“LOVE IS WAR” Melina m 0
Yokozawa ahora lleva una vida tranquila junto con Kirishima y su hija Hiyori. Mientras que su relación está a punto de tomar un giro más serio, Yokozawa se enfrenta una vez más con los grandes celos de su amante. Pero, ¿acaso las dudas de Kirishima hacia cierta persona verdaderamente están fundadas? Yokozawa comienza poco a poco a comprender que el amor es una lucha diaria, con sus peligros, sus derrotas, pero también con sus victorias. “Love is war”
Escrito por Melina M. Novela no oficial de “Sekaiichi
Hatsukoi – Yokozawa Yokozawa Takafumi no Baai”
Traducción: Saku-Rai 1
Capí tulo I
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l salió de la estación a toda carrera, ahogándose en una densa multitud de
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personas por toda la prisa que llevaba. El sol tímidamente se reflejaba en las ventanas de los edificios, adornando y revelando la atmósfera de la mañana
que Yokozawa Takafumi adoraba tanto. Disfrutaba de estas horas del día, aunque su función dentro de la empresa no lo requería a él rutinariamente para levantarse tan temprano, pero se había atrasado un poco en su trabajo, por lo que decidió llegar antes de lo habitual. Yokozawa es un trabajador concienzudo y un gran negociador. Él tiene la maña, el carisma y la capacidad de hacer buenas ventas, siempre haciendo un buen negocio. Asumió plenamente la naturaleza y responsabilidad de su trabajo, sintiéndose orgulloso por ello, mientras que los productos y servicios que él estaba tratando de vender contribuían al avance de las personas. Después de todo, ser vendedor no era un mal trabajo! Estaba muy orgulloso. Yokozawa es un hombre muy orgulloso. Usando su traje azul marino, subió la calle del imponente edificio de la editorial Marukawa con problemas a pesar de la fría mañana. Cruzando la puerta, como de costumbre, murmuró un saludo a dos mujeres jóvenes quienes le dieron la bienvenida al saludarlo cortésmente. Subió al ascensor, presionando el botón del tercer piso del edificio, dedicado al Departamento de Ventas. 2
Para él, era agradable ir a la oficina a esas horas, antes de que la horda de empleados invadiese cada rincón de aquel espacio, antes de que el papeleo se amontonase rápidamente. Había una gran tranquilidad, libre de teléfonos estridentes y ruidos ensordecedores. Un paraíso! Después de unos treinta minutos, luego de unas rondas y cuatro llamadas telefónicas, sintió un poco de irritación en el estómago. En su carrera por llegar temprano, el diligente empleado se había olvidado totalmente de tomar su desayuno. Fue entonces cuando decidió ir a buscar un poco de comida. Como las máquinas expendedoras de la tercera planta no estaban funcionando, decidió ir al piso de arriba para encontrar algo de alivio. Llevándose unas cuantas monedas en la mano, Yokozawa llama al ascensor que lo llevaría a la cuarta planta, donde encontraría algo para satisfacer su estómago que gritaba ya de hambre. El cuarto piso albergaba varios servicios de edición y publicación. Si los de ventas no eran realmente madrugadores, ¿qué pasaba con los editores ...? Bastaba decir que las oficinas de ese piso estaban completamente desiertas como el de ventas. Sólo había un eco de la respiración de un empleado que estaba durmiendo, babeando sobre el teclado de su ordenador portátil, que probablemente había olvidado apagar la noche anterior por haber trabajado horas extras. “Qué irresponsable...” Yokozawa pensó al tener esta visión tan patética. Él nunca
se habría encontrado en una situación así, tenía demasiado orgullo. Luego, fue a la pequeña sala de comedor, al final del pasillo, en la que había diferentes máquinas de bebidas y golosinas. La puerta estaba entreabierta y una pequeña corriente de aire se escapaba de ahí. De repente, se estremeció.
