Enero 2014 • Número 187 • $20
LEER EN
BICICLETA
La bicicleta: medio de transporte, de vida, de inspiración, de conocimiento
Verónica Gerber Xitlalitl Rodríguez Mendoza Guido Arroyo Liliana Colanzi Björn Kuhligk K uhligk •
•
•
•
C
NTENIDOS Umbral
3
POESÍA 4 De Rafael Tovar y de Teresa Presidente ConsejoNacional para la Cultura y las Artes
Saúl Juárez SecretarioCultural y Artístico
Francisco Cornejo Rodríguez SecretarioEjecutivo
Ricardo Cayuela Gally
48
CRÓNICA 18 No pedaleo, Óscar David López
Director General de Publicaciones
20
Rafael Vargas
22
Director General Adjunto Programa Cultural Tierra Adentro
26
Rodrigo Castillo Director Editorial
México: Apache. Un pequeño poema western, Xitlalitl Rodríguez Mendoza De lengua española: Te digo que los libros de poesía actuales son cabezas de pescado pudriéndose: Diarios, Guido Arroyo Del mundo: El amor, Björn Kuhligk
31
Einstein y la dinámica dinámica meditación meditación en bicicleta, Raúl Fierro La bicicleta blanca, el memorial invisible del ciclista que nadie vio,Vanesa Robles La bicicleta y yo, Eugenia Coppel
LA PLÁTICA OPTIMISTA
Vidas en bicicleta. Una conversación con Ingrid Drexel, Agustín Monterrubio y Juan Pablo Ramos
8
René López Villamar Editor web
Fco. Javier Becerril Mendoza Distribucióny ventas
Revista TierraADENTRO
CUENTO
El ojo, Liliana Colanzi
28
PORTAFOLIOS
Los privilegios de la bici, obra de Eugenia Coppel. Así se ve Guadalajara en bici, presentación de Xitlalitl Rodríguez Mendoza
Director
Rafael Vargas Editores
Rodrigo Castillo Luis Manuel Amador Asistentes de edición
Noemí Moreno Claudia Sandoval Corrección
Valentina Gatti
ARTE 19 32 38
CÓMO LEER EN BICICLETA 42
Diseño
Germán Montalvo Zabdiel Pérez Florentino Coordinacióneditorial
Xitlatilt Rodríguez Mendoza Consejoeditorial
Verónica Gerber, José Pérez Espino, Jezreel Salazar, Andrea Torreblanca Corresponsales
Yasnaya Aguilar (Oaxaca); Luis Vicente de Aguinaga (Guadalajara); Amaranta Caballero (Tijuana); Julián Herbert (Saltillo); José Homero (Xalapa); Francisco Magaña (Tabasco); Eugenia Montalván (Durango); Adán Echeverría (Mérida) Directorfundador
Víctor Sandoval †
Ulysse s Way, Andrea Torreblanca Notas de un paseo en bicicleta, Verónica Gerber Bicecci Rueda que rueda: La bicicleta en el cine, José Antonio Valdés Peña Cuatro glosas sobre un texto de Gabriel Zaid: Ximena Atristain, Diego Salas, Efraín Velasco, Óscar David López
MATERIA TÓPICA 49 Ciclismo, Luis Vicente de Aguinaga RELOJ EN VELA El manual de la diseñadora descalza , por Selva Hernández 50 Nacimos irritilas en el acuario del mundo, por Odette Alonso 51 La fragilidad del campamento , por Ingrid Solana
52 53
Diarios de bicicleta, por Ana León
54 55
Blitz , por Luis Alberto Arellano En medio de extrañas víctimas , por Joaquín Guillén Márquez
ALACENA 56
PROGRAMA CULTURAL TIERRA ADENTRO
58
Gabriel Zaid: El arte de detenerse a leer mientras se pedalea / De la bicicleta considerada como musa moderna / Bicicletas lisérgicas / José Emilio Pacheco, traductor / Tres inéditos de Salinger Richard McGuire: Todo se mueve mueve en bicicleta
TierraAdentro es una publicación mensual del Consejo Nacional para la Cultura y las
enero 2014 • número 187
WWW.TIERRAADENTRO.CONACULTA.GOB.MX
Artes. Los textos firmados son responsabilidad de su autor. Los editores no comparten necesariamente el punto de vista de los autores. Los títulos de los textos son responsabilidad de los editores. Periodo de exhibición: enero de 2014. Domicilio: Av. Paseo de la Reforma 175, piso 3, colonia Cuauhtémoc, México, Distrito Federal, CP 06500; teléfono: 41550200, ext. 9094; correo electrónico: tierraadentro@conaculta. gob.mx. Editor responsable: Rodrigo Castillo. Publicación registrada en la Dirección de Derechos de Autor de la Secretaría de Educación Pública, con Reserva de Derechos de Título núm. 04-2011-051212064200-102. Certificado de Licitud de Título, núm. 9776. Certificado de Licitud de Contenido, núm. 6837, expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación, ISSN 0185-0938. Impresión: Gráfica, Creatividad y Diseño, S.A. de C.V. Distribución: Educal S.A. de C.V., Avenida Ceylán núm. 450, Colonia Euzkadi, Azcapotzalco, México, Distrito Federal, CP 02660.
Para Gabriel Zaid, que sabe leer en bicicleta, por sus espléndidos ochenta años LA HISTORIA de la bicicleta se remonta a 1696, cuando el matemático francés Jacques Ozanam planteó en sus Récréations Mathématiques et Physics la posibilidad de crear un vehículo capaz de moverse sin caballos, empleando sólo la fuerza de las piernas de su conductor. Un aparato en el que uno podría “ir libremente a donde quisiera” y, al mismo tiempo, hacer un buen ejercicio. Pero no concebía ese aparato aparato con dos, sino con cuatro ruedas, y no imaginaba que su tripulante v iajaba sentado, sino de pie, sobre un par de pedales más cercanos a lo que hoy parecería una escaladora mecánica que al estilizado vehículo al que estamos habituados. Por eso en un comienzo se habló de velocípedo (“pie (“pie rápido”), y sólo hasta 1860 comenzó a utilizarse el término que ahora nos es común, y que no es sino la sucinta descripción de su rasgo principal: dos ruedas que giran. Hoy estamos acostumbrados a ella, pero l a bicicleta es una máquina que parece surgida de un sueño. Los poetas dan cuenta de su nat uraleza fantástica y con todo tino señalan que algo tiene de insecto (Neruda, en su “Oda a la bicicleta”), bicicleta”), algo de quebradiza osamenta (Anne-Marie Coppi, en “Imágenes de la bicicleta”), que es una singular aleación de alambre y viento (Fabio Morábito, en sus “Canciones Defeñas”). Defeñas”). Es un medio de transporte maravilloso, y un extraordinario instrumento para hacer ejercicio, como lo anticipaba Ozanam. Pero también —en la medida en que el pedaleo es lo más parecido al paso, que favorece la meditación—, una magnífica manera de estimular la imaginación y la inteligencia. La bicicleta, dice François Soulages, “es un medio para que el niño salga de la infancia y para que el adulto v uelva a ella.” En nuestros días vemos con regocijo que el uso de la bicicleta es cada vez más popular en todo el mundo. Como en la encantadora sátira de Cortázar (“Progreso era el de antes”), en la que la historia del transporte se cuenta al revés (los aviones de hélice ofrecen más ventajas que los jets, las bicicletas más que los ferrocarriles y los automóviles, y la cima de las formas de locomoción es de nadar y andar a pie), la bicicleta demuestra su clara superioridad como medio de transporte urbano respecto de los automóviles. No sólo no contamina el aire ni satura y deteriora las calles; propicia que la población sea más sana física y mentalmente, que conviva de modo mucho más amable y que sea mucho más disfrutable trasladarse. Si antes, para demeritar a una comunidad pequeña solía decirse que era un “pueblo “pueblo bicicletero”, en nuestros días, ante el caos y destrucción que han producido los automóviles en las ciudades, esa expresión adquiere una resonancia utópica. Ya quisiéramos ver nuestras ciudades llenas de bicicletas —y tanto mejor si estas fuesen propiedad colectiva. En este sentido, hay que subrayar que la bicicleta —o, para decirlo mejor: el ciclismo— entraña muchas cosas: no es sólo una opción de transporte individual, una actividad deportiva, una manera de disfrutar el tiempo de ocio, sino una posibilidad de reconstruir la vida urbana, de hacer vida en común con nuestros vecinos, de ser, contra la grosería del dinero y las imágenes que nos impone, más modestos e ig ualitarios. No es exagerado decir, entonces, que el ciclismo es un humanismo.
Rafael Vargas 2
3
Para Gabriel Zaid, que sabe leer en bicicleta, por sus espléndidos ochenta años LA HISTORIA de la bicicleta se remonta a 1696, cuando el matemático francés Jacques Ozanam planteó en sus Récréations Mathématiques et Physics la posibilidad de crear un vehículo capaz de moverse sin caballos, empleando sólo la fuerza de las piernas de su conductor. Un aparato en el que uno podría “ir libremente a donde quisiera” y, al mismo tiempo, hacer un buen ejercicio. Pero no concebía ese aparato aparato con dos, sino con cuatro ruedas, y no imaginaba que su tripulante v iajaba sentado, sino de pie, sobre un par de pedales más cercanos a lo que hoy parecería una escaladora mecánica que al estilizado vehículo al que estamos habituados. Por eso en un comienzo se habló de velocípedo (“pie (“pie rápido”), y sólo hasta 1860 comenzó a utilizarse el término que ahora nos es común, y que no es sino la sucinta descripción de su rasgo principal: dos ruedas que giran. Hoy estamos acostumbrados a ella, pero l a bicicleta es una máquina que parece surgida de un sueño. Los poetas dan cuenta de su nat uraleza fantástica y con todo tino señalan que algo tiene de insecto (Neruda, en su “Oda a la bicicleta”), bicicleta”), algo de quebradiza osamenta (Anne-Marie Coppi, en “Imágenes de la bicicleta”), que es una singular aleación de alambre y viento (Fabio Morábito, en sus “Canciones Defeñas”). Defeñas”). Es un medio de transporte maravilloso, y un extraordinario instrumento para hacer ejercicio, como lo anticipaba Ozanam. Pero también —en la medida en que el pedaleo es lo más parecido al paso, que favorece la meditación—, una magnífica manera de estimular la imaginación y la inteligencia. La bicicleta, dice François Soulages, “es un medio para que el niño salga de la infancia y para que el adulto v uelva a ella.” En nuestros días vemos con regocijo que el uso de la bicicleta es cada vez más popular en todo el mundo. Como en la encantadora sátira de Cortázar (“Progreso era el de antes”), en la que la historia del transporte se cuenta al revés (los aviones de hélice ofrecen más ventajas que los jets, las bicicletas más que los ferrocarriles y los automóviles, y la cima de las formas de locomoción es de nadar y andar a pie), la bicicleta demuestra su clara superioridad como medio de transporte urbano respecto de los automóviles. No sólo no contamina el aire ni satura y deteriora las calles; propicia que la población sea más sana física y mentalmente, que conviva de modo mucho más amable y que sea mucho más disfrutable trasladarse. Si antes, para demeritar a una comunidad pequeña solía decirse que era un “pueblo “pueblo bicicletero”, en nuestros días, ante el caos y destrucción que han producido los automóviles en las ciudades, esa expresión adquiere una resonancia utópica. Ya quisiéramos ver nuestras ciudades llenas de bicicletas —y tanto mejor si estas fuesen propiedad colectiva. En este sentido, hay que subrayar que la bicicleta —o, para decirlo mejor: el ciclismo— entraña muchas cosas: no es sólo una opción de transporte individual, una actividad deportiva, una manera de disfrutar el tiempo de ocio, sino una posibilidad de reconstruir la vida urbana, de hacer vida en común con nuestros vecinos, de ser, contra la grosería del dinero y las imágenes que nos impone, más modestos e ig ualitarios. No es exagerado decir, entonces, que el ciclismo es un humanismo.
Rafael Vargas 3
2
XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA
Apache. Un pequeño poema western
Parque Morelos, territorio inhóspito. Hogar de oficinistas con vans que se creen superiores a los oficinistas con zapatos. Una banda de cretinos mexicanos de Los Angeles que se cree superior a una banda de cretinos mexicanos de la Calzada. Misma entrañable mierda. Allá voy pedaleando ya dos cuadras lejos de casa. Logré atravesar Angulo un matadero de transeúntes arrollados por la estampida de camiones grises y transportistas esclavizados. Pedaleo. Yo soy soy yo y mi Apache triciclo rojo con tres llantas y una caja de metal la Reina, mi perrita corriente, me acompaña acompaña odia a niños y policías (no sabe lo que soy). Pedaleo. Nada de lo que llevo me salvará la vida: un cuaderno con mi abuelo muerto dibujado y algunos recortes de hostias. Nada de lo que llevo me salvará la vida. Pedaleo. Allá voy a través de San Diego hasta llegar al desierto de grava, afuera de la Cruz Roja. Me introduzco al parque. Pedaleo. Pedaleo. Su centro es un espacio oscuro cielo tapiado de flechas todavía con hojas una pequeña cantina con borrachos que se miran pobres y un futbolito. Pedaleo. Ellos no son oficinistas. Pedaleo. Son desempleados, basureros, jardineros. Pedaleo. El mobiliario: animales de cemento cocodri lo, jirafa, elefante uno que no reconozco. Dejo mi triciclo monto sobre ellos. Cuellos largos, cuellos tiesos, cuellos cansados de tumbar niños hambrientos
por montón. Patas huesudas, abiertas de cabalgarles sus crujientes cabecitas de avellana crujientes cabecitas muertas de nenes olvidados en el IMSS, de nenes no adoptados por mi madre a pesar de sus preguntas sistemáticas. ¿Y vos querés un hermanito? Habría dicho mi madre sudamericana, pero no la mía —pequeña oficinista con zapatos. Que dejaron a un niñito en los cuneros, decía.
Más de alguno habrá quedado con pupilas transparentes bajo lozas transparentes transparentes de plástico que otorga el seguro social gracias a los pagos tripartita. Ojalá no hayan muerto. No aún. Otros habrán llegado a montar este elefante bofo de estómago agujereado (buen escondite) sin colmillos sin orejas memoria de pez A estas bestias hay que saltarles al lomo y recorrerlas recorrerlas una y otra vez, día tras día, como si de eso dependiera no quedarse ahí por siempre, y convertirse convertirse en un oficinista oficinista con vans. vans. ¡A trepar jirafas se ha dicho! A gatas por el lomo lomo de lagartos y a rasparse. Ahora grita el oficinista oficinista mayor, mayor, el gran jefe jefe dice que baje pero no quiero está alto que baje o me baja dispara con su apuntador láser Caigo sobre él y me llevo sus lentes de pasta al piso Reina ladra
4
5
XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA
Apache. Un pequeño poema western
por montón. Patas huesudas, abiertas de cabalgarles sus crujientes cabecitas de avellana crujientes cabecitas muertas de nenes olvidados en el IMSS, de nenes no adoptados por mi madre a pesar de sus preguntas sistemáticas. ¿Y vos querés un hermanito? Habría dicho mi madre sudamericana, pero no la mía —pequeña oficinista con zapatos.
Parque Morelos, territorio inhóspito. Hogar de oficinistas con vans que se creen superiores a los oficinistas con zapatos. Una banda de cretinos mexicanos de Los Angeles que se cree superior a una banda de cretinos mexicanos de la Calzada. Misma entrañable mierda. Allá voy pedaleando ya dos cuadras lejos de casa. Logré atravesar Angulo un matadero de transeúntes arrollados por la estampida de camiones grises y transportistas esclavizados. Pedaleo. Yo soy soy yo y mi Apache triciclo rojo con tres llantas y una caja de metal la Reina, mi perrita corriente, me acompaña acompaña odia a niños y policías (no sabe lo que soy). Pedaleo. Nada de lo que llevo me salvará la vida: un cuaderno con mi abuelo muerto dibujado y algunos recortes de hostias. Nada de lo que llevo me salvará la vida. Pedaleo. Allá voy a través de San Diego hasta llegar al desierto de grava, afuera de la Cruz Roja. Me introduzco al parque. Pedaleo. Pedaleo. Su centro es un espacio oscuro cielo tapiado de flechas todavía con hojas una pequeña cantina con borrachos que se miran pobres y un futbolito. Pedaleo. Ellos no son oficinistas. Pedaleo. Son desempleados, basureros, jardineros. Pedaleo. El mobiliario: animales de cemento cocodri lo, jirafa, elefante uno que no reconozco. Dejo mi triciclo monto sobre ellos. Cuellos largos, cuellos tiesos, cuellos cansados de tumbar niños hambrientos
Que dejaron a un niñito en los cuneros, decía.
Más de alguno habrá quedado con pupilas transparentes bajo lozas transparentes transparentes de plástico que otorga el seguro social gracias a los pagos tripartita. Ojalá no hayan muerto. No aún. Otros habrán llegado a montar este elefante bofo de estómago agujereado (buen escondite) sin colmillos sin orejas memoria de pez A estas bestias hay que saltarles al lomo y recorrerlas recorrerlas una y otra vez, día tras día, como si de eso dependiera no quedarse ahí por siempre, y convertirse convertirse en un oficinista oficinista con vans. vans. ¡A trepar jirafas se ha dicho! A gatas por el lomo lomo de lagartos y a rasparse. Ahora grita el oficinista oficinista mayor, mayor, el gran jefe jefe dice que baje pero no quiero está alto que baje o me baja dispara con su apuntador láser Caigo sobre él y me llevo sus lentes de pasta al piso Reina ladra
4
5
Subo a mi triciclo y aúllo. Pedaleo. Aúllo como nunca lo haré de nuevo nuevo en 25 años. Pedaleo. Pedaleo. El oficinista con vans me insulta y corre detrás blandiendo blandiendo el puño, pedaleo, como en una mala traducción de Dostoievski, pedaleo. Su pie plano y pantalones apretados apretados mis aliados. Pedaleo. Casi nos alcanza. Pedaleo. No miramos atrás. Pedaleo. Hay chamizos cruzándose en nuestro camino ruedas de plástico con figuras geométricas ensamblables para niños con edades de entre 12 y 23 meses de edad girando sin control. Pedaleo. No miramos atrás pero yo miro al lado. Pedaleo. En una banca, una pareja se besa. Pedaleo. No puedo dejar de mirar. Pedaleo. Los ojos cerrados, la mano de él escondida en la espalda de ella, el rostro de ella inexistente. Pedaleo. Pedaleo. Todo Todo es una nuca y cabello negro y espalda blanca y cuatro piernas. Pedaleo. Pedaleo. Demasiado malo para ser mentira. Pedaleo. Pedaleo. No puedo dejar de mirar. Pedaleo. Si no me volteo seré una niña atroz por siempre. Pedaleo. No puedo dejar de mirar. Pedaleo. Me acerco demasiado pedaleo pedaleo pedaleo Apache se vuelca vuelca y caigo. La pareja voltea voltea sorprendida sorprendida y ríe. El oficinista se ha detenido detenido y ríe aún aún más. Mi boca abierta rodilla sangrante cuaderno deshojado Mis pies se contraen zapatos vuelan zapatos de piel de animal cimentado Reina se come los recortes de hostias Las tres ll antas del triciclo giran en el aire y bajo ellas voy pequeño pequeño insecto que antes de morir da la última vuelta al parque patas al cielo. cielo.
Todos los caminos.
6
Llantografía/Papel Amate, 50x30 cm. 2013
7
Subo a mi triciclo y aúllo. Pedaleo. Aúllo como nunca lo haré de nuevo nuevo en 25 años. Pedaleo. Pedaleo. El oficinista con vans me insulta y corre detrás blandiendo blandiendo el puño, pedaleo, como en una mala traducción de Dostoievski, pedaleo. Su pie plano y pantalones apretados apretados mis aliados. Pedaleo. Casi nos alcanza. Pedaleo. No miramos atrás. Pedaleo. Hay chamizos cruzándose en nuestro camino ruedas de plástico con figuras geométricas ensamblables para niños con edades de entre 12 y 23 meses de edad girando sin control. Pedaleo. No miramos atrás pero yo miro al lado. Pedaleo. En una banca, una pareja se besa. Pedaleo. No puedo dejar de mirar. Pedaleo. Los ojos cerrados, la mano de él escondida en la espalda de ella, el rostro de ella inexistente. Pedaleo. Pedaleo. Todo Todo es una nuca y cabello negro y espalda blanca y cuatro piernas. Pedaleo. Pedaleo. Demasiado malo para ser mentira. Pedaleo. Pedaleo. No puedo dejar de mirar. Pedaleo. Si no me volteo seré una niña atroz por siempre. Pedaleo. No puedo dejar de mirar. Pedaleo. Me acerco demasiado pedaleo pedaleo pedaleo Apache se vuelca vuelca y caigo. La pareja voltea voltea sorprendida sorprendida y ríe. El oficinista se ha detenido detenido y ríe aún aún más. Mi boca abierta rodilla sangrante cuaderno deshojado Mis pies se contraen zapatos vuelan zapatos de piel de animal cimentado Reina se come los recortes de hostias Las tres ll antas del triciclo giran en el aire y bajo ellas voy pequeño pequeño insecto que antes de morir da la última vuelta al parque patas al cielo. cielo.
Todos los caminos.
Llantografía/Papel Amate, 50x30 cm. 2013
6
7
LA PLÁTICA OPTIMISTA
VIDAS EN
BICICLETA Una conversción con Ingrid Drexel, Agust ín Monter rubio y Juan Pablo Ramos R amos
8
HAY OBJETOS que transforman la vida al punto de hacer que ésta quede ligada siempre a ellos. La bicicleta, por ejemplo. Sus más fieles usuarios no sólo la consideran como su medio de transporte favorito, sino como una manera de hacer amable el espacio en el que habitan —es decir, como un recurso vital. Por ello quisimos que ocurriera esta conversación entre quienes entienden que hay un antes y un después de los primeros pedaleos. El pasado 11 de noviembre, en una pequeña sala de Reforma 175, Tierra Adentro recibió a la campeona nacional de ciclismo: la neoleonense Indrid Drexel (a quien agradecemos que haya abierto un espacio en su agenda para acompañarnos un día entero en la Ciudad de México), al comunicador, diseñador y empedernido ciclista Agustín Monterrubio (director fundador de las asociaciones civiles Bicitekas y Jinetes Sampleadores de Imágenes, y actual vocero de la organización Bicired) y al pedalero en ciudad Juan Pablo Ramos Ramos (director (director de la revista Cletofilia y Cletofilia y coordinador editorial de las revistas Triathlón Plus y Plus y Shape Shape México). México). Lo que sigue es una versión editada de la charla que esos Adentro, en un tres devotos de la bicicleta sostuvieron para Tierra Adentro, viaje que va de la memoria al presente, de la ciudad a la pista, y de la desordenada convivencia urbana de hoy al modelo de convivencia que plantea de cara al futuro este medio de locomoción.
9
LA PLÁTICA OPTIMISTA
VIDAS EN
BICICLETA Una conversción con Ingrid Drexel, Agust ín Monter rubio y Juan Pablo Ramos R amos
HAY OBJETOS que transforman la vida al punto de hacer que ésta quede ligada siempre a ellos. La bicicleta, por ejemplo. Sus más fieles usuarios no sólo la consideran como su medio de transporte favorito, sino como una manera de hacer amable el espacio en el que habitan —es decir, como un recurso vital. Por ello quisimos que ocurriera esta conversación entre quienes entienden que hay un antes y un después de los primeros pedaleos. El pasado 11 de noviembre, en una pequeña sala de Reforma 175, Tierra Adentro recibió a la campeona nacional de ciclismo: la neoleonense Indrid Drexel (a quien agradecemos que haya abierto un espacio en su agenda para acompañarnos un día entero en la Ciudad de México), al comunicador, diseñador y empedernido ciclista Agustín Monterrubio (director fundador de las asociaciones civiles Bicitekas y Jinetes Sampleadores de Imágenes, y actual vocero de la organización Bicired) y al pedalero en ciudad Juan Pablo Ramos Ramos (director (director de la revista Cletofilia y Cletofilia y coordinador editorial de las revistas Triathlón Plus y Plus y Shape Shape México). México). Lo que sigue es una versión editada de la charla que esos Adentro, en un tres devotos de la bicicleta sostuvieron para Tierra Adentro, viaje que va de la memoria al presente, de la ciudad a la pista, y de la desordenada convivencia urbana de hoy al modelo de convivencia que plantea de cara al futuro este medio de locomoción.
8
Rodrigo Castillo (Tierra Adentro):
Muchas gracias por aceptar la invitación, gracias a por acompañarnos. La idea es que charlemos, que se sientan cómodos, que platiquen alrededor de la bicicleta, cómo es que la utilizan, en tu caso, Ingrid, por ejemplo, como herramienta de trabajo. Hay gente en el D.F., por ejemplo, que se dedica a hacer mensajería en la bicicleta. Contratamos a uno y resultó maravilloso. Creo que las empresas todavía no se acercan con ellos por el asunto de que es peligroso que repartan y los contraten y pueda pasarles algo. Y hay más cosas. Son ustedes gente que está entregada al mundo de la bicicleta y queremos que esta con versación sea completamente libre. También pueden quejarse. Luis Manuel Amador (Tierra Adentro): Habíamos hecho en la Redac-
ción un trabajo en equipo, una relación de puntos que podrían ser preguntas o detonantes sobre qué tiene o cómo se relaciona la bicicleta en la vida de cada uno de nosotros y también de ustedes, que están específicamente ligados a un asunto de la bicicleta. Por un lado, Ingrid es una corredora profesional tanto como de ruta como de pista. Por lo menos hasta 2012 se había agenciado casi 40 medallas de oro para Nuevo León y alguna s de plata. plata. Nos honra mucho que hayas aceptado venir a platicar sabemos que estás súper ocupada, gracias por tu tiempo en el uso de la agenda. También ustedes, Juan Pablo y Agustín, están estrechamente ligados a la vida en bicicleta. Lo que queríamos saber es, como primer punto, de manera personal sobre todo y profesional, qué representa para cada uno de ustedes, con todo lo que implica representar, la bicicleta. Cuánta importancia tiene 10
9
en su vida diaria, dedicándose a lo ser como un juego y una forma de que hacen y en qué momento co- descubrir el mundo ahora también menzó a significar algo para ustedes es una manera de lucha. en la vida. Juan Pablo Ramos: Mi primer Ingrid Drexel: Yo empecé con la acercamiento fue el más fuerte al bicicleta a los siete años. Desde en- principio, de forma deportiva como tonces creo que me marcó la vida a los trece años empecé a hacer ciporque no la dejé. Antes de empezar clismo de montaña. Soy de Tehuacon el ciclismo estuve en todos los cán, Puebla, y hay muchos cerros, lo deportes imaginables y ninguno me cual es una maravilla. Desde enllamaba la atención. Empecé con la tonces y hasta que me fui a la unibicicleta primero por diversión o versidad a los dieciocho dieciocho años viví en hobby. Conforme fue pasando el tiem- el cerro. Después, en la universidad po la cosa se empezó a poner más estuve cinco años sin usarla (estudié seria: competencias nacionales, in- Ciencias de la Comunicación) pero ternacionales. Ahora la bicicleta es ahí se fue forjando otro interés: trabami herramienta de trabajo, represen- jar en medios, principalmente impreta mi prioridad cada día. También sos. Cuando me vine a la Ciudad de la uso como medio de transporte México comencé a trabajar en una edipara moverme desde mi casa al área torial a hacer una revista de ciclismo de entrenamiento, en vez de irme (Bike donde estuve como corrector en automóvil, la uso para transpor- de estilo y luego como redactor). Cotarme e igualmente para entrenar y menzando a ver los movimientos cumplir con mis objetivos. ciclistas urbanos me surgió la inquietud con otros compañeros de hacer Agustín Monterrubio: Gracias un medio especializado o enfocado a por la invitación. Para mí la bicicleta hablar de lo que estaba sucediendo representa libertad y diversión. Re- en la ciudad y así fue como hicimos cuerdo que mi primera bicicleta era Cletofilia hace cuatro años y ahora la una Vagabundo, y para mí era un ca- bicicleta es además de mi medio de ballo. Yo salía a mi pueblo, dentro transporte (porque comencé a conde la gran ciudad, lleno de calles vencerme a mí mismo de que era empedradas, que era Santa Úrsula la mejor forma de desplazarme en la Coapa, en Coyoacán. Mi sensación ciudad) uno de mis trabajos princiera que fue mi aliada para ser inde- pales. Edito otras revistas pero este pendiente. Yo dormía amarrado a es un proyecto personal. Así que la ella, como una conexión, una for- bici está sumamente presente en mi ma de descubrir el mundo. Siento vida cotidiana. que desde ese momento comenzó Castillo: ¿Y de ese convencimiento a cobrar significado. Pero cuando la comencé a usar de forma utilitaria personal se ha logrado algo? ¿An vi que en lugar de ir apretado, in- dar en bicicleta en la ciudad les ha cómodo, en un microbús, podía ir ayudado a tener el convencimiento divertido, haciendo ejercicio y veloz. pleno de que es el transporte que Fue cuando descubrí lo que ahora quieren utilizar? también es una manera de lucha por Ramos: Sí, definitivamente, cada cambiar las ciudades, de pensar en el medio ambiente: qué estamos res- día me convence más. No estoy en pirando y qué estamos haciendo; de contra de otros medios de transporte
Juan Pablo Ramos, Ingrid Drexel y Agustín Monterrubio. Fotografía: Archivo Tierra Adentro, L.M.A.
(cuando tengo que llevar cargas, por ejemplo).
Drexel : Todos tenían un pero…
Monterrubio: Un pero y un miedo O cuando llueve también. Yo balanceaba lo que me mucho, se puede contrarrestar con hacía sentir irme en bici o irme en buen equipo, pero no es igual. el metro y prefería siempre hacerles un poquito más de tiempo pero lleRamos: Digo cargas, pero en lo gar en bici y llegar contento y llegar personal, si tienes que llevar un mue- como con buena actitud. Creo que ble o revistas o vas con un grupo de se ha podido desde hace mucho. amigos que no tienen bici, dices: ¡No!, De hecho, el momento ciclista de la me voy en coche. Pero en tus activida- Ciudad de México son los años 80, des: ir al banco, ver a un cliente, ir a cuando Greenpeace junto con la una entrevista, te mueves en la bici, Fundación Arturo Rosenblueth hila ciudad se te hace más pequeña. cieron un movimiento y traían toda una campaña para que los automoviMonterrubio: Yo empecé cuando listas voltearan a ver cuando abrían me movía en bici. Venía de Santa la puerta, que las coladeras en lugar Úrsula a la Roma, trabajaba y todo de ser paralelas a las calles fueran mundo me decía: “pero va a llover”, perpendiculares… En la ciudad de “te van a robar”, “vas a llegar suda- México hay una historia de lucha do”, todos tenían un pretexto. por espacios ciclistas y la ciudad no Monterrubio:
es tan complicada como otras ciudades para andar en bici: hay espacios, es plana, el clima es agradable. Madrid, por ejemplo, es complicada de verdad; los carriles son pequeños y sólo pasa el coche; si te metes, si se te ocurre meterte, estás “pecando”. En la Ciudad de México creo que es posible. El clima y otras cosas se prestan para que normalmente lo hagamos. Castillo: A pesar de que la ciudad es complicadísima por el nivel de automóviles que hay. Ramos: A veces esa cantidad te hace más fácil rodar y avanzar porque no se mueven los autos. Más bien, adaptándote a esta falta de infraestructura te queda bien porque no avanzan, vas tranquilo. Si te metes 11
Rodrigo Castillo (Tierra Adentro):
Muchas gracias por aceptar la invitación, gracias a por acompañarnos. La idea es que charlemos, que se sientan cómodos, que platiquen alrededor de la bicicleta, cómo es que la utilizan, en tu caso, Ingrid, por ejemplo, como herramienta de trabajo. Hay gente en el D.F., por ejemplo, que se dedica a hacer mensajería en la bicicleta. Contratamos a uno y resultó maravilloso. Creo que las empresas todavía no se acercan con ellos por el asunto de que es peligroso que repartan y los contraten y pueda pasarles algo. Y hay más cosas. Son ustedes gente que está entregada al mundo de la bicicleta y queremos que esta con versación sea completamente libre. También pueden quejarse. Luis Manuel Amador (Tierra Adentro): Habíamos hecho en la Redac-
ción un trabajo en equipo, una relación de puntos que podrían ser preguntas o detonantes sobre qué tiene o cómo se relaciona la bicicleta en la vida de cada uno de nosotros y también de ustedes, que están específicamente ligados a un asunto de la bicicleta. Por un lado, Ingrid es una corredora profesional tanto como de ruta como de pista. Por lo menos hasta 2012 se había agenciado casi 40 medallas de oro para Nuevo León y alguna s de plata. plata. Nos honra mucho que hayas aceptado venir a platicar sabemos que estás súper ocupada, gracias por tu tiempo en el uso de la agenda. También ustedes, Juan Pablo y Agustín, están estrechamente ligados a la vida en bicicleta. Lo que queríamos saber es, como primer punto, de manera personal sobre todo y profesional, qué representa para cada uno de ustedes, con todo lo que implica representar, la bicicleta. Cuánta importancia tiene
en su vida diaria, dedicándose a lo ser como un juego y una forma de que hacen y en qué momento co- descubrir el mundo ahora también menzó a significar algo para ustedes es una manera de lucha. en la vida. Juan Pablo Ramos: Mi primer Ingrid Drexel: Yo empecé con la acercamiento fue el más fuerte al bicicleta a los siete años. Desde en- principio, de forma deportiva como tonces creo que me marcó la vida a los trece años empecé a hacer ciporque no la dejé. Antes de empezar clismo de montaña. Soy de Tehuacon el ciclismo estuve en todos los cán, Puebla, y hay muchos cerros, lo deportes imaginables y ninguno me cual es una maravilla. Desde enllamaba la atención. Empecé con la tonces y hasta que me fui a la unibicicleta primero por diversión o versidad a los dieciocho dieciocho años viví en hobby. Conforme fue pasando el tiem- el cerro. Después, en la universidad po la cosa se empezó a poner más estuve cinco años sin usarla (estudié seria: competencias nacionales, in- Ciencias de la Comunicación) pero ternacionales. Ahora la bicicleta es ahí se fue forjando otro interés: trabami herramienta de trabajo, represen- jar en medios, principalmente impreta mi prioridad cada día. También sos. Cuando me vine a la Ciudad de la uso como medio de transporte México comencé a trabajar en una edipara moverme desde mi casa al área torial a hacer una revista de ciclismo de entrenamiento, en vez de irme (Bike donde estuve como corrector en automóvil, la uso para transpor- de estilo y luego como redactor). Cotarme e igualmente para entrenar y menzando a ver los movimientos cumplir con mis objetivos. ciclistas urbanos me surgió la inquietud con otros compañeros de hacer Agustín Monterrubio: Gracias un medio especializado o enfocado a por la invitación. Para mí la bicicleta hablar de lo que estaba sucediendo representa libertad y diversión. Re- en la ciudad y así fue como hicimos cuerdo que mi primera bicicleta era Cletofilia hace cuatro años y ahora la una Vagabundo, y para mí era un ca- bicicleta es además de mi medio de ballo. Yo salía a mi pueblo, dentro transporte (porque comencé a conde la gran ciudad, lleno de calles vencerme a mí mismo de que era empedradas, que era Santa Úrsula la mejor forma de desplazarme en la Coapa, en Coyoacán. Mi sensación ciudad) uno de mis trabajos princiera que fue mi aliada para ser inde- pales. Edito otras revistas pero este pendiente. Yo dormía amarrado a es un proyecto personal. Así que la ella, como una conexión, una for- bici está sumamente presente en mi ma de descubrir el mundo. Siento vida cotidiana. que desde ese momento comenzó Castillo: ¿Y de ese convencimiento a cobrar significado. Pero cuando la comencé a usar de forma utilitaria personal se ha logrado algo? ¿An vi que en lugar de ir apretado, in- dar en bicicleta en la ciudad les ha cómodo, en un microbús, podía ir ayudado a tener el convencimiento divertido, haciendo ejercicio y veloz. pleno de que es el transporte que Fue cuando descubrí lo que ahora quieren utilizar? también es una manera de lucha por Ramos: Sí, definitivamente, cada cambiar las ciudades, de pensar en el medio ambiente: qué estamos res- día me convence más. No estoy en pirando y qué estamos haciendo; de contra de otros medios de transporte
Juan Pablo Ramos, Ingrid Drexel y Agustín Monterrubio. Fotografía: Archivo Tierra Adentro, L.M.A.
(cuando tengo que llevar cargas, por ejemplo).
Drexel : Todos tenían un pero…
Monterrubio: Un pero y un miedo O cuando llueve también. Yo balanceaba lo que me mucho, se puede contrarrestar con hacía sentir irme en bici o irme en buen equipo, pero no es igual. el metro y prefería siempre hacerles un poquito más de tiempo pero lleRamos: Digo cargas, pero en lo gar en bici y llegar contento y llegar personal, si tienes que llevar un mue- como con buena actitud. Creo que ble o revistas o vas con un grupo de se ha podido desde hace mucho. amigos que no tienen bici, dices: ¡No!, De hecho, el momento ciclista de la me voy en coche. Pero en tus activida- Ciudad de México son los años 80, des: ir al banco, ver a un cliente, ir a cuando Greenpeace junto con la una entrevista, te mueves en la bici, Fundación Arturo Rosenblueth hila ciudad se te hace más pequeña. cieron un movimiento y traían toda una campaña para que los automoviMonterrubio: Yo empecé cuando listas voltearan a ver cuando abrían me movía en bici. Venía de Santa la puerta, que las coladeras en lugar Úrsula a la Roma, trabajaba y todo de ser paralelas a las calles fueran mundo me decía: “pero va a llover”, perpendiculares… En la ciudad de “te van a robar”, “vas a llegar suda- México hay una historia de lucha do”, todos tenían un pretexto. por espacios ciclistas y la ciudad no Monterrubio:
es tan complicada como otras ciudades para andar en bici: hay espacios, es plana, el clima es agradable. Madrid, por ejemplo, es complicada de verdad; los carriles son pequeños y sólo pasa el coche; si te metes, si se te ocurre meterte, estás “pecando”. En la Ciudad de México creo que es posible. El clima y otras cosas se prestan para que normalmente lo hagamos. Castillo: A pesar de que la ciudad es complicadísima por el nivel de automóviles que hay. Ramos: A veces esa cantidad te hace más fácil rodar y avanzar porque no se mueven los autos. Más bien, adaptándote a esta falta de infraestructura te queda bien porque no avanzan, vas tranquilo. Si te metes
10
11
a una avenida donde van rápido y no hay luz o no hay iluminación ni tampoco un carril confinado, eso sí es ponerte en riesgo.
porque si no, no funciona como debe ni da uno su mejor rendimiento. Eso es en las mañanas y en las tardes si tenemos doble sesión la vol vemos a usar, y si no pues pues tenerla bien Monterrubio: Yo creo que aquí las cuidada porque la verdad también es complicaciones son las barreras urba- como un vehículo, le tienes que estar nas. También todas las supervías repri- dando mantenimiento. midas, periféricos, y todas esas obras Castillo: ¿Tu que no están pensadas para que pase ¿Tu bicicleta es muy cara ? un peatón o un ciclista. Esas sí me Drexel : Sí. parecen barreras. Hay zonas que son
muy pesada, constante y de muchos sacrificios y esfuerzos, etcétera, llega un punto en que explotas y te hartas porque tu cuerpo también se agota de tanta carga. En esos momentos es cuando no quieres ver una bicicleta. Al menos yo, después de dos tres días de que me dicen: “está bien, descansa”, ya la quiero otra vez. Entonces tiene sus etapas de que no la quiero ni ver, pero dura poquito. Castillo:
De hecho, el momento ciclista de la Ciudad de México son los años 80, cuando Greenpeace junto con la Fundación Arturo Rosenblueth hicieron un movimiento y traían toda una campaña para que los automovilistas voltearan a ver cuando abrían la puerta, que las coladeras en lugar de ser paralelas a las calles fueran perpendiculares… infranqueables si no tienes bien puesto tu casco y el ánimo debido. Creo que también la ciudad impone barreras de construcción de elementos que han sido pensados para el auto.
