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Lee Winter – La Cruda Verdad

Traducción – Martha Martha Lo 2018

LA CRUDA VERDAD (THE BRUTAL TRUTH) POR LEE WINTER TRADUCIDO POR: MARTHA LO 2018

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CAPÍTULO 1 El Apocalipsis El apocalipsis llegó cuando a Maddie Gray le cayó champú en los ojos, estaba medio alerta e intentaba bloquear el silbido de las tuberías prehistóricas de sus oídos. "¡Mads! ¡Es el Armagedón!" Su compañero de piso, Simon Itani, golpeó la puerta del baño, asustándola. "¿Qué demonios?" Maddie le gritó. Su amigo de la infancia tenía sus puntos buenos, pero no podía ser considerado exactamente confiable cuando se trataba de informar el fin del mundo. "Tu jefe te envía un mensaje de texto. Parece oficial. Así que estoy haciendo la referencia." Su jefe nunca le enviaba un mensaje de texto. Tal vez Simon estaba en algo. Maddie cerró la ducha, se secó rápidamente y se puso unos shorts y una camiseta. Mientras se secaba el pelo con una toalla, se quedó mirando borrosamente en el espejo a las ojeras bajo los ojos. Sin dormir de nuevo. No nuevo. No es sorprendente. Estaba teniendo más pesadillas sobre perderse e intentar encontrar el camino a casa. Su subconsciente no era exactamente sutil. Por lo general era esa pesadilla o los sueños sexuales incómodos sobre la ex novia que no había visto en tres años. Siempre se despertaba ansiosa, excitada y molesta. Desear a Rachel solo porque su ex estaba en casa en Sydney era algo patético. La puerta fue golpeada de nuevo, más fuerte esta vez. "¿Estás decente?" Maddie se miró por última vez y puso mala cara. "Difícil de decir." La puerta se abrió de par p ar en par, dando como resultado demasiada luz del día. Ugh . "Más vale que estés en un incendio." Maddie miró a Simon. Sin pelo chamuscado.

"Incluso más emocionante." Él pasó sus dedos por la barba corta de dos días en su mandíbula. "Espera, más emocionante que un incendio?" Ella cogió los pantalones de chándal, metió una pierna y se los puso sobre los shorts. Sonaba como una crisis digna de vestirse adecuadamente.


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"¡Sí!" Simon le lanzó a Maddie su teléfono. "Es grande. Lo cual sabrías si no hubieras dormido toda la mañana. Son las once, y parece que tu jefe no puede esperar." Maddie agarró su teléfono. "Déjame en paz," refunfuñó. "Trabajo el turno de noche. Necesito dormir en algún momento.” Leyó el mensaje de texto, su estómago se retorció de ansiedad. "Están convocando a todos para una reunión al mediodía. Supongo que los rumores son ciertos. ¿Esa compañía que nos compró el año pasado? El propietario finalmente nos ha notado y probablemente venga a acabar con nosotros hoy." Simon asintió, con una expresión de sabio en su rostro. Ella entornó los ojos. "Fisgón. ¿Leíste el mensaje? ” Simon levantó sus manos en inocencia. "Solo porque el nombre de tu jefe apareció. Quería ver si era lo suficientemente importante como para sacarte de The Showering Dead." Se rascó el estómago ligeramente redondeado. "Entonces, ella realmente está en camino? ¿Elena Bartell? ¿Quien reprime diminutos periódicos para alimentar su imperio? ¿Y se ve cachonda mientras lo hace? ” "Eso parece." Maddie le dio al mensaje una mirada final, malhumorada. "Confía en que te preocupes más por su aspecto que por por sus tácticas." "Au contraire (Por el contrario), Mads, me importan ambos. Esa mujer es una maldita genio de los medios de comunicación. Hicieron un caso de estudio sobre ella en la escuela de negocios. Déjame contarte cómo acumuló sus primeros cien millo —“ "No puedo esperar por esa historia. Mientras tanto, no estoy segura si incluso tendré un trabajo esta noche. Y contigo mudándote de regreso a Sydney pronto, este es un desastre total. ¿Cómo voy a pagar el alquiler de esta caja de zapatos yo sola sin trabajo? ” "Podría ser peor. En realidad podría gustarte ese trabajo de mierda que estás a punto de perder. Te he visto armarte de valor para ir al trabajo. Pero ahora ... " Él le dio una sonrisa. Maddie resopló. "Primero, podrías intentar parecer parecer que lo sientes por mi. Segundo, no voy a volver a ser mesera." "Las horas serían mejores. Y en realidad podrías hablar con la gente de nuevo. Eso tiene que ser una ventaja." "Está bien, trabajar para Hudson Metro News podría News podría no ser perfecto, pero es un trabajo de reportajes — finalmente. Es en lo que soy buena. Cuando fui mesera, la gente sale XWPColección: Página y Facebook

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lastimada.” La mente de Maddie regresó a varios incidentes lamentables. Al menos, el cabello del chef había vuelto a crecer. Bueno, excepto sus cejas. "Vamos, Mads, ¿no viniste a Nueva York a vivir el sueño? ¿No a tolerar el sueño? ” Un músculo en su mandíbula se crispó. Odiaba cuando la gente hablaba del Sueño. Nueva York nunca había sido su sueño, aunque admitía que era un suicidio social. La verdad es que todos los días ella despertaba con una sensación de hundimiento. El brillo, el zumbido y la prisa constante la dejaron sintiéndose como un pixel muerto en un espectacular de Times Square. Sus amigos allá en casa querían vivirlo a través de ella, entonces que podía decir? Es genial. Tan estupendo. Sí. Sólo. Guau. Cada día se encogía un poco más por no estar a la altura del sueño de los demás. ¿Por qué no encajaba en una ciudad en la que todos encajan? Simon todavía estaba hablando. "Has estado atascada haciendo el cambio de mierda, pasando todos tus días durmiendo y apenas viendo los lugares de interés. Así que mi punto es, hoo maldito rayo! Serás despedida de un trabajo que odias. Celebraremos esta noche con Fun Factory. ¿De acuerdo? ” Hizo una pausa y recorrió con la mirada su ropa. "Y no te cambies nada. Ese atuendo dice ‘despide mi culo ’.” Maddie se miró a sí misma. Él tenía razón. Ella debe estar más cansada de lo que pensaba. Esa redada de drogas en la que había estado trabajando toda la noche la tenía agotada. "Ni siquiera estoy trabajando hoy." Ella bostezó. "No tengo que ponerme glamorosa si es mi día libre. Es la manera australiana." "Últimas palabras famosas. En serio, quieres mi consejo? ” "Diablos no. No no. No puedes vestirte para salvarte a ti mismo, y mi día es tan desastroso como lo es. Así que sal zumbando y déjame poner mi trasero en marcha." Su risa atravesó la puerta, mientras ella la cerraba detrás de él. Pero Simon planteó un buen punto: ¿qué vestía uno para su apocalipsis? ****** Maddie se transportó al trabajo con lentes oscuros colocados para evitar los comienzos de una dolor de cabeza de cansancio y un conjunto totalmente negro más apropiado para un grupo de rock gótico que para un atuendo profesional. En el viaje a diario en el tren en la línea L, estudió la biografía de Elena Bartell que había descargado antes de ir al metro. La directora de operaciones y editora de docenas de publicaciones de periódicos y revistas tenía el cabello esculpido, corto, negro azabache, XWPColección: Página y Facebook

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rasgos pálidos y ropa de diseño ajustada. Había una elegancia en ella, como una esbelta heroína de acción de ciencia ficción, y peligrosa mirada en sus ojos fríos. Ella estaba catalogada como de cuarenta, aunque podría pasar por años más joven. La mujer era notoriamente notoriamente tímida de los los medios de comunicación comunicación — irónico dada su profesión y lo mucho que la cámara cá mara la amaba. Bartell había ascendido como escritora de modas en la revista CQ y, en cierto momento, estaba siendo considerada como su futura editora. En cambio, Bartell había desaparecido. Un año más tarde, había aparecido como la nueva dueña de un pequeño grupo de periódicos regionales en quiebra. En menos de un año, los había convertido en ganancias; en dos, había ganado su primer millón. Ella había anotado sus primeros $500 millones a la edad de treinta y cinco años. Solo había una publicación que la magnate de los medios había creado de la nada — Style International, una revista de moda que tuvo cinco ediciones en todo el mundo — Style NY, Sydney, Tokio, Londres y Paris. Esa inversión personal le dijo a Maddie que la moda le importaba a Bartell, y su trabajo en CQ no solo había sido un trampolín. Ella había sido una apasionada de eso — al al menos en algún momento. Maddie miró hacia abajo y consideró su atuendo. Hizo una mueca. Su opción audaz, nacida del agotamiento y una veta ligeramente rebelde, no parecía tan inteligente en este momento. Se desplazó por su teléfono y encontró una breve mención de un esposo en 1999, un periodista convertido en autor que se había ido en 2001. Había un segundo esposo ahora. Richard Barclay. Abogado. Ella miró su foto y reprimió un escalofrío. Podría ser un anunciante de dentífrico, guapo, pero tenía una cara de engreído bastardo. Entonces, dos tiburones habían caído por su propia especie? Eso imaginaba. De todo lo que había leído, a Bartell no parecía encantarle nada más que desmantelar un negocio hasta el techo, si podía sacarle algo de dinero. Incluso le habían dado un apodo para ir con su limpieza corporativa. Tiburón Tigre. Maddie guardó su teléfono y miró por la ventana la negrura subterránea. ¿El Hudson Metro News iba a ser otra víctima de los afilados dientes de la magnate de los medios? Cuando la estación de Union St se acercaba, consideró la posibilidad de ser despedida. Simon tenía razón, aunque ella nunca nun ca lo admitiría. Ocho meses trabajando allí, y odiaba su trabajo. Excepto por una cosa — finalmente finalmente estaba haciendo lo que les había dicho a todos sus amigos y familiares que haría. Ser una reportera en Nueva York.


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El tren se detuvo. Maddie salió a la plataforma del metro, con la nariz arrugada por el hedor familiar de la orina y la basura podrida. Era hora de enfrentar el apocalipsis. ****** Para ser un heraldo de la perdición, Elena Bartell estaba bellamente presentable en la moda steampunk. Una ancha hebilla plateada adornaba los botines negros, destacándose debajo de unos pantalones negros a medida. Eran un oscuro contraste contra su s u impecable camisa blanca de lino, detrás de un sedoso chaleco bordado negro y plateado con una cadena estilo reloj de pulsera yendo desde la parte baja hasta su bolsillo. Maddie estaba embelesada. Qué inesperado. El cuerpo compacto de Bartell irradiaba poder y control y atraía cada mirada hacia ella. Incluso estando parada con el editor del periódico, el gerente general y el jefe de noticias, tres hombres quienes cada uno tenía 15 centímetros sobre ella, ella era fácilmente la persona más autoritaria en la sala. Al escudriñar la reunión, los ojos de Bartell eran azul claro y penetrantes. Sonrió débilmente a través de la introducción zumbando en el fondo. "... una delicia conocer a nuestra nueva dueña, Elena Bartell." El editor de Maddie, un hombre que usa lentes y de aspecto agobiado a quien nunca había tenido que ver — tan tan humilde era su estatus — dio dio un paso atrás, aplaudiendo. Bartell se paró frente a los ochenta miembros del personal de Hudson Metro News y esperó a que los aplausos educados terminaran. Sostuvo el silencio que siguió hasta que los únicos sonidos fueron el teléfono de alguien en la distancia y el traqueteo de una impresora cerca escupiendo páginas. Su voz era moderada y grave, pero llegó hasta el fondo de la habitación donde estaba Maddie, medio oculta por un pilar. "Estoy segura de que mi reputación me precede," Bartell dijo, su voz seca. "Estoy segura de que les contaron todo tipo de historias terribles sobre quién soy. Conozco los nombres por los que me han llamado, algunos más creativos que otros. Y estoy segura de que les contaron todo tipo de cosas despiadadas sobre lo que le voy a hacer a su periódico." Se detuvo y deslizó su mirada por la habitación. "Y todo es verdad." Un murmullo de pánico se extendió por la multitud. Ella los miró fríamente. "Es hora de que Hudson Metro News crezca un par o se retire del negocio. Los hechos no mienten. Son un periodicucho suburbano de bajo rendimiento con una sola primera edición en todo su personal de reportajes y solo un representante de anuncios que cumple con los objetivos de ventas. La presencia de su publicación en línea XWPColección: Página y Facebook

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es una broma. Un ocasional informe meteorológico actualizado, portadas de hace dos días, y solo dos renglones sobre dónde comprar publicidad. Sin mencionar que, con un balance como el suyo, suyo, merecen ser desechados. Sería una muerte compasiva." Maddie hizo una mueca. De acuerdo, entonces no era el mejor trabajo del mundo, pero no era tan malo, ¿no? "Por supuesto," Bartell continuó, "yo podría inyectar capital, hacer crecer su presencia en la red con un sitio web innovador y encontrar un equipo de mercadólogos estelares para impulsar el conocimiento de la marca. Pero este es un mercado saturado, y ustedes no tienen ninguna ventaja comparativa. Solo estaría tirando buen dinero a la basura." El corazón de Maddie comenzó a acelerarse, y miró las caras pálidas a su alrededor. "Sin embargo," Bartell dijo, "cosas divertidas suceden cuando la espalda está contra la pared. Ocasionalmente, en su agonía, las personas tienen la capacidad de sorprenderme. Así que, lo esencial es esto — estás estás avisado. Les doy seis semanas para impresionarme." i mpresionarme." Susurros de alivio y conmocionados llenaron la habitación. La magnate de los medios levantó la mano. "Me basaré aquí por lo que dure. Me dará la oportunidad de evaluar quién tiene talento, si merecen una inversión financiera o si el cierre sería una mejor opción. Si se han estado conteniendo, deslúmbrenme en las próximas seis semanas. Tengan en cuenta que mi reputación de despedir a personas incompetentes en el acto no es una mentira. Así que, dentro de seis semanas, el 15 de Marzo, sabré si alguno de ustedes tiene lo que se necesita. Por su propio bien, no me decepcionen." ¿15 de Marzo? ¿Los Idus de Marzo? Maddie parpadeó.

La mirada de Bartell vagó, luego se detuvo en Maddie, deslizándose por su atuendo. Un ceño fruncido arrugó su frente. "Eso es todo. Hemos terminado. ” Salió de la habitación sin decir una palabra más. El gerente general se ajustó la corbata de seda carmesí, masculló algo vago y conciliador sobre la impresión de su nueva jefa, y la reunión se terminó. Maddie miró la figura que se marchaba de Bartell. Hemos terminado? ¿Qué tipo de habilidades interpersonales fueron esas? "Mierda," Terry dijo, el reportero de los juzgados a su lado, a nadie en particular. "Necesito llamar a mi esposa. Ese tiburón nos va a destripar. Pude verlo en sus pequeños XWPColección: Página y Facebook

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ojos brillantes." Lanzó una mirada al atuendo de Maddie. "Seguro que no te gusta lo que estás usando, ¿eh? ¿No recibiste el memorando de que ella venía? ” "Es mi día libre," Maddie protestó. "No es como si estuviera usando un abrigo de focas bebés recién sacrificadas." sacrificadas." Terry soltó una risa amarga. "Ella probablemente querría uno si lo hicieras." "Sí." Maddie suspiró. Ella iba a estar sin trabajo dentro de las seis semanas seguro. Una cosa que sabía sobre los periódicos era que nadie notaba a la persona en el turno de noche. No noche. No eran vistos ni escuchados, y sus trabajos nunca fueron salvados. Con ese pensamiento deprimente, esquivó a los grupos pululando lidiando sobre el discurso de Bartell y se dirigió al elevador. Ella tenía una cama a la cual arrastrarse de vuelta. Cuando llegó al pasillo, las puertas del elevador se estaban cerrando, así que llamó a la sombra que vislumbró adentro para sostenerlas. Las puertas seguían cerrándose. Maddie corrió y arrojó su brazo al hueco. Las puertas se detuvieron y luego volvieron a abrirse lentamente. Se metió, encontrándose cara a cara con Elena Bartell, que parecía irritada por tener un intruso. Así que — viajar viajar con minions (subordinados) obviamente estaba en contra de la religión de Bartell. Maddie podía oler su perfume, una caricia suave y ligeramente especiada que la hacía querer inclinarse hacia adelante para obtener más. Apretó el botón el botón de Bajar ya iluminado con fastidio ante ese pensamiento al azar y se inclinó hacia la pared lateral lo más lejos posible de Bartell. Dirigió su mirada hacia arriba a los números que marcaban hacia abajo. "Elección audaz," Bartell dijo abruptamente, rompiendo cualquier esperanza de escapar indemne de este viaje en elevador. "¿Tu banda de garage tiene prácticas ahora?" "Es mi día libre." Maddie se sorprendió de haber sido abordada. "No esperaba que me llamaran para tu discurso especial de los Idus de Marzo. ¿El día en que Cesar fue apuñalado? Interesante elección de fechas." "¿Una millennial (*) que conoce la historia? Vaya, vaya." Maddie se encogió de hombros. "Supongo que cosas más extrañas han sucedido." Bartell examinó la ropa de Maddie como si la ofendiera a nivel celular. "Entonces tú ... voluntariamente ... ¿te pones esto?" (*) La generación Y, también conocida como generación del milenio o milénica, Son personas que se adaptan fácil y rápidamente a los cambios.


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Maddie frunció el ceño ante el brillo en esos ojos fríos. "Sí," dijo en su tono más neutral. "Lo hago. Es cómodo." "Incluso sabiendo que estaría aquí hoy para evaluarlos a todos." "¿Estás planeando despedirme en base a mi atuendo?" Maddie preguntó educadamente, girándose para mirarla adecuadamente. "¿Qué pasaría si lo hiciera?" Los ojos de Bartell eran desafiantes. "Las opciones de vestuario de uno hablan de su profesionalismo y si desean ser tomados en serio. A diferencia de parecer haber salido de un club nocturno a las 4:00 a.m., Por ejemplo." "Eso es ..." Maddie negó neg ó con la cabeza con incredulidad. "Así que…" "Continúa." La expresión de Bartell la desafió. "Si despides a las personas por lo que usan, podrías perder a alguien brillante. ¿Qué pasa si alguien tiene este increíble talento pero no puede vestirse para salvarse? ¿Cómo es eso un buen negocio? ” Bartell la miró con dureza. "¿Y es eso lo que eres? Un talento increíble? ¿Vestida con un saco gótico, solo esperando a que me moleste en desentrañar? ” La boca de Maddie se abrió. La cerró firmemente. "No dije eso," murmuró. "¿Que haces aquí?" "El horario nocturno. Escribo breves informes sobre los eventos de noticias que ocurren en medio de la noche. A veces lo siguen el turno del día y se explayan. A veces no." Mierda. Estoy divagando . Maddie saltó apresuradamente al grano. "Sucesos. Escribo los sucesos. Principalmente. Y, um, obituarios." Los bordes de la boca de Bartell se crisparon ante eso, lo que disparó la irritación de Maddie. "Y tú no eres de Nueva York. No York. No con ese acento." "Sydney." "¿Viviendo el sueño, entonces? ¿Ratón del campo aquí para deslumbrar a la gente de la ciudad con tu increíble talento y triste sentido del vestir? ”


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"Oye, Sydney no es un país atrasado. Vine aquí para un cambio de escenario. Y estoy aprovechando al máximo las cosas." Apuntó a la indiferencia, pero se estremeció internamente por lo rígido que salió, como apatía privilegiada. Bartell le dirigió una mirada asesina. "Parece que preferirías estar en casa. Tal vez debería hacerte un favor y despedirte ahora." Su voz bajó a un tono suave y cargado. "Puedes escabullirte de vuelta a Sydney en alivio todo se acabó." "¡No! ¡No puedo!" "¿No? Bueno entonces, Chica del Horario Nocturno, eres una buena periodista? ” "Yo ..." El elevador comenzó a desacelerarse. Maddie buscó una respuesta. Todos sus profesores universitarios dijeron que tenía talento. Por otro lado, no tenía nada espectacular que señalar que había hecho en los últimos ocho meses en Hudson Metro News. Nada News. Nada más que breves informes policiales y ocasionalmente conmovedores obituarios que probablemente nadie lea. "Si no puedes responder una simple pregunta," Bartell dijo, dándole una mirada tan directa que parecía una radiografía, "entonces tal vez tus miedos secretos son acertados: no perteneces aquí. aquí. Hemos terminado." Maddie la miró mientras las puertas sonaban y se abrían. ¿Estaba escrito en toda su cara ‘ahogada en Nueva York ’? "Oh, y mejora tu guardarropa. No guardarropa. No quiero estar mirando a un poeta beat (*) deconstruido durante las próximas seis semanas." Bartell salió del elevador, dejando a Maddie rechinando los dientes. "Bueno, no todos podemos pagar el steampunk pasado, ¿verdad?" Dijo en voz baja. Se apartó de la pared trasera y dio dos pasos fuera del elevador antes de congelarse. Bartell estaba parada justo a la vuelta de la esquina, mirándola, con la mano dentro de su bolso. Ella había escuchado?

(*) Grupo de escritores estadounidenses de la década de los cincuenta, así como al fenómeno cultural sobre el cual escribieron.


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La expresión de Bartell era dura, mientras sacaba su teléfono. Giró sobre sus talones y echó los hombros hacia atrás, con un bolso con estampado Hermes (Marca) y con un aspecto increíblemente caro, apretado contra su hombro. Siguió a través del vestíbulo, presionó un botón en su teléfono, y comenzó comenzó a ladrar instrucciones. instrucciones. Una mujer rubia, con tacones altos y codos huesudos, se adelantó para encontrarse con Bartell afuera de las gigantescas puertas de cristal del edificio y le señaló hacia un BMW negro con chofer. Bien hecho, Maddie pensó. En un solo viaje en elevador, en realidad garantizaste que nunca conseguirías un trabajo en otra publicación de Bartell Corp. En cualquier sitio. En todo el mundo.

Y eso era una gran cantidad de periódicos. Definitivamente debería haberse quedado en la cama. ****** Esa noche, Maddie experimentó la idea de Simon de Fun Factory. Implicaba alcohol y mucho. Específicamente, botellas de colores extraños, que su compañero de piso mezcló y combinó y convirtió en cócteles caseros de aspecto exótico. Después de beber el tercer brebaje de Simon — llamado llamado Car Seat Cover (Cubre asiento de coche) — Maddie Maddie confesó lo que había pasado en el elevador. En lugar de simpatizar, él se rió a carcajadas. "¡Qué te dije!" Dijo con un bufido. "Te clavaré un tenedor, ya terminaste. ¡Eres cactus! Quiero decir que pareces un adorador de la muerte." Él le devolvió algo desagradablemente verde. "No, es que ella solo tiene estúpidamente altos estándares de moda. Quiero decir, parecía un poco gótica pero no tan mal. Yo ... es ropa de calle. ¡Me veía normal!" "Parecías un miembro del culto a la muerte. Pero está bien, Mads. Mira, recapitulemos tu día — Elena Bartell, magnate de los medios de comunicación de fama mundial, te despidió por parecer poco profesional, y luego sonaste como siempre con tu impresionar muy poco sobre tu trabajo, Nueva York y la vida en general. Después de eso, no podías


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decirle que eras una buena periodista cuando te preguntó, y finalmente ... para la perfecta cereza del pastel ... la insultas diciéndole que estaba vestida a la moda pasada." "El steampunk pasado puede verse sexy. No es mi culpa que ella lo tomó de la manera incorrecta. Era algo así como H.G. Wells si quieres saber. Como, de ese programa , Warehouse 13 (Serie de TV Almacén 13)?" Maddie sorbió su bebida. Él levantó sus manos. "Ella otra vez — tú tú y tus elegantes actrices británicas." "Excepto que Bartell no es elegante, solo fría." "¿Tan fría que en lugar de despedirte en el acto, simplemente se metió en su automóvil y se fue?" "Uh. Sí." "Así que deja de preocuparte entonces. Si ella es tan susceptible como crees, ya tendrías tus órdenes para que te marches." "Aún hay tiempo. Probablemente los encontraré en mi escritorio cuando regrese mañana por la noche.” Ella lo miró y sacó su vaso para rellenarlo. "Amarillo esta vez." Mientras Simon se ocupaba con su cóctel, preguntó, "¿No crees que una magnate de los medios tiene más cosas de qué preocuparse que de la chica del horario nocturno en un periódico de segunda clase a la que está pensando destripar?" destripar?" "Supongo." Ella vació su bebida de un solo golpe. "¿Supones? Apuesto a que la Señora Corta y Quemar ya se olvidó de ti. ” "Buen argumento." Maddie se iluminó. "En realidad, estupendo argumento! Soy, como, una ameba en el esquema del mundo de Elena Bartell. ¿Verdad?” Sintió un estallido de esperanza y empujó su vaso de nuevo. "Un poco de verde con amarillo esta vez. El azul hace que mi lengua parezca una extraña lagartija de campo." "Incluso puedes ser más bajo que una ameba," Simon estuvo de acuerdo amablemente mientras servía. "Los organismos unicelulares probablemente tengan más pensamiento que tú. No tú. No temas. Salud." "Salud." Ella tintineó su vaso contra el suyo. "Espera, ¿ya no están las amebas en los organismos unicelulares?"


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"¿Estás preguntando por la carrera de estudios empresariales?" Simon la miró de reojo antes de volver a beber su bebida. Ella se rió y, por primera vez en horas, se sintió un poco positiva.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Hoy había una anciana sentada en un cubo de basura afuera de mi edificio de departamentos en Williamsburg, junto al taller de reparación de automóviles. Cantaba suavemente con sus bolsas de basura, una pila caótica de mantas, ropa, periódicos y envoltorios de comida. Desafinada comida. Desafinada y sin algunos dientes, se balanceaba suavemente al ritmo. Un desgarbado diente de león blanco bailando en el viento, sin pelo en algunos lugares pero impávido, sin embargo. El sombrero al revés frente a ella brillaba adentro con algunas monedas. Cuando pasé junto a ella, me di cuenta de que una de las bolsas era en realidad una niña pequeña. La niña, tal vez de unos diez años, tenía ojos de mayor, avejentados. No avejentados. No me sonrió ni a la mujer que estaba a su lado. Ella miraba a lo lejos. Me balanceé junto con la canción por unos momentos, antes de dejar caer algunos billetes en el sombrero. Eso me ganó una amplia y desdentada sonrisa. Cuida de ella, pensé. Mientras me alejaba, no estaba segura de a cuál de las dos me refería.


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CAPÍTULO 2 Cuentos del lado oscuro Los labios de Elena Bartell se curvaron mientras escuchaba en su teléfono el parloteo de su supuestamente principal editora en jefe de su revista de moda australiana. Podrían ser justo después de las cuatro de la mañana en Sydney, S ydney, pero tenía preguntas que necesitaban respuestas. La estaban llevando rápidamente en su automóvil del periodicucho suburbano al cual había aplazado la ejecución. Aunque si esa reportera desastrosamente vestida en el elevador era el nivel de personal que empleaban, Elena probablemente no debería haberse molestado. Su mirada se deslizó por la ventana, mientras repasaba el extraño encuentro. La periodista tenía una cara expresiva debajo de su cabello rojizo dorado cortado al estilo pixie. Elena había reconocido la inteligencia detrás de sus intensos ojos verdes. También fueron los únicos ojos que se iluminaron con reconocimiento en su elección de la fecha en la que ella anunciaría el destino del periódico. Aun así, parecía que la apreciación de la historia por parte de la mujer podía ser su única característica redentora. De hecho, la Chica con Horario Nocturno era afortunada de seguir en su empleo, pero Elena se había quedado demasiado asombrada al sentirse insultada para hacer algo más que alejarse. No es que importara. La australiana insolente es poco probable que sobreviva al hacha más de lo que lo harían sus colegas de bajo rendimiento. Hablando de malditos australianos ... Elena frunció los labios y apartó un poco el teléfono de la oreja. Jana Macy todavía estaba farfullando, tratando de cubrir su culo. "¡Basta!" Escupió a su teléfono. "Tus excusas son inútiles. No inútiles. No hay una razón válida para válida para que la circulación de Style Sydney esté en una espiral de muerte. Dobla los ejemplares de circulación y rápidamente. Intenta recordar que se supone que eres parte de la revista de moda impresa más importante del mundo. Realiza algunas historias reales de moda en profundidad. No profundidad. No empapelaría el baño del personal con las características que has puesto en marcha. Y haz algunas decisiones presupuestarias difíciles, o iré y las haré por ti, comenzando con tu contrato. Hemos terminado." Ella terminó la llamada con un pulsar malicioso de su uña del pulgar. "Felicity," dijo, sin mirar a su jefe de personal, que estaba al otro lado del espacioso asiento trasero. "Creo que ya te dije que quería un nuevo asistente personal para cuando llegara al Hudson Metro News. Y sin embargo todo lo que veo en este vehículo eres


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tú. ¿No fui lo suficientemente clara? ¿Sientes que tenerme con todo el personal era de alguna manera opcional?" "No, Elena. Es solo que se perdió. ” Felicity comenzó a tocar su teléfono. "O algo así. Le dije cuándo," su voz se elevó a una altura desesperada, "le dije dónde. Le dije que no llegara tarde. Y ella sigue enviándome mensajes de texto con actualizaciones sobre sus intentos de llegar hasta aquí. Y está a kilómetros de distancia — aún. aún.” "Despídela. Consígueme un nuevo asistente que no tenga problemas geográficos. Somos una empresa global, por lo que uno pensaría que comprender cómo funciona un mapa sería un requisito previo." Dirigió una mirada a Felicity, que no mostró reacción a la orden. ¿Por qué ella? Las asistentes personales eran cambiadas como zapatos con tacones cuando no lograron cumplir con sus estándares. El récord de la asistente más duradera seguía siendo de un año, nueve meses y dos semanas, o eso con frecuencia escuchaba a Felicity contarle a las nuevas asistentes. La titular era Colleen, una chica escocesa regordeta y dulce, con un acento impenetrable, cabello pelirrojo cegador y una memoria eidética. Elena había escrito personalmente a la chica una referencia cuando había seguido adelante. El evento fue tan raro que la atónita mujer llorara con grandes, engullidos y alarmantes sollozos que hicieron que Elena lamentara su generosidad al instante. Elena revisó sus mensajes de texto y se detuvo en uno. Su esposo deseaba su presencia en otra fiesta. La compañía de seguros de salud con la que trabajaba Richard tenía más fiestas que demandas en su contra. Suspiró mientras estudiaba la invitación. Todo quedó claro. Ella escribió su respuesta. Prefiero ver las bengalas que hacer otra reaparición. Además, ¿pensé que tenías una convención entonces? Miami? entonces? Miami? ¿Qué cambió?

Ella ya sabía la respuesta. Él estaba ocupado tratando de convencer al nuevo vicepresidente, un hombre que aún no había forjado alianzas, por lo que todos estarían revoloteando para convencerlo. Richard era singular en su búsqueda de estatus y poder. No poder. No había forma de que perdiera la oportunidad. Irónico que la gente pensara que era el encantador, menos ambicioso de su pareja. Elena no había sentido la necesidad de contarle que conocía a la esposa del vicepresidente, Annalise, porque Richard insistiría en que hiciera uso de la conexión. Ella y Richard veían el poder de manera diferente. Para su esposo, se trataba de impulsar su ego, llamar la atención y hacer que la gente lo admirara. Para Elena, el poder era XWPColección: Página y Facebook

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encontrar una compañía de rodillas que todos decían que no valía nada o una causa perdida, y resucitarla. resucitarla. ¿Insuflar vida a un cadáver? ¿Crear un latido del corazón de la muerte absoluta? Eso era poder. Su habilidad era ver las posibilidades y talentos enterrados en una selva de los medios de personas inútiles. Pero la mayoría de las personas solo se enfocaban en la destrucción, los productos moribundos que consumía, no en los que ella podaba para permitir el nuevo crecimiento. Lo que ella hacía era una habilidad que pocos podían entender. Elena dejó caer su teléfono en su bolso. Su mente vagó al lugar habitual en el que se encontraba cuando recordó sus pocas apreciadas habilidades en tiempos pasados. Los mejores tiempos no se desentierran. "Tendré mi base temporalmente en Hudson Metro News ," le dijo a Felicity. "Les he informado que les doy seis semanas para probarse a sí mismos. También trabajarás desde allí." No había forma de disimular la confusión en el rostro de la mujer. "¿En serio? Ah, sí, lo siento, quiero decir, por supuesto que hablas en serio. ¿Cuándo no?” Su jefe de personal le dirigió a Elena una mirada apenada. Había poco escondido en el rostro de la mujer — y en ese momento estaba consternada, conmocionada y con una pizca de repulsión. "¿Algún problema?" Elena preguntó en un tono de advertencia. No tenía que explicárselo a nadie, aunque Felicity había estado con ella el tiempo suficiente para plantear la pregunta ocasional. Pero no hoy. "No," Felicity dijo rápidamente. "No es nada." "¿Estás segura? Odiaría que ocultaras tus perspicaces pensamientos," Elena dijo en su tono más suave. Solo un tonto tomaría sus palabras en sentido literal. Y Felicity no era tonta. Los ojos de la otra mujer se abrieron de par en par. "N-no. Me sentiría honrada de trabajar contigo en un edificio del tamaño de una pecera con un aroma equivalente," dijo cortésmente, con la voz recortada. La sorpresa sacudió a Elena. "¿Has estado adentro?"


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Felicity asintió. "Huele como el Hudson que lleva su nombre. Quiero decir solo los pisos inferiores — los departamentos de publicidad y finanzas. Los miembros de nuestro equipo de cuentas se veían enfermos y pálidos cuando tuve que visitarlos allí el año pasado. Fue justo cuando los compraste. Hubo algunos documentos de debida diligencia que necesitaba recopilar." "Los costos de mantenimiento ..." Elena dijo en voz baja. "Agréguela a mi lista de asuntos pendientes para ese pequeño periodicucho." "Sí, Elena." La cabeza de Felicity se balanceaba arriba y abajo. "Puedo preguntar ... dices que les informaste que los evaluarás durante seis semanas. ¿Qué vas a estar haciendo allí realmente?” Elena la miró, impresionada por lo ágil que podía ser la mente de su jefa de personal a veces. "¿Por qué lo preguntas?" Dijo. "En la mayoría de las nuevas adquisiciones sabes en días o en una semana cuál es su futuro. Por lo general, solo revisando los libros. Quiero decir, sé que tienes al Hudson en un grupo de otros periódicos suburbanos, así que tal vez no sabes lo suficiente s uficiente sobre ellos, pero aún así... ¿seis semanas?" Se interrumpió bajo el intenso escrutinio de Elena. "Es solo, eh, interesante ..." "Sí, es interesante, ¿no? ¿Alguna otra pregunta? ” Ella inyectó acero en su voz, y Felicity se encogió ante el tono, sacudiendo la cabeza. "Bueno. Necesito "Bueno. Necesito que contrates a uno de nuestros abogados en Londres para que apoye a mi inútil ex esposo y le hagas comprender la importancia de no mencionar mi nombre para hablar de él mismo en las entrevistas. ” Su voz se volvió fría. "Recordarle al querido Spencer que la cláusula de confidencialidad que firmó en nuestro divorcio tiene dientes. Caros. Ah, y si se lleva el mérito de mi carrera una vez más, lo tendré en la lista negra. Tendrá que conseguir que su próximo libro sea revisado por una publicación que no sea de Bartell Corporation. ¿Y cuántas de esas quedan a ambos lados del Atlántico en estos días?” "Sí, Elena." Felicity garabateó una nota. "Y no estoy segura. No segura. No muchas." "Mm. Ponte en contacto con el equipo ejecutivo australiano, así como con su contador nacional, abogados y Don McKay de la junta, y diles a todos que examinen la hoja de cálculo que les envíe por correo electrónico. Algo anda mal en Style Sydney, y la podredumbre debe detenerse antes de que empeore. Necesito explicaciones. Quiero que Don esté informado por si tengo que hacer algo drástico ... y caro. Entonces reserva mi Lexus para un servicio. Quiero ir al viñedo de Martha para convencer a Stan de XWPColección: Página y Facebook

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vender. Quizás él estará más abierto a comprometerse en su propio terreno. Y dile a Perry que no, no usaré rosa en el baile de los Editores; no soy una reina del baile de dieciséis años o una cubretetera. No me importa qué tan 'exquisito sea el corte' o 'genial el nuevo diseñador' que desea promocionar. Es director de arte de un imperio de revistas de moda a nivel mundial — dile dile que piense así. Quiero no atreverme a sombrío, y soy perfectamente capaz de encontrar mi propio vestido si él no entiende eso ... " Hizo una pausa, mientras se acordaba de su extraño viaje en el elevador con esa trágica moda de ojos verdes. Elena aún no podía creer que la reportera del turno nocturno la hubiera desacreditado. Que ... decepcionante. Tendría que descubrir quién era ella. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido a alguien escupiéndole insultos directamente. Y nunca un subordinado todavía a su servicio. "Hemos terminado," dijo en voz baja.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Prometieron visitar. No lo hicieron. Las razones se acumulan como facturas sin pagar. Lo entiendo. Están ocupados. La vida se vuelve loca. Pero anhelo la limpieza del hogar y desearía poder pagar un boleto de regreso. Quiero escuchar, oculto en sus acentos amplios, el zumbido de las cigarras en verano y el suave tik tik tik de los rociadores del patio trasero. Quiero que el olor de ellos sea s ea un recordatorio del aire salado de Bondi Beach, mezclado con el sabor a vinagre del pescado y las papas fritas extendidas sobre el papel de estraza en la arena. Quiero el olor a hierba cortada y eucaliptos y el leve desinfectante en el tren a Bondi Junction, que siempre marcaba el inicio del fin de semana. Quiero el sabor de ellos. En el beso de saludar de nuevo, rozándome r ozándome las mejillas bronceadas, quiero encontrar el sabor único, casi polvoriento, del aire en casa. Cuando prometieron visitarme, ¿fue una mentira dicha a sabiendas? ¿Creen que tener a mi mejor amigo aquí significa que no los necesito? Incluso si no trabajamos los turnos equivocados, mi compañero de casa ha absorbido a Nueva York en su piel. Se ha convertido en la ciudad de la que rehuyo. Los extraño. XWPColección: Página y Facebook

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CAPÍTULO 3 Nueva Yorkear Mal Maddie se dejó caer en su sofá, considerando sus opciones. Era media mañana y estaba oficialmente despierta. Vestida incluso. Lista para aprovechar el día. Había dormido la mona de la resaca de Fun Factory, pero Simon todavía parecía que deseaba poder terminar con todo cuando se hubo marchado a su pasantía de negocios. Tal cobarde, pensó con cariño. Ella bostezó. Entonces otra vez Nunca se sintió completamente completamente despierta nunca más. Al principio, principio, asumió que era el turno de la noche que la fastidiaba. Llegaba a casa alrededor de la 1:45 a.m., recorría su departamento, o cocinaba algunas golosinas hasta que se sentía cansada o hasta que un arrugado Simon se arrastraba fuera de la cama y le arrojaba algo. Luego ella se caía en la cama y dormía hasta el mediodía. Pero había empeorado. Tal vez fueron los malos sueños. Estaba durmiendo más tarde y más tarde. Maddie suspiró y deseó poder ir a la playa y dejar que el sol le devuelva a la vida durante unos meses. Pero estaban en el extremo puntiagudo del invierno en Nueva York. Definitivamente extrañaba ver a Simon medio ahogarse surfeando. Él había estado allí durante años y todavía no podía sobrevivir al medio tubo (*). Él era pura tabla de cuerpo. Ella bostezó de nuevo. Probablemente debería hacer algunas tareas domésticas o intentar un poco entusiasta entrenamiento en el piso con un DVD. Maddie miró hacia la televisión silenciosa. Luego hacia el piso. O no. Se levantó y se dirigió a los armarios de la cocina para hacer un inventario. Un trabajo pesado en el supermercado para obtener más suministros para hornear le haría algún bien. Eso casi cuenta como como abrazar a Nueva York, ¿no es así? así? Si entrecierras los ojos?

(*)

Es una estructura en forma de U usada, generalmente, generalmente, en la práctica de deportes extremos, como el monopatinaje, el patinaje, la tabla nieve u otros tipos de bicicletas. bicicletas.


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Perdiendo interés, consideró su última opción. Podría actualizar su página. El blog secreto de Maddie sobre sus experiencias aquí llenaba sus horas entre despertar y sentirse culpable por no ‘ Nueva Nueva Yorkear.’ correctamente, e ir a trabajar. Ni siquiera Simon sabía que hacía esto. Era difícil hacer amigos en el trabajo, dadas las horas que trabajaba. Su blog la hacía sentir menos sola, no tanto como una extraña, y se sentía bien al ser seguida por tantos otros que también se sentían tan fuera de lugar lugar como ella. Maddie resolvió no pensar en lo mal que estaba en la experiencia de Nueva York. Ella tenía cosas más grandes de las que preocuparse. Como permanecer empleada. Y esta noche, tenía su primer turno en el trabajo desde el desafortunado desacuerdo con Elena Bartell. Tal vez debería tomar otra siesta y no pensar en nada de eso en este momento. Se dirigió al sofá, se dejó caer y jaló de la manta hasta el cuello. No hay daño en eso. ****** Maddie llegó a su escritorio al cinco para las cinco y se pasó los dedos por el pelo pelirrojo recortado. Después de dejar su s u mochila de lona sobre su escritorio, buscó por su lonchera que había preparado para la cena. La llevó al refrigerador de la oficina y regresó con una humeante taza de café. El turno nocturno no era tan emocionante como había pensado al principio cuando ganó su trabajo. Eso había sido una sorpresa — una una llamada de la nada. Alguien había visto el currículum que había pasado por todas partes cuando llegó a Nueva York por primera vez. Había estado tan emocionada. Era su oportunidad de probarse a sí misma al fin. f in. Sus amigos tenían buenas intenciones con todos los buenos deseos de Facebook y correos electrónicos, declarando que estaría haciendo historias ganadoras de Pulitzer en muy poco tiempo. Pero no fue más que simplemente presión. Había hecho todo lo posible y se había lanzado a historias, tratando de llamar la atención de los jefes del periódico. En vez de eso, cualquier cosa buena que desenterró durante la noche, los reporteros de sucesos del turno de día tomarían y desarrollarían. Se dieron el lujo de tener gente a su alrededor para poder entrevistar detenidamente. Incluso llegaron a hacer su trabajo metidos dentro del Departamento de Policía de Nueva York, el cual había establecido una oficina para todos los medios de comunicación. En cuanto a Maddie? Bueno, ¿quién estaba despierto a la medianoche y quería hablar sobre las estadísticas de asalto con ella o sobre algunas tendencias delictivas? XWPColección: Página y Facebook

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Maddie extrajo las fuentes de los medios de comunicación en su computadora. Eran resúmenes de las últimas noticias de las agencias de prensa — tales tales como AP, Reuters y AFP — a a las que se suscribió el periódico. Estos se deslizaron por su pantalla en páginas y páginas de fuente. A medida que las palabras llenaban su pantalla, las escaneó con un ojo desapasionado, buscando historias que pudiera desarrollar. Tenían que adaptarse a su ritmo. El crimen. Si el sujeto no estaba muerto, a punto de estar o en proceso de ser arrestado, ella seguía adelante. Al no ver nada que pudiera interesar a los lectores de Hudson Metro News, levantó su teléfono. Tenía una lista plastificada de los setenta y siete recintos policiales en los cinco condados pegados a su divisor de escritorio. Técnicamente, se suponía que no debía llamar a ninguno de ellos directamente. Por lo tanto, su primera llamada de la noche siempre era para el comisionado adjunto, información pública — o DCPI, ya que el trabajo era conocido. Bruce Radley solía estar de servicio ahora. "Hola, soy Maddie del Hudson Metro News," dijo, después de que Radley respondiera. "Algo aconteciendo?" "Lo de siempre, Srta. Gray. Ya te envié por correo electrónico los comunicados de prensa del día junto con todos los demás." Radley siempre sonaba tan sufrido, como si ella lo hubiera molestado, a pesar de que era su trabajo ser llamado por los medios toda la noche. Él hizo un punto de llamarla por su apellido y sacar el título de Señorita, porque nunca fue la Sra. Alguna mierda pasiva y agresiva, probablemente. "Sí, lo veo," Maddie dijo educadamente, tocando una pequeña nota informativa que le había llamado la atención. "El ladrón de joyas en serie en Longley Ave. — de de qué estamos hablando, joyas de la corona, chucherías de mujeres de la sociedad o ...?" "Un robo en un par de departamentos de viejos jubilados. No creo que los bienes robados valgan mucho." Ella garabateó en su página. "Bueno. Espero que los atrapes. Oye, la redada de drogas hace dos noches fue bastante impresionante," dijo en su voz más informal. "Catorce arrestados."


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La clave para atraer a un empleaducho de control de carretera como Radley era meterse en algo que realmente quisieras saber como una ocurrencia tardía a algo en lo que no te interesaba. A veces el hombre bajaba la guardia y no se daba cuenta y las cosas salían. Pero no a menudo. "Mmm, sí, disfruté su pequeña historia, Srta. Gray," el comisionado adjunto dijo, pero Maddie captó la cautela. Maldición. "¿Cuál es tu interés en repasar lo sucedido?" "Oh, me pregunto por qué a trece de ellos se les han retirado sus cargos caídos. Hubo tal fanfarronería de ello en todas las noticias. ¡Catorce arrestados! Gran descubrimiento de drogas! Y ahora, no. Todos ellos libres, excepto uno." "Todo está en el comunicado de prensa. Salió ayer — tu tu día libre supongo." "Sin embargo, no está en el comunicado de prensa." Maddie frunció el ceño y buscó el correo electrónico en cuestión. "Simplemente dice que los cargos se están llevando a cabo para una persona. He buscado y ... " "¿Qué puedo decir, Srta. Gray? Gra y? Son viejas noticias. Los cargos puestos en uno de ellos; no puedo hablar por los demás." "Pero…" "¿Algo más? ¿Algo que no sea la noticia de ayer?" Extra brusco ahora. Maddie se preguntó qué habría pisado. ¿Acaso los arrestos habían sido solo una mierda para empezar solo s olo para hacer las noticias nocturnas, y lo sabían? Y luego, cuando todos dieran la espalda, dejaron de lado las acusaciones y siguieron con la única persona culpable. ¿O el acusado restante era incluso culpable? Esto olía sospechoso como el infierno. Maddie sabía que tendría que seguirlo, o la curiosidad la mataría. "¿Qué precinto maneja el área donde se realizó la redada?" Revisó sus notas de hace dos días. "101st?" "Srta. Gray, es muy recomendable que los medios de comunicación dirijan todas sus llamadas a mi oficina y no molesten a los recintos individuales, lo que simplemente me devolverán sus preguntas. Como bien sabes." "Te escucho." Subrayó 101 en sus notas. "¿Así que me enviarás una declaración sobre por qué trece arrestos fueron retirados de cargos? De lo contrario, voy a llamar al 101st y preguntar directamente. directamente. “ "No puedes. Se recomienda encarecidamente ... " XWPColección: Página y Facebook

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Él podía aconsejarle todo lo que quisiera, pero no podía impedir que levantara el teléfono y los llamara. Se preguntó si su fanfarronería funcionaba en el resto de los medios de comunicación. ¿Los demás periodistas cumplían todos los requisitos y aceptaban esta regla arbitraria? No es así como le habían enseñado. Maddie golpeó su bolígrafo en su bloc de notas, interrumpiendo su discurso en las reglas del NYPD. Ella lo había escuchado docenas de veces. "Bien, entonces, ¿cuándo puedo esperar tu declaración?" Garabateo un círculo alrededor de la 101 y escribió ‘Queens’ junto a el. "Me pondré en contacto con usted más tarde, Srta. Gray," él terminó, despidiéndola, y colgó. Maddie puso los ojos en blanco. Por supuesto. No recibiría una declaración de él esta noche o cualquier otra noche sobre esto. O, si lo hiciera, sería de un párrafo de largo, diciendo una gran cantidad de nada nuevo, y se enviará por correo electrónico dentro de los próximos treinta segundos. Un copia y pegar directamente. Ella podría echarle un vistazo a eso. Maddie miró hacia la 101st Estación de policía p olicía y marcó. "Hola, soy Maddie Gray del Hudson Metro News, ¿podría hablar con el inspector adjunto, por favor?" "Ella ya se fue por el día." "¿Y qué hay de quien está supervisando allí ahora?" Maddie presionó actualizar en su correo electrónico. Nada. "El está ocupado. Y además, no deberías llamar al DCPI? "Sí, pero necesito una pequeña aclaración con la que el DCPI no pueda ayudarme. Es solo unos antecedentes sobre la redada de drogas en Redfern Houses hace dos días. ¿Podrías pedirle al oficial de escritorio que me llame cuando esté desocupado? No tomará ni un minuto." "Le diré que llamaste. ¿Nombre?" "Maddie Gray de la sección policial del Hudson Metro News. Mi número es —”


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Clic. Suspiró ante el mensaje poco sutil de que no le devolverían la llamada. En ese momento, un correo electrónico de Radley aterrizó. Cuarenta segundos. Se estaba volviendo flojo. El NYPD no tiene más comentarios sobre las operaciones de drogas del Domingo a las 00:40. Los cargos se están procesando en el caso de un tal Ramel Aiden Brooks, 18 años, en múltiples cargos de posesión de una sustancia controlada, a saber, cantidades de Vicodin, éxtasis, marihuana y oxicodona. El arresto se llevó a cabo en un departamento en Redfern Houses, Far Rockaway, de la Administración de la Vivienda de la Ciudad de Nueva York.

Entonces — nada nada nuevo; no más comentarios. Y si alguien en la 101st Estación de policía la llamara, compraría un boleto de lotería. Tal era la vida. Es por eso que el turno diurno era donde estaba la acción. Los inspectores suplentes, por ejemplo, trabajaban horas regulares y tendían a devolver llamadas. Dios, este trabajo podría ser aburrido. Maddie se abrió paso en el resto de los comunicados de prensa de NYPD en su bandeja de entrada. Un exhibicionista estaba recorriendo los parques infantiles. La descripción era ridícula — gabardina gabardina y botas de combate. Nada más. Hubo un tiroteo en el Bronx, pero no hubo víctimas más allá del coche deportivo negro, potente de alguien. Las estadísticas de allanamiento de morada la hicieron detenerse. Escribió eso, destacando las áreas más seguras y riesgosas en Nueva York. Sin choques. Fue más o menos el recorrido de una noche estándar. Maddie miró su reloj. Ya tan tarde? Se dirigió a la cocina de la oficina y agarró su lonchera. Contenía un sándwich de jamón básico, un pequeño y triste Tim Tam (el último de sus golosinas de chocolate de Australia hasta que su madre enviara más) y una lata de refresco dietético. Vivir bien. No era la selección más apetitosa, pero la cantina del personal se había cerrado hacía horas, y no podía enfrentar la cantidad de gente que todavía estaría bulliciosa en las calles, incluso a esta hora de la noche. De vuelta en su escritorio, Maddie se recostó en su silla y contempló su existencia. Hacía eso mucho últimamente. ¿Por qué soy tan mala tratando de convencer a Nueva York — personal o profesionalmente? ¿Qué me hizo pensar que podría hacer esto alguna vez? Ella había tocado fondo y se estaba ahogando. Le dio a su refresco una mirada hosca, abrió la lata y bebió un sorbo. XWPColección: Página y Facebook

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No era como si no hubiera estado aquí el tiempo suficiente. No podría usar eso como una excusa. Demonios, Simon había estado en Nueva York la mitad del tiempo que ella. Él había nacido con un alma sociable y parecía conocer a la mitad de todos en muy poco tiempo. Todos amaban a Simon. Sonó su teléfono, así que dejó caer la lata en el escritorio y se llevó el teléfono a la oreja. "Maddie Gray, Hudson Metro News." "Sargento Malloy, oficial encargado de la 101st Estación de policía. ¿Tienes preguntas sobre la redada de drogas de Redfern Houses hace dos noches? ” Maddie buscó un bolígrafo, en estado de conmoción. El hecho de que él llamara significaba que había tenido que buscar activamente su número, que su oficina no había tomado. Malloy realmente tenía que querer hablar con ella. "Sí," dijo, su corazón latiendo con fuerza. "Ese es todo el bebé de la Brigada de Narcóticos de Queens. Esto no tiene nada que ver con nosotros. No vuelvas a llamar. Buenas noches." El teléfono se cortó. Maddie lo miró fijamente. f ijamente. O él realmente quería que quedara registrado que su oficina no estaba involucrada en algo apestoso. "Hola, chickee. (Nombre que se le da a una mujer cariñosa, sexy, sex y, adorable)" Ella se sobresaltó. La secretaria del editor y la chismosa de la oficina, Lisa Martínez, estaba metiendo su teléfono celular en su bolso y sonriéndole. "Olvidé mi teléfono nuevamente. Tuve que regresar por él." Lisa no era una amiga, pero era lo suficientemente cordial, y a menudo pasaba el chisme del turno de día que Maddie echaba de menos como la solitaria chica del turno de d e noche. "¿Viste esa cosa nueva? ¿En el vestíbulo? ” Se inclinó sobre el escritorio, dándole a Maddie una vista inesperada de sus amplios activos. "¿Qué cosa?" Maddie deslizó su mirada más arriba.


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"Oh, una cosa pequeña llamada Jake. Metido en un uniforme de seguridad. ¡Músculos hasta su nariz!" Sus ojos se volvieron vidriosos. "Dime que no querrías una excelente pieza de eso." Entonces no lo haría. Lisa se sacudió el pelo y le dijo en un tono fascinado, "Creo que es de Texas. Él tiene esa forma de hablar. Ya sabes — todas todas las palabras alargadas, como si no soportara decirlas rápido. Puede cachearme cualquier día. ¿Estoy en lo cierto? ” Miró a Maddie para que la respaldara, como si tuviera una camarada que miraba lujuriosamente. En los ocho meses que Maddie había trabajado en el Hudson Metro, Lisa todavía no había percibido su completa indiferencia hacia la unión femenina. Especialmente Especialmente en temas en los que no tenía ningún interés. Como desmayarse por hombres con músculos. U hombres en absoluto. "Lo conocí cuando llegué. Parece que solo sabe cinco palabras," Maddie señaló con una sonrisa. "Ninguna de las cuales tiene más de tres letras. ¿De qué hablarían ustedes dos? ” Lisa estalló en un ataque de risitas, forzando su gigantesco pecho a alzarse y caer bajo de su blusa. Le dio a su cabello largo y oscuro otra sacudida. "Ha, chica , pareces pensar que me gustan mis hombres por su conversación." Maddie forzó una sonrisa. "Ah. Entonces, ¿está pasando algo? No estuve aquí ayer. ¿Qué me perdí?" "¡Oh, cariño, todo está en marcha!" La voz de Lisa se redujo a un murmullo de conspiración, a pesar de que eran las únicas dos personas en esta parte del edificio. "Así que trajeron a Jake de Bartell Corp, porque el tiburón tigre pensó que nuestra seguridad nocturna era una mierda." "Lo es," Maddie dijo. "Quiero decir que Garry Garr y es un tipo agradable, pero un un septuagenario con un mal del corazón y dos reemplazos de cadera no deberían ser nuestra primera línea de defensa defensa a la medianoche." medianoche." "Bueno, la jefa obviamente está de acuerdo porque zzzt ..." Se pasó un dedo por el cuello. "No más Garry. Hola, Jakey." Sus ojos se iluminaron. "Lisa, estás casada," Maddie dijo, medio divertida. XWPColección: Página y Facebook

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"Cierto, pero aún no estoy muerta. De todos modos," Lisa continuó mirándola sin arrepentirse, "la otra gran bomba es que nuestro gran jefe se ha ido." Señaló detrás de Maddie. Maddie se giró para mirar el cristal del gerente general, la oficina de la esquina. Se sentaba tan cerca de él que a menudo podía escuchar fragmentos de sus conversaciones telefónicas. Lo contrario también era cierto. Los colegas siempre la miraban con simpatía cada vez que descubrían dónde estaba su escritorio. Nadie quería sentarse bajo la mirada que todo lo ve de Barry Bourke. La única persona que se sentaba más cerca de Bourke que Maddie era su secretaria. Melissa tenía un escritorio de doble longitud inmediatamente detrás de Maddie y justo afuera de la oficina of icina de su jefe. Su oficina ahora completamente vacía. Maddie frunció el ceño. De repente se dio cuenta de que Melissa no había perdido el habla esta noche, como solía hacer entre las cinco y las seis cuando la secretaria estaba terminando su día. La mirada de Maddie cayó al escritorio de Melissa. Parecía tan vacío como el del gerente general. ¿Cómo demonios podría haberse perdido eso? Bueno, ella había estado bastante preocupada con sus propios problemas de empleo. "¿Así que Bartell lo despidió? Y a Melissa, también?" "Sip. Así de fácil. Supongo que Elena quería su oficina." Lisa se rió. "Y Melissa se fue con él. Su elección. Supongo que los rumores sobre esos dos eran ciertos." "Demasiado para el discurso elegante de Bartell acerca de que todos tenemos seis semanas para probarnos." "Sí, pero qué esperaba Bourke? Sus gastos son ... fueron ... locos. Lo sé — pasé pasé algunas de las facturas a Cuentas." "Dudo que los gastos de Bartell sean menos, sin embargo. Vamos, la mujer posee un jet privado por el amor de Dios.” "Pero eso no nos será facturado a nosotros. Ya sabes, desde un punto de vista contable, ella ya está ahorrándole al periódico una tonelada de dinero deshaciéndose del culo codicioso de Bourke." "Todavía me parece algo arbitrario." Maddie negó con la cabeza. "¿Cómo sabe que Bourke no era un genio? Apenas lo conoce." Todavía estaba molesta por la conversación


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en el elevador, cuando Bartell la había provocado sobre la posibilidad de despedirla en el acto. "Bueno, sabrás más pronto que el resto de nosotros cómo es ella," Lisa dijo con un brillo travieso en los ojos. "Diablos, ahora está sentada detrás de ti, serás capaz de escuchar casi todo lo que está haciendo. Así que, no te olvides de pasar cualquier buen chisme." Sentada detrás de mí. Maddie miró hacia la oficina de cristal con una sensación de hundimiento. Estaba absolutamente segura de que no quería estar tan cerca de la mujer. Maddie se dio cuenta de que Lisa estaba esperando una respuesta. "Um, no. Por alguna razón, creo que el espionaje de bajo nivel tendría mi culo chamuscado en poco tiempo. Necesito este trabajo para pagar el alquiler, especialmente viendo que mi compañero se va pronto." pr onto." "Oh," Lisa dijo con un puchero. "Está bien, supongo. Bueno, disfruta virtualmente sentarse en su regazo. Ustedes dos se verán muchísimo la una a la otra durante las próximas seis semanas. ¡Ella te mirará desde su escritorio todos los días como el demonio!" Lisa se rió con ganas y se despidió con la mano. Maddie recordó las indirectas sarcásticas de Bartell hacia ella — ‘ No No quiero estar mirando a un poeta beat deconstruido durante las próximas seis semanas ’. Sería incómodo si a Bartell realmente no le gustaba mirarla. Aunque Maddie no trabajaba horas normales, así que el problema de que Bartell no estuviera impresionada por su guardarropa no iba a ser un problema. No era como si una magnate de los medios de comunicación muy exitosa y mundialmente mundialmente famosa quisiera estar sentada en su oficina diminuta, prestada durante horas y horas. El hecho de que fuera a estar es tar aquí durante seis largas semanas era bastante extraño. ¿Pero estar aquí fuera del horario también? Maddie estaba bastante a salvo. Ella exhaló de alivio.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Las expectativas son una de las fuerzas invisibles más m ás poderosas de la vida. Nos aplastan la garganta más fuerte que cualquier corbata. Nos irritamos con ellas, negamos que existan, pretendemos que no nos importan, pero no podemos tener suficiente de ellas. Las


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expectativas alteran nuestro mundo. Pueden ganar o costarnos un trabajo, un amante, un pleito, una vida. Somos adictos a las expectativas. Yo, soy adicta a las expectativas. Mírame, viviendo la vida que se espera de mí. Podría estar fracasando felizmente en casa. En cambio, estoy teniendo éxito miserablemente aquí. Sé que centrarse en las expectativas es un desperdicio inútil de recursos mentales. Ellas no son reales. Están completamente en nuestras propias mentes. Y, sin embargo, siempre regreso por otra dosis. ¿Por qué?


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CAPÍTULO 4 Hábitos de los Magnates de los medios medios de comunicación con gran éxito Dio la casualidad de que Maddie no sabía nada sobre los hábitos de los magnates de los medios de comunicación con gran éxito. Resultó que a Elena Bartell le gustaba pasar la mayor parte del día d ía fuera de la oficina, o al menos eso Lisa le informó, y solo aparecía en el Hudson Metro a eso de las tres cada día con una mujer rubia y tensa en su estela. Era la misma mujer que Maddie había visto con ella el primer día. Ahora estaba sentada en el viejo escritorio de Melissa, justo afuera de la oficina de Bartell, y Maddie estaba exactamente a una silla de 180 grados separada de ella. La rubia se llamaba Felicity Simmons. Tensa ni siquiera era el comienzo. Estaba molesta y malhumorada y toda clase de snob, como si hubiera estado llena de lecciones de elocución en la escuela privada, pero leal a un defecto sobre su jefa. De vez en cuando, sin embargo, su acento se deslizaba y había un leve tintineo del medio oeste. Maddie sonrió. Ella era un fraude. "¿Qué estás mirando?" Felicity exigió cuando la sorprendió mirándola. ¿Donde empezar? ¿El moño apretado, rociado de spray del pelo y el cuerpo severo y anguloso que la hacía parecer una bailarina de ballet de Europa del Este? ¿Los ojos extraordinariamente abiertos, los pómulos marcados o los labios finos con un labial morado que le daba una apariencia de bibliotecaria? "¿Hay algo que no hagas? ¿Dónde vas a conseguir entradas para ese espectáculo mañana por la mañana?" Maddie Preguntó. Preguntó. "¿Tu jefa no sabe que están agotadas?" Había escuchado la demanda entrecortada de Bartell cuando comenzó a trabajar. Nadie había podido conseguir entradas para Song of Eternity durante meses. "Ella lo sabe," Felicity dijo en un tono cortante. "También sabe que tengo contactos con la firma de abogados que cubre el espectáculo." Ella resopló. "Y, por lo general, este no sería mi trabajo en absoluto. Pero Elena no tiene una asistente personal en este momento." Parecía agotada, horrorizada y todo tipo de exhausto. No es que Bartell pareciera apreciar a la mujer. Por lo que Maddie había visto, su jefa era exigente y desdeñosa con Felicity.


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"¿Por qué no renunciar?" Maddie Preguntó. "Si ella es tan ardua labor." "¡Renunciar!" Felicity miró de reojo. "¿Estas loca? ¿Sabes incluso cuál es mi trabajo?" Maddie se encogió de hombros. "Eliminar la mierda a una jefa suprema de los medios de comunicación." "No soy tal cosa. Y ella es ... complicada." "Es mala contigo. Como, la perra mala del tamaño de King Kong." Felicity puso los ojos en blanco. "Sí, bueno, no es personal. Nadie la entiende." El como yo lo hago fue tácito, pero Maddie lo escuchó de todos modos. "Y si supieras la mitad de las cosas que tiene que soportar día a día, todas las pelotas que tiene en el aire que hace malabares, te sorprendería," Felicity continuó. "Pero no, eres como la prensa sensacionalista. En lo único que quieres enfocarte es en cómo hace las cosas, no en lo que hace. Pero, qué sabes de todos modos? ¿No eres tú la chica de los obituarios?” "Y sucesos." Maddie Ma ddie le lanzó una sonrisa. "Es el pan de cada día d ía de un periódico suburbano." "Fascinante, estoy segura." "Vamos, es una habilidad conseguir una redada de drogas a gran escala en 150 palabras," Maddie dijo, haciendo caso omiso del sarcasmo. "Pero tienes razón, es un poco aburrido después de un tiempo." La expresión de Felicity fue incrédula. "Y estás compartiendo todo esto, ¿por qué?" Maddie sonrió. "Te confundí con un ser humano, y pensé que estábamos teniendo una pequeña charla." "Incorrecto en ambos aspectos. Y tengo una carrera de verdad para atender. Eso significa mantener a Elena organizada y en el horario previsto, sus contratos actualizados, y tener todo lo que necesita, incluyendo entradas para dos personas para Song of Eternity. No escuchar el parloteo de la oficinista subalterna que podría estar desempleada en cuestión de semanas." "Guau. Golpe bajo." Maddie estaba impresionada por lo poco que a Felicity parecía importarle si le agradaba. Ella y su jefa estaban hechos la una para la otra.


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Felicity le lanzó una mirada indiferente, por lo que Maddie captó la indirecta y regresó al trabajo. Las horas se derramaron, y antes de que se enterara, era casi medianoche. Echó un vistazo alrededor y encontró la acostumbrada oficina vacía. Sofía, la mujer de limpieza, estaba pasando la aspiradora por algún lado, pero Maddie no podía verla. La luz todavía estaba encendida en la oficina de Bartell, aunque la mujer no estaba a la vista. Con un suspiro y un refunfuño sobre los ejecutivos de medios ambientalmente inconscientes que contribuyen a los gases de efecto invernadero, se apartó de su silla y se dirigió a la oficina. Asomó la cabeza, alcanzó alrededor y accionó el interruptor. "¿Quién hizo eso?" Una voz ultrajada dijo desde algún lugar de la habitación a oscuras. Maddie alcanzó, encendió de nuevo la luz y miró a su alrededor. Una cabeza oscura se alzó desde el piso detrás del escritorio, y Maddie miró fijamente a la furioso mirada de Elena Bartell. Estirando el cuello, pudo ver una estera de yoga en el suelo debajo de Elena. Oops. Mierda. "¡Me estaba estirando!" "Lo siento," Maddie dijo. "De verdad. Pensé que te habías ido. Y — " " "¿Y pensaste que podrías salvar un árbol en el Amazonas o algo por el estilo?" Bartell se elevó en toda su estatura, estirando los brazos por encima de su cabeza y balanceándose, a izquierda y derecha. Sus brazos estaban tonificados y claramente usados para hacer ejercicio. Su nueva posición tuvo el efecto de empujar su pecho hacia adelante, envuelto en una apretada camiseta blanca. Las mejillas de Maddie se calentaron. "Yo ... uh ..." Bartell giró su cuello, como si desplazara las torceduras, sin quitarle los ojos de encima a Maddie. "Oh muy esclarecedor. Gracias a Dios que eres una periodista donde las palabras son tu habilidad." Maddie hizo una mueca. "Sí. Um, no sabía que estabas aquí. ¿Piensas en cuánto dinero podría haberte ahorrado, apagando apagando las luces y todo? ” "Mm." Bartell sacudió sus brazos. "Ya que estás aquí, arruinando mi breve margen de relajación, puedes hacerte útil. Chai latte con leche descremada, extra caliente." "Um, sabes que no soy una asistente personal, ¿verdad? Y si nuestra cocina almacena chai latte, venderé mi casa." XWPColección: Página y Facebook

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"¿Quién dijo algo sobre que lo sacarás de nuestra cocina? Y no tienes una casa para vender; me sorprendería si no estás alquilando un armario de escobas. En cuanto a no ser una asistente personal, tampoco pareces ser una verdadera periodista, así que esto es un avance." Maddie minimizó su molestia por la burla. No parezco una periodista? ¿Cómo demonios iba ella a saber? "Lamento no ser más directa. No soy tu asistente personal. Soy tu escritora subalterna de sucesos y obituarios." Lo dijo amablemente, pero tenía que ser un enfoque suicida. Aun así, no había forma de que fuera corriendo a la medianoche hasta el Starbucks de Times Square abierto las 24 del día desde ahora hasta que Bartell destruyera el Hudson Metro News y siguiera s iguiera adelante. No quería convertirse en una Felicity, quien llevó la adulación hasta nuevas alturas. Bartell la miró, con los dedos en las caderas, tamborileando ferozmente, y Maddie pensó que estaba a unos tres segundos de ser despedida. Decidiendo que retirarse era la mejor opción, añadió apresuradamente, "Pero debería volver al trabajo, y lamento arruinar tu cosita de yoga." Regresó a su escritorio, sintiendo esos ojos en ella todo el tiempo. Sus hombros caídos. En serio, qué había hecho para ganarse la ira de Bartell? ¿Cómo puede alguien estar enojado por tener una luz apagada? o era otra cosa? ¿No estaría todavía enojada por la referencia del steampunk del pasado? Dios, era eso? De cualquier manera, parecía como si Bartell no la soportara, y Maddie no estaba ayudando mucho. Entonces qué iba a hacer al respecto? ¿Sentarse y deprimirse por el resto de las seis semanas? Jugueteó con la esfera de nieve del Sydney Harbour en su escritorio, la sacudió y observó los inverosímiles copos de nieve cayendo. Estaba hecho ahora, ¿verdad? Ya había enojado a su nueva jefa y no podía retractarse. Así que debería simplemente ... ser ella misma. Dejar de preocuparse. Hacer lo que normalmente haría. Volvió a colocar a Sydney Harbour en su lugar y abrió sus fuentes en la computadora para verificar las agencias de noticias y los comunicados de prensa. Más tarde, se pondría mediante otra llamada al Escuadrón de Narcóticos de Queens. Una solicitud formal para una entrevista a través de DCPI no había llegado a ninguna parte. Entonces quizás el escuadrón de drogas se cansaría de ser acosado por la loca Australiana y realmente devolvería su llamada? O no.


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****** Cuando Maddie llegó al trabajo al día siguiente, había una nueva asistente personal sentada junto a Felicity — una joven temerosa con las piernas hasta la barbilla y el equilibrio de un gatito de un día de nacido. Si ella no estaba tratando de decidirse por los zapatos con plataforma, podría tener la esperanza de hacer su trabajo. Maddie miró por el rabillo del ojo, mientras la asustada asistente daba saltos arriba y abajo con cada pedido de Bartell, y su rostro se volvía cada vez más y más asustado. Maddie hizo girar su silla cuando desapareció en otro encargo, y su mirada se conectó con la de Felicity. "Le doy tres días. Ella es un colapso humano." "Generoso. Estoy esperando a que renuncie para el final del día. La encontré en el baño con lágrimas corriendo por su rostro. Dijo que su situación laboral no era ‘lo que esperaba’.” Los dedos de Felicity se agitaron para formar comillas burlonas en el aire. "¿De verdad creía que trabajar para una leyenda de los medios mundial sería pan comido?" Maddie se encogió de hombros, y su mirada se lanzó rápidamente hacia la mujer incómoda, regresando con el papeleo bajo el brazo, con las piernas temblorosas. "Uh-oh." La mujer se plantó frente a Elena en una maraña de extremidades y un chillido lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de todos en el piso. Ella se agarró el tobillo. "Demonios, se ha torcido." Felicity descolgó el teléfono. "Conseguiré un eventual, luego comenzaré la búsqueda de otra nueva asistente. No estará caminando pronto sobre ese tobillo." "Voy por un poco de hielo." "No te molestes. Le llamaré un taxi también. Puede lidiar con eso en casa." Maddie negó con la cabeza ante la insensibilidad de Felicity y fue a la cocina de la oficina de todos modos. Después de encontrar hielo en la parte posterior del congelador, lo envolvió en una toalla de cocina. Maddie se dirigió de regreso, ignorando la fría mirada de Bartell desde el interior de su oficina, y le pasó el paquete frío a la asistente, que ahora estaba en su asiento. Enormes ojos llenos de lágrimas recibieron a Maddie. "Gracias," la asistente susurró, colocándolo en su tobillo. "Duele como el infierno. Y Elena acaba de despedirme." "Oh," Maddie dijo. "Bueno, ella hace eso. Mucho. O eso me han dicho."


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Los ojos húmedos frente a ella se abrieron de par en par, se alzaron centrados detrás del hombro de Maddie. Se giró y encontró a Bartell a un pie detrás de ella, mirándolas. "Creo que tienes trabajo que hacer," le dijo a Maddie. "Entiendo que ser niñera no está más cerca de los deberes de un periodista que el asistente personal. ¿O he malinterpretado la descripción de tu trabajo como me lo explicaste? ” Maddie dio palmaditas suavemente a la pierna de la joven y se levantó. "A ella le duele." "Al igual que yo que tuve que escuchar sus gemidos." Maddie le dio una mirada oscura y regresó a su escritorio. De todas las perras groseras, insufribles e insensibles. Ella le lanzó una mirada rebelde sobre su hombro. El guardia de seguridad con los músculos hasta la nariz había llegado para ayudar a la mujer herida a salir del edificio. Bartell estaba ignorando toda la escena, de vuelta a su computadora, una expresión de indiferencia en su rostro. Cristo. Elena Bartell no era solo un pescado frío, sino un sushi congelado. Maddie cambió su atención al trabajo. Debía escribir un obituario. Algún profesor había muerto después de cincuenta años en el servicio. Maddie tenía que elegir personas quienes pudieran identificarse entre su audiencia — tales tales como líderes empresariales, las celebridades y las estrellas deportivas — pero pero se lo dejaban a ella cuando ningún famoso había muerto. La Sra. Mavis Swenson parecía haber vivido una vida mundana, hasta que Maddie leyó lo que sus hijos habían enumerado como sus pasatiempos. ¿Montañismo? ¿Rappel? Ella avergonzó a Maddie. Maddie tenía veintiséis años, y su traspié en su carrera le había costado tanto tiempo. Había perdido dos años y medio obteniendo un certificado de nivel cuatro en hotelería y administración de catering (servicio de comidas) para poder entrar en el negocio de su familia. En vez de eso, cambió a una carrera de periodismo, seis meses antes de que obtuviera el diploma. Sus padres se horrorizaron, rogándole que al menos terminara el curso. Ella no había visto el caso. ¿Seis meses más haciendo algo que odiaba? No, gracias. La desventaja de cambiar de carrera era que ahora se sentía como la reportera novata más vieja de la historia, y todavía todav ía estaba sin lograr nada. Unas horas más tarde, un destello de rubia en sus inmediaciones le llamó la atención. Felicity estaba tratando de explicarle a una persona cuáles cu áles serían sus deberes. No es que estuviera haciendo un trabajo particularmente minucioso.


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"Esa es la oficina de Elena. Ella es Dios. Haz lo que Dios dice, lo que sea que diga, y no tendremos ningún problema. ¿Entendido? Bueno. Ahora ve por el pedido de chai latte que escribí para ti. ¡Ve!" Cuando la mujer desapareció, Felicity se dejó caer en su escritorio con un suspiro preocupado. "¿Cómo siquiera haces algún trabajo si todo lo que haces es iniciar nuevas asistentes personales y eventuales?" Maddie Maddie preguntó, girando su silla para para enfrentar a Felicity. "Haría mucho más si la escritora de personas muertas dejara de molestarme." Maddie ignoró la pulla. Ahora se estaba dando cuenta de que esto pasaba cuando Felicity casi era amistosa. "Oye, ¿qué haces realmente por tu jefa? No eres una asistente, porque sigues contratándolas para ella. Lo reduje a algo entre 'lo que sea que Elena quiere' y 'algo relacionado con la ley'. Entonces cuál es? ” "Ambos. Soy su jefa de personal. Tengo un MBA (Maestría en Administración de Empresas) y un título en derecho de Harvard. Pude haber establecido mi propio bufete." Maddie la miró. Ella parecía demasiado joven para todo eso. "Entonces por qué no?" Felicity la miró boquiabierta. "Se seria. ¡Mira para quién estoy trabajando! Soy testigo de algunos de los movimientos mediáticos más cruciales realizados en este siglo. Soy la mujer a la que llaman casi cien abogados de todo el mundo cuando tienen negocios con Elena. Mantengo al Titanic alejado de los icebergs, muchas gracias." "¿Oh? ¿Cien abogados? Quiero decir ... ¿se supone que es bueno?" "Oh, Dios mío, realmente puedes ser esta ... esta ... australiana? Elena es una leyenda de los negocios. Y yo soy su mano derecha. Ella confía en mí. Estoy a la vanguardia de todo. Preparo contratos para la firma y asesoro en evaluaciones de riesgo de adquisiciones comerciales. Como esta." Agitó la mano hacia la sala de redacción. "Entonces por qué está aquí? ¿Le dijiste que comprara este lugar? ” "No seas ridícula, no hice tal cosa. Si por mi fuera, este lastimoso periódico estaría en el fondo del Hudson. Estaba en un paquete de publicaciones que compro por casi nada. Algunas de las otras publicaciones en el paquete tenían mérito." "Entonces si este lugar es un agujero, por qué incluso se está debatiendo mantenerlo? Y pasar seis semanas pensando en ello, lo que parece mucho tiempo para alguien como ella." XWPColección: Página y Facebook

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Una mirada desconcertada cruzó la cara de Felicity. "Elena es una empresaria brillante. Estoy segura de que su estrategia se revelará. Incluso si alguien no puede verlo, ella siempre puede. Ella piensa diez pasos por p or delante del resto. Estoy aprendiendo mucho aquí. Es una oportunidad increíble." "¿Sí?" Maddie la estudió por un momento. "Entonces por qué siempre te ves tan miserable?" Hubo una suave risa entre dientes de la oficina de vidrio detrás de Felicity, y ambas mujeres se congelaron. El pánico llenó los ojos de Felicity, mientras imploraba en silencio a Maddie que le dijera si Bartell había escuchado su conversación. Los ojos de Maddie se alzaron y se unieron directamente con los de Bartell. Oh, mierda. Ella había escuchado perfectamente. Maddie bajó la mirada hacia Felicity y asintió levemente. La mujer perdió todo el color de sus mejillas. Maddie quería darle una sacudida. Se tomaba su trabajo demasiado en serio. Por supuesto, al menos Felicity tenía un trabajo. Y tenía una gran trayectoria profesional y perspectivas de futuro, todo trabajando para alguien alguien a quien adoraba. Porque tampoco era un secreto, la mujer estaba loca por su jefa. O al menos locamente enamorada de la idea de ella. Apestaba ser ella, Maddie pensó con simpatía, y se estiró por el archivo de la Sra. Swenson. Oh, genial. El Monte Kilimanjaro cuando tenía treinta años. No, Maddie no tenía derecho a juzgar a Felicity Simmons. Simmons. O a alguien más. ****** Una riada de lágrimas saludó a Maddie cuando llegó al trabajo al día siguiente. Descubrió a la mujer de Finanzas, Josie algo, recibiendo palmaditas en la espalda por sus colegas. "¿Qué ha hecho tu jefa ahora?" Maddie dejó su bolso en su escritorio y se volvió hacia Felicity, quien tenía una expresión de irritación pura en su s u rostro. La jefa de personal le lanzó a Maddie una mirada helada. "Por supuesto que la culparías a ella. En realidad, ese hijo de la mujer Josie fue enviado a casa de la escuela con una enfermedad que involucraba grandes cantidades de vómito. El padre está en casa con el niño, pero tengo entendido que su jefe de noticias insiste en que Josie se quede y haga el informe del presupuesto ejecutivo de la ciudad de Nueva York, no que vaya a casa con su hijo. Me da miedo pensar qué clase de texto presentará de todos modos. Pero, francamente, esto depende de ella. Debería haber pensado en todo esto antes de tener hijos." XWPColección: Página y Facebook

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Maddie se atragantó con lo absurdo de la declaración. Se preguntó si s i el trasero de bailarina de baile de Felicity era demasiado duro. "¿Uh, cómo? Josie debería haber deducido antes de tener hijos que un día su hijo se enfermaría y eso entraría en conflicto con una gran noticia. ¿Eso tiene sentido en tu cabeza? ” "Por favor . Los padres juegan la carta de los padres con demasiada frecuencia. Se toman todas las vacaciones, siempre van a casa temprano o a la escuela para alguna obra de teatro, concierto o lo que sea. No me ves llorando porque alguien en mi familia tiene un resfriado. Si te tomas en serio tu carrera, es simple: no procrees." "Felicity." La voz de Bartell era aún más fría que su mirada, mientras se inclinaba fuera de su oficina. "¿Dónde están los contratos de Londres? ¿Y por qué falta mi última eventual? La necesito. Ahora." Felicity voló de su silla como si estuviera escaldando. "Elen ... Yo-yo iré a localizarla. Creo que estaba intentando averiguar donde esta la fotocopiadora. ” Se alejó corriendo. "¿Qué es ese ruido ?" Bartell frunció el ceño. Dio unos pocos pasos fuera de su oficina, y su mirada se desvió hacia la mujer inconsolable, que ahora intentaba escribir con dos dedos entre torrentes de lágrimas. "La escritora de finanzas," Maddie dijo. "Josie. Haciendo la historia del presupuesto." "Debe ser un presupuesto terrible." Maddie reprimió un bufido de risa, insegura de si hablaba en serio. "Ella está haciendo una escena. Inaceptable. ” Bartell caminó hacia la angustiada mujer. Todos los ojos en la oficina se giraron para mirar, mientras la imponente jefa de Bartell Corp daba golpecitos en la torre del disco duro en el escritorio de Josie para llamar su atención. "¿Qué es esto?" Bartell dijo, con la voz tensa. "¿Estás en el trabajo y tienes un hijo enfermo?" "¿Q-qué?" Josie esnifó. "No tendré una incubadora humana que ponga a esta oficina en riesgo de contaminación." "Pero no es ... no es contagioso. Quiero decir ... no puedes atrapar el reflujo gastroesofágico, es —”


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"Vete a casa," Bartell dijo, alzándose a su altura máxima. "En seguida. No quiero volver a verte hasta que no corras el riesgo de propagar viles gérmenes al resto del personal, y especialmente a mí." "P-pero el presupuesto ..." "A casa," dijo. "Ahora." "Sra. Bartell, puedo hablar con usted, por favor?" Dave Douglas, el jefe de noticias, tenía una mirada preocupada mientras se metía en la escena, su mirada se dirigía a su reportera financiera y de regreso. "¡No! No tengo ni un minuto. Se supone que debo tener una conferencia telefónica con Hong Kong. En cambio, estoy perdiendo el tiempo a una distancia para atrapa las enfermedades de esta persona escandalosa, infectada. ” Bartell miró a Josie, que estaba congelada en su asiento. "¿Qué dije? ¡Vete! Y no vuelvas hasta que sea seguro que estés cerca." Bartell se giró sobre sus talones y regresó a su oficina. Un destello de ira cruzó la cara de Dave, y apretó su mandíbula. Señaló a un hombre sentado cerca de la reportera financiera. "Hazte cargo, Robert. La fecha límite es una hora. Creo que la mayor parte está hecho. ¿Verdad?" Miró a Josie por confirmación. Josie asintió entre sollozos. Empujó una carpeta hacia Robert, murmurando algunas indicaciones. Cuando Bartell pasó frente al escritorio de Maddie, la magnate de los medios se detuvo ante su abierta curiosidad. "¿Tienes una opinión?" "No," Maddie dijo. "Pero Josie no es una enfermedad de riesgo más de lo que eres tú." Ella bajó la voz y se arriesgó. "Y creo ... que tal vez tú también lo sabes." Los ojos de Bartell destellaron una advertencia. "Estoy segura de que hay más maestros que escalaron el Kilimanjaro que necesitan elogios mucho más de lo que necesito tu opinión médica." La sorpresa inundó a Maddie. "¿Leíste mi obituario?" "Alguien tenía que hacerlo," Bartell dijo. "Dudo que lo hicieran nuestros lectores, teniendo en cuenta donde fue redactado. Ahora, por qué no estás trabajando? Hemos terminado."


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Maddie se volvió hacia su computadora y vio como Josie prácticamente salía corriendo del edificio, una expresión de profundo alivio en su rostro. Maddie se preguntó si alguien más entendería el favor que la presidenta de Bartell Corp le había hecho. Podía ver las caras incrédulas del resto del personal, intercambiando miradas furtivas. Probablemente estarían tuiteando sobre su severa y germófoba jefa suprema en dos minutos bajo un alias inteligente. Pero Maddie sabía la verdad. ¿Qué germófoba hacía yoga en una estera en un piso de oficinas deteriorado? Cuán ... inesperado.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Alguien dijo una vez: "Sé tú mismo; los demás puestos ya están ocupados." Sin duda, este es el consejo más difícil que se haya ofrecido. Todos usamos máscaras. Todos somos mentirosos practicados, cuidadosamente curándonos a nosotros mismos para el beneficio de los demás. Es solo natural, ¿no es así? No queremos que extraños sepan que somos secretamente nerviosos o tímidos o intimidados o cobardes. Que no somos lo suficientemente valientes o lo suficientemente listos o lo suficientemente adinerados o que apenas lo sobrellevamos. Entonces simulamos la facilidad y la perfección de nuestras vidas. Soy la primera en admitir que publiqué una selfie sonriente de mí en Times Square con #objetivosdevida en la leyenda. Soy un fraude. Pero escribir #ahogándomelentamente o #perdidayavergonzada no tienen el toque pegadizo. Nunca se sabe realmente lo que hay bajo la máscara de nadie hasta que doblas una esquina y comienzas a despegarla. Me asombra que alguien permita que otro ser humano les haga esto. Para decir voluntariamente, oye, este soy yo. ¿Te sigo gustando? El consejo podría ser correcto — pero pero por Dios, es pedirnos mucho.


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CAPÍTULO 5 Bolas exóticas y exorcismos Maddie llegó a casa justo antes de las 2:00 a.m., sintiéndose nerviosa como el infierno, y la necesidad de hornear la golpeó. Fuerte. A veces, y afortunadamente, Simon nunca se quejaba demasiado al ser despertado con el sonido de una batidora o un temporizador del horno que se apagaba a todas horas. De todas las adicciones que tenía, al menos hornear significaba una recompensa para Simon, dado que siempre tenía que probar el botín por la mañana. Aún así, ella realmente le debía mucho a él por todas las formas en que arruinó sus patrones de sueño. Maddie tarareó mientras revolvía los ingredientes en su tazón. Copos de quinua, proteína de vainilla en polvo, almendras, especias chai, dátiles medjool y coco. Pensó en Bartell ... Elena, se corrigió a sí misma ... y sus anhelos nocturnos por el té chai. El sabor de las bolas de proteína exótica de Maddie probablemente complacería a cualquier fanático de esa variedad de té. Mientras trabajaba, contempló a Josie, tan desesperada por ir a casa, y a Dave, quien llevaba en su cara ‘esto es una locura, estamos en un maldito plazo ’. Maddie frunció el ceño y roció un poco más de coco. Elena había descendido como una tormenta eléctrica, haciéndole a Josie un favor disfrazado de reprimenda. Había sido bastante brillante, ahora lo pensaba. Elena no podía haber ignorado directamente al jefe de noticias sobre una historia sin triturar su autoridad, y ella necesitaba que él conservara el respeto de su personal para que fuera efectivo. Entonces hizo que pareciera un problema extraño, personal que le permitió a su jefe de departamento salvar las apariencias, Josie se iría a casa, y Elena ... Bueno, se veía pequeña, extraña y sin empatía. Ella se pondría su máscara de tiburón tigre para un buen uso. Nadie más podría haber entendido lo que había hab ía hecho, pero Maddie lo hizo. Se preguntó qué era lo que realmente estaba debajo de la máscara. Elena podría haber permitido que se mostrara esta grieta, pero su máscara parecía soldada como una armadura el resto del tiempo. ¿Se la quitaba en casa? Seguramente lo hacía. Mientras Maddie revolvía, su cuchara de madera se volvió borrosa, decidió que no importaba. De cualquier manera, la mujer merecía una pequeña recompensa por su galantería de artes oscuras.


