El paradigma narrativo de Walter Fisher Introducción Muchos teóricos han discutido sobre la esencia de la naturaleza humana incidiendo sobre diferentes aspectos de la misma. Walter Fisher, quien es profesor emérito de la Annenberg School for Communication, responde a esta cuestión, afirmando que los hombres son fundamentalmente contadores de historias y que todas las formas de comunicación deben ser analizadas como narraciones. Este autor formuló, a finales de la década de los setenta, el concepto de “buena razón”, el cual le permitió desarrollar los supuestos del paradigma narrativo años más tarde (Fisher, 1978, 1984). Destaca el hecho de que Fisher denominó a su enfoque “paradigma” en vez de “teoría”, como una forma de indicar su amplio alcance. Para este autor, la comunicación humana deja ver algo mucho más básico que la racionalidad, la curiosidad o la capacidad de utilizar símbolos. Afirma que todas las formas de comunicación son mejor entendidas como “narraciones”, debido a que nos convence mejor una buena historia que un buen argumento. Es decir, está convencido de que los hombres somos seres narrativos que “comprenden su vida como una serie de historias, con conflictos, actores, inicios, desarrollos y finales” (Fisher, 1987: 24). El concepto de “narración” resulta básico para entender este enfoque. Al oír este término solemos pensar en películas, series de televisión o hasta en cuentacuentos; sin embargo, cuando Fisher lo utiliza, no se refiere únicamente a composiciones ficticias, sino que le da un sentido mucho más amplio, definiendo narración como “una acción simbólica —palabras y/o hechos— que tiene secuencia y significado para aquellos que lo viven, lo crean o lo interpretan” (Fisher, op. cit.: 58). Es decir, con excepción de las bromas, los saludos, las felicitaciones felicitac iones y otras formas similares, Fisher considera casi todos los tipos de comunicación como narraciones, lo que en términos dinámicos nos lleva a entender que la vida humana está compuesta por una sucesión de ellas. La idea de Fisher es ampliamente compartida. Autores como Rowland (1989), Lucaties y Condit (1985) están de acuerdo con esta afirmación, en cuanto que ha sido aceptada por muchas disciplinas diferentes como la historia, la antropología, la filosofía e incluso la biología. Estos autores comparten, además, la idea de que la narrativa es un medio universal de la conciencia humana. Con su paradigma narrativo, Fisher considera que está modelando la naturaleza humana con la visión de que, en esencia, somos contadores de historias que percibimos nuestra vida de una forma narrativa, dando a éstas un papel central (Elkins, 2002). Ofrece, por tanto, una nueva forma de entender la comunicación y la investigación retórica. Así, afirma que el paradigma narrativo no es una forma de retórica, sino que constituye “los cimientos en los que la retórica
debe ser construida. Esta estructura proporciona una completa explicación de la creación, composición, adaptación, presentación y recepción de los mensajes simbólicos” (Fisher, 1987: 194).
Cambio de paradigma Las ideas de Fisher suponen una ruptura con el modelo anterior, denominado por él mismo “paradigma racional”, el cual engloba todo el pensamiento occidental. Bajo una perspectiva histórica afirma que, originalmente, el término griego logos incluía un grupo de conceptos como historia, razón, racionalidad, pensamiento pensamie nto y todas las formas de comunicación comunicac ión humana. En la época de Aristóteles y Platón se separó este concepto relacionando el logos con razón, relegando al mito, la imaginación y la poesía a un segundo término. Para conocer la verdad, los griegos debían acudir a los expertos, es decir, los filósofos. El logos se identificaba con las disertaciones filosóficas, ubicando la retórica en algún punto intermedio entre éstas y el mito. Posteriormente, la revolución científica desplazó el sistema de referencia de la filosofía a la ciencia y la tecnología. En este caso se asumía que la verdad tenía su origen en el mundo físico; por lo tanto, a partir de entonces la búsqueda del conocimiento se haría de acuerdo con esto acudiendo a científicos, ingenieros o cualquier otro