¿MAPUCHES,
WILLICHES O VELICHES? ¿Cuál identidad para el pueblo originario de Chiloé? MAPUCHES, WILLICHES OR VELICHES? What identity for the original people of Chiloé? Alberto Trivero Rivera1
Resumen ESTE ARTÍCULO EXPONE UN ANÁLISIS DEL ORIGEN DEL ÉTIMO "VELICHE", EVIDENCIANDO QUE CORRESPONDE A UN PUEBLO DIFERENTE DEL WILLICHE Y QUE ES UN ERROR CONSIDERARLO UNA PRONUNCIACIÓN LOCAL DEL ÉTIMO "WILLI". LAS PECULIARIDADES DE LA FORMA DE VIVIR Y DE LAS TRADICIONES ESPIRITUALES PROPIAS DE LOS VELICHES CONFIRMAN SU IDENTIDAD ÉTNICA DIFERENTE DE LA WILLICHE Y DE LA MAPUCHE, AUNQUE SEA PARTE DEL MÁS GENERAL "HORIZONTE CULTURAL MAPUCHE" QUE SE CARACTERIZA POR SER MULTIÉTNICO.
Abstract THIS ARTICLE EXPOSES AN ANALYSIS OF THE ORIGIN OF "VELICHE" ETHYM, EVIDENCING THAT IT CORRESPONDS TO A PEOPLE DIFFERENT FROM THE WILLICHE AND THAT IT IS A MISTAKE TO CONSIDER IT AS A LOCAL PRONUNCIATION OF THE "WILLI" ETHYM. THE PECULIARITIES OF WAY OF LIVING AND SPIRITUAL TRADITIONS OF VELICHES CONFIRM THEIR ETHNIC IDENTITY, DIFFERENT FROM WILLICHES AND MAPUCHES, ALTHOUGH IT IS PART OF THE MORE GENERAL "MAPUCHE CULTURAL HORIZON" THAT IS CHARACTERIZED BY MULTI-ETHNICITY.
INTRODUCCIÓN Algunos raros fragmentos cerámicos encontrados en Puente Quilo y en Piedra Azul han sido fechado entorno al 800 AP: es importante destacar que no se trata de cerámica de importación (complejo cultural Pitrén), sino de realización local, como demuestra el análisis químico de la arcilla empleada. “La información arqueológica sobre la alfarería en el Archipiélago de Chiloé, da cuenta de la presencia de grupos alfareros durante periodos tardíos. El primer fechado, por termoluminicencia sobre cerámica, proviene del sitio Piedra Azul, ubicado en la Bahía de Chamiza, seno de Reloncaví, con fechados de 740±75 AP, que corresponde a un periodo Actual-Subactual (estrato 0; 0 a 25/50 cm) y luego un fechado de 775±70 AP que corresponde a una ocupación de grupos cazadores recolectores alfareros (Estrato 1; 0-50 cm a 40-90 cm)2. Por otra parte están los fechados sobre carbón realizados en el sitio de Puente Quilo, con fechas aproximadas entre los 740-640 AP, que es muy similar a los fechados del sitio Piedra Azul3. Existen otros fechados dentro de la Isla grande, que también poseen ocupaciones tardías, pero de los cuales no se tienen referencias de asociaciones a niveles cerámicos. Sin embargo esto no quiere decir que no lo sean.4”.
La presencia de elementos cerámicos, sobre todo cuando los mismos no son de importación sino de producción local, implica que había ocurrido un cambio importante en la 1
Investigador antropólogo e historiador. Gaete et al. 2001. 3 Muñoz y Pino 2002. Este fechado no tiene profundidad, pero según los autores corresponde al centro del conchal. 4 Bustos s/f. 2
1
forma de vivir – en la forma de conservar materiales, de cocinar, de beber y comer, etc. – el cual comportaba la necesidad de cerámica. Por lo tanto, mucho antes de aquella fecha en el archipiélago de Chiloé y en la costa del golfo de Ancud se había formado un pueblo alfarero en el cual se sumaban elementos propios tanto de la cultura mapuche, cuanto de la chona: el horizonte veliche. El cual no es simplemente una suma de elementos materiales y de tradiciones, sino una reinterpretación original y creativa de un modo de pensar y vivir, que les aventaja a ambas culturas originarias.
El horizonte veliche es al mismo tiempo parte del vasto y variegado horizonte mapuche y del evanescente horizonte chono5. Peculiar, y su peculiaridad es una riqueza, pero siempre parte de la cultura mapuche, unitaria y multiétnica a la vez.
