LARRA, CRÍTICO DE SU ÉPOCA: LOS ARTÍCULOS LITERARIOS, DE COSTUMBRES Y POLÍTICOSOCIALES. 1. INTRODUCCIÓN: La corta vida de Larra transcurre entre el año 1809 y 1837. Se trata de un momento muy convulso de la Historia de España en el que se suceden la Guerra de la Independencia, la primera Constitución liberal (1812), la Década Ominosa (absolutismo de Fernando VII) y el Trienio Liberal. El padre de Larra era médico afrancesado, con lo que tuvieron que huir a Francia para salvar la vida. Esto influyó en la primera educación de Larra, que fue francesa. A la vuelta, empezó una carrera que jamás terminó y con sólo 19 años publicó un periódico unipersonal, “El Duende Satírico del Día”, donde comenzó a escribir sus artículos. En ese momento la censura era total: sólo podían publicarse los periódicos permitidos por el gobierno y Larra fue todo un revolucionario al comentar “El Correo Mercantil”, el periódico oficial sobr e literatura. Después de un parón de tres años para escribir teatro y novela, Larra volvió al periodismo con otro periódico hecho por él: “El Pobrecito Hablador ”, con el pseudónimo de Juan Pérez de Mungía. Más adelante, tras la muerte de Fernando VII, fue redactor en “El Español”, un periódico de categoría equivalente a “The Times” en Inglaterra, y fue allí donde percibió un suculento sueldo anual que le hizo ser el periodista mejor pagado de España. Firmaba con el pseudónimo “Fígaro”. De hecho, Larra es el primer autor que vive de su trabajo en España, como había hecho en Francia Flaubert. ¿?¿? Tras una serie de problemas amorosos (se había casado mal y pronto, como como el título de uno de sus artículos; artículos; su amante amante lo abandonó) y la frustración frustración de su vocación política por la Sargentada de la Granja (que le hizo perder credibilidad por ponerse junto al Ministerio) Larra se suicidó a los 28 años. En su obra en general se percibe que es un liberal anclado en el XVIII: su educación es clásica y por tanto la forma de su obra es como tal, pero sin embargo, sus ideas y espíritu son románticos. A lo largo de su vida pasa por el optimismo, el pesimismo y la amargura. Estos últimos, que lo llevan al suicidio, los expresa de forma magistral mediante la ironía, algo que ya había hecho Quevedo, lo que hace que muchas veces se los identifique. Los ámbitos de su prosa son cuatro: 1) 2) 3) 4)
Concepto pesimista del mundo Desgarrada visión de la sociedad española Conflicto entre los ideales y la realidad Expresión de aguda subjetividad.
Esta subjetividad es materia de su obra. De ella decía Azorín que tenía un “Personalismo conmovedor y artístico” . Predomina en su obra la sustancia sobre el gesto, con una sinceridad lacerante de la que carecían autores como Espronceda. Escribió poesía, teatro y novela, todos eclipsados por su magnífica labor ensayística.
2. LARRA, CRÍTICO DE SU ÉPOCA: Cuando en 1828 empezó a escribir en “El Duende Satírico del Día”, había censura. En ese momento carecía aún de la ligereza verbal que lo iba a caracterizar, pero sí estaba presente la ironía en la literatura de su tiempo. La producción de sus artículos tenía temas intercalados, era rica en número, pero su clasificación resulta bastante sencilla:
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Artículos literarios Artículos de costumbres y político-sociales.
Estos últimos son los más característicos e importantes. Usa en ellos un lenguaje fuerte, mordaz y pesimista donde pretende mostrar la decadencia de la sociedad. Así, se convierte en un precedente indudable de final de siglo. En él, se ve una triple intención en sus propósitos:
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Social Moral Ideológica.