Castllo:
Ramos:
Creo que es la edad en la que más desertan, ¿no? Tengo una Felt y una Fuji. Drexel :
Monterrubio: ¿Y le metes mano?
Ya que están con la bici todo el tiempo, ¿cómo es una jornada de ustedes o de cada uno acompañado de su bici, desde que se despiertan?
Amador:
Drexel :
Yo me levanto en la mañana a desayunar. Lo primero que hago es entrenar, aproximadamente entre cinco horas y o cinco horas y media. Todo el tiempo acompañada de mi bicicleta. Llego a la casa, la re viso, la lavo, le doy mantenimiento. Reviso siempre que todo esté bien 12
Drexel : Cuando tenía quince años. Estaba en mi primera etapa de esos viajes de quince años que a las amigas les dan como vacaciones. Nosotros no tenemos vacaciones y no podemos salir. Entonces me invitaban y yo decía “Ay, es que no puedo”. Ni un día con las amigas de mi infancia. No puedo esto y no puedo aquello, y no puedo nada. Ahí fue donde exploté y dije “¡Hasta aquí! Ya no quiero”. La hice a un lado y me aventé como tres meses de descanso y dudaba: “regreso o no regreso, regreso o no reg reso”.
Castillo: Una pregunta que quiero hacerte, más en el plano personal: ¿te has imaginado sin la bicicleta?, ¿has pensado qué sería de ti si no fueras una campeona o si fueras ciclista pero no hubieras alcanzado el éxito que tienes? Drexel: Pues no sé, a lo mejor no seguiría en este deporte porque mi amor también se fue agrandando por el hecho que fui exitosa o me iba bien. Me gusta ser una persona exitosa y ganar. Creo que es lo que quiere todo deportista. No sé. Por algo las cosas se me dieron y a hí la llevo. Pero cuando me he imaginado sin una bicicleta es cuando yo haya cumplido todas mis metas, mis objetivos, lo que quiero lograr. Guardo la bicicleta pero la de alto rendimiento, deportiva, porque ob viamente en lo libre andaré andaré de hobbie o para transportarme. Me veo así cuando cumpla todo. Quiero formar una familia y esas cosas, y cargando una bicicleta es muy arriesgado.
¿Qué tipo de bicicleta
tienes? Drexel :
¿En qué momento sentiste que odiaste más a la bicicleta?
Hay que hacer cosas diferentes y con algo que te gusta.
Drexel: Sí. No soy tan experta pero sí me gusta moverle y sí sé. Pero cuando necesita un mantenimiento más profundo la llevo a una tienda a que la desarmen y le den servicio, pero por lo general si sé y me gusta moverle. Castillo: ¿Has tenido en algún momento una relación de odio con la bicicleta? Drexel : Sí. Nosotros como competidores, como llevamos una vida
Sí, la plena etapa de adolescencia. Si la pasaste, ya la hiciste, pero si no… Monterrubio: ¿Y aprovechaste ese tiempo para pasear? Drexel : Sí, fui a mil viajes, hice de todo. Obviamente, después de eso piensas “fiestas siempre habrá”, “viajes siempre habrá”, pero no es lo mismo, por la satisfacción que ganas después de todo el sacrificio. Sí con mis amigas que siempre van a fiestas y el antro, pero para mí era simple estar así, en lo mismo. ¡Qué flojera!
Castillo: ¿Y cuál es tu objetivo?
la tenemos muy segura. Por mi casa meterme a un lugar rudo y así nadie tenemos una bodega con llave don- la pela. Esa es una buena estrategia. de guardamos las bicicletas porque yo tengo varias bicis y mi mamá y Ramos: A mí, jamás. Estoy limmi papá también. Gracias al cielo pio. Por ahora. nunca ha pasado nada y cuando viajamos siempre la tenemos muy segueditor Castillo: Juan Pablo, como editor ra. También hay que estar siempre de una revista de bicicletas, ¿en qué cuidándola. Si vamos a hoteles y no momento te fijaste que era momento dejan subirla al cuarto, nos la asegu- de hacer una revista así, exclusiva, ran o firmamos algo extra que diga una revista nicho? Ese nicho es, obque si les pasa algo es su responsabi- viamente, comercial. La bicicleta bicicleta es lidad, pero nunca hemos tenido ese en parte lo mismo. tipo de problemas por el hecho de que nos roben. Ramos: Primero, porque me encantaba leer revistas de bicis. Antes ¿Tus papás t e indu- de trabajar en Bike yo compraba la Monterrubio: ¿Tus jeron? edición de Bike España Drexel: Yo a ellos. Mi mamá, cuando era joven, hacía triatlón, que de alguna manera involucraba bicicleta. Pero cuando yo empecé, mis papás se empezaron a interesar. Mi papá nadaba mucho y compró una bicicleta. Ahora tiene su grupo. Siempre anda en bici y mi mamá y un tío también; gente cercana a mí se está interesando… Amador: ¿Y a ustedes dos, les han robado la bicicleta?
Drexel : Obviamente una medaMonterrubio: Yo, la verdad, no lla olímpica. Ya tuve la oportuni- he perdido una bici en la calle nunca. dad de estar en los juegos olímpicos Nadie me ha robado, sino en mi donde no hice lo que hubiera querido casa, donde rento. Gente que llega porque tuve un accidente, pero quie- a pedir un cable, de otros departaro ir a unos juegos olímpicos no mentos. Ahí dejo mis bicis y tengo para decir “fui a los juegos olímpi- ya varias que me han robado. Lo que cos” sino para estar satisfecha con hago con este tema, como dicen en los resultados y con lo que yo hice, Colombia: “nunca doy papaya”, no obviamente traer una medalla, ese me confío. Me parece que los robos es mi objetivo. comienzan cuanto te confías. Siempre se la dejo a alguien y le digo: “us Amador: ¿Y te han robado una ted se hace responsable y le doy lo bicicleta? que sea, no importa”. O la llevo conmigo, o llevo mi candado de cripDrexel: No, por suerte nunca me tonita, y ya. La dejo donde sea. O han robado una bicicleta. Siempre traigo conmigo una bici vieja si voy a
Amador: ¿Quién edita Bike? Ramos: Motorpress, que es alemana. En México la hace Editorial Televisa. Estamos ahorrando para comprarla ahora, pero primero tenemos que invertir en nosotros (risas). Leía esa revista y estaba muy clavado en ciclismo de montaña. Esa era “la” revista junto a Sólo bici. Yo sabía que había gente que compraba esa revista de ciclismo y que había más gente a la que le interesaba conocer más marcas y accesorios. Cuando empecé a ver lo que hacían en la ciudad noté que era diferente. Todavía sigo aprendiendo mucho de cómo es el ciclista urbano: en realidad muchas veces no se f ija en la bicicleta sino lo que hay alrededor de ella. Entonces, pensamos en hacer un balance e intentamos decirle y enseñarles marcas, distintos tipos de bici, precios, porque eso también ayuda a que se tenga una cultura, pero sí a ofrecerles lo que ellos buscan. Si ya se compraron una bici, muchas veces ya no se compran una en cinco, siete años, o en toda su vida. Si tienen su bici con la que se mueven, seguro la van a adorar hasta la tumba. Entonces, 13
a una avenida donde van rápido y no hay luz o no hay iluminación ni tampoco un carril confinado, eso sí es ponerte en riesgo.
porque si no, no funciona como debe ni da uno su mejor rendimiento. Eso es en las mañanas y en las tardes si tenemos doble sesión la vol vemos a usar, y si no pues pues tenerla bien Monterrubio: Yo creo que aquí las cuidada porque la verdad también es complicaciones son las barreras urba- como un vehículo, le tienes que estar nas. También todas las supervías repri- dando mantenimiento. midas, periféricos, y todas esas obras Castillo: ¿Tu que no están pensadas para que pase ¿Tu bicicleta es muy cara ? un peatón o un ciclista. Esas sí me Drexel : Sí. parecen barreras. Hay zonas que son
muy pesada, constante y de muchos sacrificios y esfuerzos, etcétera, llega un punto en que explotas y te hartas porque tu cuerpo también se agota de tanta carga. En esos momentos es cuando no quieres ver una bicicleta. Al menos yo, después de dos tres días de que me dicen: “está bien, descansa”, ya la quiero otra vez. Entonces tiene sus etapas de que no la quiero ni ver, pero dura poquito. Castillo:
De hecho, el momento ciclista de la Ciudad de México son los años 80, cuando Greenpeace junto con la Fundación Arturo Rosenblueth hicieron un movimiento y traían toda una campaña para que los automovilistas voltearan a ver cuando abrían la puerta, que las coladeras en lugar de ser paralelas a las calles fueran perpendiculares… infranqueables si no tienes bien puesto tu casco y el ánimo debido. Creo que también la ciudad impone barreras de construcción de elementos que han sido pensados para el auto.
Castllo:
Ramos:
Creo que es la edad en la que más desertan, ¿no? Tengo una Felt y una Fuji. Drexel :
Monterrubio: ¿Y le metes mano?
Ya que están con la bici todo el tiempo, ¿cómo es una jornada de ustedes o de cada uno acompañado de su bici, desde que se despiertan?
Amador:
Drexel :
Yo me levanto en la mañana a desayunar. Lo primero que hago es entrenar, aproximadamente entre cinco horas y o cinco horas y media. Todo el tiempo acompañada de mi bicicleta. Llego a la casa, la re viso, la lavo, le doy mantenimiento. Reviso siempre que todo esté bien
Drexel : Cuando tenía quince años. Estaba en mi primera etapa de esos viajes de quince años que a las amigas les dan como vacaciones. Nosotros no tenemos vacaciones y no podemos salir. Entonces me invitaban y yo decía “Ay, es que no puedo”. Ni un día con las amigas de mi infancia. No puedo esto y no puedo aquello, y no puedo nada. Ahí fue donde exploté y dije “¡Hasta aquí! Ya no quiero”. La hice a un lado y me aventé como tres meses de descanso y dudaba: “regreso o no regreso, regreso o no reg reso”.
Castillo: Una pregunta que quiero hacerte, más en el plano personal: ¿te has imaginado sin la bicicleta?, ¿has pensado qué sería de ti si no fueras una campeona o si fueras ciclista pero no hubieras alcanzado el éxito que tienes? Drexel: Pues no sé, a lo mejor no seguiría en este deporte porque mi amor también se fue agrandando por el hecho que fui exitosa o me iba bien. Me gusta ser una persona exitosa y ganar. Creo que es lo que quiere todo deportista. No sé. Por algo las cosas se me dieron y a hí la llevo. Pero cuando me he imaginado sin una bicicleta es cuando yo haya cumplido todas mis metas, mis objetivos, lo que quiero lograr. Guardo la bicicleta pero la de alto rendimiento, deportiva, porque ob viamente en lo libre andaré andaré de hobbie o para transportarme. Me veo así cuando cumpla todo. Quiero formar una familia y esas cosas, y cargando una bicicleta es muy arriesgado.
¿Qué tipo de bicicleta
tienes? Drexel :
¿En qué momento sentiste que odiaste más a la bicicleta?
Hay que hacer cosas diferentes y con algo que te gusta.
Drexel: Sí. No soy tan experta pero sí me gusta moverle y sí sé. Pero cuando necesita un mantenimiento más profundo la llevo a una tienda a que la desarmen y le den servicio, pero por lo general si sé y me gusta moverle. Castillo: ¿Has tenido en algún momento una relación de odio con la bicicleta? Drexel : Sí. Nosotros como competidores, como llevamos una vida
Sí, la plena etapa de adolescencia. Si la pasaste, ya la hiciste, pero si no… Monterrubio: ¿Y aprovechaste ese tiempo para pasear? Drexel : Sí, fui a mil viajes, hice de todo. Obviamente, después de eso piensas “fiestas siempre habrá”, “viajes siempre habrá”, pero no es lo mismo, por la satisfacción que ganas después de todo el sacrificio. Sí con mis amigas que siempre van a fiestas y el antro, pero para mí era simple estar así, en lo mismo. ¡Qué flojera!
Castillo: ¿Y cuál es tu objetivo?
la tenemos muy segura. Por mi casa meterme a un lugar rudo y así nadie tenemos una bodega con llave don- la pela. Esa es una buena estrategia. de guardamos las bicicletas porque yo tengo varias bicis y mi mamá y Ramos: A mí, jamás. Estoy limmi papá también. Gracias al cielo pio. Por ahora. nunca ha pasado nada y cuando viajamos siempre la tenemos muy segueditor Castillo: Juan Pablo, como editor ra. También hay que estar siempre de una revista de bicicletas, ¿en qué cuidándola. Si vamos a hoteles y no momento te fijaste que era momento dejan subirla al cuarto, nos la asegu- de hacer una revista así, exclusiva, ran o firmamos algo extra que diga una revista nicho? Ese nicho es, obque si les pasa algo es su responsabi- viamente, comercial. La bicicleta bicicleta es lidad, pero nunca hemos tenido ese en parte lo mismo. tipo de problemas por el hecho de que nos roben. Ramos: Primero, porque me encantaba leer revistas de bicis. Antes ¿Tus papás t e indu- de trabajar en Bike yo compraba la Monterrubio: ¿Tus jeron? edición de Bike España Drexel: Yo a ellos. Mi mamá, cuando era joven, hacía triatlón, que de alguna manera involucraba bicicleta. Pero cuando yo empecé, mis papás se empezaron a interesar. Mi papá nadaba mucho y compró una bicicleta. Ahora tiene su grupo. Siempre anda en bici y mi mamá y un tío también; gente cercana a mí se está interesando… Amador: ¿Y a ustedes dos, les han robado la bicicleta?
Drexel : Obviamente una medaMonterrubio: Yo, la verdad, no lla olímpica. Ya tuve la oportuni- he perdido una bici en la calle nunca. dad de estar en los juegos olímpicos Nadie me ha robado, sino en mi donde no hice lo que hubiera querido casa, donde rento. Gente que llega porque tuve un accidente, pero quie- a pedir un cable, de otros departaro ir a unos juegos olímpicos no mentos. Ahí dejo mis bicis y tengo para decir “fui a los juegos olímpi- ya varias que me han robado. Lo que cos” sino para estar satisfecha con hago con este tema, como dicen en los resultados y con lo que yo hice, Colombia: “nunca doy papaya”, no obviamente traer una medalla, ese me confío. Me parece que los robos es mi objetivo. comienzan cuanto te confías. Siempre se la dejo a alguien y le digo: “us Amador: ¿Y te han robado una ted se hace responsable y le doy lo bicicleta? que sea, no importa”. O la llevo conmigo, o llevo mi candado de cripDrexel: No, por suerte nunca me tonita, y ya. La dejo donde sea. O han robado una bicicleta. Siempre traigo conmigo una bici vieja si voy a
Amador: ¿Quién edita Bike? Ramos: Motorpress, que es alemana. En México la hace Editorial Televisa. Estamos ahorrando para comprarla ahora, pero primero tenemos que invertir en nosotros (risas). Leía esa revista y estaba muy clavado en ciclismo de montaña. Esa era “la” revista junto a Sólo bici. Yo sabía que había gente que compraba esa revista de ciclismo y que había más gente a la que le interesaba conocer más marcas y accesorios. Cuando empecé a ver lo que hacían en la ciudad noté que era diferente. Todavía sigo aprendiendo mucho de cómo es el ciclista urbano: en realidad muchas veces no se f ija en la bicicleta sino lo que hay alrededor de ella. Entonces, pensamos en hacer un balance e intentamos decirle y enseñarles marcas, distintos tipos de bici, precios, porque eso también ayuda a que se tenga una cultura, pero sí a ofrecerles lo que ellos buscan. Si ya se compraron una bici, muchas veces ya no se compran una en cinco, siete años, o en toda su vida. Si tienen su bici con la que se mueven, seguro la van a adorar hasta la tumba. Entonces, 13
12
¿qué les ofreces?: rutas, lugares qué visitar, libros qué leer. Incluso, tenemos una sección donde Armando Vega Gil escribe cuentos, una noveleta por capítulos. Hablamos todo sobre el tema de la bici y, más bien, con todo lo que se puede mover alrededor de este medio de transporte. Así, el subtítulo de la revista conlleva ciclismo urbano y estilo de vida. Eso es invocador. Castillo : Agustín, ustedes en Bicitekas también tienen una parte editorial, libros que regalan con licencia Creative Commons, como el pdf que nos encontramos del libro Mi ciudad en bicicleta. También el nuevo texto de Ivan Ilich. ¿Cómo dan con estos temas de la bicicleta si están tan cargados en la literatura? ¿A alguno de ustedes le interesa las artes? Monterrubio: Comenzamos con una revista hace quince años (soy diseñador). En ese momento estaba un reportero de Bélgica que era corresponsal en México. Desde el primer momento nos dimos cuenta de que el arte era importante si queremos influir. Fuimos a ver al delegado de la Cuauhtémoc para proponer una ruta de ciclovías. Él nos recibió y dijo “claro sólo convenzan a los ve cinos y vayan a algunas reuniones, que son lo más d ifícil”. Pensé ¿cómo le hacemos? Hagamos una revista y repartámosla con todos los vecinos que están alrededor de la futura ciclovía. Inventábamos fotonovelas, invitábamos a que la gente escribiera, estuvimos siempre identificando a autores. Por ejemplo Waldo Frank, que escribía de temas sobre cómo modificaba la velocidad el hecho de los coches, cómo modificaba el pensamiento de los ciudadanos. Rescatando textos y modificando cosas, se nos ocurrió que era la forma de llegar a más gente, convencer. Fue
como una bola de nieve como empezó la revista. Nos desgastaron y la ciclopista jamás se hizo. Nos dimos cuenta de que había que hacer más sacrificios. Para qué queríamos una ciclopista si nadie la iba a usar. Necesitábamos a gente pedaleando en la calle. Entonces hicimos el paseo nocturno, y se empezó a volver una masa, una escuelita de ciclistas urbanos. Desde el principio empezamos con una onda de publicar. A la
Esas son las cosas que trascienden y logran algo. Amador: ¿Y cómo ven, en el presente que les toca vivir como personas involucradas en el ciclismo, cómo era antes y cómo ven que se proyecta hacia el futuro?, ¿hay un buen destino para este proyecto y forma de vida c on la bicicleta? ¿Ha mejorado la convivencia entre el ciclista y su entorno desde otros años con la pre-
Fuimos a ver al delegado de la Cuauhtémoc para proponer una ruta de ciclovías. Él nos recibió y dijo “claro sólo convenz an a los ve cinos y vayan a algunas reuniones, que son lo más difícil”. Pensé ¿cómo le hacemos? Hagamos una revista y repartámosla con todos los vecinos que están alrededor de la futura ciclovía. gente, en el momento en que lo veía impreso le parecía posible y real. No existió la ciclopista pero lo vieron factible como un proyecto. El periódico Reforma hizo una infografía. La gente decía “¡Ah!, me late”. Un abogado vio esa revista y empezó a dejar su coche, luego se hizo promotor del tema. Se hizo el abocleto de la banda. Una vez se vistió de azteca. Él fue el biciteca. La cultura siempre era el cometido y puede ser un gran asunto involucrarla para poder llegar a las personas de otras formas, no sólo con datos duros. Jugar un poco, involucrar a las personas con performances, acciones. Una vez convocamos y llegaron siete personas y esas siete nos subimos al segundo piso a protestar en un performance urbano.
sencia o acompañamiento de este medio de locomoción? ¿ha habido un cambio? ¿En el caso del deporte, hay más apoyo para la gente que quiere dedicarse al ciclismo de manera profesional? Drexel: En ese campo sí ha mejorado, por parte de las instituciones ya sean estatale s o nacionales. Ha crecido mucho el ciclismo profesional. En el mundo del ciclismo ha crecido todo. Pero creo que más bien se trata de un asunto de ciclismo urbano. Castillo : Cuando mencionas la palabra ciclismo, en tu caso Ingrid, te refieres al asunto profesional de la bicicleta o la competencia, pero 15
¿qué les ofreces?: rutas, lugares qué visitar, libros qué leer. Incluso, tenemos una sección donde Armando Vega Gil escribe cuentos, una noveleta por capítulos. Hablamos todo sobre el tema de la bici y, más bien, con todo lo que se puede mover alrededor de este medio de transporte. Así, el subtítulo de la revista conlleva ciclismo urbano y estilo de vida. Eso es invocador. Castillo : Agustín, ustedes en Bicitekas también tienen una parte editorial, libros que regalan con licencia Creative Commons, como el pdf que nos encontramos del libro Mi ciudad en bicicleta. También el nuevo texto de Ivan Ilich. ¿Cómo dan con estos temas de la bicicleta si están tan cargados en la literatura? ¿A alguno de ustedes le interesa las artes? Monterrubio: Comenzamos con una revista hace quince años (soy diseñador). En ese momento estaba un reportero de Bélgica que era corresponsal en México. Desde el primer momento nos dimos cuenta de que el arte era importante si queremos influir. Fuimos a ver al delegado de la Cuauhtémoc para proponer una ruta de ciclovías. Él nos recibió y dijo “claro sólo convenzan a los ve cinos y vayan a algunas reuniones, que son lo más d ifícil”. Pensé ¿cómo le hacemos? Hagamos una revista y repartámosla con todos los vecinos que están alrededor de la futura ciclovía. Inventábamos fotonovelas, invitábamos a que la gente escribiera, estuvimos siempre identificando a autores. Por ejemplo Waldo Frank, que escribía de temas sobre cómo modificaba la velocidad el hecho de los coches, cómo modificaba el pensamiento de los ciudadanos. Rescatando textos y modificando cosas, se nos ocurrió que era la forma de llegar a más gente, convencer. Fue
como una bola de nieve como empezó la revista. Nos desgastaron y la ciclopista jamás se hizo. Nos dimos cuenta de que había que hacer más sacrificios. Para qué queríamos una ciclopista si nadie la iba a usar. Necesitábamos a gente pedaleando en la calle. Entonces hicimos el paseo nocturno, y se empezó a volver una masa, una escuelita de ciclistas urbanos. Desde el principio empezamos con una onda de publicar. A la
Esas son las cosas que trascienden y logran algo. Amador: ¿Y cómo ven, en el presente que les toca vivir como personas involucradas en el ciclismo, cómo era antes y cómo ven que se proyecta hacia el futuro?, ¿hay un buen destino para este proyecto y forma de vida c on la bicicleta? ¿Ha mejorado la convivencia entre el ciclista y su entorno desde otros años con la pre-
Fuimos a ver al delegado de la Cuauhtémoc para proponer una ruta de ciclovías. Él nos recibió y dijo “claro sólo convenz an a los ve cinos y vayan a algunas reuniones, que son lo más difícil”. Pensé ¿cómo le hacemos? Hagamos una revista y repartámosla con todos los vecinos que están alrededor de la futura ciclovía. gente, en el momento en que lo veía impreso le parecía posible y real. No existió la ciclopista pero lo vieron factible como un proyecto. El periódico Reforma hizo una infografía. La gente decía “¡Ah!, me late”. Un abogado vio esa revista y empezó a dejar su coche, luego se hizo promotor del tema. Se hizo el abocleto de la banda. Una vez se vistió de azteca. Él fue el biciteca. La cultura siempre era el cometido y puede ser un gran asunto involucrarla para poder llegar a las personas de otras formas, no sólo con datos duros. Jugar un poco, involucrar a las personas con performances, acciones. Una vez convocamos y llegaron siete personas y esas siete nos subimos al segundo piso a protestar en un performance urbano.
sencia o acompañamiento de este medio de locomoción? ¿ha habido un cambio? ¿En el caso del deporte, hay más apoyo para la gente que quiere dedicarse al ciclismo de manera profesional? Drexel: En ese campo sí ha mejorado, por parte de las instituciones ya sean estatale s o nacionales. Ha crecido mucho el ciclismo profesional. En el mundo del ciclismo ha crecido todo. Pero creo que más bien se trata de un asunto de ciclismo urbano. Castillo : Cuando mencionas la palabra ciclismo, en tu caso Ingrid, te refieres al asunto profesional de la bicicleta o la competencia, pero 15
En sus marcas, listos, fuera! Xilografía/Papel Amate, 80x110 cm. 2009
bia aquí es el objetivo, aunque se trate del mismo objeto de uso. De algún modo hay diferentes estilos y los móviles son otros: ganar medallas, competir y salir triunfador, mejorar la vida… Monterrubio : Rogelio Garza, autor del libro Las bicicletas y sus dueños decía, justamente, que “es todo”. Una cosa no excluye a la otra. Aún con todo el ruido, y siendo estos temas distintos entre sí, siendo otras personalidades y otras formas de vida, el uso de la bicicleta implica un deporte y un acto político, porque porque se rompe el ciclo del petróleo. No estás siguiendo lo que el mundo te dicta como el medio de transporte en el que debes moverte. Amador: Además, pones a prueba otro reto: tu cuerpo como motor de ese destino que elegiste.
Nosferatu .
Gráfica Digital y Serigrafía/Papel Amate, 10.2x12.9 cm. 2012
ustedes, Juan Pablo y Agustín, también se llaman ciclistas. ¿Qué sucede ahí?
Castillo: ¿Pero el ciclista es el mis-
mo o no? Drexel : Claro que no.
Ramos:
Yo lo veo como dos mundos diferentes que comparten una herramienta parecida. Por ejemplo, hay temas en el mundo del ciclismo: deportivo, de ruta, de montaña, cada una es diferente, las dos tienen dos ruedas, pero de ahí en fuera todo cambia. Drexel : Geometría, peso, material, todo cambia. 16
Ramos: Por ejemplo, no es lo mismo un ciclista de ruta que un ciclista de downhill. Drexel : Hasta en el área del ciclismo profesional todo es diverso. Y ese ciclismo tiene más diferencias con el ciclismo urbano. Ramos:
Por poner otro ejemplo,
el automovilista de fórmula uno, no tiene nada qué ver con el que corre la Carrera Panamericana; y el que corre rallys en la montaña es muy distinto del que conduce todos los días al trabajo. Castillo:
¿Lo que los diferencia es
la técnica? Ramos: La técnica, la máquina. Creo que en mi caso, aunque sé manejar, ni siquiera podría arrancar un auto fórmula uno. Amador:
A lo mejor lo que cam-
Ramos : Totalmente. Es estar en contacto pleno con lo que te rodea, cuando te trasladas en la bicicleta te mueves con un ritmo, con cada parte de tu cuerpo. Si no empiezas a pedalear aunque estés en una bajada (para llegar a ella tuviste que haber subido) no llegarás entonces. Es una máquina que mueves con tu propio organismo, no hay nada que te cubra, no tienes un armazón. Además, los sentidos se a gudizan y se conectan. Tienes que estar en un estado “aquí y a hora”. Juan Carlos Kreimer, un escr itor argentino, escribió el libro Bici Zen donde dice que andar en bici es estar en un estado de contemplación o de meditación pero al mismo tiempo es estar conectado con todo: lo sabes, te das cuenta. Nunca he competido, pero supongo que cuando inicias una carrera y la terminas quizá fue un “ya acabé”, pero al mismo tiempo sabías de la competidora que venía detrás o, en el caso del ciclismo urbano, de pronto llegas a tu destino como sin querer, aunque ibas en un estado relajado y sabías que te pisaba los talones una micro y que el de delante podía frenar en c ualquier momento. momento. Estás conectado con todos tus sentidos pero relajado al mismo tiempo. Y no exagero.
Monterrubio : Creo que todos los aspectos van en ese sentido. sentido. Ahí está tu voluntad (para subir a una montaña, para llegar antes), la voluntad que te mide contra todo, el clima, tu propia pereza o la idea que t ienes del éxito. Es como una forma de hacer , aunque suene ambicioso decirlo, seres humanos “chidos” y mejores, buenos ciudadanos. Porque te relaciona con la ciudad y además te forja una voDrexel : Vas concentrado en lo luntad, te pone en contacto y no te aísla del otro. Ves un policía que está que haces, como dice Juan Pablo, ahí, todo el día parado, y lo saludas. estás conectado de cierta forma con Todo cambia. el entorno que se va desarrollando. Aunque a veces no te des cuenta de Amador: Aquí hay algo curioso: lo que pasa, sabes que puede pasar dices que tiene que ver con volun- algo. Sabes si viene un ciclista o si tad, pero también no es un medio viene un auto; tus sentidos ya lo saque te acorace, que te aí sle del mun- ben, por el hecho de que manejas do sino que te vincula con él. Tienes mucho la bicicleta te percatas del contacto con el aire, estás en presen- entorno y de todo. cia del viento. Hay cierta carga poéCastillo: Hay en los deportes, no tica verdadera en el hecho de andar bicicleta, aunque no lo parezca. sé si en todos, el asunto de la “visión
periférica”. Ves hacia el frente pero pones atención alrededor. Ramos: Es lo que dice el autor argentino, “ver con todos los sentidos”. Drexel : Sí, independientemente de lo que siempre vayas viendo al frente, tu cuerpo y tus sentidos están conscientes de lo que pasa alrededor, sin tener que voltear a cada rato. Y se agudizan. Monterrubio:
Con el tiempo lo
vas afinando. Ramos: Es un tema importante. Algunos Algunos políticos políticos promuev promueven en manuamanuales o restricciones obligatorias. Por ejemplo el retrovisor. Perdón, pero los espejos retrovisores surgieron para los autos como dos postes que necesitas cuando no vas conectado con tu entorno. No lo entienden a menos que se los expliquemos los que sí nos movemos siempre en bicicleta. Pero ellos nunca se han subido a una y no pueden llegar a comprenderlo. Drexel : Creo que en bicicleta un retrovisor hasta te puede distraer en lo que estás haciendo. Puede causar accidentes. No viene al caso. Castillo: Hay un proyecto, que publicamos en esta misma revista, de una artista de Guadalajara que se llama Eugenia Coppel. Lo que hace esa chica, (ella es fotógrafa), es fotografía a través de los retrovisores, imágenes que se reflejan: la catedral, la tienda, los árboles, los paisajes de la ciudad.
La versión completa de esta conversación puede leerse en la página www.tierraadentro.conaculta. gob.mx 17
bia aquí es el objetivo, aunque se trate del mismo objeto de uso. De algún modo hay diferentes estilos y los móviles son otros: ganar medallas, competir y salir triunfador, mejorar la vida… Monterrubio : Rogelio Garza, autor del libro Las bicicletas y sus dueños decía, justamente, que “es todo”. Una cosa no excluye a la otra. Aún con todo el ruido, y siendo estos temas distintos entre sí, siendo otras personalidades y otras formas de vida, el uso de la bicicleta implica un deporte y un acto político, porque porque se rompe el ciclo del petróleo. No estás siguiendo lo que el mundo te dicta como el medio de transporte en el que debes moverte. Amador: Además, pones a prueba otro reto: tu cuerpo como motor de ese destino que elegiste.
Nosferatu .
Gráfica Digital y Serigrafía/Papel Amate, 10.2x12.9 cm. 2012
ustedes, Juan Pablo y Agustín, también se llaman ciclistas. ¿Qué sucede ahí?
Castillo: ¿Pero el ciclista es el mis-
mo o no? Drexel : Claro que no.
Ramos:
Yo lo veo como dos mundos diferentes que comparten una herramienta parecida. Por ejemplo, hay temas en el mundo del ciclismo: deportivo, de ruta, de montaña, cada una es diferente, las dos tienen dos ruedas, pero de ahí en fuera todo cambia. Drexel : Geometría, peso, material, todo cambia.
Ramos: Por ejemplo, no es lo mismo un ciclista de ruta que un ciclista de downhill. Drexel : Hasta en el área del ciclismo profesional todo es diverso. Y ese ciclismo tiene más diferencias con el ciclismo urbano. Ramos:
Por poner otro ejemplo,
el automovilista de fórmula uno, no tiene nada qué ver con el que corre la Carrera Panamericana; y el que corre rallys en la montaña es muy distinto del que conduce todos los días al trabajo. Castillo:
¿Lo que los diferencia es
la técnica? Ramos: La técnica, la máquina. Creo que en mi caso, aunque sé manejar, ni siquiera podría arrancar un auto fórmula uno. Amador:
A lo mejor lo que cam-
Ramos : Totalmente. Es estar en contacto pleno con lo que te rodea, cuando te trasladas en la bicicleta te mueves con un ritmo, con cada parte de tu cuerpo. Si no empiezas a pedalear aunque estés en una bajada (para llegar a ella tuviste que haber subido) no llegarás entonces. Es una máquina que mueves con tu propio organismo, no hay nada que te cubra, no tienes un armazón. Además, los sentidos se a gudizan y se conectan. Tienes que estar en un estado “aquí y a hora”. Juan Carlos Kreimer, un escr itor argentino, escribió el libro Bici Zen donde dice que andar en bici es estar en un estado de contemplación o de meditación pero al mismo tiempo es estar conectado con todo: lo sabes, te das cuenta. Nunca he competido, pero supongo que cuando inicias una carrera y la terminas quizá fue un “ya acabé”, pero al mismo tiempo sabías de la competidora que venía detrás o, en el caso del ciclismo urbano, de pronto llegas a tu destino como sin querer, aunque ibas en un estado relajado y sabías que te pisaba los talones una micro y que el de delante podía frenar en c ualquier momento. momento. Estás conectado con todos tus sentidos pero relajado al mismo tiempo. Y no exagero.
Monterrubio : Creo que todos los aspectos van en ese sentido. sentido. Ahí está tu voluntad (para subir a una montaña, para llegar antes), la voluntad que te mide contra todo, el clima, tu propia pereza o la idea que t ienes del éxito. Es como una forma de hacer , aunque suene ambicioso decirlo, seres humanos “chidos” y mejores, buenos ciudadanos. Porque te relaciona con la ciudad y además te forja una voDrexel : Vas concentrado en lo luntad, te pone en contacto y no te aísla del otro. Ves un policía que está que haces, como dice Juan Pablo, ahí, todo el día parado, y lo saludas. estás conectado de cierta forma con Todo cambia. el entorno que se va desarrollando. Aunque a veces no te des cuenta de Amador: Aquí hay algo curioso: lo que pasa, sabes que puede pasar dices que tiene que ver con volun- algo. Sabes si viene un ciclista o si tad, pero también no es un medio viene un auto; tus sentidos ya lo saque te acorace, que te aí sle del mun- ben, por el hecho de que manejas do sino que te vincula con él. Tienes mucho la bicicleta te percatas del contacto con el aire, estás en presen- entorno y de todo. cia del viento. Hay cierta carga poéCastillo: Hay en los deportes, no tica verdadera en el hecho de andar bicicleta, aunque no lo parezca. sé si en todos, el asunto de la “visión
16
periférica”. Ves hacia el frente pero pones atención alrededor. Ramos: Es lo que dice el autor argentino, “ver con todos los sentidos”. Drexel : Sí, independientemente de lo que siempre vayas viendo al frente, tu cuerpo y tus sentidos están conscientes de lo que pasa alrededor, sin tener que voltear a cada rato. Y se agudizan. Monterrubio:
Con el tiempo lo
vas afinando. Ramos: Es un tema importante. Algunos Algunos políticos políticos promuev promueven en manuamanuales o restricciones obligatorias. Por ejemplo el retrovisor. Perdón, pero los espejos retrovisores surgieron para los autos como dos postes que necesitas cuando no vas conectado con tu entorno. No lo entienden a menos que se los expliquemos los que sí nos movemos siempre en bicicleta. Pero ellos nunca se han subido a una y no pueden llegar a comprenderlo. Drexel : Creo que en bicicleta un retrovisor hasta te puede distraer en lo que estás haciendo. Puede causar accidentes. No viene al caso. Castillo: Hay un proyecto, que publicamos en esta misma revista, de una artista de Guadalajara que se llama Eugenia Coppel. Lo que hace esa chica, (ella es fotógrafa), es fotografía a través de los retrovisores, imágenes que se reflejan: la catedral, la tienda, los árboles, los paisajes de la ciudad.
