m* ROBERT FOSSIER
LA SOCIEDAD MEDIEVAL Traducción castellana de
JUAN VIVANCO
0,fr.
A
INTRODUCCIÓN En el tímpano de San lázaro de Autun, en el de Bourges y en offo§, los resucitado| §e apresuran hacia el iuga, ad Juicio. como en
las sinfin a las que, más turde, t", oríirtro la Muerte, esiinLprr_ sentados todos los <
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hacer una hir;;r;;;;;;"1 de la Edad Media. pero no debemos ranzar rat ,amponii ái ruao. cuon¿i-ilriiólogo o el economista de hoy ?tu 4" i"r"itiloi a"scribir un grupo social, se fiiará más en er nivei de ,¡¿a ¿" lii''nl*oQ que lo componen que en sus reacciones mentales, en la naturaleza de-su quehaclr en su papel en la nación. para ét no habri octase ,inr¡"rl"t: obrera, sino que descubrirá o,breros'olrorarios>> y «mensua-les», :: p e que ño s c ome rc i ant e s y e s tud i ant e s. D i s tin g uirá noi, otii' o vindicativas y otras atenazaao, por " rt i, y conservadbres, jóvenes y viejos. mentos, la extrema movilidad que los an¡*i, ío, n rioi-rt^¡i"1"¡rr", que impone continuamente_ nuestra época ie movim¡eni idea de «clase» resulte ambigua, , se use este término en una acepción fan amplia que se difumine: clas¡e de los op¡*¡¿rr,'ii"rí ¿" los explotadores. para er hisñriado, a" iiy,-ra homogeneidad de esrcs grupos sociales puede ser de corta duracíán, pero su aglutinante mds sólido es ra conciencia de un.destino ;;¿;;rr:;, común a quienes ros forman- ¿Podrá irutentar semejante anárisis n*roriá)"-ir"ú"
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Quedan- rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las Ieyes, la reproducción total parcial o de esta obra.por cualquier medio o procedimiento, tu
tratamiento informático, préstamo públicos.
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"oo,p..ndido, y la distribución de ejemplares de ella -.aiunt"'urluirá, "t o
Título original: l l
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LA SOCIÉTÉ MÉDIÉVALE
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Revisión de JOAN BUSQUETA Cubierta: Enric Satué Ilustración de la cubierta: cristoforo De predis, De sphaera, miniatura, Biblioteca Estense, Módena.
@ 1991, 1994: Armand Colin Éditeur, parfs
O 1996 de la traducción castellana para España y América: ___qlIICA (Grijalbo Mondadori, S. e.l, Ár"g", :iS, OSOr: Barcerona ISBN: 84-7423-700-9 Depósito legal: B. 6.594-1996 Impreso en España 1996.
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NOVAGRAHK, S. L., puigcerd¿, 127, 08019 Barcetona
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ii iir¿ *, níri.ra'iiini;;t;;d";rt#;;';;"
luego que no. Bastante nori no dejarse llevar por las trustones?:tO" que suere acarrear una dispersión tan enorme de ras fuentes. Aparece así el primer obstáculo: u drá que realizarse con pequeñas calas, deberti conformarse
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con aproxi-
INTRODUCCIÓN
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
8
a esta maciones, tolerar la tiranía de los «mdrgenes»' ¿Podrd-elevarse que época' la de noción de «clase»», no reconocida por los perusadores mezclados? destinos áe estos debemos buscar leg*tm.iminte eru'medio vaSo; todavía ¿acaso el historiador no contornos sus dibujar Para *rnñtidoá", que en el d.e.recho, en deberá hacer nuis n¡"iriíi en los la fluctuación de los precios' los estallidos de vioteni'¡a- que en 'i¡iri-iii apasionante' duda sin pero diflcil' tarea ina rn las leves? Es una dificultad añadiEn cuanto a los c,itirios aplicailoi' p'oio'an
,"-lit
durantelosmilañosdesuhistoriamedieval,manteniendolasuficiente
y aparezcan altura como para que se difuminen los matices secundarios
obliga a buscar como.terreno de observación aquede desarrollo' un mismo ttas reiroies de Europa dánde un mismo ritmo
till ri,tiri pi¡"cipiles,
niveleconómicoyunmismocomportamientomentalsosteníanglobalal estudio de los países Áen¡e et movimiánto. l,o cual tmplica renunciar cristianos y propició principios a los sustitu;ó iiia" U ley rnusulmana la España central el establecimiento de otras relaciones sócialei' como
mucho tiempo
*"iafonrt entre los siglos vru y xta, o que estuvieron 'ri¡riro, con ropaies bízant¡noi, como el\ssur de ltalia antes del siglo xt. ioiporc sería muy provechoso hacer un repaso rápido yde -los pals.es contenido ,iuírii, yo que hay áemasiada d'iferencia en la evolución elparal.elo no
al igual que.nosoao,io cabe d.uda de que los himbres de esta época, cuerpo social por el en oposiciones creadas 'iiñiiurr, sensibles'ala las muchas nociones Pero iepindencia económica' el dinero o
y
i*-ii*irrt
Este y el Oesie como para que el esrudio mod'o que oit' *í p"'*anece la c-ristiandad fir"rro 'latina de'pueblos muy diversos, admitidos en concierto de óccidánte, ella fi7enor rapidez, *,i, o *'not aptos para iu-gar en
;;t,'Ír;;;"
paii clasi¡car a los-individuos carecen de valor el peso de la lev iryiináto. Todos losliÁ¡'"t l-o casi todos- sentían su moral' pero en cambio no servíqn
y regía dlvlna, que acompasobo ,u, vidas §er¡a un error no contar entre los arn'nii¡"'iid¡cis' tanlan los mismos sáciedad el peso de los preceptos -religi.o'sos rnotores de poco diversificao el entreclicho iurtdico' É" yry sociedad
';lr*;;;t
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ilpiroriuor,
la autoridad' la teoría ocupó
d'e da aún, pero muy ,"rtA''áí irg'umento materialista' y lo irraciolugar más dertacad'o q'e en"nuestro Yunlo un 'iálíi"i,¿, que nos parecen sociales actitudes unas por íí solo
explicar
aberrantes,Habráqu,bu"o'lassucesivas«motivaciones>'delossiglos
lo'- h'ombres' pese a las numerosas contradiccio' medievales, d'oao sociedad a través de sus preiuines en que incurrie*i,-opi""n'on^s.u decide en función de las popular ipinión cios, al igual que -liás-aeiá que es' "otiiittTá considera que se lo ¿páca' un hombre es una máscara tapa qnte un finalrnente, 'nU¡mo.obstdculo: clérigos' que durante.mucho tiem' ta ,iibioi'*ááitrot,- pi"ita por los Sin duda' a partir oa fue¡on los únicos í,poiito'iot del arte de escribir' qntes estafecha, et.hisde dudatambién, momlizador y monie, del p,eroratas ¿rUurd coteiar las
q'i
*"nr*iiirt,
t;rti!ñ';;;i;
rrlíiiii¡" áitn¿nr'iulio¿o 'iiliÜeuui ion toi li"io*' abn dt arte, Lo cuat
qu"'t" proporcione el arqueólogo o la iá-iipUe que de in *undo en el que triunfan sobre
el símbolo'.nos haya quedado paraiuztos miembros de una casta
oraly lo r*uoi il s"tu) ';;;;'r;;i;'todo aquello" que'es-cribieron tado lo
nada competentes' Su vocabu-
nduclda, atentos y tal vezhonrados' pero lerlo,comoverelnoscon.frecuencia,-esvagoycontradictorio,ynofacia' q'á nátn las palabras ambiguas llta la tarea Ael n*toriaíoi-i p'"*i y ahora. _como «libertadr_ liirii"'r"""r el mismo sentido entonces
trata de delimitar el campo de Me encuentro máí cómoda cuando se pero h-abía que realizar una elección astudio, También n"l in'"í*des' una sociedad
que resultara
poro'aiiitiae' iágub la evilución
de
económico
intr,
"i muy afiificioro-'D"
ella con mayor o
lafe u" pipa pieponderante, piro todos ellos marcados mezcladns estrechamente encuentran uno, Lroi ¡irldicos en lis que se otraiustide afllta Porque germanos.' los áe io ri¡turniio de Romay h jr:oíion cronológica, ál *"no, si podrd decir que la historia social de 'la romqno se Edad Media ámpieza cuando a uno y otro lado del limes económi' prácticas y un orrrrornirnto de los usos mentales la1 ;:rrd;r" 'ro, d" los dos mundos hasta entonces irreductibles' Es así como nos )iron ro*o, con la Hispania y la ltalia latinas' las islas celtas y saiopor
rornanay
nas, Galia, Germania y las tierras escandinavas' ya que' lo mis' Desde luego, en ,rt" *o,,o habíafuertes contrastes' de un toscano' el como era no danés un de el tumperamento mo que hoy, uiiurgrai d.e Gante idéntico al de su eq.uivalente g.enovés' Peru n¡ rí es diffal margen de las reacciones naturales propias de cada etnia, no por preocupación la lugar primer y cil encorutrar puntos en común, en y la clerical clase la de dominio prolóngaáo salvac¡ón, que explica el ta ";r;;;";;;;; lueso tiempo; su de miserias las ánte hum¡tdes aL ut *dt trni*o, el vigor de los «lazos carnales», recurso de los desheredados 'pero y
i"
tamtambién"principal fundamento de las.aristocracias laicas; U¡¿n ,t deseo de formir parte de un conjunto acabado' ierarquizado' preten-den ser singulaestable, del que son excluidos todos aquellos que
desconocido'-a lo ii o ¿liftoi"s' Por último, el miedo a lo nuáo' aunlomundo temible' el mar €l omal uso>>, es un l" novelté iitlslitit 'áirZn¡rro erwiado de Dios o del Diablo? No fal' paso, que estd de
¿un
pero toi, ¿rta, iuego, el *árino áudaz ni el aventurero o el peregrino' que al mundo por un ¡os'd.emás viván sumidos en la angustia generada
ill' 10
LA socrEDAD MEDTEvAL
wrnooucclóN
no se sabe dominar No es que se trate de una sociedad inmutable, pero estos rasgos se manilenen durante mil años, ro m¡sma*qri""n liironomía ly estrecha dependencia ¿, to roiuioizo. Corwiene, por otra parte, hacer la siguinte salvedad: los grupos so_ ciales no viven al ma.rsen de lasÍuerzar"¿rlo naturaleza. Sin caer en un d rmi y x.m g e o g r áfic o q u u ák, i, i i*pl 7.e 2 ", o del cEmL. x n, h, b, i";- r;;;r-o t " n _ ción a la influencia der ririeve En suma, nuestra repión se div.ide en dos zonas, bien detimita¿o, ,¡ o orillas del mar latino, las lluvias, v¡otenias t
;
El camino a recorrer también esú determinado por las
observaciones anteriores. Si la «Edad Media» se disting-ue de la Antigüedad es por el desplazamiento del *orro g"ogr,i¡Árn' qu" ,e *u"ri, sus.fuerzas t:*r*_ uivas,
por
ti*bre
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uini.