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- ... No entiendo por qué lo conviertes en todo un drama! - Es igual para mí! Perdona, pero tengo que ir a trabajar ahora! - Onodera! No te irás así como si nada! Quiero que me expliques por qué te rehúsas, maldita sea! No es gran cosa! - No tengo ninguna explicación que darte, no me gusta, eso es todo! Trabajamos juntos, todo el día estamos juntos, nos vamos del trabajo juntos... Todo esto comienza a ser muy sofocante!
Las dos voces que escapaban de ahí, Yokozawa las había reconocido. En ese momento, se detuvo en seco delante de la puerta entreabierta. La pequeña abertura dejó al descubierto la cara de Onodera Ritsu. Takano Masamune, su interlocutor, estaba apoyado sobre la máquina de café. Su tono era serio y el rostro de Onodera era de un leve carmesí. Yokozawa, siendo oyente de toda esa plática, desistió a entrar, optando por regresar a su piso ya que el hambre se le había ido.
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ran casi las once de la mañana y el tercer piso ya estaba lleno de empleados dedicados a sus tareas. En la pequeña sala de fumadores, la ventana estaba abierta. El aire era dulce y presagiaba el fin del verano.
Yokozawa exhalaba un ligero humo ondulante. Se encontraba apoyado sobre una gran ventana opaca, sosteniendo su cigarrillo en una mano. A su lado estaba una mujer muy joven y bonita, que también tenía un cigarro en su delicada mano, apoyándose igual que él, haciendo ambos una simetría perfecta.
- ... No sé cómo ir ante ellos. -le decía la joven- ¿Por qué no utilizas tus encantos? -respondió Yokozawa con un aspecto un tanto desilusionado-. - A mí? a la que le hacen propuestas indecentes? Mi sueldo no justifica tales prácticas! Fue Henmi, el que trabaja en tu área quien me aconsejó venir a hablar contigo... ¿No crees que es adorable? - ¿En serio? - ¿Te sorprende? - Un poco… -Yokozawa respondía, rascándose la cabeza-. - Después de todo, tú eres uno de los mejores vendedores de la empresa, tus subordinados son conscientes de ello, no hay nada sorprendente que él me haya aconsejado para hablar contigo acerca de este problema ...
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- No estoy sorprendido por eso, lo estoy porque Henmi te haya dado un consejo. -Aclaró irónicamente-. - Eres tan malo! -Replicó la joven y bonita chica en una carcajada-.
Los dos colegas seguían con sus burlas mientras que el humo de sus cigarros se entremezclaban en el aire.
- Me encantaría trabajar contigo Yokozawa! – Añadió mientras se arreglaba el tacón de su zapato con el zócalo de la pared-. Aunque yo bromearía más seguido!
Yokozawa apreciaba mucho a Motoki-san, y era mutuo. Las mujeres fácilmente se intimidaban ante ese cascarrabias vendedor y su apariencia de gran oso. Su carácter era conocido por todos en Marukawa y su habilidad como vendedor fue igualada solamente por su forma de trato con sus subordinados de acuerdo a sus estados de ánimo. A pesar de esta reputación sulfurosa, Motoki-san, publicista adjunta del área de prensa y publicaciones para mujeres, le encantaba estar en la sala de fumadores cada vez que tenía pequeños descansos para disfrutar de sus cigarrillos y a la vez, del humor sarcástico que tenía él. Aquella joven poseía una gran belleza. Con una tez pálida, cabellos negro-ébano que con gracia caía sobre sus hombros. Usaba un par de zapatos con tacones altos y llevaba un hermoso sastre rayado. Su mano delgada, impecablemente cuidada, llevaba elegantemente su cigarrillo a los labios, dándole a ella un estilo típico los años sesenta.
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Incluso si era una simple empleada, sin tantas responsabilidades, Motoki no era el tipo de mujer que bajaba el rostro frente a los hombres, incluso aquellos jerárquicamente superior a ella. Sin duda fue consciente de su belleza y carisma, pero ella no los utilizó como un arma de seducción. Eso le dio una seguridad increíble. Yokozawa había admirado silenciosamente esa gran confianza en sí misma, era una cualidad que le agradaba mucho. Motoki, por su parte, le agradaba Yokozawa ya que era uno de los pocos hombres que no la veía como un pedazo de carne. A pesar de sus aspectos toscos de oso, Yokozawa no era un machista y la joven sintió que él tenía valores y era muy razonable.