Se preocupa por el progreso de la sociedad, busca su sentido humano, lo que nos acerca a la modernidad mostrada en el contraste entre la realidad político-social y su propio “yo” romántico”. Su mirada se dirige hacia al progreso se la sociedad, una profesión de fe. Será un foco de luz frente al oscurantismo español que se fue arrastrando durante siglos. Otro rasgo de modernidad fue el buscarse un público. En Quien es el público y dónde se encuentra nos hace un cuadro de costumbres de la sociedad madrileña, además de mostrar la preocupación por quienes le leen. Transmite a este público su pesimismo, el mismo que lo llevaría al suicidio. La manera de intentar soslayar esto es a través de la ironía, al igual que Quevedo o Umbral. Ridiculiza tanto la pedantería de los afrancesados como la pereza de los castizos y la burocracia:
En este país: Hace una crítica a la expresión “en este país…” de forma tan
negativa. Critica que todo el mundo diga esa expresión para ocultar sus propios defectos, y que lo achaquen todo a la sociedad española, como si en los demás países no hubiera suciedad, mal tiempo, etc. El castellano viejo: Modelo de la sátira III de Boileau a imitación de Horacio. Convite a comer y repugnancia del invitado a aceptar: las personas que iban a amenizar no acuden, hay estrechez de la mesa, una comida engorrosa… pero tiene más movimiento la de Larra que las predecesoras. Don Braulio, un funcionario no mal pagado y poseedor de algunos bienes de fortuna es el representante de la clase social a la que pertenece: la clase media. En este artículo la dimensión social de la sátira está fuera de duda: este es el rasgo esencial que diferencia al español de otros satíricos europeos, su sentido de REGENERACIÓN. Vuelva usted mañana: Caricatura literaria de la burocracia. Proccede por contraste, contraponiendo el acelerado ritmo de la burguesía de la revolución industrial a la pereza y falta de actividad de la sociedad española, alejada aún del afán capitalista. En ella, Ms. Sans-Délai solo encuentra dilaciones. Tiene suspicacia nacionalista, sólo se ve en el
extranjero al explotador. Hay además una adelantamiento material y cultural del país.
preocupación
patriótica,
el
El elemento común de estos artículos es la forma en que España vive de espaldas a Europa, a la ciencia y a las buenas maneras. En el momento de las guerras carlistas, Larra critica lo negativo del liberalismo y el tradicionalismo carlista. Hace de espectador, de vox populi de su época, y contagia al pueblo de su visión (positiva-moralista-escéptica-pesimista). Larra es testigo de la decadencia de un segundo siglo de oro español que culminará con la pérdida de las últimas colonias en el Desastre del 98. Uno de los artículos que reflejan este pesimismo es:
Una noche en un baile de disfraces de Madrid acaba extrapolándose gracias al Diablo Cojuelo en una exposición de toda la hipocresía de la sociedad española. El
mundo
todo
es
máscara:
Por debajo de la crítica más dura está siempre presente un Larra sincero y patriota, aunque más de uno no llegó a entender esto último. Ángel del Río dijo respecto de su pesimismo: «El pesimismo de Larra nace del choque entre lo que él veía en la realidad y sus aspiraciones ideales; entre los que España era en su tiempo y su alto concepto de lo que hubiera querido que volviese a ser»
3. ARTÍCULOS LITERARIOS: En los periódicos en los que Larra fue redactor, se encargó de la sección de teatros y crítica literaria. Para él, el teatro no es un divertimento, sino que debe convertirse en rector de la opinión pública: tiene una finalidad ética (Reflexiones).
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Su escritura en este ámbito es cómica, debido a la ínfima calidad de la literatura de su época. Ofrece el mejor panorama de la vida teatral de la época en Madrid. Es quien mejor supo valorar las obras en su tiempo. Para ello no sólo hizo la crítica de la obra dramática, sino que también examinó la actuación de los actores, la reacción del público y la parte correspondiente a las empresas.
Alertó sobre los peligros del drama histórico, por su falta de veracidad, los errores y su mala caracterización, pero su formación clasicista no le impidió admirar la nueva literatura Romántica, como la de La conjuración de Venecia (Martínez de la Rosa, Los amantes de Teruel (Hartzenburg), El Trovador (García Gutiérrez). Sus ideas literarias se encuentran muy bien expresadas en su artículo (1836). Algunas de ellas son:
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“La
Literatura
literatura no puede ser nunca sino la expresión literaria de una época”. “La literatura es la expresión, el termómetro verdadero de la civilización de un pueblo ”. La ausencia de reforma en el XVI y del nuevo espíritu filosófico hizo que la literatura española tuviera un carácter especial, no hubo nunca una literatura de pensamiento.
