PALABRAS DE DESPEDIDA AL PADRE PEDRO Por: María José Martínez de León Buenas noches a todos los presentes Dios los bendiga, hoy hablare en nombre de todos los niños de la escuela de la Fe de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe para despedir a nuestro querido párroco. Todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar, así lo escribió el poeta; y así es la vida de un sacerdote, de un lado a otro, cambiando constantemente de destino, con las maletas siempre listas porque su decisión ha sido servir a Dios y su pueblo, y no hay labor más noble y desinteresada que la de un sacerdote, siempre dispuestos a ayudar. Nos ha tocado despedir a nuestro amigo Padre Pedro Contreras que llego a nuestra parroquia hace ya ocho años; un buen hombre que se ha ganado el respeto, cariño, admiración y amistad de todos. Se ira a otra comunidad y le tocará volver a empezar ya que nuestra vida, está hecha de finales y comienzos. Queremos que nos recuerde con alegría, como esa que usted contagia con su sonrisa. En ocasiones las despedidas se consideran como algo triste, porque las percibimos desde el ángulo de lo que hemos perdido en lugar de hacerlo desde el de lo que hemos ganado: un amigo que se va, pero que se queda en nosotros. Se lleva con usted un trozo de nuestro corazón… Muchas gracias Padre Pedro por estos años de su vida que nos ha dedicado y sepa que siempre en la Parroquia de Guadalupe, habrá un lugar reservado para usted. Dios lo bendiga siempre y que sea muy feliz.
Un sacerdote Los que reciben el sacramento del Orden son consagrados para que en el nombre de Cristo sean los pastores de la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios. Querido Padre Pedro usted fue escogido por Dios, comenzó su ministerio en la iglesia con una oración a Jesucristo, dándole gracias y suplicando que Él tomara posesión de su persona; que sus sentimientos fueran los del Señor, que pudiera amar y vivir con su entrañable misericordia, y que en su persona se reflejara su divina presencia. Consciente de su debilidad pedía del don del Espíritu Santo y sus siete dones para poder enseñarnos, santificarnos y corregirnos. Usted ha cumplido con el mandato de Jesús de apacentar a sus corderos, y nos ha demostrado su preocupación por cuidar la iglesia, servir y alentar la misión. Han transcurrido 8 años de que llego a esta parroquia y hemos tenido la dicha de ser sus fieles y participar de su sacerdocio y misión pastoral. Damos fe de su sencillez, humildad, cercanía, de su capacidad de escucha, de entrega, de su amor. En usted hemos visto y gozado de la presencia de Cristo, el buen pastor que se entrega sin horarios, recorriendo pueblos y ciudades, de noche y de día, compartiendo penas y alegrías. Por todo esto queremos honrarlo y con la alegría de sabernos envueltos en la fe y el amor de la Santa Trinidad, nos despedimos de usted, se nos queda un vacío en el alma, llego el momento de decirle adiós, encomendándolo al Señor, seguirá siempre en nuestro corazón.