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Él antes nunca había tratado de hacer avances o incluso seducirla, y aunque era consciente de su belleza, siempre la había considerado como su igual.
- Te aconsejo que te mantengas fiel a ti misma y no finjas ser alguien que no eres. Si ellos no quieren confiar en ti, infórmale a tu superior y sigue adelante. A veces a los clientes reacios hay que encargárselos a alguien más. – Añadía en un tono serio- ¿Cómo sabes cuándo es el momento de seguir adelante? -Le preguntó ella-.
Al oír estas palabras, el rostro de Yokozawa se congeló. De repente se dio cuenta de que sus palabras resonaron en una manera única.
- Yokozawa? - ... - Yokozawa? -Repitió la joven un poco preocupada.-
Las llamadas de Motoki le hicieron reaccionar a Yokozawa, quien se encontraba perdido en su confusión.
- P-Perdona… -Tartamudeaba él- Hmm ... Parece que has estado haciendo horas extras por los últimos archivos. - Sí ... ha de ser por eso... Mi día comenzó en la madrugada. - Fumar no hará nada bien para tu cuerpo! Debes tener más cuidado de ti mismo!
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La joven mujer tomó rápidamente el cigarrillo que tenía Yokozawa en su mano y lo arrojó en el cenicero para luego salir de la sala, deseándole buena suerte para el resto de su día y Yokozawa, todavía perdido en sus pensamientos, ni siquiera reaccionó para darle las gracias. La pregunta inocente que le dijo Motoki resonaba todavía en él y le preocupaba mucho al azabache “¿Cómo sabes cuándo es el momento de seguir adelant e?”. Yokozawa entonces se dio cuenta de que había olvidado lo que pasó antes por la mañana: esta conversación que él espió en el cuarto piso. Había terminado todo su trabajo e incluso le dio tiempo de sobra para preparar las reuniones de la semana... Más tarde en la mañana, se había reunido en la librería “Marimo” con Motoki, puesto que la joven le había pedido una cita en su “Hora de descanso de cigarrillos” como ella le gustaba llamarlo. Ahí, ella se burló de su traje pasado de moda y él
le respondió que los tacos de sus nuevos zapatos le podrían servir como cuchillos en caso de agresión. Pero en ningún momento pensó en lo que pasó en la mañana con Takano. Ya solo en la sala para fumadores de la editorial, Yokozawa tenía una mirada de preocupación, perdido más en sus pensamientos, asomándose por la ventana, dejando que el brillo del sol bañase su rostro.
- Coqueteando con Motoki?
Estas tres palabras le hicieron al instante abandonar su meditación. En el medio de la pequeña sala de fumadores, justo frente de él y mirándolo fijamente se encontraba Kirishima Zen, el famoso editor de la revista Japun. Su chaqueta casual combinaba muy bien con él. El editor estaba dotado de un encanto que era difícil de ignorar en esa pequeña habitación. Su cabello castaño y rizado caía ligeramente en su rostro, a la altura de sus ojos color avellana, dándole un aire de chico algo arrogante, mientras que su esbelta figura acentuaba demasiado sus encantos 9
masculinos. Sí, Kirishima era un hombre de contradicciones, tanto en la apariencia como en personalidad.
- Pero, ¿de qué estás hablando? -replicó Yokozawa lleno de consternación al darse cuenta de lo que el editor estaba preguntando-. - A veces paso por aquí y a menudo los encuentro juntos. - Y eso qué ...? - Siento que estás coqueteando.
Yokozawa, un poco molesto por las acusaciones estúpidas del editor, ni siquiera se dignó en responder tal pregunta.