La versión completa de esta conversación puede leerse en la página www.tierraadentro.conaculta. gob.mx 17
CRÓNICA
ARTE
NO PEDALEO
ULYSSES WAY WA Y
Óscar David López
Andrea Torreblanca EL MÁS JOVEN de mis hermanos, aunque diez años mayor que yo, trató de enseñarme a pedalear una bicicleta. Yo había cumplido once y era verano. Para esa aventura, salíamos a media mañana a la colonia de junto. Además de deshabitada, había una avenida que la gente usaba para correr, aprender a conducir o andar en bici. La llamaban El Kilómetro porque esa era la suma de ida y vuelta. Ahí, mi hermano pedía que me subiera al asiento y, antes de que estuviera instalado, gritaba: pedalea, cabrón. Recuerdo que mi miedo estaba dividido en una balanza. Por un lado era el temor al accidente, y por el otro, a la burla de mi hermano. Su carcajada se reflejaba en cada gota de mi sudor. Sus dientes chocando entre sí miles de veces mientras yo trataba de mantener el equilibrio. Un equilibrio que logré mantener dos o tres veces, cien o doscientos metros, después de que él soltaba el asiento que llevaba sujeto al correr detrás o al lado mío, simulando protegerme. De regreso a casa, una vecina que ahora es solterona me decía: hasta que te dignas a subirte a la bici. El miedo social me rodeaba. Esas veces sentí lo que escribió Julio Torri Torri sobre ir en bicicleta: “En
18
ella va uno como suspendido en el el miedo mayor. Si el bullying de mi aire”. Caí muchas veces. Traté de hermano me arrastró, el de mis comhacerlo solo. Hacer el equilibrio. La pañeros me llevó a la hoguera. Me pieza del arte de andar en bicicle- decidí por los deportes de salón o de ta que más me costó fue esa que hace campo. Jugué futbol americano y que uno se mantenga sin caerse. En luego hice pesas. Descubrí la biciclebicicleel aire. Sobre su propulsión. propulsión. Dentro ta estática. Era una maravilla. Ponía de su velocidad. Sin romper amarras música y entonces era mía esa sensacon la tierra ni con los límites de la ción juliotorriana de ir como suspentercera dimensión. Parece que la fór- dido en el aire. Comprendí que, en mula de mi hermano funcionaba: efecto, el ciclista es una aprendiz de su presión social aplicada a mi poca suicida. Para eso, mi suicidio ideal destreza hacían de mí un intrépido no sería en la velocidad, sino en lo gozador de la velocidad. estático: con una pistola o con la caParecía, hasta que hubo un verda- beza metida en la estufa. Jamás en dero accidente. Mi hermano subió una bicicleta cruzando cual venadia la camioneta donde llevábamos to una vía rápida. la bicicleta y arrancó. Yo no había Tengo la idea de que vivo sosubido pero me quedé agarrado de bre una bicicleta mental. Camino la puerta: me arrastró unos treinta como si pedaleara la ciudad. He metros. No me soltaba porque en mi recorrido muchos territorios a pie. cabeza todo eran regaños. No era la Así como Thoreau disfrutaba camiprimera vez que mi familia trataba nar los bosques, yo lo hago en las de enseñarme a andar en bici. De mi ciudades ciudades y los desiertos. El paso del infancia a mi adolescencia me rega- tiempo, el reconocimiento, la memolaron cuatro bicicletas. Todas tenían ria, ser uno mismo con la mirada rueditas de apoyo. Nunca aprendí justa sobre las cosas. Caminar en cierdel todo. Esa vez estuve cerca hasta tas ciudades también es ser un suicida. que la grava me dejó las rodillas con El exceso de tráfico deja fuera a los los huesos expuestos. Pasé el resto peatones: incluso a las aceras. Algude ese verano comiendo helado y nos vivimos sobre una bicicleta mental. leyendo. Sobre un no pedaleo. Un deambular En la prepa volví a intentarlo. para ir al encuentro de quizá lo más No pude. El cuerpo era distinto y bello: nuestro propio ritmo.
SERÍA INTERESANTE ver nue vas obras de arte arte todos los los días. días. Sobre todo aquellas que funcionan como gestos, comentarios de la vida cotidiana, críticas visuales sobre política, cuestiones sociales o desastres naturales. Porque a veces parece que las obras de arte se pierden en la historia; su tiempo no les permite alcanzar lo contemporáneo. El artista Damián Ortega se propuso realizar una obra de arte diferente cada día por un lapso de un mes. El diario del Reino Unido The Independent le sirvió como referencia para construir ready mades que tu vieran un tiempo similar a las noticias. Los encabezados, imágenes y fragmentos que el artista encontró en el periódico funcionaron como ideas que el artista transformó en objetos. Ulysses Way es una bicicleta que sostiene una casa, o al menos los restos de ella. Ortega se basó en una imagen que mostraba las inundaciones en Pakist án en el año 2010. En ella, las personas intentan encontrar un lugar fuera del caos mientras cargan sobre sus hombros los muebles y únicas posesiones que han podido recuperar. El título de la obra es claramente una referencia a la Odisea de Homero, aunque el periplo de los pakistaníes parece no tener un lugar
Ulysses Way, de Damián Ortega.
de retorno. Pues la bicicleta apenas funciona como vehículo y más como andamio paralizado en el tiempo. En realidad la bicicleta se convierte efímeramente en una casa que divaga sin rumbo como lo hace Leopold Bloom en el Ulises de Joyce. Contrario a las obras en donde Ortega fragmenta los objetos, Ulysses Way ensambla en un solo objeto una especie de monumento provisional, como las imágenes en las noticias
que se agotan y se olvidan pronto. Y por ello la pregunta que queda abierta es si la obra de Ortega critica la amnesia colectiva o funciona como un memorial. Andreas Huyssen nos recuerda la frase de Musil: “No hay nada en el mundo tan invisible como los monumentos”. Y quizá por ello el acierto de Ortega es hacer la relación entre el carácter efímero de las noticias y la permanencia de la escultura como monumento.
19
CRÓNICA
ARTE
NO PEDALEO
ULYSSES WAY WA Y
Óscar David López
Andrea Torreblanca EL MÁS JOVEN de mis hermanos, aunque diez años mayor que yo, trató de enseñarme a pedalear una bicicleta. Yo había cumplido once y era verano. Para esa aventura, salíamos a media mañana a la colonia de junto. Además de deshabitada, había una avenida que la gente usaba para correr, aprender a conducir o andar en bici. La llamaban El Kilómetro porque esa era la suma de ida y vuelta. Ahí, mi hermano pedía que me subiera al asiento y, antes de que estuviera instalado, gritaba: pedalea, cabrón. Recuerdo que mi miedo estaba dividido en una balanza. Por un lado era el temor al accidente, y por el otro, a la burla de mi hermano. Su carcajada se reflejaba en cada gota de mi sudor. Sus dientes chocando entre sí miles de veces mientras yo trataba de mantener el equilibrio. Un equilibrio que logré mantener dos o tres veces, cien o doscientos metros, después de que él soltaba el asiento que llevaba sujeto al correr detrás o al lado mío, simulando protegerme. De regreso a casa, una vecina que ahora es solterona me decía: hasta que te dignas a subirte a la bici. El miedo social me rodeaba. Esas veces sentí lo que escribió Julio Torri Torri sobre ir en bicicleta: “En
ella va uno como suspendido en el el miedo mayor. Si el bullying de mi aire”. Caí muchas veces. Traté de hermano me arrastró, el de mis comhacerlo solo. Hacer el equilibrio. La pañeros me llevó a la hoguera. Me pieza del arte de andar en bicicle- decidí por los deportes de salón o de ta que más me costó fue esa que hace campo. Jugué futbol americano y que uno se mantenga sin caerse. En luego hice pesas. Descubrí la biciclebicicleel aire. Sobre su propulsión. propulsión. Dentro ta estática. Era una maravilla. Ponía de su velocidad. Sin romper amarras música y entonces era mía esa sensacon la tierra ni con los límites de la ción juliotorriana de ir como suspentercera dimensión. Parece que la fór- dido en el aire. Comprendí que, en mula de mi hermano funcionaba: efecto, el ciclista es una aprendiz de su presión social aplicada a mi poca suicida. Para eso, mi suicidio ideal destreza hacían de mí un intrépido no sería en la velocidad, sino en lo gozador de la velocidad. estático: con una pistola o con la caParecía, hasta que hubo un verda- beza metida en la estufa. Jamás en dero accidente. Mi hermano subió una bicicleta cruzando cual venadia la camioneta donde llevábamos to una vía rápida. la bicicleta y arrancó. Yo no había Tengo la idea de que vivo sosubido pero me quedé agarrado de bre una bicicleta mental. Camino la puerta: me arrastró unos treinta como si pedaleara la ciudad. He metros. No me soltaba porque en mi recorrido muchos territorios a pie. cabeza todo eran regaños. No era la Así como Thoreau disfrutaba camiprimera vez que mi familia trataba nar los bosques, yo lo hago en las de enseñarme a andar en bici. De mi ciudades ciudades y los desiertos. El paso del infancia a mi adolescencia me rega- tiempo, el reconocimiento, la memolaron cuatro bicicletas. Todas tenían ria, ser uno mismo con la mirada rueditas de apoyo. Nunca aprendí justa sobre las cosas. Caminar en cierdel todo. Esa vez estuve cerca hasta tas ciudades también es ser un suicida. que la grava me dejó las rodillas con El exceso de tráfico deja fuera a los los huesos expuestos. Pasé el resto peatones: incluso a las aceras. Algude ese verano comiendo helado y nos vivimos sobre una bicicleta mental. leyendo. Sobre un no pedaleo. Un deambular En la prepa volví a intentarlo. para ir al encuentro de quizá lo más No pude. El cuerpo era distinto y bello: nuestro propio ritmo.
SERÍA INTERESANTE ver nue vas obras de arte arte todos los los días. días. Sobre todo aquellas que funcionan como gestos, comentarios de la vida cotidiana, críticas visuales sobre política, cuestiones sociales o desastres naturales. Porque a veces parece que las obras de arte se pierden en la historia; su tiempo no les permite alcanzar lo contemporáneo. El artista Damián Ortega se propuso realizar una obra de arte diferente cada día por un lapso de un mes. El diario del Reino Unido The Independent le sirvió como referencia para construir ready mades que tu vieran un tiempo similar a las noticias. Los encabezados, imágenes y fragmentos que el artista encontró en el periódico funcionaron como ideas que el artista transformó en objetos. Ulysses Way es una bicicleta que sostiene una casa, o al menos los restos de ella. Ortega se basó en una imagen que mostraba las inundaciones en Pakist án en el año 2010. En ella, las personas intentan encontrar un lugar fuera del caos mientras cargan sobre sus hombros los muebles y únicas posesiones que han podido recuperar. El título de la obra es claramente una referencia a la Odisea de Homero, aunque el periplo de los pakistaníes parece no tener un lugar
Ulysses Way, de Damián Ortega.
de retorno. Pues la bicicleta apenas funciona como vehículo y más como andamio paralizado en el tiempo. En realidad la bicicleta se convierte efímeramente en una casa que divaga sin rumbo como lo hace Leopold Bloom en el Ulises de Joyce. Contrario a las obras en donde Ortega fragmenta los objetos, Ulysses Way ensambla en un solo objeto una especie de monumento provisional, como las imágenes en las noticias
19
18
CRÓNICA
HAY COSAS que
Einstein
Y LA DINÁMICA MEDITACIÓN
EN BICICLET BICICLETA RAÚL FIERRO
“El movimiento se demuestra andando.” ¿Y qué buscaba Einstein, sino una teoría te oría del movimiento?
20
que se agotan y se olvidan pronto. Y por ello la pregunta que queda abierta es si la obra de Ortega critica la amnesia colectiva o funciona como un memorial. Andreas Huyssen nos recuerda la frase de Musil: “No hay nada en el mundo tan invisible como los monumentos”. Y quizá por ello el acierto de Ortega es hacer la relación entre el carácter efímero de las noticias y la permanencia de la escultura como monumento.
se descubren partir de lo estático y otras que necesitan del movimiento. La teoría de la relatividad de Einstein nace del movimiento. Tal vez el gusto por la velocidad de la bicicleta, que a principios del siglo pasado era el tercer objeto más rápido que se había inventado, inspiró a Einstein para refutar trescientos años de física newtoniana. Einstein cambió la idea de la ociosidad estática de un tiempo absoluto a través de una teoría que se basa en un tiempo dinámico, un tiempo vagabundo. Si la física clásica inició con la ociosa observación de la caída de una manzana, la física moderna inició con la dinámica meditación en bicicleta. Cabe señalar que la caída de la manzana y la epifanía newtoniana son un mito. Newton lo inventó para adjudicarse la paternidad de la ley de la gravedad. Sin embargo el vagabundeo en bicicleta fue uno de los métodos científicos que Einstein más valoró. “La inspiración es hermana del trabajo diario”, dice Baudelaire. Einstein reformularía esa frase de manera más científica: “la ciencia es uno por ciento inspiración y noventa y nueve por ciento transpiración”. Las ideas llegan a partir del trabajo constante. Pero el vagabundeo propicia ese uno por ciento que logra las revoluciones. Los filósofos griegos lo sabían, la máxima expresión de la vagancia en Diógenes, “El perro”, nos dice: “El movimiento se demuestra andando.” ¿Y qué es lo buscaba Einstein sino una teoría del movimiento? También podríamos preguntarnos si Galileo habría podido concebir la teoría de la relatividad ein steniana. Las metáforas son los carceleros de una época y las cosas que inventa el ser humano son producto de esos celadores. Mientras Galileo pensaba a bordo de barcos, Einstein lo hacía montado en su bicicleta. La relatividad es un concepto físico muy importante que responde a la pregunta: ¿serán iguales los principios de la física aquí y en Marte? Está pregunta no es trivial y Galileo encontró una respuesta en sus principios de relatividad. Einstein hizo lo mismo pero dio una vuelta de tuerca a las metáforas de Galileo.
Imaginemos esa parte de la historia de las ideas que sólo queda en la realidad de su creador. Para hacerlo, volvamos la mirada a Berna, Suiza, en 1905. Einstein, un joven recién casado que se ganaba la vida aprobando patentes, después de cumplir sus ocho diarias de trabajo, montó su bicicleta y decidió regresar a casa. Algo en el camino le hizo recordar el constante llanto de su bebé. Cambio de opinión y decidió dar vueltas sin rumbo f ijo, es decir, vaga r. Andar a pie le permitía vagabundewar a baja velocidad; Einstein gustaba de aumentar la velocidad de esa errancia a través de la bicicleta. Así solía hundirse en sus reflexiones. Probablemente buscaba un atisbo de luz a la idea que desde hacía tiempo le daba vueltas la cabeza: la teoría de la relatividad de Galileo era falsa. Quizás pensó, mientras pedaleaba: “Sí, seguiré en movimiento hasta descubrir al go”. go”. Acaso habrá pensado: “Si Newton descubrió cómo se comporta la fuerza de gravedad sólo quedándose acostado fue porque tenía que ser de esa manera, no es necesario caer con el objeto… pero la relatividad es distinta. Todos los objetos se están moviendo sólo que hay que decir con respecto a qué. Es una teoría que se basa en el movimiento, no sólo de un objeto, sino con respecto al movimiento de otro objeto. Tengo que moverme para poder comprenderla o al menos sentirla… ¿Y sí no es necesaria sentirla? Si no pudiera percibir que estoy en movimiento, ¿cómo sabría que lo estoy? ¿Y si no sólo se mueven con respecto al espacio sino también con respecto al tiempo?” Einstein no sabía si su teoría era verdadera, pero tendría que hacer el trabajo del filósofo: encontrar la pregunta idónea para encontrar una solución a sus di vagaciones. Por Por el momento momento él él sabía que que las soluciones soluciones sólo podían vivir en experimentos que desarrollaba en su mente y que se reflejaban sobre el papel lleno de símbolos matemáticos que esa tarde dejó sobre la mesa. “Tal vez si la velocidad de la luz es una constante, el tiempo es un a ilusión como todo lo que nos rodea”, junto con esa idea, esa noche, el oficinista regresó a su casa. 21
CRÓNICA
HAY COSAS que
Einstein
Y LA DINÁMICA MEDITACIÓN
EN BICICLET BICICLETA RAÚL FIERRO
“El movimiento se demuestra andando.” ¿Y qué buscaba Einstein, sino una teoría te oría del movimiento?
se descubren partir de lo estático y otras que necesitan del movimiento. La teoría de la relatividad de Einstein nace del movimiento. Tal vez el gusto por la velocidad de la bicicleta, que a principios del siglo pasado era el tercer objeto más rápido que se había inventado, inspiró a Einstein para refutar trescientos años de física newtoniana. Einstein cambió la idea de la ociosidad estática de un tiempo absoluto a través de una teoría que se basa en un tiempo dinámico, un tiempo vagabundo. Si la física clásica inició con la ociosa observación de la caída de una manzana, la física moderna inició con la dinámica meditación en bicicleta. Cabe señalar que la caída de la manzana y la epifanía newtoniana son un mito. Newton lo inventó para adjudicarse la paternidad de la ley de la gravedad. Sin embargo el vagabundeo en bicicleta fue uno de los métodos científicos que Einstein más valoró. “La inspiración es hermana del trabajo diario”, dice Baudelaire. Einstein reformularía esa frase de manera más científica: “la ciencia es uno por ciento inspiración y noventa y nueve por ciento transpiración”. Las ideas llegan a partir del trabajo constante. Pero el vagabundeo propicia ese uno por ciento que logra las revoluciones. Los filósofos griegos lo sabían, la máxima expresión de la vagancia en Diógenes, “El perro”, nos dice: “El movimiento se demuestra andando.” ¿Y qué es lo buscaba Einstein sino una teoría del movimiento? También podríamos preguntarnos si Galileo habría podido concebir la teoría de la relatividad ein steniana. Las metáforas son los carceleros de una época y las cosas que inventa el ser humano son producto de esos celadores. Mientras Galileo pensaba a bordo de barcos, Einstein lo hacía montado en su bicicleta. La relatividad es un concepto físico muy importante que responde a la pregunta: ¿serán iguales los principios de la física aquí y en Marte? Está pregunta no es trivial y Galileo encontró una respuesta en sus principios de relatividad. Einstein hizo lo mismo pero dio una vuelta de tuerca a las metáforas de Galileo.
Imaginemos esa parte de la historia de las ideas que sólo queda en la realidad de su creador. Para hacerlo, volvamos la mirada a Berna, Suiza, en 1905. Einstein, un joven recién casado que se ganaba la vida aprobando patentes, después de cumplir sus ocho diarias de trabajo, montó su bicicleta y decidió regresar a casa. Algo en el camino le hizo recordar el constante llanto de su bebé. Cambio de opinión y decidió dar vueltas sin rumbo f ijo, es decir, vaga r. Andar a pie le permitía vagabundewar a baja velocidad; Einstein gustaba de aumentar la velocidad de esa errancia a través de la bicicleta. Así solía hundirse en sus reflexiones. Probablemente buscaba un atisbo de luz a la idea que desde hacía tiempo le daba vueltas la cabeza: la teoría de la relatividad de Galileo era falsa. Quizás pensó, mientras pedaleaba: “Sí, seguiré en movimiento hasta descubrir al go”. go”. Acaso habrá pensado: “Si Newton descubrió cómo se comporta la fuerza de gravedad sólo quedándose acostado fue porque tenía que ser de esa manera, no es necesario caer con el objeto… pero la relatividad es distinta. Todos los objetos se están moviendo sólo que hay que decir con respecto a qué. Es una teoría que se basa en el movimiento, no sólo de un objeto, sino con respecto al movimiento de otro objeto. Tengo que moverme para poder comprenderla o al menos sentirla… ¿Y sí no es necesaria sentirla? Si no pudiera percibir que estoy en movimiento, ¿cómo sabría que lo estoy? ¿Y si no sólo se mueven con respecto al espacio sino también con respecto al tiempo?” Einstein no sabía si su teoría era verdadera, pero tendría que hacer el trabajo del filósofo: encontrar la pregunta idónea para encontrar una solución a sus di vagaciones. Por Por el momento momento él él sabía que que las soluciones soluciones sólo podían vivir en experimentos que desarrollaba en su mente y que se reflejaban sobre el papel lleno de símbolos matemáticos que esa tarde dejó sobre la mesa. “Tal vez si la velocidad de la luz es una constante, el tiempo es un a ilusión como todo lo que nos rodea”, junto con esa idea, esa noche, el oficinista regresó a su casa.
20
21
CRÓNICA
LA BICICLETA
BLANCA EL MEMORIA L INVISIBLE
DEL CICLISTA QUE NADIE VIO VANESA ROBLES
EN MÉXICO la vida se pone sobre la línea en cada trayecto ciclista. La bicicleta blanca está ahí para recordarlo, como detalla en este texto Vanesa Robles, Premio Jalisco de Periodismo 2013 en crónica. Suspendidas entre las calles para regresar a lo humano, las espeluznantes cifras de muertes en bicicleta, son testimonios que, desde Guadalajara, nos urgen a voltear la vista no sólo al peligro que acecha al ciclista, sino hacia problemáticas que estrangulan nuestra convivencia en el cada vez más complejo acto de desplazarnos.
22
Guadalajara es una de las metrópolis del mundo que más acumula altares de conmemoración a los que fueron sor- prendidos mientras pedaleaban. Incluso así no se le ve el fin a la expansión del parque parque vehicular. vehicular.
Vanesa Robles Robles Necesitas un coche nuevo, piensas esta mañana. Nunca has tenido uno, ni siquiera de los económicos. Nunca te ha ajustado para sentir la magia de los ochenta por hora, sin que el motor de tu carcacha tiemble, agonizante. Eso vas pensando con la saliva amarga cuando llegas a la esquina de Tapalpa y Barra de Navidad, donde te impiden el paso las Lobos, Hondas y Mercedes que a las ocho de la mañana entregan chamacos en el colegio más exclusivo de Guadalajara. Viejas cabronas. Sacas la envidia a pitazos. Las pocas que te miran, te miran feo. Qué te va a importar. Como puedes te les metes, te les metes, te les metes... Pero al final del cruce, en el último acelerón, te espera otro maldito obstáculo. El barrendero de la colonia está distraído, distraído, amarrando su escoba de popotillo sobre una bicicleta vieja. Metes freno. Te pasa todo hoy, cuando tienes tanta prisa por encontrar una bicicleta blanca. Las bicicletas blancas comienzan a notarse en Guadalajara, dicen los que son buenos para notar cosas. Según quienes las ponen, en 2008 aparecieron las primeras y, desde 2009 hasta noviembre de 2013, se han instalado ciento treinta y una (en la ciudad de México la organización Bicitekas instaló diez en este tiempo). Así Guadalajara, que hace apenas treinta años era una provincia “bicicletera”, es quizá la urbe del mundo con más memoriales a esa muerte que sorprendió al prójimo mientras pedaleaba. Eso te dicen. Hasta hoy tú nunca habías visto una y dudas que otro automovilista –tan automovilista como tú– la haya visto. Fotografías cortesía cortesía de Colectivo Bicicleta Blanca
*** Antes del 20 de octubre de de 2012, 2012, Ollín Monroy tampoco sabía de bicicletas blancas. Ese día por la mañana un autobús atropelló a su amigo, Jesús García, de veinticuatro años, en la zona rosa. Tras una semana de luto, Ollín visitó la asociación Gdl en Bici. Ahora es el responsable de la instalación de los memoriales en la ciudad. Por eso Ollín Monroy trae las fechas y los sitios en la punta de la lengua. Como ocurrió con los autos motorizados, la idea del memorial llegó a México desde Estados Unidos, relata. Allá la primera instalación fue un biciclo níveo y alado, en el ingreso del túnel Stockton de San Francisco, en 2001. Se le ocurrió al movimiento Critical Mass, que lidera el activista Chris Carlsson. Dos años más tarde, en 2003, en St. Louis Missouri nació el movimiento Bicicleta fantasma ghost bike), que se ha dispersa( ghost do por ciudades de 26 países (ghostbikes.org). En Guadalajara, el grupo Ciudad para Todos adoptó la idea desde 2008, con el nombre Bicicleta blanca y, un poco después, el movimiento Bicitekas hizo lo mismo en la Ciudad de México. La bicicleta blanca es los tenis del vencido colgados en los cables del barrio, es la cruz al pie de la carretera, el recordatorio de que algunos obstáculos estaban vivos. El equipo de Ollín Monroy Monroy cuenta a los los caídos. La instalación de bicicletas blancas nunca ha podido alcanzar a los muertos, que acá son muchos. En 2008, compara, entre Holanda, Bélgica y Luxemburgo tuvieron cuatro ciclistas muertos en accidentes viales; Nueva York, donde hay 8.3 millones de habitantes, tuvo veintitrés. En Guadalajara, que no llega a los cinco millones de pobladores, Gdl en Bici halló treinta y cinco cadáveres de ciclistas, en las pequeñas notas que los diarios dedican a lo que se volvió común. Casi dos terceras partes murieron por las lesiones, tras haber sido arrollados por vehículos particulares y de transporte público (sólo una ruta 23
CRÓNICA
LA BICICLETA
BLANCA EL MEMORIA L INVISIBLE
DEL CICLISTA QUE NADIE VIO VANESA ROBLES
EN MÉXICO la vida se pone sobre la línea en cada trayecto ciclista. La bicicleta blanca está ahí para recordarlo, como detalla en este texto Vanesa Robles, Premio Jalisco de Periodismo 2013 en crónica. Suspendidas entre las calles para regresar a lo humano, las espeluznantes cifras de muertes en bicicleta, son testimonios que, desde Guadalajara, nos urgen a voltear la vista no sólo al peligro que acecha al ciclista, sino hacia problemáticas que estrangulan nuestra convivencia en el cada vez más complejo acto de desplazarnos.
Vanesa Robles Robles Necesitas un coche nuevo, piensas esta mañana. Nunca has tenido uno, ni siquiera de los económicos. Nunca te ha ajustado para sentir la magia de los ochenta por hora, sin que el motor de tu carcacha tiemble, agonizante. Eso vas pensando con la saliva amarga cuando llegas a la esquina de Tapalpa y Barra de Navidad, donde te impiden el paso las Lobos, Hondas y Mercedes que a las ocho de la mañana entregan chamacos en el colegio más exclusivo de Guadalajara. Viejas cabronas. Sacas la envidia a pitazos. Las pocas que te miran, te miran feo. Qué te va a importar. Como puedes te les metes, te les metes, te les metes... Pero al final del cruce, en el último acelerón, te espera otro maldito obstáculo. El barrendero de la colonia está distraído, distraído, amarrando su escoba de popotillo sobre una bicicleta vieja. Metes freno. Te pasa todo hoy, cuando tienes tanta prisa por encontrar una bicicleta blanca. Las bicicletas blancas comienzan a notarse en Guadalajara, dicen los que son buenos para notar cosas. Según quienes las ponen, en 2008 aparecieron las primeras y, desde 2009 hasta noviembre de 2013, se han instalado ciento treinta y una (en la ciudad de México la organización Bicitekas instaló diez en este tiempo). Así Guadalajara, que hace apenas treinta años era una provincia “bicicletera”, es quizá la urbe del mundo con más memoriales a esa muerte que sorprendió al prójimo mientras pedaleaba. Eso te dicen. Hasta hoy tú nunca habías visto una y dudas que otro automovilista –tan automovilista como tú– la haya visto.
*** Antes del 20 de octubre de de 2012, 2012, Ollín Monroy tampoco sabía de bicicletas blancas. Ese día por la mañana un autobús atropelló a su amigo, Jesús García, de veinticuatro años, en la zona rosa. Tras una semana de luto, Ollín visitó la asociación Gdl en Bici. Ahora es el responsable de la instalación de los memoriales en la ciudad. Por eso Ollín Monroy trae las fechas y los sitios en la punta de la lengua. Como ocurrió con los autos motorizados, la idea del memorial llegó a México desde Estados Unidos, relata. Allá la primera instalación fue un biciclo níveo y alado, en el ingreso del túnel Stockton de San Francisco, en 2001. Se le ocurrió al movimiento Critical Mass, que lidera el activista Chris Carlsson. Dos años más tarde, en 2003, en St. Louis Missouri nació el movimiento Bicicleta fantasma ghost bike), que se ha dispersa( ghost do por ciudades de 26 países (ghostbikes.org). En Guadalajara, el grupo Ciudad para Todos adoptó la idea desde 2008, con el nombre Bicicleta blanca y, un poco después, el movimiento Bicitekas hizo lo mismo en la Ciudad de México. La bicicleta blanca es los tenis del vencido colgados en los cables del barrio, es la cruz al pie de la carretera, el recordatorio de que algunos obstáculos estaban vivos. El equipo de Ollín Monroy Monroy cuenta a los los caídos. La instalación de bicicletas blancas nunca ha podido alcanzar a los muertos, que acá son muchos. En 2008, compara, entre Holanda, Bélgica y Luxemburgo tuvieron cuatro ciclistas muertos en accidentes viales; Nueva York, donde hay 8.3 millones de habitantes, tuvo veintitrés. En Guadalajara, que no llega a los cinco millones de pobladores, Gdl en Bici halló treinta y cinco cadáveres de ciclistas, en las pequeñas notas que los diarios dedican a lo que se volvió común. Casi dos terceras partes murieron por las lesiones, tras haber sido arrollados por vehículos particulares y de transporte público (sólo una ruta
Fotografías cortesía cortesía de Colectivo Bicicleta Blanca
22
abonó cuatro). Otras víctimas cayeron en los baches y alcantarillas abiertas de las calles. *** Río Nilo es una avenida humeante e irregular, y una de las más congestionadas de la zona metropolitana. En el oriente bronco de la urbe se conurban Guadalajara y Tonalá, uno de sus municipios más pobres. En esta frontera, Patricio Gómez dejó la vida, recién cumplidos los treinta y ocho de edad. Su memorial está en la esquina con Ignacio Navarrete. La noche del 5 de octubre de 2013, la hija pequeña de Patricio tenía calentura, por lo que el velador subió a su hijo, de siete años, en la parrilla y se fueron a conseguir unas medicinas. Cuenta su viuda, Rosa Feliciano, que apenas se habían ido cuando le tocaron la puerta del cuarto donde vivían, para avisarle que su esposo se había accidentado. Ella pensaba encontrarlo con una pierna rota y lo encontró cubierto con una sábana blanca. Desde esa noche, el niño sigue sin recuperarse de una fractura expuesta del fémur izquierdo. No sabe qué le ocurrió a su papá. Los que vieron, le dijeron a Rosa Feliciano que un borracho se pasó el semáforo de Río Nilo y se llevó a Patricio. Y todo lo cuenta ella a través de un celular, desde el cual sale una voz an siosa. No puede recibirme, se defiende. Se quedó sin esposo y sin tiempo, porque antes era ama de casa y ahora debe mantener a una prole de tres. Cuelga pronto, pero antes lanza un par de preguntas rabiosas: “¿Porque a mí me dejaron sin esposo, oiga? Un borracho causa un accidente y no da la cara, mientras nosotros… ¿Con qué voy a mantener a mis niños?” *** Guadalajara tiene veinticuatro paseos ciclistas, sin contar a la Vía Recreativa, un espacio dominical que comenzó en 2004 y, para 2013, convoca a más de doscientas mil personas en veinticinco kilómetros de avenidas. Desde 2008 han surgido rodadas con fines políticos, familiares, feministas, para ciegos, de coleccionistas... “El problema es que han sido empoderados por el gobierno del estado que, inclusive, les asigna escolta policiaca. Ellos haciendo dagas y la policía cuidándolos, el sueño de cualquier marginal”, publicó hace unos meses un lector en la página de un periódico. La pelea por el espacio público huele a viejo. Hace poco más de un siglo, en el verano de 1896, unos cien 24
Guadalajara es una de las metrópolis del mundo que más acumula altares de conmemoración a los que fueron sor- prendidos mientras pedaleaban. Incluso así no se le ve el fin a la expansión del parque parque vehicular. vehicular.
mil ciclistas se manifestaron en las calles de San Francisco para exigir el respeto de los primeros coches de motor que recorrían el puerto, narra la revista electrónica Processedworld. La competencia comenzó pronto; los autos habían nacido apenas treinta años antes. Como su popularización fue lenta, los automotores no fueron tema de discusión científica al principio. Pero parece que ya en los años cincuenta del siglo XX se notaba su influencia en las emociones humanas, o así lo percibió Walt Disney Pictures, que en 1950 mostró, en su cortometraje Motor Mania, cómo Mr. Walker, “un hombre agradable y honesto”, puede transformarse en Mr. Wheeler apenas pisa el acelerador de su convertible amarillo. Y Mr. Wheeler es el mismísimo diablo. “Soy el dueño de la vía. La pago con mis impuestos y la usaré como quiera”, grita. El tema ocupó, en 1973, al filósofo y periodista André Gorz, quien cuestionaba: “Un automóvil, igual que una finca con playa, ¿no ocupa acaso un espacio que escasea? ¿Acaso no priva a los otros que utilizan las calles (peatones, ciclistas, usuarios de tranvías o autobuses)? […] El automovilismo de masa […] funda y sustenta la creencia ilusoria de que cada individuo puede prevalecer y beneficiarse a expensas de todos los demás”. El conductor, continúa Gorz, “a cada minuto asesina simbólicamente a los demás, a quienes ya no percibe más que c omo estorbos materiales y obstáculos que se interponen a su propia velocidad” (Letras Libres 132). Para André Gorz, la paradoja de los muchos carros es que crean más distancias de las que acortan. Cómo podría ser distinto, si millones, en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, pasan hasta una décima parte de su día dentro de un automóvil. Si el coche es “el único espacio de intimidad”, desde donde miles de personas pueden “sentir y expresar libertad, vértigo, euforia, bronca y violencia […] Si es el único ámbito de gobierno sobre la vida personal”, le dijo el psicólogo público Gustavo Zaldívar a la periodista Carolina Brunstein en la “Radiografía de un automovilista chocador” (El Clarín, 16 de marzo de 1997). *** A principios de los años setenta, André Gorz llamó al mundo a la cordura, “a sentirse como en casa en sus barrios, dentro de su comunidad, dentro de su ciudad a escala humana”, a pie o en bicicleta. La verdad
23
es que en las grandes ciudades de México hay pocas oportunidades de montarse en una bicicleta sin salir herido o, ya de menos, asustado. Ollín Monroy, el activista de la Bicicleta blanca en Guadalajara, confiesa que cada vez que instala un memorial se pregunta si el próximo será para él.
En México los reyes del camino son los coches particulares: determinan la nueva cara de los barrios v iejos, esculpen el cuerpo que tendrán las colonias nuevas y dictan una parte considerable del gasto público, aunque sólo mueven a treinta por ciento de los pobladores. En un país que prohibió el cigarro en las cantinas, a nadie se le ocurriría prohibir el exceso de automotores, aunque contribuyen hasta con ochenta por ciento de algunos contaminantes asesinos. El tema ha llamado la atención de organismos internacionales, como el Banco de Desarrollo para América Latina. Uno de sus últimos inventarios sobre movilidad en la región acusa que en 2007 Guadalajara no había destinado ni un centímetro de sus once mil quinientos kilómetros de vías a la circulación de las bicicletas (Curitiba, Brasil, con seis mil
Siempre, recomienda, recomienda, el de l a bicicleta debe hacer contacto con la mirada del automovilista, antes de cualquier movimiento. Resulta que la técnica de comunicación más antigua de la humanidad es lo que queda en las ciudades que crecen en la medida de su parque vehicular. Y las grandes metrópolis de México tienen un serio problema. Guadalajara posee casi trescientos treinta vehículos motorizados por cada mil habitantes, mientras que, por ejemplo, la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene unos doscientos noventa y uno, según el Centro de Transporte Sustentable (Santiago de Chile alcanza ciento cuarenta y nueve por cada mil; Bogotá, Colombia, ciento quince, y Lima, Perú, cincuenta).
seiscientos kilómetros, tiene ciento veintiuno de ciclovías). La cosa pinta para que las bicicletas blancas sigan apareciendo colgadas de los postes de la ciudad (en los países donde la gente no tiene necesidad de vender chatarra, las ponen al nivel del suelo). suelo). *** “El chiste es que cuando a los automovilistas automovilistas les toque un alto, miren hacia arriba y tomen conciencia y se acuerden de que sobre cada bicicleta blanca había una persona viva”, dice Ollín Monroy. Piensas que Ollín es ingenuo. Hasta ahora tú, que recorres diario la ciudad, jamás viste una. En cambio la idea del coche sigue taladrándote el cerebro mientras él habla. 25
abonó cuatro). Otras víctimas cayeron en los baches y alcantarillas abiertas de las calles. *** Río Nilo es una avenida humeante e irregular, y una de las más congestionadas de la zona metropolitana. En el oriente bronco de la urbe se conurban Guadalajara y Tonalá, uno de sus municipios más pobres. En esta frontera, Patricio Gómez dejó la vida, recién cumplidos los treinta y ocho de edad. Su memorial está en la esquina con Ignacio Navarrete. La noche del 5 de octubre de 2013, la hija pequeña de Patricio tenía calentura, por lo que el velador subió a su hijo, de siete años, en la parrilla y se fueron a conseguir unas medicinas. Cuenta su viuda, Rosa Feliciano, que apenas se habían ido cuando le tocaron la puerta del cuarto donde vivían, para avisarle que su esposo se había accidentado. Ella pensaba encontrarlo con una pierna rota y lo encontró cubierto con una sábana blanca. Desde esa noche, el niño sigue sin recuperarse de una fractura expuesta del fémur izquierdo. No sabe qué le ocurrió a su papá. Los que vieron, le dijeron a Rosa Feliciano que un borracho se pasó el semáforo de Río Nilo y se llevó a Patricio. Y todo lo cuenta ella a través de un celular, desde el cual sale una voz an siosa. No puede recibirme, se defiende. Se quedó sin esposo y sin tiempo, porque antes era ama de casa y ahora debe mantener a una prole de tres. Cuelga pronto, pero antes lanza un par de preguntas rabiosas: “¿Porque a mí me dejaron sin esposo, oiga? Un borracho causa un accidente y no da la cara, mientras nosotros… ¿Con qué voy a mantener a mis niños?” *** Guadalajara tiene veinticuatro paseos ciclistas, sin contar a la Vía Recreativa, un espacio dominical que comenzó en 2004 y, para 2013, convoca a más de doscientas mil personas en veinticinco kilómetros de avenidas. Desde 2008 han surgido rodadas con fines políticos, familiares, feministas, para ciegos, de coleccionistas... “El problema es que han sido empoderados por el gobierno del estado que, inclusive, les asigna escolta policiaca. Ellos haciendo dagas y la policía cuidándolos, el sueño de cualquier marginal”, publicó hace unos meses un lector en la página de un periódico. La pelea por el espacio público huele a viejo. Hace poco más de un siglo, en el verano de 1896, unos cien
mil ciclistas se manifestaron en las calles de San Francisco para exigir el respeto de los primeros coches de motor que recorrían el puerto, narra la revista electrónica Processedworld. La competencia comenzó pronto; los autos habían nacido apenas treinta años antes. Como su popularización fue lenta, los automotores no fueron tema de discusión científica al principio. Pero parece que ya en los años cincuenta del siglo XX se notaba su influencia en las emociones humanas, o así lo percibió Walt Disney Pictures, que en 1950 mostró, en su cortometraje Motor Mania, cómo Mr. Walker, “un hombre agradable y honesto”, puede transformarse en Mr. Wheeler apenas pisa el acelerador de su convertible amarillo. Y Mr. Wheeler es el mismísimo diablo. “Soy el dueño de la vía. La pago con mis impuestos y la usaré como quiera”, grita. El tema ocupó, en 1973, al filósofo y periodista André Gorz, quien cuestionaba: “Un automóvil, igual que una finca con playa, ¿no ocupa acaso un espacio que escasea? ¿Acaso no priva a los otros que utilizan las calles (peatones, ciclistas, usuarios de tranvías o autobuses)? […] El automovilismo de masa […] funda y sustenta la creencia ilusoria de que cada individuo puede prevalecer y beneficiarse a expensas de todos los demás”. El conductor, continúa Gorz, “a cada minuto asesina simbólicamente a los demás, a quienes ya no percibe más que c omo estorbos materiales y obstáculos que se interponen a su propia velocidad” (Letras Libres 132). Para André Gorz, la paradoja de los muchos carros es que crean más distancias de las que acortan. Cómo podría ser distinto, si millones, en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, pasan hasta una décima parte de su día dentro de un automóvil. Si el coche es “el único espacio de intimidad”, desde donde miles de personas pueden “sentir y expresar libertad, vértigo, euforia, bronca y violencia […] Si es el único ámbito de gobierno sobre la vida personal”, le dijo el psicólogo público Gustavo Zaldívar a la periodista Carolina Brunstein en la “Radiografía de un automovilista chocador” (El Clarín, 16 de marzo de 1997). *** A principios de los años setenta, André Gorz llamó al mundo a la cordura, “a sentirse como en casa en sus barrios, dentro de su comunidad, dentro de su ciudad a escala humana”, a pie o en bicicleta. La verdad
es que en las grandes ciudades de México hay pocas oportunidades de montarse en una bicicleta sin salir herido o, ya de menos, asustado. Ollín Monroy, el activista de la Bicicleta blanca en Guadalajara, confiesa que cada vez que instala un memorial se pregunta si el próximo será para él.