tipo de experto técnico. El paradigma del mundo narrativo presenta una alternativa a este planteamiento aunque sin negarlo. En este caso, centra la controversia en aquella parte del discurso que nos ofrece “las guías más fiables, fidedignas y deseables para actuar, dependiendo de las condiciones” (Fisher, 1987: 96), en vez de determinar si el logos lo poseen filósofos o científicos; científi cos; es decir, Fisher plantea una opción más democrática, sugiriendo que las personas son capaces de analizar la retórica con base en las experiencias que viven. El mito y la lógica, aparentemente tan distantes, se aproximan en cuanto que todos los argumentos contienen ideas que no pueden ser probados por la lógica, tales como las metáforas, los valores o los gestos (Fisher, 1987). Este nuevo enfoque se aleja, por tanto, de la dualidad característica del anterior paradigma en busca de una visión más unificada con la fusión de la lógica y el mito, sentando así las bases de una forma de retórica conceptual. Para explicar la diferencia entre ambos enfoques, Fisher desarrolló el paradigma narrativo en cinco postulados que comparó con los supuestos del enfoque racional (Fisher 1987: 59-69): 1. El paradigma narrativo asume que los hombres son fundamentalmente contadores de historias. Este supuesto pone énfasis en las historias como parte fundamental e intrínseca de la naturaleza humana, lo que llevaría al
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autor a proponer el término homo narrans. Éste supone una variación frente al planteamiento que asume la racionalidad como base de la naturaleza humana. La toma de decisiones en el enfoque narrativo se realiza con base en las “buenas razones”. De acuerdo con este paradigma, las decisiones se toman a través de la lógica narrativa para seleccionar qué historias aceptar y cuáles rechazar. En sentido estricto, esta decisión no está basada únicamente en el logos planteado en el enfoque racional, sino que considera otros factores de decisión y supone que “todas las personas tienen la capacidad de ser racionales en el panorama narrativo” (Fisher, 1984: 10). La historia, la biografía, la cultura y el carácter determinan las “buenas razones”. A la hora de aceptar o rechazar una historia los individuos se encuentran también influidos por el contexto, frente al enfoque racional que asume que los únicos criterios de decisión son la sensatez y la lógica formal. La racionalidad en el enfoque narrativo se apoya en la coherencia y veracidad de nuestras historias; a diferencia del otro enfoque que asume que la racionalidad se apoya únicamente en la cantidad y la calidad de nuestro conocimiento y en nuestro razonamiento formal. El mundo se conceptualiza como un conjunto de historias entre las cuales elegir, lo que en un marco dinámico significa que el ser humano vive en un proceso de recreación continua. La aceptación de una historia puede llevar a un cambio en nuestra forma de vida, por lo que se plantea un mundo mucho menos estable que el determinado por el enfoque racional, donde todo se reduce a un conjunto de relaciones lógicas.
El esquema que plantea el enfoque de Fisher asume que la vida está llena de narraciones, en las que cualquier persona tiene la capacidad de discernir cuál aceptar y cuál rechazar; sin embargo, esta decisión no se realiza exclusivamente a partir de criterios lógicos, sino teniendo en cuenta otros factores a través de la denominada “racionalidad narrativa”.
Racionalidad narrativa La racionalidad narrativa nos ofrece un método bastante alejado del propuesto en el paradigma del mundo racional para determinar qué historias aceptar y cuáles no. Dado que toda comunicación es narración, no hace falta ser experto para realizar su valoración, lo que se aleja de la concepción elitista del paradigma del mundo racional y permite que cualquier individuo pueda realizar una valoración retórica válida. Es decir, en vez de analizar, como en el modelo tradicional, si las afirmaciones se apoyan en hechos reales y si han tenido en cuenta toda la información relevante con base en la lógica formal e informal, este nuevo enfoque se apoya en dos principios diferentes: la “coherencia” y la “fidelida d”.
