Los días de la selva y voz de la vanguardia revolucionaria -La crítica literaria ha analizado extensamente la literatura testimonial, como la constitución dentro del espacio de la literatura de una autoridad cultural de los sectores subalternos en alianza con intelectuales letrados comprometidos. Esto ha venido a definir el testimonio como voz del otro, cuyo paradigma sería el célebre líbro de igoberta !ench". -!enos atención ha sido prestada a litertura #testimonial$, si tal cosa es posible, de los intelectuales revolucionarios, aun%ue esta ocupa un buena proporción del corpus #testimonial$. El estatuto testimonial de estos escritos es en cierto sentido problem&tico, pues no se trata de una voz heterogénea, sino de una voz letrada investida de un pod er político y cultural, el poder de la vanguardia revolucionaria. -En este sentido el intelectual de vanguardia vang uardia leninista no sólo disputa el poder simbólico al intelectual letrado tradicional, sino %ue se coloca en una posición de clara superioridad epistemológica 'est& asistido por la verdadera ciencia de la historia, el materialismohistórico-dialéctico( y ético 'est& a la cabeza d e las fuerzas progresivas de la historia en un claro momento de aceleración del telos histórico de la revolución(. -Este es claramente el caso de Los días de la selva, el texto de d e memorias de !ario )ayeras, publicado en *++, y %ue recibiría al ao siguiente el )remio asa de las /méricas en la categoría testimonio. -El texto de )ayeras es de un poder literatio indiscutible, producto de un intelectual plenamente en control del dispositivo ideológico-discursivo del %ue se vale y con un talento privilegiado para la observación y la sutileza simbólica. 0ous, le peuple -!e interesa en esta mesa sobre narrativas del # yo$, esplorar los dispositivos retóricos y poéticos de los %ue se vale el texto, para constituir un su1eto revolucionaria, %ue no es, dicho sea de paso, un su1eto popular-nacional, sino el su1eto de la vanguardia. La voluntad férrea %ue habr& de construir la revolución y, de paso, el su1eto popularnacional. -La primera dificultad de este su1eto revolucionario, de este nosotros épico, de la vanguardia guerrillera es %ue no es un #yo$. !e1or dicho, estamos ante una situación discursiva muy peculiar, por%ue es un texto %ue se %uiere de #memorias$, pero %ue censura enunciar el yo. Es decir, estamos ante un texto cuya materia prima es los recuerdos del narrador, pero sobre los %ue este no puede reclamar posesión directa. -En primera instancia, el narrador narrador ocupa el #nosotros$, para referirse referirse en primer lugar al pe%ueo n"cleo germinal de guerrilleros, pero también para referirse a él mismo, en una suerte de #nosotros$ mayest&tico, %ue habla desde una posición de saber.
-En otras ocasiones se refiere a sí mismo en tercera persona, por medio de circunlo%uios como #el autor de estas memorias$, #%uien esto escribe$, etc2 En varios pasa1es, claramente se refiere a experiencias y perspectivas personales. 3ncluso hay momentos de intenso lirismo en la descripción de la naturaleza o de patetismo en las relaciones humanas, pero la apuesta discursiva %ue hace el narrador desde el comienzo le inhibe el recurso al yo. / reclamar propiedad sobre estos momentos. -4u&l es el sentido de este 1uego, %ue el narrador debe mantener con tanto rigor a lo largo del texto5 6e me ocurren dos7 *. Es una m&scara tras la %ue se oculta y puede observar sus alrededores y atribuir a sus observaciones peso de ob1etividad. Esto lo vemos a la hora de referirse al colectivo guerrillero, donde las descripciones sobre sus compaeros son abundantes y detalladas, sobre sus orígenes sociales, car&cter, convicción revolucionario. )ero el narrador autodiegético no nos habla de sí. alla sobre su propia persona. 6u mirada es el punto cero desde donde el mundo vertiginoso de la revolución en marcha puede contemplarse con bastante fiabilidad. 