LEON FELIPE Versos y Oraciones de Caminante Finisterre Editores, 1974 Galicia 284, México D.F. Segunda Edición. (1975) (Edición limitada de 3000 ejemplares)
LIBRO PRIMERO Madrid, 1920
A mi hermana Salud Camino de Ledojowski *** De unas palabras pronunciadas, al ofrecer por primera vez estos versos, en el Ateneo de Madrid, en 1919.
... Mi ánimo al venir aquí no ha sido dar una sensación de fatiga, sino una emoción de belleza. De una belleza ganada desde mi sitio, vista con mis pupilas y acordada con el ritmo de mi corazón; lejos de toda escuela y tan distante de los antiguos ortodoxos retóricos como de los modernos herejes —herejes, la mayoría, por un afán incoercible de snobismo—. Con estos hombres —preceptistas o ultraístas— que se juntan en partida para ganar la belleza, no tiene nada que ver el arte. La belleza es como una mujer pudorosa. Se entrega a un hombre nada más, al hombre solitario, y nunca se presenta desnuda ante una colectividad. La divisa de escuela, además, no dice nunca del gesto nuevo y único que traemos todos los hombres al nacer y al cual hemos de estar siempre atentos y fieles, porque tal vez esto sea el mayor mérito que podamos tener para con Dios, que castiga duramente al hombre necio y falso que pretende engañarle vistiéndose con la misma túnica que su hermano. Y no vale menos este gesto específico de la unidad que aquel carácter genérico del grupo. Y más peca el hombre que mata en sí lo que le diferencia de todas las cosas del universo que el que reniega de su casta. Dentro de mi raza, nada más que de mi raza, he procurado siempre estar atento a este gesto, a este ritmo mío espiritual, al latido de mi corazón, porque este ritmo del poeta es la única originalidad y el único valor eterno de que podemos estar seguros en la poesía lírica. Este ritmo mío, además, ha sido siempre el generador de mi verso, el que ha ido tejiendo la forma al abrirse camino por entre las palabras. Por esto, a priori, no admito ninguna forma métrica. Sé que siendo fiel al mismo, cumplo con la única ley
eterna e inmutable de la belleza. Ir a buscar este valor personal, este signo específico generador de nuestro verso fuera de nosotros mismos, es una gran torpeza; e ir a buscarle fuera de nuestra tradición y de nuestro pueblo, es una gran locura. En el verso de un poeta nuevo, por mucha personalidad que tenga, ha de haber siempre ritmos de su raza, lo específico de su pueblo, que es lo genérico del poeta, y por encima de esto el signo particular de él. Y si esto es así, después del brillante resurgimiento de nuestra lírica moderna, vuelta hacia el corazón de la raza, es doloroso que maneras extrañas pretendan nuavemente desviarla de su cauce. Y hablando de este modo no puedo ser sospechoso de patrioterías, ni grandes ni chicas. Ya lo veréis en mis versos. Jamás he cantado las rancias tradiciones de la raza, ni he puesto mi verso al servicio de esos violentos entusiasmos regionales que andan ahora tan en boga. Cuando en mis horas de gracia me alzo sobre las cosas de la tierra, me da igual Francia que España; pero me duele que en este momento, después de la guerra, luego que hemos justipreciado nuestros valores espirituales y estéticos, se forme una escuela de arte en derredor de un poeta francés. Desde aquí, desde donde estamos ahora, con las amplias libertades de la métrica moderna, ya del todo desencadenada, podemos los poetas castellanos decir lo subjetivo y lo universal, lo pasajero y lo eterno. Podemos decirlo todo, pero cada uno con su voz, cada uno con su verso; con un verso que sea hijo de una gran sensación y cuyo ritmo se acorde al compás de nuestra vida y con el latido de nuestra sangre. He dicho todo esto sin altivez, porque pienso que lo menos que se le puede pedir a un poeta es que nos diga lo suyo con su verso, y porque solo distingo mejor mi voz que en el canto de los orfeones y no tengo que esforzarla para ponerla acorde con la tiranía de un pensamiento colectivo. Mi voz, además, es opaca y sin brillo y vale poca cosa para reforzar un coro. Sin embargo, me sirve muy bien para rezar yo solo bajo el cielo azul.. . LEÓN FELIPE
PROLOGUILLOS
/ NADIE fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios. II POESÍA. .. tristeza honda y ambición del alma... ¡cuándo te darás a todos... a todos, al príncipe y al paria, a todos... sin ritmo y sin palabras!... III No quiero el verbo raro ni la palabra extraña; quiero que todas, todas mis palabras —fáciles siempre a los que aman—, vayan ungidas con mi alma. IV Y quiero que mi traje, el traje de mis versos, sea cortado del mismo paño recio, del mismo paño eterno, que el manto de Manrique —como el de Hamlet, negro—, amoldado a la usanza de este tiempo y, además, con un gesto mío nuevo.
