PAUL CHACORNAC
EL CONDE DE SAINT GERMAIN
Editorial Sirio, S.A.
Traducido del francés por David García Valverde
Traducido de la versión francesa de Editions Traditionnelles
© de la presente edición EDITORIAL SIRIO, S.A. C/ Panaderos, 9 29005-Málaga
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INTRODUCCIÓN (POR EL RE-EDITOR: MEIREM)
Cierto es, cuando se señala a Paul Chacornac, como uno de los investigadores más completos y acuciosos acerca de la vida del conde de Saint Germain; debido a la inmensa cantidad de referencias, citas y obras consultadas; pero este atributo, incluye algunas expresiones que desmerecen el trabajo de otro tipo de investigadores y discípulos de la Gran Hermandad Blanca (GHB), los mismos que basaron sus investigaciones en la clarividencia, la lectura de los archivos akáshicos, los dictados hechos por los Maestros de la GHB, etc. Como es el caso de Helena Petrovna Blavátsky, H. S. Olcott, Annie Besant, Charles W. Leadbeater, Godfré Ray King (Guy Ballard; quién canalizó las enseñanzas del Maestro Saint Germain), etc. Comprenderéis lo expuesto cuando lean este libro; y acoto que, las citas con el encabezado EM, así como los resaltados de algunas frases con negrita son de mi autoría. Escribe Paul Chacornac: Se puede admitir, como trataremos de demostrarlo, que no hay nada de imposible en que el conde de Saint-Germain haya sido hijo de la reina, viuda de Carlos II, y del Almirante de Castilla. En las Pequeñas Memorias de Viena de F. Gráffer, publicadas en 1846, en el que se indica que el conde de Saint-Germain debía ir a reposar a “la región de los Himalayas”.
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Desde 1877 encontramos bajo la pluma de H. P. Blavatsky, la fundadora de la Sociedad Teosófica, algunas líneas que podrían referirse a esta historia: “¿Quién no ha oído hablar en la India del... Houtouktou del Alto-Tibet?. Su Hermandad de Khelan era célebre en el país entero; y uno de los ‘hermanos’ más renombrados era un Peh-ling (un inglés) que llegó allí un día, de Occidente; en la primera parte de este siglo... Hablaba todas las lenguas, comprendido el tibetano, y conocía todas las ciencias, nos dice la tradición. Su santidad y los fenómenos que produjo hicieron que fuera proclamado Shaberon tras sólo unos años de residencia. Su recuerdo todavía está vivo hoy en día entre los tibetanos, pero su verdadero nombre sólo es conocido de los Shaberons”. Para acabar, relataremos la opinión final de la Sra. Blavatsky sobre el conde de Saint-Germain, opinión en relación con el último párrafo de la cita anterior: “El conde de Saint- Germain fue ciertamente el más grande adepto oriental que Europa haya visto en el curso de los últimos siglos" En las Pequeñas memorias de Viena de Fr. Graffer (v. parte tercera, capítulo primero), se hace al conde de Saint-Germain decir: “Desapareceré de Europa hacia finales de siglo... No se me volverá a ver hasta dentro de 85 años”. Como estas palabras, se dice, fueron pronunciadas en 1790, era por tanto en 1875 cuando el conde de Saint-Germain debía manifestar de nuevo su actividad. Ahora bien, es precisamente en 1875 (en América, cierto es; y no en Europa) que fue fundada la Sociedad Teosófica (¿coincidencia?). Cuando en 1899 aparecieron los famosos Incidentes de la vida del conde de SaintGermain, de la Sra. Cooper-Oakley, la dirección del Loto Azul, que asumió su publicación, celebró este acontecimiento de forma grandilocuente: "El conde de Saint-Germain fue un misionero enviado por los seres superiores que dirigen a la humanidad, para tratar de modificar el estado de la sociedad en el siglo XVIII, y para darle lo que le faltaba a la Escuela Enciclopedista: una base para renovar las ideas y las leyes. "Saint-Germain había intentado en vano pesar sobre los privilegiados y la realeza, para obtener concesiones y reformas que habrían impedido la explosión de las pasiones populares... “Habiéndose abortado la tentativa del siglo pasado, el conde de Saint-Germain no ha dejado de perseguir la realización de su obra, que retomará
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ostensiblemente cuando lo juzgue necesario, es decir en nuestra época...”. Pero a esta “adopción” le faltaba una consagración “oficial", la del presidente de la Sociedad Teosófica, H. S. 0lcott. Esta no faltó, y expuso su punto de vista en un artículo titulado El conde de Saint-Germain y H.P.B. Para H. S. Olcott, el conde de Saint-Germain es un “hombre sorprendente", y “una de las figuras más pintorescas, más impresionantes y más admirables de la historia moderna”. “Tras haber leído sobre él todo lo que he podido encontrar”, dice, “He llegado a amarle y admirarle tanto como lo hacía H. P. B., y por la misma razón: Mensajero de la Logia Blanca, fue un agente con plena dedicación, que empleó todas sus fuerzas en el servicio de los demás”. Después hace un paralelo entre todo lo que conoce del conde de Saint-Germain, y todo lo que en la vida de H. P. B. puede relacionársele, y concluye que estos dos misteriosos personajes "son agentes y mensajeros de la Logia Blanca”. “Uno tuvo por misión ayudar a dirigir las líneas kármicas convergentes que concluyeron en la terrible revolución de finales del siglo XVIII, verdadero ciclón destinado a purificar la atmósfera moral de las sociedades europeas. El otro nos vino en un tiempo en que el materialismo iba a ser combatido, y en el que la Sociedad Teosófica debía inaugurar el reinado del pensamiento espiritual”. Cuando al año siguiente, en 1907, H. S. Olcott falleció, fue la Sra. A. Besant quien se convirtió en presidenta de la S. T.; ella, a su vez, expuso en una de sus obras que el conde de Saint-Germain no había estado sólo en su última encamación, ya que estaba acompañado por un discípulo: “El gran ocultista, hermano de la Logia Blanca”, nos dice también la Sra. Besant; “fue la más grande fuerza actuante detrás del movimiento de reforma intelectual, que recibió el golpe de muerte cuando estalló la Revolución Francesa. En su obra Los Maestros, la Sra. Besant nos da la serie “completa” de las diferentes encarnaciones del conde de Saint-Germain. Es así que el “Maestro” ha ido sucesivamente, remontando el curso del tiempo: el último superviviente de la casa real de los Rakoczi, en el siglo XVIII; Francis Bacon de Verulam, en el siglo XVII; Robert le Moine, en el siglo XVI; Hunyadi Janos en el siglo XV, y Christian Rosencreutz, el gran Rosa-Cruz, en el siglo XIV.
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“Ahora que ha alcanzado el rango de ‘Maestro’ es el Adepto Húngaro del Mundo oculto, y algunos de entre nosotros”, dice la Sra. Besant, “le conocemos revestido de este cuerpo humano”. Más pronto debían sobrepasarse los límites de lo verosímil. La Sra. Besant y C. W. Leadbeater nos cuentan fríamente: A fin de apoyar la hipótesis emitida por la Sra. Besant sobre la existencia actual del conde de Saint-Germain, el teósofo C. W. Leadbeater nos asegura haber encontrado al adepto húngaro en 1926: “Le encontré en las circunstancias más ordinarias sin ninguna cita previa, y como por azar, descendiendo el Corso, en Roma, vestido como el primer gentilhombre italiano. A las diversas “encarnaciones” del conde de Saint-Germain que ya hemos mencionado, C. W. Leadbeater añade las de Roger Bacon en el siglo XIII, la del neoplatónico Proclo en el siglo V, y la de San Alban, primer mártir de la religión cristiana en Gran Bretaña, en el siglo III después de Jesucristo. Según el mismo autor, el conde de SaintGermain es un taumaturgo: “Su trabajo se efectúa en gran parte por medio de la magia ritual, y se sirve de grandes ángeles entregados completamente a sus órdenes, dichosos de ejecutar su voluntad. Aunque conoce todas las lenguas europeas y muchas lenguas orientales, utiliza sobre todo el latín, que es la forma especial de su pensamiento, y cuyo esplendor y ritmo no pueden ser sobrepasados aquí abajo. Pero; he aquí otro "cuento”. En 1935, en ciertas revistas americanas, se hace mención de la existencia en California de un centro denominado “La Hermandad del Monte Shasta” (The Brotherhodd of Mount Sbasta), y poco después, en una pequeña revista de Washington, se habla, bajo la firma del Dr. Stokes, de las actividades del conde de Saint- Germain en América, a propósito de una obra que acababa de aparecer. Esta obra, que lleva por título “Misterios desvelados” (Unveiled mysteries), tiene por autor a Godfrey Ray King, pseudónimo del escritor C. W, Ballard. En el prefacio, el autor nos declara que esta obra está dada bajo el control del conde de Saint-Germain, el Gran Maestro, uno de los Hermanos de la Gran Logia Blanca, en América desde 1930. El texto explica que se trata de experiencias reales y verdaderas que tuvieron lugar durante tres meses, de agosto a septiembre de 1930, sobre el Monte Shasta.
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Las conversaciones del autor con el conde de Saint-Germain son mencionadas como una cosa real. Dice que le vio bajo una forma material, y en su compañía visitó algunos templos del desierto del Sáhara. “En realidad, nunca hubo Fraternidad alguna de lo que sea, ni sobre el Monte Shasta ni en los alrededores. Esto resulta de una investigación hecha sobre el lugar por un periodista americano, Geo L. Smith. Toda esta historia no era más que una ficción y un fraude”. Se atribuye al conde de Saint-Germain un rol oculto, o más precisamente “iniciático”, y una longevidad excepcional. Las tradiciones de todos los pueblos mencionan en efecto la existencia de personajes que han alcanzado un estado espiritual muy elevado, y de los que se dice que han vivido varios siglos, incluso que no deben morir antes del fin del ciclo actual. Si, a modo de ejemplo, tomamos un estado espiritual compatible con ciertas particularidades atribuidas al conde de Saint-Germain, el de Rosacruz; vemos que para un historiador es imposible saber si este estado ha sido alcanzado por tal o cual personaje: “En cuanto a saber quiénes fueron verdaderos rosacruces”, escribe René Guenon, “y decir con certeza si tal o cual personaje fue uno de ellos, resulta algo del todo imposible, por el hecho mismo de que se trata esencialmente de un estado espiritual, y por lo tanto puramente interior, que sería sumamente imprudente querer juzgar conforme a unos signos externos cualesquiera”. Además, por la naturaleza de su rol, estos rosacruces no han podido, como tales, dejar huella alguna en la historia profana, de suerte que, incluso si sus nombres pudieran ser conocidos, ellos, sin duda, no le dirían nada a nadie; y por otra parte, estos nombres no tendrían sino un valor bien relativo, pues se dice que los cambiaban según el país en que residían, lo que indica claramente que habían franqueado ciertas limitaciones de la individualidad ordinaria... En cuanto al “retorno” del conde de Saint-Germain, no discutiremos la pretensión de los teósofos, que ven en este personaje, identificado con el “Maestro R”..., a uno de los jefes e inspiradores de su sociedad. El Sr. René Guenon, en su Teosofismo, ha probado suficientemente que la Sociedad Teosófica, bien lejos de transmitir una enseñanza iniciática, no ha hecho sino propagar una grosera contra-forma de las doctrinas hindúes, y una caricatura del cristianismo esotérico.
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Los teósofos han utilizado, por fines eminentemente interesados, una leyenda que han encontrado del todo formada. La fecha de 1875; indicada para el “retomo” del conde de Saint-Germain, corresponde aproximadamente a una renovación de influencias tradicionales en Occidente, pero la Sociedad Teosófica sería más bien su adversario antes que su instrumento. Lo que sucedió con el conde de Saint-Germain, un “sensacional” artículo aparecido en septiembre de 1895 en El Loto Azul, titulado El Secreto del conde de SaintGermain, va a decírnoslo: “El conde de Saint-Germain es ciertamente el hombre más asombroso del que la historia haya conservado el recuerdo. Apareció en Francia el siglo pasado, bajo Luis XV, con el nombre de conde de Saint-Germain... Su belleza era notable y sus maneras espléndidas; tenía un talento de alocución extraordinario; una instrucción y una erudición maravillosas; conocía y hablaba admirablemente casi todas las lenguas conocidas... Músico consumado, tocaba todos los instrumentos, pero le agradaba más particularmente el violín; lo hacía vibrar tan divinamente que dos personas que lo habían oído, y que escucharon más tarde al famoso maestro genovés Paganini, ponían a estos dos artistas al mismo nivel. "Rico en exceso, despreciando profundamente los tesoros, se le veía prodigar regalos fantásticos a sus amigos, e incluso a los príncipes; sus escriños eran inagotables. Transmutaba los metales, fabricaba oro, y decía haber aprendido de un viejo brahmán hindú el medio de ‘vivificar’ el carbono puro, es decir, de transformarlo en diamante. “Vivía suntuosamente...; tenía una memoria prodigiosa...; podía escribir con las dos manos a la vez... leía, sin abrirlas, las cartas cerradas, incluso antes de que le fuesen enviadas; profetizaba a menudo en la corte de Luis XV y de Luis XVI... "Entraba a menudo en estados letárgicos que duraban de 30 a 50 horas, y durante los cuales su cuerpo parecía como muerto. Después, se despertaba restaurado, rejuvenecido, vigorizado por este reposo mágico, y asombraba a la asistencia relatando todo lo que había sucedido en la ciudad durante ese tiempo. Sus profecías, como sus previsiones, no le engañaron nunca. Es bien extraño que la historia no haya consignado la muerte de un hombre que apasionó a todo lo más grande de Europa, sino por el testimonio incierto de un amigo; es
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soberanamente sorprendente que nunca se haya dicho nada de sus funerales, que ningún registro contenga sus huellas, que memoria alguna las recuerde... [!]. “Está por otra parte más o menos probado que vivió varios años después de 1784. Tuvo, se dice, una importante conferencia con la emperatriz de Rusia en 1786 o 1788. Se cuenta que se le apareció a la princesa de Lamballe cuando ésta se encontraba ante el tribunal revolucionario, algunos instantes antes de que le cortasen la cabeza, y a la dueña de Luis XV, Jeanne Dubarry, mientras aguardaba también el golpe fatal, en 1793. ‘Este hombre no debe morir’, decía de él su amigo Federico de Prusia. "Saint-Germain fue el porta-luz (de la Gran Fraternidad), enviado a Francia hacia Finales del siglo pasado. Tenía por misión establecer una organización semejante a la Sociedad Teosófica actual. Todo lo que puede decirse con seguridad es que, antes del fin del ciclo, debe producirse lo que a veces se llama la “reaparición de los Sabios”, la remanifestación de las funciones tradicionales hoy en día ocultas, y que, en consecuencia, antes de que se cumplan los destinos de la humanidad, reaparecerán Enoq, Elias, el Imán oculto, San Juan, Guesar, así como Arturo, Merlín, el “Emperador dormido”. Y, si nuestras conjeturas son fundadas, también reaparecerá la entidad que se ha manifestado bajo el nombre de conde de Saint-Germain.
MEIREM.
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PREFACIO
Mucho se ha escrito y soñado sobre el conde de Saint- Germain, ese personaje misterioso que asombró a Europa durante la segunda mitad del siglo XVIII, y que ocupa un lugar en la galería de enigmas históricos, entre la Máscara de Hierro y Luis XVII. Algunos sentirán la tentación de pensar, que un nuevo estudio sobre un asunto machacado por tantos cronistas y novelistas, ya no procede. Sin embargo, nos ha parecido que precisamente a fuerza de ejercerse la labia de unos y la imaginación de otros, nuestro personaje había perdido su verdadero semblante y, con razón o sin ella, hemos creído que no carecía de interés restituírselo. Tras habernos esforzado por disipar ciertas confusiones, debidas a una similitud de nombre y de título entre nuestro héroe y uno de sus contemporáneos - célebre también, pero por otros motivos -, el teniente general Claude-Louis de Saint-Germain, hemos hecho la crítica de las diversas hipótesis formadas sobre el origen de nuestro personaje. Posteriormente, hemos reunido y comparado los documentos que conciernen indiscutiblemente al enigmático gentilhombre, y hemos intentado reconstruir su vida, no desde sus comienzos, ya que no nos ha llegado ningún testimonio formal sobre su nacimiento, su infancia o su juventud, sino desde el momento en que aparece a la gran luz de la vida pública, hasta su muerte, real o supuesta. Habiendo establecido lo que se sabe históricamente sobre el conde de SaintGermain, hemos expuesto en todos sus detalles y desarrollos la leyenda formada alrededor de su persona.
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Hallándose el lector en este momento en posesión de todos los elementos de la cuestión, nos hemos esforzado - sin pretender haber alcanzado la verdad completa y definitiva -, por resolver el doble problema que constituyen la historia y la leyenda del conde de Saint-Germain. No nos corresponde a nosotros decir hasta qué punto lo hemos logrado. El único mérito que reivindicamos es el de ofrecer al público la obra más completa que haya sido elaborada hasta nuestros días sobre este personaje (1).
1.- Es para nosotros un deber y una alegría expresar públicamente nuestra gratitud a los personajes que, a títulos diversos, han tenido a bien facilitar nuestro trabajo: la Srta. S. Gardel, y los Sres. G. Corra- dini, G.C. Fascio, Lohy, Moth-Lund, A. Novellas, J. de Pallandt, J. Revor, Th. Terestchenk.
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PRIMERA PARTE
A LA BÚSQUEDA DEL HÉROE
Busco a un hombre DIÓGENES.
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CAPITULO PRIMERO Venturas y desventuras de un hombre de guerra
En primer lugar, nos ha parecido necesario investigar, entre los hechos y gestos atribuidos al enigmático personaje conocido bajo el nombre de conde de Saint-Germain, aquellos que han sido llevados a cabo, en realidad, por un personaje que no tiene nada de misterioso, y que ha jugado un papel, secundario que no banal, en la historia del siglo XVIII, el conde Claude-Louis de Saint-Germain. En vida misma de estos personajes, su hominimia ha sido causa de numerosas confusiones, confusiones que los historiadores han propagado y agravado posteriormente. Para tratar de ver claro en este asunto, lo mejor sin duda es exponer primero de todo, las grandes líneas de la vida de aquél de los dos personajes al que podemos seguir con certeza de su nacimiento a su muerte; nos referimos al conde Claude Louis de SaintGermain, ministro y secretario de Estado de la guerra, teniente-general de los ejércitos de Francia, comendador de Saint-Louis, mariscal-general al servicio del rey de Dinamarca y comendador de Elefantia (1).
(1) Nota importante. Bien que Claude-Louis de Saim-Germain haya portado el título de “conde”, no emplearemos nunca para designarle la expresión "conde de Saint-Germain", reservando este nombre al personaje que constituye el objeto del presente estudio.
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Señalaremos los hechos y circunstancias que explican la confusión creada entre los dos personajes. Si Claude-Louis de Saint-Germain se sitúa entre los hombres célebres del siglo XVIII por sus talentos militares (2), parece que su carácter difícil influyó singularmente sobre su destino, y que su vida fue una sucesión continua de fortuna y desdichas (3). Nació el 15 de abril de 1707 en el castillo de Vertamboz (4) cerca de Lons-le-Saunier, en el Franco Condado (5). Su familia era original de Bresse. Establecidos desde 1650 en la provincia donde Claude-Louis nació, los Saint-Germain portaban desde el 1200 el mismo nombre y las mismas armas, y podían probar diez cuarteles de nobleza desde Guillaume de Saint-Germain, juez mayor de Bresse, que vivió en 1320, hasta Louis, barón de SaintGermain, que vivió en 1650 (6). Claude-Louis hizo sus estudios en los jesuitas de Lons- le-Saunier; incluso tomó los hábitos de esta orden, y, se dice, se dedicó durante algunos meses a la retórica. Inclinaciones poco monásticas le forzaron a abandonar el convento en 1726: tenía entonces diecisiete años (7). Se enroló en un regimiento de dragones, y posteriormente su padre, comandante del batallón de la milicia del Franco Condado, le hizo entrar en calidad de teniente en su unidad. La vida tranquila no estaba hecha para Claude-Louis; dos sentimientos dominaban en él: el deseo de perfeccionarse en el arte de la guerra, y sobre todo la esperanza de un progreso más rápido.
(2) Memorias del Sr. conde de Saint-Germain, escritas por él mismo. Amsterdam, Rey, 1779. La traducción alemana de esta obra, Nachrich- ten des Herrn Grafen von Saint-Germain, publicada en Francfort en 1780, es llevada a la Bibliographie biographique universelle de E.-M. Oettinoer, Bruselas, 1854, t. II, p. 1591, como concerniente al “conde" de Saint-Germain. (3) Le Comte de Saint-Germain et ses réformes (1775-1777), d’ aprés les archives du dépót de la Guerre. Tésis de L. MENTION. París, A. Clavel, 1884. (4) Vertamboz, pequeña comuna dependiente de Clairvaux, en la división administrativa de Lons-le-Saunier (Jura). (5) ¡Lamothe-Langon, redactor de los Recuerdos sobre Maria Antonieta por la Sra. condesa de Adhemar le hace nacer en Salins!. (6) Guichenon. Histoire de Bresse et du Bugey. Lyon, 1650, 3ra. Parte, pp. 343-345. Correspondance particulière du Comte de Saint-Germain, avec M. Pâris-Duverney, conseiller d'Etat. (7) Londres y Paris, 1800, t. I, p. 1. Esta correspondencia ha sido publicada por Pu. Henride Grimoard.
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Y como su familia no podía comprarle un regimiento, ni siquiera una compañía, abandonó Francia en 1729 y pasó a Alemania al servicio del elector Palatino. En el mes de marzo de 1734, el sobrino del príncipe Eugenio, Jean-François de Saboya, se acantonaba en Maguncia al mando de un regimiento de dragones del ejército imperial. En el mismo tiempo se encontraba en la ciudad el Sr. Blondel, agente diplomático francés ante el elector Palatino. Fue gracias al representante francés, que el futuro ministro de la guerra comenzó su fortuna. Claude-Louis había sido fuertemente recomendado al Sr. Blondel por el mariscal Du Bourg, gobernador de Alsacia. El enviado francés, almorzando una tarde con el joven príncipe de Saboya, le pidió el favor de tomar al joven Sr. de Saint-Germain como ayudante de campo. El príncipe aceptó, y proveyó a Claude-Louis de una tenencia. Algún tiempo más tarde, Jean-François de Saboya moría, a la edad de 34 años. El Sr. Blondel volvió a encontrar en Mannheim a su protegido, y facilitó su matrimonio con la hija del barón de Ostein, gran maestre de la guardarropía del elector. A la muerte de Carlos VI, en 1745, Europa se vio arrastrada a una guerra general, denominada guerra de sucesión de Austria. No pudiendo decidirse a blandir las armas contra Francia, el Sr de Saint-Germain expuso su apuro a la emperatriz-reina María Teresa, la cual aceptó su dimisión y, bajo la recomendación del Sr. Blondel, entró al servicio del elector de Baviera. Habiéndose convertido éste en Carlos VII, designó a Claude-Louis como su chambelán, y le nombró a continuación general de caballería y vicepresidente del consejo de guerra. Si la muerte de este emperador, cuyo reinado fue efímero, detuvo a nuestro héroe en el camino de la fortuna, otro suceso decidiría su vida. El Sr. Blondel, que estaba en buenas relaciones con el mariscal de Belle-Isle, intervino ante él para procurar a ClaudeLouis un servicio en Francia (8). (8) El Sr. de Saint-Germain, antes de tomar su servicio en Francia, fue a rendir visita al rey de Prusia. Federico le recibió con las mayores muestras de satisfacción y de júbilo, y le acordó, sin vacilar, todo lo que pudiera desear, pero la disciplina y la sujeción prusiana ahuyentaron al Sr. de Saint-Germain, de modo que se volvió a Francia. Cf. M. de Wimpfen. Comentarios de las memorias del Sr. conde de Saint-Germain. Londres, 1780, p.21.
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Habiendo caído en desgracia, tras su retirada de Praga, el mariscal expresó al Sr. Blondel su pesar por no poder hacer nada personalmente en favor de su protegido. Sin embargo, por consejo del Sr. de Belle-Isle, Claude-Louis se dirigió al mariscal de Sajonia, y éste le hizo volver a Francia (9). Convertido de nuevo en mariscal de campo, Claude-Louis se esforzó por justificar la buena opinión que de él se tenía. Se unió, en abril de 1746, al ejército del rey de Francia, y durante dos años recibió del mariscal de Sajonia, su jefe, las mayores pruebas de estima y confianza, tanto que en mayo de 1748 obtuvo el diploma de teniente-general y la cruz de San Luis. Se le nombró comendador en 1751. Fue el mariscal de Belle-Isle quien, a su retomo a París tras la campaña de Niza, en diciembre de 1748, presentó en la corte al teniente-general Cluade-Louis de Saint- Germain (10). Éste último supo atraerse inmediatamente el favor de la Sra. de Pompadour, que le consultaba a menudo. Así, durante el viaje de estudios por Italia de su hermano, el Sr. de Vandiéres, futuro marqués de Marigny, la marquesa escribía: “El Señor de Saint-Germain me ha dicho que Lefórt (11) llegará a Turin el 2 ó el 3 de junio [1750]; debéis, pues, poneros en marcha. Confío en que os vaya tan bien como en vuestro primer viaje por esa corte (12). Habiendo tocado a su fin las hostilidades por el tratado de Aix-la-Chapelle, ClaudeLouis fue designado para la comandancia de la Baja Alsacia; después, y sucesivamente, fue escogido para la de Flandes en 1751 (13), y para la de Hainaut en 1754.
(9) Paul Fould. Un diplomate au XVIIJ“ siècle. Louis-Augustin Blondel. Paris, Plon, 1914, pp. 191-194. (10) Se advertirá aquí la confusión hecha por casi todos los historiadores, que han relacionado esta presentación con el "conde" de Saint- Germain, el cual, sin embargo, se encontraba todavía en Alemania por aquella época. (11) El barón Frédéric Lefort, de Ginebra, teniente-coronel del regimiento de Voluntarios de Sajonia, comensal del mariscal de Sajonia. Cf. J. Raymond. Le maréchal de Saxe à Chambord. La Nouvelle revue, 15 agosto 1927. (12) Correspondance de Madame de Pompadour avec son père, M. Poisson, et son frère, M. de Vandiéres, publicada por primera vez por A. P. Malassis. Paris, Baur, 1878, p. XXXVII, carta X. Es esta carta la que ha hecho creer en la presencia del "conde” de Saint-Germain en Paris en 1750. (13) En el mes de septiembre de 1752 el Sr. de Saint-Germain buscó establecer una fábrica de agujas en Give.
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Los comienzos del año 1756 vieron nacer la Guerra de los Siete Años. Claude-Louis recibió la orden de ir a proteger Dunkerque, desmantelado, y de formar entre esta ciudad y Calais, un campo de maniobras, con vistas a ahuyentar cualquier proyecto de desembarco por parte de los ingleses. Sin embargo, éstos comenzaron por arrebatar las chalupas armadas francesas, lo que decidió al Sr de Saint-Germain a interesarse por la marina. Justamente en Dunkerque, el Sr. Briansiaux de Milleville (14) armaba personalmente a los “corsarios”; Claude-Louis se asoció entonces a las empresas del armador, ayudado por los marqueses de Vauban y du Barail, y por los Sres. de Caumartin y Bégon, éste último intendente de la marina en Dunkerque. Es así que entre 1756 y 1758 fueron armadas tres fragatas de 100 toneladas, con 12 cañones, 6 pedreros y 100 hombres como equipamiento, las cuales llevaban el nombre de “El conde de Saint-Germain”. Estas fragatas hicieron numerosas capturas interesantes, que reportarían inmensos beneficios (15). Este intermedio marítimo no fue sino un incidente en la vida de Claude-Louis, y el soldado retomó el curso de su carrera yendo a batirse en Alemania. En noviembre de 1757, bajo las órdenes del príncipe de Soubise, cubrió la retirada tras la derrota de Rosbach. Su conducta fue admirable: “hacia el final de la jomada, comandando una reserva de 15.000 hombres, se colocó sobre un altura desde la que cubría a los fugitivos, y como parecía resuelto a una fuerte resistencia, Federico II recogió a sus tropas y partió al amanecer para Silesia (16). Al año siguiente, bajo el mando del conde de Clermont, dirigió el ala izquierda del ejército en la batalla de Crevelt. Esta batalla, en el curso de la cual murió el hijo del mariscal de Belle-Isle, conde de Glisors, fue perdida por la negligencia y la envidia de los otros generales hacia Claude-Louis. (14) Henri Malo. M. le chevalier J, L. Briansiaux de Milleville, armateur en course, en Revue du Nord, 2a año, na 2, mayo de 1911, pp. 89-113 (15) Henri Malo. Les derniers Corsaires. París, Emile-Paul, 1925, y Paris sous Louis XV. Rapports des inspecteurs de police au roi, publicada por Camille Piton. Paris, Mercure de France, 1908, 2* serie, p. 176. (16) D. Thiébault. Souvenirs de vingt ans de séjour á Berlín. París, Didot, 1860, tomo II, p. 198.
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Abandonado de todos, sostuvo él solo el choque del ejército enemigo. Su conducta sólo debería merecer elogios (17), pero sucedió lo contrario: “Los generales enemigos dicen claramente que se ha perdido a propósito con el designio de hacerme perecer” (18). Tras la derrota de Minden, Claude-Louis, abrumado, quiso presentar su dimisión, deseando sustraerse, dice, “A la opresión de gentes que no juzgan a los hombres, más que a partir del discurso de miserables, sin tener en cuenta alguna sus acciones. Sólo se desea tener esclavos, y yo no puedo convertirme en uno” (19). En efecto, a su entrada al servicio de Francia se le había colmado de promesas y cumplidos. Eso fue todo lo que sacó, y nunca el Sr. de Saint-Germain accedió a los honores, bien que fuese superior a muchos otros oficiales generales (20). Estando en París en marzo de 1760, Claude-Louis mantuvo una entrevista con Luis XV quien, prevenido en su contra, lo acogió muy fríamente, así como la Sra. de Pompadour, a instigación del abad de Broglie, hermano del mariscal, que no le perdonaba haber sido jesuita. Participó a continuación al mariscal de Belle-Isle sus resentimientos, pero de nuevo fue convertido en víctima y enviado (21) bajo las órdenes del mariscal de Broglie. Este último veía con envidia que Claude-Louis tuviera un rango en su ejército (22).
(17) "El Señor de Saint-Germain ha hecho prodigios” (Carta de Ber- nls a Choiseul, 6 julio de 1758). (18) - Corresp. partic., tomo II, p. 91. (19) - Corresp. partic., tomo II, p. 60. (20) El Sr. de Saint-Germain hizo editar en esta época lnstrucúon pour former un jeune homme dans ¡‘art militaire. Grenoble, Faure, 1759, ln-16 de 36 pp. (21) Partiendo a empuñar las armas, el Sr. de Saint-Germain pasó por Dijon, donde vivió suntuosamente. El conde deTavannes, gobernador de esta ciudad, escribió a la corte para saber qué actitud mantener a este respecto. “Recibió como respuesta que debía rodear al Sr. de SaintGermain de toda la consideración debida a un hombre de su rango, y permitirle vivir a su aire". Esta nota, extraída de los Arch. de Holanda, papeles Ben- tinck, 25 de abril de 1760, es indicada en I. Cooper-Oaklev, The comte of Saint-Germain, Milán, 1912, p. 240, como concerniente al “conde” de Saint-Germain. Este último se encontraba en Inglaterra por aquella época. (22) I. Cooper-Oakley, obra citada, p. 51, indica The London Chro- nicle del 5 de junio de 1760 como refiriéndose al “conde" de Saint-Germain. Esto es un error; el artículo del diario inglés concierne al duque de Broglie y al Sr. de Saint-Germain en cuanto a las disposiciones militares tomadas por los dos generales.
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Vivos altercados tuvieron lugar entre los dos generales: “Sé mejor que nadie”, dirá el Sr. de Saint-Germain, “Que se debe respeto y obediencia al general del ejército; pero el honor de servir al rey no debe sometemos a humillaciones que no sufriríamos como particular” (23), y pidió que se le hiciera volver. Sin embargo, tomó parte en el combate de Corbach, donde tuvo la mayor parte del éxito (10 de julio de 1760), y después, bruscamente, el 20 de julio, abandonó el ejército (24); y se retiró a Aix-la-Chapelle. No pudiendo obtener justicia, escribió: “Mi honor no ha sufrido hasta ahora, afortunadamente; es preciso que lo salve del naufragio: es todo lo que me queda, no debo exponerlo más” (25), y nada pudo hacer que se volviera atrás de su decisión. Se hizo correr el rumor de que al Sr. de Saint Germain se le había separado del ejército “porque había querido entregar la reserva a los enemigos”, y que a continuación se había dado orden de ingresarle en prisión, lo que era falso (26). Claude-Louis se embarcó sobre el Rhin camino de Holanda (27); permaneció algún tiempo en Amheim (28), posteriormente en Hamburgo, y de ahí pasó a Dinamarca, tras haber obtenido de Luis XV el permiso de servir a este país. (23) Corresp. partic., t. II, p. 161. (24) Se utilizó con él una maniobra poco delicada, enviando al rey un relato del combate en el que el papel de Claude-Louis fue descrito con inexactitud. Cf. Corresp. partic., t. II, p. 203. (25) - Corresp. partic., t. II, p. 233. (26) Gazette de Bruxelles, 12 de enero de 1761. As. Extranj. Holanda, 506, f* 54. No fue el teniente-general el amenazado de prisión, sino el “conde” de Saint-Germain> por orden del duque de Choiseul (v. parte segunda, capítulo VI). (27) I. Cooper-Oakley, obra citada, refiere en una nota de la p. 51 el extracto siguiente de la Gazette des Pays-Bas del 12 de enero de 1761: "La Haya, a 2 de enero: cartas de París declaran que cuando su partida hacia este país, donde el Sr. de Saint-Germain llegó sin pedir la autorización del rey, devolvió su faja roja. Lo que es prácticamente seguro es que se entendió con el rey de Dinamarca”. He aquí un error muy claro, cometido por un historiador que ha confundido a los dos personajes, ya que esta nota se aplica a Claude-Louis de Saint-Germain, el cual devolvió su cordón rojo de comendador de San Luis al Sr. Crémilles, rogándole lo enviara al mariscal de Belle-Isle. Cf. Corresp. partic., t. I, p. 25. No fue por desdén o desavenencia que el Sr. de Saint-Germain devolvió una orden del rey; imaginó que quizá no conviniera conservarla desde el momento en que pasaba a un servicio extranjero. Cf. Abad de VÉRI. Journal. París, Taillandier, 1928, t. I, p. 362. (28) - Cuando Claude-Louis residió en Amheim, hizo saber al Sr. PAaris-Duvemey que su correspondencia podía ser dirigida por el Sr. d'Affry, embajador de Francia en La Haya. Ahora bien, el Sr. d’Affry ha jugado un curioso papel ante el “conde” de Saint-Germain (v. parte segunda, capítulo VI).
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Cuando llegó a Copenhague, la situación de Dinamarca era apurada. El duque de Holstein, sobrino de la emperatriz Isabel de Rusia, convertido en el Zar Pedro III, alimentaba el mayor odio por los daneses, que se habían apoderado de sus estados en un conflicto precedente, y la guerra resultó inevitable. El Sr. de Saint-Germain, nombrado mariscal general, tuvo la misión de contener a los rusos. Desempeñó admirablemente su papel, bien que el ejército de que disponía no se hallara en condiciones. Tras haber tomado Lubeck, contaba con apoderarse de Warren (29), lugar de avituallamiento de los rusos. Conquistada esta ciudad, los rusos se habrían visto obligados a volver a Prusia, lo que sin duda habría acabado con la campaña a favor de los daneses, y de sus aliados los noruegos. Claude-Louis no pudo poner en ejecución este audaz proyecto; Pedro III fue asesinado el 15 de julio de 1762, y con la nueva emperatriz, Catalina II, viuda de Pedro III, sobrevino la paz. A su retomo a Copenhague, el Sr. de Saint-Germain quiso reorganizar al ejército danés. Sus reformas condujeron a recriminaciones de parte de oficiales retirados, y el rey Federico II hizo reproches a su mariscal, con el consiguiente enfriamiento. A la muerte del rey en 1766, su hijo Christian VII le sucedió. La consideración y el poder de Claude-Louis disminuyeron de nuevo, hasta el punto de volverle la existencia insoportable. En 1769 pidió su retirada, y propuso al gobernador que, en lugar de la soldada, le diera sesenta mil escudos, que recibió y colocó con un banquero de Hamburgo, yendo a establecerse cerca de Worms. Sin embargo, en 1770, el médico del rey de Dinamarca, conde Struensée, convertido en primer ministro, hizo volver a Copenhague al Sr. de Saint-Germain; pero éste no permaneció allí largo tiempo, y volvió a Francia. Fue durante su viaje de retomo que se detuvo en Schwabach, cerca de Nuremberg, donde vivió muy retirado sin doméstico alguno. Habiendo sabido el margrave de Anspach de la presencia de Claude-Louis en su territorio, le ofreció ir a Triesdorf, cerca de Anspach, residencia que prefería a su palacio. El Sr. de Saint-Germain fue pues a Triesdorf. Tomaba los almuerzos en su cámara, que abandonaba raramente y de la forma más desapercibida. (29) Memorias de mi tiempo, dictada por S. A. el landgrave CARLOS PRÍNCIPE DE HESSE. Copenhague, 1861. El príncipe de Hesse tomó parte en la campaña.
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Algunos días más tarde, habiendo sabido el margrave por un correo que el conde Alexis Orlof (30), favorito de Catalina II, de vuelta de Italia, pasaba por Nuremberg, propuso a Claude-Louis acompañarle. El conde Orlof acogió calurosamente al viejo soldado, llamándole numerosas veces su “caro padre”, y dijo mostrándoselo al margrave: “He aquí un hombre que ha jugado un gran papel en nuestra revolución”. Se recordará, en efecto, que en 1762 el Sr de Saint-Germain, mariscal general de las tropas danesas, al atacar a los rusos, ocupó el espíritu del Zar Pedro III, y permitió a Catalina II preparar junto con los hermanos Orlof la conspiración que la puso sobre el trono. El conde Orlof, tal parece, dio a Claude-Louis “20.000 cequíes de Venecia” (31); éste pudo así continuar su viaje hacia Francia (32). Tras haber permanecido algunas semanas en Burdeos y posteriormente en Bourgoin, el Sr de Saint-Germain fijó su residencia en Luterbach, cerca de Munster. Es ahí, en su retiro, en 1774, que supo de la quiebra total de su banquero de Hamburgo, un cierto Sr. Bargum, director de la compañía de Africa, y de su huida a Viena. El 24 de diciembre del mismo año, Claude-Louis escribía al abad Dubois, capellán del cardenal de Rohan: “He sufrido una bancarrota de cien mil escudos. El Sr. de Blosset, ministro del rey en Copenhague, me ha arrojado en el abismo.
(30) El barón de Gleichen, en sus Souvenirs, París, Téchener, 1868, pp. 132-133, pone en escena al príncipe Gregorio Orlof, a quien el margrave no ha conocido. Alexis Gregorievitch Orlof, el acuchillado (1735-1807), cuando pasó a Nuremberg (1770) venía de ilustrarse en Tchesmó batiendo a la flota turca. Tuvo un hijo de Catalina II. Alexis era conde y Gregorio príncipe. (31) F. BULAU. Personnages énigmatiques. París, Poulet-Malassis, 1861, t. II, p. 344. Este autor ha cometido la misma confusión que el Sr. de Gleichen. (32) El Sr. Reinhard de Gemmingen-Guttenberg, ministro de Ans- pach, al atribuir este papel al “conde” de Saint-Germain, comete, en nuestra opinión, una confusión manifiesta, pues el Sr. de Gemmingen tenía en la época en que sitúa su relato una decena de años, habiendo nacido en 1759. Sea para dar más picante a su relato, o por cualquier otra causa que ignoramos, confundió a los dos personajes. Su relato titulado Aclaraciones sobre el conde de Saint-Germain y su estancia en Anspach, por un testigo oculair, ha sido redactado en 1817, es decir, cerca de cincuenta años más tarde. Dedicado al príncipe Christian de Hesse-Darmstadt, el “informe” ha sido insertado por su autor en sus Curiosidades de los tiempos pasados y presentes (Curiositáten der Vor- und Mitwelt. Weimar, 1820), cap. VIII, pp, 279 y sig.
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Confié en un hombre que me había sido singularmente recomendado por él, y a cuyo hermano le di la oportunidad de hacer su fortuna”. No poseyendo ya nada, se vió reducido a solicitar subsidios. No obstante, algunos de sus amigos vinieron en su ayuda anónimamente, y Francia le pensionó; pudo así vivir honorablemente (33). En 1775, a la muerte del mariscal de Muy, ministro de la guerra de Luis XVI, el célebre economista Turgot habló al rey del Sr. de Saint-Germain como sucesor del Sr. de Muy. Nombrado secretario de Estado de la guerra (34), Claude-Louis corrigió algunos abusos, reprimió algunas injusticias, y ello le perdió. Cuando entró en el Consejo en calidad de ministro de Estado (1776) se le hizo el reproche de haber sido jesuita, y en verdad dirá: “Se me hacía un honor mayor del que merecía al creer que, cincuenta años después de que hubiera abjurado de los dogmas de esta ciudad, podía tener aún algún sentimiento de apego por ella” (35). Nunca ministro alguno recibió mayor número de cartas, panfletos e injurias anónimas (36). Ante esta inquina que le perseguía encarnizadamente, el Sr. de Saint-Germain presentó su dimisión; se retiró al Arsenal, donde moría el 15 de Enero de 1778 (37). Tal fue la vida aventurera, aunque carente de misterio, de quien no tuvo en común sino el nombre y el título con el hombre enigmático cuya personalidad intriga todavía a los curiosos de la pequeña historia (38).
(33) Una pensión de diez a doce mil francos fue acordada al Sr. de Saint-Gcrmain gracias al Sr. de Maurepas. Cf. Abad de Véri, Obra citada, p. 363. (34) “El rey hizo que le dieran cien mil escudos para amueblar y preparar su casa, y le acordó un alojamiento en el Arsenal”. Corresp. partie., t. I, p. 68. Hecho singular, el mismo gesto del rey es referido al “conde" de Saint-Germain por Casanova (v. nota 5 del capítulo II, parte segunda). (35) - Memorias, p. 42. (36) - “El Sr. de Saint-Germain fue pronto vilipendiado, infamado por aquellos que deberían haber aplaudido sus intenciones, y a quienes se supo persuadir de que el protegido de Turgot y de Malesherbes era una mancha, un charlatán que andaba perdido del todo". Cf. G. Desnoiresterres. La comédie satirique au XVIII' siècle. París, Didier, 1885, p. 202. (37) Uno de los amigos del Sr. de Saint-Germain, se dice incluso que su brazo derecho, pero con el que se enojó en los últimos años de su vida, el mariscal de campo Christian, barón de Wimpfen, publicó en Londres en 1780 unos Comentarios de las memorias. Estos comentarios son de una crítica apasionada, y a menudo injusta.
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(38) - El Dr. Chaluce, en The secret history of the court of France under Louis XV, Londres, Hurst and Blackelt, 1861, t. II, ha llevado la confusión al extremo, en el sentido de que aparte de dos cartas del general Yorke al conde de Holdemesse (24 de marzo de 1760), las cuales conciernen al "conde", todos los demás despachos de Holdemesse se refieren al teniente-general, el cual, dice, ¡¡¡ "le había hecho el juego a Prusia en Rosbach” !!! También E. Drumont, en La France Juive, París, Flammarion, s. f., p. 360, confunde a los dos personajes, cuando habla de una persona a quien el teniente de policía Lenoir despidió con serviles genuflexiones. Se trata en este caso del ministro de Estado, y no del "conde”, dado que el teniente de policía Jean-Ch. Pierre Lenoir no ocupó este puesto hasta 1776. Se ha pretendido también que el académico Charles-Batteux, canónigo honorario de Reims, trabajó con el “conde" de Saint-Germain. Es un nuevo error, ya que el abad Batteux sólo tuvo relaciones con el ministro de la guerra. En efecto, es bajo su orden que fue publicado el Cours élémentaire á l' usa ge de TEcole militaire, en el que colaboró el abad Batteux. Cf. A. Caillet. Manuel des Sciences Psychiques, t. I, p. 119. Señalemos finalmente diversos personajes conocidos del siglo XVIII que portaron el mismo nombre que nuestro héroe. En 1720, un pintor de origen inglés, el Sr. de Saint-Germain, apodado “El Mississipiano" a consecuencia de una gran fortuna adquirida en la sociedad por acciones fundada por Law, y que la realizó en parte por la compra de numerosos diamantes admirables. En 1748, el Sr. de Saint-Germain, que durante un tiempo muy breve fue director de la Opera, con el Sr. Tréfontaine. En 1784, J. J. de Saint-Germain, naturalista, autor de un Manual de los vegetales, que poseía en París, en el barrio de Saint-Antoine, un invernadero y un vergel artificiales, con flores, árboles y frutos, amoldados a la naturaleza.
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CAPITULO SEGUNDO La historia del niño muerto y viviente
La segunda verificación que se impuso a nuestras investigaciones concierne a los supuestos orígenes húngaros del conde de Saint-Germain. La primera mención de una ascendencia Rakoczi se indica en la correspondencia intercambiada entre el Sr. d’Alvensleben, embajador de Prusia en Dresde, y Federico II. El ministro había sido encargado por su soberano de indagar sobre el conde de SaintGermain. He aquí lo que escribió con fecha 25 de junio de 1777: “[El conde] se llama príncipe Rakoczi; me dijo también que tenía dos hermanos cuyos pensamientos serían tan triviales, que se someten a su miserable suerte. El, por el contrario, ha tomado en cierto momento el nombre de Saint-Germain, que significa santo hermano (1). Si este primer documento es bastante breve, el segundo contiene detalles más circunstanciados. Se encuentra en las Memorias de mi tiempo del landgrave Charles, príncipe de Hesse, que fue el último amigo del conde de Saint-Germain. Este, antes de morir, hizo al landgrave algunas confidencias sobre sus orígenes, a las cuales el landgrave, al publicarlas, añadió las “explicaciones necesarias”, según su propia expresión: “Me dijo que era hijo del príncipe Rakoczi de Transilvania, y de su primera esposa, una Tekely... (1) Documentos secretos sacados de los Archivos del Estado en Berlín. Cf. Gustav Berthold Volz. Der Graf von Saint-Germain. Dresde, Areiz, 1923, p. 312.
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Cuando supo que sus dos hermanos, hijos de la princesa de Hesse-Rheinfels o Roihenbourg, si no me equivoco, se habían sometido al emperador Carlos VI, y habían recibido los nombres de Saint-Charles y de Saint-Elisabeth, conforme al emperador y la emperatriz, se dijo: “¡Bien, yo me llamaré, Sanctus Germanus, el santo hermano!" No puedo garantizar, en verdad, su nacimiento…” (2)
Examinemos, pues, quiénes eran los Rakoczi. La familia de los Rakoczi es conocida por su activa participación en la vida nacional de Transilvania. Sin remontamos a los orígenes de esta familia, digamos que Francisco Rakoczi I, desposó el 1 de marzo de 1666, en el castillo de Macovicza, a Elena Zrinyi, hija del conde Pedro y de la condesa Catalina Frangepán. Pedro Zrinyi, habiendo conspirado contra Austria, fue ejecutado en Wiener-Neustadt, al mismo tiempo que el conde Frangepán. Francisco Rakoczi I se refugió con su mujer y su madre, Sofía Báthory, en la fortaleza de Munkacs. Sofía obtuvo la gracia de su hijo mediante 400.000 táleros. Elena Zrinyi se vió así humillada; sin embargo, permaneció con su marido. En el mes de octubre de 1667 nació Jorge, que sólo vivió algunos meses. Cinco años pasaron, y Juliana vio la luz del día. Finalmente, el 27 de marzo de 1676 vino al mundo Francisco-Leopoldo Rakoczi II. Su padre murió el 1 de julio de 1676. Elena Zrinyi, viuda con dos hijos, volvió a contraer matrimonio el 15 de junio de 1682 con el conde Emeric Thokoly. Este último, aliado de los turcos contra Austria, fue detenido y enviado a Belgrado, y su mujer conducida a Viena, prisionera bajo palabra (3). El emperador Carlos VI devino tutor de los hijos de Rakoczi I. El 24 de junio de 1691 Juliana Rakozci se casó con Fernando Gobert de Aspremont-Linden, conde de Reckheim, general en el ejército austríaco. Un año más tarde, Elena Zrinyi se reunió con Emeric Thokoly, y no volvió a ver ni a su patria ni a sus hijos. (2) P RÍNCIPE DE H ESSE , obra citada, pp. 133-134. (3) - "El emperador le conserva su bien y el de sus hijos, y tendrá la ciudad por prisión”. Cf. Journal de DANCEAU, París, Firmin-Didot, 1854- 1860, t. II, p. 107.
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Francisco-Leopoldo Rakoczi II se convirtió el 25 de septiembre de 1694, a la edad de 18 años, en esposo de Carlota-Amelia de Hesse-Reinfels (4). De este matrimonio surgieron: Leopoldo-Jorge, nacido en Kis-Tapolesany el 28 de mayo de 1696; la princesa Carlota; José, nacido en Viena el 18 de agosto de 1700; Jorge, nacido en Viena el 8 de agosto de 1701 (5). Nada de ello concuerda con el texto del landgrave de Hesse; no es un Rakoczi quien desposa a una Tekely, sino al contrario, la viuda de Francisco Rakoczi I quien desposa a un Thokoly, de suerte que ningún niño puede surgir a la vez de los Rakoczi y de los Thokoly, lo que sería el caso del conde de Saint-Germain conforme al relato del landgrave de Hesse. Por otra parte, hay un Rakoczi, Francisco II, que casó con una princesa de HesseReinfels, pero aquél no se casó más que una sola vez, de suerte que sus hijos no podían tener hermanastros, legítimos al menos. Es al primogénito de Rakoczi II, Leopoldo-Jorge, a quien se considera como conde de Saint-Germain (6), pero este niño murió a la edad de cuatro años (7). Si no podemos suministrar la copia de su acta de defunción, podemos sin embargo dar como prueba las siguientes líneas, extraídas de la obra de E. Horn, el respetuoso biógrafo de Rakoczi II, príncipe de Transilvania: (4) - La familia de Hesse-Reinfels es de origen francés (siglo VII) y, por uno de sus ancestros maternos, también de raza húngara (siglo XIII), estando ligada a la casa real de Inglaterra por la abuela de Carlota. (5) - E. Horn. François Rákóczi II, prince de Transylvanie (1676- 1735). París, Perrin, 1906, pp. 84-85 y 92. (6) - No es tal la opinión de T. François Udny, quien, basándose sobre un hecho que habría sucedido a la muerte de Rakoczi II, afirma que éste “no habría abandonado su cuerpo, voluntariamente, más que para tomar posesión de otro cuerpo, preparado para él, y en el que se llamó conde de Saint-Germain”. Cf. Le Christianisme primitif dans i'évangile des douze saints. Paris, Adyar, 1926, p. 28. He aquí el hecho, relatado por E. HORN: "El cuerpo de nuestro señor ha sido depositado... en un palacio donde, durante tres días, ha tenido lugar un servicio religioso; todo el mundo podía ver el cuerpo; una vez hubieron 30 turcos, pero pese a ello, no creen que el príncipe esté muerto; dicen que se ha puesto alguno de sus vestidos, y que ha partido”. Cf, obra citada, p. 148. (7) - El conde Thokoly murió cerca de Nicomedia, en Turquía, el 13 de noviembre de 1705. “Se asegura que ha declarado heredero de todos sus bienes al segundo hijo de Rakoczi II”. Cf. La clave del gabinete de los príncipes. Colonia, el Sincero, 1705, na de diciembre, p. 430. Esta información confirma la muerte del primer hijo de Rakoczi II.
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“El año 1700 estuvo señalado para el príncipe Rakoczi por la muerte de su primer hijo, Leopoldo (8), que tenía entonces cerca de cuatro años; con anterioridad había perdido otro hijo, la princesa Carlota, todavía en la cuna. El dolor de los padres hubiese sido bien grande si no hubiesen esperado el nacimiento de un hijo” (9). Sin embargo, ciertos escritores que se dicen bien informados pretenden que el primogénito de Rakoczi II no habría muerto en la fecha indicada por E. Horn. Se habría hecho correr este rumor a fin, se dice, de sustraer al niño a los perseguidores de su padre (10). Es bien difícil, si es que no imposible, refutar una afirmación semejante, pues implica, por hipótesis, que el suceso ha estado rodeado de misterio y de engaños, y una muerte supuesta no es un caso único en la historia. Pero bien puede decirse que son quienes avanzan una afirmación en contra de la verdad admitida, quienes deben suministrar la prueba de ella, o al menos quienes deben establecer su probabilidad. Nada de ello se ha hecho hasta nuestros días, y estaríamos en nuestro derecho de no tener en cuenta alguna afirmación tan gratuita. Sin embargo, hemos advertido en la vida de Rakoczi II dos sucesos referidos a su primogénito, que han podido dar una sombra de fundamento a la leyenda de la muerte supuesta. En efecto, el conde Emeric Thokoly se había casado con Elena Zrinyi, madre de Rakoczi II, nada más que para apoderarse de las grandes riquezas que debían, un día, ir a parar a su primogénito. Para llegar a este objetivo, Thokoly se llevó a Rakoczi II, entonces de siete años de edad, a combatir contra Austria. Pensó que con los rigores de la vida de campaña, el niño perecería. No ocurrió así. Al contrario, Rakoczi se benefició de su estancia al aire libre. Entonces se osó utilizar el veneno. Tampoco así lo consiguió Thokoly (11). (8) - Según C. A. van Sypesteyn, Voltaire, Saint-Germain, Caglios- tro, Mirabeau in Nederland. S. Gravenhage, 1869, el primogénito de Rakoczi, Leopoldo-Jorge, se habría llamado Prince van Zevenbergen, es decir, príncipe de las Siete Montañas. Esta es una afirmación gratuita, dado que E. Hom permanece mudo sobre esta indicación. Creemos, oomo G. Hezechiel, que es preciso leer Siebenbürgen (Transilvania). Cf. Abenteuerliche Gesellen. Berlín, 1862, t. I, p. 45. (9) - E. HORN, obra citada, p. 85. (10) - Cf. Fr. Wittemans. Histoire des Rose-Croix. París, Adyar, 1925, pp. 143-144. Esta información es proporcionada conforme a las últimas investigaciones históricas. (11) - Thaly K. Rakoczi (citado por E. Horn).
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Poco después, Elena Zrinyi le retiró a su hijo, para hacerlo educar por manos más benignas. A la edad de doce años, Rakoczi II cayó enfermo, e inmediatamente la noticia de su muerte se extendió por Viena. No era, sin embargo, más que un falso rumor, y Rakoczi se restableció rápidamente. Se ha utilizado, ciertamente, este hecho para apoyar la tesis de la pretendida muerte de Leopoldo-Jorge (12). Para terminar con el documento del landgrave de Hesse, señalaremos que los dos últimos hijos de Rakoczi II (13), José y Jorge, si bien fueron educados por los soberanos de Austria, perseguidores de sus padres, no se sometieron; debieron sufrir el yugo de quienes les oprimían, y para arrebatarles el recuerdo de su nombre se dio a José el título de marqués de San-Marcos, y a Jorge el de marqués delta Santa-Elisabetta (14). Parecería, pues, si nos atenemos al texto del landgrave de Hesse, que el conde de Saint-Germain estaba muy mal informado sobre su propio origen y la historia de su familia, pero lo más curioso es que el landgrave, por su parte, no está mejor informado sobre la casa de Hesse, ya que escribe: “Cuando él [es decir, el conde de Saint-Germain] supo que sus dos hermanos, hijos de la princesa de Hesse- Rheinfels o Rhotenbourg, si no me equivoco...”. ¡Así pues, el landgrave de Hesse no sabía exactamente con quién estaba casada una princesa de Hesse, y qué hijos había tenido! Todo esto, preciso es convenirlo, resulta bien inverosímil. Lo más curioso en los dos textos, el del Sr. d’Alvensleben y el del landgrave de Hesse, es la explicación del nombre “Saint-Germain”; volveremos sobre ello en la última parte de nuestro estudio. (12) - Cf. E. HORN, obra citada, p. 84. (13) - T. Fr. Udny, en El Cristianismo primitivo en el evangelio de los doce santos, pretende que la obra literaria del príncipe Rakoczi ha permanecido secreta, y que ha sido publicada en Inglaterra bajo un pseudónimo. Esta afirmación no es apoyada por prueba alguna: si el príncipe ha compuesto varias obras, tales como las Meditaciones sobre las Santas Escrituras y las Confesiones, que no han sido editadas, las Memorias que le son atribuidas han sido publicadas por el abad Brenner en los tomos V y VI de la Historia de las Revoluciones de Hungría, La Haya, 1739. Existe también un Testamento político del príncipe Rakoczi, La Haya, Scheurleer, 1751, 2 vol. Walckenaer, en Michaud, tomo 36, dice que esta obra es apócrifa. (14) - E. HORN, obra citada, p. 404. Se lee en los Archives des Aff. Etrang., Italie, 180, que el benjamín de los Rakoczi se halla en Rodosto jumo a su padre, y se hace llamar duque de Makomis (5 de junio de 1728).
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CAPITULO TERCERO “De padres desconocidos”
Tras el “Rakoczi” debemos detenemos en el supuesto “San Germano”. Existe un texto, que no hemos visto citado por biógrafo alguno del conde de Saint-Germain, y que explica de forma sencillísima el nombre bajo el que es más conocido. Apenas nos parece posible que el autor de este texto, Alfred de Caston (1), haya imaginado la historia que nos refiere. Creemos más bien que fue a raíz de ciertas investigaciones que expuso la tesis siguiente: "En 1704, año nefasto para Francia en que el almirante Rook debía dar a Inglaterra la insolente posición de Gibraltar, que gobierna la entrada del Mediterráneo, mientras que a consecuencia de la desastrosa jomada de Hochstaedt perdimos más de cien leguas de país, y nuestros soldados fueron hechos retroceder de las riberas del Danubio a los bordes del Rhin, este eterno pasaje de las Termópilas, más acá del cual hemos sido fatalmente retirados; nuestro ejército, bajo las órdenes de los duques de la Feuillade y de Vendóme, se cubría de gloria y proseguía su marcha triunfal batiendo a las mejores tropas del duque de Saboya, y apoderándose de las plazas fuertes. (1) Alfred de Caston. Les marchands de miracles. París, Dentu, 1864. Bajo este pseudónimo se oculta la personalidad de Antoine Auri- PEUlLLE, nacido en Tolosa en 1821. Antiguo alumno de la Escuela Politécnica, devino un célebre prestidigitador bajo el Segundo Imperio.
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“El 20 de junio, nuestro ejército hacía capitular a la importante ciudad de Vercelli, primera residencia de los príncipes de Saboya, y clave de la ruta de Turín a París. Mientras que los franceses tomaban posesión de la antigua capital de los Libici, cuyas fortificaciones debían arrasar, y se enarbolaba la bandera francesa en las flechas de la catedral, un niño recibía el bautismo, en la capilla de la Virgen, y era inscrito en los registros de la metrópolis bajo el simple nombre de Pietro. “Este niño debía, a continuación, ocupar la atención pública de las capitales de Europa, y jugar en ellas un extraño y misterioso rol. "Su padre era un gentilhombre, casi un gran señor; así, aunque bastardo, Pietro recibió una buena educación. "... No teniendo carrera abierta ante él, se había contentado con viajar para su instrucción y recreo. “Su padre le hacía pasar una pensión que le permitía, si no ser una gran figura en el mundo, al menos vivir honorablemente; es así que no hizo apenas hablar de su persona hasta la muerte de su padre (1749), pero desde que fue abandonado a sí mismo le vemos comenzar su existencia aventurera. “... Fue a París, donde se hizo presentar bajo el nombre de conde de Saint-Germain. “Este nombre, que debía conservar hasta su muerte, era aquél al que tenía más derecho, pues, si no le pertenecía legítimamente, al menos era el nombre de su padre, muerto sin haber dejado descendencia masculina’’ (2). Esta historia es, en suma, bastante verosímil; sin embargo, examinémosla más de cerca. La guerra de sucesión, causada por la muerte en 1701 del rey de España, Carlos II, envolvió a Italia en la tormenta que puso una parte de Europa a fuego y sangre. Luis-José, duque de Vendóme, generalísimo de los ejércitos de Francia, marchó en 1702, al Piamónte, a combatir al duque de Saboya, Víctor-Amadeo II, que había roto su alianza con Francia. El 5 de junio de 1704, la ciudad de Vercelli fue embestida por el duque de Vendóme. El asedio duró hasta el 20 de julio. A la mañana de este día, el gobernador de la ciudad, comandante Des Hayes, hizo batir los tambores y solicitó capitular. (2) A. DE C ASTON , obra citada, pp. 253-256.
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La instancia iba firmada por el gobernador, el conde de Prela Doria, tenientemariscal, y el comandante de la plaza, conde Sanctus-Beme. Esta petición, demandando el cese de las hostilidades y los honores de la guerra, no fue aceptada de inmediato. No fue sino hasta el día siguiente, el 21, a las cuatro horas de la mañana, que los parlamentarios de la ciudad, el caballero Fucheto, Sandamien y el conde Gabriel d’Este, obtuvieron que Louis de Vendóme aceptara esta capitulación. El 22 de julio la guarnición salió “redoblando tambores, la mecha encendida, la bala en la boca, las enseñas desplegadas y con algunas piezas de artillería". Una vez fuera de la ciudad, la guarnición bajo las, armas, fue hecha prisionera, y Vercelli fue entregada (3). No es, por tanto, el 20 de junio, sino el 21 de julio de 1704, que “la puerta de Turín” capituló. Continuemos. Cuando las tropas francesas hubieron entrado en la ciudad, se ocuparon de destruir las fortificaciones, pero no se tocó la catedral de San Eusebio, que estaba en ruinas, y ningún bautizo podía tener lugar en la capilla de la Virgen, que se encontraba en los ábsides (4). No obstante, los bautismos tenían lugar en la iglesia de Santa-Maria-Maggiore, considerada catedral. En el líber baptizatorum de Santa-Maria-Maggiore, se descubre la siguiente nota: “1704. Agosto. Pietro María, ex incognitis parentibus, nato li 6 juglio, batezzato li 4 agosto. Padrino Pietro, Francisco Vittorio Bertorne et María Novella". ¿Se trata de una coincidencia, o es que Alfred de Caston ha tenido conocimiento de esta nota? La segunda hipótesis es con seguridad la más probable. Sin embargo, las fechas no se corresponden, y si las apariencias están a favor de la tesis de A. de Caston, las explicaciones que vamos a dar reducen su descubrimiento, a la nada.
(3) Mémoires des Campagnes de 1702 a 1706, que M. le duc de Vendóme a faite en Italie. A son A. Ser. M‘la duchesse de Vendóme, par son très humble obéissant, affectionné et très obéissant serviteur, Claude-Gérard Mousset. Manuscrito original de 124 pp. in-fol. Debemos agradecer al Sr. Saffroy, librero, haber consultado este documento; deseamos que encuentre aquí la expresión de nuestro agradecimiento. (4) Las naves de la iglesia actual no fueron acabadas hasta 1712.
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Una sola familia del Piamonte podía portar legítimamente el título del feudo de Saint-Germain; era la línea de los condes de Saint-Martin y d’Aglié, familia muy noble y antigua, ya que se remonta a Obert, señor d’Aglié en 1141, el cual a su vez tiene sus orígenes en la familia de Guidon, marqués y conde del Canavese, muerto en 1070 (5). Uno de los títulos pertenecientes a esta familia era el de marqués de Saint-Germain, y el primero de ellos entre los condes de Saint-Martin fue Julio-César, marqués d’Aglié e San Germano, fallecido en 1624 (6). Encontramos en esta familia títulos de marqués y de conde, pero el único título al que corresponde el nombre de Saint-Germain era el de marqués. Ningún miembro de esta casa podía, pues, hacerse llamar conde de Saint-Germain. Sin embargo, en la época de que habla Alfred de Caston vivía un personaje que se emparenta extrañamente con el supuesto padre del conde de Saint-Germain. Carlos-María, marqués de Saint-Germain, muerto en 1742, tuvo un hermano, Carlos-Amadeo, que portó el nombre de marqués de Rivarolo, y que, siendo el segundogénito, hizo su carrera en el ejército. Cerdeña en 1735, y murió en 1749 en Turín, a la edad de 80 años. Había, pues, nacido en 1669. En 1703-1704, con 34 años, durante la guerra, estando de guarnición en Vercelli, pudo haber tenido un hijo en esta ciudad. Por otra parte, aun siendo de una gran familia no se le podría llamar un gran señor, ya que era el segundo hijo, pero se convertirá más tarde en un gran personaje por sus méritos personales y militares. En suma, A. de Caston nos refiere una historia que no tiene nada de inverosímil en sí misma, pero que no puede en forma alguna concernir a nuestro personaje. Es ciertamente posible, aunque A. de Caston no aporte sobre ello la menor pretensión, que Carlos-Amadeo, marqués de Rivarolo, miembro de la familia en la que existía el nombre de Saint-Germain, tuviese un bastardo nacido en Vercelli en 1704, en el momento del sitio a la ciudad, pero este bastardo no pudo portar el nombre de SaintGermain, que no le ha podido ser transmitido ni por su padre supuesto, que jamás lo tuvo, ni por su tío Carlos-María, marqués de Saint-Germain. (5) Li Famigli nobili delia monarchia di Savoia. Turin, Fontana, 1841, t. I. (6) Las ruinas del castillo de Saint-Germain se encuentran cerca de Vercex, en el valle de Aosta, en la cima de una montana.
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Este, en efecto, transmitió su título a su propio hijo, José-Francisco, el cual fue recibido por Luis XV en París, el 11 de junio de 1749, como embajador del rey de Cerdeña, y murió en 1764. El bastardo de Carlos-Amadeo, si realmente ha existido, no ha portado el nombre de Saint-Germain. Por otra parte, incluso si lo ha portado, este nombre debió ir acompañado del título de marqués y no del de conde, bajo el que nuestro personaje ha sido conocido en toda Europa. A pesar de ciertas apariencias, completamente superficiales, vemos que la anécdota referida por A. de Caston no aporta luz alguna en la cuestión que nos ocupa (7).
(7) El título de marqués de Saint-Germain fue portado en Francia, en el siglo XVIII, por los personajes siguientes: - En 1706, el marqués de Saint-Germain des Gorges, gobernador del Limousin. - En 1730, J.-C. Alexandre d’Oilléamson, marqués de Saint-Germain - Langot, de origen normando. - En 1750, el marqués de Saint-Germain-Beaupré, gobernador de la Marca.
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CAPITULO CUARTO Cuando todo se embrolla
Si no debemos confundir al conde de Saint-Germain con Claude-Louis de SaintGermain, ni ver en él a un descendiente de la familia de los Rakoczi, como tampoco a un hijo natural del marqués de Rivarolo, ¿Quién es pues, este personaje? Voltaire, escribiendo a Federico II, dirá: “Es un hombre que no muere nunca y que lo sabe todo” (1), a lo que Federico responderá: “Es un conde de risa” (2), lo que no nos instruye gran cosa. Lo mismo sucede, si nos referimos a lo que escribe el célebre escritor inglés Horace Walpole, amigo de la Sra. du Deffand; según él, se dice que el conde de SaintGermain es “Italiano, español, polaco; alguien que se ha casado con una gran fortuna en México y ha huido a Constantinopla, llevándose consigo las joyas de su mujer” (3). (1) - Voltaire. Oeuvres complètes. París, Didot, 1877, t. X, n8 313, carta de 15 de abril de 1760. (2) - Id. Carta de 1 de mayo de 1760. (3) - Horace Walpole Letters to sir H. Mann, Londres, R. Bentley, 1883, t. II, pp. 108-109, carta CXLV. A recordar las aventuras del famoso barón de Neuhof, que desapareció un día con las joyas y la guarda-ropa de su mujer. Cf. Dictionnaire de la Conversation, t. 13, p. 451; y la del conde d’Hautefort, hermano de la marquesa de Nesle, que había ido a establecerse en Esmirna, tras haber rapiñado diamantes en París. Nougaret. Anecdotes secrètes du XVIII* siècle. Paris, 1808, t. II p 393.
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Finalmente, el Sr. de Lamberg, diplomático austríaco, juega a dárselas de ingenioso prestándole ciertas afirmaciones teñidas de una cierta impertinencia: “En Venecia se me retrata llevando la mano hacia el mentón; en Hamburgo, se me llama Meinherr; en Roma, Monsignor, en Viena, Psitf, se me refiere para tenerme en Nápoles, se me mira de reojo en París, y me acerco voluntario ante este signo a quienes me contemplan: Que mi nombre no les apure, Sres. Mandarines; mientras permanezca con vosotros, me conduciré como si lo tuviese ilustre; me llame guisantes o habas, Pisón o Cicerón, mi nombre debe seros indiferente”. Y el conde de Lamberg concluye: “[El conde] mismo no sabía cómo se llamaba” (4). No nos detendremos en estas apreciaciones, que sólo citamos a título de curiosidad. Entre todas las opiniones emitidas sobre los diferentes orígenes del conde de SaintGermain, hemos advertido que la mayor parte de los historiadores insisten sobre un pretendido origen israelita. En efecto, para E. Marquiset es “¿Un judío? Muchos indicios permiten suponerlo. Su fatuidad, su astucia, su gusto por el oro y las joyas, sus trampas pecuniarias, su falta de tacto, su eterna precaución por ocultar sus orígenes, su perseverancia en cerrar (sic) las puertas más cerradas, todo indica al israelita salido de algún ghetto del otro lado del Rhin. Se llame Schoening, Welldone, Vamer o Daniel Wolf, su máscara de gentilhombre no disimula la nariz corva” (5). La fuente de estas informaciones, por desgracia, no es demasiado “brillante”; vienen simplemente de Maurice Cousen, conde de Courchamps, el verdadero autor de los falsos Recuerdos de la marquesa de Créquy, cuyo ultra- fantasioso carácter no es necesario ya demostrar. El Sr. de Courchamps ha imaginado que “el conde de Saint-Germain era hijo de un médico judío de Estrasburgo, y su verdadero nombre era Daniel Wolf (6), pero faltos de otros elementos de probabilidad se nos permitirá no hilvanar unas hipótesis sobre la simple afirmación de un autor tan sospechoso. (4) Conde DE Lamberg. El Memorial de un Mundano. 1774, p. 81. (5) - E. Marquiset. Le marquis de Marigny (1727-1781). Paris, Emile-Paul, 1918, p. 86.
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Si el conde de Saint-Germain no es Daniel Wolf, ¿Es acaso “Samuel Samer, nacido en Francfort el 12 (ó 13) de octubre 1715 de un judío pobre y de una gran dama” (7). Nada lo prueba, al igual que este otro problema, bien difícil de resolver sin la indicación de un nombre, según el cual es “hijo de un israelita de Burdeos" (8). Lo mismo sucede con las suposiciones que le hacen “hijo de un israelita portugués, al servicio de una gran potencia, que había recorrido las dos Indias, el Mogol” (9), o el hijo de un israelita semejante “y de una princesa conocida de Luis XV” (10). A decir verdad, este origen israelita no reposa sobre ningún documento serio. Examinemos ahora la hipótesis de quienes le quieren original de Bohemia. Eliphas Levi, influenciado quizá por el abad Lecanu (11), escribe del conde de SaintGeimain: “Nacido en Lentmeritz, en Bohemia, a finales del siglo XVIII, era hijo natural o adoptivo de un rosacruz que se hacía llamar Comes Caballeas, el compañero cabalista” (12). Precisemos, sin embargo, que la indicación de la ciudad de Lentmeritz no es del todo arbitraria, pues Eliphas Levi tiene el cuidado de informamos que el conde de Saint-Germain es el fundador de la Sociedad de Saint-Jakin, pasada, dice, a "Saint-Joachim”.
(6)- De Courchamps. Souvenirs de la marquise de Créquy. París, Fournier, 1836, t. II, p. 269. Señalemos que en la misma época el caballero de Eon escribía a veces cartas que firmaba como William Wolf. Mémoires du chevalier d'Eon publicadas por Fr. Gaillardet. Bruselas, 1837, t. I. Por otra parte, en 1694, el Sr. de Saint-Simon, entonces militar y en Estrasburgo, encontró ahí a uno de sus antiguos amigos, el P. Wolf, rector de Haguenau. He ahí una coincidencia curiosa. Mémoires. París, Hachette, 1872, t. I, p. 132. (7) - Según Moskwa, Intermédiaire des chercheurs et des curieux, na 968, 20 de mayo de 1908, p. 745. - P. (8) - J. Grosley. Voyage en Hollande. Paris, Patris, 1833, p. 333. (9) - M. Capefioue. La marquise de Pompadour. Paris, Amyot, 1858, p. 267. (10) - M. Matter. Saint-Martin, le philosophe inconnu. Paris, Didier, 1862, p. 231. (11) - En su Dictionnaire des prophéties et des miracles. París, 1854, t. II, p. 846, el abad Lecanu escribe: "Creemos más bien que el conde de Saint-Germain era de origen bohemio, que sus riquezas provenían de un robo cometido en perjuicio de algún nabab o de alguna pagoda; que había aprendido los diferentes dialectos de Asia en el curso de una juventud errante y aventurera... “Decididamente, la imaginación hace descarrilar a los cerebros mejor equilibrados. (12) - Eliphas Levi. Histoire de ta Magie. París, Baillière, 1860, p. 419.
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Si consultamos la obra del marqués de Luchet, descubrimos en ella que la orden de Saint-Joachim ha sido establecida en 1756 en Lentmeritz (13). Nada se opone, por tanto, a que su fundador haya nacido en la ciudad donde fue creada la orden, pero no hay indicación alguna que nos permita pensar que este fundador fuera el conde de Saint- Germain. La Sra. Una Birch nos informa que el conde de Saint- Germain podía ser “hijo de un mercader de telas de Moscú” (14). La ausencia de toda precisión nos dispensa de discutir esta hipótesis y, tras el estudio hecho sobre el supuesto San Germano, no nos detendremos tampoco en la de Frédéric Bulau, que da como padre del conde de Saint- Germain a un cierto ‘‘Rotonso, recaudador de las contribuciones de San Germano” (15), ni en la de T. P. Barnum, el cual, engalanando esta última indicación, le da como madre “una princesa italiana", fijando el nacimiento en San Germano (16). Si el gran Federico sólo ha visto en el conde de Saint- Germain a un "conde de risa”, las señoras du Hausset y de Genlis, por el contrario, concuerdan en considerarle bajo un aspecto diferente. La Sra. du Hausset refiere en sus Memorias que Luis XV, con quien el conde se ha entrevistado varias veces, no permitía que se hablase de él con menosprecio o mofa, y añade: “El rey hablaba de él como si tuviese un nacimiento ilustre” (17). Si Luis XV ha tenido esta actitud, lo que no dudamos, es que el rey conocía el “misterio” del nacimiento del conde de Saint-Germain. Al igual que la Sra. du Hausset, la Sra. de Genlis, autora de memorias, ha conocido al conde de Saint-Germain. Para ella, “el conde es hijo de un soberano destronado” (18).
(13) - De Luchet. Essai sur la secte des Illuminés. París, 1789, p. 220. (14) - U NA B IRCH . Secret Societies. London, 1911. (15) - Frédéric Bulau. Personnages énigmatiques. Trad. del alemán por W. DUCKETT. París, Poulet(16) - T. P. Barnum. Les Blagues de l'Univers. París, A. Faure, 1866, p. 301. (17) - Mémoires de M“‘ du Hausset, femme de chambre de M“* de Pompadour, mis en ordre par M. Barriere. Bruselas. Baudoin, 1825, p. 145. (18) - Mémoires de M“’ de Genlis. París, Didot, 1928, t. I, p. 28.
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Tal es, poco más o menos, la opinión del conde de Cobenzl, embajador de Austria en Bruselas, cuando escribe al Sr. de Kaunitz, ministro de Estado en la corte de Viena, que el conde es “hijo de la unión clandestina de una casa poderosa e ilustre” (19), y la del Dr. Challice, que le hace “bastardo de una casa regia del centro de Europa" (20). Pese a estas indicaciones, seguimos entre tinieblas, y no es el autor de la obra El conde de Saint-Germain y la marquesa de Pompadour (21), sino, un cierto Lamothe-Langon, quien va a sacamos del apuro. La intriga de la novela de este folletinero es la siguiente: la acción transcurre en 1745, y el hijo (?) del conde de Saint-Germain está enamorado de la hija de la Sra. de Pompadour (22). Tienen un hijo. Va a realizarse el matrimonio, pero la marquesa rehúsa su consentimiento. Es entonces que el conde de Saint- Germain pronuncia estas palabras: “Puedo llegar a probar que mi nieto desciende del jefe de la tercera dinastía de los Capetos”. Ahora bien, que nosotros sepamos, el conde no ha tenido hijo alguno, excepto el que le atribuyó el conde de Lamberg (23), pero Lamothe-Langon que, sin duda, ha adoptado esta tesis y la ha desarrollado, no se apura por este error, ya que sin esta anomalía la intriga de su novela desaparecería (24). Otro autor, Ferdinand Denis, ha retomado la “ingeniosa” idea de Lamothe-Langon, diciendo: “algunos personajes le creían nieto de Enrique IV” (25). (19) - Carlos de Villermont. Le comte de Cobeml. París, Desclée, 1925, p. 136. (20) - Dr. Challice, ouvr. cité, t. II. (21) - Lamothe-Langon. Le comte de Saint-Germain et la marquise de Pompadour. París, 1838, 2 vol. (22) - Alexandrine-Jeanne Le Normand d'Etiolles, bautizada en San Eustaquio el 18 de agosto de 1744, murió en el convento de las Damas de la Asunción, en París, el 14 de junio de 1754. Desarrollándose la acción de la novela de Lamothe-Langon en 1745, es inútil epilogarla. (23) - Conde de Lamberg, obra citada, p. 85. Ver capítulo XI de la segunda parte de nuestro estudio. (24) - La tesis de Lamothe-Langon tiene su réplica en la obra de J. B. Gouriet. Personnages célèbres dans les rues de Paris. Paris, Lerouge, 1811. El autor escribe en la p. 244 del t. I, hablando de Cagliostro: “era un retoño de la segunda raza de nuestros reyes, y descendía en línea directa de Charles-Martel". En consecuencia, si Cagliostro descendía de la 2‘ raza, ¿por qué el conde de Saint-Germain no descendería de la 3ra.? (!).
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Algunos han querido que el conde sea “hijo de un infante o de un grande de Portugal” (26), o “el bastardo de un rey de Portugal" (27). Todas estas indicaciones son demasiado imprecisas para tener un fundamento serio. Nos queda por examinar una última hipótesis, la del origen español, que nos parece, más que ninguna otra, digna de retener nuestra atención. Sin embargo, antes de explicar por qué este origen nos parece más verosímil que los explicados anteriormente, creemos preferible, y más lógico también, intentar reconstituir, con ayuda de los documentos impresos y manuscritos de que disponemos, la parte de la vida del conde de Saint-Germain sobre la que se poseen informaciones precisas, y que se extiende de 1745 a 1784. Una vez situado nuestro personaje a la claridad de la historia positiva, nos será más fácil remontamos, por una serie de deducciones y aproximaciones, hasta este misterioso origen que, hasta el presente, era más bien del dominio de la leyenda.
(25) - Ferdinand Denis. Tableau historique, analytique et critique des Sciences Occultes. Paris, Mairet et Fournier, 1842, p. 259. (26) - L. Wraxall. Remarkab/e advenlures and unrevealed mysterles. Londres, R. Bentley, 1863, t. I. (27) - M“* DU HAUSSET, obra citada, p. 146.
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CAPITULO QUINTO Un “estado civil” complicado Sin embargo, antes de emprender la verdadera historia del conde de Saint-Germain, nos queda por dilucidar la importante cuestión de los diferentes apelativos bajo los que ha sido conocido. En primer lugar, dejaremos de lado el título y el nombre bajo los que ha devenido célebre, para hablar de las denominaciones que se endosó voluntariamente. Si el conde ha portado el nombre de Surmont en Bruselas, es porque este vocablo era la traducción francesa del nombre de la ciudad de Ubbergen, donde se encontraban las tierras de las que era propietario. Para el de Welldone, que tomó en Leipzig, la razón es muy diferente: En ese momento se le podía considerar como un “benefactor" de la humanidad. En cuanto al de Rakoczi, no hizo uso de él sino hasta que supo que todos los poseedores del nombre habían desaparecido. Se le han atribuido además los nombres y títulos siguientes: Marqués de Montferrat, Marqués de Aymar o Belmar, Caballero Schoening, Conde Soltikof, Conde Tzarogy o Zaraski. Tomemos el primero de estos nombres, el de Marqués de Montferrat, y veamos lo
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que a su respecto dice el barón de Gleichen, que ha sido el primero en mencionarlo: “He oído”, dice, “que entre diversos nombres alemanes, italianos y rusos, [el conde] había llevado antiguamente el de marqués de Montferrat. Me acuerdo que el viejo barón de Stosch me dijo en Florencia haber conocido, bajo el reino del Regente, a un marqués de Montferrat que pasaba por ser hijo natural de la viuda de Carlos II, retirada a Bayona, y de un banquero de Madrid’’ (1). Ahora bien, el barón de Stosch no vino a París hasta 1713; permaneció ahí apenas un año, y partió a continuación para Italia (2). Así pues, en el momento de iniciarse la Regencia (sept. 1715), el barón de Stosch, no estando ya en París, no ha podido conocer al personaje en cuestión, en la época y lugar que indica. Sin embargo, en Italia, el feudo de Montferrat tuvo sus marqueses particulares hasta comienzos del siglo XVI. En 1533; a la muerte del último marqués, Juan-Jorge, fallecido sin progenitura, el marquesado, secuestrado en manos de Carlos Quinto, recayó por herencia en Federico II de Gonzaga, primer duque de Mántua. Bajo uno de sus descendientes, Guillermo, tercer duque de Mántua, el Montferrat fue erigido en ducado (1574) por el emperador Maximiliano II. Finalmente, en 1713, la investidura del ducado fue otorgada por el emperador José I al duque de Saboya, Victor-Amadeo II. En consecuencia, en 1715 el título italiano de “marqués” de Montferrat había caído en desuso. Por otra parte, el marqués de Montferrat no ha existido en Francia sino a partir de 1750. En efecto, el Montferrat, tierra y señorío del Delfinado (Isère), fue erigido en esta calidad en provecho de Ch.-Gab.-Justin de Barrai. A su muerte, la dignidad pasó a su hijo, José-María, que devino presidente del parlamento del Delfinado, y primer presidente de la Corte imperial de Grenoble. Como no hay ningún otro documento que atribuya al conde de Saint-Germain este nombre y este título, creemos inútil detenemos por más tiempo sobre este punto. (1) - Baron de Gleichen, obra citada, pp. 128-129. (2) - Philippe de Stosch, arqueólogo y numismata alemán, nacido en Kustin en 1691, muerto en Florencia en 1757. Era uno de esos doctos, intrigantes y aventureros que pululaban en el siglo XVM. Los más malignos rumores corrían a su respecto. Amenazado de expulsión en la Toscana, debió su salvación a la mansedumbre de Francisco de Lorena. Era masón, como el barón de Gleichen. Cf. F. Sbigoli. T. Crude/i e i primi Framassoni in Firenze, Milán, 1884.
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Examinemos ahora el nombre de Marqués de Belmar, debido éste a la pluma del conde de Lamberg: “Un personaje raro de ver [en Venecia] es el marqués de Aymar o Belmar, conocido bajo el nombre de Saint-Germain” (3). Esta vez no es ya una falsa atribución, sino una confusión de nombre por cambio de una letra; no debe leerse Belmar, sino Bedmar. Este patronímico pertenece a una antigua familia de Castilla, en España, de la que ha salido el marqués de Bedmar, segundo hijo de la casa de Alburquerque, el cual pasó toda su vida fuera de su país como capitán-general y gobernador de los ejércitos en el País Vasco español. Convertido en virrey de Sicilia, el marqués terminó su carrera en Madrid como ministro de Estado (1715). Casó su hija con el marqués de Moya, segundo hijo del marqués de Villena, que devino en consecuencia marqués de Bedmar, y capitán de los guardias de la Corte en Madrid (4). En cuanto a los otros derivados, han sido empleados por R.-Maria Rilke -Belmare(5), F. Bulau (6) y T. P. Bamum (7) -Bellamare-, y el Gran Larousse –Bellamye (8). El nombre de caballero Schoening ha sido propagado por F. Bulau (9) y T. P. Bamum (10). A este respecto digamos que ha existido en Noruega un gran historiador, Gehrard Schoening, autor de numerosos trabajos (1722-1780). Se debe también a estos últimos escritores el apelativo de conde Soltikof. Esta familia, una de las más antiguas de Rusia, está relacionada con la familia imperial. Entre sus miembros, citemos a Sergio Soltikof, primero de los favoritos de Catalina II, cuando esta princesa no era todavía más que gran duquesa; los mariscales-generales Pcdro- Simón Soltikof, muerto en 1772, gobernador de Moscú, y su primo Nicolás, que comandó las tropas rusas durante la revolución de 1762. (3) - CONDE de Lamberg, obra citada, p. 81. (4) - Saint-Simon, obra citada, t. II, pp. 362-363. (5) - R.-María Rilke. Les cahiers de Malte Laurido Bridge. París, Emile-Paul, 1927, p. 219. (6) - F. Bulau, obra citada, t. I. p. 340. (7) - T. P. BARNUM, obra citada, p. 306. (8) - En la misma época, se encuentra en Holanda a un Jacques Be- llamy, poeta nacional (1757-1786). (9) - F. Bulau, obra citada, t. I. p. 340. (10) - T. P. B ARNUM , obra citada, p. 306.
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Y finalmente el conde Miguel Soltikof, senador y miembro del consejo privado, que se ocupó mucho de teosofía y de Masonería. (11) En cuanto a las dos variantes del nombre Rakoczi, la primera, Zaraski, se encuentra en Touchard-Lafosse, fabricante de las Crónicas del Ojo de Buey, crónicas tan sospechosas como las "memorias” de Lamothe-Langon (12). La segunda variante, Tzarogy, anagrama de Ragotsky, según la ortografía francesa, ha salido de la imaginación de F. Bulau (13). El único autor de memorias que no sigue la regla de atribuir al conde de SaintGermain títulos de nobleza, es el cínico Casanova, quien tras maduras reflexiones se atuvo a esta denominación: ¡”No era sino el violinista Catalani”! (14).
