Mente y cerebro
No 16/2006 6,50 €
• Giovanni Alfonso Borelli • Acupuntura • Regeneración de la médula seccionada • Epilepsia
cerebro
• Terapia de los trastornos alimentarios
9 771695 088703
00016
Enero/Febrero 2006
Inteligencia emocional
SUMARIO Enero / Febrero de 2006 Nº 16
10 Inteligencia emocional
Daisy Grewal y Peter Salovey Ha madurado una nueva idea en psicología que promete explicarnos de qué modo la atención a nuestras emociones nos ayuda a desenvolvernos en la vida diaria.
50 Acupuntura
Susanne Kemmer La acupuntura es sana y alivia los dolores, afirman los partidarios de este método del Lejano Oriente. Mientras aumenta el número de pacientes que acude a este procedimiento alternativo, la medicina académica cuestiona su eficacia.
58 Epilepsia
Christian Hoppe En los últimos años la investigación en epilepsia avanza a pasos agigantados. De ese progreso resultan beneficiados por igual pacientes y científicos; aquéllos con el desarrollo de nuevas opciones de tratamiento, éstos con el mejor conocimiento de los entresijos del cerebro.
67 Regeneración de la médula seccionada Ulrich Kraft Durante mucho tiempo, la parálisis por sección medular se consideraba un golpe inmutable del destino. Ahora, no sólo se conoce mejor qué impide la reparación de los nervios seccionados, sino que se abre, además, la esperanza de posibles tratamientos.
de los 72 Terapia trastornos alimentarios Verena Liebers y Christian Eggers Las personas que se sienten privadas de atención y cariño buscan en la comida o el hambre patológicos una vía de escape.
SECCIONES 22
Oligodendrocitos y esclerosis múltiple Alberto Pérez Samartín y Carlos Matute Los oligodendrocitos mielinizan los axones del sistema nervioso central. Con ello, aseguran la propagación rápida de las señales eléctricas. La pérdida de oligodendrocitos y de la mielina causa, entre otras patologías, la esclerosis múltiple.
28 Anosmia Eleonore von Bothmer A nuestro sentido del olfato le prestamos muy poca atención, siempre que funcione. Sólo quien lo pierde se percata de inmediato de cuánto le debe. ¿Puede recuperarse?
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La lectura y el tacto digital Florence Bara, Édouard Gentaz y Pascale Colé Hay niños a los que les cuesta aprender a leer, siéndoles difícil asociar la visión de cada letra al sonido correspondiente. El aprendizaje mejora si al pequeño se le hace ir palpando las letras con la punta del dedo. El tacto, así parece, vincula los aspectos visual y sonoro.
55 Ilusiones sensoriales
ENCEFALOSCOPIO
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RETROSPECTIVA
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Giovanni Alfonso Borelli (1608-1679) La interpretación iatromecánica de la fisiología del sistema nervioso.
ENTREVISTA
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Inge Schwank: Didáctica de la matemática
MENTE,
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y evolución biológica Andreas Nieder Las personas se dejan engañar una y otra vez por las ilusiones sensoriales. ¿Y los animales? También. ¿Por qué no han desaparecido estos “errores del sistema” del aparato de percepción en el transcurso de la evolución?
Evolución de las especies. Legado cultural. Lejos de los ojos, cerca de la mente. Trascendencia del glutamato. Sueño y conciencia. Cuestión de gustos.
CEREBRO Y SOCIEDAD
Mundo mítico. ¿Una neurona, una imagen? Drogas de diseño. Un sortilegio numérico.
SYLLABUS
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77 Cartografía del color
según su percepción visual Edward R. Landa y Mark D. Fairchild Cien años atrás, un artista llamado Albert Henry Munsell cuantificó los colores con arreglo a su percepción visual; todavía hoy es corriente el uso científico del sistema.
Coordinación motora La coordinación impecable de movimientos complejos y rápidos constituye una de las funciones magistrales del cerebro. En muchos casos no se precisa ningún largo período de adiestramiento, sino que basta con la fuerza de las ideas.
LIBROS
85 Leucoencefalopatía megalencefálica Raúl Estévez, Oscar Teijido, Antonio Zorzano y Manuel Palacín La mielina desempeña un papel clave en la transmisión del impulso nervioso. La leucoencefalopatía megalencefálica es una enfermedad genética que afecta a la mielina.
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La prueba en psicología
ENSAYO
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FILOSÓFICO
Tomás de Aquino: El conocimiento como ser intencional
COLABORADORES DE ESTE NUMERO
DIRECTOR GENERAL
José M.a Valderas Gallardo
ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN:
DIRECTORA FINANCIERA
DAVID COSTA: Inteligencia emocional; ANGEL GONZÁLEZ DE PABLO: Anosmia, Mundo mítico, ¿Una neurona, una imagen?; J. M. GARCÍA DE LA MORA: La lectura y el tacto digital; IGNACIO NAVASCUÉS: Acupuntura, Ilusiones sensoriales y evolución biológica, Regeneración de la médula seccionada, Terapia de los trastornos alimentarios, Syllabus; I. NADAL: Entrevista, Drogas de diseño, Sortilegio numérico; JOSÉ M.a VALDERAS: Epilepsia.
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ENCEFALOSCOPIO Evolución de las especies
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a formación de nuevas especies, la especiación, constituye un rompecabezas fascinante para los biólogos estudiosos de la evolución. Entre los diversos mecanismos admitidos, se menciona la especiación alopátrica, que se apoya en el aislamiento geográfico de dos poblaciones y la ausencia consiguiente de flujo génico entre ambas. Cuando no se da tal barrera geográfica, afirmaba la teoría, debe intervenir la acción directa de la selección natural para culminar el proceso de especiación mediante la acentuación de las diferencias conductuales. Acentuación o reforzamiento, según el tecnicismo al uso. La teoría ha recibido un clamoroso respaldo observacional, protagonizado, en la naturaleza, por una población de ranas arborícolas de ojos verdes (Litoria genimaculata) de la selva tropical australiana de Queensland. A esa especiación por reforzamiento le ha seguido una rápida especiación alopátrica.
Rana arborícola de ojos verdes. (Fotografía de Conrad Hoskin, uno de sus descubridores.)
Legado cultural
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i el registro arqueológico, ni las técnicas de secuenciación del ADN han resuelto un viejo dilema en torno a los europeos modernos: ¿descendían de las comunidades paleolíticas que habitaron el continente hace 40.000 años o procedían de los agricultores neolíticos que llegaron a Europa tras la última
glaciación, hace 10.000 años? Si atendemos a las conclusiones de un estudio reciente fundado en el análisis de la secuencia de ADN mitocondrial obtenido de restos humanos neolíticos de hace 7000 años, el hombre del Neolítico nos dejó la agricultura, no los genes.
Lejos de los ojos, cerca de la mente
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a visión sin conciencia no es nada, expresión acuñada por Semir Zeki y ahora adaptada para resumir el trabajo de Tony Ro, de la Universidad de Rice, sobre mecanismos cerebrales subyacentes a la ceguera cortical. Las personas que sufren esta patología presentan una lesión de la corteza visual primaria que las hace incapaces de tomar conciencia de lo que se ofrece en su campo visual, si bien pueden deducir el color o la forma de un objeto situado ante sus ojos. El equipo de Tony Ro reclutó 12 voluntarios sanos, a quienes inhibieron, de una forma reversible, la actividad de la corteza visual primaria a través de un estímulo electromagnético. En tales condiciones, cada individuo se sometía a un test en el que debía identificar la presencia de barras horizontales, verticales y discos coloreados. Pese a declarar que no percibían ningún estímulo, se les preguntó a los voluntarios que dijeran qué objeto tenían ante sus ojos. Las respuestas certeras resultaron altamente significativas, es decir, no obedecían al azar. Apoyado en tales resultados, Tony Ro sugiere que el cerebro sigue un atajo, elaborando los datos en el núcleo geniculado lateral, área del tálamo implicada en la percepción visual. Mente y cerebro 16/2006
Una de las voluntarias que ha participado en el estudio de Tony Ro, de la Universidad de Rice, sobre la ceguera cortical.
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Trascendencia del glutamato
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l glutamato constituye la moneda de curso legal en el funcionamiento del sistema nervioso humano. Se transmite de una neurona a otra a través de la sinapsis. Con mayor precisión, la liberación de glutamato de una neurona, acoplada a su detección por los receptores de glutamato instalados en la célula nerviosa subsiguiente, forma la base de cerca de las 1014 sinapsis que se dan en nuestro cerebro. Poco a poco vamos conociendo mejor su papel determinante en la bioquímica cerebral. Así, en el proceso
NT
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del aprendizaje. Sabido es que en dicho proceso intervienen los receptores de NMDA (N-metil-D-aspartato), moléculas cuya disfunción se relaciona con el parkinson, el accidente cerebrovascular y la esquizofrenia. Desde el punto de vista estructural se trata de proteínas de canales iónicos constituidas por dos subunidades, NR1 y NR2. Se acaba de correr el velo de un viejo misterio: la disposición de tales subunidades. Por lo que parece, glicina y glutamato se unen a heterodímeros de NR1/NR2A.
Bucle 2 Bucle 1
Bucle1
Dominio 1
Bucle1 Dominio 2
90O
Bucle 2
Vínculos
Gly NR1
Glu NR2A
Bucle 1 NR1
GluR2-glutamato
NR2A GluR2-glutamato
Estructura de NR1-NR2A
Sueño y conciencia
Cuestión de gustos
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a importancia del sueño para la vida queda fuera de toda duda. La privación del sueño a roedores y dípteros acelera su muerte, mucho más que el hambre. Durante tiempo la ciencia creyó que la actividad cerebral permanecía ausente en el transcurso del sueño, tesis que se fundaba en la experiencia subjetiva de pérdida de conciencia, falta de memoria y exención de actividad mental durante el sueño. Participaban de esta opinión Charles Sherrington e Ivan Pavlov, entre otros. Con el descubrimiento, en los años cincuenta del siglo pasado del sueño REM (movimiento rápido del ojo), tal opinión entró en barrena. Mientras el sujeto se encuentra en ese sueño se desarrollan una intensa actividad cerebral, movimientos bruscos del ojo y ensoñaciones muy vivas. Según parece, la conciencia sufre alteración en paralelo con los cambios cerebrales inducidos por el sueño. El cerebro experimenta una drástica reorganización de su actividad y función durante el sueño. Las neuronas del tallo cerebral, hipotálamo y prosencéfalo basal, decisivas en la excitación, quedan inhibidas durante el sueño mediante un sistema de neuronas portadoras de ácido γ-aminobutírico (GABA). Una conmutación clave en el hipotálamo silencia el sistema de excitación. La cuantía y naturaleza del sueño varía de un mamífero a otro en razón de la edad del animal, tamaño corporal, dieta y hábitat (terrestre o acuático). La investigación en mamíferos pone de manifiesto que el sueño REM cumple funciones distintas del sueño no REM. Este segundo podría ayudar a la conservación de la energía y recuperación del sistema nervioso, mientras que el REM podría intervenir en la actividad cerebral periódica durante el sueño, en los procesos recuperadores locales y en la regulación de las emociones. Aunque nos es familiar la idea de dejar dormir un problema, hasta ahora ha resultado muy difícil poder establecer la contribución del sueño a la memoria. La mejora comprobada en la capacidad de los voluntarios para realizar una tarea de movimiento de dedos subsiguiente a un sueño nocturno apoya, sin embargo, el papel de éste en la consolidación de la memoria.
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a sensación de gusto se genera en las papilas, que envían la información a través de los nervios hacia el cerebro. En efecto, las papilas traducen señales químicas de la boca en mensajes neurales transmitidos a las fibras sensoriales de los nervios faciales y glosofaríngeos. Se daba por cierto que la serotonina constituía el neurotransmisor entre las papilas y el nervio. Pero se ha comprobado en ratones transgénicos carentes de receptores funcionales de la serotonina que esos múridos percibían los estímulos olfatorios. En la búsqueda de otros candidatos destaca la investigación reciente del equipo dirigido por Thomas E. Finger sobre adenosín trifosfato (ATP), que opera en las sinapsis en cuestión. Si se priva a los ratones de dos receptores ionotrópicos de ATP, el P2X2 y el P2X3, no reaccionan ante los estímulos gustativos en los nervios sensoriales. A mayor abundamiento, estos ratones no podían detectar la mayoría de los gustos en las pruebas conductuales preparadas al respecto y en las que debían mostrar una preferencia por una sustancia o por otra. Sin duda, el ATP constituye el neurotransmisor de las sinapsis aludidas. Mente y cerebro 16/2006
RETROSPECTIVA
Giovanni Alfonso Borelli (1608-1679) La interpretación iatromecánica de la fisiología del sistema nervioso José María López Piñero
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as dos principales tendencias de la fisiología y de la patología durante el siglo XVII fueron la que integró en un sistema los planteamientos quemiátricos procedentes del paracelsismo (“iatroquímica”) y la basada en modelos físico-matemáticos, que suele denominarse “iatromecánica” porque utilizó como fundamento la mecánica galileana. La primera se desarrolló casi exclusivamente en la Europa protestante, sobre todo en la república calvinista de las Provincias Unidas Holandesas y la Inglaterra de la república puritana de Cromwell, mientras que la segunda fue una aportación de instituciones italianas y de médicos de otros países formados en ellas. El escenario original de la iatromecánica fue la Universidad de Padua. Girolamo Fabrizzi d’Aquapendente (1537-1619) inició la llamada anatomia animata con sus Opera physiologica sobre la visión, la voz y la audición (1600), la locución y sus instrumentos (1601) y la respiración (1615). En el presente contexto hay que destacar, porque
1.
fue el punto de partida inmediato de la fisiología iatromecánica, su estudio del movimiento de las fibras como unidades elementales de los diferentes órganos en De motu locali animalium (Sobre el movimiento local de los animales, 1618), cuyo título fue seguido por dos obras de importancia capital: De motu cordis et sanguinis in animalibus (Sobre el movimiento del corazón y de la sangre en los animales, 1628), publicada por su discípulo William Harvey diez años después, y De motu animalium (Sobre el movimiento de los animales, 16801681) de Giovanni Alfonso Borelli. Junto a Fabrizzi, el principal iniciador de la iatromecánica fue Santorio Santorio (1561-1636), otro profesor paduano de la siguiente generación. Aunque su cita es constante en los manuales y tratados sobre historia de la medicina, suele ser apresurada y reducida a sus investigaciones sobre la transpiración insensible. Ello significa desconocer, o al menos dejar en segundo plano, su decisiva contribución a un aspecto fundamental, no sólo de la iatromecánica, sino del método de la medicina moderna: la cuantificación de los fenómenos
orgánicos mediante su medición lo más precisa posible con instrumentos adecuados. Resulta justificado relacionar el origen de este planteamiento con la obra protorrenacentista de Nicolás de Cusa (1401-1464), que insistió en la conveniencia de la medición para el conocimiento del universo y del cuerpo humano, con tal de tener en cuenta el auténtico abismo que separa su especulación escolástica de la obra de Santorio, un infatigable investigador de mentalidad ya claramente moderna que asumió plenamente los innumerables avances médicos, científicos y técnicos que se habían conseguido durante casi dos siglos. La actividad científica de Santorio se centró durante tres decenios en la medición de fenómenos orgánicos en estado de salud y en distintas enfermedades, bajo los más diversos condicionamientos ambientales. Sólo fue dando a conocer los resultados tras reunir amplia serie de datos y disponer de sólida experiencia. Su primera publicación, Methodi vitandorum errorum omnium, qui in arte medica contingunt (Métodos para evitar todos los errores que suceden en la técnica médica, 1603), es completamente ignorada por casi todas las síntesis, a
RELOJES PARA MEDIR el pulso y termómetros clínicos de Santorio (1625).
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DE MOTU ANIMALIUM. Portada del primer volumen (1680).
pesar de la riqueza de su contenido teórico y de que expone el pulsilogium, reloj de péndulo para medir el pulso, y la correspondiente escala. Algo parecido sucede con la segunda, Commentaria in artem medicinalem Galeni (Comentarios a la técnica terapéutica de Galeno, 1612), en la que además de presentar el primer termómetro, introduce el término “temperatura” con el significado que sigue teniendo en la clínica actual. Su termómetro es un instrumento análogo al “termoscopio” de Galileo, pero con la diferencia esencial de llevar escala. La tercera, De statica medicina (1614), es la única que suele ser citada. Werner Leibbrand, mi primer maestro alemán, advirtió que “el contenido no corresponde al título, puesto que con el método de una ‘medicina estática’ se obtiene justamente lo contrario, es decir, la dinámica. El cuerpo humano se encuentra sólo idealmente en un estado de equilibrio ponderal, ya que en la realidad tiene siempre que suce-
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der algo que lo aparta del mismo”. La medición de la perspiratio insensibilis mediante una balanza —en la que el propio Santorio permaneció largas horas con su mesa de trabajo durante muchos años— no se limita al proceso de transpiración, sino que es el primer “signo metabólico”, con el significado que este término tendría a partir de la fisiopatología del siglo XIX. Se ignora habitualmente que Santorio publicó después Commentaria a los textos iniciales del Canon de Avicena (1625) y los Aforismos hipocráticos (1629), aunque los primeros tienen el interés de incluir ilustraciones con figuras de los instrumentos mencionados y de otros como un higrómetro atmosférico y una jeringa para extraer cálculos urinarios. La obra central de la iatromecánica fue De motu animalium (1680-1681) de Giovanni Alfonso Borelli, principal introductor del modelo físico-matemático en la investigación médica. Las rebeliones en Nápoles y Sicilia duran-
te el siglo XVII contra la soberanía de los Habsburgo que reinaban en España condicionaron su vida desde la infancia hasta la ancianidad. Nacido en la misma ciudad de Nápoles, era hijo de un cabo español del ejército de Felipe III que, al ser acusado de “alta traición”, tuvo que exiliarse a Roma en 1614. Son muy escasas las noticias sobre sus años juveniles en la capital vaticana y su formación, no constando documentalmente que estudiara medicina. Fue profesor de matemáticas de la Universidad de Messina desde 1635 a 1656, publicando entonces sus dos primeras obras: un Discorso de tema geométrico (1646) y el libro Le cagioni delle febbri maligne di Sicilia (1647), dedicado a la epidemia que dicho año sufrió la isla. Al ocuparse en él de los “principios fundamentales” para el estudio de la fiebre, utiliza el término motus de Fabrizi d’Aquapendente para referirse a De statica medicina de Santorio: “Que el ser y la vida del animal no son más que un continuo movimiento [motus] se observa con exactitud en la disminución incesante de sus partes, ya que transpiran un flujo continuo por los poros de todo el cuerpo, como demuestra Santorio en su Statica”. El fundamento no es todavía la física galileana, sino un atomismo mecanicista similar al de Marco Aurelio Severino, profesor de Nápoles que dos años antes había publicado su Zootomia Democritaea (1645). En 1656, Borelli se trasladó a la cátedra de matemáticas de Pisa, iniciando una etapa de doce años, en relación ya con los discípulos de Galileo, que fue la más fértil de su biografía científica. Se integró en la Accademia del Cimento de Florencia que, aunque sólo funcionó desde 1657 hasta 1667, influyó decisivamente en el método científico, iniciando la investigación experimental en equipo. Además de Borelli, otras dos personalidades de primer rango realizaron en este ambiente aportaciones transcendentales. Francesco Redi demostró que no existe la generación espontánea y sentó las bases de la parasitología moderna y de la teoría del “contagio animado”. Marcello Malpighi inició la investigación microscópica de la textura anatómica y del desarrollo embrionario. A esta etapa corresponden las principales obras matemáticas y astronómicas de Borelli, entre otras, Euclides restitutus (1658), una edición comentada de las Cónicas de Apolonio (1665) y una Lettera acerca de las “causas físicas” del movimiento de los satélites de Júpiter, cuya directa influencia reconoció más tarde Newton. Al mismo tiempo, se Mente y cerebro 16/2006
dedicó con intensidad a la investigación biológica en una stazione sperimentale que instaló en su domicilio de Pisa. En 1667 volvió a Messina y publicó, con motivo de la erupción del Etna dos años después, Meteorologia Aetnae, una de las primeras monografías modernas sobre un volcán. Sin embargo, las revueltas contra los Habsburgo de 1672 acabaron por obligarle a un nuevo exilio en Roma, donde residió hasta su muerte en condiciones cercanas a la miseria. Enseñó matemáticas en el colegio de los escolapios y recibió la ayuda de la reina Cristina de Suecia, que se había trasladado a Roma tras su conversión al catolicismo, gracias a la cual pudo publicarse póstumamente De motu animalium. La pars prima o volumen primero (1680) se ocupa de los “movimientos de las partes externas”, subtítulo que comprende fundamentalmente la contracción muscular y los movimientos que produce, desde el punto de vista de sus formas geométricas y su mecánica. La pars altera o volumen segundo (1681) expone los “movimientos internos y de los humores que hay en los vasos y vísceras”: circulatorios, respiratorios, reproductores, nutritivos, secretores y, por último, febriles. Aunque hay aspectos quemiátricos, como considerar “principio vital” la sal vitae de la sangre, la aportación fundamental de la obra es convertir todos los cambios y procesos orgánicos, incluidos los “sustanciales”, que el galenismo había atribuido a la “naturaleza” (physis), en movimientos locales explicables desde el modelo físico-matemático galileano. El funcionamiento del sistema nervioso se interpreta de acuerdo con la hidrodinámica de un hipotético succus nerveus: “Las fibras nerviosas no son sólidas, llenas e impermeables, ni tampoco tubos huecos y vacíos como una caña, sino que son conductores constituidos por un material esponjoso como la médula de saúco. Así, el tuétano de las fibras puede ser fácilmente humedecido por el jugo espirituoso del cerebro con el cual dichas fibras comunican y se saturan, por lo tanto, hasta la turgescencia, como hacen las esponjas al ponerse en contacto con el agua. Admiten hoy todos los autores que el jugo nervioso no es un gas o aire respirado, sino un líquido de consistencia como el espíritu de vino. Este jugo nervioso, aun cuando espirituoso y activo, es siempre material y no puede actuar a distancia y es incapaz, sin contacto físico, de intensificar o deprimir los espíritus animales. Por medio Mente y cerebro 16/2006
3.
ESQUEMAS DE LA INTERPRETACION iatromecánica del movimiento. De motu animalium, lámina IV del primer volumen.
de su presencia material, mezclándose con los espíritus animales, que son materiales también, aumenta su acción, los expele o los transforma. No puede concebirse que la acción nerviosa pueda desarrollarse sin algún movimiento local del jugo nervioso, pasando a lo largo del nervio en una u otra dirección: desde la periferia al cerebro, generando las sensaciones, o desde el cerebro a los músculos, provocando los movimientos... Si uno de los extremos del nervio es comprimido o pellizcado, golpeado o pinchado, la conmoción, impulso y ondulación se comunica al otro extremo, porque, en razón de la contigüidad de las partes, dispuestas en series ordenadas, el impulso se va transmitiendo por todo el nervio... Si el extremo de un nervio sensitivo que termina en la piel, la nariz, los oídos o los ojos, es comprimido, pellizcado o agitado, su jugo transmite la ondulación o el impulso hacia el lugar del cerebro donde el nervio termina”.