V QUE hay un verso que es mío, sólo mío, como es mía, sólo mía, mi voz. Un verso que está en mí y en mí siempre encuentra su medida; un verso que en mí mismo acorda su armonía al ritmo de mi sangre, al compás de mi vida, y al vuelo de mi alma en las horas santas de ambiciones místicas. Quiero ganar mi verso, este verso, lejos de todo ruido y granjeria. VI QUIERO ganar mi verso, este verso; y quiero que vaya quedo, raudo y sereno como un dardo certero, al corazón del pueblo de todos los pueblos... al corazón del Universo. VII Y quiero que sea un cauce sin riberas, sin presas y sin diques de hierro.. . Que mi alma vaya por él como un río sin frenos.. . y suba hasta los montes o se esconda en el suelo. VIII Y quiero que sea superior a mí mismo y extraño a mi cerebro... que no sepa yo nunca cómo y por qué le he hecho; que ignore siempre eso que llaman manera o procedimiento. No quiero estar en el secreto del arte nunca; quiero que el arte siempre me guarde su secreto;
no quiero domar a la belleza con mi hierro.. . que venga a mí, quiero, como una gracja del cielo. IX ¿No ha de ir más alto mi verso que el canto del ruiseñor?... ¿Se ha de quedar en la tierra sin llegar a ti, Señor, perdido, como en el bosque, el canto del ruiseñor? X Yo te veo, Señor, con un hierro encendido quemándome la carne hasta los huesos... Sigue, Señor, que de ese hierro han salido mis alas y mi verso. XI MÁS bajo, poetas, más bajo... no lloréis tan alto, no gritéis tanto.. . más bajo, más bajo, hablad más bajo. Si para quejaros acercáis la bocina a vuestros labios, parecerá vuestro llanto, como el de las plañideras, mercenario. XII DESHACED ese verso. Quitadle los caireles de la rima, el metro, la cadencia y hasta la idea misma.. . Aventad las palabras.. . y si después queda algo todavía, eso será la poesía. ¿Qué importa que la estrella esté remota y deshecha la rosa?.. . Aún tendremos el brillo y el aroma.
XIII ¡QUE OS GUÍE DIOS!. . . ¡OH, pobres versos míos, hijos de mi corazón, que os vais ahora solos y a la ventura por el mundo... que os guíe Dios! Que os guíe Dios y os libre de la declamación: que os guíe Dios y os libre de la engolada voz; que os guíe Dios y os libre del campanudo vozarrón; que os guíe Dios y os libre de caer en los labios sacrilegos de un histrión. ¡Que os guíe Dios!... Y Él que os sacara de mi corazón, os lleve de corazón en corazón.
VERSOS Y ORACIONES DE CAMINANTE
I NADIE PASÓ Cansábame de hacer día tras día la jornada tan solo y tan callado... y me quedé apostado en un recuesto al borde de la vía esperando la santa compañía de algún lento romero rezagado... Nadie pasó. Y esta canción traía el viento sollozante: sigue tu ruta solo, caminante
II AUTORRETRATO ¡QUÉ LÁSTIMA! (Al poeta Alberto López Argüello, tan amigo, tan buen amigo siempre baje o suba la rueda)
¡Qué lástima que yo no pueda cantar a la usanza de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan! ¡Qué lástima que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria! ¡Qué lástima que yo no tenga una patria! Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa desde una tierra a otra tierra, desde una raza a otra raza, como pasan esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca. ¡Qué lástima que yo no tenga comarca, patria chica, tierra provinciana! Debí nacer en la entraña de la estepa castellana y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada; pasé los días azules de mi infancia en Salamanca, y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña. Después ... ya no he vuelto a echar el ancla, y ninguna de estas tierras me levanta ni me exalta para poder cantar siempre en la misma tonada al mismo río que pasa rodando las mismas aguas, al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa. ¡Qué lástima que yo no tenga una casa!, una casa solariega y blasonada, una casa en que guardara, a más de otras cosas raras, un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada y el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla. ¡Qué lástima que yo no tenga un abuelo que ganara una batalla, retratado con una mano cruzada en el pecho, y la otra mano en el puño de la espada! Y, ¡qué lástima que yo no tenga siquiera una espada! Porque ... ¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria, ni una tierra provinciana, ni una casa solariega y blasonada, ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla, ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada? ¡Qué voy a cantar si soy un paria que apenas tiene una capa! Sin embargo ... en esta tierra de España y en un pueblo de la Alcarria hay una casa en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas, una mesa de pino y una silla de paja. Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla en una sala muy amplia y muy blanca que está en la parte más baja y más fresca de la casa. Tiene una luz muy clara esta sala tan amplia y tan blanca ... Una luz muy clara que entra por una ventana que da a una calle muy ancha. Y a la luz de esta ventana vengo todas las mañanas. Aquí me siento sobre mi silla de paja y venzo las horas largas leyendo en mi libro y viendo cómo pasa la gente al través de la ventana. Cosas de poca importancia parecen un libro V el cristal de una ventana en un pueblo de la Alcarria, y, sin embargo, le basta para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma. Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa cuando pasan ese pastor que va detrás de las cabras con una enorme cayada, esa mujer agobiada con una carga de leña en la espalda, esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana, y esa niña que va a la escuela de tan mala gana. ¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana siempre y se queda a los cristales pegada como si fuera una estampa. ¡Qué gracia tiene su cara en el cristal aplastada con la barbilla sumida y la naricilla chata! Yo me río mucho mirándola y la digo que es una niña muy guapa ... Ella, entonces, me llama ¡tonto!, y se marcha. ¡Pobre niña! Ya no pasa por esta calle tan ancha caminando hacia la escuela de muy maja gana, ni se para en mi ventana, ni se queda a los cristales pegada como si fuera una estampa. Que un día se puso mala, muy mala, y otro día doblaron por ella a muerto las campanas. Y en una tarde muy clara, por esta calle tan ancha, al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban en una caja muy blanca que tenía un cristalito en la tapa. Por aquel cristal se la veía la cara lo mismo que cuando estaba pegadita al cristal de mi ventana ... Al cristal de esta ventana