EL ÉTIMO "VELICHE" Categóricamente, “veliche” no es sinónimo de “williche”, como se afirma a menudo erróneamente. El étimo “Beliches” aparece por primera vez en la gramática de la lengua general de Chile de Luís de Valdivia (Figura 1), publicada en 1684 pero compilada desde comienzos del siglo XVII. Es importante remarcar que es utilizado como gentilicio y no como identificación de un diferente dialecto mapudungun, y en cuanto gentilicio y no sustantivo o adjetivo, no es reportada en su diccionario.
Figura 1. La primera aparición del étimo Beliche en la literatura (Luís de Valdivia 1684:5). 5
Los dos diferentes patrones de inhumación – en conchales y en cuevas – permiten suponer que también existieran diferencias entre dos grupos principales de chonos: los septentrionales, en el archipiélago de Chiloé, quienes sepultaban sus difuntos en los conchales; y los meridionales, en el archipiélago de las Guaiteca y en la costa a su frente, que usaban principalmente las cuevas (Lira 2016:93). De existir precedentemente o de no haber existido, esta separación de los chonos en dos grupos, septentrionales y meridionales, es evidente al momento de la conquista española: al parecer, los primeros residen en la parte septentrional del archipiélago de las Guaitecas, los segundos en la parte meridional del mismo y en los fiordos de la costa continental.
2
Para referirse a los mapuches emplea el étimo “reche”, traduce “sur” con “huylli” y si hubiese querido indicar a los “mapuches del sur”, habría escrito “huilliches” o “huylli reches”; por lo tanto, aquel étimo “beliches” que aparece por primera vez en la literatura y que no puede ser sinónimo de “williches”, identifica a un pueblo que Valdivia considera diferente de los mapuches pero que habla mapudungun6. Si bien no es claro a quienes se refiriera Luis de Valdivia usando el gentilicio “beliches”, sin embargo hay que tener en cuenta que en 1595 recorrió Chiloé7, pudiendo enterarse de las peculiaridades la cultura veliche. En el siglo XVIII, el étimo veliche es utilizado comúnmente para referirse tanto a la población indígena de Chiloé, como a su hablada. Así lo hace Antonio Narciso Santa María, gobernador de Chiloé entre 1751 y 1761, en su relación anual de 1755 acerca de la Provincia administrada, cuando escribe que los españoles “observan algunas costumbres de indios [y] así hombres como mujeres [hablan] la lengua castellana muy mal y la beliche muy bien8”.
Así relatan también Moraleda en sus viajes explorativos en los canales australes cuando, acerca de Chiloé, escribe que los moradores del archipiélago: “usan dos idioma, castellano i veliche; el primero con incultura y grosera impersonalidad, al contrario el segundo, con bastante elocuencia […]. El veliche se puede considerar casi el dominante de la provincia…9”,
y Fray Pedro González de Agüeros precisando que el habla veliche es la lengua general de Chile, es decir, el mapudungun: “El idioma que se habla en toda aquella Provincia, así entre Españoles como Indios, es el general de aquel Reyno, que nombran Veliche.10”.
Y el ecléctico Alejandro Cañas Pinochet, cuando al final del siglo XIX realiza un largo viaje en el archipiélago de Chiloé recorriendo diferentes lugares, observa que “el nombre de veliches corresponde al que los chilotes se dan. […] En el día, el veliche lo hablan los ancianos que habitan las islas de Apiao, Alao y Chaulinec y en la reducida población del rancherío y costa de Cucao, en la isla de Chiloé, según lo observamos en nuestro paseo por esta costa en 1887 […] y yo tuve la oportunidad, en algunos de los muchos viajes que por el Archipiélago hice, de conocerlos. Mis últimas informaciones me dicen que esos ancianos han muerto y que el veliche ha muerto con ellos.11”. Es solamente en la década de 1930 que surgió el equívoco que llevó a considerar el étimo “veliche” como una deformación o castellanización local por “williche”, dando origen a un malentendido que se radicó y todavía persiste. Ocurrió en 1935 que las comunidades veliches de Compu, Guaipulli, Huequetrumao y Yaldad tenían que enfrentar una dura lucha para evitar que latifundistas ajenos se adueñen de sus tierras. Llegaron entonces desde San Juan de la 6
Hay que destacar que en el siglo XVII a los “indios de Chile” se les conocía con el gentilicio de “araucanos” y no de “mapuches”, ni tanto menos se usaba “williches”, no importa como se escribiera, para refersirse a los mapuches meridionales. Solamente durante el siglo XX se empieza a utilizar corrientemente el étimo “mapuche” en sustitución de “araucano” o de “indio de Chile”: el étimo “mapuche” no aparece citado ni en el diccionario de Luis de Valdivia (1684), ni en aquello de Febres (1765), mientras en Havestadt (1776) aparece “maputuche” o “Mapu Che”. Menos todavía aparece el étimo “williche”, en cualquiera forma se escriba. 7 Gutiérrez 2007:50; Moreno s/f:642. 8 De un manuscrito presente en la Biblioteca nacional, citado en diferentes textos entre los cuales en El idioma veliche de Chiloé (El Almud, junio 2014). 9 Moraleda en Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, año XII, Santiago 1887:599. 10 González Agüeros 1791:110. 11 Cañas 1911:147,143,154.
