¡NO LE LLAMES MÁS! No permitas que te siga haciendo da ño. Autor: Rhonda Findling
Índice Introducción: ¿Por qué no debes llamarle?
2
1. Romper el ciclo compulsivo
4
2. Duel Duelo o y aflic flicci ción
7
3. Recuperarse del rechazo
13
4. Paternidad inadecuada
16
5. Madres y hombres
22
6. Cosa Cosass que que te te ata atan n a él
24
7. El hombre ambivalente
30
Él nunca cambiar á
37
8.
9. Comportamiento obsesivo
40
10. Salir Salir ahí fu fuera de nuevo
42
11. El programa de diez pasos “¡No le llames!”
48
12. Sobrevivir Sobrevivir un rev revés
60
INTRODUCCI ÓN ¿Por qué no debes llamarle? Separarse de alguien a quien se ama es uno de los sentimientos m ás dolorosos que el ser humano puede experimentar. Es causa de sufrimiento y de un profundo pesar, pues significa perder el amor en sí , y el amor es la mejor forma de felicidad conocida por el hombre. El sent sentimi imien ento to que que pro provoca el hech hecho o de renun renuncia ciarr al amor amor que que hubo hubo se ha convertido en la inspiraci ón de gran parte de nuestra cultura en la actualidad. S ólo hay que escuchar las diez primeras canciones de las listas de éxitos. Prácticamente todas Live If Living Living Is tratan de la ternura y la a ñoranza que despierta un amor perdido: I Can´t Live Without You ( No No puedo vivir vivir sin ti), The Way We Were (Tal como é ramos ramos) o You Just Keep Me Hanging Hanging On (Te sigo esperando). La mayorí a de las baladas que interpretan las grandes damas del jazz (Sarah Vaughan o Billie Holiday, por ejemplo) tratan de rupturas Man ( Mi Mi hombr hombree) o The Man That Got Hawai ( El El hombr hombree que que se marc march hó). amorosas: My Man Las pelí culas culas pueden contar historias acerca de la dificultad que tienen las mujeres Atracción fatal es la historia de una mujer que se convierte en una para renunciar al amor. Atracci historia asesina psicópata debido a su obsesi ón por un hombre casado que la rechaza. La historia de Adele H., de Fran çois Truffaut, trata de una mujer que se vuelve loca tras perder al hombre del que se habí a enamorado. Del mismo modo, la televisión y el teatro también cuentan historias acerca de perso personas nas incap incapaaces de recupe recuperar rarse se tras una ruptur ruptura. a. En Subset Boulevard Norma Boulevard , Norma Desmon Desmond d ases asesina a su aman amante, Joe, Joe, porq porque ue éste est está a punto punto de abando abandonar narla. la. Las teleno telenove velas las suelen presenta presentarr la historia historia de una persona persona que que se pasa la hora hora entera entera persiguiendo a quien la abandon ó. La mayorí a de los programas de entrevistas muestran una interminable lista de personajes obsesionados por un amor frustrado. Los periódicos, por su parte, est án repletos de historias de gente que no pueden superar su situaci ón por mucho dolor que les cause. As í , por ejemplo, si M í nica nica Lewinsky hubiera sido capaz de afrontar sus sentimientos por la ruptura de su relaci ón con el presidente Clinton acudiendo a un psicoterapeuta profesional y no a Linda Tripa, quiz ás el curso de la historia de Estados Unidos hubiera tomado un rumbo muy distinto. ¿Por qué sé tanto acerca del proceso de superaci ón de una ruptura? Porque yo misma pasé por esa experiencia. Años atr atrás, me enam enamor oré de un hombre hombre atractiv atractivo, o, carism carismático, tico, elocuen elocuente te y espirit espiritual ual.. Duran Durante te el tiemp tiempo o que que dur duró nuestra nuestra relación, me volv olví emocionalmente dependiente de él. Me enseño mucho acerca de la espiritualidad. Era cari ñoso y amable, y creí que que me comprend í a como nunca antes nadie lo hab í a hecho. Sin embargo, cuando le expresé mi deseo de que se comprometiera, se march ó. Ahora, cuando miro atr ás, siento y creo que su repentino y casi cruel rechazo estaba causado por sus problemas para relacionarse. Cuando lo conoc í , me dijo que en más de siete a ños no hab í a tenido ninguna relación y que no ten í a intenci intención de comprometerse. Me enamor é de él de todos modos, deseando ser la excepci ón. Pese a mi capacida capacidad d prof profesiona esional como psicot psicoterape erapeut uta, a, no pude m ás que que sen sentirme tirme heri herida da y profundamente deprimida. Tuve que emprender un dif í cil cil proceso de superaci ón para poder poder recupera recuperarme rme y seguir seguir adelante adelante con mi vida. Durante ese mismo tiempo, tiempo, me encontraba tratando a mujeres con dificultades para superar la ruptura de una relaci ón
INTRODUCCI ÓN ¿Por qué no debes llamarle? Separarse de alguien a quien se ama es uno de los sentimientos m ás dolorosos que el ser humano puede experimentar. Es causa de sufrimiento y de un profundo pesar, pues significa perder el amor en sí , y el amor es la mejor forma de felicidad conocida por el hombre. El sent sentimi imien ento to que que pro provoca el hech hecho o de renun renuncia ciarr al amor amor que que hubo hubo se ha convertido en la inspiraci ón de gran parte de nuestra cultura en la actualidad. S ólo hay que escuchar las diez primeras canciones de las listas de éxitos. Prácticamente todas Live If Living Living Is tratan de la ternura y la a ñoranza que despierta un amor perdido: I Can´t Live Without You ( No No puedo vivir vivir sin ti), The Way We Were (Tal como é ramos ramos) o You Just Keep Me Hanging Hanging On (Te sigo esperando). La mayorí a de las baladas que interpretan las grandes damas del jazz (Sarah Vaughan o Billie Holiday, por ejemplo) tratan de rupturas Man ( Mi Mi hombr hombree) o The Man That Got Hawai ( El El hombr hombree que que se marc march hó). amorosas: My Man Las pelí culas culas pueden contar historias acerca de la dificultad que tienen las mujeres Atracción fatal es la historia de una mujer que se convierte en una para renunciar al amor. Atracci historia asesina psicópata debido a su obsesi ón por un hombre casado que la rechaza. La historia de Adele H., de Fran çois Truffaut, trata de una mujer que se vuelve loca tras perder al hombre del que se habí a enamorado. Del mismo modo, la televisión y el teatro también cuentan historias acerca de perso personas nas incap incapaaces de recupe recuperar rarse se tras una ruptur ruptura. a. En Subset Boulevard Norma Boulevard , Norma Desmon Desmond d ases asesina a su aman amante, Joe, Joe, porq porque ue éste est está a punto punto de abando abandonar narla. la. Las teleno telenove velas las suelen presenta presentarr la historia historia de una persona persona que que se pasa la hora hora entera entera persiguiendo a quien la abandon ó. La mayorí a de los programas de entrevistas muestran una interminable lista de personajes obsesionados por un amor frustrado. Los periódicos, por su parte, est án repletos de historias de gente que no pueden superar su situaci ón por mucho dolor que les cause. As í , por ejemplo, si M í nica nica Lewinsky hubiera sido capaz de afrontar sus sentimientos por la ruptura de su relaci ón con el presidente Clinton acudiendo a un psicoterapeuta profesional y no a Linda Tripa, quiz ás el curso de la historia de Estados Unidos hubiera tomado un rumbo muy distinto. ¿Por qué sé tanto acerca del proceso de superaci ón de una ruptura? Porque yo misma pasé por esa experiencia. Años atr atrás, me enam enamor oré de un hombre hombre atractiv atractivo, o, carism carismático, tico, elocuen elocuente te y espirit espiritual ual.. Duran Durante te el tiemp tiempo o que que dur duró nuestra nuestra relación, me volv olví emocionalmente dependiente de él. Me enseño mucho acerca de la espiritualidad. Era cari ñoso y amable, y creí que que me comprend í a como nunca antes nadie lo hab í a hecho. Sin embargo, cuando le expresé mi deseo de que se comprometiera, se march ó. Ahora, cuando miro atr ás, siento y creo que su repentino y casi cruel rechazo estaba causado por sus problemas para relacionarse. Cuando lo conoc í , me dijo que en más de siete a ños no hab í a tenido ninguna relación y que no ten í a intenci intención de comprometerse. Me enamor é de él de todos modos, deseando ser la excepci ón. Pese a mi capacida capacidad d prof profesiona esional como psicot psicoterape erapeut uta, a, no pude m ás que que sen sentirme tirme heri herida da y profundamente deprimida. Tuve que emprender un dif í cil cil proceso de superaci ón para poder poder recupera recuperarme rme y seguir seguir adelante adelante con mi vida. Durante ese mismo tiempo, tiempo, me encontraba tratando a mujeres con dificultades para superar la ruptura de una relaci ón
amorosa, por lo que decid í , al fin, crear un grupo de psicoterapia llamado “¡No le llames!”. Realizamos varias sesiones en la comunidad y pronto empezar í a a aparecer en radio y la televisi ón como “experta en relaciones”. Parec í a que mi camino ya estaba decidido. A través de mi propia experiencia persona y profesional, aprend í lo lo mucho que puede llegar a afectar a una persona adulta un abandono o un rechazo. El dolor del rechaza puede alcanzar hasta lo m ás profundo del ser humano. Una mujer, por ejemplo, puede llegar a obsesionarse hasta tal punto por un hombre que la ha rechazado, que la rabia y el deseo que siente por él llegarán a consumirla. He conocido mujeres que han perdido la salud, el dinero, el trabajo, sus hijos, incluso que han ido a la c árcel, a causa de su preocupaci ón por el hombre que las abandon ó. En el grupo de terapia han participado mujeres al borde del suicidio por una ruptura y su incapacidad de superarla. La mujer ha recorrido un largo camino para independizarse econ ómicamente del hombre, pero todaví a queda mucho trabajo por hacer para alcanzar la independencia emocional. Existen demasiadas mujeres econ ómicamente autosuficientes que soportan ísicamente relaciones emocional y f í s icamente abusivas por temor a que las abandonen. Prefieren mante mantener nerse se al lado lado de un homb hombre re que que las maltra maltrata ta,, las humi humilla lla o las las rech rechaza aza que arriesgarse a quedarse solas. En los pr óximos capí tulos, tulos, aprenderás a desarrollar tus habilidades para superar una relaci ón rota y no destrozar tu vida por lealtad al amor romántic ntico o o por por mied miedo o a la sole soleda dad. d. Los Los ejer ejerci cici cios os te serv servir irán para para expres xpresar ar y experimentar tus propios sentimientos, lo cual es fundamental en el proceso de curaci ón. Este libro, los ejercicios y el programa de diez pasos desarrollado a partir de mi trabajo con las mujeres del grupo de terapia “¡No le llames!” te ayudar án a recuperarte del dolor de una relación rota. Aunque la mayor í a de las mujeres de la terapia estaban pasando por una separaci ón, habí a algunas que segu í an an inmersas en una relaci ón con un hombre nada aconsejable y que lo que buscaban era la fuerza y el apoyo necesarios para romper. Otras sentí an an que estaban estaban actuando actuando ciegamente ciegamente,, respond respondiendo iendo a su desesper desesperaci aci ón por no quedarse solas, y buscaban b uscaban una nueva nueva perspectiv perspect ivaa sobre su comportamiento. Los casos que se presentan en este libro est án basados en la experiencia y el esfuerzo por sobreponerse a una relaci ón rota de pacientes que he tratado y personas que he conocido. Los nombres y rasgos que pudieran identificarlos han sido cambiados. Si en estos momentos mantienes una relaci ón y un exceso de ansiedad hace que quieras llamarle por miedo a que te abandone o que pierda inter és, éste también es tu libro. libro. Utiliza Utiliza los ejercicio ejercicioss práctico cticos, s, el prog program ramaa de diez diez pasos pasos y la inf informaci ormación proporcionada para centrarte y no dar la impresi ón de estar necesitada o desesperada. Esto puede poner en contra al mejor de los hombres. Si lo que ocurre es que est ás sufriendo por una ruptura, puedes utilizar este libro para reponerte. Sigue mi consejo de controlarte y no salir corriendo detr ás de tu ex; conseguir ás recuperarte de la p érdida con tu orgullo y autoestima intactos. No s ólo sobrevivirás, triunfarás. Incluso puede que te animes a buscar un nuevo amor, uno que siempre est é ahí para para ti. ¡De verdad, la vida sigue después de ese hombre!
1 Romper el ciclo compulsivo Sheila, una atractiva programadora de veintisiete a ños, permanecí a encerrada en su apartamento, mirando fijamente el teléfono. Deseaba llamar a Tony, un guapo comercial con el que habí a estado saliendo los últimos seis meses. Al principio, Sheila creí a que Tony era perfecto. Era encantador, ambicioso y muy atento. Una noche, despu és de una cena rom ántica en un restaurante franc és, Sheila reuni ó el coraje suficiente para preguntarle sobre su futuro en com ún. Él le confesó que no se veí a casado con ella, y propuso que ambos empezaran a salir con otras personas. Sheila se hundió. Herida y enfadada, decidi ó que lo mejor era que no deb í an volver a verse. Ahora, Sheila se sent í a sola y desesperada. Quer í a estar con Tony cualesquiera fueran las condiciones, las que él quisiera. No podí a soportar la idea de una vida sin él. Se sentí a como si todo fuera culpa de ella. Si pudiera volver atr ás y borrar aquella fatí dica conversación, todaví a estarí an juntos. Tení a que hablar con él. Marcó su número, deseando que estuviera en casa, pero lo que son ó fue su contestador. Sheila colg ó. Decidió esperar y volver a llamar despu és. Intentó mantenerse ocupada haciendo las tareas de la casa, pero no pod í a dejar de pensar en Tony, as í que cogió el teléfono y volvió a marcar su número. De nuevo el contestador. Empez ó a llamar cada quince minutos durante m ás de dos horas seguidas. Sab í a que estaba fuera de control, como un drogadicto desesperado por una dosis. Pero no pod í a evitarlo. No podí a soportar la idea de no verle nunca m ás. Todas podemos sentirnos identificadas con la situaci ón por la que pasa Sheila y por cómo se siente, pues, en mayor o en menor grado, todas hemos experimentado un cuadro emocional similar. Los sí ntomas se nos muestran dolorosamente familiares: el miedo a perder el control, el deseo de o í r su voz de nuevo… Sabemos que nuestro comportamiento es irracional y, sin embargo, somos incapaces de dominarnos ante la necesidad de llamar por tel éfono. Nos encontramos atrapadas. ¿Qué es lo que agita nuestra estabilidad emocional hasta el punto de hacer lo que sea para que él vuelva? ¿Por qu é no podemos superarlo sin m ás? Veamos algunos de los factores que intervinieron en el hundimiento emocional de las mujeres de mi grupo de terapia. El abandono figura entre uno de nuestros miedos m ás profundos. Un bebé abandonado est á condenado a morir; no puede sobrevivir si no hay ningún adulto que lo alimente y, por tanto, su miedo es parte de sus instintos. En cierta medida, y seg ún las circunstancias de cada individuo, ese miedo permanece con nosotros. Si, una vez adultos, somos abandonados por alguien de quien esper ábamos amor y sustento, ese temor infantil vuelve a ponerse de manifiesto. Este efecto, combinado con la presente amenaza de abandono, puede generar una intentensa sensaci ón de pánico. Nuestra aptitud para razonar puede verse afectada hasta tal punto que todo lo que somos capaces de experimentar se reduce a ese terror a ser abandonadas, a sentirnos solas o rechazadas. Estos sentimientos tan dolorosos pueden hacer que nos resistamos a aceptar que la relación se ha roto y nos aferremos a ella como nuestra única salvaci ón. Un comportamiento así puede ejemplificarse con actividades que van desde la profusi ón compulsiva de llamadas telef ónicas hasta el presentarse en su casa o lugar de trabajo sin
previo aviso, o incluso el no dejar de escribirle cartas o e-mails aunque él no haya respondido a ninguno de nuestros intentos de contacto. Cuando una mujer se encuentra en tal estado de aferramiento, puede llegar a sentirse desesperada hasta el punto de no sentir reparo alguno en recurrir a un comportamiento humillante y prácticamente lindante con lo masoquista. Nancy estaba tan triste cuando su novio la dej ó, que fue a su casa, se arrodill ó ante él y le rogó que la aceptara de nuevo. Me confes ó que cuando estaba arrodillada, lo único que importaba ere que él volviera con ella y, en aquel momento, su orgullo y su autoestima no eran importantes en absoluto; su idea de que no podr í a vivir sin él la dominaba. Marcy fue al edificio en el que viv í a su ex novio y le pidi ó al portero que lo llamara. El chico respondi ó que no quer í a que subiera, y Nancy se qued ó tan turbada que le dijo al portero que no se ir í a sin hablar con el hombre a quien habí a venido a ver. El portero amenazó con llamar a la polic í a, pero en su desesperaci ón, ella se resistí a a marcharse. Finalmente, la polic í a llegó y Marcy tuvo que desaparecer, terriblemente humillada y avergonzada. El dolor y la humillación en los tres casos expuestos son muy l ógicos y no tan fuera de lo común como creemos. Muchas mujeres, incluso aquellas de las que nunca lo hubiéramos imaginado debido a su éxito, fama y/o belleza, han vivido la situaci ón por la que pasaron Marcy, Nancy y Sheila. El hecho de no querer llamar a nuestro ex de forma compulsiva o aferrarnos a él cuando sabemos que la relaci ón se ha terminado puede servir para enmascarar o anestesiar nuestros sentimientos de soledad, sufrimiento y profundo dolor. Lo mismo se aplica a aquellas mujeres que se encuentran en una relaci ón o amistad nuevas y temen no volver a saber nunca m ás de su pareja. Cuando empezamos a llamar compulsivamente a un hombre por miedo a que nos abandone, puede que experimentemos una subida de adrenalina al pensar en verle o simplemente en o í r su voz, pero debemos ser conscientes de que esta subida es temporal. El verdadero camino hacia una libertad emocional es sentir el dolor de su ausencia y analizarlo y trabajarlo por nosotras mismas o con la ayuda de un especialista. Si existe alguna esperanza de que la relaci ón pueda recuperarse, o lo que realmente queremos es mantenerla tal y como est á, es importante recordar que una actitud desesperada y agobiante es motivo suficiente para que la mayor í a de hombres se distancien todaví a más. Este tipo de comportamiento te hace aparecer como si te creyeras indigna de ser amada y estuvieras agradecida por el hecho de que cualquier hombre se hubiera fijado en ti. Si un hombre tiene sus propias ideas acerca de lo que significa el compromiso, el que nosotras le agobiemos con nuestras continuas exigencias de que nos demuestre que no nos dejará, sólo puede hacer que se sienta coaccionado y sometido a mucha presi ón. Una actitud así , además, nos muestra emocionalmente deseosas, lo cual le har á sentirse con la eterna obligación de asegurar y demostrar el amor que tanto ansiamos, lo que no deja de ser un arduo trabajo para cualquiera. Es natural que cueste enamorarse de una persona que constantemente nos bombardea con llamadas telef ónicas. Una mujer desesperada no da ninguna oportunidad al hombre que ama para echarla de menos. Est á tan al alcance de la mano que él no tiene motivos para suspirar por ella o fantasear acerca de su deseo por ella, lo cual, desafortunadamente, es en lo que suele consistir el enamoramiento.