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no siempre- es lafni.gil
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"niii,
"s*li. ri;:,:;;";r;;7:r" jiit,
i, íir'ii" ,rrrl*ir",
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dicir;ción
cinco primeros sistos_yedigvale¡,
los
y-1tiri"¡r,r" i" ,;;";r;,;;;;:;
r; buscar un hito es purq teoría o fastidioro iiiino. Luego, en una lenta gestaiión _unos dos siglos_ entre 900 I0g0 según los lugares, se ua pefilando una ,o"¡r¿ad en la que las necesidades de la familia y ios interes^ ir, grupos.se
,r"
y
ii"ro
i" equilibran, en l2económíco prlaárii"11:iq* trlira¡"r, la retajación sobre et miedg' Tbdo lo que re da a ra Edad Medíaeuropea su rugar en ra aventura humana surge durante los tres o ,;;;; siglos que van de los normandos al lecho de muerte de san tu¡s: it aumento demogrdfico, la apropiación definitiva del suelo, la red de caminos, p,riÁ"flááln*_ mo, y también la victoria de la pareja "l una Europa y el despegue de con_ quistadora de los otros mundós. i"á" q;;í;;';;;;;;;r;; la
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tó en su -y imperio. Un profundá ,i"r",io¿unsmo"ruoo,r-qllffrr#)un_ caracteriza, pues,
-."á
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_qy" u aárír"¿, ¿rZí_ "t ü r"ír"o*;T i""i"¿oriot que imponen los germanos
o recuperan los celtas. Esta lenta ósmosis á **porZl"'*¿o, -r: ffic an a, " * * ;, "*pirzo ; ri i{tí",,T *rr r, _ mente en er ru. En este sentido, nuestros'cortes " "i; "' académicos conducen a engaño' sobre todo si nos ceñimos ar timbito de ra historia social: una vez terminada rafusión d9 ros dos mundos subsiste trn"¿i*"liái"¿" to, suieciones ! los marcos here(ad:y qg Lo único que vuela en 9in-if*r. pedazos
,r" frecuencia el pastor trashimáwe, *ro i"Áiudo, que como er aldeano es poco dado al progreso.técnico y al desairollo social, y depende por etto det habitante de tas ciudades y ta riiíi. mrqiiiil,i í¡"lríZriirro_ ta, no sucede lo mkmo con el ma4 tan cercano: páís de mercaiiÁ, ii"r¡_ nos, pescadores, regióy de la.s ciudades griegai y de laÍJrbs, ,riii*¡o, naturales propicios al.espíriru emprend"edoi oi o¡,in d; ;;;;i;;;';, c.ontacto con los pueblos visitadoi, a la sutiieza,'la gentilezía, rlríu¿", ",
individuales que se combinan pu,"iri-"on los ;";;*_ les que forman la «verdadera,"o*o Edid g"¡ra para adaptarse a las irmei¡aa, o "iir"o-lirrpá:.#ra ,upri,Áriiíiñ¿, explicar el retraso en el_contingencias q.ue fieron qu",iinn regiones que habían dirigido el mundo. su debil¡dad *rál "rtus momento en que ra tierra lo ey ndg- ras reregó a ros dmbitos d"ia-")eoc¡¿n artística y las operaciones bancarias, prestigiosos p"ro ,""u*áo,rios. Mucho *aí ,ii;iiiá, y también más diversos apaiec"n los países ,ilr"r y gerrnanos, donde cre_ cen los robles y las espigas en la tiirra y un pueblo den_ faitii-y so de campesinos y guerreros sieüq "rp"ro, v;rdadáramente las bases de una sociedad nueva. No habrá dificu*a¿ tos m,atic"i determ.inados "" geognificos b; las etnias: el hom_ .r,,s,.os i;;;;gerían " á, riizr¡o, er pastor bre del boscaje bretón o rre ios montes de saboya, diferente del labrador.suabo o picardo,et lugar"comparable al que tienei más al srr.'ü r"rdad es que un vigoro_ so esÍuerzo de los historiadores del sol ha iaba¿o ,on ir-iriu";;7;;;, nórdico, antaño condescendiente con .u del sur», y mejor la originaridad y, a veces, ra precoíidad de mucüs mediterráneas. pero la'madera y el hierro, ,:llu"ro y la piel, el trigo y la leche, son típicarnente medievaíes, y irt suplantó a Roma, y "oi"."forís fue por alguna razón.
progreso
I o s h i s t o r i a d o re s c a l
del campo, frugal por
En la vida
et
bres hasta entonces considerados
ii Ár;;;;;;;;;'ioiifo'iro, danun,""t;;,-;;;;;;;;;;;;";;;;:,!"ri"Íi,,trT;i!,í:?j;:#; en los montes y la sequía en el llano. E;* i;, oüvos, bajo las encinas, el cultivo
da una producción escasa, prro necesidad, s9 aferra a su pequeño bien. "i
ll
.oye
í;;*" *"""di la línea ¿" t;sájr." eunqui-i-no r"r¡" de choques violen- ¡una,mutaciónfundamentar! tos, por acerca de las premisas, pero no acerca
lo demás sin graves consecuencias, aceleren su curso o acen_ túen sus rasgos, por lo menos después ¿, ii'so,
t,
fi""ráiLro antes del año m, orosigue su iarcha verdadero cambio hasta bien entrado el sigio xwil, pesar (una "" de la vieja herencia de ve7 más) -a los cortes universitarios debuizoi. ñ; 17;;;r',,s¿o¿ tendré que fingir que creo en su existencia, pero pr;;;;';;r";; bre que conoció a Diocleciano es el ,t qrl que su descendiente atemorizado por el *r, se parece mucho al campesino de Luis XV y que la articulaciin ¡unaam"ital ,, ,rZi"í"" entre ambos. Desde luego, se pasó a través de *rrnii'rtopo";;;,1r,
tii
i¡r*, ír, áli
«estados>>
"irirliil
;;
M:"dil,;;;;,, ü* ri-, ir";r;;;;rr,
a los «órden"ro, y á, éstos
a las- o,clasesr; el clima mental, s ufió alte racioiu-lir¿o 1!re. de spre ciable s ; la aüo_ rida d cambió de a so e cto,-y e.n la . ptoniiir,' i, fr";tr ríáu hay ilusión. Evidentemente, lo rcnáré ,n s
todo.e I re li gioso,
;;l;iiT.íri
"lrlio.
