Aspecto El hábito de los cristales es muy diferente pero, esencialmente, determinado por un desarrollo variable de las formas del prisma y de los romboedros directos e inversos. El cuarzo puede ser totalmente incoloro o, bien, tener un color de castaño a negro (cuarzo ahumado), violeta (amatista), amarillo (citrino), rosa, azul. La coloración está relacionada con la inclusión de otros minerales.
Propiedades físicas y químicas No presenta exfoliación, fractura concoidea. Brillo vítreo. Dureza, 7; 7; densidad, 2,65. 2,65 . Piezoeléctrico y piroeléctrico . Presenta el fenómeno de la polarización rotatoria. Transparente a las radiaciones ultravioleta. Indice de refracción: epsilon = 1,553, omega = 1,544. Rápidanente atacado por el ácido fluorhídrico fluorhídrico y las soluciones alcalinas calientes.
Lugar de formación Muy común en la constitución de distintos tipos de rocas ígneas, metamórficas y sedimetarias. Representa, después de los feldespatos, el mineral más abundante de la corteza terrestre.
Limpieza y conservación Las incrustraciones ferruginosas pueden ser fácilmente eliminadas mediante un tratamiento con ácido oxálico o hidrosulfito y sucesivos lavados con ácido sulfúrico diluido. Ningún problema para la conservación. El bióxido de silicio (SiO (SiO ) o silice existe en 2 la Naturaleza en numerosas modificaciones cristalinas, cuya estructura está relacionada con las condiciones de formación. El cuarzo es, con gran diferencia, la más habitual, siendo uno de los mayores constituyentes de la corteza terrestre; estable en condiciones de temperatura y presión ordinaria, ya que a presión atmosférica y a temperatura de 573 tiene lugar un reajuste de la estructura cristalina con formación de una fase de alta temperatura, presente en la Naturaleza sólo en determinados casos particulares y llamada cuarzo beta, con el término de cuarzo se suele designar la modificación estable en condiciones ordinarias.
El cuarzo desde la Edad Media La palabra cuarzo aparece por primera vez en la Edad Media, y parece que se deriva de "querklufterz ”, palabra utilizada por los mineros de sajonia para indicar vetas ricas
de este mineral que atraviesa los filones metalíferos. De la contracción de la palabra originaria tiene lugar " querertz", "quertz" y "quartzum", estando estos últimos términos presentes en "De re metálica", de Agrícola (1.530), que describe cuidadosamente el aspecto del mineral en las variedades compactas y microcristalinas asociadas a los filones metalíferos. En aquellos tiempos no se sospechaba la relación existente con las variedades bien cristalizadas e incoloras de esta especie, que veinte siglos atrás venían denominándose "cristales".
Los griegos conocían el "cristal" Sobre los orígenes y la naturaleza del "cristal" se discute en Grecia desde el siglo tercero antes de Cristo. Plinio el Viejo, en el libro XXXVII de su "Historia Natural" -una especie de enciclopedia de los conocimientos científicos de la época-, menciona opiniones por las que el " cristal" no sería otra cosa que la forma endurecida del hielo, que ha sufrido una transformación irreversible por la intensa acción del frío. Una prueba de ello, afirma Plinio, es el hecho de que el "cristal" se encuentra solamente en lugares donde durante el invierno la acción del frío es muy intensa, como sucede en los Alpes. Sobre la base de esta leyenda parece, por tanto, claro el origen de la palabra cristal, que en griego significa "brote de hielo". La misma teoría se desarrollaría, independientemente de los griegos, en otras poblaciones primitivas, en China, Japón y algunas tribus de India. Que el cristal fuese hielo es una opinión común que se mantiene hasta casi finales del siglo XII, aunque se pone en duda mucho antes por la filosofía escolástica, por obra de Alberto Magno, y se rechaza por Stenon (1.669) y Robert Boyle (l.672). Es, precisamente, en este período en el que eltérmino cristal aumenta su propio significado. Las investigaciones dirigidas al conocimiento de la propiedad, la estructura y crecimiento de los cristales, desarrolladas por Stenon y Hooke, y los estudios de las propiedades ópticas de Huygens, llevaron a utilizar este término para todos los cuerpos con forma externa poliédrica, mientras que "cristallus montanus", "Bergkrytall" (es decir, cristal de roca) y "quartzum cristallizatum" son denominaciones siempre más frecuentes para indicar el cuarzo hialino bien cristalizado e incoloro.