Marcello Malpighi (1628-1694), fundador de la anatomía microscópica textural, nació en una localidad cercana a Bolonia y estudió medicina en esta Universidad, pero en su autobiografía se declara discípulo de Giovanni Alfonso Borelli, como reconocimiento de la decisiva influencia que tuvo en su obra: “Se complació en encaminarme al estudio de la filosofía libre y democritea —dice, aludiendo también al planteamiento de Severino— y a ello debo los avances que he conseguido”. Inició sus investigaciones en la stazione sperimentale instalada en el domicilio de Borelli y en la Accademia del Cimento, durante el trienio (1656-1659) en el que ambos coincidieron en el claustro de la Universidad de Pisa. Volvió a Bolonia como profesor de medicina y continuó sus trabajos, cuyos primeros resultados, relativos a la estructura microscópica pulmonar y a los capilares, publicó en forma de dos epistolae dirigidas a Borelli (De pulmonibus, 1661).
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Inteligencia emocional Ha madurado una nueva idea en psicología que promete explicarnos de qué modo la atención a nuestras emociones nos ayuda a desenvolvernos en la vida diaria
Daisy Grewal y Peter Salovey
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n el decenio de los noventa, cualquier persona familiarizada con la cultura norteamericana popular de ese momento habría oído hablar de inteligencia emocional. En su carácter novedoso, la expresión constituyó un éxito redondo. Sobre ella aparecieron libros, incluido un bestseller, se escribieron artículos, proliferaron tertulias y se crearon seminarios. En los Estados Unidos, el lector podrá encontrar todavía un entrenador personal que le ayude a aumentar su “CE”, su cociente emocional. A pesar de este interés popular (o quizá debido a ello), la inteligencia emocional ha recibido considerables críticas. En parte, la controversia se explica por la diferencia sustancial entre la definición popular y la científica de inteligencia emocional. Además, no ha sido fácil la medición de la inteligencia emocional. Pese a tales dificultades, la investigación sobre la inteligencia emocional se ha mantenido; de hecho, se ha convertido en una prometedora línea de inquisición científica. Ha resultado que la inteligencia emocional sí puede ser medida, como un conjunto de capacidades mentales (“mental abilities”); la información aportada por dicha medición puede ayudar a los individuos a entender el papel de las emociones en su vida cotidiana. Diez años después de la aparición del libro superventas y de una portada de la revista Time en la que se preguntaba “¿Cuál es su CE?”, parece razonable preguntarnos qué sabe la ciencia sobre la inteligencia emocional. En la historia de la psicología moderna, el concepto representa una etapa en la evolución de
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nuestro pensamiento sobre la relación entre la pasión y la razón y constituye un importante paso adelante en el desarrollo de nuevas teorías sobre la inteligencia. El trabajo realizado en este campo ha generado un modelo de la inteligencia emocional de cuatro factores que sirve de guía para la investigación empírica. En este artículo explicaremos formas de evaluar la inteligencia emocional utilizando pruebas basadas en capacidades y algunos de los hallazgos que han resultado de la aplicación de este método.
Antes de la “inteligencia emocional” Los filósofos han venido debatiendo sobre la relación entre las emociones y el pensamiento desde hace al menos un par de milenios. Los estoicos de la antigua Grecia y Roma creían que las emociones eran demasiado impulsivas e impredecibles para aportar alguna utilidad al pensamiento. Las emociones se asociaban también a las mujeres y por tanto, según su punto de vista, representaban la debilidad, los aspectos más bajos de la humanidad. El estereotipo de las mujeres como el sexo más “emocional” aún pervive. Pese a que varios movimientos románticos pusieron sobre un pedestal a las emociones durante siglos, la visión estoica de éstas, que las asimilaba, en mayor o menor grado, a lo irracional, persistió hasta bien entrado el siglo XX. Pero muchos conceptos se renovaron con el rápido desarrollo de la psicología moderna durante el siglo XX. Sentando las bases de una nueva aproximación a las emociones y el pensamiento, los psicólogos articularon definiciones más amplias de la inteligencia y nuevos enfoques de la relación entre los sen-
timientos y el pensamiento. Ya en la década de los treinta, Robert Thorndike mencionó la posibilidad de que las personas pudieran tener una “inteligencia social”, determinada potencialidad para percibir el propio estado interno y el de los demás, motivaciones y conductas, y actuar de forma consecuente. En 1934 David Wechsler, cuyo nombre va asociado a dos conocidos tests de inteligencia, escribió sobre los aspectos “no intelectuales” de una persona que contribuyen a la inteligencia global. Pero las propuestas de Thorndike y Wechsler permanecían en el terreno de la especulación. Incluso teniendo en cuenta que la inteligencia social parecía una posibilidad concreta, Thorndike admitía que existían pocas pruebas sólidas de su presencia. A una conclusión similar llegó Lee Cronbach, quien en 1960 declaró que, tras medio siglo de especulaciones, la inteligencia social continuaba “sin definir ni medir”. Hasta que en los años ochenta resurgió de nuevo el interés por expandir la definición de inteligencia. En 1983 Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, saltó a la fama al esbozar siete formas distintas de inteligencia en su libro Frames of Mind. Gardner propuso una “inteligencia intrapersonal”, muy similar al concepto actual de inteligencia emocional. “El punto central”, escribió, “consiste en acceder a los propios sentimientos, al propio abanico de afectos o emociones; la capacidad de efectuar discriminaciones instantáneas entre estos sentimientos, y, finalmente, clasificarlos, estructurarlos en códigos simbólicos, utilizarlos como una herramienta para entender y guiar la conducta”. ¿Significa entonces que la “inteligencia emocional” no es más que una nueva denominación de la inteligencia Mente y cerebro 16/2006
CREATIVE THERAPY ASSOCIATES, INC. (ARRIBA, IZDA.); TRIANGOL STRATEGY S.L. (ARRIBA, DCHA.); SIX SECONDS EMOTIONAL INTELLIGENCE NETWORK (ABAJO, IZDA.); SUSAN DUNN (ABAJO, DCHA.) / AMERICAN SCIENTIST
© 1995 TIME INC. REIMPRESO CON PERMISO
1.
LA SOCIEDAD HA INCORPORADO EL CONCEPTO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL desde que se introdujo en los años noventa. Los padres pueden aprender cómo aumentar el CE —la contrapartida emocional del CI— de sus hijos y la industria contrata preparadores de CE. Los autores describen que la investigación ha validado tests de inteligencia emocional y la definen como un conjunto de talentos útiles para guiar el pensamiento y la interacción social. La portada de Time que popularizó el CE en 1995 y otras imágenes de productos disponibles actualmente en Internet.
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2. EVERETT COLLECTION; © PARAMOUNT / AMERICAN SCIENTIST
social y otras “inteligencias” ya definidas? Esperamos contestar esta espinosa cuestión explicando qué pretendemos medir cuando evaluamos la inteligencia emocional. Ciertamente puede ser vista
como un tipo de inteligencia social, pero preferimos centrarnos explícitamente en el procesamiento de las emociones y en el conocimiento sobre la información relacionada con las emociones. Suge-
'RAN PÏRDIDA
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'ANANCIA DE DØLARES
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FUENTE: BECHARA ET AL., 2000 / AMERICAN SCIENTIST
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rimos que esto constituye una forma propia de inteligencia. La inteligencia social se define de una forma demasiado amplia y, por esta razón en parte, las capacidades relacionadas con ella se les han escapado a los científicos. La inteligencia emocional es un concepto más acotado. Las emociones comportan importantes implicaciones en las relaciones sociales, sin dejar de contribuir a otros aspectos de la vida. Cada uno de nosotros tiene la necesidad de establecer prioridades, de mirar positivamente hacia el futuro y reparar los sentimientos negativos antes de que nos hagan caer en la ansiedad y la depresión. El concepto de inteligencia emocional aísla un conjunto específico de aptitudes que se hallan implícitas dentro de las capacidades abarcadas por la noción de inteligencia social.
LA EMOCION era considerada irracional por los estoicos. Ese punto de vista ha persistido hasta la actualidad. Lo contemplamos encarnado en la figura de Spock, protagonizada por Leonard Nimoy en Star Trek. Spock proviene del planeta Vulcano, donde se exalta la lógica pura, lo que le convierte en un consumado oficial científico de la flota estelar. Pero su padre, oriundo de Vulcano, se casó con una maestra humana, dotando a Spock de una vertiente emocional vulnerable.
INVESTIGACIONES RECIENTES contradicen la visión estoica que entiende la emoción como un obstáculo para el pensamiento racional. En un experimento sobre apuestas realizado en la Universidad de Iowa, los pacientes cuya lesión cerebral mermaba su capacidad para usar las emociones en la toma de decisiones perdían dinero constantemente. Los pacientes con lesiones en la región ventromedial de la corteza prefrontal realizaron la misma tarea que los pacientes normales: escoger cartas de cuatro barajas con el fin de maximizar las ganancias. Las barajas que contenían cartas con altos beneficios (100 dólares cada una) contenían también cartas con grandes penalizaciones, de tal manera que cada 10 cartas la pérdida neta era de 250 dólares. En otras barajas había cartas que proporcionaban bajas ganancias (50 dólares) combinadas con cartas de baja penalización, proporcionando un resultado final positivo de 250 dólares cada 10 cartas. Los pacientes normales, prestando atención a sus “sentimientos viscerales”, maximizaban sus ganancias escogiendo más y más cartas de las barajas ventajosas, mientras que los pacientes lesionados sufrían pérdidas incesantes.
Mente y cerebro 16/2006
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Emoción y pensamiento Los nuevos conocimientos sobre la relación entre el pensamiento y la emoción han auspiciado el nacimiento del estudio científico de la inteligencia emocional. Usando una simple tarea de toma de decisiones, Antonio R. Damasio y sus colegas, de la Universidad de Iowa, han aportado pruebas convincentes de la inseparabilidad esencial de la emoción y el razonamiento. Al tomar una decisión, solemos centrarnos en los pros y los contras de las opciones disponibles. Sin embargo, Damasio ha mostrado que, sin sentimientos, las decisiones que tomamos pueden no ser las que más nos convienen. A principio del decenio de los noventa, Damasio propuso una tarea de apuestas en la que el objetivo final era maximizar el beneficio de un préstamo de dinero. Los participantes debían escoger 100 cartas, de una en una, de cuatro barajas diferentes. El investigador había manipulado las barajas de forma tal, que dos de ellas proporcionaban mayores ganancias (100 dólares en vez de 50), aunque también mayores pérdidas en intervalos impredecibles. Los jugadores que escogieron las cartas de las barajas con grandes recompensas y mayor riesgo perdían 250 dólares cada 10 cartas, mientras que los que las esMente y cerebro 16/2006
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cogían de las barajas con ganancias de 50 dólares tenían un beneficio neto de 250 dólares cada 10 cartas. Un grupo de participantes en este estudio padecían lesiones en el córtex prefrontal ventromedial del cerebro. (Los pacientes mantienen su función intelectual, si bien se muestran incapaces de usar las emociones en la toma de decisiones.) El otro grupo no presentaba ninguna alteración cerebral. Puesto que los jugadores no podían calcular de forma precisa el riesgo de las barajas, debían confiar en sus sentimientos más “viscerales” para evitar la pérdida de dinero. El grupo de Damasio demostró que los pacientes con lesiones cerebrales no prestaron atención a estas sensaciones (que él considera “marcadores somáticos”) y, en consecuencia, perdieron bastante más dinero que los participantes normales. Damasio concluyó que “los individuos tomaban decisiones no sólo en función de la gravedad de las consecuencias, sino también y principalmente en términos de su calidad emocional”. Este experimento demuestra que las emociones y el pensamiento guardan una conexión íntima. Cualquier noción que establezcamos separando el pensamiento y los sentimientos, siguiendo la herencia estoica y cartesiana, no es
AMERICAN SCIENTIST
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL es un conjunto de talentos o capacidades que Peter Salowey, uno de los autores del artículo, y su colega John D. Mayer organizaron en cuatro dominios: capacidad para percibir las emociones de forma precisa, capacidad de aplicar las emociones para facilitar el pensamiento y el razonamiento, capacidad para comprender las emociones y capacidad para controlar las propias emociones y las de los demás. Las diferencias en estas potencialidades repercuten en el hogar, en la escuela y el trabajo, así como en las relaciones sociales.
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necesariamente más adaptativa y puede, en algunos casos, conducir a consecuencias desastrosas.
El modelo de los cuatro componentes La expresión “inteligencia emocional” se utilizó por primera vez quizás en 1986, en una disertación inédita. Uno de nosotros (Salovey), junto con John D. Mayer, de la Universidad de New Hampshire, la introdujo en el campo de la psicología en 1990. Definíamos la inteligencia emocional como “la capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo”. Algunos críticos ven en el concepto de inteligencia emocional una mera consecuencia del ambiente intelectual reinante a finales del siglo XX. De hecho ha prendido ya en la cultura popular. Pero dentro de la psicología, el concepto despertó un notable interés investigador en torno a la interacción entre la emoción y el pensamiento. A finales de los años setenta, los psicólogos acometían ya experimentos sobre dicha interacción con variables aparentemente no relacionadas: el efecto de la depresión sobre la memoria, la percepción de la
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CORTESIA DE LA UNIVERSIDAD DE WISCONSIN EN MADISON / AMERICAN SCIENTIST
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LA PERCEPCION DE LAS EMOCIONES parece ser una facultad básica compartida por todos los seres humanos. Estudios transculturales han mostrado que las personas perciben las emociones de una forma predecible. Pero las capacidades individuales pueden variar; por ejemplo, en niños que han sufrido abusos. En un experimento llevado a cabo en Wisconsin, los niños que habían sufrido abusos eran más proclives a categorizar una cara diseñada digitalmente (arriba) como “enfadada” que los niños normales. Los electrodos implantados en el cuero cabelludo (izquierda) registraban una mayor actividad en estos niños cuando veían caras que mostraban enfado.
emoción en las expresiones faciales y la importancia funcional del control y la expresión de las emociones. De esa línea de trabajo emergió la inteligencia emocional. Integra una parte de los resultados en una serie de aptitudes que pueden ser medidas y diferenciadas de la personalidad y de las potencialidades sociales. En el ámbito de la psicología, admite la consideración de inteligencia porque es cuantificable; constituye, en efecto, un aspecto mensurable de la capacidad individual para llevar a cabo razonamiento abstracto y adaptación al entorno. La inteligencia emocional se pone de manifiesto cuando operamos con información emocional, de la misma forma que otros tipos de inteligencia nos ayudan a reparar un ordenador o a comprender qué ve un fotógrafo en su visor. Interesados en avanzar en el campo de las emociones, Salovey y Mayer desarrollaron una teoría que organizara los numerosos esfuerzos en la búsqueda de diferencias individuales en los procesos relacionados con las emociones. Propusieron un modelo de inteligencia emocional que resalta cuatro dominios de aptitudes relacionadas: (a) la capacidad para percibir las emociones de forma precisa; (b) la capacidad para encauzar las emociones de suerte que facili-
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ten el pensamiento y el razonamiento; (c) la capacidad para comprender las emociones, especialmente el lenguaje de las emociones; y (d) la capacidad para controlar las propias emociones y las de los demás. De acuerdo con ese modelo de inteligencia emocional constituido por cuatro componentes, los individuos difieren en las capacidades mencionadas, diferencias que repercuten en el hogar, en la escuela y el trabajo, así como en las relaciones sociales.
Percibiendo y usando las emociones El primer dominio de la inteligencia emocional, percibir las emociones, incluye las capacidades involucradas en la identificación de las emociones en las caras, las voces, las fotografías, la música y otros estímulos. Así, el individuo dotado de una gran capacidad para percibir las emociones no tarda en descubrir, mediante la decodificación precisa de sus expresiones faciales, que su amigo está disgustado. Cabría pensar que se trata de la capacidad fundamental de las capacidades incluidas en la inteligencia emocional, por cuanto permite el resto del procesamiento de la información emocional. Además, nuestra capacidad para “leer” las caras es uno de los atributos que compartimos los humanos a través de
diversas culturas. Paul Ekman, de la Universidad de California en San Francisco, mostró a un grupo de nativos de Nueva Guinea una serie de fotografías de norteamericanos que expresaban diversas emociones. Observó que reconocían con bastante precisión las emociones expresadas en las fotografías, aun cuando jamás habían visto a un norteamericano y habían crecido en una cultura completamente diferente. Pero la percepción de las emociones varía de un individuo a otro. En cierto estudio acometido en el año 2000, Seth D. Pollak, de la Universidad de Wisconsin en Madison, demostró que los abusos físicos podían interferir en la capacidad de los niños para percibir, de forma adaptativa, las expresiones faciales. Pollak solicitó a niños de entre 8 y 10 años que acudieran al laboratorio para “jugar con el ordenador”. Unos habían sufrido abusos; otros no. Se mostraron a los niños caras generadas digitalmente que expresaban emociones: éstas iban de la felicidad al temor, de la felicidad a la tristeza, del enfado al temor, o del enfado a la tristeza. En uno de los juegos se mostraba a los niños una sola fotografía; se les requería que identificaran la emoción expresada. Puesto que todas las caras manifestaban una determinada emoción en diversos grados, los invesMente y cerebro 16/2006
Mente y cerebro 16/2006
FUENTE: ISEN ET AL. 1987 / AMERICAN SCIENTIST
M .IN AN G IPU UN LAC A IØN
LAS EMOCIONES POSITIVAS pueden favorecer la ejecución de una tarea. En un experimento de la Universidad de Cornell, se pedía a los estudiantes que solucionaran un problema sencillo tras haber visto una película cómica o una película neutra. Los voluntarios que habían contemplado el vídeo cómico tuvieron más éxito que los que habían visto la película neutra y que los que no habían visto ninguna película. La contemplación de la película cómica fue casi de tanta “ayuda” como el proporcionar un gráfico con algunas pistas útiles para resolver el problema.
FA 'RÈ CIL FIC ITA O DO R
6.
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Mayer y Salovey clasificaron el tercer y el cuarto componentes del modelo de inteligencia emocional como inteligencia “estratégica” (en vez de “experimental”). El tercer componente, comprensión de las emociones, designa la capacidad para comprender la información sobre la relación entre las emociones, las transiciones de una emoción a otra; sirve también para ponerle un nombre a las emociones. Una persona dotada para comprender las emociones podría gozar de capacidad para percibir diferencias entre emociones emparentadas: entre la simple alegría y el enorgullecimiento. La misma persona podría también hallarse capacitada para reconocer que la irritación desatendida puede llevar a la furia. Lisa Feldman Barret, del Colegio Universitario de Boston, ha demostrado que la facultad para diferenciar los estados emocionales de uno mismo tiene importantes implicaciones en el bienestar. Feldman Barret y sus colaboradores solicitaron a un grupo de 53 estudiantes que escribieran un diario sobre sus emociones, durante dos semanas. En concreto, debían informar sobre las experiencias emocionales más intensas de cada día y relacionarlas con cuatro palabras emocionales positivas (felicidad, alegría, entusiasmo, diversión) y con cinco negativas (nerviosismo, enfado, tristeza, vergüenza, culpabilidad), asignándole una puntuación del 0, en absoluto, al 4, mucho, en cada una de ellas. El equipo investigador calculó luego las correlaciones entre las experiencias descritas con las emociones positivas y también con las negativas. Un sujeto cuyos informes de emociones positivas presentan altas correlaciones apenas
discrimina entre estados positivos. De igual forma, correlaciones altas entre los informes de las emociones negativas indican una menor diferenciación entre estados negativos. Al final del estudio, los participantes completaron un cuestionario donde se valoraba el grado en que habían utilizado alguna estrategia de regulación emocional durante las dos semanas (por ejemplo, “hablar con los demás”). Una mayor diferenciación entre estados emocionales positivos no tuvo efecto sobre las estrategias de regulación. Pero la diferenciación entre estados negativos sí. Los participantes que discriminaban qué sentimiento negativo experimentaban cada día emplearon más estrategias para controlar sus emociones. De ello se infiere que la capacidad para distinguir y calificar las emociones representa una destreza importante en el aprendizaje de cómo gestionar de forma eficiente las emociones. El cuarto componente de la inteligencia emocional concierne a la capacidad que se posee para controlar las propias emociones y las de los demás. La capacidad de controlar las emociones constituye quizás el carácter asociado con mayor frecuencia a la definición de inteligencia emocional. La inteligencia emocional es mucho más que la pura capacidad de regular con eficacia el mal humor. Puede también desempeñar un papel importante en el mantenimiento de las emociones negativas cuando sea necesario. Un orador que trata de persuadir a la audiencia de alguna injusticia debería gozar del don de usar su propia indignación para incitar a los otros a la acción. Un ejemplo de cómo el uso de distintas estrategias de control de las
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Comprensión y control de las emociones
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tigadores averiguaron de qué modo los niños percibían las diversas expresiones faciales. Hallaron que los niños que habían sufrido abusos categorizaban más fácilmente una cara como de enfado, aun cuando sólo mostrase un ligero rictus de dicha emoción. Además, Pollak midió la actividad cerebral de los niños, mediante electrodos implantados en el cuero cabelludo, mientras completaban esta tarea. Los niños que habían sufrido abusos mostraron una actividad cerebral más intensa cuando veían una cara de enfado que los niños que no habían sufrido abusos. De ese estudio se desprende que las experiencias vitales pueden condicionar el reconocimiento de las expresiones faciales. Cabe suponer que esta diferencia en la percepción del enfado acarrea consecuencias importantes en la interacción de estos niños con otras personas. El segundo componente de la inteligencia emocional, la utilización de las emociones, remite a la capacidad de aprovechar la información emocional para facilitar otros procesos cognitivos. Ciertos estados emocionales pueden crear condiciones mentales que sean favorables para el desarrollo de determinadas tareas. En un inteligente experimento realizado durante los años ochenta, Alice Isen, de la Universidad de Cornell, observó que un humor alegre ayuda a la gente a encontrar soluciones más creativas ante los problemas. Isen llevó a un grupo de universitarios al laboratorio e indujo en ellos un estado de humor positivo (mediante el pase de vídeos cómicos) o simplemente un estado de humor neutral (mediante el visionado de un corto segmento de una película sobre matemáticas). Tras ver una de las dos películas, cada estudiante se sentaba en un pupitre y se le daban unas cuantas cerillas, una caja de chinchetas y una vela. Sobre la mesa había un tablero de corcho. Los alumnos tenían 10 minutos para resolver el reto siguiente: fijar la vela al corcho de suerte que ardiera sin derramar cera sobre el corcho. Los estudiantes que habían visionado los vídeos cómicos, y que por tanto estaban más alegres, mostraron una mayor habilidad en dar con la solución adecuada al problema: se dieron cuenta de que la tarea podía resolverse fácilmente vaciando la caja de chinchetas, fijándola al corcho y convertirla en peana para la vela. Parece que la inteligencia emocional puede facilitar ciertas tareas; la persona emocionalmente inteligente puede utilizar los sentimientos positivos de forma más eficiente.