13
INTRODUCCIÓN
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
t2
d'el ba' que el le-ctor tenga una idea También puede ser provechoso Dáscribir no es nada gaie documentat de ,í"Tü'"7'"'i-11-'111111"r la iusticia' los resortes tas fácil: las estrucruras políticás' los engranaies.de tos séieros titerarios v 'de ta economí', tt' estudio El tramd' iín" su
i"tii¡i"it' ';;;i;;;"""t formas estéticas o'n'íi'\iá'io '¡iíto'¡oty
delosgrupos'o'iot"i'""q"u'"'i-ouo'¿o'""::;:'3r;2::":;;i;.0'rrtf:, considera un an se aslectos, que a menudo
rcnemos q"""mos ceñimos a este terna' del
ááo7'í ?í;;;;'Tiol'o''io escrrsa' El historiador que La niu*"ito'¡ón es muy aue reconocer
que han legado los tiene que comentar lo iensamiento o del arte sólo y.el dereiho puede deshacer 'siglos medievales' El ¿i-ti' ¡"t¡ti'iones estdn vivas' digan lo que el ovillo ¿, ,o"'*o'íi v pi""t"'ii i"":":: El economista ya no lo los defensores-le'li' pero hov en tan
dlgan
ilane fdcil, sez de dabs escrito? t;" amueológicas o de la
se tiene
ti"*po'
modernos'
día incuentra una:ompensagiA\^1!1;¡ca-
; fu*rc desarrollo de las investigactones sociedad Pero el historiador de la "'oii'"oto' a los documentos' No hay que limitar iasii exclusivarnente de
sobre uno ;;;;iá'iin¡d".¿" tos hornbres como una claro poco '"ri; * d.e vida' tdn ellos, tan impreciso íiáo divergentes' Y en "¡'el
nada tan difícit de
ooiniines
v conciencia de clase,"r";;;;;;¡'i;'nL.cifras ayuda seria de ras ciencias niruguna ,rpiro, pu"ii este caso no ,, que estudia el comportaafrnes, en su estado"l'ít{i'lí mu'chas c'osas al «primitivas.»' poaitá a'urar miento de las soc¡ed'íiis científico que el es d"Áasiaito tenue; unas medievalista, p"o tZ*íin'[x¡'¿* historiador al superird
'i;'1"'iisá'
observa
las
,áu*"i i¡" audn le inútil'mente de ¿i lno' cambios "uyo'iífg"n trata un e que leto mero-
manchis
eau§as cósmicas
s l'qie ¿lo so i al. exhumar dcscntrañarcl una prueaportard cabaña' de "suní;i't el vlnglo eon ¿ artessnía; la "an'oií'náíi'á'il¡';áo o de la meaiic'ina áe ha fu la vlolencia de la époc^a
son' hlltorlodoraetarte.poaraofrecerparadistintasépocasunasrepresení;;;1i'i¿o't" del mundo''Pero todos ellos
Melonc§ flguradas ';;;;;,'-^;;i",n*i"o'"'*;;;*';tlYy-r?.'rry:;;r':';':,;r:.'*"
ulrt
u
que recurrtr'.p dlstinguen mal' Hay
imprecisión del vocabulario
Y;'7"; h'';;;ionado la en concep¿,Qué actas? uncts veces enzarzados galtdct dc la ptuna"iíe- ui'no' hombr"s comct unas realidades mal el que rcn Jurtdlcos ""¡*yod?: *'n'¡onado 'oauá1í'"áí'^ tlÁ';i"¡;"' Tambiéi-ii t'o prcndldas, po'qu''-io' de caso el en de la extrapolación 'hlstorlador ¿'a' v N nos ha llegado
;;;;;;*''¿'í' De lo.s '¡rtoi'"t p"" "iio'*io'"'il'ig"suficiefie para pííii¡i"'"r" yláriot mites ie actas. ¡.Es í"¡in¿' sobri todo en Áquitania' saionia' dar una ¡a'o los perbdos una veintena a"
'mío'fri"ít
Y todavfa que no sabemos absolutamente nada? Eseociay Brutaña, de las el siglo vn o con con'tparación en so ffata de un perlod'o bián conocido' r o' h a.s' a um e nt a' qu' p o' ái á"' l" ; ;il' " t to -b a g ai 1 e I x. E s v e rd a d -p-e variedad "" la a' lás'fuentes v m el final tropezamos
;; ,íí t'"liüi¡¿o¿
de los textos.
dificultades de la investigación es En efecto, una de las principales que háy que aoricar aros documentos. ra diversidad. a" u, tááínie,ntás ley e s bórbaras' c dnone s c onciliare s' IJ no s son texto s reglaiei:ntarios'^ señoriales y derechos de relaciones edictos, ordenanzas, 'or'¡'uto'"'' la intención del legislador campesinos, ,o,to' u'í'on";;: situar a tos
{;i" "*i'it* srupos ;;;;;;";;-irto'o'íJ'n- ie votuntád' pretenden en realidad' ¿qué eran? pero sociales en cateSorru'"¡u''la'i'o' ¡ormalis' Ótot son documentos contaLa mayoría a" m, ,'iii io lo íabe*ot' de los carolingios.a
fogaies
polípticos bles en el sentid.o o*píír,'á" bs ittoi t" encuentrqn los listados de cen' nnt'e Me¿¡a'' Edad' la finales de del si.gto nv' las listas de cuentas sos del siglo xu, to' oíii'it-"ito'¡ales de voluminosos' precisos y dignos det siglo xv, documen)i"ilÁ)'"t's' por ninguna de hecho no viciada crédito, pues reflejan" """"t¡'i"'¡An no dolosa' Pero estos documentos intención p'i"'¡pi"i irá"típíl¡* í, algunas aportan sólo grupos sociales' Drestan mucha atencián a los 'indicaciones yolumen: tt hs otras por su Hay una tercera categoría rnuy supenor testamendonaciones' arriendos' los documenn, a" u pii'i¡'o' "itot' « el p-a1^nuestro del rnedievalista»' tos, reconocimientos *¿t ¿"'5'000 carrularios' eclesiásticos Sólo para Francia de d" ortgina_les o copias, en total cerca o laicos, varios cientÁ";;;;k;; y 100' por 10 det *Znot millones de textoi,á''áti'i t" há.editado
cifradas'
1ii'Ñ's¡ot' t';;;;;;;
dos
las
nunca se non
los
terceras partes.
Allí
se
"rru¿ioáá"íriá'Áirr, nu"ttra investiSa'ción' porque a través encuentra t, *otrriofiín'¡p'oli'perciben los móviles y las segundas de estos textos tan de la riqueza o el poder se perfila, intenciones, ,, *¡¿rn"lo"i'iíir*"io, los «estados»' Sólo con la silueta ái lrt ir,ÁUres, y de todos
í;;;;;';;
en surna,
una explotacion c ue
st ione s
c
,i'ti*lt¿ii
ontrov
e
r tidas'
¿ii
"í''
*ina
se
podrtin dilucidar muchas
se basl ,"n"*oi lo, obras literarias' Su reputación I'os a diferencia de los otros textos' tudo en to que tienen ;"";;;;;;:;:o' orte c de balada de ge sta' in fabliaiu o una tip o s sociale s de una iái' ¡¿" una
por último,
sobre
prrr"lill i n¡i*in¿or de -ta sociedad -¡por fin!la sinceridad del poeta o calibrar p";;';;;'qi" imagen acabada; 'ou"' y los preiuicios
principesca t,
a un lado la moda el cronista, su inteti';;";ía'"iiiá"ao realizado para ct este caso' pes&r d'el esfuerzo sociales. Pero tambi-én en
I l ,l
14 ir
I
LA socIEDAD
MEDTEVAL
ryds allá del simple cornentario estétlco o «literarto» analizando las
palabras,y comparando las situaciones, con la ayuda del sóciólogo, estamos lejos de conseguir nuestro fin. En definitiva, la principal debitidad de la historia social de la Edad Media no es la imprecisión de los términos, el origen parcial de los documentos ni su desigual distribución, sino ta grin iisuficiencia de
las ir»estigaciones realizadas hasta ahora. Inclulo t" pu"á" decir que esta-historia está en pañales. Este retraso er-compaiación con oiros períodos históricos se explica en primer lugar poique el irwestigador
presta mds atención a otros sectores de estudio, mái favorecidos ior ta documentación o de contornos más craros. La economía, la sensibilidad relig-iosa y la política parecen ruis fiiciles de abordar, y lo social sólo es un decorado de fondo. Por otra parte, durante demasiado tiempo se ha presentado la sociedad a través det prisma del derecho: cudntas ,rcondición de personas>> y «condición de bienes» han servido para clasificar a pequeños grupos de hombres en los cajones imagiruados por los juristas. Pero ¿y la distancia que hay entre el anhelo clel príniipe y lá vida diarta? ¿Y los imperativos de ra psicología, corectivi o no,'frinte a las esperanzas del juez? No es que el derecho, aunque no se respete, carez_ ca de interés, pero el hábito no hace al monji. Ahora biei, no fartan elementos, todavía dispersos, que permitiríai al ohombre me"ono"", dieval» de carne y hueso. Resulta alentado4 ya que cabe esperar que con un empleo razonable de todas las posibilidadis que brindin las iéc, nicas modernas, pronto lleganí el día en que se puedan hacer estadísticas sistemáticas de los términos, comparándolos, aprecióndolos, para alcanzar, con todas las reservas que imponen las ineparables h§unas documentales, el estadio de una explotación cuantitaiva de las fientes económicas o sociales. Mientras la investigación histórica no ílrgu, o é1, todos los intentos serdn tímidos e incompretos, al nivel de las hípótesis de trabajo, como sucede con el que sigue.
