icam ente fue la nación que m ayor esfuerzo tuvo que hacer p ara m an ten er la guerra. D espués del ataque alem án se salvaron algu nas fábricas trasladándolas detrás de los U rales (el 28 p o r 100 de la producción de hierro y el 37 p o r 100 de acero se realizaba en el E ste), p ero la táctica de «tierra quem ada» no favorecía en nada la econom ía. H asta 1943 no se consigue una cierta recuperación, pero entonces todo el esfuerzo debe ponerse en la producción de arm am ento. E l tipo de régim en au toritario perm itió ad o p tar las soluciones drásticas p ara la p roducción de guerra, aunque en condiciones penosas p ara la población. T o d o ello sin olvidar la constante ayuda norteam ericana.
5.
El desarrollo de la guerra. La victoria aliada 1942-1945
A finales de 1942 se perfila un cam bio en todos los escenarios de la contienda, en lo que se ha llam ado la bisectriz de la guerra, á partir de este m om ento la iniciativa va a pasar a m anos de los aliados.
5.1.
El cambio de iniciativa
.E l prim er cam bio se produjo en el Pacíficoi donde los japoneses pretendían obligar a los E stados U nidos a reconocer su hegem onía en la gran Asia. P ara ello in ten tan am pliar su m arco de influencia hasta las islas A leutianas y Hawai, p ero fueron d erro tad o s ostensiblem ente en Midway p o r el ejercito n orteam ericano (4 y 5 de junio de 1942), y su superioridad naval quedó seriam ente com prom etida. Poco después serían vencidos tam bién en G uadalcanal. con lo que los japoneses vie- ' ron detenido su avance y la situación q u edaba a la espera de un con traataq u e norteam ericano. Los portaaviones y los subm arinos fueron las arm as utilizadas p o r los E stados U nidos en esta zona. E n África R om m el, en una ráp id a ofensiva llegó cerca de E l Cairo, pero la escasez de gasolina y carros de com bate le obligó a detenerse. M ontgom ery, p o r su parte, m ediante una contraofensiva en enero de 1943, llega hasta Trípoli. E l A frikakorps quedaba condenado en un plazo inm ediato. L a operación aliada se com pleta con el desem barco El general Bemard L. Montgomery, am ericano en M arruecos y A rgelia. A p artir de entonces, las bases alia cuya victoria sobre el Afrikakorps per das en el M ed iterrán eo (G ibraltar, M alta, B izerta) ya no estaban ais mitió a los aliados liberar el norte de ladas, lo que facilitaba el paso de convoyes p o r este m ar, e Italia q u e África y controlar el Mediterráneo. daba a m erced de los aliados. Pero donde H itler va a sufrir su m ayor fracaso es en la Unión So viética. Las tropas alem anas atacan Stalingrado (quizás un objetivo p o lítico de H itler), donde se desarrolla u n a cruenta batalla. Los alem a nes no pensaban en u n a contraofensiva rusa antes del invierno, pero el 19 de noviem bre el ejército rojo avanza y aisla al ejército de V on Paulus, quien tiene que capitular el 2 de febrero de 1943. N oventa mil alem anes quedan prisioneros, en tre ellos 24 generales, m ientras el res to de las tropas alem anas se retira precipitadam ente.
5.2.
La ofensiva final aliada
E l peso de la g u erra en el bando aliado lo llevan tres países: G ran B retaña, E stados U nidos y la U R SS, y las relaciones entre ellos se h a cen cada vez más estrechas. E n los frentes ruso y del Pacífico son los soviéticos y los norteam ericanos, respectivam ente, quienes llevan la ini ciativa. E n E u ro p a occidental y Á frica los estadounidenses y b ritán i cos deciden las operaciones, aunque finalm ente fueron los prim eros los que, p o r su m ayor capacidad m aterial, term in arían llevando la ini ciativa. E n Á frica la to m a de Túnez perm itió a las tropas aliadas p rep arar el asalto a Italia, adem ás de inco rp o rar a su bando el ejército francés de A rgelia, al que dotaro n de m aterial bélico y d ieron instrucción en las tácticas de g u erra m oderna. E n julio de 1943 se produce el desem barco en Sicilia. Italia estaba perdida y su situación interna (problem as económ icos, decadencia del fascism o) perm itía u n a rápida conquista. M ussolini es destituido y e n carcelado, y el nuevo jefe del gobierno, Badoglio, al m ism o tiem po que declara la continuidad de su adhesión al Eje, entabla conversaciones de paz con los aliados, que culm inan en la firm a de la capitulación in condicional el 3 de septiem bre de 1943. A lem ania, que ya preveía la defección de Italia, ocupa to d o el n o rte y centro del país, incluida R om a, y libera a M ussolini, quien form a con sus últim os fieles una re pública fascista en Saló. E n Italia se entabla entonces u n a auténtica guerra civil, que term ina con la ocupación aliada y la ejecución de M us solini po r los partisanos.
E l general Eisenhower, que dirigió el desembarco de Normandía.
355
Pero es Inglaterra desde donde se va a producir el gran asalto. E n . i conferencia de T eherán los aliados deciden desem barcar en N orm andía y avanzar sobre A lem ania. E l plan fue confiado al general Eisenhow er. V arios m illones de hom bres y m aterial de guerra invadie ron N orm andía p o r m ar y tierra, ayudados por las Fuerzas Francesas del Interior, form adas principalm ente p o r m aquis de la resistencia y h a cen retro ced er a las tropas alem anas. , . M ientras, en el frente oriental, los avances del ejército rojo, apoya do tam bién p o r los grupos de resistencia, fueron m ás rápidos y libera ro n a los países de la E u ro p a oriental. Se van perfilando, en estos úl tim os m eses de la guerra, los das bloques que se form arán al finalizar la misma: los E stados U nidos, ju nto con Inglaterra y Francia, p o r un lado, y la U R SS, con los países de E u ro p a oriental, por otro. A m bos in ten tan avanzar lo antes posible, a fin de ensanchar sus respectivas áreas de influencia. Por fin el avance aliado llega a Berlín, y sejreserva la to m a de la capital alem ana a los soviéticos. A finales de abril, H itler se suicida en su búnker y el 2 de mayo de 1945 se rendía la capital, capitulando la W ehrm acht, por separado, ante los ejércitos n o rtea m e
La Campaña de Italia (1943-1945).
M O N G O tliS -
ricano y soviético. E n el Pacífico los norteam ericanos, al m ando de M ac A rth u r (en la zona sudoccidental) y Ñimiz (en la central), gracias a la gran m a quinaria de guerra que su potencialidad económ ica había hecho p o si ble, ganan terren o a los japoneses desde 1943. Pese a la resistencia te naz de éstos, cuya expresión más conocida fue la del ataque de los avio nes kam ikazes (pilotos que se estrellaban sobre la cubierta de los n a vios), los m arines am ericanos tom an isla tras isla. E n enero de 1945 M ac A rth u r volvió a las Filipinas, com o había prom etido. Luego to m aría Iwo Jim a y Okinawa, cerca de H ondo, en el corazón m ism o del archipiélago nipón. Eese a estar acorralado y desprovisto de su flota, Jap ó n com batía con ardor y se evaluaba en m uchos miles de vidas la continuidad de la guerra. E n estas circunstancias el presidente T ram an decide lanzar sobre H iroshim a la prim era bom ba atóm ica, el 6 de agos to de 1945 y o tra después, el 9 de agosto, sobre N agasaki. E l 2 de sep tiem bre, en la bahía de T okio y sobre el acorazado Missouri, uno de los bom bardeados en Pearl H arbor, se firm a la rendición del Japón, y el em p erad o r H iro H ito renuncia al carácter divino de su poder.
6.
l os contactos para la paz. Síntesis final
6.1. Preparación He la posguerra
LA GUERRA EN EL PACIFICO A FINALES DE 1943
[U
Basas aeronavales japonesas Bases Principales
Linea de méxim
norteamericanas en 1043
La táctica norteamericana consistía en el asalto, por los' marines, de isla tras isla (no todas a fin de ganar tiempo) para ir arrebatando posicio nes a los japoneses.
356
Los aliados no esperaron al final de las hostilidades_para p rep arar la posguerra. E n la Carta del Atlántico, firm ada p o r R oosevelt y C hur chill en 1941, ya se definían los objetivos que se esperaban alcanzar tras la contienda: hegem onía norteam ericana en el N uevo C ontinente, elim inación del riesgo de guerra m ediante acuerdos duraderos entre los aliados y restablecim iento de la paz m ediante la igualdad de todos los puebjos. P ero las divergencias pro n to estallarían. Stalin y Churchill se”dísputan la influencia en E uropa, y el avance de las tropas soviéti cas hacia el O este dqspués de haber liberado sus territorios ponían en ventaja a la U R SS: E n Teherán (noviem bre de 1943), Stalin, R o o se velt y Churchill se reúnen para tratar aspectos m ilitares del ataque con ju n to sobre A lem ania y tom ar adem ás decisiones sobre la posguerra.
La U nión Soviética se m ostró dispuesta a la colaboración, pero en la Conferencia de Yalta (febrero de 1945) hubo que ced er ante Stalin, p o r que se quería o b ten er a cambio un com prom iso de actuación del ejér cito rojo. T rum an, que había sucedido a R oosevelt, accedió, en contra de la opinión de G ran B retaña, a evacuar las tropas angloam ericanas de las zonas de influencia soviética, en cuyos países se fueron estable ciendo gobiernos com unistas conform e eran liberados. N orteam érica cedía ante la U R SS p orque en sus planes inm ediatos no en trab a la in jerencia en los asuntos europeos, en continuidad con su tradicional p o lítica exterior, aunque los acontecim ientos p o steriores les convencerían de su error. E n Y alta se pusieron los pilares de la paz eu ro p ea entre las tres potencias aliadas, de acuerdo con los principios de la dem o cracia y la libertad; pero, sobre todo, se estableció u n a especie de con dom inio p ara dirigir el m undo entre E stados U nidos y la U nión So v i é t i c a . G ran B retaña ya no tenía nada que hacer. La situación creada se confirm ó en Potsdam (julio de 1945), donde se establecieron adem ás otros acuerdos: ocupación y destino de la ven cida A lem ania, porvenir de los im perios coloniales, -ocupación y desti no de Ja p ó n , creación de una nueva Sociedad de N aciones y solución al problem a polaco, cuyos territorios orientales reclam aba la URSS. En Potsdam se acordó que esos territorios serían para la U nión So viética y se recom pensaría a Polonia con territorios alem anes (Prusia oriental, Pom erania y Silesia), pero no tard ó la U R SS en elim inar al gobierno polaco en L ondres y crear un régim en socialista m ediante un plebiscito realizado en presencia del ejército rojo. Stalin continuaba dando m uestras de sus apetencias ante la pasividad de O ccidente. C o n f e r e n c ia s
d e l o s a l ia d o s d u r a n t e l a g u e r r a
1941-1945
Conferencia de Yalta En Yalta se pusieron los cimien tos de lo que sería la ordenación del mundo tras la guerra. Aunque en la foto aparecen los tres líderes del mo mento: Roosevelt, Churchill y Stalin, el mundo sería repartido entre sólo dos potencias: Los Estados Unidos y la Unión Soviética, con la carga ideológica de cada una de ellas.
E n e ro -m a rz o 1 941 . An q io n o r G ía m n n c a n n P r io r id a d a ia lo c n a c o n t r a A le m a n ia
M ayo A tjfH ■ ju m o G a rlo
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la o n os Unidas
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357
Desmembram iento de Alemania «Fue acordado que el artículo 12.a), de los términos de la rendición alemana, sea corregido, quedando redactado de la siguiente manera; El R eino U nido, los Estados U nidos de América y la U nión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tendrán supre ma autoridad con respecto a A lem a nia. En el ejercicio de tal autoridad, tomarán las medidas —incluyendo el total desarme, la desmilitarización y el desmembramiento de A lem ania— que estimen necesarias para la futu ra paz y seguridad. IV. Se acordó que será asignada a Francia una zona en Alemania que será ocupada por las fuerzas france sas. Esta zona se formará a base de las zonas británicas y americana, y su extensión será convenida entre los ingleses y americanos consultando al Gobierno provisional francés. Tam bién fue acordado que el gobierno provisional de Francia será invitado a participar en el Consejo Aliado de Control de Alemania.» A g u i r r e d e C á r c e r , G.: «Proto colo del 11 de febrero de 1945», en «Los documentos de Yalta», Madrid, IEP, 1956.
6,2, Síntesis final Síntesis final de lo que supuso para la hum anidad la Segunda G u e rra M undial.
a.
Consecuencias humanas
P erd iero n la vida unos cincuenta m illones de personas, y unos trein ta m illones de europeos debieron abandonar su país de origen.
b.
Consecuencias materiales
M uchas ciudades fueron destruidas; A lem ania, Polonia y la U nión Soviética fueron los países que sufrieron m ayores destrozos. Infinidad de obras de arte se p erdieron (1 900 en Francia). Las vías de com uni cación fuero n destrozadas (80 por 100 en Polonia, 37 000 kilóm etros en Francia, etc.).
c.
Consecuencias morales y políticas
F u ero n las m ás difíciles de reparar. Las destrucciones de casas, co legios, hospitales... y la utilización de los avances de la hum anidad para su autodestrucción son algunas de las m uestras de que la guerra había costado m ás cara que los problem as que la originaron. La victoria de los aliados había perm itido el triunfo de las libertades nacionales e in dividuales en los paises del O ccidente, m ientras el centro y este de E u ro p a y gran p arte de A sia quedaban bajo el poder de gobiernos to ta lita rios. A partir de ahora: 1. D os potencias pasan a dom inar el m undo: La U nión Soviética y los E stados U nidos, en detrim ento de E u ro p a occidental. 2. La g uerra provoca una aceleración del m ovim iento descolom zador, que origina num erosos países nuevos en lo que se h a llam ado el T ercer M undo. 3. L a hum anidad se divide en dos bloques, el capitalista y el so cialista; a los que se añade después el grupo de países del T ercer M un do, con su injerencia decisiva en las relaciones internacionales. 4. E l peligro de una nueva guerra incita a la creación de organis m os internacionales que solucionen los conflictos. “ “5 Las relaciones de producción en los países capitalistas vence dores (Francia, G ran B retaña, E stados U nidos) se transform an al exi gir los trab ajadores su parte de beneficios de la victoria y el pago a su sacrificio p o r salvar el sistema.
d.
Consecuencias científicas y técnicas
L a incesante investigación tecnológica que se produce durante la g u erra en el cam po de los arm am entos, y que culm ina con la bom ba atóm ica, origina una constante carrera de arm am ento entre los dos blo ques resultantes de la nueva división geopolítica del m undo. La ciencia produjo tam bién en estos años invenciones, aplicadas du ra n te el conflicto, que después se desarrollaron para fines pacíficos: ra dar, electrónica, m ateriales plásticos, penicilina, sulfamidas, transfu sión sanguínea, m ecanización de la industria y, sobre todo, la utiliza ción de la energía nuclear. T odo esto dem uestra claram ente que tras la Segunda G u e rra M un dial surge u na nueva era, cuyas vicisitudes y características se estudia rán en el siguiente bloque de tem as.
358
1.
Comentario de textos
Documento 1 «A lem ania se ha p rep arad o p ara una lucha gigantesca y va a v erter la sangre de su ju ventud con el fin de p ro teg er a E u ro p a de u n a bolchevización que destruiría n uestra cultura hasta sus propios cim ientos. Q uisiera que supiéseis que el gobierno francés no p e r m anece indiferente ante la inm ensa g ran d e za de los sacrificios a los que vuestro país se entrega voluntariam ente, y en vuestra desgra cia, desearía deciros, espontánea y sim ple m ente, que F rancia p o r su p arte está dispues ta a contribuir —según sus posibilidades y sin
ningún re tra so — a vuestros esfuerzos (...). Los franceses están unidos a su patria, pero sé que estarán dispuestos a dejarla por una ta re a cuya significación histórica y nacional les ha sido ya explicada. Y o haré todo lo que m e sea posible en este sentido y os ruego que m e ayudéis con vistas a p rep a rar el terreno psicológico que p u eda justificar m i acción.» LlMOUZlN, P.: «C arta de Pierre Laval a von R ibbentropp. 12 de mayo de 1943», en «Textes et docum ents d ’Histoire», París, 1976, pág. 85.
Cuestiones 1. 2. 3.
4.
Sitúa histórica y geográficam ente el texto. A verigua lo que puedas del au to r y su destinatario. Explica p o r qué Laval apoya a A lem ania. Explica la situación de Francia en estos m om entos.
Documento 2 C om enta el siguiente docum ento com pa rándolo con el que aparece en el ap artad o 3.2. ' Si las circunstancias m e diesen m otivo p ara utilizar las fuerzas aéreas alem anas co n tra In glaterra, existe el peligro de que R usia co m ience entonces su estrategia de extorsión en el Sur y el N orte, a la que ten d ría que som e term e en silencio, sencillam ente p o rq u e me hallaría dom inado p o r u n a sensación de in ferioridad aérea. E ntonces no sería posible para mí, sobre todo al no con tar con el ad e cuado soporte de las fuerzas aéreas, atacar las fortificaciones rusas con las divisiones es tacionadas en el E ste. Si no deseo exponer me a este peligro, sería posible que tran s curriese todo el año 1941 sin que se p ro d u je ra n cam bios en la situación general. P or el
contrario, Inglaterra cada vez estará m enos dispuesta a pedir la paz porque depositará sus esperanzas en el aliado ruso. A decir ver dad, estas esperanzas irán en aum ento, n a tu ralm ente, a m edida que el ejército ruso vaya estando m ás preparado. Y detrás de todo esto se encuentra la entrega en m asa de m a terial de guerra am ericano, que la U R SS con fía ob ten er en 1942 (...). Por consiguiente, después de exprim irm e constantem ente el cerebro, he llegado a la decisión de cortar el nudo antes de que se apriete dem asiado. C reo, D uce, que con esto brindo probablem ente los m ejores servicios posibles a nuestra dirección conjunta de la guerra en el año en curso (...).» S n y d e r , L. L.: «Carta de A dolf Hitler a Musso lini», en «La Guerra», Barcelona, 1972, pág. 226.
359
2.
Tema de profundización y debate
C au sas de la g u erra De los estudios realizados sobre la Segunda G uerra M undial los que m erecen mayor in te rés son aquellos que tocan tem as claves p ara la com prensión de las causas de ^ “ n tiend^ tanto las rem otas com o las inm ediatas. Para algunos historiadores, com o A .J.P T a y lo r,, e n e tratad o de V ersalles se en cu en tra la principal causa rem ota de la guerra sobre todo cerniente a la enorm e dureza hacia los vencidos, concretam ente hacia el pueblo alem an. H itler sólo recogerá el anhelo de los alem anes por la revancha. O tros historiadores, com o D urosehe^ven varfos factores causales: inestabilidad de la R epública de W e,m ar, efectos de la crisis del 29 tendencia tradicional hacia el autoritarism o de la sociedad alem ana, etc. C om o causas inm ediatas se han apuntado tam bién varias: Bullock y D uroselle señalan la p rá c ric a d e l chantaje llevada a cabo por H itler, que creía que las d^ ih ta d a s dem ocracias ce derían siem pre, com o estaban haciendo, antes de lanzarse a la‘ i ue™ P " estPa bi ° G erm ano-Soviético abrió el cam ino a H itler hacia la guerra. P m aim ente habria 9 ue esta^ cer tam bién otras causas que explicasen la en trada de otros países (E E .U U . y Japón) en la euerra hasta convertir el conflicto en m undial. . . . ^ ^ ■ Estos aspectos p ueden am pliarse a través de la bibliografía señalada al principio del Tem a y de la que a continuación se indica: B a d ía , G.: «Historia con tem porán ea d e A lem ania». Vol. 2, Futuro. Buenos Aires, 1 6 . B u l l o c k , Alan: «Hitler.» 2 vols., Grijalbo, Barcelona, 1973. S h i r l r . Willian L . : «Auge y caída del ¡11 Reich.» Caralt, Barcelona, 1973.
3.
Testimonios
Literarios En literatu ra destaca la labor de escritores rusos tales com o Nekrasov que escribe Trin chera de Stalingrado, y Kataiev, Por el poder de los soviets, de clara finalidad propagandís tica. . Los acontecim ientos de la guerra e incluso de la retaguardia se relatan en obras com o La oscuridad cae del cielo, de Balchin, que describe bom bardeos aéreos, o E l diario de A na Frank que pone de m anifiesto la Persej cución de los judíos. Hans Carosa escribió sobre el fin de H itler en Dos m undos. El tem a de los cam pos de concentración se narra en el cuento de Katka, En la colonia penal, en el que se profetiza su existencia posterior. M erecen especial interés algunas memo rias y biografías de personajes protagonistas de la* guerra: W inston Churchill: Memorias. La Segunda Guerra Mundial, Plaza y Janés, Bar celona 1949-55. Vols, 1-IV. Biografía de De Gaulle, por Francois Mauriac, editada re cientem ente por Sarpe. C om prende los años de la guerra hasta la m uerte del general en 1970. etc.
D e tem as biográficos son: M ac A rthur de Sargent y Patton de Schaffner. A b u n d an los testim o n io s gráficos. P or e je m p lo : R aym on C artier, L a Segunda Guerra M undial, publicada por P laneta con fotografías de París M atch. O bien Imágenes y Recuerdos, 1939-1950, A ños de Penitencia, de D ifusora Internacional, etc. Cinematografíeos E l cine ha realizado infinidad de películas sobre la Segunda G u erra M undial. Son b u e na m uestra de la espectacularidad de los com bates; Un puente lejano, de Attenborough; Arenas sangrientas, de Dwan; E l día más largo, de Zanock. L a batalla del R ío de la Plata y H undid al Bism arck son dos m ues tras de la guerra naval en el cine. Documentales E n tre los docum entales, dentro de la serie 2000 de T V E, es de interés L a Conferencia de Yalta, de u n a h o ra de duración.
El planeta Tierra visto desde la Luna.
CUARTA PARTE
El mundo de nuestro tiempo 16.
La organización de la paz: La ONU. Tensiones internacionales y bloques de potencia
17.
Crecim iento económico de los países desarrollados
18.
La descolonización. El tercer m undo y el problem a del subdesarrollo
19.
G randes movimientos de integración en el mundo. Las instituciones supranacionales europeas
20 .
La cultura del siglo XX: tecnología, ciencia y humanismo 361
CUADRO CRONOLÓGICO 4 (CUARTA PARTE) El mundo de nuestro tiempo (1946-1988) Año
362
Política
Sociedad y economía
Ciencia y cultura
1947
«Guerra fría», doctrina Truman
«Plan Marshall»
Chaplin rueda «Monsieur Verdoux»
1950
Guerra de Corea
Inicio de la «caza de brujas» en EE.U U .
Construcción de la Ciudad Universitaria de México
1956
Crisis de Suez
Rebelión anticomunista en Hungría
Se inicia la construcción de Brasilia (O. Niemayer)
1962
Crisis de los misiles en Cuba
Incidentes raciales en EE.UU.
Concilio Vaticano II
1967
Guerra de los Seis Días Inicio de la guerra de Biafra
\ Muerte de Ernesto «Che» Guevara
Primer trasplante de corazón
1968
«Mayo del 68» en París Rebeliones estudiantiles en toda Europa
«Primavera de Praga»
«2001, una odisea del espacio», de S. Kubrick
1973
Golpe de Estado en Chile Paz de París. Fin de la guerra del Vietnam
Crisis del petróleo Ampliación de la CEE (Gran Bretaña, Irlanda, Dinamarca)
Lanzamiento de la estación espacial Skylab
1978
Constitución española Acuerdos de Camp David para la paz en 0 . Medio
Asesinato de Aldo Moro Fundamentalismo religioso en Irán
Elección como Papa de Juan Pablo II. Fusión nuclear experimental
1980
Guerra civil en El Salvador Reagan, presidente USA Guerra Irán-Irak
Apertura económica en China dirigida por Teng-Siao-Ping Creación de «Solidaridad»
Asesinato de John Lennon Intenso programa espacial de la URSS con los Salvut y Soyuz
1985
Gorbachov, hombre fuerte en la URSS
Plan Baker para las deudas del Tercer Mundo
Proyecto Eureka
1987
Guerra del Golfo Intervención de EE.U U .
«Perestroika» Crash bursátil en Nueva York
Encíclica «Redemptoris Mater»
1989
Caída del Muro de Berlín y de los regímenes comunistas en Europa del Este
Europa del Este introduce la economía de mercado y la propiedad privada
Cela, Nobel de Literatura
1990
Se permite el pluralismo en la URSS Independencia de Namibia
Gorbachov introduce la economía de mercado en la URSS
Restablecimiento relaciones diplomáticas El Vaticano-URSS
1991
Golpe de Estado y desapari ción de la URSS. Reunificación alemana.
A cu erd o d efin itivo sobre la unión económica y monetaria de la CE.
Avances en la fusión fría.
Paisaje italiano n.° 2, por Ben Shahn, 1945. E l solar europeo, desolado y triste, se abre p aso a una nueva reestructuración de la p a z y de la convivencia en el m arco europeo e internacional.
La organización de la paz: la ONU. Tensiones internacionales y bloques de potencias Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. El m undo tras la Segunda G uerra Mundial. La Organización de las Naciones Unidas. La «guerra fría» (1947-1961). La «coexistencia pacífica» (1962-1975) La distensión (1975-1985). El nuevo orden mundial (1985-1992).
363
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema La inm ediatez de los procesos históricos que se estudian en este tem a, m uchos de ellos aún abiertos, hace que la bibliografía en lengua castellana sea escasa, en ocasiones incom pleta, y otras veces enfocada desde u n a perspectiva periodística. Sin em bargo, p u e den destacarse p o r su interés los siguientes títulos: • B e n z , Wolfganz y G r a m l, Hermán: «Problemas mundiales entre los dos bloques de po
der (1945-1980)», vol. 36 de «H istoria U niversal», Siglo XX I, Barcelona, 1982. R esulta ser u n a visión de conjunto, p uesta al día, sobre la dinám ica de las relaciones in ternacionales desde la II G u e rra M undial. Carlos: «Historia del m undo contemporáneo: desde la posguerra hasta hoy (1945-1979).» Labor, B arcelona, 1980. . . . . Es una b u en a o b ra de conjunto p ara el período, en especial p ara la historia política, que cen tra su atención en E u ro p a y en los conflictos arm ados más im portantes.
•
OSSA,
S a lo m C o s t a , Julio: «La Guerra Fría». Planeta, Barcelona, 1975. P ara un a com prensión del fenóm eno a niveles básicos.
•
• A g u i r r e , Mariano: «De Hiroshima a los euromisiles.» Tecnos, M adrid, 1984.
U n enfoque em in en tem en te periodístico. • M e s a , Roberto: «Vietnam, la lucha p o r la liberación 1943-1973.» Edicusa, M adrid, 1973. • CALVO-CORESSI, Peter: «Historia Política del M undo Contemporáneo. De 1945 a nuestros días.» A kal M adrid, 1984. . . . . D a un a visión fundam entalm ente diplom ática y externa del devenir histórico contem po ráneo. F undam ental p ara en ten d er la etap a de la «G uerra Fría». • TAMAMES, Ramón: «Un nuevo orden mundial». Espasa-Calpe, M adrid, 1991. U na sugerente reflexión sobre los problem as del m undo actual, con especial incidencia sobre la eco logía, y una propuesta utópica de gobierno m undial regido por «la senda crítica de la razón».
• G a r c í a d e C o r t á z a r y R u iz d e A g u ir r e , Fernando y L o r e n z o E s p in o s a , J. M.: «His toria del m undo actual, 1945-1989». Alianza, M adrid, 1990. Con un estilo provocador y p e riodístico, una interpretación de la historia m ás actual.
• M a m m a r e lla , Giuseppe: «Historia de Europa Contemporánea». Ariel, Barcelona, 1990. U n sólido m anual que trata con detalle los procesos históricos de los principales países eu ropeos, sobre todo en sus aspectos políticos y económicos.
364
1.
Introducción
U n a vez concluida la Segunda G u erra M undial con la d erro ta d e finitiva de las potencias fascistas, los vencedores establecen un nuevo orden internacional. A partir de 1945, y hasta nuestros días, los cen tros de p o d er decisorio sobre la política m undial pasan de las viejas n a ciones europeas, que salen del conflicto bélico m altrechas o vencidas, a los dos centros de p oder extraeuropeos que consolidan su liderazgo mundial: la U nión Soviética y los E stados U nidos. B uena p arte de las relaciones internacionales de los últim os dece nios está condicionada p o r el esfuerzo de los dos «grandes» p o r afian zar y consolidar sus respectivas áreas de influencia tras el tácito re p a r to del m undo que se llevó a cabo después de la guerra. E sta época es un período de grandes tensiones, que ponen al m un do con frecuencia al borde de u n a nueva confrontación generalizada y hacen estallar m últiples guerras y conflictos localizados. Sin em b ar go, la aparición de las arm as nucleares, cuyo m onopolio real com par ten las dos superpotencias, m ediante la estrategia de la disuasión, evi ta la catástrofe de una nueva guerra m undial. P or últim o, la progresiva interrelación económ ica y cultural del m un do actual, así com o la crisis vivida p o r el m undo com unista en los úl timos años, que ha llevado a su desaparición, han conducido a la liqui dación de los bloques m ilitares concebidos en su form a tradicional y al m onopolio del liderazgo m undial p o r parte de Estados Unidos.
Construcción del m uro de Berlín sím bolo del reparto del m u n d o en áreas de influencia (1961).
2.
El mundo tras la Segunda Guerra Mundial
2.L
Situación de los diversos países y puntos de tensión
Los costes económ icos y hum anos que provocó la Segunda G u erra M undial fueron inm ensos, com o ya se ha estudiado en el T em a 15. E s pecialm ente E u ro p a sufrió las consecuencias del conflicto: ocupacio365
nes de ejércitos extranjeros, destrucción de ciudades, industrias y vías de com unicación, escasez de alim entos y grandes m asas de refugiados y personas desplazadas. E n síntesis, la situación concreta de los países era la siguiente: . a. Países vencidos: Q uedaron bajo ocupación m ilitar extranjera, los de E u ro p a oriental en poder del ejército soviético, Italia' p o r los an gloam ericanos, A lem ania por las cuatro potencias vencedoras y Japón p o r los norteam ericanos. b. Naciones liberadas: Los países que habían sufrido la ocupa ción m ilitar del E je volvieron a reinstaurar sus gobiernos nacionales, aunque supeditados al área de influencia correspondiente a cada superpotencia. Así, los países de E u ro p a oriental evolucionan hacia dic taduras com unistas denom inadas «dem ocracias populares» —C hecos lovaquia, Polonia, e t c . - , m ientras que los países de E u ro p a occiden tal tras gobiernos de concentración con todas las fuerzas políticas, vuelven a los sistem as liberales de antes de la guerra - F r a n c ia , Bél gica, H olanda, etc. c Países neutrales: Casi todos, Suecia, Suiza, P ortugal e Irlanda, m antuvieron su form a de gobierno an terio r y se integraron pronto en los organism os internacionales; se exceptúa E spaña, cuyo sistem a p o lítico fue considerado fascista y sufrió, en consecuencia, el aislam iento
EUROPA ORIENTAL TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL SU E C IA
r — i Incorporados ™ a ¡a U R S S EN ’ 939 —
Frontera Alemana 19
—
Pacte de Varsovia
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Estacionamiento de Tropas Soviéticas
TÉT República Popular
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LETONIA M o sc ú O
D IN A M A R C A
internacional. d. Países vencedores: F ueron los E stados U nidos, la U nion So viética y G ran B retaña, denom inados los «Tres G randes», y pasaron a controlar la vida política internacional tras el conflicto, aunque con b astante rapidez el m undo se polariza en torno al p o der e influencia de los dos prim eros, y G ran B retaña queda en un papel secundario. E l gran vencedor de la guerra desdé el punto de vista económ ico fue E stados U nidos. La U nión Soviética, p o r su parte, logró una am plia área de influencia en E u ro p a oriental hasta el Elba, com o puede ob servarse en el siguiente m apa: '" E n los m eses y años inm ediatam ente posteriores al final de la Se gunda G u erra M undial se produce el desm oronam iento de la alianza de los vencedores. Los puntos de tensión que causan la ru p tu ra entre 1945-47 son los siguientes:
LITU AN IA Góperiague,
PO LO NIA UNIÓN SO VIÉT IC A
Munich,
TuSTRIA/'Budapest . > \H U N G B IA
MAR NEGRO
IT ALIA
• Polonia y Europa oriental: C oncluida la guerra, se form a en Polo nia un gobierno provisional con la presencia de todas las fuerzas po líticas, pero tras la forzada unión de com unistas y socialistas, el P arti do C om unista, con el apoyo de la U R SS, que ocupaba m ilitarm ente el país, y a través de todo tipo de coacciones en las elecciones de 1947, se hace con el poder e inicia una dura represión para acabar con la oposición, el P artido Cam pesino. Los países occidentales, que habían ido a la guerra por salvaguardar la independencia política de Polonia, contem plan im potentes este proceso, que se repite de form a similar en el resto de los países de E uropa oriental entre 1946-48. La reo rd e nación de las fronteras polacas tam bién fue im portante, com o se ad vierte en el siguiente texto:
TU R Q U ÍA Atenas M E D IT ER R A N E O
Reordenación territorial y establecimiento de las Democracias Populares•
366
• Grecia: T ras la liberación p o r las tropas británicas y el estableci m iento de un gobierno de U nidad N acional presidido por Papandreu (padre), la guerrilla com unista in ten ta tom ar el p o d er y se enfrenta a 1qs grup 0S m o nárquicos de centro y derecha. P ero en un prim er mom entó el ejército británico y a p artir de 1947 las tropas n o rteam erica nas apoyan al gobierno de A tenas p ara m antener a G recia dentro de la zona de influencia occidental.
• Alemania: Situada en el centro de E uropa, vencida y ocupada, cons tituye el problem a m ás im portante en tre los vencedores, que no se p o nen de acuerdo sobre su futuro. Se adop tan una serie de m edidas in m ediatas: desnazificación, reconstrucción de u n a adm inistración local y regional, proceso de N ürem berg, autorización de algunos partidos políticos. Pero m ientras los rusos desm ontan fábricas en teras en su zona, los angloam ericanos p rocuran la reconstrucción económ ica de la parte occidental. P rogresivam ente fracasan los planes de unificación y se crean dos grandes áreas económ ico-políticas: la occidental (zonas francesa, inglesa y am ericana), con econom ía de m ercado y pluralism o político, y la oriental (zona soviética), donde existe u n solo partido p o lítico, el SED , y hay u n a econom ía dirigida. D e esta m anera surgen los dos E stados alem anes de posguerra: la R epública F ederal A lem ana y la R epública D em ocrática A lem ana (1949).
La conferencia de Potsdam decide el corrimiento de las fronteras polacas hacia el oeste.
Se ha llegado al siguiente acuerdo en relación con las fronteras occi dentales de Polonia: De conformidad con el acuerdo sobre Polonia adoptamos en la con ferencia de Crimea los tres jefes de los Gobiernos han indagado la opi nión del Gobierno provisional pola co de unidad nacional con respecto a la incorporación de los territorios del norte y del oeste que Polonia debe recibir. El Presidente del Con sejo nacional de Polonia y los miem bros del Gobierno provisional de • Austria: Fue ocupada al final del conflicto p o r los vencedores, que unidad nacional han sido recibidos dividen su territo rio en cuatro zonas. Posteriorm ente, y tras la retirada en la conferencia ante la cual presen taron amplia y totalmente sus puntos de los Aliados, se convirtió en u n peq u eñ o E stado n eutral, recu p eran de vista. Los tres jefes de los Gobier do sus fronteras de 1919 y una envidiable estabilidad política y p ro s nos reafirman su opinión de que la peridad económ ica. demarcación definitiva de las fronte ras occidentales de Polonia debe • Otras zonas de conflicto: F uera de E u ro p a los choques en tre in te aguardar a los ajustes de la Confe reses y zonas de influencia de am bas superpotencias se m ultiplican. E n rencia de la Paz. Los tres jefes de Irán ingleses y rusos se disputan el control del país. E n China, tras la Gobierno acordaron que, pendiente derro ta japonesa estalla u n a g u erra civil en tre el P artido N acionalista, la determinación final sobre las fron capitaneado p o r Chiang K ai-Chek, y el P artid o C om unista de M ao, teras occidentales de Polonia, los an que concluye en 1949 con la d erro ta nacionalista; el ejército vencido tiguos territorios alemanes al este de y sus dirigentes se refugian en la isla de Form osa, m ientras en el con la línea que corre desde el mar Bál tico, inmediatamente al oeste de tinente se proclam a la R epública P opular China. Swinemunde y sigue a lo largo de! río Oder, hasta su confluencia en el río Weser occidental, y a lo largo del curso de este río hasta la frontera checoslovaca, incluida la porción de la Prusia Oriental no situada bajo la adm inistración de la URSS, de Com o ya se ha apuntado en la introducción de este tem a, la con acuerdo con lo convenido en esta secuencia fundam ental de la d erro ta del E je fue la creación de un n u e conferencia e incluyendo la zona de vo orden internacional, caracterizado p o r la consolidación de dos cen la antigua ciudad libre de Danzig, debe quedar bajo la administración tros de p o d er m undial: los E stados U nidos y la U nión Soviética. D es del Estado polaco y como tal no de que la victoria pareció inm inente (1942), los aliados se dedicaron debe ser considerada parte de la a p rep arar m eticulosam ente el futuro del m undo en sucesivas confe zona soviética de ocupación en Ale rencias (T eherán, Y alta, Postdam ), donde los líderes vencedores dise mania.
2.2.
El nuevo orden internacional: la bipolaridad
ñaron u n nuevo o rden internacional, basado en el m antenim iento en la paz de la alianza que había vencido a las naciones fascistas. Igual m ente se acordaron las líneas m aestras de lo que se quería que fuese la política internacional a p artir de entonces: reparto del m undo en zo nas de influencia p ara cada una de las dos grandes potencias surgidas de la guerra; apoyo al proceso de descolonización de los territorios que adm inistraban las potencias europeas en A sia y Á frica; m odifica ción de las fronteras de E u ro p a o riental en beneficio de la U RSS; crea ción de un gran foro internacional p ara la resolución pacífica de las diferencias en tre los distintos E stados: la O rganización de las N acio nes U nidas, y establecim iento de las bases p a ra la firm a de los tra ta dos de paz y la adm inistración de las naciones vencidas. No obstante, im portantes diferencias en varios terrenos separaban a los vencedores.
Apud M ir a , José y AA.VV.: «Op.
cit.», pág. 600.
367
a) E n el ideológico, el socialismo m arxista-leninista de cariz to ta litario de la U R SS y sus satélites se opone al sistem a liberal-dem ocrá t i c o pluralista de las naciones occidentales. b) E n el económico, frente a los postulados de libre em presa y ltberaíism o económ ico, que tienen en los E stados U nidos a su m ás fir me defensor, la U R SS y las dem ocracias populares defienden una férrea planificación y nacionalización de los m edios de producción. c) E n el geográfico, los países que lideran los Estados U nidos se estructuran en torno al A tlántico N orte, m ientras que los países co m andados p o r la U R SS form an un com pacto bloque continental que .... cubre toda E u ro p a oriental y gran p arte de Asia. P ronto se hace p aten te la im posibilidad de m antener la co opera ción que había derrotado al fascismo, y se impone entonces, según Duroselle, el sistem a bipolar: el poder de las dos grandes potencias extraeu ro p eas, E E .U U . y la U RSS, sustituye a los viejos sistem as de equi librio de p o d er por alianzas entre las naciones del continente. D e la concordia m ás o m enos tensa del período 1945-47 se pasa a la «guerra fría».
Los tres grandes en la Conferencia de Postdam (julio de 1945). La conferencia de Potsdam entre Stalin, Truman y Atlee (julio de 1945) fijó las medidas económicas a aplicar sobre la Alemania derrotada y discutió los problemas de los Bal canes y del Japón. Fue el último en cuentro en la cumbre de los Tres Grandes.
La O r g a n iz a c ió n de las_ Naciones Unid?® (ONU) c-
3.1.
""
1 ■
ii
-
Orígenes y fundación
ra d ir e c ta d e la Sociedad de N aciones constituida.al finali^ r f T P r i m e r a G uerra M undial (véase T em a 13). la O N U fue creada en la conferencia de San Francisco (abril-junio de 1945). La idea de un organism o que regulase las relaciones entre los E stados y facilitase la cooperación internacional arranca del congreso de V iena en 1815 (véase T em a 2) y, ya en el siglo X X , las progresivas dependencias e interrelaciones entre los pueblos del m undo hacen más p erentoria la existencia de un organism o de cooperación internacional con carácter cstciblo La gestación de la O N U com enzó en plena guerra, con la D ecla ración de las N aciones U nidas (1942) suscrita por los Tres G randes y el proceso culm inaría en la ya citada conferencia de San Francisco, a la que se invitó a todos los países que habían luchado contra el Eje. D e allí salió la Carta d a la s Naciones .Unidas, que ha regulado su activlHadT dufante~maT de cuatro décadas.
368
3.2.
Órganos rectores y organismos especializados
I.a C arta de las N aciones U nidas establece el organigram a básico de la organización, en el que se distinguen los siguientes aspectos y o r ganismos: ( a. Miembros: H ay dos tipos, |o s fundadores] aquellos que partici paron en la conferencia de San F ran cisco, que eran 51, la m ayoría eu ropeos y am ericanos, vi los adm itidos!} todos los países que han accedi do a la independencia desde 1945 y aquellos otros que estaban en el bando vencido o próxim os a él (Japón, las dos A lem anias, E spaña). E n 1989, de los 170 E stados soberanos existentes, 157 son m iem bros de pleno derecho de esta organización, lo que la convierte en un foro auténticam ente m undial, m ucho m ás am plio que cuando se fundó y con una influencia decisiva de los nuevos países del T ercer M undo en detrim ento de las antiguas naciones europeas y las dos superpotencias. b.A sam blea G eneral: E stá integrada por todos los países m iem bros. Se reúne una vez al año en v. cuando sea preci so. en Puede disentir nialqiifp.r problema internacionál, tan to de seguridad com o de cooperación, y aunque sus reso luciones no son vinculantes, sí ejercen una gran influencia. (cT) Consejo de Seguridad: Es el órgano ejecutivo. C om puesto ori ginariam ente p o r once países, actualm ente este núm ero se ha am plia do a quince, de los cuales cinco son perm anentes, y tienen derecho a paralizar las decisiones qué pud ieran adoptarse a través del veto (E s tados U nidos, U nión Soviética, G ran B retaña, F rancia y C hina P opu lar), y los diez restantes son elegidos p o r la A sam blea G en e ral por un plazo de dos años. É ste organism o puede reunirse con carácter de u r gencia p ara tra ta r cualquier conflicto bélico en tre los Estados. d. Secretaría General: T iene carácter p e rm a n e n te. E l Secretario G eneral, cs el más alto Tuncionario de la organización y su actuación como m ediador en las crisis y conflictos m ternacíoñales de posguerra ha sido, en ocasiones, decisiva. T am bién posee las funciones adm inis trativas que le perm iten m an ten er el funcionam iento norm al de la O N U . Su designación suele basarse g eneralm ente en un com prom iso entre los grandes bloques o grupos de países presentes. e- Los organismos especializados: Ju n to a los anteriores, em inentem Snte políticos y d ipío m á t ico s>la~O Ñ U cuen ta con agencias y orga nismos especializados en el tratam ien to de problem as concretos. Así, eLTrjbim aLM erQacio.nal de Justicia, con sede en La H aya, arbitra las cuestiones y litigios que voluntariam ente le som eten los E stad o sU a . U N E SC O se encarga de los asuntos de cultura y educación; la .FA Q acuciantes problem as alim enticios del mun do-a c tual. E n el siguiente organigram a se aprecía la estructura de la O N U . '
3.3.
Fines teóricos y actividades concretas...............................
..
Secretarios Generales de la ONU desde su creación. Trygve Lie (noruego) 1946-53; Dag Hammarskjóld (sueco) 1953-61; U-Thant (birmano) 1961-72; Kurt Waldheim (austríaco) 1972-82; Ja vier Pérez de Cuéllar (peruano) 1982-91; Butros Gali (egipcio) 1991actualidad.
Javier Pérez de Cuéllar Siguiendo la tradición de elegir di plomáticos de países neutrales o no alineados, la Asamblea General de signó Secretario General en 1982 al peruano Javier Pérez de Cuéllar. En la foto, Pérez de Cuéllar salu da a Tarek Aziz (representante ira quí) al iniciarse las negociaciones en Ginebra que conducirían al alto e l fu e g o e n tr e I r á n e I r a k (20-VIII-1988).
Los fines de la O N U están contenidos en la Carta de las Nociones UnidMr especialm ente en los párrafos siguientes: «Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas Resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, 369
Comité del Estado Mayor
U SA
Comité Electoral
Comité de Desarme
Comité de Energía ¡ Atómica
1 Francia|[ c h in a | | GR B R j| U R S S consejo de
Secretariado gral. vicesecretarios funcionarios de la ONU Presidente Vicepresidentes Presidente de las C om isiones
SE C R E T A R IA D O '
Presidente
Estados m iem bros y
k
Tribunal Internacional de Justicia
com isiones económicas
Consejo Económico y Social
organism os de la ONU
CEE (Europa) UNICEF
CEALO , (Asia) CE PA L (América)
Consejo de Admón. fiduciaria Fuerzas Arm adas de la ONU
18 miembros C om isiones de la Paz
3 miembros permanentes 3 miembros electivos__
ASAM BLEA G EN ER A L
Comité de Dirección 15 jueces
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PN U D UNITAR OMP
OEA O NUD UNHO R U NOTAD
Consejo del Comercio y del Desarrollo
agencias especializadas]
UT FM OPU 00 U N E SC O OT OCM GATT FAO OAC CM S BRD OM
com isiones
información Estadística Población Asist. Social Der. Hum anos Der. Mujer Comercio Estupefacientes
Organigrama de las Naciones Unidas. AID: Organización M undial de! Desarrollo. BIRD: B anco M undial. FAO: Organización para la Agricultura y la Alimentación. FMI: Fondo M onetario Internacional. GATT: Acuer do G eneral de Aranceles y Comercio. OIAC: Organización Internacional de Aviación Civil, OICM: Organización Intergubernam ental Con sultiva Marítima. OIEA: Organismo Internacio nal de Energía Atómica. OIT: Organización In ternacional del Trabajo. OMM: Organización M undial de la M eteorología. OMPI: Organiza ción M undial de la Propiedad Intelectual. OMS: Organización M undial de la Salud. ONUDI: O r ganización de las Naciones U nidas para el D e sarrollo Industrial. PNUD: Program a de las N a ciones Unidas para el Desarrollo. UIT: Unión Internacional de Telecomunicaciones. UNCTAD: Conferencia de las Naciones Unidas so bre Comercio y Desarrollo. UNESCO: Organi zación de las Naciones Unidas para la Educa ción, la Ciencia y la Cultura. UNHCR: Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. UNICEF: Fondo de las N a ciones Unidas para la Infancia. UNITAR: Insti tuto de Formación Profesional e Investigación de las Naciones Unidas.
Conferencia de San Francisco. En la Conferencia de San Francis co (1945) se aprobó la Carta de las Naciones Unidas. 370
que dos veces durante nuestra vida han infligido a la humanidad sufrimientos indecibles; a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de de rechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas; a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la jus ticia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados de otras fuentes del derecho internacional; a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad (.,.). Por tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de repre sentantes reunidos en la ciudad de San Francisco que han exhibi do sus plenos poderes, encontrados en buena y debida forma, han convenido en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen una organización internacional que se denominará las Naciones Unidas.»
E stos p rin cipios te óricos, que tienden básicam ente al nianteninu.cj] to rF í a n a / \ la seguridad in te rn a c io n a le sj al logro de m ayores cotas de libertad^ igualdad y prosperidad p ara los países y los individuos, han tenido, en la práctica,V esültadds'desiguales. D esde un principio las dos superpotencias y las tres potencias m edias (E E .U U ., U R SS, China, F rancia e Inglaterra), al reservarse el derecho de veto en el Consejo 'dé Seguridad, h a h ' paralizado cualquier resolución contraria a sus in tereses. P or o tra parte, el concepto de agresión no se definió hasta 1974. N o obstante, durante casi m edio siglo se ha m antenido un foro de discusión p erm anente de los problem as m undiales, que h a logrado paralizar algunas guerras (O riente M edio, C orea, K atanga, Irán-Irak). T am bién ha facilitado su actividad el proceso de descolonización (véa se T em a 18). P or últim o, aunque con m uchas lim itaciones, se ha fo m entado la asistencia técnica y económ ica a los países subdesarrollados, se h a paliado el problem a de los refugiados de guerra y_sg fjntHn te ó ricam ente el m argo lega(nde-1os d e re c h o ^ ia dJVidnateiv^ Q a J ^ ^ n r a d ó n ^ S ^ e í o s D ^ c h S s del Hombre (1948). La inconfun“3ÍBÍe silueta de su sede central en N ueva Y ork sigue siendo una espe ranza p ara los males de la hum anidad.
4
La guerra fría 1
Un político de la «guerra fría»: Dean G. Acheson
Génesis del término
La acepció ^ ^ u e n ^ n a » cir i a l e s e n cl p m ío a o m r i^ ia ta m e m e . posterior- a ia S c g u n a ^ G u c rra M undial. L a invención del térm ino se atribuye al periodista n o rteam e ricano W. Lippm ann, quien hace uso de él en 1947 en un trabajo don de estudiaba la política exterior norteam erican a de posguerra. ^C oncretando más su significado, pued e decirse que la «guerra fría» define el estado de tensión perm anente entre los bloques de países que lideran, rp sn L ctiv am en terln sL stad m -l^rrtd o sT L IT JR S S . q uApresícle la política m undial hasta los años sesenta. N unca llega a estallar un con flicto abierto y generalizado entre las dos superpotencias, pues éstas disputan las zonas en litigio m ediante el concurso de terceros países, m edidas coercitivas económ icas o políticas, e incluso con el em pleo de fuerza m ilitar de m an era directa, pero sin recu rrir nunca a la guerra general ni al em pleo de arm am ento nuclear. U n elem ento fundam ental en la «guerra fría» es lo que se ha d e nom inado p o r am bos bloques de m n ^ ^ ó r ^ p | y ^ ^ y e z m ás destructivas v perfeccionadas, con un p o Varios políticos y teóricos contribuyen d u ran te los años 40 y 50 a m atizar este m arco de las relaciones internacionales y radicalización política de las superpotencias. L a caída de E u ro p a oriental bajo el do m inio soviético entre 1945-1948 da lugar a que W. Churchill, al p ro nunciar u n a conferencia en Fulton (E E .U U .), acuñe otro térm ino definitorio de la división del m undo. D ice el político británico: «D esde Stettin, en el Báltico, hasta Trieste, en el A driático, ha caído un «Te lón de acero» a través del continente.» Los inform es del em bajador am ericano en M oscú, K ennan, las reflexiones del historiador soviético Poliakov o la política de dureza frente a la U R SS del Secretario de E s tado A m ericano F oster Dulles (1952-1959), «al borde del abismo», con tribuyen a definir unas líneas de política exterior. Se enfrentan, de un lado, el expansionism o de la U RSS, prim ero en E u ro p a oriental y des pués en el T ercer M undo y, de otro, la política de «contención del co munismo» a nivel planetario propiciada p o r los E stados U nidos a tra vés de un a serie de alianzas militares. Por últim o, hay que decir que la dinám ica de la «guerra fría» se articula, d urante su vigencia, en una serie de conflictos o puntos de te n sión que se analizan som eram ente a continuación.
4,2.
D ean G o o d e rh a m A ch eso n (M iddletow n, Conn. 1893-Sandy Spring, Md. 1971). Político nortea mericano. Estudió leyes en Yale y Harvard y sirvió en la Marina duran te la Primera Guerra Mundial. Fue secretario privado del juez del Tribu nal Supremo Louis Brandéis duran te dos años y en 1921 ingresó en un despacho de abogados de Washing ton. Miembro del Partido Demócra ta, su primer puesto público lo obtu vo con Roosevelt, cuando fue nom brado subsecretario del Tesoro (1933). En 1941 entró en el Depar tamento de Estado, donde alcanzó el cargo de subsecretario en 1945. Convencido anticomunista, jugó un importante papel en el desarrollo de la guerra fría. En 1947 formuló la llamada Doctrina Traman para fre nar a la Unión Soviética en Oriente Medio. Nombrado secretario de Es tado en sustitución de Marshall en 1949, promovió la Organización del Tratado del Atlántico Norte y deci dió el rearme de la República Fede ral de Alemania, la intervención de Estados Unidos en Corea y el aisla miento de la China de Mao. «Historia Universal Siglo XX.» His toria 16, vol. 21, pág. 8.