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CORTESIA DE JAMES GROSS, UNIVERSIDAD DE STANFORD; DATOS DE GROSS 1998 / AMERICAN SCIENTIST
2EPUGNANCIA MANIFESTADA POR EL SUJETO
#ONDUCTANCIA CUTÈNEA
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LOS ESTUDIOS HAN MOSTRADO QUE LAS PERSONAS dotadas de capacidad para controlar sus emociones no reprimen necesariamente las emociones negativas o su expresión. Un experimento realizado en Stanford mostró el resultado de seguir deliberadamente dos estrategias en el control de las emociones ante una situación desagradable: permanecer objetivo y poco implicado emocionalmente (“evaluación”), y esconder las emociones limitando las expresiones faciales (“represión”). Los estudiantes asistieron a la proyección de un videorreportaje médico escogido para provocar repugnancia. El grupo control (“visionado”) mostró expresiones de repugnancia (arriba izquierda); informaron que habían sentido sensación de repugnancia y el registro de sus reacciones fisiológicas mostró picos (gráficos inferiores). En comparación con el grupo control, el de evaluación puntuó más bajo en las reacciones conductuales observadas o informadas por los propios participantes y tuvieron reacciones fisiológicas equiparables; el grupo de represión consiguió controlar la expresión facial, pero tuvo respuestas fisiológicas insólitamente elevadas.
emociones puede tener diferentes consecuencias lo hallamos en el trabajo de James S. Gross, de la Universidad de Stanford. En una serie de experimentos realizados a mediados de los noventa, Gross mostró a voluntarios universitarios vídeos de procedimientos médicos, por ejemplo amputaciones, para provocar repugnancia. Los estudiantes fueron divididos en tres grupos. En el grupo de represión, se solicitó de los voluntarios que domeñaran sus emociones durante los vídeos mediante la limitación de las expresiones faciales. Al grupo de evaluación se le pidió que contemplaran las películas objetivamente, intentando permanecer lo más distantes posible desde un punto de vista emocional. Al tercer grupo no se le dio ninguna instrucción especial. Las reacciones de todos los estudiantes eran grabadas en vídeo y sus reacciones fisiológicas, como el ritmo
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cardíaco y la conductancia de la piel, también fueron registradas. Además, los participantes debían redactar un informe de sus propias emociones antes, durante y después de ver los vídeos. El visionado de los vídeos supuso una experiencia notablemente diferente para los estudiantes de los grupos de represión y evaluación. En el grupo de represión, los participantes amortiguaron la exteriorización de sus emociones mediante la minimización de las expresiones faciales y otras reacciones de comportamiento ante las imágenes. Sin embargo, incrementaron su actividad fisiológica e informaron de una mayor sensación de repugnancia que los controles. En comparación con los controles, los participantes en el grupo de evaluación describieron una menor sensación de repugnancia ante los vídeos y evidenciaron una activación fisiológica similar.
El trabajo de Gross demuestra que puede existir un importante coste físico, a veces oculto, en los individuos que de un modo sistemático reprimen la expresión de sus emociones negativas; sin embargo, la monitorización y la evaluación de las propias emociones podrían constituir una estrategia útil.
Medición de la inteligencia emocional Cualquier atributo que se sugiera como una forma de inteligencia debe cumplir los estándares de la psicometría, rama de la psicología que estudia la medición de variables psicológicas. Se han usado tres aproximaciones para medir la inteligencia emocional: los tests de autoinforme, informes realizados por otros y tests basados en capacidades. Los tests de autoinforme, los primeros en utilizarse, se siguen empleando merced a la facilidad con que pueden acometerse y evaluarse. Los sujetos deben estar en acuerdo o en desacuerdo con enunciados que se proponen captar diversos aspectos de la percepción de la propia inteligencia emocional. Por ejemplo, en la Prueba de autoinforme sobre inteligencia emocional, o SREIT (“Self-Report Emotional Intelligence Test”), ideado por Nicola Schutte, se les solicita a los voluntarios que indiquen su grado de acuerdo con afirmaciones del tipo “controlo mis emociones” o “las personas confían en mí”. Los informes de otros suelen obtenerse con instrumentos del tipo “360 grados”. Se solicita a voluntarios acostumbrados a interaccionar entre sí (amigos, compañeros de trabajo, etc.) que evalúen el grado aparente de inteligencia emocional del resto del grupo. A menudo, este tipo de test contiene enunciados similares a los de los autoinformes: “esta persona tiene control sobre sus emociones”. Desafortunadamente, los autoinformes evalúan atributos autopercibidos que a menudo van más allá de la definición de inteligencia emocional. Tienden a incluir aspectos de personalidad tradicionalmente medidos por los tests de personalidad existentes. La evaluación de la inteligencia emocional a través de los autoinformes entraña el mismo dilema que intentar evaluar la inteligencia analítica estándar preguntando a la gente, “¿Cree usted que es inteligente?” Por supuesto a la mayoría de las personas le gusta parecer inteligente. Además, los individuos pueden no albergar una idea correcta sobre sus virtudes y debilidades, especialmente en el terreno de las Mente y cerebro 16/2006
sujetos deben escoger, de entre diversas opciones, la mejor estrategia para controlar las emociones que ha suscitado la situación planteada. Tras completar el MSCEIT, se recogen las puntuaciones para cada uno de los componentes y para el total.
La eficacia del test Marc A. Brackett, de la Universidad de Yale, y Mayer calcularon el solapamiento entre los autoinformes de inteligencia emocional y algunos de los tests de personalidad habituales. Muchos estudios de personalidad están organizados según el modelo de las cinco grandes dimensiones de la personalidad (The Big Five) y se proponen evaluar en qué grado un sujeto presenta cada uno de los siguientes rasgos: neuroticismo, extraversión, apertura a la experiencia, amabilidad y sentido de la responsabilidad. Brackett y Mayer pasaron a un grupo de estudiantes el MSCEIT y el SREIT junto con escalas que evaluaban las cinco dimensiones de la personalidad. Encontraron que las puntuaciones de los participantes en los cinco rasgos de personalidad guardaban una correlación con las puntuaciones obtenidas en SREIT más estrecha que con las obtenidas en el MSCEIT. Por ejemplo, el rasgo “extraversión” tenía una correlación de 0,37 con las puntuaciones del SREIT, pero solamente 0,11 con las del MSCEIT. Parece, pues, que los autoinformes sobre inteligencia emocional pueden ofrecer poca información sobre una persona más allá de los cuestionarios estándar de personalidad.
El mayor problema a la hora de aplicar mediciones de la inteligencia emocional basadas en las capacidades estriba en determinar las respuestas correctas. A diferencia de los tests de inteligencia tradicionales, los cuestionarios de inteligencia emocional pueden carecer de soluciones nítidas: correctas o incorrectas sin ambigüedad. Hay decenas de posibilidades para afrontar muchas situaciones con contenido emocional: ¿quién decide cuál es la manera emocionalmente inteligente de hacer las cosas? Existe una hipótesis intrínseca al modelo de cuatro componentes de la inteligencia emocional, según la cual las destrezas emocionales no pueden separarse de su contexto social. Para usar las emociones de una forma provechosa, hemos de encontrarnos en sintonía con nuestro entorno social y cultural. Acorde con ello, el modelo propone que las respuestas correctas dependen, en buena medida, de la conformidad con los otros integrantes del propio grupo social. Además, los expertos en la investigación emocional deberían también hallarse capacitados para identificar las respuestas correctas, puesto que los métodos científicos nos permiten conocer las alternativas correctas de los problemas relacionados con las emociones. En razón de lo expuesto, el MSCEIT se puntúa teniendo en cuenta dos métodos diferentes: el consenso general y la evaluación de los expertos. En la puntuación según el consenso general, las repuestas de un individuo se comparan estadísticamente con las respuestas
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MUCHOS DE LOS INTENTOS DE EVALUAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL se basan en autoinformes o en calificaciones de colegas y amigos. A menudo, estos tests captan la personalidad u otros atributos. El Test Mayer-Salovey-Caruso sobre Inteligencia Emocional (MSCEIT), hecho público en 2002, busca ofrecer una medida menos sesgada y basada en capacidades. En los gráficos pueden observarse preguntas de muestra similares a las que se usan en el MSCEIT. AMERICAN SCIENTIST
emociones. De igual forma, a pesar de que los informes realizados por otros parecen más prometedores a la hora de aportar información fiable, resultan también muy vulnerables a puntos de vista sesgados y a interpretaciones subjetivas de la conducta. En un intento de superar estos inconvenientes, en 1998 se introdujo por primera vez una medida de la inteligencia emocional, basada en las capacidades: la Escala Multifactorial de Inteligencia Emocional (MEIS, en sus siglas de su expresión inglesa). En 2002 se publicó una versión mejorada del MEIS en la que se habían eliminado las entradas o enunciados problemáticos: el Test Mayer-Salovey-Caruso sobre Inteligencia Emocional (MSCEIT, llamado así por Mayer, Salovey y David R. Caruso del EI Skills Group). El MSCEIT consta de ocho tareas diferentes, dos para cada uno de los cuatro componentes de la inteligencia emocional. Así, el primer componente, la percepción de las emociones, se evalúa mediante la presentación de fotografías de una persona y pidiendo que se estime el nivel de tristeza, felicidad, miedo, etc., expresado por el rostro fotografiado. La capacidad de gestión de las emociones se evalúa solicitando del sujeto que indique en qué grado considera que determinados estados de humor como el aburrimiento o la felicidad pueden ser útiles para realizar ciertas actividades, como planear una fiesta de cumpleaños. La parte del test dedicada a la comprensión de las emociones incluye entradas en las que los participantes deben completar frases que evalúan su conocimiento sobre el vocabulario relacionado con las emociones y sobre la evolución y cambio de éstas. En la sección del test que evalúa el cuarto componente, el control de las emociones, se presentan a los participantes situaciones de la vida real. Los
Tom se sentía desazonado y se ponía nervioso cuando pensaba sobre todo el trabajo que tenía pendiente. Cuando su superior le encargó una tarea adicional, se sintió ________. a. b. c. d. e.
abrumado deprimido avergonzado concienciado muy nervioso
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INSTRUCCIONES: ¿En qué grado expresa esta fotografía cada una de las siguientes emociones? 1. Felicidad 2. Tristeza 17
0ERCEPCIØN
/PINIØN DE LOS EXPERTOS FUENTES: MAYER ET AL. 2003 (TABLA); MARC BRACKETT (GRÁFICA) / AMERICAN SCIENTIST
#ONSENSO GENERAL
0ERCEPCIØN
#ONTROL
2ELACIONES EMOCIONALES
#ONTROL EMOCIONAL
2ELACIONES EMOCIONALES
&ACILITACIØN
3ENSACIONES
#AMBIOS
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&ACILITACIØN
3ENSACIONES
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#OMBINACIONES
#OMBINACIONES
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0ERCENTIL
#ONTROL #ONTROL EMOCIONAL
&OTOGRAFÓAS
#OMPRENSIØN
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)NFERIOR 3EGUNDO 4ERCERO
3UPERIOR
PARA QUE UN CONJUNTO DE POTENCIALIDADES RECIBA la consideración de inteligencia emocional, debe satisfacer determinados criterios. De entrada, las capacidades que se evalúan han de conformar un conjunto articulado. La tabla superior muestra las correlaciones entre las ocho capacidades evaluadas por el MSCEIT basándose en una muestra de ámbito mundial (“consenso general”) y fundado en la opinión de expertos en el campo de las emociones a los que se les pidió que dieran las que consideraran mejores respuestas. Ambos grupos de correlaciones muestran un grado notable de convergencia. En cambio, las medidas de los autoinformes no mostraban correlación significativa con la puntuación obtenida en el MSCEIT. En la gráfica de la izquierda se representan las puntuaciones de los autoinformes (en morado) en función de las puntuaciones obtenidas por los mismos sujetos en el MSCEIT expresadas en cuartiles. Los sujetos tendieron a sobreestimar (cuartil inferior) o subestimar (cuartil superior) sus capacidades en los autoinformes.
0UNTUACIØN EN CUARTILES EN EL -3#%)4
proporcionadas por una muestra diversa que incluye 5000 personas de más de 18 años de todo el mundo que contestaron el MSCEIT antes de mayo de 2001. La muestra es diversa desde el punto de vista educacional y desde el punto de vista étnico, con participantes de siete países, incluidos los Estados Unidos. En la aproximación consensual, un mayor solapamiento con las respuestas de la muestra refleja una mayor inteligencia emocional. En la puntuación de los expertos, se comparan las respuestas de una persona con las proporcionadas por un grupo de expertos en emociones, en este caso con las aportadas por 21 investigadores de la Sociedad Internacional de Investigación sobre las Emociones (ISRE, en siglas de su denominación inglesa). Se ha examinado el solapamiento entre las puntuaciones de consenso y las de los expertos. Las respuestas de los participantes se puntuaron, primero, según el método del consenso y, luego, según el método de los expertos, para
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ponerlos en correlación. La correlación media entre los dos tipos de puntuaciones es superior a 0,90, guarismo que indica un considerable solapamiento entre la opinión de los expertos y la de los participantes en la prueba del consenso general. En otras palabras, el ciudadano común y los expertos coinciden en la mayoría de las respuestas “emocionalmente inteligentes”. Las puntuaciones de los expertos tendían a coincidir más que las del grupo de consenso, señal de que los expertos tienden a compartir más una representación social de lo que constituye la inteligencia emocional. El MSCEIT aparece así merecedor de fiabilidad, por cuanto las puntuaciones tienden a ser consistentes a lo largo del tiempo y el test muestra coherencia interna. En resumen, dado su modesto solapamiento con los tests habituales de personalidad y de inteligencia analítica, el MSCEIT parece medir de forma fiable algo que difiere de la personalidad y del cociente intelectual.
Aplicando los frutos de la investigación La investigación en el campo de la inteligencia emocional se ha trasladado al campo aplicado con una velocidad inusual. La razón es simple: los experimentos sugieren que las puntuaciones en las medidas de inteligencia emocional basadas en la capacidad están asociadas a diversos aspectos de la vida cotidiana. La inteligencia emocional podría ayudarnos en la relación con los compañeros y con los superiores en el trabajo. Paulo N. Lopes, de la Universidad de Surrey, dirigió un estudio en la empresa de seguros Fortune 500, en la que los empleados trabajan en grupos. Se pidió a los integrantes de cada grupo que rellenaran unos cuestionarios en los que se pedía que calificaran al resto de componentes del grupo en una serie de descriptores relacionados con las emociones; por ejemplo: “esta persona afronta el estrés sin ponerse excesivamente tenso”, o “esta persona Mente y cerebro 16/2006
AMERICAN SCIENTIST
10. HAY QUIEN CONSIDERA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL un mero reflejo del espíritu del tiempo de los años noventa. Cuando en 1995 Daniel Goleman publicó Inteligencia Emocional, el libro rompió todos los techos de ventas. La controversia provocada por The Bell Curve (1994) dejó a muchos con la amarga sensación de que el futuro de sus vidas estaba dominado por un CI más o menos inamovible. La posibilidad de triunfar aprovechando y mejorando las destrezas emocionales era muy atractiva.
es consciente de los sentimientos de los demás”. Se solicitó también a los supervisores de la compañía que puntuaran a sus subordinados en asuntos parecidos. Todos los participantes en el estudio también contestaron el MSCEIT. A pesar de que la muestra de participantes era pequeña, los empleados que puntuaron alto en el MSCEIT recibieron mejores calificaciones de sus compañeros y de sus supervisores. Sus compañeros declararon tener menos conflictos con ellos y los percibían como creadores de una atmósfera positiva en el trabajo. Los supervisores calificaban a sus empleados dotados de inteligencia emocional como sociables, con mayor sensibilidad en las relaciones interpersonales, resistentes al estrés y con capacidad de liderazgo. Además, las puntuaciones altas se asociaban de forma positiva al salario y a la posición en el organigrama de la compañía. La inteligencia emocional importa, a buen seguro, en la creación y el mantenimiento de buenas relaciones con los compañeros. En otro estudio de Lopes y colaboradores, se pidió a alumnos alemanes preuniversitarios que escribieran diarios donde describieran sus interacciones cotidianas a lo largo de dos semanas. Para cada interacción social de más de 10 minutos, debían registrar el sexo de la persona con la que interactuaron, sus sentimientos sobre la interacción, en qué grado habían querido causar una determinada impresión y hasta qué punto creían que lo habían conseguido. Mente y cerebro 16/2006
Las puntuaciones en el componente sobre el uso de las emociones del MSCEIT mostraron una correlación positiva con el grado de placer y de interés encontrado en tales interacciones; evidenciaba también una correlación positiva con el grado de autoestima y seguridad sentidas durante las mismas. Las puntuaciones en el componente sobre el control de las emociones parecían revestir una importancia mayor en las relaciones con el sexo contrario. Para estas interacciones, los estudiantes con altas puntuaciones en el control emocional describieron mayor placer, intimidad, interés, importancia y respeto. Además, el control de las emociones mostraba una relación positiva con la creencia de los estudiantes de haber causado la impresión deseada en la persona del sexo opuesto. Brackett investigó, asimismo, la relación entre puntuaciones del MSCEIT y calidad de las interacciones sociales en estudiantes preuniversitarios. Un grupo de alumnos completaron el MSCEIT junto con cuestionarios que valoraban la calidad de sus amistades y sus cualidades interpersonales. Además, se pidió a los voluntarios que reclutaran a un par de sus amigos para evaluar la calidad de su camaradería. Los individuos con puntuaciones altas en el control emocional fueron valorados por sus amigos como más comprensivos y solidarios desde una perspectiva emocional. Altas puntuaciones en el control emocional se relacionaron negativamente con la descripción realizada por los
amigos en la que se les calificaba de personas conflictivas. En otro estudio reciente de Nicole Lerner y Brackett con alumnos de la Universidad de Yale, que habían alcanzado puntuaciones altas en inteligencia emocional, observaron que recibían además una evaluación más positiva de sus compañeros de habitación: creaban menos conflictos. La inteligencia emocional facilita las relaciones con los compañeros sentimentales. En otro estudio, dirigido también por Brackett, se reclutó a 180 parejas jóvenes (de una edad media de 25 años) de la zona de Londres. Tras someterse al MSCEIT, las parejas rellenaron diversos cuestionarios sobre diferentes aspectos de la relación de pareja; entre otros, la calidad de las interacciones mutuas y grado de satisfacción de su relación. Existió una alta correlación entre la felicidad de ambos; en el caso de que un componente tuviera una puntuación alta y el otro baja, el grado de satisfacción tendía a situarse en un rango intermedio.
El futuro de la inteligencia emocional El contexto desempeña una función importante en la manera en que se manifiestan las capacidades. Todos conocemos personas que poseen suma destreza en el recurso a las emociones en el ejercicio de su profesión, mientras que en su vida privada se distinguen por su impericia. Las personas podemos saber aplicar las potencialidades de la inteligencia emocional en unas
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situaciones mejor que en otras. Se abre una línea prometedora de la investigación futura con el estudio de tales potencialidades entendidas como algo fluido, abandonando un enfoque cristalizado de las emociones. A pesar de que se ha mostrado útil como test de inteligencia emocional general, hay que seguir refinando y mejorando el MSCEIT. En nuestra perspectiva, el MSCEIT y el MEIS constituyen las primeras de una serie potencialmente larga de formas de evaluar las facultades emocionales. La investigación en inteligencia emocional resultará especialmente útil si atiende a las diferencias individuales en el procesamiento emocional, un tema que esperamos que continuará generando un mayor interés empírico. El estudio científico de las emociones ha subrayado su universalidad. El trabajo mencionado de Ekman sobre los rostros, junto con otros hallazgos transculturales similares, ofrecen importantes indicios sobre la naturaleza de la experiencia emocional humana. Sin embargo, en una determinada cultura, las personas difieren en su capacidad para interpretar y encauzar la información emocional. Puesto que las deficiencias individuales en las capacidades emocionales pueden acarrear consecuencias negativas, toda persona interesada en mejorar su destreza emocional en cualquiera de sus vertientes debe empezar por preguntarse cómo y por qué algunos, ya desde la infancia, llevan muy bien las riendas de sus emociones. Las respuestas a dichas preguntas proporcionan la esperanza de que sea posible enseñar esas facultades a otros.
La popularización del cociente emocional El interés de los medios de comunicación por la inteligencia emocional estalló cuando Daniel Goleman, psicólogo y redactor del New York Times, publicó en 1995 su Inteligencia emocional, de resonada difusión. En octubre del mismo año, una portada de la revista Time y otros reportajes en los medios presentaban la inteligencia emocional como la nueva manera de ser inteligente y el mejor predictor del éxito en la vida. La segunda mitad del decenio de los noventa proporcionó el marco cultural idóneo para la aparición de la inteligencia emocional. La última de una serie de controversias sobre el CI había estallado en 1994 con la publicación del libro The Bell Curve, que mantenía que la sociedad moderna se ha ido estratifi-
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cando de forma progresiva en función de la inteligencia, no en función del dinero, el poder o la clase. The Bell Curve se recibió como una defensa de una opinión muy asentada: la inteligencia es el predictor más importante de cuanto interesa a la mayoría, vale decir, salud, dinero e incluso un matrimonio afortunado. Pero la mitad de la población, por definición, tiene un CI inferior a la media; además, el CI se percibe como algo difícil de cambiar a lo largo de la vida. Para muchos lectores, The Bell Curve contenía un mensaje pesimista. Ante el miedo de que un CI más o menos inamovible se erigiera en predictor determinante del éxito en la vida, Goleman respondía con una leyenda en la portada de su obra: “Por qué es más importante (la inteligencia emocional) que el cociente intelectual”. El libro no tardó en romper el récord de ventas. El escepticismo ante definiciones restringidas del término “inteligencia” caló en un público que parecía estar de acuerdo en que algo más —algo intangible— debía de determinar la calidad de vida. La corroboración de que las pruebas de madurez académica para ingresar en la universidad guarda una estrecha correlación con el CI, pero no predice el éxito académico, especialmente más allá del primer año de estudios, impulsaron todavía más el interés en saber de qué modo las capacidades emocionales podían determinar el futuro de uno. Los estadounidenses siempre se han enorgullecido de su espíritu de trabajo. Rige entre ellos el lema según el cual “lento, pero constante, se gana la carrera”. Tal aforismo representa una actitud que encaja bien con la concepción popular de la inteligencia emocional como una señal de buen carácter. Los estadounidenses tienen también una gran autoimagen colectiva de igualdad, que la visión popular de la inteligencia emocional refuerza, al caracterizar el éxito como algo dependiente de una serie de destrezas que cualquiera puede aprender. Más que una simple moda pasajera o una reacción temporal contra los tests estandarizados, la inteligencia emocional ha captado el interés de empresarios y educadores. En tan sólo unos pocos años, de lo que empezó como un área de investigación algo oscura dentro de la psicología ha florecido una industria que mueve millones de euros alrededor de los libros, DVD, seminarios y programas de entrenamiento dirigidos a aumentar la inteligencia emocional.