3
Costa Fermín Lemuy y Juan de Dios Cheuquián, quienes contribuyen a reorganizar a las comunidades indígenas, a reconocerse como miembros de un pueblo originario para luchar por sus derechos territoriales, económicos y socioculturales, reivindicando la propiedad histórica de las tierras en que vivían, muchas de las cuales habían sido usurpadas. Lo hicieron de acuerdo a su propia visión, es decir williche, y desconociendo el entendimiento del étimo veliche. En lo social cultural, reintrodujeron la organización tradicional, nombrando caciques y reconstruyendo su autoridad comunitaria, y finalmente dieron vida al Consejo de las comunidades williches de Chiloé. Siendo Fermín Lemuy y Juan de Dios Cheuquián williches, conectaron las comunidades veliches de Chiloé al Butawillimapu con la denominación de "comunidades williches": denominación que quedó y se difundió dando origen a un malentendido que se radicó y todavía persiste. En cuanto a los williches, su primera mención parece ser la que se encuentra en un documento de Manuel Amat y Junient fechado 1760, donde se dice: “Estos Indios Huilliches tienen distinción porque unos son vagabundos y mudan sus habitaciones como los Pehuenches y otros viven en ranchos estables como los que están en los valles entre las cordilleras de la parte oeste y los que viven en la jurisdicción de Valdivia mirando a los llanos o Pampas de Río Bueno confinantes con los Juncos. Unos y otros son feroces y bárbaros sin trato con los españoles a excepción de los de Baldivia que concurren a los parlamentos.12”.
Documento importante que destaca como parte los williches hubiera hecho totalmente propio el modo de vivir pacífico de los mapuches, mientras otros vivía de malocas, tal como lo hacían los tewelches de los cuales descienden.
FORMACIÓN DEL HORIZONTE VELICHE No puede determinarse un período inicial para la formación del horizonte veliche, aunque sabemos que es anterior al siglo X que es cuando aparecen los primeros ejemplos de cerámicas chilotas, propias de este horizonte. Fue un proceso lento, gradual y continuativo que se dio en la costa septentrional del golfo de Ancud, donde las dos etnias desde tiempos muy antiguos tuvieron puntos de encuentro y, finalmente, de intercambios materiales y culturales. Proceso que en el siglo XVI todavía estaba en fase de cumplimiento, y es así que al momento de la conquista hispánica en el archipiélago hay cuatro componentes étnicas: a) costa septentrional y central de la Isla Grande (al norte de Queilen) y mar interno del archipiélago: veliches; b) mar interno del archipiélago, al sur de Queilen: chonos en fase avanzada de incorporación en el horizonte veliche, denominados “payos” (del mapudungun payun = barbudo) por los veliches y por los primeros españoles que ocuparon Chiloé; entre las componentes a) y b) no hay solución de continuidad. c) archipiélago Guaitecas y costa continental frente al archipiélago chilote y guaiteco: chonos que están incorporando algunos elementos culturales veliches; d) algunas islas en la parte más septentrional y occidental del archipiélago Guayaneco: chonos que mantienen su forma de vida ancestral, análoga a los kawéskar, con los cuales se vuelven cada vez menos distinguibles. Las formas de vida de los proto-mapuches – pues estamos en un período todavía formativo de la cultura mapuche – y de los chonos eran muy diferentes y estas diferencias evitaron la 12
Amat 1755, en RChHS,57,1927:403.