El «golpe de Praga». Berlín: del bloqueo (1948)
al muro
(1961)
La expansión de la influencia soviética en E u ro p a oriental va a te n er un m om ento culm inante en tre 1947-48. E n esos años se form ulan los dos pilares básicos de la política exterior no rteam ericana de la «guerra fría»; la doctrina Tm m an en el aspecto político-contención del avance com unista- y el plan Marshall en el terren o económ ico (véase T em a 17). Fue precisam ente en C en tro eu ro p a donde se puso de relieve por vez prim era el antagonism o en tre las superpotencias. Los aconteci
371
hm .
\ 3
*
Harry S. Truman (1884-1972).
m ientos conocidos com o «golpe de Praga» (1948) supusieron la Caída bajo tutela soviética del país más avanzado política y económ icam ente de toda E uropa oriental. Checoslovaquia, tras la elim inación de los grupos políticos no com unistas a través de la violencia, el rechazo a la participación en el plan Marshall y la dimisión del presidente de la R e pública, el prooccidcntal Bcnes. Pero será la antigua capital alem ana. Berlín, la causa de la prim era crisis'que puso al m undo al borde de la guerra. Dividida en cuatro zo nas de ocupación y situada dentro de la gran área de ocupación soviéj mp. e ra u n punto propicio a la fricción. E n junio de 1948 Francia, G ran B retañ a y Estados U nidos decidieron unir económ icam ente sus zonas de ocupación en A lem ania y crear una nueva m oneda. La U RSS reaccionó decretando el bloqueo terrestre en Berlín (junio de 1948), a lo que el .presidente norteam ericano T rum an respondió establecien do un puente aéreo que m antuvo abastecida de alim entos y com busti ble a la ciudad. Fue una exhibición de organización m ilitar y potencia tecnológica, pues con m ás de 1 400 vuelos diarios se transportaron d u ran te un año 2,5 m illones de toneladas de abastecim iento. A nte el fra caso de esta presión, Stalin decidió el fin del bloqueo (mayo de 1949). La crisis berlinesa aceleró la partición de A lem ania en dos E stados antagónicos y la creación de las dos grandes alianzas m ilitares en E u ropa: O T A N (1949) y Pacto de Varsovia (1955). E l problem a alem án, y el de Berlín, quedará sin solueton durante todo este período. V arias am enazas de reem prender el bloqueo por p arte soviética y la continua fuga de población de la A lem ania o rien tal al sector occidental - 1 9 9 000 sólo en 1 9 6 0 - , condujeron a las au toridades rusas a plasm ar en hierro, cem ento y alam bradas la división del m undo p o r la «guerra fría» levantando el M uro de Berlín (1961), q ue aislaba la zona occidental de la ciudad del resto de la A lem ania del Este. La Doctrina Truman, 1947
Carga de un avión durante el bloqueo de Berlín. Un transporte militar americano carga vituallas con destino a Berlín (1949). 372
«Para asegurar el desarrollo pacífico de las naciones, libres de coacción, los Estados Unidos han desempeñado un papel dirigen te en el establecimiento de las Naciones Unidas. Las Naciones U ni das se han creado para hacer posibles la libertad y la independen cia duraderas de todos sus miembros. Pero nosotros no podremos realizar nuestros objetivos si no estamos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a mantener sus instituciones libres y su integridad na cional contra movimientos que pretenden imponerles, mediante agresión, regímenes totalitarios. Esto es simplemente reconocer con franqueza que los regímenes totalitarios impuestos a los pue blos libres, por agresiones directas o indirectas, socavan los funda mentos de la paz internacional y, por tanto, la seguridad de los Es tados Unidos. . , En varios países del mundo, recientemente, se han implantado por la fuerza regímenes totalitarios, contra la voluntad popular. El gobierno de los Estados Unidos ha levantado frecuentes protestas contra las coacciones y las intimidaciones realizadas en Polonia, Rumania y Bulgaria, violando el acuerdo de Yalta. Debo afirmar también que en otros países han ocurrido hechos semejantes. En las presentes circunstancias de la historia del mundo casi to das las naciones deben escoger entre formas alternativas de orga nizar su vida. Con demasiada frecuencia esa elección no es libre. Una forma de vida está basada en la voluntad de la mayoría, y se distingue por instituciones libres, gobierno representativo, elec ciones libres, garantía de las libertades individuales, libertad de ex presión y de religión y libertad frente a la opresión política.
La segunda forma de vida se basa en el deseo de una minoría impuesta por la fuerza a la mayoría. Se apoya en el terror y la opre sión, control de la prensa y de la radio, elecciones falsas y supre sión de la libertad individual. Creo que la política de los Estados Unidos debe ser ayudar a los pueblos que luchan contra las minorías armadas o contra las presiones exteriores que intentan sojuzgarlos. Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a cumplir sus pro pios destinos de la forma que ellos mismos decidan. Creo que nuestra ayuda debe ser principalmente económica y financiera, que es esencial para la estabilidad económica y política. El mundo no es estático, y el status quo no es sagrado. Pero no podemos permitir cambios en el status quo que violen la Carta de las Naciones Unidas por métodos como la coacción o subterfugios como la infiltración política. A l ayudar a las naciones libres e in dependientes a mantener su libertad, los Estados Unidos están po niendo en práctica los principios de la Carta de las Naciones U ni das.
Congressional Record: Apud L. L. S n y d e r , Fifty Major Docu ments of the Twentieth Century, Princeton, Van Ñostran, 1955, 135-137.
...
; .
...
4.3, La guerra de Corea (1950-52) L a.p en m su la-d eX h reaiQ rro ab a g a n e , antes de la Segunda G uerra M undial, (kL Im perkf Japonés. T r a s ia je n d ic ió n del Japón fue, ocupa'-: da por tropas n o rteam ericanas y soviéticas con una línea divisoria arM M al; el paralelo 3 8 .T a prevista unificación de las dos zonas pasaba .p m Ja ^ o p t-Q c a to iiiie ^ le c d ü n fis J ih re s , pero ya en 1948 se habían g r a n izado dos regím enes antagónicos; m ientras en el sur, el anticom nnista Syngm an R h e e proclam aba la R epública d e CoreaTerTenifTíTC; j 3.a jo el am paro soviético, Kim II Sung h acía lo propio con la R epúbli ca Popular de C orea. La tensión entre las dos zonas aum entó en 1949 al triunfar los com unistas de M ao en la guerra civil China. T ras la re,tirad a_d.e las tropas n o rteam ericanas y soviétlcasTeTejercito com unista del norfe-invadió el sur de form a arrolladora el~2'5 de juho deM930. .El..presidente, am ericano Tju m a n decidió in tervenir en el conflicto des plazando a C orea el ejército que o a lp a b lflíip ó n al m ando de M ac Arthur. T ras varios ¿várices y retrocesos del frente (véase m apa adjunto) y ante el peligro de generalización del conflicto, la intervención de tro pas chinas y la am enaza de em plear arm as atóm icas, se l legó a una nueva división del país en torno al mismo pa ralelo 38 con la firm a de un arm isticio en Pan-M un-Jon (1953). E sta división continúa actualm en. te, y el sur ha experim entado un fuerte p ro c e so líe crecim iento econó mico al am paro del desarrollo japonés.
CHINA POPULAR nov 50
Mapa de la guerra de Corea.
4,4, La estabilización y el empate nuclear (1953-56) D espués de la g uerra de C orea se produce un conjunto de aconte cim ientos que conducen la situación internacional hacia una gradual estabilización. a) E n A sia oriental los Estados Unidos reforzaron su presencia m i litar m ediante una serie de alianzas y apoyos a los regím enes o movi373
m ientos anticom unistas de la zona. E ntre ellos cabe destacar: su ayu da al nacionalista Chang K ai-C hek refugiado en Form osa; se apoya la acción anticom unista en Indochina del ejército francés, al que se sus tituye a p artir de 1960; se autoriza el rearm e del Jap ó n com o gran p o tencia capitalista del área y se crean, p o r últim o, dos alianzas m ilitares itím a g e n d é l a O TA N : la SE A TO (O rganización del T ratad o del SE A siático) (1954) y el A N Z U S con los países australes (A ustralia y N u e va Z elanda) (1951). b) Cam bio de los equipos dirigentes de las superpotencias. La m u er te de Stalin (5-3-53) inaugura la lucha por el p o der en la U R SS, con M alenkov y Kruschev com o principales antagonistas; en cualquier caso, se aban d o n a la rigidez e intolerancia absolutas en política exterior e interior. P o r su parte, en los E stados U nidos con las elecciones de 1952 concluye la era Trum an, al ser elegido p re sid e n te Eisenhow er (1952-1960), hom bre dúctil y m oderado, que contará con Foster D u des, y su política dura frente al com unism o, com o Secretario de E stado. c) E l em pate nuclear de las dos grandes potencias resulta eviden te. La U R SS había explosionado su primera bomba atómica (1949) ap e nas cuatro años después que E E .U U . L a bomba H, de m ucho m ayor p od er destructor, fue experim entada por los am ericanos en 1951 y por Prueba de una bomba de hidrógeno los soviéticos dos años después. Los avances desarrollados en el te rre en el atolón norteamericano de Bekino de los bom barderos y los proyectiles dirigidos aum entaron los a r ni (1958). senales disponibles hasta el punto de garantizar la destrucción m utua, al tiem po que requerían un enorm e esfuerzo económ ico para su m o dernización. T odo ello obligará a form ular las prim eras propuestas de desarm e y con trol de arm am entos. d) L a p u esta en práctica de la «Teoría del Dominó», según la cual los E E .U U . debían apoyar a todos los gobiernos anticom unistas, fu e sen o no dem ocráticos, pues la caída de un país en m anos com unistas provocaría la caída de los países colindantes. e) Se reanudan, aunque tím idam ente las conferencias internacio nales entre los antiguos vencedores de la Segunda G u erra M undial (G i nebra, V iena), interrum pidas durante el período anterior. Son, en definitiva, estos años de estabilidad y cohesión de los dos bloques sin graves enfrentam ientos.
4.5.
Máxima tensión: Suez y Hungría (1956). Cuba (1959-62)
A p artir de 1956 aparecen de nuevo puntos de tensión entre los dos bloques, que ponen en peligro la estabilización lograda en el p e ríodo anterior.
a.
Dwight David Eisenhover, trigésimo cuarto presidente de Estados Unidos, 374
Canal de Suez
E n el O riente Próxim o la política nacionalista y panárabe de Nasser d ecreta la nacionalización del Canal de Suez, vía m arítim a fu nda m en tal p ara el com ercio europeo. F rancia y G ran B retaña, de acuerdo con el naciente E stado de Israel, deciden atacar a E gipto y ocupar el canal y la península del Sinaí, pero la am enaza soviética contra los agre sores y la decisión norteam ericana de no respaldar a sus aliados p ara lizó el conflicto. Francia, G ran B retaña e Israel se vieron obligados a evacuar las zonas ocupadas y dar paso al establecim iento en el canal de fuerzas de la O N U . P or otro lado, la negativa norteam ericana a i
nanciar la gran presa de A ssuán sobre el Nilo hace que.E gipto solicite ayuda económ ica y técnica a la U R SS, que aum enta así su influencia en esta zona. E n cualquier caso, am bas superpotencias actuaron de co m ún acuerdo p ara evitar la g uerra general, m ientras que las viejas p o tencias coloniales europeas q uedan definitivam ente desprestigiadas y subordinadas a E E .U U .
b.
Hungría:
Som etida al m onolítico control del P artido C om unista y del ejér cito soviético, la población h ú ngara se levanta con tra esta situación y con el apoyo de p arte del ejército y del sector disidente del partido. Im ne Nagy, p rim er m inistro, solicita la evacuación rusa, decide el aban dono del P acto de V arsovia y el establecim iento de u n régim en socia lista no alienado y políticam ente plural; p ero las tropas soviéticas aca ban violentam ente con el experim ento, Nagy es fusilado y la represión se generaliza en un proceso repetid o m ás tard e en Checoslovaquia (1968) y P olonia (1982). La no intervención de los países occidentales y la expeditiva acción soviética confirm arán u n a vez m ás el rep arto del m undo en áreas de influencia. E n el texto que se da m ás inform ación sobre este suceso histórico. La insurrección húngara
Caricatura de Kruschev y Stalin. En esta caricatura se critica la fal sedad de Kruschev al volcar sobre las espaldas de Stalin muchos crímenes cometidos por él mismo.
«Todas las calles estaban revueltas. Centenares de metros cuadra dos de pavimento habían sido levantados, y por doquier había auto móviles destnúdos por el fuego. Conté los restos de hasta por lo me nos cuarenta tanques soviéticos. En una esquina de la Avenida Sta lin, dos monstruosos T-34 del Ejército Rojo avanzaban lentamente dejando tras sí un rastro de cuerpos aplastados, cual premonición de lo que sucedería con los luchadores de la libertad.» Este era el panorama que ofrecía Budapest el viernes 26 de octu bre de 1956 a los ojos de un periodista occidental, luego de una se mana de insurrección. El día anterior, la policía secreta húngara ha bía ametrallado a una manifestación en la Plaza del Parlamento dan do muerte a seiscientos manifestantes. Al término de la semana, Nagy, confiado en el éxito de los insurgentes, anunció el inicio de negocia ciones con la URSS para conseguir que los tanques soviéticos aban donaran el centro de Budapest; sin embargo, pronto se vio claramen te que no iba a ser así. El 1 de noviembre, Nagy proclamó la neutralidad de Hungría, pero las negociaciones entabladas con los soviéticos fueron aprove chadas por éstos para enmascarar sus preparativos militares. El 4, las fuerzas de la URSS iniciaron un fiierte ataque, tras el cual se adue ñaron del centro de Budapest; poco después, intervino asimismo la aviación soviética. Los luchadores de la libertad volvieron a su tác tica anterior; el asalto contra los tanques aislados. Sin embargo, esta vez los soviéticos respondían a cualquier ataque con un nutrido fue go de cañón dirigido contra los puntos sospechosos. Los rusos se estaban preparando para llevar a cabo un asalto ma sivo sobre los cuarteles centrales de la Guardia Nacional. Los hom bres de la guarnición se vieron obligados a abandonar Budapest, pero los helicópteros soviéticos los diezmaron al retirarse de la ciudad. El 14 de noviembre, con la capitulación de los últimos reductos, tocó a su fin la lucha. La paz «democrática, popular y antiimperialista», traí da por las botas soviéticas reinaba ya en Hungría. «Historia Mundial del Siglo XX.» Argos-Vergara, Barcelona, 1972, vol. 5, pág. 163.
. 375
c.
Fidel Castro
Situada fren te a las costas de F lorida (E E .U U .), C uba había sido h asta 1959 u n a dependencia casi colonial de E stados U nidos Lugar de ocio controlado por la mafia, el lujo de sus playas casinos y hoteles no podía ocultar el subdesarrollo de la isla -m o n o c u ltiv o del a z u c a r y la corrupción reinante durante el gobierno dictatorial de B á te te (1952-1959). L a oposición, duram ente reprim ida, encontró en Pide C astro u n líder carism ático. T ras el m ítico y fallido asalto al cuartel de Moneada, en Santiago (1953), Fidel C astro, entonces¡un nactona lista liberal, concentró a to d a la oposición y em prendió u n a lu c h a guerrillera desde Sierra Maestra. Su inicial buena prensa en E E .U U . y la descom posición final del régim en de B atista le Perm itl^ 0" a“ ^ ^ r al p o d er (1 de enero de 1959). P ronto el nuevo regtm en elim ino a los grupos de oposición no com unista y com enzó una pohtica de naciona lizaciones, socialización y alfabetización ante el estupor de E E .U U ., nue tra tó de acabar con el nuevo régim en m ediante una invasión de tropas anticastristas dirigidas p o r la CIA , que, sin em bargo, fueron d erro tad as en bahía Cochinos (1961). , Sin em bargo, el auténtico problem a de Cuba se p lantearía en oc tub re de 1962, cuando tras sellar su alianza con la U R SS, se com enzó la instalación en la isla de misiles con cabeza nuclear capaces de al canzar E E .U U . E l nuevo presidente, J. F. Kennedy, adopta la decisión de bloquear la isfa p o r m ar, m ientras descarta otras m edidas m ás ra dicales pues gracias al apoyo unánim e de sus aliados y el resto de los países am ericanos, la U R SS cede a las presiones norteam ericanas y re
«Fidel Castro (Mayarí, 1927). Po lítico cubano. H ijo de un rico propie tario de origen español, estudió en los jesuitas y en la Facultad de De recho de La Habana. Miembro acti vo de la oposición a Batista, partici pó en el asalto al cuartel de Monea da el 26 de julio de 1953. Captura do, durante su juicio pronunció el fa moso discurso: La historia me absol verá, verdadero programa de su pos terior acción revolucionaria. Conde nado a quince años de prisión, en 1955 fue amnistiado y marchó al exi lio. En México fundó el Grupo 26 de julio. El 2 de diciembre de 1956 de sembarcó con 80 hombres en la cos ta de Oriente y logró internarse en Sierra Maestra, iniciando una guerra de guerrillas contra Batista. En dos años la guerra se extendió por toda la isla; el 1 de enero de 1959 Batista huyó y, una semana más tarde, Fidel pudo entrar en La Habana, donde se hizo con el poder como primer mi nistro (15 de febrero). Nombrado primer secretario del Partido Unido de la revolución socialista cubana en 1961, Fidel Castro ha dirigido las dis tintas etapas de la revolución que, ya desde 1965, se declara comunista.
Apud «Historia Universal Siglo XX», Historia 16, vol. 23, pág. 90.
Manifestación en el cuarto aniversario de la revolución cubana, ante el Mi nisterio de Industria de La Habana, en la que se apoyan los «cinco pun tos» de Fidel Castro. 376
C uba
tira de la isla sus arm as nucleares. L a crisis cubana de 1962 constituye el punto culm inante de la «guerra fría», estudiada h asta aquí. . , U n a vez m ás las dos superpotencias evitan el enfrentam iento di recto, y si b ien la U R SS se vio obligada a retirar el arm am ento insta lado los E E U U . tuvieron que aceptar el prim er gobierno m arxista im p lantado en «su» hem isferio, que servirá de base al resto de los movi m ientos revolucionarios del continente.
5. 5.1,
La «coexistencia pacífica» ( 1962- 1975) Orígenes del término. Desarme y poíicentrísmo. Kennedy y Kruschev
E l largo período de las relaciones internacionales que siguió al fin de la Segunda G u erra M undial, conocido com o «guerra fría», es susti tuido p o r o tro donde persisten las tensiones entre los dos grandes blo q u e s m undiales, p ero sin que se den situaciones que supongan una am enaza de g u erra general; al mism o tienipo se abre una etap a de m a yor diálogo y tolerancia m utuos. Es la época de la llam ada «Coexis tencia Pacífica» (1962-1975). E l térm ino lo form ula por vez prim era Kruschev en 1956, ante el X X C ongreso del P artido C om unista, en base a tres principios: coexistencia pacífica de E stados de regím enes distintos, no exportar la revolución a otros países y reconocim iento de la vía electoral y parlam en taria p a ra acceder al socialismo. E n cual quier caso, el cam bio de coyuntura viene m arcado p o r una serie de fac tores: a) E l costo insostenible de la carrera de arm am entos, que estran gula la econom ía soviética y resulta una carga dem asiado pesada para los E E U U . Se abren, en consecuencia, conferencias de desarm e que cristalizan en los tratado s SA LT de 1973. b) E l cam bio de talante en los equipos dirigentes de los dos gran des. E n 1961 es elegido presidente de E E .U U . Jo h n F. Kennedy, jo ven universitario liberal y católico, que con su «Nueva Frontera» im po ne un nuevo estilo en política exterior e interior, haciendo gala de m a yor flexibilidad ante la U RSS. E n la U RSS, p o r su parte, aparece la personalidad de N ikita Kruschev, Secretario G eneral del PCU S, que denuncia públicam ente los abusos y la represión de la época de Stalin, inicia un acercam iento a los países capitalistas e in tenta m ejorar el ni vel de vida de la población rusa. A p artir de ahora las entrevistas «en la cum bre» son frecuentes. D esde 1963 se establece, para caso de cri sis, el teléfono rojo en tre M oscú y W ashington.
John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) «La Nueva Frontera» quedó trun cada el 22 de noviembre de 1963 con el asesinato del 35 presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy.
c) La aparición de nuevos protagonistas en la escena internacional. Los países del T ercer M undo, que desde su situación colonial acceden a la independencia en estos años, procuran no integrarse en ninguno de los dos bloques antagónicos y form ar un grupo hom ogéneo e influ yente (véase T em a 18). Las tensiones en el Este de E uropa son claras (H ungría, 1956). E n tre los aliados de E E .U U ., Francia, bajo la presi dencia de Charles de G aulle (1958-1969), se aleja de la política nortea mericana, abandona la O T A N y desarrolla su propia fuerza nuclear. La República Popular C hiqa rom pe con la U RSS entre 1960 y 1965 y se presenta com o líder alternativo 'dentro del bloque comunista.
Nikita Sergeievitch Kruschev (1894-1971)
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Esquema de las tensiones de la «guerra fría» (1945-1962). «Mundo», 25 de agosto de 1963. A p u d M ir a , J. y AA.VV.: «Op. cit.», pág. 630. 377
d) A parición de dos grandes puntos de fricción internacional que nprsisten d u ran te todo el período: V ietnam v O riente M edio.
5.2
La guerra de Vietnam (1965-1975)
El conflicto bélico que tuvo com o m arco la península de Indochi n a en los años sesenta ? setenta hay que enm arcarlo en dos coordena das: • P o r u n a parte, resulta una guerra de l i b e r a c i ó n anticolonial te r e dada de los años cincuenta, cuando F rancia, tras la d erro ta de D ien Bien P h u 11954) se vio obligada a reconocer la independencia de sus anti colonias dél SE de Asia, con la form ación de cuatro Estados: L aos C am boya, V ietnam del Sur y V ietnam del N orte, este ultim o con un gobierno com unista presidido por H o-C hi-M ing hered ero de m ovim iento guerrillero antifrancés y antijapones del V ietm m h. Ho Chi Min (Hoang, 1890-Hanoi, 1969) Revolucionario y político vietna mita. H ijo de un maestro rural, emi grante en Francia durante seis años. En 1923 participa en Moscú en el V Congreso de la Internacional Comu nista. Un año después, desde Can tón, organiza el movimiento nacio nalista vietnamita.
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• E s tam bién el resultado de la rivalidad de las dos superpotencias por extender su influencia en los antiguos territorios coloniales E n este sentido la intervención directa de los E E .U U . hay que en tenderla den tro de la fam osa «Teoría del Dominó». Su apoyo al gobierno de Vietnam del S ur traerá com o consecuencia que toda la zona ernga en m a nos de gobiernos com unistas. E n u n sentido estricto, el conflicto bélico se extiende du ran te un decenio 1965-1975. Sus orígenes se encuentran en la im popularidad de los corruptos gobiernos de V ietnam del Sur (B ao-D ai, Ngo D in h Diem , V an T ieu), en frentados a los m onjes budistas, y su im potencia para contro lar y d eten er el avance de la guerrilla com unista de Vietcong apoyada p o r V ietnam del N o rte y p o r buena parte de la población del
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Mapa de la guerra de Vietnam.
^ " T r a s u n período inicial en el que E E .U U . proporcionó al V ietnam del Sur arm am ento y asesores m ilitares (1962-1965) se llego a la eta pa álgida o Escalada (1966-1972), durante la cual el envío masivo de tropas norteam ericanas (hasta 5?0 000 hom bres) y los ma.: sivos sobre V ietnam del N orte, am plias zonas del Sur y la ru ta de apro visionam iento de la guerrilla - R u t a H o -C h i-M u ivictoria m ilitar, sino, al contrario, la desm oralización entre las tropas am ericanas y las críticas internacionales por la brutalidad dq fe aceto de E E U U L a últim a fase o «Vietnamizacton» (1973-75) estuvo m ar cada p o r la progresiva retirad a de tropas norteam ericanas, los avances
378
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c) Extensión de la influencia com unista a todo el sureste asiático. T anto V ietnam del N o rte com o E E .U U . im plicaron en el conflicto a los países vecinos, C am boya y Laos, hasta entonces neutrales, lo que provocó en ellos la aparición de m ovim ientos de liberación inspirados p o r C hina o V ietnam del N orte, que incluso se enfrentan entre sí (V iet nam , ya reunificado invadirá en 1978 Cam boya, dom inada p o r los K hm ers rojos, prochinos). d) A parición del Vietnam reunificado com o la m ayor potencia m i litar de la zona. e) Desgaste del Partido Demócrata en EE. UU., que bajo la presi dencia de Johnson (1963-1968) había im plicado abiertam ente al país en la guerra, lo que propició el triunfo del republicano Nixon en las elecciones de 1968.
53.
Los conflictos de Oriente Medio
El p erm an en te estado de tensión que desde 1947 vive el O riente M edio, que ha provocado ya cuatro guerras abiertas y un sinfín de con flictos internos en algunos países, no p odría en tenderse sin la apari ción del E stado de Israel y lo que esto significó p ara los países árabes, y en especial p ara el pueblo palestino. D esde principios de siglo se extendió la idea entre los judíos de todo el m undo de fun d ar un E stado propio. La em igración judía hacia Palestina se in c re m e n tó en los años veinte y trein ta (en 1939, 200 000 judíos). P ero fue tras la Segunda G u erra M undial cuando la opinión . pública internacional en general, la O N U y el gobierno inglés, que ad m inistraba la región, im presionados p o r el holocausto del pueblo juJ j o a m anos de los nazis, favorecieron la partición de la región entre las dos com unidades antagónicas, judíos y palestinos. Proclam ado el Estado de Israel p o r D. B en G urión (14 de mayo de 1948), p ro n to se desencadenó la p rim era confrontación árabe-judía; su resultado fue la victoria israelí, su consolidación com o E stado, la ocupación m ilitar de casi to d a Palestina (excepto C isjordania y la franja de G aza) y la m a tanza m asiva y el éxodo de los palestinos, que se refugiaron en los p aí ses vecinos. E stos palestinos sin tierra se organizarían, años m ás tarde, com o guerrilleros en varios grupos,, dando lugar a la O rganización para la L iberación de Palestina (O LP). La crisis de Suez (1956) ya analizada, que dio lugar a la segunda g uerra árabe-israelí, no cam biaría dem asiado la correlación de fu er zas. P or el contrario, tras la g uerra de los seis días, en junio de 1967, frente a E gipto, Jo rd an ia y Siria, Israel ocupó extensos territorios de la zona (Sinaí, Cisjordania, Gaza, G olán). E ste conflicto tuvo tres con secuencias im portantes: a) E l aum ento de la influencia de la U RSS en la zona, pues el d e cidido apoyo que E E .U U . y sus aliados b rindaron a Israel desde su fun dación con arm as y dinero provocó el giro del m undo árabe en políti ca exterior y la aparición de un m arcado sentim iento antinorteam erica no. b) U n a emigración masiva de palestinos de los nuevos territorios ocupados, que fueron colonizados p o r los judíos y asim ilados a Israel. c) Un aum ento del terrorismo antijudío p o r p arte de la facción más extrem ista de la O LP, que tuvo com o cénit el asalto a la villa olím pica de M unich (1972), que costó 25 m uertos y 76 heridos.
La proclamación del Estado de Is rael según el diario ABC «El presidente Truman anuncia que su país ha reconocido al flaman te Estado de Israel. Después de ha ber preconizado y casi impuesto en la ONU la partición de Palestina y de haber abandonado tal medida, vo tada por una importante mayoría, Washington se apresura a entrar en contacto oficial con el nuevo país. Los motivos de la Casa Blanca pue den ser dos: obtener los votos de los cuatro millones de judíos, y adelan tarse a la Unión Soviética. Porque si las dos potencias anglosajonas hu biesen tardado en reconocer al Esta do de Israel, Rusia habría probable mente aprovechado la oportunidad para hacerlo y acaso también firmar con él un Tratado de alianza. Tal pe ligro no ha desaparecido todavía. ¿Qué pasaría si Moscú concertase la alianza con Tel-Aviv y se encargase de la defensa m ilitar del pequeño país? El nuevo Estado, independien te y soberano, es una estrecha faja a lo largo del Mediterráneo oriental, sin fondo. Si los judíos se viesen ata cados y se juzgasen impotentes de defender su frontera artificial, no po drían establecer una segunda línea, sino que tendrían que retroceder ha cia el litoral. Constituye realmente un misterio saber qué esperanzas pueden abrigar los judíos de Palesti na para mantener la independencia de su país sin ayuda exterior, si los musulmanes de Egipto, Transjordania, Irak y Siria deciden atacarlo de verdad. Además, no todos los judíos de Tierra Santa viven dentro de las fronteras de su nueva Patria: al Sur de Jerusalén parece que ha habido otra matanza en masa. Las ventajas que para la comunidad israelita pue de significar la creación de un Esta do acaso no aparezcan compensadas con los inconvenientes que ello les ha de proporcionar en otras partes. ¿Cuál será la situación de la minoría israelita en los países musulmanes? ¿No retoñará el antisemitismo, aho ra con una base real: la existencia de un hogar nacional judío, donde po drían concentrarse minorías israeli tas de otros países? Todo parece in dicar que con la proclamación del Estado de Israel la situación se ha complicado de un modo peligroso.» Apud. ABC 15 de mayo de 1948. M ira , J. y AA.VY.: «Op. cit.», pág. 620.
El últim o gran enfrentam iento árabe-israelí fue el conocido com o «guerra del Yom Kippur» (octubre de 1973), en la que los ataques com binados de los ejércitos árabes hicieron tam balear el poder m ilitar ju dio y obligaron a Israel a negociar la paz. Las repercusiones de este suceso bélico trascendieron a las relaciones político-econom icas intera) L o s países árabes utilizaron el petróleo com o medio de presión ante E E .U U . y los países europeos. C on ocasión de la guerra íu e d e cretado u n em bargo, que posteriorm ente se transform ó en una subida vertiginosa de precios (de 1,70 dólares el barril en octubre a 11,56 do lares en diciem bre) y provocó una recesión económ ica internacional Moshe Dayan (1915-1981)
Yasser Arafat (1929).
(véase T em a 17). . T. b) Se entablaron negociaciones de p a z directas entre Egipto e Israel, que dieron lugar a los acuerdos de Camp David (1979), firm ados por B eeim Sadat y el presidente norteam ericano C árter, por los que s-ael se retirab a definitivam ente del Sinaí, se reabría al trafico el cana le Suez, cerrad o tras la gueira de los seis días, y E gipto rom pía su tra dicional alianza con la U R SS, quedaba aislado del resto de los países árabes y en trab a en la órbita de influencia de E E .U . c) Se p rodujo la agudización de la guerra civil en el Líbano, que aún no ha concluido, provocada p o r disensiones y diferencias econó m icas y políticas entre las com unidades cristiana y m usulm ana. La p re sencia de u n fuerte contingente de refugiados palestinos, las frecuen tes incursiones de represalia del ejército israelí, la ocupación siria de gran p arte del país, la intervención m ilitar de E E .U U . y la propaga ción del integrism o islámico a través del M ovim iento Chuta A m a l han destruido p rácticam ente un país que en los años sesenta fue conside rad o la «Suiza del M editerráneo». Paulatinam ente, entre 1990 y 1991, el ejército de Siria ha ido con trolando todo el país desarm ando a las milicias integristas m usulm anas y a los grupos arm ados cristianos y fortaleciendo el papel del gobierno m usulm án libanés. Líbano h a quedado convertido en la práctica en un
protectorado sirio. . ., _ d) El problema palestino: del enfrentamiento a la negociación. Iras la expulsión de las milicias arm adas de la O LP de Jordania (1971) y Lí bano (1983), su poder m ilitar quedó anulado. D esde 1987 cobra espe cial im portancia la resistencia de la población palestina de G aza y Cisjordania a la ocupación m ilitar israelí m ediante un continuado movi m iento de rebeldía civil (la Intifada) que intenta hacer insostenible la presencia judía y dificultar nuevos asentam ientos (granjas y poblados). Sim ultáneam ente se ha abierto la vía diplom ática de negociación. La O LP ha renunciado, desde hace tiem po, al terrorism o com o instru m ento de su política. E n 1988 adquiere un nuevo estatus internacional al proclam ar su presidente, Y asser A rafat, el Estado Palestino en el exi lio y reconocer el derecho de Israel a existir. T ras la G uerra del Golfo (1990), en la que los palestinos apoyaron sin reservas a Irak e Israel fue m ilitarm ente atacada sin poder intervenir en el conflicto para no rom per la coalición internacional que lideraba E E .U U ., se ha abierto un proceso negociador. E n M adrid se reunió, en octubre de 1991, y por prim era vez, una Conferencia de Paz sobre Oriente Medio bajo el p atro cinio de E E .U U . y la URSS. Participaron, por vez prim era, los palesti 8 d e ju n io nos, aunque no la O LP, junto a los dem ás países árabes. Todos ellos l a g u e r r a de g y 1 0 d e ju n io defienden el principio de «paz por territorios» (retirada israelí a sus LOS SEIS DIAS L in e a d e a lte e i f u e g o fronteras de 1967), m ientras el prim er m inistro israelí, Isaac Shamir, El problema del pueblo palestino sigue sólo parece estar dispuesto a conceder una cierta autonom ía adm inis aún sin resolverse. Campo de refugia trativa a los palestinos sin renunciar a las «fronteras seguras». dos en Derak (Siria). 380
6»
El difícil mantenimiento de la distensión (1975-1985): expansionismo soviético y repliegue del mundo capitalista
6.1.
De la bipolaridad al policentrismo
T ras el fructífero período de la «Coexistencia Pacífica» a m ediados de los años setenta, se detecta un im portante cam bio de signo en las relaciones internacionales. Éstas se caracterizan, a partir de ahora, por la aparición de nuevos centros de pod er y decisión que term inan con el m onopolio absoluto del p oder m undial en m anos de la U RSS y EEUTL .... a) La República Popular China lidera la disidencia en el m undo co munista, buscando el apoyo técnico y económ ico de los países occiden tales a partir de la visita del presidente norteam ericano Nixon a Pekín y del restablecim iento de relaciones diplom áticas entre los dos países algunos años después. b) Al mismo tiem po se consolida un poder netamente europeo con la am pliación territorial y el aum ento de pod er de la C om unidad E co nóm ica E uropea (C E E , véase T em a 19). c) Por su parte, Japón aparece com o la tercera potencia económica mundial, tom ando el relevo de E E .U U . com o líder de los países capi talistas de Extrem o O riente. d) L a revolución integrista islámica en Irán a partir de 1978. Este p ro ceso term ina con el gobierno prooccidental del Sha Reza Pahlevi pro clam ando la República Islám ica que perm ite la llegada al poder de unos líderes que, con el «ayatolah» Jom eini (m uerto en 1989) al frente, p ro pugnan un resurgir del m undo islámico al m argen de la influencia de E E .U U . y de la URSS. Para ello tom an com o base la más pura orto doxia del Islam, que se aplica a todos los aspectos de la vida. El en frentam iento directo con los E E .U U . (asálto y tom a de rehenes en su em bajada en 1979), la incitación a los grupos islámicos más intransi gentes a la revolución en todo el m undo árabe (incluida la zona asiáti ca de la U RSS), y la interm inable «G uerra del Golfo» entre Irán e Irak, constituyen las principales m anifestaciones de los convulsos cambios por los que atravesó el m undo islámico.
6.2.
El expansionismo militar de la URSS y el repliegue de los EE.UU.
Junto a un evidente policentrism o ya analizado, las dos superpotencias ponen en práctica nuevos m odos de actuación en política interna cional cuyos resultados prácticos llegan en ocasiones a crispar sus rela ciones hasta casi la ru p tu ra de los cauces de diálogo abiertos años atrás, y cuyo últim o jalón será la celebración de la I C onferencia de Seguri dad y C ooperación en E uropa (Helsinki, 1975). La URSS, durante los últim os años de la E ra Breznev (1965-1982), pese a l a progresiva esclerosis y agotam iento del sistema com unista, ca-
E1 inicio de la distensión: los acuer dos de la conferencia de Helsinki
Los Estados participantes. Reafirmando que respetarán y ha rán efectiva la abstención de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza y convencidos de la necesidad de ha cer de ello una norma efectiva de la vida internacional. Declaran que están resueltos a respetar y a llevar a cabo en sus re laciones mutuas, entre otras, las si guientes disposiciones, que están de acuerdo con la Declaración sobre los principios que rigen las relaciones entre los Estados participantes: Dar efecto y expresión, por todos los medios y formas que estimen oportunos, al deber de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza en sus relaciones mutuas. Abstenerse de todo uso de fuerzas armadas incompatible con los propó sitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y las disposiciones de la Declaración sobre los princi pios que rigen las relaciones entre los Estados participantes, contra otro Estado participante y en parti cular de la invasión o del ataque de su territorio. Abstenerse de cualquier manifes tación con el propósito de inducir a otro Estado participante a renunciar al pleno objeto de sus derechos sobe ranos. Abstenerse de cualquier acto de coerción económica encaminada a subordinar a su propio interés el ejercicio por parte de otro Estado participante de los derechos inheren tes a su soberanía y consiguientes ventajas de cualquier índole. Adoptar medidas efectivas que por su alcance y por su carácter cons tituyan pasos encaminados al objeti vo final del desarme general y com pleto bajo un control internacional estricto y eficaz. Promover, por todos los medios que cada uno de ellos considere ade cuados, un clima de confianza y de respeto entre los pueblos, en conso nancia con su deber de abstenerse de la propaganda en favor de guerras de agresión o de cualquier amenaza o uso de la fuerza, incompatible con los propósitos de las Naciones U ni das y con la Declaración sobre los principios que rigen las relaciones entre los Estados participantes, con tra otro Estado participante. 381
Tratado de paz entre Egipto e Israel
Acuerdan...
Artículo I
1. Se pondrá fin al estado de guerra entre las partes y se establecerá la paz entre ellas tras el intercambio de los instrumentos de ratificación de este Tratado. 2. Israel retirará todas sus fuerzas armadas y personal civil del Sinaí...
ractenzada por una progresiva acum ulación del poder culto, a la pe sonalidad del líder, burocratizacion y envejectm iento de k clase gente, se lanzaba u na agresiva política exterior tendente a Icigra el es tablecim iento de regím enes marxistas de partido único afines en tod el m undo. . . „ Los jalones m ás decisivos de este expansionism o fueron. a) La intervención de tropas cubanas en A ngola y M ozam bique, antiguas colonias portuguesas en apoyo de los nacientes G obiernos re volucionarios desde 1976. . , , b) La invasión soviética de A fganistán a p artir de diciem bre de 1979, destinada a colocar en el poder a un régim en prosovieüco pre sionando, al mismo tiem po, a los países ribereños del océano Indico esta agresión responde la m ayoría de la población organizándose en guerrillas im buidas por el integrism o islámico com o puede com probar se analizando los siguientes m apas y datos: ^ c) E l triunfo de la revolución sandm ista en N icaragua tam bién en 1979, junto al crecim iento de la guerrilla izquierdista en a vador, recibieron pronto el apoyo directo o indirecto de la U ^ s Y f u b a con la finalidad de socavar la total hegem onía política de E E .U U . so bre C entroam érica y el Caribe. d) L a invasión, por parte de Libia, aliada de la U RSS, del del Chad con la finalidad de extender su influencia por todo el Africa
La guerra del Golfo La guerra irano-iraquí deriva en la primavera de 1987 — cuando ya lle vaba más de un millón de muertos— en la llamada «guerra de los petrole ros». Irán, que celebra el séptimo ani versario del conflicto con millares de personas subidas a las azoteas gritan do «Alá Akbar» («Alá es grande»), llena de minas las aguas del golfo Pérsico, por el que navegan los petro leros de todo el mundo. La respuesta de Occidente llega: 90 buques de EE.UU., Inglaterra, Francia y la URSS patrullan la zona en conflicto. El 24 de julio, el petrolero «Brigetown» choca contra una mina; el 8 de octubre Estados Unidos hunde tres patrulleras iraníes en respuesta a un ataque; tres meses antes, Irak había hecho blanco con un misil Exocet en la fragata norteamericana «Stark», confundiéndola con un buque enemi go. A su vez, la mayor terminal pe trolífera de Kuwait se ve atacada por Irán. Por otra parte, Estados Unidos ha bía derribado, por error, un avión de pasajeros iraní, causando la muerte de casi 300 personas, hecho que Ronald Reagan calificó de «terrible tra gedia humana» a la vez que pedía dis culpas al mundo por el tremendo error. Irán no acepta las disculpas y anuncia represalias y venganza en cualquier lugar del planeta, lo que hace que Washington ponga en aler ta máxima a todas sus delegaciones en el mundo.
central, F rente a esta alteración de la división del m undo cn áreas de mfluencia salida de la Segunda G uerra M undial, los E E .U U . atravesa ron durante este período una crisis de identidad y liderazgo mundiales tras la derro ta definitiva en V ietnam (1974-75) y el escándalo Watter gate (espionaje al partido contrario) que costo la presidcncia R icha Nixon en 1974. La etapa de Jimmy C árter al frente del país (1976-1980) se caracterizó en política internacional por un cía m undial, un talante conciliador (acuerdos S A L T II sobre desarme atóm ico parcial con la U RSS y tratado de paz entre E gipto e Israel) adem ás de propugnar el respeto a los «derechos hum anos» en todos los países y renunciar a su papel de «gendarm e m undial», principios que se inician en el texto lateral.
(T ) El nuevo orden mundial: la preponderancia absoluta de Estados Unidos y la desaparición de la URSS (1985-1992)
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7.1.
Recuperación del expansionismo exterior de EE.UU.
A partir de la llegada a la presidencia de R onald R eagan (1981-88 v con su sucesor G. Bush (desde 1989) la política exterior n o r f e » cana adquiere un fuerte m atiz conservador y anticom un.sta Ch cias los buenos resultados iniciales de la política económ ica ultrahbera («reaganom ic», véase tem a 17) se planteó la necesidad de recuperación del liderazgo m undial puesto en tela de juicio durante la decada ante-
T
rior. R esucitando las viejas doctrinas de política internacional que ca racterizaron a la época de la G u erra Fría y envalentonados p o r la p ro funda crisis y posterior desaparición de la o tra superpotencia, la URSS, los E stados U nidos se han convertido hoy en la única superpotencia m i litar y política del m u ndo siguiendo unas líneas de actuación y unos ja lones que a continuación sintetizamos: a) Crecimiento vertiginoso del presupuesto de defensa (hasta un 20 por ciento del PIB) con atención especial hacia láTenovación de los ar senales nucleares (misil M X ) y la puesta en m archa de la IDS (G uerra de las Galaxias), que convertiría en ineficaz todo el arm am ento nuclear soviético. 'J?) 4 p o y o a los m ovimientos guerrilleros anticomunistas y a los go biernos que luchan contra ellos, com o en el caso de la guerrilla afgana, la Contra en N icaragua y la ayuda económ ica y m ilitar a El Salvador y Filipinas. c) Intervenciones militares directas en el exterior. Con el debilita m iento y posterior desaparición de la U RSS com o superpotencia, E E .U U . se ha convertido en el único protagonista del «Nuevo O rden M undial», basado en la total hegem onía del capitalism o com o sistema económ ico y la dem ocracia form al liberal com o régim en político. La su Yeltsin resiste en el Parlamento ruso al cesión de ataques, invasiones e intim idaciones contra los gobiernos que golpe de estado del 20 de agosto de se oponían a estos principios en el T ercer M undo han ido creciendo en 1991. frecuencia y m agnitud: invasión de la isla de G ranada (1982); desem barco de los m arines en Líbano (1983); ataque aéreo de castigo sobre Yeltsin, el nuevo «hombre fuerte» Libia (1986); presencia m ilitar en el conflicto Irán-Irak (1987);.invasión de Rusia de P anam á y liquidación del régim en del general N oriega (1989). El «héroe de Moscú» que a media Sin em bargo, esta política intervencionista y expansionista alcanza dos de agosto de 1991 hizo frente y su punto culm inante con la G u erra del Golfo (enero-febrero de 1991). salió victorioso y fortalecido del gol pe de Estado que intentaron dar los E n ella, E E .U U . se erige, con el beneplácito de la O N U , en salvaguar sectores más inmovilistas del PCUS, dia del D erecho Internacional. Tras la invasión de Kuwait p o r Irak (2 es hoy día presidente de Rusia y ca de agosto de 1990) y el com pás de espera m arcado por el bloqueo eco beza visible de la CEI, sustituía desnóm ico asum ido p o r la m ayor p arte de los países contra el agresor, da cafeinada de la fenecida URSS. Hijo paso a la creación de u n a fuerza m ultinacional form ada por más de de campesinos pobres, nació en la al 745.000 hom bres procedentes de 33 países que, en dos meses de inten dea de Butka el 1 de febrero de 1931. sos bom bardeos aéreos y m enos de una sem ana de com bate terrestre Toda su infancia estuvo marcada por (operación «T orm enta del desierto»), aniquilaron al ejército de Irak en la violenta colectivización de la agri un conflicto que fue seguido p o r el m undo entero a través de la televi cultura de la época estalinista en los sión con im ágenes som etidas a una fuerte censura. koljoses y por jas penalidades que el pueblo ruso vivió durante la II A unque el gobierno de Irak no fue derribado p o r tem or a la desin Guerra Mundial. Muy joven abando tegración del país y al crecim iento del fundam entalism o islámico inspi nó el campo y buscó un mejor futuro rado por Irán, las consecuencias de esta guerra han sido im portantes. como técnico de construcción, título Es preciso destacar: que obtuvo en el Instituto Politécni — La configuración de un N uevo Orden M undial unipolar donde co de la ciudad de Svierdlovsk, don E E .U U . pasaba de ser el «líder de O ccidente» a convertirse en «líder de se estableció con su familia. Los mundial». inicios de su carrera política estuvie — La destrucción masiva de dos países, Irak y Kuwait, con más de ron unidos a su actividad profesional. 150.000 m uertos y la producción petrolífera seriam ente dañada. De secretario deL Comité Central para el sector de la construcción, ya — Graves problem as ecológicos debidos al vertido de petróleo por en Moscú, y sintonizando con los ai los iraquíes al golfo Pérsico y al incendio de todos los pozos de p etró res de apertura propiciados por la leo de Kuwait, com o queda reflejado en el siguiente texto: La marea negra producida en el golfo Pérsico a consecuencia de la guerra es la mayor de la historia... La cantidad de petróleo ver tida al mar durante el conflicto se estima entre siete y ocho millo nes de barriles, lo que ha producido una superficie de marea negra dos veces mayor que la originada por la refinería Ixtoc I en el Ca-
«perestroika», es nombrado miembro del Politburó en febrero de 1986. Su radicalismo en el tema de las refor mas le granjeó pronto una enorme popularidad como jefe del PCUS en Moscú. Sin embargo, a raíz del cho que frontal con los elementos estali-
383
ribe (1979) v tres veces superior a los vertidos totales de crudo al nistas del PCUS en el Comité Central mar durante la guerra Irán-Irak. En el norte del Golfo se producen fue sustituido de sus cargos políticos todavía vertidos estimados en unos 4.500 barriles por día... El eco (febrero de 1986), enfrentándose con sistema del Golfo estaba ya muy alterado antes del conflicto bélico, Gorbachov por la lentitud de sus re tanto por causas naturales (variaciones de salinidad y temperatura formas, aunque éste lo nombrara mi del agua) como por los constantes vertidos de petróleo y contami nistro de Construcciones. nantes tóxicos en un mar cerrado... Separándose cada vez más de la or «El País», 9 de junio de 1991. todoxia comunista y practicando cier to populismo, Yeltsin comienza su encumbramiento respaldado por los - La apertura de conversaciones entre árabes y judíos para la so votos. El 26 de marzo de 1989 es ele lución definitiva del problem a palestino bajo el patrocinio de E E .U U . gido diputado por Moscú al Parla — La extensión, entre los pueblos de religión m usulm ana de O rien mento de Rusia con más del 85 por te M edio y el N orte de África, de un sentim iento de humillación e in ciento de los votos. Pronto abandonó ferioridad frente a la agresión occidental que está propiciando el cre el PCUS y formó su propio partido, cim iento del fundam entalism o islámico y un rechazo de la civilización el Frente Democrático, al permitirse el pluripartidismo. Fue elegido por y el m odo de vida occidental. abrumadora mayoría presidente de Rusia el 29 de mayo de 1990, cargo que va reforzando, asumiendo am plias competencias en temas econó micos ante la descomposición y la inoperancia de la administración fe deral soviética. Ya en 1991, las diferencias con Gorbachov resultan abismales, boiA la m uerte de Bréznev se desencadenó una etapa confusa de lucha coiteando Yeltsin y sus partidarios el por el pod er entre los ancianos dirigentes del PCU S, sucediendose en nuevo Tratado de la Unión propicia do por el presidente de la URSS. En pocos años al frente de la U RSS A ndropov (1982) y C herm enko (1984), los meses posteriores al golpe de Es aunque se m antuvo la política exterior de la etapa anterior caracteriza tado de agosto ha ido transfiriendo da por el intervencionism o (Afganistán, E u ro p a O riental) y una verti bajo su mandato todos los organis ginosa carrera arm am entista con E E .U U . (instalación de misiles de al mos oficiales y competencias de la cance m edio en E uropa SS20). E n su conjunto, tanto la U R SS como antigua URSS hasta la extinción de los países del Este, pese a estar som etidos a férreas dictaduras com u ésta, granjeándose el reconocimiento nistas, m antienen im portantes movim ientos de oposición y disidencia in internacional. Con su inmensa popu terio r (Sajaroyy Soljenitsin en la URSS, C arta 77 y Foro Cívico en C he laridad entre el pueblo ruso debe coslovaquia, sindicato Solidaridad en Polonia). enfrentarse hoy con gigantescos de E n m arzo de 1985, la llegada a la secretaría del PCU S de un hom safíos como la resolución del proble ma de las nacionalidades dentro de bre joven (54 años) y representante de la línea renovadora del com u Rusia, el control del arsenal nuclear nismo, M ija íl G orbachov, delfín de Andropov. va a suponer una auten soviético o el paso definitivo a una tica revolución, tanto dentro de la URSS' como en las relaciones inter economía de mercado. nacionales, con una profunda revisión de la política m ilitar y exterior
7.2.