En México los reyes del camino son los coches particulares: determinan la nueva cara de los barrios v iejos, esculpen el cuerpo que tendrán las colonias nuevas y dictan una parte considerable del gasto público, aunque sólo mueven a treinta por ciento de los pobladores. En un país que prohibió el cigarro en las cantinas, a nadie se le ocurriría prohibir el exceso de automotores, aunque contribuyen hasta con ochenta por ciento de algunos contaminantes asesinos. El tema ha llamado la atención de organismos internacionales, como el Banco de Desarrollo para América Latina. Uno de sus últimos inventarios sobre movilidad en la región acusa que en 2007 Guadalajara no había destinado ni un centímetro de sus once mil quinientos kilómetros de vías a la circulación de las bicicletas (Curitiba, Brasil, con seis mil
Siempre, recomienda, recomienda, el de l a bicicleta debe hacer contacto con la mirada del automovilista, antes de cualquier movimiento. Resulta que la técnica de comunicación más antigua de la humanidad es lo que queda en las ciudades que crecen en la medida de su parque vehicular. Y las grandes metrópolis de México tienen un serio problema. Guadalajara posee casi trescientos treinta vehículos motorizados por cada mil habitantes, mientras que, por ejemplo, la zona metropolitana de la Ciudad de México tiene unos doscientos noventa y uno, según el Centro de Transporte Sustentable (Santiago de Chile alcanza ciento cuarenta y nueve por cada mil; Bogotá, Colombia, ciento quince, y Lima, Perú, cincuenta).
seiscientos kilómetros, tiene ciento veintiuno de ciclovías). La cosa pinta para que las bicicletas blancas sigan apareciendo colgadas de los postes de la ciudad (en los países donde la gente no tiene necesidad de vender chatarra, las ponen al nivel del suelo). suelo). *** “El chiste es que cuando a los automovilistas automovilistas les toque un alto, miren hacia arriba y tomen conciencia y se acuerden de que sobre cada bicicleta blanca había una persona viva”, dice Ollín Monroy. Piensas que Ollín es ingenuo. Hasta ahora tú, que recorres diario la ciudad, jamás viste una. En cambio la idea del coche sigue taladrándote el cerebro mientras él habla.
24
25
CRÓNICA
LA BICICLETA Y
YO
EUGENIA COPPEL
EN MIS EXPERIENCIAS traumáticas más recientes ha estado presente la bicicleta. Dos tipos me asaltaron a mano armada mientras cargaba mi bici para cruzar las vías del tren. Pedaleaba alegremente hacia la universidad cuando fui arrollada por una camioneta de señora. Dos veces salí de eventos que cubría para el periódico y no encontré en el bicipuerbicipuerto más que un candado roto. Ninguno de esos eventos me ha quitado el gusto de pedalear por la ciudad. Hace cinco años que me transporto regularmente en bicicleta. Primero en Toulouse Toulouse (Francia), luego en Guadalajara (México) y ahora en Madrid (España). Y en definitiva no empecé a hacerlo por mi amplia conciencia medioambiental. medioambiental. Tampoco tenía inquietudes de activismo ciudadano ni estaba intentando ser fashion o cool . Incluso, más de una vez me avergoncé de ir cargando con tantos tiliches, de llegar sudada a los lugares o de complicar algún traslado grupal. La razón de mi necedad era más simple: necesitaba desplazarme distancias medias y quería ahorrarme los euros del transporte. 26
Entonces me empecé a enamorar de la bicicleta, que hasta el momento había sido –si acaso– un buen recuerdo de infancia. Descubrí las múltiples bondades de las dos ruedas y me hice adicta a avanzar con la sensación del aire en la cara. Conocí los entresijos de la ciudad en la que crecí y de las que elegí para escaparme un rato. La bici mejoró mi humor y mi economía. Y me dio la idea (y el pretexto) para hacer un proyecto de fotos urbanas que se convirtió en un librito: Ciclovista Guadalajara. *** Cada vez es más común ver, en Guadalajara y otras ciudades, a jóvenes que optan por este medio de transporte. Pero hace apenas cinco años, al menos yo no contemplaba otra opción que no fueran los desplazamientos motorizados. Primero, por las largas distancias de una ciudad que ha crecido sin ningún control, y cuya infraestructura se ha planteado en función del automóvil. Después, por el enorme
déficit de cultura vial de los tapatíos, personificado de manera magistral por los temerarios camioneros. Y quizá lo más importante: porque apenas surgían, o eran muy jóvenes, las asociaciones ciudadanas en pro del ciclismo urbano. En el último lustro no sólo se han multiplicado, sino que han logrado tener una presencia importante en la ciudad. Con la bicicleta como estandarte han promulgado los valores de ecología, la ciudadanía y el activismo, y las redes sociales han contribuido para que muchos tapatíos hayan comenzado a escuchar. También la Vía Recreactiva, que cumplirá diez años en septiembre de 2014, ha sido un factor fundamental para este paulatino cambio de mentalidad. Basta con salir un domingo a alguna de las avenidas reservadas a bicicleteros y peatones, para respirar una atmósfera de ciudad amable y cosmopolita. *** Cuando regresé de Europa (en 2009) y decidí que también quería ser ciclista en Guadalajara, más de alguno consideró consideró que era un acto poco menos que suicida. Especialmente mi papá, quien insistió en que abandonara cuanto antes mis ideas progre: las cosas no funcionaban igual en nuestro entorno y era demasiado riesgoso pretender lo contrario. Y es cierto que no es cualquier cosa transport arse en bicicleta en una ciudad con más de un millón y medio de automóviles. O mejor dicho, en las ciudades en general. No en vano existe el movimiento globikers), con el cual los bal de Bicicletas Blancas (o ghost bikers grupos ciclistas denuncian la muerte de sus colegas en accidentes que involucran vehículos de motor. Las viejas bicis blancas colocadas como esculturas urbanas en postes o ca mellones buscan crear conciencia sobre las vidas perdidas en la ruta. Aun así, seguí adelante con mis planes. Me compré una linda bicicleta antigua en el tianguis de El Baratillo y empecé a hacer mis traslados en bicicleta. Me atropellaron una semana después. Afortunad amente no fue nada grave. Lo p eor f ue el tremendo susto, después algunos moretones y claro, el golpe al ego. Pero no podía desistir tan pronto y decidí equiparme lo mejor posible: casco, luces, timbre, guantes y un espejo circular que fue el punto de partida para la serie de fotos de Ciclo- vista Guadalajara . Con esas imágenes hechas a través del retrovisor, quise decir que mi percepción de la ciudad cambió
por completo cuando me convertí en ciclista. Nací y crecí en Guadalajara pero durante muchos años la vi casi siempre desde el coche en movimiento. movimiento. A una fría distancia que creía natural, y que sólo se fue rompiendo al ritmo del pedaleo. *** También mi relación con la bicicleta ha ido cambiando con el tiempo. Aquel proyecto fue posible gracias a mi desempleo post-universitario, pues mi ocupación en esos días consistía básicamente en pasear y hacer fotografías. Inevitablemente el libro reflejó esa visión romántica: estaba convencida de que la bicicleta era el culmen de la civilidad y una herramienta con todo el potencial para cambiar el mundo. Luego me convertí en reportera y mis días se llenaron con prisas. La bici adquirió de nuevo el carácter utilitario que me impulsó a adoptarla en un principio, pues sin duda era la mejor opción para moverme por el centro de Guadalajara y sus alrededores. A las muchas ventajas del pedaleo urbano se añadió el combate contra el estrés. Pero después de la segunda bicicleta robada fue inevitable mi desencanto con la ciudad y con el ciclismo. Ahora en Madrid he reg resado a un justo punto medio. Tengo una bicicleta plegable que utilizo más para el ocio que para el transporte habitual, y así la ciudad es más disfr utable. A diferencia de Toulouse, la capital española no tiene demasiadas ciclovías, pero las bicicletas tienen su sitio en el seg undo carril de la derecha –a un lado de los autobuses— y los automovilistas son bastante respetuosos. Sigo creyendo que la bicicleta tiene la capacidad para cambiar al mundo. Y más en estos tiempos, cuando está comprobado que la principal causa del cambio climático es la quema de c ombustibles fósiles. Pero hablar en escala global es demasiado. Lo que es seguro es que la bici mejora las experiencias individuales de quienes emprenden una relación con ella. El ciclista se ahorra la membresía del gimnasio. No gasta en met ro, ni autobús, ni combustible. No pierde el tiempo en atas automovilísticos o en encontrar estacionamiento. Se conoce las calles como su mano. Avanza con una sensación de libertad que nunca podrá darle un traslado bajo tierra. Y ya de paso, reduce su injerencia en esa amenaza latente llamada calentamiento global. Es menos parte del problema y más de l a solución. 27
CRÓNICA
LA BICICLETA Y
YO
EUGENIA COPPEL
EN MIS EXPERIENCIAS traumáticas más recientes ha estado presente la bicicleta. Dos tipos me asaltaron a mano armada mientras cargaba mi bici para cruzar las vías del tren. Pedaleaba alegremente hacia la universidad cuando fui arrollada por una camioneta de señora. Dos veces salí de eventos que cubría para el periódico y no encontré en el bicipuerbicipuerto más que un candado roto. Ninguno de esos eventos me ha quitado el gusto de pedalear por la ciudad. Hace cinco años que me transporto regularmente en bicicleta. Primero en Toulouse Toulouse (Francia), luego en Guadalajara (México) y ahora en Madrid (España). Y en definitiva no empecé a hacerlo por mi amplia conciencia medioambiental. medioambiental. Tampoco tenía inquietudes de activismo ciudadano ni estaba intentando ser fashion o cool . Incluso, más de una vez me avergoncé de ir cargando con tantos tiliches, de llegar sudada a los lugares o de complicar algún traslado grupal. La razón de mi necedad era más simple: necesitaba desplazarme distancias medias y quería ahorrarme los euros del transporte.
Entonces me empecé a enamorar de la bicicleta, que hasta el momento había sido –si acaso– un buen recuerdo de infancia. Descubrí las múltiples bondades de las dos ruedas y me hice adicta a avanzar con la sensación del aire en la cara. Conocí los entresijos de la ciudad en la que crecí y de las que elegí para escaparme un rato. La bici mejoró mi humor y mi economía. Y me dio la idea (y el pretexto) para hacer un proyecto de fotos urbanas que se convirtió en un librito: Ciclovista Guadalajara. *** Cada vez es más común ver, en Guadalajara y otras ciudades, a jóvenes que optan por este medio de transporte. Pero hace apenas cinco años, al menos yo no contemplaba otra opción que no fueran los desplazamientos motorizados. Primero, por las largas distancias de una ciudad que ha crecido sin ningún control, y cuya infraestructura se ha planteado en función del automóvil. Después, por el enorme
déficit de cultura vial de los tapatíos, personificado de manera magistral por los temerarios camioneros. Y quizá lo más importante: porque apenas surgían, o eran muy jóvenes, las asociaciones ciudadanas en pro del ciclismo urbano. En el último lustro no sólo se han multiplicado, sino que han logrado tener una presencia importante en la ciudad. Con la bicicleta como estandarte han promulgado los valores de ecología, la ciudadanía y el activismo, y las redes sociales han contribuido para que muchos tapatíos hayan comenzado a escuchar. También la Vía Recreactiva, que cumplirá diez años en septiembre de 2014, ha sido un factor fundamental para este paulatino cambio de mentalidad. Basta con salir un domingo a alguna de las avenidas reservadas a bicicleteros y peatones, para respirar una atmósfera de ciudad amable y cosmopolita. *** Cuando regresé de Europa (en 2009) y decidí que también quería ser ciclista en Guadalajara, más de alguno consideró consideró que era un acto poco menos que suicida. Especialmente mi papá, quien insistió en que abandonara cuanto antes mis ideas progre: las cosas no funcionaban igual en nuestro entorno y era demasiado riesgoso pretender lo contrario. Y es cierto que no es cualquier cosa transport arse en bicicleta en una ciudad con más de un millón y medio de automóviles. O mejor dicho, en las ciudades en general. No en vano existe el movimiento globikers), con el cual los bal de Bicicletas Blancas (o ghost bikers grupos ciclistas denuncian la muerte de sus colegas en accidentes que involucran vehículos de motor. Las viejas bicis blancas colocadas como esculturas urbanas en postes o ca mellones buscan crear conciencia sobre las vidas perdidas en la ruta. Aun así, seguí adelante con mis planes. Me compré una linda bicicleta antigua en el tianguis de El Baratillo y empecé a hacer mis traslados en bicicleta. Me atropellaron una semana después. Afortunad amente no fue nada grave. Lo p eor f ue el tremendo susto, después algunos moretones y claro, el golpe al ego. Pero no podía desistir tan pronto y decidí equiparme lo mejor posible: casco, luces, timbre, guantes y un espejo circular que fue el punto de partida para la serie de fotos de Ciclo- vista Guadalajara . Con esas imágenes hechas a través del retrovisor, quise decir que mi percepción de la ciudad cambió
26
*** También mi relación con la bicicleta ha ido cambiando con el tiempo. Aquel proyecto fue posible gracias a mi desempleo post-universitario, pues mi ocupación en esos días consistía básicamente en pasear y hacer fotografías. Inevitablemente el libro reflejó esa visión romántica: estaba convencida de que la bicicleta era el culmen de la civilidad y una herramienta con todo el potencial para cambiar el mundo. Luego me convertí en reportera y mis días se llenaron con prisas. La bici adquirió de nuevo el carácter utilitario que me impulsó a adoptarla en un principio, pues sin duda era la mejor opción para moverme por el centro de Guadalajara y sus alrededores. A las muchas ventajas del pedaleo urbano se añadió el combate contra el estrés. Pero después de la segunda bicicleta robada fue inevitable mi desencanto con la ciudad y con el ciclismo. Ahora en Madrid he reg resado a un justo punto medio. Tengo una bicicleta plegable que utilizo más para el ocio que para el transporte habitual, y así la ciudad es más disfr utable. A diferencia de Toulouse, la capital española no tiene demasiadas ciclovías, pero las bicicletas tienen su sitio en el seg undo carril de la derecha –a un lado de los autobuses— y los automovilistas son bastante respetuosos. Sigo creyendo que la bicicleta tiene la capacidad para cambiar al mundo. Y más en estos tiempos, cuando está comprobado que la principal causa del cambio climático es la quema de c ombustibles fósiles. Pero hablar en escala global es demasiado. Lo que es seguro es que la bici mejora las experiencias individuales de quienes emprenden una relación con ella. El ciclista se ahorra la membresía del gimnasio. No gasta en met ro, ni autobús, ni combustible. No pierde el tiempo en atas automovilísticos o en encontrar estacionamiento. Se conoce las calles como su mano. Avanza con una sensación de libertad que nunca podrá darle un traslado bajo tierra. Y ya de paso, reduce su injerencia en esa amenaza latente llamada calentamiento global. Es menos parte del problema y más de l a solución. 27
CUENTO
El o ojjo Liliana Colanzi
A ella le cayó mal desde desde que él la dejara dejara plantada a última hora para un trabajo de grupo durante el primer año de la universidad. Estoy enfermo, dijo él por teléfono con el tono de voz neutro de quien no reclama simpatía, y ella ofreció hacerse cargo del trabajo. Esa noche, mientras ella regresaba a ca sa en el auto de su madre –el trabajo hecho y cuidadosamente copiado en un flash memory–, lo vio ca minando por la calle de un mercado junto a una chica goth, las manos en los bolsillos y la mirada fija en algún punto en la distancia. La chica le pareció un vampiro con zancos que movía agitadamente las manos mientras hablaba; él, en cambio, se limitaba a asentir, la cabeza un poco inclinada, avanzando hacia la oscuridad de la cal le. La escena la tomó por sorpresa. Se quedó paralizada en medio del tráfico, demasiado aturdida como para decidirse a avanzar o llamar al chico por la ventanilla del auto. Más tarde, mientras cenaba con su madre, regresó una y otra vez a la misma imagen, a la expresión atenta de él y a la chica vestida de negro, semejante a una urraca o una viuda. Sintió náuseas. Estás rara, le dijo su madre, escrutándola por encima del plato de raviolis. Algo has hecho. Simplemente Simpleme nte estoy cansada. ¿Es un hombre?, hombre?, insistió la madre, y la chica negó con la cabeza y se puso colorada. La madre acostumbraba a revisar el kilometraje del auto cada día para asegurarse de que no se fuera a otra parte en las horas en que debía estar en la universidad. La madre prosiguió: El Enemigo viene disfrazado de ángel, pero su verdadero rostro es terrible. No te olvides nunca de que llevas su marca en la frente. Él conoce tu nombre y escucha tu llamado. La madre hizo la señal de la cruz y l a chica se atragantó con un raviol. Hipó. Muéstrame las manos, ordenó la madre. Mamá, protestó nerviosamente, pero la madre insistió. La chica colocó con reticencia las manos pecosas, de uñas mordisqueadas, sobre el mantel a cuadros. La madre las inspeccionó y, con un gesto rápido, rápido, se las llevó a la nariz. Basta, gritó la chica, desasiéndose, y corrió a su habitación. Echó el cerrojo a la puerta y se tiró de bruces en la cama, donde sus muñecas –regalos de su madre que no se atrevía a ar rojar a la basura– la observaban con sus i mplacables ojos de vidrio. Todavía Todavía la abrumaba el peso de la traición del chico. Cuando el profesor explicó días atrás que 28
por completo cuando me convertí en ciclista. Nací y crecí en Guadalajara pero durante muchos años la vi casi siempre desde el coche en movimiento. movimiento. A una fría distancia que creía natural, y que sólo se fue rompiendo al ritmo del pedaleo.
los trabajos se realizarían en grupo, ella se acercó de inmediato a él: lo había escogido. Era la primera vez en su vida que tomaba la iniciativa. Al pensar en lo que había arriesgado mintiéndole a su madre para poder reunirse con él, en lo comprensiva que se había mostrado ante su enfermedad ficticia, en el tiempo que le había tomado hacer la parte del trabajo que le correspondía a él, en el maquillaje estridente de la chica gótica, a lgo en ella se agitaba como ante la presencia de una víbora. El mundo, de pronto, era un lugar hostil. Quería graduarse con honores, de manera que pudiera postular a un doctorado en el extranjero y así alejarse para siempre de la estricta vigilancia de su madre, de su Ojo que lo abarcaba todo. La mentira del chico era una afrenta personal, un atentado contra el futuro que había diseñado para sí misma, contra su idea de la felicidad y del mundo, y de pronto se sintió impotente y estafada y a punto de llorar. Corrió al baño, montó el pie sobre el inodoro y se levantó la falda. Tomó la navaja y, sin un solo suspiro, se hizo un corte transversal en el muslo, donde se desvanecían algunas cicatrices antiguas. Luego se dio tres, cuatro, cinco cachetadas veloces, hasta que el espejo del baño le devolvió la imagen de sus mejillas encendidas. Entonces se acomodó el cabello detrás de la oreja, se limpió la sangre del muslo con un pedazo de papel higiénico que tiró al inodoro y luego volvió a la cama, donde permaneció leyendo El maravilloso secreto de las almas d el Purgatorio, de Maria Simma, hasta quedarse dormida. Al día siguiente llegó llegó a la universidad universidad con el trabajo impreso. Había borrado el nombre del chico. Anticipaba su reacción c uando se enterara de las consecuencias de su mentira: el trabajo final era decisivo para aprobar la materia. Lo imaginaba confundido al verse descubierto, tartamudeando excusas para finalmente rendirse ante la evidencia de su engaño. Dejaría que le rogase un poco antes de volver a escribir su nombre nombre en la carátula en un último gesto magnánimo, para enseñarle que ella sabía perdonar. Sólo entonces el orden de las cosas sería restablecido. Sin embargo el chico no llegó jamás a clases y ella entregó el trabajo sin su nombre, y no supo más de él ni intentó acercarse nunca más a nadie. Por entonces la madre había comenzado a olisquear la ropa interior de la chica a sus espaldas, e insistía en dejarla en la puerta de la universidad y en pasar a buscarla todos los días, a pesar de que se
trataba de una precaución inútil. Mi madre tiene razón, pensaba la chica. Llevo una marca que me separa del resto como el fuego. No había forma de borrar la marca, de disimularla. Así que se empeñó ciegamente en conseguir notas perfectas, hasta que una profesora la llamó un día a su oficina y le informó que no le daría la nota máxima aunque hubiera cumplido con todas las tareas. Usted, señorita, lo que tiene que hacer es aprender a desobedecer, le dijo, mirándola con impaciencia. O mejor dicho, aprender a pensar por usted misma, que no es lo mismo que memorizar. La chica –que amaba y temía a la profesora– se ruborizó violentamente, apretó la mochila contra el pecho y no dijo nada. A la profesora le exasperaba la docilidad casi inhumana de la chica; quería hahacerle ver que la suya era una actitud antiintelectual contraria al espíritu de indagación de la universidad. Ahora que la tenía enfrente se daba cuenta de que sus argumentos se desbarrancaban ante el mutis mo de la chica. La fragilidad de la chica –¿o era acaso esa fragilidad otro tipo de voluntad, una voluntad alienígena que se le escapaba?– le causaba repulsión. Usted confunde inteligencia con memoria, repitió la profesora. La chica no levantó los ojos. Un temblor imperimperceptible le cruzó los labios. La luz de la tarde hizo resplandecer las partículas suspendidas en el aire. Eso era lo que tenía que decirle, dijo la profesora, ya del todo convencida de la inutilidad del encuentro. La chica murmuró una disculpa y corrió a encerrarse en uno de los baños de la universidad. Las paredes estaban cubiertas de garabatos superpuestos: Puta la que lee esto viva el pichi Yeni ve visiones FEMEN viva el MAS mujeres libres, lindas y locas TE VOY A MATAR PUTA DESGRACIADA. El corazón le golpeaba enloquecido. Se inclinó sobre la tapa rota del inodoro y empujó dos dedos hasta el fondo de su garganta. La comida del almuerzo salió casi sin esfuerzo, convertida en una papilla amarillenta. Utilizó los dedos hasta escupir un líquido amargo que le incendió la garganta, pero el alivio tardaba en llegar. Desde el inodoro, emergiendo en medio de una burbuja de vómito, vio aparecer al Ojo. Carecía de párpado; sin embargo, la chica reconoció en el iris azul oscuro la mirada –¿burlona? ¿amenazante?– ¿amenazante?– de su madre. El Ojo –¿era posible?– sonreía. Largó la cadena. Un chorro de agua se llevó al Ojo y a los restos de la masa 29
CUENTO
los trabajos se realizarían en grupo, ella se acercó de inmediato a él: lo había escogido. Era la primera vez en su vida que tomaba la iniciativa. Al pensar en lo que había arriesgado mintiéndole a su madre para poder reunirse con él, en lo comprensiva que se había mostrado ante su enfermedad ficticia, en el tiempo que le había tomado hacer la parte del trabajo que le correspondía a él, en el maquillaje estridente de la chica gótica, a lgo en ella se agitaba como ante la presencia de una víbora. El mundo, de pronto, era un lugar hostil. Quería graduarse con honores, de manera que pudiera postular a un doctorado en el extranjero y así alejarse para siempre de la estricta vigilancia de su madre, de su Ojo que lo abarcaba todo. La mentira del chico era una afrenta personal, un atentado contra el futuro que había diseñado para sí misma, contra su idea de la felicidad y del mundo, y de pronto se sintió impotente y estafada y a punto de llorar. Corrió al baño, montó el pie sobre el inodoro y se levantó la falda. Tomó la navaja y, sin un solo suspiro, se hizo un corte transversal en el muslo, donde se desvanecían algunas cicatrices antiguas. Luego se dio tres, cuatro, cinco cachetadas veloces, hasta que el espejo del baño le devolvió la imagen de sus mejillas encendidas. Entonces se acomodó el cabello detrás de la oreja, se limpió la sangre del muslo con un pedazo de papel higiénico que tiró al inodoro y luego volvió a la cama, donde permaneció leyendo El maravilloso secreto de las almas d el Purgatorio, de Maria Simma, hasta quedarse dormida. Al día siguiente llegó llegó a la universidad universidad con el trabajo impreso. Había borrado el nombre del chico. Anticipaba su reacción c uando se enterara de las consecuencias de su mentira: el trabajo final era decisivo para aprobar la materia. Lo imaginaba confundido al verse descubierto, tartamudeando excusas para finalmente rendirse ante la evidencia de su engaño. Dejaría que le rogase un poco antes de volver a escribir su nombre nombre en la carátula en un último gesto magnánimo, para enseñarle que ella sabía perdonar. Sólo entonces el orden de las cosas sería restablecido. Sin embargo el chico no llegó jamás a clases y ella entregó el trabajo sin su nombre, y no supo más de él ni intentó acercarse nunca más a nadie. Por entonces la madre había comenzado a olisquear la ropa interior de la chica a sus espaldas, e insistía en dejarla en la puerta de la universidad y en pasar a buscarla todos los días, a pesar de que se
El o ojjo Liliana Colanzi
A ella le cayó mal desde desde que él la dejara dejara plantada a última hora para un trabajo de grupo durante el primer año de la universidad. Estoy enfermo, dijo él por teléfono con el tono de voz neutro de quien no reclama simpatía, y ella ofreció hacerse cargo del trabajo. Esa noche, mientras ella regresaba a ca sa en el auto de su madre –el trabajo hecho y cuidadosamente copiado en un flash memory–, lo vio ca minando por la calle de un mercado junto a una chica goth, las manos en los bolsillos y la mirada fija en algún punto en la distancia. La chica le pareció un vampiro con zancos que movía agitadamente las manos mientras hablaba; él, en cambio, se limitaba a asentir, la cabeza un poco inclinada, avanzando hacia la oscuridad de la cal le. La escena la tomó por sorpresa. Se quedó paralizada en medio del tráfico, demasiado aturdida como para decidirse a avanzar o llamar al chico por la ventanilla del auto. Más tarde, mientras cenaba con su madre, regresó una y otra vez a la misma imagen, a la expresión atenta de él y a la chica vestida de negro, semejante a una urraca o una viuda. Sintió náuseas. Estás rara, le dijo su madre, escrutándola por encima del plato de raviolis. Algo has hecho. Simplemente Simpleme nte estoy cansada. ¿Es un hombre?, hombre?, insistió la madre, y la chica negó con la cabeza y se puso colorada. La madre acostumbraba a revisar el kilometraje del auto cada día para asegurarse de que no se fuera a otra parte en las horas en que debía estar en la universidad. La madre prosiguió: El Enemigo viene disfrazado de ángel, pero su verdadero rostro es terrible. No te olvides nunca de que llevas su marca en la frente. Él conoce tu nombre y escucha tu llamado. La madre hizo la señal de la cruz y l a chica se atragantó con un raviol. Hipó. Muéstrame las manos, ordenó la madre. Mamá, protestó nerviosamente, pero la madre insistió. La chica colocó con reticencia las manos pecosas, de uñas mordisqueadas, sobre el mantel a cuadros. La madre las inspeccionó y, con un gesto rápido, rápido, se las llevó a la nariz. Basta, gritó la chica, desasiéndose, y corrió a su habitación. Echó el cerrojo a la puerta y se tiró de bruces en la cama, donde sus muñecas –regalos de su madre que no se atrevía a ar rojar a la basura– la observaban con sus i mplacables ojos de vidrio. Todavía Todavía la abrumaba el peso de la traición del chico. Cuando el profesor explicó días atrás que
29
28
amarillenta. Antes de salir del baño, la chica miró varias veces por encima del hombro hombro para cerciorarcerciorarse de que el Ojo no volviera a aparecer flotando desde las cañerías. A partir de de ese día agudizó agudizó todos todos los sentidos. sentidos. Esperaba aquello que iba a suceder, porque algo estaba claramente a punto de suceder: debía ser importante para haber despertado al Ojo. El Ojo –así lo había entendido– era la señal. Por eso no sufrió ni se tajeó los muslos cuando la profesora le dio una nota mediocre por el trabajo final –con un solo comentario: “¡Piense!”– ni se inquietó al descubrir a su madre cada vez más absorta en el bordado del camisón que quería llevar puesto al momento de su muerte. Su madre, no tuvo dudas, también esperaba. Faltaban pocos días para la Navidad cuando se encontró con el chico en una calle del centro. Ella caminaba mirando la nieve artificial de las vitrinas cuando chocaron de frente. Él la saludó como si nunca hubieran dejado de verse en todos esos meses. Durante ese tiempo, notó ella, la cara de él había perdido la redondez de la infancia. Era una cara hermosa, afilada y distante. La cara de alguien que aún no es del todo adulto pero que nunca ha sido un niño. Ella cruzó la mano instinti vamente vamente sobre sobre su cartera. Él dijo dijo que que iba al cine, ella no se sorprendió cuando la invitó a acompañarlo. Pensó en su madre esperándola en la casa, obser vando a intervalos cada vez más breves el reloj de la cocina mientras bordaba el camisón a velocidad alucinada, pero ya sus pasos iban tras los del chico. Durante el camino se dijeron poco. Ella le preguntó tímidamente por qué había abandonado la universidad. Él contestó que la universidad lo aburría y que ahora tenía una banda de rock. A esto ella no tenía mucho qué agregar; por suerte el chico caminaba con los oídos cubiertos por los audífonos de su iPod. En la taquilla del cine cada uno pagó su propia entrada. Era la función de la tarde y una pareja de niños se entretenía arrojando pipocas al aire varias filas más adelante. Apenas se apagaron las luces y las letras ensangrentadas anunciaron el nombre de la película, los dedos de él se cerraron sobre su muslo. Tú eres aquel que viene y toma, pensó ella, y un espasmo le recorrió la espalda con la intensidad de un relámpago. En la pantalla un enorme monstruo verde se deslizaba en medio de una selva tenebrosa. Se estremeció. El Ojo acababa de brotar de entre el follaje de los árboles y ahora se dirigía flotando hacia ella; se detuvo a pocos 30
trataba de una precaución inútil. Mi madre tiene razón, pensaba la chica. Llevo una marca que me separa del resto como el fuego. No había forma de borrar la marca, de disimularla. Así que se empeñó ciegamente en conseguir notas perfectas, hasta que una profesora la llamó un día a su oficina y le informó que no le daría la nota máxima aunque hubiera cumplido con todas las tareas. Usted, señorita, lo que tiene que hacer es aprender a desobedecer, le dijo, mirándola con impaciencia. O mejor dicho, aprender a pensar por usted misma, que no es lo mismo que memorizar. La chica –que amaba y temía a la profesora– se ruborizó violentamente, apretó la mochila contra el pecho y no dijo nada. A la profesora le exasperaba la docilidad casi inhumana de la chica; quería hahacerle ver que la suya era una actitud antiintelectual contraria al espíritu de indagación de la universidad. Ahora que la tenía enfrente se daba cuenta de que sus argumentos se desbarrancaban ante el mutis mo de la chica. La fragilidad de la chica –¿o era acaso esa fragilidad otro tipo de voluntad, una voluntad alienígena que se le escapaba?– le causaba repulsión. Usted confunde inteligencia con memoria, repitió la profesora. La chica no levantó los ojos. Un temblor imperimperceptible le cruzó los labios. La luz de la tarde hizo resplandecer las partículas suspendidas en el aire. Eso era lo que tenía que decirle, dijo la profesora, ya del todo convencida de la inutilidad del encuentro. La chica murmuró una disculpa y corrió a encerrarse en uno de los baños de la universidad. Las paredes estaban cubiertas de garabatos superpuestos: Puta la que lee esto viva el pichi Yeni ve visiones FEMEN viva el MAS mujeres libres, lindas y locas TE VOY A MATAR PUTA DESGRACIADA. El corazón le golpeaba enloquecido. Se inclinó sobre la tapa rota del inodoro y empujó dos dedos hasta el fondo de su garganta. La comida del almuerzo salió casi sin esfuerzo, convertida en una papilla amarillenta. Utilizó los dedos hasta escupir un líquido amargo que le incendió la garganta, pero el alivio tardaba en llegar. Desde el inodoro, emergiendo en medio de una burbuja de vómito, vio aparecer al Ojo. Carecía de párpado; sin embargo, la chica reconoció en el iris azul oscuro la mirada –¿burlona? ¿amenazante?– ¿amenazante?– de su madre. El Ojo –¿era posible?– sonreía. Largó la cadena. Un chorro de agua se llevó al Ojo y a los restos de la masa
centímetros de su butaca, brillando acusador en la oscuridad. Procuró espantarlo cerrando los ojos. Llevas la marca de tu origen en la frente, le susurró la voz de su madre al oído. Pero la lengua del chico le hacía cosquillas en la oreja. Pequeño cordero en la colina, rezó, corre lo más rápido que puedas, tu vida ni siquiera empieza, empieza, ni siquiera ha empezado. empezado. El chico le succionó los dedos de la mano, uno a uno, mientras sus propios dedos buscaban el camino hacia la boca de ella y en la pantalla una mujer aullaba, arrollada bajo una cosechadora mecánica que avanzaba enloquecida. Las tripas de la mujer salieron volando a un costado. La chica soltó un suspiro y mordió a ciegas las yemas de esos dedos que hurgaban en su boca. Yahvé Dios hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, chilló enfurecida la voz de la madre, y las butacas del cine se elevaron unos centímetros por encima del suelo. Los niños de la fila de adelante gritaron de placer. El chico se abrió la bragueta, y sosteniendo a la chica por el cuello, forzó su cabeza sobre su verga. La chica empezó a lamer, a chupar, a ahogarse con los pelos de él, que la sostenía por la nuca y los cabellos sin delicadeza alguna, y entonces ella fue tocada por el rayo de la gracia como un haz cegador de luz que la inundaba. Era como si hubiera perdido su vida para reencontrarla en la sala del cine, y entendió que había sido traída al mundo para ese momento, y que todo lo que había sucedido hasta entonces no era otra cosa que una preparación para ese encuentro, para el momento de una revelación que la superaba y ante la cual se rendía por completo, como ante la corriente de un río bajo el sol del mediodía. Era el chico quien la había elegido. El chico había esperado desde el principio de los tiempos el momento en que, a través de ella, echaría a andar los motores de la gran destrucción. El chico era el Enemigo del que siempre le había hablado su madre, pensó, maravillada, y su propia vocación –ahora lo sabía– había sido la de abrir las compuertas del vacío. ¡Qué destino el suyo, el de propiciar la llegada de la noche de los tiempos! ¿Estás bien?, murmuró el chico, algo molesto, subiéndose la cremallera del pantalón, pero a ella –la cabeza aún apoyada en su entrepierna– ya no la alcanzaban las palabras. El Ojo había desaparecido y la chica podía sentir en sus huesos el crepitar de las primeras bolas de fuego que se dirigían hacia la tierra. Había empezado. "El Ojo" forma parte del segundo libro de cuentos de Liliana,
Mordor .
PORTAFOLI OS
LOS PRIVILEGIOS DE LA BICI
Fotografías de Eugenia Coppel
amarillenta. Antes de salir del baño, la chica miró varias veces por encima del hombro hombro para cerciorarcerciorarse de que el Ojo no volviera a aparecer flotando desde las cañerías. A partir de de ese día agudizó agudizó todos todos los sentidos. sentidos. Esperaba aquello que iba a suceder, porque algo estaba claramente a punto de suceder: debía ser importante para haber despertado al Ojo. El Ojo –así lo había entendido– era la señal. Por eso no sufrió ni se tajeó los muslos cuando la profesora le dio una nota mediocre por el trabajo final –con un solo comentario: “¡Piense!”– ni se inquietó al descubrir a su madre cada vez más absorta en el bordado del camisón que quería llevar puesto al momento de su muerte. Su madre, no tuvo dudas, también esperaba. Faltaban pocos días para la Navidad cuando se encontró con el chico en una calle del centro. Ella caminaba mirando la nieve artificial de las vitrinas cuando chocaron de frente. Él la saludó como si nunca hubieran dejado de verse en todos esos meses. Durante ese tiempo, notó ella, la cara de él había perdido la redondez de la infancia. Era una cara hermosa, afilada y distante. La cara de alguien que aún no es del todo adulto pero que nunca ha sido un niño. Ella cruzó la mano instinti vamente vamente sobre sobre su cartera. Él dijo dijo que que iba al cine, ella no se sorprendió cuando la invitó a acompañarlo. Pensó en su madre esperándola en la casa, obser vando a intervalos cada vez más breves el reloj de la cocina mientras bordaba el camisón a velocidad alucinada, pero ya sus pasos iban tras los del chico. Durante el camino se dijeron poco. Ella le preguntó tímidamente por qué había abandonado la universidad. Él contestó que la universidad lo aburría y que ahora tenía una banda de rock. A esto ella no tenía mucho qué agregar; por suerte el chico caminaba con los oídos cubiertos por los audífonos de su iPod. En la taquilla del cine cada uno pagó su propia entrada. Era la función de la tarde y una pareja de niños se entretenía arrojando pipocas al aire varias filas más adelante. Apenas se apagaron las luces y las letras ensangrentadas anunciaron el nombre de la película, los dedos de él se cerraron sobre su muslo. Tú eres aquel que viene y toma, pensó ella, y un espasmo le recorrió la espalda con la intensidad de un relámpago. En la pantalla un enorme monstruo verde se deslizaba en medio de una selva tenebrosa. Se estremeció. El Ojo acababa de brotar de entre el follaje de los árboles y ahora se dirigía flotando hacia ella; se detuvo a pocos
centímetros de su butaca, brillando acusador en la oscuridad. Procuró espantarlo cerrando los ojos. Llevas la marca de tu origen en la frente, le susurró la voz de su madre al oído. Pero la lengua del chico le hacía cosquillas en la oreja. Pequeño cordero en la colina, rezó, corre lo más rápido que puedas, tu vida ni siquiera empieza, empieza, ni siquiera ha empezado. empezado. El chico le succionó los dedos de la mano, uno a uno, mientras sus propios dedos buscaban el camino hacia la boca de ella y en la pantalla una mujer aullaba, arrollada bajo una cosechadora mecánica que avanzaba enloquecida. Las tripas de la mujer salieron volando a un costado. La chica soltó un suspiro y mordió a ciegas las yemas de esos dedos que hurgaban en su boca. Yahvé Dios hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego, chilló enfurecida la voz de la madre, y las butacas del cine se elevaron unos centímetros por encima del suelo. Los niños de la fila de adelante gritaron de placer. El chico se abrió la bragueta, y sosteniendo a la chica por el cuello, forzó su cabeza sobre su verga. La chica empezó a lamer, a chupar, a ahogarse con los pelos de él, que la sostenía por la nuca y los cabellos sin delicadeza alguna, y entonces ella fue tocada por el rayo de la gracia como un haz cegador de luz que la inundaba. Era como si hubiera perdido su vida para reencontrarla en la sala del cine, y entendió que había sido traída al mundo para ese momento, y que todo lo que había sucedido hasta entonces no era otra cosa que una preparación para ese encuentro, para el momento de una revelación que la superaba y ante la cual se rendía por completo, como ante la corriente de un río bajo el sol del mediodía. Era el chico quien la había elegido. El chico había esperado desde el principio de los tiempos el momento en que, a través de ella, echaría a andar los motores de la gran destrucción. El chico era el Enemigo del que siempre le había hablado su madre, pensó, maravillada, y su propia vocación –ahora lo sabía– había sido la de abrir las compuertas del vacío. ¡Qué destino el suyo, el de propiciar la llegada de la noche de los tiempos! ¿Estás bien?, murmuró el chico, algo molesto, subiéndose la cremallera del pantalón, pero a ella –la cabeza aún apoyada en su entrepierna– ya no la alcanzaban las palabras. El Ojo había desaparecido y la chica podía sentir en sus huesos el crepitar de las primeras bolas de fuego que se dirigían hacia la tierra. Había empezado. "El Ojo" forma parte del segundo libro de cuentos de Liliana,
PORTAFOLI OS
LOS PRIVILEGIOS DE LA BICI
Fotografías de Eugenia Coppel
Mordor .