4
competición por los mismos recursos naturales; además de ser diferentes, eran complementarias, y esto estimuló la recíproca colaboración. El horizonte veliche recibió de los proto-mapuches la horticultura, la alfarería, la crianza de algunos camélidos y tal vez de la “gallina araucana”, el idioma mapudungun, la costumbre de vestirse y hábitos de limpieza; recibió de los canoeros el arte de la navegación y de la construcción de embarcaciones – donde la habilidad manual de los proto-mapuches para trabajar las maderas aportó importante mejoras – una alimentación ampliamente integrada por recursos marinos, y la adaptación a residir en el bordemar. Los protomapuches eran relativamente poco móviles, no disponiendo de buenos medios de desplazamiento, como lo fue el caballo en época colonial; los veliches, al contrario, se desplazaban constantemente con las dalcas de una playa a la otra, cruzando estero y canales. El estudio de la genética poblacional de la población chilota realizado por Federico García et al. en 2004 da un resultado coherente con cuanto precedentemente expreso y evidencia la escasa homogeneidad de la población del archipiélago y su tripartición: se observa un perfil análogo al de los williches en la parte septentrional (Carelmapu y Quetalmahue), intermedio entre aquello de los mapuches y los chonos en la central (Detif), típicamente austral en la meridional (Laitec) es decir reconducible al perfil originario de los chonos. HAPLOGRUPOS
DE GRUPOS MAPUCHES, PEWENCHES, WILLICHES Y AUSTRALES COMPARADOS CON TRES POBLACIONES DE CHILOÉ (QUETALMAHUE, DETIF Y LAITEC) Y 13,14 UNA POBLACIÓN COSTERA DE LLANQUIHUE (CARELMAPU) . POBLACIÓN/LUGAR
mapuches pewenches williches tewelches Carelmapu Quetalmahue Detif Laitec kawéskar yaghan selknam aonikenk
HAPLOGRUPO MITOCONDRIAL (mtDNA) A B C D otros 4% 22% 5% 31% 38% 3% 10% 0% 39% 49% 4% 28% 19% 0% 49% 0% 21% 24% 0% 55% 4% 26% 2% 30% 38% 0% 26% 7% 31% 36% 11% 22% 0% 37% 30% 0% 0% 7% 36% 57% 0% 0% 16% 0% 84% 0% 0% 0% 63% 37% 0% 0% 8% 46% 46% 0% 0% 27% 0% 73%
n 266 205 80 29 47 42 27 42 19 32 13 15
Los análisis genéticos se realizaron en una muestra significativa de la población de los cuatro lugares estudiados, y no se limita a los de apellido indígena, comprendiendo también personas de apellido hispánico. Sin embargo, destaca la ausencia o escasez de haplogrupos mitocondriales diferentes de A, B, C y D15: es decir, los grupos analizados poseen entre un 93% y un 100% de origen matrilineal amerindio. Son frecuencias análogas a las señaladas en la tabla anterior para los mapuches, pewenches, williches y tewelches, las cuales fueron determinadas en muestreos de población identificada como indígena. Esto demuestra la 13
García et al. 2004. Adaptado de Lalueza et al. 1997, Moraga et al. 2000 y Briones et al. 2002. Se sumaron los datos de los diferentes trabajos. 15 Los haplogrupos mitocondriales A, B, C y D son propios de los grupos étnicos amerindios y se denominan "haplogrupos fondantes". 14
5
participación casi nula de mujeres de origen hispánico en la actual población rural chilota, prescindiendo de los apellidos, pues de otros análisis resulta que la incidencia de haplogrupos amerindios en la población rural chilota es semejante tanto en la componente con apellido indígena, cuanto hispánico.
Árbol de los grupos étnicos relacionados con los mapuches y con los canoeros australes derivados de los canoeros pleistocénicos16 de acuerdo al perfil genético mitocondrial (diseño original del Autor).
Dos son las corrientes migratorias que poblaron el Continente americano en su comienzo. La más antigua, pleistocénica, es representada por un pueblo canoero que entorno a 20-18 mil años antes de presente salió del estuario del río Amur17, Siberia oriental, colonizando de norte a sur la costa pacífica, y al parecer poseía solamente los haplogrupos C y D (en la forma de los clados D1 y D4h3a). Las sucesivas, holocénicas, poseedoras de todos los cuatro haplogrupos amerindios con marcada incidencia del haplogrupo B (en la forma del clado B21), eran pedestren y salieron de Beringia desde hace unos 14.000 años antes del presente. Los grupos étnicos australes (chonos, kawéskar, yaghan, selknam) son descendientes de esta primera ola migratoria, así como los proto-lafkenches y los aonikenk, quienes se fundieron con los grupos étnicos de la segunda ola migratoria, dando origen respectivamente a los mapuches y a los tewelches. La pertenencia de los pobladores de Laitec al grupo étnico chono es evidente confrontando los perfiles genéticos poblacionales.
PECULIARIDAD DE LA ESPIRITUALIDAD VELICHE En las creencias se produjo un rápido sincretismo y los mapuches hicieron propios muchos elementos espirituales de los chonos: lo cual fue facilitado por encontrarse la cultura mapuche 16
El pleistoceno es el período temporal que se extiende aproximadamente desde 2 millones de años aP, hasta 11.600 años aP, al final de la última etapa glacial; le sigue el holoceno, que perdura todavía. El pasaje entre el pleistoceno y el holoceno corresponde también al pasaje del paleolítico medio al superior. 17 Según el antropólogo chileno Eugenio Aspillaga, el perfil genético de las etnias fueguinas se corresponde “con los pueblos asiáticos siberianos del río Lena y nororientales de Asia alrededor del río Amur”, un grupo de los cuales hace unos 20-18.000 años desde la desembocadura del río Amur, en el Mar de Ohotsk, habrían comenzado su larga migración que se concluiría en la América Austral (http://piensachile.com/2015/03/arqueologos-de-chile-…).