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****** Dieciséis horas después, Maddie estaba de vuelta en el trabajo. Checo el reloj. Eran casi las cuatro, así que llegó una hora antes. Echó un vistazo a la oficina de la esquina vacía. Elena estaba ausente de su escritorio, y Felicity y la eventual tampoco se veían por ningún lado. El bolso de marca registrada negro, brillante posado en el escritorio de la jefa de los medios le indicó a Maddie que no podía estar muy lejos. Cogió un pequeño recipiente de su mochila y vació seis bolitas en un plato desechable que había sacado de la cocina. Maddie deslizó el plato sobre el escritorio de Elena y acomodó la presentación tres veces hasta que quedó satisfecha. Luego se alejó. Cuando Maddie regresó a su escritorio, su corazón latía con fuerza, y sintió como si hubiera logrado algo especial. Lo cual era ridículo, en realidad. Todo lo que había hecho era poner comida en el escritorio de su jefa de forma anónima. Comida que podría ni siquiera comer. Porque, pensándolo bien, ¿qué tan tonto sería comer comida extraña cuando eres la jefa que la gente ama odiar? ¿O simplemente odia odiar? De acuerdo, así que no había pensado en esto. Fue una tontería hacer. Muy tonto. Demonios. Maddie empujó su silla hacia atrás para ir a buscar el plato, solo para encontrar una mirada de ojos azules fija en ella mientras Elena cogía, estudiaba por un momento, y luego mordía cuidadosamente una bola de té chai. Maddie tragó al mismo tiempo que Elena. Una expresión de sorpresa cruzó la cara de Elena, y el indicio de una sonrisa. Entonces nada. Elena volvió a su computadora. Frente a su propia computadora, Maddie escuchó por el sonido de escupir. Esperó, con las orejas tensas, durante cinco minutos. Cuando nada sucedió, trató de volver al trabajo. Su corazón solo disminuyó su palpitación después de que se recordó a sí misma que no era como si Elena supiera que las golosinas eran por parte de ella. Todavía quedaban muchas personas en el edificio a las cuatro. El ofrecimiento podría haber sido de cualquiera de ellos. Echó un vistazo ocho o nueve veces más durante toda la noche, y la pequeña pila de bolas casi había desaparecido al final de la misma. No es que hubiera estado estresada por eso o algo así. No para nada. La décima vez, Elena la miró directamente y le dedicó una débil sonrisa mientras se metía la última bola en la boca.


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No por primera vez, Maddie se preguntó qué diablos estaba pensando Elena. Elena. ****** Elena masticó lentamente y reflexionó sobre Madeleine Gray. Sus pequeñas bolas de comida fueron una ofrenda inesperada. La forma en que la periodista novata de sucesos la había observado con tanto miedo cuando probó la primera al instante le dijo la identidad del chef. A medida que las ofrendas disminuían, di sminuían, eran sublimes. No es que compartiría eso con ella. Era una tontería volverse demasiado amistoso con el personal, especialmente con los que probablemente serán despedidos en unas semanas. Su humor se oscureció al recordarlo. Los números en el Hudson Metro eran peores de lo que esperaba. Sus planes ahora eran una certeza. Tendría que hacer que Felicity hiciera las llamadas apropiadas. Sus pensamientos volvieron a Madeleine. ¿Qué sabía Elena de ella? Era de Sydney. Era una reportera. Estaba nostálgica, probablemente, si la conversación del elevador era una indicación. Ella parecía ... infeliz. Madeleine probablemente ni siquiera era consciente de la frecuencia con que miraba la pantalla de las zonas horarias globales en la pared del fondo. Su cabeza se inclinaba hacia la izquierda, donde estaba el reloj de Sydney, y luego sus hombros se desplomarían. A menudo recogía su esfera de nieve del puerto de Sydney mientras hablaba por teléfono, la acariciaba, la sacudía, antes de devolverla a su lugar con una pequeña palmadita. Esta no era alguien abrazando una nueva ciudad. Elena miró los copos de coco que habían caído en el plato. Madeleine. También conocida como Maddie. ¿Cuántos periodistas australianas en Nueva York tenían ese nombre de todos modos? Se detuvo en seco cuando la comprensión la golpeó. Después de volverse hacia su computadora, tecleó una dirección que sabía de memoria. Elena nunca se perdía Extraños de Nueva York. Cuando descubrió el blog por primera vez hace aproximadamente dieciocho meses, volvió y leyó todas las entradas anteriores. Eran más o menos lo mismo — observadores, observadores, matizados, a veces hermosos y siempre tristes. El autor podía transmitir el dolor de la soledad mejor que nadie que ella hubiera visto alguna vez. Elena se relacionaba con eso demasiado bien. Haciendo malabares con su imperio mediático, no tenía mucho tiempo para tener amistades cercanas, pero eso no significaba que a veces fuera inmune al vacío de esa elección. Incluso su esposo, algunos días, se sentía más como un socio en la conquista que como alguien interesado en conocer a la mujer detrás de su éxito. Maddie como El Infierno capturó la sutileza de los defectos humanos, las esperanzas y las flaquezas. Su perspicacia era adictiva, como un secreto compartido con unos pocos XWPColección: Página y Facebook

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elegidos. Elena siempre había imaginado al blogger como alguien mucho más viejo, sabio, con ojos antiguos y una quietud para ella. Era desconcertante descubrir que Maddie como El Infierno no era vieja, todavía, ni estaba empapada de sabiduría. Era solo una joven periodista perdida, nostálgica. Alguien desventurada, caótica e insondable, sin mencionar una moda trágica ... y sin embargo, ella escribía palabras que conmovieron a Elena. Ella negó con la cabeza, cerró la ventana del blog y se giró para observar mejor la paradoja que era su joven reportera reportera de sucesos. Elena masticó masticó lentamente y observó. ****** Ahora que Maddie había visto una grieta en la máscara de Elena, sintió curiosidad por encontrar más pruebas. Estaba aburrida, se dijo a sí misma. No tenía nada que ver con la extraña forma en que se sintió cuando esa intensa mirada se apoderó de ella y la estudió como algo de interés. Algo para ser resuelto. Elena lo hizo a veces. Maddie sabía que no debía d ebía darle mayor importancia. En el esquema del imperio global de la mujer, Maddie todavía era un organismo unicelular sin importancia. Lisa tenía razón sobre una cosa. Maddie estaba bien situada para escuchar las conversaciones de Elena. A menudo captaba fragmentos de llamadas telefónicas. A veces, Elena le hablaba a su marido, y había un tono en su voz que Maddie encontró difícil de precisar. No era frío ni cálido. El tono nunca pareció mucho más que profesional u, ocasionalmente, de satisfacción. Era todo tan solo una un a nota y ... hizo una pausa, pau sa, sorprendida cuando finalmente lo identificó. Casi aburrida. Sí, eso era todo. ¿El marido de Elena la aburría? Diablos. Maddie se sintió triste por ella. La única calidez y suavidad que Maddie escuchó estaba reservada para hablar de alguien llamado Oscar. Las sospechas de un asunto ilícito terminaron bruscamente, sin embargo, cuando Elena le pidió a su ama de llaves llaves que lo castrara y le cortara las las uñas de las patas. Maddie también estaba bien posicionada para ver quién asistía a las reuniones. Ocasionalmente, llegaban hombres con trajes baratos y tubos de documentos bajo los brazos, sin tener contacto visual con ningún miembro del personal del Hudson Metro. A veces los trajes eran caros, las miradas de los hombres no eran furtivas sino presumidas, y estrechaban la mano de Elena con autoridad y se les indicaba las sillas de los visitantes, cerrando la puerta. XWPColección: Página y Facebook

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"Miembros de la junta," Felicity dijo una vez, cuando captó la mirada curiosa de Maddie. "Un mal necesario." "¿Pensé que Bartell Corp era su compañía? ¿No es ella como la reina de todos los sondeos? ¿Por qué tiene que aguantar a alguien que no quiere? ” "Sí, por supuesto es de ella. Pero es una empresa que cotiza en bolsa. Ella es presidente y directora de operaciones. Todavía tiene la junta, el presidente y el CEO para ser amable. Y el CFO (Director financiero), también, si está desembolsando grandes gastos." "De acuerdo," Maddie dijo, sintiéndose curiosa. "¿Ellos dicen que no a menudo?" Felicity entornó los ojos. "Incluso una vez es demasiado a menudo. Piensan que ella acaba con sus decisiones comerciales por capricho. Pero siempre tiene un plan, incluso si no son lo suficientemente suf icientemente inteligentes inteligentes como para verlo." Maddie estudió a los hombres de traje. Solo uno de ellos tocó el brazo de Elena, y ella permitió la familiaridad. Su foto estaba en una imagen enmarcada en la pared detrás del escritorio de Elena. "¿Quién es el alto con el pelo plateado?" La cara de Felicity se convirtió en la impresión perfecta de alguien chupando un limón. "Frank Harkness. Ellos se conocen desde hace mucho. Él fue su mentor cuando ella comenzó en los medios corporativos. Es el único miembro de la junta que realmente le gusta a ella." La mirada de Maddie se movió sobre el resto de los hombres. "Todos parecen directores funerarios." Los labios purpúreos de Felicity se contorsionaron una vez y luego soltaron un extraño y agudo balbuceo. Maddie la miró confundida antes de darse cuenta de que se estaba riendo. "Sí," Felicity dijo, cabeceando. "Lo parecen." Felicity se enderezó como si de repente hubiera recordado que reírse en el trabajo no era profesional. "Basta del espectáculo espectáculo y de plática. Regresa a hurgar a los muertos. Tengo un gran discurso para escribir." Maddie captó la indirecta y se volvió hacia su computadora. Diez segundos después, Felicity arrojó su bolígrafo y tosió.


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Maddie dio media vuelta. La jefa de personal parecía ansiosa por decir algo. "¿Sí?" "Es Elena," Felicity dijo, prácticamente vibrando con emoción reprimida. "Estoy escribiendo un discurso, porque ella es la Empresaria del año de Nueva Nu eva York." Ella sonrió radiante. "Por supuesto, es lo correcto. Quiero decir, quién más ha hecho lo que ella tiene? ¿Convertir una pequeña compañía editorial en una compañía global? ” ¿Quién más, de hecho? Maddie se reclinó. Bueno. Esta noticia merecía algún tipo de reconocimiento. ****** Elena entró al trabajo al día siguiente, con la cabeza dándole vueltas sobre algunos de los absurdos recortes presupuestarios que Jana Macy había sugerido para Style St yle Sydney. Macy realmente pensó que quitar las revistas gratis en las mesas de café en el vestíbulo de su edificio era uno de los ‘recortes serios ’ que Elena le había pedido. La mujer estaba delirante. Ella suspiró. Tendría que despedirla. La incompetencia la rodeaba. Elena dejó su bolso Hermes en su escritorio y se detuvo. Una extraña planta había sido colocada a 60 centímetros de distancia. Se sentó con cautela y la estudió. La planta era un verde brillante y reluciente con un tallo grueso que parecía relacionado con la familia del perejil. "Felicity," dijo con un gruñido bajo, "¿por qué hay perejil en mi escritorio?" Felicity entró corriendo a su oficina. "Yo ... oh ... no tengo idea en absoluto. Pensé que lo pusiste ... quiero decir ... es eso ...? No creo que sea perejil. Mi hermana trabaja en algún lugar de herbología; Podría preguntarle qué es. Quiero decir, si quieres? ” "¿Un lugar de herbología?" Elena la miró, sorprendida de que cualquiera en la familia de Felicity fuera menos que un trepador de carrera tipo A. "Ella es la oveja negra de la familia. Quiero decir ... hippie, verde, cristales, todo el asunto," Felicity dijo como si fuera una confesión sombría. Sacó su iPhone, tomó una foto de la planta, y tocó algunos botones en el teléfono. La mirada de Elena pasó a su lado, fuera de su oficina. El escritorio de sucesos estaba vacío, pero como aún no eran cerca de las cinco, era probable que Gray no fuera la culpable. Esta vez. Echó un vistazo por otros sospechosos. "Es una Angélica arcangélica." Su jefa de personal sonrió cuando su hermana identificó la planta. Mientras seguía leyendo leyendo su teléfono, su sonrisa se desvaneció.


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"¿Qué es eso?" Elena preguntó. "Oh, um, no importa, es ... probablemente, quiero decir ..." "Felicity." Dirigió una fría mirada hacia ella hasta que la mujer se desanimó. "Tiene muchos nombres, raíz de espíritu santo, um, arcángel, obra maestra. Popular en ..." Felicity tragó saliva. "Ah, brujería y ..." Su rostro se frunció, e hizo una mueca. ¿Brujería? Elena sintió que su irritación se agitaba. "¿Y?" Esperó, tamborileando con los dedos sobre el escritorio. "Exorcismos." Le lanzó a Felicity una mirada larga y fría. Bueno, había pasado un tiempo desde que algún subordinado había decidido un ataque frontal completo. Al menos este fue original. En años pasados, le habían dejado dientes de tiburón, juguetes sexuales, muñecas de vudú y tridentes de demonios. "Ya veo. Hemos terminado." "No creo que quien haya hecho esto ... quiero decir que tal vez fue solo una broma." "Hemos terminado." Con eso Elena echó la planta en su cubo de basura, se agarró la mandíbula y se concentró en el trabajo. ****** Maddie estaba de muy buen humor cuando regresó al trabajo después de colarse con su ofrenda verde esa mañana. Su última publicación en el blog fue bien recibida. Y uno de sus seguidores, Jason, había sido realmente elogioso al respecto. Era un padre soltero que realmente sentía el aislamiento de su ciudad más que la mayoría. Se sintió bien haberlo ayudado a sentirse más conectado con los demás. Se acomodó en su silla y — como se había convertido en su hábito estos días — inmediatamente se giró para mirar dentro de la oficina detrás de ella. Había algo sobre Elena que atraía a Maddie hacia ella. No podría explicarlo si lo hubiera intentado. Elena era como un curioso enredo para resolver. La expresión de la magnate de los medios hizo que Maddie se congelara. Estaba inclinada sobre su escritorio, escribiendo con furia. Su boca estaba distendida hacia abajo. ¿Estaba enojada? Podría estar concentrada, así que eso no significaba nada.


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Maddie se esforzó por ver, pero no pudo ver la planta que había colocado allí esta mañana. Huh. No estaba del todo segura de haber obtenido la variedad exacta de Angélica , pero su búsqueda en internet indicaba anoche que significaba ‘inspiración’. Como había dicho Felicity, Elena había convertido una pequeña editorial en una empresa global. Eso er algo inspirador. Maddie trabajó constantemente hasta que un ruido agudo la hizo girar. Elena había golpeado el teléfono en su receptor y lo estaba mirando. Maddie se giró y le susurró a Felicity, "¿Qué se le ha metido en el culo hoy?" "Alguna escoria le ha dejado un regalo demente." Felicity frunció el ceño, como si deseara encontrar al culpable y desollarlos vivos. Y luego desollarlos muertos, también. El estómago de Maddie cayó en caída libre. "¿Q-qué?" "Una planta de brujería. ¿Puedes creerlo? La usan en exorcismos y similares. Elena la tiró, por supuesto. La gente es asquerosa." La mirada de Maddie cayó al piso. Una hoja verde mutilada estaba asomando de la papelera. Oh. Ella se fijó en las líneas profundas en la cara de Elena. Su regalo fue contraproducente. Espectacularmente. "¿No viste a alguien poner eso en su escritorio?" Felicity le preguntó. "Ella está en una cacería de brujas por quién lo hizo. Sin doble sentido." "No, no vi a nadie." Bueno, era la verdad. Su estómago se hundió aún más. "¿Cuál es tu problema? Parece que alguien le disparó a tu cachorro. Con una bazuca." "Nada." Se giró hacia su escritorio. "Tengo algunos obituarios para ponerme al día. No hay descanso para los muertos." Felicity resopló. "Lo que sea. No es como si me importara." Maddie buscó el sitio web que había encontrado cuando estaba medio exhausta la noche anterior. El que decía que la Angélica era inspiradora. Con el beneficio del sueño y en retrospectiva, pudo ver que era solo un almanaque que un granjero había arrojado


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juntos. Investigó más y descubrió que en realidad había más de sesenta variedades de la planta. Confiaba en ella ella para haber comprado del tipo de exorcismo. Maddie tenía que hacer las cosas bien. Llamó a Simon. El frenesí de anoche de ‘no poder dormir ’ sería útil. Solo necesitaba un repartidor. Más tarde esa noche, cuando Elena salió de su oficina, Maddie se coló con su ofrenda de paz y una copia impresa de la página original que decía que la planta era inspiradora. También garabateó una nota. Para arreglar cualquier malentendido, te doy más ángel, menos demonio.

Y luego su pastelito velvet angel food de firma fue puesto a un lado. Gracias a Dios, Simon no se los había comido todos. Con la esperanza de que fuera suficiente, Maddie volvió a trabajar. Era vagamente consciente de que Felicity empacaba sus cosas y se iba por la noche y la oficina vaciándose a su alrededor. Siguió trabajando duro hasta que una sombra cayó sobre su escritorio. "¿Cuál es el significado de esto?" Elena preguntó, en voz baja, sosteniendo la magdalena en un agarre de pinza. "¿Te estás burlando de mí?" Dejó caer el dulce horneado en el escritorio de Maddie. "¡N-no!" Los ojos de Maddie se abrieron de par en par, su estómago se tambaleó. "Nunca. Es en serio lo que escribí." “Entonces qué está haciendo? ¿Dejándome obsequios como un rastro por

la oficina? ”

Maddie se sonrojó. ¿Rastro? Así es como ella lo vio? "Solo quería decir que bien hecho." Maddie se sintió miserable bajo esa mirada ardiente. "Pero lo siento si lo ves como una especie de ataque. Fue un accidente. No quise ofenderte. No te preocupes. No lo haré de nuevo." Elena la miró por un largo tiempo, tanto tiempo que Maddie comenzó a moverse en su asiento. "¿De verdad nunca quisiste decir que esa ridícula ri dícula planta sea una referencia de bruja?"


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Maddie sacudió la cabeza con firmeza. "No tenía idea de que había más de un un significado." "Entonces por qué me felicitas?" "Empresaria del año. ¡Eso es increíble!" "¿Lo es? Tercer año consecutivo. Sospecho que son simplemente perezosos. Podría llenar una habitación con todos los adornos y títulos que varias organizaciones sienten la necesidad de imponerme. Solo quieren la publicidad que vendría de mi asistencia." Maddie parpadeó hacia ella. "Entonces no crees que es un honor?" "No hago nada de esto por honores. Si las personas me otorgan premios por solo hacer mi trabajo, no puedo detenerlos. Apareceré en el momento indicado, leeré el discurso de Felicity — una una variación, sin duda, de sus dos anteriores — sonríe, sonríe, saluda, vete. Es bueno para la publicidad y los los precios de las acciones, pero eso es todo." "Um." Maddie intentó ocultar su sorpresa. Porque todo sonaba tan ingrato, por no mencionar algo así como ... vacío. "¿No quieres siquiera escuchar que lo has hecho bien? Eso es un poco triste, ¿no ¿no crees? ” Elena la miró fijamente. "No puedes juzgarme. Empleo a miles de personas en todo el mundo, y confían en mí para hacer las cosas bien, no pavonear sobre eso en varias noches de premios. Cometo un error, y periódicos y revistas se cierran. No tienes idea de lo que es ser yo o tener el enfoque que necesito para hacer mi trabajo tan bien como lo hago. No me conoces en absoluto." "No, no te conozco." Maddie respiró profundamente y dijo la cosa más loca que alguna vez tuvo. "Así que dime. Me gustaría conocerte. Realmente me gustaría." "¿Disculpa?" Elena se balanceó sobre sus talones. "¿Es esto algo australiano, solo pronunciando declaraciones declaraciones como esa?" "Sabes, me preguntan eso un poco." Maddie le dio una sonrisa triste. "Como si siempre digo lo que pienso o si hay algún pensamiento detrás de eso. No estoy muy segura de la respuesta yo misma. Sé que puedo ser franca, pero es eso tan malo? Y no respondiste mi pregunta — Te gustaría hablar conmigo de todos modos? No hay nadie aquí excepto nosotras. Soy como una tumba, lo prometo." Elena la miró como si no estuviera segura de qué decir o qué hacer con esa insólita sugerencia. "Yo ..." se desvaneció. "No."


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"Oh." Maddie tragó saliva. Sí, por supuesto. ¿Qué estaba pensando de todos modos? Sintió que se ruborizaba y le ardían las puntas de las orejas. "Yo ... está bien. Realmente necesito callarme a veces y no —” "Tengo un contrato que revisar. Y un informe para enviar. ” Elena miró hacia la pared del fondo, con la visualización de las zonas horarias. Frunció el ceño. "A las diez." "¡Oh!" Maddie no pudo contener su sonrisa. Elena no había rechazado su oferta como una mala broma. Acababa de decir que estaba ocupada. "Quiero decir, así que, en otra noche, entonces? Admito que soy aún más impertinente después de tomarme un café. Pero puedo ser bastante divertida también. La mitad del tiempo no tengo ni idea de a dónde va mi boca. Me han dicho que puedo puedo ser sorprendente para escuchar a veces." Elena frunció los labios. "Lo apuesto. Pero no. Tengo trabajo. ” Comenzó a irse, luego se detuvo, se dio la vuelta y recogió la magdalena que había dejado en el escritorio de Maddie minutos atrás. "Es una pena que se desperdicie." "Sip." Maddie intentó sonar neutral. Maldita sea. Cuando Elena se giró para irse, Maddie sonrió tan ampliamente que le dolieron las mejillas. "Y deja de sonreír," Elena dijo camino a su escritorio, sin mirar atrás. Cómo hizo eso?

"Es cegador," agregó. Maddie se rió. Bueno, entonces eso no fue lo peor que pasó.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Recuerdo la vez que aprendí a andar en bicicleta. Me aparté de la acera de mi vieja casa en Mitchell St, South Penrith. Estaba tambaleándome como loca. Mi hermano mayor se sostenía los costados para no reírse y gritar insultos, y mi madre le decía que se callara y me ofrecía aliento. Me caí. Dolió. Me volví a subir. subir. Me caí. Dolió un poco más. Me volví a subir. subir. XWPColección: Página y Facebook

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Cuando las personas dicen que algo es andar como en bicicleta, creo que quizás significa que a veces dolerá, pero mejorará. Hoy, recordé cómo sonreír. Me pregunto si dolerá después.


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CAPÍTULO 6 Un ejercicio en tolerancia Se convirtió en ... una cosa entre ellas. Oh, cómo odiaba Elena la imprecisión de esa palabra. A altas horas de la noche, cuando no había nadie, Madeleine compartía cada vez más cosas con ella. Como si s i Elena fuera otra persona y no tuviera una organización global multimillonaria y pudiera despedirla con un dedo. Al principio, había tratado de disuadir a la mujer. Una distancia necesaria. "Estoy segura de que preferirías escribir sobre personas muertas," había sugerido Elena una noche. "Sé que preferirías hacerlo." Madeleine simplemente se había reído. Esta noche, la mujer llevaba puesta una camiseta de oda al grunge por una banda que probablemente no debería haber salido de un sótano de Seattle. Sus jeans azul oscuro se curvaban alrededor de su trasero. Y las botas, negras y brillantes ... bueno, las botas que Elena aprobó. Poseía algunas de ese estilo es tilo ella misma, aunque las suyas no eran imitaciones. Pero la camiseta era una abominación. Gris, sosa y sin forma, no hizo nada para halagar la atractiva atractiva forma de Madeleine. Madeleine. "¿Por qué te pones eso?" Preguntó. "¿Bandas de rock feas como ropa de trabajo?" "¿No te gusta Alice in Chains?" Maddie parecía intrigada. "Sabes, estar en el turno de medianoche, la única ventaja del trabajo es vestirme como me gusta. No es como si viera a alguien." "Tú me ves." Elena le lanzó una mirada penetrante. Madeleine se detuvo. "Oh. Sí. Supongo, bueno, sí, lo hago. Entonces quieres que me vista para ti?” Sus ojos se abrieron de par en par. "Oh diablos. Eso salió mal." Elena reprimió una carcajada. Realmente, tener a Madeleine retorciéndose era su tipo favorito. Ella se preguntó cuándo había sucedido eso. Tener un tipo favorito de cualquier cosa con respecto a esta mujer. "¿Por qué usar bandas de rock en absoluto?" "No son solo de rock, sin embargo. Son grunge. Son una protesta contra la aburrida semejanza de la música de los 90s, un grito primordial de que la música debería ser más que pulpa predecible y producida en masa."


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"Hasta que todas las bandas de grunge fueron arrancadas de Seattle, firmaron para grabar discos, y se convirtieron en producción masiva, pulpa predecible." Elena sonrió. "Lo siento, pero tu música de protesta se agotó." "Oh, no es mi música." "¿Qué?" "Realmente no me gusta la música grunge." Le dio a Elena una brillante sonrisa. "Me encantan las camisetas." Elena sintió un dolor de cabeza viniendo. La mujer era completamente imposible. Entenderla era semejante a hacer sus impuestos corporativos en braille. Mientras estaba drogada. "No te gusta el grunge," Elena repitió. "No." "Probablemente lamentaré esto, pero dónde están inclinados tus gustos musicales? ¿Un ruidoso apalear en un pub australiano?" Incluso mientras lo decía, no podía imaginarlo. No de alguien que escribía blogs como lo hacía Madeleine. Madeleine. Madeleine le lanzó una misteriosa sonrisa. "Demasiado difícil de explicar. Tendré que mostrarte." Elena frunció el ceño. "¿Cómo?" "Mañana." ****** Elena encontró un dispositivo USB en su escritorio la noche siguiente cuando regresó de una reunión para cenar. Tenía la etiqueta: Música 4 E. Echó un vistazo al escritorio de la reportera de sucesos. Madeleine estaba hablando por teléfono y sus dedos jugueteaban inquietos con la esfera de nieve. Elena podía escuchar fragmentos de conversaciones. Algo que ver con el seguimiento de una redada de drogas de algún alg ún tipo. Bien. Era un alivio no dejarse arrastrar a otro enigma de una conversación. Ella realmente tenía mucho trabajo por hacer. Como una llamada de Skype con un editor de Chicago que contemplaba vender. Estaba tan cerca de firmar, ella podía saborearlo. Y Elena todavía XWPColección: Página y Facebook

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tenía que revisar las notas del presupuesto de Style Sydney que su contable había enviado. Por lo tanto, no tenía absolutamente ningún tiempo t iempo ni interés en poner esa unidad USB en su computadora. De todos modos era malditamente malditamente impertinente. Dejando cosas para ella. Ella ni siquiera era remotamente curiosa. El dispositivo USB la miró. Elena lo miró. Ella lo olvidaría. Quizás mañana, cuando estuviera menos ocupada. O al día siguiente. Quince minutos más tarde, Elena arrojó su bolígrafo y metió el dispositivo en una ranura USB. Sacó los auriculares, los enchufó y echó un vistazo al escritorio de Madeleine. Todavía estaba en el teléfono. Excelente. Ella pulsó Reproducir. Cuatro minutos después, cerró el video musical y miró su pantalla. Al quitar la unidad USB, pensó en tirarla por la habitación con frustración. ¿Por qué Madeleine persistió en estar sin categoría? Era como ese blog de Extraños de Nueva York . Pasó a la pestaña que había abierto más temprano ese día. ¿Las maravillas de sonreír ahora? Elena era muy consciente de lo que había provocado el blog. Esto era su culpa. De alguna manera estaba animando a Madeleine. Ella no tenía intención de hacerlo. Formar una amistad con un empleado era una idea terrible. Lo sabía. Pero una parte de ella no estaba dispuesta a ser despiadada y aplicar la brecha. Y ahora realmente necesitaba saber — cómo cómo podía una persona ser tan curiosa, tan contradictoria? ¿Cómo desafiaba cada caja y etiqueta? "¿Y bien?" Elena levantó la cabeza y encontró a Madeleine a solo unos metros de ella. Pulsó la ventana de su navegador cerrándola. "¿Y bien qué?" Le lanzó una mirada de acero, esperando que su conmoción por haber sido sid o atrapada casi no se mostrara. "¿Qué piensas de Veruca y Trinix?" Elena deslizó la memoria USB sobre el escritorio hacia Madeleine con un poco de prisa. "Esos no pueden ser nombres de verdad."


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"Probablemente no." Ella ignoró la memoria USB. "Así que. Cantantes folklóricos letones," Elena dijo de manera uniforme. "En medio de un bosque, con bailarinas ninfas." "Sip." "Bailarinas ninfas lesbianas." "Esa sería mi suposición. Aunque fue un poco difícil de decir con toda la niebla creciente." "Sonaba como Kate Bush con LSD (Droga conocida como ácido)." Madeleine inclinó la cabeza. "Justo. De acuerdo. Y también me gusta Kate Bush." "Como a mi." Elena la estudió. "¿Cómo "¿Có mo demonios los encontraste?" Cayendo sobre la silla de visitante, Madeleine se encogió de hombros. "Un amigo lo comentó en un comentario en un blog que ... um, sigue. Entonces esto significa que te gustaron?” "No iría tan lejos." Sonó un ruido de ensordecimiento, y Elena se giró. Su llamada de Skype. Maldita sea. Ella no estaba lista para el hombre. "Hemos terminado," le murmuró a Madeleine, perturbada por lo fácil que se había permitido distraerse. Era poco profesional. Ella no hacía hacía nada poco profesional. No hubo movimiento, y miró hacia atrás. Madeleine la estaba mirando con una mirada cautelosa. "Hemos terminado," Elena repitió, preguntándose por qué no la había escuchado la primera vez. Madeleine se estremeció. Se fue, movimientos bruscos, cerrando la puerta detrás de ella con un fuerte click. Ya que Elena rara vez cerraba la puerta de su oficina, era un acto intencionado. Frunció el ceño ante la respuesta. Elena seguía frunciendo el ceño cuando activó su videollamada entrante.


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"Nathaniel, buenas noches." Él ofreció los comentarios amables de costumbre, pero la mirada de Elena volvió al escritorio de sucesos. Su periodista estaba encorvada, los hombros tensos. Seguramente no estaba ofendida? No era la primera vez que Elena despedía a alguien de esa manera. No significaba nada. ¿O fue el despido en sí mismo, no la manera lo que molestó a la mujer? Elena frunció el ceño. Otra razón más de por qué esta ... amistad era una idea tonta. Ella era la jefa de Madeleine. Madeleine seguramente debe comprender eso ahora. Entonces por qué me siento tan inquieta? Un carraspeo. Elena obligó a su enfoque a volver a donde pertenecía. "Nathaniel, dónde estábamos en nuestro trato?" ****** Pasaron tres noches y ninguna de las dos se habló. Lo cual le quedaba bien a Elena. Realizó mucho más trabajo sin la charla de Madeleine sobre cosas que no tenían importancia. Y la distancia ayudó a reforzar que nunca debieron haber sido amistosas en primer lugar. En la cuarta noche, Elena usó uno de sus s us atuendos favoritos para el trabajo, que incluía un chaleco, pantalones, botas, una camisa blanca y un reloj de bolsillo. Y esa noche notó la reacción de Madeleine. En realidad, sería un milagro si Madeleine hiciera algún trabajo, porque había pasado la mayor parte de la tarde mirando a Elena. Su mirada prácticamente se aferró a ella, sin embargo parecía no darse cuenta de que estaba haciendo esto. Tardíamente, Elena recordó que este era el atuendo que llevaba cuando Madeleine se burló de ella el día que se conocieron. Se le ocurrió que el intenso escrutinio podría no ser del tipo halagador. Al salir de su oficina, sintió que los ojos de la mujer se volvían a fijar en ella. "¿Qué?" Preguntó, su irritación aumentando. Se detuvo frente a Madeleine. "¿Mi guardarropa realmente te ofende tanto que tienes que agujerearla toda la noche?" "¿Huh? Dios, no!" Madeleine comenzó. Un rubor se extendió por sus mejillas. "¿Es eso lo que piensas? ¿Que no me gusta? ” XWPColección: Página y Facebook

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"Sé que no. Recuerdo bien tu veredicto. Escuché que lo descartaste como ‘steampunk del pasado’." Su labio se curvó en desdén. Madeleine negó con la cabeza. "Oye, lo entendiste mal. Creo que el retro steampunk es el look más sexy que se haya creado. Demonios, tengo todos los episodios de Warehouse 13 en los que H.G. Wells estuvo de moda para demostrarlo." Elena parpadeó hacia ella. "¿Sientes que me visto como un escritor viejo, muerto?" Esto era desconcertante. ¿Había ofendido tanto a Madeleine que ahora la insultaba abiertamente otra vez? "Oh guau. ¡No! Ni ¡No! Ni mucho menos. Está bien. ” Madeleine garabateó una nota para ella misma. "Mañana. Espera hasta mañana, luego verás." Elena suspiró y siguió caminando. Posiblemente, las vacas voladoras ucranianas haciendo danzas en la niebla estaban en su futuro. ****** La mañana trajo a Felicity de mal humor por la nueva asistente personal, un agujero negro enorme de presupuesto en Sydney y un disco en su escritorio. escritorio. Entrecerró los ojos al ver la imagen en él. El programa de televisión, Warehouse 13, parecía ser ciencia ficción. Definitivamente no era para ella. Y definitivamente no tenía tiempo para esto. No después de esos números de Sydney. Ignoró el disco durante la mayor parte de la noche. También ignoró las miradas furtivas que Madeleine seguía disparando en su dirección, evaluando si el disco se había movido de posición sobre su escritorio, sin duda. Hizo que se mostrara más inflexible al no mirar nada en absoluto. Ella no tenía tiempo para tonterías distrayentes. A las diez, llamó a Amir para que trajera el auto y la llevara a su casa. Levantó el disco, con la intención de dejarlo caer en el escritorio de Madeleine con una severa advertencia de ‘no más’. En cambio, vio la esperanza en los ojos verdes de la mujer, su mirada fija en los dedos de Elena agarrando el disco. Presionando sus labios, reprimió su primera respuesta, deslizó el disco en su bolso, y no dijo nada mientras se iba a casa. Y si hubo un pequeño suspiro de alivio detrás de ella, eligió no darse cuenta.


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****** Al día siguiente, una mirada ansiosa se encontró con la de ella. Elena la ignoró, fue a su oficina y dejó caer su bolso sobre el escritorio. No quería iniciar una larga conversación sobre la magnificencia de una mujer elegante y fascinante del siglo XIX con hermosos chalecos steampunk. En particular no quería escuchar un te-lo-dije. Ya era suficientemente malo tener que admitir que el insulto enfurecido de la moda de Madeleine el día que se conocieron había sido de echo un cumplido. Metió la mano en su bolso, sacó el disco y se dirigió al escritorio de Madeleine, donde lo estampó. "Aceptable," dijo, en un tono que no admitía más discusión. Después de girarse rápidamente sobre su talón, Elena regresó a su oficina, aliviada de poner fin a la conversación antes de que comenzara. Realmente estaba demasiado ocupada. Cuando se sentó en su asiento, miró a Madeleine y se detuvo en seco. La expresión de la joven mujer era delicia pura. El corazón de Elena hizo una voltereta vergonzosa y complacida al poner esa mirada en la cara de Madeleine. Ella apretó su mandíbula. Esto era absurdo A ella no debería importarle lo que Madeleine Grey pensara de algo. Era solo una empleada ocasionalmente interesante. Su cerebro le lanzó una trompetilla. ****** Varias noches más tarde, Madeleine deslizó un plato de pasteles crujientes y dorados en su escritorio. "Pruébalos," dijo, sonando alegre. "Son mis pasteles caseros de manzana. Me lo agradecerás." ¿Su persistencia no conocía los límites? "No creo que agradecería el ejercicio adicional de tres horas requerido si lo hago," Elena contestó, aunque en verdad olían delicioso. "Ejercicio, ¿eh? Vamos, solo uno. Le daré el resto a Sofía. Ella merece algunos beneficios de limpiar detrás de los haraganes en esta oficina." "Eso es verdad." Elena contempló los pequeños bultos tentadores. Madeleine alargó la mano y cogió un pastel ella misma y tomó un bocado grande. Sus ojos rodaron hacia atrás en su cabeza. "Mmm." Sus ojos tenían un brillo malvado. XWPColección: Página y Facebook

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"Ya sabes, es costumbre no comer los regalos de alguien." "Solo estoy probando que no están envenenados. Venga. Solo una mordida." A pesar de todas sus protestas internas, Elena sucumbió. Oh . Sus papilas gustativas hacían un baile de tap eufórico ante las divinas sensaciones. Manzanas, pasas y sabores a canela estallaron en su boca, y se obligó a no hacer los obscenos sonidos de aprecio que se moría por hacer. Eso lo aseguró. La cocina de Madeleine era mejor que el sexo — que no quería decir mucho dada la sobrevaloración que había descubierto que era la actividad del dormitorio. Estos paquetes de dicha eran como abrazar el cielo. O, como finalmente le dijo a Madeleine cuando pudo volver a hablar, "tienen cierto atractivo". Si por atractivo se refería a besada por los dioses. Esa desafortunada admisión resultó ser un error. La mujer claramente sintió la necesidad de regodearse. "Lo sabía." Madeleine le sonrió. "Eres una fanática incondicional de los carbohidratos secretos. Hago palitos de queso picantes que te encantarán. ¿Mañana por la noche?" Elena casi se s e estremeció ante la idea. Sin embargo, ofreció su firme sacudida de cabeza. "Absolutamente no." La alegría de Madeleine bajó un poco. "No estaré aquí," Elena dijo, desconcertada por su repentina necesidad de explicar. "Tengo reuniones. Es hora de alinear a los equipos de Style International. No están compartiendo los textos tanto como deberían. Está rompiendo los gastos. ¿De qué sirve tener publicaciones afiliadas si no compartes contenido? En serio." "Ah, ya veo. ¿Estas son las cosas que te mantienen despierta por la noche? ” Madeleine mordió el pastel. "No. Estas son cosas fáciles de arreglar. Lo que me mantiene despierta por la noche ..." Hizo una pausa y se dio cuenta de que había estado a segundos de revelarle algo personal a una mujer que apenas conocía. "Lo que me mantiene despierta es cómo hacer que la escritora de obituarios realmente escriba sus obituarios en lugar de jugar al chef." Un destello de decepción brilló en la cara de Madeleine, pero aún así asintió. "Te escucho. Déjame encontrar a Sofía y luego volver al trabajo. ” Cogió el plato de golosinas y se giró para irse. "En realidad ..." Elena se adelantó y enganchó otro. "Estoy segura de que Richard apreciaría uno también." XWPColección: Página y Facebook

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Madeleine la miró por un momento y luego sonrió. "Correcto. Para Richard." Le guiñó un ojo. Elena le lanzó una mirada fulminante, suspiró y la despidió. Genial, ahora tendría que dárselo a su marido para demostrar que Madeleine estaba equivocada. Maldición, estaba enloqueciendo. Sin embargo, una parte de ella, la parte que a veces estaba cansada de sentirse tan aislada, estaba encantada con las atenciones e intentos de conversación de la joven. Con una sensación de hundimiento, se dio cuenta de que era cada vez más difícil mantenerla a distancia. Si estaba siendo sincera — y y cuándo no lo era? — Elena Elena permitió estas pláticas porque no había testigos. Porque era novedoso que alguien no se dislocara la columna vertebral en una cobarde necesidad de su aprobación profesional. Era raro que ocasionalmente le tomaran el pelo. Era especialmente diferente hablar con alguien que parecía no tener otra agenda más allá del aburrimiento como una persona de verdad. Si Madeleine estaba haciendo esto en algún intento equivocado de mantener su trabajo, ahora tenía que saber que lo único que le importaba a Elena era el trabajo duro y los resultados claros, no cocinando ni charlando. De hecho, estaba bastante segura de que Madeleine no solo era muy consciente de eso, sino que de todos modos no le importaba su trabajo en cualquier caso. También toleraba las propuestas amistosas de Madeleine porque la mujer era honesta consigo misma. Era irresistible, como un soplo de aire fresco después de décadas de soportar a todos los conocidos a los que alguna vez había mentido para adaptarse a sus agendas. ¿Qué agenda tenía esta curiosa australiana? ¿O era, como su blog a menudo sugería, simplemente estaba sola y perdida? ¿Madeleine realmente sabía por qué hacía la mitad de lo que hizo? "¿Por qué pierdes tu tiempo tratando de conocerme? No estaré aquí en dos semanas," Elena preguntó. "¿No deberías estar buscando un nuevo compañero de cuarto o algo por el estilo?" Ya había escuchado toda la historia de Simon-regresando-a-Sydney. "Sofía ha escuchado todas mis historias. Y ella dejó de reírse de mis bromas." "Así que soy ... carne fresca?" "No lo diría así." "Oh, cómo lo dirías?"


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"Como ... estás aquí y estoy aquí, y es bueno tener compañía algunas veces. ¿No crees? ” "Ya veo." Elena realmente debería dejar de alentar a Madeleine comprometiéndose con ella. No era justo. Esta relación que compartían era transitoria. Tenía que recordarse a sí misma que todo terminaría pronto. Cada una seguiría adelante, y eso sería todo. No tiene sentido formar vínculos que harían el proceso más complicado. Madeleine cruzó la sala de prensa y le ofreció su bandeja de golosinas a la de limpieza de cincuenta y algo, pasando trajinando con un carrito lleno de trapos, telas y cubos. Incluso desde su escritorio en el lado opuesto del piso, Elena podía ver cuánto se iluminaba el rostro de la mujer. Le dio a Madeleine un abrazo envolvente y feliz, exclamando con deleite. Elena ciertamente entendía la reacción de la mujer. Madeleine creaba comida que podía hacer que a los dioses se le debilitaran las rodillas. Suspiró y deslizó su mirada de regreso a sus carpetas. Las distracciones eran algo que no necesitaba tan cerca de la fecha límite en dos acuerdos críticos. ****** Dos noches después, apareció un chai latte, humeante, en el escritorio de Elena. Ella ni siquiera se molestó en levantar la cabeza. "Estoy bastante segura de recordar que me dijiste que no eras mi asistente personal." "No lo soy." Madeleine se dejó caer en la silla de visitante enfrente. Elena frunció el ceño débilmente ante la presunción, que solo hizo reír a la otra mujer. "Si solo lo hago al azar, no una orden u obligación, ¿no haría que sepa mejor?" Madeleine preguntó. "Bueno, es una teoría funcional." Elena tomó el vaso y bebió un sorbo. Sabía igual. "Seguiría trabajando en esa teoría, Madeleine. Ahora, si no te importa ... " Hizo un gesto hacia su trabajo. "Oye, llámame Maddie. No lo diré. Es decir, aunque me gusta la forma francesa en que dices Madeleine, no es realmente un nombre al que responda." Ella sonrió. ¿De qué está sonriendo ahora? Hacía eso mucho, ahora que Elena lo pensaba. ¿La compañía de Elena era realmente tan divertida? Improbable.


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La mujer permaneció en el asiento, que no era el de su escritorio, donde debería estar trabajando. Elena pensó en mandarla allí. En cambio, carraspeó y dejó caer su bolígrafo. "Dime, por qué estás aquí?" La periodista frunció el ceño un poco y se cruzó de brazos. "¿A qué te refieres? Yo trabajo el último turno. ¿O te refieres al periódico? Fue el primer trabajo de reportera que pude encontrar aquí." "Me refiero a Nueva York. Me dijiste el día que nos conocimos que estabas ‘aprovechando al máximo las cosas ’ aquí. Era un tanto algo decepcionante en tu vida, si no mal recuerdo." "Yo ... supongo que lo fue." Madeleine giró sus dedos contra su rodilla. "Realmente echo de menos mi hogar. La playa, todos mis amigos, el verano interminable, el doble chocolate Tim Tams, el cricket del patio trasero. Aquí en un mundo opuesto, el estilo de vida recomendable. Pero la verdad es que no puedo irme. ” Ella levantó la vista y frunció el ceño levemente. "¿Por qué?" "Me siento muy culpable por no estar aquí." Una cautela entró en sus rasgos, que Elena no había visto en un mes. Descubrió que echaba de menos la cara abierta de la mujer con la que solía conversar. "¿Culpable?" "Sí. Originalmente estaba estudiando para ser gerente de catering. Casi terminé el curso, antes de admitir que odiaba todo eso." "Entonces por qué lo hacías?" "Mis padres tienen su propio negocio de catering en South Penrith, Party to Go. Se suponía que debía hacerme cargo un día. Y lo intenté. Pero yo solo ... fue inútil. Puedo cocinar, claro, pero no puedo dirigirla. Odio la administración. Escribir es mi pasión. Mis padres quedaron devastados cuando abandoné el colegio y cambié a una carrera de periodismo." "Entonces, cómo llegaste desde allí a Nueva York?" Elena preguntó. "Un año después de mis estudios de periodismo, mis amigos de la universidad estaban teniendo una fiesta, y todos tuvimos la genial idea mientras medio borrachos solicitamos en línea en la lotería un permiso de residencia. Las probabilidades eran tan bajas que lo XWPColección: Página y Facebook

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acepté." Se encogió de hombros. "Me había olvidado de todo hasta casi dos años después. Mis compañeros estaban en mi casa y se quejaban del hecho de que acababan de enterarse de que habían perdido. Admití que ni siquiera había visto en el sitio de la visa donde publicaban los nombres. Exigieron que revisara en ese momento, así que ... " Ella negó con la cabeza. "Quiero decir que fue una locura. Solo se s e eligen cincuenta mil personas de todo el mundo y, sin embargo ... inicié sesión y allí estaba. Mi nombre. Marcado como elegible." "Oh cariño," Elena dijo. "Sí". Maddie le lanzó una mirada irónica. "Mis amigos estaban gritando de emoción. Incluso mi novia de ese entonces estaba tan celosa, a pesar de que odia viajar. Y mis padres estaban todo, 'Bueno, supongo que si vas a darle la espalda al negocio familiar, f amiliar, lo comprenderemos al menos si vas a Nueva York. Esa es una oportunidad única en la vida'. Así que me sentí ... " Se mordió el labio. "¿Obligada?" Elena preguntó. Su cerebro regresó en círculos a su novia . ¿Ella quería decir ...? Sí, estaba bastante segura de que lo decía en serio. Eso también podría explicar a esas ninfas de la música lésbica letona. O no. "Sí." Madeleine se deslizó más profundamente en su silla. "¿Cómo podría decirles que no quería ese sueño? ¿Quién viene a Nueva York y no está emocionado? Todos los días me sentía como un fraude." "¿Te sientes todavía?" Elena preguntó, ya consciente de la respuesta. Una nube cruzó la cara de Madeleine. No respondió; simplemente se encogió de hombros. La mirada impotente lo decía todo. "Ya veo," Elena dijo. "¿Estás haciendo un trabajo en una ciudad en la que todo el mundo desea vivir y eres miserable?" Madeleine no estaba en desacuerdo. Sus ojos se encontraron con los de Elena. "No completamente. Al menos no ... recientemente." Las palabras eran tan suaves, ponderadas con tal significado que cada advertencia de claxon en el cuerpo de Elena sonó. Jugueteó nerviosamente con los papeles que tenía delante y luego jugueteó con su bolígrafo mientras se preguntaba qué responder. Un tintineo de teléfono rompió la tensión y Madeleine frunció el ceño. "Es el mío. Tengo que tomarlo. Disfruta tu té." Ella corrió hacia su escritorio, sus jeans ajustados y su camisa verde pálido un borrón.


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Elena tomó un sorbo de té, viendo mientras Madeleine se volvía todo negocios, encorvada sobre el teléfono en su escritorio, su bolígrafo ocupado. Estaba desconcertada por esta mujer que apenas conocía, que compartía mucho de sí misma. Era impensable. No podía imaginar bajar tanto la guardia con nadie, ni siquiera con su marido, para compartir su verdadero yo. Madeleine realmente era como nadie que hubiera conocido. Desconcertante y llena de contradicciones. ¿Y a qué se refería al decir que había sido miserable, excepto recientemente? Sonaba muy parecido a lo que ella se refería con su tiempo juntas. Tiempo que pronto se terminaría. Inclinando su cabeza, Elena pudo ver el lado de la cara de Madeleine y escuchar su conversación sorprendentemente bien. La acústica en su oficina era excelente y le permitió obtener una cantidad cantidad considerable de información información sobre la política de la oficina. Madeleine estampó de golpe su teléfono, agarró su chaqueta y metió su cuaderno en una bolsa de hombro. "Conseguí una pista en Queens. Lo he estado persiguiendo durante mucho tiempo, y finalmente ha dado sus frutos. Tengo que irme," le gritó. "Te veo luego." A Queens? "¿A esta hora?" "La única hora que él dice que puede hacerlo. Su madre acaba de irse para su segundo trabajo." ¿Madre? ¿Cuantos años tenía él? Elena reprimió las palabras que más quería decir. Ten cuidado. Ella era una magnate de los medios, y Madeleine era su reportera de sucesos. Todo esto era parte de lo que la mujer hacía para ganarse la vida. Ella no necesitaba mimos. Elena volvió a su trabajo y decidió no pensar más en eso. No fue su culpa que su cerebro eligiera eligiera ignorarla.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Bruno, el mecánico que dirige un taller de reparación de automóviles al lado de mi edificio de departamentos, una vez me dijo ‘ cuando cuando el mundo se vuelve demasiado abrumador y las cosas se sienten demasiado grandes para que las arreglemos, solo cambia tu pequeño rincón de allí."


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Traté de hacer eso. A la una de la mañana, sostenía la mano llorosa de un joven y le hice una promesa que me cambió la vida. Fui a casa y escribí su historia. En otro día, pertenecerá al mundo. ¿Qué hará el mundo con eso? es o? ¿Arreglará lo que q ue está mal o me convertirá en una mentirosa? Bruno también dice que deberíamos cambiar nuestro aceite del motor con más frecuencia. Haz de eso lo que quieras. quieras. Para cambiar un rincón del mundo, haz clic aquí: Campaña Ramel Brooks


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CAPÍTULO 7 Santuario interior Maddie estaba preocupada por Simon, que estaba listo para irse a casa y darse cuenta de que no tenía suficiente espacio para la mitad de la basura turística que había estado comprando en los últimos diez meses. No, ella no quería conservar su linterna de la Estatua de la Libertad o el maldito y enorme cojín amarillo en forma de un taxi de Nueva York. Después de quince minutos de regateo, logró convencerlo de empacar casi toda su porquería y llevarla de de vuelta a casa. Al pensar en su casa, le dio a su esfera de nieve un tintineo cariñoso. Se moría por ir a la playa y quitarse sus telarañas. Es una lástima el clima de impermeables y botas aquí, o habría intentado Orchard Beach en el Bronx. Tendría que esperar unos meses. Su teléfono volvió a sonar y miró el reloj de su computadora. Justo después de las seis. "¡Diablos, Maddie, es un infierno!" Felicity dijo sin saludar. "Tengo que estar en dos lugares a la vez. Y tú eres la única en esa maldita oficina con quien estoy hablando, aparte de lo obvio." Maddie intentó entender eso. "Necesitas un favor." "Sí, necesito un favor, y no puedo ..." Hubo una pausa, y Felicity llamó a alguien, "¿No puedes conducir más rápido? Tengo que estar en el aeropuerto hace cinco minutos. ¿Entiendes eso? ¿Comprendes? Cristo ... " Su respiración entrecortada volvió más cerca de la oreja de Maddie. Maddie se frotó la frente. "Sólo dime lo que necesitas." "Cierto, sí! Mi escritorio, en el tercer cajón, hay un dispositivo USB verde. No toques nada más. Tienes que llevarlo a su oficina." Maddie frunció el ceño. Dirigió su mirada al cubículo de cristal vacío detrás de ella. "¿Su oficina? Pero — " " "¡Sí! Dios, eres mentalmente retrasada? No ese pozo de pulgas en tu edificio, me refiero a Bartell Towers, obviamente. El último piso. No le des esa unidad USB a nadie más, ni a seguridad, ni a alguien que diga ser asistente, nadie más que a ella. Entendiste? Te estrangularé si se lo das a alguien más excepto a Elena. Esto es vital."


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Maddie puso los ojos en blanco. "¿Por qué yo? Se supone que debo escribir los informes de sucesos en este momento. ¿No puedes hacer que uno de sus empleados lo haga? Como su conductor o ... " Cualquiera excepto yo. La idea de enfrentar a Elena nuevamente después de haber compartido la mitad de la historia de su vida la noche anterior fue desconcertante. No sabía por qué había revelado todo eso. Maddie se había sobrecompartido como el infierno, luego pasó una noche sin dormir en lugar de adivinar cómo debía haber sonado. Que embarazoso. Al menos, esta vez, se había librado de la dolorosa despedida de ‘ya terminamos ’ para recordarle su condición de organismo unicelular en el mundo de Elena. A pesar de todo, probablemente era mejor darle la mayor cantidad de tiempo posible antes de volver a verse. "¡No!" Felicity dijo. "¡Nadie más puede hacer esto! Necesito a alguien que sepa dónde está mi escritorio para que no se pasen la mitad de la noche hurgando en los demás cajones. Y necesito a alguien con la mitad de una célula cerebral. Tú califica, apenas. ¿De acuerdo? Dios, por qué estamos debatiendo esto? Lo haría yo misma, pero tengo al editor en jefe de Style Tokyo volando, y se supone que ya debo estar allí para encontrar el vuelo. ¡Mihoko Morita no tolera los retrasos! ¡Y Elena me despellejará viva si no tiene esa información en la mano en veinte minutos! Tiene a la mitad de su imperio esperando que esas cifras lleguen. Ahora — su su chofer estará abajo esperándote. ¡Así que ve! ¡Aprisa!" El teléfono de Maddie se cortó. "De nada," dijo en el aire mientras miraba el teléfono. Bueno, esta bien. Echó un vistazo a su atuendo — jeans negros, botas desgastadas, una vieja camiseta de los Doors y una chaqueta de cuero negra. Si hubiera sabido que hoy estaría entrando en el santuario interno de Bartell Corp, se habría disfrazado. De acuerdo, tal vez no, pero podría haberse puesto sus bonitas botas al menos. Se puso en pie de un salto y corrió hacia el escritorio de Felicity, preguntándose por qué su corazón estaba tronando tan fuerte. ¿Era la adrenalina? ¿O simplemente nerviosismo al ver a Elena en su propio territorio? Una vez que localizó la memoria USB, se la metió en el bolsillo de los jeans, agarró su pase de seguridad y bajó corriendo las escaleras en lugar de esperar por el elevador. Un elegante town car con un hombre elegantemente vestido junto a la puerta del pasajero esperaba en frente del edificio. "¿Srta. Gray?" El hombre preguntó. "Soy el chofer de la Sra. Bartell, Amir." "Sí. Tenemos que ir a — " " comenzó mientras trepaba al asiento trasero. "Lo sé." Se dirigió al lado del conductor. "La tendré en Bartell Towers en muy poco tiempo." Salió al tráfico. "¿Va a la oficina de Style Nueva York?"


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"No. ¿Por qué preguntas?" "Está en el edificio. Conduzco a muchos modelos y diseñadores a todo tipo de horas. A veces a sus fotógrafos les gusta fotografiar por la noche." "¿Oh? No. No soy modelo ni diseñadora. ” Maddie se rió de la ridícula sugerencia. "Voy a dejarle algo a Elena." "¿Está reuniéndose con la Sra. Bartell?" Él parecía intrigado. "Sí," Maddie dijo, sin saber por qué era inusual. "¿En la oficina de la Sra. Bartell?" "¿Por qué?" "¿Cuánto tiempo lleva trabajando con la Sra. Bartell?" "Um, será un mes mañana. ¿Por qué?" Se encontró con su mirada en el espejo retrovisor y pareció impresionado. "La he llevado por un largo tiempo. No es frecuente que la gente la visite allí. Solo su círculo interno, o eso tengo entendido. Así que es un poco inusual. Eso es todo." "Oh, bueno, es una emergencia. Se suponía que sería Felicity." "Ah, ya veo." Se sumieron en el silencio, mientras Amir aceleraba el paso por las calles bien iluminadas de Nueva York. Maddie se ponía cada vez más ansiosa mientras el viaje continuaba. Finalmente, se detuvieron ante una reluciente torre redonda. "¿Aquí ...?" La gran B en el costado del edificio respondió su pregunta. " …es?" "Sí, Srta. Gray," Amir dijo. "Tengo instrucciones de esperar por usted. Pero no dude en tomarse su tiempo." "Gracias." Maddie saltó y se dirigió a través de las grandes puertas giratorias de vidrio. Un conjunto de puertas de seguridad de vidrio de 2 metros de altura se alzaba frente a ella.


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El guardia de seguridad al lado se levantó, mirándola sospechosamente. "Maddie Gray para ver a Elena Bartell." Ella deslizó sus dedos en su bolsillo para sacar su identificación de seguridad. "Sí, Srta. Gray, Gra y, me dijeron que estaba en camino. Firme aquí. ” Él examinó su identificación, mientras Maddie firmaba el libro de visitas. Él presionó un botón. Cuando las puertas se abrieron, el guardia le pasó una tarjeta plateada. "Inserte esto en el elevador junto al botón EP." "¿EP?" "Directo al penthouse. Está justo debajo del botón H." Antes de que pudiera preguntar, él agregó, "Por helipuerto." Maddie asintió y trató de parecer fría fr ía sobre el hecho de que estaba visitando a alguien que poseía un edificio con un helipuerto. Se dirigió a los elevadores que él indicó y miró alrededor mientras esperaba. Ningún gasto se había escatimado. Los pisos eran de mármol pulido. Una serie de sofás eran de cuero negro. El arte del paisaje en las paredes era sublime, probablemente las verdaderas. Las relucientes puertas se abrieron, y Maddie entró. Música suave y clásica estaba sonando. Reflectante, vidrio negro la rodeaba. Deslizó la tarjeta en la ranura EP, y el zumbido fue instantáneo. Los números volaron por ... 20, 25, 30, 35 ... el estómago de Maddie se desplomó, y la relajante música no hizo su trabajo. Finalmente, el elevador se detuvo y las puertas se abrieron. Maddie sacó la tarjeta, se la guardó en el bolsillo y dio un paso adelante. Una alfombra lujosa, mullida amortiguó sus botas. El elevador estaba en el centro de la sala, como un agujero de rosquilla, rodeado por una pasarela curva. Alrededor se extendía una vista de 360 grados de Nueva York. Paredes de vidrio esmerilado, que salían en ángulo recto de las ventanas, dividieron el espacio en áreas triangulares. Directamente frente a ella había una brecha que contenía un sofá bajo de cuero blanco — una reproducción de Mies van der Rohe (Arquitecto y diseñador industrial). Reconoció el diseño icónico de uno en la oficina del padre de Simon. Un par de bolsas de ropa colgaba XWPColección: Página y Facebook

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del respaldo del sofá. Dos sillas de diseño a juego estaban de frente, y una mesita baja de cristal, esparcida con copias de Style NY, estaba en medio. Un hombre elegante y de piel oscura con un atuendo deslumbrante la miró desde el sofá, mientras ella giraba a la izquierda y comenzaba a rodear lentamente el elevador. Ella le lanzó una sonrisa, pero él no la devolvió, mirándola avanzar con interés. En su vuelta, ella pasó por la cocina. La siguiente ‘área triangular ’ tenía paredes de vidrio polarizado y una puerta y estaba marcada como un baño. Más allá de eso, pasó frente a una mesa de juntas de doce asientos, con un enorme monitor en una pared, presumiblemente para videoconferencias. videoconferencias. Y finalmente ... entró a la oficina de Elena. Contra la pared divisoria de cristal a la derecha, había un elegante, largo librero lleno de libros y revistas. Delante había un escritorio y una elegante silla de diseño de cuero en la que Elena se sentaba, inclinada hacia la ventana. Ella aún no había notado el acercamiento cauteloso de Maddie. En el otro lado del escritorio había una mesa de café y, alrededor de eso, tres sillas rectas, de espaldas a la ventana. Dos de ellas estaban actualmente ocupadas por un par de hombres en costosos trajes, con grandes libretas y aspecto ansioso. Maddie examinó el resto de la oficina. La pared de vidrio que daba a Elena tenía varias portadas de periódicos enmarcadas y portadas icónicas de la revista Style pegadas. Ubicada en el extremo izquierdo de la esquina, frente a la ventana, había un hermoso biombo de seda japonés — posiblemente posiblemente un área de algún tipo para cambiarse. Maddie supuso que Elena tenía que hacer muchos cambios rápidos r ápidos de vestuario en el trabajo antes de ir a varios eventos. La silla ejecutiva se dio la vuelta y Elena la miró a los ojos. Maddie estaba a punto de deslizar la memoria USB sobre el escritorio y decir lo que era, pero Elena negó con la cabeza y señaló más allá de la pared opuesta al área donde había comenzado su recorrido. Donde estaba sentado el hombre elegante del traje fino. Una voz incorpórea sonó desde el teléfono en el escritorio de Elena, alertando a Maddie sobre el hecho de que estaba en medio de una conferencia telefónica. El hombre hablaba francés demasiado rápido para las lecciones de Maddie en la escuela secundaria como para traducir cada palabra. Elena frunció el ceño y apuntó algunas notas. "C'est imposible (Eso es imposible)! ¡Votre date limite est ridicule! (Su fecha limite es ridícula)" Ella respondió. La mirada de Elena se movió hacia hacia sus subordinados, quienes dieron un vigoroso par de asentimientos. XWPColección: Página y Facebook

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Maddie se alejó, tratando de entender lo esencial. ¿Algo sobre una fecha límite imposible? Se dirigió hacia la siguiente ‘área triangular ’, y se sentó en una silla frente al hombre. Su traje verde oscuro, corbata de mostaza y zapatos pulidos eran caros, probablemente a medida. Él tenía una calvicie calvicie de bola de billar, de unos treinta o cuarenta y tantos años, y afeitado hasta casi matarlo. Diseñador de moda tal vez? Sus ojos eran inteligentes y evaluadores, y tenía pómulos altos que avergonzarían a una supermodelo. "Soy Maddie Gray," ella dijo, después de un momento. "Al fin nos conocemos. Perry Marks." Sus amplios labios se enroscaron en saludo. "¿Al fin?" "Felicity parece pensar que tus conjuntos son dignos de muchos monólogos entretenidos. Pero nunca dijo quién eras. De modo que eres lo suficientemente importante como para que ella pueda despotricar, pero no lo suficiente como para darme detalles. ” Deslizó una mirada crítica sobre su atuendo y se tocó el labio. "Hmm. Entonces no eres una diseñadora, ni una ejecutiva ... " Su mirada recorrió sus muslos, que eran de tamaño normal. "Definitivamente no eres una modelo." "¡Oye!" Él sonrió, y sus dientes blancos, perfectos, deslumbrando contra su piel oscura, casi la cegaron. "Es raro para mí encontrarme con una mujer común en este edificio," dijo con una sonrisa descarada. Palmeó su pecho sobre su corazón. "Así que me disculpo si estoy en estado de conmoción. De todos modos, me rindo. ¿Qué haces? ” "Soy una reportera de sucesos en Hudson Metro News." "Ah, el pequeño periodicucho que está succionando toda la atención de nuestra intrépida líder. Obtener una audiencia con Elena en estos días es como visitar a la reina. Incluso para mí. Así que ... por qué estás aquí, aquí, Reportera de Sucesos? ” "Solo estoy haciéndole un favor a Felicity. Tengo algo que dejar." Levantó el disco USB. "Así que déjalo aquí. Se lo daré." "Felicity prometió despellejarme viva si no se lo entregaba personalmente a Elena." "Ah. Eso suena como la indomable Srta. Simmons." Maddie se rió de eso. "¿Entonces, qué haces tú?"


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Él soltó una risita triste. "Ay, mi pobre, pobre ego. En mi industria, todos me conocen. Soy el director de arte global de Style International. Si es elegante y está de moda, entonces fui yo quien ayudó a que fuera así." "¿De verdad?" "Palabra de honor." "Votre attitude est décevante. d écevante. Je ne suis pas ouverte au compromis. (Su (S u actitud es decepcionante. No estaría abierta a negociar)" El estallido de francés de Elena fue lo suficientemente fuerte como para viajar a donde estaban sentados. ¿Algo sobre una mala actitud y ninguna negociación? ¿Tal vez? "No debería tardar mucho tiempo," Perry dijo en voz baja, inclinándose hacia adelante. "Ella está insultando la profesionalidad profesionalidad del hombre. Cuando llegue a amenazar amenazar con reducir su presupuesto, también, habrá terminado. O ella simplemente lo despedirá." Levantó sus anchos hombros como si no estuviera seguro y sin preocuparse en todo caso. Luego jaló de su puño para enderezar su chaqueta a la perfección. "Oh," Maddie dijo en un susurro. "¿A quién está amenazando?" "Style Paris acaba de firmar con una increíblemente sobrepagada modelo en ascenso, lo cual ha aumentado su presupuesto anual en un veinte por ciento. Para empeorar las cosas, la chica se jactó del tamaño del acuerdo en las redes sociales, por lo que no hay forma de salvar las apariencias y pretender que nunca sucedió. Incluso si las hubiera, el nuevo editor de Style Paris no la reemplazará y piensa que las sugerencias que él hace son ‘interferencia de imbéciles norteamericanos ’. Acabará mal si él no logra meterse en su grueso cráneo con quien está tratando. Elena podría ponerlo en la lista negra y hacerlo de manera que solo pudiera trabajar en el comercio minorista en Islandia. Lo cual sería una pena, porque me gusta Islandia." Islandia." "Se preocupa mucho por sus revistas de moda, ¿no es así?" Maddie dijo. "Quiero decir, Style no es solo otra publicación para ella, ¿o sí? Es lo que ella ama, ¿verdad? ” Perry la estudió con curiosidad. "Realmente no la conoces, ¿verdad?" "Me gustaría," Maddie dijo con seriedad. Hizo una pausa mientras se preguntaba por qué era eso. ¿Por qué había intentado con todas sus fuerzas conocer a su jefa? Tanto es así, que probablemente se había hecho quedar como una idiota por haber compartido demasiado ayer. Se mordió el labio. Debido a que Elena es fascinante , su cerebro le susurró. Y hermosa. Y un misterio Y me encanta desvelar un misterio. Quiero saber quién es y cómo piensa sobre cualquier cosa. Quiero conocerla.


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Perry no había respondido, como si sintiera que había más. "Pero no, realmente no la conozco," Maddie continuó. "Quiero decir, no la conozco desde hace mucho tiempo. Solo quiero saber quién es ella cuando no está jugando a ser una diosa. ¿Ya sabes?" "¿Qué pasa si digo que ella no está jugando? ¿Lo creerías? ” Perry se inclinó hacia adelante. Maddie no podía averiguar si él estaba bromeando. "Diría que ella es buena pero no tan buena." Perry se rió y se inclinó hacia atrás otra vez. "Cierto. O tal vez es una cuestión de perspectiva.” Él la estudió por un momento. "¿Sabes que todos me preguntan sobre ella porque somos buenos amigos? Todos tratan de averiguar sobre la mujer de negocios. ¿Qué la hace funcionar? ¿A quién favorece f avorece políticamente? políticamente? Sus razones son claras. Pero en veinte años, eres la primera persona que realmente suena sincera al preguntarme sobre la mujer detrás del poder. Sin ningún otro motivo." "¿En serio?" Eso fue sorprendente y deprimente. ¿Quién no querría conocer a la verdadera Elena? "Sí, en serio. Así que te contaré su secreto. ” Perry le dio una pequeña sonrisa. "Bueno, no es un secreto si la observas tanto como yo lo he hecho. De todos modos, lo que pasa con Elena es que la moda siempre es lo primero." "La moda." Maddie lo miró escéptica. "¿En serio?" "Absolutamente. Oh, ella podría negarlo y hablar sobre su visión de los medios, pero no es lo que la impulsa." Él agitó su mano hacia la oficina de Elena. "Ella es una mujer enamorada de la belleza en todas sus formas. Aquellos que proponen un proyecto que ofende su sensibilidad porque es feo, despídanse. Porque Elena se ve a sí misma como una curadora de belleza, ante todo. Las personas que no entienden eso, no la entienden." Asombrada, Maddie lo miró. Ella ordenó sus pensamientos. "Eso es solo ... no hace ... Bien, déjame decirte algo. Hay un chico de dieciocho años sobre el que escribo una historia. Ramel Brooks. Él estaba pasando el rato en la casa de sus amigos cuando el escuadrón de narcóticos hizo una redada. Ramel, a diferencia de sus drogadictos amigos, es un estudiante sobresaliente, con una beca universitaria en fila. Pero después de que todos fueron arrestados, todos sus amigos perdedores afirmaron que eran inocentes y que Ramel era un gran traficante de drogas. Ahora ellos fueron liberados y él está cargando con la culpa por todos ellos."


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Perry frunció el ceño. "No veo que tiene que ver tu historia con Elena." "Tuve que mirar a los ojos de este chico mientras me decía, con la voz temblorosa, que todos los días veía las dudas de su madre en él. Se pregunta si Ramel lo hizo, y eso es lo que lo está quebrantando — más más que la traición de sus amigos, las acusaciones dudosas o la amenaza de años en la cárcel. Cosas como esta es lo que veo en mi trabajo. La vida es tan desalentadora para algunas personas. Y mi trabajo diario es compartir esa desolación. La verdad es que las noticias son, en su mayoría solo un dolor resbaladizo. Es feo y deprimente. Cuando mi historia se publique mañana, la gente no dirá: 'Oh, qué hermoso'. Dirán 'Apesta ser Ramel'. Entonces cómo puede Elena ver la belleza en las noticias? No lo entiendo. Si lo que dices d ices es cierto, cómo puede ella estar en esta línea de trabajo? ” La mirada de Perry se volvió pensativa. "Mira, cuando ves un periódico, ves su contenido. Lo bueno, lo malo, lo que sea. Elena no ve eso. Ella ve la belleza básica en lo que ha construido. Tu pequeña y triste historia es solo un engranaje en una máquina de noticias que ha rehecho tan eficientemente que para ella todo se convierte en arte." "¿Arte?" Maddie lo miró boquiabierta. "Vamos, eso es una locura." "No, eso son negocios. En esencia, no importa lo que produzcas — si si está bien hecho y es efectivo para la persona que lo diseñó, será hermoso." "¡Tu es viré (Estás despedido)!" Salió un ladrido de la habitación contigua. Un teléfono se estampó de golpe. Es curioso cómo ella ni siquiera había alzado la voz, pero su tono letal envió un escalofrío por la columna vertebral vertebral de Maddie. Perry inclinó la cabeza. "Hmm. Bueno, supongo que eso era inevitable." "Ella acaba de despedirlo," Maddie dijo, descifrando lentamente las palabras. "Al editor francés." "Mm. Le hará algo peor que eso." Los ejecutivos ahora estaban archivando, y el golpeteo de las demandas de Elena se desvaneció. "Ve que Marcel nunca más trabaje para ninguna de mis publicaciones. Mientras tanto, averigua si Stan cambió su postura al vender esos seis títulos de propiedad. Lo vi en casa de Martha Vineyard recientemente, y está en sus ojos. Quiere retirarse y jugar al golf. Entonces, envíale una membresía para cualquiera que sea el campo de cinco estrellas más cercano. Se lo comerá que no puede jugar porque el negocio está interfiriendo. Muy bien. Hemos terminado. ” Hubo una pausa. "¡Perry!"


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"Mi señal." Se levantó, recogió las dos bolsas de ropa que descansaban en el sofá y se dirigió hacia la oficina. Ante la puerta de su oficina, saludó a Elena calurosamente y luego abrió la cremallera de la bolsa superior. Sus murmullos llegaron a los oídos de Maddie. Algo sobre un próximo baile y varios diseñadores famosos. Se inclinó hacia adelante, estirando el cuello para ver alrededor de la pared de vidrio esmerilado que los separaba. Afortunadamente, apenas estaban dentro de la oficina de Elena. Un destello de brillo llamó la atención de Maddie, mientras Perry levantaba un deslumbrante vestido azul de la primera bolsa. "Absolutamente no," Elena dijo. "Me veré como una bola de espejos. Muéstrame el otro." Perry desapareció de su vista, y cuando reapareció, ahora estaba sosteniendo un vestido rojo intenso. Hizo un gesto con un ademán ostentoso. Maddie se estiró para verlo mejor y ahora se inclinaba casi horizontalmente en el asiento. Oh. Oh guau. Eso se vería increíble en Elena. "Mm. Aceptable. Y me gusta este tono de escarlata. Bueno, más granate, ¿no? Dame un momento. Déjame probármelo." Elena se adentró más en su oficina, ahora fuera de la línea de visión de Maddie. Probablemente para cambiarse detrás del biombo japonés en la esquina que Maddie había visto antes. Perry todavía estaba junto a la puerta, deslizando el vestido azul dentro de su portatraje. Unos minutos más tarde, Elena habló, su voz demasiado baja para que Maddie la oyera, y Perry se giró. Ella solo podía ver una parte de su espalda y nada de su jefa. Maldición. "Precioso." Él parecía impresionado. Dio un paso atrás, de vuelta a la línea de visión de Maddie. "Mejor iluminación junto a la puerta," él dijo. "¿Puedes dar un paso adelante? Oh si. ¿Gírate? Necesito ver el corte en la parte posterior." Un destello rojo se arremolinó a la vista y luego desapareció. Maddie quería gemir de frustración. Y ahora su forzado cuello le dolía. "Sí. Perfecto," Perry dijo.


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"¿Zapatos de tacón?" "En la bolsa. Un ofrecimiento encantado de Stuart Quinz. Personalizado. Ya verás." Sonó un murmullo, y luego llegó un ronroneo de aprobación femenino y bajo que hizo que Maddie tragara con fuerza. "Oh Dios. Por favor, gracias Stuart. Ahora el vestido ... ¿de quién es? Duchamp? ¿O alguien más? Si voy a catapultar a un nuevo diseñador a la estratosfera poniéndomelo, dime que es alguien digno al menos." "Estabas en lo cierto al principio. Véronique Duchamp." "Ah," Elena dijo. "La perfección como siempre. Muy bien. Buena elección, no es que ella necesite más publicidad. Pero su vestido servirá muy bien." "Excelente." Perry dio otro paso hacia atrás y ahora estaba fuera de la oficina. Extendió la mano, moviendo los dedos. "Tengo que decir que la fluidez desde el busto es sublime." Maddie se inclinó lejos de su silla, desesperada por echar un vistazo al busto ‘sublime’ en cuestión. Perdió su guerra contra la gravedad y, después de unos cómicos tres segundos intentando evitar caer, su golpe fue fuerte y humillante. Ella se puso de rodillas. "¿Qué demonios ...?" Elena salió de su oficina, con las manos en las caderas, y fijó a Maddie con una fría mirada. Maddie contempló la visión que tenía delante. El vestido era ... oh. Perry no estaba equivocado. Se aferraba a cada curva. Era maravilloso. Maravilloso. Y el busto? Oh Dios. Guau. El escote de la prenda bajaba hasta el estómago de Elena, mostrando un triángulo tentador de piel lisa e impecable. Maddie podía ver la elevación del pecho desnudo de cada lado del vestido, y su boca se secó. Deslizó su mirada más arriba y captó una mirada incrédula en la cara de Elena. "Um, hola?" Maddie se puso de pie. "¿Debo asumir por esta exhibición dramática que tú también lo apruebas?" Elena preguntó. Maddie se sonrojó, perdida por las palabras. Ella asintió. Perry se rió. "Debe ser bueno, le has robado el habla." Sus ojos brillaron y se volvió hacia Elena. "No se necesitan arreglos. Lo dejaré contigo y haré mi escapada. Puedes divertirte


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reparando el vocabulario atrofiado de la Srta. Gray." Le hizo un guiño a Maddie, recogió el vestido azul ‘ bola bola de espejo’, ahora metido de nuevo en su portatraje, y se dirigió al elevador. "Es tan sorprendente," Maddie dijo, todavía paralizada. "¿Quién es Véronique Duchamp?" "Tal vez sea la mejor diseñadora del mundo," Elena respondió, "lo cual sabrías si tuvieras el más mínimo interés en la moda." Se giró y regresó a su oficina. Maddie la siguió. Dobló la esquina y encontró a la jefa de los medios de comunicación de pie junto a la ventana, ventana, mirando hacia afuera. afuera. "¿Cómo puede alguien llegar a ser tan viejo como lo eres ... con qué, a mitad de los veinte? ... ¿Y dejar de comprender incluso los conceptos básicos de la moda?" Elena le preguntó al cristal frente frente a ella. Maddie pensó en lo que había dicho Perry, en que la gente que no reconocía la parte de Elena a la que le encantaba la moda fallaba a sus ojos. Se preguntó cómo responder la pregunta con sinceridad. "La moda les habla a todos de manera diferente. Quiero decir, aunque nunca me interesó realmente —” "Estoy conmocionada." El tono de Elena era burlón pero contenía diversión también. Maddie metió sus manos en los bolsillos de sus jeans, su mirada se deslizó sobre la hermosa espalda frente a ella. El escote en la espalda del vestido terminaba justo encima de la curva de su trasero. Era exquisito. El vestido, no su trasero. En realidad no. Ambos lo eran. "Pero eso no significa que no pueda apreciar la belleza de la moda. Especialmente cuando está justo en frente de mí." Hubo un silencio, y Maddie alzó los ojos, y vio que Elena la había estado mirando en el reflejo de la ventana. Sus miradas se sostuvieron. "¿Y cómo sabes lo que es la belleza si no entiendes lo más básico sobre el estilo?" "Tengo ojos." Salió más como una exhalación, y Maddie vio sorpresa en el reflejo de Elena.


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Maddie miró hacia abajo, insegura de lo que estaba haciendo, porque estaba segura de que no podía estar coqueteando con Elena Bartell. Eso sería una locura Notó un marco plateado en el escritorio de Elena. Entre las imágenes de multimillonarios multimillonarios poderosos y diseñadores de moda de élite había una fotografía de Elena con su marido. Ella la miró fijamente. A él. Su expresión era tan depredadora. ¿Por qué el bastardo presumido siempre se veía tan hambriento? En cada foto en línea que alguna vez había visto, siempre se veía igual. Fuera de su periferia, vio a Elena apartarse de la ventana y observar lo que Maddie estaba mirando. El rostro de Elena cambió de intrigado a frío. "Así que ... no pareces japonesa." Su voz ahora era toda negocios. "¿Uh no?" "El próximo visitante que esperaba aquí era Mihoko Morita. A menos que la editora en jefe de Style Tokyo se haya convertido en una australiana con un fetiche de culto a la banda, tú no eres ella." "Oh, bueno, creo que Felicity la está buscando ahora mismo. Es por eso que estoy aquí, no ella. Me pidió que te t e dejara esto. ” Maddie colocó el dispositivo USB en el escritorio de Elena. "¿Jugando al mensajero? Pero pensé que eras una reportera. ¿No es eso lo que me sigues diciendo?" Ella le dio a Maddie una mirada de disección. "Parecía una emergencia," Maddie dijo. "Así queeee ... eh ... de nada." Ella se puso nerviosa. Era extraño estar aquí, en el santuario, viendo lo poderosa que realmente era Elena. La forma en que los ejecutivos se habían agachado y raspado al salir. Elena tenía su propio chofer y un elegante coche de lujo y un helipuerto, por el amor de Dios, probablemente con un helicóptero de verdad estacionado en él. ¿Y ese vestido que llevaba? Si no valía cinco cifras, estaría sorprendida. s orprendida. Elena la estudió por unos momentos. "Ah," dijo, con los ojos brillantes. "Y ahora lo ves." "¿Ver qué?" "No está bien que me veas aquí." Su tono era irónico. "Bueno, no tienes que quedarte, ya que te hace sentir incómoda." Dio un rápido giro con los dedos en dirección a Maddie, con los labios apretados. Jugueteó con algunos papeles en su escritorio. Era incongruente ya que todavía llevaba puesto su estupendo vestido rojo. Vestido granate. Lo que sea. XWPColección: Página y Facebook

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"Te equivocas." "¿Qué?" Elena levantó la cabeza. "Quiero decir sí, claro, este lugar es ... bueno, es ..." "Pretencioso, puedes decirlo." Los ojos de Elena brillaron. "Quiero decir, sí, esta oficina es todo negocio. Pero esa no eres tú." "¿Oh? ¿Y quién soy? ¿Crees que ahora lo sabes? ” "No, aún no. Pero sí sé esto — este este lugar podría ser tu vida, pero no eres tú. Esto es solo desde donde gobiernas el mundo. Nada más." "¿Nada más? ¿Seguramente gobernar el mundo es más que eso? ” Elena la escrutó. "¿Te parece tan poco lo que hago?" hago?" "¡No! Sí. Es decir ... no pretendía que fuera así, y lo sabes." "¿De verdad?" La mirada de Elena era intensa. "¿Sabes cómo me llaman, no? Todos los nombres? ¿Por no mencionar todas las cosas despiadadas que se supone que he hecho? Los rumores no carecen de fundamento." f undamento." "Por supuesto que sé lo que dicen. Incluso si todo es cierto, ese no es mi punto. Han omitido cosas, ¿verdad? Tú no eres tu imagen. Como, sé que enviaste a Josie a casa para estar con su hijo. No lo hiciste porque pensaste que era contagiosa." Elena le dio una mirada fría. "Apostar por mi humanidad no es una apuesta segura, Madeleine." "Tomaré esa apuesta de todos modos." Maddie levantó su barbilla. Ella se encontró con la incredulidad, y sonrió. Sin esperar una respuesta, giró sobre sus talones y se dirigió al elevador. Las puertas se abrieron, y un hombre guapo salió, pasándola. El paso de Maddie vaciló brevemente, cuando reconoció al marido de Elena. Su cuello se estiró. El hombre era increíblemente alto.


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"Oh, hola." Una mirada evaluadora se movió sobre Maddie. Se demoró. "No sabía que Elly tenía compañía." Elly? Ugh. Maddie volvió su atención a la jefa de los medios. Elena apretó la mandíbula. Quizás tampoco le gustaba el apodo. O la forma en que él estaba obsesionado con el pecho de Maddie. "¿Richard?" Elena preguntó. "¿Por qué estás aquí?" "Estaba en el vecindario." Finalmente dejó de mirar las curvas de Maddie y se giró. "Pensé en ver si estás libre. Pero, cariño, qué vestido tan perfecto. ” Soltó una risita baja y sucia. "Déjame tener algo de eso." Él se acercó a ella, la rodeó con sus brazos, la giró y le dio un beso repentino y completo. Mientras lo hacía, mantuvo la mirada fija en Maddie, que estaba paralizada. Lo que sea que vio en su rostro pareció divertirlo. De manera deliberada deslizó su mano sobre el trasero de su esposa y le dio un apretón posesivo. Maddie salió disparada hacia el elevador, evitando la visión de cualquiera de las partes del cuerpo de Elena que Richard iba a marcar después con sus manos errantes. Claramente, el gusto de Elena por los vestidos no se extendía a los esposos.


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CAPÍTULO 8 Señorita Bartlewski Elena se reclinó en su silla de diseño Philippe Starke, habiéndose cambiado por su atuendo original, el vestido granate ahora de nuevo en su bolso. Mirando por la ventana, contempló fastidiar a Felicity por su tiempo estimado de llegada de Mihoko. Tal vez debería evitarle un colapso a su jefe de personal; Felicity estaba bastante nerviosa. No podía concentrarse, gracias a la exagerada PDA (Muestras públicas de afecto) de Richard. Por qué todavía sentía la necesidad de adularla por todos lados en público la desconcertaba. La hacía sentir incómoda. Elena supuso que era porque le gustaba mostrar su presa. Ella era muy consciente de que su riqueza y estatus hacía que ciertos hombres, como Richard, fueran propensos a los pavoneos groseros — pero pero ella pensó que la novedad ya se habría agotado, cuatro años después. Esta noche, ella le había ordenado que se fuera a su casa solo para mirar por encima de su hombro y descubrir que la reportera de sucesos del Hudson Metro News también había desaparecido. El recuerdo de la defensa inocente de Madeleine de la humanidad de Elena también la atormentaba. La chica estaba equivocada, por supuesto. Elena era despiadada cuando era necesario, y eso era necesario. Sin su alter ego con el tiburón tigre, habría sido devorada viva en los negocios hace años. En estos días, se metía en la personalidad sin pensar. Que Madeleine insistiera en intentar encontrar algo más era ... inquietante. Ella odiaba este sentimiento. Elena no tenía tiempo para los ojos abiertos y confiados que parecían rogarle amistad. No tenía tiempo para juegos de palabras lindos e inteligentes que desdibujan las líneas entre la admiración y algo más. ¿Realmente Madeleine Gray no entendía? ¿No captaba lo que ella era en el mundo de Elena? Una empleada. Una opción desechable, quien — al al igual que todos los demás que no cumplían con las expectativas — podía descartarse en cualquier momento, si el negocio lo requería. Claramente, esto fue culpa suya. Elena había sido demasiado tolerante, permitiendo que la joven mujer viese más de lo que debería. Debería haber obligado a Madeleine a alinearse hace semanas. ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué había permitido que se desarrollara una relación entre ellas, sabiendo el destino que le esperaba? Debido a que era una compañía interesante , la pequeña voz en la parte posterior de su cerebro susurró. Porque ella trataba a Elena como a una mujer que valía la pena conocer, XWPColección: Página y Facebook

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no como un contacto poderoso para cultivar. Porque la curiosa australiana era una de las pocas personas en la tierra que parecía genuinamente querer estar cerca de Elena. Y, negándolo como podría, porque no tenía ningún sentido, el sentimiento era mutuo. Aun así, a pesar de todos los discursos de Madeleine, no tenía ni idea de quién era Elena en realidad. Pero para ser justos, quién lo sabía? Ni siquiera su amigo más antiguo, Perry, ni sus maridos pasados ni los actuales sabían toda la verdad. Cerró los ojos y recordó el tiempo que prefería olvidar. Ella había nacido Elena Zofia Bartlewski, en una vida que nadie querría. La pobreza tenía su propio olor, ella a menudo lo pensaba. Era la humedad alzándose, los desechos podridos y la orina mezclada con botellas de alcohol rotas, colillas de cigarrillos cigarrillos y desesperación humana. Sus abuelos, que habían huido de Polonia durante el ascenso de los nazis, habían hecho una nueva vida en Nueva York, donde Elena nació. Había crecido con sus padres, abuela y tres hermanos, arriba de la sastrería deteriorada de su tío en Greenpoint, Brooklyn. Había odiado su vida y la asfixiante expectativa de que algún día trabajara en una fábrica de ropa local. Cuando ingresó a su adolescencia, sabía que no se parecería en nada a los vecinos cansados , de mejillas amarillentas que pasaba cada día. Elena tenía lugares a donde ir y ambiciones que lograr. Sería alguien algún día. Le mostraría a todos esos niños estúpidos y crueles en la escuela, que se burlaban de su nombre, su débil acento polaco adquirido a través de los años pasados en la rodilla de su abuela, o sus zapatos demasiado grandes, hechos a mano. Su madre le había enseñado a coser a una edad temprana, y lo disfrutó, pero su ojo de diseño realmente floreció el día que tropezó con algunas revistas de moda descartadas y glamorosas. Las había revisado por cada detalle, su mirada volando desde los cortes únicos de los estilos audaces hasta su costura y flujo de tela. Su corazón latía furiosamente. Incluso más rápido que ese día en que Jenny Copeland la había besado en la mejilla y la había llamado guapa antes de deslizar su mano sobre la cintura de Elena y apretarla. Oh, sí, Elena Bartlewski, la mirada fija en las modas que nunca había visto antes, en ese momento sabía exactamente dónde estaría su vida. Dirigiría una revista así un día. Dejaría atrás esa vida rutinaria y gris, y la deprimente existencia de su madre y abuela pasándola lavando la ropa de sus vecinos. El mundo era más grande que edificios viejos y sucios, pintura descascarada y paredes pintadas con graffitis. Más grande que malditos departamentos mohosos alquilados con tuberías goteando y paredes agrietadas.