El primer tesoro del Coleccionista principiante Dada la difusión y la facilidad con que se presenta en ejemplares bien cristalizados y atractivos por su perfección y belleza, que no pueden pasar indiferentes a la lista del profano, incluso para el más distraído y menos interesado, el cuarzo representa uno de los primeros tesoros que el coleccionista principiante recoge y trata de
adquirir. Enorme variedad de formas, colores, maclas, asociaciones y particularidades podría inducir a iniciar una colección enteramente basada sobre esta especie, sin el temor de ser repetitivos.
El hábito de los cristales de cuarzo El hábito de los cristales, si se observan con detalle, puede a veces parecer muy complejo, y está esencialmente determinado por el desarrollo relativo de tres formas simples, es decir, el prisma y los romboedros directo e inverso. Estas dos últimas formas combinadas, aunque de desarrollo parecido, dan lugar a las que parecen pirámides hexagonales, que constituyen la parte terminal de los cristales. Generalmente, sin embargo, el desarrollo mayor de las caras de dos romboedros y la presencia denumerosas caras más o menos extendidas, tales como el trapezoedro o las bipirámides triagonales, permiten apreciar la verdadera simetría triagonal de esta especie por la presencia evidente del eje ternario. Según el desarrollo más o menos acentuado de una de las tres formas más comunes, tenemos cristales con hábito variable, desde el netamente prismático hasta aquellos en los que se observa una notable reducción o la completa ausencia de las caras del prisma, de hábito "bipiramidal".
El enantiomorfismo de los cristales La aparición de caras de trapezoedro o de algunas pequeñas particularidades, puede sacar a la luz otra de las características de los cristales de esta especie, ligada al tipo de simetría y a la disposición de los átomos en el cristal de cuarzo, es decir, el fenómeno del enantiomorfismo, debido al hecho de que existen objetos de un cierto tipo de simetría que no se pueden superponer a su imagen especular. Observemos, por ejemplo, con atención nuestra manos. La relación que existe entre la mano derecha y la izquierda es tal que una puede considerarse como la imagen refleja de la otra en un espejo. Cuando intentamos superponer dos objetos "idénticos", como nuestras manos, y no lo logramos, se dice que estos dos objetos son enantiomorfos. Análogamente existen en la Naturaleza cristales de cuarzo "derechos" o "izquierdos" como nuestras manos, es decir, enantiomorfos. Este fenómeno está estrechamente relacionado con la estructura íntima de los cristales de cuarzo, que consiste en una armadura de tetraedros de átomos de oxígeno, en cuyo centro está situado un átomo de silicio, relacionados entre ellos de tal forma que dan lugar a un espiral o, mejor, una escalera de caracol, que no se puede superponer con la propia imagen especular . Una consecuencia
inmediata de este tipo de estructura, característica de sustancias que pertenecen a clases de simetría sin centro de simetría, es la actividad óptica presentada por una lámina de cuarzo adecuadamente obtenida del cristal, cortándola normalmente sobre el eje ternario, que consiste en la capacidad de rotación del plano de la luz polarizada.
El "Tessiner habitus" Cristales de carácter muy complejo, determinados por la presencia de numerosas y pequeñas caras de romboedros más o menos agudos, alternadas por caras del prisma, trapezoedros y bipirámides, que degradan lentamente hacia la extremidad que parece casi curvada, representan el así llamado "Tessiner habitus", es decir, el hábito particularmente frecuente en muchas zonas del Canton Ticino.
Los "Gwindeler" Para completar y variar aún más el aspecto de los cristales de cuarzo, contribuyen algunos fenómenos particulares de crecimiento, que dan lugar a típicos cristales en forma de "cetro", muy raros y buscados por los coleccionistas, o de "tramoya", estos últimos con las partes centrales de las caras generalmente del romboedro, "ahuecadas" debido a que los ángulos del cristal han crecido más rápidamente que las caras. También característicos son los cristales torcidos y los crecimientos de cristales distintos paralelos al eje y ligeramente rotados el uno respecto al otro. Estos extraños crecimientos se encuentran, sobre todo, en los filones alpinos de Suiza, y se conocen como "Gwindeler " o "Gwendeln", según una terminología utilizada por los strahlers, es decir, los buscadores profesionales de cristales del lugar.