6
todavía en su fase formativa. De este sincretismo, surgió una espiritualidad original propiamente veliche que se diferenció sustancialmente de la espiritualidad mapuche. En 1939 llegó a Chiloé el maestro de paz de San Juan de la Costa, Juan de Dios Chequián, con el fin de enseñar el idioma mapuche (en la forma dialectal tsezungun) y reintroducir la celebración del Ngillatun. Con este fin adiestraron a doce niños y doce niñas, elegidos por sus propias comunidades, para que fueran maestros de paz; pero finalmente solo algunas niñas llegaron a serlo y a celebrar rituales como la rogativa marina18. Si por un lado es cierto que las organizaciones propiamente indígenas y comunitarias habían desaparecidos desde hace por lo menos un siglo, no por esto habían desaparecidos las tradiciones espirituales veliches, aunque se habían transformados profundamente. De allí que la enseñanza ritual de los maestros de paz de San Juan de la Costa, tuvo un éxito muy parcial, limitado a una recuperación muy superficial del idioma en los rezos del Ngillatun. La misma rogativa mantuvo el aspecto propiamente williche – rogativa marina o a la Pinkoya – y la forma williche tradicional – el lepun – no logró radicar: esto porque la Pinkoya recubrió un rol fundamental dentro de la espiritualidad veliche que no se canceló nunca, conservándose (disfrazado) también en las comunidades indígenas cristianas en la "princesa del Cabildo" y siendo hecho propia por toda la comunidad chilota, aunque convertida en una figura mitológica que desde comienzo del siglo XX fue progresivamente banalizada, antes por los "intelectuales" chilotes, y ahora por el turismo masivo. La Pinkoya19 es un espíritu marino, al cual se le atribuye la calidad de engendrar a la vida en el mar – mariscos, algas y peces – y una estrecha relación con las mareas y la luna. Tal vez, originariamente se identificara con la misma luna, que en todos los pueblos encarna una naturaleza femenina. Tiene carácter femenino y lunar: puede ser benévola con quien respeta a las tradiciones, o malévola con quien no las respeta. Cuida el equilibrio de la vida en el mar y a ella se les hacen ofrendas que se “siembran” en la playa durante la bajamar (“rogativa marina”) y, sobre todo, ella misma es “sembradora de vida” y como tal se le rinde devoción. En las noches de luna llena o nueva, suele bailar en la superficie del mar o encima de un escollo, a poca distancia de la playa: si baila dando las espaldas a la playa, habrá abundancia de pescado y marisco; si lo hace mirando hacia la playa, habrá escasez. A veces, es auxiliadora de los náufragos. Se celebran Ngillatun en las playas, asociados a la siembras de productos de la tierra, donde viene invocada la Pinkoya, aunque ahora mezcladas a otra invocación, Chaw Dios o Chaw Ŋenechén, resultado de la secular cristianización del archipiélago. Independientemente del hecho que el étimo "Pinkoya" venga o menos del mapudungun, su carácter espiritual sale de la lógica mapuche y refleja una cosmovisión muy diferente. Recibe un culto como si fuera un Pillaη, pero es femenina y no es una fuerza de la naturaleza, cuando los Pillaη ancestrales son exclusivamente masculinos o fuerzas naturales; tampoco puede ser
18
Entre ellas Teolinda Huenteo (Huequetrumao), Domitila Cuyul (Yaldad) y Gregoria Millalobo (Compu). La etimología es incierta. Quien la reconduce al mapudungun Punkuyén, de pun (noche) y kuyén (Luna): sin embargo, este segundo étimo viene del quichua y fue de incorporación tardía en el idioma mapudungun, tanto que al sur de la cuenca del río Calle Calle, así como en el archipiélago chilote, se mantuvo el étimo originario: ale. Por otra parte, en uno de los dialectos kawésqar el sufijo -ku identifica a los espíritus (Borgatello 1928:27) y en la lengua selknam el sufijo -khon tiene ese mismo significado (Šion-khon, espíritu del cielo, Tonelli 1926:100-1). La naturaleza marcadamente femenina y juvenil no es propia de los espíritus mapuches, los ηen, que son masculinos y femeninos al mismo tiempo, y, sobre todo, es extraño a la cultura mapuche su carácter de diosa engendradora. Al sincretismo mapuche-chono que fue el fundamento del horizonte veliche, se agregó durante cinco siglos un sincretismo veliche-hispánico que hace imposible comprender cual pudiera ser el aspecto originario de la Pincoya. Que la Pincoya corresponda al espíritu del mar de los chonos, y que tuviera un rol fundamental en su espiritualidad, es una hipótesis muy probable, pero no comprobada. 19
7
asimilada a un Ŋen, por no poseer carácter tetrál20. Es un ser único que tiene semejanza a un espíritu superior y único con los atributos propios de una Dea Mater del mar o de una Ñuke Mapu21 del mar. El culto de la Pinkoya se mantuvo también entre las comunidades originarias cristianas formadas por la evangelización jesuítica, que se dieron la organización administrativa/religiosa conocida como Cabildo, dentro del cual juega un rol muy importante la "Princesa", niña preadolescente que representa a la Pinkoya. Hasta los años '80, son bien documentados rituales donde interviene la Princesa del Cabildo con el fin de bendecir un corral de pesca, o un bote recién echado al mar, y lo celebra en calidad de Pinkoya22.