- Qué estás haciendo aquí? Acaso cerraron la sala de descanso en Japun? - Solo vine a pedirte un cigarrillo ... Ya sabes, dejé de fumar y no tengo ninguno.
Kirishima tenía ese aire tan bromista y calmado que Yokozawa detestaba más. Rápidamente se dio cuenta de que esta conversación se volvería exasperante.
- Te das cuenta que lo que dices no tiene sentido? - Acerca de Motoki o los cigarrillos? - Ambos! - Solo vine a verte para decirte que Hiyo ha planeado un día de campo este fin de semana. - Lo sé, ella me envió un mensaje de texto para contármelo. 10
- Siento que recibes más mensajes de mi niña que de tu amante. - Deja de decir tantas tonterías! – Le respondía con el ceño fruncido-.
Kirishima en realidad a veces utilizaba a su hija para que ella le mande mensajes para invitar a Yokozawa a excursiones o simplemente para asegurarse de que él iría a cenar con los Kirishimas después del trabajo Desde ya hace algún tiempo, se reforzaron sus lazos entre ellos tres. Yokozawa le había confiado a Hiyo a su gato llamado Sorata, que ahora vivía con ellos y fue considerado como un miembro más de la familia, al igual que su amo. Era un acuerdo tácito. Su gato vivía con él, así que tenía que visitarlo. De hecho, Yokozawa pasaba sus fines de semana en la casa de su amante.
- Mis padres estarán presentes. – Añadió luego Kirishima.-
Con estas palabras, Yokozawa se atragantó con el humo del cigarrillo que había encendido.
- Tus padres?! Qué?! -Le preguntó con voz temblorosa.- Es una tradición de nosotros, cada verano tenemos un día de campo con mis padres. Ya sabes de mi madre, no hay razón para entrar en pánico. - Pero esp... espera un segundo... ¿No crees que...
Las mejillas de Yokozawa comenzaron a ruborizarse un poco, era una visión bastante sorprendente en su rostro habitualmente malhumorado. 11
- Va a ser un poco ... como una extraña situación? – Hablaba él-
Kirishima tomó el cigarrillo que Yokozawa sostenía entre sus dedos, llevándoselo a sus labios en un gesto rutinario. Casualmente, añadió:
- Es sólo un día de campo.
Desde lo alto de esa ventana, se podía apreciar a los árboles alrededor del edificio. Sus hojas eran todavía verdes pese a que el clima estaba demasiado caliente. Una suave corriente de aire, con un fresco aroma, se las arregla para perfumar el ahumadero de la sala, reemplazando el humo del cigarrillo que Kirishima compartía con Yokozawa. Era casi mediodía.
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n el pasillo central del supermercado, las coles estaban dispuestas en forma de una pequeña pirámide verde. Yokozawa no podía dejar de pensar en que a la pequeña Hiyori le habría sido lindo. A pesar de que era tarde,
él tenía toda la intención de preparar col frito con carne de cerdo. Esta sería, sin duda, la felicidad de la pequeña! Pero Yokozawa estaba preocupado. Nunca dejó de pensar en la historia de picnic familiar. ¿Sería en su casa o en la casa de ellos? ¿Cómo Kirishima justificaría su presencia con sus padres? ¿Si rechaza la invitación, Hiyo estaría triste y desilusionada?
Todas estas preguntas lo desaceleraron un poco en su trabajo por el resto del día. En el tren que se dirigía al este de la ciudad, sujetando las bolsas pequeñas llenas de col, el hombre comenzó a sentir una angustia terrible. ¿Debe decirle Kirishima que no podré ir? Pero no era tan sencillo. ¿Qué iba a pensar? ¿Que es un cobarde? Así tendría sin duda una gran oportunidad para burlarse de él y ridiculizarlo. No, no le preguntará! Su fuerte orgullo superó sus miedos. Frente a la actitud indiferente del editor, Yokozawa a menudo se encontraba indefenso. Nada lo hacía titubear, sus ojos demostraban eso, tenía ese don para molestarlo por naturaleza y volver ansioso al hombre de ventas. Él era un padre de familia y mantiene un romance con un hombre; un hombre que trabaja en la misma empresa que él! ¿Qué le pasaría a su reputación si se enterasen de su romance? ¿Qué pasaría si la pequeña Hiyori se enterase de la naturaleza de su relación?