I
I
I
l i
Primera parte
LA CONTRACCTóN @.320_c.
eIo)
f D , )
hubo períodos Durante más de cinco siglos en Europa occidental
con pausas intermeprolongados de conmociones-políticas o guerreras de apacigua' esfuerzo un a corresponde últimas dias. Cada una de estas
probablemerte implica unas- condic.iones w' finales del v' mediados económicas halagtienas. pánlipiot del siglo que realizaron.este p"ro generaciones a las á"i-rri,-ptir"ipiís aet ,i. Luis el Piadoso' Dagoberto.y esfuerzo, las de Const*tino, Teodorió' o revueltas y invasiones a frente i"r-ro."ái"ron hombÁ que hicieron que nosoi;;;il."paces de dominarlas' Los contemporáneos -igual mai 9ris.rn1; I tros- sólo eran ,"n.iÜt., u io inmediato' Unó de los rasgJs la imrpción O*{:,:l les de este tiempo queJó reflejado en sus relatos: I p* mart por.tierra' a caballo o a pie' u" n'"11"": y no"",
ñ;;;;l;
coaccián,
y
"ri", "itu t'grandes.invasiones>>' una expresió1 gue has; "ono"rá* ;Ñ;;ientes sirvié páa designar el comienzo del peúodo, Pero-i que vale Para el conjunto. '-- P, t* cinco siglos anteriores podemos señalar tantas <
> por igual^cada I
"i nuevos o poco
lu, que
se
I
pioárj"ton
entonces,-
y desconocemos
pero se trá ¿ado en situar una ruptura his"orno uno de estos medios *ii"nior. a los siglos v y vI' con el paso de-las «sociedades antiguas» tá¡tu autorila de "nttt demrmbamiento el invoca la «Edad Media». unus íe"é, se militares destacaJad ro*unu central, otras se hace hincapié en sucesos caballeros' Pero los de preponderancia la o ná*u la toma ¿" áár, tampoc" "orno de estos *otiro, ,e basa en hechos sociales -ni ninguno "1,?" sus \ acertados .que ,árñi"or-. Los historiadores del siglo xvlu, más I el primer príncipe *tl; \ Sucesores del XX, consideraron a Carlomagno
rx"liif*":1ffiya*",Ti,:*:i11"'?i#:r::i'",1;xlT$:'F5j\ todas' no la historia social' cuando no qu" en
oue hacemos nuestra, "n existe un cambio radical entre Roma y el siglo tx' los de la historia europea que marca lo suficiente sigel considerar pueda que ie para orimeros siglos <> como J" color, cuando no de estrucrura: el peso cada vez
§T";;ñry;;;" . \ ffi;;;-;ilui" y el ,, ' rot pu"urot celtas y geffnanos en los usos' las técnicas \;""ñ;; l,
-
l,osslER
18
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
pensamiento. El hecho esencial del medio milenio cuyo estudio voy a abordar es uu desplazamiento geográfico muy acusado del marco natu_ ral de la historia. Poco importa si su causa fueron las <>, al acelerar la mudanza del Bajo Imperio romano, como enseña la tradición, o si no sucedió nada decisivo antes de que el Islam rcchazara a-la Cristiandad lejos del mar, como afirmaba pirenne, ya que el problema que tenemos que debatir aquí no es el de las causas,-sino ei de las condiciones de este desplazamiento hacia el norte y hacia la masa del continente. En términos de historia social debo indagar más bien en la naturaleza de los grupos sociales que se movían en la <), cuya fusión es el rasgo esencial de los primeros tiempos medievales. Poco importa el sustantivo en -ismo que inventen los doctrinarios para designar cada fase de esta larga historia. poco importa también que nos preguntemos, como el poeta, acerca de la supervivéncia de las civilizaciones. Poco importa, por último, si el <> fue <> o se extinguió fras una larga enfermedad. Donde éstén las enseñanzas de los cementerios, que se quiten estos juicios de moralista o de sociólogo.
1.
UN MUNDO MULTICULTURAL
Pocas discusiones históricas acerca de períodos tan rejanos han teni-
do tantas resonancias contemporán"u.
ta compa.acián
niveles respectivos de ras sociidades romqna "o-oy bárbari, su progresiva fusión en el siglo m de nuestra
ro.
"*" cuanáo-ffi"r0 éra.Ladisputa, uri."riu¿u con argumentos nacionaristas o incluso racistas, resurta irt¿¡i, yu áu" ,, ü basa más en testimonios literarios
qu" ia arqueotogía, en reacciones ocasionales de una minoría qr" los"nsignos duraderos de la fusión. "n qu" í" prdiil;;;;_lr'Jon Afortunadamente, la eo.oc1..tro1eri9u,
nu U de las «invasiones>>, se ha librado ¿e un tratami"nto la actualidad, con ros difíciles probremas áela asimilación entre curturas diferentes que se-nos presentan, tiene un gran interés para el historiador, y más aún para el ciudadano,indagar los irp""to. antiguos.
t* g;;;;J;;
.,
De entrada descafemos los tJstimonios anacrónióos. por ejempro, superfluo darre muchas.vueltas a ra descripció"q;ñ; Tei,i¿'Jru, costumbres germánicas. Aunque estemos ,Éguro, de comprenderla, ya no concierne a las poblacionei del_siglo *. io, elogios , á*i.^, ürA deexageradosJ que provocó en er r"é"ri" er papet cadavezmás destacado de los b¿írbaros, se basan en reáccionerie o.¿"n,,oiul,-nu*u o" orden técnico, y se explican por el rango .o"iut o ras convicciones firo_ sóficas del escritor. Los moáerno, *oñ qui*.s han trasladado ra rivalidad al terreno de ras cuaridades poríticas gu"o"rur, o de ros méritos económicos, del gusto y la agudeLa intelectual. En el siglo v no hay nada parecido: Rutilio Namaciáno, hacia +tt, reprocha a los biírbaros su afán de <r. Un contemporáneo suyo, también se queja de estar por hombres que son de *"jtig^ la mrsma raza que nuestros esclavos»,"prot"giJá pero un hombre ¿"f pu",tfo, el sace¡dore Salviano, en la misma rn9.1, "o_o etolia at bud;;ir;j; regenerar Ia sociedad rena de viciosl sóro arg"unos van más aIá de estos" juicios.de valor y ven Ias cosas en sus ¡us-t-8s términos. un aristócrata como Sidonio, obispo de Clermont, se "siente distinto d" i;_ es
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LA SOCIEDAD MEDIEVAL
UN MUNDO MULTICULTURAL
quienes debe alojar, pero no tanto por su nivel cultural o su arte extraflo,
godos, un poco menos de viíndalos y un poco más de francos y lombardos. Cinco siglos después de su establecimiento en Bretaña, los sajones y los daneses ---{omo atestigua el Domesday Book- apenas pasaban del millón. La exactitud de las cifras tiene poca importancia, lo que cuenta es su proporción, un <> por cada treinta <>. Las minorías dirigen el mundo, es verdad, pero en esta proporción parece dudoso. Sin embargo, durante unas pocas generaciones existió tal identi-
20
sino porque viven en clanes y cocinan con mantequilla. Pero la actitud de la mayoría de sus contemporáneos, de esta masa enofme que no tomó la palabra, atestigua la inutilidad de las disputas de los historiadores: los cementerios, la vida agraia,los nombres de los hombres o de sus aldeas, su ropa, sus costumbres familiares, en vez de reflejar una lucha entre dos fuerzas rivales, una de las cuales sucumbió sin que se sepa por qué, denotan una aproximación lenta, irresistible, en ocasiones combatida o alentadapor los hombres dedicados al oficio de pensar. Asl pues, no discutamos sobre el <> de los godos o el valor comparado del arte helenístico, o de las fíbulas sajonas; tratemos de rehuir la tencomún en Francia, sin que se haga nada por combatirladencia -muyel principio de la Edad Media como un <>, o la desaparición del mundo romano como un desastre, <
I.
Vtol¡,Ncr¡, Y coNSERVADURISMo «Un régimen social de una desigualdad indignante, un sistema pó-
lítico que llevaba dos siglos basado en la coacción y la sospecha, una justicia parcial de una ferocidad absurda y creciente ... un sistema que funcionaba a tontas y a locas, e iba de desastre en capitulación ...>>, así ve el Bajo Imperio un historiador contemporáneo (Musset). <
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ción, la crueldad, la rapacidad ... sin tradiciones, sin ideal, sin virtudes públicas ni privadas, una sociedad sin cuadros definidos ... un cuerpo sin dma ... (F. Lot): esta vez se tata de los biárbaros, y en concreto de los " francos, cuyas costumbres germánicas habían quedado al margen de cualquier cpntagio romano y merecen esta condena sin paliativos. Vemos aquí frente a frente, sumidos en el mismo oprobio, dos mundos rivales enfrentados por la Historia. Los detractores y los defensores de los germanos estrín de acuerdo en los efectivos numéricos de las poblaciones que se adentraron más allá del limes romano, tanto en el siglo rI como a mediados del ry, en el transcurso del v, y, más tarde, los sarracenos, los vikingos y los húngaros. Basándose en sólidos argumentos se propone la cifra de 100.000 ostro-
2t
dad de reacciones mentales entre galorromanos y francos, italianos y lombardos, que habrá que admitir que un 3,5 por 100 de la población de la antigua Romania, con la ayuda de los bárbaros del otro lado del lirnes, esas regiones que §e describen como <», fueron, capaces de acabar nápida y completamente con los usos mentales de sus \ nueyos compatriotas. Las quejas de los clérigos de la época proceden de ! una categoría social privilegiada, que esta,ba quedando relegada en un i mundo en plena naniformaóión, péro fuera de esta elite los romuno. ! los bfubaros estaban en pie de I
igualdad.