Fisher compara la coherencia de una narración con las líneas arguméntales utilizadas en el modelo clásico planteado por el paradigma del mundo racional. En el paradigma narrativo, la coherencia tiene que ver con la consistencia interna de una narración y se relaciona con la probabilidad asignada por el oyente a la historia. De acuerdo con esto, las historias son entendidas adecuadamente cuando el oyente está convencido de que el narrador no olvidó ni hechos ni detalles importantes, ni otras interpretaciones posibles. Se tiene que entender que el complejo puzzle que se le presenta en forma de historia, tiene un sentido único y no existen contradicciones. La consistencia interna de una narración es la base de la coherencia y se divide en tres grupos que inciden en aspectos diferentes de la narración: la coherencia estructural, la material y la de los personajes. •
Coherencia estructural. En este caso se incide en la congruencia interna de los elementos de una historia; es decir, una parte ha de llevar a otra y la trama ha de ser siempre clara para que el oyente no detecte ausencia de coherencia. • Coherencia material. Se refiere a la congruencia externa de una historia en comparación con otras narraciones sobre el mismo tema. Si una historia parece muy alejada de la visión que teníamos sobre un tema concreto a partir de otras narraciones, nuestra reacción puede ser poner en duda su coherencia material, y por consiguiente la historia. • Coherencia en los personajes. Este aspecto está relacionado con la credibilidad de los actores de la narración; si los personajes principales no resultan creíbles, posiblemente nos lleven a poner en duda toda la historia. Este planteamiento no resulta tan alejado de las decisiones que muchos de nosotros tomamos al recibir una información y valorarla; o dicho en términos del paradigma narrativo, de aceptar o rechazar una historia. En un discurso político, por ejemplo, si no detectamos orden ni lógica interna en el planteamiento, posiblemente no votaremos por dicho candidato. En la sociedad actual, en la que se han multiplicado los canales de información, posiblemente desconfiemos de un medio que plantea una visión totalmente alejada del resto. Por último, cualquier escándalo resulta más creíble si quien lo plantea es una persona percibida como honesta que en caso contrario. La fidelidad se presenta como el otro criterio que nos permite aceptar o rechazar una historia. Una narración presenta fidelidad cuando el oyente lo percibe como verídico en relación con su experiencia vital; o visto de otra forma, cuando la podemos enmarcar dentro de las historias que contaríamos sobre nosotros mismos. Fisher (1987) fue más allá al señalar que una historia tiene fidelidad cuando nos proporciona buenas razones que nos guiarán en nuestras futuras acciones. Al valorar que una historia tiene fidelidad, no afírmanos necesariamente que ten-
Elementos de la racionalidad narrativa
Estructural
Coherencia
Material
Personajes
Racionalidad
Fidelidad
gamos valores comunes con la historia, sino que somos conscientes de que estamos abiertos a la posibilidad de que esos valores influyan en nuestras futuras creencias y acciones. La denominada lógica de las buenas razones aparece como el método utilizado para evaluar la fidelidad de una historia. Ésta plantea que cada uno de nosotros posee un conjunto de valores que consideramos bueno y que nos permite determinar qué historia aceptar y cuál no, en función de que lo percibamos en la narración. Para ello, Fisher plantea que los individuos han de analizar cuáles son los valores implícitos y explícitos de la narración, los valores necesarios para la decisión acorde con la historia, las con
Buenas razones
secuencias de adherirse a esos valores, la coincidencia con nuestra visión del mundo y, por último, con la conducta humana ideal. La búsqueda de los valores ideales se realiza a través de lo que Fisher denominó “audiencia ideal”, la cual “aparece como un público permanente, una comunidad existente a través del tiempo, que cree en los valores de la verdad, la belleza, la sabiduría, el coraje, la moderación, la justicia, la armonía, el orden, la amistad...” (Fisher, 1987: 187), y que será un punto de referencia para la lógica de las buenas razones. De acuerdo con esto, se tiende a aceptar aquello que encaje con lo que se ve como verdadero y humano.
Críticas Resulta innegable que el paradigma narrativo de Fisher ha hecho una contribución muy importante a nuestro conocimiento de la comunicación humana, al ofrecer una visión alternativa al planteamiento de Aristóteles, que ha dominado la corriente retórica en el campo de la comunicación. Sin embargo, de acuerdo con su planteamiento, la propia teoría es una historia en sí misma, por lo que cualquier persona, a partir de la lógica narrativa propuesta, podría aceptarla o rechazarla. Las críticas se han planteado desde diversos frentes. Por un lado, se critica la afirmación de que todos los tipos de comunicación sean considerados como narración, debido a que los supuestos del paradigma narrativo se pueden aplicar únicamente a aquellas historias que siguen las pautas clásicas, perdiendo su credibilidad cuando se
generaliza (Rowland, 1987; 1989). Barbara Warnick (1987) plantea, por ejemplo, que la lógica de las buenas razones propuesta en el paradigma narrativo, conduce a una visión optimista del mundo ya enunciada por Aristóteles, en la cual el ser humano tiene una tendencia natural hacia lo bueno y lo justo. Por otro lado, William Kirkwood (1992) sostiene que la lógica de las buenas razones nos conduce a un sistema poco cambiante con valores dominantes. Pese a todas estas críticas y revisiones del paradigma narrativo, muchos están de acuerdo en que Fisher desarrolla un modelo innovador, cautivador y radicalmente diferente a los planteamientos anteriores. Lo reciente de su desarrollo, hace que nadie considere que la teoría se haya cerrado, más aún, se encuentra en los albores de su inicio.