Hoja 1
Dorothy vivía en medio de las inmensas praderas de Kansas, con su tía Em y su tío Herny, que eran granjeros. ------------------------La casa era pequeña: no había altillo, ni tampoco sótano...salvo un hueco cavado en el suelo al que llamaban refugio para tornados, donde la familia podía cobijarse en caso de que se produjera alguno de aquellos enormes remolinos de aire. El tío Henry estaba sentado en la puerta de la casa y miraba al cielo con preocupación. De pie, a su lado, estaba Dorothy, con Toto en brazos. La tía Em lavaba los platos. De pronto el tío Henry se levantó. “Viene un tornado”, gritó. La tía Em dejó su trabajo.
“¡Deprisa, Dorothy!”, exclamó. “¡Corre al sótano!” Toto saltó de los brazos de la niña y se escondió bajo la cama. cama. ------------------------La tía Em abrió la trampilla y bajó al refugio. Dorothy logró atrapar a Toto y trató de seguir a su tía. pero la casa se sacudió con tal ta l violencia que la niña perdió el equilibrio. La casa giró sobre sí misma y empezó a elevarse lentamente hacia el cielo. Dorothy se quedó muy quieta en el suelo esperando a ver que sucedía.
Pasaron las horas y a Dorothy se le fue pasando el miedo. Al final consiguió arrastrarse hasta la cama y acostarse en ella. A pesar del bamboleo de la casa y de los aullidos del del viento, la niña acabó acabó cerrando los ojos y se quedó quedó profundamente dormida. La despertó una fuerte sacudida. Ya no se movía la casa y por la ventana entraba el sol. Saltó de la cama y, con Toto pegado a sus talones, corrió a abrir la puerta. ------------------------------Hoja 2
E l tornado había depositado la casa en medio de un paisaje de extraordinaria extraordinaria belleza. ---------------------------Mientras miraba entusiasmada aquel extraño y maravilloso paisaje, notó que se dirigía hace ella un grupo de personas. Era la genta más rara que había visto en su vida. No eran tan grandes como los adultos que conocía, pero tampoco eran demasiado pequeños. Eran tres hombre y una mujer, todos vestidos de manera muy rara. La más viejecita llegó hasta Dorothy y dijo con voz muy dulce:
“Noble hechicera, bienvenida seas a la tierra de los Munchkins. Munchkins. Te estamos profundamente agradecidos por haber matado a la Maligna Bruja del Oriente y haber liberado a nuestro pueblo
de su cautiverio”. Dorothy miró hacia donde
señalaba y dejó escapar un grito de miedo. En efecto, bajo una esquina esquina de la casa asomaban dos pies calzados con unos zapatos de plata. “¿Quien era?”, preguntó Dorothy.
no quedan brujas, magos o hechiceros. Pero como el País de Oz no ha sido civilizado, porque vivimos apartados del resto del mundo, nosotros todavía tenemos brujas y
magos”. “¿Quiénes son los magos?”,
“Era la Maligna Bruja de Oriente”,
Preguntó Dorothy.
respondió la mujer.
“Oz es el Gran Mago”, contestó la Bruja. “Es más poderoso
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“ Tenía esclavizados a los Munchkins desde hacía años”. “¿Y quiénes son los Munchkins?”, preguntó Dorothy. “La gente que vive en esta tierra del Oriente, donde mandaba la Bruja Maligna. Yo soy amiga de ellos. Cuando vieron que la Bruja de Oriente estaba muerta, los Munchkins me enviaron un mensajero a toda prisa. Yo soy la Bruja del Norte”. “Per o yo creía que todas las brujas eran malas”, dijo la niña. “No, no, eso es un error: yo soy bruja. Las de Oriente y Occidente sí sí eran brujas malvadas; malvadas; pero ahora que tú has matado a una de ellas, sólo queda una mala en todo el País de Oz, la que vive en Occidente”. Pero mi tía Em me ha contado que ya no hay brujas, que están todas muertas”, dijo Dorothy. “Me refiero a una tía mía que vive en Kansas, que es de donde yo
vengo”. --------------------------
“No sé dónde está Kansas. Yo creo que en los países civilizados ya
que todos los demás juntos, y vive en la Ciudad Esmeralda”. Dorothy iba a hacer otra pregunta, pero en ese momento los Munchkins, que habían habían escuchado en silencio, lanzaron un grito y señalaron hacia el lugar donde yacía la Bruja del Oriente. Los pies de la Bruja muerta habían desaparecido y sólo quedaban los zapatos de plata. “Era tan vieja que el sol la ha reducido a polvo”, le explicó la Bruja del Norte. “Pero los zapatos de plata son tuyos, y creo que son
mágicos”. --------------------------------
“ Estoy deseando volver a casa de mis tíos, que estarán preocupados por mí. ¿Pueden ustedes ayudarme a encontrar el camino?” Los Munchkins y la Bruja se miraron unos a otros y negaron con la cabeza.
