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Laureano Gómez y la democracia PENÚLTIMA VERSIÓN POR FAVOR CITAR LA VERSIÓN IMPRESA No es la libertad la que nos conduce a la verdad, sino la verdad la que nos hace libres.
Laureano Gómez El año 1928 fue particularmente difícil para el gobierno encabezado por el presidente Abadía: a la compleja situación nacional se sumaba un panorama mundial igualmente oscuro y a las dificultades económicas, la recia oposición de liberales y de algunos de sus copartidarios. El Teatro Municipal fue la sede escogida por Alfonso Alfo nso López Pumarejo para airear los principales problemas que aquejaban al país y para adelantar una oposición rotunda al manejo político y económico que se le estaba dando. Laureano Gómez, figura indiscutible del conservatismo, exministro de obras públicas y amigo personal de López aceptó el reto con entusiasmo. Su carrera política se había iniciado más de veinte años antes; habilísimo orador, había sido junto con López una de las figuras claves en la caída de Marco Fidel Suárez y en los círculos políticos ya era reconocido como articulista fecundo y de inteligencia acerada. Gómez estuvo a la altura de las circunstancias. circunstancias. Entre las intervenciones más comentadas, la suya resultó ser motivo de escándalo y preocupación entre liberales y conservadores por el tono pesimista y desesperanzado desesperanzado de su diagnóstico 1. En esa intervención, basado en una copiosa aunque parcializada bibliografía y en su peculiar concepción del mundo, destruía uno por uno los mitos acerca de la riqueza del país: el de la fertilidad de sus tierras, el de las divisas generadas por la explotación de minerales y, sobre todo, los de su importancia cultural y de su diversidad étnica como motivo de orgullo. Nada en la tierra y nada en la raza parecía presagiar un futuro estado de bienestar para una sociedad indolente y atrasada como la nuestra. La tierra era pobre y estéril en su mayoría, el clima malsano y, sobre todo, la raza acentuaba lo peor de cada uno de sus componentes: la falta de sentido práctico del español con la evidente inmadurez psicológica e intelectual del indígena y del negro. Nuestra identidad cultural estaba sobrevalorada como lo demostraba la ausencia de una cantidad apreciable de poetas y escritores de renombre; la educación en nuestras escuelas no guardaba una relación apreciable con las necesidades del país. En fin, toda una declaración de principios. El escándalo inicial dio paso a análisis más moderados por parte de ilustres liberales y conservadores. Algunos, como Agustín Nieto Caballero, parecen haber adherido a la tesis de la debilidad cultural más o menos en los términos de Gómez y a la necesidad urgente urgente de una reforma educativa; otros, como el propio López, tomaron las palabras del jefe conservador como un diagnóstico exagerado pero incluyeron 1 Cf. Interrogantes sobre el progreso de Colombia . Populibro no. 29, Editorial Revista Colombiana Ltda, Bogotá, 1970.
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dentro de su propia posición la idea de que en el país – país – y en América- no había un acervo cultural por causa de las permanentes guerras civiles y que esta situación permitía proponer reformas profundas sin temer un daño apreciable en la sociedad colombiana. Era, sin duda alguna, la pieza ideológica más importante que Gómez había producido hasta ese momento y una de las más singulares de la literatura política colombiana. En otro nivel de lectura, el trabajo es importante en el análisis interno de la obra del estadista porque permite establecer un punto de referencia a partir del cual se pueden reconocer un conjunto de ideas que configuran su particular interpretación de la democracia. Esas ideas no pasarán intactas por la criba del tiempo y algunas de ellas serán sometidas a modificaciones sensibles a lo largo de la carrera política de Gómez debido en buena medida a las circunstancias históricas mundiales (como la Guerra Fría) y a una nueva configuración política del país. De opositor al régimen conservador Gómez pasa a opositor del régimen liberal y a ser él mismo el régimen. En cada una de esas etapas su posición se va perfilando con respecto a algunos puntos sustantivos como la división de poderes, la conveniencia del sufragio universal y la recuperación de la cultura española y escolástica como fuente y origen de los principios democráticos. Esta posición ideológica se consolida en el proyecto de constitución de 1953, en el espíritu corporativista que la caracteriza y en las tensiones entre democracia formal , entendida como una forma de gobierno alejada de la dictadura o de la monarquía y democracia real , entendida como un conjunto de prácticas que garanticen el ejercicio de libertades individuales o colectivas. No es el mío un propósito novedoso ni pretendo con este trabajo llenar algún tipo de laguna bibliográfica. James Henderson ya ha dedicado dos libros a nuestro personaje. El primero 2 es un estudio concienzudo del pensamiento de Gómez, mientras el segundo 3 es un amplio estudio de la historia colombiana a lo largo de su vida. ¿Por qué arriesgarse con un nuevo escrito sobre el tema? En parte porque no estoy de acuerdo con algunos puntos de la lectura ideológica de Henderson y en parte porque creo que el proyecto de Constitución es muy útil para entender el modelo de país del jefe conservador antes de su adhesión al Frente Nacional. El texto de la fallida reforma, según los miembros de la Comisión de Estudios Constitucionales designada para el evento y los miembros de la oposición, sigue las líneas más importantes de este pensamiento, es decir, sus ideas con respecto al Parlamento y el sufragio y a la democracia en términos de unanimidad y no de consenso. Me parece que el método más idóneo para establecer el desarrollo del pensamiento de Gómez con respecto a la democracia es, entonces, tomar como base el discurso del Municipal e ir desgajando los elementos centrales para confrontarlos con discursos posteriores y 2 3
Las ideas de Laureano Gómez . Tercer Mundo. Bogotá. 1985. La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez 1889-1965 . Universidad
de Antioquia. Medellín. 2006
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rastrearlos en el texto de 1953 en dos aspectos importantes: la idea de un Senado semi-corporativo y la tensión entre democracia real y democracia democracia formal.