Aferrarse desesperadamente a un hombre puede llevarnos a un ciclo vicioso. Cuanto más se distancia él, más nos aferramos nosotras, y cuanto más lejos, más desesperada es nuestra dependencia. Incluso si somos conscientes de ello, la necesidad de permanecer a su lado suele ser irresistible. Aunque sabemos que nuestro comportamiento no es apropiado, no podemos evitar dejarnos llevar por un impulso que no podemos controlar, y realmente nos sentimos mal cuando actuamos as í .
¿Qué podemos hacer cuando nos sobrecoge la irresistible y compulsiva necesidad de llamar a un hombre?
Primero, debemos darnos permiso para experimentar conscientemente la tensi ón y nuestros propios sentimientos, y soportarlos hasta que desaparezcan. Y ten por seguro que desaparecerán; los sentimientos son algo temporal. En eso consiste precisamente el truco: sentir nuestras emociones sin dejar que gobiernen nuestros actos. Requiere una gran dosis de disciplina y trabajo personal, pues lo m ás f ácil serí a dejarse llevar por nuestros sentimientos y actuar en consecuencia. El hecho de ser conscientes de lo que sentimos sin permitir que esos sentimientos dirijan nuestra vida es lo que se conoce como “ contenci ón emocional”. Es lógico, sin embargo, que en ese proceso de contenci ón nos sintamos algo incómodas, pues suele generar ansiedad y, por tanto, una gran tensi ón. Esa incomodidad es la que nos induce a llamarle e intentar, así , liberarnos de esa sensación de incertidumbre y malestar. En ese momento, debemos pensar en la angustia y el profundo dolor que nos causar í a el que nos rechazara o el no conseguir la respuesta que esperábamos. Toni, una de las mujeres de mi grupo de terapia, se hizo una lista de amigos a quien llamar si se veí a acechada por la necesidad de llamar a su ex novio. Helen, otra de las mujeres del grupo, se propuso ir al gimnasio cada vez que sintiera que quer í a llamarle. Si el gimnasio estaba cerrado, entonces sal í a a practicar jogging un buen rato. Barbara, por su parte, se iba al cine. Muy pronto todas las componentes del grupo de terapia disponí an de una lista de cosas para hacer cuando las invadiera el irresistible impulso de llamar a su ex. Es muy importante que entendamos que el hecho de contener nuestros sentimientos no significa que no debamos expresarlos a otras personas. Un buen amigo que sepa escucharnos o un grupo de terapia pueden resultarnos tan útiles en este sentido como un especialista. Hay mujeres que han preferido superarlo solas. Es posible conseguirlo, pero desde luego no es el mejor modo de hacerlo. El principal objetivo de controlar nuestras llamadas al hombre con el que hemos roto y exponerle nuestros sentimientos es evitar sentirnos rechazadas, heridas o humilladas. Cada vez que sufrimos un rechazo, se refuerza esa imagen de desesperaci ón y antipatí a contra la que pretendemos luchar. Incluso si ese hombre al que llamamos responde como esper ábamos, puede que nos sintamos moment áneamente aliviadas y m ás cercanas a él, pero sin duda la angustia volverá, pues la relaci ón todaví a no es definitiva, y entonces tendremos que empezar todo el proceso de nuevo, como si el trabajo realizado hasta entonces no hubiera servido para nada.
Superar el dolor que sentimos sin acudir a él puede parecer muy complicado, pero el hecho de conseguirlo por nosotras mismas nos proporcionar á una sensaci ón de triunfo y de confianza en nuestros propios recursos.
2 Duelo y Aflicción Cuando una relaci ón termina, o cuando nuestro hombre empieza a distanciarse o perder el interés por nosotras, nos enfrentamos a una situaci ón de pé rdida –incluso si se trata de una p érdida temporal-, y es necesario ser conscientes de los sentimientos que ésta despierta en nosotras. Odio tener que decir a mis pacientes que primero deben sentir el dolor para poder después superarlo y seguir adelante. Pero, desafortunadamente, as í es. El único modo de recuperarnos es librándonos de las fantas í as de nuestro amor y siendo conscientes de todos los sentimientos y sensaciones que experimentamos. El proceso de superaci ón de una pérdida se conoce como “per í odo de duelo”. Se trata de un proceso complicado en el que intervienen gran cantidad de sentimientos: aflicción, pesar, ansiedad, decepci ón, rabia, apat í a, tristeza y desesperaci ón. La aflicción es un sentimiento muy doloroso, incluso angustioso, pero es absolutamente necesario para concienciarnos del dolor que causa en nosotras la reciente pérdida. Negar la existencia de ese dolor puede llevarnos a llamarle de forma compulsiva, lo cual nos impedirí a superar esta situaci ón y amar a otra persona. Estamos dolidas por la pérdida de su compañí a, de los momentos de amor con él, de sus caricias, de la fantas í a sobre un futuro juntos, de los hijos que podr í amos haber tenido con él, del placer y la felicidad que sentimos a su lado. Puede que haya momentos en los que nos sintamos consumidas por la aflicci ón, temerosas de no poder recuperarnos jam ás, pero si somos completamente conscientes de estos sentimientos, podremos superar el dolor y la tristeza que nos invaden. Debemos afrontarlos y conocerlos bien para que su intensidad disminuya hasta que, por fin, terminen desapareciendo. Una cosa s í debemos tener clara: no durarán para siempre. El sufrimiento y la aflicci ón tienen su propio ritmo, y no podemos forzarlo. Es imposible decidir cuándo sufrir, y hemos de aceptar ese sentimiento cuando aparezca.
Etapas de la pérdida
El perí odo de duelo por la p érdida del hombre del que estábamos enamoradas pasa por cuatro etapas. Puede que el orden en que se sucedan var í e o que se solapen entre s í , pero en cualquier caso son f ácilmente reconocibles. Esta divisi ón en fases se basa en las cinco etapas del proceso de la muerte propuestas por la doctora Elizabeth K übler-Ross en su famosa obra On Death and Dying (Sobre la muerte y los moribundos), publicada en 1969. La negación es la primera fase. No queremos afrontar la realidad de que él se ha marchado, nos ha rechazado o ha hecho algo terrible que ha provocado que rompi éramos con él. Estamos bajo el efecto de un profundo shock emocional que nos impide reconocer la verdad. En esta fase de negaci ón, es sumamente importante intentar hacer frente a la realidad. Si hacemos ver que todo sigue igual y nos dedicamos a perseguir al hombre con el que acabamos de romper, podemos terminar sinti éndonos todaví a más heridas y
humilladas. Este es un buen momento para hacer uso de nuestra propia red de apoyo – buenos amigos, un grupo de terapia o un especialista, por ejemplo-, y buscar la ayuda necesaria para aceptar la verdad de la situaci ón. La rabia es la segunda fase de este proceso. Durante esta etapa, estamos afrontando la realidad y nos sentimos enfadadas con él por habernos traicionado, herido y abandonado. Antiguos conflictos que quedaron sin resolver (con los padres, los ex novios…) pueden resurgir en este momento. Sin embargo, es importante superar esta rabia sin acudir a él. No debemos utilizarla como excusa para enfrentarnos con él, sermonearle o incluso pero: recurrir a la violencia. Demostrarle nuestro sentimiento de rabia no resolver á nada. De hecho, puede empeorarlo todo. La mayorí a de las personas no responden bien a las confrontaciones, as í que lo más probable es que no obtuvi éramos en absoluto el tipo de reacci ón que andamos buscando. Quizás nos sintamos mejor por un momento, pero esta situaci ón suele terminar haciéndonos sentir todaví a peor. Lo mejor, por el contrario, es compartir nuestros sentimientos de rabia con alguno de los componentes de nuestra red de apoyo, o intentar superarlos por nosotras mismas. Podemos hacerlo, por ejemplo, practicando alg ún deporte, escribiendo o realizando actividades que impliquen cierta dosis de creatividad. La tercera y cuarta fases son, respectivamente, la depresión y la desesperanza , sin duda las m ás dif í ciles de superar. Los nervios y el drama de la ruptura se han calmado para dar paso a la sensaci ón de vací o propia de cualquier situaci ón de pérdida. Los desengaños amorosos del pasado, que probablemente hab í amos retomado en la segunda fase, pueden volver a presentarse de nuevo y contribuir a nuestra tristeza. Pueden ser momentos muy dif íc iles, pero es completamente necesario pasar por esta fase si queremos seguir adelante y estar preparadas para abordar una nueva relaci ón; si nos quedamos en la fase de la negación, nos veremos permanentemente acechadas por el pasado. Sin embargo, si la depresi ón llega hasta el punto de afectar nuestro funcionamiento habitual (dejamos de trabajar, de comer o de dormir), puede que entonces se trate de una condici ón clí nica y, como tal, debe ser tratada por un especialista. De nuevo, es importante que no le llamemos tampoco en esta fase. Se trata de una complicada etapa de nuestras vidas en la que nos sentimos vulnerables, y no podemos correr el riesgo de que reaccione de manera distante o nos rechace, lo cual podr í a hacernos sentir todaví a más solas y agravar nuestra depresión y sensación de desesperación. En cambio, en esta fase del proceso es especialmente importante recurrir a nuestra red e apoyo en pos de sustento emocional. Por nuestra parte, debemos intentar concentrarnos en superar este dolor. Aunque es una etapa muy dura, siempre hay que tener presente que el tiempo cura todas las heridas, y que los sentimientos de tristeza y desesperanza llegar án, tarde o temprano, a su fin. En este punto es donde pasamos a la última fase, la de la aceptaci ón. La aceptaci ón es definitiva cuando empezamos a recomponer nuestras vidas. No nos sentimos tan obsesionadas por él, y comenzamos a pensar en hombres nuevos y en salir con ellos. Esta puede ser una etapa algo capciosa; siempre podemos querer llamarle para demostrarle que ya lo hemos superado. No debemos caer en la tentaci ón, pues es posible que no consigamos el tipo de respuesta que imagin ábamos y nos sintamos defraudadas o, lo que es peor, puede que nuestros sentimientos por él resurjan y tengamos que volver a empezar ¡desde la primera fase! Un factor muy importante de este proceso de duelo y aflicci ón es ser conscientes en todo momento de todos nuestros sentimientos, tambi én los que son positivos. No debemos avergonzarnos de seguir enamoradas de nuestro ex, incluso si la relaci ón se ha
terminado y aunque nos haya herido profundamente. Es natural. Ten í a cualidades que admirábamos; de otro modo nunca nos hubiéramos fijado en él ni nos habrí amos enamorado de él. Es igualmente necesario mantener la sensaci ón de deseo por él. No hay por qué avergonzarse. Son sentimientos, nada m ás. No estamos obrando seg ún ellos, sencillamente los estamos sintiendo. Es probable que sintamos la necesidad de expresar agradecimiento y sigamos obsesionadas con la relaci ón porque creemos estar en deuda con nuestro ex por algo que hizo. Vivian estaba sumamente agradecida a su novio por haberla apoyado económicamente mientras estudiaba derecho. Barbara, por su parte, se sent í a agradecida por el apoyo recibido por parte de su pareja durante un duro proceso de divorcio. Ambas querí an expresar estos sentimientos al resto del grupo, pues aunque sus relaciones hab í an terminado, seguí an centradas en lo maravillosos que eran sus respectivos ex compa ñeros. También puede ocurrir que sintamos envidia hacia nuestro ex por alguna cualidad que admiramos en él y que quisiéramos poseer. Betty, por ejemplo, admiraba la capacidad de su novio Paul para relacionarse con la gente. Sol í a observarlo en las fiestas, y estaba fascinada por la rapidez y la facilidad con la que conectaba con los dem ás. Lo que sin duda alguna sentiremos por él es enojo y rabia tanto por habernos abandonado como por habernos tratado injustamente, traicionado, rechazado, o incluso por haber abusado de nuestra confianza. Superar estos sentimientos sin dejar que nos dominen es capital para recuperarnos del desenga ño. La clave de este proceso es NO llamerle, por muy poderosas que sean nuestras razones. Debemos utilizar este per í odo de tiempo para distanciarnos emocionalmente de él, para desconectar de la relaci ón. Si le llamamos para compartir con él nuestros sentimientos y no se de cuenta de lo dif íc il de nuestra situación, puede reaccionar expresando su rechazo o su desprecio, con lo que terminar í amos sintiéndonos mil veces peor. Un resultado tal contaminar í a el proceso de recuperaci ón invalidando todo el trabajo hecho hasta ahora. En lugar de eso, lo mejor es expresar estos sentimientos a otra persona, ya sea un terapeuta, un amigo o un grupo de terapia, alguien con quien nos sintamos seguras. El hecho de tener un testimonio que siga nuestra experiencia con el amor, el dolor, la tristeza y el deseo hace que este proceso adquiera un significado mucho mayor. Sin embargo, hay veces en las que no podemos encontrar a nadie con quien compartir nuestras sensaciones, así que tendremos que sentirlas por nosotras mismas. Cuando el el coraz ón se despierta en medio de la noche, no podemos ir llamando a la gente a las cuatro de la ma ñana (¡a no ser que estos amigos sean extraordinariamente comprensivos!). En lugar de eso, podemos sentir y llorar solas. De este modo, aprenderemos a calmarnos y consolarnos a nosotras mismas, un punto que desarrollaremos en el tercer cap í tulo. Betty y Tim llevaban prometidos seis meses cuando él le confesó que no sab í a si podrí a casarse con ella. Betty se hundi ó. Habí an estado saliendo durante m ás de un a ño antes de prometerse. Tim se habí a trasladado desde Grecia a Nueva York para realizar un máster de ingenierí a. Un año después, conoci ó a Betty en una discoteca, y desde su primera cita empezaron a pasar pr ácticamente todo su tiempo libre juntos. Cuando la familia de Tim se enter ó del compromiso, se enfadaron mucho, pues quer í an que él se casara con una mujer griega. Amenazaron con desheredarle si segu í a adelante con la boda, y Tim decidió hacer caso a su familia y renunciar al matrimonio con Betty. Betty estaba furiosa con Tim por su incapacidad para hacer frente a su familia y por haber traicionado su amor y sus expectativas de futuro juntos. Aunque seguí a
desempeñando normalmente su trabajo como analista financiero, Betty se estaba desmoronando, por lo que decidi ó someterse a terapia. Cuando acudi ó a mí , comentamos sus sí ntomas de depresi ón y su incapacidad para superar completamente la relaci ón con Tim. De vez en cuando, él la llamaba, aunque su decisi ón de no casarse con ella segu í a firme. Esta situación la confundí a todaví a más, y gracias a la terapia, decidi ó que lo que más le convení a era romper definitivamente con Tim. Betty pasó las primeras sesiones de terapia tomando conciencia de su propio dolor y llorando. Hablaba de las cosas que echaba de menos de Tim: el que la llamara dos veces al dí a cuando salí an juntos, su relaci ón sexual e, incluso, la rutina de ir al cine. El per í odo de duelo se concentr ó en la pérdida del futuro que podrí an haber compartido. Lloraba por la boda que habí an planeado –ya hab í an decidido hasta el nombre de sus hijos-. Esto era lo que le resultaba más penoso. Poco despu és, empezó a expresar la rabia que sentí a hacia Tim por haberla rechazado y abandonado. Cada vez distingu í a con m ás claridad las razones que lo hab í an impulsado a obrar as í , entre las que figuraban su somentimiento a la familia y su incapacidad para independizarse emocionalmente de ellos. Durante este tiempo Tim la volvió a llamar otra vez. A estas alguras del proceso, ella se sent í a mucho más fuerte psicológicamente, por lo que fue capaz de pedirle que no la volviera a llamar. Le dijo que s ólo lograba confundirla, pues estaba claro que no hab í a esperanza de futuro entre ellos. Esto le proporcionó una gran seguridad y confianza en s í misma. Se sentí a menos como una ví ctima, y su depresión terminó desapareciendo. Podí a hablar de los buenos ratos pasados con Tim, de c ómo él la habí a ayudado económicamente mientras ella estudiaba, y era capaz de sentir gratitud hacia él. Recordaba lo amable y cari ñoso que habí a sido con ella. A pesar de los sentimientos positivos de Betty por Tim, hab í a aprendido a contenerlos y controlar su necesidad de llamarle para compartirlos con él, pues era consciente de que con ello crear í a todaví a más confusión. Cuando Betty empez ó a salir nuevamente, a veces sent í a el impulso de comparar a esos hombres con Tim, lo cual le infundí a nuevas dudas acerca de la posibilidad de encontrar a alguien con quien se sintiera tan bien como con Tim. A medida que continuaba trabajando su dolor, sus sentimientos por Tim empezaron a cambiar, y al cabo de un año era capaz de pensar en él sin sentir dolor ni remordimiento, de verlo todo como una experiencia muy positiva. Se sent í a lo bastante liberada emocionalmente como para volver a implicarse de forma seria con otro hombre. No tem í a correr el riesgo de mantener una nueva relaci ón, pues sabí a que podí a amar y, si era necesario, recuperarse de una pérdida.
¿Qué podemos hacer para facilitar nuestro paso por la fase de duelo? ♦
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Para calmar nuestro enfado, podemos hacer ejercicio f í sico (correr, jugar al tenis, ejercicios de musculaci ón, lucha, ¡o incluso tomar clases de artes marciales!). Servir á cualquier actividad en la que podamos descargar nuestra ira y nuestra tensi ón. Expresar nuestros sentimientos a través de ejercicios de creatividad tales como escribir versos, prosa o letras para canciones, pintar, cantar y bailar. Hablar siempre que podamos de nuestros sentimientos con las compa ñeras del grupo de terapia.
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Escribir una carta de despedida a la relaci ón que acaba de terminar. Hay que escribirla como si nuestro ex pudiera o í r a alguien que la lee, decir todo lo que debe ser dicho, y dejar que nuestros sentimientos afloren a medida que vamos escribiendo. Pero cuidado: no la envies . Puede resultar extraordinariamente positivo leerla a un amigo en quien confiemos, alguien que pueda comprendernos. Al cabo de un tiempo quiz á queramos releerla, o tal vez romperla en se ñal de que nuestra relaci ón con él ha terminado definitivamente.
La representación de un ritual tambi én puede servir de ayuda para superar la fase del duelo. Donna se sentí a angustiada por haberse separado legalmente de Mark, y estaba pasándolo bastante mal emocionalmente. La noche de su cumplea ños, temerosa de que no pudiera resistir el impulso de llamar a Mark, decidi ó salir con sus amigas Linda y Susan. Las tres amigas fueron a celebrar el fin de la relaci ón de Donna con Mark pasando por delante del restaurante donde la pareja sol í a ir a cenar cada viernes; pero una vez en la zona de aparcamiento, Donna les cont ó sus experiencias con su ex marido. Entonces las tres mujeres se dirigieron a la playa. Donna se quit ó el anillo de casada, lo arrojó al océano y después lloró. Linda y Susan se mostraron compasivas y le ofrecieron todo su apoyo. Después, fueron a un restaurante de moda a celebrar el cumpleaños de Donna, el fin de su relaci ón con Mark y su nuevamente recuperada libertad. Lo festejaron con pastelillos y caf é, compartiendo historias sobre relaciones y aventuras pasadas, riendo y llorando hasta que cerr ó el local. Cuando Donna vino a visitarme para la sesi ón de terapia, me dijo que se sentí a mucho mejor y capaz de aceptar el fin de la relaci ón. Podemos planear alg ún ritual con amigos o llevarlo a cabo solas. No es nada m ás que otro modo de expresar el cambio y la transformaci ón que está sufriendo nuestra vida. El factor más importante de cualquier forma de duelo es la capacidad de compartir nuestra historia con otras personas, ya sea un terapeuta, nuestro mejor amigo o nuestra madre. El hecho de contar y expresar lo que nos sucede nos ayuda a dejar de sentirnos solas o desamparadas para sentirnos apoyadas y comprendidas. A menudo, cuanto m ás hablamos de nuestros sentimientos, m ás nos distanciamos del dolor y el sufrimiento que éstos generan en nosotras. La presencia de una persona compasiva y afectuosa con la que compartir nuestras penas y alegr í as nos ayudar á, sin duda, a recuperarnos de cualquier trauma o herida.