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“La novela, hija toda de la imaginación, se vio mejor representada entre
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nosotros, y en una época en que no era ni siquiera sospechado el género en Europa”. Cuando decae la novela, sólo hay teatro copiado del anterior francés. Larra espera una literatura que nunca llegó “El gusto es relativo ”
Pero sin duda, lo más relevante es la reflexión sobre la libertad que hace, lo que es el punto fuerte de su condición humana: “Libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia ”.
4. ARTÍCULOS DE COSTUMBRES Y POLÍTICOS: Los artículos costumbristas de Larra se confunden y entremezclan con los políticos, de tal manera que es difícil deslindar por completo los unos de los otros. En los artículos costumbristas de Larra no hay nota pintoresca, le interesan las personas, sus palabras, opiniones, sean divertidas o absurdas. Lo rodea un mundo de gentes poco racionales. De esta manera, no pierde el tiempo en describir tipos o ambientes, sino que prefiere profundizar en lo humano, en sus consideraciones políticas y filosóficas de la sociedad de su presente. Esta actitud la compartían los dieciochistas Feijoo, Cadalso y Jovellanos. Tras la muerte de Fernando VII y el levantamiento carlista, Larra abordó por primera vez la sátira política. Le dio tanta o más popularidad que la sátira de costumbres. Los artículos más numerosos se refieren a los liberales (entre los que él se encontraba). Abarca tanto la actuación de los gobiernos y de los estamentos como otros aspectos de la vida política. Algunas de las ideas políticas de Larra eran:
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Ser contrario a la pena de muerte Contrario a los duelos de honor Contrario a las corridas de toros.
Parte de una postura aristócrata, para él la “inteligencia aristocrática ” hay que entenderla como la de una minoría selecta y culta que debe influir en el resto de la sociedad. Pretende llamar la atención e interesarse por el pueblo inculto y explotado (Se parece a las teorías de Ortega y Gasset). Críticas: pereza, brutalidad, hipocresía, sistema penitenciario y sus modos.
insensatez,
la
instrucción
pública,
Tiene ironía y sabiduría al criticar poniendo de por medio a un extranjero (Vuelva usted mañana) . Tampoco se libran los cursis, falsos eruditos, los calaveras, los petulantes y la censura. Expone un dilema contradictorio: “¿No se lee en Madrid porque no se escribe o no se escribe porque no se lee? ”. Es un pesimismo que se va subrayando de forma reticente en artículos como:
Pesimismo cuando consigue su ansiado puesto al comprobar que no puede publicar todo lo que le gustaría y como le gustaría porque la censura imperante se lo prohíbe. La polémica literaria: Un joven periodista va al estudio de Larra y le pide consejo para rebatir la opinión de un escritor sobre un artículo suyo. Larra había iniciado el artículo haciendo ver que los Ya
soy
redactor:
lectores asimilan los tipos de los costumbristas a alguien concreto, sin comprender que sólo son eso, tipos. Por eso, le responde al joven que critique defectos físicos, laborales, etc, que haga reír, porque a la gente poco le importa las razones: le interesa la riña y la diversión, no son capaces de ver más allá. Horas de invierno: Haciendo un resumen de la situación de política exterior en España en los últimos años, Larra llega a la conclusión de que en España no se puede escribir nada porque nunca tendrá eco ni dentro ni fuera del país. Concluye diciendo que más vale traducir lo que otros han dicho ya. Escribir como escribimos en Madrid es tomar una apuntación, es escribir en un libro de memorias, es realizar un monólogo desesperante y triste para uno solo. Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y violenta.» «
Así, Larra se lamenta de una situación y una sociedad que están hundidas. Tiene antipatías y una crítica feroz en contra, postura que es un malintencionado e rror, porque Larra critica para despertar del sopor, para remediar los males. Es una posición clara y nítida de la política del momento presente, representada en la censura absolutista. Esto nos señala el carácter íntegro del autor, muy raro en su tiempo, porque aquellos entornos estaban plagados de aduladores a los que Larra critica en su artículo El Ministerial , y en múltiples referencias a la llamada “cuestión de los empleos ”.