(11) - F. BULAU, obra citada, t. I. p. 340. (12) - G. Touchard-Lafosse. Chroniques de VOeil-de-Boeuf. Paris, Barba, 1855, 2 vol. in-4, t. I, p. 294. (13) - F. Bulau, obra citada, t. I. p. 340. (14) - J. Casanova. Soliloques d'un penseur. Paris, J. Fort, 1926, p.
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SEGUNDA PARTE
UN EUROPEO MISTERIOSO
Veo mi camino como el pájaro su ruta sin huellas.
R. BROWNING.
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CAPITULO PRIMERO El telón se levanta
En el curso de los tiempos, el mundo ha hablado de ciertas individualidades misteriosas cuya verdadera identidad ha permanecido como un enigma, tales como el Signor Giraldi, que apareció en Viena en 1687, donde excitó la curiosidad. Desapareció al cabo de tres años sin dejar huellas (1). En lo que concierne al conde de Saint-Germain, no hay duda posible, y podemos asegurar que su existencia no es un mito, confirmada como está por documentos numerosísimos y de una indiscutible autenticidad. Es en 1745, y de la ciudad de Londres, que conocemos los primeros sucesos externos de la vida del conde de Saint-Germain. En esta época Inglaterra tenía por rey a Jorge II, príncipe electoral de Hannover, y el país se hallaba dividido en dos partidos: los unos, partidarios de la nueva monarquía, y denominados los Whigs; los otros, los Torys o Jacobitas, partidarios de la dinastía de los Estuardos, es decir, la de Jaime III, el caballero de San Jorge, llamado el Pretendiente, por cuyas venas corría no sólo la sangre de los Estuardos, sino también la de Enrique IV y de Sobieski. (1) - Dr. COHAUSSEN. Hermippus redivivus, ou le triomphe du sage sur la vieillesse et le tombeau. Traduit de l’Anglais (par P. A. DE LA PLACE). Bruselas y Paris, 1789, t. Il, pp. 56-59. Según el Dr. Beauvois, ésta obra sería una imitación de la obra original del médico alemán hecha por el historiador escocés John Campbell (Cf. Jean - Henri Cohausen, PARÍS, Maioine, 1900).
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Hacia finales de diciembre de 1743, Francia reconocía a Jaime III como rey de Inglaterra, y se declaró dispuesta a ayudar por las armas al Pretendiente contra Jorge II, rey reinante. Esta alianza comenzó a ejecutarse a principios de 1744. Corrió por Londres el rumor de que el estrecho sería franqueado. La alarma fue grande en los puertos de Inglaterra, pero en la noche del 6 al 7 de marzo de 1744 una fuerte tempestad equinoccial dispersó la flota francesa reunida en Dunquerque, y la expedición recibió la contraorden (2). No deseando Francia intentar una segunda expedición, el hijo del Pretendiente, Carlos-Eduardo, concibió una él mismo, y la ejecutó en 1745 a fin de recobrar la herencia de-la que se había despojado a su familia (3). El hijo del Pretendiente, apenas desembarcado en Escocia, obtuvo algunas victorias sobre las tropas inglesas, marchó hacia Londres, y el 15 de septiembre de 1745 Carlos-Eduardo era proclamado en Edimburgo regente de Inglaterra y de Francia (4). El terror en Londres fue extremo, y el rey Jorge II se dispuso a partir para Holanda (5). Se emprendió entonces en Londres el arresto de ciertas personas sospechosas; sin embargo, “no es que se las haya encontrado en falta, excepto por las sospechas ordinarias de Jacobismo" (6), y como el rey consideraba la suspensión de la ley del Habeas corpus (7), se comenzaron a preparar los apartamentos de la Torre para recibir a estos sospechosos.
(2) – J. COLIN. Louis XV et les Jacobities. París, Chapelot, 1901, p. 144. (3) - A. PICHOT. Histoire de Charles-Edouard. París, Ladvocat, 1830 t. I, p. 264. (4) - El título de regente de Francia era consecuencia de una costumbre que se remontaba a la guerra de los cien años, y que prevalecía todavía en aquella época, la cual permitía al rey de Inglaterra tomar el título de rey de Francia. Si Carlos-Eduardo hubiese continuado su marcha sobre Londres, habría podido adueñarse de ella, pero rehizo su camino hacia Glasgow, donde fue batido por el duque de Cumberland en Culloden, el 16 de abril de 1746. Se retiró a Italia, donde murió el 31 de enero de 1788. (5) - Aff. Etrang., Londres, 420, P 223. (6) - Esta ley fundamental de Inglaterra estipula que el rey no puede apresar a ningún ciudadano sin que sea interrogado en las primeras veinticuatro horas, y puesto en libertad bajo vigilancia hasta llevarse a cabo su proceso. (7) - Aff. Etrang., Londres, 420, P 362.
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La suspensión de la ley fue votada el 29 de octubre de 1745; todos los extranjeros fueron tratados como enemigos del Estado, y se continuó “visitando a los sospechosos para saber si tienen armas, y sobre todo a los considerados como católicos” (8). “Es así que el otro día [estamos en diciembre de 1745] se ha detenido a un hombre extraño conocido bajo el nombre de conde de Saint-Germain” (9). Se ha pretendido que su arresto fue fruto de una confabulación de gentes envidiosas por motivos de orden privado; una carta fue introducida en su bolsillo a escondidas. Esta carta emanaba, se dice, del hijo del Pretendiente, Carlos- Eduardo. “El príncipe le agradecía calurosamente sus servicios, y le rogaba que los continuase” (10). Conforme al encargado francés de negocios en Londres, Sr. Chiquet, la detención del conde tuvo lugar por un motivo muy diferente; se le tomó por espía a causa de su imprudencia, y de sus costumbres demasiado libres: “Las sospechas que se tienen de él provienen de que compone muy buena figura, que recibe enormes ingresos, paga bien a todos, y no deja a nadie gritando tras de él” (11). El conde de Saint-Germain no fue “arrojado a la prisión de la gendarmería inculpado de alta traición” (12), sino simplemente “dejado en su apartamento bajo la vigilancia de un mensajero de Estado; no se le han encontrado papeles que den el menor indicio en su contra” (13). El Sr. Andró Lang pretende “haber explorado en vano todas las colecciones públicas y privadas de papeles de estado, en busca de alguna pista sobre el arresto o el interrogatorio de Saint- Germain” (14), y sin embargo el Sr. Chiquet, enviado francés en Londres, habla largamente de ello en su carta del 21 de diciembre de 1745:
(8) - Letters de H. WALPOLE, pp. 108-109. (9) - Weekly Journal or British Gaietteer, de Read, 17 de mayo de 1760. (10) - Weekly Journal or British Gaietteer, de Read, 17 de mayo de 1760. (11) - Aff. Etrarxg., Londres, 420, P 513. (12) - Gentleman Magazine, 1745, p. 605. (13) - Aff. Etrang., Londres, 420, P 513. (14) - ANDREW LANG. Les Mystères de l'histoire. Trad, de l’Anglais par TEODOR DE WYSEVA. Paris, Perrin, 1907, p. 213.
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“[El conde] fue interrogado por el secretario de Estado [duque de Newcastle], a quien no dio razones tan satisfactorias como sería de desear, persistiendo en no querer declinar su nombre, sus cualidades, etc., sino al rey mismo, y añadiendo que, dado que no hay quejas fundadas contra él, y que no se comporta en este país contra las disposiciones de las leyes, es actuar abiertamente contra el derecho de las gentes quitar a un hombre extranjero honesto la libertad sin pretexto alguno” (15). Como no se tenía nada reprensible en su contra, se le soltó; lo que hizo decir a Sir Horace Walpole, que el conde no es un gentilhombre, ya que sigue diciendo que se le ha tomado por un espía” (16). ¿Quién era, pues, el conde de Saint-Germain, y qué hacía en Londres? - “Se encuentra allí desde hace dos años, y rehúsa decir quién es y de donde viene, pero admite que no utiliza su nombre” (17). Así pues, el título que porta el conde no es realidad más que un título prestado. Esta indicación tiene para nosotros una importancia grandísima. En efecto, si se recuerda la frase que presta el landgrave de Hesse al conde de Saint-Germain, “me llamaré Sanctus Germanus, el santo hermano”, he ahí una coincidencia notable. Está, pues, comprobado que el nombre del conde es un pseudónimo, como lo portaban en la época ciertos grandes personajes cuando viajaban de incógnito. El conde de Saint-Germain habitaba en Londres desde hacía dos años, y sin embargo se ignoraba todo sobre él, bien que algunos hubiesen intentado perforar el misterio que le envolvía. Sin embargo, se decía que era un rico gentilhombre “siciliano”, y en esta calidad había sido admitido ante la alta nobleza inglesa. “Había visto a todos los grandes hasta el Príncipe de Gales” (18).
(15) - Aff. Etrang., Londres, 420, P 513. (16) - Letters de H. WALPOLE, pp. 108-109. Horace Walpole dirá que J.-J. Rousseau, cuando vino a Londres a petición suya, "se disfrazó ridículamente con toda la charlatanería del conde de Saint-Germain, para hacerse el original y que se hablase de él’. Cf. Lettres à ses amis. Paris, Didier, 1872, p. 115. (17) - Letters de H. WALPOLE, pp. 108-109. (18) - Aff. Etrang., Londres, 420, f° 513.
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Esta indicación es en todo caso una presunción en favor de los orígenes aristocráticos del conde. Entre las personas de alta cuna en cuya casa había sido recibido el conde, citemos al duque de Newcastle, secretario de Estado de asuntos exteriores, que le había interrogado durante su detención, y que “sabía, se dice, quien era el conde” (19); lord Holdemesse, antiguo embajador de Inglaterra en Venecia, y su mujer, sobrina de la princesa Palatina, duquesa de Orléans; Don Antonio de Bazán y Meló, marqués de SaintGilles, embajador español en La Haya, venido a Londres en 1745 en misión especial. El conde Danneskeold-Laurwig, caballero-chambelán y almirante danés (20); el mayor- general Yorke y su familia (21); Andrew Mitchell, embajador inglés en la corte de Prusia (22), etc. Cuando el conde de Saint-Germain vino a Inglaterra, encontró a los ingleses muy apasionados por la música. El gusto por la ópera, y particularmente por la ópera italiana que se había desarrollado en Londres (23) gracias al apoyo del Príncipe de Gales, ferviente aficionado a la música. Este tenía una sala privada en Albermarle Street, en casa del conde de Grantham, su chambelán, donde residía, y donde al anochecer, tras la cena, daba conciertos con cantantes italianos. Fue sin duda en una de estas veladas nocturnas que el conde hizo valer sus talentos para el violín, “que tocaba maravillosamente bien” (24). Los autores contemporáneos afirman que en sus ejercicios más ordinarios “un conocedor podía distinguir los tonos separados de un cuarteto completo cuando el conde se libraba a sus improvisaciones sobre el violín” (25). (19) – Archives de Hollande, 18 de Abril de 1760. (20) - El conde de Saint-Germain había regalado una espada al almirante, quien permaneció largo tiempo en correspondencia con él. Carta del 3 de abril de 1760, Cf. I. COOPER-OAKLEY, obra citada, p. 267. (21) - Archives de Hollande, 4 de abril de 1760. (22) - ANDREW MITCHELL. Memories and papers. Londres 1850 t II p. 146-155. (23) - ALBERT SOUDIES. Histoire de la Musique. Iles Britanniques, I XVIII* et XIX* siècles. Paris, Libr. des Bibliophiles, 1906. (24) - Letters de H. WALPOLE, pp. 108-109. (25) - T. P. BARNUM, OBRA CITADA, p. 302.
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Componía con igual facilidad y el mismo éxito, y su conversación era siempre relativa a este arte, “a cuyo lenguaje tomaba prestados mil términos figurados" (26).
(26) - London Chronicle, 3 de junio de 1760.
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El conde visitaba a menudo, en Grosevnor Street, a lady Townshend, ferviente admiradora ella también de los cantores italianos. “Esta dama unía, a muchas otras buenas cualidades, un gusto delicado por la música, tanto que se le tenía por juez en la materia. Un día de recepción, el conde de Saint-Germain debía formar parte de la reunión y al atardecer, llegó con sus maneras corteses y educadas, pero más apresurado que de costumbre y con sus dedos sobre sus orejas, para dejarse a continuación caer sobre una silla. Todos se asombraron de esta actitud, pero cuando se le preguntó qué le sucedía, contestó, señalando a la calle: “Estoy aturdido por un cargamento pleno de disonancias” (27). En efecto, en el momento en que el conde penetraba en casa de lady Townshend, acababa de descargarse a la puerta un volquetón de piedras. El conde de Saint-Germain era sumamente apreciado en el mundo musical de la capital inglesa, y cuando el compositor alemán Gluck, entonces al comienzo de su carrera, fue a Londres acompañado de su benefactor, el príncipe de Lobkovitz (28), este último, gran aficionado a la música, se hizo en poco tiempo amigo caluroso del conde. Como agradecimiento éste le dedicó su única obra didáctica: Música razonada, según el buen sentido, para las Damas Inglesas que aman el verdadero gusto en este arte. La obra no ha sido editada (29). Este manuscrito no es la única obra musical del conde; el célebre editor musical inglés Sr. Walsh, que habitaba en cl Strand, en Catherine Street, publicó entre 1745 y 1765 una decena de partituras y de melodías que atestiguan el genio musical de su autor, y “la maravillosa excentricidad así como la belleza de sus concepciones” (30). (27) - London Chronicle, 31 de mayo de 1760. Esta anécdota recuerda la que MERCIER, en su Tableau de París, París, Pagnerre, 1853, p. 163, atribuye a Rameau. Este, de visita a una dama, se levanta de golpe de su asiento, toma un perrito que aquella sostenía sobre sus rodillas, y lo arroja súbitamente por la ventana de un tercer piso. La dama se espanta: ¡Eh! ¿Qué hacéis, señor?’. ’Ladra mal’, dice Rameau, levantándose con la indignación de un hombre cuyos oídos habían sido desgarrados. (28) - El príncipe José-Mana de Lobkowitz pertenecía a la rama primogénita de una de las familias más nobles de Bohemia. Era gran tesorero hereditario de la corona. (29) - El manuscrito, según parece, se encuentra en la biblioteca del viejo castillo de Raudnitz, en Bohemia, propiedad del príncipe Femando de Lobkowitz. Cf. I. COOPER-OAKLEY, obra citada, p. 52. (30) - T. P. B ARNUM , OBRA CITADA, p. 303.
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De las tres primeras composiciones musicales publicadas en 1745, dos son melodías: la primera está escrita sobre una poesía del escocés William Hamilton, O wouldst thou know what sacred charms (Oh, si supieses tan sagrados encantos), y la segunda sobre los versos del poeta inglés Aaron Hill, Gentle love this hour befriend me (Dulce amor, protégeme en esta hora). En cuanto a la tercera composición, The favorite songs... in l' Inconstanza Deluza (Las canciones favoritas... en la Pérfida Inconstancia), la partitura se ha hecho sobre el poema italiano de G. Brivio, y comprende 20 páginas (31). Damos la reproducción de las dos primeras melodías (32). En 1747, con música y poesía del conde de Saint-Germain, aparecieron The maid that's made for dove (La doncella hecha para paloma) y O wouldst thou know what kind of charm (Oh, si supieses qué tipo de encanto), y en 1748 Jove, when he saw my Fanny’s face (Qué alegría cuando vio el rostro de mi Fanny). En 1755, el conde hizo editar la pieza de música Six Sonatas for two violins with a bass for harpsichord or violoncello (Seis sonatas para dos violines, con un bajo para arpicordio o violoncello), y una nueva melodía sobre una poesía de E. Waller (33). The self Banish's (El autoexilio). Igualmente, en 1760, se publicó su Seven solo for a violin (Siete solos para violín), y su última melodía, Chloé, or the musical magazine (Chloé, o la revista musical). Durante la estancia del conde de Saint-Germain en Londres, dos hombres de carácter bien diferente se encontraban allí igualmente. Uno era francés, el mariscal de Belle- Isle; otro, el místico sueco Swedenborg. (31) - Esta partitura fue cantada por la Signora Frasi. (32) - Las reproducciones se han hecho según las impresas por el British Museum. O/N. 40716 g. 305 - 308. (33) – Edmond Walter, poeta inglés, nacido el 3 de marzo de 1605 en Coleshill (condado de Herfordf), muerto el 21 de octubre de 1687 en Beaconsfield.
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Finalmente, el año 1765 vio aparecer su última partitura, una comedia musical hecha en colaboración con el músico Abel (34): The summer’s tale (El cuento de verano) (35). Durante la estancia del conde de Saint-Germain en Londres, dos hombres de carácter bien diferente se encontraban allí igualmente. Uno era francés, el mariscal de Belle- Isle; otro, el místico sueco Swedenborg. El Sr. de Belle- Isle y su hermano habían sido detenidos en diciembre de 1744 en un territorio dependiente de Hannover, y en consecuencia de la corona de Inglaterra, y conducidos a Londres. Ambos “habitaban una casa a cierta distancia de Windsor” (36), pero “muy encerrados en su apartamento, no se les permite hablar con nadie; se leen todas sus cartas antes de darles curso” (37). Permanecieron allí hasta el 13 de agosto de 1745. Hemos creído en un momento dado en un posible encuentro entre el Sr. de Belle-Isle y el conde de Saint-Germain, pero no hemos descubierto documento alguno a este respecto. En cuanto a Swedenborg, si lo mencionamos es a fin de indicar una cierta frase del Sr. Beaumont-Vassy a propósito de nuestro personaje: “El conde de Saint-Germain trató de copiar a Swedenborg” (38). Que nosotros sepamos, el conde nunca ha pretendido tener visiones (39).
(34) - Carlos-Federico Abel, músico alemán, nacido en Goethen en 1725, muerto en Londres en 1782. (35) - Puede uno darse cuenta, por esta enumeración, de que la producción musical del conde fue importante. Sería de desear que un musicógrafo nos permitiese conocer más ampliamente sus relaciones con todos los artistas ingleses de la época, Arne y Bumey, y el maestro alemán Haendel. (36) - Aff. Etrang., Angleterre, 419, P 199. (37) - Carta de Champeaux, de Ginebra, 20 de marzo de 1745, al Sr. BE MONTAIGU. Correspondance, Paris, Plon, 1915, p. 238. (38) - BEAUMONT-VASSY. Swedenborg ou Stockholm en 1756. Paris Gosselin, 1842, p. 32. (39) - Swedenborg se encontraba en Londres en 1745 a fin de poner en la imprenta el tercer volumen de su importante obra sobre el reino animal. Cf. MATTER. Swedenborg. Paris, Didier, 1863, p. 106.
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No hemos podido saber en qué momento el conde de Saint-Germain abandonó Inglaterra; creemos estar en condiciones de suponer que fue a comienzos de 1746, y que tomó la resolución de volver a Alemania, donde había habitado antes de ir a Londres, según afirmación suya.
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CAPITULO SEGUNDO En la corte del Bienamado
Abandonando Inglaterra en 1746, el conde de Saint-Germain marchó, como lo veremos a continuación, a Alemania, a sus tierras, donde residió hasta principios de 1758, y llegó a París en febrero del mismo año. En esta época la fortuna de la Sra. de Pompadour, favorita de Luis XV desde hacía trece años, se hallaba en su apogeo. No conviene en este libro, escrito al margen de la gran historia, recordar cuán considerable fue la influencia de esta mujer superior sobre la marcha de los asuntos del Estado. Esta influencia explica de modo muy sencillo la presencia en la dirección de las Edificaciones del rey, es decir, en la superintendencia de bellas-artes, del hermano menor de la favorita, el marqués de Marigny, el cual, “habiendo viajado por Italia con hábiles artistas, y habiendo adquirido mucho más gusto e instrucción del que tenían ninguno de sus predecesores’’ (1), supo hacerse apreciar por Luis XV. Sin embargo, pese a sus grandes cualidades de saber y de discernimiento, el marqués de Marigny no perdió nunca del todo una cierta rudeza de maneras y una brusquedad nativas que le perjudicaron frente a sus contemporáneos. El marqués dirigía también las manufacturas del rey, y es a este título que fue solicitado por el conde de Saint- Germain. (1) - M*‘ DU H AUSSET . MÉMOIRES, mis en ordre par F. B ARRIERE . Bruselas, 1825, p. 84
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En efecto, éste último envió en abril de 1758 una cana al Sr. de Marigny, y esta carta, de lo más curiosa, nos muestra un nuevo aspecto de nuestro personaje (2). Tras haber asegurado al marqués toda su confianza el conde se expresa así: He hecho en mis tierras el más rico y raro descubrimiento posible... He trabajado en ellas con una asiduidad, una constancia y una paciencia que quizá carezcan de similar. No digo nada de los tremendos gastos que he hecho para volver mi descubrimiento digno de un rey así como tampoco de los sacrificios, viajes, estudios, vigilias y lo que esto me ha supuesto. Obtenido el objeto de tantos esfuerzos, vengo voluntario a ofrecer su provecho al rey, deducidos tan solo mis gastos, sin pedirle otra cosa que la libre disposición de una de las casas reales, propia para establecer en ella a las gentes que he traído de Alemania para su servicio. Mi presencia será a menudo necesaria en el lugar donde se haga el trabajo. De ahí la necesidad de encontrar en dicho lugar un alojamiento dispuesto para mí. Yo me encargo de todos los gastos, tanto los exigidos por el transporte de las materias ya preparadas, como los del trabajo de los colores que se han de sacar de estas materias preparadas a doscientas leguas de París; en pocas palabras, no le costará al rey más que un alojamiento amueblado, conveniente al establecimiento pronto y sólido que acabo de proponerle, y algunos árboles por año, mediante los cuales tendré la gloria y la satisfacción de enviar a S. M. mis indiscutibles derechos sobre la más rica manufactura que haya existido nunca, dejando todo el beneficio a su reino. “¿Es necesario añadir que amo sinceramente al rey y a Francia?; ¿Puede interpretárseme mal sobre el desinterés y la plausibilidad de mis motivos?; ¿Acaso la novedad no parece exigir un procedimiento muy particular a mi respecto?. Que S. M. y que la Sra. de Pompadour, se dignen considerar la oferta en todas sus circunstancias, y al hombre que la hace. Sólo me resta callarme. Hace un año que hablo de ello. Hace tres meses que estoy en París. Me abro, Señor, a un hombre recto y franco; ¿Podría estar equivocado?... (3)
(2) – Esta carta, enviada desde París, indica la hora en que ha sido escrita: “9 h. de la mañana, miércoles”. Aff Eirang, France. 1360, p. 116. (3) - Citada en parte por E. MARQUISET. Obra citada, pp. 81-82.
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Esta carta, pretendidamente auténtica, y que no es sino una copia, está firmada como Denis de S. M., conde de Saint-Germain. Es la primera y única vez que vemos aparecer este nombre. ¿Son las iniciales del patronímico del conde, u ocultan otro pseudónimo? - Lo ignoramos; nos limitamos a constatar el hecho. Lo que sí es más seguro es la indicación dada por nuestro personaje de la posesión en Alemania de un dominio en el que trabajan, desde hace una veintena de años, gentes pagadas por él, con vistas a un procedimiento concerniente a las tinturas. Así pues, el conde de Saint-Germain sería un sabio químico poseedor de bienes en Alemania. Añadamos que esta indicación será corroborada por otros hechos que veremos más adelante. El marqués de Marigny aceptó la proposición que le hizo el conde de Saint-Germain. Le hizo, pues, saber que ponía a su disposición una parte del castillo de Chambord, desocupado desde la muerte del sobrino del mariscal de Sajonia. El 8 de mayo de 1758 el Sr. Collet, arquitecto y controlador de las Edificaciones del rey, hizo saber al hermano de la favorita que “El conde de Saint-Germain ha llegado aquí el sábado en su segundo viaje a Chambord. He hecho preparar dos alojamientos para parte de su gente, así como tres habitaciones de cocinas y oficinas, en los sótanos, para sus operaciones. No he tenido para ello que cambiar nada en esta parte del castillo, salvo algunas reparaciones urgentes (4). Esta misiva nos proporciona la prueba de que no fue Luis XV, quien dio al conde de Saint-Germain el castillo de Chambord, como se ha pretendido (5); fue el marqués de Marigny quien se responsabilizó de permitir al conde servirse de una parte del castillo, para sus manipulaciones de materias colorantes. Dos días más tarde, el conde volvió a París, acompañado del señor Collet (6), pues tenía que efectuar algunos arreglos, y no volvió a Chambord hasta agosto de 1758 (7). (4) - Arch. Nation. Blois, O(1) 1326, pp. 399. (5) Casanova. Mémoires. París. Garnier, s. f. t. III, p. 362- “El rey le había dado un apartamento en Chambord y cien mil libras para la construcción del laboratorio, y el rey; por sus producciones químicas debía hacer prosperar todas las fábricas de Francia”. Ver también CONDE DE LAMBERG, obra citada, p. 81. (6) - Arch. Nation. Blois, O1 1326, pp. 379. (7) - Arch. Nation. Blois, O1 1326, pp. 395.
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El conde de Saint Germain, si bien había obtenido satisfacción en parte, deseaba vivamente ser recibido por el marqués de Marigny; es así que le escribió de nuevo el 24 de mayo de 1758. En esta carta, el conde se queja dolorosamente de “que se le rehúse la puerta”, y pide al marqués un momento de audiencia "en nombre de la justicia y de la humanidad” (8). Esta segunda carta tuvo sin duda la misma suerte que la primera, y es muy probable que el hermano de la favorita, bien que de una sequedad admirablemente persistente con las personas de gran calidad, se decidiera a recibir al conde de Saint-Germain (9); y a consecuencia de esta entrevista el marqués, conquistado por la singularidad de saber de conde, lo presentó a su hermana. Cuando el conde de Saint-Germain fue presentado a la Sra. de Pompadour, ésta se asombró por su aire aristocrático- “el conde parecía tener cincuenta años; tenía un aire fino espiritual, vestía de modo muy simple, pero con gusto Portaba en los dedos bellísimos diamantes, así como en su tabaquera y en su reloj de bolsillo” (10). El conde supo ciertamente agradar a la favorita del rey que, interesada como lo había estado su hermano, le hizo llamar un cierto día. Allí se encontraban el Sr. de Gontaut, la Sra. De Brancas y el abad de Bemis, ministro de asuntos exteriores. En un momento dado, y procedente de sus apartamentos situados en la primera planta, entró el rey por la escalera oculta. La marquesa de Pompadour, con su gracia acostumbrada, presentó al conde de Saint-Germain ante el rey. Está fuera de dudas que Luis XV cuestionó al conde de SaintGermain sobre sus orígenes. Las respuestas de éste debieron ser netas y precisas, pues se afirma que "el rey no permitía que se hablase [del conde] con menosprecio y burla” (11). (8) - A f f . Etrang, France, 1360, P 116. (9) - El marqués de Marigny habitaba, o en la calle Samt-Thomas d Louvre, o en su pequeño palacete del número 5 del muelle de Anjou. (10) - M“* DU HAUSSET, obra citada, p. 145. (11) - M“* DU HAUSSET, obra citada, p. 145. Se sabe que, en cuanto a la genealogía, Luis Xv poseía una memoria extraordinaria, y no hablaba al azar. Cf. L. Perey. Figures du temps passé. XVIII. Siecle. París. Calmann-Lévy. 1900. P. 245.
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Dado que Luis XV tenía cierta afición a las ciencias positivas, la astronomía, la anatomía y la química, y el conde, como lo hemos visto, practicaba esta última ciencia, se ha pretendido que éste montó en el caserío de Trianon, cerca de Versalles, un laboratorio donde el rey “se distraía haciendo experiencias” (12). El conde de Saint-Germain tenía sus reuniones familiares en Versalles, en casa de la Sra. de Pompadour. Junto a se encontraba su camarera, la Sra. du Haussay des Desmaines (13), la cual nos ha dejado unas Memorias sobre su señora, cuya autenticidad no admite duda alguna (14). La marquesa de Pompadour disfrutaba con la forma particular en que el conde de Saint-Germam relataba la historia, y le interrogó maliciosamente. “ - ‘¿Cómo era Francisco I?’ - Es un rey al que habría amado”. - ‘Era muy amable’ – Dijo el conde; y describió a continuación su figura y toda su persona como se hace con un hombre al que se ha considerado bien. - 'Es una lástima que fuese ardiente. Yo le habría dado un buen consejo, que le
habría garantizado contra sus desdichas...; pero no lo habría seguido, pues parece que exista una fatalidad para los príncipes, que cierran sus oídos; es decir, los de su mente, a los mejores consejos, sobre todo en los momentos críticos’ -
(12) - EDOUARD MAYNIAL. CASANOVA ET SON TEMPS. Paris, Mercure de France, 1890. A propósito de este laboratorio hemos consultado al Sr. Mauricheau-Beauprc, conservador de los Trianons, quien cortésmente ha querido hacemos participe de sus investigaciones a este respecto. "Si el hecho es exacto, el laboratorio de que se trata no habría podido encontrar lugar más que en las dependencias de Trianon, y no en el castillo mismo”. Nuestro amable corresponsal añade “que las investigaciones no han dado resultado" (Carta del 4 de abril de 1933). (13) - Nicolle Collesson, hija de François, maestro curtidor, y de Claudine Rollot, hija de un mercader de telas de Vitry-le-François, nació en esta ciudad el 14 de julio de 1713. Se casó el 15 de febrero de 1734 con Jacques-René du Haussay, escudero, señor des Demaines, el cual murió en 1743. La Sra. du Haussay des Demaines devino en 1747 camarera de la Sra. de Pompadour, a la que había conocido en su juventud. (14) - Se leerá con interés el libro de M. G. S AINTVILLE sobre la confidente de la Sra. de Pompadour, MADAME DU HAUSSAY DES DEMAINES, París, Boivin, 1937, el cual, concebido metódicamente, es de un gran valor por sus documentos oficiales. La Sra. du Haussay murió el 24 de julio de 1801, a la edad de 88 años, tras una vida plena de adversidades.
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- ¿Y el condestable?, dijo ella, ’¿Qué me decís de él?’ - ‘No puedo hablar de él nada ni demasiado bueno ni demasiado malo’, respondió. - ‘¿Era muy bella la corte de Francisco I?. - “Muy bella, pero la de sus nietos la sobrepasaba infinitamente y en tiempos de María Estuario y de Margarita de Valois, era un país de cuentos de hadas, el tiempo de los placeres; los del espíritu se mezclaban con los otros. Las dos reinas eran sabias, hacían versos, y era un placer escucharlas”. Madame le dijo, riéndose: 'Parece que hayáis visto todo eso’. - Tengo muy buena memoria’, dijo él, ‘y he leído mucho sobre la historia de Francia’. “A veces me entretengo, no en hacer creer, sino en dejar que crean, que he vivido en los tiempos más antiguos” (15). En efecto, el conde de Saint-Germain "sabía dosificar lo maravilloso de sus relatos según la receptividad de su auditorio” (16), lo que en nuestra opinión es propio de un espíritu superior (17). Una cierta fábula relativa al aspecto físico del conde, intrigaba al más alto punto a la sociedad parisina. Se había extendido la voz de que, aun teniendo la apariencia de un hombre en su plenitud, era en realidad un anciano de varios siglos de edad, y habiendo llegado el rumor a oídos de la Sra. de Pompadour, ésta le hizo al conde el siguiente comentario: “ - ‘No decís vuestra edad, y os la dais de muy viejo. La condesa de Gergy que era, creo, embajadora en Venecia hace cincuenta años, dice haberos conocido allí tal como sóis hoy en día’. - ‘Es verdad, señora, que he conocido hace mucho tiempo a la Sra. de Gergy’. (15) - M“' DU HAUSSET, OBRA CITADA, pp. 142-143. (16) - B ARON DE G LEICHEN , OBRA CITADA, P. 123. (17) - Según E. MARQUISET, OBRA CITADA, p. 80, el conde de Saint- Germain "para introducirse subrepticiamente en medio de la corte de Francia, para interesar a la Sra. de Pompadour, para entretener -casi- a Luis XV, supo utilizar su fisonomía de hombre moreno bien conservado, su ciencia perfecta de la historia, su conocimiento profundo de la credulidad humana y, finalmente, la afirmación, que representa el mejor factor de la acción sugestiva; es a esta inteligencia psicológica, más que a un alto grado masónico, como se ha pretendido, que debemos atribuir la Influencia ejercida por Saint-Germain sobre los personajes de su ligio”.
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- ‘Pero, según lo que ella dice, tendríais ahora más de cien años’. - ‘Eso no es imposible’, dijo él riéndose, ‘pero creo más posible aún que esta dama, a quien respeto, desvaríe’. - ‘Le habéis dado’, dijo ella, ‘un elixir sorprendente por sus efectos; pretende que, durante mucho tiempo, no parecía tener más de veinticuatro años. ¿Por qué no se lo dais al rey?’ - ‘¡Ah, señora!’, dijo él con un cierto espanto, ‘¿Cómo iba a darle al rey una droga desconocida?. ¡Tendría que estar loco!” (18). En realidad, si la Sra. de Gergy ha conocido al conde de Saint-Germain en Venecia, sólo ha podido ser entre los años 1723 a 1731, cuando su marido, Jacques-Vincem Languet conde de Gergy, era embajador de Francia en esta ciudad (19). Del mismo modo, se pretende “conforme a personas dignas de fe”, que Rameau habría conocido al conde en Venecia en 1710, “teniendo el aire de un hombre de cincuenta años’’ (20). Ahora bien, si es exacto que Rameau hizo un viaje a Italia, fue en 1701 y no en 1710, y además el músico francés, que partió con la intención de visitar la península italiana, “no llegó más allá de Milán” (21). 18.- M"’ DU HAUSSET, obra citada, p. 143. Si consultamos los supuestos Souvenirs sur MarieAntoinette par la comtesse D’ADHEMAR, París, 1836, t. I, p. 297, este diálogo es relatado de la siguiente manera: ‘‘La vieja y sempiterna condesa de Georgy [por Gergy], a quien ciertamente la muerte había olvidado sobre la tierra, dijo delante mío al conde de Saint-Germain: ‘Hace cincuenta años yo era embajadora en Vene- cia, y me recuerdo haberos visto con el mismo rostro; un poco más maduro, quizá, pues habéis rejuvenecido desde entonces’. -’En todo tiempo, me he considerado afortunado de poder hacer mi corte a las damas’. -’En esa época os llamábais marqués Balletti’. -’Y la señora condesa de Georgy tiene todavía la memoria tan fresca como hace cincuenta años’. -’Debo esta prerrogativa a un elixir que me disteis en nuestra primera entrevista. Sóis realmente un hombre extraordinario’. -'¿Tenía este marqués Balletti mala reputación?' -’Al contrario, era un hombre de muy buena compañía’. -’¡Bueno!, ya que no hay quejas de el, lo adopto a gusto como abuelo mío’. El folletinero LAMOTHE-LAN- GON ha tenido el cuidado de añadir: “Sé que después se han desnaturalizado sus respuestas a la condesa de Georgy; yo las cuento tal como las he oído salir de su boca”. Es entretenido ver a un panfletario atacar a su alter ego en la especie, TOUCHARD-LAFOSSE, autor de las Crónicas del Ojo-de-Buey, tan tan falsas como los Recuerdos. (19) Aff. Etrang., ¡talie, P 177 a 185. (20) - B ARON DE G LEICHEN , OBRA CITADA, p. 126. (21) - MICHAUD. Biographie universelle. París, 1824, t. 37, p 28.
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La fábula anteriormente en cuestión es obra de un “pantomimo amanerado”, componente de una tropa de entretenedores públicos dirigidos por un cierto “conde” d’Albaret, piamontés de origen, de quien las crónicas del tiempo dicen que "tenía mucho ingenio”. Este pantomimo, “ser anfibio, mitad francés, mitad inglés, a veces bribón, mistificador, tahúr, espía, parásito, y, pese a lo que diga todo París, en general pesado” (22), era un francés, llamado Gauve vendedor de forrajes, al que habían apodado milord Gor (o Gower o Goys), porque imitaba a los ingleses de modo superior. Ahora bien, fue a este milord Gor a quien los malos bufones llevaron por los salones y calles del Marais bajo el nombre de Sr. de Saint-Germain, para satisfacer la curiosidad de las damas y de los papanatas de este barrio de París, más fácil de engañar que el distrito del Palais-Royal; fue sobre este teatro que nuestro falso adepto se permitió jugar su papel, al principio un poco retraído, pero viendo que se le recibía todo con admiración, remontó de siglo en siglo hasta llegar a Jesucristo (23) , de quien hablaba con gran familiaridad, como si hubiera sido amigo suyo. “Le he conocido íntimamente, decía, era el mejor hombre del mundo, pero novelesco y arrebatado; a menudo le predije que acabaría mal". A continuación, nuestro actor se extendía sobre los servicios que había buscado rendirle por intercesión de la Sra. de Pilatos, cuya mansión frecuentaba a diario. Decía haber conocido particularmente a la Virgen Santísima, a Santa Isabel, e incluso a Santa Ana, su anciana madre. “En cuanto a ésta, añade, le he rendido un gran servicio tras su muerte. Sin mí, nunca habría sido canonizada.
(22) - DE LUCHET. Le vicomte de Barjac. Dublin y París, 1796. T. I, p. 38. Según G. DESNOIESTERRES. Obra citada, p. 219: “Lord Gor, era un muchacho amante, que no miraba muy de cerca cuando se trataba de perseguir al prójimo; sin embargo, pese a sus ‘melancolías’, era buscado, y se estimaba su carácter, más sólido y consciente de lo que se habría podido creer en base a estas muestras de una vida tan extraña”. (23) - Según C. CANTU. L’heresie dans la Révolution. París, Le Clere, 1870 p 45. “El marqués (ríe) de Saint-Germain había conocido a David. Había asistido a las bodas de Caná, cazado con Carlomagno, bebido con Martín Lutero”.
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Para fortuna suya, me encontraba yo en el concilio de Nicea, y como conocía muy bien a varios de los obispos que lo componían, tanto les rogué, tanto les repetí que se trataba de una buenísima mujer y que les costaría tan poco hacerla santa, que su título le fue expedido". Esta chanza, repetida en París bastante seriamente, contribuyó a valer al Sr. de Saint-Germain el renombre de poseer una medicina que rejuvenecía y volvía, quizá, inmortal; es también el origen del cuento bufón de la vieja camarera de una dama que había escondido una redoma llena de este licor divino (24); “la vieja doncella (25) la descubrió, y tanto engulló que, a fuerza de beber y de rejuvenecer, se convirtió en un bebé”. A menos que haya que buscarle a esta historia otra explicación, que consideraremos en la última parte de este trabajo. Mientras que en París se “mistificaba” a nuestro personaje, en Versalles, por el contrario, el rey Luis XV y la Sra. de Pompadour le trataban con consideración y se asegura que el conde de Saint-Oermain pasó algunas veladas nocturnas casi codo a codo con el rey. Es así que la Sra. Du Haussay relata en una de sus conversaciones: “El Sr de Saint-Germain dijo un día al rey: ‘Para estimar a los hombres es preciso no ser ni confesor, ni ministro, ni teniente de policía. El rey le dijo: ‘Ni rey’. - ’¡Ah!’, dijo él: “Sire, recordaréis la bruma de hace algunos días, no se veía a cuatro pasos. Los reyes y hablo en general, se hallan envueltos por brumas todavía más espesas, producidas a su alrededor por los intrigantes y los ministros infieles; y todos, en todas las clases, se ponen de acuerdo en hacerle ver los objetos, bajo un aspecto diferente del verdadero” (26). (24) - Según DE COURCHAMPS, obra citada, t. IV, p. 115, "el elixir de Saint-Germain estaba compuesto simplemente de hierbas aromáticas y de oro potable”. Sin embargo, el BARÓN DE GLEICHEN, obra citada, p. 127, escribiría “Nunca le he oído hablar de una medicina universal”. (25) – BARÓN DE GLEICHEN, obra citada, pp. 125-126. La primera versión del cuento bufón apareció en The London Chronicle del 3 de junio de 1760, sin indicación de nombre; y fue repetida por el Conde de Lamberg, obra citada, p. 80. Hasta St. De Guaita, Le Temple de Satán, París 1891, p. 301, pasando por Roger de Beauvoir. Aventurieres es courtisanes, París, 1856, con detalles fantásticos. (26) – Mme Du HAUSSET, obra citada, pp. 179-180
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El conde de Saint-Germain fue “Un día en que la corte se halla magnificente, a casa de la Sra. De Pompadour, con bucles en el calzado y jarreteras de diamantes finos, tan bellos que la señora dijo que no creía que ni el rey los tuviese tan bellos. Pasó a la antecámara para desmontarlos, y aportarlos para una visión más cercana; y comparando las piedras con otras, el Sr. de Gontaut que allí se encontraba dijo que valían al menos doscientos mil francos. Tenía este mismo día una tabaquera de un precio infinito, y botones de la manga formados de rubís centelleantes” (27). “Algunos días más tarde, se planteó entre el rey, la señora, algunos señores y el conde de Saint-Germain la cuestión del secreto que poseía para hacer desaparecer las manchas de los diamantes. El rey hizo que le trajeran un diamante de tamaño mediocre con una mancha. Se pesó, y el rey dijo al conde: ‘Está estimado en seis mil francos, pero valdría diez sin la mancha. ¿Querríais encargaros de hacerme ganar cuatro mil francos?’. Lo examinó bien y dijo: ‘Ello es posible, y en un mes se lo traeré a su Majestad’. El conde, un mes después, trajo al rey el diamante sin la mancha; se hallaba envuelto en un paño de amianto que destapó. El rey hizo que lo pesaran y poco más o menos era del mismo peso. El rey lo envió a su joyero, sin decirle nada, por medio del Sr. de Gontaut, el cual regresó con nueve mil seiscientos francos; pero el rey hizo que se lo volvieran a traer, para guardarlo por curiosidad volvía en sí de su sorpresa, y decía que el Sr. de Saint-Germain debía ser rico a millones, sobre todo si poseía e secreto de hacer grandes diamantes a partir de diamantes pequeños. El conde no dijo ni que sí ni que no; pero aseguró muy positivamente que sabía cómo aumentar las perlas, dándoles los más bellos visos (28). "Se decía que el conde poseía el secreto de hacer éstas piedras con cenizas y polvo. “El conde de Saint-Germain, habiendo ido a casa de la señora, que se encontraba indispuesta, y que descansaba tendida sobre su sillón, le hizo ver una pequeña caja que contenía topacios, rubíes y esmeraldas. Parece ser que los tenía por tesoros.
(27) - Mme du Hausset, obra citada, p. 145. (28) - M- du Hausset, obra citada, pp. 143-144. “Se decía que el conde poseía el secreto de hacer estas piedras con cenizas y polvo”, relata el Sr. CAPEFIQUE en Madame de Pompadour, París. Amyot, 1858, p. 268.
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La señora me había llamado [es la Sra. du Haussay la que habla] para ver estas bellas cosas. Yo las contemplé con embeleso, pero hice por detrás un signo a la señora de que lo creía todo falso. Habiendo buscado el conde algo en una cartera, del doble de tamaño de un estuche de gafas, sacó dos o tres pequeños papeles que desplegó, hizo ver un soberbio rubí, y arrojó a un lado sobre la mesa, con desdén, una pequeña cruz de piedras blancas y verdes. Yo la miré, y dije: ‘No es para despreciarla tanto’. La estudié, y me pareció muy bonita. El conde me rogó inmediatamente que la aceptara; yo rehusé, y él insistió. La señora rehusó también en mi nombre. Por fin, tanto y tanto presionó, que la señora, que veía que no podía valer más de cuarenta luises, me hizo un signo de que la aceptara. Tomé la cruz, muy contenta por las bellas maneras del conde; y la señora, algunos días más tarde, le hizo el presente de una caja esmaltada sobre la que se hallaba un retrato de no sé qué sabio de Grecia, para compararlo con él. Por lo demás, hice que vieran la cruz, y la valoraron en mil quinientos francos. El conde propuso a la señora enseñarla algunos retratos en esmalte de Petitot, y la señora le dijo que volviera tras el almuerzo durante la caza. Mostró sus retratos, y la señora le dijo: ‘Se habla de una historia encantadora que habéis contado hace dos días en casa del Sr. Primero (29), y de la que habéis sido testigo hace cincuenta o sesenta años. Él sonrió. El Sr. de Gontaut y las damas llegaron, y se cerró la puerta” (30). A decir verdad, la historia en sí es banal. Se desarrolla en Holanda, en La Haya.
(29) - Se designaba así al escudero que estaba a la cabeza de la pequeña escudería del rey, por oposición al gran escudero, denominado el Sr. Grande. En aquella época, el cargo hereditario lo tenía el marqués de Beringhen, el cual se había casado con la Sra. d’Hautefort, hija del embajador de Francia en Viena. El padre del marqués, Henry de Beringhen, ha dejado una colección de estampas artísticas e históricas que figura en el departamento de estampas de la Biblioteca Nacional. (30) - M"' DU HAUSSET, obra citada, pp. 189-190.
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Un joven gentilhombre se hace pasar ante el embajador de España, marqués de Saint-Gilles (31), por hijo de un grande de España, el conde de Moneada, y le arranca una cierta suma de dinero para los bellos ojos de una joven comedianta, tan sagaz como el joven gentilhombre (32). Como la Sra. du Haussay “afirma que la historia es verdadera en todos sus puntos”, concluimos de ello que el conde de Saint-Germain ha conocido a los personajes que pone en escena, y ya sabemos que el conde de Saint-Germain y el marqués de Saint-Gilles son amigos, como lo hemos visto en el capítulo primero (33).
(31) - El marqués de Saint-Gilles fue embajador de España en La Haya de 1734 a 1746. Murió en Madrid en 1754. Aff. Etrang., Espagne, 393. (32) - M“* DU HAUSSET, obra citada, pp. 190-200. Una historia idéntica, pero esta vez verídica, es relatada por el duque de Saint-Simon. En 1715, un supuesto marqués de Ruffee se hizo pasar por hijo del duque. Mémoires, t. VII, p. 351. La Sra. de Pompadour, según la Sra. du Haussay, había tenido la idea de hacer una comedia de esta aventura. Su idea fue realizada por CH. AUO. SEVRIN, que escribió Le marquis de Moneade o la comedia burguesa, un acto en prosa mezclado de coplas. París, 1811. (33) - Sólo ha de señalarse un error en el relato del conde. Es el de que el Sr. de Moneada, a quien no atribuye hijos, tuvo una hija de su matrimonio con una descendiente de los condes de Baños, lo que quizá el Sr. de Saint-Germain ignoraba. ST. SIMON, obra citada, t. XII, p. 160. JULES JANIN, en una colección de cuentos titulada Les Oiseaux bleus (París, Hachette, 1864), ha retomado l’anécdota bajo el título Les fausses confidences (pp. 301-345). Pretende que esta historieta es un nuevo capítulo de la novela del abad Prévost, Manon Lescaut.
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CAPITULO TERCERO La Sra. D’Urfé; y Casanova
El conde de Saint-Germain no era acogido y consultado únicamente por el rey Luis XV y la marquesa de Pompadour (1), tenía acceso, asimismo, a las mejores familias de la corte, y aunque aceptaba las invitaciones a comer que le hacían sus amigos, “seguía un gran régimen, no bebiendo nunca durante las comidas” (2). Aunque se sentaba en la mesa, rehusaba casi todos los platos que le proponían, y se contentaba con hablar, lo que hacía con tanta gracia como facilidad. A menudo iba a pasar las veladas nocturnas a casa de la marquesa d’Urfé, que habitaba muy cerca de la calle des Saint-Pères, en un elegante palacete sobre el muelle des Théatins, hoy en día muelle Voltaire. La marquesa ocupaba un rico apartamento, en el que vivía con suntuosidad; su salón era conocido de todo París, y uno de los mejor frecuentados de la capital, donde cualquiera tenía a honra ser admitido. La casa d’Urfé era una de las más antiguas, si no de las más nobles y poderosas de Francia, y muchos de sus miembros ocuparon las más altas dignidades. (1) - Según M. CAPEFIOUE, obra citada, p. 268, “La Marquesa consultaba al conde de SaintGermain, si no como un mago con varita encantada, al menos como una de esas inteligencias superiores que por el estudio de los hombres y de las situaciones presienten el porvenir de las almas". (2) - BARÓN DE GLEICHEN, obra citada, p. 127.
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Jeanne Camus de Pontcarré, última marquesa d’Urfé, tenía en aquella época cincuenta y tres años: de talle esbelto, muy morena, un perfil puro iluminado por bellos ojos azules, todavía resultaba seductora; siendo además amable, divertida, muy instruida y música, la marquesa encantaba a su auditorio. Una tarde (mayo de 1758) en que el conde de Saint- Germain había ido a almorzar a casa de la Sra. d’Urfé, se encontraba allí también el demasiado célebre Casanova. ¿Quién no conoce a “este canalla insigne” (3), cuyo objetivo en la vida fue el de parecer, brillar, y explotar a los demás? Pese a su soberbia, Casanova reconoce que el conde de SaintGermain le asombró (4). Este, que no comía, se limitaba a hablar de principio a fin del almuerzo. “Verdaderamente resultaba difícil”, dice Casanova, “hablar mejor que él... tenía un tono decidido, pero de una naturaleza tan estudiada que no desagradaba” (5) y por este motivo Casanova le escuchó con la mayor atención. En efecto, todos se fascinaban con la conversación del conde: “Sobre cualquier tema y sobre cualquier época que se le interrogase, se sorprendían de verle conocer o de oírle inventar una multitud de cosas verosímiles, interesantes, y propias para arrojar una nueva luz sobre los hechos más misteriosos" (6). Era una maravilla, incluso para los más escépticos, ver y escuchar al conde mientras los invitados silenciosos hacían honor a los alimentos. El personaje del conde de Saint-Germain había sorprendido de tal modo a Casanova, que éste nos ha guardado el retrato siguiente: “Era sabio, hablaba perfectamente la mayor parte de las lenguas; gran músico, gran químico, de figura agradable” (7).
(3) - CAMPIGNY DE BORDES. Casanova et la marquise d’Urfé. París, Champion, 1932, p. 5. (4) - CASANOVA. Mémoires. París, Flammarion, s. f., t. EU, p. 293. Esta palabra, en boca del aventurero, parece una anomalía, ya que él mismo decía: "mi pasión era la de asombrar” (obra citada, t. V, p. 324). No hay porqué conceder demasiado crédito a estas memorias, es preciso discernir en ellas lo verdadero y lo falso, pues en todo momento se le pilla en flagrante delito de error. Así, Casanova pretende haber encontrado al conde de Saint-Germain en 1757, y que la Sra. d’Urfé “detestaba al conde”. Nuestro estudio pone en su lugar estas afirmaciones. (5) - CASANOVA, obra citada, t. III, p. 292. (6) - G. SAND. La comtesse de Rudolstadt. Paris, Lévy, 1857, t. I p 23. (7) - CASANOVA, obra citada, t. III, p. 292.
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Hemos dicho que la marquesa d’Urfé era muy sabia. “Cuando todavía era una muchachita, la Srta. de Pontcarré había dejado ya adivinar la tendencia de su carácter a buscar todo lo que le parecía fuera de las leyes naturales; sumamente instruida, conocía las artes para agradar que estaban de moda, tocaba el clavecín como un maestro, y no tenía ninguna de las frivolidades propias de su edad. Educada en Rouen, había leído toda la biblioteca de su padre, prefiriendo sobre todo los libros que trataban de las ciencias cabalísticas, y que hablaban con detalle de los trabajos de la edad media y de los estudios recientes de alquimistas célebres, indicando preciosas recetas para la fabricación de filtros de encantamiento” (8). Habiendo heredado la preciosa biblioteca literaria de los señores d’Urfé, “la había cuidadosamente conservado, e incluso enriquecido con numerosos manuscritos muy raros, que le habían costado más de 100.000 libras” (9), consagrados con exclusividad al arte químico. “En una parte más retirada de sus apartamentos, poseía un vasto laboratorio de química donde se amontonaban los crisoles, los alambiques, las cornudas, hornos de todas las formas necesarias a las misteriosas preparaciones a que se entregaba... Es en este lugar secreto, su templo como ella lo denominaba, siempre cuidadosamente cerrado al vulgo, prudentemente abierto a algunos iniciados, que pasaba largas horas cada día, dedicada por entero a sus trabajos sobre las propiedades balsámicas de las plantas, con vistas a componer una suerte de elixir de la larga vida, del que esperaba efectos sorprendentes” (10). (8) - DAVID DE SAINT-GEORGES. Achille-François de Lascaris d'Urfé, marquis du Chastelet (17591794). Dijon, Darantière, 1896, pp. 167-168. (9) - DAVID DE SAINT-GEORGES, obra citada, p. 165. Entre los manuscritos de la señora d’Urfé, señalemos la primera traducción francesa de la célebre obra alemana de alquimia de FAVRAT, titulada Aurea Catena Homeri (La Cadena de Oro de Homero), traducción hecha especialmente para la marquesa por un tal SITANDRE (?) en 1749. Este preciado manuscrito ha formado parte de la biblioteca Ouvaroff. Una copia de esta traducción ha figurado en el catálogo Dorbon (Bibl. esotérica, N° 675). Esta traducción es, dícese, más correcta que la del Dr. DUFOURNEL, aparecida bajo el título La Nature dévoilée, París, Edme, 1722. 2 vol I N° 8. (10) - DAVID DE SAINT-GEORGES, obra citada, pp. 165-166. Según CASANOVA, Mémoires, t. III, p. 285, la marquesa d’Urfé tenía "un atanor vivo desde hacía quince años”. Esta enormidad es bien digna de la pluma de su autor.
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Se conoce la necia comedia interpretada por Casanova ante la Sra. d’Urfé, que la convirtió en víctima de este estafador por la magia. Casanova la persuadió de que para obtener la unión con los espíritus elementales había que prestarse a una hipóstasis, es decir, al paso del alma a un cuerpo de niño varón nacido de la unión filosófica entre un inmortal y una mortal. En realidad, esta experiencia no era más que un subterfugio de Casanova, el cual sustrajo a la Sra. d’Urfé una fortuna suculenta; ella murió persuadida de portar en su seno al niño milagroso bajo cuya forma debía revivir. Al encuentro de Casanova (11), el conde de Saint-Germain observó ante la marquesa d’Urfé una gran prudencia, y jamás se prestó al menor papel de adivino o de profeta (12). Por lo demás, nada se ha dicho sobre sus relaciones, salvo una historieta “venenosa” que ni siquiera merece ser tenida por curiosa. Una tarde de recepción en casa de la marquesa, el conde se encontraba presente. Oyendo pronunciar el nombre de Créquy, narra sus relaciones, durante la primera sesión del Concilio de Trento, con el cardenal de Créquy, obispo de Rennes. ‘Perdón, obispo de Nantes rectifica una invitada. El conde se enoja y pide a la dama su nombre. ‘Adivinadlo’. No pudiendo decirlo, responde; “‘Portáis un nombre cuya raíz es cúfica, hebraica y samaritana, ¡un nombre despojado, precipitable!’ Se trataba de la marquesa de Créquy” (13). Casanova ha dicho en sus Memorias que la marquesa d’Urfé detestaba al conde de Saint-Germain (14), lo que nos parece un tanto asombroso cuando sabemos que el único retrato que existe del conde ha formado parte del gabinete de la Sra. d’Urfé (15). (11) - “Este aventurero, alma venal, cuya escritura demuestra su vulgaridad, que se demuestra baja, mezquina, y parásita". Cf. ARUSS. La graphologie simplifiée, París, 1899, p. 49. (12) - Se lee en la Correspondance mystique de J. Cazotte avec Laporte et Pouteau. Paris, Lerouge, an VI, p. 99: “La marquesa d'Urfé fue una de las primeras que hizo que corrieran tras de mí, cuando hice tomar aire a la obra científica del Diablo amoroso", lo que concuerda bien con esta otra observación: "Conozco a una marquesa que ha gastado más de 50.000 ducados para ver el diablo". CARACCIOLI. L'Univers énigmatique. Avignon, 1759, p. 132. (13) - DE COURCHAMPS, obra citada, pp. 266-269. (14) - CASANOVA, obra diada, t. V, p. 399. (15) - T. P. BASANOVA, obra citada, p. 302, pretende que existe un viejo retrato del conde de Saint-Germain en Friesdor, en Sajonia (por Triesdorf, en Baviera), en los apartamentos que una vez ocupara. Ahora bien, es el teniente-general de Saint-Germain quien vino a esta ciudad (v. parte primera, cap. I).
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En éste el conde parece tener de 30 a 40 años; se muestra de frente, con casaca de alamares, orlada de armiño y con grandes mangas forradas del mismo; una corbata de chorrera de blonda escapa de su chaleco, desabrochado hasta el quinto botón. Rostro oval y glabro, aristocrático, inteligente y fino, ligeramente vuelto hacia la izquierda. Mucho de misterio y de ironía escapan de su mirada, que se abre camino un poco hacia la derecha, por encima de una nariz que apunta directamente hacia el mentón (16). Pensamos que este retrato ha sido pintado por el conde Rotan, amigo del conde de Saint-Germain, del que hablaremos más adelante, y que fue entregado a la Sra. d’Urfé por nuestro personaje poco antes de su partida hacia La Haya, a comienzos de 1760. No fue ésta la única vez que el conde de Saint-Germain y Casanova se encontraron. Volvieron a verse en casa del arrendador general, Sr. de la Poupliniére. Este último habitaba en verano el castillo de Passy, antiguo castillo de Boulainvilliers, situado sobre el camino d’Auteuil a Passy. El Sr. de la Poupliniére era muy rico; cultivaba la poesía y el dibujo así como la música, siendo un aficionado a este último arte de algún talento. Consagró a la música una parle de su fortuna, y fue muy generoso para con los artistas. En el salón del castillo de Passy se codeaban gentes de corte, gentes de mundo, gentes de letras, artistas, actores y actrices. El Sr. de la Poupliniére tenía a su disposición un espacioso teatro, los primeros talentos de los teatros, cantantes y bailarines de la Opera, y una excelente orquesta dirigida o bien por Gosscc, uno de los mejores artistas del tiempo, o bien por Gaffre, incomparable intérprete de arpa. Los conciertos tenían lugar en la gran galería; eran muy del agrado de la asistencia, numerosa y escogida. El conde de Saint-Germain que, como ya hemos mostrado, era un brillante violinista, podía ir a Passy tanto en su calidad de virtuoso como en calidad de invitado. Había sido presentado al Sr. de la Poupliniére por el conde de Wedel-Fries, embajador de Dinamarca, gran amigo del arrendador general (17). En la cena que siguió al concierto, el conde de Saint-Germain sostuvo la conversación con mucho espíritu y nobleza (18). (16) - Cf. FIRMIN-DIDOT. Les graveurs de portraits en France. París, 1875-1877, t. II, N° 2322. (17) - Georges Cocuel. La Pouplinière et la musique de chambre. Paris, Fischbacher, 1933, p. 224. (18) - CASANOVA, obra citada, t. III, p. 387.
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No habríamos de creer que el conde olvidase el motivo real o aparente de su viaje a Francia. Se ocupaba activamente de la futura fábrica de colores de Chambord. Es así que en el curso de un viaje a esta ciudad, el conde de Saint-Germain conoció al abad Tascher de la Pagerie, canónigo de la catedral, amigo del marqués de Marigny, y gobernador de Blois. El abad de la Pagerie escribía al Sr. de Marigny con fecha 12 de agosto de 1758: “Se aguarda incesantemente al Sr. de Saint-Germain, que excita la curiosidad en el país; me he reunido dos veces a comer con él. Me parece que tiene muchos conocimientos, y que razona por principios” (19), y como el abad se sorprendiera de ver al conde en Chambord, el marqués de Marigny le respondió desde Versalles el 2 de septiembre de 1758: “Es verdad que el rey ha asignado al Sr. de Saint-Germain un alojamiento en el castillo de Chambord. Tenéis razón al decir que es un hombre de mérito, he tenido ocasión de convencerme de ello en las entrevistas que he mantenido con él, y espero de la superioridad de sus luces beneficios reales” (20). Se advertirá por estas cartas cuán grandes eran la estima y la confianza testimoniadas al conde de Saint-Germain. Sin embargo, no habiéndose podido, según creemos, efectuar el transporte de Alemania a Francia de las materias necesarias a la fabricación de los colores, el conde volvió a Chambord en diciembre de 1758, acompañado de dos gentilhombres, a fin de prestar su asesoramiento (21). ¿Qué se decidió? Lo ignoramos; lo que es cierto es que el conde de Saint-Germain no volvió más a Chambord (22). El conde había dejado en el castillo a las personas que había traído para hacer el trabajo de manipulación de las materias colorantes. No es sino hasta el 21 de mayo de 1760 que tiene lugar una decisión a su respecto. (19) - Arch. Nation. Blois, O’ 1326. p. 315. (20) - Arch. Nation. Blois, O1 1326, p. 395. (21) - Arch. Nation. Blois, O1 1326, p. 392. (22) - Hemos descubierto en una revista la curiosa (!) enseñanza que sigue: "En Chambord, el conde había reunido a un grupo de estudiantes en su laboratorio, entre los que se encontraban el barón de Gleichen, la marquesa d'Urfé, y la princesa d’Anhalt, madre de la gran Catalina". Théosophie, N° 8, 21 de abril de 1938, p. 179, autor GEOFFREY WEST. En un catálogo hemos encontrado la indicación de un manuscrito. Progression de l'oeuvre minérale, acompañada de una nota: "este mismo secreto se ha encontrado en el gabinete del Sr. de Saint-Germain, en Chambord".
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El conde de Saint-Florentin, ministro de la casa del rey, escribió al Sr. de Saumery, gobernador del castillo, “que tuviese a bien advertir a estas gentes que se retirasen, pues son inútiles, y nadie tiene nada que darles" (23). En efecto, para esta fecha el conde de Saint-Germain ya no se encontraba en Francia, sino en Holanda, como se verá más adelante.
(23) - Arch. Nation. Blois, O1 412, p. 634.
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EL CONDE SAINT GERMAIN
CAPITULO CUARTO Los talentos del Sr. De Saint-Germain
En 1759, el conde de Saint-Germain habitaba en París, en el 101 de la calle Richelieu, en el chalet de la viuda del caballero Lamber!, su banquera (1). Entre los personajes recibidos por la viuda del caballero Lambert se encontraba el barón de Gleichen, de paso por París a título de enviado del margrave de Bayreuth, con el que venía de recorrer toda Italia. Era la segunda vez que la viuda del caballero Lambert le recibía, habiendo ya ido el Sr. de Gleichen a París en 1753 (2). Nos ha dejado de su encuentro con el conde de Saint-Germain un relato del todo típico: “Vi entrar a un hombre de talla mediana, muy robusto, vestido con una simplicidad magnífica y estudiada. Arrojó su capa y su espada sobre el lecho de la dueña de la casa, se colocó en un sillón cerca del fuego, e interrumpió la conversación diciéndole al hombre que hablaba:
(1) - LEFEUVE. Les anciennes maisons de Paris. París, Reinwald, 1875, t. II, p. 366. (2) - Carlos-Enrique de Gleichen, nació en 1735 en Meinersdorf, cerca de Bayreuth, y murió en Ratisbona el 5 de abril de 1807. Tras haber estado al servicio del margrave de Bayreuth y del de Dinamarca, se dedicó a los estudios. Sus dos principales obras son Metaphysische Ketzerein (Las Herejías Metafísicas), traducida al francés bajo el título de Essais Théosophiques, París, 1792, y sus Souvenirs (Recuerdos).
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“No sabéis lo que decís, sólo yo puedo hablar de este asunto, que he agotado, al igual que la música, que abandoné por no poder ir más allá” (3). Por lo que sabemos del conde, de sus maneras corteses y educadas de presentarse y hablar, el relato del barón de Gleichen nos parece sospechoso. En efecto, el Sr. de Gleichen tenía entre sus contemporáneos una reputación bien cimentada, definida por la Sra. du Deffand, “Su defecto es el de ser mentiroso en grado supremo, no que oculte la verdad, sino que la altera” (4), y confirmada por L. CL. de Saint-Martin, “Es un hombre que daría treinta verdades a cambio de una mentira” (5). Sea como sea, el conde de Saint-Germain y el Sr. de Gleichen se hicieron amigos, como lo demuestra una última nota: “Le he seguido durante seis meses con la asiduidad más sumisa” (6). El conde había reunido en casa de la viuda del caballero Lambert un cierto número de cuadros; se los mostró al Sr. de Gleichen, diciéndole que ciertamente no los había visto parecidos durante su viaje por Italia. “Efectivamente, casi me dejó sin habla, pues los cuadros que me hizo ver estaban todos marcados por un cuño de singularidad o de perfección que los volvía más interesantes que muchos ejemplares de primera clase, sobre todo una sagrada familia de Murillo que igualaba en belleza a la de Rafael en Versalles” (7). (3) - Barón de Gleichen, obra citada, p. 121. Algunas líneas más adelante, el Sr. de Gleichen afirma que el conde de Saint-Germain hacía la corte a una de las hijas de la viuda del caballero Lambert. (4) - Sra. DU D EFFAND . Correspondance avec le duc de Choiseul. París, Lévy, 1887, t. I, p. 232. (5) - L. CL. de Saint-Martin. Correspondance. París, 1862, carta LI. (6) - Barón de Gleichen, obra citada, p. 123. Según Lamothe-Lan- oon, el conde de SaintGermain "tenía dos criados; uno le servía desde hacía quinientos años, y el otro, parisino consumado, conocía la corte y la ciudad. Además, su casa se componía de cuatro lacayos, en librea de color de tabaco de España, cuello y manguitos azules con galones de oro. Tomaba un carruaje de alquiler a razón de quinientos francos por mes”, obra citada, t. I, p. 297. (7) - Baron de Gleichen, obra citada, p. 122. Según M. Capefiqi/e, en Madame de Pompadour, p. 268, el conde de Saint-Germain “Había reunido la más bella colección de cuadros de la escuela flamenca, y sobre todo de la escuela española, siendo el primero en dar a conocer sus bellezas y valor. Dio al gabinete del rey telas de Velázquez y de Murillo de un admirable color”.
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El conde hizo asimismo admirar al Sr. de Gleichen una cantidad de piedras preciosas y sobre todo de diamantes de color, de un tamaño y de una perfección sorprendentes. “Creí ver’’, dice éste último, “los tesoros de la lámpara maravillosa. Había, entre otros, un ópalo de un tamaño monstruoso, y un zafiro blanco (8) de la talla de un huevo, que ensombrecía por su brillantez la de todas las piedras de comparación que ponía a su lado. Me atrevo a jactarme de conocer las joyas, y puedo asegurar que el ojo no podía descubrir razón alguna para dudar de la finura de estas piedras, tanto más cuanto que no estaban montadas” (9). El Sr. de Gleichen añade que el conde “poseía numerosos secretos químicos, sobre todo para hacer colores, tinturas, y una especie de similor de una rara belleza. Puede ser, incluso, que hubiese compuesto él mismo estas piedras preciosas de las que he hablado, y cuya finura no podía ser desmentida más que por la lima”. Al mismo tiempo que el Sr. de Gleichen abandonaba París camino de Dinamarca, el conde de Saint-Germain conoció a la que más tarde sería Sra. de Genlis. Stéphanie-Félicité du Crest nació el 25 de enero de 1746 “en una pequeña tierra de Borgoña, cerca de Autun” (10). Recibida a la edad de siete años como canonesa del capítulo noble de Alix, cerca de Lyon, la Srta. du Crest, según las prerrogativas del capítulo, tomó por título el de condesa de Lancy, siendo su padre señor de Bourbon-Lancy. Su juventud fue un encanto: ‘Por la mañana’, dice ella, ‘tocaba un poco el clavecín y cantaba; a continuación estudiaba mis papeles (pues interpretaba comedia), y más tarde tomaba mi lección de danza, y tiraba con las armas; después, leía hasta la hora del almuerzo’...” (11). Gracias a esta excelente educación supo crearse un lugar aparte cuando llegó a París, una vez que su padre se hubo arruinado en equivocadas especulaciones.
(8) - El conde de Saint-Germain conocía sin duda las indicaciones proporcionadas por J. Cardan en su libro VII de las Subtiiités, para dar a las piedras preciosas un limpidez semejante a la del diamante. (9) - B ARON DE G LEICHEN , obra citada, p. 123. (10) - Sra. DE GENLIS. Mémoires. París, Firmin-Didot, 1928,1.1, p. 3. (11) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, p. 15. En el siglo XVIII, la comida correspondía a nuestro desayuno de hoy en día, y la cena a nuestra comida.
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La condesa de Lancy acababa de cumplir los trece años cuando fue a pasar, con su madre, el verano de 1759 en Passy, en casa del arrendador general, Sr. de la Poupliniére. “Era”, dice ella, “un viejo de sesenta y seis años, de una salud robusta, de una figura dulce, agradable y espiritual” (12), y añade cándidamente: “me fastidió no haber tenido tres o cuatro años más, pues le admiraba tanto que habría estado encantada de casarme con él” (13). Sin embargo, el arrendador general no fue extraño al cambio de situación de su protegida, a la que en consecuencia hizo los honores. En un capítulo precedente hemos visto que el conde de Saint-Germain era recibido en casa del Sr. de la Poupliniére. Fue, pues, en el salón del gran señor de las Finanzas que tuvieron lugar los encuentros de la joven condesa, convertida en Srta. de Saint-Aubin, con “el singularísimo personaje al que vio casi todos los días, durante más de seis meses" (14). “Este personaje extraordinario, por el que ha conservado mucho interés” (15), excitó al más alto punto la curiosidad de la joven du Crest, y si veía en él a “un charlatán, o al menos un hombre exaltado por ciertos secretos particulares, que le habían procurado una salud muy robusta y una vida más larga que la vida ordinaria del hombre” (16), ya que el conde parecía tener en aquella época todo lo más cuarenta y cinco años, bien que tuviese ciertamente una edad más avanzada, ella confiesa haber sido subyugada por “este hombre extraordinario por sus talentos y por la extensión de sus conocimientos, y por todo aquello que puede merecer la consideración personal, el saber, las maneras nobles y serias, una conducta ejemplar, la riqueza y la beneficencia” (17).
(12) - i Sr». DE GENLIS, obra citada, t. I, p. 19. (13) - Sra. DEGENLIS, obra citada, t. I, p. 19. (14) - Sra. DEGENLIS, obra citada, t. I, p. 25. (15) - Sra. DEGENLIS, obra citada, t. I, p. 29. (16) - Sra. DEGENLIS, obra citada, t.I, p. 27. M. A. MARQUISET, en Feuilles d Histoire, N° 1, julio 1913, p. 19, dice: “practicando una higiene razonada muy desconocida en aquella época, rechazando las tentaciones camales y gastronómicas, el conde pudo conservar un aspecto juvenil hasta una edad avanzada". (17) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, p. 27. Louis Beraldi, en Le passé du Pyrénéisme, notes d'un bibliophile. París, 1919, p. 37, escribe que el conde es “un señor notablemente fino, distinguido, conversador deslumbrante, que tiene un éxito inmenso”.
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Esta admiración que la Srta. du Crest experimenta por el conde de Saint-Germain es confirmada de nuevo por las siguientes líneas: ‘‘Mostraba los mejores principios, cumplía con exactitud todos los deberes externos de la religión, era sumamente caritativo, y todo el mundo coincidía en decir que tenía las costumbres más puras. En fin, todo era grave y moral en su comportamiento y en sus discursos (18) (19). Al igual que Casanova, la futura Sra. de Genlis nos ha dejado un retrato del conde, pero este retrato es menos banal y más característico: “Era un poco por encima de la media, bien hecho y de andares muy lentos; sus cabellos eran negros, su piel muy oscura, su fisonomía muy espiritual, sus rasgos bastante regulares” (20), lo que confirman el Sr. de Gleichen (en este mismo capítulo) y la Sra. du Haussay (ver capítulo II de la Segunda Parte). Si comparamos este retrato, que nos parece exacto, con el trazado por C. de Courchamps, nos sorprenderemos de saber que el conde tenía la mirada arrogante..., que portaba “una foresta de cabellos blancos, la más bella barba y las cejas igual” (21). Lo cierto es que conforme al grabado de N. Thomas el conde es calvo. Por su parte, Lamothe-Langon describe nuestro personaje bajo el más adulador aspecto: “tenía un talle combo y gracioso, manos delicadas, un pie pequeño, piernas elegantes que resaltaban bajo medias de seda bien tensas. Las calzas, muy estrechas, dejaban adivinar también una rara perfección de las formas; su sonrisa mostraba los más bellos dientes del mundo, un bonito hoyuelo adornaba el mentón’’ (22). Completaremos este retrato con la descripción del Sr. de Gleichen, que le muestra “vestido con una simplicidad magnífica y estudiada”, y la de la Sra. du Haussay, que le vió varias veces “vestido de modo muy simple pero con gusto”, mientras que el irónico C. de Courchamps le ha visto “trajeado como en tiempos del rey Guillemot” (23). (18) - El Barón de Gliechen, obra citada, p. 128, afirma que el conde de Saint-Germain preconizaba la doctrina de Lucrecio, que es la negación de la divinidad y el goce de los placeres sensuales. (19) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, p. 26. (20) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, p. 26. Sólo M. Dufort de Cheverny, en sus Mémoires, París, Pión, 1909, t. I, p. 56, le da una figura muy común. (21) - Sra. de Créquy, obra citada, t. II, p. 269. (22) - Lamothe-Langon, obra citada, t. I, pp. 294-295. (23) - Sra. DE C RÉQUY , obra citada, t. II, p. 267.
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La Srta. du Crest mantuvo largas conversaciones con el conde de Saint-Germain; éste “hablaba perfectamente el francés sin acento alguno”; el Sr. de Gleichen, por el contrario, asegura que el conde hablaba la lengua francesa “con acento piamontés” (24), mientras que C. de Courchamps pretende que este acento era alsaciano (25), pero los tres con- cuerdan en decimos que hablaba inglés, italiano y español, idiomas a los que hay que añadir el portugués y el alemán según el Sr. de Gleichen (26). Cualquiera que fuese el acento con que el conde hablaba el francés, fue un interlocutor seductor; la Srta. du Crcst califica su conversación de “instructiva y entretenida, había viajado mucho, y conocía la historia moderna con un detalle asombroso, por lo que se ha dicho que hablaba de los más antiguos personajes como si hubiese vivido con ellos; pero yo nunca le he oído decir nada semejante , y la joven du Crest, como si quisiese oponer su palabra a la de los folletineros, confirma la perfecta corrección de la actitud del conde, diciendo “que durante los cuatro primeros meses de nuestra intimidad, no sólo no dijo extravagancia alguna, sino ni siquiera una sola frase extraordinaria; había incluso algo tan grave y respetable en su persona, que mi madre no osaba interrogarle sobre las singularidades que se le atribuían” (27) (28). Se recordará que el conde de Saint-Germain sobresalía en la música, y la Srta. du Crest lo señala: “Era un músico excelente; acompañaba de cabeza sobre el clavecín todo lo que se cantaba, y con una rara perfección por la que he visto a Philidor asombrado, así como por su manera de preludiar” (29).
(24) - B ARÓN DE G LEICHEN , obra citada, p. 128. (25) - Sra. de Créquy, obra citada, t. II, p. 269. (26) - "Los eruditos, los orientalistas, sondearon el saber de Saint- Germain; los primeros le encontraron más hábil que ellos en el idioma de Homero y en el de Virgilio; hablaba el sánscrito, el chino y el árabe con los segundos, a fin de probarles que había residido en Asía, y demostrarles que en las escuelas se instruía muy mal sobre los dialectos de Oriente". Abad Lecanu, obra chada, t. II, p. 843. (27) - Sra. DE GENLIS, obracitada, t. I,p. 27. (28) - Sra. DE GENLIS, obracitada. t. I,p. 27. (29) - Sra. DE GENLIS, obracitada, t. I,p. 26.
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Una tarde, dio una curiosa respuesta a la joven du Crest; ésta interpretaba aires italianos, que el conde acompañaba de oído, cuando él la dijo que en cuatro o cinco años tendría una bella voz, y añadió: “ Y cuando tengáis diecisiete o dieciocho años, ¿tendréis a bien quedaros en esa edad, al menos por un enorme número de años?’. Como ella respondiese que estaría encantada de hacerlo, ‘Bien’, respondió él muy seriamente, os lo prometo” (30). La música no era el único talento del conde. "Era un buen físico y un gran químico. Me daba sin cesar", dice la Srta. du Crest, “bombones excelentes, en forma de frutas que me aseguraba haber hecho él mismo; de todos sus talentos no era éste el que yo estimaba menos. Me dió también una caja de bombones muy singular, cuya tapa había hecho él mismo. La caja, de concha negra, era muy grande; la tapa estaba adornada por un ágata de composición mucho más grande que la cubierta; se ponía esta caja delante del fuego, y al cabo de un instante, al retomarla, no se veía ya el ágata, encontrándose en su lugar una bonita miniatura que representaba a un pastor sosteniendo un canastillo lleno de flores; esta figura permanecía hasta volver a calentar la caja; entonces el ágata reaparecía y ocultaba a la figura” (31). La habilidad del conde no era menos real en la pintura: "Pintaba al óleo, no de un modo bruto como se ha dicho! sino agradablemente; había encontrado un secreto de los colores verdaderamente maravilloso, lo que volvía sus cuadros muy extraordinarios. Su pintura pertenecía al género de los temas históricos; no dejaba nunca de adornar sus figuras femeninas con atavíos de piedras preciosas; se servía entonces de sus colores para hacer estos adornos, y las esmeraldas, zafiros, rubíes, etc., tenían realmente el fulgor, los reflejos y el brillo de las piedras a las que imitaban. Latour, Vanloo y otros pintores han ido a ver estos Cuadros, y admiraban extremadamente el sorprendente artificio de estos deslumbrantes colores, que tenían el inconveniente de apagar a las figuras, cuya verdad por otra parte destruían por su asombrosa ilusión. (30) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, pp. 27-28. (31) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, pp. 28-29.
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Más para el género de los ornamentos se habría podido sacar gran partido de estos singulares colores, de los que el Sr. de Saint-Germain nunca ha querido entregar el secreto” (32). En el tiempo en que conoció al Sr. de Gleichen y a la futura Sra. de Genlis, el conde de Saint-Germain era admitido a las cenas del rey, que tenían lugar en el Petit- Trianon (33). Luis XV reunía en estas cenas a una sociedad íntima de gentes agradables. En ellas toda etiqueta era eliminada, a fin de que cualquiera pudiese hablar libremente. Las palabras ingeniosas, las salidas brillantes, los cuentos de la corte y de la ciudad, eran el pasatiempo de estos comensales, aunque a veces se tomasen en este lugar decisiones importantes. Aquí, como en los demás sitios, el conde de Saint-Germain asombraba a su auditorio por la originalidad de sus ideas, siempre presto a improvisar un apólogo picante (34). Referimos, a título de curiosidad, algunas de las historias que pudo haber contado el Sr. de Saint-Germain. Un joven señor, muy libertino, obtiene por medio de una operación mágica los favores de una vampiro. No pudiendo desasirse de las garras del súcubo que ha suscitado, el joven imprudente se dirige al conde de Saint-Germain quien, por una evocación contraria, expulsa la entidad. El joven señor, arrepentido, entra en un monasterio, y algún tiempo después muere en olor de santidad (35). Una joven viuda, sabiendo que el conde de Saint-Germain no viene nunca de visita sin traer bellísima joyas, trata de envenenarlo para apoderarse de sus piedras preciosas. El conde evita el peligro; la mujer, enloquecida, llama a sus agentes para que le asesinen, pero él les impide llevar a cabo su cometido. (32) - Sra. DE GENLIS, obra citada, t. I, p. 26. (33) - El parquet de una de las salas comedor conserva las huellas de un escotillón por el que se subían, completamente provistas, las mesas destinadas a los comensales de Luis XV, a fin de suprimir el embarazoso servicio de los criados. (34) - “El rey escuchaba con visible interés los viajes a través de Asia y de Africa, las anécdotas plenas de encanto sobre las cortes de Rusia, de Austria, y los sultanes, que el Sr. de SaintGermain relataba con ingenio. El conde parecía mejor informado sobre las intimidades de cada corte que los embajadores y los encargados de negocios del rey . M. Capefique, obra citada, p. 269. Ver también, del mismo autor, La ba- ronrie de Krudner. París, Amyot, 1866, pp. 192-193. (35) - L AMOTHE -L ANGON , obra citada, t. I, pp. 300-306.
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Los bandidos son detenidos y colgados, al igual que su cómplice (36). Un rico señor de Dalmacia da de cenar a sus amigos. Llega un gentilhombre extranjero. Cada uno de los convidados experimenta al verle una repulsión extraordinaria. Toda alegría desaparece. Los invitados se alejan. El recién venido es conducido a una cámara que se abre hacia la campiña. A medianoche, un grito contenido, después el silencio. Al amanecer se encuentra cerca del palacio el cadáver de un labriego de los alrededores. El extranjero ha desaparecido (37). Citemos también dos “anécdotas”, la primera de las cuales es una ficción, mientras que la segunda está basada sobre un argumento cuyo origen indicamos: Una señorita, Elena de Pal..., es conducida al Parc-aux- Cerfs con el consentimiento de su padre, pese a los esfuerzos de su amante. La desesperación invade a la joven, que resuelve envenenarse. Con el apoyo del conde de Saint- Germain, simula el drama, y los médicos presentes tratan en vano de reanimarla. En el momento convenido, el conde llega, hace el simulacro de administrarla un antídoto, y la joven es salvada (38). Maese Dumas, ex procurador de Chatelet, es prodigiosamente rico. Se ocupa de la astrología en su cámara alta, cerrada por una doble puerta de hierro. Cada viernes un hombre misterioso se encierra con el ex procurador, y se marcha al cabo de una hora. Una vez el visitante viene en miércoles en lugar de viernes, lo que desconcierta a maese Dumas, y se desencadena una discusión. Tras la partida del visitante, el ex procurador se encierra con llave en su cámara, y cuando la mujer y el hijo abren la puerta a la mañana siguiente, maese Dumas ha desaparecido. Esto sucedía en 1700. Luis XV, que conocía la aventura, se la participó al conde de Saint-Germain. Siguiendo sus indicaciones, basadas en un tema horario, se descubre una cripta a la que se accedía desde la cámara alta por una escalera de caracol, y en esta cripta se ve el cadáver de maese Dumas, dormido para siempre por medio de un poderoso narcótico (39). (36) - L AMOTHE -L ANGON , obra citada, t. I, pp. 306-310. (37) - Lamothe-Langon, Le comte de Saint-Germain et la marquise de Pompadour. París, 1838, t. II. (38) - J. Peuchet. Mémoires tirés des archives de la Pólice. Pans, Levavasseur, 1838, t. U, p. 292. Estas memorias apócrifas son de Lamolhe-Langon. (39) - J. Peuchet, obra citada, t. II. Reimpresión. París, 1933, cap. IV, pp. 52-56.
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Hemos encontrado en las Memorias secretas de Duelos una historia que se relaciona extrañamente con esta anécdota: Un tal Pécoil, de Lyon, había hecho una inmensa fortuna partiendo de los empleos más bajos de la gabela, a consecuencia de la cual había comprado para su hijo un cargo de maestro de instancias. Sin embargo, él mismo nunca se aprovechó de sus riquezas, y sólo soñaba en acumularlas. Había mandado construir en su casa una cripta cerrada por tres puertas, la última de la cuales era de hierro. Iba de vez en cuando a esta cripta, a fin de gozar de la visión de su tesoro. Su mujer y su hijo se apercibieron de ello. Un día que fue a la cripta, aunque se creía que había salido, no volvió al anochecer. La madre y el hijo aguardaron dos días. Al cabo de este tiempo, fueron a la cripta y echaron abajo las dos primeras puertas, pero como la de hierro se resistiese hubo que esperar hasta el día siguiente. Cuando penetraron en la cripta, encontraron al hombre tendido en tierra junto a los cofres, muerto, los brazos roídos, y a su lado una linterna carbonizada (40). Todo es idéntico, salvo la presencia de nuestro personaje. El conde de Saint-Germain era visto con distinción en casi todas las buenas mansiones de la capital. Es así que se le recibía frecuentemente en casa del marqués de Béringhen, el Sr. Primero, de la pequeña escudería del rey, donde, como hemos visto, refirió la historia del conde de Moneada, la única que verdaderamente se le puede atribuir con seguridad (41); igualmente, en casa de la princesa de Montauban, esposa del teniente general Charles de Rohan- Rochefort. Es en esta casa que el conde conoció al Sr. d’Affry, embajador de Francia en La Haya, con quien, tiempo más tarde, tendría sus disputas (42); asistía a las veladas de las señoritas de Alencé, parientes del conde Dufort de Chevemy, introductor de embajadores, las cuales habitaban en la calle Richelieu, enfrente de la Biblioteca real.
(40) - Duclos. Mémoires secrets sur le règne de Louis XIV, la Régence et Louis XV. Paris, Buisson, 1805, t. Il, pp. 4 y 5. (41) - Sra. du Hausset, obra citada, pp. 190 a 200. (42) - Arch. de Hollande. 18 de abril de 1760.
