P A T R Í S T I C A
Patrística
El conjunto de proposiciones filosóficas - más bien teológicas- que se atribuyen a los padres de la Iglesia pertenecientes normalmente a la jerarquía eclesiástica, a quienes se les concede este título de distinción por su vida y sus escritos, y que ejercieron sus enseñanzas durante los primeros siglos de la historia de la Iglesia cristiana.
Oriente
En oriente se distingue entre los Padres dos tendencias teológicas: la escuela de Alejandría y la escuela de Antioquía. En Alejandría destacan san Atanasio, Dídimo el Ciego, y los padres capadocios: Basilio de Cesarea, Gregorio de Nysa y Gregorio Nacianceno. Con esta escuela se relaciona también Orígenes. El influjo neoplatónico es claro en los escritos de estos padres de la Iglesia. En Antioquía, más influida por el aristotelismo, son importantes Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia, san Juan Crisóstomo, Teodoreto de Ciro, etc. A partir del s. VI disminuye la cantidad de escritores, pero algunos son todavía importantes como el Pseudo-Dionisio Areopagita, un anónimo escritor hacia el 500, Máximo Confesor, Sofronio de Jerusalén o Juan Damasceno, el llamado último gran padre de oriente.
Occidente
En occidente, a partir del s. III, con un marcado acento apologético y tendencias rigoristas, son importantes los nombres de Tertuliano, san Cipriano, san Hipólito, Novaciano, Lactancio, etc., si bien los más representativos son: san Ambrosio (340397), san Jerónimo (342-420), autor de la versión de la Biblia llamada Vulgata, san Agustín (354-430) y el papa san León Magno (390-461). En la iglesia visigótica del s. VI, que iniciaba su apogeo, son importantes san Martín de Braga, san Leandro de Sevilla, san Braulio de Zaragoza, san Quirico de Barcelona, san Ildefonso de Toledo y, sobre todo, san Isidoro de Sevilla († 636), símbolo del siglo
de oro de la iglesia visigótica, autor de las Etimologías y último gran padre de occidente.
Algunos padres Justino
Apologista cristiano del s.II. Nació en Flavia Neápolis, en Samaria, y murió en Roma. Se convirtió al cristianismo tardíamente, después de haber seguido las enseñanzas filosóficas de varias escuelas. En Roma dirigió una escuela filosófica en la que se ejercía la apologética. Su inspiración es de tipo neoplatónico, y sustenta la similitud de muchas tesis platónicas con las cristianas. Escribió también dos Apologías, en las que defiende el cristianismo y critica el paganismo: Apologia dirigida a Marco Aurelio, y la dirigida a Antonio Pio y Lucio Vero. Fue un pensador clave para la integración de las influencias filosóficas griegas con el cristianismo.
Clemente
Escritor y apologista cristiano de origen griego, nacido probablemente en Atenas o en Alejandría, hacia el año 145 o 150. Murió en Capadocia hacia el año 215. De formación estoica, viajó por Italia y Oriente hasta que en Alejandría encontró a Panteno (antiguo estoico convertido al cristianismo), quien había fundado el Didaskaleion o escuela de catequesis cristiana hacia el año 180. Pasó a ser discípulo y seguidor de dicho autor, al que sucedió como segundo maestro del Didaskaleion.
Se le considera el iniciador de la teología especulativa, y uno de los principales exponentes de la apologética cristiana, y su labor teórica se centró en la helenización del cristianismo, intentando conciliar la fe (pístis) con el conocimiento (gnosis). Su teología es de base platónica y estoica, con elementos peripatéticos y combatió las corrientes gnósticas, tanto cristianas como paganas, al considerar que menospreciaban el carácter de la encarnación y redención de Cristo y hacían imposible la reconciliación entre ciencia y fe. “Según él, no hay fe sin conocimiento, de la misma
manera que no hay conocimiento sin fe, pero es por la fe que el hombre se adhiere a los principios del conocimiento o a la palabra de Dios. Concibió el logos como principio creador del mundo, principio de sabiduría (la de los profetas y filósofos) y principio de salvación (el logos encarnado).