Los cristales maclados: una regla en el cuarzo Las maclas representan más una regla que una excepción en el cuarzo, ya que no son muy frecuentes los cristales simples, y casi todos los cristales, aunque esto no se aprecie de forma evidente, están constituidos por la compenetración de dos o más individuos, según leyes geométricas muy precisas. Es muy frecuente la macla según la "Ley del Delfinado", así llamada porque se observó por primera vez en los cristales procedentes de esta región de Francia. Este tipo de macla está constituida por la compenetración de dos individuos, ambos derechos o izquierdos, rotados el uno respecto al otro 60º , según el eje ternario, coincidiendo con la dirección de alargamiento. La compenetración es, a menudo, tan perfecta que simula un solo individuo de simetría superior, es decir,
hexagonal. Por el contrario, a veces se produce la asociación compenetrada de un cristal derecho con uno izquierdo, colocados simétricamente según la "Ley del Brasil", porque es frecuente en los cristales brasileños, sobre todo en la variedad de la amatista, aunque también es frecuente en otras variedades. No faltan leyes de macla más complicadas a combinaciones de varios tipos de maclas en el mismo cristal. Muy conocida por los coleccionistas, ya que es muy evidente por su característica forma de "V", derivada de la unión por contacto de dos individuos cristalinos colocados en ángulo recto (83º 33'), y que se rige por la " Ley del Japón", así llamada en 1.905 por Goldschmidt, porque aparece bien representada en los bellos ejemplares llegados a Europa, a principios del siglo XX, de la mina japonesa de Otome, en la región de Yamanashi, con cristales que alcanzaban, excepcionalmente, dimensiones de 45 cm. Los cristales que constituyen este tipo de maclas resultan generalmente alisados. Bellas "maclas del Japón" se encuentran también en numerosas localidades, muy características son las que proceden de la mina de oro de Brusson, junto a Champoluc, en el Valle de Aosta, en cuanto que los dos individuos que constituyen la macla presentan un desarrollo notablemente distinto, siendo una particularidad poco habitual en otras zonas.
Las piezoelectricidad del cuarzo También relacionada con la estructura cristalina del cuarzo es la propiedad, presente también en otros minerales como la turmalina y el cinabrio, que ha hecho de este mineral una sustancia de enorme uso en el campo electrónico: la piezoelectricidad . Una lámina de cuarzo adecuadamente cortada (normalmente a uno de los ejes binarios de simetría) se expone a presión o a tracción entre dos placas metálicas y se origina, sobre las dos caras opuestas, perpendiculares al eje binario, cargas eléctricas de signo contrario. Por el contrario, si se expone la lámina a la acción de un campo eléctrico, esta se contrae o se dilata, según el campo eléctrico; por tanto, mediante un campo eléctrico alternado se puede excitar una vibración de la lámina que puede alcanzar frecuencias muy elevadas, que varían en relación a sus dimensiones y formas. Muchas son las aplicaciones de este fenómeno, además de para los me cheros y los encendedores piezoeléctricos, sobre todo para el control de las frecuencias de oscilación de los circuitos eléctricos. Durante el período que va desde 1.939-
1.945, es decir, durante la segunda guerra mundial, era muy grande la necesidad de grandes cristales de cuarzo para la construcción de osciladores, para utilizarse en dispositivos bélicos o para la radiocomunicación . Se calcula que más de 10.000 toneladas de cristales de cuarzo, que para tal fin no podían estar maclados, fueron exportadas del Brasil, principalmente, a Estados Unidos.