Determinismo Una de las premisas explícitas de “Interrogantes sobre el progreso de Colombia” es que la situación geográfica y la composición racial de un país determinan sus posibilidades de desarrollo y su aptitud para el manejo de la cosa pública; por eso nuestras esperanzas de progreso están infundadas. La conclusión pesimista se modificará con el tiempo, pero no el sesgo determinista de la perspectiva de Gómez como puede apreciarse en fogosos discursos contra la República Liberal y en sus discursos presidenciales. En una intervención en contra de las facultades extraordinarias nos dice, por ejemplo: “...tal vez si uno hubiera nacido en Europa, en otra nación podría tener otro concepto filosófico político; pero habiendo nacido en la república sudamericana, no se puede ser sino republicano y democrático; toda otra cosa es absurda; nosotros aquí no podemos ser monárquicos, ni podemos ser partidarios de la dictadura; de modo que para nosotros hay una especie de determinante geográfico e histórico que nos impone la convicción democrática democrática de republicanos.” 4 Nuestra actividad política y el orden democrático provienen de factores aparentemente inmodificables a los que el buen gobernante debe adaptarse y no pretender modificar de tajo. Esas condiciones naturales y culturales hacen fracasar cualquier intento de monarquía o dictadura entre nosotros: el destino de los americanos es ser demócratas republicanos. La democracia en América no es una elección sino una misión, una profesión de fe que no puede ni debe ponerse en duda a no ser que pretendamos subvertir un orden de cosas que le da sentido a nuestra propia existencia histórica. Ser demócratas, entonces, equivale a cumplir con el mandato que un designio irrevocable nos ha impuesto. Se trata de una idea en la que insistirá una y otra vez en las discusiones sobre la reforma constitucional de 1953: “Es que, en cierto modo, las constituciones no se hacen sino que nacen; mejor dicho, se encuentran, se descubren. Están en el tiempo como modalidad de la existencia de los pueblos, inscritas en el círculo de sus tradiciones, de sus sentimientos y de sus esperanzas. Las constituciones valen hasta el límite en que ellas representan las realidades nacionales; por el suave acomodo que den a la vida de los gobernados; por el descanso intelectual que propicien a quienes quieren qui eren encontrar en su contenido un trasunto lógico de su propia organización mental.” mental.”5 Lo que quiero resaltar de este pasaje es que Gómez no ha cambiado la base determinista de su propuesta, le ha dado unas connotaciones más positivas y menos críticas, pero ha dejado intacto su esqueleto: hay 4
“De las facultades extraordinarias extraordinarias””. En Ricardo Ruiz Santos (compilador) Laureano Gómez. Obras Completas. Tomo IV. Instituto Caro y Cuervo. Cuervo . Bogotá, 1986, p. 72. 5 “Mensaje presidencial de 1951”. En Estudios Constitucionales Tomo I. Imprenta Nacional, Bogotá, p.9.
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unos factores fijos en las costumbres y en la cultura de un país que muestran la supremacía de una constitución sobre otra. Lo positivo es que, a diferencia del discurso del 28, este mensaje presidencial reconoce la idoneidad de una cierta disposición política y legal para el país, asunto éste que no parecía tener solución en el oscuro panorama de los años 30. La justificación de la democracia depende de una conformación histórica, cultural y el buen mandatario debe “leer” esa estructura para poderla reconstruir en una determinada Carta legislativa. De lo que resulta que hay una constitución posible para el país, pero no basada en los principios liberales del contrato social y del sufragio universal universal a los que en un texto de 1953 denomina “sofisterías y embelecos embelecos enciclopedistas”, sino en: en : “el pensamiento de los filósofos cristianos que crearon la doctrina del bien común, extraída de la inexhausta cantera de la filosofía perenne y que en los pensadores hispánicos aprendieron la clara noción de la leyes injustas y del ejercicio tiránico de la autoridad, cuando lesiona el cumplimiento de las leyes morales grabadas en la conciencia humana.” humana. ”6 Así pues, el fundamento del régimen democrático es la filosofía tomística en la que la profesión de la democracia nada más es que una expresión de leyes universales marcadas claramente en la conciencia de cada agente y que no pueden ser modificadas por una simple votación. Dentro de estas leyes Gómez destaca una: el respeto por la vida y la dignidad humanas7, que da la impresión de ser más bien de origen cosmológico y teológico. Este elemento del pensamiento de Gómez ha sido discutido detalladamente detalladamente y sometido a crítica por Henderson 8; según él, Laureano no sería un determinista porque estaría influenciado por las ideas de un pensador católico como Suárez en el sentido de que, aunque el bien común debe ser la guía de cualquier forma de gobierno, no determina cuál es esa forma (monarquía, democracia o dictadura). Henderson utiliza algunas referencias incluyendo apartes del artículo de Gómez sobre la reforma de 1953 e incluso llega a afirmar: “Las incoherencias que encontramos en el pensamiento de Gómez provienen en su mayor parte del hecho de que él no era un determin ista.”9. Para apoyar su posición recurre a una interpretación dualista del Estado: Laureano sería determinista sólo en cuanto al modelo ideal , pero dejaría un espacio de decisión en cuanto a las posibilidades reales de que el modelo se adapte mejor o peor a una determinada cultura. Por el contrario, considero que las inconsistencias en el pensamiento de Gómez se deben a que era un determinista o, por lo menos, al hecho de que era un determinista en cuanto a la forma de gobierno conveniente para Colombia. La posición contraria no me parece sostenible por razones exegéticas: los textos invocados por Henderson no permiten extraer una conclusión tan fuerte.
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Los efectos de la Reforma de 1953 . Imprenta Nacional, Bogotá, 1953, p.15.
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“Mensaje” Mensaje” p.8.
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Las ideas de Laureano Gómez , págs. 167-174. Id , p. 171.
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El primero es un escrito también del año 28 en el que se califica el determinismo geográfico como una posición posición “obsoleta” y se atribuye nuestra condición de atraso a un “azar histórico, contrario al interés de nuestra colectividad humana, [que] nos ha privado del esfuerzo bienhechor y eficaz de los grandes caracteres. caracteres.””10 Dice Gómez: “ Tampoco parece parece que pueden aducirse ejemplos habituales y señalados de nuestra peculiar historia, el azar adverso y la desmayada voluntad explican sobradamente el insuceso. Nos ha faltado, de manera casi permanente, lo que Bergson llamó “el empuje y el poder creador de la vida.”” 11. Henderson lee este pasaje como prueba de sensibilidad histórica y como evidencia de pensamiento flexible. Sin embargo, el pasaje sólo deja claro que Gómez cree en el infortunio y en la falta de carácter como causa de la situación política y económica de Colombia. El primer factor está más allá de todo control y apoya la idea determinista determinista general de que los factores fundamentales en la selección y el éxito de una forma de gobierno están fuera de la órbita de decisión y del acuerdo humanos. La segunda idea es perfectamente compatible con la de debilidad racial expuesta en la conferencia del Municipal y tampoco escapa de la posición determinista. El segundo texto hace parte del artículo acerca de “Los efectos de la Reforma de 1953” y en él Gómez afirma que la política es relativa y falible pero esto no le impide felicitar a los Constituyentes del 53 por “haber sabido libertarse de prejuicios inveterados, mitos y cartabones de procedencia extranjera, que no arrancaban de las tradiciones de la nacionalidad, nacionalidad, ni de la raza…”12. No creo que éste sea el mejor texto para afirmar que Gómez no tenía en mente la idea de que factores como la raza y la cultura no determinan una Constitución; por el contrario, lo reafirma en su idea de la Constitución como mapa espiritual de la Nación que los Constituyentes deben “descubrir”. No creo, además, que Gómez haya aceptado una explicación del origen del Estado diferente a la organización de acuerdo con un bien común que no proviene proviene de los hombres mismos sino del influjo de un ser superior. Pero el influjo de un ser superior es algo ajeno a la decisión y el consenso humanos; por eso me parece que aunque Gómez se desprende parcialmente del aspecto puramente material de su primer determinismo (el del Municipal), no se desprende del otro determinismo, de corte espiritual. “Conflicto de dos culturas”
El tomismo en el que Gómez apoya sus posiciones recurre a una visión orgánica del ser humano y del mundo para poder explicar la idoneidad del régimen democrático. Para obtener evidencia a favor de esta hipótesis me parece oportuno referirme a otra de sus obras en donde aborda el problema de la relación entre una justificación pragmática (anglosajona) de la democracia y otra de corte medieval (hispánica). En la conferencia de 1928 Gómez no escatimaba críticas críticas para la cultura española a la que consideraba “extática “e xtática”” y de la que afirmaba que “…, menosprecia la realidad y prescinde del raciocinio y la 10 Id. 173. 11 Ibid. 12 Id. 173.