“Mi país está en el Norte”, dijo la ancianita, “al borde del gran desierto que rodea el País de Oz. Debes ir a la Ciudad Esmeralda. Puede que Oz quiera ayudarte”.
“¿Y no vendría usted conmigo?”. suplicó la niña, “No puedo”, replicó ella. “Pero te daré un beso, y nadie se
atreverá a hacer daño a una persona a quien ha besado la Bruja del Norte”. y sus labios dejaron una señal luminosa en el lugar donde habían rozado la piel de la niña. “El camino que va a la Ciudad Esmeralda está pavimentado con ladrillos amarillos”,
dijo la Bruja, “de modo que no podrás perderte”. Luego la Bruja hizo una amable inclinación de cabeza, giró sobre sus tacones y desapareció. ----------------------------------
“ amos, amos, Toto”, dijo Dorothy. V “Iremos a la Ciudad Esmeralda y preguntaremos al Gran Oz cómo
podemos regresar a Kansas”. ---------------------------------------Había varios caminos por las cercanías, pero no tardó mucho en encontrar el que estaba pavimentado con ladrillos amarillos. Mientras caminaba le sorprendió ver lo bonita que era aquella región. A los lados del camino se veían unas preciosas cercas pintadas de azul celeste. Las casa eran muy extrañas, de forma circular y con una gran cúpula por tejado. Todas estaban pintadas de azul, el color favorito de la región oriental. Después de andar varios kilómetros pensó que debía detenerse a descansar. No muy lejos había un espantapájaros clavado sobre un poste, para evitar que los pájaros se comieran las mazorcas de un campo de maíz. Dorothy
estaba mirando la extraña cara pintada del espantapájaros, cuando se sorprendió al ver que le guiñaba un ojo. --------------------------No me siento muy bien”, dijo os. “Es muy aburrido el Espantapájar os. estar colgado aquí día y noche para ahuyentar a los pájaros”.
“¿No puedes bajar?”, preguntó Dorothy. “ No, porque tengo el poste metido por la espalda. Si me hicieras el favor de sacármelo, te lo
agradecería muchísimo”. Dorothy extendió los brazos y sacó al muñeco del poste. “Muchísimas gracias”, dijo el Espantapájaros. “Me siento como
nuevo”. “Me llamo Dorothy”, dijo la niña, “y voy a la Ciudad Esmeralda para pedir al Gran Gran Oz que me lleve lleve de regreso a Kansas” “¿Tú crees que si voy contigo a la Ciudad Esmeralda, Esmeralda, el Gran Oz me dará un cerebro?”.
“No lo sé”, contestó ella, “pero si quieres puedes venir conmigo”. -------------------------------Hoja 5
Aunque la Malvada Bruja de occidente tenía un solo ojo, éste era tan potente como como un telescopio y con él podía ver lo que sucedía en cualquier lugar de su reino. ---------------------------
Y vio llegar a Dorothy y sus amigos. aunque aún estaban muy lejos, a la Bruja Malvada le molestó verles en su territorio. Guardaba la Bruja en un armario un Gorro de Oro que tenía la propiedad de que quien lo poseyera podía llamar tres veces a los Monos Alados, que obedecerían cualquier orden. La Bruja Malvada se lo puso y de inmediato inmediato el hechizo hechizo comenzó a funcionar, pues el cielo se oscureció y se oyó el batir de muchas alas. Cuando de nuevo aclaró el cielo y se hizo la luz, la Bruja Malvada estaba rodeada de una multitud de monos.