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“Estas dos jóvenes tan amables veían la mejor compañía de la capital" (43); se le encontraba igualmente en la familia del Sr. d'Angeviller, pariente y heredero de la Sra. de Béringhcn, que no era en esta época más que mariscal de campo, antes de ser nombrado director de las edificaciones del rey y miembro de la Academia de Ciencias. He conocido, dice, al Sr. de Saint-Germain. Yo era muy joven [tenía 29 años], pero pese a mi juventud, aunque fui bien tratado y atendido por él, lejos de dejarle disfrutar de los homenajes que se rendían a su charlatanería, me descaraba con él sin miramiento alguno” (44); iba asimismo a casa de la Sra. de Marcháis, hija del arrendador general de Laborde y pariente de la Sra. de Pompadour, casada con el primer camarero del rey, la cual, una vez enviudó, se desposó con el Sr. d’Angeviller, y mantuvo un salón como Sra. de Geoffrin. “Ella había conservado bellísimos cabellos en la edad más avanzada (45); se pretendía que el famoso conde de Saint-Germain, que había aparecido en la corte como uno de los más celebres alquimistas, la había dado un licor que conservaba los cabellos, y les impedía encanecerse con el paso de los años” (46); era recibido en casa del Sr. de l’Epine Danican, armador, descendiente de un corsario maloino. “Este se había aprovechado de sus extensos conocimientos sobre metalurgia para conocer y valorizar las minas que poseía en la Baja Bretaña sin conocerlas” (47); iba a menudo a casa del Sr. de Nicolai, primer presidente de la cámara de cuentas, el cual residía en la plaza Real, así como a casa del conde Andreas Peter Bemstorff, consejero de la delegación danesa (v. Segunda parte, Capítulo XIV), etc., etc. Finalmente, una cierta Orden de la Felicidad (48), que tenía a su cabeza al duque de Bouillon, “buscó conocerle, dado que se le tenía por un superior” (49). (43) - D UFORT DE C EVERNY , obra citada, p. 56. (44) - Luis Bobe. Papeles de la íamilia de Reventlow. Copenhague, 1906. (45) - “La Sra. d’Angeviller nunca había tenido de hermoso más que los cabellos, que le bajaban hasta tierra; es verdad que no resultaba demasiado difícil, pues era extremadamente pequeña". Cf. Duc de LEvis. Souvenirs et -portraits. París, 1815, p. 89. (46) - Srta. Campan. Mémoires. Paris, Didot, 1886, p. 386. (47) - P. J. G ROSLEY , obra citada, p. 333. (48) - A. Dinaux. Les sociétés badines, bachiques, etc., París, Bectie- lin-Deflorenne, 1867, t. I, p. 3. (49) - Wurmb al principe Federico-Augusto, 19 de mayo de 1777.
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Esta Orden, cuya alma era el marqués de Chambenas, reivindicaba el sistema del conde de Gabalis, que había inventado el abad Montfaucon de Villar (50). Como bien se comprenderá, el conde de Saint-Germain declinó este honor (51).
(50) - Si el abad Montfaucon de Villars ha tomado para el héroe de su libro el nombre de conde de Gabalis, es en recuerdo de los Gabali, que habitaban primitivamente el Gevaudan, o Gabalicus pagas. Ahora bien, el abad de Villars es original de los alrededores de Tolosa, y el Gevaudan perteneció a la casa de Tolosa entre los siglos X y XI. (51) - Los estatutos de la Orden de la Felicidad “se componían de máximas de galantería, a las que nadie podía faltar. Una cinta verde, símbolo de la esperanza, sostenía una pequeña cruz que estas damas portaban sobre el corazón. Mémoires de ¡a baronne D‘OBERKIRCH. París, Charpentier, s. f., t. I, p. 220.
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CAPITULO QUINTO La gran cólera del Sr. De Choiseul
El conde de Saint-Germain frecuentaba la casa del Sr. de Choiseul, donde era bien recibido. El duque de Choiseul era ministro de asuntos exteriores desde el 3 de diciembre de 1758, reemplazando al cardenal de Bemis. “Su nacimiento, su vigor, sus maneras, hacían que se le considerase, y había sabido ganarse las buenas gracias de la Sra. de Pompadour mejor que ningún otro” (1). Cuando la política no estaba en juego, sólo los placeres de todo tipo interesaban al duque. “Amo mi placer hasta la locura”, dirá él (2). La Sra. de Choiseul, por el contrario, no vivía más que para el espíritu. Amable y buena, encantaba sin ser bonita. Como leía mucho y se dedicaba a la música y a la pintura, había mandado al conde de Saint-Germain que viniese a su casa, sabiendo que sus conversaciones eran muy valoradas por todos. En efecto, la extensión y la variedad de sus conocimientos han sido para el conde recomendaciones tanto más poderosas, cuanto que en cualquier arte que ha querido brillar siempre lo ha conseguido.
(1) - M"° DU H AUSSET . Obra citada, p. 34. (2) - Carta a Voltaire, 22 de abril de 1760. Cf. P. Calmettes, Choiseul et Voltaire, París, Pión, 1902, p. 70.
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Inicialmente, el duque de Choiseul no se asombró demasiado por los hechos y gestos del conde de Saint- Germain; éste vivía en Francia como anteriormente lo había hecho en Inglaterra, es decir, a lo grande, regulando todos sus gastos sin que le fuese hecho ningún envío de fondos. Naturalmente, la cosa acabó por sorprender, y “Como su riqueza no le venía, en todo caso, del juego o la estafa, nunca acusación alguna de este tipo parece haber sido levantada en su contra” (3), se empezó a hablar de alquimia, de “piedra filosofal”. El duque ordenó una investigación a fin de conocer el origen de los fondos de que disponía el conde, y dijo a quienes se dirigían a él para informarse “que les mostraría pronto de qué cantera se extraía esta ‘piedra filosofal’ de la que hablaban” (4). Los medios empleados por el duque de Choiseul no dieron resultado alguno, bien que el teniente de policía Benin de Bellisle hubiese desplegado todo su celo. Esta “minera” de la que el conde de Saint-Germain extraía sus fondos puede explicarse así: posee, como sabemos, gran número de piedras preciosas de belleza sin igual, le es pues fácil deshacerse de ellas con una persona cualificada que hará llegar la joya a uno de los mercados de Londres o Amsterdam, a fin de obtener de su venta el mayor beneficio, y que depositará los fondos con su banquera, la viuda del caballero Lambert. El Sr. de Choiseul, vejado de no poder conocer lo que más deseaba saber, no pudo ocultar su despecho, tanto que una tarde, en una cena en la que se encontraban reunidos él mismo, su mujer, el barón de Gleichen, al que conocemos, y el bailfo de Solar, embajador de Cerdeña, el ministro tuvo una violenta salida para con su mujer: “La preguntó bruscamente por qué no bebía, y habiéndole respondido ella que practicaba con buen éxito, al igual que el Sr. de Gleichen, el régimen del Sr. de Saint-Germain, el Sr. de Choiseul la dijo: Por lo que respecta al barón, en quien he reconocido un gusto muy particular por los aventureros (?), es dueño de escoger su régimen, pero a vos, señora, cuya salud me es preciosa, os prohíbo seguir las necedades de un hombre tan equívoco (?). (3) - A. Lang, obra citada, p. 219. (4) - The London Chronicle, n° del 31 de mayo al 3 de junio de 1760.
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Es extraño, añadió, acalorándose más todavía, que se permita al rey estar a menudo casi solo con un hombre semejante, cuando nunca sale si no es rodeado de guardias, como si estuviese lleno de asesinos por todas partes’’ (5). Si las palabras del duque de Choiseul nos lo muestran visiblemente despechado ante la confianza puesta por el rey en nuestro personaje, su movimiento de cólera provenía también de sus envidias en contra del mariscal de Belle-Isle, amigo del conde de SaintGermain (6). El mariscal, este viejo soldado de espíritu joven e intrépido”, era el benjamín del superintendente Fouquet (7). Tenía en el gobierno del duque de Choiseul las funciones de ministro de la guerra. Los dos hombres se detestaban a causa de sus ambiciones políticas personales". La política del Sr. de Choiseul seguía dos líneas: “combatir a Inglaterra y vencerla; conservar la independencia de Prusia, garantizándose así de las ambiciosas miras de las cortes austríaca y rusa” (8) (9). El Sr. de Belle-Isle, por el contrario, intrigaba por convertirse en el autor de una paz separada con Inglaterra. “El mariscal admiraba a los Ingleses diciendo que estos son valientes y aman a su rey, y que desde que se les ataca ya no hay facciones en Inglaterra, y el espíritu de patriotismo regula las decisiones de Westminster” (10). Ahora bien, todo lo que atañe, de cerca o de lejos, a Inglaterra, indispone al duque de Choiseul, y más adelante veremos porqué el conde de Saint-Germain fue englobado en esta reprobación. (5) - B ARÓN DE G LEICHEN , obra citada, pp. 129-130. (6) - Según M. Pierre Lhermier. el Señor de Belle-Isle llamaba al conde de Saint-Germain “el hijo de mis viejos días”: La Revue de France, n" 11, 1 de junio de 1939, p. 337. (7) - Charles-Louis-Auguste Fouquet, duque de Belle-Isle, nacido en Villefranche el 22 de septiembre de 1684, muerto el 26 de enero de 1761. (8) - El Sr. de Gleichen ha pretendido que el conde de Saint-Germain “había dado al Sr. de Belle-Isle el esquema y el modelo de estos famosos buques planos que debían servir a un desembarco en Inglaterra. Ahora bien, nada puede ser más falso. Resulta del análisis de los despachos del embajador francés en Londres, que el conde no ha estado mezclado en modo alguno en esta historia. Aff. étrang., Angieterre, 442, ff. 112, 134, 145, 174. (9) - P. Calmettes, obra citada, p. 104. (10) - Chevrier. La viie politique da maréchal de Belle-Isle. La Haya, Van Duren, 1762, p. 264.
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Como muchos otros, el conde hacía comercio marítimo, y tenía intereses en una compañía inglesa de navegación. El barco en el que estaba interesado el Ackerman fue capturado el 8 de marzo de 1759 por el corsario francés Marauder, comandado por el capitán dunquerqués Thivier-Leclere. El juzgado del Almirantazgo de Dunquerque había reconocido la valiosa captura, cuyo montante se elevaba a cerca de 800.000 libras. Sin embargo, la casa Eymeri y Cia. de Dunquerque se definió en parte reclamante ante el consejo de capturas, y la resolución del asunto fue encomendada al Consejo real (11). El conde de Saint-Germain se dirigió a la Sra. de Pompadour, a fin de que usara de su influencia para levantar el embargo sobre el Ackerman, del que tenía una opción por valor de 50.000 escudos. Algunos meses más tarde, apremiaba poner fin a la guerra que duraba ya tres años. Un esocós residente en París, de nombre Crammont, recibió una carta de Londres, llegada a través de Bruselas, en la que se sugería la idea de una paz separada con Inglaterra, sugerencia emanante de dos de los secretarios de Estado del Reino-Unido, el duque de Newcastle y lord Granville (Charles Foronshead). Esta carta fue mostrada al conde de SaintGermain por la Sra. de Pompadour, en un momento en que también se encontraba cerca el mariscal de Belle-Isle, haciendo éste último causa común con la favorita del rey (12). Al mismo tiempo, el bailío de Froulai, embajador de Malta en París, fue al encuentro del duque de Choiseul, y le remitió una carta de Federico II (13) por la cual éste último le solicitaba tuviese a bien recibir al barón de Edelsheim, encargado de presentarle secretamente proposiciones de paz (14).
(11) - H. Malo, obra citada, pp. 125-126. (12) - Arch. De Hollande. Papiers de Bentinck. 9 de marzo de 1760. (13) - Espero, mi querido Bailío, que mi comisión no os desagradará. Comprenderéis su importancia fundamental para todas las partes beligerantes. La paz es el grito de Europa, pero la ambición es menos delicada”. Carta de Federico II al bailío de Froulay. Prusia. Berlín, t. 186, fx 163. Se encuentra la respuesta a esta carta en una misiva del Sr. De Choiseul a Voltaire: “Que Federico II no nos crea lo bastante imbécil como para caer en la trampa de La Haya; lo mejor que podemos hacer es parecerlo, pues la apariencia de víctima conviene a los derrotados”. Cf. P. CALMETTES, obra citada, p. 51. (14) - Dutens. Mémoires, t. I, p. 149.
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El Sr. de Choiseul rechazó la proposición, diciendo: “Nosotros no estamos en guerra contra el rey de Prusia, y en consecuencia no podemos tratar con él de una paz particular. Son sus enemigos, o sus aliados, quienes pueden hacer su paz, mas no nosotros” (15). Sin embargo, el 25 de noviembre de 1759 el duque Luis de Brunswick, mariscal general al servicio de las Provincias Unidas y tutor del joven Stathouder, Guillermo V (16), había remitido al Sr. d’Affry, ministro francés residente en La Haya, una declaración firmada por el conde de Holder- nesse y por el barón de Knyphausen, “en nombre y de parte de sus Majestades Británica y Prusiana, tendente a testimoniar la inclinación de las cortes de Londres y de Berlín al restablecimiento de la paz” (17); desgraciadamente, “las pretensiones de Inglaterra eran exageradas, y Francia se vio obligada a oponer una cierta resistencia” (18), con lo que las conversaciones se rompieron. Pero el Sr. de Belle-Isle, de acuerdo con Luis XV y la Sra. de Pompadour, creyó poder conseguir esta paz, anhelada, se dice, por todos, y de la que él mismo sacaría un gran beneficio en cuanto a su posición personal. Sabiendo que el conde de Saint-Germain estaba íntimamente relacionado con el Sr. Yorke, ministro de Inglaterra en La Haya, le encargó hacer unas gestiones ante el embajador, con vistas a intentar retomar las conversaciones de paz, a escondidas del Sr. de Choiseul. (15) - Carta del Sr. de Choiseul a Voltaire, 14 de enero de 1760. Cf. P. Calmettes, obra citada, p. 56. (16) - El duque de Brunswick fue nombrado mariscal-jefe de la República en 1750, bajo el reinado del príncipe Guillermo IV. A la muerte de la princesa Ana, madre del príncipe Guillermo V, fue nombrado tutor del joven Stathouder, entonces de 11 años de edad. (17) - Duque de Choiseul-Stainville. Mémoire historique sur la négociation de la France et de /'Angleterre, depuis le 26 mars 1761, jusqu'au 20 septembre de la mAem« année, avec les pièces justificatives. Paris, de l’Imprimerie Royale, 1761, pp. 9-13. (18) - P. CALMETTES, obra citada, p. 46. Una proposición del Congreso fue puesta en marcha, lo que hizo que Voltaire escribiera al rey de Prusia: "Vuestros ministros tendrán sin duda en Breda vistas más bellas que las mías. El Sr. duque de Choiseul, el Sr. de Kaunitz y el Sr. Pitt no me dicen su secreto. Dicen que no es conocido más que de un cierto Sr. de Saint-Germain, que cenó en otro tiempo en la ciudad de Trento con los Padres de Concilio, y que tendrá el honor de ver a su M. en una cincuentena de años. Es un hombre que no muere, y que lo sabe todo". Carta del 15 de abril de 1760. OEuvres completes. París, Didot, 1877, t. X, N° 313. A lo que Federico II respondió el 1 de mayo de 1760: "El conde de Saint-Germain es un conde de risa”, N° 339. La alusión burlona de estos dos personajes hacía mención a los rumores extendidos en París por el mistificador milord Gor (V. segunda parte, cap. II).
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El conde aceptó esta misión secreta, fuera de todo interés personal, simplemente por rendir un servicio al Sr. de Belle-Isle, y sobre todo al rey y a la Sra. de Pompadour, por quien sentía la mayor de las estimas. El 14 de febrero de 1760, el Sr. de Belle-Isle envió al conde de Saint-Germain una rúbrica del rey Luis XV, y el conde partió para Holanda.
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CAPITULO SEXTO Misión diplomática
El 20 de febrero de 1760, el conde de Saint-Germain llegó a Amsterdam (1), y descendió en “La Estrella de Oriente’’, uno de los mejores albergues; tras un instante de reposo, fue a casa de los Sres. Adrien y Thomas Hope, los más ricos negociantes de la ciudad (2). Estos, al día siguiente, lo presentaron al alcalde de Amsterdam, Sr. Hasselaar, quien no opuso ninguna dificultad para admitirlo junto a él, y algunos días más tarde el conde devino comensal de las más ricas familias de la “Venecia del Norte”. Entre tanto, fue a rendir visita a dos comerciantes asociados, los señores Coq y Vangiens, amigos de la viuda del caballero Lambert, su banquera de París. El 22 de febrero, el Sr. Astier, comisario de la marina y del comercio de Francia en Amsterdam, dió a conocer al Sr. d’Affry, embajador de Francia en La Haya, la llegada del conde de Saint-Germain (3). (1) - “En todos sus viajes, sus gustos personales eran tranquilos y simples; y parecía valorar mucho una pequeña edición de bolsillo de la obra de Guarini, II Pastor Fido -su única biblioteca- ya que no tenía ningún otro objeto" T. P. Barnum, obra citada, p. 307. Dudamos de esta información, pues esta obra de inmoralidad elegante, puesta varias veces en el índice, no corresponde en modo alguno a nuestro personaje. (2) - Uno de los hermanos Hope era el primer diputado de Amsterdam, y ambos eran directores de la Compañía de las Indias Orientales. (3) - Aff. étrang., Hollande, 503, P 163.
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Pronto se supo que éste había venido a Holanda encargado de una comisión importante para las finanzas de Francia. Esto no era, como sabemos, sino un pretexto para disfrazar su verdadera misión. Quince días después de su llegada, el 5 de marzo de 1760, el conde partió para La Haya en compañía de la Sra. Geelvinck y de uno de los hermanos Hope (4) a fin de asistir a las fiestas en honor del matrimonio de la princesa Carolina, hermana del Stathouder, con el príncipe Carlos de Nassau-Weilburg. La animación era grande en el palacete de los embajadores (5), situado frente al estanque central de La Haya, el Vyver, y en el mismo cuerpo de edificio que el palacio de los Estados Generales. El conde de Saint-Germain fue recibido con respeto y atenciones por el embajador, Sr. d’Affry. Este era un gentilhombre suizo, militar por estado y diplomático de ocasión; servía a Francia desde hacía muchos años con celo y dedicación. Se recordará que nuestros dos personajes se habían conocido en París, y el Sr. d’Affry había conservado una elevada opinión de su huésped. Por otra parte, la familia Hasselaar había recomendado al conde ante el Sr. Pieck van Soelen, diputado de los Estados Generales, el cual a su vez lo presentó a la Sra. de Byland, así como a las otras principales personas de la alta sociedad de La Haya. Gustó inmediatamente, y fue considerado por todos como un hombre de buena cuna. Tras haber asistido al baile dado en el palacio del Stathouder, el conde quiso partir de nuevo al amanecer para Amsterdam, pero fue obligado a diferir su partida a instancias de sus amigos. Durante este tiempo estuvo diariamente en compañía del Sr. d’Affry; no solamente éste le invitó a comer, y le condujo a su palco del teatro, sino que por dos veces hizo que le llevaran provisiones para su viaje de vuelta (6). Durante una parte de su estancia en La Haya, el conde se alojó en el albergue “Príncipe de Orange”. Por una coincidencia imprevista, el célebre Casanova se encontraba en el mismo lugar. (4) - Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, 18 de abril de 1760. (5) - Se sabe que La Haya es la capital diplomática de los Países Bajos, mientras que Amsterdam es la metrópolis, capital y comercial. (6) - Arch. de Hollande. Papiers de Beníinck, 18 de abril de 1760.
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No era, por otra parte, la primera vez que este caballero de ingenio venía a La Haya. Su primer viaje databa de fines de 1758. Había obtenido, por cortesía de la Sra. de Rumain, una carta de recomendación del vizconde de Choiseul al duque de Choiseul, cuyo comienzo tiene un sabor particular: “El señor de Casanova, veneciano, hombre de letras, viaja para instruirse en la literatura y el comercio desde hace algún tiempo. Teniendo el proyecto de partir inmediatamente para Holanda, pese a las bondades que le concedió el año pasado el Sr. d’Affry, desearía tener una carta de recomendación del Sr. duque de Choiseul ante este ministro, como un título seguro por el que ser bien tratado. El vizconde de Choiseul ruega al Sr. de Choiseul tenga a bien rendir este servicio al Sr. de Casanova, y tenga la bondad de enviarle su cana para este ministro” (7). Casanova obtuvo su carta de presentación ante el Sr. d’Affry, pero éste último dió a conocer al duque de Choi- scul “que Casanova no es en absoluto lo que se cree; que se trae grandes manejos; que ha venido [a La Haya] por un asunto de interés: vender valores franceses” (8). En efecto, nuestro hombre había recibido la misión de negociar, por orden del controlador general, Sr. de Bou- llongne, veinte millones de papel moneda de Francia. Esta negociación fue conducida con rapidez por el señor Casa- nova, y el tesoro francés recuperó 18.200.000 libras, en parte en forma líquida, en parte en forma de excelentes valores (9). Casanova se encontraba, pues, por segunda vez en La Haya, para tratar de un préstamo al 5%, pero esta vez fue “chamuscado” por el Sr. d’Affry; éste había escrito al duque de Choiseul “que Casanova tiene unos modales deplorables, y ha parloteado a diestro y siniestro sobre sus aventuras personales y sobre la corte de Francia; es decir, es indiscreto en sus afirmaciones”. (7) - Aff. éirang., Hollande, 502, p. 159. Los términos de esta carta difieren en la obra de Capón. Casanova à Paris, París, J. Schemit, 1912. p. 430, y en J. le Gras, L'extravagante personalité de Casanova. París, Grasset, 1922, p. 105. (8) - Aff. étrang., Hollande, 503, f8 202. (9) - Según Casanova mismo, “esta operación había desacreditado a Francia, y se esperaba una bancarrota". Mémoires, t. III, p. 458. Y sin embargo, J. le Gras, obra citada, p. 63, escribe: ¡¡"Casanova no pretende las grandiosas empresas de un Saint-Germain”!!.
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A lo que nuestro ministro respondió “que no conocía directamente a Casanova, y que d’Affry haría bien en cerrar sus puertas a este intrigante” (10). El conde de Saint-Germain recibió la visita del aventurero; éste último nos ha dejado de ella el siguiente relato: “Me hice anunciar al conde, que tenía dos haiducos en su antecámara. ‘Os habéis adelantado’, dijo al verme entrar; ‘iba a hacerme anunciar ante vos. Imagino, mi querido señor Casanova, que habéis venido aquí para tratar de hacer algo en favor de nuestra corte; pero ello os será difícil, pues la bolsa está escandalizada por la operación que acaba de hacer este loco de Silhouette. Espero, sin embargo, que este contratiempo no me impedirá encontrar cien millones. He dado de ello mi palabra a Luis XV, al que puedo denominar mi amigo, y no le fallaré; en tres o cuatro semanas mi negocio estará resuelto’. -‘Pienso que el Sr. d’Affry os ayudará a conseguirlo’. -‘No lo necesito para nada. Probablemente ni siquiera lo veré, pues podría jactarse de haberme ayudado, y no quiero que sea así. Ya que seré yo quien se tome todas las molestias, pretendo tener también toda la gloria’. -‘Veis a la corte, pienso, y el duque de Brunswick podrá seros útil’. - “¿Qué iría yo a hacer en esta corte? En cuanto al duque de Brunswick, no tengo nada que hacer con él, y no deseo conocerlo. Sólo necesito ir a Amsterdam. Mi crédito me basta. Amo al rey de Francia, pues no hay en todo el reino un hombre más honesto que él”. El tono arrogante y familiar de las respuestas prestadas al conde de Saint-Germain es bien inverosímil, y esta conversación ha sido inventada de cabo a rabo, como veremos a continuación. (10) - AJf. étrang., Hollande, 502. Lo que no impide a Casanova tener la pretensión de haber sido recibido por el enviado francés: “El Sr. d’Affry me preguntó si conocía a un cierto conde de Saint-Germain, llegado a La Haya hacía poco. ’Nunca le he visto en mi casa’, añadió, ‘aunque se diga encargado por el rey de un préstamo de cien millones. Cuando vienen a pedirme informaciones sobre este hombre, me veo obligado a responder que no le conozco, pues temo comprometerme. Creeréis que mi respuesta puede dañar a sus negociaciones; pero es su falta, no la mía. ¿Por qué no me ha traído una carta del duque de Choisctil o de la Sra. marquesa? Creo que este hombre es un impostor; en cualquier caso, en una decena de días sabré algo acerca de él". Mémoires, t. III, p. 459. (11) - Casanova, obra citada, t. III, pp. 459-460.
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El 6 de marzo de 1760, el conde de Saint-Germain fue a casa del Sr. d’Affry, con el que mantuvo una larga conversación referente a la tesorería de Francia, diciendo “Que tenía cierto proyecto para restablecer las finanzas; que quería, en pocas palabras, salvar al reino tratando de conseguir el crédito de los mayores banqueros holandeses en nuestro favor” (12). El Sr. d’Affry le preguntó si el Sr. Bertin, controlador general de las finanzas de Francia, se encontraba al corriente de sus gestiones. La respuesta del conde fue negativa. ¡Sin embargo, el Sr. d’Affry pretende haber visto al día siguiente el proyecto financiero, apostillado por este mismo Sr. Bertin! (13). Este proyecto consistía en una caja de descuento, la cual, como señaló el Sr. d’Affry, podía convertirse en un tesoro inmenso para las gentes que la administrasen. El conde respondió que había venido a Holanda para acabar de formar una compañía en condiciones de responder de esta caja, sin la colaboración de los hermanos Paris (14). El Sr. d’Affry pidió al conde que le mostrara los poderes que le acreditaban para estas gestiones. Este último le hizo ver dos cartas del Sr. de Belle-Isle, fechadas una el 14 y la otra el 26 de febrero de 1760. La primera contenía la rúbrica del rey Luis XV, y la segunda expresaba la gran impaciencia del mariscal por tener noticias del conde de Saint-Germain, y ambas estaban llenas de elogios sobre su celo, su habilidad, y las esperanzas que se habían fundado en el motivo por el que se encontraba en La Haya, y del que el Sr. de BelleIsle aguardaba el feliz resultado (15). Una vez que el conde de Saint-Germain dejó al Sr. de Affry, éste envió un correo al Sr. de Choiseul participándole la visita recibida, y pidiéndole instrucciones sobre la misión financiera del conde. Mientras tanto, éste último se presentaba en casa de su amigo Sir Joseph Yorke, el ministro inglés. (12) - Ajf. étrang., Hollande, 503, ff. 212-213. Casanova reitera sus mentiras diciendo que el conde de Saint-Germain fue a La Haya para empeñar los diamantes de la corona de Francia, y que él, Casanova, desveló la intriga por medio de un oráculo cifrado. Mémoires, t. III, p. 493. (13) - A j f . étrang., Hollande, 503, ff. 212-213. (14) - Ajf. étrang., Hollande, 503, ri 217. Si Pâris-Montmartel era el financiero, PárisDuvemcy era el administrador militar, y ambos contribuían ampliamente a la penuria de las cajas públicas distribuyendo a su agrado. (15) - Mitchell Papers. Vol XV. Ld. Holdemesse's Despatches, etc., 1760; 6818. Plut. P. L. 168. I (12). 20 de marzo de 1760.
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La entrevista de los dos personajes fue muy cordial, y esa misma tarde el Sr. Yorke rendía al conde su visita, a consecuencia de la cual se decidió un nuevo encuentro entre ambos. No pudiendo guardar silencio por más tiempo, el conde participó a su amigo el diplomático su verdadera misión: Comenzó a hablar del mal estado de Francia, de su necesidad de paz, de su deseo de obtenerla, y de su ambición particular de contribuir a un suceso tan deseable para la humanidad en general” (16). A estas palabras, el Sr. Yorke le respondió con aire grave “Que estos asuntos eran demasiado delicados para ser tratados por personas no cualificadas”. Ante lo cual el conde le mostró las dos cartas del Sr. de BelleIsle y la rúbrica del rey. El ministro inglés se encontró en una situación muy embarazosa. Aunque no dudaba de la calidad del conde, nada sin embargo le autorizaba efectivamente a creerle, y para no comprometerse sólo le respondió en términos generales sobre el deseo de paz que tenía Inglaterra. Antes de despedirse, el conde solicitó al Sr. Yorke que mantuviera secreta su conversación, y le transmitiera en cuanto fuera posible una respuesta a su proposición (17). Era el 9 de marzo de 1760. El conde de Saint-Germain conoció ese día al Sr. de Bentinck van Rhoon, presidente del consejo de los diputados comisarios de Holanda (18), cuya familia era original de Amheim, y que habitaba en Leyde, a medio camino entre Amsterdam y La Haya. Ambos hombres simpatizaron de inmediato, y desde su primera entrevista, que tuvo lugar en La Haya, el conde puso al Sr. de Bentinck al corriente de su misión: La necesaria paz entre Francia e Inglaterra. El conde tuvo esa misma tarde una conversación análoga con el residente del rey de Polonia, el elector de Sajonia, Sr. de Kauderbach, con el que cenó. Durante la cena, a la que asistía el caballero de Bruhl, el conde, conforme a su costumbre, no tomó carne, excepto una clara de huevo, limitando su alimentación a la sémola, a las legumbres y al pescado. (16) - Ms. Brit. Mus. 6818, 24 de marzo de 1760. (17) - Ms. Brit. Mus. 6818, 24 de marzo de 1760. (18) - El Sr. Guillermo de Bentinck van Rhoon, diplomático holandés, era un amigo del duque de Newcastle. Su apego por Inglaterra era muy conocido de los medios diplomáticos, y ya en 1752 el conde de Kaunitz, embajador de Austria en París, sentía cierta desconfianza en su contra. Cf. Correspondance secrete entre le comte de Kaunitz et le baron de Koch. Publ. par H. Schütter. Paris, Plon, 1899.
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“Habló sabiamente, sin afectar misterio alguno, de los más bellos secretos de la naturaleza, y trató de convencer por sus demostraciones a los más incrédulos [de sus oyentes], sin que pareciese tener intención de ello. Mostró piedras preciosas de un precio inestimable, sobre todo un ópalo de notable belleza, y se declaró indiferente a todas las grandezas del mundo, no aspirando a más título que el de ciudadano” (19). Después, cambiando de tema, el conde pasó a hablar de su comisión, que expuso así: ‘‘El mal radical de Francia es la falta de firmeza de Luis XV. Quienes le rodean conocen el exceso de su bondad, abusan de ella, y no está rodeado más que por criaturas colocadas por los hermanos Paris, que por sí solos constituyen toda la desgracia de Francia. Son ellos quienes lo han corrompido todo, y obstaculizado las disposiciones del mejor ciudadano que haya en Francia, el mariscal de Belle-Isle. De ahí los celos y la desunión entre los ministros, que parecen servir todos a un monarca diferente. Desgraciadamente, el rey no tiene tanta sagacidad como bondad para apercibirse de la malicia de las gentes con que [los hermanos Paris] le rodean, las cuales, conociendo su poca firmeza, no se ocupan más que de adular su debilidad, y por ello mismo son escuchadas de preferencia. El mismo defecto se da en la favorita. Ella conoce el mal, pero no tiene el coraje de remediarlo” (20). A continuación de estas diversas entrevistas, el conde creyó que debía poner a la Sra. de Pompadour al corriente de sus relaciones con el Sr. de Bentinck van Rhoon, el personaje, en su opinión, más cualificado para ayudarle en su misión de paz, y he aquí la carta: “La Haya, 11 de marzo de 1760. “Señora,
(19) - Carta del Sr. de Kauderbach al conde Wackerbarih, ministro del rey de Polonia, Augusto III. Cf. Ch. DE Weber. Aus vier Jahrander- ten. Leipzig, 1857, t. I, pp. 306-323. (20) - Carta del Sr. de Kauderbach, 14 de marzo de 1760. Hemos descubierto en la carta de este personaje una frase que nos parece poco verosímil, dado que es el único en hacer este comentario: “Se asalta su mansión [la del conde], como se haría para ver un animal milagroso, y de hecho es un hombre de sociedad muy agradable”. Esto nos incita a hacer reservas sobre sus afirmaciones, tanto más cuanto que el conde no habitaba en el albergue más que para dormir, y pasaba el día en casa de sus amigos.
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“Mi afecto puro y sincero por el rey, por el bien de vuestra amable nación y por vos, no solamente no cambiará nunca, en cualquier lugar de Europa que me encuentre, sino que no pasará un instante sin que os lo pruebe en toda su pureza, en toda su sinceridad, en toda su fuerza. “Me encuentro actualmente en La Haya, en casa del Sr. conde de Bentinck, señor de Rhoon, con quien estoy enteramente ligado. No creo que Francia pueda tener un amigo más sabio, más sincero y más sólido. Contad con ello, Señora, pese a cualquier información que podáis tener en sentido contrario. “Este señor es todopoderoso, tanto aquí como en Inglaterra, gran hombre de estado, y hombre perfectamente honesto. Se ha abierto enteramente a mí. Yo le hablé de la adorable marquesa de Pompadour, con toda la abundancia de un corazón cuyos sentimientos por vos, Señora, os son conocidos desde hace largo tiempo, y son con seguridad dignos de la bondad de corazón y de la belleza del alma que los ha hecho nacer. Ha estado tan encantado que se ha visto transportado; en pocas palabras, podéis contar con él tanto como conmigo mismo. “Creo que el rey puede esperar de él grandes servicios, visto su poder, su sinceridad, su rectitud, etc. Si el rey piensa que mis relaciones con este señor pueden serle de alguna utilidad, no ahorraré en nada mi celo por su servicio, y mi apego voluntario y desinteresado por su sagrada persona deben serle conocidos. “Sabéis de la fidelidad que os he jurado, Señora; ordenad, y seréis obedecida. Podéis dar a Europa la paz, sin las demoras y dificultades de un congreso. Vuestras órdenes me llegarán con toda seguridad si las dirigís a casa del Sr. conde de Rhoon en La Haya, o si lo juzgáis más a propósito a casa de los Sres. Thomas y Adricn Hope, en cuyo hogar me hospedo en Amsterdam. “Lo que tengo el honor de escribiros me ha parecido tan interesante, que me reprocharía muchísimo guardar silencio frente a vos, Señora, a quien nunca oculté, ni ocultaré nunca nada. “Si no disponéis de tiempo para responderme vos misma, os suplico que lo hagáis a través de alguien de confianza.
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Pero no tardéis, os lo pido, por todo el afecto, por todo el amor que sentís por el mejor y más amable de los reyes. “Quedo a...” etc." (21). El conde de Saint-Germain añadió a su carta la postdata siguiente: Os suplico, Señora, tengáis a bien interesaros en el juicio de la captura del Ackermann, la más injusta y escandalosa que se haya hecho nunca sobre la mar; tengo intereses en él por valor de 50.000 escudos, y el Sr. Emery y Cia. de Dunquerque tienen el objetivo de hacerse restituir el navío. Os suplico una vez más que hagáis que se decida con justicia en el Consejo real, donde esta inicua causa debe ser pronto estudiada. ¿Querréis recordar que el verano pasado me prometisteis no permitir que se nos hiciese injusticia?” (22). Al mismo tiempo, el conde escribió al Sr. de Choiseul, y cuando el Sr. de Bentinck le preguntó de qué forma el ministro de asuntos exteriores recibiría las noticias, le respondió con aire confiado y sonriente que pronto habrían cambios en Versalles, dando a comprender al Sr. de Bentinck que no estaba al alcance del Sr. de Choiseul impedir por más tiempo que la paz se firmara (23). Desgraciadamente para el conde de Saint-Germain, la carta que envió a la Sra. de Pompadour no llegó a esta última. Desde comienzos de 1760, el duque de Choiseul, habiendo sido nombrado por Luis XV superintendente de las postas, disponía del misterio infiel del correo (24), así, cuando la carta del conde llegó a París, el duque se apoderó de ella de inmediato, y envió el siguiente mensaje al Sr. d’Affry: (21) - Aff. étrang., Hollande, 503, f5 215. Esta carta no es más que una copia en los archivos. (22) - Ignoramos cuál fue la consecuencia del juicio. (23) - Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, 11 de marzo de 1760. Según la misma fuente, carta del 31 de marzo de 1760, el conde de Saint-Germain habría dicho al Sr. de Bentinck “que poseía cartas del Sr. Yorke que harían caer al Sr. de Choiseul en un tricornio, que todas las gentes honestas de Francia estaban a favor de la paz, y que sólo el Sr. de Choiseul deseaba la continuación de la guerra”. Estamos obligados, ante esta afirmación, a reconocer que el conde de Saint-Germain no estaba al corriente de la política internacional, y que su desgracia proviene de su propia indiscreción. (24) - "El rey había hecho comunicar al Sr. de Choiseul el secreto de la posta, es decir, el extracto de las cartas que se abrían, y el Sr. de Choiseul abusó de este secreto”. Sra. du Hausset, obra citada, p. 35.
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Os envío una carta del Sr. de Saint-Germain a la Sra. marquesa de Pompadour, que basta por sí sola para conocer lo absurdo del personaje; es un aventurero de primer orden, que además, por lo que veo, es bastante bruto. “Os ruego que tan pronto como recibáis mi carta le hagáis ir a vuestra casa, y le digáis de mi parte que ignoro con qué objeto los ministros del Rey encargados del departamento de finanzas planearon su conducta ridicula en Holanda relativa a este asunto; pero que en lo que a mí concierne, tenéis orden de prevenirle que si llego a saber, de cerca o de lejos, en poco o en mucho, que pretende mezclarse en política, le aseguro que obtendré la orden del rey para que a su vuelta a Francia sea puesto para el resto de sus días en el fondo de una mazmorra. “Le añadiréis que puede estar seguro de que estas disposiciones de mi parte a su respecto son tan sinceras, que serán ejecutadas si me pone en situación de tener que mantener mi palabra. Tras esta declaración le rogaréis que no vuelva a poner los pies en vuestra casa, y no estaría de más que hiciéseis publicar y conocer a todos los ministros extranjeros, así como a los banqueros de Amsterdam, el cumplido que se os ha encargado hacer de este aventurero insoportable...” (25). Antes de que esta carta llegase a su destinatario en La Haya, se desarrolló una escena entre el Sr. Yorke y el conde de Saint-Germain. No habiendo recibido éste respuesta del ministro inglés, le solicitó una entrevista para la mañana del 23 de marzo de 1760. El Sr. Yorke mostró al conde la carta que acababa de recibir del ministro de estado, Robert d’Arcy, Lord Holdemesse, en la que el rey Jorge II emitía dudas sobre la autenticidad de su misión concerniente a la paz: “Su majestad no considera imposible que el conde de Saint-Germain haya sido realmente autorizado (quizá incluso con conocimiento de S. M. cristianísima) por algunas personas de peso en el Consejo, para hablar como lo ha hecho, y si se consigue el fin deseado, poco importa por qué vía se haga. Pero no debe haber otras conversaciones entre un ministro acreditado del Rey y una persona como la que parece ser el conde de Saint-Germain. (25) - Aff. étrang., Hollande, 503, P 239. Copia, según los archivos.
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Lo que vos decís es oficial, mientras que Saint-Germain puede ser desaprobado sin ceremonia si la corte de Francia lo juzga necesario, y, según sus propias palabras, su misión no sólo es desconocida del embajador de Francia en La Haya, sino incluso del ministro de asuntos exteriores en Versalles, el cual, aunque amenazado del mismo modo que el cardenal de Bemis, todavía es el ministro aparente... Es pues deseo de Su Majestad que informéis al conde de Saint-Germain que... no podéis entrevistaros con él para tratar de temas tan interesantes, a menos que os suministre alguna prueba auténtica de que S. M. cristianísima conoce y aprueba su misión” (26). Como el conde de Saint-Germain no podía mostrar al embajador de Inglaterra ninguna carta credencial, salvo las cartas del Sr. de Belle-Isle y la rúbrica del rey Luis XV, lo que no era bastante para acreditarle, se vió obligado a retirarse. Al día siguiente, fue a casa del Sr. d’Affry, acompañado del Sr. de Kauderbach y del caballero de Bruhl, en cuya compañía debía marchar a Ryswick, a casa del conde A. Golowkin (27), donde el Sr. d’Affry mismo estaba invitado a cenar. El Sr. d’Affry hizo un aparte con el conde de Saint- Germain, y le dio a conocer en términos mesurados las instrucciones del Sr. de Choiseul. El conde, estupefacto por un instante, pidió a sus amigos que le excusaran ante el Sr. Golowkin, y habiéndose despedido del Sr. d’Affry, fue a casa del Sr. de Bentinck. Ahí, en casa de su amigo, el conde exhaló su cólera, diciendo: "¡Este pobre d’Affry,” que cree atemorizarme con sus amenazas!. Pero se equivoca, pues yo he arrojado a mis pies tanto el elogio como la acusación, el miedo y la esperanza. Yo, que no tengo otro objetivo que seguir el impulso de mis buenos sentimientos hacia la humanidad, y hacerla tanto bien como esté en mi poder. El rey sabe muy bien que no temo ni a d’Affry ni al Sr. de Choiseul” (28). No fue sino una decena de días más tarde, el 5 de abril de 1760, tras haber sido solicitado en varias ocasiones por el Sr. d’Affry, que el conde aceptó una entrevista. (26) - Ms. Brit. Mus. 6818, 28 marzo de 1860. (27) - El conde Alejandro Golowkin era embajador de Rusia en Holanda. Su primogénito Iván, que era su secretario, sirvió en 1758 de espía del gobierno francés en Inglaterra. Cf. Interm. des chercheurs el des cu- rieux, N° 286, 20 dic. 1902, p. 900. (28) - Arch. de Hollande, Papiers de Berüinck, 26 de marzo de 1760.
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El embajador le hizo comprender que había caído en una trampa, una trampa muy fastidiosa para la corte, al escribir del Sr. de Bentinck (29) a la Sra. de Pompadour; que habiéndose inmiscuido en una transacción que no le concernía, debía en lo sucesivo, en nombre del rey, ocuparse de sus propios asuntos, y que en adelante su puerta le estaría cerrada. El conde de Saint-Germain escuchó al Sr. d’Affry sin decir nada, pero cuando éste terminó su requisitoria, le señaló que, en cuanto a lo que se le exigía “en nombre del rey”, no se le podía ordenar nada, no estando sujeto al rey de Francia. Añadió que creía “que el Sr. de Choiseul había escrito todo aquello por propia iniciativa, sin que el rey supiera nada, pero que si se le presentaba una orden escrita del rey, le creería, pero no de otro modo’’ (30). Otro de los motivos que habían hecho dictar al Sr. de Choiseul sus disposiciones agresivas contra el conde eran algunas frases subrayadas en una de sus últimas cartas a la Sra. de Pompadour: “Sólo he de rendir cuentas de mi conducta a Dios y a mi Soberano”, y más adelante: Desde hace treinta años, soy miembro de la nobleza, y soy conocido por no haber frecuentado nunca ni aventureros ni impostores, ni haber recibido nunca a los bribones (31). Mientras tanto, en Versalles, el duque de Choiseul actuaba ante el Consejo real.
(29) - A propósito del Sr. de Bentinck, el Sr. d'Affry escribe al Sr. de Choiseul: "No habiendo tenido hasta el presente ninguna relación con él, me parece inútil comenzarlas; no es un amigo de Francia, y si se aproxima a nosotros no es más que para renovar su crédito en La Haya y en Londres, hacia donde cae cada vez más”. Dado que el conde de Saint-Germain era amigo íntimo del Sr. de Bentinck, las observaciones del Sr. d’Affry no hicieron más que aumentar el resentimiento del Sr. de Choiseul por el conde. Aff. étrang., Hollande, 503, P 245. (30) - Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, abril de 1760. (31) - Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, abril de 1760. Según Ms. Brit. Mus. 6818, 28 de marzo de 1760, el conde de Saint-Germain habría enviado a París a uno de sus servidores con tres cartas: una para el mariscal de Belle-Isle, otra para la Sra. de Pompadour, y la tercera para el conde de Clermont, uno de sus amigos íntimos.
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Tras haber presentado el despacho enviado al Sr. d’Affry, “leyó a continuación la respuesta que éste le había dado, y después, lanzando sus miradas con fiereza alrededor de sus colegas, y fijándolas alternativamente sobre el rey y sobre el Sr. de Belle-Isle (32) añadió: Si no me he tomado el tiempo de recibir las órdenes del rey, es porque estoy persuadido de que nadie aquí sería tan osado como para querer negociar una paz a escondidas del ministro de asuntos exteriores de Vuestra Majestad” (33). Sabía que este príncipe había establecido y sostenido el» principio de que el ministro de un departamento no debía mezclarse con los asuntos de otro. Sucedió con ello lo que había previsto: el rey bajó los ojos como un culpable, el mariscal no osó decir palabra alguna, y la petición del Sr. de Choiseul fue aprobada” (34). Fortalecido en su postura, el duque de Choiseul hizo llegar de inmediato al Sr. d’Affry las instrucciones siguientes: “En Versalles, 11 de abril de 1760.
(32) - Según el Sr. d Affry, y por demanda suya, sus despachos fueron comunicados al Sr. de Belle-Isle “a fin de que cese su correspondencia con un hombre cuya conducta es desaprobada”. Aff. étrang., Hollande, 503, P 306. D’Affry retornó incluso al Sr. de Belle-Isle dos cartas que éste había escrito para el conde de Saint-Germain. ídem. (33) - En la obra de P. Calmette, obra citada, p. 78, hemos descubierto el siguiente pasaje, en una'carta del Sr. de Choiseul a Voltaire, fechada el 8 de mayo de 1760. “Hace algún tiempo que, por las intrigas de los enemigos, o por su carácter demasiado suspicaz, los embajadores de Viena y de Rusia me señalaron sus sospechas; al principio les presté poca atención; ellos volvieron a la carga, y entonces por separado y juntos les declaré... que cuando S. M. quisiese hacer la paz no se les ocultaría, pues él sabía tomar partido altamente por el bien de sus asuntos, pero que estaba por debajo de él engañar; en consecuencia, el Rey ha comunicado a sus aliados que tenía una especie de negociación de comercio entre Inglaterra y Francia, que podía y debía entrañar el restablecimiento de la paz general; esta negociación está rota, pero la gestión de parte del rey no es menos cierta”. Tenemos aquí la prueba de que la misión del conde de Saint-Germain revelaba en cierto modo el “secreto del rey”. (34) - Barón de Gleichen, obra citada, p. 131. Este relato no ha podido venirle al Sr. de Gleichen más que del duque de Choiseul, de quien se jacta de haber sido amigo; a menos que sea una pura invención, lo que después de todo sería muy posible. Sin embargo, en lo que concierne a la actitud de Luis XV, la descripción es exacta. Lo atestigua el abad de Veri cuando dice en su Journal, t. I, p. 242: “Luis XV siente tanto la justicia de estas reflexiones como para enrojecer, bajar la cabeza y callarse. Es su gesto cuando se le hace caer en la cuenta de que está equivocado".
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"...El rey me ha ordenado mandaros expresamente, no sólo que desacreditéis con los términos más humillantes y más expresivos, por vuestras afirmaciones y acciones, a este supuesto conde de Saint-Germain, frente a todos los que podáis suponer que conocen a este bribón en la extensión del dominio de las Provincias-Unidas, sino que S. M. desearía además que pudiéseis obtener de la amistad de los Estados Generales que hiciesen detener a este hombre (35), para que pueda ser transportado a Francia, y castigado conforme a la gravedad de su falta. Es del interés de todos los soberanos y de la fe pública que se reprima una insolencia de semejante especie, de intentar tratar sin misión los asuntos de una potencia como Francia. Creo que el caso de que se trata debe ser considerado al menos tan privilegiado, como los que exigen de ordinario la reclamación y la extradición de un malhechor, siendo así que el rey espera que ante vuestra exposición [y a consecuencia de ella] (36) el señor de Saint-Germain sea detenido y conducido bajo buena escolta hasta Lille” (37). El Sr. d Affry siguió inmediatamente las instrucciones del Sr. Choiscul. Previno a los principales ministros de la República y a los ministros extranjeros que se encontraban en La Haya, así como al Sr. Astier, en Amsterdam, rogando a éste último que advirtiese a los banqueros de esta ciudad de estar en guardia contra las proposiciones del conde de SaintGermain (38). (35) - El Sr. de Lamberg, que no conocía al conde de Saint-Germain, ha imaginado una escena que hace referir por el conde mismo: "Cuando fui detenido, insistí antes de dar mi espada en hablar con el Sr. d’Affry, embajador de Francia ante sus A. P. Fui conducido a él en mi carruaje con el oficial encargado de velar de mi persona; el Sr. embajador me recibió como si estuviera sorprendido de verme, pero pronto después dijo al guardia que se retirara, y que advirtiera sobre todo a los Sres. Burgomaestres, que yo gozaba de la protección del rey, y que estaba bajo la salvaguarda de S. M. por tanto tiempo como permaneciera en Holanda”. Mémorial d'un Mondain, p. 83. (36) - Tachado en el texto. (37) - Aff. étrang., Hollande, 503, f» 320. El Sr. d’Affry recibió el mensaje urgente por medio del embajador francés en Bruselas, Sr. Martin de Lesseps. (38) - Se lee en Personnages énigmatiques de F. Bulau, t. I, p. 343, que los Estados Generales se mostraron dispuestos a ser agradables al rey - complaciencia que supieron proclamar bien alto , y enviaron un numeroso destacamento de fuerzas armadas a detener al conde de Saint- Germain". Afirmación inexacta sin más.
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Al día siguiente, una escena tuvo lugar en Ryswick, en casa del conde Golowkin. El duque de Brunswick se encontraba allí, así como el Sr. d’Affry, y otro personaje, el Sr. de Reischach (39). El duque dio a conocer al embajador francés que el conde de Saint-Germain había hecho todo lo posible por verle, pero que se había rehusado; sin embargo, había sabido que el conde había visto a otras personas, pero sin que pudiera dar nombre alguno. El Sr. d’Affry hizo entonces saber al duque de Brunswick que el conde era un hombre desacreditado por el Sr. de Choiseul, y que no se debía depositar ni fe ni confianza en todo lo que pudiera decir sobre los asuntos de Francia o sobre el gobierno. Pidió al duque hacer la misma declaración al embajador de Inglaterra, el Sr. Yorke, mientras que él mismo ya lo había hecho ante el Gran pensionario, Sr. Stein, y ante el Actuario, Sr. Henri Fagel (40). El duque de Brunswick respondió que iría por delante de todo lo que pudiera ayudar al Sr. d’Affry, pero que no deseaba verse mezclado en este asunto (41). Vuelto a su casa, en La Haya, el Sr. d’Affry escribió al Sr. Astier las líneas siguientes: "La Haya, 17 de abril de 1760. "El pretendido conde de Saint-Germain, Señor, al que habéis visto en Amsterdam; y que de ahí ha venido aquí, es un aventurero y un impostor. Ha tenido la impudicia de entrometerse, sin aprobación ni misión de su Majestad ni de su ministro, a trabajar y a negociar sobre los intereses más esenciales de" su Majestad y del reino. En base al informe que he enviado al rey, y de las cartas que él mismo ha escrito a Versalles, su Majestad me ha hecho dar la orden de reclamar a este impostor descarado, y de pedir su extradición para que nos sea remitido.
(39) - El barón Tadeo de Reischach siguió siendo hasta octubre de 1782, ministro plenipotenciario de Austria en La Haya. (40) - Cada gran ciudad de las Provincias Unidas tiene bajo el nombre de pensionario una especie de ministro que es su consejero; el de La Haya toma el título de Gran pensionario. En cuanto al Actuario, es en cierto modo el ministro de asuntos exteriores. (41) - Aff. étrang., Hollande, 503, P 357.
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Como ayer partió súbitamente de La Haya y quizá se encuentre en Amsterdam, os autorizo en este caso, y os ordeno en nombre de su Majestad, que pidáis sin mayor dilación a la magistratura de Amsterdam el arresto de este impostor, y su detención bajo una buena y segura guardia, hasta que hayamos convenido la manera de transportarle a los Países Bajos austríacos, para ser a continuación conducido hasta la primera de nuestras plazas” (42). Las idas y venidas, así como las medidas tomadas por el Sr. d’Affry, que habían durado algunos días, permitieron al conde de Saint-Germain frustrar el complot del Sr. de Choiseul, y ello gracias al único amigo que le permaneció fiel, el Sr. de Bentinck van Rhoon. Tan pronto como tuvo conocimiento del despacho del Sr. de Choiseul, el Sr. de Bentinck; marchó a casa del Gran Pensionario, Sr. Stein, y le expuso “que el conde había venido a Holanda, como los demás extranjeros, confiando en la protección de la ley, y que su seguridad formaba parte de la cosa pública. Que no se podía, por tanto, acusar al conde de un crimen de naturaleza tal que soberano alguno debiese retirarle su protección, y que el derecho de asilo se consideraba muy sagrado en Holanda”. El Gran Pensionario convino en ello, pero pareció muy inquieto en cuanto a los sentimientos reales del Sr. de Choiseul (43). El Sr. de Bentinck marchó a continuación a casa del Actuario, Sr. Fagel, acompañado por el Sr. Stein. El Actuario le hizo saber que había aconsejado al Sr. d’Affry dirigirse directamente a los Estados Generales; no creía, sin embargo, que estos Señores entregasen al conde de Saint-Germain (44). Por otra parte, habiendo sabido el Sr. de Bentinck, de fuente segura, que el Sr. d’Affry y el ministro de Inglaterra, Sr. Yorke, se habían encontrado en dos ocasiones, resolvió ver a éste último, bien que prevenido. En efecto, al solo nombre del conde, el Sr. Yorke tomó un aire altivo y severo, y respondió con voz ruda “que estaría muy contento de ver al conde puesto en manos de la policía".
(42) - Aff. étrang., Hollande, 503, f5 354. Este documento solo es una copia. (43) - Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, 15 de abril de 1760. (44) - Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, 15 de abril de 1760.
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Bien que un poco asombrado de esta salida de parte de un antiguo amigo del conde de Saint-Germain, y que incluso le había animado en sus gestiones, el Sr. de Bentinck repitió al Sr. Yorke, teniendo buen cuidado de no ofenderle, su propio punto de vista en cuanto a la detención del conde. El Sr. Yorke persistió en decir que se lavaba las manos, y rehusó darle un pasaporte para el conde. Como el Sr. de Bentinck insistiera, el Sr. Yorke terminó por decirle que si solicitaba este pasaporte él mismo a título personal, no lo rehusaría, a causa de la situación oficial del Sr. de Bentinck van Rhoon. Sin embargo, éste advirtió al Sr. Yorke que el Sr. d’Affry podría causarles un montón de problemas, los cuales se evitarían si se proporcionaba al conde de Saint-Germain el medio de abandonar Holanda. Ante este argumento (45), el Sr. Yorke llamó a su secretario y le ordenó aportar una hoja de pasaporte. La firmó, y se la entregó en blanco al Sr. de Bentinck. Así el conde podía abandonar Holanda bajo su nombre, o bajo cualquier otro que quisiera adoptar, evitando de este modo las persecuciones del Sr. de Choiseul (46). El Sr. de Bentinck se llevó el pasaporte, no sin quedar sorprendido y alterado por la escena precedente, y marchó a ver al conde de Saint-Germain, que habitaba desde hacía poco en el albergue “Mariscal de Turena”. El conde pareció extremadamente sorprendido, “no tanto de que el Sr. de Choiseul hubiese dado orden de detenerle, como de que el Sr. d’Affry la ejecutase” (47). El conde hizo a su amigo numerosas objeciones, y éste último las eludió diciéndole que el tiempo apremiaba, que debía partir inmediatamente, que su seguridad dependía de ello; no obstante, tenía hasta el día siguiente para prepararse, ya que incluso en caso de que el Sr. d’Affry tuviera intención de tomar medidas, no podría hacerlo antes de las diez de la mañana. (45) - El conde de Saint-Germain poseía cartas que el Sr. Yorke le había escrito, era pues necesario ceder, \Arch. de Hollande. Papiers de Bentinck, 31 de marzo de 1760] ya que estas cartas eran comprometidas para el Sr. Yorke. Así, en una de ellas expresaba al conde “el deseo de hablarle, y le señalaba lo que debía hacer a fin de que pudiesen entrevistarse sin riesgo de ser desautorizados en sus situaciones públicas o privadas...” (46) - Habiendo preguntado el Sr. d'Affry al Sr. Yorke porqué había actuado así, éste le respondió “que no debía dudar que había sido por ganas de agradamos”. Aff. étrang., Hollande, 304, cot. 47. (47) - Arch. de Holtande. Papiers de Bentinck, 15 de abril de 1760.
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El conde de Saint-Germain, dándose cuenta de la gravedad de las circunstancias, marchó inmediatamente a casa del judío Boas, del que tomó prestados diez mil florines bajo la garantía de tres ópalos (48), y volvió para encontrarse con el Sr. de Bentinck. Ambos discutieron los medios de salir de Holanda, y el lugar adonde el conde podía dirigirse. Convinieron en Inglaterra. Justamente al día siguiente un buque partía de Hellevoetsluis (49) camino de Harwich. Como ninguno de los domésticos del conde conocía la lengua holandesa, ni las rutas a seguir para llegar al lugar de embarque, el Sr. de Bentinck le ofreció uno de los suyos (50), y a fin de despistar a los curiosos, alquiló en Ley de una carroza de cuatro caballos. A las cinco de la mañana, el vehículo se estacionó delante del albergue del conde; éste “en su prisa por partir olvidó su espada y su cinturón, un paquete de plata o estaño, y dos botellas de licores desconocidos” (51). Llegado a Hellevoetsluis, el conde de Saint-Germain, que no se atrevió a alojarse en la ciudad, montó inmediatamente a bordo del buque-correo “Príncipe de Orange”, y ahí permaneció hasta el momento de la partida. Era el 16 de abril de 1760 (52). El 2 de mayo siguiente, el Sr. d’Affry remitió al conde de Steiden-Hompesh la memoria siguiente: “Altos y Poderosos Señores, “Un desconocido que se hace llamar conde de Saint- Germain, y al que el rey, mi señor, había tenido a bien acordar un asilo en el reino, ha abusado de éste. Llegó hace algún tiempo a Holanda y poco después a La Haya, donde sin la aprobación de su Majestad ni de su ministro, y sin misión alguna, este desvergonzado se atrevió a proclamar que estaba autorizado a tratar los asuntos de su Majestad. El rey, mi señor, me ordena expresamente comunicarlo a sus Altas Potencias y públicamente, para que nadie en la extensión de sus dominios sea engañado por este impostor. (48) - Aff. étrang., Hoilande, 503, f» 357. (49) - El puerto de embarque de Hellevoetsluis está situado sobre el Meuse, al sur de la isla de Voome, sobre el Haring-Vliet. (50) - Arch. de Hollande, papiers de Bentinck, 16 de abril de 1760. (51) - Aff. étrang., Hollande, 503, F 357. Según los guías de la época, el conde de SaintGermain tomó la ruta de Delft, dejó su carroza en Rotterdam, y se embarcó para Hellevoetsluis a bordo de un navio conocido como la “chalupa de pasaje”. (52) - Aff. étrang., Hollande, 503, F 383.
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“S. M. me ordena además reclamar a este aventurero como un hombre sin principios, que ha abusado en el mayor grado del asilo que se le había concedido, ingiriéndose a hablar del gobierno del reino, con tanta indecencia como ignorancia, proclamando falsa y temerariamente que estaba autorizado para tratar de los intereses más esenciales del rey, mi señor. S. M. no duda que sus Altas Potencias le rendirán el servició que tiene derecho a esperar de su amistad y de su equidad, y que ordenarán que el pretendido conde de Saint- Germain sea detenido y transportado bajo buena escolta hasta Anvers, para ser conducido a Francia” (53). Esta memoria fue tomada ad referendum por todas las Provincias Unidas, pues dado que el conde no se encontraba ya en la República, bastaba con que cada Provincia fuese instruida de la demanda del rey de Francia, en caso de que el conde reapareciera (54). “Habiendo deliberado, los Sres. diputados de las Provincias respectivas han hecho copia de la susodicha memoria para ser comunicada en ellas más ampliamente. Se ha convenido que la susodicha memoria será remitida a los Sres. Pieck van Soelen y otros diputados de asuntos exteriores, a fin de ser examinada y hacer un informe con vistas al consejo reunido” (55). Como había que esperar, el asunto fue archivado. El Sr. d’Affry se despidió camino de París (56), y el Sr. de Bentinck van Rhoon pudo decir a su alrededor: “Si el conde de Saint-Germain volviera a La Haya, le vería de nuevo, a menos que los Estados de Holanda me lo prohibiesen, o bien me convenciese de que el conde no es digno de ser admitido en mi casa" (57). El conde había partido tan precipitadamente de La Haya que no había podido prevenir a ninguno de sus amigos de Amsterdam, y es así que uno de ellos le escribía: (53) - Aff. étrang., Hollande, 304, cot. 8. (54) - Aff. étrang., Hollande, 304, cot. 5. (55) - Arch. de Hollande. Papters de Bentinck, ff. 100-101, texto francés. (56) - En una conversación particular que mantuvo el Sr. de Bentinck, tras la partida del conde de Saint-Germain, con el Sr. d'Affry, éste convino “que decididamente el conde era un hombre muy notable, pese a toda la suerte de historias extraordinarias que han circulado sobre él, historias más absurdas unas que otras, sin que, no obstante, ni en Londres ni en París se haya elevado en su contra la menor imputación malevolente”. Arch. de Hollande. Papiers de BerUinck, 18 de abril de 1760.
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‘‘Si un rayo me hubiese golpeado, no creo que hubiera quedado más anonadado que cuando he sabido que habíais partido. Voy a jugar mi último triunfo, y hacer todos los esfuerzos posibles con la esperanza de estar en condiciones de presentaros mis respetos en persona, pues sé bien, Señor, que sois el más grande gentilhombre que existe. Solamente me apena que gentes mediocres osen causaros preocupaciones; se dice que el oro e intrigas de todo tipo se ponen en juego para obstaculizar vuestros esfuerzos pacifistas. En el presente, puedo respirar un poco, pues se me asegura que el Sr. d’Affry ha partido de repente, el último jueves, para volver a su corte, e infiero de ello, y espero, que recibirá su merecido por haber faltado a lo que os es debido. Lo consideró la causa de vuestra larga ausencia y, en consecuencia, de mi pesadumbre. Si creéis que puedo seros útil, contad con mi fidelidad; no poseo más que mi brazo y mi sangre: los pongo gozosamente a vuestra disposición”. CONDE DE LA (58). En suma, todo este asunto podía pasar por ser lo que en lenguaje diplomático se llama “hacer sondeos”, ya que el conde de Saint-Germain no estaba en forma alguna autorizado ni a concluir ni a negociar acuerdo alguno.
(57) - El Sr. de Bentinck tenía razón al decir que conservaba toda su estima por el conde de Saint-Germain. Toda la responsabilidad de la aventura habría debido recaer sobre el Sr. de BelleIsle. Cuando éste último envió al conde a La Haya, ignoraba que una convención secreta había sido acordada entre Inglaterra y Prusia con fecha del 9 de noviembre de 1759, por la que ambos aliados convenían “no concluir paz, tregua o neutralidad, o cualquier otra convención o acuerdo, con las potencias que han tomado parte en la presente guerra, salvo de concierto y consentimiento mutuo, e incluyendo una a la otra expresamente”. Cf. Mercure historique et politique des Pays-Bas. Bruselas, n5 6, febrero de 1760, pp. 19-21. Y cuando esta convención fue denunciada en febrero de 1760, era demasiado tarde para hacer volver al conde de Saint-Germain, siendo éste quien sufrió las desafortunadas consecuencias de este paso en falso. Sin embargo, éste último no ignoraba que su misión debía permanecer secreta, y que si venía a ser conocida sería altamente desautorizado, e incluso se vería comprometido. (58) - Bureau de l'Enregistrement anglais, 27 de abril de 1760. Cf. I. Cooper-Oakley, obra citada, p. 268. Extracto. Estando el conde de Saint-Germain en Inglaterra cuando esta carta llegó a La Haya, ignoró siempre, sin duda, las disposiciones un tanto belicosas de su admirador.
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CAPITULO SÉPTIMO Aventura en Inglaterra
Proveniente de Hellevoetsluis en el “paquebote” (1), el conde de Saint-Germain tocó tierra en Harwich, pequeño puerto inglés situado en la ribera izquierda de la larga embocadura del Stour, en el condado de Essex. Tras algunos días de reposo, ocupó plaza en uno de los carruajes de seis caballos denominados “máquinas volantes”, que hacían en poco más de un día las veintiocho leguas que separan Harwich de Londres. El conde llegó a la capital inglesa entre el 26 y el 27 de abril de 1760 (2), fuera del alcance, cierto es, del acto de fuerza del duque de Choiseul, pero no al término de sus aventuras. La Cancillería del Imperio creyó al principio que se le había dejado partir de La Haya para darle un pretexto de marchar a Londres (3). Sin embargo, “como es evidente que no estaba autorizado por la cesión del ministro francés [Sr. de Choiseul]. (1) - El barco que hacía el servicio entre Harwich y Hellevoetsluis se llamaba “Príncipe de Orange”; capitanes: Isaac Cron y Hunter. Aff. étrang., Hollande, 505, P 133. (2) - Aff. étrang., Hollande, 505, P 17. (3) CASANOVA, en sus Mémoires, t. V. p. 80, escribe: “El duque de Choiseul había simulado desgraciar a Saint Germain en Francia para tenerle en Londres en calidad de espía; pero lord Halifax no fue víctima de ello, e incluso encontró el ardid grosero”. Según T. P. Barnum. Obra citada, p. 366; “El Sr. De Choiseul había escrito al Sr. Pitt, rogándole que hiciera detener a este personaje, que no era otra cosa que un espía ruso. Pero Saint-Germain, prevenido a tiempo por las mentes que tenía a su servicio, escapó al continente”.
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En nombre del cual pretendía hablar (4), y que su estancia aquí no podía ser de utilidad alguna, y podía entrañar consecuencias desagradables. - Se hablaba de transacciones secretas -, se juzgó preferible apoderarse de su persona desde su llegada” (5). Es así que a su descenso del carruaje, un mensajero de Estado, por orden del secretario de Estado de asuntos exteriores, William Pitt, rogó al conde que se mantuviera a disposición del gobierno. Fue interrogado en su apartamento por un encargado del ministerio. Esta entrevista no aportó nada que pudiera ser interpretado en su contra, salvo “que su conducta y su lenguaje son estudiados, y comportan una extraña mezcla, difícil de definir” (6). Bien que el informe fuese favorable, el ministró juzgó preferible no dejar que el conde residiera ni en Londres ni en Inglaterra, y le invitó a abandonar el territorio a la menor demora posible (7). En su apuro, el conde de Saint-Germain se decidió a dirigirse al Sr. de Knyphausen, embajador del rey de Prusia en Londres (8), y solicitó al ministro de asuntos exteriores inglés, que tuviese a bien autorizar su entrevista con este embajador (9). Habiendo accedido el Sr. Pitt a esta demanda, el barón de Knyphausen fue a visitar al conde.
(4) - El conde de Saint-Germain nunca fue a Holanda para negociar la paz, sino simplemente para tratar de renovar las conversaciones interrumpidas por la intransigencia del Sr. de Choiseul. (5) - Mitchell Papers, 6 mayo de 1760. (6) - Mitchell Papers, 6 mayo de 1760. (7) - Se lee en las Mémoires de Casanova, t. V, p. 77: ‘‘El mensajero de Estado que le ordenó partir de Londres, le ha convencido de que el ministro inglés no ha sido víctima de la petición que el conde d’Affry hizo de su persona, en nombre del rey, a los Estados Generales. (8) - Dodo-Enrique, barón de Knyphausen, fue de 1758 a 1776 ministro plenipotenciario de Federico II en Londres. Era amigo de un pariente del Sr. de Bentinck. Cf. Kurze biographie des Reichsgrafen W, F. Bentinck Erb und landershernn der freien Herrschaft Knyphausen. Oldenbourg, 1836. (9) - Lord Holdemesse, amigo del conde de Saint-Germain, acababa de ser reemplazado, en marzo de 1760, en el puesto de secretario de estado por el conde de Bute, y el duque de Newcastle se había retirado de la política. Aff. étrang., Angleterre, 443.
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Este le declaró "que no podía, en razón de su seguridad, regresar a Holanda, y había decidido marchar junto a Federico II, a fin de obtener hospitalidad en sus estados, y verse protegido así contra los actos de violencia del Sr. de Choiseul. El conde añadió que tal había sido su primera intención al partir de Holanda, pero que el conde de Bentinck le había aconsejado marchar primeramente a Inglaterra” (10). El Sr. de Knyphausen hizo saber al conde, y ello de acuerdo con el Sr. Pitt, que debería marchar a Aurich, cerca de Emden, bajo el nombre de conde Cea, y aguardar las disposiciones de Federico II (11). Provisto ya de un pasaporte en buena y debida forma, el conde tomó el coche para Harwich, en el albergue “A las armas del Rey”, en Leadenhall-Street, y llegado al puerto embarcó en el buque-correo que partía para Hellevoetsluis. “Allí se detuvo el menor tiempo posible, pues al salir de Inglaterra la bolsa de los viajeros rara vez está lo suficientemente provista para resistirse a las cuentas de los taberneros de esta ciudad” (12). Ganó con diligencia La Haya, y retomó su antiguo alojamiento en el “Mariscal de Turena”. El conde de Saint-Germain tuvo en un principio intención de seguir a la letra las prescripciones del Sr. de Knyphausen “temiendo no hallarse seguro en Holanda” (13), pero cambió de opinión como pronto lo veremos. Su aventura de Londres tuvo algunos ecos en la prensa inglesa; sobre todo tres, aparecidos en el London Chronicle, son de diferentes puntos de vista enormemente curiosos. En el N° del 24 al 27 de mayo de 1760, se leía el siguiente suelto, conforme a un despacho de Rotterdam fechado el 18 de mayo: “El conde de Saint-Germain, habiendo sido relevado de sus funciones de enviado, ha llegado aquí. Mientras ocupó el cargo, mantuvo numerosas conferencias con algunos de los lores del Consejo privado, lo que abre un campo más amplio a las conjeturas” (14).
(10) - ARCH. SECRETOS DE BERLÍN, 6 de mayo de 1760. Cf. G. B. VOLZ, OBRA CITADA, p. 192. (11) - Según P. J. Grosley, obra citada, p. 325, “el conde de Saint- Germain se convirtió en objeto de la curiosidad pública, que se ocupó largo tiempo de él, y a la que no despistó más que huyendo a los Estados del Norte, donde se perdió su pista”. Se verá que no fue así en absoluto. (12) - Barón de Bielfeld, Leiires familiéres. La Haya, Gosse, 1763, t. H, p. 402. (13) - Mitchell Papers, 6 de mayo de 1760.
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En el N° del 31 de mayo al 3 de junio, podían leerse bajo el título Anécdotas sobre un misterioso extranjero, y bajo la firma Lady's Magazine, las líneas siguientes: “Espero que este gentilhombre (del cual nunca pude descubrir la menor cosa deshonrosa, y cuya ciencia y genio respeto sinceramente) no sentirá suspicacias por mis observaciones con motivo del título que ha tomado, y que no creo sea el suyo por derecho de línea o por favor real; su nombre verdadero es quizá uno de los misterios que, a su muerte, sorprenderán al mundo más que todos los extraños incidentes de su vida. Pero él mismo no negará, supongo, que el nombre que porta ahora sólo es un nombre prestado. “La patria de este extranjero es tan absolutamente desconocida como su nombre; pero respecto a ambos, así como a su juventud, numerosas suposiciones han reemplazado siempre al conocimiento y, como era fácil inventar cualquier cosa, la perversidad de la naturaleza humana, y quizá también la envidia que sentían los curiosos, les ha hecho escoger pasajes sin duda menos favorables que los que habrían sido proporcionados por la verdad. “Hasta que puedan conseguirse informaciones más precisas, sería justo que el mundo suspendiese su curiosidad, y la caridad exige no creer ciertos detalles carentes de razón” (15). Finalmente, en el N° del 30 de junio al 3 de julio se publicó la nota siguiente: “Sabemos de París que numerosas personas de distinción han hecho gestiones ante el rey en favor del conde de Saint-Germain, de quien tanto se habla. El conde no ignoró, ciertamente, las contradicciones del diario londinense, y las respondió implícitamente permaneciendo en Holanda. (14) - Este mismo artículo es redactado así en la Gaceta de Bruselas. “El conde de SaintGermain ha sido puesto en libertad en Londres, y ha llegado aquí [a Rotterdam]. Incluso durante su cautiverio, mantuvo numerosas entrevistas con varios miembros del Consejo privado, lo que da lugar a nuevas suposiciones”. Esta redacción, aunque más próxima a la verdad, es bastante curiosa. ¿Quería decir que la conversación del conde de Saint-Germain con el Sr. de Knyphausen tenía fines políticos? ¡Quizá! Sin embargo, el redactor se engañaba, como hemos visto. (15) - Creeríamos que este artículo ha sido inspirado por el conde de Saint-Germain; en todo caso, el autor ha conocido al conde.
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Su Majestad estaba a punto de perdonarle, cuando se descubrió que era un espía del rey de Prusia en la corte de Francia, y su representante ante la Sra. de Pompadour” (16).
(16) - Esta declaración tendenciosa es contradicha por las afirmaciones mismas de Federico II en una carta a su sobrina, la mujer del Stathouder de Holanda, Guillermo V: “No me gustan esas personas de las que se cuentan cosas maravillosas” (Postdam, 17 de marzo de 1778), y en otra carta a su enviado en Dresde, el Sr. d’Alvensleben, dirá: “Me intereso en Saint-Germain únicamente por curiosidad" [id., 29 de marzo de 1777], Y cuando el 25 de junio del mismo año el conde de SaintGermain pedirá audiencia, el rey de Prusia no le responderá sino por intermedio del Sr. d Alvensleben. Con este último comentario se relacionan las observaciones del barón de Gleichen (obra citada, p. 133), que muestra al conde tratando al margrave de Bayreuth como a un escolar, rehusando dejarle ver las cartas de Federico II que tenía en sus manos. Estamos, pues, seguros de que el conde no podía tener tales cartas, y que en esta escena el personaje de que se trata es el teniente-general Claude-Louis de Saint-Germain (v. parte primera, cap. I).
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CAPITULO OCTAVO Retorno a Holanda
El conde de Saint-Germain no había marchado a Alemania; “erraba, desde su retorno de Inglaterra, por las provincias de la República y sus alrededores, bajo nombres supuestos y ocultándose con precaución” (1). Esta última información del embajador de Francia, Sr. d’Affry, era todo menos exacta. Tan poco se ocultaba el conde, que habitaba en La Haya, rendía frecuente visita a su amigo el Sr. de Bentinck Van Rhoon, en su propiedad de Leyde, e iba cada semana a Amsterdam a ver al burgomaestre Sr. Hasselaar. Es verdad, sin embargo, que el conde marchó a Altona, cerca de Hamburgo, en el mes de agosto de 1760 (2). Este viaje fue de corta duración, pues encontramos en la Gazeta de los Países Bajos, con fecha del 12 de enero de 1761, la nota siguiente: “El supuesto conde de Saint-Germain, este hombre indescifrable del que no se sabe bien ni el nombre, ni el origen, ni el estado, con ingresos que no se sabe de donde provienen, con conocimientos que no se sabe dónde los ha adquirido, con entrada en los gabinetes de los Príncipes sin que nadie lo autorice y lo reclame; este hombre llegado a tierra sin que nadie adivine por donde, se encuentra actualmente aquí [La Haya], no sabiendo donde posar el pie, y como exiliado de todos los países. (1) - Aff. étrang., Hollande, 509, P 301. (2) - London Chronicle, 22 de agosto de 1760.
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“Se ha dirigido últimamente al Sr. d’Affry, para obtener por su mediación la libertad de residir en alguna parte. El Sr. d’Affry ha escrito en consecuencia al mariscal de Belle-Isle (3), cuya respuesta indica que si el rey [Luis XV] quisiese hacer justicia al Sr. de SaintGermain, haría ejecutar su proceso como a un criminal de Estado; pero que deseando su majestad usar de indulgencia, se contentaba con ordenar al Sr. d’Affry ‘no tener ningún comercio ni relación con él, de ninguna manera que fuese, es decir; no escribirle, ni responder a sus cartas, ni permitirle el acceso junto a él’. Así pues, el conde de Saint-Germain ha llegado a La Haya, a Leyde o Amsterdam, según las circunstancias; ahora bien, el inefable Casanova le ha visto en París, y he aquí la escena que imaginó: habiendo ido al bosque de Boulogne con la Sra. d’Urfé, con la que mantuvo una conversación sobre los ángeles de los planetas, "nos encaminábamos”, dice, “hacia el coche, cuando de golpe Saint- Germain se ofreció a nuestras miradas; pero en cuanto nos vio retrocedió camino, y fue a perderse por otro sendero. ‘¿Le habéis visto?’, dije yo. ‘Trabaja contra nosotros, pero nuestros genios lo han hecho temblar’. -’Estoy estupefacta. Iré mañana a Versalles a dar esta noticia al duque de Choiseul. Tengo curiosidad por ver qué dirá...’. Al día siguiente supe por la Sra. d’Urfé la agradable respuesta que le había dado el Sr. duque de Choiseul, cuando le anunció su encuentro con el conde de Saint-Germain en el bosque de Boulogne. ‘No me sorprende’, le dijo este ministro, ‘ya que ha pasado la noche en mi gabinete” (4). La respuesta prestada por Casanova al Sr. de Choiseul es quizá ingeniosa, pero no vuelve verídica su anécdota. Otro incidente, pero este indiscutible, sucedió en La Haya hacia finales de 1761. Un tal Jacotet fue a buscar al Sr. d’Affry "pretendiendo que el conde [de Saint-Germain] se ocultaba en Amsterdam y que él se ocuparía de descubrirlo" (5). (3) - Esto ha debido suceder a finales de 1760, muriendo el mariscal el 26 de enero de 1761. (4) - Casanova, obra citada, t. V, pp. 79-80. (5) - Aff. étrang., Hollande, 501, P 301.
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En principio, el embajador de Francia creyó la palabra de este Jacotet, pero habiendo sabido a sus expensas que la información no valía nada, ya que el conde estaba en La Haya, consideró a este Jacotet como un aventurero, tanto más cuanto que este último era perseguido por dos honorables comerciantes de Amsterdam, los señores Coq y Vangiens, a petición de la viuda del caballero Lambert de París. Era en cierto modo una venganza de este Jacotet contra los amigos del conde de Saint-Germain. Seis meses más tarde, el 22 de marzo de 1762, el Sr. d’Affry informaba al Sr. de Choiseul que “bajo el nombre de un negociante de Amsterdam llamado Noblet, el conde ha comprado en Gueldre una tierra llamada Huberg, vendida por el Sr. conde de Welderen, y por la que sin embargo no ha pagado todavía más que unos 30.000 francos, en moneda de Francia” (6). El Sr. d’Affry preguntó al ministro francés de asuntos exteriores si debía perseguir al conde o dejarle tranquilo. La respuesta del Sr. de Choiseul nos es desconocida, pero es probable que el ministro optase por la segunda solución. El conde de Saint-Germain habitaba en Ubbergen, pequeño pueblo holandés próximo a la frontera alemana, a muy poca distancia de Nimega. “Había establecido en su casa un amplio laboratorio en el que se encerraba días enteros, absorbido por sus investigaciones sobre las materias colorantes. Se asegura incluso que la ciudad de Amsterdam manifestó el deseo de comprarle el derecho exclusivo a utilizar sus descubrimientos, pero rehusó, no queriendo favorecer más especialmente a una ciudad o a una provincia de la República que a otra. Ha rendido grandes servicios a Gronsveld, ayudándole en la preparación de los colores para su manufactura de porcelanas en Weesp, cerca de Amsterdam” (7). Por otra parte, el conde había adquirido algunos dominios rurales cerca de Zutphen; podía creerse que su vida de aventurero había terminado, y que fijaría su residencia en las Provincias Unidas.
(6) - Aff. étrang., Hollande, 509, P 503. (7) - Mémoires de H ARDENBROCK , Cf. I. C OOPER -O AKLEY , obra citada, p. 215.
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Pese a lo absorbido que se encontraba por sus experiencias, mantenía una importante correspondencia con todos los países de Europa, pero Francia era privilegiada, pues había conservado en este país sus más queridos amigos. Por humor, o por decir la última palabra en la aventura de La Haya, el Sr. de Choiseul escribía al Sr. d’Affry el 4 de agosto de 1762: “Hemos castigado al pretendido conde de Saint-Germain de la insolencia y de la impostura de las afirmaciones que sostenía, y habrá que dejar al cuidado de este aventurero perfeccionar el descrédito general en el que le hemos sumido” (8). Esta satisfacción moral no era para el Sr. de Choiscul más que una especie de “canto del cisne"; al año siguiente ya no era ministro de asuntos exteriores, mientras que el conde de Saint-Germain retomaba a través de Europa el curso de sus peregrinaciones, y era recibido por todas partes con honor y distinción.
(8) - Aff. étrang. Hollande, 509, P 327.
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CAPITULO NOVENO Aparición en Rusia
Es muy probable que fuera en la primavera del año 1762 cuando el conde de SaintGermain marchó a Rusia. Desde el 5 de enero del mismo año, a la muerte de la emperatriz Isabel, el imperio ruso era gobernado por Carlos-Pedro-Ulrich, duque de Holstein-Gottorp, bajo el nombre de Pedro III. Este príncipe, que reunía en él la sangre de Pedro I y de Carlos XII, se había desposado en 1745 con Sofía-Augusta-Federica de Anhalt-Zerbst. Desde comienzos de su reinado, Pedro III se había alienado del clero al preferir el luteranismo a la religión griega; más tarde, siguiendo el proyecto de Pedro I, había reunido al dominio las tierras de la Iglesia; a continuación forzó a los sacerdotes a tomar el hábito de los pastores luteranos, hizo quitar de las iglesias las imágenes de los santos, y finalmente se abstuvo de hacerse coronar en Moscú según los ritos consagrados (1). Además, se granjeó enemigos en el ejército por sus peligrosas innovaciones, a la manera de Federico II, a quien admiraba. Es así que por medio de afirmaciones sembradas con arte, se le volvió sospechoso a los ojos del pueblo. Su mujer, por el contrario, una princesa alemana que había tomado el nombre de Catalina, al abrazar la religión griega cuando su matrimonio se identificó con su patria de adopción. (1) - FLASSAN, Histoire générale et raisonnée de la diplomatie française. Paris, 1811, t. IV, p. 339.
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Con mucha habilidad y circunspección, armada de una gran inteligencia, resolvió tomar el poder, y para ello se hizo ver con buenos ojos por los popes, y supo atraer hacia ella a las personas que podían serle útiles para el cumplimiento de su obra. Así, paso a paso, Catalina organizó la conjura que debía conducirla al trono de los zares (2). Lo asombroso de esta revolución rusa es que se haya hecho sin la menor oposición, y sin necesidad de utilizar la fuerza. Digamos cuanto antes, para atajar de golpe las historias relativas a la participación del conde de Saint-Germain en los hechos que marcaron el fin trágico de Pedro III, que el conde no se encontraba ya en San Petersburgo, ciudad “que había abandonado antes de esta época” (3), y que además no tuvo relación alguna ni de cerca ni de lejos con Catalina II; añadamos que, conforme a investigaciones hechas en el diario oficial de la corte de aquel tiempo, “su nombre no es citado entre los demás” (4). El conde había ido a San Petersburgo a instancias de su amigo, el célebre pintor italiano conde Pedro Rotan (5). El pintor habitaba la Grafsky pereontlok (lo que significa calle pequeña), cerca del puente Anitchkoff, sobre el Newsky, donde se encuentra el palacio imperial.
(2) - Según E. Boutaric, Correspondance secrete inédite de Loáis XV. París, Pión, 1866, t. I, p. 109, Catalina había hecho sondear al Sr. de Breteuil, embajador francés, y le había pedido dinero. Este respondió que no tema; y viendo la conjura a punto de estallar, abandonó Rusia para volver poco después. Nos preguntamos por qué el Sr. de Breteuil tuvo necesidad de hurgar en los archivos de su ministerio de la casa del rey, para saber quién era el conde de Saint-Germain, ya que pudo haberse informado sobre él en San Petersburgo. Cf. C. de Courchamps, obra citada, t. II, p. 269. (3) - Según refiere M. Pyliaeff, autor del “Viejo Petersburgo”. Cf. I. Cooper-Oakley, obra citada, p. 30. Nosotros mismos, tras repetidas investigaciones en los archivos del ministerio de los exteriores, no hemos encontrado nada. (4) - Información suministrada por el director de la librería “Mezrdu- narodnaya Kniga” en San Petersburgo (1932). (5) - El conde Rotari (1707-1764), discípulo de Antonio Balestra y de Angel Trevisani, ha dejado numerosos cuadros de grandes dimensiones, cuyo tema se relaciona con la religión (Museos de Munich y de Dresde). Se le deben un cierto número de grabados al agua fuerte. El pintor ruso Rokotov se formó bajo su influencia. Cf. Siret. Dictionnaire histories des peintres. París, Lacroix, 1866.
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Pedro Rotari, a quien el conde conocía desde largo tiempo atrás, era original de Verona. Tras haber recorrido Europa y adquirido una considerable fortuna, fue a San Petersburgo, llamado por la emperatriz Isabel como pintor de la corte. Ayudado de sus discípulos, Pedro Rotari pintó de 1757 a 1762 cerca de trescientos retratos de las más bellas damas de la corte (6). Apasionado por su arte, el conde Rotari sólo tenía una idea: alcanzar la perfección de los maestros, pero dudaba poder conseguirlo. “Un día, en el gran parque de Berlín, viendo a un ciego que tocaba de modo superior dos giombardas a la vez, de las que extraía sonidos más armoniosos que los que el instrumento mismo permite, el pintor se lamentó: este hombre hace más que yo, es único en su arte, y por desgracia hay Carraches y Guidis antes de llegar a la perfección” (7). Acompañado del artista, el conde de Saint-Germain frecuentó los salones de las más ilustres familias de San Pe- tersburgo: los Razoumowsky y los Youssoupoff; igual que en Londres, encantó a sus oyentes por su virtuosidad con el violín “del que se servía como de una orquesta”. Se asegura que el conde dedicó a la condesa Ostermann una pieza de música para arpa de la que era autor (8). El conde conoció también durante el poco tiempo que permaneció en la capital rusa, a un abogado de Ginebra, el Sr. Pictet; recibido también en muchas casas. De origen genovés y magistrado de Policía, el Sr. Pictet, al no poder formar parte del consejo de los Cien a causa de su juventud, fue a París, donde se unió con un ruso para viajar durante tres años. Estando en Viena, encontró a Gregorio Orlof, y marchó con él a San Petersburgo. En esta ciudad encontró al Sr. Magnan, negociante, con quien se asoció, y con cuya hija se casó. Un turbio asunto en el que se vio mezclado le valió, aunque inocente, una mísera reputación. Tenía sin embargo ingenio y conocimientos. (6) - Los cuadros del conde Rotari decoran el gabinete de las Modas y de las Gracias en el palacio de Peterhof. (7) - C OMTE DE L AMBBRO , obra citada, p. 50. (8) - Esta partitura, magníficamente encuadernada en tafilete rojo, fue regalada más tarde por M. Pyliaeff al gran compositor Chaikowsky. La familia Youssoupoff debería estar también en posesión de manuscritos musicales del conde de Saint-Germain. Cf. I. Cooper-Oakley, obra citada, p. 31.
