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Alb'o .obcecog' ,¡ vi, i"o". ,,,ud, '" im,gin>-
ción. ¿Quiénes fueron los zapotecos, fundadores de Monte Albán? Q.)
¿Por qu é fund ar la ciudad en una montai'ía? ¿Qu é nos dicen los j e-
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roglíficos de sus monumentos de piedra? ¿Qu é tan extenso fue el
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dominio de sus gobernantes y quiénes sus rivales? ¿Qué sabemos de! ocaso de esta ciudad ahora en ruinas? ¿A dónde fu eron sus habitantes? Con erudición y sencillez la autora nos guía por e! sitio arqueológico; descubre e! entorno geográfico que sustentó la civilización zapoteca; explica por qué se fundó Monte Albán; cómo se controlaban las aldeas agrícolas, así como los confin es de tal civilización. El crecimiento de la ciudad entre 500 a.c. y 750 d .C., cuando Monte Albán despliega plenam.ente su forma urbana , es aún visible, como lo son cerca de medio millón de zapotecos que en e! siglo
XXI
viven en Oaxaca, h ablan zapoteco, mantienen su s costumbres e identid ad gr up al y preservan su cosmología, cultura y v isión d el mundo. E ste sorprendente recorrido es e! que Joyce M arcus logra plasmar en este nuevo libro qu e ponem.os en m anos del lec tor. Joyce M arc us, antropóloga, obtuvo su doctora do en la Universidad de Harvard y dedica su vida profesional al estudio de las sociedades prehispánicas del área maya , andina y oaxaqueña . Actualm.ente es profesora de antropología y curadora de arqueología latinoam.ericana en la' Universidad de Michigan, Ann Arbor. Fue electa miembro de la Academia N aciona l de Ciencias en 1997. Entre sus publicaciones se encuentran !1I[esoarnerican Writing Syste/'l'/S: Propaganda, Myth, and History in Fo ,.,r Ancient Civilizations (1992); con Kent V. Flannery, L a civiliz ación zapoteca : cómo eiJoh,cionó la sociedad urbana en el valle de Oax aca (2001, FCE), y con J eremy A. Sabloff, The Ancient City: New Perspectives 01'1 Urban isl'l'l in the Old and New Worlds (2008).
Monte Albán Joyce Marcus
I ;BN: 978-968-16-8460-0
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I
SE CCIÓN DE . OBRAS DE HISTORIA
Fideicomiso Historia de las Anléricas Serie Cilldades
Coordillada por ALICIA HERNÁNDEZ CHÁ VEZ
y ED UARDO MATOS M OCTEZUMA
Monte Albán
....---,---:, . .
-
Traducción de
JOYCE MARCUS
LU CRECIA ORENSANZ ESCOFET
y ADRIANA SANTOVEÑA /
MONTEALBAN
I EL COLEGIO DE MÉXICO FIDEICOMIS O HISTORIA DE LAS AMÉRI CAS
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Smnario
2008 Primera edició n, Prim era reimpresión , 2014
Marcus, j oyce . _ Monte A1bnn I j oyce Marcus ; trad. de Lucrecia O rensa nz Escofet y Adnana Sa ntovena. _ México : FC E, Colmex, FHA , 2008 206 p. : iluso ; 21 x 14 cm - (Colee. Fideico miso Historia de las Américas. Ser. C iudades) Título origin al: Monte A1bnn ISBN 978-968- 16-8460-0 1. Arqu eo logía - Méxi co - Oaxa ca 2. M éx ico - Oaxaca - Monte Alb nn - Histor ia 1. Orensa nz Escofet, Lucrecia, tr.11. Santoveiia, Adriana, tr. 111 . Ser. IV. t. LC F12 19.8 Z37
Dewey 930. 172 74 M334m
La autora agradece a Katherin e C lahassey y j ohn Klausmeyer, guienes prepararon
todos los dibuj os. Las fotos son de la autora o pertenecen al archivo del proyecto "La Prehistoria y Ecología Humana delVaUe de Oaxaca" .
Disrrif)//ciólI /I/l/lIdinl
, D. R.. © 2008, Fideicomiso Historia de las Améri cas D. R.. © 2008, El Colegio de México Cami no al Aj usco, 20; 10740 México, D. F. D. R.. © 2008, Fondo de C ultura Económica C arretera Picacho-Ajusco, 227 ; 14738 México, D. F. \v\vw.fondodeculturaeconon-uca.com Empresa certificada ISO 900'1 :2008 CO lllentarios: e ditorial@ fondodeculturacconomjca.colll Te!': (55)5227-4672. Fax : (55)5227-4694
Se prohí be la reprodu cción total o parcial de esta obra , sea cual fue re clmcdio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos .
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Presentación Introducción
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1. El medio ambiente 11. Los antecedentes .. III. Los co nflicto s entre M onte Albán y sus rivales y la creación del Estado Zapo teco . .. .. . . .... . . . IV Los primeros edificios públicos y piedras grabadas V Escritura y calendarios de los zapotecos .... . .. . VI. La época II: Monte Albán y su forma actual ... . VII . El Edifi cio J y la expansión territorial del Estado zapoteco .. .. . .... ......... . . .. ..... ... . . VIII . La Época IIIa y las relac io n es entre Monte Albán y Teotihua can .... . ..... . .. . .. . . IX. El apogeo de Monte Albán: Época III X. Cosmovisión y religión de los zapotecos X I. Las famosas urnas zapo tecas ... ..... . . X II. Una visita a Monte Albán . ...... .. . . X III. La épo ca de decadencia de M onte Albán. X IV La Época V: inmigrantes mixtecos y ej ércitos aztecas XV El tesoro de la Tumba 7 . .. .. . .. . . . . . . . . . . . . . XVI. Los zapotecos actuales y la h erencia de Monte Albán
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Crono logía del /!alle de Oaxaca Fllentes bibliogr4ficas Índice general
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203
ISBN 978-968-16-8460-0 1mpreso en México · Pri/lted i,/ i\llexico
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Presentación
del Fideicomiso Historia de las Améri cas de El Colegio de M éxico y el Fondo de Cultura E conómica cumple 15 aúos de existen cia, con 73 títulos publicados qu e respaldan su traye ctoria editorial. Para co nmenlOrarlo sella un ciclo de su labor con una serie de títulos que, además, celebran el bicentelu ri o de la Indep enden cia y el centen ario de la R evolu ció n mexicana, su cesos que plantean la necesidad ineludible de reflexionar sobre pro cesos determinantes en la vida de nu es tro s países. En el primer caso, repensar los pro cesos que conduj eron a la Indep endencia es una o casión para identificar los vínculos entre los p aíses iberoam ericanos, Espai'ia y el mundo occidental en su conjunto. La comprensión de los nexos culturales, p olíticos, sociales y econónllcos qu e se han dado entre las áreas ib eroamericanas y entre éstas y las áreas espal10las y europeas nos p ermite significar las particularidades en los pro cesos históricos am ericanos y recono ce r lo qu e nos identifica como parte del mundo occidental. La Serie Ciudades trata de desentraúar los orígenes, la forma ción del esp acio urb ano, la es tructura y las fun ciones de las ciudad es, p ero sobre todo sus componentes sociales, políticos y culturales, y sus transformaciones a lo largo del tiempo. Se trata, por otra parte, de hace r explícitas sus es tru cturas internas y su funcionamiento, respetando su propia cronología y pro cesO, pero siempre tratando de arribar a un análisis que identifique y caracterice los rasgos contemporáneos qu e las distinguen, m arque sus problemas y, en lo posible, sea capaz de trazar sus proyecciones futuras. C o nfiamos en que es ta se ri e co nmemorativa, des tinada a la cOlnprensión de dos siglos de profundas transformaciones históricas, tanto en el continente ameri can o como en el europ eo, arroj e nueva lu z en torno a los complej os cambios vividos, los avances y
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A COLECC IÓN
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PRESENTACIÓN
Introducción
las resistencias o modalidades de adaptación de cada país. Pensam os a su vez qu e, al presentar un pasa do histórico estudiado de mo do crítico - sin falsos nacionalismos- , podremos cOlTlprender m.ej or nuestro presente que, más que occidental, se nos presenta global. ALICIA HERNÁNDEZ CHÁ VEZ Fundadora y presidenta del Fideicomiso Historia de las Américas
SÓLO OCHO KILÓMETROS de la actual ciudad de O axaca se ency entra la antigua ciudad zapo teca de Monte Albán. Las ruinas de este asentamiento, qu e en su apogeo abarcaba seis kilóm etros cuadrado s, cubren ah ora la cima y las laderas en terrazas de vari os ce rros que se eleva n 400 m sobre el fondo del valle. E stos cerros se cono cen actualmente com o Monte Albán, M onte Albán C hico, Mogotillo, El Gallo y Cerro Atzompa. Miles de visitantes de to do el mundo llegan a Monte Alb án ca da úio. Todos se quedan impresionados, pero muchos se van con preguntas sin responder. ¿D e dónde eran los fundadores de M onte Albán? ¿Por qué fundaro n la ciudad en una montaila? ¿Cóm o se sab e que sus ocupantes eran zap otecos? ¿Se pueden leer los j eroglífi cos de sus monumentos de piedra? ¿Qu é extensió n tenía la región controlada por sus gobernantes? ¿La ciudad tenía rivales? ¿Por qu é quedó en ruinas? ¿A dónde fu eron sus ocupantes? Gracias a las intensivas investigaciones arqueológicas de los últimos 75 años , ahora sabem os las respuestas a muchas de estas preguntas , aunqu e el interés público en Monte Albán comenzó mucho antes . Muchos de los viaj eros del siglo XIX y principios del XX, entre ellos explorado res e investiga dores tan importa ntes co m o G uill ermo Dupaix, Adolphe Bandelier, D ésiré Charnay, W illiam H . H olmes, M arshall H . Saville y C onstantine G eorge Ri ckards, han hablado de Monte Albán en sus escritos. El primer boce to de la plaza pr incipal se publicó en 1859, como un ap éndice del libro Estadística de Oaxaca} de un tal Mm·guía. Las investigaciones científicas serias en Monte Albán com enzaron con el arqueólogo m exicano Leopoldo Batres. Los hallazgos de Batres se publicaron en su libro de 1902, Exploratiol1s rif Monte A lbán} en el que ofreció sus impresiones iniciales de la ciudad serrana:
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INTRODUCCIÓN
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Monte Albán es una montaüa, cuya cima y laderas están prácticamente cubiertas de construcciones colosales que nos dicen, por la elocuencia de la nugnitud, que ahí habitó un gran pueblo, nl.uy grande, del cual todavía quedan descendientes, pero en condiciones incomparablemente inferiores a las de sus antepasados. El mundo no puede contener nada más hermoso que el panorama de los valles que rodean esta sierra. El acceso es dificil, pues sólo hay brechas. En esta primera visita busqué primero algunos monumentos con esculturas, escritura o cualquier cosa que me permitiera conjeturar quién había creado esta enorme ciudad. Sólo encontré las seis piedras con figuras humanas comúnmente conocidas como Los Danzantes, que fueron dadas a conocer al mundo por Dupaix. El arte de la escritura en Monte Albán puede considerarse único. Si no hubiera hecho el estudio antropológico de las figuras esculpidas en piedra y establecido por este medio, de manera concluyente, que esta gran ciudad, ahora en ruinas, había sido construida por los zapotecos, nunca hubiera podido clasificar como zapoteca esta gran diversidad de caracteres [j eroglíficos l.
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20 km I
J. Sitio arqueológico •
Pueblo moderno
Mapa del valle de Oaxaca, en el que aparecen lugares mencionados en el texto.
La siguiente publicación importante sobre Monte Albán fue de unjoven arqueólogo mexicano, Alfonso Caso, cuyo libro de 1928, Las estelas z apotecas, fue un estudio pionero sobre el calendario,jeroglíflcos y monumentos de piedra de Monte Albán y otros sitios del valle de Oaxaca. Muchas de las conclusiones a las que llegó Caso en 1928 acerca del calendario y los glifos zapotecos siguen vigentes a la fecha . Caso merece un crédito enorm.e por mostrarnos que la escritura zapo teca fue una de las primeras y más importantes de México. Además de esto, Caso fue responsable de dirigir 18 at10s las principales excavaciones en Monte Albán. La primera de sus temporadas de excavación fue en 1931-1932, y fue entonces cuando excavó la tumba que lo volvería célebre en todo el mundo, la espectacular Tumba 7, llena de exquisitos objetos de oro, plata, tecallí, cristal de roca, azabache, jade, turquesa, ámbar, coral, concha nácar, obsidiana y perla (véase capítulo xv).
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INTRODUCC IÓN
INTRODUCC IÓN
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tículos amorfos en plataformas o piránudes qu e habían soste nido templos, p alacios, juegos de p elo ta y otros edificios. Gracias a Caso y su equip o arqueológico, al1.ora p o dem os recorrer es tos edific ios e imaginar cómo fu e vivir en M onte Albán en su apogeo, entre 500
y 700 d. C.
Edificio J de Monte Albán como se veía durante las de Alfonso Caso.
excavaciones
Much os de los edificios que ve n1.OS hoy en la Plaza Princip al de M onte Albán fu eron excavados, consolidados y restaurados por Alfonso Caso y sus colab oradores: Ignacio Bernal,]orge R .Acosta y M artín Bazán. Estos arqueólogos excavaron extensivam ente toda la Plaza Princip al y m ás allá.También establecieron la secuen cia cronológica de las épo cas que seguimos usando a la fech a: Monte Albán Épocas 1, Il , III, IV YV (véase la "Cronología del valle de O axaca"). La É p oca I pare cía se r el perio do m ás anti guo de Mo nte Alb án porque sus ceránucas características se encontraron en la roca madre o su elo virgen de las excavaciones estratigráficas más profundas. Es to fu e precisam ente lo qu e o currió d ebajo de la Platafo rma N orte de la Plaza Principal, cuya estratigrafia era tan clara que Ignacio B ernal pudo dividir la Época I en tres subépocas, que llamó la, lb y Ic, C uando C aso y sus colaboradores llegaron a Monte Albán, encontraron m ás de una docena de inmensos montículos de piedra y cascaj o alrededor de la Plaza Princip al. C u ando acab aron sus excavaciones, 18 temporadas despu és, habían transformado estos 111.011.-
Aunqu e B atres ya h abía visitado la Plaza Princip al y mu ch as de las terrazas arquitectóni cas de la ciudad en 1902, y Caso, Bernal y Acos ta habían traza do sus m apas en la déca da de 1930, n o fu e sino hasta la década de 1970 cuando se trazó el mapa completo de to do el sitio de M o nte Albán , incluidas sus 2073 terrazas h abitacionales. Este mapa se realizó com o parte de un intensivo recon ocimiento tip o " p atrones de asentami ento" emprendido p or el arqu eólogo Ri chard E . Blanton y publica do en su lib ro d e 1978, }.;Jante A lbán: Settlernent Patterns at the A ncient Z apatee Capital. E n Monte Albán , Caso y sus colegas excava ron docen as de edificios, 300 entierros y 172 tumbas. Mu chas de éstas contenían los restos de personas imp ortantes, y algunas presentaban ur nas fun erarias, murales policromos, adornos y j oyería finam ente trabajados y much as vasij as qu e probablem ente contuviero n co mida y b ebidas p ara el m ás allá. En cu anto a los ciudadan os co munes de M onte Albán, comenzamos a saber acerca de sus condiciones de vida cuando se excavaron varias terrazas residen ciales ordinarias, primero en 1972-1973 (Marcus Win ter) y luego en 1990-1 99 1 (Ernesto Go n zález Licón y Lourdes M árqu ez Morfin). Go nzález Licó n y M árquez Morfin excavaron 12 unidades residen ciales en cuatro áreas distintas de Monte Albán . Sus excavacion es produj eron 160 esqueletos y nuevas mvelaciones acerca de los nobles princip ales y m enores y los ciudadan os ricos . Las investigaciones en M o nte Albán se extendieron h asta la última década del siglo xx con tres proyectos : el Proyec to Plataforma N or te (dirigido por González Licó n), el Salvam ento C arretera de Acceso a Monte Albán (dirigido p or González Licón y M árqu ez M orfin) y el Proyecto Especial (dirigido por Winter) . Otros trabaj os han corrido a cargo del arqu eólogo Arturo Oliveros, la doctora N elly R obles García, directora del sitio, y otra vez, más recientemente, González Licón y M árquez M Ol'fi n ,
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INTRODUCC IÓN
1. El medio alnbiente
Monte Albán está formado por cinco cerros. El más grande es Monte Albán, que incluye la Plaza Principal y las vecindades 7 Venado, El Pitahayo y El Plumaje. Los otros cerros son Monte Albán Chico, Mogotillo, El Gallo y Cerro Atzompa.
quienes siguen excavando terrazas residenciales aproximadamente dos kilómetros al norte de la Plataforma Norte. Estas excavaciones en unidades residenciales nos demostraron que Monte Albán estuvo ocupada por población de muy distintos niveles sociales que realizaban una amplia variedad de tareas artesanales y de rituales domésticos. Aunque toda esta información residencial es importante, aún falta excavar la mayor parte de las terrazas residenciales de Monte Albán. Esperemos que el siglo XXI sea otro periodo de descubrimientos il11.portantes para Monte Albán.
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L MEDIO AMBIENTE DEL VALLE DE OAXACA fu e propicio p ara la vida humana mucho antes de la fundación de Monte Albán . Los primeros pobladores indígenas entraron al valle hace más de 10 000 at1os. Vivían en pequeilos grupos nómadas y subsistían cazando y recole ctando animales y plantas silvestres. Para el 8000 a.e. habían comenzado a domesticar algunas de las plantas nativas. Esto lo sabemos porque estas plantas se conservaron por desecación en las cuevas h abitadas durante distintas épo cas del al10. Las primeras plantas que se domesticaron fueron la jícara o bule y la calabaza. En la Cueva de Guilá Naquitz, cerca de Mitla, se han encontrado cáscaras de bule y semillas de calabaza que datan de 8000-6400 a.e. Para el 6000 a.e. ya se estaban cosechando frijoles n egros, mientras que las mazorcas de maíz encontradas en la misma cueva se han fechado con radio carbono en 4350 a.e. Finalmente se agregaron chiles y aguacates a la dieta. Estas plantas prosperaron gracias al gran potencial agrícola dd valle de Oaxaca.
El entorno natural Tres subvalles, creados por el río Atoyac y su tributario, el río Salado, forman los 2 100 km2 del valle de Oaxaca. El subvalle de Etla se encuentra hacia el norte y es el m ás estrecho de los tres. Hacia el este está el subvalle de Tlacolula, más amplio y árido que el de Etla. Hacia el sur está el llamado Valle Grande o subvalle de ZimatlánOcotlán, donde el río Atoyac recibe agua adicional de los ríos Salado y Mixtep ec. Aunque es el más angos to y fresco de los tres subvalles, el de Etla parece haber sido donde comenzó la vida aldaniega en el valle 17
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EL MEDIO AMBIENTE
EL MEDIO AMBIENTE
de Oaxaca, donde aumentó más rápidamente la población en un principio y donde se formó una sociedad compleja por primera vez en la región . Algunas de las razones de este desarrollo (aunque sin duda no todas) pu eden ser ambi entales. El subvall e de Etla tiene el mayor número de arroyos tributarios aprovechables y la menor tasa de evaporación potencial. Ahí se podían llevar a cabo práctican'lente todos los primeros tipo s de agricultura: se mbrar en tierra de humedad, riego a brazo (con pozos) y riego con canales. La geología y los recursos naturales usados por los antiguos habitantes Un reco rrido a través del valle de Oaxaca revela tres zonas ambientales básicas:
1) el fondo del valle, co n una elevación promedio de 1550 m etros sobre el nivel del mar (msnm); 2) una zona de piemonte entre los 1 700 Y 2000 msnm, y 3) una zona de montal1as que se eleva hasta 3000 msnm. La rocamadre más antigua es tá formada p or rocas metamórfIcas pre cámbricas, principalmente gneis y esquisto. El gneis -una de las formaciones rocosas más comunes en el valle de Oaxacaera una fuente de mica (que ocurre en varios colores, desde blanco y dorado hasta café y negro) y minerales de hierro, magnetita e ilmenomagnetita (usados p or los artesanos antiguos para fa bri car esp ejos pequel10s y otros artículos). El gneis también tenía vetas de h em atita y limonita, de donde se ob tenía el pigmento rojo usado en el engobe de la cerámica y en la pintura para los murales de las tumbas, así como hematita cristalina que podía usarse para crear pintura roja especular. Los depósitos de barro co lorado del gneis precámbrico también se podían usar para colorear la cerámica. El esquisto era una roca dura usada para hacer hachas. La formación rocosa qu e sigue en antigüedad en el valle de Oaxaca es la piedra caliza del cretácico. Aparece en San Lázaro E tla, R an ch o Matadam as y las laderas occidentales del Cerro At-
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zompa y M onte Albán propio. De estas forma ciones calizas se obtiene piedra p ara constru cc ión y cal para el es tu co. Las vetas d e pedernal y sílex en la piedra caliza constituían materias primas para artefactos y h erramientas de piedra. La piedra caliza se podía hornear para produ cir cal en polvo, usada ya sea para mezclar con agua y hacer encalados o estucos, o bien para remojar el maíz antes de molerlo. La mayoría de los edificios públicos monumentales , los pisos de las plazas y las p aredes de las tumbas qu e existen ahora en M onte Albán es tuviero n en otra época cubiertos capa tras cap a de estuco blanc o, que a su vez se podía pintar con colores fu ertes, como azul, verde, amarillo y roJo. Una tercera etapa de la historia geológica del valle fue la deposición de flujos de toba volcánica en el mioceno. Estas tobas son más comunes en el subvalle de Tlacolula, pero apare ce n también en la región de Etla . Esta piedra su ave fue ampliamente utiliza da para construcción y para fabricar m anos y m etates. I
La agricultura que sostenía a la sociedad zapoteca La mayor parte del fondo del valle, la zona más importante para la agricultura, es terreno aluvial. Su an chura varía entre un kilómetro en la parte sur del subvalle de Etla y 17 km en el sur del Vall e Grande. La variabilidad en cu anto a precipitación y a profundidad del agua freática determina la productividad del terreno aluvi ~l en cada uno de los subvalles . El Valle Grande, que tiene la sup erficie más grande de terreno aluvial, también es donde ocurren con m enor frec uencia las heladas. En el Valle Grande hay heladas m enos de una vez ca da 20-40 al1os, mi entras qu e en el subvalle de Etla o curren en promedio ca da tres al1os. Con la altitud aumentan las precipitaciones (y disminuye la evaporación) , de modo que la llanura aluvial recibe menos lluvia (500-600 mm) que la parte alta de las montai'ias (1000+ mm).
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EL MED IO AMB IENTE
EL MEDIO AMBIENTE
Por otro lado, los suelos rocosos de las montaiias retienen po co el agua. Enco ntrar la "mejor" tierra agrícola significa en contrar la combinación exacta de calidad del suelo y cantidad de lluvia . D e un aii.o a otro, la cantidad de lluvia que puede caer es variable e impredecible. La región de Tlacolula recib e en promedio 550 nun al ú io, pero h a habido aii.os en que llovió hasta 1100 nun y otros en que las precipitaciones baj aron hasta 300 nun. Los agricultores lo cales sab en que lo s m eses de noviembre a marzo serán secos, pero no pueden predecir si los meses de junio a septiembre serán m eses promedio o serán temporada de sequía grave o de lluvias torrenciales que inundarán sus campos. Debido a esta incertidumbre, muchos de los campesinos zapotecos actuales reducen el riesgo sembrando sus parcelas en distintas zo nas: en el fondo del valle, en el piemonte y en las montaii.as. El subvalle de Etla, que es el más pequeii.o, angos to, elevado y frío de los tres, tomó la delantera por razon es agrícolas. Mantuvo su ventaj a demográfica y poblacional hasta la fundación de Monte Albán. E n ese momento, el centro poblacional del valle se recorrió hacia el sur, a la ciudad en la monta11a.
El río Atoyac Uno de los principales recursos co n que contó Monte Albán fue el río Atoyac, la princip al fuente de agua para b eb er, cocinar, lavar, ba11arse, h acer adobes y mezclar n1.ortero y estu co. Ahora el río Atoyac es un arroyo menor comparado con el gran río que cruzaba el valle cuando Monte Albán estuvo habitada. En esa época no había presas, desviaciones, bombas con motor o grandes pueblos y asentamientos que reduj eran el flujo del río Atoyac. Los zapotecos ancianos tienen recu erdos vívidos de los altos bosques que existían a lo largo del río Atoyac. Dicen que el río estaba bordeado por enormes tules o sabinos (Taxodiul'l1 mucronatUI'I1), árboles gigantescos que vivían miles de aii.os. Sab emos qu e h abía sabinos junto al río porqu e sus troncos se usaron como columnas
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en algunos de los templos de Monte Albán Época II (100 a.C.-200 d. C.). Tristemente, estos sabinos magníficos prác ti ca mente h an desaparecido de las rib eras : fueron talados para usar la madera en construcción o como le11a. Sólo siguen creciendo sabinos en ciertos lugares sobre el río Atoyac y sus tributarios.
La flora "original" Diez mil a110S de agricultura, 500 a110S de ganadería y mil es de aii.os de cortar madera p ara leii.a h an cambiado enormem ente la vege tación del valle del río Atoyac, que alguna vez fue un bosqu e. Sobre el río, donde el agua freáti ca es taba a meno s de tres m etros deb ajo de la superficie, hubo antes un bosqu e flu vial. Los árboles útiles de es te bosqu e eran los sabinos, sau ces y alisos que crecía n cerca del río Atoyac, pero también pudo haber anonas, cedros , higos y Persea americana, el antepasado silvestre del agu acate ac tual. Sobre las barrancas permanentem ente húmedas del pie monte crecían versiones m enos extensivas de este bosque fluvial. Sobre el terreno aluvial más eleva do, donde el agua freá ti ca estab a entre tres y seis metros debajo de la superficie, hubo bosqu es de mesquites. A medida que se avanza ha cia el piemonte, la vegetación cambiaba gradualmente hacia un bosque espinoso. Disminuían los mes quites y aumentab an los huizach es, a los qu e se sumaba toda una serie de unos árboles leguminosos y con espinas llamados guajes o tepeguaj es. Entre estos árboles sigu en creciendo tunas, órganos, garambullos y biznagas. En este tipo de zona se da una gran variedad de agaves o magueyes, varios de ellos comestibles. A medida que el pi emonte da lugar a las montaii.as más empinadas, aumentan las lluvias y las temp eraturas más baj as reducen las tasas de evaporación. Originalmente, es tas monta11as sostení an un bosque de pinos y robles, que ahora se han reducido enormemente por la tala para madera y producción de carbón. El bosque original sin duda es taba formado por árboles mucho m ás grandes y m ás espaciados entre sÍ.
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EL MEDI O AMB IENTE
EL MED IO AMBIENTE
D eb e de haber habido muchas especies de roble, pino, manzanita y m adrol10. En es ta zona todavía se encuentran el nogal, el zapote negro, el guamúchil y el copal (Bu/'sera sp.) .
La fauna "original" El animal grande m ás importante en la dieta zapo teca antigua era el venado de cola blanca, qu e ha de h aber habitado en todo el valle. Incluso cuando el desmonte de tierras agrícolas había reducido su hábitat en el fondo del valle, ha de hab er abundado en los bosques de la sierra cercana. También se cazab a jabalí, pero con menor frecuencia. Los conejos y li ebres, por su abundancia, eran parte de la dieta básica . Otro animal básico en la dieta era la tuza (Orthogeo/'/'I)'s grandis), un ro edor alguna vez abundante, pero ahora desaparecido en el valle. Otros animales pequel10s, co mo m apaches y tlac u aches , se consunúan o casionalmente, pero ninguno era tan común como los conejos y las tuzas. El leó n puma era el depredador n1.ás gran~de en la región; impresionaba a los z.a potecos y aparecía a menudo en su arte. También conocían a los jaguares y monos, que vivían no lejos de ahí , en altitudes m ás bajas, como Tehuantepec. D e los reptiles, sólo uno alcanzaba el nivel de alimento básico : la pequ el1a tortu ga de charc os, qu e pudo hab erse atrapado fáci lm ente en las pozas y charcos a orillas del río Atoya c y sus tributarios. En Oaxaca h ay una gran var iedad de aves, p ero sólo una s cuantas especies parecen haber formado parte de la alimentación, entre ellas las palomas, huilotas, torcazas y codornices . Los zapotecos apreciaban en par ti cular las co dornices para h ace r sacrifi cios rituales porque las co nsideraban "a nimales puros", que sólo b ebían gotas de rocío y se n egaban a b eb er agua sucia. Las codornices se sacrificaban en los templos zapotecos y sus hu esos aparecen entre la b asura de rituales. En ocasiones se mataban otras aves, como h alcones y chachala cas, p ero sospechamo s qu e era m ás por sus plumas que por su
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carne. Otros pájaros p equ el10s se cazaban con trampas por sus plumas de colores brillantes, qu e se usaban en las capas y to ca dos de los nobles, así como para fabricar las cortinas que se colgaban en las entradas de algunos templos. Otro alimento básico era el perro, que no formaba parte de la fauna original del valle de Oaxaca, sino que se había introdu cido ya domestica do alrededor de 2000. a.C Los perros se criaban por su carne y parecen haber sido uno de los mu chos alimentos usados en los rituales o servidos en las fiestas zapotecas. Otro animal criado por su ca rne y hu evos era el gu aj olot e, qu e se introdujo en Oaxaca en forma domestica da durante la Épo ca Ir de Monte Albán (100 a.C -200 d.C).
Resumen Existen varias razones por las qu e el valle de Oaxaca pudo sosten er una civilización tempran a como la zapoteca. Primero, en esta región se podían apli ca r muchos tipos distintos de técnicas agrícolas, incluidas formas simples de irrigación. Segundo, gran parte del valle tiene sólo un riesgo núnimo de heladas. Tercym, el valle ti en e 2100 k111. 2 de sup erficie sin barreras o montal1as que hubieran imp edido la intera cció n entre las aldeas. Estos factores contribuyeron al crecimi ento de una poblac ión con oportunidades casi ilimitadas de intera cción social, ritual y (por último) políti ca, lo cual facilitó la evolución de grupos políticos cada vez m ás grandes.
LOS ANTECEDE N TES
II. Los antecedentes
1966, LOS ANT ECEDENT ES de Monte Albán es tuvieron envueltos en el misterio. Sólo se sabía que alrededor de 500 a.e. h abía aparecido una ciudad sobre una m ontaña en m edio del valle de O axaca. En ei momento de su fundación , la ciudad ya era b as tante grande, y aparentemente n o tenía antece dentes locales. Algunos inves tigadores especularon que el valle de O axaca h abía es tado cubi erto p or un lago h asta 500 a.e. , teo ría que se utilizó para explicar por qué no había sitios anteriores en el valle de Oaxaca. Otros creían qu e los fundadores de Monte Albán provenían de la Sierra Mixteca, quizás de Monte N egro en el valle de Tilantongo, un sitio cuya cerámica se parece a la de M onte Albán Épo ca 1. Ninguna de estas teo rías se mantiene actualmente. Durante la década de 1950, el doctor Ignacio Bernal com enzó a examinar el valle de O axaca y a registrar cada sitio arqueológico con uno o más m ontículos artificiales. E n contró 39 sitios qu e se remontaban a la Ép oca I, pero ninguno parecía contener en sí una ocup ació n m ás antigua que Monte Albán. ¿De dónde habían llega do, entonces, los fun dadores de M onte Albán? En 1966, Bernal entregó una copia de su informe a un equipo de arqueólogos de la Universidad de Michigan y sugirió que este equipo volviera a visitar los 39 sitios de su Ép oca I, para ver si podían en contrar cerámica m ás antigua. En un lugar llam ado San José M ogote, en el lTlUni cipio de G u adalup e E tla, los arqu eólogos de Michigan en contraron lo qu e esperaba Bernal: evidencia de cinco épocas cronológicas previas a la Época I de M onte Albán y corresp ondientes al periodo 1600-500 a. e. Entre 1971 y 1980, un segundo equipo de arqueólogos - Richard Blanton, Stephen Kowalewski, Gary Feiru11an, Linda Nicholas y Laura Finsten- realizó una insp ección m ás intensiva del valle de
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Oaxaca , durante la cual descubri ero n 2 700 siti os arqu eológicos qu e proporcionaron muy buena información n o sólo sobre los p eriodos previos a'la Época I sino también sobre el crecimiento de la población en el valle de O axaca has ta el momento de la conquista española en el siglo XV l. Al10ra queda claro que nunca hubo un lago en el valle de O ;L'\:aca y que tampoco llegaron de otro lugar los fundadores de Monte Albán. Provenían de aldeas poco alej adas de la b ase de M onte Albán que ya tenían una tradición de cerámica, arquitectura y escritura j eroglífi ca qu e evolu cionó h acia las formas típ icas de Monte Alb án durante su Ép oca 1. Esas aldeas anteriores también sabían irrigar sus cultivos, convertir las laderas en terrazas arquitec tónicas y usar drenaj es p ara dirigir el agua de lluvia hacia cisternas . N ecesitarían estas h abilidades en M onte Albán .
La Fase Rosario y los fundadores Los ac ontecimi entos qu e di eron lu ga r a la fund ación de Monte Albán pueden hallarse en el p eriodo llamado Fase R osario, que ab arcó de 700 a 500 a.e. , los dos siglos antes de la fundació n de M onte Albán . Los reco no cimi entos arqueológicos realizados entre 197 1 y 1980 dem ostraron que durante la Fase R osario había entre 75 y 85 aldeas en el valle de O axaca . Se calcula que la población en to do el valle duran te esa época era de 4000 p ersonas. Dichos reco no cimi ento s su gieren qu e esta población es taba dividida en al m en os tres unidades políticas distintas, organizadas en el nivel de lo qu e los antrop ólogos llam an "sociedades de j efatura", que están gobernadas por una élite h ereditaria. Es tas fa milias gob ernantes usu alm ente residen en la aldea m ás grande de la región y su autoridad se extiende a una serie de aldeas circundantes. La más septentrional de estas tres sociedades de jefatura estaba en el distrito de E tla. Se calcula qu e contaba co n 2 000 habitantes y estab a fo rm ada por la aldea grande de San José Mogote y sus 18
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a 23 aldeas pequeñas subordinadas. Hacia el sur, en el Valle Grande, estaba el principal rival de San Jo sé Mogote, la jefatura de San M artín Tilcajete y sus aldeas satelitales, con una población total estimada de 700 a 1000 personas. Hacia el es te, en el subvalle de Tlacolula, estaba la j efatura de Yegüih y sus comunidades satelitales, cuya población estimada era también de 700 a 1000 personas. Las relaciones entre estas tres j efaturas de la Fase Rosario eran tan con1.petitivas que habían dejado una " tierra de nadie" de 80 km" en el ce ntro del valle, qu e servía como una zo na de frontera casi desocupada para redu cir las tensiones entre los rivales. A p esar de esta tierra de nadie, algunas de las aldeas eran saqu eadas p eriódicam ente por sus enemigos. Incluso la aldea más grande, San Jo sé Mogote, que abarcaba 70 ha, había sido atacada por sus enemigos alrededor de 600 a.c., y su principal templo había sido incendiado. Durante la Fase Rosario, San José Mogote había desarrollado varios rasgos estilísticos y culturales que nos preparan para lo que encontramos más adelante en la Época 1 de Monte Albán. Uno de los tipos m ás importantes de cerámica de la Fase Rosario, llamada Soco rro Gris Fino, apareció entonces, en la forma de cajetes co n borde volteado. Estos bordes volteados hacia fuera ocurrían en 12 formas re conocibles, cuatro de las cuales se exte ndi eron hacia la Época 1 de Monte Albán. Estos mi smos bordes pres entaban siete proyecciones deco rativas o excentricidades, de las cuales cinco se restringieron a la Fase Rosario y dos se extendieron hacia la Época 1. Algunas vasijas de b arro café y crema también se extendieron de la Fase Rosario hacia la Época 1 de Monte Albán . Así como hubo continuidad en la cerámica, la hubo en la arquitectura. Las co nstrucciones de adobe y de mampostería de piedra típicas de la Fase Rosario de San José Mogote evolucionaron hacia la primera arquitectura encontrada en la Época I de Monte Albán . Una de las plataformas de un templo de San Jos é Mogote (Estructura 19) presentaba enormes lápidas de piedra caliza, muchas de ellas colocadas verticalmente como ortostatos. Esta colo cación vertical de piedras enormes ·se parece a la manera en que están acomodadas las piedras grabadas del Edificio L , un edificio
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público de la Época I de Monte Albán (véase capítulo IV) . Los huecos irregulares que quedaron entre estas piedras erguidas de la Estructura 19 de San José Mogote fu ero n rellenados con bloques más pequeI'ios y rec tangulares de piedra caliza, colo cados uno sobre otro como los peldaños de una escalera. Este estilo de constru cción también aparece en el Edificio L de Monte Albán, así como en otro edificio de la Época I encontrado por el arqueólogo Jorge Acosta debajo del Sistema IV También tenemos el Monumento 3 en San José Mogote, una lápida de piedra grabada durante la Fase Rosario para representar el sacrificio de un enemigo (figura Il. 1). En su pecho aparece una voluta trilobulada (con tres partes), que puede indicar que a esta víctima de sacrificio se le extr;0o el corazón; una evidencia a favor de es ta interpretac ión es que aparece sangre que escurre por el pecho h as ta la orilla del monumento, donde forma do s círculos que luego se co nvierten en triángulos . Como el Monumento 3 formaba el umbral del corredor entre dos edific ios, lo que unQ
El Monumento 3 de San José Mogote. Esta pi ed ra grabada muestra a un enemigo sacrificado a quien le han sacado el corazón. La sangre fluye del pecho hacia el borde de la piedra, donde forma el símbolo de una gota de sangre: un círculo y un triángulo. Entre los pies de la víctima hay un nombre calendárico zapoteco que usa los jeroglíficos "1" Y "L" . El glifo que Alfonso Caso designó como" L" se usó más tarde en Monte Albán. FI GURA 11.1.