9 de noviembre de 1989. Caída del muro de Berlín. 384
Crisis y aescom posición del Imperio Soviético: de Gorbachov a Yeltsin
soviética que se concretó entre 1985 y 1991, en los siguientes terrenos: a) U n progresivo avance en las sucesivas conversaciones m anteni das con E E .U U . sobre desarm e atóm ico y convencional que se concre tó en la firm a de sendos acuerdos con W ashington (1987) sobre armas nucleares de alcance m edio; en París (1990) sobre arm as convenciona les situadas en E uropa y, finalm ente, en M oscú (1991), donde se esta bleció la reducción del 30 por ciento del arsenal nuclear de cada su perpotencia. E l sincero deseo de distensión que el nuevo líder soviético quiso dar desde el principio de su m andato a las relaciones con EE .U U . v los graves problem as económ icos que aquejaban a las dos superpotencias, especialm ente a la U RSS (véase Tem a 17) dieron com o resul tado la liquidación definitiva de las últim as secuelas de la G u erra Fría. b) R etirada unilateral soviética de Afganistán (febrero de 1989), dando así fin a una invasión m ilitar costosa, inútil y sin salida (el V iet nam soviético) ante la resistencia arm ada de la población organizada en grupos guerrilleros de inspiración islámica.
c) La dem ocratización de la E uropa O riental a partir del abando no de la teoría de la «soberanía lim itada» m antenida por la URSS. A nte la expresa decl a rae ió n del nuevo líder soviético de que no in tervendrá para m antener la ortodoxia com unista dentro de los países pertenecientes al Pacto de Varsovia, entre 1989 y 1990 se produjeron fuertes movim ientos populares en todos ellos que condujeron, por la vía pacífica, a excepción de Rum ania, al derrocam iento de los partidos comunistas, la legalización del pluripartidism o, las elecciones libres y la elaboración de nuevas Constituciones. En el caso de la R epública D em ocrática A lem ana este movimiento popular provocó prim ero una em igración masiva a la R epública F ede ral y, finalm ente, la caída del M uro de Berlín (9-11-90), símbolo de la división del m undo en bloques militares. La rápida unión de las dos Alem anias (octubre-diciem bre 1990) ha creado la m ayor potencia de E u Consecuencia del golpe: un soldado ropa. La liquidación oficial del Pacto de Varsovia, la alianza m ilitar de quema la bandera roja. los antiguos países com unistas' y la retirada de las tropas soviéticas a sus fronteras, clausuraron definitivam ente la época de los bloques militares. ...... - i- .. ......... .... ■' -■ Todos los cam bios acaecidos en la zona de influencia de la URSS La reunificación alemana según Helque renunciaba expresam ente a su antiguo papel de superpotencia, ju n mut Kohl to a lQS_gravísimos problem as internos (véase Tem a 17) provocaron en Con la reconstrucción de la unidad el verano de 1991 una reacción de los elem entos ortodoxos y estalinisestatal de Alemania el 3 de octubre t a s j p e inten taro n un g o lp e'd e E stado (19 de agosto). E l fracaso del de 1990, no ha nacido un nuevo Es mismo provocó la propia descom posición y desaparición de la U RSS tado, sino que cinco nuevos Estados federales — Brandenburgo, Mecklencomo E stado y el eclipse político de G orbachov antes de que acabase el año. Las antiguas repúblicas soviéticas se proclam aron Estados inde burgo-Pomerania, Sajonia, Alta Sajo rna y Turingia— , así como la parte pendientes. Rusia, encabezada por el nuevo hom bre fuerte, Borís Yeltoriental de Berlín, se han incorpora sin, se autoproclam aba h eredera del poderío nuclear y de las obligacio do a la República Federal de Alema nes internacionales de la U RSS. N acía la CEI.
Los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia han adaptado el domingo en Brest dos decisiones históricas: proclamar la extinción de la Unión Soviética y de sus instituciones y, a la vez, crear entre sí una comunidad de Estados Independientes, en cuya esfera de «ac ción conjunta» entran la coordinación de la política exterior, la for mación de un espacio económico común, las aduanas, el desarrollo de los sistemas de transporte y comunicaciones y la protección del medio ambiente. Asimismo — punto decisivo— , las tres repúblicas deciden «preservar el mando conjunto sobre el espacio militar es tratégico y el organismo único de control sobre el armamento nu clear». La Comunidad queda abierta a la incorporación de otras re públicas de la antigua URSS e incluso a otros Estados que tengan interés en ello. Minsk será la sede de los órganos de la comunidad, lo que subraya la ruptura con un pasado en que todo se decidía en Moscú. «El País», 10 de diciembre de 1991.
Podem os concluir el epígrafe apuntando toda una serie de cuestio nes abiertas a raíz de la desaparición de la URSS: — El rebrote del nacionalism o en todo el m undo eslavo que ha con ducido a una situación de guerra civil crónica en Yugoslavia (ante la independencia de Croacia y Eslovenia) y en el Cáucaso (G eorgia, A r m enia y Azerbaiyán) e incluso en Moldavia. — El escaso y difícil control de las 27.000 cabezas nucleares sovié ticas, así com o de sus científicos y centros de investigación con el ries go de su proliferación entre los países del T ercer M undo deseosos de poseer arm as nucleares.
nia. Con ello se garantiza la continui dad de aquellas decisiones funda mentales que han determ inado durante décadas el camino de la Re pública Federal de Alemania y que en definitiva han logrado también la base que ha hecho posible la reunifi cación: internamente, el reconoci miento del Estado democrático y so cial de la economía de mercado; de cara al exterior, la integración en la comunidad de los países libres de Occidente. Esta continuidad fue elegida por la mayor parte de las personas de la has ta ahora RDA, como se puso inequí vocamente de manifiesto en las elec ciones del 18 de marzo de 1990 a la Cámara del Pueblo. Hemos hecho justicia a este deseo expreso con el Tratado estatal sobre la unión mone taria, económica y social, así como con el Tratado de Unificación. Con ello se ha puesto la primera piedra para el desarrollo y bienestar de toda Alemania y para la continuación de nuestro compromiso en la Comuni dad Europea y en la OTAN. («ABC», 2 de diciembre de 1990).
1.
Comentario de texto
D ocum ento Opinión de Kruschev sobre la «Coexistencia Pacífica» «¿E n que consiste la política de la coexis tencia pacífica? E n su expresión más sencilla significa la renuncia a la guerra com o m edio de solucionar las cuestiones litigiosas. Sin em bargo, lo dicho no agota la noción de la coexistencia pacífica. A dem ás del com prom i so de no agresión supone tam bién el acu er do de todos los E stados de no violar la in te gridad territo rial y la soberanía de los otros b ajo ningún pretexto. E l principio de la coexistencia pacífica significa renuncia a la injerencia en los asuntos interiores de los d e m ás países con objeto de cam biar el régim en del E stad o o su m odo de vida. L a doctrina
de la coexistencia pacífica prevé tam bién que las relaciones políticas y económ icas en tre los países deben basarse sobre la com pleta igual dad de derechos de las partes y sobre la re ciprocidad de las ventajas. E n O ccidente se dice con bastante frecuencia que la coexis tencia pacífica no es ni m ás ni m enos que una táctica de los E stados socialistas. E stas afir m aciones no contienen ni u n a parte de ver dad. N uestra aspiración a la coexistencia p a cífica y a la paz no está condicionada po r con sideraciones de coyuntura y de táctica. Se d e riva de la naturaleza m ism a de la sociedad so cialista, en la que no existen ni clases ni gru pos sociales interesados en enriquecerse por m edio de la guerra, o bien en anexionarse y dom inar territorios de otros.» N. K r u s c h e v : «Mi opinión sobre la coexistencia pacífica (1960).» Apud M. E m e r l e : «La vida in ternacional.» Tecnos, Madrid, 1965, págs. 184-185.
Cuestiones: Sitúa cronológicam ente el docum ento. ¿C orresponde a la etapa de la «Coexistencia Paci
1.
2. 3.
fica» o a la de «guerra fría». R azona la respuesta. Profundiza lo m ás posible sobre la vida y las ideas de su autor. E n u m era y explica en qué principios deben basarse las relaciones internacionales según el concento de «Coexistencia Pacífica». . _ . ,. , A naliza las críticas de los países capitalistas a la «Coexistencia Pacifica». ¿T ienen funda m ento?
2.
Temas de debate y de profundización 1.
A fganistán, ¿últim o conflicto de la «guerra fría»?
2.
L a R evolución Islám ica en Irán. E l integrism o islámico.
3.
L a interm inable g uerra del Líbano: los grupos enfrentados.
4.
El desarm e atóm ico en E uropa.
5.
U nión E u ro p ea y desintegración de los Estados socialistas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, los países capitalistas vivieron una larga etapa de crecimiento económico caracterizada por el acceso de las clases medias y bajas a bienes de consumo como el automóvil, signo de triunfo social y prosperidad.
Crecimiento económico de los países desarrollados Contenidos 0. Bibliografía para el estudio del tema. 1. Introducción 2. Evolución económica de los países capitalistas. 3. Evolución económica del bloque comunista. 4. Las grandes potencias económicas capitalistas. 5. Actividades prácticas.
387
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema T a m a m e s , Ram ón: «Estructura económica internacional.» Alianza, M adrid, 1984. A m edio cam ino en tre m anual universitario y u n a interpretación muy personal de los lenóm enos e instituciones económ icas actuales, resulta especialm ente útil para com prender el sistem a m on etario y financiero internacional, así com o la evolución y los problem as de
•
las grandes potencias económ icas. •
C ip o l l a ,
C arlos M .: «Historia económica de Europa. E l siglo XX.» vol. 2. A riel, B arce
lona, 1981. a n Es un clásico p ara estudiar la evolución de la econom ía eu ropea tras la Segunda Cmerra M undial, con un nivel b astante elevado. G u n d e r F r a n k , A ndré: «La crisis mundial.» B ruguera, B arcelona, 1980. D esde la original perspectiva de su autor, se realiza u n a aguda crítica de los desequili brios y distorsiones del sistem a capitalista que condujeron a la crisis de los años setenta.
•
• G a l b r a i t h , Jo h n K enneth: «El capitalismo americano.» Ariel, B arcelona, 1972. Com o pocos analiza este profesor de H arvard en sus obras la progresiva concentración em presarial del m undo capitalista (oligopolios), sus consecuencias sociales y el papel del Estado. N o v e , A.: «Historia E conóm ica de la Unión Soviética.» M adrid, 1973. U n a de las escasas m onografías en español sobre la evolución económ ica de la UKbb.
•
• LAQUEUR, W.: «Europa después de Hitler.» 2 vols. Sarpe. M adrid, 1985. ^ Prim era síntesis rigurosa de la postguerra europea con un análisis porm enorizado por paí ses y principales acontecim ientos. • M a r t í n e z d e s a z , M.: «El m undo de los bloques, 1945-1989.» Anaya. M adrid, 1989. ^ Ú ltim a obra de conjunto sobre la evolución de la política internacional en los últimos años.
388
1.
Introducción
Tras el fin de la Segunda G u erra M undial la econom ía m undial ex perim entó un vuelco espectacular. E u ro p a estaba en gran m edida arruinada, con sus fábricas y m edios de tran sp o rte destruidos. Sólo los Estados U nidos salieron económ icam ente favorecidos del conflicto, convirtiéndose en el centro de las finanzas m undiales. No obstante, lo que asom bra de la econom ía de los países industriales durante la pos guerra es su rápida recuperación, a la que sigue un crecimiento sosteni do po r espacio de m ás de veinte años. E l crecimiento, desarrollo o expansión se adaptan a cada país y a cada sistem a económ ico, y así, p aralelam ente a la división política del m undo en dos bloques (véase T em a 16), se produce una división eco nóm ica en tre países de economía libre, liderados p o r E E .U U ., y países de econom ía colectivista y dirigida, liderados p o r la URSS. E n los prim eros el Estado actúa de tutor o corrector de los desequi librios que p roduce el libre juego de las fuerzas económ icas (planifi cación indicativa, econom ía social de mercado). Los niveles de ren ta y el po d er de com pra de la m ayoría de la población crecen vertiginosa m ente y se en tra en u n a sociedad de consum o de masas. C onstantes avances tecnológicos, aum ento de la productividad, energía y materias p ri m as baratas, expansión de las empresas multinacionales caracterizan este proceso. M ientras, en Europa oriental, la URSS y los países bajo su influen cia experim entan tam bién un fortísim o ritmo de crecimiento económ i co, que, no obstante, no rep ercu te en un aum ento del nivel de vida de la población, pues los esfuerzos se centran en la industria pesada y de bienes de equipo, y se acentúa adem ás su retraso tecnológico con res pecto a los países capitalistas. Pero desde 1974 la econom ía internacional se debatió durante casi una década en u n a profunda crisis. La subida del precio del petróleo, la inestabilidad del dólar, m edio de pago internacional desde 1945, el paro de m illones de obreros, el cierre de empresas y la fuerte inflación dieron com o resultado una etap a incierta en la que se cuestionó el «crecimien to ilimitado». A ctualm ente la econom ía m undial asiste a un relanzamiento con cautelas, tras haberse producido la reconversión de las industrias en cri sis, la consolidación de la intervención del Estado y una m ayor concen tración empresarial. Japón y su área de influencia en E xtrem o O riente disputan el liderazgo tecnológico e industrial a E u ro p a y los E E .U U . Pero, al m ism o tiem po, altos índices de paro y grandes bolsas de pobre za son aún problem as p o r resolver en los países ricos.
• • • •
• N Y L .O N
• PER LO N
•L A M P A R A • IN C A N D E S C E N T E . A IS L A M IE N T O
• M A Q U IN A • A VAPOR • TELAR • M E C A N IC O
•D E CABLES • E L E C T R IC O S . LO C O M O TO R A . TE LE G R A FO . F O T O G R A F IA
. Tf l EFO NO • TRANSFORMADORES
•R A D A R • R A D IO . T E L E V IS IO N
. MOTORES A
• CO HETES
T
. F X P I O S IO N
▼
r
1800
1750
Las oscilaciones de la economía mun dial alternan períodos de crecimiento y estancamiento relacionados con la aparición de nuevos avances técnicos. Sitúa cronológicamente los perío dos de crecimiento y las crisis y co méntalos en relación con las innova ciones tecnológicas.
Pérdidas demográficas en Europa, 1939-1945 (en millares) Militares
Civiles
Alemania ........... 3 760 Austria ............... 230 Bélgica ............... 2 Bulgaria ............. 10 Checoslovaquia ... 150 Finlandia 50 F rancia............... 167 Grecia 50 H ungría.............. 140 Ita lia ................... 125 Noruega 1 Países Bajos 6 Polonia............... 320 Reino U n id o 298 R um ania 200 Unión Soviética .. 10 000 Yugoslavia 410 TOTAL 15 974
3 090 104 100 220 — 400 500 280 80 ~~ 200 4 200 100 _ 260 15 000 1280 25 824
Fuente Maddisoen, pág. 470, Apud «Historia Universal siglo XX», Histo ria 16, vol. 20, pág. 61.
390
RAYO L A S E R F IB R A S D E V ID R IO B IO T E C N O L O G IA R O B O T IZ A C IO N
18 50
1900
-j
19 50
,
2000
2. Evolución económica de los países capitalistas 2.1. Resultados económicos de la Segunda Guerra Mundial: destrucción de Europa. Auge de EE.UU. Nuevo orden económico internacional Al finalizar la Segunda G u erra M undial l a econom ía m undial ex p erim entó profundas transform aciones com o consecuencia de las des m icciones masivas producidas en las econom ías de la m ayoría de los países beligerantes (con la excepción de E E .U U .) y tam bién de la adap tación de la producción de bienes y del com ercio internacional a las necesidades bélicas. E n general, y de m odo esquem ático, la situación de los países beligerantes es la siguiente: a) Los EE.UU. salen del conflicto fortalecidos. La guerra ha p er mitido superar las últim as secuelas de la crisis de 1929, se han conver tido en el gran b anquero de los triunfadores (todos los países aliados le deben créditos) y ta m b ié n h a n suplantado a E u ro p a com o líder in dustrial. N o obstante, la coyuntura de 1945 resulta esPecl^ eJ!te licada pues es preciso reconvertir la economía de guerra a o tra de paz desm ovilizar al ejército y seguir vendiendo productos industriales a una E u ro p a exhausta y sin recursos financieros. b) La situación en Europa, tan to entre los vencedores com o en tre los vencidos, es desoladora. Las pérdidas dem ográficas (vease cua dro adjunto) se cifraban en m ás de cuarenta m illones de vidas, si bien el «boom » de nacim ientos de la inm ediata posguerra palio paulatina m ente esta p érdida de potencial hum ano. T am bién la reordenacion de las fronteras (véanse Tem as 15 y 16) produjo fuertes desplazam ientos de población, particularm ente en E u ro p a central y oriental (U R SS Fo Tonia, A lem ania). La producción de la industria era, en agosto de 1945, la m itad de la de antes de la guerra, y la m aquinaria estaba envejecida v en m uchos casos, destruida. O tro tanto ocurría con la agricultura, lo que obligó a los gobiernos a establecer un severo racionam iento de
alim entos; la dieta era especialm ente parca en carnes y grasas debido a las cuantiosas pérdidas de la cabaña ganadera. E n conclusión, y se gún A. Viñas: «H abía escasez de alim entos, m aterias prim as y bienes de consum o, y los países europeos estaban desprovistos, en general, de los m edios necesarios p ara financiar im portaciones absolutam ente im prescindibles. E n m uchos casos las exportaciones eran insignificantes (...), del o rd en del 20 p o r 100 del nivel de preguerra.» M ientras en la E u ro p a occidental las ayudas y créditos de em ergen cia norteam ericanos —la U N R R A distribuyó sólo en 1946, 4 700 m i llones de d ó lares— salvaron la situación crítica, en la E u ro p a oriental la U R SS procedió a incautarse y d esm antelar fábricas enteras en A le m ania y obligó a los países bajo su influencia a aco m eter procesos a p re surados de colectivización y m an ten er económ icam ente a las tropas so viéticas en su territorio. Con ser m enos llam ativo, no era tam poco desdeñable el desorden im perante en las finanzas internacionales. G ran B retaña, país vencedor, es taba al borde de la bancarrota: su deuda pública alcanzó, en 1945, la im portan te cifra de 50 000 m illones de dólares. Se procede, en conse cuencia, a rep atriar capitales y liquidar inversiones en el exterior, pues, pese a su extensión territorial, el Im perio B ritánico no podía hacer de exportador de capitales. T am bién el liberalism o en los intercam bios in ternacionales estaba en declive desde la crisis de 1929, que dio lugar a un feroz y estéril proteccionism o. Se im pone, p o r tanto, el diseño de un nuevo orden económ ico internacional, que cuente con organism os re guladores de la econom ía m undial. Y a antes de la victoria, los virtuales vencedores se reunieron en Bretton Woods (E E .U U .) p ara construir, a p a rtir de las teorías interven cionistas del econom ista inglés L ord Keynes (véase T em a 14), un n u e vo sistem a económ ico internacional sustentado en los siguientes princi pios: ‘ a) U n sistema monetario internacional basado en el dólar com o m edio de pago aceptado universalm ente (m oneda internacional) y en la convertibilidad real del dólar en oro, siem pre que así se dem ande a la R eserva F ederal de E E .U U ., a un precio fijo de 35 dólares la onza de oro (cam bio teóricam ente vigente hasta 1971). El resto de las m o nedas tienen su equivalencia en oro a través de su cam bio con el d ó lar, que debe ser lo m ás fijo posible, aunque p ueden autorizarse en ca sos especiales revaluaciones y devaluaciones.
En «Historia Universal siglo XX» de Historia 16, vol. 20, pág. 63. ♦ '
b) C reación del Fondo Monetario Internacional (FM I) com o or ganismo rector de la economía mundial, constituido por todos los E s tados vencedores a excepción de la U RSS y los países de E u ro p a o rie n tal, que decidieron su no participación en el nuevo organism o. Todos los com ponentes del FM I deben g arantizar el com ercio internacional libre entre ellos, sin restricciones, m an ten er el valor de sus m onedas y su cam bio con otras divisas. C ada país ap o rta una cuota en efectivo con arreglo a su riqueza (P roducto N acional B ruto), y el conjunto de estas cuotas sirve p a ra realizar préstam os a los países con dificultades económ icas. 0) C reación del Banco In ternacional de R econstrucción y D e sarrollo, conocido pop u larm en te com o B anco M undial, que se m an tie ne con fuertes aportaciones de los países industriales desarrollados (es pecialm ente de E E .U U .) y facilita créditos a largo plazo a los nuevos países en vías de desarrollo, especialm ente a aquellos que obtuvieron su independencia en los años 50 y 60 (véase T em a 18). 391
d) Firm a en G inebra, en 1947, del A cuerdo G eneral sobre tarifas aduaneras y aranceles (G A T T ), que in ten ta terminar con los sistemas de intercambios comerciales cerrados en tre dos países y procura supri m ir las tarifas aduaneras p ara facilitar el com ercio internacional en p ena libertad. E n este m arco jurídico y financiero, som eram ente esbozado, cabe destacar el papel prep o n d eran te que se reserva la econom ía n o rte a m ericana, que se convierte en banquero del m undo capitalista en un m om ento de absoluta suprem acía. C uando la recuperación y el de sarrollo económ ico de las décadas posteriores hagan crecer vertigino sam ente el nivel del com ercio internacional y la dem anda de m edios de pago, los dólares se m ultiplicarán en exceso, perd erán su converti bilidad en oro, serán un instrum ento de penetración económ ica de las m ultinacionales y darán lugar, en p arte, a la crisis económ ica de los años setenta.
2.2. La reconstrucción ^uropea: el plan Marshall ^1946^50); Un tren abarrotado de refugiados lle ga a Alemania occidental. El problema de los refugiados tras la Segunda Guerra Mundial agravó aún más la deteriorada situación económica de Europa central.
C om o ha podido com probarse, la situación europea al térm ino de la Segunda G u erra M undial era económ icam ente desalentadora. D es de la perspectiva del gobierno de E E .U U ., dos peligros acuciaban tras el conflicto: a) De tipo político. La am pliación de la esfera de influencia de la U R SS en E u ro p a oriental am enazaba extenderse a todo el continente a través de los gobiernos de unidad nacional, form ados al firm arse la paz y del clim a de agitación social prerrevolucionaria a que podría dar lugar el colapso económ ico de los países de E u ro p a occidental. r>P tip o p rn n óm ico. D urante la g u erra,j os frentes de b a ta lla y u lo sfta ís e s h h a d o s h a b ía n Tido excelentes chcm cs de E E .U U . E ra p re ciso, a to d a costa, m antener la actividad industrial norteam ericana y los niveles de exportación que facilitasen la reconversión de la econo m ía hacia la paz, evitando una crisis de sobreproducción sim ilar a la que siguió, en 1920, al fin de la Prim era G u erra M undial (T em a 14). Asi surgió el program a de ayuda económ ica conocido por el nomH p ro m o to r, el Secretario d e Estado á m é r i c ñ ñ o ' ^ ^ ^ M ^ sh aR La filosofía de la ayuda fue expresada en su fam oso discurso p ro nunciado en la U niversidad de H arvard el 5 de junio de 1946: (...)
hrp
Cartel propagandístico alemán (1948) del Plan Marshall. El elemento propagandístico y los esfuerzos de coordinación europea no fueron ajenos al plan Marshall.
392
p
s u
«La verdad es que las necesidades de Europa de alimentos ex tranjeros y otros productos esenciales para los próximos tres o cua tro años — especialmente de América— están por encima de sus posibilidades de pago. O bien obtienen una importante ayuda adi cional o se enfrentarán con un deterioro de la situación económi ca, social y política de carácter muy grave (...). Las consecuencias para la economía de EE.UU. son claras para todos (...) Nuestra po lítica no está dirigida contra ningún país o doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Su propósito sería el restablecimiento de una economía activa en el mundo a fin de permitir la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan subsistir las instituciones libres.» Apud L a c o m b a , J. A. y AA.VV.: «Historia Contemporánea Mundial. Bibliografía y textos.» ICE, Málaga, 1978, pág. 85.
¿,a ayuda ap robada p o r el Senado am ericano el 3 de abril de 1948 ascendió á*mas de T ? 0Ó0 m illones deddólares en tre 1948 y 1952. Los máximos ______ t rancia, ta occidenidos del E ste de E u ro p a tal de Alen¿ania e Italia^ La U R SS v los E stados Rechazaron particip ar en el nrogram a. al que consideraron un instrum é ñ to lIc T a poTítica Hegemónica norteam ericana. • Las consecuencias del plan M arshall fueron varias y. trascendentes para’éTTuíuro: /^a1) Se responsabilizó d irectam ente a los países beneficiarios de la géstión y destino de las ayudas, lo que facilitó su adecuada aplicación y la organización y el desarrollo económ ico de los beneficiarios. b) Se crearon los prim eros organism os de coordinación y coope ración económ ica europea, com o fue el C om ité p ara la C ooperación Económ ica E u ro p ea (C C E E ), em brión de la futura O rganización E u ropea de C ooperación E conóm ica (O E C E ). c) Los gobiernos europeos lograron cierto ord en financiero in ter no, que puso las bases de u n futuro equilibrio presupuestario. ( j l j ) Las atenciones p referen tes de la ayuda variaron a lo largo del olan. AÍ principio el m ayor p orcentaje fue destinado a productos alim e n tid o s, forrajes y timtiTízaiitcsTpariUsubsanar el déficit alim entario europeo; p o sterio rm en te se dio prioridad a las m aterias p rimas indusfríales, la m aquinaria. T(Ts vxHícüíós 7cTc()nibusIíhíc, con lo q u L se re novó el utillaje industrial.
George Cattlet Marshall
«George Cattlet Marshall (Uniontow n, Penn., 1880-Washington, _ Aj fj^ U iz a r^ l nlan la producción industrial superó en todos las 1959). General y político norteame □aís£s_bs niveles rie antes de la guerra, alcanzando el Í28 por 1UU ricano. H ijo de un acomodado co (100 = año 1938). ‘ merciante de carbones, realizó sus f) El déficit com ercial eu ropeo se redujo sensiblem ente, desde losestudios en el Virginia Military Institute de Lexington. Tuvo su primer 8 000 m illones de dólares (1946) a los 2 000 m illones (1952). destino en Filipinas (1902-3), com batió en Champagne y Argonne du E y jjm r n r o ñ m d i z ó a ú i w n á ^ a s ^ i i f e r e n c m ^ micas e n t^ uT^t^TTBcsTWTl?' bdltipIT q ue aun perviven y pese a rante la Primera Guerra Mundial y '"sus deficiencias supuso el inicio de uña larga etap a de prosperidad y en 1917 ascendió a capitán. Ayudan te del general Pershing durante cin crecim iento. co años (1919-1923). Nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército el mismo día que los ale manes invadían Polonia, fue el re presentante norteamericano en el Comité de Jefes de Estado Mayor anglosajones en Washington e influ yó decisivamente en la marcha de las S uperados los desequilibrios y las m ayores deficiencias de la po s operaciones de la Segunda Guerra guerra, tan to E u ro p a occidental com o los E stados U nidos y Jap ó n van Mundial. En la reserva, al finalizar el a vivir un a etap a de pro sp erid ad económ ica de m ás de dos décadas, conflicto (1945), Truman le designó auténticam ente insólita p o r su larga duración, continuidad, práctica au embajador en China (1945-47) y se sencia de crisis cíclicas de sobreproducción y extensión del bienestar cretario de Estado (1947-48). Desde este último puesto impulsó el plan de m aterial a capas b astante am plias de la población. E ste fenóm eno fue ayuda económica a Europa que hoy posible p o r la concurrencia de vario s factores:! Í ^ ^T d esa rivllÓ lécñ ó Io elco l^ricAexa m n s it^ = i|]]fi|^ ¡jte .- hasta el se conoce por su nombre. En 1950, punfo de hablarse de u n a tercera revolución industrial, caracterizada p o r al estallar la guerra de Corea, ocupó la Secretaría de Defensa. Premio la utilización pacífica de la energía nuclear (m e d icina, electricidad), la Nobel de la Paz en 1953.»
2.3.
La época del desarrollo económico sostenido (1951-1973)
eclosión de I el ectrón iqa Trh em ori a artifi el al. m iniaturización de com ponentes), el desarrollo inusitado de los m ateriales sintéticos (fibras ar tificiales, plásticos), los avances espectaculares en aeronáutica (reacto res) y la aparición d e ja -a stro n á u tica .
«Historia Universal siglo XX», His toria 16, vol. 21, pág. 94.
393
/ S T ) Mnmnx form as.diuialílica eCQRÓniica. SiguicnJo las teorías de Kevñes el E stad o interviene en los procesos económ icos para corregir los desequilibrios m ás escandalosos. Se crean em presas estatales; se n a cionalizan los sectores básicos de la producción (carbón, f e r r o c a rn , b an ca electricidad, tran sp o rte aéreo), en m ayor o m enor m edida se gún los países, y se potencian los program as de protección a los sec tores m ás desfavorecidos (construcción de viviendas, becas educativas, seguro de en ferm edad y desem pleo). P ara atender todas estas necesi dades se realiza una política fiscal progresiva que facilite los recurs necesarios. Los m odelos nacionales del intervencionism o serán varios. N ueva F ro n tera de Kennedy, E conom ía Social de M ercado en A lem a nia occidental, Planificación Indicativa francesa, etc.
a y u d a c i v i l n o r te a m e r ic a n a A L O S DA IS E S E U R O P EO S D E S D E 1 9 4 6 HASTA JU N IO DE 1961
*i I '"
if is Cn-rim iruto demográfica^ T odos los países asisten tras la guerra a u n f u e r te aum ento de las tasas de natalidad, que se prolonga hasta 1970 A dem ás a través de la em igración, los países europeos reciben m a n o de obra abundante y b a ra ta procedente de la cuenca m editerran ea y el n o rte de África. ) M avor ^ p ^ n r i ó n p. inteeración deJu S -eronomÍM ^ a c u m a k .i_ próxim as E l p lan M arshall es el origen de las prim eras instituciones -eco n ó m icas supranacionales encargadas de coordinar se‘ aplicación, ñero una vez concluida su vigencia, estas instituciones (O E C E p er m anecen p a ra coordinar el com ercio intraeuropeo. A p artir de la d e cada de 1950 los países de E u ro p a occidental sienten la necesidad de integrar sus econom ías, particularm ente en el terren o industrial y co m ercial v surgen así varias instituciones especializadas que se integran " T u l l i d F m n ó m ic a E uro p ea (CH E ) a p artir de 1957 (vease
POBLACIÓN ACTIVA EN RFA EN 1971 (°/< IN DU STRIA TRAN SFO RM ADO RA
394
| ^ c o n s t r u c c ió n !
transpo rtes]
T em a 19). , Cnm hin en ¡g, pxtm rtum de la producción- D e m anera continuad a s e p r o d u c e un trasvase de población desde el sector prim ario (agri cultura m inería) a los sectores secundario (industria) y terciario (ser vicios, profesiones liberales, funcionarios). E ste fenóm eno es preciso ponerlo tam bién en relación con la fuerte em igración que se produce en estos años en los países industrializados entre el cam po y la ciudad. D e esta form a el sector prim ario, altam ente tecm ficado, apenas ocupa a m ás del 10 ó 12 p o r 100 de la población. E n los últim os anos, en los países de m ayor nivel de desarrollo se observa un crecim iento aun m a yor del sector terciario en detrim ento de las actividades transform ado ras, com o p u ed e observarse en el gráfico lateral. E ste conjunto de factores dieron com o resultado la aparición, en m ayor o m en or grado según los países, de la prim era sociedad de con sum o autén ticam ente de masas. Los trabajadores vieron en su salario el elem ento que les perm itía acceder progresivam ente a la m ayor can tidad posible de bienes m ateriales, p o r lo que las dem andas de aum en to fuero n constantes y en general atendidas p o r las em presas. C onse cuencia de lo anterior fue un proceso continuado de aum ento de los precios, que perm itió a las em presas m antener los niveles de b enefi cios. Las ventas a plazos de bienes de consum o duraderos (autom óvi les, electrodom ésticos) se generalizaron com o dem ostración de op u lencia y confianza en el futuro. Las pequeñas em presas fam iliares, fal tas de com petitividad, dieron paso a las grandes firm as com erciales en m uchos casos m ultinacionales, que acaparaban grandes cotas de m ercado. P o r últim o, la m asiva incorporación de la m ujer al trabajo fuera del hogar perm itió a las clases m edias y bajas unos ingresos ex tras que potenciaron aún m ás el afán de consum o.
r
/
2.4.
\
La crisis económica de los aftas
setenta: causas y consecuencias (1974-1981) En el o toño de 1973 las perspectivas de crecim iento de las econo mías de los países desarrollados dieron de form a brusca un vuelco es pectacular. D e u n a etap a de confianza y crecim iento continuado que d u ra b a desde el final de la Segunda G u erra M u n d ial.jte p a s ó a unos años de estancam iento, incertidum bre y problem as. E s lo que se h a~conocido vulgarm ente com o la «crisis de la enema», que v a lñ p fc F 'lo n g a r sus secuelas hasta el decenio siguiente y ha m arcado de form a decisiva a la econom ía m undial en la actualidad. ¿L a s causas de la crisis de los años setenta fueron varias, com pleias e m terconectadas: (7*Sjb U n a subida rápida e im portante de Ins precios del petróleo, usacttrc o m (tlirim rp o 1ífi c á~pi7r los pafSeTafabes' p roductores c rT la ^ ü e rra del Y om K ippur (1973), que pasa en pocos m eses de 3 a 11 dólares el barril (véase gráfico adjunto). E sta escalada de precios continúa p ro duciéndose en los años posteriores, hasta alcanzar un precio máximo de m ás de 30 dólares el barril en los años 1979-80. La dependencia energética de los países industrializados, especialm ente E u ro p a y J a pón, del petró leo im portado hace subir los pagos exteriores p o r este concepto, y se convierte en una sangría de las econom ías nacionales (en Francia la factura p etro lera pasa del 1 al 5 p o r 100 del PNB entre 1973 y 1981). '
G E N E R A L ^ ELECTR ESPAÑOLA
La difusión de la televisión fue uno de los símbolos de la sociedad de consumo de los años 50 y 60. Ade más de cambiar ideas y comporta mientos tradicionales, resultó un pingüe negocio para las multinacio nales de la electrónica.
El gráfico representa la evolución del precio del barril de petróleo para los países consumidores.
o AÑO
___ ; J-----1 1973 1974 1975 1 9 7 6 1 9 7 7 1 9 7 8 1 9 7 9 1 9 8 0 1 9 8 1 1 9 8 2 1 9 8 3 1 9 8 4 1 9 8 5 1 9 8 6
Quedan claramente señaladas las dos crisis de la energía padecidas en los años setenta y en el inicio de los ochenta.
^ m ^ ^ ^ ^ i r a ^ u n c l i a l D esde I'T h ttrlc re c ie n te déficit exterior de los E E .U U . puso en el m ercado m undial u n a gran cantidad de dólares (pri mero eurodólares, en m anos de europeos, después petrodólares en m a nos de la O P E P ), que no podían ser convertidos en oró. Las inversio nes exteriores de las m ultinacionales norteam ericanas así lo exigían, en opinión de T am am es. La subida del precio real del oro fue inm e diata y obligó al p resid en t^N ix o ^ , ya en 1971, a anular la convertibi lidad dólar-oro, lo que supuso"cfe hecho una devaluación de la m one da am ericana. Los intentos de refo rm ar el Sistem a M onetario In te r nacional (conferencia de N airobi, 1973) no tuvieron éxito, y los gobier nos se vieron obligados a renunciar a un valor fijo p ara sus m onedas, cuyo precio quedó sujeto a la ley de la o ferta y la dem anda, y se p ro dujo, com o consecuencia, u n a devaluación en aquellos países con fu er tes déficit exteriores (E E .U U ., G ran B retaña, Francia, E spaña) y una revaluación de los países con superávit (A lem ania Federal, Japón, Sui za). 395
El Paro
i as sc hicieron esPerar y aunciue dls_ linfas a las de la g r a ! r te p r e s io 7 d e los años trein ta (véase T em a 12), se han revelado tan duraderas com o aquéllas. Las principales fueron: C t h D escenso en las tasas de c re c im ie n to económ ico hasta casi Ueg a r m e^ffi?®Trnfn toTp asando de una m edia del 2 por 1(10 o m as a ín
«Lo que ha parecido nuevo acer ca de la reciente inflación es el he cho de que vaya a la par con un paro dices que ro n d an el 1,5 ó el 2 por 100. alto. Las tasas de aumento de los ( $ ) F u e rte aum entoJ s J & M & S g * (subida de *°S prCC1? S)l qUC precios se han incluso acelerado a paso de“uños valores e irto rn o al 3 ó 4 'por 100 anual durante la etapa veces cuando existía un paro alto o creciente. Es esta característica la de crecim iento an terior a otros que alcanzaron los dos dígitos (m as del 10 p o r 100) en algunos países. E s lo que se h a llam ado «stagflacion», que da origen a la voz «inflaparo»: cuando al desencadenarse la carrera entre precios y salarios, las em estancamiento de la producción y el empleo (paro) junto con la infla presas in ten tan ganarla p a ra m antener sus volúm enes de beneficio. ción.» r P k E scalada de las tasas de de¡&fliplcp en todos los países, que alG. A c k l e y :« £ / problema del infla-c a n 2 a n " c ¿ k ré ii torno al “ por 1UU de la población activa. Com o paro» (1979), en «Papeles de Econo consecuencia de la reducción de la dem anda de bienes y servicios, m u mía Española.» n.° 8, 1981, págs. chas em presas se vieron obligadas a reducir sus plantillas (reconver 406-407. sión), sin que se crearan adem ás suficientes em pleos para la población Q u ie b ra de neaueñas y Tpáiana< pm nresas. afectadas tanto n o r ia reducción d é la d e m a n d a com o por la política de restricción de créditos seguida en la m ayoría de los países para contener la inflación. Las m edidas que adoptaron los distintos gobiernos para superar esta crisis no resultaron acertadas en m uchos casos. Se recurrió, en ge neral a restricciones del crédito (dism inución del dinero en m anos de particulares) p ara contener la inflación, ju n to a un aum ento de los p ro gram as de asistencia social (subsidios de paro), con un fuerte coste eco nóm ico que derivó hacia el crecim iento de los im puestos y el déficit
público. , . . . .. Una-mola peculiar de la crisis de los años setenta es el crecim iento iH , V r ^ m ía 'liih w m d a » , es decir, aquel conjunto de a ¿ t ¡ v « ? s no e s ta n g ra ro d a s c o n im puestos y
Tasas de inflación en los países de la OCDE M edia anual Países
Parados buscando empleo. Imagen habitual en los países in dustriales durante la crisis de los años setenta, que aún no ha desapa recido. 396
Alem ania, R. F. Australia A ustria Bélgica C anadá D inam arca España Estados Unidos Finlandia Francia Grecia H olanda Irlanda Islandia Italia Japón Luxemburgo N oruega Nueva Zelanda Portugal R eino U nido Suecia Suiza Turquía Total O C D E
1 9 6 5 -1 9 7 4
4.20 5.70 4,90 5.20 5.00 7.60 .3,60 5.10 7.10 6.00 6.60 6.30 8,00 15,60 „ 5.80
8.10 4,50 6.10 6.80 9.30 ' 7,10 5.80 5,40 13.30 ‘ 5.80
1 9 7 4 -1 9 8 3
4.60 11,00
5.60 7.60 9.30 10,00
16,80
8,10 11,20
11,00 17.80 6,20
15,40 48,80* 16.80 6,00 7,40 9.70 14.20 21.90 » 13.30 10.20
3.70 37.90 9.20
1984
1985
1986
1 987*
0,90 0,20 2,20 2,40 8,30 9,10 6,80 3,90 1,80 1,70 3,20 5.60 1.70 1,30 4,90 6,30 4,30 4,20 4,00 4,30 3,90 3,60 4,70 6,30 11,30 -8,80- ...8,60 - 4,60 4,50 2,00 3,50 4,30 3,70 3,60 5,90 7,10 3,20 2,70 5,80 7,40 15,30 23,00 19,30 18,50 0,10 0,20 2,30 3.30 3,20 3,80 5,40 8,60 21,60 22,20 31,90 30,90 5,30 6.10 8,60 10,60 0,50 0,40 2,10 2,20 0,10 0,30 4,10 4.60 7,50 7,20 5,70 6,20 16,90 13,20 15,40 6,20 9,80 11,70 19,30 29,30 4,50 3,40 6,10 5,00 5,10 4,30 7,40 8,00 1,90 0,70 3,40 3,00 36,40 34,60 48,40' 45,00 3,90 2,50 4,50 5,20
Octubre-1986 octubre-1987 Fuente: OCDE. Apud. «Anuario El País», 1988.
proporcio n an ocupación irregular e ingresos reducidos a parte de la p o blación activa en paro. E n casos com o Italia y E spaña, este tipo de ac tividades llegaron a rep resen tar m ás del 20 p o r 100 del PNB real, y se convirtieron en una au téntica válvula de escape de las tensiones socia les. E n general, las clases m edias y los trabajadores so portaron la crisis con bastan te disciplina, sin que se registraran grandes movilizaciones de masas (huelgas generales, m ovim ientos revolucionarios), pues los, sindicatos ad o p taro n una táctica negociadora (pactos sociales).
2.5.
La economía actual de los países industriales: desequilibrios y relanzamiento (desde 1982)
A com ienzos de los años ochenta, la econom ía m undial va supe rando progresivam ente los efectos de casi una década de profunda d e presión. La llegada al p o d er en los principales países industrializados de los partidos conservadores (M. T h atch er en G ran B retaña, R onald R eagan en E E .U U ., Elelmut Kohl en A lem ania Federal) significa un giro en las políticas económ icas: se abandonan definitivam ente las teorias kew iesianas de un «Estado providencia» o p ro tecto r de los m ás dé biles, y se im pone, p o r el contrario, un neoliberalism o feroz, preconi zado por M. F ried m an y la Escuela de Chicago. E s la llam ada «Reaganomic», que sé caracteriza por: a) A ban d o n o de los program as de asistencia social (supresión del seguro de desem pleo, dism inución de pensiones). b) R educción de im puestos, p a ra p o n er en m anos de los particu lares la m ayor cantidad de dinero posible, lo que aum enta el consum o y la inversión privados. c) Im p o rtan te program a de rearm e (m odernización de arm am en to atóm ico y convencional, «guerra de las Galaxias») que p erm ita cre cer a la industria pesada y a la industria electrónica. E ste p rogram a económ ico, copiado a lo largo de estos últim os años p o r la m ayor p arte de los países desarrollados, arroja p ronto un b alan ce de im portantes logros y p reocupantes desequilibrios:
Vista aérea de Nueva York desde el rascacielos Empire State. Nueva York sigue siendo todavía el centro del capitalismo mundial. Con graves desequilibrios, la econo mía norteamericana mantiene el li derazgo económico. 397
• En oeneral todos los países industriales han reducido sus tasas de in flación p o r debajo del 4 p o r 100 (véase cuadro adjunto). E V O L U C IO N D E L O S P R E C IO S O F IC IA L Y
SPOT
B E L C R U D O DE R E F E R E N C IA ¡A rab ia , lig e ro )
• E l gran im pulso económ ico de los prim eros años de la cdécada 11981-1984) estuvo m antenido por la econom ía de EE. ., q S e n gran m edida su consum o interno, pero a costa de produc, un déficit insostenible de su balanza de pagos - 1 3 4 000 m illones dólares en 1 9 8 8 - , lo que h a frenado el ritm o de la recuperación
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de 1985. • L igera dism inución de las tasas de desem pleo, con grandes desigual dades en tre los distintos países. D e todas form as, el paro aparece ya en las econom ías desarrolladas com o un fenóm eno estructural de di fícil desaparición.
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. D ism inución progresiva de los precios del petróleo (véase gráfico ad jun to ) hasta niveles inferiores a los 18 dolares el barril en 1988 lo que ha perm itido disponer de nuevo de energía relativam ente barata. • M antenim iento e incluso increm ento de los déficit presupuestarios a causa de la aplicación sim ultánea de los gastos de rearm e y los p r gram as sociales destinados a evitar un crecim iento de la tensión social.
. i . LL'.'VA.Y J.ó L -.'.S tf"-'- U»
í^'CeOOti' ¿I -*■ PfaeieSPOT
• F enóm enos especulativos (com pra-ventas sobre el dólar y las acciones bursátiles, t o t a dan lugar a un crac bursátil en N ueva Y ork extendido después al resto del m undo, pero
rápidas acaP^ra™ e n t^ ^ ^ . sobr®v? lo^ a? ^ (19 de octubre de 1987), sin las catastroticas con
secuencias del de 1929.
3.
Evolución económica del bloque comunista
3.1. La URSS tras la Segunda Guerra Mundial: reconstrucción y planes quinquenales (1946-54) P ara T am am es, la Segunda G u erra M undial tuvo para el pueblo y la econom ía soviéticos consecuencias dram áticas: los m uertos, entre ci viles y m ilitares, ascendieron a m ás de 20 m illones, la natalidad bajo bruscam ente; la producción agrícola descendió a casi la m itad de los niveles de an teguerra con un m illón de granjas destruidas; la industria, p o r el contrario, trasladada en b u ena parte al este de los U rales, había realizado un gigantesco esfuerzo de producción (500 000 cañones, 137 000 aviones, 102 000 tanques), que contribuyó decisivam ente a la victoria, au nque 30 000 fábricas habían quedado destruidas. E l saldo bélico, sin em bargo, tam bién tuvo su vertiente positiva, ya que se p ro d ujeron im portantes anexiones territoriales (E stados B álti cos, este de Polonia, B esarabia) y el control indirecto de los E stados d el’este de E uropa, que quedaron bajo influencia soviética. D e ellos se consiguió el pago de reparaciones de guerra, las confiscaciones de las antiguas propiedades alem anas y el m antenim iento de las tropas so viéticas ocupantes.
H asta la m uerte de Stalin (6 de m arzo de 1953) la vida económ ica y el proceso de reconstrucción de la U R SS siguieron las mismas p au tas de antes de la guerra, a p artir de la propiedad estatal de todos los m edios de producción y una planificación económ ica au to ritaria y fu er tem ente centralizada. E n consecuencia, se p o n en en práctica de nuevo los planes quinquenales. • Con el Cuarto Plan Quinquenal (1946-50) se p retende reconstruir la econom ía en las zonas devastadas p o r la guerra, con absoluta p rio ridad para la expansión de la industria pesada, y exigiendo a la pobla ción el sacrificio de agotadoras jorn ad as de trabajo y una reducción de su nivel de vida (el salario m edio es el 70 p o r 100 del de 1928). E n la industria se superan los índices de producción prebélicos. Sin em bar go, en la agricultura los planificadores h an de enfrentarse a la resis tencia de los cam pesinos a la colectivización to tal de la tierra postula da por Stalin, con lo que la producción desciende. • El Quinto Plan Quinquenal (1951-55) no llegó a concluirse p o r la m uerte de Stalin, p ero seguía las líneas de actuación del anterior con objetivos muy am biciosos en la agricultura, industria bélica y de bie nes de equipo, que p ro n to fueron abandonados.
3.2.
Colectivización, planificación y subordinación a la URSS de las economías de Europa oriental (1947-1955)
C om o ya se expuso en el T em a 16, en el período 1945-48 se e sta blecen en E u ro p a o riental sistem as políticos inspirados e im puestos por la U R SS: son las denom inadas «dem ocracias populares», regím e nes de p artid o único o hegem ónico, que en la inm ediata posguerra van a realizar to d a una serie de reform as económ icas en profundidad para adaptarse al m odelo de rígida planificación, colectivización de los m e dios de producción y prioridad a la industria pesada, característico de la época de Stalin. La suerte económ ica de Polonia, A lem ania oriental, C hecoslova quia, H ungría, R u m an ia y B ulgaria estuvo adem ás determ inada por lo que se conoce com o la «división socialista del trabajo», que subordinó el desarrollo de estos países a las necesidades de la U RSS. A grandes rasgos, la vida económ ica de los países del E ste estuvo m arcada en la inm ediata posguerra p o r toda u n a serie de característi cas com unes: a) R eform as agrarias y económ icas de tipo nacionalista entre 1945-48, con confiscación de los grandes latifundios y su rep arto en p e queñas parcelas, nacionalización de los bancos y las grandes em presas industriales. b) Subordinación absoluta de sus econom ías a la de la U RSS, a través de la creación del C onsejo de A sistencia Económ ica M utua (C O M E C O N ). E l com ercio exterior de estos países se volcó hacia la U RSS. Así, Bulgaria pasó en este aspecto del 12 al 92 p o r 100; H u n gría del 13 al 67 p o r 100 y R um ania del 18 al 79 p or 100. c) Colectivización de la tierra a p artir de 1948, con aplicación del m odelo soviético de granja colectiva o koljós, lo que produjo m ovi m ientos de p ro testa en tre los cam pesinos y estancam iento de la p ro ducción.
El pueblo, satisfecho, aclama al «padrecito» Stalin. El «realismo socialista» en el arte proporciona la imagen de una socie dad armónica, idílica y feliz alejada de la realidad.
Número ch> granjas; Colectivas Estatale s
L A S O C IA L IZ A C IO N D E L A A G R IC U L T U R A HUNGARA.
1 9 5 0 -1 9 6 1
P O R C E N T A J E D E T IE R R A N A C IO N A L IZ A D A
0 ® 1950
. 1950
1953
1933
®®®© 1954
1954 ,1956
1956
1953
1958
1961
1961
399
d) D istinto tratam ien to según los países hubieran estado aliados con A lem ania o hubiesen sido sus víctimas. Los prim eros debieron p a gar fuertes indem nizaciones (la R. D. A lem ana 10 000 m illones de dó lares), m ientras que los países agredidos, Polonia y C hecoslovaquia, re cibieron créditos a través del «plan Molotov». ^ e) D escenso efectivo de los niveles de vida de la población, espe cialm ente en los países industrializados (R. D. A lem ana, Checoslova quia), que daría lugar a toda una serie de m ovim ientos populares de p ro testa (insurrección en Berlín oriental, junio de 1953) (véase texto adjunto).
3.3. Nikita S. Kruschev (1894-1971).
La in su rrecció n de B erlín E ste
(1953) «La tensión siempre se mantuvo a flor de piel en los países de la Euro pa oriental sometidos al régimen co munista. Dos alzamientos pusieron al descubierto ante el mundo el fra caso del régimen en los años de la posguerra: el de Alemania Oriental, en junio de 1953 y del de Poznan, en junio de 1965. La vida era dura en la zona del este de Alemania que oficialmente pasó a convertirse en República De mocrática Alemana en octubre de 1949. El país había de soportar el desmantelamiento de su industria que los ocupantes, como reparación de los daños de guerra, estaban rea lizando en cantidades valoradas en miles de millones de marcos; por otra parte, no contaba con la ayuda de ningún plan Marshall. Numerosos ciudadanos, a un promedio de 20 000 al mes, cruzaban la línea divisoria para buscar refugio en la Alemania Occidental. Los precios aumenta ban. Los salarios permanecían inva riables y se exigía además a los tra bajadores contribuciones “ volunta rias” y un rendimiento superior. La amargura y el resentimiento desem bocaron en algunos conatos de huel ga que fueron fácilmente sofocados. El malestar subió de punto cuando en mayo de 1953 el Consejo de M i nistros ordenó aumentar en un 10 por 100 los índices de producción la boral.
400
La época de Kruschev: proyectos innovadores en la agricultura y fomento de los bienes de consumo
L a m u erte de Stalin (1953) supuso para la U R SS y los países bajo su influencia profundos cambios. T ras un breve período de dirección colectiva (K ruschev dirige el partido, Beria la policía, M alenkov el go bierno, M olotov la diplom acia y Bulganin el ejército) se im puso de n u e vo a p artir de 1955, la fuerte personalidad de Kruschev, apoyado en el partido, que lleva a cabo, a p artir del X X C ongreso (1956), la «desestalinización», el denunciar los «errores» de Stallin (culto a la p erso nalidad, purgas indiscrim inadas, deportaciones masivas), y sustituye la hostilidad hacia los países capitalistas por la coexistencia pacifica (véanse T em as 10 y 16). E n el terren o económ ico el nuevo líder soviético se propuso tres objetivos am biciosos: . a) R esolver definitivam ente el problem a alim enticio y m oderni zar en p rofundidad la agricultura. P ara ello se planteó p o ner en explo tación 41 m illones de hectáreas de tierras vírgenes al este del Volga, m ediante la im plantación de sovjoses —granjas e s ta ta le s - . Tam bién se decidió d ar m ayor autonom ía a los koljoses - g r a n ja s c o le c tiv a s - y fo m entar su concentración con la adquisición en propiedad de la m a quinaria agrícola. Los resultados obtenidos, al principio espectacula res, b ajaro n sensiblem ente después de 1960 por el agotam iento de los suelos y la falta de un tratam iento conservador y fertilizantes. b) M ayor atención a la producción de bienes de consum o, para elevar el nivel de vida de la población, con un program a im portante de construcción de viviendas. c) D escentralización de la planificación p o r regiones (Sovnarjoses), que ro m pía los esquem as centralistas estalinianos y daba m ayor autonom ía de decisión a regiones y fábricas. d) A celeración del desarrollo económ ico de la U R SS con la in tención de alcanzar hacia 1970 los niveles de producción de E E .U U . T o d o s estos objetivos se plasm aron en un «Plan Septenal» (1959-1965) m ás ágil y revisable en sus objetivos que los rígidos planes quinquenales. Sin em bargo, las m alas cosechas del período 1963-64, la em igración del cam po a la ciudad, la m ayor com plejidad de la vida eco nóm ica y el inicio de la carrera de arm am entos con los E E .U U . desde 1961 p ro d u jero n serios desajustes que provocaron la caída de K rus chev a fines de 1964. P ero a pesar de todas sus carencias, la U RSS h a bía dado desde 1945 un enorm e salto económ ico basado en la explo tación m asiva de sus enorm es recursos naturales y el desarrollo de la industrialización, que la convierte, de pleno derecho, en la segunda p o tencia económ ica del m undo.