Ejercicios Prácticos
Los siguientes ejercicios est án diseñados para ayudarte a superar el pasado. Piensa bien las respuestas antes de escribirlas (es lo que se llama “procesar” las respuestas). El hecho de tener que ir explorando nuestros sentimientos a medida que respondemos a las preguntas es una parte fundamental del proceso de curaci ón. ♦
¿Has sentido tristeza o desesperaci ón?
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¿Has sentido rabia o enfado hacia tu ex? ¿Qu é hizo sentimientos?
él para provocarte estos
¿Qué tipo de cosas crees que puedes hacer para expresar tus sentimientos de dolor y rabia de un modo sano y constructivo?
¿Tienes a alguien con quien compartir tus sentimientos cuando est ás triste o disgustada? Describe a esa persona.
Si en plena noche te sientes desbordada por la tristeza o la rabia, ¿qu é haces para calmarte?
¿Cuál es el modo m ás original que imaginas para celebrar el fin de tu relaci ón? Escribe sobre ello sin preocuparte de lo extravagante que pueda parecer.
3 Recuperarse del rechazo El hecho de estar recuperándonos de un conflicto emocional no significa que tengamos que resignarnos a estar apesadumbradas durante todo el d í a. En estos per í odos de sentimiento de pérdida y rechazo, es especialmente importante cuidar de nosotras mismas. Debemos intentar restablecer nuestra vida tal como era antes de la crisis. ¿C ómo hacerlo? ¿Cómo recuperar nuestra paz interior? Durante los dí as inmediatamente posteriores a la ruptura, hay que hacer todo aquello que nos haga sentir mejor, al menos hasta que el dolor inicial empiece a mermar. He aquí algunas sugerencias para complacernos. Podemos ir a la peluquer í a a arreglarnos el pelo, apuntarnos a aquel curso que siempre deseamos hacer, visitar a la familia, viajar, meternos todo el d í a en el cine, ir a un concierto, hacernos un masaje o una limpieza de cutis, salir de compras, apuntarnos a un gimnasio, coger unas vacaciones del trabajo, saltarnos la dieta y comer pasteles todo el dí a, visitar a los amigos y hablar de nuestro ex, hablar por tel éfono durante toda la noche, o contratar una canguro para los ni ños y salir a bailar. El único lí mite es nuestra imaginación. Debemos concedernos alg ún capricho, hacer cosas que nos causen placer. En eso consiste cuidar de uno mismo. Hay que tom árselo como si se tratara de unas vacaciones e intentar no ser demasiado exigentes con nosotras mismas. Durante este per í odo de nuestra vida, debemos procurar mantenernos lo m ás relajadas posible. Lo importante es conseguir superar los primeros dí as de forma que el sufrimiento inicial provocado por el abandono o el rechazo empiece a remitir. No se debe recurrir a las drogas o al alcohol. Puede que logren detener el dolor de forma temporal, pero lo único que conseguiremos con ello es retrasar el momento de sentir ese dolor. Debemos mantenernos sobrias y centradas, y lo último que necesitamos en este momento es el problema adicional de la drogodependencia o el alcoholismo. Al cabo de una semana, debemos intentar cortar alguna de estas actividades que tanto placer nos proporcionan, pues si seguimos comiendo pasteles todo el d í a, tomando vacaciones del trabajo o comprando, podemos terminar sin trabajo, con sobrepeso y en la más absoluta ruina. Hay muchas maneras de recuperarse que no causan adicci ón ni ningún tipo de da ño f í sico. La psicoterapia individual, el grupo de terapia, los m étodos de autoayuda, el masaje, la reflexologí a, la hipnoterapia, la biblioterapia (leer mucho), los c í rculos de plegaria, la acupuntura, o la meditaci ón, la lista es interminable. Lo importante es que no llamemos al hombre que nos rechaz ó. Con ello sólo conseguir í amos reabrir la herida y echar abajo todo el trabajo hecho hasta ahora. En caso de que funcionar normalmente nos suponga un esfuerzo extraordinario, que nos cueste demasiado levantarnos para ir a trabajar o que nos sintamos profundamente deprimidas y tengamos pensamientos suicidas, entonces puede que estemos cl í nicamente enfermas y debamos recurrir a la ayuda de un profesional. No hay por qu é sentir vergüenza de tener que medicarse, pues el sentimiento de p érdida y rechazo puede reavivar traumas del pasado que d ábamos por olvidados y que deben tratarse para poder ser superados.
Apoyo
Durante el tiempo en que estemos intentando recuperarnos, es fundamental poder contar con una s ólida red de apoyo. Necesitamos amigos con los que hablar cuando nos sobrevenga la necesidad de llamar a nuestro ex o cuando nos sintamos deprimidas y desanimadas. Es importante que las personas que componen nuestra red de apoyo no nos critiquen ni nos hagan sentir todav í a peor, pues, al contrario, van a convertirse en nuestro apoyo emocional. Ser í a estupendo que reunieran alguna de las siguientes caracter í sticas: sensibilidad, imparcialidad, generosidad, compasi ón, animosidad, entereza emocional y discreci ón. Hay que contar con al menos tres personas a las que podamos llamar en caso de sentir el impulso de llamarle a él (deberemos llevar sus n úmeros siempre encima). Nuestra red de apoyo puede estar formada por amigos, parientes, compañeros de trabajo, especialistas, sacerdotes o pastores, etc étera, cualquier persona con la que nos sintamos a gusto y en la que podamos confiar a la hora de explicarle nuestros problemas. Es aconsejable contar con varias personas en lugar de insistir siempre con la misma, por lo que deberemos seguir dedicando energ í a y esfuerzos en proveernos de una buena red de apoyo. Contar con las personas adecuadas no s ólo nos ayudará a controlar el impulso de llamarle, sino a sentirnos menos solas y m ás queridas. El hecho de saber que existen otras personas aparte de nuestro ex que se preocupan por nosotras nos hace conectar emocionalmente con ellas, lo cual evita que caigamos en la depresi ón de la soledad no deseada y que nos invadan los sentimientos de desesperaci ón que ésta genera. Amy y Tom hab í an sido amigos durante casi un a ño. Ella le hab í a apoyado durante todo el proceso de su divorcio, y él la habí a ayudado cuando ella rompió con su prometido. Era la primera vez en todo el tiempo que hac í a que se conoc í an que se encontraban ambos sin pareja. Algunas veces, cuando hab í an quedado para cenar (lo cual solí a proponer Tom), Amy le habí a sorprendido mirándola con una expresi ón soñadora en su rostro. A menudo la llamaba por la noche para ver c ómo estaba y hablar sobre lo que les habí a ocurrido durante el dí a. Una vez, incluso lleg ó a comprarle un libro de poemas. Amy presentí a que Tom estaba rom ánticamente interesado en ella, y pens ó que debí an reflexionar sobre la posibilidad de empezar a salir. Durante la siguiente cena juntos, Amy le dijo que se sentí a traí da por él y le pregunt ó cuáles eran sus sentimientos hacia ella. Tom reaccion ó con sorpresa ante el comentario y le dijo a Amy que la consideraba como una hermana, que no cre í a que funcionaran bien como pareja y que, además, estaba saliendo con otra mujer, de la cual cre í a que se estaba enamorando. Amy se sintió humillada y herida. Terminó la cena r ápidamente y se excus ó. Estaba enfadada con Tom por enviarle señales ambiguas y despu és haberla rechazado. Pens ó que su amistad con él se habí a arruinado por completo. A pesar de su enfado, sin embargo, Amy segu í a creyendo que Tom terminar í a llamándola para admitir su error y confesarle que, de hecho, s í se sent í a románticamente atraí do por ella. Pas ó una semana y no llam ó. Amy comprendió que estaba más enamorada de Tom de lo que cre í a y se deprimió. Empezó a obsesionarse con llamarle, pero sab í a que aquello era humillante y que lo mejor para ella era superarlo todo de una vez.
Esa noche se program ó toda la semana de manera que no le quedara tiempo para sentirse deprimida esperando a que sonara el tel éfono. Irí a a trabajar durante el d í a y después se mantendrí a ocupada para no echar de menos las llamadas de Tom. El lunes fue a hacerse un masaje y luego a ver una pel í cula que hab í a estado posponiendo. El martes fue a cenar con un amigo que no hab í a visto en mucho tiempo y quedó con otro para tomar el caf é. El miércoles se fue de compras y volvi ó con el vestido de sus sue ños. Una vez en casa, empez ó a sentir el suplicio de la ausencia y el rechazo de Tom, y llamó a unos amigos para comentar con ellos lo que le hab í a ocurrido con Tom. El jueves se citó con su terapeuta, a quien no hab í a visto desde hac í a dos años. Pidió dos dí as libres a la empresa y se march ó. De la ciudad durante el fin de semana para visitar a su hermana y sus sobrinas. Cuando regresó de su viaje, Amy se sent í a algo mejor. Se hab í a gastado mucho dinero la semana anterior y tení a que controlar el presupuesto, pero decidi ó que seguirí a tratándose terapéuticamente hasta que superara el rechazo de Tom. Tambi én se decidi ó a hacer un montón de visitas a sus amigos durante las dos semanas siguientes y a empezar un curso de interpretación. Quizá le sirviera para afrontar algunos de sus sentimientos y, por qué no, para conocer gente nueva. Adem ás, en su interior, siempre habí a querido ser actriz, y éste era un buen momento para perseguir uno de los sue ños que hab í a estado posponiendo.
Ejercicios Prácticos
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¿Te recuerdan las circunstancias actuales situaciones pasadas de p érdida y rechazo? ¿Cuáles fueron?
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Describe tus sentimientos por la persona que has perdido o que te ha rechazado.
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En este mismo momento, ¿qu é podrí as hacer para aliviar ese dolor?
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Describe tus rasgos m ás positivos y atractivos.
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Haz una lista de algunas de las personas por las que te sientes querida y descr í belas.
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¿Estás otorgando demasiado poder a la persona que te rechaz ó? Haz una lista de sus rasgos negativos.
Haz una lista de todas las actividades que puedas hacer esta semana para sentirte mejor.
4 Paternidad Inadecuada
Desear un padre imaginario
Si estás pasándolo mal intentando superar el fin de una relaci ón o no puedes evitar estar llamando constantemente a tu pareja porque temes que vaya a dejarte, puede que estés sufriendo los efectos de lo que se conoce como “paternidad inadecuada”. Muchas niñas crecen sin su padre en casa o con un padre que entra en sus vidas s ólo de forma esporádica y siempre vuelve a marcharse. No es de extra ñar, pues, que muchas mujeres padezcan las secuelas de una falta de cari ño por parte de la figura paterna. A pesar de lo triste que esta situaci ón es ya de por s í , la ausencia f ís ica no es el único modo en que el padre puede desatender a sus hijos. Puede que no haya estado emocionalmente disponible, debido, por ejemplo, a una adicci ón al sexo, al trabajo, a las drogas o al alcohol. Puede que tuviera problemas para relacionarse, o que su modo de hacerlo fuera distante por definición. Puede que hubiera estado deprimido o f í sicamente enfermo. O puede que se tratara de un hombre absorbido en s í mismo. En este sentido, es importante mencionar que este último tipo de ausencia constituye un abandono emocional y que, por tanto, debe tratarse como cualquier caso de p érdida. Cabe decir, adem ás, que el abandono emocional puede ser tan traumatizante como el abandono f ís ico. El hecho de maltratar o humillar a la madre delante del ni ño también se considera ejemplo de paternidad inadecuada. En el caso de la ni ña, es incluso m ás grave, pues ésta tiende a identificarse con su madre e interioriza el modo en que es tratada por el padre. Cualquier tipo de abuso o pelea delante de los hijos es estresante y traumatizante para ellos, y cuando se lleva a cabo, no se est án considerando los graves efectos a largo plazo que este tipo de conducta puede causar en los peque ños. Por supuesto, si el padre abusa del ni ño o niña f í sica, sexual o emocionalmente, deja de comportarse como tal. Estamos ante el caso extremo de un padre demasiado preocupado por sus propios problemas y necesidades. Es completamente incapaz de cumplir sus obligaciones para con su hijo o hija.
Puede que hayas pasado por un caso de paternidad inadecuada si tu padre… ♦ ♦ ♦ ♦
Estaba exageradamente preocupado por s í mismo y sus problemas; Anteponí a sus necesidades a las tuyas; Abusaba sexual, emocional o f í sicamente de ti; Os abandon ó f í sica o econ ómicamente.
Tení as un padre… ♦ ♦
Con sensibilidad; Comprensivo;
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Interesado en ti; Claro (no ambiguo en sus se ñales); Respetuoso; Capaz de considerarte seriamente; Deseoso de proporcionarte todos los medios para que crecieras feliz.
Cuando tení a doce a ños, mis padres se divorciaron. Aunque mi padre trabajaba, se marchó para “vivir su propia vida”, sin considerar siquiera el pasarnos alg ún tipo de manutenci ón. Nos abandonó a mi madre, a mi hermano y a m í con una casa hipotecada y un coche en manos de los bancos porque no hab í a pagado las letras. Mi madre era ama de casa y no disponí a habilidades que la hicieran apta para trabajar, así que fuimos empobreciéndonos cada vez m ás. A pesar de los intentos de mi madre en los juzgados, mi padre solí a esquivar la ley y raramente contribu í a económicamente. Nunca hizo ning ún intento de financiar parte de mi ecuaci ón universitaria, pero yo era bastante obstinada, as í que conseguí mantener tres trabajos a la vez y terminar la carrera. Incluso ahora que soy adulta y una profesional en mi trabajo, su ego í smo y falta de cariño siguen pareciéndome dif íc iles de comprender. Cuando empecé a salir con hombres solí a elegir los que fueran guapos, encantadores y egoc éntricos, tal como era mi padre. Malgasté un montón de tiempo y energ í a en hombres que eran incapaces de mantener una relación sana, pero logré terminar con todo ello cuando empec é a tratarme terapéuticamente y conseguí superar los sentimientos provocados por el abandono de mi padre.
Paternidad inadecuada y relaciones amorosas. El hecho de haber crecido bajo los efectos de una paternidad inadecuada puede influir de distintos modos en las relaciones amorosas que tengamos. ♦
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Puede que nos entre el p ánico cuando creemos que un hombre se est á distanciando de nosotras o pretende dejarnos. Este sentimiento de terror procede de los recuerdos del abandono paterno escondidos en el inconsciente y que todav í a no hemos superado. El miedo a ser rechazadas puede hacernos actuar de un modo desesperado hasta el punto de desatar conductas humillantes y autodestructivas. Puede que nos relacionemos con hombres parecidos a la figura paterna en un intento de revivir y resolver la historia. Es como tratar de extraer sangre a una piedra; estamos intentando recibir amor de un hombre emocionalmente incapaz de dárnoslo. La triste realidad es que podemos encontrar millones de hombres como nuestro padre, pero nunca podremos obtener el cari ño y la atención que necesitábamos cuando niñas. Es demasiado tarde, y repetir el trauma una y otra vez no resolverá nada. Lo que s í podemos hacer ahora que somos adultas es curar la herida. Quizás nos relacionemos con hombres como nuestro padre porque emocionalmente no nos hemos liberado de él o de su recuerdo. El hecho de estar con este tipo de hombres permite a la ni ña que forma parte de nosotras seguir en contacto con el padre que conoció. Parece del todo irónico que tengamos dificultades para separarnos emocionalmente de alguien que ni siquiera estaba ah í cuando lo
necesitábamos. Incluso puede que nos aferremos a la imagen del padre que deseamos tener pero que nunca tuvimos. Si no conseguimos desvincularnos emocionalmente de esta imagen y superar los sentimientos que provoca en nosotras, lo m ás probable es que nuestras expectativas y demandas acerca de los hombres con los que nos relacionamos no sean realistas. As í , por ejemplo, el hecho de esperar a que el hombre con el que salimos pague los gastos de la cita o nos obsequie con regalos refleja claramente nuestro deseo de ser cuidadas y atendidas tal y como quer í amos que nuestro padre lo hiciera. Este tipo de exigencias, sin embargo, son las que pueden hacer que un hombre se desinfle. ¡Est á buscando una novia, una pareja, no una hija! Exigir amor incondicional a un hombre responde a la creencia de que nunca nos dejará si efectivamente nos quiere de ese modo, y puede hacer que nos sea pr ácticamente imposible aceptar su decisi ón de terminar la relación si se diera el caso y que lo pasemos realmente mal al intentar superar esta situaci ón. Es otro camino hacia el mismo lugar: el conocido comportamiento autodestructivo. Las falsas expectativas de amor incondicional tambi én podrí an causarnos la sensaci ón de que podemos hacerle lo que queramos sin esperar consecuencia alguna. Desde luego, se trata de una idea completamente disparatada; toda acci ón tiene sus efectos, y si hacemos cosas para hacerle enfadar o entristecerle, podr í a terminar rechazándonos o dejándonos. No es ni nuestro padre ni el padre que hubi éramos querido tener. Un hombre está con una mujer porque quiere, no porque se lo deba. Un padre, en cambio, le debe a sus hijos el permanecer con ellos a lo largo de su infancia y adolescencia, y esa exigencia, pues, debe dirigirse a él, no a nuestra pareja. Si estamos actuando de alguna de estas formas, puede que lo que realmente necesitemos para mantener una relaci ón sana sea resolver los problemas que tengamos a raí z del comportamiento de nuestro padre.
Dejar atrás la niña que fuimos
Pero, ¿cómo podemos desvincularnos de lo que sentimos hacia nuestro padre? ¿C ómo podemos recuperarnos del sufrimiento causado por su falta de cari ño y atenci ón? La clave para separarnos emocionalmente de lo que represent ó la figura paterna en el pasado y de lo que no pudimos obtener de ella cuando ni ñas es pasar por un proceso de aflicción y de duelo. Debemos sentir el dolor y llorar por aquella ni ña que no recibió ni el amor ni el apoyo emocional que necesitaba y que su padre deb í a proporcionarle. Debemos llorar por aquel padre que tanto hab í amos idealizado y que nos defraud ó. ¡Fue el hombre que nos abandon ó! Una vez que empecemos a ser conscientes de los sentimientos de rechazo, de privación de cariño y de pérdida, aflorarán en nosotras mucha rabia y dolor. Suele ser mucho mejor experimentar tales emociones con un psicoterapeuta, un grupo de apoyo o un amigo, pero es posible hacerlo solas –a trav és de la creatividad, por ejemplo (artistas, escritores y músicos famosos reconocen expresar sus m ás hondos sentimientos a trav és de sus trabajos). Lo más importante, sin embargo, es que lleguemos realmente a tomar contacto con el amor que sentimos por nuestro padre. Toda ni ña quiere y admira a su padre, y por ello afecta tanto su marcha.