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experimentación”13 y exaltaba las culturas sajona francesa y germánica por encima de la hispánica 14. Para 1940 esta apreciación suya había cambiado: la Guerra Civil en España, el ascenso de Franco al poder y la adhesión del gobierno colombiano a los Estados Unidos parecen haber influido profundamente en el jefe del conservatismo. Aparte de estos acontecimientos, en esta época su pensamiento reconoce la importancia de contar con una herramienta filosófica como el neotomismo para poder justificar algunas posiciones antiliberales con respecto a la democracia y poder oponerse al espíritu que impregna la obra política de la República Liberal 15. La imagen que pretende dibujar con esta estrategia es la de un humanismo cristiano, respetuoso de las libertades individuales, pero comprometido con un orden jerárquico de la sociedad. Para cumplir con ese cometido Gómez necesita poner en duda la génesis misma del espíritu moderno europeo y por esa razón arremete contra la Reforma protestante. En un discurso motivado por la intervención colombiana en la conferencia de la Habana, Gómez desarrolla la idea de que solamente una vuelta a las raíces hispánicas y latinas puede salvar a Colombia de la intervención norteamericana. El discurso es verboso y elaborado, pero me interesa resaltar un elemento muy importante, la crítica a la modernidad: Gómez descalifica a la cultura sajona por haber renunciado al catolicismo y modela una idea de individualidad, un concepto de persona en consonancia con los valores católicos. Este tipo de individualismo vincula la libertad con el orden del cosmos; en él, cada hombre vale como parte de un organismo articulado mayor: “El hombre, según Dante, Dante, era una parte del cosmos universal, era un eslabón que pertenecía de una manera preponderante a la jerarquía total del universo. universo. Que estaba estaba en un punto, pero tenía tenía por encima de sí, todo un horizonte de principios, de relaciones, de concomitancias sublimes y especiales; y tenía por debajo también todo el universo, por encima estaba el cielo, por debajo el infierno y eso establecía una serie de relaciones, el hombre no era un ser aislado, sino significando una cosa jerárquica con un fin y un destino, con una certeza de origen, con una conciencia de su porvenir.” porvenir.”16 La estrategia argumentativa recurre a la teología de la historia para sustentar el individualismo y niega cualquier tipo de origen laico a la idea de libertad: si la libertad es inalienable, no lo es por provenir de la idea moderna de autodeterminación y autonomía, sino por su carácter metafísico, por su constitución dentro de un engranaje en el que cada ser tiene valor sólo como parte. Es una idea de libertad estrechamente vinculada con la idea de pecado y de temor a Dios , no de fundamento para la acción autónoma. A la tesis determinista se suma entonces la 13 Interrogantes p. 44. 14 Páginas 45-46. 15 Curiosamente esta posición de crítica radical a los principios generales lo aproxima a un discurso de tintes marxistas acerca del imperialismo, por ejemplo en su reseña de los conflictos entre Méjico y Estados Unidos por la posesión de tierras (“Conflicto de dos culturas”. En Ruiz Santos Op. Cit. Págs. 103-109). Conflicto” p.119. 16 Conflicto” “
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idea de individualidad orgánica. ¿Dónde podemos encontrar las fuentes de esta cosmología? En la cultura hispánica, católica, universalizante y espiritual en la que encajamos casi como encaja un individuo en la realidad: como parte de un todo organizado y majestuoso que se extiende a lo largo del Atlántico (“ ( “Conflicto” Conflicto” págs. 126-127). Solo así podemos entender las preces de Gómez a favor de la libertad individual y solo así podemos considerar que su obra política defendió este principio. En otro discurso encontramos palabras reveladoras en este sentido: “El partido conservador es un partido par tido espiritualista; para ser conservador es necesario reconocer que existe una serie de postulados y de tesis, de obligaciones personales y colectivas que están antes y primero de todas las concupiscencias personales y de círculo. Hay que reconocer y defender esos deberes primordiales de las relaciones del hombre con lo sobrenatural; eso, antes y primero que todo, por encima de todo. Y cuando uno de esos principios interfiere con la conveniencia del grupo político, con la conveniencia de la familia, y con la conveniencia de la persona, el conservador está en obligación de no pensar en la persona, la familia y el grupo para seguir exclusivamente la tesis y el principio” principio ”17. Así pues, la idea de la libertad individual está sustentada en la relación del ser humano con la divinidad y sólo tiene sentido en la medida en que esa divinidad trascienda la realidad inmediata y supere todo compromiso mundano, en la medida en que la libertad se estructure a través de una relación íntima y personal con el Creador. Tal idea produce una ambigüedad fundamental en el campo político y legislativo entre la libertad absoluta de origen religioso y el ejercicio de la libertad en el orden civil, por lo que no debe resultar muy sorprendente que la idea de libertades individuales específicas defendida por Gómez resulte tan curiosa y genere inconsistencias protuberantes en el proyecto de Constitución de 1953. En efecto, como el orden de lo trascendente donde se encuentra inscrita la noción de libertad es absoluto y la moralidad entera depende de él, la moralidad también es absoluta y debe ser acatada por unanimidad, como lo expresa con claridad el jefe conservador en un discurso contra López: “Nadie discute discute que este es un país en que hay unanimidad moral de católicos, y ese hecho hecho tenía que estar estar forzosamente forzosamente respaldado respaldado en las normas constitucionales, porque la razón de la existencia de una carta fundamental es esa: que haya ciertas cosas que se pongan fuera de discusión y de la arbitrariedad y veleidad de las reuniones periódicas legislativas y se conserven como una cosa permanente. permanente. Pues uno de los títulos del señor López consiste en haber borrado esas garantías constitucionales, protectores de la religión, de la unanimidad de los colombianos, para que la cuestión religiosa de Colombia quede a la par y a la ventura de esa veleidosa, de esa corrompida y mudable tiranía de las mayorías ocasionales.” ocasionales.”18 17 “Los deberes del dirigente”. En Ruiz Santos Op. Cit. págs. 154-155. 18 “Contra el gobierno de Santos y la reelección de López”. En López”. En Ruiz Santos Op. Cit. p. 196).