“Acabad con ellos”, dijo la Bruja Malvada. Los Monos Alados volaron hasta donde se hallaban hallaban Dorothy y sus amigos. -------------------------Un grupo de monos agarraron al Hombre Hombre de Hojalata, lo subieron a gran altura y lo dejaron caer sobre las rocas, y allí quedó el pobre, abollado y maltrecho. Otros atacaron al Espantapájaros y le sacaron toda la paja de la cabeza y del cuerpo. Los monos restantes ataron con gruesas cuerdas al León y le inmovilizaron. Luego se lo llevaron en volandas al castillo de la Bruja. A Dorothy, sin embargo, no le hicieron ningún daño. El jefe de los Monos se acercó a ella volando,
pero cuando vio la marca del beso de la Bruja Buena, ordenó ordenó que la levantaran del suelo con gran suavidad y se la llevaran volando al castillo. ---------------------------------------------A la Bruja Malvada no le gustó nada ver la marca en la frente de Dorothy. Luego, cuando vio los zapatos de plata que llevaba puestos, se echó a temblar, pues sabía perfectamente que tenían poderes mágicos. Pero pensó “Todavía puedo hacerla mi esclava, pues ella no sabe cómo utilizarlos”. Así que le dijo a Dorothy: “Sígueme y haz todo lo que te mande. Si no me obedeces acabaré contigo como acabé con el Hombre de Hojalata y el Espantapájaros”. La niña la siguió hasta la cocina, y una vez allí la Bruja le ordenó lavar lavar los platos y las cacerolas, fregar el suelo y mantener el fuego siempre encendido.
----------------------------------Dorothy necesitaba idear algún plan para escapar, pero no había forma de salir del castillo, pues las puertas estaban vigiladas por los Winkies, que eran esclavos de la Bruja Malvada. Ahora bien, la Bruja Malvada ansiaba ser dueña de los zapatos de plata, pues sabía que le darían aún más poder. El problema era que Dorothy sólo se los quitaba cuando iba a darse un baño, y la Bruja tenía demasiado miedo al agua, por lo
que jamás se acercaba a la niña cuando se estaba bañando. Pero como la malvada vieja era muy astuta, colocó una barra de hierro en medio del suelo de la cocina y la hizo invisible. Dorothy tropezó con el hierro, con tan mala suerte que uno de sus zapatos de plata se le salió del pie. Inmediatamente, la Bruja se lo arrebató. -------------------------------------
“¡Devuélveme mi zapato!”, le dijo muy enfadada a la Bruja.
“Éste ya es mío”, respondió la Bruja riéndose de ella. “El otro te lo quitaré otro día”. Aquello molestó tanto a Dorothy que agarró un cubo lleno de agua que tenía a su lado y lo volcó sobre la Bruja. La mujer lanzó un grito de terror. “¡Qué has hecho!”, gritó. “¡Me voy a derretir!” ----------------------------
“Cuánto lo siento”, dijo Dorothy, realmente asustada al ver que en verdad la Bruja se deshacía ante sus ojos como un terrón de azúcar. De la Bruja sólo quedó un oscuro montón de cenizas que enseguida comenzó a esparcirse por el suelo de la cocina. Dorothy echó otro cubo de agua sobre las ceniza y luego las barrio fuera de la casa. -------------------------------Dorothy abrió la puerta de la jaula y liberó al León Cobarde. Cobarde. A éste le alegró mucho saber que la
Bruja Malvada se había derretido. También fue inmensa la alegría entre los Winkies amarillos, pues la Bruja Malvada los había obligado a trabajar sin descanso y siempre los había tratado muy mal.
“¡Ay!”, suspiró el León. “Qué feliz sería ahora si estuvieran con nosotros el Espantapájaros y el
Hombre de Hojalata”. “¿Y si vamos a buscarlos?”, preguntó la niña. -----------------------------Llamaron a los Winkies y les preguntaron si querrían ayudarles a rescatar a sus amigos, a lo que respondieron que harían encantados cualquier cosa por Dorothy, su salvadora. Así pues, emprendieron viaje ese mismo día hacia la llanura rocosa donde yacía el Hombre de Hojalata, y lo llevaron de regreso al castillo. Enseguida se pusieron a trabajar: Martillearon, alisaron, soldaron y pulieron el muñeco de latón hasta que lo dejaron como nuevo. ----------------------
“Sería feliz del todo si el Espantapájaros pudiera estar ahora con nosotros”, dijo el Hombre de Hojalata.
“Pues tenemos que encontrarlo ”, dijo la niña. Llamaron a los winkies y estuvieron caminando durante todo ese día hasta que llegaron al lugar donde habían quedado abandonadas las ropas del Espantapájaros. Dorothy pidió a los Winkies que les llevaran de regreso
al castillo, donde las rellenaron con paja nueva y limpia y...¡sorpresa!, allí estaba de nuevo el Espantapájaros, tan sano y feliz como c omo siempre. Alegres de verse juntos otra vez, Dorothy y sus amigos pasaron unos días maravillosos en el Castillo Amarillo. Pero un día, la niña se acordó de su tía Em... ---------------------------------
“Tenemos que ir a vez a Oz para pedirle que cumpla sus
promesas”, dijo. Decidieron, pues, partir de nuevo hacia la Ciudad Esmeralda. Los Winkies los despidieron entre ovaciones y grandes muestras de afecto. No había ningún camino - ni siquiera el más mínimo senderoentre el castillo de la Bruja Malvada y la Ciudad Esmeralda. Como recordaréis, la Bruja había enviado a los Monos Alados a capturarlos, por lo que les resultó mucho más difícil encontrar la ruta de regreso por entre aquellos campos cuajados de flores. Partieron, naturalmente, en la dirección correcta, porque sabían que debían caminar hacia el este, hacia donde nace el sol.