Es precisamente ese amor y admiraci ón que sentimos por la figura paterna y el hecho de que no nos lo devolviera del modo que necesit ábamos lo que causa esa gran herida. Es ahí donde sentimos que se nos ha roto el coraz ón y, por lo tanto, donde debemos aplicar la cura. Incluso a medida que vamos haci éndonos adultas, seguimos deseando que nuestro padre nos quiera y nos respeta. En su obra Father Loss (La pérdida de un padre), Elyce Wakerman lo describe a la perfecci ón: Permanecí ante el espejo y empec é a cantar algo y fuerte. Ah í estaba, una chica de quince a ños, sola en aquel santuario adolescente que era mi habitación. Corregí la postura de timidez que me caracteriza, ech é los hombros hacia atr ás, me recogí el pelo y empec é a cantar lo que me dictaba el coraz ón. “Soy de sobras la estrella m ás grande, pero nadie lo sabe.” Tras el reflejo de la cantante, aparece un p úblico sonriente formado por un solo asistente que, a diferencia del resto, aprecia mis cualidades art ís ticas. En la alegre intimidad de mi habitación, recreo una fantas í a y reconozco ante el espejo mi deseo de un aplauso suyo, de mi padre. A veces, a ún ahora que ya he crecido y que me encuentro hablando de este tipo de cosas, sigo hall ándome a mí misma pregunt ándome, al final de cada capí tulo: “Papá , ¿me est ás aplaudiendo?”.
Sólo cuando seas plenamente consciente de tus sentimientos hacia tu padre una vez adulta, podrás empezar a desvincularte emocionalmente de la figura que marc ó tu pasado. Comenzar ás a vislumbrar una imagen de él más realista, sin llegar a ser ni el ogro ni el héroe que creí as que fue. Incluso puede que descubras que era incapaz de ejercer su papel como padre adecuadamente porque él mismo no obtuvo ese tipo de trato por parte de sus padres. Es probable que no recibiera el amor que necesitaba cuando era peque ño, pero el problema no estaba en ti. No es que no merecieras recibir amor. El problema era él, y cuando seas capaz de comprender eso, tu vida empezar á a cambiar. No fue hasta que la relaci ón de Linda con Ivan estuvo a punto de terminar que el conflicto interior que mantení a ella con su padre empez ó a aflorar. Linda habí a estado saliendo con Ivan durante un a ño cuando vino a verme. Él era un padre divorciado, trabajaba en la construcci ón y veí a a sus hijas los fines de semana. Ella era secretaria, querí a casarse y formar una familia. Todo iba bien hasta que la ex mujer de Ivan le pidi ó que cuidara de sus hijas mientras ella se recuperaba de una operaci ón. Linda intentó ser comprensiva con las nuevas responsabilidades de Ivan, pero pronto se sinti ó consumida por los celos y la rabia. Empez ó a llamarle más a menudo incluso sabiendo que a él no le gustaba y, m ás adelante, comenz ó a dejarse caer por su casa sin avisar. Normalmente, Ivan estaba demasiado ocupado con sus hijas para pasar tiempo con ella, lo cual hizo que Linda terminara sintiéndose rechazada. Una noche tuvieron una terrible pelea en la que Linda acusaba a Ivan de no dedicarle suficiente tiempo. Él respondió que se sentí a bajo una enorme presi ón y que creí a que deb í an dejarlo por un tiempo. Hundida, Linda empez ó a tomar antidepresivos bajo prescripción médica, pero sentí a que no la estaban ayudando y decidi ó intentarlo con la psicoterapia. Vino a verme y empez ó a reflexionar sobre su pasado, lo cual le hizo tomar plena conciencia de multitud de sentimientos hacia su padre que yac í an enterrados en su inconsciente.
Cuando niña, su padre trabajaba diecis éis horas diarias, con lo que pr ácticamente nunca estaba en casa. Linda pasaba la mayor parte del tiempo con su madre o sola, por lo que conservaba muy pocos recuerdos de momentos agradables vividos con su padre, muerto cinco a ños atrás. Necesitaba llorar la muerte de su padre m ás profundamente, y también la falta de atención que ella tanto hab í a sentido. Empleó muchas sesiones comentando sus sentimientos cuando su padre no estaba ahí para ella, y termin ó siendo capaz de afrontar su deseo de atenci ón por parte de él y de exteriorizar su envidia por la relaci ón de Ivan con sus hijas. Llor ó durante muchas sesiones por el dolor que le causaban esos sentimientos de rechazo y abandono emocional por parte de su padre, y se dio cuenta de c ómo a menudo se involucraba en relaciones amorosas no correspondidas como medio para revivir la relaci ón con su padre. Tambi én lloró por su muerte, porque ya no habr í a oportunidad de arreglar las cosas entre ellos. Ivan la llamó una noche y decidieron citarse para hablar. Linda le explic ó todo lo que habí a aprendido durante su experiencia con la terapia, y él, un hombre comprensivo y respetuoso, se mostr ó muy receptivo con los cambios que ella hab í a hecho. Su capacidad para abordar la responsabilidad a ñadida del cuidado de sus hijas tambi én habí a mejorado, por lo que disponí a de más tiempo para dedicar a la relaci ón. Finalmente, Linda e Ivan empezaron a vivir juntos, y en la actualidad est án pensando en casarse. Pasar por todo un arduo proceso de toma de conciencia de los propios sentimientos sirvió para que Linda aprendiera a actuar m ás libremente en su relación con Ivan y dejar de revivir en él los conflictos sin resolver que tení a con su padre. Una vez que hemos llorado y nos hemos separado emocionalmente de una mala relación con nuestro padre es cuando verdaderamente estamos en condiciones de elegir la pareja adecuada. Debemos pasar por esta etapa de duelo y dolor para no malgastar el resto de nuestra vida repitiendo el mismo episodio de abandono, soledad y sufrimiento que vivimos con nuestro padre. Debemos superar los sentimientos que provoca nuestra relación con él para que en su lugar de ser prisioneras del pasado, seamos due ñas de nuestra vida y de nuestro porvenir.
Ejercicios Prácticos
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Describe brevemente a tu padre.
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Describe sus cualidades positivas.
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Describe lo que consideras inadecuado en él como padre.
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Describe cómo era su padre.
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Describe cómo fue su infancia.
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Describe qué cualidades hubieras deseado en él.
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Describe por qué te considerabas desatendida por él.
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¿Abusó f ís ica o emocionalmente de ti? Si es as í , escribe sobre ello en este espacio.
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¿Maltrataba a tu madre de alg ún modo? Si es as í , escribe sobre ello en este espacio.
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¿Qué es lo que no te gusta de tu padre?
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¿Qué es lo que más admiras de él?
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Describe la imagen que ten í as cuando eras una adolescente.
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Describe de qué modos puedes distanciarte psicol ógicamente de él, que serán, por tanto, en los que debas trabajar.
Describe de qué forma puedes estar reviviendo tu relaci ón con tu padre cuando eras pequeña.
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¿En qué se parecen a tu padre los hombres con los que te relacionas?
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¿En qué se distinguen de él?
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¿Qué rasgos has heredado de tu padre?
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Si pudieras haber tenido un padre ideal, ¿c ómo hubiera sido?
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¿Cómo ha evolucionado tu relaci ón con tu padre? Si todav í a está vivo, ¿cu ál es tu relación ahora?
5 Madres y hombres ¿Te has dado cuenta de hasta qu é punto el hombre cuyo rechazo te est á costando superar se parece a tu padre? La mayor í a de las mujeres se sienten enormemente vinculadas a su madre. Despu és de todo, fue ella la primera en cuidar de nosotras al nacer, así que, pese a que nos enamoramos de hombres, puede que en realidad nos sintamos atraí das por aquellos que demuestran poseer rasgos similares a los de nuestra madre. A veces, nos enamoramos de un hombre que nos trata del modo en que lo hac í a nuestra madre. Si, por ejemplo, no nos prestaba la suficiente atenci ón o no se preocupaba demasiado por escucharnos, quiz ás el hombre con el que nos relacionemos sea malo como oyente. Si, en cambio, era egoc éntrica y antepon í a sus necesidades a las nuestras, quiz ás ocurra lo mismo con nuestra pareja. Es dif í cil superar la pérdida de este tipo de hombres, porque es como tratar de superar la p érdida de nuestra madre. Cuando una madre se muestra competitiva y distante, es l ógico que su hija se sienta poco querida. O cuando, por ejemplo, siente odio hacia s í misma y actúa despectivamente con la ni ña, puede que ésta termine interiorizando el odio y la baja autoestima de la madre. A menudo solemos imitar el modo en que nuestra madre se relacionaba con los hombres. Si aceptaba comportamientos abusivos, puede que tendamos a tolerarlos también. Si, en cambio, sent í a pánico a quedarse sola y se aferraba a su pareja, enonces es probable que nuestra actitud frente a los hombres sea similar. La mayorí a de las mujeres quieren a su madre incluso si se sienten enfadadas o decepcionadas por su causa. Si encontramos una pareja mejor que la que ella tuvo, nos sentimos tremendamente culpables por obtener m ás amor de un hombre del que ellas nunca recibieron. Nos duele verlas sufrir, y sentimos su dolor como propio (a veces, incluso, no queremos abandonarla emocionalmente, por lo que hacemos de nuestra vida una representación de la suya). Nos implicamos en relaciones con hombres que no nos tratan como debieran o que no tienen ning ún futuro, tal como nuestra madre hizo. Nos empeñamos en dirigir nuestra vida hacia situaciones que no van a ning ún sitio y, por tanto, no somos m ás felices de lo que lo era ella. Si sufri ó, nosotras imitamos su comportamiento y nos aferramos a hombres que no nos convienen porque ella as í lo hizo. A veces, nos mantenemos unidas a nuestra madre sinti éndonos atraí das y emparej ándonos con hombres como nuestro padre. Puede que incluso nos arrastremos y nos humillemos ante los hombres porque sentirnos mejor y m ás afortunadas que nuestra madre nos provocarí a un terrible dolor. Durante años, en mi juventud, mis relaciones con los hombres se basaban en las que mantení a mi madre cuando yo era peque ña. Ella toleraba la actitud impropia, a veces abusiva, de mi padre, despu és se enfadaba y, ya harta, decidí a dejarle para darle una nueva oportunidad cuando él acudí a a ella con promesas de cambio… Y as í una y otra vez. Un auténtico caos. Asistí a sesiones de psicoterapia y, una vez consciente de cu ál era el problema, aprendí nuevas maneras de relacionarme con los hombres; maneras distintas de las que tení a mi madre cuando yo era niña. ¿Cómo desvincularnos emocionalmente de nuestra madre y cambiar? Debemos reflexionar acerca de los temas pendientes con nuestra madre y con los hombres,
relacionarnos con mujeres mayores que nosotras que puedan servirnos como modelo y guí a, a, leer leer libro libross de auto autoaayuda, yuda, obser observa varr el comp comporta ortamie mien nto de otras otras mujer mujeres es que que mantengan relaciones sanas con hombres sanos. Se trata, simplemente, de ser conscientes de nuestra actitud en lugar de revivir inconscientemente el comportamiento de nuestra madre. El hecho de ser distinta a nuestra madre es una forma de seguir adelante y separarse de la figura materna, y suele despertar sentimientos tanto de p érdida como de amor por la que fue la primera persona en cuidar de nosotras. Puede que tengamos que llorar el fin de nuestro ví nculo nculo infantil con ella, pues se trata de un proceso muy emotivo y repleto de sensibilidad, pero es el trabajo que debemos realizar para continuar con nuestra vida y ser capaces de cambiar. S ólo de este modo conseguiremos mantener con éxito una relaci ón amorosa. Desvincularse emocionalmente de nuestra madre no significa que la queramos menos, sino que somos menos interdependientes y que interferimos menos en los problemas de la otra. De hecho, el amor entre las dos puede crecer por la simple raz ón de que ambas contemplaremos la realidad más objetivamente. Aunque me siento emocionalmente m ás separada de mi madre ahora de lo que lo estaba a los veinticinco, mantenemos una estrecha relaci ón y constituye en s í misma misma gran parte de mi red e apoyo. Debem Debemos tener tener presente presente que hace s ólo unos unos cuan cuantos tos a ños que la mujer se ha independizado econ ómicamente. Históricamente, las mujeres necesitaban a los hombres para que las mantuvieran, por lo que no ten í an an más remedio que permanecer a su lado fueran cuales fueran las circunstancias. Parece que el problema de aferrarse a una relaci ón poco poco con convenie enient ntee nos nos vien vienee de anti antigu guo. o. Apre Aprend nder er nue nuevas posi posib bilid ilidad ades es de comportamiento, por lo tanto, no significa abandonar a nuestra madre; se trata de hacer posible que nuestras hijas, sobrinas, nietas, bisnietas, que todas las mujeres de futuras generaciones sean capaces de mantener relaciones amorosas m ás sanas, menos dolorosa y mucho más gratificantes.
6 Cosas que te atan a él
A veces, la forma en que vemos a un hombre puede hacer que nos obsesionemos por él, lo cual dificultará el proceso de recuperaci ón si la relación ter te rmina. mi na.
Idealizarlo
Uno de los problemas más corrientes es el de idealizar a nuestro ex –creer que es perfecto, único- y atribuirle cualidades extraordinarias. Si nos obstinamos en pensar lo incre í ble ble ícil que es, en lo dif í c il que nos resultar á encontrar un hombre de su categorí a, a, nunca seremos capaces de superar el fin de la relaci ón con él y seguir adelante. Debemos intentar ser realistas en nuestra percepci ón de él, e incluso fijarnos en sus imperfecciones si es necesario; si no, la batalla por recuperarnos de su rechazo ser á interminable. Cuando Brian y Karen se conocieron, él le dijo que estaba separado de su mujer. Nunca más volvió a tocar el tema hasta un s ábado por la noche. Empez ó a comportarse de un modo algo extra ño y, por fin, tras unas cuentas copas de vino mientras Karen lo provocaba, Brian confes ó que estaba pensando en reconciliarse con su mujer. Karen se hundió. Volvieron a verse unas cuantas veces m ás, pero al final Brian regres ó a su casa y nunca más volvió a saberse de él. Karen se obligó a sí misma misma a salir de nuevo con otros hombres, pero no pod í a evitar terminar comparándolos con Brian. Despu és de un a ño más o menos, vino a verme porque sent í a que estaba dejando escapar oportunidades con hombres interesantes a causa de su incapacidad para dejar de pensar en Brian.
Ejercicios prácticos ♦
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¿Qué es lo que tu ex tiene de especial o único según tú? Describe la sensaci ón que te produce estar con él y que crees no poder sentir con ningún otro hombre. Describe las cualidades que m ás te gustan de él. Haz una lista de todas y cada una de ellas. ¿Has conocido alguna vez a alguien que poseyera algunas de las cualidades de tu ex y por quien sintieras algo parecido? Descr í bele bele y enumera sus cualidades. Los hombres que forman parte de tu vida hoy, ¿poseen alguna de las cualidades atractivas de tu ex? Enum éralas. ¿Puedes imaginarte con otro hombre sintiendo esa extraordinaria qu í mica? mica? Si es así , describe cuáles serí an an sus caracter í sticas sticas más atractiva atr activas. s.
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¿Tiene algún defecto el hombre a quien idealizas (es decir, tu ex)? Enu En um éralos.
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¿Te ha herido de alg ún modo tu ex? Si es as í , describe qu é ocurrió.
La última oportunidad
Si seguimos creyendo que nuestro ex era la última oportunidad de encontrar a nuestro prí ncipe ncipe azul, lo único que conseguiremos es continuar sufriendo. Obviamente, pensar que nunca volveremos volveremos a conocer a un hombre por p or el que sintamos s intamos la pasión o la qu í mica mica que sentimos con nuestro ex nos predispone a pasarlo todav í a pero a la hora de intentar superar el fin de la relaci ón con él. Pensar que fue nuestra última oportunidad para conocer el verdadero amor nos har á aferrarnos a él con mucha m ás fuerza. Debemos creer en en la posibilidad de encontrar el amor de nuevo. He tenido muchas pacientes temerosas de no poder volver a enamorarse que logran sentirse atra í das das por otro hombre una vez que han superado el trauma por la p érdida de sus ex parejas. Y es que el solo hecho de recuperarse recuperar se abre muchas puertas nuevas. El contar con m ás de treinta y cinco o cuarenta a ños no es excusa para pensar que nunca encontraremos pareja. Miles de mujeres en sus cuarenta se casan y forman su propia familia. Cuando Brian dej ó de salir con Karen, ella contaba con cuarenta y tres a ños y estaba muy preocupada por la posibilidad de haber desperdiciado la ocasi ón de encontrar la felicidad con un hombre y formar una familia. Gracias a la terapia y su red de apoyo, resolvió concederse a s í misma misma y concederle a la vida una nueva oportunidad. Se apunt ó a una agencia de citas y empez ó a socializar con otras personas a trav és de su trabajo. En dos meses, conoció a un hombre con el que sinti ó una quí mica mica extraordinaria y que, además, también querí a formar una familia.
Ejercicios prácticos
Si crees que ésta es tu última oportunidad de encontrar el verdadero amor, responde las siguientes preguntas. ♦
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¿Habí as as mantenido alguna otra relaci ón excitante antes? Si es as í , descrí bela bela en este espacio. Si estuviste enamorada de un hombre previamente a esta relaci ón, describe por qu é te parece que esa relaci ón era tu última oportunidad de encontrar encontrar el amor. ¿Hay alguien de tu familia o grupo de amigos que te diga que a partir de cierta edad es imposible encontrar el nuevo amor? Si te sientes particularmente desesperada, describe con detalle esa sensaci ón. ¿Cuáles son las l as razones razo nes que se esconden es conden detr ás de ese sentimiento?
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Si una amiga tuya estuviera en tu misma situaci ón, ¿qué le dirí as? ¿Albergarí as más esperanzas por ella que por ti misma? Enumera cinco personas que conozcas que hayan encontrado el amor pasados los cuarenta. Si quieres, puedes incluir el nombre de famosos.