La popularización ha supuesto, en ciertos casos, una distorsión de la definición científica de inteligencia emocional. Así, tiende a igualarse la inteligencia emocional con cualquier cosa deseable en una persona que no pueda ser medida con un test de CI, como el carácter, la motivación, la confianza, la estabilidad mental, el optimismo y los talentos de cada uno. La investigación ha mostrado que las destrezas emocionales pueden contribuir a alguna de estas cualidades, pero la mayoría de ellas están más allá de la inteligencia emocional basada en la capacidad. Nosotros preferimos definir la inteligencia emocional como un conjunto específico de capacidades que pueden aplicarse lo mismo a un fin prosocial que a un fin antisocial. La capacidad para percibir con precisión los sentimientos ajenos puede ser utilizada por un terapeuta para calibrar la mejor manera de ayudar a sus pacientes, mientras que un artista del timo puede apoyarse en ella para manipular a sus víctimas potenciales. Ser emocionalmente inteligente no necesariamente le hace a uno ser más ético. Aunque el clamor popular sobre la inteligencia emocional va más allá de lo que la investigación puede abarcar de una forma razonable, el efecto global de la publicidad ha sido más beneficioso que dañino. El aspecto más positivo de esta popularización es un nuevo y mayor énfasis en la emoción por parte de los empresarios, los educadores y otros profesionales interesados en promover el bienestar social. DAISY GREWAL prepara su tesis de doctorado en psicología en la Universidad de Yale, cuyo laboratorio de salud, emoción y conducta dirige PETER SALOVEY. Comparte éste sus tareas de decano con la investigación en el significado y la función psicológica del estado de ánimo y las emociones. © American Scientist Magazine
Bibliografía complementaria MEASURING EMOTIONAL INTELLIGENCE WITH THE MSCEIT V2.0. J. D. Mayer, P. Salovey, D. R. Caruso y G. Sitarenios en Emotion, vol. 3, págs. 97-105; 2003. SELECTIVE ATTENTION TO FACIAL EMOTION PHYSICALLY ABUSED CHILDREN. S. D. Pollak y S. Tolley-Schell en Journal of Abnormal Psychology, vol. 112, págs. 323-338; 2003.
IN
EMOTIONAL INTELLIGENCE AND SOCIAL INP. N. Lopes, M. A. Brackett, J. Nezlek, A. Schutz, I. Sellin y P. Salovey en Personality and Social Psychology Bulletin, vol. 30, págs. 1018-1034; 2004. TERACTION.
Mente y cerebro 16/2006
Oligodendrocitos y esclerosis múltiple Los oligodendrocitos mielinizan los axones del sistema nervioso central. Con ello, aseguran la propagación rápida de las señales eléctricas. La pérdida de oligodendrocitos y de la mielina causa, entre otras patologías, la esclerosis múltiple
Alberto Pérez Samartín y Carlos Matute
S
ALBERTO PEREZ SAMARTIN Y CARLOS MATUTE
a
b
i atendemos a la etimología de la palabra, oligodendrocito significa “glía poco ramificada”. El término fue introducido por Pío Del Río Hortega, neurólogo español. Esas células con ramificaciones cortas y finas pueden presentarse en hileras paralelas a las fibras nerviosas (oligodendrocitos interfasciculares), asociadas a los somas neuronales (oligodendrocitos satélites) o asociadas a los vasos sanguíneos (oligodendrocitos perivasculares). Los oligodendrocitos interfasciculares se encargan de la mielinización de los axones del sistema nervioso central (SNC). Se desconoce la función que desempeñan los otros dos tipos. Los oligodendrocitos aparecen tardíamente en el desarrollo, una vez formadas las neuronas y establecidos sus axones. Surgen a partir de precursores que migran por la sustancia blanca, desde las zonas germinales de los ventrículos y del canal central de la médula espinal. El número final de oligodendrocitos depende del número de precursores que han migrado, dividido y diferenciado, así como de la muerte celular programada de cada región. A medida que se van diferenciando, los precursores de los oligodendrocitos generan procesos que se ramifican y
1.
c 22
d
MICROSCOPIA OPTICA de distintos tipos de oligodendrocitos en la sustancia blanca de los mamíferos (a, b y c ). Se agrega la reproducción de un dibujo de Pío del Río Hortega en el que ya describía las diferentes morfologías de los oligodendrocitos (d). Mente y cerebro 16/2006
a b OL
ALBERTO PEREZ SAMARTIN Y CARLOS MATUTE
My
M
Mit Ax
N
75 nm
2.
VAINA DE MIELINA EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL. En la micrografía, obtenida mediante microscopía electrónica, se ofrece una sección transversal de una porción de un axón mielinizado (a ). Las multicapas de la vaina mielínica rodean y aíslan el axón (Ax), en cuyo interior es también visible una mitocondria (Mit). El esquema que le acompaña (b ) ilustra un oligodendrocito (OL) mielinizando varios axones. En el corte se muestran una vaina de mielina (M). Los nodos de Ranvier (N) permanecen sin mielina, formándose en sus proximidades los lazos paranodales.
tejen un complejo entramado, pierden la capacidad migratoria y proliferativa en favor de la capacidad mielinizante y expresan componentes específicos de la mielina.
La mielina La mielina, una estructura rica en lipoproteínas, envuelve gran parte de los axones del sistema nervioso. Su función principal consiste en facilitar la conducción eléctrica del impulso nervioso a lo largo del axón. La vaina de mielina es sintetizada por los oligodendrocitos del SNC (figura 2), mientras que las células de Schwann fabrican la mielina que envuelve los axones del sistema nervioso periférico. Los nodos de Ranvier, zonas del axón carentes de recubrimiento mielínico, permiten la conducción eléctrica de forma saltatoria. La señal eléctrica generada en el soma neuronal se propaga hacia las terminaciones nerviosas, a lo largo del axón, en forma de potenciales de acción. La velocidad de conducción depende de las propiedades del cable y de la disposición espacial de los canales de sodio. Los canales iónicos no se distribuyen de manera homogénea, sino que están estratégicamente coloMente y cerebro 16/2006
cados en los nodos de Ranvier, donde la membrana del axón se halla expuesta al medio extracelular. Un potencial de acción generado en un nodo puede provocar la suficiente despolarización en el siguiente nodo como para activar los canales de sodio en él y generar así un nuevo potencial de acción. La transmisión saltatoria de impulsos, de un nodo a otro, aumenta la velocidad de conducción nerviosa, mecanismo esencial para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.
Vulnerabilidad de los oligodendrocitos Los oligodendrocitos degeneran en las enfermedades de naturaleza desmielinizante y en las lesiones traumáticas o producidas por accidentes cardiovasculares. Aunque no se conocen bien las causas de la vulnerabilidad de los oligodendrocitos, parece indiscutible la intervención del estrés oxidativo producido por los procesos inflamatorios asociados a la autoinmunidad o bien a las lesiones primarias del sistema nervioso. Durante el proceso de estrés oxidativo se generan radicales libres que, al reducirse, oxidan moléculas próximas. Algunos radicales libres y especies de-
rivadas de éstos son extremadamente inestables: reaccionan con proteínas, lípidos y ADN. El resultado final de este proceso de ataque oxidativo no específico es la pérdida de integridad celular. Muchas enfermedades neurodegenerativas, en particular la esclerosis múltiple (EM), cursan con oxidación patológica de diversos elementos celulares. La excitotoxicidad atenta directamente contra los oligodendrocitos. Estas células poseen receptores de ácido glutámico en su membrana plasmática cuya activación prolongada produce una entrada de calcio desde el medio extracelular. La presencia de ese ion causa graves alteraciones mitocondriales, estrés oxidativo y, en última instancia, muerte celular. Las mitocondrias desempeñan una función decisiva en la homeostasis celular del calcio, merced a su robusto sistema de captación dependiente del gradiente de potencial electroquímico. En condiciones de estimulación fisiológica, la mitocondria capta una cantidad moderada de calcio que puede activar enzimas de la matriz mitocondrial relacionadas con el ciclo de los ácidos tricarboxílicos y, con ello, avivar el metabolismo celular. En cambio, cuando se producen estímulos glutamatérgicos muy intensos o prolongados, la captación mitocondrial de calcio se descontrola. Semejante pérdida de regulación posibilita una elevación sostenida de la concentración de calcio libre intramitocondrial y genera radicales libres que tienen efectos nocivos para la célula.
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REMITENTE-RECURRENTE
PRIMARIA PROGRESIVA
3.
TIEMPO
TIEMPO
SECUNDARIA PROGRESIVA
PROGRESIVA RECURRENTE
TIEMPO
La facilidad con la que se generan radicales libres en los oligodendrocitos tras diversos estímulos experimentales induce a pensar en los antioxidantes como posibles agentes terapéuticos en el tratamiento de las enfermedades que cursan con pérdida de esta población celular. Entre ellas, la más frecuente es la EM.
EM, una perspectiva histórica Aunque existen antecedentes que se remontan hasta el siglo XIV, el reconocimiento de la esclerosis múltiple como entidad nosológica no tiene lugar hasta 1868, cuando Jean-Martin Charcot denomina a la enfermedad sclerose en plaques, en clara referencia a sus características histológicas. Estableció, además, una serie de criterios clínicos que orienta todavía hoy el diagnóstico de la patología, como la famosa “tríada de Charcot”: ataxia (problemas en el equilibrio o coordinación motora), diplopia (visión doble) y disartria (dificultades en la articulación de la palabra). Pierre Marie, discípulo de Charcot, postuló la posibilidad de un origen infeccioso de la enfermedad. A mediados del siglo XX, se encontró que en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con EM había un notable aumento de inmunoglo-
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TIEMPO
bulinas gamma. La importancia de este dato, un criterio diagnóstico todavía en uso, radica en que fundamenta una de las causas aceptadas de la enfermedad: su etiología inmunitaria. El progreso de las técnicas de imagen digitales como la resonancia nuclear magnética (RNM) permiten el análisis fino del sistema nervioso central y sus posibles alteraciones. Ian R. Young mostró en 1981 la efectividad de la RNM para la identificación de las lesiones de EM y constituye en la actualidad el criterio por excelencia para su diagnóstico.
Epidemiología de la esclerosis múltiple La EM es en la actualidad la enfermedad neurológica más frecuente en jóvenes de las sociedades occidentales. Es una enfermedad degenerativa del SN imprevisible, que abarca desde manifestaciones leves hasta un gran complejo sintomático con grave afectación del habla, motora o sensorial. Muy variable también en su momento de aparición, se presenta con mayor frecuencia entre los 20 y 30 años de edad, aunque se han descrito inicios precoces, de sólo tres años, y tardíos, de 67 años de edad. La incidencia en la mujer dobla la del hombre.
CURSO TEMPORAL de las diferentes formas de esclerosis múltiple. La forma remitente-recurrente, la más común, aparece en el 85-90 % de los casos. En ella, la enfermedad se manifiesta en brotes, seguidos de una recuperación total o con mínimas secuelas. La forma primaria progresiva, responsable del 10 % de los casos, presenta un avance paulatino de la enfermedad, sin períodos de remisión. La EM secundaria progresiva transcurre como una forma remitente-recurrente a la que se superpone un deterioro progresivo. La EM progresiva-recurrente es más rara (5 %), con una sintomatología progresiva desde su inicio. Tras los brotes de exacerbación se registra una remisión parcial de los síntomas.
ALBERTO PEREZ SAMARTIN Y CARLOS MATUTE
SINTOMAS NEUROLOGICOS
SINTOMAS NEUROLOGICOS
CON SECUELAS
La EM afecta predominantemente a la raza blanca europea caucásica y varía en función de la latitud. Desde una presencia irrelevante en los países situados entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, progresa su propagación hacia el sur y el norte de esa franja terrestre (figura 3). Las zonas de mayor riesgo corresponden al norte de Europa, norte de Estados Unidos, Canadá, sur de Australia y Nueva Zelanda, donde la incidencia puede superar los 3 casos por 10.000 habitantes. Ante semejante distribución geográfica de la enfermedad se planteó la posibilidad de un agente causal ambiental. De hecho, diversos trabajos han mostrado que el traslado de personas de zonas de alta incidencia a otras de baja hace disminuir el riesgo de padecer la enfermedad; la migración de zonas de baja a alta incidencia.
Clínica de la esclerosis múltiple Las manifestaciones de la EM suelen comenzar con una fase de inflamación, seguida por muerte de los oligodendrocitos que forman la vaina de mielina en torno al el axón (desmielinización); puede llevar a un daño axonal difícilmente reparable. Se han descrito varias formas genéricas de presentación, pero la más frecuente es la EM remitenterecurrente, que aparece en el 85-90 % de los casos (figura 3). La enfermedad se manifiesta en brotes, tras los cuales puede haber una recuperación total o dejar secuelas. En un 20 % de los casos, las alteraciones visuales son las primeras manifestaciones de la enfermedad. El paciente suele hablar de visión borrosa Mente y cerebro 16/2006
zación en la RNM u otras técnicas de formación de imágenes (figura 5a). En clínica se recurre también a los potenciales evocados en sus diversas modalidades: visuales, somatosensoriales, auditivos o motores. Esta prueba funcional permite estimar la velocidad de conducción de los impulsos nerviosos a lo largo de una vía y determinar en qué punto puede haber una alteración. La extracción de líquido cefalorraquídeo mediante punción lumbar y su análisis aporta datos orientativos sobre la patología, como la aparición de bandas oligoclonales, el aumento de la celularidad en la fase de brote o la síntesis intratecal de inmunoglobulina G.
y complicaciones en la visión cromática. Presenta palidez de la papila a la inspección por oftalmoscopio o disminución de los campos visuales. Puede llegar a la ceguera completa. En ocasiones, las alteraciones de la visión no proceden de defectos en la vía visual, sino del sistema de control de los músculos oculares. Así sucede cuando se sufre diplopia, o visión doble, por fallo en la regulación de la convergencia ocular. Un porcentaje alto de enfermos de EM experimenta alteraciones motoras en forma de debilidad muscular progresiva en las extremidades, siendo más frecuente en las piernas que en los brazos. Puede desembocar en parálisis. De un modo característico, los síntomas se acentúan con el calor y con el ejercicio. Otro síntoma característico es la espasticidad, o aumento del tono muscular, que provoca lentitud y dificultad en los movimientos. No existe ninguna prueba específica, clínica ni analítica, de la esclerosis múltiple. Su diagnóstico se emite a partir de una completa historia clínica que incluye un exhaustivo examen neurológico y de evolución del paciente. La prueba más concluyente de la presencia de placas en el cerebro es su visuali-
Causas de la esclerosis múltiple A lo largo de la historia de la enfermedad se han establecido numerosas teorías sobre sus causas. Probablemente se trate de un origen multifactorial y se requiera la conjunción de varios factores para que la patología se manifieste. Exponemos a continuación las hipótesis más sólidas: 1. Hipótesis genético-ambiental. Si bien se han determinado varias zonas geográficas como de “alto riesgo”, dentro de ellas hay diferencias raciales que
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a
b COMPONENTES MIELINICOS
AMPLIFICACION DEL DAÑO
ACTIVACION DE MICROGLIA
RGlui TGlu
MICROGLIA
Glu
TNFα RADICALES LIBRES
NO
MICROGLIA
ACTIVACION DE MICROGLIA ASTROCITO NO
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HIPOTESIS EXCITOTOXICA DE LA ESCLEROSIS MULTIPLE. Las células gliales (astrocitos, oligodendrocitos y microglía) expresan en sus membranas receptores y transportadores del ácido glutámico. Determinados componentes de la mielina o elementos exógenos con similitud molecular con la mielina —pensemos en los virus— podrían activar la microglía que responde mediante la liberación copiosa de glutámico y de factor de necrosis tumoral (TNF-α), radicales libres y óxido nítrico, que alteran a su vez el funcionamiento de los mecanismos de regulación del glutámico extracelular, dañando los oligodendrocitos por sobreactivación de los receptores de glutamato (a ). Otra posibilidad es una alteración en el propio SN (actividad nerviosa excesiva, isquemia cerebral, etc.) que lleve a un incremento de liberación local de ácido glutámico al medio extracelular que disgregue los oligodendrocitos, cuyos restos pueden desencadenar una respuesta inmune por activación de la microglía (b ). (RGlui = receptor ionotrópico de glutamato, TGlu = transportador de glutamato, Glu = glutamato, NO = óxido nítrico).
reflejan una influencia genética. En una zona cuya incidencia de EM de 0,2 % en la población, la probabilidad de padecer la enfermedad aumenta hasta el 2 % en parientes de segundo grado y hasta el 3 % si el parentesco es de primer grado. Sin embargo, los gemelos monocigóticos tienen una concordancia de sólo 25 % y, en el caso de los dicigóticos, la de un hermano normal. En resumen, las recopilaciones de datos tomados de gemelos, junto con los estudios de niños adoptados o gemelos separados, indican que, aceptado un trasfondo hereditario, la influencia de factores del medio resulta también determinante. La única región cromosómica asociada a la aparición de la EM es la que codifica el complejo mayor de histocompatibilidad o antígeno de leucocitos humanos (ALH): la zona 6q.21. Se han descrito tres patrones genéticos de la región II del AHL relacionados con la esclerosis múltiple; corresponden a los alelos de clase II de HLA y haplotipos DRB(1*1501), DQA/1*0102) y DQB(1*0602), más frecuentes en personas que padecen la enfermedad que en la población general. 2. Hipótesis inmunitaria. Abundan las pruebas de la presencia de com-
OLIGODENDROCITO
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b
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a
150 µm
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IMAGEN DE UN CORTE HORIZONTAL obtenida mediante resonancia magnética nuclear del cerebro de un paciente con EM (a ). La circunferencia roja delimita una placa de desmielinización. Los síntomas neurológicos dependerán de la zona del cerebro afectada. Los modelos experimentales reproducen muchas de las características de la enfermedad, como esta placa de desmielinización en el nervio óptico de un animal tratado con una excitotoxina kainato (b). La línea roja define la frontera entre el tejido sano y el afectado.
ponente autoinmunitario en el origen o desarrollo de la enfermedad. En el análisis de líquido cefalorraquídeo y de sangre o suero se aprecia un incremento de índices inflamatorios: interferóngamma, inmunoglobulinas y citoquinas proinflamatorias. Al realizar el análisis histopatológico aparecen numerosas células inflamatorias. Por otra parte, la enfermedad responde a tratamientos que modulan la respuesta inmunitaria; mencionemos los esteroides, inmunosupresores o interferón. Por último, la encefalitis experimental autoinmune (EAE), un modelo animal de EM, se establece provocando una reacción inmunitaria frente a componentes mielínicos del propio animal. 3. Hipótesis infecciosa. En el marco de la posible implicación de agentes infecciosos en el origen de la EM, se admite que algunos virus comunes podrían presentar epitopos cuya estructura molecular remedase algunas proteínas humanas, como componentes de la mielina. En esa situación se despertaría la respuesta de linfocitos T, que atacarían a los propios oligodendrocitos y desencadenaría la enfermedad; serían, además, responsables de las fases de recidiva.
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4. Hipótesis excitotóxica. Alrededor de 1950 se demostró ya que el exceso de glutamato monosódico en la alimentación, un potenciador de sabor utilizado en la gastronomía asiática, podía provocar ceguera. La causa se encuentra en la toxicidad sobre las neuronas del neurotransmisor excitador por excelencia del sistema nervioso, el ácido glutámico. Este aminoácido se libera en la sinapsis para excitar la siguiente neurona y transmitir la información nerviosa. El glutamato liberado en el cerebro se une a receptores específicos que se encuentran en la membrana de neuronas y células gliales. Los oligodendrocitos expresan receptores de glutamato; su activación provoca la entrada en la célula de iones sodio y calcio que despolarizan la membrana (figura 4). Numerosos resultados abonan la hipótesis excitotóxica del origen de las enfermedades desmielinizantes. En clínica se ha comprobado que en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con EM en fase de brote se observa un incremento de los niveles de ácido glutámico. En algunas patologías desmielinizantes se ha encontrado un descenso en la expresión del transportador de glutámico GLT1; con ello se debili-
ta la capacidad de retirar el excedente de glutámico fuera de la célula. En la encefalitis experimental autoinmune, la aplicación de ciertos antagonistas de los receptores glutamatérgicos reduce el daño tisular. Por último, la aplicación directa de glutamato o de sus agonistas provoca alteraciones funcionales e histológicas semejantes a las encontradas en la EM; el tratamiento con antagonistas promueve una recuperación anatómica y funcional (figura 5b).
Modelos animales de esclerosis múltiple El estudio de las enfermedades humanas se apoya en modelos animales en los que se investiga los procesos moleculares desencadenantes de las mismas y se ensaya el potencial terapéutico de nuevos fármacos. En la EM se han utilizado varios modelos animales: • Desmielinización tóxica, mediante la inducción de compuestos químicos que provocan la muerte de los oligodendrocitos de una forma más o menos específica. Entre las toxinas empleadas se citan la lisolecitina, bromuro de etidio, la cuprizona o el kainato, agonista glutamatérgico (figura 5b). • Desmielinización inflamatoria, en la que se ha inducido una reacción inmunitaria en los animales con la inoculación de extractos de médula espinal, mielina purificada, proteínas o péptidos mielínicos. También se han desarrollado técnicas para provocar una reacción inflamatoria específica de los oligodendrocitos mediante la Mente y cerebro 16/2006
inyección de anticuerpos antigalactocerebrósido (un esfingolípido de la mielina) o con anticuerpos antinucleares tipo 2. • Desmielinización vírica, base del origen infeccioso estudiada en animales a través, entre otros, del virus de la encefalomielitis murina de Theiler.