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No era sobre todo al Sr. Pictet a quien el conde frecuentaba, sino a su cuñado, el Sr. Magnan, el cual se ocupaba de la compraventa de piedras preciosas. Este último ponía aparte todas las piedras a las que les faltaba alguna cualidad, y las enviaba al conde para que éste las diese el brillo deseado (9). Al cabo de tres meses (10), el conde volvió a Ubbergen y retomó sus trabajos, tras haber dicho adiós a su amigo Pedro Rotari, a quien no debía de ver más. Antes de proseguir con los incidentes de la vida del conde de Saint-Germain, abramos aquí un paréntesis. Dos escribanos de nuestros días (11), han querido identificar a nuestro personaje con un tal Odard, el cual jugó un conocido papel en San Petersburgo en la misma época. Conforme a las Memorias de la princesa Daschkof, dama de honor de Catalina II, y tercera hija del canciller Voronzof, considerada sobre todo como el alma de la revolución de 1762, sabemos que “entre los extranjeros que vinieron a buscar fortuna a San Petersburgo, estaba un piamontés de nombre Odard, el cual, por recomendación del gobernador del gran duque Pablo, Nikita Panine, de origen italiano, consiguió ser nombrado abogado de la cámara de comercio de la ciudad. Era un hombre de cierta edad y aspecto enfermizo, pero de aire sagaz. Sin embargo, la ignorancia de la lengua rusa le hizo imposible mantener su empleo. Odard trató a continuación de hacerse admitir como secretario de la emperatriz, con el apoyo de la princesa Daschkof, pero la tentativa fracasó. Finalmente, por intermedio del gran chambelán, conde Strogonof, fue de intendente a una plaza poco remunerada, en la mansión de recreo de Pedro III, en Oranienbaum. La princesa Daschkof añade que sólo ha estado una vez en relación con Odard, y que durante las tres semanas que precedieron a la revolución, no tuvo contacto alguno con él” (12). (9) - Chevalier de Corberon, Journal Intime. París, Pión, 1901 t II pp. 193-195. (10) - Según I. COOPER-OAKLEY, obra citada, p. 30, el conde de Saint- Germain se habría encontrado en la corte de Arkhangel, el 3 de marzo de 1762, con la princesa María Galitzina. Ahora bien, esta ciudad está situada a 737 km. de San Petersburgo. (11) - Pierre Lhermier, Le mystérieux comte de Saint-Germain. París, edit. Colbert, 1943, pp. 167205. JEAN de Kerdeland, De Nostradamus á Cagiiostro. París, edit. Self, 1945, pp. 191-201.
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Esta breve información nos parece suficiente para que el intrigante Odard no sea confundido con nuestro personaje.
(12) - Memories of the princess Daschkaw, lady of honour to Catherine II, written by herself, edited from the original by Mrs. W. Bradford. London, Colburn, 1840, t. I, pp. 62-63.
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CAPITULO DÉCIMO El Sr. De Surmont, industrial
El año 1763 marca para el conde de Saint-Germain el cese de las persecuciones intentadas contra él por el duque de Choiseul, a título de ministro de asuntos exteriores de Francia, no siendo ya más que ministro de la guerra. La razón de ello es la siguiente: si la paz firmada en Hubersbourg el 15 de febrero entre Austria, Prusia y Sajonia daba fin a la guerra de los Siete Años, el tratado rubricado el 10 del mismo mes en París, entre Francia e Inglaterra, ponía fin a la guerra marítima. Se recordará que fue a causa de las conversaciones concernientes a este tratado, que el conde de Saint-Germain fue perseguido por el Sr. de Choiseul. El conde podía, pues, retomar su libertad con toda confianza, e ir por Europa, lo que hizo cambiando de nombre. Como había adquirido en Holanda, cerca de Nimega, el dominio de Ubbergen, afrancesó este nombre para uso propio, y devino así el Sr. de Surmont. Fue en los primeros días de marzo de 1763 que se dirigió hacia Bélgica, denominada en esta época Países Bajos católicos, y que se encontraba bajo el dominio de la casa de Habsburgo.
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Pasando a Bruselas (1), el Sr. de Surmont fue a rendir visita una noche, muy tarde, pues nunca salla durante el día (2), al Sr. de Cobenzl (3), ministro plenipotenciario de la reina- emperatriz María-Teresa ante el gobernador general, el príncipe Carlos de Lorena. No ignoraba que en 1746 el Sr. de Cobenzl había sido el corresponsal benévolo del príncipe de Gales, Federico-Luis, primogénito de Jorge II de Inglaterra (4), y habiendo sido el Sr. de Surmont, como hemos dicho, amigo del príncipe, fue fácil para él presentarse en el palacete de Mastaing, y ser admitido en casa del ministro. Lo que no impedirá al sobrino del Sr. de Cobenzl escribir más tarde: “Se introdujo junto a mi tío de forma muy misteriosa, gracias a cartas de recomendación, no sé de quién” (5). El Sr. de Cobenzl recibió al Sr. de Surmont en su gran gabinete. Los muros estaban adornados por cuatro grandes piezas de jabonería que representaban la historia de Psiqué. En medio de la sala resaltaba una magnifica mesa-bufete con pies de corza, incrustada de porcelanas de Sévres, con escritorios de plata y de Sévres. En los rincones, muebles preciosos rematados con las más raras porcelanas. El Sr. de Surmont se dio cuenta que tenía ante él a un amante del arte, y cuando supo que poseía una colección de cuadros notables, le expresó su admiración: “Y como yo soy muy susceptible para la amistad”, dirá el Sr. de Cobenzl, “le he testimoniado la mía” (6). (1) - Todo este capítulo está redactado conforme a los Archivos de la Secretaría de Guerra y de Estado de Bruselas, vol. 1053 a 1303. (2) - A. R. von Aarneth, Graf Philipp Cobenzl und seine Memorien. Viena, 1885, pp. 84 y sig. (3) - Carlos-Juan-Felipe, conde de Cobenzl, nacido en Viena el 21 de julio de 1712, era hijo del conde Juan-Gaspar y de Catalina, condesa de Rindsmaul, su segunda esposa. Tras haber hecho sus estudios superiores en Leyde, viajó. En 1734 se desposó con la hija del general Palffi. Tras haber recorrido Alemania, volvió a Viena, y fue nombrado ministro en Bruselas el 19 de agosto de 1753, en sustitución del marqués de Botta- Adomo. "A pesar de las apariencias de su título, es el espía oficial que Carlos VI ha puesto al lado de su hermana, la archiduquesa Isabel, y que María-Teresa mantendrá ante su cuñado, el príncipe Carlos de Lorena”. Cf. C. de Villermont, Le comte de Cobenzl. París, Desclée, 1925, p. 25. (4) - Archivos de Viena. Correspondencia de María-Teresa, vol. 271. (5) - A. R. VON ARNETH, OBRA CITADA, p. 86. (6) - Cobenzl a Kaunitz, 28 de abril de 1763.
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“Un día en que el ministro decía que pocos particulares podían jactarse de poseer un Rafael auténtico, el Sr. de Surmont respondió que esto quizá podía ser justo, pero que en su colección los había y, como prueba, quince días o tres semanas más tarde llegó un cuadro proviniente de su colección del que hizo presente al Sr. de Cobenzl, y algunos artistas de Bruselas a quien éste último mostró el cuadro declararon que era un Rafael auténtico. El Sr. de Surmont no quisó retomarlo, y le rogó lo aceptara en signo de amistad. "Otra vez, mostró al Sr. de Cobenzl un gran solitario con manchas, y dijo que en pocos días lo traería sin defectos. Y efectivamente, algunos días más tarde, aportó un solitario, tallado de la misma manera, pero impecable y sin manchas, asegurando que era la misma piedra. El Sr. de Cobenzl, tras haberlo admirado y examinado, quiso devolverle la piedra, pero el Sr. de Surmont no quiso retomarla, diciendo que tenía demasiados diamantes de los que no sabía qué hacer, y rogó al ministro que lo guardara como recuerdo. Este último, que no quería aceptar regalo alguno, discutió largo tiempo, pero ante la insistencia de su invitado acabó por dejarse convencer” (7). Las primeras impresiones dejadas por el Sr. de Surmont sobre el Sr. de Cobenzl fueron las siguientes: “He encontrado en él al hombre más extaño que haya conocido en mi vida. Posee grandes riquezas y vive de modo muy simple; es de una probidad sorprendente, y posee una bondad digna de admiración. Tiene un profundo conocimiento de todas las artes. Es poeta, músico, escritor, médico, físico, químico, mecánico, pintor; en resumen, tiene una cultura general como no la he encontrado en hombre alguno (8). Y como era interesante por todos sus conocimientos, he pasado horas agradables con él. (7) - Estas dos anécdotas han sido sacadas de A. R. von Arneth, obra citada. Sin poner en duda la veracidad de la primera anécdota, apenas nos parece posible que un cuadro desconocido de Rafael formase parte de una colección privada, ya que los cuadros de este pintor estaban todos catalogados. En cuanto a la segunda historia, nos extraña el supuesto rehúse del Sr. de Cobenzl, tras haber aceptado el cuadro de Rafael. (8) - “Todas las ciencias de que se hablaba, las poseía en grado extremo. Si se trataba de música, hablaba como un maestro, se ponía al piano, y ejecutaba piezas de su composición”. A. R. VON ARNETH, obra CITADA.
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La única cosa que puedo reprocharle es que se jacta demasiado a menudo de sus talentos y de sus orígenes” (9). Su punto de contacto eran los conocimientos del Sr. de Surmont en pintura y dibujo. La conversación, una tarde, llegó un poco más lejos, y aquél pasó a hablar de sus descubrimientos. Habiéndole testimoniado el Sr. de Cobenzl su incredulidad, hizo delante de él y de algunos amigos “numerosas experiencias, una de las cuales consistía en transformar un trozo de hierro en un metal tan bello como el oro (10), y otras con diversos procedimientos de teñido y curtido del cuero” (11). Estas experiencias tuvieron lugar en Toumai, en casa del experto-fabricante Rasse, hombre de confianza del Sr. de Cobenzl. El Sr. de Surmont quiso renovarlas algunos días más tarde, procediendo esta vez, en lo que concierne al teñido, sobre la lana, la seda y la madera. “Tiñó enteramente la madera de colores muy vivos sin índigo ni cochinilla, y después, pasando a los colores mismos, hizo un ultramar tan irreprochable como el que se extrae del lapislázuli. Finalmente tomó el aceite ordinario de nuez o de lino que se emplea para la pintura, le quitó el olor y el gusto, e hizo con ellos el mejor de los aceites comestibles” (12). El Sr. de Cobenzl, como protector esclarecido del comercio de los Países Bajos, se entusiasmó ante un resultado semejante, y como el sentido de los negocios era innato en él, resolvió sacar subsidios para el tesoro imperial. Tras haber hecho examinar cuidadosa y rigurosamente todos los procedimientos del Sr. de Surmont, puso a éste último en contacto con la Sra. de Nettine, tesorera de la corte.
(9) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763. (10) - Sin duda el “similor” de que habla el Sr. de Gleichen, obra citada, p. 127. (11) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763. (12) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763.
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La Sra. de Nettine (13) no fue “menos entusiasta que yo de sus talentos”, dirá el Sr. de Cobenzl. Por su parte, el Sr. de Surmont “la ha testimoniado la más grande amistad, así como a su familia; de estos hechos hemos concluido que dependía de nosotros apropiamos de todos sus procedimientos secretos. Es así que nos hemos puesto con ardor a examinar su utilidad, y hemos encontrado que más de una de sus muestras era notable. Su metal, el tenido de la madera, más bello que el que se hace en Francia, sus cueros, pueden ser de gran valor, igual que sus sombreros pueden ser un artículo muy importante”. Y el Sr. de Cobenzl añade con algún cinismo: “no hay otros medios de apropiarse de estos procedimientos que consentir en la instalación de una fábrica, pero ello requerirá gastos” (14). La Sra. de Nettine, con su diligencia habitual, se lanzó al asunto, avanzando los fondos necesarios, y se fundó la manufactura en Toumai, en el local del negociante Rasse, donde el Sr. de Surmont se alojaba cuando iba para sus trabajos. Fue durante una de sus estancias en este taller que se desarrolló la “fantasiosa” escena relatada por Casanova en sus Memorias'. “Sobre la ruta de Toumai”, dice Casanova, “Apercibí dos palafreneros que conducían soberbios caballos. Me dijeron que el enganche pertenecía al Sr. conde de SaintGermain”. - ’Desearía ser presentado a vuestro amo’. - ’No recibe a nadie’.
(13) - Barbe-Josefina-Luisa Stoupy, nacida el 22 de noviembre de 1706, se había casado el 30 de septiembre de 1735 con el banquero Matías Nettine. Bajo su impulso, la “Banca Nettine" devino muy rápidamente la primera de los Países Bajos. Habiendo muerto su marido el 28 de junio de 1749, su viuda obtuvo para su primogénito el de derecho de sucesión en el cargo de tesorero de la corte, y cuando el Sr. de Cobenzl llegó a Bruselas, se volvió amiga y consejera íntima del ministro plenipotenciario. La señora de Nettine será en adelante la verdadera jefa de los intereses económicos y financieros de los Países Bajos. Fue ennoblecida el 1 de abril de 1758. Cf. Yves de Fontobbia. La vicomtesse de Nettine en L'Insurgé, n5 1, 1936, pp. 15-22. (14) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763.
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Esta respuesta me decidió a intentar la aventura. Escribí al conde expresando mi vivo deseo de verle. Su respuesta, escrita en lengua italiana, y que aún tengo bajo los ojos, estaba concebida del siguiente modo: ‘Mis ocupaciones me obligan a rehusar toda clase de visitas, pero vos constituís la excepción a la regla. Venid pues, seréis introducido inmediatamente. Bastará con que déis vuestro nombre a mis gentes. No os invito a compartir mi mesa: no os convendría, sobre todo si habéis conservado vuestro antiguo apetito’. Me encontraba a las ocho horas a la puerta del conde. Iba ataviado en túnica de Armenia (15), con bonete en punta; una barba espesa y larga le bajaba hasta la cintura, y sostenía en la mano una pequeña varita de marfil. A su alrededor observé una veintena de botellas metódicamente ordenadas, llenas todas de diferentes elixires. Pensaba cuál podía ser su ocupación con esta vestimenta y en medio de esta farmacia, cuando me dijo con gran seriedad: - ’Es el conde de Cobenzl, primer ministro de Austria (16), quien me da ocupación. Trabajo, para agradarle, en el establecimiento de una fábrica’. - ’¿De vidrios?’ - ’De sombreros. Su excelencia no se ha dignado aún acordarme más que mil florines para esta gigantesca empresa, pero yo palio el déficit por medio de mis propios dineros’. - ’¿Esperáis mucho de esta fábrica?’ -’Que pasen dos o tres años, y no habrá una cabeza en Europa que no esté tocada por mis manos. - ’Será un gran éxito’. - ’¡Inmenso!’.
(15) - Casanova, al hacer este comentario, se acordaba sin duda de la vestimenta que había adoptado Jean-Jacques Rousseau cuando, en diciembre de 1765, atravesó París para ir a Londres. Cf. Bachaumont, Mémoires, París, Gamier, (16) - Casanova muestra aquí su ignorancia de las cortes de Europa. ¿Qué fue del Sr. de Kaunitz?
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Y se puso a recorrer la sala, frotándose las manos con la vivacidad de un joven. - ’Está loco’, pensé yo. - ’A propósito’, dijo, ‘¿tenéis noticias de la marquesa d’Urfé?’ - ’Está muerta’. - ’¡Muerta! Bien sabía yo que debía acabar así (17). ¿Y en qué estado murió?’ - ’Pretendía estar encinta’. - ’Espero que no creeréis nada de eso’. - ’Estoy convencido de su error’. - ’Menos mal; pero si me hubiese consultado, lo habría estado en efecto. Tan solo me habría sido imposible predecir el sexo del niño. Confieso humildemente que mi adivinación no llega tan lejos’. -’¿El Sr. conde aconseja a las mujeres en parto?’ - ’Doy consulta para toda clase de enfermedades... ¿Estáis enfermo por casualidad? Efectivamente, tenéis la lengua seca, el pulso duro y los ojos hinchados; es flema’. - ’¡Ay! No, es...’. Y le nombré mi villana enfermedad. - ’¡Bagatelas!’, dijo, poniéndome en las manos una pequeña botella llena de un licor blanco al que llamó arqueo universal. - ’¿Qué tengo que hacer con este licor?’ -’Os parece un licor, y no lo es; es el simulacro del virus que infecta vuestras venas. Tomad esta aguja y perforad el sello de cera que cierra la botella’. Hice lo que me prescribía. - ’Y bien’, dijo pavoneándose, ‘¿qué pensáis?’ Yo no sabía qué pensar. - ’Mirad lo que queda en la botella. Ya no hay nada, ¿verdad? La substancia blanquecina se ha evaporado. Del mismo modo, picándoos en cierto lugar, todo vuestro mal se evaporará.
(17) - Casanova es sorprendido aquí en flagrante delito de error, incluso de mentira. La marquesa d'Urfé falleció el 13 de noviembre de 1775. En cuanto a la reflexión atribuida al conde de Saint-Germain, es de una comicidad acabada.
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Como bien se imaginará, me rehusé a la operación. El operador parecía contrariado. - ’Sóis el primer hombre que duda de mí. Podría hacer que os arrepintierais, pero soy humano. Soy, como el Padre eterno, todopoderoso y todo misericordioso. Es una lástima para vos que me hayáis testimoniado tan poca confianza. Vuestra fortuna estaba asegurada. ¿Tenéis algún dinero en el bolsillo?’ Vacié mi faltriquera en su mano. No tomó más que una pieza de doce; después, poniéndola sobre un carbón ardiente, la cubrió con un haba negra. Mientras atizaba el fuego soplando a través de un tubo de vidrio, vi la pieza enrojecerse, inflamarse, y entrar en fusión. Después, una vez enfriada, me dijo riéndose: - ’He aquí vuestra pieza. ¿La reconocéis?’ - ’¡Pero si es oro!’, exclamé. - ’Del más puro’ (18). Mi razón no me permitía creer en el pretendido milagro, y consideré esta transmutación como el juego de manos de un prestidigitador, pero no le dije nada. ¡Este hombre estaba tan feliz de su locura! -’Eso es tan extraordinario, señor conde, que si llegáis a repetir a menudo el milagro encontraréis numerosos incrédulos’. -’Quien duda de mi ciencia y de mi poder no es digno de mirarme a la cara’.
(18) - Una historia semejante de transmutación hecha por el conde de Saint-Germain, ha sido relatada por Lamothe-Langon en los Souvenirs sur Marie-Antoinette par ¡a comtesse d'Adhémar, t. I, p. 297: “Habiendo ido el marqués de Valbelle (primer marido de la condesa) a verle [al conde], le encuentra ocupado en soplar; le pide que le confie un escudo de seis libras; el marqués saca uno de su bolsa, y se lo entrega al Sr. de Saint-Germain, que lo pone sobre el matraz y lo cubre con una materia negra; después, expone este aparataje al fuego de reverbero. El Sr. de Valbelle ve la pieza cambiar de color, enrojecer, y al cabo de algunos minutos el adepto la retira del brasero, la deja enfriar, y la tiende al marqués. Ya no era plata, sino oro del más puro. La transmutación fue completa. He conservado esta pieza hasta 1786, época en que fue robada de mi secreter junto con muchas otras monedas extranjeras o francesas antiguas...” La primera traducción francesa de las Memorias de Casanova, apareció en París de 1826 a 1829, mientras que Lamopthe- Langon publicó sus Recuerdos en 1836; el plagio es, pues, manifiesto.
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Yo le miré fijamente. - ’Sóis un hombre digno; volved a venir a verme dentro de algunos años. Y me despidió dándome la mano’ (19). Dejemos al astuto escritor de memorias Casanova que prosiga su ruta hacia Bruselas, y volvamos a Tournai. Como venido a cuento, la fábrica de porcelanas de Péterinck pasaba por nuevos apuros. Uno de los asociados había conducido mal sus asuntos, y su parte de la fábrica debía ser retomada. El Sr. de Cobenzl resolvió reorganizar el establecimiento (20). Pidió al príncipe Carlos de Lorena el derecho a utilizar una parte de la fábrica para el cardado de la seda y la tintorería en general, y obtuvo una concesión de terreno (21) a fin de añadir nuevas edificaciones a la fábrica, a saber, una curtiduría y una manufactura de sombreros. “El segundogénito de la Sra. de Nettine, de 15 años de edad (22), y su yerno, el Sr. Walckiers (23), van a dirigir esta empresa que se anuncia de lo más interesante y sin grandes riesgos. La dirección del personal será asegurada por el Sr. Rasse; la subdirección por el Sr. de Lannoy, y el secretariado por el hijo de éste último" (24). De entrada, el Sr. de Cobenzl preveía “un beneficio de un millón, dado que dos de los más importantes comerciantes de Toumai, Barbieri y Francolet, desean confiarle todas sus sedas para teñir, es decir, este negocio va a ser de gran importancia para la prosperidad de la monarquía” (25). (19) - Casanova, obra citada, t. VI, pp. 76-79. Aunque que se haya calificado de “picante” esta entrevista, no es menos cierto, en nuestra opinión, que el relato ha sido inventado de cabo a rabo por su autor. En cuanto a la pieza de oro, Casanova la regaló, dice, a William Keith, llamado milord mariscal, gobernador de Neuchâtel, a quien encontrará el mismo año en Berlín. (20) - C. de Villermont, obra citada, p. 136. (21) - Btbl. Royale, Ms. II, 897, P 47. (22) - Según el Sr. Yves de Fontobbia, el joven de Nettine falleció en 1768 a la edad de 20 años. (23) - El vizconde Walckiers de Tronchiennes era consejero de Estado y administrador de loterías. (24) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763. (25) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763.
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Pero, ¿qué pasaba con el inventor de estos futuros beneficios? El Sr. de Cobenzl se había aprovechado de la amistad que le testimoniaba el Sr. de Surmont para sustraerle todos sus secretos, y más aún, “estos secretos los abandona, excepto por pretender una parte proporcional del beneficio (26). Es entonces que el ministro plenipotenciario escribió al ministro de la corte en Viena, Sr. de Kaunitz, a fin de interesarle en el negocio y obtener, por su intermedio, la participación del Estado en los gastos necesarios para la compra de edificios y utillaje. Aunque éste se declaró satisfecho de conocer el apoyo bancario de la Sra. de Nettine y el rol administrativo del Sr. Walckiers, se mostró reticente en cuanto al negocio en sí: “un modelo no es una máquina, y una experiencia en pequeño no prueba nada en favor de una fábrica cuya instalación es muy costosa, y los capitales invertidos muy inciertos” (27). Después se asombró de la elección de la ciudad de Toumai, ciudad demasiado fronteriza para el establecimiento de una fábrica; a esto el Sr. de Cobenzl respondió que “el coste de la vida en Tournai es muy bajo, y lejos de Bruselas no se han de temer las dificultades que podrían surgir con las diversas corporaciones de esta ciudad" (28). El Sr. de Kaunitz no se atuvo a sus observaciones técnicas, e informó al Sr. de Cobenzl de todos los rumores que corrían sobre el Sr. de Saint-Germain, entre otros la anécdota siguiente: “En 1759, en París, un hombre que, según parece, era pariente próximo de uno de los admiradores del conde, obtuvo por su tenacidad autorización para sorprenderle en su casa. Le rindió visita, y le encontró en una morada inmunda, y cuando cuestionó sus invenciones, el conde le enseñó algunas muestras de colores, y un viejo grimorio de magia que contenía fórmulas carentes de todo valor” (29); lo que era manifiestamente falso en cuanto a la morada, pues el conde de Saint-Germain había habitado en París en el palacete de la viuda del caballero Lambert, visitado varias veces por el Sr. de Gleichen, a quien estas particularidades no habrían escapado.
(26) - Cobenzl a Kaunitz, 8 de abril de 1763. (27) - Kaunitz a Cobenzl, 19 de abril de 1763. (28) - Cobenzl a Kaunitz, 28 de abril de 1763. (29) - Kaunitz a Cobenzl, 19 de abril de 1763.
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Se decía también que el conde había comprado al Sr. de Saint-Florentin una propiedad por valor de 1.800.000 luises, que no pudo pagar, y finalmente abandonó Francia. En respuesta, el Sr. de Cobenzl hizo valer que el Sr. de Surmont “tenía invertido en un armador de Copenhague más de un millón, y que además, allá donde ha estado ha distribuido regalos magníficos, gastado enormemente, nunca ha pedido nada a nadie, ni ha dejado deudas” (30). El 27 de mayo el ministro hizo llegar al Sr. de Kaunitz todas las muestras: metal, y teñidos sobre seda, lana, cuero y madera. “He hecho los paquetitos dejando encima las inscripiones hechas por el inventor, y las explicaciones que ha dado” (31). Dos días más tarde, el 29 de mayo, el Sr. de Surmont partió para Toumai con el joven vizconde de Nettine, a fin de que este último fuera puesto en posesión de todos los procedimientos secretos, y a su retomo fue redactado un proyecto de contrato entre él y su comitente, el Sr. de Cobenzl: “El conde de Surmont, durante toda su vida, estará interesado en la manufactura de Toumai, erigida actualmente en su mitad. “De los beneficios que le correspondan le serán sustraídas las sumas que le han sido adelantadas, y los gastos que se han hecho para él. Tras el reembolso de estas sumas, dispondrá libremente de sus beneficios. “El conde se compromete con el Sr. de Cobenzl a remitirle los datos para la fabricación del azul y el verde, para refinar los aceites, plegar el cuero para fabricar los sombreros, u otros modos de empleo que conoce, así como cualquier otro procedimiento secreto o medio apropiado para conducir la manufactura al más alto grado de perfección” (32). Sin embargo, antes de que se firmase el contrato, la Sra.de Nettine marchó a París a consultar a dos de sus yernos:
(30) - Cobenzl a Kaunitz, 28 de abril de 1763. (31) - Cobenzl a Kaunitz, 27 de mayo de 1763. (32) - Cobenzl a Kaunitz, 21 de julio de 1763.
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El marqués de Laborde (33) y el Sr. de Lalive de Jully (34); en sus gestiones “no supo de nada desfavorable al conde de Saint-Germain, y adquirió la seguridad de que no había nada que temer respecto a ninguna empresa” (35). Nada se oponía, pues, a la validación del acuerdo cuando el 8 de junio, fechado en Viena, llegó un despacho dirigido al Sr. de Cobenzl por el Sr. Juan-Jacobo De Dorn (36), por el cual se le participaba que el Sr. de Kaunitz, presa de “violemos cólicos” (una enfermedad diplomática en realidad) había encargado al susodicho, consejero de la corte, comunicar a su excelencia “que todos los trabajos preliminares, que deberían estar ya en curso para la producción en masa, han de ser detenidos, y que no hay posibilidad alguna de concluir nada con el Sr. de Surmont, por cuanto no estamos en condiciones de transmitiros la orden expresa de Su Majestad a este respecto”. Era el despojo puro y simple del Sr. de Surmont. A esta moratoria, el Sr. de Cobenzl cambió completamente de tono frente al inventor, y bien que el burgomaestre Hasse- laar viniese en persona de Amsterdam a Bruselas para responder de su amigo, nada le hizo volverse atrás en su decisión (37). Más aún, habiendo hecho venir de Holanda el Sr. de Surmont diversos objetos preciosos como garantía del dinero adelantado por la Sra. de Nettine, el Sr. de Cobenzl pretendió “que estos objetos no tenían más que un valor insignificante, y los que quedan en Holanda se componen de cuadros que él [el Sr. de Surmont] considera caros, pero que en realidad no tienen gran valor” (38), y añadió, mostrando así su falta de buena fé:
(33) - Juan José, marqués de Laborde, nacido en Jaca (Aragón) en 1724, fue el primer industrial de quien el gobierno buscó ayuda para las finanzas. Convertido en banquero de la corte, fue encargado en 1763 del establecimiento de la caja de descuento. Fue guillotinado en 1794. (34) - Ange-Laurent de Lalive de Jully (1725-1775), fue introductor de embajadores, y miembro de la academia real de pintura y escultura. (35) - Cobenzl a Kaunitz, 19 de mayo de 1763. (36) - Juan-Jacobo de Dom, consejero de la corte y refrendario para los asuntos neerlandeses en la cancillería secreta de Viena. (37) - Cobenzl a Kaunitz, 22 de julio de 1763. (38) - Cobenzl a Kaunitz, 25 de junio de 1763. No era ésta la opinión del Sr. de Gleichen, que había visto los cuadros, obra citada, p. 122.
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“De suerte que no podemos desear sino deshacemos de él, apoderándonos de sus inventos al menor coste posible, evitando otros gastos, y arrebatándole la dirección de la empresa” (39). Para llegar a este objetivo, el Sr. de Cobenzl redactó una “memoria” de los gastos que se habían hecho: Gastos para la tintorería y el depósito
:
56,135
Gastos para la curtidería
:
19,300
Gastos para la fábrica de sombreros
:
5,700
Casa del Conde
:
13,500
Gastos diversos
:
5,300
Total general en Gulden
:
99,935
A estos gastos vino a unirse la cuenta especial del Sr. De Surmont: Adelantos divdersos de la Sra. De Nettine (40)
:
81,720
sus viajes a Tournai, etc.
:
12,280
Total en Gulden
:
94,000
Desembolso del Sr. Rasse y de la Sra. De Nettine, para mantenimiento del Conde, así como para
Es decir un total de casi 200.000 Gulden (41), y el Sr. de Kaunitz, ante estos gastos exagerados, rehusó el concurso del gobierno. El Sr. de Cobenzl sugirió entonces que la Sra. de Nettine podría retomar el negocio a su costa, lo que fue inmediatamente aceptado y aprobado por la emperatriz María-Teresa, ante las conclusiones de su canciller, conclusiones que indicamos: (39) - Cobenzl a Kaunitz, 25 de junio de 1763. (40) - Esta suma fue dada al Sr. de Surmont por la señora de Nettine con conocimiento de causa, y el sobrino del Sr. de Cobenzl lo confirma en sus Recuerdos'. “El debía llevar a bien la realización de esta empresa, mediante una suma que debía avanzársele con este objetivo". Cf. A. R. von Arneth, obra citada. (41) - Kaunitz a Cobenzl, 5 de julio de 1763. Esta memoria no fue comunicada al Sr, de Surmont.
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“Resulta evidente y absolutamente indiscutible, que estas temerarias empresas (42) no responden a las exigencias del Estado, ni por su naturaleza misma, ni por la gerencia que necesitan, ni por su actividad. Pero como la Sra. de Nettine, de su bolsillo, ha hecho el insensato adelanto de 200.000 Gulden (43), y desea retomar estas fábricas a su costa (44), sería justo y equitativo que Vuestra Majestad se las abandonase, y encargase al mismo tiempo a su gobierno darle todas las facilidades y ayuda que sean compatibles con los intereses de las finanzas del Estado, conciliando los del país en general’’ (45). La emperatriz María-Teresa escribió inmediatamente al gobernador general de los Países Bajos, el príncipe Carlos de Lorena: “Mi canciller de corte y de estado me ha hecho un informe sobre toda su correspondencia con el conde de Cobenzl, respecto a los supuestos procedimientos secretos para fabricar y manufacturar que un cierto Surmont dice poseer, así como respecto a la manufactura que el conde de Cobenzl ha montado ya, en consecuencia, en la ciudad de Toumai, con el asentimiento de vuestra alteza..., autorizo a vuestra alteza otorgar a la Sra. de Ncttine las autorizaciones deseadas, y darle todas las facilidades y ayuda que puedan conciliarse con el interés de mis finanzas y el bien de mis provincias belgas’’ (46).
(42) - El Sr. de Kaunitz, en su informe, emite la opinión siguiente: En el caso más favorable, es decir, si se pudiera aprovisionar todo el mercado exterior, esta empresa sería injusta desde el punto de vista moral, y contraria al de la política. Injusta, pues arrastraría todas las tintorerías privadas a la ruina". Kaunitz a María-Teresa, 21 de julio de 1763. (43) - El Sr. de Kaunitz pretende que los 94.000 Gulden entregados al Sr. de Surmont fueron estafados por él a la Sra. de Nettine, pues el reembolso de este dinero estaba basado sobre ingresos problemáticos, lo que es falso, dado que los procedimientos secretos no eran imaginarios, sino una realidad concretizada en resultados probados, ya que el Sr. de Cobenzl confiesa que los tejidos teñidos son realmente maravillosos", y ello al decir de los expertos. Cobenzl a Kaunitz, 21 de julio de 1763. (44) - Estas fábricas sólo debían existir sobre el papel, como lo atestiguan las líneas siguientes: "Nuestro fabricante de trenzas y sedas, Bar- bieri, nuestro fabricante de camelotes, Francolet, y nuestro fabricante de telas, J. Kint, nos suplican acelerar la instalación de la tintorería". Cobenzl a Kaunitz, 2 de julio de 1763. Nada, pues, se había hecho, y la memoria era un tubo de ensayo”, en detrimento del gobierno de Viena. (45) - Kaunitz a María-Teresa, 21 de julio de 1763. (46) - María-Teresa al príncipe Carlos de Lorena, 24 de julio de 1763.
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Se ve que el Sr. de Cobenzl había actuado con la mayor destreza del mundo, ayudado en ello por el Sr. de Kaunitz, presentando este “excelente negocio" como una estafa industrial" (47) montada por el Sr. de Surmont. Resultó de ello que éste último tuvo que abandonar Toumai lo más rápidamente posible: “Aguardo”, escribe el Sr. de Cobenzl, “la noticia de la partida del Sr. de Surmont, y espero que la Sra. de Nettine podrá recuperar los grandes adelantos que ha hecho. Ciertamente que hay algo de bueno en los procedimientos secretos; al menos se ha constatado ya en la fabricación de los sombreros y en la curtiduría, y todos nuestros marchantes en sederías y telas de lino encuentran maravillosos los tejidos teñidos” (48). Entonces, ¿por qué toda esta puesta en escena? Misterio. Nos pasa lo que al Sr. de Kaunitz: “No comprendo muy bien qué significa la frase de vuestro informe del 2 del corriente: ‘Aguardo hoy la noticia de la partida del Sr. de Surmont’. ¿Parte él voluntariamente, o se le expulsa definitivamente? En el primer caso, podría muy bien no sólo llevarse consigo el dinero de la Sra. de Nettinc, lo que lamento sinceramente, sino guardar también para él la libre disposición de sus magníficos procedimientos secretos. En el segundo caso, cabe esperar que se le haya podido arrancar el secreto sobre el refinado de los aceites” (49). El Sr. de Surmont no ha sido expulsado", respondió el Sr. de Cobenzl, “pero mientras aguardaba la decisión de si S. M. tomaría ella misma la manufactura o la dejaría a la Sra. de Nettine, ésta última había enviado a su hijo a Toumai para aprender todos los procedimientos secretos del Sr. de Surmont. Como ya se había aprendido de él todo lo que sabía y su presencia ya no era necesaria, le he escrito, tras recibir órdenes muy elevadas, que S. M. no quería oir hablar de los procedimientos secretos.
(47) - Ch. Maroy. Le comte de Sainl-Germain á Toumai. Une escro- querie “industrielle" en 1763, en L'Indépendance Belge, 15 de enero de 1935. (48) - Cobenzl a Kaunitz, 2 de agosto de 1763. (49) - Kaunitz a Cobenzl, 14 de agosto de 1763. Este "secreto” era el que más interesaba al canciller: “este artículo sería el único del que las finanzas del Estado podrían apropiarse con grandes beneficios, sin causar perjuicios a la industria nacional o al comercio del pais”. Kaunitz a MarcaTeresa, 21 de julio de 1763.
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Al mismo tiempo, el joven Nettine le ha hecho saber que su madre conservaba la manufactura para cubrirse de sus adelantos, pero que no haría nada más. Se ha decidido entonces a partir, declarando no obstante que lo reembolsaría todo en los meses venideros (50). “Por otra parte, se pueden utilizar sus procedimientos secretos y, en caso de que haya necesidad de una explicación cualquiera, estaría dispuesto a darla, dondequiera que se encuentre. Ha partido para Lieja, y se dirigirá probablemente al Margrave de BadeDurlach, en Carlsruhe (51). La Sra. de Nettine espera recuperar todavía al menos una tercera parte de sus adelantos” (52). Eso es lo que sucedió. Y si para el Sr. de Kaunitz “el caso del Sr. de Surmont estaba liquidado” (53), para la Sra. de Nettine el negoció resultó excelente: “la manufactura fundada en Toumai comienza a desarrollarse. Creo”, escribe el Sr. de Cobenzl, “que la Sra. de Nettine podrá con ella rehacer su cuenta, o al menos recuperar sus gastos” (54). Así termina la supuesta estafa “industrial” que tuvo su hora de celebridad en la ciudad de Toumai.
(50) - Sin embargo, M. de Villermont, obra citada, p. 136, escribe: “Saint-Germain hacía dos meses que había partido para Toumai, cuando Cobenzl y la viuda Nettine, inquietos de su silencio, enviaron a su lado al joven refrendario de las finanzas, Felipe de Cobenzl. Este, tras pasar algunos días observando y controlando a Surmont, les informó que el dinero se había volatilizado, sin que se hubiese puesto nada en marcha. Antes de que sus socios hubiesen podido tomar nuevas medidas, Saint- Germain desapareció a su vez”. Y M. de Fontobbia, art. citado, p. 19, añade: El conde de Saint-Germain partió con el dinero, y no volvió más...” (51) - Carlos-Federico, margrave de Bade-Durlach, nacido en Carlsruhe el 22 de noviembre de 1728, murió el 11 de junio de 1811. Tras haber hecho sus estudios en Lausana, visitó Francia, Italia, Inglaterra, y Holanda, y no volvió a Carlsruhe hasta expirar su menoría en 1750. Atrajo hacia sí a los extranjeros por su gran tolerancia política y religiosa. (52) - Cobenzl a Kaunitz, 23 de agosto de 1763. (53) - Kaunitz a Cobenzl, 3 de septiembre 1763. (54) - Cobenzl a Kaunitz, 2 de octubre de 1763.
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CAPITULO DÉCIMO PRIMERO Doce años de silencio
Tras abandonar Toumai, el conde de Saint-Germain partió para Lieja. ¿Marchó a Carlsruhe, a casa del margrave de Bade-Durlach, como lo indica el Sr. de Cobenzl? Lo ignoramos. Lo que sí es probable, en cambio, es que fuera a Italia. Pocos documentos existen sobre la estancia que hizo en este país. Uno de sus biógrafos ocasionales nos dirá, sin embargo, “que Italia le encontró digno de sus virtuosos, y le consideró como uno de los más finos conocedores de su arte antiguo y moderno” (1). Uno de los raros documentos que poseemos sobre dicha estancia lo constituye las páginas que le ha consagrado el conde de Lamberg en su Memorial de un mundano (2), mezcla de recuerdos sobre Italia, los Italianos y Córcega. A decir verdad, somos prevenidos sobre el valor de este documento por el conde de Saint-Germain mismo; en efecto, uno de sus amigos, el conde de Schagman, al preguntarle un día qué pensaba del autor de la susodicha obra, obtuvo esta categórica respuesta: (1) - London Chronicle, 3 de junio de 1760. (2) - Conde de Lamberg. Memorial de un mundano. MIA, in-12; 2‘ ed., Londres. Amsterdam, 2 vol. in-8. La obra está dedicada al rey de Prusia.
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“Es un necio, que no tiene el honor de conocerme” (3). ¿Quién era, pues, este personaje sobre el que el conde emitía un juicio tan severo? El conde Max. de Lamberg (4), apodado Democrites Dulcior (5) por sus contemporáneos, tras haber sido diplomático jugó a sabio, y acabó literato. Pese a sus diversos talentos, nada es más cierto a su respecto que el comentario del conde de SaintGermain. Ignorándolo casi todo del conde, M. de Lamberg refirió en su obra anécdotas más que dudosas. Puede que se haya entrevistado con el conde de Saint-Germain en 1760 en Versalles (6), pero es seguro que hada 1761 conoció en Augsburgo a Casanova (7). Y de sus conversaciones, tal vez, haya nacido la malla de falsedades que se empeñaron en propalar uno y otro sobre el conde (8).
(3) - Carta de Antón a Lavater, 20 de agosto de 1778. La respuesta del conde de SaintGermain fue puesta en conocimiento del sabio fisonomista por el Dr. Antón, abogado y síndico de Gorlitz, autor de obras sobre los Templarios. (4) - Maximiliano-José, conde de Lamberg, nacido el 24 de noviembre de 1729 en Brilnn (Moravia), era hijo de Antonio, gobernador de Linz, y de la hija del marqués de Prié, embajador de Francia en los Países Bajos. Tras fuertes estudios literarios y científicos, recorrió, en compa- ñia de su hermano Leopoldo (el cual se hizo curar en 1783 por Caglios- tro), Alemania, Austria, Holanda y Francia. Convertido en chambelán del emperador Francisco I, entró en la carrera. En 1757 se reunió en París con el conde de Staremberg embajador de Austria, donde permaneció tres años; después, en 1761, devino consejero íntimo del duque de Wurtemberg, Carlos-Eugenio II. En 1767, gran mariscal ante el príncipe-obispo de Augsburgo. Obligado a jubilarse, viajó por Italia, Córcega y las costas de Africa. Retirado a su castillo de Brünn, acabó su vida el 23 de junio de 1792. Ha escrito numerosas obras, de las que citamos varias. Cf. Ch. Ad. Cantacuzene, Sur Maximi'/ien de Lamberg, en Le Mercure de France, na 885, 1 de mayo de 1935; pp. 503-518. (5) - Se había calificado así al conde de Lamberg, a lo que parece, porque "sabía convertir todas las cosas en una broma fina e ingeniosa”. (6) - El Sr. de Lamberg, en una carta a Opiz, pretende haber encontrado al conde de SaintGermain en casa de la señora de Talmont, princesa Jablonowska, pariente de María Leczinska, mujer de Luis XV: "Yo le escuchaba muy atentamente. Me pareció muy sabio y muy entretenido”. Cf. Maynial, Casanova et son temps. París, 1911, p. 268. (7) - “En Augsburgo, yo iba a pasar mis veladas de una manera muy agradable a casa del conde Max. de Lamberg... Lo que me unía particularmente al conde era su genio literario”. Casanova, obra citada, t. V, p. 101.
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Sea como sea, el Sr. de Lamberg estuvo en dos ocasiones en Italia. En 1764 se encontraba en Venecia, en compañía de su señor, el príncipe de Wurtcmberg, para cumplimentar a Aloisio Mocenigo, el nuevo dux, elegido el año precedente. En 1770 se encontraba en Florencia para su recreo, al igual que en 1173, en Venccia. Sus anécdotas tienen pues su localización en estas tres fechas. Sólo las citamos a título documental, dado que son inexactas, según opinión del conde de Saint-Germain. “Un personaje raro de ver”, dice, “es el Marqués de Aymar o Belmar, conocido bajo el nombre de Saint-Germain (9). Reside desde hace algún tiempo en Venecia, donde se ocupa, en medio de cien mujeres que le ha proporcionado una abadesa, a hacer experiencias sobre el lino, al que blanquea, y al que vuelve igual a la seda cruda de Italia. Cree tener tresientos cincuenta (sic) años; y para no exagerar demasiado, tal vez, dice haber conocido a Thamas Koulikan (10) en Persia. Cuando la llegada del duque de York a Venecia, pidió al Senado el rango sobre este príncipe, dando como razones que se sabía quién era el duque de York, pero que se ignoraban todavía los títulos del Marqués de Belmar” (11). Una sola información es exacta en esta anécdota, la concerniente a la llegada a Venecia, en mayo de 1764, de Eduardo-Augusto, duque de York, hermano de Jorge III de Inglaterra, en cuyo honor se dieron grandes fiestas. En aquella época, esta ciudad era el refugio de todo personaje que deseara ocultarse; la máscara era inviolable, y el gobierno dejaba a cada cual conducirse a su aire, si no se mezclaba ni en política ni en religión.
(8) - Al igual que Casanova, el Sr. de Lamberg pertenecía a la Francmasonería. Entre 1777 y 1778 asistió, en calidad de Maestro Escocés, en una Logia de Viena, a experiencias sobre los homúnculos hechas por el conde de Kueffstein. Cf. Le Sphinx, mayo de 1890, trad. francesa por L. Desvignes, L’Initia/io/t, marzo de 1897, pp. 202-229, según K. KJE- sewetter: Uno de los enigmas del tiempo pasado. (9) - Según van Sypesteyn, obra citada (“Saint-Germain in Nederland”), el conde de SaintGermain habría confiado al Sr. de Lamberg que era originario de Vitry-le-Franfois. No hemos encontrado confirmación de este detalle en el Memorial de un mundano. (10) - Nadir, shah de Persia, conocido bajo el nombre de Tamas-Kou- li-Khan, nacido en 1688, murió asesinado en 1747. (11) - C ONDE DE L AMBERG , obra citada, p. 80.
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El Sr. de Lamberg continúa así su historia: “[El conde] dio un papillote (12) a uno de sus amigos, por el que un banquero, que no conocía al Marqués, pagó a la vista doscientos ducados contantes y sonantes. Pregunté si volvería a Francia; me aseguró, con aire de convicción, que la botella que mantenía al Rey en su estado de vigor debía estar a su fin, y que a continuación daría un golpe de efecto que le haría ser conocido en toda Europa. Debe de haber estado en Pekín, sin haber dado su nombre; y como la policía le presionara a nombrarse, se excusó diciendo que él mismo no sabía cómo se llamaba... "Recibía en Venecia cartas en cuyo sobre sólo aparecía una palabra, Venecia-, el resto aparecía en blanco; y su secretario simplemente pedía al correo las cartas que no correspondían a nadie” (13). M. de Lamberg pretende que el conde de Saint-Germain le había mostrado: “En una especie de álbum, en el que se encontraban varias firmas de hombres célebres, dos palabras latinas de mi abuelo Gaspar-Federico, muerto en 1686, con las armas blasonadas (sic), y la inscripción siguiente: Lingua mea calamos scribae velociter scribentis: Pr. 44 y 2 (14), La tinta y el papel mismo, muy obscurecido y sucio, me parecieron antiguos. La fecha es de 1678; otro extracto de Michel Montaigne es del año 1580: 'No es hombre de bien el que somete al examen de las leyes todas sus acciones y pensamientos, y que no sea ahorcable diez veces en su vida: sería un gran daño y muy injusto castigarlo y perderlo’” (15). Tratando a la ligera al conde de falsario, bajo el pretexto de una cita latina: habes scientiam quaestuosam (16), M. de Lamberg añade que: (12) - Es decir, un papel sin valor. (13) - Conde de Lamberg, obra citada, pp. 80-81. Citemos a este propósito la historia que le sucedió al célebre medico Boerhaave. Un mandarín esribió una carta con esta suscripción: “A Boerhaave, médico en Europa", y la carta llegó a su dirección. (14) - "Escribe tan deprisa como habla”. (15) - Esta cita está sacada, de modo inexacto por otra parte, del libro III, cap. EX., de De la Vanité. (16) “Posees el arte de los falsarios”. Cicerón. 2* Filípica. El conde de Saint-Germain habría podido responder: Stultorum infinitas est numeras, Salomón, Ecl. I, 15
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“Las dos inscripciones en cuestión harían creer en la edad del Marqués, si la naturaleza del hombre no pudiese probar lo contrario (17); en todas las épocas, es raro descubrirle un error; cita en su lugar fechas muy antiguas, y no es con presunción que afirma; es un hombre raro que sorprende; y lo agradable es que resiste a la crítica; une el talento de persuadir a una erudición poco ordinaria, y a la memoria más extensa, aunque local. St. Germain dice haber enseñado a Wildman el secreto de domesticar a las abejas, y de volver a las serpientes atentas a la música y el canto” (18). Continuando su historia, M. de Lamberg afirma haber recibido en Venecia, en 1773, una carta del conde de Saint-Germain expedida en Mántua. Que éste se haya encontrado en dicha ciudad en la época indicada es muy posible, pero en todo caso la carta que sigue ha salido sin duda de la imaginación del panfletario. Hablando de la fabricación de piedras preciosas, M. de Lamberg hace decir a nuestro personaje: "El conde Zobor, chambelán del difunto emperador (príncipe inmortal por sus augustas cualidades unidas a la protección que acordó a las artes) (19), ha hecho uno [un diamante] conmigo. El príncipe T... compró uno, hará seis años, por 5.550 luises, que es de mi factura; lo ha vuelto a vender más tarde a un rico loco con ganancia de mil ducados; efectivamente, hay que ser un rey o un loco, dice el conde de Barre (20) para emplear sumas considerables en la compra de un diamante. Como por otra parte los locos en el ajedrez son los más próximos a los reyes, el proverbio griego ‘rey o asno’... y el de aut Regem aut fatuum nasci oportet (21) no escandalizan a nadie.
(17) - Este comentario nos asombra; ¿quizá el Sr. de Lamberg ignoraba al coleccionista de autógrafos?. (18) - Conde de Lamberg, obra citada, p. 83. (19) - Francisco I de Lorena, emperador de Alemania (1708-1765) protegió constantemente las letras y las ciencias, y se ocupó de la alquimia. (20) - El conde de Barres, en adelante mayor en Francia. (21) - ‘‘Es preciso nacer rey o loco...”
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La Sra. de S... tiene uno del mismo viso azulado, tan mal tallado como el primero, y que parecía en el engaste un vidrio grueso de Bohemia de facetas deslucidas... Ahora bien, Sr., un hombre como yo se encuentra a menudo en situación comprometida para elegir sus prácticas;... el hombre eventual, por el contrario, da frecuentemente a la naturaleza ciertos impulsos en las artes, debidos sólo a los artistas... Un Pott (22),... un Margraf (23)... Rouelle (24)... deciden sobre su trípode que nadie ha hecho diamantes, pues ignoran los principios que conducen al éxito. Que todos estos Señores (pues hay una horda entera de ellos) estudien más a los hombres que a los libros, y descubrirán misterios inencontrables en la Cadena dorada de Homero (25), en el pequeño Alberto, en el grande (26), en el misterioso volumen Picatrix (27), etc. Los grandes descubrimientos no se presentan más que en el viajero (28). Y partiendo de esta última hipótesis, M. de Lamberg imagina el relato de un viaje que el conde de Saint-Germain habría hecho por Extremo Oriente: “Debo este [descubrimiento] de la fundición de las piedras al segundo viaje que hice a las Indias en 1755, con el coronel Clive, subordinado al vicealmirante Watson... (22) - Juan-Enrique Pott, químico alemán (1692-1777) no se ocupó más que del topacio de Sajonia. (23) - Andrés-Sigismundo Marggraf, químico alemán (1709-1780), sólo hizo experiencias sobre el topacio sajón y el lapislázuli. (24) - Guillaume-François Rouelle, químico francés (1703-1770), es el único que se haya ocupado del diamante. Sus investigaciones han sido publicadas en el Journal de Médecine de Roux, t. XXXIX. (25) - La Cadena de Oro de Homero es un texto alquímico alemán publicado con un título latino: Aurea Caleña Homeri, editado en Francfort en 1723, del que circulaban manuscritos por Europa. La Cadena de Oro de Homero es el desarrollo de la Tabla de Esmeralda (v. parte segunda, cap. M). (26) - El gran y el pequeño Alberto son libros apócrifos de recetas de magia natural. (27) - Picatrix, apodado por Rabelais el Reverendo Padre endiablado, fue un médico árabe que vino a España hacia el siglo XIII. Alfonso X, rey de Castilla, hizo traducir sus obras al español hacia 1256. Sobre una traducción latina, impresa en el siglo XVII, se hizo una traducción francesa (en manuscrito en la biblioteca del Arsenal). (28) - C ONDE DE L AMBERG , obra citada, p. 85.
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En mi primer desplazamiento únicamente adquirí unos pocos conocimientos sobre este maravilloso secreto en cuestión, todas mis tentativas hechas en Viena, en París, en Londres, sólo son ensayos; la gran obra estaba reservada a la época de que hablo (29). “Tengo muy fuertes razones para no hacerme conocer de la armada más que bajo el nombre de conde C... (30); gozo en todas partes donde abordamos, las mismas distinciones que el almirante: el nabab de Baba (31) sobre todo, sin preguntarme de qué páis soy, sólo me hablaba de Inglaterra... Me acuerdo de su placer cuando le describía las carreras de caballos de Nieumarket” (32). [El nabab de Baba] me propuso que le dejara a mi hijo, que llevaba conmigo: él lo llamó su milord Bute (33), a ejemplo de sus cortesanos, que tenían todos nombres ingleses” (34). Nos preguntamos qué ha podido motivar a M. de Lamberg a atribuir un hijo al conde de Saint-Germain (35).
(29) - “En 1755, durante un viaje a la India, [el conde] consultó la erudición de los brahmines hindúes, y resolvió con su ayuda el problema de la cristalización artificial del carbón puro, en otras palabras, la fabricación del diamante”. Cf. T. P. Barnum, obra citada, p. 305. (30) - A propósito de este nombre, digamos que el último gobernador francés de Bengala, en 1755, fue Pierre Renault de Saint-Germain, emparentado con una familia original de Chatellcrault, los Creuzé. Cf. Au service de la Compagnie des Indes. L,ettres inédites d une famille du Poitou au XVIII4 siècle, les Renault de Saint-Germain, recueillies et annotées par G. Yallee. Paris, Larose, s. f. [1938]. (31) - No existe en las Indias ninguna ciudad con el nombre de Baba. Es el nombre de una ciudad turca. A menos que el Sr. de Lamberg haya pretendido hablar del nabab de Bengala, Mir Jaffer ali Khan, el cual se relacionó en 1757 con lord Clive. Cf. G. B. MELLESON, Lord Clive, Oxford, 1900, p. 86, o del fuerte de Baj-baj, cerca de Maiapur. (32) - John-Stuart, conde de Bute (1713-1792). Fue él quien firmó la paz de Fontainebleau en 1763, que ponía fin a la guerra marítima entre Francia e Inglaterra; amigo del hijo de Jorge El, el príncipe de Gales, muerto en 1751. (33) - C ONDE DE L AMBERG , obra citada, p. 86. (34) - Esta afirmación se puede comparar con la idea emitida por La- mothe-Lanoon en El conde de Saint-Germain y la marquesa de Pom- padour (v. parte primera, cap. IV), así como con la de P. J. GROSLEY en su Voyage en Hollande, p. 324, que destapa la cuestión de una mujer en la vida del conde de Saint-Germain, de 1758 a 1762, sin dar, no obstante, precisiones al respecto.
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Se comprende ahora la exclamación de éste. M. de Lamberg termina su narración atribuyendo al conde una cierta facultad referida al arte caligráfico: “Un talento que sólo el Sr. de Belmar posee, y que merecería ser aprendido y cultivado en las familias, es el de escribir con ambas manos a la vez; le he dictado unos veinte versos de Zaire, que escribió recta sobre dos hojas de papel al mismo tiempo; se habría dicho que ambas escrituras simultáneas eran de un mismo carácter. ‘Yo no valgo gran cosa’, me dijo, ‘pero convendréis que llevo a mi secretario a su ruina’” (36). Estaba, sin embargo, reservado a M. de Lamberg desmentir una noticia proviniente de Turín, y aparecida en Notiiie del Mondo, publicado en Florencia, en julio de 1770. Estaba concebida de este modo: “El conde Maximiliano de Lamberg, chambelán de SS. MM. II. Y RR., habiendo visitado la isla de Córcega para hacer diversas investigaciones, se ha detenido aquí desde finales de junio, en compañía del conde de Saint-Germain, célebre en Europa por la extensión de sus conocimientos políticos y filosóficos” (37). El interesado confirma que “el Sr. de Saint-Germain no era su compañero de viaje en Africa, sino que se encontraba en Génova, escribiendo “a un amigo de Livomio, que contaba con ir a Viena a ver de nuevo al príncipe Ferd. Lobkowitz, a quien había conocido en Londres en 1745” (38). Este desmentido de M. de Lamberg es una confirmación de la estancia del conde en Italia. Tenemos, por tanto, tres fechas, 1764, 1770 y 1773, y tres ciudades, Venecia, Mántua y Génova.
(35) - Esta afirmación se puede comparar con la idea emitida por La- mothe-Lanoon en El conde de Saint-Germain y la marquesa de Pom- padour (v. parte primera, cap. IV), así como con la de P. J. GROSLEY en su Voyage en Hollande, p. 324, que destapa la cuestión de una mujer en la vida del conde de Saint-Germain, de 1758 a 1762, sin dar, no obstante, precisiones al respecto. (36) - Conde de Lamberg. obra citada, p. 86. A comparar con la anécdota citada por Fr. Graffer, Kleine Vierter Memcrien, Viena, 1846, t. II p. 136-162, en la que vemos al conde de SaintGermain escribir sobre media página con una pluma en cada mano. Esta idea de escribir a dos manos ha sido emitida por Federico II (v. parte tercera, cap. I). (37) - Cf. I. Cooper-Oakley, obra citada, p. 59.
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Otras personas vendrán a apoyar este testimonio. Así, el conde de Sagramoso, embajador de la orden de Malta en Dresde, dirá haber encontrado al conde de SaintGermain en Florencia, Pisa y Venecia, "pues, efectivamente, el conde ha corrido de aquí para allá en Italia” (39). El conde de Lehndorff, chambelán de la corte en Dresde, nos ha hecho conocer por su parte, un detalle particular en cuanto a la generosidad del conde de Saint-Germain: "Estando en Venecia, daba anualmente 6.000 ducados, sin que se sepa exactamente de donde provenía este dinero” (40). Citemos también a la Sra. de Genlis la cual, hacia 1767, “Pasando a Siena, supo que el conde habitaba en esta ciudad” (41) y al barón de Gleichen, que dice saber que apareció en Venecia y en Milán “negociando con los gobernadores de este país para venderles los secretos de las tinturas, y para montar fábricas. (38) - Conde de Lamberg, obra citada, p. 86. Una de las últimas obras del Sr. de Lamberg, titulada Tablillas fantásticas, o Biblioteca muy particular para algunos países o para algunos hombres, Dessau, 1782, pone en escena al conde de Saint-Germain bajo el nombre de Sir Earle, y a él mismo bajo el de Sergis. Es una suerte de parodia dialogada, en la que todos los temas florecen a gusto de una imaginación plena de ebriedad. El Sr. de Lamberg había prometido dar, en otro momento, detalles más interesantes sobre la vida del conde. No tenemos conocimiento de este trabajo. No obstante, he aquí el epitafio que hizo el Sr. de Lamberg sobre nuestro personaje, citado por M. Maynial en Casa- nova y su tiempo, según las cartas a Opiz: "Tengo CCC años en mi historia; He pasado CC de ellos con mis amigos; He pasado L de ellos con la bebida; He pasado XXV de ellos con Iris. Sin ser rebelde a todos sus dones, La Fortuna no hace de mí su muñeco. Nunca fui su juguete. Pues era yo quien jugaba con ella." Si el conde de Saint-Germain no fue rebelde a los dones de Iris, el Sr. de Lamberg fue más allá, al haber consagrado un culto demasiado grande a Venus, bien que su amigo Casanova lo haya negado. Cf. Mé- moires, t. V, p. 101. (39) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto. 12 de abril 1777. Cf. G. B. Volz, obra citada, p. 333. (40) - Diario del conde de Lehndorff, vol. I, 2 de mayo de 1777. Cf. G. B. VOLZ, obra citada, p. 305. (41) - Sra. de Genlis, obra citada, t. I, p. 29.
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Tenía el aire de un hombre que buscaba fortuna, y fue detenido en una pequeña ciudad del Piamonte por culpa de una letra de cambio; pero vendió efectos al portador por valor de más de 100.000 escudos, pagó al contado, trató al gobernador de esta ciudad como a un negro, y fue liberado con las excusas más respetuosas. En 1770 reapareció en Livomio, portando nombre ruso y uniforme de general, tratado por el conde Alexis Orlof con una consideración que este hombre fiero e insolente no tenía para nadie” (42). Tenemos pues la certeza de que el conde de Saint-Germain residió en Italia un cierto lapso de tiempo, que puede situarse entre 1764 y 1773. Sin embargo, en lo que concierne a los tres años siguientes, 1773 a 1776, ignoramos qué hizo, no habiendo ningún documento italiano que nos informe con exactitud. El conde mismo lo evitaba: “Era abiertamente conocido que a menudo desaparecía durante años sin que se conociese su residencia. Vivía retirado a fin de extraviar a los curiosos, que no dejaban de hostigarle con preguntas” (43).
(42) -B ARÓN DE G LEICHEN , obra citada, p. 132. (43) - Carta de Alvensleben a Federico II, 25 de junio de 1777.
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CAPITULO DÉCIMO SEGUNDO El conde de Welldone y los príncipes alemanes
Cuando el conde de Saint-Germain llegó a Sajonia en el mes de octubre de 1776, rumores tendenciosos sobre su persona comenzaron a circular en Leipzig y en Dresde (1). Se decía que era de origen judío-portugués, y que tenía muchos cientos de años (2); que había nacido en Francia y era de clase humilde (3). Se le acusaba de pretender que era el tercer hijo del príncipe Rakoczi (4); y de haberse presentado en diversos países bajo el nombre de marqués de Belmar y de Sr. Castelane (5). Aunque se hablaba poco de sus viajes por Europa, se afirmaba que había estado sobre las riberas de Africa, en Egipto y en Asia Menor, principalmente en Constantinopla y en Turquía (6). Y que “en las Indias y en China se habría relacionado durante quince años con un francés llamado Boissy, a fin de procurarse gracias a él todas las materias y conocimientos de que tenía necesidad (7). (1) - Todo este capítulo se ha establecido conforme a documentos extraídos de los Archivos del Estado en Berlín. Cf. G. B. Volz, Der Graf von Saint-Germain. Dresde, 1923, pp. 304-337. (2) - Conde Lehndorfp, Tagerbücher nach seinen Kammerherrnzeit (Diario de su tiempo). Gotha, 1921, vol. I, 2 de mayo de 1777. (3) – Du Bosc al príncipe Federico-Augusto de Brunswick, 2 de abril de 1777. (4) - C ONDE L EHNDORFF , obra citada, 2 de mayo de 1777. (5) - D'AivensIeben al rey Federico II, 10 de marzo de 1777. (6) - PRÍNCIPE DE HESSE, obra citada, p. 135. (7) - D'Alvensleben al rey Federico II, 25 de junio de 1777.
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Por contra, “no se le podía reprender ningún acto reprochable” (8). El conde de Saint-Germain, al fijar su residencia en Leipzig, tomó el nombre de Welldone, que en inglés significa benefactor (9). Como vivía apartado y muy modestamente, “no tomando más que un solo y ligero almuerzo diario, y ’no bebiendo sino agua" (10), se concluyó que, no siendo tan rico como antaño, carecía de dinero. Sin embargo, “se aseguraba que poseía una gran cantidad de diamantes (11). Desde que su presencia fue advertida en la ciudad, el conde quedó inmediatamente expuesto a las solicitaciones sobre sus investigaciones químicas, y es a este respecto que el conde Marcolini, ministro de la corte electoral, vino a rendirle visita. Este llegó especialmente desde Dresde para proponer al conde de Saint-Germain, a través de una recompensa, que confiase al estado sajón todos sus secretos” (12). Este último respondió: “que se engañaban quienes supusieran tales cosas de él. Su único objetivo era el de hacer felices a los hombres; si lo conseguía, se sentiría suficientemente recompensado”. El ministro, asombrado ante la respuesta, comprendió su error y no insistió (13). Durante cerca de seis meses, el conde vivió en una suerte de retiro, no recibiendo más que a sus amigos. Uno de ellos era el Sr. de Sagramoso, embajador de la Orden de Malta en Dresde, a quien el conde había conocido durante su viaje por Italia, y al que había reencontrado acompañando al ministro sajón en el momento de su visita (14). Otro de sus amigos era el conde Lehndorff, chambelán de la corte de Dresde. Este había venido a Leipzig para la gran feria de Pascua. Tuvieron numerosos entrevistas.
(8) - Conde Lehndorff, obra citada, 2 de mayo de 1777. (9) - Conde Lehndorff, obra citada, 2 de mayo de 1777. Según el príncipe de Hesse, la ortografía de este nombre sería Weldon (bien hecho), obra citada, p. 136. (10) - C ONDE L EHNDORFF , obra citada, 2 de mayo de Mil. (11) - C ONDE L EHNDORFF , obra citada, 2 de mayo de Mil. (12) - Según F. A. O'byrn, el conde Marcolini habría ofrecido al conde de Saint-Germain un importante puesto en Dresde, si consentía en rendir un gran servicio al Estado. Sin embargo, “el hombre de los milagros" rehusó su proposición. Cf. Conde Camilo Marcolini, en Eine Biographische Skizze, Dresde, 1877. (13) - D'Alvensleben al rey Federico II, 28 de marzo de 1777. (14) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 12 de abril de 1777.
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El chambelán guardó largo tiempo el recuerdo de la extraordinaria expresión de vida espiritual que se adivinaba sobre el rostro del conde de Saint-Germain cuando hablaba. Si preconizaba la excelencia de la virtud, la sobriedad y el amor al prójimo, afirmaba la necesidad del equilibrio entre el alma y el cuerpo a fin de evitar el desarreglo de la máquina humana. Invariablemente el conde ofrecía a sus amigos un cierto polvo que se bebía como un té, con un ligero gusto de anís, y algo purgativo (15). En Marzo de 1777, circuló un rumor por Leipzig. Se decía que la corte electoral había propuesto al conde el puesto de ministro de finanzas. Este previno a sus amigos diciéndoles que no había rehusado el puesto, dado que nunca se lo habían ofrecido, y que además: “Él, que era príncipe estaría muy lejos de aceptar un lugar que había sido ocupado por gentes mediocres” (16). En este momento, algunos príncipes alemanes comenzaron a interesarse por el conde de Saint-Germain. Es así que el archiduque de Austria, Maximiliano José I, escribió desde Munich a su hermana, la princesa viuda Mana Antonieta de Sajonia, para señalarle que en Leipzig residía un hombre “de 200 años de edad, y que si tenía esa edad sin que lo pareciese, es que el hombre en cuestión debía ser un adepto” (17). Desde ese momento empezaron a enviar invitaciones al conde.
(15) - Conde Lehndorff, obra citada, 2 de mayo de 1777. Si para unos el elixir vital del conde de Saint-Germain se componía de esencias aromáticas y oro (Cf. Michaud, t. VI, art.: Cagliostro), para otros, que lo llaman té de larga vida, es una mezcla de madera de sándalo, de hojas de sen y de semillas de hinojo (Cf. G Hufeland, Art de proionger la vie humaine, Lyon, 1809, p. 17). Para el vizconde de Lapasse (Le secret de ¡ongue vi'e, París, Guillaumin, 1873, p. 164) y el Dr. LEhamau (Plantes, remedes et maladies, Wargnies-le-grand, 1891, p. 379), este té, que cura los constipados más rebeldes, está compuesto de 25 gr. de flores de saúco, 5 gr. de semillas de hinojo y anís, y de crema de tártaro, y 25 gr. de hojas de sen. Para Metchnikof (Eludes sur la natu- re humaine, París, Masson, 1903, p. 337), el agua bendita de Saint- Germain no es más que una infusión de sen que actúa como un simple purgativo. Se encuentra todavía en las farmacias un té o sal de SaintGermain, compuesto de saúco, mostaza negra, granos de anis, granos de hinojo y crémor (depósito graso). (16) - D‘Alvensleben al rey Federico II, 25 de junio' de 1777. (17) - K. de Weber, Aus vier Jahrhunderten (De cuatro siglos). Leipzig, 1857, vol. 1, p. 318. Cf. G. B. Volz, obra citada, p. 323.
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En primer lugar, el príncipe Federico Augusto de Brunswick, sobrino de Federico II (18), le hizo llegar, por intermedio de su consejero privado en Dresde, una invitación que le exhortaba a venir a Berlín (19). Por su parte, Federico II pidió a su embajador en Dresde, el conde d’AIvensleben, que se informara del porqué de la presencia del conde de Saint-Germain en Leipzig, y le apercibiera inmediatamente pues la persona le interesaba, aunque “únicamente por curiosidad” (20). Sin embargo, el rey comunicó a su sobrina, la princesa Wilhelmine d’Orange, mujer del Stathouder de Holanda, Guillermo V, la próxima llegada a Berlín “de aquél de quien se cuentan cosas maravillosas" (21). El Sr. d’Alvensleben fué, pues, a casa del conde de Saint-Germain, que habitaba en Dresde desde hacía cinco semanas, y se informó ante él de sus antecedentes (22). El conde, para abreviar futuras entrevistas, le “confesó que se llamaba príncipe Rakoczi, y para demostrarle su confianza particular le dijo asimismo que tenía dos hermanos, cuyos pensamientos serían tan triviales que se sometían a su suerte miserable. El, por el contrario, había tomado en un cierto momento el nombre de Saint-Germain, que significa: santo hermano” (23). Y añadió: “Tengo la naturaleza en mis manos, y como Dios, que creó el mundo, puedo hacer surgir de la nada cualquier cosa que quiera" (24). El conde de Saint-Germain remitió al Sr. d’Alvensleben, a la intención de Federico II, una lista de sus procedimientos secretos, añadiendo algunas muestras. Esta lista, titulada Nueva física relativa a varios artículos del comercio que son tan importantes como nuevos, comprende 29 artículos: (18) - Federico-Augusto de Brunswick, hijo del príncipe Carlos y teniente-general prusiano. (19) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 15 de marzo de 1777. (20) - El rey Federico II a D'Alvensleben, 29 de marzo de 1777. (21) - El rey Federico II a D'Alvensleben, 30 de marzo de 1777. (22) - Una expresión curiosa que el conde de Saint-Germain empleó enfrente del Sr. d'Alvensleben es la siguiente, al decir de éste último que “hablaba como una perla de oriente”. (23) - El conde de Saint-Germain no afirma ser hijo de Francisco Rakoczi II, sino que dice: “Me llamo príncipe Rakoczi". Habla de dos hermanos, pero, ¿quiénes son? Sus nombres no nos son dados. Incluso el documento del landgrave de Hesse es falso en cuanto a los títulos exactos de los hijos de Francisco Rakoczi II (v. parte primera, cap. II). Por lo demás, jamás el conde hizo uso de este nombre. (24) - D'Alvensleben al rey Federico II, 25 de junio de 1777.
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“l° Procedimiento que da a todo tipo de pieles una solidez desconocida hasta hoy, belleza, resistencia, etc., y que particularmente da a las pieles de cordero un valor apreciable. 2° Procedimiento para el mejoramiento de la lana, por el que deviene más sólida, más fina, mejor, etc. 3° Procedimiento para el blanqueado absoluto del algodón, del lino, del cáñamo y sus tejidos, infinitamente superior al de Haarlem, en Holanda, procedimiento que no ataca las telas como aquél, y que sólo exige poco tiempo. 4° Procedimiento para lavar la seda por el cual la seda italiana, superior a todas las sedas del mundo, deviene más brillante y más resistente. 5° Procedimiento de mejora de las pieles de cabras de angora, de suerte que se puede hacer con ellas brillantes camelotes que no se desgarran como los antiguos, mientras que la piel deviene casi tan flexible como la seda. 6° Procedimiento para el blanqueado completo y la mayor resistencia de los tejidos de algodón. 7° Procedimiento para teñir las pieles y el cuero en azul, verde, negro, verdadero rojo púrpura, verdadero violeta y gris fino, de gran belleza y calidad. 8° Preparación de colores inmutables para la pintura en amarillo, rojo, azul, verde, púrpura, violeta, etc., de una belleza perfecta y de calidad. 9° Preparación de un blanco para cubrir de calidad insuperable. Este color, que se ha buscado en vano en todos los tiempos, permanece siempre blanco, se une a todos los buenos colores con que se le mezcla, los embellece y conserva. En resumen, este blanco es una verdadera maravilla. 10° Preparación del cuero negro con el color purísimo y bellísimo sacado del azul de Prusia sin ningún otro añadido. Esto da un cuero negro inimitable, de notable belleza y de gran calidad. II° Preparación de tejidos de cáñamo de un amarillo de inimitable pureza en diversos tonos, y brillante, lavable al agua de jabón y que no se estropea al aire. 12° Preparación de telas en algodón-lana y tejidos de un excelente amarillo en
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diversos tonos, bien lavable y que no se estropea al aire. 13° Preparación de telas en gris fino, lavable al agua de jabón y que no se estropea al aire. 14° Preparación de telas de algodón y de tejidos en gris fino, lavable al agua de jabón y que no se estropea al aire. 15° Preparación de telas y tejidos de lino y de cáñamo en verdadero púrpura, verdadero violeta, verdadero rojo, etc.; estos diversos tonos, bien lavables y que no se estropean. 16° Preparación de muy bellas, muy duraderas y nuevas telas de seda. 17° Preparación de telas coloreadas en colores completamente nuevos y bellos, destacando el gris, y tonos que no se estropean ni por los ácidos, ni por el aire, ni por el agua de jabón. 18° Preparación de trenzas en plata, al menos un tercio más baratas y mucho más blancas, más brillantes y más duraderas que las más bellas trenzas de Lyon. 19° Diversos procedimientos para los metales preciosos, es decir, sin oro ni plata, de gran utilidad y economía, y que resultan ciertamente el asombro de todo buen químico, disminuyendo además los enormes gastos de los artículos de lujo perecederos. 20° Preparación de un metal completamente nuevo cuyas cualidades son sorprendentes. 21° Diversos procedimientos para objetos caros, que parecen perfectamente imposibles, y son todos, origen de una gran economía de artículos de lujo. 22° Preparación de papel, plumas, marfil, hueso y madera teñidos en colores espléndidos y finísimos. 23° Buenos procedimientos químicos para diversos vinos. 24° Preparación de licor Rossoli, de huesos de frutas, etc., de calidad superior a precios ventajosos. 25° Preparación de otras cosas útiles sobre las que guardo silencio (25). (25) - “Los procedimientos secretos sobre los que no desea dar informaciones conciernen a la transformación de piedras finas en piedras preciosas”. D'Alvensleben al rey Federico II, 25 de junio de 1777.
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26° Medio preventivo contras las enfermedades y desarreglos de todo tipo, 27° Verdaderos medios purgativos que sólo retiran del cuerpo los elementos nocivos. 28° Verdaderos, seguros y benéficos medios cosméticos. 29° Aceite de oliva superfino fabricado en 12 horas en Alemania. En lo que concierne a la agricultura, lo reservo para más adelante. L.P.T.C. DE WELLDONE. Sobre otro punto, no puedo decir nada aquí por razones diversas. Es reservado, etc. La ejecución de este nuevo plan industrial puede servir a la economía política en el más alto grado, y conducir a una unión indisoluble entre ciertas grandes naciones”. DE WELLDONE. Al mismo tiempo que esta lista, el conde había prometido remitir al Sr. d’Alvenslebcn una carta, “pero temiendo que los detalles en que tendría que entrar serían demasiado grandes”, le envió simplemente una petición de introducción para Federico II; hela aquí: “Sire, hablar de uno mismo de otro modo que no sea por lo hechos, no conviene en absoluto cuando se tiene la fortuna de dirigirse a un Rey tan grande: vuestra Majestad me enviará pues las órdenes, con las que le plazca honrarme. Sire, su muy fiel, humilde y obediente servidor. C. DE WELLDONE (26). El 30 de Junio de 1777, Federico II respondió al Sr. d’Alvensleben que no deseaba responder al conde de Saint- Germain, pero que le autorizaba a decirle que era libre de venir a Postdam. Habiendo comunicado el rey a su hermano, príncipe Enrique de Prusia, la lista del conde, aquél le escribió; “Te agradezco, querido hermano, por el envío de la memoria con las maravillas que Saint-Germain quiere realizar. Promete mucho, pero también sabe mucho; debe haber hecho estudios profundos, y ha pasado siempre por ser un hombre asombroso.
(26) - D'Alvensleben al rey Federico 11, 25 de junio de 1777.
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Es, pues, posible que posea el secreto de utilizar ciertas materias y de perfeccionarlas. Un ensayo con dos o tres objetos no podría costar demasiado, y traería, en caso de éxito, una ganancia apreciable; naturalmente que no serían los tesoros de Creso o de Moctezuma, pero se puede ser rico sin compararse a ellos. La medida de la riqueza son nuestras propias necesidades. Quien encuentra su suficiencia no enferma su gozo, ni la paz de su alma, incluso los intensifica, si sabe aliviar la suerte de los desgraciados y los necesitados” (27). Ignoramos si el rey de Prusia siguió los consejos totalmente desinteresados de su hermano; los archivos secretos de Berlín son mudos a este respecto. En todo caso, la razón que impulsó al conde de Saint-Gcrmain a remitir a Federico II la lista de sus procedimientos secretos, no es la venalidad; en efecto, dirá al Sr. d’Alvensleben: "Como dispongo de grandes riquezas, un soberano no podría recompensarme, ni prepararme un destino que pudiera tentarme, ya que yo mismo soy príncipe” (28). No habiendo cedido el conde de Saint-Germain a la invitación de Federico-Augusto de Brunswick, éste último le envió un emisario en la persona de su consejero privado, el Sr. Du Bosc, marchante de sedas en Dresde. Ahora bien, este emisario ignoraba que el conde “tenía el poder de leer sobre el rostro si alguien estaba en condiciones de comprenderle o no; en este último caso, evitaba encontrar de nuevo a la persona” (29). Esto es lo que sucedió cuando el Sr. du Bosc se presentó al conde de Saint-Germain. El consejero privado creía que éste iba a mostrarle ciertos papeles que los “Adeptos" exhiben con desenvoltura, o que iba a entregarse delante de él a experiencias de transmutación. El conde se contentó con hacerle su “retrato filosófico”. El consejero privado, extrañamente sorprendido, guardó desde entonces al conde una gran aversión, y con la intención de dañarle ante su señor, le presentó así al príncipe Federico-Augusto:
(27) - El príncipe Enrique de Prusia ai rey Federico II, 15 de julio de 1777. (28) - D'Alvensleben al rey Federico II, 25 de junio de 1777. (29) - CONDE LEHNDORFF, obra citada, 2 de mayo de 1777.
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“No vi en él más que a un hombre lleno de ingenio, que había leído mucho, visto mucho, y se había familiarizado con muchas cosas, un hombre que tenía algunos secretos y conocimientos desacostumbrados de química, sin haberse vuelto, por otra parte, un investigador metódico; en resumen, un hombre carente de sistema. Reconocí que no era sino un Teósofo, que estaba bien lejos de ver el Todo infinito en la suma de los detalles, o de formarse una idea justa de la Causa creadora por el análisis de la Creación” (30). El Sr. Du Bosc supo ganar a su causa a un cierto Frölich, residente en Gorlitz, y ambos inventaron en sus informes al príncipe Federico-Augusto de Brunswick las historias menos verídicas. Frölich incitó primero al príncipe a no tener relaciones con el conde, advirtiéndole que éste no era “ni masón ni mago, y que no tenía ningún conocimiento de la Masonería” (31). Sabemos que el príncipe de Brunswick era venerable de la Logia “A los Tres Globos del Universo” de Berlín, y gran prior de las Logias del sistema de la Estricta Observancia. El Sr. Du Bosc, por su parte, hizo conocer al príncipe que un cierto oficial ruso, David van Hotze (32), había encontrado al conde de Saint-Germain “errrando tristemente por las carreteras de Rusia, a causa de una herida en el pie, y como avanzaba penosamente el oficial lo había hecho subir a su carruaje, y llevado a Moscú, donde el conde poseía una fábrica que no deseaba vender” (33). El consejero privado insistió sobre esta historia afirmando que el conde había trabajado en una fábrica de indios en Moscú, en la preparación de colores (34).
(30) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 15 de marzo de 1777. (31) - Frölich al príncipe Federico-Augusto, 28 de marzo y 7 de mayo de 1777. (32) - David van Hotze (según Hoefer o Jean Conrad Hotz (según Mi- chaud, nacido en Richtenwgl, cerca de Zürich, hacia 1739 o 1740. Hijo de un campesino que ejercía la medicina, frecuentó el gimnasio de Zürich, abrazó la carrera militar, entró al servicio de Wurtemberg de 1758 a 1765, y devino capitán de caballería. Es por tanto imposible que este oficial se haya encontrado en Rusia en 1762. Hotz no fue a San Peters- burgo hasta 1765, ora al servicio de Rusia ora al de Austria. En este último puesto, devino mariscal bajo el nombre de caballero Federico de Hotzc. Fue muerto en la batalla de Zurich, en 1799. (33) - Da Bosc al principe Federico-Augusto, 2 de abril de 1777.
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A continuación pretendió que las piedras que poseía el conde provenían de una mina que habría descubierto en Rusia, y de la que sólo él poseía el derecho de explotación, y que en consecuencia carecía de conocimientos desde el punto de vista de los diamantes (35). Finalmente, el Sr. Du Bosc hizo correr el rumor de que el conde, desprovisto de todo, no teniendo más dinero, había buscado sustraerle una fuerte suma (36). El conde de Saint-Germain encontró para defenderle ante el príncipe de Brunswick a dos amigos, de los que uno era el consejero de Estado, barón de Wurmb, y el otro el chambelán del duque de Courlande, el barón de Bischofswerder, ambos residentes en Dresde. El Sr. de Bischofswerder (37) escribió al príncipe Federico- Augusto de Brunswick, diciéndole “que estaba asombrado de saber que el hermano Du Bosc no ha querido prestar dinero al conde de Saint-Germain. Este hermano debe sin embargo saber que, de acuerdo a las informaciones de todos concernientes al conde, éste se ha encontrado a menudo en la situación de tener que pedir préstamos, pero que él siempre ha devuelto sumas importantes, y que no veo el menor peligro en trabar conocimiento con él" (38); y posteriormente, de acuerdo con el duque de Courlande (39), el Sr. de Bischofswerder partió para Leipzig, a fin de encontrarse con el conde de Saint-Germain (40). Es entonces que este último envió al príncipe FedericoAugusto de Brunswick, que se encontraba en Berlín, la carta siguiente, fechada el 8 de Mayo de 1777: (34) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 12 de abril de 1777. Cotéjese con la indicación proporcionada por la Sra. Una Birch (v. parte primera, cap. IV). (35) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 12 de abril de 1777. (36) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 15 de marzo de 1777. (37) - Juan Rodolfo, barón de Bischofswerder, gentilhombre sajón, primero al servicio del duque de Courlande, después al de Prusia, devino uno de los favoritos del rey Federico-Guillermo II; fallecido en Mar quais, cerca de Berlín, en 1803. (38) - De Bischofswerder al príncipe Federico-Augusto, 25 de marzo de 1777. (39) - Ch.-Jose-Carlos, hijo del rey de Polonia y elector de Sajonia, Federico-Augusto II, nacido en 1733, muerto en 1796. (40) - Principe Carlos de Courlande al príncipe Federico-Augusto, 22 de abril de 1777.
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“Señor: “Vuestra alteza quiera permitir que le abra mi corazón; está ulcerado después que el Sr. consejero Du Bosc se ha servido de unas maneras que no podían serme gratas, para significarme las órdenes con que se le había honrado, y con lo que dice en su carta, y que con seguridad no podía concernirme en modo alguno. El Sr. barón de Wurmb, así como el Sr. barón de Bischofswerder, serán siempre honorables testigos de la bondad y de la rectitud de mi comportamiento, que el respeto y la celosa y fiel adhesión que os he declarado de por vida, Señor, me han hecho absolutamente necesario, aunque mi delicadeza me hubiese primero forzado a no decir nada del motivo. Aceleraré lo más posible terminar asuntos tan importantes como indispensables en el lugar en que me encuentro, para tener cuanto antes la alegría inexpresable (sic) de ir a haceros la corte, Príncipe incomparable; cuando tenga el honor de seros bien conocido, Señor, me prometo ciertamente de vuestra justicia y fino discernimiento todo lo que se me debe, y que viniendo de vuestra parte me será extremadamente querido; como es mi deber, inclinación y adhesión, respetuoso y fiel de vuestra alteza serenísima, Señor, el muy humilde y muy obediente servidor”. EL C. DE WELLDONE (41). A partir de este momento muchos detalles faltan o son poco precisos. Es así que no hemos encontrado información alguna sobre las primeras visitas del Sr. de Bischofs- werder al conde de Saint-Germain. Por el contrario, poseemos el relato de la entrevista que el consejero de Estado, Sr. de Wurmb, mantuvo en Leipzig con el conde; “He encontrado”, dice, “a un hombre de 60 a 70 años, muy vivo para su edad. Se ríe de quienes le atribuyen una edad extraordinaria. Gracias a su vida regulada y a las medicinas que posee, puede que todavía viva largo tiempo. Pese a ello, su apariencia exterior no es la de la longevidad. No se puede negar que posee bellos conocimientos. Trabajaré con él ciertos artículos de teñido, el empleo de la lana y del algodón, para ver si podría sacarse de ello algún beneficio para nuestras manufacturas. (41) - Cf. I. Cooper-Oakley, obra citada, pp. 167-168 (Bibl. real de Wolfenbütte).
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Tras haber ganado su confianza, orienté la conversación sobre la Masonería. Sin prisas, sin aires de concederle demasiada importancia, me confesó haber alcanzado el cuarto grado (42), pero ya no se acordaba de los signos. Por esta razón me fue imposible entrar más a fondo en este tema, pues parecía no conocer nada del sistema de la Estricta Observancia” (43). Habiendo manifestado el conde de Saint-Germain curiosidad sobre el asunto Schrepfer, el Sr. de Wurmb, que fue uno de los principales actores de esta aventura trágica, le dió a conocer lo que podía decir sobre ella. Schrepfer (44), mozo de sala en un albergue de Leipzig, se casó hacia los 40 años. Con la dote de su mujer abrió en 1772, en la misma ciudad, Klostergasse, un cabaret. Habiendo sido admitido en una Logia, “sostuvo que no se podía ser un verdadero Francmasón sin ejercer la magia” (45). Es por ello que “le vino la idea de hacer correr el rumor de que poseía el poder de conjurar a los espíritus” (46), y estableció en la sala de billar junto a su café, una academia de magia o de fantasmagoría, como se decía en la época. Fue inmediatamente considerado por los Sajones “como un nuevo Apolonio de Tiana” (47), y la muchedumbre se precipitó al cabaret de Schrepfer para asistir a sus experiencias “en las que citaba a los espíritus, que no sólo se mostraban, sino que incluso hablaban a los espectadores (48). Se asegura que en un cierto momento “sembró el terror en Prusia y Berlín, prediciendo por medio de los fantasmas la muerte de ciertos personajes conocidos, muerte que, dicho sea de paso, se realizaba a menudo” (49). (42) - El cuarto grado en la orden de la Estricta Observancia, correspondiente al Maestro Escocés. (43) - De Wurmb al príncipe Federico-Augusto, 19 de mayo de 1777. (44) - Juan-Jorge Schrepfer, nacido en 1730, muerto el 8 de octubre de 1774. (45) - J. J. Mounier. De ¡'influence attribuée aux philosophes sur la Révolution française. Tubingen, 1801, p. 149. (46) - F RED . B ULAU , OBRA CITADA, p. 363. (47) - Conde de Lamberg, La Canoa, Yiena, 1782, p. 100. (48) - Le Couteulx de Canteleu, Les sectes et les sociétés secretes. París, Didier, 1863, p. 151.