que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja tan blanca. Todo el ritmo de la vida pasa por este cristal de mi ventana ... ¡Y la muerte también pasa! ¡Que lástima que no pudiendo cantar otras hazañas, porque no tengo una patria, ni una tierra provinciana, ni una casa solariega y blasonada, ni el retrato de un mi abuelo que ganara una batalla, ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada, y soy un paria que apenas tiene una capa ... venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia! III COMO TÚ ... Así es mi vida, piedra, como tú. Como tú, piedra pequeña; como tú, piedra ligera; como tú, canto que ruedas por las calzadas y por las veredas; como tú, guijarro humilde de las carreteras; como tú, que en días de tormenta te hundes en el cieno de la tierra y luego centelleas bajo los cascos y bajo las ruedas; como tú, que no has servido para ser ni piedra de una lonja, ni piedra de una audiencia, ni piedra de un palacio, ni piedra de una iglesia ... como tú, piedra aventurera ... como tú, que tal vez estás hecha
sólo para una honda ... piedra pequeña y ligera ... IV ROMERO SOLO Ser en la vida romero, romero solo que cruza siempre por caminos nuevos. Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo... Ser en la vida romero ... sólo romero. Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,... pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,ligero, siempre ligero. Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos para que nunca recemos como el sacristán los rezos, ni como el cómico viejo digamos los versos. La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos decía Hamlet a Horacio, viendo cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo un sepulturero. - No sabiendo los oficios los haremos con respeto. Para enterrar a los muertos como debemos cualquiera sirve, cualquiera ... menos un sepulturero. Un día todos sabemos hacer justicia. Tan bien como el Rey hebreo la hizo Sancho el escudero y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo. Pasar por todo una vez, una vez solo y ligero, ligero, siempre ligero. Sensibles a todo viento y bajo todos los cielos, poetas, nunca cantemos la vida de un mismo pueblo ni la flor de un solo huerto. Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros. V VENCIDOS Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar... Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar... va cargado de amargura... que allá encontró sepultura su amoroso batallar... Va cargado de amargura,... que allá "quedó su ventura" en la playa de Barcino, frente al mar... Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar... Va cargado de amargura... va, vencido, el caballero de retorno a su lugar. ¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura en horas de desaliento así te miro pasar! ¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura y llévame a tu lugar; hazme un sitio en tu montura, caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura, que yo también voy cargado de amargura y no puedo batallar! Ponme a la grupa contigo, caballero del honor, ponme a la grupa contigo y llévame a ser contigo pastor. Por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar ...
VI LA HIGUERA MALDITA .. .Y vino la noche callando.. . y vino serena y desnuda, sin la túnica negra y hermosa, como la amada que se espera, con la luna en el pecho, con la luna llena como una soberbia medalla suspensa de ia alta cadena infinita de estrellas. Y no quise, por verla a mis anchas, llegar a la próxima aldea, ni buscar la majada, ni la luz de la venta. Y de cara al cielo elegí mi lecho en la tierra, recostado en el tronco de un árbol que me dio cabecera ... Y arrullado por cantos de pájaros que buscaban las ramas cimeras, me dormí —soñando ya— viendo correr las estrellas. Desperté cuando el sol vino a herirme en los ojos con fuerza... y no pude, cegado, volverlos al cielo ... y hube de mirar a la tierra. Estaba en un campo talado en Castilla, por días de siega ... El sol, implacable, ahuyentó los pájaros y borró en el cielo todas las estrellas... y puso una sombra más negra y más dura en las piedras... y un gesto de agobio en la tierra . .. y una mueca huraña en la Naturaleza. Cerca se veía, lamiendo las siembras blanca seca, larga,
la sierpe de la carretera... La seguí con tristeza hasta verla allá lejos -perdidabordeando una sierra... La seguí con tristeza, pensando que aún su polvo esperaba mis huellas para conducirme a otras tierras, a otra nueva ciudad, a otra aldea que serían lo mismo,lo mismo que aquellas que había dejado olvidadas... Sentí una amargura de hiel en la lengua... y un cansancio... y un desgano muy grande de alzarme y andar otra vez por la tierra. Lleno de congojas erquí la cabeza y vi el árbol que amparo me diera en la noche bajo las estrellas... Era un árbol seco una higuera vieja que tenía una rama muy gruesa, y torcida... simulando una mueca siniestra. Me acordé de Jesucristo que la maldijera... ¡Y de Judas... que se ahorcara en ella! Todas las noches me duermo pensando en quimeras que tienen su acción allá lejos... muy lejos... junto a las estrellas; y todos los días despierto con una congoja, con una amargura de hiel en la lengua y con un desgano tan grande de alzarme y andar otra vez por la tierra... que me acuerdo de la higuera seca, del árbol maldito que tenía una rama muy gruesa y torcida... para sujetar una soga muy recia.
VII ESTA NOCHE NO HUBO LUNA... AHORA camino de noche porque las noches son claras... Y esta noche no hubo luna, no hubo luna amiga y blanca... y había pocas estrellas, pocas estrellas y pálidas... Y era todo triste sin la luna amiga.. y era todo negro sin la luna blanca. No se veía la cinta de la carretera larga. . . los olivos del recuesto apenas se dibujaban. . . un murciélago pasó rozándome la cabeza con el ala... y me ladraron los perros en los bancales con saña. Sin luna todo era negro y triste... vi una luz allá lejana... y, a tientas, fui hasta la luz y en la luz pedí posada... Esta noche no hubo luna. .. no hubo luna amiga y blanca... Y recordé aquella noche en que no vino mi amada... y en que yo loco de amor, lleno de fiebre y de ansias... hice también alto en la primera posada. .. VIII COMO AQUELLA NUBE BLANCA. . . AYER estaba mi amor como aquella nube blanca que va tan sola en el cielo y tan alta... como aquella que ahora pasa junto a la luna de plata. Nube blanca que vas tan sola en el cielo y tan alta junto a la luna de plata.. . vendrás a parar mañana igual que mi amor en agua del mar amarga.. .