Estrategias de tratamiento Sin tratamiento radical para la EM, la investigación farmacológica se afana en pro de tres objetivos: tratamiento de los fenómenos fisiopatológicos que ocurren dentro de la EM, tratamiento para paliar los síntomas y regeneración de los oligodendrocitos y la vaina de mielina perdidos. Hasta hace poco, la única posibilidad de contrarrestar los efectos de la enfermedad era reducir mediante corticoides el componente inflamatorio asociado. Pero su eficacia se circunscribe a las fases de brote, amortiguando la gravedad de los síntomas. Estos fármacos basan su acción en la reducción del edema, restablecimiento de la barrera hematoencefálica y modulación de la respuesta inmunitaria asociada a la EM. En la actualidad, la estrategia terapéutica más utilizada se basa en la supresión o disminución de la respuesta inmunitaria. Alcanza su mayor eficacia en la esclerosis múltiple remitente-recurrente. De los fármacos aplicados, se ha prestado particular atención a los interferones, proteínas antivíricas que sintetiza el propio organismo. Existen tres tipos de interferones: alfa, beta y gamma. El interferón-gamma, derivado de los linfocitos T, participa en fenómenos inflamatorios y está activado en la EM. El interferón-beta inhibe los efectos del gamma, razón por la cual se ha propuesto su aplicación terapéutica en la esclerosis múltiple. Tras la administración de interferones-beta de los subtipos 1a y 1b se reduce la gravedad de los síntomas, así como el número y tamaño de las lesiones encontradas en la RNM. Pero los interferones adolecen de numerosos efectos secundarios y provocan reacciones locales en el lugar de inyección, amén de una reacción generalizada similar a una gripe, depresión, fatiga, etc. Se han diseñado también estrategias para “engañar” al sistema inmunitario y no ataque a la mielina. Por ejemplo, el copolímero I, una mezcla de cuatro aminoácidos. Dotado de una estructura semejante a la mielina, ha demostrado su eficacia en el modelo experimental de encefalitis experimental autoinmunitaria. En la clínica se tolera bien. Mente y cerebro 16/2006
Remielinización Puesto que la mayoría de los síntomas de la EM derivan directamente del deterioro de la vaina de mielina y de la alteración de la conducción nerviosa a lo largo de los axones, la investigación reciente se centra en promover la remielinización. Este proceso reparador ocurre en fases agudas de la enfermedad, pero es muy limitado en los casos crónicos. No sabemos la razón, salvo que en el parénquima nervioso permanece cierto número de precursores oligodendrogliales “preparados” para proliferar y diferenciarse en nuevas células mielinizantes. Ahora bien, se ha demostrado que la aplicación de diferentes factores tróficos restablece la mielinización en modelos experimentales. Debido a que la regeneración celular exige que sus progenitores tengan una elevada capacidad proliferativa y migratoria, se está investigando la posibilidad de trasplantar células directamente en el lugar de las lesiones. Las células madre mantienen su carácter altamente pluripotencial con capacidad para convertirse en oligodendrocitos. Ante los problemas éticos que su extracción plantea, se están ensayando trasplantes xenogénicos (células procedentes de animales convenientemente tratadas), células de Schwann (que mielinizan axones en los nervios periféricos), células extraídas del bulbo olfatorio o líneas celulares inmortalizadas. ALBERTO PEREZ SAMARTIN y CARLOS MATUTE son profesores del departamento de neurociencias de la facultad de medicina y odontología de la Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibersitatea. En los últimos diez años han centrado su interés en el estudio de mecanismos moleculares de la muerte oligodendrogial, así como su repercusión en las enfermedades desmielinizantes.
Bibliografía complementaria THE LINK BETWEEN EXCITOTOXIC OLIGODENDROGLIAL DEATH AND DEMYELINATING DISEASES. C. Matute, E. Alberdi, M. Domerq, F. Pérez Cerdá, A. Pérez Samartín y M. V. Sánchez Gómez en Trends in Neurosciences, vol. 4, n.o 1, págs. 224-230; 2001. DIVERSE TARGETS FOR INTERVENTION DURING INFLAMMATORY AND NEURODEGENERATIVE PHASES OF MULTIPLE SCLEROSIS. S. S. Zamvil, L. Steinman en Neuron, vol. 38, págs. 685-688; 2003. NEUROGLIA. H. Kettenman y B. Ramson. Oxford University Press; 2004. MYELIN BIOLOGY AND DISORDERS. R. A. Lazzarini. Elsevier Academic Press; 2004.
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Anosmia A nuestro sentido del olfato le prestamos muy poca atención, siempre que funcione. Sólo quien lo pierde se percata de inmediato de cuánto le debe. ¿Puede recuperarse?
Eleonore von Bothmer
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ospital clínico de la Universidad de Dresde.”Debe decirme cuál de las tres varillas es la que huele”, le explica la estudiante de medicina a Magdalena Flügge. La paciente, sentada, se cubre los ojos con una venda. De una paleta extrae la joven tres varillas de un dedo de grosor. “¿Uno, dos o tres?”, pregunta mientras pasa dos varillas neutras primero y luego otra aromatizada con olor a rosas ante la nariz de Flügge. “No está muy claro”, responde ésta. “Pues debe decidirse”, insta la alumna. “Dos”, repone Flügge, dubitante. Incorrecto. La estudiante introduce el número en el ordenador. Toma la siguiente varilla de la paleta y pregunta de nuevo: “¿uno, dos o tres?”. La paciente levanta la nariz como si así pudiera olfatear mejor y reconocer las especies volátiles que pasan frente a ella. “Tres”. Incorrecto. Nueva entrada en el ordenador. Otra vez la alumna: “¿Uno, dos o tres?”. “Dos”, asevera sin convicción la paciente. Pero esta vez ha acertado. ¿Casualidad? No es fenómeno infrecuente en la realización del “Sniffin’ Stick Test”, que venimos exponiendo.
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Dudosa sensación olfativa Una batería de frascos, pipetas y pulverizador, con las tres partes del “Sniffin’ Stick Set”: tal es todo el armamentario necesario para saber si una nariz desempeña bien sus funciones. Con las varillas mencionadas el servicio universitario de otorrinolaringología viene diagnosticando con éxito desde hace años los trastornos olfativos. Las primeras pruebas se centran en el grado de intensidad aromática que debe poseer una sustancia para ser percibida. Se aborda luego la capacidad olfativa del paciente, su merma o su ausencia total. “Uno, dos o tres. Unos dos o tres”, sigue contando la joven incansablemente. Incorrecto, correcto. Así, hasta que las 45 varillas del test han pasado ante la nariz de Flügge. No es la primera vez que se somete al test. Desde hace ya meses, esta paciente de 53 años acude con regularidad al laboratorio hospitalario para las pruebas. Perdió el sentido del olfato en un accidente de bicicleta. Se golpeó en la nuca y sufrió una conmoción cerebral. La conmoción remitió, pero las sensaciones olfativas desaparecieron.
DANIEL FLASCHAR
EN EL DIAGNOSTICO DE LOS TRASTORNOS olfativos se utilizan distintas varillas de fieltro aromáticas, cuyo olor tienen que reconocer los pacientes con los ojos vendados.
Se percató de su falta mientras paseaba por el bosque. Acostumbrada a distinguir entre los olores que despiden la hierba, las flores o las resinas se dio cuenta de que no podía oler ninguno. Inquieta, aplastó musgo y hierba sobre la palma de la mano y se lo llevó a la nariz; no sintió nada. Para corroborarlo se reunió con gente fumando; no percibió tampoco el olor a tabaco. Así recaló en el hospital clínico, en cuyo departamento de otorrinolaringología acometieron en el año 2004 un estudio que podría conducirles a la determinación final de si las personas con trastornos olfatorios recuperan, a través de ciertos ejercicios, el sentido perdido. En el caso de nuestra paciente, los aparatos de entrenamiento constan de cuatro frasquitos en cuyo interior hay trozos de gasa empapados con distintos aromas. Dos veces al día, por la mañana y por la tarde, Flügge debe dejar libre el genio de la botella e identificar su presencia con la sola ayuda de su nariz. Sigue, además, un protocolo para ejercicios complementarios. Cada seis semanas, Thomas Hummel, jefe del servicio, con su equipo de adjuntos y alumnos, examina si la nariz de Flügge ha aprendido o no algo con los ejercicios. La ciencia reconoce que no existe todavía ningún
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¿MELOCOTON, MANZANA, LIMON O UVAS? A la paciente “hipósmica” Magdalena Flügge le resulta muy difícil decidirse por uno de ellos.
La necesidad de oler mejor El sentido del olfato posee una característica especial: las células olfativas se regeneran por completo transcurridas de cuatro a seis semanas. No suceda nada igual con ningún otro órgano sensorial, ni con la vista ni con el oído. Se trata, además, de un órgano que puede educarse. Los perfumeros y los catadores de vinos constituyen excelentes ejemplos de cómo adquirir finura en la percepción de determinados aromas. Se ha comprobado, asimismo, que la exposición regular a ciertos olores potencia la sensibilidad a los mismos. Sobre esos datos, trabaja el equipo de Dresde. Los ejercicios continuados se proponen que las células olfativas de los pacientes se renueven, adquieran sensibilidad y mejore la elaboración cerebral de la información olfativa. No se subestima siquiera la posibilidad de una curación espontánea. Entre un 10 y un 20 por ciento de los afectados recuperan antes o después el sentido del olfato. Se atribuye a Coco Chanel la frase “Lo más misterioso, lo más específicamente humano es el olfato”. Más críptico se mostró Friedrich Nietzsche cuando afirmó que su genio se asentaba, por entero, sobre sus fosas nasales. Lo que sí aparece manifiesto es que, con el olfato, nos hallamos ante un sentido social. De él depende que dos personas congenien o no en el primer encuentro. Es también el sentido que guía al lactante hacia el pecho materno. Mente y cerebro 16/2006
De forma paradigmática, Flügge revela la importancia de los olores en la vida de una persona: los olores y el recuerdo de momentos asociados a ellos; la inseguridad que produce su privación. Los anósmicos constituyen algo más del cinco por ciento de la población total. Una de cada cuatro personas por encima de los sesenta años ha debido renunciar a la percepción del olor. En condiciones normales, con cada respiración llegan moléculas aromáticas
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EN EL LABORATORIO DEL OLFATO del hospital clínico de la Universidad de Dresde las personas con trastornos olfativos y gustativos pueden encontrar ayuda profesional. DANIEL FLASCHAR
tratamiento eficaz e indiscutido para la mayoría de los trastornos del olfato.
a las fosas nasales. Las células olfativas de la mucosa nasal, dotadas de cilios, absorben las partículas de gasolina, de rosa o de hierba fresca. Las prolongaciones de estas células conforman el nervio olfatorio, que se dirige al bulbo olfatorio. Desde allí, la información olfativa alcanza el centro olfativo cerebral, estrechamente conectado con el sistema límbico, que identifica y clasifica los olores. Ningún otro sentido establece una relación tan directa con el cerebro como el del olfato. El hombre está capacitado para distinguir entre más de 10.000 olores. Cada
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4. señal deja su propia huella en el cerebro y cada marca, su propio modelo. La mayoría de las impresiones olfativas las recopilamos durante los tres primeros años de vida. Pero seguimos desde entonces aprendiendo nuevos olores.
Continúa el ejercicio Empieza la segunda parte del Sniffin’ Sticks. De nuevo, se venda a la paciente. Pero ahora las reglas han cambiado. Debe reconocer cuál de las tres varillas huele de forma distinta de las otras dos. Habrá que ensayar con 48 varillas, lo que supone 16 elecciones. La nariz de Flügge no responde mejor que antes. Plagada de fallos, termina la segunda ronda. En la tercera parte Flügge tiene la oportunidad de demostrar si puede reconocer un aroma determinado entre varios distintos. Se trata de una elección múltiple. Se le presentan hierba seca, cuero de zapato, goma de mascar, pimienta, regaliz y menta. La hierba y el cuero de zapatos despiden un olor tan postizo, que resulta difícil, incluso para una nariz normal, diferenciarlos el uno del otro.
Causas La desaparición de la capacidad olfativa puede obedecer a causas diversas. Por eso, conviene discernir de entrada la enfermedad de base. Antes de la aparición de algunas enfermedades degenerativas —Alzheimer o Parkinson—, los sujetos afectados acostumbran perder la capacidad olfativa. Dado que la tasa
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MEDIANTE EL OLFATOMETRO, Johannes Frasnelli puede controlar si la concentración de moléculas odoríferas es la adecuada antes de que se insuflen en la nariz de Flügge. La medición simultánea de las corrientes cerebrales permite extraer conclusiones objetivas acerca de la calidad del estímulo olfativo en su cerebro.
de diagnósticos fallidos alcanza en el Parkinson alrededor del 20 por ciento de los casos, la anosmia se convierte en un importante indicador. Según la causa, así la terapia. A la manera de la administración de insulina en la diabetes, de la extirpación de pólipos o de la corrección de la desviación de un tabique nasal, en nuestro caso se recurre a un entrenamiento olfativo. No es frecuente que nos hallemos ante un defecto hereditario; cuando tal ocurre, entre los anósmicos de nacimiento predominan las mujeres. Otras veces la incapacidad olfativa tiene un origen vírico, que podemos ejemplificar en el virus de la gripe. Finalmente, al lado de casos no aclarados, hay otros sujetos que padecen de “anosmia traumática” o, como en Flügge, de una hiposmia traumática, afección que consiste en una insensibilidad olfativa parcial provocada por un golpe en la cabeza o una caída sobre ella. Aproximadamente el ocho por ciento de los trastornos del olfato se deben a accidentes, siendo prototípico el golpe en la nuca. A raíz del golpe por retroceso, la corteza olfativa, situada en el lóbulo frontal, se desplaza hacia delante y choca con los huesos craneales de ese nivel. No es raro que, como consecuencia del golpe, se desgarre el nervio olfatorio.
Desgarro del nervio olfatorio El sentido del olfato humano se basa en dos nervios. Cumple al nervio olfatorio ocuparse del sentido del olfato en sentido estricto. El trigémino es un nervio sensitivo y receptor de sensaciones dolorosas con el que percibimos olores penetrantes, como el del amoníaco o el de la cebolla. Este segundo nervio permanece intacto en muchos anósmicos. En la mayoría de los pacientes accidentados con trastornos olfativos sólo aparece desgarrado o contusionado el nervio olfatorio, lo que entraña el corte de la comunicación entre la mucosa nasal y el bulbo olfatorio. (El bulbo olfatorio, una estructura muy vulnerable, se halla conectado directamente al cerebro.) A esas alturas del ejercicio de percepción aromática, Flügge muestra señales de cansancio. Ni siquiera responde al penetrante olor a canela que la estudiante le ha acercado a la nariz y que ha impregnado la estancia. De repente, un atisbo de esperanza. Acaba de reconocer el olor del limón. Percibe también el olor a pescado podrido. Torna a vacilar en la prueba siguiente: ¿Trementina o café? “¿Podría ser café?”, quizá. Tras acertar con el clavo aromático, aumenta la seguridad en sí misma. El clavo constituye uno de los olores críticos en el entrenamiento olfativo. Sirve de discriminante frente a otros. Mente y cerebro 16/2006
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La elaboración informática de los datos introducidos en el ordenador revela cierta mejora de la paciente. Pero el maratón olfativo no ha terminado. Un adjunto del grupo, Johannes Frasnelli, se encarga de la etapa siguiente. Tras examinar el nervio olfatorio se pasa a la exploración del trigémino, el nervio sensitivo, le explica el joven médico. El ejercicio se desarrolla en la prensa. El adjunto coloca dos frascos de plástico en un dispositivo metálico de unos 10 centímetros de alto: en una hay eucalipto; la otra está vacía. Frasnelli introduce en las fosas nasales de la paciente (que porta los ojos vendados) sendas cánulas. Presiona la prensa e insufla en la nariz de Flügge el aire que contienen los frascos. Debe ésta adivinar por dónde entra el aroma de eucalipto. El ejercicio se itera cuarenta veces. La paciente ha acertado con casi todos los olores. El trigémino se encuentra relativamente indemne, lo que le permite percibir olores mordientes, como el del amoníaco o el de la cebolla.
Gusto y olfato En ocasiones aparecen pacientes que afirman percibir sólo lo dulce, lo salado o lo amargo, pero no el típico sabor de una rosquilla. Su problema real no estriba, sin embargo, en el sentido del gusto sino en el del olfato. La mayoría de las funciones que atribuimos al gusto, las desempeña el olfato. El sabor de una cereza, por ejemplo, se produce mediante el funcionamiento conjunto del gusto y el olfato. Sin el sentido Mente y cerebro 16/2006
del olfato la cereza sólo sabría dulce o ácida, pero no a cereza. En la posterior elaboración del estímulo olfativo intervienen la amígdala o el hipocampo, que también desempeñan un importante papel en el procesamiento de las emociones y de los recuerdos. Desde un punto de vista filogenético, el sentido del olfato es uno de los más antiguos. Se halla asociado de una forma más intensa que cualquier otro a las emociones y menos que los demás a la elaboración racional. Sentimientos y recuerdos pertenecen al olfato, de la misma manera que la música al oído. Marcel Proust describió en su famosa novela En busca del tiempo perdido cómo el aroma de una magdalena mojada en una infusión de tila le devolvió de pronto a su infancia. En su honor, se denomina “efecto magdalena” al fenómeno que consiste en el súbito desencadenamiento del pasado mediante un aroma efímero, pasado que se recuerda con un grado tal de intensidad, que se diría que estamos ahora asistiendo a su desarrollo. Los olores despiertan recuerdos. Sin ellos perdemos capacidad de recuperar nuestra propia historia. En un trabajo realizado por el grupo de Bettina Pause, de la Universidad de Kiel, en 2001, llegaba a la conclusión de que las personas depresivas poseían una capacidad olfativa inferior a la de los sanos. Se ignora todavía si esa alteración olfativa es causa o efecto de la depresión. De cualquier modo, los hechos hablan por sí mismos. Más de la mitad de los pacientes sufren desde ligeras depresiones
hasta deterioros psíquicos importantes. Y todas esas alteraciones se experimentan como relacionadas con la pérdida del sentido del olfato Volvamos a Magdalena Flügge. Le queda el postrer test, el del olfatómetro. A través de un largo tubo flexible de goma se insuflan distintos olores en la nariz de la paciente. La actividad cerebral suscitada se recoge mediante unos electrodos que registran los “potenciales evocados”, esto es, las respuestas eléctricas del cerebro a los estímulos olfativos. La prueba dura otra hora y media; en su transcurso se examina si las señales odoríferas que se producen en la mucosa nasal alcanzan el cerebro y si se elaboran allí con la suficiente intensidad. El tubo de goma comienza a hincharse. Unas pequeñas cruces sobre una escala indican el grado de intensidad con el que percibe el ácido carbónico que se le está insuflando en la nariz. “Hay esperanzas fundadas de que en algún momento pueda volver a oler”, le anima Frasnelli. ELEONORE VON BOTHMER es psicóloga.
Bibliografía complementaria SOZIOLOGIE DES GERUCHS. J. Raab. Universitätsverlag; Konstanz, 2001. DIE SCHÖNE WELT DER SINNE. D. Ackerman. Europa Verlag; Hamburgo, 2002. EL OLFATO. Hanns Hatt en Mente y cerebro, n.o 11, págs. 24-27; 2005.
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La lectura y el tacto digital Hay niños a los que les cuesta aprender a leer, siéndoles difícil asociar la visión de cada letra al sonido correspondiente. El aprendizaje mejora si al pequeño se le hace ir palpando las letras con la punta del dedo. El tacto, así parece, vincula los aspectos visual y sonoro
Florence Bara, Édouard Gentaz y Pascale Colé
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prender a leer... arduo proceso cuyos primeros pasos son titubeantes. Ante todo hay que asociar a unas letras unos sonidos; luego, deben combinarse las letras en palabras. Esto requiere un esfuerzo mental que movilice los principales recursos cognitivos del párvulo, recursos que no se pueden utilizar al mismo tiempo para comprender el sentido de las palabras en la frase. Importa, pues, que se automatice la identificación de las palabras, de modo que el niño emplee sus recursos en comprender lo que lee. Y ¿cómo se automatiza el reconocimiento de las palabras? Para ello el niño ha de ir afinando su comprensión del principio alfabético, es decir, su consciencia de que ciertas letras o ciertos grupos de letras representan determinados sonidos. La clave del aprendizaje es que se cree una
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correspondencia fija entre lo escrito y el sonido. No es fácil establecer esa correspondencia. Nosotros hemos descubierto que la tarea se torna bastante más ligera asociando a la vista y al oído el tacto. El principio básico de un sistema de escritura alfabética consiste en representar los sonidos mediante letras. Para leer, el niño tiene que ir extrayendo la información que para producir unos sonidos contienen las letras. Los pedagogos llaman a esta actividad “proceso fonológico de la lectura”. Para lograr la comprensión del nexo entre letras y sonidos (o principio alfabético), se ha de desarrollar en el párvulo la consciencia fonológica, o sea, la capacidad de identificar y manejar intencionalmente los elementos constitutivos de las palabras habladas: los fonemas. Son éstos las unidades sonoras de la palabra.
Tener consciencia de los sonidos Esta consciencia fonológica es imprescindible para aprender a leer. Numero-
sas investigaciones sobre niños en edad de aprender a leer han demostrado que los pequeños que han adquirido una buena consciencia fonológica alcanzan luego un mejor nivel de lectura. Para llegar a estas conclusiones, los psicólogos han ido a los parvularios y han propuesto a los niños algunos juegos: hallar palabras que empiecen —o que terminen— por el mismo sonido; encontrar otras que rimen, como por ejemplo ‘rato’, ‘gato’, ‘plato’, ‘chato’,... Después, mediante pruebas de lectura, han constatado que los pequeños que habían adquirido tempranamente más consciencia fonológica eran después los mejores lectores. Del mismo modo se ha comprobado que los niños que leen defectuosamente, así como algunos disléxicos (a los que les cuesta mucho aprender a leer y escribir) o adultos iletrados, tropiezan todos ellos con graves dificultades respecto a los fonemas; por ejemplo, contar cuántos fonemas hay en una palabra. En fin, los ejercicios Mente y cerebro 16/2006
EDOUARD GENTAZ
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destinados a desarrollar la consciencia fonológica de los niños tienen beneficiosos efectos sobre el aprendizaje de la lectura. Entrenando a los pequeños a reconocer rimas y fonemas, se comprueba después si consiguen leer mejor unos textos de lectura estandarizados, con los que se calcula el tiempo que emplea el niño en leer determinados pasajes y los errores cometidos al hacerlo. La capacidad para habérselas con los fonemas parece ser el mejor indicador del nivel de lectura que el niño llegará a alcanzar. Lo cual se explica fácilmente en el caso de un sistema de escritura alfabética en el que las letras de una palabra representan las unidades mínimas del lenguaje oral, los fonemas. De hecho, el niño capaz de concebir que las palabras habladas están compuestas de fonemas puede comprender el principio alfabético, aprender las correspondencias entre letras y sonidos y proceder, en fin, a una lectura fonológica. Sin embargo, Mente y cerebro 16/2006
la consciencia de los fonemas es más difícil de adquirir que la de las sílabas, porque esos fonemas no se pronuncian unos tras otros, sino en una sola articulación dentro de una sílaba. Así pues, al niño se le ha de “entrenar” para que desarrolle esta competencia. Por tales razones, se han venido ensayando diversos entrenamientos destinados a desarrollar la consciencia fonémica de los niños. Consisten en una serie de sesiones centradas en el estudio de uno o de varios sonidos. Pueden proponerse distintos ejercicios. Por ejemplo, insistiendo en la segmentación de fonemas. La identificación de fonemas, una de las tareas más fáciles para el niño, puede practicarse desde el comienzo mismo de su escolarización. Generalmente, la conclusión a que se llega en tales estudios es que este tipo de entrenamiento tiene un efecto beneficioso sobre el aprendizaje de la lectura. Pero estos ejercicios son aún más eficaces si el trabajar con los sonidos de las palabras se asocia siste-
LUDICO Y EDUCATIVO A LA VEZ: palpar las letras aumenta la eficacia de los métodos de aprendizaje de la lectura.
máticamente a una labor con las letras que les corresponden. Por ejemplo, se le muestran al niño las letras con que se escribe el fonema que él acaba de identificar y se le explica que ésas son las letras que habitualmente se combinan para producir ese fonema. En otros términos, un entrenamiento fonológico resulta más eficaz si al mismo tiempo se hace que aparezca explícitamente un nexo entre las representaciones fonológicas (los sonidos) y las ortográficas (las letras). Y ¿cómo hacer aún más explícito este nexo?