multitud se apiñó alrededor de los viajeros y los acompañó hasta el Palacio de Oz. ------------------------------------------------------------------------------------------------------Pensaban que el Gran Mago les recibiría enseguida, pero no fue así. La espera les resultó incómoda y tensa. A la mañana siguiente, a las nueve en punto, todos se hallaban en el Salón del Trono del Gran Oz. Enseguida una voz muy solemne les
dijo: “Soy Oz, el Grande y Terrible. ¿Que queréis de mi?”. “Venimos a pedirte que cumplas tus promesas, Gran Oz”. “¿Qué promesas?” preguntó Oz.
“A mí me dijiste que me ayudarías a regresar a Kansas cuando la Bruja Malvada estuviera
muerta”. “¿De veras ha muerto la Bruja Malvada?”, preguntó la voz, y a Dorothy le pareció que temblaba un poco.
“Sí”, respondió ella. “¡Cielos, qué rapidez!”, dijo la voz.
“Bien, volved mañana; necesito tiempo para pensar”. “Ya has tenido tiempo de sobra”, dijo muy enfadado el
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Hombre de Hojalata.
Hoja 7
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L osos cuatro viajeros llegaron por fin a las puertas de la Ciudad Esmeralda. Al enterarse de que Dorothy había acabado con la Malvada Bruja de Occidente, la
“¡Cumple tus promesas!”, exclamó Dorothy. Entonces el León lanzó un tremendo rugido, tan feroz que, del susto, Toto dio un brinco y chocó contra un biombo que había en un rincón, derribándolo. Detrás de
donde había estado el biombo apareció un hombrecillo. El hombre de Hojalata fue hacia él y gritó:
“¿Quién eres tú?” “Soy Oz,el Grande y Terrible”, contestó el hombrecillo con voz
temblorosa. “Sólo soy una persona normal”. “Eres mucho más que eso”, dijo el Espantapájaros con tristeza.
“Eres un farsante”. “Lo que no entiendo”, dijo Dorothy con perplejidad, “es cómo apareciste ante mí en forma de una
gran cabeza”. “Fue uno de mis trucos. Si queréis sentaros, os lo contaré todo.
Yo nací en Omaha y...” ------------------------------------
“¡Pero si Omaha no está lejos de Kansas!”, exclamo Dorothy. “El caso es que me hice aeronauta, o sea, uno de ésos que vuelan en Globo los días de feria. una mañana me subí en el globo, se me enredaron las cuerda y no pude bajar. El globo ascendió por encima de las nubes, y una corriente de aire lo llevó a muchísimos kilómetros de distancia. Al despertar descubrí que había aterrizado sobre un país muy hermoso y en medio de una extraña multitud que creía que yo era un Gran
Mago”. “¡Qué malo eres!”, dijo Dorothy. “¡Oh, no, por favor! Yo, en realidad soy un hombre bueno, pero, eso sí, un Mago bastante malo. Las brujas de Oriente y Occidente eran tan malvadas que si no hubieran creído que yo era más poderoso que ellas seguro que me habrían destruido. Ya imaginarás la alegría que sentí cuando
me enteré de que tú habías caído con tu casa sobre la Malvada Bruja de Oriente. Cuando viniste a verme, estaba dispuesto a prometerte cualquier cosa con tal de que eliminases a la otra Bruja, y ahora que has acabado con ella me avergüenza reconocer que no puedo cumplir mis
promesas”. “¿Entonces no puedes darme un cerebro?”, preguntó el Espantapájaros. ------------------------------
“No lo necesitas; todos los días se aprende algo nuevo. La experiencia es lo único que proporciona
conocimiento y sabiduría”. “Puede que lo que dices sea verdad”, contestó el Espantapájaros, “pero yo sin cerebro me sentiré muy triste”. “¿Y mi valor?”, dijo el León, preocupado.
“Estoy seguro de que te sobra valentía”, respondió Oz. “Lo único que necesitas es tener confianza en ti
mismo”. “Puede que sí, pero de todas formas tengo miedo”, dijo el León. “Y seré muy desdichado si no puedes darme esa clase de valor que te hace
olvidar que tienes miedo” “¿Y mi corazón?”, preguntó el Hombre de Hojalata.