30
ASÍ SE VE GUADALAJARA EN BICI XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA
Yair y su fixie. Página anterior: Minerva
Muchacho en bici
Galeanas, primaveras, jaracandas. Naranja, amarillo, morado. morado. Parece que fui daltónica durante los veinticinco veinticinco años que viv í en Guadalajara, y ahora que veo las fotografías de Eugenia Coppel siento que miro estos colores por primera vez. Susan Sontag decía que fotografiar es apropiarse de lo fotografiado, y eso es precisamente lo que esta joven tapatía hace: se apropia de la ciudad mientras la recorre; hace un mapeo de la zona geográfica y, al parecer, de mis recuerdos de infancia. Llega a lugares que son parte de mi turismo sentimental, más que el t urismo que el gobierno de la ciudad se ha empeñado en hacer a lo largo de décadas. De esta forma, Eugenia me regresa algo de lo que, siento, he perdido. Seguramente esto le pasará a más de alguno al mirar estas fotografías. Más que sólo registrar la ciudad de forma lineal, como uno se esperaría que lo hiciera si viaja en bicicleta, Eugenia recurre a su espejo
retrovisor, lo que produce un efecto mucho más nostálgico, porque por medio de este dispositivo, la artista (y el espectador) ve las cosas que ha dejado atrás. En esta serie, Eugenia Coppel recupera algo de la experiencia de reconocer la ciudad desde otro punto de vista que no es ni el del paseo a pie, ni el del automóvil; una perspectiva por la que cada vez má s habit antes de la ciud ad ha n optado : el del cicli sta. Esto e s aún más conmovedor porque parece que incluso Guadalajara quiere volver a Guadal ajara y ser de nuevo el pueblo bicicletero que f ue a principios de siglo XX . Doy gracias a Eugenia, a su bici, a su cámara y su espejo retrovisor por recordarnos que siempre que miremos hacia atrás estará esta ciudad aun aquí.
ASÍ SE VE GUADALAJARA EN BICI XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA
Yair y su fixie. Página anterior: Minerva
Muchacho en bici
Galeanas, primaveras, jaracandas. Naranja, amarillo, morado. morado. Parece que fui daltónica durante los veinticinco veinticinco años que viv í en Guadalajara, y ahora que veo las fotografías de Eugenia Coppel siento que miro estos colores por primera vez. Susan Sontag decía que fotografiar es apropiarse de lo fotografiado, y eso es precisamente lo que esta joven tapatía hace: se apropia de la ciudad mientras la recorre; hace un mapeo de la zona geográfica y, al parecer, de mis recuerdos de infancia. Llega a lugares que son parte de mi turismo sentimental, más que el t urismo que el gobierno de la ciudad se ha empeñado en hacer a lo largo de décadas. De esta forma, Eugenia me regresa algo de lo que, siento, he perdido. Seguramente esto le pasará a más de alguno al mirar estas fotografías. Más que sólo registrar la ciudad de forma lineal, como uno se esperaría que lo hiciera si viaja en bicicleta, Eugenia recurre a su espejo
retrovisor, lo que produce un efecto mucho más nostálgico, porque por medio de este dispositivo, la artista (y el espectador) ve las cosas que ha dejado atrás. En esta serie, Eugenia Coppel recupera algo de la experiencia de reconocer la ciudad desde otro punto de vista que no es ni el del paseo a pie, ni el del automóvil; una perspectiva por la que cada vez má s habit antes de la ciud ad ha n optado : el del cicli sta. Esto e s aún más conmovedor porque parece que incluso Guadalajara quiere volver a Guadal ajara y ser de nuevo el pueblo bicicletero que f ue a principios de siglo XX . Doy gracias a Eugenia, a su bici, a su cámara y su espejo retrovisor por recordarnos que siempre que miremos hacia atrás estará esta ciudad aun aquí.
Jacaran da
Lluvia de oro
Jacaran da
Lluvia de oro
Niños en bici
Niños en bici
Cabañas
UDG y Expiatorio
Templo Sagrada Familia
Cabañas
UDG y Expiatorio
Templo Sagrada Familia
Vías del tren
Alto no seas güey
Auto maceta
Vías del tren
Alto no seas güey
Auto maceta
EUGENIA COPPEL: “ME DIGO CICLISTA”
ARROYO
Lo que uno ve
Pájaro amarillo
Primeros encuentros
De niña tuve dos bicicletas, una rosa y una morada. Ambas fueron juguetes divertidos, pero no creo que les diera un valor especial. Mi reencuentro con ella fue en Toulouse, Francia, donde cursé un año de universidad. Lo primero que hice fue comprarme una bicicleta usada en un mercadillo del barrio árabe. Entonces tuve una relación más cercana con la ciudad. Esa experiencia me animó a seguir pedaleando cuando volví a Guadalajara. Respirar la ciudad
Ahora vivo en Madrid y tengo una bicicleta plegable plegable que uso al menos dos o tres días a la semana. Curso una maestría en el diario El Mundo, que está en las afueras de la ciudad. Ir en bici me toma casi lo mismo, pero es más divertido que viajar en me tro, donde la meto plegada y rodando como una carriola. De regreso me pongo el casco, lentes oscuros, guantes, enciendo una luz roja parpadeante en mi mochila, y me monto en la bici. Pedaleo de regreso, porque son ocho kilómetros desde mi casa y en la mañana hace f río. En algunos tramos me voy por la banqueta y en otros por la calle, según la velocidad de los coches. Los fines de semana la utiliz o para divertirme. Pedaleo más lento para conocer y disfrutar y mejor la ciudad. Mejor la bicicleta
La primera necesidad de un reportero es moverse. A veces lo más práctico es hacerlo en bici, especialmente en una ciudad como Guadalajara, donde el tráfico es cada vez más desesperante y el transporte público deficiente. Cuando trabajé en El Informador , que está en el centro histórico, la bicicleta era la mejor opción para desplazarme en distancias cortas y medias. Cuando no pedaleo
Hay ciclistas radicales que no se mueven sino pedaleando. Yo me considero bastante flexible. Cada circunstancia requiere un transporte adecuado, y me gusta utilizarlos según lo necesito. Cuando voy al súper, salgo de noche, o cuando visito a mi mamá, que vive en las afueras de Guadalajara, siempre voy en auto. En el centro y las zonas aledañas, uso la bicicleta. Si voy más cerca me gusta caminar. Cuando tengo flojera de pedalear o de buscar estacionamiento, uso el transporte público. En Madrid utilizo el metro y a veces el bus.
GUIDO
He viajado a otros lugares y es i nteresante observar las diferencias en el uso de la bici: en cuanto a infraestructura, nivel de organización entre grupos ciclistas y percepción general sobre la actividad. Hace unos días, cuando el director de mi maestría me vio viajar en bici, me advirtió que tuviera muchísimo cuidado porque “Madrid no es Copenhague”. Nunca he estado en Copenhague, pero sí en ciudades de Holanda, y estoy de acuerdo en que no hay comparación: Madrid tiene pocas ciclovías; no hay un sistema de préstamo de bicicletas (como Ecobici), que sí hay en Barcelona y S evilla. Ciertamente no se ven demasiados entusiastas de la bici por las calles. Aun así, no está tan mal. Los ciclistas tienen su lugar en el segundo carril de la derecha (el primero es para autobuses y taxis) y los automovilistas son respetuosos. Claro, al tener a Guadalajara como punto de comparación, casi todo es ganancia. Creo que un factor que reduce los riesgos para los ciclistas en Europa es lo complicado y costoso que es obtener la licencia de conducir. A diferencia de México, donde es un trámite barato y no hay un examen tan riguroso. Puede parecer banal, pero creo que marca una diferencia importante en cuanto al grado de responsabilidad que le otorgan a conducir un automóvil. Según el momento
Ahora me considero más fotógrafa, porque me acabo de comprar un lente muy luminoso y lo que más se me antoja es hacer fotos. Pero hasta hace unos días, y durante los últimos dos años y medio, me he considerado más periodi sta, porque dedico la mayor parte del tiempo a mi trabajo (ahora a mis estudios). Me digo ciclista porque es mi medio de transporte preferido. A veces también soy automovilista, peatona, usuari a del transporte público. Intereses sostenidos
Me interesan las artes en general, sobre todo el cine, la música, la literatura y la fotografía. Considero un lujo ser reportera de cultura, pues gran parte de mi trabajo consiste en ver exposiciones, ir al teatro, hablar con artistas o intelectuales, ir a conciertos, escuchar conferencias. Este contacto intensivo con la creación contemporánea es una f uente inagotable de ideas e inspiración. Desde hace ocho años practico yoga de manera constante, un ejercicio que considero necesario para estar saludable física y mentalmente. Curiosidad y silencio
Para un periodista es fundamental la curiosidad, una de las pocas cosas que creo que no se me van a agotar. A veces hay que ser extrovertido, para hablar con gente que sabe mucho, por ejemplo, pero otras veces es mejor pasar inadvertido para no interferir en un ambiente. Hay que saber observar y escuchar. En una primera etapa, escribir una nota o un reportaje requiere estar en contacto con la gente, que es emocionante y divertido; pero el trabajo no se puede completar si no hay después un momento de reflexión o de silencio.
Palabras recogidas por Luis Manuel Amador
Te digo que los libros de poesía actuales son cabezas de pescado pudriéndose: Diarios crónica roja pasada por té de jazmín o farándula de un autor que carece de amigos, vida o lana para l a terapia –que en todo caso, de nada sir ve o tráfico de citas avant la lettre que incitan al público a tocarse el mentón con cara de católicos en misa de latín: polaroid certera de un país anoréxico –no olvidar que la onda de remos de la Niña la Pinta o la Sancta Ma ría sigue arrasando nuestras costas: de verdad quisiera comenzar esto diciendo diciendo en el principio está mi fin, pero en el paisaje de acá, no hay espacio para llorar sobre los hilos de la hoja porque en las costas de Isla Negra yacen cuerpos esperando sus nombres junto a jeringas restos de afiches presidenciales o metales pesados –no poemas–. La película sigue filmándose en el fondo la superficie hace rato es pura marcha militar. Por eso te digo que los l ibros de poesía que según contratapas se precian de capturar la nervadura, el espíritu revolucionario de una época : son pescados, cheques al portador, letras de Adorno –sus redactores más torpes que Cucurto escribiendo poesía (escena que podría figurar en un museo) versando sobre la nueva nueva experiencia de esta forma de nostalgia: un modelo que a todas luces se consume como ouroboros en basuco, crack, paco o pasta base regresando a las preguntas diluidas, quién es el ladrón quien roba versos o funda una escuela, para qué la poesía si las piedras no nos hablan si los cuerpos, si los cuerpos. Poema inédito, pertenece al libro Plankton .
31
EUGENIA COPPEL: “ME DIGO CICLISTA”
ARROYO
Lo que uno ve
Pájaro amarillo
Primeros encuentros
De niña tuve dos bicicletas, una rosa y una morada. Ambas fueron juguetes divertidos, pero no creo que les diera un valor especial. Mi reencuentro con ella fue en Toulouse, Francia, donde cursé un año de universidad. Lo primero que hice fue comprarme una bicicleta usada en un mercadillo del barrio árabe. Entonces tuve una relación más cercana con la ciudad. Esa experiencia me animó a seguir pedaleando cuando volví a Guadalajara. Respirar la ciudad
Ahora vivo en Madrid y tengo una bicicleta plegable plegable que uso al menos dos o tres días a la semana. Curso una maestría en el diario El Mundo, que está en las afueras de la ciudad. Ir en bici me toma casi lo mismo, pero es más divertido que viajar en me tro, donde la meto plegada y rodando como una carriola. De regreso me pongo el casco, lentes oscuros, guantes, enciendo una luz roja parpadeante en mi mochila, y me monto en la bici. Pedaleo de regreso, porque son ocho kilómetros desde mi casa y en la mañana hace f río. En algunos tramos me voy por la banqueta y en otros por la calle, según la velocidad de los coches. Los fines de semana la utiliz o para divertirme. Pedaleo más lento para conocer y disfrutar y mejor la ciudad. Mejor la bicicleta
La primera necesidad de un reportero es moverse. A veces lo más práctico es hacerlo en bici, especialmente en una ciudad como Guadalajara, donde el tráfico es cada vez más desesperante y el transporte público deficiente. Cuando trabajé en El Informador , que está en el centro histórico, la bicicleta era la mejor opción para desplazarme en distancias cortas y medias. Cuando no pedaleo
Hay ciclistas radicales que no se mueven sino pedaleando. Yo me considero bastante flexible. Cada circunstancia requiere un transporte adecuado, y me gusta utilizarlos según lo necesito. Cuando voy al súper, salgo de noche, o cuando visito a mi mamá, que vive en las afueras de Guadalajara, siempre voy en auto. En el centro y las zonas aledañas, uso la bicicleta. Si voy más cerca me gusta caminar. Cuando tengo flojera de pedalear o de buscar estacionamiento, uso el transporte público. En Madrid utilizo el metro y a veces el bus.
GUIDO
He viajado a otros lugares y es i nteresante observar las diferencias en el uso de la bici: en cuanto a infraestructura, nivel de organización entre grupos ciclistas y percepción general sobre la actividad. Hace unos días, cuando el director de mi maestría me vio viajar en bici, me advirtió que tuviera muchísimo cuidado porque “Madrid no es Copenhague”. Nunca he estado en Copenhague, pero sí en ciudades de Holanda, y estoy de acuerdo en que no hay comparación: Madrid tiene pocas ciclovías; no hay un sistema de préstamo de bicicletas (como Ecobici), que sí hay en Barcelona y S evilla. Ciertamente no se ven demasiados entusiastas de la bici por las calles. Aun así, no está tan mal. Los ciclistas tienen su lugar en el segundo carril de la derecha (el primero es para autobuses y taxis) y los automovilistas son respetuosos. Claro, al tener a Guadalajara como punto de comparación, casi todo es ganancia. Creo que un factor que reduce los riesgos para los ciclistas en Europa es lo complicado y costoso que es obtener la licencia de conducir. A diferencia de México, donde es un trámite barato y no hay un examen tan riguroso. Puede parecer banal, pero creo que marca una diferencia importante en cuanto al grado de responsabilidad que le otorgan a conducir un automóvil. Según el momento
Ahora me considero más fotógrafa, porque me acabo de comprar un lente muy luminoso y lo que más se me antoja es hacer fotos. Pero hasta hace unos días, y durante los últimos dos años y medio, me he considerado más periodi sta, porque dedico la mayor parte del tiempo a mi trabajo (ahora a mis estudios). Me digo ciclista porque es mi medio de transporte preferido. A veces también soy automovilista, peatona, usuari a del transporte público. Intereses sostenidos
Me interesan las artes en general, sobre todo el cine, la música, la literatura y la fotografía. Considero un lujo ser reportera de cultura, pues gran parte de mi trabajo consiste en ver exposiciones, ir al teatro, hablar con artistas o intelectuales, ir a conciertos, escuchar conferencias. Este contacto intensivo con la creación contemporánea es una f uente inagotable de ideas e inspiración. Desde hace ocho años practico yoga de manera constante, un ejercicio que considero necesario para estar saludable física y mentalmente. Curiosidad y silencio
Para un periodista es fundamental la curiosidad, una de las pocas cosas que creo que no se me van a agotar. A veces hay que ser extrovertido, para hablar con gente que sabe mucho, por ejemplo, pero otras veces es mejor pasar inadvertido para no interferir en un ambiente. Hay que saber observar y escuchar. En una primera etapa, escribir una nota o un reportaje requiere estar en contacto con la gente, que es emocionante y divertido; pero el trabajo no se puede completar si no hay después un momento de reflexión o de silencio.
Palabras recogidas por Luis Manuel Amador
Te digo que los libros de poesía actuales son cabezas de pescado pudriéndose: Diarios crónica roja pasada por té de jazmín o farándula de un autor que carece de amigos, vida o lana para l a terapia –que en todo caso, de nada sir ve o tráfico de citas avant la lettre que incitan al público a tocarse el mentón con cara de católicos en misa de latín: polaroid certera de un país anoréxico –no olvidar que la onda de remos de la Niña la Pinta o la Sancta Ma ría sigue arrasando nuestras costas: de verdad quisiera comenzar esto diciendo diciendo en el principio está mi fin, pero en el paisaje de acá, no hay espacio para llorar sobre los hilos de la hoja porque en las costas de Isla Negra yacen cuerpos esperando sus nombres junto a jeringas restos de afiches presidenciales o metales pesados –no poemas–. La película sigue filmándose en el fondo la superficie hace rato es pura marcha militar. Por eso te digo que los l ibros de poesía que según contratapas se precian de capturar la nervadura, el espíritu revolucionario de una época : son pescados, cheques al portador, letras de Adorno –sus redactores más torpes que Cucurto escribiendo poesía (escena que podría figurar en un museo) versando sobre la nueva nueva experiencia de esta forma de nostalgia: un modelo que a todas luces se consume como ouroboros en basuco, crack, paco o pasta base regresando a las preguntas diluidas, quién es el ladrón quien roba versos o funda una escuela, para qué la poesía si las piedras no nos hablan si los cuerpos, si los cuerpos. Poema inédito, pertenece al libro Plankton .
31
32
33
32
33
34
35
34
35
36
37
36
37
CINE
Para Alma Aguilar Funes, sin cuyo apoyo este texto no existiría…
RUEDA QUE RUEDA: LA BICICLETA EN EL CINE JOSÉ ANTONIO VALDÉS PEÑA CINETECA NACIONAL
AL CINE nada
de lo humano le es ajeno. Desde la emblemática italiana Ladrones de bicicletas (1948), de Vittorio de Sica, la iraní El ciclista (1987), de Mohsen Makhmalbaf, El prado de las estrellas , de Mario Camus, o la española Las bicicletas son para el verano , de Jaime Chávarri, la bicicleta ha tenido momentos estelares en el celuloide. Es el objeto de deseo, la herramienta de trabajo, el camino a la aventura, la amistad entrañable, la metáfora de la esperanza y la libertad. El siguiente es un recuento monográfico y crítico a través de la historia del cine sobre ruedas.
38
1 1 0 2 . m c 3 2 x 9 2 , e t a m A l e p a P / a í f a r g o l i X .
r e v o l l a a v
e u q e c e r a P
Decía el escritor norteamericano Christopher Morley, reconocido por su refinado sentido del humor, que “seguramente la bicicleta será siempre el vehículo de los escritores y los poetas”. Yo me atrevería a decir que también de los cineastas, porque muchos filmes, algunos de ellos entre los más importantes de la historia del cine, giran en torno a una bicicleta, o bien, algunas de las secuencias memorables en el imaginario colectivo cinematográfico cuentan con uno de estos vehículos como protagonistas relevantes. “Siempre que veo a un adulto montado en una bicicleta, recupero la esperanza en el futuro de la raza humana”, humana”, decía otro escritor, H. G. Wells. Pues sí, a veces una bicicleta puede significar significar una luz en medio de la oscuridad. En sus llantas, su manubrio, en su existencia misma, puede soportar los sueños de muchos miles que tratan de sobrevivir, como le sucede al obrero Ricci (Lamberto Mag giorani) enLadrones de bicicletas (Italia, 1948) 1948) de Vittorio de Sica. Obra cumbre del Neorrealismo italiano, Ladrones de bicicletas es el urgente retrato de la desesperación colectiva. La Italia de l a posguerra inmediata, con sus calles ruinosas, estaba habitada por seres desesperanzados, sin empleo, sin higiene. Por eso, cuando al protagonista del filme se le ofrece un empleo que implica contar con una bicicleta propia, éste es capaz de empeñar hasta sus sábanas para conseguirla. La bicicleta lo es todo. Por eso, cuando un raterillo roba su bicicleta mientras trabaja pegando carteles en la calle, la t ragedia colectiva de la supervivencia diaria se vuelve la tragedia de un hombre común solo contra un mundo con demasiados problemas como para compadecerse de él. La búsqueda de la bicicleta por las calles de Roma se vuelve una pesadilla kafkiana, en la cual el objeto deseado parece reproducirse hasta el infinito. En las plazas públicas, en los mercados populares, en cada esquina, en el nutrido número de ciclistas que pululan por doquier. Pero la suya no aparece. No aparecerá nunca. Y ante el silencio del mundo entero, entero, Ricci decide entonces pagar con la misma moneda con la cual lo despojaron. Pero no alcanza a huir a tiempo y es casi linchado por una turba iracunda, de la que lo rescatan las lágrimas de su hijo. El plano final los mira perdiéndose entre la multitud; tan solo una tragedia entre muchas. Hombres y bicicletas caminan hacia el sol que se oculta como punto final de un
día en el cual una odisea personal se convirtió en una de las historias más memorables de la historia del cine. La figura de la familia unida por la bicicleta en medio de un entorno adverso fue retomada por el comediante y cineasta Roberto Benigni en La vida es bella (1998), (1998), cinco décadas después de l a aparición del clásico filme de Vittorio De Sica.
Fotograma de Bárbara , Christian Petzold, 2012
“La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio hay que seg uir pedaleando”, pedaleando”, decía nada menos que Albert Einstein. Porque hay algunos que no dejan de pedalear la bici. Tal es el caso del nieto obstinado de la ancianita protagonista de Las trillizas de Belleville (2003), película de animación del belga Sylvain Chomet. Sin diálogos, pletórica en un sentido del humor absurdo y de comedia física que parecen extraídos de una película de Jacques Tati,Las trillizas… se vale de la figura del ciclista y su bicicleta, inseparables ambos, para orquestar una metáfora de la obsesión. El nieto no dejará de pedalear, siempre hacia adelante, aunque lo secuestre una extraña y famosa organización que lo usará para juegos clandestinos. Mientras, su anciana abuela, con la ayuda de las trillizas titulares, una simpática triada de cantantes en decadencia, vive su propia obsesión por recuperar a su querido nieto. La bicicleta como metáfora de la vida misma, que si se detiene, detiene, todo colapsa. “Si te preocupa caerte de la bicicleta, nunca te subirás”, decía el campeón ciclista Lance Armstrong, 39
CINE
Para Alma Aguilar Funes, sin cuyo apoyo este texto no existiría…
RUEDA QUE RUEDA: LA BICICLETA EN EL CINE JOSÉ ANTONIO VALDÉS PEÑA CINETECA NACIONAL
AL CINE nada
de lo humano le es ajeno. Desde la emblemática italiana Ladrones de bicicletas (1948), de Vittorio de Sica, la iraní El ciclista (1987), de Mohsen Makhmalbaf, El prado de las estrellas , de Mario Camus, o la española Las bicicletas son para el verano , de Jaime Chávarri, la bicicleta ha tenido momentos estelares en el celuloide. Es el objeto de deseo, la herramienta de trabajo, el camino a la aventura, la amistad entrañable, la metáfora de la esperanza y la libertad. El siguiente es un recuento monográfico y crítico a través de la historia del cine sobre ruedas.
1 1 0 2 . m c 3 2 x 9 2 , e t
a m A l e p a P / a í f a r g o l i X .
r e v o l l a a v
e u q e c e r a P
Decía el escritor norteamericano Christopher Morley, reconocido por su refinado sentido del humor, que “seguramente la bicicleta será siempre el vehículo de los escritores y los poetas”. Yo me atrevería a decir que también de los cineastas, porque muchos filmes, algunos de ellos entre los más importantes de la historia del cine, giran en torno a una bicicleta, o bien, algunas de las secuencias memorables en el imaginario colectivo cinematográfico cuentan con uno de estos vehículos como protagonistas relevantes. “Siempre que veo a un adulto montado en una bicicleta, recupero la esperanza en el futuro de la raza humana”, humana”, decía otro escritor, H. G. Wells. Pues sí, a veces una bicicleta puede significar significar una luz en medio de la oscuridad. En sus llantas, su manubrio, en su existencia misma, puede soportar los sueños de muchos miles que tratan de sobrevivir, como le sucede al obrero Ricci (Lamberto Mag giorani) enLadrones de bicicletas (Italia, 1948) 1948) de Vittorio de Sica. Obra cumbre del Neorrealismo italiano, Ladrones de bicicletas es el urgente retrato de la desesperación colectiva. La Italia de l a posguerra inmediata, con sus calles ruinosas, estaba habitada por seres desesperanzados, sin empleo, sin higiene. Por eso, cuando al protagonista del filme se le ofrece un empleo que implica contar con una bicicleta propia, éste es capaz de empeñar hasta sus sábanas para conseguirla. La bicicleta lo es todo. Por eso, cuando un raterillo roba su bicicleta mientras trabaja pegando carteles en la calle, la t ragedia colectiva de la supervivencia diaria se vuelve la tragedia de un hombre común solo contra un mundo con demasiados problemas como para compadecerse de él. La búsqueda de la bicicleta por las calles de Roma se vuelve una pesadilla kafkiana, en la cual el objeto deseado parece reproducirse hasta el infinito. En las plazas públicas, en los mercados populares, en cada esquina, en el nutrido número de ciclistas que pululan por doquier. Pero la suya no aparece. No aparecerá nunca. Y ante el silencio del mundo entero, entero, Ricci decide entonces pagar con la misma moneda con la cual lo despojaron. Pero no alcanza a huir a tiempo y es casi linchado por una turba iracunda, de la que lo rescatan las lágrimas de su hijo. El plano final los mira perdiéndose entre la multitud; tan solo una tragedia entre muchas. Hombres y bicicletas caminan hacia el sol que se oculta como punto final de un
día en el cual una odisea personal se convirtió en una de las historias más memorables de la historia del cine. La figura de la familia unida por la bicicleta en medio de un entorno adverso fue retomada por el comediante y cineasta Roberto Benigni en La vida es bella (1998), (1998), cinco décadas después de l a aparición del clásico filme de Vittorio De Sica.
Fotograma de Bárbara , Christian Petzold, 2012
“La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio hay que seg uir pedaleando”, pedaleando”, decía nada menos que Albert Einstein. Porque hay algunos que no dejan de pedalear la bici. Tal es el caso del nieto obstinado de la ancianita protagonista de Las trillizas de Belleville (2003), película de animación del belga Sylvain Chomet. Sin diálogos, pletórica en un sentido del humor absurdo y de comedia física que parecen extraídos de una película de Jacques Tati,Las trillizas… se vale de la figura del ciclista y su bicicleta, inseparables ambos, para orquestar una metáfora de la obsesión. El nieto no dejará de pedalear, siempre hacia adelante, aunque lo secuestre una extraña y famosa organización que lo usará para juegos clandestinos. Mientras, su anciana abuela, con la ayuda de las trillizas titulares, una simpática triada de cantantes en decadencia, vive su propia obsesión por recuperar a su querido nieto. La bicicleta como metáfora de la vida misma, que si se detiene, detiene, todo colapsa. “Si te preocupa caerte de la bicicleta, nunca te subirás”, decía el campeón ciclista Lance Armstrong,
38
antes de mostrarnos que no todo lo que brilla es oro. Pero lo cierto es que no pocas películas toman la figura de la bicicleta como una herramienta imprescindible en el proceso de autodescubrimiento del ser humano. Como le sucede a Elliott, el niño protagonista de E.T. el extraterrestre (1982). Steven Spielberg consiguió un momento icónico para el cine de Holly wood cuando –para ponerse a salvo de una caída desde un risco que pone en riesgo las vidas del niño
“La tolerancia requiere el mismo esfuerzo del cerebro que el necesario para mantener el equilibrio sobre una bicicleta”, decía Hellen Keller. ¿Puede una bicicleta representar un motivo de revuelta social? Según el filme La bicicleta verde, eso es posible. y l a c riatu ra titul ar– la bicicleta en l a c ual ambos se dirigen hacia un punto en el bosque donde el ser de otro planeta se contact ará con los suyos, emprende el vuelo hacia las alturas, cruzando sobre la luna. El vuelo termina de forma abrupta, el aterr izaje se complica un poco y ambos ruedan por el suelo. En E.T. la bicicleta es el vehículo ideal para los jóvenes protagonistas del filme; es un refuerzo a su ímpetu, a sus ganas de vivir en un mundo creado por imperfectos adultos que los dañan con sus decisiones, erróneas o no. La película es entonces una elegía a la necesidad de crecer, de encontrar la fuerza interna. Por eso, en la fuga de los muchachos para llevar al extraterrestre hacia su nave, el viaje los lleva justo frente al sol. Y el vuelo termina ahora en un aterrizaje perfecto. Las cosas han cambiado. Elliott y todos los involucrados en la aventura de E.T. en la tierra ya no son los niños del principio. Se subieron a la bicicleta de sus vidas y no volverán a temer la caída. “Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conser var la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada 40
39
más”. Así pensaba Sir Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes. Varios paseos por la provincia belga tiene Cyril, el conflictivo adolescente protagonista de El niño de la bicicleta (2010), película de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne, retratistas privilegiados de la Europa moderna de los desposeídos, económica y emocionalmente hablando. Dichos recorridos los lleva a cabo el joven protagonista en compañía de Samantha, una mujer joven que se vuel ve su principal sustento emocional durante los fines de semana. Fines de semana soleados, alegres, que contrastan con la tragedia personal de Cyril, quien padece el rechazo de su irresponsable padre, lo cual le provoca arrebatos de furia que ponen en riesgo su integridad. De acuerdo con la frase de Conan Doyle, la bicicleta encarna para el protagonista una felicidad siempre en movimiento, nunca estable, nunca quieta, y a f inal de cuentas, inalca nzable si se deja de pedalear, si se decide no seguir adelante. El movimiento perpetuo de la bicicleta también puede dar pie a la expresión de lo romántico. En una hermosa secuencia de Las dos inglesas y el continente (1971) de François Truffaut, crónica de una historia de amor, obsesión, locura y desencanto entre un jo ven francés y dos hermanas inglesa s con muy distintas razones del corazón, hay un momento en el cual los protagonistas viajan por los ca minos empedrados de la campiña. En un punto del trayecto, los tres viajan cuesta abajo por una ladera. Él queda rezagado, pudiendo observarlas desde atrás, c asi como un hombre invisible. Entonces, la voz en off que acompaña casi todo el relato dice una de las frases más hermosas que se hayan escuchado en el cine: “Me gusta tu nuca. Porque en ella puedo admirarte sin que te des cuenta…”. “La tolerancia requiere el mismo esfuerzo del cerebro que el necesario para mantener el equilibrio sobre una bicicleta”, dijo alguna vez Hellen Keller. ¿Puede una bicicleta representar un motivo de rev uelta social? Según lo planteado por la cineasta Haifaa Al-Mansour ( la primera mujer directora saudiárabe) en su ópera prima La bicicleta verde (2012), puede suceder. Wadjda, la protagonista del filme, es una niña de doce años que vive con su madre en un suburbio de la capital de Arabia Saudita. Pero a diferencia de otras niñas de su edad, ella es emprendedora, independiente, con una idea propia de lo que quiere en la vida, características que la vuelven una amenaza para el orden de una sociedad en particular represora hacia las mujeres. Todo se complica aún más cua ndo Wadjda decide vencer a un compañero de juegos en
Fotograma de Ladrones de bicicletas, Vittorio De Sica, 1948
Fotograma de E.T. el extraterrestre , Steven Spielberg, 1982
una carrera de bicicletas para demostrarle su valor. Pronto descubrirá una bicicleta verde a la venta con la cual conseguir su objetivo. Sin embargo, su madre y el mundo entero se opondrán, pues el Islam considera indigno que una mujer use una bicicleta. Lo que Haifaa Al-Mansour propon proponee con La bicicleta verde es enfatizar el papel de la mujer en la sociedad árabe como motor de cambio, cuyo mayor impulso viene por parte de las nuevas generaciones, que escuchan rock, hablan en voz alta, rechazan el velo y, y, claro, andan andan en bicicleta. bicicleta. “Nada es comparable al sencillo placer de dar un paseo en bicicleta”, dijo alguna vez el ex presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. Puede ser. El cine se ha encargado de que la bicicleta, como hemos podido ver, simbolice la libertad, la felicidad fugaz, la subversión, la capacidad de creer en uno mismo y hasta poder volar.
Fotograma de La bicicleta verde, Haifaa Al-Mansour, 2012
Hay otras muchas bicicletas memorables entre las imágenes en movimiento que pueblan el imaginario colectivo. Está esa bicicleta que, con muchos esfuerzos, llevaba de un cine a otro los rollos de una película en plena función, retratada por Giuseppe Tornatore en Cinema Paradiso (1989). O ese delicioso momento, tan erótico como extremo, que el protagonista de Las fantasías de Lila (2004), de Zaid Doueiri, experimenta mientras conduce su bicicleta llevando muy cerca de él a la mujer que subyuga su deseo. O la bicicleta como posibilidad de fuga de un entorno autoritario, como planea la protagonista de la cinta alemana Bárbara (2012), de Christian Petzold. Pero, más allá de la imaginación de los cineastas, queda claro que, en palabras del reformista inglés John Howard, “la bicicleta es un vehículo curioso. El pasajero es su motor”. 41
antes de mostrarnos que no todo lo que brilla es oro. Pero lo cierto es que no pocas películas toman la figura de la bicicleta como una herramienta imprescindible en el proceso de autodescubrimiento del ser humano. Como le sucede a Elliott, el niño protagonista de E.T. el extraterrestre (1982). Steven Spielberg consiguió un momento icónico para el cine de Holly wood cuando –para ponerse a salvo de una caída desde un risco que pone en riesgo las vidas del niño
“La tolerancia requiere el mismo esfuerzo del cerebro que el necesario para mantener el equilibrio sobre una bicicleta”, decía Hellen Keller. ¿Puede una bicicleta representar un motivo de revuelta social? Según el filme La bicicleta verde, eso es posible. y l a c riatu ra titul ar– la bicicleta en l a c ual ambos se dirigen hacia un punto en el bosque donde el ser de otro planeta se contact ará con los suyos, emprende el vuelo hacia las alturas, cruzando sobre la luna. El vuelo termina de forma abrupta, el aterr izaje se complica un poco y ambos ruedan por el suelo. En E.T. la bicicleta es el vehículo ideal para los jóvenes protagonistas del filme; es un refuerzo a su ímpetu, a sus ganas de vivir en un mundo creado por imperfectos adultos que los dañan con sus decisiones, erróneas o no. La película es entonces una elegía a la necesidad de crecer, de encontrar la fuerza interna. Por eso, en la fuga de los muchachos para llevar al extraterrestre hacia su nave, el viaje los lleva justo frente al sol. Y el vuelo termina ahora en un aterrizaje perfecto. Las cosas han cambiado. Elliott y todos los involucrados en la aventura de E.T. en la tierra ya no son los niños del principio. Se subieron a la bicicleta de sus vidas y no volverán a temer la caída. “Cuando el día se vuelva oscuro, cuando el trabajo parezca monótono, cuando resulte difícil conser var la esperanza, simplemente sube a una bicicleta y date un paseo por la carretera, sin pensar en nada
más”. Así pensaba Sir Arthur Conan Doyle, el padre de Sherlock Holmes. Varios paseos por la provincia belga tiene Cyril, el conflictivo adolescente protagonista de El niño de la bicicleta (2010), película de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne, retratistas privilegiados de la Europa moderna de los desposeídos, económica y emocionalmente hablando. Dichos recorridos los lleva a cabo el joven protagonista en compañía de Samantha, una mujer joven que se vuel ve su principal sustento emocional durante los fines de semana. Fines de semana soleados, alegres, que contrastan con la tragedia personal de Cyril, quien padece el rechazo de su irresponsable padre, lo cual le provoca arrebatos de furia que ponen en riesgo su integridad. De acuerdo con la frase de Conan Doyle, la bicicleta encarna para el protagonista una felicidad siempre en movimiento, nunca estable, nunca quieta, y a f inal de cuentas, inalca nzable si se deja de pedalear, si se decide no seguir adelante. El movimiento perpetuo de la bicicleta también puede dar pie a la expresión de lo romántico. En una hermosa secuencia de Las dos inglesas y el continente (1971) de François Truffaut, crónica de una historia de amor, obsesión, locura y desencanto entre un jo ven francés y dos hermanas inglesa s con muy distintas razones del corazón, hay un momento en el cual los protagonistas viajan por los ca minos empedrados de la campiña. En un punto del trayecto, los tres viajan cuesta abajo por una ladera. Él queda rezagado, pudiendo observarlas desde atrás, c asi como un hombre invisible. Entonces, la voz en off que acompaña casi todo el relato dice una de las frases más hermosas que se hayan escuchado en el cine: “Me gusta tu nuca. Porque en ella puedo admirarte sin que te des cuenta…”. “La tolerancia requiere el mismo esfuerzo del cerebro que el necesario para mantener el equilibrio sobre una bicicleta”, dijo alguna vez Hellen Keller. ¿Puede una bicicleta representar un motivo de rev uelta social? Según lo planteado por la cineasta Haifaa Al-Mansour ( la primera mujer directora saudiárabe) en su ópera prima La bicicleta verde (2012), puede suceder. Wadjda, la protagonista del filme, es una niña de doce años que vive con su madre en un suburbio de la capital de Arabia Saudita. Pero a diferencia de otras niñas de su edad, ella es emprendedora, independiente, con una idea propia de lo que quiere en la vida, características que la vuelven una amenaza para el orden de una sociedad en particular represora hacia las mujeres. Todo se complica aún más cua ndo Wadjda decide vencer a un compañero de juegos en
Fotograma de Ladrones de bicicletas, Vittorio De Sica, 1948
Fotograma de E.T. el extraterrestre , Steven Spielberg, 1982
una carrera de bicicletas para demostrarle su valor. Pronto descubrirá una bicicleta verde a la venta con la cual conseguir su objetivo. Sin embargo, su madre y el mundo entero se opondrán, pues el Islam considera indigno que una mujer use una bicicleta. Lo que Haifaa Al-Mansour propon proponee con La bicicleta verde es enfatizar el papel de la mujer en la sociedad árabe como motor de cambio, cuyo mayor impulso viene por parte de las nuevas generaciones, que escuchan rock, hablan en voz alta, rechazan el velo y, y, claro, andan andan en bicicleta. bicicleta. “Nada es comparable al sencillo placer de dar un paseo en bicicleta”, dijo alguna vez el ex presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. Puede ser. El cine se ha encargado de que la bicicleta, como hemos podido ver, simbolice la libertad, la felicidad fugaz, la subversión, la capacidad de creer en uno mismo y hasta poder volar.