El tacto mejora la lectura Conviene indicar a los niños que vayan tocando las letras a la vez que ven sus formas y oyen los fonemas a ellas asociados. Desde 2003, hemos evaluado, en 26 párvulos, el efecto de este “entrenamiento multisensorial” de pre-
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paración para la lectura. Los ejercicios combinan la visión, la audición y el tacto. El niño sigue los contornos de las letras en el sentido de la escritura, ejerciendo su percepción táctil, llamada a veces “percepción háptica”, de las letras. Esta es algo más que el simple tocar: se trata de una interacción entre las órdenes motrices del niño y la percepción táctil que él recibe a través del contacto con la forma palpada. Al mismo tiempo que explora las letras mirándolas y tocándolas, ejecuta unos ejercicios destinados a desarrollar su consciencia fonémica. Los niños han seguido a continuación otro entrenamiento, destinado a evaluar su capacidad de desciframiento de palabras escritas. Decimos desciframiento, y no lectura, porque se les da a leer algunas pseudopalabras, esto es, palabras que no existen; por ejemplo li, rapi, sici, pisi,... La ventaja de esta técnica es la siguiente: si se les presentan palabras reales, se corre el riesgo de que reconozcan globalmente la forma de la palabra en el supuesto de que estén habituados a verla, y entonces la identificarán instintivamente, de suerte que no se podrá saber si distinguen
correctamente las unidades sonoras y gráfi cas que ahí se juntan. Además, pasan un test de reconocimiento de letras y tres pruebas de consciencia fonológica, debiendo distinguir rimas y fonemas puestos al comienzo y al final de palabras. Los niños que han seguido el entrenamiento visual, auditivo y háptico disciernen las pseudopalabras más eficazmente que los niños que han participado en un simple entrenamiento clásico, en el que se les hace observar las letras y escuchar los sonidos correspondientes. Estos resultados se han vuelto a ratificar en un número mayor de párvulos (136) de educación especial, con entrenamientos efectuados por sus maestros. Estos niños, considerados “de riesgo” desde el punto de vista del aprendizaje de la lectura, antes de empezar los entrenamientos puntuaban muy flojamente en vocabulario, conocimiento de letras y consciencia de rimas. Se les evaluó, antes y después de los entrenamientos, al nivel de escolarización y al empezar el curso preparatorio. También aquí fueron superiores los logros de discernimiento conseguidos por los niños que habían seguido el entrenamiento
háptico. El tocar las letras refuerza, pues, el vínculo entre la percepción visual y la percepción auditiva. ¿Cómo explicarlo?
El tacto es un sentido espacial y temporal El sentido háptico difiere del sentido de la vista, ya que no percibe el objeto en su globalidad: los dedos sólo contactan con una parte de éste; se requiere integrar luego mentalmente las impresiones táctiles que, al ir palpando el contorno del objeto, se han ido recibiendo de manera secuencial. Así pues, el niño al que se le hace tocar una letra adquiere conocimiento de ésta de un modo secuencial, empezando por ejemplo por el pie de la A, tocando después su vértice, etc. De ello resulta una captación de los objetos dividida, más o menos coherente, a veces parcial y siempre secuencial, que carga la memoria operativa y que, al final de la exploración, requiere una labor mental integradora y sintetizante que culmine en una representación unificada del objeto. Para percibir hápticamente las propiedades de los objetos hay que
El tacto, argamasa de la lectura corresponde al sonido. Para ello, la letra es presentada visual y táctilmente. Se les hace palpar la letra escrita en relieve, primero con los ojos abiertos, después con ellos cerrados, hasta que también a ojos cerrados puedan distinguirla de otra letra. Estas dos etapas aseguran el vínculo entre el sonido y la percepción de la letra a él asociada. Para comprobar los beneficios de este entrenamiento se comparan al final del año escolar las puntuaciones que niños así ejercitados obtienen en un test de
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LOS NIÑOS EXPLORAN con la punta de los dedos unas letras en relieve. Aprenden sus perfiles con los ojos abiertos (izquierda), luego con los ojos cerrados (derecha); después han de nombrar esas letras y memorizar el sonido asociado.
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lectura de pseudopalabras (por ejemplo, ita) con las que obtienen niños a los que se ha entrenado a explorar sólo visualmente las letras. Los resultados muestran que los niños han progresado con los dos tipos de entrenamiento, pero han progresado más los que han seguido el método que incluye el factor táctil. La percepción táctil, asociada al sonido y a la visión de la letra, permite vincular mejor las representaciones fonológica y ortográfica de las letras, desempeñando la función de “argamasa de la lectura”.
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El nuevo método de aprendizaje de la lectura se vale del tacto. Consta de dos etapas. Primero, los niños aprenden a reconocer el sonido. Para ello se les recita algo que contenga muchas veces el sonido por estudiar y, a continuación, se les enseña a distinguir, entre varios elementos distractivos, las palabras que empiezan y que acaban por ese sonido. Al final de esta etapa, los niños se encuentran capacitados para reconocer el sonido en cuestión. Después, han de aprender la letra que
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EJERCICIOS CON EL TACTO
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LAS LETRAS APARECEN YA ENTERAS
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BENEFICIOS DEL TACTO. Un grupo de niños (a la izquierda en azul) sigue unos ejercicios de lectura en los que han de explorar las letras con la punta del dedo. Otro grupo (en rojo) sigue unos ejercicios de lectura clásicos, sin tocar las letras. Se evalúan luego sus logros de lectura haciéndoles descifrar algunas pseudopalabras que nunca habían visto, tales como rapi, iati o biba. Los niños entrenados a tocar las letras obtienen mayor puntuación. Otra condición de aprendizaje consiste en hacer que las letras vayan apareciendo progresivamente en una pantalla (a la derecha en amarillo). Los resultados son intermedios.
efectuar movimientos de exploración especiales: para percibir la forma, el procedimiento exploratorio más adecuado es el de ir siguiendo el perfil, ir recorriendo con el dedo índice el contorno del objeto. Semejante rastreo es secuencial; las informaciones obtenidas son fragmentarias y sucesivas. Para percibir la forma en su conjunto, hay que estructurar y reconstruir esas informaciones, lo cual requiere una importante labor cognitiva. Supusimos, por tanto, que lo que favorecía la ulterior asociación de la visión y los sonidos estribaba en el carácter secuencial de la percepción háptica. Para verificar tal hipótesis, comparamos los efectos de tres tipos de entrenamiento: uno visual-auditivo, en el que los niños miraban las letras y escuchaban los sonidos asociados; otro visual, auditivo y háptico, en el que los niños tocaban al mismo tiempo las letras; y otro visual-auditivo secuencial, en el que los niños veían dibujarse progresivamente las letras en una pantalla a la vez que se les hacía oír el sonido que representaba cada una. Comprobamos así que el entrenamiento visual-auditivo secuencial (viendo el dibujo progresivo de las letras, pero sin Mente y cerebro 16/2006
tocarlas) no daba tan buenos resultados como aquel en que se añadía el tacto (véase la figura 2). Extrajimos, pues, la conclusión de que la aportación del entrenamiento háptico no depende del carácter puramente secuencial de la percepción: para obtener tales resultados resultan determinantes la exploración motriz y la percepción táctil. ¿Cómo explicar la función catalizadora que desempeña el tacto en el aprendizaje de la lectura? La dificultad del aprender a leer se debe a menudo a lo muy diferentes que son el sentido de la vista y el del oído: el primero proporciona una percepción de los objetos espacial y de conjunto; el segundo, una percepción que se va dando sucesivamente en el tiempo. El tacto tiene la ventaja de aunar estas dos facetas: el niño se forma una visión espacial de lo que toca, explorándolo todo de manera “escalonada en el tiempo”. Así, las características de la visión y de la audición se juntan fácilmente en este sentido háptico, y el aprendizaje de la lectura es más eficaz. Ello, por ahora, no pasa de ser una hipótesis. La verdadera razón por la que el hecho de ir tocando las letras mejora la asociación entre el sonido y la visión sigue siéndonos descono-
cida. Lo que está averiguado es que la exploración háptica de las letras, preparación para la lectura con miras a desarrollar la consciencia fonémica y el conocimiento de las letras, influye beneficiosamente en el aprender a leer. Este entrenamiento parece idóneo en particular para preparar el aprendizaje en los párvulos que precisan de cuidados especiales, así como para prevenir posibles dificultades de lectura en ciertos niños. FLORENCE BARA, doctoranda en psicología cognitiva, EDOUARD GENTAZ, investigador en psicología cognitiva, y PASCALE COLE, profesora de psicología cognitiva, trabajan en el Laboratorio de psicología y neurocognición asociado al CNRS, en la Universidad de Savoya y en la Universidad Pierre Mendès France de Grenoble.
Bibliografía complementaria LES EFFETS DES ENTRAÎNEMENTS PHONOLOGIQUES ET MULTISENSORIELS DESTINÉS À FAVORISER L’APPRENTISSAGE DE LA LECTURE CHEZ LES JEUNES ENFANTS. F. Bara, É. Gentaz y P. Colé en Enfance, vol. 56, pág. 387; 2004. THE VISUO-HAPTIC AND HAPTIC EXPLORALETTERS INCREASES THE KINDERGARTEN-CHILDREN’S READING ACQUISITION. F. Bara, É. Gentaz y P. Colé en Cognitive Development, vol. 19, págs. 433-449; 2004. TION OF
QUELS ENTRAÎNEMENTS DE PRÉPARATION À LA LECTURE PROPOSER AUX JEUNES ENFANTS DE MATERNELLE? Dirigido por F. Bara, É. Gentaz y P. Colé en É. Gentaz y P. Dessus en Comprendre les apprentissages. Sciences cognitives et éducation, págs. 11- 25. Dunod, 2004.
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Didáctica de la matemática
UWE LEWANDOWSKI
ENTREVISTA
Conviene que los escolares comprendan pronto el sentido profundo de los números y de las operaciones aritméticas, propone Inge Schwank, experta en didáctica de la matemática
Annette Lessmöllmann
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uchos escolares fracasan en la clase de matemáticas. ¿Razón? Piensan de forma distinta de la que requiere la aritmética. En la escuela primaria se desaprovecha la ocasión de enseñarles otra manera más adecuada de pensar, declara Inge Schwank, quien desde hace 20 años viene investigando sobre “matemática cognitiva”, amén de ofrecer cursos de matemáticas a escolares. Descubrió que muchos niños piensan con estructuras estáticas. Si se les proponen tareas de completar modelos (véase figura 1), se fijan en las características de las formas presentadas, por ejemplo, en las semejanzas. En la primera figura (arriba izquierda) todas las líneas son rectas. En la de arriba a la derecha y abajo a la izquierda hay dos líneas curvadas hacia fuera. Por tanto, la forma que falta abajo a la derecha ha de tener cuatro líneas combadas hacia fuera. Frente a este pensamiento “predicativo” (es decir, que atribuye cualidades o predicados), otros niños optan por un pensamiento funcional. Ven una regla de deformación, en la que cada línea se curva primero hacia dentro y luego hacia fuera. Al final, también aquí resulta una figura, en la que todas las líneas se comban hacia fuera. Para Schwank el pensamiento funcional ayuda a los humanos a resolver mejor los problemas de aritmética. En vez de pensar en números cardinales (1, 2, 3, muchos), los niños deberían aprender desde pequeños el aspecto procesual: con ayuda de los números ordinales, que nacen de la ordenabilidad (“el primero”, “el tercero”); por eso incluye el procesual “más uno”.
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Junto con Jan Born, investigador de Lübeck, Schwank contrastó la realidad de ambas formas de pensar en un estudio con encefalogramas. Mente y cerebro la ha entrevistado para que precise los resultados de sus investigaciones en torno al fomento precoz del pensamiento funcional, los beneficios que comportaría para las niñas en particular y el valor relativo de las calificaciones escolares en matemática. Mente y cerebro: Profesora Schwank, cuando en la escuela tuve que habérmelas con el sistema binario, es decir, que debía escribir los números sólo con 0 y 1, casi tenía que echarlo a suertes. ¿Lo hubiera tenido algo más fácil, si hubiera nacido chico? Profesora Schwank: Me temo que sí. Se ha reconocido ya que las dificultades de las chicas en matemáticas difieren de las encontradas por los chicos. Pero, ¿por qué? Mis investigaciones muestran que las chicas propenden a un pensamiento referido a las cualidades más que a lo funcional. Los chicos, en cambio, se arriesgan y emprenden un viaje hacia el descubrimiento de los números. Póngales a escolares de primaria este ejercicio: un jardinero ha de plantar árboles en un camino de 30 metros, de manera que haya un árbol cada dos metros. Las chicas se limitan a dividir 30 por 2; y dan un resultado erróneo. Los chicos se imaginan el proceso: el jardinero planta un árbol al comienzo del camino; a los dos metros, otro, etcétera, y al final, ha de plantar el árbol número 16. Myc: ¿Qué habrían podido hacer mis profesores? Schwank: Fomentar el pensamiento funcional, en vez de cruzarse de brazos
INGE SCHWANK, nacida en 1959, se doctoró en matemáticas a los 25 años. Desde 2001 es catedrática de didáctica de la matemática en la Universidad de Osnabrück. Ha investigado en la representación cerebral de los conceptos matemáticos e innovación de la enseñanza de la matemática.
y decir: resulta que las chicas no son tan buenas en mates. Cuando se sabe que hay diferentes formas de pensar, se puede abordar el problema de muy distinta manera. Myc: En concreto, ¿qué puede hacer la escuela? Schwank: Muchos expertos coinciden en que los niños deberían experimentar el proceso constructivo al aprender los números: los números pueden salir siempre, añadiendo uno. Así pues, no se las tendrían que ver con el número nueve en sí, sino estar siempre atentos también a que le precede el ocho y le sigue el diez. El arte está ahora en entender que siempre puedo construir cualquier número añadiendo “más uno”. Evidentemente, al contar no se deben conformar sólo con los pasos de uno en uno. Pero es importante que se saquen los números de su aislamiento y queden patentes las conexiones aritméticas con los otros números. Myc: Y quien no lo aprende, ¿tiene dificultades también con otros sistemas numéricos? Schwank: Si usted, de escolar, tenía que pelearse con el sistema binario, probablemente no había comprendido el sistema decimal. Muchos niños tienen dificultades al principio con el “pasar la decena”; así, en el caso “8 más 4”, Mente y cerebro 16/2006
saltan por encima del diez, es decir, han de contar “8 más 2 igual a diez, más 2 igual a 12”. Y luego tienen problemas también, cuando en el sistema binario han de calcular “11 más 1 igual a 100” (que traducido a nuestro sistema decimal es “3 más 1 igual a 4”). Myc: ¿Qué relación guardan esos problemas con la idea del “más uno”? Schwank: Es fundamental que los escolares comprendan qué son los números. Han de tener claro que el número no es la cifra que tienen delante, sino la idea que la ha inspirado. Ayuda una definición de número en la que, partiendo del cero, se construyen todos los otros números siguiendo contando. Sería un principio funcional y, al mismo tiempo, el fundamento del cálculo. Pero si los niños sólo se representan siempre conjuntos, entonces piensan en números cardinales. Ven cinco autos en el parking y caen en la cuenta de que “hay exactamente tantos como dedos tiene mi mano”. Ven, pues, la totalidad y no el proceso de construcción. No pueden saber qué es “cinco”, si alguna vez no han hecho un recuento.
Myc: ¿Qué tiene que ver esto con “pasar la decena”? Schwank: Con independencia de que se trate del sistema binario o del duodecimal, el principio es el mismo: siempre uno más. Pero el compás es otro. Si un niño no desarrolla el sentido del significado del paso del nueve al diez en el sistema decimal, el pasar la decena le resulta sospechoso y se queda sin entender el contar en sistemas con otros compases.
salto al diez, y, saltando, lo da al lugar de los miles. Si poseyera una mentalidad funcional, no habría cometido ese error, pues hubiera caído en la cuenta del disparate: 2000 es casi el doble de 1090. Este no puede ser el siguiente.
Myc: ¿Qué pasa, pues, cuando alguien no piensa funcionalmente? Schwank: Piense en una alumna de primaria, a la que se le pide: “Di el siguiente de mil noventa”; responderá, a buen seguro: “dos mil”. Imagínese unas ruedas dentadas como las del taquímetro. Para contar un número más, ella debería girar un paso más la última ruedecilla de atrás. Pero, si hace girar la ruedecilla equivocada, realiza un acto correcto, pero en el lugar equivocado; pone en marcha el proceso erróneo y acaba en 2000. Se deja arrastrar por el nueve, bajo el supuesto de que ahora debe venir un gran paso, una especie de
Myc: Perdón. ¿Por “motora” entiende que se mueve algo en nuestro interior? Schwank: Sí. Aunque sólo unos pocos estamos convencidos que tiene que ver con el pensamiento. De esa opinión participaba Bartel van der Waerden (1903-1996), matemático neerlandés, quien declaraba que, si nos imaginamos un círculo, lo podemos hacer de muchas maneras. Una posibilidad es tener ante los ojos una línea circular dibujada. Cabe imaginarse también que una varilla gira y genera un círculo. A esto último le llamamos “motricidad mental”. Es de notar que las representaciones motoras responden a procesos
Myc: ¿Cómo demostrar que algunas personas piensan funcionalmente cuando cuentan? Schwank: Se nos ocurrió ocuparnos de esta capacidad motora mental...
1.
¿COMPARAR O COMBAR? Quien quiera llenar el espacio vacío abajo a la derecha se decide inconscientemente por una de estas dos estrategias mentales. Los pensadores “predicativos” se inclinan por las semejanzas. Los “funcionales”, por el contrario, ven en acción unas reglas de deformación: por sucesivos alabeados se origina desde el cuadrado (arriba izquierda) una especie de hoja de trébol, en la que todos los lados se curvan hacia fuera; ¿lo habría sospechado el lector? Mente y cerebro 16/2006
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SIGANIM
2.
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1
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10
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1000
=
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=
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=
1234 = 1000 + 200 + 30 + 4
= = =
constructivos. Recuerde el ejemplo de la plantación de árboles: podemos imaginarnos cómo alguien coloca árboles en la tierra, uno tras otro, es decir, llevar a cabo mentalmente la fase previa, la de desarrollo y la subsiguiente. Myc: ¿Cómo lo estudia en los niños? Schwank: Habíamos trabajado en la escuela primaria con laberintos dinámicos, piezas de madera que se ensamblan y permiten construir caminos, con sus cruces y desvíos. Estos nudos de comunicaciones simbolizan operaciones aritméticas. Con estos elementos los niños construyen una suerte de máquina de sumar; después, recorren el camino y comprenden si han realizado correctamente la operación. Se trata, a todas luces, de una tarea funcional, centrada en el proceso. Observamos a niños y jóvenes en Alemania, Indonesia y China y les preguntamos con qué estrategia procedían. Reparamos en que represen-
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tarse algo en el espacio y, además, en el tiempo, constituye un problema para muchos, sea cual sea su cultura. Ahora trabajamos con ejercicios de completar modelos para probarlo. Myc: Usted previene siempre ante el futuro negativo que espera a los niños en matemáticas, cuando algo les ha salido mal ya en la escuela primaria. Schwank: Para algunos niños el mundo del cálculo es bastante nítido. No ven los números aislados en sí mismos, sino como resultado de un proceso. Pero necesariamente se requiere atender en la escuela primaria a estas conexiones funcionales. Aunque un niño haga bien los deberes de casa y tenga, además, buena memoria, puede no haber entendido nada. Tiene buenas notas sin adentrarse en la construcción de los números. En primero de primaria se llega a contar, como mucho, hasta 20. Dado que los niños, de momento, no
CALCULO EGIPCIO. A orillas del Nilo se contaba también sirviéndose del sistema decimal. Si embargo, anotaban sus números de forma muy distinta. Si los niños los manejan con habilidad, pueden explicarse, jugando, nuestro sistema indoarábigo. (Solución de los ejercicios: 125, 1112 y 121.212.)
pueden escribir todas las cifras, las posibilidades de hacer ejercicios de cálculo son reducidas. Myc: ¿Se limitan los niños a copiar con habilidad unos pocos modelos sencillos, sin entender nada? Schwank: En el peor de los casos, así es. Que se obligue a los niños a recitar “dos más tres, cinco” no es un problema. Pero el maestro no ha reparado, tal vez, en si se ha entendido o no lo que subyace. Y lo trágico en esto es que, si la carencia empieza a detectarse dos años después, suele ser demasiado tarde. Pues la matemática opera como sigue: se piensa algo mediante pequeñas proporciones manejables; luego, se lo transfiere a operaciones de cálculo con sumas algo mayores. Pero si el niño ha dejado escapar la ocasión de reflexionar con cantidades pequeñas, le resultará más costoso lograrlo más tarde, si es que lo consigue. Myc: Un juicio severo. Con 80 años aún se puede adquirir una lengua extranjera, en matemáticas, sin embargo, lo que no se ha aprendido en el ciclo medio de primaria, ¿no se aprende nunca? Schwank: He visto que tal se cumple en muchos niños. Hasta en el instituto me he tropezado con los fallos más estrepitosos. El problema es qué pretende alcanzar la matemática escolar. La cima en la primaria son los procedimientos de cálculo escritos. Se busca que funcionen automáticamente y no haya que pensar. La mayoría de los libros de texto se adaptan a un mismo patrón harto extendido: se propone un ejemplo y luego los niños hacen diez ejercicios siguiendo ese modelo. Con este sistema, quizá se automatiza el procedimiento en su cabeza, pero nadie puede saber si, además, han entendido la tarea. Myc: ¿Cómo pueden evitarlo los maestros? Schwank: Pueden abordar los temas junto con los niños. Myc: ¿El cálculo como materia de discusión en la escuela primaria? Mente y cerebro 16/2006
Schwank: De hecho, empieza a penetrar la idea de que éste es el método correcto. En este enfoque los niños dialogan entre sí y con el maestro. Se entablan negociaciones sobre determinados temas; los niños escriben o dibujan en los cuadernos de clase, en los que reflejan consideraciones interesantes. En vez de resolver ejercicios, se tramitan cometidos. De ese modo aprenden a pensar por sí mismos, a someter a una prueba los resultados en diálogo con los demás y a aclararlo entre sí... Myc: Trato de imaginarme cómo un niño de primero del ciclo inicial de primaria discute sobre números... ¿Podría ponerme algún ejemplo? Schwank: El maestro podría proponer a los niños que hicieran un dibujo: dos caras frente a frente. Después dibujan una línea curvada cerrada (“bocadillo”) que sale de la boca de cada uno; ambos han de decir “hola”, con una diferencia: el de la izquierda ha de tener un “hola” correcto en la burbuja. En la cara de la derecha estará escrita la imagen especular de la palabra, “aloh”. Con los números pasa algo similar. Podemos escribir “13” o “31”. Y sobre esto se habla en grupo; ¿qué hay de falso al escribir 31 en vez de 13? Con niños lo puedes discutir tranquilamente; mejor con niños que con adultos, pues a duras penas se le ocurriría a un adulto este “hola” especular, no obstante su lógica interna: en la cara izquierda el “hola” empieza con una ‘h’ en su boca, y también en la boca de la derecha. Si discute algo así, los niños se muestran abiertos y se entusiasman. Análogamente se debate con ellos qué significa el signo “3” en un lugar y qué en el otro. Se trabaja en el grupo lo que hay tras estas convenciones; de paso, los niños comprenden también que el significado de cifras y letras es fruto de un acuerdo. Myc: ¿Cómo explica un maestro a los niños lo que significa un número? ¿Les dice: esto es un seis y, por favor, pensad siempre en que puede proceder de “2 por 3”? ¿Cómo se explica esto? ¿Cómo se practica? Schwank: “Practicar” y “explicar” son palabras que eluden el proceso de aprendizaje. No es cuestión de ejercicios, que se dan resueltos y después se han de imitar. En el caso de explicar, la actividad recae en exceso de parte del profesor. Lo que se debe lograr es que el niño sea el actor principal en la organización del aprendizaje. Mente y cerebro 16/2006
Myc: ¿Logra el maestro que los escolares adopten esta función con entusiasmo? Schwank: Se puede discutir algo en grupo con los niños y después hallar, juntos, una solución. Fíjese en el caso de las cifras. Imagínese que ha hecho un gran ocho con un tubo de gomaespuma. Después le da una vuelta y pregunta: ¿qué es ahora? Luego hace lo mismo con el nueve, o con el diez; en este caso las cifras cambian. Muchísimos niños se acercan y empiezan a preguntar: ¿cuál es el truco? ¿Qué esconde esta cifra? Con los mayores se utiliza otro sistema de signos. El sistema del antiguo Egipto es muy apropiado como punto de partida de una discusión, porque también tiene una estructura decimal (véase la figura 2). Escriba ahora el número 13, es decir, una “herradura” para el diez y tres “palotes” para las unidades. Para el diez se utiliza un signo distinto del empleado en nuestro sistema. La posición es indiferente: se podría poner también la herradura al final, pero el significado no cambiaría. Myc: En ese punto los niños empiezan a pensar. Schwank: Exacto. En vez de explicaciones, se presentan estímulos para reflexionar. En las lecciones de cálculo se sigue diciendo que se aprenda de memoria la tabla de multiplicar, hacia delante y hacia atrás. En realidad es poco inteligente. No es lícito utilizar a los pequeños como calculadoras de bolsillo. Myc: Pero hay que aprender. Yo estoy muy satisfecha con no tener que repasar cada vez 8 por 8, sino saber al instante el resultado “64”. Schwank: Aunque sea muy práctico, no basta. Se debería poder explicar también por qué es así. Y éste es el auténtico núcleo del trabajo matemático. Dígame, por ejemplo, cuánto hacen en el sistema binario 3 por 4. Myc: Tendría que pensarlo... Schwank: Las tablas de multiplicar se hallan tan automatizadas, que se pierde el sentido de los procesos de fondo. Andando el tiempo, nadie encuentra gusto en hacerlo. Los maestros también deberían prevenirlo. Bibliografía complementaria DIALOGISCHES LERNEN IN SPRACHE UND MATHEMATIK (2 vols.) U. Ruf, P. Gallin. Kallmeyer, Seetze, 1999.