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Habiéndole prohibido a Schrepfer su charlatanería la Logia de la que era miembro, éste fue aún más lejos, y pretendió haber sido autorizado por el duque de Courlande para hacer todo lo que hacía. El duque, disgustado, le hizo apalear por sus gentes. Lejos de abatirse por este golpe del destino, el supuesto hechicero redobló su audacia en el arte de hacer prodigios. Tras haberse alejado algún tiempo de Leipzig, Schrepfer volvió para la feria de Pascua de 1774 bajo el nombre de “barón de Steinbach, supuesto coronel al servicio de Francia, y recomenzó aún más sus evocaciones y sus conjuros; parece, por otra parte, que procedía a sus mojigangas con una cierta habilidad de puesta en escena” (50). Lo divertido del caso es que gentes de distinción buscaron su conocimiento. Entre ellas se encontraban tres personajes que hemos citado anteriormente, los Sres. du Bosc, de Wurmb y de Bischofswerder (51). Schrepfer hizo creer al Sr. du Bosc que había sido encargado por el duque de Chartres (52), de quien decía que obtuvo su grado de coronel al servicio de Francia, y por el duque de Brunswick (53), ambos grandes maestres de las Logias Francesas y Alemanas, de operar la fusión de la Masonería con la sociedad de Jesús, disuelta por la Santa Sede, de la que detentaba una parte del tesoro. Este tesoro, de un valor de varios millones, depositado en Francfort en casa de los hermanos Bethmann, debía servir para recompensar a quienes le ayudasen en su tarea (54). Los Sres. Du Bosc y de Wurmb remitieron a Schrepfer fuertes sumas de dinero, para sus gastos y su sostenimiento; éste fue a Dresde a habitar el hotel de Polonia, y se dió la gran vida. (49) - Le C OUTEULX DE C ANTELEU , obra citada, p. 151. (50) - FR. Bulau, obra citada, p. 366. Según Mounier, obra citada, p. 149, se hacía llamar “conde de Steinville”, mientras que según Lamot- he-Lanoon, obra citada, p. 191, “dice ser bastardo del principe Conti. (51) - Para Lamothe-Langon, obra citada, pp. 191-195, el Sr. du Bosc deviene el Sr. de Rosa; el Sr. de Wurmb, Sr Warnv, y el Sr. de Bischofswerder, Sr. Bisenopswerder. (52) - Louis-Philippe-Egalité, duque de Chartres, posteriormente duque de Orleans, murió el 6 de noviembre de 1793. En 1771, fue elegido gran maestre de todas las Logias masónicas de Francia (Gran Oriente); y en 1772, gran maestre de las Logias escocesas (consejos y capítulos). (53) Carlos, duque de Brunswick, muerto en 1780, era elegido en el congreso de Kohlo gran maestre de las Logias de la Estricta Observancia. (54) - FR. Bulau, obra citada, pp. 367-368.
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Pero el residente de Francia en Dresde, el Sr. de Marbois, vino a perturbar el triunfo del mago: “Rogó a nuestro hombre que le mostrase su grado de coronel al servicio de Francia, amenazándole en caso de rehusarse con tratarle públicamente de impostor, y reclamar su detención” (55). Todo Dresde se sobresaltó, pero gracias a la intervención del duque de Courlande, que perdiendo toda moderación se había paseado en público con Schrepfcr, éste volvió a Leipzig. Allí, nuevo avatar, los Sres. du Bosc y de Wurmb le exigieron mostrase el tesoro de los Jesuítas. Acordaron una cita; no apareciendo el hechicero, nuestros dos personajes abrieron el paquete enviado por la banca Bethmann hermanos, de Francfort, y se apercibieron que no contenía “más que papel en blanco, y diferentes piezas que enviaban a otros documentos ausentes” (56). Los Sres. du Bosc y de Wurmb, por miedo al ridículo, no hicieron nada. Sin embargo, la aventura tocaba a su fin. El 7 de octubre de 1774, Schrepfer reunió a cenar a algunos de sus últimos amigos, entre otros el Sr. de Bis- chofswerder: “esta noche, les dijo, levantándose de la mesa, no nos acostaremos, pues mañana al despuntar el alba, antes de que salga el Sol, os haré ver algo realmente extraordinario”. Hacia las cinco de la mañana, hizo un signo a sus amigos diciendo; Vayamos, Señores, es tiempo de partir’; y se dirigieron todos hacia el parque Rosent- hal, situado a las puertas de Leipzig (57). De camino, les mostró una pistola: “La he mandado hacer expresamente conforme al modelo imaginado por Comus (58), y la empleo para mi celebridad. Os haré ver que no soy un farsante de feria” (59). Habiendo asignado a cada uno su lugar, se alejó hacia un matorral diciéndoles: ‘Váis a contemplar una extraña aparición’. Sus compañeros, todo ojos y todo oídos abiertos para no perder nada del milagro anunciado, escucharon un disparo pero no vieron nada... el silencio reinó. Schrepfer acababa de matarse (60). La aventura trágica costó al consejero privado, Sr. du Bosc, la suma de 4.000 a 5.000 táleros. (55) - F R . B ULAU , obra citada, p. 372. (56) - FR. Bulau, obra citada, p. 372. (57) - FR. Bulau, obra citada, p. 373. (58) - Nicolás-Felipe Ledru, conocido bajo el nombre de Comus (1731- 1807), era no sólo un hábil prestidigitador, sino además un físico instruido. (59) - C ONDE L AMBERG, La Canoa, p. 101.
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Comprendemos ahora porqué no quería prestar nada al conde de Saint- Germain, habiéndole ciertamente tomado por un émulo de Schrepfer (61). El Sr. de Wurmb, tras su relato, se despidió del conde, e ignoramos la continuación de sus entrevistas. En cuanto al Sr. de Bischofswerder, que obtuvo de parte del conde de Saint-Germain el favor de poseer algunos de sus más importantes secretos químicos (62), tuvo la gran alegría de comunicar al príncipe Federico-Augusto de Brunswick “que en los ensayos, estos procedimientos eran de un efecto sorprendente” (63). El conde abandonó Sajonia en el mes de Julio de 1777, y marchó a Berlín (64). (60) - FR. Bulau, obra citada, pp. 373-374. Una historia muy parecida se desarrolló en Viena. Los actores eran el duque de Richelieu, el abad de Sinzindorf, hijo del gran canciller, y el conde de Vesterloo, capitán de alabarderos del emperador. Un charlatán persuadió a nuestros tres señores que por medio del diablo haría obtener a cada uno la cosa que más deseasen. El conciliábulo para la evocación debía tener lugar en una cantera de Viena. Allí fueron por la noche. Era verano, y las conjuraciones fueron tan largas que el día comenzaba a despuntar, cuando los obreros que venían a trabajar escucharon gritos tan penetrantes que fueron corriendo, y encontraron a la asamblea con un hombre vestido de armenio, ahogado en su sangre y rindiendo el último suspiro. Era el pretendido mago, a quien estos señores acaban de inmolar a su pesar. Duclos, Mémoires secrets, t. n, p. 269. (61) - El promotor de esta idea, absurda cuando menos, es el conde de Mirabeau, que en De la monarquía prusiana bajo Federico el Grande. Londres, 1788, t. V, p. 69, ha escrito: "A Schroepfer le sucedió Saint- Germain. Esta idea ha sido repetida por Le Couteulx de Canteleu, obra citada, p. 151., que escribe: "Fue Schroepfer, se dice, quien instruyó al conde de Saint-Germain". Sin embargo ST.-RENÉ Taillandier ha hecho justicia de este alegato: "esta comparación es inexacta, pues si el primero sólo sueña en explotar las supersticiones de su tiempo, el segundo no rehúsa emplear en bien de la humanidad sus conocimientos en química, en mineralogía, en terapéutica, y esta idea pone una gran distancia entre el amigo del príncipe de Hesse y el suicida de Leipzig”. Cf. Un prince allemand du XVUI' siécle. Revue des Deux Mondes, enero-febrero, 1866. (62) - De Bischofswerder al principe Federico-Augusto, 9 de julio de 1777. (63) - De Bischofswerder al principe Federico-Augusto, 16 de septiembre de 1777. Según Hoefer, t. VI: "El Sr. de Bischofswerder tema a su disposición una suerte de panacea de la que hacía uso, pero que no parece haber aplazado indefinidamente los límites de su carrera". (64) - Cuando se concibe que un historiador afirme que el teniente- general Claude-Louis de Saint-Germain “le había hecho el juego a Pru- sia en Rosbach” (v. Parte Primera, cap. I), no hay más que dar un paso para que otros historiadores pretendan que el conde de Saint-Germain haya servido a Prusia en detrimento de Francia. Así, para G. Lenotre, es un espía del rey de Prusia (Cf. Prussiens d'hier et de toujours. Paris, Perrin, 1917, pp. 133-157), mientras que para Jean Moura y Paul Louvet es un emisario de una potencia oculta que protegía a Prusia (Cf. Saint-Germain, le Rose-Croix immortel. Paris, Gallimard, 1934, pp. 169-221).
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CAPITULO DÉCIMO TERCERO Salones berlineses
El conde de Saint-Germain marchó a la capital de Prusia por invitación del príncipe Federico-Augusto de Brunswick (1), y con el asentimiento de Federico II. Sin embargo el rey le había hecho saber, por intermedio del Sr. d’Alvensleben, antes de su partida de Leipzig, “Que en Postdam somos muy incrédulos, y sólo creemos en las cosas tangibles. [El conde] haría bien en preguntarse si está dispuesto a presentar su ciencia y sus procedimientos. De otro modo perdería ciertamente su tiempo, en vez de buscarle un empleo más útil” (2). ¿Fue el conde a rendir visita al rey (3) y a su sobrino en su residencia de Postdam?. Ningún documento lo atestigua. Lo que sí es cierto es que permaneció más de un año en Berlín, desde el mes de agosto de 1777 hasta principios de octubre de 1778 (4). Cuando llegó a Berlín “El conde era un viejo del que se ignorabala edad; pero era todavía muy vigoroso, aunque poco cargado de carnes. (1) - Du Bosc al príncipe Federico-Augusto, 2 de agosto de 1777. (2) - El rey Federico II a d'Alvensleben, 30 de junio de 1777. (3) - Algunos autores muy informados han pretendido que el conde de Saint-Germain "era bien recibido en la corte del rey, a quien entretenía por su ingenio y conocimientos” (Cf. A. de Caston, obra citada, p. 261), e incluso que era "su amigo íntimo" (Cf. Jean L'Eclaireur, obra citada, p. 316). (4) - D. Thiebault, Souvenirs de vingt ans de séjour à Berlin. Paris, Didot, 1860, t. U, p. 300.
Tomo un pequeño apartamento Tomó un pequeño apartamento en uno de los
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primeros albergues de la ciudad; en él vivió muy retirado, con dos domésticos, teniendo a su puerta un simón que pasaba allí la jomada entera, y al que pagaba bien, pero del que no se servía nunca” (5). La primera visita que recibió el conde fue la del barón de Knyphausen, director general de comercio en Berlín. Se recordará que fue gracias a este personaje, entonces embajador en Londres, que nuestro héroe pudo abandonar esta ciudad en 1760 (6). El barón fue pues a ver al conde "como un antiguo conocido, y le invitó inmediatamente a comer. ‘De acuerdo’, respondió el Sr. de Saint-Germain, ‘pero a condición de que me enviéis vuestro carruaje. No puedo servirme de los simones; son carruajes muy mal suspendidos’” (7). Una de las características del conde es que no daba jamás otro título a su interlocutor que el de “hijo mío” (8). Bien que poco anunciada, la venida del conde de Saint- Germain a Berlín había hecho algo de ruido. Fue por tanto solicitado de distintas partes para ir a los salones de la capital prusiana. Es así que la princesa Amelia, hermana de Federico II, quiso verle. El conde fué a “Mi Joya”, palacio de la princesa, a las puertas de Berlín. Se encontró en presencia de una persona, de tinte enfermizo, pero que sin embargo debía de haber sido bella. La princesa recibió al conde en su biblioteca, espléndidamente instalada y considerable, con la particularidad no menos curiosa de que casi todos los volúmenes contenían notas de su propia mano. (5) - D. T HIEBAULT , obra citada, t. II, p. 360. (6) - El barón de Knyphausen, gentilhombre prusiano, hizo su carrera en la diplomacia. Tras haber sido encargado de negocios ante el Zar, Pedro el Grande, a continuación de su residencia en Holanda en 1717, ocupó el puesto de embajador en Pans, de 1753 a 1756, y posteriormente en Londres, de 1758 a 1776. El Sr. de Knyphausen estaba casado con la viuda del barón de Oenhoff, hermana del antiguo ayudante de campo de Federico II, el cual debía morir en el cadalso por causa de su señor. (7) - D. T HIEBAULT , obra citada, t. II, p. 301. (8) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 301.
Además, excelente música, la princesa conocía a la perfección este arte, en el que
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el conde mismo pasaba por ser un maestro. Era un excelente terreno de concordancia. Desgraciadamente este acuerdo fue destruido por la curiosidad de la princesa. “— ’Señor’, le dijo ella, ‘¿de qué país sóis?’ — ’Soy, Señora, de un país que por soberanos, nunca ha tenido hombres de origen extranjero”'. Fue con esta destreza, y de esta manera enigmática, que el conde respondió a todas las preguntas que le hizo la princesa, la cual quedó finalmente estupefacta, y le despidió sin haberle sonsacado nada (9). Otra persona, menos ilustre de nacimiento, deseó también encontrar al conde de Saint-Germain. Era la confidente de la princesa Amelia, la Sra. du Troussel, conocida bajo el nombre de “la bella de Kleist”. Es de esta dama que Federico II decía: “hace 30 años que la veo, y es todavía una de las más bellas mujeres de la corte; además de tener un brillo del que las demás carecen, no parece que envejezca” (10). Si la Sra. du Troussel tenía preferencia por la astrologfa — frecuentaba a un hacedor de horóscopos al que llamaba “el planetario” y que, según ella, era un hombre maravilloso' (11) -; la princesa Amelia, por su parte, buscaba a todos los especialistas de la cartomancia. Se cuenta incluso que “durante la Guerra de los Siete Años, sobre todo en las épocas más críticas para Prusia, la princesa había pasado los días haciéndose echar las cartas para el rey Federico II, y había enviado los resultados y anuncios a su hermano (12). Así pues, una tarde el conde de Saint-Germain vino a cenar a casa de la Sra. de Troussel (13); se encontraba allí en buena compañía. (9) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 301. (10) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 94. (11) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 238. (12) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 281. (13) - "La señora du Troussel, teniendo indisposiciones consideradas en Berlín como incurables, se hizo curar por el conde de Saint-Germain. Curó porque el conde la hizo evacuar una piedra del tamaño de un huevo”. Esta fantasía litomística es referida por el célebre médico suizo J.G. DE Zimmermann, en su obra Fragmenten über Friedrich den Gros- sen (Fragmentos sobre Federico el Grande). Leipzig, 1790, t. II, p. 119. El doctor se había vuelto misántropo hacia el final de su vida; ello explica su humor a propósito del conde, a quien no conocía.
“Por azar se le habló de la piedra filosofal. El se contentó con observar que quienes
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se ocupaban de ella cometían, de ordinario, una torpeza sorprendente, no empleando apenas otro agente que el fuego, sin ocurrirseles que el fuego divide y descompone, y que es en consecuencia absurdo recurrir a él cuando se busca formar una composición nueva: insistió mucho, y bastante largamente, sobre esta idea” (14). La conclusión alquímica emitida por el conde, conclusión absolutamente exacta conforme a los conocimientos tradicionales, intrigó al más alto punto al profano autor de esta anécdota, que asistía esta tarde a la cena en casa de la Sra. de Troussel; comentó, tras haber examinado al conde durante toda la velada, que éste "tenía una fisonomía fina y espiritual; se veía en él al hombre bien nacido y de buena sociedad" (15). Y nuestro anecdotario dice con justicia que "si el conde ha sido, como se dice, el maestro de Cagliostro, jamás el discípulo ha valido lo que el maestro. En efecto, éste se ha mantenido hasta su muerte sin ninguna aventura desagradable, mientras que Cagliostro ha terminado su carrera en las prisiones de la Inquisición en Roma”. Sin embargo, añade: “En la historia del conde de Saint-Germain vemos a un charlatán (!), mas prudente y más sabio; no ofrece ningún rasgo que hiera directamente al honor; nada en ella es contrario a la probidad; por todas partes aparece lo maravilloso, pero nada de bajeza y escándalo" (16). En el tiempo en que este hombre singular se encontraba en Berlín [añade también nuestro anecdotario], hablé por casualidad de él un día al enviado de Francia, el Sr. marqués de Pons Saint-Maurice. Le testimonié estar, en particular, sumamente sorprendido de que este hombre hubiera tenido relaciones particulares y estrechas con personas de alto rango, tales como el cardenal de Bemis, del que tenía, se decía, cartas confidenciales escritas en la época en que este cardenal tenía la cartera de Asuntos Exteriores, etc. El Sr. de Pons no me respondió nada sobre este último artículo; pero me hizo una serie de suposiciones cuya aplicación era fácil y razonable; ‘supongo’, me dijo:
(14) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 301. (15) - D. Thiebault, obra citada, t. II, p. 301. (16) - D. Thiebault, obra citada, t. II, pp. 301-302.
“Que un hombre verdaderamente original resuelve crearse y jugar en el mundo un
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papel extraordinario, un papel que asombra a los espíritus y causa una sensación general; supongo que un hombre así, ocupado únicamente de esta idea, y entregado a ella por entero, tiene tanto ingenio, conocimiento y atención a las menores circunstancias, como perseverancia para proseguir su plan; supongo sobre todo que sabe despistar hábilmente respecto a todo lo que le concierne, y que nunca le faltan la presencia de espíritu y la flexibilidad; finalmente, supongo que ha adquirido o recibido una fortuna holgada, veinticinco mil libras de rentas, por ejemplo, y comprenderemos la conducta que este hombre pueda tener. No hablará, al menos con franqueza, ni de su edad, ni de su país, ni de su persona y extenderá el velo más espeso sobre todo aquello que le concierne. Habrá ahorrado sus ingresos durante algunos años; disponiendo de este modo de un capital que confiará a banqueros seguros y poco conocidos, llegará a Berlín, teniendo sus fondos en Leipzig, por ejemplo; un banquero de Berlín tendrá orden de pagarle veinte mil francos o más; los recibirá, los enviará nuevamente a continuación a un banquero de Hamburgo, que se los devolverá sin dilación. Hará el mismo juego con los banqueros de Francfort y de algunas otras ciudades; será sin embargo el mismo dinero, del que sólo perderá algún porcentaje, y habrá conseguido su objetivo; pues se verá que cada semana recibe sumas considerables, sin concebirse el empleo que hace de ellas, dado que por otra parte hace pocos gastos y no se mezcla en negocio alguno. Todos los demás hechos maravillosos que se cita de estos hombres desconocidos y extraordinarios, pueden igualmente ser reducidos de modo fácil a explicaciones tan naturales como las de las sumas que el conde de Saint-Germain recibe continuamente (17). La última visita que el conde acogió en Berlín fue la de Dom Pernety, conservador de la biblioteca de la ciudad, miembro de la Academia y abad de Burgel, en Thuringa, por la gracia de Federico II (18). Dom Pernety era un ferviente seguidor de la alquimia. (17) - O. THIEBAULT, obra citada, t. II, pp. 302-303. Las reflexiones del Sr. de Pons de SaintMaurice son lo bastante curiosas para ser referidas aquí, incluso si sólo son suposiciones, como lo pretende D. Thié- bault. En todo caso, la forma de operar la transferencia de dinero es ingeniosa, y tendería a probar que se había acabado por conocer la “mina aurífera del conde de Saint-Germain, buscada en vano por el Sr. de Choiseul (v. parte segunda, cap. V).
Siendo benedictino, había encontrado en la biblioteca de la Abadía un ejemplar de
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la obra del hermetista Michel Maier: Arcana Arcanissima h. e. hieroglyphica Aegyptograeca (19). Se tomó el esfuerzo de traducir esta obra, de un verdadero adepto, y de publicarla, con algunas modificaciones y adiciones (20), bajo el título Las Fábulas egipcias y griegas desveladas y reducidas al mismo principio, con una explicación de los jeroglíficos y de la guerra de Troya” (21). Justo un año antes de su partida hacia Prusia, había fundado en Aviñón un Rito hermético, dividido en seis grados, con un simbolismo relacionado con las leyendas griegas, explicadas conforme a los principios de su obra. Creó incluso un séptimo grado, cuyo ritual contiene un curso completo de hermetismo y de gnosis. Puede decirse que Dom Pemety era muy erudito (de la ciencia que se apoya en la memoria); pero su ciencia no era sino rudis indigestaque moles (22). (18) - Antoine-Joseph Pernety había nacido en Roanne-en-Forez el 13 de febrero de 1716. Tras haber abrazado la vida religiosa, fue llamado a la abadía de Saint-Germain-des-Prés. En 1766, era obligado a abandonar el capitulo, tras haber sido uno de los que habían pedido la secularización de la orden. Esta petición había sido presentada a Luis XV por el duque de Orléans, el 13 de julio de 1765 (Cf. Bachaumont, Mémoires secrets. Pans, Garnier, 1874). Se puede decir que Perncty vino a Berlín por una suerte de error. El rey de Prusia, en su juventud, había leído las Cartas sobre las Fisionomías de un abad Pemetti. Ahora bien, un día fue a la corte, como administrador general de las finanzas de Prusia, un Sr. Pemetti, antiguo jefe de aduanas en Lyon. Federico II, que no había olvidado m a la obra ni al autor de las Cartas, preguntó a su administrador s, era pariente del abad Pemetti, a lo que éste respondió: "es mi hermano, haciendo así de buena fé, y sin saberlo, un verdadero quiproquo. En efecto, el autor de las Cartas, el abad Jacques Pemetti, originario de Lyon, que había sido gobernador del Sr. de Boulongne (el cual fue más tarde consejero e intendente de finanzas de Francia), era el primo” de Dom Pernety. Es así que por el error de su hermano, el antaño benedictino ocupó un puesto que no le estaba destinado. (19) - Le Secret des Secrets, ou les Fables égyptiennes et grecques dé voilées. s. 1. n. f. (hacia 1614); im4. Arcana Arcanissima ha servido de bosquejo para mi obra, al menos para su distribución, pues no siempre he seguido sus ideas . (20) - París, Beauche, 1758, 2 voi. in-8s. (21) - D. Thiebault, obra citada, t, II, p. 299. “Confusa e informe”. (22) - Dom Pernety se ocupó más tarde de Swedenborg, y tradujo dos de las obras del místico sueco. De vuelta a Lyon en 1’783, trajo de Berlín a un grupo de iluminados que se entragaban a evocaciones, siguiendo las instrucciones de un supuesto Elias Artista. Este Elias Artista debía pertenecer a esta Escuela del Norte, especie de oficina de teurgia, cuyos misterios se apoyaban sobre pretendidas manifestaciones físicas de la Causa activa e inteligente. Dom Pemety murió en Avignon el 16 de octubre de 1796.
Y creemos que ésta fue la razón por la que el conde de Saint-Germain apenas tuvo
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relaciones con él, bien que Dom Pernety fuese a verle en calidad de adepto” (23).
(23) - Dom Pemety se ocupó más tarde de Swedenborg, y tradujo dos de las obras del místico sueco. De vuelta a Lyon en 1’783, trajo de Berlín a un grupo de iluminados que se entragaban a evocaciones, siguiendo las instrucciones de un supuesto Elias Artista. Este Elias Artista debía pertenecer a esta Escuela del Norte, especie de oficina de teurgia, cuyos misterios se apoyaban sobre pretendidas manifestaciones físicas de la Causa activa e inteligente. Dom Pemety murió en Avignon el 16 de octubre de 1796.
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CAPITULO DÉCIMO CUARTO Las vacilaciones del príncipe de Hesse
Fue en el mes de Octubre de 1778 cuando el conde de Saint-Germain vino a fijar su residencia en Altona. Este gran burgo, cuyo nombre significa muy cerca, está situado a orillas del Elbe, y comunica con Hamburgo, la gran ciudad hanseática, por un gran malecón. Altona era sede del gobierno del ducado de Holstein, que en aquella época dependía de Dinamarca. Desde 1767, este ducado, así como el de Schleswig, era gobernado por el landgrave Carlos, príncipe de Hesse (1). Este era de espíritu grave, y fuertemente apegado a las doctrinas cristianas. Su divisa era: Omnia cum Deo (2). (1) – El landgrave Carlos, príncipe de Hesse, nacido en Cassel el 19 de diciembre de 1744, era hijo de Federico, príncipe de Hesse, devenido a continuación landgrave Federico n, y de María, hija de Jorge II, rey de Inglaterra. Tras haber pasado una parte de su vida en la corte del rey de Dinamarca, Christian VII, con una de cuyas hijas se desposó, vivió en la intimidad del rey de Prusia, Federico II. El landgrave sostuvo con el rey numerosas conversaciones sobre la religión*, desde entonces el rey se cosagró a la misma (1772), y es por esta razón\que "los filósofos de Berlín se declararon altamente en su contra". Cf. Principe de Hesse, obra citada, p. 108. (2) – C. D. Gerber ha publicado en su libro sobre La reforma de la Masonería (Schmalkden, 1821), una carta del príncipe de Hesse, por la que éste expresaba la idea de una reforma del Luteranismo. Su símbolo era unainterpretación mística de la biblia, tan alejado del Racionalismo protestante como del absolutismo católico. Anunciaba la aparición de un período maravilloso de mil años, antes del fin del mundo. A su profecía, el príncipe de Hesse unió una explicación muy singular de un famoso monumento de la astronomía antigua: La Piedra zodiacal del templo de Denderah (Copenhague, 1824).
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El conde de Saint-Germain se alojaba en Aliona en el albergue del Kaiserhof, por aquel entonces lugar ordinario de reunión de todos aquellos que el burgo consideraba como hombres notables en las artes; la estrecha y larga habitación de la planta baja que servía de sala a los bebedores, apenas bastaba a veces para la multitud de huéspedes, extranjeros y nacionales, atraídos tanto por el renombre de la casa como por los habituales que la frecuentaban. Desde la llegada del conde, todos deseaban conocerle, pero esto fue difícil, pues se mantenía en reserva, familiarizándose poco. Un abogado de Hamburgo, Philippe Dresser, lo intentó en vano, y por ello guardó rencor al conde (3). Como éste llevaba un gran tren de vida, no careciendo de dinero, pagando todo al contado, y sin recibir libranza alguna, las lenguas se desataron. Un consejero de la delegación danesa afirmaba haberlo conocido en París, en Londres y en La Haya; que allí se comportaba como aquí; que en todas partes había sido recibido en la corte, y había sido objeto de distinciones particulares. Sin embargo, nunca se había conseguido descubrir de quién se trataba. Otros decían que sus servidores no sabían nada de él, dado que se desembarazaba de ellos tan pronto como abandonaba un lugar. Finalmente, se pretendía que día y noche los pasaba escribiendo, correspondiéndose con las mayores cabezas coronadas (4). Dos personas habían sin embargo intimado con él: la condesa de Bentinck, nacida condesa d’Oldcmburg, y el ministro de Francia en Hamburgo, barón de la Housse. Gracias a la amabilidad de este último, muy relacionado con el príncipe de Hesse, se dispuso una cita entre el landgrave y el conde de Saint-Germain. Este encuentro tuvo lugar en el palacete del gobernador, en el mes de Diciembre de 1778. “[El conde] pareció prenderse de afecto por mí”, dirá más tarde el príncipe de Hesse, "sobre todo cuando supo que yo no era cazador, y que no tenía otras pasiones contrarias al estudio de los altos conocimientos de la naturaleza. Me dijo entonces: ‘Iré a veros a Schleswig, y veréis las grandes cosas que haremos juntos’” (5). (3) - Ver también la nota poco amena de N. W. WRAXALL, Memoirs of ¡he courts of Berlín, Dresden, Warsaw and Vienne in the years 1777, 1778 and 1779. Londres, 1799, t. II, p. 278. (4) - Carta de Dresser al barón Ussel, 25 de octubre de 1778, en Latomia, año 31°, Leipzig, 1908, pp. 404 y sig. (5) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 132.
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Habiendo hecho el príncipe de Hesse comprender al conde que tenía buenas razones para no aceptar, por el momento, el favor que deseaba hacerle, éste le respondió: "Sé que debo ir a vuestra casa, y hablaros”. El príncipe no encontró otro modo de eludir toda explicación "que decirle que el coronel Koeppem, que se había quedado enfermo... llegaría en un par de días, y que podía hablarle a él” (6). Algunos días más tarde, el coronel Koeppem, mariscal de la corte del príncipe de Hesse, se presentó al conde de Saint-Germain para participarle el deseo de su señor: prevenirle y disuadirle de ir a Schleswig. Pero el conde le respondió: “Decid lo que queráis, debo ir a Schleswig, y no lo demoraré, el resto ya se verá”, y acabó diciendo al coronel Koeppem que tuviera la cortesía de prepararle un apartamento para recibirle. Vuelto a Schlcswig, el coronel transmitió la respuesta del conde al príncipe de Hesse; éste, estupefacto, quedó confundido (7). Sin embargo, habiéndose informado de quién era el conde de Saint-Germain conforme a un oficial del ejército prusiano, el coronel Frankenberg, éste le respondió: “Podéis estar persuadido que no se trata de un charlatán, y que posee altos conocimientos’’. Y para probar este alegato, el coronel informó al príncipe de Hesse del hecho siguiente. Estando en Dresde, en 1777, con su familia, habían conocido al conde; éste último le rindió un gran servicio. "La mujer del oficial quería vender unos pendientes. Un joyero la ofrecía una bagatela. Ella habló ante el conde, que la dijo: ‘¿Queréis mostrármelos?’. Así lo hizo ella. Entonces la dijo: ¿Querréis confiármelos un par de días?’, y los devolvió tras haberlos embellecido. El joyero, al que su mujer los mostró a continuación, la dijo: ‘Qué piedras tan bellas, son completamente distintas de las que me mostrásteis con anterioridad’, y pagó el doble por ellas” (8). El príncipe de Hesse agradeció al coronel Frankenberg su relato, pero, por su parte, anheló que el conde no viniera a Schleswig.
(6) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 132. (7) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 132.
(8) - P RINCIPE DE HESSE , obra citada, pp. 132-133.
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CAPITULO DÉCIMO QUINTO El discípulo
El príncipe de Hesse habitaba en la vieja mansión feudal denominada Gottorp, situada cerca de la ciudad de Schleswig, en la extremidad oeste de la bahía del Schley, sobre la costa oriental de Schleswig. El conde de Saint-Germain llegó al castillo en agosto de 1779. Desde sus primeras entrevistas con el príncipe de Hesse, el conde le confió las grandes cosas que quería hacer para bien de la humanidad. “Yo no tenía ninguna envidia de ellas”, dice el príncipe, "pero finalmente me dió escrúpulos rechazar conocimientos importantísimos en todos los respectos, por una falsa idea de sabiduría o avaricia, y me hice su discípulo” (1). Algún tiempo después, un huésped de renombre vino a rendir visita al príncipe de Hesse. Era el duque Ferdinand de Brunswick (2), y he aquí lo que éste último escribió al príncipe Augusto de Brunswick: “He conocido al conde de Saint-Germain, y soy muy afortunado por ello. He estado tres veces en su casa. He adquirido grandes conocimientos en el estudio de la naturaleza... (1) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 133. (2) - Femando, duque de Brunswick-Lunebourg (1721-1792). Tras haber servido con gloria y haber devenido célebre por la victoria de Minden, obtuvo su cese y se consagró a las artes y la Masonería.
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Sus conocimientos son muy vastos, y en mi opinión su conversación está llena de enseñanzas” (3). Lo mismo que el duque de Brunswick, el príncipe de Hesse “estimaba al conde, y le apreciaba con todas sus fuezas y todo su corazón, recibiendo diariamente de él tres horas de lecciones" (4). “El conde hablaba a menudo del embellecimiento de los colores, que no costaba casi nada, de la mejora de los metales, añadiendo que no era preciso en absoluto hacer oro, incluso si se sabía cómo, y permaneció enteramente fiel a este principio (5). Las piedras preciosas cuestan su compra; pero cuando se comprende su mejora, aumentan infinitamente de valor. No hay casi nada en la naturaleza, que no supiese mejorar y utilizar. Me confió casi todos los conocimientos de la naturaleza (6), pero solamente su entrada, haciéndome buscar entonces por mí mismo, por medio de experimentos, los medios para tener éxito, y se regocijaba extremadamente de mis progresos. Esto por lo que respecta a los metales y las piedras, pero en cuanto al conocimiento de los colores efectivamente me lo dió, así como numerosos conocimientos sumamente importantes” (7).
(3) - Carta proviniente de Middelfort (Dinamarca), fechada el 2 de noviembre de 1779. Cf. G. B. Volz, obra citada, p. 360. Según LE FO- restier, las relaciones del duque de Brunswick con el conde de Saint- Germain se atuvieron a las siguientes ideas: entrar en comunicación directa con Dios y obtener así, no sólo el dominio sobre las fuerzas naturales, sino también el poder de comerciar con los espíritus. Cf. Les Iliuminés de Bavière. Hachette, 1915, p. 357. La misma idea había sido emitida por el landgrave de Hesse, Felipe Barchfeld: “se supone que comunica con los fantasmas y los seres sobrenaturales, que se rinden a su llamada". Cf. A. Aksakoff, Psychische Studien, monatliche zeitsch- rift. Leipzig, 1785, t. XII, p. 430. (4) - Carta del conde de Warnstedt, 24 de noviembre de 1779. Cf. G. B. Volz, obra citada, p. 361. (5) - Compárese con lo que el conde de Saint-Germain dijo en casa de la señora de Troussel en Berlín (v. segunda parte, cap. XIII). Esta respuesta es conforme al espíritu del hermetismo. (6) - M. le Forestier dice al hablar de las relaciones del conde de Saint-Germain con el príncipe de Hesse: "el astuto charlatán no tuvo problemas para turbar completamente el juicio de un hombre, a quien su falta de cultura científica y su inclinación al misticismo dejaban sin defensa ante las maniobras de los impostores”. Cf. obra citada, p. 358. Esta descontrolada afirmación es algo atrevida, y parte ciertamente de una idea preconcebida. (7) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 133.
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“Pretendía haber obtenido sus conocimientos por su propia aplicación y sus propias investigaciones. Conocía las hierbas a fondo, y había inventado medicinas de las que se servía continuamente, y que prolongaban su vida y su salud” (8). En efecto, el conde de Saint-Germain confesó al príncipe de Hesse haber alcanzado la edad de 88 años, aunque pareciese un poco más joven. El príncipe de Hesse había puesto a disposición del conde un médico llamado Lossau, antiguo boticario; éste preparaba los medicamentos cuya composición le había dictado el conde. Uno de estos medicamentos era una preparación a base de té, que los ricos de Schleswig compraban, pero que los pobres de la ciudad recibían gratis (9), así como los cuidados médicos del Dr. Lossau, “de modo”, dirá el príncipe de Hesse, “que una gran cantidad de personas fueron curadas, y que ninguna murió, que yo sepa” (10). A sus ojos, el conde de Saint-Germain era uno de los más grandes filósofos que hayan existido: “Amigo de la humanidad, no queriendo dinero más que para darlo a los pobres, amigo también de los animales, su corazón no se ocupaba sino del bien de los demás. Creía hacer al mundo dichoso procurándole nuevos disfrutes, las más bellas telas, los más bellos colores, a mucho mejor precio. Jamás he visto”, añade el príncipe de Hesse, “una mente tan clara como la suya” (11). Según el príncipe, los principios filosóficos del conde en relación a la religión se resolvían en un puro materialismo, “pero que sabía representar tan finamente, que era bien difícil oponerle razonamientos victoriosos. (8) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 134. (9) - Es esto sin duda lo que ha hecho decir al conde de Mirabeau: había descubierto un té con el que desaparecían todas las enfermedades”. Cf. De la monarquía prusiana, p. 69. No era ésta la opinión del barón de Knigge, pues para él "este té purgaba tan radicalmente a las gentes, que casi las enviaba al otro mundo”. Beitrage zur neuesten geschickte des Freimaurerordens in neun gesprochen. Berlin, 1786, p. 135. (10) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 134. (11) - Principe de Hesse, obra citada, p. 135. Hemos descubierto en la obra del abad Lecanu (Dictionnaire des prophéties et des miracles, Paris, 1854, t.H, p. 249), la enormidad siguiente: "El conde se retiró a Holstein (?), donde, a lo largo de varios años, saboreó las dulzuras de la inmortalidad, haciéndose pasar por un dios, y exigiendo a los papanatas que le rodeaban un culto tan extravagante, que tendríamos dificultades para saber de qué asombramos más, si de la credulidad de los necios que se le sometían, o de la desvergüenza del charlatán que había tenido la osadía de dictar sus leyes”.
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No era ni mucho menos adorador de Jesucristo, y se permitía afirmaciones a su respecto que me eran poco agradables: - ’Mi querido conde’, le dije, ‘depende de vos que creáis o no en Jesucristo, pero os confieso francamente que me causáis mucha pena al hacer afirmaciones en contra suya, a quien estoy tan enteramente dedicado’. El permaneció pensativo un momento, y me respondió: ‘Jesucristo no es nada, pero causaros pena es importante; así que prometo no volveros a hablar nunca de él' (12).
12.- PRINCIPE DE HESSE, obra citada, p. 136.
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CAPITULO DÉCIMO SEXTO El telón vuelve a caer
Habiendo manifestado el conde de Saint-Germain, el deseo de establecer una fábrica de colores en Schleswig, el príncipe de Hesse adquirió a su intención, en Eckemfoerde (1), el edificio de la antigua tintorería del difunto Otte (2), y ahí la instaló. Esto sucedía a comienzos de 1781. “Adquirí”, dice el príncipe de Hesse, “sedas, lanas, etc. Era preciso tener numerosos utensilios, necesarios a una fábrica de esta especie. En ella vi teñir, del modo en que yo mismo lo había aprendido y hecho en una taza, quince libras de seda en un gran caldero, y salió perfectamente. No se puede decir por tanto que la cosa no funcionara a lo grande" (3). Cada vez que rendía visita al conde, a la tintorería, le planteaba numerosas cuestiones, y no volvía nunca al castillo de Gottorp sin haberse enriquecido con nuevos conocimientos sumamente interesantes. (1) - Eckemfoerde, pequeño puerto sobre el mar Báltico, está a unos 20 km. de Schleswig. (2) - P. V. Otte, antiguo consejero de la cancillería, muerto en 1766. Los edificios de la tintorería permanecían desocupados desde entonces. (3) - Principe de Hesse, obra citada, p. 134. Sin embargo, el Sr. de Gleichen escribirá: “El conde de Saint-Germain había envuelto al príncipe de Hesse en sus especulaciones carentes de éxito". Obra citada, pp. 133-134.
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El príncipe de Hesse tenía para con todos la misma benignidad. Había trabado conocimiento, en Mayo de 1781, por vía epistolar, con un comerciante en sedas de la ciudad de Lyon, en Francia, con el que había sentido una similitud de carácter religioso. Este último se llamaba Jcan-Baptiste Willermoz (4). Habiendo sabido que los asuntos comerciales del sedero lionés no eran brillantes, le escribió proponiéndole abandonar Francia y venir a Eckemfoerde a fundar una fábrica de telas de seda, algodón y lino, junto a la fábrica de colores del conde de Saint- Germain, la excelencia de cuyos productos le proclamó, y que “son de bellos y finísimos colores, de duración eterna, sin que nada de lo que ordinariamente altera los otros colores, como los ácidos, el sol, el aire o el tiempo lluvioso, pueda dañarles en lo más mínimo” (5). El príncipe de Hesse no dudaba que la colaboración de estas dos personas aplicada al tejido y el teñido diera resultados fructíferos. Willermoz rehusó expatriarse, ni siquiera para rehacer su fortuna; sin embargo, aceptó la oferta de la exclusividad de las tinturas del conde de Saint- Germain. Es entonces que pidió unas muestras (6)... y el asunto quedó ahí, pese a la insistencia del príncipe de Hesse (7). Mientras tanto, el conde de Saint-Germain no cuidaba ni de su tiempo ni de su salud, de modo que en Agosto de 1782 contrajo un reumatismo agudo, a consecuencia de una estancia prolongada en una cámara húmeda de la planta baja de la tintorería, y pese a todos sus remedios no se repuso enteramente. “Le encontré un día”, dice el príncipe de Hesse, “a comienzos de 1783, muy enfermo, y creyéndose a punto de morir”. (4) - Alice Joly, Un mystique lyonnais, Mâcon. Protat, 1938, p. 159. Jean-Baptiste Willermoz (1730-1824) ha jugado desde el punto de vista masónico un rol considerable, al fundar numerosas Logias. (5) - Carta de Carlos de Hesse a Willermoz, 20 de mayo de 1781. Cf. A. J OLY , obra citada, p. 159. (6) - Carta de Willermoz a Carlos de Hesse, 15 de junio de 1781. Cf. A. J OLY , obra citada, p. 159. (7) - Carta de Carlos de Hesse a Willermoz, 7 de febrero de 1782. Cf. A. Joly, obra citada, p. 159. Hemos acabado por creer que si el negocio no se realizó fue por culpa de un tercero, el barón de Plessen, quien, sin duda, pusa en guardia a J.-B. Willermoz contra el conde de Saint- Germain, haciendo valer que no era uno de los suyos. Carlos-Adolfo de Plessen, de origen danés, era miembro de la Estricta-Observancia.
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“Desfallecía a ojos vista. Tras haber comido en su dormitorio, me hizo sentarme ante su lecho, yo solo, y me habló entonces mucho más claramente sobre muchas cosas, me pronosticó mucho, y me dijo que volviera lo antes posible; así lo hice, pero le encontré mejor a mi vuelta, aunque permanecía muy callado” (8). En una de estas últimas conversaciones que el príncipe de Hesse tuvo con el conde, éste le declaró que era “el más antiguo de los Masones”. Esta afirmación asombró mucho al príncipe de Hesse, dado que el conde había parecido siempre no saber nada de la Masonería. Habiéndole planteado entonces el príncipe de Hesse diversas preguntas sobre ciertos puntos de detalle, el conde le respondió con una precisión y una prontitud sorprendentes: - ‘¿Habéis conocido a un cierto Marschall de Biebers- tein?’ (9). - ‘Sí, muy bien’. - ’¿Dónde le habéis conocido?’ - ’En Varsovia’ - ’¿Sabía algo?’ - 'Relata refero (10). ¿Me comprendéis, hijo mío? - ’Sí, mi querido conde; eso quiere decir que tenía papeles, y que esta instrucción la podía dar a otros’. Habiendo aprobado el conde esta respuesta, el príncipe de Hesse prosiguió: - ’El difunto Hund (11), sin embargo, no quería engañamos, ¿verdad?’. - ’No, era un buen hombre’.
(8) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 135. (9) - C. G. Marschall de Bieberstein fue el gran maestre provincial de la VII* provincia del Rito Escocés (Alemania: del Elbe al Oder). Se supone que fundo una Logia en Dresde en 1738, y otra en Naumbourg en 1749 bajo el título “Los Tres Martillos". Murió en 1750. Cf. R. F. GOULD. The Hisíory of Freemasonry. London, 1886, t. III, p. 100. (10) - “Repito lo que me han dicho”. (11) - Carlos Gotthelf, barón de Hund (1722-1776), sucedió a Marschall de Bieberstein. Habiendo quemado éste último todos los documentos importantes que poseía, sólo envió a Hund la lista de grandes maestres y el libro rojo, o Matrícula de la Orden. Según estos documentos, el barón de Hund fundó la Estricta Observancia. Cf. R. F. Gould, p. 101.
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Bruscamente, el príncipe de Hesse le solicitó: - ’¿Quién fue el predecesor de Marschall de Bieberstein? ’ - ’El barón de Rod, en Koenigsberg’. Esta última respuesta del conde de Saint-Germain dió al príncipe de Hesse la certeza de que su interlocutor pertenecía a la Masonería, y escribió a su amigo, Jean-Baptiste Willermoz, tras haberle contado la anécdota: “He aquí de todas las pruebas de nuestra filiación la única buena que he escuchado; aunque podría no serlo para otros” (12). Antes de partir para Cassel, en el mes de Diciembre de 1783, el príncipe de Hesse tuvo todavía dos entrevistas con el conde; éste le hizo conocer en la primera que “en caso de que muriese durante su ausencia, encontraría un volante cerrado, de su propia mano, que le bastaría” (13). En la segunda, que sucedió dos días antes de su partida, el príncipe de Hesse presionó al conde para que le participara el contenido del volante, a lo que éste respondió con voz afligida: “Ah, sería un desdichado si osase hablar” (14). El príncipe no insistió, y se despidió del conde, al que no volvió a ver. El conde de Saint-Germain murió de un ataque de parálisis, en Eckemfoerde, el 27 de Febrero de 1784. Recomendó al Dr. Lossau, que le asistía en sus últimos momentos, decirle al príncipe de Hesse, sabiendo que ello le causaría placer: “Que Dios le había concedido la gracia de hacerle cambiar todavía de opinión antes de su muerte, y que el príncipe de Hesse haría mucho por su bonanza en otro mundo” (15). Y; el Dr. Lossau añadirá: “El conde ha muerto en plena consciencia” (16). Las exequias tuvieron lugar el 2 de Marzo por la mañana (17).
(12) - Carta del Príncipe de Hesse a Willermoz, Hanau, 28 de mayo de 1784. Cf. G. B ORD , obra citada, p. 316. (13-14) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 135. (15) - Principe de Hesse, obra citada, p. 136. Según el príncipe de Hesse, el conde de SaintGermain tenía 88 años cuando fue a verle, en 1779, a Schleswig. Después añade: “tenía 92 ó 93 cuando murió en 1784. Cf. obra citada, p. 133. En relación con estas fechas, el año de nacimiento del conde de Saint-Germain se situaría en 1691 o 1692.
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Conforme a los registros parroquiales de la iglesia de San Nicolás, la ceremonia se limitó a una misa, y el cuerpo fue depositado en la cripta de la iglesia (18). En el registro de fallecidos se puede leer la mención siguiente, sin otras indicaciones: “El que se llamaba conde de Saint-Germain y Welldona ha fallecido aquí, y ha sido inhumado en la iglesia de nuestra ciudad”. Con fecha del 3 de Abril de 1784, el burgomaestre de Eckemfoerde hizo colocar en la ciudad el anuncio siguiente: “Nos, burgomaestre y consejero de..., damos a conocer a todos los que les interese: El que era conocido, tanto en el extranjero como aquí, bajo el nombre de conde de SaintGermain y Welldone, y que vivió en nuestro país durante los cuatro últimos años, ha fallecido recientemente en nuestra ciudad; la sucesión ha sido igualmente puesta bajo sellos, precaución juzgada necesaria hacia sus herederos ab intestat, ya que hasta el presente no se ha encontrado testamento, etc.”. En fé de lo cual, el burgomaestre invitaba a todos los acreedores, o que se decían tales, a presentar un estado de su deuda, con término fijado para el 14 de Octubre de 1784 (19). Fue justamente en el mismo mes que el príncipe de Hesse, volviendo a Schleswig, supo, no sin congoja de su corazón, del fallecimiento de aquél a quien consideraba más que un amigo. (16) - Carta del Príncipe de Hesse a Willermoz, Hanau, 28 de mayo de 1784. Cf. G. B. V.olz, obra citada, p. 160. Según la Sra. de Genlid, obra citada, t. 1, p. 29: “El conde de Saint-Germain mostró al morir horribles terrores, e incluso su razón se vió alterada. Ella se ofuscó del todo dos meses antes de su muerte: todo anunciaba en él la horrorosa turbación de una conciencia agitada”. Sobre el mismo tema, el barón de Gleichen, obra citada, p. 134, escribe: En el ultimo año de su vida, el conde sólo se hacía servir por mujeres, que le cuidaban y acariciaban como a un Salomón, y tras haber perdido insensiblemente sus fuerzas, se extinguió entre sus brazos". El caballero de Gemmingen, en sus Aclaraciones, dirá que el conde de Saint-Germain murió en 1780 (!), a consecuencia de palpitaciones de corazón que le paralizaron la lengua”. Cf. G. B. VoLZ, obra citada, p. 360. (17) - El coste de las exequias se elevó a la suma de 12 Reichsthaler y 12 marcos. (18) - La concesión era para treinta años. Se dice que el príncipe de Hesse hizo exhumar el cuerpo, y lo hizo enterrar de nuevo en el cementerio Frideriksberg, en Schleswig. (19) - Cf. G. B. Volz, obra citada, pp. 364-365.
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Se hizo asimismo garante de las sumas debidas por el conde de Saint-Germain. Una sola cosa le interesaba: el volante que debía haber dejado el conde, pero no se encontró traza alguna del mismo. Según él, "este volante puede haber sido confiado a manos infieles’’ (20). Se ha pretendido que el príncipe de Hesse “había heredado todos los papeles del conde de Saint-Germain, y recibido las cartas enviadas a éste tras su defunción’’ (21), sin embargo nada lo prueba: el príncipe no hace mención en sus Memorias más que de la posesión de recetas medicamentosas, recetas que le procuraron el desagrado de los médicos de Schleswig, tanto que tras la muerte del Dr. Lossau el príncipe de Hesse "disgustado de las afirmaciones que escuchaba por todas partes, retiró las recetas y reemplazó a su médico” (22). Así acabó la vida del conde de Saint-Germain, honrado por unos, admirado por otros, y cuya fama ha llevado a los cuatro rincones del mundo el misterioso nombre bajo el que es conocido. Retomando a nuestro favor los calificativos que le concedió Casanova, diremos como él: El conde de Saint-Germain fue grande, prodigioso y singular. Grande por sus talentos, prodigioso por su saber, y singular por su vida vagabunda. Vino, vivió, pasó, y su nombre, como el de todos los personajes enigmáticos, se aureoló de leyenda (23).
(20) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 135. (21) - Barón de Gleichen, obra citada, p. 134. Hemos sabido que la reina Luisa de Dinamarca había heredado todos los papeles de su abuelo, el príncipe de Hesse, fallecido en 1836, y entre ellos todos los relacionados con el conde de Saint-Germain. Todos estos documentos habrían sido legados a continuación por la reina a su cuñado, el príncipe Hans, hermano del rey Christian IX, quien a su vez los habría regalado a la gran Logia de Copenhague. Entre estos papeles se encontraba, a lo que parece, el volante que el conde rehusó hacer ver al príncipe de Hesse. Por otra parte, se nos ha asegurado que el príncipe Han, antes de morir, habría destruido todos los documentos que poseía (Correspondencia personal). (22) - P RINCIPE DE H ESSE , obra citada, p. 134. (23) - “Para nosotros queda como un hombre instruido, socarrón, sobrio, cortés, megalómano al comienzo de su vida pública, filósofo al final”. A. Marquiset, Feuilles d‘Histoire, N° 1, julio de 1913, p. 19.
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TERCERA PARTE
ÉRASE UNA VEZ…
Los Magos reales, si desdeñan vivir, se dispensan también de morir.
VILLEIRS DE L’ISLE-ADAM
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CAPITULO PRIMERO Saint Germain el inmortal
Nos hemos esforzado en las páginas que preceden por seguir al conde de SaintGermain en todas las vicisitudes de su existencia, desde 1743, época en la que le encontramos mencionado por primera vez, hasta el 27 de febrero de 1784, fecha de su muerte “oficial”. Con cualquier otro personaje nuestra tarea estaría casi terminada, y sólo nos quedaría someter al lector nuestras conjeturas sobre el nacimiento y la juventud de nuestro personaje, pero algo muy distinto sucede con el conde de Saint-Germain. Apenas se cierra la tumba de Eckernfoerde, que va a formarse una leyenda, la cual, no dejando de desarrollarse hasta nuestros días, acabará por alcanzar los límites más extremos de lo fantástico, hasta el punto de que existen hoy en día por el mundo gentes, más numerosas de lo que generalmente se piensa, que esperan cada día que el conde de Saint-Germain se les aparezca para conferirles alguna misteriosa iniciación, y poderes más misteriosos todavía. Renunciando más o menos a todo espíritu crítico, vamos a recoger, en orden cronológico, los elementos de la “leyenda” del conde de Saint-Germain, desde su origen hasta sus últimos desarrollos (1). (1) - Señalemos que la obra de E. BULWER-LYTTON, Zanoni, ofrece curiosas analogías con la “leyenda” del conde de Saint-Germain.
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Circunstancia singular, los enemigos y los admiradores del conde de Saint-Germain han contribuido por igual a la formación de la “leyenda”, pero parece que han sido sus enemigos quienes la comenzaron. Es así que el 6 de abril de 1784 la Gaceta de Brunswick (Neuen Braunschweigischen nachrichten), en su N° 56, publicó el artículo siguiente bajo la firma del Dr. J. A. Remer, profesor de historia en el colegio Karolin de Brunswick: “El gran químico Pierre-Joseph Macquer murió en París el mes pasado [¡el 15 de febrero!], así como el famoso viajero charlatán conde de Saint-Germain”. Esta calumnia no tardó en ser descubierta. En efecto, algunos días más tarde, el 12 de abril, en el N° 59 de la misma gaceta, se podía leer lo que sigue: “El conde de Saint-Germain, cuya muerte ha sido mencionada en estas hojas, no merece los adjetivos empleados. Tenía particularidades que se encuentran en todos los genios. Personas que lo han conocido de cerca y de cuyo juicio no se puede sospechar, certifican que era un hombre de gran profundidad en materia de conocimientos de la naturaleza, y que empleó lo que sabía hasta el fin de su vida para el bien de la humanidad. Grandes príncipes, llenos de discernimiento, le otorgaron su benevolencia y protección. Cuando se vio afectado de parálisis, permaneció plenamente consciente, y soportó la decisión del gran Ser causal del Todo con una sumisión particularmente iluminadora y ejemplar” (2). Ninguna respuesta se opuso a estas aclaraciones anónimas y mesuradas. Sin embargo, “una especie de periódico (dicho sea sin afán de injuria) ladrón y recopilador”, dirá más tarde Saint-Beuve, titulado El Espíritu de los Diarios y que aparecía en París, insertó la siguiente nota en su N° del 6 de junio de 1784: “Se nos informa de Schleswig que el famoso conde de Saint-Germain, que se había retirado a Hamburgo hace algunos años, y que desde hace cuatro había abandonado esta ciudad para marchar junto al príncipe de Hesse, acaba de morir allí". Esta nota era seguida del siguiente comentario: (2) - J. Mauvillon, Geschichte Ferdinand's Herzogs von Braunschweig-Lüneburg. Leipzig, 1794, t. II, p. 481.
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“Una erudición y una memoria prodigiosa le secundaban perfectamente, dice un papel público [?], buscando siempre dejar a todo el mundo en la ignorancia absoluta sobre su origen, su edad y su lugar de nacimiento. Pretendía haber conocido mucho a Jesucristo, y haberse encontrado a su lado en las bodas de Caná, cuando cambió el agua en vino. Según esto, había vivido más de 2000 años; y es sorprendente que no haya juzgado a propósito vivir todavía algunos milenios, pues en esto sólo el primer millar cuenta" (3). Era un excelente comienzo para un “legendario" concerniente al conde de SaintGermain. En enero de 1785, la Revista de Berlín (Berlinische Monatsschrift) denunció al público la estampa que representa a nuestro personaje (4). Este retrato, grabado al buril por N. Thomas en 1783 (V. parte segunda, Cap. III), está sacado del gabinete de la difunta marquesa d’Urfé (5), y dedicado al conde de Milly, de la Academia de Ciencias (6). El autor de este escrito, el Dr. Biester, se expresaba así: “El conde de Saint-Germain, este aventurero muerto hace dos años en Holstein [error, el fallecimiento es el 27 de febrero de 1784 en Eckemfoerde, en Schlewig], era una digna réplica del difunto conde Cagliostro [nuevo error, Cagliostro no murió hasta el 26 de agosto de 1795]; también él encontró admiradores y discípulos en cantidad, ¡y hasta qué punto fue admirado! Precisamente ahora recibo un grabado, en el que se ve un rostro de corte insignificante [?], vestido espléndidamente con armiño, y bajo el cual se encuentran curiosos versos que merecen la atención, para dar a conocer mejor la forma de pensar de tales hombres, que no tienen vergüenza para repartir de tiempo en tiempo semejantes cosas. (3) - L'Esprit des Journaux français et étrangers, año 13°, t. VI, p. 386. (4) - El anunció apareció a continuación, el 22 de enero de 1785, en Le Mercure politique, periódico de Ginebra, n9 4. P. 154, según un despacho de Francfort, del 9 de enero de 1785, en el que el conde de Saint- Germain es calificado de “famoso taumaturgo". Cf. Abad FIARD, Lettres philosophiques sur la magie. Paris, 1803, p. 75. (5) - La marquesa d’Urfé murió en 1775 (v. segunda Parte, cap. 10). Su gabinete fue comprado en parte por el duque de la Valliére en 1777. A la muerte de éste último en 1782, se vendió toda la biblioteca y los cuadros; es así que el retrato fue conocido, y grabado por N. Thomas.
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“Yo sabía perfectamente bien que muchos grandes y gentes del pueblo se dejaban embaucar por este hombre, que no poseía, ni abiertamente ni en secreto, ni verdadero arte ni verdadera ciencia, aunque tuviese el secreto de hacer creer que era un hombre milagroso. Este hombre que sabía un montón de cosas pero nada a fondo, a quien nadie sensato respetaba en Dresde y en Berlín [¿?], este hombre era lo bastante audaz para hacer sospechar que lo sabía todo, lo podía todo. Por desgracia, incluso entre los príncipes alemanes se encontraba gente que le creía. Era supuestamente un virtuoso musical, y habría tocado el violín con tal brío que se creían oír tres violines, aunque tocaba mediocremente. No sólo tenía que estar en condiciones de mejorar el cuero y la lana, sino que además tenía que saber cómo suprimir las manchas de los diamantes defectuosos, y llegar a fundir varios diamantes en uno solo. Tenía asimismo la reputación de saber hacer oro. Había encontrado, en fin, el secreto de rejuvenecer, incluso de no morir (7). Compró inmuebles y terrenos, y uno se pregunta de dónde provenía todo este dinero, etc. Conozco muy bien todo eso. Sé igualmente que también buscaba crédito repitiendo, de modo inadvertido o abiertamente, que era extremadamente viejo. Ora había simplemente intercambiado cartas con el emperador Leopoldo, ora con los hermanos de la Rosa-Cruz de Oro, ora había vivido desde la infancia amigablemente con Federico Gualdo (8), ora incluso con N. S. Jesucristo, al que habría dado toda suerte de consejos relativos a su actitud. Conozco a quienes todavía hoy en día, cuando está muerto, creen que aún vive y reaparecerá bien vivo. Como está bien muerto y enterrado, igual que un hombre ordinario incapaz de hacer milagros al que nunca un príncipe saludó ni saludará, jamás hubiese podido suponer que se le llegase a honrar hasta este punto: (6) - Nicolas-Christiem de Thy, conde de Milly, era en 1783 venerable de la Logia “Las Nueve Hermanas". El grabador N. Thomas le dedicó su obra como testimonio de su estima. El conde de Milly murió víctima de sus laboriosas investigaciones sobre los remedios secretos. Cf. L. AMIABLE, La R. L. Les Neuf Soeurs. París, Alean, 1897, pp. 153-157. (7) - Se pretende que el conde de Saint-Germain había propuesto un remedio universal para la curación de todas las enfermedades. Cf. Dr. Paulet, L'Antimagnetisme. Londres, 1784, p. 97. (8) - Se afirma que el “signor Gualdi” no sería otro que un alemán de nombre Federico Walter, que vivió en Venecia hacia el 1680. Cf. G. B. Volz, obra citada, p. 345.
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EL CONDE DE SAINT-GERMAIN CELEBRE ALQUIMISTA Igual que Prometeo, hurtó el fuego Por el que el Mundo existe, Y por el que todo respira; La Naturaleza a su voz obedece y se calla; Si no es dios él mismo, U dios poderoso le inspira.
“¡Quién hubiera dicho que en nuestro días el nombre de alquimista pudiera ser un título de honor tomado en serio! De hecho, merece bien ser llamado alquimista aquél a quien la naturaleza escucha la voz y obedece. ¡La naturaleza! ¿Sabemos lo que decimos al servimos de estas palabras? Y en cuanto a la última frase; “Si no es dios él mismo, un dios poderoso le inspira. “La expresión condicional del primer miembro de la frase prueba que se acepta como verdadero o al menos como verosímil este pensamiento. Ciertamente que no soy ni intolerante ni herético, no quiero emplear palabras severas, ni hacer pesadas acusaciones allí donde la mofa puede sustituirlas; pero temería ser indigno del nombre de adorador de Dios si no declarase seriamente que se trata de la más vergonzosa blasfemia que haya dado a luz el espíritu del error. Incluso si se admitiese que este hombre fue tan sabio, de espíritu tan penetrante, que fue loco o ignorante; tan noble, tan grande y modesto que fue infantil, orgulloso y jactancioso; tan noble de pensamiento que fue egoísta; tan abierto y veraz que fue trapacero y engañador, etc. No es menos cierto que todo hombre debería rehusarse a alabanzas y términos tales que siento vergüenza simplemente de repetir a su respecto. Un ateísmo comprobado, como el que comienza a salir a la luz de nuevo, aunque grave, es menos dañino que semejante adoración de un hombre. ¡Es ciertamente triste tener que vivir entre ciudadanos que nunca han alcanzado los pensamientos más elevados, que ignoran al Padre universal, creador de la naturaleza y de los hombres, sobre cuya moralidad no sabría qué contar salvo por su sentimentalismo y su miedo al castigo!.
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Mas, mil veces sea bienvenida vuestra sociedad contra semejantes personas que creen posible, imaginable, que un hombre débil como vos y como yo pueda dominar la naturaleza, que un ser limitado tenga poder sobre todo aquello que vive y por lo que el mundo existe. Me aterra representarme las consecuencias a que tales creencias pueden conducir. “¿Y quién se sirve de tales expresiones? No salvajes, cuyo espíritu rudimentario se ha hecho una imagen trivial de Dios, admitiendo que un hombre de barro pueda igualmente alcanzar semejante estatura, sino europeos cultivados que saben, sin embargo, que el espíritu más sagaz se esfuerza en vano por imaginarse siquiera la sombra de una cualidad divina. Más aún, son piadosos cristianos quienes emplean tales términos respecto a un hombre” (9). Por su parte, el editor y escritor berlinés Federico Nicolai, escribe: Saint-Germain fue considerado como un dios, y atrajo la atención de los príncipes así como de otras personas que no carecían de inteligencia” (10). Entre otros escritos satíricos consagrados al conde de Saint-Germain, numerosos se deben a la pluma de un panfletario sobre el que consideramos útil dar algunas enseñanzas. Jean-Pierre-Louis de Luchet, hijo de Fr.-Louis de Luche!, escudero, teniente de infantería en el regimiento de Perche, y de María-Ana Revillaud, nació en Saintes el 13 de enero de 1739. Tras haber hecho sus estudios en su ciudad natal, entró, como dos de sus hermanos, en las órdenes, y se hizo jesuita. A la supresión de la orden en 1763, entró en el mundo y abrazó la carrera de las armas. Siendo oficial de caballería, fue conocido bajo el nombre de “marqués de la Rochedu-Maine”. Tras haber entregado su dimisión en 1765, se casó con la Srta. Delon, hija de un negociante de Ginebra poco afortunado, y tomó el título de "Marqués de Luchet”. En 1766, publicó una Historia de Orleans, que debía tener dos tomos. Sin embargo, habiendo hecho gran ruido el primer tomo con su aparición, en razón de los ataques que se dirigían contra la providencial misión de Juana de Arco, la continuación no apareció nunca. (9) - Cf. G. B. VOLZ, obra citada, p. 345. (10) - Description d'un voyage à ¡ravers /'Allemagne et ia Suisse en 1781. Berlin et Stettin, 1786, voi. VII, addenda, p. 109.
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De Luchet se ocupó a continuación del lavado de las pepitas de oro. Dió a París el plan de una empresa para sacar de un río del Langedoc una pretendida veta de oro, obteniendo el dinero de muchas personas, entre otras la duquesa de Villeroi, que le había confiado 80.000 libras (11). Por su parte, la “marquesa” de Luchet tuvo una aventura desgraciada. Como ama de casa, no supo mantener a sus amigos en el límite donde el agrado deja de ser inofensivo y se convierte en una injuria (12). Se quejó la ofendida, y la marquesa de Crusol fue reprendida por la policía, ante la que había sido llamada, mancha de la que no se recuperó y que la expulsó de París (13). Los de Luchet partieron a continuación para Chambéry. En esta ciudad, el antiguo oficial intentó una explotación de minas que no resultó, no más que la fundación de una revista que no tuvo éxito alguno. Es entonces que, arruinado, fue con su mujer a vivir a casa de Voltaire, en Femey. La Sra. de Luchet trató de pagar su hospitalidad “por medio de pequeños cuidados que eran reconocidos, aunque fatigasen un poco” (14). En 1777, el landgrave de Hesse-Cassel, Federico II, a quien de Luchet había sido recomendado por el patriarca de Femey, le hizo venir a Cassel como chambelán, bibliotecario y director de espectáculos. Permaneció allí hasta 1785. El 14 de agosto de 1781 pronunció un discurso en la Logia Federico de la Amistad” con ocasión del aniversario de su protector. A la muerte de Federico II pasó al servicio del príncipe Enrique de Prusia, y no volvió a París hasta finales de 1786; murió el 6 de abril de 1792. Al “marqués” de Luchet se le ocurrió, en un primer escrito publicado anónimamente, poner en presencia al conde de Saint-Germain y Cagliostro, cuyo nombre acababa de ponerse de moda por el asunto de un collar. (11) - Da Corberon, Journal intime, publicado por L. H. Labande. París, Pión, 1901, t. II, pp. 151. (12) - Era costumbre en casa de la Sra. Deluchet comprarle una buena historia a quien la hacia... ‘¿Cuánto queréis por ella’... ‘Tanto’". Chamfort. Oeuvres. París, 1857, p. 89. (13) - CF. G. DESNOIRESTERRES, OBRA CITADA, P. 218. (14) - Cf. G. DESNOIRESTERRES, OBRA CITADA, p. 218, EN NOTA.
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Es verdad”, dirá, “que nuestras memorias no hacen mención alguna de ello, y que esta aventura no se encuentra más que en la novela, pero necesariamente debe tener por base algunos hechos reales” (15). Ahora bien, que nosotros sepamos, en ningún escrito a favor o en contra de Cagliostro se hace mención de una estancia de éste en Holstein, sea antes o después del primer viaje a Londres o del segundo. Y esto es tan cierto que otro autor, también anónimo, escribirá: “Era un golpe de efecto imaginar este encuentro; ello basta para sospechar de su realidad ’ (16). Según Luchet, Cagliostro y su mujer vienen de Italia, camino de Rusia, pasando por Viena y Holstein, para llegar a San Petersburgo (17). Lo que es inexacto, pues según el Dr. Marc Haven el viaje de Cagliostro a Rusia se hizo por Amsterdam, Bruselas, Francfort, Leipzig, Berlín, Koenigs- berg y Mittau (18). ¡Cagliostro pidió una audiencia secreta al conde de Saint-Germain, el dios de los creyentes! (19). La reunión fue fijada para las dos de la mañana. Cagliostro, acompañado de su mujer, revestido de una túnica blanca “cortada por un cinto dorado”, se presenta en el castillo “habitado por el conde de Saint-Germain desde hacía varios siglos, donde hacía en paz la fortuna de tres personas, que le abrevaban con vinos de Champaña y Hungría, en reconocimiento de la riqueza que había llevado a sus tierras” (20). (15) - Memorias auténticas para servir a la historia del conde de Cagliostro. Berlín, 1785. “Esta visita de Cagliostro a Saint-Germain no es más que una leyenda y una calumnia". Cf. Louis Beraldi, obra citada, p. 58. (16) - R**\ El Charlatán desenmascarado. Francfort-über-Mayn, 1786, p. 83. (17) - ÜE1 abad Lecanu, obra citada, p. 393, dice que Cagliostro partió de Mittau para Rusia pasando primero por HolsteinU, y LE Cou- teulx de Canteleu, obra citada, p. 171, escribe: “El conde de Saint- Germain se retiró a Hamburgo, donde mantuvo numerosas entrevistas con Cagliostro en los comienzos de éste”. (18) - Lo que ha podido dar lugar al cuento de la iniciación de Cagliostro por el conde de Saint-Germain en Alemania, es el encuentro de Cagliostro con Scieffort en Leipzig, y su recepción en Francfort-tlber- Mein, en una reunión de hermanos de la Estricta-Observancia. Cf. Dr. Marc Haven, Cagliostro, París, Dorbon, s. pp. 30-31. (19) - Cagliostro ha sucedido al famoso conde de Saint-Germain1, éste había sucedido a Greatrakes, en Leveret; en fin, a Simón Morin que, en 1662, se anunciaba como hijo de Dios". Cf. J. F. Manuel, Carta de un guardia det rey, Londres, 1786, p. 24. Se sabe que Greatrakes fue un taumaturgo irlandés (1628-1700), que el visionario Simón Morin fue quemado el 14 de marzo de 1663, pero ignoramos quién es Leveret.
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Son introducidos a un salón mal iluminado; “De pronto dos grandes puertas se abrieron, y un templo resplandeciente de mil bujías golpeó sus miradas. Sobre el altar se sentaba el conde; a sus pies dos ministros sostenían cazoletas de oro, de las que se elevaban perfumes dulces y moderados. El dios sostenía sobre su pecho una placa de diamantes de un fulgor apenas soportable. Una gran figura blanca diáfana sostenía en sus manos un vaso sobre el que estaba escrito: “elixir de inmortalidad (21), un poco más lejos, se apercibía un espejo inmenso, ante el que se alzaba una figura majestuosa, ypor encima del espejo estaba escrito depósito de almas errantes” (22). “El silencio reinaba en el recinto; una voz que no era una (23), hizo oir estas palabras: ‘¿Qquién sóis vos? ¿De dónde venís? ¿Qué queréis?’ - A estas preguntas, Cagliostro y su mujer se postraron, después el primero, alzándose de nuevo, exclamó; ‘Vengo a invocar al dios de los creyentes, el hijo de la naturaleza, el padre de la verdad. Vengo a pedir uno de los catorce mil setecientos secretos que porta en su seno. Vengo a hacerme su esclavo, su apóstol, su mártir’. El dios no respondió nada. Pero tras un silencio bastante largo, una voz se hizo oír, y dijo: ‘¿Qué se propone la compañera de tus viajes?’ Ella respondió: ‘obedecer y servir’” (24). Se separó entonces Cagliostro de su mujer. ¡Terminadas las primeras pruebas, fueron conducidos al templo, donde se les declaró que se les iba a admitir en los diversos misterios!. (20) - Mémoires authent., pp. 8-9. (21) - El supuesto criado del conde de Saint-Germain había huido secretamente, tras hurtarle la receta de su polvo maravilloso; fueron a decirle al conde que este hombre se había establecido no sé dónde, y que lo administraba como remedio. Como se le quejaron del malestar que experimentaría al ver el abuso que se hacía de su secreto, ‘nada de eso, respondió él, ‘voy a hacer que no tenga ninguna virtud entre las manos de ese bellaco. Cf. Conde Moszinsky. Cagliostro desenmascarado en Varsovia, S. I., 1786, nota. pp. 56-57. (22) - Mémoires authent., pp. 9-10. (23) - Esta idea de la ventriloquia ha sido retomada por el físico Ro- bertson en sus Mémoires récréatifs, París, 1830, t. II, p. 403. “Hacía largo tiempo que no se había oido hablar de un ventrílocuo en París; apenas se acordaban del conde de Saint-Germain, cuyo talento ha celebrado el abad de la Chapelle en la Engastrimythe (Londres, 1772)”. Esto es un error; el hombre de que se trata en esta obra es un mercader de especias de Saint-Germain-en-Laye, llamado Saint-Gilles.
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Un hombre pronunció el siguiente discurso, que cada adepto está obligado a retener sin poder copiarlo: "Sabed que el gran secreto de nuestro arte es el de gobernar a los hombres, y que el único medio es no decirles nunca la verdad. No os conduzcáis según las reglas del buen sentido; desafiad la razón, y producid con coraje los más increíbles absurdos. Cuando sintáis debilitarse estos grandes principios, retiráos, recogéos, y recorred la tierra; veréis que las más absurdas extravagancias obtienen un culto... La tumba de Saint Médard ha reemplazado a la sombra de San Pedro (25), la cuba de Mesmer, la piscina del filósofo Nazaréen; recordad que el primer resorte de la naturaleza, de la política y de la sociedad es la reproducción, que la quimera de los mortales es ser inmortales; conocer el porvenir aunque ignoren el presente, ser espirituales cuando ellos y todo lo que les rodea es materia” (26). Cagliostro y su mujer sufrieron a continuación las segundas pruebas: para ella, las ceremonias esenciales del culto Otahitiano, y para él las del infame Antínoo, “orgía que contradice el falso hermano, inventor de estas bufonadas de mal gusto” (27). Un festín terminó estas groseras ceremonias, en el curso del cual se les enseña que “hay que huir, detestar, calumniar a las gentes de razón; adular, mimar, cegar a los estúpidos; propagar con misterio que Saint-Germain tiene 500 años y hace oro, sobre todo con los cándidos” (28). (24) - Mémoires authent., pp. 11-12. He aquí cómo ha sido interpretada en nuestros días esta escena por M. PETER W ILDINO en Les grands aventuriers du XVlII'siécle. París, Corróa, 1938, p. 265. “Saint-Germain recibió a Cagliostro en una vasta sala denominada el Retiro de las almas errantes. Iba vestido como una madona del Renacimiento, y estaba cubierto de jeroglíficos. Sentado en un altar, con incensarios ante sí y acólitos a sus lados, pronunció un discurso de bienvenida, terminado por una larga perorata en alabanza de la hipocresía”. ¡El autor hace descender al conde de Saint-Germain de una princesa árabe y de un djinn! (25) - A propósito de las curaciones operadas sobre la tumba del diácono Paris. (26) - Mémoires authent., pp. 16-17. (27) - - R***, obra citada, p. 34. (28) - Mémoires authent.. p. 24.
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Como consecuencia de la publicación de esta supuesta "entrevista”, corrió el rumor de que Cagliostro había sido criado y discípulo del conde de Saint-Germain (29). Y sin embargo, ¡qué diferencia entre estos dos personajes!, dirá Max. de Lamberg: “Cagliostro es impenetrable y tan singular como el conde de Saint-Germain, del que se dice que es discípulo, aunque se halle muy lejos de su maestro en talento y genio. Este debe su celebridad a su saber; aquél lo debe al oportunismo y a las intrigas” (30). De Luchet no se contentó con inducir a su público al error, contando una falsa entrevista, sino que quiso también hacer creer que sabía mucho más sobre los hechos y gestas del conde de Saint-Germain, y escribe: “Es un loco serio, poco raciocinio, algunos conocimientos de química, no teniendo ni la impudicia que conviene a un charlatán, ni la elocuencia necesaria a un fanático, ni la seducción que poseen los semi-sabios” (31); después, para dar cuerpo a estas informaciones, añade la anécdota siguiente: “Estando en Chambéry, [el conde] ofreció su química al marqués de Bellegarde (32). Se pusieron a soplar, y el crisol dió una materia con el color y el peso, pero no la ductilidad del oro. Las operaciones se hacían en una tierra donde en el espacio de siete meses el conde había sido padre por tres veces. La platería resultó incompleta; había pedido prestado por todas partes; se le aconsejó partir” (33). En realidad, esta anécdota refleja más bien una mala aventura que le sucedió a de Luchet mismo. Encontrándose en Chambéry en 1775, trató de enriquecerse en las minas buscando oro. Habiendo fracasado, tuvo que huir a Lausana para evitar la persecución de sus acreedores (34).
(29) - Grimm, Gazette littéraire. París, Didier, 1854, p. 302. (30) - Conde de Lambero, Cartas críticas, morales y políticas. Amsterdam, 1786, t. I, p. 3. (31) - Mémoires authent., p. 86. (32) - El marqués de las Marcas de Bellegarde era gran Maestre de la Logia saboyana de los "Tres Morteros”, y el gran Maestre de todas las Logias del reino de Cerdeña. Cf. A. JOLY, obra citada, p. 72. (33) - Mémoires authent., pp. 86-87. (34) - VOLTAIRE, Oeuvres [Beuchot], t. 69, pp. 273-274, carta del 1 de mayo de 1775.
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Otra anécdota contada por de Luchet no tiene relación con el conde de SaintGermain, excepto por una mistificación de sus contemporáneos: “[El conde] se había unido a un estafador célebre, en otro tiempo espía del mariscal de Belle-Isle, y retirado después a Bercy, donde portaba la cruz de San Luis sobre los harapos y el mortero sobre el lomo. Se pusieron a hacer aceite de vitriolo. Este era el pretexto para hacer oro. La discordia se inmiscuyó. El conde fue vencido, y abandonó una ciudad [París] que abre su seno a todos los impostores de la tierra” (35). El hombre de que se trata aquí es el famoso bufón Gauve, llamado milord Gor, de quien hablamos con anterioridad (36). De Luchet reincidió en un último escrito, publicado otra vez de forma anónima (37), poniendo en escena al conde de Saint-Germain y a su amigo y protector, el landgrave Carlos de Hesse, y describiendo como sigue su encuentro y lo que fueron sus relaciones: “Este Saint-Germain, tras haber escandalizado treinta ciudades y engañado a doscientos aprendices de químico, encuentra a un Grande, nacido liberal y sensible, y decide terminar por él el curso de sus juglerías. He aquí el discurso que le hizo: ‘Desde hace casi ochenta años [tenía entonces setenta y siete] busco a un hombre, un hombre del que pueda hacer un vaso de elección, y llenarlo con el celeste rocío que he recogido en la tierra prometida. No debe saber nada, y estar dispuesto a todo. (35) - Mémoires authent., p. 87. (36) - “Este hombre burlón ha sido empleado en la guerra de los Siete Años por la corte, como espía en el ejército inglés”. Cf. Barón de Gleichen, obra citada, p. 125. (v. parte segunda, cap. II). (37) - Essai sur la secte des Illuminés. s. 1., 1789. La obra está muy mal documentada, aunque de Luchet haya sido Francmasón; lo que no impide a St. de Guaita escribir en Le Temple de Satan, París, Cha- muel, 1891, pp. 297-299, hablando de este autor: “es un vidente... de una intuición sobreaguda... que desvela el misterio de las iniciaciones”. A este respecto, el abad Barruel había visto más claro cuando dice: “esta obra no fue compuesta más que para despistar al público, pareciendo traicionar los secretos de la secta, sin decir una sola palabra que la dé a conocer, distrayendo la atención de los lectores hacia asuntos completamente diferentes". Obra citada, t. V, p. 30, e incluso para un masón de los grados superiores como A. Boileau: “El Sr. de Luchet ha abierto la puerta a todas las necedades que se han proclamado sobre los terribles iniciados, y de rebote sobre los masones, a quienes se ha querido confundir con aquellos". Mémoire sur la Maçonnerie en Annales maçonniques. Parts, Caillot, 1807, t. III, p. 138.
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Otros conocimientos ocuparían en su memoria el lugar de los que debo introducir en ella; y la luz y las tinieblas, lo puro y lo impuro, Dios y el hombre, no pueden marchar juntos. Os conozco poco por mí mismo, y mucho por aquellos que no conocéis, pero que conoceréis un día. El Cielo pone en vuestra alma pura los gérmenes de todas las cualidades; dejadme que los desarrolle; devenid el recipiente celeste en el que se vertirán las verdades sobrenaturales. Estáis invitado, o al menos lo estaréis, a gobernar reinos; prestad vuestros cuidados y vuestro genio a los humanos, pero entregad vuestro tiempo y vuestro estudio al Maestro supremo. A la edad de veintisiete años, encontraréis, en pocos meses, que tenéis noventa. Yo habré excitado, trabajado, realizado por vos; convertido en un prodigio para el resto de los humanos, no haréis nada a los ojos de Dios si os contentáis con ser la luz de un planeta. “El Grande, asombrado de ser un genio, encantado de devenir un prodigio, fuera de sf, pensando que iba a regentar Europa, bajó los ojos, se postró, y sólo se elevó para ir a preparar un castillo digno de un taumaturgo. Cuando estuvo bien establecido, las preparaciones comenzaron, y el gran día fue fijado. ¿Cuáles fueron los secretos que se vieron eclosionar? El arte de dar al cobre mayor brillo y ductilidad, la manera de depurar las piedras finas, dos maravillas que tres químicos alemanes han enseñado en sus sabias lecciones. ¿Qué más se vió? Un purgativo que toda farmacopea compone y vende al pueblo: una multitud de licores, por cuyo secreto más de un destilador había pagado ya en Francia y en Italia. Por lo demás, las estrellas siguieron rodando como de costumbre, Europa no experimentó ninguna revolución, ni siquiera una pequeñísima parte que se obstinó en rehusar la medicina política que se le preparaba. Se vivió de promesas durante muchos años, y nada se efectuó; incluso se sorprendió al Dios en sus humanísimas funciones. Nunca los ojos se desencajaron, y aun enterrando al profeta, se creyó en su ascensión milagrosa” (38). Por otra parte, dejando explotar todo su odio, de Luchet escribe: "… ¿Por qué dar una especie de existencia a hombres que habrían más bien merecido la animadversión de las leyes que la confianza?. (38) - Essai sur la secte, pp. 144-145,
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Aventureros sin nacimiento, sin educación, sin espíritu natural, sin talentos adquiridos;salidos de la hez, errantes bajo nombres supuestos, teniendo por protectores a los imbéciles, por adeptos a los fanáticos, por sostén a los cándidos” (39). Un autor que ya hemos citado pero cuyo anonimato aún no ha sido perforado, emite la hipótesis siguiente: “… en cuanto a mí, he llegado a la conclusión de que [el conde de Saint-Germain] no está muerto en absoluto. Sus enemigos habrían hecho correr este rumor por pura malicia, y seguramente este Patriarca vaga errante todavía entre las sombras. Quiero decir, entre, nosotros... No querría siquiera apostar diez contra cien a que este venerable no está encerrado en el momento en que hablo” (40). Advirtamos que es la segunda vez que se evoca esta idea de la supervivencia. La calificación de “célebre alquimista” dada al conde de Saint-Germain debía tener también su eco. En una colección poética publicada por el librero-escritor Mercier, de Compiégne (41), puede leerse un soneto sobre “la Creación”, de carácter netamente hermético, y cuyo original, se dice, es de la mano misma del conde. Este “soneto filosófico” está concebido así: “Curioso escrutador de la naturaleza entera, He conocido del gran todo el principio y el fin, He visto el oro en potencia en el fondo de su minera, He captado su materia y sorprendido su fermento. “...Expliqué por medio de qué arte el alma En los flancos de una madre, Hace su morada, la transporta, y cómo una pepita Puesta junto a un grano de trigo, bajo el húmedo brote, La una planta y la otra cepa, son el pan y el vino. (39) - Essai sur la secte, pp. 141-142. (40) - R*”, obra citada, pp. 16-17. (41) - Poèmes philosophiques sur l'Homme. L’Homme, poème en trois chants, suivi de l’amertume des plaisirs, de la nature de l’homme, d’un sonnet sur la Création par le fameaux comte de Saint-Germain, et d’un coup d’oeil philosophique sur la nature et l'amour. Nueva edición. París, Mercier, 1795, pp. 93-94.
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“Nada era, dios lo quiso, la nada devino algo, Dudé, busqué en qué se apoya el universo, Nada guardaba el equilibrio y servía de sostén. “Finalmente, con el peso del elogio y de la culpa, Pesé al eterno, él llamó a mi alma, Morí, adoré, yo no sabía ya nada más” (42).
Por desgracia, Mercier olvida darnos a conocer cómo este soneto llegó a sus manos. La tesis adelantada por de Luchet, que veía en el conde de Saint-Germain a un emisario de los Iluminados, fue retomada por Cadet de Gassicourt, y éste nos informa que “cada capítulo [de los Iluminados] tiene un miembro viajero que visita los otros capítulos, y establece entre ellos una correspondencia. El famoso conde de Saint-Germain lo fue para París” (43); además “siendo uno de los tres célebres y acreditados jefes de los Iluminados modernos, es conocido por sus visiones y sus predicaciones en París” (44). Otro escritor, Artaud de Montor, amplió de nuevo esta tesis diciendo; “Algunos de los principales adeptos de los Iluminados se han dado a conocer en nuestros días. El conde de Saint-Germain, Cagliostro, Lavater, etc., han concitado la atención de todas las naciones europeas. 42.- Poèmes philos, sur Vhomme, pp. 93-94. En nota, se añaden es- tas variantes de los dos últimos versos: "Pesé a dios mismo, él llamó a mi alma. El cadáver cayó, yo adoré, todo bien”. O
“Pesé al eterno, él llamó a mi alma. El cadáver cayó, yo no sabía ya nada". O
“Me convertí en dios mismo, ya me lo presumía”. (43) - Cadet de Gassicourt, Le Tombeau de Jacques de Molai. París, Desenne, 1797, pp. 4556. (44) - Misma obra, p. 90. El caballero de Gassicourt desautorizó su libro, se hizo recibir como masón, y devino orador y después venerable de la Logia “La Abeja" de París, en 1805.