Mi amor tiene el ritornelo del agua, que sin cesar en nubes sube hasta el cielo y en lluvia baja hasta el mar. Y el agua aquel ritornelo de mi amor, que sin cesar en sueños sube hasta el cielo y en llanto baja hasta el mar. IX MANOS SÁDICAS AQUELLAS manos que un día, piadosas, se me ofrecieron para recoger mi llanto en su cuenco... fueron unas manos sádicas que luego, cuando ya no tuve lágrimas, con las uñas afiladas se volvieron a buscarme el corazón en el pecho. Manos fueron secas y con fiebre de caminante sediento, como aquellas que se humillan y hacen vaso con los dedos en la fuente improvisada de un recuesto y luego, cuando el cauce queda seco, hunden con saña la aguda azada en el suelo para buscar, allá hondo.. . en el seno de la tierra, el venero. X AHORA de pueblo en pueblo errando por la vida, luego de mundo en mundo errando por el cielo lo mismo que esa estrella fugitiva... ¿Después?... Después... ya lo dirá esa estrella misma, esa estrella romera que es la mía, esa estrella que corre por el cielo sin albergue como yo por la vida.
XI ¡QUÉ día tan largo... y qué camino tan áspero.. . qué largo es todo, qué largo. . . qué largo es todo y qué áspero! En el cielo está clavado el sol, iracundo y alto; la tierra es toda llanura... llanura.. . toda llanura... y en la llanura... ni un árbol. Voy tan cansado que pienso en una sombra cualquiera. Quiero descanso... descanso... sólo descanso... ¡dormir!... Y lo mismo me da ya bajo un ciprés que bajo un álamo. XII No es lo que me trae cansado este camino de ahora.. . No cansa una vuelta sola, cansa el estar todo un día, hora tras hora, y día tras día un año y año tras año una vida dando vueltas a la noria. XIII ¡OH estas jornadas siniestras, Señor.. . estas jornadas siniestras en que mis ojos empiezan a verlo todo en la tierra igual y al fin no hallan diferencia entre la luz de una venta y el resplandor de una estrella! ¡Oh estas jornadas siniestras Señor.. . estas jornadas siniestras en que nada me consuela, ni me alienta, ni me eleva!. . . Nada, Señor: nada, nada. . . ni Tú... ni la Belleza. . . Sí, en estas horas siniestras me da igual ser o no ser poeta.. . y ya no hallo diferencia entre un verso y una blasfemia. XIV
Yo no sé cómo soy... y no sé lo que quiero... y no sé a dónde voy cambiando, inquieto, siempre de sendero... Algo espero, sí, pero.. . ¡No sé, tampoco, lo que espero!... XV CORAZÓN mío.. . ¡qué abandonado te encuentro!... corazón mío... estás lo mismo que aquellos palacios deshabitados y llenos de misteriosos silencios... Corazón mío, palacio viejo, palacio desmantelado, palacio desierto, palacio mudo y lleno de misteriosos silencios ... Ni una golondrina ya llega a buscar tus aleros ... y hacen su cobijo sólo en tus huecos los murciélagos. XVI ¡Qué solo estoy, Señor! ¡Qué solo y qué rendido de andar a la ventura buscando mi destino!... En todos los mesones he dormido: en mesones de amor y en mesones malditos, sin encontrar jamás mi albergue decisivo... y ahora estoy aquí, solo... rendido de andar a la ventura por todos los caminos... Ahora estoy aquí, solo, en este pueblo de Avila escondido pensando que no está aquí mi sitio, que no está aquí tampoco mi albergue decisivo.
CREÍ que estabas en mí -eternalo mismo que si estuvieras esculpida en una piedra... y estabas como un dibujo en la arena, en la arena del camino, en la arena que dispersan el agua, el viento y las huellas.
XVII
XVIII Que se quede así ya -desnudo y vacío- el corazón. ¿A qué vestirle de nuevo, a qué otra vez colmarle de amor si otra vez, al fin, ha de venir el tiempo a llevárselo todo como un ladrón? XIX SOBRE el fango amasado con mi llanto y el polvo del camino, quedará perdurable la huella roja de mis pies sangrantes. XX Yo también tengo hambre y sed de justicia, Nazareno. . . Llévame en tu partida. No tengo que dejar para seguirte ni bienes ni familia, porque estoy pobre y solo y sin un gran amor que me redima... Nazareno.. . Llévame en tu partida, que tengo hambre y sed de justicia.. . XXI No conozco este camino... Y ya no alumbra mi estrella y se ha apagado mi amor. Así.. . vacío y a oscuras... ¿A dónde voy? Sin una luz en el cielo y roto mi corazón. . . ¡cómo saber si es el tuyo este camino, Señor!
XXII AL terminar las jornadas hay siempre dos filas de álamos que hacia nosotros avanzan, como heraldos, para anunciar que llegamos a un pueblo o a un camposanto.. . ¡Qué amable, qué amable y qué hospitalario es el álamo! XXIII CUANDO me han visto solo y recostado al borde del camino... unos hombres con trazas de mendigos que cruzaban rebeldes y afanosos me han dicho: - Ven con nosotros, peregrino. Y otros hombres con portes de patricios que llevaban sus galas intranquilos, me han hablado lo mismo: - Ven con nosotros, peregrino. Yo a todos los he visto perderse allá a lo lejos del camino ... y me he quedado solo, sin despegar los labios, en mi sitio.
XXIV AHORA a mí me sucede lo contrario que al hidalgo manchego: que tomo por rebaños los ejércitos.
XXV ¿Qué más da ser rey que ir de puerta en puerta?... ¿Qué va de miseria a miseria?... XXVI - No andes errante y busca tu camino... -Dejadme... Ya vendrá un viento fuerte que me lleve a mi sitio. XXVII ¡Qué me importa que se borren los caminos de la tierra con el agua que ha traído esa tormenta! Mi pena es porque esas nubes tan negras han borrado las estrellas. ¿Qué me importa que se caigan una a una y piedra a piedra las antiguas y modernas filosóficas escuelas?... Mi pena es si viene a tierra también la torre enhiesta de mis quimeras. XXVIII ANOCHE me daba de cara la luna, y, solo ante el reposo de los campos traía el alma como la frente.. . casta y blanca, casta y blanca toda, ungida toda de luna.. .