1.
l,a edad
y
oscurct
Para empezar, compartían el mismo culto a la violencia, la bestialidad, el salvajismo, sin más límites que los morales. Durante los primeros siglos de nuestra era el orden romano había tratado de poner coto a sus desastrosos efectos, al precio de fuefes coacciones policiales. El progresivo relajamiento de la autoridad o el despertar del egolsmo local desencadenaron los apetitos. Pero a lo largo de los siglos u y vII no fueron los francos ni los visigodos quienes se enfrentaron con furia en Galia o en los reinos hispánicos. Los personajes codiciosos, sin fe y brutales que enumera plácidamente Gregorio de Tours y que se matan entre sí con cualquier pretexto, son galos. Los bretones no tenían nada que envidiar a los sajones en ferocidad. En todas las leyes había castigos crueles, y las poblaciones que se mezclaban con pasión en las absurdas disputas guerreras eran <> Carlos, fríamente, hizo degollar en un dla a orillas del Weser. De esta forma, con el terror que inspira, acrecienta su prestigio el guerrero, el franco, el sajón o el lombardo, que se hacen enterrar con sus ¿umas, y todos los que tienen una espada. Tuvieron que llegar los húngaros y superar el horror para que los cronistas se conmovieran. \ Al fin y al cabo, ¿acaso no somos víctimas de una admiración exa- L
l
-*'t l
22
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
gerada por lo antiguo, y no ha sido siempre así? Lapax rom.ana se conrTpone-condemasiada ligereza a las «bandas, grr.áni.us. Esto supone obviar las abominables matanzas y saqueos de héroes preclaros como Escipión, césar o Trajano, los esclavos encadenados de séneca, ocultos tras las peroratas del filósofo, los pretorianos, los gladiadores, la sangre en el circo. cicerón nos esconde a Espartaco, y de pronto sólo vemos a esie úItimo. ¿Es mejor arrojar a un esclavo a las morénas y a un crisüano a los leones, o beber una copa rebosante de ra sangre freica de un caballo_ degollado? Los siglos bárbaros no merecen el oprobio en el que han - caído. En ellos no hubo más torturas, matanzas, robós y opresión que en otras épocas, lo que ocurre es que después del siglo iv iodas nuistras
i, ,r'
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fuentes sobre la moral prÍblica proceden de los hómbres de la Iglesia, indignados con unos abusos que sus predecesores de la Antigüedaá grecomomana describen sin emoción o reseñan por alusiones. Los condes merovingios no fueron más sanguinarios y rapaces que muchos pretores romanos,,los príncipes o nobles no fueron más perversos y ,oráces que durante el siglo de Augusto. sólo se podrá advertir un désphzamiento de las causas y efectos de la amoralidad, y sería inútil discutir sobre el i nivel comparado de las costumbres entre el siglo ur y el vn. De todos modos, se produce una cierta modiñcación en dos planos que merece nuestra atención. Para empezar, rebrota una ferocidad colectiva, contenida desde la conquista romana, como en Galia y los reinos hispiínicos, que se desata de nuevo enfre los indígenas, próbablemente debido al desorden político y la inseguridad sociar. Áunqué los germanos fue1on sus instigadores, sospechamos que no se quedaronálaragu. 1o La orgía de violencia es un rasgo de las mentalidadeJfranca, alamánica, sajona, y más tarde escandinava. El guerrero se convierte en un hombreoso (berserkr) que apenas cohsigue dominar el miedo a la condenación. Las venganzas privadas (faida), que la Iglesia no consigue atajar, provo_ can una proliferación de disputas, asesinatos y expediciones áe cásügo. Las necrópolis anteriores al siglo vm están llenas de esqueletos Io, "onelomiembros rotos, los cráneos aserrados, el tórax hundido, iestimonios cuentes de las brutalidades del siglo. En algunos pueblos que pennanecieron en un estado menos civilizado, como los saJones de ias islas o de Germania, estrán atestiguadas las cabelleras como trofeos (¿acaso no es este el sentido de lá tonsura de los reyes merovingios?),la iazade cabezas y las matanzas rituales hasta finales del siglo vm. si los historiadores anglosajones llamaron a esta época <
UT.I MUNDO MULTICULTURAL
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como la peste o el cólera que asolaron Occidente entre 550 y 750, pues xv y xv ras hubo peores. Es sobie todo a causa á"r i"1 pavorosa coacción que inmoviliza a los hombres en su condicion"riiri" y enrr-¡ lece su persona. Tampoco en este caso encontramos ninguna diferencia] entreromanidad y barbarie: ambas sociedades se basan ,", ya hablaremos de eilo-.La Iglesia protesta débilmente, prr" ."Á" gl" el trabajo es alienalrc, no ti"n" nuáu ,"¡o qr;;rop;;;;. ""¡ri9:* tejo del esclavismo avanza sin novedad: esiancamrento técnico, falta de especialización, rendimientos bajos, riesgo de estalridos desesperados y sangrientos- Proseguirá mientrai dure ra"Antigtiedad. pero los hombres libres también están sujetos a ras coaccián"r iirpu"rtus por ra fam,ia, el poder público y er dueiio de ra tierra. sn por retener ras piedras que se desprenden de la bella construcción rornuni, to, siglo rv dejaron a ros hombres inmov,izaJor ".np"ruaJrl.*J"t ,u porición social o eco_ nómica, como hacen ros jefes_brárb-or p*u qr" "n Ia tribu sea más maneiable, y como tratarán de hácer tos caroti,ijior;;á;;á;;.1 en los siglos
r",..r""ffii ;i;;._
il;án
.t;i;il"^*,
2.
Una exigencia de renovación, una movilidad constante
Ins¡omanos y los bárbaros comparten un fuerte deseo de cambio. si uno de los rasgos mentales de la Eáad Media, que hoy podemos com_ prender perfectamente, es la aspiración a ofra cosa, el más allá, los
nuevos horizontes, una suerte mejor, antes ae ú iregada de ros germanos ya se advierre con craridad. En lá época ¿e Ausorio, orñá"r" püJur* los atractivos de ra vida der terraienient","ilá"¿ de una sociedad cn Ia que cada-cual ocupa su puesto. pero <
,"i* Eñ;;trumil¿á;:ñ;;r;;i"" ñiq¡"d;L;il[rñ;, *r**,;;r;;;;.
«Mito del buen salvaie>>, se burlan los saUitron¿o.. ¡iui interviene la Iglesia y ""rguro* r"nuáorá. que entre los b¡árbaros sus intereses están a,salvo, henos aqui sin habÉrlo p."ui*á, iu Galia <
*rii"ru,
r"rflp"-'ri * ,i*1;;;i;,
tln \o..o.::',-' "r
t 24
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
cuerpos mezclados de las necrópolis lo demuestran. Ya volveré sobre el tema. A veces aparece algún remilgado que se queja del olor fétido o la jerga de los recién llegados, pero es la voz del pasado. Además, sólo en nuestra época se ha dado a la palabra <>, el <>? Como la Iglesia todavía es poco importante, la idea del «infieb> carece de sentido antes del Islam, o antes de las empresas cristianizadoras de los siglos vln y x. Además, ¿qué sentido tiene despreciar la aportación germánica? Antes de ella, el barniz grecoromano se resquebrajaba por doquier ante el empuje de rebrotes de todo tipo, lingüísticos, mentales o familiares. Lo que el bárbaro apofa de nuevo no merece en absoluto el descrédito en que ha caído por culpa de unos eruditos henchidos de romanidad. La propia se desesperaba por ello-- no había ganado tanto con la Galia
-Jullian romana. A partir del siglo v no hay una sola tumba que no ocupación refleje la superioridad de las técnicas artesanales del biírbaro, comparadas con los mediocres usos mediterriáneos. Con la ayuda del arco eléctrico se ha comprobado esta superioridad en las armas y henamientas. En cuanto a la construcción en madera y el arte animalista o abstacto, no desmerecen en absoluto a los de una Antigüedad exhausta y crispada. Los hombres no paran quietos. Antes del Renacimiento, cuando Europa occidental llegó a ser durante cuatro siglos un pueblo «asentado», la gente de la ciudad y el campo da muestras de una movilidad increíble. De entrada, esta observación resulta sorprendente, si se piensa en el mundo urbano, enlas villae ancladas al suelo, en las indestructibles calzadas. La legislación se empeña en encadenar a los hombres a su aldea, a su oficio, a su familia, y todavía en 460 lo exige Mayoriano. Además, el desorden debeúa llevar, y lleva con frecuencia, a agruparse en torno a un padre, un amo, un jefe guerrero. Más adelante los carolingios siguieron intentando reclutar a los rurales, exigiendo juramentos, situando alosiuniores bajo el control delos seniores. Todo en vano. La atracción de lo nuevo y la inseguridad arrancan a los hombres de su tribu, de su suelo. Rompen sus vínculos, abandonan sus bienes y sus familias y entran en la ilegalidad, donde estará durante siglos cualquier hombre solo. En los siglos v, vI, y luego en el x y el x, se huye de Bélgica a Provenza, de Gales a Armórica, de Aquitania a Auvernia. Los numerosos tesoros de los siglos [I-Iv, o del x, escondidos en un bosque, no lejos de un camino o una villa, revelan la existencia de estos movimientos precipitados, sin regreso, a menos que brotara de nuevo una rama injertada a 2.000 kilómetros de su origen. Nuestro tiempo, móvil e inquieto, apenas puede darnos una idea (en la que no creían nuestros padres) de lo
.
uN MUNDo
MULTICULTURAT-
25
-]
que ocurrió entonces. Los hombres, sometidos a un destino violento y con frecuencia oscuro, atan y desatan los vínculos que les sujetan a su I estado. No cabe duda de que nada favoreció más el avance de la religión i cristiana que la angustia de los pueblos que habían perdido sus certezas. t No se puede limitar el alcance de este movimiento a unos grupos de \ bandidos y hambrientos que saquean los campos e insultan a las ciuda- i des, bagauda.s en Galia, iircumieliones en el norte de África, sin ver I él una insumisión crónica y una protesta Pero no vamos a conformarnos con esta constatación. En el mundo grecorromano pudo haber una movilidad similar, aunque las causas fueran distintas. Se realizaban visitas, se intercambiaba correspondencia entre York e Hipona, entre Clermont y Frigia, pero siempre dentro de un estrecho marco geogriífico,,7a Romnnia cenffada en el Meditenáneo.La ruptura, pronto irremediable, entre un Occidente y un Oriente cristianos, y el avance del Islam por todo el flanco sur del mar, intemrmpieron estas capital, él único que I ielaciones. Pero en el mismo momento de lo antiguo a lo medieval se i puede justificar realmente que el paso-fenómeno iit i" los siglos v a vIl- las zonás marginales dJdonde se sacaban los I ".r y los metales entraron en el concierto <>. Sus habitan- I tes se llaman y se consideran <(omanos». Clodoveo es <», Teodorico habla de unas <>. Mucho antes de las <
social.
en)
de
/
\
3.