Los talentos de Cagliostro y de Saint-Germain consistían en apoderarse de los
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espíritus débiles, nutrirlos de necias esperanzas de riquezas y de grandeza, y huir de reino en reino cuando, tras haber agotado la liberalidad de los crédulos que les habían acogido, habían llegado a la época fijada por ellos para realizar las ridiculas esperanzas que les habían hecho concebir” (45). Pero todo esto no iguala en nada a la extraordinaria historia imaginaba por el abad Barruel (46). Este había sabido, por un extracto del Courrier de VEscaut del 9 de mayo de 1785, que una sociedad misteriosa se reunía en Ermenonville ‘ buscando la piedra filosofal, con costumbres imposibles, presidida por el caballero du Plain, considerado como un gentilhombre portugués, y al que sus discípulos llamaban Padre Eterno. Sería un nuevo conde de Saint-Germain” (47). La ocasión era excelente para una glosa sobre esta fábula calumniosa, y he aquí lo que nuestro abad escribió: “Se sabe que el castillo de Ermenonville, perteneciente al señor Gerardin, a diez leguas de París, era una famosa guarida del Iluminismo. Se sabe que ahí, junto a la tumba de Jean-Jacques [Rousseau], bajo pretexto de conducir a los hombres a la edad de la naturaleza, reinaba la más horrible disolución de costumbres. El famoso charlatán SaintGermain presidía sus misterios; era el Dios... Nada iguala la vileza de las costumbres que reinaban en esta horda de Ermenonville. Toda mujer admitida en los misterios devenía común a los hermanos.
(45) - Aartaud de Montor, Histoire de l'assassinat de Gustave 111. París, Forget, 1797, pp. 103-104. (46) - El abad Augustin de Barruel. (1741-1820) era un simple eclesiástico de la compañía de Jesús cuando sobrevino la supresión de la orden en 1763. Pasó a Inglaterra, y volvió a Francia en la época del concordato. Cuando aparecieron, en 1796, los dos primeros tomos de sus Mémoires sur le Jacobinisme, J. A. Starck y sus amigos de la Es- tricta-Observancia, en la rama clerical, reunieron todos los documentos, manuscritos e impresos que pudieron encontrar, y los expedieron por el correo oficial del rey de Inglaterra al abad Barruel, que vivía en Londres; es pues a esta fuente que el autor de las Memorias debe lo mejor de la parte final de su obra (t. m, IV y V). Cf. J. BLUM, J. A. Starck. París, Alean, 1921, pp. 162-163. (47) - André-Martin-Decaen, Le marquis René de Girardirt. París Perrin, 1912, p. 179.
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La que había escogido Saint-Germain era llamada virgen. Sólo ella tenía el privilegio de no ser entregada al azar o a la elección de estos verdaderos Adamitas, salvo cuando le placía a Saint-Germain nombrar otra virgen. Este vil charlatán, más diestro que Cagliostro, había realmente persuadido a sus adeptos de que estaba en posesión del elixir de la inmortalidad; que sin embargo había sufrido diversos cambios por la metempsicosis; que estuvo muerto hasta tres veces, pero que ya no moriría; que desde su último cambio, ya había vivido mil quinientos años” (48). Ahora bien, por una investigación del gobierno hecha en aquella época, resulta que toda esta historia no es más que un tejido de calumnias, del que hizo justicia el personaje público encargado de la investigación: “He visto, por las informaciones más escrupulosas, que no existía en la sociedad de Ermenonville más que una decente y honesta reunión de dos familias y algunos amigos, compuesta de personas respetables por su edad, su mérito y sus cualidades” (49). Además, el pequeño círculo de Ermenonville, presidido por el marqués de Gerardin, sólo tenía preocupaciones místico-científicas, interesándose en particular por la electricidad “considerada como la analogía del fluido vital, si no el elemento de los seres organizados, el alma misma” (50). Se afirma que entre los asistentes a estas reuniones se encontraban Quesnay de Saint-Germain, nieto del economista Quesnay y partidario de Mesmer (“todos los que le han conocido pueden asegurar que nunca ha dado ni ejemplos ni lecciones de libertinaje") (51), y el caballero de Boufflers, quien dirá que "estas asambleas no tenían otro objetivo que dar principios de virtudes, consistentes principalmente en la benevolencia y la sensibilidad, iluminadas por la llama de la razón” (52). Se encuentran también en las Memorias del abad Barruel otras enseñanzas igual de fantásticas sobre nuestro personaje: (48) - Abad Barruel, obra citada, t. V, pp. 36-37, y nota. (49) - ANDRÉ-MARTIN-DECAEN, OBRA CITADA, P. 235. (50) - Misma obra, p. 178. (51) - Abraham, Miroir de la Vérité. Paris, Collin, 1806, p. 17. (52) - Misma obra, idem.
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“Desde el año 1781 se había formado en París, en la calle de la Sourdiére, un club compuesto enteramente por esta especie de Iluminados... (53). El famoso conde de SaintGermain tenía también sus reuniones en esta misma Logia” (54). Cuando se recuerda que éste último se encontraba en aquella época en Eckemfoerde, ¿Qué valor tienen afirmaciones parecidas? Lo mismo decimos cuando se pretende que asistió al segundo congreso masónico de los Filaletas (55), en abril de 1758, aunque estuviera muerto desde hacía más de un año. Aún tenemos que explicar el rol masónico que se atribuye al conde de SaintGermain, recordando que se hace llamar “príncipe Rakoczi”. Ahora bien, a fines del siglo XVIII, un ministro de estado alemán, Carlos-Augusto Ragotzky, ha sido reconocido por su celo masónico (56). La similitud del patronímico es lo bastante asombrosa como para señalarla. En adelante la “Leyenda” se crea bajo todas sus formas y entra en la historia. Antes de mostrar cuáles fueron las prolongaciones de esta leyenda, del 1800 a nuestros días, pensamos que conviene exponer la singular historia del “maestro" del cartomántico Etteilla, el “último hechicero”, como le llama su biógrafo J. B. Millet-SaintPierre (57).
(53) - Abad Barruel, obra citada, t. II, p. 159. (54) - En el 37 de la calle de la Sourdière se mantenían las reuniones de la XII* clase de la Logia “Los Amigos Reunidos”, es decir, los Fila- letas, de la que Savalette de Langes era presidente. Cf. G. Bord, obra citada, pp. 342-355. (55) - El personaje que asistió a este congreso masónico es Robert- François Quesnay de Saint-Germain, diputado del Maine-et-Loire en la asamblea legislativa. Recibido el 5 de diciembre de 1775 en la Logia “El Candor', y más tarde en la del “Contrato social", pertenecía al régimen de los Filaletas. Adoptó a continuación la política de la Estricta-Obser- vancia. Cf. M. V. Davin, La Loge La Candeur. París, Dentu, s. f., p. 92. (56) - C. A. Ragotzky, muerto en 1828, fue venerable de la Logia “La Corona de oro" de Stendal, cerca de Marienbourg, dependiente de la gran Logia nacional de Berlín. Es el autor de Unterhallungen für den- kende Freimaurer [Conversaciones sobre el pensamiento masónico], Berlín, 1792, y de Der Freidenker in der maureri [El pensamiento libre en la masonería], Berlín. 1793. (57) - J. B. Millet-St. Pierre, Recherches sur le dernier sorcier et la dernière école de magie. Le Havre, 1859.
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Etteilla es el patronímico invertido de Français Alliette, original de París: “Nací”, dice, “el primero de marzo (entre la aurora y lo salida del Sol) del mil setecientos treinta y ocho” (58). Desde sus primeros estudios, Alliette mostró una gran aptitud para los juegos matemáticos y las combinaciones de cifras. A consecuencia de una crisis moral que él explica así: “Apenas salido de la edad de oro, hice votos indiscretos. La verdad me abandonó en la falsa virtud, entonces, colmando mis locuras, abandoné las de los extáticos para entrar en las de los demonomanistas, se entregó a la magia “hasta hacer evocaciones” (59). En 1753, a la edad de 15 años, daba leciones de aritmética, de álgebra y de geometría. Viendo que el beneficio de su enseñanza era muy limitado, tuvo la idea de buscar otra fuente de ingresos diciendo la buenaventura por medio de las cartas. La idea le vino tras haber ido a consultar a una tiradora de cartas, y algún tiempo después publicó su primera obra, un cuaderno de 8 páginas titulado Breviario de Cartonomancia (60), que tuvo un cierto éxito. Tras esta publicación "busqué todas las ocasiones de ver y conocer a los hombres que poseían esta sublime ciencia adivinatoria, a fin de devenir adivino yo mismo” (61). Es a partir de este momento que la verdad, dice, ‘‘me llamó de nuevo, y la ciencia que entreveía me condujo a ella” (62). No habiendo encontrado en París las cimas que buscaba, resolvió viajar para encontrarlas. Es por ello que marchó a Rouen, después a Lorient y finalmente a Lamballe. En esta última ciudad, conocí a un cierto Alexis, que me proporcionó notas por escrito sobre el juego de Tarots, al que llamaba Libro Egipcio" (63). (58) - Le Zodiaque mystérieux, ou les oracles d'Etteilla, précédé d’un Petit avant Tout. Paris, 1772, p. II de la regla. (59) - Etteilla, Fragments sur les hautes Sciences. Amsterdam, 1785, p. 145. (60) - Este Abrégé de Cartonomancie se ha convertido a continuación en Le Petit Etteilla, s. 1. n. f., 8 pp. in-16. (61) - ETTEILLA, PETIT AVANT TOUT, p. IX. (62) - E TTEILLA , FRAGMENTS, P. 116. (63) - Etteilla, Manière de se recréer avec le jeu de cartes nommés Tarots. Segundo cuaderno. París, 1783, p. 137. Etteilla asegura que este Alexis, sabio piamontés, decía ser nieto de Alexis, llamado el Piamon- tes. Ahora bien, el personaje conocido bajo este nombre es Girolamo Ruscelli, que vivió de 1520 a 1566.
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Fue para él toda una revelación, que ocultó con cuidado a los ojos del vulgo. La curiosidad y el deseo de conocer le llevaron en 1750 a Dunquerque, Bergues y Lille. Viajando, se entregaba a la lectura de todas las obras que podía adquirir sobre las ciencias conjeturales (64), y así agotó el resto de su patrimonio. “No habiendo encontrado", dice, “en mi patria más que necios e ignorantes, emprendí ir a buscar a los Doctos en países lejanos’ (65); es entonces que recorrió durante ocho años, de 1759 a 1767, “Dinamarca, Rusia, Turquía, Polonia, Alemania, Hungría, España, Italia, Cerdeña y el Piamonte” (66). Estos largos y penosos viajes fueron infructuosos para él: “viajero sin fortuna, caminaba durante el día a la intemperie de las estaciones, y me detenía por las noches sin abrigo para gustar del reposo. Errando así, todo lo perdí y nada encontré’’ (67). Alliette volvió a Francia por Marsella en 1768 (68); se le vuelve a encontrar" en 1771 en Estrasburgo, titulándose “Astro-filastro” 69). De vuelta en París, retomó sus lecciones de álgebra y dió consultas de cartomancia. Cambió entonces su nombre por el de Etteilla, y publicó sucesivamente Etteilla o la única manera de tirar las cartas (70), y su curiosa obra El Zodiaco misterioso (71). Hizo todavía un viaje a Francfort-über-Mein en 1778 (72).
(64) - Como muchos coleccionistas, Etteilla ponía su firma sobre el título de las obras que componían su biblioteca. En el catálogo de la Biblioteca P. Desq., de Lyon, París, 1866, hemos descubierto, bajo el na 229 bis, un ejemplar de la obra de Pontus de Thiard, Mantice ou Discours de la vérité de divination par Astrologie, Lion, de Tournes, 1558, in-4°, maroq. v. compart. t. dor. (Schavye), con esta particularidad. (65) - ETTEILLA, PETIT AVANT TOUT, p. IX. (66) - ETTEILLA, Petit avant tout, p. XI. (67) - ETTEILLA, Petit avant tout, pp. XIII-XIV. (68) – ETTEILLA, MANIERE DE SE RECREER..., 2° cuaderno, p. 86. (69) - ETTEILLA, Philosophie des hautes sciences. Paris, 1785, p. 105. (70) - ETTEILLA ou la seule manière de tirer les cartes. Amsterdam, 1770. El autor preconiza aquí las cartas descubiertas. (71) - Esta obra es una especie de combinación tarótica, basada en los 365 días del año, con tres respuestas diarias (pasado, presente, futuro), y que permite hacer, por medio de un cierto cálculo, pronósticos sobre el porvenir. (72) - ETTEILLA, Manière de se recréer..., cuaderno 3°, p. 7.
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Fijado definitivamente en París, editó de 1783 a 1785 su obra maestra, Manera de recrearse con el juego de cartas llamado Tarots, en nueve cuadernos, cuyo verdadero título, censurado, era La Cartonomancie Egyptienne ou les Tarots (La Cartonomancia Egipcia o los Tarots) (73). Cuando en 1784 los diarios anunciaron la muerte del conde de Saint-Germain, Ettcilla sostuvo públicamente que era una falsa noticia, pretendiendo que existían dos personajes con el mismo nombre: “Aquel al que llamo mi querido maestro, el verdadero cabalista viviente, y no el conde de Welldon, llamado de Saint-Germain, que verdaderamente está muerto en olor de excelente químico pero no de alquimista”. Desgraciadamente, Etteilla no nos dice nada preciso sobre este otro Saint-Germain, salvo la afirmación de que es “mi maestro directamente desde hace más de veinte años", pero que “apenas da ya nada por escrito sino por viva voz, aunque testimonio que todo lo dice más claramente que ninguno" (74). Según Etteilla, este otro “Sr. de Saint-Germain, de mago hermetista que era ha devenido cabalista”, es decir, que “reunía en él el conocimiento perfecto del espíritu de las tres ciencias humanas” (75), y que era “el verdadero y único autor del Filaleta: La entrada abierta al palacio cerrado del rey" (76). Cuando se piensa que esta obra ha sido escrita en 1645, esta afirmación de Etteilla nos permite soñar. Etteilla rinde homenaje a su maestro en la invocación siguiente: “Admitido de la Rosa-Cruz, sabio Saint-Germain, el favorecido de pronto 65 lustros, que me confiásteis la primera educación de uno de vuestros parientes, rendios a mi oración, ayudándome con vuestros sabios consejos a esclarecer sobre las altas ciencias a mis inestimables contemporáneos” (77). (73) - Coincidencia particular. Es en 1783 que Court de Gébelin publicó el tomo Vni de su importante obra Le Monde primitif, en la que afirma que el Tarot es un libro egipcio. (74) - Etteilla, Maniere de se recréer..., 28 cuaderno, p. 186. "Laurent y Cosme [Ruggieri] han tenido por discípulo al famoso conde de Saint-Germain... el último de los alquimistas que mejor ha explicado esta ciencia; pero no ha escrito nada". H. DE Balzac, Sur Catherine de Mé- dicis, París, Calmann-Lévy, s. f. p. 323 (Ed. du Cent.). (75) - Etteilla, Fragments..., p. 190. (76) - Etteilla, Les sept nuances de 1‘oeuvre philosophique hermétique, s. 1. n. f. (1786), p. 17.
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Como se habían emitido dudas sobre su afirmación de la supervivencia del conde de Saint-Germain, del que se decía discípulo, Etteilla escribió irónicamente: “Cuando he dicho, el 1 de enero de 1784, en la epístola al Sr. Court de Gébelin, que mi maestro estaría en París del 20 al 21 de julio, se ha dicho: ¡Bien! está muerto; y cuando el periodista ha dicho que acababa de morir: ¡Ah! ¡Ah!, se ha dicho, ¡por lo tanto no estaba muerto! no, y no lo está, y debe estar en París en 1787 o 1788 todo lo más tarde (78). Y para apoyar lo que afirma, declara que “el 22 de julio de 1784, yo mismo desayuné con el Sr. de Saint-Germain, el verdadero adepto y no el químico, que puede muy bien estar muerto, pero no el que vive y que en el presente se encuentra en América”, esto en 1785 (79). Posteriormente, Etteilla no volvió a ver a su maestro; sin embargo, nos da a conocer en 1790 que “El conde deSaint-Germain, el verdadero alquimista, forma todavía parte de este mundo y en muy buen estado de salud" (80). Nuestro cartomántico, tras haber visitado Lyon en los primeros días de 1789, abría el 1 de julio de 1790 en París una escuela pública y gratuita de magia (81). Inmensos carteles anunciando esta enseñanza cubrieron los muros de la capital (82), y los discípulos fueron lo bastante numerosos para procurarle grandes beneficios. Etteilla murió el 12 de diciembre de 1791 (83). Añadamos que la cualidad de barbero que se le atribuye proviene del hecho de que habitó, hacia 1790, en la calle del Cantor, en casa de un peluquero, en la tercera planta (84). (77) - Etteilla, Epitre à M. Court de Gébelin, salut, Etteilla, premier de l'an vulgaire, 1784, précédé des Sommaire des ojets propres et furtifs insérés dans l'épitre adressée publiquement à M. de Gébelin, s. 1, 1784. Etteilla explica en una nota que no hay que confundir a este pariente del conde de Saint-Germain, con un tal Saint-Germain al que había dado lecciones de cartomancia en 1759, y que devino un hábil tirador de cartas. Cf. J. B. Millet-St. Pierre, obra citada, p, 19. (78) - Etteilla, Les sept nuances..., p. 17. (79) - Etteilla, Philosophie..., p. 157. Es en el tomo II de la Histoire de la philosophie hermétique [La Haya, 1742], del abad Lenglet-Du- fresnoy, que Etteilla encontró que Filaleteo era llamado el "filósofo americano", y como identifica a su maestro con este alquimista, lo hace habitante de América. (80) - Etteilla, Cours théorique et pratique du livre de Thot. s. 1 1790. (81) - Etteilla, Aperçu sur la nouvelle école de magie. S. 1., 1790. (82) - Thory, Histoire du Grand-Orient. Paris, 1812, p. 28. (83) - Cf. J. B. Millet-St. Pierre, obra citada, p. 45.
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Sobre otro tema, esta vez bibliográfico, debemos también unas explicaciones a nuestros lectores. Si está comprobado que el conde de Saint-Germain fue autor de un cierto número de piezas de música, que han sido editadas, y de un manuscrito sobre la técnica musical, nada es menos seguro que la atribución que se le hace de los dos manuscritos siguientes, probablemente de la primera mitad del siglo XVIII. El primero se titula La Magie Sainte révélée á Moyfsjse, retrouvée dans un monument égyptien, et précieusement conservée en Asie sous la devise d'un dragon ailé (La Magia Santa revelada a Moisés, reencontrada en un monumento egipcio, y preciosamente conservada en Asia bajo la divisa de un dragón alado)“. Este manuscrito, compuesto en caracteres de escritura secreta, trazados en triángulos, está ilustrado con 5 figuras cabalísticas. Es un ritual de magia ceremonial que da indicaciones “para operar tres maravillas: 1ro. Encontrar las cosas perdidas en los mares desde la confusión del globo. 2do. Descubrir las minas de diamantes, de oro y de plata, en el seno de la tierra. 3ro. Prolongar la vida más allá de un siglo con fuerza y salud”. A continuación vienen la manipulación y el exorcismo; la invocación de los espíritus; revelaciones. La portada muestra la mención siguiente, en una figura triangular por encima de un dragón alado (85): “Ex dono sapientissimi comitis Saint-Germain qui orbem terrarum percucurit (ofrecido por el muy sabio conde de Saint-Germain, que ha recorrido el orbe de la Tierra). Esta dedicatoria no garantiza en modo alguno su atribución, bien que se afirme que esta obra sea del conde de Saint-Germain, “iniciador de Cagliostro a la Francmasonería” (86). (84) - La calle del Cantor comenzaba en la calle del Oratorio y acababa en el 205 de la calle Saint-Honoré. (85) - Cf. Catalogue L. Hauser, Londres, 1934, ng 527. Manuscrito de forma triangular (237 mm x 237 mm x 235 mm), conteniendo 22 hojas, pergamino, encuadernación en piel gruesa, t. dorados. Es el original. El catálogo Dorbon, Biblioteca esotérica, París, s. f., anuncia bajo el n8 2840 una copia moderna con la traducción en francés. En el n 8 52 de la revista Le Voile d’lsis, abril de 1924, pp. 230-232, Tidianeuq (Com. Quenaidit) da la interpretación del “Alfabeto del conde de Saint-Germain”. (86) - Nota del N° 2840 del catálogo Dorbon.
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El segundo manuscrito porta el título de La Très Sainte Trinosophie (La Muy Santa Trinosofía), y sería, o así lo parece, conforme a una nota inscrita en portada, la “única copia existente” de esta obra, “que el conde de Saint-Germain destruyó él mismo en uno de sus viajes” (87). Esta mención viene firmada por B. C. Philotaume, autor de diversas obras”. No creemos que este nombre sea el patrónimico del escritor; tiene más bien el aire de un pseudónimo (88). Este manuscrito no es otra cosa que un libro de alquimia cabalizada. Se encuentran en él numerosas inscripciones hebráicas, palabras arabizadas o vagamente sánscritas, jeroglíficos, e incluso cuneiformes de fantasía. El simbolismo de esta obra está egiptianizado según la moda de la época (89). “El autor, fiel al método sintético de sus antepasados, se apoya sobre el texto bíblico de la formación del Cosmos, para explicar, en la forma tradicional de los cabalistas, los principios de la ciencia” (90). El título iluminado de este manuscrito presenta, en los numerosos símbolos de su marco, una suerte de resumen de la ciencia hermética.
(87) - N° 2400 del catálogo de la Biblioteca de Troyes. Manuscrito in- 4° de 98 hojas, papel vitela, hábilmente caligrafiado, adornado de 12 figuras de grandes personajes, en doble recuadro, y de 24 viñetas rematadas en punta arriba y abajo, pintadas cuidadosamente; de otras 7 figuras compuestas de caracteres hebraicos, filosóficos y mágicos. Las letras iniciales de cada comienzo de párrafo se hallan, además, pintadas en oro y colores. En 1933 se ha hecho una reproducción fotográfica, tirada a 6 ej. Por el doctor Maxwell, de Burdeos. El mismo año apareció en Los Angeles A parallel french and english text of the mosl Holy Trinosophia of the comle de Saint-Germain, with iniroductory material and conunen- tary by Manly Hall, conteniendo la reproducción de 12 grandes figuras, en negro, y de las 7 planchas de jeroglíficos. (88) - Hemos encontrado en Querard la mención de un Philotaume (pseudónimo), autor de una Explication physique de la fable ou intro- duction á V intelligence des phllosophes. París, 1724. ¿Es el mismo que el citado arriba? No tenemos modo de comprobarlo. (89) - Este manuscrito nos parece haber sido ejecutado en la misma época que la obra del Abad Terrason: Sethos, histolre ou vie tirée des monuments. Anecdotes de Vancienne Egypte. París, 1731, 3 vol. In - 12°, en la que se describen las metamorfosis y las pruebas de los cuatro elementos. (90) - Grillot de Givry, Le Musée des Sorclers. París, 1929, p. 324. La acción tiene por punto de partida un calabozo de la Inquisición en Nápoles. Ahora bien, los estados de Nápoles, reñidos con la Santa Sede, rehusaron establecer el Santo Oficio. Cf.Abad Delaporte, Le voyageur français. Parts, 1777, t. XVI, p. 61.
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Se pretende que esta obra se habría encontrado en el castillo de San Angel, en Roma, entre los papeles de Cagliostro (apresado en ese lugar) (91), por los soldados de Massena (92). Cuando su venta, tras el fallecimiento del mariscal, el manuscrito, comprado por un tercero, fue ofrecido a la Biblioteca de Troyes” (93). Volvamos ahora a la leyenda, y veamos en qué se ha convertido bajo la pluma de escritores admiradores o detractores del conde de Saint-Germain. Así, el diputado de los Estados Generales Jean-Joseph- Mounier, nos informa que “Saint-Germain recorría las Logias de Francmasones para vender la inmortalidad, y contaba lo que había hecho muchos siglos antes, gustando de hacerse admirar por sus relatos sorprendentes, pasando por ser un hombre extraordinario, engañando a los que buscaban prodigios” (94). Para A. Boileau, notorio Francmasón, "el conde de Saint-Germain es uno de los jefes de los Iluminados de Berlín, como Schrepfer y Cagliostro. Los tres buscaban víctimas y no seguidores" (95). Según el historiador F. Tastavin: “El famoso Saint-Gcr- main, de la secta de los Iluminados, fue el animador del golpe de estado de 1762 que costó al emperador Pedro III primero el trono, la vida después” (96). Según la Srta. Lenormand, célebre cartomántica del primer imperio: "Algunos cabalistas pretenden que el famoso conde de Saint-Germain todavía vive.
(91) - Todos los papeles, libros y manuscritos pertenecientes a Caglios- tro fueron quemados por la mano del verdugo el 3 de mayo de 1791. (92) - Massena fue a Roma en febrero de 1798. (93) - El texto de La Très Santé Trinosophie ha aparecido íntegramente en un número especial de la revista Le Voile d'Isis consagrado al Hermetismo, abril de 1932, pp. 269-288. Anteriormente, este texto “incompleto y alterado” había sido publicado en el tomo V de los Annales maçonniques. París, Caillot, 1807, y en los números de noviembre y diciembre de 1893 de L* Initiation, de Papus. (94) - J. J. MOUNIER, De l'influence attribuée aux philosophes. Pans, 1801, pp. 150-151. (95) - A. Boileau, obra citada, p. 44. (96) - F. Tastevin, Histoire de la colonie française de Moscou. París, Champion, 1908.
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Y los adeptos de esta ciencia hermética os aseguran con la mejor fé del mundo y con un sentimiento de convicción, que este gran alquimista se ocupa diariamente en hacer oro, y pasa así su tiempo muy agradablemente, que viaja ora por un país, ora por otro; que carece de morada fija; que el universo es ahora su patria. Como nuevo Sosias, goza del privilegio inmutable de volver a ver a sus amigos, pero bajo la forma y los rasgos de un adolescente...” En nota, la Srta. Lenormand añade: “El gabinete del conde de Saint-Germain encerraba las cosas más raras y curiosas; tenía, como Sócrates, un genio familiar, y según el entender de sus adoradores entusiastas, debe renacer siete veces” (97). Si hemos de creer al literato J. F. Barrière: “Saint-Germain, como todos los charlatanes de esta especie, se aparece con una magnificencia teatral y una ciencia todavía másengañosa. La fantasmagoría le servía lo mejor posible; y como evocaba, por efectos de catóptrica, las sombras que se le pedían, y éstas casi siempre eran reconocidas, su correspondencia con el otro mundo era una cosa probada para muchas gentes. Interpretó el mismo papel en Londres, en Venecia, en Holanda; pero añoró constantemente París, donde nunca se puso obstáculo a sus milagros” (98). En un pasaje de sus Memorias, el cínico Casanova pretende que "Saint-Germain era maestro en volverse dóciles todas las mujeres; pues, al mismo tiempo que las daba coloretes y cosméticos que las embellecía, las prometía, no rejuvenecerlas, pues tenía la modestia de confesar que eso le era imposible, sino consevarlas en el estado en que las encontraba, por medio de un agua que, decía, le costaba mucho, pero que las regalaba” (99). Una afirmación extravagante, pues es la primera de este género, es la que hemos extraido de una obra firmada con el pseudónimo A. Erdan. “Personas dignas de crédito dicen que oyeron a Coessin afirmar que era una encarnación del conde de Saint-Germain” (100). (97) - Srta. À. Lenormand, Les souvenirs prophétiques d'une sibylle. París, 1814, p. 383-386. (98) - Nota de F. Barbiere en las Mémoires de Madame du Hausset. París, 1846, p. 106. El autor ha debido confundir al conde de Saint- Germain con Schrepfer (v. parte segunda, cap. XII). (99) - Casanova, obra citada, t. III, p. 292.
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Menos extraordinaria es la idea emitida por el célebre escritor ruso A. Pouchkhine quien, hablando de nuestro personaje en una de sus mejores novelas, La Dama de Picas, le hace simplemente poseedor de un secreto para ganar en el juego (101). Pero la que podríamos calificar como obra maestra del arte adivinatorio del conde de Saint-Germain, ha sido forjada de cabo a rabo por uno de esos astutos escritores que ponen en boga las memorias históricas "apócrifas”, el barón Etienne-Léon de LamotheLangon. Este “novelista”, tras haber compuesto las supuestas aventuras del Conde de SaintGermain y la Sra. de Pompadour (v. parte primera, capítulo IV), reincidió con los Recuerdos sobre María Antonieta por la Sra. condesa de Adhemar (102), recuerdos que en realidad no son más que ecos “revisados y corregidos” de las Crónicas del Ojo de Buey, de las Memorias de Casanova, de la Sra. du Hausset y otras (103). Lamothe-Langon, a fin de que le creamos, pone antes que nada en causa a su cofrade Cousen de Courchamps, el autor de las falsas Memorias de la marquesa de Créquy (104): “No estoy de acuerdo con la Sra. de Créquy sobre el conde de Saint- Germain, hace de él un charlatán imbécil, y me ha parecido astuto y espiritual. Qué diversidad de juicios sobre el mismo personaje, y sin embargo lo hemos visto ambos (105). Yo, en verdad, he estado unido más íntimamente con él.
(100) - Alex. André Jacob, llamado A. Erdan, La France Mistique. París, 1855, t. I, p. 209. F. G. Coessin (1779-1843) es un místico, fundador en París de una "fraternidad cristiana”. Es el traductor de La Hube sobre el Santuario de Eckarthausen. París, 1819. (101) - Trad. de P R . M ERIMÉE . París, Flammarion, 1927, p. 173, (102) - Lamothe-Langon. Souvenirs sur Marie-Antoinette et la cour de Versailles, par Madame la comtesse d'Adhémar, dame du Palais. Paris, Marne, 1836, 4 vol. (103) - Lamothe-Langon ha utilizado ciertamente la novela de Jules Janin (Barnave, aparecida en 1831, y compuesta de relatos sobre la Revolución Francesa), para escribir los Recuerdos sobre Marta Antonieta. (104) - Cousen de Courchamps obtuvo su saber de la vieja condesa de Mesmes, hija del antiguo guarda de los sellos, Feydeau de Brou, y cuñada del presidente de Lamoignon. Las Memorias aparecieron primero en L'Europe littéraire como Souvenirs de Mm‘ de Coigny, pero el hijo de ésta última se opuso a la publicación, y las Memorias devinieron de Créquy cuando se editaron. Sería injusto creer que todo en ellas es falso, pero también imprudente creer que todo en ellas es verdadero.
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Me ha dejado un manuscrito curioso que quizá publique algún día, si los acontecimientos no se oponen a este proyecto" (106). Lamothe-Langon, acordándose de que Cousen de Courchamps había publicado supuestos extractos de las memorias inéditas de Cagliostro en las Memorias de la marquesa de Créquy, no ha querido permanecer detrás de su cofrade (107). La "obra maestra” se divide en dos episodios. El primero se sitúa en los alrededores del año 1775, y sucede ante todo en París, en el palacete de la condesa de Adhémar (108). La condesa está sola en sus apartamentos, habiendo marchado su marido a ver unos parientes en el Languedoc: "era un domingo a las 8 de la mañana”. El conde de SaintGermain se presenta, y se hace anunciar bajo el nombre de conde de Saint-Noél (109). “Apareció el conde. Le encontré lozano, en buena salud, y casi rejuvenecido. Me dirigió el mismo cumplido, pero dudo que fuese tan sincero como el mío. - ’Habéis perdido’, le dije, ‘un amigo, un protector, en la persona del difunto rey’. - ’Lamento doblemente esta pérdida, para mí y para Francia’. - ’La nación no es de vuestra opinión, ella espera su dicha del nuevo reinado’. - 'Es un error; este reinado la será funesto’.
(105) - Si en Etudes et croquis biographiques (París, 1877), R. DE Croy dice que Cousen de Courchamps era tratado como amigo del conde de Saint-Germain por las viejas damas, para E. Marquiset: "amigo es mucho decir, su discípulo, su heredero, es más positivo”. Cf. Romieu et Courchamps. París, Champion 1913, p. 55. (106) - Lamothe-Langon, obra citada, t. n, p. 29. (107) - Cf. Querard, Les supercheries littéraires. París, 1869, t. I, col. 616-631. (108) - La Srta. de Pont-Chavigny, viuda del Sr. de Valbelle, dama de la reina María Antonieta, sumamente rica, se casó hacia 1782 con el conde de Adhemar, largo tiempo conocido como militar bajo el nombre de Montfalcon. Habiéndole adoptado como pariente el mariscal de Mouchy en 1776, el genealogista Cherin le encumbró firmando un acta sobre pergamino que probaba su descendencia de la antigua familia de Adhemar, familia extinguida desde mediados del siglo XVI. Cf. Souve- nirs du marquis de Valfons par son petit neveu. París, Dentu, 1860. La condesa d’Adhemar, con 22 años en 1782, no ha podido conocer al conde de Saint-Germain, que estuvo en París de 1758 hasta finales de 1759. (109) - Lo singular es que si nada nos permite pensar que el conde de Saint-Germain estuviese en París en 1775, por el contrario el teniente- general Claude-Louis de Saint-Germain, nombrado secretario de estado de la guerra, volvió en efecto a París a finales de 1775.
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- ’¿Qué decís?’, repliqué bajando la voz y mirando a mi alrededor. - ’La verdad... Se forma una conspiración gigantesca carente aún de jefe visible, pero que aparecerá dentro de poco. Sólo se tiende a invertir todo lo que existe, pero sin reconstruirlo sobre un nuevo plano. Se apunta hacia la familia real, el clero, la nobleza, la magistratura. Sin embargo, estamos a tiempo de desmontar la intriga; más tarde sería imposible’ (110). - ’¿Dónde habéis visto todo eso, en sueños o despierto? - ’En parte con ayuda de mis dos orejas, en parte por revelación. El rey de Francia, lo repito, no tiene tiempo que perder’. - ’Es preciso pedirle audiencia al Sr. de Marepas, comunicarle vuestros temores, pues todo lo puede, teniendo la entera con- fiaza del rey’. - ’Todo lo puede, ya lo sé, menos salvar a Francia, más bien será él quien precipite su ruina. Este hombre os pierde, señora’. - ’Me decís lo bastante como para que os envíe a la Bastilla a pasar el resto de vuestros días’. - ’Sólo hablo así a los amigos de que estoy seguro’. - ’Sin embargo, ved al Sr. de Maurepas, tiene buenas intenciones, a falta de habilidad’. - ’El se rehusaría a la evidencia; por otra parte, me detesta. ¿Ignoráis la ridicula cuarteta que le valió su exilio...?. La marquesa de Pompadour supo que el Sr. de Maurepas era su autor, y él pretendió que yo le había arrebatado el manuscrito original para enviarlo a la altanera sultana (111). Su exilio siguió a la publicación de estos malos versos, y desde entonces me envolvió en sus proyectos de venganza. Nunca me perdonará. No obstante, señora condesa, he aquí lo que os propongo. (110) - A diferencia de sus predecesores, Lamothe-Langon no da al conde de Saint-Germain como un emisario de los Iluminados, sino como un aliado de la realeza. (111) - Fue el duque de Richelieu quien, objeto de las sospechas de Luis XV de haber sido el autor del epigrama en el que la Sra. de Pom- padour salía bastante malparada, se procuró a fuerza de oro el original, escrito y corregido de la mano del conde de Maurepas. ¡Esto sucedía en abril de 1749!.
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Hablad de mí a la reina, de los servicios que he rendido al gobierno en las misiones que se me han confiado ante las diversas cortes de Europa (112). Si S. M. quiere escucharme, la revelaré lo que sé; entonces ella juzgará si conviene ponerme en presencia del rey, sin el intermedio del Sr. de Maurepas; es mi sine qua non'. “Escuché con atención al Sr. de Saint-Germain, y comprendí todos los peligros que recaerían sobre mi cabeza si me mezclaba en semejante asunto. Por otra parte, sabía al conde perfectamente instruido de la política europea, y temía perder la ocasión de servir al Estado y al rey. El conde de Saint-Germain, adivinando mi apuro, me dijo: ’Reflexionad en mi proposición; estoy en París de incógnito; no habléis de mí con nadie; y si queréis mañana venir a verme a la iglesia de los Jacobinos de la calle SaintHonoré, aguardaré vuestra respuesta a las once en punto'. - ’Preferiría que vinierais vos a mi casa'. - ’¡Con mucho gusto! - Hasta mañana, pues, mi señora’. "Y él partió. Reflexioné durante toda la jomada en esta especie de aparición, y en las amenazadoras palabras del conde de Saint-Germain. ¡Cómo! Nos enfrentamos a una desorganización social; ¡este reino que se anunciabá bajo tan dichosos presagios ocultaba la tempestad!... Tras haber meditado largo tiempo, me determiné a presentar a la reina al Sr. de Saint-Germain, si ella lo consentía. Vino en punto a la cita, y pareció encantado de la resolución que yo había tomado. Le pregunté si iba a establecerse en París; me respondió negativamente, sus proyectos no le permitían ya habitar en Francia. ‘Pasará un siglo’, dijo, ‘antes de que yo reaparezca”’. El mismo día, la Sra. d’Ahémar fue a Versalles a ver a la reina, y la participó lo que el conde la había dicho. La reina aceptó la entrevista, pero con una condición: “‘Os autorizo a conducirle mañana a Versalles, oculto en vuestra librea; permanecerá en vuestro apartamento, y cuando me sea posible admitirle, os haré llamar a los dos. Sólo le escucharé en vuestra presencia; es mi sine qua non':
(112) - La única “misión” del conde de Saint-Germain de la que encontramos huellas históricas, es la que cumplió en Holanda, y que se debió sobre todo a las instancias del mariscal de Belle-Isle, antes que a las órdenes de Luis XV (v. parte segunda, cap. V).
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“El Sr. de Saint-Germain me aguardaba a la puerta de la conferencia. En cuanto lo vi, hice detener mi carruaje, montó conmigo y entramos juntos a mi casa. Asistió a mi comida, pero no comió nada, según su costumbre; tras lo cual, me propuso volver a partir camino de Versalles. El pernoctaría en el albergue, y yo me reuniría con él al día siguiente. Consentí en ello, empeñada como estaba en no descuidar nada para el éxito de este asunto. “Estábamos pues en el apeadero de Versalles, cuando un paje de la reina vino a pedirme, de parte de S. M., el tomo segundo del libro que me había encargado traerle de París. Era la señal convenida. Entregué al paje un volumen de no sé qué nueva novela, y en cuanto partió le seguí acompañada por mi lacayo. Entramos por los gabinetes; la Sra. de Misery nos condujo a la habitación particular donde la reina nos aguardaba. Ella se levantó con una dignidad afable. - ’Señor conde’, le dijo, ‘Versalles os es un lugar familiar’. - ’Señora, durante cerca de veinte años he visto al difunto rey en su intimidad (113); se dignaba escucharme con bondad; se ha servido de mis pobres talentos en numerosas circunstancias, y no creo que haya lamentado haberme acordado su confianza’. - ’Habéis deseado que la Sra. d’Ahémar os conduzca ante mí, siento mucho afecto por ella, y no dudo que lo que tenéis que decirme merezca ser escuchado’. - ’La reina’, respondió el conde con tono solemne, ’pesará en su sabiduría lo que voy a confiarla. El partido enciclopedista desea el poder, no lo obtendrá más que por la humillación total del clero, y para llegar a este resultado trastornará la monarquía. Este partido, que busca un jefe entre los miembros de la familia real, ha puesto los ojos en el duque de Chartres; este príncipe servirá de instrumento a hombres que lo sacrificarán cuando haya dejado de serles útil; se le propondrá la corona de Francia, y el cadalso ocupará el lugar del trono. Pero antes de este día de justicia, ¡Qué de crueldades!, ¡Qué de fechorías!. Las leyes ya no serán la salvaguarda del hombre de bien y el terror de los malvados. Serán éstos últimos quienes cogerán el poder en sus manos ensangrentadas, abolirán la religión católica, la nobleza, la magistratura...’. (113) - Todos los documentos conocidos están de acuerdo en limitar a un año, como máximo, el tiempo durante el cual el conde de Samt-Ger- main estuvo en relación con Luis XV.
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- ’De suerte’, interrumpió la reina con impaciencia, ‘que sólo quedará la realeza. - ’¡Ni siquiera la realeza!... Sólo una república ávida, cuyo cetro será el hacha del verdugo'. Ante estas palabras, no pude contenerme, interrumpí al conde en presencia de la reina’. - ’Señor’, me quejé, ¿Pensáis lo que decís y ante quién lo decís?’ - ’En efecto’; añadió María Antonieta algo enmudecida, ‘Mis oídos no están acostumbrados a escuchar estas cosas’. - ’Es por la gravedad de las circunstancias que tengo la osadía’, respondió fríamente el Sr. de Saint-Germain. ‘No he venido con la intención de dirigir a la reina esos homenajes de los que debe estar fatigada, sino para mostrarla los peligros que amenazan su corona si no se busca pronto el medio de evitarlos’. - ’Sóis positivo, señor’, dijo María Antonieta con humor. - ’Me desespera disgustar a V. M., pero sólo puedo decirla la verdad’. - ’Señor’, replicó la reina con viveza, afectando un tono jovial, ‘lo verdadero puede a veces no ser lo probable’. - ’Convengo, señora, que es la ocasión oportuna para aplicarlo, pero V. M. me permitirá a mi vez recordarla que Casandro predijo la ruina de Troya, y que se rehusaron a creerle. Yo soy Casandro, Francia es el imperio de Príamo. Algunos años pasarán todavía en una calma engañosa, después surgirán de todas partes del reino hombres ávidos de venganza, de poder, de dinero; lo trastornarán todo a su paso. El populacho sedicioso y algunos grandes del Estado les prestarán apoyo; un espíritu de vértigo se apoderará de los ciudadanos; la guerra civil estallará con todos sus horrores; entrañará en consecuencia la muerte, el pillaje, el exilio. Se lamentará entonces no haberme escuchado; quizá se me vuelva a llamar, pero ya no será el momento... la borrasca lo habrá arrebatado todo. - Confieso, señor, que este discurso me asombra cada vez más, y si no supiera que el difunto rey os tenía amistad, que le habéis servido fielmente... ¿Deseáis hablar al rey?’ - ’Sí, señora'. - ’¿Pero sin la ayuda del Sr. de Maurepas?’. - ’Es mi enemigo (114); por otra parte, lo coloco entre las filas de quienes prepararán la ruina del reino, no por malicia, sino por incapacidad’.
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- ’Juzgáis severamente a un hombre que tiene la aprobación de la masa. - Es más que primer ministro, señora, y a este título debe tener aduladores’. - ’Si lo excluís de vuestras relaciones con el rey, me temo que difícilmente lleguéis ante S. M., que no puede tratar sin su principal consejero’. - ’Estaré a las órdenes de Sus Majestades mientras ellas quieran emplearme; pero como no soy súbdito suyo, toda sumisión de mi parte es un acto de benevolencia’. - Señor, dijo la reina, que en esta época no podía tratar largo tiempo con seriedad una materia grave, ‘¿dónde habéis nacido? - En Jerusalén, señora’. - ’¿Y cuánto hace de eso?’ - ’La reina me permitirá tener una debilidad común a muchas personas; no me gusta decir mi edad, ello acarrea desgracias’. - ’En cuanto a mí, el Almanaque real no me permite hacerme ilusiones sobre la mía. Adiós, señor; la voluntad del rey os será transmitida’. “Era una despedida; nos retiramos, y de vuelta a mi casa el Sr. de Saint-Germain me dijo: ‘Voy a abandonaros, señora, y por largo tiempo, pues no cuento con permanecer más de cuatro días en Francia’. - ’¿Qué es lo que os decide a partir tan rápido?’. - ’La reina va a repetir al rey lo que le he dicho. Luis XVI informará a su vez al Sr. de Maurepas, este ministró redactará una carta sellada contra mí, y el teniente de policía tendrá orden de ponerla en ejecución. Sé cómo se practican estas cosas, y no tengó ningún deseo de ir a la Bastilla’. - ’¿Qué os importa?. Saldréis por el ojo de la cerradura’. - ’Prefiero no tener necesidad de recurrir a un milagro. Adiós, señora’. - 'Pero, ¿Y si el rey os hace llamar?’ - ’Yo volvería’.
(114) - Hemos señalado en el capítulo V de la II* parte la hostilidad del duque de Choiseul respecto al conde de Saint-Germain, pero no conocemos documento alguno que permita atribuir al conde de Maurepas una actitud análoga.
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- ’¿Cómo lo sabréis?’ - Tengo un medio para eso; no os inquietéis por mí’. - ’Mientras tanto, yo estaré comprometida'. - ’No, adiós. Partió tan rápidamente como se quita uno la librea”. Dos horas más tarde, la Sra. d’Adhémar es llamada ante el rey. La reina se encuentra presente, y en situación embarazosa. El rey, al contrario, se muestra sonriente. Va a hablar con el Sr. de Maurepas, y si éste acepta, la conferencia tendrá lugar. La Sra. d’Adhémar, serenada, retoma a su cámara. Dos horas más tarde alguien golpea en la puerta. Es el Sr. de Maurepas. La conversación se enfrasca. En este momento, la puerta se entreabre, el conde de SaintGermain entra, y yendo hacia el Sr. de Maurepas le dice: Conde, el rey os había llamado para darle buenos consejos, y vos sólo pensáis en conservar vuestra autoridad. Oponeros a que vea al monarca es perder la monarquía, pues sólo puedo dar a Francia un tiempo limitado, y pasado este tiempo no se me volverá a ver por aquí hasta que bajen a la tumba tres generaciones consecutivas. He dicho a la reina todo lo que me estaba permitido decirle, mis revelaciones al rey habrían sido más completas; es una desgracia que os hayáis interpuesto entre S. M. y yo. No tendré ningún reproche que hacerme a mí mismo cuando la horrible anarquía devaste toda Francia. Estas calamidades, vos no las veréis; pero será suficiente para vuestra memoria el haberlas preparado... No esperéis homenaje alguno de la posteridad; ministro frívolo e incapaz, se os colocará entre el número de los que pierden imperios”. El Sr. de Saint-Germain, tras haber hablado así sin tomar aliento, volvió hacia la puerta, la cerró y desapareció. Durante diez minutos el Sr. de Maurepas permaneció estupefacto, después, retomando su sangre fría, y dirigiéndose a la Sra. d’Adhémar: ‘“En verdad’, exclamó, he ahí un bellaco impúdico; permitidme que lo recomiende a quien corresponde’”. Llamando a sus gentes, les ordenó aprehender al conde de SaintGeimain, pero no pudieron encontrarse sus huellas (115). El segundo episodio de la ‘‘obra maestra” sucede más de diez años después, en el
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año 1789. Esta vez vamos a ir de maravilla en maravilla desde el punto de vista adivinatorio”. No se ha omitido nada de lo que va a pasar en los cuarenta años siguientes. La “retrospectiva” y la precisión de los sucesos anunciados revelan la “forja. Lamothe-Langon nos muestra a la Sra. d Adhémar volviendo a su casa tras algunas visitas. La entregan un volante concebido así: “Todo está perdido, señora condesa, este sol es el último que se alzará sobre la monarquía, mañana ya no existirá, habrá otro caos, una anarquía sin igual. Sabéis todo lo que he intentado para imprimir al asunto una marcha diferente, se me ha desdeñado, hoy es demasiado tarde. He querido ver la obra que ha preparado el demonio Cagliostro, es infernal (116); mantenéos al margen, yo velaré por vos; sed prudente, y existiréis después de que la tempestad lo haya abatido todo. Me resisto al deseo que tengo de veros, ¿qué diríamos? Me pediríais lo imposible; no puedo hacer nada por el rey, nada por la reina, nada por la familia real, nada siquiera por el duque de Orleans, que triunfará mañana y que, a la carrera, atravesará el Capitolio para trompicar desde lo alto de la roca tarpiana. Sin embargo, si valoráis encontraros con un viejo amigo, id a la misa de las ocho, en los Recoletos, y entrad en la segunda capilla a mano derecha. “Tengo el honor de estar... C ONDE DE S AINT GERMAIN
"Ante este nombre, ya adivinado, un grito de sorpresa se me escapó; todavía vivía aquél a quien se daba por muerto desde 1784, y de quien no había oido hablar desde hacía largos años; reaparecía de golpe, y en qué momento, y en qué época.
(115) - Lamothe-Langon, obra citada, t. II, pp. 54-72. (116) - “Nadie ha suscitado tanta devoción, nadie ha provocado tantos furores, y ninguna personalidad ha resultado tan enigmática, incluso para sus íntimos, incluso para los magistrados en quienes recayó la pesada tarea de juzgarle”. Cf. Dr. Marc Ha ven, Cagliostro. París, Dorbon, s. f., p. 2.
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¿Por qué venía a Francia? ¿Es que nunca debía acabar su existencia? Yo conocía viejos que le habían visto con los rasgos de un hombre de cuarenta o cincuenta años, y ello desde comienzos del siglo XVIII. “Era la una de la noche cuando yo leía su carta; la cita era por la mañana, y me fui a acostar; dormí poco, sueños terribles me atormentaron, y en su horrible extravagancia vi el porvenir aun sin comprenderlo. Al aproximarse el día, me levanté fatigada; había pedido a mi primer criado un café muy cargado, y tomé dos tazas que me reanimaron. A las siete y media encargué una silla de transporte, y seguida de mi lacayo de confianza me trasladé a los Recoletos. "La iglesia estaba desierta, aposté a mi Laroche de centinela, y entré en la capilla designada; poco tiempo después, y apenas me recogía ante Dios, vi venir un hombre... Era él en persona... sí, él, con el mismo rostro de 1760, mientras que el mío se había cargado de arrugas y de señales de decrepitud... Quedé estupefacta; él me sonrió, se adelantó, tomó mi mano y la besó galantemente; yo me encontraba tan perturbada que le dejé hacer pese a la santidad del lugar. - ’¿De donde habéis salido?’ - ’Vengo de la China y de Japón’. - ’¡O quizá del otro mundo!’ - ’¡Casi! ¡Ah! Señora, ahí abajo (subrayo la expresión) nada es tan singular como lo que aquí sucede. ¿Qué decir de la monarquía de Luis XIV?. Vos que no lo habéis visto, no podéis hacer la comparación, pero yo... - ’Os sigo, hombre de ayer - ¿Quién no conoce la historia de este gran reinado?. Y el cardenal de Richelieu, si volviera... se volvería loco; ¡el reinado de la canalla!. - ¿qué os decía yo, así como a la reina?. Que el Sr. de Maurepas dejaría que se perdiera todo: yo era un Casandro, un profeta de desgracias. - Sr. conde, vuestra sabiduría será inútil’. - ’Señora, quien siembra vientos, recoge tempestades; Jesús lo ha dicho en el Evangelio, puede que no antes que yo, pero en fin; sus palabras quedaron escritas, no se ha podido sacar provecho de las mías’. - ’Aun así...’, dije yo, tratando de sonreír; pero él, sin responder a mi exclamación:
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lo he escrito, no puedo hacer nada, tengo las manos atadas por otros más fuertes que
yo, hay períodos de tiempo en los que es posible dar marcha atrás, otros en los que pronunciado el fallo, es preciso que el fallo se ejecute: entramos en uno de éstos. - ’Veréis a la reina’. - ’No, ella está sentenciada’. - ’¿Sentenciada? - ¿A qué?’ - ’¡A muerte!’ - ’¡Oh!’ Esta vez no pude retener un grito, me alzé sobre mi asiento, y con voz temblorosa: - ¡Y vos también!, ¡Vos! ¡Vos también!’ - ’Sí, yo..., yo, como Cazotte’ - ’Vos sabéis...’ - ’Lo que ni siquiera suponéis. Volved al castillo, id a decirle a la reina que se haga con una guardia, que este día le será funesto, hay un complot, premeditación de muerte’. -’Me llenáis de espanto, pero el conde d'Estaing ha prometido...' - ’Tendrá miedo y se ocultará’. - ’Pero, ¿Y el Sr. de La Fayette?... - Globo hinchado de viento, en su momento se determinará qué se hará de él, si será instrumento o víctima, a mediodía todo se habrá decidido’. - ’Señor’, dije yo, podríais rendir grandes servicios a nuestros soberanos si quisiérais’. - ’¿Y si no pudiera?’. - ’¿Cómo?’ . - ’Sí, si nó puedo (yo creía no ser entendida). ‘La hora del reposo ha pasado, las sentencias de la Providencia deben recibir su ejecución’. - ’En definitiva, ¿Qué es lo que quieren?’ - 'La ruina completa de los Borbones; se les expulsará de todos los tronos que ocupan, y en menos de un siglo volverán a entrar en el rango de simples particulares en sus diversas ramas. - ¿Y Francia?’
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- ’Reino, república, imperio, estado mixto, atormentado, agitado, desgarrado; de tiranos hábiles, pasará a otros ambiciosos carentes de mérito; será dividida, troceada, despedazada; y no son pleonasmos lo que hago, los próximos tiempos traerán el caos al bajo imperio, el orgullo dominará o abolirá las distinciones, no por virtud, sino por vanidad; es por vanidad que se volverá a ellas. Los franceses, igual que los niños juegan a los cochecitos y las hondas, jugarán a los títulos, los honores, los cordones; todo les servirá de juguete, hasta la fornitura de la guarda nacional; gentes de gran apetito devorarán las finanzas. Cincuenta millones forman hoy en día un déficit en nombre del cual se hace la revolución; bajo la dictadura de los filántropos, de los retóricos, la deuda del Estado pasará de varios millares’. - ’Sóis un terrible profeta, ¿Cuándo os veré de nuevo? - ’Cinco veces más, no esperéis una sexta’. - "Confieso que una conversación tan solemne, tan lúgubre, tan terrorífica, me inspiraba pocos deseos de continuarla; el Sr. de Saint-Germain me cargaba como una pesadilla; es extraño cuánto cambiamos con la edad, cómo vemos con indiferencia, con disgusto incluso, aquellos cuya presencia nos encantaba en otro tiempo. Me encontraba en este caso en la circunstancia presente; por otra parte, los peligros presentes de la reina me preocupaban, no insistí suficientemente ante el conde, solicitándole que fuera hacia ella; él mantuvo un momento de silencio, y retomando la palabra me dijo: - ’No quiero reteneros más tiempo, ya hay agitación en la ciudad. Soy como Atalio, he querido ver, he visto; ahora voy a retomar el correo y abandonaros; tengo que hacer un viaje a Suecia; un gran crimen se prepara allí, voy a intentar impedirlo; S. M. Gustavo III me interesa, vale más de lo que su fama indica’. - ’¿Y se le amenaza?’ - ’Sí, ya no se dirá dichoso como un rey, ni sobre todo como una reina’ (117). - ’Adiós, pues, señor. En verdad, querría no haberos escuchado’. - ’Así somo nosotros, gentes de verdad, pero se acoge a los tramposos. Adiós señora, hasta la vista’. (117) - El asesinato del rey de Suecia tuvo lugar el 15 de marzo de 1792.
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"El se alejó, y yo permanecí sepultada en una meditación profunda, no sabiendo si debía o no instruir a la reina sobre esta visita; determiné aguardar hasta el final de la semana, y callarme si era fecunda en desdichas. Me alzé por fin, y cuando volví a encontrar a Laroche le pregunté si había visto pasar al conde de Saint-Germain. - ’¿El ministro, señora?’ - ’No, murió hace mucho tiempo, el otro’. - ’Ah, el hábil escamoteador; no, señora; ¿Es que la señora condesa se ha encontrado con él?’ - ’Acaba de salir, ha pasado por donde vos os encontrábais’. - ’Debería estar distraído, pues no lo he visto’. - ’Es imposible, Laroche, bromeáis. - Cuanto peores son los tiempos, más respeto tengo por la señora’. - ’¡Pero bueno! Por esta puerta, ahí, a vuestro lado, ¿no ha pasado?’ - ’No es que yo lo niegue, pero no he golpeado mi vista’. - ’Entonces es que se habrá hecho invisible’” (118). A fin de dar más amplitud al desarrollo de su “obra maestra, el novelesco LamotheLangon pretendió haber encontrado, prendido con un alfiler al “manuscrito original” de sus elucubraciones, una nota escrita por la mano misma de la Sra. d’Adhémar, fechada el 12 de mayo de 1821, indicando los instantes de las cinco visitas prometidas por el invisible. He vuelto a ver al Sr. de Saint-Germain, y siempre para mi inconcebible sorpresa, cuando el asesinato de la reina, alrededor del 18 brumario, al día siguiente de la muerte del Sr. duque d’Enghien, en 1815 en el mes de enero, y la víspera de la muerte del Sr. duque de Berry. Aguardo la sexta visita cuando Dios lo quiera” (119). A fin de apuntalar la hipótesis de la supervivencia del conde de Saint-Germain, Lamothe-Langon trató de aferrarse a la “historia” de una conversación que habría tenido lugar entre la Sra. d’Adhémar y el conde de Chalons, en París.
(118) - Lamothe-Lancon, obra citada, t. IV, pp. 254-261. (119) - LAMOTHE-LANGON, obra citada, t. IV, p. 260.
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Este último, “habiendo vuelto de su embajada en Venecia, en 1788, me dice haber hablado con el conde de Saint- Germain en la plaza de San Marcos, la víspera del día en que abandonó Venecia para marchar en embajada a Portugal”(120). Sin embargo, si es verdad que el conde de Chalons ha sido el representante acreditado francés en Venecia desde 1786 (121), no es menos seguro que abandonó su puesto en Italia a comienzos del año 1789, reemplazado por el marqués de Bombelles, cuyo puesto en Lisboa tomó (122). Sin relación alguna con la hipótesis emitida por Lamothe-Langon, un sabio bibliógrafo-biógrafo alemán, E. M. Oettinger, ha publicado la singular anécdota siguiente: "Me encontraba en París, en el año 1835. Era uno de esos domingos en que tenía la costumbre de pasar por el salón de Jules Janin, en el N° 8 de la calle de Toumon (123). (120) - LAMOTHE-LANGON, obra citada, t. II, p. 299. (121) - A. Basciiet, obra citada, p. 444. (122) - Michaud, obra citada, t. LVIII, p. 529. En la Bibliotheca Esotérica de Dorbon hemos descubierto, bajo el N° 2618, la indicación de un manuscrito autógrafo de Lcnain, autor de La Science cabalistique, titulado Les arcanes ou secrets de la Philosophie Hermétique, conteniendo al final 10 páginas de "Noticias y anécdotas sobre el conde de Saint-Germain, gran adepto, alquimista, cabalista, etc., recogidas en las memorias de su tiempo”, y seguida de una pieza en “verso en honor de Saint-Germain", Amiens. 1832. Las diez páginas anunciadas son la copia de las pp. 151 y 152 de Les Chroniques de l’OEil-de-Boeuf, de Tou- CHARD-LAFOSSE. Edition Barba. En cuanto a la pieza de poesía, hela aquí en todo su énfasis: “Conde de Saint-Germain, el más viejo de los hombres. En tí considero a un ser semi-Dios, Tus sublimes talentos, y tu ciencia profunda Asombran a todos los grandes, cautivan a todo el mundo. La naturaleza en tu seno desvela sus secretos. El fatal destino te dicta sus decretos. Nada hay oculto para tí, tus palabras son oráculos, Tus maravillosos secretos operan milagros. Los espíritus celestes aparecen a tu voz. Les sometes a obedecer tus leyes. Ningún mortal conoce tu antiguo origen, Sólo el adepto todo lo más lo adivina”. (123) - Jules Janin, en el cap. XXXIII del tomo 1 de su novela histórica Barnave (París, Libr. des Bibliophiles, 1878), hace asistir a nuestro personaje a una cena presidida por Mirabeau y la Guimard, y al final de esta cena le hace contar, con amplios detalles, una noche de amor de la reina Cleopatra, relato que Plutarco ha narrado en algunas líneas.
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Era alrededor de las ocho de la tarde, me encontraba en la sala de billar cuando entró un hombre cuyo exterior no tenía nada de particularmente sorprendente. ‘¿Quién es este hombre?, pregunté a la amiga de Janin. ‘Un hombre del que ciertamente habéis oido ya hablar, un hombre que según dicen todos es una notabilísima aparición’. - ’Me volvéis muy curioso’. - ’Este hombre es... el célebre conde de Saint-Germain’. - Del miedo, el taco de billar me cayó de la mano. - ‘Entonces, ¿quién me ha dicho que el conde había muerto en Silesia hacia 1780?’ - ’Debe ser un error. Este hombre no muere nunca’. - ’¿Quién lo dice?’. - 'El mismo’. - ’Y le créeis’ - ’Yo lo creo todo y nada”’ (124). En 1846, un escritor vienés, Franz Gráffer, publicó un curioso relato de la entrevista que su hermano Rudolf habría tenido con el conde de Saint-Germain en Viena, entre 1788 y 1790. Lo extraordinario, cuando menos, es que Rudolf Gráffer haya aguardado más de cincuenta años para hacer esta confidencia: ‘‘Corrió un día el rumor de que el conde de Saint-Germain, el más enigmático de todos los incomprensibles, se encontraba en Viena. Entre todos los que le conocían se produjo una conmoción. Nuestro círculo de adeptos se estremeció. ¡Saint-Germain en Viena!. Apenas se había repuesto R. Gráffer de la sorpresa de esta noticia, partió a toda prisa hacia Hmiberg, su casa de campo, donde tenía sus documentos. (124) - E. Oettinger, Graf Saint-Germain. Leipzig, 1844. Citado por A. Marquiset en Feuilles d'Histoire, N° 1, julio de 1913, p. 21. Digamos a este respecto que hacia esa época un publicista, Denis Leduc, original de Saint-Germain-en-Laye, tomó el nombre de esta ciudad, y se hizo llamar Saint-Germain-Leduc. Por otra parte, en los últimos años del reinado de Luis-Felipe, un personaje conocido bajo el nombre de mayor Frazer fue tomado por el conde de Saint-Germain. Cf. A. LAÑO, Les Mystéres de l‘histoire, trad. del inglés. París, Perrin, 1907.
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Entre ellos se encontraba una carta de recomendación de Casanova, el genial aventurero, a quien había tenido ocasión de conocer en Amsterdam (125), carta dirigida a Saint-Germain. Gráffer volvió apresuradamente a su local de negocios; ahí se le informa de que, hacía aproximadamente una hora, se había presentado un gentilhombre cuyo aspecto había asombrado a todos. Este señor no era ni grande ni pequeño, notablemente bien proporcionado, portando sobre su persona todas las marcas de la nobleza... Dijo en francés, como hablándose a sí mismo, sin preocuparse de quienes se encontraban presentes: ‘Habito el Fedalhof, en la habitación en que vivió Leibnitz en 1713. Ibamos a hablar, pero ya se había marchado. Después, señor, nos hemos quedado, como veis, absolutamente petrificados... “En cinco minutos llegamos al Fedalhof. La habitación de Leibnitz está vacía. Nadie sabe cuándo volverá el gentilhombre americano (126). En cuanto a su equipaje, no se ve ni rastro, salvo un pequeño cofre de hierro. ¡Es casi la hora de comer! Gráffer se sugestiona casi automáticamente de ir a buscar al barón Linden. Van juntos a la Landstrasse (127) adonde algo, un presentimiento oscuro, les incita a marchar rápidamente. El laboratorio está abierto; un grito de estupor se les escapa simultáneamente: Saint-Germain está sentado en una mesa, leyendo tranquilamente una edición infolio de Paracelso. Ellos se quedan mudos en el umbral. El misterioso intruso, cierra lentamente el volumen y, también lentamente, se levanta. Los dos hombres saben bien que esta aparición no puede ser otra que la del hombre de los milagros. Lo que su empleado les había dicho no era más que la sombra de la realidad. (125) - Cuando se sabe que Casanova sólo estuvo en Holanda en 1758 y 1760 (v. parte segunda, cap. VI), ¿qué edad, por tanto, tema R. Graffer en este momento? Pues esta relación ha sido redactada en jumo de 1843 por su hermano, según sus propios recuerdos. Cf. Fr. Graffer. Kleine Wiener Memoiren. Wien, 1846, t. III, p. 89. (126) - Fr. Graffer ha leído, ciertamente, el escrito de Etteilla Philo- sophie des hauies Sciences (v. en este mismo capítulo) para tratar al personaje de esta forma. (127) - Según I. Coopbr-Oakley, obra citada, p. 157, “Viena era el gran centro de los Rosacruces... tenían su laboratorio en la Landstrasse detrás del hospital”.
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Parecía como si un aura de esplendor lo envolviese. Una dignidad soberana se desprendía de él. Los dos hombres estaban silenciosos. El conde fue a su encuentro; ellos entraron. Entonces, en términos mesurados, sin formalidad, pero con una voz de tenor inconcebiblemente armoniosa y resonante en lo más profundo del alma, dice en francés a Gráffer; ‘Tenéis una carta de introducción ante mí del Sr. de Seingalt (128). No es necesaria. Este señor es el barón Linden. Yo sabía que los dos estarías aquí en este momento. Tenéis otra carta para mí de Brtihl. Pero el pintor no puede ser salvado; su pulmón está perdido; morirá el 8 de julio de 1805 (129). Un hombre, que en el momento actual no es todavía más que un niño, llamado Bonaparte, será indirectamente culpable. Y ahora, señores, sé cuáles son vuestras ocupaciones; ¿Puedo serviros en algo? Hablad’. Pero hablar nos era imposible. “Linden trajo una pequeña mesa, sacó algunas golosinas de un armario, las colocó ante nuestro huésped, y bajó a la bodega. "El conde hizo un signo a Gräffer de que se sentara, tomó asiento él mismo, y dijo: ‘Sabía que vuestro amigo Linden se retiraría, estaba forzado a ello. Quiero serviros a vos solo. Os conozco por Angelo Solimán, a quien he podido rendir un servicio en Africa. Si Linden viene, le diré que se marche de nuevo’. Gräffer se había recuperado; sin embargo, se encontraba demasiado aturdido para responder algo más que estas palabras: ‘Os comprendo; tengo un presentimiento’. “Entre tanto, Linden vuelve, y pone dos botellas sobre la mesa. Saint-Germain sonríe con una dignidad inexpresable. Linden le ofrece tomar algo. La sonrisa del conde se acentúa hasta la risa. ‘Os lo suplico’, dice él, ‘no hay un alma sobre la tierra que me haya visto nunca beber o comer’. Señala hacia la botella con el dedo. ‘Este Tokay no viene directamente de Hungría; viene de mi amiga Catalina de Rusia. (128) - Segundas informaciones que hemos proporcionado, es inadmisible concebir nada parecido a una familiaridad entre el conde de Saint- Germain y Casanova (v. parte segunda, cap. III). (129) - El pintor de que se trata es el hermano de Casanova, Jaime- rrancisco, fallecido en Brühl en 1805.
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Ella estaba tan encantada con los cuadros pintados por este hombre enfermo sobre la batalla de Mödling (130), que le envió un tonel. Gräffer y Linden estaban estupefactos; el vino había sido comprado a Casanova (131). El conde pidió lo necesario para escribir; Linden se lo apartó. El hombre de los milagros cortó una hoja de papel en dos partes iguales, las colocó una junto a la otra y, cogiendo una pluma en cada mano, simultáneamente, se puso a escribir en las dos, las firmó, y dijo: 'Coleccionáis autógrafos, señor, el texto es el mismo'. 'Esto es magia’ exclamaron los dos amigos, pues en todos sus rasgos’ ambas escnturas eran semejantes, sin ninguna diferencia. El escribano sonrió, colocó las dos hojas una sobre la otra, y las aplicó contra el vidrio de la ventana; no parecía verse más que una sola escritura, tan exacto era el facsímil de una respecto a la otra; parecían como la impresión de la misma plancha de grabado. Los testigos permanecían mudos de estupor (132). El conde dijo entonces: ‘Deseo que una de estas hojas sea enviada lo antes posible a Angelo. En un cuarto de hora debe partir con el príncipe Lichtenstein; el portador recibirá una pequeña caja... Entonces Saint-Germain adoptó gradualmente un aspecto solemne. Durante algunos segundos devino rígido como una estatua; sus ojos, siempre inexpresablemente vivos, se obscurecieron, sin color ni fuego. Después, de golpe, todo su ser se animó de nuevo. Hizo con su mano un signo de que iba a partir, y dijo: ‘Me voy; no vengáis a verme. Aún me veréis otra vez más. Mañana por la noche me habré ido. Se me necesita mucho en Constantinopla y posteriormente en Inglaterra, para preparar dos inventos que se utilizarán el siglo que viene: Los ferrocarriles y los barcos a vapor. (130) - La batalla de Modlin tuvo lugar en 1813, y Catalina II murió en 1796. (131) - Es Francisco Casanova quien estuvo en relación con Catalina II en tanto que pintor de batallas. Añadamos sin embargo que el “filósofo” Casanova se encontraba en 1790 en Dux en Bohemia, y que tenía por amigo al barón Maximiliano José de Linden. Cf. J. Le Gras y R. Veze La Vieillesse de Casanova en Les OEuvres Ubres, N° 102, dic. 1929. P. 262. (132) - Esta anécdota está visiblemente inspirada en la lectura del Memorial de un mundano del conde de Lamberg (v. parte primera. Cap. XI).
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Serán necesarios en Alemania. Las estaciones sufrirán gradualmente cambios en su orden; primero la primavera, después el verano. Es la detención gradual del tiempo mismo, que anuncia el fin de un ciclo. Veo todo eso. Creedme, los astrónomos y los meteorólogos no saben nada. Es preciso haber estudiado en las pirámides, como yo lo he hecho. Hacia el final del presente siglo, desapareceré de Europa y marcharé a la región de los Himalayas. Reposaré; es preciso que repose. En ochenta y cinco años exactamente, las gentes se acordarán nuevamente de mí. Adiós, os amo...’ “Tras haber pronunciado solemnemente estas palabras, el conde volvió a hacer el signo con su mano, y los dos adeptos, anonadados por la fuerza de sus impresiones sin precedente, abandonaron la sala en un estado intraducibie. En el mismo instante, una lluvia torrencial cayó con acompañamiento de rodar de truenos. Instintivamente, volvieron a entrar en el laboratorio para refugiarse en él. Abrieron la puerta, y Saint-Germain ya no se encontraba ahí...” (133). A propósito de la longevidad del conde de Saint-Germain, Collin de Plancy ha imaginado la escena siguiente: “Contando un día que había conocido mucho a Poncio Pilatos en Jerusalén, describía minuciosamente la mansión de este gobernador romano, y decía los platos que se habían servido en su mesa una tarde que había cenado con él. El cardenal de Rohan (134), creyendo no escuchar más que imaginaciones, se dirigió al criado del conde de Saint- Germain, anciano de cabellos blancos y de figura honesta: - ’Amigo mío’, le dijo, ‘me cuesta creer lo que dice vuestro señor. Que sea ventrílocuo, pase; que haga oro, consiento en ello; pero que tenga 2 000 años y que haya visto a Poncio Pilatos, es demasiado. ¿Estabáis vos allí?’ - ’¡Oh! No señor’, respondió ingénuamente el criado, ‘él es más viejo que yo. Sólo estoy al servicio del Sr. conde desde hace apenas 400 años’” (135).
(133) - F. Graffer, obra citada, t. II, pp. 136-162. La ‘‘invisibilidad” del conde de SaintGermain está netamente inspirada en los Recuerdos sobre María Antonieta de Lamothe-Langon (v. en este mismo capítulo). (134) - El cardenal de Rohan recibió el capelo en 1778. Su primo, del que había sido coadjutor, lo había recibido en 1761.
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Igual que F. Barrière, el abad Lecanu ha querido ver en el conde de Saint-Germain a un evocador de tipo Schrepfer, y esto es lo que escribe: “Se cuenta que en casa del conde pasaban cosas extrañas que sembraron el temor entre el público. Se decía que a petición de personas lo bastante valientes para desearlo, se evocaba a las sombras, y que estas terribles apariciones eran siempre reconocidas. A veces hacía responder a ciertas cuestiones sobre el porvenir por medio de voces subterráneas, que se escuchaban claramente, siempre que se aplicase la oreja al parquet de una cámara misteriosa. Muchas de estas predicciones se realizaron, según se asegura, y la correspondencia deSaint-Germain con el otro mundo fue una verdad demostrada por multitud de gentes” (136).. Entre las anécdotas sobre el modo en que el conde de Saint-Germain rejuvenecía a las damas de la corte, he aquí una en la que se le hace jugar un papel que sobrepasa los límites del ridículo: "Una viuda le presionaba a que la embelleciera y que hiciera instantáneamente de ella una Eva. ‘¿Lo deseáis, señora duquesa? - ¡Bien!. Bebed esto. Al mismo tiempo presentaba una pequeña redoma llena de agua clara, que hacía vaciar por la solicitante, tras haberse asegurado, punto esencial, de que no había ninguna luna en el apartamento. Algunos minutos más tarde, se escuchaban pasos menudos en la antecámara, después un vivaracho marqués entraba exclamando: ‘¡Oh! ¿Sóis vos, señorita?’ - La duquesa de setenta años, tratada de señorita, creía estar en el cielo. (135) - Collin de Plancy, Dictionnaire des Sciences occultes. París, Migne, 1846, t. II, pp. 456457. El origen de esta historia proviene de los Souvenirs sur Marie-Antoinette de Lamothe-Langon, pp. 299-300. Una tarde, el Sr. de Saint-Germain relataba una anécdota en la que, según la costumbre, habría jugado el rol principal pero, no acordándose bien de todos los detalles, se giró hacia su criado: ‘¿No me engaño, Roger? , le dijo. — El señor conde olvida que sólo hace quinientos años que estoy con él, no he podido por tanto asistir a esta aventura; debe de haber sido mi predecesor”. (136) - Abad Lecanu, obra citada, t. II, pp. 847-848.
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El marqués, compadre del falsario, se extasiaba, cumplimentaba, y como la vieja dama se lamentase de no tener un espejo, él la ofrecía uno admirablemente pintado, en el que se encontraba el seductor retrato de una joven. Tras de lo cual, abundantemente pagado, Saint-Germain se largaba para empezar en otra parte (137). Un autor bien situado, por decimos algunas verdades, Le Couteulx de Canteleu, pues pretende obtener sus informaciones de la mejor fuente, los manuscritos del príncipe de Hesse (!), nos informa que ‘‘El conde de Saint-Germain se servía a menudo para sus apariciones de ese famoso espejo mágico que creó en parte su reputación. Se sabe que mostró a Luis XV la suerte de sus hijos en uno de estos espejos mágicos, que son todavía un problema para la ciencia y que el rey retrocedió de terror viendo la imagen del delfín decapitado” (138). Evidentemente, esta información es nueva, pero como no podemos controlarla (no habiendo dicho ni hecho decir nada el rey Luis XV a este respecto), podemos suponerla tan fantasiosa como la idea emitida por Emest Capendu en su novela El conde de SaintCermain, aparecida en 1865. Un joven, para vengar a sus padres asesinados, toma alternativamente el aspecto del famoso bandido Poulailler y el más noble del conde de SaintGermain. ¡La acción transcurre en 1745! (139). Pero, lleguemos al célebre “exhibidor” americano T. P. Bamum, que también tiene algo que decir sobre el conde de Saint-Germain, y he aquí lo que nos informa: “Decía haber nacido en Caldea, al comienzo de los siglos, y ser el único heredero de las ciencias y misterios perdidos de su propia raza y de la raza egipcia. Sus predicciones eran todavía más sorprendentes, y está bien probado, por testigos muy poderosos y muy explícitos, que predijo el tiempo, el lugar y las circunstancias de la muerte de Luis XV algunos años antes de que sucediera. (137) - Roger de Beauvoir, Aventurières et courtisanes. París, 1859. (138) - C°UTEULX de capítulo), lo que nos hace creer que los supuestos papeles del príncipe de Hesse han sido fabricados Canteleu, obra citada, p. 151. Señalemos que en la página 171 de la misma obra hemos encontrado copiada textualmente la frase de F. Bamére consagrada a la fantasmagoría del conde de Saint-Germain (v. en este mismo después de su muerte, sobrevenida en 1836. (139) - E. CAPENDEU, Le comte de Saint-Germain. París, Amyot, 1865.
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Su memoria era asombrosa. Habiendo una vez leído un periódico, repitió todo el contenido de corrido, desde el comienzo hasta el fin, y a sus otros dones unía la facultad de escribir con las dos manos caracteres de grabado en dulce. Es así que podía escribir una carta de amor con su mano derecha, mientras componía y transcribía versos con su mano izquierda, y ello, en apariencia, con la mayor facilidad... “Además, el conde caía en ataques de catalepsia que duraban a menudo horas e incluso días, y durante este período declaraba visitar en espíritu las regiones más remotas de la tierra, e incluso las estrellas más lejanas. Contaba con una convicción sorprendente las escenas de que había sido testigo” (140). Hacia 1869, la leyenda va a alejarse, durante algún tiempo, del género “oculto”, pasando a tomar un cariz “masónico. Así, según un escritor holandés, Van Sypesteyn. Está fuera de dudas que SaintGermain fue miembro de la Logia de los Martinistas, y se pretende que fue encargado por el marqués de Saint-Martin de fundar una logia en La Haya, pero que fracasó en su tentativa” (141). Franqueemos dieciocho años. Estamos en 1884. Un periódico de Weimar, Der Gartenlaube (La cuna del verdor), publicó el siguiente relato bajo la firma de A. V. de Elbe; las escenas transcurren entre 1775 y 1778: "Carlos-Augusto [de Sajonia-Weimar] fue a casa del landgrave Adolfo de HessePhilippstal-Barchfeld. Saint- Gcrmain se encontraba allí, y fue debidamente presentado al duque. Fue encantador en su conversación, y el duque, tras la cena, preguntó a su anfitrión; '¿Qué edad tiene el conde?’ - ’No sabemos nada preciso al respecto’, respondió el landgrave. El hecho es que el conde conoce detalles que sólo los contemporáneos podrían relatar de la misma forma. (140) - T. P.B ARNUM , LES BLAGUES DE L'UNIVERS. París, 1866, pp. 303-305. (141) - Van Sypesteyn, obra citada, p. 96. Esta afirmación nos parece aventurada. Si en el momento de la aparición de la obra de L. Cl. de Saint-Martin Des Erreurs de la Vérité, en 1772, un gran número de Logias adoptaron este escrito como una revelación y los admiradores de SaintMartin se volvieron numerosos, no se ve cómo, entre 1760 y 1761, estando en Holanda, el conde de Saint-Germain ha podido fundar una Logia de discípulos de Saint-Martin, dado que este último, de 18 años de edad, no había escrito nada todavía.
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Aquí en Cassel se escuchan respetuosamente sus historias y no nos asombramos de nada. El conde no se vanagloria; no es ni inoportuno ni jactancioso, es un hombre de buena sociedad al que todos se sienten dichosos de recibir. No es muy del agrado del jefe de nuestra casa, el landgrave Federico II, que lo considera un moralista fatigante. Pero está en relación con numerosos hombres eminentes, y ejerce una extraordinaria influencia sobre otros. Mi primo, el landgrave Carlos de Hesse, está muy unido a él; trabajan en comandita en la Francmasonería y otras ciencias tenebrosas. Lavater le envía hombres escogidos (142). Puede hablar con voces diferentes, como provenientes de diversas distancias; puede imitar cualquier escritura al primer golpe de vista; se dice que tiene familiaridad con los espíritus, los cuales le obedecen. Es un médico y un geólogo; y tiene la reputación de prolongar la vida’. [Habiendo vuelto a Weimar], el duque marchó a rendir visita a Görtz (143), al que sabía enemigo y adversario de Goethe. Es por ello que en ese momento de sobreexcitación, tomó partido por el mariscal. “Görtz recibió esta inesperada visita con aire de sumisión, y cuando, por ciertas alusiones, se convenció de que el duque no deseaba hablar de Goethe, su fisonomía se iluminó más aún. "Finalmente el duque dijo, no sin cierto apuro: 'A comienzos de mayo, querido mariscal, he trabado un conocimiento muy interesante en casa de los landgraves de Barchfeld, conocimiento que deseo mantener. (142) - Lavater no ha conocido al conde de Saint-Germain más que por la carta de Antón (v. parte segunda, cap. XI). (143) - El conde de Görtz fue, de 1761 a 1775, preceptor de dos jóvenes duques de SajoniaWeimar, Carlos-Augusto y Constantino. En 1775, habiendo devenido gran duque Carlos-Augusto, de Goertz cesó en sus funciones y fue nombrado en 1778 gran maestre de la casa de la gran duquesa, esposa de Carlos-Augusto. El mismo año, de Görtz pasó al servicio del rey de Prusia, Federico II, al que ya no abandonó. Señalemos que Mirabeau, en una carta que precedió al panfleto anónimo Le Charlatán démasqué (Francfort-über-Mayn. 1786, in-8°), escribió que el conde de Görtz, entonces embajador de Prusia en Rusia, en 1784, fue advertido por el cónsul de Prusia en Cádiz, que Cagliostro, el cual se encontraba en esta época en San Petersburgo, había omitido abonar, tras su paso por el puerto español, hacia 1775, varias letras de cambio por un valor total de 5.000 rublos. La coincidencia de nombre en el hombre de Estado prusiano es a considerar.
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Se trata de un cierto conde de Saint-Germain que reside en Cassel. Escribid, os ruego, a este gentilhombre, para invitarle a venir aquí’. "Görtz prometió acceder a este deseo a la menor demora posible, y lo mejor que supiera. “Habiéndose retirado el duque, se sentó a su pupitre y escribió lo siguiente: “Triunfad, querido conde, vuestra ciencia de los hombres, vuestra habilidad, son victoriosas. Bien lo habéis predicho: Nuestro gracioso señor está encantado de vos, y os pide por la presente, en debida forma, por mi intermedio, que vengáis a su corte. “Sóis realmente un hombre de genio, pues su maldito favorito plebeyo comienza a tambalearse... bastará con un buen golpe en las espaldas, un empujón de vuestro genio, y el abogado de Francfort (144), que se entromete en nuestros asuntos, estará jaque y mate”. “¿Deseáis batiros abiertamente con él, o preferís de antemano, de incógnito, hacer el reconocimiento del campo de batalla? - Colocad una o dos minas en buen lugar, y no os mostréis hasta que esté totalmente batido; entonces ocuparéis su lugar, con mucho más derecho y poder”. “Abandono todo eso a vuestra sagacidad. Contad enteramente conmigo como en el pasado, conmigo y con una pequeña élite de fieles aristócratas, entre los cuales habría uno o dos a los qué podríais estar unido más estrechamente, si lo juzgáis bueno”. Siempre vuestro, sinceramente, CONDE GÖRTZ, mariscal de la corte.
“He aquí la respuesta del conde de Saint-Germain”: “Querido Conde “Estoy dispuesto a asociarme con vos y vuestros compañeros en ideas, y os estoy muy agradecido por vuestra graciosa intervención. Sacaré provecho de ello más adelante”. (144) - Goethe nació en Francfort en 1749, y se le ’llamó "el escolar de Francfort”. Habiéndose doctorado en derecho, fue invitado en 1775 por el duque de Sajonia-Weimar a ir a la corte. Un año más tarde, Goethe, a pesar de las pequeñas envidias locales que consideraban su elevación como un atropello, fue nombrado consejero de legación con voz en el colegio de consejeros privados. Ahora bien, según las Memorias de Goethe, libro XV, el conde de Goertz estuvo muy satisfecho de verle.
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“Por el momento he prometido pasar por Hanau para encontrarme con el landgrave Carlos en casa de su hermano (145) y trabajar con él, en el sistema de ‘Estricta observancia’, reforma de la Orden de los Francmasones en un sentido aristocrático (146), reforma que también os interesa (147). “El landgrave es para mí un querido y simpático protector y, si no es príncipe reinante, su situación en Schleswig, afecto al servicio danés, no es menos principesca. En todo caso, antes de que me decida completamente a ir con el landgrave, iré a Weimar para liberaros del intruso detestado, y reconocer el lugar. Es posible que prefiera hacerlo primero de incógnito. “Recomendadme fielmente a vuestro señor, y prometed mi visita para un tiempo muy próximo. En nombre de la prudencia, silencio y sabiduría, os saludo. Vuestro SAINT-GERMAIN» (148).
Este relato, cuya autenticidad es más que dudosa (149), tuvo su eco en Francia. Al año siguiente, un periodista, Edouard Drumont, emitió la suposición siguiente:
(145) - Error. El conde de Saint-Germain y el landgrave se vieron por primera vez a finales de 1778, en Altona (v. parte segunda, cap. XIV). Por otra parte, de 1776 a 1778 el landgrave empuñaba las armas para el rey de Prusia. (146) - La característica de la Estricta-Observancia es la pretensión de continuar, bajo una forma diferente, la orden de los Templarios. (147) - No fue hasta 1779 que el landgrave Carlos de Hesse formó parte de la EstrictaObscrvancia, como coadjutor del duque de Sudermanie, mesnadero de la Orden. Cf. R. LE Forestier, obra citada, p. 185. (148) - A. V. Der Elbe, Brause Jahre Bilder en Der Gartenlaube. Weimar, 1884, n°* 38-39. El hecho de que no se nos indique de qué archivos son extraídas estas cartas, nos hace dudar fuertemente de su autenticidad. (149) - En efecto, he aquí la historia. La nominación de Goethe como consejero privado de legación puso a la pequeña corte en ebullición. El ministro Fritzsch, presidente del consejo, trató de resistirse y envió su dimisión. Pero habiendo mantenido el duque Carlos-Augusto su derecho, la retiró. Cf. E, Roo. Essai sur Goethe. París, Perrin, 1898, p. 156.
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“El enigmático conde de Saint-Germain iba, de ciudad en ciudad, portando la palabra de orden misteriosa, uniendo el manojo de Logias entre ellas, comprando por todas partes lo que tenían para vender, trastornando a los espíritus con prestigios o bagatelas, despachados con imperturbable aplomo” (150). El papel “masónico” que se atribuye al conde de Saint- Germain fue a continuación “desvelado” de forma curiosa por Jules Doinel bajo el velo del anonimato (151): “Tenemos fuertes razones para creer que el conde de Saint-Germain era uno de los más poderosos demonios misioneros de Satán. Desaparecía tan fácilmente como aparecía. Se hacía invisible. Ha sido visto en varios sitios a la vez. Pese a todas las investigaciones, nadie ha podido saber ni su edad, ni su país, ni el lugar de su fallecimiento. Más aún, ha sido visto en Egipto durante la expedición del general BONAPARTE; y las balas no le alcanzaban. “El conde de Saint-Germain, interrogado sobre su edad, respondió un día que había visto a Jesucristo. Puede tomarse esto por una fanfarronada, por habladurías de charlatán; pero cuando el conde de Saint-Germain afirma haber conocido a Julio Cesar, cuando proporciona detalles tales que los historiadores quedan confundidos; cuando los da de tal modo que las investigaciones de la erudición contemporánea son las únicas en poderlos controlar; cuando describe tan fiel y exactamente el interior de las catacumbas; cuando arroja sobre la India, entonces desconocida, a viva y pronta claridad de revelaciones confirmadas por la ciencia prodigiosa de Anquetil-Duperron, y de Burnouf, sólo puede creerse en dos cosas; o bien que ha visto todo aquello de que habla con tan poderosa certeza, o bien que ha recibido una tradición ininterrumpida y matemáticamente fiel. Lo que es más difícil de admitir que la manifestación de un ser invisible. “El conde de Saint-Germain domina el ocultismo del agonizante siglo XVIII. Aparece, y todo lo que hay de hostil a la Iglesia y a la Monarquía se agrupa a su alrededor. Las logias se multiplican. (150) - E. DRUMONT, Ln France Juive. París, s. f. (1885), 1.1, pp. 260-261. (151) - La Loque noire par París, Pierret, s. f. (1889). Bajo estas tres estrellas se oculta la personalidad de Jules-Stanislas Doinel llamado Jean Kotska, el fundador de la Iglesia gnóstica.