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Por supuesto, cabe hacerse la pregunta de si tal unanimidad moral no conduce a una de tipo ideológico, si establecidas las bases de una la identidad como la que propone Gómez, las diferencias entre partidos se van desvaneciendo poco a poco. Creo que una hipótesis algo ambiciosa pero a la cual yo estaría dispuesto a adherirme es que este punto de vista conduce a la curiosa posición de que la base fundamental de acuerdo político tiende a ensancharse a tal punto que la discusión política es episódica, que el consenso ya no es posible porque no existe la diferencia real de opiniones que lo sustenta y que la democracia toda puede entenderse como unanimismo. Encuentro esta hipótesis sugerente porque encaja muy bien con los discursos presidenciales y los actos de gobierno de Gómez y porque permite comprender el carácter claramente tecnocrático de muchas de sus reformas, pues si existe unanimidad en el modelo de país, las diferencias de pareceres versan únicamente acerca de aspectos muy particulares, aspectos sobre los que corresponde a un técnico decidir. En la siguiente sección abordaré esta idea conectándola con la doctrina democrática de la división de poderes.
De la división de poderes Durante el gobierno de Eduardo Santos por razones económicas y de política internacional se solicitó al Congreso la atribución de facultades extraordinarias para el presidente. Las facultades se concedieron, no sin la oposición de Gómez quien acusó a Santos de dictador y a los liberales de totalitarios. Basaba su opinión en la tesis de la división de poderes como herramienta de control político : “…y es necesario que el que ejerce el poder, no lo pueda ejercer ad libitum , sino con esas cortapisas y barreras nobles y generosas que impone la imposibilidad de no pasar por encima de lo que corresponde a otros poderes, al poder judicial y al poder legislativo; esa es la grandeza de la doctrina democrática.” democrática. ”19 Según Gómez, las disposiciones acerca acerca de las facultades extraordinarias muestran el sesgo autoritario del gobierno liberal, atentan contra una de las leyes inmodificables de la democracia y contra la libertad de los ciudadanos. Sin embargo, una vez más, le da un matiz trascendente, teológico al concepto de libertad y lo conecta con la idea de persona de los filósofos católicos: “Yo tengo la convicción muy antigua de que los verdaderos demócratas de Colombia, son los conservadores, y los verdaderos amantes de la libertad, los que verdaderamente respetan la persona humana, como una entidad anterior y superior al Estado. Por consiguiente son sanamente individualistas, auténticamente liberales en el buen sentido apolítico de la palabra.”20 Pocos conceptos son tan arraigadamente liberales como la división de poderes no sólo como mecanismo administrativo, sino como método de control político. Sin embargo, en el período más maduro de su pensamiento Gómez consigue interpretar esta doctrina de tal forma que dé origen a una noción de gobierno en donde los órganos de control 19 “De las facultades extraordinarias” En extraordinarias” En Ruiz Santos Op. Cit. p.72. 20 Id. p.68.
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político se transformen en entidades más bien técnicas que sean consultadas con el único objetivo de emitir conceptos específicos, pero no de propiciar debates ideológicos. Contrasta esta idea con las tesis liberales del gobierno de partido, defendida por López y de la convivencia, defendida defendida por Santos. Sin embargo, está en armonía con la tesis de la unanimidad como principio rector de la democracia y con la doctrina de un bien común imperecedero. Lo realmente curioso de la propuesta de Gómez es que, partiendo de una ideología bien delimitada y perceptible, perceptible, pretende disolver el componente ideológico de la administración pública. La tensión entre democracia real y democracia formal llega entonces a consolidarse inclusive a nivel constitucional como puede confirmarse por la forma en que Gómez diagnostica y pretende resolver la “crítica” situación del Congreso en los mensajes presidenciales, donde propone como tarea fundamental de su mandato la reorganización de los poderes legislativo y judicial de acuerdo con este criterio técnico: “Esta crisis del Congreso debe remediarse ahora mediante la selección y reducción de su personal; limitando la iniciativa parlamentaria a todas aquellas materias que por su sentido técnico no pueden ser debatidas por una corporación numerosa y ajena al problema. Sólo que en esta ocasión debe intentarse una reforma orgánica, estableciendo una más clara diferenciación entre Senado y la Cámara Baja, de suerte que aquélla sea una fuerza moderadora y apolítica frente a ésta que debe poseer la natural inquietud e impulso de todo organismo popular.” 21 La respuesta a la peligrosa polarización del Congreso durante los últimos gobiernos reside en despojarlo de buena parte de su carácter político y convertirlo en un órgano que tramite las leyes sin discutir sus implicaciones doctrinales, curiosa solución de quien se forjó una reputación política por discursos como éste: “A nosotros nos dan un tesoro de doctrina y filosofía, pero al mismo tiempo que nos lo dan nos imponen la obligación de conservarlo. Y como es una cosa muy grande y muy excelsa no se nos da por nada, se nos da con el compromiso del esfuerzo de no dejarlo perecer, es una grande antorcha que se coloca en nuestras manos con el compromiso de q ue ue no la dejemos extinguir.”22 ¿Cómo conciliar esta declaración doctrinaria, repetida una y otra vez en diversos debates en el Congreso y la administración pública aséptica ideológicamente de la Reforma de 1953? He sugerido una un a respuesta que me parece plausible: la conciliación de estos dos puntos de vista puede conseguirse mediante una Constitución que garantice todas aquellas libertades individuales que coincidan con la ideología calificada por Gómez de “unánime”. Así “unánime”. Así pues, la división de poderes termina sirviendo como fundamento de la supresión formal del disenso: si la discusión de los asuntos públicos no representa diferencias importantes entre los participantes, participantes, es claro que la diferencia de opiniones no es la base sobre la que debe construirse la democracia. Un análisis detallado del proyecto de carta de 1953 puede mostrar que este punto de vista es 21 “Mensaje”, p.13. 22 “Contra el gobierno de Santos” p. 204.