El peso del Cielo
"La lglesia en
primerafila
A principios del siglo v, a falta de la Ciudad de los hombres, san Agustín les dice a estos hombres que sólo deben esperar en la Ciudad de Dios. La Iglesia no tiene ningún motivo para oponerse a esta nueva situación, todo lo contrario. Se suele hablar de las ventajas obtenidas por Clodoveo con su conversión y los inconvenientes que encontraron los
lI
26
visigodos y los vándalos debido a su arianismo. un historiador ha llegado a decir que el sacerdote fue el primer <> de la sociedad de la átta g¿a¿ tr¡e¿ia. se olvida que en el corazón mismo de la península Ibérica, por no hablar, evidentemente, de Galia, durante el siglo u había en todo el país más de un 10 por 100 de cristianos. Ofuscados por las historias de reyes, obispos y habitantes de las ciudades, obviamos la onseñanza de los cementerios. En ellos, hqqtq."-L§glg lllJg§§rg3ot-gd§=
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la Iglesia, que se enfrentaba a una justicia formal y de
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público,
facciones del alma.
de los cultos agrarios antiguos, muy anteriores a los romanos, es patente: los ritos de devoción al agua, fuentes o lluvia, a los árboles, al tn¡eno o a la luna llenan de indignación a los predicadores. Su tarea es ardua, ya
Ia lglesia
que sin llegar a las <
de las dos comunidades, la
Galia contrastan con la tala de árboles sagrados o los bautismos forzados de sajones en pleno período carolingio. La Iglesia se plegó cuando no pudo vencer. Desde luego, el hecho de que los obispos apoyaran o se opusieran a un rey es importante, pero de carácter político, no social. Sólo unas costumbres más fundamentales que el dogma trinitario, como los usos funerarios, podían impedir el acercamiento. El hecho de quemar a un muefio y no creer en la supervivencia de las almas podía levantar una barrera infranqueable. Los sajones no pudieron superarla y tuvieron que matar o expulsar a los bretones, pero en todos los demás lugares una evolución paralela a ambos lados del limes reunió a los romanos y los bárbaros alrededor de los sarcófagos. De modo que no debemos dar importancia al hecho de que en 496 o más tarde Clodoveo, Recaredo o cualquier otro, encabezando a una parte de sus fieles o menos -másepiscopal. el . 0,5 por 100 de toda la población-, avalaran la autoridad i Lo más importante es que en los cementerios merovingios o lombardos i los miles de tumbas alineadas con la cabeza orientada al oeste (.Reii hengrtiber) podían ser tanto de un germano como de un indígena. Entre I los treviros hay una época con tumbas francas y tumbas galas, es decir, , dos necrópolis separ.adas, pero luego, poco a poco, se realiza la fusión. : En algún caso, por ejemplo, las armas parecen atestiguar que se trata de ,! un guerero gernano, pero ya no se podría asegurar. En realidad, ¿qué tiene esto de extraño? Las enseñanzas de la Iglesia, sea cual sea la responsabilidad que se le atribuya en la degradación de la autoridad romana, se adaptan perfectamente a los cambios sociales. Muchos clérigos encontraron en esto una justificación de su adhesión a
orden_
aflojaba el iesorte patriótico de la lucha contra los enemigos de Roma, conáenaba los benéficios de la actividad de intercambio, freconizaba el acercamiento de todos los hombres hermanos en Dios, se felicitaba de la primeros eran los bárbavictoria de los sencillos sobre los hábiles -los de la Ciudad de los interés frente al local ros-, apoyaba a la autoridad qué hombrel, ánunciaba el fin cercano del mundo, e incluso -¿por no?- rechazaba cualquier noción de culto al cuerpo, en pro de las satis-
tianos pierden la b.3g¡lla-antelas-hueltls-rte'u".- nismo-obsti {ññTredaspdáE -más atlá, ofrendas rituales). Más aún, el resurgimiento
['
27
UN MUNDO MI,JLTICULTURAL
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
manos a la obra
Es de suponer que, una vez pasado el
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. Sin entrar en asuntos que se salen de los límites de este trabajo, conviene señalar que a ello contribuyeron dos factores. El primero, sin duda el principal, fue echar enla Romaniala rg§3"_]CpefroC.uiasi+2ra_Bescar-q lgg hombres. El cristianismo pasó de
I I
ser tÍpicamente urbano a rural, un ñétñó*füñáamental que conocemos \ especialmente mal Ya se tratara de un terrateniente que aceptaba instalar pilas bautismales en su propiedad (Eigenkirche), o la plebs (panochia no \ es de esta época) procediera del obispo de la ciudad próxima, esta conquista de las almas fue asombrosamente lenta. A orillas del Meditenáneo fue más rápida, realizándose entre los siglos v y vr, aunque las pieve, como en Iüalia, eran demasiado amplias. En otros lugares hubo que esperar cien años, en el norte de Galia o en Bretaña hasta el siglo vm, y en Germania hasta los siglos x y x. Mientras la < fue un territorio enorne, mal administrado y mal dirigido por el obispo de la ciudad, la Iglesia sólo avanzó con pasos contados. Imaginar que triunfó con rapidez porque un rey era sagrado, porque todos sus consejeros eran obispos, como entre los anglosajones o los carolingios, sería olvidarse de lo más importante: del pueblo <> que adoraba al árbol o a Mercurio. El otro elemento es un asunto de eclesiásticos: se aplica ellagaie Vgogm4tico d-e . El legado de los padresJffie -todo de Jerónimo y Agustín, las compilaciones de Hilario de poitiers, Isidoro de Sevilla y Gregorio I de Roma forman su base, desde luego. Pero es una base teórica, a menudo ciega ante una sociedad profundamente pagana. El siglo x, el del < carolingio (¡curiosa|._
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expresión!), fue el que estableció las reglas de comportamiento quel había que imponer a los fielés. Los penitenciales, los concilios y las colecciones canónicas son de esta época, y no me voy a extender sobre
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\"( UN MI,JNDO MULTICULTURAL
este asunto. Como armas son eficaces, pero ¿se pueden usar ya? La Iglesia es amenazadora, pero su hora todavía no ha llegado.
tico de Galia, confirmado más de diez veces en el siglo vt,grs-raúficado por los reyes en 614, justo cuando lo obtiene la Iglesia de Iós reinos his-
Ante la decadencia del poder eminente, la Iglesia era la primera autoridad moral, y su actitud en los contactos entre las comunidades romana y brárbara fue crucial. Su misión universal podía haber hecho que rechazara el conservadurismo social heredado del Bajo Imperio, desinteresándose de la res publica, de los asuntos públicos. Por el con-
! -/
trario, fue el principal elemento de estabilidad de la nueva sociedad. Al margen de los juicios morales que pueda sugerir su actitud, es justo admitir que no era posible ninguna otra posición, ni probablemente deseable, si se querían conservar las frágiles raíces de la nueva fe. Los
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29
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
28
,i I I
nr.,
elementos de acción que poseía la Iglesia, negativa a sufragar con dinero las necesidades de los príncipes y Írmenazas de sanciones espirituales, no eran nada eficaces, y supo usados para defender tanto sus intereses , como los de Ios más humildes. Por desgracia, la propia naturaleza de su reclutamiento jeriárquico y la amplitud de su misión secular hicieron que se solidarizara con la aristocracia.