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veía primero eran los motivos triangulares de la sangre sobre el peralte de la piedra y luego en la huella, y uno de hecho pisaba el cuerpo de la víctilTla representada. Deb;0o de los pies del enemigo desnudo está su nombre jeroglífico: "1 L" (el número "1" Y el glifo que Caso identificó como "L"). Sabemos que cada niño zapoteco recibía su nombre del día de su nacimiento en el calendario ritual de 260 días (llamado piye en zapoteco; este calendario se describe en el capítulo v). Por lo tanto, podemos suponer que este glifo "1 L" es el nombre propio de la víctima. La razón para anotar el nOlnbre de la víctima como designación de la escena es sin duda subrayar que el enemigo sacrificado en San José Mogote era un m.iembro de la élite hereditaria y no un soldado común. El mismo glifo "L" aparece en textos jeroglíficos posteriores de Monte Albán. Para protegerlo de posibles dúios, el Monumento 3 fue retirado del sitio por el arqueólogo Enrique Fernández y colocado en la sala arqueológica del museo comunitario de San José Mogote, donde lo pueden apreciar los visitantes. En 500 a.c., cansados de ser atacados por las jefaturas rivales y en busca de un lugar más defendible donde vivir, los habitantes de San José Mogote y muchas de sus aldeas satelitales (un total de al menos 2000 personas) abandonaron el fondo del valle y se mudaron a la cima de una montaña de 400 In de altura en la "tierra de nadie". Esta montaña es lo que ahora llamamos Monte Albán (lámina 1). Ahí los inm.igrantes comenzaron la construcción de una muralla defensiva para proteger las laderas más fáciles de escalar. También COlTl.enzaron a formar terrazas en las zonas disparejas para convertirlas en lugares planos para sus viviendas (véanse figura II.2 y lámina 2). Si bien Monte Albán era un lugar naturalmente defendible, una de sus desventajas era que no contaba con una fuente natural de agua en caso de un ataque prolongado. COlTlO estrategia inicial, todos los patios y plazas se cubrieron con una capa de estuco. Estas superficies estucadas captaban el agua de lluvia, que era llevada hacia cisternas subterráneas mediante un muy extendido sistema de drenajes. En 1980, Francisco Javier Sansores publicó un estudio sobre
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Vista aérea de la Plaza Principal de Monte Albán, construida en la cima de un cerro defendible, 400 m sobre la llanura aluvial del río Atoyac.
FIGURA 11.2.
los dren;0es y desagües de Monte Albán propio. Su estudio reveló que cada piso de estuco tenía un declive para dirigir el agua hacia cisternas, para almacenarla durante la época de lluvias (de mayo a octubre). Luego podría usarse en la época de secas (noviembre a abril). En palabras de Sansores: " Durante el trab;0o se descubrió la evidencia del sistema de desagüe, que indica el principio del proceso de captación y recicl;0e del agua de lluvia. El sistema se logró mediante la proyección de declives, orientados de manera diferente, en los pisos de estuco que cubrieron el antiguo recinto". La segunda estrategia usada por Monte Albán tenía que ver con la gran muralla construida por razones defensivas a principios de la historia de la ciudad. Al parecer, una parte de la muralla ha-
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bría servido conlO presa, para bloqu ear varios arroyos y formar un reservo rio de 2.25 h a, sufi ciente para almacenar un máximo d e 67500 m 3 de agua, de acuerdo con los cálculos del experto en hidráulica James A. N eely. La población urbana de Monte Albán habría necesitado grandes ca ntidades de agua; es m.ás, sus n ecesidades habrían sido tan elevadas que no parece probable que haya habido agua excedente para la agricultura. Todas las terrazas excavadas h as ta ahora en M onte Albán tienen constru cciones y pisos de estuco. No es posible ver terrazas claramente agrícolas hasta llegar a la base del cerro. En la parte baja de la ladera suroriental de Monte Albán propio, un equipo de arqueólogos dirigido por MichaelJ. O'Brien estudió un pequeño sistema de irri gación h allado por N eely en su reconocin1.iento. El sistema está formado pOl: una presa y un canal de dos kilómetros de largo. La presa, de aproximadamente 10m de altura en el centro y con una longitud total de 80 m , abarca lo ancho de una barranca natural y consiste en un relleno de rocas con una cubierta exterior de bloques de piedra caliza. El canal comienza en el extremo sur de la presa y sigu e el co ntorno de la montaña a lo largo del extremo sur de la b arran ca, luego b aja por una estribación del piemonte hasta el fondo del valle. A ambos lados del canal hay terrazas agrícolas . Este sistema se fundó en la Época la y aumentó de tamaño durante la Época Ic. Se calcula que el área cultivada es de 50 ha y probablemente alcanzaría para alimentar a un máximo de 250 personas; es decir, sólo un pequeiio porcentaj e de la población de la ciudad (figura 11.3) . La m ejor tierra agrícola cercana a Monte Albán es el terreno aluvial del río Atoyac, que fluí a cerca de la base de la montaña. Es probable que la mayor parte de los alimentos consumidos en Monte Albán se cultivaran aq~lí y se transportaran a la cima de la montaña. Hay dos maneras en que esto pudo hab er ocurrido : primero, muchos habitantes de Mo nte Albán pueden hab er tenido milpas en el fondo del valle; segundo, había almenas una docena de aldeas que quedaban medio día a pie de Monte Albán , a las qu e prob ablemente se pedía que produj eran alimentos como tributo.
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Pequeño sistema de canales de irrigación construido en las laderas bajas de Monte Albán durante la Época 1.
Resumen Durante el periodo de 500-300 a.c., la ce rámi ca, arquitec tura, drenajes, cisternas, lápidas grabadas y escritura j eroglífica de la Fase Rosario evolucionó h acia la cerámi ca, arquitectura, drenaj es, cisternas, lápidas grabadas y escritura j eroglífica de la Época I de M onte Albán. Lo m ás importante es que, una vez instalado s en su cima defendible, la ex jefa tura de San José Mogo te y sus aliados quedaron en una posición adecuada para emprender una guerra de conquista co ntra sus rivales de otras partes del valle. Al cab o de p oco ti empo, la población de la montaña fortificada había aumentado a 5000 personas y la muralla defensiva medía tres kilómetros de largo. Lo s ocupantes h abían creado la primera auténtica ciudad del valle de Oaxaca.
LOS CONFLICTOS ENTRE MONTE ALBÁN Y SUS RIVALES
IIl. Los conflictos entre Monte Albán "X sus rivales y la creación del Estado zapoteco
URANTE LA ÉPOCA lA DE MONTE ALBÁN (500-300 a.c.), la población aumentó a un estimado de 8000-10 000 personas, distribuidas en 261 comunidades. Casi un tercio de la población del valle vivía en la cima for tificada que ahora llamamos Monte Albán. No sabemos cómo llamaban a la ciudad los propios habitantes, pero es probable que ca da cerro tuviera su propio topónimo. La ocupación durante la Época la se concentró en el cerro grande que ahora llam.amos Monte Albán propio (en cuya cima está la Plaza Principal); la ocupación aún no se había exte ndido hacia los cerros cercanos, llamados El Gallo y Cerro Atzompa, ni hacia la loma llamada Monte Albán Chico. Unas 65 ha de Monte Albán muestran una concentración sustancial de tepalcates de la Época la. Algunos tepalcates de la Época la aparecen en otras 300 ha, pero muchos de éstos pueden haber sido llevados h asta ahí en las canastas de ti erra usadas para el relleno de edificios de épocas más recientes . (Esto siempre es un problema en sitios arqueológicos ocupados durante muchos periodos.) La arquitectura pública de la Épo ca l en Monte Albán se conoce poco, porque la mayor parte sigue enterrada debajo de edificios posteriores. No hay evidencia de que la Plaza Principal existiera durante la Época l, al m enos no en su forma presente. No obstante, se han encontrado vestigios de la arquitectura de la Época l debaj o de edifi cios posteriores dentro y alrededor de la Plaza Principal, algunos de los cuales son visibles para los visitantes. Una constru cción de la Época l que puede ap reciarse hoy en día es el nivel más bajo del Edificio L, mal llamado el Edificio de los D anzantes. M ás precisame nte, es te edificio debería llamarse la Galería de los Prisioneros, pues lo que representan las cuatro hileras de lápidas grabadas no son danzantes sino prisioneros asesi-
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nadas o sac rificado s. Aünque menos de 20 d e es tas piedras con prisioneros eran visibles cuando los primeros exploradores visitaron Monte Albán, ahora queda claro que originalmente había más de 300 y que su disposición general era resultado de una planeación cuidadosa. Cada lápida muestra a un prisionero masculino, desnudo, con los ojos cerrados , la boca inusualmente abierta, a veces con volutas de sangre para seilalar la mutilación genital y a veces con una abertura en el pecho, donde se habría extraído el corazón (figura III. 1). La mayoría de los prisioneros aparece en posturas desgarbadas, grotescas e indignas, como los vería un observador parado sob re su cuerpo tirado en el suelo. Los primeros exploradores los confundieron con "dan zantes", y de ahí su inade cu ado nombre. En aI10S recientes, los arqueólogos se han dado cu enta de que el Edificio L era análogo a las conocidas "galerías de prisioneros" de ciudades mayas como Palenque, Toniná y Yaxchilán.
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FIGURA 111.1. Estas piedras grabadas del Edificio L en Monte Albán muestran enemigos sacrificados o prisioneros de guerra: a) presenta mutilación genital, mientras que b), el mal llamado " Danzante del Museo", sólo ha sido despojado de sus ropas .
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LOS CONFLI CTOS ENTRE MONTE ALBAN Y SUS R IVALES
Cuando las más de 300 lápidas grabadas se en contraban en su lugar, el Edificio L debe de haber sido uno de los despliegues más impresionantes de propaganda militar de todo el M éxico antiguo. De hecho, estas esculturas de prisioneros representan casi 80% de los monumentos de piedra producidos durante los 1 200 años de ocupación de Monte Albán. ¿Por qu é Monte Alb án se esforzó tanto en esta exhibición de su éxito militar inicial? Quizá porque durante toda la Época 1 Monte Albán se dedicó a vencer a todas las entidades políticas rivales que se interpusieran en su objetivo de dominar completamente todo el valle de Oaxaca. Gracias al trab~o reciente del doctor Charles Spencer y de la doctora EIsa Redmond, del American Museum ofNatural History de Nueva York, ahora sabemos que San Martín Tilc~ete (en el distrito de Ocotlán del Valle Grande o subvalle meridional) fue uno de los princip ales rivales de Monte Alb án durante esa época . Monte Albán trató durante varios siglos de som eter a Tilcaj ete a su control. Las distintas batallas que enfrentaron a Tilc~ete contra Monte Alb án y que dieron lugar a los saqueos de Monte Albán sobre Tilcajete cons tituyen uno de los des cubrimientos arqu eológicos m ás interesantes de Oaxaca durante los últimos años (figura III.2) . San Martín Tilcajete estaba 25 km al sur de Monte Albán. Recordemos que durante la Fase Rosario (700-500 a.e.) San José Mogo te había sido el centro de una sociedad de j efa tura de 2000 personas en el subvalle del norte. En la misma época, Tilc~ete había sido el centro de una sociedad de j efatura de quizás 1000 p ersonas en el subvalle del sur. Cuando San José Mogote y sus seguidores se mudaron a la cima de Monte Albán y comenzaron a construir su muralla, Tilc~ ete deliberadamente duplicó su tamaño (de 25 a 52.8 ha) , prob ablemente como medida defensiva. También construyó una plaza ceremonial con una orientación de 17 grados al este del norte magnético (una orientación que quizá eligieron de manera premeditada, para contrastar con la orientación norte-sur de los primeros edificios públicos de Monte Albán). Si bien no conocemos todos los detalles del conflicto, sabemos que en 330 a.e., hacia finales de la Época la, la plaza ceremonial de
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Tilc aj ete fue incendi ada, presuntamente por Monte Alb án. Sin embargo, Tilcajete no se rindió . Sus habitantes se retiraron ce rro arriba, hacia una posición m ás defendible, y volvieron a construir una plaza ceremonial, con la mism a orientación de 17 grados al este del norte magnético. Tilcaj ete aumentó a 71.5 h a durante la Épo ca Ic y construyó murallas defensivas en sus laderas m ás fáciles de escalar. Durante el periodo de 300-1 00 a. C.Tilcaj ete tambi én construyó dos estructuras notables: 1) un palacio p ara su gobernante, y 2) un templo de dos habitaciones para sus sacerdotes. El palacio era una residencia de 16 x 16 m form ada por ocho habitaciones que en cerraban un patio interior. El templo m edía 21 x 8 m y consistía en una habita ción interior, una exterior y un p ar de cu arto s m ás pequ el10s (quizás para guardar la parafernalia del templo). La im.portancia de es to s do s edificios es que ambo s refl ej an institu ciones aso ciadas con el Estado : una so ciedad m ás grande y más j erarquizada que una so ciedad de jefatura. El palacio de Tilcaj ete refleja la presen cia de un rey qu e puede usar trabajo comunitario forzado para construir su residencia oficial. La importancia de un templo de dos habitaciones es que los sacerdotes pueden vivir perman entemente en la habitación interior, mientras qu e los feligreses usan la ex terior, algo qu e sab emos o currió en so ciedades zapotecas posteriores (figura II1.3) . Confiamos en que para entonces Monte Albán también tenía un palacio y un templo con do s h abitaciones . Sin e mb argo, es probable que nunca en contremos estos edificios, porque las constru cciones más importantes de la Épo ca I de Monte Albán es tán enterradas debajo de edificios posteriores que se consolidaron con cem ento p ara protege rlo s. En todo cas o , la eviden cia co n qu e contamo s sugi ere qu e en el valle de Oax aca es tab a ocurri endo una escalada progresiva en la o rganización política, es timulada al m enos en parte por la competencia permanente entre Monte Alb án y Tilcajete. Monte Albán , por supu es to, tenía la ventaj a demográfI ca en es te conflicto. Para la É p oca Ic (300-100 a.c.) , la ciudad cubría
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Es probable que Monte A lbán tu viera un palacio y un templo de dos habitacion es en la Época 1, pero posiblemente nunca los encontremos porque están enterrados debajo de edificios posteriores. En con secuencia, el palacio zapoteco a) y el templo de dos habitaciones b) más antiguos son los excavados en Tilcajete por Ch arles Spencer y Eisa Redmond. FIGURA 111. 3.
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va ri os kilóme tro s cuadrados, co n una población es timada en al m enos 10000 personas . Su muralla defensiva m edía tres kilóm etros y se había rodeado de 155 aldeas satelitales, muchas de ellas en zonas del piemonte , donde se p o dí a usar la irrigación con canales para aumentar la productividad agrícola. Estas 155 aldeas - todas a medio día a pie de Monte Albán, cuando mucho- no sólo suministrab an alimentos para la ciudad en caso de una guerra prolon gada, sino también gu erreros para las largas campal1as militares co ntra Tilcaj ete o cualquier otro rival que resultara obstinado. En algún mome nto entre 30 y 20 a. c. , hacia el fin al de la Época Ic, Monte Albán volvió a atacar a Tilcaj ete y esta vez resultó victoriosa. Incendió el p alacio y el templo de Tilcaj ete; el sitio fu e abandonado y los habitantes acabaron por convertirse en súbditos de Monte Albán, que entonces controlaba los 2100 km2 del valle de O axaca y se había convertido en la capital de un Estado zapoteco militarizado.
LOS CONFLICTOS ENTRE MONTE ALBÁN Y SUS RIVALES
Con la derrota de Tilcajete, la población de Monte Albán aumentó a más de 15000 personas, quienes vivían principalmente en la zona protegida por la muralla. Se calcula que en ese momento la población de todo el valle de Oaxaca era de 50000 habitantes distribuidos en 744 comunidades. Alrededor de un tercio de la población del valle seguía viviendo en Monte Albán. La ciudad ya no tenía rivales: era demasiado grande como para ser amenazada y su población se estaba extendiendo hacia los cerros cercanos de Mogotillo y El Gallo. Un aspecto importante del cerro llamado ahora Mogotillo es que parece haberse convertido en una especie de "puerta de entrada" a Monte Albán. Se estaba desarrollando un importante sisten1.a de carreteras en Monte Albán, y Mogotillo se estaba convirtiendo en un cruce de caminos, donde la principal ruta desde el fondo del valle se dividía en cinco : dos de estos caminos llevaban a aberturas en la muralla defensiva y entraban en Monte Albán; los otros tres parecen haber llevado hacia el norte, rumbo al subvalle de Etla (figura III.4) .
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Resumen El ascenso de Monte Albán al poder dependió de una serie de decisiones cruciales tomadas por sus gobernantes. Con su decisión de abandonar el fondo de la parte norte y central del valle y fundar Monte Albán, consiguieron una cima fortificada desde la cual pelear implacablemente para someter a sus rivales, aunque esta estra- · tegia los obligó a vivir más lejos de sus milpas de maíz. Con su decisión de establecer 155 aldeas satelitales en zonas de irrigación por canales, en el piemonte cercano, consiguieron 1) los agricultores, guerreros y artesanos necesarios para las campúias militares prolongadas, y 2) atraer más seguidores a la ciudad, hasta que su población alcanzó los 15000 habitantes. Durante ese proceso aparecieron instituciones de Estado, como el palacio y el templo de dos habitaciones .
FIGURA 111.4. Parte del sistema carretero de Monte Albán, descubierto por el doctor Richard Blanton y sus colaboradores.
Cuando observamos el mundo antiguo, notamos que Monte Albán no fue la única sociedad que creó un Estado de esta manera. Entre 3400 y 3200 a.e., el Alto Nilo, en Egipto, también estaba dividido en tres sociedades de jefatura rivales : Hierakonpolis, N aqada y This. Hierakonpolis unificó a las tres jefaturas mediante la fuerza militar y creó un protoestado. Este protoestado del Alto Nilo luego conquistó la región del Bajo Nilo para crear el primer Estado egipcio bajo la Dinastía 1, alrededor de 3000 a.e. Así, uno de los principales descubrimientos recientes en la arqueología de Oaxaca es que el proceso que dio lugar a Monte Albán ofi-ece paralelismos teóricos con otras civilizaciones antiguas.
LOS PRIMEROS EDIFI C IOS PÚBLI CO S Y PIEDRAS GRABADAS
IV Los primeros edificios públicos y piedras grabadas
de los primeros edificios públicos y monumentos de piedra grabada de Monte Albán, necesitamos discutir las maneras en que se han fechado los edificios y terrazas de la ciudad. Los edificios, por supuesto, se fechan según el estilo de la cerámica encontrada en sus pisos, incorporada en sus rellenos de tierra o atrapada debajo de sus cimientos. Un problema consistente en un sitio como Monte Albán es que el relleno de los edificios más grandes estaba compuesto por canastas de tierra traída de otras partes, y en el proceso de juntar esa tierra pueden quedar atrapados en el relleno tepalcates de periodos anteriores. Por lo tanto, los edificios se fechan de acuerdo con los tepalcates más recientes encontrados en su relleno, no los más antiguos. Esta situación cambia en la mayoría de las 2073 terrazas habitacionales de Monte Albán. La mayoría de esas terrazas nunca han sido excavadas . Lo que tenemos es una estimación de su antigüedad, a partir de la data de los tepalcates encontrados a ras del suelo y durante los reconocimientos. Como no podemos estar seguros de que cada tepalcate específico se originó en una terraza en particular, siempre usamos el término estil'nado cuando hablamos del número de terrazas habitadas en un momento determinado y de la población con que contaba la ciudad, calculada a partir delnúmero de terrazas ocupadas. Las estimaciones que se dan en este libro en cuanto a número de terrazas y población de Monte Albán difieren ligeramente de las que ofi.-ece el doctor Blanton en su importante libro de 1978. La razón es que durante los últimos 30 aJ10S han ocurrido ciertos refinamientos en la cronología de la cerámica en Monte Albán. Si bien la cronología de las épocas l- V, trabajada por Caso, Bernal y Acosta, fue excelente, había ciertas precisiones que ellos no podían hacer,
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por las razones ya mencionadas: en un sitio complejo como la ciudad de Monte Albán, ocupada durante 1 500 aI'ios , es inevitable que algunos tepalcates de la Época la se vuelvan a depositar en capas de la Época lc, mientras que tepalcates de la Época lc se depositen en capas de la Época n, y así su cesivamente. Las precisiones en la cronología fi.¡eron posibles por excavaciones realizadas en otros sitios arqueológicos , donde el problema de la redepositación es menor. A partir de estas precisiones, el doctor Robert Reynolds, un especialista en computadoras,está analizando nuevamente la abundancia de datos del reconocimiento del doctor Blanton. Las estilTlaciones que ofrezco en este libro se basan en los análisis aún inéditos del doctor Reynolds.
El crecimiento de Monte Albán durante la Época 1 La figura IV.I muestra las 380 terrazas arquitectónicas que ahora creemos estuvieron ocupadas durante los primeros 200 aJ10S de la Época l (500-300 a.c.), el periodo que Ignacio Bernal llamó Monte Albán la. Esta cifra sólo puede ser una estimación, pues para confirmarla se tendrían que excavar las 380 terrazas, lo cual no se ha hecho. Las terrazas que se muestran corresponden a aquellas en cuya superficie el equipo del doctor Blanton encontró tepalcates de seis tipos diagnósticos: cerámica gris tipos G15, G16 Y G17; cerámica crema tipos C2 y C4, y cerámica café tipo K3 . Sospechamos que durante la Época la la población de Monte Albán aumentó de 2000 a 5000 personas. Durante los últimos 200 aiios de la Época l, el periodo que Bernalllamó Monte Albán l c (aproximadamente 300-100 a. C.), aparecieron nuevos tipos de cerámica. Estos nuevos tipos nos permiten ver cómo la ciudad aumentó de 5000 a quizás 10000 personas. Como se mencionó en el capítulo III, la población se fue extendiendo del cerro principal de Monte Albán propio hacia los cerros cercanos conocidos ahora como Mogotillo y El Gallo.
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LOS PRI MEROS ED IFIC IO S PÚBLICOS Y PIEDRAS GRABADAS
FI GURA IV.1. Monte Albán propio y Mogotillo durante la Época la. Los círculos en color g ri s oscuro son t errazas en cuya superfici e el equipo del doctor Blant on halló cerámica de los tipos G15, G16, G17, C2, C4 Y K3. Los círculos en g ris claro son terrazas que al parecer no fueron ocupadas sino hasta más t ard e.
Abaj o del Edifi cio K: Templo (?) con dos
sec uencia de edifi cios
Las estructuras antiguas debajo de la Plataforma Norte Co mo los primero s edifi cios d e Monte Alb án es tán cub ie rt os co n construcciones posteriores, sólo logramos vislum brar los edific ios públicos d e la É p oca l (fi gura IV. 2 ) . E ntre 1942 y 1944 , Caso y Bernal hicieron excavaciones profundas en la es quina sureste de la Platafor ma N orte, una cons trucción en orme en el extrem o norte de la Plaza P r inc ip al. E n contraron ahí u n edifi cio público d e la Épo ca l a profu ndam ente enterrado. Es te edificio te ní a motivo s de se rpi entes modelados e n su es tu co, p e ro com o estaba tan enterrado sólo se pudo exponer una parte de su es tru ctura. D eb ajo del piso de esta estru ctura h abía otros tres niveles estratigráfi cos, que permitieron a Bernal dividir la Época l en l a, lb y l c. Mientras que las ép ocas l a (É po ca l temprana) y l c (Ép oca l tardía) se sigu en usando ac tualmente, la lb se considera como una simple transició n entre las do s y n o tan to co mo un perio do indep endiente.
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Edifi cio L: Galelía de
D Estelas 12 Y 13 1---<---'---'
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Esbozo de la Pl aza Principal de Monte Albán . Los edifici os mostrados en g ris oscuro f ueron co nstru idos durante la Época 1.
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Por últinlO, en el punto más b;uo de la excavación de la PlatafonTla Norte, Caso y Bernal encontraron un muro en talud de un edificio de la Época la, quizá uno de los primeros edificios públicos erigidos en Monte Albán. En palabras de Caso, Bernal y Acosta, "el edificio primero de la Época 1 consistió en un muro en talud, de 2 .50 a 2.75 m de altura, terminando en un corredor o plataforma. Después fue rellenado cuando se construyó un segundo edificio, que en vez de tener la cara hacia el norte, la tuvo hacia el sur, y su fachada estuvo decorada con estuco. Llamamos al primero la estructura marrón y al segundo estructura /'I'/orada". Este pas;ue es nmy importante, porque sugiere que el primer edificio público de la Época 1, construido sobre la roca madre debajo de la esquina sureste de la Plataforma Norte (la estructura marrón), tenía la cara hacia el norte. Esta orientación refuerza todos los demás datos, que indican que la Plaza Principal aún no existía en la Época la, por lo menos no en la forma que conocemos ahora. Si la Plaza Principal hubiese existido, la "estructura nurrón" seguramente habría estado orientada hacia el sur, hacia la Plaza. En cambio, creemos que ésta daba la cara al norte, hacia un pequeiio patio o plaza con otros edificios, ahora completamente ocultos debajo de la Plataforma Norte.
Una estructura antigua dentro del Montículo K del Sistema IV El Sistema IV es un complejo de edificios y patios en el costado noroeste de la Plaza Principal. Adentro del Montículo K, el componente más importante del Sistema IV, están sepultados los restos de lo que podría ser otro edificio público de la Época 1. Esta estructura temprana tiene un muro en talud de seis nletros de alto formado por piedras enormes. También presenta un par de columnas de piedra. Estas columnas son inusuales, porque son convexas al frente pero planas por atrás . Por estas columnas algunos arqueólogos sospechan que este edificio era un templo.
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Otros edificios públicos tempranos también han sido parcialmente descubiertos, como el relleno inferior del Montículo Y, deb;uo del Juego de. Pelota núrn . 2, y sin duda el más famoso de todos los edificios de la Época 1, la Galería de Prisioneros en el último nivel del Edificio L, ya men cionada en el capítulo IlI.
La Galería de Prisioneros, Edificio L En 1806, una expedición encabezada por Guillermo Dupaix fue la primera en registrar las piedras grabadas del costado suroeste de la Plaza Principal. Pero incluso e,ntonces, el edificio no estaba intacto. Desafortunadamente, los antiguos arquitectos de Monte Albán tenían una necesidad insaciable de piedra para construcción: a lo largo de los siglos fueron arrancando cientos de piedras grabadas con prisioneros del Edificio L y las fueron usando para construir paredes y edificios posteriores. Más de 300 piedras con prisioneros han sido localizadas y dibujadas. Para proteger las piedras grabadas originales, algunas fueron retiradas de la Plaza Principal, llevadas al Museo del Sitio y remplazadas con réplicas . Aunque menos de 20 de las piedras con prisioneros del Edificio L eran visibles cuando la primera oleada de exploradores visitó Monte Albán en el siglo XIX, queda claro que estas esculturas estaban acomodadas en al menos cuatro hileras y que su disposición era resultado de una cuidadosa planeación (figura IV. 3). Podemos ver el acomodo original de las piedras en una ilustración de 1902 publicada por Batres. En la hilera inferior, cada escultura era un ortostato (una piedra colocada verticalmente); en la segunda hilera hay piedras individuales colocadas horizontalmente; en la tercera hilera volvemos a ver ortostatos, y en la cuarta, nuevamente las figuras horizontales. Los hombres de la hilera inferior miran todos hacia nuestra derecha, mientras que los de la tercera hilera miran hacia nuestra izquierda. Las figuras horizontales de la segunda y cuarta hilera están todas volteadas hacia nuestra derecha. Esta disposición indica que estas esculturas de piedra estaban acomodadas
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durante toda la Época I Monte Albán emprendió guerras contra Tilcajete y (muy probablemente) otras entidades rivales del valle de Oaxaca. La enorme galeria de cautivos sacrificados del Edificio L era una forma de propaganda política y militar, el componente psicológico de las guerras de Monte Albán contra sus rivales. Estas piedras grabadas advertían a los posibles rivales lo que les pasaría si desafiaban a Monte Albán.
El "Danzante del Museo"
FIGURA IV.3. Fragmento de la Galería de los Prisioneros, muro del Edificio L construido en la Época 1. Pueden verse al menos cuatro filas restantes de piedras grabadas que muestran prisioneros sacrificados.
para generar un conjunto impactante. Para que cupieran las 320 piedras grabadas que alguna vez estuvieron desplegadas aquí, la pared tendría que haber sido mucho más larga que el segmento publicado por Batres, con varias hileras más que las cuatro que se conservaron. Los arqueólogos han encontrado cientos de piedras con prisioneros del Edificio L reutilizadas en otras partes: la escalera del Edificio M, los montículos D y E Y el V értice Geodésico de la Plataforma Norte, los montículos I y J de la hilera central de edificios de la Plaza Principal, el Juego de Pelota, el Edificio S, los n1.ontÍculos P y Q del costado oriental de la Plaza, el costado occidental de la Plaza en el Sistema IV, la Tumba 128 y los montículos N y O de la Plataforma Sur, un complejo llamado Siete Venado, un grupo de edificios hacia el sur de la Plataforma Sur, y la Terraza 1458 del reconocimiento del doctor Blanton. ¿Por qué los primeros gobernantes de Monte Albán eligieron este tema, el de una galería de cautivos desnudos? Ya vimos que
En los cuerpos de por lo menos siete de los prisioneros representados en Monte Albán aparece una abertura o agujero en forma de rombo, que puede representar la abertura por la que fue extraído el corazón de la víctima. Como se seI1aló en el capítulo II, el sacrificio por extracción de corazón ya se había representado antes, en el Monumento 3 de San José Mogote. En las piedras grabadas de Monte Albán también aparece, incluso con mayor frecuencia que la abertura en el pecho, evidencia de mutilación genital. Estas muestras de mutilación genital y volutas de sangre en la entrepierna aparecen en al menos 50 de los prisioneros representados. Un prisionero que no presenta seI1ales ni de mutilación genital ni de extracción del corazón es el llamado "Danzante del Museo", una piedra hallada por Batres frente al Montículo M (véase figura III.l b). Sólo podemos especular por qué este hombre no fue mutilado (aunque sí aparece desnudo, al igual que los demás prisioneros sacrificados). Puede haber sido inusualmente importante, puesto que su nombre aparece en la leyenda jeroglífica. El primer glifo puede haberse leído como "fue capturado" (el verbo del enunciado) y el segundo como beche, "felino feroz o jaguar" (el sujeto del enunciado). Esta frase jeroglífica puede haberse interpretado como "fue capturado" + "un hombre que se llamó Jaguar". El hecho de que este prisionero no sufriera la indignidad de la mutilación genital más el hecho de que no se le quitaran sus grandes orejeras
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su gieren que era una persona destacada, en co mparació n con los deInás prisioneros. Los J' ero balíficos graba dos directam ente en lo s cu erp os, de los cautivos era otra carac terística de los monumentos de la Epoca 1. El cu erpo hum.ano se trataba como una cartelera, una sup erficie adecuada para desplega r tex to s. Esta práctica, obs ervada por prim era vez en la Época 1 de M onte Albán, fu e empleada más adelante por los m ayas en sus piedras con prisioneros en los sitios de Yaxchilán , Toniná y Piedras N egras. De todas las piedras grabadas que permanecen in situ en el EdifIcio L, las de la hilera inferior de la Galería de Prisioneros ofi.-ecen la mayor cantidad de información. Tienden a presentar mayor detalle en los peinados, tocados, orejeras, collares, adornos y leyendas j eroglíficas. Una de esas lápidas, designada como D-40 en un amplio catálogo co n1.pilado por el doctor John F. Scott, incluye b arras y puntos que pueden ser numerales de un nombrecalendárico (véase capítulo v). Sobre la mano de la víctima aparecen j eroglíficos qu e pueden leerse como "6 Agua", y en su cara hay más barras y puntos.
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trabajadores, y una vez recono cida su utilidad se volvió un utensilio común a todo el pueblo zapo teco. Vale la pena mencionar qu e el comal parece ser un invento del altiplano mexicano, pues durante la Época 1 todavía era desconocido en la costa del Golfo de M éxico y en la zona maya.
¿Cómo sabemos que la escritura jeroglífica de la Época 1 era zapoteca? En el extremo sur de la Galería de Prisioneros hay dos piedras grabadas qu e Caso llamó Estelas 12 y 13, y que formaban la es quina del Edificio L durante la Época la (véase figura IV-4). Estas dos estelas presentan un texto de ocho glifos que probablemente registran acontecimientos relacionados con la captura de los 320 prisioneros. Sabemos que ese texto fue escrito por un hablante de zapoteco porque contiene al menos un glifo homónimo, o un "juego de p alabras" que puede ser vinculado con la lengua zapoteca.
Los primeros comales Todos los impresionantes edificios públicos de la Época 1 debieron de haber sido construidos por un enorme ejército de arquitec tos , cortadores de piedra, fabricantes de adobes y artesanos. Todas esas personas trabajab an bajo la dirección de los nobles que dirigían Monte Albán y debían ser alimentadas por ellos. Es de notar que la Época 1 corresponde a cuando aparece por primera vez en el valle de Oaxaca el comal, utilizado para cocinar las tortillas. Los comales pueden usarse para produ cir enormes cantidades de tortillas de maíz, las cantidades necesarias para alimentar a una mano de obra de cientos de perso n as. El h echo de que los comales aparecieran por primera vez en Monte Alb án y sólo después se volvieran co munes en otras comunidades del valle sugiere que se inventó originalmente con el fin de producir alimento para grandes masas de
Estelas 12 y 13 ubicadas en la esquina de la Galería de los Pri sioneros. Estas dos estelas presentan un t exto de ocho glifos zapotecos (interpretados en el capítulo v). La fotografía muestra las estelas originales, que posteriormente fu eron sustituidas por réplicas . FI GURA IV.4.
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El segundo glifo d e la Estela 12 es una m ano co n el pulgar extendido de manera prominente (véase capítulo v) . En la len gua zapoteca, las palabras para referirse a cada dedo de la mano eran las mismas que para designar el orden de nacimiento de lo s hijos ; es decir, primogénito, segundo hijo, y así sucesivamente. Así, )lobi significaba tanto " primogénito" como "pulgar"; fini signifi caba tanto "segundo hijo" como "dedo índice"; etc. Para indicar que el individuo de la Estela 12 era un )lobi o primogénito, el grabador de la piedra usó el glifo de una mano con el pulgar levantado. Descubrir esto nos ha permitido avanzar en el estudio de la escritura zapo teca.
Resumen Durante la Época r, Monte Albán construyó varios edificios públicos ambiciosos , p ero la mayoría de ellos están ahora total o parcialmente enterrados debajo de cons trucciones aún m ás grandes de periodos posteriores. Es com.prensible que mu chas de las primeras piedras grabadas tuvieran temas militares, pues durante la mayor parte de la Épo ca 1 los gobernantes de Monte Albán se dedicaron a cap turar y vencer a sus rivales. Para cuando Monte Albán resultó victorioso y tuvo el control de todo el valle, sus glifos ya refl ejan la lengua zapoteca. No es necesario preguntarse de dónde provenían los fundadores de Monte Albán. Sabemos ahora que provenían de lugares a menos de un día a pie de esta ciudad y que son los antepasados de los zapotecos actuales.