Romanticismo
El romanticismo es otra de las formas de pensar que nos mantiene atrapadas en el recuerdo de nuestro ex. Como ya se ha comentado, es importante ser plenamente conscientes de los sentimientos de ansiedad y deseo que nos provoca el proceso de superación de la relaci ón rota. Sin embargo, hay mujeres que muestran la tendencia de sentirlos indefinidamente; no saben c ómo ni cuándo parar, y contin úan fantaseando acerca de la vuelta de nuestra ex pareja autoinflingi éndose un daño casi masoquista. A veces, el hecho de adoptar una perspectiva rom ántica de las cosas nos es infundido por el entorno cultural en que vivimos. S ólo hay que escuchar la letra de las canciones de amor en las que mujeres proclaman su necesidad de amor para vivir; har án cualquier cosa para mantener a su hombre con ellas. Aunque no hay nada como una buena canci ón o pelí cula romántica para tomar contacto con nuestros sentimientos m ás profundos, la cruda realidad es que algunas mujeres han echado a perder sus vidas por fidelidad al amor romántico. Y es que, a menudo, el romanticismo es más un reflejo de nuestra desesperación que de las cosas tales como son, y por ello lo utilizamos como v í a para escapar d la realidad que es, definitivamente, que la relaci ón se ha terminado. Michelle pasó un año entero escribiendo y fantaseando acerca de un hombre al que solí a ver. Ten í a veintiocho años cuando conoció a Dan, un ingeniero mec ánico. Después de estar saliendo durante un mes, Dan obtuvo un ascenso en la empresa en la que trabajaba y tuvo que mudarse lejos a otra sucursal. Cuando se march ó, Dan le dijo a Michelle que le escribir í a y que intentarí a regresar para Navidades. Escrib í a una vez al mes, y Michelle, en cambio, le escribi ó cerca de cien cartas en todo el a ño. Ella era artista, muy imaginativa y con una vida rica en fantas í a. Se pasaba horas so ñando despierta acerca de Dan y su posible vida juntos. Un hombre la invit ó a salir, y aunque lo encontraba atractivo, lo rechaz ó pensando que debí a permanecer fiel a Dan. Vino a verme cuando recibió un carta de Dan en la que le contaba que se casaba con una mujer que habí a conocido en el trabajo. Se sent í a furiosa con Dan y consigo misma por haber perdido un año de su vida. El hecho de fantasear acerca de un feliz reencuentro con un hombre que no est á ah í cuando le necesitamos no es nada productivo. Estar en un continuo estado de ansiedad nos impide conocer hombres nuevos y abrirnos a nuevas experiencias, y si no vivimos sensaciones nuevas en alg ún momento, empezaremos a depender del pasado en exceso, así que lo mejor es canalizar la energ í a que gastamos en mantener nuestras esperanzas románticas y redirigirla hacia la creencia de que sin duda, tarde o temprano, conoceremos a alguien nuevo.
Ejercicios prácticos
Si eres demasiado rom ántica como para superar el fin de tu relación, contesta las siguientes preguntas. ♦
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¿Eres muy romántica generalmente (lees novelas rom ánticas, te gusta la m úsica y las pelí culas sensibleras)? ¿Qué causó el fin de la relaci ón? Sé completamente sincera y escribe acerca de las posibilidades –reales- de volver a estar juntos. ¿Le aconsejar í as a una amiga que siguiera esperando si se encontrara en tu misma situación? ¿Pasas mucho tiempo soñando y fantaseando acerca de los hombres y las relaciones con ellos? ¿Cuántas horas, aproximadamente? ¿Interfiere eso en tu trabajo o tu vida normal? ¿Pasas más tiempo soñando con tu pareja que estando con ella realmente? Enumera las formas en que crees que est ás negando la realidad de tu situaci ón. Sé sincera.
Pensar en el pasado
A veces, hacemos o decimos cosas a nuestra pareja de las que despu és nos arrepentimos. Si seguimos pensando en qu é es lo que hemos hecho para que la relaci ón haya fracasado, terminaremos volviéndonos locas. No podemos volver atrás. Quizá cometiéramos un error, pero somos humanas, y como tales, no somos perfectas, as í que, en lugar de obsesionarnos por el pasado y todo lo que hemos hecho mal, debemos concentrarnos en aprender a perdonarnos a nosotras mismas. ¡Sobre todo, no le llames para tratar de hacerte perdonar! S ólo conseguirás empeorar las cosas. Puede que vuelva a rechazarte y tengas que repetir aquel indeseable “¡ No deber ía haberlo hecho!”. Desafortunadamente, no podemos echar marcha atr ás y cambiar las cosas que ya se han hecho, pero s í podemos aprender de ellas y avanzar.
Ejercicios prácticos
¿Estás intentando cambiar el pasado? Si es as í , responde a las siguientes preguntas. ♦
¿Qué es lo que lamentas haber hecho?
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Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿qué habrí as hecho de modo distinto?
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¿Realmente crees que lo que hiciste fue tan nocivo para la relaci ón? ¿Por qué?
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¿Lo has pasado mal intentando perdonarte a ti misma? ¿Por qu é?
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¿Qué pasos puedes dar para lograr perdonarte ahora?
Si…
Sigues obsesionada por los acontecimientos que condujeron al fin o al empeoramiento de la relación. Sigues pensando c ómo tendrí a que haber sido todo para llegar a un final feliz. Si yo… si él… si yo… Debemos aceptar las cosas tal como son. Podemos cambiar nuestro futuro con lo que hemos aprendido de esa experiencia, pero si nos obcecamos con el pasado, sólo conseguiremos terminar frustradas e infelices. Obsesionarnos con él y nuestro pasado juntos es una forma de controlar nuestros sentimientos. No queremos sentir el dolor que nos ha causado la p érdida de la pareja, as í que nos concentramos en otra cosa que nos haga olvidar ese dolor. Cuando te invadan los recuerdos del pasado, intenta tomar conciencia de lo que sientes (dolor, frustraci ón…) en ese momento. Llora si lo necesitas, habla con alguien en quien conf í es acerca de tus sentimientos (¡excepto con él, por supuesto!). No sigas intentando analizar o razonar la situaci ón, descifrar qué es lo que ha ido mal. Debemos concentrarnos en controlar el pasado, y no podemos hacerlo, por mucho que lo intentemos, si además queremos controlarle tambi én a él. Hay que detener el cilo ya. ¡No mires atrás!
Ejercicios prácticos ♦
¿En cuáles de las circunstancias que causaron la ruptura sigues pensando?
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¿Crees que esas circunstancias provocaron realmente el fin de la relaci ón? ¿Por qu é?
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Si pudieras volver atr ás y cambiar las circunstancias, ¿c ómo crees que habrí a salido todo? Una vez que has imaginado c ómo hubiera podido resultar la relaci ón de haber cambiado algunas cosas, supé ralo. Escribe un final feliz a las circunstancias reales que vivisteis.
La ruptura perfecta
Los finales nunca son perfectos. Debemos aceptar que la relaci ón se ha terminado y seguir adelante. Si sentimos la necesidad de llamar a nuestro ex para pedir perd ón por algo que dijimos o para expresarle lo bien que llevamos la ruptura, debemos resistirnos. No debemos llamarle; puede que nos rechace o que nos haga sentir mal de cualquier modo. Debemos aceptar la forma en que terminaron las cosas con sus imperfecciones. La vida no es una pintura que pueda retocarse; es ca ótica e imperfecta, así que lo mejor es dedicar nuestra energ í a a aceptar la situaci ón tal como se present ó y mirar hacia el futuro que nos aguarda.
Ejercicios prácticos ♦
¿Cómo imaginas el fin perfecto?
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Escribe sobre lo que sentiste al no tener el fin que hubieras deseado.
Sigamos siendo amigos
Cuando rompemos con un hombre, lo mejor es no quedar como amigos. Nos estamos mintiendo a nosotras mismas si creemos que no nos afectar á el que nos diga que est á saliendo con otra mujer y nos empiece a hablar de ella. ¿Por qu é pasar por ese dolor? Olvidar, recuperarnos y seguir adelante es mucho m ás f ácil si no nos relacionamos con el hombre por el que estamos sufriendo. Lo m ás recomendable es cortar por lo sano y no establecer ning ún tipo de contacto con nuestro ex si podemos evitarlo. Si hay que verle necesariamente porque el lugar de trabajo es común o existen ni ños de por medio, hay que intentar mantener una relaci ón formal y orientada hacia el trabajo o los ni ños en su caso. Y cuando nos veamos obligadas a estar con él, hemos de establecer unos l í mites muy claros y mantener siempre las distancias. Quizás después de haber encontrado una nueva pareja y cuando haya pasado tiempo suficiente podáis intentar lo de ser amigos. He conocido mujeres con un trabajo o con niños en común con sus ex parejas que fueron capaces de entablar una amistad a ños después de la ruptura.
Ejercicios prácticos ♦
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¿Aún quieres seguir siendo amigos con tu ex como excusa para intentar recuperar la relación amorosa? Reflexiona y escribe sobre tus verdaderos sentimientos. ¿Alguna vez has conseguido seguir siendo amigos con alg ún ex novio? ¿C ómo resultó? Si tenéis niños o trabajáis en el mismo lugar, escribe sobre las veces que tengas que verle. Enumera las distintas formas de hablar y relacionarte con él que te permitan seguir sintiéndote segura e invulnerable. “¡La vida sigue!” Repite esta frase en voz alta o en tu interior cien veces al d í a -¡o más!-. Debes dar una oportunidad a hombres nuevos y dejar de compararlos con tu ex. Puede que encuentres cualidades o rasgos en ellos por los que nunca hubieras cre í do poder sentirte atraí da. Nunca se sabe qu é (o quién) hay detrás de la esquina. Un nuevo mundo se abre ante ti para que escribas el siguiente cap í tulo de tu vida.
7 El hombre ambivalente
¿Alguna vez has conocido a alguien que te trata como a una diosa del sexo una noche, y luego no te llama durante dos semanas? ¿O alguien que te lleva a pasar un increí ble fin de semana de esqu í y después desaparece de tu vida? No logras adivinar qu é has hecho mal para que te haya rechazado. ¡Si incluso se comportaba como si le gustaras! Pues bien, te has cruzado con un hombre ambivalente. Muchas de las mujeres de mi grupo de terapia se relacionaban con un hombre as í , lo cual dificultaba todaví a m ás el proceso de recuperaci ón cuando la relaci ón terminaba. Si eso ocurrí a, empezaban a cuestionarse su propia actitud tratando de descubrir qu é motivó el extraño comportamiento de él. Nunca sabí an cómo reaccionar ante la ambigüedad de las se ñales que les enviaba la pareja. La impredecible conducta de un hombre ambivalente puede hacernos sentir rechazadas y abandonadas. El miedo a perderle nos lleva, a su vez, a aferrarnos todav í a más a él y no dejar de llamarle y perseguirle, lo cual, como sabemos, no es nada bueno. Relacionarse con una pareja ambivalente es muy desalentador, pues su comportamiento es absolutamente il ógico y se presta a la confusi ón. Puesto que no entendemos su actitud impredecible, empezamos a dar vueltas a todo lo ocurrido con él para averiguar qué es lo que debemos haber hecho mal. Nos autocensuramos por haber dicho o hecho cosas por las que normalmente no nos disculpar í amos y que, sin embargo, ahora nos hacen sentir tremendamente culpables. Lo más probable es que no hayamos hecho nada mal. La mayor parte de las veces se trata de un problema de él. Sólo nos sent í amos atraí das hacia él e intentábamos participar en el proceso de enamoramiento, lo cual, en el caso de un hombre ambivalente, es suficiente para que huya despavorido.
¿Cuáles son los rasgos fundamentales que definen a un hombre ambivalente? ♦
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Nos dice que nos ama y luego empieza una relaci ón con otra mujer. Nos dice que nos hecha de menos, que quiere estar a nuestro lado, pero no encuentra tiempo para vernos. Se muestra entusiasta practicando el sexo con nosotras, y la siguiente vez que hablamos, adopta una actitud distante y formal. No nos llama cuando dice que lo har á. Se relaciona con otra (otras) mujer (mujeres), pero dice que s ólo quiere estar con nosotras. Cancela citas, o siempre llega con retraso.
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Nos da plantón. Mantenemos una conversaci ón intensa en la que nos sentimos plenamente conectadas a él, y la siguiente vez que hablamos, en cambio, act úa frí amente. A veces, desaparece de nuestra vida durante semanas.
¿Qué es lo que provoca que un hombre ambivalente se comporte del modo en que lo hace?
El hombre ambivalente puede ser encantador, refinado e inteligente, pero a la vez suele ser emocionalmente inmaduro. Busca una satisfacción sexual, económica o emocional, y la quiere de un modo del que ni él mismo es consciente, lo cual provoca el carácter particularmente ilógico que lo define. Si no obtiene esa satisfacci ón, se distancia emocionalmente y sigue buscando. Se trata de un tipo de hombre que puede describirse como infantil. No ha madurado ni psicológica ni sexualmente hasta el punto de ver a una mujer como un ser aparte (por el contrario, él la considera una extensi ón de sí mismo). Un hombre de estas caracterí sticas se muestra totalmente ensimismado en sus propias necesidades, y es absolutamente incapaz de considerar siquiera las nuestras. Le entra el p ánico cuando se ve demasiado implicado en una relaci ón, se siente engullido por una mujer por la que se siente atraí do, y para aliviar esa ansiedad, se distancia o desaparece. Es un hombre temeroso de experimentar necesidad por alguien. Si empieza a enamorarse y sentirse dependiente, escapa. Har á todo cuanto sea necesario para no tener que soportar el terror y la vergüenza de su propia vulnerabilidad. Puede que tenga miedo a una relación seria debido a un trauma infantil, o puede que nos vea como seres totalmente buenos o malos, y que si nota algo distinto a lo esperado, corte con nosotras definitivamente. Lo más probable es que nunca lleguemos a saber qu é es lo que le molestó de nosotras. Cuando Alice conoció a Carl, vio en él al hombre de su vida. Era guapo, encantador e imaginativo. Trabajaba como asesor publicitario. Salieron un par de veces a cenar a restaurantes muy rom ánticos y muy caros. En la segunda cita, Carl fue a buscarla a su oficina, donde la bes ó apasionadamente. Alice no recordaba haber experimentado nunca un deseo sexual tan fuerte por ning ún hombre. Creyó ser la mujer más afortunada del mundo por encontrar a un hombre por el que se sent í a tan atraí da y que, al parecer, la correspond í a. De pronto, empezaron a ocurrir cosas extra ñas. Alice notó que Carl nunca la llamaba por la noche, siempre durante el d í a y al trabajo. Él le habí a dado el supuesto n úmero de teléfono de su casa, pero ella empez ó a sospechar e intentó llamarle varias veces. Nunca respond í a, siempre salí a el mismo contestador. Tras investigar un poco, Alice averigu ó que se trataba de un buz ón de voz. Cuando habló con Carl, éste admitió haber mentido acerca de lo del tel éfono y le confesó que estaba viviendo con otra mujer. Alice estaba aterrada por no poder encontrar otro hombre por el que sintiera una atracci ón tan profunda, as í que decidi ó continuar vi éndole. Esperaba que él dejara a su novia. Carl la llamó a menudo durante unos cuantos d í as, y despu és empezó a llamar con menos frecuencia. Le dijo que ten í a mucho trabajo, y cuando por fin consiguieron citarse de nuevo, el d í a antes la llam ó para anularlo con la excusa de que deb í a partir en un viaje
de negocios de última hora. Alice se sinti ó frustrada y se enfad ó con él. Le dijo que nunca encontraba tiempo para estar con ella aun cuando no dejaba de repetirle que la echaba de menos. Carl se enoj ó y le respondió que lo estaba presionando demasiado. Ella empez ó a sentir que estaba perdiendo el control por un hombre que, a pesar de ser muy activo sexualmente, no ten í a ningún interés en llevar la relaci ón más allá. Alice tení a muchas ganas de llamarle. Incluso lleg ó a pensar en ir a su oficina y pedirle explicaciones sobre por qué la confundí a tanto. Querí a saber de una vez por todas qu é es lo que él sentí a verdaderamente por ella. Sin embargo, intu í a que aquella no era la mejor manera de resolver las cosas, así que vino a verme. Carl era un hombre muy egoc éntrico y exigente. Habí a estado mintiendo a Alice desde el principio sobre su misteriosa vida personal. No le habí a dado siquiera la oportunidad de decidir si quer í a empezar una relaci ón con un hombre que estaba viviendo con otra mujer. Sólo la veí a como alguien que complacer í a sus necesidades sexuales o emocionales, como una extensi ón de sí mismo. El bienestar de ella le era enteramente igual. Un hombre como Carl se mueve en un campo emocional muy limitado, por lo cual es incapaz de alcanzar cierto grado de compromiso. Es incapaz, tambi én, de sentir compasión y simpatí a , lo único que le importa es que se las dispensen a él. El comportamiento de un hombre as í será extremadamente variable, lo mismo que sus intenciones. Actúa apasionadamente y, sin embargo, no encuentra tiempo para salir con Alice. Le dice que le gusta, pero le miente y manipula. Y, adem ás, se niega a aceptar que su comportamiento sea ambivalente. Un hombre como Carl puede hacer que una mujer sienta la necesidad de llamarle, ya que despu és de dispensarle todo tipo de atenciones, sus maniobras de distanciamiento la hacen sentirse abandonada y rechazada; temerosa de haber hecho algo mal y agobiada por la posibilidad de perderle, esa mujer correr á tras él.
Cómo tratar a un hombre ambivalente
Si estás saliendo con un hombre ambivalente que no deja de enviarte se ñales ambiguas y que te est á volviendo loca con su variabilidad… ♦
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No te culpes. Es su problema, no el tuyo. No te lo tomes como algo personal y no te sientas rechazada. Consid érale como una persona con serios problemas de madurez que interfieren en su capacidad para comprometerse. No intentes ayudarle a que aclare sus ideas. Puedes hablar con él y descargar tus sentimientos, pero no lograrás cambiar nada, pues su problema no tiene nada que ver contigo. Lo único que puedes hacer por él es animarle a que busque la ayuda de un profesional. Resiste a la tentaci ón de acercarte m ás a él. Es normal que sientas miedo de perderle, pero sus sentimientos por ti son, probablemente, lo que provoc ó su inseguridad, así que correr tras él no va a funcionar. No sigas el ritmo de su agenda y haz lo que t ú quieras o lo que tengas que hacer. Trabaja en los ejercicios pr ácticos propuestos en este libro y olví date de é l ya. Utiliza tu
energí a para realizar tus propios objetivos, no para solventar sus problemas. Debes dejarle estar. ♦
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Acepta su actitud confusa tal como es. El hecho de analizarlo y tratar de justificar todo lo que hace puede llegar a volverte loca, y es que no hay explicaci ón l ógica para su comportamiento. Reflexiona sobre por qu é estás con un hombre que te confunde y que te transmite inseguridad. Establece los lí mites de su actitud respecto a ti (por ejemplo, no vas a tolerarle que te d é plantón otra vez) y respétalos. Al hombre ambivalente no le gustan los l í mites que le obligan a aceptar y comprender tus necesidades, lo cual es emocionalmente incapaz de hacer, así que puede que desaparezca. No te preocupes, no ser á una gran pérdida. No dudes en darle un ultim átum. Quieres que est é contigo porque quiere y no por miedo a ser abandonado o por comodidad. Alice siguió estos consejos y no llam ó a Carl. Se oblig ó a desvincularse totalmente de la situación y de todo lo que hab í a ocurrido entre ellos. Empez ó el programa “ ¡No le llames!” y a salir con otros hombres, y aunque su relación con Carl no hab í a terminado por completo, la super ó. Cuando Carl finalmente se decidi ó a llamarla, ella estableció unos lí mites. Le dijo que a menos que fuera capaz de dedicarle tiempo para quedar como m í nimo una vez a la semana, no quer í a volver a verle. Le daba un mes para dejar a su novia. Carl se enfureció, discutieron y colg ó. Alice no volvió a oí r nada más de él. En lugar de llamarle para disculparse o correr tras él, continuó con el programa de recuperaci ón. Después de un tiempo, conoció a un hombre capaz de mantener una relaci ón con el que se sentí a segura y comprendida. ¡Alice entendi ó entonces que si hubiera continuado dependiendo de la agenda de Carl, nunca hubiera conocido al que es su nuevo novio!