8S6I 8S61 A g ric u ltu ra
In d u stria
S e rv ic io s
Diagrama de la distribución de los sectores del trabajo en la URSS en el período 1928-1958.
3.4.
La era Breznev: burocratización, estancamiento y retraso tecnológico (1965-82)
A p artir de m ediados de los años sesenta el crecim iento económ i co de la U RSS, siendo aún im portante, sufre, al igual que en los p aí ses capitalistas, un estancam iento progresivo. K ruschev es sustituido en 1965 p o r una dirección colegiada, la «troika» com puesta por B rez nev, K osiguin y Podgorny; el prim ero de ellos irá acaparando poco a poco el p o d er desde principios de los años setenta. E n econom ía se volvió a la política de los planes quinquenales: O c tavo Plan (1965-70), N oveno Plan (1971-75), D écim o Plan (1976-80) y U ndécim o Plan (1981-85), que no llegó a com pletarse. Todos estos pla nes introdujeron reform as im p o rtan tes en la organización económ ica p ara in ten tar elevar la productividad y la calidad de los artículos, con índices de crecim iento previstos m enos elevados que en las etapas an teriores (véase cuadro adjunto). Sin em bargo, desde 1975 aproxim a dam ente la econom ía soviética se estanca a causa de la concurrencia de una serie de factores: a) Excesiva burocratización y m antenim iento de puestos de tra bajo de nula productividad destinados teóricam ente a m an ten er el p le no em pleo. b) D esfase tecnológico con respecto a las econom ías occidenta les, con sensible retraso en la investigación de nuevos m ateriales plás ticos, com ponentes electrónicos y ordenadores. Se estim a que la m a quinaria pesa un 25 p o r 100 m ás que en O ccidente y consum e cuatro veces m ás energía. c) Bajo aprovecham iento de los recursos energéticos naturales. d) D éficit crónico en la producción de alim entos, especialm ente cereales, que hubo de subsanarse en los años 1978-81 con fuertes im portaciones. e) V ertiginoso increm ento de los presupuestos m ilitares. No es extraño, pues, que en 1975 T am am es se p reguntara si el m o delo económ ico soviético no estaba «anquilosado» en un m undo en continua renovación. P o r o tro lado, en estos años se agravaron las di ferencias de nivel de vida en tre las capas privilegiadas de la sociedad soviética (funcionarios, oficiales del ejército, técnicos y m iem bros de p artido) y la gran m asa de obreros industriales y cam pesinos, al tiem po que se generalizaban fenóm enos de corrupción a todos los niveles.
La revuelta empezó con los alba ñiles que en la Avenida Stalin, cons truían un bloque de casas que debía enaltecer la memoria del antiguo dictador. Crecientemente irritados ante las nuevas exigencias el 16 de junio varios obreros dejaron sus herramientas de trabajo y comenza ron a desfilar por la Avenida Stalin enarbolando una pancarta que ex presaba su repudio por las nuevas normas de productividad. En una hora se habían sumado a la manifes tación unas 2 000 personas que pe dían elecciones libres y precios más bajos. A la una de la tarde los mani festantes, en número ya de 5 000, lle garon ante las oficinas del Gobierno de la Leipzigerstrasse y exigieron a gritos la presencia de Ulbricht y Grotewohl Seibman, ministro de Minas, salió para apaciguar a la multitud pero sus primeras palabras “ Cama radas trabajadores” fueron ahogadas entre gritos. Sin embargo, al faltar les buenos dirigentes los manifestan tes se dispersaron tras haber decidi do una huelga general para el día si guiente. A las siete de la mañana eran 100 000 las personas que, bajo la llu via, se dirigían a las oficinas del Go bierno. Entonces la Volkspolizei — policía m ilitar— cortó el paso a la multitud, recurriendo primero a las porras de caucho y después a las ar mas de fuego. Luego salieron a la ca lle los tanques rusos “ T.34” que lo graron dominar rápidamente la si tuación a pesar de la tenaz oposición de numerosos jóvenes. Mientras tan to, los berlineses de la zona occiden tal contemplaban la lucha desde el otro lado del muro de separación. La violencia, sin embargo, no ha bía terminado, pues la huelga se ex tendió a otras ciudades de Alemania oriental. En Magdeburgo. Halle, Jena Goerlitz y Brandenburgo hubo también disturbios en los dos días si guientes. En total unas 300 poblacio nes fueron escenario de manifesta ciones populares contra el partido y la policía secreta. Fueron asaltadas algunas prisiones y durante algunos días se registraron actos de violen cia.»
«Historia Mundial del siglo XX», Ed. Argos-Vergara, Madrid, 1972, vol. 5, pág. 87.
401
A la muerte de Bréznev se desen cadenó en la URSS una lucha por el poder entre renovadores y ortodoxos. Fotografías de Andropov, Chernien-
ko y Gorbachov.
3.5.
La URSS de la perestroika: de la reforma de la economía planificada a la liquidación del «socialismo real» (1985-1992)
Tras la llegada al poder de G orbachov en 1985, los elem entos más renovadores del PCU S vieron la necesidad inicial de reform ar en p ro fundidad el sistema de econom ía planificada y de propiedad estatal y cooperativa de los m edios de producción, al mismo tiem po que se daba un giro radical a la política exterior (véase el Tem a 16). Dos palabras, «perestroika» (reestructuración) y «glasnost» (transparencia) populari zaron en O ccidente una serie de m edidas e intentos innovadores tanto en la vida económ ica com o social y política de la U RSS, que debían erradicar los altos niveles de corrupción, burocratización y estancam ien to de la sociedad soviética y que se concretaron en los siguientes planos: a) Reforma económica, que debía introducir la econom ía de m er cado en connivencia con un sector aún im portante estatalizado a través de la Nueva Ley de Em presas Socialistas (1987) que perm itía la inicia tiva privada, la apertura a inversiones extranjeras con em presas mixtas, la capacidad de koljoses y sovjoses de poder vender parte de la produc ción agraria en el m ercado libre, directam ente a los consum idores, la posibilidad de realizar arriendos de tierras a largo plazo y, finalm ente, ya en 1990, la privatización de las tierras. b) Reforma de la burocracia estatal, m ediante la sustitución de un buen núm ero de antiguos funcionarios del PCUS por jóvenes técnicos profesionales y el cese de una gran parte de los m inistros, altos cargos y militares estalinistas por otros afines a la «perestroika». c) Democratización política: iniciada, en principio, dentro de los cauces del PCU S, con la elección de los cargos de éste en los diferentes niveles de decisión y la lucha contra la corrupción y el control burocrá tico de la «nom enklatura» (1986) se tradujo pronto en m edidas más avanzadas com o la creación de un sistem a presidencialista, la reform a constitucional, una nueva ley electoral con elecciones libres en los p a r lam entos (soviets) de las repúblicas y en el Soviet Suprem o. d) R eform a de la sociedad autorizando el pluripartidism o, la liber tad de prensa, expresión y m anifestación, y la transparencia informativa. A biertas todas estas posibilidades en muy corto espacio de tiem po, la sociedad soviética pronto m anifestó su com pleja realidad y las defi ciencias del sistem a anterior, a varios niveles: — Auge de los nacionalismos periféricos, especialm ente en el Bálti co y en el Cáucaso. Los parlam entos de las repúblicas de estas zonas, elegidos librem ente en 1990, se m anifestaron pronto, ante la crisis de autoridad del gobierno central, partidarios de la secesión. El proceso, iniciado por Lituania, intentó ser controlado desde M oscú, incluso re curriendo al uso de la fuerza. A unque otras repúblicas y territorios, en tre ellas Rusia, proclam aron a niveles teóricos su soberanía, no sería has ta después del frustrado golpe de Estado de agosto de 1991 cuando se produce la auténtica disgregación de la U RSS. E stonia, L etonia y Li tuania son reconocidas independientes por la com unidad internacional e ingresan en la O N U en septiem bre. Por su parte, el Cáucaso escapa rápidam ente al control de M oscú entre 1990 y 1991. A rm enia, G eorgia y A zerbaiyán proclam an su independencia y se enzarzan en sangrientos conflictos arm ados internos (G eorgia) y entre ellas por problem as terri toriales y de m inorías étnicas (enclave de N agom o-K arabaj).
402
El nuevo T ratado de la U nión, propuesto por G orbachov en no viem bre de 1990, votado en toda la U R SS y rechazado en cinco repú blicas (m arzo de 1991), nunca llegaría a firmarse. — Nueva articulación de los territorios coloniales de Siberia y Asia Central, incorporados durante el siglo X IX al antiguo im perio zarista, pero en realidad auténticas colonias habitadas m ayoritariam ente por pueblos asiáticos de religión m usulm ana, con im portantes m inorías ru sas de reciente im plantación. La desaparición legal de la U RSS a fines de 1991 no ha resuelto en estos inm ensos y ricos territorios los enfren tam ientos y litigios tanto territoriales com o étnicos. —E l paso imposible de una economía planificada a otra de libre mer cado. Si eran ya conocidas las deficiencias del sistema productivo so viético (pésim os canales de distribución, corrupción, m ala calidad de los productos, bajísim a productividad), éstas se acrecentaron con la «perestroika». El hundim iento de la producción (m ás del 10 por ciento del PIB), el estancam iento de los salarios, la vertiginosa subida de los pre cios, la falta de valor real de la m oneda, el desabastecim iento de las grandes ciudades y la escasa y mal encauzada ayuda occidental han puesto a la antigua U R SS al borde de los niveles económ icos del T er cer M undo. La lentitud en la transferencia a un sector privado aún em brionario de las em presas se ha intentado paliar con planes económ icos de choque («plan de los 500 días de Y eltsin en Rusia») de dudosa efi cacia. Com o bien han señalado num erosos econom istas hoy, la antigua U RSS «ya no tiene planificación, pero aún no tiene m ercado».
3.6.
Evolución económica de los países de Europa oriental
Tras la m uerte de Stalin los países del E ste intentan con m ayor o m enor éxito adaptar los principios de la econom ía planificada y colec tivista a sus peculiariades y características nacionales. E sto fue relativa m ente posible siem pre que se alterase en lo esencial el sistem a político de partido único y la estrecha alianza con la U RSS. Los hitos más im portantes de este proceso son los siguientes: 403
La caída de las dictaduras comunis tas de Europa oriental y sus reper cusiones económicas. El cambio po lítico y económico en Europa Tenían que estar bien podridos por dentro esos regímenes comunistas para desmoronarse como lo han he cho. Pero quedaba la duda de que acaso se hubieran mantenido si hu bieran empleado la fuerza de las ar mas contra los manifestantes desar mados. Como se hizo en China en la plaza de Tiananmen, cortando^ en seco la subversión al matar el Ejerci to unos miles de manifestantes. Y esto es lo que intentó Ceaucescu en Rumania. Pero los militares se nega ron a seguir matando ante la heroica actitud de las masas de rumanos, har tos del fracaso económico y social del régimen comunista que los había lle vado a la pobreza y al sometimiento a la policía política. La revolución ru mana ha sido imparable y la última sangre que ha corrido ha sido la de los Ceaucescu. Los dirigentes chinos y los soviéticos tendrán que tener presente el ejemplo de Rumania y pensar en el contagio de la revolución anticomunista. Todo esto es un capítulo sorpren dente de la Historia, pues no hay pre cedentes semejantes, pero ahora in teresa estudiar las consecuencias de lo que ha ocurrido. El fracaso econó mico — sobre todo en lo agrario— del sistema comunista había llevado a la necesidad de comprar ingentes cantidades de alimentos en el mundo libre. Entre la URSS y China impor taban cerca de setenta millones de to neladas de cereales anualmente, so lucionando el problema de los exce dentes de los países occidentales: de los Estados Unidos, de la CEE, de Canadá, de Argentina, de Australia, etcétera. Aunque se pasarán unos años an tes de que los países ahora liberados del sistema comunista, y sobre todo la URSS, cambien de sistema econó mico y entren en la economía de mer cado, resultarán un grave problema cuando se transformen de comprado res en vendedores. «ABC», 31 de diciembre de 1989.
404
aj Colectivización de la tierra en un alto porcentaje durante los años cincuenta, m ediante el establecim iento del koljos com o explota ción típica, a través de la cual se pretendía financiar una industrializa ción acelerada gracias al esfuerzo del sector agrario. A partir de la década de los sesenta, la agricultura vuelve en algu nos países al sector privado (Polonia en la época de G om ulka H ungría en la de K adar), y en general aum entan tanto la producción total como los rendim ientos. . . TT , ÍUIr / , b) Cíclicos m ovim ientos sociales antisoviéticos en H ungría (1966), Checoslovaquia (1968) y Polonia (1970 y 1979), basados en reivindica ciones económ icas (aum ento del nivel de vida) y políticas (neutralism o, abandono del Pacto de V arsovia), que se saldan con la intervencióni m i litar directa de la U RSS y una fuerte represión o el establecim iento de una dictadura m ilitar (Jaruzelski en Polonia). cj F uertes desigualdades en el desarrollo industrial, que se ha ac lerado en países con larga tradición en este terreno (Checoslovaquia, R D A ) superando el 10 por 100 anual, m ientras otros perm anecen an clados en u n a econom ía em inentem ente agraria (Bulgaria, R um ania). dj L a tím ida liberación económ ica de los anos sesenta y setenta, propiciada por las teorías del econom ista L iberm an ha generado ten siones sociales, endeudam iento con el exterior e inflación, fenóm enos que han alcanzado su cénit a partir de 1979 en Polonia con las reivin dicaciones del sindicato Solidaridad. . . . . .• A io sq ai e l C on los procesos dem ocratizadores iniciados a partir de 19»y a quedar estos países liberados de la tutela soviética, se preveíai un) paso gradual hacia una econom ía de m ercado. Sin em bargo, las diñcultade reales han sido bastante grandes. Pese a experiencias avanzadas como la de H ungría (que poseía un im portante sector privado desde los an ochenta), los m ecanism os de planificación económ ica estatal se derrum baron antes de que la econom ía de m ercado se pusiera en m archa. La disolución del C O M E C O N o C A M E (antiguo m ercado com ún de los países com unistas), en julio de 1991 redujo bastante el com ercio exte rior de la zona. D e todas form as es posible dividir en dos grupos hoy día a estos países: .. - H ungría, Polonia y Checoslovaquia han com enzado a aplicar un program a coherente de reform a económ ica y, gracias a su relativo de sarrollo y a una tradición dem ocrática y articulación de la sociedad, po drán en pocos años integrarse con el resto de Europa. — Los Balcanes (R um ania, Bulgaria, A lbania y lo que fue Yugo lavia) se encuentran sum idos en un auténtico caos y .P °strac^ m ica con un bajísimo nivel de desarrollo y una sociedad dividida por tensiones que llegan a ser violentas entre m inorías étnicas y religiosas. A dem ás se ha producido una ruptura evidente entre el cam po y la ciu dad. Los antiguos partidos com unistas de estos países siguen m ante niendo el control de las zonas rurales m ientras la población urbana se inclina m asivam ente por las fuerzas dem ocráticas P ara favorecer la transición de los países del E ste hacia la econo m ía libre de m ercado se creó el 15 de abril de 1991 el Banco E uropeo p ara la R econstrucción y el D esarrollo (B E R D ), patrocinado principa m ente por la CEE. Su m isión consiste en ofrecer asesoram iento a os gobiernos que lo soliciten, ayuda financiera al sector p u b lic o p a ra lo grar su privatización y apoyar grandes proyectos de infraestructura 8 E n cualquier caso, y pese a la ayuda occidental, la transición eco nóm ica del E ste de E uropa se prevé com o un proceso largo que retar dará toda una serie de inercias:
«— Las nuevas reglas sobre el sistema de propiedad, que se de moran una y otra vez, lo cual retrasa muchas de las necesarias in versiones para el ajuste y la modernización; — los intervencionismos excesivos, que se prolongan por temor a los impactos de la adopción súbita de las liberalizaciones de pre cios en forma de efectos explosivos en su nivel; pero de no tanta inflación real, si se consideran los aumentos muy notables de oferta efectiva; —una fuerte burocracia, que obstaculiza las reformas, lo cual es indiciario de que los intereses de las anteriores castas siguen pesando; — el consumismo, en tono mediocre, que se dispara, de modo que gran cantidad de los recursos externos se dedican al gasto corriente, en vez de a la reorganización económica y a la inversión.» Tamames, R.: «Un nuevo orden mundial».
Finalm ente, es preciso reseñar aquí el fracaso final de la experien cia de Yugoslavia com o país unitario que ensayó un singular sistema económ ico. D irigido desde el final de la II G u erra M undial por un lí der carism ático, Tito, el com unism o yugoslavo rom pió pronto con la URSS, practicó u n a política exterior independiente y no alineada y puso en m archa un sistem a económ ico socialista autogestionario. Tras la m uerte de su creador (1980), la Yugoslavia socialista, pese a su sistema federal, no ha podido resistir el renacim iento de los nacionalismos. La secesión y proclam ación de independencia de las dos repúblicas más de sarrolladas económ icam ente, Croacia y Eslovenia, ha desencadenado una cruenta guerra civil, pues Serbia, auténtico corazón del país, aún controlada p o r los com unistas, no está dispuesta a contem plar la desin tegración del mismo.
4.
Tito representó la disidencia política y económica dentro de la Europa orien tal.
Las grandes potencias económicas capitalistas
4.1. Los Estados Unidos: del liderazgo mundial a la crisis industrial Y a se ha señalado en otro ap artad o de este m ismo T em a que los E E .U U . salen de la Segunda G u erra M undial económ icam ente fo rta lecidos y habiendo superado las secuelas de la crisis de 1929. Son los acreedores del resto del m undo, y gracias a su capacidad industrial y financiera se acom ete la reconstrucción euro p ea (plan M arshall). La vida económ ica norteam erican a se caracteriza, hasta la crisis energética de los años setenta, p o r los siguientes rasgos: a) Intervención m od erad a del E stad o p ara corregir los desequili brios m ás im portantes, según las pautas del «New Deal» de Roosevelt (véase T em a 14), política sostenida especialm ente p or los dem ócratas: «Fair D eal» de T rum an, «Nueva F rontera» de Kennedy, «G ran Socie dad» de Johnson. b) E no rm e crecim iento industrial, basado principalm ente en la rápida adopción de las innovaciones tecnológicas en los procesos de producción.
Paseo espacial de un astronauta La conquista del espacio favoreció el desarrollo tecnológico y la expansión económica de EE.UU. en los años sesenta y setenta. 405
c) C oncentración de la actividad económ ica en un reducido nú m ero de grandes corporaciones, que extienden sus filiales y actl™ a' des al resto del m undo, y se conocen con el nom bre de Empresas M ulti
E stadísticas de ia ccunom ía de EE.UU. (11 65-75-85) IN D IC A D O R
UNIDAD
% PIB C om ercio exterior mil mili. $ Total im portaciones % Productos agrícolas % P etróleo y gas % Productos industriales mil mili. $ Total exportaciones % Productos agrícolas % Productos m in e ro s b % Productos indust. % import. Principales prov. C EE Canadá Japón % export. Principales clientes C EE C anadá Am érica Latina mil mili. $ PNB % Crecim iento anual $ Por habitante Estructura del PIB % A gricultura % 100% Industria % Servicios % Tasa de inflación millón Población activa % Agricultura % Industria % Servicios % Desem pleo Gastos públicos % PNB Educación % PNB D efensa % PNB Investigación y desarrollo millón TEC Producción de energía millón TEC C onsum o de energía
1965
1975
1985
3,7 21,5 24,5 9,0 59,9 26,5 25,8 4,3 69,9
7,0 103,0 12,9 25,7 56,4 106,2 22,9 2,1 71,6
7,4 361,6 9.1 l.\h
15,6 22,6 11,3
17,2 22,8 11,8
18,9 19,2 20,0
18,2 20,3 13,7 687,1 4,3b 3540
21,2 20,2 14,6 1 526,5 12,3° 7150
21,5 22,2 14,6 3 865,0 2,2 16185
3,0 36,7 61,3 2,7 74,5 6,3 35,5 58,2 3,7
3,0 22,7 64,3 8,0 93,8 4,1 30,6 65,3 7,8
2,5 22,0 65,5 3,8 115,5 3,1 28,0 68,8 6,8
4,7 7,2 4,1 1712 1783
6,5 .5,8 2,3 1963 2261
6,8 6,3 2,8 1905 2175
74.7
nacionales. ,
213.1 17,7 1,8 75,6
di La agricultura adquiere un enorm e desarrollo, con una reduc ción im p o rtante del núm ero de agricultores (este sector solo abarca el 2 8 p o r 100 de la población activa en 1987), pero con un aum ento de la productividad p o r la adopción de nuevas técnicas y una m ecaniza ción intensiva, hasta convertirse en uno de los grandes sum inistrado res de alim entos del m undo. e) A bundancia de recursos energéticos, explotados intensam ente. A unque es el segundo productor m undial de petróleo, en los últim os años se h a producido un creciente déficit energético que se palia con el recurso a la energía nuclear, la potenciación del carbón, las im por taciones de crudos y la puesta en m archa de nuevos yacim ientos p e trolíferos (Alaska). f) C onsolidación de una sociedad opulenta, cuyo fin básico es el consum o de bienes y servicios, lo que ha perm itido a am plias capas de la población acceder a altos niveles de vida (the A m erican way of life) pero ha sido incapaz de elim inar lacerantes bolsas de pobreza entre las m inorías m arginadas (negros, puertorriqueños, indios).
a: 1984; b: 1960-73; c: 1973-83; d: 1960-70; e: 1974-78 f: 6,5 % en 1984; 3,5 % en 1983; g: 1981; h: Fin de año; f. 1983.
El E stado del M undo 1987 A nuario económ ico y geopolítico mundial. Akal, M adrid, 1986, pág. 103-104.
APICES DE PRODUCCION NETA OE .GUNOS ;------ ----- :— rl SECTORES DE LA INDUSTRIA ALI (BASE 1952-100)
iWflACION g | ¡ FN FRIO g i
p ira f-m a í I ysü , 196?
406
4.2.
El «milagro alemán»
Quizás, ju nto a la URSS, ningún país sufrió tanto com o A lem ania las consecuencias de la guerra: destrucción de ciudades y vías de co m unicación, paralización y confiscación de industrias, división y perdi das territoriales y ocupación militar. P ronto con el inicio de la «guerra fría» (véase T em a 16), se cons tituyeron dos Estados: la R epública F ed eral A lem ana (R F A ) en la zona occidental, bajo la tutela de los E stados U nidos, y la R epública D em ocrática A lem ana (R D A ) en el E ste, bajo la tutela de la U R S . (1949).
A ntes de su constitución com o E stado, la zona occidental com en zó a funcionar económ icam ente integrada. Se aplicaron las teorías eco nóm icas del profesor Ludwig E rhard, liberal en econom ía y dem ocratacristiano en política, que ocupó los cargos de m inistro de E conom ía (1949-63) de K. A d en au er y C anciller (1963-66). Suya fue la acuña ción del térm ino «economía social de mercado» (véase texto adjunto), que se articuló en to rn o a los siguientes elem entos: elim inación de los controles económ icos p o r las tropas de ocupación, reform a m onetaria con la creación de un nuevo m arco fuerte, control de la inflación m e diante la restricción de créditos, ayuda financiera de E E .U U ., recu p e ración del liderazgo industrial y exportaciones masivas al exterior. Los resultados obtenidos fueron espectaculares: de 1950 a 1958 el PNB se m ultiplicó p o r 2,5, la producción industrial se duplicó, el paro desapareció prácticam ente, los precios se m antuvieron estables, los sa larios se elevaron, las reservas de divisas aum en taro n y se acabó con el problem a de la falta de vivienda. E ra el «m ilagro alem án». C on algunas crisis de sobreproducción pasajeras (1966), las pautas de crecim iento, p rosperidad in terio r y prestigio internacional fueron m antenidas, tan to d u ran te la etap a de gobiernos socialdem ócratas-liberales inaugurada p o r W. B randt en tre 1969 y 1982, com o tras el re to r no al p o d er de la D em ocracia C ristiana desde 1982).
Ventajas de la Economía Social de Mercado según su creador, L. Er hard. La economía social de mercado practicada en la República Federal tiene derecho a ser reconocida por los políticos como factor determinador y conformador en la construc ción de nuestro Estado democrático. No sólo ha conseguido dar pan y tra bajo a una población acrecentada en una cuarta parte, sino además llevar a estas gentes a un nivel de prospe ridad superior al de los mejores años de preguerra... y precisamente así ha ganado la confianza del mundo. L. Erhard, «Bienestar...», pág. 31.
Las dos Alemanias firman la unión monetaria. Agencias. Bonn. Los ministros de finanzas de la Re pública Federal de Alemania (RFA) y de la República Democrática Ale mana (RDA), Theo Waigel y Walter Rombers, respectivamente, firmaron ayer en Bonn el tratado de unión mo netaria, económica y social entre los dos países. El tratado debe ser ratifi cado ahora por los dos Parlamentos Com o en el caso de A lem ania, Japón, gran d erro tado en la Segun alemanes para que la unión entre en da G u erra M undial ha tenido un asom broso crecim iento económ ico vigor el próximo 1 de julio. El canci hasta convertirse en el tercer gigante m undial. U n a serie de elem entos ller de la RFA, Helmut Kohl, y el pri interiores y exteriores han hecho posible este fenóm eno: mer ministro de la RDA, Lothar de a) L a actitud de E E .U U ., que tras el estallido de la guerra de C o Maiziere, asistieron a la ceremonia rea (1950) decidió concluir la ocupación del país (1951) y potenciar su de la firma. econom ía m ediante inversiones, créditos y com pras masivas de p ro ductos. A dem ás el saneam iento m o netario (plan D odge) perm itió la «El País», 11-5-1990. com petitividad exterior.
La firma de la unión monetaria entre las dos Alemanias se verificó en el palacio de Schaumburg de Bonn (en el mismo salón y mesa que utilizó el primer canciller de la RFA, Konrad Adenauer) el día 18 de mayo de 1990. (Uno a uno se cambiarán los marcos del Este por los del Oeste.)
4.3. Japón: el gigante industrial de Oriente
407
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Gráfico de los sectores productivos nacionalizados en la posguerra en Francia y la RFA, en «Historia Uni versal siglo XX», Historia 16, vol. 20, pág. 62.
Los primeros ministros japoneses (1951-1992)
S. Yoshida (1951-54) I. Hatoyama (1954-56) T. Ishibashi (1956-57) N. Kishi (1957-60) H. Ikeda (1960-64) E. Sato (1964-72) K. Tanaka (1972-74) T. M iki (1974-76) T. Fukuda (1976-78) M. Ohira (1978-80) Z. Suzuki (1980-82) Y. Nakasone (1982-87) N. Takeshita (1987-89) T. Kaifu (1989-1991) K. Miyazama (1991-1992)
El crecimiento económico de Japón tuvo como escaparate la Exposición Internacional de Osaka en 1967. 408
b) A bundancia y alta preparación técnica de la m ano de obra (73 m illones de habitantes en 1940, 120 en 1985), que ju nto a un fuerte sentido de la disciplina laboral y social ofrece unos rendim ientos de producción inusuales en el resto de los países industriales. c) R elativam ente bajo consum o interno, lo que perm ite una tu e r te acum ulación de capital e im portantes inversiones que se traducen en u n a continua renovación de m aquinaria y utillajes. ^ d) U n sistem a de concentración em presarial característico: los «Zaibatsu», grandes trusts industriales (M itsubishi, M itsui, Sony, T o shiba) que reinvierten continuam ente sus beneficios. e) E spectaculares avances en la tecnología m ás avanzada (elec trónica, robotización), que no se lim ita a copiar productos, sino, todo lo contrario, a investigar en los elem entos m ás innovadores. f) E stabilidad política, garantizada por la ininterrum pida p resen cia en el gobierno de los conservadores del P artido D em ócrata-L ibe ral, íntim am ente ligado a los grandes grupos industriales y el m an te nim iento de la m ítica figura del em perador H iro-H ito, Jefe del E stado desde 1928 hasta su m uerte en 1989. ........ Los resultados económ icos han sido espectaculares: m ientras en 1964 era todavía el sexto país del m undo en PNB, se convirtió en la segunda potencia económ ica m undial en 1984 al superar a la U RSS, su liderazgo es incuestionable en cam pos tan diversos com o la indus tria naval, fotográfica, electrónica o autom ovilística. No obstante, es preciso apreciar algunos desequilibrios y carencias im portantes, tales com o la to tal dependencia exterior en m aterias prim as y fuentes en e r géticas el aún débil consum o interno, la supeditación com o exporta d o r d e 'p ro d u c to s industriales de las fluctuaciones de la econom ía in ternacional y el insignificante aunque tecnificado sector agrario. Esto ha provocado bruscas oscilaciones en los ritm os de crecim iento y una alta inflación en los años setenta (20 por 100 en 1974), que hoy día está ya contenida. . L a incorporación de los países de A sia oriental a los m étodos p ro ductivos e inversiones japonesas (Singapur, H ong-K ong, Form osa, C o re a del Sur) ha creado una «gran área de prosperidad» de esta zona del m undo con grandes perspectivas de crecim iento y expansión hacia otras regiones aún poco desarrolladas (R. P. C hm a). M ientras el su perávit com ercial japonés no cesa de aum entar (101 000 m illones de dólares en 1987).
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 Ramón Tamames define las características básicas de las empresas multinacionales. «Hoy día, aunque son m uchas las conside raciones en to rn o a las E M N , nos parece que podem os sintetizar sus principales caracterís ticas en los seis puntos siguientes: 1. D isponen de unidades de producción en u n cierto núm ero de países, de form a tal que ninguna de sus plantas es absolutam ente decisiva p ara los resultados finales. Las p é r didas de u n a de sus factorías o de su p resen cia en tera en un solo país d urante uno o más ejercicios no tienen p o r qué m otivar la sus pensión de sus actividades o su cierre. E n otras palabras, frente a las em presas conven cionales de ám bito nacional, las E M N tienen po r lo general u n a gran capacidad de resis tencia en base a sus resultados globales. 2. El carácter m ulti-planta (tam bién multi-producto) de las E M N tiene com o p ro p ó sito la penetración en los más diversos m er cados, aprovechar la fuerza de trabajo en las condiciones m ás ventajosas, m inim izar los costes de transporte, optim izar el uso de su tecnología a base de su m áxim a difusión, u ti lizar las fuentes financieras locales de los p a í ses en que producen, conseguir una política de consum os al coste m ínim o, etc. Ese aprovecham iento intensivo de todos los recursos y las o p ortunidades locales es lo que hace que se considere a las em presas m ultinacionales com o agentes fundam entales del colonialism o económ ico. 3. Las E M N em plean de form a sistem á
tica y casi exhaustiva las técnicas más avan zadas en m ateria de organización industrial, dirección de personal, gestión de stocks, m ar keting, publicidad, prom oción de ventas, etc. Técnicas, todas ellas, que se aplican confor me a patrones norm alizados; si bien con di ferenciaciones en los elem entos secundarios, a fin de adaptarse con el máximo rendim ien to a cada uno de los países en que se actúa. 4. F uerte inversión en investigación y en el desarrollo y aplicación de la m ism a (R e search and D evelopm ent, o R & D, en in glés). Lo más frecuente es que la tecnología p ropia llegue a convertirse en la m ism a base de la continua expansión de la EM N. 5. U na política muy agresiva y ágil en la colocación de sus recursos líquidos en valo res industriales y otros activos financieros de ám bito m undial. Las repercusiones de estas prácticas son muy notorias, alcanzando inclu so al propio funcionam iento del sistem a m o netario internacional. 6. U n conocim iento a fondo de la estruc tu ra y del funcionam iento de los m ecanism os políticos de los países en que actúan. D e este m odo, haciendo uso de su poderío económ i co, pueden influir en el m arco legislativo y operacional de sus inversiones, presionando sobre las autoridades locales de las m aneras m ás diversas. Incluso p o r m edio de m ecanis m os com o el soborno, la conspiración, y el apoyo a golpes m ilitares contra los poderes constitucionales.» T a m a m es , R.: «Estructura Económica Intemac-ional.» Alianza, Madrid, 1975, págs. 321-323.
C uestiones 1. 2.
Sitúa el texto cronológicam ente y explica las circunstancias económ icas generales que ro d earo n su redacción. A verigua la trayectoria profesional y política de su autor.
M P JP P F P C U S
3. 4. 5
C om para las características básicas de las E M N con las de una em presa norm al. Explica la aplicación práctica de cada u n a de las características enum eradas, especialm en te de la n.° 6 in tentando citar un caso concreto. ¿Influyen los E M N en nuestras vidas, gustos, actividades...? C ita algunos casos que conoz cas.
D ocum ento 2 Gráfico del comercio exterior japonés (1970) . A p u d «H istoria U niversal siglo XX», H is toria 16, vol. 34, pág. 109.
C uestiones 1. 2.
2.
A naliza en ord en decreciente los clientes de Japón. A naliza en igual o rden los proveedores de Japón.
Testimonios
Literarios Al abord ar la evolución social y económ i ca del m undo tras la Segunda G u e rra M u n dial, los novelistas y escritores supieron p ro fundizar con agudeza en las contradicciones y problem as que llevó consigo el desarrollo económ ico acelerado de los países capitalis tas. E n la sociedad norteam ericana, líder y paradigm a de la opulencia, las obras de Tennessee W illiams (La gata sobre el tejado), de T ram an C apote (Desayuno en Tiffanys) o de A rth u r M iller (Las Brujas de Salem) d en u n cian la m arginación de las m inorías étnicas o religiosas así com o la m iseria económ ica de las mismas. M ientras, en la E u ro p a oriental, la gran denuncia se cen tra en la falta de li b ertad , con libros de gran im pacto en su m o m ento, com o E l deshielo, de E h rem burg o A r chipiélago Gulag, de A. Solzenitsyn. D esde el p unto de vista del ensayo periodístico, que no de la ficción literaria, tuvo un am plio eco, en el m om ento de su aparición E l Desafío A m e ricano, de J. J. Servan-Schreiber, donde ex plicaba el progresivo control de E u ro p a por las m ultinacionales norteam ericanas.
410
________ ¡ América Latina ,
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-
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[_______¡ Asia occidental
1_______ _ J Paieee eocleilatee
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Cinematográficos P o r su parte, la cinem atografía ofrece abundantes testim onios de la transform ación de las costum bres y los hábitos de vida, d e bidos, prim ero, a la prosperidad, y, después, a la crisis económ ica de los años setenta. U n a visión optim ista, idealizada y propagandísti ca del «A m erican W ay of Life» se encuentra en m últiples com edias rosas, de las que lle garon a ser paradigm áticas las protagoniza das p o r la pareja R. H udson-D . Day, tales com o Confidencias a M edianoche (1959) o Pi jam a para dos (1962). U n a perspectiva más crítica de la m ism a realidad social y econó m ica la proporciona E l Graduado (M ike Nichols, 1967) donde se resaltan la desorienta ción de la juventud y las lacras ocultas de la alta burguesía com o el alcoholism o. No obs tante, es la cinem atografía europea, la más rica en m atices y sensibilidad hacia las cir cunstancias socio-económ icas de las distintas clases, donde destaca especialm ente el cine italiano con L a Dolce Vita (F. Fellini, 1959); y el español, con Bienvenido Mr. Marshall (Luis G. B erlanga, 1952); a las que se con traponen, no obstante, películas fam iliares, optim istas y exaltadoras de los valores tra d i cionales y del desarrollo económ ico, ...
Una compañía del Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia fundado en 1954 para dirigir la lucha anticolonialista. En ocasiones los pueblos afroasiáticos tuvieron que librar una dura lucha armada por su inde pendencia. Tal fue el caso de Argelia entre 1954 y 1962.
La descolonización. El Tercer Mundo y el problema del subdesarrollo Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. La descolonización: aspectos teóricos. La descolonización en Asia. La descolonización de los países islámicos. La descolonización del Africa negra. El T ercer M undo y el problem a del subdesarrollo. Ejercicios prácticos. 411
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema E l acceso a la independencia política de los pueblos de A sia y Á frica después de la Segunda G u erra M undial ha despertad o un inusitado interés entre historiadores y p erio distas, tan to en E u ro p a com o en los nuevos países. E spaña tam bién cuenta con destaca dos especialistas. • M a ñ e r o , F ernando: «Subdesarrollo y países subdesarrollados.» Salvat, colección T em as
Clave, núm ero 91, B arcelona 1987. E n form a sintética y divulgativa se presen tan los problem as fundam entales que afectan al T ercer M undo. • C h e s n e u x , Jean : «Asia oriental en los siglos X I X y XX.» Labor, colección N ueva Clío,
B arcelona 1969 C on la estru ctu ra típica de estos m anuales, se p roporciona una panorám ica clara de la evo lución de cada país, adem ás de co n tar con sendos capítulos específicos dedicados a inves tigación y docum entación. • COQUERY, C ., V id r o v it c h , y MONIOT, H.: «África negra de 1800 a nuestros días.» Labor, N ueva Clio, B arcelona, 1976. Posee el m ism o pro g ram a m etodológico que el título anterior, pero dedicado a la segun da gran área geográfica descolonizada. • M e s a , R oberto: «Las revoluciones del Tercer M undo.» C uadernos para el D iálogo, M a-
D esde un planteam iento m arxista se hace un riguroso exam en de los m odelos «socialis tas» preten d id am en te revolucionarios y en realidad populistas aplicados en los nuevos paí ses.
•
• M a r t ín e z C a r r e r a s , José U rbano: «.Historia de la descolonización 1919-1986. Las inde pendencias de A sia y África». Istm o, M adrid, 1987. _ La m ejor visión de conjunto del proceso realizada por el mas cualificado especialista español. • GUNDER FRANK, André: «La crisis mundial. E l Tercer M undo.» 2 vol., B ruguera, Barce-
Partiendo^de u n a perspectiva crítica e innovadora, se plantean los acuciantes problem as socioeconóm icos y políticos de los nuevos países.
412
1.
Introducción
A cabad a la Segunda G u erra M undial el dom inio colonial im plan tado p o r los países europeos sobre A sia y Á frica desde m ediados del siglo X IX (véase T em a 6) desaparece y surge así un num eroso grupo de países nuevos. E l proceso descolonizador reviste diversas variantes según el grado de desarrollo cultural y económ ico del territo rio a des colonizar y la política que adopte la nación colonizadora. E n general, nunca, está exento de u n a cierta dosis de violencia, utilizada com o m e dio de presión sobre los colonizadores p a ra lograr la independencia. Los pueblos y países que se h acen independientes en tre 1945 y 1975 . deben afro n tar to d a u n a serie de com plejos problem as que, en ocasio nes, ponen en peligro su m ism a supervivencia, pues casi nunca la in dependencia política va acom pañada de la apropiación de los propios recursos económ icos p o r p arte de los nuevos países, sino que la explo tación colonial se transform a en neocolonialismo económico, p ro tago nizado p o r los E E .U U . y las antiguas m etrópolis a través de las em presas m ultinacionales. T am bién estos países afroasiáticos se debaten en tre recu p erar sus viejas señas de identidad cultural, que el colonia lismo casi ha elim inado, o incorporarse, al m ism o tiem po, a la civili zación y m odos de vida occidentales. P o r últim o, la artificialidad de m uchas fronteras, la pervivencia de enfrentam ientos étnicos y tribales, el subdesarrollo económ ico crónico y las am biciones de las grandes p o tencias condicionan hoy día el p resen te y el futuro de lo que se ha dado en den o m in ar T ercer M undo.
2.
La descolonización: Aspectos teóricos
2.1. Concepto de descolonización
Caricatura de Gandhi hipnotizando a los leones británicos (1931). Los países colonizados con anti gua y brillante cultura encabezaron el movimiento descolonizador tras la Primera Guerra Mundial. Gandhi , líder de la resistencia pasiva, hipno tiza a los leones británicos (1931).
Siguiendo a E. J. Osruñczyk, pued e definirse la descolonización como «el proceso de liquidación del sistem a colonial en el m undo y la creación de E stados independientes en los antiguos territorios d ep en dientes». L a descolonización es, pues, la lucha de los pueblos asiáticos ■yafrícanos con tra el predom inio eu ropeo que hace desaparecer así, en treinta años (1945-1975), los poderosos im perios coloniales creados a fines del siglo X IX (véase T em a 6). D os cam inos o vías va a seguir el m ovim iento dcscoloni/ador. La prim era, o vía pacífica, p ropugnada fu ndam entalm ente p o r Inglaterra, y en m e n o r'm e d id a p o r F rancia, supuso la p reparación de la em anci pación de los pueblos afroasiáticos m ediante la asunción progresiva de m ayores cotas de autogobierno y la im plantación de instituciones p o líticas a im agen y sem ejanza de las europeas, hasta que, de com ún acuerdo m etrópoli y colonia, se proclam an la independencia y sobera nía de esta últim a. A unque este procedim iento descolonizador no está exento, a veces, de tensiones, e incluso disturbios, la violencia incon trolada p o r am bas partes es característica de la vía revolucionaria. E n 413
m m m m no a grupos políticos radicalizados.
2.2.
Los orígenes del proceso. Causas y factores condicionantes
dependencia, pues ya durante los s g . I e tró D0lis: los E E .U U . ricanas habían conseguido separarse d * P nftlO 71 v 77M de Inglaterra las repúblicas hispanoam ericanas (1810-21 > 18981 de E sp añ a y elB rasil de Portugal (1822). N o obstante, en todos S c a s o T n o e ¿ L descolonización, sino secesión protagom zada por
Lord Mountbatten, último virrey de la India, presencia, ya como ciudadano particular, un desfile tras la indepen dencia. r Gran Bretaña propugnó la vía pa cífica hacia la independencia de sus
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t 7 e r sé ™ S s nde tas dos guerras mundiales, con =1 entren-
colonias.
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S algunos de W éstos, en ocasiones a m anos i de
m oción social y el cam bio de m entalidad idoneo para exigir de las trópolis autogobiernos a cam bio del esfuerzo que las colonias han r lízado en la lucha. E sta actitud es firm em ente apoyada por E E .U U . desde 1941 en la «carta del A tlántico». , Í L a evolución inierua de los pueblos colon,zade,s P se a t a b e
las antiguas minor1^ 5 n cas y
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económ ico, la expío-
centración de la p o b l a c m n ¿ l ^ f c n ó o n a r L , com erciantes
Este cartel «naif» representa el senti miento antioccidental del pueblo in donesio, que destroza las banderas bri tánica y de EE.UU., y muestra su ad miración por el Japón.
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y el socialism o incipiente.
c. La actitud crítica de la opinión pública y de los organismos e instituciones internacionales. Casi d e . .ie un principio, la Iglesia C ató lica, señalados intelectuales, el socialism o m arxista triunfante en R u sia desde 1917, e incluso los E stados U nidos a p artir del fin de la P ri m era G u erra M undial, y los organism os internacionales clam aron, des de sus particulares perspectivas, p o r corregir los abusos m ás flagrantes del colonialism o, la dignidad y derechos de todos los hom bres p o r e n cima de su raza, la independencia política de los pueblos colonizados o el fin de la explotación económ ica a que éstos se veían som etidos. Todos estos principios, expresados en gran cantidad de docum entos y declaraciones, tienen su plasm ación más ro tu n d a en la C arta de las N a ciones U nidas (véase Tem a 16) y su aplicación práctica en la R esolu ción 1 514 de 1960, cuyos p untos prim ero, tercero y quinto m erecen ser reseñados: «La sujeción de los pueblos a una subyugación, a una domina ción y a una explotación extranjera constituye una negativa de los derechos fundamentales del hombre; es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y la coopera ción mundiales (...). La falta de preparación en los dominios político, económico y social, o en el de la enseñanza no debe jamás tomarse como pre texto para retrasar la independencia (...). Serán tomadas medidas inmediatas en los territorios bajo tute la, los territorios no autónomos y todos los otros territorios que to davía no han accedido a la independencia, para transferir todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin ninguna condición ni reserva, conforme a su voluntad y a sus deseos libremente expre sados, sin ninguna distinción de raza, de creencia o de color, a fin de permitirles gozar de una independencia y una libertad comple tas.» Apud J. M
Cordero:
«La Descolonización», págs. 429-430.
Sellos conmemorativos de la indepen dencia de algunos estados africanos. La multiplicación de congresos o asociaciones internacionales contra el colonialismo preparó un estado de opinión favorable a la descoloniza ción.
d. La solidaridad y mutua ayuda entre los pueblos colonizados. E n un proceso singular, los pueblos afroasiáticos que fueron logrando la independencia desde 1945 se convirtieron en solidarios colaborado res de aquellos que aún no habían triunfado en la lucha anticolonial, facilitando asilo a sus dirigentes y tam bién dinero, arm as y apoyo di plom ático a los m ovim ientos de liberación. D esde el p unto de vista te ó rico, la conferencia de B andung (1955), en la que se reu nieron las an tiguas colonias ya independientes (véase el epígrafe 6.2.), condenó la dom inación eu ro p ea e hizo un llam am iento a la rebelión contra ella.
23.
Fases y características comunes en las distintas zonas
E l proceso descolonizador de los pueblos afroasiáticos, que tiene sus prim eros balbuceos antes de la P rim era G u erra M undial, se extien de desde 1945 de form a incontenible siguiendo una dirección este-oes te: com ienza en A sia o riental y, después de pasar a través del m undo árabe, concluye en tre 1960-80 con la to tal em ancipación del Á frica n e gra. P u ed en distinguirse, pues, las siguientes fases: a. Hasta la Primera Guerra M undial. Inglaterra concede p ro g re sivam ente un régim en de autogobierno a sus territorios con población m ayoritariam ente blanca; se form an así los siguientes «dominios»: C a nadá (1867), A ustralia (1901), N ueva Z elan d a (1907) y Sudáfrica 415
Manifestación por las calles de Argel con motivo de la independencia de Ar gelia en julio de 1962. 416
(1909), transform ándose el im perio unificado en la C om m onw ealth, o r ganización de carácter federal constituida por el E statu to de W estm inster (1931) (véase T em a 6). b. Entre 1919-45. Surgen los prim eros m ovim ientos independenlistas en tre los pueblos de color, especialm ente en Asia. E n l a India b ritánica él Parifdo del Congreso (1885) y la Liga M usulm ana (1906) prom ueven cam pañas de p rotesta contra la presencia inglesa, en oca siones violentam ente reprim idas. D esde 1911 el K uom intang abre en C hina un proceso revolucionario y m odernizador de corte republicano (véase T em a 13). E n la com pleja y superpoblada Indonesia holandesa surge en 1927 el Partido N acional Indonesio, que tras la invasión ja p o nesa en la Segunda G u erra M undial se hace cargo del p o der y rechaza la vuelta de los holandeses después de 1945. T am bién en esta época, los antiguos territorios m usulm anes del Im perio Turco, adm inistrados p o r Inglaterra y F rancia com o «Mandatos de la Sociedad de Naciones» (véase T em a 13), alcanzan una independencia casi total bajo la form a de m onarquías en Irak (1930) y Jo rd an ia (1923) y de repúblicas en Si ria y L íbano (1936). c. E l período 1945-55. Se caracteriza por_la total independencia de las colonias de A sia oriental y m eridional. Surgen así los prim eros E stados y líderes del T ercer M undo: La India británica es fraccionada con el beneplácito inglés y después de grandes luchas religiosas in ter nas en dos E stados, la U nión India y Paquistán (1947). Tras varias al ternativas y una lucha arm ada contra H olanda se independiza In d o n e sia (1950). E n C hina triunfa el P artido C om unista en su guerra civil con tra el K uom intang (1949), con lo que concluye definitivam ente la tu tela política y el dom inio económ ico que las potencias europeas y J a pón venían ejerciendo sobre la m ism a desde el siglo X IX (véase T em a 6). E n Indochina, los franceses, derrotados en D ien-B ien-phu, tienen que reconocer la independencia política de la zona (1954). T odo este rápido proceso se acom paña de la independencia del resto de los países del área (Ceilán, B irm ania) y la convocatoria de la conferencia de B andung. N eru en la India, Sukarno en Indonesia y M ao en C hina aparecen com o los líderes del anticolonialism o. d. Desde 1952 a 1969. T iene lugar la descolonización del n o rte de Á frica, que va acom pañada de una revalorización de la religión y la cul tu ra islámicas a causa de la creación, en 1945, de la Liga Arabe. A quí los procesos son de carácter violento y revolucionario y están dirigidos tan to con tra las naciones colonizadoras com o contra las viejas m o n ar quías decadentes aliadas de O ccidente. E l punto de partida es la revo lución egipcia de 1952, que genera el liderazgo indiscutible en la zona del coronel N asser, y a continuación, m ediante la organización de p a r tidos y ejércitos revolucionarios que se enfrentan a la oposición de F rancia a la descolonización, se logran la independencia de M arru e cos (1956), T únez (1957) y, tras una cruenta guerra, la de A rgelia (1962). El proceso culm ina con la revolución libia del coronel El-G adhafi en 1969. e. Entre 1970 y 1980. T ra n sc u rre la ú ltim a fase del p ro c eso d e s c o lo n iz a d o r: el Á fric a n e g ra se fra c c io n a e in d e p e n d iz a . E l año 1960 es clave, p u es lo g ra n su a u to g o b ie rn o casi to d o s los países al sur del S ah ara. E ste p e río d o , p re p a ra d o d e sd e 1950, c u e n ta con un im p o r ta n te b ag aje te ó ric o , que su p o n e el re e n c u e n tro y e x altac ió n d e las viejas c u ltu ra s a frican as, fo rm u la d o , e n tre o tro s, p o r L e o p o ld o S e d a r S engor, con su co n c e p to de «negritud». A u n c o n ta n d o con n o tab les líd e re s de te n d e n c ia s m ás o m en o s so cialistas y n a c io n a lis tas, tales com o Senghor, N krum ah, K enyatta y Sekou T ouré, los nue-
vos países africanos han padecido, según M artínez C arreras, dificulta des y problem as de adaptación a la independencia, inestabilidad polí tica, dictaduras m ilitares, subdesarrollo económ ico, ham bre física y ex plotación neocolonial. Las guerras civiles no h an estado ausentes (C on go, Biafra), así com o tam poco la persistencia de u n im portante núcleo de dom inio de los m inoritarios colonos blancos sobre la m ayoritaria población de color en Sudáfrica m ediante la política racista del «apar theid». P o r últim o, es tam bién d u ran te esta etap a cuando accede a la in dependencia la m ayoría de las p equeñas islas del C aribe y O ceanía, de poca trascendencia en el proceso general que estudiam os, que se in tegran en organizaciones económ icas m ás am plias o m antienen una es trecha vinculación con la m etrópoli.
3.
La descolonización en Asia
3.1. La independencia de la India (1947) L a península del Indostán y los dem ás territorios británicos que la rod eab an y p rotegían (véase m ap a adjunto) habían constituido la joya más preciada del Im perio Británico (véase T em a 6). D u ran te los años veinte y trein ta este inm enso ^ a ís densam ente poblado (400 m illones de habitantes en 1940) se ve som etido a fuertes disturbios internos. T anto el Partido del Congreso, dirigido p o r M. G andhi y J. N ehru (véa se biografías), com o la Liga M usulm ana, rep resen tante de esta im por tan te m inoría religiosa, se inclinaban decididam ente p o r independizar se de G ran B retaña, y así lo hacían tam bién los sindicatos indios que congregaban un im p o rtan te m ovim iento de masas. Pese a la diversi dad racial y religiosa se había conform ado en el país una auténtica con ciencia nacional, y el gobierno británico, oscilando entre la represión y los intentos negociadores, concede la Ley de Gobierno de la India (1935), que ten d ía a crear un gobierno intern o autónom o basado en el federalism o de las regiones y en la im plantación del m odelo parlaMapa de la d ivisio p m
la
tras su indep en d en cia . 1947 M a y o ría h in d ú M n y o r i a m us u ! m a n a M a y o ría B u d is ta F ro n te ra s p r o v in c ia le s y e s ta ta le s a n te s d e la d iv is ió n F ro n te ra s e n tre In d ia y P a k is tá n Ira s la in d e p e n d e n c ia
La formación de la conciencia nacio nal india «Para T. Chand, muchas causas se combinaron para hacer posible la formación de la conciencia nacional india a lo largo del siglo X IX . El de sarrollo de la civilización india en la Edad Media ya había preparado el terreno: Gradualmente los pueblos pertenecientes a muchas razas y cre dos habían adquirido una visión co mún de la vida, como también cos tumbres y maneras comunes, y co munes modos de vivir. Sus artes y li teraturas dieron expresión a estos ideales comunes. Sin embargo, no llegaron a comprender la idea de una sociedad global que uniera dentro de su regazo a todos los pueblos, castas y comunidades de India.» M a r t í n e z C a r r e r a s , J. U.: «La independencia de la India y Pakistán», en «Historia Universal siglo XX», His
toria 16, vol. 22, pág. 70.