V Escritura y calendarios de los zapotecos
A
con más descripciones de los primeros monumentos de Monte Albán , debemos discutir el sistema de escritura zapoteco. El uso m ás antiguo conocido de los j eroglíficos zapotecos, como ya vimos en el capítulo n, es una piedra grabada de San José Mogote, fechada alrededor de 630-560 a.c., de acuerdo con lo s fechados de radio carbono . Los dos signos j eroglíficos que aparecen ahí, "1 L", fueron usados evidentemente p ara registrar el nombre de la víctima sacrificada y representada en el mo numento. Durante la Época r de Monte Albán se grabaron muchos más n1.onumentos de piedra, con tex tos más largos e interesantes. Quien visite actualmente las ruinas de la ciudad podrá ver réplicas de estos m onumentos en la Plaza Principal, porque los monumentos originales están exhibidos en el Museo del Sitio. Ya vimos en el capítulo IV que la escritura de estas estelas h a de ser zapoteca, porque algunos de los glifos son homónimos o juegos de palabras Uuegos de vocablos) en lengua zapoteca, p ero no en otras lenguas. Por ejemplo, cu ando los zapotecos querían escribir "primogénito", usaban el glifo de una mano con el pulgar levantado, porqu e en zapoteco la p alabra )lobi significaba tanto "pulgar" como "primogénito". En este capítulo analizaremos los monumentos designados por Alfonso Caso como Estelas 12,13, 14, 15 Y 17. Los textos de estos monumentos consisten en glifos acomodados en colunu1as, lo cual sugiere que hay un orden de lectura definido, ya sea de abajo h acia arrib a o d e arriba h acia abajo. Como el glifo inferior de la columna 1 de la Estela 15 es un signo generalmente utilizado p ara terminar textos, me parece prob able que la Estela 15 se leyera de arriba hacia abajo. Por otra parte, como el "Glifo del Año " da inicio a un texto, como se ve en la Estela 12, su presen cia en la parte NTES DE SEGUIR
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superior de una columna generalmente indica que el texto se lee de arriba hacia abajo.
La esc ritura zapoteca La escritura zapoteca era lo que los epigrafistas - las p ersonas que estudian los sistemas de escritura-llaman un "sistema mix to "; es decir, formado tanto por pictogramas (dibujos como signos), logogramas (signos qu e representan palabras) y fonogramas (signos que representan sonidos). Como se verá en el capítulo X III, en el que se examinará u n texto más largo, desc ubierto en una tumb a d e la Época II Ib-IV, incluso puede demostrarse que la escritura j eroglífica zapoteca refleja la sintaxis de la lengu a zapoteca hablada. Por ahora podemos demostrar: 1) que los verbos pueden preceder al suj eto del enunciado, con1.O en la frase " nació el seI10 r 12 Mono", y 2) que las cláusulas de nombre del afio 600 d .C. ya se ajustan estrechamente a las cláusulas de nombres zapotecas registradas en el siglo XVI. D es de sus inicios, la esc ritura zapo teca es tuvo vinculada con los dos calendarios de esa cultura. Cada calendario usaba una combinación de números y glifos. Los zapotecos usab an puntos para representar los números del 1 al 4 y una barra para representar el 5. Así, por ejemplo, dos b arras y cuatro puntos represe ntaba el 14: 5 + 5 + 4 = 14. Estos números se combinaban con más de 20 glifos distintos (véase figura v. 1). El primer estudio sistemático de los glifos zapotecos fue el que publicó Alfonso Caso en 1928. Como en esa época se conocía muy poco, Caso asignó a cada glifo una letra mayúscula (de la A a la Z) . Ahora podemos asignar palabras concretas a algunos de ellos, aunque no a todos. Por ejemplo, la fecha que Caso llamó "2 J" ahora puede leerse como "2 Maíz". En su estudio pionero de 1928, Las estelas zapatecas, Caso dividió los glifos zapotecos en dos grupos: 1) signos asociados con núm ero s de barra y punto ; y 2) signos que carecen de números de
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Para escribir los números cardinales, los zapotecos usaban un punto para el 1 y una barra para el 5. Aquí se muestran los números del 1 al 13.
F IGURA V. 1.
barra y punto. Caso creó estas dos categorías porqu e supuso qu e los glifos con números eran signos del calendario (días, m eses, aI1os), y que concentrándose en esos signos podría finalmente describir el calendario zapoteco. Caso no sólo logró desc ribir el calendario, sino qu e inesp eradamente abrió las puertas hacia la historia dinástica zapoteca, porque muchas de esas "fechas" eran en realidad los nombres de los nobles, asignados según el día de su nacimiento.
Los calendarios zapotecos De los dos calendarios zapotecos, uno era sagrado y el otro era secular. El calendario sagrado o pi)le combinaba 20 glifos, que co rrespondían a nombres de día con los números del 1 al 13 para formar un ciclo de 260 días (20 x 13 = 260). Una de las funciones de este calendario, como se sugirió antes , era dar nombre a lo s niI10s según el día de su nacimiento. Así, en contramos referencias a 5 Flor, 11 Lagarto, 8 Venado o" 12 N" , en el caso de un glifo qu e aún conocemos sólo por la letra mayúscula que le asignó C aso. El calendario secular zapoteco, llamado )Iza, co rrespondía a
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ESCRITURA Y CALENDARIOS DE LOS ZAPOTECOS
nuestro actual calendario de 365 días. Tenía 18 "meses" de 20 días (18 x 20 = 360) Y agregaba un periodo de cinco días al final. El calendario de 365 días usaba números del 1 al 19, mientras que el sagrado sólo usaba números del 1 al 13.Así, Caso dedujo que los glifos con números superiores al 13 debían ser "meses" del calendario secular de 365 días . Al dar inicio simultáneamente a ambos calendarios, debían transcurrir 18980 días (52 ai'ios) antes de que ambos regresaran exactamente a los días en que habían comenzado. Sólo cuatro nombres de días podían dar inicio a este periodo de 52 afios. Cada uno de estos cuatro nombres de días se llamaba "portador del año". Estos portadores del año se mostraban dentro de un cartucho circular llamado "signo del año", que incluía una diadema con varios listones y adornos de jadeíta (véase figura V.2) . La identificación que hizo Caso en 1928 del signo del año zapoteco fue un descubrimiento determinante, pues nos permitió saber que los zapotecos tenían portadores del ai'io y un periodo de 52 años, como tuvieron más adelante los mixtecas y aztecas. Cuando los "signos del a110" aparecen en la parte superior de una columna de glifos, el texto generalmente se lee de arriba hacia abajo (por ejemplo, en la Estela 12 de Monte Albán), mientras que si aparece en la parte inferior de la columna, el texto se lee de abajo hacia arriba (por ejemplo, en la Lápida 1 de Zaachila). Para interpretar los glifos de Monte Albán, Caso se basó principalmente en los trab;uos del fraile español Juan de Córdova, quien escribió un estudio detallado del calendario zapoteco en 1578. Córdova escribió que los zapotecos llamaban piye al calendario de 260 días, yza al calendario de 365 días, peo al mes y copiycha al día. Indicó también que comenzaban su día al mediodía y lo terminaban al siguiente mediodía y que los 20 días tenían non1.bres de animales (venado, mono, culebra, lagarto) o de fuerzas naturales (temblor, relámpago) (véase figura V.3). Los 260 días del piye se podían dividir entre 2, 4, 5, 13 Y 20. Al dividirlo entre 13 se formaban unidades de 20 días o veintenas, mientras que al dividirlo entre 20 se formaban unidades de 13 días o
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FIGURA
V.2. Dos ejemplos de "portadores del año" zapotecos.
FI GURA V.3 . Ejemplos de signos zapotecos de los días 4 Venado, 10 Venado, 3 Agua y 13 Agua.
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ESCRITURA Y CAlENDAR IOS DE LOS ZAPOTECOS
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trecenas. Al dividir el piye entre 4, resultaban unidades de 65 días llamadas cocíyo, cada una de las cuales se designaba por el día en que comenzaba: Cocíyo Cocíyo Cocíyo Cociyo
quia chilla quia lana quia goloo quia guiloo
Así, los cuatro nombres de días eran chilla "lagarto", lana " tizne", goloo " mono " y gu iloo "ojo", cada uno separado del otro por otros cinco días intermedios. En palabras de Córdova: Estos 260 dias que diximos, díuidianlos los yndios en veynte partes o tiempos, o m.eses, que salen a treze cada mes.Y para cada treze dias des tos tenian aplicada vna figura de animal. s. Aguila, Mono, Culebra, Lagarto,Venado, Liebre, &c. Los quales pintauan todos metidos en todas las partes o miembros de vn Venado, a donde pintaban las cabe\=as de cada vno de aq u ellos animales , de manera que aquella figurá del pi)'e
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Divisiones del piye o calendario ritual zapoteco de 260 días.
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Venado contenia en si estos veinte signos. Y cada vno de aquellos animales que eran veynte tenia treze nombres, y aunque todos estos treze nombres eran en si como vna cosa diferenciauandolos con les anadir o quitar letras, y con mudarles los nun1.eros , como parece adelante. Como si dixessema s, Pedro quatro, y Perico cinco, y Periquillo seys, y Perore siete, y Pedroche ocho, que todos significan este nombre Pedro, aunqu e en diferentes m aneras, y esto por les mudar letras y numeros como aqlll parece.
La figura VA muestra las relaciones entre el piye de 260 días, los cociyo de 65 días y los coeii de 13 días.
Las estelas de la Época 1 y el "Danzante 55" En las estelas 12,13,14,15 Y 17 de la Época 1 de Monte Albán sólo aparecen glifos; no h ay figuras ni escenas humanas. Este uso de texto s j eroglíficos "puros" sugiere que para la Época 1 se había alcal1.Zado un umbral importante, en el que la escritura por sí misma ya podía transmitir el mensaje completo. Es decir, ahora los gobernantes de Monte Albán podían usar los textos jeroglíficos como muchos de lo s políticos actuales usan los discursos públicos: para dar su versión de los hechos e influir en el pensamiento de sus sujetos, así como para documentar acontecimientos rituales, sociales, políticos e históricos claves. Observemos algunos ej emplos de escritura en monumentos de la Época 1. Comenzaremos con las dos es telas más famosas, las estelas 12 y 13, ubicadas justo al sur de la Galería de Prisioneros del Edificio L (figura v.s). Las estelas 12 y 13 son famosas por varias razones: 1) son textos puramente jeroglíficos, sin representación de escenas; 2) contienen evidencia de glifos calendáricos y no calendáricos, y 3) ofrecen la primera evidencia del periodo de 52 aI1os . D e hecho, el primer glifo de la Estela 12 es nu estro más antiguo ejemplo de un "signo de a1'10 " y de un "portador de al10".
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Estela 12 Glifo 1: Observamos un aúo zapoteco que comienza con el día 4 M . Este glifo compuesto ti ene tres partes : arriba está el signo del aúo, luego el glifo M dentro de un círculo y cuatro puntos abajo. Glifo 2: Una m ano n1.ostrando el pulgar. Este glifo puede referirse a un individuo que es primogénito. Glifo 3: Este signo puede ser un verbo relacionado con la entrada a la realeza o la ascensión al trono. Glifo 4: Algunos investi gadores sugieren que se trata del signo del día 8 Agua [8 Nífa]. En conjunto, los cuatro glifos podrían interpretarse de la si-
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n FIGURA V.5.
Texto jeroglífico de la Estela 12 a)
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y la Estela 13 b).
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guiente manera: "En el aúo 4 M , el primogénito subió al trono, el día 8 Agua".
Estela 13 Glifo 1: Parece ser el glifo 10 Jagu ar, probablemente un nombre proplO. Glifo 2: Una mano agarrando un obj eto ; posiblemente el verbo "atrapar" o "capturar" (en el sentido de tomar un prisionero). Glifo 3: Una cabeza con un dedo índice abajo, quizás para indicar"segundo hijo" . Glifo 4: Un signo calendárico que Caso llamó 4 W En conjunto y de manera tentativa, estos cuatro glifos podrían interpretarse como sigue: "10 Jaguar capturó a un segundo hijo (o también: '10 Jaguar fue capturado por un segundo hijo ') el día 4 de una unidad calendárica desconocida y representada por el glifo W" . Estela 14 (figura v.6a) Esta estela es un fragmento de piedra con cuatro j eroglíficos independientes. El primero p arece representar un edificio, el segundo muestra dos rostros frente a frente, y el último es posiblemente el glifo " bolsa". Estela 15 (figura v.6b) Este fragmento tiene dos columnas de glifos. Los de la columna 1 son similares a los de la Estela 13. Posiblemente el glifo de la p arte infer ior de esta columna signifiqu e " bolsa", qu e Caso interpretó como "el fin". A ctualmente leemos el glifo " bolsa" com o "muerte" o "se murió" , porque los di ccionarios de zapoteco del siglo XV I atribuyen a la palabra coti/guti los sentidos de " bolsa", "muerte" y "¡nuerto ". La columna 2 ti ene una cab eza humana; debajo de ella, dos dedos y luego el glifo W de Caso con el numeral 14 debaj o (dos barras y cuatro puntos) . Luego viene un signo posiblemente de "cerro" o "lugar" . Si este glifo efectivamente representa un cerro, sería uno de los usos más antiguos del signo zapoteco de cerro (véase capítulo VII).
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ES CRITURA Y CALENDARIOS DE LOS ZAPOTECOS
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FIGURA V.6.
Inscripciones de la Estela 14 a) y la Estela 15 bY.
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Estela 17 (figura v. 7a) Este texto también tiene por lo menos dos colunmas. Primero vemos una cabeza boca abajo, luego un signo de día que posiblemente es 10 Agua y luego un signo de aiío que Caso leería como 7 E o 12 E . En la siguiente columna hay una cabeza con dos dedos debajo, luego un signo con barras y puntos que suman 18 , y lu ego hay quizá otra cabeza boca abajo y parte de un cráneo. Finalmente aparece un glifo de alguien con tocado, orejera y un posible "cubrebocas" (aparece un signo similar en el "Danzante 55 " ,justo arriba de los genitales mutilados; véase irifra). "Danz ante 55" (figura V.7b) Este monumento de piedra no muestra un "danzante" sino, más bien, un prisionero desnudo y sacrificado con el cuerpo desgarbado. Tiene los ojos cerrados y la boca abierta (características que comparte con nmchos otros enemigos sacrificados). Esta víctima en particular era tan importante que el escultor anotó su non1.bre (la mayoría de los más de 300 prisioneros de la Época I aparecen representados sin glifos que especifiquen su nombre). Este monumento tiene en la esquina superior izquierda tres
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Inscripciones de la Estela 17 a) y del mal llamado "Danzante 55" bY.
FIGURA V.7.
glifos que sirven de leyenda. Los primeros dos, que incluyen la cabeza de un animal, probablemente representan el nombre del prisionero. El tercero es el glifo "bolsa", que puede indicar su muerte. El prisionero también tiene glifos grabados en el cuerpo. Una columna de signos se extiende desde su cuello hasta la entrepierna. Como evidencia de la mutilación genital, aparecen volutas de sangre que emanan de una herida abierta. En general, la escritura jeroglífica de este monumento probablemente sirvió para especificar el nombre de la víctima y lo que le ocurrió. La escritura jeroglífica de estas piedras grabadas de la Época I parece haber tenido una variedad de funciones. Algunos textos jeroglíficos son leyendas que indican el nombre propio de los individuos representados, por ser víctimas destacadas. Otros son textos puros, no leyendas para aCOmpal1.ar la representación de un individuo, y se refieren a alguna persona que triunfó en una batalla, que capturó
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ESCRITURA Y CALENDAl'l...IOS DE LOS ZAPOTECOS
un prisionero o qu e ascendió al trono. Otros textos parecen registrar acontecimientos de importancia social, ritual, religiosa y militar que ayudaron a algún noble a legitimar su derecho a gobernar, o bien especifican su orden de n acimiento o su fecha de defunción. Estos acontecimientos a veces es tán vinculados con días específicos en el calendario de 260 días o co n aJ10S esp ecíficos en el ciclo de 52 aÍlos. Para entender cabalmente la importancia de los textos j eroglíficos de la Época 1, considérese que muchas de las inscripciones que ya contienen sólo texto datan de 500-400 a.c., época en que aún no aparecían tex to s jeroglíficos en la zona de los mayas, aunqu e éstos luego desarrollaron la escritura mesoamericana has ta su más alto nivel. "
Resumen Los zapotecos tenían dos calendarios: uno sec ular de 365 días y otro sagrado de 260 días. E n las primeras inscripciones zapotecas aparecen utilizados ambos calendarios. Tanlbién encontramos evidencia de personas importantes cuyos nombres fueron asignado s según su día de n acimiento en el calendario sagrado. Es te uso de nombres es importante porque nos demuestra que el tema de muchos tex tos jeroglíficos eran los ac tos (reales o declarados) de individuos de la élite y no de "deidades".
VI. La ÉRoca Ir: Monte Albán y su fornu actual
E
a.c. y 200 d.C., una vez subyugados todos sus rivales, los gob ernantes de Monte Albán (figura VI. r) emprendiero n una campaJ1a impresionante de construcción pública. C uando acabaron, la Plaza Principal de la ciudad tenía la forma y distribu ción que lo s visitantes pueden reco noce r ahora. Algunas de las construcciones más importantes de la Época 11 son el Edificio J, las primeras etapas de los edificios G, H e 1; el adoratorio hundido y el túnel entre los edificios P e 1; una etapa inicial del Juego"de Pelota y de varias otras edificaciones del lado este de la plaza; el E dificio "g" de la Plataforma Norte; una importante serie de templos en el M ontí culo X, hacia el noreste de la Plataforma N or te, y varias tumbas con techo en forma de bóveda. Examinemos a continuación algunas de estas estructuras. Para crear la Plaza Principal, los arquitectos de Monte Albán nivelaron y rec ubri eron con estu co un área enorme (300 m de norte a sur y 200 m de este a oeste) (véase figura VI.2). E n los puntos donde la roca m adre se proyectaba demasiado sobre la superficie como p ara nivelada, es tos afloranlientos se aprovecharon como núcl eo de algunos edifi cios, co mo la hil era oriental de edificios entre el Ju ego de Pelota y el E dificio Q , la serie central de afloramientos sobre los que se construyero n los edificios G, H e 1, y otra serie m ás al oeste, sobre la que se construyeron los sistemas M y IV Algunos de los edificios de la orilla oeste de la Plaza Principal se co nstruye ron en cima de edificios de la Época 1, como los que están adentro del Edificio L (Galería de Prisioneros) y el Edificio K (en el Sistema IV). Como los afloramientos naturales que formaron los núcleos de estos edificios no eran equidistantes entre sí, resultó una asimetría inicial: la fila central de los edificios G, H e I estaba a sólo 60 m NTRE 20
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LA ÉPOCA 1I: MONTE ALBÁN Y SU FORMA ACTUAL
Monticulo X
a@
Escu ltura en cerám ica de un miembro de la nobleza de Monte A lbán . durante la Época 11. Según Caso, este joven noble porta el signo del día" 13 Agua" en el tocado y el signo del día "13 Pedernal" en el pecho. FIGURA V1.1.
de la fila oriental de edificios, pero aproximadal11.ente a 120 m de los edificios K, L Y M. En palabras de Ignacio Bernal, los arquitectos que diseÍi.aron la Plaza Principal de Monte Albán finalmente corrigieron esta asimetría "con una solución digna de Le Corbusier" : construyeron frente a los edifi cios del oeste, llama do s K y M, pequ eiias plataformas para templos que unieron a estos dos edificios m ediante patios amurados. Estas plataformas qu edaban aproximadamente equidistantes entre la hilera del o es te K-M y la hilera ce ntral G-H-1. Alfonso Caso le llamó "sistel11.as" a estos complejos de templos, edificios, altares y patios: el Sistema IV incluye el Edificio K y su extensión, mientras que el Sistema M incluye el Edificio M y su extensión (figura VL3).
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Estructura J
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Los edificios G, H e 1 Es dificil saber exactam ente qué aspecto tenían originalmente las etapas de la Época II de los edificios G, H e 1. Las etapas posterio-
FIGURA V1.2 .
La Plaza Principal durante la Época 11.
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res, visibles actualmente, son tem.plos estándares de dos habitaciones de la Época IIIb, que dan ya sea al norte (Edificio G), al este (Edificio H) o al sur (Edificio 1) . Es probable que también en sus etapas de la Época II fueran tem.l?los. Monte Albán no tenía un único tem.plo inmenso, como el Templo Mayor azteca en Tenochtitlan . En cambio, los zapotecos de Monte Albán construyeron docenas de tem.plos separados (véase figura VI.4 y lámina 3). Debajo del Edificio 1 (a una profundidad de 9.5 m) se encontró la Ofienda 2, que contenía cerámica de la Época Il , un collar de conc has marinas, orejeras de jade en forma de flor, do s máscaras de mosaicos (una de jade y turquesa, la otra de pirita y conc ha) y un hueso tallado en forma de un peón de ajedrez. Estos objetos se encontraron en una caj a de ofrenda típica de la Época Il, con muchos hueso s debajo y alrededor de la caja . Entre los huesos había restos de aves sacrificadas, posiblemente palomas o codornices. Extremo oriental del Sistema M. Aquí se muestra cómo se agregaron patios y plataformas para templos a los edificios occidentales de la Plaza para crear la impresión de simetría.
FIGURA VI.3.
FIGURA V1.4. Monte Albán tenía muchos templos en la Época 11. Esta extraord inaria escultu ra en cerámica, hallada muy debajo de la superficie de la Plataforma Norte, muestra que algunos temp los estaban rod eados por columnas y no por muros de adobe. La pieza está pintada en el esti lo rojo-sobre-crema típico de la Época 11.
El adoratorio hundido En la Plaza Princip al, directamente frente a la escalera del Edificio H, se encuentra un adoratorio hundido (figura VI.S). Esta cons trucción en forma de altar está colocada en una gran área rectangular sumida, de modo que su parte superior quedaba aproximadam.ente a la altura del piso de es tuco de la Plaza Principal. Justo al este del adoratorio hundido se encontró un importante entierro múltiple (Entierro XIV-lO). Por lo menos cinco personas (esqueletos A-E) yacían en un piso de laj as que corre parcialmente debajo del adoratorio;junto con los esqueletos había gran cantidad de collares de jade, orejeras de jade en forma de flor, máscaras y pectorales de jade, perlas, caracoles y otras conchas marinas. La mayoría de los esqueletos parecían ser de hombres jóvenes. El esqueleto E llevaba como pectoral una asombrosa "máscara de murciélago" que se considera una obra maestra del arte zapoteco. La máscara está formada por 25 piezas separadas de jadeíta que se engarzaban para formar la cara de un hombre disfrazado de murciélago; los ojos y
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LA ÉPOCA 11: MONTE ALBÁN Y SU FORMA ACTUAL
Este túnel habría permitido a los sacerdotes zapotecos realizar un ritual en el Edificio P y luego desaparecer, para reaparecer misteriosamente en alguno de les templos de la fila central de edificios. Este acto de desaparición y reaparición ha de haber sido bastante impresionante y pudo haber otorgado aún ITlás misterio a los movimientos de los sacerdotes (o incluso de los gobernantes).
FIGURA VI.5.
El adoratorio hundido frente al Edificio H.
El Edificio J (lámina 4) Justo al sur de la fila central de edificios (G, H e 1) estaba el Edificio J, una construcción única de la Época II cuya planta arquitectónica tiene forma de punta de flecha . Un rasgo distintivo de este edificio eran sus más de 40 piedras grabadas; se cree que estas piedras listan los nombres de los lugares que Monte Albán aseguraba tener bajo su controL Este edificio se trata en el capítulo VII.
El Montículo "g" de la Plataforma Norte dientes del ITlurciélago estaban hechos con concha marina. Este inusual conjunto de esqueletos, con una ofrenda tan rica y colocado tan cerca del adoratorio hundido, sigue siendo un enigma e inspira preguntas acerca de la identidad y jerarquía de los individuos. ¿Se trataba de difuntos muy honorables o TIJeronlas víctimas de un sacrifIcio descomunal?
El entierro múltiple del Montículo "g" fue hallado en la parte noreste de la Plataforma Norte. Contenía dos esqueletos, ambos probablemente femeninos, asociados con los restos de un mosaico de madreperla, dos collares de piedra verde y concha y seis vasijas de cerámica de la Época II, entre ellas piezas de cerámica crema con engobe rojo sobre naranja. Puede haberse tratado de una ofrenda dentro de un telTlplo nuevo.
El túnel abajo de la Plaza Principal Durante la Época II , los arquitectos de Monte Albán construyeron un túnel debajo de la Plaza Principal, en el área del adoratorio hundido. Este túnel conecta el Edificio P con la fila central de edificios hacia el oeste (G, H, 1). Dentro del túnel, Jorge Acosta encontró cuatro ofrendas de la Época Ir.
El Montículo X: un templo de la Época 11 (figura vr.6 y lámina 3) En el Montículo X se encontró un templo bien conservado. Este templo se ubica justo al noreste de la Plataforma Norte y se accedía
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qu e, en combinación con Monte Albán, p arece n hab er formado una secuencia de unidades administrativas en cuatro niveles (véase abajo). Para ser más específicos, durante la Época II había más de 500 co munidades en el valle de Oaxaca, con una población total es tim ada de 41000 personas.
FIGURA V1. 6. Plano de un templo de dos habitaciones en el Montículo X, en Monte Albán. Lo s círculos representan bases de columnas.
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o FIGURA V1. 7 .
a él mediante una escalinata encalada que corría a todo lo largo del costado sur de la constru cción. Como es típico de los templos de la Épo ca n, és te se dividía en dos habitaciones ubicadas en distintos niveles. La habitación interior (más elevada) tiene un tlecuil o hueco qu e forma parte del piso, así C011'10 una caja de ofrenda en la parte de atrás de la habitación. La caja probablemente se relacionaba con la colocación de ofrendas, mientras que el tlecuil probablemente se usaba para lavar o desangrar animales de sacrificio.
Pl ano y sección transversal de la Tumb a 118 en Monte Albán, co nstruida para una f amilia noble de la Época 11.
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Cáma ra
La jerarquía política de la Época 11 La Época n es una de las fases más interesantes de la prehistoria zapoteca, porque ya no cab e ninguna duda d e que la soc iedad oaxaqu eña estaba organiza da co mo un Estado; es más, como un Es tado expansionista. Casi todas las institu cio n es arqu eológicam ente recuperables de la Época II reflej an la organización sociopolítica propia de un Estado: palacios reales claramente definidos con tumbas para los nobles (figuras VL7 y vL8); templos estándares con dos h abitacion es, que los do cumentos etnohistóricos asocian co n un sacerdocio formal dedicado a la religión de Estado zapoteca;j u egos de p elota estándares en forma de r, que muchos investigado res sosp echan eran usados por el Estado zapo teca para resolver conflic tos entre comunidades (lámina 5), y cientos de pequ eiias con'lunidades
F IGURA V1. 8. Brasero para incienso de la Tumba 77 en Monte Albán. Esta magnífi ca pieza, que data de la Época 11, representa a un guerrero con la parte inferior del rostro pintado de blanco y que porta un casco en form a de ave de rapiña.
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Varios rasgos del sistema de asentamientos de la Época II reflejan el h echo de que todo el valle de Oaxaca ya es taba bajo el dominio de Monte Albán. Primero, ya había desaparecido el anillo de 155 aldeas del piemonte qu e había rodeado a Monte Albán durante las guerras de conquista co ntra Tilcaj ete. Ahora la región central del valle de O axaca, que alguna vez había sido la zona más densamente poblada del valle, se había reducido a 23 co munidades. Esto indica que Monte Albán ya no ne cesitaba concentrar agricultores, gu erreros y artesanos en un radio de 15 km de la ciudad, pues sus gobernantes ya contaban con apoyo y tributo de todo el valle. Segundo, un histograma de los tamai10s de las 518 comunidades del valle muestra la j erarquía en cuatro niveles, característica de los estados jóven es en otras p artes del mundo antiguo. Monte Albán, qu e para este momento cubría 416 ha, era la única " ciudad"; es de cir, el úni co elemento del Nivel 1 d e la j erarquía . Estab an ocupadas alrededor de 252 terrazas de Monte Albán propio, con una población estimada de 15000 o más. Además, es posible encontrar restos de cerámica de la Época II en los cerros cercanos de Mogotillo y El Gallo (figura VI.9) . Seis sitios del valle de Oaxaca, ca da uno con una población estimada d e 1000-2000 personas, pueden haber co nstituido las comunidades del Nivel 2 de la j erarquía, los " pueblos grandes" . Todos es tos pueblos grandes quedaban a 14-28 km. de Monte Alb án, menos de un día de viaje de la ciudad. D e estos pueblos, incluso el cuarto más grande cublÍa 60-70 ha y ya tenía edificios públicos. El Nivel 3 de la j erarquía estaba formado por al menos 30 "aldeas grandes", con extensiones de 5-10 ha y una población estimada de 200-700 personas cada una. Ya se han excavado va rios de estos sitios, qu e muestran cierta evidencia de haber tenido al menos un edificio público cada uno. El Nivel 4 de la j erarquía es taba co mpu es to por más de 400 "aldeas p equei1as", cada una con una población estimada de m enos de 200 personas. N o h ay indicios de edificios públicos en el Nivel 4; estas aldeas se dedicaban más bien a cultivar alimentos o fabricar artesanías. La regularidad de las distancias entre la ciudad de Monte Alb án y algunos de los "pueblos grandes" del Nivel 2 su giere que
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FIGURA VI .9. Monte Albán durante la Época 11. Los círculos color gris oscuro representan terrazas en cuya superficie el equipo del doctor Blanton descubrió cerámica de tipos G21, C11, C12 Y A9, entre otros. Los círculos color gris claro son terrazas que aún no se ocupaban en esa época.
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300 m
se trataba de una "j erarquía con un lugar central". Este término se utiliza en la geografia cultural para designar una j erarquía administrativa tan bien integrada que los pueblos grandes rodean la ciudad capital a distancias muy regulares; a su vez, las aldeas grandes rodean a los pueblos grandes a distancias también regulares pero menores. Cuatro centros administrativos del Nivel 2 -San José Mo go te , San Felipe Tejalapan, Dainzú y Cerro Tilcajete- estaban a 15-22 km de Monte Albán. Este p atrón regular de pueblos grandes y aldeas grandes debajo de la ciudad de Monte Albán refleja un nivel de integración de todo el valle inex istente antes de la Época II (figura VI.Io).
Resumen La Época II de Monte Albán fÍJe uno de los periodos más dinámicos e interesantes de la prehistoria de Oaxaca. M onte Albán ya era
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VII. El Edificio J y la expansión territorial del Estado zapoteco
de mu chos es tado s jóve n es es qu e a su ap arición inicial seguía un p eriodo de crecimiento rápido, casi explosivo, durante el cual alcanzaban sus máx.inlOs lím.ites territoriales. Esta expansión territorial rápida ocurría porque los primeros estados, los de " prünera gen eración", estaban rodeados por regiones organizadas al nivel de una sociedad de j efatura (o a veces, un nivel todavía más bajo) . Como estas regiones vecinas carecían del aparato político y militar de un Estado, a un reino en expansión le resultab a relativamente fácil co nvertirlas en provincias suj etas . Sólo más adelante, cuando las provincias aprendían a su vez las artes del Estado, adquirían el poder suficiente para romp er las ataduras del imperialismo. Durante la Épo ca II de M onte Albán, el joven Estado zapo teco m.ilitarizado se expandió mucho más allá del valle de Oaxaca. Esta expansión está documentada de varias maneras . En primer lu gar, la ciudad de Monte Alb án grab ó más de 40 lápidas con los n ombres j eroglíficos de los lugares qu e aseguraba haber colonizado o conquistado (digo aquí "aseguraba" porque muchos gobernantes m esoamericanos posteriores exage raron sus co nqui stas). Es tas "lápidas de co nquista" estaban colocadas originalmente en las paredes de la inusual construcción llamada Edificio ] , ya m en cionado en el capítulo VI. En segundo lugar, los reconocimientos y excavaciones realizados en distintas p artes fuera del valle de Oaxaca mu estran que durante la Épo ca II hub o un can'lbio abrupto de los estilos locales al estilo del Estado zapo teco en expansión (visible en la cerámica, las tumbas e incluso en la arquitectura) . Algunas de es tas regiones fueron conquistadas militarmente, pero otras simplem ente fu eron colonizadas y otras m ás fu eron anexadas por medios diplomáticos.
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FIGURA VI.10. Durante la Época 11, Tej alapan, San José Mogote, Dainzú y Cerro Tilcajete fueron centros administrativos secundarios a Monte Albán . Al parecer, Tlalixtac también fu e un lugar importante. A su vez, los ce ntros secundarios estaban rodeados por centros más pequeños, de Nivel 111. La distancia entre Monte Albán y San José Mogote era de unos 15 km. En este diagrama los sitios en cerros defendibles, o con muros o reductos defensivos, se muestran como cuadrados negros. Todos los demás son círculos negros .
la capital de un Estado zapoteco; los principales distritos dentro del valle de Oaxaca eran administrados por pueblos grandes cuyos gob ernantes tenían vínculos con Monte Albán; deb ajo de ca da uno de es tos pueblos grandes había aldeas grandes cuyos gob ern antes estaban subordinados a aquéllos, y en la parte inferior de la j erarquía h abía aldeas pequeI'ías qu e producían cultivos y artesanías. Al mismo tiempo, el Estado de la Época II era relatiVaITlente j oven, co n nobles ambiciosos y artesanos altamente creativos y ansiosos por alcanzar posiciones privilegiadas. En la arquitectura, cerámi ca y arte lapidario de la Época II hay obras maestras cuya calidad nunca fue superada en el resto de la prehistoria oaxaque11a (lám.ina 6).
NA CARACTERÍSTI CA
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EL EDIFICIO J y LA EXPANSIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO
Las "lápidas de conquista" del Edificio J Una de las edificaciones ITlás inusuales erigidas en la Plaza Principal de Monte Albán durante la Época Ir fue el Edificio J (figura VILI). Como ya se mencionó, está construido en forma de una punta de flecha y orientado en un ángulo oblicuo, distinto de la orientación norte-sur usada para la mayoría de los edificios religiosos de la ciudad. También eran inusuales las "lápidas de conquista" colocadas en sus paredes. En la figura VII.2 se muestra una lápida típica del Edificio J. Esta lápida presenta tres elementos: 1) el glifo zapoteco "cerro", que significa "lugar"; 2) un elemento pictórico (en este caso, la cabeza de una liebre), y 3) una cabeza humana invertida con los ojos cerrados y un complejo peinado. La interpretación de Alfonso Caso de esta lápida sería que un lugar llamado "Cerro de la Liebre" o "Lugar de la Liebre" había sido subyugado por Monte Albán, al mostrar invertida la cabeza de su jefe muerto (con un peinado regional). Es por esto que las piedras del Edificio J se han llamado "lápidas de conquista". Sin embargo, no todas las lápidas tienen una cabeza invertida debajo del glifo "cerro". En estos casos, puede tratarse de provincias que no fueron conquistadas sino colonizadas o absorbidas políticam.ente.
La identificación de topónimos en las lápidas Como hemos visto, las lápidas del Edificio J incluyen el glifo para "cerro" o "lugar". Estos signos probablemente aludían a referentes naturales (como montaúas o ríos) rnás que a pueblos grandes. De acuerdo con los espaí'íoles, el uso de referentes naturales era precisam.ente la manera en que los gobernantes zapotecos del siglo XVI definían sus territorios . Este hecho nos permite usar un método histórico directo para interpretar las lápidas del Edificio J, como en el siguiente caso.
FIGURA VIL1. El Edificio J tiene una planta única, como una punta de flecha gigante.
- Cerro o lugar
Diagrama de una "lápida de conquista" típica en el Edificio J. Sus tres principales elementos son: 1) un glifo para ¡¡cerro" o l/lugar", 2) un glifo que especifica el nombre del lugar (en este caso una liebre, es decir "Cerro de la Liebre"), y 3) una cabeza al revés o invertida con un peinado típico del lugar, lo cual significa "conquista". Algunas de las lápidas del Edificio J no tienen la cabeza invertida; estos lugares podrían haberse incorporado sin lucha. FIGURA VII.2.
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EL ED IFI C I O J y LA EXPANSIÓN TEKR.ITOKIAL DEL ESTADO
Alrededor de 1540 d.C., los conquistadores espa110les pidieron un n"lapa del territorio que aseguraba dominar el gobernante zapoteco de un pueblo llamado Santiago Guevea, en el sur de Oaxaca. Los artistas zapotecos nativos que trazaron el map a colocaron el pueblo de Guevea en el centro. Alrededor traza ron un círculo de referentes naturales co n nombre -sobre todo montañas y ríosque definían los límites del territorio de Guevea . Estos referentes tenían nombres o topónimo s, como Cerro Quemado, Ce rro del León Puma y Río de los R enacuajos. Los cerros y ríos naturales se usaban como referentes territoriales porque permanecían constantes, mientras qu e los pueblos grandes y aldeas aparecían y desaparecían con el tiempo (figura VIL3). Para identificar las provincias reclamadas por Monte Albán en el Edificio J, hay que reconocer primero los referentes territoriales a los que aluden los" glifos cerro" . Esta tarea es tan dificil que hasta ahora se han identificado menos de una docena de estos topónimos. Cuatro d e las lápidas co rresponden a j ero glíficos del Códice Mendo za, un do cumento del siglo XV I que mues tra las provincias de O axaca que entregaban tributo a los aztecas. El nombre de uno de esos luga res, Tototepec, significa "Cerro del Pájaro" y se refie re a una monta11a defendible cercana a la cos ta de Oaxaca sobre el Pacífico. Esta monta11a se sigue llamando "Cerro del Pájaro" en muchas lenguas indígenas: Tani Piguini en zapoteco, Yucusa en mL"Xteco y Tototepec en náhuatl. En el Có dice l\IIendoz a aparecen otros tres lugares que coinciden con glifos toponímicos de las lápidas del Edificio J: C uicadán , "Lugar de Canción" o "Lugar de Canto" ; Miahuapan, "En el Canal con Espigas de Maíz", y Ocelotepec, "Cerro del Ocelod". Los glifos de otras dos lápidas corresponden a lugares actuales en Oaxaca: "Lugar d e la Cara Perforada" (Sosola) y "Cerro de los Chiles" (Chiltep ec). Todos estos lugares están fuera del valle de Oaxaca, a 85-150 km de la ciudad de Monte Albán. Al estar incluidos en las lápidas del Edificio J, es tos sitios probablemente se consi derab an los límites del territorio de Monte Albán (según los reyes zapotecos) (figura VII.4).