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Así que, lo planeó. Elena continuó en la escuela, ignorando innumerables ofertas para salir con los chicos del vecindario, con el cabello peinado hacia atrás y los ojos brillantes mientras miraban su pecho que se desarrollaba de repente. A los diecisiete años, un anuncio en uno de los grandes periódicos llamó su atención, y apenas podía atreverse a esperar. Vistiendo su mejor atuendo — el el que había hecho ella misma con ideas de diseño extraídas de una impresionante y nueva revista estadounidense llamada CQ. Reina de Pasarela. La brillante publicación necesitaba un asistente para el editor de funciones adjunto. Elena no tenía ninguna de las calificaciones que enumeraron, y era demasiado joven, pero deseaba desesperadamente el trabajo. La entrevista había sido curiosa. Por un lado, la dama con el costoso perfume y traje de diseñador había echado un vistazo al raído currículum de Elena y casi la había echado de la oficina. Pero cuando sus dedos bien cuidados posaron su aplicación sobre lo que parecía ser una gran pila de rechazos, de repente le preguntó a Elena: "¿Por qué la moda? ¿Porque nosotros?" Todo el ser de Elena se sintió iluminado mientras explicaba. Comenzó con la moda de ensueño cruzando países, divisiones, ideologías. Cómo incluso hasta las niñas pobres judías podían ver la misma maravilla de un conjunto exquisitamente cortado que una rica comunidad social en Manhattan. Cómo, al final del día, la moda era trascendental ... como la música o el gran arte. Necesita ser celebrada. Añadió cómo había cambiado su vida dándole un sueño propio. Y, para asegurarse, mencionó, de paso, que algún día dirigiría las publicaciones de moda del mundo. La entrevistadora, una mujer serena de unos cuarenta años con una mata de pelo rubio, rápidamente dejó caer el currículum de Elena sobre su escritorio, mirándola, con la boca abierta. “¿De dónde vienes? ” Luego miró el vestido de Elena. “Y de dónde, puede saberse, sacaste eso? No reconozco la etiqueta. Y me enorgullezco de conocerlas todas." Elena se lanzó a los entusiastas detalles, explicando cómo le gustaba el corte de los nuevos trajes de mujer de Pierre Cardin y había incorporado ese estilo en los hombros y el busto, pero sentía que el estilo de Hubert de Givenchy era más interesante y clásico, por lo que había basado más de su atuendo en su último diseño en la página 124 de la edición de Marzo de CQ. "Aunque," continuó después de inhalar rápidamente, "el Givenchy en Vogue, en la página 76, probablemente sea más atractivo para las masas, con el corte más largo y el uso inteligente de tonos contrastantes, pero el de CQ definitivamente era más clásico. No había comparación al final."


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Elena se había detenido y se sentó insegura cuando la otra mujer dejó de respirar, y se había preguntado si no era correcto inspirarse en diseñadores famosos. Ella se había sonrojado entonces. Tal vez había metido la pata terriblemente, porque quién era ella? Una pobre chica de diecisiete años quien hacía el dobladillo de la ropa de gente rica después de la escuela por dinero en efectivo. Y, oh Dios, tal vez era malo que ella haya tomado elementos de más de un diseñador y los haya fusionado para crear una apariencia completamente nueva. ¿Eso no se hacía? Tragó saliva y pensó en salir arrastrándose en ese momento, antes de que las cosas se volvieran más humillantes. La otra mujer pareció leer su mente. "Deja de agitarte. No irás a ninguna parte. Ahora, estás completamente descalificada para el trabajo que solicitaste ... " La devastación se apoderó de Elena. Fue tan abrumador que jadeó. La entrevistadora levantó su mano y continuó, "... pero ayúdame, no dejaré que salgas de estas puertas sin estar en mi equipo en alguna parte. Déjame hablar con Recursos Humanos. No te muevas ni un centímetro." Y ese fue el día en que Elena Bartlewski ingresó al mundo de la publicación. Inicialmente, era asistente personal de Clarice Montague, la mujer que acababa de entrevistarla. Una mujer que más tarde supo que era una editora brillante. Clarice inculcó en Elena la necesidad de la excelencia en todas las cosas. Para su vigésimo cumpleaños, Elena Bartlewski ya no existía. Elena Bartell nació, y esa firma apareció en sus características de moda bien investigadas y cada vez más prolíficas. Se convirtió en editora de funciones a los veintidós, bajo la mano guía de Clarice y para gran sorpresa de muchos otros miembros del personal. A los veinticuatro años, había adquirido el accesorio adecuado de cada joven ambiciosa a fines de los noventa — un un marido. Iba con trajes de negocios de color carbón, hombreras y blusas color pastel. Clarice le dijo que detendría cualquier rumor sobre dónde podrían estar sus intereses. La sugerencia de que podría haber rumores la había conmocionado, porque no había tenido tiempo de salir con nadie. Aún así, los negocios eran negocios. Así que ella le propuso a Spencer Fielding, el prometedor editor de contabilidad de CQ, durante su almuerzo un día. Él la miró, sorprendido, por encima de sus lentes, y soltó, "Sí, por supuesto."


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Spencer tenía algunos rumores propios que él quería dejar en paz, ella descubrió más tarde. Era un emparejamiento perfectamente suave, no iluminado por la excitación dentro o fuera de la cama, pero, bueno, eso era el matrimonio, ¿no? Después del primer mes, ni siquiera se molestaron con la cama matrimonial. Ella nunca había entendido lo que era el alboroto en ese punto. Y si alguna vez sintió el zarcillo del deseo por otra persona o notó la curva sensual del cuello de una modelo o una parte trasera femenina bien formada, eso fue algo más que hizo a un lado. El negocio era primero. Gobernar el mundo significaba sacrificios. Eso significaba que no te distraías. Ciertamente no explorabas ciertas cosas, sin importar cuán tentadoras. A los veinticinco años, estaba siendo preparada para reemplazar a su mentora que se retiraba como editora en jefe de CQ, destinada a convertirse en la editora de moda más joven del mundo. Ella sería la aclamada de la la ciudad. Adorados, consentidos y ambiciosos diseñadores llegarían desde todos los rincones del mundo para besar sus pies. Ella lo ganaría todo. Excepto que nunca sucedió. Clarice murió, de repente, cuando sus ennegrecidos pulmones cedieron después de todos esos clásicos cigarrillos de mango largo, y la consagración de Elena se convirtió en una lucha de poder. Emmanuelle Lecoq. Incluso su nombre llenó a Elena de odio hasta el día de hoy. Elena había renunciado un mes después de que le robaran el trabajo que se suponía que debía tener debajo de sus narices. El día que Clarice murió con sus hermosos tacones LV firmemente puestos, todo cambió. Nadie más lo sabía, pero ella le había dejado a Elena un bolso coleccionable, negro de Hermes junto con una nota, ahora es todo tuyo. En el interior estaban todos los documentos pertenecientes a las acciones de CQ que Clarice había adquirido a lo largo de los años en bonificaciones y opciones sobre sob re acciones. Ella se los había legado a Elena. Así que Elena encontró a Tom Withers, un brillante contador y gerente de negocios, y a través de él cambió las acciones en poco más de doce meses, para asegurarse de que las acciones de CQ no cayeran en picada. Comenzó una pequeña empresa que llamó Bartell Corporation. Y como ya no era necesario, prescindió del marido.


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Spencer se limitó a encogerse de hombros, empacó una maleta y le depositó el cheque del acuerdo de divorcio. No lo había visto desde entonces, excepto cuando se levantó para promocionar su última novela en sus noticias. Elena no lo extrañó en lo más mínimo. No tenía dudas de que el sentimiento s entimiento era mutuo. Bartell Corp fue solo el comienzo. Era su ambición de ser global. Uno de sus primeros inversores le dijo que ella operaba como un tiburón tigre. El tiburón tigre, le explicó el hombre, era la unidad de eliminación de basura del océano, que podía comer cualquier cosa y no solo sobrevivir, sino prosperar. Eso era cierto; muchos de los periódicos que adquirió eran basura, por lo que podía comprarlos a un precio tan bajo. Pero la mayoría de las veces, todos tenían algo que era único o que valía la pena rescatar. Elena se hizo experta en revisar las entrañas de los periódicos, extraer el tesoro y arrojar el resto a un lado. Y a medida que pasaron los años, El tiburón tigre se quedó. Por no mencionar algunos otros apodos, menos agridulces. A los veintisiete años, ella había ganado su primer millón lanzando algunos periódicos de bajo presupuesto a algo más valioso. A los veintiocho años, tenía suficiente flujo de efectivo para comenzar una revista de moda global para rivalizar con CQ. Style International. Y a los treinta y cinco años, había conquistado Nueva York y la mitad del resto de los medios impresos en los Estados Unidos. Fue entonces cuando la nombraron Persona del Momento del Año. Cuando llamó a su madre, preguntándose si tal vez su familia no había escuchado las noticias, la mujer parecía estar más interesada en contarle a Elena sobre la nueva prometida de Wit. Como si la vida de amor banal de su hermano menor fuera de alguna manera el equivalente de Elena dominando el mundo editorial de los Estados Unidos en solo una década. Su madre agravó lo horrible del momento agregando — con con un tono aún más melancólico — que que ya era hora de que Elena empezara a salir de nuevo. Incluso Jenny Copeland ahora estaba ‘saliendo con ese chico tan agradable, Billy Day, el hijo del panadero, a la vuelta de la esquina ’." Un escalofrío le recorrió la espina dorsal a Elena. Su madre, a pesar de sus buenas intenciones tenía todo la perceptividad de un calcetín mojado. Así que por qué había mencionado a Jenny? Cuando colgó, Elena no estaba de humor para celebrar nada. Abrió una botella de Château Lafite Rothschild Pauillac 2010 en su último departamento en el penthouse — este daba al Hudson — y y se sentó sola, en la oscuridad, mirando pasar las luces de los botes, mientras se lo bebía todo. todo.


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Elena se había casado con Richard al año siguiente. No por su madre No, era solo que él era tan, bueno, adecuado. Él no era una compañía terrible. Un abogado y un ejecutivo de atención médica. Viajó por el mundo. Tenía perspectivas. Podía establecer contactos como nadie a quien qu ien haya visto alguna vez. Todo ese encanto y todas esas conexiones? Viéndolo en pleno desarrollo, ella había venido a ver cómo se hacía. Ella había aprendido mucho. Como que Emmanuelle Lecoq la había derrotado tan bien. Nadie la derrotaría de esa manera nunca más. Entonces, cuando Richard, un hombre de las pocas habilidades que ella no poseía, le pidió que se casara con él, con los ojos brillantes como si Elena fuera una propuesta de deliciosa unión, ella inmediatamente dijo que sí. Él era, supuso, adecuado en el dormitorio. Mejor que Spencer, al menos, porque él tenía cierto interés en ella. Sin embargo no sintió los fuegos artificiales, no es que hubiera esperado alguno. Pero Richard era constante e inteligente, sagaz y mordazmente divertido. Ella había llegado a apreciarlo. Él entendía la ambición. No se burlaba de la emoción que sentía en su nueva adquisición. No, la ayudaría a celebrar con la misma mirada en sus ojos que había tenido cuando se casó con ella. El poder era su mayor excitación.

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno El lugar más solitario de la tierra, creo, es el metro de Nueva York después de la medianoche. No solo para personas como yo, que terminan sus turnos tardíos, que miran con ojos cansados y vacíos por la ventana, jalándose dentro de sí mismos, más y más. Son los otros. Las personas que no tienen otro lugar para estar. Están ahí por la calidez o el escape. Verás, una vez que bajas de un tren, debes tener un propósito. Un destino. Pero en un tren, puedes simplemente sentarte y contemplar sin presión para hacer algo. A veces pienso que me he pasado demasiado tiempo sentada, mirando las sombras pasar a toda velocidad, sin emocionada de salir y estar donde se supone que debo estar. Es fácil ser un pasajero. La L a vida tiene que ver con el propósito, prop ósito, no quedarse quieto. Es una conmoción darme cuenta de que permití que toda mi existencia se convirtiera en algo para ser observado desde un desgastado asiento de tren. Empecé a notar los colores afuera la semana pasada. ¿Cuándo se volvieron más brillantes? Y hoy, me desperté y no podía esperar para seguir con mi día. Tenía una historia de la que me enorgullecía, una idea para un seguimiento que podría marcar la diferencia, y alguien fascinante a quien estoy deseando volver a ver. XWPColección: Página y Facebook

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Me examiné en el espejo del baño y no reconocí a quién me devolvía la miraba. Creo que he estado demasiado tiempo viajando por las vías, mirando el mundo a través de las ventanas. Es hora de bajarse del tren. ¿Qué me estás haciendo, Nueva York? Jugando con mis afectos de esta manera? Puede que incluso empiece a gustarte si sigues así.


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CAPÍTULO 9 Daños colaterales Cuando Maddie dejó su bolso en su escritorio al día siguiente, Lisa se apresuró a subir. Le dio un codazo en las costillas y dejó caer su curvilíneo cu rvilíneo culo en el escritorio de Maddie. "Hola," la secretaria dijo, "esa fue una gran historia esta mañana. ¿El chico acusado de drogas? Realmente impresionó a Dave, y nada impresiona a nuestro jefe." "Genial," Maddie dijo con una sonrisa. "Me alegro." "Me gustó mucho que empezaste y terminaste con la misma frase — ‘Díganle a mamá que no lo hice.’ Fue ... artístico." Maddie negó con la cabeza con incredulidad. "Anoche alguien trató de decirme que la máquina de noticias podría ser hermosa, y hoy ho y dices que mi historia fue muy artística." Se rió. "Estás loca." "Oh, cariño, fue elegante. Me gustó. Toma el cumplido, ¿de acuerdo? Porque no vas a obtener demasiados por aquí." "No lo hice por las felicitaciones, sin embargo. El chico tiene una beca universitaria montada en juego en esto. Solo necesita buenos abogados ahora." "La campaña FundMeNow (Finánciame ahora) que mencionaste en tu artículo debería ayudar." Lisa asintió. "Contribuí con diez dólares esta mañana." "Eso es genial. Él es un buen chico. Está asustado y se siente tan solo. Fue valiente al hablarme." "Dave dice que el turno de día lo está siguiendo. Se habla de una investigación interna de los cargos. Parecen sospechosos." "¡Eso es lo que estaba diciendo! Por como lo veo es que el escuadrón de narcóticos ve a Ramel como un daño colateral. Por ejemplo, no son estúpidos, probablemente saben que él no hizo nada de eso, pero simplemente están dejando que sus amigos se liberen para que se relajen y puedan seguirlos a los proveedores de drogas o algo así. Mientras tanto, Ramel pierde su beca."


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Lisa asintió. Se hizo el silencio, pero aún así se s e quedó, jugueteando con su anillo de bodas y pareciendo pensativa. Eso fue extraño porque esta era ahora la conversación más larga que Maddie había tenido con la mujer. “Yo ... en realidad ...

necesito un favor, ” Lisa dijo.

"¿Oh?" "Sé que dijiste que no ayudarías antes, pero esto es serio. Necesitamos que nos envíes los últimos chismes sobre Bartell. Algo está pasando. Lleva toda la mañana con trajeados a rebosar y parece serio. Intenté hablar con esa pit bull engreída suya, la rubia con los colmillos y el pelo en moño, pero lo único que obtuve fue que lo sabríamos a ‘su debido tiempo’.” "A Felicity se le toma cariño con el tiempo. ” Maddie se preguntó por qué estaba defendiendo a una mujer que decía cosas horribles, pero siempre actuaba como si hubiera dicho algo perfectamente razonable. Tal vez le estaba empezando a caer bien. "Así que nos averiguarás todo el alboroto, ¿de acuerdo?" Lisa presionó. "Contamos contigo. Y Stan y yo necesitamos saber si deberíamos estar buscando un nuevo trabajo muy pronto." El miedo estaba claro en su rostro, como un indicio de desesperación, deseoso de que Maddie estuviera de acuerdo. Se sentía mal usar su conexión personal así. Además, Elena probablemente ignoraría cualquier pregunta de negocios que le hiciera. h iciera. Y con razón. Era presuntuoso incluso preguntar. Así que Maddie solo debería decir n — "¿Por favor? He visto la forma en que Bartell te mira. Ella lo hace mucho. Creo que te odia menos que a cualquiera de nosotros. Eres nuestra mejor esperanza." Ella me mira? Madeleine se mordió el labio y luego suspiró. "Lo intentaré." La esperanza se escapó de los expresivos ojos marrones de Lisa, y el corazón de Maddie se hundió. "Lisa, no puedo prometer nada." "Lo sé. Solo pregunta. Eso es todo lo que queremos. En la boca del dragón vas. ¡Puedes hacerlo! Fuiste a Queens en medio de la noche para tu entrevista, ¿verdad? Si alguien puede atrapar la suciedad, eres tú." Con eso, ella volvió a su escritorio, dando a varios reporteros que deambulaban el pulgar hacia arriba. Maddie suspiró y se conectó, dividiendo su pantalla para ver las noticias que llegaban de los comunicados de prensa. También agarró su carpeta de obituarios para ver quién necesitaba un artículo.


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Una voz baja llamó desde la oficina of icina detrás de ella. "Madeleine." Mirando sobre su hombro, Maddie vio los ojos azules mirándola. Se levantó, se dirigió a la oficina de vidrio y se deslizó en la silla de visitas. Elena estaba escribiendo algo frente a ella. Durante dos minutos, Maddie se quedó mirando el inmaculado cabello negro de la mujer, los pómulos finos y la expresión distante mientras continuaba rasgando su bolígrafo en el papeleo. papeleo. "¿Entiendes que la mayoría de las personas que se vuelven periodistas tienen ambición?" Elena preguntó de repente, sin levantar la vista. "Sé que la tuve. Escriben con la esperanza de un logro en una historia nacional, con la esperanza de que los impulse cada vez más. Tú no, sin embargo. Sabes por qué es eso? ” Maddie luchó contra el impulso de negarlo. Ella esperó. "Porque no eres una periodista." "Que? ... No!" "Oh, sí." Elena dejó de escribir y la miró fijamente. "No tienes ambición, ni empuje, ni comprensión de lo que se necesita para estar en esta profesión. Odias tu trabajo. Odias esta ciudad. Odias tu vida Así que dime porque? ¿Por qué, Madeleine Gray, estás aquí? ¿En Nueva York? ¿Todavía?" Ninguna palabra le vino a Maddie y se sintió devastada bajo su escrutinio. "Te daré una pista," Elena dijo. "Porque, en el fondo, eres tan sosa como tu nombre. No tienes instinto asesino. No te gusta quién eres y ni siquiera sabes quién eres. Pero ambas sabemos lo que no eres — una una periodista." Maddie se quedó sin aliento, sus manos formando puños apretados. "Puedo escribir," protestó. "Sí, puedes escribir. Puede sorprenderte, pero ese no es el problema. Escribes bien cuando te conviene. Tu historia de hoy fue excepcional. Creo que en realidad vi a tu endurecido jefe de noticias lagrimear por medio segundo. Tienes una habilidad para evocar una respuesta a través de las palabras. Te he estado estudiando, y te destacas cuando tienes una conexión emocional con el tema sobre el que estás escribiendo. El obituario sobre el guardia del tren que dio su vida para salvar a ese pasajero en las vías, por ejemplo. Una pieza emocional que obviamente te conmovió." conmovió." Maddie asintió aturdida.


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"¿Y también te acercaste a la familia? Ofrecerles apoyo? Tal vez enviar flores al funeral? O, conociéndote, repostería? ” Maddie se miró sus manos. Fueron solo algunos brownies. Prácticamente los horneé dormida. "Y volvemos a tu historia sobre Ramel Brooks." Elena la miró de cerca. "Fuiste tú quien creó esa página de caridad para financiar colectivamente a un abogado decente. ¿Cierto?" "Um." Maddie comenzó. "Está bien, sí. Le envié todas las contraseñas a su madre con instrucciones sobre cómo obtener el dinero. Ella solo necesitaba ayuda para comenzar. El internet no es lo suyo." "Mm. Que tan predecible de ti. Y luego estaba tu historia sobre el antiguo promotor inmobiliario quién realizó un asalto a mano armada. Esa fue una historia tan plana como alguna vez leí. Y es porque él no te importó." Maddie le lanzó una mirada indignada. ¿A quién le importaría algún idiota con derecho a aterrorizar a todos porque su negocio se había arruinado? "Es lo que pensaba. Madeleine, eso no es un periodista. Un periodista debe ser capaz de encontrar la forma de hacer su trabajo, independientemente de si la historia les está hablando. Así que mi conclusión se mantiene — es es posible que sepas cómo escribir, pero no eres una periodista." El corazón de Maddie se hundió y sintió ira y humillación. "Yo ..." Se detuvo. "¿Qué tiene de malo querer siempre preocuparte por lo que escribes? ¿Qué hay de malo en tener una inversión emocional en el tema? Ningún reportero tiene completa objetividad. Eso es un mito. Entonces qué hay de malo en actuar como un humano y un periodista? ” "¿Qué pasa con eso?" Los ojos de Elena adquirieron una cualidad férrea. "Es un estándar imposible. La mayor parte de lo que escribe un periodista no tiene resonancia emocional. Te consumirás tratando de encontrar uno. Sufrirás y flagelarás en muy poco tiempo." "No puedes saber eso. ¿Por qué me estás descantando? ” "Madeleine, no puedes creer que esta carrera sea adecuada para ti." El silencio cayó entre ellas. Maddie apretó los puños. ¿Elena la entendía tan poco, incluso después de todas sus charlas nocturnas, no entendía cuánto le gustaba escribir a Maddie? ¿Cómo es que Elena no entendía que podría ser una gran reportera? Nadie


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podría decirle lo contrario. Esto era una mierda. Abrió la boca para decirlo cuando Elena levantó la mano para detenerla. "No te molestes. El resto de la oficina lo descubrirá al final del día. Sé que solo ha pasado un mes, pero algunas cosas se han movido más rápido de lo que esperaba. Estoy cerrando el periódico." Ella fijó a Maddie con una mirada penetrante. "Y te haré un favor. Uno grande — estás estás despedida." Maddie sintió su estómago caer por el suelo. ¿Cómo podía? Maddie se dio cuenta de que realmente había empezado a confiar en esta mujer. La traición de Elena le dolió, más que si en realidad se hubiera inclinado sobre el escritorio y le hubiera dado una bofetada. "¿Cómo es eso un favor?" Dijo. "Estoy evitando que te aferres a un experimento fallido debido a un sentido de obligación fuera de lugar. No quieres estar en Nueva York. Y no perteneces al periodismo." "Entonces eso es todo? ¿Simplemente me estás arrojando ... a todos nosotros, a los lobos?” Elena inclinó la cabeza. "No, no a todos ustedes. He identificado a dos miembros del personal como dignos de reasignarse dentro de Bartell Corp. Pero no necesito un periodista con un talento tan impredecible como el tuyo — un un talento tan centrado en si ella está sintiendo su historia." Todas las racionalizaciones de Maddie murieron en su lengua, mientras miraba a Elena a los ojos y solo veía hielo que le devolvía la mirada. Frío. Vacío. "No te conozco." Maddie la miró y se levantó para irse. La mandíbula de Elena se crispó, y un pequeño ceño fruncido apareció. "Ya te dije quién era anoche. Te dije que no apostaras por mi humanidad. Es solo que no me creíste. ” Empujó una carpeta manila abierta a un lado. La atención de Maddie recayó en ella, y leyó boca abajo. Era un comunicado de prensa. El título decía ‘Anuncio del Hudson Shard ’. ¿Qué diablos era un Hudson Shard? Una nota Post-it estaba pegado a el. Recibido del publicista, 6 de Febrero. Por favor f avor apruébese. Hace menos de un mes. La comprensión se estrelló contra Maddie. "Nunca pensaste en salvar los trabajos de nadie o este periódico, ¿o sí? Siempre has estado pensando en convertir este edificio en un rascacielos."


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"Este edificio está idealmente ubicado." Elena se recostó en su silla. "Cerca del corazón de la ciudad de Nueva York, fácil acceso al transporte. El aire de arriba vale muchas más veces que el del periódico abajo. Se convertirá en un espacio de oficina que será muy buscado. Posiblemente sea un hito de Nueva York cuando termine. Será icónico. Hermoso." "Así que todo este tiempo, has estado fingiendo comprobar el talento del personal, pero, qué, has estado dirigiendo a topógrafos e ingenieros? ¿Mantenerlo en silencio? ” "El personal tiende a hacer cosas inmoderadas cuando saben que están a punto de perder sus empleos," Elena dijo asintiendo. "Es inteligente no revelar tus cartas a nadie. Te lo dije antes, no dejo que nada se interponga en mi camino. Juego bien el juego, porque lo juego de forma inteligente." inteligente." "Excepto que no es un juego para nosotros; son nuestras vidas. Y nos dijiste ... dijiste ..." Tragó el nudo en su garganta. "Nos dejaste creer que había esperanza." "Son negocios." Elena la miró. "Además, puedo detectar a personas talentosas al mismo tiempo que puedo detectar los huesos de un edificio. Mis planes de desarrollo fueron enviados esta mañana. Tú fuiste quien me los entregó personalmente anoche. Pero puedes leerlo al respecto en el Wall Street Journal mañana, junto con todos los demás." Maddie la miró. "¿Por qué harías esto? Entrar en el espacio de la oficina? ¡Estás en el negocio de los medios! ” "Estoy en el negocio de las ganancias. Y cuando veo una oportunidad, la aprovecho. Donde sea que este; lo que sea que pudiera ser." Ella le dio a Maddie una mirada apreciativa. "Como traté de advertirte anoche — nada nada ni nadie se interpone en el camino de eso. Realmente deberías haber escuchado. ” Dio un manotazo en la carpeta cerrándola y le dio a Maddie una mirada de finalidad, inclinando la cabeza hacia la puerta. "Hemos terminado." Una frialdad recorrió los huesos de Maddie. Sosteniendo la mirada dura de Elena, se dio cuenta de que no podía ver nada de la mujer que creía haber conocido antes. Se levantó. "Realmente eres como te llaman," Maddie dijo con creciente furia. "Una perra tiburón calculadora, fría, hambrienta de dinero." ****** Tres días más tarde, Maddie se encontró semi-comatosa en el sofá, mirando los restos de varios chocolates y Fun Factory, y una pared de cajas de embalaje de Simon. Le dolía la cabeza. El estómago también No volver a moverse nunca más parecía un plan sensato.


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Sonó su teléfono. Con un gruñido de indignación, Maddie buscó a tientas y respondió. "Ella irá a Australia a continuación," anunció la voz entrecortada de Felicity sin siquiera un saludo. "Que te jodan y a tu estúpida jefa." Maddie sorbió los restos de su brebaje azul brillante Car Seat Cover. "Lo que sea. Mira, Style Sydney está en picada, y quiere arreglarlo antes de que hiera a toda la marca de Style International. Necesitará una asistente personal. La que está aquí ahora es inútil. Además, ella usa una sombra de ojos verde. ¡Verde! Dios, te hace ver a la moda." "¿Eh?" Maddie miró su teléfono. "¿Y estás compartiendo esto por qué?" "¿Estás interesada?" "¿Trabajar para Elena? ¡Acaba de despedirme! ” "Sí, soy muy consciente de eso. Ella despidió a todos. Sigue adelante — " " "No soy del tipo asistente. No hago asistencia personal. Soy.Una.Periodista." "No.Según.Elena." Maddie estaba fuera de sí con frustración ahora. "¿No entiendes que acaba de despedirme? Es posible que también la haya llamado tiburón." "Bien." "Una perra tiburón calculadora, fría, hambrienta de dinero." "¿Es eso un sí o un no?" Maddie frunció el ceño. "Mira, no sé lo que Elena quiere de mí, pero — " " "Elena quiere a alguien que hable canguro con fluidez o cualquier otra pronunciación cultural que tu gente haga allí, y preferiría a alguien que conozca. Y ella me dijo que te dijera que el puesto te ofrece tu querido deseo." Maddie negó con la cabeza. "Me arrepentiré de preguntar esto, ¿no es así?" Se frotó los ojos borrosos.


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"¿Y cuál es este deseo más querido?" Hubo una risita petulante. "Una manera de salvar las apariencias de regresar a casa." "¿Salvar las apariencias? ¡Regresaría como asistente personal, no como periodista! ¡Una asistente!" Maddie no podía creer lo que escuchaba. "Oh, lo entiendo ..." ¿Así que esta era la venganza de Elena por no tener la última palabra y porque Maddie la llamó con algunos nombres escogidos? Contratarla como su lacayo. "Ella piensa que voy a renunciar a mi carrera como periodista para ponerme de rodillas y besarle el c — " " "¡Uf! Serías su asistente personal, idiota. Eso difícilmente sería renunciar a nada. Ese es un trabajo con estatus. Seguramente incluso tu clan salvaje, de raza dingo (Perro) de Outer Bog Swamp ha oído o ído hablar de Elena Bartell. ” Maddie gimió por la inutilidad de discutir con Felicity Simmons. "Solo dame una respuesta simple a esto: ¿por qué querría q uerría contratarme?" "Dijo que preguntarías eso." "¿Y?" "Son negocios." Maddie apretó los dientes. "No para mí, no lo es." "Como quieras. Sabes que podría encontrar un camión cargado de asistentes que saltarían ante esta oportunidad. Pero si prefieres aferrarte a la ilusión de que estás hecha para Nueva York cuando eres tan miserable que incluso yo puedo verlo, y no tengo ningún interés en tu vida en absoluto, entonces no n o puedo detenerte." "Entonces por qué no conseguir uno de esos camiones de asistentes para hacerlo?" Maddie dijo con un gruñido. "Te diré una cosa — si si Elena Tigre Perra Bartell quiere que yo sea su asistente personal, puede preguntármelo ella misma." Terminó la llamada con un golpe feroz de su dedo. Ahí. ****** Una hora más tarde, Maddie reunió la energía para ir de compras. Acababa de bajar cautelosamente las escaleras de su edificio de departamentos, su cabeza punzando, cuando vio un BMW negro y brillante que se desplazaba lentamente por la calle Humboldt hacia ella. Maddie lo miró, preguntándose si el vehículo de lujo se había perdido. ¿A menos que se detuviera en la puerta de al lado de Bruno para un servicio? Se detuvo y salió un familiar conductor. XWPColección: Página y Facebook

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"¿Srta. Gray?" Amir dijo. Ella lo miró. Luego al auto. Entonces a él de nuevo. Su cerebro no del todo sobrio luchó por procesar lo que estaba viendo. viendo. Finalmente, la ventana trasera del acompañante se bajó. Elena la miró con lentes de sol oscuros. "Soy una mujer ocupada. ¿Podemos seguir adelante?" "¿Seguir adelante qué?" "Me niego a realizar negocios gritando al otro lado de la calle. Entra." Amir caminó hacia la puerta trasera opuesta y la abrió, mirándola. Maddie vaciló, luego rodeó el coche y se deslizó dentro. Amir cerró la puerta y se alejó. Maddie percibió el olor del perfume familiar de Elena, mezclado con el cuero de los elegantes asientos. Se miró a sí misma, con jeans rotos, una camiseta vieja y una chaqueta de mezclilla. Se cruzó de brazos. "¿Sí?" "¿Entiendo que deseabas discutir los términos de tu nuevo empleo?" "No, quería escucharlo de tus labios — una una invitación personal para ser tu asistente." Elena la miró. "Deseas ir a casa. Estoy pagando ¿No es eso lo suficientemente bueno? ” "No. Vamos, me despediste. Y luego te llamé un montón de nombres insultantes, y ahora me estás ofreciendo un trabajo." "Aparentemente. ¿Entonces?" "¿Pero por qué?" "¿No quieres ir a casa?"


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Maddie parpadeó. ¿No era esa la pregunta del millón de dólares? Ella quería. Más que nada. "Sí," admitió. "Entonces qué queda por discutir?" "Seré tu asistente, por el amor de Dios. No una periodista." "Soy consciente." "¿Es esto una venganza? ¿Ofrecerme un trabajo degradante para que satisfaga todos tus caprichos?” La expresión de Elena se volvió fulminante. f ulminante. "¿De verdad? ¿Es eso lo que piensas de mí? ” "¿Quién sabe cómo funciona tu mente?" Maddie se quitó la pelusa invisible de sus jeans. "Eres desconcertante." desconcertante." Con los ojos entrecerrados, Elena dijo, "Bueno, parece que sufres de la misma enfermedad." Maddie la miró de lado. "Entonces cuánto tiempo has estado dando vueltas a la cuadra, intentando decidir si salir y llamar?" Elena dio un largo suspiro de sufrimiento. "El trabajo es tuyo. Tómalo o no. Tu decides." "¿Te arrepientes? ¿De las cosas que dijiste? ” "Todas eran verdad." La cara de Elena se endureció. "Cada palabra." Maddie la miró, la ira aumentando. "Me botaste b otaste por la puerta como basura." "No hice tal cosa." Elena se quitó los lentes de sol y se inclinó más cerca, examinándola atentamente. "La honestidad es esencial para el crecimiento personal. Prefiero la verdad en todos los acuerdos, incluso si es la cruda verdad, y tú también deberías. Además, realmente te hice un favor." "Realmente crees eso, ¿verdad?" "Por supuesto que sí." Maddie se lamió los labios, ansiosa por hacerle su siguiente pregunta, pero no pudo. Ella tenía que saber. "¿Y qué hay de nosotros?"


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"¿Nosotros?" Elena la miró extrañamente. "Serías mi asistente, Madeleine. Yo sería tu jefa ¿A qué 'nosotros' puedes referirte? referirte? ” "Entonces sería como si nunca hubiera sucedido Nueva York?" Maddie aclaró. Se removió. "Todas las cosas entre nosotros ... como, mi despido? Sin mencionar ... um ... todo lo demás?" Nuestras conversaciones , ella quería decir. Nuestra casi amistad. Siempre me miras como si quisieras saber más. Todas las veces que te vi y no pude parar. Las conversaciones intrigantes, los momentos intensos, tardes en la noche sin nadie alrededor. Te extrañé cuando no estabas allí. No podría ser tan unilateral. ¿Podría? ¿Podría simplemente borrarlo como si nunca hubiera sucedido? Elena abrió la boca, los labios tirando hacia abajo como si fuera a decir algo cruel y desdeñoso. La cerró de nuevo. Sus fosas nasales se ensancharon. "Eso sería lo mejor." "¿Por qué elegirme? Quiero decir, has dejado en claro que ni siquiera te caigo bien." Elena la fulminó con la mirada. Agarró la mano de Maddie, fuerte. "Eso fue un negocio. No podría haber sido más clara. clara. Realmente debes aprender aprender a separar ambos." Maddie estudió su rostro, observando el pequeño apretón de su mandíbula en desacuerdo con sus ojos impasibles, y se preguntó acerca de todas las cosas que no estaba diciendo. Luego bajó la mirada a sus dedos unidos. Elena apartó su mano como si se s e sorprendiera al descubrir que incluso la había tocado. Maddie la miró por un largo momento, luego se volvió para mirar por la ventana. "Simon se va en tres días," dijo en voz baja. "Su visa expira." "Ah. El compañero de habitación." "Sabes, él solo consiguió su pasantía aquí para pasar el rato conmigo. Lo gracioso es que a él le encanta más que a mí. ¿No es eso irónico? Tengo un permiso de residencia y podría quedarme aquí indefinidamente, indefinidamente, pero el tipo que mataría para quedarse tiene que irse. De todos modos, será raro estar en Nueva York sin él." "Suena como un buen amigo, alguien que podría extrañarte mucho si no regresas a casa con él." "Hemos sido inseparables desde que nos conocimos cuando éramos niños," Maddie murmuró. Miró los árboles que bordeaban la calle y el ladrillo rojo de su edificio de departamentos. Elena era inquietantemente precisa como siempre, aunque dudaba que a la mujer le importara mucho la discusión que acababa de hacer. Para Elena, invocar lealtad probablemente sería solo un argumento ingenioso, una manera de salvar las apariencias XWPColección: Página y Facebook

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de Maddie para decir que sí. s í. ¿Entonces por qué Elena quería que Maddie fuera su asistente? No tenía sentido. Esto era demasiado difícil, especialmente porque Maddie no estaba remotamente despejada de la cabeza. Trató de analizar todos los argumentos que competían en su cerebro difuso. Había llegado a apreciar a Elena y disfrutar de su compañía, llegar a amar los destellos detrás de su máscara, y la mujer la había aplastado repentinamente como un insecto. Demonios, acababa de admitir que no se arrepentía de haberlo hecho. Por otro lado, Maddie quería irse a casa. Desesperadamente. Sería deprimente estar sola y sin trabajo en Nueva York. Recordó lo aislada que se había sentido antes de que Simon se uniera a ella. Maddie reprimió un escalofrío y se giró para mirar a Elena. "Tomaré tu oferta. Por Simon," dijo. Al diablo con confirmarle a Elena lo patética que era, que no podía soportar estar sola en Nueva York. Maddie le lanzó una mirada de acero. "Y me puedes llamar tu asistente personal todo lo que quieras, y haré ese trabajo lo mejor que pueda, pero siempre seré periodista. Y te lo demostraré. Solo para que lo sepas. ¿De acuerdo?" Elena la miró uniformemente. Ella esnifó. "Haré que Felicity procese tu papeleo."

BlogSpot: Extraños de Nueva York Por Maddie como El Infierno Adiós, Nueva York. Lamento que nunca te entendí, tan fuerte como lo intenté. Tuvimos nuestros momentos, ¿no? ¿Te acuerdas de esa mujer mayor que se reía afuera de Saks Fifth Avenue, que trataba de abrazar a todos los que pasaban y los llamaba Sally? A menudo me he preguntado quién era Sally. Una hija perdida? ¿Una amante ausente? No importa; todos tenemos que ser Sally y tener un abrazo que huela a cárdigan de lana húmeda y nuez moscada. Creo que la vida de la anciana debe ser una delicia, porque donde quiera que se de la vuelta encuentra exactamente lo que está buscando. Ojalá hubiera sido el caso para mí. Vine a Nueva York Y ork con la esperanza por el Sueño. Me voy ahora, habiendo perdido un poco de mí misma, encontré un poco de mí misma y aprendí algunas duras verdades sobre el error al asumir que todos ven el mundo ... y la amistad ... como yo. Pero sin lágrimas, Nueva York. No eres tu; soy yo. Fingiré que somos los mejores amigos, si alguien pregunta alguna vez. Y lo harán.


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CAPÍTULO 10 Viviendo el sueño (Toma dos) Maddie se sacudió la arena de las rodillas, acomodó la toalla de playa y se apoyó en un brazo. El stop-start (*), el bajo rumor del tráfico en Campbell Parade en Bondi se desvaneció detrás de ella, mientras observaba el barrido ondulante del agua azul y alrededor de un centenar de personas tomando el sol bronceándose. Las gaviotas volaban sobre sus cabezas y se deslizaban por la arena, ansiosas por los bordes de pan desechados o las papas fritas. "Solo tenían Coca cola Zero," Simon dijo, apareciendo detrás de ella y colocando la lata de refresco en su regazo. "No me partirá un rayo yendo al lado, así que tendrás que vivir." "Gracias." Ella rompió la tapa, disfrutando del siseo satisfactorio, y apretujó su trasero firmemente en la suave arena blanca. Simon colocó un paquete abultado entre ellos y se dejó caer a su lado. Sus largas piernas estiradas frente a él, los dedos de los pies sobresalían del cuero marrón de lo que a Maddie le gustaba llamar sus sandalias de ‘Papá’. Él desenvolvió el papel para exponer una gloriosa maraña de pescado y papas fritas. Maddie se desmayó d esmayó ante el olor a pescado mezclado con la sal marina. "¡Oh, que rico! Dios, he extrañado esto. Todo esto." Agitó la mano ante la escena frente a ella. "Sabes, no tenía idea de que fuera una amante de la playa hasta que me privaron de ella." "¿En serio?" Simon agarró una papa gruesa. "¿Así es Bondi cómo lo recuerdas? ¿O Sydney?" Él echó un poco de salsa de tomate en el borde del papel en un fuerte borrón. "Sí." Ella hundió su papa en el charco de salsa. "Me siento en paz aquí. Lo cual es tonto cuando piensas en qué tan ruidoso y lleno está Sydney. Es decir, dejando de lado la temperatura, no es que tan diferente de Nueva York. Pero se siente como en casa." "Mm." Simón masticó lentamente. "Me encantó Nueva Nu eva York. Algo está sucediendo siempre. Pero no eres una chica algo-siempre-pasando, así que lo entiendo."

(*) El sistema stop-start, o autostop apaga automáticamente el motor al soltar el embrague en punto muerto con el objetivo de ahorrar combustible. .


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"No. Pero no es por eso. Es solo que era como si todo en Nueva York estuviera a unos diez grados desubicado de lo que estoy acostumbrada. Se sentía lo suficientemente como aquí para engañarme. Quiero decir que una ciudad es una ciudad, ¿verdad? Pero estaba tensa todo el tiempo. Creo que mi subconsciente sabía que estaba fuera de lugar, y nunca me permitió olvidarlo." "Pensé que estabas deprimida. Dormiste demasiado. A nadie le puede gustar tanto estar inconsciente." "Oh". Maddie agarró otro papa. "Bueno, " Bueno, ahora duermo bien. Entonces lo extrañas? ” "Por supuesto que lo extraño. Pero tengo una nueva razón para quedarme aquí ahora." "Ah sí, la infame Caroline. Un romance en el lugar de trabajo. ” Maddie le dio un codazo en las costillas. "Te mueves rápido. ¿Es serio?" "Ni idea. Viendo como se van dando las cosas. Aunque, no puedo esperar por los Lunes ahora. Verla de nuevo. Es como la inversa de Mondayitis (*).” Partió un trozo de pescado y se s e lo arrojó a la boca. Él masticó por un momento, luego la miró. "¿Que hay ha y contigo? ¿Vas a volver con Rachel? Ella ha estado husmeando, ya sabes, tratando de averiguar cuándo volverás a estar con nuestro viejo grupo." Maddie suspiró. "Rachel y yo no teníamos nada en común excepto ser gay y nuestro curso de periodismo. También planea estar en el armario hasta el día en que mueran todos los miembros de su familia. Y su familia es enorme. No sé por qué lo aguantamos tanto tiempo como lo hicimos. Ni siquiera me escribió allí." "Huh." Simon se encogió de hombros. "Bueno, tacha a Rach. Pero tenemos que emparejarte. Has estado dejada por mucho tiempo. ¿Quién te gusta? ¿Qué hay de tu jefa? ” "¿Mi ... qué? ¿Elena? ” "Sí, hablando de romances calientes de la oficina, tú y el tiburón tigre. ¿Por qué no?" n o?" "¡Ella es una mujer casada! ¡Y hetero!" "Noté que no negaste que te gusta. Entonces, cuál es el problema? ¿He dado en el clavo? ¿Estás babeando sobre ella ahora? ”

(*) Es una sensación de cansancio, tristeza, apatía y malestar general que muchas personas sienten al comenzar la semana laboral del lunes por la mañana.


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Maddie hundió su siguiente papa brutalmente en la salsa. "No babeo sobre ella. ” Lo fulminó con la mirada. "Despidió mi patético culo, ¿recuerdas? No hay ningún babear." Él se rió. "Tienes la mejor jefa en la historia de los jefes, pero no hay babeo. Lo tengo. Oh, oye, vamos a hacer la prueba patentada de Simon Itani." Él agitó una papa hacia ella. "Así que, cuando piensas en ir a trabajar la próxima semana y comenzar tu nuevo trabajo, qué se siente no haberla visto desde Nueva York? Primera reacción — vamos!” Maddie estudió las migajas crujientes del pescado y las pinchó con el dedo. ¿Cómo se siente? Como un fuego suave. Como revolverse. Nervios y emoción. Como extrañar algo lo suficientemente cerca como para saborear. Miel y especias y tentación y ... Frunció el ceño.

"Me siento enojada," Maddie mintió. Ella no se encontró e ncontró con su mirada. Simon era demasiado bueno para leerla. "Es un recordatorio de lo supercalificada que soy. Al igual que mi título universitario se está marchitando, convirtiéndose en polvo, mientras voy a buscar cafés y pruebas de imprenta. Estoy buscando otro trabajo, por supuesto, pero los trabajos de periodista son difíciles de conseguir. Fairfax y News Corp están teniendo otra ronda de despidos." "¿Sí?" Él la miró de reojo. "Bueno, eso apesta. Lo siento, Mads. Caray, este tema es deprimente. Oye, quieres escuchar sobre mi entrenamiento de fútbol? Tenemos un nuevo jugador con los Penrith P enrith Roos. Él es un bromista total. Cogió una botella de Gatorade, una caja de gomitas, un par de calcetas y ... ” Maddie dejó que su voz se desvaneciera. Su mente regresó a su pregunta. La emoción se elevó de nuevo. Era como una tensión enfermiza y emocionante. Ella siempre había supuesto que eran los nervios. Nuevo lugar de trabajo y todo. Al pensar en Elena, su estómago se tensó de nuevo, como si un nido de mariposas estuviera de fiesta en él. ¿Cuánto tiempo hasta que estuvieran en la misma habitación de nuevo? Dios. Realmente estoy contando las horas Echó un vistazo a su reloj y se contuvo. Oh Dios. Realmente hasta que la vuelva a ver.

****** El primer día de su nuevo trabajo como asistente personal, y Maddie fue un desastre. Se había probado media docena de atuendos, no del todo segura de lo que se requería de ella ni de cuánto debería cambiar su aspecto para adaptarse al papel. Estaba medio tentada de XWPColección: Página y Facebook

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vestirse en su atuendo nocturno con jeans ceñidos y una camiseta grunge, pero estaba bastante segura de que la reprimenda reprimenda mordaz de Elena Elena no valdría la pena. Fue un poco inquietante darse cuenta de lo mucho que le importaba la opinión de Elena. Finalmente se decidió por llevar el aspecto de emo-bibliotecaria tensa que Felicity favorecía. Eso parecía una apuesta segura. El ingreso por parte de Recursos Humanos había sido indoloro, y en poco tiempo se había acomodado en un escritorio lateral y afuera de una oficina de vidrio que llevaba el nombre de Elena. Después de orientarse, presentarse a la gente e intentar no preguntarse dónde estaba Elena, había hecho una lista mental. Tres objetivos simples y alcanzables. En primer lugar, se convertiría en la asistente perfecta y profesional, una para a la que Nueva York nunca había pasado y que no participaba en bromas ni compartía historias personales con una mujer que no tenía corazón. Una mujer cuya opinión, decidió Maddie, no debería importarle de una forma u otra. Segundo, le probaría a Elena que ella era una periodista. Y tercero, se convencería a sí misma de que ver indicios de Elena con la guardia baja ya no la emocionaba. Porque sería la ruina de Maddie ver esos destellos. Signos de que Elena podría ser humana después de todo. No, absolutamente no iba a pensar en su casi amistad nunca más. Porque, según el punto uno, las Asistente Personales profesionales, perfectas no hacían eso. ¿Qué tan difícil podría ser seguir con eso? Su destino estaba en sus propias manos, después de todo. Ella podría hacer esto. Sus mejores planes se pusieron a prueba en el momento en que echó un vistazo a la puerta abierta de la oficina de Elena. Podía olerla. Su perfume, mezclado con el fuerte aroma de la tinta de las pruebas de imprenta y un toque de té chai. Elena ni siquiera estaba en su oficina, pero se sentía como si estuviera allí. Mirándola. Como siempre. Maddie frunció el ceño y se distrajo arreglando su propio escritorio, deslizando bolígrafos en los cajones, traqueteando una bandeja de clips.


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"¿Qué es esto?" Maddie levantó la mirada para encontrarse con la mirada larga y dura dur a de Elena. "¿Quién se supone que eres?" Elena se acercó al escritorio de Maddie para ver mejor antes de señalar la falda gris, a medio muslo. "Tu asistente personal." Maddie odió las palabras en el momento en que las dijo. "Es lo que usa Felicity." "Ya veo." Los labios de Elena se fruncieron. "Bueno, si debes ser un clon, intenta al menos emular a un profesional cuya apariencia realmente te gusta." Ella se alejó. Eso se convirtió en la suma total de todo lo que le había dicho a Maddie todo el día. Cualquier tarea para ella llegó por correo electrónico. Los sonidos de los mensajes entrantes eran constantes. Elena, instalada en su oficina, luciendo majestuosa como una reina, nunca levantó la vista, nunca hizo contacto visual, nunca dijo su nombre de esa hermosa manera francesa que solía hacerlo, con la última e de d e Madeleine convertida en una a. Era ridículo, esta cosa de no hablar, porque su jefa estaba sentada allí mismo. Al alcance del oído. En cambio, Elena le dio a Maddie un muro de silencio. Su crítica del vestuario, burlona y fría, permaneció en los oídos de Maddie por el resto del día. Emular a un profesional cuyo aspecto realmente te gusta? Bien. Al día siguiente, Maddie entró tranquilamente al trabajo con su propia versión de un chaleco H.G. Wells. Además de botas gruesas. Le había dado una omisión al reloj de bolsillo, porque ella no era esa poco original, pero su mensaje era claro. Toda la mañana esperó una reacción. Ningún nuevo decreto laboral sonó de Elena, que había entrado y salido de la oficina sin decir ni una palabra, por lo que Maddie estaba aburrida. Ajustó la foto de su familia en el escritorio, junto con una jugueteando con Simon. Se giró en su silla unas cuantas veces cuando nadie miraba. Rebuscó alrededor de su escritorio. Desenterró algo llamado Manual no oficial de Asistentes Personales con una nota en el frente para leer esto MUY cuidadosamente . Algunos papeles doblados estaban metidos dentro. Contenían una lista de nombres de algún tipo. Raro. ¿Y de dónde conocía el nombre de Frank Harkness, de todos modos? Notó algunas notas en el margen. XWPColección: Página y Facebook

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Comenzó consternada cuando se s e dio cuenta de lo que significaba la lista. En ese momento, la puerta exterior se abrió de golpe. Elena entró a zancadas, así que Maddie volvió a guardar el manual y su lista oculta en el cajón para estudiar más tarde. Se enderezó, esperando que no pareciera demasiado ansiosa, mientras esperaba un comentario sobre su atuendo. ¿Cómo tomaría Elena su clara imitación? Ella esperó. Y esperó. Elena pasó junto a ella, la miró y no dijo una palabra. Tres horas más tarde, Elena se detuvo en su escritorio y estudió su nueva apariencia adecuadamente. Finalmente, asintió. "¿Dónde están mis informes presupuestarios del Grupo Kensington? Debería haberlos tenido en mi escritorio hace una un a hora." Y eso fue todo. ****** En los siguientes meses, poco cambió. Maddie iba a buscar tazas de té, hacía llamadas, tomaba notas en las reuniones, recogía muestras, memorizaba el manual no oficial y sus detalles aleccionadores, e intercambiaba chistes con Perry. Incluso aprendió un poco sobre cómo funcionaba la moda. Fue completamente involuntario, pero no podía ignorarlo ahora. Maddie había intentado trabajar en su segundo voto, pero se esforzó tanto por ser la asistente personal consumada que no tuvo tiempo de escribir nada más que notas garabateadas y pedidos de comida. Algunas noches, se sentaba en casa, mirando a la pared, tratando de escribir, pero demasiado agotada para escribir algo más allá de su nombre. Se dijo a sí misma que estaba buscando un nuevo trabajo, un trabajo real, a pesar de que no había hecho ningún esfuerzo para hacerlo. Ya ni siquiera tenía la salida creativa de su blog de Extraños de Nueva York. Jason, el padre soltero al que le encantaba, se hizo cargo por ella. Eso parecía justo, ya que en realidad él estaba en Nueva York. Pero eso significaba que a menudo Maddie miraba fijamente las paredes, sin palabras, sin saber qué le había pasado a sus sueños de escribir. Sus pensamientos se desplazaron a donde solían hacerlo. Intentó con todas sus fuerzas olvidar a la mujer que había conocido una vez. De alguna manera ayudó que Elena fuera directa, fría, como un jefe, y no compartió nada. Bueno, casi nada. Porque nadie era un gran vacío. Y Maddie siempre notó las cosas pequeñas y sutiles que la mayoría de la gente omitía. Por más que trató de no verlas, las vio. Hizo que mantener su último voto sea más exigente que nunca. A Maddie no le gustaba pensar en lo que significaba. No


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debería ser tan difícil ignorar a un jefe que había destripado su viejo periódico y despedido a todos. No debería ser tan difícil fingir que ella no era humana. Pero la lucha estaba empeorando. Por ejemplo, trató de no darse cuenta cada vez que escuchaba una risa profunda y baja desde cierta oficina de la esquina. También sabía que definitivamente no debería notar cuando Elena usaba su atuendo de H.G. Maddie no debería quedar maravillada por la forma en que los pantalones negros se ajustaban sobre el apretado y bien proporcionado trasero de la mujer, el jalón del chaleco hacia su cintura y sus pechos, la camisa blanca y almidonada que estaba siempre abierta tres botones, revelando un indicio de escote. sin mencionar las botas gallardas y el balanceo en sus caderas caderas mientras se movía. Notar cosas como esta no era un u n incidente aislado. Pero eso no significaba nada. ¿Cómo podría? Porque Maddie era la profesional consumada, y su s u jefa apenas reconocía su existencia. ****** Simon pasó por allí el fin de semana, parecía tan enamorado como un hombre podría estar. Al parecer, Caroline había pasado de ‘ver como van las cosas ’ a ‘no puedo dejar de mirarla’. "¿Me pregunto cuándo cambió?" Él parecía desconcertado. "¿Cómo pasó Caro de chica normal a chica más fascinante en la historia de la humanidad en cinco minutos? ¿Cómo funciona eso?" Maddie no tenía una respuesta, pero pasó las siguientes dos horas alimentándolo pacientemente con pizza y cerveza mientras él enumeraba las muchas virtudes de la mujer, algunas considerablemente más superficiales que otras. Sin embargo, su perplejo comentario se había quedado pegado a ella. ¿Cuándo había cambiado por ella? Después de tres noches sin dormir en fila, Maddie decidió que culpaba al vestido rojo. Vestido granate. El que había detenido el tiempo cuando Elena se lo probó por Perry en su oficina de Nueva York. Ese había sido el momento. El epicentro. Desde entonces, ella había sido muy consciente de todo sobre Elena. La forma en que se pasaba los dedos por el pelo cuando estaba cansada, la forma en que daba golpecitos con un bolígrafo contra sus labios. Maddie lo había descartado como una simple s imple atracción en ese momento. Química. Su jefa era impresionante; Maddie tenía ojos. ¿Y qué? No significaba nada.


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Pero ahora era consciente de ella y consciente de su propia conciencia. Elena era todo en lo que podía pensar. Trabajaba cerca de la mujer, todo el día, todos los días. Con el más leve movimiento de su cabeza, podía mirarla directamente. Entonces, se aprovechó de esto, a menudo. Demasiado a menudo. Maddie finalmente había llegado a una desafortunada conclusión — quería quería a su jefa. La peor parte fue que no era solo química. Por mucho que lo intentara, no podía aplastar el corazón dentro de ella que se preocupaba por Elena. Quería que ella fuera feliz. Quería conectarse nuevamente con ella de la forma en que solía hacerlo. Quería verla lanzar la cabeza hacia atrás en carcajadas. O en éxtasis. Ese pensamiento la emocionó. Era una fantasía que hizo temblar a Maddie. Dios, cómo la deseaba en e n todos los sentidos imaginables. Era una locura, sentirse así, incluso sabiendo cómo era Elena en realidad. Determinada y centrada, solo se preocupaba por su negocio. Y, por el momento, los negocios significaban su bebé, Style Sydney. Una revista de moda que los ejecutivos descuidados de alguna manera permitieron hundirse en la distribución. La primera reunión con el equipo directivo de Style Sydney después de que Elena aterrizara quedó grabada en el cerebro de Maddie. Elena había dictado la ley con un discurso enfático, furioso sobre cómo la brillante revista se había desviado de su base apasionada y básica de los lectores de moda hacia temas más convencionales en los que el ahora despedido editor en jefe había tenido más interés. Pero tan bonitos como los automóviles de lujo y los bienes inmuebles de Sydney Harbour podrían serlo, y a pesar de los costosos anuncios de página completa de $50,000 que trajeron, los temas llevaron a su audiencia a abandonarlos por una revista más centrada en la moda. Esto, aparentemente, fue la razón de la mayor parte de la ira de Elena. Porque el rival más cercano hacia el que los lectores se estaban yendo era CQ, la misma revista que Elena había dejado de forma misteriosa. Hasta ahora, todo lo que Maddie había averiguado al respecto, mientras conocía a Perry, era que Elena había sido preparada para ser la editora de CQ. En cambio, Emmanuelle Lecoq había ganado la destacada posición y se convirtió en el nombre más famoso en los círculos de edición de moda. Y ahora, al menos en Sydney, la revista que Elena había creado para aplastar a CQ estaba perdiendo lectores por miles. Los tambores de guerra estaban siendo aporreados. Elena estaba en modo batalla. Y a pesar de todas las débiles protestas internas, a Maddie le pareció emocionante. emocionante. Su jefa podría entrar y poseer una habitación como nadie más. más.


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Llegaba la Semana de la Moda Australiana, y Elena había exigido una publicidad tan grande que el mundo, no solo Sydney, se daría cuenta de que su publicación favorita era una revista de moda de calidad suprema. "Madeleine," Elena llamó suavemente. "¿Sí, Elena?" Corrió a la oficina, con un cuaderno y un bolígrafo listo. "Ella viene. Está confirmado." Los ojos de Elena eran brillantes, y casi vibraba de energía. "Oh-bien." "Véronique Duchamp," Elena dijo, sonando impaciente, "ha confirmado como el diseñador titular, abriendo para la Semana de la Moda Australiana. Así que esto es todo." Golpeó con la uña su escritorio. "La necesitamos. Esta es la respuesta a nuestra caída de ventas. Style Sydney necesita una entrevista exclusiva con ella." "Está bien." Eso no parecía tan difícil. Podría llamar a Lucy en Editorial y decirle que ... "¡Madeleine!" Ella dejó de garabatear y levantó la vista. Elena negó con la cabeza como si fuera tonta. "Véronique es una diseñadora quisquillosa que no le ha concedido a nadie una entrevista en treinta años. Treinta. Años. Y sin embargo, su moda ha sido líder mundial durante casi todo ese tiempo." Maddie frunció el ceño. Esto era mucho más que un pequeño problema para resolver. "Tal entrevista sería decisiva para nosotros." Elena se dio golpecitos en la barbilla con el dedo índice. "Necesitamos llamar su atención. Necesitamos destacarnos de los rivales. CQ también probará cada truco del libro para obtener su propia exclusiva. Han estado desesperados por una entrevista durante décadas. Eso no debe suceder." Ella hizo una mueca. "Lecoq vendrá a la Semana de la Moda Australiana este año, ahora que Véronique ha confirmado que estará aquí." "Oh." Maddie escribió furiosamente, un poco sorprendida de que Elena hubiera dicho el nombre de la mujer. Usualmente lo evitaba. "¿Cómo propones que ...?"


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"Flores. Ella las ama. Envía tantas que incluso Véronique no pueda ignorarlas. Algo caro — envíelos a su casa en París. Martine sabrá la dirección." Agitó su mano. "Haz que suceda." Maddie se escabulló, reflexionando sobre la extraña mirada en los ojos de Elena. Curiosamente, era la más feliz que le había visto a su jefa. Su instinto asesino estaba siendo avivado. Era ... irritantemente atractivo. Después de regresar a su escritorio, Maddie le envió un correo electrónico a Martine para que le indicara la dirección de Véronique y luego llamó al sitio de la boutique francesa de flores con la que Bartell Corp tenía una cuenta. Un suave sonido anunció la respuesta de Martine. Maddie abrió el correo electrónico entrante y copió la dirección. Volvió a su carrito en línea y pegó la dirección, mientras recordaba lo emocionada que estaba Elena. Post orgásmica incluso. La idea la hizo tragar. Se contuvo. Esto era tan malo. Maddie estaba enamorada de su jefa. Una jefa que la trataba como a todas las asistentes que alguna vez tuvo. Para Elena, Maddie era claramente solo un par de brazos para ir a buscar té o pruebas. Suspirando, pulsó, una y otra vez, el noveno botón en el recuadro de Nombre nécessaire (necesario) en su orden de flores. A pesar de lo patética que se sentía por sus deseos secretos, Maddie no había sido capaz de apartar los ojos de su jefa. Desde que Elena había despedido a la editora en jefe de Style Sydney, Jana Macy, ahora se estaba ocupando, haciendo el trabajo de Macy por encima de todo lo demás. Fue fascinante f ascinante ver su cambio de enfoque a la moda — así así como tratar de salvar algo, en lugar de cerrarlo. Perry tenía razón. Elena nació para la moda. La incursión corporativa y la construcción del imperio fueron solo un juego de números que le gustaba ganar. Pero aquí, en el tira y afloja de una revista de estilo, realmente dirigiéndola, activa, Elena Bartell cobró vida. No parecía haber nada que Elena no supiera sobre el proceso. Desde los diseñadores hasta las disposiciones, ella estaba en todo, y el personal de Style Sydney lo sabía. Se pusieron firmes cuando levantó el nivel con sus incisivas demandas. No había que fingir su experiencia. Entre su personal de Style ella era una diosa. Cuando hablaban sobre ella, sus ideas, su genio, Maddie no decía nada. ¿Qué sabía ella sobre la moda? Pasó mucho tiempo asintiendo. De vez en cuando, Elena entraba a la habitación y captaba su mirada perdida mientras el personal hablaba de ‘inspiración peplum (diseño caracterizado por añadir volumen en la zona de las caderas) ’ o ‘viscosidad del material ’. La mirada de Elena siempre contenía partes iguales de diversión y burla.


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Era difícil dejar ir esa voz molesta diciéndole a Maddie que tal vez todo esto era que Elena estaba jugando con ella, y que estaba jugando un largo juego que Maddie aún no había descubierto. Y sin embargo, justo cuando su desconfianza había alcanzado su punto máximo de paranoia, encontró dos correos electrónicos mientras limpiaba y clasificaba la cuenta de correo electrónico secundaria de Elena. Estimada Sra./Sr. E.B., Su donación de $10,000 está marcando la diferencia. Campaña: Fondo de Abogado para Ramel Brooks. Gracias.

El siguiente correo electrónico, emitido menos de dos minutos después, anunció que el Fondo de Abogado para Ramel Brooks había alcanzado, y excedido, su importe objetivo. Estaba fechado el día en que Elena había despedido a Maddie. Ella miró el correo electrónico durante unos buenos cinco minutos. La gratitud la invadió. Su jefa había transformado la vida del joven. Cualquier abogado de calidad podría aplastar el débil caso de la fiscalía, por lo que Ramel iría a la universidad como estaba previsto. Incluso tendría suficiente suficiente dinero para libros de texto. Sin embargo, nadie sabría nunca quién hizo esto. es to. Esa donación tampoco fue un evento único. Hasta el momento, Maddie había tropezado con documentos para donaciones anónimas a un refugio para mujeres, un centro comunitario en el centro de una ciudad polaca y su equipo de baloncesto juvenil, y un recibo de fianza para liberar a un grupo de activistas transgénero en Carolina del Norte que habían sido arrestados protestando contra las prohibitivas leyes de baño. Si eso no fue lo suficientemente inesperado, hubo un incidente la semana pasada. En el cumpleaños de Maddie, una magdalena estaba colocada en su escritorio cuando llegó al trabajo. Red velvet. Sin tarjeta. Sin nota. Solo eso. Parecía extrañamente familiar. La olió. Oh. No es de extrañar. Sonrió e hizo una llamada. "Hola, mamá, solo quería agradecer — " "¡Cariño! ¡Feliz cumpleaños! Iba a llamar para comprobar que aún vienes esta noche. Simon estará aquí y tu hermano también. Voy a cocinar ese platillo marroquí que te encanta. Y mi famoso bizcocho para tu pastel. ¿Sí?" "Definitivamente." Maddie estaba babeando por todo su escritorio. "Quiero decir si salgo del trabajo a tiempo." "Pssh, no te preocupes por eso. Lo harás." Maddie miró su teléfono confundida. Entonces recordó su razón para llamar. "Gracias por la magdalena. Red velvet — mi mi favorita! Se ve tan delicioso como siempre." XWPColección: Página y Facebook

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"No me agradezcas, solamente tomé el pedido." "¿Qué?" "Por supuesto, normalmente no tomamos pedidos de una única magdalena, pero cuando ella dijo para quién era, bueno, eres un caso especial. Tu hermano lo dejó de camino. Chris tenía que ir a la ciudad de todos modos." "Um, ¿quién?" Maddie se sintió desconcertada por toda la conversación. "¿Quién lo ordenó?" "Tu jefa, por supuesto. ¿No te lo dijo? Ella llamó para averiguar cuál era tu pastel preferido y pedirlo para tu tu cumpleaños." Maddie definitivamente estaba escuchando cosas. "¿Elena? Elena Bartell ordenó esto? Para mí, personalmente? ¿Y ella sabe que es mi cumpleaños? Nunca se lo dije." "Oh si. Y ella lo sabe — no estaría en tu archivo o algo así? De todos modos, ella obviamente te aprecia, y sonaba encantadora. Hablamos un poco. Centrado en los perros, de todas las cosas. Ya sabes cómo me encantan las razas raras. Ella tiene un Cirneco del Etna, ¿lo sabías? Me encantaría verlo algún día." "Perros." "De todos modos, expliqué los planes de esta noche para ti, y ella prometió no demorarte. Dijo que se aseguraría de que estuvieras estuv ieras libre. Entonces, a las siete? ” "Libre." "Maddie, concéntrate, cariño. ¿A las siete? Odio apresurarme, pero tengo que preparar el almuerzo de Fredericks." "Claro." Se había sentido mareada. "A las siete." "De acuerdo entonces. Hasta esta noche. Adiós, cariño. " Click. Maddie miró su teléfono, la magdalena, y luego miró a Elena. Se levantó temblorosa y caminó hacia el escritorio de Elena hasta que estuvo mirando la cara impasible de su jefa. Elena no levantó la mirada. "¿Algún problema?" "No. Yo solo ... quería decir ... por la magdalena. ¡Gracias!"


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"Mm. Considéralo tu recompensa." "Recompensa?" "Aprecié muchas de tus ofrendas nocturnas." Elena levantó la vista, con la mirada entrecerrada. Empujó un montón de carpetas sobre su escritorio. "Estas necesitan archivarse." Maddie regresó a su escritorio, con los brazos desbordados, tratando de entender lo que acababa de pasar. ¿Realmente Elena había mencionado su tiempo juntas en Nueva York? Esa era la primera vez. No había estado más cerca de descubrir qué significaba todo cuando, a las seis en punto, Elena la llamó. "Vete a casa," dijo, sonando molesta. "Estás masticando la tapa de tu bolígrafo demasiado fuerte, y está arruinando mi concentración. Así que vete. Ahora." Maddie no había estado usando su bolígrafo. El cual estaba en su cajón. Y no tenía tapa. Tales descubrimientos fueron entrañables y enloquecedores. En un momento Elena era un tiburón que destrozaba compañías enteras; al siguiente era la mujer irónica, inteligente, de vez en cuando pensativa, que Maddie había vislumbrado en Nueva York. Elena Bartell desafió la definición. Ella era imposible de determinar. Un rubor encendió las mejillas de Maddie, mientras imaginaba inmovilizar a la mujer de una manera muy diferente. Negó con la cabeza molesta y se obligó a concentrarse en el trabajo que tenía entre manos. Este, este ... enamoramiento ... pronto pasaría, y podría seguir con su vida. Pulsó Enter en su pedido de flores y luego hizo una mueca ante lo alto que era el costo total. Oh, bueno, Elena había querido la atención de esa mujer Duchamp. Ciertamente la obtendría por ese precio.


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CAPÍTULO 11 La apuesta de la verdad Elena Bartell no era una mujer a la que le gustara ser negada. Por eso, cuando Véronique Duchamp no solo rechazó los tributos florales de Elena, sino que también le negó una entrevista con el argumento de que los periodistas eran todos cafards (cucarachas) humildes. Maddie golpeó su casco metafórico. "¡Cucarachas!" Elena siseó mientras giraba su silla lejos de la ventana y examinaba a Maddie con una fría mirada que bajó la temperatura por lo menos diez grados. "¡Ella me llamó cucaracha!" "Bueno, para ser justo, eh, Elena, nos llamó a todos eso," Maddie dijo en su tono más razonable. "A todos nosotros. Todos los periodistas." "¿Nosotros?" Elena miró a Maddie con cuidado deliberado, su voz sedosa. Uh oh. Estaba de peor humor de lo que Maddie había pensado. "Sí." Ella levantó la barbilla. "Mm." Elena giró su silla de nuevo hacia la ventana. "Traté de obtener una entrevista con esa mujer cuando era una escritora subalterna en CQ, y luego de vez en cuando en los últimos años. Este año, pensé, tal vez, porque hay conversaciones de sucesión. Su hija puede estar asumiendo el control. Véronique querrá explicar los cambios y cómo afectan a su dinastía. Envié un cuarto lleno de flores en el sexagésimo cumpleaños de esa ingrata criatura. ¡Ahora esto! Cucarachas!" No es broma. Maddie había estado allí por el amor de Dios. Véronique ni siquiera había enviado un agradecimiento. Maddie pensó que sabía por qué. Las flores eran lo único que todos sabían que le gustaba a la misteriosa diseñadora. Por lo tanto, Elena se había unido a una fila de todos los demás simpatizantes optimistas, desde Vogue y Elle hasta CQ, usando tributos florales para competir por favores con ella. Elena miró hacia atrás, atrapando a Maddie a medio pensamiento. Su ceja bien formada se alzó. "Algo para agregar? ¿Tienes algún pensamiento contrario en ese cerebro febril f ebril tuyo?” "¿Qué?" Maddie dijo, sorprendida. El humor de su jefe había degenerado de irritado a modo de perra total. "Tu cara." Elena agitó su mano. "Eso lo dice todo. ¿Qué es?" XWPColección: Página y Facebook

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"Yo ... nada." "Nada," Elena lo repitió hacia ella y le lanzó una mirada penetrante. Ella había estado haciendo eso mucho últimamente. "¿Podrías ser menos honesta? ¿La veracidad es muy difícil? ¿Estoy preguntando al universo? ” ¿La veracidad? La gente no quería la verdad. Ella le dijo a Elena tanto. Elena le dio una mirada contemplativa. "El mundo funcionaría mucho mejor si las personas pudieran dar y recibir la cruda verdad. Sin omisión. Sin astucia ni sonrisas brillantes y falsas." Maddie le lanzó a su jefe una mirada escéptica. Si, claro. ¿Dónde estuvo la cruda verdad en la gala Lancôme hace dos noches cuando Elena le dio una palmadita en el brazo a Richard y le sugirió que ‘echarían de menos las bebidas esta noche ’ porque Elena quería reducir el consumo? Maddie sabía a qué se refería Elena en el momento en que escuchó las palabras susurradas. Ella quería que él redujera redu jera el consumo. "Tan callada." La mirada de Elena fue desafiante. "Recuerdo un momento en el que estabas más que dispuesta a compartir tus pensamientos pasajeros conmigo. Hubo un tiempo en que me alimentarías con productos caseros y me contarías tus secretos sin una pizca de autocensura." autocensura." Había un borde en su voz — especulativa especulativa y peligrosa. No había mencionado Nueva York desde el cumpleaños de Maddie. Esto era nuevo. Maddie la miró. ¿Han cambiado las reglas del juego? "Me dijiste que esos días habían terminado." El tono de Maddie era cauteloso. "Cuando tomé este trabajo." Elena no dijo nada y dio golpecitos con los dedos el escritorio. Le dio una mirada fría. "Desembucha. Véronique? Tienes un punto de vista contrario. Así que comparte." Entonces ellas no estaban tocando ese tema. Maddie suspiró. "Las flores. Ellas fueron una mala idea. Simplemente nos convertimos en uno de los demás, clamando por su atención. No nos distinguimos. No necesitábamos ser una de las otras 'cucarachas' que piden ser vistas." "¿Y tú, por supuesto, habrías sabido cómo sobresalir? Supongo que cuando uno lleva ropa de club de bandas de garaje, es difícil no ser notado." Maddie resistió el impulso de poner los ojos en blanco. Elena levantó su vieja mirada tan a menudo que Maddie se preguntó si se lo perdería. "No dije que lo hubiera sabido, pero XWPColección: Página y Facebook

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sí, creo que podría haber captado su atención mucho mejor que las flores por valor de cinco mil euros." Ahí. "¿Es eso así?" Maddie ignoró el tono burlón y asintió. "¿Sabes que nadie en el mundo ha ganado una entrevista con ella?" La voz de Elena se convirtió en un desafío. Maddie dudó por un segundo. "Sí." "Sin embargo, tú, mi asistente personal, con experiencia periodística limitada y sentido de la moda cero, cree que podría obtener la atención de Véronique Duchamp mejor que el equipo de expertos de Style Sydney? Mejor que CQ o Vogue? Incluso mejor que yo, quién lo ha intentado durante dos décadas? ” "Sí. Puedo atraer la atención de Véronique." Reprimiendo la súplica de su cerebro por la cordura, agregó, "lo apostaría." Elena la miró con gran interés. "¿Lo apostarías?" Maddie tragó saliva. El brillo intrigado y depredador en la mirada de Elena estaba haciendo cosas graciosas en su interior. Se lamió los labios nerviosamente. Bueno, ya se había comprometido con la locura, bien podría incluirlo todo. "Está bien. Sí. Por supuesto." "Perderías," Elena dijo con absoluta certeza. Los ojos de Maddie se abrieron de par en par al darse cuenta de que su jefa podría estar considerando esto. "Si gano," Elena comenzó, "y lo haré , quiero algo de ti que parezcas incapaz de hacer más." "¿Qué?" Maddie estaba desconcertada con respecto a lo que posiblemente podría tener que Elena quisiera. "Honestidad. Un día entero de completa honestidad. Cada pregunta hecha, respondes con sinceridad. Ninguna de tus respuestas perfectamente seguras que no me dicen nada. Nada de tu aburrimiento, la blandura de la esposa de Stepford que he soportado últimamente. ” Los ojos de Elena eran agudos y brillantes ahora. "Toda la verdad para mí. En


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todo. ¿Bien? Puedes rendirte ahora." Su mirada volvió a sus diseños, y sin levantar la vista, agregó, "No me sorprendería." Maddie la miró. ¿Qué clase de apuesta loca era esta? Elena quería escuchar todas las veces en un día lo que la estaba molestando? Todas las veces que Maddie admiraba su trasero y quería empujarla contra su escritorio y ... Oh. Se ruborizó al darse cuenta del horror de lo que conllevaban los términos de Elena. Los ojos fríos de Elena E lena volvieron a alzarse y parecían bailar con malicia. ¿Ella lo sabía? ¿Cómo podría? El cerebro de Maddie estaba en caída libre. "¿Sigues aquí?" Elena dijo con un acento perezoso. "Por favor ríndete, luego sal. Algunos de nosotros tenemos trabajo que hacer. ” La burla hizo que los dientes de Maddie rechinaran. Era solo tan ... Elena. Esta presunción de victoria. Pensar que ella conocía tan bien a la gente. Como cuando cuando le dijo a Maddie que no no era periodista. "Lo haré," Maddie dijo. "Y si gano, debes hacer lo mismo. La cruda verdad para todo por un día." Elena se reclinó en su silla. "Hago eso de todos modos. No hay mucho premio. Pero haz lo que quieras." Se encogió levemente de hombros. ho mbros. ¿En serio? Elena pensó que no miente? Todos mienten. "Bien. Una semana entera si pierdes, dado que pareces pensar pensar que es muy fácil." "Como no hay posibilidad de que ganes, tienes una apuesta." La expresión de Elena era engreída. "Tienes desde el momento en que Véronique llegue aquí antes de la Semana de la Moda Australiana, hasta el final del mes, cuando se va. ¿Sería eso suficiente para ti para lograr lo imposible? ¿O debería debería decir, lo delirante? delirante? ” Maddie echó un vistazo al calendario de escritorio al lado de Elena. ¿Tres semanas? Ella estaba loca por aceptar. Esto era una completa locura. A pesar de sí misma, se encontró asintiendo. Extendió su mano. Elena la tomó, su cálida y suave piel envió un agradable estremecimiento a través de los dedos de Maddie. La estrechó y ah tan lentamente soltó la mano de Maddie mientras sonreía. Fue una sonrisa que estableció quién era el tiburón y quién era la tonta pieza de plancton. "Bueno. Hemos terminado."


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CAPÍTULO 12 El juego está en marcha Maddie revisó periódicos, Internet, revistas y columnas de chismes. El secreto para llegar a Véronique no tenía nada que ver con el diseño. Elena lo había dicho ella misma. Planes de sucesión. La hija sería la clave. Al menos sabría de su madre. Y por como sonaban las cosas, también había sido ignorada por los medios que la empujaban para llegar a su madre. Por lo tanto, Natalii Duchamp (dos i, notó asiduamente) se convirtió en el único objetivo de Maddie por la próxima semana, mientras leía todo sobre ella que podía poner en sus manos. Gracias a la pequeña pero pública presencia de Natalii en las redes sociales, s ociales, Maddie descubrió sus intereses (arte abstracto, rap (estilo musical), fotografía), educación (una pequeña escuela francesa, luego una escuela de diseño de élite) y metas (tener su propia línea de moda) — si si el francés básico de Maddie era preciso. Fue interesante, ese último punto. ¿De qué forma tener una madre mundialmente famosa haría mella en el diseño de moda de Natalii? ¿Estaba resentida? ¿Impulsada para mejorarla? ¿O simplemente la ignoró? Accesó al sitio de chismes Glam Slam de Sydney. La llegada de Duchamps al aeropuerto de Sydney, hace cuatro días, causó una pequeña sensación. Un hombre alto y delgado empujaba un carrito lleno de maletas de lujo. Véronique estaba a su lado, impecablemente vestida, ladrando instrucciones en francés al hombre de cara estoica mientras encendía un cigarrillo. Natalii se quedó atrás, parecía aburrida. Tenía unos treinta años, era pálida y tenía el pelo liso negro como la noche. Su ropa consistía en un conjunto gastado de mezclilla añil y camisetas que definitivamente no era parte de la categoría de su s u madre. Así que. Rebelde, entonces. Maddie tomó algunas notas y presionó Reproducir en la ahora infame escena de un guardia de seguridad del aeropuerto que ordenó a Véronique que apagara su cigarrillo. Véronique lo hizo — en la bota pulida del hombre. Solo excitada multitud de fotógrafos había evitado que se convirtiera en algo mucho peor. Mientras todos los ojos en el video estaban puestos en la indignada francesa y el enfurecido guardia, Maddie estudió a Natalii. La mujer dio un paso atrás y se alejó de la escena con el rostro tenso y reservado.


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Su lenguaje corporal gritó, no estoy con ellos. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, revelando bíceps que estaban extremadamente bien tonificados. Maddie agregó otra anotación — adicta adicta al gimnasio. Pasó a la serie de fotos de Sydney S ydney Confidential tomadas el día anterior de Véronique. Gruesos lentes de sol y un elegante vestido floral con una extravagante capa plateada. La diseñadora estaba saliendo de The Pierre en Double Bay, usando su paraguas cerrado para golpear a los paparazzi, alejando a las cucarachas. Maddie notó el nombre del hotel, hizo una rápida conversión de tiempo de París a Sydney, factorizado en un día para el jet lag, y sonrió. Puso la alarma en su teléfono. ****** A las seis de la mañana siguiente, Maddie se detuvo en el trabajo, envió unos correos electrónicos y agarró la bolsa de gimnasia que había traído consigo. Justo cuando se daba la vuelta para irse, Elena entró a zancadas a la oficina. ¿Qué diablos estaba haciendo en este momento? "¿Vas a algún lado?" Elena preguntó, con expresión curiosa. Mientras apretaba su bolso de gimnasia, Maddie dijo, "Tengo una pista sobre Véronique. Pensé que debería lanzarme ahora si quieres que tenga la oportunidad de conseguir esa entrevista." Apuesta o no, Maddie sabía que su jefa le daría todo su impresionante vestuario por una exclusiva con Véronique. Elena la estudió, la incredulidad claramente luchaba con el interés. "Ve," dijo, "pero haz que tu lamentable humillación sea rápida. Te necesito de vuelta al mediodía para la reunión de jefes de departamento." "Sí, Elena. En la reunión de personal, quiero decir. Mi lamentable humillación aún está por verse," añadió, lanzándole una sonrisa. Ante la mirada escéptica de su jefa, Maddie se rió y se apresuró a salir de la oficina. ****** Maddie miró su reloj. Seis y media. Bueno. Apostaría a que Natalii todavía estaba en la hora de París, por lo que serían las ocho y media de la noche en su mundo y un hora de ejercicios bastante ideal, dado que los Duchamps tenían un baile al que se esperaba que asistieran esa noche. XWPColección: Página y Facebook

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Rezando por su corazonada, Maddie ajustó la bolsa de gimnasia en el hombro y se dirigió al elevador de The Pierre. Por suerte, varios residentes se dirigían al piso del equipamiento, también, y deslizaron sus tarjetas de acceso. Ella los siguió, deslizándose detrás de ellos. El pequeño pero elegante gimnasio estaba casi vacío. No había herederas de diseño francés a la vista. Se subió en una bicicleta de ejercicio con una buena vista de la puerta y comenzó a pedalear. Veinte minutos más tarde, la habitación se había vaciado por completo, y todo lo que había logrado Maddie era sudar. De repente, el irritable francés hablado rápidamente rompió el suave zumbido de su bicicleta de ejercicios. ejercicios. Maddie giró la cabeza y vio a Natalii Duchamp entrando por la puerta, reprendiendo en voz alta a alguien por el teléfono. Parecía extenuada, con el cansancio agotado de alguien que aún no estaba en la hora local. Sus miradas se encontraron, y la francesa inmediatamente murmuró “au revoir (adiós)" y colgó. "Desolé (lo siento)," murmuró y arrojó su toalla junto a una bicicleta a dos de distancia de la de Maddie. Maddie rebuscó en su rudimentario francés y sacó la definición. Lo siento. Ella le lanzó una sonrisa. " Ce n'est rien," respondió, esperando que significara ‘no pasa nada ’. Natalii hizo una pausa pausa y ladeó la cabeza. "Tu francés es es horrible." Maddie se ruborizó. Oh mierda. "Pero encontrar una sola persona en tu t u pequeño país insular haciendo algún esfuerzo en el segundo idioma es raro." Natalii la estudió y esnifó. "Así que, mademoiselle, te agradezco por el esfuerzo que haces." "Gracias. Um. Merci. ” Esta vez lo pronunció mal a propósito y sonrió. Natalii hizo una mueca, mueca, pero luego se rió y movió un dedo. "Ha. Terrible. Terrible. Soy Natalii." "Maddie." "¿Mad-dee?"


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"Es la abreviatura de Madeleine. Mi madre solía amar los libros franceses cuando niña. Quiero decir, ortografía diferente pero aún así. Ella era una gran admiradora." "Ah, Madeleine." Maddie la miró. Había pronunciado su nombre exactamente de la misma manera que Elena. Natalii se acercó y se deslizó en la bicicleta bicicleta de ejercicios ejercicios junto a la de Maddie. La pantalla LCD se iluminó mientras tecleaba la inclinación. "Entonces," Natalii continuó, "¿estás visitando Sydney también?" "No. Sin embargo visitando este gimnasio sí." Natalii asintió y comenzó a aumentar su velocidad. Ella iba rápido, muy rápido. Maddie comenzó a aumentar su propio ritmo. "¿Qué hay de ti?" Maddie preguntó. "¿Te quedaras aquí por mucho tiempo?" "Mi madre está aquí para la semana de la moda. Estoy aquí por ella." "¿Pero no por ti? ¿No te gusta la moda? ” "Me gusta lo suficiente. Me gusta mi moda Me gusta la moda de los jóvenes. Mamá diseña para, cómo se dice? Las mujeres del traje de poder." "Ah," Maddie dijo. Eso era cierto. Todas las que eran alguien usaban un Véronique. Pero no cualquier persona menor de veinticinco años. "¿Cuál es tu trabajo, Madeleine? ¿Te gusta la moda también? ” "No exactamente." Comenzó a resoplar ahora que estaba alcanzando las velocidades en las que Natalii estaba. "Trabajo como asistente de alguien que trabaja en la industria en este momento. Mi jefa es buena con la moda, como increíblemente buena, pero puedo tomarlo o dejarlo." La expresión de Natalii estaba intrigada. "¿Entonces tienes un trabajo aburrido en la moda? ¿Cómo es eso posible?" "Supongo que no es para todos."


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"Entonces por qué te quedas?" Ella inclinó la cabeza. "¿Es por p or tu jefa? Tus ojos, Madeleine, cuando hablas de ella, adquieren una mirada. ” "¿Una mirada?" Maddie entró en pánico. Ella era tan transparente? "N-no! Eso es una locura ¡No! No hay mirada. ¡Soy totalmente libre de una mirada! ¿De qué estás hablando?" Natalii parpadeó hacia ella. "Me refiero a que quizás la admiras. Qué pensaste que quería decir? ¿Por qué reaccionas de esta manera? ” Maddie se tambaleó sobre su bicicleta por su error, haciendo que Natalii sonriera. "Ah," la francesa dijo. Ella se tocó la nariz. " Oui. Ahora veo." "¡No ves nada! ¡Quiero decir que mi jefe es una mujer en primer lugar!" Maddie dijo, desesperada por que su secreto no fuera tan obvio. "Así que lo que sea que estés pensando está mal." Natalii dejó de reír ... y pedalear. "¿Mal?" Ella la miró. "¿Qué hay de malo con eso? No veo nada de malo en abrazar el amor de una hermosa mujer." Su expresión desafió a Maddie a estar en desacuerdo. Ella casi se cayó de su bicicleta por segunda vez, dándose cuenta de lo que Natalii acababa de revelar. "Soy ... quiero decir ... No ... Eso es ... no me opongo. No hay nada malo con ... por supuesto que no. Quiero decir que soy muy ... pero obviamente no con ... quiero decir con ella nunca . Ella es heterosexual. Y casada. ¿Y mencioné heterosexual? Entonces es imposible. Y no me quiere ni siquiera un poco. Así no. Ni siquiera de ninguna otra manera, tampoco. Bueno, en realidad no estoy segura ... porque hubo esta magdalena de cumpleaños." Maddie dejó escapar un suspiro, más que avergonzada. En realidad, que hacía que Elena pensara en ella? Deseó que la pregunta no la torturara tan a menudo como lo hacía. "Ahhh." Natalii reanudó el pedaleo. "¿El amor prohibido?" Se veía pensativa. "Bien. Eso es un problema." "¡No amor!" ¿Tenía que ignorar por completo las protestas de Maddie? "Nunca dije eso. No es eso, ¿de acuerdo? ” "¿Cómo se llama? ¿Tu amor que no puedes tener? ” Maddie frunció el ceño. ¿Estaba siendo deliberadamente obtusa? "No puedo decirlo. La reconocerás. Ella es famosa." XWPColección: Página y Facebook

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"¿Y?" "Y, no quiero que ninguna parte de esta conversación vuelva a ella. Es embarazoso, ¿de acuerdo?” "Ah. Sientes que yo, una desconocida anónima, de alguna manera podría arriesgar tu corazón? ¿Eso es?" No había forma de responder ninguna parte de esa pregunta sin mentir. Natalii no era una desconocida. Y tal vez era cierto que el corazón de Maddie estaba involucrado, al menos un poco — ya ya sea si quería admitirlo o no. Se debatió cómo responder. Maddie realmente no mentía bien, y Natalii era demasiado astuta. "No eres una desconocida anónima," admitió. "Te reconocí cuando entraste. Sé quién es tu madre también. Y a ella no le gusta mucho mi jefa. La llamó una cucaracha." Natalii la miró boquiabierta. "¡Merde (Mierda)! ¿Trabajas para la loca de las flores? ¿La mujer Bartell? Había flores en toda la casa de Mamá. ¡El olor! No puedo creer esto. ¡Tu jefa es la cucaracha infame!" Emitió un silbido que podría haber sido una risa o algo mucho peor. “Dios, lo siento mucho! Realmente no pensé."