En efecto, hasta el siglo vu la Iglesia es sobre todo el obispo, como he dicho antes. El obispo, además, es casi exclusivamente el amo de las ciudades. La importancia de sus tareas -{ue no vamos a analizar aquí- y la enorme responsabilidad moral y material que acaffean no pueden caer sobre las espaldas de un hombre humilde. El obispo debe tener clientes, apoyos, dinero, capacidad para dirigir un tribunal, encargar una construcción y vigilar a los esclavos. Pudo haber obispos de dudosa moralidad. Gregorio de Tours condenó a varios de ellos, no demasiados en total; pero muchos menos no fueron de origen aristocrático, por lo general romano. Aunque tuvieran cierta independencia de criterio y caridad, tanto Gregorio de Tours como Avito de Lyon y Desiderio
de Cahors son proceres, no encuentran ninguna contradicción entre su formación y su misión. Socorren a los pobres, condenan la esclavitud,
reprenden a los tiranos, pagan honradamente a sus trabajadores y luchan contra la venganza privada y las malas costumbres, pero administran enorrnes patrimonios (el obispo de Roma se hace cargo del fisco de la ciudad), cobran parte de las multas y requisan la mano de obra. Como no pueden derribar el orden social, predican la resignación al esclavo y procuran que el rico considere la riqlueza como un beneficio divino que implica más deberes que derechos. Por último, muy pronto, ya que los primeros indicios datan del concilio de Agde de 506, justo después del hundimiento de Roma, la Iglesia se pone a salvo. Para poder llevar adelante su misión caritativa, solicita a los jefes bárbaros quedar al margen de la justicia pública, y lo consigue. El fuero eclesiás-
pánicos. Puede que sea una sabia precaución, pero en una época en que ia Iglesia se ahorra cualquier contradicción interna, porque no hay vitali-
en el fuerte impulso de la dad dogmática en Occidente -¡pensemos la Iglesia latina momento!-, mismo en el o budista, Iglesia oriental, encarna el triunfo de una casta aristocrática. Otra precaución fue la proliferación de inmunidades, que pusieron sus bienes materiales a salvo de las expoliaciones privadas. Hacia 650 algunos laicos gozaban aún de este beneficio fiscal, que poco a poco se fue limitando a las tierras de la -, Iglesia. Para los más humildes, ya no haY \ de la iglesia y el del palacio. No tenemos noticias de que se le reprochay los crisúanos, Para el segundo' que como comportase primero se ra al este deslizamiento es fundamental, la lglesia carece de rostro en la tierra. No es una protección inmediata, un refugio para miserables, sino una gran esperanza abstracta. Las consecuencias morales son enoffnes, y van desde el éxito muy precozdel monaquismo, retirado del mundo, haita i profunda espiritualidad colectiva de toda la Edad
diferencr:,:Y:jl"l::li:
Media.
II.
Esra»o v
la
J
¡eRAnQuÍA,
Aunque la Edad Media es vista con interés por nuestros contemporáneos, no tiene buena reputación en el ámbito <>. Se suele considerar un período sin orden ni autoridad. Los príncipes bárbaros oscilan entre lo odioso y lo grotesco, en los tiempos feudales reina la <>, y en general las guerras y las pestes lo oscurecen todo' Es el una enseñanza- marcada por el espíritu resultado de una reflexión jacobino, y un poco antes por el del absolutismo. Sólo se da valor a lo que estrá centralizado. Es sabido que en Francia esta convicciónrozala caricatura, pero sin llegar a esos extremos nuestros vecinos tampoco se libran de esta noción de unidad, fuente primordial de la <> puedan constituir una forma de gobierno de los hombres. Desde este punto de vista la Edad Media no es más que <
-y
| a, * |
Media.
J
30
LA SOCIEDAD MEDIEVAL f-rN
1.
uur.l»o
MULTTcT.JLTURAL
3t
1
El recuerdo de la
cia' Antes era romana' ruego pasó a ser bá¡bara, un simpre desrizamien-
«res publica»
to que no afecta para nada ala naturalera
En el proceso que se hace tan a menudo a ra sociedad bárbara en sus comienzos, la primera acusación es ra debilidad del pensamiento poríti-
co. Esta opinión se susrenra en er increíbb il;;á;'d"];;;í*p". merovingios, y del siglo vn lombardo. En realidad,
demostrar
que-
pri-*
t u¡Ju qu"
el.Bajo- Im¡erio romano, á"spues ¿" t"o¿o.iá,:f,resenta
un panorama distinto. La insubordinación diros gobernu¿oi"r, tencia de la fuerza pública,Ia anarquía en er palaüo y ruirrn.á.iuá. ru. leyes
i;ir"p*
no son menores en 450 qu.
",
OOO.
ir.trrol, ¿grrñpriUl".
germiánicos se advierte una capácidad para volver u ta ,oEion á"'uu,ori_ dad pública' Teodorico y varibs de sus sucesores ostrogodos en Italia, con sus hermanos visigodos e¡-tiempo de Leovigildo o"¿, n"""ruinto,
legislaron e inquirieron por er bien último soberano romano digno ¿"
i,iuii."
tanto como Mayoriano, er
nornUr". ".i" que han merecido juicio Aunque nos ciñamos a Ios pueblos un más severo, hay que reconocer que se muestran mugho más capaces de Io que se dice de tomar er rerevo a Roma. Los nietos de crodoveé ár" ," ¿*t zan entre sf tienen mala reputació.1, pero poseen "tropas, un poco de di_ 1erg, 1eún9n con regularidad su tribunal y están ,od*;u¡;. p,lñuao de fieles. Dos siglos antes, Honorio, er"óndido utguro, Ravena, fu9 capaz de reunir ras 4.000 ribras y"o, " a ros 10.000 hombres 1o que habrían salvado a Roma de Ararico. La autoridad regia ¿e lor-u,erüáros no es muy inferior a ro que en er Bajo Imperio queda"ba ¿" pr"."gativas públicas. La propia noción ae páAer, aunqoé mry i*pregnaaa O" preocupaciones guerreras _pero ¿acaso los empéradorés nó erin elegi_ dos por.ef q&cito?-,persiste aep"ues a. ru "uraááá1áp"i".ñ1.áil p!T_o"uJ. in¿fgena al que los franios, Ios visigodos, "r Ios lombardos y los Durgundros contiaron Io que quedaba de ra administración, segurá aien ta permanencia de un corc"pi"áBrou"ro :luL9::::lanq { creyenáo oe unload rmpenal, sino que los propios jefes bárbaros compartían este punto de vista. En ninguna parte encontramos un espíritu ¿e áominacion germánica, ninguno de estos pueblos pretendió imponerse rlá, .*.r"i_ dos». sólo orosio despertó en er visigodo Ataúrfo ra ambició;de;;;ar una Gothia, y puede que se trate de üna invenciór. r"á"iiá, derososcomo-el ostrogodo Teodorico, ros más artivos."rL
áJ; ;;;;;; r.
-r-y es un rasgo esencial_, esta especie de liberáismo
yen títulos romanos e incruso Iregaia flamarse servidores ¿"i"*p"iáá", de Oriente. En cuanto a los pueblos, permanecen fieles a ra noción de autocra-
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ñ;;ñ,
la sociedad un gobierno más zuave prop¡"iolá consoridación de un senti4ie¡to asombroso, una solidariduá io_anos y gernanos, casi un «qacionalismo». Su aparicjó1fue más ""tjr.iái " ani¿árá" mo,habfa sido importanteincluso *_tu epo.u romana, en"ip#",iilr_ pleno siglo u, como la Galia central.o Hisp¿¡i¿. En este ,ittrrno país los habitantes ayudaron a expulsar a los biz¿ntino. rigio ,rr.'E, Jil;;;;;, turonenses y auverneses se entusiasman ",po, "i u u, i"v üaru*o. Inclus.o en.Itaria.er puebro apoya a ioí "t'.erui.ro árirogoaos conr¡a el ejército (romano» de Justiniano.
§?n:E1 definitiva, el mejor ejemplo de esta identidad de las reacciones mentales ro tenemos Bretaha, áonde ra expursión casi totar de los indígelas hace que no se"n pueda hablar de influencia sión moral de las antiguas pobraciones romanizadas. pero ná láy pes cuyas exigencias administrativas sean más ngurosa, y ."gutur", los sajones, por ejemplo los del suroesre, qr" iñpr*turi albergue (feorm),la corveapública y la l"ra'*ifitu..
bir;ir, ;iJ;;;;;* pií"1 ql" "i?"r""iJ¿" O..¿"i_"g", ñ;
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i oficinas, tribunales ni legislación, y ro ," pu"a" I Mercia con constantino. Br predominio dá;;u "o_p**-ui?"Vi."'¿" autoridad estrictamente p.ersopl sin el soporte de mecanismos administrativos, ni ,iq;i;;;;;;"_ riorados,. impide cualquier comparación ,rt" sentido. pero resuha demasiado cómodo contraponer Ll i¿"¿ del emperado.-*ugirt uao, [u" ejerce el tmrerum por deregación der pueblo Ln p.o der interés común, con la brutal tiranía de un jefegu"o- qu" consiáera bien familiar; y condenar,lvidéntementé sio rp"tu.ión, er <. La idea de una int"*.n.iai de los ciudad;;;;;1. I elección del magistrado supremo_ll"uubu yu tiempo -ucho i como hacía mucho que uná noción de poáer divino t uurá ¿"r"irt"uáo""r i i,ae.at la res publica, y hacíamucho, en ¿"firitiua, {e ----" i de las Iegiones el imperio era un patrimonio a
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Eurico,fos más alejados como Chilperico, nieto de Clodoveo,"i"-"rgí¿" ," utñUu_
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parte se abre camino, entre las conmociones ""r"¡á"á. guerreras del siglo vr, una reivindicación de ros indígenas .ont ulu tuáia germanica. Ar contrario
2.
Reyes <»
Las generaciones de intelectuales que asistieron al paso del poder a manos de los jefes bárbaros tardaron cuenta de que cambiaba apenas la esencia de ra autoridad. "idar." cuando crégorio "ri;;;;;"
d! iour.