8. La constitución de la empresa revolucionaria exige un epos, %ue reclama el sacrificio del individuo y de las inclinaciones personales por las del colectivo. La vanguardia %ue camina hacia el pueblo, hacia las masas populares, reclama una serie de sacrificios y el primero de ellos es el propio yo. La selva como lugar de prueba -La selva es el otro gran persona1e de este escalofriante relato y es con diferencia el me1or caracterizado. La selva es el lugar de prueba donde el colectivo se pone la prueba m&xima. La selva significa una especie de vacío absoluto, de lugar de disolución de todas las referencias de identificación y %ue en base a duras pruebas, permite surgir una nueva identidad7 el colectivo revolucionario. Las pruebas %ue pasa este colectivo recuerdan de manera muy vívida la asecesis de los místicos, la soledad %ue permite la comunión c on 9ios. 6olo %ue en este caso, la soledad se vive colectivamente y la trascendencia es la revolución. -La selva significa ante todo una lección en la vivencia del tiempo. En la selva se aprende a esperar, a vivir en consonacia con otros ritmos, pero es el comp&s de espera %ue permite la iniciación para ese gran vértigo del teimpo %ue es la revolución. :értigo %ue est& en arrancar del #pasado$ a los indígenes selv&ticos y arrancar el control del tiempo social a un estado dominado por seores feudales. ;ay varios pasa1es hermosos donde esto %ueda evidenciado. -La revolución es ante todo la suprema maestría en el tiempo y esta sólo se ad%uiere a través de un lento y paciente aprendiza1e en la selva.
;acia el pueblo
-)ero el aprendiza1e en la selva tiene una secuela en este plan %ue es el ascenso al altiplano, el encuentro de las masas populares, es decir, de los indígenas. -El narrador de Los días es plenamente consciente %ue su relato no es el relato de los indígenas, pero se arroga, como colectivo utópico revolucionario, un poder sobre estos. Los indígenas viven arrinconados por la historia, sumidos en un primitivismo %ue les hace imposible superar su doble condición 'como dice el propio texto( de oprimidos y disicriminados. )ero el colectivo revolucionario es el portador de la buena nueva %ue hace posible la reparación histórica de la con%uista. /sí lo viven los 1ornaleros indígenos cuando atestiguan la e1ecución del tigre del 3xc&n, un terrateniente sanguinario a1usticiado por los guerrilleros7 #/l llegar a los vivas, un clamor ancestral, salido de las gargantas habituadas a callar y a gemir desde la llegada de los castellanos, coreó la voluntad proclamada a gritos de %ue vivieran los pobres y murieran los ricos$ '*<*(.
La dimensión sacrificial del epos revolucionario -La constitución del nuevo su1eto revolucionario entraa el sacrificio de la propia individual, hemos visto. = este sacrificio no es necesariamente ritual o alegórico. -;ay dos momentos fundamentales en la narración para la constitución del epos revolucionario y estos son la e1ecución de dos militantes. -La primera es la e1ecución preventiva de un traidor inminente. Luego de una difícil deliberación el colectivo decide e1ecutar a Efraín, un militante %ue #recelaba >2? de todo a%uello %ue implicaba su individualidad frente al deber colectivo$ '@+(. -La reacción del colectivo a su muerte es desconcertante7 #/l volver a nuestros puestos, un silencio significativo se hizo en el campamento. La guerrilla había alcanzado su madurez. )robablemente, a partir de entonces, todos fuimos me1ores$ '*(. -La e1ecución del compaero %ue fla%uea solidifica al grupo, marca la #madurez$ y los hace #me1ores$. -La otra e1ecución es la de Aonseca un 1oven indígena %ue es de los primeros reclutas luego del paso de la guerrilla al altiplano. El narrador exalta las cualidades de este 1oven indígena, su inteligencia %ue #se enri%ueció con rapidez al familiarizarse con el lengua1e de la producción capitalista$ '*B*( y su voraciedad por aprender especialmente, #la m&s "til de las ciencias7 a%uella %ue le ensea a los hombres a transformar el mundo de manera revolucionaria$ '*B*(. )ero Aonseca carga una debilidad fatal, el alcoholismo, #un vicio de origen colonial$. Ello enfla%uece su temple revolucionario y lo termina por volcar a la traición.