"Espera, no pensaste? ¿Tu hiciste esto?" "Sí, soy su asistente, como dije. Lo siento mucho. No culpes a Elena. Me dejó todo el pedido de las flores." "Debes sentir mucho por ella para culparte de esto. Tu amor — es es tan poderoso? ” Maddie sacudió la cabeza con frustración. "Nunca dije nada sobre el amor." "¿Deseas tenerla, sin embargo, sí?" El tono de Natalii era burlón. "He visto esta foto de Bartell. Es muy hermosa. Me gustaría tenerla también si trabajara con ella." Maddie frunció el ceño. Natalii se rió de buena gana. gana. "Me disculpo contigo, pobre Madeleine. Estaba viendo cuán verdes son tus celos. No tengo ningún interés en tu loca de las flores. Tengo mi propia Adèle en casa, y ella me


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mantiene muy satisfecha. Pero ahora que estamos unidas por nuestro mutuo amor por las damas, saldremos esta noche. Me llevarás al club para los gays, ¿verdad? ¿Chicas con las chicas? Deseo ver el, cómo se llama? La escena de Sydney. Entonces, si haces esto, te perdonaré por hacer que la casa de Mamá huela a flores. “ "Pero ... quiero decir ... yo ..." "No, no." Natalii agitó su dedo. "Está bien. Veremos las bellezas pero no las tocaremos. Debemos ser virtuosas con nuestras damas que tienen nuestros corazones. ¿Oui? Encuéntrame frente a este hotel esta noche a las nueve." Se bajó de su bicicleta. "Tengo algunas cosas que hacer ahora que no debería posponer si voy a estar tan ocupada esta noche." "Yo ... um ... está bien." Maddie se dio por vencida. Estupendo. Por supuesto, tendría que ir a su primer bar gay con la hija lesbiana de la diseñadora más huraña de la historia de la moda. Una hija que se suponía iba a ir a algún baile de alto perfil esta noche, pero estaba planeando cancelarlo. cancelarlo. Con Maddie. En un bar gay. Deseó no haber sido tan callada, nerd en sus días en la universidad, y haber ido y realizado todo el asunto de los clubes nocturnos gays al menos una vez. Ella forzó una sonrisa, que se convirtió en un trago nervioso. ¿Cómo demonios podía ser la guía de alguien de algo que nunca había hecho? "Eso suena divertido," murmuró. "¡Oh lo será! ¡Y trae a todos tus amigos gay! ” Correcto. Todos sus amigos homosexuales. "Oh, sí. Te veo esta noche."


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CAPÍTULO 13 Fuego celestial Los únicos amigos gays, bueno amigo, que Maddie podía encontrar a corto plazo era Simon. Quién no era ni siquiera homosexual sino lo suficientemente metrosexual como para poder pasar por lo menos una noche si ella se lo suplicaba. A él no le importaría — probablemente encontraría una buena excusa para intercambiar recetas de cócteles con el barman. La peor parte fue tener que preguntarle porque ... bueno ... llevó a ciertas preguntas difíciles. Sobre quién quién babeaba, o no, por ejemplo. ejemplo. Simon sabía todo sobre las novias de Maddie a lo largo de los años. Simplemente no hubo tantas. Había habido algo secreto con la encerrada en el closet de Rachel, un mes loco con la loca de Mónica. En Nueva York hubo una lamentable estadía de una noche con una camarera después de la fiesta de Navidad de su personal. Después de eso, no hubo nadie más. Entonces había conocido a Elena. Y Maddie segura como el infierno no necesitaba que Simon supiera cómo sus hormonas se levantaban y ronroneaban alrededor de Elena. Era lo suficientemente vergonzoso admitir a sí misma lo lejos que estaba de su jefa. Simon la estaba mirando divertido. "Espera, déjame aclarar esto." Jaló de su mejor chaqueta berenjena. "Esta chica del gimnasio, cómo se llama, Natalii, que acabas de conocer, de la nada, ha insistido en reunir a todos tus amigos homosexuales para una salida nocturna para recorrer la escena gay de Sydney?" "Más o menos." "Entonces por qué te pidió a toda la gente?" Preguntó. "Oh, espera, ¿te gusta esta mujer? ¿Le dijiste que eres gay? Mierda, increíble! No digas más, Mads. Por supuesto que ayudaré. ¿No te he estado diciendo durante meses que necesitas volver a subir a la bicicleta?” Maddie se ruborizó. "¡No, no me gusta ella! Y no le dije que soy gay. Simplemente asumió que una chica local conocería todos los lugares más populares y me pidió que se los mostrara." Simon le lanzó una mirada larga y dudosa. "Todos los mejores lugares gays. Puedes unirme los puntos, porque estoy perdido. No quieres salir con ella, pero sí s í quieres XWPColección: Página y Facebook

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mostrarle a una completa desconocida alrededor del ambiente gay de Sydney. ¿Desde cuándo la Srta. Introvertida Maddie Gray hace cosas así?" as í?" "No me mires así. De acuerdo, es simple. si mple. Solo estoy tratando de ganar una apuesta, y para hacer eso, tengo que conseguir una entrevista con la madre de Natalii. Eso es todo." "¿Una apuesta?" Sus ojos se iluminaron. "¿Con quién?" Maddie suspiró. "Elena." "Bueno que me condenen." Simón sonrió. "Ahora todo tiene perfecto sentido. La jefa de la que estás obsesionada." No estoy — " " "Mads, no estoy seguro si eres consciente, pero hablas de ella todo el tiempo. Elena piensa esto. Elena ganó eso. Bueno, creo que está muy buena — como como tragarte tu propia lengua, súper villano de alguna manera. Así que lo entiendo. Entonces la apuesta es sobre impresionarla. Eso es genial." Dios. Esta era la razón por la que no había querido pedirle ayuda a Simon. Él la conocía demasiado bien. Ella lo miró ofendida. "Hablas mucho de Elena también. No soy solo yo." "Por supuesto que sí. Estudié su modelo de negocios en la universidad, junto con los de Rupert Murdoch, Bill Gates y Steve Jobs. Y ahora mi mejor amiga es su asistente personal — vamos, vamos, eso es increíble. Pero, Mads, no hablas de ella de la manera que yo lo hago." Maddie apretó los dientes. Esta conversación no iba a ninguna parte seguro. "¿Podemos simplemente enfocarnos? Mira, la conclusión es que Natalii no sabe que quiero una entrevista con su madre. Estoy siendo amable y servicial, como mostrarle dónde quiere ir esta noche, y espero que me tenga en gran estima y conocer a la madre después." "¡Intriga! Lo pillé. Puedo hacer eso." Él le dio una sonrisa amable. "Pero te ves extra asustada. ¿Es este tu primer club gay o algo así? ” Ella le lanzó una mirada de dolor. "Imagínate. Oye, es genial. He estado en un club gay antes. ¿Recuerdas a Mitch? De footy? Me pidió que fuera su compinche una vez, así que no te preocupes, ¿de acuerdo? He estado allí, he hecho eso. Te cubro la espalda — a a menos que por supuesto


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una hermosa chica me eche un vistazo y entonces, bam, conforme a las reglas oficiales del compinche, se acabaron todas las apuestas." Maddie puso los ojos en blanco. Las probabilidades de que alguna mujer le tirara los tejos a él en un bar gay estaban al nivel del subsótano. "Bueno. De acuerdo." ****** Le tomó a Simon los seis minutos para que le tirara los tejos una linda mujer y desaparecer de su lado en Manscape en Oxford Street. ¿Cómo diablos pasó eso? Como de verdad. ¿Y cómo había funcionado esa horrible frase de conquista? — "¡Oye, no soy homosexual o bi, pero soy libanés!" Seguida de resoplidos de risa. Aferrándose a su exagerado martini espresso y viendo a Simon retroceder en consternación, Maddie se dio vuelta para encontrar a Natalii mirándola. "¿Por qué nos traerías a un club para hombres?" La francesa exigió. Natalii lucía súper sexy esta noche, con unos ajustados mallones negros, una camiseta blanca y una chaqueta ajustada de imitación de piel de serpiente. Al menos Maddie esperaba que fuera imitación. "¿Me veo como si quisiera mirar invitadoramente a los chicos?" Maddie le dio una débil sonrisa. "Lo siento mucho. Simon dijo que el lugar suele ser mixto. Esta noche es algo especial." "¡Oh oui, Simon! Tu amigo obviamente no gay. Coqueteó conmigo en el momento en que nos conocimos." "Um ... Sí, él hace eso. Es incorregible con mujeres bonitas. Lo siento." "Mm," Natalii dijo, pero parecía apaciguada por haber sido llamada bonita. "¿Y dónde están los demás? ¿Tus otras amigas? ¿Las lesbianas? ” Maddie se ruborizó y miró su bebida, esperando que un buen agujero se abriera y se la tragara. "¿Cuenta un amigo libanés?" Ella soltó una carcajada dolorida. "Terrible broma." Natalii la miró y se cruzó de brazos. "No tengo ninguna." La admisión de Maddie la hizo sentir como la peor perdedora. "Ningún amigo gay."


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"¿Cómo es eso posible? Esto es Sydney! ¡Mardi Gras (Marcha del orgullo LGBT), Oxford Street! ¡Trabajas en la moda!" "Perdí contacto con mis ex. Y trabajé muchos turnos nocturnos." Natalii la estudió por unos momentos momentos antes de aparentemente aparentemente decidir que era sincera en su condición de perdedora. "Está bien." Sacó su teléfono. "Seré yo quien nos encuentre un poco de diversión." Tocó algunos botones e hizo algunos toques en la pantalla. "Primero, vamos a Butch y Femmes." Un golpecito. "Luego, Lady Luck. Después Pinkheart." Golpecito, golpecito. "Después Grrl Fantasy. ¿Oui (Si)? Todos están a poca distancia. Tu Oxford Street tiene mucha ventaja." ****** Eran más de las tres de la madrugada cuando Maddie salió arrastrándose del último club nocturno. Natalii y su acento exótico habían sido populares entre la clientela, e incluso Maddie, para su vergüenza, tuvo que esquivar los números de teléfono que le agitaban en el camino. Odiaba ser el centro de atención, pero con Natalii a su lado, era difícil de evitar. "Tsk, no," Natalii había declarado severamente hacia una mujer que intentó prácticamente meterse en la pierna de Maddie en la pista de baile. "Mi amiga está descartada. Ella ama a una mujer aterradora que te ahogaría en masas de flores muertas. Ella no es para ti. ¡Vete!" "No la amo, Nat," Maddie dijo, arrastrando las palabras y sintiéndose más que un poco alegre por todas las bebidas gratis que les habían ofrecido. "Quiero decir, no lo creo. Pero gracias de cualquier manera." "Entonces sigues diciéndome. Pero hay demasiadas protestas. No solo en tus labios sino en tus ojos. Y ahora es hora de que nos vayamos a casa. Pero primero, tengo algo que debo hacer." Sacó su teléfono celular e hizo una llamada, hablando en un rápido francés. "Está hecho." Sonrió burlonamente y miró a Maddie. "Afuera ahora. Debemos esperar a que nos pasen a buscar y luego ... fuego celestial." ¿Fuego celestial? El cerebro agradablemente zumbando de Maddie lo puso boca abajo y todo alrededor, incapaz de entender lo que significaba. Siguió a Natalii afuera y se se estremeció contra el frío. Sus jeans, su camiseta de manga larga y su chaqueta de cuero no eran una defensa contra el aire frío de la madrugada de Sydney. En quince minutos, apareció una limusina y, siguiéndole el rastro, un grupo de paparazzi en motos y autos.


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Véronique Duchamp se deslizó fuera del asiento trasero y se tambaleó sobre tacones de aguja finos, chillando a su hija en francés con una pizca de inglés. Maddie solo entendió dos palabras de cada diez. Lo esencial era algo sobre su hija abandonando el baile y preguntando si era allí donde había h abía estado toda la noche. Y luego, en agudo inglés, quién era la chica de alcantarilla que estaba a su lado. Chica de alcantarilla? "Y así es, ma chérie (querida)," Natalii le murmuró a Maddie con una expresión divertida y triste. " Mamá te desaprueba para mi. Y a tí. Por supuesto que te odiaría mucho más si conociera el nombre de tu jefa. Peor aún si ella supiera qué era lo que realmente estabas tramando esta noche, ¿si? ” "¿Tramando?" Maddie tragó saliva. "¿Qué quieres decir?" Natalii le susurró al oído. "¿Crees que eres la primera en intentar llegar a mi madre a través de mí? Tsk, Madeleine, pensé que te habías dado cuenta de que era más inteligente que eso. Nadie puede usar el gimnasio de mi hotel sin quedarse allí. ¿Así que tus motivos? Ya los sabía. Pero también fuiste honesta sobre conocerme. Pude ver que estabas tan confundida acerca de tu dama. ¿Tus ojos? Son tan ... cuál es la palabra ... melancólicos cuando hablas de ella? Así que tuve una noche divertida, y creo que obtuviste algo educativo sobre qué más hay por ahí. Y ahora, te doy un regalo del fuego celestial." Con eso, Natalii la tomó en sus brazos, la inclinó y la besó a fondo mientras los frenéticos paparazzi tomaban fotos. Los destellos iluminaron la calle. Por el rabillo del ojo, Maddie era vagamente consciente de que Véronique apuñalaba con su dedo a Maddie mientras les gritaba. Natalii la soltó y le guiñó guiñó un ojo. Maddie le devolvió la mirada aturdida, y finalmente entendió lo que significaba el fuego celestial. Los fuegos artificiales. "Para hacer que tu dama de las muchas flores se ponga verde." Natalii sonrió contra su oreja. "Algo para hacerle pensar en lo que se está perdiendo, ¿sí? De nada. ” Ahuecó su mejilla. "Au revoir." Y con eso, se fue, deslizándose dentro de la limusina detrás de su madre, que todavía la estaba regañando y siendo completamente ignorada.


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"Oye, amor. Dave Stevens, Daily Tele," una voz masculina dijo cerca de su oreja. "¿Podemos tener tu nombre? ¿Cuánto tiempo llevas con la hija de Véronique? ¿Cómo es ella en la cama? ” ******

SYDNEY CONFIDENCIAL Conexiones francesas Resulta que la excéntrica y evasiva diseñadora francesa Véronique Duchamp, en la ciudad de la Semana de la Moda Australiana, puede que no sea una de andar de fiesta, pero su hija sí lo es. Natalii Duchamp, de 31 años, muy cerca de hacerse cargo del imperio de diseño global de su madre este año, fue vista de romance con una mujer misteriosa afuera de Grrl Fantasy. El club nocturno en Oxford Street, famoso por muchos emparejamientos de celebridades lesbianas, vio a la Srta. Duchamp fruncir los labios con la pelirroja, en la foto de arriba, mientras su madre ofrecía un estridente comentario en francés e inglés que abollaba todos todos los tímpanos y no sonaba en absoluto halagador. (A menos que ‘ chica chica de alcantarilla ’ tenga tenga un nuevo significado.) Entonces quién es esta dama afortunada siendo cortejada por la Srta. Duchamp? Haznos saber. ¡Somos todo oídos, queridos!

****** "¡Estás TAN increíblemente muerta!" Maddie gimió y se quitó el teléfono de la oreja para manejar mejor el chai latte, el portatraje y la abultada carpeta de hojas de prueba ‘muy urgentes’ con las que hacía malabarismos, mientras corría por Elizabeth Street. "Lo digo en serio," Felicity continuó. "Ella está en pie de guerra. Despidió a dos modelos en la sesión de fotos de Whale Beach antes de las siete — una una por ser demasiado alta y una por ser demasiado demasiado, lo que sea que eso signifique — y creo que Aleisha está a unos tres segundos de un ataque de nervios, porque cómo se supone que debe gestionar una sesión de fotos que muestra diferentes formas de cuerpo de trajes de baño con una sola modelo? Perry está tratando de calmar a Elena. Así que dónde diablos estás? ¿Dónde está su maldito té t é calmante? Y, oh, sí — en qué demonios estabas pensando en la tierra verde verde de Dios? ” "Oye," Maddie dijo en protesta, "¡Natalii me besó ! Y ya casi llego." "¿Crees que me importa quién trenzó su cabello? ¡No fue profesional! Dejaste que el engendro del demonio francés tratara de tragar tus amígdalas frente a las cámaras, y Elena XWPColección: Página y Facebook

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lanzó la Tele con tanta fuerza por la habitación que creo que el titular está ahora impreso en el cristal." "¡Ella qué!? "¡Oh Dios! ¡No! Acaba de amenazar con despedir a Perry. Todos estamos condenados. Nadie está a salvo. Pon tu patético trasero por esas escaleras en dos minutos o te juro, te mataré yo misma. Ah, y para que conste, no voy a ayudarte a limpiar tu escritorio. Porque te lo buscaste tu sola. Tú y tus estúpidos labios errantes. ” Maddie suspiró. "Pero yo no ..." Agitó su pase hacia el guardia de seguridad. Su llamada terminó justo cuando el elevador se abrió. Corrió dentro de la cabina de acero, apretó el botón y esperó con impaciencia mientras contaba los pisos. De acuerdo, entonces podría estar a punto de estar desempleada. De nuevo. Necesitaba una estrategia. Algo que no incluyera el servicio de comidas. Con sus padres. Ella nunca estaría tan desesperada. Su mente se quedó en blanco. Mierda. Cuando el elevador se abrió, salió corriendo. El equipo editorial que se arremolinaba alrededor de sus escritorios se detuvo a media conversación y desvió la mirada. Estupendo. Así que no había posibilidad de que no hubieran visto las veintisiete noticias y cuarenta y un blogs de referencias que habían circulado por todo el mundo sobre el besuqueo lésbico de la hija de la familia de la moda más elusiva. No es que ella estuviera contando. contando. Eso ni siquiera era la mitad. Simon le había enviado mensaje tras mensaje. "¡Te dejé sola durante cinco minutos!" Le había dicho en broma en el primer mensaje que parecía jadear por sí solo gracias a todos sus emoticones sorprendidos. Fue seguido por, "Bien, cinco horas, más o menos. Pero no es el punto! ¡Mads, llámame! ” Ella no lo hizo. Tampoco le había devuelto las llamadas a sus padres, su hermano o a Lisa, la chismosa ex secretaria de Hudson Metro News en Nueva York. Uno que decía: ¡OH! Así que por ESO no te gusta Jake? :-) Lo L o que sea que te acomode. ¡Llámame! "¡Finalmente!" Felicity dijo en un siseo, mientras Maddie doblaba la esquina. La jefa de personal le arrebató el té de los dedos. "Solo ha preguntado por el, como, diez veces." Felicity se apresuró a entrar en la oficina de Elena como un caniche muy nervioso, tambaleándose sobre sus zapatos de tacón alto Manolo Blahniks.


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Maddie dejó la carpeta de hojas de prueba y colgó el portatraje que había recogido para su jefa en el pequeño armario que había afuera de la oficina de Elena. Se dejó caer en su asiento y encendió su computadora. "Srta. Gray ..." una voz flotó desde la otra habitación. La cabeza de Maddie se alzó ante el uso de su apellido. Uh oh. Felicity salió de la oficina de cristal de Elena con c on una mirada de lo que te dije. Maddie agarró una libreta y se dirigió hacia adentro. Primero vio a Perry, viéndose muy elegante con una camisa lila, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta gris oscuro de Armani. Sus pulgares golpeaban afuera de ellos en un ritmo nervioso. Se giró completamente para verla entrar, una mirada curiosa en su rostro. El alivio la recorrió. Él todavía parecía empleado, así que eso era un comienzo. "¿Sí, Elena?" Se centró en los ojos entrecerrados de su jefa, el bolígrafo de Maddie preparado para las notas. "Bueno, bueno, mira lo que los columnistas de chismes trajeron." Ella recorrió con la mirada a Maddie. "Sabes, Srta. Gray, cuando predije tu lamentable humillación, no tenía idea de que me tomarías tan literalmente." Su voz goteaba con ridiculez. "¡Puedo explicarlo!" Perry comenzó a pasar junto a ellas hacia la puerta. Hombre inteligente. "¿Explicar?" Elena sacó un periódico estropeado de su escritorio y lo levantó. Mostraba a Véronique señalando a Maddie con un dedo mientras le gritaba en la cara. Una cara que estaba cubierta en los labios suaves de cierta mujer joven sexy y francesa. "Aunque no esperaba que ganaras nuestra apuesta, nunca esperé que hicieras lo opuesto. No recuerdo pedirte que contrariaras contrariaras a la diseñadora de moda de líder mundial hasta un aneurisma." aneurisma." Perry se congeló, y su cabeza giró, la intriga iluminando sus ojos. "¿Apuesta? ¿Qué apuesta?”


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"Nuestra apuesta," Elena dijo, apretando los dientes, ignorándolo, "era adquirir las atenciones de la madre, no de la hija. ¡Y quería una entrevista, no una enemistad mortal! ” Perry miró de una cara a la otra y de vuelta al artículo. "Espera ... ¿tu apuesta era si Maddie podría llamar la atención de Véronique Duchamp? ¿ Véronique Duchamp? ¿Quién aborrece y detesta a todos los medios?" Dio un silbido bajo. "Está bien." Se volvió hacia su jefa. "Entonces qué obtiene ahora que ha ganado?" Elena giró la cabeza para mirarlo en el mismo momento en que la mandíbula de Maddie se abrió. "¿Ganar? ¿ Esto parece que ella ganó?" Elena empujó el periódico justo en frente de su nariz. Perry deslizó un dedo hacia la parte superior y lo empujó hacia abajo y fuera de su rostro. "En realidad, sí, la ganó. Si la atención fue el objetivo acordado, diría que Véronique parece obsesionada obs esionada con Maddie. Ninguna distracción de atención allí en absoluto." "¡Quise decir atención positiva!" Elena dijo. "¡Madeleine sabía exactamente a qué me refería!" Se volvió hacia Maddie, quien rápidamente asintió. "¡Ves!" "Pero esa no fue la apuesta. ¿Lo fue?" Una traviesa sonrisa se extendió por su rostro. Dios mío, ¿el hombre tiene un deseo deseo morir?

La expresión de Elena parecía como si vociferara. Perry le devolvió la sonrisa, aparentemente indiferente. "Bueno, ambas ganan, entonces. O pierden, si lo prefieren. Maddie técnicamente llamó la atención de la diseñadora. Pero no la atención que querías. Entonces qué es lo que ambas obtienen? ” Maddie miró a Elena, que estaba enviando dagas a su director de arte de una manera que haría que la mayoría de los hombres ahuecara sus testículos y murmuraran ‘misericordia’. "Uh, honestidad," Maddie dijo, todavía en estado de conmoción. "Cada una de nosotras tiene que decir toda la verdad. Yo por un día entero. Elena por una semana." Perry se mecía sobre sus pulidos zapatos de tacón y parecía increíblemente impresionado. "Audaz movimiento, Maddie." Se volvió hacia Elena. "¿Pero cómo será eso alguna diferencia para ti?" Elena sonrió y pareció recuperar parte de su equilibrio. "Exactamente mi punto." XWPColección: Página y Facebook

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"Mmm." Perry se pasó una mano por su cabeza calva y luego miró el reloj. Eran cerca de las ocho de la mañana. "Entonces, el tiempo comienza ahora?" Maddie se mordió el labio. "¿Por qué no, ah, llamarlo un empate, y ambas volvemos a la normalidad?" Estudiándola por un momento, Elena negó con la cabeza. "Lo sabía." Sus ojos eran burlones. "Sin carácter en absoluto." absoluto." "Ooh." Los ojos de Perry se abrieron de par en par. "Creo, Maddie Gray, que te acaban de llamar cobarde." Maddie los miró a ambos, incapaz de creer lo que estaba a punto de hacer. "¡Bien! El tiempo comienza ahora." "Y mi día se volvió mucho más interesante." Perry sonrió. "El tuyo también, me imagino," le dijo a su jefa. "Ya veremos." Elena estudió a Maddie otra vez, su expresión ahora demasiado feliz para estar segura. "Uh, debería volver a mi escritorio," Maddie graznó, deslizando su bolígrafo en su cuaderno. "¿Por qué?" Elena preguntó, su tono sedoso. "Y recuerda, la honestidad es la mejor política." "Entonces no me preguntes nada que no quiera responder." Maddie se ruborizó. "Y así que no puedo verte mirándome como un bistec que estás a punto de partir en pedazos y alimentar a las pirañas." Perry dio un bufido de risa. "Perry," Elena dijo, su voz en un tono bajo, "vete. Creo que mi brutalmente honesta asistente y yo tenemos algunas cosas que discutir." Maddie tragó saliva.


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CAPÍTULO 14 La cruda verdad Perry se fue, disparando a Maddie una mirada de cuéntame-todo-después de la que se hubiera reído si las cosas no hubieran sido tan serias. Ante ese pensamiento, miró a su jefa, quien la miraba con una expresión peligrosa. Todos los demás pensamientos huyeron. "Siéntate." Elena apoyó los codos en su escritorio, poniendo los dedos en forma de campanario. "¿Alguna confesión antes de comenzar?" "¿Confesión?" Maddie vaciló. "Si esto es sobre anoche ..." Se desvaneció, no exactamente segura de lo que podría agregar a una catástrofe ya catastrófica. "¿Salió algo útil?" Elena preguntó, los ojos agudos. "¿Aparte de una variedad de chupetones?" Maddie ignoró la burla. "Aprendí que Natalii es realmente inteligente. No es fácil engañar. Y ella y su madre chocan mucho." "¿Tal como sobre a quién besa su hija a las tres de la mañana afuera de un infame bar lésbico?" El tono de Elena se volvió frío. "¿Cómo sabías que no eran las cuatro? Eso no estaba en el artículo de noticias." Elena movió una prueba de diseño a la izquierda. "No veo cómo eso es relevante." La movió hacia la derecha. "Lo es para mí." Maddie se lamió los labios. "¿Como supiste?" Elena le lanzó una mirada agria. "Felicity lo averiguó" "¿Por qué?" Maddie se preguntó si había presionado demasiado cuando la expresión de Elena se oscureció. Hubo un largo silencio.


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"Le pedí más información," Elena dijo, con la voz tensa. "Felicity contactó a ese odioso fotógrafo y pidió más detalles de los eventos de anoche. Nada más. ” Agitó su mano como si tuviera poca importancia. "¿Pero por qué?" Maddie preguntó de nuevo antes de poder contenerse. Ella se mordió el labio. Elena le dio la misma mirada ácida que usualmente reservaba para Emmanuelle Lecoq. "Por qué besaste a esa mujer Duchamp es una pregunta mucho mejor." "No desde mi perspectiva," Maddie susurró. "Veo que planeas tomarte libertades con esta apuesta. Ya sabes dónde está la puerta." "¿Qué? ¡Eso es trampa! Tú ... " Se apagó bajo una mirada tan helada que habría vuelto a congelar las capas polares. "Ten mucho cuidado con lo que me dices a continuación, Madeleine. Puede que haya consentido en esta tonta apuesta tuya, pero sigo siendo tu empleadora. Eres fácilmente reemplazable. Siempre hay otras desesperadas por ocupar tu trabajo. Nunca olvides eso." La conmoción sacudió a través de Maddie ante las insensibles palabras. Fácilmente reemplazable. ¿Cómo podría decir eso? Maddie había soportado mucho de su jefa exigente desde que se había convertido en su asistente personal, y lo había aceptado porque recordaba el otro lado de ella, las cosas de las que nunca hablaron. Momentos compartidos, riéndose o desafiándose en Nueva York en medio de la noche, cuando estaban solas. Y aunque esos momentos nunca estuvieron lejos de su mente, por muy deseados que fueran, había sido la asistente perfecta en Sydney. Maddie se había asegurado de que nada de sus verdaderos pensamientos hubiera brillado entre las grietas. grietas. Hasta ahora. Mientras su enojo aumentaba, permitió que se notara ante las palabras despiadadas de Elena. Diciéndole a Maddie que ella no era nada. Eso es realmente lo que había dicho, ¿no? Acababa de admitir que Maddie no importaba . Eres fácilmente reemplazable. Siempre hay otras desesperadas por ocupar tu trabajo . ¿Elena incluso creía eso? Quizás lo hacía. Ella negó con la cabeza ante la cara inaccesible de Elena y sintió sus dientes mostrarse. "No estarían tan desesperadas si supieran s upieran exactamente lo que implica."


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Elena se quedó quieta y la miró. Cada parte de su expresión irradiaba peligro. "¿Oh?" Tan suave. "¿Y qué es lo que crees que es tan terriblemente molesto que una asistente mía tiene que soportar?" El sentido común y la autopreservación alcanzaron a Maddie, quien aplastó su ira. "No. Realmente no quieres saber." "Resulta que, quiero," Elena dijo. "Y no deje ningún lloriqueo de injusticia o queja trágica trá gica sin respuesta. Estoy segura de que esto será muy esclarecedor." Se reclinó en su silla ejecutiva, estudiándola. "No quieres saber la respuesta." Maddie intentó de nuevo. "Créeme." Se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta. "Tengo algo que hacer, llamadas por hacer ..." "Detente. Siéntate. Continúa. ” Elena señaló la silla que Maddie acababa de desocupar. "Aceptaste ser honesta conmigo." Maddie se congeló. Solo tenía que abrir su gran boca. Su ira se había filtrado y ahora, allí estaba, a punto de romper el mundo de Elena. Tragó saliva. Luego se sentó Y empezó. "Tus asistentes deben hacer lo imposible," dijo, preguntándose si podría distraerla con cosas más pequeñas. "Está bien si realmente pudiéramos tener también cinco minutos para comer. Tratar de esquivar el tráfico de la ciudad con un bajo nivel de azúcar en la sangre es ... no divertido." Trató de sonreír, pero Elena se le quedó mirando con su cara pétrea. "¿Eso es? Que terrible para ti. Empacar comida. Acostúmbrate." "También nos pagan un sueldo de mierda," Maddie dijo, "y las horas de trabajo son tan largas que es difícil recordar qué es la luz del sol en algunos días." "Pero obtienes una experiencia invaluable," Elena dijo con un tono cortante. "Estás viendo el mundo de la publicación desde los niveles más altos y obteniendo conocimientos que muchos de tu edad nunca esperarían. Tus objeciones son ridículas. Cuando comencé, trabajé semanas de setenta horas y nunca me quejé. Ascendí y aproveché la oportunidad." Maddie se cruzó de brazos. "Bueno, bien. Pero entonces está el acoso." Había prometido nunca compartir este secreto, pero la mirada desafiante y burlona de Elena la estaba irritando. La conmoción en la cara de Elena casi valió la pena. Ante su silencio aturdido, una nueva sensación de hundimiento combatió con la ira de Maddie. XWPColección: Página y Facebook

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"¿Qué?" El tono de Elena era de incredulidad. Maddie se obligó a continuar, su garganta se apretó ante la idea de lo que estaba por venir. "Algunos de tus ejecutivos, asociados y amigos actúan de manera inapropiada alrededor de sus asistentes personales. Lo hacen porque creen que somos desechables. Tienen razón." "¿Quién?" La voz de Elena era apenas audible. "Algunos nombres importantes para probarlo. Nos han hecho proposiciones ... " Elena soltó un bufido y relajó los hombros. "Proposiciones? ¿Eso es todo? No puedes resolver cómo decir que no, entonces es todo mi culpa? Si supieras cómo era cuando comencé ... Dios mío, las cosas que —” "¡No he terminado!" Cuando Elena apretó los dientes, Maddie continuó. "Si fueran solo los interminables coqueteos, sería algo que tus asistentes podrían manejar, pero las manos deambulan. Algunos lo hacen mucho peor. Estos hombres piensan que pueden manosear a sus asistentes, levantarnos las faldas, decir cosas repugnantes. Quienes son los peores de los peores y una amenaza seria para la l a seguridad forman parte de la lista." "¿Lista?" "La lista negra de las asistentes. Es una lista que todas las asistentes anteriores dejan en el fondo del librito en un manual, para advertir a la próxima asistente. Es una lista de seguridad. Cualquier nombre en esa lista — nunca debemos estar a solas con ellos, y nunca ser acorraladas. Nunca." "Quiero los nombres en tu pequeña lista." Elena apretó los labios firmemente como si intentara no decir nada más. Sus ojos brillaron y se fijaron en Maddie con una intensidad aterradora. "¿Por qué? ¿De verdad apartarías a los fotógrafos de fama mundial que ayudaron a poner tu revista en el mapa para que se haga justicia con sus humildes asistentes — algunas algunas de los cuales no estuvieron contigo por más de una semana? ¿Qué hay del miembro de la junta sórdida? ¿Cómo pueden importar nuestros sentimientos junto a su importancia para tu empresa? ” Elena siseó en un aliento. "Tú ... todas ustedes pensaron que no me importaría?" El dolor se grabó en su rostro.


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"¿Todas las involucradas en esta conspiración de silencio pensaron que habría olvidado lo que es ser una mujer joven en el negocio? ¡Tuve que lidiar con la misoginia todos los días!" Su mirada era furiosa. "Francamente, Elena, tus asistentes pensaron que no querrías que te pusieran en la posición de tener que elegir. En base a los comentarios en la lista, me da la impresión de que la mayoría no quería saber qué lado hubieras elegido si te hubieran dicho. Otras pensaban que lo sabías y hacías de la vista gorda. Más de unas pocas temían ser despedidas. De cualquier manera, pensaron que el silencio era la opción más segura — todos lo saben, para ti, Bartell Corp siempre es lo primero." La mirada de Elena la penetró. Parecía a punto de despedir a un departamento entero, y Maddie se encorvó. Y no había revelado lo peor de eso. De ninguna manera. "Sus nombres." Ella apuñaló su escritorio con su dedo índice manicurado. "Y habrá repercusiones. No me importa quiénes son estos hostigadores." "Pero no son solo los nombres de las personas que trabajan contigo. Algunos otros fuera de Bartell Corp también ven a tus asistentes como blancos fáciles, porque todos saben que no duran mucho." "No voy a preguntarlo de nuevo." El corazón de Maddie comenzó a martillar. Deseó poder decir algo más, menos lo que estaba a punto de pronunciar. "La lista." Maddie exhaló. Podría nombrarlos dormida ya que era tan hiperconsciente de ellos cada vez que estaban en su órbita. "Jonathan Polden y David Pettigrew." Dos de los fotógrafos de moda más talentosos de Elena. Ambos hombres habían ganado premios internacionales. "Stanley Links." Uno de sus s us gerentes de periódicos peri ódicos prestigioso y exitosos. Tragó saliva ante el siguiente nombre. "Frank Harkness." H arkness." El mentor de negocios de Elena, quien se sentaba en la junta. A menudo viajaban juntos. Su foto estaba en el escritorio escritorio de ella, por el amor amor de Dios. Observó la palidez de la cara frente a ella y apretó los dedos en apretados puños. p uños. No había una manera fácil de decir este nombre final. "Y " Y ... Richard Barclay." El grito estrangulado ante la mención del marido de Elena hizo que Maddie se sintiera como la criatura más escalofriante de la tierra. Esa sensación s ensación duró dos segundos. "¡Cómo te atreves!" Elena parecía lista para abofetear a Maddie. "¿Es esto una especie de broma pesada?" XWPColección: Página y Facebook

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"¿Elena?" Maddie la miró boquiabierta. "¡Sal!" "Solo estoy siendo honesta," dijo, su tono implorando. "Cuando él bebe demasiado, cuando tenemos que dejar algo en tu casa o en un evento, a veces intenta inmovilizar a una asistente contra la pared más cercana y meter las manos dentro de nuestro ..." "¡Mentiras repugnantes!" El grito era tan fuerte, que las paredes de vidrio parecían estremecerse. Y Elena nunca, en toda la existencia de Maddie trabajando para ella, alzó la voz de esta manera. Ni una sola vez. Felicity se arrojó a través de la puerta desde la habitación exterior, con los ojos abiertos de par en par, jadeando profundo entre sus mejillas. Maddie no la culpó. Un cataclismo estremecedor tenía que estar en marcha. Maddie se encogió aún más contra su silla. "¿Elena?" La mirada de Felicity se dirigió hacia Maddie con una mirada acusadora. "¿Todo está bien aquí?" Maddie se miró las manos. Estaban temblando. No era así como había esperado que fuera hoy. En el peor de los casos, pensó que podría estar confesando un enamoramiento inapropiado e inútil. Había pensado que podía sacudirse la humillación, lidiar con algunas miradas de regodeo o de lástima y volver al trabajo. Pero esto ... Demonios. ¿Qué había hecho? Elena estaba pálida, mientras centraba su atención en su jefa de personal. "Felicity, que tú sepas, ¿alguna vez mi esposo te ha tocado a ti o a cualquier asistente de forma inapropiada?" La cara de Felicity perdió todo color, y le lanzó a Maddie una mirada furiosa que decía mierda, en serio? Maddie suspiró. Felicity tenía la peor cara de mentirosa, pero su lealtad hacia Elena era completa. Tenía un terrible presentimiento sobre a dónde iba todo esto. "¿Y bien?" La rabia salió de Elena en oleadas. Claramente, alguien — o o muchos alguien — estaban estaban a dos segundos de ser despedidas, y ahora todos en el piso lo sabían. s abían.


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"No, Elena, tu marido siempre ha sido un caballero perfecto para todos." Felicity no se encontró con la mirada de Maddie. Un pequeño rubor ascendió por su cuello. Era una mentira tan descarada que en cualquier otro momento Maddie se hubiese reído. En cambio, su estómago cayó hasta sus zapatos. Elena se volvió hacia Maddie, la rabia grabando sus rasgos. Su temblorosa voz estaba justo encima de un susurro cuando habló: "Estás despedida. Empaca tus cosas. Fuera de mi vista." "¿Qué? Estoy despedida? ” La indignación la inundó. "¿Así que esa es la cruda verdad que dices amar? Ahora lo entiendo." En lugar de responder, Elena giró su silla para mirar la ventana, dándole la espalda a Maddie. Maddie cuadró los hombros. "Ya veo. Bueno, eres un fraude. No puedo creer que pensé que eras ... " Se tragó el resto de la oración. "Oh, no te detengas allí," una voz baja, áspera susurró desde detrás de la silla. "No es necesario censurar por mi." "Alguien digno de admirar." Maddie no pudo evitar el atisbo de tristeza que encendía su ira, mientras pronunciaba las palabras. "Alguien que vale la pena ..." Ella no dijo querer. "No quieres la verdad y nunca la quisiste. Simplemente te gusta ganar. ¿O era que solo querías que yo perdiera? ” "Felicity," Elena dijo, su voz un murmullo. "Saca a mi ex asistente personal de mi oficina. Haz los arreglos necesarios con recursos humanos h umanos para una nueva. Hemos terminado." Esas palabras de marca registrada, normalmente entregadas tan casualmente, eran viciosas y cortantes. El impacto se estrelló contra Maddie con la fuerza de un par de balas. Maddie se giró para ver el rostro incrédulo de Felicity. La jefa de personal inclinó la cabeza señalando hacia la puerta. Maddie salió de la oficina de Elena, cerrando la puerta de vidrio detrás de ella. Su última visión de la formidable magnate de los medios, la mujer que hizo que su traidor corazón se contrajera, estaba en la parte trasera de su austera y negra silla ejecutiva. "¿Estás loca?" Felicity siseó en el momento en que estuvieron fuera del alcance del oído de Elena. "¿Qué demonios te poseyó para decirle eso? ¿Por qué le harías eso a ella? ¡En que estabas pensando!"


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"Exigió que le dijera la verdad, y pensé que hablaba en serio," Maddie espetó. Se sentó en su escritorio y revisó sistemáticamente sus cajones, abriéndolos, sacando sus pertenencias. "Eso es lo que estaba pensando." "Elena no quiere la verdad." Felicity la miró como si fuera una niña estúpida. "Solo piensa que la quiere. Entonces todos le damos una versión editada. Lo que hiciste hoy fue más que estúpido. ¿Cómo no puedes saberlo? ” "Y lo que hiciste hoy fue lo más bajo de lo bajo. ¿Cómo puedes mentir así? ” “A diferencia de ti, yo tengo un instinto de supervivencia, ” Felicity dijo. "A diferencia de

ti, quiero tener un trabajo al final del día." "¿A qué precio?" Maddie arrojó su libro de contactos en su bolso. "¿Este trabajo tomó tu moral a cambio de estar en el círculo interno de la todopoderosa Elena Bartell?" "¡No te pongas toda superior y poderosa conmigo! Ni siquiera sabías quién era Elena hace un año. Es solo desde que trabajaste para ella que te das cuenta de lo brillante que es. Cuán notable. Y cuán famosa." "No esquives la pregunta." Maddie dejó de guardar para estudiar a su colega con consternación. Una colega en quién había estado empezando a pensar como una amiga. "¿Cómo te sientes al hacer que me despidan mintiendo sobre su pendejo marido? Y no creas que no reconocí tu letra en los comentarios de la lista. Sabes de primera mano cómo es él." “Lo

mismo hiciste que te despidieran, muchas gracias, ” Felicity dijo, sin molestarse en negar la acusación. Maddie vio la sombra de incertidumbre en sus ojos. "Espero que sea un consuelo cuando la próxima asistente se queje de cómo tuvo que escapar de Gropey Richard." "Por favor," Felicity dijo con un indignado esnifar, "deja de culparme con esos ojos grandes, tristes y crece. Es un mundo aterrador ahí afuera. Todos estamos tratando de mantener la cabeza fuera del agua. No puedo pensar en alguien que no hubiera hecho lo que hice en este momento." "Entonces me das lástima." "Oh-tan crítica. ¡Veamos qué moralidad sientes cuando no puedes pagar tu maldita renta!”


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"Por lo menos, aún podré mirarme en el espejo." Maddie levantó su bolso hasta su hombro. Ella miró a su alrededor. Tenía todo lo que quería. Su mirada fue hacia la silenciosa oficina adyacente. Bueno, más o menos. "En esta ciudad, tendrías suerte incluso de permitirte el espejo." La atención de Maddie regresó a Felicity. Se miraron durante un largo momento. "Lo que hiciste hoy, nunca lo olvidaré," Maddie dijo, el acero bordeando su voz. Ella suavizó su tono. "Pero probablemente te extrañaré, por extraño que pueda parecer." Felicity se mordió el labio y miró hacia abajo. "Si, bueno. Siempre fuiste la rara." Su inflexión carecía de su s u escocer habitual. "Y por el amor de Dios, Maddie, no fue personal. Al menos cree eso." Maddie sacudió la cabeza con tristeza. "Lo sé. Casi me gustaría que fuera. Al menos entonces hubieras tenido el coraje de tus convicciones." Los hombros de Felicity perdieron su marcada rigidez y se desplomaron, mientras Maddie dejaba Bartell Corporación para siempre. Junto con Elena.


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CAPÍTULO 15 Anatomía de Grey Elena se reclinó en su silla y miró por la ventana. Su oficina estaba en el distrito de prendas de vestir de Sydney, y su edificio de ladrillos rojos de tres pisos se encontraba entre aquellos en los que las operaciones de trabajo a destajo para la industria de la confección habían dominado a mediados del siglo XIX. Callejones grises, de concreto garabateaban a través del suburbio, y viejos y frondosos higos de Moreton Bay perforaron el cielo. Hoy, los movimientos de abajo no mantuvieron su vista. El corazón de Elena estaba en su garganta. La única cosa que había prometido nunca hacer en el trabajo había sucedido. Había sucumbido a una exhibición emocional personal. Había sido débil después de una vida de entrenamiento para no revelar nada sensible. Nada la había enfurecido tanto. Madeleine Gray había sugerido que su corporación estaba infestada de hostigadores, y la larga fila de asistentes a su servicio nunca había estado segura de si Elena había estado haciéndose de la vista gorda o simplemente no lo había sabido. Pero ese pensamiento repugnante empalideció al lado de la repugnante mentira de que cada noche ella compartía una cama con un hombre quien manoseaba mujeres. Alguien justo bajo sus narices. Ella miró por la ventana. Richard no era perfecto. Siempre lo supo. Pero él había sido muy útil para su carrera. Él conocía a todos. Ella había tenido dificultades para superar su natural reticencia a comprometerse con la raza humana. Era encantador, y la gente acudía en masa a él, encontraban calidez y sentía que les estaba hablando directamente. Podía cerrar tratos y atraer clientes y rivales de una manera que había sido emocionante de ver. La idea de que él también ... La rabia se agitó en su vientre. Madeleine Gray había arruinado su imagen del hombre con el que se había casado con una sola frase. Elena fulminó con la mirada hacia las calles grises del centro de la ciudad en busca de respuestas. Le dio la vuelta a la simple verdad de lo que sabía sobre su marido. El poder era su excitación. El poder. Era su excitación. Se apartó de la ventana y miró su foto en su escritorio. Era guapo, seguro de sí mismo y despiadado. Seguramente él no sería ... también eso. XWPColección: Página y Facebook

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No. Él no podría serlo. ¿Cómo se atreve esa mujer a lanzar tal acusación por ahí de esta manera? ¿Qué prueba tenía aparte de los rumores de las asistentes que hace mucho tiempo dejaron la compañía? Cualquiera puede poner un nombre en una lista. Pero por qué lo harían? Una pequeña voz molesta en la parte posterior de su cabeza. ¿Qué beneficio tenían para hacer eso? La lista nunca se hizo pública. Si fuera parte de una venganza rencorosa, las acusaciones estarían en todos los medios. Pero no — esta lista había sido metida en el reverso de un manual, pasado de asistente a asistente para mantenerlas a salvo. El estómago de Elena se sacudió de nuevo. No podía ser cierto. Se negaba a creerlo. Pero si era falso, por qué Madeleine le diría tal mentira? La acusación de su asistente arrancó la alfombra debajo de ella. Si hubiera sido cualquier otra persona, habría sabido de inmediato que su objetivo había sido herir; que todo esto era sobre un motivo oculto. Pero Madeleine no parecía querer lastimarla. No tenía ningún motivo. De hecho, Madeleine no parecía querer lastimar a nadie. Ella no tenía un hueso malicioso en su cuerpo. Elena frunció el ceño. Esta ... crueldad estaba fuera del carácter de su antigua asistente. Pero no era verdad que todos tenían una vena malvada cuando los presionabas? Una oscuridad, cuando uno era atacado, eso los llevó a hacer y decir cosas diseñadas para dañar. Todos. Incluso una joven eternamente sonriente que una vez le hizo regalos exóticos mientras tartamudeaba discursos sobre cómo Elena era su inspiración. ins piración. Miró hacia las calles de Surry Hills y se preguntó por la extraña inquietud que sentía. Esa Madeleine había sido la que la traicionó con estas acusaciones que la habían atrapado completamente desprevenida. Y eso fue lo que más dolió.


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CAPÍTULO 16 Dulce amor Las aves tenían la vida perfecta, Maddie meditaba, sentada en un banco del parque a la vuelta de la esquina de su trabajo (ex trabajo). Las palomas se abalanzaban y se pavoneaban, buscando comida. Los humanos complicaban todo lo que debería ser simple. Como Maddie. Ni siquiera había logrado simplemente ir a trabajar, trabajar e irse a casa. No, tenía que enredarse e nredarse en una apuesta tonta que había sido si do termonuclear. Había estado sentada aquí durante una hora, esperando que el temor enfermizo se fuera. Tener la rabia de Elena dirigida hacia ella por primera vez era como ser arrancada y arañada. Su mirada de dolor e incredulidad, sin embargo, era mucho peor. La expresión derrotada de Felicity, después de que admitió que vendió su alma por su carrera, también se grabó en la mente de Maddie. La mujer tampoco estaba del todo equivocada. Maddie no tenía trabajo, ahorros limitados, y dado que ahora vivía sola, apenas podía pagar el alquiler. La moral no la mantendría abrigada y alimentada. Sonó su teléfono. Era un número desconocido. "¿Madeleine?" El corazón de Maddie tartamudeó ante la pronunciación familiar, luego se hundió ante la voz menos familiar. "Natalii?" "Oui. Bueno. Te necesito. Vite (Rápido)!" "¿Qué? ¿Cómo obtuviste mi número?" "Tu Simon me lo dio. Somos amigos de Facebook." "Eres una caradura." Maddie miró a algunos niños jugando en un tobogán al otro lado del parque. "Tu estúpido truco realmente realmente enojó a mi jefa." "¡Bueno, lo tengo peor que tú! Mi Adèle, vio las fotos en internet. ¡Ahora estoy fini (acabada)!" Maddie gimió. "Así que ambas estamos fini." f ini."


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"No, no, no acepto esto. Vendrás a mi hotel ahora. Tengo Skype; le explicarás a Adèle que todo fue simplemente diversión. Ella sabe lo loca que soy cuando bebo. Dile que fue nuestra manera tonta de poner celosa a tu dama. ” "¿Por qué Adèle me creería?" "Ah chérie, si pudieras ver la forma en que tu cara se enciende cuando describes a tu Elena! Adèle verá esto también. ¡Lo sé!" Maddie resopló. "Bueno, será mucho menos brillante ahora. Elena me despidió hace una hora." Hubo una inhalación sobresaltada de aliento. "¡No!" "Oh oui. Me hizo trizas, luego me echó. Así que, sí. Dudo que Adèle vea mucho más que mi enojo." "¿Fue por el beso? Oh Madeleine, lo siento tanto." Al menos sonaba genuinamente arrepentida. Maddie suspiró. "No. De acuerdo, no es que esté haciendo algo productivo aquí. Iré y lo intentaré." "Merci, merci, merci!" "No me agradezcas todavía. Mi mal humor es difícil de ocultar." "Madeleine, no voy a olvidar esto. Así que — nos nos vemos pronto? ” "Si, seguro." ****** Adèle resultó ser una punk rocker de aspecto severo, con mechas azul eléctrico en su pelo negro y pómulos tan finos que podían cortar el vidrio. Era llamativa y fría en lugar de bella, pero Maddie podía ver por qué Natalii estaba tan fascinada con ella. En este momento, sin embargo, estaba mirando a través del video enlace de Natalii con ojos llameantes. "¿Así que traes a la pute (puta) para que se burle de mí?"


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Maddie no estaba segura de lo que era una pute, pero dado que fue dicho en el mismo tono mordaz que Véronique la noche anterior anterior con la ‘chica de las alcantarillas ’, pudo adivinarlo. "Ma chérie, no." Natalii pronunció una sarta de súplicas francesas. Después de unos minutos, se volvió hacia Maddie e hizo un gesto hacia la cámara web, con una mirada expectante en su rostro. "Uh hola," Maddie le dijo a la cara de piedra que miraba desde París. "Entonces," Adèle dijo con un fuerte acento inglés, "mi Natalii dice que todo fue por diversión. Por una pequeña venganza para volver loca a tu jefa al poner a su asistente en los periódicos de chismes. Porque tu jefa le envió tantas flores a Véronique." "¿Venganza?" Maddie le lanzó una mirada a Natalii, que parecía avergonzada y culpable. "Tú ... ¿Todo esto fue venganza?" "Solo un poco." Natalii no la miró a los ojos. "Fue muy tentador no hacerlo. Pero no fue la única razón —” " Y dice que estaba borracha," Adèle continuó, "y que eras inocente como un gatito, porque sientes un gran amor por tu jefa." Le lanzó a Maddie una mirada escéptica mientras que la miseria se grababa en las facciones de Natalii. Adèle se inclinó hacia adelante y la miró fijamente. "Entonces, australiana, hazme creerlo. Dime, qué es esta Elena Bartell para ti? ” Maddie cerró los ojos, tratando de retroceder ante los horrores de la mañana y pensó en todas las veces que Elena la había estudiado con interés y había hecho que su corazón latiera más rápido. Antes de que se lo cortara y lo pisoteara y ... mierda, no ... volvamos al día en que nos conocimos. Sí . Ella abrió los ojos. "La primera vez que conocí a Elena, me insultó. Dio a entender que estaba mal vestida. Incluso amenazó con despedirme por eso. Pero ella lo hizo de esa manera, me hizo querer saber más sobre ella. No estoy seguro de cómo lo hizo. Pasé semanas mirándola. Descubrí cómo era ella realmente. Tiene curiosidad por las cosas y las personas que la intrigan. E inteligente. Tiene un sentido del humor realmente mordaz que no comparte a menudo. Le gusta esconderse detrás de su personaje aterrador y pretender que es una máquina máquina corporativa. Ella es mucho mucho más." Maddie hizo una pausa mientras pensaba en ella, y una sonrisa le calentó la cara. "Y luego, una noche tuvimos esta conversación de verdad. Parecía tan interesada. Y ... significó mucho. Después de eso, una plática se convirtió en muchas pláticas, y fue todo


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en lo que pude pensar. Lo esperaba mucho con ansías. Bueno, antes ... de venir aquí. Y ahora…" Se detuvo de nuevo, mientras todos los recuerdos recientes la inundaban. "Sé que es ridículo. Quiero decir, sé que está casada y es heterosexual, pero cada vez que me daba vislumbres de su verdadero yo, cuando estábamos solas y era tarde, me sentía especial. Como si pensara que yo era lo suficientemente interesante como para conocerme. Empecé a creer eso. Pero fue un error." Maddie se frotó los ojos y soltó una risa amarga. "Un día, ella me llamó y me destrozó. Me hizo dudar de quién era. Me dijo que no era periodista. Me preocupaba demasiado. Luego me despidió y me arrojó un trabajo de asistente en su lugar. Pensarías que la odiaría por eso. Pero no, incluso después de todo, todavía me encantaba verla en el trabajo. Me encantaba verla. Sin embargo, no volveré a hacerlo. Demonios." Se atragantó con sus palabras y miró a Adèle a través de ojos vidriosos. "¿He mencionado que Elena me despidió hoy?" Adèle la miró con incertidumbre. Maddie negó con la cabeza. "Soy una idiota. Me ha despedido dos veces, pero aún así, no puedo evitar lo que siento. La La extrañaré mucho. Lo cuál es totalmente totalmente desquiciado. Dije la verdad, y ella me despidió por eso. Pero todo en lo que puedo enfocarme es en que no volveré a verla nunca más. ¿Qué demonios es lo que me pasa? Debo ser una sádica o algo así. Pero me preguntaste qué es ella para mí. De acuerdo, cuando pienso en ella — Elena Elena es hermosa, cruel e impresionante, aterradora, carismática y vengativa, y una hipócrita completa y absoluta, y aun así incluso pensar en ella me vuelve loca. ” Hizo una pausa, mientras un nuevo pensamiento la golpeaba. ¡Oh Dios! Quizás realmente la amaba. Oh. Diablos. No permitas que eso sea cierto.

El conocimiento se mezcló con sorpresa y la atravesó, mientras daba vueltas a esa idea. Hubo una conversación rápida en francés que pareció durar para siempre, mientras que Maddie se sentó en estado de conmoción absorta en sus propios temores. Cuando las lágrimas comenzaron a brotar en los ojos de Natalii y se intercambiaban palabras de dulce amor, Maddie salió de su ensoñación, con las mejillas sonrojadas por haber entendido más francés de lo que quería. q uería. Dejaron de hablar, y Adèle inmovilizó a Maddie con una mirada contemplativa. "Merci, Madeleine. Nos has salvado cuando no fue necesario. Podrías haber castigado a Natalii por lastimar tu vida, pero no lo hiciste. Ese es un acto noble. Y Natalii sabe que no volverá a cometer un error tan tonto. Te deseo lo mejor con tu gran amor." "No creo que ella sea eso. Después de hoy, ella me odia." XWPColección: Página y Facebook

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Adèle sonrió. "Ah, Madeleine, te rindes demasiado fácilmente. f ácilmente. Por vergüenza." Ella movió su dedo, y su pantalla de Skype se cerró con un borrón. Natalii miró a Maddie con profundo alivio. "Nos has hecho un gran favor. Así que lo devolveré. Te daré algo que deseas mucho. Mamá odia a los medios y nunca te concederá una entrevista. Pero podría pedirle que te dé la respuesta a una pregunta. Eso creo que lo haría. ¿De acuerdo?" "Uh ..." Maddie la miró con asombro. "Solo una," Natalii repitió. Ella dio una sonrisa triste. " Mamá es una mujer dura, resuelta, y siempre en control. Creo que incluso a su propia hija le resulta difícil enorgullecerse, así que no tengo mucho dominio. No creo que sea inteligente pedir más. Entonces, una pregunta. ¿Querrás esto, aun así? ” Maddie asintió rápidamente. ¿Una pregunta con la diseñadora más famosa del mundo quién nunca, alguna vez había hablado con los medios? ¿Había incluso alguna discusión? Sus pensamientos deben haberse reflejado en su rostro porque Natalii se rió y juguetonamente le dio un manotazo en el brazo. "Como yo pensaba. Arreglaré esto. Espera aquí. Piensa en una buena, sin embargo. Las carreras están hechas de menos, ¿verdad? ” Y con eso se había ido.


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CAPÍTULO 17 De cucarachas y costura Los pensamientos de Maddie eran caóticos y frenéticos. Mentalmente examinó todo lo que había leído sobre Véronique Duchamp. Podría preguntar acerca de sus influencias, estilo, tendencias, lo que la llevó a la moda. Todo parecía demasiado débil, demasiado obvio. Y ella no era una periodista de moda. Apenas prestó atención a lo que giraba a su alrededor en el trabajo. Toda su existencia en Style St yle Sydney se había centrado en asegurarse de que Elena tuviera todo lo que quisiera. Predecir sus necesidades. Frunció el ceño y se frotó la frente. Quizás esa era la respuesta. ¿Qué preguntaría Elena? Alguna pregunta sobre la trascendencia de las tendencias estacionales que incorporan todas sus s us líneas durante los últimos treinta años probablemente. En otras palabras, una forma de vincular una carrera completa en un artículo utilizando una sola cita. Casi podía imaginarse a Elena instruyendo, con detalles precisos, a su equipo de diseño para diseñar las modas de Véronique a lo largo de los años para acompañarlo. Porque Elena vivía y respiraba la moda y se deleitaba al ver el panorama general. El problema era que Maddie no vivía y respiraba la moda. Y no podía ver su gran imagen si su vida dependía de ello. Esto no era bueno. Necesitaba algo más. Algo diferente. Una idea profundamente atrevida la golpeó. Ya sea se estrellaría y ardería o ... Natalii regresó, su habitual sonrisa irónica pegada en su rostro, indicando que acababa de tener otra discusión con su madre. "No fue fácil, pero estuvo de acuerdo. Vamos, hagamos esto ahora, ya que quiere quitarlo del paso para que pueda almorzar." Maddie siguió a la joven Duchamp hasta una habitación contigua que era ridículamente opulenta. Contempló los adornos dorados y las sillas con brocado, y se sintió fuera de lugar con sus pantalones lisos y la camisa de lino. Véronique estaba ubicada en una de esas finas sillas, rígida y totalmente derecha, luciendo majestuosas con un vestido verde y carbón que tenía partes de pelusa adheridos en lugares al azar. "¿Así que? La pequeña cucaracha que besa a mi hija. Siéntate!" Véronique ordenó.


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Maddie arrastró una de las pesadas sillas de ‘la corte’, mientras la imponente diseñadora observaba. Hizo un horrible chirrido. Maddie finalmente la colocó frente al ícono de la moda y se sentó. "Te daré privacidad para hacer esto." Natalii se dio vuelta para irse. "No," Maddie dijo rápidamente. "Por favor quédate." qu édate." Las cejas se arquearon, mientras madre e hija se volvían para mirarla. Maddie dio una sonrisa nerviosa. "De todos modos, gracias por hablar conmigo, Madame Duchamp ..." "Mademoiselle," Véronique corrigió. Ella agitó sus dedos enjoyados. "No soy propiedad de algún maldito hombre." "¡Oh, lo siento! Las historias sobre ti nunca n unca lo dijeron de todas formas. No hay nada sobre tu vida privada." Ante el bufido indignado de la diseñadora, Maddie se apresuró a decir, "Hola, de todos modos. Soy Maddie Gr ... " "No me importa. Je vous accorde une question (Te concedo una pregunta). Prosigue." Maddie se lamió los labios y envió una oración a los seres superiores que escuchaban que su juego demente funcionara. "Debes amar mucho a tu hija." Véronique se inclinó hacia delante, con los ojos desorbitados por la indignación. " Esa es tu pregunta? ¿Que es esto? Puedes hacerme una pregunta sobre cualquier cosa y me preguntas si amo a mi Natalii." Natalii." "No, ya sé que lo haces," Maddie dijo, apresuradamente. "Mucho. O no hubieras dejado entrar a una cucaracha aquí. Así que mi pregunta es, por favor podrías explicar, en detalle, todas las veces y razones a lo largo de los años que te has sentido realmente orgullosa de tu hija. Una hija que, debo agregar, has hecho un excelente trabajo de criarla como una mujer independiente y fuerte con un excelente ojo para el diseño." dise ño." No era mentira — Maddie había visto los bocetos de moda de Natalii en Facebook, y definitivamente tenía un don. Por el rabillo del ojo, vio a Natalii palidecer y lanzarle a Maddie una mirada de que-demonios.


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Después de lo que pareció ser una eternidad, Véronique dio un pequeño tirón hacia arriba en los bordes de sus labios. "Eso tomaría un tiempo." Maddie sonrió. "No tengo otro lugar donde estar." Colocó su teléfono sobre su rodilla y pulsó grabar en la aplicación aplicación del micrófono. "Hmmph," Véronique dijo. "Bien entonces, empecemos por el principio. Mi Natalii siempre fue diferente. Ella no lloraba mucho cuando era bebé. Resolvía las cosas bastante bien por si sola. Caminó muy joven. Y me respondía siempre, que sabía entonces que ella, era especial. ” El orgullo materno iluminó sus ojos, y la diseñadora se reclinó con satisfacción, mientras escudriñaba a través de buenos recuerdos. "Muy especial." Natalii se sonrojó y no parecía parecía saber dónde mirar. Maddie asintió, tratando de parecer alentadora. "Lo apuesto." Véronique miró a su hija retorciéndose, y la travesura bailaba en sus ojos. "A los siete años, casi le doy el nuevo nombre. Athena. Ahora por qué crees que fue eso? Y no porque tenga ningún amor por los griegos. ” Sus ojos se convirtieron en rendijas ante el solo pensamiento. " No, Natalii era una heroína. Ah, era una visión, apenas en la escuela, desafiando a dos matones mayores que habían lastimado a su amiga. Su maestra dijo que tenía, cual es, las palabras en inglés? Un gancho izquierdo tremendo." "¡Oh, no!" Vino un gemido horrorizado junto a Maddie. Véronique se rió. Era un sonido extraño, una especie de resoplido jadeante, pero inconfundible. "¿Tenías una boxeadora novata en tus manos?" Maddie sonrió. "Estoy intrigada." "Oh oui." Véronique se dio una palmada en la rodilla. "Ella era eso y mucho más. Déjame que te cuente sobre la vez en que decidí que debíamos mudarnos al campo y vivir de la tierra. No tierra. No fue quizás la mejor de mis ideas normalmente geniales. No geniales. No fue bueno para ninguna de nosotras — las las dos estábamos tan acostumbradas a las formas modernas." Durante la siguiente hora, Maddie se sentó extasiada al saber todo sobre las vidas de las Duchamps — desde desde su desventurado intento de ordeñar vacas, hasta el día en que Natalii decidió que quería ser diseñadora. XWPColección: Página y Facebook

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Varias veces, la conversación se disolvió en carcajadas, mientras madre e hija recordaban los eventos largamente olvidados. Para cuando llegaron al día actual, las palabras fluían libremente. "¡Esa supuesta disputa que tuve con Marcello y Donatella — nunca nunca sucedió!" Véronique declaró de la nada. "Las cucarachas aburridos con la verdad inventan mentiras." Palmeó la mano de Maddie. "Nunca te conviertas en eso, nunca jamás. La verdad siempre." Señaló con el dedo a Maddie, M addie, quien asintió con la cabeza. Véronique, Maddie descubrió durante su entrevista, era increíblemente tímida. Tenía un enfoque tan feroz para protegerse a sí misma, a su privacidad y a su familia que la habían llamado una ermitaña. Era más una ansiedad social, sin embargo — no le gustaban los extraños y los entornos desconocidos. Y esa era una de las razones por las que había estado tan enojada con su hija la noche anterior. Natalii había faltado a un evento al que se suponía que asistiría con su madre y la dejó sola para valerse por sí misma en una ciudad extraña. "Désolée (lo siento) ," Natalii dijo, su tono lleno de pesar, aparentemente sin darse cuenta de la magnitud de los temores de su madre. Compartieron un abrazo tan incómodo que parecía que habían pasado años desde que las dos se habían tocado. tocado. Maddie se estaba limpiando los ojos para el momento en que hablaban en francés, calmando viejos dolores y malos entendidos, lo que en ocasiones implicaba un explosivo estallido de palabras o un lamento lloroso. “Y me gusta

Adèle!” Véronique se volvió hacia Maddie. Ella bufó. "No dejes que esta te diga lo contrario," agregó, señalando a su hija. Su mirada volvió hacia Natalii. "Ella tiene la pasión de su música punk — la la cual es un lamento que te revienta el oído, es cierto — pero es individual en un mundo monótono. Gente como tu Adèle debe ser alentada. No sé por qué alguna vez pensaste que no me gustaba. ¿Es porque es una mujer? Natalii mujer? Natalii Sabine Duchamp, tsk! ¡A mí no me importa eso! ¿Cómo pudiste pensar que sería tan trivial?" Miró a su hija, quien puso los ojos en blanco pero parecía complacida. Maddie sonrió. Que par. Echó un vistazo al reloj y se dio cuenta de que era casi la una. Véronique captó el movimiento y jadeó. "¡Oh! Nos "¡Oh! Nos has hecho hablar una eternidad." eternidad." "Lo siento," Maddie dijo. "Debería irme. Te he retenido mucho tiempo." "¡No! No "¡No! No hemos terminado todavía ¡El almuerzo! Y ni siquiera hemos hablado sobre la moda."


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Maddie parpadeó. "Ahora bien, cucaracha," Véronique dijo, y esta vez hubo afecto en el apodo, "¿qué vamos a ordenar? ¿Te gusta el caviar? ¡Demasiado malo si no te gusta, porque vamos a tener caviar!" Ella desapareció a la habitación contigua, presumiblemente para pedir servicio a la habitación. Natalii, a solas con Maddie al fin, la apuntó con un dedo acusador. "¡Tú!" Ella negó con la cabeza. "Merci. No "Merci. No tenía ni idea de la vida de mamá . Pensé que, cuando era joven, ella me había castigado al llevarnos a esa granja de merde (mierda). No sabía que estaba escapando de un mal amante. O que tenía tanto miedo a los extraños. Nunca extraños. Nunca la dejaré sola en los eventos otra vez. Oh! ¡Y a ella le gusta Adèle! ¡Oui!" Su rostro se iluminó. "Eres la más increíble." Le dio un codazo a Maddie. "¡Y pensar, hace una hora que estaba planeando asesinarte!" "Tu mamá tiene razón," Maddie dijo con voz irónica, mientras apagaba su aplicación de grabación. "Realmente eres muy violenta." Natalii estalló en carcajadas. "Como lo serás cuando veas lo que Mamá nos pidió para almorzar. Sus gustos de comida — fou (loco). ¡Loco! Ella pedirá caviar, trufas y papas fritas. Sólo espera y verás." Maddie se rió y agitó su teléfono. "Entonces creo que una o dos fotos estarán en orden. ¡Mi fou almuerzo con las Duchamps! ” ****** Las tres mujeres compartieron más y más, mientras el almuerzo se convertía en el té de la tarde y luego en la cena. Fue como abrir un grifo para Véronique. La diseñadora sacó a relucir parte de la colección que exhibiría en la Semana de la Moda Australiana y le pidió a Maddie que tomara fotos de ella probando los increíbles vestidos en su hija. Natalii jugó a una modelo improvisada, todavía llevando sus botas de motorista debajo. Las llamativas fotos no eran nada que el mundo haya visto antes. Eran profesionales, pero íntimas, y contenían un adelanto de la nueva alta costura. Véronique se había superado a sí misma con la línea de esta temporada, y Maddie se lo dijo. Sabía lo suficiente sobre la moda como para saber que esta sería una colección icónica. La diseñadora sonrió con orgullo.


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"Mi hija tiene buen tiene buen gusto en amigas. Tú, chérie, no eres una cucaracha." ****** Eran ya más de las diez cuando Maddie llegó a su casa — dejada por el conductor de Véronique ante la insistencia de la diseñadora. Maddie salió de la limusina, llena de euforia en tan increíble entrevista y un día sorprendente en todos los aspectos con dos personas con las que se había encariñado en tan poco tiempo. Se giró para entrar a su departamento, justo cuando un lujoso auto plateado se detuvo. "Finalmente," llegó una voz alargando las palabras, mientras la ventana polarizada bajaba suavemente. "Estaba empezando a pensar que te habías mudado. Mi conductor se estaba cansando de dar vueltas alrededor de la cuadra." "¿Elena?" Maddie la miró, incapaz de creer que su jefa de alguna manera hubiera decidido ensuciarse al ser vista en el vecindario de Maddie. En realidad, una vez más, ya que había hecho esto en Nueva York Y ork también. ¿Esto era algo que ella hacía a menudo? Seguir sigilosamente en carro a ex-empleados? "Entra." El tono de Elena era una orden que dejaba poco espacio para la discusión. "Necesitamos hablar." La ira estalló. Ella ya no trabajaba para el tiburón tigre. Maddie trató de descubrir cuál de cincuenta maneras diferentes de decirle dónde meterse sus imperiosas exigencias. Estaba lanzándose entre unas sabrosas nuevas palabras en francés que también había aprendido, cuando Elena dijo dos cosas que Maddie nunca antes la había escuchado pronunciar. "Mira, estaba equivocada, Madeleine. Ahora, entra. ¿Por favor? ”


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CAPÍTULO 18 Manejando Elena estudió a su antigua asistente por un momento. Parecía irritada. Posiblemente enojada. Bueno, eso no era del todo inesperado. "Conduce," le dijo al hombre en el asiento delantero, sin apartar los ojos de Madeleine. "¿A dónde vamos?" Madeleine preguntó. "¿Esto es un secuestro?" ¿No fue esa una buena pregunta? "A ninguna parte. Y no seas tan dramática." La mirada de Madeleine se fijó en las carpetas y documentos al lado de Elena, decenas de notas adhesivas amarillas sobresalían de las páginas. "¿Que esta pasando? Y antes de responder, seguimos bajo las reglas de nuestra apuesta." "Lo que está pasando," Elena respondió, "es que mi futuro ex marido está empacando mientras hablamos. No hablamos. No deseaba presenciar la salida fea. Me enviará un mensaje de texto cuando se haya ido. Y no quería estar cerca de la gente durante este ... período de transición, pero necesitaba terminar el trabajo, así que ... " Agitó la mano hacia la pila de trabajo. "Aquí estamos." Los ojos de Madeleine se abrieron de par en par. "Espera, ¿me crees ahora? ¿Desde cuando?" Elena deseaba desesperadamente mentir, pero era importante no hacerlo a la luz de su reciente mal comportamiento. Ella suspiró. "Desde el momento en que las palabras salieron de tu boca. Una parte de mí lo supo al instante." "Entonces, por qué despedirme?" Elena estudió las luces de la calle que pasaban zumbando. Eran casi bonitas a esta velocidad. "Fue uno de los muchos errores que cometí en este asunto sórdido." "¿Qué quieres decir?" Elena presionó el botón levantando el divisor de vidrio entre ella y el conductor.


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"Antes de responder eso, dime una cosa — alguna vez Richard ...?" Ella siseó en un aliento, mientras se encontraba con los ojos de Madeleine. "¿Contigo?" A Madeleine se le ocurrió que Elena nunca había dicho si sabía del comportamiento de su marido debido a la lista o si su experiencia era de primera mano. El mero pensamiento la llenó de terror y de ira al rojo vivo. "Lo intentó una vez en una gala." Madeleine apretó la mandíbula. "Él podrá ser grande, pero yo soy más rápida. Así que no." La respuesta fue un alivio, pero todavía le revolvía el estómago. Miró de nuevo por la ventana, no queriendo que Madeleine viera su reacción. "¿No? Bien," dijo, sacando la palabra. Si le hubiera puesto un dedo sobre Madeleine, le habría estrujado el cuello al bastardo. ¿Cómo se atrevió incluso a intentarlo? Su aliento empañó la ventana. Un recuerdo de sus errores en todo esto llenó su cabeza. Recordó una de las razones por las que había venido aquí. Madeleine debería saber quién era ella. "Hace tres años, despedí a una asistente particularmente insolente," Elena dijo. "Al salir por la puerta, se giró y gritó que yo estaba 'tan enferma como él'. Que me 'casé con mi pareja perfecta'. Estaba demasiado aturdida para preguntarle a qué se refería. Simplemente lo descarté como un amargo despotricar." "Eso no te hubiera alertado," Madeleine dijo, aparentemente adivinando a dónde se dirigía. "No lees la mente." "No." Sus dedos se retorcieron, mientras pensaba sobre cuan irrefutable era el resto. "Hace aproximadamente un año, hubo otra. Una ratoncita tímida, tranquila y eficiente. Un día, en mi casa, bajé las escaleras justo cuando ella estaba dejando algunos papeles. Escuché los pasos de mi esposo retirándose a la habitación contigua. La expresión en su cara cuando se volvió y vi sus ojos ... ” Elena volvió a mirar a Madeleine. "Miedo. ¿Y sabes lo que dije? ¿Lo qué hice después? ” Madeleine negó con la cabeza. "Absolutamente nada." Sus fosas nasales se encendieron en disgusto hacia ella misma. "Ella renunció el día siguiente. Sin explicación — y y no pedí ninguna. Le di una referencia, algo que casi nunca hago. Sin embargo, nunca me detuve el tiempo suficiente para analizar por qué. Hubo otros momentos — extraños extraños momentos en los que encontré a XWPColección: Página y Facebook

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Richard parado demasiado cerca de una limpiadora de hotel o una camarera y daba un paso atrás rápidamente. Simplemente los descarté como mi imaginación hiperactiva. Porque yo estaba ... tan encariñada con él." Se burló. Elena no diría que lo amaba. Era difícil saber qué sentía ella más. Todo lo que sabía de hecho, ahora, era que Richard Barclay la había traicionado, la había engañado y había lastimado a innumerables mujeres. Echó un vistazo y captó la expresión de Madeleine. Disgusto. Oh . Era de esperar, supuso. Estaba confesando sus pecados después de todo. Aún así, la mirada dolía. "Te estás preguntando cómo no sabía su verdadera naturaleza," dijo, su tono plano. "Especialmente a la luz de estos indicios. He pasado la mayor parte de dos horas conduciendo esta noche, teniendo en cuenta mis reacciones y la inacción a estos ... momentos ... a mi intuición. Y no me gusta la conclusión." "No puedo creerlo." Madeleine parecía indignada. "Todo este tiempo, y lo sabías. Eso es — Dios, Dios, eso es ... " "¡No!" Elena dijo. Agarró su mano y la apretó con urgencia, necesitando que ella lo entendiera. La calidez la sorprendió antes de darse cuenta de que era más probable que sus propios dedos se congelaran. Elena dejó caer su mano. "No. Hay una gran diferencia entre un sentimiento, una corazonada de que algo está mal, y saber. ¿Y realmente piensas que, si verdaderamente lo supiera, lo habría dejado cerca de mujeres jóvenes vulnerables? ” Sus ojos se clavaron en los de Madeleine. "Puede ser obvio ahora, pero no lo fue para mí antes. Porque, por mucho que me duela, resulta que tienes razón — realmente realmente no quería la verdad. No verdad. No en esto. Especialmente no cuando dos personas lo develaron delante de mí, así que ya no pude esconderme más." "¿Dos personas?" "¿Dos personas?" "Tú y Felicity. Oh, Felicity es lista. Sabía exactamente lo que estaba haciendo, diciéndome que Richard siempre fue un ‘caballero perfecto ’. Él se ha emborrachado en varios eventos frente a nosotras — difícilmente difícilmente un caballero. Ella era consciente de que reconocería la mentira. Así que realmente me estaba dando la opción de reconocerlo o no. Cuán ... complaciente de su parte. ” El sarcasmo goteaba de su voz. "Bueno, todos estamos bien entrenados." "¿Qué? ¿Qué demonios significa eso? ” XWPColección: Página y Facebook

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"Sabes exactamente lo que eso significa." Madeleine le lanzó una mirada intrépida. "Las reglas subyacentes de Elena Bartell son claras: La número uno es proteger a la reina. Fallé y me despidieron por eso. Así que ahora pregunto — ¿por ¿por qué estoy aquí? ” "Pensé que eso era aparente. No aparente. No rodeé tu cuadra por todo este este tiempo sin ningún motivo." Madeleine esperó, con la ceja arqueada. Finalmente, Elena forzó a sacar palabras que le eran ajenas. "Estoy aquí para disculparme. Nunca debería haber desquitado en ti mi enojo y disgusto ante el impacto de escuchar la verdad." Madeleine la estudió. "Creo que te olvidaste poner los ojos en blanco también." "¿Disculpa?" "Elena, estás actuando como si me estuvieras haciendo un favor. No eres la víctima en mi despido. ¿Podrías por lo menos parecer que lo sientes? ” "Yo ..." Elena hizo una pausa y se apagó. Ella lo lamentaba, sin embargo. Cómo se atrevía a decir Madeleine ... Se detuvo y sacudió la cabeza. "No soy buena en esto. Pidiéndole a una asistente que regrese. Es, bueno, sin precedentes." "¿Por qué querría volver?" El tono de Madeleine sonó más curioso que cualquier otra cosa. Como si no pareciera importarle de ninguna manera. Cuando Elena consideró las implicaciones, una frialdad se apoderó de ella, junto con el miedo. "¿Ya has encontrado una oferta mejor?" Maddie se encogió de hombros. "No dije eso. Pero si me quieres de regreso, tendrás que hacerlo mejor de lo que lo estás haciendo. Cortejarme apropiadamente," dijo, sus ojos intensos. "Ya sabes, dime qué buena asistente soy. Era. Solo haz algo. Demonios, cualquier cosa es mejor que esa disculpa poco entusiasta. ” Elena sonrió. Se sintió llena de energía de tener una misión en la que podía olvidar, después de un día tan abrumadoramente miserable. "¿Cortejarte? De todo ... no tenía idea de que fueras tan impertinente." Madeleine se rió. Y fue el sonido más dulce que Elena había escuchado en todo el día. El humor se aligeró.


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El teléfono de Elena se iluminó con un mensaje de texto, y la oscuridad se mezcló con alivio cuando vio las palabras severas. Sus ojos volvieron a mirar a los de Madeleine. "El se fue. Ya está hecho. ” Se sintió desnuda. Esto era tan mortificante. "Realmente no lo sabía, Madeleine," Elena agregó. "Estoy consternada y avergonzada por lo que pasaron tú y las demás asistentes. Estoy disgustada que de alguna manera me permití negar su verdadera naturaleza. Lamento haberte lastimado hoy. No lo merecías. Has sido una asistente ejemplar." Madeleine la miró largamente. "Gracias." "Para que lo sepas, cuatro de los cinco nombres en la lista son aquellos sobre los que sí tengo poder profesional. Lo usé. Los incluí en la lista negra — los los fotógrafos, el ejecutivo ... ni siquiera discutieron; solo querían saber cómo me enteré. También traté con ... el miembro de la junta. Él ...” Hizo una pausa y su estómago se retorció. Frank. Su consejero más confiable. El hombre que estuvo a su lado desde el primer día que formó su nueva compañía. Cuando Clarice murió, él había llegado y se había convertido en un mentor y amigo invaluable. "Despedí a Frank. Protestó por su inocencia y amenazó con demandar. Le descubrí su engaño. Se echó para atrás. Él sabe que no digo cosas que no pretendo hacer. Él debería; él me entrenó. Así que ... no lo veré más." Ella presionó sus labios en una línea sombría. Las cosas que Frank la había llamado. Él había dicho algunas cosas que nunca podrían ser escuchadas. Sugiriendo que ella era un caso de armario, frígida y seca, que probablemente se había follado a Clarice para progresar. ¿De dónde diablos había salido esa tontería? Sus palabras la desgarraron. Bueno, no tanto las palabras como que fue Frank quien había intentado lastimarla. Había actuado como si ella hubiera sido la que lo traicionara. "Me alegra que hayas despedido a todos," Madeleine dijo. "Eso es ... eso está bien." "Es necesario . No hay nada bueno sobre los eventos eventos que han sucedido." Madeleine la miró pensativa. "Entonces, parece que algunas de tus asistentes habrían perdido su apuesta. Creo que tus asistentes asumieron en su mayoría que, si lo hubieras sabido, nunca hubieras castigado a tus talentosos aliados." "¿Y de qué lado hubieras asumido esto? ¿Qué crees? ” "Apuesto a tu humanidad. Por supuesto." "Como dije una vez antes, esa no es una apuesta segura — ni entonces ni ahora, Madeleine." XWPColección: Página y Facebook

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"No. Pero lo he visto, no importa cuánto lo ocultes." "Tendremos que forjar tu creencia en mi lado humano si esperas volver." Elena le lanzó una mirada divertida. "Pero…" "Sí, sí, debes ser 'cortejada apropiadamente' primero." Elena le dio una sonrisa. "Bien. Supongo que es el precio que tengo que pagar por atraer a una asistente no del todo inútil." Ella ocultó su alegría al inclinarse hacia delante y presionar el botón para bajar el divisor de vidrio. "A casa, chofer." "No del todo inútil, ¿eh? Grandes elogios.” Madeleine se rió. Elena disfrutó el sonido de eso. Ojalá la mujer se hubiera reído más desde que salieron de Nueva York. Había echado de menos esos ojos verdes cautivadores que le tomaban el pelo. "También notaría tu ausencia si no estuvieras a mi lado mañana," Elena dijo más seriamente. "Eres la empleada de oficina menos propensa a errores que he tenido. Y eso incluye a Felicity. Algunos días, es como si pudieras leer mi mente." Madeleine sonrió. "Pero no dejes que te suba a la cabeza." Madeleine sonrió aún más. "Oh Dios." Elena hizo una pausa y miró a su antigua asistente con un pequeño ceño fruncido. "Por cierto, dónde estabas esta noche? Ahogando tus penas en algún bar de mala muerte?” "Jaja. ¿Así es como me ves? No ves? No — estaba estaba en el hotel de Natalii." Elena se congeló, mientras sus pensamientos se dirigían a lugares oscuros — Natalii consolando a Madeleine, quien claramente estaba molesta por haber sido despedida. La irritante mujer, con ese seductor acento francés y la mala costumbre de enganchar sus labios a los de Madeleine para los paparazzi, haciéndolo de nuevo — posiblemente aprovechando al máximo su estado debilitado. Aprovechándose de ella. Elena entrecerró los ojos. Una lista negra era lo menos que podía hacerle a esa mujer depredadora. No importaba quién era su madre.


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"Oh, no es eso." Elena hizo una pausa en su plan de venganza. "¿Cómo es?" "Estaba salvando su relación con su novia. Adèle también vio las fotos de los paparazzi." “¿Y cómo pudiste

hacer eso? ¿Salvar esa relación? ”

Madeleine se ruborizó. Elena frunció el ceño, preguntándose qué no estaba ansiosa por decirlo. "Creo que la apuesta todavía se aplica." "Le dije que no había nada entre nosotros." "¿Y ella te creyó? ¿Solo así?" "Sí." "¿Por qué?" "¿Mi cara sincera?" "Ya veo. Ahora evades la verdad cuando te conviene. “ "No tengo ningún interés romántico en Natalii. Y eso es todo lo que voy a decir." "¿Por qué tan tarde en casa, entonces?" La cara de Madeleine se iluminó. "Bueno, quedé atrapada en una gran historia. Te lo contaría todo, pero no estoy segura de querer dártela. Quiero decir la entrevista tuvo lugar cuando ya no era empleada de Bartell Corp. Así que, realmente, podría llevarla a cualquier parte. Ganar un montón, también. Especialmente con los derechos de distribución global." Elena se puso muy, muy quieta. ¿Podría querer decir ...? ¿Pero cómo? No. cómo? No. Era imposible. Pero, de nuevo, Madeleine había estado hablando con su hija hoy, así que ... era posible. "Madeleine, ¿estás diciendo lo que creo que estás? Que tienes una entrevista con ... " Ella la miró fijamente, examinando su cara en busca de evidencia de una mentira. "Tienes…"


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Madeleine buscó en su bolsillo y sacó su teléfono. Se desplazó a una foto de Natalii Duchamp, sentada en el suelo, con las piernas estiradas frente a ella; botas negras y gruesas que sobresalían debajo de un glorioso vestido blanco de tul y tafetán. Su famosa madre estaba inclinada hacia delante, ajustando la parte trasera, sus lentes de media luna colgando de su nariz y una hilera de alfileres que sobresalían cómicamente de su boca. "¿Entrevista? Sí. Cuatro horas lo valieron. Y fotos. De la nueva línea. La cual tengo aprobación para publicar en la revista de mi elección. ” Madeleine giró el teléfono para ponerlo frente a Elena. Ella le lanzó una sonrisa descarada. "Así que, será mejor que subas tu juego en ese cortejo profesional. Hazlo bien." Las manos de Elena temblaron levemente, mientras sostenía el teléfono y miraba la foto. "¿Hay más?" Su voz era casi un u n carraspear. Madeleine se rió entre dientes y pasó a la siguiente. Aquí, Véronique estaba retrocediendo, admirando otro vestido en su hija, mientras Natalii miraba directamente a la cámara, toda fanfarronería y encanto. Era íntimo, pero impresionante. Hubo vulnerabilidad allí, también. Fue inesperado de alguien normalmente tan reservada. Elena dejó escapar un leve jadeo. "Definitivamente dijeron que podías usar estas?" Pasó rápidamente a la siguiente foto, y sus ojos se abrieron por lo que vio. "Sip," Madeleine dijo. "A ellas les encantaron. Pidieron impresiones después de que la historia se publique. Oh, ese de allí, ese es el favorito de Véronique." La foto mostraba a la diseñadora ajustando el cuello en un resplandeciente traje de satén para mujer, mientras su hija la miraba, aparentemente impresionada por el atuendo y sin saber que estaba mostrando tanto afecto por su s u madre. Fue un retrato sincero y poderoso. "¿Qué resolución son estas?" Elena preguntó casi temerosa. "¿Cuántos DPI (Puntos pos pulgada)?" "Tenía mi teléfono configurado al máximo. Aquí." Tocó un botón y aparecieron las propiedades de la foto. "¿Ves? Está bien, ¿verdad? Elena exhaló en alivio ante los números. "En el interior, estas tomas estarán bien b ien tal como están. En cuanto a la portada, está justo al borde de lo aceptable. Pero alguna vez has escuchado el dicho ‘en blanco y negro se esconden es conden todos los pecados ’?” "No." XWPColección: Página y Facebook

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"Los diseñadores gráficos saben desde hace tiempo que si conviertes una imagen a color en blanco y negro, se ve artística e interesante, incluso con defectos, en lugar de solo de baja calidad. Cualquiera de estas sería una portada sorprendente. ” Se saltó las siguientes fotos y tocó la pantalla con la uña. "Estas son bastante notables, Madeleine. Verdaderamente. Deberías estar orgullosa." Ella bajó el teléfono con cuidado, su corazón latiendo más rápido. Durante treinta años, nadie había tenido éxito en obtener esto. ¿Y ahora? Deslizó su mirada hacia Madeleine, llena de orgullo en ella. Un pensamiento cegador la golpeó, y Elena tuvo que apartar la mirada cuando se dio cuenta de lo que significaba. Madeleine, al parecer ahora acostumbrada a todas sus contracciones y expresiones, la estudió alarmada. "¿Qué pasa?" Elena negó con la cabeza. "Se me acaba de ocurrir algo. Pero no ahora. Luego. De acuerdo, supongo que deseas escribir la historia tú t ú misma? ” "Sí." "¿A pesar de que nunca has escrito un artículo principal para ninguna revista en tu t u vida?" "Sí." El tono de Madeleine cambió a cauteloso. "Y ciertamente nunca has escrito una historia de moda." "No." "¿Y sin embargo, quieres escribir esta, a pesar de que estarás en un plazo muy ajustado?" "Soy una escritora rápida." "Hmm," Elena dijo en su tono más neutral. "Sabes que podría poner a uno de nuestros mejores escritores en eso. Obtendrías todo el crédito como la persona con la que Véronique habló y los créditos fotográficos f otográficos destacados. Y no tendrías que mover un dedo, sabiendo que tu historia estaría en manos excepcionales." e xcepcionales." "¡No! De ninguna manera. ¿Regalar la historia de tu vida? No puedo creer que incluso lo hayas preguntado."