Procesión de Caguach (año 2000): la Princesa/Pinkoya (foto del Autor).
Relacionado con el culto de la Pinkoya está también la ceremonia del treputo23, finalizada a asegurar el buen éxito de los corrales de pesca. Esta ceremonia se realiza cuando se acaba la construcción de un nuevo corral, o bien un corral ya en uso se 'maleó' por diferentes razones. Entonces se pide la intervención de un pougten24 – étimo de origen poco claro, tal vez chono – el cual azota las aguas "con ramas de laurel pasadas por el fuego, para llamar la pesca. Clavan con este mismo objeto, dentro del corral, unas ramitas de laurel. […] Esta operación se practica para atraer abundancia de peces.25".
Descrito detalladamente por Ricardo Álvarez y otros antropólogos26, esta ceremonia es desconocida fuera de Chiloé, es propia de la tradición veliche y precede la llegada de los maestros de paz williches de San Juan de la Costa. Al centro del corral de pesca, a veces se encuentra una grande piedra plana: así, por ejemplo, en el corral que hay en Conchas Blancas, donde se contaba que era destinada al baile de la Pinkoya27. 20
El tetralismo que algunas veces se construyó añadiendo a la Pinkoya, el Trauko, el Pinkoy y la Fiura, es forzado y corresponde a una interpretación moderna extránea a la tradición veliche. 21 El concepto de Ñuke Mapu que ahora se ha vuelto propio de la cultura mapuche, surgió en tiempos recientes como transposición de la figura de la Pachamama andina. 22 Registrados por Pedro Rubén Azocar, comunicación personal, y por mi mismo. 23 Del mapudungun treputun = aporrear. 24 Algunos propusieron una derivación del mapudungun puw = llegar allá (forma verbal propia del Alto Bío Bío) + ten = sufijo que expresa que una persona tiene la calidad indicada en la raiz, por lo que powgtén podría significar “él que llega hasta allá, él que puede hacer”. Es una interpretación muy forzada y poco creible. 25 Cavada 1914:124,327. 26 Álvarez et al. 2008. 27 Testimonio recogido por mi mismo a comienzo de la década de 1970: el corral de Conchas Blancas perteneció a la familia de mi esposa (Guajardo). Una tradición análoga fu encontrada por Pedro Rubén Azócar en Apeche, con el cual tuve oportunidad de confrontarme; don Pedro Rubén escribió un importante estudio acerca de la
8
A la izquierda, Corral de Conchas Blancas (Isla de Quibchao) y a la derecha, otros cuatro corrales de diferentes islas (de Álvarez et al. 2008): en todos estos ejemplos se dá la incorporación de una grande piedra - o grupos de piedras - en el interior del mismo, cuya presencia permite la radicación de moluscos y algas que durante la pleamar atraen al pescado y favorecen mayor abundancia de cosecha.
Tanto en la rogativa marina como en el treputo, era habitual la presencia de la comunidad, tanto de quienes se identificaban con la cultura veliche, cuanto de quienes se consideraban de cultura cristiana e hispánica. En fin, la tradición chilota conserva un vastísimo panteón de criaturas mitológicas, parte de origen veliche y parte de origen hispánico, siendo a veces imposible determinar cuales sean las unas y cuales las segundas. Las primeras, no guardan relación con los innumerables espíritus de la tradición mapuche o williche: en algunos casos, han sido incorporadas en el sur chileno, pero esto se debe a la migración chilota y es una incorporación reciente. Es importante destacar que también en ocasiones actuales, cuando las comunidades veliches de Chiloé recuperan rituales tradicionales del mundo mapuche, a veces lo hacen de acuerdo a una visión espiritual propia y diferente. Por ejemplo, en 2016 la comunidad mapuche de Huicha-Pucatué procedió a la sepultura de dos che mamüll: en lugar de hacerlo en la tierra, como corresponde en la tradición mapuche, lo hicieron en el mar, en el canal de Yal. Tal vez sin saberlo recuperaron una antigua tradición veliche cuya memoria era latente pero no del todo desaparecida.