P A K IS T A N O R IE N T A !..
MAR AR ABIO ».:
En «Historia Mundial del siglo XX», Vcrgara, vol. 4, pág. 455.
417
Estampas populares de la vida de Gandhi. Mohandas Karamchand Gandhi «Mohandas Karamchand Gandhi (Porbandar, 1896-Nueva D elhi, 1948). Líder de la independencia de la India y profeta de la no violencia. De acaudalada familia, estudió dere cho en Anmadabad y Oxford. El choque con la miseria y la opre sión política le decidieron a rechazar las costumbres occidentales y defen der la vuelta a los modos tradiciona les de los indios más humildes. Tras la Primera Guerra Mundial lanzó su primera campaña de desobediencia civil contra los británicos (1919), que le costó varios años de cárcel. Presi dente del Partido del Congreso (1923), asistió a la Mesa Redonda de Londres sobre el futuro de la India en 1931. El fracaso de estas conver saciones motivó el comienzo de sus famosos ayunos. Durante la Segunda Guerra Mundial, Gandhi lanzó su úl tima campaña de desobediencia ci vil. En libertad desde 1944, se opuso tenazmente a la separación de India y Paquistán, que finalmente se con sumó al concederse la independen cia en agosto de 1947. Murió asesi nado por un fanático indio el 30 de enero de 1948.» «Historia Universal del siglo XX», Historia 16, vol. 22, pág. 74.
La India mantiene, aún hoy, en sus instituciones políticas y militares la huella británica. 418
m entario, que no llegó a aplicarse totalm ente por el estallido de la Se gunda G u erra M undial. T ras este período, en el que prevaleció el con trol m ilitar inglés y la radicalización hindú a través de la «campaña de desobediencia cívica», la llegada de los laboristas al po d er en Inglaterra en 1945 precipita el proceso de la independencia. A l no p o d er lograr el m antenim iento de la unidad del país con una estructura federal, se llega p o r m usulm anes, hindúes y británicos a un Plan de partición (1947). Su resultado es la constitución de dos E stados independientes y antagónicos: la U nión India y el Paquistán, dividido en dos zonas has ta la secesión de la parte oriental, que dio origen a la R epública de B angladesh (1971). L a trayectoria interna de la India y el Paquistán hasta la actualidad ha sido diversa. La prim era ha m antenido un régim en de dem ocracia p arlam en taria form al con el predom inio casi absoluto del P artido del C ongreso, liderado por N ehru (hasta 1964) y p o r su hija Indira G an dhi hasta su asesinato en 1983. E n el exterior se ha m antenido una p e r m an en te rivalidad con Paquistán, con frecuentes guerras fronterizas (C achem ira), así com o la asunción del liderazgo y creación del Grupo de Países N o Alineados. Pese a algunos logros im portantes en la indus trialización, la explosión dem ográfica y las carencias alim enticias con dicionan todavía el futuro de la India. P o r su parte, P aquistán cayó pronto bajo el control de gobiernos m ilitares au toritarios de signo prooccidental y sufre similares pro b le m as económ icos que los de su rival. A ctualm ente y tras la m uerte del dictad o r Z ia-U l-H aq (1988) parece que el país reinicia su andadura d e m ocrática. E l resto de los territorios de la zona alcanza su independencia si m ultánea. B irm ania (1948) ha padecido un proceso de deterioro eco nóm ico y u n a férrea dictadura m ilitar p retendidam ente socialista; m ientras Ceilán (hoy Sri L anka), independiente ese m ism o año, sufre la crónica rivalidad de las dos etnias que pueblan el país.
3.2.
China: el triunfo de la revolución comunista (1949)
China, el m ayor y más poblado país de Asia, cuna de una vieja ci vilización, vivía desde 1911 un proceso revolucionario com plejo, cuyos hitos fundam entales habían sido la abolición de la m onarquía ese m is m o año, la fundación del P artido C om unista C hino por M ao (1921) y el enfrentam iento y p erm an en te guerra civil que se m antuvo entre co m unistas y nacionalistas del K uom intang durante los años veinte y tre in ta (véase T em a 13).
C oncluida la Segunda G u erra M undial, que había supuesto al p rin cipio una tregua, se reanudó la guerra civil, que term inó con la victo ria definitiva del P artido C om unista y la huida del K uom intang, capi taneado p o r su líder Chang K ai-C hek, a la isla de Form osa. A p artir de esta fecha (1949), al proclam arse la R epública P opular China, se inicia una etap a nueva en la historia de este país, en la que se concluye con todas las m anifestaciones de dom inio colonial m ás o m enos velado de las naciones europeas y el Jap ó n (puertos abiertos, la m ayor p arte de las concesiones territoriales, influencia y corrupción del gobierno del K uom intang, etc.) y se inicia la construcción del so cialismo m arxista en Asia. T odo el proceso, que a continuación se sin tetiza brevem ente, está presidido por la com pleja y atractiva perso n a lidad política de M ao Z edong (véase biografía). La evolución política y socio-económ ica de C hina Popular, que p ronto se erige en u n m odelo a seguir en la lucha de los pueblos afroa siáticos contra el colonialism o, viene m arcada p o r u n a serie de gran des etapas: . a. El período de la Nueva Democracia, de carácter transitorio (1949-52). D u ran te estos años se afronta u n a reforma agraria que dis tribuyó la m ediana y gran p ro p ied ad en tre el cam pesinado sin tierras, lo que proporcionó una gran p opularidad y apoyo a la revolución. T am bién se articuló el gobierno desde u n a perspectiva de centralismo de mocrático, p ara acabar con la fragm entación y el cacicato que sobre ex tensas regiones habían m antenido los señores de la guerra. P or últim o, se m antiene aún cierto pluralism o ideológico y social, con pequeños partidos de centro y el respeto a la p eq u eñ a burguesía. Internacional m ente C hina qued a aislada, con el exclusivo apoyo y asistencia econó m ica de la U RSS. b. El período de Construcción del Socialismo (1953-65). Se ca racteriza prim ordialm ente p o r la introducción de los m odelos econó micos y políticos ya en funcionam iento en la U RSS, que se plasm an en la C onstitución de 1954. E n el terren o industrial se ponen en m ar cha planes quinquenales de desarrollo acelerado que culm inan en el «gran salto adelante» (1958-60), que produjo fuertes desequilibrios y una etap a posterior de reajuste y estancam iento. E n la agricultura se procedió a la unión obligatoria de explotaciones m ediante coo p erati vas cada vez de m ayor tam año, hasta alcanzar el estadio de las com u nas (com puestas de unas 5 000 fam ilias) y la desaparición de la p ro p iedad privada. Los resultados económ icos de esta últim a y trascen dente transform ación no fueron los adecuados: la producción agraria e industrial (elim inación de todas las em presas privadas) descendió y el prestigio personal de M ao atravesó una etap a de crisis. In ternacio nalm ente com ienzan las disensiones con la U RSS, y en el terren o m i litar, C hina explosiona su prim era bom ba atóm ica (1964). c. La Revolución Cultural (1966-1975). D u rante estos años se agudizó la lucha p o r el pod er en tre los sectores m oderados y radicales del partido, encabezados estos últim os p o r el propio M ao, lo que p ro duce un auténtico culto a la personalidad y pensam iento de «El G ran Tim onel». Los guardias rojos, jóvenes m ovilizados para m an ten er la pureza de la revolución, se hacen d u ran te unos años los dueños del país, com o puede com probarse en el texto que figura al m argen, y lle van a cabo frecuentes purgas y depuraciones entre los burócratas y las altas jerarq u ías del partido (L iu-C hao-C hi, Teng Siao-Ping). d. El reformismo posm aoísta (1976-89). T ras la m uerte de M ao y de su incondicional Chu E n-L ay se abre una etap a de lucha p o r el p o d er en tre los conservadores de la ortodoxia, encabezados por la viu-
Mao Zedong
«Mao Zedong (Shao-shan, 1893Pekín, 1976). Político chino. Hijo de campesinos acomodados, estudió en una escuela confuciana y en la Escue la Normal de Hunan, donde obtuvo el título de maestro. En 1918 se tras ladó a Pekín y trabajó como bibliote cario en la universidad. A llí evolucio nó desde sus posturas nacionalistas hacia el marxismo y en 1921 partici pó en la fundación del PCCh en Shanghai. A l producirse la ruptura con el Kuomintang en 1927, Mao defendió la revolución armada y encabezó el Levantamiento de la Cosecha de Otoño en Hunan. A l frente de la guerrilla campesina, estableció en 1931 una República Soviética en Kiangshi, de la que fue presidente. Acosado por las tropas de Chiang Kai-Chek dirigió la Larga Marcha, que permitió a los comunistas alcan zar el refugio de Yenan. En 1935 fue elegido secretario del Comité Cen tral del partido. A partir de 1937, con la guerra chino-japonesa, preconizó un pacto con los nacionalistas para derrotar al invasor. En 1945 alcanzó la jefatura del Politburó del PCCh y, tras la guerra ci vil (1946-49), se convirtió en jefe del gobierno de la República Popular. Tras la aprobación de la Constitu ción fue elegido presidente de la Re pública (1954-58). Tras la muerte de Stalin favoreció la ruptura con la URSS. En 1965 encabezó el movi-
419
miento contra los moderados de Liu Chao-shi que dio origen a la revolu ción cultural. Sin embargo, su papel disminuyó a partir de 1971 en bene ficio de Chu En-lai y luego de Teng Siao-ping. Cuando murió, en 1976, estaba empeñado en una campaña contra el confucionismo y contra el ala dere cha del partido.» «Historia Universal del siglo XX», Historia 16, vol. 27, pág. 110.
da de M ao, C hiang Ching, y la denom inada «Banda de los Cuatro», y la postu ra m ás flexible capitaneada por T eng Siao-Ping, el hom bre fu erte de la C hina posm aoísta. A unque el P artido C om unista m antie ne un férreo control sobre la sociedad, se h a iniciado un im portante p rogram a de liberalización económ ica, fom ento de la iniciativa priva da en la agricultura y en la industria y una ap ertura al com ercio exte rior, con la creación de em presas mixtas con las m ultinacionales capi talistas. D esde el pu n to de vista internacional, ha concluido el largo p e ríodo de aislam iento con el ingreso en la O N U (1974) y el estableci m iento de relaciones diplom áticas y acuerdos de cooperación con E E .U U .
A fines de los años sesenta China vivió una intensa convulsión interna mal conocida en el resto del mundo: la «Revolución Cultural».
Símeme de Beauvoir explica la revo lución cultural «Sólo a partir del 70, algunos artí culos y libros me han explicado la re volución cultural de un modo satis factorio: se me apareció entonces como una apasionante historia. Al contrario de lo que piensa la URSS, Mao estimaba a justo título que el socialismo produce sus propias con tradicciones y que no basta naciona lizar los medios de producción para que el poder pase efectivamente a manos de los obreros y de los cam pesinos; mientras que Liu tenía del partido una visión estalinista, consi derándolo como la expresión mono lítica de las masas, Mao quiso sacar a la luz las oposiciones que existían por un lado en el seno del partido y, por otro, entre el partido y las ma sas. Propiciando los dazibaos —car teles con grandes caracteres— dio la palabra al pueblo. Movilizó la guar dia roja contra una élite burocrática, economista y gradualista. Se apoyó sobre el ejército, no en tanto instru mento de coerción violenta, sino porque bajo la dirección de Lin Piao se había convertido en un aparato de propaganda revolucionaria de pri mer orden. Los trastornos que la lu cha acarreó, lejos de manifestar la debilidad del régimen, eran casi de seados y su desarrollo tolerado.» [...] B e a u v o i r , Simone: «Final de Cuentas», Apud «Historia Universal siglo XX», Historia 16, vol. 27, pág. 122-123.
420
3.3.
El sureste asiático: el liderazgo de Indonesia (1949) y la revolución en Indochina (1945-65).
E l tercer gran país asiático que logra un efectivo control sobre su destino tras la Segunda G u erra M undial es Indonesia. La antigua Insulindia, colonia de explotación holandesa desde el siglo X V III, es un num eroso conjunto de islas densam ente pobladas y con una gran di versidad cultural y étnica. Las aspiraciones independentistas que sur gieron tras la P rim era G u erra M undial fueron p ronto capitalizadas por el P artido N acional Indonesio y su líder Sukarno desde 1927, quien no d u d ará en colaborar con los ocupantes japoneses durante la Segunda G u erra M undial para lograr un alto grado de autogobierno interno. Al finalizar el conflicto se proclam a la independencia, aunque sin la acep tación holandesa, lo que origina un agitado período de enfrentam ien to bélico, represión e intento de crear una U nión H olando-Indonesia (1946-49) hasta llegar a la independencia total (1950). D esde entonces el país em prende el cam ino de su propia construc ción com o nación sobre la base de la peculiar ideología, m ezcla de ele m entos religiosos, nacionalistas y socialistas, de su líder Sukarno: la Pantjasila: soberanía popular, justicia social, creencia en Dios y no ali neación internacional, que convierte a Sukarno en uno de los princi pales dirigentes del m ovim iento de países no alineados (convocatoria de la conferencia de B andung). D esde 1965 se produce un im portante giro en esta política con la caída de Sukarno y el establecim iento de una d ictadura m ilitar (Suharto) aliada de E E .U U .
Malasia y Indonesia
V
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F E D E R A C IO N DE M A L A S IA E s ta b le c id a 1 6 s e p . 1 9 6 3 í m o n a r q u ía c o n s i - e le c tiv a ) m ie m b r o d e la C e r t m o n w e a ít h p o b la c ió n
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IN D O N E S IA In d ia s O rie n ta le s H o la n d e s a s h a s ta 2 8 d ic ie m b re 1 9 4 9 (re p ú b lic a ) p o b la c ió n ( 1 9 6 7 ) 1 1 0 . 0 0 0 . 0 0 0 ISLAS MAYORES DE L A SONDA Ja va S u m a tra K a ltm a n ia n (B o rn e o In d o n e s io ) S u ia w e s i (C e le b e s ) ISLA S MENORES DE L A SON DA A rc h ip . d e M a fu k u (M o lu c a s ) Iría n O c c id e n ta l (N u e v a G u in e a H o la n d e s a ) in c o rp o ra d o a In d o n e s ia 1 m ayo 1963
K u c h in g Í K A L IM A N T A N
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E n la antigua IndóchinaT rancesa la evolución hacia la ind ep en d en cia es bien distinta y está m arcada p o r varios factores: la fragm enta ción política en cuatro E stados (V ietnam del N orte, V ietnam del Sur, Laos y Cam boya); la aparición de u n fuerte m ovim iento de liberación com unista (V ietm inh), que p ro n to controla grandes zonas de la región; el fracaso m ilitar del ejército colonial francés frente a la guerra de guerrillas (d erro ta de D ien B ien Phu en 1954), y, p or últim o, la in te r vención neocolonial de E E .U U . en los años sesenta dentro de la dia léctica del enfrentam iento con la U R SS (véase T em a 16).
4. 4.1.
La descolonización de los países Islámicos
Ahmed Sukarno (1901-1970)
El «Creciente Fértil». Autonomía e independencia de los mandatos de la Sociedad de Naciones
Los m andatos de la Sociedad de N aciones establecidos en O riente M edio sobre los antiguos territo rio s del Im perio Turco (Iiak, Jo rd a nia, Siria, Líbano) con adm inistración de Francia e Inglaterra evolu cionaron d urante los años veinte y trein ta hacia una am plia a u to n o mía. Ira k y Jo rd an ia se transform aron en reinos bajo dos ram as de la m onarq u ía hachem ita (1923-30). Siria y Líbano adoptaron, p o r inspi ración francesa, el régim en republicano (1936). A rabia, fraccionada y dividida por luchas tribales, adquiere su unidad bajo la m onarquía de Ibn Saud constituyéndose, en 1932, el reino de la A rabia Saudita. La evolución posterior de todos estos países tras la Segunda G u erra M undial viene m arcada p o r la diversidad, condicionada por la c rea ción del E stado de Israel en 1948 y las sucesivas guerras que desde en tonces h a sufrido la región (véase T em a 16). A p artir del triunfo de la revolución republicana en Irak (1958), m uchos de estos países, tales
Una de las escasas monarquías tradi cionales de Oriente Medio es la de Hussein de Jordania.
421
com o cl propio Irak, Siria y Y em en, han iniciado experim entos revo lucionarios mas o m enos socialistas desvinculándose de la influencia occidental. Al mismo tiem po, perm anecen com o m onarquías conser vadoras prooccidentales, adem ás de la Jordania de H ussein. Kuwait, O m án y los E m iratos Á rabes, que alcanzaron en los años sesenta su independencia de G ran B retaña (véase m apa adjunto).
M a nd a to b ritá n ic o M a n d a to francés
j ” ,-"a/ ireia *A lepo L IB A N O B e iru t* Damasco
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S lfitA
4.2.
Mis. del Jsbel Druso Canal Suez * EGIPTO Protectorado \ a británico ° A ssuán*
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TRANSJORDANIA PALESTINA A RABIA SAUDITA
Mapa de Oriente Medio con los an tiguos mandatos ingleses y france ses. El África independiente apoya al FLN argelino en su lucha por la In dependencia «La conferencia declara: 1. Su determinación de apoyar, por todos los medios, al pueblo ar gelino y a su gobierno en su lucha por la independencia de Argelia. 2. Pide a todos los países que apoyan al pueblo argelino en su lu cha de liberación nacional, que re nueven su ayuda política, diplomáti ca y material. 3. Denuncia la asistencia aporta da por la OTAN a Francia en su lu cha de conquista colonial en Argelia. 4. Invita a todos los países que prohíban, sin tardanza, la utilización directa o indirecta de sus territorios para operaciones contra el pueblo argelino. 5. Pide la retirada inmediata de las fuerzas africanas que están sir viendo bajo el mando francés en A r gelia. 6. Aprueba el alistamiento de voluntarios africanos y otros en el Ejército de Liberación Nacional de Argelia. 7. Invita a todos los gobiernos, que aún no lo hayan hecho, a que re conozcan al gobierno de la Repúbli ca Argelina.
422
El norte de África. Los Estados revolucionarios: Egipto (1952), Argelia (1962) y Libia (1969)
Todos los países africanos con costas sobre el M editerráneo se en contraban al final de la Segunda G uerra M undial bajo un control más o m enos directo de Francia (Argelia, Túnez, M arruecos) e Inglaterra (Egipto y Libia). E n algunos de estos países, el proceso descoloniza dor adquiere tintes m arcadam ente nacionalistas y revolucionarios, m e diante la reivindicación de la herencia del Islam com o alternativa al do m inio indirecto del neoim perialism o europeo y de E E .U U . a través de las oligarquías tradicionales. Los jalones fundam entales en la aparición del Islam revolucionario norteafricano son:
a.
Egipto (1952)
La revolución egipcia de 1952, que acabó con la m onarquía de Faruk, es el p u n to de arranque en el ocaso del colonialism o europeo, no sólo en esta zona, sino en to d a África. Surge de ella adem ás uno de los líderes carism áticos del T ercer M undo, el coronel Nasser, organi zador de los Oficiales Libres, seguidor de la doctrina de recuperación del Islam prom ovida por los Hermanos M usulm anes y hom bre fuerte del país hasta su m uerte en 1970. Las realizaciones de este nacionalis m o revolucionario de N asser fueron muy desiguales: en política in te r na, se im planta un régim en de partido único y se acom ete la reform a agraria y la construcción de la presa de A ssuan y un notable esfuerzo in d u strializad o s m ientras, en política exterior, se produce un cierto acercam iento a la U RSS y se sufren las sucesivas derrotas frente a Is rael. A su m uerte, sus sucesores Sadat (1970-1981) y M ubarak p ro m ueven una política de acercam iento y alianza con E E .U U , m ientras se m antienen grandes desequilibrios económ icos internos y se p ro d u ce el aum ento del fundam entalism o islámico de inspiración jom einista.
b.
Argelia (1962)
La peculiaridad del proceso descolonizador argelino arranca de la consideración que Francia tenía del país com o colonia de poblam iento (m ás de un m illón de franceses) y su deseo de que se acepte in ter nacionalm ente al territorio com o francés. Tras la Segunda G u erra M undial el m ovim iento nacionalista se agrupó en torno a Ferhat A bbas y su «Manifiesto del Pueblo Argelino», cuyas reivindicaciones fue ron desoídas p o r el gobierno francés ante la presión de sus colonos. L a concesión de un E statuto de autonom ía (1947) con asam blea p ari taria (m itad franceses, m itad argelinos) abrió un período de en fren ta m ientos en tre am bas com unidades, que desem bocaron en una guerra a la vez civil y colonial (1954-62). El F ren te de Liberación N acional,
d irig id a p o r B en Bella, inmovilizó d urante años a un num eroso ejér cito francés y provocó, finalm ente, la caída de la IV R epública (1958) y un in ten to de golpe de estado p o r el general Salán (1961); sin em bargo, la habilidad de D e G aulle y el apoyo internacional a los independentistas (véase texto adjunto) facilitaron la retirada francesa tras los acuerdos de E vian (1962) y la proclam ación de la independencia, liderada p rim ero p o r Ben Bella y, posteriorm ente, por B um edian y Benjedid, con un sistem a de partid o único revolucionario y la p ro g re siva socialización e islam ización de la econom ía y la sociedad, m ien tras que internacionalm ente se encuadra en tre los países no alineados. A ctualm ente, y tras los sangrientos sucesos de 1988, el país asiste a un lento proceso de dem ocratización ten d en te a la instauración de un sistem a pluripartidista.
c.
Libia (1969)
A un q u e form alm ente independiente desde 1951 con una m o n ar quía feudal (Idris I), Libia era un territorio neocolonial dependiente de los E E . U U . e Inglaterra, hasta que la revolución de 1969, que lle vó al p o d er a E l-G adhafi, establece una república de carácter socialis ta, nacionalista y popular, con un fuerte com ponente islámico. Libia ha ro to en los últim os años con la influencia occidental, se ha acerca do a la U R SS y se ha convertido en el m ayor foco revolucionario de la zona con una política agresiva basada en el Libro Verde de E l-G adhaII.
4.3.
8. Declara que la prosecución de la guerra en Argelia es de naturale za apropiada para llevar a los parti cipantes en la conferencia a reconsi derar sus relaciones con Francia. 9. Se opone a la repartición de Argelia y rechaza cualquier solución unilateral y cualquier estatuto im puesto u otorgado. Por otra parte, en esta declaración relativa a Argelia la conferencia re chaza toda consulta y todo referén dum organizado unilateralmente por Francia en Argelia y cuyos resulta dos no podrían, de ningún modo, comprometer al pueblo argelino.»
Conferencia de Casablanca, 4-7 de enero de 1961. Consejo de Solidari dad Afroasiática de El Cairo, 21 de enero de 1961. A r m e s t o , «Op. cit.», p á g s .
461-462.
El norte de África: los Estados moderados. Marruecos (1956) y Túnez (1957)
El colonialism o francés en el n o rte de Á frica poseía, adem ás de A r gelia, dos viejos E stados feudales bajo protectorado: M arruecos y T ú nez. E n ellos la actividad nacionalista se m anifestó pronto y obligó a Francia a negociar sendos acuerdos de independencia, no sin ciertas resistencias, que convertían a am bos países, bajo una autonom ía fo r mal, en colonias económ icas de su antigua m etrópoli, gobernados por la antigua nobleza feudal en alianza con una burguesía de negocios occidentalizada. E n el caso de M arruecos el sultán M oham ed V se convirtió en el líder de los independentistas conservadores del partido Istiqlal. T ras una serie de vicisitudes, incluida la destitución del sultán, se llegó a una independencia pacífica (1956), que obligó tam bién a E spaña a adoptar la m ism a política sobre el antiguo P rotectorado del N orte (1956) y el enclave de Ifni (1969). D esde su independencia M arruecos m antiene incólum e su tradicional estructura tribal en lo social y subdesarrollada en lo económ ico, que ha encontrado una válvula de es cape a los problem as internos con la anexión del Sahara occidental (1975). E n T únez el proceso resulta similar, p ero aquí el elem ento agluti nante del nacionalism o fue el p artid o Neo-Destur, fundado por el líder carism ático del nuevo país, Burguiba, que tras u n a etapa en la clan destinidad se erige en presidente a p artir de 1957, después de un b re ve período de gobierno autónom o.
Dos líderes del anticolonialismo en el norte de África: Nasser y Ben Bella.
423
/
5.
La descolonización del Africa negra
5.1.
Nkrumah de Ghana, líder de la pri mera nación negra independiente H ijo de un orfebre, nació en 1909 y se educó en escuelas misioneras ca tólicas. Se hizo maestro, pero una conferencia de Azikiwe le sugirió la idea de instruirse en los EE.UU. En 1945, marchó a Londres a estudiar Leyes. En 1947, regresó a Costa de Oro, donde fundó el Partido de la Convención del Pueblo. (C.P.P.). Se encontraba en una prisión británica cuando su partido obtuvo una mayo ría arrolladora en los comicios de 1951. Los británicos lo pusieron en libertad y lo invitaron a que tomase parte en una serie de conversaciones sobre autogobierno. A l año siguien te se convirtió en primer ministro de Costa de Oro, y en 1957, en el de Ghana, ya independiente. Nkrumah se mostró partidario de poner fin al colonialismo y de un África unida y socialista. Su éxito fue más bien pro ducto de la imaginación que del in telecto y, tras acceder al cargo de presidente en 1960, se deslizó cada vez más hacia el autoritarismo y ha cia un estridente culto a la persona lidad. En 1966 fue depuesto mientras se hallaba en Pekín. Se desmanteló el dispositivo sobre el que basaba su poder y se confiscó su enorme fortu na personal. Halló refugio en Gui nea, al lado de Sékou Touré. El 27 de abril de 1972 moría en Rumania, donde seguía tratamiento médico, víctima del cáncer. En «Historia Mundial del siglo XX», Argos Vergara, vol. 5, pág. 209.
424
La independencia por fases de las colonias británicas
M ás tardíos en su aparición que sus hom ólogos asiáticos o m usul m anes, los m ovim ientos de liberación del Á frica negra adquieren su m adurez en los años cincuenta. E n general, Inglaterra favoreció el ac ceso de sus colonias africanas a la independencia política desde 1957, m ediante u n a serie de fases previam ente establecidas: gobierno local, gobierno autónom o, E stado independiente dentro de la Com m onw ealth y R epública. T odo u n grupo de líderes, entre los que destacan N krum ah de G h a na T. N yerere de T anzania o J. K enyatta de K enia, ha seguido una p o lítica que oscila entre la dependencia neocolonial y las reform as socia listas de carácter m oderado. Pese a estas características generales de gradualidad y no violen cia, se h an producido en las antiguas colonias británicas significativos casos de inestabilidad política, con la presencia de sanguinarios dicta dores, com o Idi A m ín en U ganda, o cruentas guerras civiles movidas p o r los intereses económ icos de las m ultinacionales, tales com o la se cesión de B iafra dentro de N igeria (1969-70) (véase texto adjunto). In cluso pued e citarse la presencia del m ovim iento guerrillero de los M auM au en K enia ante la posibilidad de un predom inio de los colonos blancos (1949-54). G usau
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OCEANO ATLANTICO
LA G U E R R A DE B I A F R A , 1 9 6 7 - 1 9 7 0 B SB
M áxim a extensión de Biafra (ju lio de 19 67 }
ifiBSB* R econquistado por los federales, ag osto de 1 9 6 7 -m a y o 19 69 R econquistado por los federales, enero de 1 9 7 0 4 -6 9
Fecha de con qu ista
/
5.2.
La descolonización del Africa francesa: el año 1960
A diferencia de los británicos, los gobiernos de F rancia tendieron, tras la Segunda G u erra M undial, a la asim ilación de los territorios afri canos y a su participación relativa en la vida política francesa. L a cons titución de la IV R epública incluía la Unión Francesa, con autogobier no interno de las colonias y diputados de éstas en la A sam blea F ra n cesa, que fue sustituida en 1956 p o r la «Ley marco», de G astón Deferre, que abrió el cam ino de la independencia. T ras la proclam ación de la V R epública (1958) se procedió a im plantar u n sistem a de p ro gresivo autogobierno de los países del Á frica francesa m ediante la crea ción de la C om unidad Francesa, cuya eficacia resultó nula. P o r o tra parte, la coordinación en tre los distintos líderes y partidos independentistas fue im portante y con frecuentes reuniones, en las que destaca el congreso de D akar (1957), con un m atiz general socialista o socialdem ócrata y u n a fuerte vinculación de las raíces culturales de la «Negritud» cuyos m ás conocidos defensores fueron L eopoldo S. Senghor en Senegal y Sekou T ouré en G uinea. Fue 1960, en cualquier caso, el año decisivo en que casi todos los territo rio s africanos de F rancia acceden a la independencia (véase m ap a adjunto).
El trasfondo económico de la guerra de Biafra «Lo más importante fue el apoyo de la Banca Rotschild y, por su in fluencia el del gobierno francés del general De Gaulle, que deseoso de meter una cuña propia en el costado anglófono de África apoyó descara damente la secesión. De Gaulle, su ministro de Asuntos Exteriores, M ichel Debré, y otras personalidades, como Couve de Murville, respalda ron en público la causa de Biafra. Y además de las palabras hubo que contar con los hechos, pues las ex co lonias francesas de Gabón y de Cos ta de M arfil sirvieron, por deseo de París, de apoyo y cobertura a los se cesionistas, encargándose de organi zado el jefe de los servicios especia les galos, Jacques Foccart. También respaldó la secesión Is rael, dándose la circunstancia de que algunos vuelos con armas despega ron de aeropuertos del Sinaí, enton ces ocupado por el Estado hebreo, haciendo una escala en Tanzania, que fue uno de los pocos países que reconocieron la independencia de Biafra. Los expertos israelíes intervinie ron activamente en la planificación de los enlaces aéreos y a ellos se de bió la existencia del citado aeropuer to secreto de Uga que, pese a hallar se tan sólo a veinte kilómetros del de Uli, famoso y muy bombardeado, pasó inadvertido hasta el final. Des de él alzaron el vuelo, rumbo al exi lio, Ojukwu y sus principales colabo radores.»
Talón , V.: «Biafra, la secesión que no pudo ser», «Historia Universal del siglo XX», Historia 16, vol. 28, pág. 96.
África independiente en 1990.
5.3.
Los colonialismos reticentes: las colonias belgas, españolas y portuguesas
A diferencia de Francia e Inglaterra, que lograron establecer unos m arcos adecuados, aunque a veces tardíos, p ara el acceso a la inde pendencia política de sus territo rio s africanos, los colonialism os más débiles, protagonizados por naciones de segundo orden, coinciden en 425
tra ta r de im pedir y retrasar la independencia de los suyos. De esta m a nera, tan to Bélgica com o E spaña y P ortugal descolonizan a destiem po tras u n a serie de tensiones y enfrentam ientos en las colonias africanas que incluso'provocan graves distorsiones en su vida política interna.
L. Sédan Senghor (1906-) Fundamentos de la africanidad
«Sobre los fundamentos culturales de nuestro destino común [...] dije, poco más o menos, lo siguiente: fun dar una organización común sola mente sobre la base del anticolonia lismo es darle una base muy frágil. Porque el pasado colonial no nos ca racteriza tanto como africanos. Eso es algo que tenemos en común con todos los pueblos de África y de América. Eso es pasado [...], sobre todo cuando se trata de construir nuestro futuro. Este futuro sólo pue de reposar en valores que sean co munes a todos los africanos y que sean, al mismo tiempo, permanentes. Es precisamente el conjunto de estos valores al que yo llamo «africani dad». Es mi propósito intentar definir estos valores. Son esencialmente, los valores culturales. Pero éstos están condicionados por la geografía, la historia y la etnografía o el etnos, no por la raza. Siempre he definido la «africanidad» como la simbiosis complementaria de los valores del arabismo y de los valores de la negri tud. [...] Haré un intento para demos trar que esta simbiosis por mestizaje se ha realizado, primeramente, a ni vel de raza y de etnos [...], y trataré de las convergencias que descubrí en las culturas árabes y negro-africa nas.» [...] L. S. S e n g h o r : «Fundamentos de la africanidad», ZERO -ZYX, Ma drid, 1972, pág. 7.
426
¡Bélgica, poseedora del inm enso (jm g o ,.q u e contaba con grandes ri quezas m ineras (cobre, uranio, carbón), m antenía a su población au tó cto n a en un estado de subdesarrollo cultural y económ ico, que p ro pició que en los años cincuenta se m ultiplicaran los partidos independentistas (A BA K O dirigido p o r Kasavubu; M ovim iento N acional C on golés de P. Lum um ba) y tam bién las revueltas sociales y los en fren ta m ientos. A nte una situación insostenible, se precipitó e im provisó, en 1960, un proceso de independencia que dejó al país sum ido en el caos de u n a guerra civil y tribal. La rica y m inera provincia sureña de Katanga, liderada p o r M. Tsom bé, se proclam ó independiente inducida y apoyada p o r las m ultinacionales, lo que provocó la intervención de la O N U , h asta que en 1965 una dictadura m ilitar prooccidental (M ob u tu ) restableció la unidad del país, que tom a el nom bre de Z aire. Las extensas colonias que m antenía Portugal (G uinea-B issau y, so bre todo, A ngola y M ozam bique) no alcanzan su independencia hasta 1974-75 tras u n a cruenta lucha de m ovim ientos guerrilleros (F R E L IM O en M ozam bique, M PLA , F N A y U N IT A en A ngola, P A IG C en G uinea) que provocaría el descontento en el ejército portugués y la caí da de la d ictadura salazarista (1974). E n los tres nuevos Estados se im p lan tan regím enes m arxistas que logran pronto el apoyo de la U RSS. A ngola m antiene aún actualm ente una devastadora guerra civil. P o r últim o, las dependencias de E spaña eran reducidas y sin espe cial relevancia. T a ,G uinea E cuatorial, tras un período en que contó con el estatuto de provincia, accedió a la independencia en 1968. P ro n to el p residente F. M acías derivó hacia una sanguinaria dictadura p er sonal, concluida por el golpe de estado de 1979. E n la actualidad se p roduce la gradual en trad a de esta antigua colonia española en el área de influencia del neocolonialism o francés.
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i
5.4.
El «apartheid» en Sudáfrica
Tshombe, un africano al servicio del neocolonialismo
El sistem a social y el régim en político im perante en África del Sur, y hasta 1980 en la vecina R odesia (hoy Zim babue), constituye una m o dalidad peculiar de supervivencia del colonialismo. Sobre una mayoría negra (18 millones de habitantes en 1960) se im puso la voluntad de una m inoría blanca com puesta por los afrikaners (antiguos colonos holan deses) y los colonos ingleses (dos millones de habitantes en 1960), es el sistema conocido com o «apartheid», según el cual la población de color carece de derechos políticos, que están reservados a los blancos; se p ro híben los m atrim onios mixtos, y se ejerce una dura represión policial sobre la m ayoría negra. Com pleta el sistem a la creación de «Bantusanes» o Estados negros sem iindependientes, localizados en las zonas más pobres del país y que sirven de reserva de m ano de obra negra barata. La creación de este peculiar sistem a se realizó por fases tras la Se gunda G uerra M undial, siendo su inspirador principal V erw oerd. A la abolición del estatuto de D om inio, siguió la ruptura con Inglaterra y el abandono de la C om m onw ealth (1961). Las enorm es riquezas m ineras (diam antes, oro) y una eficaz adm inistración de la m inoría blanca han perm itido un rápido crecim iento económ ico. D esde los años setenta la presión internacional p ara abolir el «apart heid» ha ido en aum ento con repetidas condenas y em bargos económ i cos de la O N U ; la independencia de las antiguas colonias portuguesas de A ngola y M ozam bique (1975), la desaparición de la R odesia blanca (1980), la de N am ibia (1990) y las continuas revueltas de la m ayoritaria población negra (30 m illones frente a 5 millones de blancos) han obli gado al gobierno de F rederik de Klerk a abrir un proceso negociador con la m ayoría negra, articulada en varios grupos opositores, el más sig nificativo de los cuales es el Congreso N acional A fricano de Nelson M ándela. La progresiva abolición de las discrim inaciones raciales (limi tación en la propiedad de la tierra) se ha visto culm inada en 1992 con la m odificación de la C onstitución, concediendo el voto a la "mayoría negra, convirtiéndose así Sudáfrica en un E stado multiracial.
RH O D ESIA
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Para la gran mayoría de los africa nos, el nombre de Tshombe es sinó nimo de traición. Adquirió fama en 1960 cuando declaró, con el respal do de norteamericanos y belgas, la independencia de Katanga y precipi tó al Congo a la guerra civil. Nacido en 1919, inició su carrera como hom bre de negocios sin éxito. Durante los años cincuenta, se pasó a la polí tica, y en 1959 era ya presidente del partido nacional. En 1964 huyó a Eu ropa cuando las tropas de la ONU pusieron fin a la secesión de Katan ga, pero en 1964 regresó al país para convertirse en primer ministro del Congo. Un año más tarde, se había exiliado de nuevo, esta vez a Espa ña, y fue condenado a muerte, en re beldía por el gobierno de Mobutu. Tshombe era un hombre desfasado porque recurría a mercenarios blan cos en contra de sus compatriotas africanos, y porque aparecía asocia do a la muerte de Lumumba, símbo lo del nacionalismo africano. Aun que se le consideraba generalmente, un títere de los europeos, era, sin embargo, todo un personaje.
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Catedral de Malabo. La presencia española en el Á fri ca negra sólo se materializó en la pe queña Guinea Ecuatorial.
427
Nelson Mándela, símbolo de la rebe lión en Sudáfrica A finales de los años cincuenta Mándela se había ganado un puesto en la historia de Sudáfrica como el dirigente africano más importante de su época. Nació en 1918 y era el he redero al cargo de jefe de tribu que ostentaba su padre, pero muy pron to declaró que no estaba dispuesto a “ gobernar como jefe tribal sobre un pueblo oprimido” . En 1952, abando nó el ejercicio de la abogacía en Johannesburgo y se convirtió en uno de los miembros ejecutivos del Congre so Nacional Africano (ANC). Cuan do el ANC fue prohibido en 1961, se ocultó para escapar de la policía, lle gando a ser conocido como el “ Pim pinela Negro” . Tras varios meses de libertad, fue finalmente detenido, y en noviembre de 1962 se le condenó a cinco años de prisión. Otro juicio, incoado con tra él en 1964, amplió este período a cadena perpetua. Desde principios de 1990, y tras veintiocho años de prisión, Mándela se encuentra en libertad, dispuesto a liderar el desmantelamiento definiti vo del Apartheid.
6.
El Tercer Mundo y el problema del subdesarrollo
6.1. Resultados de la descolonización y los problemas de los nuevos países E l proceso descolonizador casi com pleto a niveles form ales en nuestros días, h a traído una secuela de inadaptaciones, zozobras e tncertidum bres sobre los nuevos países y los pueblos que accedieron a la independencia. Los fenóm enos internos observables en las socieda des afroasiáticas pueden sintetizarse en los siguientes puntos:
a.
Neocolonialismo
Supone el acceso a la independencia política, m ientras que el con trol económ ico y la explotación de ja s riquezas continua en m anos de la antigua nación colonizadora o de las nuevas potencias económ icas capitalistas (H E .L L ., R.F. A lem ana, Japón). Asi se p erp etu a la d epen dencia colonial, se im pide el desarrollo de una industria y u n a agricul tu ra que resp o n da a las necesidades nacionales, y se m antiene la inje rencia fo ránea en los problem as internos de los nuevos países.
b.
Subdesarrollo económico
C aracterizado por la confluencia de una serie de elem entos: baja ren ta per cápita, ham bre generalizada, enferm edades infecciosas cró nicas, alto crecim iento dem ográfico, atraso de la agricultura, insufi ciente infraestructura de com unicaciones, industrialización escasa, mayoritario analfabetism o y ausencia de suficientes cuadros técnicos p re parados. Com o causas desencadenantes de esta situación se han apun tado tan to el bajo nivel de desarrollo de estas sociedades antes de la colonización, com o los efectos de la explotación colonial vease Tem a 6) que se p erp etú an a través del ya analizado neocolonialism o.
c.
Ausencia de una estructura social estable
Perviven arcaicas estructuras trib ales o de castas junto a oligarquías dom inantes y nuevas clases sociales surgidas en los últim os anos: b u r guesías com erciales conservadoras o avanzadas y grupos populares con tendencia revolucionaria form ados p o r obreros y cam pesinos.
d. Mñ
Multiplicidad de sistemas políticos
A p esar de la influencia de las potencias coloniales, los nuevos paí ses raram en te han logrado establecer y m antener unos sistem as de d e m ocracia liberal representativa según los m odelos europeos. L a caren cia en su estructura social de clases m edias o burguesías e incluso la inarticulación de cada país, que se adap ta en su configuración territo rial a las fronteras coloniales y no a las culturales o naturales, son los dos elem entos que han im pedido este logro Se han b^ Po r e contrario otras fórm ulas que intentan m odelos originales basados en la tradición de estos pueblos, o bien s o l u c i o n e s autoritarias o revolu cionarias m ás o m enos radicales. E n su traducción practica, los m o d e -i los más seguidos son: las dictaduras m ilitares de fuerte contenido n a cionalista al servicio del neocolonialism o (Paquistan); los sistem as seu ü » : dodem ocráticos de partido único de contenido vagam ente s o a a i s a La muerte en atentado (1988) del pre ( Am elia): las m onarquías tradicionales y feudales aliadas de E E .U U . sidente de Paquistán Zia U1 Hag re (A rabia Saudí) y los regímenes.-comunistas llegados al p o d er tras una cuerda la pervivencia de férreas dicta revolución o guerra civil (V ietnam ). Sólo en contadas excepciones p e r duras militares en los países del Ter viven, con dificultades, sistem as de dem ocracia parlam entaria (india).
cer Mundo. 428
6.2.
Dimensión política del Tercer Mundo. El movimiento de los países no alineados
H acien d o una valoración global, el sociólogo francés A lfred Sauvy adjudicó en 1956 a los pueblos descolonizados la denom inación de «T ercer M undo», a p artir de una transposición del térm ino «Tercer E s tado», em pleado d u ran te la R evolución Francesa. E ste concepto se di fundió p ro n to , im poniéndose al de «naciones proletarias», que p ropug naba el histo riad o r A rnold Toynbee, pero, en cualquier caso, am bas d e nom inaciones sirven p ara designar a los nuevos países que intentan m antenerse alejados de los otros «dos m undos», el bloque capitalista y el bloque com unista (véase T em a 17). D esde su acceso a la in dependencia surge en tre los distintos E sta dos afroasiáticos la necesidad de constituir un grupo de presión cohe rente en un m undo bipolar (E E .U U .-U R S S ), que evite el en fren ta m iento directo en tre las dos superpotencias y propicie un cam bio ra dical en las relaciones internacionales m ediante el reconocim iento de la igualdad de derechos de todos los E stados del m undo. E l cam ino no resultó en absoluto fácil, pues era preciso p o n er de acuerdo en unas líneas com unes de acción internacional a países con sistem as políticos diversos e incluso enfrentados. • E l prim er jaló n en la articulación de un m ovim iento político del Ter cer M undo in d ependiente de las grandes potencias se produjo en la Conferencia Afroasiática de B andung (Indonesia) celebrada en 1955 y prom ovida p o r N eh ru y Sukarno. A ella asistieron 29 países afroasiá ticos, incluida la R epública P opular C hina, rep resen tada por Chu-E nLai, y aunque las discusiones de los delegados revelaron la oposición entre países m oderados o prooccidentales y los radicales, se llegó a un fructífero com unicado final en el que se aunaban las aspiraciones de las jóvenes naciones: respeto a los derechos hum anos según los p o stu lados de la O N U , respeto a la soberanía e integridad territorial de to dos los países, igualdad internacional entre todas las razas y naciones, no intervención extranjera en los asuntos internos de los países, rech a zo de la intervención m ilitar o de la presión m ilitar p ara subordinar la trayectoria de cualquier E stado, solución de los conflictos internacio nales p o r m edios pacíficos y prom oción de la cooperación económ ica internacional en base al interés y al respeto m utuos. Q uizás la m ayor concordancia y la m ayor dureza se vertió sobre la aún im portante pervivencia del colonialism o, com o puede observarse en el siguiente texto: «La Conferencia Afroasiática ha discutido los problemas de los pueblos dependientes y del colonialismo, y los males derivados del sometimiento de los pueblos a la sujeción del extranjero, a su do minio y a su explotación. La conferencia está de acuerdo: 1. En declarar que el colonialismo, en todas sus manifestacio nes, es un mal al que debe ponerse rápidamente fin. 2. En declarar que la situación de los pueblos sometidos al yugo extranjero, a su dominio y a su explotación constituye una ne gación de los derechos fundamentales del hombre, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y es un obstáculo para la conso lidación de la paz y la cooperación mundiales [...].» Comunicado final de la Conferencia de Bandung, de 24 de abril de 1955.
C on todas sus lim itaciones, la opción descolonizadora y neutralista que triunfó en B andung supuso el final de la prep o n derancia europea
La dicotomía Centro-Periferia «Se trata de un fenómeno moder no, unido a la construcción del siste ma económico mundial a partir de la segunda mitad del siglo X IX . El fun damento estriba en las diversas for mas de expansión de los países euro peos hacia el resto del mundo, susci tando la creación en Africa, Am éri ca Latina y Asia de actividades pro ductivas en el sector primario para satisfacer su propia demanda. A l ser el elemento motor, las sociedades europeas se convierten en el Centro del sistema, de modo que las otras regiones se integran en función de sus necesidades y de la dinámica del Centro, convirtiéndose así en Perife ria. Inducidos desde el exterior los mecanismos de crecimiento, se pro ducen distorsiones importantes en el modo de operar los factores socio económicos, que hacen imposible la reproducción del modelo de los paí ses del Centro.» M. I k o n ik o ff y S. S ig a l : «L’Etat,
reíais», 1978.
Lord Beveridge mide la distancia entre los excedentes de alimentos de los países desarrollados y el hambre del Tercer Mundo. 429
en A sia y A frica y la necesidad de m antener los contactos, la solidari dad y la cooperación entre los antiguos pueblos colonizados.
fp»
• A parece así, en 1960, recogiendo la herencia de Bandung, el M o v i m ie n to de lo s p a ís e s n o a lin e a d o s, cuyos líderes naturales son los ya citados N ehru de la India y Sukarno de Indonesia, a los que se unen N asser de E gipto y T ito de Yugoslayj§*Yras su ru p tu ra con la URSS. E n las distintas conferencias m antenidas desde 1961 (véase relación ad ju n ta) un num eroso grupo de países que hoy alcanza la cifra de 97, adoptó los siguientes principios de política internacional común: «Seguir una política independiente, fundada sobre la coexisten cia pacífica y el no alineamiento, o mostrar su inclinación hacia esta política. Apoyar los movimientos de liberación nacional. No pertenecer a ningún pacto militar colectivo que pueda im plicar al país en un conflicto entre las grandes potencias. No formar parte de ninguna alianza multilateral con una gran
i
potencia. , No aceptar el establecimiento sobre su territorio de bases mi litares pertenecientes a una potencia extranjera.»
Nehru, líder del Tercer Mundo «Pandit Jawaharlai Nehru (Allahabad, 1889-Nueva Delhi, 1964). Es tadista indio. H ijo de una familia brahmánica, estudió Derecho en In glaterra. Seguidor de Gandhi, ingre só en el Partido del Congreso Nacio nal Indio, del que fue secretario ge neral y presidente. Durante la Se gunda Guerra Mundial lanzó una campaña de «desobediencia civil». Encarcelado en repetidas ocasiones por sus ideales independentistas, tras las elecciones de 1945 fue nombrado vicepresidente del gobierno interino, negociando con el último virrey, lord Mountbatten, la independencia de la India. Nombrado primer ministro y mi nistro de Asuntos Exteriores del Nuevo Estado (1947), impidió la se cesión de Cachemira, lo que provo có un choque armado con Paquistán. Impulsor decidido de una India neu tral, Nehru fue figura destacada en la Conferencia de Bandung. Vence dor en las elecciones de 1957 y 1962, las tropas indias serían derrotadas por las chinas ese mismo año. Dos años más tarde, Nehru falle cía de un ataque cardíaco.»
C on el transcurso del tiem po el M ovim iento de los no alineados ha hecho tam bién hincapié en los tem as económ icos, en especial en la necesidad de u na transform ación del actual orden económ ico in tern a cional, el cese de la dependencia neocolonial y un reparto m ás equi .................................... tativo de las riquezas m undiales. E n el siguiente m apa puede com probarse la básica coincidencia de los países no alineados con los antiguos im perios coloniales. Señala las excepciones y explícalas (véase T em a 6).
LOS
PAISES
NO
ALINEADOS
EN
1979
(C O N FE R EN C IA DE LA HABANA) T rin id a d y T o b a g o G uyana S urinam S en e ga l
Mapa de los países no alineados en 1979
«Historia Universal del siglo XX», Historia 16, vol. 22, pág. 108. 430
9 . G hana 1 0 . Yogo 1 1. B enin 1 2 . Rep- C e nfr © africana
1 7 . Ruanda 1 8 . B urundi 1 9 . ItíS alaw a
2 0 . S watzslandía
G am bia C a b o Verde
1 3 . D p b u ís
S ierra Leo na
1 5 . S. Tome y P rincipe
2 1- Chipre 2 2 . L íb a n o 2 3 . P alestina (O L P )
A lio Volta
1 6 . C o ngo
2 4 . Jordania
1 4 . G uinea E cua toria l
2 5 . B ahrein 2 6 . Q aíar 2 7 . E m ira tos A ra be s 2 8 . Nepal 2 9 . B hutan 3 0 . B a n g la -D e s h 3 1. K am puchea 3 2 . S ingapur
6.3.
Dimensión económica del Tercer Mundo: subdesarrollo, hambre, dependencia y deuda externa
D esde su acceso a la independencia, y p o r encim a incluso de la preocupación com partida p o r hallar sistem as de organización política estables y adaptados a sus necesidades y de co ordinar sus esfuerzos com o grupo de presión internacional, los nuevos países se encuentran ante el trem endo desafío de superar su crónico subdesarrollo econó mico y lograr cubrir las necesidades básicas de su población. A unqu e econom istas com o W. W. Rostow articularon ya hace años la teoría de las «etapas del crecim iento y el despegue (take-off)» para llegar al estadio de sociedad industrial, lo cierto es que la evolución económ ica del T ercer M undo ha sido, en los últim os años, decepcio nante, m anteniéndose e incluso increm entándose la distancia que les separa de los países ricos. E sta cruda realidad, que autores com o Jo sué de C astro o B oyd-O rr han señalado hace años en el sentido de que dos terceras partes de la H um anidad no com e lo suficiente p ara cal m ar el ham bre, está condicionada p o r u n a serie de factores: a) La diversa evolución económica de los nuevos países, que ha creado, desde un inicial estado de subdesarrollo, d ependencia y neocolonialism o, cuatro grupos: 1.°) países p roductores de petróleo, que aún con deficiencias han m ejorado su nivel de actividad económ ica (A rabia Saudí, Irán, Kuwait); 2.°) países en vías de desarrollo, que a través del colectivismo o de un capitalism o agresivo han logrado un ini cio de industrialización y b ien estar (R. P. China, C orea del Sur, Singapur, Sudáfrica); 3.") países dependientes que han entrado en un pro ceso acelerado de deterio ro económ ico con paralización de la pro d u c ción, inflación galopante y abultada d euda externa (A rgentina, M éxi co, Perú); 4.°) países au ténticam ente subdesarrollados, que viven de la caridad internacional, padecen ham bre crónica y constituyen el d en o m inado «C uarto M undo» (E tiopía, Chad, Sudán). b) Crecimiento galopante de la población, en to rno al 2 p o r 100 anual, lo que supone la m ultiplicación p o r 13 de los habitantes de cada país en un siglo. E sta circunstancia, producida p o r la m ejora de la sa nidad con la erradicación de m uchas enferm edades infecciosas (virue la, paludism o) y dism inución de la m ortalidad, hace que sea preciso m an ten er un alto índice de crecim iento económ ico (12 p o r 100 anual) sólo para m an ten er el nivel de vida de esta creciente población. c) Alta tecnificación de la agricultura y la industria actual. M ien tras que los países que llevaron a cabo su revolución industrial en el siglo X IX p artiero n de una tecnología simple, cuya progresiva com ple jidad fue, p o r lo paulatino, fácilm ente absorbióle; a los países del T e r cer M undo los separa un abism o, por su carencia de preparación té c nica, de los_complejos equipos industriales o agrícolas actuales, que d e ben im po rtar y ap ren d er a utilizar, lo que aum en ta su dependencia y endeudam ien to con el m undo industrializado. d) Deficiencias en su estructura agrícola industrial y de trans portes. T anto los m edios de transporte com o la navegación, así com o las escasas industrias o plantaciones altam ente tecnificadas, se encuen tran en m anos de los países industriales, que explotan los recursos eco nóm icos, los elaboran y los tran sp o rtan sin que la riqueza generada p e r m anezca d en tro del T ercer M undo. D e este m odo los salarios son p o cos y bajos, no existe d em anda interna y no se articula un m ercado n a cional.