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Elena intentó ocultar su sonrisa. "Bueno. Para los detalles. ¿ Conoces la tarifa actual de Style Sydney? Son ochenta centavos por palabra impresa para un profesional independiente desconocido. Estoy preparada para duplicarlo." Madeleine la miró fijamente. La incredulidad se extendió por su rostro. "¿Y bien?" Elena preguntó maliciosamente. maliciosamente. “Elena, vengo con la mejor primicia de la moda en treinta años, que tiene un potencial de

sindicación internacional y fotos que incluso tú las llamas extraordinarias, y me ofreces eso? Si estás tratando de llevarme a Emmanuelle Lecoq, esta es una estrategia brillante." La mandíbula de Elena se tensó ante la mención de su archirrival. "Bueno, ¿qué sugieres?" Maddie le dio una mirada traviesa. "Por qué no nos saltamos las negociaciones, y solo dime cuál es tu mejor oferta — y y por favor trata de ser brutalmente honesta." Elena la miró, incapaz de creer en la audacia. Entonces sonrió. Era su sonrisa completa, la que rara vez compartía con nadie, y sintió una ridícula diversión por la confusión que inundó la cara de Madeleine. "Bien," Elena respondió, "todavía hay esperanza para ti. Las mujeres nunca deben ser una presa fácil f ácil en negociaciones. Demasiadas devalúan su propio valor o, peor aún, tratan de ser personas agradables. Excelente. Vamos," dijo mientras el automóvil se detenía frente a su casa. "Creo que algún cortejo profesional está en orden." Ante la expresión aturdida y la falta de movimiento de Maddie, Elena sonrió. "¿Y bien? ¿Quieres un acuerdo o no? ”


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CAPÍTULO 19 Llegando a un entendimiento entendimiento "Oh Dios mío, no estabas bromeando." Maddie suspiró después de su primer bocado de pastel de dulce de doble chocolate. Sus papilas gustativas hicieron un baile feliz. Estaban en la cocina de Elena, colocadas en un par de taburetes frente a la gran isla central. "Cuando cortejas a una chica, realmente lo haces. Esto es hermoso. ¿Cómo sabías que me gustaría? Dios, cómo es que incluso tienes comida tan decadente en tu casa? ” "Tu madre me dijo, en tu cumpleaños, que el chocolate es uno de tus favoritos. Tuvimos una pequeña charla. Encantadora mujer. Y Rosetta, mi cocinera y ama de llaves, está convencida de que no como lo suficiente y que tentarme con esa comida que induce endorfinas lo arreglará. Por lo general, deja algo cargado de grasa en el refrigerador." Maddie se detuvo a medio bocado, preguntándose si le estaban haciendo una broma. "Crees que mi madre es encantadora." Ella agitó su tenedor. "¿Y ustedes dos solo charlaron? Ella seguro dejó esa parte fuera. ¿O solo estás bromeando? ” Los ojos de Elena se iluminaron con diversión. "No tengo el hábito de bromear. Bueno, excepto, tal vez, sobre la cantidad que había planeado ofrecer para tu historia." "Ya veo. Por cierto, esta es una tremenda jugada de apertura. El chocolate es mi debilidad." "Nunca lo hubiera adivinado." Elena la miró lamiendo el tenedor. "Jaja. Tienes que admitir que esto es glorioso." "Lo admito, no soy inmune al malvado atractivo del chocolate. Cuando era adolescente, lo ansiaba, pero me negué a sucumbir." Miró su porción intacta. Su tenedor vaciló. "No se ve," Maddie dijo, mientras recorría con la mirada la figura esbelta de Elena. "No," Elena estuvo de acuerdo sin una pizca de modestia. "Aunque, tengo un entrenador personal, instructor de yoga y fuerza de voluntad para agradecer por eso. Entonces, ahora vamos a discutir lo que realmente quieres." "¿Incluso lo sabes?" Maddie le dio una mirada desafiante, acercando su plato, su tenedor se zambulló de nuevo.


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Una sonrisa misteriosa la saludó. "Oh, eso creo. Eres un libro abierto." "Vamos a escucharlo, entonces." "Si insistes." Elena examinó la cara de Maddie. "Sospecho que, en orden de deseo, necesitas: amor, aprobación, éxito profesional y estabilidad en todas las áreas. Esta última es probablemente la razón por la que no estabas enamorada de Nueva York. Estabas demasiado lejos de tu zona de confort. Posiblemente, deseas una mascota. Estoy pensando en un gato — algo algo lindo y cursi." Maddie alzó su tenedor y negó con la cabeza. "Sin gatos. Soy alérgica. También tengo la desafortunada costumbre de matar peces de colores. Y los perros necesitan caminar todo el tiempo, y una de nosotras no tiene un ama de llaves para hacer eso. Así que ... no hay mascotas en mi futuro inmediato." "¿Y el resto?" Elena clavó su tenedor para partir su pastel. "Yo debatiría el orden de los deseos, tal vez, pero es bastante preciso — como como lo sería para todos, incluso para ti. Quiero decir, es obvio que quieres el éxito, así que no hay refutar allí. Y, vamos, si fueras lanzada lo suficientemente lejos de tu zona de confort, también querrías estabilidad. No estabilidad. No soy solo yo. Por supuesto, también requieres amor y aprobación. ¿Quién no?” "No," Elena dijo, su voz firme, "No necesito aprobación. Y el amor está muy sobrevalorado — como como se demostró hoy. O lo que sea que tuve con Richard." ¿Lo que sea que tuvo? A Maddie le hubiera encantado haber llegado al fondo de ese comentario. En cambio, solo se rió de la absoluta certeza de Elena. "Vamos, seguro que quieres amor. Quién no? Incluso aprobación — pero pero creo que solo pretendes que no eres mejor que la mayoría. Se honesta." Elena suspiró. "Nuestra palabra para el día. En ese sentido." Sacó su teléfono y presionó un botón. Después de un instante ella ladró, "¿Felicity? Envíame un formulario J11 por correo electrónico inmediatamente." Maddie lamió su tenedor, mientras su jefa colgaba y luego marcaba otro número. "Maxwell, Elena ... Sí, sé qué hora es," dijo, casi ronroneando en el teléfono mientras veía a Maddie comer.


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Maxwell tenía que referirse a Max Giles, el director financiero de Bartell Corp. Esa era una muy buena señal de que a Maddie no le iban a ofrecer cacahuetes nuevamente. Ella masticaba lentamente, escuchando. "Una muy buena razón," Elena continuó. "Se trata de un pago editorial grande y sin presupuestos que deseo realizar. Te enviaré algunos números para que no haya errores. Llámame cuando lo tengas. Y antes de que preguntes, sí, vale la pena." Terminó la llamada, bajó su teléfono y tecleó algunos números. Maddie vislumbró el texto justo antes de que Elena pulsara Enviar. Se atragantó con su pastel. Había seis números. Seis números. Con ceros. Muchos, muchos ceros. Pequeños pedacitos de pastel de chocolate rociaron su plato, y Elena se acercó por detrás y le dio palmadas en la espalda sonoramente, cuando sonó su teléfono. "¿Max? No, "¿Max? No, es esencial," Elena dijo sin perder el ritmo, como si Maddie no estuviera agitándose frente a ella. "Una historia que no podemos pasar. No pasar. No tiene precedentes." Elena caminó hacia el refrigerador y regresó, colocando una botella de agua frente a Maddie. "No, eso no es todo," dijo después de una serie de conmociones verbales venidas por el teléfono. Maddie rompió el sello de la botella. Elena regresó con un vaso y lo colocó frente a Maddie, apenas mirándola. "Quiero volver a hacer el próximo número de Style en todo el mundo, sí — todos los números en los cinco países — y y presentar una nueva portada con una historia de doce páginas a tiempo para la Semana de la la Moda Australiana." Maddie se atragantó de nuevo, esta vez en estado de conmoción, y la mirada divertida de Elena se desvió hacia la de ella. Le dio una sonrisa lenta y felina, revelando lo mucho que estaba disfrutando esto. "Sí, soy consciente de eso, pero los dos sabemos que en realidad no se imprimen hasta la medianoche de mañana, por lo que no tendrá gastos de papel, solo horas extras. Mm. Correcto. Podremos recuperar los gastos de la venta de la historia a publicaciones internacionales en países que no venden Style. Cuadruplicarás la circulación para los próximos dos números; me juego mi reputación en esto. Sólo dime que puedes hacer esto. Esta noche. Sí."


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Su teléfono sonó con un mensaje entrante. "Creo que tengo el contrato de publicación independiente, así que espero cerrar el trato en breve y te lo enviaremos a ti y a Tom esta noche. Llámalo y hazle saber lo que viene, ¿quieres? Muy bien. Hablaremos pronto." Elena cerró su teléfono. Abrió el mensaje que le había enviado al director financiero y le mostró la pantalla a Maddie. "Esta es — honestamente honestamente — mi mi mejor oferta. Incluye los derechos globales para tu historia y el primer, exclusivo uso de todas tus fotos de Duchamp. Es más alto de lo que hemos ido antes — para para cualquiera." Maddie miró la suma, sintiéndose entumecida. Venció todo lo que remotamente tenía en mente. Esa era una cantidad que cambia la vida. Le lanzó a Elena una mirada traviesa. "¿Emmanuelle ofrecería más?" La boca de Elena se torció con disgusto. El silencio se extendió. "Sí," dijo, como si alguien le estuviera arrancando las uñas. "Creo que ella pondría unos treinta mil extras. Posiblemente cuarenta, si la locura fiscal se apodera de ella. Pero tiene un poco más de margen de maniobra en los gastos generales que yo. ” "Ya veo," Maddie dijo. "Gracias por la honestidad. Entonces por qué iría con Style, si eso me costaría cuarenta mil?" Elena volvió a sentarse junto a ella en la encimera. Consideró la pregunta. "Bueno, nos conoces. Sabes que mi equipo y yo nunca distorsionaríamos tus palabras o imágenes en el proceso de edición. Me aseguraré de que tengas la última palabra en el último borrador. Me aseguraré de que esté en el contrato. Conoces mi compromiso con la calidad. Y conoces mi reputación — es es bien merecida. Espero lo mejor, porque produzco lo mejor." "Pero ya no eres la mejor, al menos no en Australia," Maddie argumentó, interpretando a la abogada del diablo. "CQ es la revista de moda líder en este país, en este momento, y al menos la mitad de la historia trata sobre la Semana de la Moda Australiana." La mandíbula de Elena se movió, ya que parecía digerir esa declaración desagradable. "Sí," dijo con fuerza. "Pero Style es la revista de moda líder en el mundo. Tendría más lectores en total, solo unos pocos aquí." "¿Qué pasa si no quiero vender a una revista de moda en absoluto? Tengo frases para un perfil excelente. Estoy Estoy segura de que Vanity Fair, Rolling Stone, Time y muchas otras revistas generales comprarían mi historia. Llegaría a una audiencia aún más amplia." "Sí. Probablemente lo harías. Pero no una audiencia apasionada. No llegarías a las personas pendientes de cada palabra, desesperados por saber más. No llegarías a los ardientes seguidores de Véronique. Pero digamos que vas con una revista convencional XWPColección: Página y Facebook

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— ¿los ¿los

conoces? ¿Confía en ellos? ¿Te sentirías cómoda llamando a su editor y diciendo que odias lo que han hecho con el diseño y tienen que poner la tercera foto en la octava página, porque simplemente simplemente no te gusta? ” "Elena, no me sentiría cómoda diciéndote eso ahora." "Hmm." Elena hizo una pausa por un momento. "Pero le dirías eso a Perry, ¿sí?" Maddie asintió. "Entonces, eso lo soluciona. Si nos elige, Perry sería tu enlace. Como director de arte, lo quiero involucrado de todos modos. Su ojo para el diseño es incomparable. Y haré que nuestro mejor editor en jefe lo ayude a yude con nuestro estilo de escritura interno." "¿Es todo lo que vale cuarenta c uarenta mil dólares?" Maddie preguntó. "El número de la Semana de la Moda Australiana de CQ fue a la imprenta ayer. Su próximo número será en un mes. Su historia carecería de vigencia, si tuviera una serie de fotos sobre una línea de moda que ya había sido fotografiada en la pasarela y vista en todos los blogs y periódicos del mundo. Su valor exclusivo solo se encontraría en la entrevista y la novedad de las fotos, sin su valor informativo. Tú y CQ se verán francamente retrasados en la fiesta y tontos. Te haría parecer mucho menos impresionante. Deseo que seas espectacular. ” Elena sonrió y tomó su mano, cubriéndola. "Seamos espectaculares juntas." Dios. Maddie estaba teniendo dificultades para resistir esa combinación de palabras y sonrisas. Y ahora tocar? Los dedos de Elena apretaron los de Maddie y los soltaron. El corazón de Maddie latió como el patético órgano que era. Dudaba que su cerebro de negocios pudiera soportar la embestida de Elena Bartell en un completo modo de encantoofensivo, tampoco. "Yo preveo una serie de dos partes," Elena comenzó con un gesto de la misma mano que había sostenido brevemente la de Maddie. "Doce páginas sobre este tema, solo sobre el contenido de la semana de la moda para despertar el apetito de los lectores. Los tentaremos sobre el próximo número, que contendrá veinte páginas sobre la vida y la trayectoria de Véronique. ¿Asumo que todo está cubierto en tu entrevista de cuatro horas?” "Sí. Todo — hasta hasta sus vacas lecheras a fines de los años ochenta. Mal." Elena dejó de moverse. "¿Qué?"


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"Vivieron en una granja por un tiempo. Para escapar del aterrador ex amante de Véronique. Philippe el jugador de rugby. Él una vez arrojó su maniquí de costura en una autopista de su Ferrari." "Dios mío." Elena se frotó la sien. "¿Estás bien?" "Esa mujer insensata no le dice nada a nadie sobre su vida privada durante tres décadas, ¿y le sacas todo esto? ¿Cómo? ¿Qué demonios le hiciste? ” Maddie se encogió de hombros. "No estoy segura. Era solo, um, yo misma." Elena la miró. Finalmente exhaló, sus fosas nasales ensanchadas. " Eso es lo que nunca intentamos. Enviando a una persona normal." Maddie se rió. "¿Crees que soy normal?" "Madeleine, ¿cómo tomas tu café?" "Blanco con dos azúcares. Um, quiero decir leche regular. Ni soja ni descremada ni nada de eso." Elena le lanzó una mirada penetrante. "Oh. Cierto." "¿Donde estaba? Oh sí, dos problemas. Los promocionamos extensamente en TV, impreso y en línea. Serás famosa, Madeleine. ” "No lo hice por eso." "¿Oh?" "No. Y antes de preguntar, tampoco por el dinero. Eso es solo ... extra." Elena parecía un poco alarmada. "¿No estás suficientemente cortejada, entonces? ¿Todavía no estás convencida de ir con nosotros? ” "Tienes razón." Maddie vaciló. "Estaba pensando más a largo plazo. Hice esta entrevista para salir adelante en mi carrera. Y, por supuesto, sí, para demostrarte que soy so y periodista.


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Entonces, aunque tu oferta es excelente y todo, es solo ... " Se desvaneció, sin estar segura de lo que estaba pidiendo. Solo algo diferente. Menos financiero Más … "Ah". Elena asintió, tomó un pedazo de papel y garabateó durante unos minutos, luego se lo acercó. "Los principales eventos de los próximos doce meses a los que asistiré. as istiré. Tendrán una gran presencia de publicaciones VIP. Véndenos tu historia, y serás mi invitada por la noche en cualquiera de los cuatro que elijas. Me aseguraré de que Bartell Corp te lleve de ida y vuelta, si seleccionas eventos que no se llevan a cabo en Australia." Los ojos de Maddie se deslizaron por la hoja, ampliándose mientras examinaba la lista. Almuerzo de los Premios Peabody. Premios Matrix. Cena del Premio Pulitzer. Gala de Time 100. Noche de apertura de la Semana de la Moda del New York Times. La Gala del Met. Cóctel de Sydney Magazine Publishers. Baile American Publishers Black & White. "Como parte del trato," Elena dijo, "te presentaría a las esenciales personas importantes allí y explicaré todas las formas en que te encuentro aceptable. Además," retiró la hoja y escribió otro párrafo, "acceso a la experiencia de Perry en cuanto a estilo y sus contactos si necesitas un vestido o cuatro. No puedo tenerte viéndote como una triste banda de garage rechazada mientras estés a mi lado. ” Los labios de Elena se arquearon un poco. "Dios no lo quiera," Maddie murmuró, sorprendida de que Elena siquiera s iquiera hubiera pensado en eso. Estudió la lista impresionante y deslizó sus ojos hacia Elena. "¿Pero a ti no te molestaría? ¿Tenerme como tu ... invitada?" Elena simplemente la miró como si hubiera dicho la cosa más estúpida que había escuchado. "Bien." Las mejillas de Maddie se calentaron. "¿Puedes darme unos minutos para pensarlo?" "Por supuesto," Elena dijo con un asentimiento aprobatorio. "Tómate el tiempo que necesites. Tengo que verificar algunas cosas. E imprimiré el contrato que Felicity me ha enviado por correo electrónico, en caso de que te decidas a favor de Style." St yle." Salió de la habitación, y Maddie observó el balanceo de sus caderas con una repentina sensación de hundimiento. Intentó determinar por qué se sentía desinflada. Este era un trato increíble. Uno que cambia carreras. Elena no estaba equivocada, estaba muy por encima de lo que Style Sydney normalmente pagaba. Maddie lo sabía, porque había presentado muchos contratos para su jefa.


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Elena también estaba poniendo una gran cantidad de fe en ella. Ella ni siquiera había escuchado la entrevista de Véronique. No había visto los escritos de Maddie más allá de las breves noticias que Hudson Metro había publicado. Este sería un artículo de fondo — dos de ellos, en realidad — y y juntos eran casi cien veces más largos que cualquier cosa que hubiera escrito antes. Sin embargo, Elena no había cuestionado eso. Había asumido que Maddie podría lograr esto. ¿Por qué? Maddie se deslizó de su silla y llevó su plato al fregadero, lavándolo. Un clic, un ruido de clic llamó su atención. Miró hacia abajo y vio un par de grandes ojos marrones que la miraban fijamente. "Así que," cerró el grifo y se agachó para saludar al perro que le llegaba a la altura de la rodilla, "tú debes ser Oscar." Permitió que él la olfateara con su largo hocico, mientras ella estudiaba sus rasgos delgados. Luego agitó sus orejas rojas y puntiagudas. La cola de Oscar comenzó a golpear. "Eres hermoso," le dijo, y luego se inclinó para susurrar, "al igual que tu dueña. Pero no le digas que dije eso. Puede minar mi posición de negociación. ¿De acuerdo? Debo tener algo de autoridad aquí. Así que mamá no se entera." El animal resolló y luego le lamió la mano. Maddie sonrió, decidiendo que le gustaba. Oscar también tenía un cierto aplomo, que se reducía al pedigrí de Cirneco del Etna. Había buscado la raza la primera vez que había tenido que reservar consulta para un veterinario. Era un perro de caza de conejos de Sicilia. Confiar en Elena para tener un animal aún más complicado que ella. "Sip, eres todo clase y elegancia, ¿verdad muchacho? Hermoso. ” Maddie le dio otro rascado firme, lo que hizo que él arqueara más el cuello, buscando atención extra. "Apuesto a que tu y tu dueña se ven deslumbrantes caminando juntos." Su corazón se apretó ante las palabras, y un destello de tristeza la recorrió. Ella frunció el ceño. ¿Qué demonios la estaba fastidiando? Maddie regresó a su taburete y sacó su teléfono, pasando las fotos de Véronique y Natalii. Cuando las tomó, tomó, nunca pensó que su día terminaría así. Y luego lo entendió: esto era un adiós. Elena prácticamente había dicho tanto en todas las miradas y palabras desde que habían entrado a su casa. ¿Y la cláusula que le permite el acceso a Perry? Eso sería innecesario incluirlo si Maddie todavía trabajaba en Style Sydney. XWPColección: Página y Facebook

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Sintió un calor en el muslo y bajó la vista para encontrar la hermosa cabeza de Oscar allí descansando. Maddie le pasó los dedos por el pelaje, rascándole detrás de la oreja, y suspiró. Realmente iba a extrañar a Elena. Un ruido rompió su meditación, y levantó la vista para ver a la mujer en el centro de sus pensamientos apoyándose contra contra el marco de la puerta, puerta, estudiándola. "Entonces," dijo, "acabas de resolverlo, ¿verdad? Lo hice antes. En el auto." "¿Elena?" "Esta noche, vine a verte con un único propósito — llevarte llevarte de vuelta a mi lado, donde pensé que pertenecías. Y luego me di cuenta de que era demasiado tarde. Te fuiste en el momento en que obtuviste la primera cita de la diseñadora más aislada del mundo." ¿Pertenecías? ¿Elena pensó que Maddie pertenecía con ella? La esperanza luchaba con el arrepentimiento. Elena no quiso decir eso, pero aun así ... "No tengo que irme." Maddie se apresuró a afirmar sus pensamientos. "Quiero decir, tengo opciones ahora, sí. Pero, es decir, podría ... " "Madeleine," Elena dijo, el tono severo, "acordamos que sin mentiras. ¿Por qué te convertiste en mi asistente en primer lugar? Y no me digas que fue por mi excelente compañía y magníficas habilidades sociales." "Quería volver a casa." "Sí, estoy al tanto. Pero por qué más? Porque tienen vuelos bastante a menudo entre Nueva York y Sydney." "Es como dijiste, era una manera de salvar las apariencias de hacerlo," Maddie admitió. "Y se ve bien en el currículum diciendo que soy tu asistente personal." "Madeleine." La voz de Elena no admitía argumentos ... ni mentiras. "Está bien." Maddie exhaló. "También esperaba que me escribieras una buena referencia. Sé que fue una ilusión, ya que rara vez lo haces, pero ... érase una vez casi amigas. Y pensé que si no me odiabas por completo cuando nos separáramos, podrías escribirme una."


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"Por supuesto," Elena dijo asintiendo. "Todas mis asistentes tienen esa vana esperanza. ¿Pero por qué? ¿Por qué querrías mi referencia? ” "Para conseguir un trabajo en cualquier parte en periodismo que quisiera. Tu nombre tiene ese poder. Una referencia tuya podría abrir tantas puertas." "Exactamente." Elena la miró triunfante. "Felicidades, Madeleine. Eres el primer empleado al que le he dicho esto — no no necesitas mi recomendación y no me necesitas." Una negación cubrió la lengua de Maddie, pero se contuvo cuando pensó en lo que Elena había dicho. ¿Tenía razón? Bueno. Sí. Maddie ya se había ‘ido’. ¿Quién escribe una exclusiva mundial, luego vuelve para ser asistente? La realización fue aguda y horrible. Ella quería otro trabajo de periodismo, seguro; ese había sido siempre el plan, pero ni siquiera había estado buscando. Porque la idea de no ver a Elena la llenaba de dolor. Pase lo que pase después, todo esto terminará pronto. "Sí," Elena dijo en voz baja. "Ahora lo ves." Maddie no respondió. Ahora se sentía tan real. Dejar a Elena. Pasó sus dedos por el pelaje de Oscar, mientras pensaba en eso. La mirada de Elena recorrió por debajo de la isla de la cocina, hacia su perro que Maddie de alguna manera se adueño. "Bien. Veo que no soy la única que aprecia tus encantos." Maddie intentó sonreír, pero su tristeza era abrumadora. No más Elena. Oscar perdió interés, deslizó su cabeza fuera de su muslo, y salió de la cocina. Cuando colocó algunos papeles y un bolígrafo frente a Maddie, Elena dijo, "Eres libre de buscar un abogado para que los revise. Te aconsejo que no tardes demasiado. Tenemos solo veinticuatro horas para rehacer doce páginas de revistas Style en todo el mundo. Cuanto más tiempo tengamos, mejor. Y no te mentiré: serán veinticuatro horas brutales." Maddie miró el papeleo. Lo había visto v isto antes. Muy a menudo en su trabajo de asistente. Era un contrato estándar independiente de dos páginas. Todos los firmaban. Eran justos, o al menos los escritores a menudo se lo decían cuando ella había llegado a hablar con ellos. Más justo que muchas publicaciones, le dijeron.


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Maddie leyó el contrato en detalle y se dirigió a la última página. Allí, en la florida escritura de Elena, estaban las palabras: Madeleine Gray tiene el derecho final de aprobación en el último borrador de su historia. Maddie tomó el bolígrafo. "¿Estás segura?" Elena preguntó. Algo en la forma en que lo dijo hizo que Maddie se detuviera y realmente la mirara. La emoción brillaba en sus ojos. Hambre. Ella ya había visto eso antes en su jefa. Cada vez que definía un gran negocio, Elena brillaba. Pero había algo más, también. Un leve indicio de ... arrepentimiento? ¿Era posible que su exigente jefa también la extrañaría un poco? Maddie recordó el extraño estremecimiento que a veces tenían en Nueva York. A veces captaba una inclinación de cabeza y una mirada dirigida que hacía que el estómago de Maddie se sintiera tan extraño. También había sentido la mirada de Elena sobre ella en Sydney, más fugaz y cautelosa, no como había sido antes. No como era ahora. En este momento, los ojos de Elena parecían penetrarla — fascinada, alerta y abarcadora. Esperando. Observando. Yo también te extrañaré.

Maddie se dio una sacudida mental. Obviamente estaba imaginando cosas. Por supuesto que sí. ¿Por qué Elena echaría de menos a una humilde asistente? Especialmente una que había despedido hace quince horas mientras estaba en e n modo perra completa. Sin mencionar una que había despedido unos meses antes. No, Elena Bartell no echaría de menos nada más que los Chai Lattes eficientemente entregados. Leche descremada, sin azúcar, extra caliente caliente , su cerebro amablemente suministró.

Ella casi se rió fuerte, sintiéndose ligeramente histérica. En cambio, Maddie miró hacia abajo, escaneó el contrato de nuevo. Asintió una u na vez. Y firmó.


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CAPÍTULO 20 Salud! Una celebración estaba en orden. Elena abrió una rara e impresionante botella de clarete, como nunca antes había bailado en el paladar de Maddie. "Dios, esto es delicioso," Maddie dijo. "Creo que me has quitado el vino de por vida porque nunca volverá a ser tan tan bueno." Elena sonrió. "Bueno, entonces, te he hecho un favor. Un buen vino es como una buena historia — tienes tienes que esperar una mejor a la vuelta de la esquina. Odiaría que te rindas, ahora que lo has probado." Maddie apreciaba el ronroneo conspirador con su tono. La intimidad le recordó a Maddie sus conversaciones en Nueva York. Cuando Elena estaba relajada, le lanzaba una mirada de interés, como si tuviera todo el tiempo en el mundo para discutir cualquier cosa. Y en este momento, Elena parecía querer hablar de Maddie. Era una sensación embriagadora, estar en el brillo como el láser del enfoque de Elena Bartell. Parte de Maddie deseaba poder quedarse congelada en este momento para siempre. ¿Esta sería su última conversación de verdad? ¿La única oportunidad de Maddie para conectarse con ella, lejos de alguna fiesta o evento, antes de que nunca volvieran a hablar? Su corazón dio un dolorido apretón. La voz de Maddie era cálida y baja cuando respondió, "Todavía no estamos hablando sobre el vino, ¿verdad?" "No." Elena sonrió y arremolinó su vino alrededor de su copa. "Confío en que seguirás luchando por ser una mejor periodista, a pesar de comenzar tu carrera con una exclusiva internacional." "Por supuesto." Maddie sonrió. "Esto es solo el comienzo." "Entonces, me dirás cómo lo hiciste? ¿Qué le preguntaste para que se abriera así? ” "¿Sinceramente?" Maddie le dio una pequeña sonrisa. "Solo me permitieron una pregunta."


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Elena dejó de agitar su vino y la miró. "Estás bromeando. Obtuviste todo esto con una pregunta?” "Bueno, la mayor parte, pero sí." "Una pregunta." Maddie abrió la boca para decirle qué era, pero Elena levantó un dedo y se quedó pensativa. Después de un minuto suspiró. "No. No puedo pensar en ninguna pregunta que pueda obtener toda esa información de alguien tan privado. Así que, me rindo. ¿Cuál fue la pregunta mágica? ” "Le pedí que detallara todos los momentos y lugares en los que se había sentido orgullosa de su hija." Elena frunció el ceño. "No lo entiendo. ¿Por qué preguntar eso? ” "Natalii me dijo que a su madre le resultaba difícil admitir cuando estaba orgullosa de ella. Entonces lo vi como un rompehielos, una forma de mantener la conversación. Si todo lo demás fallaba, al menos Natalii y su madre podrían romper algunas de las paredes entre ellas. Parecía, bueno, correcto. Resulta que el orgullo materno puede agrietar incluso las paredes más gruesas." Elena la examinó por unos momentos. "Bien. Tienes la habilidad de encontrar los puntos humanos de las personas, ¿verdad? ” "¿Puntos humanos?" Maddie lo miró con incertidumbre. "¿Crees que exploté sus debilidades?" "Por el contrario — aprendiste aprendiste algo no dicho y trabajaste con eso. Algo con lo que tenían que lidiar y, lo que más importante, querer hablar pero no saber cómo. Comprender a las personas es una habilidad. Lo que los motiva, lo que les hace hablar. Tú lo tienes. ” Le lanzó a Maddie una mirada triste. "No lo tengo." "No sé sobre eso. Me estás hablando. Estoy respondiendo. Siempre has podido hablar conmigo. Diría que has entendido todo lo conciso de la conversación casual. ” Elena no sonrió. "Es por eso que perdí mi promoción, ya sabes. Hace años, en CQ. Se suponía que debía ser la nueva editora. Yo era joven y audaz. No leí el estado de ánimo de la sala, los ejecutivos de la junta. Lecoq descubrió mis debilidades — mi mi edad, mi arrogancia y saber tratar a la gente — y se ganó a la junta de CQ. Siempre asumí que mis habilidades superiores saldrían ganando. Lo hice saber. Fui destruida. Lección aprendida." XWPColección: Página y Facebook

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"Su pérdida. Sin embargo, funcionó mejor, ¿verdad? Has demostrado que están equivocados ahora. Y cómo." Los ojos de Elena brillaron por un momento. "Sí." Su expresión se volvió fría. "Ellos saben que estaban equivocados. No es que lo admitieran alguna vez." "¿Es eso lo que quieres? ¿Qué lo digan? ” Alcanzando por la botella de vino, Elena miró el nivel y lo sacudió. "Debería " Debería traer otra." Maddie esperó a que respondiera la pregunta anterior. "¿Quieres que la vuelva a llenar?" Elena preguntó en cambio. Así que, lo estaba evitando, entonces. Tema delicado. "Estoy bien. Tenemos un gran día mañana." La emoción estalló en los ojos de Elena. "Por supuesto. Has logrado un golpe notable." Su entusiasmo se sintió contagioso. "¿Es por eso que lo haces? Por la prisa? ¿La emoción de firmar un acuerdo? ¿Por el triunfo?" "No hay mayor altura en la vida." La expresión de Elena la desafió a estar en desacuerdo. Riéndose, Maddie negó con la cabeza. El hermoso vino la hizo sentirse muy relajada. "No sé, puedo pensar en una cosa divertida que es mucho más grande." Ella arqueó las cejas con una sugerente elevación antes de poder contenerse. La mano de Elena se congeló en la botella donde había estado a punto de llenar su copa de vino. Su mirada se deslizó hacia la de Maddie. "¿Es eso así?" "Bueno sí. ¡Quiero decir, vamos!" Maddie comenzó a reírse de nuevo. Se detuvo cuando Elena no se unió. "Espera, no crees eso? Realmente no, ¿verdad? ” "No." La palabra era tan plana como su expresión. Volvió a colocar la botella de vino sobre la mesa. Maddie la miró con curiosidad. "Pero ..." Se detuvo para no decir algo que no podía deshacer. ¿Cómo podría alguien tan increíble como Elena no haber encontrado ni siquiera una pareja decente que la apreciara lo suficiente como para darle un buen sexo? Demonios, Maddie estaría más que feliz de ser voluntaria.


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Ella tomó un rápido trago de vino ante ese pensamiento perdido. "¿Qué?" Elena la estudió. "Mira, o bien estoy ganando una carrera profesional, o estás teniendo mal sexo." "¿Y cuál crees que es?" La voz de Elena era baja y ronca. "Específicamente." "Uh ..." Todos los pensamientos coherentes huyeron mientras Maddie se imaginaba ... específicamente ... a Elena teniendo sexo. Su cremoso y perfecto cuello inclinado hacia atrás. La garganta de Maddie se contrajo. "Bueno, para ser justos, sin intentar ambos, no podría responder eso." Su cerebro repentinamente captó lo que había propuesto inadvertidamente. Sus mejillas llamearon. "¡Oh! No me refería a ofrecer ... contigo ... quise decir que es como la ciencia." Se escuchó una risa aguda. "¿Ya sabes? Tienes que probar cada escenario para llegar a una conclusión sólida ... um ..." Elena le dio una lenta sonrisa que hizo que los dedos de Maddie se rizaran y que sus palmas sudaran. Esto fue tan embarazoso. ¿Hacer una proposición, incluso accidentalmente, accidentalmente, a su ex e x jefa, hetero? "Entonces," Elena dijo en un acento divertido, alcanzando la botella de vino de nuevo, "gracias por aclarar eso. ¿Segura que no quieres que la vuelva a llenar? ” Maddie empujó su copa al instante y asintió. ****** Maddie estaba tratando de ocultar su creciente cansancio, pero el día había sido largo y emocionalmente agotador. Era justo pasada de la medianoche. Ella bostezó por tercera vez. "Quédate," Elena dijo. "Aquí. Por está noche." n oche." "¿Qué?" Estaba bastante segura de que sus oídos le habían mentido.


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"Tengo una habitación para invitados. Y no hay forma de que esté a punto de arriesgar la primicia de mi vida vida y la tuya a un taxi o tren tren al azar." "Oh.” Por supuesto. Habitación Ha bitación de invitados. Cama. "Eso tiene sentido." Intentó sonreír. Elena asintió. "Bien. Te mostraré el camino. Y si te da un poco de hambre en la noche, puedes servirte cualquier cosa cosa en la cocina." "Gracias." El culo perfectamente proporcionado de Elena debería ser el tema de la poesía, decidió Maddie mientras la seguía escaleras arriba hacia el segundo nivel. Estaba tan tonificado y gloriosamente moldeado contra sus ceñidos pantalones. Su cerebro fue a un lugar de ensueño. "Aquí." Elena encendió una luz e hizo un gesto. "El baño está por allí." Maddie miró una habitación que era como algo en un hotel de cinco estrellas. La pared que daba a la cama queen contenía un televisor y estéreo brillantes e integrados. Obras de arte pacíficas, accesorios elegantes y una alfombra exuberante completaron la imagen de lujo. Una persona puede quedarse aquí por una semana y nunca querer irse. Ella debe haber estado haciendo una cara extraña, porque Elena hizo una pausa. "¿No es aceptable?" Su mirada abarcó la habitación. "¿Necesitabas algo más? Mantas adicionales, almohadas? Las sábanas son de algodón egipcio de mil hilos, si eso es un problema." "¡No! No "¡No! No lo es, es ... quiero decir, es ... guau. Creo que la habitación es más grande que la mitad de mi departamento." Elena sonrió, y Maddie quedó impresionada por la suavidad de sus ojos. "Bien," Elena dijo. "Hasta mañana, entonces. Duerme bien. ” Cerró la puerta detrás de ella. ****** Ellas demostraron ser famosas últimas palabras. Fue como una maldición. A pesar de lo avanzado de la hora, a Maddie le resultó imposible conciliar el sueño. Su mente todavía estaba zumbando sobre la tarde. Los ojos atentos e intensos de Elena. La historia de Maddie. Cómo estructurarla, qué poner. Los dedos de Elena, tan largos y flexibles mientras agarraban el tallo de su copa. Qué guardar para el próximo número. La sonrisa


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de Elena. Ella había sonreído mucho esta noche, a veces bromeando, a veces entretenida. Probablemente fue solo el vino. Pero fue abrumador verla con la guardia baja. Y luego estaba el asunto de seis cifras en la habitación, estampándose en su cerebro. Tendría tantas oportunidades ahora — podría trabajar independientemente si quisiera, sin tener que preocuparse de reunir el alquiler durante mucho tiempo. O realizar un depósito en su propio departamento. O… Después de dos horas de dar vueltas y más vueltas, su estómago intervino y gruñó ruidosamente. La extraña preferencia de Véronique por las papas fritas y el caviar no la había llenado exactamente. Tampoco el pastel de chocolate de Rosetta. Maddie arrojó a un lado su ropa de cama y bajó las escaleras hacia la cocina, esperando encontrar un refrigerio para ayudarla. Mientras se acercaba en la oscuridad, un ruido la hizo quedarse quieta. Se detuvo y miró por la puerta. Allí, de perfil, Elena Bartell estaba sentada en un taburete en la isla de su cocina, mirando una segunda botella vacía de vino, una copa medio llena en una mano, limpiándose los ojos con el dorso de la otra. Los senderos húmedos en su mejilla brillaban bajo la luz tenue que se filtraba a través de la ventana desde una farola. Una segunda copa vacía estaba junto a ella, que Maddie reconoció como la que ella había estado brindando hacía solo unas horas. Parecía como si Elena hubiera hecho un movimiento para limpiar cuando Maddie se había ido a la cama, y luego simplemente se sentó y en cambio decidió ahogar sus penas. Maddie subió al piso de arriba, sintiéndose culpable por entrometerse. Sabía que Elena odiaría que la vieran así. Devastada y perdida, tan en desacuerdo con la poderosa figura que barría los corredores de Bartell Corp. Debajo de todo, todavía era una mujer que había tenido el peor día de su vida, metida dentro del mejor, como alguna desastrosa muñeca rusa (Matrioshka rusa). De alguna manera, en todas las emociones de su gran primicia impulsadora de carrera, Maddie había olvidado que hoy Elena había perdido a un marido que una vez había amado. Peor aún, había aprendido que era un bastardo repugnante. No es de extrañar que Elena se estuviera adormeciendo con alcohol añejo de veinte años. Pero aún era una vista impactante. El dolor en su expresión era inolvidable. Maddie trató de cerrar la imagen de Elena, cubierta de lágrimas. Una parte de ella quería abrazarla hasta que perdiera esa mirada atormentada. Por supuesto, eso no sería ser ía bienvenido. Deslizándose entre las sábanas, con el hambre olvidada, Maddie miró el techo. La pintura brillante había sido igualada al tono exacto de las cortinas igualmente hermosas. La decoración solo en esta habitación habría costado una fortuna. XWPColección: Página y Facebook

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El dinero realmente no era todo, ¿verdad? Obsesionarse en su gran día de pago de repente parecía de mal gusto. Un piso más abajo estaba sentada una mujer desanimada y devastada, sola en su cocina, llorando en su costoso vino. Fue el último pensamiento de Maddie antes de que sus párpados cayeran y se cerraran. ****** Elena miró su copa de vino. La fina cosecha sabía a ceniza. Su mente era una mancha borrosa de ira y dolor y algo más. Apartó la otra cosa por el momento, mientras se concentraba en el comienzo de su noche. La cara de Richard. Cuando ella llegó a casa y primero lo confrontó sobre las acusaciones de Madeleine. Ella lo había visto, solo por una fracción de segundo. Pánico. Lo habían atrapado, y él lo sabía. Luego vinieron las bravatas, el intento de encanto y las mentiras. "Elena ... cariño ... sabes que es una mentira. ¡Vamos amor!" Pero ella lo había visto. "No vuelvas a llamarme así nunca más," Elena le había dicho con un siseo bajo. "Toqueteas mujeres a mi servicio, mujeres vulnerables que no pudieron pu dieron defenderse. Y luego, para aumentar la depravación, te arrastras a la cama conmigo todas las noches. Me das asco." "No fue así. Elly, por favor. Vamos a sentarnos y hablar. Hemos compartido demasiado para tirarlo todo a la la basura." Ella le había echado una mirada que podría haber sacado la pintura en la pared. Su expresión cayó, y sus ojos se endurecieron. Ojos que ella bien podría imaginar midiendo presas. Dañando a las mujeres. Excitándose en el poder. Estaba todo allí. Le hizo querer vomitar. Aparentemente, a él no le gustó la expresión de ella porque la suya se transformó en una cruel parodia del rostro del hombre con el que se había casado. "Si abrieras las piernas un poco más a menudo, podría no haber tenido que mirar más lejos," dijo, con un brillo malicioso en los ojos. "Siempre fuiste una persona fría, f ría, Elena. A veces me preguntaba si estabas pensando en tus hojas de cálculo cuando lo estábamos XWPColección: Página y Facebook

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haciendo. Si las personas solo supieran con qué frecuencia tienes ‘dolor de cabeza ’ y qué tan poco te gusta que te toquen. En realidad, ya lo suponen, ¿no? Bueno, puedo confirmar que el frío de la reina de hielo va directo al hueso. No soy un santo, pero conducirías a cualquier hombre a buscar su placer en otro lado." Los labios de Elena se adelgazaron, y le dio una mirada de tal furia que retrocedió un poco. "Muy bien," él dijo en voz baja. "¿Qué quieres?" "Que te vayas. Esta noche." "¡Esta noche! ¡Eso es absurdo! No puedo simplemente — " " "Esta noche, o haré de tu vida un infierno. Es una promesa. No quiero que quede ningún rastro de ti aquí cuando regrese a casa. Si lo hay, lo que has dejado atrás arderá. Envíame un mensaje cuando hayas terminado." Ella se alejó y nunca miró hacia atrás. Elena tomó otro trago de vino. La traición que sintió fue mucho peor de lo que podría haber imaginado. Solo había aumentado mientras recorría sin rumbo ru mbo las calles de Sydney, S ydney, tratando de aclarar su mente y esperando el mensaje final. Habían sido unas odiosas horas rebuscando todas las señales que deberían haberla alertado sobre su verdadera naturaleza. Entonces, finalmente, había recordado a Madeleine. Una mujer a la que había echado de su oficina, fuera del trabajo, furiosa. Madeleine no se lo merecía. Un destello de su rostro, el ardor del dolor en sus ojos, de repente había sorprendido a Elena. Así que le había ordenado a su conductor que la llevara al departamento de Madeleine. Lo oyó, distante, por teléfono, recibiendo la dirección solicitada de Dios sabe dónde, y luego haciendo un giro en U. Cuando el automóvil aceleró de nuevo, sintió una oleada de alivio y calma, que esto era lo correcto. Además, se dijo a sí misma, lo menos que podía hacer era devolverle a la chica su trabajo. Descubrir que Madeleine había salido simplemente había convertido su calma en una determinación de esperarla. A medida que pasaban los minutos, y el auto daba vueltas alrededor de la cuadra una y otra vez, se quedó aún más perpleja por su propio comportamiento. ¿Qué estaba haciendo, esperando a una asistente? ¿Una ex asistente en esto?


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En ese momento, Madeleine había llegado a casa. Una emoción había surgido dentro de Elena. El juego había comenzado. Elena se sirvió otra copa, todavía incapaz de creer que Madeleine Grey, su burlona, hablar impulsivamente, inteligente, inculta de la moda y ex asistente, había conseguido la entrevista de su vida. De alguna manera se había levantado y arrancado el sagrado grial de las entrevistas de debajo de la nariz de escritores mucho más experimentados, incluida ella misma, y luego lo había colocado suavemente en el regazo de Elena. Esto haría la carrera de Madeleine. Todo sería diferente ahora. La mujer no tenía idea de lo que estaba buscando, pero Elena lo sabía. ¿Cómo diablos lo había hecho la joven? ¿Cómo? Oh, ella le había explicado sobre su única pregunta, pero aún así. Si Elena hubiera hecho la misma pregunta, estaba bastante segura de que el resultado hubiera sido diferente. Ella frunció el ceño. ¿Qué fue lo que Madeleine hacía que la gente se sintiera cálida con ella y se abriera? Tenía que ser su encanto. Madeleine tenía esa forma de ser, una inocencia que podía meterse debajo de la piel de cualquiera. Se había introducido bajo Elena con la suficiente frecuencia, a pesar de sus mejores esfuerzos para repelerla. Originalmente había tratado de separar a Madeleine de ella cuando estaban en Nueva York. Nada decía ‘aléjate’ como ‘estás despedido’. Aunque, había sido una decisión comercial. Bueno, principalmente. Eso había durado dos días. La resolución de Elena se había derrumbado, y se había visto obligada a admitir que la había extrañado. Entonces, Elena le había permitido regresar. Bueno, así es como lo había girado en su cabeza. En verdad, no sabía qué habría hecho si s i Madeleine hubiera dicho que no. Agitando su vino, Elena miró en sus profundidades carmesí. ¿Qué significa todo esto? Su orgullo por Madeleine, su admiración por su primicia, era abrumador. Rara vez había sentido una respuesta tan extrema a algo. Su reacción inicial volvió a invadirla y sacudió la cabeza. Elena había querido susurrarle al oído lo impresionada que estaba y lo contenta que se sentía por ella. Ella frunció el ceño. Esta respuesta anómala había sido una de las cosas que había estado tratando de evitar desde que se emplazó en Australia. Había llegado a la conclusión de que tenía ... bueno, una debilidad con respecto a Madeleine. Todos esos blogs íntimos y chats nocturnos la habían afectado de algún modo. Pero la extravagancia de ir a la casa de Madeleine en Nueva York y ofrecerle otro trabajo, en persona, simplemente porque la mujer lo había exigido, era una señal segura de que tenía una vulnerabilidad.


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Aún así, no era nada que ella no pudiera superar. Elena había tenido todo resuelto. Había permitido p ermitido a Madeleine a su lado como asistente. De esa manera, todavía podría tener a la mujer en su órbita todos los días y disfrutar de la contracción de sus labios en respuesta a los comentarios mordaces de Elena que generalmente salían directamente sobre la cabeza de Felicity. Madeleine siempre conseguía sus medio bromas débiles. Elena había pensado que todavía podían tener algunos pequeños momentos, pero lo más importante, el rol de asistente personal había sido un nuevo comienzo. Cuando se convirtió en superior directa de Madeleine, las líneas se volvieron mucho más definidas. Parecía la mejor opción, retirarse de ella. Habían respondido la una a la otra de manera más profesional. Sus noches íntimas de charlas habían terminado. Había sido lo mejor. Y ahora, Madeleine se había ido. Elena había tratado de recuperarla, solo para fallar. Esta vez, Madeleine no regresaría, y Elena se sintió desconsolada. En el espacio de menos de un día, el remolino de manos alrededor de una carátula de reloj, su interesante e inesperadamente adictiva asistente la había dejado atrás. Ella no necesitaba nada de Elena ahora y nunca lo haría otra vez. Un atisbo de arrepentimiento la apuñaló. ¿Estaba mal estar celosa de todo el mundo que tenía a Madeleine ahora? Verían su magnificencia y nunca la dejarían ir. ¿Quién podría culparlos? Sus ojos se cerraron. Se había equivocado. Aún así, la echaría de menos. Su sonrisa podría ser bastante descarada. La línea entre sus ojos, cuando fruncía el ceño sobre algo insondable, era entrañable.

Así como lo era la forma en que miraba a Elena, más allá del título y la máscara, como si lo que realmente importaba fuera lo que había debajo. No estaba acostumbrada a que a alguien le importara tanto. La forma en que Maddie siempre alineaba cuidadosamente sus carpetas con un golpecito agudo antes de pararse, deslizándose hacia el archivador, su impresionante culo curvado, mientras se inclinaba hacia adelante y las dejaba caer en la bandeja de salida y luego se dirigía a almorzar. A veces, traía algo sabroso para Elena, dándole d ándole una mirada de amonestación por olvidar comer, pero sin decir nada. Elena lo apreciaba. También apreciaba sus ojos. Esa mirada siguiéndola constantemente, desafiándola a ... ¿qué? Nunca pudo descifrar qué estaba pensando Madeleine. Por lo general era inesperado. XWPColección: Página y Facebook

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Sin olvidar el hecho de que acababa de ganar una exclusiva internacional sin parecer que estuviera sudando. El talento crudo evidenciado por sus blogs solo fue una revelación. Ella amaba el talento de Maddie sobre todo. La hizo estremecerse de placer, como descubrir un avance profundo y científico. Adoraba la escritura hermosa e inesperada de Madeleine. No podía esperar a ver cómo la usaría en su historia de Duchamp. Estaba claro que apreciaba a Madeleine. En muchos niveles Y pronto, muy pronto, ella se habrá ido. Ante ese pensamiento deprimente, volvió a llenar su copa.


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CAPÍTULO 21 Las puertas del infierno Maddie despertó con el precioso aroma del café. Ella abrió un párpado. "Ah," dijo una voz que Maddie reconocería en cualquier parte. "Estas viva." Maddie se sentó derecha y miró alrededor de la habitación, sintiéndose desorientada. Elena. Ella estaba en su habitación de invitados. Y ahora Elena estaba parada junto a ella, con una mirada impaciente en la cara y ofreciéndole un café. Que ella aún tenía que tomar. "Gracias." Maddie se apresuró a sentarse y alcanzó la taza. ¿Cuánto tiempo tenía ella una audiencia, de todos modos? "También puedes disfrutarlo. Esa será la última cosa agradable que haré por ti en las próximas quince horas." Maddie tomó un sorbo. Sus papilas gustativas se desmayaron. des mayaron. "¿Te acordaste de la manera que me gusta? Blanco con dos azúcares!" Elena pareció complacida por su entusiasmo pero no respondió. Maddie miró el reloj de pared y comenzó. "¡Oh Dios mío!" ¡Eran casi las ocho! Hizo a lanzar sus sábanas y levantarse. "No. Quería que durmieras más, así descansarás para escribir hoy. Ahora bebe, luego ve a la cocina. Rosetta ha preparado un desayuno para ti. Entonces no harás nada más que sentarte y escribir. Víctor está en camino hacia aquí." Maddie frunció el ceño. Víctor tenía que referirse a Vic Salinger, el editor de artículos más cualificado de la revista. Él se dirigía hacia aquí? ¿Por qué Maddie no fue llevada al trabajo? "¿Por qué vendrá aquí?" Elena se sentó en el borde de la cama. "Porque aquí es donde Style Sydney se ha reunido esta mañana. De nuevo, y no voy a enfatizar esto lo suficiente, nada puede interponerse entre yo y esta historia. Eso incluye embotellamientos, accidentes automovilísticos,


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riesgos aleatorios, mal tiempo o cualquier otra cosa. Entonces, hoy, abajo, para todos los efectos, está la Oficina Central de Style." St yle." Sonó el teléfono de Elena, y respondió. "No." Sus ojos se entrecerraron. "Doce más la portada, sin incluir. ¿Por qué tendríamos una historia de once páginas? ¿Quién en la historia de la publicación tiene una extensión numerada desigual? ¿Cuándo fue la última vez que viste un artículo destacado en una página de la izquierda? izquierda? ” Ella no miró nada en particular, su mirada recorriendo la habitación. Maddie tomó un sorbo de café y observó a su formidable jefa, de vuelta a su antiguo yo. Bueno, su máscara, al menos, estaba soldada nuevamente a un centímetro de su obstinada y orgullosa vida. "Envía al otro diseñador de arte, entonces." Elena chasqueó los dedos. "¿Cual es su nombre? Jonas? Al menos él sabe cómo presentar un artículo. ” Resopló, cuando terminó la llamada. "Estoy lidiando con idiotas." Maddie asintió con la cabeza y deslizó su café ahora terminado en la cómoda junto a la cama, sin querer alentar una nueva diatriba. Recorrió su habitación, repentinamente consciente de que solo estaba en ropa interior debajo de la sábana. "¿Donde esta mi ropa?" "No las necesitarás." "¿Yo ... qué?" "El confort importa, Madeleine. No me gustaría escribir con la ropa sucia de ayer. Puede afectar el rendimiento. Tengo a Rosetta lavando tu ropa. Felicity debería estar abajo con un nuevo atuendo que le pedí que recogiera en el camino al trabajo." Maddie parpadeó. Sabía que Elena era una personalidad tipo A con tendencias de control anormal, pero esto era absurdo. "Pobre Felicity." "Sí, bueno, por alguna razón, me encuentro sin una asistente." Elena le dio una mirada intensa y golpeteó su pie con impaciencia. "Sabes ..." Maddie hizo una pausa y miró la punta de ese percusivo Manolo Blahnik que combinaba con una falda igualmente roja como la sangre, tragándose una blusa blanca fresca, "No puedo vagar por tu casa en ropa interior para ir a buscar cualquier ropa que Felicity haya traído para mí."


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El conocimiento cruzó la cara de Elena, como si finalmente entendiera la causa de la demora. Presionó un botón en su teléfono. "¿Felicity? Trae esa ropa que pedí arriba. Segunda planta. La tercera puerta a la izquierda. ” Terminó la llamada sin decir una palabra más. "¿Muy bien? Y no te entretengas. Quedan once horas, horas, veinticinco minutos." Con eso, ella se había ido. Un minuto después, la puerta se abrió de golpe, y Felicity entró con los brazos llenos de bolsas. "¡Tú!" Dio un jadeo dramático dramático y las tiró sobre la cama. cama. "¡Podría haberlo sabido!" "¿Saber qué?" Maddie acercó las bolsas para una inspección y rebuscó en ellas. "Que donde sea que haya caos, de alguna manera estás en medio de eso, haciendo mi vida más difícil. Ha sido un caos total desde que te fuiste." "Cierto. Todo es por ti. ” Maddie puso los ojos en blanco. Encontró un par de nuevos jeans de diseñador en una bolsa. Oh. Agradable. "¿Y qué demonios estás haciendo en su s u habitación de invitados? ¡Ella te despidió ayer! a yer! ” "Es una larga historia." "Bueno, no tengo tiempo para escucharla. Desechó la portada de la historia de Valentino. ¿Puedes creerlo? ¡En el día de la fecha límite! Tengo cincuenta cosas que hacer, todas molestas, y por alguna razón lo estamos haciendo desde aquí hoy. ¡Me estoy volviendo loca! Me llevó años conseguir todos los contratos y comunicados para ir con la difusión para empezar, y ahora, pfft, sin razón alguna, está fuera en el último momento." Maddie sacó una bonita camisa Sass & Bide y la sostuvo en alto. Eso funcionaría. "¿Ropa interior?" Preguntó esperanzadamente. Felicity le arrojó una pequeña bolsa. "Línea Intimates de Elle Macpherson. Dios me ayude, si hubiera sabido que eran para ti, habría comprado la Colección Hanes. ” "Ja, ja." Maddie agarró la ropa y caminó hasta el baño, tratando de ignorar que llevaba poco más que ropa interior frente a su canija amienemiga. Por el rabillo del ojo, captó la mirada confundida de Felicity. "En serio, Maddie, qué estás haciendo aquí?" Preguntó. "¿Y por qué está siendo tan amable contigo de repente, que tengo que buscarte ropa? Esto es muy extraño — incluso incluso para Elena."


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Maddie le dio una misteriosa sonrisa. "Pronto lo sabrás. Sin embargo, intenta no estropear sus paredes." "¿Qué quieres decir?" "Cuando tu cabeza explote." Cerró la puerta del baño con un chasquido y se rió con fuerza. ****** Bañada, vestida y tarareando con nerviosa excitación, Maddie agarró su teléfono y se dirigió al piso de abajo. Casi había medio esperado que Elena lo hubiera secuestrado durante la noche también, pero la editora se había contenido. Cinco minutos más tarde, estaba en la cocina, comiendo el desayuno y charlando con Perry. El director de arte estaba adulando sus fotos que había copiado en su computadora portátil e hizo ruidos de asombro cuando Felicity entró como si un oso la estuviera siguiendo. "¡Tú!" Ella le señaló con un dedo que se movía como si estuviera exorcizando a un demonio. "¿Nos tienes una exclusiva mundial con Véronique Duchamp? Y fotos? ¿De la nueva colección? ” "Sorpresa." Maddie le lanzó una mirada divertida y tomó otro sorbo de jugo. Perry resopló, giró su laptop y seleccionó una foto. "No solo cualquier foto. Mira nuestra portada." Amplió la foto de Natalii en el suelo, las botas sobresaliendo de debajo del tafetán, y Véronique con alfileres en la boca, mientras ajustaba el atuendo de su hija. La más leve insinuación de sonrisa le sacudió los labios, y sus ojos brillaban con calidez. Véronique Duchamp como nadie la había visto nunca. Hubo una inhalación entrecortada de aliento. Felicity se quedó boquiabierta. "Oh, Dios mío," susurró. "¿Hay más? ¡Muéstrame!" Perry pasó las fotos, y Maddie se rió, mientras los ojos de Felicity se ensanchaban cada vez más. "¿Cómo?" Ella giró la cabeza. "Demonios, te acostaste con esa hija de Duchamp por una historia? ¿Es así? Eres descarada, pequeña zorr ... " "¡Felicity!" XWPColección: Página y Facebook

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El agudo latigazo de furia impidió cualquier sugerencia grosera que Felicity estaba a punto de hacer, y todas las cabezas se giraron para hacer frente a Elena entrando sigilosamente en la habitación. Maddie, que había estado a segundos de golpear a Felicity por insinuar que se había acostado con alguien para obtener una historia, no podría haber estado más aturdida por la ira en la cara de la magnate de los medios. "Felicity," Elena repitió, su voz baja. "¿Sabes qué es lo más tonto que insultar deliberadamente al escritor que tiene una exclusiva que todo el mundo editorial está desesperado por publicar?" Felicity negó con la cabeza en silencio. “Deliberadamente

insultando a la autora de una exclusiva que yo quiero publicar, ” Elena

espetó. Un matiz rojo se deslizó por el cuello de Felicity hasta sus mejillas. "Te disculparás por tus insinuaciones desprovistas de fundamento," Elena dijo, con un tono helado. "Ahora." "Lo siento mucho," Felicity dijo, sus palabras eran un murmullo contrito. "No lo dije en serio. Por supuesto que no creo que ... quiero decir ... ah ... simplemente me sorprendió." Elena dio una mueca de incredulidad. "Y cada vez que alguien te sorprende, ¿los acusas de prostituirse?" Felicity se puso escarlata. "¿Por qué no te llevas a Oscar a pasear, mientras contemplas cómo tu futuro en mi empleo está vinculado a cualquier idiotez adicional que pueda salir de tu boca? Alrededor de una hora será suficiente. Él no ha sido sacado a pasear adecuadamente desde ayer por la mañana. Y vístelo con gusto." Maddie, Perry y Felicity miraron hacia las ventanas. Soplaba S oplaba una ventisca gélida. "Ahora, Felicity." Felicity se levantó y salió de la habitación, lanzando una mirada mortificada a Maddie, mientras iba a localizar al perro.


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Con la máscara puesta de nuevo, Elena se volvió hacia ella, con una expresión neutral una vez más. "Tengo un mecanógrafo listo para comenzar a transcribir tu entrevista." Maddie tuvo dificultades para seguir el cambio de humor repentino. "Lo siento, ¿qué? ¿Por qué? Puedo…" "A menos que puedas escribir una entrevista de cuatro horas a más de 200 palabras por minuto, tiene sentido subcontratar al mecanógrafo más rápido disponible de Sydney," Elena dijo, su tono enérgico. Perry señaló su computadora portátil y le dijo a Elena. "La entrevista está ahí. En el escritorio." Elena asintió. "Bien. Dásela a Ingrid para que escriba. Ella está en el estudio. Luego revisa el trabajo de portada con Jonas, cada vez que nuestro ilustre diseñador gráfico se digne aparecer." Perry se fue, y Elena se deslizó en su taburete desocupado. Estudió a Maddie por un momento, luego suspiró. "Ellos dirán esto sobre ti, ¿lo sabes?" La frente de Maddie se arrugó confundida. "Lo que Felicity sugirió. Debido a la foto de la columna de chismes y ahora su exclusiva mundial, esa será la primera acusación que recibas. Tendrás que estar preparada para ello." Maddie pensó en eso. Maldita sea. Tenía razón. "Y serán menos amables que Felicity. Créeme, sé de lo que son capaces. Es vil." Maddie de repente entendió la fuente de la ira de Elena. Durante años, cuando Elena había comenzado, los escritores de chismes, bajo la seguridad del anonimato, habían dado a entender que se había acostado con todo tipo de inversores y miembros de juntas directivas para abrirse abrirse camino tan lejos en el mundo de los los negocios. No podían entender lo que significaba el hecho de que una mujer había surgido de la nada, sin una familia rica, sin conocimientos en el negocio, ni con alguien que la mantenga, y se había convertido en una multimillonaria multimillonaria hecha por si misma. Entonces, ellos hicieron suposiciones.


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"Es el precio que las mujeres exitosas y prominentes pagan," Elena añadió con una mirada agria, "y lo que es peor es que encontrarás que otras mujeres pueden ser tus peores enemigas. No necesitamos puños para lastimar. Oh no, somos mucho más brutales que eso." Maddie digirió sus palabras. "Aprecio la advertencia. También realmente no creo que Felicity haya dicho en serio lo que dijo." "Entonces no debería decir algo si no lo dice en serio." Elena hizo una pausa. "Creo que aquí es donde entramos," agregó con una mirada triste. "¿No me estaba lamentando lo difícil que es para las personas decir la verdad, no hace mucho tiempo?" "Cierto. Dios, han pasado tantas cosas desde que tuvimos esa pequeña e inocente conversación antes de nuestra apuesta." Elena la miró largamente. Sus labios se crisparon. "Esa conversación fue muchas cosas, Madeleine, pero inocente no fue una de ellas. Y creo que lo sabes." La sorpresa ondeó a través de Maddie. ¿Qué estaba diciendo? ¿Que sabía que Maddie estaba enamorada de ella? ¿O peor que un enamoramiento? El miedo y la vergüenza luchaban dentro de ella. ¿Era tan obvia? Maddie buscó desesperadamente las respuestas en el rostro de Elena. No hubo ninguna. La sonrisa de la mujer simplemente si mplemente se amplió. Enloquecedor. "Ahora vamos," Elena dijo, enderezándose. "Creo que te prometí un día infernal."


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CAPÍTULO 22 Fileteando un pescado Elena no había estado bromeando. El día fue una estela de caos y presión, estrés y ansiedad. En el ojo del huracán arremolinándose a su alrededor, Maddie escribió como un demonio. A veces, la gente aparecía a su lado. Felicity, que parecía despeinada después de su excursión con Oscar, había deslizado un donut glaseado sobre la mesa a su lado sin decir una palabra. Su versión de una disculpa, Maddie supuso. Estar dentro de la mera órbita de todos esos carbohidratos probablemente estaba enfermando a Felicity. Víctor aparecería cada vez que ella tuviera una pregunta sobre el estilo de la revista. El hombre era como una Biblia ambulante de gramática y ortografía. Perry entraba y salía, murmuraba algo con la palabra ‘Maddie’, pero después de la primera media docena de interrupciones, ella simplemente le dejó de prestar atención mientras se concentraba. Escribir, escribir, escribir. Le dolían las muñecas de escribir, sus hombros gemían, y todo parecía como si le tomara demasiado tiempo. El reloj seguía, la comida aparecía y desaparecía — no no estaba del todo segura de si había venido de Rosetta y si había sido ella quien se la había comido — y nunca levantaba la vista. Las palabras estaban empezando a verse listas, pero ahora tenía un problema de flujo. Su historia saltaba demasiado, de tema a tema. Si pudiera concentrarse lo suficiente ... para ... había un estrépito de personas que hablaban justo fuera de su zona de concentración ... tenía que pensar y ... por el amor de Dios, cada vez era más fuerte ... "¡Podrían todos por favor simplemente callarse!" Gritó, mientras el alboroto cerca de su espacio de trabajo se elevaba a un rugido sordo. Ella medio esperaba un ‘lo siento, Maddie ’, seguido de Perry corriendo para molestar a alguien más. En lugar de eso, tuvo un silencio espeluznante y una extraña sensación punzante. Se giró lentamente para ver la mirada atónita de Elena, a un metro de distancia, un teléfono inmóvil en su mano, mientras alguien en el altavoz llamaba desde allí, "¿Hola? ¿Srta. Bartell, todavía está allí?" Y la expresión de Felicity de ‘no lo acaba de hacer ’ con los ojos muy abiertos. XWPColección: Página y Facebook

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Maddie hizo un gesto hacia la pantalla de su computadora con una mirada impotente. Elena apretó los labios. Se giró. "Benjamín, te devolveré la llamada." Ella apuñaló el teléfono y miró a Maddie. Nadie habló. El pulso de Maddie Maddie latía como una taladradora. taladradora. "Tienes mucha razón, Madeleine, nos mantendremos alejados de tu área de trabajo." Se volvió hacia Felicity. "Mira que nadie la molesta otra vez." El acero estaba de nuevo en su voz, mientras Elena salía de la habitación. Con manos sudorosas, Maddie volvió a su trabajo. Sin embargo, sus s us pensamientos vagaron. Demonios. Eso no acaba de pasar.

Por primera vez en su vida, Maddie entendió lo que significaba tener poder. Otro pensamiento la golpeó. ¿Es esto como todo el tiempo ser Elena?

****** Horas después, sonó un fuerte golpe, y Elena entró a la habitación. Fatigadamente, Maddie levantó la cabeza de su computadora y se dio cuenta de que eran casi las cinco de la tarde. "¿Y bien?" Elena se sentó en una silla frente a ella, toda elegancia y majestuosidad a pesar de haber soportado un día tan intenso como Maddie. "¿Confío en que no estoy interrumpiendo tu tenue concentración esta vez?" Arqueó una ceja desafiante. Maddie captó un leve destello de humor en esos ojos azules. "El primer borrador está listo," informó. "Se lo envié a Víctor hace cuarenta minutos. Solo estaba pensando en un enfoque para la segunda historia, la vida y trayectoria de Véronique. ¿Qué piensas sobre comenzar con la anécdota de ordeñar las vacas? Ya sabes, establecer la escena en el granero, y aquí está la mejor diseñadora de moda del mundo posada en un viejo taburete rústico exprimiendo las tetas de vaca?" La boca de Elena realizó algunas contorsiones divertidas. "Por supuesto, Madeleine, Véronique Duchamp y las tetas de las vacas lo es." Esta vez el humor en sus ojos era todo menos tenue. XWPColección: Página y Facebook

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Maddie sonrió. Movió su laptop a un lado y sacudió sus muñecas. "Menos urgencia en la segunda historia, ¿verdad? Quiero decir, esa se publica el próximo mes." Elena asintió. "Sí. Pero la necesitaré para el próximo Miércoles. No deseo darles a los equipos editoriales en todo el mundo dos ataques al corazón sobre fechas límite en asuntos consecutivos. Ahora, mientras Víctor está editando tu historia, las páginas se han establecido esperando la redacción. Las fotos son elegidas. Tómate un descanso y ven a ver lo que el artista ha hecho." Maddie se puso de pie. Cada músculo bloqueado en su cuerpo protestó. "Ay." Elena se rió mientras salía de la habitación. ****** El desplegado fue increíble. Maddie recorrió con la mirada las páginas, admirando la forma en que el texto llamaba la atención y fluía, rogándote que te detuvieras y te metieras en el. Largas columnas de texto se dividieron con frases estratégicas y gigantes de su historia. Era surrealista ver las palabras que Véronique había pronunciado con un gesto caballeroso de su mano hace un día, ahora en fuente Theano Didot, negrita. Las fotos habían sido retocadas de una manera sutil que Maddie no pudo resolver del todo. Los grises se habían suavizado en algunos lugares, el contraste se había mejorado y el balance de tonos ahora aparecía en las páginas. "Oh, Dios mío," susurró, sus ojos trazando el diseño a través del despliegue de páginas. Cada imagen contaba una historia y cada una fue elegida y posicionada para un impacto máximo. Sus fotos se veían hermosas. Ella miró con asombro. "¡Guau! Has hecho que las fotos se vean increíbles." El orgullo parpadeó en la cara de Elena. "Tú tomaste to maste las fotos, Madeleine; trabajamos con lo que nos diste Pero, sí, Jonas y Perry han hecho un buen trabajo. Supongo que saber que todo el mundo estaría estudiando su producto terminado les proporcionó algún incentivo para mejorar su negocio." Maddie se rió de su broma. "Oh sí, eso debe ser." Elena retrocedió al principio. "Creo que te perdiste algo en tu primer pasada."


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Maddie estudió la primera página. Su foto de primer plano le estaba devolviendo la mirada. Las palabras Exclusiva Mundial — Maddie Gray en letras enormes se encontraban debajo. Ella miró la foto, sin saber de dónde había venido. Finalmente reconoció el indicio de escote visible. Algún almuerzo de caridad de Sydney al que tuvo que asistir con Elena. La habían puesto parada junto a ella en los escalones del hotel y, gracias a la intervención de Perry Marks antes del evento, parecía casi glamorosa. gla morosa. Su mirada volvió a su nombre. Maddie Gray. De alguna manera, Elena se había resistido al impulso de deletrearlo en su totalidad. Era bueno que hubiera respetado las preferencias de Maddie. "Esto es de verdad," dijo maravillada, mirando esas dos pequeñas palabras. "Quiero decir, realmente de verdad." "Es de verdad, Madeleine. Te espera un viaje accidentado de montaña rusa." Maddie la miró. "Igual que tú. ¿Cierto?" "¿Cómo es eso?" "Una publicación de Bartell Corporation está llevando esta exclusiva mundial." "Ah." Elena sonrió. "No es la primera, pero es mi favorita. Daría bastante por ver la cara de Emmanuelle cuando esto salga a la luz. Ella quería desesperadamente a Véronique. Su esfuerzo por ella ha sido una frase clave de la industria durante años. Lo intentó mucho más a menudo de lo que incluso lo hice yo." Maddie sonrió. "Feliz de ayudar." Elena la miró con curiosidad. "¿De verdad considerabas seriamente venderle tu historia?" Maddie vaciló. "Sería una tonta no considerar todas las opciones. Tú me lo enseñaste, Elena." Elena frunció los labios pero no estuvo es tuvo en desacuerdo. "¿Qué hubieras hecho si se lo hubiera vendido a ella, sin embargo?" Elena entrecerró los ojos. "Deberías alegrarte de que nunca lo descubrirás." "¿En serio?"


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"Muy." "¿Entonces me hubieras incluido en la lista negra? ¿Solo por tomar una oferta más competitiva?" Una oleada de dolor y enojo la inundó. i nundó. "Madeleine, no dije eso." Elena negó con la cabeza. "Esto es un negocio. No soy tan mezquina como claramente crees que soy. Pero habría recordado dónde estaba tu lealtad, y eso podría influir en mis decisiones más adelante. ¿Lo entiendes?" Maddie consideró la vaga amenaza de oportunidades futuras frustradas. "Entiendo que eres una valiosa aliada para tener." "Entonces nos entendemos perfectamente" Elena brilló con satisfacción. "Pero," Maddie agregó, "eso tiene sus pros y sus contras." La sorpresa cruzó la cara de Elena. "¿Oh?" "En esta fecha posterior hipotética, quiero que recuerdes a quién elegí darle esta historia. También soy una valiosa aliado para tener. Tal vez no sea justo en este momento, pero las dos sabemos que está a punto punto de cambiar." Una sonrisa felina curvó la boca de Elena. "Bueno, mira quién ha aprendido algunas cosas." La irritación de Maddie se elevó. Ella no era una niña para que le tomen el pelo. "No." Elena ofreció un suspiro agitado. "Cualquier insulto que tomaste de eso fue involuntario. Estoy de acuerdo, podemos ser útiles la una a la otra en el futuro. Ahora, seguimos adelante? ¿Podemos decirle a Jonas que apruebas su diseño? ¿O tienes cambios que deseas hacer? ” "Sin cambios," Maddie dijo, sumisa. "Se ve increíble." "Bien." Elena levantó la vista. "Veo que Víctor quiere que vayamos. Veamos lo que el bolígrafo del editor malvado, pelirrojo ha encontrado en tu texto. Una palabra de advertencia sobre este proceso, la sensibilidad es únicamente para los peces." Maddie tragó saliva.


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****** Horas más tarde, Maddie se sintió como una lubina fileteada y procesada. Cada línea, cada palabra había sido examinada hasta el borde de su existencia. Y la insistencia de Elena en verificar todo lo que Véronique había dicho en contra de lo que se sabía de ella, para asegurarse de que las fechas fechas y los lugares se alineaban, alineaban, fue agotador. Resultó que el diseñador quisquilloso era igualmente quisquilloso con su recuento, porque no había aparentes errores o discrepancias. Sin embargo, a eso de las diez esa noche, Maddie estaba agotada — un bulto exhausto de ex asistente se derramó sobre el sofisticado y blanco sofá de Elena, mientras la gigante de los medios se impulsaba a su alrededor. Maddie había aprendido por las malas esa noche que la definición de un escritor profesional no tenía nada que ver con ser el mejor o el mejor experto en palabras. Era la persona que podía aceptar directamente las críticas, aprender de ello y seguir adelante. La actitud defensiva y las súplicas quejumbrosas de reconsiderar un cambio fueron recibidas con una mirada incrédula — y y eso fue solamente de Víctor. Elena le dio una miraba fría y le dijo que dejara de ser adorada, que el ego del escritor era irrelevante. "Tienes que estar dispuesta a matar a tus bebés," Víctor dijo amablemente, después de que Elena y su comentario fulminante salieron de la habitación. "¿Esos fragmentos geniales en una historia que los escritores creemos que son genios? A veces, debes dar un salto de fe de que hay una razón por la cual el experto está cambiando tus palabras. Tienes que ser un profesional y aceptarlo. Dejarlo ir." Entonces, Maddie lo dejó pasar. Ella había aprendido mucho. La experiencia fue f ue invaluable. Pero en este momento, estaba completamente destrozada. Su contribución a cualquier parte del proceso había terminado hace mucho tiempo. Los correctores en la habitación contigua solo estaban verificando los errores tipográficos finales, mientras Elena deambulaba por la casa, hablando por teléfono sobre los acuerdos de tiempo extra para los trabajadores de la imprenta en las imprentas de Style. Incluso había amenazado al gerente de la planta con una demanda judicial si se iba temprano, despedida de soltero o no. Maddie sospechaba que era uno de los mejores hombres que se estaría perdiendo su despedida de soltero, dado el modo en que los ojos de Elena brillaron con satisfacción cuando terminó la llamada. Elena se volvió hacia Maddie en el salón, donde estaba tumbada, semicomatosa, con el cerebro hecho papilla el 90 por ciento, y sus pies con calcetines acurrucados debajo de ella. XWPColección: Página y Facebook

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"Honestamente," Elena dijo con una sonrisa, "él lo hizo sonar como una noche de libertinaje ritualista que era de alguna manera importante. Como si la gente no se casara todo el tiempo." Sus ojos se tensaron, y la diversión se desvaneció. Maddie, tan cansada que no podía ver bien, y mucho menos recordar cómo censurar sus palabras, dijo, "Él nunca te te mereció." Elena se congeló. "¿Disculpa?" Maddie la miró y vio ira velada junto con el cansancio. Ella sintió arrepentimiento inmediato. Ahora no era el momento. La magnate de los medios había estado despierta la mitad de la noche ahogando sus penas, además de manejar la adrenalina de la exclusiva. Ella tendría que estar a merced de los estados emocionales. Maddie no debería acercarse a sus puntos adoloridos en este momento. "Lo siento," dijo con tanta sinceridad como pudo y cerró los ojos, esperando que Elena aprovechara la oportunidad para finalizar la conversación. "Yo también," Elena dijo. "Sobre muchas cosas. Pero por eso es que tengo abogados y ciertas personas de cuestionable posición para corregirlo por mi " "Ah." Maddie parpadeó sus ojos caídos de nuevo. Se preguntó qué tan espectacularmente Elena iba a joder a su asqueroso futuro ex. "Mm. Por cierto, ya está hecho," Elena dijo. "¿Que es?" "Tu historia. El número de Style de la Semana de la Moda Australiana. La primera entrevista exhaustiva de Véronique Duchamp que el mundo haya visto jamás. Fue puesta en tu cama hace cinco minutos. Estará en las imprentas dentro de una hora." Cuando la realidad de las palabras la golpeó, Maddie se sentó. Elena sonrió. "Felicidades, Madeleine. Estás a punto de ser s er una leyenda en esta ciudad." Maddie tragó saliva. "Y en las demás ciudades."


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"Gracias." Maddie inyectó cada gramo de sinceridad en su mirada. Elena abrió la boca, como si fuera a preguntar por qué. La cerró de nuevo. Y asintió. "Para el Lunes, todo habrá terminado." La tristeza se apoderó de Maddie mientras decía las palabras. "Ya no soy tu asistente." "Bueno, dudo que te falte trabajo, de alguna manera. Y todavía espero tu segunda historia de Véronique para el próximo Miércoles." "Sí, Elena," Maddie respondió en su mejor voz de asistente. Ella sonrió. "No está mal para alguien que no es periodista." periodista." Elena la estudió por un momento. "Estoy de acuerdo con eso. Madeleine, no eres periodista." "¿Qué? ¿Cómo puedes todavía ...? ” Elena levantó su mano. "No te ofendas. Nunca quise decirlo en la forma en que lo tomaste. Eres una narradora. Traduces y cortas el corazón de lo que son las personas. Naciste para escribir, pero no noticias. Este tipo de piezas de carácter perspicaces son lo que se supone que debes hacer con tu vida. Pero la caza del periodista, descubriendo la oscuridad, la corrupción, el crimen, patadas en la cabeza para llegar a la verdad, no eres tú. Tus emociones te evitarían prosperar en ese campo." "¿Una narradora?" Probó la palabra y no estaba segura de lo que pensaba de ella. Ser una periodista de noticias era lo que siempre había querido hacer. No había forma de que pudiera tirar el sueño. No ahora, no cuando estaba a punto de tener tantas oportunidades. "Me adaptaré. Puedo adaptarme. Dicen que los periodistas se vuelven más cínicos cuanto más viejos se vuelven. ¿Cierto? Yo también puedo." Trató de sonreír, pero se desvaneció. "Si, lo son. ¿Es eso lo que quieres ser? ¿Una escritorzuela cínica? ” Elena la miró. "Supongo que si trabajas lo suficiente en ello, puedes dejar de conectarte con otras personas, sentir su dolor e incluso podrías escribir bien las historias que no te importan o incluso odias. ¿Eso sería un éxito para ti, Madeleine? ¿Es eso lo que q ue realmente quieres?" "Yo ..." Maddie se detuvo. No había pensado en eso así.


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"Sé que es difícil," Elena dijo sin mala intención, "renunciar a un sueño en el que has invertido tanto tiempo y confianza. Probablemente tengas la fantasía de descubrir crímenes, derrocar a un político corrupto y hacer una diferencia." La sorpresa envolvió a Maddie por su precisión. "Todo joven reportero lo hace. ¿Pero realmente eres tú? ¿Qué pasa si tu futuro es, en cambio, en escribir artículos de revistas, como lo hiciste con Véronique? ¿O escribiendo biografías? El periodismo de noticias básico es un desperdicio de tus habilidades. Es un desajuste. Eso es todo lo que quise decir." El corazón de Maddie se hundió. No era así como se suponía que fuera. Se suponía que Elena le estaba diciendo que había entendido todo mal. Que Maddie era una periodista increíble. Se frotó los ojos para ocultar su dolor. "Ve como expandir tus horizontes, no retroceder," Elena continuó, y esta vez, había una suavidad en su tono. "Aprende a girar. Encuentra aquello para lo que eres mejor, no para lo que has entrenado." Se estudiaron en silencio por un momento. "Estás hablando de cómo pasaste de la moda a los negocios," Maddie dijo. "Como dije, es difícil." Elena dudó. "Renunciar a un sueño siempre es difícil." "Pero lo hiciste. Te convertiste en una empresaria. Una realmente exitosa." "Exactamente." "Y sin embargo te he visto en Style. Eres muy brillante en eso. Tienes más talento y pasión por producir revistas de moda en tu dedo meñique que todos los integrantes de Bartell Corp combinados. Demonios, todo el personal lo reconoce libremente. Y sin embargo, tu trabajo consiste en eliminar periódicos moribundos y construir rascacielos como Hudson Shard y llamarlo arte." Elena entrecerró los ojos, pero Maddie siguió adelante. "Así que, por lo que puedo ver, te has apartado del lugar donde está tu corazón y en lo que eres mejor. Creo que tú también lo sabes, en algún lugar, en el fondo. Es por eso que no puedes dejarlo ir. Porque cualquier otro propietario simplemente habría lanzado en paracaídas a una nueva jefa editora para Style Sydney y habría seguido adelante. No tú. Elena, ahora estás editando extraoficialmente extraoficialmente esta revista, sin revisarla. Todos lo saben. Estás haciendo lo que siempre quisiste, y es por eso que no quieres dejarlo ir."


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Los ojos de Elena se volvieron fríos. "¿Te sientes en la libertad de decir todo esto porque ya no trabajas para mí?" "Alguien tiene que decirlo," Maddie dijo. "Y lo digo como amiga." "¿Así es como nos ves? ¿Amigas?" El corazón de Maddie dio un fuerte golpe. Apartó la mirada, incapaz de mirar a los ojos tan de cerca. "Pensé, quizás, podríamos haber sido eso en Nueva York. ¿O casi lo fuimos? Bueno, hasta que me demostraste que estaba equivocada. Pensaste que solo era una empleada." Elena no dijo nada por unos segundos. "No estabas equivocada." La cabeza de Maddie se alzó bruscamente. "¿Qué?" "Pero el negocio va primero," Elena dijo, pareciendo incómoda. "Las cosas que hice fueron necesarias. Pero eso tampoco aplica que disfruté lo que tenía que hacerse. No necesariamente aplica, aplica, tampoco, que no apreciara tu ... compañía." Se desvaneció. "¿Es por eso que me pediste que fuera tu asistente? ¿Me ... me extrañaste?" Parecía una locura. Y sin embargo … "Esa es ..." Maddie podía ver cómo se estaba formando la mentira, pero justo en ese momento, la intensa mirada de Elena había regresado. "Una razón. Una importante. Será extraño, mañana, estar en el trabajo sin verte todos los días." Su tono se volvió plano. Maddie sonrió. "Para con eso." "¿Qué?" Maddie sonrió más fuerte. "Tu sabes muy bien." Elena alzó las cejas. "Es eso que haces." Ella se levantó. "Ya es tarde. Siéntete libre de usar la habitación de invitados nuevamente. Te has ganado un sueño decente después de las horas que trabajaste hoy." Su voz había vuelto toda negocios. Claramente había agotado su cuota de intercambio. "Gracias, Elena. Soy consciente de eso. No puedo enfrentar la idea del tren en este momento, para ser honesta." Titubeó. Era ahora o nunca. "Um — por por cierto, nunca dijiste lo que pensabas de mi historia. Me refiero al contenido real, no a la primicia en sí."


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Elena hizo una pausa. "Oh. Bien." De detuvo de nuevo. "No dejes que te suba a la cabeza, pero fue ... aceptable." aceptable." "¿Aceptable?" Maddie se tragó su decepción. "Ah, de acuerdo. Estupendo. Gracias por hacérmelo saber. Trataré de hacer que la siguiente sig uiente sea mejor. ” Se desenroscó del sofá, con la intención de llevar sus cansados huesos a la cama. "¿Madeleine?" "¿Sí?" Alzó la vista a regañadientes. r egañadientes. "Fue notable." Elena suspiró y parecía que no era algo de lo que quisiera hablar. "Eres ... bastante notable. Lo he pensado desde que leí tu blog. Para capturar capturar la soledad de un alma de esa manera? Bueno. Sabía que en el momento que tuvieras la entrevista con Duchamp, crearías una historia exquisita." Maddie estaba aturdida. "¿Lees mi blog? Maddie como El Infierno ? ¿Lo leíste? ” "Sin fallar. Lo encontré intrigante. Siempre lo esperaba con ansías. Tu reemplazo es un inútil, por cierto. ¿Ese padre soltero? No. Él no captura la belleza y la tristeza del mundo de la manera en que lo haces. Él no es un observador." "Oh ... eh ... ¿Por qué no me lo dijiste?" "¿Y arriesgar a Maddie como El Infierno de repente a ser cohibida? O peor, dejar el blog por completo? No quería arriesgar arriesgar eso. Aunque lo dejaste de todos todos modos." Maddie la miró. "¿Cuánto tiempo hace que sabes? Espera, lo sabías el día que nos conocimos en el elevador? ” "Por supuesto que no. Sin embargo, me alegro que descubrí tu identidad poco después, ya que impidió que te despidieran por insultarme ese día." Sus ojos de repente adquirieron una chispa divertida. "¡Pero no lo hice! Quiero decir, no quise insultarte. Lo malentendiste. Vamos, ya lo sabes, ahora!” "Tienes el hábito de esto, ¿no?" Elena ignoró sus protestas. "Accidentalmente insultarme? Ese raquítico arbusto de ofrecimiento te viene a la mente. ” Su sonrisa era tan amplia y cálida como inesperada.