“Bueno, acerca de ese tema, creo que te equivocas al desear tener un corazón. Sólo sirve para hacernos
infelices”. “Supongo que eso será cuestión de opiniones”, dijo el Hombre de Hojalata.
“Por mi parte, soportaré en silencio todas mis penas si me das un corazón”. “¿Y yo?”, intervino Dorothy,
“¿Cómo voy a regresar a Kansas?”. “Está bien”, accedió por fin Oz. ”Volved mañana”. ---------------------------A la mañana siguiente el Espantapájaros entró en el Salón y encontró al hombrecillo sentado junto a la ventana.
“Vengo a buscar mi cerebro”, dijo con timidez. “No me preocupa que me arranques la cabeza si cuando vuelvas a ponérmela ha
quedado mejor”. El Mago le quito la cabeza y la vació de paja. pa ja. Después tomó una buena cantidad de salvado y rellenó con él la cabeza. c abeza. Cuando volvió a ponerla sobre los hombr os os del Espantapájaros, dijo: “ De aquí en adelante serás un gran hombre, hombre, pues acabo de ponerte un cerebro de
primera”. Más tarde, llegó el Hombre de Hojalata y dijo:
“Vengo a buscar mi corazón”. El Mago hizo un pequeño orificio rectangular en la parte izquierda del pecho del Hombre de Hojalata. Luego abrió un cajón de un armario y sacó un precioso corazón de seda roja relleno de serrín. Lo puso dentro de su pecho y luego volvió a colocar la tapa de latón.
“Ya está. Ahora tienes un corazón del que cualquiera se sentiría
orgulloso”. Luego le tocó
el turno al León, que al llegar al Salón del Trono dijo: “Vengo a por mi
valentía”. “Muy bien”, contestó el hombrecillo. Se dirigió a una vitrina y tomó del estante más alto una botella verde cuyo contenido vertió en un plato.
“Bébetelo”. “¿Qué es?”, preguntó el León.
“Pues...si estuviera dentro de ti sería valor”, respondió Oz. “Ya sabes que el valor es algo que está dentro de uno, así que en realidad a esto no se le puede llamar valor hasta que te lo hayas bebido”. El León bebió hasta vaciar el plato.
“¿Cómo te sientes ahora?”, preguntó Oz. “Lleno de valor”, repuso el León y regresó muy contento al lado de sus sus amigos para hacerles partícipes de su gran alegría. Y de esta manera todos quedaron satisfechos. Bueno, todos excepto Dorothy, que ahora más que nunca deseaba regresar a Kansas. Por suerte Oz la mandó llamar enseguida y nada más entrar en el Salón del Trono, le dijo: “Creo que encontrado la forma de sacarte de este país. ”¿Cómo?”, pregunto Dorothy.
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E n globo”, dijo Oz.
“
-----------------------------------------Tres días tardó en coser una gran bolsas de seda verde de más de seis metros de largo. Oz ordenó que la llevaran ante las puertas del Palacio. El Hombre de Hojalata prendió fuego a una gran pila de leña que él mismo había cortado, y Oz puso la boca de la gran bolsa de seda encima del fuego para que se llenara de aire caliente. El globo se fue hinchando poco a poco, hasta que llegó un momento en que el canasto comenzó a levantarse del suelo. Oz saltó entonces al interior del canasto y anunció a todos sus súbditos:
“Ahora tengo que partir a un largo viaje. Durante mi ausencia os gobernará el Espantapájaros, al que
obedeceréis como si fuera yo”. El globo tiraba con fuerza de la cuerda que lo mantenía sujeto al suelo.
“¡Vamos, Dorothy!”, gritó el Mago.
“Data prisa, que el globo se va”. Oz estaba intentando ayudarla a subir cuando -¡crac!- la cuerda se rompió y el globo comenzó a elevarse.
---------------------------Aquella fue la última vez que vieron a Oz. Dorothy lloró amargamente pues con él se iban también sus esperanzas de regresara a Kansas.
“¡Pues yo no quiero quedarme a vivir aquí!”, protestó la niña.
“¿Y que podemos hacer?”, dijo el Hombre de Hojalata.
“¿No hay nadie más que pueda ayudarme?”, preguntó Dorothy.
“ Sí. Glinda, La Bruja del Sur. Es la más poderosa de todas y es la reina de los Quadlings. Su castillo
está junto al desierto”. “Opino que Dorothy debería ir a las tierras del Sur para pedir ayuda
a Glinda”, dijo el Espantapájaros. “Yo iré con Dortohy”, declaró el León. “Puede que necesite protección”. “Es cierto”, dijo el Hombre de Hojalata. “También yo viajaré con ella a las tierras del Sur”. “¿Cuándo partimos?”, preguntó el Espantapájaros.