Allá, en lo alto y haciendo su nido en las estrellas vi al amor eterno y purísimo... Me sentí muy bueno y lloré.. . ¡Por qué no seré siempre así!.. . XXIX ... ¿Y qué me importa el barro del camino si está en el cielo el sol?.. . ¿Y qué me importa el cieno de mi vida si tengo aún encendido el corazón? El calor seca el cieno y endurece el barro...luego... encima se levanta un palacio. Había un diamante raro en aquel fango tan denso, y de aquel diamante raro fue saliendo este libro verso a verso. XXX PARA mí el bordón solo... A vosotros os dejo la vara justiciera, el caduceo, el báculo y el cetro.. . Para mí el bordón solo del romero. Yo quiero el camino blanco, y sin término. A vosotros os dejo la vida de los pueblos: el collar para el cuello, la cadena de hierro y el ladrar de los perros.
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XXXI ¡QUÉ pena si este camino fuera de muchísimas leguas y siempre se repitieran las mismas cuestas, las mismas praderas, los mismos rebaños las mismas recuas, los mismos pueblos, las mismas ventas!... ¡Qué pena si esta vida tuviera -esta vida nuestramil años de existencia!.. ¿Quién la haría hasta el fin llevadera? ¿Quién la soportaría toda sin protestas?... ¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?... Los mismos hombres, las mismas guerras, los mismos tiranos, las mismas cadenas, los mismos esclavos, las mismas protestas, los mismos farsantes, las mismas sectas y los mismos, los mismos poetas... ¡Qué pena, qué pena que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!
XXXII POCAS. .. y no largas ni afanosas mis rutas... Quiero andarlas sin prisa y arribar a los albergues sin fatigas cuando aún el sol corone, allá, en la lejanía, el páramo o la cumbre.. . Antes que muera el día quiero entrar en la venta erguido y fuerte sin requerir cuidados del ventero y la hija. Pocos.. . y cortos, muy cortos... y sin afán también los años que me resten de vida... Quiero vencerlos sin congojas ni agonías, sin ambición y sin envidias.. . y arribar a la posada de la muerte cuando me sienta joven todavía. XXXIII A todos los romeros aquel árbol ofrecía en la orilla del camino sus frutos al alcance de la mano. Allá, en lo alto, y en el más orgulloso de los ramos, sola estaba una poma inaccesible que se iba poco a poco secando.. . Yo pensé, vagamente soñando, en esta poma sola y altanera que no estaba al alcance de la mano. XXXIV LA RUTA FINAL SALIR disparado al azul como una flecha.. . y quedarme perdido en el cielo o en el aire... fuera de todos los pueblos de la tierra, de todos.. . porque ahora con estos grandes odios de la guerra, aquí abajo.. . ¡hacia dónde partir con mi quimera!
XXXV UN CABALLO BLANCO MADRE ... no me riñas, que ya nunca vuelvo a ser malo... No me riñas, madre ... que ya no vuelvo a llenarme de barro. Madre ... no me riñas, que ya no vuelvo a manchar mi vestido blanco. Madre... cógeme en tus brazos ... acaríciame, ponme en tu regazo... Anda... madre mía, que ya nunca vuelvo a ser malo. Así...
Y arrúllame ... y cántame ... y bésame... duérmeme ... apriétame en tu pecho con la dulce caricia de tus manos... anda ... madre mía que ya no vuelvo a llenarme de barro. Madre... ¿verdad que si ya no soy malo me vas a comprar un caballo blanco y muy grande, como el de Santiago, y con alas de pluma, un caballo que corra y que vuele y me lleve muy lejos... muy alto ... muy alto... donde nunca pueda mancharme de barro mi vestido nuevo, mi vestido blanco? ... ¡Oh, sí madre mía ... cómprame un caballo grande como el de Santiago y con alas de pluma ... un caballo blanco que corra y que vuele y me lleve muy lejos ... muy alto... muy alto... que yo no quiero otra vez en la tierra volver a mancharme de barro!
XXXVI DÉJAME QUE DUERMA
...
—DESPIERTA, poeta, despierta... levántate y ponte de fiesta que está llamando el amor a tu puerta. —Dejadme ... dejadme que duerma. —Despierta, poeta, despierta... levántate y ponte la túnica negra, que hay un coche parado en tu puerta con unos caballos de crestas siniestras, enhiestas y negras que a tu madre espera... —Dejadme ... dejadme que duerma. —Duerme ... duerme y sueña, poeta, duerme y sueña buscando quimeras ... duerme... duerme y sueña poeta... Y ahora, cuando quieras tejer con tus grandes poemas coronas de lauro y de hiedra... no tendrás siquiera una amable cabeza en donde ponerlas ... que a tu madre, la vieja de las blancas crenchas, la llevaron muerta los caballos de las crestas negras... y... ¡va ya tan lejos... un lejos aquella rubia y dulce Ofelia que llamó a tu puerta!...
XXXVII PIEDRA DE SAL Tú estabas dormida como el agua que duerme en la alberca... y yo llegué a ti como llega hasta el agua que duerme la piedra. Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste como en ondas el agua que duerme se quiebra cuando llega a turbar su remanso dormido la piedra. Piedra fui para ti, piedra soy y piedra quiero ser, pero piedra blanda de sal que al llegar a ti se disuelva y en tu cuerpo quede y sea como la levadura de tu carne y como el hierro de la sangre de tus venas. Y en tu alma deje una sed infinita de amarlo todo... y una sed de belleza insaciable... eterna... XXXVIII ALTURAS Yo no distingo ya desde un piso cuarto un cetro de oro de un bordón de palo. Y pienso que a mil metros, desde el vuelo perdido de los pájaros, debe de ser lo mismo la toca de una bruja que el capuchón de un santo. Y que allá de ese vuelo más alto... muchísimo más alto, desde el sitio de Dios, fuera del tiempo y del espacio, el hombre no se verá ya ni grande ni chico, ni bueno ni malo.