La amatista, una variedad bíblica Los cristales de cuarzo son generalmente incoloros y transparentes, con brillo vítreo, pero son numerosas las variedades que, por la presencia de algunas inclusiones o coloraciones, dan al mineral características particulares. Existen, además, variedades microcristalinas compactas y distintamente coloreadas (calcedonia, ágata, jaspe, etc.), utilizadas como piedras ornamentales. Entre las variedades más conocidas está, sin lugar a dudas, la amatista, que se presenta en cristales con varias tonalidades, variables desde el violeta muy intenso al pálido, y con una coloración raramente distribuida de un modo uniforme en el cristal. Su notoriedad procede de tiempos muy remotos. Teofrasto, alumno de Aristóteles, en su trabajo sobre las piedras, escrito en el siglo IV, antes de Cristo, la relaciona junto al algunas variedades de calcedonia y el cristal de roca. La amatista es una de las doce piedras citadas en la Biblia y usadas para adornar el pectoral en el juicio del Sumo Sacerdote, que administra el culto de Dios (Exodo, 28-19), sobre las cuales se anotaban los nombres de las doce tribus de Israel. También se utilizaba en la antigüedad para la fabricación de sellos grabados, aunque para tal fin se utilizaban más algunas variedades de calcedonia. Las mejores piedras procedían, por aquel entonces, de las Indias, según los testimonios de Plinio y otros autores hasta Agrícola, y estaban consideradas como de gran valor. Sólo, a inicios del 1.800, el descubrimiento de enormes cantidades comercializables en Uruguay y en Brasil llevan a una notable difusión de la amatista, con la consiguiente disminución del valor como piedra preciosa. El nombre, que significa en griego "no ebrio", está relacionado al presunto poder atribuido por los griegos y los romanos de eliminar la borrachera.
El color de la amatista El color de la amatista ha sido objeto de interés y discusiones durante muchos años. En 1.725, J.F. Henkel lo había atribuido a la presencia en el cristal de oro en estado coloidal, haciendo referencia a una técnica muy usada por entonces para colorear en
violeta el cristal, utilizando la púrpura de Cassio, una mezcla de cloruro aúrico y estannoso. También al titanio y al manganeso, porque algunas sales de estos metales presentaban una coloración semejante a la de la amatista, se consideraban responsables de la coloración. Un análisis de 1.800, de H. Rose, había revelado en la amatista brasileña un 0,25 por 100 de óxido de manganeso, y un 0,5 por 100 de óxido de hierro, y había atribuido el color de la variedad cuarcífera a la presencia del manganeso. Esta teoría tuvo un notable desarrollo cuando se observó que cristales con trazos de manganeso asumían una coloración violeta después de haberse expuesto a la acción de radiaciones. Por último, algunos relacionaban la coloración de la amatista a la presencia del hierro, habiendo observado que la intensidad del color era proporcional al contenido en óxido férrico, y que el espectro de absorción de la variedad es muy semejante a la de algunos compuestos férricos, no estando muy claro, sin embargo, cuál era el estado en que el hierro estaba presente, quizá bajo forma de hidróxido coloidal. Es cierto que muchos mecanismos que originan el color pueden estar relacionados: entre ellos, sobre todo en cristales dotados de un elevado grado de pureza, aquellos derivados de defectos del retículo cristalino, producidos por el contenido de trazas mínimas de impurezas. Exponiendo a calentamiento hasta 450ºC la amatista se observa una variación de color que pasa a amarillo citrino o castaño, de modo irreversible. Tal tratamiento se utiliza, sobre todo, para enriquecer comercialmente algunas amatistas de poco valor y de aspecto insignificante, que después se venden como cuarzos citrinos o madera, pero que deben considerarse como elementos falsos mineralógicos.
Dónde se encuentra la amatista El hábito de los cristales de amatista es generalmente simple, con predominio de las caras de dos romboedros, como se puede observar, sobre todo, en los cristales que se encuentran habitualmente en las cavidades de rocas básicas, principalmente basalto, a menudo asociados a ágata, zeolitas y calcita. Grandes cantidades de amatista proceden, sobre todo, de Uruguay y del Estado de Rio Grande do Sul, en la parte meridional de Brasil, donde se encuentra en grandes cavidades amigdaloides, cuyas paredes están constituidas por estratos concéntricos de ágata, completamente rellenos de cristales de amatista. Notables ejemplares procedentes de una enorme cavidad de, aproximadamente, 10 m por dos y por uno, encontrada en Serro do Mar , que contenía cristales de color violeta intenso y de dimensiones medidas, aproximadamente, de 4 cm, se conservan todavía en numerosos museos. Excelentes