Fotograma de La bicicleta verde, Haifaa Al-Mansour, 2012
Hay otras muchas bicicletas memorables entre las imágenes en movimiento que pueblan el imaginario colectivo. Está esa bicicleta que, con muchos esfuerzos, llevaba de un cine a otro los rollos de una película en plena función, retratada por Giuseppe Tornatore en Cinema Paradiso (1989). O ese delicioso momento, tan erótico como extremo, que el protagonista de Las fantasías de Lila (2004), de Zaid Doueiri, experimenta mientras conduce su bicicleta llevando muy cerca de él a la mujer que subyuga su deseo. O la bicicleta como posibilidad de fuga de un entorno autoritario, como planea la protagonista de la cinta alemana Bárbara (2012), de Christian Petzold. Pero, más allá de la imaginación de los cineastas, queda claro que, en palabras del reformista inglés John Howard, “la bicicleta es un vehículo curioso. El pasajero es su motor”.
40
41
CUATRO GLOSAS SOBRE UN TEXTO DE GABRIEL ZAID
CÓMO
LEER
EN BICICLETA
Para montar en bicicleta es preciso no tener miedo, sujetar el manillar con flexibilida d y mirar al frente y no al suelo.
Enciclopedia Espasa, art ículo BICICLETA
En la página inicial de Leer poesía, el gran lector que es Gabriel Zaid se pregunta cómo puede o debe o cabe leerse ese género. Él mismo brinda la respuesta: “no hay receta posible. Cada lector es un mundo, cada lectura diferente”. Y añade: “La historia, la sociología, el marxismo, el psicoanálisis, el estructuralismo, la crítica textual, el estudio de variantes, de fuentes, de influencias, la estadística, la lingüística, la semiótica, la hermenéutica, la glosa, la traducción, la parodia, la desconstrucción, la teología, todo puede servir para ver con otros ojos y enriquecer la lectura.” Con el ánimo de poner en práctica esa multiplicidad posible de lecturas pedimos a cuatro jóvenes poetas que leyeran la primera página de otro gran clásico de Zaid, Cómo leer en bicicleta (del que deriva el título de este número), y redactaran a partir de ella una nueva página, de la misma manera en que Zaid toma como punto de partida unas líneas del artículo “BICICLETA ”, de la Enciclopedia Espasa, para contarnos la reacción que tuvo al leer tal artículo en la solemne sala de una biblioteca. Valga citar in toto la página de Zaid para quien aún no la conozca: 42
Generación espontánea. espontánea . X ilil o gr gr a fífí a /P /P ap ap e l A m at at e , 1 6 x2 x2 0 cm cm . 20 20 1 1
Siguen detalladas instrucciones para el pie izquierdo y el derecho. Para “evitar irritaciones (prostatitis)”. Para “los neurasténicos”. Así como advertencias si “los ri ñones no funcionan bien” y reflexiones sobre “las aplicaciones que este rápido medio de locomoción pudiera tener en la guerra” tales como “la creación de cuerpos de infantería montada en bicicletas...” Lo que no viene es cómo seguir tan largas instrucciones: si han de aprenderse de memoria, o ser leídas en voz alta por un amigo que lleve el pesadísimo volumen al g alope, él a pie y uno en bicicleta, o si ha de ponerse un atril sobre la mis ma para ir leyendo... No hemos podido contener la risa. Se oye un largo chiiit, y todos en la sala nos miran. Sí, fue una profanación. La bicicleta se hizo real, nos hizo reales: entró, bárbaramente, como a caballo en una iglesia. Pero si leer no sirve para ser más reales, ¿para qué demonios sirve?
He aquí las páginas que nuestros convocados e scribieron. Son, como cabía esperar, totalmente diversas y, por fortuna, imaginativas, juguetonas —arriesgadas cabriolas para saludar a quien ha demostrado absoluta maestría en el arte de leer mientras vuela en bicicleta. D i bu bu j os os d e K e ly ly R oj oj a s G o nz nz á le le z
43
CUATRO GLOSAS SOBRE UN TEXTO DE GABRIEL ZAID
CÓMO
LEER
EN BICICLETA
Para montar en bicicleta es preciso no tener miedo, sujetar el manillar con flexibilida d y mirar al frente y no al suelo.
Enciclopedia Espasa, art ículo BICICLETA
En la página inicial de Leer poesía, el gran lector que es Gabriel Zaid se pregunta cómo puede o debe o cabe leerse ese género. Él mismo brinda la respuesta: “no hay receta posible. Cada lector es un mundo, cada lectura diferente”. Y añade: “La historia, la sociología, el marxismo, el psicoanálisis, el estructuralismo, la crítica textual, el estudio de variantes, de fuentes, de influencias, la estadística, la lingüística, la semiótica, la hermenéutica, la glosa, la traducción, la parodia, la desconstrucción, la teología, todo puede servir para ver con otros ojos y enriquecer la lectura.” Con el ánimo de poner en práctica esa multiplicidad posible de lecturas pedimos a cuatro jóvenes poetas que leyeran la primera página de otro gran clásico de Zaid, Cómo leer en bicicleta (del que deriva el título de este número), y redactaran a partir de ella una nueva página, de la misma manera en que Zaid toma como punto de partida unas líneas del artículo “BICICLETA ”, de la Enciclopedia Espasa, para contarnos la reacción que tuvo al leer tal artículo en la solemne sala de una biblioteca. Valga citar in toto la página de Zaid para quien aún no la conozca: 42
Generación espontánea. espontánea . X ilil o gr gr a fífí a /P /P ap ap e l A m at at e , 1 6 x2 x2 0 cm cm . 20 20 1 1
DIEGO SALAS
Cómo leer en biciclet bicicletaa (Meditación)
Si lo que no le gusta es que lo manden, lea. Al cuerpo lo
ÓSCAR DAVID LÓPEZ
Siguen detalladas instrucciones para el pie izquierdo y el derecho. Para “evitar irritaciones (prostatitis)”. Para “los neurasténicos”. Así como advertencias si “los ri ñones no funcionan bien” y reflexiones sobre “las aplicaciones que este rápido medio de locomoción pudiera tener en la guerra” tales como “la creación de cuerpos de infantería montada en bicicletas...” Lo que no viene es cómo seguir tan largas instrucciones: si han de aprenderse de memoria, o ser leídas en voz alta por un amigo que lleve el pesadísimo volumen al g alope, él a pie y uno en bicicleta, o si ha de ponerse un atril sobre la mis ma para ir leyendo... No hemos podido contener la risa. Se oye un largo chiiit, y todos en la sala nos miran. Sí, fue una profanación. La bicicleta se hizo real, nos hizo reales: entró, bárbaramente, como a caballo en una iglesia. Pero si leer no sirve para ser más reales, ¿para qué demonios sirve?
He aquí las páginas que nuestros convocados e scribieron. Son, como cabía esperar, totalmente diversas y, por fortuna, imaginativas, juguetonas —arriesgadas cabriolas para saludar a quien ha demostrado absoluta maestría en el arte de leer mientras vuela en bicicleta. D i bu bu j os os d e K e ly ly R oj oj a s G o nz nz á le le z
43
Cómo leer en biciclet bicicletaa (Anuncio)
No sirven las precauciones cuando se trata de montar,
vigilan los obispos, obispos, la policía policía y la programación programacióntelevisiva. televisiva. Al
señora. Aunque Aunque la gente de la clase alta suele utilizar una
habla, los padres, los maestros y los compañeros delatores.
silla, todo método es poco apropiado. apropiado.
Lo que se gana, lo cuida Hacienda; lo que se pierde, el
Yo Yo recomiendo recomiendo TROTIFY. Sé que piensa que la
banco. Y por si fuera poco, el narcotráfico se encarga de
publicidad es un montaje. Pero déjeme explicar. Hemos
todo al mismo t iempo. ¿Y al pensamiento, quién lo cuida?
revolucionado el mercado.
¿Dónde está su ministerio, su actuario o su verdugo? Para eso no hay prisión que lo contenga todavía. Pensar con las palabras de los otros es abrir una puerta con el pico de un amigo, amigo, y darse a la fuga en una noche despejada.
Hoy más gente decide transformar su bicicleta en caballo. Con TROTIFY su paseo se vuelve una cinta medieval o campirana proyectándose detrás de su trote. Cabalgue pero sobre ruedas. ¿Mencioné que la naturaleza no viene con instructivo? No viva, señora. La vida es un peligro. Mejor haga que su bicicleta relinche con TROTIFY.
44
45
DIEGO SALAS
Cómo leer en biciclet bicicletaa (Meditación)
ÓSCAR DAVID LÓPEZ
Cómo leer en biciclet bicicletaa (Anuncio)
Si lo que no le gusta es que lo manden, lea. Al cuerpo lo
No sirven las precauciones cuando se trata de montar,
vigilan los obispos, obispos, la policía policía y la programación programacióntelevisiva. televisiva. Al
señora. Aunque Aunque la gente de la clase alta suele utilizar una
habla, los padres, los maestros y los compañeros delatores.
silla, todo método es poco apropiado. apropiado.
Lo que se gana, lo cuida Hacienda; lo que se pierde, el
Yo Yo recomiendo recomiendo TROTIFY. Sé que piensa que la
banco. Y por si fuera poco, el narcotráfico se encarga de
publicidad es un montaje. Pero déjeme explicar. Hemos
todo al mismo t iempo. ¿Y al pensamiento, quién lo cuida?
revolucionado el mercado.
¿Dónde está su ministerio, su actuario o su verdugo? Para
Hoy más gente decide transformar su bicicleta en
eso no hay prisión que lo contenga todavía.
caballo. Con TROTIFY su paseo se vuelve una cinta
Pensar con las palabras de los otros es abrir una puerta
medieval o campirana proyectándose detrás de su trote.
con el pico de un amigo, amigo, y darse a la fuga en una noche
Cabalgue pero sobre ruedas.
despejada.
¿Mencioné que la naturaleza no viene con instructivo? No viva, señora. La vida es un peligro. Mejor haga que su bicicleta relinche con TROTIFY.
45
44
XIMENA ATRISTAIN
' Cómo leer en biciclet bicicletaa (Letanía)
Para despertar es preciso no tener miedo, sujetar la taza de café con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para ser libre es preciso no tener miedo, sujetar el mundo con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para decir un poema es preciso no tener miedo, sujetar la voz con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para escuchar una historia es preciso no tener miedo, sujetar la cabeza con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para soltar un golpe certero es preciso no tener miedo, sujetar a la víctima con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para nadar en el mar es preciso no tener miedo miedo,, sujetarse de las olas con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para decir te amo o la verdad es preciso no tener miedo, sujetarse sujetarse a uno mismo con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para leer un libro es preciso no tener miedo, sujetarlo con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para hablar con los niños es preciso no tener miedo, sujetar la sonrisa con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para enfrentar el espejo es preciso no tener miedo, sujetar las lágrimas con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para mentir es preciso no tener miedo, sujetar la verdad con flexibilidad y mirar al f rente y no al suelo. Para leer el f uturo es preciso no t ener miedo, sujetar la vida con flexibilidad y mirar al f rente y no al suelo. Para viajar en el tiempo es preciso no tener miedo, sujetar el presente con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para leer en bicicleta es preciso no tener miedo, sujetar la memoria con flexibilidad y mirar al frente y a l suelo.
46
EFRAÍN VELASCO
Cómo leer en bicic bicicleta leta (Desmontaje)
a a advertencias al alta amigo aplicaciones aprenderse así atril bárbaramente bicicleta bicicleta bicicletas bien caballo chiiit como como como cómo contener creación cuerpos de de de de de de demonios derecho detalladas el el el él en en
en en en en entró es este evitar fue funcionan galope guerra ha han hemos hizo hizo iglesia infantería instrucciones instrucciones ir irritaciones izquierdo la la la la la la largas largo las leer leídas leyendo lleve lo locomoción
los los más medio memoria miran misma montada neurasténicos no no no no nos nos o o oye para para para para para para pero pesadísimo pie pie podido ponerse por profanación prostatitis pudiera que que que qué rápido
real reales reales reflexiones riñones risa sala se se seguir ser ser si si si si sí siguen sirve sirve sobre sobre tales tan tener todos un un un una una uno viene volumen volumen voz y y y Zaid
47
XIMENA ATRISTAIN
' Cómo leer en biciclet bicicletaa (Letanía)
Para despertar es preciso no tener miedo, sujetar la taza de café con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para ser libre es preciso no tener miedo, sujetar el mundo con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para decir un poema es preciso no tener miedo, sujetar la voz con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para escuchar una historia es preciso no tener miedo, sujetar la cabeza con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para soltar un golpe certero es preciso no tener miedo, sujetar a la víctima con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para nadar en el mar es preciso no tener miedo miedo,, sujetarse de las olas con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para decir te amo o la verdad es preciso no tener miedo, sujetarse sujetarse a uno mismo con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para leer un libro es preciso no tener miedo, sujetarlo con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para hablar con los niños es preciso no tener miedo, sujetar la sonrisa con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para enfrentar el espejo es preciso no tener miedo, sujetar las lágrimas con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para mentir es preciso no tener miedo, sujetar la verdad con flexibilidad y mirar al f rente y no al suelo. Para leer el f uturo es preciso no t ener miedo, sujetar la vida con flexibilidad y mirar al f rente y no al suelo. Para viajar en el tiempo es preciso no tener miedo, sujetar el presente con flexibilidad y mirar al frente y no al suelo. Para leer en bicicleta es preciso no tener miedo, sujetar la memoria con flexibilidad y mirar al frente y a l suelo.
EFRAÍN VELASCO
Cómo leer en bicic bicicleta leta (Desmontaje)
a a advertencias al alta amigo aplicaciones aprenderse así atril bárbaramente bicicleta bicicleta bicicletas bien caballo chiiit como como como cómo contener creación cuerpos de de de de de de demonios derecho detalladas el el el él en en
en en en en entró es este evitar fue funcionan galope guerra ha han hemos hizo hizo iglesia infantería instrucciones instrucciones ir irritaciones izquierdo la la la la la la largas largo las leer leídas leyendo lleve lo locomoción
los los más medio memoria miran misma montada neurasténicos no no no no nos nos o o oye para para para para para para pero pesadísimo pie pie podido ponerse por profanación prostatitis pudiera que que que qué rápido
real reales reales reflexiones riñones risa sala se se seguir ser ser si si si si sí siguen sirve sirve sobre sobre tales tan tener todos un un un una una uno viene volumen volumen voz y y y Zaid
47
46
, BJÖRN KUHLIGK
El amor
No acerté con el tema, quería sobre el amor quería sobre eso, quería sobre sus cejas, hablar sobre sus cejas delgadas, sobre ese lugar impreciso el momento, en que mi rostro fue al encuentro del suyo, no acerté con el tema, me decido por la orquesta ambulante del comedor asistencial, por la grasa del antojo por las palabrotas de la valla de seguridad, no acerté con el tema, quería sobre el amor, sobre displaced people el amor, no acerté con el tema, la plática bajo una rama del amor, es la charla bajo una excrecencia la observo abajo y sobre mí, la observo convencida por el destello, no acerté con el tema, el sitio de más iluminado
MATERIA ToPICA Luis Vicente de Aguinaga Aguinaga
El jueves 13 de julio de 1967, a un kilómetro de la cima del Monte Ventoux, cuando se corría la etapa Marsella-Carpentras del Tour de Francia, el ciclista británico Tom Simpson sufrió un paro cardiaco. Simpson había ganado la carrera París-Niza unos meses atrás y el campeonato mundial de ciclismo en ruta sólo dos años antes. Era, pues, uno de los favoritos de aquel Tour, y en vísperas del 14 de julio estaba entre los líderes del pelotón. Se ha calculado que, aquella tarde, la temperatura en el Monte Ventoux era de cuarenta y cinco grados. Una mezcla temeraria de coñac y anfetaminas causó la deshidratación que provocaría el colapso de Simpson, cuya muerte se declaró a las 17:40 horas. No muy lejos de ahí, pero en 1327, Francesco Petrarca vio por primera vez en Aviñón a Laura de Noves. Una pequeña historia de bicicletas, corazones rotos, vidas truncadas y mundos por atravesar comienza en este punto. Juan José Arreola, gran aficionado al ciclismo, escribió tras la muerte de Simpson un brevísimo poema en prosa que habría de recoger en Palindroma , libro de 1971. Finitud e infinitud, tiempo y eternidad, realidad e ilusión confluyen en esas cuarenta y tres palabras de Arreola: “Se me rompió el corazón en la trepada al Monte Ventoux y pedaleo más allá de la meta ilusoria. Ahora pregunto desde lo eterno en el hombre: ¿Cómo puedo emplear con ventaja los t res segundos que logré descontar a mi más inmediato perseguidor?” Poco antes de la muerte de Simpson, en 1964, se habían publicado las “Prosas dispersa s” de Julio Torri como tercero y último de sus Tres libros (1964). Arreola, con toda probabilidad, había leído ahí “La bicicleta”, pequeño ensayo del coahuilense. Que lo hubiera leído Simpson no sería nada fácil de probar, aunque imaginar al ciclista británico leyendo ciertas líneas de un remoto prosista mexicano daría, como mínimo, resultados conmovedores. El ciclista, según Torri, es por definición un solitario. El camino que se va recorriendo en bicicleta es metáfora de otro camino:
CICLISMO el que se va recorriendo hacia la muerte, ni más ni menos. Eso sí, la muerte a la que se llega pedaleando no es cualquier muerte, a decir de Torri: “El ciclista es un aprendiz de suicida”. Pero el ciclismo es una cosa y andar en bicicleta es otra. En francés, para echar mano de un caso elocuente, la diferencia es categórica: entre la bicicleta recreativa (bicyclette) y el ciclismo deportivo ( vélo) hay una gran distancia. Philippe Delerm trata el asunto con pinzas aristotélicas: “Nacemos bicyclette o nacemos vélo; es algo c asi político”. El que nace bicyclette es hedonista, pensativo y un tanto melancólico. El que nace vélo es competitivo, práctico y veloz. El coñac y las anfetaminas, názcase como se nazca, corren por cuenta de Tom Simpson. Mitad bicyclette, mitad vélo, según se baje o se suba, es el velocípedo que circula por un bello poema de María Baranda que forma parte de Moradas imposibles (1998). También También es legítimo decir: mitad Santa Teresa de Jesús, mitad Sor Juana Inés de la Cruz. Aliteraciones, transposiciones y encabalgamientos aceleran la respiración y después la refrenan intempestivamente, como si la voz poética y el oído lector se precipitaran juntos por una cuesta empinada sin perder la gracia: “Hubiera yo veloz por él el mundo / recorrido en velocípedo. […] / De Oriente / a Occidente en velocípedo habría / yo ido hasta ese territorio de aves / y serpientes, por edificios y santuarios, / por puertas interiores y gradas ordinarias, ordinarias, / buscándolo buscándolo geométri geométrico, co, animal animal / que embellece las fachadas”. De poco sirve preguntarse quién es, en el poema, “él”: ¿un dios, cualquier dios, o un hombre, cualquier hombre? Importa, en cambio, entenderlo como el objeto de un deseo, como el término de un viaje indispensable, como la meta de un camino y acaso de todos los caminos. Y comprender que hasta él se va, por supuesto, en bicicleta: “Hubiera yo por él / nat uralista ido periférica / en ese siglo atestiguando / el Nuevo Mundo entre dos r uedas”.
Traducción de Daniel Bencomo
48
49
, BJÖRN
MATERIA ToPICA
El amor
KUHLIGK
Luis Vicente de Aguinaga Aguinaga
No acerté con el tema, quería sobre el amor quería sobre eso, quería sobre sus cejas, hablar sobre sus cejas delgadas, sobre ese lugar impreciso el momento, en que mi rostro fue al encuentro del suyo, no acerté con el tema, me decido por la orquesta ambulante del comedor asistencial, por la grasa del antojo por las palabrotas de la valla de seguridad, no acerté con el tema, quería sobre el amor, sobre displaced people el amor, no acerté con el tema, la plática bajo una rama del amor, es la charla bajo una excrecencia la observo abajo y sobre mí, la observo convencida por el destello, no acerté con el tema, el sitio de más iluminado
El jueves 13 de julio de 1967, a un kilómetro de la cima del Monte Ventoux, cuando se corría la etapa Marsella-Carpentras del Tour de Francia, el ciclista británico Tom Simpson sufrió un paro cardiaco. Simpson había ganado la carrera París-Niza unos meses atrás y el campeonato mundial de ciclismo en ruta sólo dos años antes. Era, pues, uno de los favoritos de aquel Tour, y en vísperas del 14 de julio estaba entre los líderes del pelotón. Se ha calculado que, aquella tarde, la temperatura en el Monte Ventoux era de cuarenta y cinco grados. Una mezcla temeraria de coñac y anfetaminas causó la deshidratación que provocaría el colapso de Simpson, cuya muerte se declaró a las 17:40 horas. No muy lejos de ahí, pero en 1327, Francesco Petrarca vio por primera vez en Aviñón a Laura de Noves. Una pequeña historia de bicicletas, corazones rotos, vidas truncadas y mundos por atravesar comienza en este punto. Juan José Arreola, gran aficionado al ciclismo, escribió tras la muerte de Simpson un brevísimo poema en prosa que habría de recoger en Palindroma , libro de 1971. Finitud e infinitud, tiempo y eternidad, realidad e ilusión confluyen en esas cuarenta y tres palabras de Arreola: “Se me rompió el corazón en la trepada al Monte Ventoux y pedaleo más allá de la meta ilusoria. Ahora pregunto desde lo eterno en el hombre: ¿Cómo puedo emplear con ventaja los t res segundos que logré descontar a mi más inmediato perseguidor?” Poco antes de la muerte de Simpson, en 1964, se habían publicado las “Prosas dispersa s” de Julio Torri como tercero y último de sus Tres libros (1964). Arreola, con toda probabilidad, había leído ahí “La bicicleta”, pequeño ensayo del coahuilense. Que lo hubiera leído Simpson no sería nada fácil de probar, aunque imaginar al ciclista británico leyendo ciertas líneas de un remoto prosista mexicano daría, como mínimo, resultados conmovedores. El ciclista, según Torri, es por definición un solitario. El camino que se va recorriendo en bicicleta es metáfora de otro camino:
CICLISMO el que se va recorriendo hacia la muerte, ni más ni menos. Eso sí, la muerte a la que se llega pedaleando no es cualquier muerte, a decir de Torri: “El ciclista es un aprendiz de suicida”. Pero el ciclismo es una cosa y andar en bicicleta es otra. En francés, para echar mano de un caso elocuente, la diferencia es categórica: entre la bicicleta recreativa (bicyclette) y el ciclismo deportivo ( vélo) hay una gran distancia. Philippe Delerm trata el asunto con pinzas aristotélicas: “Nacemos bicyclette o nacemos vélo; es algo c asi político”. El que nace bicyclette es hedonista, pensativo y un tanto melancólico. El que nace vélo es competitivo, práctico y veloz. El coñac y las anfetaminas, názcase como se nazca, corren por cuenta de Tom Simpson. Mitad bicyclette, mitad vélo, según se baje o se suba, es el velocípedo que circula por un bello poema de María Baranda que forma parte de Moradas imposibles (1998). También También es legítimo decir: mitad Santa Teresa de Jesús, mitad Sor Juana Inés de la Cruz. Aliteraciones, transposiciones y encabalgamientos aceleran la respiración y después la refrenan intempestivamente, como si la voz poética y el oído lector se precipitaran juntos por una cuesta empinada sin perder la gracia: “Hubiera yo veloz por él el mundo / recorrido en velocípedo. […] / De Oriente / a Occidente en velocípedo habría / yo ido hasta ese territorio de aves / y serpientes, por edificios y santuarios, / por puertas interiores y gradas ordinarias, ordinarias, / buscándolo buscándolo geométri geométrico, co, animal animal / que embellece las fachadas”. De poco sirve preguntarse quién es, en el poema, “él”: ¿un dios, cualquier dios, o un hombre, cualquier hombre? Importa, en cambio, entenderlo como el objeto de un deseo, como el término de un viaje indispensable, como la meta de un camino y acaso de todos los caminos. Y comprender que hasta él se va, por supuesto, en bicicleta: “Hubiera yo por él / nat uralista ido periférica / en ese siglo atestiguando / el Nuevo Mundo entre dos r uedas”.
Traducción de Daniel Bencomo
48
49
RELOJ
en vela L I B R O S
madre a hija, seguramente se heredarán de abuela a nieta –su belleza no
han colocado todas las piezas que integran el diseño: textos, imágenes, folios
en página. Es de mencionar también en el esfuerzo de Jason Woods por lograr
mexicana no se ciña al cuerpo, a diferencia de los dictados de la moda
aburre–, serán reparadas con amoroso
y plecas que activan los blancos y des-
una traducción notable al español que
occidental, habla, en su trama de hi-
cuidado, nunca harán basura. Cumplen de forma horizontal la labor de la
pliega la información como el bordado de un textil. El diseño editorial se debe
incluye palabras de diversas lenguas como mecapal, julio, lanzadera, ma-
los, de la otredad y la diferencia. La ropa que se despliega a lo largo de
diseñadora contemporánea que convi ve con personas de otra s t radiciones,
a Estudio S, dirigido por Sofía Broid y Eduardo Sánchez, autores que saben
chete, lizo, carrizo, malacate, jícara. La indumentaria, sujeta a los ca-
este libro cohesiona modernidad y tradición. Cumple con aquella frase
se sorprende, aprende, y sólo después
que el diseño es contenido y que la
prichos de la moda (nunca pregunte
que Octavio Paz usó para referirse a la
crea. “Tuve que hacer un ejercicio intensivo de observación para entender
información en las páginas de un libro, antes texto e imágenes sueltas, adquie-
usted, lector, a qué responden estos caprichos) es lenguaje, función y
obra de Luis Barragán: Para ser moder-
sus sistemas endémicos. Si quería ense-
ren sentido y voz a través de la puesta
estética. Que la vestimenta tradicional
liarnos con nuestra tradición .
POETA IRRITILA: JULIO CÉSAR FÉLIX
Mayrán, al valle, a la sierra y a las cria-
en medio de las emanaciones insaciables
turas que allí habitan. Para decirlo con
del amor. Porque a través de estas pá-
• Odette Alonso
sus palabras, celebra al “mar y l a arena/ en coito”; a “los seres planetarios [que]
ginas desfilan, en un constante vaivén —como el de las mareas y el oleaje, como
nos de verdad tenemos antes que reconci-
ñar, primero tuve que aprender”, dice
MANUAL DE LA DISEÑADORA DESCALZA • Selva Hernández
es casual que para muchos pueblos, el hilo represente la palabra.
la diseñadora descalza en la página 124 de su Manual. Conocedora de su trabajo, el Ma-
El Manual de la diseñadora descalza,
nual es un regalo generoso del cono-
de Carla Fernández, toma su título de
cimiento y los métodos que el Taller
la singular obra del holandés Johan Van Lengen, Manual del arquitecto des-
Flora ha desarrollado para su trabajo en conjunto con las comunidades
rodean nuestras casas”. Desde el principio, el poeta declara
el de las visiones del desierto—, “soles y sexos”: los fuegos natur ales y l os ín-
calzo, “la persona que diseña y constru-
indígenas. El Método de la Raíz cua-
su premisa: la intención de registrar
timos, los de la noche ardiente y las
ye las edificaciones pequeñas en u na comunidad, o quien dirige a un grupo
drada, una bitácora de la práctica, el syllabus del taller, la organización de la
“los quehaceres cotidianos de los hombres/ y sus visiones nocturnas”. Des-
lenguas precisas del deseo. “Mi carne precipitada al juego de
de personas que han decidido construir juntas una obra más grande para
producción producción generada en éste, el si stema de ventas, comunicación y mercadeo,
de ahí queda planteada la noción de dualidad que recorre todo el libro: el
nuestros abismos”, versa Julio César, y aun en la noche singular, el canto se
beneficio del pueblo”. pueblo”. El libro de la diseñadora coincide
despliegan el modo de hacer las cosas, los secretos del profesionista puestos
hombre y su circunstancia de los que hablara Ortega y Gasset; naturaleza ex-
hace plural. Ya lo asentaba el propio título de la colección: Nacimos irritilas en
con el del arquitecto: está escrito para el
al servicio del pueblo, regalados y des-
terior y naturaleza humana. Afuera, el
el acuario del mundo ; no se trataría del
beneficio de los pueblos. Ambos desgajan una técnica, entienden su estética,
plegados con orden y estructura: un verdadero manual para l as industrias
paisaje: la blancura del desierto, los azules del mar, los cielos enverdecidos, las
poeta en su torre de marfil o su jaula de oro, sino del hombre en su comuni-
función y simbología. Saber qué atiende a lo práctico, qué se ciñe a lo simbólico,
creativas. Carla Fernández aconseja en una
Julio César Félix, Nacimos
especies animales, un río vertiginoso; adentro, el reencuentro diario con el
dad, en su tierra prometida. Una vez más, mundo adentro y mundo afuera,
y dónde queda el el lugar para para el capricho capricho.
entrevista reciente a los diseñadores
irritilas en el acuario del
amor: el aroma del cáliz, la boca dulce,
ahora en forma de individuo y colec-
“Cuando surgió la gente en el mundo se encontraba sin ropa y se dieron
jóvenes escribir un libro; en la página 122 dice: “La elaboración de manuales
mundo, Andraval Ediciones,
México, 2013
la concupiscencia de los cuerpos que se buscan, que se anclan uno en el otro.
tividad: son los habitantes terrestres, ebrios de luminosidad, de vino tinto
(edición bilingüe). Traducción de
cuenta de que podían hacer algo para protegerse del frío y del calor”. Así co-
debe ser una responsabilidad de las industrias creativas. [...] No sólo se trata de
En el principio, cuando el mundo era
El cuaderno se estructura sobre la base de un rejuego de dicotomías.
y de palabras, embarcados en esta nave de los locos que es la vida.
Jason Woods. Conaculta, México, 2013
mienza Otilia Sandoval su explicación sobre el huipil triqui de San Andrés
llevar el conocimiento al campo, sino de crear un puente que nos permita
simplemente una bahía, entre la nada y el caos ya flotaban los deseos. De
Hay una segunda: de un lado, ese paisaje prístino “de tinta de pulpo y de
“Hay que colgar a la poesía/ de un gancho […] en la incertidumbre/ del
Carla Fernández, El manual de la diseñadora descalza
Cacaxtla, en Oaxaca. La narración,
reinterpretar y reinventar los oficios
ellos brotó todo lo imaginable: “caza,
cactácea”; del otro, la selva urbana: la
aire/ y de las miradas transitorias”, dice
La palabra texto, textil y textura tienen el mismo origen. El hilo del habla, el
que inicia con la función primordial de protección del cuerpo desnudo y
rurales. Un manual es sólo un punto de partida, pues la única forma de con-
pesca, fauna, alucinaciones”. Desde entonces, aquella tierra fue el acuario
violencia del entorno s ocial, ese caos que regresa, tornasolado y sangriento,
Julio César y huele a nostalgia de palabrero. Brazos y puertos se vuelven alas
hilo de la vida, aquel que se desenreda, se anuda y entreteje con otros hilos. Del
culmina con la figura de una mariposa, describe en menos de tres párrafos
servar la tradición es por medio de la innovación”.
del mundo, la dársena paradisíaca y al mismo tiempo, un “mundo violento,
y que marca una cotidianidad a ratos escalofriante.
sobre el desierto de Mayrán. Como en el origen, en esa noche de los abandona-
texto y del textil surge la trama, el telar,
el origen de su vestimenta tradicional,
El formato del libro, un rectángulo
“Navego mar adentro en la víspera
dos que es la misma noche de los aman-
el tejido; es el origen religioso del tan- tra, que significa por igual trama, tela y
arraigado en el inicio de los tiempos. Las prendas del Taller Flora están
que surge de la suma de dos cuadrados (1:2) y que al abrirse forma un gran
Heredero de irritilas, los pobladores originales de La Laguna, a quienes los
de la noche”, dice Julio César y describe “un cuadro azul marino en todo su
tes, siguen flotando los deseos. Brotando desde ellos, “el agua estimula los partos de
libro. Las hilanderas dan vida: entretejen el destino desde el hilo del cordón
desprendidas de la moda y el tiempo. Permanecen entre la cambiante
cuadrado, reproduce la forma primaria de la composición geométrica de los
misioneros jesuitas describieron como “medio peces, medio hombres”, Julio
esplendor”. Yo, sin embargo, también preveo navegaciones hacia esos mares
la luz” y “germinan sueños,/ duendes/ y música”. música”. Así, al final, y lo digo con los
del vientre materno. Hay un acto de
vorágine de l a estética y perduran por
textiles tradicionales: un cuadrado for-
César Félix Lerma canta en este libro a
interiores que se tornan luminosos en-
versos del poeta, “sobrevive un presen-
dar vida en el h ilar, otro en el tejer. No
sus materiales, pueden heredarse de
mado por cuatro cuadrados, en el que se
los mares del Pacífico y a las lagunas de
tre el celaje de los cuerpos que aúllan
te/ embriagante,/ fundador”.
50
ridículo”.
51
RELOJ
en vela L I B R O S
madre a hija, seguramente se heredarán de abuela a nieta –su belleza no
han colocado todas las piezas que integran el diseño: textos, imágenes, folios
en página. Es de mencionar también en el esfuerzo de Jason Woods por lograr
mexicana no se ciña al cuerpo, a diferencia de los dictados de la moda
aburre–, serán reparadas con amoroso
y plecas que activan los blancos y des-
una traducción notable al español que
occidental, habla, en su trama de hi-
cuidado, nunca harán basura. Cumplen de forma horizontal la labor de la
pliega la información como el bordado de un textil. El diseño editorial se debe
incluye palabras de diversas lenguas como mecapal, julio, lanzadera, ma-
los, de la otredad y la diferencia. La ropa que se despliega a lo largo de
diseñadora contemporánea que convi ve con personas de otra s t radiciones,
a Estudio S, dirigido por Sofía Broid y Eduardo Sánchez, autores que saben
chete, lizo, carrizo, malacate, jícara. La indumentaria, sujeta a los ca-
este libro cohesiona modernidad y tradición. Cumple con aquella frase
se sorprende, aprende, y sólo después
que el diseño es contenido y que la
prichos de la moda (nunca pregunte
que Octavio Paz usó para referirse a la
crea. “Tuve que hacer un ejercicio intensivo de observación para entender
información en las páginas de un libro, antes texto e imágenes sueltas, adquie-
usted, lector, a qué responden estos caprichos) es lenguaje, función y
obra de Luis Barragán: Para ser moder-
sus sistemas endémicos. Si quería ense-
ren sentido y voz a través de la puesta
estética. Que la vestimenta tradicional
liarnos con nuestra tradición .
POETA IRRITILA: JULIO CÉSAR FÉLIX
Mayrán, al valle, a la sierra y a las cria-
en medio de las emanaciones insaciables
turas que allí habitan. Para decirlo con
del amor. Porque a través de estas pá-
• Odette Alonso
sus palabras, celebra al “mar y l a arena/ en coito”; a “los seres planetarios [que]
ginas desfilan, en un constante vaivén —como el de las mareas y el oleaje, como
nos de verdad tenemos antes que reconci-
ñar, primero tuve que aprender”, dice
MANUAL DE LA DISEÑADORA DESCALZA • Selva Hernández
es casual que para muchos pueblos, el hilo represente la palabra.
la diseñadora descalza en la página 124 de su Manual. Conocedora de su trabajo, el Ma-
El Manual de la diseñadora descalza,
nual es un regalo generoso del cono-
de Carla Fernández, toma su título de
cimiento y los métodos que el Taller
la singular obra del holandés Johan Van Lengen, Manual del arquitecto des-
Flora ha desarrollado para su trabajo en conjunto con las comunidades
rodean nuestras casas”. Desde el principio, el poeta declara
el de las visiones del desierto—, “soles y sexos”: los fuegos natur ales y l os ín-
calzo, “la persona que diseña y constru-
indígenas. El Método de la Raíz cua-
su premisa: la intención de registrar
timos, los de la noche ardiente y las
ye las edificaciones pequeñas en u na comunidad, o quien dirige a un grupo
drada, una bitácora de la práctica, el syllabus del taller, la organización de la
“los quehaceres cotidianos de los hombres/ y sus visiones nocturnas”. Des-
lenguas precisas del deseo. “Mi carne precipitada al juego de
de personas que han decidido construir juntas una obra más grande para
producción producción generada en éste, el si stema de ventas, comunicación y mercadeo,
de ahí queda planteada la noción de dualidad que recorre todo el libro: el
nuestros abismos”, versa Julio César, y aun en la noche singular, el canto se
beneficio del pueblo”. pueblo”. El libro de la diseñadora coincide
despliegan el modo de hacer las cosas, los secretos del profesionista puestos
hombre y su circunstancia de los que hablara Ortega y Gasset; naturaleza ex-
hace plural. Ya lo asentaba el propio título de la colección: Nacimos irritilas en
con el del arquitecto: está escrito para el
al servicio del pueblo, regalados y des-
terior y naturaleza humana. Afuera, el
el acuario del mundo ; no se trataría del
beneficio de los pueblos. Ambos desgajan una técnica, entienden su estética,
plegados con orden y estructura: un verdadero manual para l as industrias
paisaje: la blancura del desierto, los azules del mar, los cielos enverdecidos, las
poeta en su torre de marfil o su jaula de oro, sino del hombre en su comuni-
función y simbología. Saber qué atiende a lo práctico, qué se ciñe a lo simbólico,
creativas. Carla Fernández aconseja en una
Julio César Félix, Nacimos
especies animales, un río vertiginoso; adentro, el reencuentro diario con el
dad, en su tierra prometida. Una vez más, mundo adentro y mundo afuera,
y dónde queda el el lugar para para el capricho capricho.
entrevista reciente a los diseñadores
irritilas en el acuario del
amor: el aroma del cáliz, la boca dulce,
ahora en forma de individuo y colec-
“Cuando surgió la gente en el mundo se encontraba sin ropa y se dieron
jóvenes escribir un libro; en la página 122 dice: “La elaboración de manuales
mundo, Andraval Ediciones,
México, 2013
la concupiscencia de los cuerpos que se buscan, que se anclan uno en el otro.
tividad: son los habitantes terrestres, ebrios de luminosidad, de vino tinto
(edición bilingüe). Traducción de
cuenta de que podían hacer algo para protegerse del frío y del calor”. Así co-
debe ser una responsabilidad de las industrias creativas. [...] No sólo se trata de
En el principio, cuando el mundo era
El cuaderno se estructura sobre la base de un rejuego de dicotomías.
y de palabras, embarcados en esta nave de los locos que es la vida.