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Sei s lápidas del Edificio J cuyos nombres correspo nden a lugares reales, ubicados entre 85 y 150 km de Monte Albán: a) Tututepec ("C erro del Pájaro "); b) Cuicatlán (" Lu gar de Canción"); e) Miahuatlán (" En el Canal con Espigas de Maíz"); d) Ocelotepec ("Cerro del Ocelotl"); e) Soso la (" Lugar de la Cara Perforada"); f) Chiltepec ("Cerro de los Chiles") . Nótese que Miahuatlán y Ocelotepec no tienen cabezas in vertidas y podrían haberse unido pacíficamente a la entidad política ad ministrada por Monte Albán.
FIGURA VII.3. Estos detalles del Li enzo de Guevea, documento de alrededor de 1540 d. c., m uestran lu gares en los límites del territorio reivindicado, ve ncido y controlado por el gobernante zapoteco de Santiago Guevea. Los nombres de lugares como "Cerro Quem ado" y "Río de Arena" aparecen en zapoteco y español. Este lienzo muestra cómo los zapotecos nombraban montañas y ríos para definir los límites de su territorio .
FIGURA VII .4.
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EL EDIFICIO J y LA EXPANSIÓN TEP..P..ITOP..IAL DEL ESTADO
Desafortunadamente, es poco probable que algún día logremos identificar todos los topónimos del Edificio J con lugares específicos. Un problema es que los espal10les que trazaron los mapas de Oaxaca llevaban guías e intérpretes aztecas, de modo que ITlUchos lugares ahora tienen nombres en espal10l o náhu atl, y no en zapoteco. Sólo podemos establecer correspondencias con las lápidas del Edificio J cuando los nombres en náhuatl son traducciones directas del nom.bre zapoteco, COlTlO en el caso de Tototepec. Las lápidas del Edificio J constituyen la declaración escrita de Monte Albán de que se había expandido bastante más allá de los confines de su zona fisiográfica central, el valle de Oaxaca. Para confirn1.ar esta declaración, debemos buscar en las regiones vecinas datos arqueológicos que constituyan evidencia del imperialismo zapoteco.
Colonización versus conquista Las provincias incorporadas por un reino en expansión no necesariamente deben ser tomadas por la fuerza. Cuando hay una gran disparidad poblacional entre la zona central de un Estado y su periferia, puede ser suficiente con que la zona central envíe colonos a la periferia . Algunas comunidades pequel1as, al ver que resistirse sería inútil, pueden aceptar un arreglo para salvar las apariencias. Otras comunidades pequel1as, renuentes a perder su autonomía, tendrían que ser sometidas mediante la fuerza militar. Durante la expansión de Monte Albán, parece haber evidencia tanto de colonización como de conquista.
El valle de Ejutla El valle de Ejutla, ubicado a unos 55 km al sur de Monte Albán , fue estudiado por Gary Feinman y Linda Nicholas. Durante la Época la de Monte Albán, esta región era una frontera escasamente poblada. Incluso en la Época lc, después de un importante crecimiento poblacional, los asentamientos seguían siendo dispersos y no tenían una jefatura central única.
EL EDIFICIO J y LA EXPANSIÓN TEP..RITORIAL DEL ESTADO
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Se trataba del tipo de periferia poco organizada que un Estado bien estructurado puede incorporar fácilmente. En efecto, Feinman y Nicholas encontraron un revelador cambio en los patrones . de asentamiento entre Monte Albán 1 y 11. Mientras muchas de las aldeas de la Época lc disminuían de tamat10 o eran abandonadas, cerca del río Ejutla surgió un gran centro con al menos una docena de edificios monumentales. Esta comunidad grande, cuya cerámica muestra vínculos estrechos con Monte Albán, se convirtió en el equivalente en Ejutla de los "pueblos grandes" del Nivel 2 que había en el valle de Oaxaca. Con1.o se encuentra sobre una de las rutas principales entre Monte Albán y el Océano PacífIco, Ejutla evidentemente se convirtió en una estación clave para la importación de conchas marinas y su transformación en adornos. Las excavaciones de Feinman y Nicholas en el pueblo grande de la Época II de Ejutla han revelado densas concentraciones de desechos en los lugares donde se transformaba el ostión espinoso, la madreperla y más de 40 otras especies de moluscos marinos en adornos y utensilios. Muchas de las cuentas y pectorales elaborados en Ejutla se parecen a los que aparecen enterrados con los personajes de élite en Monte Albán. Si bien parece claro que Monte Albán incorporó a Ejutla dentro de su hegemonía durante la Época II , no hay indicios de que esto requiriera fuerza militar. Con su escasa población y ubicación vuh1.erable -sólo a dos o tres días de vi;ue de Monte Albán-, Ejutla hubiera tenido pocas posibilidades de resistirse. Lo más probable es que sus gobernantes negociaran un arreglo que les permitiera permanecer en el poder a cambio de pagar tributo a Monte Albán en forma de adornos de concha. Si son significativos los textos jeroglíficos de Monte Albán de 500 at'ios después, este arreglo incluso puede haber incluido alianzas de matrimonio entre los gobernantes de los dos valles.
El valle de Miahuatlán Este valle está a sólo 30 km de Ejutla, sobre la misma ruta hacia el Pacífico, y pasó por un proceso de transformación semejante. Los
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reconocimientos de Donald Brockington y Charles Markman muestran que la región estuvo escasamente poblada antes de la Época II de Monte Albán. Durante la Época II surgió un grupo de siete sitios cerca del río principal, y el más grande de éstos llegó a dominar la región. Se ha encontrado abundante cerámica del estilo de la Época II de Monte Albán, así como conchas marinas de muchas de las mismas especies que en Ejutla. En los documentos aztecas el glifo toponímico para Miahuapan, que significa "En el Canal con Espigas de Maíz", muestra espigas de maíz creciendo en un canal de riego. El mismo glifo aparece en una de las lápidas del Edificio J, y esta lápida puede referirse a que Miahuatlán fue colonizada por Monte Albán en la Época II. Aunque fue colonizada, no hay evidencia arqueológica de una dominación militar. La lápida del Edificio J que menciona a Miahuatlán tam.poco presenta una cabeza invertida. La ausencia de esta cabeza invertida puede haber sido la manera en que Monte Albán indicaba que el gobernante de Miahuatlán no tuvo que ser conquistado mediante la fuerza rnilitar.
Cerro Tilcajete Después de que Monte Albán conquistó San Martín Tilcajete (véase capítulo m), ese sitio fue abandonado y apareció una nueva comunidad en el Cerro Tilcajete, una elevación cercana. Las excavaciones que ha hecho la doctora Christina Elson en el Cerro Tilcajete revelan que la victoriosa Monte Albán había convertido este sitio en un centro administrativo de Nivel 2 para la región. Elson encontró un antiguo camino que sale del Cerro Tilcajete hacia el norte; es decir, en dirección a Monte Albán. Entre 20 a.C y 200 d.C se volvió impresionante el transporte de cerámica de lujo de Monte Albán hacia el Cerro Tilcajete, pues éste ya estaba bajo la hegemonía de la ciudad. Lo que aún no sabel11.os es si los administradores encargados del Cerro Tilcajete eran nobles locales sometidos a Mo'nJe Albán o funcionarios enviados por la propia ciudad.
EL EDIFICIO J y LA EXPANSIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO
La Cañada de Cuicatlán Este sitio es una caí'iada fluvial larga que corre de norte a sur y está estratégicamente ubicada entre los valles de Tehuacán (Puebla) y Oaxaca. En esta zona se puede cultivar algodón, palnla coyol y frutas tropicales que no se encuentran en el valle de Oaxaca. También tiene canteras de serpentinita, una piedra verde-azul semipreciosa que se parece al jade. En la época de la Conquista espaüola, esta región se conocía como Cuicatlán, "Lugar de Canción". Su glifo en el siglo XVI - una cabeza humana con una voluta de canto saliendo de la boca- se parece a uno que se encuentra en una lápida del Edificio J de Monte Albán. También es revelador que la lápida de Cuicatlán presenta una cabeza invertida, que sugiere una conquista militar. El reconocimiento completo y el trazado de mapas de la Caüada de Cuicatlán fueron realizados por EIsa Redmond y Charles Spencer, cuyas excavaciones revelaron una comunidad ya sea derrocada por los zapotecos o castigada por una rebelión posterior. Se trata de la mejor correlación entre datos de excavación y las afirmaciones de conquista en las lápidas jeroglíficas de Monte Albán. Cuicatlán es otra región cuya cerámica temprana (anterior a la Época 1) muestra un estilo local propio, distinto del estilo del valle de Oaxaca. Sin embargo, para el 100 a.C, Cuicatlán comenzó a presentar, en palabras de Redmond y Spencer, "abundante cerámica con una estrecha afinidad estilística con la de la Época II de Monte Albán". Este cambio estilístico estuvo acompal1ado por la construcción de una auténtica fortaleza en un lugar llamado Quiotepec, "Cerro de la Inflorescencia de Maguey" . La fortaleza se encuentra en una estrecha ruta natural que pasa por las montaüas que separan la Caüada de Cuicatlán del valle de Tehuacán. La fortaleza de Quiotepec, cuya cerámica y tumbas de nobles tienen un estilo zapoteco, cuenta con murallas defensivas, grandes edificios públicos y una plaza que debían atravesar los viajeros que cruzaran el río (figura VII. 5). Hacia el norte de la fortaleza, Redmond y Spencer encontraron una "tierra de nadie" de siete kilómetros de largo, desocupada
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Redmond ex cavaron un conjunto de 61 cráneos humanos acomodados en filas, C01TlO si se hubiera colapsado uno de esos terroríficos exhibidores de cráneos que los zapotecos llamaron yagabetoo y lTlás adelante los aztecas llanuron tz ompantli. Estas exhibiciones de cabezas cercenadas eran comunes en Mesoamérica, pues servían para an'ledrentar a quienes se negaban a pagar tributo.
FIGURA VII.5. La fortaleza de Quiotepec, en la Cañada de Cuicatlán, marca el límite septentrional de la expansión política de Monte Albán.
durante la Época Ir de Monte Albán. Y hacia el norte de esta tierra de nadie, los sitios tienen cerámica en el estilo del valle de Tehuacán, ya no de Monte Albán. Por lo tanto, la fortaleza de Quiotepec parecería constituir el extrelT10 septentrional de la expansión del Estado zapoteco durante la Época Ir. La ubicación de la fortaleza era muy estratégica, pues una de las principales rutas entre Oaxaca y la cuenca de México pasaba por la Caí1ada de Cuicatlán. Al cerrar el paso con una fortaleza, Monte Albán no sólo tomó el control de la caí1ada, sino que impidió la expansión hacia el sur de los reinos rivales de Tehuacán, Puebla, Tlaxcala y la cuenca de México. Hacia el sur de la fortaleza, Spencer y Redmond excavaron La Coyotera, una comunidad que puede haber sido castigada por rebelarse a la subyugación zapoteca. Después de que La Coyotera se trasladó a una parte del pienlOnte durante la Época Ic-Ir de Monte Albán, se convirtió en una comunidad de tres hectáreas con edificios públicos. Frente al montículo piramidal más grande, Spencer y
Sola de Vega Sesenta y cinco kilómetros al suroeste de Monte Albán se encuentra el valle de Sola de Vega. Los reconocimientos realizados aquí por Andrew Balkansky muestran que durante la Época 1 de Monte Albán el valle de Sola estaba prácticamente deshabitado. Para la Época Ir, parece ser que colonos zapotecos, con una cerámica idéntica a la del valle de Oaxaca, se habían establecido en Sola de Vega y creado pueblos importantes en ambos extremos del valle. No hay evidencia del uso de ulerza militar. Lo más probable es que los zapotecas consideraran Sola de Vega como otra estación o lugar de paso en la ruta hacia la costa del Pacífico, donde podían obtener productos tropicales.
Resumen Durante la Época Ir de Monte Albán, los zapotecos usaron al menos tres métodos para someter las regiones periféricas a su control. Las zonas deshabitadas o casi deshabitadas simplemente se colonizaban. Las regiones con las que Monte Albán tenía relaciones pacíficas probablemente se anexaron al valle de Oaxaca mediante alianzas matrimoniales o arreglos económicos de común acuerdo. Sólo las regiones que se resistieron a la incorporación fueron subyugadas mediante la fuerza militar. Esto quizás explica por qué algunas lápidas del Edificio J incluyen cabezas invertidas (como sei'ial de conquista militar) , mientras que otras no. La Caí1ada de Cuicatlán, una región donde Monte Albán se podía abastecer de frutas tropicales y la valiosa serpentinita, parece
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haber sido son1.etida por la fuerza. En cambio, los valles de Ejutla y Miahuatlán parecen haber entrado bajo la hegemonía de Monte Albán sin evidencia de conflicto, quizás mediante arreglos diplomáticos o alianzas matrimoniales entre nobles. En el caso de Sola de Vega, Monte Albán parece simplemente haberlo anexado enviando colonos a ocupar el valle escasamente poblado. Para finales de la Época lc, Monte Albán había logrado pacificar todos los 2100 km2 de su valle. Durante la Época II llegó a dominar una jerarquía de asentamientos en cuatro niveles -formada por una ciudad, seis pueblos grandes y muchas aldeas grandes y pequeilas- y extendió su hegemonía hacia zonas que estaban hasta 150 km fuera del valle de Oaxaca. Si se señalan en un mapa todas las provincias donde hubo expansión zapoteca, manifestada ya sea por cambios en el estilo de la cerámica o por declaraciones en las lápidas jeroglíficas, parece ser que Monte Albán estaba tratando de estable cer un "corredor de influencia" norte-sur entre Tehuacán (la entrada al M éxico central) y la costa del Pacífico (la entrada a la zona tropical). En su apogeo, durante la Época 1I, este corredor puede haber abarcado 20000 km 2 de territorios sometidos (figura VII.6). Este Estado expansionista es lo más cercano a un imperio que alcanzaron los zapotecos. Para 200 d.C., el Estado zapoteco alcanzó su máxima extensión territorial, y ya durante la Época lIl a comenzó a encogerse. Muchos estados prístinos, tanto del Nuevo como del Viejo Mundo, alcanzaron su máxima expansión territorial muy al principio de su historia. Este fenómeno se debe a que los estados prístinos u originarios son los primeros en evolu cionar en su región, de modo que están rodeados por comunidades organizadas aún en el nivel de sociedades de j efatura o incluso en estructuras más simples. El Estado joven aprovecha esta situación imponiéndose sobre sus vecinos menos organizados mediante la colonización, las alianzas matrimoniales entre nobles, la presión económica o la conquista militar. Así ocurrió con las regiones de Calakmul y Copán en la zona maya, con los estados de Wari y Tiahuanaco en los altiplanos de Perú y Bolivia, con el Egipto dinástico temprano y con muchos
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1; Ruta a Teotihuaean
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Quiotepee
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Sosola
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Ejutla Miahuatl,ín
Tututepee
O eelotepee Chiltepee
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100 kl11
Este mapa muestra los límites aproximados del territorio controlado, vencido o reivindicado por Monte Albán durante la Época 11. Es probable que la expansión de Monte Albán hacia el norte fuera bloqueada por la influencia política de Teotihu acan. Para la Época lil a el territorio de Monte Albán ya había empezado a reducirse.
FIGURA VII .6.
estados plístinos de Mesopotam.ia. Los zapotecos disfrutaron y fomentaron este tipo de expansión durante la Época 1I. Para la Época lIla, muchas regiones periféricas se habían fortalecido políticamente y pudieron liberarse de Monte Albán y recuperar su independencia.
LA ÉPOCA lIl A Y LAS RELACIONES
VIII. La Época lIla y las relaciones entre Monte Albán y Teotihuacan
ONTE ALBÁN FUE UNA DE LAS PRIMERAS CIUDADES gu e surgió en el México antiguo, pero no la única. Hacia el norte, en la cu enca de M éxico, estaba la ciudad más grande del altiplano m exican o: Teotihuacan. Ya sugerimos en el capítulo VII gu e la expansión territorial del Estado zapo teca hacia el norte se vio limitada por la expansión de Teotihuacan ha cia el sur. Cerca de la fortaleza d e Quiotep ec, en la CaI'iada de C ui ca tlán, había una "tierra de nadie" gue marcaba la f¡'ontera entre las zonas de influencia de Teo tihuacan y Monte Albán. El argueólogo R en é Millon siempre creyó gue M onte Alb án y Teotihuacan tenían una " relación especial". Esta relación se obse rva m ás claramente durante la Época I1Ia de Monte Albán (200500 d .C.). Durante ese p e riodo hubo aparentemente un B arrio Oaxagueño en la ciudad de Teotihuacan, mientras gue en Monte Albán hay monumentos grabados gue registran las visitas de em.baj adores teotihuacanos a Oaxaca.
M
El Barrio Oaxaqueño en Teotihuacan Teotihuacan pasó por un periodo de crecimiento espectacular durante el siglo II d.C. , y entre 200 y 500 d.C.la ciudad llegó a cubrir 20 km2 . Durante esos tres siglos, la ciudad puede haber establ ecido relaciones con Mata capan en la costa de Veracruz, enviado familias de nobles a Kaminaljuyú en los altos de Guatemala y extendido sus visitas diplomáticas incluso a ciudades de las zonas bajas m ayas , como Tikal en el norte de Guatemala. Durante la Épo ca III a Teotihuacan mantuvo con Monte Albán una relación gue parece haber sido pacífica y diplomática. 88
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Teotihuacan era una ciudad multiétnica con barrios de gente proce dente de otras partes de M esoam érica . Había un "Barrio de los Comerciantes" en el sec tor oriental de Teotihuacan, donde se han encontrado viviendas circulares co n cerámica de la costa del Golfo y la región maya.Y había también un Barrio Oaxagu eÍlo, un enclave zapo tec a gue algunos argu eólogos ahora llaman Tlailotlacan. Los za potec os vivían en las afu eras de Teotihuacan , ha cia el poniente, a unos tres kilómetro s del centro político de la ciudad , en un barrio gue cubría de una a dos h ectáreas . Los inmigran tes zapotecos vivían en conjuntos residen ciales es tándares de es tilo teo tihua ca no, de uno s 20 x 50 m. Hacían cerámica con el barro local de la cu enca de M éxico, pero algunas de sus piezas tenía n la típi ca forma de las vasijas zapotecas - sahumadores, cajetes y apaxtles- , como las gue habrían usado si hubieran estado todavía en Oaxaca. Algunos de los zapo tecas han de haber sido miembros de familias importantes, porgu e fu ero n enterrados en Teotihuacan en tumbas co mo las gue se ha cía n en Monte Albán para la nobleza . Uno de los sepulcros incluso tenía un nombre zapoteco, el glifo "9 L" , g rabado en una de las jambas de la tumba . Ad emá s, algu nos enti erros contenían urnas funerarias de típico estilo zapoteco, para honrar a los nobles antepasados asociados con los atributos sobrenaturales de Rayo, Lluvia y M aíz (figura vIII.r). No sab emos cuántos zapotecos llega ron a vivir en Tlailotlaca n . Sólo se ha excavado una parte pegu eña del Barrio Oaxa gu eño, y tampo co se ha determinado el tamú io de la población inmigrante original. Sin em.bargo, parece ser gue el número de zapotecos residentes en Teotihuacan llegó al orden de los cientos. Tampoco conocemos las condiciones esp ecíficas o motivaciones gu e ll evaron a es tos zapotecos a Teotihua ca n . Pueden h aber sido comerciantes, oficiales diplomáticos o ambos. Los zapotec os inmigrantes sigui eron enterrando a sus muertos co mo lo habían hecho en el valle de O axaca, usando la escritura j eroglífica zapoteca, fabricando urnas, prac tica ndo la religión zapoteca y honrando a sus antepasados y fu erzas sobrenaturales como el Rayo.
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a Dos descubrimientos hechos en el Barrio Oaxaqueño de Teotihuacan. a) Jamba de tumba de piedra, esculpida con el día-nombre zapoteco "9 L" . b) Urna funeraria zapoteca que representa a un hombre que ostenta su nombre, "8 Maíz", arriba de la frente. FI GURA VIII .1.
La Plataforma Norte en Monte Albán Durante la Época IlI a, las familias reales de Monte Albán vivían sobre la Plataforma Norte, rodeadas por sus sirvientes y ayudantes (figura VIlI.2). Esta zona de Monte Albán contiene un complejo realmente impresionante de edificios. Incluso el visitante actual que camina entre estas estructuras puede percibir la dificultad de acceso e intimidad de esta zona. Para ll egar a la Plataforma Norte hay que subir la escalinata más ancha de Monte Albán (y una de las más anchas de la América prehispánica): casi 38 m de ancho. Al terminar la escalinata, se pasa por un pórtico cuyas columnas ma cizas probablemente sostuvieron alguna vez un techo.
Plano de la Plataforma Norte de Monte Albán, donde se han encontrado varios objetos que demuestran el co ntacto con Teotihu acan. Las flechas indican las rutas hacia la zona más privada de la plataforma, el pequeño patio rodeado por los Templos d, e y g. Al noreste se halla el Montículo X, donde se encontró la Lápida de Bazán (véase figura VIII.4) . Las tumbas reales se indican con una "1" y un círculo negro. FIGURA V1I1. 2.
Desde este pórtico elevado se pu ede mirar ha cia dentro del Patio Hundido, un área de 60 x 60 m donde evidentemente se realizaban distintos rituales. El Patio Hundido era tan profundo (4 m) que sólo los testigos parados sobre su borde podían haber observado los rituales realizados en su interior. H ac ia el noreste se ven tres templos - las estructuras d, e y g- , qu e d elim.itan el patio más priva do de la ciudad de Monte Albán. Esta zona era probablemente donde la familia real llevaba a cabo sus rituales religiosos más íntimos. Richard Blanton fu e el primero en observar, a partir de su estudio de la circulación de tráfico, que este patio es el punto más inaccesible de la ciudad.
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En la Plataforma Norte también se han encontrado, después de muchos ailos de excavación, objetos importados de Teotihuacan, así como imitaciones locales de vasijas cilíndricas con pies huecos de estilo teotihuacano (figura VIIl.3). D e hecho, uno de los . estilos de cerámica de la Época lIla de Monte Albán , elaborado con barro amarillo y llamado Tipo A3 por Caso, Bernal y Acosta, es idéntico a la cerámica" Anaranjada Delgada" de Teotihuacan. Otro artículo im.portado fue una estatuilla de piedra verde, similar a las es tatuillas de piedra encontradas en Teotihuacan. Algunos de estos objetos pueden haber sido regalos de los gobernantes de Teotihuacan a los de Monte Albán. Las excavaciones realizadas hacia el este de la Plataforma Norte, cerca de la playa de es tacionamiento actual, han revelado evidencia de corte y pro cesamiento de mica. El uso de la mica es muy antiguo en el valle de Oaxaca e incluso los pu eblos más antiguos, como San José Mogote, participaron en el corte de mica en formas geométricas. Distintos tipos de mica abundan en los 70 km de roca m etamórfica precámbrica que corren sobre el costado occidental
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del valle de Oaxaca. El tipo de mica más con1.ún en la Platilforma N orte es la biotita, de color en tre café y negro. ¿Qué ha cía n los zapotecos con toda esta cantidad de mica cuando terminaban de cortarla y procesarla? Una posibilidad es que enviaran una parte a Teotihuacan, donde se usaba para adornos y ofrendas en complejos residen ciales como los conjuntos Viking y Xolalpan. En 1944 el arqueólogo Pedro Armillas escribió lo siguiente acerca de la mica de Teotihuacan: Un desc ubrimiento mu y sor pre ndente se hizo dl..1rante la exploración d e 1942. En un patio inte rior d el edificio [qu e se localiza a unos 300 m al suroeste de la Pirál11.ide del Sol] , deb~o de un piso y una capa de grava de 20 cm d e espeso r, se encontró una capa de láminas de mica en toda la extensión del patio mencionado [ ... ] ¿Para qué sirvieron es tas enormes ca pas d e mi ca? La delicadeza del material hace n1.uy dudoso que hubi eran servido como piso transitabl e antes de ser recubiertas. Se p ensó, en consec u encia , que se trata de un a ofrenda ritual [ ... ] R evuelta en el escombro que cubrían los restos d e las constru cciones superiores del Patio 1 se encontró una enorme cantidad d e mica desme nu za da , qu e co n seguridad pro ce d e d e las d estru cciones del estuco d e la s paredes en cuya composición entra aquel material. Láminas irregulares p ero con algún borde rectilíneo, cortado a propósito, iguales a las de las capas a que me he referido, se encontraron también en Xolalpan [que se lo caliza unos 600 m al este de la Pirámide del Sol].
Estas vasijas muestran la influencia de Teotihuacan en Monte Albán. a) Trípode cilíndrico con soportes en forma de pies de losa. b) Cuenco con base anular en cerámica "Anaranjada Delgada" (Tipo A3 de Monte Albán). FIGURA VI II.3.
Armillas observa que la mi ca se usaba tanto para decorar las paredes de los edificios como para ado rnar grandes ince nsa rios, cortada en distintas formas. Sin embargo, para relacionar definitivamente con Teotihuacan la mica procesada en la Plataforma Norte de Monte Albán, los futuros investigadores tendrán que realizar un análisis químico. Sólo estos análi sis podrán revelar si la mica encontrada en los conjuntos Viking y Xolalpan es el mismo tipo de biotita que se trab;uaba en la Plataforma Norte de Monte Albán, y estos análisis aún están por hacerse.
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La Lápida de Bazán Un aparente vínculo entre M onte Albán y Teotihuacan aparece en una lápida de piedra h ermosamente grabada y hallada en Monte Albán. La Lápida de Bazán - llamada así porque la encontró M artín Bazán, el colaborador de Caso- fue recuperada en el cos tado oeste del Montí culo X, justo al noreste de la Plataforma Norte (figura VIIl.4). En 1936 Caso describió la Lápida de Bazán como "uno de los m ás importantes hallazgos de esta temporada".Agregó qu e "es una lápi da de alabastro o tecali [trave rtina de calidad fina] en la que aparecen las figuras de do s dioses co n sus nombres de j eroglíficos ..." Ahora sabemos que estas figuras no eran dioses, sino p erson as cuyos nombres fu eron registrados en esta lápida porque desempeñaron una fun ción histórica en las rela ciones entre Monte Alb án y Teo tihuacan. Del lado izquierdo de la láp ida vemos un hombre vestido como teotihuacano; sostiene una bolsa de copal (incienso) en una mano. Del lado derecho vemos a un noble zapoteca vestido en traj e de j aguar. Los nom.bres jeroglíficos de ambos person ajes es tán incorporados en "glifos de cerro" debajo de sus
FIGURA VIII.4. La Lápida de Bazán muestra a un emb ajador de Teotihuacan reuniéndose con un señor zapoteco vestido de jaguar. El texto jeroglífico cuenta que viajaron, hablaron y quemaron incienso. Los acuerdos a que llegaron se consideraron lo suficientemente importantes para quedar registrados en piedra . .
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pies. Estos glifos indican que el teotihuacano se llamaba "8 E", mientras que el zapoteco se llamaba "3 E" (de acuerdo con Alfonso Caso) . Ambos nombres fueron tomados del calendario ritual de 260 días. Cada figura de la lápida es tá acompañada por una columna de j eroglífi cos que parecen compon er una narración históri ca o política. En el texto se hace referencia dos veces a la ciudad de Teo tilmacan: una vez en la posición A6 (columna A, glifo 6) m ediante el to ca do típico de un embaj ador teotihuacano (qu e Clara Millon llam ó " tocado de borlas"), y otra vez en la posición B4 (columna B, glifo 4) con una sandalia teotihuacana. El viaj e se representa con hu ellas humanas de pie en las posiciones A7 y B6 , mientras que el discurso florido o diplomático se indica con volutas qu e salen de una cab eza en la posición AS. En A8 aparece un incensario zapo teca y en A4 una mano que sostie ne un frijol COl110 los que usaban los zapo tecas en la adivinación. Entre los demás j eroglífi cos de la lápida h ay ges tos de manos, como los que usaban los sistemas de escritura tanto maya co mo azteca para producir verbos de acción. Es probable que algunos de estos signos también fu eran verbos en la escritura zapoteca. Si bien no podenlOs leer plenam ente los 16 glifos de la Lápida de Bazán, el texto parece ser un registro permanente en piedra de un acu erdo alcanzado por representantes de Teotihuacan y Monte Alb án. Estos representantes pu eden haber viajado, tenido un encuentro, consultado con adivinos y quemado incienso para darle a su acu erdo un co ntexto completamente sagrado. Este tipo de ritu al es probablem en te una de las m an eras en que Teotihuacan y Monte Albán conservaron sus relaciones diplomáticas pacíficas.
Las ofrendas en los templos del Edificio 1 en Monte Albán Se han encontrado regalos y ofrendas teotihuacano s en cajas debajo de los pisos de varios templos del Edificio 1 de Monte Albán. Caso enco ntró una ofrenda con una urna espléndida qu e repre-
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sentaba a Cociyo, y dentro de la urna encontró 24 figurillas de piedra verde. Caso dijo en 1938:
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Q~ Estela 4 Estela 3
La ofrenda consistía en una urna de gran tam.aI'io y dos vasos, uno de ellos con el jeroglífico del día "3 J" [3 Maíz]. En el vaso con j eroglífica se encontró un precioso idolillo de jade flnam.ente pulido y con una técnica de escultura en la que se observa gran estudio de la anatomía; además aparecieron 2 pequdlOs caracoles. La urna estaba materialmente llena, pues había dentro de ella 24 idolillos de piedra verde, de tipo teotihuacano, uno de ellos roto y pegado por los mismos zapotecas, 2 orejeras de jade de gran tamai'i.o y un collar con cuentas de j ade y otras piedras ve rd es [ ... ] Por su riqu eza y por la bell eza del idolillo de j ade, la ofrenda del templo I es una de las más importan tes encontradas hasta ahora en M onte Albán.
¿Qué significaba esta ofrenda? Quizás un importante noble zapo teco llamado 3 Maíz fue honrado con esta ofrenda, o quizás 3 M aíz era el nombre de un antepasa do noble ven erado, en cuyo honor se dedicó un nuevo templo. Los artículos " de tipo teo tihuacano " encontrados en la ofrenda pu eden h aber sido regalos, ya sea enviados por Teotihuacan o colocados aquí por embajadores teotihu acanos que asistieron a la dedicación del tem.plo.
Las estelas de la Platafornta Sur En algún mOluento durante la Época lIIa, un gobernante zapoteco llamado 12 Jaguar ascendió al poder en Monte Albán. Parte de su ritual de ascensión fue la dedicación (o rededicación) de la Plataforma Sur, una enorme estructura piramidal en el extremo sur de la Plaza Principal de Monte Albán (véase figura VIII. S). En ese mom ento se encastraron en las paredes de la plataforma por lo menos nueve estelas (ocho de ellas grabadas). Debajo de tres de las esquinas del edificio se encontraron cajas de ofrenda. La presencia de una olla era opcional, ya qu e faltó en una de las ofrendas. Estas ollas son
I I f~~~r-lL--~~:'- Este la 2 Est~la 1
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Estela Lisa
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Estela 8
100 m
Este plano de la Plat aforma Sur de Monte Albán muestra las ubicaciones originales de las Estelas 1 a 8 y de la Estela Lisa.
FI GURA V1I1. 5.
n1.uy importantes porqu e so n características de la Épo ca IIla. Cada ofrenda contenía 10 conch as de os tión espinoso (cinco de Spondylus princeps y cinco de Spondylus ca/cifer) , 10 caracoles (Oliva porphyría) y siete cuentas de jade. En Teo tihuacan se han encontrado ofrendas similares, también co n ostión espinoso y cuentas de j ade. Las es telas originales de la Plataforma Sur h an sido retiradas para su protección. Lo que ve el visitante actual son réplicas empotradas en la plataforma. La Estela 1, en la esquina no reste de la plataforma, muestra al gobernante 12 Jaguar sentado en su trono ; lleva puesto un traj e de j aguar y porta una lanza (figura vIII.6). El texto j eroglífico asociado se refiere a su ascendencia divina, sus p eregrinaciones y sus adivinaciones. O cultas en la cara inferior de la Estela 1 h ay representaciones de cuatro embajadores, uno de los cuales (llamado 9 Mono) aparece saliendo de un templo decorado al estilo de varios templos de Teotihuacan. Esta escena se ha interpretado en el sentido de que
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La Estela 8 (Plataforma Sur) muestra a un prisionero con los brazos atados detrás de la es palda.
FIGURA VIII. ?
FIGURA V111.6.
La Estela 1 (Plataforma Sur) muestra a un gobernante zapoteco sentado en su trono.
9 Mono viajó desde Teotihuacan. H ay una versión más elaborada de esta escena " diplomática" grabada en la cara inferior de otra estela, la llamada "Estela Lisa" (en la esquina noroeste de la plataforma). Tanto en la Estela 1 como en la Estela Lisa el embaj ador que aparece retirándose de un templo de estilo teotihuacano ll eva el nombre 9 Mono. Estos embaj adores de Teotihuacan pueden hab er ido para asistir a la dedicación de la Plataforma Sur. Las otras estelas colocadas en las paredes de la Plataforma Sur - Estelas 2,3,5,6 , 7 y 8- l11.Uestran prisioneros militares con las manos atadas detrás de la espalda. Es probable que se tratara de prisionero s que fueron sacrificados en la inauguración de 12 Jaguar. Algunos incluso pueden haber sido prisioneros de las propias campaúas militares de 12 Jaguar. En algunos casos, los prisioneros tienen "glifos cerro" debajo de lo s pies, quizás para indicar sus regiones de pro cedencia (figuras VIlI.7 y VIII. S) .
Estela 1
n
n
b
d
e
FIGURA VIII.S. Escenas esculpidas en los bordes de la Estela 1 y la Estela Lisa en la Plataforma Sur. En la Estela 1, en e) se ve cómo un a persona llamada 9 Mono deja un rastro de huellas que muestran que viajó desde un templo decorado en esti lo teotihuacano . En la Estela Lisa, en a) se ve a 9 Mono vestido de embajador como parte de una delegación de cuatro visitantes que se reunieron con un noble zapoteco (en e) .
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Resumen Queda mucho trabajo por hacer para especificar los distintos tipos de relaciones que hubo entre Monte Albán y Teotihuacan, y cómo es tas rela ciones fueron cambiando co n el tiempo. Los dato s qu e . h emos revisado en este capítulo nos dan una idea acerca de lo especial que fue la relación entre las dos ciudades. Monte Albán tenía la Lápida de Bazán en el Montículo X, así como artículos tea tihuacanos en ofrendas del Edifi cio I y la Plataforma Norte, y había escenas de em.bajadores teotihuacanos en las estelas empotradas en las es quinas de la Plataforma Sur. Por su parte, Teo tihuacan tenía un Barrio Oaxaquel1o y pu ede h ab er importado mi ca oaxaquei'í.a para los conjuntos Viking y Xolalpan. Deben lnencionarse ciertas diferencias significativas entre estas dos grandes ciudades. Monte Albán no tiene un tra zado rectilíneo ni ortogonal, ni su crecimiento presenta un patrón aparentem ente lineal ni geométrico. El sistem a de ca minos de Monte Albán no lleva hacia la Plaza Principal, sino qu e desembo ca en aberturas en los muros defensivos , por donde conecta la ciudad con los cerros vecinos y el fondo del valle. En cambio, Teotihuacan estaba construida sobre un plano en cruz cuyos ej es principales eran una calle en se ntido este- oeste y la co no cida Calzada de los Mu er to s, que corre en sentido norte-sur. Estas dos avenidas llevaban directamente a la llamada Ciudadela, qu e estaba en el centro administrativo de la ciudad. Otro contraste entre Monte Albán y Teotihuacan es que la prim era no era principalmente un centro comercial ni notoriamente multiétnica, mientras que la segunda era ambas cosas. Teo tihuacan concentraba a sus artesanos en talleres y en conjuntos residenciales donde cientos de trab aj adores compartían una artesanía. En cambio, Monte Albán puede haber recibido muchos de sus artículos manufacturados de pueblos y aldeas en otras partes de Oaxaca. Si bien Monte Albán tenía sin duda alfareros , tejedores y co rtadores de piedra, sus gobernantes no concentraron a cientos de artesanos dentro de la ciudad. Los estudios de Gary Feinman, por ej emplo, muestran
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!O!
que incluso durante el apogeo de Monte Albán una parte considerable de la ce rámica se producía en pueblos y aldeas del valle. Otro contraste es que Monte Albán era una ciudad fortificada, pero no Teotihu acan. La ciudad zapo teca tenía alrededo r de tres kilómetros de murallas defensivas sobre sus laderas más suaves, porque las más pronunciadas constituían una defensa natural. En Teotihuacan no se h a en co ntrado evid encia alguna de que hubi era habido una muralla. Algunos investigadores sostien en que como la ciudad tenía más de 100000 habitantes esta inmensa población por sí misma inhibía cualquier ataque. Del mism.o modo, durante la Épo ca III de Monte Albán cuando la ciudad alcanzó los 2000030000 habitantes, también se expandió más allá del área delimitada por sus antiguos muros defensivos, quizás porque su tamúio ya era suficiente para disuadir cualquier ataque. H as ta donde puede revelar la información arqu eológica actual, ninguna de las dos ciudades tomó nunca la delantera ni dominó a la otra. Esta diplomacia y aparente respeto mutuo resulta contrastante con lo que ocurrió en otras épocas y lugares de M esoamérica, donde en general prevalecieron las agendas expansionistas y de conquista .