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MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD
Mundo mítico En todas las culturas los antropólogos han encontrado mitos e historias fabulosas. El deseo de dar un sentido y una finalidad a las cosas que nos rodean se halla inscrito en nuestro cerebro
¿C
sus espaldas, el toro se abalanzó hacia el mar y condujo a Europa a una costa lejana. Una vez alcanzada la orilla, el toro se transmutó en un apuesto joven y prometió a la princesa protegerla perpetuamente en aquel país extraño, que en su honor recibió desde entonces el nombre de Europa. La artimaña le salió bien: ella depositó en él su confianza y engendraron tres hijos. Un poco de sufrimiento y de intriga son intrínsecos a las andanzas de los dioses griegos. Los habitantes de ese Olimpo situado al abrigo de las nubes no cesan en sus camorras, enredos amorosos y venganzas, causantes de todo tipo de desgracias. Los dioses son cualquier cosa menos perfectos, y probablemente sean sus atributos humanos lo que hace que los mitos griegos nos hayan seguido fascinando hasta el momento presente. Las culturas arcaicas explicaban, mediante relatos míticos, los fenómenos naturales desconcertantes que determinaban su existencia. Para los egipcios de la antigüedad, más de 500 divinidades gobernaban el valle del Nilo y sus habitantes. Esta considerable cantidad pone de relieve la importancia de las crecidas anuales para la supervivencia: el agua encarnaba su idea de creación, muerte y renacimiento. En el marco de su cosmogonía, al principio de toda vida el océano primigenio Nun ocupaba el universo entero. Y de la misma manera que los dioses crearon la vida a partir del agua del Nun, el Nilo deja tras cada inundación un limo fértil en el que, transcurrido algún tiempo, medran de forma maravillosa plantas y animales. Las formas más tempranas de comportamientos religiosos y espirituales
ómo seducir a una doncella sin que ni siquiera ella se dé cuenta? Lo mejor es proceder como el divino Zeus, quien al observar a la bella Europa mientras ésta recogía rosas, le sobrevino una pasión irrefrenable y quedó prendado de ella. Para que nadie pudiera reconocerlo, se transformó en un toro. Cuando la princesa divisó el portentoso animal en el rebaño se quedó extasiada y le acarició. El toro parecía tan pacífico que la princesa se subió a su lomo. Pero en cuanto la muchacha se hubo sentado a
ZEUS
GINA GORNY
1.
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LOS MITOS SIGUEN FORMANDO parte del inventario básico del espíritu humano. Zeus, el padre de los dioses, visto como un icono del presente.
se remontan a nuestros antepasados de la edad de piedra. Hará unos 200.000 años, los neandertales, basándose en la creencia de una vida más allá de la muerte, desarrollaron, a buen seguro, un sistema mítico; creerían en unas fuerzas poderosas y supraterrenales que podrían quizá domeñar en beneficio propio. Los descubrimientos realizados en Europa y Africa por G. Philip Righmire, de la Universidad Binghamton de Nueva York, o Yuri Smirnov, de la Academia Rusa de las Ciencias, entre otros, nos revelan que los neandertales realizaban complejos rituales de enterramiento. Se han encontrado altares de sacrificio, donde se apilaban, en pirámide, cráneos de osos, y restos carbonizados de víctimas animales sacrificadas, que remiten a prácticas rituales. Los sistemas mitológicos varían de una cultura a otra. Ello no obsta para que, pese a tales diferencias, proporcionen respuestas a las mismas preguntas básicas. Así concluyó Joseph Campbell (1904-1987), antropólogo que dedicó decenios a la investigación sobre los patrones comunes de sagas y religiones de todo el mundo. Independientemente de que hablemos del panteón griego, romano o egipcio, de las sagas de los germanos, la epopeya oriental de Gilgamesh o de las Eddas nórdicas, a todo mito le caracterizan tres atributos. En primer lugar, el mito trata siempre de una pregunta existencial, referente a la creación de la Tierra, la muerte, el nacimiento y similares. En segundo lugar, todo mito está constituido por contrarios irreconciliables: creación contra destrucción, vida frente a muerte, dioses contra hombres. Y, en tercer lugar, los mitos proporcionan la reconciliación de esos polos a fin de conjurar nuestra angustia. Entre los egipcios, por ejemplo, representaban los contrarios la tierra negra y fértil frente a la roja y estéril. Sólo los dioses o sus representantes en la Tierra, los faraones, podían solucionarlos y establecer un equilibrio. Mente y cerebro 16/2006
Los pueblos apelan a los mitos para explicar su origen. Esos relatos terminan por arraigar en sus sistemas de creencia y se integran en el inventario básico de nuestra mente. Hace ya unos años, Andrew Newberg y Eugene d’Aquili investigaron el origen cerebral de los sentimientos religiosos. En el marco de su trabajo, realizaron ensayos con budistas y con monjas clarisas, mientras meditaban u oraban. ¿Qué hallaron? Cuando los sujetos de prueba se sumían en meditación, se producía en cierta área del lóbulo temporal una drástica disminución de actividad. Esta región cerebral es la responsable también de la orientación temporal y de la sensación corporal: nos hace conscientes de dónde acaba el propio cuerpo y dónde empieza el resto del mundo. Newberg y d’Aquili postularon que los sentimientos religiosos tenían una base neurofisiológica y que el período silente en este órgano de orientación del lóbulo temporal constituía el impulso decisivo del arrebato espiritual. El impulso religioso se hallaría grabado en nuestro cerebro, con lo cual daría en última instancia igual nuestro grado de formación o de racionalidad, pues el afán de explicaciones metafísicas no podría evitarse. Los mitos hunden también su raíz en nuestra capacidad de abstracción, que, ausente en la mayoría de los animales, nos permite imaginarnos por anticipado
2.
DEMETER, HERMANA Y AMANTE de Zeus, representaba para los griegos la diosa de la fecundidad y de la agricultura.
situaciones amenazantes. Tal facultad nos posibilita realizar procesos cognitivos complejos. Por una parte, nos capacita para una reacción fisiológica de estrés ante la mera imaginación del peligro; por otra, nos ayuda a ver un sentido en las amenazas, sufrimiento e incluso en la muerte. D’Aquili acuñó la expresión “imperativo cognitivo”. Aludía con ella al impulso biológicamente determinado hacia el orden y el sentido. De la misma forma que nos es muy difícil percibir un entorno carente de estructura, nos resultaría sumamente difícil dejar de adscribir a todas las situaciones y sucesos un determinado fin. David B. Larson, James P. Swyers y Michael E. McCullough, de la Universidad de Miami, desarrollaron la idea y llegaron al llamado anhelo ontológico: concepto que representa el vivo deseo de entender la esencia básica de nuestro mundo, en vez de limitarse a estar en él. El imperativo cognitivo forzaría a nuestra mente a pensar continuamente, de suerte tal, que el ser humano no podría por menos que imaginar permanentemente historias y mitos para dotar de sentido todas las paradojas y enigmas en las que se encuentra inmerso.
GINA GORNY
¿Quién soy yo?
DEMETER
Herramientas para nuestra comprensión del mundo: Operadores cognitivos 4. El operador cuantitativo aprecia tamaños, cantidades, tiempos o distancias y lleva a cabo cálculos matemáticos. 5. El operador causal interpreta la realidad como una cadena de causas y efectos. Las personas con daños en las áreas cerebrales correspondientes con esta función son incapaces de hallar las causas de los acontecimientos más simples. El operador causal estimula nuestra curiosidad y nos motiva a descifrar los secretos del mundo que nos rodea. 1. El operador holístico nos permite ver el mundo como un todo. Merced al mismo, a partir de un conjunto de hojas, 6. El operador binario introduce orden en el mundo y nos ayuda a dar un sentido a los distintos fenómenos que ramas y troncos, reconocemos un bosque. El operador acontecen en nuestro entorno. Para ello, reduce espacio holístico se debe a la actividad del lóbulo temporal del y tiempo a pares contrarios: arriba y abajo, izquierda y hemisferio derecho. derecha, dentro y fuera o delante y detrás. El operador 2. El operador reduccionista trabaja en el sentido contrario binario se localiza neurológicamente en la zona inferior del operador holístico. Con su ayuda dividimos el todo del lóbulo temporal. en partes. Radica en el hemisferio izquierdo, que es fun7. El operador existencial nos proporciona el sentimiento de damentalmente analítico. que los datos sensoriales elaborados por el cerebro son rea3. El operador abstractivo extrae conceptos generales a parles;Hera, probablemente, tiene su sede en el sistema límbico. tir de circunstancias individuales. Así, por ejemplo, permite Ares, hijo de Zeus y de tiene en emocional anuda todos estos contenidos ordenar a un teckel, un dálmata y un san bernardo la 8. El operador la guerra y enbajo el derramamiento de sangre perceptivos con sentimientos y constituye, según Antonio categoría “perros”. La aplicación de técnicas de formación su gran placer. Por ello, los soldados, antes Damasio, el requisito imprescindible para nuestro pensade imágenes sugiere que esta función radica principalmente de cada campaña militar, dedicaban al dios juicios racionales. miento y nuestros en el lóbulo temporal izquierdo. El eje central de la formación de mitos lo constituyen, según James Newberg y Eugene d’Aquili, los operadores cognitivos, es decir, las funciones analíticas generales del cerebro. Cuando se activa un operador, entran en acción distintas áreas cerebrales alejadas entre sí. En particular, los siguientes operadores regulan ese aspecto de la mente humana:
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de la guerra sus armas y espadas. Mente y cerebro 16/2006
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ARES, HIJO DE ZEUS Y DE HERA, tiene en la guerra y en el derramamiento de sangre su gran placer. Por ello, los soldados, antes de cada campaña militar, dedicaban al dios de la guerra sus armas y espadas.
ARES Aquel que no es bueno tiene que ser malo Dentro del imperativo cognitivo se encuentra el operador causal. Faculta a la mente para establecer relaciones abstractas causa-efecto y le capacita para que
pueda deducir, por ejemplo, del sonido profundo de un trueno la proximidad de una tormenta. Gracias al operador causal encontramos soluciones no sólo para acontecimientos comprobables empíricamente, sino también para hallar una relación causa-efecto en todo tipo de fenómenos, sin excluir los misterios metafísicos como el surgimiento del cosmos o el sentido de la muerte. ¿Se debe la factura similar de mitos de procedencia diversa a la razón exclusiva de que en todo tiempo y lugar el hombre haya buscado respuestas a las mismas preguntas? El relato de la creación ofrecido por el Génesis comienza con las siguientes palabras: “Al principio creó Dios el Cielo y la Tierra. Y la Tierra estaba yerma y vacía”. En la cosmogonía egipcia encontramos exposiciones semejantes. Para Newberg y d’Aquili, el operador binario cumple aquí un papel decisivo: ayuda a nuestra capacidad imaginativa a reducir situaciones complejas a simples pares de contrarios. Este pensamiento binario proporciona datos rápidos y simples que sirven para orientarnos y que representan, además, los elementos
centrales del mito: el bien y el mal, el nacimiento y la muerte, el Cielo y la Tierra, el aislamiento y la unidad. Newberg y otros se muestran convencidos de que hay determinadas áreas del cerebro humano que desempeñan una función importante en la experiencia religiosa. Aunque se trata de una tesis harto controvertida, sí parece que un modo de pensar apuntalado en contrarios y en relaciones causa-efecto no es posible sin una determinada forma del lóbulo temporal, es decir, sin una cierta complejidad neuronal. Probablemente, el hombre empezó a buscar explicaciones para los enigmas de este mundo porque su cerebro había adquirido ya las condiciones necesarias para ello. KLAUS MANHART es doctor en filosofía.
Bibliografía complementaria LEBENDIGER MYTHOS. J. Campbell. Goldmann; Múnich, 1991. WIE DAS DENKEN IM KOPF ENTSTEHT. S. Pinker. Kindler; Múnich, 1998. CEREBRAL BLOOD FLOW DURING MEDITATIVE PRAYER: PRELIMINARY FINDINGS AND METHODOLOGICAL ISSUES. A. Newberg, M. Pourddehnad, A. Alavi, E. d’Aquili en Perceptual and Motor Skills, vol. 97, n.o 2, págs. 625-630; 2003. DER GEDACHTE GOTT. A. Newberg, E. d’Aquili, V. Rause. Piper; Múnich, 2003.
¿Una neurona, una imagen? Años atrás una hipótesis absurda, adquiere ahora apariencia de verosimilitud
L
a escena se repite en múltiples ámbitos de la vida social. Mujer famosa que se separa de marido famoso. La prensa la acosa día y noche: “¿Se siente traicionada? ¿Por qué se ha ido a pique su matrimonio?”. Siempre las mismas preguntas, que terminan con la paciencia de la interpelada. Aunque a ella sin duda le gustaría extirpar de su cerebro el rincón de la memoria de su hasta ahora marido. Una pretensión imposible, hubieran respondido, hasta hace poco, los neurocientíficos: en cuanto su mente le recuerde, se activará una red tupida y compleja de neuronas. Si se pudiera conseguir destruir todas ellas, la ofendida se habría olvidado para siempre de su compañero.
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Pero un equipo del Instituto de Tecnología de California, dirigido por Itzhak Fried, acaba de sacar a la luz ciertos resultados provisionales del mayor interés. Existe lo que podría llamarse una suerte de “célula Bill Clinton”, es decir, una neurona que reacciona casi exclusivamente ante la figura del ex presidente norteamericano. Dígase lo mismo de una neurona que siempre se activa cuando su poseedor se fija en la actriz Halle Berry. Con otras palabras: en nuestro cerebro habría células especializadas en la identidad de personas muy determinadas.
¿Una teoría carente de base? La idea no es inédita. En 1967 Jerzy Konorsky describió la hipótesis de las
“neuronas gnósticas”, según la cual la actividad de ciertas células, muy pocas, determina el que alguien piense en su jefe, en su mujer o en su pluma. Jerome Lettvin, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, las llamó jocosamente células abuela, y con esa denominación siguen apareciendo de vez en cuando. Otros investigadores criticaron también la hipótesis. ¿Una neurona para cada persona, para cada cosa? ¿No necesitaría este modelo uno-a-uno demasiado espacio en el cerebro? David H. Hubel, premio Nobel, rechazó de plano el modelo de las células abuela. Era a finales de los ochenta. Desde entonces, nadie se atrevió a abogar por la existencia de tales células altamente especializadas. Mente y cerebro 16/2006
Electrodos en humanos Los recientes resultados han sido posibles gracias a la colaboración de pacientes aquejados de un tipo de epilepsia que no es tratable con medicamentos. Mediante una intervención quirúrgica debe extirpárseles el foco de origen de los ataques epilépticos. Algunas veces no basta con el electroencefalograma y la resonancia magnética funcional para localizar con exactitud dicho foco; cuando eso acontece, los neurocirujanos implantan de forma transitoria un centenar de finos electrodos en el cerebro. Así, esos receptores sutiles van midiendo sin cesar la actividad de las células nerviosas, hasta dejar acotado el lugar de arranque del episodio. En el seno del “estudio sobre células abuela”, que llevaba Rodrigo Quián Quiroga, el experimento transcurrió de la manera siguiente: mientras los probandos, relajadamente tumbados en la cama, observaban fotos que aparecían con una cadencia de segundos en la pantalla de un ordenador portátil, el neurólogo registraba las señales eléctricas de las neuronas que se activaban. Una de las primeras neuronas gnósticas descubiertas con este método fue la llamada “célula Bill Clinton”, localizada en el interior de la amígdala de una paciente. La neurona respondió a tres imágenes distintas del ex presidente: un dibujo, un retrato y una foto de grupo en la que le veía junto a otros políticos. En cambio, ante fotos de otros jefes de estado norteamericanos, como George Washington o George Bush, la célula en cuestión permanecía inactiva. Un poco después, el equipo de Fried encontró neuronas selectivas semejantes en la zona media del lóbulo temporal de otros pacientes, que reaccionaban sólo ante los Beatles o los Simpsons. En otro probando se activaba una neurona del hipocampo derecho ante la visión de Halle Berry, no obstante presentarse disfrazada de Catwoman y apenas reconocible por quien no fuera un admirador de su interpretación. Así pues, la neurona no reaccionaba únicamente frente al rostro de Halle Berry, sino frente a la persona en sus diversas formas y facetas. La mera exMente y cerebro 16/2006
posición escrita de su nombre excitaba a la neurona. Quián Quiroga supone que las neuronas especializadas son esenciales en el proceso de reconocimiento. A favor de esta hipótesis habla su localización en el hipocampo, la corteza nasal y la amígdala, todas ellas estructuras de la zona media del lóbulo temporal, que intervienen en la memoria a largo plazo. Pero, ¿cómo aceptar que una sola neurona representa algo tan complejo como es la identidad de Bill Clinton? Desde el punto de vista de la teoría de la información, eso no constituye ningún problema, asegura Christof Koch, del Instituto de Tecnología de California, quien también tomó parte en el estudio y viene colaborando con el grupo de Fried desde 1998. Apunta el símil siguiente: cuando conectamos el televisor la pantalla nos envía de forma inmediata sólo píxeles multicolores repartidos por todo el monitor; implícitamente, sin embargo, se esconde en ellos una determinada información, por ejemplo el rostro de Bill Clinton. Un robot habría solucionado la tarea de la presencia o no de la figura del presidente en la pantalla. Su cerebro electrónico tendría que extraer, con una ingente inversión en cálculo, la información oculta a partir de los numerosos puntos gráficos. Con cada paso de cálculo, se reduciría la masa de datos inicial y, en paralelo, aumentaría la elaboración lógica. Hasta que sólo quedara una pequeña cantidad de información pensable —es decir, un bit— que muestra explícitamente la presencia de Clinton: 1 (Bill) o 0 (no Bill).
Varias neuronas, un bit Según la hipótesis de la consciencia de Koch y de Francis Crick, nuestro cerebro se comporta siempre de una forma muy semejante. Desde su representación en la retina ocular hasta su percepción consciente, el rostro de Clinton desencadena una intensa actividad neuronal. Sin embargo, mientras que en los niveles bajos de elaboración participan muchos grupos neuronales, la actividad en las estaciones superiores se va restringiendo el número de neuronas participantes. No se defiende, en absoluto, que sea una única célula la que represente el correlato neuronal de Clinton. “La activación de una sola neurona sería demasiado débil como señal”, subraya Koch. Pero admite como bastante probable que la actividad conjunta de un pequeño número de neuronas podría bastar. Las células en cuestión codifican la idea abstracta de Clinton. ¿Qué pasaría si se destru-
AG. FOCUS / SPL / DOUGLAS & MARTIN
En esa época no se hallaba todavía establecido el abordaje experimental de la cuestión sobre los fundamentos celulares de la consciencia. Sí se recurría ya a los electrodos para excitar la actividad cerebral en monos y gatos. Pero los animales no explican lo que les pasa por la cabeza, lo que dificultaba cualquier empeño por acotar la percepción consciente.
CELULILLAS SABIAS. ¿Puede una única neurona codificar algo tan complejo como es la identidad de una persona determinada? En teoría sí.
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yeran todas esas neuronas específicas? Pues que desaparecía el concepto “Bill Clinton” de nuestra mente. En la investigación llevada a cabo en el Instituto de Tecnología de California se abordan unas cuarenta neuronas a la vez. Con toda lógica cabe preguntarse si no resulta ínfima la posibilidad de encontrar, entre los millones de neuronas que componen el lóbulo temporal, la célula que reconoce este o aquel rostro. Amén de ser legítima esa cuestión, ocurre que la neurona identificada no siempre funciona, concede Koch. Ello no empece que sí existan neuronas vinculadas con determinados objetos o personas (hijo, perro, ordenador personal, etcétera). El cerebro realiza una “representación escueta” de los contenidos conscientes mediante un pe-
queño grupo neuronal presumiblemente sólo para aquellas personas y cosas con las que se tiene un contacto frecuente. Apoyados en ello, los investigadores se informan antes de cada ensayo sobre los intereses de los probandos. Sólo entonces preparan un catálogo de unas cien imágenes que muestran gráficamente dichos intereses. Koch, conjuntamente con Crick, estableció, hace ya algunos años, una hipótesis sobre los correlatos neuronales de los contenidos de la percepción consciente: en la elaboración de la información visual, por ejemplo, se unen, al activarse de forma simultánea, grupos neuronales situados en parte lejos unos de otros. Se establecen así diferentes coaliciones que posibilitan la elaboración de interpretaciones alter-
nativas de los mismos hechos. El que una determinada interpretación se acabe imponiendo en nuestro cerebro depende de a qué rasgos de la imagen el cerebro envía la mayor atención. KATJA GASCHLER es doctora en biología.