-La traición de Aonseca le cuesta caro a la guerilla y, por lo tanto, debe ser castigado e1emplarmente. 6in embargo, su muerte se da también en circunstancias insólitas. El propio Aonseca luego de ser liberado por sus captores busca a sus compaeros, a sabiendas de %ue le espera la muerte. El la acepta con gusto7 #si había de morir, seria a manos de sus compaeros, y estaba bien si así era, pues sabía %ue sus errores le habían costado un dao grande a la organización$ '*@C(. -En el momento se e1ecución, el propio Aonseca pide a una compaera conmovida %ue no llore #por%ue su muerte iba a servir para %ue otros no cometieran los mismos errores$ '*@C(. Dtra muerte aleccionadora, asumida con genuino arrepentimiento por el pecador y capaz de aleccionar y fortalecer al colectivo7 #Escuchando a Aonseca pensamos en lo %ue es la militancia revolucionaria. ecordamos un puente remoto, all& en la sierra, a donde algunos fuimos a traer carga. Era un tronco inmensamente largo y muy delgado, tendido sobre un torrente vertiginoso. La lluvia perenne y la turbulencia de la corriente salpicaban el tronco y éste se mantenía liso y resbaloso. )ara recoger la carga había %ue cruzarlo y regresar después, con un %uintal a la espalda. / mitad del obst&culo, avanzando despacio, tratando de afirmar el pie a cada paso %ue se daba, el fluir incesante del agua ba1o los pies provocaba vértigo. uien a mitad del puente vacilaba, permanecía inmóvil, incapaz de volver sobre sus pasos ni avanzar hacia la orilla opuesta. El gran secreto era cruzar despacio, pero sin detenerse. Eran trances %ue ni si%uiera imagin&bamos la noche le1ana, cinco aos atr&s, cuando naveg&bamos por la corriente mansa del Lacant"n, ba1o las estrellas de enero, la fecha %ue iniciamos los días de la selva$ '*@C-*@+(. onclusión -on esta suerte de símil épico concluye el relato, afirmando el éxito de los días de la selva, en haber logrado construir el colectivo de vanguardia %ue habría de desatar la lucha armada y la revolución. Es otra revelación %ue emana de otra muerte, de un sacrificio, de algo %ue el colectivo de purgar de sí para poder lograr su misión. -6i Efraín era el militante %ue recae en la mez%uindad individualista, Aonseca es el indígena %ue no puede deshacerse del lastre de la historia de opresión. El avance del tiempo histórico de la revolución re%uiere una voluntad férrea, disciplinada, purgada de todos estos elementos disolventes. -El asentimiento de Aonseca ante su propia muerte se convierte en cierto sentido en una confirmación de la lucha armada, es el indígena %ue acepta morir, pero no sin antes reconocer su verdadera lealtad, su verdadera filiación, en otras palabras, de sealar a los suyos de %ué lado yace la verdad. -Los días de la selva es un magnífico relato %ue pone en evidencia los lados m&s oscuros en la din&mica de sub1etivación revolucionaria. La constitución de este colectivo utópico de vanguardias se hace a través de una ascesis brutal, donde no sólo se pone a prueba la
voluntad de los integrantes, sino %ue se elimina de una forma u otra a %uienes no est&n a la altura del desafío. -El compromiso revolucionario se vive como una renuncia de la propia individualidad, irremisiblemente ligada a la debilidad humana, a todo a%uello %ue distrae de la misión revolucionaria. En este texto se trasluce, con asombrosa fran%ueza, su car&cter violento y heterónomo. El ser humano se convierte en maestro de su destino, pero al costo de someterse a una voluntad %ue lo trasciende.