EL APOGEO
IX. :el apogeo de Monte Albán: Epoca III
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DE MONTEALBÁN:ÉPOCA 111
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ONTE ALBÁN LLEGÓ A SU APOGEO durante lo que los arqueólogos llaman el Periodo Clásico, aproximadamente entre 200 y 750 d .C Las diferencias de estilo en la cerámica de este periodo nos permiten dividirlo en Clásico Temprano (Época lIla, 200-500 d.C) y Clásico Tardío (Época I1Ib, 500-750 d .C). De acuerdo con la información disponible, la población de la ciudad de Monte Albán alcanzó su punto máxim.o durante la Época III. De esta época data la forma final de la mayoría de los edificios que hoy se ven en su Plaza Principal. Muchos de estos edificios pasaron por etapas anteriores, pero Caso, Bernal y Acosta decidieron consolidar con cemento la etapa más reciente y mejor preservada, que a n"lenudo resultó pertenecer a la Época IlIb. Ya fuera por crecimiento interno, formación deliberada de núcleos urbanos o atracción de nuevos grupos de las zonas aledañas, Monte Albán alcanzó su población máxima estimada de 25000 a 30000 habitantes durante la Época IlIb. Para entonces, la población había rebasado por mucho los límites de sus antiguos muros defensivos y se había extendido a todos los cerros cercanos . El cerro de Monte Albán tenía 730 terrazas habitadas; su extensión al este, Monte Albán Chico, tenía otras 44. Mogotillo tenía siete terrazas ocupadas y El Gallo otras 85. Al norte, el Cerro Atzompa tenía 300 terrazas habitadas, además de un grupo realmente impresionante de pirámides y otros edificios públicos. Atzompa también tenía su propio sistema carretero (figura IX.I) . Si caminamos actualmente por la Plaza Principal de Monte Albán, llama la atención el número de templos, aunque esto no es de extrañar, pues algunos documentos espat10les nos dicen que los zapotecos tenían muchos templos en el siglo XVI, así como numerosos sacerdotes para atenderlos. A la llegada de los eSpat10les, los
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El Gallo
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Monte AJbán Chi co
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FIGURA IX.1. Monte Albán durante la Época IIlb, cuando todas las cumbres estaban ocupadas, desde Cerro Atzompa hasta Monte Albán Chico. Los círc ulos co lor gris oscuro son las terrazas en cuya superficie hay tepalcates diagnósticos de la Época IlIb.
sacerdotes zapotecos se llamaban copa pitao o bigaFía (véase capítulo x). Se dice que los sacerdotes pasaban gran parte de su tiempo en la habitación interna de los templos. ¿Por qué había tantos templos? ¿Mantenía cada familia noble o segmento social de Monte Albán el suyo propio? ¿Se usaba cada templo para una ceremonia diferente? ¿Tetúa su propio templo cada deidad o antepasado deificado? La diversidad de los templos zapotecos se ve reflejada en una serie de maquetas o modelos miniatura de los templos, en general hechos de piedra (figuras IX.2 a IX .4). Estas maquetas se han encontrado tanto en Monte Albán como en otros sitios importantes de la Época 111. Algunos modelos muestran templos con techos decorados en un estilo que los arqueólogos llaman "doble escapulario",
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1 EL APOGEO DE MONTE ALBÁN: ÉPOCA 111
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Maqueta de piedra de un templo ded icado a un antepasado noble cuyo nombre calendárico era "3 E". FIGURA IX.4.
FIGURA IX.2. Algunas maquetas de templos zapotecos. a) Muestra un temp lo cuyo techo presenta el "doble escapulario" típico de la Época 111. b) Muestra un templo cuya entrada se cierra usando una cortina hecha con cientos de plumas de ave.
Maqueta de piedra de un templo dedicado a un antepasado noble cuyo nombre calendárico era" 1 L".
FIGURA IX.3.
tambi én usa do en las barandillas de las escaleras de los templos. Otras maqu etas sugieren que los templos se cerraban usando cortinas h echas con cientos de plumas de ave. La maqueta de la figura IX.3 , qu e se reporta fue encontrada en Monte Albán, muestra cómo e! doble escapulario decora e! techo y la plataforma qu e soporta el templo. Encima de! techo se ve el glifo" 1 L", probablelTlente e! nombre de un antepasado noble representado en e! techo. Otro modelo muestra el nombre "3 E " en la entrada, lo cual sugiere qu e este templo también podría estar dedicado a la veneración de un antepasado noble. Si a cada gobernante muerto se le dedicaba un templo, sería más fácil entender por qué hay tantos. Los zapotecos invocaban nombres de gobernantes muertos en sus oraciones, pues los antep asados nobles se volvían interm.edi arios entre sus súbditos y las grandes fu erzas sobrenaturales, como el R ayo. Además de los ritos privado s realizados por los sacerdotes en las habita ciones internas de los templos, es posible qu e tambi én existi eran ritos y ceremonias públicas . La Plaza Principal h abría sido la sede de muchas ceremonias públicas: inauguraciones, sacrifI cios de prisioneros enemigos, sangrados rituales, danzas y tal vez la ingesta de plantas alucinógenas y bebidas embriagantes como el pulque (savia de maguey fermentada).
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EL APOGEO DE MONTE ALBÁN: ÉPOCA
III
C u ando llegaron los espúioles, la importancia de M onte Alb án h abía disminuido. No obstante, los espailoles prese n ciaro n muchas ceremonias religiosas zapotecas en otros pueblos del valle de Oaxaca. Algunos do cumentos del siglo XVI describ en cóm.o los zap otecos del valle sacrificaban niI1.os, bebían y bailaban por la noch e. También narran cómo los pobladores de Macuilxo chitl se sacaban san gre de la lengu a y las orejas, b ailaban y b ebían h asta embriagarse. Así describ e Pedro Pérez de Zamora a los h abitantes de Tei tip ac: " Sac rifi cavan perrillos e y ndios esclavos [.. .] e despues . que ha zian algun sacr ifi cio tenian por cost um.bre b ailar e ynbriagarse con unos hongos en tal manera que vian l11.uchas bisiones e figuras espantables". La gran cantidad de templos en la Plaza Principal de Monte Alb án sugiere que éste era un buen lugar para las ceremonias públicas. Cerca de varios templos hay altares, adoratorios y plataformas, lo cual habría permitido que varios rituales se realizaran a la vista del público. Sin duda, en otras épo cas la Plaza Principal habría sido un lugar sagrado y privado, lo cual confirma su distancia de los canlinos principales. Sin emb argo, cuando quedaba a disposición de los gob ernantes de Monte Albán, la Plaza Principal p odría h aberse convertido en sede de ceremonias autorizadas y patrocinadas por el Estado. Es probable que el número de indivi du os presentes en las ceremonias haya sido muy alto. Se ha estimado que s1 1a Plaza Principal se llenara, podrían caber unas 15000 p ersonas (la nlitad de la población de la ciudad) .
Reconstrucción de la sociedad ¿Cómo era la sociedad de Monte Albán durante el apogeo de la Época IIr? Las descrip ciones espal1.01as de los zapotecos en el siglo XVI nos ofrecen algunas pistas: En ese momento, la sociedad zapoteca consistía de al m enos dos estratos: un estrato superior de nobles h ere ditarios y un es trato inferior de pleb eyos. Si bien dentro de cada estrato había gradaciones de estatus, en general, ambos grupos
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se mantenían separados p orque sólo se p ermitían los matrimonios entre miembros de un mismo estrato.
El estrato superior El estrato sup erior zapo teca incluía los lin~es reales, los lin~ es de nobles mayores y los linaj es de nobl es menores. Un Sel1.0r h ereditario se denominaba caqui, y su esposa, xonaxi. Para distinguir a un gran set1.o r o rey (caq uitao) de un Sel1.0r menor (caqui) se utilizaban sufijos aumentativos como tao. Los nobles mayores se denominaban joana o xoana, y los nobles menores, xoanahu ini, con el sufij o diminutivo huinl. H abía muchas gradaciones dentro del estrato superior. Los linajes reales de muchas civilizacio nes m eso americanas antiguas decían descender de una pareja semidivina que había vivido en un pasado mitológico. De es ta p areja semidivina recibían los gobernantes su derecho hereditario a gobernar. Por ejemplo, algunos reyes mixtecos del n orte de Oaxaca decían descender de un h ombre y una mujer primordiales, ambos llamados 1 Venado. Se piensa que ellin~e real que gobernó Monte Albán durante la É po ca IIr afirmaba descender de una pareja prim.ordialllamada Set1.or 1 Jaguar y Set1.ora 2 M aíz. Una manera de honrar a esta pareja venerada era tallar sus nombres j ero glífi cos en numerosos vasos de ceránlica, cuya forma su giere qu e se usaban para tomar bebidas rituales (figura IX. 5). En Monte Albán y otros lu gares del valle de Oaxaca se han encontrado vasos pares grises con los nombres 1 Jaguar y 2 M aíz. Aunque a menudo se trata de un par de vasos, en ocasiones el alfarero literalmente unía dos vasos en u na sola pieza. En el capítulo VIII vimos que una de las estelas de la Plataforma Sur de la Plaza Princip al de M onte Albán representa a cuatro embaj adores de Teotihuacan. En la estela, los emb~adores se reúnen con un seño r zapoteco en un lu gar llamado El Cerro de 1 Jaguar. ¿Es el nombre una simple coin cidencia? ¿O será que Monte Albán propio - el cerro principal de la ciudad- fue nombrado así en honor del legendario y semidivin o Sel1.0r 1 Jaguar?
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de sus ocupantes. Los plebeyos ordinarios vivían en una casa sencilla llamada )'oho. Un ser10 r o caqui residía en una qllchui, "casa real", probablem ente un palacio menor. El caquitao o gobernante supremo viví a en u n quihuitao, "pala cio real h ermoso". En ocasiones, este palacio no sólo servía de residencia real sino también de sede para asuntos de gobierno : reuniones con visitantes extranj eros, administración de gobierno, rec epción de invitados y toma de decisiones. El desafio de los arqueólogos es identificar las plantas de los distintos tipos de residencias en las ruinas de Monte Albán.
El palacio de gobierno
Vasos pares en cerámica gris labrados con los nombres calendáricos de la pareja fundadora primordial, Señor 1 Jagu ar (izquierda) y Señora 2 Maíz (derecha).
FIGURA IX.5.
El estrato inferior Al estrato inferior pertenecían plebeyos de varios tipos, como ciudadanos libres, siervos e incluso esclavos (a menudo prisioneros de guerra) . Dentro de este es trato h abía varias gradaciones según la profesión, la riqueza y el prestigio. Los miembros del estrato sup erior se casaban con otros miembros del mismo estrato p ara garantizar qu e sus hijos h eredaran títulos nobiliarios. Sin embargo, un pleb eyo que fuera un comerciante adinera do podía vivir casi tan bi e n co mo un noble menor. Esto les dificulta a los arqu eólogos establecer si determinadas residencias o tUlTlbas -las qu e parecen de una elega n cia "intermedia" entre las de familias reales y las de familias evidentemente plebeyas- pertenecían a nobles m en ores o a pleb eyos adinerados. Las residencias de cada estrato Algunas fuentes espar10las del siglo X VI indican que los zapotecos tenían una j erarquía gradu ada de residen cias, basada en e! estatus
Al p arece r, además de la residencia personal donde vivía con su familia y sus si rvi entes, e! gobernante supremo de Mo nte Albán presidía un " palacio de gobierno", donde podía reunir a sus asesores y a los dign atarios visitantes para discutir asunto s de Estado. Este palacio de gobierno ocupaba la mitad sur de la Plataforma N orte, que como ya vimos tenía tres características inusuales e impresionantes : una inmensa escalera co n alfardas que cqndu cía a la parte alta de la plataforma, el enorme Patio Hundido y un pórtico cuyo te ch o descansaba sobre unas columnas de piedra maciza (fIgura Ix.6). El Patio Hundido mide más de 50 ITl de ancho y es tan profundo qu e n adie parado en el patio podía ve rse desde la Plaza Principal. Caso dice acerca de! Patio Hundido: "Se descubrieron todos los detalles de los otros lados del patio. Se limpió también la escalera del lado sur. Al practicar la exploración de la plataforma, en la qu e remata la escalinata qu e desciende de! montí cul o B, se descubrieron cuatro piezas de j ade color verde manzana, de calidad superior". Algunas de estas finas piezas de j ade parecen importadas del este -quizás de Chiapas o Guatemala- porque su tallado corresponde al estilo y a los temas típicos del j ade maya. Este comercio a larga distancia de j ades bellamente tallados sugiere que la Plataforma N orte era e! esce nario donde la realeza zapoteca rec ibía j ades
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EL APOGEO DE MONTE ALBÁN: ÉPOCA III
EL APOGEO DE MONTE ALBÁN: ÉPOCA 111
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FIGURA IX.6.
El Patio Hundido en la Plataforma Norte .
El Edificio S era un quehui importante (figura IX.7). Se ubica alIado este de la Plaza Principal, entre los Edificios P y Q. A veces llamado "El Palacio" en las guías turísticas, consiste de una residencia de 25 m de lado, origin~lmen t e dividida en 10 o más cuartos dispuestos alrededor de un patio interior. Su muro cortina, sus bancas para dormir y sus cuartos esquineros en forma de L son elementos arquitectónicos típicos zapotecos. Algunos de los palacios residenciales mej 01' conocidos de Monte Albán son los que recibieron su n ombre de las tumbas fa mosas ubi ca das bajo el piso de sus patios, como las Tumbas 103, 104 Y 105 (figuras IX.8 Y IX.9) . Todos están al norte o al este de la Plataforma Norte. En todos los casos, las tumbas se construyeron antes que el palacio, y lu ego se agregaro n escaleras que condu cen al patio del edificio. Esto permitía que los descendientes del caqui siguieran viviendo en el palacio y los vivos bajaran las escaleras para hacer ofrendas o agregar miembros de la familia a la tumba. A partir de este periodo, la " tumba de famili a noble" zapoteca se convirtió en un rasgo común de la arqueología del valle de Oaxaca .
de regalo y después los usaba con1.O ofrendas en templos y en escondites debajo de los pisos de patios, escaleras y edificios .
Palacios residenciales Monte Albán también tenía palacios de varios cuartos (quelnll) con una función más residencial en la Plaza Principal (Edificio S) y en las terrazas al norte de la Plataforma Norte (como El Palacio de la Tumba 104) . Estos edificios se construyeron con adobe sobre una base de mampostería de piedra , y estaban divididos en una serie de cuartos alrededor de un patio interior. Entre sus características típicas estaban los cuartos esquineros en forma de L con bancas para dormir y un "muro corti na" detrás de la entrada principal, que ofrecía cierta privacidad al impedir que los paseantes vieran el interior de la residencia.
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Edificio S, un palacio en el lado este de la Plaza Principal en Monte Albán.
FIGURA IX.?
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FI GURA IX.8. Palacio del gobernante zapoteco cuyo cuerpo fue enterrado en la Tumba 105 . La entrada a la tumba es la pequeña abertura cuadrada en el patio central.
Detalle de un mural policromo pintado en la pared de la Tumba 105. Aquí aparecen dos nobles : una mujer (izquierda) y un hombre (derecha).
FI GURA IX.9.
Lámina 1. El cerro de Monte Albán (al fondo) visto desde San· José Mogote, ce ntro de un a jefatura que proporcionó la mayoría de los fundadores de Monte Albán.
Lám ina 2. La Plaza Principal de Monte Albán, rodeada por terrazas res idenciales en las laderas del cerro.
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Lámina 3. Ruinas de un templo de dos habitaciones en el Montícu lo X.
Lámin a 4. El Edificio J en la Plaza Principal.
Lám ina 5. El juego de pelota sobre el costado ori ent al de la Pl aza Principal.
Lámina 6. La célebre "máscara de murciélago " de jade hallada en un entierro cerca del adoratorio hundido en la Plaza Prin cipal.
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Al noroeste de la Plataforma Norte se encuentra un montÍculo que tiene un dintel con jeroglíficos. Caso lo llan1.ó "Montículo de la Piedra Labrada" (figura IX~ 10). Según Caso, " el montículo está colocado en el ángulo de una terraza que se prolonga al N. W de la P lataforma Norte y en la explanada que queda entre és ta y el montículo de las Tumbas 102, 103 Y 107 se encuentra el sistem a de cons trucciones que tien e como edifIcio principal el de la Tumba 104". Ahora veamos algunas de las tumbas que yacen bajo estos pala cios. En la antesala de la Tumba 103, Caso encontró una gran urna fun eraria policroma pintada con la figura de una xonaxi venerada. En palabras de Caso: Lleva un trenzado d e color azul , decorado con o cho cu e ntas de barro qu e represe ntan chalchihuites o turquesas. E stá se ntada so bre sus piernas y tien e las manos sobre el vientre. Su huipil es de color am a-
Lámina 7. Adornos de oro de la Tumba 7 de Monte Albán.
El plano de l "Cementerio Norte", más allá de la Plataforma Norte, muestra las Tumbas 1 03 Y 104, así como el Montículo de la Piedra Labrada.
FIGURA IX.10.
Lám ina 8. Objetos de oro y cristal de roca de la Tumba 7 de Monte Albán.
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Planta de la Tumba 104. En gris se muestran las ofrendas de vasijas en cerámica. FI GURA IX.11.
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rillo con orla roja; la cara la tiene de color rojo y el pelo es amarillo. Junto con la urna apareció una olla con doble asa vertedera, decorada al fi'ente con la cabeza de Cociyo [... ] un vaso cilíndrico negro pulido, y unos fragmentos de cajete con decoración policroma al fresco .
La Tumba 103 tenía cinco nichos en los muros laterales y tres en el muro del fondo. Los muros estaban pintados de muchos colores y en la tUl11.ba se encontraron objetos fabulosos, entre ellos un maravilloso j ade que Caso identificó como Glifo F Ave y que servía de pectoral. En tres puntos dentro de la tumba, los asistentes de Caso, Martín Bazán y Jorge Acosta, encontraron mosaicos de jade, cuentas de j ade (una en forma de calabaza) y una gran perla de un centímetro de diámetro. Al sureste de las Tumbas 103 Y 107 se hallaba el sistema de patios asociado al palacio de la Tumba 104, ubicado en la terraza que se extiende al norte de la Plataforma Norte. La fachada de la Tumba 104 era muy elaborada y tenía sobre su dintel "un tablero que deja al centro un nicho en el que está colocada una gran urna de barro negro, cubierta con estuco y manchada con los tres manchones de color bennellón" . Estos tres manchones aparecen en varias tUlnb as diferentes y se asocian con aperturas, entradas y nichos. Estas aperturas son lugares de transición donde los vivos y los muertos estarían en contacto directo. Por ejemplo, Caso dice acerca de la Tumba 103 que "sobre el nicho del fondo y en los de las paredes laterales h ay tres manchones de pintura roja bermellón, que seguramente están conectados con el culto de los muertos, pues los encontramos en muchas tumbas precisamente sobre los nichos y la entrada, es decir, manchando los dinteles y las representaciones que quedan encima de ellos". La TUlnba 104 tenía cinco nichos, cuatro de los cuales contetúan ofrendas de cerámica (figuras IX . II a IX.I3). Sin embargo, esta tUlnba es más famosa por sus asombrosos murales. Dice Caso: Lo más interesante de ese edificio son las pinturas al fresco que decoran sus paredes. Las pinturas están dadas sobre una capa de estuco
cuatro acompailall[cs
Pied ra grabada que: sirve de pu erta
Lado derec ho
Detalles de los murales policromos pintados en los tres lados de la Tumba 104. Los rectángu los grises son nichos para ofrendas. FIGURA IX.12.
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EL APOGEO DE MONTE ALBÁN: ÉPOCA
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Aí'io 5 E, es tá registrada en do s puntos: en el lado in terior de la pu erta de piedra de la tumba y en el muro trasero cerca del sÍmbolo d e origen noble qu e Caso denominó Las Fauces del C ielo.
Yoho: residencias ordinarias
Este texto jeroglífico, labrado en la superficie interna de la puerta de piedra de la Tumba 104, muestra la fecha de muerte de su ocupante.
FI GURA IX.13.
y se nota claramente que primero se dibujaron las figuras empleando una pintura roja; desp ués se llenaron los campos con colores planos: rojo, az ul , amarillo, n egro y gr is, dejando del color del es tu co los campos que debieron ser blancos; por últinlO se delinearon las figuras co n negro , corrigiendo algunas veces el diseño primitivo que como h en'los dicho, fue hecho con pintura roja. El fondo sobre el que destacan las pinturas fue más bien manchado que pintado, pues se nota que se trató de llenarlo rápidamente dando el color con brochazos y no exte ndiéndolo parejo. Esto y las gotas de pintura que escurrieron y que se dejaron sin corregir demuestra que la tumba se pintó a gran prisa , seguramente cu ando ya el individu o que iba a ocuparla estaba muerto y tenían u rgencia de enterrarlo.
El mural mu estra una pro cesión de gente entrando a la tum.ba y viendo hacia el muro del fondo, con la vista fija en una figura cuya imagen llena el muro trasero de la tumba . Esta figura se denomina "6 E", Y probablemente sea el nombre del difimto, o bien el nombre de un antepasado imp ortante del difimto. La fecha de defunción,
La m ayoría de las residen cias en Monte Albán perten ecía a nobles menores o a plebeyos de varios tipos. Con bas e en su reconocimiento de la superficie, Blanton estima que durante la Épo ca lIIb Monte Albán tenía al m enos 57 " residen cias elaboradas" y 2899 "residencias no elaboradas". Blanton sugiere que los h ogares pleb eyos co mprendían un promedio de entre cinco y 10 p ersonas, n1.ientras que los hogares de élite tenían un promedio de entre 10 y 20 personas, incluidos los sirvientes. D e ser correctos, estos cálculos significarían que m enos de cinco por ciento de la sociedad de M onte Albán p erten ecía a la nobleza h ereditaria . Estas cifras podrían cambiar en el futuro, cuando se hayan excavado m ás terrazas y se obtengan más datos de los que puede ofi'ecer el reconocimiento de la sup erficie, AquÍ debe destacars e un importante patrón de residencia en Monte Albán. La ciudad no co nsistía simplemente de "barrios de élite" y " barrios plebeyos", como otras ciudades del mundo antiguo. M ás bien, el asentamiento en Monte Albán p arece h ab er comprendido "módulos" repe titivos, cada uno de los cuales consistía de una o más familias nobles rodeadas por un amplio grupo de plebeyos qu e les guardaban lealtad. Este patrón se volvió evidente cuando la población de Monte Albán se extendió hacia zonas nuevas y des ocupadas. Un an álisis inédito del especialista en computación Rob ert Reynolds, qui e n utiliza los dato s primarios de la investigación de Blanton, sugiere qu e los plebeyos no eran libres de asentarse donde qu erían. Los primeros edificios en erigirse cada vez que se colonizaba una zona nueva de Monte Albán eran las residen cias de élite y/o los edificios públicos, qu e se ubicab an en los lu gares más convenientes y se equipaban con sistemas de drenaje.
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Todo esto indica 'la existencia en Monte Albán de una relación "patrón-cliente", según la cual cada familia noble era patrona de un gran número de plebeyos clientes. Veamos ahora algunos ejemplos. Uno de los casos más evidentes es el pequeilo cerro llamado Mogotillo, que se hallaba al oeste del muro defensivo de Monte Albán, en una de las rutas al fondo del valle (figura IX. 14). Mogotillo comenzó a poblarse en la Época 1 y con el tiempo llegó a tener al menos una pirámide para templo y al menos una residencia elaborada, rodeada por más de 30 terrazas con residencias menos asombrosas. Mogotillo era un barrio importante de Monte Albán, pues parece que era un cruce de caminos donde un camino desde el fondo del valle se dividía en varias rutas. Al menos dos de ellas llevaban a huecos en los muros defensivos de Monte Albán y dos más conducían al norte, hacia Cerro Atzompa.
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Un segundo ejemplo de este patrón en "nlódulos" puede encontrarse en la cumbre que se proyecta al sureste de Monte Albán propio hacia el Valle Grande. Esta cumbre mide alrededor de 220 m de largo y comprende nueve terrazas (Terrazas 329-337 en el reconocimiento de Blanton). La terraza mejor ubicada, la 333, presenta una pirámide para templo y cuatro platafornus inferiores para residencias de familias nobles o edificios públicos. Al parecer, en las terrazas circundantes había residencias para plebeyos y/o miembros de la nobleza menor (figura IX. 15). Por último, veanlOS la cumbre a medio camino entre Monte Albán propio y la larga cadena de cerros llamada Monte Albán Chico (figura IX. 16). El elemento principal de este módulo es una plaza con múltiples piráluides para templos, denominada Terraza
Módulo de asentamiento en una cadena de cerros al sur de la Vecindad "7 Venado". La terraza central (333) tiene viviendas que parecen ser de élite, y la Terraza 337 tiene un templo-pirámide. Las terrazas circundantes parecen haber albergado viviendas de plebeyos. Estas suposiciones deberán confirmarse mediante trabajos de excavación.
FIGURA IX.15.
FIGURA IX.14. Este módulo de asentamiento en la cumbre de Mogotillo muestra un templo-pirámide y una residencia de élite rodeada por terrazas con viviendas de plebeyos. Los números de las terrazas son los que asignaron Richard Blanton y su equipo.
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Módulo de asentamiento en una loma entre Monte Albán propio y Monte Albán Chico. La terraza central (1453) tiene una plaza ceremonial rodeada por edificios públicos . Esta terraza está rodeada por anillos concéntricos de terrazas con residencias de plebeyos. No se sabe de cuándo datan los muros defensivos.
FIGURA IX.16.
1453 en el reconocinliento de Blanton. La Terraza 1453 está rodeada por más de 20 terrazas con residencias más humildes. Evidentemente, este barrio fue fundado en una época un poco peligrosa porque sus habitantes sintieron la necesidad de construir su propio muro defensivo local. Los "módulos" de residencia basados en la relación patróncliente en Monte Albán salen a la luz cuando se estudian los patrones de asentamiento. Sin embargo, para ver los planos de las residencias es necesario excavar las terrazas individuales. Ahora veremos dos planos de casas recuperados durante las excavaciones.
La Vecindad "Estacionarrliento" En 1991, el Instituto Nacional de Antropología e Historia decidió extender la zona de Monte Albán donde los visitantes estacionan
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sus automóviles. La zona elegida está al este de la Plataforma N orte de la Plaza Principal. A sabiendas de que con esta construcción moderna se destruirían estructuras antiguas, el INAH decidió rescatar la mayor cantidad posible de información de la zona A y a esto se le llama "arqueología de rescate". En 1991 , el arqueólogo Ernesto González Licón dirigió las excavaciones sobre toda la zona destinada a convertirse en estacionamiento. Su búsqueda reveló 12 residencias, algunas completas y otras no. Casi todas eran complejos grandes, con un patio central rodeado por varias habitaciones. Al parecer estas residencias fueron ocupadas por familias de un estatus intermedio entre los nobles mayores y los plebeyos ordinarios. A menudo no puede determinarse si los residentes eran nobles relativamente menores o plebeyos relativamente adinerados. En muchas residencias se encontraron restos de artesanías, con'1O productos de alfarería. Examinemos ahora una residencia que González Licón logró excavar por completo. Esta residencia se llama "EstacionamientoA" y se ubica justo al sur de donde los visitantes se estacionan hoy en día. El edificio tenía un patio central rodeado de muchos cuartos. Además de dos tumbas que se encontraron debajo del patio, otros entierros se asociaron con la residencia, que fue construida en la Época II y modificada durante la Época III. La figura IX. 17 muestra una ilustración de este recinto. Esta residencia cubría una plataforma artificial que consistía de cantos rodados, grava, ceniza y un relleno de basura. Sobre la plataforma los arquitectos pusieron una capa de arcilla dura y encima los cimientos de piedra para los muros. Los muros superiores eran de adobe, mientras que el piso del edificio era de lajas. El patio central de la casa medía seis metros de lado. El acceso a la residencia era a través de un corredor de 60 cm de ancho en la esquina sureste. En esta esquina de la casa se encontró un drenaje de tres metros de largo y 30 cm de ancho que llevaba el agua de lluvia desde el patio central al exterior. Éste es sólo uno de los tres drenajes que se encontraron. Un aspecto interesante de esta residencia fue la presencia de
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La Vecindad de Terrazas 634-636 I- I o l"n o
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En 1973, el arqueólogo Marcus Winter decidió excavar un grupo de tres terrazas residenciales contiguas, ubicadas alrededor de un kilómetro al norte de la Plaza Principal. Se trataba de las Terrazas 634,635 y 636 en el reconocimiento de Blanton. Las terrazas estuvieron habitadas desde la Época I hasta la Época IlIb-IV Durante Monte Albán IlIb, había tres residencias con una separación de 25 m, cada una en su propia terraza. Una de estas residencias , mostrada en la figura IX. 18, consistía de cuatro cuartos alrededor de un patio central. Bajo el piso de la habitación norte se hallaron las sepulturas cuidadosamente dispuestas de cuaI
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FIGURA IX.17.
tres hornos para cerám.ica, cada uno en una habitación diferente. En los entierros de hombres en Estacionamiento-A se encontraron varios objetos de jade, concha y obsidiana. González Licón excavó las sepulturas de 19 individuos: el mayor número de tumbas en cualquier residencia de esta vecindad. Esta residencia alojó quizás a la familia lTlás adinerada d~ los 12 recintos investigados en la zona. El hecho de que algunos individuos fueran sepultados en tumbas formales con jade, mientras que otros recibían un entierro sencillo, podría significar que el hogar consistía de una familia de la nobleza menor y de sus empleados plebeyos, algunos de los cuales se dedicaban a la alfarería.
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Residencia "Estacionamiento-A", excavada por E. González Licón. Esta residencia, probablemente ocupada por una familia de la nobleza menor y sus sirvientes plebeyos, tenía dos tumbas y tres hornos para cerámica. Los círculos irregulares indican entierros sin tumba.
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FIGURA IX.18. Pequeña vivienda en la zona de las Terrazas 634-636, excavada por M. Winter. Esta vivienda, probablemente ocupada por plebeyos, tenía dos hornos para cerámica y cuatro entierros bajo el piso de una habitación.
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EL APOGEO DE MONTE ALBÁN: ÉPOCA III
tro individuos adultos, dos hombres y dos muj eres, cada uno colocado en una tumba delimitada por bloques de piedra. La casa contenía dos h o rnos para ce ránlica cuyos techos tenían forma de una cúpula construida de adobes . Los habitantes de la ve cindad de Terrazas 634-636 eran probablem ente familias pleb eyas . Sus casas tenían muros de 'adobe, p ero sin la elaborada plataforma de la residencia Estacio n ami ento -A . Trataban a sus muertos con respeto, pero no los colocaban en tumbas formales bajo el patio, ni les ponían ofrendas de j ade y concha marina. Es interesante qu e esta vecindad, al igual qu e la residencia Estacionami ento-A, de m ayor estatus, tuviera vínculos con la alfarería.
Resumen Las residen cias y sepulturas excavadas hasta aho ra en M onte Albán reflej an la j erarquía social que existió durante el ap ogeo de la ciudad (200-75 0 d .C.) . Es ta j erarquía se asem eja a la descrita por los espaí'ioles a su llegada en el siglo XVI. Las familias reales vivían en elegantes palacios de piedra y adob es, y los gobernantes eran enterrados en tumbas reales debajo del patio del p alacio. Los n o bles m en ores vivían en grandes casas d e adob e acompaí'iados por sus sirvient es y, en algun os cas os , por artesa nos qu e prob abl em ente eran pleb eyos especializados. Los plebeyos vivían en casas de adobe nLás p equ eí'ias (por ej emplo, con cu atro cuartos alrededor de un patio central pequeí'io), y eran enterrados en sepulturas sen cillas y no en tumbas formales.
X. Cosmovisión y religión de los zapotecos
UCHOS DE QUIENES VISITAN M ONTE AL BÁN pu eden intuir que su Plaza Principal se trazó de acuerdo con un conjunto de principios subyacentes. Su ej e longitudinal corre de norte a sur, aunque la m ayoría de sus templos se co nstruyeron co n la fachada hacia el este u oeste. D e hecho, algunos templos pueden agruparse en pares uno frente al otro. El templo del Sistema IV da al este, hacia el tem.plo del Edificio U , que a su vez da al oeste. El templo del Sistem a M da al este, hacia el templo del Edificio Q, que a su vez da al oeste. Esta orientación se debe a qu e los zapotecos, como después lo harían sus vecinos aztecas y mayas, creían que el cosm os era rectangular y es taba dividido en cuatro cuadrantes o "cuartos de mundo ". C ada uno de los cu adrantes se asociaba con un color: rojo, n egro, blan co y amarillo. El centro del mundo , do nde vivían los seres human os, se aso ciab a con el verde/azul , que era el color del agua, el j ade y las plumas del preciado quetzal. La trayec toria esteoeste del Sol era el ej e m ayor de su mundo, lo cual explica por qu é tantos templos daban ya fu era al sol naciente o al sol poniente. El h ech o de que asociar los cuatro cuadrantes del mundo con colores es tuviera tan difundido entre los pu eblos indíge n as d e Amé ri ca y de Asia ori ental su giere qu e es te concepto formab a parte del bagaj e m ental y cultural de los primeros inmigrantes qu e cruzaron el Estrecho de B ering hacia el Nuevo Mundo. La amplia distribución del concepto en el continente am ericano indica, al m enos, una gran antigüedad y no tanto una gran difusión . En la cosmovisión de los zapo tecas, el espacio también era inseparable del tiempo. Por ej emplo, los cuatro cuadrantes del cosmos se asociaban con cuatro divisiones temp orales del día. El tiempo se movía en la dirección de las aguj as del reloj, del es te (m aí'iana) al sur (mediodía) al oeste (tarde) al norte (noche).
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El concepto de la cuatripartición es tan sencillo, adaptable y flexible que mu cho s pueblos indígenas de M éxico lo aplica ron a una amplia gam a de comportamientos rituales: colo car regalos en caj as de ofrenda en las cuatro es quinas de un edifi cio; usar cuatro colores de maíz en cada rito; ten er cuatro nich os en una tumba; asignar una especie de árbol distinta a cada cuadrante del mundo; arreglar las ofrendas en grupos de cu atro para representar los cuatro cuadrantes, y agregar una quinta ofrenda en el centro para crear la disposición llamada quincunx. La cuatripartición también se aplicó al terreno político, donde permitía dividir un imp erio en cuatro cuadrantes, como lo hicieron los mayas y los incas. Si bien gran parte de los grupos indígenas en América co nsideraban qu e el mundo tenía cuatro cuadrantes, el color específi co que le asignaban a cada uno variaba de un grupo a otro. Por ej emplo, los mayas veían el es te roj o, el oeste negro, el norte blanco, el sur amarillo y el centro verde/azul. N o se sabe qué color asignaban los zapotecos a cada cuadrante durante el apogeo de Monte Albán. N o obstante, en la sierra al sur de Miahuatlán , muchas comunidades zapotecas del siglo xx aún asociaban distintos colores co n los diferentes puntos cardinales. Por ej emplo, al elegir flores ritu ales, elegían flores negras para simbolizar el este, flores blancas para simb olizar el oeste, ve rdes p ara el norte, amarillas para el sur y azules para el centro. N o queda claro si estas asociaciones específicas son las que se usab an en tiempos prehistóricos. Es poco probable que la separación de verde y azul (verde para el norte y azul para el centro) en el Miahuatlán del siglo xx sea antigua, pues los grupos prehispánicos m esoan'lerica nos p arecían considerar el verde/azul como un solo color. Los zapotecos también aplicaban el principio de la cuatrip artición a su calendario. Su piye o calendario ritual de 260 días se dividía en cuatro partes, ca da una de las cuales se llamaba cociyo (rayo) y tenía 65 días (véase capítulo v) . Si bien los vecinos de los zapotecos (como los mayas) no dividían su calendar io d e 260 días en cuatro unidades importantes, sí creían que el mundo estaba habitado por cuatro chaacob o rayos, cada uno asociado con un color dife-
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rente. Los aztecas tambi én creían en cuatro tlaloque qu e asis tían a Tláloc, el dios principal del rayo y las tormentas. Durante los rituales, los aztecas elevaban sus sahumadores a cada uno de los cuatro puntos cardinales para honrar a los tlaloque. También ofrecían pulque a los cuatro cuadrantes (nauhcampa). Dado que los zap otecos co nsideraban la trayectoria este-oeste del Sol como el ej e más impor tante, la mayoría de los mapas trazados por escribas indígenas para los espat'ioles del siglo XVI ponen "oriente" arriba y "poniente" abajo. El diccionario de 1578 de fi'ay Juan de Córdova dice que los zapo tecos se referían al "este" como fooche la11.i copiycha ("donde el Sol nace ") y al "oeste" como footiace copiycha (" donde el Sol se pone"). Este énfasis en el ej e este-oeste nos ayuda a entender p or qué tantos templos en Monte Albán dan al es te o al oeste, y n os conduce al tem a de la religión zap oteca.