¿Por qué estás con un hombre ambivalente?
Muchas de las mujeres que tienen relaciones con un hombre ambivalente est án cegadas por la pasi ón y la excitaci ón y no se dan cuenta de si verdaderamente ese hombre es capaz de mantener una relaci ón. No perciben sus limitaciones emocionales. Si la necesidad de una satisfacci ón inmediata de la excitaci ón, la pasi ón y el drama es la cualidad esencial que buscamos en un hombre, consideremos el hecho de que muchos psicópatas, asesinos y violadores son guapos y fascinantes. Pueden mostrarse encantadores, cari ñosos y muy “sexys”. Quiz ás el atractivo f ís ico y el carisma no son, despu és de todo, los rasgos en los que fijarnos a la hora de buscar a un hombre con el que mantener una relaci ón amororsa.
Cualidades que denotan que no se trata de un hombre ambivalente
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Invierte tiempo y energí a en la relaci ón.
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Llama cuando dice que lo har á.
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No intenta explotarnos ni utilizarnos de modo alguno.
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Es considerado con nuestros sentimientos.
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Es compasivo y atento.
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Es capaz de escuchar cuando hablamos. Nos presta atenci ón.
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No nos hace sentir como si estuvi éramos volviéndonos locas.
Un hombre que no es ambivalente nos hace sentirnos m ás seguras en una relaci ón, y esto hace que no tengamos la necesidad urgente de llamarlo a cada segundo.
Ejercicios prácticos
¿Estás con un hombre ambivalente? Para descubrirlo, responde a las siguientes preguntas: ♦
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El hombre con el que mantienes la relaci ón, ¿te enví a se ñales ambiguas? Si es as í , haz una lista de algunas de ellas.
¿Suele confundirte con este tipo de comportamiento? Si es as í , ¿de qué modo lo hace?
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¿Está con otras mujeres a la vez que contigo? ¿C ómo lo descubriste?
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¿Lo pasa mal cuando tiene que comprometerse a algo?
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¿Cómo te hace sentir la relación que mantienes con él? ¿Te sientes segura?
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¿Cómo te hace sentir su comportamiento? ¿Pasas mucho tiempo pensando en ello?
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Su actitud desconcertante, ¿te incita a llamarle?
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¿Alguna vez te ha explotado a ti o a otras personas? Si es as í comenta algunos ejemplos.
¿Demuestra ser capaz de sentir compasi ón o simpatí a hacia otras personas? Si es así , ¿cómo lo hace?
¿Alguna vez te ha mentido a ti o a otras personas? ¿Crees que te est á mintiendo ahora?
Cuando hayas respondido a estas preguntas, vuelve a repasar la lista de cualidades que tiene un hombre que no es ambivalente y reflexiona acerca de si el hombre con el que estás manteniendo una relaci ón lo es o no. ¿Est ás contribuyendo de alguna manera a tu problema de querer correr tras él y llamarle? Existe otro tipo de hombre ambivalente sobre el que me gustar í a hablar y con el que cabe evitar hasta la primera cita. Suele tratarse de un conocido, un compa ñero de trabajo o un amigo que flirtea con nosotras, acude a nuestro despacho para hablar todo el tiempo, nos aconseja, nos protege, nos hace favores sin pedir nada a cambio, o nos mira a los ojos atontado. Si nos sentimos atraí das por él y se nos ocurre preguntarle por sus sentimientos, negará categóricamente que tiene algún interés romántico o sexual por nosotras, y har á que nos sintamos manipuladas o confusas. A este tipo de hombre ambivalente le aterroriza comprometerse. Manifiesta sus deseos de mantener una relaci ón adoptando una actitud seductora, pero se retira asustado cuando se presenta la menor oportunidad de hacerlos realidad. Suele ser inconsciente de su comportamiento hasta que se lo se ñalan. Algunos de estos hombres se sienten avergonzados o humillados por su sexualidad a causa de un trauma infantil, y proyectan sus deseos rom ánticos y sexuales en nosotras como si fuéramos las únicas que los estuvi éramos sintiendo. Algunos encierran un gran sentimiento de rabia contra las mujeres, y les proporciona placer seducirlas y convencerlas de sus intenciones rom ánticas para luego rechazarlas. Este último grupo es, sin duda, el m ás peligroso. A veces, las mujeres tenemos dificultades para superar una ruptura con este tipo de hombres ambivalentes porque siguen dedic ándonos muchas atenciones. Tambi én puede ocurrir que los idealicemos, que lleguemos a creer que nunca encontraremos a un hombre con sus mismas maravillosas cualidades. En caso de que valoremos mucho la amistad con él, podrí amos intentarlo y continuar con una relaci ón absolutamente plat ónica, pero lo cierto es que terminar í amos sintiendo un gran dolor y frustraci ón. Conozco mujeres que se han permitido concederles un margen de tiempo con la esperanza de que él cambiara y quisiera implicarse romántica o sexualmente con ellas. Pero, a menos que sigan un tratamiento de psicoterapia, este tipo de hombres ambivalentes continúan librando batallas interiores con sus propias tendencias y deseos, mientras la autoestima de la mujer se hunde cada vez m ás a raí z de sus continuos rechazos.
Así pues, debemos reflexionar e intentar descubrir por qu é necesitamos estar con un hombre que asegura no estar interesado en nosotras ni rom ántica ni sexualmente.
Ejercicios prácticos ♦
¿Te sientes atra í da por un hombre con el que no est ás saliendo y que te env í a se ñales ambiguas? Si es as í , descrí bele f ís ica y psicológicamente. ¿De qué modo demuestra sus dotes de seducci ón?
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Si fueras a hablar con él acerca de esas se ñales que enví a, ¿qué le dirí as?
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¿Sientes frustración o rechazo en esta relaci ón? ¿Vale realmente la pena?
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¿Constituirí a una gran p érdida para ti romper esa relaci ón? Si es así , ¿qué es peor, la pérdida o los sentimientos de frustraci ón y rechazo? ¿Por qu é?
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Él nunca cambiará Estás equivocada si crees que el hombre que te ha herido y te ha estado decepcionando una y otra vez va a cambiar. Debes renunciar a esa falsa esperanza si no quieres seguir echando por tierra esos preciosos a ños de tu vida. Pocas mujeres han venido a mi consulta realmente convencidas de que con un poco de paciencia y tiempo su hombre iba a cambiar a pesar de los continuos rechazos que hab í an sufrido. A menos que un hombre reciba tratamiento psicoterap éutico individualmente o asistiendo a grupos, é l nunca cambiar á. Lo que ves es lo que hay. Te est ás engañando si crees que puede producirse algún cambio milagroso. Algunas mujeres viven la extraordinaria fantasí a de poder “arreglar” al hombre que aman. Sigue siendo una fantasí a. No somos ni sus terapeutas ni sus psiquiatras. Algunas consideran su incapacidad de seguir adelante sin él como prueba de su gran amor. No lo es. S ólo es prueba de su dependencia extrema, patol ógica en los casos en que él comete abusos f ís icos o emocionales sobre ellas. La verdad, sin embargo, es que como adultas que son, la dependencia f í sica o emocional no es completa. S ólo la sienten como tal. A menudo, nos aferramos desesperadamente a dolorosas relaciones sin futuro por temor a la gran sensaci ón de vací o que sentiremos sin ese hombre en nuestra vida. Este temor es a veces tan aterrador que el sufrimiento que nos provoca el sostener la relaci ón vale la pena si podemos mantener nuestro v í nculo con él. Algunas mujeres temen derrumbarse psicológicamente si pierden a su hombre, as í que prefieren soportar el dolor y la humillación que les causa su relaci ón con él antes que pasar por el horror de verse solas. Este aterrador sentimiento de vac í o ya estaba ah í antes de conocerle. Puede que lo hubiéramos desarrollado en nuestra infancia si pap á y mamá no satisfací an nuestras necesidades de amor y afecto. O puede que sea el resultado de una depresi ón oculta que hayamos estado sufriendo por un largo perí o do de tiempo y de la cual no éramos conscientes debido al caos en que hab í amos sumido nuestra vida para evitar, precisamente, esos sentimientos de vací o. La incapacidad de nuestros padres para proporcionarnos lo que m ás necesitábamos cuando éramos pequeñas es la raz ón de nuestro empeño por aguantar la actitud rechazadora, dañina e incluso abusiva de él y mantener la falsa esperanza de que todav í a puede cambiar. Las mujeres que en su infancia son tratadas adecuadamente por sus padres suelen romper la relaci ón cuando su pareja adopta actitudes poco aceptables. No se aferran a él esperando cualquier migaja que se digne soltar. Sienten que se merecen una relación amorosa recí proca y plena. Para lograr superar ese sentimiento de dependencia emocional de un hombre que continuamente nos decepciona o nos hiere, debemos hacer algo de introspecci ón en nosotras mismas y aliviar las heridas que hayamos heredado de nuestra infancia. Parte de este trabajo puede hacerse tomando conciencia del amor y el cari ño que nos faltaron y llorando por ello. Recuperarnos de un trauma infantil reforzar á nuestra independencia emocional y nos har á sentirnos menos desesperadas por obtener amor de cualquier hombre que pueda d árnoslo.
Si aceptamos el hecho de que un hombre que no deja de herirnos y decepcionarnos no va a cambiar, debemos ser nosotras las que cambiemos superando nuestras fantas í as de que algún dí a él termine reaccionando. Toda nuestra vida cambiar á; y lo hará a mejor. La aceptación de nuestra responsabilidad al elegir estar o no con un hombre que nos hace infelices nos dar á poder sobre nosotras mismas. Nos sentiremos menos desesperadas y menos dispuestas a aferrarnos a una relaci ón frustrante, agotadora y nada productiva. Aumentará nuestra autoestima y nuestro respeto por nosotras mismas, y estaremos m ás abiertas a conocer un hombre maduro y generoso con el que entablar una relaci ón amorosa sana y f értil. Evelyn, una actriz de veintiséis a ños, habí a empezado a salir con Kevin, un jefe de personal de treinta y cuatro a ños que habí a conocido durante un trabajo temporal. Kevin dejó claro desde el principio que s ólo estaba interesado en algo espor ádico y que no querí a comprometerse. Atraí da por sus buenas maneras y su carisma, Evelyn acept ó salir con él bajo esas condiciones. Esperaba que él cambiarí a y que llegarí a un momento en que se decidirí a por una relaci ón más seria, y que incluso podr í a querer casarse. Quedaban para verse s ólo cuando Kevin llamaba, y las pocas veces que Evelyn tomaba la iniciativa, él respondí a de forma frí a y distante y elud í a la cita diciendo que estaba ocupado. Evelyn se sent í a herida por la actitud de rechazo que mostraba Kevin, as í que decidí a no llamarle más. Dí as m ás tarde, él la llamaba y consegu í a convencerla para pasar la noche juntos. Y as í un montón de veces. En algunas ocasiones, Evelyn intentaba explicarle cómo se sentí a, la frustración que experimentaba por su relaci ón, pero él no se lo tomaba en serio y se apresuraba a cambiar de tema. Una vez, incluso, se puso a gritar. Evelyn veí a que Kevin era un ego í sta y que en realidad le interesaban poco sus sentimientos, pero como la relaci ón sexual era tremendamente placentera, continu ó con ella esperando alg ún dí a que él cambiarí a. Una noche, quedaron en que Kevin ir í a a casa de Evelyn a cenar. Ella se pas ó horas en la cocina preparando una complicada receta, pero Kevin no se present ó. La llamó a la mañana siguiente para disculparse diciendo que hab í a surgido algo muy urgente y que no habí a podido avisarla. Cuando Evelyn le pregunt ó qué era lo que habí a ocurrido, él se puso a la defensiva, se enfad ó por considerarla una entrometida y le colg ó el teléfono. Hundida y harta de la relaci ón con Kevin, Evelyn decidi ó intentar olvidarle y seguir adelante, pero d í as más tarde él volvió a llamar. Se mostraba arrepentido y seductor, y le pidió a Evelyn que fuera con él al cine para compensar lo de la última noche. Con la esperanza de que Kevin hubiera cambiado y, finalmente, se hubiera dado cuenta de su actitud egoí sta, ella aceptó salir con él. Cuando se disponí a a arreglarse para la cita con Kevin, Evelyn descubrió que le habí a dejado un mensaje en el contestador dici éndole que tení an que cancelar la cita. S ólo eso; no hab í a ninguna explicaci ón. Evelyn se sinti ó frustrada y muy enfadada, as í que le llam ó a su apartamento para saber qu é habí a ocurrido y contestó una mujer. Colgó el teléfono con furia. Estaba deprimida por su incapacidad para superar esa relaci ón, que habí a resultado ser, ya, completamente abusiva, as í que decidió visitar a un terapeuta. Despu és de algún tiempo, con el apoyo necesario y una nueva perspectiva sobre la vida y sobre s í misma, Evelyn fue capaz de ver que Kevin no iba a cambiar y de superar la relaci ón por completo.
Ejercicios prácticos
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En la actualidad, ¿est ás inmersa en una relaci ón con un hombre del que esperas que cambie? Si es así , ¿qué cambios te gustarí a ver en él?
¿Qué pruebas te ha dado de que, efectivamente, va a cambiar? ¿Te ha hecho alguna promesa? ¿Cuál?
¿Cuánto estás dispuesta a esperar para que tu novio o marido cambie? Anota los l í mites de tiempo que le has dado o que te gustar í a darle.
Si te encuentras continuamente deseando que tu pareja cambie, reflexiona sobre tus sentimientos acerca de la soledad en tu vida. ¿C ómo serí a estar sin un hombre?
¿Te deprimes a menudo? ¿Es posible que tu miedo a la soledad sea debido a una depresión con la que temes enfrentarte? Si te encontraras sola y deprimida, ¿qu é pasos darí as para recuperarte de esos sentimientos?
¿Qué podrí as hacer para que tu vida fuera m ás plena y feliz si no tuvieras a un hombre a tu lado? ¿Has estado alguna vez sola? ¿C ómo superaste esos per í odos de soledad en el pasado?
¿Te aterrorizan los sentimientos de vac í o que podrí as tener si decidieras no esperar m ás a que él cambie y le dejaras? Describe c ómo crees que te afectar í a ese vací o.
¿Cómo crees que superar í as ese sentimiento de vac í o? ¿Cómo crees que las dem ás mujeres lo hacen?
¿Tienes algún recuerdo de haberte sentido abandonada o menospreciada durante la infancia? ¿Crees que ese per í odo de tu vida podr í a tener algo que ver con tu miedo a estar sola y, por tanto, con tu tendencia a aferrarte a hombres que no te convienen?
9 Comportamiento obsesivo Has llegado hasta este cap í t ulo, has hecho todos los ejercicios prácticos propuestos, pero todav í a no puedes dejar de pensar en él. ¡Se ha convertido en una auténtica obsesi ón! Decides que debes tener informaci ón de él como sea y contratas a un detective privado para espiarle. O empiezas a llamar a 900 n úmeros de teléfono distintos para localizarle y te gastas todo tu dinero en ello. Una de mis pacientes contrat ó los servicios de una mujer que aseguraba practicar magia, y otra se gast ó casi mil dólares haciendo que hechizaran a su ex para conseguir que volviera con ella. Por supuesto, nunca m ás volvió a oí r ni de él ni de la hechicera. A pesar de lo inveros í mil que pueda parecer, son cosas que ocurren. Lucy, una secretaria de treinta y un a ños, conoció a Steve por un anuncio en la secci ón de contactos de un periódico. Creí a que era el hombre de su vida; era tan excitante, atractivo y cariñoso. Sin embargo, él solo quedaba con ella cuando le apetec í a o cuando le iba bien, así que la relación nunca llegó a progresar verdaderamente. A los seis meses, él parecí a haber desaparecido de su vida. Lucy le llam ó y le dej ó mensajes que él nunca respondió. Fue a una adivina que le predijo que Steve volver í a y que terminarí an juntos. Lucy esper ó unos cuantos d í as, pero la impaciencia se apoder ó de ella y decidi ó ponerse manos a la obra. Empezó a fisgonear por ahí y llamar a varios amigos de Steve. No le proporcionaron ninguna informaci ón de inter és excepto que sol í a frecuentar un nuevo bar. Lucy fue allí el viernes por la noche y vio a Steve hablando con una mujer. No tuvo el valor de acercarse a él, así que regres ó a casa y empez ó a dejarle mensajes en el contestador. Cuando vio que él no respondí a, le escribió una carta. Una noche al regresar a casa, Lucy encontr ó un mensaje de Steve en el contestador: “¿Puedes dejarme en paz de una vez? ¡Olv í dame!” Lucy se hundi ó. El mensaje de Steve era claro. Comprendi ó que su sue ño de llegar a ser una pareja no tení a ningún futuro y que la relación se habí a terminado. En aquellos momentos deseaba haber dejado las cosas tal como estaban para no sentirse tan avergonzada y humillada. Menos mal que no hab í a ido a hablar con Steve en el bar; hacer el ridí culo ante la gente hubiera sido espantoso. Algunas mujeres creen que si bombardean a un hombre con atenciones (cartas, mensajes, visitas inesperadas), él se verá arrastrado por su incansable pasi ón y querr á volver a reiniciar la relación. No nos engañemos; nunca funciona. Lo único que conseguiremos al actuar de este modo es sentirnos humilladas. Él ya sabe lo mucho que le queremos, no tenemos que demostr árselo. Perseguirle es hacer que se sienta acechado. Llamar a sus amigos es hacer que se sienta hostigado. Con este tipo de actitud s ólo conseguiremos parecer desesperadas y necesitadas, lo cual todav í a le alejará más de nosotras. Nos perderá el respeto y, si seguimos acosándole, puede que incluso nos encuentre repulsivas. Destruir á nuestra autoestima y nos har á sentir peor de lo que nunca hubiéramos imaginado.
Acechar u hostigar a un hombre es como coger una rabieta. Nos negamos a aceptar la realidad; nos negamos a aceptar que no nos quiere. Y no. Debemos respetar su decisi ón incluso si nos resulta dolorosa y frustrante. No podemos controlarle. Es una persona aparte de nosotras y tiene su propia agenda. Lo único que sí podemos controlar es a nosotras mismas y nuestro comportamiento. Debemos aprender a aceptar las decepciones como parte de la vida que son. No podemos exigir a un hombre que nos ame porque nos sentimos merecedoras de ello. Vengarse es la acci ón más autodestructiva de cuantas puedan llevarse a cabo en una situación de desesperaci ón. Podemos echar a perder toda nuestra vida en el empe ño. Él puede acogerse a su derecho de protecci ón oficial o llevarnos a los tribunales por acoso, y no hay duda de que no necesitamos a ñadir problemas de tipo legal a los que ya estamos sufriendo. Acecharle, hostigarle o tomar venganza son formas de mantenernos vinculadas a él, pero debemos tener en cuenta que este tipo de conductas no van a hacer que regrese , sino al contrario, le alejar án todaví a más. No vale la pena gastar tiempo o energ í a en ello. Adoptar un comportamiento obsesivo es nuestra forma de defensa contra el dolor, la rabia y la vergüenza que no queremos reconocer. Puede que necesitemos psicoterapia para superar estos sentimientos. Enfrentarnos a ellos en el entorno adecuado puede ayudarnos a terminar con nuestra obsesión. La pérdida de la pareja podrí a haber desenterrado traumas del pasado que todav í a no se han superado, tanto los propios de la infancia como los de antiguas relaciones. En lugar de obsesionarnos por recuperar a ese hombre, debemos ocuparnos de redirigir toda nuestra energ í a hacia nosotras mismas. Después de trabajar con muchas mujeres que han tenido dificultades para superar el fin de una relaci ón, puedo asegurarte que continuar gastando las energ í as en recuperarle equivale a terminar con nuestra autoestima, nuestra econom í a, nuestra carrera profesional, nuestras amistades, nuestra salud e, incluso, con nuestra vida. As í pues, no lo dudes: ¡No le llames!