Sepultura de dos che mamüll en el canal de Yal, Chiloé (foto proporcionada por un miembro de la comunidad Huicha-Pucatué, de Trivero 2018). Pincoya, que quedó incompleto cuando falleció en el agosto de 2010, del cual recibí una copia: la editorial Tacitas (Santiago) se empeñó en publicarlo dentro del próximo año.
9
CONCLUSIONES El horizonte veliche nace del encuentro pacífico aunque traumático, de dos culturas profundamente diversas y complementarias: la mapuche y la chono. Es un horizonte original que solo en parte suma aspectos de las dos culturas que le fueron de ancestros, pues posee aspectos sustanciales que maduraron en el mismo archipiélago y que al momento de la conquista española todavía estaba en su fase formativa. La forma de vivir y las tradiciones espirituales representan los aspectos culturales más propios e identificadores de un grupo étnico. El hecho que en las comunidades veliches de Chiloé la vida del bordemar y la espiritualidad fueran tan peculiares y diferentes de aquellas propias de los mapuches o de los williches, tiene una importancia sustancial en el reconocimiento de la cultura veliche como una cultura originaria e independiente del archipiélago de Chiloé. No es extraño, por lo tanto, que luego que el misionero jesuita Luís de Valdivia se detuviera en Chiloé, hablara de los veliches como de un pueblo de habla mapudungun pero diferente del mapuche28. En todo chilote hay un ancestro mapuche, así como lo hay chono. Cualquier miembro de una comunidad indígena del archipiélago se siente orgulloso de “ser indio”: “He sufrido sí, porque nací pobre. Y también india, nací, así es que, y los pobres tienen que sufrir, y más cuando son indios. Así no más. Que mi apellido es indio. Indio legítimo, y me parece bien ser india. Buena cosa, me parece. ¿No es qué?29”.
El sincretismo de la cultura chilota ha hecho que el ser indígena y ser chilote sean inseparables, contrariamente al resto del Chile donde hay una barrera infranqueable que hace que uno o se identifica como indígena, o como winka (hispánico), siendo dos identidades sicológicas separadas, que niegan la realidad mestiza del pueblo chileno, y que muchas veces se contraponen. Es así que todo “indio” del archipiélago se siente también chilote: “somos mapuches, somos chonos y también somos chilotes”, repiten, viendo en esto un mérito. También este aspecto diferencia notablemente a Chiloé del resto de Chile y, tal vez, de gran parte de las Américas, donde "ser indio" y "ser hispánico" son aspectos contrapuestos. El hecho que los ancestros matrilineales de los chilotes, prescindiendo de su identidad indígena o hispánica, sean genéticamente amerindios, unidamente al aislamiento cultural vivido por el archipiélago durante la Colonia, explica claramente el duplo sincretismo por el cual la componente indígena hizo propios aspectos fundamentales del cristianismo, adaptándolos a su tradición30, y paralelamente la componente hispánica incorporó muchas creencias del horizonte veliche, así como su forma de vida. Lo que queda del horizonte veliche está en riesgo de desaparecer rápidamente y definitivamente: por ser banalizado y adaptado a los intereses turísticos y por ser "willichizado" por intereses políticos y económicos.
28
Es probable que en algun escrito suyo perdido detallara mayormente el argumento, justificando el uso de étimo beliche como gentilicio. 29 Trivero 2000:8. 30 El cristianismo propio de las comunidades indígenas del archipiélago, todavía organizadas en los Cabildos, solo superficialmente corresponde a los cánones del catolicismo, pues se fundamenta en el "culto de las imágenes" en su fisicidad y no en lo que representan. Es así que repetidamente las autoridades eclesiásticas han tachado a los Cabildos de expresar formas eréticas y han tratado ̶ y siguen tratando ̶ de modificar la devoción comunitaria hacia las imágenes: lo hicieron al final del siglo XIX cuando el obispado dispuso que se removieran de las Capillas y se destruyeran, lo hacen actualmente a través del restauro (muchas veces la imagen restaurada ya no aparece 'milagrosa' a los ojos de los feligreses, pues dejó de ser la misma) y de la musealización.
10
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Álvarez et al. 2008
Ricardo Álvarez, Doina Munita, Jeannette Fredes y Carlos Rodríguez Mera, Corrales de pesca en Chiloé, Imprenta América, Valdivia 2008.
Amat 1760
Manuel Amat y Junient, Historia geografica é hidrographica con derrotero general correlativo al Plan de el reyno de Chile, en RChHG, n° 53 (1924) a n° 62 (1928).
Azócar s/f
Pedro Rubén Azócar, La última Pincoya, de próxima publicación por Ed. Tacitas, Santiago.
Borgatello 1928
Maggiorino Borgatello, Notizie grammaticali e glossario della lingua degli Indi Alakalúf, E. SEI, Torino 1928.