La religión zapo teca La religión zapoteca puede entenderse mejor si se combinan diversas fuent es: do cumentos d e los siglos XV I y XVII escritos por frailes espat'ioles; estelas con esc ritura j eroglífica zapoteca, y las tumbas, templos y cajas de ofrendas que los arqueólogos han excavado en Monte Albán. El di cc io nario de 157 8 de Juan de Có rdova indica que los templos zapotecos (yohopee, "la casa de la fuerza vital") eran atendidos por una j erarquía de sacerdotes : h asta arriba estaba el sacerdote sup erior, uiyatao; lu ego seguían los sacerdotes ordinarios, copa pitao; después los j óvenes que se iniciaban en el sacerdo cio, bigaFia; y por último unos individuos co no cidos como sacrificadores, huezaeche. También h abía adivinadores (co laniy) que usab an el calendario de 260 días para h acer profecías, adivinar el futuro y nombrar a los recién nacidos. La mayoría de los templos zapo tecas, como pu ede verse en toda la Plaza Principal de Monte Alb án, eran estruc turas de dos
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habitaciones construidas encima de plataform.as de piedra (por ejemplo, los Montículos X , L, M, Y la Plataform.a Norte) o de pirámides truncadas (por ejemplo, la Plataforma Sur). Las personas que querían hacer ofrendas entraban a la habitación ex terna del templo, pero los sacrificios en sí los realizaba un sacerdote, ya fuera en la habitación interna o en un altar cercano (pequie, "piedra sagrada"). Algunos docume ntos seiialan que los habitantes comunes nunca entraban en la habitación interna del templo y que los sacerdotes raras veces la abandonaban. En la habitación interna se realizaba toda una serie de ritos , incluidos la quema de incienso, el sacrificio de seres humanos (bebés, esclavos y prisioneros de guerra) y el sacrificio de anim.ales (codornices, guajolotes, venados y perros). Como se vio en el capítulo l, las codornices se consideraban animales especialmente "puros" para el sacrificio porque se les veía bebiendo gotas de rocío en lugar de agua sucia. En la habitación interna del templo los sacerdotes realizab an autosacrificios: ofrecían su sangre pelforándose la lengua, el lóbulo de la oreja u otras partes carnosas del cuerpo. Para perforarse la carne usaban espinas de mantarraya, lancetas de obsidiana o espinas de hoja de maguey. Los zapotecos consideraban que la sangre tomada del propio cuerpo era particularmente apropiada porque fluía y se movía y, por ende, estaba viva y era sagrada. Además del sangrado, los rituales del templo incluían el uso de plantas como el toloache (Datura sp.), los hongos alucinógenos (Psilocybe), el fuerte tabaco silvestre (Nicatiana), así como la ingesta de bebidas como chocolate espumoso y pulque. Se ha aprendido mucho de los templos zapotecos, en especial de la excavación de ofrendas colocadas debajo de los pisos como parte de la dedicación del templo. Estas ofrendas servían para santificar la ubicación, para convertir un lugar común en un escenario sagrado. Tales ofrendas podían incluir piedra verde Uadeíta o serpentina), figurillas dentro de una urna (como la encontrada debajo del piso de un templo en el Montículo l , ubicado en la fila central de la Plaza Principal) , sangrado animal o humano, quema de incienso, etc. Las figurillas y otros artefactos de piedra verde a menudo se cu-
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brían con pigmento bermellón o rojo. Es posible que estas estatuillas de piedra y efigies de cerámica hIeran "sustitutos" para las víctimas de la nobleza: en lugar de sacrificar a ciertos individuos , se ofrecían piedras sustitutas que nunca se descompondrí;n. Es posible que los antiguos zapotecos se esforzaran por establecer una relación recíproca con el Rayo y otras fuerzas sobrenaturales. Algunas fuentes del siglo XVI nos dicen que los zapotecos podían sacrificar una persona al Rayo esperando que és te perforara las nubes para enviar lluvia. A esta víctima de sacrificio se le llamaba peni guiy caciyo. La religión zapoteca difería de muchas religiones actuales en aspectos importantes. Por ejemplo, le atribuía vida a cosas que ahora se consideran inanimadas. Entre los objetos que los zapotecos veían como "vivos" estaban el rayo, los temblores, el fu ego, el viento, las nubes, el granizo, las colinas, las montúias, las cuevas, la sangre que fluye, los ríos que corren, el Sol, la Luna y la luz. Cualquier objeto que se consideraba vivo poseía una fuerza vital (escrita de distintas formas: pee, pe o pi). Dicho objeto no sólo se consideraba vivo sino también sagrado, y uno sólo podía comunicarse con ellos a través de ritual es . La sílaba zapo teca pe o pi -derivada de pee, que significa "espíritu" , "fuerza vital" o "lo que da ánima o vida"es la raíz o el prefijo de varias palabras importantes . Entre ellas se cuentan animales (piclúna "venado", piciya "águila"), los hombres (peni), el calendario de 260 días (piye), la Luna (peo), la luz (pianiy) y la espuma efervescente en una taza de chocolate batido (pichiyna). Para dirigirse a fuerzas sobrenaturales mayores , como el Rayo o el Temblor, los zapotecos le oraban a pitao caciyo, "Gran Espíritu dentro del Rayo " , y pitao xoo, " Gran Espíritu dentro del Temblor". Cuando se dirigían al espíritu dentro de una estatua de madera , los zapotecos llamaban al pitao yaga, "Gran Espíritu dentro de la M adera". Para dirigirse al espíritu dentro de una estatua de piedra, decían pitao quie, "Gran Espíritu dentro de la Piedra". Algunas estatuas eran imágenes de antepasados nobles; otras eran representaciones de fuerzas sobrenaturales, como R ayo. Otras más eran antepasados nobles metamorfoseados en fu erzas sobrenaturales, con caracterís-
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ti cas humanas m ezcladas con atributos de uno o m ás animales que nunca se combinarían en la naturaleza . Para crear un ser sobrenatural, los zapotecos a m enudo com binaban atributos de dos o m ás animales. En algunas ocasiones, para dirigirse a estos seres sobrenaturales los zapotecos debían portar máscaras y atuendos especiales. No todos los miembros de la sociedad po dían acercarse de igual forma a los seres sobrenaturales poderosos . D e hecho, comunicarse co n los seres sobrenaturales m ás poderosos era prerroga tiva de sacerdotes, nobles e individuos importantes -en particular n obles difu ntos- , quienes p odían intervenir entre los plebeyos vivos y las fu erzas sobrenaturales más p oderosas imitando a dichas fu erzas. C omo tantas religiones m esoan"lerican as, la zapoteca requ ería que sus fiel es se comunicaran con sus antepasados, tanto recientes como remo tos. H onrar a los antepasados durante los funerales y en sus aniversa rios m ortuorios eran acontecimientos clave en la vida de los zap o tecos. Durante los fu nerales y los aniversarios se p odía quemar incienso, hacer sacrificios de varios tipos, ofi'endar comida y b ebida, así como disponer escenas de efi gies y urnas fun erarias a la entrada de la tumba del antep asado. Caso encontró este tipo de eviden cia cuando excavó cientos de tumbas en M onte Albán. También existen piedras labradas, encontradas en otros poblados en el valle de O axaca , que muestran a nobles difuntos zapotecos convertidos en fardos funerarios y transportados de un lado a o tro en an garillas d e m ad era. Es tos fa rdo s fun e rario s se convirti ero n en obj etos de culto y reve ren cia y, en o casiones, se sacaban y exhibían durante los funerales y otros ritos zap o tecos. D ado su valor político y simb ólico, los fardos fun erarios podían ser capturado s p or en emi go s o rivales políticos. U na vez capturados, se utilizaban con distintos p ropósitos, como legitimar a gob ernantes rivales en busca de seguidores. Algunos códi ces del siglo X VI pin tados por los mix tecos, los vecinos occidentales de los zap otec os, muestran las distintas etapas para hacer fardos funerarios similares: 1) vestir el cuerpo con una elaborada vestimenta, como to cados de j aguar o quetzal; 2) envolver
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el cu erpo co n tela para fo rm ar un fardo qu e despu és se ata con cu erdas; 3) atar tiras de tela LOja y blan ca, lazos de pap el y plumas a la parte sup erio r de los p ostes de m adera que sop ortan la angarilla; 4) colocar el fa rdo envuelto en la an garilla y calentad o o ahumado para secar el cuerpo y poder exhibido, y 5) h acer ofrendas al fardo funerario, como adornos de pap el y tela, plumas, taba co en p olvo, chocolate y codornices. El proceso de colo car el cuerp o en la angarilla se muestra en algunos monumentos zapotecos de piedra tallada de la Época IIIb-IV, en co ntrado s en va rios lu ga res del subvalle de Etla . Fray Ju an de C órdova nos informa que los zap o tecos del siglo XV I se referían a la angarilla co mo yagapelagatixo ba penico ti (" lite ra o angarilla de madera para llevar a los muertos ") o yagaqu iFia ("caj a de madera"). La figura X .I muestra un ej emplo de angarilla.
Este monumento de piedra labrada del subvalle de Etla, al norte de M onte Albán, muest ra el fardo funerario de un señor zapoteco muerto , colocado en una angarilla de madera. F IGURA X. 1.
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La religión no puede separarse fácilmente de la política, pu es los zapotec os consideraban qu e Rayo era el antepasado de su familia real. De allí que mu chas urnas fun erarias muestren a antepasa dos reales portando m áscaras o traj es con los atributo s de Cociyo (véase capítulo XI). Es probable que el contacto con el R ayo estuviera m onopolizado por las élites zapotecas, pues admiraban su asombroso despliegue de poder: una serpiente de fu ego zigzagueante en el cielo con el poder de penetrar las nubes y provocar lluvia.
Resumen Examinar la COSlTlOvisión, la religión y las cree n cias religiosas de los zapotecos nos permite entender n1.uchos de los elem entos de la arquitectura y las estelas de M onte Albán. La orienta ción de la m ayoría de sus templos se explica por la importancia de la trayectoria este- oeste del Sol. Las pro cesiones alrededor de la Plaza Principal rectan gular probablemente iniciaban en el este y seguían por los lados sur, oeste y norte, para terminar en la enorme escalinata de la Plataforma Norte, donde vivían los gobernantes. El concepto de pee o fuerza vital explica por qué la sangre que fluye o se mueve era un elem ento tan importante para el sacrificio. El impresionante poder del R ayo explica por qué los gobernantes afirmaban descender de COGÍyo, por qué usaban m áscaras para imitarlo y por qu é convertían sus propios funerales en espléndidos rituales en los que exhibían los cuerpos cuidadosam ente prese rvados y envu eltos de ex gobernantes y antepasados nobles como objetos de ven eración.
XI. Las fan10sas urnas zapotecas
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E TODOS LO S ARTEFACTOS elaborados por los alfareros de M onte Albán , ninguno es m ás famoso que la urna zap o teca. Se trata de un producto prototípico de la alta cultura zap o teca. Una urna típica consiste de una vasij a cilíndrica qu e en el frente tien e alguna de las siguientes figuras : 1) una figura humana completa de u n hombre o una muj er, a m enudo vestidos de man era elab ora da; 2) una figura humana que porta una m áscara o un traj e qu e le p ermite imitar una fuerza sobrenatural; 3) un animal antropomorfizado, como j aguar, murciélago o tlacuache, que puede representar un·antepasado m etamOlfoseado, o 4) una "criatura fantástica" que combina los atributos de dos animales o más para representar fu erzas sobrenaturales, en particular seres sobrenaturales poderosos y sagrados. Mu ch as urnas honra n claram e nte la m em o ria de h ombres o muj eres nobles, cuyo elevado estatus se ve reflej ado en sus vestimentas: orej eras largas, collares de cuentas muy grandes, tocados y pectorales elaborados, una cap a u otra prenda decorada con grandes con chas marinas y sandalias de cuidadosa manufa ctura (en esp ecial llevadas p or algunos hom bres nobl es). En ocasiones, las urnas de h ombres y muj eres nobles os tentan un j eroglífi co que denota un día del calendario de 260 dí as, un día-n ombre que probablemente indi ca la fecha de nacimiento de la p erso n a qu e en cierra la ur na. Co m o se ñalan Wilfrido C ru z y Andrés H en estrosa, los zap o tecos del siglo xx siguen h onrando a los binigu lazaa, " gente an ciana de las nub es" , " nu es tros antepasados" . Los nobles tenían un con ocimiento esp ecial y una h abilidad mu cho mayor para interactuar direc tam ente con las fu erzas p oderosas de la naturaleza. Es probable que el origen de la urna zapoteca se encuentre en una serie de botellas- efigie de la Ép oca 1 de Monte Albán (figuras
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XLI a XI. 3). Algunas de estas botellas se hallaron en tumbas y quizás representen antepasados h OI11.bres o ITluj eres muertos con los OJOS cerrados . Otras botellas representan a Cociyo (R ayo) con1.O una fia ura humanoide asociada co n u na olla de agua o una mazorca de ~aíz, y qu e ti en e una lengua de serpi ente sali éndole de la b oca y llam as elevándo se d e sus cejas. Es tos atributos so n referenc Ias al R ayo com o una "serpiente del fu ego" que aparece cuando el cielo está tormentoso.
FI GURA XI. 1 . Esta urna hallada en Zaachila muestra un difunto con orejeras de jade en vuelto en un f ardo.
FI GURA XI.2 , Esta botell aefigie de la Tumba 33, tumba de la Época I en Monte Albán, mu estra probablem ente a un antepasado difunto.
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FI GURA XI .3, Est a botell aefigie representa a Cociyo (Rayo) con lengua de serpiente y cejas de fu ego,
Para la Ép oca II de M onte Albá n, estas botellas le es taban cediendo el paso gradualmente a unas figuras de cerámica de h o mbres y muj eres nobles CO Il largos collares de j ade y grandes adornos en las orej as . Los hombres aparecía n sentados co n las piernas cruzadas , y las muj eres, de rodillas. H abí a un tipo de urna p equ efía qu e a m enudo aparecía en las tumbas en posiciones qu e apuntaban a qu e estaban allí para asistir a los difuntos, una función similar a la de las fig uras ushabti en las anti guas tumbas egip cias. Po r eso los arqu eólogos las llamaron aco/'l'Ipaíiantes (figuras XI.4 a XI. 5). En Oaxaca, los acompaiiantes .a m enudo tien en los brazos cru zados sobre el p ec h o en p osición de ob ediencia, y cuando forman parte de un conjunto, su elen rodear una efigie más elaborada , com o ocurre en la Tumba 104 en M onte Albán. Para la Época II ya había nacido la urna zap oteca clásica. Estas grandes urnas (en ocasion es llama das " urnas funerarias" por su frecu encia en las tumbas) son muy detalladas. Muestran cómo se h abrían ves tido los antep asa dos nobl es durante dive rsas ocasio n es: gu erreros qu e sos ti en en las cab ezas de los en emigos, reinas co n peinados elab orados, imitadores de las fu erzas sobrena turales o go-
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FI GURA XI.4 . Este acompañante representa a un hombre con co llar y orejeras de jade, sentado con las pi ernas cru zadas.
FIGURA X1.5. Este acompañante representa a una mujer con collar y orej eras de jade, arrodillada, co n las manos en las rodillas.
b ernantes co n la m áscara de Coci)'o, represe ntantes humano s de R ayo en la Tierra. En el siglo xx se publicaron dos estudios clave sobre las urnas zapo tecas. Uno es el de Sigvald Linn é, quien es tudió las urnas de la C olección Paulsen del Museo E tnográfi co de Suecia; el otro es el de Alfonso Caso e Ign acio B ernal de 1952. Algunas de las urnas estudiadas se en co ntraron entre los cientos de tumbas excavadas en M o nte Albán , pero muchas otras no indican su proceden cia. Para fines del siglo X IX, si no es que antes, se había desarrollado un activo con1.ercio de urnas zap o tecas robadas y, por desgracia, much as
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de las qu e vem os hoy día en los m useos so n produ cto de excavaciones ilegales. Otros ej emplares de museo fu eron falsifi caciones elaboradas para aprovech ar la crecie nte p opularidad de las urnas zapotecas. Si bien los estudi os de Linné, C aso, Bernal y o tros p osteriores son importantes, se realizaron en una ép oca en que se p ensaba qu e los j eroglíficos zapotec os sólo registraban fech as del calendari o y qu e todas las urnas eran " dioses". Actualmente sab em os que en su mayoría las urnas representan a personajes reales o nobles, en especial aqu ellas que ti en en nombres tom ados del calendari o de 260 días. Much as urnas que se creía que representaban a Coci)'o en realidad mu estran a n obl es disfraza dos de R ayo ; es decir, muestran a un noble con una m ásca ra de Coci)'o. Los gob ernantes zap o tecos solían aparecer en público p ortando m áscaras, pu es en teoría los plebeyos no debían verlos. Al realizar ritos con m áscaras de varios se res sobren aturales, los seI10 res y sace rd o tes za potecos p o dí an m antener un contacto direc to con seres qu e los plebeyos sólo p odían contactar p o r m edi os indirec tos . Las representaciones de seI10res zapotecos, ya sea vivos o mu ertos, durallt..:: eventos públicos los mu es tran portando traj es con los qu e imitan a R ayo, M aíz o algún otro de varios seres sobrenaturales. A lo largo de su vida, los n obles zapo tecas tení an relaciones p arti cularmente cercanas con fu erzas sobrenaturales com o el Rayo. Por lo tanto, n o es de sorprender qu e al m orir esos n obles pudieran transformarse en seres sobrenaturales o adquirir atributos esp ecífi cos de fu erzas sobrenaturales p odero sas . Po r ej emplo, algunos nobles difuntos adquirían la capacidad de volar, lo cual les p ermitía vivir entre las nubes con el R ayo. En o casiones, los artistas zapo tecos representaban a los antep asados nobles que habían sufrido una m etam orfosis como "figuras voladoras") p ortando más caras y sosteni endo obj etos o adorno s aso ciados con fu erzas sobren aturales específicas. Durante la Ép oca IIl , la imagen de Coci)'o podía adornar ollas o cuencos. Unas pocas veces, algunas de estas imágenes adornaban un grupo de cu atro vas os (fi gura x r. 6) . Estos conjuntos de vasij as
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FIGURA XI. 6. Escultura en cerámica de Cociyo (Rayo) que adorna un conjunto de vasos para sus cuatro ayudantes: Lluvia, Nubes, Viento y Granizo .
pu eden interpretarse como representa ciones de Cocíyo acom.pañado de contenedores para sus cuatro compañeros frecuentes: Lluvia, Nub es, Viento y Granizo. En otras ocasiones, los compúieros de Cocíyo se representan como cuatro figuras aCOl'1lpai1antes. Esto nos remite al Tláloc de los aztecas, que tenía cuatro tlaloque para asistido.
Ejemplos de urnas zapotecas En las Épocas II y III h ay vasijas que muestran a Cocíyo se ntado como un noble, con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en las rodillas. La figura X I. 7 mu es tra una figura de Cocíyo, sentado en la parte frontal de una vasij a. Cocíyo puede identificarse por 1) su grotesca m ásca ra qu e mu estra sus ojos, bo ca y n ariz distintivos, y 2) los símbolos y atributos qu e lo asocian con el rayo, el agua y el m aíz. El símbolo del agua aparece en la plataforma donde está sentado ; los símbolos del maíz aparecen tanto en su tocado como colgando de su cuello y taparrabos. Una de las urnas más famosas de la Épo ca III es la que se encuentra en la fachada de la Tumba 104 en Monte Albán. Esta m agnífica urna , de unos· 91 cm de alto, fu e descubierta por Caso en el
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F IGURA XI. ? Esta urn a de la Época 111 muestra una figura humana sentada en una plataforma que tiene un remolino de agua al fre nte. La figura porta una máscara grotesca de Cociyo con un glifo e en el tocado.
nicho qu e se halla sobre la entrada de la tumba. Muestra a un antepasado real venerado que porta un elaborado to ca do cuya pieza central es una figura con una máscara de Cocíyo surgiendo de una serie de elementos felinos y fantásticos (figura x r.8) . D ebajo de las manos de Cocíyo hay un tocado tejido de cal1a que lo sostiene a él y a las plumas. La figura del noble difunto parece serena. Los elementos más prominentes que lleva puestos son unas orej eras largas, una narigu era y un pec toral con grandes conchas marinas , todos ellos parte del atu endo típico de los nobles. En su mano izqui erda sostiene una bolsa de copal (incienso). Está sentado en una plataforma que algunos conj eturan lleva el nombre de "Cerro del Tigre"; quizás, como ya se mencionó, se trata del nombre antiguo del cerro principal de Monte Albán . Dentro de la TUl11.ba 104, Caso encontró un único es qu eleto masculino. A sus pies había una urna de 40 cm de alto que mostraba a Cocíyo portando enormes orejeras y acompúiado por cuatro figuras acol'/'Ipaiiantes más p equ el1as. La tum.ba tenía cinco nichos en el muro -algunos aún con ofrendas- , y en el piso había docenas de vasijas.
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Urna funeraria de la Tumba 103 en Monte Albán . Aunqu e Caso supuso que esta urna representaba al dios Xipe Totec o Yopi, es más probable que se trate de un gobernante zapoteco en su papel de líder guerrero. En la mano izquierda sostiene la cabeza de un enemigo, y en la derecha, un bastón o garrote de guerra, y porta una máscara hecha co n la piel de la ca ra de un enemigo sacrificado. FIGURA X1. 9 .
La enorme urna (91 cm de alto) montada en un nicho en la fachada de la Tumba 104 de Monte Albán. La urna represe nta a un antepasado noble venerado .
FIGURA XI.8.
Otras urnas famosas muestran a un sel10r zapoteco como gueITero victorioso, ya sea con la cab eza de algún enemigo alrededor del cu ello o una máscara hech a con la piel del rostro de un prisionero desollado. Un magnífIco ejemplo de esto último puede verse en la figura XI.9, que muestra la urna de 51 cm de alto de la TUl11.-
ba 103 en Monte Albán. Este sel10r zapoteco, ataviado de guerrero, sos ti ene un bastón o arm.a en la lTlano derecha. Con la izquierda suj eta la larga cab ellera de la cab eza de un enemigo decapitado. El seüo r nos entrevé a través de una m áscara h echa con la piel del rostro de un prisionero desollado. Su tocado ostenta largas plumas de aves de selvas distantes . Además, porta grandes orejeras de j ade, un impresionante collar y pec toral también d e jade y una falda cubierta de enormes conchas de mar tubulares, todo lo cual co ntribuye a su elegan cia. El escultor incluso modeló las sandalias con una excep cional atención al detalle. Algunas de las urnas que representan a miembros de la realeza también incluían su nombre calendárico. Por ejemplo, la urna funeraria de una muj er real la mues tra acompaüada por su nombre en el calendario de 260 días: 13 Lagarto. Como es típi co de los nobl es, la muj er porta unas grandes orejeras y un collar de jade. Caso y Bernal recono cieron en esta urna el p einado trenzado que todavía usan las muj eres del poblado de Yalálag en la Sierra de Juárez (figura xl.Io).
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LAS FAMOSAS URNAS ZAPOTECAS
LAS FAMOSAS URNAS ZAPOTECAS
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vasij a cilíndrica contenía algún material p erecedero, quizás una b ebida ritu al co mo ch ocolate o p ul qu e. Por otra part e, las ur nas en co ntra das en nichos solían conten er ofrendas como cu entas de j ade, fi gurillas de piedra ve rde u obj eto s d e conch a y obsidiana. A m enudo, es to s obj etos es tab an cubiertos con pigm entos colo r bermellón.
Resul11.en FIGURA X1.10. Urna funeraria de una mujer noble cuyo nombre calendárico, 13 Lagarto, aparece en su huipil. Lleva el cabello trenzado en un estilo que aún utilizan las mujeres zapotecas de Yalálag en la Si erra de Juárez.
El contexto de las urnas Las urnas zapotecas podían en contrarse en contextos n o fun erari os, co mo tem_plos o nich os . Sin emb argo, mu ch as de ellas sí se hallaron en contextos funerarios, ya sea dentro de una tumba, frente a su entrada, sobre la puerta o sobre el dintel. H acia la Época III comienzan a verse urnas zap otecas dispu estas en grupos de cuatro o cinco. E sto s arreglos podían coloca rse dentro de la tumba (como puede verse en M o nte Albán) o afu era, com o puede verse en el sitio cercano de Xoxocotlán. E n este últim o caso, parece que el grupo de cinco urnas fu e coloca do ahí ya sea despu és de que la tumba fu e reabierta para introducir a miem bros adicionales de la fa milia, o bien durante una visita de fa miliares que condu cían rituales frente a la tumba. Queda por resolver la cuestión de qué m aterial se habría coloca do dentro de la vasij a cilíndrica que constituía la parte trasera de la urna . No lo sab emos, p orque la m ayoría de las vasij as cilíndricas estaban vacías cuando se enco ntraron las urnas. Evidentem ente, la
Al igual qu e muchos grup os n1.esoam ericanos, los zap o tecos centrab an p arte importante de su religió n en comuni carse co n sus antepasados reales o nobles, o binigu lazaa . Una manera de honrar a los antepasados era representarl os en urnas. Honrar a los antepasados durante los funerales y en el aniversario de su entie rro era un aco ntecimi ento clave qu e po día incluir la quema de incienso; la ofrenda de la sangre propia; el sacrificio de seres human os o animales; la ofrenda de comida, y el arreglo de urnas en la entrada de las tumbas . Algu nas urnas representan a gob ernantes con la másca ra de Cociyo (R ayo). Otras p arecen represe ntar a Cociyo u o tros seres o fu erzas sobrenaturales para destacar la capacidad de los n obles difuntos para m ediar entre el mundo de los vivos y el mundo de lo divino en el cielo. Es posible que un grup o de urnas en una tumba haya cumplido varias funciones: 1) pro tege r o vigilar la tumb a; 2) m ediar el fluj o de comunicación entre los difun tos en la tumba y sus descendientes en la residencia superior; 3) honrar al difi.mto, y 4) reavivar las m em orias del antepasado en sus aniversarios mortu orios .
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UNA VISITA A MONTE ALBÁN
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XII. Una visita a Monte Albán edifi cios se hallaba a la misma distancia de los lados este y oeste de la Plaza.
A
autobús o automóvil en la Playa de Esta cionamiento de Monte Albán, el visitante normalmente entra a la Plaza Principal. La visita pu ede iniciarse en el Juego de Pelota y seguir por la Plaza en la dirección de las agujas del reloj . Este movimiento en la direc ción de las agujas del reloj es algo qu e los zapotecos aprobarían, pues, como ya vimos, vinculaban el este con la maúana, el sur con el m ediodía, el oeste con la tarde y el norte con la noche. Así, el visitante debería iniciar su paseo en la equina noreste de la Plaza, dirigirse hacia la Plataforma Sur, luego hacia el lado oeste con las Estructuras M , L y K, y terminar en la Plataforma Norte. Después de esto, el visitante puede subir la gran escalinata que lo llevará al Patio Hundido y continuar hacia el norte al Cem enterio Norte y las Tumbas 103 y 104. L BAJAR DEL TAXI,
Por más impresionante qu e fuera la Plaza Principal, el acceso a ell a se co ntrolaba estrechando las aberturas en cada es quina, de modo que el público sólo podía en trar cuando la élite gobernante así lo desea ba. La Plaza Principal era un lugar espectacular p ero solitario, salvo en ocasiones especiales. Veamos ahora algunos de sus edificios funcionalmente distintos . El lado este de la Plaza Principal (figura XII. 1) El Ju ego de Pelota en el lado este de la Plaza Principal presenta la forma de una "1" mayúscula; tiene cuatro nichos (uno en cada esquina) y paredes con una pendiente pronunciada. Hay varias canchas de pelota en Monte Albán , pero ésta ocupa una posición promi-
Juego de Pelota
La Plaza Principal Una vieja Guía oficial publicada por el Instituto Na cional de Antropología e Historia sugiere que la Plaza Principal de Monte Albán "puede verse mejor al atardecer" y " transmite una impresión de majestad sin par y belleza serena". ¿Cómo pudieron los zapotecos transmitir a la vez una majestad y una belleza serena? Lo lograron: 1) allanando una enorme área que ahora está delimitada por estructuras monumentales impresionantes; 2) controlando el acceso al espacio abierto que es la Plaza Principal, y 3) creando una apariencia general de perfecta simetría. Esta aparente simetría, como se discutió en el capítulo VI, se logró mediante la construcción de unas extensiones en los Edificios K y. M que crearon la ilusión de que la fila central de 144
FIGURA XIi.1.
En primer plano, el Edificio J y, al fondo, el cuadrante noreste de la Plaza Principal.
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U N A VISITA A MONTE ALBÁ N
n ente en la plaza, La etapa de constru cción qu e pu ede verse data de la Épo ca III , pero debaj o hay etap as de constru cción anteriores, N o cono cenlO S las reglas del ju ego de pelota, p ero sab emos qu e tenía se rios matic es políticos y religiosos, y qu e era m ás qu e un simple evento deportivo (figuras XII .2 y XII.3) . Ye ndo hacia el sur, se pasa por la Estru ctura U y se ll ega al E difi cio P. Caso y sus colegas en contraron este edifi cio en m.alas co ndiciones, pero pudieron fecharlo en la Época II, ya que lTm chas ofrendas de ese periodo se en co ntraron relacionadas con él. Entre los E dificios P y H -direc tam ente enfrente de la escalinata del Edificio H- hay un adoratorio hundido. Esta constru cción de vario s niveles se levanta en una gran área rectangul ar, de tal modo qu e su superficie externa está m ás o menos al mism o nivel qu e el piso de es tu co de la plaza . Aquí es donde lo s exc ava dores descubrieron el importante entierro múltiple que incluía la fam osa m áscara de murciélago (véase lámina 6) .
FIGURA XII .2.
El Ju ego de Pelota visto desde el norte .
UNA VISITA A M ONTE ALBÁN
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Esta piedra grabada, encontrada en la Tumba 6 en Monte Albán, muestra el casco y la máscara protectora utilizados por un jugador de pelota.
FIGURA XII. 3,
Aquí el visitante también verá el túnel que corre debajo de la Plaza Principal y que une el Edificio P con la fila de edificios G, H e 1. La ubicación del túnel se halla indica da por un grupo de tragaluces colocados en el piso de la plaza. D entro del túnel, el arqu eólogo Jorge Acosta encontró CU;¡tro ofi:endas de la Época I1 , y sugirió qu e el túnel sólo fun cionó durante ese p eriodo. N o se co noce la fun ción del túnel, p ero, como ya se m en cionó , un sacerdo te p odía estar en el templo del Edificio P, realiza r un rito y luego desap arecer dentro del túnel por unos momentos para reaparecer en uno de los templos de la fila central norte- sur de edificios. Yendo m ás al sur, llega rem.os al llam ado Palacio o Edificio S, qu e ti ene una escalinata amplia e im.presionante y un dintel en la entrada qu e p esa varias to n eladas (fi gura XII.4). Trece cuartos ro dea n el p atio del Edificio S. N o se sabe quién vivía en este palacio (donde has ta ahora no se han en contrado restos de tumbas), p ero dada su ubicación es p oco probable qu e p erteneciera al gob ernante de Monte Albán , qui en seguram ente tenía su residen cia en la Plataforma Norte (figura XII. S).
El Palacio (Edificio S)
FIGURA XII.4,
Cuadrante sureste de la Plaza Principal, con los Edificios S y Q,
FIGURA XII ,5 , Edificio S, "El Palacio", Nótese que un pequeño muro, llamado "muro -cortina", habría impedido que los plebeyos vieran el interior del pal acio, De igual modo, la entrada habría estado cerrada con una cortina de tela o plumas,
UNA VISITA A MONTE ALBÁN
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El extremo sur de la Plaza Principal A medida qu e el visitante se acerqu e a la Plataforma Sur, podrá ver que se trata de una pirámide truncada realmente enorme (figura XII.6). SU base medía más de 100 m de lado y su cima se erguía a más de 15 m sobre la plaza. Según Jorge Acosta: "Tiene una eno rme escalera de 23 .70 m de ancho por 12.75 m de altura, co n 44 escalones construidos con enormes bloques de piedra, cada uno de los cuales p esa aproximadamente media tonelada. Dicha escalera está limitada a los lados por anchas alfardas (de 10.75 m) cuyo perfil des truido conserva p arte de sus grandes taludes". Esta enorme escalera conduce a la cima plana de la plataforma, donde se han encontrado al menos dos estructuras importantes. Una era un templo -la Estructura III- asociado co n una interesante pi edra grabada en contrada en 1998 por el Proyecto Especial, encabezado por Marcus Winter (figura XII. 7), La piedra, encontrada en un muro de la Estructura III, muestra a un individuo sentado qu e sostiene una hoj a de la planta alu cinógena toloache (Datura sp.), envuelta en una bolsa (figura XII.S). Este individuo podría estar dirigiendo un rito para comunicarse con un antepasado.
FIGU RA XII,6,
La Plataforma Sur en el extremo sur de la Plaza Principal.
UN A VISITA A MONTE ALBÁN
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E n la b ase de la Plataforma Sur, el visitante verá u nas bu enas réplicas de las grandes estelas que originalmente se encontraban en las esquinas de la plataforma. En el capítulo VIII vimos que muchas de estas estelas representan 11 prision eros con los brazos atados en la esp alda. En la Estela 1 pu ede ve rse a un gob ernante llam ado 12 Jaguar se ntado en su trono. Al p arecer, cu ando sui?ió al tron o se sacrifica ron estos prision eros militares y llegaron e'tl1'b aj adores de Teo tihuacan en la cu enca de M éxico.
F IGURA X11. 7 .
Estructura 111, templ o-pirámide en lo alto de la Plataform a Sur.
El lado oeste de la Plaza Principal (figura XII. 9) Entre los E dificios M y L hay una p orción de edificio qu e data de la Ép oca 1. Se trata de la Galería de Prisioneros Sacrificados descrita en el capítulo IV . C omo ya vimos, en algún momento esta galería exhibió lTlás de 300 prisioneros y seguram ente fu e uno de los despliegues m ás impresionantes y poderosos de propaganda militar en todo M éxico entre 500 y 300 a.e. (figura X II .IO). Ah ora el visitante puede dirigirse al Sistema IV, donde los arqu eólogos dej aron un túnel abierto en la entrada norte para poder
M
Galería de Prisioneros
L
,';,
"':' ~ ,.',>~- ',':' ~ ':';: ~ ~,;,; ':': ~:: :::::~::;~~;:: FI GURA X11.8. Esta piedra grabad a, asoci ada con la Estructura 111, muestra a un indi viduo sentado sosteniendo una hoja de la pl anta alucin ógena toloache (dibujada por John Kl ausmeyer y Kay Clah assey).
F IG URA X11. 9 .
Cuadrante suroeste de la Plaza Principal.
UNA VISITA A MONTE ALBÁN
153
observar el enorme talud inclinado de un edificio anterior cubierto por el Edific io M. Unas láp idas con prision eros de la Épo ca I fueron reutilizadas en este edificio, y otras, en la Plaza Principal. Al norte del Sistema IV h ay un complej o residencial de élite que posee una tumba de la Época 11 con techo en fornu de b óveda. Esta tumba fu e excavada por el Proyec to Especial entre 1992 y 1994 y es quizás uno de los descubrimientos más importantes del proyecto, pu es se han en contrado muy pocas residencias de la alta nobleza de la Época 11 (figura X II. u).
Una escalinata más reciente del Edificio L, en la cual se reutilizaron como escalones unas pi edras grabadas que muestran prision eros sacrificados y qu e originalmente estaban en la Galería de los Prisioneros. Cualquiera que visitara el templo del Edificio L pi saría estas imágenes de los enemi gos de Monte Albán: una poderosa metáfora de dominación política. FIGURA XII.10 .