Las conferencias de los países no ali neados (1961-1989)
«— La I, en Belgrado en 1961, como continuación y ampliación de Bandung, y con asistencia de 25 paí ses miembros, hizo un llamamiento a la paz mundial y un ofrecimiento de la no alineación para conseguirla. — La II, en El Cairo en 1964, ela boró un programa de no alineación por la paz y la colaboración interna cional, y los principios de la coexis tencia pacífica, con acusaciones con tra el colonialismo, el imperialismo y el neocolonialismo. — La III, en Lusaka en 1970, for muló una declaración sobre la paz, la independencia, el desarrollo, la coo peración y la democratización de las relaciones internacionales, y otra so bre la no alineación y el progreso. — La IV , en Argel en 1973, rea lizó una declaración política y otra económica con el programa de un nuevo orden económico mundial. — La V, en Colombo en 1976, hizo una declaración política y otra económica. — La V I, en la Habana en 1979, contó con 96 países miembros y con la asistencia, por última vez, del pre sidente J. B. Tito (que murió en 1980), pasando a ser su dirigente F. Castro, y elaboró una declaración política y otra económica. — La V II, en Nueva Delhi en 1983, con asistencia de 97 países miembros, elaboró una declaración política y otra económica, el llama do “ Mensaje de Nueva Delhi” , un programa de acción para la coopera ción económica y una declaración sobre “ una acción colectiva en favor de una prosperidad mundial” .» — La V III, en Harare (Zimbabue), en 1986 con la participación de 101 países donde se hizo especial hin capié en la desaparición del «apart heid» en Sudáfrica y en el desarme. — La IX, en Belgrado, en 1989, donde el entonces primer ministro in dio Rajiv Gandhi propugnó la nece sidad de crear un Fondo Mundial para el Medio Ambiente. M a r t ín e z C a r r e r a s , J. U.: «Histo ria de la descolonización 1919-1986. Las independencias de Asia y Africa».
Istmo, Madrid, 1987, págs. 414-420.
431
e) E xpansión d ela rm a m en tism o . Paradójicam ente los países subdesarrollados, carentes de recursos, gastan cantidades ingentes en so fisticado arm am ento, que proporciona pingües beneficios a los países fabricantes (las potencias capitalistas y com unistas) p ero sum erge al T ercer M undo en interm inables guerras que agravan aún mas su d e sesperada situación económ ica, y constituye un poderoso instrum ento
Una tribu árabe nómada Buscar la causa exclusiva del subdesarrollo en las adversas condicio nes de la naturaleza supone ignorar otros factores que, como el neocolonialismo, son mucho más decisivos.
IRAK C tíN ru C T O IWAK-IRAN - v í a :5, f u m t ñ n
• CARHt.TfcWÁB A V ftN C ! M A X IM O
mftraui (1 9 8 2 )
del neocolonialism o. _ f) El problema de la deuda exterior. D u ran te anos, gran p arte de las ayudas económ icas en form a de créditos de organism os internacio nales (F M I, B anco M undial, véase T em a 17) y bancos privados supuso u n a inyección de recursos al T ercer M undo, pero, al m ism o tiem po, significó tam bién una m ay o r d ep e n d en cia de éste,.que debia devolver lo recibido m ás los intereses. E sta hipoteca h a im pedido, sobre todo en Sudam érica, cualquier expectativa de desarrollo. A ctualm ente, tras varias crisis e impagos, los deudores exigen una negociación política del problem a (véase texto adjunto). Alternativas al problema de la deuda: el plan Baker «Si las distintas alternativas al futuro de la deuda y la crisis del petróleo (que no es más que el reflejo espectacular y profundo de la crisis en las materias primas) han abierto brechas en la solida ridad de los países y partidos políticos latinoamericanos, el plan Ba ker supone una ruptura en las relaciones clásicas entre acreedores y deudores. Las peticiones de estos últimos de un diálogo político entre ambas partes habían sido rechazadas una y otra vez por Es tados Unidos, que no reconocía la existencia de problemas políti cos en el pago de la deuda y que negociaba aisladamente con cada nación endeudada. , ,_ El plan Baker (que toma el nombre del secretario del Tesoro nor teamericano) admite ese diálogo político y pide dinero fresco (por valor de 20 000 millones de dólares) para que el Tercer Mundo pueda entrar en la senda del crecimiento y pagar sus deudas. Des de el primer momento, la principal duda sobre la instrumentación de este programa fue su suficiencia. La caída del petróleo hace este interrogante aún más grande.» __ ' Joaquín Estefanía (En «Anuario EL PAÍS», 1986).
K U W A IT
Aftas
B íwwsq
MurvcRa-r. * 9 8 ©
La guerra irano-irakí (1980-88) fue un típico conflicto del Tercer Mundo, alimentado por el armamentismo de las grandes potencias.
432
1.
Comentario de textos
gobierno provisional, representativo de toda la población del V ietnam , declaram os que en lo sucesivo no m antendrem os ninguna rela Ho Chi Min declara la independencia de ción con la F rancia im perialista, abolirem os Vietnam (1945) «Todos los hom bres han sido creados igua todos los tratad o s firm ados p o r F rancia res les... Su C read o r les ha conferido ciertos d e pecto al V ietnam , abolirem os todos los pri rechos inalienables, com o los de la vida, la li vilegios que los franceses se han arrogado en nuestras tierras. T odo el pueblo del V ietnam , b ertad y la b ú squeda de la felicidad.» guiado p o r la m ism a voluntad, está dispues E stas inm ortales palabras están sacadas de la D eclaración de independencia de los E s to a com batir hasta el fin cualquier tentativa de agresión p o r parte de los im perialistas tados U nidos en 1776. T om adas en sentido am plio, significan: todos los pueblos de la franceses. E stam os convencidos de que los A liados, tierra han nacido iguales; todos los pueblos que existen tien en el derecho de vivir, de ser que, en las conferencias de T eherán y San Francisco, han reconocido el principio de libres, de ser felices. La D eclaración de los D erechos del H o m igualdad en tre los pueblos, reconocerán la in b re y del C iudadano de la R evolución F ra n d ependencia del V ietnam . U n pueblo que se cesa (1791) proclam ó igualm ente: «Los hom ha opuesto obstinadam ente, durante m ás de bres nacen y p erm anecen libres e iguales ante ochenta años, a la dom inación francesa; un pueblo que du ran te estos últim os años se ha la ley». É stas son verdades innegables. alineado definitivam ente al lado de los A lia Sin em bargo, d u ran te m ás de ochenta dos en la lucha contra el fascismo, ese p u e años, los im perialistas franceses, renegando blo tiene derecho a ser libre. Ese pueblo tie de sus principios de «libertad, igualdad, fra ne que ser independiente. P o r tales razones, nosotros, m iem bros del ternidad», h an violado la tierra de nuestros antepasados y han oprim ido a nuestros com gobierno provisional de la R epública D em o crática del V ietnam , proclam am os solem ne patriotas. Sus acciones son contrarias al ideal m ente ante el m undo entero: el V ietnam tie de hum anidad y de justicia (...). Lo cierto es que nosotros hem os consegui ne el derecho de ser libre e independiente y, en efecto, es libre e independiente. T odo el do n u estra independencia no de m anos de los franceses, sino de los japoneses. C on la hui pueblo del V ietnam está resuelto a movilizar todas sus fuerzas espirituales y m ateriales y a da de los franceses, la capitulación de los ja sacrificar sus vidas y sus bienes con el pro p ó poneses y la abdicación del em p erad o r Baosito de salvaguardar su derecho a la libertad D ai, nuestro pueblo ha roto las cadenas que pesaban sobre nosotros desde hacía casi cien y a la independencia. H anoi, 2 de septiem bre de 1945. años, y ha convertido a nuestro V ietnam en un país independiente. Al m ism o tiem po, Firm ado: H o Chi M ing, P residente (...) n uestro pueblo ha derro cad o el régim en m o A lo n so , M. L. y AA.VV.: «Historia contempo nárquico, establecido hace decenas de siglos, ránea. Orientaciones, mapas, textos, documentos.» y fundado la República. Everest, León, 1986, págs. 480-481. P or estos m otivos, nosotros, m iem bros del D ocum ento 1
C uestiones: 1. 2. 3. 4. 5. 6.
Sitúa cronológicam ente el texto. ¿Q ué sucede en Asia y Á frica después de la Segunda G u erra M undial? A verigua to d o lo que puedas sobre el autor. Explica en qué principios o docum entos de la cultura occidental se fundam enta un país de oriente p a ra proclam ar su independencia. D escribe y analiza las especiales circunstancias bélicas y políticas que precipitaron la in d ependencia de V ietnam . E n u m era los p untos básicos de actuación inm ediata del nuevo gobierno vietnam ita. ¿P o drías decir hacia qué posición política evolucionó? Sintetiza brevem ente la trayectoria posterior de V ietnam hasta nuestros días.
D ocum ento 2 Los m ecanismos del neocolonialismo según un líder del Tercer Mundo «El neocolonialism o actual, rep resen ta al im perialism o en su etap a final, quizá la más peligrosa. E n el pasado era posible convertir a u n país al que se le había im puesto un ré gim en neocolonial —un ejem plo lo tenem os en el E gipto del siglo X IX — en un territorio colonial. H oy este proceso ya no es practica ble. E l colonialism o pasado de m oda de nin guna m an era ha quedado abolido, todavía es un problem a africano, p ero en todas sus p a r tes está en re tira d a (...) Q uizá las colonias existentes subsistirán p o r m ucho tiem po, p ero no p o d rán crearse nuevas colonias. E n lugar del colonialism o, com o principal in strum ento del im perialis m o, existe ah o ra el neocolonialism o. L a esencia del neocolonialism o es que el E stad o que le está sujeto es, en teoría, in d e p en d ien te y tiene todas las galas externas de la soberanía internacional. E n realidad, su sistem a económ ico y, con ello, su política son dirigidos desde fuera. Los m étodos y la form a de esta dirección p u ed en to m ar diversos aspectos. P or ejem plo, en u n caso extrem o las tropas del pod er
2.
im perialista pu ed en ocupar el territorio del E stado neocolonial y controlar su gobierno. Sin em bargo, m ás a m enudo sucede que el control neocolonialista sea ejercido m edian te m edidas económ icas o m onetarias. E l E s tado neocolonial será obligado a com prar los productos m anufacturados de la potencia im perialista m ediante la prohibición de im por tar productos com petidores del país que sea. E l control sobre la política gubernam ental del E stado neocolonial será asegurada m e diante pagos p o r el costo de llevar el E stado, p o r el nom bram iento de funcionarios civiles que ocupen puestos desde los cuales podrán dictar políticas y m ediante el control m o n e tario sobre el cam bio internacional a través de la im posición de un sistem a bancario con trolado por el p o d er im perialista (...) E l resultado del neocolonialism o es que el capital extranjero se utiliza para la explota ción m ás que para el desarrollo de las partes m enos desarrolladas del m undo. La inver sión, bajo el neocolonialism o, aum enta m u cho m ás de lo que dism inuye la distancia en tre los países ricos y pobres del m undo.» K . K r u m a h : «Neocolonialismo. La última etapa del Imperialismo.» Siglo XXI, México, 1966, págs. 3-4. ' '
Tema de debate y de profundización
a) E l problem a acuciante del ham bre en el T ercer M undo. V arios grupos de trabajo sin tetizarán previam ente las causas y las consecuencias del ham bre crónica del T ercer M undo a p artir de los siguientes m ateriales:
T exto 1
«El ham bre constituye un fenóm eno sum am ente variable... Pueden observarse matices di versos: desde los más som bríos e im presionantes del ham bre total, de la com pleta inanición, que transform a a sus víctim as en espectros vivientes, hasta el tipo más discreto de ham bre ocul ta o específica, que actúa furtivam ente, casi sin indicios aparentes (...) Para los profanos no hay sino un tipo de ham bre, el ham bre aguda y violenta, que hace estragos d u ran te las guerras o en ciertas regiones del m undo sujetas a cataclism os naturales periódicos. . Q uienes van más allá de este problem a saben que hay otros tipos de ham bre, m enos es pectaculares, pero de mayor significado social, dado que afectan a una m asa m ucho más con siderable de individuos, y que actúan de m anera perm anente, una generación tras otra (...) La cantidad de individuos así sacrificados por la desnutrición crónica o el ham bre endém i ca d urante un período determ inado, supera varias decenas de veces a la cantidad de víctimas de los episodios espasm ódicos de ham bre aguda o de los períodos de epidem ia (...) Por ello, el fenóm eno del ham bre parcial y del ham bre oculta es socialm ente m ucho mas grave que el fenóm eno del ham bre aguda, aunque nos conm ueva m ucho m enos. Es precisa m ente en las zonas económ icam ente m enos desarrolladas del m undo donde este tipo de ham bre hace m ás estragos.» J o s u é d e C a s t r o : «Geopolitique de la faim.» E ditions O uvrieres, París, 1952. págs. 49-51.
Texto 2 «M ás de 100 personas (en su m ayoría niños) siguen m uriendo diariam ente de ham bre en Korem (E tiopía), a pesar de las ayudas concedidas recientem ente por diversos G obiernos y o r ganism os internacionales. La situación, que afecta a unos 6,4 m illones de personas, "no sólo no ha dado señales de m ejora, sino que está incluso em p eo ran d o ”, declaró el m iércoles a E L PA ÍS un portavoz de la U nicef. , . , “Se calcula que entre 1983 y 1984 se h an distribuido en E tiopia unas 400 000 toneladas de alim entos a lo que hay que añadir el envío de otras 200 000 toneladas de víveres a finales de septiem bre”, declaró a E L PAÍS u n portavoz de la FA O , quien añadió que se necesitarán otras 400 000 to neladas p ara hacer frente el d eterioro de la situación en 1984. La sequía, que constituye u n fenóm eno endém ico en algunas zonas de E tiopía desde hace diez años, ha adquirido especial gravedad en los últim os veinticuatro meses. Sus efectos se han extendido a 13 provincias etíopes, en tre las que destacan las de G ondar, W ollo, Tigré y E ritrea. Según la U nicef, el nivel de lluvias ha dism inuido en un 50 por 100 respecto al año a n te rior lo que indica que la situación em p eo rará en los próxim os meses y p o d rá incluso superar la gravedad de la sequía de los años 1972-1974, en que unas 200 000 personas m urieron de ham bre. ,, , TT .. „ , . ... La sequía, que entonces fue un factor determ inante en la caída de H aile Selasie, constituye hoy, ju n to a la acción de las guerrillas, una de las principales dificultades del G obierno m ar xista de M engistu H aile M ariam . N um erosos observadores h an criticado la prolongada suspensión p o r p a rte de algunos u o biernos occidentales —com o el británico o el estadounidense — de sus ayudas a E tiopía por sus diferencias políticas con el G obierno de A ddis A beba. F ren te a estas críticas se hallan las de aquellos que culpan de los efectos de la sequía a la falta de planificación y al fracaso de la política agrícola del G obierno etíope, así com o a la falta de asistencia a este país de la U RSS, principal aliada de M engistu en su lucha contra las guerrillas independentistas.» Fuente: «El País», 11 noviembre 1984 ■ Además de la bibliografía citada al principio del Tema, puede consultarse también la obra de G ar c í a B a l l e s t e r o s , A.: «Crecimiento y problemas de la población mundial.» Salvat, Col., Temas Cíave, Barcelona, 1982.
435
3.
Testimonios MARIO VARGAS LLOSA
Literarios Sobre la problem ática del «T ercer M un do», la ficción literaria m ás recom endable desde nuestro propio ám bito cultural es, sin duda, la novela Iberoam ericana. M erecen destacarse autores com o A lejo C arpentier, Julio C ortázar, y obras tan señeras com o Pe dro Páramo, de Ju an Rulfo, o Cien años de soledad y E l otoño del patriarca, de G abriel G arcía M árquez; así com o L a casa verde y L a guerra del fin del mundo, de M ario V argas Llosa. Todos ellos nos hablan de la d e p en dencia neocolonial del subcontinente con respecto a E E .U U . y de sus secuelas socia les, económ icas y culturales. P ara com p ren der la recuperación de la id entidad cultural de los pueblos afroasiáticos y su lucha contra el colonialism o resulta im prescindible la con sulta de autores com o L eopoldo Sedar Seng ho r (La negritud) — e incluso G adhafi (Libro Verde•)— . U n a síntesis escueta y propagandís tica del pensam iento revolucionario de M ao puede encontrarse en su obra E n contradic ción. Cinematográficos A unque la film ografía sobre la D escoloni zación y el T ercer M undo es abundante, al analizarla hay que considerar que, m ayoritariam ente, está realizada p o r europeos, si bien, en ocasiones, se analizan los problem as desde perspectivas críticas y revisionistas. A uténtico hito en este cine es L a Batalla de Argel (G. Pontecorvo, 1966) con clara d en u n cia antiim perialista y propagandística de los m ovim ientos de liberación arm ados anticolo nialistas. U n a acerva crítica contra el cap ita lismo y los valores sociales y culturales de la burguesía d ependiente aparece en M emorias del subdesarrollo (T. G utiérrez A lea, 1968), prim era película im portante realizada p o r la Cuba de Fidel C astro. A dem ás, el cine ibe roam ericano ha realizado otras aportaciones al problem a de la dependencia neocolonial de E E .U U . con tintes desgarrados, com o La Sangre del Cóndor (J. Sanjinés, 1969) o E sta do de Sitio (C osta-G avras); no despreciando tam poco el docum ental com o género en L a
LA GUERRA
DELFIN DEL
MUNDO
Portada de la «Guerra del fin del mundo».
Cartel de «La sangre del Cóndor». batalla de Chile (P. G uzm án, 1979). P o r su parte, la gran industria cinem atográfica e u ropea y norteam ericana ha pasado por varias fases. D e tra ta r a las sociedades del T ercer M undo com o m eros decorados p a ra pelícu las de aventuras, o com batir con saña a la re volución, com o en ¡Che! (R. Fleischer, 1969), hasta llegar a la etapa actual, en que se p ro cura un tratam iento im parcial en im pecables superproducciones, com o G andhi (R. A ttem bourg, 1982) o E l últim o emperador (B. Bertolucci, 1988).
Cartel propagandístico de la integración económica europea simbolizando un barco. Tras la Segunda Guerra Mundial se multiplicaron las iniciativas para lograr la unidad política y económica de Europa.
Grandes movimientos de integración en el mundo. Las instituciones supranacionales europeas Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. A ntecedentes del movimiento de integración europea. El «Movimiento Europeo» y los prim eros foros de cooperación. Las Com unidades E uropeas (M ercado Común). O tras organizaciones de cooperación económica europea M ovimientos de integración extraeuropeos: dificultades y limitaciones. Prácticas 437
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema N orm alm ente, debido a la inm ediatez del fenóm eno, los organism os de cooperación política y económ ica surgidos tras la Segunda G u erra M undial han despertado un m ayor interés en tre periodistas y econom istas que entre los historiadores. . . t E n tre los títulos que han abordado estas m aterias pueden destacarse los siguientes. • TAMAMES, R am ón: «Formación y desarrollo del Mercado Com ún Europeo». Iber-A m er,
^ D e ^ d f M a perspectiva del econom ista se analizan porm enorizadam ente la form ación y evolución del M ercado Com ún. E n algunas ocasiones su tecnicism o y antigüedad consti tuyen dos lim itaciones im portantes. • Ar c e , Alvaro de: «Organismos Internacionales». B iblioteca C ultural R T V E n. 83, M a drid 1976 11 D esde un enfoque periodístico, aunque sistem ático, se pasa revista a todos los orga nism os de cooperación internacional, describiendo sus orígenes, finalidades y re a lizaciones. • ALONSO, A n to n io : «España en el M ercado Común. Del acuerdo del setenta a la C om uni
dad de los Doce.» M adrid, 1985. O b ra p u esta al día que com pleta la de T am am es y aproxim a al lector al proceso de integración de E spaña. • ABEJÓN, M anuel; A r r o y o , F ern an d o ; C a m a r e r o , Concepción; M o r á n , José M anuel:
«La Europa de los Doce». Salvat, Col. T em as Clave, n.° 103, M adrid, 1986. P ro p o rcio n a una buena síntesis del proceso de integración europea, sus etapas histó ricas y sus condicionantes geográficos y económ icos. A dem ás plantea el estado actual de los problem as y logros del M ercado Com ún.
438
i
1.
Introducción
D esde m ediados del siglo X IX , en pleno auge de los nacionalism os excluyentes, se com ienza a gestar p o r algunos políticos y escritores la idea de la cooperación e incluso de la integración de varias naciones con una cultura, un pasado com ún y u n a proxim idad geográfica. Sin em bargo, no será hasta n uestra época cuando, tras la estela de des trucción que dejaron las dos guerras m undiales debidas a las rivalida des nacionales, se m aterialicen los prim eros logros y se crean las p ri m eras instituciones o foros de cooperación política, com o el Consejo de E u ro p a (1948). La vía económ ica p roporciona los resultados m ás espectaculares en este terren o sin despertar, en principio, dem asiados recelos entre los particularism os nacionales. A dem ás, el desafío de las dos grandes p o tencias políticas y económ icas que se afianzan tras la Segunda G uerra M undial obliga a las reducidas y arruinadas naciones europeas a fo r m ar un espacio económ ico lo m ás am plio posible p ara tra ta r de com petir industrial y tecnológicam ente en condiciones de igualdad ante la U R SS, E E .U U ., y, m ás recientem ente, Japón. Las C om unidades E u ropeas (M ercado C om ún) constituyen, en este sentido, el m ás pujante logro europeo, con excelentes perspectivas de futuro. O tras áreas geográficas h an inten tad o experim entos sim ilares con resultados poco prom etedores, tan to en el terren o político com o eco nóm ico, condicionadas p o r factores negativos com o el subdesarrollo, la dependencia neocolonial o la subordinación a la U R SS en el caso del C O M E C O N .
2.
Antecedentes del movimiento de integración europea
2.1. Los teóricos del siglo XIX Paradójicam ente d u ran te la etap a en que se fraguan las últim as u n i dades nacionales en E u ro p a (A lem ania e Italia) y un nacionalism o exa cerbado se apod era de la burguesía y los gobiernos europeos, se for m ulan las prim eras teorías y proyectos sobre la integración política y económ ica en el continente, que tienen fundam entalm ente un m atiz teórico y utópico. Y a en 1814 Saint-Sim on (véase T em a 7) y el h istoriador A gustín Thierry publicaron un folleto con un expresivo título: «D e la reo rg a nización de la sociedad e u ro p ea o de la necesidad y los m edios de con gregar a los pueblos de E u ro p a en un único cuerpo político, conser vando cada uno su independencia nacional», en el que m anifestaban el deseo de una E u ro p a de pueblos republicanos en íntim a co o p era ción frente a la cruda realidad de las m onarquías absolutas de la Santa Alianza (véase T em a 2). E sta línea de pensam iento teórico, en el sentido de lograr una re pública federal p ara E uropa, continúa a lo largo de todo el siglo. El
Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint Simón, autor de «Reorganiza ción de la Sociedad Europea» (1814). Posteriormente la actividad propa gandística a través del Movimiento Paneuropeo del conde CondenhoveKalergi entre las dos guerras mundia les contribuyó a extender el proyecto de una Europa unida. 439
Hacia una Europa unida
positivista francés A ugusto C om te propugna esta fórm ula política, y tam bién M azzini, en Italia, intuye la federación entre los pueblos una vez conseguida su unidad nacional: «El presagio de la G ran F e d e ra ción eu ro p ea que debe unir en una sola asociación a todas las fam ilias del antiguo m undo se concreta en la federación de pueblos libres que b o rrará las divisiones de los Estados...» Igualm ente en V íctor H ugo o P roudhon p ueden encontrarse inconcretos proyectos federales para E uropa, que quedan siem pre en el ám bito del ideal. E n el terren o de las realidades concretas, com o ocurrirá un siglo después, las prim eras realizaciones de integración eu ropea son muy li m itadas en el espacio, pero im portantes para algunas zonas; entre ellas se encuentran, en 1834, el «Zollverein» o U nión A duanera, que perm i te la progresiva integración económ ica y política de A lem ania, en 1859, la «Unidad de Mercado», que facilita, de m odo similar, la unificación de Italia (véase T em a 3).
2.2. Caricatura soviética sobre la unidad europea.
La URSS receló siempre de los proyectos de unidad europea. La guerra dice al camarero francés que le encantan los planes de Schuman. En realidad el cocinero era EE.UU.
Resolución del congreso de La Haya de 1948 «Ningún esfuerzo para reconstruir Europa sobre la base de las sobera nías nacionales, rígidamente dividi das puede tener éxito. Las naciones de Europa deben crear una unión política y económica para mantener su seguridad, su indepen dencia económica y su progreso so cial; para este fin, los Estados deben acordar la fusión de algunos de sus derechos soberanos.» Apud F e r n á n d e z , Antonio: «His toria Universal. Edad contemporá nea.» Vicens-Vives, Barcelona, 1984, pág. 692.
440
Proyectos frustrados entre las dos guerras mundiales
Los destrozos m ateriales y m orales causados por la P rim era G uerra M undial facilitaron la creación del M ovim iento Paneuropeista p o r el conde C ondenhove-K alergi para superar las tensiones y enfrentam ien tos en tre las distintas naciones a través de una federación. E n esta misma línea, y dentro del proceso de cooperación in te rn a cional y reconciliación que caracterizó los años veinte (véase T em a 13), el m inistro francés de A suntos Exteriores, A rístides B riand, propuso en 1929 d entro de la Sociedad de Naciones un proyecto de Estados Uni dos de Europa de tipo federal. La acogida de los distintos gobiernos fue, en principio, favorable, creándose incluso una Comisión de E stu dios, p ero la crisis económ ica de 1929 y las tensiones internacionales de los años treinta darían al traste con esta iniciativa que preveía, n a turalm ente, adem ás de la unión política, la unión económ ica. T am bién los «felices veinte» presenciaron la iniciativa de una Unión E conóm ica y Aduanera Europea, fom entada desde 1926 por un grupo de hom bres de negocios que preten d ían aprovechar al máximo la ola de prosperidad, proyecto que, com o tantos otros, no pasó a mayores.
3.
El movimiento Europeo y los primeros foros de cooperación
3.1
El movimiento Europeo
C oncluida la Segunda G u erra M undial, el continente europeo q u e dó económ icam ente destrozado y som etido a la ocupación m ilitar y a la influencia política de la U R SS y E E .U U . E l m ovim iento europeísta de antes de la guerra, que había com batido al fascismo, reinició p en o sam ente su labor, pero por razones evidentes su ám bito de actuación quedó reducido a E u ro p a occidental, pues la oriental, bajo el control de la U R SS, propugnaba el internacionalism o proletario com o vínculo de unión en tre los pueblos (véase T em a 10). Con estos condicionan tes, los defensores de la unidad eu ro p ea adoptaron dos postulados te ó ricos básicos p o r los que se han guiado todas las iniciativas integrado-
ras hasta hoy: los países que integraran la unidad eu ropea deberían com partir tan to estructuras económ icas capitalistas o de econom ía de libre m ercado com o sistem as políticos de dem ocracia liberal. D esde 1946 los discursos y las iniciativas de sentido paneuropeista se m ultiplican: en 1946, en la U niversidad de Zurich, W. Churchill p ro pugna la creación de unos Estados Unidos de Europa; poco después, en 1948, se celebra en La H aya un congreso de Europa, que dio origen a la creación del M ovim iento Europeo, que bajo la presidencia conjun ta de Churchill, L eón Blum, A lice D e G asperi y P. H. Spaak funde en una sola organización todo el conjunto de m ovim ientos que fom enta ban la idea de u n a E u ro p a u n id a y que habían surgido poco antes (Iz quierda E u ro p ea, N uevos E quipos Internacionales, M ovim iento para la U nidad E u ro p ea). El siguiente paso era conseguir la creación de una organización política estable (véase el texto adjunto).
Robert Schuman.
IS tA N D iA
U N IO N S O V IE T IC A D IN A ! IR L A N D A ” . ...
Mapa de las Naciones miembros del Consejo de Europa.
G R A N H O LA N D A BR ETAÑA
PO LO N IA
A L E M A N IA DEL O ESTE F R A N C IA
Sb US!'lpK¿aflateg p S I FAM A ¡U L C A R IA
PO RTi ESPAÑ A
Robert Schuman (1886-1963)
A L B A N IA G R E C IA TU R Q U IA
3.2.
El Consejo de Europa
Los acuerdos adoptados en el congreso de L a H aya fueron eleva dos a los distintos gobiernos de E u ro p a occidental, y, después de una serie de conferencias, ge llegó a la firm a, en mayo de 1949, de los es tatutos de creación del Consejo de Europa, que en traron en vigor en agosto, tras la ratificación de los respectivos parlam entos nacionales. Sus finés se recogen en el artículo prim ero de los ya citados esta tutos: «R ealizar u n a m isión más estrecha entre sus m iem bros para sal vaguardar y prom over los ideales y los principios que constituyen su patrim onio com ún y favorecer su progreso económ ico y social.» La va riedad de tareas que se fijaba era am plísim a, pero ha actuado, en re a lidad, hasta la actualidad com o un foro abierto y estable para la dis cusión de cualquier problem a: «(...) exam inar los asuntos de interés co mún, la conclusión de acuerdos y la adopción de u n a acción conjunta en los cam pos económ ico, social, cultural, científico, jurídico y adm i nistrativo, así com o la salvaguardia y la m ayor efectividad de los d e re chos hum anos y las libertades fundam entales.» D iez E stados de E u ro p a occidental fueron los m iem bros fundado res (véase m apa adjunto), y en los años sucesivos el núm ero de in te grantes fue aum entando hasta reunir a todos los países con dem ocra cia liberal del continente, condición im prescindible p ara perten ecer a
«Político francés. Diputado democristiano desde 1919 y fundador en 1944 del MRP (Movimiento Repu blicano Popular, partido de inspira ción cristiana en la IV República). Ministro de Hacienda en 1946. Jefe de gobierno en 1947-48, incorporó a su país al plan Marshall. Como mi n is tro de A s u n to s E x te rio re s (1948-53) tuvo el máximo protago nismo en el plan que lleva su nom bre, origen de la CECA, y propugnó la creación de la CED, ante cuyo fra caso dimitió. Tras un corto espacio como ministro de Justicia, se dedicó totalmente al Movimiento Europeo y a la Asamblea parlamentaria de la Comunidad (presidiendo el primero desde 1955 y la segunda desde 1958). En su famosa declaración del 9 de mayo de 1950 se contiene la frase que resume el funcionalismo: «Euro pa no se hará de golpe ni en una construcción de conjunto, se hará por realizaciones concretas, creando primero una solidaridad de hecho.» A b e jó n , M. y AA.VV.: «Op. cit.», pág. 53.
441
este organism o G recia £ue expulsada durante el r e g im e n tó lo s con neles ( f e ¿ 7 4 ) y Portugal y E spaña fueron adm itidas tras sus dem o- ora ti/acio n es en 1976 y 1978, respectivam ente. . ^ estru ctu ra orgánica abarca varios organism os: el C om m de m i nistros d e A s u n to s Exteriores de los países m ie m b ro s a n u a en nom r del C onsejo y adopta m edidas concretas para cum plir los Enes ae m institución- la Asamblea parlamentaria está form ada por 144 parlam ena os d e íó p a t o m iem bros, designados en función de su p o b laco n . S u funciones son puram ente de recom endación de im c.att.as al Com itó de m inistros, y está, a su vea, d,vid,da en
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Humanos y otras °^,CD esdeSsu Ccrerición el Consejo de Europa fijó su sede en E strasbur g o , I m í e Francia y A le m á n ,i com o sím bolo de la te c o m a l,a có n Sede de la UNESCO en París
europea..
Sesión del Parlamento de Europa en Estrasburgo. La elección de Estrasburgo como sede del Consejo de Europa signifi ca la voluntad de reconciliación eu ropea.
3.3.
La Organización Europea de Cooperación Económica y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)
I a seeunda vía adoptada para la integración europea, que en p o cos años dio notables frutos, se inicia, com o la e str.c ta m e n tep o litica que se acaba de exponer, en la inm ediata posguerra. La m ica de E E U U p ara la reconstrucción europea iniciada en 19 , noc d a Po^ p la n Marshall (véase T em a 17), exigió como c o n ^ o n n e cesaria n ara su aplicación una coordinación e intensificación de los in tercam bios com erciales entre las distintas econom ías europeas qu hasta entonces sólo buscaban soluciones particulares. E a r a U ^ i b n ción de la ayuda am ericana se estableció en París de,sd 1940 la a ga nización Europea de Cooperación Económica (O E C E que p u o fin a una etap a en que el com ercio europeo resultaba difícil, ta n to p falta de dinero (divisas), com o por estar coartado por m ultitud de S i e s en tre países. E n tre los logros del nuevo orgams-
442
mo, Tam am es señala la liberalización del tráfico de m ercancías y ser vicios y la creación de la Unión Europea de Pagos, que perm itió una gran agilidad en el tráfico de dinero. C um plida su m isión fundacional, con la recuperación de la econo m ía europea, la O E C E quedó vacía de contenido; p o r ello, a p a rtir de 1960 fue am pliada a todos los países capitalistas industrializados y se convierte en la O rganización de C ooperación y D esarrollo E conóm i cos (O C D E ) con la inclusión de todos los países europeos no com u nistas y los E E .U U ., Japón, A ustralia, C anadá y N ueva Z elanda, m an teniendo su sede en París. Las funciones del nuevo organism o se con cretaron en favorecer la expansión económ ica de todos los países ca pitalistas a través del fom ento del com ercio m undial. Sus órganos p rin cipales son el Consejo, com puesto p o r un delegado p erm an en te de cada país, y el Comité Ejecutivo, encargado de p o n er en práctica las deci siones que se adopten, que no son vinculantes, sino recom endaciones o consejos a los países m iem bros.
4* Las Comunidades Europeas (Mercado Común)
(O.C.D.E.) ORGANIZACION ECONOMICA de COOPERACION Y DESARROLLO (C O M E C O N )
CONSEJO de AYUDA ECONOMICA MUTUA (Miembros Europeos)
OTROS M IEMBROS
ANAOA
4.1.
NUEVACELANOA c E U >J i
La génesis del Mercado Común: del Benelux a la
Todos los organism os internacionales hasta ahora analizados se li m itaron en sus objetivos, tan to políticos com o económ icos, a ser foros de discusión de problem as com unes que afectaban a los distintos E s tados m iem bros, p ero no existía realm ente una auténtica voluntad de integración y unidad. E l cam ino en esta últim a dirección viene marca-, do m ás que p o r el establecim iento de un m arco organizativo acabado y am bicioso, p o r u n a política pragm ática de pequeños pasos en el te rre no económ ico. R espondiendo a esta filosofía, surge entre 1948 y 1952 la primera fase de la integración económica europea a través de dos iniciativas poco am biciosas p ero de p ro m eted o res resultados: el B enelux y la CECA. • ^ L B e n d u x (1948) era un organism o d p -in tp p ^ rjó n ecnpónpea v unión aduan era (im puesto de aduana com ún exterior y elim inación del im puesto de aduanas en tre los países m iem bros) form ado p o r Bélgica, . H ola n d a v Luxem burgo. T ras unas etapas interm edias se llegaría, diez años después, a lograr la unión aduanera, la libre circulación de m er cancías, trabajadores y capitales y una política com ún en m ateria m o netaria. Sus estructuras sencillas y sus brillantes resultados se convier ten en un m odelo a copiar p ara la organización de las C om unidades E uropeas. • P or su parte, (C E C A ) constituye un ensayo a ^ n fe g ra c iT O e c o ñ o m í c r n S ^ t ñ í E í a y sa en el espacio, p e ro lim lta d ó . com o su nom bre indica, al m ás im portante de los sectores industriales de la época. D e esta m an era se ponía en m arcíñTun organism o de integración y coordinación económ icas a escala casi continental sin d esp ertar los recelos de los particularism os políticos. El proyecto concreto p arte del plan Schum an, m inistro francés de Econom ía, aunque en la elaboración definitiva intervino tam bién el belga Spaak. 443
Los seis países firm antes, futuro núcleo del M ercado C om ún (Bél gica, H o la n d a, Luxem burgo, Francia, R. F. A lem ana e Italia), pusie ron,’desde 1952, bajo una A fta Autoridad com ún sus recursos de car bón, m ineral de hierro y chatarra y establecieron p ara estos productos y todas sus elaboraciones (chapas, lam inados, aceros) un m ercado sin b arreras aduaneras, lo que provocó un crecim iento de este sector y una m ejor com petitividad del m ism o de cara al exterior. Pero tam bién en los tiem pos de crisis y recesión, la C E C A , integrada en el sistem a del M ercado C om ún desde 1958, revela su efectividad al afrontar global m ente la crisis carbonífera de los años sesenta y la reconversión del sec to r en los setenta, y financiar la reducción de producción, la reestruc turación de plantillas y la renovación tecnológica.
Jean Monnet (1888-1979) «Empresario y político francés. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó en los Comités Interaliados de aprovisionamiento. Después fue Secretario General Adjunto de la Sociedad de Naciones. En 1923 di mitió como tal para dedicarse a sus actividades privadas, colaborando 4.2. con distintos bancos americanos, dis poniendo de negocios propios en Nueva York y San Francisco, e in versiones en Europa y China. Duran C om pletados con éxito los dos ensayos de integración económ ica te la Segunda Guerra Mundial parti ya analizados, uno global pero lim itado geográficam ente y otro secto cipó en múltiples actividades con los rial m ás am plio, se llegó a la culm inación del proceso de coordinación aliados, sugirió a Churchill, en 1940, ten d en te a la unidad de las econom ías de E u ro p a occidental. _E125 de la confederación franco-británica, m arzo de 1957 se firm aban en R o m a los tra tad o s^ m s í i í n í k m j i s ^ etc. En 1945 fue ministro de Comer Gñrm uiuIad E co n ó m lc n E u ro p e a l C E E ) ^ de la. C om unidad E urop e a _ cio con De Gaulle y más tarde dcTla E nergía A tóm ica (EU RATOM TTen cuyo sistem a venía a incluir(1947-53), como Comisario de Recu peración y Modernización, desarro ■seTaya existente CECA . E l conjunto de todos estos organisñíosTorlló el programa que lleva su nombre. . mó* desde el prin cipio un sisTem TcoEerenteT^ Promotor de la concepción funcionaropeas., , lista para la integración europea, E l propósito y los fines establecidos eran prioritariam ente econó tuvo un importante papel (personal micos, aunque tan am plios que trascendían a lo político, com o puede y a través de Schuman) en la funda com probarse en el artículo 3.°: ción de la CECA, que presidió en 1952-55.» A b e jó n M. y AA.VV.: «Op. cit.», «Art. 3. Con relación a los fines enunciados en el artículo pre pág. 56. cedente, la acción de las Comunidades comporta, en las condicio
El tratado de Roma (1958) y sus objetivos. CEE y EURATOM
nes y según los ritmos previstos en el presente tratado. a) La eliminación, entre los Estados miembros, de los dere chos de aduana y de las restricciones cuantitativas a la entrada y salida de mercancías, así como de cualesquiera otras medidas de efecto equivalente. ^ b) El establecimiento de tarifa aduanera común y de política comercial común con terceros Estados.
444
c) La abolición, entre los Estados miembros, de los obstácu los a la libre circulación de las personas, de los servicios y de los capitales. d) La instauración de política agraria común. e) La instauración de política común de transportes. g) La aplicación de procedimientos que permitan coordinar las políticas económicas de los estados miembros y compensar los desequilibrios de sus balanzas de pagos. h) El acercamiento de las legislaciones nacionales en la me dida necesaria para el funcionamiento del mercado común. i) La creación de un Fondo social europeo con la finalidad de mejorar las posibilidades de empleo de los trabajadores y con tribuir a la elevación de su nivel de vida. j) La institución de un Banco europeo de inversiones, desti nado a facilitar la expansión económica de la Comunidad median te la creación de recursos nuevos. k) La asociación con los países y territorios de ultramar, con miras a incrementar los intercambios y proseguir en común el es fuerzo de desarrollo económico y social.» A r r o y o h il e r a , F.: «El reto de Europa. España en la CEE.»
Madrid, 1988, pág. 127.
Los integrantes del nuevo organism o supranacional fueron los seis países que ya habían iniciado unos años atrás la cooperación econó m ica sectorial a través de la CECA : F rancia, Italia, R. F. de A lem a nia, Bélgica, H olan d a y Luxem burgo, que van a conocerse a p artir de este m om ento com o «los seis» o la «Europa de Carlomagno», p o r corres po n d er su ám bito territorial con el del im perio m edieval de este m onarca. El proceso de negociación que condujo al tratad o de R om a fue re lativam ente rápido, no tuvo que superar grandes obstáculos y se arti culó en cuatro fases: en un p rim er m om ento, los países del Benelux p resen taro n d en tro de la C E C A un m em orándum que preveía una sim ple am pliación a otros sectores económ icos del proceso de integración ya iniciado; en segundo lugar, una conferencia de m inistros de A sun tos E xteriores de los países de la CECA , reu n id a en M esina (Italia) en 1955, llegó al acuerdo de am pliar la p ro p u esta de integración a todos los sectores económ icos y encom endar a una com isión de expertos p re sidida por el m inistro belga P. H. Spaak la redacción de un proyecto definitivo; en una tercera fase, este proyecto fue discutido en diversas reuniones que tuvieron lugar en B ruselas y París entre 1956-57, y fi nalm ente se llegó a la firm a del tratad o al año siguiente. Los objetivos propuestos en el tratad o de R om a, que ya han sido analizados, fijaban com o horizonte a largo plazo la form ación de un m ercado com ún, de una au téntica unidad económ ica en tre los países firm antes; p ara ello se p roponía una serie de plazos y actuaciones con cretas durante un período transitorio de doce años (1958-1970), fina lizado el cual, la unidad económ ica de «los Seis» sería efectiva. N a tu -. raím ente se articulaban distintos ritm os de integración para cada sec tor económ ico (calendarios), adem ás de cláusulas de salvaguardia, que podían ser solicitadas p o r un país p ara suspender tem poralm ente el proceso si éste provocaba una grave crisis sobre una actividad econó mica concreta. E n cualquier caso, el tratad o de R om a se concibió com o un acuerdo-base a desarrollar p osteriorm ente, en un proceso que te nía com o m isión la constitución y funcionam iento de unas institucio nes políticas y económ icas com unes con la finalidad últim a, aunque sin plazos, de lograr la unidad política.
Paul-Henri Spaak (1899-1972) «Político belga. Diputado en 1932, ministro en 1935 (Transportes) y en 1936-38 (Asuntos Exteriores), fue, en mayo de 1938, el primer jefe de gobierno socialista de su país. Cuan do estalló la guerra era otra vez mi nistro de Asuntos Exteriores, cargo que ocupó también en el gobierno belga exiliado en Londres. Colaboró en la redacción de la Carta de la ONU y presidió su primera Asam blea General en 1946. Durante los veinte años siguientes jugó un papel — como jefe de gobierno, ministro o líder político— de primer orden en la vida política belga. Desarrolló una intensa labor en los preparativos para la fundación de las Comunida des; en concreto presidió la Comi sión que redactó el informe de 1956, que lleva su nombre, origen del tra tado de Roma. En el p eríodo 1957-61 fue Secretario General de la OTAN. Durante un par de decenios fue una de las personalidades más in fluyentes en el socialismo europeo e internacional.» A b e jó n , M. y AA.VV .: «Op. cit.», pág. 53.
445
Firma del tratado de Roma (1957) Los documentos fundacionales de las Comunidades Europeas, firma dos en Roma el 25 de marzo de 1957, han sido la base del desarrollo pos terior de estas instituciones.
Organigrama de las instituciones eu ropeas CONSEJO EUROPEO - f f s d f e s t a d o o d e g o b ie r n o , s u s m in is t r o s d e a s u n t o s E XTERIORES (E l ?RES':DENt E Y UN V ICEPRESIDENTE DE LA COM UNIDAD!
doce j
C O M U N ID A D E U R O P E A INSTITUCIONES C O M U N ITARIAS FUN DAM EN TALES A SAM BLEA 'P A RLA M ENTO EUROPEO1 :518 D P l.~AOOS i
D IRECCION ES GEN ERALES
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COMITÉ ¡ ECONOM ICO Y SOCIAL CON SEJO OE M IN IST R O S
CO M ISIO N
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FONDOS____
COMITÉ CONSULTIVO DE LA CECA
TE
- *A R "C U L A T I:S |~ T R IB U N A L DE JU ST IC IA '
G O B IER N O S
13 JU E C E S U N IO O S PO R
"6 A S A M B L E A S G E M LR A LE S
|
IN STITU C IO N E S I ' CO M IJNI l A R i A S l
4.3.
Órganos e instituciones.deja CEEL- -j su ^yoliición
OTRAS INSTITUCIO NES C O M U N ITARIAS
L
La realización de las tarcas económ icas y, a largo plazo, políticas que fijaba el tratad o de R om a se endom endó a cinco instilaciones u MULTIPLES RELACIUSES organism os de nueva creación, cuya com posición y funciones se han PAISES M IEM BROS GOBIERNOS NACIONALES OTRAS INSTITUCIONES.PARTIDOS ido am pliando a m edida que se producía el ingreso de nuevos países: FIIFR7AS ECONOMICAS V SOCIALES ELECTORADO ETC rS T ) El P a rla m ento E u ropeo. D enom inado prim ero Asam blea Par lamentaria Europea, se constituyó por 142 m iem bros elegidos de entre COREPER: Comité de R epresentantes P er m anentes (prepara trabajos del Consejo y eje los diputados pertenecientes a los distintos parlam entos nacionales, bus cuta los trabajos que éste encarga». Comités es poderes, en principio escasos, han aum entado con el tiem po, y se re pecializados: M onetario, de política coyuntural, fieren esencialm ente a un control en el terren o político y financiero de de política económica a medio plazo, de políti ca presupuestaria, de transporte, científico y téc las tareas ejecutivas del M ercado Com ún, protagonizadas por la Co nico, perm anente de empleo, etcétera. Fondos: misión. Con las sucesivas incorporaciones de nuevos E stados el n u m e Fondo Europeo de D esarrollo (FED), Fondo Europeo de O rientación y G arantías Agrícolas ro de parlam entarios europeos ha crecido hasta 518, repartidos según (FEO G A ), Fondo Social Europeo (FSE), Fon el volum en de población de cada país (véase cuadro adjunto), que des do Europeo de D esarrollo Regional (FED ER ). de 1979 se eligen por sufragio directo por un m andato de cinco años. L a aprobación y distribución de un presupuesto y el aum ento de la le Reparto de escaños del gislación com unitaria han relanzado últim am ente el papel de esta ins Parlamento Europeo por países titución, asim ilable a la de un gran parlam ento supranacional. b) El Consejo de M inistros. F.stá form ado ñor un rep resen tante 81 Alemania H iW tn de los E s ta d o s núem bros. C uan 24 Bélgica 16 Dinamarca do las decisiones a adoptar son de carácter general, se reúnen los m i 60 España nistros de A suntos E xteriores, pero en tem as m ás concretos son los m i 81 Francia nistros del ram o quienes tom an las resoluciones oportunas, su presi 24 Grecia dente es p o r ro tación el rep resentante de cada país durante un p e rio 25 Holanda do de seis meses. La m isión fundam ental de este organism o es m arcar 15 Irlanda la política básica del M ercado C om ún a través de la aprobación o re 81 Italia chazo, m ediante votación, de las propuestas de la Comisión, para e o 6 Luxemburgo cada país cu enta con un núm ero de votos proporcional a su población; 24 Portugal E spaña dispone desde su ingreso de 8 votos, posición más cercana a 81 Reino Unido los «grandes», que cuentan con 10 (A lem ania, Italia, Francia y G ran 518 Total B retaña), que a los «pequeños», que poseen entre 2 y 5. o E l Con s e jo E u n rp m . Tn form an los iefes_de E s ta d o v d c j &i . Fuente: «Anuario El País», 1985, bierno H p Tndns los países m iem bros, que se reúnen obligatoriam ente pág. 119.
T R IB U N A L | Oc C U t N IA s J
B AN CO | EU RO P EO OE I IN V E R S IO N E S I
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C O NTRO L E SP E C IA L IZ A D O ! | I
CONTROL ESPECIALIZADO T :i I
tres veces al año. Es el organism o donde se discuten las grandes cues tiones de la política com unitaria, .o tem as concretos cuando el C onse jo de M inistros no en cuentra soluciones. ( d ) La Comisión Eurnnea. Es ?j auténtico óxrano de gnhjiefnn del ^ ¿ j,a ¿ g _ C o m ú iL D e ella p arten las propuestas de solución para los jrroblem as com unitarios que después ten d rá que aprobar el Consejo. Sus com ponentes son los Comisfltjns Vnrnpens; ar.tnalmpntp 17, n om“brados por cuatro años p o r los gobiernos d é lo s E stados m iem bros. Los países «grandes», incluida E spaña desde su ingreso, poseen dos co misarios, m ientras que los «pequeños» sólo tienen uno. , e) L1 Tribunal de Justicia. G arantiza la interpretación y aplica ción de los tratad o s fundacionales del M ercado C om ún. T antp lns¡ pin g a d a nos particulares com o los gobiernos v las em p resas com erciales mpueden recurrrr ante esta C orte de Justicia, c o m p u e s ta e n la actuali-" dad p o r 13 jueces, uno p o r cada E stado, m ás uno que elige por turno cada uno de los países grandes, incluida España; las sentencias se to m an p o r m ayoría de votos.
Diputados por grupos políticos (1986) Diput. «Arco Iris» (Ecologistas, Pacifistas, etc.) Comunistas próximos D em ócratas Europeos (C onservado res ingleses, AP española, etc.) Extrema D erecha Liberales Partido Popular Europeo (Democristiano) R eagrupam iento D em ocrático E u ropeo (Gaullistas, etc.) Socialistas No inscritos TO TA L
20 46 63 16 42 118 30 172 11 518
En el tratado de Roma se fijó como sede de la mayor parte de las institu ciones del Mercado Común, Bruselas. El edificio Carlomagno.
4.4.) La ampliación: de la Europa de los «¿£¡& > i) |p F ,nrnp a «.•
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Hacia_122í) se h ab ían alcanzado básicam ente los objetivos qne_se p ro p o n ía jd jx a tado de R om a: existía, desde luego, una unión ad u an e ra, con u n a ta r if a o im puesto com ún de cara al exterior (T E C ) y libre circulación interna de m ercancías industriales; tam bién se había inicia do la articulación de un Mercado Com ún Agrícola (la «Europa Verde»), que intentab a establecer la libre circulación in tern a de los productos agrarios garantizando a los agricultores unos precios superiores a los del m ercado m undial, p a ra que su nivel de vida no dism inuyera, m e diante unos gravámenes a la im portación y subvenciones a la exporta ción que adm inistraba una agencia especializada: el F ondo E u ropeo de O rientación y G aran tía A grícola (F E O G A ); p o r últim o, tam bién se había puesto en m archa la «Europa Azul», encargada de la pesca, que debía regular y distribuir las capturas en tre los E stados m iem bros y salvaguardar, al m ism o tiem po, las reservas p esqueras disponibles; la libre circulación in tern a de capitales (dinero) y trabajadores estaba asi mism o asegurada.