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sostenible y útil para comprender una idea de democracia tan especial como la de Gómez. A favor de esta apreciación se pueden utilizar como evidencia algunos apartes del articulado del proyecto, sobre todo en puntos tan álgidos como la diversidad religiosa, el respeto por la oposición y la vida privada. También resulta interesante preguntarse por la función que tiene el sufragio directo en un sistema como éste y de qué forma se justifica la consulta de una opinión pública que, a la luz de las posiciones explícitas de Gómez, no parece muy preparada para decidir. Comenzaré por este último tema.
Sobre el sufragio Los nubarrones que se cernían sobre la cosa pública colombiana parecían ser inevitables en 1928. Las deficiencias intelectuales de nuestra cultura impedían el ejercicio democrático hasta el punto de reducirlo a una mera costumbre, desarticulada de las necesidades del país y del principio del bien común. Como solución a esta falla estructural dos ideas parecían necesarias y Gómez las incluyó ambas en la Reforma de 1953. En primer lugar, era necesario modificar la idea “rousseauniana” de que el sufragio universal resulta benéfico en cualquier caso y para cualquier decisión porque lo que impone “el dogma de la mitad más uno” 23 se basa en una mera casualidad estadística y en la veleidades de una opinión pública pocas veces competente 24. De lo que se desprende, como vimos, que es necesario tener un control minucioso sobre las decisiones del Gobierno por parte de un Congreso altamente tecnificado25, por especialistas en comisiones muy reducidas en el Senado (cuya elección debe ser mediante voto orgánico) y restringir el sufragio universal a la elección de presidente 26 y al de la Cámara Baja, donde se deberían presentar las desavenencias políticas. Si la preparación del colombiano promedio es tan deficiente, según Gómez, los negocios públicos solamente deben consultarla en asuntos de interés meramente político, no técnico. La segunda idea es que en Colombia ha habido una politización excesiva que lo ha impregnado todo: “Y no la política en su noble sentido de ciencia que permite la ordenación de la comunidad al bien común, sino en el dudoso concepto de ser siempre el resultado numérico de una agregación artificial y caprichosa de voluntades.” 27 El problema, una vez más, está en la política entendida como una discusión partidista sobre la forma de gobierno y no en una concepción imparcial. Si la política es una ciencia, incluso si es una ciencia relativa, no puede esperarse que el sufragio directo sea una guía segura en las decisiones políticas y esto, como sucede siempre con el pensamiento de Gómez, está conectado con una concepción general del 23 “Mensaje”
p.12. efectos” págs. 12-13. 12-13. 25 Ibid p. 13, “Mensaje” p. 13. 26 “Los efectos” págs. 11-12. 11-12. 27 “Mensaje” p. 11 24 “Los
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ser humano como una entidad dotada de libertad. Como vimos, esta libertad está conectada con un organismo, con una estructura en la que ciertos agentes se comportan de acuerdo con sus capacidades que la mayoría no posee en un grado apreciable, por lo que el sufragio universal va en contravía de esta estructura natural. Puede pensarse, así, que las reformas al sufragio buscan en último término que la opinión de una minoría ilustrada prevalezca sobre el poder turbio y generalizador de la mayoría simple. El documento más revelador en este sentido es un discurso justamente del año 1953: “El sufragio universal inorgánico y generalizado interviniendo en toda la vida social para definir la dirección del Estado, contradice la naturaleza de la sociedad. El manejo del Estado es, por antonomasia, obra de la inteligencia. Una observación elemental demuestra que la inteligencia no está repartida en proporciones iguales entre los l os sujetos de la especie humana. Por este aspecto la sociedad semeja una pirámide cuyo vértice ocupa el genio, si existe en un país dado, o individuo de calidad destacadísima por sus condiciones intelectuales. Por debajo encuéntranse quienes, con menos capacidades, son más numerosos. Continúa así una especie de estratificación de capas sociales, más abundantes en proporción inversa al brillo de la inteligencia, hasta llegar a la base, la más amplia y nutrida, que soporta toda la pirámide y está integrada por el oscuro e inepto vulgo, donde la racionalidad apenas aparece para diferenciar los seres humanos de los brutos. Éste es un fenómeno palmario y evidente de la sociedad desde el punto de vista de la inteligencia.” 28 Así pues, el sufragio universal, no cualificado, es un error garrafal para la democracia como sistema y debe ser excluido de casi toda decisión seria. Este vicio de consultar a la opinión pública se debe, según Gómez, a la intromisión de ideas dañinas y modernizantes adoptadas sin ninguna prevención por muchos políticos, sobre todo liberales. En esa vena está argumentando en los documentos que justifican la Reforma de 1953: “Hay en Colombia un sentimiento unánime: no volver a transitar el camino que nos condujo al caos y a la violencia. Pero muy pocos han advertido que ese camino se inició hace muchos años, cuando por desidia intelectual o por indebida sumisión a los mitos imperantes se sometieron todas nuestras instituciones jurídicas a un lamentable proceso de generalizaciones, que tenía invariablemente a la política como elemento igualitario”29 No debe extrañar, entonces, su propuesta de un voto orgánico, estratificado en la toma concreta de decisiones de gobierno. Con esta idea general puede intentarse una respuesta a las preguntas apremiantes de la sección anterior: la unanimidad de los conceptos técnicos, la precisión de una forma de gobierno inspirada por el principio católico del bien común que debe ser acatada por la cambiante opinión pública como producto de la inteligencia y 28 Artículo
en Universitas , N° 4, 1953, p. 15.
29 “Mensaje”
p. 11.