“¿Tú vienes también?”, dijeron los demás sorprendidos.
“Por supuesto. De no ser por Dorothy no tendría cerebro y no pienso abandonarla hasta que logre
regresar a Kansas”.
“¡Vuelve!”, gritó la niña.
“¡Quiero ir contigo!”
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Hoja 3
Al atardecer los viajeros llegaron a un bosque. Estaba muy oscuro, pero siguieron adelante sin temor, internándose en él. Poco después se detuvo el Espantapájaros. “A nuestra derecha veo una
casita de troncos”, dijo. “¿Vamos allá?”. “Si”, respondió ella. “Estoy agotada”. Cuando Dorothy despertó, salieron de la casa y caminaron por entre los árboles hasta hallar un manantial de agua donde Dorothy pudo beber. Se disponía a regresar al camino amarillo, cuanto la sobresaltó sobresaltó un profundo gemido que oyó muy cerca. -----------------Había un árbol que tenía el tronco cortado a hachazos casi por completo, y de pie a su lado, un hombre hecho enteramente de hojalata que estaba muy quieto, como si no pudiera moverse.
“¿Qué puedo hacer por ti?”, susurro ella.
“Ve a buscar una lata de aceite y lubrícame las
articulaciones”, contestó el. Dorothy encontró la lata y le aceitó. El Hombre de Hojalata pudo bajar por fin el hacha, mientras lanzaba un suspiro de satisfacción. “De no haber venido vosotros me habría quedado así para
siempre”, dijo. “¿Cómo es que habéis llegado hasta aquí?”
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“Vamos camino hacia la Ciudad Esmeralda para ver al Gran
Oz”, contestó ella. “Yo quiero que me diga cómo regresar regresar a Kansas, y el Espantapájaros va a pedir un
cerebro”, añadió. El Hombre de Hojalata pareció meditar un momento.
“¿Creéis que Oz podría darme a mí un corazón?”. “ Supongo que sí”, contesto Dorothy. “Supongo que será tan fácil como darle un cerebro al
Espantapájaros”. “Me gustaría tener corazón”, replicó el Hombr e de Hojalata. “El que no tiene corazón no puede amar, así que que he decidió ir a pedirle
a Oz que me dé uno”. -----------------------------------
El camino seguía pavimentado de ladrillos amarillos, pero por aquella zona estaba casi enteramente cubierto de hojas y de ramas secas, secas, por lo que no resultaba nada fácil caminar.
“¿Cuánto tardaremos en salir del bosque?”, pregunto Dorothy al Hombre de Hojalata.
“No lo sé”, fue su respuesta. Mientras decía esto se oyó un terrible rugido, y un momento después saltó al camino un león enorme. El pequeño Toto corrió ladrando hacia el león. La enorme bestia había abierto ya sus fauces para comerse al --------------------perrito, cuando Dorothy se lanzó hacia él y le golpeó con todas sus fuerzas en en la nariz.
------------------------¡No te atrevas a morder a Toto! ¡Deberías avergonzarte! ¡ Tan grande y queriendo -----------------------------hacer daño a un perro tan chiquito! No eres más que un
cobarde”. “Ya lo sé”, contestó el León, muy avergonzado. “Sólo a un cobarde como yo se le ocurriría morder a un animalito
tan pequeño” “Pero eso no está bien. El Rey de las Fieras no debería
ser un cobarde”, dijo el Espantapájaros. “¿Tienes cerebro?” “Supongo que sí. Nunca me he mirado para comprobarlo”, contestó el León.
“Yo voy a ver al Gran O z para pedirle que me dé un cerebro”. explicó el Espantapájaros. -------------------------------
“Entonces, si no tenéis inconveniente, iré con vosotros”, dijo el León. “Ya no soporto vivir sin valentía”. Siguieron la marcha animados por el canto de los pájaros y la belleza de las flores, que por allí eran tan abundantes que forman una tupida alfombra sobre el terreno. Había unos grandes gra ndes macizos de amapolas tan rojas que su brillo hacía daño a la vista. Cada vez había más amapolas y al poco rato se encontraron atravesando una pradera completamente c ompletamente cubierta de ellas. Todos sabemos que el aroma que despiden las amapolas es tan fuerte que si hay muchas, el que lo aspire se quedará dormido y sino se le aparta de dicho olor, continuará dormido para siempre.