DOS MADRIGALES
CÓMO HA DE SER TU VOZ . . . TEN una voz, mujer, que pueda decir mis versos y pueda volverme sin enojo, cuando sueñe desde el cielo a la tierra... Ten una voz, mujer, que cuando me despierte no me hiera... Ten una voz, mujer, que no haga daño cuando me pregunte: ¿qué piensas? Ten una voz, mujer, que pueda cuando yo esté contando las estrellas decirme de tal modo ¿qué cuentas? que al volver hacia ti los ojos crea que pasé contando de una estrella a otra estrella. Ten una voz, mujer, que sea cordial como mi verso y clara como una estrella. CÓMO HAN DE SER TUS OJOS MUJER. .. no tendré un beso de niño para ti, ni de viejo, ni de sátiro... cuando vengas no besaré tus mejillas ni tu frente, ni tus labios. Pondré mi boca en los pliegues recogidos de tus párpados y beberé el agua clara que suba a tus ojos claros. Trae unos ojos azules, mujer, trae unos ojos azules, de un azul tranquilo y claro que tengo sed ... sed de peregrino cansado de muchas jornadas duras por caminos solitarios y quiero llevar mis labios al agua clara y tranquila de un remanso que refleje un cielo tranquilo y claro.
LIBRO SEGUNDO
A Berta Gamboa de Camino
VOY con las riendas tensas y refrenando el vuelo, porque no es lo que importa llegar solo ni pronto sino llegar con todos y a tiempo. PRÓLOGO ÉSE, ese viejo tan viejo que se pisa las barbas; ese viejo que lleva un dalle al hombro y una ampolla de vidrio entre los dedos; ése, que todos conocéis, es un trapero. Yo le di esta mañana un traje viejo. Y aquél. Aquel rubio cow-boy del sombrerón bermejo que viene siempre al alba cabalgando en un bronco potro overo y va a ganar ahora la cumbre de aquel cerro, aquél, que todos conocéis, me ha traído de oriente un traje nuevo. I TE vi pasar por la nube y salir limpia y libre buscando el corazón de una estrella. Ibas derecha ... derecha ... ¿En dónde te habrás clavado cuando hayas vuelto —sin fuerza, vencida ya— otra vez hacia la tierra? ¿Vencida? No. ¿En qué pecho, en qué corazón virginal y balbuciente de poeta —¡victoriosa! ¡¡victoriosa!!— al caer has hecho blanco, saeta? Te vi pasar por la nube y salir limpia y libre ... Fuiste derecha, derecha al corazón de una estrella.
// POETA Ni de tu corazón, ni de tu pensamiento, ni del horno divino de Vulcano han salido tus alas. Entre todos los hombres las labraron y entre todos los hombres en los huesos de tus costillas las hincaron. La mano más humilde te ha clavado un ensueño... una pluma de amor en el costado. 111 SIN embargo, en este mundo nuevo nada impondrá otras normas a mi verso. El ruido de las hélices de ese abejorro enorme de aluminio y de lienzo es el zumbido familiar y antiguo que viene de los sueños de todos los poetas. Y son ellos... ellos: los motores, las ruedas y los émbolos los que marchan al ritmo de mi verso. IV TALLAR un verso a la luz de la luna o del crepúsculo, bajo el palio de los bosques o entre las brumas del Báltico es tan sencillo que lo han hecho todos los buhos románticos. Lo difícil es tallarlo bajo la lliz meridiana de Castilla, cuando el sol va denunciando sin piedad todas las sombras y el temblor enfermizo de la mano. Tallar un verso a esta luz es tan difícil que nadie hasta hoy lo ha tallado, ¡nadie! ¡nadieI Español que andas buscando una empresa a tu coraje ,.. Nadie como tú para tallarlo.
V SISTEMA, poeta, sistema. Empieza por contar las piedras. .. luega contarás las estrellas. VI CONTIGO, malabarista, con tu sofía y tu estética. Malabarista, contigo. Y contigo porque juegas deshumanizadamente con esas bolas pequeñas de marfil, pulidas, blancas, perfectas (imágenes, abstracciones de exactitudes geométricas) que van y vienen y danzan como una devanadera por encima, por delante y por detrás de tu cabeza. Malabarista, contigo. Y contigo porque mezclas en este juego tan limpio de purísimas esferas (de platónicas ideas) el puro habano encendido, que es la posible tragedia, y el truco ... inevitablemente grotesco de la chistera. VII OFRENDA A Manuel Lourdes SE me fue de los dedos. El vaso cristalino purísimo y perfecto se me fue sin sentirlo de los dedos. Ahora está aquí a mis pies deshecho en mil fragmentos. Era toda mi hacienda. Ya no tengo con qué ofrendar al Sol. Pero aquí está un fragmento. Uno de los fragmentos que han quedado esparcidos por el suelo. Aquí está casi imperceptible entre mis dedos; aquí está, Sol, yo te lo ofrezco. Y el Sol se quebró luego en los siete colores del espectro.
VIII No se me fue, que iba así al ras casi de la tierra. Iba así, lo sabe el Sol. Lo sabe el Sol que me enseña a disparar al cénit y a disparar a la sierra. IX PIE PARA EL NIÑO DE VALLECAS DE VELÁZQUEZ Bacía, Yelmo, Halo. Éste es el orden, Sancho ... DE aquí no se va nadie. Mientras esta cabeza rota del niño de Vallecas exista, de aquí no se va nadie. Nadie. Ni el místico ni el suicida. Antes hay que deshacer este entuerto, antes hay que resolver este enigma. Y hay que resolverlo entre todos, y hay que resolverlo sin cobardías, sin huir con unas alas de percalina o haciendo un agujero en la tarima. De aquí no se va nadie. Nadie. Ni el místico, ni el suicida. Y es inútil, inútil toda huida (ni por abajo ni por arriba). Se vuelve siempre. Siempre. Hasta que un día (¡un buen día!) el yelmo de Mambrino —halo ya, no yelmo ni hacíase acomode a las sienes de Sancho y a las tuyas y a las mías como pintiparado, como hecho a la medida. Entonces nos iremos Todos por las bambalinas: Tú y yo y Sancho y el niño de Vallecas y el místico y el suicida.