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"Oh. Eso fue ... horrible. ” Maddie le dedicó una sonrisa tímida. Elena realmente le estaba tomando el pelo. ¿Cuánto más surrealista podría volverse este día? ” "El punto es que tienes talento. Se trata de dirigirlo bien." Elena extendió la mano y deslizó suavemente sus dedos sobre la mejilla de Maddie, dejando un rastro de calor abrasador donde sus dedos tocaron. Se encontró con los ojos de Maddie con una mirada oscura. "No desperdicies tu talento." Ella la estudió, su mano inmóvil en su piel. Maddie contuvo el aliento, sorprendida en silencio por el contacto. La mano de Elena lentamente cayó de nuevo a su lado. "Creo que es más que suficiente verdad por una noche." Frunció el ceño, como si pensara que era culpa de Maddie que había compartido tanto. Luego, en un remolino de seda y perfume embriagador, dio un tenso asentir y desapareció de la habitación. Mirándola, Maddie no pudo pensar en una sola cosa que decir. Sus dedos se alzaron hacia su mejilla. Esa mirada. Incluso segundos después de que sucedió, su recuerdo del momento parecía fallido. La idea de que a Elena le gustaran las mujeres de la forma en que Maddie le gustaban era una ilusión. Obviamente. Ella era heterosexual. Tuvo dos maridos. E incluso si tocaba y miraba a una mujer con miradas fijas y apreciativas, como si deseara que Maddie fuera suya, no significaba nada. No era así, le advirtió su corazón corazón esperanzado y tembloroso. tembloroso. Perry incluso lo había dicho. El primer amor de Elena era la belleza. En este momento eso significaba admirar a la persona que le había regalado una hermosa exclusiva. Nada mas. Nada menos. Maddie subió las escaleras hacia la habitación de invitados y trató de no pensar en todas las formas que dolían. ****** A la mañana siguiente, Maddie estaba en la puerta de entrada, tratando de encontrar la manera de despedirse de una mujer que había cambiado su vida. No estaba lista. Ni por asomo. Esto era tan injusto, decir adiós cuando todo lo que realmente quería hacer era quedarse aquí y ver si ella podría volver a tocar a Maddie de la manera en que lo había hecho la noche anterior. Su noche había sido torturada por los sueños de esos dedos rozando su piel. Elena estaba medio girada en la parte inferior de la escalera, sus elegantes dedos inmóviles en la elegante bufanda de satén que acababa de deslizar alrededor de su cuello. XWPColección: Página y Facebook

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La boca de Maddie se rehusaba a formar palabras, sin estar muy segura de qué decir. Elena no la regañó por ser un poste en la puerta ni le ordenó que se apartara. Simplemente se miraron la una a la otra. "Bueno," Elena dijo finalmente, finalmente, bajando las manos de su bufanda. bufanda. "¿Necesitas un auto?" Maddie negó con la cabeza. "¿Los servicios de un traductor mudo, entonces?" "Divertidísimo. Pero no. Mi lengua no es del todo inútil." "Me alegra oírlo." Los ojos de Elena brillaron, y se giró para recoger las llaves de su casa y ponerse al hombro su brillante bolso negro. Maddie la bebió, sabiendo que sería su última mirada hacia Elena por algún tiempo. Era una locura ya extrañarla tanto. "Se suponía que el papeleo de compra de Weekend Mirror estaba listo ayer," Elena dijo, su tono brusco. "No ha llegado. Necesito que ... " Se detuvo, mirando a Maddie, la sorpresa en su rostro que rápidamente enmascaró. ¿Elena realmente había olvidado que ya no era su asistente? "Podría hacer algunas llamadas, si lo deseas," Maddie dijo, iluminándose. "Mover todo ese papeleo? Estaría feliz de hacerlo." No del todo dispuesta a dejarla ir. Aún no. Los ojos fríos la evaluaron. "No, Madeleine. Es hora de que te vayas," Elena dijo con una suavidad que Maddie nunca había escuchado de ella. "Yo ... está bien." Maddie jaló de la manga de su camisa. Su propia ropa lavada había aparecido mágicamente en la cama de invitados cuando salió de la ducha esa mañana y se la había puesto. "Gracias," agregó. "Por todo." "No sé por qué me estás agradeciendo. Acabo de hacerte desempleada. Una vez más. ” Elena le dio una mirada divertida. "Es cierto," Maddie respondió con una sonrisa, s onrisa, "pero no desempleada. Gran diferencia." "En efecto."


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Se miraron la una a la otra por última vez, y luego Elena pasó junto a ella y abrió la puerta de entrada. La mantuvo abierta para Maddie. La primera vez que hacía algo así. "¿Y bien?" Elena preguntó maliciosamente. maliciosamente. Maddie dio un paso adelante, y ambas a mbas salieron al aire helado. ****** La ligereza desapareció de Elena en el momento en que su auto se alejó, dejando a Madeleine atrás. Ella había pensado que esto sería más fácil de lo que era. ¿Qué eran ellas ahora? ¿Antiguas socias? Casi amigas? Elena no tenía muchos amigos. Perry, sí. Él era uno. Pero la confianza no le llegaba fácilmente. Y Madeleine la desafió a confiar en ella. Podía ver la mirada en los ojos de Madeleine, incluso ahora. Era una mirada que decía que Maddie quería más. Quería que la dejaran entrar. Cuánto más, Elena no podía estar segura. A veces, como el día antes de la apuesta de la verdad, pensó que lo sabía. Pensó que había visto anhelo. Había sido demasiado tentador descubrir si ella había tenido razón. Demasiado tentador para descubrir lo que Madeleine estaba pensando, dado que la joven ya no compartía sus pensamientos pensamientos con ella. Pero todo se había ido al infierno. Todo desde entonces le había robado la claridad de pensamiento. Gracias al desastre de Richard, probablemente desaparecería por un tiempo. Ajustó el abrigo a su alrededor, sorprendida de que Sydney pudiera tener este frío. El dolor en su pecho esta mañana tenía que ser solo el frío. "¿Tu asistente no viene con nosotros?" su chofer habitual de Sydney preguntó, mirando hacia Madeleine mientras pasaban a su lado. Elena intentó dar una respuesta fría y sarcástica, pero aún le dolía la cabeza por el estrés y la adrenalina del día anterior. Este chofer la había visto con Madeleine todos los días durante meses. Era una pregunta razonable en cualquier otro momento. Pero hoy no. "Madeleine ya no es mi empleada," dijo con irritación. "Ella ha seguido adelante." Elena se volvió para mirar por la ventana, su pregunta la molestó mucho más de lo que debería. Madeleine ya no estaba en su mundo. Un puñado de eventos por delante de ellas, y eso sería todo. No más. XWPColección: Página y Facebook

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El dolor se intensificó. Elena se preguntó brevemente si debería consultar con su médico. Esto no podría ser una reacción normal a la pérdida de su asistente. Ella no es solo una asistente, ¿verdad? Amiga, entonces. Le guste o no, luche todo lo que quieras, Madeleine había sido su amiga a veces. ¿Una amiga? Elena apartó su irritante voz interior. Ella era una de las magnates de los medios más formidables del mundo. No tenía tiempo para descarrilar pensamientos como este. "¿Podemos ir más rápido?" Le gruñó al conductor. "No sin romper algunas leyes de tránsito, señora." "Entonces rómpelas. Quiero alejarme de aquí lo antes posible." Lejos del recuerdo de Madeleine alejándose. "Por supuesto. Ah, y es una pena perder a tu asistente. Era la persona más agradable que podrías conocer. No creas que contenía ni una pizca de mierda, mierda, si perdonas mi francés. ” "Solo conduce." Elena cerró los ojos.


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CAPÍTULO 23 Quince minutos de fama Maddie siempre había asumido que el día que había soñado cuando era pequeña resplandecía con el sol, nubes esponjosas y una increíble banda sonora interna de música de arpa angelical. En cambio, el momento después de darse cuenta de que su exclusiva mundial estaría en los quioscos hoy, un ruido sordo en su cabeza se hizo presente. Se inclinó para ver la hora en su teléfono y descubrió una llamada perdida de Natalii. Había sido dejada dejada a las cinco de la mañana. mañana. Su estómago se sacudió. ¿Quién llama a las cinco a menos que odien algo?

Maddie se sentó y llamó al buzón de voz para escuchar el mensaje que Natalii había dejado. "¡Madeleine! Mamá está encantada con tu historia. Y yo también. Pero especialmente tr iomphe' (Nos hiciste justicia. Un ella. Ella dice 'Vous nous avez fait justice. Un triomphe' triunfo). Ahora bien, hoy es su gran desfile. En la Semana de la Moda Australiana? Te unirás a nosotras, oui? Ve atrás de los bastidores. Ella insiste. ¡No debes negarte! ¿Oui? ¡Oui! Ya lo tiene todo arreglado. He enviado por correo electrónico todo lo que necesitas para encontrarnos. Au revoir!" Maddie sonrió. Bueno, sonaba como si Véronique pensara que ella había ‘hecho justicia'. Y llamar a su historia un triunfo fue un comienzo asombroso para el día. Su anudado estómago se aflojó un poco, y le dio una palmada consoladora. Se levantó, comenzó su rutina matutina e hizo el desayuno. Cuando regresó a su habitación una hora más tarde, encontró su teléfono ahora lleno de llamadas perdidas y mensajes de texto. Maddie los escuchó con asombro. La policía de la moda quería entrevistarla sobre la Semana de la Moda Australiana. ¿Qué sabía Maddie sobre la moda? Que broma. E! Online también dejó un mensaje que la dejo sin aliento, sobreutilizando palabras increíbles, asombrosas y "Oh. Dios. Mío." El editor de Elle quería ‘discutir seriamente ’ su futuro. Vogue, CQ y Vanity Fair querían que ella les devolviera la llamada lo antes posible. CNN quería hablar sobre Véronique fuera de la presentación de la diseñadora diseñadora en vivo. Um, en vivo? Sobre el cadáver de Maddie. Probablemente tartamudee, se sonroje y olvide su propio nombre. ¿Cómo incluso alguno de los medios consiguieron su número telefónico? ¿Estaba Felicity haciendo alguna venganza divina dándoselo a todos? Con ese pensamiento, marcó el número número de la jefa de personal. personal. XWPColección: Página y Facebook

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"Ugh. ¡Tú!" Maddie escuchó, a modo de saludo. "Hola, Felicity." "¿Qué quieres? ¡Mi vida es un total, maldito caos gracias a ti! ¡De nuevo! Ese artículo aparece, y ahora cada blogger de poca monta con una tendencia a la moda piensa que me puede hablar bonito para darles darles tus datos!" "Uh, sobre eso — tengo un montón de personas que consiguieron mi número. Me preguntaba si tal vez…" "¿Qué?" Vino la irritable réplica. "Um, tal vez es una venganza por tener que pasear a Oscar por una hora en un vendaval o lo que sea ..." Un siseo furioso sonó en su oído. "¿No creerás que caminé con esa ridícula excusa de perro por una hora? Ese sería un castigo cruel e inusual. ¡Para los dos! Encontré una agradable y cálida cafetería con un área cubierta para perros y le di un doggucino y me puse al día con los correos electrónicos mientras tomaba un café. ¿Estás completamente trastornada? ” "Oh. Lo siento." "Además, si quería venganza, hay otras formas mucho más diabólicas. Por ejemplo, si crees que los medios que tienen tu número telefónico son terribles, imagínatelos acampando en la puerta de tu casa." "¡No lo harías!" "¡Ponme a prueba!" "¡Felicity!" El pánico se escapó de su voz. "Oh, no te preocupes," Felicity dijo con un largo suspiro de sufrimiento, "aparentemente eres una especie protegida. Elena ha amenazado con despedir a cualquiera que imparta i mparta tus datos personales a los medios." "Ella qué? ¿Por qué?"


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"Por supuesto que se lo pregunté una vez. ‘Por favor, Elena, explica en detalle tu misterioso funcionamiento interno para que todos podamos entenderlo ’. Honestamente." "Oh si. Cierto." Hubo una pausa. "Por cierto, es bueno," Felicity dijo, con un tono tranquilo. "¿Huh?" "Me mantuve informada. Tu artículo. Lo leí esta mañana. Fue ... bueno, fue mucho mejor de lo que esperaba." Maddie se rió de lo dolorida que sonaba admitiendo eso. "Gracias, Felicity." Ella resopló. "Te odio por eso, pero fue excepcional. De acuerdo? Oh! ¿Ya has visto los anuncios?” "Anuncios? Uh, no.” La frecuencia cardíaca de Maddie aumentó. Felicity resopló. "Bien, entonces, te llevarás una sorpresa ..." Un murmurar la interrumpió. "Maldita sea. Elena necesita el contrato de Harborside Times listo en diez minutos —” "¿Felicity? ¿Qué anuncios? ” La llamada ya había terminado. Maddie suspiró y puso el teléfono en su mesa de desayuno. Inmediatamente, comenzó a sonar nuevamente. Y otra vez. Al no reconocer los números entrantes, dejó que las llamadas fueran al correo de voz. Sus quince minutos de fama iban a tardar un poco para acostumbrarse. Después del desayuno, compró una copia de Style Sydney en el puesto de periódicos de su vecindario, luego se fue a su casa, se acurrucó en la cama y lo revisó nuevamente. Estaba impresionada de lo hermosa que se veía su historia en la brillante publicación. Mientras pasaba cada página y estudiaba la atención al detalle dentro de esos impresionantes diseños, estaba claro que Elena realmente era una artista que sacaba lo mejor de su equipo. Que estaba haciendo desperdiciando su talento en adquisiciones corporativas estaba más allá de Maddie. Esto era un verdadero arte.


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Suspiró cuando una familiar oleada de anhelo la atravesó. Era ridícula Solo habían pasado tres días desde la última vez que la había visto. Con un bufido de molestia hacia sí misma, Maddie agarró su teléfono y revisó el resto de sus nuevos mensajes. Abarcaban desde algunas revistas y periódicos respetables hasta unas cuantas solicitudes de entrevista sórdidas en las que prometían pagarle si escupía una primicia sobre su relación con ‘la chica francesa que te follaste para conseguir esa gran entrevista ’. Ella rechinó los dientes. Maddie pasó aproximadamente una hora devolviendo las llamadas de las publicaciones que conocía y buscando las que no. Luego hizo un poco de limpieza para despejar su cabeza, mientras contemplaba sus ofertas. ¿De verdad quería trabajar para Vogue, CQ o Elle ? ¿Escribir más de moda? A ella apenas le gustaba ahora. No, estaba bastante segura de que no quería un trabajo en una industria tan superficial superficial que culpaba a las mujeres por ideales imposibles, mientras carecía de su único beneficio clave — trabajar trabajar con Elena Bartell. Sus padres le llamaron cuando estaba frenéticamente pasando la aspiradora por las cortinas. Sus cortinas, por el amor de Dios. Su madre sonaba como si estuviera teniendo un ataque de asma, estaba tan emocionada. Declaró que iban a enviar copias a todos en la familia. Y dado que había cuarenta y cinco miembros en el clan extendido de los Grey, Maddie quería que el suelo se la tragara. Trató de convencerla de no hacer nada. "De verdad, cariño," dijo su madre, "¿no estás orgullosa? Sé que lo estamos. Resulta que estabas en lo cierto acerca de tu carrera — tienes un verdadero talento para esto. Lo lamento si crees que te presionamos para el servicio de comida." Bueno, estaba orgullosa, pero aún así. ¿Tal vez podría escribir cuarenta y cinco cartas de disculpa después de que su madre limpiara los estantes de Style Sydney en South Penrith? Ella estaba limpiando a vapor la ducha cuando Simon asomó la cabeza en su camino al trabajo. Dejó caer su propia copia de Style Sydney frente a ella y solemnemente le pidió que la firmara. Maddie soltó una risita como la niña que de repente se sintió. Él sacudió la cabeza. "Lo digo en serio, Mads. Sin bromear. Esto es, como, la grandeza aquí. Esa historia es malditamente fantástica." Dio golpecitos en la portada. "Entonces, guardaré esto para cuando te vuelvas súper famosa. Bueno, más súper famosa. Si eso es realmente posible. Luego lo venderé en internet, me divertiré y me retiraré. ” Le guiñó un ojo y le pasó un bolígrafo. XWPColección: Página y Facebook

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Ella lo firmó, tratando de reprimir más risas. Él sonrió, luego la abrazó, se ajustó la corbata azul corporativa, y salió, agitando la revista. Ella se dejó caer en una silla. ¿Podría su día ser más raro? Sus rodillas se sacudieron con impaciencia. De repente Maddie sintió como si quisiera escapar de sus cuatro paredes. Estaba ansiosa por hacer algo, pero qué? ¿Ir a donde? No tenía trabajo y, debido a su antiguo trabajo exhaustivo, no tenía una vida real. De hecho, lo más parecido a una vida que había tenido últimamente era cuando Natalii la había obligado a ir a bares gays. Al pensar en la excéntrica francesa, abrió su correo electrónico y volvió a leer sus instrucciones para el desfile de moda de Duchamp esa noche. Contenía algunas promesas crípticas de una extravagancia escondida en algún lugar dentro de Hyde Park en la ciudad, y un vago mapa dibujado a mano. Natalii mencionó en sus instrucciones que estarían locamente ocupadas organizando durante todo el día — tan loco que sería como un zoológico. Ahora eso sonaba como algo en lo que Maddie podría ayudar. ¿Quién tenía más experiencia en lidiar con un zoológico y sus criaturas exóticas que una asistente que se había basado en una revista de moda? Además, sería mejor que mirar su teléfono, preguntándose por qué el éxito éxito de la noche a la mañana era tan desconcertante. desconcertante. Después de bajarse del tren en la estación de Town Hall, Maddie trotó escaleras arriba y decidió que necesitaría un golpe de cafeína antes de descifrar las instrucciones de Natalii. Se desvió hacia la cafetería más cercana y estaba a punto de entrar, cuando cometió el error de levantar la vista. Ella se congeló. Un hombre se estrelló contra su espalda y ladró, "¡Oye! ¡Ten cuidado!" Antes de seguir caminando. Ella ni siquiera tenía las palabras para disculparse. Su cerebro había sido vaciado de cualquier cosa que se pareciera al inglés. Porque allí, en un anuncio espectacular encima de ella, junto a un sitio de construcción, estaba la portada de Style, pregonando una entrevista exclusiva mundial con Véronique Duchamp. Su foto en blanco y negro de Natalii y su madre le devolvió la mirada. Las palabras A la venta ahora debajo estaban en un remolino rojo cursivo. "Oh, Dios mío," susurró. Maddie buscó a tientas su teléfono, tomó una foto y la mandó junto con un mensaje a Perry. No estaba completamente segura de lo que escribió, pero


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estaba en la frase de OMFG. ¡SANTO DIOS, ME ESTÁS TOMANDO EL PELO OH DIOS! Olvidando los antojos de cafeína, Maddie se hundió en un asiento de parada de autobús cercano y miró el cartel. Su teléfono sonó después de un minuto, y miró la respuesta. Y jadeó.


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CAPÍTULO 24 Un plato que se sirve mejor frío Elena colocó su teléfono de escritorio en su receptor y giró su silla para mirar por la ventana. Entonces, eso fue todo. Pensó que se sentiría más eufórica. Tenía la munición para destruir a Richard ahora, para destrozarlo, extremidad por extremidad. Su investigador privado de gran talento, Saúl, había trabajado con Felicity y la lista y rastreado hasta la última mujer que pudieron identificar que había sido tocada por ese hombre. Ante la insistencia de Elena, Saúl se remontó a los tiempos de Richard en la universidad. Qué desagradable fue esa búsqueda. Richard tenía un apodo en la universidad. El Pulpo. Ella había compartido su maldita cama con un hombre apodado El E l pulpo. Saúl ahora se había reportado con el total general. Elena se había quedado en silencio. Siempre había pensado que el momento de tener la prueba para aplastar a Richard sería tan magnífico como aplastar a cualquier rival de negocios. En cambio, simplemente se sintió asqueada. Los pensamientos de Elena estaban corriendo. Al menos había tenido la exclusiva de Duchamp para distraerse de todo. Pero esa historia no podía llenar sus largas horas cada noche. Después de beber más de lo que debería, había adquirido el hábito de acurrucarse en su cama y disfrutar de una furia que parecía no tener fondo. Luego vendrían las lágrimas. Entonces más furia. Ocasionalmente, sus pensamientos se desviaban hacia Madeleine, y su rabia fue reemplazada por la pérdida. Era ridículo extrañar a una asistente de esa manera. Ella ya había ordenado una cama nueva. Deseaba poder pagarle a alguien para que construyera una hoguera para su colchón matrimonial existente, de modo que pudiera ver cómo las llamas lo chamuscaban. Su enfoque se desplazó a las calles tres pisos más abajo. Las hormigas pasaban apresuradamente. Los habitantes de Sydney en un apresurar provocador. Todos, presumiblemente, con sus pequeños secretos. Una mujer en la temporada pasada Stella McCartney esquivó a un joven mensajero en su s u bicicleta. ¿Cuál, se preguntó ociosamente, era más probable que tuviera el secreto más oscuro? ¿Y cuál era la pobre infeliz que debería haber sabido mejor que confiar en su compañero de vida?


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Todo lo que hubiera tomado sería hacer una pregunta a cualquiera de ellas en el momento correcto. La sirvienta. La camarera. El ratón.

La sacudida enferma regresó a su estómago. Frunció el ceño, odiando a Richard más con cada segundo que pasaba. Esa repugnante comadreja. "Si sigues mirando así, los témpanos saldrán disparados por el cristal." Elena hizo girar su silla con furia por tener un intruso. "No sabía que teníamos una reunión." Perry tenía que tener un deseo de morir, interrumpiéndola en el humor en el que estaba — amigo más antiguo o no. Simplemente se encogió de hombros y se deslizó en la silla de enfrente. "Entonces solo di que llegué temprano para la próxima que tenemos programada." Dobló un elegante atuendo Tom Ford con la rodilla cuidadosamente sobre su muslo, lo ciñó y le dio una mirada amable. "Felicity me dice que Saúl acaba de llamar. ¿Tienes el conteo final, entonces?" Ella exhaló. "Cuarenta y uno." El número nú mero se sintió atrapado en su garganta. Perry se quitó la pelusa de la rodilla, tratando de ocultar su conmoción, pero Elena lo vio. "Demonios," él finalmente dijo. "Escuché que lo hiciste soltar donaciones a todos esos refugios para mujeres. Eso es inteligente. Lo tienes atrapado, ya que no quiere que nadie más lo sepa.” El pesar volvió a alzarse y la arañó. "Aparentemente, ahora me vuelvo lista." Él ladeó la cabeza. "¿Qué significa?" Ella lo miró de nuevo. Él sabía condenadamente bien lo que ella estaba diciendo. Perry parecía decidido a hacer que ella procesara este completo desastre; lo había estado intentando durante días. Elena pensó en echarlo de su oficina para que no tuviera que pensar en eso. Pero simplemente simplemente retrasaría lo inevitable. inevitable. "Bueno, obviamente, piensas que he sido una tonta por no haberlo sabido. Todos ustedes lo hacen. No es agradable ser la última en enterarse." Su voz se quebró, y Elena casi lo hizo también. Demonios. Su desorden emocional no era aceptable. Ni siquiera frente a Perry.


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Él la miró con suavidad, se levantó y se colocó en el borde de su escritorio. "Oye, ¿recuerdas a Christophe, mi ex novio de hace, como, cinco años? ¿El que tiene el fetiche de diamantes de imitación y el cabello perfecto? ” Elena lo miró, desconcertada. ¿Quién podría olvidar a Christophe? El hombre caminaba el arte interpretativo. Ella asintió. "Él tiene esta hermana, Lana. Ella es una profesora de MIT, una experta en propulsión teórica. Cuando su esposo la dejó de la nada el año pasado, contrató a un investigador para que lo buscara. Ella lo lamentó. Resultó que él tenía novias de costa a costa y una amante a dos calles de distancia. Ella había estado allí por diez años. Y aquí Lana era, literalmente, una científica espacial, y no sabía. Ni una pista. ” Él le dirigió una mirada penetrante. "Si bien todo esto es muy fascinante, no puedo ver — " " "Entonces, la madre de Lana, que había sido la que los había presentado en primer lugar, podría agregar, de repente anunció anunció a la familia que siempre había habido habido algo 'malo' sobre él. Y todos actuaron como si Lana lo hubiera sabido en el fondo y hacerse de la vista gorda. La explicación alternativa era que tenía que haber sido una idiota para no ver las señales, y sabían que no era una idiota, por lo que ella tenía que haberlo sabido. De algún modo. ¿Y sabes por qué lo asumieron? ” Elena no dijo nada. "Hace que los humanos se sientan mejor," Perry dijo. "Más seguros. Que no nos podría pasar a nosotros. Han hecho estudios sobre eso. Las personas culpan a las víctimas y encuentran formas de hacer que las personas que han sido traicionadas parezcan comprometidas de alguna manera, solo para que puedan dormir por la noche. Es más fácil hacer eso que admitir que podemos ser crédulos o ser engañados así de fácilmente f ácilmente también. Pero Elena, estas cosas — simplemente pasan. Incluso la persona más inteligente en la sala no siempre puede detectarlo. Así que clava la culpa y los crímenes en el idiota que lo hizo. Y déjalos allí." Elena apartó la mirada, pensando otra vez en su movimiento inusual para darle una referencia a esa asistente temerosa. No tenía sentido lógico que ella lo hiciera. Y aun así lo hizo. "Yo ... puede haber habido signos. Tal vez ... no está mal pensar que debería haber sospechado. O, inconscientemente, tal vez sospeché. ” Sus mejillas estaban teñidas con calor. "Para," Perry dijo, la voz firme. "Lo digo en serio. s erio. Tú no eres Dios. Por mucho que desees que fuese así en alguna ocasión."


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Ella le lanzó una mirada malvada, y él sonrió. s onrió. "La retrospectiva es muy buena, pero sigue siendo inútil," Perry continuó. "Solo una persona sabía, con certeza, lo qué él estaba tramando. Y entiendo que estás en el proceso de triturar sus mollejas asquerosas. El fin. Lo dejamos allí. Dibuja una línea debajo de eso. ¿Y ahora que? ¿Qué pasa con los nombres? ” "Se los di a mis abogados. Dejaré que ellos lo resuelvan. Habrá una compensación. Incluso generosamente ofrecí una compensación por el dinero que normalmente pagaría a Richard de nuestro acuerdo de divorcio pendiente. Lamentablemente, mis abogados dicen que no pueden cambiar eso, porque, oficialmente, sería mejor si no estuviera involucrada en nada de esto debido a la posición de mi compañía. Podrían caer el precio de las acciones si me veo expuesta a reclamaciones de compensación o un escándalo. Es una pena. Me encantaría tatuarle en la cabeza cómo es él. Le haré pagar, sin embargo. Él sufrirá. Pero Dios, qué desastre. ” Su tono se endureció, ya que pensó en los titulares si esto salía a la luz. Perry la miró por un momento. "¿Preocupada por lo que los medios harán con eso?" "Otro divorcio y un escándalo sucio también. Bailarán en la vergüenza del tiburón tigre." Una sonrisa lentamente se enroscó alrededor de los labios de él. "Estás olvidando una cosa en este momento — hoy, eres una joya. Tienes la exclusiva de la década. Style se está vendiendo en los puestos en todo el mundo. Los medios están demasiado ocupados hablando sobre la loca jugadora de rugby de Duchamp y su nueva y brillante colección para preocuparse por tu ex, incluso incluso si todo saliera hoy." Él sonrió, y Elena intentó sonreír. "Supongo." Pero ella se sintió mejor. Él tenía razón. Style había estado volando de los estantes. El número ya se había agotado en Francia. Perry se rió entre dientes. "Oye, quieres que te diga todos los colores en que la cara de Emmanuelle cambió cuando vio nuestra historia? Mi cuñado conoce al guardia de seguridad de CQ, y dice que ella se detuvo en seco, siseó ante la portada y luego ... ” El teléfono de Elena sonó, y lo recogió, escuchando a Perry con una media sonrisa. Su humor estaba mejorando rápidamente. Echó un vistazo a la pantalla de su teléfono. El nombre de Madeleine la saludó. Tocando el mensaje de texto, Elena se quedó mirando lo que aparecía. Leyó con creciente asombro. Y luego todo quedó claro. Ella sonrió. "¿Quién te está poniendo una sonrisa tan malvada en la cara?" Perry se detuvo a mitad de su anécdota dramática y se inclinó hacia adelante, estirando el cuello para ver la pantalla. XWPColección: Página y Facebook

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Elena giró el teléfono para mostrarle una imagen de la ciudad, el espectacular de Pitt Street y un mensaje debajo. OMFG ¡SANTO DIOS, ME ESTÁS TOMANDO EL PELO OH DIOS! "Creo que mi ex asistente intentó esto para uno de sus amigos terrestres," Elena dijo con una pronunciación lenta. "Muy posiblemente tú, dado su desahogo sin censura." Perry resopló. "¡Ja! Sí, creo que tienes razón. ” Él agitó los dedos. "¿Quieres que responda?" "No, no." Ella le hizo un gesto con la mano. "Me encargaré de ello. Ahora, hazte útil y consígueme algunas de las pruebas de la sesión fotográfica de Morrison que no parecen como si el arcoiris hubiera explotado sobre todo el chifón de lima. No me importa lo que diga, los arcoiris no son la próxima gran cosa." Perry sonrió. "Claro, jefa." Él le dio una mirada cálida, mucho más cálida de lo que probablemente se merecía, merecía, y se fue. Ella lo vio irse, un cariño brotando en su pecho por su mejor amigo. Elena miró de nuevo ese mensaje en mayúsculas. Tras un momento de deliciosa anticipación, pulsó Responder, incapaz de contener su diversión.


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CAPÍTULO 25 Juego sucio El nombre de Elena estaba mirando a Maddie. Estaba segura de que le había enviado ese mensaje a Perry. Bueno, algo así como segura. De acuerdo, no estaba segura. s egura. Estaban uno al lado del otro en sus contactos del grupo Bartell Corp — Bartell, Bartell, Marks, Simmons. Ella podría haber pulsado el nombre nombre equivocado. Con dedos temblorosos, Maddie hizo clic en el mensaje. No estoy muy segura de por qué estás invocando deidades o enviándome malas palabras. No deberían promoverse las exclusivas exclusivas mundiales? E

¡Oh mierda! Ella miró el mensaje de Elena. En realidad, fue un poco extraño tenerlo. ¿Acaso no la famosa Elena ignoraba todo lo que pensaba que estaba por debajo de ella? Ella respondió. Lo siento. Simplemente abrumada. Quería enviarle eso a Perry. No esperaba ver mi feliz foto de 2 pisos de altura.

Se debatió si agregar un emoticón sonriente antes de finalmente enviarlo. Contuvo el aliento. Su teléfono sonó unos minutos después. ¿Sólo dos? Bueno, no debiste haber escuchado sobre el grande en Times Square. E

La boca de Maddie se abrió. Santa madre de ... Y, está bien, esta vez definitivamente podría ver la sonrisa de d e Elena en ese es e mensaje. No hay duda de eso. Estaba divirtiendo al máximo a su ex jefa. Ella sonrió mientras tecleaba. Sabes cómo darle un infarto a una chica, ¿verdad? Esto podría ser todo en un día de trabajo para ti, pero yo soy un charco.

Pulsó enviar antes de poder volver a pensarlo. Su teléfono permaneció apagado el tiempo suficiente para que se preguntara si había sido demasiado confianzuda y tal vez incluso la había enojado. Entonces sonó.


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Bien, es bueno que te despidiera entonces. Los charcos son peligros para resbalarse. No puedo lastimar a mis empleados. ¿Estarás en la presentación de Véronique esta noche? E

Maddie parpadeó. ¿Acaso Elena acaba de hacer una broma y expresó interés en verla esta noche? Sintió ganas de hacer volteretas. Sí. ¿Quieres conocerla?

Lo tipeó en respuesta, los dedos se volvieron borrosos, antes de que se hubiera involucrado con su cerebro. Segundos después, se abofeteó mentalmente. Querer ser útil para Elena era obviamente obviamente un hábito que estaba resultando resultando difícil de romper. Claro, Véronique podría haberse sentido a gusto con ella , pero Maddie sabía que la tímida diseñadora odiaba a los desconocidos en general y a las cucarachas que enviaban flores en particular a Elena Bartell. Rezó para que Elena mencionara otro compromiso al que tuviera que apresurarse o quizás una repentina falta de interés en la diseñadora más elusiva del mundo. Sí claro. Dios. claro. Dios. ¿A quién estoy engañando?

Segundos después, su teléfono se iluminó. Ciertamente. Hasta Ciertamente. Hasta esta noche. E

Oh hombre. Se mordió el labio. ¿Tal vez podría arrojarse a la misericordia de Véronique? No. De acuerdo, tal vez si trabajaba duro toda la tarde, ayudando al equipo de Duchamp a prepararse para esta noche, se apiadarían de su intelecto atrofiado? Si, de acuerdo. Argh. No es probable. Ella suspiró. Maddie reanudó su caminar hacia Hyde Park y levantó la vista. La tienda de campaña de Véronique Duchamp era enorme. Un vehículo del zoológico estaba estacionado al lado. Extraño. Maddie se dirigió hacia allí y encontró la solapa frontal. Un guardia de seguridad verificó su nombre en un portapapeles y la hizo pasar. Los ojos de Maddie se agrandaron cuando vio todos los preparativos en marcha. Parecía una carpa de circo. Una carpa de circo muy informal, a la moda e intelectual. "¡Madeleeeiiinnneee!" Natalii gritó en el momento en que la vio, haciendo que las cabezas de los carpinteros, los escenógrafos y un pintor se giraran alrededor. La joven


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francesa, vestida con jeans manchados y una camiseta blanca, se apresuró y le dio un abrazó volador. "¡Viniste! ¡Y solo siete horas antes!" Ella la besó en cada mejilla. "Bueno. Mamá querrá verte de inmediato. Ven conmigo." Natalii la arrastró a un área trasera, privada, que había sido adornada con una magnífica colección de sillas de terciopelo rojo y tenía enormes bocetos e ilustraciones pegadas a todas las paredes improvisadas. Maddie las reconoció como los vestidos de la diseñadora para la presentación. presentación. " No, no, no!" Maddie escuchó cuando entró. "El vestido rojo debe ir antes que cualquier blanco. ¿Eres un imbécil? ¿Y dónde están las modelos con los senos? ¿Hm? ¿Por qué me envías niñas de piel y huesos? ” Los brazos de Véronique volaron en el aire, maldiciendo al mismo hombre que Maddie había visto en el metraje del aeropuerto jalando de las maletas de la diseñadora. Él ignoró su despotricar mientras tomaba notas. Véronique tenía un cigarrillo apagado colgando de su boca, pegado a sus labios de color rojo brillante, y parecía haber olvidado que estaba allí. Sus brazos estaban rodeados por un alboroto de brazaletes, y llevaba un overol plateado tachonado con pedrería de colores, que brillaban bajo la luz l uz mientras se movía. Véronique se dio la vuelta al llegar Maddie, y su rostro se calentó. "¡Ma chérie!" Se apresuró e intentó besarla en cada mejilla, pero se quedó desconcertada por el cigarrillo en el camino. Lo escupió. "¡Asqueroso hábito!" Ella sonrió. "Madeleine, me encantó esta historia que escribiste. Ya tengo muchos elogios. De todas partes." Ella agitó la mano hacia la entrada, como si significara si gnificara el mundo. Maddie se relajó por fin. "¿Perry les envió a ambas un juego completo de fotos? Él dijo que lo haría." "Oui." Ella se detuvo y le dio a Maddie una mirada pensativa. Entornó los ojos. "Hmm." Señaló a Maddie y miró hacia el implacable ayudante. "¿Ves? No es tan imposible? ¡Mira! Piel y huesos y carne y tan joli (Hermosa). Hermosa. ¡Ahora ve! Encuéntrame esto. Exactamente esto. ” Le dio un ligero manotazo al brazo de Maddie. "Muy difícil," Véronique dijo en voz baja. "Intento diseñar los vestidos que las mujeres quieren usar. Mujeres que quieren verse hermosas. Y todas tenemos senos y caderas. Estas modelos? No. Planas. Niñas que se parecen p arecen a mi tabla de planchar. ¡Necesito forma! Especialmente para los vestidos, necesito curvas. Tenía la modelo perfecta para estos estilos, y qué q ué ha pasado? Anastazie tropezó en las escaleras de camino hacia aquí. Ahora ... " chasqueó los dedos, "... así, ella está en el hospital. Para reemplazarla, reemplazarla, pensarías que le pido a Pascal un campo lleno de camellos. A pesar XWPColección: Página y Facebook

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de que probablemente podría tener." Frunció el ceño por un momento, luego se iluminó. "Ahora bien — estás estás aquí temprano? ¿Qué ocasión es esta? ¿Nos extrañaste? ” Ella parecía esperanzada. Maddie sonrió ante su entusiasmo. "Sí. ¿Y pensé que tal vez necesites algo de ayuda? Quiero decir que estoy algo así como buscando trabajo ahora, ya que Elena me despidió, así que ... " "¿La mujer Bartell? Pfft. ” Véronique escupió el nombre como una maldición. "Bueno librarse de la loca. Natalii, dónde están mis cigarrillos? ” "¡No!" Maddie dijo. "Quiero decir, sí, ella me despidió, pero intentó volver a contratarme. Antes de que pudiera todo se volvió loco. ” Sus posibilidades de conseguir una audiencia para Elena con Véronique estaban yendo rápidamente mal. "Quiero decir, ella publicó mi historia y fue tan genial como mentora. Pero entonces supo que tenía que seguir adelante, así que ella ... " Maddie se desvaneció, dándose cuenta de que este era posiblemente la aprobación menos grandilocuente que alguien haya ofrecido. "Y, um, me gusta. Así que…" Bien, empeorando. Uggh . Natalii encontró un paquete de cigarrillos y le pasó uno a su madre mientras le lanzaba a Maddie una mirada cómplice.

"Mm." Véronique pasó el dedo por el cigarrillo y lo golpeó contra el encendedor de metal dorado. "¿Y ella siente lo mismo? ¿Tu jefa que te gusta? ” Oh diablos. De todas las preguntas, esta fue la que más sorprendió a Maddie. Miró a la diseñadora voluble y se preguntó qué decir. ‘Dios, eso espero’ o ‘no así’. O ‘ella es la reina de los mensajes mixtos ’. "No estoy exactamente segura." Maddie miró hacia abajo y se sonrojó bajo el escrutinio de Véronique. Cristo. Podría alquilarse como un calentador a este ritmo. Véronique encendió su cigarrillo y respiró hondo. Luego le dio a Maddie una sonrisa lenta y burlona. "Oh, Madeleine, creo que puede haber un secreto que guardes de la dama de las flores." El tono era ligero, pero sus ojos eran perceptivos, curiosos. Maddie gimió para sí misma. "Está casada," dijo en un susurro. "Bueno, lo estaba. Es complicado. Ella no es ... quiero decir ... no a las mujeres. O yo. Sé que todo es un poco patético. Solo ignórame." ignórame." XWPColección: Página y Facebook

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Véronique pareció considerar eso mientras fumaba, luego cambió su mirada hacia su hija, que parecía más que un poco interesada en la reacción de su madre. "Lo único patético, ma chérie, es el alma incapaz de amar." Véronique le dirigió a Maddie una mirada severa. "Si ella te lastima, sin embargo ..." Clavó su cigarrillo en el aire en una vaga amenaza. "No es ... nada. Sé que es una tontería. Pasará. ” Dios, estaba empezando a llorar solo de pensarlo. Véronique la miró directamente a los ojos. "Madeleine, si el corazón está involucrado, nunca es una tontería. Aunque no recomiendo a los hombres franceses de rugby, como ya sabes. No descartes esos sentimientos como nada. Son reales para ti." Maddie asintió y respiró profundamente. "¿Estaría bien si la trajera para presentártela esta noche? ¿Después de la muestra?" Preguntó, su tono tentativo. "Sé que no te gusta conocer extraños, así que está bien si dices que no. Pero solo esperaba ... " La expresión de Véronique se volvió especulativa. "Esto te haría feliz, que la conozca? ¿A la mujer Bartell? ” Maddie asintió. "¿Por qué? Porque la haría feliz? ” Maddie asintió de nuevo. "Hmm." Véronique deslizó su mirada por la habitación. Aterrizó en un boceto en la pared más alejada. Se acercó a él. "Esta es la pieza central de mi exposición." Ella trazó las líneas. Maddie lo miró, impresionada por la bella y fluida pieza de alta costura. "Es impresionante." "Sí," Véronique dijo sin un rastro de modestia. "Especialmente aquí." Ella tocó el corsé. "Y sin embargo, acentúa algo esencial que les falta a les modèles (las modelos)." Se volvió y estudió a Maddie. "Haré un trato contigo. Lleva mi pieza central esta noche, muéstrala como quería cuando mis pensamientos le dieran vida, y le concederé una reunión a tu mujer Bartell. ”


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"¿Q-qué? ¿Yo?" La garganta de Madeleine se cerró en pánico. "¡No soy modelo! Nunca he modelado en mi vida." Véronique dio un débil bufido. "La modelo de esta prenda debe hacer un solo pase en la pasarela. No más. ¿No puedes solo caminar lejos, pausar, girar y regresar? ¿Eres capaz de tanto? ¿Mm? ” Maddie tragó saliva. "No lo sé. De verdad. Quiero decir que tengo dos pies izquierdos. ¿Qué pasa si me caigo? ¿Qué pasa si ... todos se ríen? Y Elena también estará allí, mirando. No puedo! Me moriría." "Madeleine," Natalii dijo, "Te mostraré cómo. Mamá me enseñó desde que era niña. Sé cómo se hace." "¡Excelente!" Véronique aplaudió. "Está arreglado. ¡Pascal! Cancela esa llamada para más modelos tetonas. Está hecho." El asistente apareció, asintió y desapareció de nuevo. "Oh Dios." Maddie se quedó sin aliento, mirando horrorizada a ambas Duchamps mientras le daban una amplia sonrisa. "Deja de mirar como si el mundo hubiera terminado." Natalii sonrió y le dio un codazo. "¿Dijiste que no tenías trabajo, oui? ¡Bien entonces! Estamos, como dices, aquí para salvar el día!" Maddie soltó un gemido tenue y estrangulado.


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CAPÍTULO 26 Que empiece la función Elena se instaló en su reservado asiento de primera fila en la exposición de Duchamp. Miró a su alrededor, observando la colorida carpa y un trapecio vacío balanceándose desde las vigas de la estructura. estructura. La sala estaba a plena capacidad, capacidad, como era de esperar para el evento principal de la Semana S emana de la Moda Australiana. Ella no podía ver a Madeleine. Seguramente, siendo amiga de la hija de la diseñadora, su ex asistente podría haberse conseguido un asiento de primera fila? Aunque el asiento a su derecha estaba vacío, entonces tal vez estaría aquí pronto. La anticipación se disparó a través de ella, y optó por p or no analizarlo demasiado. Era natural extrañar a una ... amiga. Elena esperó, su paciencia probada, mientras el resto de la multitud entraba. Sin embargo, cuando las luces se atenuaron y comenzó la música, no había ni rastro de la famosa reportera de moda del mundo. Perry, a su izquierda, se inclinó hacia delante en su asiento, parecía emocionado de ver lo que le aguardaba. Véronique Duchamp siempre tuvo algunas sorpresas en sus exóticas exhibiciones, por lo que su entusiasmo estaba bien ubicado. En un asiento dos filas detrás de ella y justo a su derecha, Felicity se abanicaba con el programa. Felicity, al no ser una ‘alguien’ oficial, nunca obtendría un asiento en la primera fila en ninguna semana de la moda, para su irritación. Una sombra apareció a la derecha de Elena, y se giró, un poco más ansiosa de lo que quisiera reconocer. La palabra finalmente murió en sus labios. En lugar de su antigua asistente, Emmanuelle Lecoq se sentó en el asiento. Elena ofreció una sonrisa brillante. "Emma. Encantada de verte de nuevo." Los labios de la editora de CQ dieron un ligero giro, ofreciendo un indicio i ndicio de burla. "Elly. Creo que las felicitaciones están en orden. Sin embargo obtuviste esa historia? ” Sus palabras casi se perdieron a medida que la música aumentaba de volumen. "Una de mis empleadas emprendedoras," Elena respondió. Una luz de color verde lima cortó una línea por el escenario y atrás. El centro de atención? ¿Literalmente? Cómo Véronique.


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"¿Te refieres a una de tus ex- empleadas, seguramente? Tenía la impresión de que la despidieron, hace casi una semana, si se puede p uede creer en los chismes de la industria." Elena frunció el ceño en la oscuridad, preguntándose quién era el soplón. "Madeleine deseaba buscar nuevas oportunidades." "No del todo como lo escuché, querida." Una mano huesuda le palmeó ligeramente la muñeca. "Si ella hubiera sido una de las mías, nunca la habría dejado ir. De hecho, incluso le ofrecí un trabajo." La ira aumentó. Elena retiró su mano y la dobló en su regazo, fuera de su alcance. La música ahogaba cualquier posibilidad de hablar más. Elena tuvo un impulso irracional de arrancarle los grandes y pretenciosos lentes de sol Chanel de su petulante rostro. Era de noche, por el amor de Dios. En cambio, dio un resoplido indiferente y se giró hacia la pasarela, concentrándose en la oferta de trabajo de Emmanuelle. ¿Lo había tomado Madeleine? Cuando la primera modelo se pavoneó, volvió a preguntarse algo más. ¿Dónde demonios estaba ella? ****** Véronique Duchamp realmente sabía cómo montar un espectáculo, esp ectáculo, Elena decidió. El tema del zoológico estaba bien ejecutado, con modelos de brillantes y geométricas cabezas de animales acechando y merodeando alrededor alrededor de arbustos falsos a lo largo de los bordes de la plataforma, mientras otras modelos se agitaban a lo largo de la pasarela. Los sonidos de la naturaleza y las llamadas de la fauna se podían escuchar detrás de los ritmos agitados. Hacia el final del espectáculo, el propósito del trapecio se hizo evidente cuando un ‘mono’ esbelto, vestido con leotardos, se balanceó, arrebató un sombrero exótico y flexible de una modelo y, en la trayectoria de regreso, con perfecta precisión, lo dejó caer sobre la cabeza de la modelo que la seguía. Ninguna de las dos modelos se sobresaltó ante las payasadas aéreas a centímetros de sus cabezas, mientras la multitud aplaudía. "Magnífico," Perry dijo en un susurro asombrado. "Creo que Véronique fue coreógrafa de Broadway en otra vida." Elena le dio una pequeña sonrisa. Los reflectores de gran amplitud comenzaron a converger en un punto, y una voz superpuesta anunció la pièce de résistance (Obra maestra). Elena, Emmanuelle y Perry se inclinaron hacia adelante mientras la música aumentaba a un punto p unto culminante. Véronique siempre guardaba lo mejor para el final. Ella nunca había decepcionado en tres décadas.


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El reflector capturó y deslizó hacia abajo una forma femenina, revelando más y más. Su cara estaba en la oscuridad, pero el vestido estaba iluminado etéreamente. El vestido era precioso — un remolino de material flotante tan fino que parecía fluir sobre el cuerpo como líquido. La multitud estalló en aplausos. Todos a excepción de Elena, cuya atención estaba en la forma de la modelo, no en su alta costura. No había un collar de huesos sobresalientes, codos angulosos o caderas afiladas. Esta mujer tenía una forma un poco más llena para un modelo y un busto de verdad. Eso, en sí mismo, era a la vez inesperado y atractivo. Elena apreciaba las curvas suaves y sutiles como estas en gran medida. La modelo también acentuó la vestimenta fluida como si ella y sus finos drapeados estuvieran siempre destinados a ser uno solo. El andar de la mujer, sin embargo, no era preciso ni audaz; sus pies no eran lanzados deliberadamente como un caballo de adiestramiento y luego examinados. No, su caminar era constante, casi pausado, como caminar por la playa con un sombrero en una mano y no preocuparse por nada en el mundo. Elena arqueó una ceja. ¿Quería Véronique que la sala supiera: este modelo eres tú? Podrías ponerte esto? ¿Eso era todo? También explicaría la forma del cuerpo. Elena se maravilló de la desfachatez de Véronique en alardear ante la convención una vez más. Mientras miraba los pies de la mujer, envueltos en esbeltos, blancos zaparos de tacón (¿Giuseppe Zanotti, tal vez? ), Vio el más leve tambalearse que hacían cada vez que la modelo plantaba los tacones. Ni siquiera estaban tan altos. Elena miró confundida. Y luego lo comprendió. Esta no era una modelo. El foco comenzó a elevarse por el cuerpo de la mujer. Sintió que Perry se ponía rígido a su lado, respirando con dificultad y susurrando "¡Ah!" Antes de que Elena pudiera preguntarle por qué, la mujer llegó al final de su paseo y la miró directamente, justo cuando el reflector iluminaba por completo los rasgos de la modelo. Elena se congeló al ver una cara que había esperado ver todos los días. Tardó un momento en procesar la imposible imagen. ¿Por qué Madeleine estaría en la pasarela? ¿Lo estaba imaginando? Antes de que pudiera darle sentido a eso, la modelo hizo lo impensable. Sonrió. No fue solo una sonrisa. Sino una amplia sonrisa que era tan deslumbrante como fuera de lugar en cualquier pasarela del mundo. Parecía ser inconsciente que lo estaba haciendo. El horrorizado chillido de Felicity detrás de ella fue ahogado por el jadeo colectivo de la sala ante la inesperada metedura de pata. A su izquierda, Perry se tapó los ojos con la mano y gimió suavemente. Era una sonrisa tan familiar para Elena que hizo que su corazón se encogiera al verla de nuevo. Solo podía mirar con asombro a Madeleine Gray, XWPColección: Página y Facebook

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su ex asistente desgarbada, torpe y constantemente avergonzada, envuelta en un vestido tan exquisito que podría pasar como una diosa. Parecía luminiscente bajo la hermosa iluminación, sus ojos brillaban. Elena miró a la mujer deslumbrante. Eso es lo que era, ahora se dio cuenta. Oculta bajo todas esas ridículas ropas grunge había estado una mujer de tanta belleza que ahora le robó el aliento a Elena. Se sentó sin palabras, mientras bebía ante la vista de verla. El deseo se enroscó dentro de ella, agudo y peligroso, rogándole algo en lo que nunca se había atrevido a pensar. Y finalmente lo entendió. Madeleine no era su amiga. No como Perry. No era normal sentirse así as í por una amiga. No era normal querer sacudir con la punta de tus dedos el cuerpo de una amiga y mapearlo de la misma manera que de repente tenía un deseo ardiente de hacerlo con Madeleine. Saboreó la vista de ella. Su Madeleine. La mujer por la que ... sentía profundamente. Esto nunca podría suceder, le susurró una pequeña voz de razón. Por supuesto que no podía. Por muchas razones. Ella aplastó la voz interior y bebió ante la vista de verla, aplaudiendo con fuerza, junto con el resto de la multitud. El dolor frío y constante en su corazón al perder a esta mujer disminuyó tanto por primera vez en una semana. se mana. ¿Cómo alguna vez pensó que podría dejarla ir? ¿No una, sino dos veces? El rugido de la multitud y sus tamborileos, los fuertes aplausos se desvanecieron, y ella solo pudo sentir la sangre que tronaba en sus oídos ante este desarrollo tan inesperado. Sus labios se separaron para una respiración entrecortada, luego una exhalación igualmente desigual, mientras Madeleine hacía un alegre giró de cadera mientras se daba la vuelta. Asombroso. Su corazón tronó en aprobación. Elena escuchó una palabra asombrada, cortando a través del ruido de fondo. "Oh." Venía de sus propios labios.


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CAPÍTULO 27 Resplandor El alivio inundó a Maddie. Bajo los reflectores, se detuvo, sosteniendo la pose como Natalii le había mostrado, con la cabeza erguida, e rguida, mientras las cámaras destellaban y los obturadores chasqueaban. Incluso en la penumbra, sintió la presencia de Elena, su mirada fijándola en su lugar. Los labios de su ex jefa se separaron, y el pulso de Maddie latió aún más fuerte de lo que ya estaba. La música cambió — su su señal para terminar su paseo. Se giró y se dirigió de regreso por la pasarela. Maddie se concentró en mantener la punta del pie recta y plantada (" Todo está en las puntas de los pies, ¿oui?"), Inclinándose ligeramente hacia atrás y serpenteando sus caderas solo un poquito. A ella le encantaría haber visto la reacción de Elena a ese poco de descaro. Un zumbido procedente de lo alto anunció que el ‘mono’ del trapecio había regresado, y se obligó a no reaccionar cuando un sólido peso cayó sobre su cabeza. Esta deslumbrante corona con joyas azules estaba asegurada por $300,000, Natalii le había informado antes, para su consternación. Rezó para para que no se le resbalara. Siete pasos más. Seis. Cinco.

La multitud estalló, cuando Véronique salió de detrás de la cortina en la parte posterior de la pasarela y le dedicó una sonrisa de aprobación. Quedan dos pasos. Uno.

Véronique pasó a Maddie, haciéndole un guiño y ... Eso fue todo.

A salvo detrás de la cortina, Maddie casi cae con alivio en los brazos de Natalii. Dos modelos amazonas de piernas largas se adelantaron para flanquear a la diseñadora, que estaba haciendo reverencias. "¡Oh Dios!" Maddie exhaló y se sacó sus zapatos de tacón. "Creo que tuve un infarto. O tal vez todavía lo estoy teniendo. ¿Estoy incluso consciente?" Miró con envidia una silla


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cercana pero no quería arriesgar el vestido. En cambio, dejó caer la corona sobre ella. Un guardia de seguridad se apresuró a recogerla. r ecogerla. "Estuviste magnifique (magnífica) ( magnífica) Natalii dijo. "Ven conmigo y te ayudaré con tu vestido." La empujó hacia adelante. "Dímelo todo. ¿Viste a Elena? Ella te vio? ¿Hubo fuego celestial? ” "Oh, sí," Maddie sonrió, la visión de una Elena conmocionada flotando en su mente. Natalii la condujo a un área de cambio de escenario ahora desierta, que había sido asignada a la estrella desaparecida del espectáculo, Anastazie. Empujó a Maddie en un taburete frente a un espejo bien iluminado. Dedos ágiles comenzaron a deshacer su corsé, y la mente de Maddie volvió a la reacción de Elena — hasta que se encontró con la mirada de Natalii en el espejo. "¡Uh huh! Lo sabía." Los ojos de Natalii contuvieron un brillo triunfal. "Estoy esperando mucho esta historia." Natalii jaló las tiras a través de los ojales que se esparcían por la parte posterior de su vestido, mientras Maddie contaba lo sucedido. "Pasé por la cortina. Estaba pensando, con los ojos fijos en un punto al final, f inal, talón, punta del pie, inclinarse hacia atrás, no muy lejos, justo como dijiste, pero un poco, agradable y relajada. No me caí; gracias a Dios por esos tacones bajos." Natalii asintió mientras mientras trabajaba. "Entonces llegué al final. La vi. Bueno, sentir podría ser una mejor palabra. ” Maddie se detuvo al recordar la sensación. Era como si todo se redujera a las dos. Los ojos de Elena la habían recorrido como una caricia. La emoción llenó a Maddie, mientras recordaba la mirada de admiración. "¿Y luego?" Natalii preguntó. "Y luego ..." Maddie frunció el ceño. "Fue raro. Escuché a Felicity gemir como una vaca angustiada. Reconocería su voz en cualquier lado. No estaba segura de si me estaba viendo a mí o de algún error estúpido que ella pensó que había hecho. Aunque no fue f ue solo ella." "Ah, oui , escuché los jadeos. ¿Qué hiciste para provocar eso, hmm? ” "Ni idea."


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“Bueno,

entonces, tal vez debas preguntarle. ” Natalii miró a la izquierda en el espejo. "Señora Bartell. ” Se apartó de la silla y le dirigió a Maddie una sonrisa pequeña y tranquilizadora. "Te dejaré para que platiquen de sus cosas." Maddie abrió la boca para replicar, pero ya se había dado vuelta y se dirigía hacia la puerta. Elena salió a la vista, su mirada esbozando la espalda desnuda de Maddie. Maddie se sonrojó, sintiéndose como si estuviera desnuda. "Lo siento si me estoy entrometiendo," Elena dijo, sin sonar ni remotamente disculpándose. Sus ojos encontraron los de Maddie en el espejo. "¿Disfrutaste el espectáculo?" Maddie preguntó, juntando sus dedos inquietos. "Mucho," fue la respuesta suave y baja de Elena. "Posiblemente el mejor ofrecimiento de Véronique en muchos años. Y su mejor espectáculo de todos los tiempos," la voz de Elena se convirtió en un ronroneo, "por una variedad de razones." "¿De verdad? Bien, eso es bueno." Ella se fue disminuyendo, insegura de qué decir frente a la intensa mirada de Elena. "¿Cómo va el trabajo?" Preguntó, antes de maldecirse a sí misma por la pequeña charla sosa. Elena arqueó una ceja ante la elección del tema y se acercó un paso. "La incompetencia me rodea. Así que — es casi lo mismo. ” Sus dedos se levantaron para asentarse en la parte posterior pos terior del cuello de Maddie. "Este vestido se te ve exquisito," dijo, aunque solo estaba tocando la piel. Los finos vellos en el cuello de Maddie se alzaron. Un toque deslizándose, débil como era, se movió un poco más abajo, por las protuberancias de su espina e spina dorsal y se detuvo entre sus omoplatos. "La diseñadora tenía el corsé tan perfectamente creado y equilibrado que solo alguien con medidas como la tuya podría haber usado la prenda y hacer justicia." Los dedos en su espalda fueron colocados exactamente detrás de las ‘medidas’ del corsé en el frente a las que Elena acababa de aludir, un hecho del que Maddie era muy consciente. "Oh," susurró. "Mm, sí." Los dedos de Elena hicieron un giro pequeño y descuidado. "Entonces cómo es que fuiste seleccionada para esta tarea? Me parece recordar que me dijiste más de una vez que eres una reportera y nada más." XWPColección: Página y Facebook

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"Ah," Maddie dijo, aliviada de tener un tema seguro para hablar. "Véronique no pudo encontrar ningún modelo en Sydney tan grande como yo sin previo aviso." Ella miró hacia abajo y soltó una risa autocrítica. "Incluso ahora, no estoy segura de haber hecho justicia a este hermoso hermoso vestido." Los ojos de Elena se clavaron en los de Maddie en el espejo. "Estás perfectamente proporcionada. Por lo cual tú y este vestido estaban destinados a estarlo. Sin embargo, e mbargo, el modelado y tú ... " Sus labios se crisparon. "Bueno, digamos que puede que tengas que trabajar en esa cara neutral." "¿Mi qué?" Maddie perdió el hilo de su pensamiento, cuando la mirada de Elena, una vez más, se desvió sobre su espalda desnuda antes de volver a subir para encontrarse con la suya. "Sonreíste. Al final de la pasarela, alcanzaste tu pose y luego brillaste como las luces de mi Lexus." Maddie se congeló. ¿Ella qué? Los recuerdos la inundaron de su paseo y la embriagadora emoción y lo genial que se había sentido y cómo simplemente ... Oh. Oh! ¿De eso han sido los jadeos? Había hecho el ridículo. Toda la habitación se había estado riendo de ella. Dio un gemido suave y lastimoso. "No dije que lo desaprobara." El tono de Elena fue amable, pero Maddie no pudo mirarla a los ojos. Ella había tenido un maldito trabajo. Y ni siquiera podía caminar 9 metros, darse la vuelta y caminar sin estropearlo. "De hecho fue refrescante," Elena continuó. "Disfruté del cambio de la cara agria, de las modelos estándar de la industria. No tengo dudas de que Véronique está en el mercado ahora haciéndolo girar como una genial estratagema de marketing. Moda accesible o algo por el estilo." Esa fue definitivamente la interpretación más amable que alguien podría ponerle. "¿Por qué estás siendo tan amable conmigo?" Maddie preguntó, aturdida. "En realidad, estaba siendo sincera. En caso de que no te hayas dado cuenta, este es el último día de mi parte de la apuesta de la verdad." ¿Lo es? Maddie mentalmente hojeó su calendario. Mientras que ella solo había tenido que ser sincera por un día, Elena había aceptado una semana completa. Y tenía razón con sus sumas. "Está bien." Maddie se desinfló de nuevo.


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"¿Preferías la idea de que solo estaba siendo amable contigo?" Elena la miró con curiosa expresión. "Tal vez. Yo ... Sí." "Bueno, ambas sabemos cuán impropio eso sería." ser ía." Parecía divertida. "Supongo que sí. Nunca lo harías agradable, ¿verdad? ” Maddie dejó suficientes burla para que pareciera una broma, pero ya no estaba segura de nada. Su terreno parecía seguir cambiando alrededor de esta mujer. "Me alegro de que estemos de acuerdo." Elena inclinó la cabeza. "Mírate." El dorso de sus dedos se elevó a los pómulos de Maddie. "Los contornos de tu rostro tienen una simetría perfecta. Podrías ser la modelo de un artista. Una musa para inspirar y estudiar." Maddie tragó saliva. "¿Es eso lo que soy para ti? ¿Alguien a quien te gustaría estudiar? ” "Sí." La expresión de Elena no contenía nada más que sinceridad. "Me gusta verte." "Me gusta verte también," Maddie dijo, su voz un susurro. "Realmente te extrañé." "Solo ha pasado una semana." Las palabras eran ligeras, pero los ojos de Elena eran intensos. "Una larga." Maddie miró el elegante vestido negro de Elena. "Te ves impresionante, por cierto. Sé que no hace falta decirlo — siempre lo haces. Pero sentí s entí que me estabas mirando desde la pasarela. Tienes esta ... presencia." "Entonces tal vez deberías verme a primera hora de la mañana. No tan impresionante." "Te he visto a primera hora de la mañana," Maddie dijo con una pequeña sonrisa. "También a mitad de la noche. Incluso con las peores presiones y la fecha límite más ajustada para mi historia, siempre estás tan concentrada. Nunca he conocido a nadie como tú. Creo que eres una mujer increíble." "No todos compartirían esa opinión, te lo puedo asegurar." Elena se enderezó. "Hablando de tu historia, el baile de Leyendas de Editoriales Australianas es lo primera en nuestra lista a la que me acompañarás. Es el 20. Ve si puedes encontrar algo para ponerse así. El corpiño realmente se ajusta a tu figura. Enviaré a Perry para que te ayude." a yude." Elena rozó el lado del vestido de Maddie, apenas rozando sus costillas, apenas demasiado cerca de sus pechos para que Maddie no contuviera el aliento. Miró hacia Elena, insegura,


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y se sorprendió una vez más por lo desnuda que estaba su mirada errante. Cómo se sentía como dedos acariciando, la forma en que sus ojos se demoraron. Espera, Elena también estaba conteniendo el aliento? "Ahh! ¡Mi remarquable, magnifique célébrité ! (extraordinaria, magnifica celebridad)" Una voz alta de francés atravesó la sala, y Elena y Maddie se sobresaltaron mientras Véronique entraba. Una rápida aleada de aire frío acompañó a Elena dando un paso atrás. Véronique corrió hacia Maddie y la besó en ambas mejillas, luego le dio un último apretón a su mejilla izquierda. Dándose la vuelta, enfrentó a Elena con una expresión más fría. "¿Madame Bartell?" Casi sonaba como una acusación. "Oui," Elena respondió, antes de repetir un saludo completo en el idioma nativo de la diseñadora. Ella sonaba confiada y fluida. Maddie entendió algo de que la exhibición fue excelente. ¿O posiblemente algo sobre los monos? Monos? Oh, la trapecista.

Véronique parecía impresionada a pesar de sí misma. Respondió en francés, y Maddie dejó que sus pensamientos se desvanecieran, contenta de ver a dos poderosas mujeres enfocadas en la moda tener una reunión que hace mucho tiempo debían haber tenido. Jugueteó con las horquillas en el mostrador frente a ella. Leyó las marcas de los sprays para el cabello y se maravilló con la amplia gama de productos de maquillaje. Su mente, sin embargo, e mbargo, era una mancha vertiginosa. Su antigua jefa prácticamente la había acariciado. Elena había deslizado y resbalado esos dedos largos y sensuales por toda la piel de Maddie y le prendió fuego. Y la expresión de su rostro, el ardor de sus ojos profundos, era hipnótico. Maddie habría dado cada centavo que poseía para saber lo que Elena había estado pensando. ¿Fue deseo? ¿O broma? broma? ¿Qué quería de ella? Se congeló cuando escuchó la palabra amour. Intentando no ser obvia, miró hacia el espejo y vio a Elena un poco sorprendida. Y luego su fría mirada se deslizó hacia la de Maddie. Sobre el hombro de Elena, Véronique sonrió.


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Maddie comenzó a entrar en pánico. ¿Qué le había dicho la maldita mujer a Elena? Le lanzó a la diseñadora una mirada en parte rebelde, en parte aterrada, que la hizo reír a carcajadas. "Creo que una celebración está en orden, ¿ verdad ? ¿Vendrás a la fiesta después? ¿Ustedes dos?” La mirada de Véronique pasó de Maddie a Elena y viceversa, y Maddie pudo ver una travesura gestándose gestándose en esos ojos danzantes. "Ahora, tomaré este silencio atónito como un acuerdo, porque quién podría decir que no a una invitación tan exclusiva? ¿Mm?" Véronique preguntó. "Un evento al que las cucarachas nunca han sido invitadas. Entonces, por supuesto, ambas piensan '¡Oui, Véronique! ¡Estaremos allí!' Y ahora ... " Echó la cabeza hacia atrás dramáticamente y rugió, "¡Pascal!" Su asistente entró corriendo. "Necesito cigarrillos. Y champaña Porque esta noche ... " Ella puso una mano firme sobre los hombros de ambas mujeres, sorprendiendo tanto a Maddie que sintió que saltaba un poco junto a ella. "¡Festejamos!" "¡Festejamos!" Pascal salió corriendo de la habitación en busca de las peticiones de su jefa. Véronique salió corriendo detrás de él, sin decir una palabra, gritando por Natalii. "Entonces, vamos a ir a la fiesta?" Maddie jugueteó con la lata de coloración para el pelo. "Así parece." Elena sonaba distraída. Maddie alzó la vista para ver esos claros ojos azules, una vez más, sobre su espalda desnuda. "Te dejaré para que te cambies," Elena continuó, su voz más ronca que de costumbre. "Nos vemos con los ... monos." "¿Los monos?" Maddie intentó no reírse. Porque definitivamente eso no era algo que hubiera esperado que Elena pronunciara en su vida. "Véronique me informa que habrá monos en la fiesta. ¿No lo sabías? ” "Oh." Bueno, eso explicaba la furgoneta del zoológico. z oológico. "Los monos son."


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CAPÍTULO 28 Solo negocios La fiesta estaba en pleno apogeo, con una gran cantidad de decoración inspirada en la jungla en la carpa adyacente. Cuatro bateristas africanos con vestimenta tradicional y colorida estaban estableciendo un ritmo sencillo, mientras que los monitores que sonaban en la zona mostraban un video de monos en el zoológico realizando su vida diaria. Maddie había intentado acercarse a Véronique para averiguar qué había hablado con Elena. Pero la estrella de la moda normalmente solitaria era el centro de atención entre una multitud de admiradores, compañeros diseñadores, fashionistas aduladores y asociados de la industria. Natalii estaba allí, también, pegada a su costado como la manta de seguridad que Maddie sabía que era. Recorriendo la multitud, Maddie intentó ver a Elena. Había vislumbrado la cabeza calva y reluciente de Perry y sabía que su jefa no estaría lejos. Pero hasta el momento, estaba demostrando ser esquiva. "Bueno, mira quién es. La estrella de todo el maldito universo." Maddie se giró para encontrar a Felicity, con las manos en las caderas, lanzándole una mirada que tenía nueve partes de celos, una parte de Felicity. ¿O era al revés? Con Felicity era difícil de decir. "Hola." Maddie se preguntó si esta sería una larga conversación sobre todas sus fallas en la pasarela, o si tendría la oportunidad de probar esas lindas y derretidas bolitas de queso de la jungla antes de que se enfriaran. "¡Ni lo pienses!" Felicity siguió su mirada hacia el plato de bolitas que pasaba. "He visto tus ojos meterse con esas cosas, y son pura grasa. No lo hagas." "Se ven geniales." Maddie suspiró melancólicamente. melancólicamente. "¿No lo son, sin embargo?" Felicity las miró como si fueran una nueva línea de bolso de Versace. Se dio la vuelta de regreso del desfile de bandejas de comida y le dio un manazo a Maddie en el brazo. "Y eso es por lo de antes." "¡Oye! ¿Qué hice? ”


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"¡Todo!" Felicity frunció el ceño. "¡Nada! No sé — cómo cómo es que q ue simplemente obtuviste la historia de la década, llevas el vestido del siglo para lucir en el mejor espectáculo de la semana de la moda y luego ser invitada a la fiesta más exclusiva del mundo? Una fiesta después del evento, debo agregar, a la que Perry y yo no podíamos entrar hasta que dijimos de quién éramos amigos." "Bueno, el nombre de Elena abre todas las puertas." "No esta solapa de la tienda," Felicity dijo con una mirada desagradable. "Perry tuvo que decir que te conocíamos. Efectivamente Duchamps dejó algunas entradas de repuesto a tu nombre. Supongo que ahora tu cabeza es del tamaño de un autobús. ” Cogió una copa de champán. "Aunque, sé lo que dirás." "¿En serio?" Maddie agarró un vaso de jugo de naranja de la bandeja. "¿Qué voy a decir?" "Bueno, me mirarás con los ojos como platos con esa inocencia australiana y explicarás todo lo que sucedió, de alguna manera. Que tienes suerte." Ella levantó su mano. "Trabajé duro para obtener una décima parte de la suerte que tienes en la vida. Lo juro, si no me gustarás de algún modo y te hallara una maldita buena asistente — aunque aunque te mataré si le dices a un alma que acabo de decir eso — te te sacaría los ojos con un cuchillo de queso. Bueno, lo haría, si los cuchillos de queso no estuvieran tan condenadamente cerca de la bandeja de queso." Maddie negó con la cabeza. "¿En serio? No tengo ni idea, más de la que tienes tú, por qué algo de esto está saliendo como está. Pero sé que dormirías muchísimo mejor si te enfocas más en tu propia carrera que en la mía. Excepto que ni siquiera te gusta tu propia carrera, ¿cierto? ¿Por qué eres jefa de personal de todos modos? Eres una adoradora de la moda." Pensó en eso y se rió. "Dios mío, es contagioso ¿no es así? ¿Tú y Elena? Ninguna de ustedes está haciendo lo que las haría más felices." Felicity la miró. "¿Qué sabrías sobre lo que la hace feliz? Solo la has conocido por cinco minutos. La conozco por años. Ella confía en mí. ¡en mi!" Se tambaleó un poco, y Maddie se dio cuenta de que la jefa de personal probablemente se había permitido un poco más de lo que debería. Eso explicaba este chorro más sin censura que de costumbre. "Felicity ..." comenzó. "¡No! No "¡No! No puedes arreglar esto con tus encantos. Eso me recuerda — tenías que sonreír como una hiena al final de la pasarela? Casi me tiro debajo de mi asiento avergonzada." Un creciente rubor hizo que Maddie agradeciera la oscuridad. Felicity tomó otro gran trago de champaña. ¿Se estaba emborrachando deliberadamente? XWPColección: Página y Facebook

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"A Elena le gustó mi sonrisa." Maddie esperaba que su sonrojo no fuera obvio. "Por supuesto que malditamente le gustó. Todo lo que haces ahora está de alguna manera beatificado. Demonios, incluso arruinaste su matrimonio, y aún estás en el segundo advenimiento. Si yo hubiera arruinado su matrimonio, ella cortésmente le pediría a su chofer que se echara de reversa sobre mi cadáver aún retorciéndose un par de veces, y luego me despediría póstumamente. ” "Richard arruinó su matrimonio. Ambas sabemos que ella merece algo mejor que ese bastardo ruin. Solo fui quien le contó sobre él." "Estás tan ..." Felicity negó con la cabeza y sonaba derrotada. "¡Bah! Necesito emborracharme y echar un polvo apropiadamente. Y tú — mantente fuera de mi vista hasta que pueda procesar cómo sigues sacándote la lotería en lugar de ser destrozada por los dientes de tiburón." Maddie estudió la confusión en sus ojos. Felicity en realidad tenía un buen punto. Su suerte había sido una locura últimamente. Ella era lo suficientemente supersticiosa como para preguntarse cuándo terminaría. terminaría. Hubo un chirrido mientras se encendió el micrófono, y ambas miraron hacia el escenario para ver a una mujer punk, de pelo azul, con jeans oscuros y rotos y una camiseta verde sin mangas. Maddie entrecerró los ojos. Si no lo supiera, juraría que la mujer se parecía a la novia de Natalii, Adèle. La misma que la había mirado desde una cámara web hace solo unos días, acusándola de acostarse con su amante. Y ahora de repente estaba en una rodilla ante la habitación silenciosa, hablando rápidamente en francés, ofreciendo un anillo a Natalii. Oh guau. ¿Una propuesta? Trató de entender las palabras, pero estaban hablando demasiado rápido. Luego besándose. Y abrazándose. Y llorando. llorando. Y saludando, mientras la multitud multitud vitoreaba. "Bueno joder," Felicity dijo, entrecerrando los ojos, "eso funciona para ti, también, ¿no? ¿Alguna vez has tenido días malos que no estén relacionados con el guardarropa? ” "¿Qué?" Maddie frunció el ceño. "¿Cómo tiene que ver su compromiso conmigo?" "Bueno, ahora la prensa dejará de implicar que obtuviste tu primicia al acostarte con ella." Su dedo se clavó en dirección de Natalii.


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"Honestamente, Felicity, por qué siquiera te importa si recibo algunas buenas oportunidades? Ya ni siquiera trabajo contigo." "No me importa. Pero a Elena sí. Y simplemente no lo entiendo. Estaba de tan mal humor cuando creía que estabas ... cenando en francés. ¡Oh, eso me recuerda!" Su tono se volvió todo oficioso. "¿El 20? ¿Ese baile de editores al que vas con Elena? Ve a Perry. Elena aparentemente tiene todas estas ideas para lo que estarás usando." "¿Lo hace?" Hace apenas una hora, Elena había expresado un interés vago y pasajero en su atuendo para el evento. ¿De dónde vienen ‘todas estas ideas ’? "Una larga lista de ideas. Realmente larga. ” Los labios de Felicity se redujeron. "Justo después del desfile, ella estaba teniendo epifanías por todos lados. Fue bastante específica también. Y no te molestes en preguntarme por qué le importa lo qué estarás vistiendo. La mente de Elena es un enigma envuelto en un Coco Chanel." ¡Coco Chanel! Entonces eso es lo que está usando. Ella también se veía hermosa.

"¿Podrías solo ...?" Felicity la miró con los ojos entrecerrados. Entonces suspiró. "No sé, explicar? Eres la chica de banda de garage, la de sucesos de personas fallecidas. ¿Por qué?" "¿Por qué qué?" "¿Por qué algo de esto?" Y en ese momento, Maddie lo vio. A través de todas las bravuconadas y dramatizaciones de Felicity, una mirada de dolor, devastación y confusión. Parecía que no había suficientes bolitas de queso de la jungla y licor lujoso en el mundo como para compensar su sensación de desplazada del camino por parte de alguien nueva, despistada y arribista sin moda como Maddie. Felicity había adorado a Elena durante años. Había sido leal por años. Tal vez incluso la amó durante años. Y era Maddie quien iría con el ícono de Felicity como acompañante a un baile VIP. Bueno, cuatro de ellos para ser exactos. Felicity probablemente no había sido informada acerca de los otros tres eventos. "¿Por qué?" Maddie dijo, su s u tono amable. "Porque negocié un trato. Es un buen negocio. Si Elena quería a Véronique y mi exclusiva, ella se quedó atascada ayudándome a relacionar en algunos bailes. Elena es una mujer de palabra. Aceptó ayudarme a yudarme a encontrar algunos nombres de publicaciones importantes. Eso significa verse bien también. De ahí su interés en lo que vestiré. Eso es todo al respecto."


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La sensación de alivio empañó las facciones de Felicity. Fue casi palpable. "Está bien," dijo en una voz tan remilgada que era como si la bravuconada solo pudiera ocultar los celos que estaba goteando por todo el lugar. "Sí, eso suena ... por supuesto." Le lanzó a Maddie una mirada de espontaneidad y agradecimiento que le dijo a Maddie que era mucho más astuta de lo que pretendía. Felicity no parecía muy convencida por su explicación, pero era lo suficientemente aceptable y lo tomaría. "Es un negocio," Felicity repitió. "Tiene sentido," dijo, como si aceptara la idea tentativamente. tentativamente. "Porque Elena es una gran empresaria." Ella asintió. "Sip." Maddie miró a su alrededor en busca de la mujer en cuestión. No vio a Elena, pero sí divisó a Duchamps, sola al fin. Madre e hija se abrazaron por un momento. Maddie sonrió, orgullosa de haber tenido que ver para unirlas más cerca a través de su entrevista. "Tengo que felicitar a las Duchamps." "Ve." Felicity la ahuyentó, luciendo como su anterior yo. "No es como si me importara. Quiero decir realmente!" Maddie se rió, sacudió la cabeza y se abrió paso entre las masas. Mientras se acercaba a ellas, Natalii se apresuró a llegar, con su madre no muy atrás, y la abrazó rápidamente. Rebosante de entusiasmo, Natalii le informó sobre la llegada de Adèle. "Dijo que me echaba mucho de menos." Casi estaba rebotando. "Y corrió al primer avión después de su último show para poder verme." Maddie le dio un beso en cada mejilla — que parecía ser la respuesta apropiada a la exuberancia francesa — y y sonrió. "Estoy tan contenta por ti." "Lo apuesto." Natalii se rió. "¡Ahora tu honor mancillado, está restaurado!" "¡Oye, no es por eso! Pero, sí, no duele. Estoy realmente feliz de que hayas encontrado con la que estás destinada a estar." Véronique, que había estado escuchando en silencio, se inclinó. "Sobre este tema, Madeleine, creo que la persona con la que desearías desear ías estar no carece de interés como a ti te gusta creer," dijo con una mirada críptica. "Yo diría que está cautivada por ti." Natalii pareció repentinamente repentinamente intrigada. intrigada.


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La mirada de Maddie se lanzó entre las dos mujeres, viendo si estaban bromeando. Ninguna de las dos se rió. "Ella está casada, es heterosexual. De acuerdo, es sorprendentemente táctil a veces, pero aún así, es ... " "Una mujer," Véronique dijo. "Y cuando le conté que la emoción que sentí cuando diseñé mi vestido distintivo fue de amour — amour por el hermoso cuerpo femenino, te miró directamente." "Eso no significa nada. Vamos, los ojos deambulan!" Véronique se rió y le dio a su mejilla una caricia afectuosa. " Oui, querida niña, lo hacen. Deambulan sobre ti." Maddie se mordió el labio, tratando de no sentirse esperanzada. Ella no podría ... no se atrevería a esperanzarse. Si estaba equivocada, sería aplastante. Y tal vez a Elena realmente le gustaba el vestido? No estaba del todo segura de lo que Elena estaba haciendo. La mujer seguía su propio conjunto de reglas en todo. La negación definitivamente parecía el curso de acción más seguro en torno a un par de mujeres francesas demasiado curiosas y burlonas. Bueno, al menos hasta que Maddie imaginó a la confusa mujer por sí misma. Como si fuera una señal, levantó la vista y vio a Elena que se dirigía hacia ellas. "Oh Dios," susurró. Ella no estaba lista para esto. Natalii y Véronique compartieron compartieron miradas divertidas. divertidas. "Señoras," Elena entonó cuando llegó a ellas. Maddie tragó saliva. Y en ese momento, las escurridizas, malvadas Duchamps hicieron sus excusas y salieron. Ella las miró furiosa. "Madeleine," Elena dijo, volviendo a llamar su atención. "Elena." Maddie agarró con fuerza el vaso de jugo de naranja y chupó su pajita en busca de algo que hacer. Golpeó una bolsa de aire entre los cubos de hielo y un fuerte sonido sordo estalló. Elena resopló suavemente. "¿Sedienta?" Maddie la miró avergonzada. Ella miró alrededor. "¿Disfrutando a los monos?"


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"En realidad, me opongo firmemente a mantener animales en cautiverio para el placer de los humanos. Sé que algunos podrían disfrutar de esto, pero a qué costo?" "Ellos hacen programas de reproducción, ¿no? Los zoológicos como este ayudan a mantenerlos vivos." "Sí. Pero también pueden mantenerse vivos fuera de los zoológicos," Elena dijo con voz firme. "¿Cómo disfrutarías que te mantuvieran en una jaula? ¿Incluso una en la que puedes deambular un poco pero pero nunca ser libre? ” Maddie no supo cómo responder a eso. Quería decir que era tan pro derechos de los animales como la próxima estudiante de artes liberales y que había estado donando a la World Wildlife Foundation durante años. Pandas para ganar había sido su primera calcomanía para el parachoques en su destartalado Volkswagen azul. En cambio, dijo, "No me gustaría, no." "Me alegro de que estemos de acuerdo." Elena tocó el brazo de Maddie. M addie. Maddie estaba tan sorprendida que se sacudió. Elena retiró sus dedos. "¿Qué estaban hablando tú y las Duchamps?" Preguntó después de un momento. "El compromiso de Natalii." "Ah. Sí, algo bueno para ti." "¿Por qué todos siguen diciendo eso?" La cabeza de Maddie se disparó. "¡Estoy feliz por ellas! ¡Eso es todo lo que hay!" "¿Y de alguna manera no sientes que puedes sentirte aliviada y feliz?" "Creo que puedo," Maddie dijo, odiando lo defensiva que sonaba. "Estás de un humor extraño, Madeleine. Por cierto, el primer baile al que asistimos juntas, ¿has tenido alguna otra idea sobre lo que te vas a poner?" Parecía tan informal, Maddie casi se rió. Como si no le hubiese dado a Perry una lista detallada de cómo quería que él la cambiara de imagen. "Pensé que vería a Perry." "Excelente idea. Él estará seguro de tener algo aceptable. ” Sus ojos brillaron ante la perspectiva.


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"¿Tenías alguna idea?" Maddie preguntó, sintiéndose descarada. "¿Sobre lo que debería ponerme?" Elena se congeló. Su mirada era larga y evaluadora. Maddie esperó a que viniera la mentira, el frívolo restarle importancia y luego recordó que no iba a llegar. No esta noche, no cuando esta era la última noche de su apuesta. "Sí," Elena dijo, sin parecer satisfecha con la admisión. "Una lista sorprendentemente larga de cosas en las que me gustaría verte. Ahí," agregó, lanzándole una pequeña mirada. "¿Es eso lo que querías oír?" "¿Por qué te importa cómo me veo? Son solo negocios, ¿verdad? ” Elena pareció sorprendida por el recordatorio. "Eso es bueno para recordar." Puso su bebida en una mesa cercana. "¿No crees?" Le dio a Maddie una mirada larga, como si Maddie de alguna manera hubiera tenido la culpa, obligando a Elena a pensar en pensamientos no empresariales. empresariales. Espera un momento ... Eso significaba que Elena había estado teniendo pensamientos no empresariales. Su corazón se hinchó brevemente, hasta que su irritación se notó. El comentario de Elena era un montón de ... "Bueno, está bien," Maddie dijo. "Estamos de acuerdo, todo será sobre negocios." Le dio una pequeña sonrisa y decidió presionar su suerte. "Pero eso no quitará el hecho de que estabas mirando hacia mi espalda por una eternidad esta noche." Las mejillas de Elena se pusieron rosadas. Ella entornó los ojos. "Bien." "¿Bien?" Maddie supuso que eso era el equivalente de un acuerdo en el mundo de Elena. O no. Era muy frustrante. "No puedes resistirte a preguntar sobre eso, supongo. Sacarlo de mí antes de que la apuesta expire." ¿Sacar algo de ella? ¿Elena estaba diciendo que no era tan indiferente hacia Maddie como parecía? Acariciar la espalda no obstante, por supuesto. Maddie todavía no había terminado y probablemente nunca lo haría.

"Así que ... ¿tú, ah, te gusto, entonces?" Maddie preguntó, desesperada por alguna aclaración. Porque era su última oportunidad de preguntar, y Elena era confusa como el infierno con sus respuestas crípticas.


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"Podría responder eso, pero luego me molestaría por la temeridad de la pregunta. ¿De verdad quieres que te guarde rencor, Madeleine? ” La voz de Elena se volvió cariñosa, y Maddie tuvo que admirar qué pequeña trampa tan ingeniosa era esa pregunta. "No juegas limpio." "No, supongo que no." Parecía demasiado complacida consigo misma. Maddie suspiró. Había una razón por la cual esta mujer dirigía un imperio mediático, después de todo. Ella ganaba en todo. Por otro lado, un ‘sin comentarios ’ sobre que le gustaba Maddie era mucho mejor que una negación. Se miraron la una a la otra. "Supongo que esto es un adiós," Maddie dijo. "Hasta nuestros eventos mediáticos juntas, quiero decir." "Realmente, Madeleine." Elena lo dijo como si Maddie estuviera haciendo un gran drama de algo sin importancia. ¿En serio? Estuvo medio tentada de volver a hacer la pregunta anterior acerca de que le gustaba y arriesgar el resentimiento en lugar de soportar tanta condescendencia. Su mandíbula se tensó. Elena pareció sentir su furioso rebelarse. "Tan irritada conmigo," dijo con una sonrisa cómplice. "No ocultas mucho con esos ojos acusadores." Elena la estudió por unos momentos, y para sorpresa de Maddie, se dio cuenta de que esta vez la la admiraba abiertamente. abiertamente. Era justo como antes, frente al espejo, solo que más. Mucho más. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Maddie, mientras sentía la mirada lánguida moverse y arder sobre su piel. Casi deja caer caer su vaso. Elena se inclinó hacia adelante y susurró contra su oreja. "Madeleine, hace tiempo que admiro la belleza en todas sus formas. Viene con mi trabajo, dirigiendo la revista de moda más importante del mundo. ¿Tu piel inmaculada, cremosa, la forma de las pendientes y fluye y brilla con vitalidad? ¿Qué amante de las cosas hermosas podría resistirse a mirarla? Especialmente una tan excelente en su trabajo como yo. ”


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Elena le dio una sonrisa intensa y burlona que dejó a Maddie enraizada en el lugar, mientras la alta sacerdotisa de los medios se enderezaba, se giraba y se dirigía hacia la salida. Maddie la vio irse e intentó tragar. Tomó una respiración estremecedora y pasó una temblorosa mano a través de su cabello. Elena la había llamado hermosa. Oh, lo había disfrazado como un negocio, pero aún así. Elena Bartell pensaba que ella era hermosa.