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“Los Iluminados pululan. Mesmer, Saint-Martin, Puységur, Cagliostro, Weishaupt, Cazotte, son otros tantos astros negros que evolucionan alrededor de este sol infernal. Da la palabra de orden a la Masonería, las reglas de los rituales, inspira las fiestas de adopción, organiza Logias de mujeres, regimenta a la nobleza en los talleres hirámicos. Pero sobre todo, prepara la Revolución, visita al viejo Voltaire, ayuda a Jean-Jacques Rousseau, dirige a Naigeon y Diderot, se insinúa en los salones, insuflando el espíritu de voluptuosidad y de denigración, se insinúa en la corte y ensaya sus seducciones sobre todos y sobre todas, llega hasta la reina y la aconseja a la frivolidad inocente que la será tan fatal. “Ora aquí, ora allá, el conde de Saint-Germain, que se mantiene como un enigma inexplicable para todos los que lo han visto y lo han oido, no lo es para nosotros. Es una personalidad animada por Satán, si no es uno de los espíritus de Satán, enviado por él a una misión en Europa. Es a partir de su llegada que el movimiento ocultista se propaga; es a partir de su desaparición que la Revolución estalla. “Un solo hombre en Alemania parece haber conocido la identidad del conde de Saint-Germain, se trata de Weishaupt. Le habla con un respeto religioso. Le escribe como a un ser divino” (152). “Un solo hombre en Francia parece haber conocido la identidad del conde de SaintGermain, se trata de Cagliostro Se le ha visto postrarse ante él. Lo escucha como un oráculo viviente” (153). “Esta leyenda de un conde de Saint-Germain preparando la Revolución Francesa, fue retomada algún tiempo después por el erudito autor de los Ensayos de Ciencias Malditas, Stanislas de Guaita, cuando anuncia, sin prueba alguna que le apoye, que “SaintGermain organizaba en silencio clubs alborotadores del mañana, y fecundaba con su oro inagotable el futuro motín, propio para hacer estremecerse el poder de un rey por medio de la violencia” (154). (152) - Hemos buscado vanamente en las obras de Weishaupt y en las concernientes a los Iluminados de Baviera, la confirmación de este alegato. Se adivina más bien que J. Doinel se ha inspirado en el relato inventado por de Luchet, del recibimiento de Cagliostro por el conde dé SaintGermain, que hemos referido en este mismo capítulo. (153) - J. DOINEL, obra citada, pp. 72 a 80.
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Un “intermedio musical" nos es proporcionado por el publicista Emile Colombey. Inspirándose en dos extractos, el primero de los Souvenirs et portraits (Recuerdos y retratos) del duque de Levis (155), y el segundo de las Memorias del barón de Gleichen (v. parte segunda, cap. IV), los parafrasea así: "Un día en que Saint-Germain rinde visita a la Sra. de Marcháis, arroja su capa y su espada sobre un mueble y, poniéndose al piano, ejecuta rápidamente una pieza que fue muy aplaudida. Se le pide el nombre del autor. ‘Lo ignoro’, responde gravemente, ‘todo lo que puedo decir es que escuché esta marcha cuando la entrada de Alejandro el Grande en Babilonia (156). Señalemos, en la misma época, la pieza de Emile Bergerat, La Pompadour, en la que el conde de Saint-Germain juega un papel episódico en compañía de Guay, el grabador en piedras finas del gabinete del rey. Una de las escenas es la siguiente: habiendo pedido el conde una perla a la Sra. de Pompadour, la hace disolver, y lee el porvenir en este costoso "poso de café’’ (157). Al año siguiente, el 13 de junio de 1893, el escritor Jules Bois, en una conferencia en la sala de los Capuchinos, trató del “elixir de inmortalidad” del conde de Saint- Germain. Del mismo modo, algunos años más tarde, Henri d’Alméras: “El conde de Saint-Germain, en los salones que frecuentaba, no guardaba celosamente el secreto de su elixir de inmortalidad, al que debía una tan excepcional longevidad. (154) - ST. de Guaita, Le Temple de Salan. París, Chamuel, 1891, p. 302 Del mismo modo Papus, en su Traité méthodique de Science occulte. París, Dorbon, s. f., t. II, p. 994, nos dice: "En 1740. el realizador templario, centralizado en Alemania, envió al misterioso personaje conocido bajo el nombre de conde de Saint-Germain, a preparar a Francia para la gran victoria de la Gnosis sobre la Realeza y el Papado. (155) - París, Laurent-Beaupré, 1815, pp. 90-91. (156) - E. COLOMBEY, Ruelles, Salons et Cabarets. París, Dentu, 1892, t. II, pp. 225-226. Una respuesta análoga se encuentra en Le Temple de Satan, de ST. de Guaita, p. 301: “es un aire que anoté hacia el año 2008 antes de J. C„ en la ciudad de Erech, para hacer mi corte a una joven princesa de Caldea”. (157) - E. Bergeray, La Pompadour. París, Ollendorf, 1901, acto 1°. ¡La acción transcurre en 1753!
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En las Logias donde era admitido, entregaba a veces minúsculas botellas que producían, se asegura, los más maravillosos efectos” (158). Anteriormente, el autor de En el país de los Espíritus, hablando de sesiones de magia que se realizaban en Inglaterra hacia 1860, nos dice que la mayor parte de los magos ingleses, conformándose a cada artículo del ritual mágico, repetían fórmulas que se dice provienen de los magos de Egipto y de Caldea, y de las que se servían místicos célebres, tales como Tomás de Aquino, Alberto el Grande, Nostradamus, el conde de Saint-Germain, etc.” (159). De 1904 a 1920, los escritores se ocuparon poco del conde de Saint-Germain. Citemos sin embargo al Dr. Henri Favre, el cual, en una suerte de autobiografía, no temeesribir: “El movimiento del gran copto, esta alta mascarada taumatúrgica cuyo comparsa de parada fue Cagliostro, cuyo verdadero promotor de gran puesta en escena fue el famoso conde de Saint-Germain’’ (160). Basándose en informaciones fantasiosas, Claude Farrére nos presenta un conde de Saint-Germain que interpreta el papel de mago y posee un secreto de larga vida ultramoderna (161). En la obra de Octave Béliard, aparecida en 1920, encontramos también repeticiones cuya interpretación, no obstante, nos ha sorprendido: “El conde de Saint-Germain deslumbró durante diez años en la corte y en la ciudad por su elegancia, su locuacidad y su belleza... Pero lo que más excitó la curiosidad, hasta el punto de que Luis XV y la Sra. de Pompadour quisieron verlo, es que afirmaba haber vivido varias veces, y guardado el recuerdo de sus vidas sucesivas... Bruscamente, en 1760, abandonó París para ir a asombrar a los londinenses... Hay autores que lo hacen huir de la venganza de los Iluminados, cuyos misterios habría traicionado.
(158) - H. d Almeras, Cagliostro. París, Lecéne et Oudin 1904 do 125-126. (159) - Emma Harding Britten. Au pays des esprits. Trad. francesa Prefacio de Papus. París. L’Initiation, 1903, p. 97. (160) - Dr. H. Favre. Les coffrets de famille. Paris, 1905, p. 60. (161) - Cl. Farrere, La Maison des hommes vivants. Paris, Flammarion, 1910.
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Siempre desaparecía repentinamente de sus sucesivas moradas, y los rumores más contradictorios corrieron sobre su fallecimiento, pues los autores de memorias dicen que fue asesinado por los Rosacruces en el castillo de Rueil...” (162). Tampoco es en la obra de Rainer-María Rilke que hemos podido satisfacer nuestra curiosidad. Bien que este autor haya consagrado algunas páginas al conde de SaintGermain, no nos enseña nada que no sepamos (163). Llegamos a 1928. Con el conferenciante ruso Sr. de Meck, no salimos de las banalidades. “Por sus poderes ocultos inconestables, tales como la clarividencia, la lectura del pensamiento, la predicción del porvenir, el conde de Saint-Germain causaba una impresión profunda... Es lamentable que un hombre como él haya creído que debía mezclar su ciencia con el don de la charlatanería... Esta charlatanería tenía por objeto impresionar la imaginación de las personas con las que se relacionaba, volviéndolas así más receptivas a las impresiones que recibían de él... Esta charlatanería consistía sobre todo en hacer creer a la gente cosas en las que la mentira se mezclaba a veces con la verdad” (164). Una información bastante curiosa, bien tomada de una nota aparecida en Le Lotus Bleu, en 1899 (165), es proporcionada por nuestro llorado amigo, el escritor Maurice Magre: “Napoleón III, intrigado por lo que había oido decir sobre la vida del misterioso conde de Saint-Germain, había encargado a uno de sus bibliotecarios que investigara y reuniera todo lo concerniente, entre los archivos y documentos de fines del siglo XVIII. Este trabajo se había hecho. Un gran número de piezas, formando un dosier considerable, habían sido depositadas en una biblioteca de la prefectura de policía.
(162) - O. Beliard, Les Sorciers. Paris, Lemerre, 1920, pp. 186-187. (163) - R.-M. Rilke. Les cahiers de Malte Laurids Brigge. Trad. de M. Betz, París. Emile-Paul. 1927, pp. 219-224. Digamos, sin embargo, que el padre del conde Christian Brahé, el conde Magnus, no ha podido conocer al conde de St.-Germain, habiendo nacido en 1790. (164) - M. de Meck, Metapsychisme et occultisme. París, Beaudelot 1928, pp. 46-48. (165) - Le Lotus Bleu, año X, na 3, mayo de 1899. p. 89.
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La guerra de 1870 sobrevino, y posteriormente la Comuna, y la parle de la prefectura de policía donde se encontraba el dosier fue quemada (166). Entre los escritores de los diez años que preceden a nuestra época, citemos entre otros a un autor italiano, Giovanni Papini, quien, en una novela que se dice autobiográfica, nos comunica su encuentro con el conde de Saint- Germain: “Gog [el autor] está con el "Príncipe de Gales, que hace la ruta de Bombay. Una noche, observa sobre el puente a un señor de unos cincuenta años cuyo aspecto le llama la atención. Es Saint-Germain. Este le confiesa estar un poco fatigado de su larga vida. Esto sería banal pero G Papini añade que el conde le habría comunicado que había nacido en los primeros años del siglo XIV, y que había llegado a tiempo de conocer a Cnstóbal Colón (167). He aquí precisiones cuando menos sensacionales. Otro escritor, éste francés, el místico Sédir, no se “compromete” demasiado: “Entre los misionados que parecen pertenecer a la orden de los Rosacruces, hemos de citar al conde de Saint-Germain. Sus viajes, sus misiones políticas en Rusia, en Amsterdam, en Londres, en París, los maravillosos secretos que parecía detentar, todo ello ha sobreexcitado abundantemente la imaginación popular (168). Con Robert Chauvelot y Roben Margerit volvemos a caer en el dominio de la pura fantasía. Si el primero imaginó hacer revivir gracias a una exhumación, al conde de SaintGermain, el Gran Invisible, jefe de los Iluminados de Oriente, y conferirle nuevas aventuras extraordinarias (169); el segundo llega hasta el punto de dar a nuestro personaje un lenguaje aque este elegante gentilhombre no nos había acostumbrado (170). (166) - M. MAORE, Magiciens et Illuminés. Paris, Fasquelle, 1930, p. 245. (167) - G. PAPINI, Gog. Firenze, Vallocchi, 1931, pp. 239 y sig. (168) - Sedir, Histoire et doctrines des Roses-Croix. Rouen, 1932, p. 105. (169) - ROBERT CHAUVELOT, A imata, fille de Tahiti y Trois fakirs vei- llent. París, Baudiniére, 1934, 2 vol. La primera novela apareció en el Mercare de France, n°* 851 a 855, 1 de diciembre de 1933 a 1 de febrero de 1934, bajo el título de file Trajane. El nombre de "conde Cusandre, que el autor da al conde de Saint-Germain en Tres fakires vigilan, está tomado de los Recuerdos sobre María Antonieta de Lamonth-LANGDON. (170) - R. Margerit, Les pistolets d'Arçon ou le visage du destin, En el Mercure de France, n» 916, 15 de agosto de 1936, pp. 24-48.
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Para la sra. Jean Moura y Paul Lovet; Saint-Germain es el Rosacruz inmortal, pero su afirmación no está basada más que sobre documentos demasiado fantasiosos (171). Del mismo modo Pierre Geyraud se limita a resumir los chismes habituales: “Era Rosacruz, este misterioso conde Saint-Germain, elegante, espiritual, tosferino de los salones, de edad indeterminada pues había conocido a Cristo, y que, como lo recuerda Voltaire, ‘cenó antaño en la ciudad de Tremo con los Padres del Concilio’; por otra parte, se encuentra todavía en Venecia, en un palacio del Gran Canal (172). Esta última afirmación, no es un simple exabrupto de periodista, como estaríamos tentados de creerlo; y a éste respecto vamos a exponer en el segundo capítulo de la “leyenda” lo que podríamos llamar la crónica del “Maestro” de los Teósofos (173).
(171) - JEAN MOURA y PAUL LOUVET. Saint-Germain, le Rosâ-CrolM immortel. Pans, Gallimard, 1934. (172) - P. Geyraud, Les Sociétés secrètes de Paris. Paris, Emilo-Piuti 1938, p. 34. (173) - Mencionemos además las últimas cuatro obras aparecidas: a.- En 1943, la obra póstuma de PIERRE LHERMIER: Le mystérieux comte de SaintGermain, Rose-Croix et diplomate (Paris, Editions Colbert), que es, hasta el momento, la mejor obra sobre el tema. El autor da muestras de una comprensión bastante buena de su personaje, aunque algunos capítulos de su libro se apoyen sobre informaciones no controladas. b.- 1944, la fantasiosa obra de Henri Richard: Les demi-dieux immortels (París, Avignon, Les Livres Nouveaux), la cual nos muestra al conde de Saint-Germain poseedor, no del elixir de larga vida, sino de un aparato productor de vibraciones “integrantes”, a fin de prolongar su vitalidad. c.- Más tarde, en 1945, el esbozo biográfico de Jean de Kerdeland, incluido en De Nostradamus à Cagliostro (Paris, Editions Self), que nos revela al Saint-Germain el inmortal como un “aventurero íntegro... fabricando a su voluntad oro y piedras preciosas... dándose el placer de acentuar en sus discursos el lado misterioso de sus aventuras. d.- Finalmente, en 1946, Leon Treich, en Enigmes historiques (Abadía St. Wandrille, Editions de Fontenelle), analiza de forma completamente superficial "las cien existencias del conde de SaintGermain”, no habiendo tomado sus informaciones más que de la leyenda.
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CAPITULO SEGUNDO El Maestro de los Teósofos
Nuestros lectores se acordarán del pasaje de las Pequeñas Memorias de Viena de F. Gráffer, publicadas en 1846, en el que se indica que el conde de Saint-Germain debía ir a reposar a “la región de los Himalayas”. Desde 1877 encontramos bajo la pluma de H. P. Blavatsky, la fundadora de la Sociedad Teosófica, algunas líneas que podrían referirse a esta historia: “¿Quién no ha oido hablar en la India del... Houtouktou del Alto-Tibet?. Su Hermandad de Khelan era célebre en el país entero; y uno de los ‘hermanos’ más renombrados era un Peh-ling (un inglés) que llegó allí un día, de Occidente; en la primera parte de este siglo... Hablaba todas las lenguas, comprendido el tibetano, y conocía todas las ciencias, nos dice la tradición. Su santidad y los fenómenos que produjo hicieron que fuera proclamado Shaberon tras sólo unos años de residencia. Su recuerdo todavía está vivo hoy en día entre los tibetanos, pero su verdadero nombre sólo es conocido de los Shaberons” (1). Lo que nos impide ser afirmativos en cuanto a la intención que pudiera tener la Sra. Blavatsky, es que ésta habla de un “inglés”, nacionalidad que nadie ha otorgado nunca al conde de Saint-Germain, y esta precisión es tanto más curiosa, cuanto que éste término peh-ling o más exactamente philing, designa simplemente a un auropeo. (1) - H. P. B. Isis dévoilée. Trad. francesa. París-Adyar 1913 t II. P. 365.
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La segunda cita de H. P. B, aparecida en 1889, es mucho más precisa: “Un ‘hermano’ anciano, ¡Gran ¡cabalista, acaba de morir aquí! [Londres]; su abuelo, masón célebre, fue amigo íntimo del conde de Saint-Germain cuando éste último fue enviado, se dice, por Luis XV a Inglaterra, en 1760, para negociar la paz entre los dos países (2). El conde de Saint- Germain dejó entre las manos de este masón ciertos documentos concernientes a la historia de la masonería, y que contenían las claves de más de un misterio incomprendido (3). Lo hizo a condición de que estos documentos devinieran la herencia secreta de todos aquellos de entre sus descendientes que fueran masones. Estos papeles, por otra parte, no aprovecharon más que a dos masones: al padre y al hijo, que acaba de morir, y ya no aprovecharán a nadie en Europa. Antes de su muerte, los preciosos documentos fueron confiados a un oriental (un hindú), que tuvo por misión entregarlos a una cierta persona que vendría a buscarlos a Amritsa, ciudad de la Inmortalidad” (4). (2) - Si el conde de Saint-Germain marchó a Inglaterra en 1760, fue para escapar a las persecuciones del duque de Choiseul, habiendo querido entrometerse en las conversaciones de paz, por instigación del mariscal de Belle-Isle (v. parte segunda, cap. V). (3) - En el t. IV de la edición francesa de La Doctrina Secreta, pp. 171 y 173, H. P. B. menciona, en nota, que los extractos dados en el texto provienen de un manuscrito atribuido a "SaintGermain". Estos extractos conciernen a los números y su valor. H. P. B., en Isis sin Velo, habla de un “manuscrito Rosa-Cruz en cifra”, en posesión del conde de Saint-Germain, y que es la única copia de un manuscrito de Kábala que se encuentra en el Vaticano. "Contiene la más completa exposición de la doctrina [kabalista], comprendiendo la versión particular adoptada por los luciferianos y otros gnósticos”. Cf. I. Coopbr-Oakley, Incidents de la vie du comte de Saint-Germain, en Le Lotus Bleu, dic. 1899, N° 10, p. 327 (4) - Revue Théosophique, 21 de abril de 1889, n5 2, pp. 6-7. La ciudad de Amritsa, situada en el Pundjab, en el Indostán, es la ciudad de los guerreros Sikhs. El templo está situado en medio del lago sagrado Amritsa saras (fuente de inmortalidad). H. P. B. visitó esta ciudad en octubre de 1880 en compañía de H. S. Olcott. Cf. H. S. Olcott, Histoire authentique de la S. T. Paris-Adyar, 1908. t. II, p. 211. Según H. P. B. es en Amritsa que tuvo lugar la primera reunión de los miembros de la S. T. con los representantes de las mil y una sectas de la India, “que simpatizaban todos en mayor o menor grado con la idea de la fraternidad proclamada por nuestra Sociedad Teosófica”. Cf. Dans les cavernes et jungles de l'indostan. Paris-Adyar, 1934, p. 87.
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Para acabar, relataremos la opinión final de la Sra. Blavatsky sobre el conde de Saint-Germain, opinión en relación con el último párrafo de la cita anterior: “El conde de Saint- Germain fue ciertamente el más grande adepto oriental que Europa haya visto en el curso de los últimos siglos" (5). En noviembre de 1894, en el curso de una reunión de los miembros parisinos de la S. T., la condesa Wachtmeister, de paso por París camino de la India, a donde va a residir, informa a su auditorio “Que, según el plan de los Maestros, de los que H. P. B. habría sido instrumento, la Sociedad Teosófica debería haber sido sólidamente edificada desde el último cuarto del siglo precedente. Sus enviados, principalmente Martines Pasqualis, de Saint-Martin, Cagliostro, Mesmer y el conde de Saint-Germain, habían establecido las bases de aquella en París; pero el movimiento que debían vitalizar fue ahogado por la Revolución Francesa de 1789”. La condesa Wachtmeister añade: “H. P. B. era, en el siglo pasado, como lo ha sido en éste, el agente designado por los Maestros; se encontraba en París en la època de Luis XVI, cuando se formó el primer nucleo de la Sociedad Teosófica" (6). Algún tiempo después, otro notorio miembro de la S. T., W. Q. Judge, nos afirma: “Una corriente de fuerza espiritual recorre el mundo como una ola a finales de cada siglo, por voluntad de los Maestros o Mahatmas. Esta corriente comienza en los últimos veinticinco años del siglo y concluye al final de éste, para no recomenzar sino en el último cuarto del siglo siguiente” (7). Es por ello que, como nos dice H. S. Olcott, presidente de la S. T.: “Es sin embargo dudoso que un Adepto muera (8), como parece hacerlo, en un cuerpo particular. (5) - H. P. B. Théosophical glossary. London, 1892. (6) - Le Lotus Bleu, noviembre de 1894, pp. 444-445. La condesa Wachtmeister anuncia que H. P. B. retomará su misión en 1975. (7) - W. Q. Judge, L'ère des Maîtres, en Le Lotus Bleu, enero de 1895, ns 11, p. 527. (8) - Según H. P. B., "un verdadero adepto iniciado conservará su adeptado, bien que para nuestro mundo de ilusión sus encamaciones puedan ser innumerables... Durante el período de sus existencias, el adepto no pierde su adeptado, aunque no pueda elevarse de éste a un grado superior”. La Doctrine Secrete, t. VI, p. 55. ¿Cómo explicar entonces que el conde de Saint-Germain, “tras haber sido considerado como un simple enviado de la ‘Gran Logia Blanca, se ha visto elevado al rango de ‘maestro’ estando todavía vivo”? Cf. R. GUENON, Le Théosophisme. París, 1921, p. 200.
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Dado el poder de ilusionistas que poseen, el enterramiento de su cadáver no es siquiera prueba de la realidad de su muerte. ¿Qué sucedió, por ejemplo, con el conde de Saint- Germain, ‘el aventurero, el espía’ de los enciclopedistas, que deslumbró a todas' las corte de Europa, hace un siglo [1795], y que habiéndose retirado a Holstein [!] desapareció tan misteriosamente como había aparecido?” (9). Lo que sucedió con el conde de Saint-Germain, un “sensacional” artículo aparecido en septiembre de 1895 en El Loto Azul, titulado El Secreto del conde de SaintGermain, va a decírnoslo: “El conde de Saint-Germain es ciertamente el hombre más asombroso del que la historia haya conservado el recuerdo. Apareció en Francia el siglo pasado, bajo Luis XV, con el nombre de conde de Saint-Germain; este nombre le provenía de una tierra que había comprado en el Tirol, y por la que había pagado al papa el derecho a usar el título (10)... Su belleza era notable y sus maneras espléndidas; tenía un talento de alocución extraordinario; una instrucción y una erudición maravillosas; conocía y hablaba admirablemente casi todas las lenguas conocidas... Músico consumado, tocaba todos los instrumentos, pero le agradaba más particularmente el violín; lo hacía vibrar tan divinamente que dos personas que lo habían oido, y que escucharon más tarde al famoso maestro genovés Paganini, ponían a estos dos artistas al mismo nivel. ‘Saint-Germain habría podido rivalizar con Paganini’, decía un octogenario belga en 1834 (11); y un lituano maravillado exclamaba a su vez, escuchando a Paganini: ‘Es Saint-Germain resucitado quien toca el violín en el cuerpo de un esqueleto italiano” (12). (9) - H. S. Olcott, Phénomènes de H. P. B., en Le Lotus Bleu, agosto de 1895, p. 269. (10) - Pese a nuestras investigaciones, no hemos descubierto el origen de esta información, que nos parece bien fantasiosa. (11) - Bajo la pluma de G, Lenotre, esta afirmación se convierte en la siguiente: "Un octogenario atestigua que, siendo niño, le había oído tocar el violín en Estrasburgo hacia 1690". Cf. obra citada, p, 141, (12) - “No sólo se admiraba la magia de su intepretación y su facilidad sin igual: su aspecto exterior excitaba también una viva atención; se quería ver en él a una especie de demonio, y se hicieron circular a su respecto los rumores más extraños". Cf. Hoefer, obra citada, t. XXXIX, p. 39.
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"Rico en exceso, despreciando profundamente los tesoros, se le veía prodigar regalos fantásticos a sus amigos, e incluso a los príncipes; sus escriños eran inagotables. Transmutaba los metales, fabricaba oro, y decía haber aprendido de un viejo brahmfn hindú el medio de ‘vivificar’ el carbono puro, es decir, de transformarlo en diamante. En 1780, durante su visita a la embajada francesa de la Hague (Sic), hizo pedazos, con un martillo, un soberbio diamante que había producido por medios alquímicos; acababa de vender uno similar, fabricado también por él, a un joyero, por el precio de 5.500 luises de oro (13). “Vivía suntuosamente...; tenía una memoria prodigiosa...; podía escribir con las dos manos a la vez... leía, sin abrirlas, las cartas cerradas, incluso antes de que le fuesen enviadas; profetizaba a menudo en la corte de Luis XV y de Luis XVI... (14). "Entraba a menudo en estados letárgicos que duraban de 30 a 50 horas, y durante los cuales su cuerpo parecía como muerto. Después, se despertaba restaurado, rejuvenecido, vigorizado por este reposo mágico, y asombraba a la asistencia relatando todo lo que había sucedido en la ciudad durante ese tiempo. Sus profecías, como sus previsiones, no le engañaron nunca (15). “Federico II de Prusia, su íntimo amigo [!], decía que nadie había podido descifrar su enigma; en 1772 era el confidente del príncipe Orloff en Viena, a quien salvó de la muerte en el momento de las conspiraciones políticas que agitaron al país (16). “Desapareció tan misteriosamente como había venido; el príncipe de Hesse refiere que falleció en 1783 (17), mientras hacía experiencias sobre los colores en Eckenford (sic).
(13) - Esta anécdota, embellecida, se ha sacado del Memorial de un mundano del conde de Lamberg, obra citada, p. 83; aquí la indicamos como proviniente de la Royal Masonic Cyclopedia, de Kennet Mac- Kenzie, Londres, 1877. (14) - Primera alusión a los Recuerdos sobre María Antonieta, del señor Lamothe-Langon, desconocidos antes de 1895. Creemos que el signatario del artículo, Jean L'Eclaireur, es I. CooperOakley. (15) - Este pasaje está inspirado en T. P. BARNUM, LES BLAGUES DE L'UNIVERS (v, parte tercera, cap. primero). (16) - En 1772, el príncipe Gregorio Orloff fue enviado por Catalina II a Moscú para calmar la revuelta, y detener los efectos de la peste.
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Es bien extraño que la historia no haya consignado la muerte de un hombre que apasionó a todo lo más grande de Europa, sino por el testimonio incierto de un amigo; es soberanamente sorprendente que nunca se haya dicho nada de sus funerales, que ningún registro contenga sus huellas, que memoria alguna las recuerde... [!]. “Está por otra parte más o menos probado que vivió varios años después de 1784. Tuvo, se dice, una importante conferencia con la emperatriz de Rusia en 1786 o 1788. Se cuenta que se le apareció a la princesa de Lamballe cuando ésta se encontraba ante el tribunal revolucionario, algunos instantes antes de que le cortasen la cabeza, y a la dueña de Luis XV, Jeanne Dubarry, mientras aguardaba también el golpe fatal, en 1793 (18). ‘Este hombre no debe morir’, decía de él su amigo Federico de Prusia (19). "Saint-Germain fue el porta-luz (de la Gran Fraternidad), enviado a Francia hacia Finales del siglo pasado. Tenía por misión establecer una organización semejante a la Sociedad Teosófica actual. “La enviada del ciclo actual, H. P. Blavatsky, ha sido casi tan prodigiosa como SaintGermain... (20). Ella ha sido la Saint-Germain del siglo XIX, la misma Fraternidad la ha enviado” (21). Por su parte, H. S. Olcott declara:
(17) - Según FR. Wittemans, Histoire des Rose-Croix, París-Adyar, 1925, p. 148: “Entre los años 1750 y 1760 Saint-Gcrmain elevó en el castillo de Guillermo III, landgrave de Hesse, al grado de caballero de la Rosa-Cruz, al príncipe Carlos Alejandro de Lorena, entonces gobernador general de los Países Bajos austríacos, y protector de la F. M. en Bélgica”. El elector de Hesse era en aquella época Federico II, el padre del príncipe Carlos de Hesse, que fue amigo del conde de Saint-Germain. Nunca se ha podido probar que el príncipe de Lorena fuese Francmasón. Fue nombrado el 19 de abril de 1761 gran maestre de la orden Teutónica de María-Teresa. (18) - Cf. H. P. B., The Theosophist, vol. II, mayo de 1881, N° 8. (19) - Probable deformación de las palabras escritas por Voltaire a Federico II: “Es un hombre que no muere nunca”. (20) - Hubieron quienes, tomando las cosas al pie de la letra, creyeron que H. P. B. había sido efectivamente la reencarnación del conde de Saint-Germain". Cf. R. Guenon, obra citada, p. 200. (21) - Jean L’Eclaireur. Le Secret du comte de Saint-Germain, en Le Lotus Bleu, septiembre de 1895, N° 7, pp. 314-319.
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"Si la Sra. Fadeef, tía de H. P. B., pudiera ser conducida a publicar ciertos documentos que encierra su famosa biblioteca [!], el mundo tendría de la misión prerevolucionaria en Europa de este adepto oriental [el conde de Saint-Germain], una idea más exacta que la que puede tener en el presente" (22). Fue en el mes de enero de 1899 que el comandante Courmes, en el curso de una conferencia, anunció la publicación inminente de numerosas investigaciones sobre el conde de Saint-Germain, que la Sra. Cooper-Oakley, amiga temprana de H.P.B., había hecho en las bibliotecas públicas de París y de Berlín (23). La interpretación de estas revelaciones fue adjudicada al Dr. Pascal, vicepresidente en ese momento de la S. T., el cual, en la editorial N° 1 del 10° año del Loto Azul, explicó la misión salvadora del conde de Saint-Germain, misión continuada acto seguido por H. P. B.: “La semilla teosófica fue confiada ensangrentar nuestro país. Pese a sus esfuerzos, pese al poder del último de ellos - el conde de Saint-Germain -, la preciosa semilla no pudo continuar su germinación: se pudrió en un suelo infestado por el materialismo y helado por el escepticismo, y el huracán revolucionario hizo el restoal suelo francés en el siglo pasado, cuando los tres Mensajeros de la Gran Fraternidad trataron de formar una organización capaz de regenerar la raza en peligro, y de ahuyentar la dolorosa tormenta que debía. Cuando la ‘Mensajera’ del siglo actual - H. P. B. - fue encargada de retomar la tarea inacabada, se dirigió a los países a los que la evolución destina un gran porvenir América y la India - El grano fue vivificado en Nueva York" (24). En las Pequeñas memorias de Viena de Fr. Graffer (v. parte tercera, capítulo primero), se hace al conde de Saint-Germain decir: “Desapareceré de Europa hacia finales de siglo... No se me volverá a ver hasta dentro de 85 años”. Como estas palabras, se dice, fueron pronunciadas en 1790, era por tanto en 1875 cuando el conde de Saint-Germain debía manifestar de nuevo su actividad. Ahora bien, es precisamente en 1875 (en América, cierto es; y no en Europa) que fue fundada la Sociedad Teosófica. (22) - H. S. Olcott, Possessions évidentes en Le Lotus Bleu, abril 1898, N° 2, p. 72. (23) - Le Lotus Bleu, febrero de 1899, N° 12, p. 426 (24) - Le Lotus Bleu, marzo de 1899, N° 1, p. 1.
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¿Ha sido buscada esta fecha intencionadamente, o simplemente la coincidencia fue utilizada a continuación, cuando se apercibieron de ella? - Es difícil decirlo con certeza. Lo que es seguro es que; desde 1889 hasta nuestros dias, la importancia del papel atribuido al conde de Saint-Germain en la fundación y dirección permanente de la S. T., no ha dejado de crecer. Cuando en 1899 aparecieron los famosos Incidentes de la vida del conde de SaintGermain, de la Sra. Cooper- Oakley (25), la dirección del Loto Azul, que asumió su publicación, celebró este acontecimiento de forma grandilocuente: "El conde de Saint-Germain fue un misionero enviado por los seres superiores que dirigen a la humanidad, para tratar de modificar el estado de la sociedad en el siglo XVIII, y para darle lo que le faltaba a la Escuela Enciclopedista: una base para renovar las ideas y las leyes. "Saint-Germain había intentado en vano pesar sobre los privilegiados y la realeza, para obtener concesiones y reformas que habrían impedido la explosión de las pasiones populares... “Saint-Germain no tuvo éxito en su obra, y desapareció sin que se supiera qué había sido de él... “Habiéndose abortado la tentativa del siglo pasado, el conde de Saint-Germain no ha dejado de perseguir la realización de su obra, que retomará ostensiblemente cuando lo juzgue necesario, es decir en nuestra época...” (26). ¿Qué contenían, pues, las revelaciones de la Sra. Cooper-Oakley? - Sin duda anécdotas bastante extraordinarias; se tuvo cuidado en el Loto Azul de prevenir a los lectores diciéndoles: “No tratéis, pues, ligeramente estas afirmaciones, que nos muestran a altas inteligencias que vienen a ayudamos a realizar el avance espiritual y moral de la humanidad, como lo ha hecho y lo hará todavía aquél que se dió a conocer en el siglo pasado bajo el nombre de conde de Saint-Germain" (27). (25) - Los Incidentes de la vida del conte de Saint-Germain aparecieron en versión original en The Theosophical Review, de nov. de 1897 a nov. de 1898. La traducción francesa fue insertada en el 10a año del Lotus Bleu, de mayo a dic. de 1899. (26) - Le Lotus Bleu, mayo de 1899, na 3, pp. 87-89. (27) - Le Lotus Bleu, mayo de 1899, n° 3, pp. 87-89.
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La precaución no era vana, en efecto. Los famosos documentos no eran otra cosa que extractos de los “raros y preciosos” Recuerdos sobre María Antonieta, del señor Lamothe-Langon (28), y las “notas interesantes y singularmente redactadas” de las Pequeñas memorias de Fr. Gráffer. Estas “sensacionales revelaciones”, extraídas de la "famosa biblioteca” de la Sra. Fadeef, tía de H. P. B., no excitaron interés alguno fuera de los medios teosóficos. La autora abandonó Francia para retirarse a Italia, donde varios años después, en 1912, un editor hizo aparecer el volumen de los Incidentes, revisados, corregidos y aumentados, bajo el título The Comte de Saint-Germain: The Secret of Kings (29). Sin embargo, dado el impulso, el entusiasmo por el conde de Saint-Germain no se frenó, al contrario, y los méritos del nuevo “Maestro" fueron celebrados en 1901 por Louis Revel, uno de los teósofos más autorizados del momento: (28) - La condesa d’Adhémar, dama del Palacio de Versalles, murió en 1822. En 1884, el conde y la condesa d’Adhemar, pertenecientes a una de las numerosas familias aristocráticas a las que la Revolución había arruinado, se instalaron en París provenientes de América. El conde había viajado mucho por América, y especialmente entre los mormones; la condesa era americana. A mediados de 1884, H. P. B., de retomo de las Indias, fue a París, y pasó algunos días en Enghien, en casa de la condesa d'Adhémar. Esta encantadora dama de mundo abrió sus salones de París a las reuniones de la S. T. En 1889, la Sra. d’Adhémar, poseedora jurídica de los derechos de autor de La Doctrina Secreta, fundó la Revista Teosófica. Sin embargo, al año siguiente, obligada a abandonar Francia por asuntos de familia, la condesa d'Adhémar dejó de publicar la revista. Cuando en 1902 el conde d’Adhémar volvió a Francia, la Sra. Cooper-Oakley aseguró que el conde "todavía no ha sacado sus documentos [los Recuerdos sobre María Antonieta] de las mallas en que se encontraban desde hacia varios meses”; finalmente, en 1911, la condesa d’Adhémar avisó a la Sra. CooperOakley "que posee, en América, los documentos sobre el conde de Saint-Germain". (29) - La primera edición, de 1912, ha sido publicada en Milán por Ars Regia-, la segunda, de Londres en 1927, por The Theosophical pu- blishing House. La parte adicional, VII apéndices de hecho, está constituida por extractos de despachos de embajadores, y de documentos de archivos cuya autenticidad no es discutible. En el prefacio de la obra, la Sra. Cooper-Oakley dice saber “dónde se encuentran ciertos archivos de la obra más importante y más interesante del conde de Saint-Germain, pero aún no he recibido autorización para hacer las investigaciones necesarias". ¿Será en Amritsa? ¿Qué viajero nos traerá este tesoro? Digamos, no obstante, que la Sra. Besant pasó cerca de Amritsa en 1906, un año antes de devenir presidenta de la S. T. Cf. Le Lotus Bleu, octubre de 1906, n9 8, p. 269. La Sra. Cooper-Oakley falleció el 3 de marzo de 1914 en Budapest, “en el país que tanto amaba, el país de su Maestro”. Cf. Le Lotus Bleu, mayo de 1914, n9 3, pp. 122123.
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“A los místicos de los siglo XVIII hay que añadir sobre todo al conde de SaintGermain, el porta-luz místico, el enviado del ciclo que lanzó la primera palabra teosófica moderna a los reyes y a los nobles, pero cuya semilla fue asfixiada por el soplo de las pasiones’’ (30). Pero a esta “adopción” le faltaba una consagración “oficial", la del presidente de la Sociedad Teosófica, H. S. 0lcott. Esta no faltó, y expuso su punto de vista en un artículo titulado El conde de Saint-Germain y H.P.B. (31). Para H. S. Olcott, el conde de Saint-Germain es un “hombre sorprendente", y “una de las figuras más pintorescas, más impresionantes y más admirables de la historia moderna”. “Tras haber leído sobre él todo lo que he podido encontrar”, dice, “He llegado a amarle y admirarle tanto como lo hacía H. P. B., y por la misma razón: Mensajero de la Logia Blanca, fue un agente con plena dedicación, que empleó todas sus fuerzas en el servicio de los demás”. H. S. Olcott añade que todas sus lecturas y todo lo que ha oido decir sobre el conde de Saint-Germain, lo “han persuadido de su identidad con uno de los seres invisibles más encantadores que han tomado la máscara de H. P. B. durante la composición de Isis Sin Velo". “Cuanto más pienso en ello”, dice, “más me convenzo de la verdad de mi suposición” (32). Después hace un paralelo entre todo lo que conoce del conde de Saint-Germain, y todo lo que en la vida de H. P. B. puede relacionársele, y concluye que estos dos misteriosos personajes "son agentes y mensajeros de la Logia Blanca”. “Uno tuvo por misión ayudar a dirigir las líneas kármicas convergentes que concluyeron en la terrible revolución de finales del siglo XVIII, verdadero ciclón destinado a purificar la atmósfera moral de las sociedades europeas. El otro nos vino en un tiempo en que el materialismo iba a ser combatido, y en el que la Sociedad Teosófica debía inaugurar el reinado del pensamiento espiritual” (33). (30) - L. Revel, Mysticisme et mystiques, en Le Lotus Bleu, octubre de 1901, n9 8, p. 262. “La Revolución impidió llevar a término el esfuerzo de Saint-Germain, el brillante mensajero de la gran fraternidad". Cf. Dr. Th. Pascal, Les grands instructeurs de ¡‘humanité, en Le Lotus Bleu, 27 de mayo de 1902, N° 3, p. 87. (31) - Le Lotus Bleu, marzo de 1906, n8 1, pp. 13-23. (32) - Le Lotus Bleu, marzo de 1906, n8 1, p. 14.
(33) - Le Lotus Bleu, marzo de 1906, n5 1, pp. 22-23.
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Cuando al año siguiente, en 1907, H. S. Olcott falleció, fue la Sra. A. Besant quien se convirtió en presidenta de la S. T.; ella, a su vez, expuso en una de sus obras que el conde de Saint-Germain no había estado sólo en su última encamación, ya que estaba acompañado por un discípulo: “En la última parte del siglo XVIII se hizo un gran esfuerzo para intentar esclarecer a los bárbaros blancos de Occidente’, cuyo peso recayó sobre dos grandes personajes en relación estrecha con la Gran Logia Blanca, bien que ni uno ni otro, que yo sepa, fuera entonces un Maestro; el que tenía el nombre de conde de Saint-Germain, que es ahora uno de los Maestros, y su colega en esta gran tarea, íntimamente unido a él, miembro de una familia noble austríaca, y que más tarde nos fue conocida bajo el nombre de H. P. B. Su tentativa de cambiar la faz de Europa fracasó, pues los tiempos no estaban maduros” (34). “El gran ocultista, hermano de la Logia Blanca”, nos dice también la Sra. Besant; “fue la más grande fuerza actuante detrás del movimiento de reforma intelectual, que recibió el golpe de muerte cuando estalló la Revolución Francesa. “Esta fuerza renació de sus cenizas - como el Fénix de la Fábula -, para reaparecer en el curso del siglo XIX bajo la forma de la Sociedad Teosófica, de la que este Hermano es uno de los jefes reconocidos. Vive siempre en el mismo envoltorio físico, cuya eterna juventud asombraba ya a quienes le habían conocido un siglo antes (35). Ha cumplido la profecía hecha a la Sra. d’Adhémar, a saber, que se mostraría de nuevo un siglo después de haberle dicho adiós, y ello en el movimiento espiritual que se acentúa de todas partes a nuestro alrededor, donde está llamado a ser uno de los jefes más autorizados”. (36) (34) - A. Besant. Introd. a la obra de I. Coopbr-Oakley, obra citada, p. 6. Esta gran familia austríaca porta todavía el nombre de Zimsky. Cf. A. Besant. Les Mystéres en Le Lotus Bleu, 27 de diciembre de 1913, N° 10, p. 304. (35) - Según Maurice Maore, “el conde de Saint-Germain pretendía tener la capacidad de detener durante el sueño el mecanismo de la maquinaria humana. Suprimía así, casi totalmente, el desgaste físico que se opera a nuestra costa por el aliento y el movimiento del corazón”. Cf. Illuminés et Magiciens. París, Fasquelle, 1930, p. 233. Citemos también la opinión del escritor teosófico D. A. Courmes a propósito de esta longevidad: "...su extenso poder le permitía abastacer al máximo el prana natural de su economía”. Cf. Le Lotus Bleu, marzo de 1911, N° 1, p. 35. (36) - A. BESANT. Introducción a la obra de L. COOPER-OAKLEY, OBRA CITADA, P- 6.
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Una de las encamaciones menos conocidas del conde de Saint-Germain es la que le ha atribuido J. I. Wedgwood, secretario de la S. T. en Inglaterra: “En 1796, el conde de Saint-Germain habría sido elegido gran maestre de la orden de Malta bajo el nombre de conde de Hompesch, y en esta calidad habría firmado dos años más tarde la capitulación que entregaba esta isla a la armada francesa, utilizada en Egipto por el ejército de Bonaparte” (37). Esta “revelación” no sorprendió a la presidenta de la S. T.; al contrario, la Sra. Besant dió a conocer que había visto en Roma, en la capilla de los caballeros de Malta, una serie de retratos entre los que se encontraba la imagen del conde de Saint-Germain (38), considerada como la del gran maestre von Hompesch (39). En su obra Los Maestros, la Sra. Besant nos da la serie “completa” de las diferentes encarnaciones del conde de Saint-Germain. Es así que el “Maestro” ha ido sucesivamente, remontando el curso del tiempo: el último superviviente de la casa real de los Rakoczi (40), en el siglo XVIII; Francis Bacon de Verulam, en el siglo XVII; Robert le Moine, en el siglo XVI (41); Hunyadi Janos en el siglo XV (42), y Christian Rosencreutz, el gran Rosa-Cruz, en el siglo XIV.
(37) - The Theosophist. Madrás, enero de 1912. Hay tres errores manifiestos en esta cita. El barón [y no el conde] Femando de Hompesch fue elegido gran maestre de la orden de Malta en agosto de 1797, en lugar de Emanuel Marie-de-Neige de Rohan Poldue. En cuanto a la capitulación, es el comandante de Bosredon, secretario del tesoro, quien la firmó, el 12 de junio de 1798, sin misión y sin poder. El gran maestre protestó siempre contra esta convención, que él no había estipulado ni ratificado. (38) - La iglesia del priorato de la orden de Malta, Santa María Aventina, o del Priorato, sólo encierra tumbas de diferentes caballeros de Malta. Cf. K. Baedeker. Italia, 2* parte, p. 261. (39) - Le Lotus Bleu, febrero de 1912, N° 12, pp. 428-429. “Este medio [la Sociedad Teosófica] cuida menos las verdades históricas que el conocimiento intuitivo y la revelación maravillosa". Cf. M. Maore. Illuminés et magiciens, p. 226. (40) - La Sra. Besant no se ha fijado demasiado en el título nobiliario de Rakoczi, pues le llama conde en lugar de príncipe. Cf. Le développement de la S. T. en Le Lotus Bleu, oct. de 1912, N° 8, p. 240. (41) - No conocemos bajo este nombre más que al autor de crónicas francés Robert le Moine, abad de St-Rémy de Reims, muerto en 1122. (42) - Fue Jinarajadasa quien descubrió que el héroe húngaro Hunyadi Janos, llamado el caballero blanco de Valaquia, era la encamación de Christian Rosencreutz. Cf. Le Lotus Bleu, marzo de 1913, N° 3, pp. 19-21.
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“Ahora que ha alcanzado el rango de ‘Maestro’ es el Adepto Húngaro del Mundo oculto, y algunos de entre nosotros”, dice la Sra. Besant, “le conocemos revestido de este cuerpo humano” (43). Más pronto debían sobrepasarse los límites de lo verosímil. La Sra. Besant y C. W. Leadbeater nos cuentan fríamente: "Antes de haber adquirido la suprahumanidad, el conde de Saint-Germain, el Adepto húngaro, habría sido la diosa Venus” (44). Y sin embargo, esta nueva y “primera’’ encarnación puede explicarse de la forma siguiente: “Se sabe que Saint-Germain es objeto de una devoción particular en los círculos de la teosofía moderna, y en las Logias co-Masónicas su retrato es saludado como el de un Maestro que ha tomado a su cargo especialmente el movimiento femenino en la Masonería” (45). A fin de apoyar la hipótesis emitida por la Sra. Besant sobre la existencia actual del conde de Saint-Germain, el teósofo C. W. Leadbeater nos asegura haber encontrado al adepto húngaro en 1926: “Le encontré en las circunstancias más ordinarias sin ninguna cita previa, y como por azar, descendiendo el Corso, en Roma (46), vestido como el primer gentilhombre italiano. (43) - A. Besant. Les Maîtres. París-Adyar, 1917, pp. 86-87. Hemos descubierto en el Bulletin des Polaires que el conde de Saint-Germain, según el oráculo de Fuerza Astral, al no haber podido formar una Fraternidad, se vió obligado, en el momento de la Revolución, “a refugiarse en Oriente; pasó a otros, antes de su muerte, la divina misión de que había sido investido". Cf. G. S. Le vrai visage du comte de Saint-Germain, abril de 1931, N° 12, p. 10. (44) - A. Besant y C. W. Leadbeater. L'Homme, d'où il vient, où il va. Paris-Adyar, 1917, p. VIL “La diosa Venus, nos dice H. P. B., es la porta-antorcha de nuestra Tierra, tanto en el sentido físico como en el sentido místico”. Cf. La Doctrine Secrete, t. III, p. 42. (45) - A. E. Waite. The Occult Review, 1923. “En ciertas Logias, su retrato es colocado en el Oriente, por encima del asiento del Venerable, e inmediatamente por debajo de la estrella de la iniciación; otras lo colocan al Norte, por encima de un asiento desocupado. La validez de todos los ritos y de todos los grados exige su sanción y su asentimiento". (46) - Según The Nineteenth Century, Londres, enero 1908, “corrió el rumor de que cerca de Aix, [el conde] había hecho construir un retiro donde, sentado sobre un altar de oro, en la actitud del Buda, se dejaba ir en períodos de contemplación intensa”. Esta información nos parece una reminiscencia de una actitud prestada al conde de Saint-Germain por el panfletario de Luchet (v. parte tercera, capítulo primero).
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Me condujo a los jardines sobre la colina del Pincio, y una vez sentados conversamos más de una hora sobre la sociedad y su füturo, o más bien debería decir que él habló y yo escuché, aun respondiendo cuando me preguntaba” (47). He aquí, según C. W. Leadbeater, el aspecto físico del conde de Saint-Germain: "El Maestro se parece al Maha Chohan en muchos aspectos. Bien que de talla mediana, se mantiene muy erguido, con una apariencia del todo militar (48); tiene la exquisita cortesía y la dignidad de un gran señor del siglo XVIII, e inmediatamente se adivina que pertenece a una familia muy antigua y noble. Sus ojos, grandes y marrones, están llenos de ternura y humor, con la autoridad del poder. Su semblante es de un tinte cetrino; sus cabellos oscuros y cortados en corto están divididos a mitad por una raya, y peinados de adelante atrás; la barba es corta y tallada en punta. A menudo viste un uniforme oscuro adornado con galones de oro, y a veces un magnífico manto rojo de oficial, que acentúa más todavía su porte militar (49). Reside habitualmente en un antiguo castillo situado en el este de Europa, propiedad de su familia desde hace siglos” (50). A las diversas “encarnaciones” del conde de Saint-Germain que ya hemos mencionado, C. W. Leadbeater añade las de Roger Bacon en el siglo XIII, la del neoplatónico Proclo en el siglo V, y la de San Alban, primer mártir de la religión cristiana en Gran Bretaña, en el siglo III después de Jesucristo. (47) - C. W. Leadbeater. Les Maîtres et le sentier. París-Adyar, 1921, p. 10. Esta afirmación es confirmada por G. Trarieux d’Eeomont, que conoció a uno de los que habían visto al conde de Saint-Germain “en came y hueso”, y que añade: "que esto pueda parecer una fábula es ciertamente desafortunado”. Cf. Le Thyrse et la Croix. París-Adyar,. 1936, p. 147. (48) - Es quizá por esta razón que el Ex-Asiático, autor del artículo Les Adeptes et la politique, en la revista Tkéosophie, febrero de 1938, na 6, p. 124, confunde a Cl. L. de Saint-Germain, ministro de la guerra bajo Luis XVI, con el conde de Saint-Germain. (49) - “Un clarividente que percibía, o pretendía percibir, por clarividencia una reunión del Agarlha en un lugar solitario del Himalaya, habría visto en repetidas ocasiones al conde de SaintGermain con sus alhajas, vestido de uniformes condecorados siempre diferentes”. Cf. Maurice Magre. La Beauté invisible. París, Fasquelle, 1937, p. 116. (50) - C. W. LEADBEATER. LES MAÍTRES ET LE SENTIER, pp. 37-38.
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Según el mismo autor, el conde de Saint-Germain es un taumaturgo: “Su trabajo se efectúa en gran parte por medio de la magia ritual, y se sirve de grandes ángeles entregados completamente a sus órdenes, dichosos de ejecutar su voluntad. Aunque conoce todas las lenguas europeas y muchas lenguas orientales, utiliza sobre todo el latín, que es la forma especial de su pensamiento, y cuyo esplendor y ritmo no pueden ser sobrepasados aquí abajo. “En las ceremonias en que oficia, viste ropas de matices variados y joyas suntuosas. Posee una vestimenta en malla de oro, perteneciente en otro tiempo a un emperador romano, por encima de la cual se echa un magnífico manto carmesí, cuyo broche está constituido por una amatista y un diamante en forma de estrella de siete puntas. A veces lleva también un soberbio traje violeta. “Las ceremonias y los ritos de los antiguos misterios, cuyos mismos nombres han sido olvidados hace mucho tiempo por el mundo exterior, no constituyen el único trabajo al que se entrega, estando además muy absorbido por la situación política de Europa, y por el desarrollo de la ciencia física moderna” (51). Con este último extracto pensamos haber dado al lector un resumen suficiente de las “historias fantásticas" emitidas por los escritores de la Sociedad Teosófica, los cuales, durante más de treinta años, han leído los archivos “Akásicos” (52), y reconstituido por este medio mágico el pasado “inmemorial” del conde de Saint-Germain. Pero; he aquí otro "cuento”. En 1935, en ciertas revistas americanas, se hace mención de la existencia en California de un centro denominado “La Hermandad del Monte Shasta” (The Brotherhodd of Mount Sbasta), y poco después, en una pequeña revista de Washington, se habla, bajo la firma del Dr. Stokes, de las actividades del conde de Saint- Germain en América, a propósito de una obra que acababa de aparecer. Esta obra, que lleva por título “Misterios desvelados” (Unveiled mysteries), tiene por autor a Godfrey Ray King, pesudónimo del escritor C. W, Ballard (53). (51) - C. W. Leadbeater. Les Maitres et le senlier, pp. 250-251. (52) - Según H. P. B., el Akasa, o esencia primordial, es el indispensable agente de toda ceremonia mágica. Cf. Theosophical glossary. (53) - Saint-Germain Press. Chicago, U. S. A.
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En el prefacio, el autor nos declara que esta obra está dada bajo el control del conde de Saint-Germain, el Gran Maestro, uno de los Hermanos de la Gran Logia Blanca, en América desde 1930. El texto explica que se trata de experiencias reales y verdaderas que tuvieron lugar durante tres meses, de agosto a septiembre de 1930, sobre el Monte Shasta. Las conversaciones del autor con el conde de Saint-Germain son mencionadas como una cosa real. Dice que le vió bajo una forma material, y en su compañía visitó algunos templos del desierto del Sáhara. En el curso de una de estas visitas, el conde de Saint-Germain presentó a su invitado a su mujer y a su hijo, llamado éste último a sucederle. En realidad, nunca hubo Fraternidad alguna de lo que sea, ni sobre el Monte Shasta ni en los alrededores. Esto resulta de una investigación hecha sobre el lugar por un periodista americano, Geo L. Smith. Toda esta historia no era más que una ficción y un fraude (54) (EM: Nótese que el autor hace eco de la opinión del periodista Geo L. Smith, para quien la Hermandad de Monte Shasta no existe ni en Shata ni alrededores. Opinión que obviamente no comparto, porque seria como negar la existencia de las Fraternidades que trabajan bajo la égida del 2do. Rayo Cósmico y el Departamento del Boddhisatva). En 1936 apareció en Los Cuadernos de la Fraternidad Polar (55), bajo la firma de Enrico Contardi-Rhodio, el relato de una visita que el conde de Saint-Germain habría hecho a este escritor en París en 1934. Lo más maravilloso de este relato es que el autor, para escribir su relato, se ha inspirado manifiestamente en un texto escrito por Eliphas Levi en 1865, a propósito de la visita de un cierto Juliano Capella. La similitud de ciertos detalles es asombrosa: la forma de llamar a la puerta, la descripción del visitante, su manera de entrar y de comportarse en la habitación, los detalles dados sobre su vida y sus previsiones, no se ha omitido nada (56). (54) - The London Forum, Londres, sept, de 1935, pp. 197-199. Lo mismo sucede con la afirmación de Manly Hall, diciendo que el retrato que publica del conde de Saint-Germain es la reproducción de un cuadro del museo del Louvre en París. Cf. The Phoenix. Los Angeles. California, 1935. El único retrato conocido es el grabado de N. Thomas, que reproduce el cuadro del gabinete de la Sra. d’Urfé, el cual se encuentra en el departamento de estampas de la Biblioteca Nacional. (55) - Cahiers de la Fraternité Polaire, julio-octubre de 1936, Nros. 3-4, pp. 19-21. Una continuación ha aparecido en esta revista en enero- febrero de 1938. (56) - PAUL CHACORNAC. ELIPHAS LÉVI. París, 1926, pp. 242-245.
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Otra visita del conde de Saint-Germain ha sido señalada por el escritor Maurice Magre. Esta visita tuvo lugar también en París, en casa de un joven al que el escritor no conocía. “Saint-Germain el inmortal" había venido a ver a este joven “en reconocimiento a uno de sus abuelos, rosa- cruz como él, y que le había rendido un servicio en tiempos muy lejanos”. Añadamos, no obstante, que Maurice Magre no da este testimonio más que bajo todo tipo de reservas (57). Y como para confirmar esta supuesta visita, Paris-Midi publicaba el 6 de mayo de 1940, bajo la firma L. de G., el artículo siguiente: El conde de Saint-Germain, famoso mago del siglo XVIII, ¿ha reencarnado en diciembre de 1939?. Hemos tenido que aguardar hasta el 2 de febrero de 1945 para aseguramos exactamente sobre esta cuestión, gracias al Sr. Roger Lannes, que escribía en Le Parisién libéré: “¡Se anuncia del Midi que el conde de Saint-Germain ha reaparecido y que pronto se conocerá su rol oculto!” Es con estas informaciones que acabaremos el segundo capítulo de esta “leyenda” que, a decir verdad, ha “hechizado” a todos los que se han ocupado del conde de SaintGermain. Trataremos de determinar en la última parte de nuestro estudio la porción de verdad - en gran medida simbólica, dicho sea de paso - que ha podido dar nacimiento a estas historias fantásticas, las cuales no siempre han sido propagadas con intenciones perfectamente desinteresadas.
(57) - M. Magre. Les Interventions surnaturelles. París, Fasquelle, 1939, pp. 163-165.
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CUARTA PARTE
UN ENIGMA HISTÓRICO
… La ciencia conjetural de la historia.
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CAPITULO ÚNICO Un secreto de estado en la Corte de Madrid
Henos aquí llegados a la última parte de nuestro estudio. En las precedentes hemos tratado de mostrar quién era el conde de Saint-Germain, despojado de su aurora de leyenda, y desnudo de todas las imposibilidades emitidas sobre su nombre y nacionalidad; vamos ahora a intentar exponer nuestra idea sobre su origen, que creemos germanoespañol. Sin embargo, rogamos a nuestros lectores que consideren lo que vamos a exponer, no como una certeza, sino como una hipótesis; de todos modos esta hipótesis nos parece valiosa si tenemos en cuenta ciertas palabras pronunciadas por el conde mismo sobre los primeros años de su vida. El punto de partida de este curioso problema nos es proporcionado por la Sra. de Genlis. A una pregunta directa planteada por la madre de la escritora, el conde de SaintGermain respondió: “Todo lo que puedo deciros sobre mi nacimiento es que a los siete años erraba en el fondo de los bosques con mi gobernador... ¡y que se había puesto precio a mi cabeza!... La víspera de mi huida, continuó el conde, mi madre, a la que no debía volver a ver... adhirió su retrato a mi brazo... ”. El conde arremangó su brazo y separó un brazalete perectamente pintado en esmalte, y que representaba a una mujer muy bella...”.
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La Sra.de Genlis dice que el Sr. de Saint-Germain no añadió nada más, y cambió de conversación. Sin embargo, ella misma hace el siguiente anexo a lo dicho: “Cuando partió, sentí un gran pesar, el de oir a mi madre MOFARSE de SU expulsión y de la reina, su madre; pues esta cabeza puesta a precio desde la edad de siete años, esta huida en los bosques, con un gobernador, daban a entender que era el hijo de un rey destronado” (1). Un pasaje de este documento es bastante raro. En efecto, en él se señala que la madre de la Sra. de Genlis se mofa de la reina, madre del conde de Saint-Germain, de lo cual nada se habla en el texto que precede. He ahí una anomalía bastante singular, que tendería a probar que la Sra. de Genlis ha omitido ciertas palabras del conde, concernientes a un secreto que no se querría revelar. Por otra parte, la última línea del contexto es muy sugestiva, pues ella deja suponer que el conde de Saint-Germain sería de origen regio, lo que no es incompatible con la opinión emitida por Luis XV, y referida por la Sra. du Hausset: “El rey habla de él a veces como siendo de un nacimiento ilustre” (2). El barón de Gleichen, por su parte, nos da parte de un detalle muy característico, que concuerda perfectamente con nuestras dos citas: “El [conde de Saint-Germain] gustaba de contar cosas de su infancia, y se describía entonces rodeado de un cortejo numeroso, paseando por terrazas magníficas, en un clima delicioso, como si hubiese sido el príncipe heredero de un rey de Granada en tiempos de los moros” (3). Esta última indicación, que viene también en apoyo del nacimiento regio del conde de Saint-Germain, y que nos deja suponer que podría ser de origen español, es corroborada por un extracto de las Memorias de Jean de Harden- brock: "Tiene el aire de un español de alta cuna, y habla con mucha emoción de su difunta madre. Firma ‘Príncipe de Es...” (4). El escritor, muy probablemente, ha querido decir “Príncipe de España”.
(1) - Sra. de Genlis, obra citada, t. I, p. 28. (2) - Sra. du Hausset, obra citada, p. 107. (3) - BARON DE GLEICHEN, OBRA CITADA, P. 128. (4) - MEMORIAS DE HARDENBROCK. Cf. I. COOPER-OAKLEY, OBRA CITADA, p. 242.
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A propósito de esta dignidad, Saint-Simon nos da a conocer que "el título de príncipe es tan poco conocido en España, y al mismo tiempo tan poco estimado, que ningún español lo ha portado nunca, incluyendo los infantes de los reyes, si se exceptúan algunos de los presuntos herederos de la corona” (5). Este último comentario del gran autor de memorias nos parece que debe reforzar la presunción de la descendencia regia del conde de SaintGermain. Pero, ¿De quién puede ser hijo? - Ciertamente que no del rey de España, Carlos II, pues es de notoriedad pública que este rey nunca tuvo hijo alguno; por otra parte, esta paternidad habría impedido la guerra de sucesión de España. El secreto ha sido bien guardado. Por volver al origen español, citemos además la opinión del Sr. de Kauderbach, el cual, en una carta a uno de sus amigos, le da a conocer que el conde de Saint-Germain “pretende él mismo ser español” (6). En fin, he aquí la perfecta “retractación” del Sr. de Luchet, uno de los perseguidores “post-mortem” del conde de Saint-Germain, el cual también es partidario del origen español. No cita a nuestro personaje, pero a través de las líneas se adivina fácilmente de qué habla, ningún error es posible. “Hemos conocido”, dice, “un Grande de España, pleno de inteligencia, de talentos, de conocimientos, escribiendo bien en verso, en prosa, hablando todas las lenguas, interpretando todos los instrumentos, y el más insoportable de los mortales; más conocido después por sus aturullamientos, sus viajes, sus desgracias; indignamente calumniado.
(5) - Saint-Simon, Mémoires. París, Hachette, 1872, t. II, p. 264. El título de “Príncipe de España” fue dado al hijo de Doña Juana la Loca, Don Carlos, padre de Felipe II, por las Cortes de Yalladolid, en 1513, por este motivo: "Si un día la reina recuperase la salud y la razón, el príncipe su hijo dejaría el gobierno y devolvería a su madre los reinos del Estado: que las cartas, las cédulas reales y las otras actas, mientras la reina viviese, llevarían primero su nombre, y después el de su hijo, que no tendría otro título que el de Príncipe de España”. Cf. A. Violet. Histoire des Bourbons d'Espagne. Paris, Moreau, 1843, p. 363. (6) - El Sr. de Kauderbach al conde Wackerbath-Salmour. La Haya, 4 de abril de 1760. Cf. G. B. Volz, obra diada, p. 212.
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“Mal a propósito desheredado, rebosante de ridículos, con muchos defectos, algunos pequeños vicios incluso, si se quiere, pero no aquellos con los que la malignidad humana ha intentado oscurecerle” (7). Llegamos ahora al punto neurálgico del problema histórico que ha apasionado a todos los buscadores: ¿Quiénes eran los padres del conde de Saint-Germain? - Creemos haber resuelto este delicado problema, y si carecemos de pruebas materiales, hemos reunido un conjunto de indicaciones concordantes que nos parecen capaces de llevar a la convicción. En lo que concierne a su herencia materna, la unanimidad de los historiadores se ha dado con la viuda del rey Carlos II de España, María Ana de Neubourg, de origen alemán, lo que no es en modo alguno incompatible con lo que sabemos. En efecto, se dice que el conde de Saint- Germain, cuando la madre de la Sra. de Genlis “Le preguntó si era verdad que Alemania era su patria, meneó la cabeza con aire misterioso, y lanzó un profundo suspiro” (8). Sabemos, por otra parte, “que posee grandes dominios en el Palatinado, y en otras regiones de Alemania” (9). Sin embargo, el texto más claro sobre su origen maternal es el siguiente: Cuando el conde de Saint-Germain, respondiendo a una pregunta de la princesa Amelia, hermana de Federico II, sobre este origen, se expresó así: “Soy, señora, de un país que por soberanos nunca ha tenido hombres de origen extranjero” (v. parte segunda, cap. XIII). En aquella época, sólo una familia principesca de Europa cumplía esta condición; era la línea masculina de los Wittelsbach, que ha reinado en Baviera, el Palatinado y los Dos-Puentes, de 1180 a 1777. Ahora bien, Ana María de Neubourg es descendiente de los Wittelsbach por su padre, Felipe-Guillermo, príncipe palatino del Rhin. (7) - De Luchet. Le vicomte de Barjac ou Mémoires pour servir à l'histoire de ce siècle. Dublin y Paris, 1784, t. I, pp. 53-54. (8) - Sra. DE GENUS, OBRA CITADA, t. I, p. 128. (9) - Memorias de Hardenbrock, obra citada, p. 243. Ver también la carta del conde de Saint-
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Germain al Sr. de Marigny (v. parte segunda, cap. II).
Esta filiación es confirmada de nuevo por este extracto: “He oido decir”, escribe el Sr. de Gleichen, “que entre otros diversos nombres, él [conde de Saint-Germain] había portado antiguamente el de marqués de Montferrat. Me acuerdo que el viejo barón de Stosch me dijo en Florencia haber conocido, bajo el reinado del Regente, a un marqués de Montferrat que pasaba por ser hijo natural de la viuda de Carlos II, retirada a Bayona, y de un banquero de Madrid” (10). Ya hemos probado que el nombre de “marqués de Montferrat” pertenecía a una familia del Delfinado, y que el barón de Stosch no se encontraba en París bajo la Regencia (11), pero la indicación de la presunta madre del conde de Saint-Germain es confirmado por el escritor troyano Pierre-Jean Grosley: “Un holandés me ha dicho que era público en Holanda que el conde de SaintGermain era hijo de una princesa refugiada en Bayona, a comienzos de este siglo [1706], y de un judío de Burdeos" (12). Si se piensa en la piedad de esta princesa católica, y en el orgullo de casta que animaba a la nobleza alemana y española en esta época, se entenderá que es de todo punto improbable que la reina haya tenido a un judío por amante. Por otra parte, se trata en este caso de una hipótesis del todo gratuita, y que ningún documento viene a apoyar. Lo mismo ocurre con la suposición del historiador español Enrique Florez, el cual cita, entre los favoritos de María Ana de Neubourg, a un cierto Adanero, banquero, judío según todas las apariencias, y a quien la reina ennobleció e hizo ministro de finanzas (13). Sin embargo, en la corte del rey Carlos II evoluciona un personaje eminente, grande de España y dignatario de la más alta nobleza del país, a quien su inmensa fortuna ha hecho denominar “el banquero de Madrid”, es decir, la misma expresión de que se sirve Voltaire para calificar a Federico II, al que llama “el banquero de Leipzig (14); nos referimos al Almirante de Castilla. (10) - BARON DE GLEICHEN, OBRA CITADA, pp. 128-129. (11) - Ver parte primera, cap. V. (12) - P. L Grosley, obra citada, p. 333, en nota. (13) - E. Florez. Memorias de las reynas católicas. Madrid, 1790 t n, pp. 988-990.
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(14) - P. Calmettes. Choiseul et Voltaire. París, Pión, 1902, p. 45.
Se puede admitir, como trataremos de demostrarlo, que no hay nada de imposible en que el conde de Saint-Germain haya sido hijo de la reina, viuda de Carlos II, y del Almirante de Castilla. Una filiación semejante no tiene nada de improbable, pero en esta materia todo es conjetura. Nuestros dos personajes han guardado bien su secreto: que se hayan amado, sólo eso está confirmado (15). Juan Tomás Enriquez de Cabrera, duque de Rioseco, conde de Melgar, undécimo y último almirante de Castilla (16), era el primer señor de España por nacimiento, siendo de origen regio aunque bastardo. Descendía en línea directa y masculina de Alfonso XI, rey de Castilla. Este último, hijo de Femando IV y de Constanza de Portugal, se casó con María, hija de Alfonso IV, rey de Portugal. Tuvo dos hijos: uno, Femando, que murió joven, otro, Pedro el Cruel, que le sucedió. Sin embargo, Alfonso XI tuvo de su dueña, Eleonora de Guzmán, dama de MedinaSidonia, viuda de Juan de Vélaseos, dos bastardos gemelos. El primero fue Enrique de Trastamara, que mató a Pedro el Cruel en 1368, y ocupó su lugar sobre el trono de Castilla, gracias al apoyo de Bertrand Du Guesclin, siendo el tallo del que salió la línea de los Reyes Católicos y Carlos Quinto, es decir, las ramas de España e imperial de la casa de Austria. El otro gemelo, Federico de Trastamara, gran maestre de la orden de San Jorge de la Espada, masacrado en Sevilla por los agentes de Pedro el Cruel, fue el ramal de donde salieron legítima y masculinamente los almirantes de Castilla. El hijo segundo de Federico, Alfonso Enriquez (17), recibió el cargo hereditario de Almirante de Castilla el 4 de octubre de 1405, de manos del rey Enrique III de Castilla, “teniendo derecho de jurisdicción, rentas y derechos, y facultad de tener agentes en los puertos de mar” (18).
(15) - P. Calmettes. Choiseul et Voltaire. París, Pión, 1902, p. 45. (16) - C. Sanllevi y Girona. La sucesión de Carlos II. Barcelona, 1933, 2 vol. (17) - Este cargo, uno de los más altos del Estado, respondía al de gran almirante de España. (18) - Federico de Trastamara dió a su hijo, pará él y su posteridad, el nombre de Henriquez, en memoria de su hermano, Enrique de Trastamara. Cf. Saint-Simon, obra citada, i. II, p. 190.
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El segundo almirante, Federico Enriquez, primer conde de Melgar, casó en segundas nupcias a su hija Juana con Juan III, rey de Navarra y de Aragón, la cual Juana fue madre de Femando el Católico, el marido de Isabel, reina de Castilla, cuya hija, Juana la Loca, fue la madre de Carlos Quinto (19). Este mismo Juan III había tenido, de un primer matrimonio con Blanca de Navarra, hija de Carlos III, una hija, Eleonora, la cual se desposó con Gastón IV, conde de Foix. El hijo de Eleonora, Gastón, conde de Castelbón, se casó con Magdalena de Francia, hija de Carlos VII, y Magdalena tuvo una hija, Catalina de Foix, la madre de Enrique d’Albret, abuelo de Enrique IV, rey de Francia. Juan Tomás de Cabrera (20), por otra parte, estaba unido doblemente a la casa de Francia, en primer lugar por Ana de Austria, hija de Felipe III, esposa de Luis XIII, y descendiente en sexta generación de Federico de Trastamara, primer almirante de Castilla; en segundo lugar, por Ana María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, casada con Luis XIV, y descendiente del mismo almirante en séptima generación (21). Además, habiéndose unido su padre, Juan Gaspar Enriquez, con los Médicis por su matrimonio con Elvira de Toledo y Ossorio (22), puede decirse que el último almirante de Castilla estaba unido a los reyes de España y Portugal, a los emperadores de Alemania, a la casa de Francia y a los Médicis (23). El último almirante nació en Génova, el 21 de diciembre de 1646, en el palacio de los Doria, puesto graciosamente a disposición de sus padres por el duque de Tarsi. Fue bautizado el 6 de enero siguiente en la iglesia de Santa María Magdalena, recibiendo de la república genovesa el honor de ser contado en adelante entre su nobleza. (19) - Femando Enriquez de Cabrera, 5S almirante de Castilla, fue hecho duque de Rioseco por Carlos Quinto en 1520. (20) - El nombre de Cabrera es un antiguo nombre aragonés, de origen netamente real. (21) - F. Duro, obra citada, p. 104. (22) - Eleonora de Toledo, hija de Femando Alvarez de Toledo, el famoso duque de Alba, virrey de Nápoles, se casó con Cosme I de Médicis en 1539. (23) - Se dice que uno de los abuelos del Almirante, compañero de Pi- zarro, el conquistador de Perú, se había unido con una hija de los Incas, cuyos derechos, que no el nombre, sobrevivían en su raza. Cf. F. Combes. La princesse des Ursins. París, Didier, 1858, p. 108.
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Su infancia fue particularmente dichosa, y parece, según sus biógrafos, A. Cienfuegos (24) y F. Duro, que su educación fue muy esmerada, no sólo a causa de su grandísima nobleza, sino también animada por el ejemplo de su padre, dotado de un infinito espíritu, el cual recibía en su casa de recreo, situado en un extremo de Madrid, a la sociedad más escogida, a los letrados y a los artistas más reputados. “Esta casa, soberbiamente amueblada, y adornada con un gran número de las más bellas y ricas pinturas que haya en Europa, era sin discusión la más agradable de Madrid” (25). Se dice incluso que el joven Cabrera cultivó las Musas con cierto éxito, y al salir de la infancia recibió de su padre el título de conde de Melgar, perteneciente a la familia. En 1663, el joven conde de Melgar, con 17 años, fue casado por su padre con Ana Catalina de la Cerda, hija de Luis Francisco, séptimo duque de Medinaceli (26). Dos años más tarde, se vió mezclado en un proceso sobrevenido a causa de una refriega entre las gentes de su padre y las del conde de Oropesa, y su padre tuvo que hacer grandes esfuerzos para obtener el sobreseimiento del proceso. Igualmente, en 1670, aceptó un duelo provocado por emisarios de Don Juan de Austria, hijo natural de Felipe IV. Su adversario, detenido y preso, sufrió la pena capital. Algún tiempo después, entró en el servicio de la famosa Chamberga, o guardias de corps de Carlos II, de donde pronto salió con el grado de maestre de campo, y obtuvo el mando de un cuerpo de voluntarios españoles, el Tercio de Lombardía. Mantuvo y equipó a sus expensas el Tercio bajo su mando, y poco después fue nombrado general de la caballería de Milán, y más tarde embajador extraordinario del rey católico ante el Pontífice, sede vacante por fallecimiento de Clemente X, y encargado de vigilar la elección del sucesor, que fue el candidato de España, el cardenal Benito Odescalchi, coronado el 4 de octubre de 1676 bajo el nombre de Inocencio XI. (24) - Alvarez Cienfuegos. La heroyea vida, virtudes y milagros del grande San Francisco de Borja. Con la dedicatoria al Almirante. Madrid, 1726. Cf. F. Duro, obra citada. (25) - Lucien Perey. Une princesse romaine au XVIII' siècle. París, C.-Lévy, 1896, p. 338. (26) - El duque de Medinaceli era de la segunda raza de este título, salida de un bastardo de Gastón Febo, conde de Foix, que casó con la heredera de la Cerda.
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Lo que probó la habilidad del conde de Melgar como diplomático, y aumentó su poder y su prestigio, ya muy considerables, en Madrid. Por cédula real, fechada en el Escorial el 17 de octubre de 1678 (27), el conde de Melgar fue nombrado gobernador y capitán general de Milán. En este momento la situación de la Lombardia era crítica a causa de la guerra con Francia. Estuvo dignamente en su papel y, tras la paz de Nimega (1679), supo poner orden por todas partes en donde reinaba la confusión. Incluso se resistió todo lo que pudo a la cesión de Casal, capital del Montferrat, a Francia, contrariando así el pacto de Carlos IV de Gonzaga, duque de Mántua, con Luis XIV (28). En el mes de junio de 1684, el conde de Melgar se comportó, según Cienfuegos, de modo brillante. Habiendo el almirante francés Duquesne atacado la ciudad de Génova, bajo las órdenes del hijo de Louvois, marqués de Seignelay y ministro de la marina, contra todos los derechos y sin declaración de guerra, las tropas de su Señorío y las del capitán general de Milán hicieron reembarcar a los franceses, y poner sus barcos en fuga con sensibles pérdidas (29). La caida de su suegro, el duque de Medinaceli, como primer ministro de Carlos II, y su sustitución por el conde de Oropesa, determinó al conde de Melgar a solcitar al rey permiso para volver a España. Por toda respuesta, Carlos II le nombró su embajador en Roma (1686), cargo que no aceptó; partió para Madrid, pese a la orden del rey, y fue a exponer a éste último que la administración de sus asuntos personales no le permitía ejercer semejante función. De vuelta en Madrid, el conde de Melgar encontró a la corte en un triste estado. El desdichado Carlos II no era más que un ser indeciso, enfermizo, títere a la vez de los apetitos de la reina-madre, de los grandes y del conde de Oropesa, su ministro.
(27) - Archivo general de Simancas. Secret. Prov., libro 2.422. (28) - Se recordará que durante las negociaciones relativas a la cesión de Casal a Francia, un papel importante fue jugado por un agente del duque de Mántua, y que no es otro que el famoso Mattioli, en quien numerosos historiadores ven al verdadero hombre de la “Máscara de hierro'’. (29) - Una medalla conmemorativa de este hecho de armas fue grabada en honor del conde de Melgar duque de Mántua.
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El conde de Melgar se acercó a la reina María Luisa, y trató de mantenerse en buenos términos con todos los partidos. El ministro Oropesa le nombró virrey de Cataluña (1688); en su nuevo puesto, el conde se esforzó por dividir a los guerrilleros para ganarse la causa del rey. Su mandato fue de poca duración, y volvió a Madrid, donde se hizo valer de nuevo a la muerte de la reina María Luisa (12 de febrero de 1689). Es en este momento que el conde de Melgar se hizo indispensable al Alcázar real de Madrid. Heredero de la “intimidad” de la reina María Luisa, se esforzó por obtener la de la segunda mujer de Carlos II, acabada de llegar a España. María Ana de Neubourg era la tercera hija del duque Felipe-Guillermo, príncipe palatino del Rhin, descendiente de la ilustre familia de Wittelsbach (30), cuyas diferentes ramas de Baviera, Palatinado y los Dos Puentes, reinaban en todo el oeste del Santo Imperio romano, e incluso en Suecia. Además del Neubourg, el duque poseía los ducados de Cleves, de Juliers y de Berg, con Dusseldorf como capital. El príncipe palatino era ahijado de Felipe III, y primo tercero de María Ana de Austria, madre de Carlos II. Su antepasado Federico el Sabio, había sido el compañero de Felipe de Austria, rey de Castilla, y de su desafortunada esposa, Juana la Loca. Su padre mismo, el duque de Wolgang, había tenido una larga estancia en la corte de Felipe IV. Casado una primera vez con Ana-Catalina de Polonia, de la que no tuvo hijos, el duque Felipe-Guillermo casó en segundas nupcias con Isabel-Amelia de Hesse-Darmstadt, que le dió 17 hijos, 9 chicos y 8 chicas. Murió en octubre de 1690 (31). María Ana nació en Dusseldorf el 28 de octubre de 1667, entre las 3 y las 4 de la mañana (32). Hasta su matrimonio su vida transcurrió en Neubourg (33). (30) - El fundador de esta familia fue Leopoldo, duque de Baviera, que pereció en un combate contra los húngaros en el 907. (31) - En 1685, habiendo muerto el elector palatino Carlos de Baviera sin dejar heredero, su primo, el duque Felipe-Guillermo, recibió su importante sucesión para gran furor de la hermana del difunto, mujer del hermano de Luis XIV, apodada "La Palatina".
(32) - J. de Baoneux. Une princesse allemande reine d‘Espagne en Bulletin de la Société des Sciences, lettres et arts de Bayonne, N° 11, enero-junio de 1933, p. 112. (33) - Neubourg, capital del ducado del mismo nombre, sobre la ribera derecha del Danubio, a dos leguas de Ingolstadt.
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De espíritu elevado, “era muy sabia en todas las ciencias, singularmente en las matemáticas y la geografía, que conocía perfectamente; hablaba ocho o diez lenguas, y particularmente la francesa a la perfección. Era asimismo un músico excelente, c incluso componía a veces piezas que hacía ejecutar por la orquesta afecta a su corte” (34). Tenía 22 años cuando el 28 de agosto de 1689, en Neubourg, en presencia del emperador Leopoldo y de la emperatriz, su hermana, “se desposó” con Carlos II, rey de España, en la persona del rey de Hungría (35). El matrimonio no tuvo lugar hasta el 4 demayo de 1690, en Valladolid. De toda su familia, sólo su hermano el príncipe LuisAntonio, gran maestre de la orden Teutónica, acompañó a su hermana en España (36). Se cuenta de la llegada de la reina a sus estados una historia muy singular: “Esta princesa había sido presentada por un gran señor de la corte de su marido, que hizo un gran discurso donde el elogio de la princesa era rizado en todos los sentidos. El marqués del Carpió (37), encargado de recibirla, acercándose a la oreja del orador, le dijo por toda respuesta: (34) - E. Ducere. La reine Marie-Anne de Neubourg á Bayonne en Boletín citado, p. 171. (35) - El emperador de Alemania, Leopoldo I, se había casado en terceras nupcias con Eleonora-Magdalena, hermana mayor de María Ana, mientras que su hermano mayor se había casado con la cuñada del emperador, la archiduquesa María-Ana-Josefa. Su segunda hermana, María-Josefa-Isabel, se casó con el rey Pedro II de Portugal. Otro de sus hermanos, AlejandroSigismundo, fue obispo de Augsburgo. (36) - La orden de los Caballeros de Santa-María de los Teutónicos o de los Alemanes, nació a principios del siglo XII. Tras la toma de San Juan de Acre por los Musulmanes, la orden se retiró a Venecia, y posteriormente a Marienbourg, fortaleza que lomó el nombre de la Virgen, patrona de los caballeros, más tarde aún a Koenigsberg, y finalmente a Mergentheim. La orden subsistió en Alemania pese a fortunas diversas en la lucha contra la Reforma, pues los grados superiores estaban reservados a los nobles de la religión católica. Los patronos de la orden son: Santa María, San Jorge y Santa Isabel; la orden tiene dos clases: caballeros y sacerdotes, que debían ser todos de lengua alemana. De 1684 a 1694, el gran maestre fue Luis-Antonio de Neubourg, y de 1694 a 1732 Francisco-Luis de Neubourg, ambos hermanos de la reina de España. Los títulos de la orden eran: caballeros de la orden Teutónica, señores Teutónicos y señores de la Cruz. La orden tiene actualmente su sede en Viena. Cf. FEUX Salles. Annales de l'ordre Teutonique ou de Sainte-Marie de Jérusalem. París, 1887. (37) - El marqués del Carpió, tío del duque de Alba, muerto como embajador en París, se había casado con la sobrina del conde de Melgar.
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¿Está encinta? - Es lo que nos hace falta” (38). Parece pues que, ya desde este momento, había quienes estaban sumamente preocupados por las dificultades que aguardaban a España si Carlos II venía a morir sin heredero, y tenemos en un extracto de la correspondencia de la princesa “palatina” un reflejo de esta inquietud: “Recibo a veces de la reina de España cartas muy amables; lamento que esta pobre reina sea tan infeliz. Sería una gran dicha para Europa que tuviese un hijo; chico o chica, todo sería bueno, con tal de que viviera (39); pues no es preciso ser profeta para adivinar que si el rey de España muere sin hijos, se desencadenará una terrible guerra; todas las potencias pretenden su sucesión; ninguna de ellas querrá ceder ante las demás, y sólo la guerra podrá decidir” (40). Se sabe que los acontecimientos dieron la razón a estos temores, pues la unión “política” de María Ana de Neubourg y de Carlos II quedó estéril. Sin embargo, se habla de ciertas debilidades de un corazón amante que la naturaleza, se decía, había hecho demasiado sensible, y se ha pronunciado un nombre, el del conde de Melgar que, hacia esta época, gozaba de un poder casi superior al de su rey. Muerto el padre del conde de Melgar, el almirante Juan Gaspar, aquél heredó ese título y el de “24 de la ciudad de Sevilla”, grandeza muy codiciada, el título de duque de Medina de Rioseco, y el de comendador de Piedrabuena, de la orden de Alcántara. Algún tiempo después, devino uno de los tenientes-generales del reino, y brilló en los consejos de la corona, como rival afortunado de los condes de Monterrey y de Benavente, del marqués de Villafranca, del conde de Frigiliana, e incluso del poderoso duque de Montealto, Femando de Moneada, primer ministro (41). (38) - P.-J. Grosley, obra citada, p. 233. (39) - Una noticia, bastante misteriosa, es citada por Dangeau en su Journal, con fecha del 5 de septiembre de 1696 (t. V): “Se habla de la muerte de la reina de España. La reina estaba encinta, y se le ha abierto el costado; el niño era un muchacho, ha tenido vida y ha sido bautizado”. Sin embargo, esta noticia fue desmentida el 10 de septiembre siguiente: “La reina no está ni muerta, ni envenenada, ni encinta”. (40) - Correspondance de Madame, Duchesse d'Orléans, mère du Régent. Paris, Charpentier, s. f. t. I, p. 40. (41) - F. DURO, OBRA CITADA, pp. 43-44.