Briones et al. 2002
Claudia Briones, José Luis Lanata, Contemporany perspectives of the native peoples of Pampa, Patagonia and Tierra del Fuego, ed. Library of Congress, Westport 2002.
Busto s/f
Camila Paz Bustos Zúñiga, Reconstrucción de las tradiciones alfareras de Caulín y Apiao a partir de fuentes orales. Chiloé, Xª región, Tesis de título, Esc. de Antropologia, U. Austral, Valdivia s/f.
Cañas 1911
Alejandro Cañas Pinochet, Estudios de la lengua veliche, en Trabajos del IV Congreso Científico en Santiago, tomo I, Ed. Barcelona, Santiago 1911.
Cavada 1914
Francisco J. Cavada, Chiloé y los chilotes, Imprenta Universitaria, Santiago 1914.
Córdova et al. 2008
Jesús H. Córdova, José Sandoval, Margarita Velásquez, Calen Távara, Desiderio Cotos, Jaime Vásquez, Claudia Barletta, Ricardo Fujita, Jaime Descailleaux, Poblamiento del continente americano y del Perú sugerido de un análisis filogeográfico de haplogrupos del mtDNA en etnias nativas. I: inferencias primarias, en Arch. Biol. Andina, 2008.
De la Calle 1986
Javier De la Calle Ysern, Los huilliches de Chiloé, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense, Madrid 1986.
Gaete et al. 2001
Gaete N., Ladrón de Guevara B. y Martínez J., El caso del sitio 10PM014 conchal Piedra Azul: Arqueología y conservación a partir del impacto, en Revista Conserva n. 21, 2001.
García et al. 2004
Federico García, Mauricio Moraga, Soledad Vera, Hugo Enríquez, Elena Llop, Carlos Ocampo, Eugenio Aspillaga y Francisco Rothhammer, Origen y micro-diferenciación de la población del archipiélago de Chiloé, en Revista Ch. de Historia Natural, vol. 77, Santiago 2004.
Gonzáles Agüeros 1791 Pedro Gonzáles de Agüeros, Descripción Historial de la Provincia y archipiélago de Chiloé, Imprenta de don Benito Caro, Madrid 1791. Gutiérrez 2007
Ramón Gutiérrez, Las misiones circulareas de los jesuitas en Chiloé, en Apuntes, vol. 20, n. 1, 2007.
Lalueza et al. 1997
Carlos Lalueza, Alejandro Pérez, Eva Prats, Luís Cornudella y Daniel Turbon, Lack of founding Amerindian mitochondrial DNA lineages in extinct Aborigenes from Tierra del Fuego-Patagonia, en Human Molecular Genetics, vol. 6, n. 1, 1997.
Lira 2016
Nicolás Lira, Antiguos navegantes en los mares de Chiloé, en Chiloé, Ed. Museo chileno de arte precolombino, Santiago 2016.
Molina 1987
Raul Molina O., El pueblo huilliche de Chiloé, Ed. OPDECH, Chonchi 1987.
Molina y Correa 1996
Raul Molina O. y Martín Correa, Territorios huilliches de Chiloé, Ed. CONADI, Santiago 1996.
Moraga et al. 2000
Mauricio Moraga, Paola Rocco, Juan Miquel, Flavio Nervi, Elena Llop, Ranajit Chakraborty, Francisco Rothammer, Pilar Carvallo, Mitochondrial DNA Polymorphisms in Chilean Aboriginal Populations: Implications for the Peopling of the Southern Cone of the Continent, en American Journal of Physical Anthropology, n. 29, 2000.
11
Moraleda 1796
Exploraciones jerográficas e hidrográficas practicada por don José de Moraleda y Quintero en los años 1786-1788 y 1792-1796. En Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, Santiago 1887-88.
Moreno s/f
Rodrigo Moreno Jeria, Entre huilliches, chonos, puelches y poyas: Jesuitas y los sueños de reducción en el fin del mundo.
Muñoz y Pino 2002
Manuel Muñoz y Eduardo Pino, Sitios geológicos y doblamiento ancestral del borde costero del seno de Reloncaví, Región de Los Lagos, Chile. Su importancia histórica, científica, cultural y turística. Simposio internacional de geología ambiental, 2002. www2sernageomin.cl/pto_varas/ Biblioteca/Articulos.pdf
Tonelli 1926
Antonio Tonelli, Grammatica e glossario della lingua degli Ona-Šeljkám della Terra del Fuoco, Ed. SEI. Torino 1926.
Trivero 2000
Alberto Trivero Rivera, Inche ta Domitila Kuyul, Colección Sociedad, Internet Edition GbR, Berlín 2000.
Trivero 2018
Alberrto Trivero Rivera, Horizonte Chono, Ed Ñuke Mapuförlaget, Östersund, Suecia 2018.
12