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CAPÍTULO 29 Marfil Maddie no se sentía demasiado hermosa. Elena podría haberlo declarado así en su última reunión, y Maddie había estado alimentándose de eso desde entonces, pero en este momento, cinco semanas después, se sentía como un desastre caliente y horrible. El 20 de Junio había pasado volando demasiado rápido, y antes de que lo supiera, había respondido a una llamada para ir a Style Sydney. S ydney. Ahora aquí estaba ella, siendo empujada y presionada por Perry y juzgada según las normas del modelaje. modelaje. Y fallando. El director de arte la jaló y removió y la inmovilizó y la aplastó en una variedad de vestidos, cada uno más hermoso que el anterior. Ninguno, sin embargo, se adaptaba a sus proporciones de mujer promedio. Las proporciones que Véronique había admirado tanto. Ella claramente estaba en minoría. "Dios," Perry dijo, con un bufido, "tienes que ser tan ..." Sus manos formaron curvas. "Nos conocemos desde hace mucho tiempo, así que no entiendo por qué estás tan sorprendido de descubrir mis tetas ahora." Él pasó una mano sobre su oscuro cuero cabelludo. "Cierto. Ellas son ... inconvenientes. Aún así, soy un genio. Si todo lo demás falla — vendaremos vendaremos los pechos." Maddie arrugó su cara. "Perry, no voy a ser amarrada para la fiesta de los editores. No son los Oscar." Perry miró su reloj negro Cartier. "Solo tenemos cinco horas más para volverte Cenicienta, así que serás vendada si digo que lo serás." "Pero…" "No. Y deja de mirarme como si pisoteé a tu gatito. Cuando termine, serás un festín para los ojos.” Perry miró alrededor, tronando los dedos. "Necesitamos escote. Oh, qué estoy pensando? El Alberta Ferretti, por supuesto. ¡Las cosas que hace con gasa y seda! Divino." Se dirigió a varios estantes es tantes de vestidos. "Entonces," Perry dijo entre las prendas de diseñador, "¿cómo te está tratando la vida del famoso?" "Bien. Tengo mucha más gente que quiere que trabaje como independiente para ellos. Estoy haciendo una historia para Vanity Fair." XWPColección: Página y Facebook

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Él dio un silbido bajo. "Oh. Fabuloso." "Bueno, sí." Maddie sonrió para sí misma. "Estaba muy emocionada cuando ellos — " " "¡No eso, esto!" Emergió como un orgulloso padre de El Rey León, sosteniendo en alto el material marfil, diáfano. Parecía demasiado transparente para cubrir la dignidad de Maddie. "Uh-um ... no creo ..." "Sin objeciones, es perfecto." Perry le dio un giro a la percha. El vestido parecía flotar en el aire en lugar de sacudirse. "Estaba en tu corta lista de vestidos para que lo tuvieras en cuenta para esta noche." Maddie ladeó la cabeza. "¿Y que tan larga fue la lista corta de Elena?" "Oh," hizo un gesto con la mano, "treinta. Ella lo redujo a una docena. Más o menos." Sostuvo el vestido en frente del busto de Maddie y asintió. "Bien, sin ropa interior." Él le arrojó una tanga color piel en una percha. "Ponte esto. Para que no asustes a los caballos inquietos." "¡Perry! ¡Me arrestarán!" "Solo pruébatelo pru ébatelo ... confía en mí. Ahora muévete. ” La empujó dentro del cubículo cambiante que tenían delante y cerró la cortina. Sus pasos se retiraron. "Tacones," murmuró para sí mismo. Su voz se alejó más. "Alto pero no demasiado alto, dado que tienes la gracia de un leñador." "¡Oye! ¡Modelé en la Semana de la Moda Australiana, no puedo ser tanto un desastre!" Maddie bromeó, mientras se quitaba la ropa interior. Se puso la tanga. Ew. La movió un poco. No mucho mejor. Las tangas tangas eran engendros del demonio. demonio. "Un hecho ocasional no puede ser considerado como normal," Perry replicó. "¡Oh! Choos pour vous (Choos (Marca Jimmy Choo) para para ti)." Un minuto después, un par de elegantes zapatos de tacón Jimmy Choo aparecieron en el espacio debajo de la cortina, justo cuando Maddie se ponía el vestido. "¡Ooh!" Los zapatos eran hermosos. Y, misericordiosamente, no demasiado altos.


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"Lo sé," Perry dijo con demasiada presunción desde el otro lado. "Ahora puedes adorar mi grandeza." Maddie, sin embargo, estaba mirando su reflejo. El vestido redefinió la palabra atrevido. Ella miró un poco más. "Vamos, no estás lista todavía?" Maddie se puso los zapatos, y el efecto completo fue instantáneo. Ella jadeó. En respuesta, la cortina se abrió de golpe. "Oh Dios mío." La mirada de Perry recorrió su forma. "Sí." Él jaló del vestido en la parte posterior de su cuello, jugueteando con el cierre. "Bueno, siempre lo he dicho — Elena tiene buen ojo para esto. Ella sabía que estaba hecho para ti." Maddie escudriñó su reflejo, tratando de verlo como lo haría Elena. El frente del pálido vestido, del largo hasta el tobillo estaba hecho de material triturado, transparente, juntado en dos anchas tiras, formando una profunda V sobre sus pechos, al estilo de las antiguas diosas griega. Afortunadamente, el material tenía muchas capas que ocultaban sus pezones. Los diminutos adornos con cuentas con hilos dorados daban vueltas vueltas alrededor de su cintura como el más fino de los cinturones. La parte posterior estaba cortada hasta la cintura. Solo una capa de gasa translúcida flotaba sobre sus piernas. Esto resaltaba la longitud de sus piernas y creaba cre aba un efecto vaporoso cuando se movía. "No lo sé, s é, Perry." La duda corrió a través de ella. "Me siento más descubierta que cubierta. Estoy a un corto paso de gravemente compartir demasiado." Perry arqueó una ceja. "Quizás. Pero dime que incluso no te sientes impresionante." La mirada de Maddie se deslizó sobre su reflejo. "No es eso. Esta no soy yo. También es ... demasiado." Glamoroso. De otro mundo. Destinado para una supermodelo . "Solo soy una chica de las afueras de Sydney." "¿Lo eres, sin embargo? ¿Solo una chica de las afueras de Sydney? ¿Revisamos lo que has logrado últimamente? Esta noche es tu primera salida entre quién es quién de la industria editorial desde tu exclusiva mundial. Se llama baile de Legendas por una razón. Ahora, puedes encontrar algo corriente y esconderte contra la pared, o puedes ponerte de pie y ser tenida en cuenta y llegar. Podrías Podrías mirarlos a los ojos y hacer que recuerden quién eres. Ser inolvidable. Este es tu momento, Maddie; no tienes la oportunidad dos veces. Así que golpéalos por todos lados." Maddie exhaló. Bueno, cuando lo pone así .


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Sus ojos se encontraron en el espejo. Él se inclinó hacia adelante y, con los ojos brillantes, le susurró al oído. "Y a ella le encantará." ****** Maddie no tenía la intención de llegar elegantemente tarde. Hubo una confusión con los autos, y luego el nuevo tenía una ponchadura. Ya había enviado un mensaje de texto a Elena para explicarle la demora y le dijo que no la esperara, en caso de que creyera que era su deber hacerlo. La falta f alta de respuesta la hizo sentir más ansiosa. Salió del auto, arreglándose tan sutilmente como pudo, y rezó para que cada pedazo de cinta adhesiva y de doble cara siguiera haciendo su trabajo. Hizo su mejor esfuerzo para subir los escalones, recordando las lecciones que Natalii le había enseñado sobre cómo caminar en alta costura y tacones. Los fotógrafos que esperaban en la puerta se volvieron locos. "¡Oh!" "¡Oye, amor, mira a la izquierda!" "¡Mira hacía aquí!" "¡Una más, una más!" "Aquí — chica chica de Natalii — ¡mira ¡mira aquí!"

Ella gimió para sus adentros, los ignoró a todos, y se dirigió hacia adentro. La sala era opulenta. Una orquesta tocaba en un rincón, un candelabro fluía desde el techo y la multitud se mezclaba con hermosos trajes y vestidos. Maddie reconoció de inmediato a algunos de los grandes nombres de la publicación mundial. Estas eran personas a las que había seguido durante años. El jefe de un conglomerado de revistas internacionales vagaba por allí, y los ojos de Maddie se agrandaron. Sin embargo, él no era el jefe de los medios que ella estaba más emocionada de ver. Habían pasado cinco largas semanas después de todo. "Oh. Dios. Mío," Felicity dijo, apareciendo a su lado. "No le creí." Maddie se dio vuelta para encontrar a Perry sonriendo y a Felicity — viéndose viéndose elegante con un vestido verde bosque, su cabello rubio prolijamente peinado alto — mirándola mirándola en estado de conmoción. "¿Creer qué?" Maddie tomó un vaso de jugo de una bandeja. "Nada," Felicity dijo en un murmullo. "Olvídalo."


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Los ojos de Perry bailaron con alegría. "Le di un aviso sobre cómo te verías." Maddie dio una risa avergonzada. "Ah, bien. Gracias. Creo." Un destello de cabello negro azabache y piel pálida llamó la atención de Maddie, y todos los demás pensamientos se vaciaron de su mente. "Oh." Su voz era un susurro reverente. Se giró y observó el efecto completo. "Guau." Elena se dirigía hacia ellos, saludando con la cabeza a varias luminarias mientras iba, pareciendo una visión profundamente violeta, los brazos y los hombros desnudos, el vestido acariciándola en cada curva. Vestido afortunado. Fue solo cuando Felicity asintió, aparentemente sin notar, que Maddie se dio cuenta de que incluso había hecho un comentario entrecortado. Elena estaba a seis metros de ellos antes de que finalmente mirara y viera a Maddie. Su paso se redujo un poco antes de continuar. Fríos, ojos azules la recorrieron desde el dobladillo hasta la parte superior de su cabello. Maddie se sintió tan desnuda como la última vez que la había visto. "Perry," Elena dijo, dándole un beso al aire. Ella se volvió y asintió. "Felicity." Su jefa de personal asintió con rigidez. Los ojos de Elena se fijaron en Maddie y se oscurecieron. Se acercó. "Y Madeleine," dijo, el tono puro de mujer de mundo, "qué agradable verte de nuevo." Elena se inclinó para un beso al aire. El más más leve roce de labios hizo contacto contacto antes de que retrocediera. retrocediera. Maddie se estremeció al tacto. "Igualmente." "Qué adorable te ves en un Alberta Ferretti." "Gracias." Maddie trató de no descontrolarse cuando la mirada que la observaba estudió sus pechos apenas cubiertos, luego se deslizó más alto, una pequeña sonrisa curvó sus labios. "Perry." Elena se giró. "Te has superado a ti mismo. ¿Felicity? ¿Dónde está esa nueva asistente?”


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"Ella llegará tarde. Tenía que — " " "No me importa." Desechó la excusa. "Necesito un vino. Blanco. Y búscame una buena cosecha más añeja que tú. Lo digo en serio. Perry, Samuel de SMH's (Sydney Morning Herald) sección Street Style quería escuchar tu opinión sobre la deconstrucción del minimalismo de la moda o algo así. Ve y complácelo. Recuérdale que el de Style es el único punto de vista sobre cualquier tema de moda que cuenta." La sorpresa cruzó su rostro al despedirse, pero él simplemente asintió. Felicity ya se había ido, sin molestarse en discutir que ella no era una asistente. Tal vez esa era la diferencia entre Maddie y Felicity. Solo una de ellas le había dicho que no a Elena. Ahora a solas con la mujer, Maddie se sintió incómoda y muy consciente de la falta de espacio entre ellas. "Hola." Elena la miró con indiferencia, como si no solo hubiera orquestado su tiempo a solas. "¿Te estás divirtiendo, Madeleine?" "Acabo de llegar. Pero ha sido impresionante hasta ahora." Su mirada cambió al vestido de Elena. Muy impresionante. "Ya veo. ¿Y te pusiste eso solo para tratar de provocar a todos?" El tono de Elena era burlón. "No todos." Solo tú. "Míralos." Elena bajó su boca hacia su oreja. "Los hombres no pueden apartar la vista de ti, y las mujeres están verdes v erdes de envidia. Eres la comidilla de la habitación." Su perfume era embriagador. Maddie luchó por enfocarse. “Incluso si eso es cierto, y lo dudo mucho, no elegiste este vestido? ” Elena no negó la acusación; simplemente presionó sus labios y se enderezó. "Entonces, a quién te gustaría conocer primero?" Maddie la miró, ya extrañaba su cercanía. "¿Conocer?" "Según nuestro acuerdo. Deseabas ser introducida al mundo editorial. Estos son algunos de los mejores nombres. Comencemos con lo obvio. ¿Piensas quedarte en Australia para tu carrera? ” "Sí."


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"Como supuse. Entonces, entre estas editoriales, ¿con quién te gustaría hablar ahora mismos?" Agitó su mano hacia la habitación. "Tú." Eso simplemente se escapó. Maddie quería gemir. Los ojos de Elena brillaron con diversión. "Bueno, eso es halagador, Madeleine, pero no puedo impulsar tu carrera en la publicación australiana de la manera en que lo harán estas personas. No a menos que planees trabajar en la moda. Sígueme." Ella guió el camino. "Te presentaré al editor de Beyond Magazines Consolidated. Maurice es un hombre con poder, conexiones y oportunidades." Maddie sintió una mano en su codo y miró hacia abajo. Fue impulsada hacia un grupo de hombres con esmoquin. Ellos ssintieron cortésmente cuando Elena y Maddie llegaron. "Srta. Bartell." El hombre mayor dio un paso adelante, tomó las manos de Elena y besó su mejilla. Él se volvió. Su mirada se deslizó por toda Maddie. Dos veces. "¿Y quién es esta hermosa delicia?" Preguntó. La mano en el brazo de Maddie se tensó un poco y la sonrisa de Elena se volvió más fija. "Madeleine Gray, autora de la exclusiva mundial de Duchamp, conoce a Maurice Slater de BMC." La mirada de Slater saltó del pecho de Maddie a su cara. "Ah, ya veo," dijo, un matiz de respeto en su voz. "Bueno, me siento honrado, Srta. Gray". Señaló a una mujer detrás de él. "Mi asistente le dará la tarjeta de Colin Sattler en el departamento de artículos. Espero que nos llame si tiene alguna idea sobre otros perfiles. Especialmente si son del mismo estándar que la entrevista de Duchamp." "Gracias, Sr. Slater." Maddie aceptó la tarjeta y la deslizó en su bolso. "De nada." Estrechó su mano nuevamente y la sostuvo. El agarre en el brazo de Maddie justo encima de su codo se convirtió en hierro. "Encantada de verte de nuevo, Maurice. Ahora realmente debemos circular." La voz de Elena era firme, mientras rápidamente r ápidamente alejaba a Maddie.


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Cuando estuvieron fuera de la línea de visión de Slater, el paso de Elena disminuyó y su sonrisa se deslizó junto con su agarre. "Bueno," dijo con fuerza, "la brevedad es una virtud con algunos en nuestra industria." Antes de que Maddie pudiera comentar, Elena cambió de dirección y las dirigió a un grupo diferente. ****** A medida que avanzaba la noche, Maddie conoció a cualquiera que fuera alguien en la publicación y su bolso se llenó llenó de tarjetas de visita importantes. importantes. "¿Cómo te va?" Elena preguntó, cuando la sonrisa so nrisa fija de Maddie se deslizó un poco. Intentó separar los hilos de sus emociones para responder eso. "Hay tantas posturas, ¿no? Mucho ego. Son tan despiadados, ambiciosos y hambrientos. También es un poco desconcertante cuánto quieren hablar conmigo. El mes pasado no me habrían dado una segunda mirada." "Bueno, eso es publicar. Tu historia es de lo único que cualquiera habla. Muchas personas en esta sala han tratado de obtener esa entrevista a lo largo de los años. Sin embargo aquí estás — una desconocida que entró valientemente y sacó el premio de debajo de sus narices. Quieren hacerte una evaluación y ver si eres algo efímero o alguien para reclutar." "Interesante elección de palabras. Algunos de esos editores me hicieron sentir como si fuera parte de una cacería deportiva en África." "Tienes bastante pellejo." Elena sonrió y deslizó las yemas de sus dedos a lo largo del antebrazo de Maddie para demostrar. Dejó un rastro de piel de gallina. Su mirada intensa estaba de vuelta, también. La que puso desesperada a Maddie por saber lo que estaba pensando. Una adormilada Felicity reapareció, su cabello derramado fuera de su recogido, y una bolsa grande y abultada en su hombro. Le pasó a Elena una copa de vino. Maddie recordó que lo había pedido, hace un rato, una añejo más viejo que Felicity. "No me preguntes de dónde saqué eso. Es mejor si tienes una negación plausible." Ella agitó su bolsa del hombro. Elena tomó la copa sin comentarios. Asintió a Felicity e inclinó su cabeza hacia atrás mientras tomaba un sorbo, su elegante y pálido p álido cuello en exhibición.


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Maddie estaba paralizada — hasta hasta que la intoxicante visión fue bloqueada por uno de los principales ejecutivos de Elena. Jason Lucas entró directamente en su espacio personal y le sonrió. "Bueno, hola otra vez," dijo en lo que Maddie sabía que era su voz suave. Ella dio un paso atrás para restablecer su espacio. El hombre era lo suficientemente inofensivo. A menudo se detenía en su escritorio para charlar mientras esperaba que Elena estuviera desocupada. Nunca pareció desilusionado por el hecho de que la conversación era principalmente de un solo lado. Pero escuchar no era uno de sus puntos fuertes. "Sr. Lucas," Maddie dijo. Elena había dejado de beber, su mirada moviéndose entre los dos. "¿Por qué tan formal?" Él preguntó. Sus ojos se iluminaron mientras la recorría. "Dios, Dios, Madeleine, te ves hermosa." La forma en que dijo su nombre se sintió destrozada sin la sutil inflexión francesa de Elena. "Maddie. Es Maddie." "No según mi jefa." Le dio a Elena una sonrisa ganadora que no fue devuelta. Se volvió hacia Maddie, pronunciando su nombre. " Mad-a-lin." Inofensivo o no, el hombre tenía todas las habilidades de comprensión de una uña del pie infectada. Ella suspiró. "Me prometiste un baile," Jason dijo con un guiño. "Puedes decirme por qué tu nombre está en boca de todos." ¿Que promesa? Ella no había prometido nada. "No," Maddie dijo con firmeza, "No lo hice — " " La atención de Elena ahora estaba fija en Maddie. "No dejes que te retenga. Si le has prometido a mi joven ejecutivo ejecutivo un baile —“ Maddie dio una firme sacudida de cabeza. "¡No! Y, mira, estoy aquí para hacer contactos esta noche — " " " Mad-a-lay-na." Elena enfatizó su propia pronunciación. "Un baile no se interpondrá en eso."


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"¿Ves?" Jason parecía encantado. "Incluso tienes permiso de la jefa. Así que vamos a ... " Su brazo estaba alrededor de la cintura de Maddie antes de que pudiera reaccionar, y él la llevó hacia la pista de baile. Maddie, yendo con él por inercia, todavía estaba tratando de procesar lo que acababa de pasar. ¿Se esperaba esto de ella? ¿Un baile forzado? Elena parecía actuar como si lo fuera. Si esto eran las conexiones, lo odiaba. Jason la hizo girar para mirarlo a los ojos, llevándola a la línea l ínea de visión de Elena. Maddie miró a su antigua jefa, tratando de ver algún indicio de lo que podría explicar qué demonios estaba haciendo Maddie en la pista de baile con el joven ejecutivo de Elena. Ella solo vio una imagen de indiferencia. Así que a la mujer no le importaba que Maddie hubiera sido forzada para esto? "Detente." Maddie exhaló. "Jason, vamos, sabes que no estaba de acuerdo con esto." "Oye, es solo un baile. Estamos aquí ahora, así que vamos con eso. ” Él sonrió y la atrajo hacia sí. "Vamos, será divertido. Un diminuto, pequeño baile. ¿Qué tiene de malo? ” Maddie dio un paso atrás y se apartó, su ira aumentando. "Parece que no puedes captar una indirecta, así que lo diré con palabras más pequeñas: ¡Que te jodan!" "¿Qué?" La sonrisa de Jason vaciló. "¿Algo que dije?" Cristo.

Curiosas miradas penetraron en Maddie, y los que bailaban a su alrededor se detuvieron a mirar. Ella les lanzó una mirada oscura y se escapó. Salió del edificio, alzándose el vestido para que pudiera bajar por los escalones de piedra con los zapatos de tacón, repentinamente irritada por todas las miradas de admiración que los hombres le lanzaban cuando pasaba apresuradamente junto a ellos. Parte de ella se preguntaba qué le pasaba, que no podía jugar el juego como todos los demás. Ellos lo hicieron sin ningún esfuerzo. ¿Por qué ella era tan mala en esto? Maddie no podía hablar, no podía fingir, no podía encajar. No pudo encajar en Nueva York, y ahora también se sentía como un pez fuera del agua en este mundo. Era alérgica a pretender ser algo que no era. era. Como este maldito vestido. vestido. Levantó el brazo para llamar a un taxi, pero ninguno de esos que pasaban zumbando se detuvo.


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Genial, ahora no podía llamar la atención de nadie. n adie. "Madeleine." Saltó y se dio la vuelta para encontrar a Elena parada detrás de ella. Ni un pelo estaba fuera de lugar, pero un leve rubor en sus mejillas indicaba que se había movido rápidamente para alcanzarla. "Oh. Elena." ¿Podría esto ser más embarazoso? Se volvió hacia la calle. "Vienes a decirme lo idiota que soy?" "No. Pero por favor explícame por qué has salido huyendo." "No me obligarán a bailar con nadie." "¿Obligar?" "No quería bailar con él. Sé que Jason Lucas es uno de tus ejecutivos en ascenso y pensaste que debería establecer un contacto con él o lo que sea. Pero no quería que me tocara. ¿Por qué debería tener que aceptarlo? ¿Por qué tengo que quedar bien con alguien que pensaba que mis ojos estaban a la altura del pecho? ¿Qué pasa con solo no querer bailar?" Elena le dio una mirada inescrutable. "Nada." "Pero prácticamente lo arrojaste hacia mí." "No hice tal cosa. Simplemente te di permiso, en caso de que te sintieras obligada a permanecer a mi lado, lado, haciendo contactos." Parecía tan razonable que Maddie se sintió tonta. ¿Había malinterpretado malinterpretado todo? Contempló las calles que brillaban en las farolas. Había llovido antes, y se veían casi bonitas. "Toda la noche," Maddie explicó en voz baja, "Me sentí como una ... cosa, no una persona. Todos querían una parte de mí, profesionalmente o ... de otra manera. Y Lucas fue el colmo. Él ni siquiera preguntó, simplemente tomó lo que quería." Ella se miró a sí misma. "Me siento demasiado desnuda esta noche." Miró hacia Elena. "No creo que esté hecha para ser exhibida como una costilla de primera calidad." Se cruzó de brazos y se estremeció. "Tal vez no estoy hecha para nada de esto."


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"Pensé que querías estar con él," Elena murmuró. "¿De dónde sacaste esa idea?" Maddie la miró indignada. Elena la miró uniformemente. "Dijo que le prometiste un baile." "Él mintió." "Ah." La incertidumbre cruzó las facciones de Elena, y miró hacia otro lado. "No estaba enterada." ¿No era ese el núcleo de todo? Maddie se frotó los brazos y pensó en eso. "¿Sabías que podría decir lo que estabas pensando? Cuando trabajé para ti. En noventa y nueve de cien veces, podía predecir lo que harías o querrías de mí a continuación. Es lo que me hizo una asistente eficaz." Elena la miró, pareciendo desconcertada por p or esta línea de conversación. "Eras una asistente eficiente," dijo con un leve asentimiento. "Y lo que más me molestó esta noche fue que ..." Maddie se desvaneció. Estaba siendo irrazonable. Elena era una mujer ocupada con una compañía multimillonaria para dirigir, además de editar una revista de moda global. No tenía tiempo para saber cosas sobre Maddie. Ella podría tener un lapso de vez en cuando, y tocarla como si quisiera decir algo. Pero con qué frecuencia Elena había transmitido su indiferencia cuando Maddie trabajaba para ella? No se hicieron ninguna pregunta personal u opiniones o se intercambiaron desde que estuvieron en Sydney. ¿No le decía eso todo lo que necesitaba saber? Estaba siendo una tonta, esperando que esta mujer realmente la conociera. O esperando que quisiera. "Nada," Maddie dijo, sintiéndose repentinamente desgastada. La adrenalina se s e estaba filtrando y todo lo que quería hacer era meterse en la cama. "Lo siento. Esperaba demasiado de ti. Me equivoqué. Y estoy teniendo una mala noche." Elena la miró directamente. "Déjame adivinar. Te molesta esta noche que aunque sientas que me conoces, yo no te conozco lo suficientemente bien como para deducir que no querías que las atenciones de Lucas se te impusieran. De alguna manera esperabas que adivinara esto telepáticamente. Y sientes que te empujé más o menos contra él. ¿Estoy cerca?” Maddie hizo una mueca. "No es tu culpa. Sé que es absurdo esperar ... "


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"Absurdo. Sí. Porque soy Elena Bartell. Y soy ajena a todo las cosas no relacionadas con los negocios. Ni siquiera sabía lo que mi marido estaba haciendo bajo mis narices. ¿Correcto?" Maddie se obligó a no asentir. Pero si. Elena nunca ganaría premios por sus relaciones interpersonales. No era su fuerza. Maddie lo sabía, y aún esperaba una mayor conciencia de ella. Porque pensó que eran más cercanas de lo que son. Eso estaba en ella, supuso. "Tomo el silencio como un acuerdo," Elena dijo, su tono frío. "No tenía idea de que sintieras que un baile con ese hombre era una prueba para saber dónde estamos situadas con respecto a la otra." Maddie estudió la cara alerta frente a ella. "¿Y dónde está eso? Donde estamos situadas con respecto a la otra? ” "¡Elena!" Vino una voz desde atrás. Se dieron la vuelta. "Oh, gracias a Dios." Felicity se quedó sin aliento. "Tenía miedo de que te hubieras ido y ..." Su mirada se posó en Maddie. "Oh. Lo siento. ¿Estoy interrumpiendo otro salir volando?" Maddie le devolvió la mirada. Había un límite para su paciencia. Elena evitó su respuesta diciendo, con un chasquido impaciente: "¿Qué es?" "Morgan Rosenfeld acaba de hacer algunas declaraciones absurdas sobre los planes futuros de Style Sydney a una docena de medios, y está medio borracho, y nadie sabe si estaba bromeando o no. Puedes …?" Elena asintió sombríamente. "Veré a los medios. Haz que Perry desvíe a nuestro presidente de la barra. barra. Me reuniré contigo en breve. ” Felicity vaciló, deslizando su mirada sobre Maddie, luego se giró y se alejó sobre sus tacones. "Madeleine," Elena dijo, su voz suave, "donde nos encontramos es, soy una mujer casada con un divorcio público, tóxico en un futuro pronto. El mundo entero me estará mirando por grietas. No puedo permitirme los errores. No puedo comenzar algo contigo ahora. ¿Entiendes que hay cosas que son imposibles en mi posición?"


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Maddie sintió el suelo hundirse debajo de ella ante la verdad de ser dicha con tanta crudeza. Imposible.

Elena se inclinó hacia adelante y susurró, "Sin embargo, en el futuro, haré que Jason Lucas sea desollado vivo si te toca sin permiso." Hubo una pausa, y un cálido aliento bailó contra el lóbulo de Maddie. "Y por si acaso no pudieras decir por la reacción que recibiste, estás hermosa esta noche. Exquisita. Pero la próxima vez, para nuestro baile en Nueva York, por qué no te vistes de la manera en que lo desees, no de la manera que crees que alguien más podría apreciar? Aunque lo aprecio, ciertamente lo hago." Elena se enderezó y le lanzó una mirada divertida y dijo, "Hemos terminado." Se volvió y desapareció por las escaleras. Maddie la miró, un estremecimiento recorriéndola.


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CAPÍTULO 30 Verde La diferencia entre escribir para Style Sydney y Vanity Fair era tan completa como el día y la noche. Maddie pasó cada momento libre en su próxima pieza de exposición. Estaba sola esta vez, sin un equipo de expertos para respaldarla, y lo sintió. Maddie se había propuesto demostrarle a todos que no era un de un solo éxito y, para una persona en particular, particular, que podía escribir noticias duras. duras. Ella era una verdadera periodista. periodista. Su historia era si los sueños de Nueva York estaban a la altura de la experiencia de los jóvenes aspirantes en el campo de la moda quienes salieron de todas las partes del mundo. Se centró en la industria de la moda porque allí estaban sus contactos, gracias a su primera primicia. La gente sabía quién era ella ahora. Su exclusiva le había abierto las puertas de la moda como si fuera de la realeza. Ella tenía respeto. Y tenía a Perry, que la relacionó con algunos de sus amigos y contactos de la industria en Nueva York. La historia se había convertido en una distracción perfecta, así no tenía que pensar en la palabra que Elena le había susurrado al oído. Imposible. Había llegado a odiar esa palabra. Maddie la escuchó una y otra vez por la noche, y nunca se sintió menos doloroso. Así que se entregó a su trabajo, lanzó su historia, ganó el visto bueno y luego tomó un avión de regreso a Nueva York. Ella tenía que estar aquí de todos modos, para el próximo baile dentro de seis semanas, semanas, así que le resultó bien. Para los aspectos de los sueños perdidos de su historia, había encontrado a varios jóvenes diseñadores y modelos que habían sido tentados por las drogas y la prostitución por un editor de mala calidad de la revista que supuestamente estaba buscando la próxima gran novedad. Luego estaba el fotógrafo con un talento impresionante, cuyos sueños se habían realizado a costa de perder a su familia. El éxito importaba más — y y él no podía ver la manera de tener ambos. No en Nueva York. La peor parte era que sabía que los estaba perdiendo, pero no podía ver una salida a eso. Entonces él había elegido. Todos los días iba a trabajar, tomaba fotos asombrosas, se iba a casa a un departamento vacío, elegante, y bebía para olvidar el adictivo sueño. Después de mucho debate interno, Maddie decidió incluir el acoso sexual en la industria. Trabajó hasta llegar a la lista secreta de las asistentes. Había hecho una copia el XWPColección: Página y Facebook

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primer día que la encontró, así que podía llevársela a casa casa para leerla. Armada con la lista, lista, había rastreado y hablado con media docena de ex asistentes de Elena. La peor parte fue cuando les había preguntado cómo había sido cuando el esposo de su jefa estaba entre quienes les exigían sexo. Maddie usó alias para las asistentes, pero sabía que Elena sería muy consciente de cuál compañía, qué jefe y de qué marido hablaban estas mujeres no identificadas. El mundo en general no sería más sabio, pero los de adentro — bueno, bueno, definitivamente especularían. Había sido una decisión difícil. Maddie se había quedado despierta noche tras noche, la duda la paralizaba y le provocaba mariposas. Quería arrojar luz sobre el tema, pero no quería que Elena sufriera por ello. Al final, decidió que el tema era demasiado importante para no ser honesta. Además, Elena no era famosa por hacer lo que era necesario, no por lo que fuera fácil? Maddie esperaba que ella entendiera su decisión. Pero si no lo hacía? Bueno ... había poco que pudiera hacer al respecto. Maddie estaba decidida a darle sus s us voces a las víctimas. Encontró la soledad de la tarea extraña. Nunca antes había trabajado sola y extrañaba las interacciones humanas. Incluso los humores dramáticos y los comentarios mordaces de Felicity la habían hecho sentir parte de un equipo. Trabajar sola también le dio a Maddie tiempo para meditar, y eso no fue bueno. Sus pensamientos volvieron a su último baile juntas y Elena cerró cualquier sugerencia de ellas para siempre. Había sido confuso. ¿No había estado Elena coqueteando con ella? ¿En el vestuario de la exposición de Véronique en Sydney? Esos dedos deslizándose por su espalda? ¿Llamándola ¿Llamándola hermosa? ¿Qué fue todo eso? A medida que los días empezaban a diluirse, se preguntó si acaso se había imaginado todo. O tal vez había sucedido, pero era solo la forma en que Elena expresaba su interés en cosas bellas, ya fueran periódicos o ex asistentes. ¿Maddie era poco más que ‘arte’ para Elena? O tal vez un juego? ¿Alguien a quien ella jalaba para ver si podía, y luego se apartaba? Maddie suspiró. susp iró. Nada bueno saldría de esta línea de pensamiento. Ella pasó a su diario. Tenía dos días antes de la fecha límite de Vanity Fair y cinco días hasta que viera a Elena otra vez. El baile de los Corresponsales Extranjeros. Estaba deseando escuchar al respetado corresponsal de guerra Trent Dalton, que era el invitado de honor. Maddie había estado leyendo su trabajo detrás de las líneas de legares problemáticos en el Medio Oriente. Apreció que a menudo él hacía que la gente del lugar fuera la historia, no los objetivos militares.


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Pensamientos sobre el baile hicieron surgir su siguiente problema: Qué ponerse. Había rechazado todas las sugerencias que Perry le había enviado por correo electrónico. Sus mejillas aún ardían en humillación ante la sugerencia de Elena, que había sido suavemente formulada. Vístete para ti, no para otra persona . Eso era intenso, ya que Elena fue la que elaboró la corta lista de los vestidos la última vez.

Hubo un fuerte golpe en su puerta. Frunció el ceño. ¿Quién la visitaría? Solo Simon y sus padres sabían la dirección del departamento de Airbnb en el que se quedaba en Manhattan. Maddie se puso de pie y abrió la puerta. "Ah. Bien, estás aquí. ” Natalii pasó junto a ella en un crujido de paquetes. "Bueno. Estoy lista. Debemos trabajar con lo que tenemos, ¿oui? ” "Um ... ¿Qué?" Maddie cerró y echó llave a la puerta detrás de ella. "No hay tiempo que perder." Natalii movió su dedo. "¡No temas! ¡Lo tengo justo aquí! ” Levantó un portatraje. Maddie la miró. "No es que no esté contenta de verte de nuevo, pero cuando te envié un correo electrónico por un consejo sobre qué ropa usar para el baile, no significaba que te aparecieras. ¿Y por qué no estás en París, haciendo planes de boda? ” "Ya estaba aquí por negocios. He estado en Facebook hablando con tu Simon. Él me explicó todo. Ahora mi mère (madre) y yo, tenemos la solución. ¿Oui? Una forma de que serás inolvidable para tu mujer." Maddie se hundió en su sofá. "¿Mi mujer?" Negó con la cabeza. "Está bien, me temo que vas a tener que retroceder un poco. ¿Podemos volver al principio? ¿Qué dijo Simon? Si mon? ” Natalii dejó el portatraje sobre el banco de la cocina y la miró imperiosamente. "Él me informó sobre este desastre en tu baile b aile de Leyendas en Sydney." "Desastre." El estómago de Maddie se desplomó ante el recordatorio. "Una palabra para eso. Entonces qué dijo d ijo exactamente? ” "Me envió las fotos del periódico," Natalii dijo. "De ti en el magnifico vestido. Dijo que también estabas, cuál es la palabra, avergonzada, para disfrutarlo. Y que a tu Elena no le importó que un zoquete a su servicio te obligara a bailar. b ailar. Y él dice que piensas que ella no se preocupó por ti en absoluto. Tu vestido, fue la causa de este estado de cosas, porque no podías ser tú. ¡Bien!" Natalii agitó la mano hacia el portatraje y luego se sentó en el sofá


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al lado de Maddie. "¿De qué sirve conocer a la mejor diseñadora del planeta si no puedes usarla? ¿Mm? ¡No te preocupes, también le pedí a Mamá que me ayudara un poco!" Natalii sonrió ante su propia broma. "De todos modos, esta vez, serás tú, y tu dama se quedará boquiabierta y se desmayará." Asintió como si fuera una certeza. "Natalii." La mente de Maddie estaba tambaleándose. "Es realmente dulce que pensaras hacer esto, pero es inútil. Elena dejó en claro que no está interesada." "¿Oh? ¿Y cómo hizo eso? ” Natalii le dio una mirada arqueada. "Olvidas que te las he visto a las dos juntas. ¿La química? ¡Explota!" Sus manos se separaron como la explosión de una bomba. "Ella me dijo que se estaba divorciando, que estaba bajo el escrutinio del mundo por grietas y que no podía permitirse el lujo de cometer errores. Que era imposible para alguien en su posición." "¿Y cuándo dijo eso? ¿Antes o después del patán bailarín? ” "Después. Salí para irme, y ella me siguió y me dijo todo eso." "Ahhh," Natalii dijo. "Revisemos — tu jefa, a la que no le importas, la que tiene tal indiferencia, corre detrás de ti para decirte esas cosas. Tu Elena, no hace esto a menudo, ¿verdad?” Maddie estaba sorprendida de que nunca se le hubiera ocurrido a ella. "Supongo que no." "Oui." Natalii asintió, satisfecha. "Y te dijo que se divorciará para que no se cometan errores." "Sí." "Entonces si no está interesada, ¿por qué hablarte de este divorcio? Hmm? Por qué no decir: '¡Vete! No me gustas de esa manera y nunca lo harás? ¡Desaparece! ’" "Um, ¿porque no quería ser mala?" Natalii se rió y le dio una palmada en el muslo a Maddie. "A Elena le encanta ser mala. La veo; a veces la divierte. Es un juego. No. Eso no es todo. Los divorcios, son temporales. Ella te está diciendo que debe haber paciencia. Dice que no ahora, todavía no. No dice que no."


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"Dijo que era imposible." "Porque todavía está casada. ¿Oui? ” "Um." Maddie estaba de repente menos segura de lo que las palabras de Elena habían significado. Pero sabía, absolutamente sabía, que no debería atreverse a creer. Aun así, la oleada de esperanza en su pecho era impresionante. "Oh ..." Exhaló de nuevo. Natalii sonrió. "Así que aquí estoy. Aquí, para hacerte feliz, de la forma en que me haces feliz a mí y a mon (mi) Adèle. ” Se levantó, abrió la cremallera del portatraje y cuidadosamente levantó el atuendo. Maddie lo miró. "Santo ... ¡Oh!" Se levantó de un salto y corrió al atuendo y deslizó sus dedos sobre el material. Luego abrazó a Natalii, quien se rió en su oído. "¿Debo interpretar esto como un succès (éxito)?" "¡Oui!" Maddie estaba asombrada. "¡Mierda! Tu madre podría hacer una línea completamente nueva con esto. ¿Lo sabes, cierto?" "Oh, lo hago. Pero es mi diseño, y ya estoy haciendo una nueva línea con él. Esta es la primera pieza en mi propio sello, Natalii. Tú serás mi modelo para la noche. Asegúrate de decirles a todos quién lo hizo cuando los fotógrafos vayan tomando fotos, fotos, fotos. ¿De acuerdo?" "Lo haré," Maddie dijo. "Oh Dios mío. Creo que el cerebro de Elena explotará cuando vea este diseño." Natalii frunció el ceño. ceño. "¿Eso es algo bueno?" "Oh si. Realmente bueno. ¿Un nuevo diseño de Duchamp? Excepto que el giro es que es la hija ahora? Guau, ella ... eso es ... " Se desvaneció mientras un pensamiento la golpeaba. "Es decir si todavía me habla." "¿Oh? ¿Por qué no lo haría?" Maddie hizo una mueca. "Justo antes del baile, saldrá un gran artículo de revista que escribí. Expone un tema realmente delicado suyo. Y la afecta demasiado cerca. Como, realmente cerca." "¿Suena algo importante, este tema?"


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"Sí." "Entonces, si tu dama vale algo en absoluto, a ella no le importará. Sabrá que no hiciste esto para lastimarla. Eso es digno." Maddie no dijo nada. Realmente no sabía de que manera Elena tomaría esto. Era diferente cuando había elegido a sus asistentes sobre su marido. Todo había estado fuera del escrutinio público. Castigos entregados en secreto. Pronto, sin embargo, la gente de la industria de Elena, con la que trabajaba todos los días, descubrirá la verdad. Ella se sentiría humillada. El corazón de Maddie latió dolorosamente ante la idea. Ella nunca quiso lastimarla, pero no pudo evitarlo. ****** Vanity Fair salpicó su historia en su portada. Mostraba una imagen de una mujer de tipo asistente, artísticamente en pose con cinta adhesiva negra sobre la boca y una mirada atormentada en los ojos. Una cámara rota, junto a un par de tacones relucientes, yacía aplastada en el suelo. El titular decía: Miedo y Vestimenta en Nueva York: La verdad sobre los sueños rotos de la moda. La historia se volvió viral en el momento en que llegó a Internet. Su artículo estaba vinculado a cada uno de los principales blogs de moda y generó conversaciones y debates sobre lo que las aspirantes de moda pasaron para salir adelante. Su teléfono volvió a enloquecer, con felicitaciones de todos. El único nombre que no había aparecido era el de Elena. Maddie no escuchó una sola y cortante sílaba de ella. Bueno, no hasta el día del baile. ****** Llegaré desde el otro lado de la la ciudad. Tendrás que ir por tu cuenta allí. E.

Ese mensaje sonó seis horas antes de que se reunieran y sonaba demasiado encabronado para estar a salvo. Maddie llamó inmediatamente a Perry, que estaba radicado en Style New York nuevamente junto con su voluble jefa. "En una escala de fusión menor a termonuclear, qué tan enojada está Elena conmigo?" Maddie preguntó tan pronto como él respondió. Él se rió. "Ah, Maddie, me preguntaba cuándo asomarías la cabeza por encima del parapeto y llamarías. llamarías. Tienes un par de ovarios gigantesco, gigantesco, te daré eso." XWPColección: Página y Facebook

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Maddie se mordió la uña ansiosamente. En su silencio, Perry dijo, "Mira, ella no está hablando de eso en absoluto. Se calló y despidió a unos pocos subordinados por incompetencia, y eso fue todo. Sin embargo, parece lista para explotar y todos mantienen la distancia. Felicity amenaza con estrangularte si te ve, una vez más, por encabronar a su diosa. Por lo tanto, es posible que desees practicar tu agacharte y cubrirte." Maddie hizo una mueca. "¿Los subordinados despedidos se s e lo merecían al menos?" "Por supuesto. Estoy seguro de que incluso tu conoces el dicho, "Azul y verde nunca deben considerarse, a menos que haya un color intermedio ’. Bueno, ellos no lo hicieron. Iban andando por el departamento de accesorios de Style y deberían haberlo sabido mejor. Hablando de, cuándo vienes a elegir un vestido? He escondido algunos de los nuevos diseñadores que quieren ser notados. Puedo verte a las ... hmmm ... dos hoy. Está selección es estupenda, pero aún así ... " "No voy a ir. He encontrado mi propio atuendo." "¡Maddie! ¿Me estás engañando?" Ella se rió de su tono de asombro. "Y cómo. Espera a que veas." "Por favor, dime que no estás paseando por Target (Cadena de almacenes). Tendría que negarte si abrazaste los peligros de la mezcla de poliéster. Tengo límites." "No. Una cierta dama Duchamp me ha proporcionado algo. Es la nueva línea de Natalii. Reserve tu juicio hasta entonces." "¿Natalii?" Perry dio un bufido medio intrigado, que Maddie tomó como aprobación, y se despidió. ****** El Hotel Plaza en la Quinta Avenida estaba lleno con música animada y una aglomeración de gente cuando Maddie llegó. Sus nervios estaban canalizados en una sola cosa, hacer frente a la inminente llegada de Elena. ¿Su antigua jefa públicamente la desollaría viva o la llevaría a una habitación lateral para lo inevitable? "¡Aquí, por aquí! ¿Señorita?" Se encendió un flash y se volvió para ver a algunos fotógrafos fotografiando en su dirección y varios bloggers de la moda sosteniendo micrófonos.


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"¿Qué estás usando?" Preguntó el más cercano, parado junto a una cámara montada en un trípode. "No lo reconozco." ¿Maddie pensó que la conocía de un blog, Daring to Dazzle ? Dazzle-algo de todos modos. "Natalii. Con dos i ’s." "¿Dos i’s? Como Duchamp? Como la hija de Véronique?" "Sí. Una y la misma." La expresión de la mujer se transformó. "Oh, Dios mío," susurró, y la hiperventilación parecía una posibilidad posibilidad real. "¿Es este la primera visualización al mundo?" "Sí." "¿Cuándo lanza la colección? ¿Por qué tú? ¿Cómo se ven las otras piezas? ¿Cuántas hay? ¿Qué es lo que sabes? ¡Tengo muchas preguntas!" "Todos los detalles están en su nuevo sitio web, nataliiduchamp.com." Maddie vio a un hombre elegantemente vestido y de piel oscura en la distancia. Perry se detuvo mientras miraba hacia Maddie. Él señaló su atuendo, luego agitó su mano sobre su corazón en señal de aprobación. Señaló dentro del edificio y luego se volvió y desapareció entre la multitud. Ella sonrió. "Lo siento, tengo que alcanzar a algunas personas." "Claro, seguro. En cualquier momento. ¡Y gracias!" Mientras se alejaba, por el rabillo del ojo, Maddie vio a la blogger tecleando furiosamente en su teléfono, sin duda alertando al mundo de que otra Duchamp irrumpiría en el mundo de la moda. Echó los hombros hacia atrás y entró al salón de baile con la confianza que realmente sentía esta vez. "Maddie Gray, no es así?" Una mujer que se acercaba preguntó con una sonrisa cordial. Era rubia, atractiva, con ojos penetrantes y un paso lento y fácil. "Esa soy yo."


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"Theresa Hunter de la revista Time. Vi tu artículo sobre los sueños rotos de la moda en Nueva York. Eso fue sensacional." "Gracias." Maddie se iluminó. "Entonces quién era la ejecutiva de negocios? ¿La del marido que mete mano? Todos queremos saber." El entusiasmo de Maddie vaciló. "No lo diré." "Es todo de lo que cualquiera está est á hablando. ¿Qué tal una pista?" Theresa le sonrió. "Tomaré una inicial. ¿Puedo comprar una vocal?" "No. Si te dijera el nombre, eso ayudaría a identificar a las víctimas." "Buen punto. Bueno, si no puedo comprar una vocal, ¿puedo invitarte una copa?" Ella lanzó una sonrisa descarada, demostrando que lo decía exactamente como sonaba. "Las bebidas son gratis," Maddie dijo, sin impresionarse por alguien en los medios que sugeriría poner en riesgo a las víctimas. "Lo siento. Ahora mismo tengo algunos amigos con los que reunirme." "Es una pena. Iba a presentarte a los míos. Trent Dalton y Alan Kadinsky. Todos acabamos de regresar de Medio Oriente. Soy una fotógrafa de guerra." Su engreída sonrisa cayó en el lado equivocado de la línea en arrogante. Maddie vaciló. A ella realmente le gustaría conocer a Dalton. "Quizás mas tarde. Primero quiero hablar con mis amigos." "Claro," Theresa dijo, y le dio una palmadita juguetona en el brazo. "Más tarde es." Maddie se dio vuelta para encontrarse atrapada en el enfoque agudo del láser de Elena Bartell, mirando desde el otro lado de la habitación. Su pulso saltó cuando vio el vestido de Elena — un elegante vestido blanco, con una raja en la parte delantera hasta las rodillas, la longitud exacta de la caída de su escote. Simetría y estilo. Guau. Se dirigió hacia ella. Cuando se acercó, un hombre entró en su línea de visión. "¡Maddie!" Perry jadeó, agarrando sus brazos y jalando de ellos de par en par. "¡Déjame mirarte! ¿Así que esto es todo? ¿El dramático salto de Natalii desde el nido? ”


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Él la estudió de cerca, girándola. Mientras lo hacía, Maddie sintió un agujero arder en ella mientras Elena los miraba. Echó un vistazo a su atuendo, preguntándose qué pensaría su antigua jefa. Negro. Transparente. Femenino. Un traje. Sobre los pantalones palazzo de anchas piernas yacía la malla negra más fina, transparente y flotante, por lo que desde algunos ángulos parecía que llevaba una falda elegante y fluida. Su chaqueta color negro azabache era formal, como un esmoquin, con solapas que caían hasta abajo. La parte inferior de la chaqueta sobresalía en un ángulo de cuarenta y cinco grados, que se combinaba con el corte paralelo de bolsillos con cremallera en la cadera y el pecho. Debajo, llevaba un intrincado chaleco de brocado color crema, como algo salido del Palacio de Versalles, con diminutos botones bordados con hilos dorados. Una chalina de seda, en una combinación de crema y dorado, estaba anudada flojamente, dándole el efecto de una dama caballeresca. No había una camisa debajo del chaleco, así que la suave y pálida piel de Maddie proporcionó el contrapunto final. Era formal pero atrevido; arriesgado pero cubriendo todo. "Magnífico." Perry asintió. "No siempre ruego, pero la necesitamos para Style. No puedes andar por ahí con esto puesto y no dejarnos hacer un gran reportaje." "Le preguntaré a ella." "Bueno. Debe ser exclusivo, sin embargo. Oh," él se giró, "Elena quería hablarte. Mientras tanto, descubriré qué es lo que entretiene a Felicity con las bebidas." Se dirigió, y la expresión distraída en su rostro le dijo a Maddie que estaba preparando mentalmente una sesión fotográfica para una difusión a Natalii. Los ojos de Maddie se deslizaron hacia la mujer que la estudiaba en silencio. s ilencio. "Hola." La mirada de Elena recorrió el atuendo, y levantó una ceja. Una pizca de sonrisa le cubrió los labios. "Muy chic. Elegante. De tal madre tal hija. Veo que ella no es solo una cara bonita." "No, no lo es." Se hizo el silencio. Maddie se inquietó. "Sobre el artículo — " " La expresión de Elena perdió su levedad. "¿Te enojé tanto en el último baile? ¿O simplemente buscaste avanzar en tu carrera a través de mi sufrimiento? ” Oh demonios. Elena estaba realmente enojada. "No fue por ti. No fuiste un factor en mi decisión de publicarlo." XWPColección: Página y Facebook

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Maddie le suplicó que viese la verdad en sus ojos. "Fuiste, casi, un factor en mi decisión de no hacerlo. Pero al final ... " Al final supo que tenía razón en hacerlo. "Al final, tuve que hacerlo." "Bien." Elena tomó un sorbo de su bebida. "¿Bien que?" "Bien hecho. Es periodismo importante. Y una buen artículo de escritura." "Espera, no estás enojada conmigo?" "¿Creías que sería tan mezquina como para poner p oner mis sentimientos personales por encima del bienestar de las personas vulnerables? No puedo decir que me complace estar en el centro de una controversia tan taimada que destroza mi industria, pero tu artículo fue honesto, equilibrado, evitaba los clichés y repetidamente señalaba quiénes eran los verdaderos villanos." "¿Qué hay de Richard?" "Aterrorizado. Y rabioso," Elena dijo con una sonrisa malvada. "Entonces, hay eso al menos. De repente se está volviendo más complaciente con los términos de nuestro divorcio. En ese sentido, se le había alentado a hacer varias donaciones considerables a los refugios de mujeres en Nueva York para evitar ser nombrado y avergonzado. Pero ahora que ha salido tu historia, me han informado que está temblando con sus botas del número doce, que alguien sumará dos y dos y llegara a Richard Barclay. ” "Lo siento por cierto. Sobre el divorcio." "Yo no." Elena la miró por un momento. "Cambiemos de tema. ¿Qué estabas haciendo con Theresa Hunter? Mantente lejos de ella." "¿Por qué?" Elena entrecerró los ojos. "Porque lo he sugerido. Ella es famosa." "Sabes que ya no trabajo para ti," Maddie dijo. Su indignación se elevó. "Sabes que tampoco tengo que dejar atrás a mis amigos o intereses románticos." "¿Intereses románticos? Debes estar bromeando. ¿Esa serpiente? ”


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Maddie hizo una mueca. Esto se descarriló rápidamente. "Bien, para. Mira, podemos ... reiniciar esta conversación? No estoy interesada en salir con Theresa Hunter. Hablamos por un minuto. Ni siquiera eso. ¿De acuerdo? ¿Podrías por favor dejar de suponer que estoy interesada en todos los que muestran interés en mí? Primero Lucas, ahora esta mujer?” Elena no dijo nada, pero su expresión se relajó. "Vamos," Maddie dijo, más suavemente, "¿por qué haces eso? ¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Que estoy esperando que alguien me preste la más mínima atención y ahora estoy totalmente interesada en ellos? ” Elena la miró. "Si pudieras verte a ti misma como lo hago, también esperarías que todos en la sala se acercaran." Maddie se sorprendió por las palabras inesperadas. "Eso es halagador, pero para que conste, no tengo ningún interés en alguna fotógrafa de guerra que me pregunte por los trapos sucios de mis fuentes y luego use su título de trabajo como frase de ligue." "Ella realmente es una serpiente." Elena apretó los labios. "No estaba exagerando." "No, no lo estabas, pero es irrelevante." Respiró hondo. "Le hemos dado muchas vueltas, pero debes saber a estas alturas alturas que solo tengo ojos para una mujer. mujer. Y no es ella." "Madeleine," el tono de Elena era bajo y tenía un toque de advertencia. "No podemos. Quiero decir — " " "Me dijiste, la última vez que nos vimos, no hay 'nosotros'". Maddie la estudió. "Eso no podría ser. Es imposible. Dices cosas así, y aún actúas como si quisieras más. Y luego cierras toda la conversación, como ahora. ¿Puedes decirme lo que quieres? Es muy confuso." "Podría decir lo mismo de ti." Elena quitó un poco de pelusa de la manga de Maddie, con una pasada casual de las yemas de sus dedos. "Dices que puedes predecir lo que necesito y quiero, pero en esto pareces tan insegura. He explicado por qué no puedo hacer promesas ni ofrecer ninguna esperanza." esperanza." "Pero ya no estás casada." "No estoy divorciada todavía, tampoco, y no puedo ignorar el hecho de que la tinta apenas está seca en mi separación. Soy la dueña de una compañía que tiene cientos de miles de empleados, tiene un volumen de ventas de poco menos de mil millones de dólares. Si hago un movimiento incorrecto, el precio de las acciones se hunde. Si sienten debilidad o XWPColección: Página y Facebook

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escándalo, los inversionistas huyen. No puedo dar un paso en falso. Dime que puedes entender eso." "Eso suena como el infierno." "¿Infierno?" "Sí. Lo peor." Elena entrecerró los ojos. "Entonces minimizas lo que hago? ¿Comprendes siquiera lo poderosa que soy? ¿Qué tan importante es mi posición? Esto no es nada para encogerse de hombros. Viene con una enorme responsabilidad. No tienes idea de cómo —“ "No eres lo suficientemente poderosa como para elegir tu propio camino. Eso es lo que escuché. De hecho, controlas menos tu vida que yo — y soy cerca de una don nadie. ¿ Este era realmente tu sueño? Nunca puedes cometer errores. No puedes dar un paso en falso. No te arriesgas. Lo siento, siento, pero para mí suena terrible." terrible." "No entiendes — " " "Entiendo que tienes miedo de hacer incluso un movimiento incorrecto. Es triste. Y una pena también. Sabes, hay una razón por la que amas mi blog — es porque vemos el mundo de la misma manera. Somos muy diferentes, pero en todas las formas importantes, nos tenemos la una a la otra. Tú también lo sientes, o no estaríamos haciendo este ... baile confuso. Pensamos igual, apreciamos la determinación, nos reímos de las mismas cosas, observamos el mundo de manera similar, como personas ajenas. Y sé que secretamente te gusta mi música folclórica letona, así que no te molestes en negarlo," agregó con una sonrisa. "¿Sabes cuán raro y hermoso es que dos almas solitarias y atentas como nosotras se encuentren?" Elena no dijo nada, pero todo estaba en sus ojos. Duda. Miedo. Y algo más que hizo que la mandíbula de Elena se endureciera. Perry regresó con Felicity a cuestas, llevando bebidas, que repartieron. Felicity parpadeó rápidamente mientras observaba el atuendo de Maddie. "Dios mío. Perry no estaba equivocado. Por supuesto, puedes ponerte esa obra maestra. Porque tu racha ganadora no es lo suficientemente larga." Maddie abrió la boca, lista para sugerir que guardara la actitud, cuando Elena la interrumpió.


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"Perry, por favor mantente en contacto c ontacto con Madeleine sobre establecer a Natalii Duchamp para un artículo. El atuendo conceptual de la diseñadora es prometedor." Los ojos de Perry se movieron entre las dos mujeres. "Por supuesto. Um ... " "Ahora, si me disculpan, tengo un dolor de cabeza. Felicity, haz que Amir traiga el auto. Necesito irme." Felicity salió corriendo en busca de un lugar más tranquilo para hacer la llamada. Perry P erry se volvió para tomar un aperitivo. "Por favor, no te vayas," Maddie dijo en un murmullo en el momento en que él les dio la espalda. "No más sobre lo que dije. Vamos, quédate. Ha pasado tanto tiempo. Te he extrañado." "Nada ha cambiado desde antes," Elena dijo en voz baja. "Ya expliqué mi posición." "Por favor," Maddie lo intentó de nuevo. "Creo que nosotros …" Ella se fue apagando cuando se dio cuenta de que la atención de Perry estaba de vuelta en ellas. Su mirada se lanzó entre ellas, su boca formando una O. Elena vio la expresión, giró sobre sus talones y se alejó a grandes zancadas. La consternación llenó a Maddie mientras la veía irse. "¿Por qué se va?" Las cejas de Perry se fruncieron. "¿Que esta pasando?" "Nada." Maddie sorbió de su bebida. Perry le lanzó una mirada escéptica y chapoteó el líquido alrededor en su vaso. "¿Qué?" Ella le preguntó. "Solo prométeme una cosa." Él la miró con severidad. "No comiences algo que no puedas terminar." "¿Huh? No sé qué —” "Ella es frágil en este momento. Sé que no lo parece, pero ya lo he visto antes, cuando CQ la tiró por Emmanuelle. La destrozó. Sé el aspecto. Está colgando de un hilo, gracias a ese


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hijo de puta de un marido. Lo juro, si te volteas y la quiebras, seré un ser humano muy desagradable." "No sé de qué demonios estás hablando, Perry." "Claro que no," dijo, mirando la forma retirándose de su jefa. Tomó un trago de su bebida y la miró sombríamente. "Claro que no."


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CAPÍTULO 31 Rojo Cuando Maddie llegó a casa, encontró a Natalii sentada en su sofá. Le había dicho que se sintiera como en casa antes, cuando había venido para ajustar el traje de diseñador de Maddie, aplicarle el maquillarse y asegurarse de que estaba apropiadamente magnífica para la noche. n oche. Ella obviamente se había quedado. Una caja de pizza y vino tinto estaban sobre la mesa de café, y la francesa estaba ahora ocupada gritando hacia la pantalla del televisor. "¡No! No ella. Esto es una locura. ” Levantó la mirada cuando Maddie se dejó caer en el sofá junto a ella. "Mírala. Ella es una de las mejores modelos? ¡Disparates!" Maddie miró a la pantalla para ver una variedad de aspirantes a Next Top Model de Estados Unidos. "¿Ves su cara? Es como el alunizaje. Cráteres en todas partes. Sus ojos — están están bizcos, ves? ¿Y qué está diciendo ese ciego homme (hombre)? Ella tiene una mística extraterrestre? ¿Que es esto? ¿Mística extraterrestre? ¿Ella es verde? ¡No! Esto no puede ser verdad." Maddie le dio una débil sonrisa. Su estómago se quejó, mientras miraba lo que quedaba de una pizza de Mario. No había comido en toda la noche porque estaba tan estresada por ver a Elena otra vez. Natalii empujó la caja de pizza. "Hay más. Estaba teniendo la, como la llamas? La experiencia de Nueva York." "Ah." Maddie alcanzó una rebanada y una servilleta. s ervilleta. "No digas más." Natalii la miró. "¿No tuviste una magnífica noche, entonces?" La decepción bordeó su tono. "Tu dama no apreció tu ..." Agitó una mano sobre el atuendo de Maddie. "A ella le gustó mucho." Maddie dio un mordisco. Los sabores explotaron en su lengua. Dios, justo lo que necesitaba. Una comida aceitosa y grasienta para ahogar mis penas. Ella masticaba y tragaba. "Todos lo hicieron. Eso me recuerda — espera espera tu diseño en toda la blogósfera esta noche. A los periodistas de moda les encantó."


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Natalii no sonrió, aunque sus ojos se iluminaron de placer. "Eso está bien, pero no hice esto por ellos. ¿Qué hay de tí? ¿Que pasó?" Maddie dio otro mordisco, sintiendo ojos agudos estudiándola de cerca. "Elena se fue temprano. Tuvimos una ... um, como una mini pelea. Bueno, ni siquiera." "¿Una pelea?" Los ojos de Natalii se abrieron de par en par. "Más o menos." Maddie se sentía malhumorada solo por decirlo. Sin decir una palabra, Natalii dio cuatro pasos hacia la cocina adyacente de planta abierta y sacó otra copa de vino. Regresó, la llenó — hasta hasta arriba — con con un vino tinto y se la dio. "Ahora, dime. Qué es lo que ustedes dos encontraron para discutir en un tonto baile? ” Maddie bebió un sorbo de vino y quedó asombrada de lo delicioso que era. Su mirada voló hacia la etiqueta. Ah. Francés — por por supuesto. "Puso objeciones a una mujer con la que me vio, a la que no conocía y que no tenía interés en conocer. Ella me advirtió." "¿Y entonces?" "Le dije que ya no era mi jefa y que no podía dictar a mis amigos o ..." Maddie hizo una pausa. Ouch. "... um, intereses románticos." románticos." De acuerdo, eso sonó muy mal en el recuento. Natalii enarcó las las cejas. Maddie le dio a su pizza una mirada tímida. "Nos alejamos un poco de ese lío. Pero luego dijo que todavía no estaba divorciada, y que no podía arriesgar nada, que ella era la jefa de la mitad del maldito universo, y que por qué no puedo entender eso?" Eso realmente había dolido. "Madeleine, por qué le hiciste pensar que esta otra mujer podría ser de interés romántico si no era así? Ahh." Natalii chasqueó los dedos. "Querías que estuviera celosa. ¡Verde!" Ella sonrió. "¡Bueno entonces, este juego de amor , ya está encendido!" Levantó su copa y bebió, como si considerara a Maddie algún tipo de señora estratega. estratega.


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"¡No quería que estuviera celosa! Y realmente estoy enojada de cómo siente tanto miedo de arriesgarse. Ojalá lo hiciera." "¿Olvidaste un poco acerca de cómo dice que aún no está divorciada ? Ella desea ser apreciada. Después." "Sin embargo, le pedí que me hablara más sobre esto, y ella simplemente se fue. Estoy cansada de ser quien tiene que armar todo. ¿Por qué no puede simplemente, por una vez en su vida, dejar de ser tan críptica? ¿No puede recordar que ella es La Elena Bartell! Esto es difícil para nosotros simples mortales." Se tragó el resto del vino y le tendió la copa a Natalii, que la volvió a llenar. "Parece que estás pensando demasiado en esto," Natalii dijo. "Lo que necesitamos es emborracharte para que no lo hagas. Necesitas relajarte más. Estás demasiado tensa. ¿Y en mi atuendo divino nada menos? No, no te diseñé esto para que estés tan reprimida." Maddie se miró y quedó consternada al descubrir que estaba despatarrada sobre el sofá en el atuendo de diseño de Natalii. "¡Oh! ¡Oh Dios!" Ella se sentó. "Debería cambiarme. Lo siento mucho." Levantando una mano acallando, Natalii negó con la cabeza. "Esta bien. Es tuyo para usarlo como te de la gana. Pero cámbiate de todos modos, porque planeo ponerte bastante alegre como para olvidar a tu mujer." Maddie se puso de pie. "Oh, eso me recuerda. Perry Marks? En Style New York ? Quiere mostrar tu línea en un artículo." "¿Lo tiene previsto?" Los ojos de Natalii se agudizaron. "¿Y qué le dijiste?" "Dije que te preguntaría." La cara de Natalii estalló en una lenta sonrisa que Maddie estaba segura de que no era de buen augurio para alguien. "Gracias por pasarme este dato. Hablaré con tu Perry Perr y mañana mismo. Ahora ve ... busca una prenda que diga ‘ borracha borracha y despreocupada con mi estilosa amiga Natalii ’." Maddie se rió y se dirigió a su habitación para cambiarse.


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****** Maddie despertó con una cabeza palpitante, incapaz de creer que todavía estuviera viva dada la resaca que estaba experimentando. Rodó y entreabrió un párpado. Un vaso de agua y una aspirina aparecieron con una nota. La levantó y trató de enfocarla. Gracias por la excelente noche, querida Madeleine. Me voy ahora. Una reunión, ahora está organizada con tu Perry. Bebe y llámame más tarde. Prepararemos la cena, oui? Natalii.

Maddie gimió. La idea de la comida era insoportable. Su mirada se posó en su teléfono celular junto a su cama. Dios, la hora! Eran casi las once. Hubo un fuerte golpe en su puerta. Luchó para ponerse en pie y se dirigió hacia allí en piloto automático. Ya estaba abriendo la puerta cuando se dio cuenta de que no se había peinado ni se había cambiado los shorts y la camiseta sin mangas. Elena Bartell estaba allí, con cara de pocos amigos. Maddie parpadeó hacia la furiosa mujer, sin saber si estaba soñando. No, estaba bastante segura de que si estuviera soñando; so ñando; Elena no la miraría así. "Ele ..." comenzó. "¿Qué es esto?" Elena dijo con un siseo, pasando junto a ella y dando un portazo detrás de ella. Maddie hizo una mueca y sostuvo su cabeza. "No tan fuerte. Y por favor, pasa," agregó sarcásticamente. Elena agitó un pedazo de papel hacia ella como si lo explicara todo. Maddie intentó leer las palabras, pero Elena estaba agitándola demasiado fuerte. "Pensé que había aclarado mi posición. ¿Y luego te fuiste con ella? ” "¡Yo que! ¿Quién?" Maddie parpadeó. Elena miró alrededor de la habitación, haciendo una pausa en las dos copas de vino y las cajas de pizza. "¿A ella le encanta la comida grasosa, g rasosa, supongo? ¿Depredadora?"


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"¿Cómo diablos voy a saberlo? No traje a nadie a casa, menos aún a esa mujer arrogante." Las fosas nasales de Elena se encendieron. "Dos copas, Madeleine. ¿Estabas bebiendo simplemente por dos? ” "Natalii estaba aquí. Ella quería ver cómo fue su atuendo." Eso hizo que Elena se detuviera. Pero luego se enderezó, y su expresión adquirió un tipo completamente nuevo de ira. "Ah, sí. Natalii. Lo que me lleva a esto." Agitó el papel bajo la nariz de Maddie otra vez. "Sus condiciones para aceptar ser presentada en un artículo de Style son que debo presentarme ante ti, sola, y hablar durante 'no menos de una hora sobre asuntos que no se relacionen con el trabajo o la moda'. ¿Qué tontería es esta? ¿Por qué exigiste esto? ¿Y bien?" "No lo hice." Maddie suspiró y se frotó la cara. No estaba en condiciones para esta reunión. "Me acabo de despertar. Esta es la primera vez que escucho sobre esto. Natalii probablemente piense piense que está siendo útil." Elena se detuvo y la miró fijamente, su mirada recorriendo la ropa de dormir de Maddie y luego asentándose en su cabello. Fue una expresión extraña. Maddie se ruborizó. "En ese sentido, probablemente debería ponerme algo de ropa. Um ... siéntete como en casa. O vete. Lo que q ue sea. No te obligaré a quedarte. Le diré a Natalii que hiciste lo que ella exigió." Después de arrastrar los pies a su dormitorio, Maddie cerró la puerta y se puso unos jeans y una camiseta blanca. Mientras se ponía los calcetines, se preguntó si Elena se había ido, saliendo furiosa en un estado de gran gr an embestida. Probablemente mientras se ríe de ella por parecerse a un gato medio muerto. Ella se miró al espejo y gimió. Su cabello parecía como si hubiera sido cepillado con un globo, estaba sobresaliendo tan alto. Genial.

Maddie pasó un cepillo por el nido de pájaro y se puso un poco de maquillaje para ocultar las ojeras bajo sus ojos. Se miró por última vez en el espejo. De acuerdo, informal y relativamente aceptable. Para la mayoría de las personas que no eran Elena Bartell. Curadora de belleza. Escuchando a través de la puerta, Maddie no pudo oír ningún signo de movimiento. Elena probablemente se había ido. ido. XWPColección: Página y Facebook

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Estupendo. Tendría que matar a Natalii más tarde por su intromisión. Salió de la habitación y vio a Elena sentada con su habitual elegancia regia en un sofá que parecía mucho más limpio de lo que Maddie lo había dejado. De hecho, las copas de vino y las cajas de pizza también se habían ido. ¿Realmente Elena había limpiado para ella? Trató de imaginarse a la jefa de los medios apilando sus platos sucios . Oh Dios, oh Dios. Maddie estaba trabajando en una autoflagelación completa, cuando Elena la interrumpió. "No," dijo. "Necesitaba hacer, y no tenía nada más que hacer." Elena jugueteó con uno de sus anillos. Al menos, la expresión enfurecida desapareció. "Gracias. ¿Puedo traerte un café o algo? ” "No." Elena miró su reloj. "Tenemos una hora. Soy una mujer honorable, a pesar de lo que varios periodicuchos de chismes piensan de mí. ¿De qué quieres hablar?" Maddie se quedó mirando. "¿Todavía vas a hacer esto? ¿Hablarás conmigo por una hora?” Elena dio un leve encogimiento de hombros. "Un trato es un trato. Y no tendré a Emmanuelle Lecoq consiguiendo una exclusiva de Natalii." "Oh.” Por supuesto. Esto son negocios. Elena ladeó la cabeza. "¿Y bien? ¿Deseas, quizás, explicarme por qué esa criatura Depredadora cree que ustedes dos están juntas? Me informaron hoy que, después de que me fui del evento, ella corrió la voz de que tú y ella planearon hacer mucho más que mirar su colección de fotos anoche." "Ella está llena de mierda. No volví a hablar con ella por el resto de la noche." Elena la estudió. Luego asintió. "Ya veo." "Es una estúpida mentira. ¿Por qué querría estar con ella cuando todo lo que quiero es estar contigo?" Ella no podría seguir así, con tantas cosas no dichas. Era hora de poner sus cartas abajo. "Pero si quieres eso también, incluso si no es ahora sino más tarde, necesito que lo digas, porque realmente no soy buena para adivinar. No con esto. No con todas las insinuaciones del mundo. Lo necesito deletreado."


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"Pensé que podías leer mi mente," Elena dijo, los ojos entrecerrados. "¿No es eso lo que dijiste?" "En muchas cosas. Cosas de trabajo. ” Maddie cruzó las manos sobre su regazo para ocultar su temblor. "En esto, es diferente. Necesito saber. ¿He entendido mal? ¿ Quieres más de mí? ” "Me estoy divorciando," Elena dijo, su tono plano. "Será complicado. Habrá prensa ... y ahora, las acusaciones se han nivelado ... " Se desvaneció con una mirada de insatisfacción. "Realmente no quiero enturbiar las cosas." "Oh." De repente, Maddie se sintió ridícula. Entonces Elena había estado coqueteando con ella, nada más. Ella era un poco divertida para burlarse. Y, ocasionalmente, Elena se ponía un poco territorial, pero no estaba dispuesta a arriesgar nada por Maddie. No se atrevería a poner en peligro su posición. En realidad, Maddie ya lo sabía. En su corazón, lo sabía. Se había estado engañando a sí misma. No hay nada como escuchar eso en voz alta para golpear a una persona en el estómago. "Entonces," Maddie dijo, rezando para que su voz se mantuviera firme, "todo esto fue, ¿qué, un poco de diversión para ti? ¿Incluso te gustan las mujeres de esa manera? ” El temblor aumentó, y apretó sus manos en puños. Elena la miró. "¿No eres audaz?" Ella suspiró. Maddie deseó que simplemente la hubiera sacado de su miseria. Una sola bala entre los ojos sería mejor que esto. Más rápido, también. Bajo la mirada. "Está bien, bueno, lo entiendo. Finalmente. Olvidemos que alguna vez dije algo, y podemos separarnos —” "Eres una mujer intrigante, Madeleine." Maddie levantó la cabeza. "Inteligente, única y talentosa," Elena continuó. "Tu creas arte con palabras y comida. Te lo dije una vez, aprecio la belleza ... " Su mirada se deslizó sobre el cuerpo de Maddie. "En todas sus formas." Maddie se puso tensa, esperando el ‘ pero pero’. "Cualquiera debería estar orgulloso de salir contigo." Ella apretó sus ojos cerrados. "Incluyéndome." Los ojos de Maddie se abrieron de golpe. "¿Qué?"


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"Pero no ahora." Ella miró a Elena, sorprendida. "Pensé que estaba bastante claro. ¿En la exhibición de Duchamp? Estaba abiertamente agradecida. Te aseguro que nunca ... he hecho eso con nadie antes. Pero eres inspiradora. Privaste a mis pulmones del aliento en esa pasarela. Fuiste una revelación. Honestamente, no puedes de verdad leer mi mente sobre esto? ¿Lo mucho que te deseo? ” "No quería estar equivocada." Maddie extendió sus manos. "¡Eres Elena Bartell! Y yo solo soy ... " Se miró a sí misma. "Solo soy la mujer con resaca, que pensó que lo había arruinado." "Sí que conozco el sentimiento." Elena la miró con tristeza. "En ambos casos." Ahora que lo decía, Maddie podía ver el cansancio en los ojos de Elena que ninguna cantidad de maquillaje podía ocultar por completo. Elena se levantó del sofá y Maddie se puso en pie. "Sé que no ha sido una hora, pero realmente estoy en la fecha límite. Te importaría decirle a Natalii que ... te he satisfecho?" Sus ojos se arrugaron con diversión. "Solo si prometes hacerlo más tarde." Maddie sonrió ante su propia audacia. "En serio, Madeleine." Elena chasqueó la lengua y se acercó un paso. "Creo que estás coqueteando conmigo." Maddie le lanzó una sonrisa torcida. "Es una pena que todavía esté casada y no deseo arriesgarme a perder el alto nivel moral durante el divorcio." Elena le lanzó una mirada de indignación y se acercó. "O besaría esa sonrisa presumida en tu hermoso rostro." Elena levantó su dedo índice y siguió los contornos de la cara de Maddie, como si lo estuviera considerando seriamente. Maddie se estremeció y detectó un u n atisbo de perfume. "Nunca lo diría," dijo en un susurro. Ella se adelantó. "Nunca nadie lo sabría."


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"Yo lo sabría." Elena dejó caer los dedos y la decepción se apoderó de Maddie. "No pensaría en nada más si ..." Elena suspiró s uspiró y, moviendo sus manos al cuello de la camisa de Maddie. Jaló de ella más cerca e impacientemente cerró la brecha. Fue un beso urgente y Maddie lo recibió con pasión. El calor la atravesó. Sus rodillas se debilitaron ante la suavidad de ella, la dulzura de su beso. Sus lenguas se encontraron, y Maddie se agarró a la cintura de Elena cuando las sensaciones excitantes amenazaron con deshacerla en el lugar. Elena dio un pequeño y frustrado suspiro y se alejó. Luciendo molesta consigo misma, con las mejillas con un color fuerte, f uerte, dejó escapar un aliento desigual. "Eso nunca sucedió," Elena dijo. Con una expresión triste, se adelantó para limpiar el labial de la boca de Maddie con el pulgar. Lo hizo lentamente, como si esperara también eliminar el beso. Se detuvo y tocó el labio de Maddie. "Deseo ..." Ella negó con la cabeza. "Muchas cosas. Pero hasta que me divorcie, nunca lo hicimos." "¿Hicimos qué?" Maddie preguntó con aire de inocencia. "Estábamos hablando." Elena sonrió y apoyó su frente contra la de Maddie. Su aliento era cálido contra sus labios. "Ojalá pudiéramos 'hablar' más tiempo, Madeleine, pero tengo que ..." Ella se echó hacia atrás y miró su reloj, su expresión se tensó. Sus ojos se encontraron con los de Maddie, buscando. Maddie asintió. "Está bien. Ve." Dio un paso atrás. Elena hizo una pausa, y luego sus labios hicieron una peculiaridad mientras cargaba su bolso al hombro. "Hemos terminado," dijo, inyectando su acero altivo, suficiente para hacer que Maddie se quedase sin aliento a liento mientras el deseo la recorría de nuevo. Los ojos de Elena, iluminados con una divertida sonrisa, sostuvieron los de Maddie. Y luego salió por la puerta. No, Maddie le dijo a su corazón corazón golpeteando, que definitivamente definitivamente no habían terminado.


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CAPÍTULO 32 Querida chica ingenua Elena estaba sentada en su escritorio, en el piso de la oficina del penthouse de Bartell Corp, mirando el horizonte de Nueva York. La impresionante vista desde sus anchas ventanas curvadas tenía poca influencia. Debería estar celebrando. Las cifras oficiales estaban allí. La edición de Duchamp había destrozado todos los récords de ventas y había corregido el descenso de la circulación de Style Sydney, atrayendo a nuevos lectores así como a la mayoría de los vacilantes que se habían metido de puntillas en CQ. A nivel mundial, Style International nunca había sido más fuerte. Entonces, había regresado a su oficina central, lista para el próximo desafío. Volvió a donde pertenecía, le dijo a Perry. El hombre había proferido un medio bufido dificultoso y le dirigió una mirada incrédula, la cual ella decidió no reconocer. Por supuesto ella no era ajena a su opinión. De hecho, Madeleine y Perry parecían compartir un cierto punto de vista. Pero Elena no había creado una de las corporaciones mediáticas más grandes del mundo solo para echarlo todo a perder siguiendo sus sueños adolescentes de edición de moda. Ganar no era sin sacrificio. Y ella disfrutaba ganar. Entonces ... ¿por qué no se sintió mejor? Elena estaba empezando a preguntarse si estaba maldita. El desastre de Richard fue lo suficientemente malo. También había sido desconcertante descubrir que su incómodo interés en Madeleine no había desaparecido desde el momento en que la había instalado como asistente en Sydney y empezado a tratarla como tal. Madeleine había tomado su comportamiento como una pista para retirarse de ella, convirtiéndose en una asistente perfectamente profesional. profesional. Justo como había esperado. Excepto que era una pérdida que había sentido más intensamente de lo que nunca había imaginado. En todo caso, su aprecio había hab ía aumentado cuanto más alejaba a Madeleine. Comenzó a notar las cosas que extrañaba. Su radiante sonrisa. Su risa. Su comentario irónico sobre la vida. La forma en que solía estudiar a Elena, sus cejas fruncidas, como asombrada de que alguien como ella realmente existiera en el mundo. La forma en que su rostro se iluminaba cada vez que Elena usaba su atuendo de chaleco. Había empezado a usarlo más a menudo, solo para obtener una reacción. Elena había estado en negación. Podía ver eso ahora. Mirando hacia atrás, era muy claro. Con una sola mirada intrigada de Madeleine, Elena se había sentido más viva que nunca antes.


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Había asumido que su fascinación confusa por Madeleine pasaría, eventualmente. El velo de la negación le fue arrancado en la exhibición de Duchamp. Ver a Madeleine en la pasarela la hizo sentir deseosa. Elena había sido incapaz de detenerse cuando tuvo la libertad y el privilegio de tocar. Solo por un momento. El recuerdo de las yemas de sus dedos trazando la suave piel, dejando la piel de gallina a su paso, la había distraído en momentos inoportunos durante semanas. Hubo pocas dudas, después de esa noche, de qué era esto. Esto no era amistad o atracción pasajera. Era algo a lgo vivo. Ardía caliente y profundo. Elena no solo temía perderlo todo. O perderse a sí misma. Si solo fuera eso. Pero todo era tan imposible. Había muchas razones por las cuales esta era una idea terrible. Ella era quince años más grande. A cargo de un imperio comercial global. Separada. Tenía una reputación que defender. No podía tener un cliché, crisis de la mediana edad con la secretaria. Esto era imposible. Lo era. Y luego vino ese baile. Fue, qué, hace un mes ahora? Elena había experimentado una puñalada de celos tan vulgar al pensar que Madeleine M adeleine estaba involucrada con la fotógrafa de guerra. Su reacción había sido tan inesperada como extrema. Elena generalmente evitaba los extremos emocionales. Pero de la nada, esto la había golpeado entre los ojos como un puño. Enfado. Traición. Deseo. Y muchos celos. La fealdad de las sensaciones se arrastró alrededor de su vientre. Había sido desconcertante cómo se había sentido el dolor cortante ante la idea de que Madeleine se encerrara en un beso con esa mujer. El caos de las emociones era aterrador. Un mes dedicado a tratar de entender lo que significaba había dejado una conclusión ineludible. Su corazón había reclamado a la mujer. Madeleine era suya. No es de extrañar que no lo hubiera reconocido al principio. Nunca había sentido esta conexión, esta sensación, sobre nadie antes. Al día siguiente, el estado de ánimo de Elena se había vuelto vil cuando escuchó el desagradable pequeño rumor sobre lo que la Depredadora estaba diciendo sobre Madeleine. Había sido mortífera ante la idea de esa mujer deslizando sus dedos sobre la piel suave, besando las pecas a lo largo del puente de la nariz de Madeleine, enterrándose en su cabello, saboreando su olor. Entonces recibió la llamada de Perry revelando la solicitud de Natalii Duchamp de que tenía que presentarse a Madeleine. Su furia había sido imponente cuando llegó. ¿Ser convocada, como una subordinada, para una reunión después de esta humillación? ¿Sería la testigo de la mañana siguiente? ¿Tener restregado en la nariz lo que no podría tener?


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Y luego ... había visto. La confusión. La negación honesta. El dolor. Eso no debería haber estado en la cara de Madeleine. Para su vergüenza, Elena sabía que lo puso allí. Inmediatamente se dispuso a hacerlo bien. Y luego ... se besaron. Los labios de Madeleine habían sido una ambrosía cálida, dulce que la hizo desear más. Elena no había querido permitir eso. Casi deseó no haber sabido cuán embriagadores podrían ser los besos de Madeleine. Había dicho en serio lo que dijo — quería quería mirar a Richard a los ojos, sabiendo que su propia conciencia estaba clara, durante el divorcio. ¿Pero después de eso? ¿Se atrevería entonces? Ella apenas podía procesar la idea. Nunca había considerado conscientemente una relación con una mujer, optando por el esposo obligatorio (o dos), que había sido más sobre la protección o la promoción de su único amor verdadero. Su negocio. Todo lo que ella había hecho había sido para asegurar su éxito. Y Richard no había sido mala compañía. Pero ella ni siquiera había entendido el crudo poder del deseo hasta la noche en que cruzó el aire cargado y tocó la espalda de Madeleine. Nunca había sentido una emoción así. Inconscientemente, siempre lo había sabido? ¿Que su presumido control emocional estaría en riesgo con una mujer? ¿Era por eso que nunca había considerado nada más allá de las normas seguras? ¿Era por eso que nunca se había detenido a analizar su amor por la belleza de la forma f orma femenina, que hacía que su s u cuerpo zumbara de una forma que nunca se extendía a la forma masculina? Se removió en su asiento cuando una nueva idea se elevó. ¿Porqué ella?

A Elena a menudo le parecían agradables las formas de las mujeres, pero nunca se había permitido interesarse por la intimidad, a menos que contaras los torpes pero entusiastas manoseos de Jenny Copeland bajo el saco de dormir durante el campamento escolar. Pero Madeleine era la primera en hacer que quisiera arriesgarlo todo. ¿Porqué ella? La idea martilleó su cerebro.

La suave curva del culo de Madeleine o la tirantez estrecha de una camiseta habían atraído su atención a muchas noches tardías en Nueva York. Sin mencionar esos ojos curiosos. Y su mente aún más curiosa.


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Ella era un acertijo, una contradicción. Triste pero divertida. Aislada pero muy consciente de su mundo. Su blog era otra cara de ella otra vez. Había una razón por la que Elena había comenzado a trabajar más y más tarde en esa pecera de oficina. Ella Ella necesitaba saber más. más. Su curiosidad tenía que ser alimentada. alimentada. Madeleine tenía una actitud directa hacia ella, una forma de ver más allá de la máscara de Elena. No tenía ningún interés en la fama de Elena. No le preguntaba nada y permanecía tan impertérrita por su título ahora como lo había sido el día en que se conocieron. Pero lo que Elena más apreciaba era la forma intrépida en que ponía su pasión en las cosas que le importaban — palabras, palabras, comida o personas. Cuando Madeleine Gray se preocupaba por ti, lo sentías. Elena lo sintió. Pero ahora, poco había ido bien. Se giró hacia la computadora para mirar el correo electrónico que había descubierto. La oportunidad de mi vida era el encabezado del tema. Madeleine aparentemente había enviado su currículum por todas partes, buscando trabajo independiente, y Condé Nast Traveler (CNT: Guía de viajes) había respondido. Maddie estaba encantada con el trabajo que le habían ofrecido. of recido. ¡Vietnam! Voy a Vietnam, todos los gastos pagados por el gobierno de Singapur. De acuerdo, sé que suena raro, pero Vietnam es demasiado pobre para llevar a los medios para viajes de historias, y necesitan desesperadamente turistas para su economía. Entonces, Singapur paga sus viajes de prensa como parte de un acuerdo de ayuda extranjera y ... oh, estoy divagando ¿no? De todos modos, el informe de la CNT es para que salga de los caminos habituales después de que haga todo el material turístico habitual que el equipo de publicidad me enviará para ver, y que haga lo que haga, hacerlo interesante y diferente. Dijeron que si podía hacer que la historia de una diseñadora de modas fuera fascinante, puedo hacer cualquier cosa. ¡Tres meses! ¿Puedes creerlo? ¡Tan emocionante! Tengo algunas ideas geniales, y ninguna de ellas involucra la banalidad habitual. Lo siento, tengo que perderme la próxima gala a la que se suponía que íbamos a ir juntas, pero estaré de regreso para la siguiente. Maddie.

En el escritorio de Elena había otra planta que no era de perejil — un un recordatorio del absurdo sentido del humor de la chica y una disculpa parcial. Había llegado no hace diez minutos. "¿Más plantas de exorcismo?" Elena levantó la vista y vio a Felicity mirándola. XWPColección: Página y Facebook

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"¡Oh Dios! ¡Me desharé de eso de inmediato! "No." Elena hizo un gesto con su mano. "Se queda." Felicity salió de la oficina con una mirada tan confundida en su rostro que Elena casi se rió. ****** Elena no había sabido cómo responder a ese correo electrónico. No tenía las palabras para explicar que Madeleine sería extremadamente echada de menos. Así que no dijo nada. La recogió en su Lexus, puso a esa dudosa banda folklórica letona en su sistema de música para el automóvil, para gran alegría de Madeleine, y llevó a la intrépida reportera al aeropuerto ella misma. Se sentó con ella en la sala de embarque, bebiendo un té terrible tras té terrible, durante casi dos horas. Madeleine siguió charlando, extendiendo sus mapas de Vietnam y señalando sus planes. Elena confió en que había asentido en todos los lugares apropiados. Cuando era hora de irse, Elena vaciló, luego la abrazó con fuerza, saboreando el olor y la sensación de ella. Estaba llena de bultos debido a una chaqueta acolchada que había llenado con diversos suministros. Madeleine le devolvió el apretón, dejando caer un pequeño suspiro contra su oreja. oreja. Elena tal vez no había hablado mucho esa mañana, pero esperaba que Madeleine entendiera lo que estaba diciendo. ¿No podía leer su mente, después de todo? ¿No era eso lo que le había dicho? Se separaron. "Escribiré tan a menudo como pueda," Madeleine prometió, balanceando su mochila sobre sus hombros. "Espero que lo hagas." Elena estaba orgullosa de lo seca e imperiosa que sonaba. Para nada como alguien que desea poder derribar un avión. Madeleine se rió de su tono y se despidió agitando la mano, desapareciendo entre la multitud. A pesar de tener una montaña de trabajo atascado, Elena se quedó y vio como el avión despegaba casi cuarenta minutos después. Pasaron tres semanas después de eso. En el fondo, Elena estaba empezando a preocuparse. De acuerdo, estaba mucho más allá de ‘comenzar a ’. Vietnam era un país estable y hermoso, se recordó a sí misma. Era rústico y, en áreas rurales, primitivo según los estándares occidentales. Era esencialmente todo las cosas que Elena rechazaba, porque XWPColección: Página y Facebook

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no se podías controlar tales variables. Pero Madeleine parecía impávida. Y sí, había problemas con la pobreza y el crimen, pero Madeleine sería consciente de esto. Entonces todo estaría bien. Elena frunció el ceño y golpeó su dedo índice en su escritorio. Por otro lado, a Madeleine le encantaba la idea de apartarse de los caminos habituales. Eso sonaba arriesgado, no? ¿Y cuáles eran estas ideas de la historia que no involucraban la ‘ banalidad banalidad habitual’? ¿Haría algo peligroso? Además, no eran partes de Vietnam áreas de malaria? O atestadas de cólera? Elena también estaba bastante segura de que los piratas aún se escondían en la Bahía de Ha-Long. Tendría que buscar eso. Cada vez que Elena se hacía estas preguntas, una pequeña voz en el fondo de su mente llena de culpa le susurraba algo. Le dijiste que no era una verdadera periodista. ¿Qué pasa si quiere demostrarte que estás equivocada equivocada y hacer algo tonto? Elena se había asegurado de deletrearle a Madeleine la necesidad de no hacer nada tonto en cada correo electrónico y durante las raras llamadas telefónicas que Madeleine lograba hacer de cualquier pequeña mancha en el mapa al que se había movido desde la última vez que se comunicaron. Elena quiso que entendiera lo que realmente estaba diciendo — Mantente a salvo. No tienes nada que probar. Pero todas las noches, Elena yacía en la cama preocupada de que si algo salía mal, fuera por su culpa. Después de cuatro semanas, se tragó su orgullo y le escribió a Madeleine un correo electrónico. Detalló, por fin, cómo Madeleine era una periodista ejemplar y, sí, eso incluía a una periodista de noticias dada su poderoso artículo de Vanity Fair. Sus historias fueron bien recibidas, ¿y no había algo más interesante que pudiera estar haciendo cerca cerca de casa? Ahí. Eso no era una intromisión, ¿verdad?