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El Almirante, pues es así que se denominó en lo sucesivo al conde de Melgar, los sobrepasó a todos. “Su espíritu y su educación estaban a la altura de su rango y, por su alocución elegante y fácil, sabía utilizar sus conocimientos variados y extensos” (42). Había creado un partido que continuaba la política inaugurada por él desde la época de su gobierno de Lombardía, y que tenía por lema que “en rebajar el poder de Francia consiste la suprema salvación de España”. El rey Carlos II simpatizaba con sus ideas, que defendían los intereses de su propia casa contra la ambición de Luis XIV, y estuvo de tal modo agradecido por ello al Almirante que le nombró “Caballerizo mayor” o gran escudero, cargo envidiado y supremo en la corte (1695). En realidad, el Almirante devino primer ministro, “valido” o favorito, y gobernó con energía y diplomacia a la vez. Sin embargo, en diciembre de 1696 apareció un enemigo encarnizado de la política del Almirante en la persona del cardenal Luis Manuel Fernández Portocarrero, arzobispo de Toledo, afecto a los intereses de Luis XIV. El cardenal dirigió a Carlos II una memoria en la que le exponía sus quejas contra el Almirante, erigiéndose ante él como un rival implacable, con toda la autoridad que le confería su carácter sacerdotal. Pese al maquiavelismo del arzobispo de Toledo, y de la formidable potencia que le apoyaba, el Almirante triunfó, y el momento de su segundo matrimonio (1697) con Ana Catalina de la Cerda, hija de Juan Francisco, octavo duque de Medinaceli (43), y de Catalina Antonia, duquesa de Segorbe, marcó la cumbre de su poder (44). Entonces el cardenal Portocarrero no vaciló en desavenir al Almirante con su mejor amigo, el conde de Cifuentes, pero en este momento la intriga no condujo más que a la regia decisión de hacer que el Almirante habitase en el palacio real, otorgándole su protección inmediata contra los ardides de sus enemigos. (42) - Mémoires de Saint-Philippe, Paris, 1756, t. I, p. 201. “Conoce perfectamente España, y podrá hablar de ella con más justicia que nadie, siempre que no quiera mezclar en ello la pasión; pues tiene mucha inteligencia”. A. Geffroy. Lettres inédites de la princesse des Ursins. Paris, Didier, 1859, p. 125. (43) - Los Medinaceli descendían de Alfonso X de Castilla, llamado el Astrólogo, por su hijo mayor, Femando, el cual devino yerno del rey San Luis. (44) - La primera mujer del conde de Melgar era la hermana del duque de Medinaceli; murió a principios del año 1697.
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Tras la paz de Ryswick (20 de septiembre de 1697), Luis XIV inauguró en España una política de atracción a base de corrupciones. Compró hasta donde pudieron las voluntades de algunos señores venales, y el oro francés circuló en detrimento del poder del Almirante. La decadencia y la miseria de España eran en este tiempo considerables, y con algunos millones el Rey Sol supo crear un estado que, “de facto”, se hallaba en sintonía con su política personal. Obtuvo el cese del confesor del rey y del conde de Harrach, personajes del partido austríaco, y desde este momento la influencia oculta del cardenal Portocarrero se desarrolló fuertemente en la corte de Carlos II. Gran diplomático, el Almirante trató de contener la influencia de su rival asociándose con el conde de Oropesa (45) en el gobierno, nombrándole primer ministro y presidente de Castilla; pero la penuria de 1698 condujo a los enemigos de Oropesa a acusarle de acaparar los artículos de primera necesidad, y el hambre desencadenó un amotinamiento del pueblo, excitado por jefes a las órdenes del cardenal Portocarrero, saqueando el palacio de Oropesa y el del Almirante. Portocarrero obtuvo inmediatamente del rey Carlos II, débil marioneta sin fuerza ni energía, el cese de Oropesa y del Almirante, e incluso su exilio, por decreto del 23 de mayo de 1699. El arzobispo de Toledo, a consecuencia de sus intrigas, fue hecho primer ministro, entregando su patria a la voluntad de Luis XIV (46), y anulando la vacilante y miserable realeza del infortunado Carlos II. Para obtener el cese del Almirante, el cardenal Portocarrero le acusó de haber “hechizado” al rey (47). (45) - El abuelo del conde de Oropesa era primo-hermano de Juan, duque de Braganza, que subió al trono de Portugal en 1640. (46) - Luis XIV no podía actuar de otro modo, pues habiendo pasado la herencia a la casa de Austria, esto iba contra el equilibrio europeo y la grandeza de Francia. (47) - Se apodó a Carlos II el rey hechizado. “Evocado el diablo, afirmó que la enfermedad del rey era producto de un sortilegio: una droga, compuesta a base de un cerebro humano y administrada en el chocolate, había desecado sus nervios y viciado su sangre. Para curarse del filtro infernal debía ingerir cada día una taza de aceite sagrado". Cf. P. 01 Saint-Victor. La cour d‘Espagne sous Charles II. París, Calminn- Lévy, 1925, p. 250.
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Y; con la complicidad del inquisidor general, J. Tomás de Rocabcrti, trató de encerrar a su víctima en los calabozos del Santo Oficio, y con él a la reina María Ana, lo que no pudo ejecutarse a consecuencia de la muerte del inquisidor, y por la energía de la reina, que se defendió y cubrió a su ilustre amigo. No obstante, el Almirante fue destituido de su título de gran escudero, y se sugirió a Luis XIV obtuviera el exilio del noble castellano. El segundo matrimonio del Almirante había durado poco: su mujer fallecía el 16 de diciembre de 1698. Volvió entonces sus miradas hacia la reina (48), y ésta, sin duda alguna, aceptó sus homenajes. El Almirante gastó enormes sumas para agradar a María Ana. Dió fiestas y espectáculos públicos a toda la corte y la ciudad, y ello a la intención personal de la reina (49). Su mérito ante ella era realzado por su belleza regular (50), y por sus dones naturales de pintor, de escultor y de músico; hablaba y escribía varias lenguas, lo que no era entonces común en España, gustando por otra parte de rodearse de sabios, y buscando su conversación (51). Por su parte, la reina era grande y muy bien hecha. “Un aire de dulce majestad, una actitud grave, una blancura de piel extraordinaria, resaltada por cabellos rubios, le confieren una aureola de todas las gracias más atrayentes de la belleza” (52); y como no carecía de inteligencia y conocimientos, estuvo encantada de encontrar en el almirante las mismas cualidades que ella poseía. (48) - La duquesa de Abrantes, en su novela L'Amlrante de Cattllll (París, Pougin, 1836), ha sacado partido de las relaciones y favortl concedidos al almirante sucesivamente por dos reinas, tomando la fri|| de una carta del marqués de Louville al duque de Beauvillieri; Illa se dice que el Almirante temía el rapto de las reinas. (49) - Saint-Simon, en sus Mémoires (t. II, p. 88), ha subrayado el apego muy particular del Almirante hacia la reina María Ana. (50) - El Almirante era perfectamente bello, y su porte, sobre todo, le hacía sobresalir como el hombre más bello de la corte de España. (51) - H. Reynald. Succession d'Espagne. Louis XIV et Guillaume III. París, Pión, 1883, 2 vol. (52) - Relato de Carlos Razzini (1695). Cf. E. Ducere, obra citada. Existe en el palacio de Versalles (na 3.642) un retrato de la reina de España firmado por Roberto Gence, pintor de la reina, que probablemente llegó de España con ella, y murió en Bayona en 1728.
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Su alma de exiliada y su vida rodeada de prohibiciones severas la incitaron a no rehusar la amistad y el amor del Almirante. Los más recientes trabajos sobre esta época consideran el adulterio de la reina María Ana, y del Almirante como un hecho histórico (53). El año 1700 fue trágico para España. Carlos II estaba agonizando (54), y ningún heredero había sido designado, pese a que la sucesión fuese espléndida: España, las Dos Sicilias, la Toscana, Milán, Ccrdeña, y las más florecientes regiones de América. Ninguno de los pretendientes estaba bien seguro de sus derechos. Se entabló entonces alrededor de Carlos II una lucha implacable. ¿Quién triunfaría, Austria o Francia? Fue Francia, gracias a las artimañas del cardenal Porto- carrero, quien lo consiguió (55). El tratado, redactado por el secretario de Estado Antonio de Ubilla bajo el más profundo secreto, fue sometido a la firma real el 20 de octubre a mediodía, en el Buen Retiro, y Carlos II murió el 1 de noviembre, a las 3 de la tarde (56). El duque de Anjou, bajo el nombre de Felipe V, inauguró la primera fase de su vida de rey, tratando de atraerse las buenas gracias de los nobles del país (57). Uno de los primeros adictos fue el Almirante y, pese a la oposición del cardenal Portocarrero, fue nombrado embajador extraordinario ante Luis XIV. Pero el arzobispo de Toledo cambió la designación, reduciendo el cargo al de embajador ordinario. El Almirante, cuya arrogancia se indignó de que se le ofreciese semejante empleo, al que consideraba como una especie de exilio, preparó inmediatamente su partida, no sin haber hecho reproches al cardenal Portocarrero, a la reina María Luisa, mujer de Felipe V, regente durante la ausencia del rey (en Italia), y al rey mismo (1702). (53) - CF. C. SANLLEVI y GIRONA, OBRA CITADA. (54) - El rey, cuando se acercaba su último día, tuvo un comportamiento extraño: quiso visitar a sus ancestros muertos. Marchó al Escorial, y en la capilla subterránea, denominada el Panteón, hizo abrir todos los féretros por orden de tiempo y de sucesión. (55) - El Padre de Las Torres, confesor del rey, reveló que éste, al morir, le declaró que le habían forzado a firmar un testamento al que nunca habría consentido si hubiese seguido su conciencia. Cf. Sandraz de Courtils. Mémoires du marquis D”‘. Cologne, P. Marteau, 1707, p. 375. (56) - CAPEFIGUE. LOUIS XIV. PARIS, 1844, t. II, p. 137. (57) - Los grandes no querían a Felipe V. Uno de ellos, pasando un contrato a un notario, firmó: "Don Alfonso, etc., noble como el rey y aún más”. Se le preguntó qué significaban estas palabras, y él respondió friamente: “El rey es francés, yo soy castellano; por esta sola razón, soy de una extracción más noble que la suya". Cf. Abad Delaporte. Le voyageur Français. París, 1772, t. XVI.
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La reina viuda, María Ana, había sido obligada a abandonar Madrid, mucho antes que el Almirante, a consecuencia de la hostilidad del arzobispo de Toledo (58). Se quejó a Felipe V, y éste respondió que no tenía sino que escoger una de las ciudades de España, la que fuera más de su agrado, “entre las que le fueran propuestas de su parte” (59). Pese a ello, la reina viuda fue finalmente relegada a Toledo por el cardenal Portocarrero, bajo promesa de fidelidad (60). Durante este tiempo, el Almirante hacía grandes y lentos preparativos para unirse a su puesto. "Partió lo más tarde que pudo [13 de septiembre de 1702], y marchó a paso de tortuga. Iba acompañado de su bastardo [?], de varios gentilhombres de su confianza (61), y del jesuita Cienfuegos (62), su confesor. Había tomado consigo todas sus piedras preciosas y lo que pudo coger de dinero (63), y puso a buen recaudo dinero y efectos (64). (58) - Según la Histoire politique et amoreuse du cardinal Portocarrero (s. 1., 1710), habiendo rehusado la reina ser del cardenal, éste para vengarse se puso del lado francés, en oposición al de la reina austríaca. (59) - SANDRAZ DE COURTILS, obra citada, p. 375. (60) - Señalemos que en un artículo del testamento de Carlos II, así como en el codicilo firmado el 5 de octubre del 1700, se determinaba que el sucesor de la corona debía reservar a la reina viuda el gobierno de los Países Bajos, y de algunas ciudades de Italia, a su elección, y solamente en el caso de que prefiriera residir en España, retirada en alguna ciudad, debería dársele la soberanía y jurisdicción de esta. (61) - “La mayor parte de los grandes habían acompañado bastante lejos al Almirante cuando éste partió”. La princesa de los Ursinos al Sr. de Torcy, 10 de enero de 1703. Cf. Madame des Ursins et la succession d'Espagne, París, Champion, 1903. (62) - El Padre Alvarez Cienfuegos (1657-1739), unido al Almirante por la más estrecha amistad, fue primero profesor de filosofía en Cont- póstela y de teología en Salamanca. Tras la muerte de su hijo espiritual, marchó a Alemania, y fue encargado por los emperadores José I y Carlos VI de altas misiones diplomáticas en las cortes de Madrid, Lliboa, Londres y La Haya. Carlos VI le hizo elevar a la dignidad de cardenal, le-nombró su ministro plenipotenciario en Roma, y posteriormente obispo de Catania y arzobispo de Montreal, en Sicilia. (63) - "Partió llevándose más de tres millones de efectos", Mémoires du duc de Noailles, libro III. (64) - El Almirante había hecho importantes depósitos de dinero de los bancos de Venecia, Génova y Amsterdam. Cf. F. Duro, obra citada, p, 127. El Almirante tenía al menos 100.000 escudos de rente en fondos de tierra en España y en Sicilia. Cf. Dangeau, obra citada, t, IX, agosto de 1703.
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Próximo a Navarra, desapareció con sus compañeros, y por rutas desviadas, en las que había secretamente dispuesto las paradas, alcanzó la frontera de Portugal, antes de que la noticia de su huida, llevada a Madrid, hubiese dado tiempo para poder atraparle” (65). Llegado a Lisboa, dió su adhesión al partido del emperador y a la casa de Austria, a la que prometió secundar. Parece que en este momento soñó con ciertos derechos de su familia a la corona del Perú, que le provenían de un sobrino de la raza de los Incas (66). Sin embargo, en Madrid, el cardenal Portocarrero y la Sra. de los Ursinos, camarera mayor de la reina, fueron los más encarnizados contra el Almirante. Se le hizo un proceso (agosto de 1703), y se le condenó a muerte, por contumacia, es verdad, con confiscación de sus bienes, para gran escándalo de la nobleza y del duque de Medinaceli, que exclamó: "no se debe tratar de esa forma a gentes como nosotros” (67). El Almirante respondió de Lisboa por un manifiesto en el que hacía mención de la bajeza del arzobispo de Toledo (68), y de la falsedad de Luis XIV, que reducía a España al rol de potencia satélite de Francia (69). La influencia de este manifiesto fue decisiva sobre España, y la guerra civil fue su consecuencia inmediata. El emperador Leopoldo I, por consejo del Almirante, abdicó de sus derechos en favor de su hijo, el archiduque Carlos, el cual desembarcó en Lisboa y fue proclamado rey de España bajo el nombre de Carlos III, con el apoyo de los ejércitos y las escuadras de Inglaterra, Portugal, Holanda y Austria. (65) - Saint-Simon, obra citada, t. II, p. 381. De todos los autores de memorias, Saint-Simon es el único que habla de un bastardo del Almirante; todos los demás están de acuerdo en el parentesco de que no sería otro que su sobrino, Pascual Henriquez, hijo del marquéz de Alcañiz, su hermano. Por lo demás, el sobrino abandonó al Almirante y declaró contra él. (66) - “El confesor de la reina, mujer de Felipe V, me ha intención del Almirante al llevarse a su sobrino, es la de darlos a los ingleses, que deben llevarlo a Méjico como heredero, por parte de su madre, de los últimos Incas. La princesa de los Ursinos al Sr. de Torcy, 25 de octubre de 1703, obra citada. (67) - Abad Millot, Mémoires du duc de Noailles, París 1777 t. III p. 415. (68) - Según el marqués de Villafranca, es el cardenal Portocarrero "quien perdió al Almirante, a fuerza de maltratarle”. La princesa de los Ursinos ai Sr. de Torcy, 25 de noviembre de 1702, obra citada. (69) - El almirante unió a su manifiesto una sátira mordaz sobre la entrada de los Borbones en la monarquía española, los cuales, dice, querían dominar el mundo. E. Chao. Historia de España, t. IV, p. 207.
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El archiduque Carlos encontró en el Almirante “al consejero mejor instruido de los asuntos de España que pudiera desear. En efecto, era el eje sobre el que giraba toda la máquina de los Aliados. El Almirante se honró ante Carlos III de su huida, y la mostró como un sacrificio que le hacía por principios de conciencia, no pudiendo aprobar la nominación del duque de Anjou al trono de España” (70). En respuesta a una carta de reproche que le dirigió desde Madrid el presidente de la junta española, Manuel Arias, arzobispo de Valencia, el Almirante escribió (febrero de 1704): “Me dirigís muy mal vuestras amonestaciones y vuestros consejos 'para desapegarme de los intereses de la Serenísima Casa de Austria, que he abrazado con justicia y razón. Sé que las gentes revestidas de algún carácter son censuradas si fracasan en sus empresas, y que se las envidia si tienen éxito. Me parece que todos los españoles buenos y verdaderos no podrían tener otros sentimientos que los que yo tengo contra el gobierno francés, y contra el poco derecho que la casa de Borbón tiene sobre las coronas de España. Estoy incluso sorprendido de que un Prelado tan esclarecido como vos lo sóis. Monseñor, haya podido dejarse engañar sobre las verdaderas y falsas razones que ambos pretendientes a nuestra vasta Monarquía han alegado, y estoy seguro de que si hubiéseis prestado alguna atención a la cosa, y no fuéseis del número de los prevenidos, habríais reconocido (como yo) incontestable el derecho del Serenísimo archiduque de Austria, y quiméricas las pretensiones del duque de Anjou” (71). Pese a su habilidad política, el Almirante no llegó a conseguir que el arzobispo de Valencia compartiera sus preferencias por Austria (72), y sin embargo es un hecho cierto que si sus consejos se hubiesen seguido, habría sido capaz de conducir al archiduque al trono de España.
(70) - J. R. de Missy. Histoire publique et secrète de la cour de Madid. Cologne, 1719, p. 60. (71) - La Clef du cabinet des Princes de l'Europe. Luxembourg, 1704, t. I, p. 5. (72) - En un mandamiento publicado en marzo de 1706, Manuel Arias se expresa así: “Aun suponiendo que los derechos de Felipe V parezcan en algún modo dudosos, España debe considerarse dichosa de vivir bajo un Príncipe así”. Cf. La Clef du Cabinet, t. IV, p. 157.
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El Almirante estuvo, al principio, en situación de gran favor ante el consejo de Lisboa; se tenía la esperanza de que sus amigos en España le siguieran (73), pero pronto, como no sucediese nada (74), estuvo expuesto a todas las afrentas (75), tanto que el pueblo portugués le consideraba como el principal autor de la guerra. El archiduque mismo le escribió: ‘‘Hace largo tiempo, señor Almirante, que nos aduláis con una gran revolución en España, no sé si vuestros consejos serán más justos que los de los años últimos; estoy sin embargo persuadido que si el éxito dependiese de vuestro celo, podríamos estar contentos’’ (76). Aunque disgustado por la poca confianza del archiduque a su respecto, el Almirante levantó, a sus propias expensas, un regimiento de caballería, y le dió la librea de los reyes de Castilla, y sus ataques repetidos ocasionaron las más vivas aprehensiones de Felipe V. El plan de campaña del Almirante era éste: “Para dar a España el golpe mortal, había que atacar Andalucía, pues Castilla no obedecería nunca a un príncipe que entrase en este reino por Aragón. Para abatir la monarquía era preciso antes que nada atacar la cabeza, es decir, entrar en Castilla, y Andalucía era la mejor puerta para llegar allí” (77). Esta proposición, que habría podido cambiar la faz de las cosas, fue rechazada. Tras este fracaso, el Almirante expresó la intención de ir a Estremoz, para pasar al ejército de Extremadura, donde pretendía que su honor le ordenaba ir. Esta petición fue mal recibida.
(73) - “Es muy cierto que hay una especie de confederación entre los grandes de España, que evitan todos parecer afectos a Francia, y que consideran como una cosa posible que el archiduque devenga su rey". La princesa de los Ursinos al Sr. de Torcy, 29 nov. 1702, obra citada. (74) - Según Danoeau, debía ejecutarse un complot el 11 de junio de 1705 en el Palacio del Buen Retiro de Madrid, contra la persona de Felipe V y de la reina, para llevarles a Lisboa, pero la tentativa fracasó. (75) - Podemos así leer, en las Nouvelles de l'Ordre de la Boisson (s. 1„ 1703-1705), redactadas por FR. Moroier, este dardo picante: "De Lisboa, 20 de febrero de 1705. El Almirante danzó (en una mascarada) las locuras de España, que es su danza ordinaria”. (76) - La Clef du Cabinet, t. II, p. 396. (77) - Mémoires de S MNT -PHIUPPE , T. I, P. 349.
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Sin embargo, el Archiduque acordó la autorización deseada, pero esto no fue sino por petición del rey de Portugal. Desesperado de ver que el sacrificio que había hecho por Carlos III era tan poco estimado y su persona menos considerada aún, el Almirante, llegando a Estremoz, tuvo un ataque de apoplejía, del que murió el 21 de junio de 1705, hacia las 5 de la tarde. El cuerpo del difunto fue embalsamado, y puesto provisionalmente en la iglesia de los Jerónimos de Belém, la sepultura de los reyes de Portugal (78). Algunos meses después de la desaparición del último Almirante de Castilla, la reina viuda de España, María Ana de Neubourg, que había sido, como se recordará, relegada a Toledo desde 1702, en el Alcázar, que domina toda la ciudad desde su masa imponente, quiso manifestar su alegría por la entrada de las tropas del archiduque en Madrid (junio de 1706). Más apasionada cada vez por los intereses de la casa de Austria, a la que en vano defendió con todo su corazón y de todas las maneras, creyó conveniente enarbolar el estandarte de Carlos III en lo alto del Alcázar, pero los habitantes de Toledo arrancaron el emblema sedicioso, proclamaron que su rey era Felipe V, y pusieron guardias a la reina viuda. No obstante, la trataron con respeto (79). Felipe V, tan pronto como volvió a Madrid, juzgó prudente, y esto por el consejo interesado de la Sra. de los Ursinos, echarla del reino; rogó a su abuelo que la tomara bajo su hospitalaria guardia. (78) - El único retrato conocido del Almirante de Castilla figura sobra la célebre tabla del Escorial que se halla ante el altar de la Santa Hostia, pintada por el artista español Claudio Coello. Esta tabla se manija como un telón de escena. (79) - Mémoires du maréchal de Berwick. Paris, 1780, t. I, p. 340. Cuando el archiduque, tras su entrada en Madrid, fue reconocido como rey de España bajo el nombre de Carlos III, el cardenal PortocarTero, retirado a Toledo, su ciudad episcopal, tuvo una actitud singular. "El día en que esta ciudad prestó juramento y rindió homenaje a este príncipe, no olvidó nada para manifestar su júbilo; iluminó su palacio, cantó el Te Deum en la catedral, bendijo públicamente el estandarte del Archiduque con las ceremonias ordinarias, y ejecutó todo aquello con tanto celo y empeño, que los enemigos mismos quedaron sorprendidos. A consecuencia de este cambio imprevisto, se puso en relación con las personas que creía de sentimientos similares a los suyos, y se reconcilió con la reina viuda a la que él mismo había relegado en Toledo". Mémoires de Saint- Philippe. t. II, pp. 65-66.
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Luis XIV aceptó, “pero deseando que fuese acogida y tratada en sus estados, con los honores debidos a su regia dignidad” (80). El rey de España “encargó pues al duque de Osuna, uno de sus capitanes de la guardia, que tomara quinientos caballos, fuera a Toledo (81), viera al llegar a la reina viuda, la dijera que la encontraba allí demasiado cerca de los ejércitos para residir tranquilamente, y la rogara que, sin mayor demora, fuese al encuentro de la reina a Burgos. La reina viuda pareció muy afligida y confundida por este cumplido, buscó excusas y demoras, pero el duque de Osuna mezcló tan bien la firmeza con el respecto que no la dió más de veinticuatro horas, al cabo de las cuales la hizo partir con todo lo que ella tenía alrededor, y en lugar de llevarla a Burgos la hizo conducir a Vitoria. Durante este viaje, despachó al rey para recibir sus órdenes en el lugar de la frontera de Francia al que se la conduciría. Pau fue escogido por la comodidad y lo agradable del castillo y de sus jardines; pero la reina viuda, informada finalmente del lugar al que iba, pidió Bayona por preferencia, y la obtuvo” (82). Fue el 20 de septiembre de 1706 cuando la reina María Ana hizo su entrada solemne en la ciudad de Bayona. El duque de Grammont, gobernador de Gascuña, vino a cumplimentarla a la puerta de la ciudad, a la cabeza de los magistrados en traje de ceremonias, y la presentó las llaves de la ciudad, lo que hizo decir a un periodista de ecos de sociedad: “Los honores que se han rendido a esta princesa no son conformes a la recepción que ordinariamente se hace a una prisionera de Estado” (83). Si esta reflexión probaba la ignorancia de su autor, qué decir de los términos de que se sirvió la Sra. de los Ursinos escribiendo al duque de Grammont: (80) - A. de Courcy. L'Espagne après la paix d'Utrecht. París, Plon, 1891, p. 279. (81) - En Toledo, en la capilla de San Juan de la catedral (tesoro), se ven cuatro globos en plata rematados por una figura del mismo metal, de 3 pies de altura, que representan las cuatro partes del mundo. Cada figura está adornada de piedras preciosas que componen la parte del mundo que representa. Fue durante su estancia en esta ciudad que María Ana hizo este presente a la catedral, pidiendo misas para su reposo. (82) - SAINT-SIMON, obra citada, t. III, p. 293. (83) - Cf. La Clef du Cabinet, t. V, p. 318
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"Esta princesa ha tenido muchas desdichas en su vida; y la menor no creo que haya sido no haber tenido junto a ella a personas lo bastante desinteresadas para no amarla más que por su gloria y sus verdaderos intereses; ha tenido la desgracia de hacer el bien a muchas gentes que la han pagado con la ingratitud” (84). Ya conocemos, y veremos a continuación, lo que ocultaba esta “solicitud” de la camarera mayor para con la reina viuda. Hacia 1713, el gobierno de Luis XIV, asustado por los suntuosos gastos de la reina viuda, cuyo cargo asumía, habría querido verla retomar el camino de España. El marqués de Torcy, por orden del rey, escribió a la Sra. de los Ursinos: "El rey cree que estaría mucho mejor en España que en Francia, e incluso que el honor del Rey Católico está, en alguna forma, interesado en no dejar a la viuda del Rey, su predecesor, en una especie de exilio, cuando parece que su retomo a España no puede aportar trastorno alguno a la tranquilidad del Estado. Os suplico, Señora, tengáis a bien hacerme saber las intenciones de Su Majestad Católica a este respecto” (85). Nada pudo doblegar a Felipe V, y la animosidad de la reina viuda hacia la Sra. de los Ursinos se acrecentó (86). Tanto es así que al año siguiente, cuando la nueva reina de España, Isabel de Famesio, sobrina de María Ana de Neubourg (87) pasó por Pau para reunirse con su marido, Felipe V, tuvo lugar una entrevista entre las dos reinas, y la suerte de la Sra. de los Ursinos fue decidida, adhiriéndonos nosotros a la opinión del duque de Saint-Aignan cuando escribe:
(84) - Mm‘ des Ursins et la succession d'Espagne, 16 sept. 1706. (85) - A. DE COURCY, OBRA CITADA, p. 285. (86) - "La princesa de los Ursinos supo deshacerse de todos los ministros, uno tras otro, para quedar como única dueña del gobierno”. Saint- Simon, obra citada, t. IX, p. 342. (87) - Isabel de Famesio era hija de Sofía-Dorotea de Neubourg y del príncipe Eduardo, primogénito y presumo heredero de Reinuco Famesio, duque reinante de Parma. Cuando Eduardo murió, su hermano Francisco subió al trono ducal de Parma y se casó con su viuda. Por otra parte, la reina de España estaba emparentada con el último de los Médicis, Juan Gastón, por el matrimonio de éste con la viuda del príncipe Felipe de Neubourg, hermano de su madre y de la reina viuda de España, así como por el matrimonio de la hermana de Juan Gastón, Ana de Médicis, con el elector palatino Guillermo de Neubourg, otro hermano de la reina viuda. Habiendo enviudado en 1716, Ana fue a habitar a Florencia, donde murió en 1743. Añadamos que el rey de Cerdeña, Carlos-Emanuel III de Saboya, se casó en primeras nupcias con una princesa de Neubourg, muerta en 1722.
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“He oído decir que los términos en los que se ha explicado la reina [Isabel de Famesio] sobre el alejamiento de la Sra. de los Ursinos y sobre su conducta fuera del reino, eran poco más o menos los mismos que aquellos de los que se había servido la Sra. princesa [de los Ursinos] para hacer salir a la reina viuda de España” (88). Cuando la Sra. de los Ursinos atravesó Bayona tras su “ejecución”, solicitó en vano el honor de presentar sus respetos a la reina viuda; ésta rehusó claramente recibirla, lo que hizo decir a Saint-Aignan: “Su enemiga triunfante la trató como una apestada y una maldita” (89). María Ana de Neubourg no desaprovechó ninguna ocasión de hacer su corte, bien a Francia bien a España, esperando siempre acabar su largo exilio, pero no tuvo éxito por largo tiempo. María Ana de Neubourg habitó treinta y dos años en Bayona, y cuando finalmente recibió la autorización de volver a España, murió casi inmediatamente. Durante su estancia la reina viuda permaneció bajo la vigilancia de las autoridades francesas, que no dejaron sin embargo, de testimoniarla su más respetuosa consideración. La reina habitó sucesivamente, en Bayona, las tres residencias siguientes: El Castillo Viejo (1706-1712), el palacio episcopal (1712-1715), y finalmente el palacio de Saint-Michel (1715-1738) (90). Durante su permanencia en Bayona, tuvo una vida bastante desahogada, pero desnuda de pasión (91); muy piadosa, su caridad no tuvo igual, como tampoco su extraordinaria generosidad para con todos, y sin embargo el cotilleo público la acusó de cicatera y de amontonar oro y joyas, “teniendo al mismo tiempo la precaución de enviarlos a un país extranjero, a fin de prevenir cualquier eventualidad” (92). (88) - Saint-Aignan a Torcy, 5 de enero de 1715. (89) - A. de Courcy, obra citada, p. 372. (90) - E. Ducere, obra citada, N° 12, p. 339. La reina viuda hizo construir hacia 1718 el castillo de Marras, residencia de verano que nunca habitó, prefiriendo el palacio de Saint-Michel, situado a poca distancia. (91) - Sin embargo, se dirá más tarde en Bayona, aun sin creer en ello sinceramente, que la reina viuda había amado, en secreto, al joven caballero de Larrétéguy, y que había nacido una hija de su misteriosa unión. Un día que la carroza de María Ana fue detenida por un atasco en el puente Mayour, el hermano mayor de Larrétéguy, que pasaba por allí, gritó en voz alta: “¡Paso a mi cuñada!”. Fue detenido, y conducido al castillo de If. Cf. A. de Courcy, obra citada, p. 201. (92) - E. Ducere, obra citada, N° 11, p. 151.
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La reina viuda gustaba de invitar a comer, pues ella nunca comía fuera de su casa; su pequeña corte estaba compuesta de unos pocos hombres y mujeres de Bayona; sus servidores eran españoles, italianos o alemanes. Muy afable, dió magníficas fiestas y numerosos conciertos, teniendo un grupo de músicos pagado por ella, y tocando ella misma piezas de su propia composición” (93). Sin embargo, era tiempo de que su exilio se terminase, su salud se había vuelto vacilante (94). En 1738, el gobierno español, tantas veces solicitado por los ministros de Luis XIV y de Luis XV, se decidió a autorizarla a volver a España. Su partida de Bayona tuvo lugar el 17 de septiembre. Llegada a Pamplona, cayó gravemente enferma y alcanzó lentamente Guadalajara, que le había sido asignada como residencia. Dos años más tarde, en agosto de 1740, la reina viuda de España, viuda de Carlos II, murió silenciosamente, y su recuerdo se habría sin duda borrado de la memoria de los pueblos, si no se hubiese convertido en la probable heroína de un extraño drama, cuyo valor poético y escénico sobrepasa con mucho su sentido histórico (95). La hipótesis que hemos emitido sobre la posibilidad de una ascendencia germano-española del conde de Saint-Germain (96), puede justificarse por diferentes hechos sacados de las biografías de la reina María Ana de Neubourg y del Almirante de Castilla, confrontados con ciertas habladurías aportadas sobre nuestro personaje en el curso de su aventurada vida. (93) - E. DUCERE, obra citada, n° 11, p. 178. (94) - El 10 de agosto de 1722, María Ana de Neubourg perdió a una de sus hermanas, Edwige-Isabel-Amelia, la cual había estado unida en 1691 al príncipe Jaime Sobieski, primogénito del famoso rey de Polonia. Una de las hijas de la principesca pareja, María-Carlota, se desposó sucesivamente con los dos hijos de Carlos-Godofredo, duque de Bouillon: Federico-MauricioCasimiro, príncipe de Turena, y Carlos-Godofredo, duque de Bouillon. La otra hija, María Clementina, se casó con el príncipe Jaime Eduardo Estuardo, llamado el caballero de San Jorge, y devino madre del Pretendiente Carlos-Eduardo, del que hemos hablado en el primer capítulo de la 2* parte. Si se admite el parentesco del conde de Saint-Germain con María-Ana, nuestro personaje pertenece, pues, al círculo de los Estuardos exilados, y ha podido estar mezclado en la insurrección jacobita de 1746. Del mismo modo, se comprende la insistencia del duque de Bouillon en conocerle (v. parte segunda, cap. IV). (95) - Víctor Hugo. Ruy Blas, drama en cinco actos, Leipzig, Brock- haus, 1838, in 12. “Toda esta aventura es un cuento de hadas”, dirá Fr. Sarcey en 1872, cuando la pieza fue reestrenada en el Odeón.
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Si nos remitimos al documento del príncipe de Hesse, leemos: “El [conde de SaintGermain] fue protegido prodigiosamente por el último Médicis. Esta casa poseía, como es sabido, las más altas ciencias, y no es sorprendente que adquiriese allí sus primeros conocimientos” (97). En la exposición de la vida de la reina de España leemos que el último de los Médicis, Juan Gastón, hijo de Margarita-Luisa de Orleáns y de Cosme III, gran duque de Toscana, devino tío de María Ana de Neubourg por el matrimonio de su hermana, Ana de Médicis, con el elector palatino Guillermo de Neubourg, hermano de María Ana, y que la electora, una vez viuda, habitó en Florencia, de 1716 a 1743, fecha de su muerte. Nada se opone a que el joven conde de Saint-Germain "fuese puesto bajo la protección del último de los Médicis, que le hacía acostarse, como a un hijo, en su cámara” (98), es decir, en el palacio Pitti, el cual servía de habitáculo al gran duque de Toscana en Florencia. Juan Gastón de Médicis “era muy versado en las ciencias y en el estudio de las lenguas, que había cultivado profundamente. No sólo conocía el toscano y la lengua latina, sino que dominaba perfectamente el inglés, el alemán, el bohemio, el francés, el español y el turco” (99). Además, era un excelente músico. Gustaba de retirarse para trabajar a una parte de los magníficos jardines Boboli, contiguos al palacio Pitti, una suerte de “casino” dominando una terraza “desde la cual se despliega un espacioso horizonte sobre la ciudad y los alrededores de Florencia” (100). (96) - A propósito del nombre de Saint-Germain, existe en España el título de duque de San Germán; nombre y título pertenecen a Francisco de Sotavila, sucesivamente virrey de Cerdeña y de Cataluña. Tras su victoria sobre Schomberg en Bellegarde, en 1674, San Germán fue muy influyente en la corte de Madrid, y con Oropesa y el conde de Melgar se convirtió en uno de los señores más poderosos que gobernaron España bajo Carlos ü. Como murió sin descendencia, el nombre de San Germán cayó en desuso. ¿Puede haber sido dado al hijo del conde de Melgar en memoria del amigo de su presunto padre?. (97) - Principe de Hesse, obra citada, p. 134. Según C. Cantu: “El marqués de Saint-Germain fue poderosamente protegido por el último gran duque de Toscana, de quien había hecho un iniciado". Cf. Les Hérétiques d'ltalie. París, 1870, t. V, p. 53. (98) - BARON DE GLEICHEN, obra citada, p. 133. (99) - Vita di Gio-Gastone. Firenze, 1886, p. 6. (100) - Guía de la ciudad de Florencia. Florencia, 1830, p. 479.
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He ahí una relación de circunstancias con lo que dice el conde de Saint-Germain: “gustaba de contar cosas de su infancia, y se describía entonces rodeado de un cortejo numeroso, paseando por terrazas magníficas, en un clima delicioso” (101), como es el caso de Florencia. Si el conde de Saint-Germain se dedicó más tarde a la química, debe tal vez sus conocimientos a una estancia en casa del gran duque de Toscana, "que no descuidó nada para engrandecer el dominio de las ciencias” (102), y Juan Gastón tuvo a su disposición, gracias a su padre Cosme III, educadores de gran valor (103). Sin embargo, ¿cómo explicar la presencia de nuestro personaje en Italia? Si aceptamos como verídico lo que dice Saint-Simon, “El Almirante de Castilla partió de Madrid acompañado de su bastardo”, este niño se encontraba en Portugal con su padre. Cuando éste último murió en 1705, el niño bastardo, a fin de escapar a la suerte letal que le aguardaba, tuvo que huir. Ahora bien, el conde de Saint-Germain dice: "... a los siete años erraba en el fondo de los bosques con mi gobernador”, lo que probablemente le haría nacer hacia 1698 (104). Supondremos, pues, que nació en esta época pese a la vigilancia activa ejercida por Versalles sobre la corte del rey de España. Se dice incluso que Luis XIV estaba de tal modo al acecho, por intermedio del marqués de Harcourt y sus secuaces, que había llegado a establecer un proceso verbal del estado de Carlos II en cuanto a su impotencia. Admitiendo que el conde de Saint-Germain sea el hijo bastardo de la reina de España y del Almirante de Castilla, nuestro personaje puede decirse “príncipe de España”, al ser heredero directo de Alfonso XI de Castilla. (101) - BARON DE GLEICHEN, OBRA CITADA, p. 128. (102) - F. Hoefer. Histoire de la Chimie. París, Firmin-Didot, 1869, t. II, p. 358. (103) - Cosme III fue el primero que intentó experiencias sobre la naturaleza del diamante con ayuda del espejo ardiente, y ello en presencia de su hijo, de Averani, su preceptor, y del físico Targioni. Cf. Macquer. Dictionnaire de chimie. París, 1778, t. I, p. 491. Puede compararse con la historia del diamante de Luis XV, relatada por la Sra. du Hausset (v, parte segunda, cap. II). (104) - Esta fecha de 1698 no se corresponde con las edades indicadas por el príncipe de Hesse (v. parte segunda, cap. XVI). Sin embargo, sabemos que el príncipe no es siempre de una rigurosa precisión (v. parte primera, cap. II).
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Aunque las leyes de Castilla excluían de la corona a las líneas bastardas, de derecho, pero no de hecho, pues la reina Juana de Castilla, apodada la Beltraneja, hija natural de Juana de Portugal y de Beltrán de la Cueva, fue declarada heredera legítima de la corona de Castilla por Enrique IV, marido de Juana de Portugal. Puede ser, también, que el Almirante de Castilla se hubiese desposado secretamente con la viuda del rey Carlos II, esperando por este medio devenir regente de España, de acuerdo con María Ana de Neubourg; sin embargo, la pronta llegada de Felipe V a sus estados cambió completamente la faz de las cosas: la reina viuda es relegada a Toledo y el Almirante huye a Portugal. Supongamos que la campaña emprendida por Austria, Inglaterra, Portugal’y Holanda, hubiese tenido éxito; el archiduque Carlos podría tal vez haber deseado ver sobre el trono de España a uno de sus aliados, o quizá hubiese reemplazado a la reina viuda de Carlos II en sus prerogativas, suerte de pragmática sanción antes de la de su hija María Teresa, pero la muerte del Almirante de Castilla en 1705 modificó el proyecto. El principal actor desaparece. La reina viuda es internada en Francia. El archiduque se casa, y todo se desploma. Es por ello que el bastardo del Almirante de Castilla busca ocultarse a la mirada de las personas encargadas de hacerle desaparecer. “Mi cabeza tenía puesto precio", dirá el conde de Saint-Germain. Pero, ¿Quién es entonces este gobernador que acompaña a nuestro personaje en su huida? - Sólo hay un hombre importante que haya podido jugar este papel. Creemos poder identificarlo con el conde de Cifuentes, el cual, tras haber sido al principio enemigo del Almirante de Castilla, devino a continuación su amigo y su aliado. El conde ha sido uno de los guerrilleros más a favor del partido austríaco en el momento de la primera incursión de Felipe V en Cataluña. Comandaba una división de tropas catalanas auxiliares del archiduque Carlos, y con sus guerrilleros mantenía constantemente en estado de alerta a la retaguardia del mariscal Tessé, jefe de las tropas de Felipe V, delante de Barcelona (105). (105) - A. de Boffarull. Historia de Cataluña.
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No es imposible que el conde de Cifuentes, apurado por la guardia del niño bastardo, lo haya depositado en un lugar seguro, como sería el monasterio de Montserrat (106), que ha sido siempre el refugio de gentes de calidad, y una escuela de benedictinos muy dedicados a la química y a las ciencias naturales, como lo son todavía hoy en día (107). ¿Sería ésta la cuna de la primera instrucción del conde de Saint-Germain?. Pero, ¿dónde y cuando vió nuestro personaje a su madre por última vez? Se puede suponer que este encuentro se hizo en septiembre de 1706, durante el viaje de la reina viuda de Carlos II hacia Francia, su país de exilio. Este viaje que debía tener lugar por Burgos se hizo por Vitoria, y pensamos que fue en la ciudad de Calatayud donde tuvo lugar esta reunión, por instigación del conde de Cifuentes, y con la complicidad del duque de Osuna, encargado de escoltar a María Ana de Neubourg. Finalmente, sería el 27 de setiembre de 1711 cuando el hijo bastardo del Almirante de Castilla, se habría embracado en Barcelona con destino a Italia, en compañía del conde de Cifuentes; habría desembracado en Génova el 12 de octubre siguiente, para alcanzar Florencia; a fin de ponerse bajo la protección del último de los Médicis. Admitamos que el conde de Saint-Germain residió en Florencia hasta la muerte de Juan Gastón de Médicis, sucedida en 1737; sale entonces de Toscana y marcha a Sicilia, donde el Almirante de Castilla era rico en fondos de tierra, es decir en propiedades rurales, lo que hizo decir a nuestro personaje, cuando estuvo en Inglaterra, que era “un rico gentilhombre siciliano”. Quizá el conde marchara a la abadía benedictina de Monreale, cerca de Palermo, a fin de tener una entrevista con el mejor amigo de su presunto padre, Alvarez Cienfuegos, entonces arzobispo de esta ciudad; también eso es muy posible. (106) - Montserrat es para los Catalanes la montaña sagrada, la montaña milagrosa, el tótem, el símbolo de sus creencias, y el lugar sagrado adonde van a depositar sus alegrías y sus miserias. La iglesia basílica posee una Virgen negra, considerada como una de esas imágenes talladas en la Tebaida durante los primeros siglos del Cristianismo. (107) - J. de Mariana de Chao. Histoire générale d'Espagne. París, 1723, t. IV, p. 225. Los archivos del monasterio de Montserrat fueron quemados en 1811 por orden del general Lecchi, oficial italiano al servicio de Napoleón I. Indiquemos que el conde de Cifuentes fue uno de los benefactores del monasterio.
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Se recordará que en Inglaterra nuestro personaje ha sido apreciado como músico y compositor. Ahora bien, María Ana de Neubourg es también una apasionada del arte musical, y compositora en sus ratos libres; aquí la similitud de don y de gusto es flagrante. Pero lo más curioso es la idea emitida por el escritor Horace Walpole cuando pretende que el conde fue sospechoso de estar en relación Se puede suponer que este encuentro fue sospechoso de estar en relación con el Pretendiente. La opinión del escritor tiene su eco en el hecho de que la nieta de la hermana de Marta Ana de Neubourg fue la madre de Carlos-Eduardo Estuardo. Por otra parte, Casanova escribe que nuestro personaje fue “grande bajo el nombre de Marqués de la cruz negra en Inglaterra” (108). Ahora bien, dos de los hermanos de la reina viuda de España han sido sucesivamente, de 1684 a 1732, grandes maestres de la orden Teutónica católica. Cuando se sabe que la vestimenta de los caballeros de esta orden es un manto blanco con una cruz negra, la relación es tan evidente como las precedentes (109). Sigamos ahora al conde de Saint-Germain en Alemania (110); ¿Qué es lo que hace? Trabaja, dice, “en el más raro y más rico de los descubrimientos” en cuestión de teñidos; ¿No tendremos ahí puestos en práctica conocimientos adquiridos por nuestro personaje en la corte del gran duque de Toscana?. Llegamos a su estancia en Francia. Luis XV, que no ignora la ascendencia del conde de Saint-Germain, lo acoge como “primo", y le da un trato familiar, mientras que frente a la Sra. de Pompadour y las cortesanas del entorno del rey, nuestro personaje se conduce como debe, en gran señor. (108) - Casanova. Soliloque d'un penseur. París, Fort, 1926, p. 35. (109) - Cuando el landgrave de Hesse habla de los dos hermanos del conde de SaintGermain (v. parte primera, cap. II), salidos de la supuesta descendencia Rakoczi, esconde la existencia de los dos hermanos de María Ana de Neubourg, en tanto que grandes maestres de la orden Teutónica, que tenían sin duda por patronos, en la orden, a San Jorge y a Santa Isabel. Sin embargo, el landgrave cambia el primer nombre por el de San Carlos. (110) - Una observación curiosa puede señalarse aquí. Cuando nuestro personaje comienza sus peregrinaciones, va a Alemania, donde posee grandes propiedades (v. parte segunda, cap. II), pero esto sólo a partir de 1741. ¿Por qué? Porque su supuesta madre murió en 1740, al igual que el emperador Carlos VI (ex-archiduque Carlos), y porque el Padre Cienfuegos fallece en 1739. Estas tres personas eran las únicas que conocían sus orígenes; desaparecidas ellas, nadie sabe quién es. Desde este momento, se convierte en el conde de Saint-Germain.
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Muestra a unos y otros sus joyas y sus cuadros. Sus riquezas en joyas se explican de la forma siguiente: estando en Bayona, María Ana de Neubourg “envía el oro y las joyas a un país extranjero a fin de prevenir cualquier eventualidad”: ¿No sería esa una precaución tomada por la reina viuda a fin de asegurar la existencia de su “hijo natural”?. En cuanto a los cuadros, el conde de Saint-Germain los tiene de su presunto padre, el Almirante de Castilla, que poseía, se dice, la más bella galería de Europa. Del mismo modo puede explicarse la existencia de la famosa “minera” de nuestro personaje, minera que no pudo conocer el duque de Choiseul, por el hecho de que el Almirante de Castilla “tenía importantes depósitos de dinero en los bancos de Venecia, Génova y Amsterdam”, lo que permitía al conde de Saint-Germain, por el simple juego de las escrituras, estar al abrigo de las necesidades. No olvidamos mencionar que la facultad lingüística de nuestro personaje le venía de su supuesto padre y de su supuesta madre, la cual “hablaba ocho o diez lenguas”, y el perfeccionamiento de Juan Gastón de Médicis que “había cultivado profundamente las lenguas”. Cuando Luis XV, “que tenía mucha confianza en él, le empleó para negociar una paz en Inglaterra, y lo envió a La Haya” (111), el conde de Saint-Germain pudo, tal vez, cometer el error de querer hacer valer su parentesco, lo que le volvió sospechoso a los ojos del duque de Choiseul, que no había llegado a atravesar su incógnita. Y cuando el barón de Gleichen dice que el conde de Saint-Germain llevó antiguamente el título y el nombre de marqués de Montferrat, vemos ahí una nueva indicación concerniente al Almirante de Castilla, el cual, como se recordará, jugó un papel preponderante en la cesión de la capital del Montferrat a Francia (112).
(111) - PRINCIPE DE HESSE, obra citada, p. 135. (112) - En cuanto a los otros nombres, alemanes, italianos o rusos, que se prestan al conde de Saint-Germain, pensamos que no son más que la confirmación de los vocablos de los diferentes países que ha recorrido.
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Finalmente, el conde de Saint-Germain, obligado a ocultar sus orígenes, irá, tras muchas vicisitudes, a morir obscuramente en casa de uno de los parientes de su presunta madre, el Iandgrave de Hesse, ya que María Ana de Neubourg es de Hesse-Darmstadt por su madre, y esto es lo que no ha querido decir el Iandgrave cuando aparenta equivocarse de nombre. El conde de Saint-Germain, abandonando su patronímico, murió para sí mismo y su familia, y con los lazos de sangre rompió las cadenas que le unían a intereses y pasiones estrechas, para revestirse de una suerte de impersonalidad.
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QUINTA PARTE
… Y OTRO ENIGMA
Como el de las aves a través del aire, Su camino es difícil de descubrir.
DHAMMAPADA, 93
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CAPITULO ÚNICO La leyenda del conde de Saint-Germain a la Luz de las doctrinas tradicionales
Si las páginas que preceden aportan una explicación satisfactoria de los problemas que plantea la vida del Sr. de Saint-Germain, rico gentilhombre cosmopolita, sabio y artista, no explican en modo alguno la leyenda que se ha formado alrededor de su persona. Ahora bien, esta leyenda existe y, cualquiera que sea la opinión que se profese, es también un hecho histórico que debe tenerse en cuenta. Si queremos reducir a sus elementos esenciales, la leyenda cuyo desarrollo hemos trazado en la tercera parte de esta obra, diremos que se atribuye al conde de SaintGermain un rol oculto, o más precisamente “iniciático”, y una longevidad excepcional. Se trata de un orden de cosas completamente extraño a los historiadores modernos; si llegan a admitir que algunos personajes hayan podido jugar un papel importante, aunque secreto, en la marcha de los asuntos de este mundo, no ven ahí más que una acción política que se ejerce por medios más o menos comprobables. En cuanto a una longevidad de varios siglos, se da por supuesto que no puede ser, para todo espíritu “serio” de nuestra época, más que un sueño o una impostura. En realidad, tal actitud testimonia una mentalidad específicamente occidental y moderna, y nada hay en las prerrogativas atribuidas al conde de Saint-Gcrmain que pueda
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sorprender a un hombre de la edad media o a un oriental poseedor de algunas nociones tradicionales. Las tradiciones de todos los pueblos mencionan en efecto la existencia de personajes que han alcanzado un estado espiritual muy elevado, y de los que se dice que han vivido varios siglos, incluso que no deben morir antes del fin del ciclo actual (1). Tales son, en el Antiguo Testamento, Enoq, Melquisedec y Elias, y en el Nuevo Testamento San Juan el Evangelista, que debe permanecer hasta que venga el Cristo glorioso (2). A estos ejemplos, conocidos de todos, hay que añadir los que nos ofrecen las tradiciones orientales, con los "Inmortales" del Taoísmo (3) y esos Yogis del Himalaya, con varios centenares de años de edad, y sin embargo resplandecientes de juventud y de fuerza, de los que los viajeros europeos han oido hablar en la India (4). Si pasamos al budismo, vemos que la Maitreya Samiti y un texto del Tripitaka traducido en chino por Dharmaraksha, precisan que Káshyapa, el célebre discípulo de Shakyamuni, no está muerto, sino que aguarda, sumido en la meditación, la llegada de Maitreya, el “buda futuro"; según el texto chino, Káshyapa es uno de los cuatro discípulos eminentes del Buda que - aun habiendo alcanzado el estado de arhat - permanecen con vida hasta el fin del ciclo (5). En el lamaísmo, citaremos el ejemplo del gran gurú tántrico Padmasambha; quien, según la leyenda, no murió y abandonó el Tibet, cabalgando a través de las nubes sobre un caballo volante para ir al país de los rákshasas (demonios caníbales), a quienes todavía predica la Doctrina (6). (1) - No nos es posible exponer aquí, sin salimos de nuestro tema, la teoria de los ciclos cósmicos. (2) - Rogamos al lector tenga a bien referirse a Rene Guenon, La crisis del mundo moderno, cap. I, y al artículo del mismo autor, Algunas observaciones sobre ¡a doctrina de los ciclos cósmicos, publicada en el N° de octubre de 1938 de la revista Eludes Tradi- tionelles. Evangelio de San Juan, XXI, 22. (3) - Cf. Marcel Granet. La Pensée chinoire, París, 1934, libro IV, cap. III: Las recetas de santidad. (4) - Cf. P. Brunton. L’Inde secrete, París, Payot, 1937, y J. Mar- ques-Riviere. L’Inde secrete et sa magie. París, Les Oeuvres Françaises, 1937. (5) - A. Préau. Kalki, X' avalara de Vishnu, en Le Voile d'lsis, julio de 1931, p. 435.
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Del mismo modo, se dice que el héroe Gucsar de Ling volverá al final del ciclo "para exterminar a quienes se oponen al reino de la justicia” (7). La tradición islámica reconoce igualmente a varios personajes una longevidad excepcional. El Imán oculto de los chiítas, desaparecido en el siglo IX en el mundo subterráneo en Samarra de Iraq, debe volver antes del fin del ciclo y, en la función de Mahdi literalmente “conductor” -, reunir a los pueblos que han permanecido fieles a la Tradición para combatir al Anticristo (8). Por otra parte, El-Khidr, el maestro de los Afrád o "solitarios” (9), el misterioso compañero de Moisés (10), tiene fama de estar siempre vivo: “¡Dos cosas aborrezco en los jurisconsultos, decía el ilustre sufí AlAi al Shadhili: niegan que El-Khidr esté vivo, y excomulgan a El-Halláj!” (11); El-Khidr renueva su juventud cada 120 años, recorre incesantemente el mundo y practica la alquimia (12). Tales tradiciones son, en Oriente, conocidas por todos; en Occidente, quienes se ocupan de estudios esotéricos tienen igualmente conocimiento de varios casos análogos, aparte de los mencionados más arriba, y que conciernen únicamente a personajes bíblicos y evangélicos. Es así que se dice que Arturo y Merlfn, los dos héroes de la leyenda del Grial, están "dormidos” y se despertarán para combatir al Anticristo cuando éste quiera apoderarse de la “santa vasija” (13); (6) - Cf. A. David-Neel. La vie surhumaine de Guésar de Ling, Paris, Adyar, 1931, p. xxiv; R. Bleichsteiner. L'Eglise jaune, Paris, Payot, 1937, p. 72; J. Marquês-Riviere. Le Bouddhisme au Tibet, Paris, 1936, p. 181. (7) - Cf. A. DAVID-NEEL, obra citada, y Mague D'AMOUR ET MAGIE NOIRE, Paris, 1932, pp. 220 y sig. (8) - “Mientras aguarda el fin de su ausencia, la comunidad chiita se considera como siempre dirigida por el imán invisible al que todos deben jurar fidelidad; así, en 1910, el Parlamento Persa comenzó sus trabajos en presencia del imán oculto”. H. Masse. L’Islam, p. 153. Sobre las tradiciones relativas al Mahdi en el Islam tanto sumita como chiíta, ver Los Prolegómenos de Ibn Kaldoun, t. II, cap.: El Fatimita esperado. (9) - Cf. Mohyiddin Ibn Arabí. Les catégories de l’Init/afwi, trad. por Abdul-Hadi, Etudes Traditionnelles, febrero de 1936. (10) - Cf. Qorán, sura XVIII, La Caverna, 59-81; igualmente A. K. Coomaraswamy, KhwAajAa Khadir et la fontaine de vie en Eludes Tra- ditionnelles, agosto-septiembre de 1938. (11) - L. Massionon. La passion d‘El-HallAaj, París, 1922, t. I, p. 324. (12) - L. MASSIONON. obra CITADA, t. II, p. 537. (13) - V. E. Michelet. Le Secreí de la Chevalerie. París, Bosse, 1928, p. 41.
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La leyenda afirma también que Carlomagno no está muerto: Está “en el Wunderberg, la corona de oro sobre su cabeza, el cetro en la mano; su larga barba le cubre todo el pecho; a su alrededor se disponen sus principales señores. Qué aguarda, no se sabe; la tradición dice que es el secreto de Dios” (14). Lo mismo ocurre con Federico Barbarroja, que permanece desde hace muchos siglos con su corte en la montaña de Kisfhauser, donde debe vivir hasta el Juicio final; algunas fechas antes del día fatal, este poderoso monarca reaparecerá, y el árbol seco del imperio volverá a florecer (15). Según las leyendas alemanas (16), el maestre Eckhart que "como Lao-Tse desapareció sin dejar huella’’ (17), se mantiene ante el Venusberg para impedir el acceso hasta el día del Juicio. Todas las personas que se interesan en el hermetismo saben igualmente que Nicolás Flamel (18) y el alquimista conocido bajo el nombre de Filaleteo (19) tienen fama de no haber abandonado todavía esta tierra. Recordemos también la historia de Gualdo o Gualdi, no más antiguo que el siglo XVII, y que presenta varios puntos de semejanza con la del conde de Saint-Germain, así como el misterioso Althotas de Cagliostro (20). Tal unanimidad de las tradiciones más alejadas en el tiempo y en el espacio, muestra suficientemente que la longevidad más allá del curso habitual de la vida humana es una posibilidad, que ha sido más de una vez actualizada. Falta por preguntarse lo que significa exactamente, y eso no es tan simple como podría creerse a simple vista.
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(14) - LEROUX DE LINCY. LE LIVRE DES LÉGENDES. (15) - W. Thoms. Lays and legends of various nalions-, J. Evola. La leyenda del Grial y el misterio del Imperio, en Eludes Traditionnelles, nov.-dic. 1939. (16) - Relatadas por A. Watte en su libro The Holy Grail. (17) - Maitre Eckhart. Sermons et traités, trad, de P. Petit, París, Gallimard, 1942, p. 8. (18) - Paul Lucas. Voyage dans la Grèce, l'Asie Mineure, la Macédoine et l'Afrique. Paris, 1712. (19) - Sedir. Histoire des Rose-Croix. Bihorcl, 1932, p. 357, (20) - Sedir, obra citada, pp. 85-86.
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No se necesita una larga familiaridad con las doctrinas tradicionales para saber que se expresan habitualmente por símbolos, y que emplean las realidades del mundo corporal como representaciones analógicas de realidades pertenecientes al mundo sutil y al mundo espiritual. Es cierto que la longevidad corporal es sobre todo el símbolo de la permanencia de una función espiritual y, secundariamente, de la permanencia de ciertos elementos psíquicos. Ello no implica, por otra parte, que esta longevidad corporal no sea también una posibilidad; es incluso necesario que sea una posibilidad, pues si no fuera así no podría ser tomada válidamente como símbolo de la permanencia de una función espiritual. Se ve ya, por las líneas que preceden, que la longevidad atribuida a ciertos personajes en las diversas tradiciones, es susceptible de presentar diversas modalidades. Son estas modalidades las que ahora vamos a tratar de precisar. La Sra. David-Neel, en su libro En el país de los bandidos gentilhombres, deja entrever varias de las modalidades a que hacemos alusión: “La búsqueda del secreto de la inmortalidad ha sido perseguida en China tan apasionadamente como la de la piedra filosofal en Occidente. Algunos pretenden, por otra parte, que lo que se designaba esotéricamente en nuestros países como la transmutación de los metales viles en oro, significaba, para los iniciados, el arte de volverse inmortales. Los antiguos Tao-sses chinos se enrogullecían abiertamente de poseer el secreto de la inmortalidad... “En nuestros días se habla menos de este secreto de los secretos, pero siempre quedan buscadores a la caza de medios capaces de asegurarles la persistencia de su personalidad en su cuerpo actual. Por otra parte, diversas teorías concernientes a la posibilidad de prolongar indefinidamente la existencia, sea de una manera puramente espiritual, sea de una manera material, pero fuera del cuerpo al que se está ligado en el presente, constituyen todavía en nuestros días parte de la enseñanza esotérica de ciertos maestros místicos y de ciertos ocultistas asiáticos... Conforme a diversas tradiciones, entre el número de libros secretos ocultados por Padmasambhava en lugares remotos, se encuentran tratados que describen los medios de escapar a la muerte, y entre los buscadores de termas un pequeño número apunta
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especialmente a su descubrimiento”. Comparando el pasaje anterior con las consideraciones que hemos expuesto en la primera parte de este artículo, vemos que la longevidad, además de simbolizar ante todo la permanencia de una función espiritual, puede implicar: 1) La persistencia de una individualidad en la misma envuelta corporal, más allá de los límites de la existencia humana normal (21); 2) La persistencia de un agregado de elementos psíquicos en diversas formas corporales sucesivas e incluso, como se verá más adelante, simultáneas; 3) La persistencia de una individualidad en el mundo sutil sin pasar por la muerte corporal, siendo la forma corporal en cierto modo “transmutada”, reabsorbida en su principio sutil. La primera modalidad nos parece que corresponde al caso de Nicolás Flamel, y quizá de San Juan (22); la segunda, al caso de los tulkús del lamaísmo; la tercera, al caso de Enoq y de Elias. Es posible también considerar otras modalidades, pero no podríamos hablar de ella sin salirnos de nuestro tema. Diversas indicaciones contenidas en los documentos que nos han llegado sobre el conde de Saint-Germain, nos inclinan a pensar que su caso pueda ser relacionado con la misma modalidad que los tulkús del lamaísmo. Necesitamos, pues, entrar en ciertas explicaciones para hacer comprender de qué se trata a aquellos de nuestros lectores que no estuvieran familiarizados con las doctrinas tibetanas.
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(21) - Se comprende que no puede tratarse más que de una “prolongación” de la vida corporal, y no de una “inmortalidad corporal", tal como la que pretendía obtener cierta escuela pseudo-iniciática. Sobre la cuestión de la longevidad, ver el cap. XLII del libro de René Guenon, Aperçus sur l’Initiation, aparecido después de la redacción de nuestro trabajo. (22) - La contrainiciación, que se esfuerza siempre por “imitar” a la iniciación, no ha dejado de hacerlo en este punto. Los hechiceros han intentado frecuentemente, y quizá logrado, la prolongación de la existencia corporal con la ayuda de técnicas particularmente “siniestras”, y que no tienen nada que ver con una realización espiritual. Cf. principalmente A. David-Neel, Magie d’amour et magie noire, cap. V y VI.
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Los tulkús son miembros de la jerarquía lamaica a quienes los europeos impropiamente llaman “budas vivientes”; para intentar dar - Sin entrar en cosideraciones de orden metafísico, que estarían aquí fuera de lugar - si no una definición, al menos una idea aproximativa, tomaremos todavía algunas citas a la Sra. David-Neel: “Según la creencia popular, un tulkú es la reencarnación (23) de un santo o de un sabio difunto, o bien la encarnación de un ser no humano: dios, demonio, etc. El número de los tulkús de la primera categoría es con mucho el más grande. La segunda no cuenta sino con algunos raros avatares de personajes míticos tales como el Dalai-Lama, el Tachilama, la dama lama Dordji Phagmo y, en un rango inferior, los tulkús de ciertos dioses autóctonos, cuyos tulkús cumplen las funciones de oráculos oficiales” (24). “Ciertos lamas creen que la energía sutil que subsiste tras la muerte del que la ha engendrado - o alimentado si es ya un tulkú perteneciente a una línea de encamaciones atrae hacia ella y agrupa a los elementos simpáticos, deviniendo así el núcleo de un nuevo ser. Otros dicen que el manojo de fuerzas desencarnadas se une a un ser ya existente, cuyas disposiciones físicas y mentales adquiridas en vidas anteriores permiten una unión armoniosa (25). “Sucede también que un mismo difunto se multiplique, postmortem, en varios tullcús reconocidos oficialmente, que existen simultáneamente. Por otra parte, ciertos lamas pasan por ser, a la vez, el tulkú de varias personalidades. Así, el Tachi-lama es no sólo el tulkú de Eupagmed, sino también el de Soubhouti, un discípulo del Buda histórico. Lo mismo ocurre con el Dalai-lama, que es, al mismo tiempo, él avatar del mítico Tchenrezigs y el de Gedun- doup, el discípulo y sucesor del reformador Tsong-Khapa... (23) - Es evidente que la palabra “reencamación" es impropia, siendo la reencarnación el retomo no sólo de elementos psíquicos, sino del mismo ser en forma corporal, lo que es una imposibilidad (Cf. RÉNÉ Guenon, L’erreur spirile). A. David-Neel subraya por otra parte que se trata de una interpretación popular. (24) - Mystiques et magiciens du Thlbet, pp. 110-111. (25) - Mystiques et magiciens du Thibet, pp. 114. Somos nosotros quienes hemos subrayado el último pasaje, particularmente importante. Las “vidas anteriores” mencionadas aquí no deben ser entendidas como “encamaciones”, sino como estados ante-humanos del ser que se halla actualmente en el estado humano.
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Sucede bastante a menudo que un lama, ya él mismo, un tulkú; predice en su lecho de muerte la región en que renacerá. A veces, añade ciertos detalles concernientes a sus futuros padres, la situación de su morada, etc. Cuando se descubre un niño que responde más o menos a las condiciones prescritas, se consulta a un lama divino, y si se pronuncia en favor del candidato, éste es puesto a prueba de la forma siguiente: un cierto número de objetos personales del difunto lama son mezclados con otros semejantes, y el niño debe designar los primeros, testimoniando así que reconoce las cosas que fueron suyas en su existencia precedente” (26). Las citas que preceden indican bastante bien el doble aspecto de la longevidad en el caso de los tulkús: el tulkú del dios corresponde evidentemente a la permanencia de la función espiritual, el tulkú del personaje histórico se relaciona con la transmisión, a las diferentes individualidades que ejercen la función, de un agregado de elementos psíquicos entre cuyo número, como lo muestra el último pasaje citado, se encuentra la memoria. Se trata de una doble herencia espiritual y psíquica. Se concibe que si una posibilidad de este género puede ser considerada en el caso que nos ocupa, el personaje conocido bajo el nombre de conde de Saint-Germain podría muy bien, aun habiendo "nacido” en los últimos años del siglo XVII o los primeros años del XVIII, tener el recuerdo de sucesos acontecidos muchos centenares de años antes.
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Aun admitiendo que las consideraciones anteriores correspondan a una posibilidad efectiva, podemos preguntamos en base a qué las aplicaríamos al conde de Saint- Germain. Podríamos decir, en primer lugar, que no hay apenas leyendas que no encierren al menos una parte de verdad, y que deben haber habido motivos particulares para que se atribuya un rol espiritual y la prerrogativa de la longevidad al conde de Saint-Germain, antes que a otros personajes tan enigmáticos como él y que han manifestado pretensiones de orden iniciático, de las que no encontramos apenas trazas en la historia de nuestro héroe. (26) - Mysliques et magiciens da Thibet, pp. 117-118
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Tal fue el caso, por ejemplo, de Cagliostro y de Martines de Pasqually. Es preciso, necesariamente, que sus contemporáneos hayan sabido cosas que nosotros ya no sabemos, y que por otra parte deben ser de una naturaleza tal que sea algo normal el que no hayan dejado vestigios accesibles al historiador. Si, a modo de ejemplo, tomamos un estado espiritual compatible con ciertas particularidades atribuidas al conde de Saint-Germain, el de Rosa-Cruz (27), vemos que para un historiador es imposible saber si este estado ha sido alcanzado por tal o cual personaje: “En cuanto a saber quiénes fueron verdaderos rosacruces”, escribe René Guenon, “y decir con certeza si tal o cual personaje fue uno de ellos, resulta algo del todo imposible, por el hecho mismo de que se trata esencialmente de un estado espiritual, y por lo tanto puramente interior, que sería sumamente imprudente querer juzgar conforme a unos signos externos cualesquiera. Además, por la naturaleza de su rol, estos rosacruces no han podido, como tales, dejar huella alguna en la historia profana, de suerte que, incluso si sus nombres pudieran ser conocidos, ellos, sin duda, no le dirían nada a nadie; y por otra parte, estos nombres no tendrían sino un valor bien relativo, pues se dice que los cambiaban según el país en que residían, lo que indica claramente que habían franqueado ciertas limitaciones de la individualidad ordinaria... Si de modo excepcional y como accidentalmente, se ha encontrado que un verdadero rosacruz haya jugado un papel en los acontecimientos exteriores, los historiadores pueden estar muy lejos de suponer su calidad, tanto pertenecen ambas cosas a dominios diferentes” (28). Sería, pues, completamente vano buscar en los documentos históricos la prueba de que el conde de Saint-Germain hubiese alcanzado un grado de iniciación más o menos elevado, o de que fuese el enviado de un centro espiritual. (27) - Entre los privilegios de los Rosa-Cruz, figura principalmente "el don de lenguas”, que parece haber sido poseído por el conde de Saint- Germain. (28) - René Guenon. Rose-Croix et Rosicruciens en Le Voile d'Isis abril-mayo de 1931, pp. 278-279.
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Nuestra mejor razón para creer que así fue, es su leyenda, pero no nos está prohibido investigar si entre los escritos, hechos y gestos que le son atribuidos, se encuentra algo que sea compatible con semejantes cualidades. En primer lugar, es imposible no detenerse en el último verso de la cuarteta colocada sobre el único retrato conocido del conde de Saint-Germain, y que tanto ha indignado al Dr. Biester: “Si no es dios él mismo, un dios poderoso lo inspira”. Señalemos que “dios” no está aquí escrito con mayúscula, lo que indica que probablemente no se trata de Dios en el sentido en que lo entiende la teología cristiana, sino de un "dios” en el sentido en que lo entienden las tradiciones de forma “politeísta”, es decir, un "ángel". Ahora bien, basta con poseer nociones muy elementales de la teoría de los estados "múltiples del ser” (29), para saber que el ser que se encuentra actualmente en el estado humano puede realizar desde esta vida estados angélicos. No hay motivo para gritar blasfemia... Retengamos en todo caso que los contemporáneos del conde de SaintGermain estaban persuadidos de que éste había alcanzado un elevado estado espiritual. Otros indicios curiosísimos nos son suministrados por el discurso al príncipe de Hesse que el panfletario Luchet presta a Saint-Germain, con una intención evidentemente malevolente. Resulta que este discurso va en contra del fin que persigue Luchet, pues contiene alusiones muy claras que testimonian un verdadero conocimiento iniciático, y por esta razón pensamos que el panfletario no lo ha inventado. Retomemos este discurso, señalando el sentido que conviene atribuir a los pasajes esenciales: “Busco a un hombre [cualificado], un hombre del que pueda hacer un vaso de elección, y llenarlo con el rocío celeste [símbolo de las influencias espirituales empleado frecuentemente por los hermetistas y los autores rosacruces] que he recogido en la tierra prometida [símbolo del estado edénico y del centro espiritual supremo que se identifica con la ‘Tierra santa’]. (29) – Ver la obra de R ENÉ G UENON con este título.
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“No debe saber nada [desde el punto de vista profano], y estar dispuesto a todo [es decir, poseer el conjunto de posibilidades que constituyen la cualificación iniciática; es uno de los aspectos de la materia prima’ iniciática]. “Otros conocimientos [profanos] ocuparían en su memoria el lugar de los [tradicionales, y más precisamente iniciáticos] que debo introducir en ella, y la luz y las tinieblas, lo puro y lo impuro, Dios y el hombre, no pueden marchar juntos. “Os conozco poco por mí mismo [en tanto que individuo], y mucho por aquellos que no conocéis [los miembros del centro espiritual que ha ‘misionado’ al conde de SaintGermain, y que poseen medios de investigación que permiten descubrir a los iniciables], pero que conoceréis un día [si alcanzáis el estado espiritual que permite entrar en contacto con un centro iniciático]. “El Cielo pone en vuestra alma pura los gérmenes de todas las cualidades; dejadme que los desarrolle [por una técnica de realización apropiada]; devenid el recipiente celeste en el que se vertirán las verdades sobrenaturales...”.
El “soneto filosófico” publicado por Mercier, y que reprodujimos con anterioridad, no es menos significativo. Si las dos primeras cuartetas no nos aportan más que una simple afirmación de los conocimientos filosóficos del conde, si el primer verso del primer terceto, “Nada era, Dios lo quiso y la nada devino algo” puede ser considerado como un resumen de la creación ex nihilo, el último verso de este mismo terceto, "Nada guardaba el equilibrio y servía de sostén”, no puede tener sino un sentido metafísico muy próximo a las doctrinas extremo-orientales: “Nada” no puede designar aquí la "nada absoluta”, sino más bien el Wu Wei de los taoístas, el No manifestado, principio de la manifestación. ¡Se convendrá que tales nociones no eran comunes en la corte de Luis XV!. El último verso del soneto, “Morí, adoré, yo ya no sabía nada”, que coloca la muerte antes que la adoración, es también bien curiosa. No se le puede atribuir una significación lógica salvo que se trate de la muerte iniciática o mística, designando entonces la adoración una vía de realización “devocional” (la bhkati de los hindús, la mahabba de los iniciados musulmanes), y la ignorancia final que simboliza la extinción de todo conocimiento
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particular y distintivo en el Conocimiento supremo, sintético y principio. Finalmente, tenemos la barroca historia de la criada convertida en niña gracias al elixir del conde de Saint-Germain, que no puede ser considerada como una deformación, una materialización grosera de la doctrina tradicional concerniente al retomo al estado de “infancia”, símbolo del “estado primordial”, doctrina que el conde de Saint-Germain ha podido exponer un día ante un auditorio ignorante (30). Hay otros ejemplos de deformaciones semejantes de las teorías tradicionales cuando vienen a ser conocidas del mundo profano (31). Queda todavía por precisar un punto: ¿Qué forma tradicional, que organización revela el conde de Saint-Germain? Sabemos que el conde ha reconocido formalmente no portar su nombre; éste, como el del Cosmopolita y el de Filaleteo (32), no es un patronímico, sino un “hierónimo”, un nombre de función; su título de conde, como el de Cagliostro, no se relaciona, sin duda, con su nacimiento, sino con sus conocimientos ocultos (33). El vocablo bajo el que nuestro personaje fue conocido principalmente no significa en realidad otra cosa que “Compañero (comes) de la Fraternidad Santa”. (30) - Él “estado primordial” o “edénico”, en el que el ser ha alcanzado virtualmente la inmortalidad, está caracterizado por la “simplicidad", expresión de la unificación de todas las potencias del ser. Esta simplicidad es la designada como estado de "infancia" (bAalya) por la doctrina hindú y por el Evangelio (Mateos, XI, 25; Lucas, X, 21). Ver a este respecto René Guenon, El-faqru, en Le Voils d Isis¡ 1930, p. 714. (31) - El ejemplo más conocido es el de los”sopladores” que, entendiendo literalmente el simbolismo mineral de los hermetistas, se lanzaron a experiencias desordenadas. Otro ejemplo son las tentativas de fabricación del homunculus por los magos del Renacimiento, verdadera caricatura de la constitución del embrión de inmortalidad y de la generación del nuevo hombre”. (32) - Igual que el Cosmopolita y Filaleteo, el conde de Saint-Germain puede ser considerado como uno de estos “Nobles Viajeros que, lo mismo que los Phap del Taoísmo y los S*a‘ih*un del esoterismo islámico, “se desplazan recorriendo el país con el objetivo exterior de encontrarse con los hombres (de Alá). El provecho interior de sus viajes consiste en la adquisición de maqámat (grados de realización iniciáticos) superiores, y de estados de inspiración provinientes de la fuente generosa de todo saber. Son siete, todos hombres, sus personas están purificadas de las escorias inherentes a la condición humana”. Cf. Mohyíddin Ibn Aa- RABÍ. Las Categorías de la Iniciación. Trad. de Abdul-Hadi. Etudes Traditionnelles, febrero de 1936. Sobre los Phap, ver MATGIOI, La Voie Rationnelle, 2* ed., 1941, pp. 168-169.
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¿De qué fraternidad se trata? (34). Etteilla es sin duda, de todos los contemporáneos, el que nos da indicaciones más curiosas sobre el conde de Saint-Germain, aunque probablemente no haya comprendido muy bien todo lo que refiere. Etteilla habla de dos personajes conocidos bajo el nombre de conde de Saint-Germain, y visiblemente, aquél del que habla no es el personaje cuya historia hemos hecho; así, para Etteilla, sólo el suyo es un verdadero “alquimista” y “cabalista”; parece ignorar que como el vocablo de conde de Saint-Germain designa una función, ésta ha podido ser ejercida por diversos individuos sucesivamente e incluso simultáneamente (35). (33) - Carta de Blessig a la Sra. de Recke, citada por Marc Haven. Le Maître Inconnu. Paris, Dorbon, s. f. p. 28. A propósito de Caglios- tro, pensamos que no carece de interés recordar ciertas características y ciertas prerrogativas que reivindicaba este personaje, y muchas de las cuales nos parecen igualmente aplicables al conde de Saint-Germain: "No soy de ninguna época ni de ningún lugar, mi ser espiritual vive su existencia eterna, y si me sumerjo en mi pensamiento remontando el curso de las edades, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado del que vosotros percibís, devengo el que deseo. Participando conscientemente en el ser absoluto, regulo mi acción según el medio que me rodea. Mi nombre es el de mi función y lo escojo, así como mi función, porque soy libre... Soy el que es... En cuanto al lugar, a la hora, en que mi cuerpo material, hace unos cuarenta años, se formó sobre esta tierra, en cuanto a la familia que he escogido para ello, quiero ignorarlo... No he nacido de la carne, ni de la voluntad del hombre, he nacido del espíritu. Mi nombre, el que es mío y de mí, el que he escogido para aparecer en medio de vosotros, es el que reclamo. Aquél con el que se me llamó a mi nacimiento, el que se me dió en mi juventud, aquellos bajo los cuales, en otros tiempos y lugares, fui conocido, los he dejado, como habría dejado vestimentas pasadas de moda y ya inútiles... Aquí estoy yo: soy noble y viajero” (Mémoire pour le Comte de Cagliostro, accusé, contre le Procureur général, s. 1. [Paris], 1786, in-16, pp. 12 y ss„ reproducida por Marc Haven, obra citada, pp. 282-284). (34) - Habría lugar de preguntarse también (pues las dos explicaciones no son contradictorias entre sí) si el nombre de Saint-Germain no debe ser relacionado con el de la Germanía simbólica de los Rosacruces que, según Michel Maier “no es el país geográfico conocido bajo este nombre, sino más bien la tierra simbólica que contiene los gérmenes de las rosas y de los lirios, el lugar donde estas flores brotan perpétuamente, jardines filosóficos de los que ningún intruso conoce la entrada” (The- mis Aurea, cap. III, citado por Paul Chacornac. Un discípulo de los Rosacruces, Michel Maier, médico, filósofo, hermetista en Le Voile d'I- sis, 1932, p. 388). Se podría igualmente considerar una relación con el Santo Imperio Romano Germánico que fue, durante muchos siglos, la forma misma de la Cristiandad, y del que Dante se ha hecho el teórico en su De Monarchia; habrá que tener entonces en cuenta que el jefe de ciertas organizaciones rosacruces portaba el título de emperador.
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Como lo que más importa, en el dominio en que nos encontramos ahora, no es la individualidad sino la función, retendremos que Etteilla afirma que Saint-Germain “es el verdadero y único autor del Filaleta” (36). Ahora bien, tal como antes vimos, Filaleta es precisamente uno de los personajes de los que se dice que no ha abandonado esta tierra. Parece, según eso, que la función hermética que se ha manifestado en una cierta época bajo el vocablo de Filaleta (“amigo de la verdad’’), se ha manifestado a continuación bajo el de conde de Saint-Germain (37). Por otra parte, Etteilla llama a su maestro "admitido en la Rosa-Cruz”, y da una precisión importante diciendo que está “favorecido de pronto 65 lustros", es decir 325 años. Ahora bien, 325 años antes de la fecha en que escribe Etteilla (1784) nos llevan a 1459, es decir, el año de las “bodas químicas” de Christian Rosencrutz, el legendario fundador de la Rosa-Cruz (38). 1459 es también el año de la primera constitución masónica (operativa) (39). Y ello permite, quizá, comprender porqué Saint-Germain podía llamarse a sí mismo “el más antiguo de todos los Masones”.
(35) - Por singular que ello pueda parecer, el hecho de que el conde de Saint-Germain haya podido ser varios personaje sucesivos e incluso simultáneos, no impide que se le haya conocido la misma figura. No podemos hacer nada mejor que reproducir aquí lo que escribía a este propósito, pronto hará treinta años, una pluma autorizada: "...Así, existe en la India toda una categoría de hombres bastante extraños que portan en la mano, como signo de reconocimiento, un largo cuerno de antílope, y que además presentan la particularidad de tener todos los mismos rasgos. Nadie conoce sus nombres, y a nadie se le ocurre pedírselos, pues todo el mundo sabe muy bien que están liberados de las limitaciones externas del nombre y de la forma, dos elementos constitutivos de la individualidad vulgar. El tipo que les es común se encuentra figurado en las esculturas de los más antiguos monumentos de la India y, cosa quizá más curiosa todavía, hemos reconocido este mismo tipo hasta en Europa, en otros hombres que eran... agentes bastante importantes de un poder oculto". (36) - Se llama por abreviatura "El Filaleta” a la obra atribuida a este autor titulada Iruroitus Apertus ad occlusum Regis Palatium, fechada en 1645. Es uno de los textos herméticos más notables. (37) - Nótese que germanus tiene también el sentido de “verdadero". (38) - Cf. Valentín Aandreae. Chymische Hochzeit Christiani Rosencreutz, anno 1459. Estrasburgo, 1616. (39) - Cf. René Guenon, Cologne ou Strasbourg? en el ns del Voile d'Isis de enero de 1927.
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Otra concordancia curiosa: Gráffer presta al conde de Saint-Germain la intención de desaparecer de Europa y marchar a la región del Himalaya, lo mismo que se dice de Nicolás Flamel y de los rosácruces, retirados a la India; igualmente, Khunrath afirma en su Anfiteatro de la Sabiduría Eterna que “los fieles intérpretes de la Sabiduría son relegados en exilio más allá de los montes del Caspio”... (40). En cuanto al “retorno” del conde de Saint-Germain, no discutiremos la pretensión de los teósofos, que ven en este personaje, identificado con el “Maestro R”..., a uno de los jefes e inspiradores de su sociedad. El Sr. René Guenon, en su Teosofismo, ha probado suficientemente que la Sociedad Teosófica, bien lejos de transmitir una enseñanza iniciática, no ha hecho sino propagar una grosera contra-forma de las doctrinas hindúes, y una caricatura del cristianismo esotérico. (EM: Pensamiento que define a Paul Chacornac ya que él comparte el punto de vista de René Guenon; sin embargo, el recurrente no comparte ésta por dos razones: Primero: Las Enseñanzas del YO SOY del Maestro Saint Germain pertenecen a las Dispensas abiertas, y por lo tanto tienen un valor intrínseco incalculable de por sí; y segundo: Porque estas Instrucciones son parte de la Nueva Dispensación sostenida por el Maestro Mulla Janaranda). Los teósofos han utilizado, por fines eminentemente interesados, una leyenda que han encontrado del todo formada. La fecha de 1875, indicada para el “retomo” del conde de Saint-Germain, corresponde aproximadamente a una renovación de influencias tradicionales en Occidente, pero la Sociedad Teosófica sería más bien su adversario antes que su instrumento (41). Todo lo que puede decirse con seguridad es que, antes del fin del ciclo, debe producirse lo que a veces se llama la “reaparición de los Sabios”, la remanifestación de las funciones tradicionales hoy en día ocultas, y que, en consecuencia, antes de que se cumplan los destinos de la humanidad, reaparecerán Enoq, Elias, el Imán oculto, San Juan, Guesar, así como Arturo, Merlín, el “Emperador dormido”. (40) - París, Chacornac, 1900, p. 25. (41) - Aquello a lo que aludimos aquí no deja de estar en relación con las doce últimas divisas, tan características, del texto llamado "Profecías de San Malaquías”, y que tienen un sentido puramente espiritual y mucho más profundo que el que se considera habitualmente.
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Y, si nuestras conjeturas son fundadas, también reaparecerá la entidad que se ha manifestado bajo el nombre de conde de Saint-Germain. Por nuestra parte, no hemos tenido otra ambición que la de recoger todo lo que se puede saber de uno de los individuos que fueron el soporte de esta misteriosa entidad. Por modestos que sean los resultados de nuestro trabajo, nos parece que un sujeto que permite abordar -aunque sea someramente- problemas del género de los que hemos examinado en último lugar, nos parece, decimos, que un sujeto así no puede estar enteramente desprovisto de interés. Y si, en uno u otro punto, hemos podido ofrecer a algunos lectores materia de meditación, nos consideraremos ampliamente recompensados por nuestros esfuerzos.
*** F I N ***
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ………………………………………………………………………………………
4
Prefacio ……………………………………………………………………………………………………
11
Primera parte A la búsqueda del héroe ……………………………………………………………………………
13
1. Venturas y desventuras de un hombre de guerra …………………………………
14
2. La historia del niño muerto y viviente ……………………………………………………
25
3. De padres desconocidos …………………………………………………………………………
30
4. Cuando todo se embrolla ………………………………………………………………………
35
5. Un “estado civil” complicado ……………………………………………………………… …
41
Segunda parte Un europeo misterioso ………………………………………………………………………………
45
1. El telón se levanta …………………………………………………………………………………
46
2. En la corte del Bienamado ……………………………………………………………………
57
3. La Sra. D’Urfe, y Casanova ……………………………………………………………………
69
4. Los talentos del Sr. De Saint Germain ……………………………………………………
76
5. La gran cólera del Sr. De Choiseul …………………………………………………………
88
6. Misión diplomática …………………………………………………………………………………
94
7. Aventura en Inglaterra ……………………………………………………………………………
114
8. Retorno a Holanda …………………………………………………………………………………
119
9. Aparición en Rusia …………………………………………………………………………………
123
10. El Sr. De Surmont, industrial …………………………………………………………………
128
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11. Doce años de silencio ……………………………………………………………………………
144
12. El conde de Welldone y los príncipes alemanes ……………………………………
154
13. Salones berlineses …………………………………………………………………………………
169
14. Las vacilaciones del príncipe de Hesse ……………………………………………………
176
15. El discípulo ……………………………………………………………………………………………
179
16. El telón vuelve a caer ……………………………………………………………………………
183
Tercera parte Érase una vez… ………………………………………………………………………………………...
189
1. Saint Germain el inmortal ………………………………………………………………………
190
2. El Maestro de los Teósofos ……………………………………………………………………
248
Cuarta parte Un enigma histórico ……………………………………………………………………………………
265
Un secreto de estado en la corte de Madrid ………………………………………………
266
Quinta parte … Y otro enigma ………………………………………………………………………………………….
298
La leyenda del conde de Saint Germain a la Luz de las Doctrinas tradicionales ………………………………………………………………………………
299
Fin ………………………………………………………………………………………………………………
314
Índice …………………………………………………………………………………………………………
315
Contratapa …………………………………………………………………………………………………
317
316