Jason Woods. Conaculta, México, 2013
mienza Otilia Sandoval su explicación sobre el huipil triqui de San Andrés
llevar el conocimiento al campo, sino de crear un puente que nos permita
simplemente una bahía, entre la nada y el caos ya flotaban los deseos. De
Hay una segunda: de un lado, ese paisaje prístino “de tinta de pulpo y de
“Hay que colgar a la poesía/ de un gancho […] en la incertidumbre/ del
Carla Fernández, El manual de la diseñadora descalza
Cacaxtla, en Oaxaca. La narración,
reinterpretar y reinventar los oficios
ellos brotó todo lo imaginable: “caza,
cactácea”; del otro, la selva urbana: la
aire/ y de las miradas transitorias”, dice
La palabra texto, textil y textura tienen el mismo origen. El hilo del habla, el
que inicia con la función primordial de protección del cuerpo desnudo y
rurales. Un manual es sólo un punto de partida, pues la única forma de con-
pesca, fauna, alucinaciones”. Desde entonces, aquella tierra fue el acuario
violencia del entorno s ocial, ese caos que regresa, tornasolado y sangriento,
Julio César y huele a nostalgia de palabrero. Brazos y puertos se vuelven alas
hilo de la vida, aquel que se desenreda, se anuda y entreteje con otros hilos. Del
culmina con la figura de una mariposa, describe en menos de tres párrafos
servar la tradición es por medio de la innovación”.
del mundo, la dársena paradisíaca y al mismo tiempo, un “mundo violento,
y que marca una cotidianidad a ratos escalofriante.
sobre el desierto de Mayrán. Como en el origen, en esa noche de los abandona-
texto y del textil surge la trama, el telar,
el origen de su vestimenta tradicional,
el tejido; es el origen religioso del tan-
arraigado en el inicio de los tiempos.
“Navego mar adentro en la víspera
dos que es la misma noche de los aman-
que surge de la suma de dos cuadrados
El formato del libro, un rectángulo
ridículo”. Heredero de irritilas, los pobladores
de la noche”, dice Julio César y describe
tes, siguen flotando los deseos. Brotando
tra, que significa por igual trama, tela y
Las prendas del Taller Flora están
(1:2) y que al abrirse forma un gran
originales de La Laguna, a quienes los
“un cuadro azul marino en todo su
desde ellos, “el agua estimula los partos de
libro. Las hilanderas dan vida: entretejen el destino desde el hilo del cordón
desprendidas de la moda y el tiempo. Permanecen entre la cambiante
cuadrado, reproduce la forma primaria de la composición geométrica de los
misioneros jesuitas describieron como “medio peces, medio hombres”, Julio
esplendor”. Yo, sin embargo, también preveo navegaciones hacia esos mares
la luz” y “germinan sueños,/ duendes/ y música”. música”. Así, al final, y lo digo con los
del vientre materno. Hay un acto de
vorágine de l a estética y perduran por
textiles tradicionales: un cuadrado for-
César Félix Lerma canta en este libro a
interiores que se tornan luminosos en-
versos del poeta, “sobrevive un presen-
dar vida en el h ilar, otro en el tejer. No
sus materiales, pueden heredarse de
mado por cuatro cuadrados, en el que se
los mares del Pacífico y a las lagunas de
tre el celaje de los cuerpos que aúllan
te/ embriagante,/ fundador”.
50
51
EL BIEN COMÚN: ESCUCHAR NOS •
Ingrid Solana
Luis Muñoz Oliveira, La fragilidad fragilidad del campamento: un ensayo sobre el papel de la tolerancia , Almadía, México, 2013 La fragilidad del campamento —hermoso y
atinado título— es un recuento de definiciones y características de la tolerancia. Muñoz Oliveira no hace un recorrido exhaustivo ni erudito por las implicaciones de ésta en la filosofía, la historia o la cultura. Escoge con puntualidad a los autores desde los cuales aborda el problema y los ejemplos ejemplos que ilustran ustran la perspectiva perspectiva andada –el caso de Miguel de Servet, el mito de la caverna de Platón, los músicos que compiten por un empleo, etc.–. Hay reflexiones sobresalientes: el pensamiento de Amartya Sen, John Rawls, Michel de Montaigne, Platón, Stephen Toulmin, Richard Rorty. Pero estas lecturas son discutidas para reflexionar el concepto y obtener definiciones propias; una de ellas es la de la tolerancia como “disenso racional persistente”, lo que la sitúa en un marco que incita a los lectores a discutir con el texto. El libro se inscribe así en una categoría que podríamos denominar “ensayo inteligente”, pues se exponen una serie de argumentos cuyo fin es lanzar determinadas perspectivas y
52
producir conversaciones. Por momentos, el tono tiene conexiones con la enérgica voz de Damián Tabarovsky y su espléndida Literatura de izquierda , un libro que desmantela los entendimientos de lugar común en torno a la literatura contemporánea; La fra- gilidad del camp amento, a su vez, coloca el acento en un nervio central de la terminología adyacente a la democracia, y lo hace desde la ética, saliendo de los usos de sentido común de la tolerancia en la publicidad política. La ética, disciplina del pensar olvidada, malversada por discursos serviles tendientes a buscar la simpatía de las masas desde determinados poderes, espacio de desprecio hacia estratos a los que no conviene meditar en los valores, se nos muestra como un ámbito fundamental de la práctica de la tolerancia; allí donde es posible abatir los prejuicios que nos alejan de los otros para generar el bien común. La tolerancia es un presupuesto implícito, inherente o sinónimo del ideal democrático. Si los términos son correlativos en la esfera del ideal, ¿qué sentido tiene reflexionarlos en paralelo a determinados contextos?, ¿por qué parece que la ejecución de la democracia del siglo XXI no solventa ni prueba su valor central –si es que éste fuera la tolerancia– y, por el contrario, muestra innumerables contradicciones que continuamente abaten dicho “valor” –el fundamentalismo o la crueldad, por ejemplo?–. ¿Cómo pueden “encarnarse” los valores democráticos en países en vías de desarrollo, en los que la miseria, la falta de educación y las realidades sociales generan intolerancia colectiva? Las preguntas son apremiantes y la definició definición n de la toleran tolerancia las las implic implica. a. Contra la indiferencia, en busca del diálogo, el respeto a la diferencia, La fragilidad..., evoca canales expresivos a través de los cuales la tolerancia abandone el espacio falso –la indiferencia comodina que acepta lo otro porque no tiene más remedio–, para dar paso
a un “gobierno por discusión” en el que la razón suscite la participación política y el diálogo. El fin buscado es la construcción de “un futuro menos injusto”. Como sujeto histórico –mujer de determinada edad, perteneciente a una comunidad específica, miembro de una clase social, etc.–, coincido con todos los puntos que implica la tolerancia esgrimida por la Fragilidad… ; sin embargo, considero que las claves más significativas de la misma se lanzan al final del libro cuando se reconocen las ligas entre barbarie, falta de educación y desigualdad. Son aspectos cuya resonancia se encuentra en el seno mismo de los conflictos sociales y en la maneras en las que determinados grupos son incapaces de tolerar. ¿Cuáles son las situaciones y problemas que impiden tolerar y, desde ellos, comprender comprender la intolerancia? La barbarie, nos dice Muñoz, coexiste con la humanidad “porque todo hombre puede volverse bárbaro” y entonces es necesario “aprender a vivir con la barbarie”; nuestra tarea es indignarnos ante ella, aislarla para no contribuir con su proliferación. Pero la barbarie, habría que añadir, adquiere rostros distintos según provenga del Estado o de las sociedades mismas y, en este sentido, más que caer en el relativismo inadmisible, que también para Muñoz es una forma tibia de reflexionar, habría que agudizar el sentido crítico y recordar siempre que la mirada y el acto provienen de su relación con el espacio y con el instante preciso en el que se ejecutan, enmarcados por un entorno particular que no puede obviarse. Para tolerar y, por tanto, para conversar, es necesario saber guardar silencio. El que sabe hacerlo escucha al otro y después, quizá, pueda responder. Y aquí cabe recordar aquel apunte de Blanchot cuando reflexiona en el habla del dictador, un habla solitaria, sorda, que es un soliloquio que no admite réplica. Saber escuchar es ser civil, es tolerar, es, por fin, saber que hay Otro.
DIARIOS DE BICICLETA • Ana León
David Byrne, Diarios de bicicleta, Sexto Piso, México,
2011
Para David Byrne los viajes en bicicleta, durante los últimos treinta años, han sido una ventana panorámica a través de la cual ha mirado el mundo. A partir de los años ochenta la bicicleta se convirtió en su principal medio de transporte, primero en Nueva York, ciudad en la que v ive, y luego en todas las ciudades que visita. Desde entonces, su manera de observar se ha filtrado a través de dos ruedas. En Diarios de bicicleta (2009), el músico y artista plástico demuestra, en su faceta como escritor, que no sólo es un observador audaz sino también un habitante que se apropia de la ciudad circulando todos los días por sus principales arterias. Al inici ar la lectura, una bicicleta a pie de página aparece. Nos acompañará durante toda la lectura, yendo y viniendo como si, a bordo de ella, se filtrara también nuestra mirada, pues el ex líder musical de la banda Talking Heads va más allá de las peripecias de un ciclista ingenuo; el registro de cada rodada, corta o extensa, ha sido el pretexto perfecto para afilar la
pluma y adentrarse en diferentes ciudades del mundo, en su cultura, dinámicas sociales y políticas, y sobre todo en la mirada del otro. Byrne se ha convertido en un verdadero crítico de la ciudad, pues se conecta directamente con la vida de la calle. Salir a andar en bicicleta en una geografía diferente implica entender el pulso vital de ésta. Comprender la mentalidad de su población expresada en la urbe que habita. ¿Qué historia cuenta el paisaje? ¿Cómo responder ésta pregunta ante ciudades como Berlín, Estambul, Buenos Aires, Manila, Sidney, Londres, San Francisco y Nueva York? La ciudad es transformada, responde a necesidades espaciales, temporales, económicas y sociales. Es el vertedero de intereses e ideas, pero también de desechos. Más allá de hablar de bicicletas, Byrne habla de urbes, del paisaje de las ciudades, de la arquitectura de las ciudades, de los drásticos contrastes de intereses para desplegarlas y de la forma en que para quienes fueron hechas las ciudades, el impulso primigenio de su creación, han sido olvidados: los ciudadanos. Así, se aventura a entender las ciudades por su diseño, una construcción mental no azarosa en el caso del músico quien pasó un año de su vida como estudiante en la Escuela de Diseño de Rhode Island. Su mirada está permeada por su práctica en el arte contemporáneo y el interés inherente en la forma, la función y la estética. Por ello, nos increpa con preguntas como: “¿Tiene cada cultura su propia paleta de colores?” ¡Claro!, lo civilizado de las calles de Berlín (que parecen estar bajo los efectos del Prozac, como lo menciona Byrne) no tienen el mismo matiz que las devastadas calles de Nueva Orleans: la primera responde a una gama de colores fríos que acentúan su perfección, mientras que la segunda, a pesar de la devastación, es
cálida. ¿A qué color puede responder una ciudad como Manila en donde el espacio para un ciclista se vuelve des venturado? El recorrido recorrido por el que nos lleva el músico reflexiona hasta llegar a hablar de la arquitectura emergente como una forma de automantenimiento social. La arquitectura, un reflejo de cómo se ve la sociedad a sí misma. “Una manifestación en tres dimensiones de lo social y lo personal”. ¿En qué clase de gente nos con vierte la ciudad? ¿Cuánto tiempo hay que vivir en una ciudad para que se empiece a pensar como las personas que la habitan? Diarios de bicicleta es, también, un libro de referentes, en sus páginas desfilan diseñadores, urbanistas, artistas plásticos, escritores, músicos y políticos. La bicicleta es el medio por el cual el escritor se inserta en la dinámica social, pero es también su papel como ciclista desde donde habla sobre la política exterior estadounidense, la dictadura y represión argentina de los años setenta y la era Marcos en Manila. El libro está lleno de las opiniones políticas abrigadas en pláticas con colaboradores o en comidas con amigos y colegas. Apostado desde los pedales de su vehículo, David Byrne es capaz de ponerse en los zapatos del otro, de entenderlo. Pensar que “un árbol retorcido ha llevado una vida interesante” es algo que sólo alguien que se da tiempo para observar puede concluir. Pasar la mirada por las páginas que componen el texto es también pasarla por la vida de un hombre que con más de sesenta años cree en los ciudadanos del mundo como los principales agentes transformadores que lograrán que, en algún momento, los diferentes gobiernos doten de espacios decorosos a quienes como él h an adoptado la bicicleta no sólo como medio de transporte alternativo, sino como estilo de vida. 53
EL BIEN COMÚN: ESCUCHAR NOS •
Ingrid Solana
Luis Muñoz Oliveira, La fragilidad fragilidad del campamento: un ensayo sobre el papel de la tolerancia , Almadía, México, 2013 La fragilidad del campamento —hermoso y
atinado título— es un recuento de definiciones y características de la tolerancia. Muñoz Oliveira no hace un recorrido exhaustivo ni erudito por las implicaciones de ésta en la filosofía, la historia o la cultura. Escoge con puntualidad a los autores desde los cuales aborda el problema y los ejemplos ejemplos que ilustran ustran la perspectiva perspectiva andada –el caso de Miguel de Servet, el mito de la caverna de Platón, los músicos que compiten por un empleo, etc.–. Hay reflexiones sobresalientes: el pensamiento de Amartya Sen, John Rawls, Michel de Montaigne, Platón, Stephen Toulmin, Richard Rorty. Pero estas lecturas son discutidas para reflexionar el concepto y obtener definiciones propias; una de ellas es la de la tolerancia como “disenso racional persistente”, lo que la sitúa en un marco que incita a los lectores a discutir con el texto. El libro se inscribe así en una categoría que podríamos denominar “ensayo inteligente”, pues se exponen una serie de argumentos cuyo fin es lanzar determinadas perspectivas y
producir conversaciones. Por momentos, el tono tiene conexiones con la enérgica voz de Damián Tabarovsky y su espléndida Literatura de izquierda , un libro que desmantela los entendimientos de lugar común en torno a la literatura contemporánea; La fra- gilidad del camp amento, a su vez, coloca el acento en un nervio central de la terminología adyacente a la democracia, y lo hace desde la ética, saliendo de los usos de sentido común de la tolerancia en la publicidad política. La ética, disciplina del pensar olvidada, malversada por discursos serviles tendientes a buscar la simpatía de las masas desde determinados poderes, espacio de desprecio hacia estratos a los que no conviene meditar en los valores, se nos muestra como un ámbito fundamental de la práctica de la tolerancia; allí donde es posible abatir los prejuicios que nos alejan de los otros para generar el bien común. La tolerancia es un presupuesto implícito, inherente o sinónimo del ideal democrático. Si los términos son correlativos en la esfera del ideal, ¿qué sentido tiene reflexionarlos en paralelo a determinados contextos?, ¿por qué parece que la ejecución de la democracia del siglo XXI no solventa ni prueba su valor central –si es que éste fuera la tolerancia– y, por el contrario, muestra innumerables contradicciones que continuamente abaten dicho “valor” –el fundamentalismo o la crueldad, por ejemplo?–. ¿Cómo pueden “encarnarse” los valores democráticos en países en vías de desarrollo, en los que la miseria, la falta de educación y las realidades sociales generan intolerancia colectiva? Las preguntas son apremiantes y la definició definición n de la toleran tolerancia las las implic implica. a. Contra la indiferencia, en busca del diálogo, el respeto a la diferencia, La fragilidad..., evoca canales expresivos a través de los cuales la tolerancia abandone el espacio falso –la indiferencia comodina que acepta lo otro porque no tiene más remedio–, para dar paso
a un “gobierno por discusión” en el que la razón suscite la participación política y el diálogo. El fin buscado es la construcción de “un futuro menos injusto”. Como sujeto histórico –mujer de determinada edad, perteneciente a una comunidad específica, miembro de una clase social, etc.–, coincido con todos los puntos que implica la tolerancia esgrimida por la Fragilidad… ; sin embargo, considero que las claves más significativas de la misma se lanzan al final del libro cuando se reconocen las ligas entre barbarie, falta de educación y desigualdad. Son aspectos cuya resonancia se encuentra en el seno mismo de los conflictos sociales y en la maneras en las que determinados grupos son incapaces de tolerar. ¿Cuáles son las situaciones y problemas que impiden tolerar y, desde ellos, comprender comprender la intolerancia? La barbarie, nos dice Muñoz, coexiste con la humanidad “porque todo hombre puede volverse bárbaro” y entonces es necesario “aprender a vivir con la barbarie”; nuestra tarea es indignarnos ante ella, aislarla para no contribuir con su proliferación. Pero la barbarie, habría que añadir, adquiere rostros distintos según provenga del Estado o de las sociedades mismas y, en este sentido, más que caer en el relativismo inadmisible, que también para Muñoz es una forma tibia de reflexionar, habría que agudizar el sentido crítico y recordar siempre que la mirada y el acto provienen de su relación con el espacio y con el instante preciso en el que se ejecutan, enmarcados por un entorno particular que no puede obviarse. Para tolerar y, por tanto, para conversar, es necesario saber guardar silencio. El que sabe hacerlo escucha al otro y después, quizá, pueda responder. Y aquí cabe recordar aquel apunte de Blanchot cuando reflexiona en el habla del dictador, un habla solitaria, sorda, que es un soliloquio que no admite réplica. Saber escuchar es ser civil, es tolerar, es, por fin, saber que hay Otro.
DIARIOS DE BICICLETA • Ana León
David Byrne, Diarios de bicicleta, Sexto Piso, México,
2011
Para David Byrne los viajes en bicicleta, durante los últimos treinta años, han sido una ventana panorámica a través de la cual ha mirado el mundo. A partir de los años ochenta la bicicleta se convirtió en su principal medio de transporte, primero en Nueva York, ciudad en la que v ive, y luego en todas las ciudades que visita. Desde entonces, su manera de observar se ha filtrado a través de dos ruedas. En Diarios de bicicleta (2009), el músico y artista plástico demuestra, en su faceta como escritor, que no sólo es un observador audaz sino también un habitante que se apropia de la ciudad circulando todos los días por sus principales arterias. Al inici ar la lectura, una bicicleta a pie de página aparece. Nos acompañará durante toda la lectura, yendo y viniendo como si, a bordo de ella, se filtrara también nuestra mirada, pues el ex líder musical de la banda Talking Heads va más allá de las peripecias de un ciclista ingenuo; el registro de cada rodada, corta o extensa, ha sido el pretexto perfecto para afilar la
pluma y adentrarse en diferentes ciudades del mundo, en su cultura, dinámicas sociales y políticas, y sobre todo en la mirada del otro. Byrne se ha convertido en un verdadero crítico de la ciudad, pues se conecta directamente con la vida de la calle. Salir a andar en bicicleta en una geografía diferente implica entender el pulso vital de ésta. Comprender la mentalidad de su población expresada en la urbe que habita. ¿Qué historia cuenta el paisaje? ¿Cómo responder ésta pregunta ante ciudades como Berlín, Estambul, Buenos Aires, Manila, Sidney, Londres, San Francisco y Nueva York? La ciudad es transformada, responde a necesidades espaciales, temporales, económicas y sociales. Es el vertedero de intereses e ideas, pero también de desechos. Más allá de hablar de bicicletas, Byrne habla de urbes, del paisaje de las ciudades, de la arquitectura de las ciudades, de los drásticos contrastes de intereses para desplegarlas y de la forma en que para quienes fueron hechas las ciudades, el impulso primigenio de su creación, han sido olvidados: los ciudadanos. Así, se aventura a entender las ciudades por su diseño, una construcción mental no azarosa en el caso del músico quien pasó un año de su vida como estudiante en la Escuela de Diseño de Rhode Island. Su mirada está permeada por su práctica en el arte contemporáneo y el interés inherente en la forma, la función y la estética. Por ello, nos increpa con preguntas como: “¿Tiene cada cultura su propia paleta de colores?” ¡Claro!, lo civilizado de las calles de Berlín (que parecen estar bajo los efectos del Prozac, como lo menciona Byrne) no tienen el mismo matiz que las devastadas calles de Nueva Orleans: la primera responde a una gama de colores fríos que acentúan su perfección, mientras que la segunda, a pesar de la devastación, es
53
52
PROFÉTICAS DEL FRACASO
•
Luis Alberto Arellano
prenden enseñanzas sobre el mundo y su futilidad.
gura de lo circular, de lo que retorna, son leitmotiv en estas páginas. Las
Este personaje es uno de las apa-
esferas que forman un panal por acu-
riciones extraordinarias que pueblan los poemas de Blitz, de Eduardo Pa-
mulación de hexágonos; la pista de carreras donde un Porsche Giocon-
dilla. En la galería de personajes mínimos, pero tocados por algo parecido
da realiza sus evoluciones; el mundo que nunca se acaba, sino que retorna
al genio, que Padilla hace dialogar
más siniestro e imposible de creer;
con un entorno siempre enfermizo y particularmente cercano al fracaso,
Jonás el profeta que no se decide a salir a pregonar la buena nueva. Es
la figura de Naranath se acompaña
decir, procesos inacabados, pero que
por la profesional del theremin, Cla-
comienzan de nuevo cada vez más de-
ra Rockmore, y por Jonás, el profeta que tuvo por residencia temporal el
gradados, sin terminar de consumirse. Esto es lo que la poesía de Padilla
EN MEDIO DE EXTRAÑAS VÍCTIMAS •
Joaquín Guillén Márquez
interior de una ballena. Vale la pena
pone de relieve: la necesidad de un
aclarar qué es el theremin: es un instrumento electrónico que funciona con
cierre es un lujo para la humanidad. Esta serie de poemas dan cuenta de
dos antenas en los extremos de una caja, una colocada en forma vertical, a
los impulsos para vencer la resistencia de las cosas que nunca llega a ser
la derecha (que es el control del tono);
del todo fructífera.
de extrañas víctimas , Sexto
En el folklore malayo, la figura de Naranath Branthan es conocida por
y una a la izquierda, y colocada de forma horizontal (que es el control del
Mención aparte merecen dos poemas que han sido replicados en redes
Piso, México, 2013
ser un mujta (una persona de origen divino) que simulaba estar loco y que,
volumen). Debido a que el ejecutante no toca las antenas, sino que regula
sociales desde la salida del libro: “Delta” y “La fecundación de las cajeras
debido a su comportamiento excéntrico, revelaba enseñanzas de muy diversa
la amplitud y frecuencia de las ondas que emiten por la proximidad de sus
chinas”. En el primero, el viaje de un padre con su hija rumbo a la zona más
índole. Naranath es representado si-
manos, pareciera que se palpa el vacío
poblada de su región les permite ver
empre como un hombre que empuja grandes rocas hasta la cima de una co-
para producir música. Al inicio de su producción industrial, al theremin se
en el lago un grupo de patos azulados. De este encuentro fortuito se deriva
lina, para dejarlas caer rodando hasta el valle, mientras ríe a carcajadas de la
le conocía como eterófono, por aludir a que la digitación accionaba el éter para
una reflexión sobre lo torcido que parece estar el mundo en sus ribetes
constatación permanente de la ley de
producir sonido. Suena inverosímil
y sobre c ómo la “normalidad” es un
gravedad. Una vez que la roca dejaba de rodar, volvía a comenzar el as-
que existiera una concertista profesional, reconocida a nivel mundial, que
imperativo que la naturaleza no se da el gusto de cumplir. La figura de los
censo, difícil y escarpado, empujando la roca, con la seriedad de quien realiza
tuviera ese instrumento como el elegido para dar recitales. Pues bien, Clara
patos permite adentrarse en las fisuras que ese mundo relajado y feliz, que
una tarea de suma importancia para la comunidad. La colina de estos ejer-
Rockmore es la mayor exponente del theremin que la historia consigne. Así,
aparece en la superficie del poema, no permite ocultar del todo y que toma
cicios, en donde se ha construido un
aparece un patrón. Los personajes que
con mucha fuerza el papel de narrativa
templo dedicado a la diosa Devi, se encuentra en el estado indio de Kera-
Padilla convoca son partícipes de una visión única, pero imposible de consig-
predominante. En “La fecundación de las cajeras chinas”, el yo poético rea-
la, cerca de la ciudad de Palakkad, al sur de la península índica. En la cima,
nar comunalmente. Son una especie de genios autistas, que encontraron su
liza un diálogo mental con la cajera del supermercado que asegura que la
al lado del templo, hay una gran escul-
nicho de desarrollo en un devaneo que
especie se siga perpetuando. El instru-
tura del profeta loco y una gran roca que empuja hasta la cima. El loco del
tiene muy poca importancia y que la historia recuerda como una curiosidad
mento de sujeción al mundo que opera es el de la fantasía como motor de
Naramad, se le conoce también a este Sísifo malayo, con más humor, realiza
al pie de página. “He observado que las cosas no
la voluntad. En nuestra cabeza todos somos grandiosos, potentes rockstars .
el trabajo inútil una vez y otra con un
terminan nunca de acabarse”, dice
La realidad es una simple y muy abu-
placer inusitado, porque de él se des-
un poema de este libro. Y es que la fi-
rrida sugerencia.
Al leer En medio de extrañas víctimas es difícil quitarse la sensación de que se está leyendo la biografía de momentos específicos. Una línea del tiempo que se comparte entre varias personas. Para empezar se encuentra a Daniel Saldaña París, escritor que llegó a mí gracias a unos poemas suyos publicados en Punto de partida. También, aunque quizá de manera mucho más velada, me encontré con las vidas retratadas de Rodrigo y Marcelo, ambos protagonistas entrelazados de la novela. La evolución de Saldaña es clara y, además, notoria para los que hemos tenido la suerte de leerlo con anterioridad: de su poesía queda la facilidad con que dos ideas se conectan, casi de la nada, creando una especie de flujo de conciencia que en En medio de extrañas víctimas , su primera novela, encuentra una voz en Rodrigo. La biografía literaria del autor no sólo es un crecimiento, sino un cambio, una vuelta sin sobresaltos sobresaltos porque los temas y el estilo ya fueron sembrados. sembrados. La trama, en principio, presenta dos historias cuyo único punto de co-
Eduardo Padilla, Blitz,
flodecaballos, México, 2013 2013
54
cálida. ¿A qué color puede responder una ciudad como Manila en donde el espacio para un ciclista se vuelve des venturado? El recorrido recorrido por el que nos lleva el músico reflexiona hasta llegar a hablar de la arquitectura emergente como una forma de automantenimiento social. La arquitectura, un reflejo de cómo se ve la sociedad a sí misma. “Una manifestación en tres dimensiones de lo social y lo personal”. ¿En qué clase de gente nos con vierte la ciudad? ¿Cuánto tiempo hay que vivir en una ciudad para que se empiece a pensar como las personas que la habitan? Diarios de bicicleta es, también, un libro de referentes, en sus páginas desfilan diseñadores, urbanistas, artistas plásticos, escritores, músicos y políticos. La bicicleta es el medio por el cual el escritor se inserta en la dinámica social, pero es también su papel como ciclista desde donde habla sobre la política exterior estadounidense, la dictadura y represión argentina de los años setenta y la era Marcos en Manila. El libro está lleno de las opiniones políticas abrigadas en pláticas con colaboradores o en comidas con amigos y colegas. Apostado desde los pedales de su vehículo, David Byrne es capaz de ponerse en los zapatos del otro, de entenderlo. Pensar que “un árbol retorcido ha llevado una vida interesante” es algo que sólo alguien que se da tiempo para observar puede concluir. Pasar la mirada por las páginas que componen el texto es también pasarla por la vida de un hombre que con más de sesenta años cree en los ciudadanos del mundo como los principales agentes transformadores que lograrán que, en algún momento, los diferentes gobiernos doten de espacios decorosos a quienes como él h an adoptado la bicicleta no sólo como medio de transporte alternativo, sino como estilo de vida.
Daniel Saldaña París, En medio
nexión está en Los Girasoles, un lugar que pasa de ser desapercibido a protagónico. Antes de Los Girasoles está la Ciudad de México, en la que vive Rodrigo, quien abandonó su licenciatura en letras inglesas y que ahora trabaja como “administrador del conocimiento” (una mezcla de ghost writer mil mil usos) en el Museo de la Ciudad, un burócrata cultural sin gracia. Saltan a la mente dos referentes literarios que ayudan a componer una mejor imagen de Rodrigo: los hombres grises de Momo y Bartleby, el icónico personaje de Melville. La famosa frase de Bartlebly se transforma en acción, pero no en deseo. Rodrigo no es tan imposibilitado (¿o necio?) como Bartleby, pero su vida se mece entre un “preferiría no hacerlo” y “preferiría no cambiarlo”. La segunda parte sigue la vida de Marcelo Valente, un académico español que llegó a Los Girasoles para realizar una tesis sobre Richard Foret (basado en Arthur Cravan), un escritor y boxeador que, como muchos muchos artistas extranjeros que encontraron salvación y perdición perdición en México, viaja al país sólo sólo para conseguir un desenlace digno de un caricaturesco Geoffrey Firmin . Saldaña presenta tres historias que emergen ya entrada la segunda mitad de la novela: la de Rodrigo, contada por él mismo, la de Marcelo, por medio de un narrador omnisciente, que se en vuelve con la de Richard Richard Foret. La vida de Foret se presenta como uno de los tantos juegos de personajes espejo que hay en esta novela, sin embargo traspasa el paralelismo. Además de establecerse como un relato independiente, independiente, lo que el lector sabe de Foret es a través de las lecturas y redacción del académico. Las referencias a “estudiosos” y textos críticos sobre el boxeador permean, sin que se perciba la voz de un narrador, sino la de un ensayista y biógrafo que entrega partes de su investigación. Es en el cambio de voces que la novela encuentra su ritmo. Quizá es
por eso que encontré mucho placer en descubrir a Rodrigo y ver el deterioro que sufre a través del lenguaje. El “No hace falta comenzar describiendo las acciones que configuran mi rutina. Esa tediosa enumeración vendrá luego. Primero quiero asentar que mi cabeza flota unos cinco centímetros por arriba de donde termina mi cuello, desprendida de mí” del principio contrasta con el desorden y el flujo de conciencia más pronunciado que se encuentra hacia el final: “Pero no se me ha ido la pinza, sino todo lo contrario: me siento cuerdo. Aunque claro, no se puede confiar en la propia sensación: los locos también se sienten, a su manera, cuerdos: sólo el prójimo puede darnos una pista de nuestra propia salud mental, y si el prójimo, él mismo, loco, se pierde la posibilidad de saber quién es el loco…”. Marcelo, por otro lado, no es un descanso de la voz del primero. Saldaña comprende tan bien los cambios de voces narrativas que se se le escapa, el narrador omnisciente de Marcelo se siente cansado, casi gris. Si bien es un importante paralelismo a tomar en cuenta, la comodidad que Saldaña tiene para crear a Rodrigo es evidente. Todos los detalles del libro son necesarios, sin embargo es inevitable pensar en que la trama tarda en despegar, lo que ocasiona un cierre apresurado e imprevisible. No es una novela de lenguaje vertiginoso ni, por momentos, fluido, pero eso pasa a segundo término. Saldaña tiene un dominio del lenguaje profundo y disfrutable por su densidad. Las digresiones de Saldaña, tanto en Marcelo como en Rodrigo, tienen una claridad ensayística que otros escritores envidiarían y que los lectores, sin duda, apreciarán. Y aquí se encuentra la ma yor virtud del del libro: la novela novela no no aleja a sus acompañantes, quienes dejan de ser las extrañas víctimas para convertirse en cómplices confiables. 55
PROFÉTICAS DEL FRACASO
•
Luis Alberto Arellano
prenden enseñanzas sobre el mundo y su futilidad.
gura de lo circular, de lo que retorna, son leitmotiv en estas páginas. Las
Este personaje es uno de las apa-
esferas que forman un panal por acu-
riciones extraordinarias que pueblan los poemas de Blitz, de Eduardo Pa-
mulación de hexágonos; la pista de carreras donde un Porsche Giocon-
dilla. En la galería de personajes mínimos, pero tocados por algo parecido
da realiza sus evoluciones; el mundo que nunca se acaba, sino que retorna
al genio, que Padilla hace dialogar
más siniestro e imposible de creer;
con un entorno siempre enfermizo y particularmente cercano al fracaso,
Jonás el profeta que no se decide a salir a pregonar la buena nueva. Es
la figura de Naranath se acompaña
decir, procesos inacabados, pero que
por la profesional del theremin, Cla-
comienzan de nuevo cada vez más de-
ra Rockmore, y por Jonás, el profeta que tuvo por residencia temporal el
gradados, sin terminar de consumirse. Esto es lo que la poesía de Padilla
EN MEDIO DE EXTRAÑAS VÍCTIMAS •
Joaquín Guillén Márquez
interior de una ballena. Vale la pena
pone de relieve: la necesidad de un
aclarar qué es el theremin: es un instrumento electrónico que funciona con
cierre es un lujo para la humanidad. Esta serie de poemas dan cuenta de
dos antenas en los extremos de una caja, una colocada en forma vertical, a
los impulsos para vencer la resistencia de las cosas que nunca llega a ser
la derecha (que es el control del tono);
del todo fructífera.
de extrañas víctimas , Sexto
En el folklore malayo, la figura de Naranath Branthan es conocida por
y una a la izquierda, y colocada de forma horizontal (que es el control del
Mención aparte merecen dos poemas que han sido replicados en redes
Piso, México, 2013
ser un mujta (una persona de origen divino) que simulaba estar loco y que,
volumen). Debido a que el ejecutante no toca las antenas, sino que regula
sociales desde la salida del libro: “Delta” y “La fecundación de las cajeras
debido a su comportamiento excéntrico, revelaba enseñanzas de muy diversa
la amplitud y frecuencia de las ondas que emiten por la proximidad de sus
chinas”. En el primero, el viaje de un padre con su hija rumbo a la zona más
índole. Naranath es representado si-
manos, pareciera que se palpa el vacío
poblada de su región les permite ver
empre como un hombre que empuja grandes rocas hasta la cima de una co-
para producir música. Al inicio de su producción industrial, al theremin se
en el lago un grupo de patos azulados. De este encuentro fortuito se deriva
lina, para dejarlas caer rodando hasta el valle, mientras ríe a carcajadas de la
le conocía como eterófono, por aludir a que la digitación accionaba el éter para
una reflexión sobre lo torcido que parece estar el mundo en sus ribetes
constatación permanente de la ley de
producir sonido. Suena inverosímil
y sobre c ómo la “normalidad” es un
gravedad. Una vez que la roca dejaba de rodar, volvía a comenzar el as-
que existiera una concertista profesional, reconocida a nivel mundial, que
imperativo que la naturaleza no se da el gusto de cumplir. La figura de los
censo, difícil y escarpado, empujando la roca, con la seriedad de quien realiza
tuviera ese instrumento como el elegido para dar recitales. Pues bien, Clara
patos permite adentrarse en las fisuras que ese mundo relajado y feliz, que
una tarea de suma importancia para la comunidad. La colina de estos ejer-
Rockmore es la mayor exponente del theremin que la historia consigne. Así,
aparece en la superficie del poema, no permite ocultar del todo y que toma
cicios, en donde se ha construido un
aparece un patrón. Los personajes que
con mucha fuerza el papel de narrativa
templo dedicado a la diosa Devi, se encuentra en el estado indio de Kera-
Padilla convoca son partícipes de una visión única, pero imposible de consig-
predominante. En “La fecundación de las cajeras chinas”, el yo poético rea-
la, cerca de la ciudad de Palakkad, al sur de la península índica. En la cima,
nar comunalmente. Son una especie de genios autistas, que encontraron su
liza un diálogo mental con la cajera del supermercado que asegura que la
al lado del templo, hay una gran escul-
nicho de desarrollo en un devaneo que
especie se siga perpetuando. El instru-
tura del profeta loco y una gran roca
tiene muy poca importancia y que la
mento de sujeción al mundo que ope-
que empuja hasta la cima. El loco del
historia recuerda como una curiosidad
ra es el de la fantasía como motor de
Naramad, se le conoce también a este Sísifo malayo, con más humor, realiza
al pie de página. “He observado que las cosas no
la voluntad. En nuestra cabeza todos somos grandiosos, potentes rockstars .
el trabajo inútil una vez y otra con un
terminan nunca de acabarse”, dice
La realidad es una simple y muy abu-
placer inusitado, porque de él se des-
un poema de este libro. Y es que la fi-
rrida sugerencia.