447
europea
LA CO M UNIDAD
M iem bros fun d ad ores Incorporaciones posteriores Sede de las com isiones de la CEE , Sede del Trib un a l de Ju sticia Sede del Parlam ento Europeo
R E IN O
UNIDO ir l a n d a
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T nn este saldo favorable com ienza la segunda etapa en la trayecto *
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sión de G ran BretafiaT k l a ^ J * ™ ™ rca y la ju J h S S n -e O J íl « tim o
Presupuesto general de las Comunidades Europeas 1986-1987 (Créditos para pagos en millones de ECU)
Europa-12
Europa-12
Gastos A gricultura-sección garan 22 961 22112 tía A gricultura-sección orien 966 802 tación 221 190 Pesca 2 589 2 533 Fondo social 2 495 2 373 Fondo regional Program as integrados m e 240 133 diterráneos 34 27 Transportes 208 114 Energía e industria 847 648 Investigación e innovación 620 548 Ayuda alim entaria 639 624 Ayuda al desarrollo 4 855 5 070 O tros gastos 36 677 35174 Total Ingresos 3 297 2 699 Prelévem ents agrícolas 9 762 9 700 D erechos de aduana Im puestos p/valor añadidc 23 130 22 468 (IVA) . 212 211 Contribuciones especiales 276 96 Otros 36 677 35 174 I Total
A nuario «El País», 1987, pág. 157.
448
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m ^ tS U S S S - ® J a ti™ 'é n tr e las prim aras se enníün tuvo consecuencias positivas Y ^ g a tiv • m undial; (a cuentra su afianzam iento como gr p [jcc¡r s;n im puestos creación de u na am plia zona e l n0 habían ingresado en el S
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to s^ p a íse s^ a n tie n e n pue a t o d o eléo desequilibraba la estructura eco nóm ica y los presupuestos del M ercado C om ún p re e u ste n .
4.5.
El futuro: el Acta Única Europea y Eureka
Los años o chenta h an sido trascendentales en el proceso de in te gración económ ica y política del M ercado Com ún. La insuficiencia de los presupuestos, p o r un lado, y el estancam iento en la consecución de la unidad económ ica, con un m ercado interior único, por otro, fueron circunstancias que obligaron a ad o p tar una serie de m edidas políticas y económ icas en tres campos: a) E stablecim iento de un im puesto propio aplicable a todos los países m iem bros a través del IV A (Im puesto sobre el V alor A ñadido). b) D rásticas reducciones en la producción y subvenciones a algu nos productos agrícolas (leche, cereales y carnes) que sangraban el p re supuesto com unitario (obsérvense las partidas presupuestarias en cua dro al m argen).
El 12 de junio de 1985 se firmó en el Palacio Real de Madrid el tratado de adhesión de España al Mercado Co mún por parte de Felipe González en presencia del rey don Juan Carlos.
c) R eform a, p o r vez p rim era en su historia, de los tratados de R om a a través del A cta Única Europea (1987). d) Form ulación de u n a política coordinada de renovación tecno lógica en todos los cam pos a través del proyecto Eureka. Los dos últim os puntos revisten u n a gran im portancia para el fu tu ro: • El Acta Única Europea es el nuevo m arco institucional en el que ha de desenvolverse la vida del M ercado C om ún hacia el año 2000. Se p re tende un espacio económ ico com ún con un alto grado de cohesión in terna, que destine u n a b u en a p roporción de los presupuestos a elevar el desarrollo económ ico de regiones deprim idas y la lucha contra el paro juvenil y de larga duración con u n a dism inución subsiguiente de las subvenciones agrícolas p ara h acer com petitivo a este sector. • Por su p arte, .Eureka es un am plio program a, flexible y abierto, de renovación tecnológica en todos los cam pos, form ulado en abril de 1985 p o r el presidente de Francia, F. M itterrand, ante el evidente re traso europeo en tecnología p u n ta (electrónica y biotecnología), ya que frente a u n a política de intensa investigación coordinada en telecom u nicaciones, robótica, biotecnología y desarrollo de nuevos m ateriales que llevan a cabo Jap ó n y E E .U U ., los esfuerzos europeos en tales cam pos se han caracterizado p o r la descoordinación y la fuga de cere bros a E E .U U . A pesar de su necesidad, Eureka no es un program a de investigación cerrado, coherente, que cuente con los enorm es re cursos de la «guerra de las Galaxias» (Iniciativa de D efensa E stratégi ca) norteam ericana, con fines p rio ritariam en te militares. La U nión Económ ica y M onetaria, prim er paso definitivo para cu brir todos los objetivos fijados en el A cta Ú nica E uropea, establece una serie de fases o pasos interm edios: — Libre circulación de capitales (1 de julio de 1990). — M ercado interior único con libre circulación de trabajadores y m ercancías (1 de enero de 1993). — Creación y puesta en m archa de un B anco C entral E uropeo (1 de enero de 1994). — C reación de la m oneda europea que sustituya a todas las m one das nacionales (entre 1997-2000). 449
Para la culm inación de todo este proceso, los 12 países de la C E E se encuentran em peñados en un proceso de convergencia que supone el acercam iento de sus econom ías, déficits presupuestarios y com petitividad. El cum plim iento de los requisitos esta b lec eo s resulta especialm ente difícil en las econom ías mas débiles (G recia, Portugal,
España y la Europa Azul: las dificul tades de la adhesión
PP ara evitar u n retraso indefinido, el com ienzo de la U nión E conó m ica y M onetaria se producirá de m odo autom ático el 1 de enero de 1999 independientem ente del núm ero de países que en esa fecha cum plan las condiciones económ icas establecidas (estabilidad de precios, m oderación de los déficits presupuestarios, etcetera) fijado micialmente en siete.
«La Comunidad de los diez cons tituía por sí sola una importante po tencia pesquera, ocupando, con el 7 por 100 de las capturas el tercer puesto mundial. La cabeza la osten taban por entonces Japón y la URSS. Los seis países fundadores de la Co munidad tenían ampliamente cubier tas por la ganadería sus necesidades proteínicas, por lo que nunca habían tenido gran tradición pesquera, a pe sar de estar bañados por mares que, por su nivel de plancton y por el con traste térmico debido a la corriente del Golfo, eran ricos en recursos. La situación cambió con la primera am pliación, con países marítimos de mayor actividad pesquera: Irlanda, Reino Unido y Dinamarca, esta últi A nte el surgim iento desde el tra tad o de R om a del M ercado C o ma incluyendo originariamente a m ún (la E u ro p a de los «seis»), los restantes países europeos de sistem a Groenlandia, lo que suponía ampliar económ ico capitalista renunciaron, p o r m otivos diferentes, a incorpo considerablemente las zonas maríti rarse a u n proceso de integración económ ica total: G ran B retaña, ca mas de influencia, sobre todo a par tir de 1977 en que se produjo la ex beza de este grupo, p o r el veto im puesto por el general D e G aulle, al tensión de las aguas territoriales a negarse los ingleses a renunciar a su estrecha vinculación económ ica 200 millas. Así, esos tres países re con E E U U . y a sus privilegiadas relaciones económ icas con sus an ti presentaban, en 1980 más del 60 por guas colonias; los países nórdicos p o r sus bajos im puestos aduaneros 100 del total desembarcado por la y el tem or de que su integración en el M ercado C om ún los elevara; CEE/'IO. Pero es a partir de 1986, Suiza y A ustria por m an ten er su tradicional neutralidad política, por con la incorporación de España, últim o, Portugal, E spaña, G recia, T urquía, Irlanda e Islandia o tenían cuando se produce un cambio signi u n bajísim o nivel de desarrollo económ ico o un sistem a político au to ri ficativo en la pesca comunitaria, que ve incrementados, por ese hecho: en tario. . , . La resp u esta de la m ayoría de este variopinto grupo de naciones un 30 por 100 las capturas; en un 70 por 100, el tonelaje de la flota pes fue la creación, en 1959, de un organism o m enos com plejo y am bicio quera; y en un 32 por 100, el núme so que el M ercado Com ún; la A sociación E u ro p ea de Libre C om ercio ro de barcos, además de casi doblar (E F T A ) form ada por A ustria, Portugal, Islandia, Suecia, N oruega, la población empleada en el sector. G ran B retaña, D inam arca y Suiza. E l convenio de Estocolmo, su docu Ello explica las dificultades en este m ento fundacional, estableció una «zona de libre cambio», libre de im tema de las negociaciones previas al puestos ad uaneros o aranceles p ara todos los productos industriales de tratado de adhesión, debidas, ade estos países, con el objetivo de increm entar al máximo los intercam más, a las amplias posibilidades y bios com erciales entre los países m iem bros, sin ningún tipo de aspira competitividad de la flota española ción unitaria posterior, com o lo dem uestra su m ínim a organización b u en la pesca de altura, que contrasta rocrática, con sede en G inebra (Suiza). Pese a esta m odestia de m e con los defectos estructurales en la de bajura y artesanal.» dios y propósitos, los resultados fueron excelentes, pues se logro un au A b e j ó n , M. y AA.VV.: «Op. cit.», m ento del com ercio exterior en tre sus m iem bros de 3 522 a 8 172 m i pág. 26. llones de dólares en tre 1959 y 1967.
5.
O tras organizaciones de
cooperación económica ^ europea
5.1. La Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA)
450
D e todas form as, la E F T A tenía un carácter provisional, com o se dem ostró con el ingreso de tres de sus m iem bros principales en el M er cado C om ún en tre 1973 y 1986. E n la actualidad, los países que q u e dan en la E F T A (A ustria, Suiza, Islandia, Suecia y N oruega) han es tablecido una zona conjunta de libre com ercio, sin im puestos de ad u a nas, con el M ercado C om ún desde 1972.
5.2.
La coopei... oriental: i T o &M]
in Europa^
M ientras en Ja E uropa occidental las experiencias tendentes hacia, la integración económ ica se hacían d entro del sistem a capitalista con un éx ito T recieh te~ en Europa,.QiÍ£JitaLla..subordinación poRWcTaBsoluta a la U R SS y la m ism a dinám ica de la econom ía colectivista im ponían un m odelo m uv-d istin taaiex ü o p eració n . Tras el rechazo de los p aíses del Este, presionados p o r la U RSS, al plan M arshall (véase Tem a 17). se creó en 1949. un organism o que buscaba la cooperación económ ica: El Consciq de A sistencia Económ ica M utua, cóñóóido por las sin las■C O M E C O N j o CA M E. Los socios fu n d ad ores de esta entidad j ueron,-la U R SS, H ungría, Q iecrsLffiaqnia, B ulgaria, j ^ o n j a , R um an ia y A lbania; esta ultim a se retiró en 1961. v se p ro d u jero n, p o r el contrario, his incorporaciones dc A lem ania o n c u ta l (Í950),.M ongülia (1962),. C uba (1972) y Auetnani (1978); Y ugoslavia firm ó un pacto de asociación en 1965, y C hina se m antuvo algunos años com o observador (véase m apa adjunto). E l ca rácter de esta organización rebasa, en consecuencia, el ám bito eu ro peo, a p esar de h ab er establecido su sede en Moscú. Su organigram a, bastan te simple, no fue establecido hasta 1959, fe cha en que se red actó su carta fundacional, y consta de un Consejo de Sesión, donde están representados todos los países m iem bros, y un Co m ité Ejecutivo con carácter casi p erm anente, así com o otras oficinas es pecializadas. Según T am am es, los resultados del C O M E C O N hasta la fecha han sido m ucho m ás pobres que los del M ercado C om ún o la E FT A , pero tam bién la situación de p artid a era m ucho peor. U nas econom ías agrí colas y subdesarrolladas fueron ráp id am en te colectivizadas y em puja das a la industrialización, que p restó una atención preferente a la in dustria pesada, dism inuyendo los niveles de vida de la población para conseguir la necesaria acum ulación de capitales. P o r otro lado, la U RSS subordinó a sus propios intereses los objetivos económ icos de los países del Este. H asta la m uerte de Stalin, en 1953, no existe un efectivo intento de coord in ar todas las econom ías, que se relacionaban únicam ente por pactos bilaterales, con la subsiguiente descoordinación; p o steriorm en te se inició una tím ida integración en el sector de m aquinaria pesada para coo rd in ar esfuerzos, p ero se m antenía, no obstante, una gran ri gidez en el com ercio d entro del área, en m anos de burocratizados d e partam en to s estatales. La creación, en 1963, de un Banco Internacio nal de Cooperación E conóm ica ha dado resultados muy pobres. • E n los años seten ta se in ten tó revitalizar de nuevo el C O M E C O N con la fundación del B anco Internacional de Inversiones para la co ope ración industrial, que coordinaba, al m ism o tiem po, los planes quin quenales (véase T em a 17) de los distintos países. Los resultados de m a yor éxito se lograron en el sector energético (red de alta tensión, o leo ducto siberiano).
LA EFTA 3 3 M ie m b ro s fu n d a d o re s (1 9 5 9 )
i Inco rp o ra cio n e s p o steriores j M ie m b ro a so c ia d o
DINAM ARCA P a ís e s que a b a n d o n a ro n la o rg an iz ació n (1 9 7 2 ) ||
S e d e de la E F T A
Los escasos esfuerzos de coopera ción económica del COMECON se han centrado en la industria pesada y la energía.
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COMECON A le m a n ia , R .D . B u lg a ria Cuba C h e c o s lo v a q u ia H u n g ría M o n g o lia P o lo n ia R u m a n ia URSS V ie tn a m
• ^ a c e le ra d o p r o c e s o jiL im p ia i^ ^ cadoTasí com o la lm te u r a d ó n de la üva en la ha d9jado o b so T M n Q fA M E o C O - _ ^ F r n^.~Progresivamen~Lcj los países de la E uropa del Este irán en coñtfanSo un m arco de integración nuevo que los aproxim e a la C o m unidad E uropea. L a B anca E uropea para la R econstrucción y el D e sarrollo (B E R D ), patrocinada por los siete países capitalistas mas i dustóalizados, será la plataform a de apoyo al crecim iento económ ico del, hasta hace poco, «m undo comunista».
6.
Movimientos de integración extraeuropeos: dificultades y limitaciones
6.1. La Organización de E. Americanos (OEA) y otros organismos regionales Los intentos de coordinación económ ica y unidad política fuera de E u ro p a han alcanzado cotas de éxito muy inferiores. L a dependencia neocolonial, la falta de una tradición cultural com ún, el subdesarr económ ico y la existencia de estructuras sociales poco integradas p u e d en en u m erarse com o causas principales de este fenóm eno. E n A m érica, la tradicional dualidad entre las repúblicas iberoa ricanas y los E stados U nidos, con una clara relación de subordinación política y económ ica de las prim eras hacia «el gran vecino del N orte» se va a m aterializar en un sistem a continental de seguridad colectiva liderado p o r E E .U U .: la Organización de Estados Am ericanos (O E ), típico p roducto de la época de la «guerra fría» (vease T em a ), qu atraviesa u n a profunda crisis desde los años setenta. Las teorías del panam ericanism o o de una solidaridad continente son tem pranas en A m érica y datan de la época de la em ancipacio (1818-1825) con figuras com o Bolívar, que intenta, sin éxito, federar Canal de Panamá n a c f i . e s r e p l i c a s . C as. al m ism o tiem po la * g w Dos de los símbolos del control de («A m érica p ara los am ericanos») capitaliza en favor de E E .U U . la EE.UU. sobre el continente ameri eem onía política y económ ica en el continente, hasta llegar incluso a cano son la O EA y su dominio del un sistem a de intervenciones arm adas que restablecen los intereses escanal de Panamá. 452
tadounidenses en estos países. C onstituyen tam bién un claro an tece dente de la O E A las Conferencias Interamericanas, m antenidas p erió dicam ente desde fines del siglo X IX . C on estas prem isas, no es de extrañar que desde 1945 la co opera ción continental se articule en el terren o m ilitar y sirva a las necesida des de E E .U U . Así, en 1947 el tratado de R ío de Janeiro establecía la asistencia m ilitar en tre los E stados firm antes ante u n a agresión arm a da proced en te del exterior. E sta cooperación m ilitar in teram ericana se traduce un año después (1948) en la creación de un organism o político estable: la Organiza ción de Estados A m ericanos (O E A ), tras la IX conferencia de E stados A m ericanos celebrada en Bogotá. E n su declaración fundacional se p ro pone u n a am plia e inconcreta serie de objetivos, com o puede com probarse en el siguiente texto: «Los Estados americanos consagran en esta Carta la organiza ción internacional fundada con vistas a lograr un orden de paz y de justicia, fomentar la solidaridad, promocionar su colaboración y defender la soberanía de sus Estados miembros, así como su in tegridad territorial e independencia.»
Apud. A r c e , Alvaro de: «Organismos Internacionales.» Bibliote ca RTVE, n.° 83, Madrid, 1976, pág. 98. C on sede central en W ashington se establecieron cuatro órganos principales: la Conferencia Interamericana, posterio rm ente sustituida p or las A sam bleas Generales, reunión suprem a de los jefes de E stado cada cinco años; la Reunión de Consulta, form ada p o r los m inistros de A suntos E xteriores p ara tra ta r asuntos urgentes; el Consejo de la Or ganización, con carácter p erm anente, y la Unión Panamericana, que d e sem peña las funciones de secretaría. V einticuatro E stados (véase m ap a adjunto) com ponen esta organi zación, que se convirtió desde su fundación en la caja de resonancia y apoyo de la política continental de E E .U U . A sí se dem ostró en la re u nión de Punta del Este (U ruguay) en 1962, cuando se decidió la expul sión de la C uba de Fidel C astro p o r ser «incom patible con el sistem a interam ericano», y se ap robaron p osteriorm ente sanciones económ i cas, que fueron respondidas p o r C astro afirm ando que la O E A era el «M inisterio N o rteam ericano de Colonias». D esde los años setenta la O E A en tra en una p rofunda crisis al ser incapaz de articular un auténtico proceso de integración económ ica y no desprenderse de la tutela política de E E .U U . U n ejem plo de ello ha sido su no intervención, debida a su desprestigio e inoperancia, en la crisis de C entroam érica, con la actuación de m ovim ientos guerrille ros y el enfren tam ien to de E E .U U . y el gobierno sandinista de N icara gua. O tros intentos m ás concretos de integración económ ica en A m éri ca se han frustrado p o r la pro fu n d a crisis económ ica y la inestabilidad política del continente; en tre ellos p ueden citarse los siguientes: La Asociación Latinoam ericana de Eibre Comercio (A LA LC ), creada por el Tratado de M ontevideo (1960) en tre los países del C ono Sur (Brasil, Uruguay, Paraguay, A rgentina y Chile), que era un intento de zona de libre com ercio con desarm e aduanero; el M ercado C om ún Centroame ricano, form ado p o r los pequeños y subdesarrollados países continen tales del C aribe, hoy aquejados de un proceso de guerra y subversión; el Pacto A ndino, (1969) que p reten d ía la unión económ ica de los p aí ses sudam ericanos ribereños del Pacífico.
Organizaciones supranacionales americanas
Si 453
ESTRUCTURA ORGANICA DE LA OUA Conferencia de Je fe s do E stado y de Gobierno
I
6.2.
La Liga Árabe
i lt¡lÍ7ando el vínculo de una religión com ún que supone el Islam , los nacteñtes E t a d ó s del n o rte de A r ic a y O rlente M edio form an en 1945 u r ^ organización con nn am púo espectro de fines de coopera-
Comité Africano d e Liberación
Comisión d e Mediación, Conciliación y Arbitraje C onsejo de Ministros
Com isión I Económ ica i y Social Comisión para la educación y la E nseñanza
CtóT « " p ^ t e de E l c a ir ” que dio lugar a la firm a p o r los países as,sientes del nm tocolo de Alejandría. Progresivam ente, y a m edida que fueron ad ouiriendo su independencia política, los E stados m usulm anes m g ^ * ron en la organización hasta com pletar un total de 22, ,nclu^ n^ ^ O rganización p ara la Liberación de Palestina, y fijaron su sede centra “
Comisión C'-entiüca Técnica y de Investigación
Comisión de Salud, Higiene y Nutrición
C o t e M form ado p o r los ¡ e f e de
E stado o m inistros de E xteriores de los países m iem bros, que adopta las decisiones p or m ayoría de votos y cuenta con reuniones sem estra les; la Secretaría General, encargada d e . Ia 7as v ñ o r últim o, las Agencias Especializadas (U nion Postal, t eieco in u n d acio n es, A gricultura, Trabajo), encargadas de desarrollar la coo p eración en Meas
^ Liga Á rabe ha sufrido un proceso de
ra d ic a liz a d lo antioccidental con la llegada al p o der en el m undo arabe " S e n e s revolucionarios y
d a d ^ y ^ h a n proyectado sobre todo hacia el terren o m ilrtar y Po h t,“ t se ha l i a d o esta organización tam poco de ¡ ñas oue llegaron a su punto extrem o con la expulsión de E gipto, tras la firm a de la paz con Israel, y el consiguiente traslado de su sede ce tral a Túnez.
6.3. La Organización para la Unidad Africana (OUA) O tro continente que cuenta con un organism o de cooperación m• i propio • es oc A Áfrira el rapiuu rápido yproceso de_ descolom ternacional ínca. Tras ira s ei 1Rv zación sufrido p or el continente en el presente siglo (vease T em a ), gieron varias iniciativas regionales de cooperación entreTosi n u e v o s ,s fados. que culm inaron en la creación de una organización co ntinenta . la O rganización p ara la U n idad A fricana (O U A ). s f t a S n l debió al .m pulso de dos im portantes lideres_ del T ercer M undo, N krum ah y N asser y tuvo lugar er' mayo de Aódis A beba (E tiopía), ciudad en la que quedo fijada su sede. L ene íe c e n a « t a o r g a n i z a c i ó n casi todos los E stados africanos, que han so licitado su ingreso a m edida que han accedido a la independencia, co Ía S e e p d ó n ^ S u d á f r i c a y el territo rio de N am id.a, d o n d e im p e ra n gobiernos de m inorías blancas que practican el «apartheid> (ve
Mural conmemorativo de la funda ción de la OUA.
Situado en el Palacio sede de la orga nización en Addis Abeba, reproduce a todos los jefes de Estado que contri buyeron a crearla. 454
T eT n 1la c a r ta fundacional de la organización se fijan com o objetivos p rioritarios la solidaridad entre los pueblos africanos y la solución paE S s t S o s entre los mismos; se hace hincapié de form a es raí rial en ht S a contra to d a form a de colonialism o, cuyas lacras ha sufrido Á frica h asta hace pocos anos. Su estructura consta de varios organism os colegiados.
-
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 Declaración preliminar del Acta Única Euro pea (1987) «Su M ajestad el Rey de los belgas. Su M ajestad la R eina de D inam arca. E l Presidente de la R epública F ed eral de A lem ania. E l Presidente de la R epública H elénica. Su M ajestad el Rey de E spaña. E l Presidente de la R epública Francesa. E l Presidente de Irlanda. E l P residente de la R epública Italiana. Su A lteza R eal el G ran D uque de Luxem burgo. Su M ajestad la R ein a de los Países Bajos. El Presidente de la R epública Portuguesa. Su M ajestad la R ein a del R eino U nido de G ran B retaña e Irlan d a del N orte. A nim ados p o r la voluntad de proseguir la obra em prendida a p artir de los tratad o s constitutivos de las C om unidades E uro p eas y de transform ar el conjunto de las relaciones en tre sus E stados en una U nión E uro p ea, de conform idad con la declaración solem ne de Stuttgart de 19 de junio de 1983, R esueltos a construir dicha U nión E u ro pea basándola, p o r una parte, en unas C om u nidades que funcionen con arreglo a norm as propias y, p o r otra, en la C ooperación E u ro pea en tre los E stados signatarios en m ateria de política exterior, y a d o ta r a dicha U nión de los m edios de acción necesarios. D ecididos a prom over conjuntam ente la dem ocracia, basándose en los derechos fu n dam entales reconocidos en las C onstitucio nes y leyes de los E stados m iem bros en el Convenio E uro p eo p ara la Protección de los D erechos H um anos y de las L ibertades F u n dam entales y en la C arta Social E uropea, en
particular la libertad, la igualdad y la justicia social. Convencidos de que la idea europea, los resultados logrados en los ám bitos de la in tegración económ ica y de la cooperación p o lítica, así com o la necesidad de nuevos d e sarrollos, responden a los deseos de los p u e blos dem ocráticos europeos, que ven en el P arlam ento E uropeo, elegido p o r sufragio universal, un m edio de expresión indispensa ble. C onscientes de la responsabilidad que in cum be a E u ro p a de pro cu rar ad o p tar cada vez más una p o stu ra uniform e y de actuar con cohesión y solidaridad, a fin de pro teg er más eficazm ente sus intereses com unes y su in d e pendencia, así com o de defender muy espe cialm ente los principios de la dem ocracia y el respeto del derecho y de los derechos h u m anos que reafirm an, a fin de ap o rtar con jun tam en te su propia contribución al m an te nim iento de la paz y la seguridad internacio nal de acuerdo con el com prom iso que asu m ieron en el m arco de la C arta de las N acio nes U nidas. D eterm inados a m ejorar la situación eco nóm ica y social m ediante la profundización de las políticas com unes y la prosecución de nuevos objetivos, así com o a asegurar un m e jo r funcionam iento de las C om unidades, p e r m itiendo a las Instituciones el ejercicio de sus com petencias en las condiciones m ás confor m es al interés com unitario. T ít u l o
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Disposiciones comunes A rtículo 1 Las C om unidades E uropeas y la C o o p era ción Política E uro p ea tienen com o objetivo contribuir conjuntam ente a hacer progresar
455
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tn lo III Las disposiciones de dicho T ítu lo confirm an y com pletan los procedim ientos acordados en los Inform es de Luxem burgo (1970) Copenhague (1973) y Londres (198 ), así como en la D eclaración solemne sobre la U n ió n Europea (1983) Y ^ P ^ e a s P ro gresivamente establecidas entre los Estados
de manera concreta la U n i ó n Europea. Las Comunidades Europeas ^ fundam en tan en los tratados constitutivos de la C om u nidad E uropea del Carbón y d e 'A c e ro l a C om unidad Europea y de la C om unidad t u ropea de la Energía A tóm ica asi como en lo tratados y actos subsiguientes que los han
miembros.»
Apud
m odificado o completado. La Cooperación P olítica se regu a en
Arroyo,
, F.: «Op. Cit.», pags. 131-132.
C uestiones 1. 2. 3. 4.
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Los principios de la C a rta de la ción de E stad o s A m ericanos (OEA) (19
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«a) E l Derecho internacional es norm a de conducta de los Estados en sus relaciones
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reciprocas^rden internaci 0nal está esencial mente constituido p o r el respeto a la perso nalidad, soberanía e in d e p e n d e n c ia d e lo E s -
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cional que surjan entre dos o mas Estados americanos deben ser resueltas por m edio de
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L ^ c o o p e m rió n 1económica es esencial
para el bienestar y la prosperidad comunes
tados v p o r el fie l cum plim iento de las obli garionelem anadas de los tra ta d o s, de otras
de los pueblos del continente; i) Los Estados americanos proclam an los derechos fundamentales de la persona hum a na, sin hacer distinción de raza, nacionalida ,
fuentess aei del Derecho ly c itu iiu internacional; uhvx » x L a buena fe debe regir las relaciones
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dp 1os Estados entre si, . d) L a solidaridad de los Estados am eri canos y L altos fines que con ella se persi guen requieren la organización política de los mismos sobre la base de ejercicio efect.vo de 13 e ^ L o T E s ta d o s americanos con^ n^ ¡ ? guerra de agresión: la victoria no da dere-
basa en el respeto de la Pers° ^ ld a ,d C sf es. ral de los países americanos y demanda su es trecha cooperación en las altas finalidades de h lj^ T a educación de los pueblos debe o rie n tarse hacia la justicia, laJibertad1y la paz.» C o r d e r o t o r r e s , J. M .. «Textos básicos Instituto de Estud,os roh .,co s, M ad rid , 1955, págs. 141-142.
Ch° S; La agresión a un Estado americano f)
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Cuestiones
Sitúa cronológicam ente el d o c u m e » « o ^ e de lo =
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Neocoloniallsm o, cespecl— y 18).
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pp. 4.
Señala las grandes etapas en la vida de la O E A , las crisis por las que ha atravesado y su vigencia actual.
D ocum ento 3 Los inicios de la cooperación económica eu ropea. La declaración Schuman de 1950 «La contribución que una E u ro p a organi zada y con vida p u ede a p o rtar a la civiliza ción es indispensable p ara el m antenim iento de las relaciones pacíficas. Al hacerse, desde hace m ás de veinte años, la cam peona de una E u ro p a unida, Francia ha tenido siem pre por objetivo esencial servir la paz. E u ro p a no se hizo, y tuvim os la guerra. E u ro p a no se h a rá de golpe ni en u n a cons trucción de conjunto: se h ará m ediante re a lizaciones concretas, creando p rim ero una solidaridad de hecho. La reunión de las n a ciones eu ropeas exige que la oposición secu lar de F rancia y A lem ania sea elim inada. La acción em pren d id a debe tocar en p rim er té r m ino a F rancia y A lem ania. C on esa finalidad el gobierno francés p ro pone llevar in m ediatam ente la acción sobre un pun to lim itado, p ero decisivo. E l gobierno francés pro p o n e colocar el conjunto de la producción franco-alem ana de carbón y acero bajo u n a alta au to rid ad co m ún en u n a organización abierta a la p a rti cipación de los dem ás países de E uropa. La p u esta en com ún de las producciones de carbón y acero asegurará inm ediatam ente el establecim iento de bases com unes de d e sarrollo económ ico, p rim era etap a de la fe deración eu ropea, y cam biará el destino de estas regiones m ucho tiem po consagradas a la fabricación de arm as de g uerra de las cua les han sido las m ás constantes víctimas. L a solidaridad de producción que de ello resulte m anifestará que toda g uerra entre Francia y A lem ania se hace, no ya im pensa
2.
ble, sino m aterialm ente im posible. E l estable cim iento de esta poderosa unidad de produc ción, abierta a todos los países que quieran p articipar en ella, conduciendo a sum inistrar a todos los países que ella reunirá los elem en tos fundam entales de la producción indus trial en las m ism as condiciones, echará los fundam entos reales de su unificación econó mica... A sí se realizará simple y rápidam ente la fu sión de intereses indispensable para el esta blecim iento de una com unidad económ ica, y se introducirá el ferm ento de una com unidad m ás ancha y m ás profunda entre países m u cho tiem po opuestos p o r divisiones sangrien tas. P or la puesta en com ún de una producción de base y la institución de una alta autoridad nueva, cuyas decisiones vincularán a Francia, A lem ania y los países que se adhieran, esta propuesta realizará las prim eras bases de una federación eu ro p e a indispensable para el m antenim iento de la paz. L a alta autoridad com ún encargada del funcionam iento de todo el régim en está for m ada por personalidades independientes d e signadas sobre una base paritaria p o r los go biernos; un presidente será elegido de com ún acuerdo p o r los gobiernos; sus decisiones se rán ejecutorias en Francia, en A lem ania y en los o tro s países adheridos. D isposiciones apropiadas asegurarán las vías de recurso n e cesarias co n tra las decisiones de la alta au to ridad...»
S c h u m a n , R .: «Declaración del 9 de mayo de 1950». Recogido en: P h i l i p , C h r i s t i a n : «Textos constitutivos de las Comunidades Europeas», Ariel, Barcelona, 1985, págs. 11-12.
Tema de debate y de profundización
P or su inm ediatez y trascendencia p ara los españoles, se p ro pone afrontar com o tem a de debate las repercusiones que sobre la sociedad y la econom ía española ha tenido nuestra in tegración en la C E E . P ara ello se p ueden hacer grupos de trabajo que investiguen sobre las siguientes áreas: ■
457
a) b) c) d)
A gricultura In d u stria Pesca C om ercio y transportes
e) /) g)
Política social y m ercado de trabajo A yudas a las regiones m ás desfavorecidas Política fiscal
■ A dem ás de la bibliografía general ya citada, pu ed en consultarse otras d °s obras: ARROYO HI LERA, Fernando: «El reto de Europa: España en ¡a C E E » Síntesis. M adrid 1 ? C E O E : «Balance del prim er año de la integración de España en la CEE.» C E O E , M adrid, fy» .
3.
Testimonios
Literarios
a
g S jlg f
1
E l p resen te tem a, p o r su contenido, se presta a m uy escasas citas literarias y nove lísticas, especialm ente en lo que concierne a la dinám ica y evolución de los organism os supranacionales. N o obstante, las ideas y pos tulados que condujeron a su creación, así com o la experiencia personal de sus princi pales prom otores, q uedan reflejados en algu nos libros de m em orias y ensayos. P ara el caso de E u ro p a y el M ercado C om ún hay que citar, en tre los m ás im portantes im pulsores de la idea europeísta, a Salvador de M adariaga en obras tan tem pranas com o Ingleses, Franceses, Españoles (1928) y Bosquejo de Europa (1951). E n la m ism a línea cabe ins cribir la obra de O rtega y G asset, Meditación de Europa. E n tre los libros de m em orias de protagonistas decisivos de la construcción eu ropea, es preciso citar a C harles de G aulle, M em o ria s de E speranza. L a R enovación (1958-1962); y tam bién a Jean M onnet, M e morias. F inalm ente, la O ficina de las C om u nidades en E spaña publica u n a serie breve de folletos que tra ta n tem as m onográficos muy útiles, bajo el título genérico de Documentos.
Cinematográficos N o existe u n a film ografía específica sobre la integración supranacional, p o r lo que es preciso rem itirnos a docum entales históricos de ám bito m ás general com o Europa, p ode roso continente (BBC, 1974); y a los abu n d an tes reportajes periodísticos film ados que p o see T V E sintetizando los sucesivos pasos en la creación de las C om unidades E uropeas.
458
Tripulantes del Apolo 15 sobre la superficie de la Luna. Aunque algo olvidado en la actualidad, uno de los hitos científicos y tecnológicos del siglo X X fue la llegada del hombre a la Luna (21 de julio de 1969).
La cultura del siglo XX: tecnología, ciencia y humanismo Contenidos 0. 1. 2. 3. 4. 5. 6.
Bibliografía para el estudio del tema. Introducción. La revolución de las ciencias. La revolución tecnológica. Revolución en el arte, la literatura y la filosofía. Religión e inquietudes humanistas. Ejercicios prácticos. 459
BIBLIOGRAFÍA para el estudio del tema R esulta imposible, dada la am plitud y las m últiples facetas que presen ta este Tem a, seleccionar una breve bibliografía que perm ita profundizar con cierto rigor en cada uno de los apartados. A un teniendo que dejar abandonadas am plias parcelas, resultan espe cialm ente interesantes los siguientes títulos: D ouglas: «Ciencia y tecnología», en «H istoria del M undo M oderno de la U n i versidad de C am bridge», vol. X II, Sopeña, B arcelona, 1977, págs. 65-85. E s una breve síntesis que recoge los vertiginosos avances en los distintos cam pos de in vestigación con u n a term inología asequible. A barca sólo la prim era m itad del siglo, por lo que no tra ta sobre los últim os logros y descubrim ientos.
•
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• ASIMOV, Isaac: «Enciclopedia biográfica de la ciencia y la tecnología.» 4 vols, A lianza, M a drid, 1987. . . . ■ E n la línea de alta divulgación científica que practica este investigador norteam ericano, esta obra p roporciona una visión general de los grandes jalones en el avance científico y tecnológico. • D orm ido , Sebastián, y M ellado , Mariano: «La revolución informática.» Salvat, C olec ción T em as Clave n.° 54, B arcelona, 1981. A unque referida a u n a parcela tecnológica m uy concreta, dado el auge actual de la infor m ática, citam os aquí la más asequible obra de divulgación sobre la misma. • Varios : «Las literaturas contemporáneas en el m undo.» V icens Vives, serie m anuales, B arcelona, 1971. P roporciona u n a visión panorám ica, aunque extensa, de los géneros y los creadores de nuestra época en las distintas lenguas. • Copleston , F.: «Historia de la Lilosofía.» 6 vols., Ariel, Barcelona, 1974. Posiblem ente la m ejor obra actual sobre el pensam iento filosófico, tanto a nivel general com o referido al siglo XX. • Arcan , Ju lio C ario: «El arte moderno (1770-1970).» 2 vol, F ernando T orres, V alencia, 1976. , ■ D esde u n a perspectiva absolutam ente ren ovadora se p lantean los problem as y los logros del arte de nuestro siglo. • R ogier , L. J.; A ubert , R.; K nowles , M. D.: «Nueva historia de la Iglesia.» Vol. V: «La Iglesia y el m undo moderno (1848-1975).» C ristiandad, M adrid, 1977. A lejándose de las tradicionales historias de la Iglesia, es un intento serio por recoger y sintetizar el últim o siglo en el devenir del Catolicism o.
460
1.
Introducción
El p resente T em a trata de sintetizar y explicar los grandes cam bios y transform aciones que en el terren o de la religión, la cultura, el arte y la ciencia ha experim entado el hom bre d u ran te el siglo XX. Si algún denom inador com ún caracteriza a n uestra época en estos terrenos, éste es el trem endo y vertiginoso proceso de cam bio al que asistimos. T anto la física o la biología com o la religión, se han cues tionado principios, leyes y dogm as que parecían antes inconm ovibles. Ju nto al aspecto revolucionario, es preciso d estacar tam bién el fe nóm eno de la globalización de todos los logros científicos, culturales y religiosos, de tal form a que hoy vivimos en un m undo p ro fundam en te interconectado p o r los m edios de com unicación y con una cierta te n dencia a la uniform idad o estandarización. N o obstante, existen carencias im portantes. Así, la prosperidad m a terial, incuestionable en el m undo desarrollado (véase T em a 17), ha perm itido una extensión de la educación y de la investigación hasta ex trem os insospechados y los índices de alfabetización y el núm ero de in vestigadores crece sin cesar. Al m ism o tiem po se p roduce un proceso de superespecialización que divide el conocim iento en parcelas sepa radas y aleja al hom bre m edio de la com prensión de los nuevos logros científicos y técnicos que, sin em bargo, usa diariam ente.
Modelo atómico de Rutherford. Según el modelo de Rutherford, el átomo es un sistema formado por un núcleo en el que se encuentran fir memente unidos los protones y los neutrones. Los electrones giran alre dedor de este núcleo en órbitas de forma elíptica. En este sistema prác ticamente toda la masa del átomo se concentra en el núcleo.
Com o consecuencia de lo anterior, la filosofía y la religión han a tra vesado una p rofunda crisis, pues el hom bre dem andaba nuevas res puestas ante nuevos problem as y la progresiva tecnificación y bienes tar m aterial provocaban, adem ás, ansiedades y la necesidad de nuevas visiones del m undo. La filosofía analítica, el acercam iento de la Iglesia Católica a las realidades del antes denostado «M undo M oderno» o la búsqueda p o r parte de cierta juventud de las religiones orientales son claros ejem plos de la insatisfacción p o r lo tradicional y la búsqueda de nuevas soluciones que satisfagan al hom bre de hoy. Tam bién el arte ha estado som etido a una pro funda revisión, que ha producido la ru p tu ra definitiva con la figuración y la estética clási ca h ered ad a de G recia y R om a p ara buscar nuevas form as de expre sión que culm inan en el arte abstracto. P or su parte, la literatu ra ha roto con los géneros tradicionales en busca de los m undos interiores del hom bre. Ju nto a todo lo ya m encionado, avances y fenóm enos tales com o la exploración de la m ente hum ana a través del psicoanálisis, la bús queda desesperada de n uestra razón de ser a través del existencialismo, los m ovim ientos en pro de los D erechos H um anos o la rebelión a veces violenta de la juventud, com pletan un p an o ram a m arcado por la incertiduinbre y la inseguridad, pero, al m ism o tiem po, por un m a yor y m ejor conocim iento de nuestro ento rn o y de nosotros mismos.
Esquema de las fases de una reacción en cadena. El esquema representa tres fases de una reacción en cadena. En la pri mera, un neutrón fisiona a un núcleo del que se liberan tres neutrones. En la segunda, estos tres neutrones fisio nan tres núcleos, lo que produce nueve neutrones que, en la tercera fase, dan lugar a otras tantas fisio nes, produciéndose un claro efecto multiplicador a altísima velocidad. 461
2.
La revolución en las ciencias
2.1. La física: nuevas concepciones sobre la materia
Albert Einstein
Sin d uda alguna la física h a experim entado en nuestro siglo los cam bios más espectaculares dentro del cam po de las ciencias La atención de los investigadores se dirigió pronto hacia el estudio de lo m ente grande y de lo infinitam ente pequeño: el U niverso y el átom o h an sido, pues, sus apasionantes objetos de estudio. A dem ás la física del siglo X X inaugura un nuevo m odelo de inves tigación p roporciona unas nuevas teorías sobre la m ateria, sobre o que existe que influirán no sólo en el resto de las ciencias experim en tales, sino incluso en la filosofía y en la religión. w w v F ren te al em pirism o tradicional - l a observación de los hechos y su explicación p osterior m ediante le y e s - se im pone la form ulación de com plejas teorías de raíz m atem ática y m etafísica com o paso previo n ara la interp retación del m undo que nos rodea. E n consecuencia, es tas teorías nunca pueden ser com probadas en todos los casos posibles y, p o r tanto, no se convierten en leyes. C rean un m odelo de e x p lic ción de la n aturaleza probabilístico que rom p erá definitivam ente lo esquem as trazados por los científicos desde N ewton. D os grandes teorías en Física han m arcado el desarrollo científico y técnico de nuestros días: la teoría de la relatividad, de Einstein, y la
Nace en Ulm, 1879; muere en Princeton (New Jersey), 1955. Ale mán de origen judío, se nacionaliza suizo en 1900 y norteamericano en 1940. Casado con una estudiante húngara, puede decirse que fue real mente «ciudadano del mundo». En 1905 asombra al mundo cien tífico con tres breves trabajos publi cados en los Anales de Física: uno sobre el movimiento browniano, otro sobre el efecto fotoeléctrico (prime ra aplicación y, por ende, justifica ción, de la hipótesis de Planck), por el que recibiría el Premio Nobel en 1921, y otro titulado Electrodiná mica de los cuerpos en movimiento, que ponía las bases de la Teoría es pecial de la relatividad. Desde en tonces es llamado por las mejores Universidades europeas: enseña en Zurich, Praga, Berlín, Leyden, y en 1914 es nombrado director del Insti tuto Kaiser Wilhelm de Berlín. A l advenimiento del nazismo tiene que huir de Alemania, trabajando en Es tados Unidos (Universidad de Prin ceton). A instancias de Fermi, Szilard y Wigner firma un escrito de trascendencia aún no agotada: la pe tición al presidente Roosevelt de construcción de una bomba atómica (también Fleisenberg estaba traba jando en ello, en Alemania). Acérri mo defensor del determ inism o («Dios no juega a los dados», dijo), antibelicista incurable, y creyente en el Dios de Spinoza (orden matemá tico del Universo), abrió con Planck un nuevo mundo, hostil y seductor a la vez: el nuestro.
462
teoría cuántica, de Planck. •, , > i , ..no E n la prim era, E instein, tom ando la velocidad de la luz com o una constante del U niverso, llega a la conclusión de que el tiem po no es algo continuo, sino variable p a ra cada observador, y depende de; lai locidad de éste (T eoría de la R elatividad R estringida, 1905). M as ad e lante consigue form ular su fam osa ecuación (E = m cr) donde se rela ciona la m asa de un cuerpo con la energía, de tal form a que: al p ro d u cirse la transform ación de la m asa en energía, la cantidad obtenida de esta últim a sería fabulosa e igual a m ultiplicar la m asa micial por c cuadrado de la velocidad de la luz (T eoría G eneral de la Relatividad, 1915) A dem ás de estas concepciones revolucionarias, h in stem d e m uestra que el espacio euclideo - d e líneas rectas que se alejan hacia el in f in ito - es falso, y propone un m odelo alternativo de espacio cur vo determ inado p o r la presencia de los cuerpos, que se confirm ara mas adelante al com probar la curvatura de la luz que em iten las estrellas " C on la segunda, la teoría cuántica, Planck afirm a en 1900 que no sólo la m ateria es discontinua (átom os), sino que tam bién la energía se irradia de esa form a a través de cuanta o corpúsculos que d epen den en su valor de la intensidad de la radiación. . , E n base a estas dos concepciones geniales sobre a m ateria y la energía los avances en la investigación sobre el átom o han sido p ro d i giosos: se desm onta definitivam ente el concepto de indivisible que se aplicada al átom o, y científicos como R utherford o B ohr consiguen tinguir las partes y partículas que lo form an -e le c tro n e s , protones, neutrones, p o s itro n e s ...-, y establecer su estructura, sem ejante a la del S' St P™? otro1 lado, ya desde 1919 se bom bardea el núcleo del átom o
con partículas alfa m ediante descargas eléctricas, y en 1938, O. H ann, al bom bardear con neutrones el núcleo de uranio, consigue partirlo dando lugar a dos átom os nuevos, más ligeros, liberándose a su vez una gran cantidad de energía: se había conseguido la fisión nuclear. A su vez, el científico italiano E. Ferm i atisbo las posibilidades de este descubrim iento en el cam po energético, aprovechando los neutrones sobrantes de la prim era fisión p ara b o m b ard ear o tros núcleos con un efecto m ultiplicador: es la reacción en cadena (véase gráfico adjunto). Posteriorm ente y con fines m ilitares p o r el estallido de la Segunda G u erra M undial (véase T em a 15) las investigaciones avanzaron rápi dam ente, especialm ente en E E . U U . (Proyecto M anhattan), lográndo se el control de estos fenóm enos y su aplicación doble. En el cam po m ilitar la bomba atóm ica, de uranio o plutonio. En el cam po civil es preciso señalar las centrales eléctricas nucleares, los reactores usados para la propulsión de barcos y subm arinos, o la radioterapia para el tra tam iento de enferm edades cancerosas. El últim o gran avance en el cam po de la investigación sobre el á to mo lo constituye, hacia 1951, el logro de la fusión nuclear (B om ba de hidrógeno, 1952), en la que p artien d o de átom os sim ples se logra su fusión en un proceso sim ilar al que se p roduce en la superficie del Sol, con una enorm e cantidad de energía liberada.
La geografía nuclear • Países con centrales nucleares en funcionamiento
Argentina Italia Bélgica Japón Brasil Paquistán Bulgaria Reino Unido Canadá República Checoslovaquia Democrática Corea del Sur Alemana España República Federal Estados Unidos Alemana Finlandia Suecia Francia Suiza Holanda Taiwán Hungría Unión Soviética India Yugoslavia Total de reactores en funcionamien to para la producción de energía eléctrica, 267. • Países con centrales nucleares en construcción
Junto con los anteriores Austria México Cuba Polonia Filipinas Rumania. Irán Unión Sudafricana Israel Total de reactores en construcción, 204 • Países con centrales nucleares en proyecto
Junto con los anteriores China Libia Egipto Luxemburgo Indonesia Tailandia Irak Turquía Total de reactores en proyecto, 47.
Países con centrales en funcionam iento
Datos al 30 de junio de 1982. Fuente Forum Atómico Español. Apud. A c e r o , M.; I r ú n , l.: «La energía del átomo» Col. Temas Clave n.°38. Barcelona, 1981, pág. 59.
Países con centrales en construcción Mapa de los países con centrales nu cleares.
2.2.
El conocimiento del Universo
El segundo ám bito científico donde el avance del conocim iento h u m ano ha sido espectacular en nuestro siglo ha sido la exploración de lo infinitam ente grande: el U niverso. A yudada de instrum entos cien tíficos cada vez m ás perfectos —grandes telescopios ópticos, ra d io te lescopios—, así com o de atrevidas teorías e hipótesis en el cam po de la física y de las m atem áticas, la astronom ía realiza descubrim ientos es pectaculares. 463
Gran nebulosa espiral de Andrómeda, situada a 2,2 millones de años-luz.
La constatación de que las nebu losas eran auténticas galaxias es un logro de nuestro siglo.
Efecto Doppler Es un cambio aparente de la fre cuencia de una onda de luz, sonido o radar, debido al movimiento rela tivo que existe entre el observador y la fuente. Este efecto se percibe fá cilmente en el caso del sonido. Por ejemplo, el sonido del silbato de un tren nos parece más agudo cuando éste se acerca que cuando está para do; por el contrario, cuando el tren se aleja nos parece más grave. La onda es la misma, pero existe un cambio para el observador debido al movimiento. En el caso de las ondas de luz el efec to Doppler se manifiesta como un corrimiento hacia el azul, si el obje to se acerca, o hacia el rojo si se ale ja, en las rayas del espectro.
Un año luz: Medida de longitud astronótnica igual a la distancia que puede recorrer la luz en un año, a ra zón de 300 000 km por segundo.
Esquema de la teoría del «Big Bang». IS0C"
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T ras h ab er superado los m odelos teóricos que en siglos anteriores hacían del sistem a solar el centro y ám bito exclusivo del U niverso, du ran te el siglo X IX se com enzaron a ensanchar horizontes a través del estudio de la galaxia o V ía Láctea, que, todavía en el año 1900, se id en tificaba con el U niverso en su conjunto. D esde 1842, gracias a las in vestigaciones del austríaco D oppler, se puede m edir la distancia entre nuestro planeta y las estrellas visibles y la velocidad de éstas: Si el es pectro lum inoso de las mismas tiende hacia el azul, éstas se acercan a la T ierra; si tienden hacia el rojo, se están alejando de nosotros (véase cuadro al m argen). E l conocim iento de la V ía L áctea va a com pletarse en los prim e ros años del siglo: en 1918 Shapley logró determ inar el centro de gra vedad de la inm ensa concentración de estrellas en que estam os inm er sos, así com o la posición m arginal del Sol en la m ism a a 30 000 añosluz de ella; tam bién calculó el diám etro de nuestra galaxia, fijándolo en 100 000 años-luz. Así, las dim ensiones de nuestro espacio exterior adquirían proporciones sobrecogedoras e im pensables, y el concepto tradicional de la T ierra y el Sol com o centros del U niverso quedaba absolutam ente descartado. Sin em bargo, el proceso de am pliación de los horizontes hum anos apenas se había iniciado. Las nebulosas, consideradas tradicionalm en te estrellas en form ación, se revelaron pronto como otras tantas ga laxias con cientos de miles de millones de estrellas en su interior. Sus form as, increíblem ente bellas, resultan múltiples: circulares, en espi ral, en torbellino, elípticas... A ctualm ente se estim a que existen miles de m illones de galaxias en un espacio no inferior a diez m illones de años-luz. E ste inm enso con ju n to de galaxias es conocido com o la m etagalaxia, y los astrónom os com ienzan ya a preguntarse si existen otras m etagalaxias. Ju n to a esta espectacular am pliación del horizonte hum ano, físicos y astrónom os han intentado establecer y com probar diversas teorías so b re el origen y evolución posterior del U niverso. Las dos principales son éstas: . a) Universo en expansión indefinida. Se calcula que, hace quince mil m illones de años a p artir de un átom o de dim ensiones práctica m ente nulas (singularidad) y una energía inm ensa, form ado básicam en te p o r fotones a una tem p eratu ra de billones de grados, se produjo una inm ensa explosión inicial, el «Big Bang». El alejam iento actual de las galaxias en tre sí es la continuación de dicha explosión. b) Universo «pulsante»: Q ue viene a ser una variante de la an te rior. Se tom a igualm ente com o punto de partida el «Big Bang», pero se considera que el efecto de dicha explosión tiene un lím ite en el tiem po, al final del cual el U niverso, por atracción, volverá a condensarse
1 500: aparición de tos fotosmtéticos
en un punto, donde se producirá de nuevo u n a explosión inicial, que repite todo el proceso, y así infinitas veces. Pero la exploración del U niverso sigue aún abierta y se plantean todavía m uchas interrogantes y fenóm enos poco explicados, entre ellos: los quasars, lejanas fuentes de em isión de ondas de radio, posiblem en te galaxias en form ación: o los fam osos agujeros negros o estrellas ya m uertas con u n a enorm e densidad, en torno a las cuales se distorsio nan los parám etro s tradicionales de espacio y tiem po, y actúan com o verdaderos sum ideros que absorben todo lo que pasa ju nto a ellos.