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razonamiento superiores de la clase dirigente. Solamente si hay una estratificación de la inteligencia y de la capacidad de gobierno como la que propone Gómez puede dársele sentido a tal sistema político. ¿Puede llamarse “democracia” a esta forma de gobierno? A nivel formal, sí, pues respeta los cánones establecidos para tal tipo de gobierno. A nivel puramente ideológico, esta respuesta no es suficiente y eso no pasó desapercibido para Gómez, quien fue consciente de que su idea de democracia democracia se había escindido de la concepción original: “Es porque el terrible equívoco ha sido cobijar bajo un solo nombre cosas contrarias, cosas como dije contradictorias y enemigas: una es la democracia democracia que se desprende de esta filosofía, democracia cristiana que principia por reconocer la moral y las leyes eternas impresas en la naturaleza y establecidas por el Creador del universo; otra democracia completamente distinta es la racionalista y positivista que deriva de los principios de Rousseau y del contrato universal, que pone como norma suprema por encima de todas las consideraciones la tiránica ley de las mayorías, como deducción del contrato social y como consecuencia ineluctable, allí donde se consigna la mayoría de uno, ésta es la razón que es preciso obedecer; o bedecer;…” …” 30 El que uno considere o no a Gómez como demócrata depende de si se acepta esta idea de democracia cristiana y las consecuencias que ella trae. Un elemento fundamental en esta idea es el corporativismo, que expondré más adelante. Para introducir el término y el tema me gustaría citar un escrito revelador donde se ponderan las virtudes de la fórmula corporativa. En él leemos: “Es preciso preciso ante todo disolver un equívoco y es el de pensar que la fórmula cooperativa no sea democrática. […] La esencia del corporativismo radica en que las leyes que afectan a determinadas actividades económicas sean principalmente estudiadas por los gremios que van a ser afectados por ellas […] Así la representación popular deja de ser cuantitativa para convertirse en cualitativa […] Nada más afecto a la sindicalización que el corporativismo. Por lo tanto, nada más democrático.” democrático.”31 En la siguiente sección pretendo concentrarme en los dos elementos más importantes discutidos de esa concepción tal como se plasma en la reforma de 1953; me refiero al ejercicio de las libertades individuales y la reforma del Congreso.
La reforma de 1953 El gobierno de Gómez estuvo desde el principio inmerso en una serie de dificultades logísticas y políticas 32. Su posesión como presidente se dio ante la Corte Suprema de Justicia porque el Congreso no estaba ejerciendo sus funciones en 1950 debido a la situación de Orden Público y el partido liberal se había negado a participar en las 30 “Contra
el gobierno de Santos” p.191. 31 Recogido en Las ideas de Laureano Gómez , págs. 162-163. 32 Así, Álvaro Tirado, “El gobierno de Laureano Gómez, de la dictadura civil a la dictadura militar”. En Nueva Historia de Colombia . II Historia política 1946.1986. Planeta, Bogotá, 1989, págs. 81-82; James Henderson, La modernización en Colombia. Los años de Laureano Gómez 1889-1965 , págs. 510-511)
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elecciones alegando falta de garantías. La ya dramática violencia desatada desde el 9 de abril parecía no tener solución, aunque las finanzas públicas, públicas, como durante casi todo el periodo conocido como “la Violencia” gozaban de la estabilidad de los tiempos de bonanza económica. Gómez luchaba con problemas de salud que lo obligaron a dejar el cargo poco más o menos después de un año de ejercicio. En medio de todas estas dificultades, el ahora Presidente de la República insistió en la necesidad de adelantar una reforma constitucional que permitiera una mayor gobernabilidad y garantizara la tranquilidad en territorio nacional. Su idea original era encontrar un punto de encuentro con los liberales y por ello los convocó para que hicieran parte de la comisión que habría de modificar la Carta. Hacían parte de esa convocatoria personajes como Abelardo Forero, Adán Arriaga y Alfonso López Michelsen que rápidamente declinaron la invitación alegando diferencias ideológicas irreconciliables y sospechas de un proyecto autoritario larvado en la reforma constitucional 33. Con el partido liberal al margen, Gómez se enfrentó a una situación muy semejante a la de López en su primer mandato y decidió apoyarse, como López, en su partido. No deja de llamar ll amar la atención la coincidencia histórica: el auge del proyecto liberal de nación y la decadencia del conservador están vinculados por gobiernos sin oposición y ambos deben encarar las reformas constitucionales con una oposición marginalizada voluntariamente. Al contar con una Asamblea Constituyente mayoritariamente conservadora, el pensamiento de Gómez pudo cristalizarse al fin en instituciones que no alcanzaron a ver la luz por circunstancias ampliamente conocidas. La conformaban los más ilustres juristas del partido y el propio hijo del Ejecutivo. Ejecutivo. La lista definitiva de la Comisión de Estudios Constitucionales recogió los siguientes nombres: Francisco de Paula Pérez (presidente), Alfredo Araujo Grau, Eliseo Arango, Rafael Bernal Jiménez, Abel Naranjo Villegas, Carlos Vesga Duarte, Álvaro Gómez Hurtado y Eleuterio Serna. Que la Comisión pretendía plasmar el pensamiento de Laureano me parece bastante claro por las permanentes referencias al Presidente como motivador, no sólo de la iniciativa de la Reforma, sino de los puntos centrales a tratar, fundamentalmente en cuanto a la modificación del Senado, que Gómez señala en su Mensaje Presidencial a la Comisión. Para Gómez, como para la mayoría de conservadores, el 9 de abril representó el colapso del orden establecido desde los gloriosos tiempos de Caro y Núñez. La falta de una autoridad fuerte capaz de controlar los desmanes de ese día y no unirse a ellos, la virulenta reacción de los liberales exigiendo la dimisión de Ospina Pérez, las concesiones de éste para mantenerse en el poder y, por último, el clima de guerra campal en el Congreso no eran hechos de poca monta para quien defendía una visión orgánica de la sociedad. Con los ecos de este clima de catástrofe retumbando en sus oídos, los Constituyentes debían encontrar los hilos conductores que permitieran atajar la evidente descomposición política 33
Ver, por ejemplo la renuncia de Abelardo Forero ( Cf. Estudios Constitucionales, Tomo I p. 45).
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y social del país. El discurso de posesión de Gómez es uno de los mejores ejemplos de la nueva actitud regeneradora regeneradora y de la división entre ley divina y ley positiva a la que he aludido anteriormente. El siguiente aparte me parece condensar bastante bien sus ideas al respecto: “Quien acaba de prestar promesa ante vos, Excelentísimo señor Presidente de la Corte Suprema, es hombre de convicciones arraigadas que ha querido buscar durante el decurso de su vida la verdad y la justicia en el fondo mismo de los hechos sociales y políticos, sin satisfacerse satisfacerse con el mero cumplimiento de las formalidades fo rmalidades externas externas que el derecho positivo trata de interpretar; en la vida de relación de la sociedad, los eternos principios de la ley moral, consubstanciales con la naturaleza humana. […] Primordial a todas las regulaciones e instituciones de los hombres, no se modifica por ellas sino que las anula cuando la desfiguran y adulteran. Entre las dos legislaciones a que el linaje humano está sujeto hay una prioridad esencial que hace inválida la legislación positiva cuando trastorna los preceptos de esa ley moral que existió siempre y subsistirá mientras la naturaleza humana no cambie, vale decir, perpetuamente, a pesar de todos los intentos de la malicia apasionada o los desvaríos filosóficos para desconocerla.” desconocerla.”34 La ley moral es una marca indeleble en la conciencia de los colombianos, así que no podría hablarse en sentido propio de un proyecto de “restauración moral” en el caso de Gómez. De hecho, el pasaje deja claro que el orden moral puede destruir cualquier organización política humana. Así que la ley fundamental está clara y el disenso no puede surgir en torno a ella sino en torno a cuestiones puramente mundanas acerca de la organización del Estado mediante la ley positiva 35. A estas cuestiones se refiere Gómez en sus propuestas tecnocráticas. La ley moral, omnipresente y general, reaparece en la discusión de las libertades individuales con particular dramatismo, mientras la ley positiva reaparece en la discusión de las ideas corporativistas, corporativistas, como espero mostrar en las dos secciones que siguen.