Bibliografía complementaria BEWUSSTSEIN — EIN NEUROBIOLOGISCHES RÄTSEL. C. Koch. Elsevier/Spektrum Akademische Verlag; Heidelberg, 2005. INVARIANT VISUAL REPRESENTATION BY SINGLE NEURONS IN THE HUMAN BRAIN. R. Quián Quiroga, L. Reddy, G. Kreiman, C. Koch e I. Fried en Nature, vol. 435, págs. 1102-1107; 2005.
Drogas de diseño Son más baratas que una entrada de cine y mantienen en funcionamiento la máquina del placer. Las drogas sintéticas de los fines de semana, como el éxtasis y similares, corren sin freno entre los jóvenes. Pero esas pastillas polícromas no son inocuas
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i la protesta, ni la desesperación ni el deseo de ensanchar su propia conciencia empujan hoy a los jóvenes a recurrir a las drogas. El consumo creciente responde al mero deseo de “sentirse mejor”. Sobre todo los que están por debajo de los 30 años se surten de un arsenal de sustancias ilegales para arrancar a pleno ritmo tras la jornada laboral o al empezar un fin de semana: buscan el acelerón rápido, la onda de la euforia que les ha de acompañar en una diversión que perdura una o incluso dos noches en discotecas u otros lugares de concentración. Después, les espera la rutina diaria de las escuelas, la formación profesional o del trabajo. Hasta el próximo maratón festivo. Quien quiera formarse una idea actual de la conducta adictiva de adolescentes y jóvenes no puede pasar por alto las drogas sintéticas del tiempo libre, y menos que ninguna, el éxtasis. Las “pastillas placenteras” de colores chillones se popularizaron (y eran fáciles de conseguir) en los años noventa del siglo pasado, sobre todo en los llamados en el argot juvenil ambientes tecno y rave. Cuando parecía que había decaído su difusión, en muchos países
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ha vuelto a multiplicarse el número de sus consumidores, según confirman los informes anuales de la oficina europea de vigilancia para las drogas y la drogodependencia de Lisboa.
Pérfida normalidad Entre el dos y el cinco por ciento de los jóvenes de Europa occidental han probado éxtasis y otras drogas de la misma familia química. Hasta un 10 por ciento se hallan, en principio, abiertos a las pastillas coloreadas. Por el contrario, el consumo de drogas “duras”, como la heroína o el crack, se ha estabilizado en la mayoría de los países o, incluso, ha retrocedido. Pero las pastillas de la “felicidad”, que se presumen erróneamente inofensivas, van ganando terreno, para agregarse con creciente naturalidad al alcohol, el tabaco o el hachís, drogas toleradas aunque no menos peligrosas. La barrera psicológica es también baja. La mayoría de los consumidores —a diferencia de los yonkis que sufren una incapacitante dependencia de la heroína— llevan una vida bastante normal. Los familiarizados con las pastillas vienen de unas circunstancias sociales comparativamente íntegras y consumen,
en una reunión vivaz, un par de pastillas para incrementar el estado de placer. El potencial físico de adicción del éxtasis y similares es, ciertamente, muy pequeño, pero un consumo frecuente conduce presto a una dependencia psíquica. En una sociedad en la que se pide un alto rendimiento debe darse, también en el tiempo libre, el último empujón: vivir en la frontera. Por su estructura química, el éxtasis (3-4-metilen-dioxi-metanfetamina, MDMA) representa sólo uno de los muchos compuestos afines de la anfetamina. Los miembros de ese grupo de sustancias se reconocen sin dificultad: constan de un hidrocarburo cíclico de seis átomos de carbono y de un grupo lateral. Quitando o añadiendo algunas moléculas en esta o aquella esquina de la estructura básica o del grupo lateral se pueden crear toda clase de variantes. Los derivados tienen, en parte, efectos bastante diferentes en la psique. No faltan, pues, posibilidades de ir ideando nuevos mensajeros de felicidad. De hecho, los diseñadores de drogas vienen jugando, desde hace un par de decenios, al ratón y el gato con la justicia. Puesto que cada estupefaciente ileMente y cerebro 16/2006
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SUPERMAN EN COMPRIMIDO. Los diseñadores de pastillas tratan de fomentar la venta de éxtasis mediante símbolos supuestamente sugerentes.
gal debe ser mencionado explícitamente en el catálogo de los “narcóticos de circulación restringida”, los laboratorios ofrecen sin cesar nuevos productos con ligeras diferencias químicas —y por tanto no catalogados— hasta que se los incluye en el índice de sustancias prohibidas. Además del radical básico MDMA (sintetizado ya antes de la primera guerra mundial, pero prohibido en los ochenta del siglo pasado), se cuentan hoy muchas sustancias emparentadas con él. Los creadores de las pastillas de la felicidad han inventado, asimismo, nombres sugerentes para su comercialización. El término “éxtasis” apareció a principios de los ochenta del siglo pasado y dio un impulso adicional al consumo de pastillas entre la juventud. Otros nombres en boga son “Adam” (anagrama de MDMA), “XTC” o simplemente “E”. También “superman” parece ser un atractivo argumento de ventas, pues el nombre sugiere un viaje Mente y cerebro 16/2006
alucinante, en el que uno se siente poco menos que omnipotente.
Colapso por espid Pero, ¿qué efecto ejercen estas sustancias en el cerebro y en la psique? Y, sobre todo, ¿qué daños pueden dejar tras de sí? La anfetamina —también llamada espid (speed)— excita sólo físicamente, reprime las sensaciones de hambre y sed al igual que el cansancio, pero sin alterar, por ello, el estado sensorial y la autopercepción de los consumidores. Los adictos a la música tecno la prefieren para las largas sesiones de baile, pues lo que importa en este caso es la capacidad de aguantar. A los consumidores de anfetaminas les amenaza un peligro peculiar, el colapso circulatorio; muchos de ellos, en el desenfreno de movimientos, olvidan la apremiante necesidad de ingerir líquidos. Los psicofarmacólogos designan el efecto de la MDMA y similares como “entactógeno”, es decir, “que afecta a
lo más íntimo”. El consumidor se siente placenteramente y en paz consigo mismo y con el mundo. De pronto, le parecen simpáticos y amigables los otros participantes, que unos momentos antes le eran indiferentes. Entre media y una hora después de tomar la “droga del abrazo” a más de un discotequero le encantaría colgarse del cuello de alguien. Predomina un estado de absoluta relajación; hasta los intereses sexuales pasan a un segundo plano. Simon Reynolds, periodista musical que en Generation Ecstasy describe la vida de los escenarios de tecno y rave, subraya el atractivo de la droga: la sensación de ser uno con el grupo, en el que todos están de buen humor, hace que el individuo se diluya en el colectivo. Cierto que ello facilita socialmente a los caracteres cohibidos o pusilánimes a acercarse a los otros, pero también confiere al todo un aura poco menos que religiosa.
¿Sanación por el éxtasis? Desde 1970, psicólogos y psiquiatras están tratando de utilizar la droga em-
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Drogas de diseño ayer y hoy Los farmacólogos las llaman “estimulantes del tipo anfetaminas”: un grupo de sustancias que abarca un campo amplísimo de drogas sintéticas. La sustancia activa MDMA (“éxtasis”), al igual que su pariente próximo MDA, no son drogas de diseño en sentido estricto. Se sintetizaron a principios del siglo XX y fueron patentadas antes de la primera guerra mundial como inhibidores del apetito por la empresa farmacéutica alemana Merck. Sólo a lo largo de los años ochenta del siglo pasado se añadieron otros derivados, como el MDE (“Eva”), MMDA y MBDB, que fueron prohibidos uno tras otro. Todas estas sustancias son “entactógenas”, es decir, llevan al consumidor a un mundo de algodones, en el que todos se sienten abiertos a los demás. Este efecto psicotrópico se produce, sobre todo, por una intensa inundación del neurotransmisor serotonina, que abastece los centros emocionales del sistema límbico. Las sustancias alucinógenas del tipo de las anfetaminas también son conocidas en este escenario. Entre las drogas de diseño se cuentan otras sustancias; así, los derivados del fentanil o de la petidina, también llamada heroína sintética. A diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en los Estados Unidos, estos estupefacientes, que en parte crean una intensa dependencia, apenas si están difundidos, hasta ahora, en Europa.
de un millón de pastillas. Se venden en la mayoría de los casos a los jóvenes, preferentemente en locales nocturnos y discotecas.
TALAMO
CORTEZA CEREBRAL (CORTEX)
HIPOTALAMO
SEPTUM
pática MDMA con fines terapéuticos, con éxito moderado. Al poco de la administración, desaparecía su efecto ansiolítico y desinhibidor en los pacientes. Al publicarse, en 2004, los tests clínicos del MDMA en los tratamientos a personas con trastornos postraumáticos, el responsable del estudio, Michael Mithoefer, recibió severas críticas. Se le objetaba que el aparente y emocional efecto en profundidad y el efecto “todos se aman” de la droga no era otra cosa que una ilusión transitoria, producida por la química. En ello reside, justamente, uno de los peligros para los jóvenes consumidores. Estos, con un número creciente de chicas, buscan las sustancias psicotrópicas con la errónea creencia de superar, por ese medio, sus propias inseguridades y miedos. Pero sucede lo contrario. Tan pronto como remite el efecto de las “pastillas festivas”, el estado afectivo del consumidor cae en picado. ¿Por qué? En razón del mecanismo bioquímico de operación del éxtasis.
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AMIGDALA HIPOCAMPO NUCLEOS DEL RAFE
Provoca un notable vaciado de la reserva de serotonina del cerebro. Este neurotransmisor interviene en la comunicación entre áreas cerebrales que condicionan el equilibrio emocional de la psique. Pero si se provoca un exceso de neurotransmisor durante cierto tiempo, como sucede cuando el consumidor de éxtasis inunda, por así decir, su cerebro de serotonina, entonces las neuronas no aportan el suministro requerido. De lo cual se siguen graves depresiones, cuando la fiesta ha terminado. Puesto que el centro cerebral de la memoria, el hipocampo, depende también de la serotonina para funcionar sin contratiempos, los problemas de memoria constituyen una de las secuelas habituales de esta intoxicación. Se disputó durante mucho tiempo si el depósito neuroquímico descontrolado desembocaba en un daño permanente del cerebro. La investigación reciente del éxtasis, como la emprendida por Rainer Thomasius, ha revelado que los problemas de memoria de muchos
CEREBELO
SIGANIM
Las pastillas de éxtasis se venden hoy bajo centenares de formas y colores: redondas, pentagonales, en figura de flores; con estrellas, letras o corazones. No es casual que, a primera vista, recuerden a los dulces: la apariencia de bombón suele reducir la barrera psicológica entre los más jóvenes. Una cocina de drogas privada y bien provista produce hasta cien kilogramos de éxtasis a la semana, que equivale a alrededor
ex consumidores perduran años después de la última pastilla; tanto más cuanto más alta fue la dosis.
Muerte celular acelerada La MDMA ejerce, al parecer, un efecto tóxico en el cerebro. Con el tiempo, se mueren precisamente las neuronas que reparten serotonina, excitadas largo tiempo por las drogas. Los experimentos de laboratorio con ratas habían llegado ya a los mismos resultados, pero se les criticó las altas dosis empleadas, que podrían haber sesgado los ensayos. Pero las investigaciones de George Ricaurte, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, mostraron después que dosis moderadas de MDMA desnivelaban, de forma permanente, el equilibrio químico en el cerebro de los monos. Por desgracia, muchos aficionados al éxtasis ignoran los peligros que acarrea para su salud. Han interiorizado en lo más profundo la idea extendida de sentirse mejor gracias a la pastilla. Añádase que el consumo combinado Mente y cerebro 16/2006
con otras drogas, sobre todo alcohol y hachís, agrega un plus de peligrosidad a esa indiferencia que les hace pensar y decir: “¿qué más da una droga más o menos?”. Cuando pastillas de éxtasis se cortan con alucinógenos, no es infrecuente la excursión sin retorno. Coinciden los expertos en la urgencia de una amplia labor pedagógica. Abordar incluso directamente al grupo destinatario in situ, en los clubes. Quien ingiere “drogas festivas” no suele acudir a la consulta del médico. Son raros los consumidores de éxtasis que se consideran a sí mismos casos problemáticos; para ellos la pastilla se ha convertido en una suerte de complemento “vitamínico”. ROSELLA CASTELNUOVO
ANFETAMINA
SEROTONINA
MDA
MDMA
Un sortilegio numérico ¿Utilizamos sólo el diez por ciento de nuestra capacidad cerebral? Abundan los mitos en torno al número diez
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s casi imposible mantener una conversación sobre nuestro cerebro y su potencial mental sin que pronto se mencione la leyenda del supuestamente desaprovechado noventa por ciento de la masa gris. La creencia de que el humano medio sólo emplea una décima parte de su circuitería neuronal hace tiempo que ha adquirido status de verdad incuestionable. Y no es de extrañar. ¿No nos figuramos siempre que tenemos más en “la caja” de lo que dejan sospechar nuestros certificados? Podemos perder un día sí y otro también el paraguas, tartamudear al hablar, aguantar estúpidos programas de televisión e incluso no rebosar de ideas geniales, pero siempre nos queda el consuelo de tener aún en la manga enormes reservas mentales. El problema es sólo que tal supuesto contradice la moderna investigación del cerebro. ¿Por qué habría tenido la evolución que hipertrofiar nuestro encéfalo, tan exprimidor de energía, si con sólo una parte de su capacidad de rendimiento saldría adelante más relajadamente? La selección natural orilla lujos innecesarios. Además, si hubiera amplias zonas cerebrales en paro, no tardarían en atro-
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fiarse. El tejido nervioso está sujeto a un proceso de debilitamiento aún más fuerte que el tejido muscular, de conformidad con el lema: “Quien descansa, se enmohece”. Precisamente por eso, en los primeros años de vida, se podan de una forma contundente las conexiones nerviosas apenas utilizadas. Merced a las técnicas de formación de imágenes se ha podido ya cartografiar todas las regiones cerebrales. Cualquier actividad específica exige un rendimiento de otra anfractuosidad, por lo que, antes o después, entrará en acción. Al igual que el cuerpo no emplea nunca todos los músculos a la vez, tampoco entran nunca en excitación al mismo tiempo todas las neuronas cerebrales; ni siquiera es ello deseable: un disparo simultáneo es lo que acontece, en los ataques de epilepsia, cuando una onda de excitación inunda el cerebro y frustra cualquier capacidad de pensamiento coordinado. Con independencia de lo dicho, no se puede equiparar sin más, automáticamente, mayor actividad cerebral con actividad mental de nivel superior. Muy al contrario, según subrayaba Detlev Linke. El rendimiento intelectual consiste en agrupar en un nivel superior múltiples experiencias aisladas; la abs-
tracción hace más económico el pensar. Cuando los humanos ponen en ejercicio a determinadas tareas mentales, se les exige lubrificante cerebral; la experiencia acumulada reduce el tiempo de entrenamiento, al par que se resuelve la tarea mucho mejor. El mito del diez por ciento tiene más que ver con la magia de los números que con la contrastación científica. Nuestros antepasados desarrollaron ya una gran veneración por el número diez. No en vano la naturaleza nos ha dotado con ese número de dedos en las manos que nos permite contar, y hasta las reglas de conducta divinas nos llegaron bajo la figura de los diez mandamientos. En nuestro sistema decimal el diez es un número redondo, manejable y pegadizo. Y van surgiendo otros mitos nuevos: el diez por ciento de los niños recién nacidos son, al parecer, “hijos cuclillo” (ave que pone los huevos en nidos ajenos); hasta un diez por ciento de la humanidad sería homosexual. A propósito de lo segundo, parece más cercano a la verdad que la cifra de homofilia se encuentre por debajo del cinco por ciento. ROLF DEGEN es psicólogo de Bonn.
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Acupuntura La acupuntura es sana y alivia los dolores, afirman los partidarios de este método del Lejano Oriente. Mientras aumenta el número de pacientes que acude a este procedimiento alternativo, la medicina académica cuestiona su eficacia Susanne Kemmer
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MAURITIUS
o sabría describir la sensación que deja el pinchazo en el cuerpo”, confiesa la paciente. “Es como un dolor que zumba, aprieta y al mismo tiempo produce cosquilleo.” Estamos lejos de predecir con certeza que la paciente, sometida a sesiones de acupuntura, se liberará de sus dolores crónicos de cabeza. De momento, se ha distanciado la incidencia de los ataques. La acupuntura (del latín acus, aguja, y pungere, pinchar) constituye un método chino de curación. Los primeros documentos escritos se remontan a la dinastía Han (206 a.C-220 d.C.). Se supone que el conocimiento de las artes y hierbas medicinales del Lejano Oriente llegó a Europa en los siglos XIII y XIV, traído por los misioneros y los viajes de Marco Polo. Hubo de transcurrir mucho tiempo, sin embargo, para que se produjera la revolución internacional de la acupuntura. En 1972, cuando el presidente Richard Nixon visitó la República Popular China con su séquito de periodistas, éstos se hicieron lenguas de los resultados espectaculares de este método en anestesia y analgesia. Aplicado a las operaciones de cesárea, no se recurría a ningún tipo de anestésicos; bastaba con las agujas. Treinta años más tarde, la medicina china tradicional (MCT) se ha difundido por Occidente, si bien no ha podido desprenderse de cierto nimbo esotérico. Pero la investigación se va abriendo paso y se multiplican los trabajos sobre sus efectos polivalentes. El equipo de Winfried Meissner, de la Universidad
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de Jena, puso de manifiesto en 2004 las reacciones fisiológicas del organismo al estímulo de la acupuntura.
Efecto mensurable Los investigadores provocaron determinados estímulos dolorosos a probandos anestesiados y los controlaron simultáneamente con la aplicación de agujas analgésicas. Durante la prueba fueron registrando la reacción de cada sujeto a través de corrientes cerebrales (potenciales evocados); se trata de un patrón característico de ondas electroencefalográficas (EEG) desencadenadas por el estímulo. Pese a que los voluntarios anestesiados no percibieron el pinchazo de forma consciente, los potenciales evocados se aplanaron con la acupuntura. Meissner y su grupo concluyeron que la acupuntura era algo más que un placebo: mitigaba en verdad los dolores. Abundaron en esa idea Konrad Streitberger y su grupo, de la clínica de anes-
tesia de la Universidad de Heidelberg. En 1998 efectuaron pruebas con agujas de placebo en pacientes despiertos. En vez de introducir la aguja en la profundidad de la piel, la ficción terminó tras el pinchazo. El probando, pese a sentir el pinchazo, no sabía que la aguja se había quedado en la superficie de la piel. Al final de los ensayos, se comprobó que los voluntarios sometidos a una acupuntura real consideraban mucho más satisfactorio el tratamiento que los tratados con el placebo. Las explicaciones de lo que sucede con estas finísimas agujas de acero en el interior del cuerpo humano divergen según las ofrezca un médico occidental, de corte académico, o un partidario de las reglas de la medicina china. Es evidente, sin embargo, que la aguja desencadena la liberación de mensajeros que regulan la médula espinal y el cerebro: opiáceos endógenos y serotonina, que actúan como analgésicos endógenos.
En la médula espinal se liberan cefalina y dinorfina, péptidos opiáceos que bloquean la excitación de las células nerviosas que conectan con el cerebro. Mientras la aguja se encuentre en la piel, este estímulo compite con las molestias del paciente. Desde los trabajos clásicos de YiSheng Han, de la Universidad Médica de Pekín, se conocen los distintos aspectos de la reacción hormonal al tratamiento con la acupuntura. En los años ochenta, este bioquímico demostró la liberación de endorfinas analgésicas (opiáceos endógenos) tras la colocación de las agujas. Han sometió a una acupuntura electrónica a las ratas y transfundió su sangre a un grupo testigo. Los animales de ambos grupos se mostraron menos sensibles al dolor después del tratamiento; con la sangre también se habían transferido analgésicos endógenos. Se ha venido descubriendo que el cuerpo no sólo responde liberando en-
Alfileres contra el dolor
Marcus Bäcker, del instituto de medicina natural integral de la Universidad de Duisburg-Essen, propone un segundo mecanismo, más duradero, de acción sobre la médula: las sinapsis inhibidoras situadas en el asta posterior reducen durante mucho tiempo la intensidad con la que transmiten las fibras nerviosas propagadoras, por lo que el dolor verdadero deja de llegar al encéfalo y, en consecuencia, deja de percibirse de forma consciente. Mente y cerebro 16/2006
Un tercer mecanismo que también se sigue de una supresión a largo plazo se basa en una suerte de contrairritación cerebral: aunque la aguja se haya retirado mucho antes, persiste la actividad de ciertas zonas del diencéfalo. Las hormonas del hipotálamo y de la hipófisis y la endorfina beta llegan, a través de vías nerviosas descendentes, hasta la médula espinal y determinan un efecto analgésico de larga duración. #%2%"2/ 0ROPAGACIØN A LA CORTEZA SOMATOSENSORIAL 0ROPAGACIØN AL SISTEMA LÓMBICO
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&IBRAS DOLOROSAS
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SIGANIM
Entre los numerosos efectos de la acupuntura, el más fácil de explicar es el analgésico. Según la medicina académica, al pinchar con la aguja de acupuntura se produce la transmisión de los impulsos: los nociceptores y los mecanorreceptores de la piel informan sobre la naturaleza y la intensidad del dolor a través de vías que ascienden hasta la médula espinal. La señal pasa luego por varias estaciones de relevo (por ejemplo, en el mesencéfalo, que no se dibuja) y llega finalmente, a través del tronco cerebral y del diencéfalo, al tálamo (porción del sistema límbico) y a la corteza somatosensorial, donde el dolor se hace consciente. El sistema límbico aporta al impulso su componente emocional necesario: el dolor resulta torturante. Además, el cerebro reacciona ante el estímulo de la acupuntura igual que ante cualquier otra irritación inducida por el estrés. El cuerpo libera una mayor cantidad de la hormona ACTH que, a su vez, estimula la producción de cortisol y de otras sustancias analgésicas por la corteza suprarrenal. El estímulo de la acupuntura actúa sobre tres planos, al menos: la primera analgesia sucede en la médula espinal, cuando el terapeuta inserta el alfiler; las vías nerviosas, excitadas por la aguja, acaban en el mismo segmento de la médula espinal que las conductoras del dolor que se desea combatir. El estímulo de la acupuntura determina, en estos casos, una liberación de encefalina y dinorfina que inhibe la excitabilidad eléctrica de las neuronas propagadoras. De esta manera se explica también el efecto analgésico inmediato de la acupuntura: mientras la aguja permanezca en la piel, esta excitación sirve de maniobra de distracción del dolor verdadero.
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