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Dorothy no lo sabía, y muy pronto sintió los párpados pesados y unas enormes ganas de dormir. Se le cerraron los ojos y, sin poder poder evitarlo, cayó dormida. “¿Qué hacemos ahora?”, preguntó el Hombre de Hojalata.
“Si la dejamos aquí morirá”, dijo el León. “Apenas si puedo mantener yo mismo los ojos abiertos, y el perro ya se ha dormido...” Como el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata no eran de carne y hueso, no les afectaba el olor de las flores”.
“¡Corre!”, dijo el Espantapájaros al León. “Si te duermes tú, como pesas mucho, no podremos cargar contigo. ---------------------------
Recogieron a Toto y lo pusieron en el regazo de Dorothy. Luego la llevaron dormida lejos del campo de amapolas para evitar que siguiera aspirando el fatal perfume y esperaron a que el aire fresco la despertara. Dorothy despertó de su largo sueño y, al abrir los ojos, se asombró de verse tendida en la hierba. “Tenemos que volver al camino de ladrillos amarillos para seguir caminando hacia la Ciudad Esmeralda”. dijo, Reiniciar on, on, pues, el viaje y muy pronto llegaron al camino amarillo. Una vez más vieron cercas a lo largo del sendero, pero por allí estaban estaban pintadas de verde. -----------------------
Hoja 4
ste debe ser el País de Oz, dijo Dorothy. ”Sin duda estamos É ste
“
cerca de la Ciudad Esmeralda”. Poco después vieron en el cielo, ante ellos, un impresionante resplandor verdoso. Aún no había anochecido cuando llegaron a la gran muralla que rodeaba la ciudad. ----------------------------------Frente a ellos había una gran puerta. Al cruzarla se encontraron ante un hombrecillo todo vestido de verde. “¿Qué buscáis en la Ciudad
Esmeralda?”, les preguntó. “Hemos venido a ver al Gran
Oz”, contestó Dorothy. “Hace muchos años que nadie me pedía ver a Oz”, dijo él moviendo la cabeza.
“Pero no es ningún capricho”, replicó el Espantapájaros. “Es que nos han dicho en Oz es un buen
Mago”. “Eso es cierto”, dijo el hombrecito.
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“Yo soy el Guardián de la Puerta y, puesto que queréis ver al Gran Oz, tendré que llevaros a su palacio, pero primero deberéis poneros estas gafas. Sin los anteojos, el brillo y la gloria de la Ciudad Esmeralda podrí an an cegaros”. El Guardián de la Puerta los condujo por las calles de la ciudad hasta que franquearon la puerta del Palacio de Oz. Pasaron primero a un gran salón de recepción. Al entrar Dorothy, sonó una campanilla. Entonces se abrió una pequeña puerta que daba paso a un lugar maravilloso. -------------------------------------------Lo que más llamó la atención de Dorthy fue el gran trono que había en el centro de la sala. Sobre él reposaba una enorme cabeza, sin ningún cuerpo que la sostuviera. “Yo soy Oz, el Grande y Terrible, ¿Quién eres tú y por qué
me buscas?” “Yo soy Dorothy, la pequeña y humilde. He venido a
pedirte ayuda”. “¿Dónde has conseguido esos zapatos de plata?”, dijo la voz.
“Eran de la Malvada Bruja del Oriente. Mi casa cayó sobre ella
--------------------------------------------------------------------------------------------------
Oz preguntó “.¿Qué deseas de mi?”. “Quiero regresar a Kansas, donde están mi tía Em y mi tío
Henry”, respondió ella angustiada; “¿Qué debo hacer?”. ---------------------------------------
“Matar a la Malvada Bruja de Occidente”, respondió Oz. “¡Pero eso no puedo hacerlo!”, exclamó Dorothy. “Si yo nunca he matado a nadie a propósito... -----------------------------------------------------------------------------------------------...¿Como voy a matar a la Bruja
Malvada?”. “No lo sé, pero no intentes verme de nuevo hasta que hayas
cumplido tu tarea”. Dorothy salió del Salón del Trono muy preocupada y regresó donde la espe 0.raban el León, el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata.
“Para mí no hay ninguna esperanza, dijo muy triste. Sus amigos se compadecieron de ella, pero no podían hacer nada. -------------------Luego fue llamado al Salón del Trono el Hombre de Paja, que vio sentada en él a una hermosa dama. "Soy Oz, la Grande y Terrible. "¿Quién eres tú y por qué me buscas?" "Yo sólo soy un Espantapájaros. He venido a rogarte que me des un cerebro, pues mi cabeza está sólo rellena de paja". "Si matas a la Malvada Bruja de Occidente te daré un cerebro
tan bueno que serás el hombre más sabio de todo el País de Oz. Pero
hasta que ella no esté muerta no cumpliré tu deseo". Muy desanimado, el Espantapájaros regreso junto a sus amigos.