ejemplares proceden también del Estado de Goias, Bahía y Mínas Gerais, en Brasil. Mucho más modestos, pero de origen muy similar, son los ejemplares procedentes de algunas localidades indianas, de Idar Oberstein, en Alemania, y de las lavas del Valle de Fassa, en el Alpe de Siuisi y de Tiso. La amatista también es abundante en la región de Thunder Bay, Ontario (Canadá), donde aparece en filones de sulfuros, generalmente asociada a barita, fluorita y calcita. Menos frecuente y por tal motivo muy buscados por los coleccionistas, son los cristales de hábito prismático, bien desarrollado. Muy bellas y más costosas que las de procedencia brasileña o uruguaya, aunque de color menos intenso, son las amatistas que proceden de Las Vigas, en el estado de Vera Cruz (Méjico). Algún buen ejemplar de hábito prismático procede también de algunos filones metalíferos situados en Rumania. Muy raros son los ejemplares de procedencia alpina, de color generalmente pálido, y de dimensiones también notables. Las localidades más conocidas al respecto son la de Valle Aurina, el Valle de Vizze y la Zillertal. Muy buscados son los cristales en forma de "cetro" de estas localidades, que presentan coloraciones fuertes en violeta solamente en la parte final del cristal. Un hallazgo excepcional de cuarzos amatistas se ha efectuado en 1.959 en las minas de Traversella, junto a Ivrea, de donde proceden ejemplares con cristales de hasta 30 cm, acompañados por bellos cristales de mesitina. Sin embargo, la mayor parte de los cristales, situados en el interior de una enorme geoda, se destruyeron por las minas que explotaron justo en el interior de la cavidad, pero también por los mineros que, inconscientes de la importancia científica del hallazgo, destruyeron a golpes de pico muchos cristales que obstaculizaban la operación de apertura de la mina. Hoy estos cristales, algunos de los cuales presentan inclusiones líquidas, son prácticamente inencontrables y constituyen el orgullo de algunos pocos afortunados coleccionistas que han tenido posibilidad de obtenerlos. Muy buscados, aunque opacos, son también los cuarzos ametistinos, con característica forma de cetro, procedentes de las cavidades de pórfido cuarcífero de Cuasso al Monte, en la provincia de Varese. Común en cristales transparentes de dimensiones máximas de 2 cm, en asociación paralela, en cetro o también en cristales en tramoya, es la amatista que está presente con ankkerita en Osilo, en la provincia de Sassari.
Los cuarzos "ahumados"
Los cuarzos "ahumados" son muy buscados por los coleccionistas; son de color castaño, incluso negro ( cuarzo morión), que se degradan a través de varias tonalidades hasta ser incoloros. Una cuidadosa observacion y la comparación con cristales ciertamente incoloros, como los que se pueden encontrar en los mármoles de Carrara, muestran que también esos cristales, que a simple vista pueden parecer incoloros, en realidad a menudo poseen una ligerísima coloración "ahumada". Incluso en las tonalidades oscuras, los cristales son casi siempre limpios hasta el punto de poderse tallar como piedras semipreciosas, es decir, las conocidas como "topacio ahumado". El estudio sobre los orígenes del color han puesto en evidencia que el mismo está relacionado con varios factores. La presencia de trazas de aluminio, en sustitución del silicio, parece ser una condición necesaria pero no suficiente para dar lugar a esta coloración, porque no todos los cristales con aluminio son ahumados. Uno de los factores concomitantes con la presencia del aluminio parece ser la radioactividad de las rocas en donde se ha producido la formación. El coleccionista debe poner mucha atención en los ejemplares en los que la coloración está inducida artificialmente, poniendo los cristales a intensas fuentes de radiaciones. Tal es el caso de enormes cantidades de cuarzo ahumado procedente, sobre todo, de Arkansas, comercializado hace algunos años, y muy atractivo por su intensa coloración, que se obtenía después de una exposición variable de una a seis horas a rayos gamma, producida por una fuente radioactiva de cobalto 60, y ligada a defectos inducidos en el retículos cristalino por el tratamiento. Tras exponer el ejemplar a esta radiación no se observan radiaciones residuales: por tanto, el reconocimiento de tales ejemplos no es fácil para los inexpertos. Debe hacernos sospechar, sobre todo, la coloración muy intensa y una creciente fragilidad de los cristales que fácilmente se rompen en los ángulos, aunque sea por simple presión con la uña.