Todas estas preguntas angustiaban profundamente a Yokozawa. Aunque Kirishima estaba muy presente en su vida recientemente, su relación nunca lo había dejado de cuestionar. Con el estómago irritado y la mente cansada, Yokozawa continuó su viaje. A veces, las sacudidas del tren de la noche le dieron algunas náuseas.
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Ya era tarde cuando Yokozawa finalmente llegó al apartamento de la familia del editor. Como de costumbre, fue recibido por su gato que se frota contra los tobillos de su amo, mientras él dejaba sus zapatos en el genkan.
- Ya estoy en casa. – Decía Yokozawa para anunciar su presencia.-
Pero nadie vino a recibirlo. Sorprendido por la “bienvenida” que le daban, entró en la sala que estaba iluminada sólo por la pequeña lámpara que emitía una luz suave. En el sofá dormía Kirishima y su mano seguía sosteniendo un libro. Se sorprendió verlo solo a estas horas. Yokozawa entonces se dio cuenta que la pequeña Hiyori tuvo que pasar la noche con sus abuelos: las pequeñas molestias de la larga jornada le habían hecho totalmente olvidar ese detalle. En el acogedor ambiente de la sala, Yokozawa observaba a “la bella durmiente”. Su cabello estaba esparcido en el tejido de la almohadilla donde se apoyaba, manteniendo un calmado y sereno rostro. En ese sorprendente momento de intimidad, Yokozawa admitió que él era increíblemente hermoso. Como no quería despertarlo, puso en silencio las bolsas en la mesa de la cocina y tomó una frazada de Hiyori para depositarla suavemente sobre el cuerpo de su amante. Fue entonces cuando Kirishima abrió los ojos. Yokozawa no era muy ágil para esas cosas.
- ... Qué estás haciendo aquí? -Preguntó el editor algo confundido.- Debiste hacerme acordar que Hiyo pasaría la noche con tus padres!
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Yokozawa tomó el camino a la cocina y cogió un paquete de comida para gatos almacenados en un armario.
- Pero por suerte llegué a alimentar a Sorata – Lanzaba Yokozawa con aspereza.- Como si nunca hubiera alimentado a tu gato ... Pero lo que no me gusta creer es que la única razón por la que estás aquí es por tu gato y mi hija! - Eso es correcto! -Replicó el de ventas de mal humor.- Eres un mal mentiroso ...
Yokozawa se puso a preparar la cena para su mascota. Cuando se volvió de espalda, sintió los brazos de Kirishima alrededor de su cuello y este apoyaba la cabeza en su hombro derecho. Él estaba sorprendido por este abrazo. Inmóvil, agarrando el abrelatas que sostenía en su mano derecha, sintió su pulso acelerarse y un intenso calor recorría su cuerpo al sentir a Kirishima invadir su espalda. El gesto era tierno, pero el de ventas decidió no prestarle atención. - Yo quería tenerte solo para mí, por eso no te lo recordé porque sabía que no vendrías esta noche -Le susurró al oído el editor a su amante.Dispuso un beso tierno en su mejilla y continuó aferrándose a su amante, quien estaba preparando, con alguna dificultad, la cena de su gato. Colgándose de su cuello, al editor le hizo gracia la situación. Como era de costumbre, Yokozawa siempre tuvo cuidado de hacer caso omiso a los avances que tuvieron sólo para aumentar la alegría de Kirishima. La escena era surrealista. La gente que trabaja con él no habría considerado este aspecto de su personalidad, ya que era respetuoso y serio con su trabajo. El hombre era el jefe de una de las revistas más importantes de la empresa. Era un editor excepcional y todo el mundo en Marukawa lo elogiaban por sus cualidades. 15
Pero en privado, Kirishima era una persona diferente. Casado muy joven y ya viudo desde hace diez años, el hombre tuvo que aprender a equilibrar su carrera profesional con la crianza de su hija. Sus actitudes infantiles eran un camino para que se relaje. Pero incluso si sabía que era la única persona que conocía ese aspecto de su personalidad, Yokozawa siempre resaltaba su comportamiento de adolescente. Mientras Kirishima tenía una personalidad profunda y compleja, Yokozawa era más simple y predecible. De esta manera, estos dos seres se complementaban perfectamente.