X ORACIÓN A mouse is miracle enough to stagger six trillions of infidelis WALT WHITMAN Señor, yo te amo porque juegas limpio; sin trampas -sin milagros-; porque dejas que salga, paso a paso, sin trucos -sin utopías-, carta a carta, sin cambiazos, tu formidable solitario. XI Cuando andemos sin prisas ¡qué silencio tan grande habrá sobre la tierra! Ya no se oirán los perros de nuestros pasos negros y torcidos que se quedan aullando a nuestra espalda en las piedras salientes y en las pozas. Cuando andemos sin prisas la hierba vendrá siempre a nuestras plantas a decirnos: callad Sólo se oirá la risa blanca de las estrellas persiguiendo a las sombras por todos los caminos XII Más sencilla... más sencilla. Sin barroquismo, sin añadidos ni ornamentos, que se vean desnudos los maderos, desnudos y decididamente rectos.
"Los brazos en abrazo hacia la Tierra, el ástil disparándose a los cielos". Que no haya un solo adorno que distraiga este gesto... este equilibrio humano de los dos mandamientos. Más sencilla... más sencilla... haz una cruz sencilla, carpintero.
XIII Huyen... Se ve que huyen vueltas de espaldas a la tierra... Nosotros no hemos visto todavía los ojos de una estrella. Para buscar lo que buscamos (¿dónde está mi sortija?) una cerilla es buena, y la luz del gas, y la maravillosa luz eléctrica ... Nosotros no hemos visto todavía los ojos de una estrella. XIV LA estrella fue no la serpiente. La estrella. La estrella, rubia y madura que se colgó temblorosa de la rama prohibida y altamera, la noche del bien y el mal en el árbol de la ciencia. XV ... No me tienes que dar porque te quiera, porque aunque lo que espero no esperara lo mismo que te quiero te quisiera Soneto anónimo ...But there is the work of helping life in its struggle upward. G.B.SHAW, Man and Superman
Sabemos que no hay tierra ni estrellas prometidas. Lo sabemos, Señor, lo sabemos y seguimos contigo trabajando. Sabemos que mil veces y mil veces pararemos de nuevo nuestro carro y que mil y mil veces en la tierra alzaremos de nuevo nuestro viejo tinglado. Sabemos que por ello no tendremos ni ración ni salario... Lo sabemos, Señor, lo sabemos y seguimos contigo trabajando. Y sabemos que sobre este tinglado liemos de hacer mil veces y mil veces todavía el mismo viejo truco bufo-trágico sin elogios ni aplausos. Lo sabemos, Señor, lo sabemos y seguimos contigo trabajando. Y Tú saber, Señor, que lo sabemos Que los abemos Todos ¡Todos! (¿Dónde está el Diablo?) que hoy puedes apostar ya por cualquiera mejor aún que por Job y que por Fausto.
XVI DOÑA MUERTE Y DON AMOR . . . DOÑA Muerte y Don Amor, hacer es bien lo del Diablo que trocó ya los arreos medievales de los Autos. Un overall de Mahón es hoy el traje adecuado de los que como vosotros llevan un duro trabajo. Y no queráis asustarme con el dalle y con el arco que éste es un viejo negocio solidario de los cuatro: Doña Muerte y Don Amor, vosotros dos, Yo y el Diablo tenemos que llevar hacia el Sol este carro.
XVII Y UNA VEZ . . . TAMBIÉN los poetas son tres; siempre han sido tres. 'Tres magos y una estrella, tres príncipes y la hija encantada de un rey...) Y una vez ... -¿Otro cuento? —Señores, no hay más que un cuento. Y este cuento único no es "un cuento sin sentido dicho por un idiota", este cuento es el cuento de la buena pipa que hay que contarlo otra vez: Tres poetas, una estrella y un dragón. La estrella es siempre la misma y el mismo es siempre el dragan, pero los poetas: Tres. Y tres es como tres mil, trescientos mil o un trillón ... (este número se mide por el hambre del Dragón). XVIII AQUÍ VINO Y SE FUE Y dexas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escura. FRAY LUIS DE LEÓN. AQUÍ vino.. . y se fue. Vino, nos marcó nuestra tarea y se fue. Tal vez detrás de aquella nube hay alguien que trabaja lo mismo que nosotros, y tal vez las estrellas no son más que ventanas encendidas de una fábrica donde Dios tiene que repartir una labor también.