Orígenes
Filósofo y teólogo cristiano nacido en Alejandría. En dicha ciudad fundó el Didaskaleion o escuela teológica superior, y prosiguió las labores de catequesis iniciadas por su maestro Clemente. En Cesarea fundó (hacia el año 230) otra escuela teológica. Al negarse a renegar de sus convicciones cristianas, murió en Tiro bajo la tortura en la época de las persecuciones de Decio. Representa una de las grandes síntesis teóricas de su época, elabora el primer sistema filosófico-teológico cristiano que expuso en sus casi ochocientos escritos. La mayoría se perdieron, condenados por la Iglesia durante los siglos V y VI. La mayor parte de sus obras eran estudios bíblicos, que dividió en tres grandes grupos: Escolios, Homilias y Comentarios..
Tuvo especial influencia su concepción de la Trinidad, muy influenciada a su vez por el platonismo medio, en la que sustenta que Dios, que es espíritu puro, es uno, y el Hijo y el Espíritu Santo, aunque son coeternos con Dios Padre, están subordinados a él, y son como funciones mediadoras entre el Dios absoluto (el Padre) y el mundo sensible. Por ello, en sentido estricto, solamente el Padre es plenamente Dios, ya que es absolutamente inengendrado. No obstante, aunque destaque el carácter unitario de Dios, da gran importancia a las relaciones de subordinación del Hijo o Verbo, del Espíritu Santo.
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Orígenes piensa que la auténtica verdad es la proporcionada por la revelación cristiana, de la que tenemos constancia por la fe, el conocimiento racional dirigido a la búsqueda de la verdad ha de encontrar necesariamente los mismos resultados que los que nos proporciona la fe. Esta revelación está contenida en las Escrituras y, en ellas, Orígenes distingue tres niveles de significado: El somático, El psíquico y El espiritual, Que se corresponden a las tres funciones del alma y se relacionan entre sí como éstas. Según él, los Apóstoles han comunicado las verdades esenciales, pero es preciso explicarlas e interpretarlas en un tránsito de la fe al conocimiento que, no obstante, no puede contradecirla. En esta interpretación Orígenes se basa en la filosofía griega (especialmente en el platonismo y en el estoicismo), a la cual considera como una anticipación intelectual del cristianismo que, según él, es la madurez de la filosofía.
Dionisio Aeropagita
Con el nombre de Pseudo-Dionisio se conoce un autor de inspiración neoplatónica y cristiana de finales del siglo V y comienzos del VI cuyos textos fueron atribuidos a Dionisio el Areopagita, el cual, según los Hechos de los Apóstoles, fue discípulo de San Pablo, quien lo convirtió al cristianismo en el Areópago de Atenas. Debido a que los escritos del Pseudo-Dionisio fueron atribuidos a aquel discípulo de San Pablo, adquirieron una gran importancia en la teología y la filosofía medieval, especialmente a partir de su gran influencia sobre Escoto Eríugena. A partir de la traducción al latín efectuada por Escoto Eríugena, la influencia de los escritos del supuesto Dionisio Areopagita fue cada vez más grande.
Después de un estudio filológico, Lorenzo Valla y Erasmo descubrieran que, en realidad, tales escritos eran una imitación de las obras de Proclo en las que el ahora ya llamado Pseudo-Dionisio sustituyó los nombres de los conceptos metafísicos del filósofo neoplatónico por los de las nociones teológicas cristianas. De esta manera aparece como un autor que quiso conciliar las tesis neoplatónicas con las del cristianismo y, por ello, todo cuanto sustenta en sus obras, aun siendo realmente neoplatónico, el PseudoDionisio lo atribuye a una mera exégesis de las Sagradas Escrituras.