Cuando el Hombre de Hojalata entró en el gran Salón del Trono, Oz había tomado la forma de una horrible bestia. “Soy Oz, el Grande y Terrible”, manifestó la bestia con una voz que parecía un rugido. “¿Quíen eres tú y
por qué me buscas?”
“Soy leñador y estoy hecho de hojalata. Vengo a rogarte que me des un corazón para poder
ser como los demás hombres”. “Ayuda a Dorothy a matar a la Malvada Bruja de Occidente”, contestó la Bestia. El Hombre de Hojalata regresó con sus sus amigos. --------------------------------------Tras cruzar la puerta, el León vio flotando delante del trono una bola de fuego tan densa y brillante que hacía daño mirarla. Enseguida, una voz serena y pausada que surgía de la bola de fuego le dijo: “Soy Oz, el Grande y Terrible -------------------------------Quien eres tú y por qué me
buscas?”.
El león respondió: “Soy el León Cobarde. que tiene miedo de todo. He venido a rogarte que me des valor”.
“Tráeme pruebas de que la Bruja Malvada ha muerto
y te daré valor”. ---------------------------------------------Al salir se alegró de que sus amigos estuvieran esperándole.
“¿Y ahora qué hacemos?”, pregunto Dorothy muy desanimada.
“Sólo hay una cosa que podamos hacer” replicó el León: “ir a buscar a la Bruja Malvada y acabar
con ella”. “Supongo que habrá que intentarlo. Pero os aseguro que no pienso matar a nadie, ni siquiera para poder volver con mi tía Em”. Decidieron, pues, emprender el viaje a la mañana siguiente. Esa noche se acostaron temprano --------------------------------------------------------------------------------------------------------y durmieron profundamente hasta el amanecer. El Guardián les abrió amablemente la puerta. “¿Cuál es el camino que nos llevará hasta la Bruja Malvada de
Occidente?”, le pregunto Dorothy. “No hay ningún camino”, respondió el Guardián.
“Sencillamente porque nunca nadie quiere ir a verla”. Se despidieron de él y dirigieron sus pasos hacia el oeste. --------------------------------------------------------------------------------------------------------Hoja 8 pa recía próspero y feliz. Allí las cercas, E l país de los Quadling parecía las casas y los puentes estaban pintados de rojo, al igual que en el país
de los Winkies estaban pintados de amarillo y en el de los Munchkins de azul. ----------------------------------Hasta los propios Quadling, que eran bajos, regordetes y con pinta de bonachones, iban vestidos de rojo. Los cuatro viajeros caminaron por aquellas tierras hasta llegar ante un hermoso castillo. Una vez en él, dijeron quiénes eran y enseguida les anunciaron que podían entrar. La Bruja Glinda estaba sentada en un trono de rubíes. -----------------------------------------Tenía el cabello rojo y llevaba un vestido blanco inmaculado.
“¿Qué puedo hacer por ti, mi pequeña?”, preguntó. Dorothy le relató su historia desde que un tornado la llevo al País de Oz. Le contó cómo había encontrado a sus compañeros y las maravillosas aventuras que habían vivido juntos.
“Y ahora estoy deseando regresar a Kansas”, añadió. -----------------------------
“¡Mi pobre niña!”, dijo Glinda llena de ternura. “Cómo ibas a saber tu que tus zapatos de plata te podían ayudar a cruzar el desierto...Lo único que tienes que hacer es golpearte los tacones tres veces seguidas y decirle a los zapatos que te lleven donde
quieras”. “Entonces voy a pedirles que me lleven a Kansas ahora
mismo”, dijo la niña contentísima. Dio besos y abrazos primero al León y luego ---------------------------al Hombre de Hojalata, que lloraba tanto que sus articulaciones amenazaban con oxidarse. Se abrazó después al blanco cuerpo del Espantapájaros y descubrió que también ella lloraba de pena al despedirse de sus entrañables compañeros. Por fin tomó a Toto en brazos y tras decir adiós una vez más, se golpeó los tacones tres veces seguidas, diciendo:
“¡Llevadme a casa de mi tía Em!” ----------------------La tía Em salía de la casa cuando, al levantar la cabeza, vio a Dorothy corriendo hacia ella.
“¡Cariño mío!”, exclamó -----------------------------
abrazándola. “¿Pero dónde has estado?” “En el País de Oz”, contestó Dor othy. othy. “¡Ay, tía Em, que alegría estar de nuevo en
casa!”.