Suizos, los "ahumados" mejores Los mejores hallazgos de cuarzo ahumado son, sin duda, los de las fisuras alpinas de Suiza, desde hace muchos siglos sometidas a fuerte actividad que han abastecido, y muy abundantemente, de estupendos ejemplares, con cristales de dimensiones notables. Una cavidad descubierta en 1.719, en Zinggenstock, junto al paso de Grimsel, abasteció más de 50 tm de cristales, uno de los cuales pesó más de 250 kg. Otro famoso hallazgo, en 1.868, junto al glaciar Tiefen, en el Cantón Uri, consistía en algunas
decenas de tonelada de cuarzo ahumado muy transparente, del cual se obtuvieron muchos ejemplares de museo, incluido un cristal de 67 kg, conservado todavía en Berna. Dado que estas zonas han sido muy explotadas, no es fácil hoy en día obtener ejemplares notables, como los de hace algún tiempo. No menos bellos, aunque sí menos famosos, son los que proceden de algunas localidades austríacas (Stubacgtal, Kalser Tal) y de Ossola (Cervandona, Glaciares de la Rosa, Fillar ). Notables son también los ejemplares de localidades brasileñas, de Madagascar y de Rusia. Algún ejemplar bonito también se ha encontrado en las cavidades de Beura, en el Valle de Ossola y en San Pedro del Campo, en la isla de Elba. Muy bellos, por el contraste con los cristales de amazonita con la que están asociados, son los cristales procedentes de Pikes Peak, en Colorado. Enormes cristales de cuarzo morión son muy abundantes en algunas pegmatitas asociadas a fosfatos y minerales radiactivos, como los de New England (Estados Unidos) y de Mangualda, en Portugal.
El cuarzo rosa Poco frecuente en cristales bien formados es el cuarzo rosa, con tonalidades variables desde el pálido fino hasta el rosa muy intenso. Habitualmente esta variedad se presenta en masas compactas de dimensiones también notables, que constituyen la parte central de los núcleos de cuarzo de algunas pegmatitas, mientras cristales de algunos centímetros se pueden considerar absolutamente raros. Los ejemplares bien cristalizados se venden a precios elevados, superiores a los de la variedad compacta, generalmente vendidos al peso y utilizados como piedras duras para objetos ornamentales. Entre las localidades que abastecen ejemplares bien cristalizados podemos recordar Newri, Oxford County, en Maine (USA), donde los cristales están agregados en drusas o costras, aunque, excepcionalmente, constituyen crecimientos paralelos sobre cristales de cuarzo ligeramente ahumados. Más famosos son los ejemplares que proceden de Lavra de llha, en Minas Gerais (Brasil), que a menudo están asociados en bellísimas cristalizaciones de fosfatos bastante raros como la eosforita, roscherita y wardita. Algún bello ejemplar de cuarzo bien cristalizado, aunque no transparente y probablemente pseudomorfo de stilbita, procede de las lavas de Val Duron, en Fassa.
Otros cuarzos: hay también un fantasma A veces el color del cuarzo está determinado por la presencia de microscópicas inclusiones muy dispersas. Algunas variedades, por ejemplo, pigmentadas por la presencia de partículas de hematites roja de modo bastante uniforme se conocen como " jacinto de Compostela", o también como "eisenkiesel". Esta variedad es muy abundante en España; la recogían los peregrinos en el "camino de Santiago", que atravesaban el Triásico de facies germánica, Keuper, y los vendían como recuerdo en Santiago de Compostela, donde no existe esta variedad de cuarzo. Otras localidades son Cleaton Moor , en Cumberland; Sundwig, en Wesfalia. No faltan tampoco cuarzos de color verde (prasio), por inclusiones de microcristales de clorita o de hedenbergita, como los procedentes de Rio Marina, en la isla de Elba, encontrados en ejemplares de cristales de hasta 5 cm. Otras variedades compactas conocidas como ojo de gato, ojo de tigre, etc., presentan típicas inclusiones asbestiformes, alineadas de forma paralela, que terminan en curiosos brillos, especialmente después de pulirlos o tallarlos en " cabujon". Algunos cristales de cuarzo pueden contener partículas finamente diseminadas de material arcilloso, ferruginoso o clorítico, que habiendo estado presentes de modo intermitente durante el crecimiento del cristal, han delimitado los contornos de las diversas fases de su formación. Es, por tanto, posible entrever en estos cristales el perfil difuso de otros cristales concéntricos con el primero (zonalidad) que ha hecho atribuirles el nombre de " cuarzo fantasma". No faltan en el cuarzo inclusiones macroscópicas