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Kirishima lo presionó con tanta fuerza que el otro tenía problemas para respirar. Yokozawa, agotado por el largo día, ni siquiera tenía fuerzas para empujarlo y quitarse del cautiverio que evitaban que alimentase a su pobre gato. El animal hambriento simplemente los veía desde una esquina de la sala.
- ¿Vas a dejar que me vaya? No puedo ni moverme!! -Gruñó al hombre que lo aprisionaba- No ... Yo tuve un mal día en la oficina, tengo que recargar mis energías ...
El hermoso editor tenía un deseo que quería cumplir. Con cuidado, abrió los brazos para arrastrar las manos en el vientre de su amante. El gesto fue de una sensualidad indescriptible. Mientras cosquilleaba el cuello de su compañero con la punta de su nariz, llevó la mano derecha debajo de la camisa para finalmente tocar su caliente piel. El corazón de Yokozawa dio un vuelco y de un solo golpe, rápido como un gato, agarró los brazos del editor y los envió volando hacia atrás y luego, en una fracción de segundo, giró sobre sí mismo para empujarlo violentamente.
- Te dije que me dejara en paz !! -Gritó él, jadeando con rabia.-
Kirishima no lo vio venir. Tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa, quedándose lejos de su furioso amante. Con su aire de indiferencia y sonriendo como de costumbre, se dirigió a la nevera y sacó una lata de cerveza fría. El editor, se sentó en una silla de la cocina, cerca de Yokozawa que continuaba preparando la cena de Sorata. Sorbiendo su cerveza en silencio, preguntó secamente:
- Desde hace cuánto te ves con Motoki? 17
Yokozawa pretendió mantener la calma.
- ¿Qué te importa? - Creo que sí me importa ...
Yokozawa se mantuvo en calma. Colocó la comida de Sorata en su tazón, dejándolo en el piso.
- Acaso no sabes vejete que los celos pueden ser considerados como una neurosis. Y como cualquier buena neurosis, no la podemos controlar. Cuanto más celoso estés, tu neurosis aumentará ... hasta que llegas a cagar a todas las personas que te rodean para que te respondan un “sí” o un “no”. Si tú estás enfermo, vete a buscar un tratamiento! Yo no soy médico, ni mucho menos un psiquiatra o psicólogo. Si el estrés de la oficina te hace dar vueltas a tu cabeza con estas estupideces, sólo tienes que ir a consulta, créeme que me darías un gran alivio!
Las palabras de Yokozawa eran mucho más crueles que irónicas. Él no pensó que Kirishima estaba loco. Habló así en ese momento cegado no solo por la rabia, sino también por la fatiga que tenía.
- Ten cuidado con esa chica. Es sólo buena en apariencia, mostrando sus atributos como un pavo real, desfilando bajo las narices de todos estos asalariados que llegan a olvidar que están casados ... - Já! Esa chica es la única persona en ese servicio de mierda que habla coherencias y no es solamente apariencia, como tú lo quieres hacer ver! Ella es muy hermosa, es cierto, pero 18
tiene la inteligencia para no utilizar sus encantos para salirse con la suya! ¿Qué es esta actitud machista? Eres es el padre de una niña, maldita sea! Qué vergüenza!
Yokozawa estaba fuera de sí, su rostro estaba estropeado por la rabia. ¿Cómo podría juzgar a una persona con tanta facilidad? Y denigrar a esta mujer, que era una de las pocas personas en la oficina que no lo ven como un animal salvaje. Era inaceptable!