a) Las libertades individuales El elemento vinculante que Gómez buscaba para su reforma no podía ser, por supuesto, cualquier tipo de mayoría por votación directa. Debía tener otro tipo de legitimidad derivada de una autoridad superior y divina que apelara a la vieja idea de la unanimidad moral en torno a la religión católica. La Reforma de 1936 bajo la primera administración López había buscado la legitimidad en la autodeterminación de los pueblos, pero en el pensamiento de Gómez la autodeterminación sólo se produce cuando está en consonancia con la idea de bien común, imperecedera imperecedera por ser emanada de Dios. Su discurso de posesión no deja dudas al respecto:
34
Discurso de Posesión recogido en Manuel Monsalve M. (recopilador) Colombia. Posesiones Presidenciales 1810-1954. Iqueima. Bogotá. p. 499.
35 Ibid.
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“La gloria jurídica de nuestra República consiste en que la Carta Fundamental y la universalidad de las leyes están inspiradas en el concepto cristiano de la vida del de l hombre y de la sociedad civil. […] Cuando se borró el nombre de Dios del preámbulo de la Constitución, cuando se adulteraron los sabios principios que regían la sana y benéfica concordia entre las potestades civiles y las espirituales, […] dándonos en cambio una estructura contrahecha que forzara al pueblo a transitar rencorosos caminos revolucionarios.” 36 La Comisión comienza su trabajo reconociendo la necesidad de introducir la autoridad divina como soporte para cualquier tipo de autoridad. No es, como puede percibirse, percibirse, un cambio menor: con él entra en juego la idea de que principios como la igualdad o el respeto por la vida no pueden justificarse desde una posición laica sino que pasan siempre por una justificación metafísica y teológica. Si la República Liberal usó la Reforma del 36 como punta de lanza en su concepción laica y abierta del Estado, la frustrada reforma del 53 tomó por tarea primordial el proyecto de identificar moral y ley usando la autoridad divina para garantizar el vínculo. El proyecto de la unanimidad moral estaba casi consolidado en tanto las posibilidades reales de actuación del ciudadano estaban condicionadas por su pertenencia a la iglesia católica. Una lectura más detallada del proyecto de reforma puede aportar pruebas a favor de esta conclusión. En particular, en el apartado de la libertad de cultos encontramos una permanente tensión entre la libertad religiosa y la idea de la unanimidad moral. De ese tenor son las siguientes afirmaciones: “Nadie será molestado por razón r azón de sus opiniones religiosas, ni compelido por las autoridades a profesar ni a observar prácticas contrarias a su conciencia.” “Es permitido en templos o en recintos privados el ejercicio de todos los cultos que no sean contrarios a la moral cristiana ni a las leyes. Los actos contrarios a la moral cristiana cri stiana o subversivos del orden público que se ejecuten con ocasión o pretexto del ejercicio de un culto, quedan sometidos al derecho común.” 37. La curiosa mezcla de legalidad y moral cristiana genera otras curiosas oposiciones en el texto y aunque es coherente con el pensamiento de Gómez en donde la libertad humana tiene connotaciones espiritualistas, no puede aceptarse como base para la aplicación al ámbito civil de una determinada libertad, como por ejemplo, la libertad de culto. Esta posición también trae repercusiones cuando se consagra la libertad de enseñanza: “La educación pública primaria, secundaria o profesional, costeada o auxiliada por el Estado, será organizada y dirigida en concordancia con la religión religión católica”38 36 Ibid. 37 Estudios Constitucionales , 38 Ibid .
Tomo II, 394.
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“Se garantiza la libertad de de enseñanza. El El Estado tendrá, tendrá, sin embargo, embargo, la suprema vigilancia de los institutos docentes, públicos y privados, en orden a impedir abusos que frustren los fines propios de la cultura, que son la conveniente formación intelectual, moral y física de los educandos.”39 Parece colegirse lo mismo para el derecho a la libre asociación y agremiación 40 y para la l a libertad de expresión41. Al instituirse el unanimismo moral, el paso al unanimismo ideológico no es sorprendente: la base de acuerdo sobre lo fundamental es tan amplia que el desacuerdo real desaparece. Unificados los principios morales, unificada buena parte de las ideas porque el modelo de sociedad está dado en términos de la moralidad cristiana y no en términos de un contrato social, falaz en opinión de Gómez. Un análisis más minucioso permite encontrar en el texto posiciones difíciles de conciliar a nivel práctico, como por ejemplo la idea de división de poderes y la posibilidad de que el Presidente pueda tomar posesión ante la Corte Suprema o inclusive ante dos testigos 42. Así, el Congreso pierde algunas de sus atribuciones legales y, como veremos en la próxima sección, también su posibilidad de ejercer el control político se ve fuertemente disminuida. La necesidad de controlar cualquier manifestación que se salga de los estrechos límites consagrados en la nueva Carta plantea numerosas preguntas a un lector desapercibido, pero no debe resultar extraña para quien conoce un poco el pensamiento pensamiento político de Gómez. Góm ez. La unanimidad como principio de reconocimiento, el estrecho vínculo entre ley y moral cristiana, la división de poderes entendida como mecanismo tecnocrático y no político, la necesidad de que el Estado refleje la estructura social que se supone justa, la anulación legal del disenso; todos estos factores conviven en la particular noción de democracia cristiana. No puedo cerrar esta esta exposición sin hacer referencia referencia a otro artículo de la Reforma que me parece un curioso ejemplo de tal modelo de pensamiento: “El Estado colombiano condena la lucha de clases y promueve la armonía social al amparo de la justicia” 43
b) Corporativismo La situación del Congreso en la administración de Ospina Pérez, huelga decirlo, era caótica: en particular en la Cámara de Representantes los ánimos exacerbados habían conducido a la agresión verbal y física. Lo impensable terminó por producirse luego del 9 de abril y al poco tiempo de la muerte de Gaitán el clima de guerra campal concluyó con el desafortunado ataque del que fue víctima Jorge Soto del Corral. La necesidad de reformar el Congreso no era una iniciativa nueva: el gobierno de Alberto Lleras había adelantado una reforma en 1945 con la cual se había dotado al Senado de Comisiones Permanentes para la discusión de temas específicos. Era lo más cerca que la República
Id. p. 398. Id . p. 397. 41 Id . p. 396. 42 Id . p. 407. 43 d . p. 397. 39 40