de distinto género que en una atenta observación constituyen una especie de fascinante microcosmos y que han conservado intactas las propias características, sólo gracias al hecho de haber sido "congeladas" en el cristal. Sin lugar a duda las más conocidas y apreciadas desde hace tiempo son las inclusiones de rutilo, que se presentan en alargadas agujas de color entre castaño y amarillo oro, a menudo ligeramente curvadas como un cabello (precisamente por ello se llaman "cabellos de Venus"). Este tipo de inclusiones está habitualmente presente en cristales incoloros y transparentes que, por la abundancia de las acículas de rutilo, pueden también llegar a ser opacos, o en el cuarzo ahumado. Menos frecuentes son en la amatista, que puede presentar, por el contrario, pequeños cristales aciculares de goethita, fácilmente confundibles con el rutilo. Los mejores ejemplares de cuarzo con rutilo proceden
de algunas localidades de Minas Cerais, en Brasil, y de Madagascar , pero no faltan bellísimos ejemplares de procedencia alpina. Excepcionales ejemplares de cuarzo con rutilo, entre incoloro y ahumado, fueron encontrados hace tiempo en los alrededores de Hannover, en New Hampshire. Muy bellas son también las inclusiones de acículas de turmalina, de varios colores, o de anfiboles (actinolita, bisolita). Raras y buscadas por los coleccionistas son las inclusiones de anhidrita, típicas de algunos ejemplares alpinos, sobre todo de la zona de Gotardo, que se presentan en bellos cristales de color lila que han conservado su originaria frescura gracias, precisamente, a la protección del cuarzo. Muchos de los cristales de anhidrita, no completamente incluidos en el cuarzo, han sido fácilmente disueltos por el agua, dejando el cristal de cuarzo con características cavidades tubulares. Frecuentes son también las inclusiones líquidas o gaseosas, e incluso las dos fases coexistentes. Bastante sorprendentes son las de anhídrido carbónico líquido, que pueden proporcionar a los estudiosos algunas indicaciones sobre las condiciones de formación. A menudo es suficiente un ligero calentamiento (puede bastar la exposición al sol o al contacto con la palma de la mano) para observar la ignición del anhídrido carbónico con notable aumento de la presión interna, que puede llegar a destrozar el cristal. Son también posibles inclusiones de hidrocarburos, fácilmente identificables porque dan lugar, a menudo, a fluorescencia si se exponen a una lámpara de rayos violeta.
Las localidades clásicas del cuarzo El cuarzo es uno de los más importantes minerales constituyentes de las rocas; está presente en muchas rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias, y dada su difusión es prácticamente imposible citar todas las localidades que han abastecido las colecciones de bellos ejemplares de esta especie. Las fuentes tradicionales son Madagascar , en donde ya en el siglo XVII se exportaban grandes cantidades para todo el mundo, y los citados estados de Minas Gerais, Coias y Bahía, en Brasil. Sobre todo, estas últimas localidades han proporcionado cristales verdaderamente enormes: ejemplares de peso superior a las 5 tm son abundantes y no se consideran raros aquellos que llegan a las 25 tm. Uno de los más grandes cristales de cuarzo encontrados procede de Manchao Felipe, junto a Itapore, en Goias, pesaba más de 44 tm, con una longitud de más de 6 m. También de dimensiones excepcionales son algunos ejemplares encontrados en Siberia, Rusia.
Numerosas también son las localidades que han abastecido de cuarzo incoloro, dignas de ser recordadas; entre estas existen algunas localidades alpinas célebres también por los minerales que acompañan, de forma bastante típica, los cristales de cuarzo. Citamos, en los Alpes suizos, las zonas del Gotardo y de Furka; en los Alpes franceses (precisamente en la región del Delfinado), la mina de La Gardette, junto a Bourg d'Oisans. En España se encuentra en tan numerosas localidades, con variedades y aspectos tan diversos, que sería prácticamente imposible enumerarlas. Citaremos únicamente el ya mencionado " jacinto de Compostela", por tener nombre español, y que aparece en bellos cristales bipiramidales entre los yesos de Keuper. Notables son también los ejemplares procedentes de Jeffrey Quarry, junto a Little Rock (Arkansas). Muy renombrado y buscado por los coleccionistas, por la limpieza que no tiene parangón y por la riqueza de las formas, es el cuarzo que se encuentra en los mármoles de Carrara.