Kirishima enterró su nariz en su lata de cerveza, sus ojos parecían febriles.
- Así que ya ha comenzado el proceso de seducción, eh? ... Mira cómo te pones cuando hablo de ella - Hasta cuándo vas a romperme las pelotas! Estás convirtiéndote en un completo paranoico! - Sería diferente si vivieras aquí, idiota ... Así ya no haría tantas preguntas ...
Las palabras que el castaño pronunciaba lo dejaron boquiabierto.
- ¿Qué ... ¿Qué? - Sí, si vivieras aquí! Si tu vivieras con nosotros, sería más fácil para mí! - Más ...
Yokozawa estaba sorprendido por estas palabras que no entendía.
- Yo ... pero aún así ... no veo la razón ... - Agh! Grandísimo idiota! ... -Kirishima masculló molesto.19
- Pero ... Pero qué mierda! No lo puedo creer! Me haces venir aquí y hacerme creer que tu hija va a estar acá ... Eso ya no es jugar limpio! Y encima me estás chantajeando! - Ah, sí? Pero de qué hablas? chantaje? - ¡Por supuesto! Es chantaje emocional! Tú estás tratando de decirme que si yo viviese aquí contigo, tú estarías más celoso y, por tanto, dependería de tu magnanimidad para ver qué amistades tener o no! Eso señor Kirishima Zen, se llama precisamente CHANTAJE EMOCIONAL!
Kirishima estaba en silencio. Apretó la mandíbula y sus ojos se oscurecieron cuando Yokozawa continuó su razonamiento.
- No, pero esto está fuera de cuestión! No dejaré llevarme por un tipo como tú que a pesar de que me llevas por un par de años, ni siquiera eres capaz de cocinar incluso una simple col!
Una col que estaba en la mesa de repente cayó al suelo cruzando la cocina, chocando contra la pared detrás del editor que estaba sorprendido por esas palabras. El gato que terminó de comerse su comida, ronroneo y luego salió corriendo de ahí. El sonido de sus patas se escuchó por toda la cocina y con esto, Yokozawa recién se dio cuenta de sus acciones. Él estaba furioso, con ira, apretando sus manos y temblando un poco. Kirishima no pestañeó en ningún momento ante aquel “gato” enojado. Sabía que añadir algo agravaría la situación. No era la primera vez que vio a Yokozawa en un estado de ira total. Aunque le gustaba burlarse de él, siempre temía ese momento: el momento en que él iría demasiado lejos y en el que se llegase al punto de no retorno. Este punto de no retorno ya se sentía en este mismo momento. Tenía que ser inteligente, convencer al animal para calmarlo. A pesar
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de su rostro impasible, la actividad cerebral Kirishima estaba en su punto máximo. Debía ser cuidadoso en hablar, una palabra errónea y todo se iría abajo. Una vez más, abrió la puerta de la nevera, cogió una segunda cerveza para llevársela a sus labios y de un solo trago, se tomó la mitad. Luego, en un gesto de apaciguamiento, dirigió su mirada al suelo. Yokozawa lo estaba observando y respirando con dificultad. Así Kirishima tomó lentamente el vegetal que se había caído al suelo. Lo levantó y caminó alrededor de la mesa para tirar los desechos en el contenedor de residuos. El pequeño y tranquilo paseo del editor era con el propósito de calmar al furioso Yokozawa
- Me voy a la cama. Buenas noches.
Yokozawa tuvo que romper el silencio. Se aflojó la corbata mientras caminaba hacia el baño. Con la mirada cabizbaja, se encontró con su gato que se apartó de él, todavía algo asustado. El corazón del azabache se encontraba abatido. Kirishima, que estaba observando desde la distancia, se acercó al asustadizo animal y lo consoló con un fuerte abrazo. De repente se oye el ruido de la puerta de la habitación de huéspedes cerrarse con llave. Yokozawa dormiría ahí, sintiendo que obtuvo una pequeña victoria.
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