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Liberal había estado de una concepción tecnocrática del Congreso. Pero no era, en absoluto, la primera vez que se proponía la idea de darle a los gremios una representación en el Parlamento. Miguel Antonio Caro en 1886 había señalado las dificultades de un Congreso que no hiciera diferencias entre la representación representación directa de la Cámara Popular y la representación cualificada de la Cámara Alta que incluiría “los miembros orgánicos del Estado, clases, órdenes o intereses intereses sociales en cualquier forma organizados…” 44. Por la ausencia de esos grupos organizados que defendieran los intereses sociales, Caro proponía la designación presidencial directa de seis Senadores de entre el alto clero, los militares, los empresarios, los agricultores y los intelectuales45. Se trataba, en esencia, de una propuesta que reflejara la estructura social del país en el Congreso y de un Senado que le permitiera representación representación a los gremios. La iniciativa no se limitó al partido Conservador. Una de las figuras liberales más importantes, el general Rafael Uribe Uribe, expuso en 1904 ideas de representación gremial todavía más radicales: en su propuesta el Senado se convertía en “una Cámara del trabajo” a la que accedían miembros elegidos “por los gremios, g remios, los propietarios urbanos y rurales, el comercio, el tráfico y la navegación, los agricultores los industriales y obreros, los mineros, la Iglesia, el Ejército.” 46. La Cámara de Representantes era el órgano de representación numérica del grueso de la población. El argumento de Uribe Uribe a favor de la reforma del Parlamento es que éste “ha de ser como una reducción fotográfica del país…”47 y que la Cámara del trabajo puede garantizar que cada grupo económico o social se apersonara directamente directamente de sus intereses. Una de las propuestas corporativas más completas era la del padre Félix Restrepo que proponía la representación de la iglesia a través del Arzobispo de Bogotá en calidad de Senador vitalicio como los expresidentes 48 y la elección de los representantes de las universidades mediante votación interna. El sistema incluía una propuesta de organización para otros gremios, la determinación del cociente para la cantidad de Senadores corporativos y la exigencia de título académico para los representantes de los obreros y campesinos49. La Comisión de Estudios Constitucionales recogió estas ideas como elementos que le pudieran dar legitimidad a la Reforma de 1953. Afirmaban sus miembros que, por el origen diverso, las ideas de representación gremial no tendrían color político. Sin embargo, la Comisión era consciente de la difícil tarea que le aguardaba con varios medios de comunicación que denunciaban las ideas corporativas como fascistas y con un partido liberal ausente de las deliberaciones. Buena parte de las primeras sesiones se dedicaron a discutir si la reforma propuesta era o no corporativista, dada la connotación peyorativa que Constitucionales , Tomo II, p. 311. Id p. p. 311. Id p. p. 313. Ibid. Id . p. 372. Id. p. 373.
44 Estudios 45 46 47 48 49
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estaba adquiriendo el vocablo entre la opinión pública. De hecho, una genuina reforma corporativa se discutió ampliamente en las sesiones de la Comisión pero la mayoría se inclinó por una conformación mixta del Senado, con un miembro “funcional” funcional” por cada miembro político y con los ex-presidentes y vicepresidente como senadores vitalicios. En la versión final se incluían 15 voceros de distintas corporaciones industriales, ganaderos, comerciantes, agricultores, trabajadores, universitarios, clero, etc.- 50, para los que se proponía una elección interna sujeta a una ley nueva. Se consolidaba así la propuesta “mixta” con un Senado parcialmente funcional. No era, desde luego, la posición más radical al respecto pero la Comisión conseguía llegar a un consenso en torno a uno de los puntos centrales que el Presidente le había marcado como tarea. El Senado tendría 15 representantes gremiales. Resuelto el problema de la proporción de Senadores funcionales, era necesario resolver problemas como el umbral electoral para los Senadores políticos, si debía darse un número fijo establecido, aumentar la cantidad de votos necesarios con cada nuevo censo o establecer un cociente – posición posición por la que abogaba Álvaro Gómez-. La propuesta final incluía la idea de que habría un Senador por cada doscientos mil habitantes y uno por cada fracción no menor de cien mil habitantes, pero su elección no sería directa, sino a través de “un Colegio Electoral de cinco miembros que se formará con el voto de los Concejos Municipales y funcionará en la capital del Departamento cada seis años, únicamente para los efectos de esta elección.” 51 La reforma incluía, entonces, no sólo la idea de los Senadores funcionales, sino de Senadores políticos elegidos por una votación de tercer nivel, lo que le daba a esta corporación una configuración totalmente nueva en la que el problema del sufragio universal se resolvía de tajo: no habría elección directa y fuera de un determinado gremio o Colegio Electoral. De esta forma, la reforma recortaba todavía más la posibilidad de representación directa en el Senado y conseguía cristalizar uno de los más antiguos anhelos de Gómez, que el Senado reflejara la estructura social y política del país. Un Senado de alta calidad cuyas funciones estaban más cerca de la discusión específica de proyectos de ley que del control político al Ejecutivo cuyo poder crecía así desmesuradamente. Esto no era para Gómez un motivo de preocupación; por el contrario, extendía también al Senado la idea de democracia como unanimidad ideológica y le dejaba a la Cámara de Representantes la función propiamente política del Congreso. Era la justa proporción de disenso que Laureano podía aceptar como pensador pensador político y como Presidente. *** Laureano nunca pudo ver los efectos de la Reforma del 53 en la vida nacional; la dictadura militar y su participación en el Frente Nacional 50 51
Id . págs. 403-404. p. 403. Id p.
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parecen haberlo alejado definitivamente de toda discusión doctrinaria o ideológica y haber acentuado el espíritu técnico de sus concepciones. El curso de la historia política del país y no el de su propio pensamiento, de marcados tintes fundamentalistas, lo condujo en esta dirección. No era, en mi opinión, una apacible adaptación a la realidad lo que convenció de seguir esta línea de acción; era el desencanto de una realidad grosera que se resistía a entrar en el sublime molde que él, con la invaluable ayuda de los pensadores cristianos y conservadores, le había diseñado. La opción que le quedaba era encomendar el país al poder de la Providencia, única guía confiable en esos tiempos oscuros; la última línea de su discurso de posesión me parece condensar bien este sentimiento: “Los hombres no somos sino briznas de yerba en las manos de Dios. Quiera su mano omnipotente salvar a Colombia.” 52
52
Discurso p. 508.