Plataforma Norte
La hilera central norte-sur: Edificios G, H e 1 Algunos arqueólogos consideran qu e G, H e I constituyen un solo gran edificio. Aunque se trata de al m enos tres templos diferentes, sus bases piramidales es tán conectadas y es tructuralmente forman un largo edifi cio. La etapa final de constru cció n de los tem.plos visibles es de la Época IlIb, pero debajo se hallan enterradas etapas anteriores. Al sur del Edificio 1, el visitante en contrará la Estructura J, estudiada en el capítulo VII. SU forma y orientación la vuelven única en Monte Albán, y sus estelas grabadas con lugares reivindicados por Monte Albán h acen pensar que fue m ás bien un edificio público secular y no religioso. Al re correr el Edificio J, el visitante puede examinar mu chas de las lápidas con los nombres de regiones recuperadas por Monte Alb án durante la Ép oca II. Ahora el visitante puede proseguir a la Plataforma N orte.
La Plataforma Norte
FIGU RA X1 1.11 .
Cuadrante noroeste de la Plaza Principal.
La Plataforma Norte sostenía un p órtico, el Patio Hundido, y lo s templos más privados de la ciudad. Era sin duda el centro político de Monte Albán. Mientras qu e la Plataforma Sur habría albergado sobre todo edificios religiosos, la Platafor ma No rte ti ene lugares de reunión pública y, m ás al norte, residencias de nobles. Debido a su elevac ión sobre la Plaza Principal, es p oco pro bable que alguien
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UNA VISITA A MONTE AlBÁN
parado en la Plaza Principal pudiera ver lo que ocurría en el Patio Hundido. Se han en contrado muy po cas es telas de la Épo ca IIIb-IV en Monte Alb án propio, entre ellas la Estela l OA . És ta fu e h allada en la Plataforma Norte, al sur del pequ eiio patio co no cido co mo el " Patio V értic e Geod ésico " (fi gura X II.I2) , en las escaleras del Templo " e" . Esta zona de la Plataforma Norte -quizás la m enos accesible de Monte Albán, como lo indica un estudio ya m en cionado de la circulación de personas- incluye los tres templos privados que probablem ente usaba la familia real. La Estela lOA es una estela genealógica que al parecer mu estra tres generaciones de una familia real (figura X II . 13) . Su contenido es similar al de los " registros genealógicos" estudiados en el capítulo X III . La primera gen eración, representada en la parte inferior de la estela, muestra a dos muj eres sentadas sobre glifos de cerro, cada uno d e los cu ales represe nta un poblado de nOlnbre diferente.
UN A VISITA A MONTE ALBÁN
Se ri o ra 50
S el'i ora 12 N
Seiiora 5 Búho-.-...·....r.'" Ce rro Gli fo E
FIGURA XII .12 . El Patio Vértice Geodésico en lo alto de la Plataforma Norte. El templo-pirámide en el centro es el Edificio g. (El Edificio e, donde se encontró la Estela 10A, se halla a la derecha del g.)
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"Sell 0r Jaguar" 7 Ca ra
Seiiora I OY
Ce rro del
~~I5r;:::~Vl/.WIt-+- M aíz
La Estela 10A presenta datos gen ealógicos de la Señora 5 D, miembro de un a importante familia gobernante zapoteca (dibujad a por John 1
El registro de la segunda gen eración, a la mitad de la estela, mu estra a una an ciana llam ada "12 N "y a un seJ1.or deifica do o m etam orfo seado de n Olnbre 7 C ara. La tercera gen eración, representada en el registro sup erio r de la estela, mu es tra a una sola p erso n a, una mujer de nombre " 5 D "; su p osible sobrenombre incluye los glifos E y G de C aso. Es probable qu e es te m o nume nto de 2. 7 m de alto (E stela l OA) fu era comisionado por la SeJ1.ora 5 D para mostrar su gen ealogía y su certificado dinástico, mencionando al m enos dos generacion es previas de sus antepasa do s. Para legitimarse, la SeJ1.ora 5 D
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UNA VIS ITA A MONTE ALBÁN
UNA VIS ITA A MONTE ALBÁN
utilizó el registro intermedio de la estela para mostrar a su madre anciana y a su difunto padre (quizás un ex gobernante que, allTlorir, se había transformado en un seíi.or jaguar). Usó el registro inferior de la estela para honrar a tías o abuelas aún más antigu as que, al parecer, llegaron a Monte Albán desde dos pueblos distintos. La estela ahora se encuentra en el Museo del Sitio de Monte Albán por motivos de protección. Otra lápida grabada, denominada Estela 10 por Alfonso Caso, fue hallada en el Patio Hundido de la Plataforma Norte. Al igual que la Estela lOA mencionada arriba, la Estela 10 comprende múltiples generaciones y parece representar a más mujeres que hombres (figura XII. 14).
~~~~~ 6 Venado
Seii.ora 2 J SeI'iora 2 J
Seil0r 3 E? La Estela 10 muestra a dos mujeres (ambas llamadas Señora 2 J) Y menciona a algunos de sus antepasados (dibujada por Mark Orsen).
Sel1.0r 9 D?
FI GURA X1 1.14.
Antecesor 6 E?
Antecesor 10 L?
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En la parte inferior de la Estela 10 pueden verse dos antepasados remotos. El nombre j eroglífico del antepasado de la izquierda podría ser"6 E", Y el de la derecha, "10 L" .Arriba de estos antepasados se ven dos individuos sentados (hombres, según Caso), llamados "3 E" Y"9 D". En el centro de la estela se halla un individuo sentado. Enla parte superior hay dos personas más (mujeres, según Caso), ambas asociadas con el lTusmo nombre: Sefiora 2 J. En el extremo superior se encuentra el lTlotivo que Alfonso Caso llamó Las Fauces del Cielo, que simbolizan el tija coqui ("linaje noble") y el Pitao Coz aana (Gran Espíritu dentro de la Engendradora o Creadora). Es probable que estas dos estelas -10 y 10A- fueran grabadas más o menos al mismo tiempo y dispuestas una cerca de la otra . Debido a su altura -2.7 m cuando estaban intactas- habrían sido visibles para cualquiera que se encontrara en la Plataforma Norte. Como veremos en el capítulo XIII , registrar información genealógica en monumentos de piedra fue típico de la Época IV, periodo durante el cual Monte Albán decayó como capital zapoteca. A medida que el poder de Monte Albán disminuía, muchas familias nobles rivales competían entre sí por controlar la capital zapoteca. Cada familia alegaba que su genealogía le daba el derecho más legítimo de gobernar. En efecto, en su recorrido por la Galería de Prisioneros de la Época I en el Edificio L, las lápidas de la Época Il en el Edificio J, la Estela 1 de la Plataforma Sur que muestra al gobernante recién entronizado recibiendo una procesión de prisioneros atados durante la Época lIla y, finalmente, la Plataforma Norte y el Museo del Sitio donde se hallan las Estelas 10 y lOA de la Época IIIb- IV, el visitante puede ver la historia política de Monte Albán recapitulada en lTlOnUmentos de piedra labrada: el surgimiento de la ciudad mediante victorias militares, sus alegatos de conquista imperial, su "relación espec ial" con Teotihuacan y, por últilTlO, su decadencia entre alegatos genealógicos y disputas sobre cuál familia noble debía gobernar.
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UNA VISITA A MONTE ALBÁN
El Templo X Antes de proseguir al Cementerio Norte, el visitante debería detenerse a observar el templo del Montículo X (figura XII. 15). Se trata de un templo de la Épo ca II qu e se halla en co ndiciones sorprendentem ente buenas. En palabras de Acosta: "El edificio expuesto consta de un basamento de 12.8 m de ancho por 11.2 m de largo y 2.7 m de altura, con acceso a su parte sup erior p or m edio de una escalera co n siete grandes escalones perfectamente es tucados, que corren a todo lo largo del lado Sur de la estructura" . En la h abitación interna y más sagrada de este templo de dos habitaciones, el visi tante verá un tlecuil o cuenco enyesa do colo cado en el piso y una cripta de m ampostería para almacenam.iento en el fondo del cuarto, cerca de la línea m edia del ten'lplo. Es probable que la cripta esté relacionada con la recepción de ofrendas y el cu enco con el sangrado o el sacrificio de animales realizado por los sacerdotes en la habitación interna.
Templo de dos habitaciones en el Montículo X, ce rca de donde se halló la famosa Lápida de Bazán (véase figura VI II .4).
FI GURA XII.15.
Templo cerca del extremo noroccidental de la Plataforma Norte. A la distancia (arriba a la derecha en la foto) puede verse el Cerro Atzompa, el más septentrional de los cinco cerros de Monte Albán .
FIGURA XII .16.
FIGURA X11.1 7.
Esta fotografía aérea de las ruin as del Cerro Atzompa muestra su enorme comp lejo de edificios públicos.
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UNA VI SITA A MONTE ALBÁN
XIII. La época de decadencia de Monte Albán
El Cementerio Norte Ahora el visitante puede seguir en dirección noroeste para ver dos de las tumbas más famosas de Monte Albán: la 103 Y la 104.Al visitar estas tumbas, debe recordarse que no existían de manera aislada; cada una se construyó debajo del patio de un palacio real, cuyos muros de adobe ya no existen. Antes de regresar a la Playa de Estacionamiento, recomiendo que el visitante mire hacia el norte por algunos minutos. A la distancia verá el Cerro de Atzompa (figuras XII . 16 Y XII. 17). Durante la Época IlIb,Atzompa se convirtió 1) en el barrio más al norte de la ciudad de Monte Albán, o bien 2) en el intento de una familia real anibiciosa por separarse de sus rivales y crear su propia sede de poder. La gran distancia entre la Tumba 104 y Atzompa indica cuán extensa era la zona urbana de Monte Albán durante su apogeo.
MONTE ALBÁN alcanzó su mayor extensión durante la Época IIIb. Para 700 d.C. cubría más de seis kilómetros cuadrados, y su población máxima se ha estimado en 2000030000 personas. Cada uno de sus cinco cerros estaba completamente habitado: el cerro del propio Monte Albán, Monte Albán Chico, Mogotillo, El Gallo y Cerro Atzompa. Muchos de los edificios públicos que pueden verse fueron construidos, ampliados o reconstruidos por última vez durante la Época IIIb. Éste sería el mayor tamaI10 que alcanzaría Monte Albán. En algún momento entre 700 y 750 d.C. - quizás nunca se sepa la fecha con certeza- , Monte Albán propio dejó de levantar o reparar edificios públicos en su Plaza Principal. Si bien Monte Albán nunca fue abandonado del todo, su población comenzó a disminuir graduahiiente. Poco a poco dejó de ser la capital dinámica de un gran Estado territorial zapoteco. Con el tiempo, la población se reduciría a menos de 10000 habitantes: aunque la cifra sigue siendo importante, Monte Albán dejó de ser por mucho la comunidad más grande del valle de Oaxaca . ¿Por qué decayó Monte Albán? Probablemente por múltiples razones . Por un lado, muchos de los pueblos grandes que h abían sido centros administrativos de Nivel II en la jerarquía deb;uo de Monte Albán desarrollaron sus propias familias nobles poderosas. Sin duda, estas familias trataron de aumentar la cantidad de tierras que controlaban, los numerosos súbditos que estaban bajo su control, así como los recursos agrícolas y bienes artesanales que éstos producían. Además, podían cumplir mejor con su propia agenda política si no tenían que pagar tributo a los gobernantes de Monte Albán. Incluso es posible que la próspera comunidad que ocupaba 300 terrazas del Cerro Atzompa tuviera para ese entonces una fa-
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A CIUDAD DE
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LA ÉPOCA DE DECADENC IA DE MONTE ALBÁN
mili a noble tan poderosa como cualquiera de las qu e vivían en Monte Albán propio. Muchos de los pueblos qu e ocupaban el Nivel II (o Nivel III) en la jerarquía de Monte Albán obtuvieron poder e independencia , a m edida qu e Monte Alb án se reducía a alrededor de 4000 habitantes para la Época IV Entre esos pueblos figuraban El Choco y ] alieza en el subvalle del sur; Cuilapan en el vall e central, y Macuilx óchitl, Santa Ana del Valle, Lam.bityeco y Mitla en el subvalle oriental. El mayor de estos sitios era ]alieza, que, según el reconocimiento de Blanton, llegó a cubrir cinco kilómetros cuadrado s y, para 900 d .C. (con alrededor de 16000 habitantes), había sustituido a Monte Albán como el centro urbano más grande en el valle de Oaxaca. Sabremos más después de las excavaciones que Luca Casparis y Christina Elson están haciendo ac tualmente en ] alieza. Además de los cam.bios políticos internos que se dieron dentro del valle de Oaxaca, existe una posible razón externa para la decadencia de Monte Albán. Durante cientos de all.os, Monte Albán tuvo una " relación especial" con Teotihuacan en la cuenca de M éxico, la ciudad m ás grande de Mesoamérica. Si bien amb as ciudades parecían tener una relación pacífica y diplomática (véase capítulo VIII) , eran rivales en el se ntido de que ninguna de ellas qu ería que la otra invadiera su territorio. Es posible qu e una de las razon es para el gran crecimiento de Monte Albán fuera desalentar a Teotihuacan de extender su influencia hacia Oaxaca . Alrededor de 700 d.C., por razones no muy claras, la población de Teotihuacan comenzó a disminuir. Pronto dejó de ser un centro urb ano importante, recaudador de tributo, y el mayor centro com ercial y religioso de la parte alta de M éxico. Una vez desaparecida la amenaza de invasión de Teo tihuacan so bre Oa xaca, disminuyero n las razones para que los zapo tecos conce ntraran a decenas de miles de habitantes en una cumbre de 400 m de alto. Quizá ahora la comp etencia política entre varias familias nobles zapotecas era mayor que su n ecesidad de co ncentrarse alrededor de un solo núcleo. Nos falta saber mu cho más sobre este importante p eriodo en
LA ÉPOCA DE DECADEN C IA DE MONTE ALBÁN
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la prehistoria de Oaxaca . Por desgracia , es dificil fechar con precisión m uchos de los acontecinuentos que ocurrieron durante 500 y 1000 d .C. La primera mitad de es te p eri odo (500 a 700 d .C.) se denomina Épo ca IIIb de Monte Albán, y en ese entonc es Monte Albán aún era una ci udad vibrante y en crecimi ento. La segunda nutad del periodo (700 a 1000 d .C.) se denomina Época IV de Monte Albán, y en ese entonc es Monte Albán (al igual que Teotihuacan) ya estaba en decadencia. El problem a qu e enfrentan los arqueólogos en Oaxaca es que la ceránuca de las Épo cas IIIb y IV es tan similar que no p ermite fechar los depósitos arqu eológicos de es te p eriodo con precisión. E n ocasiones no h ay más remedio que atribuir edificios, o incluso sitios completos, simplemente a la Época IIIb-IV En algunos casos, la presencia de obj etos de cerámica imp ortados de la regió n m aya (un tipo de ceránuca llamada anaranjada fina) ayuda a hacer distinciones m ás precisas. Adem ás, cuando se encu entran urnas fun erarias en buenos contextos, éstas pueden mostrar diferencias de estilo entre las Épocas IIIb y IV Por desgracia, la cerámica ordinaria de las Épocas IIIb y IV es poco atractiva y casi indistinguible.
Cambios en los monumentos de piedra Aun cuando el tamaI10 de Monte Albán com enzó a disminuir después de 700 d.C., su legado político continuó sintiéndose en toda la región zapoteca . Es to tiene que ver con las genealogías de las fanulias reales y nobles . Mu chos de los gob ernantes de los p equ eI10S sell.o ríos o cacicazgos que cobraron importancia durante este p eriodo buscaban vincular su abolengo con los linajes gobernantes antiguos y muy resp etados de Monte Albán . Así como los gobern antes aztecas de la cu enca de M éxico afirmaban descender de toltecas nobles legendarios, los gobernantes zapotecos de 700-900 d .C. afirmaban descender de los gobernantes legendarios de Monte Albán, incluso después de qu e la gran ciudad reduj era su tamailo. D e hecho, la búsqueda de estatus entre las fanulias nobles zapotecas
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LA ÉPOCA DE DECADENC IA DE MONTE ALBÁN
p os teriores era tan grande qu e competían p or casar a sus n1.iembros con los novios y n ovias disp onibles de m ayor rango. Como resultado de esta competencia por los títulos de nobleza, durante el periodo 600-1 000 d. C. surgió un nuevo tip o de monumento de piedra grabada. En lugar de representar victorias militares o emb aj adores de Teo tihu aca n , es tos nuevos lllonumentos m u es tran a nobles realizando distintos ritos religiosos, así como h ombres nobles casándose con muj eres nobles, a lllenudo mientras sus antepasados difuntos los observan . A estos monumentos de piedra labrada los he denominado " registros genealógicos" y en el capítulo X II vimos dos grandes ej emplos de Monte Albán , las Estelas 10 y 1OA. A diferencia de estas estelas, mu chos registros genealógicos de la Épo ca IlIb-IV eran peque110s y se hallaban en la antecámara de las tumbas. Allí sólo podían verlos unos nobles y no grandes multitudes de pleb eyos. H abía gen ealogías labradas en pie dra qu e posiblemente fueron precursoras de los posteriores códices genealógicos pintados en piel de venado (figura X III. 1).
FI GURA X111.1. Registro genealóg ico típico de la Época 11 1b-IV. En el registro superior aparece un matrimonio noble realizando un ritual. La pareja está sentada debajo del símbo lo que Caso llamó " Las Fauces del Cielo" , que ind ica ascend encia noble. En el registro inferior se ve a un matrimonio de una generación anterior realizando el mismo ritu al.
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Las "tumbas familiares" de los nobles Durante esa épo ca de p olítica cambiante, los vínculos " horizontales" entre nobles m ás o menos iguales se volvieron tan imp ortantes como los vínculos "verticales" con familias sup eriores . Al p arecer, una de las formas en que los nobles se relacionaban con otros nobles <:ra invitándolos a particip ar en funerales, bodas y otras cerem onias . Estas in cluían la conmem o ración de aniversarios de defunción de nobles imp ortantes, en particular cuando se trataba de m atrimonios qu e h abían fundado nuevas dinastías. Los elab orados rituales fu nerarios se llevaban a cabo cerca de la tumba. Frente a la entrada los participantes dispotú an grupos de urnas con la im agen de Cocí)'; (Rayo), quem aban incienso, conúan y tomaban. Durante la Épo ca IlIb-IV se volvie ron comunes las tum b as familiares, qu e mostraban a varias gen eraciones de la misma dinastía . Los zap o tecos deno minaban es tas tumbas paa o, en el caso de las tumbas de piedra, quie paa.Al sepultar a múltiples generaciones, los zap o tecas buscaban que los antep asados nobles siguieran p arti cipan do en la vida de sus descendientes . En la cosm ología zap o teca, los vivos y los m u ertos coexistían en un continuum ininterrumpido y la tumba familiar facilitaba la comunicación constante entre baen eracio n es . Es te uso multigeneracion al de la tumba hizo del p atio ubi cado sobre la tumba un área clave p ara las reuniones rituales. Mu chas tumbas de esta ép oca fuero n construidas antes de que se completaran las estructuras residenciales a las que p erten ecían y, en m uch os casos, fu eron talladas en la roca madre. E ntre estas tum bas de uso multigen eracion al y las tum bas reales de los m ayas h ay un m arcado co ntraste, pues estas últimas solían conten er un solo esqueleto. Tanto los mayas com o los zap otecos sabían qu e se agregarían más ofrendas a la tum ba real, p ero en el caso zap oteco también podían agregarse entierros. Por ej emplo, la Tumba 6 en el sitio de La mbityec o en el subvalle or iental fu e abierta seis veces p ara agregar a miembros de la familia (véase irifra). E n el caso de algunas tum bas zap o tecas, el registro genealógico comi en za co n una " p areja fu ndadora", seguida p o r gen eraciones
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LA ÉPOCA DE DECADENC IA DE MONTE ALBAN
sucesivas de matrimonios. El hincapié en la pareja matrimonial subraya el h echo de que, para la élite zapoteca, todos los antepasados eran importantes, tanto hombres co mo muj eres . La presentación de secu encias de matrimonios zapotecos, que comenzó en monum entos de piedra después de 600 d.C., continuó has ta ya entrado el siglo XV I en códices de papel o piel de vena do. Un excelente ej emplo de tmnb a multigenera cional zapoteca es la encontrada en el Montículo 195 en Lambityeco, un sitio de la Época IV cerca de Tlacolula en el subvalle orientaL La Tumba 6 fu e abierta y reabierta varias veces entre 650 y 750 d.C., y contenía los restos de generaciones sucesivas de la misma familia. Sobre la entrada de la Tum.ba 6, modelados en estuco, pueden verse los rostros de una pareja ancestral (o pareja fundadora), denominados Se110r 1 Movimiento y Seño ra 10 Maíz (figura XIII.2). Frente a esta parej a fundadora, los arqueólogos John Paddock, Mi chael Lind y Javier Urcid encontraron varias urna s y vasijas colo cadas allí en diferentes ocasiones; algunas representan a Cocíyo. Dentro de la Tumba 6 había seis esqueletos. En algún momento estuvieron completos, pero ahora sólo se encontraron tres de los 12 fémures esperados. ¿Por qué faltaban nu eve fémures? Los frisos d e es tu co de los lados norte y sur del exterior d e la tumb a ofrecen una posible explicación: muestran al hombre de la generación 2 y al hombre de la ge n era ción 3 sosteniendo ca da uno un fémur humano (en zapoteco ch ita baala) (figura X III . 3). Ahora se
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cree que para reafirmar la con tinuidad de la dinastía, se espe raba que cada primogénito sostuvi era el fémur de su p adre. Así, el fémur del fi.mdador de la f:1milia sería sostenido por su hijo (generación 2); a su vez, su fémur sería sostenido por su hijo (gen era ción 3). La preservación de los fémures significaba que una línea de desce ndencia ininterrumpida se extendía desde la pareja fundadora h as ta sus descendientes, quien es en ca rgaron los fi·isos de la Tumba 6. Otro ej emplo de tumba familiar es la Tumba 5 en la cumbre de Suchilquitongo en el subvalle del norte, excavada en 1985 por Enriqu e M éndez Martínez y analizada por Arthur Miller. C uando la Tumba 5 fue reabierta, se agregó a la cámara funeraria un registro gen ealógico llamado Estela 5 (figura XIIL4). En el registro sup erior de la estela puede verse el Sel10r 13 Mono, sentado sobre una angarilla de madera, en la posición de un antepasado venerado. A los
a
b FIGURA XIII.2. Sobre la pu erta de la Tumba 6, en el sitio de Lambityeco, pueden verse los rostros de la "pareja fundadora", Señor 1 Movimiento (izquierda) y Señora 1O M aíz (derecha), modelados en estuco.
!
FIGU RA XIII.3. Detalles del friso de estuco afuera de la Tumba 6 en Lambityeco. El fri so muestra a dos hombres herederos nobles, cada uno sosteniendo el fémur de su antepasado difunto. a) Del Friso Norte; b) del Fri so Sur.
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Sei'ior 12 Mono (hijo)
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SeJ'ior 13 Mono en su angarilla (antecesor)
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Es decir, mientras que los descendientes del gobernante de la Tumba 6 en Lam.bityeco establecieron la continuidad dinástica mediante representaciones que los muestran sosteniendo los fémures de sus antepasados, los descendientes del SeI10r 12 Mono en Suchilquitongo se representaron en una estela que agregaron a la tumba reabierta de su antepasado. El texto de la Estela 5 en Suchilquitongo es importante, pues demuestra que la escritura jeroglífica zapoteca seguía el mismo orden de palabras que el zapo teca hablado: primero el verbo y luego el sujeto de la oración. Como pu ede verse en las figuras XII1.5 y xIII.6, los dos textos paralelos a los lados de la Estela 5 muestran el mismo orden de palabras: la fecha + verbo (nació) + rango (dentro de la nobleza) + nombre personal tomado del piye + orden de nacimiento (de los hijos de 13 Mono) + "muerte" + fecha (de muerte o "ascensión al cielo") .
SeJ'iora 12 N (hija)
Sei'ior 11 A (yerno)
FI GURA XIII.4. Estela 5, registro genealógico encontrado en la Tumba 5 en Suchilquitongo, al norte de Monte Albán. El registro superior muestra al antepasado difunto, Señor 13 Mono, apoyado en su angarilla de madera. Frente a él está su hijo, Señor 12 Mono. En el registro inferior está la hija del gobernante difunto, Señora 12 N, Y su esposo, Señor 11 A. (Dibujado a partir de Arthur Miller, 1991.)
lados de la Estela 5 hay dos textos jeroglíficos paralelos que mencionan a los hijos de 13 Mono, en particular a su hija "12 N" y su hijo 12 Mono. Dado que la estela presenta las fechas de defunción de los dos hijos, es probable que quien comisionó el monumento haya sido el nieto o la nieta de 12 Mono.
=;1 nac ió
rango
(nobleza)
12 N
.~~~ ~'N nacida
para
adivinar
muerte
(fecha
de muerte)
FIGURA X1I1.5. El texto jeroglífico de un lado de la Estela 5 de Suchilquitongo ofrece las fechas de nacim iento y muerte de Señora 12 N Y explica que era la tercera de los hijos de Señor 13 Mono.
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LA ÉPOCA DE DECADENCI A DE MONT E ALBÁN
LA ÉPOCA DE DECADENCIA DE MONTE ALB ÁN
;J~~ naCl O
El texto jeroglífico del lado opuesto de la Estela 5 ofrece las fechas de nacim iento y muerte de Señor 12 Mono y explica que era el cuarto de los hijos de Señor 13 Mono.
rango
(nobleza)
FI G URA X1 11. 6 .
cuarto llacido
muerte
"1 2 Mono
(fecha de mu erte)
En otras palabras, la estela nos dice que la Princesa 12 N nació en el al'ío 2 N; ella era el tercer niño del Señor 13 Mono; murió en el año 5 N. El Príncipe 12 Mono nació en el año 3 N ; era el cuarto nüío del Señor 13 Mono, y murió en el aiío 7 M . Como ya vimos en el caso de las Estelas 12 y 13 de Monte Albán, el orden de nacim.iento de los hijos se indicaba usando los dedo s de la mano. Es evidente que el orden de nacimiento era relevante en la su cesión real; era importante saber si uno era el primogénito, el segundo hijo, etcétera. E stas prác ticas mortuorias constituyen una de las claves para entender a la nobleza zapoteca de 600 a 1000 d.CAl conserva r la tumba familiar abierta y accesible, las familias nobles podían agregar parientes a la tumb a, colo ca r nuevas ofrendas y repintar los murales y friso s para incluir a ge n eraciones posteriores. La élite zapoteca honrab a a familias multi ge n era cionales entera s. Así , la magnificencia final de sus tumbas se deb e no sólo al ocupante original, sino también a los h erederos qu e agregaban ofrendas, repintaban los murales y conüsionaban registro s genealógicos que los incluyeran.
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Honrar a los difuntos nobles (en zapoteco pel1.i cotf) era una estrategia integradora que consolidaba los vínculos con las genera cion es tanto anteriores co m o posteriores, así como co n las élites de otros sitios relacionados por lazos matrimoniales. Para 600 d.C, los pueblos de Oaxaca llevaban practicando la ven eración de los antepasados quizás durante 1500 años. En los últimos siglos de ese milenio, los zapotecos representaron a sus antepasados nobles en urnas. A m enudo, esos antepasados se representaban portando m áscaras o to cados qu e incluían atributos de Rayo, Maíz y varias otras fu erzas sobrenaturales. Con Rayo se asociaban otros elementos celestes, como la lluvia, las nub es, el viento y el granizo. Los zapotecos creían que los nobles difuntos ascendían al cielo y se convertían en nub es, de modo que su ubicación celestial les per mitía interce der co n Rayo a favor de sus descendi entes . Sin embargo, sólo lo h arían si se les propi ciaba adec uadamente con comida, bebida, incienso y sacrificios. De allí la preocup ación por tener tumbas que pudieran abrirse cuando fu era necesario. Cuando se volvió habitual disponer grupos de cinco urnas o más enfrente de las tumbas (como en Xoxocotlán, Lambityeco y Monte Alb án) , aumentó el número de estas efigies de cerámic a. Sin embargo, no fu e sino hasta alrededor de 600 d.C cuando empezaron a abundar las estelas que documentan casamientos de élite, gen ealogías familiares y ceremonias sagradas realizadas por parejas prominentes. Las es telas de 600 d.C muestran una gran varíedad de esce nas, como individuos qu em ando incienso, co mpartiendo comida, ofrendando objetos pre ciosos y tomando bebidas co mo pulque (nupi) y cho colate (nifa piz oya) . Al ver que su antigua capital, Monte Albán, comenzaba a declinar, varios pueblos en el valle de Oaxaca buscaron establecer sus propias alianzas matrimoniales, rituales y eco nó mi cas. Al parecer, los m ecanismos integradores clave para vincular las élites zapotecas en varios pueblos eran los m atrimonios interdinásticos, la ven eración de antepasa dos comunes o apicales, y la asistencia a funerales, aniversarios y ceremonias de vecinos importantes .
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LA ÉPOCA DE DECADENC IA DE MONTE ALBÁN
XIV La Época V: inmigrantes lnixtecos y ej ércitos aztecas
Resumen Todas las grandes ciudades del nmndo antiguo -Ur y B abilonia en M esop o tamia, Luxor en Egipto, Palenque en la región maya, Teotihuacan en la cu enca de M éxico, Wari y Ti ahu anaco en los Andes- co n el tiempo perdi eron poder. Un mito común es que estas ciudades antiguas sufrieron algún tipo de desastre, como una inundación , un temblor, una plaga, etc. La verdad es que casi todas estas grandes ciudades antiguas, incluido Monte Albán, declinaron por razones políticas . En su apogeo, Monte Albán era una concentración de 30000 habitantes o m ás en una cun1.bre empinada, donde el agua de lluvia tenía que almacenarse y gran parte de la comida tenía que llevarse del fondo del valle, 400 m más abaj o. Este esfuerzo resultaba lógico cuando Monte Albán estaba en gu erra con rivales como Tilcajete, o trataba de conservar su tama110 y permane cer defendible mientras Teo tihuacan expandía su influencia en todo el altiplano mexicano. Es probable que esforzarse por mantener un gran centro cívicoceremonial en una cumbre de 400 m de altura dejara de valer la pena cuando Teotihuacan comenzó a declinar y los pueblos grandes del fondo del valle de O axaca se cansaron de pagarle tributo a Monte Albán. Sin embargo, a pesar de su población menguante y la p érdida de apoyo político, Monte Alb án siguió siendo un lugar sagrado, incluso después de 750 d .C. A fin de cuentas, el linaj e real de M onte Albán era uno de los que todos los gobernantes zapotecos buscab an aprop iarse. A partir de ese p eriodo, gran parte de los monum entos labrados zapo tec os comenzaron a mostrar la genealogía de cada gob ernante local, y ya no las victorias militares.
C
de fec h as radiocarbónicas aún es inadecuada, resulta dificil fechar con precisión el inicio y el fin de la Época V de Mon te Albán. Seguro ya había empezado para 1100 d.C. y, por conve ni encia, diremos que termin ó alrededor de 1521 d.C., año en que los co nquistado res españoles llegaron al valle de Oaxaca. Durante la Época V, Monte Albán dejó de ser la capital de un gran Estado zapoteco. El valle de Oaxaca estaba dividido en varios señoríos o cacicazgos encabezados por familias nobles importantes en lugares como Zaachila, M acuilxóchid, Mitla,] alieza, Tlalix tac de Cabrera, Teitipac y Yagul. Se dice que Zaachila fue la residencia del gobernante zapoteco más poderoso, mientras que Mida era el centro religioso más importante del valle. A p esar de su decadencia, M onte Albán no fue abandonado durante la Época V Con base en el reconocimiento de Blanton, su población era de alrededor de 4000 Y 8000 habitantes, que vivían en unas 300 terrazas. Sin embargo, parece qu e la población de Monte Albán dejó de erigir edificios verdaderamente importantes y de labrar monumentos de piedra importantes con escritura j eroglífica. De hecho, parece que la comunidad de Monte Albán construyó nuevos muros defensivos en partes del sitio, como si por momentos sintieran que es tab an amenazados. Quedan algunas preguntas por resolver: ¿quiénes vivieron en Monte Albán durante este periodo ? ¿Quién les suministraba comida desde los campos del valle? OMO LA MUESTRA
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LA ÉPOCA V: IN M IGI,-ANTES MI XTECOS y EJÉRC ITOS AZTECAS
LA É POCAV: INMI GI'-ANTES MIX TECOS y EJÉRC ITOS AZTECAS
Los matrimonios reales zapoteco-mixtecos
pueblo cercano de Cuilapan de Guerrero tenía hablantes mixte cos. Fue cuando preguntó cómo se había llegado a esta situ ación cuando le contaron sobre los matrimonios. En palabras de M ata:
Una de las principales estrategias de las familias goberna ntes en los se ñorío s prehispánicos tardí os era fortalece r su poder arreglando alian zas militares con sus vecinos y es tablecien do alianzas matrimoniales co n los gob ernantes de otros cacicazgos. Durante los siglos de la Época V, algunas familias reales zapotecas arreglaron m atrimonios con algunas familias reales de sus vecinos mix tecos del norte del es tado de Oaxaca . Sabemos de estos m atrimonios porque se rememoraban, a m enudo por cientos de años, y se relataron a los espall01es, quienes los registraron en papel. Vario s matrimo nio s reales es tán d escritos en una serie de documento s llamados R e/aciones Geogr~ficas, escritos en 1580 y 1581 por administradores españoles locales, a petición del rey de Espalla. Los pueblos zapotecos involucrados eran Zaachila (llamado Teozapotlan o "Teoc;apotlan " por los españoles) y Cuilapan de Guerrero (llamado C uylapa por los espalloles). Por su parte, los pu eblos mixtecas eran Yanhuitlan (llamado Yanguitlan por los espalloles) y Almoloyas. Cada vez que se co nsumaba un matrimonio real, el novio o la novia mixteca se mudaba al valle de Oaxaca junto con un séquito de cientos de sirvientes y trab;ua dores agrícolas (llamados fay situ ndayu en mL'C teco). Los documentos apuntan a qu e los zapotecos buscaban un n,ayor prestigio y apoyo militar potencial de los señores mixtecos, mientras qu e los mix tecos (que provenían de regiones muy montañosas) buscaban buenas tierras de cultivo en el valle de Oaxaca. Veamos dos de los matrimonios en los qu e particip ó Zaachila. Ambo s se mencionan en la R e/ación de Teozapo t/all [Zaachila] , escrita en 1580 d.C. por un sacerdote espall01, fray Juan de Mata. En el primer caso, una princesa mix teca se casó con un gobernante zapoteco de Z aachila. En el segundo, un príncipe mixteco de Ya nl1Uidan se casó con la cllllada del rey zapotec o de Zaachila. Se dice que en este caso el sell0r de Z aachila le dio al príncipe mix teco y a sus trab;u adores agrícolas algunas tierras en el cercano Cuilapan. Mientras escribía la R e/ació ll , fray Ju an de Mata reparó en que, si bien la población dominante de Zaachila h ablab a zapo te co, el
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porqu e preguntados como vinieron ellos a esta provin cia <;apoteca siendo ell os IIlisfecas respo nden qu e por via de un casa ln iento que se hizo de una Mixteca con un Ser'ior de Teoyapotlan; viniero n mas ha de trezientos ar'ios , aunqu e fueron pocos los que entonces vinieron ; pero poco antes que vinieron los espai'ioles vbo otro casalniento de un Sei'ior d e Ya nguitlan qu e se casó co n la he rmana de la mu ger del Ser'ior y Rey de Teoya po tlan , el qu al vivio en Cuylapa porque se lo dio El Sellar de Teoyapotlan para qu e alli viuiesen. Entonces vinieron muchos mas qu e abi an ve nido an tes; asi que todos concuerdan en esto, en dezir qu e Teoyapotlan es el Sell aría yapoteca . Llamase en <;:apoteca Zachilla.
La Relacióll de Teozapof/an (publicada, y por ende pu es ta a disposición de los lecto res, en 1905) se co n ce ntra en C uilapan d e Guerrero como un posible centro mixteco durante la Época V Según fray Agustín de Salazar -qui en ofrece una versió n un tanto diferente del mismo casamiento real m en ciona do por fray Juan de M ata-, la ti erra de cultivo otorgada a los mixtecos se encontraba en realidad en una de las laderas inferi ores de Monte Albán. Así, se hallaba cerca de C uilapan, pero no adentro. En palabras de Salazar: Vini eron es tos yndios de unos pu ebl os de la misteca qu e llamam os las Alm oloyas, tierra muy ásp era y fr agosa por ciertos casa mientos que hubo en diferentes ti empos y a m as de trezientos allos qu e vinieron, estos yndios en gran cantidad y porque uno dellos y entrambos eran de personas principales y el un o dellos era casam.i ento con la hija de Teoyapotlan qu e esta 3/4 leguas de aq uí, [el Sellar de Teoyapotlan] dio a su yerno el sitio deste dicho pu eblo, aunque cuando lo dio estaba un poco mas apar tado ... . y entonces n o le llamaban Ynchaca , como ahora sino Sayucu, qu e quiere decir "al pie del cerro" y porqu e aq uel sitio no era tan bueno como las tierras qu e co n ellio
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LA ÉPOCA V: INM IGRANTES MIXTECOS y EJÉRC ITOS AZTECAS
LA ÉPOCA V: INMIGRANTES M IXTECOS y EJÉR C ITOS AZTECAS
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d el Rey d e Te o~apo tl a n , ac ordaron los y ndios p o r consejo d e los relig iosos de pasa rlo a d ond e ah o ra esta.