Al leer En medio de extrañas víctimas es difícil quitarse la sensación de que se está leyendo la biografía de momentos específicos. Una línea del tiempo que se comparte entre varias personas. Para empezar se encuentra a Daniel Saldaña París, escritor que llegó a mí gracias a unos poemas suyos publicados en Punto de partida. También, aunque quizá de manera mucho más velada, me encontré con las vidas retratadas de Rodrigo y Marcelo, ambos protagonistas entrelazados de la novela. La evolución de Saldaña es clara y, además, notoria para los que hemos tenido la suerte de leerlo con anterioridad: de su poesía queda la facilidad con que dos ideas se conectan, casi de la nada, creando una especie de flujo de conciencia que en En medio de extrañas víctimas , su primera novela, encuentra una voz en Rodrigo. La biografía literaria del autor no sólo es un crecimiento, sino un cambio, una vuelta sin sobresaltos sobresaltos porque los temas y el estilo ya fueron sembrados. sembrados. La trama, en principio, presenta dos historias cuyo único punto de co-
Eduardo Padilla, Blitz,
flodecaballos, México, 2013 2013
Daniel Saldaña París, En medio
nexión está en Los Girasoles, un lugar que pasa de ser desapercibido a protagónico. Antes de Los Girasoles está la Ciudad de México, en la que vive Rodrigo, quien abandonó su licenciatura en letras inglesas y que ahora trabaja como “administrador del conocimiento” (una mezcla de ghost writer mil mil usos) en el Museo de la Ciudad, un burócrata cultural sin gracia. Saltan a la mente dos referentes literarios que ayudan a componer una mejor imagen de Rodrigo: los hombres grises de Momo y Bartleby, el icónico personaje de Melville. La famosa frase de Bartlebly se transforma en acción, pero no en deseo. Rodrigo no es tan imposibilitado (¿o necio?) como Bartleby, pero su vida se mece entre un “preferiría no hacerlo” y “preferiría no cambiarlo”. La segunda parte sigue la vida de Marcelo Valente, un académico español que llegó a Los Girasoles para realizar una tesis sobre Richard Foret (basado en Arthur Cravan), un escritor y boxeador que, como muchos muchos artistas extranjeros que encontraron salvación y perdición perdición en México, viaja al país sólo sólo para conseguir un desenlace digno de un caricaturesco Geoffrey Firmin . Saldaña presenta tres historias que emergen ya entrada la segunda mitad de la novela: la de Rodrigo, contada por él mismo, la de Marcelo, por medio de un narrador omnisciente, que se en vuelve con la de Richard Richard Foret. La vida de Foret se presenta como uno de los tantos juegos de personajes espejo que hay en esta novela, sin embargo traspasa el paralelismo. Además de establecerse como un relato independiente, independiente, lo que el lector sabe de Foret es a través de las lecturas y redacción del académico. Las referencias a “estudiosos” y textos críticos sobre el boxeador permean, sin que se perciba la voz de un narrador, sino la de un ensayista y biógrafo que entrega partes de su investigación. Es en el cambio de voces que la novela encuentra su ritmo. Quizá es
por eso que encontré mucho placer en descubrir a Rodrigo y ver el deterioro que sufre a través del lenguaje. El “No hace falta comenzar describiendo las acciones que configuran mi rutina. Esa tediosa enumeración vendrá luego. Primero quiero asentar que mi cabeza flota unos cinco centímetros por arriba de donde termina mi cuello, desprendida de mí” del principio contrasta con el desorden y el flujo de conciencia más pronunciado que se encuentra hacia el final: “Pero no se me ha ido la pinza, sino todo lo contrario: me siento cuerdo. Aunque claro, no se puede confiar en la propia sensación: los locos también se sienten, a su manera, cuerdos: sólo el prójimo puede darnos una pista de nuestra propia salud mental, y si el prójimo, él mismo, loco, se pierde la posibilidad de saber quién es el loco…”. Marcelo, por otro lado, no es un descanso de la voz del primero. Saldaña comprende tan bien los cambios de voces narrativas que se se le escapa, el narrador omnisciente de Marcelo se siente cansado, casi gris. Si bien es un importante paralelismo a tomar en cuenta, la comodidad que Saldaña tiene para crear a Rodrigo es evidente. Todos los detalles del libro son necesarios, sin embargo es inevitable pensar en que la trama tarda en despegar, lo que ocasiona un cierre apresurado e imprevisible. No es una novela de lenguaje vertiginoso ni, por momentos, fluido, pero eso pasa a segundo término. Saldaña tiene un dominio del lenguaje profundo y disfrutable por su densidad. Las digresiones de Saldaña, tanto en Marcelo como en Rodrigo, tienen una claridad ensayística que otros escritores envidiarían y que los lectores, sin duda, apreciarán. Y aquí se encuentra la ma yor virtud del del libro: la novela novela no no aleja a sus acompañantes, quienes dejan de ser las extrañas víctimas para convertirse en cómplices confiables. 55
54
Alacena Gabriel Zaid: el arte de detenerse a leer mientras se pedalea
De la bicicleta considerada como musa moderna
Aprender un idioma mediante el estudio de su gramática es imposible, decía Américo Castro. Por lo menos, tan difícil como “andar en bicicleta leyendo tratados de mecánica”. Hace treinta y ocho años Gabriel Zaid tomó esa celebrada imagen y le cambió el signo. No sólo para decir que la paradójica combinación de esos dos placeres, leer y pasear en bicicleta, es posible, sino para subra yar que la comprensión comprensión de nuestra realidad exige justo eso que parece impracticable: compaginar dos actividades mutuamente excluyentes por el grado de concentración que cada una exige: leer mientras se conduce una bicicleta. Zaid ha dado sobradas muestras de poseer ese singular talento: leer con todo detenimiento sin perder el equilibrio ni perder de vista el horizonte, y por ello, aun en caso de desacuerdo con sus ideas, nadie le escatima admiración.
La historia de los escritores montados en bicicletas comenzó a tomar forma hacia mediados de los años setenta del siglo XIX . Si bien es cierto que algunos de ellos habían hecho de la bicicleta su medio de transporte desde que eran jóvenes, hubo casos excepcionales como el de León Tolstoi, que a los 67 años de edad tuvo el vigor y el valor de aprender a andar sobre dos ruedas. Entre los primeros, uno de los más destacados era Horacio Quiroga, quien dejó testimonio de su pasión por ese singular y prodigioso aparato: “El gran atractivo de la bicicleta consiste en transportarse, llevarse uno mismo, devorar distancias, asombrar al cronógrafo y exclamar al fin de la carrera: mis fuerzas me han t raído”. Esto lo dijo días después de un viaje que realizó entre Salto y Paysandú en 1897. Por cierto, Quiroga y uno de sus amigos más cercanos, Carlos Berruti, fundaron un Club Ciclista que llevaría al escritor a pedalear por las calles parisinas en 1900, año en que se celebró en aquella ciudad la gran Exposición Universal visitada por millones de personas. Tanto presumía Quiroga de que su mayor pasión era el ciclismo que tuvo la ocurrencia de decirle a otro amigo suyo, Julio Payró: “Créame, yo fui a París sólo por la bicicleta”. Existen cientos de anecdotarios de escritores que aman la bicicleta, tantos, que fácilmente podría hacerse un gran libro en tres volúmenes. Son Son
56
bien conocidas conocidas las página s de Henry Miller (Mi bicicleta y otros amigos) así como los elogios que H. G: Wells, Samuel Becket, Amos Oz y Julio Cortázar le han dedicado. La bicicleta no es sólo el mejor vehículo para conocer cualquier lugar, como bien lo dijo Hemingway, sino también para conocerse a uno mismo y estimular la imaginación.
Bicicletas lisérgicas De allí que la veloz bicicleta haya dejado su huella en las páginas de tantos libros. Pero mucho menos sabido es que el Día de la bicicleta se celebra el 19 de abril en honor al genio suizo de la bioquímica que sintetizó el LSD en los laboratorios Sandoz. Ese genio es Albert Hofmann, quien realizó el primer viaje en ácido lisérgico que la historia registra mientras pedaleaba en su bicicleta por su natal Basilea. Tomamos estas líneas del espectacular libro de Rogelio Garza titulado Las bicicletas y sus dueños: “Hofmann se sometió a un plan experimental y se suministró una dosis de 0.25 miligramos de LSD. Le
pidió a su asistente W.A. Kroll que lo acompañara a casa y se fueron en las bicicletas, porque la guerra restringía el uso del automóvil. En ese trayecto, el ácido encendió su mente y descubrió algo nunca antes visto que lo aterró y lo fascinó: un universo por explorar, el paisaje de la mente humana. Este primer viaje lisérgico, un viaje fantástico en bicicleta, es bellamente descrito en su libro Mi niño problema. ¿Qué velocípedo t uvo el honor de llevar a Hofmann el proclamado Día de la bicicleta? A pesar de ser un país neutral, en Suiza todos los hombres deben cumplir el servicio militar. El ejército es preciso como sus navajas y sus relojes. Su principal medio de transporte entonces era la Swiss Army Bicycle, fabricada desde 1904 por la compañía Condor-Werke-AG, Condor-Werke-AG, también fabricante de las primeras motocicletas europeas. La Condor que seguramente montó Hofmann era un rediseño mejorado de la Raleigh DL-1, creada por el ejército inglés durante la Primera Guerra Mundial, equipada para transportar a las tropas, con un sistema de siete velocidades.” Lo mismo sucede con las artes visuales. Pocos objetos hay tan reproducidos en oleos, acrílicos, acuarelas, grabados, dibujos y esculturas como la bicicleta, cuyo diseño parece alentar el tr azo. Objeto de júbilo o de melancolía, pretexto para probar la soltura de la mano, la inventiva en el uso del color y la c apacidad de economía en términos de líneas o de volumen, la bicicleta es una musa y más aún: es en sí misma un objeto de arte y sus piezas sirven para crear nuevos objetos, como lo han hecho Marcel Duchamp en 1913, Pablo Picasso con su cabeza de toro, en 1942 y, muy recientemente, el coreano Thomas Yang, constructor de paisajes.
José Emilio Pacheco, traductor
Hace unas semanas leímos con deleite, en las páginas del número 1931 del semanario Proceso, la más reciente y acabada versión de “Burnt Norton”, el primero de los Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, realizada por José Emilio Pacheco. La versión, presentada con una escueta nota bajo la firma de JEP, ocupa seis de las catorce páginas que esa revista dedica normalmente a cuestiones culturales. Algo inusitado, pero acorde a la importancia del poema, que este año cumple setenta de haber sido publicado, y al anuncio que se hace en esa nota: “Durante un cuarto de siglo continué trabajado en el texto que al fin doy por terminado, aun a sabiendas de que una labor así nunca se acaba.” En realidad, nuestro querido José Emilio comenzó a verterlo al español hace casi veintiocho años, y en 1989 el Fondo de Cultura Económica imprimió una primera versión íntegra del poema, que Octavio Paz calificó en su momento como la mejor que se hubiese hecho en cualquier idioma. No obstante, José Emilio continuó trabajando en ella —ya se sabe que su obra se rige por el principio de que todo lo que se escribe es perfectible— y ahora entrega al lector una traducción verdaderamente excepcional, acompañada, por si fuera poco, de un erudito y copioso aparato de notas que permite un mayor disfrute del poema. Saludamos el ejemplar empeño de José Emilio, cuyas traducciones a nuestro idioma han sido siempre magistrales, y esperamos con impaciencia la nueva edición de los Cuatro cuartetos , que cualquier casa editorial se enorgullecerá de ofrecer al público lector —¿quizá para
conmemorar los sesenta años del fallecimiento de Eliot, ocurrido en 1965?
Tres inéditos de Salinger
El 28 de noviembre aparecieron en internet, merced a un documento mal digitalizado, tres textos inéditos del legendario J. D. Salinger: “The Ocean Full of Bowling Balls” (El océano lleno de bolas de boliche), “Birthday Book” (libro de cumpleaños) y “Paula”. El primero de estos tres textos llamó especialmente la atención pues es una suerte de preludio de El guardián en el centeno . Kenneth Slawenski, biógrafo de Salinger, confirmó que se trata de textos auténticos. Los textos estaban disponibles solo para consultas bajo supervisión en la biblioteca Firestone de la Uni versidad de Princeton y en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas. Los herederos de Salinger tenían planeado presentar nuevo material inédito en 2015, pero no sabemos si la aparición de estas copias piratas cambiará esos planes.
Dibujos de Lope
57
Alacena Gabriel Zaid: el arte de detenerse a leer mientras se pedalea
De la bicicleta considerada como musa moderna
Aprender un idioma mediante el estudio de su gramática es imposible, decía Américo Castro. Por lo menos, tan difícil como “andar en bicicleta leyendo tratados de mecánica”. Hace treinta y ocho años Gabriel Zaid tomó esa celebrada imagen y le cambió el signo. No sólo para decir que la paradójica combinación de esos dos placeres, leer y pasear en bicicleta, es posible, sino para subra yar que la comprensión comprensión de nuestra realidad exige justo eso que parece impracticable: compaginar dos actividades mutuamente excluyentes por el grado de concentración que cada una exige: leer mientras se conduce una bicicleta. Zaid ha dado sobradas muestras de poseer ese singular talento: leer con todo detenimiento sin perder el equilibrio ni perder de vista el horizonte, y por ello, aun en caso de desacuerdo con sus ideas, nadie le escatima admiración.
La historia de los escritores montados en bicicletas comenzó a tomar forma hacia mediados de los años setenta del siglo XIX . Si bien es cierto que algunos de ellos habían hecho de la bicicleta su medio de transporte desde que eran jóvenes, hubo casos excepcionales como el de León Tolstoi, que a los 67 años de edad tuvo el vigor y el valor de aprender a andar sobre dos ruedas. Entre los primeros, uno de los más destacados era Horacio Quiroga, quien dejó testimonio de su pasión por ese singular y prodigioso aparato: “El gran atractivo de la bicicleta consiste en transportarse, llevarse uno mismo, devorar distancias, asombrar al cronógrafo y exclamar al fin de la carrera: mis fuerzas me han t raído”. Esto lo dijo días después de un viaje que realizó entre Salto y Paysandú en 1897. Por cierto, Quiroga y uno de sus amigos más cercanos, Carlos Berruti, fundaron un Club Ciclista que llevaría al escritor a pedalear por las calles parisinas en 1900, año en que se celebró en aquella ciudad la gran Exposición Universal visitada por millones de personas. Tanto presumía Quiroga de que su mayor pasión era el ciclismo que tuvo la ocurrencia de decirle a otro amigo suyo, Julio Payró: “Créame, yo fui a París sólo por la bicicleta”. Existen cientos de anecdotarios de escritores que aman la bicicleta, tantos, que fácilmente podría hacerse un gran libro en tres volúmenes. Son Son
bien conocidas conocidas las página s de Henry Miller (Mi bicicleta y otros amigos) así como los elogios que H. G: Wells, Samuel Becket, Amos Oz y Julio Cortázar le han dedicado. La bicicleta no es sólo el mejor vehículo para conocer cualquier lugar, como bien lo dijo Hemingway, sino también para conocerse a uno mismo y estimular la imaginación.
Bicicletas lisérgicas De allí que la veloz bicicleta haya dejado su huella en las páginas de tantos libros. Pero mucho menos sabido es que el Día de la bicicleta se celebra el 19 de abril en honor al genio suizo de la bioquímica que sintetizó el LSD en los laboratorios Sandoz. Ese genio es Albert Hofmann, quien realizó el primer viaje en ácido lisérgico que la historia registra mientras pedaleaba en su bicicleta por su natal Basilea. Tomamos estas líneas del espectacular libro de Rogelio Garza titulado Las bicicletas y sus dueños: “Hofmann se sometió a un plan experimental y se suministró una dosis de 0.25 miligramos de LSD. Le
pidió a su asistente W.A. Kroll que lo acompañara a casa y se fueron en las bicicletas, porque la guerra restringía el uso del automóvil. En ese trayecto, el ácido encendió su mente y descubrió algo nunca antes visto que lo aterró y lo fascinó: un universo por explorar, el paisaje de la mente humana. Este primer viaje lisérgico, un viaje fantástico en bicicleta, es bellamente descrito en su libro Mi niño problema. ¿Qué velocípedo t uvo el honor de llevar a Hofmann el proclamado Día de la bicicleta? A pesar de ser un país neutral, en Suiza todos los hombres deben cumplir el servicio militar. El ejército es preciso como sus navajas y sus relojes. Su principal medio de transporte entonces era la Swiss Army Bicycle, fabricada desde 1904 por la compañía Condor-Werke-AG, Condor-Werke-AG, también fabricante de las primeras motocicletas europeas. La Condor que seguramente montó Hofmann era un rediseño mejorado de la Raleigh DL-1, creada por el ejército inglés durante la Primera Guerra Mundial, equipada para transportar a las tropas, con un sistema de siete velocidades.” Lo mismo sucede con las artes visuales. Pocos objetos hay tan reproducidos en oleos, acrílicos, acuarelas, grabados, dibujos y esculturas como la bicicleta, cuyo diseño parece alentar el tr azo. Objeto de júbilo o de melancolía, pretexto para probar la soltura de la mano, la inventiva en el uso del color y la c apacidad de economía en términos de líneas o de volumen, la bicicleta es una musa y más aún: es en sí misma un objeto de arte y sus piezas sirven para crear nuevos objetos, como lo han hecho Marcel Duchamp en 1913, Pablo Picasso con su cabeza de toro, en 1942 y, muy recientemente, el coreano Thomas Yang, constructor de paisajes.
José Emilio Pacheco, traductor
Hace unas semanas leímos con deleite, en las páginas del número 1931 del semanario Proceso, la más reciente y acabada versión de “Burnt Norton”, el primero de los Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, realizada por José Emilio Pacheco. La versión, presentada con una escueta nota bajo la firma de JEP, ocupa seis de las catorce páginas que esa revista dedica normalmente a cuestiones culturales. Algo inusitado, pero acorde a la importancia del poema, que este año cumple setenta de haber sido publicado, y al anuncio que se hace en esa nota: “Durante un cuarto de siglo continué trabajado en el texto que al fin doy por terminado, aun a sabiendas de que una labor así nunca se acaba.” En realidad, nuestro querido José Emilio comenzó a verterlo al español hace casi veintiocho años, y en 1989 el Fondo de Cultura Económica imprimió una primera versión íntegra del poema, que Octavio Paz calificó en su momento como la mejor que se hubiese hecho en cualquier idioma. No obstante, José Emilio continuó trabajando en ella —ya se sabe que su obra se rige por el principio de que todo lo que se escribe es perfectible— y ahora entrega al lector una traducción verdaderamente excepcional, acompañada, por si fuera poco, de un erudito y copioso aparato de notas que permite un mayor disfrute del poema. Saludamos el ejemplar empeño de José Emilio, cuyas traducciones a nuestro idioma han sido siempre magistrales, y esperamos con impaciencia la nueva edición de los Cuatro cuartetos , que cualquier casa editorial se enorgullecerá de ofrecer al público lector —¿quizá para
conmemorar los sesenta años del fallecimiento de Eliot, ocurrido en 1965?
Tres inéditos de Salinger
El 28 de noviembre aparecieron en internet, merced a un documento mal digitalizado, tres textos inéditos del legendario J. D. Salinger: “The Ocean Full of Bowling Balls” (El océano lleno de bolas de boliche), “Birthday Book” (libro de cumpleaños) y “Paula”. El primero de estos tres textos llamó especialmente la atención pues es una suerte de preludio de El guardián en el centeno . Kenneth Slawenski, biógrafo de Salinger, confirmó que se trata de textos auténticos. Los textos estaban disponibles solo para consultas bajo supervisión en la biblioteca Firestone de la Uni versidad de Princeton y en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas. Los herederos de Salinger tenían planeado presentar nuevo material inédito en 2015, pero no sabemos si la aparición de estas copias piratas cambiará esos planes.
Dibujos de Lope
57
56
C O L A B O R A D O R E S
RICHARD McGUIRE: TODO SE MUEVE EN BICICLETA
Nacido en Nueva Jersey en 1957, Richard McGuire es un artista multidisciplinario, autor de una obra tan vasta como diversa, que incluye libros para niños, cortometrajes de dibujos animados, cómics muy innovadores, esculturas sonoras, juguetes y juegos de mesa. Muchos lo conocen sólo por su trabajo como músico —es el bajista del grupo post-punk Liquid Liquid, que cofundó en 1980 y con el que aún toca—, pero para muchos otros es el autor del cómic “Here” que Art Spiegelman publicó en 1989 en la célebre revista Raw. Los dibujos que ahora presentamos aparecieron aparecieron hace muy poco en las páginas de The New Yorker , otra gran revista con la que McGuire colabora frecuentemente. Los reproducimos ahora con el permiso del autor.
58
Nacida en Guadalajara en 1982, XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA ha publicado tres libros, Polvo lugar (2007), Datsun (2011) y Apache (2013). Ahora v ive en la Ciudad de México. La bicicleta es su medio cotidiano de transporte | Desde los catorce años,cuando fue seleccionada para representar a Mé xico en el Panamericano Juvenil Juvenil de Pista (2008), INGRID DREXEL dedica la mayor parte de su tiempo al ciclismo, Ahora pedalea rigurosamente entre la pista y la licenciatura en Negocios Internacionales que estudia en línea. | JUAN PABLO RA MOS es poblano de Tehuacán. Actualmente dirige la revista de ciclismo urbano Cletofilia y coordina la edición de las revistas Triathlon Plus y SHAPE México | Fundador de Bicitekas A.C. y Jinetes Sampleadores de Imágenes A.C., AGUSTÍN MARTÍNEZ MONTERRUBIO dirige el estudio de diseño y comunicación audiovisual Designio Editores. | Óscar David López (Monterrey, 1982) es escritor y transformista. Su libro más reciente es Farmacotopía (Bonobos, 2013) que recibió el Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” 2011 | ANDREA TORREBLANCA es curadora de arte y escritora. Tuvo a su cargo la Sala de Arte Público Siqueiros-La Tallera (2011). | Egresado de la UNAM, RAÚL FIERRO combina su trabajo como físico con su pasin por la literatura. Vive en Oaxaca, donde realiza labores de difusión de la ciencia y el arte. Forma par te del consejo editorial de la revista El Avispero | La falta de tiempo y los coches viejos están están entre los problemas problemas cotidianos de VANESA ROBLES (Guadalajara, 1973), quien practica el deporte extremo del periodismo freelance. Este año obtuvo el Premio Jalisco de Periodismo en Crónica. | Autora del libro Ciclovista Guadalajara, publicado en 2011, EUGENIA COPPEL (Guadalajara, 1985) es ciclista urbana, fotógrafa y per iodista por accidente. | LILIANA COLANZI (Santa Cruz, Bolivia, 1981) escribe su segundo libro de cuentos, Mordor . Lleva cinco relatos, pero quiere llegar a ocho o diez. Hay muertos-vivos, fanáticos religiosos, drogadictos, dealers, encuentros sobrenaturales. Hasta el diablo aparece. | GUIDO ARROYO nació en la lluviosa ciudad de Valdivia, al sur de Chile, el año año que estalló Chernob yl. Escritor y editor, publicó recientemente el libro La poesía no es personal , que reúne fragmentos de entrevistas del poeta Gonzalo Millán | VERÓNICA GERBER BICECCI acaba de recibir el III Premio
Internacional de Literatura Aura E strada 2013. En su libro Mudanza (2010, Ed. Auieo/Taller Ditoria) narra la transformación de cinco escritores en artistas visuales, como ella, que es una artista visual que escriVALDÉS PEÑAconduce be | JOSÉ ANTONIO VALDÉS la sección Miradas al Cine en el noticiario matutino Once Noticias y asimismo es conductor del programa Kinestesias: Voces de la Cineteca Nacional, en Horizonte 107.9 de FM | El poeta DIEGO SALAS (Xalapa, 1984) ha cambiado de vida más veces que de ca sa. Alguna vez el FONCA le le dio su bendición, y ahora, también el PECDA . Ha escrito Andar , La caja para encender , La ciega intermitencia, Las formas del derrumbe y La seña del quieto. Colabora con revistas como La Palabra y el Hombre , Punto de partida, La Gaceta de la Universidad Veracruzana y Performance | Escritor y artista conceptual, EFRAÍN VELASCO estudió arquitectura e historia del arte. Su libro & mi voz tokonoma , por el que recibió el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, forma parte de nuestro fondo editorial. A veces experimenta en asuntos visuales y sonoros pero también le hace a la f unción pública. pública. | Fundadora de Editorial Lenguaraz y directora de la revista homónima, XIMENA ATRISTAIN LÓPEZ (Coatzacoalcos, 1978) las puso en coma inducido por dos años a falta de recursos, pero planea su resurrección para el 2014. También También traduce, cocina y acostumbra sentarse en las bancas de los parques para ver las copas de los árboles por horas. | El poeta BJÖRN KUHLIGK (Berlín, 1975) es autor de los libros Aquí no hay calles costeras (2000), Al final vienen vienen turistas (2002), Gran cine (2005), De la superficie de la tierra (2009) y La calma entre el cero y el uno (2013) todos inéditos en español. | A DANIEL BENCOMO (San Luis Potosí, 1980) le gusta la ciencia ficción tanto como salir de día de campo y trepar lomas y pirámides. Es autor de los libros Apuntes en el baño baño (2005), De maitines y vísperas (2008), Morder la piedra (2009) y Lugar de residencia AGUINAGA GA le (2010) | A LUIS VICENTE DE AGUINA entusiasma dar clases c asi tanto como conversar. Parte de e sa conversación es su columna, “Materia TópiTópica”, que enriquece las páginas de esta revista | SELVA HERNÁNDEZ es diseñadora de libros desde la década del noventa del siglo pasado. Rige su trabajo una desbordada pasión por los libros, la palabra y la letra impresa. Nacida en el seno de una familia de libreros de viejo, a los 14 años empezó a coleccionar 59
C O L A B O R A D O R E S
RICHARD McGUIRE: TODO SE MUEVE EN BICICLETA
Nacido en Nueva Jersey en 1957, Richard McGuire es un artista multidisciplinario, autor de una obra tan vasta como diversa, que incluye libros para niños, cortometrajes de dibujos animados, cómics muy innovadores, esculturas sonoras, juguetes y juegos de mesa. Muchos lo conocen sólo por su trabajo como músico —es el bajista del grupo post-punk Liquid Liquid, que cofundó en 1980 y con el que aún toca—, pero para muchos otros es el autor del cómic “Here” que Art Spiegelman publicó en 1989 en la célebre revista Raw. Los dibujos que ahora presentamos aparecieron aparecieron hace muy poco en las páginas de The New Yorker , otra gran revista con la que McGuire colabora frecuentemente. Los reproducimos ahora con el permiso del autor.
Internacional de Literatura Aura E strada 2013. En su libro Mudanza (2010, Ed. Auieo/Taller Ditoria) narra la transformación de cinco escritores en artistas visuales, como ella, que es una artista visual que escriVALDÉS PEÑAconduce be | JOSÉ ANTONIO VALDÉS la sección Miradas al Cine en el noticiario matutino Once Noticias y asimismo es conductor del programa Kinestesias: Voces de la Cineteca Nacional, en Horizonte 107.9 de FM | El poeta DIEGO SALAS (Xalapa, 1984) ha cambiado de vida más veces que de ca sa. Alguna vez el FONCA le le dio su bendición, y ahora, también el PECDA . Ha escrito Andar , La caja para encender , La ciega intermitencia, Las formas del derrumbe y La seña del quieto. Colabora con revistas como La Palabra y el Hombre , Punto de partida, La Gaceta de la Universidad Veracruzana y Performance | Escritor y artista conceptual, EFRAÍN VELASCO estudió arquitectura e historia del arte. Su libro & mi voz tokonoma , por el que recibió el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, forma parte de nuestro fondo editorial. A veces experimenta en asuntos visuales y sonoros pero también le hace a la f unción pública. pública. | Fundadora de Editorial Lenguaraz y directora de la revista homónima, XIMENA ATRISTAIN LÓPEZ (Coatzacoalcos, 1978) las puso en coma inducido por dos años a falta de recursos, pero planea su resurrección para el 2014. También También traduce, cocina y acostumbra sentarse en las bancas de los parques para ver las copas de los árboles por horas. | El poeta BJÖRN KUHLIGK (Berlín, 1975) es autor de los libros Aquí no hay calles costeras (2000), Al final vienen vienen turistas (2002), Gran cine (2005), De la superficie de la tierra (2009) y La calma entre el cero y el uno (2013) todos inéditos en español. | A DANIEL BENCOMO (San Luis Potosí, 1980) le gusta la ciencia ficción tanto como salir de día de campo y trepar lomas y pirámides. Es autor de los libros Apuntes en el baño baño (2005), De maitines y vísperas (2008), Morder la piedra (2009) y Lugar de residencia AGUINAGA GA le (2010) | A LUIS VICENTE DE AGUINA entusiasma dar clases c asi tanto como conversar. Parte de e sa conversación es su columna, “Materia TópiTópica”, que enriquece las páginas de esta revista | SELVA HERNÁNDEZ es diseñadora de libros desde la década del noventa del siglo pasado. Rige su trabajo una desbordada pasión por los libros, la palabra y la letra impresa. Nacida en el seno de una familia de libreros de viejo, a los 14 años empezó a coleccionar 59
58
ex libris y libros ilustrados, a estudiarlos, investigarlos,
dictar conferencias, montar exposiciones, y escribir sobre ellos. Desde 2011 publica autores inusuales en Ediciones Acapulco. | ODETTE ALONSO nació en Santiago de Cuba y reside en México desde 1992, por lo que ya mienta madres como toda una chilanga. Es autora de once libros, aunque ahora sólo destacamos tres: la novela Espejo de tres cuerpos (México, Quimera, 2009), y los libros de relatos Con la boca abierta (Madrid, Odisea, 2006) y Hotel Pánico, de la Universidad Veracruzana | INGRID SOLANA (Oaxaca, 1980) estudió la licenciatura y la maestría en Letras en la UNAM y ahora realiza el doctorado en la misma casa de estudios. Ha publicado dos libros: De tiranos y Contramundos. Actualmente escribe una novela, una obra de teatro y entrena box para descargar la ira contra un costal y no en el tráfico del D.F. | Redactora de las revistas La Tempestad y Folio, ANA LEÓN (Ciudad de México, 1984) se formó como latinoamericanista en la UNAM. Escribe una tesis de doctorado sobre una revista de poesía de los años veinte llamada Prisma. Divide su tiempo entre la tesis, Fallout y la crianza de un adolescente: LUIS ALBERTO ARELLANO, quien es Escorpión, ascendente Tau JOAQUÍN UÍN ro, y Dragón en el horóscopo chino. | JOAQ GUILLÉN MÁRQUEZ (Ciudad de México, 1990) estudió literatura inglesa en la UNAM y fue botarguero. Ha colaborado con narrativa, ensayo o crítica en La Jornada Semanal , Tierra Adentro , Cuadrivio y Her- mano Cerdo. Cuentos suyos aparecen en diversas antologías. Telescopio (Alabastro) es la más reciente. |
El escritor ABRAHAM MARTÍNEZ AZUARA, “cuervoscuro” (Tampico, Tamaulipas, 1975) es el guionista de la novela gráfica digita lFe- mmes Fatales y miembro fundador del comic mexicano de ciencia ficción Horizonte Cero. Su obra en prosa ha noche y Romina sido publicada en los libros Escritos de noche y y el rey urraca. Es colaborador habitual de la famosa re vista norteamericana Heavy Metal . | FABIÁN COBOS, filósofo por formación académica pero artista autodidacta por convicción, comenzó como aprendiz con el maestro de cómic Óscar González Guerrero. Ha colaborado con el colectivo 656 Cómics de Ciudad Juárez y hasta el año pasado trabajó con el estudio Graphikslava. Actualmente es freelance dibujando y coloreando cómics independientes. Ahora está realizando el color para una historia de la revista Heavy Metal en colaboración con el escritor R.G. Llarena. Su trabajo navega por w ww.fabian-cobos.com ww.fabian-cobos.com y anda en twitter: @fabcob y en Facebook como /fabcob donde postea sus cosas. | KELY ROJAS GONZÁLEZ trabaja como freelancer en proyectos editoriales y de ilustración. Vive comprometida con la triple “r” (reducir, reutilizar, reciclar). Le gusta moverse en bicicleta por la ciudad, leer y ver películas en el cine. Ama los gatos y las veladas. ROBERTO CARLOS MARTÍNEZ (Ciudad de México, 1985) es ciclista, grabador, pintor, promotor cultural y también de la bicicleta. En 2011 fundó el Taller de Gráfica Nahual con la intención de ofrecer un espacio que favorezca el encuentro, el diálogo y la retroalimentación entre artistas para que se hagan mutuamente el paro. ILUSTRAN:
Uno para todos y todos para uno . Xilografía, Díptico/Papel Amate. 16x20 cm. 2011
60
Nacida en Guadalajara en 1982, XITLALITL RODRÍGUEZ MENDOZA ha publicado tres libros, Polvo lugar (2007), Datsun (2011) y Apache (2013). Ahora v ive en la Ciudad de México. La bicicleta es su medio cotidiano de transporte | Desde los catorce años,cuando fue seleccionada para representar a Mé xico en el Panamericano Juvenil Juvenil de Pista (2008), INGRID DREXEL dedica la mayor parte de su tiempo al ciclismo, Ahora pedalea rigurosamente entre la pista y la licenciatura en Negocios Internacionales que estudia en línea. | JUAN PABLO RA MOS es poblano de Tehuacán. Actualmente dirige la revista de ciclismo urbano Cletofilia y coordina la edición de las revistas Triathlon Plus y SHAPE México | Fundador de Bicitekas A.C. y Jinetes Sampleadores de Imágenes A.C., AGUSTÍN MARTÍNEZ MONTERRUBIO dirige el estudio de diseño y comunicación audiovisual Designio Editores. | Óscar David López (Monterrey, 1982) es escritor y transformista. Su libro más reciente es Farmacotopía (Bonobos, 2013) que recibió el Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” 2011 | ANDREA TORREBLANCA es curadora de arte y escritora. Tuvo a su cargo la Sala de Arte Público Siqueiros-La Tallera (2011). | Egresado de la UNAM, RAÚL FIERRO combina su trabajo como físico con su pasin por la literatura. Vive en Oaxaca, donde realiza labores de difusión de la ciencia y el arte. Forma par te del consejo editorial de la revista El Avispero | La falta de tiempo y los coches viejos están están entre los problemas problemas cotidianos de VANESA ROBLES (Guadalajara, 1973), quien practica el deporte extremo del periodismo freelance. Este año obtuvo el Premio Jalisco de Periodismo en Crónica. | Autora del libro Ciclovista Guadalajara, publicado en 2011, EUGENIA COPPEL (Guadalajara, 1985) es ciclista urbana, fotógrafa y per iodista por accidente. | LILIANA COLANZI (Santa Cruz, Bolivia, 1981) escribe su segundo libro de cuentos, Mordor . Lleva cinco relatos, pero quiere llegar a ocho o diez. Hay muertos-vivos, fanáticos religiosos, drogadictos, dealers, encuentros sobrenaturales. Hasta el diablo aparece. | GUIDO ARROYO nació en la lluviosa ciudad de Valdivia, al sur de Chile, el año año que estalló Chernob yl. Escritor y editor, publicó recientemente el libro La poesía no es personal , que reúne fragmentos de entrevistas del poeta Gonzalo Millán | VERÓNICA GERBER BICECCI acaba de recibir el III Premio
ex libris y libros ilustrados, a estudiarlos, investigarlos,
dictar conferencias, montar exposiciones, y escribir sobre ellos. Desde 2011 publica autores inusuales en Ediciones Acapulco. | ODETTE ALONSO nació en Santiago de Cuba y reside en México desde 1992, por lo que ya mienta madres como toda una chilanga. Es autora de once libros, aunque ahora sólo destacamos tres: la novela Espejo de tres cuerpos (México, Quimera, 2009), y los libros de relatos Con la boca abierta (Madrid, Odisea, 2006) y Hotel Pánico, de la Universidad Veracruzana | INGRID SOLANA (Oaxaca, 1980) estudió la licenciatura y la maestría en Letras en la UNAM y ahora realiza el doctorado en la misma casa de estudios. Ha publicado dos libros: De tiranos y Contramundos. Actualmente escribe una novela, una obra de teatro y entrena box para descargar la ira contra un costal y no en el tráfico del D.F. | Redactora de las revistas La Tempestad y Folio, ANA LEÓN (Ciudad de México, 1984) se formó como latinoamericanista en la UNAM. Escribe una tesis de doctorado sobre una revista de poesía de los años veinte llamada Prisma. Divide su tiempo entre la tesis, Fallout y la crianza de un adolescente: LUIS ALBERTO ARELLANO, quien es Escorpión, ascendente Tau JOAQUÍN UÍN ro, y Dragón en el horóscopo chino. | JOAQ GUILLÉN MÁRQUEZ (Ciudad de México, 1990) estudió literatura inglesa en la UNAM y fue botarguero. Ha colaborado con narrativa, ensayo o crítica en La Jornada Semanal , Tierra Adentro , Cuadrivio y Her- mano Cerdo. Cuentos suyos aparecen en diversas antologías. Telescopio (Alabastro) es la más reciente. |
El escritor ABRAHAM MARTÍNEZ AZUARA, “cuervoscuro” (Tampico, Tamaulipas, 1975) es el guionista de la novela gráfica digita lFe- mmes Fatales y miembro fundador del comic mexicano de ciencia ficción Horizonte Cero. Su obra en prosa ha noche y Romina sido publicada en los libros Escritos de noche y y el rey urraca. Es colaborador habitual de la famosa re vista norteamericana Heavy Metal . | FABIÁN COBOS, filósofo por formación académica pero artista autodidacta por convicción, comenzó como aprendiz con el maestro de cómic Óscar González Guerrero. Ha colaborado con el colectivo 656 Cómics de Ciudad Juárez y hasta el año pasado trabajó con el estudio Graphikslava. Actualmente es freelance dibujando y coloreando cómics independientes. Ahora está realizando el color para una historia de la revista Heavy Metal en colaboración con el escritor R.G. Llarena. Su trabajo navega por w ww.fabian-cobos.com ww.fabian-cobos.com y anda en twitter: @fabcob y en Facebook como /fabcob donde postea sus cosas. | KELY ROJAS GONZÁLEZ trabaja como freelancer en proyectos editoriales y de ilustración. Vive comprometida con la triple “r” (reducir, reutilizar, reciclar). Le gusta moverse en bicicleta por la ciudad, leer y ver películas en el cine. Ama los gatos y las veladas. ROBERTO CARLOS MARTÍNEZ (Ciudad de México, 1985) es ciclista, grabador, pintor, promotor cultural y también de la bicicleta. En 2011 fundó el Taller de Gráfica Nahual con la intención de ofrecer un espacio que favorezca el encuentro, el diálogo y la retroalimentación entre artistas para que se hagan mutuamente el paro. ILUSTRAN:
Uno para todos y todos para uno . Xilografía, Díptico/Papel Amate. 16x20 cm. 2011
60
7 50 5 0999 7 65 2757
00 18 7