Hawking y los «agujeros negros» «En 1975, un físico inglés, débil y desarreglado, dirigió su silla de ruedas eléctrica hacia la tarima de la sala de conferencias del Laboratorio Rutherford, en Oxford, para presentar una ponencia titulada: ¿Explosiones en los agujeros negros? Como él mismo co mentaría más tarde «hasta el signo de interrogación en el título e mi trabajo reflejaba mi propia inseguridad. ¿Qué son, pues, para Hawking, los agujeros negros? En su con ferencia apenas expuso otra cosa que una serie de ecuaciones. Pero en lenguaje no matemático vino a decir en esencia, un agujero ne gro es el fantasma de una estrella fundida que ha colapsado por su propio peso, comprimiéndose hasta formar un punto de densidad infinita y volumen cero. Los físicos llaman a este punto «singula ridad»; una región en la que se vienen abajo las leyes normales de la física y en las que el concepto de tiempo pierde todo el sentido. Tal «singularidad» está rodeada de enormes fuerzas gravitatorias. La atracción gravitatoria impide que la luz salga de un cierto entorno, manteniendo así invisible el agujero y dándole su nombre. La materia qué se aproxima demasiado a esta aspiradora cósmi ca es atraída y queda atrapada para siempre. Algunos especialistas especulan con la posibilidad de que las «singularidades» sean la fuente de energía de los misteriosamente hiperactivos quásares, o que constituyan incluso túneles hacia uni versos totalmente diferentes.»
Aunque resulta temerario intentar la representación de los agujeros ne gros, este esquema quiere figurar como una gigante azul es «tragada» por el sumidero espacial o agujero negro. Poco a poco, éste va captan do la materia de aquélla, hasta que la hace desaparecer.
C o m e l l a s , J. L.: «El Universo.» Salvat, Col. Temas Clave, Bar celona, 1980, pág. 57.
2.3. El origen de la vida y la genética M ientras físicos y astrónom os lanzaban atrevidas teorías o realiza ban sorpren d en tes descubrim ientos acerca de la estructura de la m a teria inerte o sobre el origen y dim ensiones del U niverso, m édicos y biólogos trabajaban en torno al problem a de la vida, su génesis y evo lución, hasta lograr que u n a nueva ciencia, la bioquímica, surja con el nuevo siglo. A n terio rm en te y de form a em pírica se habían descubierto las leyes de la h erencia (M endel) o se había intuido la progresiva com plejidad de la m ateria orgánica a m edida que subim os en la escala b io lógica (D arw in. V éase T em a 9). . . . . N o obstante, es en n u estra época cuando los bioquím icos consi guen descubrir y estudiar en el laboratorio los elem entos quím icos que intervienen en los procesos de la vida, así com o sus posibles com bina ciones. E n tre los decisivos hallazgos alcanzados cabe destacar los si Toda la información genética res guientes: a) E n genética se descubre que la herencia biológica de los seresponsable de las características pecu liares de cada individuo reside en la vivos se en cu en tra indeleblem ente m arcada en unos m inúsculos ele doble hélice del ADN. m entos de la célula: los cromosomas. De Vrics estableció en este cam465
deuj s i s :
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de la transm isión de la vida: el ácido ribonucleico (R N A ) y el acido
fo to sin te s^ e
Una molécula de ADN en las distin tas fases de su desdoblamiento. La construcción artificial de un vi
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profundidad las vitaminas, otras sustancias ímp a ra la
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Un equipo de investigadores, diri gidos por el profesor Spiegelmany el los organism os com plejos órganos, tales com o los rm ones, cerebro, doctor Ichiro Haruna, han colocado vado lo au e h a posibilitado los trasplantes en m edicina. la penúltima plataforma en el com f) Se descubren las hormonas, sustancias producidas por el pr plicado andamiaje que rodea el edi üi0 L a n i s m o que regulan funciones tan im portantes com o la rep ro ficio de la vida, dando un nuevo e d uctora el crecim iento o la asim ilación de elem entos nutritivos importante paso hacia la consecu g) Se logran las prim eras m anipulaciones im portantes sobre la ción del sueño dorado de cualquier re n d a de l o s a r e s viVos a través de la ingeniería genéüca o biotecnocientífico actual: la síntesis de un or ganismo vivo en un tubo de ensayo. La experiencia de los sabios de l0 g E ñ V8“ neral° tó d o s ío s avances de la bioquím ica, la biología y la ge Urbana, modernos nigromantes de nética están encam inados, en nuestros días, al estudio del la era actual, es en síntesis la siguien v f iT d e á d rc u n s ancla y cam bios en la ordenación de los elem en te: a partir de un catalizador orgáni tó s i l e I g u a l e s en el m undo in erte y en el m undo v i r o - que co (enzima) y de sustancias químicas h an t o h o p o l l e el paso de lo inanim ado a lo vivo. La c r e a ® d e puras, han «construido» en una pro vida artiftcial o el hallazgo de las causas de enferm edades que degen beta el elemento fundamental (ácido m l ó s procesos vitales,geom o el cáncer, están actualm ente en el p u n ribonucleico) de un virus ya conoci do, denominado «virus phi-beta». ^ to de m ira de los investigadores en este cam po. El ácido ribonucleico (RNA) así obtenido es capaz de reproducirse en un tubo de ensayo, y al ser inyecta do en animales de laboratorio deter mina la multiplicación de unos virus N o solam ente el m undo físico que le ro d ea y del que form a p arte artificiales exactamente iguales a los el m ism o hom bre era objeto de estudio; tam bién nuestra ePoca ha ™ el' «naturales» y absolutamente imposi t l ü curiosidad científica hacia el tn.erior del ser h u m a n o E eslutho bles de diferenciar. Por vez primera, pues, se puede anunciar, sin temor a de los fenóm enos psicológicos, del com portam iento de todosdos * incurrir en un improcedente sensa- vivos pero en especial de los hom bres, y la búsqueda de las razones físicas v psíquicas de este conjunto de fenóm enos y de sus alteraciones cionalismo, que la síntesis, es decir, la obtención artificial de organismos y enferm edades h an centrado la atención de psicólogos, psiquiatra y vivientes es un hecho. Dicho así, de un tirón y con la neUEn°eSste cam po, la controvertida obra de F reu d constituye el punto frialdad que se emplea en los infor de p artid a p ero aunque sus teorías despertaron gran ínteres y potemes científicos, el avance parece de m ica a principios de siglo y son la base de la psiquiatría m oderna, e unas consecuencias y una importan especial hincapié en el im pulso sexual y la represión am biental a este cia verdaderamente extraordinarias. im p d so p a ra explicar la conducta fueron muy criticados por sus disciY, en efecto, así es. nulos especialm ente A lfred A dler o C ari Jung. . A l m ism o tiem po, los avances en el conocim iento del funciona M i r a v i t l l e s , L.: «Visado para el futuro.» Biblioteca Básica Salvat m iento físico del cerebro y del sistem a nervioso han sido espectacula res. A p artir de 1950 se ha dem ostrado que las com plejas m terconexi n.° 33, Barcelona, 1969.
2.4.
466
La mente humana y el Psicoanálisis
nes de la corteza cerebral —donde se p roduce la actividad superior del pensam iento racio n al— no son sólo de índole eléctrica, sino electro química: cada neurona o célula nerviosa está conectada sim ultánea m ente a m ás de 50 000 células, y la transm isión de los m ensajes entre estas células es, sobre todo, un proceso quím ico m ediante el cual son liberadas pequeñísim as cantidades de enzimas a fin de dirigir un im pul so nervioso hacia las regiones especializadas del cerebro. Se han lle gado incluso a identificar y elab o rar en los laboratorios varias de estas sustancias transm isoras, com o las catecolam inas, u otras artificiales que producen efectos depresores o excitantes, tales com o la reserpina o los inhibidores de m onoam inaoxidaxa (M A C). E n conjunto las posibilidades de actuar hoy día sobre la m ente del hom bre p o r m edios bioquím icos son m ás im portantes que nunca. Se ha avanzado enorm em en te p o r este cam ino en el tratam iento de las enferm edades m entales; son infinitas las posibilidades en este terreno de cara al futuro, tales com o poten ciar determ inadas habilidades m en tales desde el nacim iento, e incluso, en u n a siniestra perspectiva, d e form ar y m anejar el pensam iento anulando la libertad de los indivi duos.
3. 3.1.
La revolución tecnológica La Medicina: de las vacunas a los trasplantes de órganos
Q uizás sea en el terren o de la sanidad donde la hum anidad ha sen tido más directa e in m ediatam ente el vertiginoso avance de la tecno logía y de la ciencia. E stos progresos se han producido sobre tres cam pos que son com plem entarios y que, en su conjunto, h an perm itido m e jo ra r las condiciones de salud y prolongar la vida de la m ayor parte de la hum anidad. P or un lado se han investigado las causas y descubierto los orígenes y factores que prod u cen la m ayoría de las enferm edades. Tam bién se ha conseguido prod u cir casi todos los m edicam entos exis tentes hoy día. P or últim o se ha sustituido la figura del «m édico de ca becera» p o r la de especialistas y equipos altam ente cualificados que ac túan en centros hospitalarios de alto nivel tecnológico y con grandes recursos. D e todas m aneras todo un conjunto de descubrim ientos y figuras clave han conform ado el pan o ram a de la m edicina actual.
Biotecnología Puede decirse que esta rama de la tecnología nació con el descubri miento de la penicilina. En general se define como el uso de los conoci mientos y las técnicas de la bioquí mica, microbiología e ingeniería ge nética con el fin de aplicar tecnoló gicamente las posibilidades de los microorganismos, cultivos de tejidos, células o parte de ellas. Una de las técnicas fundamentales es la ingeniería genética, basada so bre todo en la recombinación artifi cial del ADN, que nos permite crear organismos que no existen en la na turaleza y capaces de comportamien tos determinados o de fabricar pro ductos. También se trabaja con cul tivos celulares o en producción de anticuerpos monoclonales a partir de hibridomas. La biotecnología tiene aplicacio nes importantes en las industrias quí micas (síntesis de sustancias aromá ticas, plásticos), farmacéuticas (ob tención de vacunas, hormonas, interferón, antibióticos...) agroalimentarios, en ganadería (clonación y selec ción de variedades), en producción de alimentos con concentrados de proteínas, producción de alcoholes y biogás, tratamiento de minerales o de subproductos agrícolas e indus triales.
• Así, el descubrim iento y aplicación de los antibióticos, realizados ^ partir de los trabajos de A. Flem ing sobre la penicilina (1942), han p er m itido erradicar casi p o r com pleto la m o rtan d ad p o r infecciones bac terianas de todo tipo (neum onías, septicem ias, tuberculosis, sífilis, etc.). • E n el cam po de la medicina preventiva, la generalización m ediante cam pañas masiyas y el descubrim iento de nuevas vacunas han logrado reducir, e incluso erradicar, enferm edades m ás o m enos contagiosas y terroríficas p o r su m ortan d ad o secuelas (viruela, tétanos, tuberculo sis, tosferina, poliom ielitis, cólera, etc.). • P or su parte, los sistemas de exploración y diagnóstico han pasado des de la observación externa del m édico (el fam oso «ojo clínico») a la com pleja analítica de los fluidos vitales (sangre, orina) y al em pleo de
El electroencefalograma o medida de las comentes eléctricas que produce la corteza cerebral resulta especialmente útil para el conocimiento y tratamien to de las enfermedades mentales. 467
técnicas de exploración visual interna cada vez más perfectas e inocuas (radiología, term ografía, ecografía, escáner). • Los avances en farmacología han conducido a sintetizar sustancias que perm iten prolongar casi indefinidam ente la vida de ciertos enfer mos crónicos (insulina para la diabetes, m edicam entos antihipertensivos).
Nuevos sistemas de exploración médi ca: termografía de mama.
• N uevas técnicas quirúrgicas, ju nto al hallazgo de los grupos sanguí neos, eficaces anestésicos e incluso sustancias que controlan los siste mas defensivos e inm unológicos del organism o, han conseguido que entrem os en la era de los trasplantes de órganos (riñones, corazón, hí gado, córnea). Pese a todo lo anterior, la m edicina de nuestros días tiene aún por delante grandes desafíos no resueltos: la naturaleza y tratam iento del cáncer, la prevención de las enferm edades cardiovasculares o la cura de nuevas epidem ias com o el SID A pueden ser considerados, hoy día, prioritarios.
3.2.
L os n u e v o s (1920-1960)
medicamentos
1921: Insulina para la diabetes. 1926: Vitamina B l2 para la anemia. 1935: Sulfamida para diversas infec ciones. Tiopentona, inyección preli minar en casi todas las aneste sias. 1941: Cumarina como preventivo de la trombosis. 1942: Penicilina para la neumonía, la sífilis y otras infecciones. 1944: Estreptomicina para la tuber culosis. 1946: Paludrine para evitar la mala ria. 1948: Esteroides para tratar la artri tis reumática. 1949: Cloramfenicol, un antibiótico. 1951: Procainamida para las dolen cias cardíacas. 1952: Eritromicina, un antibiótico. 1953: Clorpromacina para los tras tornos mentales, manías y es quizofrenia. 1953: Isoniacida, el medicamento más potente contra la tuber culosis. 1954: Píldora contraceptiva. Reserpina para la hiperten sión. 1955: Vacuna oral contra la polio mielitis. 1957: Diuréticos a base de tiacida para los fallos cardíacos.
468
La cibernética y la informática
N o cabe la m enor duda de que, hoy día, la estrella del cam bio tec nológico es la inform ática. El m undo de los ordenadores, de muy re ciente aparición, está transform ando profundam ente la vida del hom bre m edio. El tratam iento y acceso a fuentes de inform ación (bancos de datos, periódicos), las simples operaciones com erciales y bancarias, o las tareas auxiliares en la enseñanza, son otros tantos cam pos donde el o rd en ad o r facilita la actividad hum ana. Los prim eros intentos de crear m áquinas que realizasen au tom áti cam ente cálculos num éricos, datan del siglo XIX. Así, Babbage y Jacquard construyeron la m áquina analítica, que m ediante procedim ien tos m ecánicos facilitaba operaciones de cálculo. N o va a ser, sin em bargo, hasta 1944 cuando se construya y entre en servicio la prim era calculadora electrom ecánica de uso general d e bida al físico norteam ericano H. A iken y denom inada M A R K I. A u n que puede considerarse el prim er ordenador, su enorm e tam año, su ca pacidad de m em oria reducida y su funcionam iento electrom ecánico la convertían en algo pesado, lento y de difícil m anejo. A p artir de este m om ento el avance de los ordenadores será im pa rable. E n 1946 com ienza a funcionar la E N IA C que sustituyó los sis tem as m ecánicos por los tubos de vacío o lám paras con considerable aum ento en la capacidad de alm acenar inform ación y la velocidad de cálculo, pese a lo cual pesaba más de 30 Tm y costaba 500 000 dólares. D esde los años cincuenta la construcción y el uso de los o rd en ad o res se generaliza, y pueden distinguirse cinco generaciones de los m is m os hasta fines de los años ochenta. • L a primera generación arranca del U N IV A C I, y utiliza el tubo de vacío, lo que los hacía especialm ente lentos (mil instrucciones p o r se gundo) y de capacidad de m em oria muy lim itada. • L a segunda generación aparece hacia 1960 y sustituye al tubo de va cío com o elem ento básico por el transistor, lo que perm itió una n o ta ble reducción del tam año, un notable abaratam iento, m ayor rapidez (un millón de instrucciones p o r segundo) y fiabilidad. Al contar con todas estas ventajas las grandes em presas com enzaron a instalarlos; al tiem po que se m ejoraron, asimismo, las técnicas de utilización (siste m as operativos, nuevos lenguajes).
• L a tercera generación se basa en la sustitución del transistor p o r los circuitos integrados o chips, en los que en una pastilla de silicio se in sertan miles de transistores en muy poco espacio. C on ello se ha lo grado un a increíble reducción del tam año, u n a drástica dism inución del consum o de energía y una altísim a fiabilidad. • La cuarta y quinta generaciones, actualm ente vigentes han perm itido tanto la fabricación de superordenadores que diseñan y resuelven p ro blem as com plejos, com o ordenadores medios, y ordenadores personales. E n la quin ta generación (desde 1985) se trab aja adem ás sobre la in te ligencia artificial y la más fácil com unicación hom bre-ordenador. Ju n to a estos espectaculares avances y difusión de la inform ática, es preciso reseñ ar aquí la revolución en las com unicaciones que se ha vivido en nuestro siglo con la difusión de la radio, la televisión o las com unicaciones vía satélite. T am bién físicos y técnicos en electrónica han unido sus esfuerzos p ara crear dos m aravillas de infinitas posibi lidades: el m icroscopio electrónico y el rayo láser (ver texto).
La microelectrónica y los circuitos integrados
Es una tecnología fundamental, como portadora de los cambios cualitativos que inciden en los demás sectores. Consiste en la miniaturización de los componentes electrónicos (chips) e instalación de gran número de ellos en espacios pequeños. Cada día nos sor prendemos por la ligereza o el tamaño de una nueva calculadora, un reloj, un aparato de televisión y muchos otros objetos que han llegado a ser cotidianos. El chip, elemento clave de la microelectrónica, data de 1971, cuando apareció el primer diminuto microprocesador que medía 3 milímetros de ancho por 3 de alto, y solamente 0,01 milímetros de espesor. Está basado en el comportamiento de los semiconducto res (fundamentalmente de silicio) y ha permitido en el campo de la informática llegar a ordenadores pequeños y accesibles al redu cir costos, espacios, tiempo y energía, ganando a su vez en versatili dad.
Cable de fibra óptica.
El láser
La palabra láser es un acrónimo de Light Amplification by Estimulated Emisión of Radiation, es decir, «amplificación de la luz por una emisión estimulada de la radiación.» Consiste en un haz muy fino de fotones luminosos de la misma frecuencia (color), mis ma fase y misma dirección (coherente). Se suelen distinguir dos tipos de láser, según su potencia. Los de alta potencia tienen como sustancia de emisora gases molecula res (dióxido de carbono) o ionizados (iones de argón o kripton), mientras que en los de baja potencia emiten los átomos (de helioneón) o iones de vapor metálico (cadmio). Según sus características pueden ser empleados en telecomuni caciones, industria (taladro, corte, soldadura de metales), instru mentos científicos (radares, espectroscopios, microscopios), infor mática (impresoras, memorias ópticas), medicina (oftalmología, ci rugía, urología), defensa (armas, simuladores), investigación cien tífica, videodiscos, etc. Se trata de un campo en rápida expansión, dada la versatilidad del recurso. Hoy se trabaja en la producción de nuevos tipos de lá ser, como el de electrones libres en la ampliación del láser a espec troscopia de alta resolución en el campo de las comunicaciones óp ticas, en la aplicación a separación de isótopos, en aplicaciones in dustriales, médicas y de defensa.
Figuras realizadas mediante la síntesis de imágenes por ordenador.
Utilización del rayo láser en una ope ración quirúrgica. 469
3.3.
Fotografía del satélite Telstar.
Wernher von Braun, constructor de las V-2 alemanas durante la Se gunda Guerra Mundial, fue poste riormente el diseñador de los cohe tes norteamericanos que llevaron al hombre a la Luna.
El STS-1 Columbia abrió nuevos ca minos de investigación en los campos científico, industrial y militar (Misión Columbia). Aterrizó en la base Edwards (EE.UU.) después de haber dado treinta y seis vueltas a la órbita de la Tiena en cincuenta y cuatro ho ras y media (1981). 470
La conquista del espacio
U n o de los terrenos donde el conjunto de descubrim ientos cientí ficos y tecnológicos del siglo X X se ha aplicado más intensam ente y con resultados más espectaculares ha sido la llam ada «cañera espacial o conquista del espacio.» E n ella las dos grandes potencias actuales, E E . U U . y la U R SS, han em pleado considerables sumas de dinero y esfuerzos hum anos. R azones de prestigio internacional, objetivos de experim entación m ilitar y puram ente científica, ju n to con necesidades evidentes en el terren o de las com unicaciones, se han conjugado du ran te los últim os trein ta años en lo que ya se llam a la E ra E spacial. A la altura de los años noventa, podem os establecer cuatro gran des fases en esta apasionante com petición: a) L a de los satélites de reducidas dimensiones sin tripulación h u m ana, que se inicia en octubre de 1957 con el «Sputnik I» de la U RSS, seguido del V anguard norteam ericano. E stos ingenios aprovecharon las experiencias que en m ateria de cohetes de varias fases se habían desarrollado en la U R SS y A lem ania en los años trein ta (la V-2 de V on B raun, K. E. Tsiolkvsky en la U RSS). b) La de los vuelos espaciales tripulados alrededor de la T ierra, a lo largo de los años sesenta, iniciada tam bién por los soviéticos con el vuelo de Y uri G agarin a bordo de una nave V ostok I (1961). Los p ro yectos espaciales en esta época se concretaron en el masivo lanzam ien to de satélites de com unicaciones, observación científica y m ilitares, así com o el envío de sondas espaciales de pequeño tam año (M ariner a M arte) a los planetas más cercanos. N o obstante, las series de naves de vuelos tripulados M ercury y G ém inis norteam ericanas y Cosm os y Salyut soviéticas centraron la atención mundial. c) L a llegada del hombre a la L u n a , lograda por E E . U U . el 21 de junio de 1969 a través del am bicioso program a A polo, que se p rolon garía hasta m ediados de los setenta. Se caracteriza tam bién este p erío do p o r los felices ensayos de acoplam iento de naves en el espacio (ope ración Salyut-Apolo, 1975) y por el lanzam iento de estaciones orb ita les donde los astronautas perm anecen largos períodos de tiem po (Skylab, Soyuz). d) L as nuevas naves espaciales de gran tam año y recuperables, en cabezadas p o r el proyecto «Colum bia» norteam ericano (1981), au tén ticos aviones del espacio, aplicables a m ultitud de usos, incluidos los m ilitares. A u n q u e los elevadísim os costes económ icos de los program as es paciales han recortado proyectos ambiciosos, actualm ente, y de cara al año 2000, los program as m ilitares norteam ericanos de la ID E (Inicia tiva de D efensa E stratégica), las grandes estaciones orbitales soviéti cas, y la exploración hum ana de M arte centran la atención de los cientí ficos.
4.
Revolución en el arte, la literatura y la filosofía
4.1. Del arte figurativo al arte abstracto Siguiendo las líneas m arcadas a fines de siglo XIX, los artistas con tinuaron en n uestra época rebelándose contra las norm as y los cáno nes establecidos. Si los pintores postim presionistas com o G auguin y Van G ogh hicieron del color el elem ento fundam ental de su arte; el cubista B raque rechazó el arte representativo aún más decididam ente y representó el m undo a través de form as abstractas. D uran te el período posterior a la P rim era G u erra M undial la re volución en el arte se intensificó, influida p o r u n clima de pesimismo ante las destrucciones de la guerra, por el psicoanálisis de F reud y los elem entos inconscientes e irracionales del ser hum ano. Los surrealis tas se burlan de form a abierta de la racionalidad y de la realidad, y ex traen sus lienzos del subconsciente. Las experiencias sobre nuevas fo r mas y colores son continuadas en los años veinte y trein ta por genios como M atisse, B raque o Picasso. Chagall, por su parte, pintaba las fan tasías del m undo de los sueños. E l cubism o evolucionó hacia un sen tido más estricto de la geom etría y a la concentración en la form a sola con resultados brillantes com o en la obra de M ondrian. Tras la Segunda G u erra M undial la vanguardia en el arte, tradicio nalm ente euro p ea, y m ás en concreto francesa va a trasladarse a EE. U U . Allí Pollock y sus seguidores desarrollan el Expresionism o abstracto que incluye técnicas de im provisación de tal m anera que se deja la elaboración de la obra de arte al subconsciente. La progresiva abstracción, el alejam iento de la realidad y la bús queda de nuevas fórm ulas en todas las artes ha causado en los últim os decenios un cierto divorcio en tre el gran público y los artistas; sin em bargo, la obra m ás avanzada de éstos se ha ido valorando progresiva m ente en las sociedades m ás libres, prim ero p o r entendidos y colec cionistas, y después p o r la m ayoría de la población. M ientras, los re gím enes totalitarios com o el nazism o o el com unism o soviético, han coartado la libertad del artista, y considerado al arte contem poráneo com o algo d eg enerado o socialm ente peligroso, fom entando com o al ternativa un reto rn o al clasicismo greco-latino o el denom inado «rea lismo socialista» de carácter didáctico y propagandístico. E n arquitectura, escuelas com o la B auhaus o figuras tales com o Le C orbusier im pusieron desde m ediados de siglo un funcionalism o a ul tranza que en ocasiones no ha sabido insertarse en un en torno tradicio nal.
El laberinto de A. Masson (1938) re vela la presencia de los elementos irracionales y subconscientes en la pintura surrealista.
Action painting
«Mientras estoy inmerso en mi pintura, no me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Es solamente tras una especie de período de “familiarización” cuando veo lo que me traía entre manos. No ten go el menor temor a hacer cambios, destruir la imagen, etcétera, porque el cuadro tiene una vida suya propia. E intento que la viva hasta el final. Y sólo cuando pierdo contacto con el cuadro es el resultado una chapuza. Si no es así, entonces hay armonía pura, un fluido toma y daca, y el cuadro sale bien.» Ja ck so n P o l lo c k ,
sía, 1979).
citado en F r a n k
O ’H a r a :
Fragmentos, Poe
La Casa Milá (Barcelona) de A. Gau dí (1910). Representa la temprana búsqueda de nuevas formas para la arquitectu ra en la propia Naturaleza. 471
4.2.
Retrato de James Joyce.
Subjetivismo e interiorismo literario: la antinovela
U n fenóm eno sim ilar al que ocurre en las artes figurativas tiene lu gar en la literatura. Lo subjetivo y lo subconsciente se im ponen al re a lismo típico de la segunda m itad del siglo XIX. La reconstrucción artística del tiem po perdido y el despliegue de la m ás íntim a experiencia del individuo m ediante una corriente de con ciencia y un desbordam iento de recuerdos aparecieron, p o r prim era vez, en la obra de M arcel P roust y en la de Jam es Joyce. Tal vez fue T. S. E liot quien m ejor reflejó la desazón espiritual de la edad con tem p o rán ea en el tono de su largo poem a, «The W aste Land» (La tierra devastada), escrito en 1922, pero igualm ente significativo, más de cincuenta años después. D espués de la Segunda G u e rra M undial, escritores avanzados, es pecialm ente en Francia, experim entaron con la «antinovela», una n o vela sin héroes ni tram as en el sentido convencional, que a m enudo re construía pequeños m undos cerrados, aislados de las realidades del presente. T am bién aquí el subjetivism o de los escritores reflejaba d e liberadam ente un m undo de incertidum bres desm oronadas. Dos obras literarias del siglo XX
Thomas S. Eliot. Dos de los escritores que, a me diados de siglo renovaron profunda mente la literatura anglosajona: Ja mes Joyce (1861-1942) y Thomas S. Eliot, este último Premio Nobel en 1948.
472
Vamos a comentar ahora dos grandes obras maestras modernas publicadas ambas en aquel literario annus mirabilis que fue en la historia de la literatura el 1922. El Ulises de Joyce y The Waste Land de Eliot son a menudo considerados respectivamente como la prosa y la poesía épicas de su época. El Ulises de Joyce es mo derno tanto por la vitalidad y originalidad de su lenguaje como por su forma sumamente experimental. En Ulises, Joyce explora con gran profundidad la vida del dublinés Bloom. No existe, en rigor, un argumento determinado sino más bien una acumulación de acontecimientos, muchos de los cuales podrían parecer triviales si no fuesen explorados con tal fuerza imaginativa. La descripción de los detalles se hace con un realismo tan mi nucioso que resultan desconocidos; el episodio del circo sienta una nueva base para la descripción de la miseria urbana y al mismo tiempo pinta Dublín con el intenso colorido del mito. En esto Joy ce parece más influenciado por Dickens que por Zola. Por otra par te Joyce utiliza la técnica que Proust y Virginia W oolf andaban ex plorando, aunque a través de sensibilidades muy distintas: aquel stream of consciousneas, o «flujo de conciencia» que sigue los pen samientos y sentimientos de un individuo de tal forma que noso tros entramos en contacto con los hechos a través de su conciencia y hasta cierto punto, de su subconsciente. Esta técnica es realista por su considerable dosis de búsqueda de las realidades interiores; pero, precisamente a causa de que se trata de realidades interiores, puede diferir mucho en sus resultados del «realismo» social. Se producen irónicas contradicciones, cómicas a veces y a veces trá gicas, con la situación externa; o, al contrario, puede subrayar el total aislamiento del individuo en el interior de su propia concien cia en donde la sensibilidad puede pagar sus consecuencias con la desilusión, la crisis o la muerte. En Virginia W oolf nos encontra mos además con otro elemento: ese tipo anormal que caracteriza la conciencia de sus personajes que va frecuentemente asociada con el misticismo, pero que en los casos concretos que la escritora nos presenta parece más bien subrayar el aislamiento del yo. D y so n , A. E.: «La Literatura de 1895 a 1939, en «Historia del Mundo Moderno de Cambridge», Sopeña, Barcelona, 1977, vol. X II, pág. 466.
4.3.
Nuevas preocupaciones filosóficas: neopositivismo y filosofía analítica
Las preocupaciones básicas de la filosofía de n uestra época a p are cen radicalm ente distintas a la de la filosofía tradicional. É l problem a de D ios, del Ser, y la conducta hum ana que la acercaban a la teología, y prácticam ente la enclaustraban en la m etafísica, la ontología y la é ti ca, serán sustituidos p o r u n progresivo acercam iento a las ciencias de la naturaleza y las m atem áticas. • El esfuerzo p o r com prender los fundam entos de la filosofía en té r m inos de la ciencia em pírica, de la m atem ática y de la lógica sim bóli ca, conocido com o positivism o lógico (o em pirism o lógico) fue d esarro llado en Inglaterra p o r B ertran d Russell y A lfred N o rth W hitehead, a través de sus «Principia Mathematica» en vísperas de la P rim era G u e rra M undial, fue com pletado p o r el filósofo vienés Ludwig W ittgenstein, que luego se trasladó a C am bridge. O puesto a todo lo que fuese metafísico, rechazaba com o carentes de valor las cuestiones tradicionales de la filosofía y de la teología, e insistía en que los filósofos no podían hablar, en frase de W ittgenstein, «de D ios, de la m uerte, de lo que está m ás alto». • O tro im portante desenvolvim iento estim ulaba el análisis lingüístico. R echazando las form ulaciones m atem áticas del positivism o lógico, al gunos filósofos, en tre ellos el propio W ittgenstein en su obra p o ste rior, sostenían que las cuestiones y declaraciones filosóficas no podían ser sem ejantes a las de la ciencia; los filósofos tenían que explorar el lenguaje y las am bigüedades del lenguaje. A. J. Ayer, un filósofo in glés, resum ía la posición en su obra «Lenguaje, Verdad y Lógica.» La filosofía co ntem poránea, especialm ente en G ran B retaña y en los E stados U nidos, se consagró al lenguaje, la sem ántica y el análisis lingüístico. Tal filosofía no ofrecía seguridad alguna ante las perpleji dades del m undo m oderno. A ctualm ente, m uchos filósofos atendiendo cada vez m ás a nuevas preocupaciones, abordan problem as hum anos y sociales no resueltos, entre los que figuran las im plicaciones éticas planteadas por los ad e lantos m odernos en tecnología, ciencia y m edicina.
5.
Religión e inquietudes humanistas
5.1.
La renovación interna del Cristianismo
P or el papel p rep o n d eran te que ha jugado el C ristianism o dentro del ám bito de la cultura occidental, los profundos cam bios internos que durante el siglo X X ha sufrido la Iglesia católica han sido decisi vos para la conform ación de la cosm ovisión del hom bre co ntem porá neo. La Iglesia C atólica en tra en el siglo actual con una actitud clara m ente defensiva, frente a las críticas y ataques del liberalism o y la ap a rición de un fuerte anticlericalism o.
D espojada p o r confiscaciones y desam ortizaciones de buena p arte de sus riquezas, se va a cuidar especialm ente la renovación de la prác tica religiosa entre el clero y los fieles, adem ás de condenar y com ba tir las corrientes de pensam iento crítico y laico de la época, tales com o el «M odernism o» y el «Librepensam iento». Las figuras de los papas, revestidos del dogm a de la infalibilidad, van a m arcar el rum bo del C atolicism o contem poráneo. Tras el largo pontificado de L eón X III, le sucederá Pío X (1903-14), actualm ente elevado a los altares, que condenó duram ente «los errores del M undo M oderno», reform ó la C uria y el Código de D erecho Canónico, p u blicado p o r su sucesor, y se m antuvo «prisionero en el V aticano» al n e garse a negociar con el gobierno italiano el problem a de los antiguos territorios del P apa ocupados p o r Italia en 1870. E l pontificado de B enedicto XV, por su parte (1914-22), estuvo m arcado p o r el inm enso traum a de la P rim era G u erra M undial. L o gró m an ten er una exquisita neutralidad ante presiones de todo tipo y realizó intensos llam am ientos y gestiones en favor de una paz rápida, justa y razonable (véase texto en T em a 8). C on la labor hum anitaria ejercida en favor de heridos, prisioneros y población civil afectada, el prestigio internacional de la Iglesia aum entó considerablem ente. Asamblea litúrgica en la basílica de San Pedro del Vaticano, durante la ce lebración del Concilio Vaticano II.
■ Los pontífices de los años centrales del siglo, Pío X I (1922-39) y Pío X II (1939-58), tuvieron que ad o p tar difíciles posturas, entre la conde na y la no introm isión ante los totalitarism os de la época, adem ás de afro n tar la Segunda G uerra M undial. N um erosas encíclicas y docu m entos condenatorios fueron publicados ante los abusos que, frente a los derechos de la persona, ejercían los fascismos y el com unism o so viético (encíclica M it brennender contra el nazismo, Divini Redem ptoñs contra el com unism o). Junto a esta inflexibilidad en los principios doc trinales, el pontificado hizo gala de una gran prudencia y pragm atism o en el terren o de lo concreto. Siguiendo esta línea de actuación, en oca siones criticada, se resolvió definitivam ente la anóm ala situación del P apa en el V aticano, m antenida desde 1870, m ediante los Pactos de L etrán (1922), que creaban el E stado V aticano, con plena soberanía, y obligaban al gobierno italiano a pagar una fuerte indem nización al Papa. T am bién se evitaron enfrentam ientos innecesarios con el régi m en nazi. Asim ismo, en los países de E u ro p a oriental, tras la im plan tación de regím enes com unistas, la Iglesia Católica m antuvo un fuerte vigor y arráigo, a pesar de las persecuciones a que se vio som etida, es pecialm ente en Polonia y H ungría. ■ Pero la gran m odernización y puesta al día de la Iglesia C atólica se va a producir a p artir de 1960. F rente al inm enso carism a personal y preparación teológica y política de Pío X II, que rigió con m ano férrea los destinos del Catolicism o, sus sucesores, Ju an X X III (1958-63) y P a blo V I (1963-78), op tarán por la vía del diálogo, la ap ertu ra hacia el m undo actual y una descentralización del p o d er eclesial, com partién dolo con los obispos (colegialidad). C uatro cuestiones básicas van a cen trar el proceso de renovación actual de la Iglesia:
En un serio intento de moderniza ción y de adaptación a las realidades del mundo actual, Juan XXIII con vocó en 1962 el Concilio Vaticano II. 474
• Crisis de autoridad en el seno de la propia institución, d em an dándose p or am plios sectores del clero y fieles una m ayor p a rti cipación en las decisiones de la jerarquía. • Ecum enism o, que significa la asunción dentro de la Iglesia de otras form as culturales de origen no europeo en un m undo p ro gresivam ente em pequeñecido e interrelacionado. A dem ás, se
preconizará tam bién el diálogo con otras religiones, cristianas o no, en la búsqueda de lo que une a todos los creyentes en un solo D ios, no de lo que los separa. • «Aggiomamento», térm ino muy querido p o r estos pontífices del cam bio en el sentido de p uesta al día y asunción com o buenas de las realidades e innovaciones de la época actual. • Doctrina social, ya form ulada en sus principios básicos p o r L eón X III, a fines del siglo X IX , y que supone la preocupación y la intervención decidida ante las condiciones m ateriales de vida de los hom bres, en un com prom iso tem poral del cristiano, tal y com o definió Juan X X III en la encíclica Mater et Magistra. • A uténtico hito en este proceso de renovación ap untado fue la con vocatoria y celebración, en tre 1962 y 1965, del C oncilio V aticano II, com o m agna asam blea de la Iglesia universal. T odos los problem as can dentes fueron discutidos p o r m ás de 2 500 «padres conciliares», entre obispos y sacerdotes p rocedentes de todo el m undo. F rente al afán d e finidor del dogm a y condenatorio de sus desviaciones de que hicieron gala los concilios anteriores (T rento en siglo X V I, V aticano I, en 1870), el V aticano II se caracteriza p o r la potenciación del papel de los obis pos ju n to al P apa en el gobierno de la Iglesia, y p o r la revalorización del papel de los fieles laicos, a los que se d em anda la máxim a partici pación y m ayores responsabilidades. Al m ism o tiem po, y dentro de este espíritu conciliar se reform a la C uria R o m an a (gobierno de la Iglesia), dando m ayor participación al clero no italiano; se suprim en los a n a te m as o condenas solem nes sobre autores o líneas de pensam iento con sideradas «peligrosas»; se acerca el rezo y la liturgia al pueblo creyen te adoptándose la lengua de éste en sustitución del latín; por últim o, los frecuentes viajes por todo el m undo de los papas relanzan de n u e vo el m odelo evangelizador de los prim eros tiem pos del Cristianism o y perm iten el m ejor conocim iento de un Catolicism o, cada vez m ás uni versal y complejo.
Jóvenes japoneses en una fiesta sintoísta.
Juan Pablo II imponiendo las manos.
Las consecuencias del Concilio Vati cano II. El Concilio ha presentado el fin de la prolongada época postridentina. En este sentido, la Iglesia está vivien do una situación nueva, y es explica ble el malestar y el desconcierto de muchos de sus miembros, educados y acostumbrados a otra sensibilidad. El aspecto externo e interno de la Iglesia se ha transformado. Antes pa recía que sólo enseñaba y adoctrina ba, ahora es capaz de aprender y pre guntar. Antes se presentaba monolí tica, ahora estalla en un pluralismo para muchos alarmante y para otros enriquecedor. Siempre ha insistido en la conciencia humana como últi ma instancia de decisión y ahora lo pone en práctica. Antes todo el con texto indicaba una sociedad unifor me demasiado jurídica y jerarquiza da, en la que la espontaneidad y las particularidades no tenían mucho lu gar, y ahora se intentaba evolucionar hacia una sociedad que manifestase con más claridad la confianza de sus miembros movidos por la fe y la gra cia del Espíritu. Antes, si no en la teoría sí en la práctica, la autoridad eclesiástica se parecía demasiado a la política, tanto en su aparato externo como en los métodos de mando, mientras que el Concilio insistió con frecuencia en equiparar la presiden cia con el servicio. El Vaticano II constituye un nue vo período de la historia de la Igle sia, de una Iglesia aparentemente más frágil, más expuesta a los avala res de la historia, más influida por las corrientes e ideologías del momento, pero, al mismo tiempo, más cercana y accesible. Lo que ha perdido de hieratismo y solemnidad lo ha gana do en proximidad; lo que ha perdi do de impecabilidad, ha ganado en credibilidad; lo que ha perdido de uniformidad vertical lo ha ganado en sentido comunitario, subrayando la iniciativa y responsabilidad eclesial de todos sus miembros.
Dos imágenes del fenómeno religioso contemporáneo. Jóvenes occidentales ante un templo budista en Tibet en busca de nuevas vivencias religiosas. El Papa Juan Pablo II ordena sacerdotes en uno de sus frecuentes viajes de evangelización por el Tercer Mun do.
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Veinte años después resulta fácil comprobar el inmenso impacto pro ducido por este Concilio en la vida de la Iglesia católica. Dado que el cambio no se ha reducido a normas o costumbres, sino que ha abarcado fundamentalmente el talante y la sensibilidad religiosa de sus miem bros. Laboa, J. M.: El Concilio Vatica no II, «Historia Universal del si glo XX», de Historia 16, vol. 31, pág. 116.
• D esde la clausura del Concilio, en la últim a etapa del pontificado de Pablo V I, y con sus sucesores Ju an Pablo I (1978) y Ju an Pablo II, la Iglesia vive un período de florecim iento y expansión no exento de tensiones internas y contradicciones. El enfrentam iento entre los sec tores m ás tradicionales y cerrados (obispo Lefevre) y los m ás avanza dos, que preconizan el com prom iso tem poral frente a la injusticia y el acercam iento al marxismo (teología de la liberación), se ha agudizado en los años ochenta. T am bién el fenóm eno de la secularización de las sociedades desarrolladas y el indiferentism o religioso presente en és tas han llevado a un descenso de las prácticas religiosas form ales (sa cram entos, misa dom inical). No obstante, el afán de trascendentalidad del hom bre actual es una realidad evidente que busca cam inos más au ténticos y gratificantes fuera y dentro de la Iglesia (com unidades de base, religiones orientales).
5.2.
Dos profundos críticos a la sociedad de su época. A. Camus y J. P. Sartre.
Albert Camus (1913-1960).
Jean Paul Sartre (1905-1980).
El existencialismo
Al m argen de la religión organizada y de la filosofía tradicional, un cuerpo de ideas vagam ente organizado, llam ado «existencialismo», h a cía un esfuerzo p o r abordar la ap urada situación hum ana. Los existencialistas no form aban una escuela de pensam iento, ni sostenían un cuerpo co herente de principios: había existencialistas cristianos, agnós ticos y ateos; pero todos tenían en com ún unas determ inadas creen cias y actitudes. Todos reflejaban una civilización inquieta, un m undo p ertu rb ad o p o r la guerra, el totalitarism o y la opresión, un m undo de progreso m aterial e incertidum bre m oral, en el que el individuo podía ser aplastado por los propios triunfos de la ciencia y la tecnología. Los existencialistas cuestionaban la idea de progreso o la desechaban como una ilusión, subrayando especialm ente el hecho de la «existencia» en el presente, dudaban, a veces, que una generación viviente pudiera ap ren d er del pasado o contribuir al futuro, y con la aceptación lo que gustaban de llam ar el «absurdo» de la situación hum ana, tratab an de reconciliar la discrepancia en tre los ideales hum anos y un universo al que consideraban carente de sentido. Lueron fundam entalm ente escri tores franceses, quienes, finalizada la Segunda G uerra M undial, d e sarrollaron esta corriente de pensam iento en la literatura y la filosofía con u n a am plia resonancia intelectual. E l novelista, dram aturgo y en sayista Jean-P aul Sartre fue un destacado m odelo, así com o A lbert C a mus. A m bos autores sostenían que en un m undo hostil el hom bre tie ne que reafirm ar su libertad. Sartre decía que los seres hum anos están «condenados a ser libres», totalm ente libres y enteram ente responsa bles de las decisiones que adoptan. A dem ás, el existencialista au tén ti co no era sim plem ente contem plativo, sino com prom etido con la ac ción, aun cuando sabía que tal acción no podía cam biar el m undo.
1.
Comentario de textos
D ocum ento 1 Ciencia y libertad de investigación «Los m otivos económ icos y políticos han sido siem pre, en parte, causa de persecución, y quizá la causa principal. E n todo caso, el argum ento con tra la p e r secución de las opiniones no ha de d ep en d er de lo que p u eda ser la excusa de la persecu ción. (...) La am enaza p ara la libertad intelectual es más grande en nuestros días que en cualquier m om ento desde 1660, pero ahora no provie ne de las iglesias cristianas. Proviene de los gobiernos, que, debido al peligro m oderno de la anarquía y el caos, han h eredado el carác ter sacrosanto que antes p ertenecía a las au toridades eclesiásticas. C laram ente, el deber
de los hom bres de ciencia, y de todos los que aprecian el conocim iento científico, es el de p rotestar contra las nuevas form as de perse cución, m ejor que congratularse de m odo com placiente por la decadencia de las viejas form as. (...) E n los países en que los hom bres de ciencia poseen tan ta libertad intelectual como desean, deben m ostrar, con la conde nación im parcial, que desaprueban su m u ti lación en todas partes, cualesquiera que sean las doctrinas p o r las cuales se ha suprim ido. P ueden ser una m inoría en la com unidad aquellos para los cuales la libertad es perso nalm ente valiosa, pero entre ellos están los hom bres m ás im portantes para el futuro. (...).» R u s s e l l , B e r t r a n d , : «Religión y Ciencia.».
FCE, México, 1951, págs. 171-172.
C uestiones 1. 2. 3. 4. 5.
Sitúa cronológicam ente cl docum ento. Averigua lo que puedas sobre su autor. Distingue los dos peligros que se enuncian para la libertad de investigación, y describe su origen y período de vigencia histórica. ¿Q ué rem edios propone el au to r para el logro de una auténtica libertad de investigación en todo el m undo? Reflexiona sobre la actualidad del texto. ¿Existe actualm ente persecución contra la liber tad intelectual? Cita algunos ejem plos.
D ocum ento 2 André Bretón define la inspiración de los surrealistas. «D espués de que hayáis acom odado en un lugar lo m ás favorable posible p ara la con centración de vuestro espíritu sobre sí m is mo, haced que os traigan los útiles de escri bir. Poneros en el estado m ás pasivo o recep tivo que podáis. H aced caso om iso de vues
tro genio, de vuestro talento y de los talentos de los dem ás. D ecid que la literatu ra es uno de los más tristes cam inos que llevan a todo. Escribid rápidam ente sin tem a preconcebido, lo bastante aprisa com o p a ra no re ten er y no ser tentados a releer. La prim era frase ven drá sola, pues no cabe duda de que, en cada segundo, existe una frase, extraña a nuestro pensam iento consciente que sólo pide su exteriorización. Es bastante difícil pronunciar se sobre cl caso de la frase siguiente que, si
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P P J P 0 P P P IP P
se adm ite p o r el hecho de h ab er escrito la p ri m era e n trañ a un m ínim o de perfección, p a r ticipa a la vez de n uestra actividad conscien te y de la otra. P or lo dem ás, poco debe im portarnos. Es aquí donde reside, en su m a yor parte, el interés del juego surrealista. Su cede siem pre que la puntuación se opone a la continuidad absoluta de la corriente espi ritual que nos invade, aunque dicha p u n tu a ción parezca tan necesaria com o la distribu ción de los nudos en u n a cuerda vibrante. P o déis continuar tan to tiem po com o os venga en gana. Fiaros del carácter inagotable del m urm ullo interior. Si, a causa de u n a falta —una falta, p o r ejem plo, de d istracción—, el
2.
silencio espiritual am enaza con im ponerse, desentenderos inm ediatam ente de toda escogitación dem asiado clara. A continuación de la palabra cuyo origen os parece sospechoso, poned una letra cualquiera, p o r ejem plo, una /, siem pre una / y volved a lo arbitrario co lo cando esta letra com o inicial de la palabra si guiente. E l lenguaje fue dado al hom bre para que hiciera de él un uso surrealista... N o está inquieto por las palabras que van a venir ni por la frase que seguirá a la que concluye. A una pregunta muy sencilla será capaz de res po n d er a quem arropa...» A n d r é B r e t ó n : «Manifiesto Surrealista», 1924.
Temas de debate y de profundización
D ada su vigencia y actualidad, se propone com o tem a general de debate la Iglesia ante el m undo de hoy. Para ello se propone com o punto de partida el siguiente fragm ento de la Cons titución Sobre la Iglesia en el m u n d o actual. ■ Se puede consultar tam bién esta bibliografía: «Concilio Vaticano II. C onstituciones, D ecretos, D eclaraciones.» BAC. M adrid, 1965. «Cinco grandes mensajes. BAC. M adrid, 1970. M etz, René: «Historia de los Concilios.» O ikos-Tau, Barcelona, 1971. «4. Es necesario, p o r ello, conocer y com prender el m undo en que vivimos, sus esperan zas, sus aspiraciones y el sesgo dram ático que con frecuencia le caracteriza. He aquí algunos rasgos fundam entales del m undo m oderno. El género hum ano se halla hoy en un período nuevo de su historia, caracterizado por cam bios profundos y acelerados, que progresivam ente se extienden al universo entero. Los provo ca el hom bre con su inteligencia y su actividad creadora: pero recaen luego sobre el hom bre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus m odos de pensar y sobre su com p ortam ien to para con las realidades y los hom bres con quienes convive. Tan es esto así, que se puede y va hablar de una verd ad era m etam orfosis social y cultural, que redunda tam bién sobre la vida religiosa. C om o ocurre en casos de crecim iento repentino, esta transform ación trae consigo no leves dificultades. Así, m ientras el hom bre am plía extraordinariam ente su poder, no siem pre consi gue som eterlo a su servicio. Q uiere conocer con profundidad creciente su intim idad espiritual, y con frecuencia se siente m ás incierto que nunca de sí mismo. D escubre paulatinam ente las leyes de la vida social, y duda sobre la orientación que a ésta se debe dar. Jam ás el género hum ano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto p o d er económ ico. Y, sin em bargo, una gran p arte de la hum anidad sufre ham bre y miseria, y son m uchedum bre los que no saben leer ni escribir. N unca ha tenido el hom bre un sentido tan agudo de su libertad, y en tre ta n to surgen nuevas form as de esclavitud social y psíquica. M ientras el m undo siente con tan ta viveza su propia unidad y la m utua interdependencia en ineludible solidaridad, se ve, sin em bargo, gravísim am ente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas. Persisten, en efecto, todavía agudas tensiones políticas, sociales, económ icas, ra ciales e ideológicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que am enaza con destruirlo
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todo. Se aum en ta la com unicación de las ideas; sin em bargo, aun las palabras definidoras de los conceptos m ás fundam entales revisten sentidos hartos diversos en las distintas ideologías. Por últim o, se busca con insistencia un ord en tem poral más perfecto sin que avance p aralela m ente el m ejoram iento de los espíritus.» Propuesta de puntos concretos para el debate: a) Posición general de la Iglesia ante el m undo contem poráneo, b) R elaciones de igualdad y justicia en tre los seres hum anos y en tre los pueblos, c) F undam entos de un orden social jus to. d) E l problem a de los derechos hum anos.
3.
Testimonios
Literarios R esulta im posible citar aquí, aunque sea som eram ente, las obras fundam entales que pueden ser útiles p ara apoyar la com prensión del p resente tem a. N o obstante, d entro del terren o de la filosofía, el pensam iento y el arte m erecen destacarse: L a náusea, de Jean Paul Sartre; Eros y civilización, de H erb ert M arcuse; L a rebelión de las masas, de J. O r tega y G asset, y E l M anifiesto Surrealista, de A. B retón. D en tro del cam po de la ciencia y de la técnica, sólo m encionam os dos obras que son muy accesibles al lector m edio y que causaron gran im pacto en el m om ento de su aparición; Visado para el futuro, de Luis Miravitlles, e Historia del Tiempo, de S. H aw king. U n trascendental esfuerzo p o r arm oni zar los principios del cristianism o con el ver tiginoso avance de la ciencia co ntem poránea se debió al P. T eilhard de C hardin en sus nu tridas publicaciones. Cinematográficos Sobre los fenóm enos culturales, artísticos, científicos o religiosos, el cine nos ha p ro p o r cionado productos de desigual calidad. U na sugerente visión de la evolución del hom bre, su pasado y su futuro, realizada con una gran calidad artística y técnica es 2001, Una odi sea del Espacio (S. Kubrick, 1968), inspirada en un relato de ciencia ficción original de A. Clarke. El m undo interio r del hom bre, los problem as y ensoñaciones de la m ente se abordan de m anera cruda e inm isericorde en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975). Por su p arte, Recuerda (A. H itchcock, 1945) con-
Portada de «Historia del Tiempo». tiene una interesante secuencia onírica según la personalísim a interpretación de Salvador Dalí. D en tro del docum entalism o m erece desta car la serie norteam ericana Cosmos, dirigida por K arl Sagan, que ha hecho asequible al gran público los com plejos avances y nuevas teorías de la ciencia contem poránea. E l fenó m eno de la rebeldía juvenil de los años se senta, que tuvo en los Beatles su principal símbolo, puede analizarse a través de la film ografía de éstos, especialm ente en Qué no che la de aquel día (R. Lester, 1964). P or úl tim o, un serio intento de cine religioso com prom etido con los problem as políticos y so ciales del m undo actual se ofrece en L as San dalias del Pescador (M. A nderson, 1968), que sintoniza perfectam ente con el espíritu de los últim os pontificados. ?
Editorial Bruno
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