La versión de Salazar sobre el m atrimonio describ e a la novia como hij a (en lugar de cUl1.ada) del sel10r de Z aachila, y esp ecifica que la tierra o torgada originalmen te a los m ixtecos era un lu gar llamado Sa'a Yucu (sa'a = al pie del; )'ucu = cer ro) en la ladera sur de M onte Albán . Esto h a sido co nfirmado por la arqu eología. El re conocimiento de la parte central del valle de O axaca practicado por el doctor Stephen Kowalewski reveló un gran sitio arqueológico de la Ép oca V (sitio C -V- 132) al pie de Monte Albán . Es probable que este sitio conten ga los restos de Sa'a Yucu , el lugar donde se establecieron los mixtecos . El sitio C-V-132 era una comunidad con alrededor de entre 980 y 1 960 habitantes, repartidos en cientos de residen cias individuales. És te es el patrón que esperaríamos si los Sel1.0reS mix tecos que llegaron hubieran llevado consigo a terrazgueros, siervos pleb eyos o peones agrícolas que trabaj aran sus tierras. El reconocimiento de Kowalewski mostró que miles de individu os adicionales vivían en otras aldeas en las faldas del cerro (figura X IV. 1). El sitio C-V-1 32 aún no se ha excavado, p ero no muestra eviden cias im.portantes de haber tenido edificios públicos importantes. Esto p o dría significar que Sa'a Yucu fu e ante todo una comunidad d e granj eros, y qu e el propio príncip e mix tec o residía en Zaachila con su su egro. El descubrimiento de una tumba muy rica en Z aachila respalda esta p osibilidad . Alfonso Caso p ensaba que el ocupante de la tum b a era un descendiente de algunos gobernantes mix tec o s, nombrado en un docume nto genealó gico llamado el Códice Nuttall. Sin embargo, no p odemos ignorar la posibilidad de que el se1101' mix teca no viviera en Zaachila, sino en Sa'a Yucu ; es decir, en una de las terrazas de la Épo ca V en la cumbre de M onte Albán . La Tumba 7 de Monte Albán sugiere esta alternativa. Contiene un tesoro real, así como una serie de huesos tallados con motivos y j eroglíficos que corresponden al estilo de los códices mixtec os (véase
Ma pa del valle de O axaca ce ntral durante la Época V de Monte Albán. ~as zonas neg ras representan los sitios arqueológicos ocupados durante la Epoca V, seg ún el reconocimiento del dodor Stephen I
capítulo xv). Aún no pu ede elegirse alguna de es tas alternativas porque la arqueología aún no proporciona respuestas definitivas a las pregun tas importantes de la Épo ca V
Las amenazas del Imperio azteca Una probable razón p or la que zapotecos y l11.ix tecos buscaban establecer relacio nes interculturales fu ertes a través de matrimonios reales era qu e ambas so ciedades se sentían am enazadas p or los aztecas de la cu en ca de M éxico. Los aztecas d e los siglos x v y X VI bus caban es tablece r un im p erio exp ansionista y militarista. Sus conquistas in cluían la provincia de Xocon och co (Soco nusco) en la costa del Pacífic o de G uatem ala, cientos de kilómetros al sur de
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LA ÉPOCA V: INMI GRANTES MIXTECOS y EJÉRCITOS AZTECAS
Oaxaca. En consecuencia, el ejército azteca quería el permiso de los zapo tecos para atravesar el valle de Oaxaca en su camino a Xoconochco. Los zapo tecos se unieron con los mixtecos para resistir. Por seguridad, el rey zapoteco Cociyoeza mudó su corte real del indefendible pueblo de Zaachila en el fondo del valle a una fortaleza en el cerro llamada Guiengola, cerca de Tehuantepec. La fuerza combinada de los ejércitos zapoteco y mixteco, aunada al sofocante calor de Tehuantepec, crearon un empate que los aztecas no pudieron ganar. Esta guerra terminó con una tregua lograda mediante un casanüento político: se acordó que la hija de Ahuítzotl, una princesa llamada Coyolicatzin ("Copo de Algodón"), se casara con Cociyoeza, quien se convirtió en el yerno del rey azteca. Esto trajo la paz, pero era una paz insegura. De acuerdo con la Relación de Teo z apotlan, el docum.ento del siglo XV I mencionado antes, uno de los términos de la tregua era que los aztecas podían colocar una pequeña guarnición de soldados en el valle de Oaxaca para recaudar un tributo anual núnimo, esencialmente sim.bólico. La Relación sostiene que, tras la muerte de Ahuítzotl, su sucesor azteca Motecuhzoma Ir emplazó esta guarnición de soldados en una cmubre llamada Acatepec, cerca de la actual ci udad de Oaxaca. La tradición local de Oaxaca afirma que esta guarnición azteca estaba en la cumbre que hoy se llam.a Cerro del Fortín. No obstante, el reconocinü ento arqueoló gico no ha revelado restos aztecas en Cerro del Fortín. En cambio, el reconocimiento de Blanton en Monte Albán recuperó aproximadamente 10 tepalcates de vasijas aztecas (negro-sobre-naranja) en la Terraza 867. Esta terraza se halla en el sector de Monte Albán conocido hoy en día como "El Plumaje", 1.4 km al norte de la Plataforma Norte (figura XIV. 2) . Así, a pesar de su disminuida im.portancia política durante la Época V, Monte Albán sigue proporcionando información relevante. Resulta que Sa'a Yucu, la colonia agricultora establecida para el príncipe mixteco que se casó con un miembro de la familia real zapoteca, estaba en la ladera sur de Monte Albán, y no en Cuilapan. Con el tiempo, los ocupantes mixtecos de Sa'a Yucu se mudaron
LA ÉPOCA V: INM IGRANTES MIXTECOS y EJÉRCITOS AZTECAS
ce Monte Albán durante la Época V. Los círcu los co lor gris oscuro indican terrazas en cuya superficie se encontraron tepalcates de cerámica de tipo G3M. Los círculos color gris cl aro son terrazas en cuya superficíe no se han encontrado evidencías conclusivas de cerámica de la Época V. En la superficie de la Terraza 867 se encontraron algunos tepalcates aztecas. La Tumba 7 fue abierta y reutilizada durante la Época V (véase capítulo xv).
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o O
FIGURA XIV.2.
"7 Venado"
Prin cipal
300 111
a mejores tierras en C uilap an cuando los invitaron a hacerlo, lo cual explica por qué estaban allí en 1580. Por otra parte, la pequeña guarnición azteca de Acatepec podría haber estado en el sector El Plumaje de Monte Albán, y no en Cerro del Fortín.
Resumen Parte de la actividad en torno de Monte Albán durante la Época V fue resultado de las incursiones mixtecas y aztecas al valle de Oaxaca. Los mixtecos entraron al valle como aliados políticos y miembros de alianzas matrimoniales con las familias reales zapotecas. Entre 980 y 1 960 terrazgueros mixtecos pudieron establecerse en la base sur de Monte Albán, un lugar llamado Sa'a Yucu (en la lengua mixteca). Los aztecas eran enemigos de los zapotecos, pero resol-
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LA É POCA V: INM IGRANTES M IXTECOS y EJÉR C ITOS AZTE CAS
vieron su conflicto m ediante una alianza m atrim onial entre la hij a del rey azteca Ahuítzotl y el rey zapoteco Cociyoeza. Como resultado de ese casamiento, los aztecas se conformaro n con p oner una pequ eúa guarnición en la cima de Monte Albán . Algunos arqu eólogos cree n que es ta gu arni ción (llam ada A ca tep ec en la len gu a n áhu atl) podría h ab er es tado ce rca de la Terraza 867 en M o nte Albán , p ero se n ecesitan excavaciones para confirmar eso.
XV El tesoro de la Tumba 7
C
la cima de M onte Albán estaba habitada p or alrede dor de entre 4 000 y 8000 p ersonas durante la Época V E n la falda sur de M onte Albán h abía un asentamiento m enor con entre 980 y 1 960 h abitantes, quizás una comunidad agrícola de inmigrantes mixtecos llam ada Sa'a Yu cu . Los habitantes de M onte Albán de la Época V siguieron enterrando a sus mu ertos en la m ontaI'ia, en ocasiones reutilizando las tumbas existentes . Sin emb argo, ningún arqu eólogo es tab a p reparado para en contrar la extraordinaria riqueza de la Tumb a 7 en M onte Albán, desc ubierta por Alfonso Caso en enero de 1932. El tesoro de la Tumb a 7 in clu ía ado rnos de oro co n un p eso total de 3 598 gramos, adornos de plata con un peso total de 325 gramos y ado rnos d e cobre con un p eso total de 200 gra m os. E n 1932 era el m ayor tesoro j amás enco ntrado en la Améri ca prehispánica. Incluso hoy, sólo es sup erado por las tumbas reales de Sipán en la costa norte del Perú . La Tumb a 7 fu e desc ubi erta al norte de la Platafor ma N orte. O riginalmente, este sepulcro fu e construido como una tumba estándar zapo teca de la Época III en M onte Albán , con las típicas urnas funerarias y una puerta de piedra labrada con j eroglíficos. En un principio, la tumba podría haber estado bajo el patio de una residen cia, pero en fechas posteriores se construyó encim a de ella un típico templo zap oteco con columnas a cada lado de la entrada (figura XV. I). Al parecer, esta tumba de la Época III fu e descubierta, parcialmente vaciada y reutilizada durante la É po ca V La Tum ba 7 tien e dos cámaras qu e corren de este a oeste unidas por un ampli o vestíbul o. E n la Épo ca V se agregaron al m enos nu eve es queletos, que probablemente estaban enterrados en otros lugares antes de ser colocados en la Tumba 7. OMO SE VIO EN EL CAPÍTULO XVI ,
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Restos ddl Pala cio:
La Tumba 7 de M onte A lbán estaba originalmente bajo el patio de un pal acio de la Época 111. M ás tarde, sobre las ruinas del palacio se construyó un templo de dos habitaciones. Durante la Época V, la tumba fue descubierta y reutilizad a para un grupo de entierros acompañados de fabulosos objetos de lujo.
FIGURA XV. 1 .
D e acuerdo con el antropólogo fi sico Rubín de la Borbolla, el esqu eleto principal de la Tumba 7 era de un ho m bre de 55 añ os, con deformación craneal deliberada y dientes limados. E n general, tanto la deformación como el limado dental se consideran signos de esta tus eleva do. La m ayoría de los esqueleto s restantes eran hombres de entre 20 y 50 a110s. También había hu esos de dos muj eres y un bebé; sin embargo, Daniel Rubín de la Borbolla sosp echaba qu e estos últimos no debían es tar allí y que fu ero n incluidos cu ando los entierros secu n darios se trasfiri eron a la TUl11.ba 7 desde sus sepulcros anteriores. Luego de cerrar nu eva mente la tumba, los individuos que enterraron los nueve esqueletos dej aron una ofrenda de tres orej eras de j ade, 36 cuentas de j ade y una tromp eta de con cha m arina sobre la ti erra encima de la tumba.
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Los entierros secundarios de la Tumba 7 estaban acom.pañados por más de 500 obj etos de parafernalia exó tica, sin contar las miles de cu entas individuales que formaban parte de collares. H abía pectorales de oro, plata e incluso de oro con plata com.binados. Algunos pectorales tenían el típico j eroglífico mixtec o del afio, qu e se asemej a a una A entrelazada con una O . Otros p ectorales muestran a seres divinos como Yopi o X ip e Totec (láminas 7 y 8). Había un cráneo hmuano cubierto con un maravilloso m osaico de turqu esa . H abía cu entas de oro con núcleos de carbón elaborados m ediante el proceso de cera p erdida (cire perdue). Tambi én se en contraron mangos de oro y j ade para abanicos; pinzas de oro y plata para quitar el vello fa cial indesea do ; anillos de oro y plata; campanas de oro y plata; orej eras; bezotes; Ul1as postizas de oro; y cuentas de turquesa en todo el piso de la tUluba . Otras ofrendas incluían una diadem a de oro y una imitación de pluma en oro ; cuencos de plata, cristal de roca y tecalli, y orej eras de obsidiana , pulidas hasta que estaban tan delgadas qu e se podía leer un p eriódi co a través de ellas . Junto a los es queletos había collares de oro, plata , ámb ar, azaba ch e, coral , perla y concha. La Tum.ba 7 también contenía un grup o de 34 huesos tallados al es tilo de los códi ces mixtec os, al guno s con incrustac iones de turqu esa qu e servían de fondo azul brillante p ara que las fi guras blan cas contrastaran y se vieran m ejor. D e acuerdo con el tema de los tallad os, h abía tres catego rías princip ales de hu esos tallado s: 1) los qu e incluían personaj es, nombres, lugares y escenas similares a los en contrados en los códices; 2) los que contenían listas consecutivas , ya fuera de años o de los 20 signos j eroglíficos de días del calendario de 260 días, y 3) los que mostraban símbolos y elem entos iconográficos alternados y repetidos, en lugar de escritura j eroglífica. Caso sugirió que la mayoría de los hu esos eran de j aguar o venado, p ero están tan modificados que no p odem os estar seguros de ello. Los hu esos tallados de la Tumba 7 constituyen una de las razon es que lleva ro n a C aso a p ensa r qu e los oc upantes de la tumb a eran étnicamente mixtecos. La escritura j eroglífica en los huesos era muy diferente de la escritura zapoteca y azteca, y muy cercana a la
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escritura de la Mix teca Alta. Por ej emplo, C aso notó que los números que acompaüan los signos de días del calendario de 260 días en estos huesos estaban escritos exclusivam ente con puntos (como lo hacían los mix tecos) , a diferencia del sistema zapoteco, que usaba puntos para los " unos " y barras para los "cincos". Veamos ahora ej emplos de huesos de cada uno de los tres tipos, comenzando por el Tipo 1 (figura X V. 2). El Hueso 203b se lee evi-
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Hueso 203b
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dentemente de derecha a izquierda, comenzando por el día 7 Lluvia en el calendario de 260 días. Después sigue un hombre tirando de una seüal con una cuerda atada (se halla dentro del glifo cerro el nombre del lugar) . Lu ego sigu en se is localidades co nquistadas. Cada nombre de lugar tiene una flecha atravesada, con el extremo emplumado de la flecha hacia arriba y a la dere ch a del nombre del lugar.Así es como los mixtecos indicaban "conquista" . El texto termina a la izquierda co n el signo mix teca de aiio (parecido a una "A" entrelazada con una "O"); el aüo 7 Caiia, y el día 4 o 5 Casa. Un ej em.plo de hueso tallado de Tipo 2 es el Hu eso 172i, que lista algunos días del calendario de 260 días en orden conse cutivo. Un ej emplo que lista los aüos en orden co nsecutivo es el Hu eso 37a. En ambos casos se dan en orden 13 unidades (días o aiios). Por ejemplo, en el Hueso 172i el texto se lee de derecha a izquierda, y nos da los primeros 13 días del calendario ritual de 260 días como sigue: 1 Lagarto, 2 Viento, 3 Casa, 4 Lagartija, 5 Serpiente, 6 Mu erte, 7 Ven ado, 8 Conejo, 9 Agua, 10 Perro, 11 Mono, 12 Pasto y 13 Caiia
Hueso 172i
Hueso 203f FI GURA XV,2, Detall es de tres de los huesos tallados dejados en la Tumba 7 durante la Época V. El Hueso 203b muestra una se rie de acontecimientos políticos, presentados en el estilo de los códices mi xtecos. En esta parte del hueso se ve n cuatro lugares con flechas que los atraviesan, lo cual indica co nqui sta; un o de los lugares (el prim ero a la izquierda) se co noce co mo " Lu gar de la Cancha de Pelota en forma de 1" . El Hueso 172i lista en orden los días del calend ario ritual de 260 días, El Hueso 203f muestra símbolos repetitivos, un zopi lote altern ado con un lagarto.
Un ejemp lo d el T ip o 3 - los hu esos tallado s qu e mue stran símbolos o motivos rep etitivos- es el H u eso 203f. És te mu es tra dos cabezas de animal, un lagarto alternado con un zopilote. Es posible que los huesos tallados de Tipo 1 se refi eran a la genealogía y a acontecimientos históricos relacionados co n los ocupantes de la tumba o sus antepasados. Los Tipos 2 y 3 se utilizaban como instrumentos de adivinación para tomar ciertas decisiones . Si los res tos humanos de la Tumba 7 pu eden interpretarse con1.O los de un noble de 55 aüos y su sé quito de asistentes, es posible que entre éstos hubiera un sacerdote o adivinador, una persona que continuaría sus actos adivinatorios después de la muerte, utilizando los hu esos tallados, También es posible que algunos hu esos tallados de Tipo 1 representen los registros de casamientos, conquistas y descenden cia real apuntados por algún sacerdote o escriba de confianza, cuyos res tos se hallarían entre los ocupantes de la tumba.
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¿Por qué estarán estos nueve entierros secundarios de la Época
XVI. Los zapotecos actuales y la herencia de Monte Albán
V, con sus lujosas ofrendas y hu esos tallado s, enterrados en una
tumba de segunda mano bajo un templo de la Época IlIb? ¿Será posibl e que estos fabulosos objetos hayan sido ocultos en la Tumba 7 para protegerlos de los en emigos? Y estos enemigos ¿serían rivales zapo tecos, soldados aztecas o conquistadores espúíoles? Tal vez nunca conozcamos la historia cOlnpleta de la Tumba 7, pero h oy día el visitante pu ede pasearse por el Museo Regional de Oaxaca, en el ex Convento de Santo Domingo, y admirar el tesoro de la Tumb a 7 exhibido en su propia sala. Caso, Bernal y Acosta excavaro n más de 200 tum.b as adicionales en Monte Albán, pero ninguna produjo nada parecido a las espec taculares ofrendas de la Tumba 7. C laramente, se trata de un aco ntecimiento único.
Oy DÍA QUIEN VISITA MONTE ALBÁN sólo puede ver una pequeíi.a fracción de la gran ciudad. Setenta años de arqu eología h an logrado limpiar y consolidar la Plaza Principal y algunos b arr ios al norte y este. M ás de cinco kilómetros cu adrados de la ciudad aún se encu entran en ruinas, cubi ertas por tierra y vegetación que ocultan miles de sorpresas para los futuros investigadores. Pero ¿qué h ay de los propios zapotecos, de los descendientes de aqu ella extraordinaria cultura que creó Monte Albán? Me complace informar que los zapotecos no sólo sobrevivieron la conquista esp a1101a y las enferm.edades europeas de la época colonial, sino que también están prosperando. De hecho, durante las últimas seis décadas del siglo xx su población aumentó en forma espectacular. El censo de 1940 registró 94000 hablantes de zapoteco; para 1950, el número aumentó drásticamente a 215000, Y para 1990, casi se volvió a duplicar a 400000. No sólo está aumentando el número de hablantes de zapoteco, también el de los hablantes de muchas otras lenguas indígenas en el estado de Oaxaca . La lejanía de los pueblos montaíi.osos no es el único factor que ha p ermitido la supervivencia del lenguaje, la cosmología, la cultura y la visión del n1.undo zapo tecaso También es el resultado de un intenso orgullo y un sentimiento de independencia, de un deseo de no rendirse ante culturas extranj eras y de mantener su propia identidad, la integridad de su comunidad, la endogamia de sus pueblos y la propiedad grupal de la tierra. Después de todo, los zapotecos tienen mu cho de qué enorgullecerse. Sus antepasados comenzaron a trabajar la tierra en fec h as tan tempranas como 8000 a.e. Producían calabazas y jícaras cuando muchas partes de M éxico aún no tenían plantas domésticas. Hacia 6000 a.e. agregaron frijoles negros, y maíz para 4350 a.e. En 1600 a.e. ya vivían en aldeas, tejían y hacían cerámica.
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Para 500 a.e. fundaron lo que podría ser la primera ciudad del M éxico antiguo : Monte Albán. De los cuatro grandes sistemas de escritura j eroglífica del M éxico antiguo - zapoteco, maya, mixteco y azteca- , la escritura zapoteca es la más antigua. Y cuando, durante la Época I1 , Monte Albán conquistó la Cat'íada de C~üca tlán y se anexó Ejutla, Miahuatlán y Sola de Ve ga, los zapotecos es taban creando el primer imperio de la antigua M esoamé ri ca . Esta expansión política llevó la lengua zapoteca a Sierra de juárez y al Istmo de Tehuantepec.
Estudios sobre comunidades zapotecas Co n el surgimiento de la antropología social se han estudiado numerosas comunidades zapotecas de los siglos xx y XXI, tantas que sólo podré m encionar algunas aquí. A principios del siglo XX, Frederick Starr escribió una etnografia de los pueblos indígenas mexicanos e incluyó un breve estudio sobre los zapotecos. El estudio de 1930 de Osear Schm.ieder sobre el uso de la tierra entre los zapotecos y los mixes aún ofrece información importante. En 1936, Elsie C lews Parsons, qui en vivió más de un ailo en el pueblo de Mitla, escribió el primer "estudio de comunidad" exhaustivo sobre los zapotecos en el valle de Oaxaca. En la década de 1940,julio de la Fuente estudió el pueblo zapoteco de Yalálag en la Sierra de juárez. En esa década también se publicó un volumen importante, Los zapotecos, compilado por Lucio M endieta y Núii.ez. E n la década de 1960, Laura Nader se concentró en la organización social de Talea y juquila, dos aldeas más de la Sierra Zapoteca. Uno de es tos pueblos, Talea, fu e el tema de otro es tudio importante en la década de 1990, cuando Roberto Go nzález se enfo có en las prácticas agrícolas y en la toma de decisiones de sus ocupantes. En la década de 1950, C harles Leslie volvió a estudiar Mida, el mismo pueblo estudiado por Parsons, pero Leslie puso mayor atención a la visión del mundo de sus residentes . Por su parte, Michael
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Kearney publicó en 1972 un es tudio sobre la visión de mundo de los zapo tecos en el pueblo de Ix tepej i, en la Sierra de juárez. Para la región sur del valle de Oaxaca tenemos los importantes estudios de Rob erto Weidaner y Gabriel de Cicco, quienes durante la década de 1950 se concentraron en el calendario zapoteco y en la sup ervivencia de las creencias y conceptos religiosos. Para el Istmo de Tehuantepec está el libro de 1954 de Miguel Covan·ubias,lIifexico South, un tanto idealiza do, pero importante. También está el libro de 1973 de Beverly C hiii.as sobre el papel económico desempeii.ado por las mujeres en un pueblo del Istmo que llamó San juan Evangelista, una comunidad que en ese entonces tenía la l11.ayor cantidad de hablantes de zapoteco en todo el Istmo de Tehuantepec (96% hablaba zapo teco y espaii.ol; 43% hablaba sólo zapoteco). Cabe destacar que en la década de 1930 los zapotecos del Istmo de Tehuantepec COl11.enzaro n a publicar Neza (Camino), el primer periódico en lengua zapoteca del mundo. En la década de 1960, Nez a fue relanzado como Nez a Cuhi (Camino Nuevo). En la década de 1990 se lanzó una nueva publicación, Guchachi'rez a (Iguana Rajada), cuyo objetivo era promover "los valores culturales y sociales de la entidad oaxaqueii.a". Entre los estudios imp ortantes sobre los zapotecos se cuentan los de M aría Luisa Acevedo, M arco Antonio Aguirre, josé Alcina Franch, Alicia Barabas, Miguel Bartolomé, Ralph B eals, j osé María Bradomín, Inés Butler, Douglas Butterworth, M arcello Carmagnani,john Chance,jeffrey Cohen, Scott Cook,]ack Corbett,Vícto r de la C ruz, Wilfrido C ru z, Philip Delmis, M artin Diskin, Sebas tián van Do esburg, Ted Downing, Fadwa El Guindi, M anuel Esparza, Bernd Fahmel Beyer, Enriqu e Fernández, M aría Teresa Fernández de Miranda, Ernes to González Licón, Andrés H enestrosa, Michael Higgins, Lane Hirabayashi, Eugene Hunn, M aarten j ansen, j erenúas López Chiii.as,Ausencia López Cruz, Robert M acLaury, Lourdes Márqu ez M orfin, Raúl M atadamas, Arthur Murphy, Arturo Oliveros, Michel Oudijk, M aría Teresa Pardo, Rosendo Pérez García,Velma Pickett, Emily Rabin, juan josé Rendón, Rafael
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Reyes, N elly Robles GarcÍa, Francisco Rojas González,Teresa Roj as Rabiela, Rosa Rojas Torres, María de los Ángeles Romero Frizzi, Francisco Javier Sansores, Henry Selby, Thomas Smith Stark, Lynn Stephen, Alex Stepick, Jorge Suárez, Mauricio Swadesh, Morris Stubblefield, David Tavárez,Javier Urcid, Ronald Waterbury, Roberto Weitl aner, Jo seph Whitecotton, Roberto Zárate y Rosa María Zúüiga. La lectura de estos estudios sobre los grupos zapotecos actuales nos remonta en el tiempo al centro urbano de Monte Albán y nos hace preguntarnos : ¿Cuál es el legado de Monte Albán y otros pu eblos y comunidades antiguas? Aunque la llegada de los espailoles alteró profundamente las vidas de los pueblos zapo tecas -en especial las de los reyes y nobles- su impacto fu e muy variable. Muchas de las co munidades que hablaban zapoteco en ese entonces aún lo hablan, aunque la lengua se h a dividido en varios dialectos ininteligibles entre sí, pero qu e aún se consideran variedades de la familia de lenguas zapo tecas. El zapoteco qu e se habla en el Istmo de Tehu antepec en la actualidad parece ser el más similar al registrado por fray Juan de Córdova en Tlacochahuaya en
1578. En Juchitán, los zapotecos actuales aún beb en lo qu e llaman bu'pú , una b ebida de chocolate batido con una espum.a gruesa y fragante. En las comunidades del Istmo, Mitla y Sierra de Juárez, muchos zapotecos aún hablan con respeto acerca de Gusii o Rayo, el fenómeno que los antiguos zapotecos llamaban Cociyo. Muchos agricultores zapotecos aún hacen ofrendas a la Tierra para garantizar una buena cosecha de m aíz. Una herencia del pasado es una forma de ayuda mutua entre las familias zapo tecas, una institución que los antropólogos llaman "reciprocidad postergada". Cuando tenía que construir una casa nu eva, cosechar una milpa extensa o llevar a cabo una boda o funeral con comida y bebida abundantes, una familia zapoteca podía pedirle a otra que co ntribuyera. Se entendía que en algún futuro, la segunda familia podía pedirle a la primera que contribuyera en u n momento similar de necesidad. Esta reciprocidad postergada se de-
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nominaba guela gueza (contribuir), en el siglo XVI. Actualmente, en el dialecto zapoteco de Teotitlan del Valle se denomina xel gez; en el dialecto de Mitla es gaehl gehtz . Los hablantes de espaüollo pronuncian guelaguetz a y su significado original a menudo se malinterpreta. Dado que los episodios de ayuda mutua a menudo iban seguidos de bebida y bailes rituales, los hispanohablantes actuales del valle de Oaxaca suelen pensar que la guelaguetza se refiere a una danza folklórica o incluso a una fiesta. Esta interpretación constituye una seria desestimación de la práctica original. La guela gueza era una práctica cultural que ayudaba a unir a las familias zapo tecas en una red de obligaciones recíprocas a largo plazo, algo similar al compadrazgo que introdujeron los espaüoles en el siglo XVI. Algunas casas zapotecas actuales aún se parecen a las excavadas en las terrazas debajo de la Plaza Principal en Monte Albán, las cuales consisten de tres o cuatro habitaciones de adobe alrededor de un patio interior. Otra h erencia zapoteca es la especialización artesanal por poblado, un patrón que caracterizó al valle incluso desde la Época I de Monte Albán. Atzompa, Coyotepec, San Marcos Tlapa zola y O co tlán producen objetos de cerámi ca ; la arcilla utilizada en Atzompa es similar a la usada para las vasijas de color crema en Monte Albán , mientras que la arcilla utilizada en San M arcos Tlapazola es semejante a la usada para las vasij as de color café en Monte Albán. Teotitlán del Valle es famo so por sus tejidos, y Magdalena Teitip ac fabri ca metates, utilizando el mismo tipo de toba volcánica que se usaba para ha cer metates en las antiguas comunidades del valle de O axaca.
Resumen Cada aüo, miles de visitantes exploran las ruinas de Monte Albán. Su visita será más placentera y significativa si saben que m edio millón de desce ndientes de los antiguos zapotecos aún viven entre nosotros.Y no sólo habitan en poblados en todo el valle de Oaxa-
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ca; al visitar Mitla, Te o titlán del Valle y muchos pueblos más, cualquier turista podrá escucharlos hablar en sus lenguas indígenas. Descritos por todos los antropólogos sociales que los han estudiado como inteligentes, trabajadores, artísticos, em.prendedores, hábiles tanto en la agricultura rural como en los oficios urbanos, comerciantes y negociadores dedicados, los zapotecos actuales mantienen viva la magia de una extraordinaria civilización precolombina.
Cronología del valle de Oaxaca*
Fecha aproxirnada
Épocas o sucesos
8000-4000 a.e. 1600-1150 a.e. 1150-700 a.e. 700-500 a.e.
Orígenes de la agricultura. Primeras aldeas permanentes. Primeras sociedades de jefatura. Fase Rosario; arquitectura, cerámica y jeroglíficos que anticipan los de Monte Albán . Miles de personas abandonan sus aldeas en el valle para fundar Monte Albán. Época I de Monte Albán (a veces es posible distinguir una Época la, 500-300 a.e., y una Época Ic, 300-100 a.e.). Época II de Monte Albán. Época IIIa de Monte Albán; diplomacia con Teotihuacan. Época IIIb de Monte Albán. Época IV de Monte Albán; la ciudad pierde poder político. Época V temprana de Monte Albán; seúoríos múltiples. Época V tardía de Monte Albán; la famo sa Tumba 7 . Los espaúoles llegan a Oaxaca .
500 a.e. 500-100 a.e.
100 a.e.-200 d.e. 200-500 d. e. 500-700/750 d.e. 700/750-1000 d.e. 1000-1300 d. e. 1300-1521 d.e. 1521 d.e.
* Basada en fec has radio carbóni cas no calibradas. 193
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Índice general
Surnario ... .. .. .. .. ...... . .... . .......... . . . Presentación .... ... .. . . ....... .. ....... . .... . Introdu cción . . . . ................. . ........ . . .
r.
Ir.
7 9 11
. . . . . .
17 17 19 20 21 22 23
Los antecedentes . ... .... .. ..... . ........ . .. . La Fase Rosario y los fundadores . . .. .......... . Resumen .. .. ......... . ...... . ..... . .. . .
24 25 31
El In edio arnbiente .. . ........ ....... ... ... . El entorno natural .. ... ....... . . . . . . . . . . . . La agricultura que sostenía a la sociedad zapoteca .. . El río Atoyac .... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... La flora "original" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... .. La fauna "original" .......... .. ..... . .. . ... Resunlen ......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
IIl. Los conflictos entre l\lIonte Albán )' sus rivales y la creación
del Estado z apoteco ... . ...... . ...... .. . .. ... .. Resumen .. .. ... ........ . .... . . . . .. .... .
32 38
IV Los prirneros edificios públicos y piedras grabadas . . ... .. . El crecimiento de Monte Albán durante la Época 1 Las estructuras antiguas debajo de la Plataforma Norte ... ... .. . . . . . . . . . . . ... ... . ... . . . Una estructura antigua dentro del Montículo K del Sistema IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Galería de Prisioneros, Edificio L . . . . . . . . . . . . . El "Danzante del Museo " ........ . ... . .... . .. Los primeros comales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
40 41
20 3
42 44 45 47 48
204
ÍND ICE GENERAL
¿Cómo sabemos que la escritura jeroglífica de la Época l era zapoteca? ......... . .... . Resumen .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .... . . .
ÍNDI CE GENERAL
49 50
V Escritura y calendarios de los z apotecos . . .... . .. .. . La escritura zapo te ca ... .. .. . . . . .. . . .. .. . . . Los calendarios zapotecos .. .. . . .. .... .. . ... . Las estelas de la Época I y el "Danzante 55 " ... . . . R esumen .... ... ...... .. . . .... .. .. . ....
51 52
VI. La Época IJ: Nlonte A lbán y su fo rma actual . . ... . . . . Los edificios G, H e l .. ...... ........... . . . El adoratorio hundido .. .. .. . ........ . . .. . . El túnel ab~o de la Plaza Principal . . .... . . . . . . El Edificio J ... . ... .. ....... .. . .. . ... . . . El Montículo "g" de la Plataforma Norte . . . . .. . . El Montículo X: un templo de la Época II .... .. . La j erarquía política de la Época II .. .... .... . . . Resllll1en ........ .. ... ...... .. . . .. . . .. .
63 64 67
VII. El Edificio ] y la expansión territorial del Estado z apoteco Las "lápidas de conquista" del Edificio J ... .. . .. . La identificación de topónimos en las lápidas ... . . Colonización versus conquista ... . .. .. .. .... . . Resumen ... . . . ....... . . ...... . .... . . . . VIII. La Época lIJa JI las relaciones entre Nlonte A lbán y Teotihuacan . .. .... .... .. . ..... . .. . . .. . . El Barrio Oaxaqueúo en Teotihuacan .. . . . . .... . La Plataforma Norte en Monte Albán .... .. .. . . La Lápida de Bazán . .. .. . ........ . .. . . .. . . Las ofrendas en los templos del Edificio I en Monte Albán ... .......... . . .. . .. .. . Las estelas de la Plataforma Sur . ... ... .. .. . .. . R esumen ... . ..... ........ .. . . .... .....
53 57 62
68 69 69 69 70 73
75 76 76
80 85
88 88 90 94
95 96 100
205
IX. El apogeo de ivlonte Albán: Época IJI . . . . . . . . . . . .. R econstrucción de la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . El palacio de gobierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Palacios residenciales .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. Yoho: residencias ordinarias . .. ....... . ...... La Vecindad "Estacionamiento " . . . . . . . . . . . . . .. La Vecindad de Terrazas 634- 636 . .. . ..... .. . " R esumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
102 106 109 110 117 120 123 124
X. Cosl'no llisión y religión de los z apotecos .... .... . . " La religión zapoteca ..... .. .. . .. . ... . . . ... R esumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..
125 127 132
XI. Lasfamosas urnas z apotecas . . Ej emplos de urnas zapotecas El contex to de las urnas . . . Resllll1en ... . .. ..... . .
.. .. .. . . .... ....
X II . Una visita a Nlonte A lbán ..... La Plaza Principal ....... . . La Plataforma Norte .. .. .. . El Templo X . . . . . . . . . . . . . El Cementerio N orte ... . . .
. . . .. . .... . . ..... . . ... ..
.. .. . . ..
.. .. .. ..
.. .. .. ..
. . . .
. . .. .... .. .... . ... ... ... . . . . . . .. . ... .. .. ... . . . ..... ...... .. .
.....
X III. La época de decadencia de Monte A lbán ... ... . . .. Cambios en los monumentos de piedra ... .... . Las "tumbas familiares" de los nobles .. .. . .... . R esumen .. .. . . ... .... . . ... . . . . . . ... . .
. . . .
X IV La Época V· inmigrantes mix tecos y ejércitos az tecas . .. Los matrimonios reales zapoteco-mixtecos ... . .. Las amenazas del Imperio azteca ... . ... ... ... R esumen .. . ... ...... .... . .... .... ....
. . . .
133
138 142 143 144 144
153 158 160 161 163 165
172 173 174 177 179
~
206
. ~,--------~-------------------------------------
ÍNDlCE GENERAL
XV El tesoro de la TIlInba 7
181
XVI. Los z apotecos actuales y la herencia de lVlonte Albán Estudios sobre comunidades zapotecas Resumen ........ .
187 188 191
Cronología del,/alle de Oaxaca Fuentes bibliográficas ...... .
193 195
Disello de la portada: Laura Esponda Aguilar Cuidado de la edición: Rubén Hurtado López Formación: Yolanda Morales Galván Familias tipográficas: Bembo y Syntax
!vIo l/te Albán, de Joyce Marcus, se term.inó de imprimir y encuadernar en agosto de 2014 en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. v. (IEPSA) , calzada San Lorenzo, 244; 09830 México, D. F El tiraje fue de 1400 ej emplares .
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