10 Salir ahí fuera de nuevo
Aunque el proceso de duelo constituye una parte esencial del programa de recuperación, tiene que llegar un momento en que sigamos adelante por nosotras mismas y conozcamos a hombres nuevos. El estar llorando eternamente por nuestro ex una vez que la relación se ha terminado es s ólo toro modo de aferrarse a él. Debemos canalizar toda esa esperanza que alberg ábamos por su vuelta y dirigirla hacia nuestro intento por conocer a otro hombre por el que nos sintamos atra í das. Quedar con alguien y “salir ah í fuera” nos ayudar á a descubrir que, efectivamente, hay otros hombres con los que relacionarse aparte de nuestro ex. Por supuesto, no se trata de lanzarse a los brazos de cualquiera, pero conocer a alguien nos facilitar á enormemente el proceso de superar la ruptura si es que llevamos demasiado tiempo aferradas a su recuerdo. Puede que incluso empecemos a pasarlo realmente bien saliendo con otros hombres y que nos sintamos menos desamparadas y solas. A continuación propongo algunos de los trucos recopilados durante las sesiones mantenidas con mis pacientes para ayudarte a reiniciar tu vida social. ♦
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Asiste a acontecimientos sociales en los que estés interesada –conferencias, organizaciones, exposiciones, clases, ferias, talleres- y haz un esfuerzo por conocer gente nueva, tanto hombres como mujeres. Es muy f ácil conocer hombres a trav és de las mujeres con las que hemos iniciado una amistad o una relaci ón comercial. Y además, nos será muy bueno relacionarnos con mujeres que no est én siempre obsesionadas por los hombres. Di a la gente que quieres conocer a alguien con quien mantener una relaci ón. Nunca se sabe. Quizá saben de alguien que est é buscando lo mismo que t ú. Asiste a las fiestas para solteros que se organicen. Al menos podr ás estar segura de que todos los hombres que conozcas est án allí para conocer a alguien y no por otra raz ón, así que, como m í nimo, no habrá malentendidos. Pese a que estas fiestas puedan parecer lugares de reuni ón para gente desesperada y sola, he conocido muchas parejas atractivas e interesantes que se enamoraron en un entorno de este tipo. A veces, s ólo se trata de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. El hombre de tus sue ños podrí a estar buscándote, pero debes arriesgarte a estar ah í para que el encuentro pueda producirse. Ayuda al destino, ponle medios para que te sea favorable. Practica deporte; es una forma divertida de conocer gente nueva. Si tienes alg ún interés por el golf, por ejemplo, hay cantidad de hombres que lo practican mientras cierran importantes negocios. Las pistas de tenis y de esqu í son otra buena opci ón para socializar. Apúntate a un gimnasio y ejercita la musculatura. Al parecer, est á resultando ser un medio muy popular para conocer hombres últimamente. Además, ten en cuenta que cualquier tipo de ejercicio f ís ico te hará sentir mucho mejor.
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Diviértete. Organiza fiestas o reuniones en tu casa e invita al hombre en quien est és interesada. Anúnciate en la secci ón de contactos de algún periódico o revista. Conozco muchas mujeres que se han casado con la persona que conocieron utilizando este medio. Un punto a tener en cuenta: tuvieron mucho m ás éxito con los hombres al anunciarse ellas que al responder a los anuncios de ellos. En lugar de llamar a tu ex, puedes ponerte en contacto con tus nuevas conquistas. Este tipo de anuncios suelen tener bastante mala fama, pero lo cierto es que abren un mayor abanico de posibilidades de conocer gente con la que en otras circunstancias nunca hubieras tratado. Los anuncios de contactos pueden poner en marcha tu vida social si hace ya tiempo que no sales con nadie. Muchas personas que trabajan recurren a este medio porque simplemente no disponen del tiempo suficiente para buscar pareja. S ólo hay que ir con un poco de cuidado. Si, por ejemplo, conciertas una cita a ciegas, hazlo en un sitio p úblico. No quedéis en su casa ni en la tuya; id a tomar un caf é o una copa en alg ún sitio agradable. De este modo, si no te gusta, puedes marcharte en lugar de tener que esperar a que termine la cena. Si ya por tel éfono te produce malas vibraciones, no pierdas el tiempo cit ándote con él. Y si ocurre eso mismo en persona, ¡márchate! Recurrir a los anuncios de contacto puede parecer algo arriesgado, pero no hay nada de malo en ser un poco atrevida si se toman ciertas precauciones de seguridad. Apúntate a una agencia de contactos por v í deo. Es una buena manera de ver c ómo es el hombre antes de citarte con él. Además, los hombres que invierten tiempo y dinero en una agencia de este tipo son los que, probablemente, est án más interesados en una relación a largo plazo. Acude a todo tipo de fiestas o celebraciones. Firma de libros, inauguraciones de galerí as, fiestas de Navidad o bodas. En Nueva York, por ejemplo, hay gente que organizaba grandes fiestas para solteros en clubes selectos que alquilan, y s é de mujeres que han conocido a hombres muy interesantes en estas fiestas. Averigua si en tu ciudad se organizan este tipo de fiestas y, si es as í , inscrí bete en la lista de asistentes. Frecuenta los clubes nocturnos de moda. S é lo que se dice acerca de conocer hombres en bares o pubs, pero existen muchas parejas felizmente casadas que se conocieron en algunos de estos sitios. Mi hermano, por ejemplo, un abogado de prestigio, conoci ó a mi cuñada, una activa mujer de negocios, en un club nocturno, ¡y eso que ambos hab í an jurado que nunca saldrí an con alguien que hubieran conocido en ambientes de este tipo! Realiza trabajos voluntarios (o remunerados) en el peri ódico local si te gusta escribir; puedes entrevistar a los hombres de éxito que vivan en tu misma vecindad, o hacer reportajes de los bares de moda o de los acontecimientos sociales que se lleven a cabo. Intégrate a un grupo de teatro o de producci ón cinematográfica. Los ensayos y las fiestas de pre y posproducci ón constituyen una gran oportunidad para conocer y entablar amistad con gente nueva.
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Consigue un ordenador y con éctate a la red. Conocer gente a trav és de Internet se ha convertido en algo completamente normal, y ya son muchas las personas que han iniciado una relación on line y que han terminado cas ándose. Conectarse a Internet es especialmente útil cuando sientes la necesidad de llamar a tu ex. Puedes empezar a charlar con otras personas y distraerte inmediatamente. El único inconveniente de los contactos por este medio es que no podr ás ver ni oí r a la persona con la que est ás hablando, as í que es imposible saber si ese hombre es realmente quien dice ser. Existe otro tipo de problema, y es el que podr í a surgir si empiezas a proyectar tus fantasí as en ese personaje. Para evitar cualquier posible decepci ón, te recomiendo que hables con él por teléfono lo antes posible. De esta forma, tu imagen de él se basará en la realidad y no en la fantasí a; además, puede que tus sentimientos hacia él cambien una vez que le oigas. Si te decides a hablar con él, no le des tu número. Coge el suyo. Si cuando habl éis te parece seguro, entonces puedes darle el tuyoDebes tener cuidado con los don Juanes del ciberespacio. Se trata de hombres que se conectan a la red para mantener m ás de un romance a la vez. Por supuesto, nunca reconocerán que están hablando con otras mujeres aparte de ti. Pretenden hacerte creer que sólo “chatean” contigo. Así pues, si un hombre empieza a mostrarse algo desquiciado o ambivalente en alg ún sentido, es se ñal de que tiene problemas para relacionarse. Los hombres que tienen dificultades para mantener relaciones maduras y sanas act úan del mismo modo tanto si est án conectados como si no. Aprende a ir a los sitios sola. Si s ólo acudes a fiestas o acontecimientos sociales si vas en compañí a de un escolta, est ás limitando tus posibilidades de conocer a alguien nuevo. Así , por ejemplo, ¿qu é pasa si te invitan a una fiesta y todas tus amigas est án ocupadas precisamente esa noche? Personalmente, te aconsejo que vayas de todos modos. Además, los hombres suelen encontrar m ás accesibles a las mujeres cuando est án solas que cuando van acompa ñadas de toda una pandilla de amigas. T ú también estarás más dispuesta a entablar conversaci ón con alguien que no conozcas si no dispones de una amiga con la que charlar. Ir sola te da libertad para ir adonde quieras y cuando quieras, as í que si te da por pensar en tu ex, puedes marcharte y hacer lo que te apetezca. Cuando ves a un hombre que te interesa, no hay nada malo en ir hacia él y saludarle. Tampoco pasa nada si le llamamos para proponer una primera cita. El lema “ ¡No le llames!” tan s ólo se aplica a aquellas relaciones que se han terminado o corrompido. Puede que un hombre sea t í mido o esté inseguro acerca de sus posibilidades contigo, por lo que indudablemente apreciar á el que seas t ú la que d é el primer paso llamándole, eso sí , siempre que no des tambi én el segundo, el tercero, el cuarto… Si un hombre no responde ante la primera llamada, d é jalo correr. Sigue adelante con el siguiente. Saber que tienes el poder de elegir en lugar de esperar a ser elegida puede ayudarte a darte cuenta de que dispones de m ás opciones, lo cual, a su vez, te har á sentir menos temerosa a ser abandonada si la relaci ón se rompe o no avanza. Un aviso: si acudes a un acontecimiento social y no conoces a nadie que te atraiga, o conciertas una cita a ciegas con un hombre con el que no tienes nada en com ún, no te desanimes y corras a casa a llamar a tu ex porque crees que es el único por el que siempre podrás sentir algo. Salir es todo un proceso. El que hayas pasado alg ún
tiempo con un hombre que no te convence no significa que no puedas volverte a enamorar jamás. Persiste y sigue cit ándote con otros hombres, pero, sobre todo, ¡no le llames! Cuando empieces a salir de nuevo, debes continuar aplicando los principios del programa “¡No le llames! ”. Así , por ejemplo, si conoces a un hombre por el que te sientes sumamente atraí da, salí s un par de veces y no vuelves a saber de él en una semana, no te dejes dominar por el p ánico y le llames. En lugar de eso, siente y lamenta la pérdida de él como persona y del futuro que hab í as imaginado juntos. Puede que sólo hayan sido un par de citas, pero la conexi ón entre ambos era verdadera. Debes recordar que cualquier separaci ón, ya sea f ís ica o emocional, de un hombre con el que sentimos que hemos conectado, constituye un ejemplo de p érdida, sobre todo si no sabes si volver ás a saber nunca m ás de él. Incluso si se trata de una ruptura temporal en lugar de definitiva debe tratarse como una forma de p érdida. Si consideras su falta de contacto como una decepci ón y una pérdida, acude a tu red de apoyo y reflexiona sobre tus propios problemas. De esta forma, habr á menos posibilidades de que pienses en llamarle. No hay ningún problema en llamar a un hombre nuevo una vez para comprobar que realmente está bien y que no le ha ocurrido nada malo, pero si empiezas a llamarle excesivamente, le ahuyentar ás. Le dar ás una imagen de ti de mujer desesperada y demasiado necesitada. S é que ser í a fantástico poder ser aceptada tal como eres al principio de la relación, pero, desafortunadamente, no es as í como funcionan las cosas. Cuando las parejas empiezan a conocerse, la primera impresi ón cuenta muchí simo. ¿Te gustarí a citarte con un hombre y que éste acudiera sucio y desaliñado? Todo el mundo da lo mejor de s í al principio, así que si empiezas acechándole, no querrá ni saber lo lejos que puedes llegar. Recuerda: puede que no llame porque necesite más tiempo para pensar si verdaderamente quiere mantener una relación contigo; no todos los hombres son igual de impulsivos. O quiz ás esté muy ocupado o haya tenido que salir de la ciudad por negocios. Intenta ser paciente. Hay mucha ansiedad al principio de una relaci ón, así que debes tratar de controlar tus sentimientos en lugar de actuar impulsivamente. Si nunca llama o no responde a tus llamadas, no le persigas ni intentes hacerle cambiar de opinión. Acepta su rechazo y sigue adelante con otra cosa. Es mejor que la relación no funcione al principio que cuando ya te sientes muy vinculada a él. No empieces a sobrevalorarle ni a idealizarle; hay muchos hombres ah í fuera. Salir con alguien y enamorarse siempre implica cierto riesgo. Sin embargo, si eres cuidadosa y selectiva, puedes disminuir el n úmero de posibilidades de pasar por otra situación de pérdida. Esta vez, por ejemplo, puedes intentar conocer bien a un hombre antes de implicarte emocionalmente con él. No te enamores de una ilusi ón. ¡Sé realista! ♦
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Si empieza a mentirte, no te llama o no es fiable en ning ún sentido, es se ñal de que tiene serios problemas para relacionarse. Su actitud no va a cambiar; es su car ácter. No intentes hacerle entrar en raz ón. Lo que ves es lo que hay. Si desde el principio te dice que no quiere una relaci ón estable, debes escucharle. No seas ambiciosa y creas que podr ás hacer que cambie de opinión. Utiliza tu energí a para encontrar otro hombre que s í esté buscando comprometerse en una relaci ón seria.
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Si te dice que est á casado o que est á saliendo con alguien, no esperes que abandone a esa otra persona por ti. Puede que mantenga m ás de una relaci ón a la vez porque teme comprometerse. No necesitas un tri ángulo amoroso que te haga sentir humillada o despreciada. Dile que resuelva su complejo de Edipo con otra. ¡Si comete abusos f ís icos o verbales contra ti, d é jale de inmediato! Si te pega, es excesivamente cr í tico contigo, te insulta o te maldice, m árchate incluso si est áis en plena cita. No te preocupes si te parece de mala educaci ón; no debes tolerar ning ún tipo de abuso.
Si lo has pasado mal al intentar superar tu última relación, debes ser especialmente cuidadosa en tus contactos. Las mujeres tienden a vincularse emocionalmente de los hombres con los que mantienen relaciones sexuales, as í que procura ser menos impulsiva a la hora de satisfacer tus necesidades en este campo, sobre todo si el hombre en cuesti ón es alguien a quien apenas conoces. Intenta recapacitar sobre ese apremio por lograr placer inmediato y desarrollar la capacidad de controlar tus impulsos sexuales hasta que conozcas mejor a tu pareja. Piensa con perspectiva de futuro en lugar de centrarte en el momento y la excitación de “sentirse bien”. Sólo porque te sientas locamente atra í da por un hombre increí blemente atractivo que conociste en una fiesta, seductor y con un trabajo excelente, no significa que tengas que saltar a la cama con él. La verdad podrí a ser que estuviera mintiendo acerca de su trabajo, que se mostrara seductor porque busca la satisfacci ón inmediata de su necesidad de placer, y que no tuviera ning ún interés en mantener una relaci ón seria. Si te tomas el tiempo necesario para conocerle, podr ás descubrir información importante sobre él y evitar resultar herida. Debes intentar madurar y ser menos superficial en tus gustos respecto a los hombres. Puede que necesites reflexionar acerca de por qu é te sientes tan atra í da por el encanto del recipiente en lugar de la calidad del contenido. Procura buscar a un hombre que, aunque no te vuelva loca, sea emocionalmente maduro, considerado, respetuoso, y que est é interesado por ti y por la posibilidad de una relaci ón a largo plazo. El tipo de hombre que acabo de describir puede no resultar tan estimulante como el perpetuo ni ño, egoí sta, seductor y manipulador (ver cap í tulo 7: El hombre ambivalente), pero si lo que est ás buscando es una relaci ón sana y recí proca con futuro, puede que tengas que considerar por qué un hombre estable y cari ñoso te resulta tan aburrido. No terminarí a nunca si empezara a contarte todos los caos que he tratado de mujeres que han malgastado su juventud con hombres emocionalmente incapaces de mantener una relación sana y/o de comprometerse con el matrimonio o la familia. Cuando esas mujeres reuní an la suficiente fuerza para romper (a veces, lo hac í an ellos), ya hab í an entrado en la madurez y sent í an su reloj biológico avanzando vertiginosamente hacia su fin. Viv í an consternadas por el precioso tiempo que hab í an perdido. Así pues, es importante, antes de que sea demasiado tarde, recapacitar sobre nuestros valores de juicio y elecci ón cuando de hombres se trata. En mis años de pr áctica como psicoterapeuta, me he dado cuenta de que las mujeres que tienen éxito en sus relaciones son muy realistas. Cuando notan cualquier indicio de que hay algún problema serio en el s í de la relación o cuando son rechazadas, lo dejan y punto. No intentan convencerse a s í mismas porque saben bien lo que quieren. Se sienten plenamente capacitadas para amar y para ser amadas, y saben que tienen el derecho a
disfrutar de una relación sana y fructí fera. En general, son mujeres enormemente cuidadosas al elegir la persona a quien confiar su coraz ón. No utilices la excusa de “no hay hombres para m í ahí fuera”, porque sencillamente no es verdad. La gente se casa en cualquier momento y a cualquier edad. Todav í a hay listas de espera de un a ño en según qué iglesias. Por supuesto, tambi én contamos con un alto í ndice de divorcios, pero incluso las parejas que se divorcian vuelven a casarse m ás tarde. Hay muchos hombres de todas las edades que quieren casarse. Algunas de las pacientes que se casaron despu és de pasar por una mala experiencia, invirtieron mucho tiempo y energ í a en buscar a un hombre. Asistieron a fiestas, se anunciaron, se apuntaron a agencias de contactos, acudieron a citas a ciegas, o fueron presentadas a su pareja por alg ún amigo común. Y ellos estaban ah í . Aunque a veces resultaba muy descorazonador, terminaron encontrando al hombre del que se enamoraron y que se enamor ó de ellas. Otras mujeres, no tan determinadas a encontrar pareja de nuevo, se concentraron en su trabajo, en sus hijos y/o en su capacidad creativa. Muchas de ellas llegaron a conocer al hombre que ser í a su esposo en el trabajo, en la consecuci ón de algún proyecto común o simplemente en la rutina del d í a. Algunas mujeres no encontraron a un hombre con quien salir, pero estaban suficientemente ocupadas viviendo una vida plena y muy satisfactoria. Aunque a veces se sentí an solas, preferí an estar abiertas a la posibilidad de encontrar a un hombre con quien mantener una relación sana antes que volver a las relaciones improductivas que hab í an dejado atrás. Lo que estas mujeres ten í an en común, tanto si estaban con un hombre como si no, es que todas ellas habí an sido capaces de superar la ruptura con sus ex y seguir adelante con su vida. Ninguna de ellas segu í a viviendo situaciones abusivas o de rechazo, y todas estaban abiertas a considerar lo que el destino les ofreciera.