No funcionó. Madeleine la había llamado, con una voz que bullía de emoción, contándole acerca de más destinos en medio de la nada de los que se había enterado que tenía que verificar. Pasó otra semana, y esta vez llegó una carta escrita a mano. Madeleine expresó su pesar por haber perdido su evento industrial industrial previsto. Me gusta imaginar lo que estabas usando. Cómo tus ojos me siguieron por la habitación. Estas son las cosas en las que pienso en mi pequeña carpa solitaria. Te extraño. Maddie. XWPColección: Página y Facebook

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Elena no se fue a dormir imaginando a Madeleine luciendo hermosa en las galas. Todo lo que vio fueron sus ojos verdes sobre ella. Cariñosos y llenos de deseo, pero siempre un poquito demasiado lejos. Frunció el ceño ante la referencia a una tienda de campaña y buscó en internet enfermedades tropicales en Vietnam . Luego, después de un momento de pausa, también buscó secuestros en Vietnam. Ociosamente, Elena se preguntó cuánto le molestaría a Madeleine si enviaba allí un equipo de seguridad armado para que la siguiera de cerca. En un momento dado, Madeleine se había hecho muy buena amiga de algunas mujeres locales en una región montañosa del norte de Vietnam, cerca de la frontera con China. Aparentemente, había descubierto que el secreto para romper el hielo era cocinar con las mujeres. Compartir recetas. Por supuesto, Madeleine se las ganaría. Su sonrisa ingenua y tonta y la comida de los dioses podían vencer a cualquiera. A los pocos días y tantas noches sin dormir hasta tarde, Elena consideró poner el temor de Dios en el editor jefe de Condé Nast Traveler . Él no era una cabecera de Bartell Corp, pero seguramente el hombre vería la razón y enviaría a su independiente a casa si ella lo ‘ pedía pedía’. O le compraba su parte. La emoción estalló a través de ella en esa idea genial, antes de que prevaleciera el sentido común. Sus hombros se hundieron. No sería el comienzo más auspicioso para una relación, acabando con la carrera en ciernes de Madeleine comprando la revista solo para que la enviaran a casa. Cinco semanas y media. La espera no era aceptable. Elena mutiló un clip, mientras miraba su lista de cosas por hacer. No se estaba acortando, especialmente dados los cambios que había planeado implementar. Enviarían un cohete a través de su compañía. Las inquisitivas preguntas de Madeleine hace meses la hicieron detenerse y realmente preguntarse sobre su vida. Su trabajo. Su felicidad Ahora, sin embargo, la pérdida de Madeleine se había convertido en una distracción inesperada y envolvente. Su humor estaba afectando su trabajo. Su enfoque. Perry había comenzado a mirar de reojo su copia del libro The Rough Guide To Vietnam (La Guía Agreste a Vietnam) que ahora tenía al alcance de la mano, y le daba miradas de desconcierto. Recientemente, él había comenzado con preguntas al azar. Un día, entró valientemente y declaró, "Me han dicho que va será un día muy caluroso en Hanoi mañana. Me aseguraría de usar mi protector solar si estuviera cerca de allí y tuviera una tez delicada."


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"Bueno, no eres afortunado de que no lo estés y no lo hagas?" Elena miró su piel oscura. "Además, 89 grados no es un día muy caluroso en esa parte del mundo. Y Sa Pa está a 349 kilómetros de Hanoi, así que eso no tiene importancia para nada, ¿verdad? ” Él parpadeó. Luego sonrió. "Muy específica. Y también directamente en la superior de tu cabeza." Y él se dio la vuelta saliendo de nuevo. Ella apretó los dientes. Oh, sabía que él la estaba persuadiendo para engañarla para que hablara sobre lo que nunca discutieron. Él no sabía exactamente lo que estaba pasando, pero había resuelto que algo estaba pasando entre ellas. Además, también sabía que Madeleine estaba en algún lugar de Vietnam. ( Inseguro) Fuera de los caminos habituales. ( Tomando riesgos .) Así que él había unido algunos puntos. En cualquier caso, Madeleine era de ella. Elena no deseaba compartirla con su mejor amigo entrometido, bien intencionado o cualquier otra persona. Entonces, se guardó sus pensamientos para sí misma y continuó su flujo habitual de correos electrónicos, con la esperanza de que Madeleine regresara pronto a una ciudad lo suficientemente grande como para tener Internet. Querida chica ingenua ... comenzaron todas las misivas de Elena — después después de todo, no era nada si no sutil. Pondría a Madeleine al tanto de las minucias y le proporcionaría sus mejores anécdotas no impresionadas sobre su vida y sus empleados, especialmente Felicity. Dios sabe, es probable que Madeleine necesitara reírse allí.

Después de su habitual ronda de información personal y de oficina, Elena la concluiría su E. correspondencia con una firma sincera. Mantente a salvo. — E. Si hubiera podido subrayar esto setenta veces, lo habría hecho. Ella sintió que estaba siendo clara simplemente poniéndola en negrita. Las respuestas de Madeleine, cuando llegaron, siempre fueron algo para ser atesorado. Descriptiva y perceptiva. Ella era tan observadora del entorno, el ritmo y el temperamento de los lugares y las personas a su alrededor, un rasgo que tan hábilmente había demostrado como su asistente. A medida que transcurrían las semanas, la diplomacia y la dulzura de Madeleine, últimamente, se habían ganado el cariño de una serie de mujeres mayores locales en una aldea remota. Habían formado la visión de que ella necesitaba engordar y contraer matrimonio. Por lo tanto, se le había ofrecido una variedad de hijos. Madeleine había considerado necesario incluir una foto de los jóvenes granjeros en cuestión con sus sonrisas de esperanza. XWPColección: Página y Facebook

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Elena tuvo una desagradable sacudida en el estómago y se obligó a la calma antes de responder. Querida chica ingenua, Cuán exóticos son los amantes que atraes. Particularmente admiré los encantos de la mirada lasciva del pretendiente numero seis. ¿Se supone que su lengua está colgando así? Su madre debe estar muy orgullosa. No falta mucho, Madeleine. El 10. Tenemos el próximo baile al cual asistir en Sydney. Sydney. No me obligues a llevar a Felicity en tu lugar. Terminaría mal. No solo para ella, sino también para el editor de la revista Condé Nast Traveler, de quien exigiría saber por qué su publicación está impidiendo que una escritora independiente de Vietnam haga negocios urgentes en Australia.

Completó el resto de su correo electrónico con las ideas habituales de la industria que sabía que Madeleine apreciaba. Después de un momento de vacilación, también agregó un párrafo adicional. Felicity finalmente obtendrá el ascenso a Directora Adjunta de Operaciones que se merece. Su sentido comercial no tiene rival, aunque no me cites, ya que ella toma elogios como ojivas sin estallar. En una nota relacionada, Mark, Elizabeth y Tony serán debidamente promovidos para desempeñar el funcionamiento de las diversas operaciones diarias de Bartell Corp.

Ella terminó con su línea habitual. Mantente a salvo, especialmente de los pretendientes lascivos. E.

La respuesta de Madeleine unos días después había sido tan perspicaz como había previsto. Querida Elena, ¿Hay algo que no me estás diciendo? O bien, uno, estás muriendo; mur iendo; dos, eres una impostora; tres, te estás retirando (en este caso, mira el punto dos); o cuatro, estás recortando la carga de trabajo de tu negocio porque finalmente has visto la luz y estás por nombrarte a ti misma para el trabajo de Elizabeth como editora en jefe de Style International. ¿Cuál es? Y por favor sabe que si es el número uno, estaré en el próximo avión a casa. Y también sabe que si es falso el número uno, tendré la tentación de matarte yo misma. Estoy muy cerca de obtener la receta para un cá kho tộ (Pescado en estofado dulce y picante) perfecto. Entonces, solo digo — no no te interpongas entre yo y el


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pescado en estofado tradicional. Te haré algunos cuando llegue a casa. Suponiendo que pueda encontrar una olla de barro. Maddie.

Elena sonrió mientras le respondía. Bien. Todavía no es oficial y probablemente no lo sea por un tiempo, pero es el número n úmero cuatro. Espero probar tu cá kh o tộ. Voy a buscar una olla de barro para ti cuando vuelvas. Mantente a salvo. E.

Ella se reclinó, muy impresionada. La mujer realmente la conocía demasiado bien. Madeleine había tenido razón cuando le dijo que construir edificios impersonales no la haría feliz. Todo lo que le habían dado eran dolores de cabeza y una pila creciente de problemas contractuales en los que ella tenía poco interés. Hudson Shard sería icónico, por supuesto, se encargaría de eso, pero eso no retenía su pasión. No. Solo dos cosas la emocionan en estos días. Y solo una de ellas fue la idea de finalmente, oficialmente, editar una revista de moda global. ****** Querida Elena, Estoy tan emocionada por ti que finalmente estás haciendo lo que te hace feliz — la edición de moda es lo tuyo. Nunca dudes de eso. Cobras vida en las oficinas de Style. Realmente espero que tengas un espía bien ubicado que me diga cuál fue la respuesta de Emmanuelle Lecoq a las noticias de que su s u vieja rival está de vuelta en su territorio. Espero que eche un escupitajo de champán caro en algún lugar público frente a veinte fotógrafos. ¿Cómo tomó Felicity las noticias de su ascenso? ¿O no está segura de lo que hará ella misma sin ti arrojándole órdenes las 24 horas del día todos los días? Voy a buscarle algunos terapeutas de síndrome de Estocolmo para ella. ¿Dónde te basarás? Con cinco publicaciones de Style, Style, supongo que tienes cinco ciudades ciudades para elegir. Espero que Sydney esté en la lista corta, especialmente porque tienes una casa allí. Si no es así, ganaré muchos puntos de viajero frecuente. No podrás p odrás deshacerte de mí tan fácilmente. Sé que estás preocupada por mí aquí, lo cual es un poco tonto ya que Vietnam es un país tan encantador. Pero no estás sola. Deberías leer los correos electrónicos de Simon y mis padres. ¡Simon amenaza con arrastrarme de vuelta a casa junto con mis botas de XWPColección: Página y Facebook

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montaña y engancharme con tanto chocolate y alcohol que nunca más querré salir de mi casa! Dios, Elena, es increíble estar aquí. Es tan diferente ver el mundo desde una perspectiva no occidental, y el aire es tan fresco y limpio fuera de las ciudades, que tal vez nunca quiera irme. Pero mientras que he sido enviada aquí para mostrar las posibilidades turísticas de Vietnam, no he olvidé mi cerebro de noticias. Y recientemente me encontré con una historia tan desgarradora que me hizo llorar todas las noches durante una semana. Adjunto está la foto que tomé. Ni siquiera diré de qué se trata. Lo entenderás. La gente dice que quiere la verdad, ¿verdad? ¿La cruda verdad? Sé que pensaste que siempre lo hiciste. Entonces qué dirán cuando vean esto? Maddie.

****** Querida chica ingenua, Tu foto me dejó sin aliento. La niña tendida en el suelo, abrazando el dibujo de una mujer. ¿Era ese un boceto que había creado de su madre? Ella había perdido a su madre? La miré durante una buena hora, preocupada por lo que estaba viendo. El dolor y el anhelo en la cara de la niña. Se ve apenas como de seis. Esta foto es todo lo que he dicho que eres. Capturas las emociones crudas. Después de esto, confío en que verás que no tienes nada que probar. Podemos estar en desacuerdo sobre el ‘ gusto gusto’ de de la escritora que imagino que eres, pero eso no depende de mí, ¿verdad? Me doy cuenta de que puede haber sido un poco presuntuoso decir lo contrario una vez. Pero Madeleine, no tienes que estar en algún lugar colmado de delincuencia, propenso a los accidentes para demostrar que puedes hacer cualquier cosa. (¿Has visto las estadísticas de homicidios vehiculares de Ho Chi Minh City? Ochocientos policías de tráfico para diez millones de personas. Haz la cuenta). Felicity tomó las noticias como yo esperaba. Tenía la inquietante sensación de que quería abrazarme, lo que nos avergonzaría a las dos más allá de toda creencia. Afortunadamente, mantuvo sus brazos para sí misma. Ella se lo ha ganado. No solo por su inteligencia empresarial, pero no puedo decirte cuánto tiempo he esperado para que ella protestara por ser una pseudo asistente personal. Tú objetaste, con razón, la segunda vez que nos encontramos, si no recuerdo r ecuerdo mal.


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A Felicity le ha tomado años exigirse que solo cumpla su rol de jefa de personal. Finalmente lo hizo en un estallido espectacular de ira y arrepentimiento, con mi taza de té favorita arrojada en la pared más alejada de mi oficina. Me siento satisfecha, por fin, de que ella está lista y el ascenso será una buena opción. Y me gusta la nueva taza que me compró. Sí, Sydney está en la lista corta de dos para donde me basaré. Style Sydney necesita una mano mucho más firme, pero Style New York es donde están mis oficinas globales. Podemos discutirlo cuando estés en casa. Por cierto, Perry está muy presumido sobre el giro de mi carrera. Le recordé que todavía sé cómo despedir a directores de arte internacionales, y que no sería un problema en absoluto. Él tomó la indirecta. Creo que quiere encontrarte un vestido para el próximo baile. Se ha reunido con un nuevo diseñador con algo que sería perfecto para ti. ¿Volverás a tiempo para una prueba? ¿Qué tan firme es tu editor editor reteniéndote en ese plazo de tres meses? Mantente a salvo. E.

P.D. Feliz cumpleaños.

****** Querida Elena, No podía creer lo que veía cuando recibí tu regalo. regalo. Es hermoso, gracias. Estoy paranoica acerca de perderlo aquí o de que me lo roben, así que he decidido meterlo en mis bragas durante el día. Me gustaría devolver el favor. Oh, eso salió mal! O correcto. Um, entonces cuándo es tu cumpleaños? Dile a Perry que no, no creo que regrese a tiempo para una prueba. Está bien, estoy bastante segura de que tengo algo en casa que debería funcionar. ¿Por qué no te viste con la ropa de su nuevo diseñador para que de todos modos nos sorprendamos? Y sí, esa era una niña huérfana abrazando un dibujo de su madre muerta. Lo envié a una agencia de fotos, con la bendición de mi editor. Se venderá y publicará como una noticia independiente. Obviamente, no se ajusta al informe del viaje de Condé Nast. Realmente te extraño. extraño. Maddie.


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****** Querida chica ingenua, Me alegra que te haya gustado mi regalo de cumpleaños. Dejaré que Tiffany & Co. sepa que su pulsera Blue Divine se transporta de forma segura en la ropa interior de la reportera aventurera de Vietnam de Condé Nast Traveller. Estoy segura de que querrán poner esa aprobación en toda su publicidad. Vi que L'Express agarró tu historia de la huérfana, y su foto se ha vuelto viral desde que la pusieron en su sitio web. Lo merece. La gente necesita ver esto. ¿Cómo es que sigues sorprendiéndome? Mi cumpleaños es un secreto de estado. Pero digamos que identificaste el día una vez, ¿por qué no dos? Mantente a salvo. E.

****** Querida Elena, ¿Tu cumpleaños es el Idus de Marzo? Espera un minuto — eso eso significa que planeaste celebrar tu cumpleaños el año pasado despidiendo a todo el personal de un periódico? Intentabas estar a la altura de tu reputación? Es así como son las fiestas de tiburones tigre? No podré escribir después de esto, ya que que saldré del rango de Internet nuevamente. nuevamente. Gracias por enviarme los enlaces a mi foto en línea. No te sorprenderá saber que estoy organizando una campaña de financiación colectiva para cuidar a la niña y asegurarme de que reciba una buena educación. Ella ahora tiene una familia adoptiva. Nos vemos en Sydney pronto. Una semana, un día de hecho. Pensando en ti todos los días. Maddie.


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CAPÍTULO 33 Felicitaciones Maddie se bajó del avión en el aeropuerto de Sydney, parecía una manta arrugada. Su mochila se sentía demasiado pesada. Se giró para p ara encontrar la rampa de taxis. "No te molestes. Tengo transporte." una voz familiar dijo al lado de su oreja. Maddie giró la cabeza. "¿Felicity?" Fue agradable ver una cara familiar después de estar lejos, incluso una que solo la toleraba a veces. "Por aquí." "¿Elena te envió? Le dije — repetidamente — que que no enviara a alguien por mí." Felicity la miró con impaciencia. "No, ella no me envió. Ahora ven." Oh. Bueno, mucho para una pequeña charla. En cuestión de minutos, se encontraban en un Uber de lujo, dirigiéndose hacia el CBD (Distrito Financiero Central) de Sydney. Toda la conversación había sido anticipada por Felicity que decidió sentarse en el asiento delantero. Maddie se encogió de hombros y se estiró tanto como pudo, esperando un momento de silencio después de estar encerrada en el aire durante el último medio día. No podía esperar para ver a Elena otra vez. Después de todos sus correos electrónicos y algunas llamadas, Maddie estaba fuera de sí con anticipación. La había extrañado mucho. ****** Media hora después, los ojos de Maddie volvieron a abrirse, y miró a su alrededor. Estaban en el centro de la ciudad. Entrecerró los ojos ante la borrosidad de los letreros. Paddington? ¿Que demonios? "Felicity, este no es el camino a mi departamento." "¿Quién dijo que íbamos allí?" "¿Qué? Jesús, Felicity, solo tengo dos horas para prepararme y llegar al bailea de Oceania Media. Tengo que encontrar mi mejor vestido y asegurarme de que esté al menos


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planchado. Tengo que quitarme una capa de mugre del aeropuerto, ¡y no tengo tiempo para desviarme!” "¿Podrías dejar de quejarte? Ya casi llegamos." "¿Casi dónde?" Momentos después, el automóvil se detuvo frente a una hilera de casas adosadas. Se veían elegantes, encantadoras y caras. "La azul," Felicity le dijo al conductor. Él se detuvo, y ella pagó. "Vuelve aquí en noventa minutos." "¿Qué ...?" Maddie miró a su alrededor. ¿Dónde demonios estaban? "Hablaremos dentro." Felicity ni siquiera miró hacia atrás. Abrió la puerta frontal de la casa y la mantuvo abierta con impaciencia. Maddie se dirigió al camino, dejó caer su bolso dentro de la puerta y miró a su alrededor. El lugar estaba es taba decorado en tonos pálidos, con arte de buen gusto en las paredes tan plácido y sereno s ereno como todo lo demás. Nada de eso concordaba con la mujer tensa que estaba a su lado. Era muy conservador y seguro. Seguramente Felicity no vivía aquí? ¿Cómo podría permitirse? Ella tenía un departamento en Nueva York. "Siéntate." Felicity señaló una sala de estar. "¿Algo de beber?" "Uh, agua?" Felicity desapareció detrás de una alcoba, y Maddie se dejó caer en un sofá de cuero negro y esperó. Un reloj sonaba ruidosamente, y Maddie se inquietó. Esto era muy extraño. Felicity reapareció. "Ten." Metió un vaso de agua helada en su mano y luego se deslizó en el sillón de cuero a juego frente a Maddie. Sus dedos se curvaron alrededor de las rodillas de sus elegantes pantalones de diseño azul marino. "Sabía que llegarías con muy poco margen y no habrías tenido tiempo de conseguir un vestido para el baile de esta noche." Felicity señaló un gancho en la pared cerca de la puerta. De él colgaba un vestido bajo el plástico transparente. transparente. "Esto es para ti. Cortesía de Perry."


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Era un vestido sencillo, negro, elegante y clásico. Un escote en V y los brazos sin mangas que lo hacían parecer como algo que Audrey Hepburn podría saltar por toda Roma. Una caja de zapatos estaba debajo. Maddie la miró. "¿Elena ...?" "No, ella no lo hizo. Le dijiste que no lo hiciera, h iciera, ¿recuerdas? ” "Sí." "Bueno, ella escuchó." Felicity la miró detenidamente. "No te desmayes ni nada, pero esto es obra mía." "¿Por qué?" Maddie estaba completamente perdida. "Porque tenías razón." Felicity se miró los dedos y jugó con un anillo de plata en su mano derecha. "En la fiesta de Duchamp, cuando me puse un poco embriagada, me dijiste que debería dedicar más tiempo a mi carrera que a la tuya. Y estabas en lo cierto. También tenías razón al decirle la verdad sobre él, aunque la forma en que lo hiciste fue suicida. Pero me equivoqué al no respaldarte ese día. Y estabas en lo cierto cuando dijiste que no estaba feliz en mi trabajo. No, no porque sea una adicta a la moda frustrado. ¿Sabes que ni siquiera me importa i mporta la moda? ” "¿Qué?" Maddie parpadeó. "Pero estás en todos los eventos con Elena." "Sí. Lo estoy. La admiro mucho. A veces pienso demasiado. Como resultado, le he dejado que se salga con la suya s uya con demasiada frecuencia. ” Un ceño frunció sus pálidas cejas. "¿Qué quieres decir?" "Dejo que me trate como una mandadera glorificada cuando soy una abogada capaciada," Felicity dijo. "Soy excepcional en el aspecto comercial de mi trabajo. ¿Sabes que? Soy brillante, maldita sea. Mis calificaciones son impecables ... y sin embargo aún le traigo sus bebidas. Porque ella lo pide. Resolví la razón por la que a Elena nunca le importa cuánto tiempo dura una asistente porque sabe que me haré cargo si ella la despide. Bueno, Bu eno, lo he pensado y he decidido que valgo más que eso. Se lo dije. Un poco ... eh ... más espectacular de lo que había planeado." La taza de té de Elena siendo s iendo arrojada contra la pared destelló en la mente de Maddie. "¿Y sabes lo que pasó? Esa reina de hielo de mujer que me ha aterrorizado e impresionado y que me ha enloquecido durante años se rió mucho. Ella dijo 'Ya era


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hora'. ¡Y luego me ascendió!" Felicity negó con la cabeza. "Voy a ser la COO (Jefa de Operaciones) adjunta, y ella me está entrenando para hacerme cargo de gestionar Bartell Corp." "Eso es genial." "Sí. Bueno. Se lo merece. ” Felicity la miró con recelo por los elogios. "Estoy de acuerdo." Maddie pudo ver lo que Elena quería decir respecto a que ella no se tomaba bien los elogios. "Así que, quería agradecerte. Y supongo que también he llegado a un acuerdo con el hecho de que tú y ella son más que antiguas colegas." Maddie se puso rígida. "Oh, no te veas tan sorprendida. Son amigas en secreto. Lo entiendo. Sé que ella te envía un correo electrónico todo el tiempo. De repente, está recibiendo llamadas de Hanoi o Kon Tum o donde sea que haya estado tu trasero. Lo sé. Y yo ... puedo aceptar eso. ” Miró a Maddie con dolor, como si s i todavía se convenciera. Espera. ¿Amigas? Felicity claramente no era tan observadora como ella pensaba. "Así que esta es mi manera de agradecerte por decir lo que necesitaba escuchar." Felicity saludó con la mano hacia el vestido. "Organicé una vestimenta para ti que le encantará, y tengo un baño para que te prepares aquí — estamos a solo tres cuadras del baile de esta noche. Entonces tendrás más tiempo. Y también ... " le dirigió a Maddie una mirada desagradable, "dejaré de fijarme en todas las formas en que sigues ganando. Incluso si es totalmente injusto." ¿Injusto?

"Bueno, todavía puedo fijarme un poco," Felicity enmendó con una mirada seria antes de conceder una leve sonrisa. "Pero realmente eres desagradable, tienes que admitirlo." "No admito nada." Maddie se rió. "Y no puedo evitar una buena racha". Si supieras la jodida existencia que tuve en Nueva York, cómo apenas me las arreglé con todo, te tragarías tus palabras. Además, eres odiosa también. Actúas como si fueras mejor que los demás, y hablas como una niñera inglesa reprimida, pero cuando estás molesta, pierdes tu acento secreto del Medio Oeste."


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"Eso es solo ... eso es ... no lo hago." Felicity se desplomó y puso los ojos en blanco. "Sabes, le pagué a un experto en elocuciones británicas para que me lo quitara. La Sra. Allsop estará muy descontenta." "Bueno, no le diré nada." Maddie se puso de pie. "Sabes, no hay nada de malo en ser del centro de Estados Unidos. Un día, me encantaría saber cómo fuiste desde allí a la principal compañía de medios del mundo, pero no tengo mucho tiempo. Así que, solo agradeceré por hacer todo esto y por donde está la ducha?" Felicity señaló. "Segunda puerta a la izquierda." "Trataré de dejarte un poco de agua caliente. Pero tengo mucha arena y polvo en lugares innombrables." "No te preocupes por eso. Toma todo el tiempo que quieras. No voy a ir esta noche." Maddie se congeló. "¿No irás?" "No. Es parte de algunas promesas que me hice a mí misma. No asistir a eventos solo porque ella estará allí. allí. Solo iré a los esenciales en el el futuro." "Oh." Maddie ni siquiera podía imaginar a Elena en un evento sin Felicity a su lado. "Además," Felicity agregó, el calor subía por sus mejillas. Ella se retorció. "Tengo una cita." "¿Una cita? ¿Alguien que conozco? ” "No. Es un abogado que conocí en la fiesta después del evento de Duchamp. De hecho, estás en su casa adosada y amablemente te permitió que te arreglaras aquí esta noche. ” "¿Él? Oh. Huh." Maddie hizo una pausa. "¿Qué?" "Solo pensé que tal vez te gustaban las mujeres. O Elena específicamente. Ya sabes. Románticamente." "¿Qué?" La boca de Felicity se abrió. "¿Por qué piensas eso? Y no sabes que ella es hetero, ¿verdad? Oh, ha habido algunas asistentes que se han enamorado de ella de vez en cuando, pero he trabajado con esa mujer durante años, y nunca ha mostrado ni la menor insinuación de —”


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"Oye," Maddie la interrumpió con urgencia, "Lamento haber asumido, ¿de acuerdo? Estoy muy contenta de que hayas encontró a alguien." Felicity resopló. "Sí, bueno." Se cruzó de brazos. "Phillip es un buen hombre. A él no le importa que llegue tarde a todo o trabaje en horas ridículas, o ... " Felicity bajó la voz en un susurro dramático y dolorido, "que soy del Medio Oeste." Devolviendo una sonrisa, Maddie dijo, "Genial. " Genial. Me encantaría conocerlo en algún momento." "¡Absolutamente no! ¿Crees que lo dejaría cerca de Señorita Racha de Buena Suerte? ¡No! Ahora ve ... hazte presentable. El auto regresará antes de que te des cuenta."


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CAPÍTULO 34 El último baile Elena siempre había asumido que desenmarañar su segundo matrimonio sería tan problemático como el el primero fue fácil. Con Spencer, él simplemente simplemente empacó y se fue. Ni siquiera una discusión, mucho menos un gemido. ge mido. Con Richard, Elena lo había planeado cuidadosamente, preparándose para cualquier eventualidad con su equipo de abogados, desde el momento en que lo echó. Por lo tanto fue asombroso leer lo ‘muy enamorado’ que estuvo con ella en las columnas de chismes. Posicionándose para ser el chico bueno cuando la palabra de su inminente divorcio se filtrara, sin duda. Eso fue gracioso, dado que ella había sabido desde entonces que él estaba ahora instalado con Janice del departamento de mercadotecnia en su trabajo — una una mujer con una reputación r eputación de apreciar a los hombres con dinero. d inero. Una semana atrás, Elena había llamado a su conocida, Annalise Taylor, esposa del nuevo vicepresidente de la firma de Richard, y le sugirió un almuerzo para ponerse al día. Annalise era la mujer más indiscreta del mundo — que que era fácilmente su activo más útil. Y así, durante unos pocos cócteles, Elena le ‘dejo escapar ’ lo que Richard había estado haciendo durante años. Ella le había pedido el anonimato por su ‘fallo’ en la discreción, y Annalise había asentido con tanta fuerza que sus pendientes de diamantes corcovearon como un par de broncos (caballos salvajes). Annalise había estado a la altura de su reputación. Richard había sido suspendido durante el día mientras sus superiores sup eriores comenzaban una investigación completa sobre si él también había sido inapropiado en su lugar de trabajo. En el momento en que su teléfono celular sonó con su tema característico de Ride of the Valkyries (Cabalgata de las Valquirias), Elena sabía que la ira de su marido sería feroz. Cerró la puerta de su oficina y la cerró con llave antes de acomodarse perfectamente en en el centro de su silla y exhalar. exhalar. Luego respondió su teléfono. "¿Sí?" "Perra. Fuiste tu. Tienes que ser. ¿Quién más sabría? ” "Y hola a ti también, Richard." Su tono era mesurado y ocultaba el odio que ahora sentía por él. El control era era poder. XWPColección: Página y Facebook

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"Podrían despedirme, pequeña cabrona cruel." "Por una buena razón, sin duda," Elena respondió. "Que las mujeres de Better Health United USA exhalen de alivio." "¿Por qué lo hiciste? ¡Teníamos un maldito acuerdo!" "¿Un acuerdo?" Ella preguntó inocentemente. "Sabes que lo hicimos. ¿Por qué me hiciste pagar toda esa compensación a esas zorritas asistentes y hacer todas esas malditas donaciones a los refugios de mujeres si de todos modos ibas a contar la historia? Eso es una mierda, Elena! ¡Que te jodan! ” Ella sonrió sombríamente y ajustó la posición de su bote de bolígrafos en su escritorio. "No es mi culpa si de alguna manera di la impresión de que nunca se lo diría a nadie a cambio de tu penitencia financiera. Dejé todo eso a mis abogados para resolverlo." "¡Estaba implícito!" él gritó. "Tú lo sabes. Uno de esos zoquetes queda bien dijo que no podíamos ponerlo por escrito, porque yo no quería nada por escrito, pero que teníamos un acuerdo. Confié en ti ¡Confié en ti y me traicionaste! ” “Te traicioné? Oh, pobrecito. Así que dime, cómo

se siente eso? ”

La respiración entrecortada fue la única respuesta durante unos minutos, mientras él digería su significado. Su tono pasó de cálido a frío helado. "Te demandaré, puta perra de hielo." "Te desafío a intentarlo." Ella desconectó la llamada. Él no la demandaría. El bastardo sin carácter quería que su ropa sucia estuviera recogida, no ventilada v entilada en un juicio público. ****** Solo le había tomado una semana antes de que la compañía de Richard desenterrara suficiente tierra como para convertir su suspensión en una rescisión, o eso Annalise le había contado en su próxima ronda de cócteles. Sin embargo la novia de él se había quedado a su lado, a pesar de las disparatadas pestilentes que él había hecho en el trabajo. Qué adorable. Elena se preguntó cuánto tiempo estaría Janice enamorada cuando supiera que a él le habían vaciado casi todo su dinero. Ya no le importaba a ella. Su atención estaba en algo mucho más gratificante. Ella ya no estaba vinculada a ese hombre. ho mbre. Su divorcio fue definitivo. Y ahora todos lo sabían. XWPColección: Página y Facebook

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Esta mañana, Richard había anunciado el divorcio junto con su compromiso con Janice. Debería haber sido humillante para ella, pero fue inquietante darse cuenta de lo poco que le importaba. Y, por perturbador que haya sido el pasado, este era un nuevo capítulo para ella. Ella era libre. Ahora podría enfocarse en otras cosas, mejores. Tal como la ex asistente quien la encontraría pronto para su tercer baile programado juntas. Miró hacia la ciudad, mientras las calles de Sydney destellaban. La noche todavía era cálida, pero entonces era verano en Sydney en Diciembre. Elena se alegró de haber dejado el chal detrás. Además, había estado abrigada todo el día, pensando en la noche que se avecinaba. Estaba saliendo de su automóvil con chofer y ajustando su bolso de mano, justo cuando otro vehículo se detuvo detrás de ella. "¡Elena!" Levantó la mirada, su pulso se aceleró cuando reconoció la voz, y encontró que sus ojos se posaban en la vista más gloriosa que había visto en meses. "Madeleine." Se sorprendió de que su voz sonara tan firme como lo hizo. Le tomó todo lo que tenía para no dar un paso dentro del espacio de Madeleine y deslizar sus labios sobre su mandíbula. "¡Elena! ¡Dios mío, te ves hermosa!" La mirada de Madeleine recorría su vestido Vera Wang sin tirantes, esmeralda, como si estuviera lista para quitárselo en el acto. Madeleine estaba ataviada con un vestido de tubo negro, entallado — un un hermoso corte clásico. Uno bastante familiar en eso. Perry. Ella conocería sus huellas digitales de moda en cualquier lugar. El efecto era excelente. Llevaba un magnífico brazalete — un un artículo de cumpleaños de Tiffany que se había arriesgado a enviar por correo mundial. Madeleine era una visión. Elena se inclinó para darle un beso de aire, pero no pudo contenerse y sus labios se permanecieron. Finalmente, consciente de que estaban en público, dio un paso atrás y la estudió. Aunque había cansancio alrededor de los ojos, Madeleine parecía brillar. La forma admirable en que miraba a Elena mejoró enormemente su estado de ánimo.


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"Eres una visión. Pulsera divina. ” Elena la tocó con aprobación y luego dejó que su dedo se detuviera en la muñeca. "Buen gusto." Mientras Madeleine sonreía, el corazón de Elena se encogió por lo mucho que había echado de menos esa expresión abierta y atractiva. Madeleine pasó sus dedos sobre el brazalete. "Lo amo. Dios, era el regalo más impráctico tenerlo ahí afuera, y estabas loca por enviarlo, como, perdiste todo el sentido de la razón, pero me encantaba tenerlo. Fue como si una parte de ti estuviera conmigo en todo momento." Elena se calentó por dentro. "Tal como fue planeado." Echó un vistazo alrededor. "Ahora, debo advertirte — los los medios han arrojado, hasta hoy, una nueva teoría de que Richard fue uno de los villanos en tu artículo de Vanity Fair. Puedo ser interrogada por unos cuantos buitres de la prensa en camino esta noche." "Bueno, podrías decirles que fuiste tú quien filtró su nombre." Madeleine le dirigió una mirada cómplice. Elena se congeló. "Oh, vamos, Elena, por supuesto que fuiste tú. Sabía que no dejarías que se saliera con la suya cuando castigaste a todos los demás excepto a él." Elena negó con la cabeza débilmente. "Disfruto tu vívida imaginación. Y me alegro de que estés de mi lado." Madeleine se rió. "Eres hilarante. No creo que la gente sepa eso de ti, ¿verdad? ” Elena sonrió, deslizó su mano hacia la de Madeleine y le dio un apretón rápido. "Solo los inteligentes." ****** La noche había sido aceptable. Elena había hecho su encuentro habitual y saludada en el mundo de los medios australianos, encontrándolo todo mejor para la compañía a su lado. Su mirada a veces quedaba atrapada por el deslumbramiento de un brazalete, el barrido de un cuello flexible o el destello del pelo rojizo recortado, acompañado de una risa genuina. A veces, los ojos verdes se conectaban con los suyos, y la promesa ardiente dentro de ellos hizo que Elena olvidara su línea de pensamiento.


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Madeleine reapareció a su lado y dijo en voz baja, "Tu asistente dice que sus vecinos se están quejando de que los paparazzi están bloqueando su calle frente a su casa esta noche, buscando un comentario sobre la historia de Richard. Ella Ella pensó que debería advertirte." advertirte." Elena frunció sus labios. "Los medios son ciertamente persistentes. Hoy fui seguida por toda la ciudad." "¿Es esta la razón por la que te mantuviste a raya a nombrar a Richard por tanto tiempo? ¿Sabías que ellos también te molestarían? Si es así, por qué poner su nombre allí?” "No lo mantuve a raya porque deseaba divorciarme de él primero. Y una vez que lo estuvimos, lo nombré porque tenía el poder, los medios y el deber ético de hacerlo." "¿Entonces por qué guardar tu papel en su revelar en secreto?" "¿No has escuchado? La tiburón tigre es feroz, despiadada y cruel. Ella nunca es débil." "Y no puedes ver que muestres compasión," Madeleine dijo, con una comprensión en los ojos. "Guau. Eso es horrible." "Fue necesario. Tengo una reputación. A veces es útil." "Pero ahora la gente podría pensar que lo ayudaste a encubrirlo. Que fuiste f uiste cómplice." "Ya lo hacen. Los más inteligentes calcularan el momento del divorcio y su vergüenza. Pero la gente siempre asume lo peor. Ha habido especulaciones sobre mi conocimiento de sus crímenes que incluso mis abogados no n o pueden silenciar." "¿Entonces básicamente estás atascada siendo la villana?" "Solo aumentará el miedo que la gente me tiene. La gente disfruta de un buen villano. Logro más cuando la gente me teme." "Pero sé la verdad." Elena la miró. "Las personas que me importan generalmente lo hacen." La cara de Madeleine se frunció en una mirada suave. "Tienes que dejar de mirarme así. No es bueno para mi reputación en absoluto."


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"Tienes razón." Madeleine se enderezó. Jugó con su brazalete, tocando su banda, luego girándolo hacia la izquierda, luego hacia la derecha. "Entonces la gran pregunta es con Richard fuera de escena, eso significa que estás disponible para ... otras oportunidades?" Se mordió el labio. Elena inclinó la cabeza. "Haces buenas preguntas. Siempre me gustó eso de ti." Sonrió por la forma en que Madeleine estaba tratando y fallando en ocultar su nerviosismo. "Ahora estoy divorciada. No hay impedimentos en los que pueda pensar. ” Su corazón latió dolorosamente, mientras observaba la reacción de Madeleine. Después de todo ese tiempo de separación, Madeleine podría haber decidido que no quería una mujer considerablemente mayor en su vida con tanta atención de los medios y la carga emocional. "Es bueno saberlo." El deleite encendió los ojos de Madeleine, y Elena sintió una oleada de alivio. "Sabes, me siento un poco fatigada f atigada por el desfase horario. He hecho los recorridos ahora con esta multitud. Creo que debería d ebería irme." "¿Qué?" Elena la miró, preocupada. ¿La había ofendido de alguna manera? Su mente corrió hacia atrás sobre sus palabras. "Y puesto que tu casa es una barricada, creo que deberíamos ir a la mía," Madeleine agregó. ¿Nosotras? Elena quedó sin aliento. "¿Estás realmente cansada, Madeleine?" "Eso depende." La expresión de Madeleine era juguetona. "Ven a casa conmigo y vamos a evaluarme allí. Podría renovar mis energías." Elena efectuó su expresión más desagradable. "Bueno, no puedo hacer que te derrumbes aquí por agotamiento. Como eres mi invitada para la noche, se reflejaría mal en mí." "Sí, sí, lo haría. No podemos tener eso en absoluto. ” Madeleine sonaba seria, pero sus ojos estaban oscuros. Elena apartó su mirada y sacó su s u teléfono. "Estoy lista para partir. El coche. Ahora." "Sabio movimiento." Madeleine colocó su bebida en una mesa cercana. "Cuidar tan bien a una ex empleada. Estoy segura de que Recursos Humanos lo aprobaría." "Oh." El calor se elevó en las mejillas de Elena, mientras conjuraba visiones de su noche por delante. "Estoy bastante bastante segura de que no lo harían."


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****** "Tu nuevo departamento es encantador." La mirada de Elena recorrió la casa de Maddie. Preguntándose si podría permanecer de pie, estaba tan nerviosa que Maddie tragó saliva. Echó un vistazo alrededor de las líneas elegantes, la madera cálida y las superficies de mármol que la saludaban. Fue un gran paso adelante desde la última vez que Elena la había visitado en un alquiler en Manhattan. "Sí, bueno, agradezco a Style por ser generoso con mi primer cheque importante. Ah, y Vanity Fair, Time, New Yorker, Rolling Stone y Condé Nast Traveler tampoco se quedan atrás. Me encanta el aspecto de cerrar e irse (lock up and leave: se refiere a cuando las personas pasan lejos largos períodos de tiempo). También es solo un dormitorio, lo que lo puso en mi rango de precio, así que ... " Madeleine se apagó. Elena no necesitaba el discurso inmobiliario. Estaba tan malditamente nerviosa. Elena dio un paso más cerca. Y luego otro. Su vestido verde sin tirantes se arremolinaba mientras se movía, y Maddie estaba hipnotizada por el atrevido corpiño tirante de seda verde sostenido por los pechos cremosos de Elena y poco más. Imaginó deslizando sus manos dentro, ahuecando sus pechos, y liberándolos de sus confines. Se lamió los labios. A juzgar por los ojos entrecerrados que la miraban, Elena probablemente había adivinado exactamente dónde habían ido sus pensamientos. "¿Madeleine? ¿Qué estás pensando?" Como si ella no supiera. "¿Te gustaría una bebida?" Maddie evitó responder girándose hacia su refrigerador. "Tengo vino y agua y no mucho más. Todavía no he tenido la oportunidad de ir de compras." Elena pasó sus dedos por su brazo, interrumpiendo la conversación. La piel de gallina brotó en la piel de Maddie. "No sedienta, no," Elena dijo. "¿Hambriento? Definitivamente." "Oh."


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Elena deslizó sus dedos a la parte posterior de su cuello y la atrajo hacia ella para un beso apenas. Se inclinó hacia atrás. "Guau." La sangre de Maddie estaba rugiendo en sus oídos. Sus labios hormigueaban. Los labios de Elena se movieron hacia su oreja. "¿Por qué me haces esperar, Madeleine? ¿No he sido paciente? Creo que dijiste que este departamento venía con un dormitorio. Sugiero que no nos tengas esperando y que lo hagas." Sus labios se curvaron en una sonrisa contra el lóbulo de la oreja de d e Maddie. Su lengua salió disparada. La excitación se disparó a través de Maddie. Deslizó sus dedos alrededor de Elena y la llevó a su habitación. Ella miró a Elena. Sus labios estaban ligeramente separados, sus ojos oscuros por el deseo. "Eres tan hermosa," Maddie dijo. "Te sentía mirándome desde tu oficina en Nueva York. Se sentía como una caricia. Como dedos en mi piel, pero tan suaves. Me dije a mí misma que lo estaba imaginando. Que a alguien como tú nunca le interesaría alguien como yo." "Tú eras ... una distrayente tentación. Has puesto a prueba mi concentración. Pero estaba casada." "¿Y ahora? ¿No soy todavía una tentación? ¿O ya no pierdes la concentración? c oncentración? ” "Ahora, es mucho peor." Ella sonrió. "Pero he llegado a apreciar los beneficios de las tentaciones, la falta de concentración que se joda." La mirada de Elena se deslizó hacia la cama tamaño queen detrás de ellas. Su atención se movió hacia un tocador de madera maciza, pintado de blanco con un espejo adjunto. Los labios de Elena se curvaron en una sonrisa peligrosa. "Madeleine," dijo, con voz suave. "Ven acá." Maddie dio un paso adelante y Elena la giró suavemente para quedar frente al espejo. "Mírate." Elena se presionó detrás de ella y encontró sus ojos en el espejo. "Veo que Perry tiene sentido del humor. O un sentido de lo romántico. Él sabe cuánto amo a Audrey Hepburn. La simplicidad de su estilo fue deslumbrante. Reconozco tu vestido. Uno de los prometedores diseñadores de Perry está pasando por una fase de tributo. Este vestido está inspirado en el que usó Hepburn en Breakfast at Tiffany's (Desayuno en Tiffany ’s)."


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Elena tomó el material negro en el hombro de Maddie y luego pasó el dorso de sus dedos por la piel desnuda de Maddie, dejando pequeños vellos erguidos a su paso. Sus ojos nunca dejaron los de Maddie mientras la tocaba. "Uh." Maddie se quedó sin aliento ante la promesa detrás de esos dedos burlones. "Mm," Elena murmuró. "Estás usando un ícono y lo estás haciendo magníficamente." magníficamente." Hubo un débil tik-tik-tik, mientras bajaba el cierre del vestido de Maddie; los dedos de Elena siguieron al cierre en un sendero ardiente. Elena deslizó las mangas cortas sobre los hombros de Maddie, luego enrolló el vestido sobre sus pechos antes de amontonarlo en sus caderas. Las cálidas manos se aplastaron sobre la espalda de Maddie y se deslizaron sobre su piel. "Admiro mucho la suavidad de la piel de las mujeres, y sus espaldas en particular. La tuya, con ese impresionante vestido en el vestuario de Véronique, casi me metió en un gran problema. Me encontré en la sorprendente posición de luchar contra mis instintos para inclinarte sobre esa mesa de maquillaje y hacerlo contigo allí mismo. Hubiera disfrutado viendo tus ojos en el espejo mientras te hacía mía. Todo mientras llevabas puesto el vestido más exquisito exquisito que he visto en mi vida." La garganta de Maddie se secó. El calor la inundó al pensar en esa fantasía. Un jalón bajó el vestido más allá de sus caderas y hacia el piso alfombrado. Ella salió de él. "Por supuesto, aún puedo hacerte eso," Elena dijo, con voz suave y sugerente. "¿No es así?" "Ohh." Maddie gimió. "Sí." Las manos de Elena volvieron a su espalda, esbozando a través de su piel. "Puedes verlo, ¿o no?" Juguetonamente jaló y luego desabrochó el sujetador de Maddie. Cayó al piso. "Mis ojos en los tuyos, quién es quién de la moda mundial justo j usto afuera. Y cuando levantara el dobladillo blanco de ese impresionante vestido, empujándolo más allá de las caderas, qué iba a encontrar? Hmm? Qué ropa interior llevabas puesta esa noche? ¿O estabas desnuda? ” "Oh, yo ... t-tanga." Tanga de encaje." "Mmm. Sí, me hubiera gustado quitártelas. Deslizarlas por tus firmes muslos. Y hacer mucho más." Maddie jadeó.


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"Te gusta esa idea." La mirada de Elena E lena ardió. "Yo también. Lo pienso, bastante." Los labios de Elena se presionaron en el hombro de Maddie, luego la cálida humedad de su lengua se deslizó a lo largo de él. Levantó la cabeza y su mirada directa examinó los pezones erectos y doloridos de Maddie y el rubor que se extendía por su pecho. Sus dedos se curvaron alrededor de la caja torácica de Maddie y tiraron de los pezones, haciéndolos rodar entre sus dedos pulgar e índice. La sensación envió calor entre sus piernas. "Tus senos son tan distrayentes," Elena dijo. "Hermosos. Pero ahora deseo mantenerme centrada. ¿Donde estábamos?" Miraron en el espejo, mientras Elena deslizaba sus manos a la cintura de Maddie mientras mordisqueaba y besaba el hombro de Maddie. Sus dedos se deslizaron en la parte superior de las bragas negras de Maddie y las bajaron, dejando al descubierto la mata de rizos oscuros de Maddie. Un brillo revelador en ellos hizo que Elena sonriera. "Oh, sí," susurró mientras Maddie se ruborizaba. "Muy bien. ¿Y qué vería en tus ojos cuando te tocara, Madeleine? ¿Qué sentirían mis dedos mientras empujaban dentro de ti?" Maddie gimió, mientras la mano de Elena se deslizaba por su estómago para rozar sus rizos húmedos. Ella tembló. "Por favor," susurró. "¿Recuerdas cómo se sintió esa noche cuando no pude tenerte, pero oh cómo te quería? ¿Tú también me querías? ¿Querías que empujara más allá de la tanga de encaje y te tocara entonces, tal como lo estoy haciendo ahora? Hubiera deslizado mis dedos dentro de ti. Mirándote mientras lo hacía. ¿Lo querías? ” "Sí," Maddie dijo. Su espalda se arqueó hacia Elena. "Dios sí, lo quería. Lo quiero." Los dedos de Elena presionaron, contra su clítoris hinchado, haciendo que latiera. "Lo sabía," dijo contra su oreja. "Esa noche, sentí tu excitación tanto como la mía. Tu cara no esconde tus secretos. Te deseaba tanto." Ella la frotó más fuerte, haciendo que Maddie gimiera. Los dedos de Elena se curvaron hacia adelante, deslizándose a través del calor y los pliegues resbaladizos, y la penetraron. Maddie se inclinó hacia adelante, y sus manos, ahora planas contra el tocador, se volvieron resbaladizas. Ella jadeó ante la sensación entre sus piernas y el destello de éxtasis en la cara de Elena. Los labios de Elena se separaron, sus s us ojos feroces y llenos de deseo. Otro gemido reverberó, bajo, sucio y crudo, y era el de Elena. XWPColección: Página y Facebook

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"Dios," Elena dijo, su respiración áspera, "estás aún más caliente de lo que imaginaba." Estaba balanceándose contra Maddie, sus dedos se volvieron borrosos mientras los movía dentro y fuera, incitando a Maddie. Su otra mano se deslizó hasta el pecho de Maddie donde le pellizcó y rodó sus pezones. Maddie estaba hipnotizada por esos ojos que en el espejo — ardiendo, excitados y oscuros — y y su control se tambaleó. Los ruidos resbaladizos llenaban la habitación, y su humedad brillaba en los dedos bailarines de Elena. "Estoy tan cerca." Maddie cerró los ojos con fuerza. Dios. Era exquisito. "Lo sé. Puedo sentirte. Estás casi pulsando. Mírame cuando te vengas. Quiero ver. Muéstrame.” Maddie abrió los ojos y miró en la mirada desnuda de Elena. El deseo crudo que encontró en sus ojos hizo que Maddie se estrellara por el borde. Su espalda se arqueó, su centro se apretó, y las llamaradas calientes se arquearon de ella. Sus manos temblaban contra la madera en la que se apoyaba. "Oh, Madeleine, tan hermosa." Las palabras ronronearon contra su cuello, cuando Elena retiró sus dedos y garabateó la humedad en todo su estómago. Se los llevó a sus labios y los probó. Ella sonrió. Maddie tragó saliva, su garganta seca. Se giró y besó a Elena. Estaba desarreglada y caliente y tan malditamente excitada. Maddie la besó como una mujer que merece ser besada. Con cada indicio de de pasión que sentía. Con todo el amor amor que poseía. Dio un paso atrás y deslizó sus manos dentro del corpiño verde de Elena, levantando sus pechos cremosos, y luego la observó observó con satisfacción. "Eres impresionante." impresionante." La boca de Maddie se cerró sobre un pezón excitado, rojo intenso, su lengua deslizándose sobre él. Elena se presionó más sobre ella. Cuando Maddie finalmente se alejó, le susurró a Elena, "He querido hacer eso toda la noche." "¿Eso es todo lo que querías hacerme?" La sonrisa arrogante de Elena había regresado, y el corazón de Maddie se sacudió por su sugestión. "No. Quítate tu vestido. Quiero ver el resto de ti." Elena alcanzó un cierre oculto al costado, abrió el vestido y lo bajó al suelo.


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Se paró frente a Maddie con nada más que una fina tanga blanca y medias hasta el muslo. La tanga era más oscura entre sus piernas, revelando su excitación. Elena puso sus manos en sus caderas como si dijera: ¿Y bien? El corazón de Maddie martilleó ante la vista embriagadora de Elena Bartell prácticamente desnuda. "Siéntate." Señaló el tocador. Elena hizo lo que le pedía, apoyándose apo yándose en sus manos, empujando sus pechos. Maddie separó las rodillas de Elena y se bajó hasta el suelo. Apartó a un lado la tanga de Elena y observó los labios resbaladizos. "Tú me quieres." Las palabras de Maddie fueron un susurro incrédulo. Sopló sobre su piel y se maravilló ante el temblor en respuesta. Elena ensanchó sus piernas y se arqueó hacia atrás. "Te quiero." La boca de Maddie cubrió su lugar más íntimo. Mientras su lengua trabajaba, sintió la humedad creciendo en su barbilla. Los muslos de Elena comenzaron a temblar. Sus manos se habían movido hacia el cabello de Maddie, donde se apretaban y se aflojaban. Elena se tensó y soltó un u n fuerte y estrangulado grito. La visión de esta magnífica y dominante mujer deshaciéndose, vulnerable, y mirándola con un afecto tan enmascarado, se incrustó en la mente de Maddie. Ella no dejaría esto, Maddie decidió mientras volvía su boca hacia los pliegues y deslizaba su lengua por toda su carne resbaladiza mientras se retorcía y temblaba. En respuesta, todo el cuerpo de Elena tembló. Maddie mantendría a Elena cerca y le haría el amor tan a menudo como pudiera. Ella nunca podría dejar esto. "Cama," Maddie graznó. "Cama antes de que mis rodillas no resistan. Entonces no no tendremos que parar la próxima vez. Porque realmente tenemos que hacer esto de nuevo." Elena se deslizó desde el tocador hasta sus pies, luciendo un poco desaliñada pero aún majestuosa y sumamente satisfecha. "Por supuesto." Su voz era un ronroneo. "Cama." Pero cuando Maddie se volvió hacia allí, Elena la agarró y la atrajo hacia sí. "Espera," susurró, su tono urgente. La besó, abrazó a Maddie como si temiera que se fuera. Su lengua deambulante y labios suaves hicieron que Maddie temblara de nuevo.


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"Oh Dios," Maddie murmuró, cuando finalmente se separaron. "No tenía idea de que serías tan increíble. Debería haberlo adivinado, sin embargo. Eres tú. ¿Cuándo has fallado en algo que te has propuesto?" La sonrisa de Elena era brillante y complacida. No. Maddie absolutamente nunca nunca dejaría esto. ****** Elena no era una abrazadora en su sueño. s ueño. Tampoco acostarse arrimadita, Maddie descubrió. Oh no. Ella conquistaba. Cuando estaban demasiado cansadas para hacer algo más que gatear bajo las sábanas, Elena ocupaba la mayor parte de la cama, dos tercios de las almohadas, la mitad de las mantas y toda a Maddie, como una especie de toma de control corporativa posterior al coito. Maddie se preguntó si necesitaría una palanca para separarlas por la mañana, mientras observaba el sensual cuerpo desnudo que la inmovilizaba, una pierna reclamando su cadera. Nunca se había sentido tan deseada, querida y completamente cautivada. Y por alguien que era legendaria por ser desapegada. Si tan solo supieran.

Al despertar, Maddie se sintió agotada y deshidratada. Los músculos que no sabía que poseía se quejaban. Deslizó su mirada a un lado para encontrar los ojos suaves de Elena estudiándola. La mujer llevaba una sonrisa perezosa, de el gato se s e comió al canario. "H-hola," Maddie murmuró. Su voz estaba peor por el uso. "Bueno," Elena dijo mientras se estiraba. "Despierta por fin. Pensé que los millennials debían se supone tener más resistencia. ” La sábana cayó hasta su cintura, dándole a Maddie una vista de generosos pechos. Y dada la mirada en la cara de Elena, Maddie adivinó que la embriagadora exhibición exhibición era deliberada. "Dios, cómo puedes verte tan brillante? ¿Dormiste siquiera? ” "Dormir está sobrevalorado." Elena deslizó sus brazos detrás de su cabeza, sacando su pecho, y le dio una sonrisa divertida. divertida. Maddie casi pierde su hilo de pensamiento. "¿Lo disfrutaste, entonces?"


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"¿Supongo que quieres escuchar que eras lo mejor que he tenido?" Elena le dio una mirada penetrante. Su rostro se suavizó. "Eso sería más que exacto. Fue F ue excepcional. Creo que finalmente entiendo el atractivo del sexo. Todos esos sonetos realmente tienen razón." Maddie se pavoneó. "Pero no dejes que se te suba a la cabeza." "Demasiado tarde. Mi cabeza ya está hinchada a su capacidad." "Debería estarlo." Elena sonrió y la miró con curiosidad. "¿Es esto común? Sesiones de tres horas? ¿Esto es algo que hacen las mujeres juntas? ” Maddie enarcó las cejas. "¿Fue esta tu primera vez con una mujer? ¿En serio?" s erio?" "Supongo que debería estar contenta de que no lo sabías." Elena le dio una lenta sonrisa. "En términos prácticos, sí. Pero desde que te conocí, lo he pensado, en teoría, mucho más de lo que me gustaría admitir. Como dije, has sido terrible por mi concentración." "Me siento honrada." Maddie sonrió. Dejó que la sábana se deslizara por sus propios pechos y le dio a Elena una mirada descarada. "¿Así que esto es una distracción, entonces?" Levantó su mano hacia su pezón y lo apretó. "¿O esto?" Un brillo especulativo entró en los ojos de Elena. "No estoy segura. Continúa y te lo haré saber." Maddie ignoró eso y se retorció sobre el cuerpo de Elena, presionándose contra ella. "Prefiero hacer la experiencia práctica. Además, debes aprovecharme al máximo ya que has estado esperando pacientement p acientemente." e." "Buen punto." Elena llevó sus manos a la espalda de Maddie. "Siempre supe que eras inteligente." "¿Sí? Entonces cómo es que todos los correos electrónicos que enviaste empezaban con Querida Chica Ingenua ?” Maddie le dio un golpecito en las costillas. "No más de esas cosas de chicas, de acuerdo? Soy una mujer, Elena. Tu mujer. Y planeo mostrarte cuán cierto es eso durante la próxima hora. O días. Semanas. Meses. ” Respiró hondo y lo sacó todo. "Años." Elena la miró, inmóvil.


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"Esto no es una aventura para mí. Espero que lo sepas," Maddie dijo, tragando saliva. "Quiero decir, esto es ... significa algo. Yo no ... no juego con estás cosas. No me gustan los juegos." Se preguntó si Elena podría escuchar su atronador corazón. Elena pasó sus dedos por su pómulo. "¿Cómo puedes no saberlo ya? No estaría aquí de lo contrario. Tengo más que perder que tú. Yo tampoco tengo aventuras. Y ciertamente no con alguien que me importa tanto como tú." Maddie sintió su estómago hacer un pequeño retorcer extraño. Elena parecía que lo decía en serio. Inhaló un aliento tranquilizador. "Estoy enamorada de ti. Creo que lo he estado desde Nueva York." La mirada de Elena era suave e infundida de calidez. "Oh Madeleine. Y dijiste que no debería llamarte ingenua. ¿Qué ves en una vieja tiburón adicta al trabajo, divorciada dos veces como yo? Incluso mi perro me encuentra difícil de vivir con él." "Veo todas las cosas que no muestras. Y, por favor, Oscar es sumamente más nervioso que Felicity. No tomaría la opinión de tu perro sobre cómo te gustaría estar." "Sea como sea, no sabes cómo soy realmente." "¿Oh? Sé que das secretamente a organizaciones que crees que a nadie le importa. Los derechos de los tránsgeneros a los baños, refugios de violencia doméstica, centros comunitarios polacos. Tú fuiste quien le devolvió la vida a Ramel. Ese abogado elegante que financiaste hizo que todos los cargos fueran f ueran desestimados." Elena le lanzó a Maddie una sorprendida mirada de su conocimiento de las donaciones secretas de Elena, pero luego negó con la cabeza. "Las causas no soy yo. Estas son cosas superficiales, un lugar para dar dinero en el que creo." "Está bien, también sé que estás llena de estrés por haber entregado las riendas de Bartell Corp a tus asesores, aunque nunca lo admitirías. Temes que puedas estar cometiendo un terrible error. Pero estás tan emocionada por volver a estar en la moda pronto. No puedes esperar." Elena parpadeó. "Bien." "Y sé que bebes demasiado cuando estás triste. Y estás triste mucho más a menudo de lo que nunca admitirías a nadie." Ante la expresión de asombro de Elena, Maddie agregó, "Fui tu asistente una vez. Quién crees que pagó las facturas de los licores que mantienes escondidos de tu ama de


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llaves? También sé que seguiste mi blog. Odio admitirlo, pero solo a la gente triste le encantó y se relacionó con eso." Elena parecía incómoda. "Y sin embargo quieres salir conmigo de todos modos?" Maddie observó su actitud defensiva y se presionó físicamente más cerca. "Lees mi blog, Elena." Curvó sus dedos alrededor de las costillas de Elena. "Esa tristeza y soledad va en ambos sentidos. Fuiste atraída por mí, porque yo también lo sentí. Habías leído acerca de todas mis inseguridades y defectos antes de que nos conociéramos, y aún así te gusté de todos modos. ¿No es eso lo que es una relación? ¿Saber quién es alguien detrás de la máscara y querer estar con ellos a pesar de eso? ” Los dedos de Elena rozaron la mejilla a Maddie. "¿Qué voy a hacer contigo?" "¿De verdad tienes que preguntar?" Elena la miró con afecto. "Bueno, confío en que tus planes incluyan estar más cerca de casa ahora. Esa tonter... parte mal concebida de tu carrera ha terminado? ¿O debo ser la viuda de una escritora de viajes? ” "Se acabó. Porque descubrí mientras estaba allí que mi corazón pertenece aquí. Y no quiero estar tan lejos de ti otra vez. Te extrañaría demasiado." "Bien. Hay una coincidencia." Maddie le dio una pequeña sonrisa. "¿Oye, puedo preguntarte algo? ¿Por qué la apuesta de la verdad? Nunca entendí por qué lo hiciste. No es como tú en absoluto." "Fue una reacción." Elena se inclinó, sus labios encontraron el cuello de Maddie. "Te pedí que fueras mi asistente, porque descubrí que te extrañaba demasiado para no tenerte a mi lado. Esta fue una admisión difícil para mí. Entonces, en Sydney, esperaba que mi interés en ti disminuyera si ponía una distancia profesional entre nosotras. En respuesta, dejaste de sonreír, compartir y desafiarme. Lo extrañé más de lo que puedo decir. Entonces utilicé la apuesta de la verdad. Fue una excusa, pero quería conocerte de nuevo. Por supuesto, eso fue contraproducente. Aprendí más sobre mi vida que la tuya." "Lo gracioso es," Maddie dijo, "pensé que solo querías que admitiera que tenía un enamoramiento vergonzoso contigo." "Oh, lo hice," Elena dijo, sonando positivamente malvada. "Íbamos a llegar a tus miradas de anhelo. Pero los acontecimientos se nos adelantaron."


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"Oye, eso es tan furtivo." Maddie soltó una risa triste. "¡Dios, no quería tener que confesar que amaba a mi jefa!" "Lo habría disfrutado, sin embargo," Elena dijo, sus ojos adquiriendo una mirada distante. "Hubiera sido justo. Después de todo, me has tenido en trance durante tanto tiempo — incluso incluso antes de que nos conociéramos me cautivaron tus palabras. Entonces, cuando digo que he estado esperando pacientemente por ti, no creas que estoy exagerando. En realidad, no puedo creer que me hayas hecho esperar tanto tiempo por ti. En serio, Madeleine." La risa de Maddie ante la altiva y fingida indignación de Elena llenó la habitación. Elena la silenció con un beso feroz. Luego, mientras se deshacía debajo de los labios y los dedos de Elena, Maddie estaba segura de que nunca había recibido una declaración de amor más hermosa — incluso incluso si no era con palabras. ¿Quién necesitaba palabras de todos modos?


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CAPÍTULO 35 Tácito Los omóplatos de Maddie presionaron contra la puerta de su departamento. Dobló sus manos en un cabello liso y negro y gimió suavemente mientras sus suaves labios cubrían los de ella. Decir adiós después de que Elena se quedó era cada vez más difícil. Ella gimió ante la idea y disfrutó el tironeo de las manos en sus caderas. Manos que comenzaron a vagar. Una emoción la inundó hasta que su cerebro la alcanzó. Oh, no, no podían hacer esto en el pasillo. Y además, Elena tenía trabajo, y Maddie tenía planes de playa. "Mm," Elena murmuró. Susurró contra su oreja. "Delicioso." Bien, entonces quién necesitaba trabajar o el sol de todos modos? Maddie gimió. Sonó una tos. Maddie casi saltó de su piel. Abrió los ojos, y Elena retrocedió rápidamente. Simon. Con una mirada que era demasiado presumida. Estupendo. Él la molestaría sobre esto por siempre. Maddie puso su mejor cara amable, molesta por lo caliente que se sentía su cara. "Ah. No del todo como esperaba que se conocieran, pero Simon Itani, conoce a Elena Bartell. Elena, Simon." "Encantado." Él movió sus cejas. Dado que sus manos estaban llenas con una tabla de surf y una bolsa de toallas, al menos no intentó besarle la mano o algo desesperadamente desahogado. Era bastante dudoso que vistiera un par de shorts floreados, sandalias de ‘ pap papá’ y una camiseta desteñida de Big Bang Theory. Elena le dirigió una mirada larga y supremamente satisfecha y se limpió el labial con el dedo. "Bueno, hola." Su tono ronroneante era tan sensual que hizo que los ovarios de Maddie hicieran una voltereta. "El audaz Simon por fin."


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"¿Yo? ¿Audaz?" Él se rió. "Tus elecciones de moda te delataron." Sus ojos brillaron, como retándolo a enfrentar su desafío. Simon sonrió, luciendo completamente impertérrito. "Entonces, la l a intimidante Elena Bartell. Aunque tengo que decir que eres mucho menos intimidante ahora que he visto tu mano en la de mi mejor amiga —“ "¡Genial!" Maddie saltó con una alegría aterrorizada. "Está bien, um, así que todos nos pondremos al día apropiadamente muy pronto. Buena suerte en el trabajo hoy, Elena. Simon, mete tu trasero. ” Ella le lanzó una mirada. Él se rió demasiado fuerte, cuando pasó junto a ella y desapareció en su departamento, cerrando la puerta detrás de él. "Lo siento por él," Maddie dijo. "A veces me olvido de que es todo cerebro de chico." "Oh, pero no puedo estar en desacuerdo con él. Tuve mi mano en ciertas partes del cuerpo que eran demasiado tentadoras." Maddie negó con la cabeza. "Eres imposible. Y ya te estoy extrañando. Ojalá pudiera pasar más tiempo contigo este fin de semana. Podríamos, um, hablar un poco más." Se sintió cálida pensando en cómo iría esa ‘conversación’. Elena se inclinó hacia adelante y le dio un casto beso en la mejilla. "Diviértete en la playa. ¿Por qué no vas después de que termines? Rosetta sin duda ama volver a verte. Sospecho que te llenará de más pastel de chocolate. Incluso podrías trabajar un poco desde mi casa si quieres. Entonces podríamos ampliar más nuestra plática cuando llegue a casa." "Eso suena genial." Elena la dejó con una mirada tan ardiente que Maddie se desplomó pesadamente contra la puerta. "Adiós," susurró al pasillo ahora ahora vacío. "¿Oye, Mads?" Oyó la voz apagada a través de la puerta un momento después. "Sí, Simon?" "Cuando termines de desmayarte, ¿podemos ir a la playa?" Su voz se elevó a un lloriqueo.


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Ella puso los ojos en blanco. "¿Qué te hace pensar que me estoy desmayando?" "¿Hola? He conocido a tu novia. Y casi me resbalo en un charco de su carisma." Maddie sonrió al pasillo vacío. Novia. Elena Bartell era su novia. Guau. ****** "Sabes, estoy empezando a cansarme de tu actitud." Maddie, tumbada en el sofá con una computadora portátil en el pecho, le dio una mirada petulante. "Siempre tan superior. Caminas sobre mí y simplemente si mplemente lo soporto." Oscar ignoró su mirada aguda y continuó moviéndose arriba y abajo por sus muslos y estómago antes de finalmente empujar su larga nariz sobre el borde de su computadora portátil. "No te importaría si estuviera escribiendo una historia del Premio Pulitzer," Maddie se quejó. "Y salirte con la tuya porque eres lindo." Inclinándose hacia adelante, Oscar le lamió la mejilla. "Oh ya entiendo. ¿Crees que puedes usar tu encanto conmigo? ” Oscar golpeó la parte posterior de la pantalla de su laptop con su cabeza, haciendo que se cerrara sobre sus manos. "¡Bien! Tú ganas. ” Maddie cerró su máquina y la puso sobre la mesa de café. Le dio al perro una rascada completa completa detrás de sus orejas rojas. Oscar se dejó caer sobre su pecho y cerró los ojos. "Déjame adivinar, vas a quedarte dormido conmigo y no podré moverme durante tres horas? Porque las reglas de mascotas se aplican? ¿Qué pasa si tuviera un gran plazo, alguna vez pensaste en eso?" Oscar parpadeó hacia ella. Él no mostró signos de moverse. "Eres irresistible y lo sabes." Maddie suspiró. Sus dedos enhebraron el hermoso pelaje de Oscar, y sonrió. "Al igual que tu ama." "Mis oídos están ardiendo."


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Maddie levantó la vista y vio a Elena apoyada contra la puerta, con los brazos cruzados y una expresión divertida en su rostro. "Bueno, veo que finalmente has aprendido las reglas de la casa," Elena agregó. "Es el modo de Oscar o el modo de Oscar. Deberías estar honrada. A él no le gusta mucha gente. Parece que te ha reclamado de verdad." "Quizás Oscar solo tiene buen gusto." "Ningún argumento de mi parte." Elena se acercó a ella y gentilmente empujó los pies de Maddie a lo largo del sofá, abriéndose paso para sentarse a su lado. "Esperaba que estuvieras aquí." "¿Me extrañaste?" Elena dio un largo suspiro de sufrimiento. "Resulta que eres una influencia tan distractora que fue más fácil venir a casa y hacer mi trabajo aquí, que sentarme en el trabajo pensando en ti en mi Sábado." Una calidez cubrió a Maddie, y se encontró sonriendo estúpidamente. A ella le encantaba cuando Elena decía cosas así. Ella siempre parecía tan sincera. "Ese es mi malvado plan. Para atraerte a mi lado y amarte hasta la muerte. ¿Cómo está funcionando hasta ahora?” "Diría que es la oferta de adquisición más astuta que he visto en mi vida. Estoy impresionada." Maddie le dio a Oscar otro masaje detrás de las orejas. "Ojalá pudiera ser tan brillante en todas las demás áreas." Ella miró hacia su computadora portátil. "Ah. ¿Cómo va tu última historia? ¿Necesitas un segundo par de ojos para leerla? ” "Eso estaría bien. Más tarde, sin embargo, cuando no me estoy ahogando en líneas de tiempo conflictivas. En este momento ni siquiera puedo descifrar cuáles son los hechos acordados." "Lo resolverás. Eres buena en esto." "¿Buena en la narración de historias?"


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Elena la miró. "Sí." "Pero no en los elementos informativos." "Eso también. Eres una excelente periodista. Como te lo expliqué en uno de mis correos electrónicos a Vietnam. ¿No me creíste? ” "Pensé que solo estabas tratando de convencerme para que volviera a casa." "Oh, lo estaba." Elena le lanzó una mirada tímida, que se convirtió en un rodar de ojos. "Pero aún así, lo dije en serio. Eres una de las mejores reporteras que he visto en mi vida. No estoy segura de cómo no noté tu impulso por la excelencia en Nueva York." "Bueno para ser justo, tenías razón. Yo era inconsistente — a causa de estar miserablemente nostálgica." Estudió a Elena. "¿En serio crees que soy una de las mejores?" "Seguramente ya no necesitas mi aprobación, ¿verdad? Tienes que saberlo ahora. Por otros. No solo lo digo yo." Maddie pensó en eso. Ella había recibido muchos elogios últimamente. "Eso es cierto, pero es solo que tu opinión significa mucho para mí. Creo que a veces realmente necesito escuchar las palabras de ti." Hubo un silencio cuando la pregunta no formulada se asentó entre ellas. Lo que Maddie realmente estaba preguntando. Habían pasado meses coqueteando, saliendo, haciendo el amor. No tenía dudas de que estaba locamente enamorada. El solo pensar en Elena la llevaba a la distracción; era como el aire, la necesitaba tanto. Pero qué sentía Elena? Los dedos de Elena encontraron el material de lino gris de sus propios pantalones y los cepillaron. "Aprecio la belleza del mundo más que cualquier otra cosa, Madeleine. ” La miró a los ojos. "Y todo lo que quiero es estar contigo. ¿Eso no te dice algo? ” "Me dice que me encuentras hermosa. Y me encanta, pero ... " Si no está lista, no está lista . "Oye, no importa. No importa." Excepto que sí importaba. Maddie miró hacia abajo. "Solía pensar que tenía todas las respuestas," Elena dijo lentamente. "Antes de conocerte, solía pensar que era tan brutalmente honesta. Esgrimía la verdad como un arma. Ahora veo que lo más cierto que sé son todas las mentiras que nos contamos a nosotros mismos. Es aterrador — como como ver pequeñas grietas en el vidrio de una ventana, donde sea


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que mire. Ahora, ya no confío en mí misma. He perdido la fe en mi propia percepción. Mi visión del mundo está destrozada para siempre." "Porque no sabías nada de Richard." "Porque todavía me preocupa que lo supiera. Me estoy torturando con la idea de que, en algún lugar en el fondo, una parte de mí era consciente, y me dije mentiras para evitar enfrentarlo. Así que ya ves, ya no tengo fe. Mis opiniones sobre asuntos personales no las siento sensatas. Pero sé esto: cuando te miro, eres todo lo que quiero ver. Sé que cuando estamos juntas, no quiero irme. Pero no sé si puedo confiar en lo que significan estos sentimientos. Lo entiendes? Se siente como ... si mis cimientos estuvieran agrietados." Maddie se dio cuenta de la vacilación inusitada en su voz. "Necesitas tiempo. Para creer de nuevo." Elena asintió. "Mientras tanto, no puedes ver la verdad, sea lo que sea, cuando me miras?" "Puedo. Lo veo." Maddie a menudo había pensado que la calidez en los ojos de Elena le decía más que sus palabras. "Gracias por p or explicar cómo te sientes. Y gracias por p or compartir tu casa conmigo hoy. Estoy bastante segura de que tengo mucho más trabajo hecho con Sydney Harbour para tener en cuenta. ¿Sabes que tengo una esfera de nieve de casi esta vista exacta? ” Se interrumpió cuando una extraña mirada cruzó la cara de Elena. "¿Qué pasa?" Maddie preguntó. "No es nada. Me di cuenta de lo mucho que estaba esperando que estuvieras aquí. Eso nunca ha sucedido antes. Solía encontrar estresante a alguien a mi alrededor en casa." "Soy bastante relajada." Maddie sonrió. "Soy como Oscar pero con mejor aliento y no tengo problemas con la comida de la tienda." Elena pasó el dorso de sus dedos por el brazo desnudo de Maddie. "Bueno, aprecio tu abrigo. Y es bastante útil que estés domesticada." Recogió a su perro del regazo de Maddie y lo depositó en el suelo. Oscar protestó con un aullido a medias, pero luego se acomodó en una bola frente a ellas y se volvió a dormir. Elena se estiró junto a Maddie y luego se acurrucó a su alrededor. "¿Quieres salir esta noche?" Preguntó, cerrando los ojos. "He sido invitada a la noche de apertura de una nueva obra en el Belvoir St Theatre."


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Maddie estudió su rostro sereno, todavía asombrada de que se le permitiera verla así. Deslizó sus dedos por su pelo oscuro. "No, gracias. No cuando estás en mis brazos así. ¿Dónde está el incentivo para soltarme?" "Te quedas, entonces? Tengo que hacer algunas llamadas, atar algunos cabos sueltos, firmar un acuerdo y reintroducir los pantalones acampanados, pero apreciaría más alguna compañía más tarde." Maddie juguetonamente le dio una palmada en el brazo. "¡Elena! No estás reintroduciendo los pantalones acampanados." "Solo sobre mi cadáver." Sonrió, abrió los ojos de par en par y miró a la cara de Maddie. "Pero la oferta está en pie. ¿Te quedas aquí? ¿A menos que tengas planes? ” "Tengo planes. Una nueva receta de rodajas de verduras que quiero probar contigo que mamá me dio y dice que te encantará. Cómo supone que conoce tu paladar es un completo misterio." "Bueno, intimamos en eso una vez, discutiendo tu cumpleaños." "Mmm. Bueno, descubriremos si tiene razón. Solo tengo algunas citas más para escribir. Puedo trabajar en el resto de mi historia mañana." "Podrías hacer tu historia desde aquí mañana también. O más tiempo si quisieras. ” Elena dudó. "Hay un estudio extra en el piso de arriba que solo está acumulando polvo, por lo que no tendrías que competir con Oscar en el sofá por los bienes inmuebles. Y una habitación de invitados al lado si solo necesitas tomarte un tiempo de descanso. O mi habitación si lo prefieres. Quédate el tiempo que quieras. Además, también sé de una fuente confiable que las vistas de Sydney Harbor son buenas para escribir." Maddie hizo una pausa. ¿Ella solo ...? Buscó en la cara de Elena, su corazón comenzaba a acelerarse. "¿Elena? Lo siento si lo estoy malinterpretando, pero me estás pidiendo que me mude?” "Eso depende." "¿En?" "Ya sea que digas que sí." Elena jugueteó con la manga de su blusa. "Sé que tienes tu propia vida, y probablemente no quieras renunciar a tu independencia. Estoy segura de que te gusta que Simon pueda simplemente llegar cuando quiera ahora. Sé que él es importante para ti. Los amigos deberían serlo. Pero eso no debería cambiar. Creo que me XWPColección: Página y Facebook

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gustaría mucho compartir mi vida con alguien que ... alguien a quien respeto, que me desafía, que me importa, que aprecio y a quien parece que no puedo tolerar que no este cerca. Así que, si sientes lo mismo ... " Maddie se sentó derecha. "Pregúntame, entonces. Porque la primicia interna es que probablemente diré que sí." Elena no preguntó. Estaba demasiado ocupada besándola. Maddie no tenía quejas.


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CAPÍTULO 36 Lo que se da El baile de Leyendas de la Publicación Australiana siempre era el punto culminante del calendario — y y había vuelto a rodar. Era oficialmente el cuarto y último evento de ella y Elena juntas bajo los términos de su contrato. Habían sucedido tantas cosas — como mudarse con Elena cuatro meses atrás — que que era difícil de creer que solo había pasado un año desde su primer baile de Legendas juntas. El coche se detuvo, y las multitudes brillantes, deambulando, se vistieron con sus galas, captando la atención de Maddie. El conductor salió y abrió la puerta de Elena. Maddie se deslizó por el asiento trasero y la siguió. En cuestión de minutos estaban dentro del gran hotel, catalogado como patrimonio, en un largo pasillo que rodeaba los límites del salón principal. Elena subrepticiamente tomó su mano para conducirla más adentro, sus dedos cálidos le dieron a Maddie el impulso de confianza que necesitaba. Elena se detuvo en una esquina ensombrecida y le dirigió a Maddie una mirada intensa. "Relájate. He escuchado tu discurso. Las once versiones. Y serás excelente. Los impresionarás. Solo sé tu misma." "Esto es una locura." Maddie se pasó una mano por el vestido, preguntándose cómo había sucedido todo esto: su carrera, su vida en Sydney con Elena, le pidieron que diera el discurso de Legendas este año. "Quiero decir, sé que estoy reemplazando a Alan Kadinsky, pero no podían encontrar a alguien más? Es un error. No soy una leyenda. Yo — " "Realmente, Madeleine, quién fue la ganadora más joven del premio Coleman? ¿Quién tuvo tres primicias importantes en un año? ¿Una ¿U na de ellas internacional?" "Esto no se trata de ganar cosas; se trata de mí. ” Maddie vaciló. "Así soy yo. Todas estas dudas. Ellos han cometido un error. Hay muchas cosas que no creo que me merezco. Me preocupa que todo vaya a derrumbarse." derrumbarse." Elena la miró en silencio. Se inclinó. "Nunca te veré como un error, Madeleine." "No dije eso." "Quizás, pero puede que lo hayas pensado. ¿Se te ha ocurrido que me siento indigna? Eres joven y hermosa e inteligente, con el mundo a tus pies. Soy una mujer con una reputación XWPColección: Página y Facebook

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de ser fría y sin corazón. Si bien es gratificante que a Bartell Corp lo esté yendo bien, eso es lo único que me hace de alguna manera impresionante para el mundo." Maddie se sobresaltó. "¿Qué? ¡Eso es una locura! Tú eres ... " Ella apretó la mano de Elena. "¿No entiendes cómo te veo? Eres increíble con o sin tu negocio. Y esto ... nosotros ... no es algo pasajero para mí. Esto es todo. Estoy en esto por el resto de mi vida. Estoy adentro. ¿Lo entiendes? ” Sonriendo tiernamente, Elena se movió más cerca. "Madeleine, planeo mantenerte en mi vida todo el tiempo que pueda. Y luego aún más." Curvó sus dedos alrededor de la mejilla de Maddie. Era lo más cerca que Elena había llegado a decirle a Maddie que la amaba. Aún así, las incertidumbres sobre los sentimientos de Elena bailaban alrededor de los bordes. "¿Qué pasa cuando el público se entere?" Susurró. "Quiero decir que los medios no son ciegos. Lo descubrirán eventualmente. Como en la boda de Natalii el próximo mes? ¿Qué harás si la gente te llama una editora depredadora o a mi una cazafortunas? ” Elena acarició su mano con su pulgar. "Me han llamado peor, y fue por un mentor. Un hombre en quien confiaba mi vida. Lo supere. Así que, qué me importa lo que piensen los extraños? Estaré bien. ¿Tú podrías?" "Por supuesto." Trató de respirar más uniformemente y le sonrió a Elena. "Lo siento, creo que estoy enloqueciendo por este discurso. Solo son nervios." "Puedo ver eso," Elena dijo. Sus labios se crisparon en una sonrisa. "Es algo bueno que seas exitosa y famosa ahora, o allí no habría ninguna ventaja absolutamente para compartir mi vida contigo." Maddie comenzó a reír. "Dios, eres graciosa. Creo que te mantendré cerca." Elena sonrió. "Un excelente plan. Porque encontrar a alguien a quien le guste mi perro y viceversa ha sido demasiado pedir. Oscar odiaba a mis ex esposos, lo cual es algo divertido dado que fue un regalo de mi primer marido." "A Oscar solo le gusto porque te mudaste a Sydney por mí, que viene con el clima cálido que él adora." "Hm. Muy posiblemente. Sí tienes razón. Eso es claramente todo lo que es. Pero por supuesto, no es solo Oscar el que disfruta de tenerte en su vida." Maddie sonrió. "Ah, sí. Rosetta. ¿Cierto?"


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"Exactamente. Mi cocinera que atraje a Sydney, quien conspira contigo a menudo para mantenerme bien alimentada." "Te olvidas de comer." "Supuestamente. Entonces, en resumen, Oscar te tolera. Y Rosetta te adora." "Sí. Mis dos aliados incondicionales." "Entonces, puedes ver que con tus ingeniosos contactos serías completamente imposible de reemplazar. Estoy atrapada contigo ahora." Maddie se rió. "Gracias." Le apretó la mano. "Por hacerme no pensar en eso. Hacerme reír cuando lo necesitaba. Por ser tú." Los ojos de Elena eran brillantes, y sus dedos se curvaron fuertemente alrededor de los de Maddie. "Por supuesto." Su sonrisa era suave y espontánea. Eso hizo que el corazón de Maddie quedara atrapado. Su amante siempre encontraba cientos de maneras diferentes de decirle que la amaba, sin decir las palabras. Puede que nunca escuchara las palabras, pero estaba escrito en toda su cara, junto con cada toque suave y caricia. Maddie se inclinó y le dio un suave ‘gracias’ en la oreja. Felicity y Perry doblaron la esquina en la distancia, en una profunda conversación, y Maddie sonrió con deleite sobre el hombro de Elena. Ella los había extrañado. Dado que sus dos colegas tenían su base en Nueva York, no los había visto en meses. Se veían bien. Felicity, especialmente, parecía tan feliz. Parecía que mucha de su actitud tensa se había evaporado con su ascenso. Maddie se apartó de Elena para gritar un saludo, con las manos todavía entrelazadas. "¡Hola! ¿Cómo están ...?" Ella comenzó, antes de desvanecerse ante la expresión de asombro de Felicity. Maddie siguió la mirada de Felicity hacia donde sus dedos se entremezclaban con los de Elena. Oh. Eso. ¿En serio? Felicity realmente no lo había deducido aún? Negación tenía que ser su segundo nombre. Perry simplemente dio un bufido engreído y un saludo amistoso. Elena ignoró a sus empleados y tiró de la mano de Maddie, jalándola hacia un lado. Ella captó la mirada de Maddie. "Antes de que te pongas absorta en esos dos y me vea envuelta hablando con los sosos hombres trajeados, solo quiero que sepas algo," dijo, con


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la voz baja. Elena se inclinó, sus labios contra su oreja. “Serás fantástica esta noche. Tu escritura es entretenida, observadora y colorida, como tú. Créeme cuando te digo que serás la dueña de ese salón. Y te amo. Con todo lo que soy. Créelo también." "Oh." Maddie exhaló. "Oh, me encanta escuchar eso." No había esperado que se sintiera tan abrumador. Sus dedos hormigueaban, ansiaban estrechar a Elena en un fuerte abrazo. Lágrimas pincharon sus ojos. "Entonces esto significa que lo crees ahora? ¿Confías en lo que sientes?” "Muchísimo," Elena dijo, su voz suave. "¿Algo tan profundo, tan hermoso? Solo puede ser amor. Nunca he experimentado algo así. Tiene T iene que ser la verdad." "Es muy especial escuchar eso." Los labios de Maddie se curvaron en una pequeña sonrisa. "Y espero que no haya sido solo una excepción. Debo advertirte, es todo lo que querré escuchar en el futuro. Me has echado a perder ahora." "¿Es eso así?" "Mmm. Y debo decir que me gusta tu idea de la verdad." La diablura bailaba en los ojos de Elena. "Al igual que yo. Después de todo, puedo haber mencionado una o dos veces que prefiero la verdad en todos los asuntos." Sin previo aviso, Elena atrajo a Maddie hacia ella, la besó a fondo, y la sostuvo con una posesividad que le decía a cualquiera cualquiera que estuviera viendo a quién pertenecía Maddie. Y a quien amaba Elena. El calor inundó a Maddie, y se aferró a ella. Fuera de la periferia, justo antes de que los ojos de Maddie se cerraran, vio a Perry sonriendo y llevándose las manos al pecho. Felicity se desplomó contra un pilar. Sobre la música orquestal en el lejano fondo llegaban las palabras más débiles en una voz entrecortada, la cual al menos sonaba divertida por una vez. "¡Oh! Por supuesto maldita sea! ¡La racha ganadora más larga de todos los tiempos! ”

FIN


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LW - LCV

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