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En especial, la procesión de las tres hipóstasis neoplatónicas aparece en estos escritos como la manifestación de la santísima Trinidad. Según él, Dios es anterior al ser y a las ideas, e: Identifica al Uno neoplatónico con el Dios Padre; A la segunda hipóstasis o logos con Jesucristo y A la tercera hipóstasis con el Espíritu Santo. El camino del conocimiento de Dios es doble: por una parte comienza con la vía positiva, que consiste en predicar de Él las perfecciones simples de las criaturas; pero, por otra parte, acaba con la vía negativa, que consiste en negarlas, pero no privativamente, sino en sentido trascendente. En esta segunda vía la negación es como una superafirmación, que da lugar a la llamada via eminentiae o via excellentiae de los escolásticos. Dios está más allá de todo concepto, ya que es supra-ser, supra-espíritu, suprasustancia y supra-bondad.
San Agustín
La figura más importante de la filosofía cristiana de la antigüedad; nació en Tagaste (hoy Souk-Arhas, en Argelia), ciudad de Numidia, en el África proconsular romana. En su juventud fue seguidor del maniqueísmo, en el que inicialmente le pareció hallar respuesta a sus dudas sobre el mal en el mundo. Desencantado de la secta, se dirigió a Roma, donde se adhirió al escepticismo de la Academia nueva y al epicureísmo, y donde enseñó retórica, para pasar luego a Milán. Se acerco a autores neoplatónicos y probablemente las Enéadas de Plotino, que constituyeron sus nuevas raíces filosóficas y que, junto con la conversión al cristianismo -recibió el bautizo de manos de san Ambrosio de Milán, en el 386, a los 31 años de edad- marcan los dos focos -neoplatonismo y cristianismo- en que se centra todo su pensamiento posterior, ocupado en la búsqueda de la conciliación de fe y razón.
Vista en su conjunto, la obra filosófica de Agustín de Hipona significa el primer esfuerzo importante de armonizar la fe y la razón, la filosofía y la religión, esfuerzo al que se da históricamente el nombre de filosofía cristiana, que ya había empezado con los llamados padres de la Iglesia y que, en realidad, continuó durante la alta y la baja Edad Media, dando origen a la filosofía escolástica.
La característica interna propia del pensamiento de Agustín de Hipona es el carácter de converso que manifiesta en todo momento: es a partir de la fe que todo ha de explicarse; la fe, que no requiere justificación alguna exterior a ella misma, es el fundamento natural de la razón, débil por el pecado. Procedente también del carácter de conversión que tiene el pensamiento agustiniano, debe destacarse su tono intimista y subjetivo. A la verdad se llega por un camino interior, parecido al de la conversión, y aquélla no puede prescindir de una iluminación divina
Dando un sentido ontológico a la verdad la identifica con Dios: Dios es la verdad subsistente y es también la verdad de las cosas, porque éstas son creadas de acuerdo con las ideas divinas, esto es, las ideas en la mente divina de todas las cosas que pueden existir, y que son las causas ejemplares de todas las cosas, tanto de las que Dios crea con el tiempo, como de las que crea en el tiempo, en las razones seminales, a modo de entidades futuras inspiradas en la noción de emanación sucesiva de Plotino y los logoi spermatikoi de los estoicos.
La Ciudad de Dios es la primera obra de filosofía de la historia, aunque su planteamiento sea primariamente teológico. Escrita para analizar el fenómeno de la decadencia del Imperio Romano de Occidente y acallar las voces de quienes culpaban de ello al cristianismo,
Lo que recibió el nombre de «agustinismo político» echa raíces en la visión agustiniana de predominio de la ciudad celeste sobre la terrena, y de la Iglesia sobre el Estado. La polémica contra los donatistas de su tiempo lllevó a Agustín a admitir el uso de la fuerza del Estado para imponer las creencias religiosas.