Aquí vino y se fue. Vino, llenó nuestra caja de caudales con millones de siglos y de siglos, nos dejó unas herramientas ... y se fue. El, que lo sabe todo, sabe que estando solos, sin dioses que nos miren, trabajamos mejor. Detrás de ti no hay nadie. Nadie. Ni un maestro, ni un amo, ni un patrón. Pero tuyo es el tiempo. El tiempo y esa gubia con que Dios comenzó la creación. XIX CON las piedras sagradas de los templos caídos grava menuda hicieron los martillos largos de los pica-pedreros analíticos. Después sobre esta grava se ha vertido el asfalto negro y viscoso de los pesimismos. Y ahora... Ahora con esta mezcla extraña se han abierto calzadas y caminos por donde el cascabel de la esperanza acelera su ritmo. XX LA MAQUINA (The Labour-saving Machinery) Ni es un dragón ni es un juguete, Marta. Es un regalo religioso... el último regalo del Señor. Para que no te pierdas demasiado en el trajín de la casa; para que no digas ya más, primero es la obligación que la devoción. Y para que no te distraigas en el templo pensando en el horno, en la rueca y en el esclavo perezoso. XXI
XXI ¿Y LA LUNA? . . EN el pozo la guardaron. Para que no la robasen en el pozo la guardaron —como una onza en un bolso— aquellos fieros románticos. Y estuvieron dos cipreses la noche entera velando. La noche entera de un siglo los dos cipreses velaron. Pero fue en vano, fue en vano... toda la vela fue en vano. Al llegar la madrugada el Sol levantó los brazos y asomó sobre la tierra su rostro congestionado de risa que gritaba: la han robado, la han robado, la han robado. XXII DICE este hombre sencillo: Antes que mi derecho pido mi sacrificio. Tú, hombre elegido, ven aquí. Sube sobre mis hombros y ponte de puntillas sobre mi cráneo erguido. Después, hombre elegido, mi derecho será tu sacrificio: que me digas honrada y claramente lo que has visto subido de puntillas sobre mi cráneo erguido. XXIII VENID todos y ayudadme a sacudir este árbol. ¿No veis que solo no puedo? Venid pronto, que el fruto ya está dorado. Venid pronto, antes de que a las estrellas se las coman los gusanos.
XXIV Qualquier omme que lo oya si bien trobar sopiere puede mas añadir e enmendar lo que quisiere. ARCIPRESTE DE HITA.
"COMO dice Aristóteles, cosa es verdadera: El mundo por dos cosas trabaja: la primera Por aver man tenencia: la otra cosa era Por aver juntamiento con fembra placentera." Casaste mal los verbos, Arcipreste, el uno está en pasado y el otro está en presente. Porque se teme a la Santa Erudición nadie se atreve ahora a hacer la corrección. Pero un día vendrá alguno más osado que diga: el primer verbo tiene que ser pasado. "Por dos cosas el mundo trabajaba: la primera por aver mantenencia; la otra cosa era. . ." Y este era, que fue un ripio, el único fecundo, el único luminosamente fecundo que acaso se haya escrito en este mundo; este era, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, vale hoy más que lo que dijo el Estagirita.
XXV AGUARDAD vuestro turno con paciencia y con fe. Que hay más estrellas que hombres y hay alas para Todos. XXVI TORRES Hombres sobre hombros de otros hombres; Hombres con hombros para otros hombres; Hombros, Hombres, Hombros... Torres. Un día ya no habrá estrellas lejanas ni perdidos horizontes.
XXVII CANCIÓN MARINERA TODOS somos marineros, marineros que saben bien navegar. Todos somos capitanes, capitanes de la mar. Todos somos capitanes y la diferencia está sólo en el barco en que vamos sobre las aguas del mar. Marinero, marinero; marinero... capitán que llevas un barco humilde sobre las aguas del mar ... marinero... capitán... no te asuste naufragar que el tesoro que buscamos, capitán, no está en el seno del puerto sino en el fondo del mar.
XXVIII REVOLUCIÓN Canción Mexicana (Con música de Valentina)
Siempre habrá nieve altanera que vista al monte de armiño y agua humilde que trabaje en la presa del molino. Y siempre habrá un sol también -un sol verdugo y amigoque trueque en llanto la nieve y en nube el agua del río.
XXIX CRISTO Viniste a glorificar las lágrimas... no a enjugarlas... Viniste a abrir las heridas... no a cerrarlas. Viniste a encender las hogueras... no a apagarlas... Viniste a decir: ¡Que corran el llanto, la sangre y el fuego... como el agua! XXX ELEGÍA A la memoria de Héctor Marqués, capitán de la Marina mercante española, que murió en alta mar y lo enterraron en Nueva York. ... tierra extranjera cayó sobre su carne aventurera. José del Río Sáenz
Marineros, ¿por qué le dais a la tierra lo que no es suyo y se lo quitáis al mar? ¿Por qué le habéis enterrado, marineros, si era un soldado del mar? Su frente encendida, un faro; ojos azules, carne de yodo y de sal. Murió allá arriba, en el puente, con la rosa de los vientos en la mano, deshojando la estrella de navegar. ¿Por qué le habéis enterrado, marineros? ¡Y en una tierra sin conchas! ¡En la playa negra!... ¡Allá, en la ribera siniestra del otro mar! ¡Nueva York! -piedra, cemento y hierro en tempestad-. Donde el ojo ciclópeo del gran faro que busca a los ahogados no puede llegar, donde se acaban las torres y los puentes, donde no se ve ya
la espuma altiva de los rascacielos, en los escombros de las calles sórdidas que rompe en el último arrabal, donde se vuelve la culebra sombrla de los elevados a meterse otra vez en la ciudad ... Allí, la arcilla opaca de los cementerios, marineros ... ¡allí habéis enterrado al capitán! ¿Por qué le habéis enterrado, marineros, por qué le habéis enterrado, si murió como el mejor capitán y su alma -viento, espuma y cabrilleoestá ahí, entre la noche y el mar? ... A bordo del Cristóbal Colón, 1932 (APÉNDICE) (No incluída en la edición citada) DROP A STAR ¿Dónde está la estrella de los nacimientos? La tierra, encabritada, se ha parado en el viento. Y no ven los ojos de los marineros. Aquel pez -¡seguidle!se lleva, danzando, la estrella polar. El mundo es una slot-machine, con una ranura en la frente del cielo, sobre la cabecera del mar. (Se ha parado la máquina, se ha acabado la cuerda). El mundo es algo que funciona como el piano mecánico de un bar. (Se ha acabado la cuerda, se ha parado la máquina) ... Marinero, tú tienes una estrella en el bolsillo ... Drop a star! Enciende con tu mano la nueva música del mundo, la canción marinera de mañana, el himno venidero de los hombres ... Drop a star! Echa a andar otra vez este barco varado, marinero. Tú tienes una estrella en el bolsillo ... una estrella nueva de paladio, de fósforo y de imán. 1929