11 El programa diez pasos “No le llames”
Si: Sientes la necesidad de llamar al hombre con el que has roto pero sabes que no deberí as, o estás saliendo con un hombre al que quieres llamar incluso sabiendo que ser í a mejor no hacerlo, Entonces: Utiliza el siguiente programa para resistirse a ese impulso.
PASO 1 ♦
Pospón la llamada. ¡Para! Convéncete a ti misma de que vas a esperar al menos dos horas antes de llamarle. Esto te dar á algún tiempo para recapacitar. Siempre puedes llamar más tarde.
Ejercicios prácticos ♦
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¿Qué podrí as hacer (ir al cine, a una librer í a…) para posponer la llamada unas horas?
Escribe sobre la urgente necesidad que sientes por llamar a tu ex. Describe tus sentimientos.
Escribe sobre tu fuerza interior. Piensa en aquellos momentos en que mostraste tu determinaci ón en situaciones que podr í an haberte da ñado. Describe esas situaciones y de dónde sacaste las fuerzas para actuar como lo hiciste.
Mira el cuadro 2.
Mira la sección “Cincuenta cosas que hacer para no llamarle”. Anota alguna de esas actividades o inventa las tuyas propias.
PASO 2
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Alé jate de cualquier cosa, sitio o persona que te haga querer llamarle.
Ejercicios prácticos ♦
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Te encuentras con alguien que te recuerda a él. ¿Qué harí as para escabullirte elegantemente? Describe en detalle todos los pasos.
¿Qué opinas de deshacerte de los objetos que te recuerdan a libros…)?
él (ropa, joyas,
PASO 3 ♦
Distr áete. Concentra tu atenci ón en otra cosa, lo que sea que te haga dejar de pensar en él aunque sea temporalmente. Ve al cine, sal con tus amigos, cualquier cosa que alivie tu preocupaci ón por él. Mira el cuadro 3.
PASO 4 ♦
Recuerda que los sentimientos y las necesidades terminan desapareciendo. Sólo es así de duro ahora; ¡no siempre lo sentir ás de este modo!
Ejercicios prácticos ♦
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¿Hubo un tiempo en que luchabas contra un impulso por hacer algo y consegu í as aplacarlo? ¿Qué hací as para lograrlo?
¿Cómo imaginas que alguien con un gran autocontrol llevar í a esta misma situaci ón?
PASO 5 ♦
Piensa en las consecuencias negativas que pueden derivarse de tu llamada. Evita pensar ahora en los momentos geniales que hab éis pasado juntos. No idealices la relación. Al contrario, piensa en todos los rasgos negativos de tu ex y recuerda las veces que te decepcion ó y que te sentiste insatisfecha por su trato.
Ejercicios prácticos
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Piensa en las veces que le has llamado. ¿Conseguiste lo que quer í as o te sentiste todaví a peor?
Piensa en el duro trabajo que has llevado a cabo para superar esa relaci ón; si te rindes y finalmente decides llamarle, tendr ás que empezar de nuevo. Enumera algunos de los pasos que has seguido para recuperarte de la ruptura con él.
Enumera algunas de las posibles decepciones que podr í as llevarte si te dejas dominar por la tentación y le llamas. Recuerda que si te rechaza, vas a sentirte mucho peor que ahora.
Haz una lista de todos los rasgos negativos de tu ex. Si hubo momentos en los que se mostró abusivo o desconsiderado, escribe sobre ellos.
PASO 6 ♦
Escribe acerca de los sentimientos que se esconden tras esa necesidad de llamarle y que se deben a factores externos como un mal dí a en el trabajo, problemas económicos o de salud.
Ejercicios prácticos ♦
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¿Te sientes mal por algo que te ha ocurrido (que no tiene nada que ver con tu ex) y que te est á causando el querer tenerlo a tu lado? ¿Qu é ha pasado?
Si ha ocurrido algo que avive el deseo de llamar a tu ex, intenta analizar objetivamente el incidente y tu reacci ón ante él. Describe qué es lo que sientes a raí z de ese acontecimiento o situaci ón especí fica.
¿Qué puedes hacer para superar esos sentimientos antes que llamarle?
PASO 7 ♦
Avisa a tu red de apoyo. Si has llegado hasta aqu í y todaví a quieres llamarle, es hora de compartir tus sentimientos con las personas que te quieren. Memoriza los
números de teléfono de los distintos componentes de tu red de apoyo o ll évalos siempre contigo.
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¿Quién será la primera persona a la que llamar ás si pasas por un momento de debilidad y sientes necesidad de hablar con él?
PASO 8 ♦
Aprende a controlar tus sentimientos y no expresarlos en el mismo momento que surjan. A veces, en la vida, hay que reflexionar acerca de lo que uno siente, tomar conciencia de ello y no dejar que controle nuestros actos. Soportar la frustración y el dolor que produce el echarle de menos repercutir á positivamente en tu capacidad y preparación para evitar este tipo de situaciones.
Ejercicios prácticos ♦
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Piensa en situaciones en las que has sido capaz de soportar sentimientos desagradables y en las satisfacciones que este poder de superaci ón te ha comportado (dejar de fumar o empezar una dieta para mantenerte sana; superara una situaci ón dif íc il en el trabajo y obtener un ascenso…). Escribe sobre esos momentos.
Piensa en las veces que optaste por una satisfacci ón inmediata de tus necesidades y las cosas no salieron como t ú esperabas (dejaste un trabajo y te arrepentiste; compraste mucho y lo lamentaste cuando te entregaron la factura…) Enumera algunos ejemplos.
PASO 9 ♦
tras d ía . Utiliza el cuadro 5 para Recuérdalo minuto a minuto, hora tras hora y d ía mantener un registro de los d í as que puedes resistir el impulso de llamarle. Si lo consideras necesario, haz un seguimiento hora a hora. El hecho de saber que vas a tener el gusto de tachar otro dí a sin haberle llamado quiz á te ayude a darle un sentido de logro a todo esto. Has sido capaz de controlarte y no hacer algo potencialmente autodestructivo. Has sido capaz, en definitiva, de protegerte a ti misma.
PASO 10 ♦
Si has llegado al paso 10 sin haberle llamado, ¡¡ recompé nsate!! Si después de una semana has aguantado sin llamarle, queda con algunos amigos y sal a celebrarlo. S é que es muy duro, que hace falta mucha disciplina para lograrlo, pero debes confiar en ti misma y en tus propios recursos como persona. Todos los tenemos, s ólo hace
falta creer un poco m ás en ellos. Y cuando lo consigues, conc édete un premio. Te lo has ganado. Ejercicios prácticos ♦
Haz una lista de las cosas que hace tiempo quer í as hacer pero has ido posponiendo.
CUADRO 1 Organí zate
Organiza tu agenda durante el per í odo en que te sientas m ás vulnerable respecto a tu decisión de llamarle. Manténte ocupada de forma que dispongas de poco o nada de tiempo para pensar en él. Si tienes que permanecer en casa por alguna raz ón (una enfermedad, los niños…), intenta siempre tener cosas que hacer para no plantearte siquiera el llamarle. Actividad Organizada 8:00 – 9:00 9:00 – 10:00 10:00 – 11:00 11:00 – 12:00 12:00 – 13:00 13:00 – 14:00 14:00 – 15:00 15:00 – 16:00 16:00 – 17:00 17:00 – 18:00 18:00 – 19:00 19:00 – 20:00 20:00 – 21:00 21:00 – 22:00 22:00 – 23:00 23:00 – 24:00
¿Sentiste la necesidad de llamarle?
¿Qué hiciste para no sucumbir en la tentación?
CUADRO 2 Actividades para distraerte
Haz una lista de las distintas actividades que puedes realizar para olvidar el deseo de llamarle, como por ejemplo leer, correr, escribir en un peri ódico…
Actividad
La he probado y es efectiva
La probaré en el futuro (fecha aproximada)
Sirvió de ayuda pero no lo suficiente para desviar mi atención
CUADRO 3 Sí ntomas de que quieres llamarle
Mantén un seguimiento de aquellos actos, pensamientos y sentimientos que reflejan tu deseo de ponerte en contacto con él.
Lunes Semana 1 Semana 2 Semana 3 Semana 4
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo
CUADRO 4 Progreso mensual
Haz un seguimiento de hasta d ónde puedes aguantar sin llamarle. Despu és de ciertos perí odos de tiempo (un d í a, una semana o un mes, por ejemplo) perm í tete un premio por tu autocontrol y tu fuerza de voluntad. Semana 1 Semana 2 Semana 3 Semana 4
Número de contactos establecidos: Número de contactos establecidos: Número de contactos establecidos: Número de contactos establecidos:
CUADRO 5 Calendario
Marca cada uno de los dí as que consigas controlar el impulso de llamarle. Recompénsate cada cierto tiempo por no haber contactado con él y por cuidar de ti misma.
Lunes Semana 1 Semana 2 Semana 3 Semana 4
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Domingo
Mi red de apoyo
Personas a quien llamar si siento un gran deseo de llamar a mi ex.
Nombre 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Teléfono
Cincuenta cosas que hacer para no llamarle
Haz lo que sea necesario para distraer tu atenci ón del impulso de llamarle. Conc éntrate en algo que no sea él.
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Pasa la noche hablando con tus amigos por tel éfono. Asiste a alguna terapia de grupo o a alguna reuni ón del programa de doce pasos. Algunas de estas reuniones tienen lugar por la noche.
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Manténte ocupada progresando en tu trabajo. Puedes hacer horas extras.
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Haz un curso de cualquier cosa que te interese saber m ás.
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Lee un libro de autoayuda que te ofrezca medios para analizar tu propio comportamiento.
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Lee libros que inspiren tu espiritualidad.
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Reza.
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Escucha alguna cinta de autoayuda que te motive.
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Medita.
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Realiza alguna actividad f ís ica como jugar al tenis, correr, ejercitar la musculatura…
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Ve a la librerí a y compra alg ún libro que te guste.
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Cómprate ropa.
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Ve al cine.
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Ve al teatro.
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Ve a cenar a un restaurante caro.
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Prepárate una cena deliciosa.
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Arréglate y sal a bailar.
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Escribe o responde a un anuncio en la secci ón de contactos.
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Compra chocolate del m ás caro y cómetelo tú sola (¡pero no de una sola vez!).
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Haz algo que tenga que ver con la naturaleza (ir de excursi ón a la montaña o de acampada…). Redacta artí culos para un peri ódico, compón un poema o escribe alguna historia sobre lo que te est á ocurriendo.
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Haz limpieza a fondo de tu casa o redec órala.
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Mira la televisión.
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Mira alguna pelí cula de video.
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Ayuda a personas menos afortunadas que t ú.
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Lee una novela.
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Navega por Internet o “chatea” online.
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Juega con los ni ños y muéstrate receptiva de su amor incondicional.
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Toma un baño caliente y relajante.
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Hazte la manicura o pedicura.
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Hazte un masaje o una limpieza facial.
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Córtate el pelo.
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Cuida de las plantas.
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Ve a una reuni ón de solteros.
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Pinta.
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Ve a la playa o a un museo y haz alg ún boceto.
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Escribe una carta a un amigo.
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Resuelve crucigramas.
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Recupera el contacto con alguien a quien no hayas visto en a ños y quedad para comer.
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Haz un viaje corto de un d í a.
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Llama al terapeuta.
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Acude a un lugar de culto.
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Juega con tu perro.
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Haz una visita a tus amigos de siempre o a tus familiares.
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Toca un instrumento.
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Acude a algún sitio donde toquen m úsica en vivo.
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Pon a tope el equipo de m úsica y canta lo m ás alto que puedas.
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Construye frases positivas, compromisos que te aporten alg ún beneficio y dilos en voz alta o para ti sola, repitiéndolos varias veces. Sal de casa y haz cualquier cosa que consiga alejarte del tel éfono.
12 Sobrevivir a un revés
Recaí da
De acuerdo, pero ¿qu é pasa si despu és de todo este duro trabajo, finalmente nos rendimos, le llamamos y, lo peor, no obtenemos la respuesta que busc ábamos?
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Debemos aceptar el hecho de que hemos sufrido un rev és y no volver a llamarle. Hay que parar ya, seguir haciendo lo que sea que estuvi éramos haciendo para no llamarle. El truco para superar un revés es volver al punto donde est ábamos y seguir adelante por nuestro camino. Podemos llamar a alguien de nuestra red de apoyo y hablar sobre nuestros sentimientos. No hay por qué avergonzarse de lo ocurrido, y mantenerlo en secreto podr í a llevarnos a otra recaí da. Reconocerlo abiertamente nos har á concederle menos importancia. Debemos perdonarnos. Somos humanas y, por tanto, cometemos errores. Hay que intentar no ser demasiado duras con nosotras mismas. Debemos valorar el duro trabajo que hemos hecho hasta ahora. Hay que tener paciencia. Todo cambio requiere un tiempo, y el que estamos llevando a cabo es muy grande. Debemos recordar que cualquier cambio implica un proceso que no es lineal. Suele consistir en dar dos pasos adelante y uno atr ás.
Refocalización
Hay que utilizar este margen de tiempo para concentrarnos en nosotras mismas (y no en él). Debemos recuperar la energí a que dedicábamos a pensar en él, a analizarle, a obsesionarnos en él y a quererle, y dirigirla hacia nuestro propio interior. Ha llegado el momento de concentrarnos en el trabajo, la salud y la recuperaci ón.
Trabajo
Puede que sea un buen momento para prestar m ás atención al trabajo, para dedicar m ás energí a a lograr un ascenso o conseguir la informaci ón necesaria para progresar en nuestra carrera profesional. Si no estamos contentas con nuestro trabajo, debemos reciclarnos. Siempre ha habido un hobby del que disfrutamos especialmente. Quiz á podrí amos pensar en convertirlo en nuestro medio de manutenci ón; cabrí a considerar la posibilidad
de tomar clases de algo por lo que estemos muy interesadas (arte, m úsica, idiomas…). Debemos alimentar nuestros dotes y talentos naturales, perseguir el sue ño que siempre hemos perseguido pero para el que nunca dispon í amos de tiempo o energ í a. ¡Es el mejor momento!
Salud
Debemos andar con cuidado con nuestra salud, dormir y comer lo suficiente, especialmente ahora. Hay que alimentarnos tres veces al d í a y hacerlo de forma equilibrada. Podemos tomar vitaminas si es necesario. Es fundamental que cuidemos de nuestro cuerpo, aun cuando no nos sintamos demasiado dispuestas. Comer alimentos sanos y descansar mucho afectar á a nuestro estado de ánimo aumentando nuestra capacidad para superar la relaci ón rota. Hacer ejercicio regularmente, por otra parte, puede hacer que expulsemos todas las toxinas que nos sobran, y con ellas, nuestro deseo de contactar con él. No es un buen momento para caer v í ctima del alcohol o de las drogas. Cualquier bebida alcohólica, incluso una copa de vino, podr í a provocar que empez áramos a pensar en nuestro ex y nuestros sentimientos de a ñoranza por él. El alcohol, adem ás, hace que perdamos el control sobre nuestros actos, y todo el trabajo hecho hasta ahora se vendr í a abajo si termináramos rindiéndonos a nuestros impulsos y le llamáramos.
Recuperación
Ha llegado la hora de realizar ejercicios de recuperaci ón (o curación) interior. Concentrémonos en nuestros traumas infantiles y los provocados por relaciones pasadas e intentemos descubrir si hay alg ún factor que se repita en todos los casos. Debemos examinar hasta qu é punto este tipo de problemas heredados del pasado podr í an estar contribuyendo a nuestra situaci ón actual y cu ál es el mejor modo de utilizarlos para prevenir futuros desengaños. Podemos recurrir a la psicoterapia. Algunos terapeutas disponen de tarifas especiales para personas con dificultades econ ómicas. Si, aun as í , nos es absolutamente imposible corre con ese gasto, hay cl í nicas que ofrecen un servicio similar por muy poco dinero. Siempre habr á alguien que pueda ayudarnos. Debemos utilizar este margen de tiempo para cuidar de nosotras mismas, para realizar aquellas cosas que nos hacen sentir especialmente bien. Si hay ni ños de por medio, podemos contratar los servicios de una canguro mientras nos tomamos un respiro a solas o con algunos amigos (ver la secci ón “Cincuenta cosas que hacer para no llamarle” para estudiar algunos ejemplos como punto de referencia). Si nuestro ex estaba decepcion ándonos continuamente y su actitud era impredecible, puede que la vida nos resultara excitante y melodram ática. Quizá lo era, sí , pero de una forma poco sana. Cuando empecemos a canalizar nuestra energ í a hacia nosotras mismas, lograremos una sensaci ón de control que antes no ten í amos. La vida nos parecerá más manejable, más serena, más plácida. Hay que disfrutar de esta capacidad de control sobre nuestra vida por mucho que pueda parecernos aburrida. Debemos intentar saborear los momentos de paz y de quietud que antes nos pasaban desapercibidos simplemente porque no exist í an. Nunca nos
paramos a oler el perfume de las rosas mientras est ábamos concentradas en recuperar a nuestro ex. Y es que hay muchas cosas interesantes en esta vida aparte de é l. Llevar una vida tranquila sin las constantes crisis que solí an asolarnos puede convertirse en una experiencia intensamente excitante por el solo hecho de que dispondremos de suficiente tiempo y energí a para disfrutar de tantas cosas. Existe todo un mundo ah í fuera que no incluye a nuestro ex y que aguarda a que nosotras lo exploremos y lo saboreemos al m áximo.
Aprender de la experiencia
He conocido a demasiadas mujeres incapaces de aprender de su propia experiencia. Repiten los mismos errores una y otra vez. Debemos aprender, aprender y aprender para que no haya una pr óxima vez, desarrollar nuestra capacidad de an álisis y de percepción de las cosas. No debemos castigarnos porque nuestra relaci ón no terminara en matrimonio o en pareja. Utiliza este margen de tiempo para ♦ ♦ ♦
Intentar descubrir qué es lo que fall ó. Reflexionar sobre lo que te gustaba y lo que no acerca de tu ex. Percibir la relación que tuviste como una experiencia de la que aprender, como una lección. Después, supera esa lecci ón, quédate con la informaci ón y sigue adelante.
Lecciones espirituales
Si hay una lecci ón que he aprendido bien de mis pacientes y de mi experiencia privada, es la de superar una relaci ón cuando ésta se ha terminado. Aferrarnos a un hombre no nos acarreará más que disgustos. Algunas cosas simplemente no funcionan, y no puede hacerse más. Debemos permitir que el universo siga su curso. A menudo, si dejamos las cosas tal como están, la vida siempre abre una v í a de salida. A veces, no intervenir en el desarrollo de los acontecimientos resulta mucho mejor que intentar forzarlos para que sean como queremos. Puede que lo que creemos querer no sea lo que más nos conviene, o que cuando miramos atrás, nos demos cuenta de que lo que creí amos desear habrí a terminado siendo una pesadilla y nos alegremos por no haberlo conseguido. ¡A veces ocurre que cuando el hombre rompe la relaci ón, nos sentimos mucho mejor! Debemos estar agradecidas, quizá su marcha haya sido una bendici ón para nosotras. Todo el mundo tiene su propio camino que seguir. En algunos casos, el destino hace que, durante un corto perí odo de tiempo, viajemos por ese camino con alguien a nuestro lado. Puede que el hombre con quien tengamos que compartir nuestro viaje est é ahí esperando y que no podamos conocerlo porque seguimos aferradas a nuestro pasado.
Anhelos y deseos