¡¡\rr\'"\', ' ii¡:'{ 32
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LA SOCIEDAD MEDIEVAL
habla de la res publica sólo piensa en el emperador de Oriente, pero ya he dicho que los hombres corrientes eran más realistas cuando reconocían en Clodoveo o Recaredo los elementos de la autoridad <> bárbaro es ante todo un jefe guerrero. Su legitimidad descansa en la victoria permanente, de modo que si sufre una derrota cae sobre él la damnatio memorie, es destituido y borrado de la memoria, como muchos generales <>, usurpadores fracasados del Bajo Imperio. Los lingüistas sabriín si el Mund germánico sustituyó ala Fortuna antigta: la fuerza y la suerte se combinan para colocar en el mismo plano a Teodorico y Constantino. { En segundo lugar, se advertirá que el jefe «b¿{rbaro>> es divas, como tlJ el emperador de antaño, sagrado en el sentido común del término, y también sagrado en el sentido religioso, bíblico cual no ocurría con los romanos-. La unción que reciben los visigodos en 621 y regularmente al final del siglo vn, la de los reyes sajones, la que obtiene Pipino el Breve, la del propio papa en 571, convierten al rey en mensajero de Dios. Puede llevar la púrpura y la diadema solar como Teodorico. Mejor aún: esta legitimidad casi sobrenatural, tan codiciada por Roma, adopción o herencia, sin obteneda de forma duradera, la tienen de nacimiento los reyes <> y <> apenas habfan acariciado, y Teodorico, en efecto, se hizo llamar augustus.Unos signos visibles designan al elegido, como los cabellos sueltos de los reges criniti francos, entre los cuales la tonsura, probablemente el corte de la cabelleÍa, eta la marca de la separación de la familia sagrada. lncluso en el poder jurídico se conserva la marca <. La administración urbana se resquebraja, los engranajes fiscales se oxidan, el cursus publicus romano se extingue. Pero el rey, como no hacía mucho el emperador, <>, como decía san Ambrosio. Y no se toman más libertades con ellas en el siglo uI que en el ry. Los edictos de Recesvinto o de Clotario II en el siglo vII, los de Teodorico antes y los de Liutprando después, revelan una preocupación por el buen gobierno que no tiene nada que envidiar a la de Honorio o Valentiniano III. Además, se ponen por escrito, condición indispensable para que los intelectuales y la Iglesia consideren «civilizado» a su autor. Nos expondrÍamos a no entender la obra de la familia carolingia si obviáramos esta continuidad, si viéramos en ella una novedad -*{omo hacen muchos historiadores- y no un resultado. No me propongo aquí
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UN MTJNDO MULTICULTURAL
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scguir sus etapas, sino sólo recordar que lo que precedió o siguió a la coionación de diciembre de 800, que restauraba la dignidad imperial en Occidente, sólo en pequeña medidá es fruto de las circunstancias: la eliminación de los vislgodos por el Islam, las divisiones entre los anglosajones, replegados soire sí mismos, las contrariedades de los lombardos .o, .i póu Í Bizancio dejaron el papel principal para los franco9,.9ue.tal
menos indicados para desempeñarlo. Pero la combinación de los cleros hisy los inte(Alcuino), inglés pano (Teodulfo), italiano (Pablo Diácono) e en la etapas las últimas que franquearan se ieses del papado, hicieron porque Renovatio, de entonces habló Se vul. siglo segunda mita¿ ¿et la-generación de Carlomagno y la de su hijo Luis se extasiaron, como o"i*" u menudo, con sus propias gestas. Pero las palabras del papa León cuando designó a Carlos con la aclamación ritual: <>, no añadían gran cosa a los
u.,
".*joi militar de los austráiicos, la firme esperanza
de la fuerza
usos antiguos.
3.
El imperio cristiano
Los esfuerzos realizados por la familia carolingia y el puñado de obispos y literatos que la ayudaron resultan un poco conmovedores. Estoi hombres, cuyoi medios, como veremos, eran escasos o nulos, qui-
sieron hacer realidad su sueño de un verdadero <> por ellos, lo cual explica la furia de Carlos en diciembre \ \ de 800, cuando el papa hizo que la aclamación del <>' es decir, la I la corode después término, pasara guemera, a un segundo elección ,,1 \'i que libres hombres los de todos apoyo al Gracias manos. sus nación con combaten, el príncipe tiene toda la potestas, pero debe afianzarla, porque la lealtad de aquéllos podría flaquear. Este es sin duda el origen de lbs juramentos de fidelidad que se pidieron er,789,793 y 802 a los hombreá en estado de ser armados. Luego viene la auctoritas, eI prestigio moral del hombre providencial y sus allegados. Un usurpador como el carolingio no podía invocar el aura mágica de los merovingios, y tuvo qu" uná*r. con cuidado, reemplazándóh po. la coronación de la que hablaré más adelante. Es curioso ver cómo la familia austrásica, que carecla de este prestigio sobrenatural, se acabó imbuyendo de él hasta el punto de que más adelante la única forma de legitimarse que tuvieron 3,
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FOSSTER
t 34
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LA SOCIEDAD MEDIEVAL
todos los poderosos, empezando por los reyes de Francia, fue relacionar§\ se con ella. En todo caso, durante el siglo Ix, como antaño, el regnum es algo natural, como un bien de familia, un patrimonio que se pueáe compartir, en detrimento de la «unidad romano). pero es un error ver una contradicción entre estas dos ideas: a partir de Verdún (843) y hasta mucho después, los sistemas de las <>, con un jefe que es el único emperador, mantienen la noción del imperio cristiano. ¿ño se toma en serio? Entonces, ¿por qué se admiten las divisiones romanas que empezaron en el siglo n? Por último el aspecto sagradolmás adelante llamado <
oscuro es hasta qué punto una propaganda hábil pudo hácer qie penetrara la idea en la masa de los <>.
A primera vista no faltaban medios para ello, y me extenderé un poco al respecto sin adentrarme demasiádo en lo «político». cuando ca¡los o Luis refuerzan el
y a sus h
I
<> a Ia antigua, que ágrupa a sus ñeles agentes, optando entre recuperar la villa o fundar una capital,
Roma o Aquisgráh, no se alejan de la tradición romana, sino toáo lo contrario. Para llegar a los hombres se usaron medios que no conocían los soberanos del siglo v: convocar a los guerreros, o poi lo menos a sus jefes, antes_de la campaña,anual, en el Campo de m;zo o de mayo, y una vez allí comunicarles la volundad del amo con esos «capitulares, escritos por los allegados del príncipe, cuyos enviados (r¿¡ss¿) garantizan luego su ejecución. Dar a conocer lás grandes inspiracionés del reinado con unas <
MULTICULTURAL
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prerrogativas
der Estado, un Estado que sin duda es <
'-\)
cuya antigüedad hablaré enseguida. si a carlos no le llarharon divus, como a sus predecesores romanos, Adriano I le llama magnus y León III q.ugustus. La Providencia le inspira, como a Samuel o a David, con quienes le comparan. Es de suponer que la Iglesia aprecia esta forma de la dignidad imperial. Los círculos eclesiásticos del siglo vlll, y luego en el x la gente del sur que sigue a Luis y sus ideas rornanas, Como Helisachar, Benito de Aniano y más tarde el molesto Hincmar de Reims, esperan que el píncipe propague la fe, mantenga la paz de Ios cuerpos y proteja Ia de las almas. El globo que sujeta át prfncipe, encima áe h cruz,7a mitra y la corona, imagen de Ia Jerusalén celeitial, se mezclan con el trono en forma de silla curul antigua y el vestido militar. La iconografía refleja bien las intenciones, y el único punto que sigue siendo
UN MUNDO
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fp'perio.
el de Teodosio, y se parece mucho at na¡o
unos objetivos ambiciosos, demasiado ambiciosos. Lo que sique, como ocurriera antes con Roma, las 1,.,.,., 4ódemoltró contradicciones -e¡impotencias lrevaron ar fracaso. Apoyarse en los guerrero, u"rrái.d"_ , lesfodos los años la oportunidad ¿á reat¡iar saqueos, pero defender al ,, yciOn,Ae. paz, legislar y ."r-on"_ ante un pueblo ile_ H:T-",,::l!:]1 y.preocupado.por lo inmedia-to, o.íp*r" d"."ono*iu Tdo ,n clima de total recesión,. sin caminos, sin dinero y sin hombres... Ut"nepi_ flf,":1*.iTlingio es ¿" dispares. para unos es un .n',principio, para otros,"Ujrr" "pr"áu"'ioi., entre los qüe m" u, firul; uro, *rláVun lo "u"niá, ,,,,,Qu!,sgbrevivió de é1,^otros to que re faltó. pero todos esLán de acuerdo , ''en la grandeza der esfuerzo y ei mérito de ios homb."r. io ,,i*o'qu" .;'Roma para los hombres de ú alta g¿a¿ MeJia, rr. r". siglos sucesivos, fueron un gr*i""uJ.¿o. "*áiingiár, .,', C._e,los
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4.
El ejército, crisol de la sociedad
Todas. las- poblaciones germiánicas eran guerreras por inclinación, por necesidad y por costumbre. Hasta los vi-sigodo* _:b* ;;i;;q"" eran enterrados sin armas- dieron muestras halta el siglo vrr a"üglun
importancia que concedían a los méritos guerreros. Es,"pues, pl;, sible qte los primeros geÍnanos que entraron en el imperio, capturados o voluntarios, se hicieran soldados. se tra querido u"iLn ro. laeti establecidos por pequeños grupos familiares a partir del siglo m en Galia, Panonia y otros rugares, á uños prisioneros biárbaros y
;;y "í.i*o,
convertidos en colonos, o unos cuerpos mercenarios: "rrótuao. ros sermaize, Allaines y La Fréze de nuestros campós serían reminiscencias ¿e sermatas, alamanes o francos que estuvieron a[í. u"or irr"riffio[*-! alemanes han llegado a afirmar que se trató de una auténtica coroniza- I ción. ocasional o sistemática, debida a ra debilidad o a ra trauiti¿a¿:;" I política llegó a ser frecuente en er sigro rv, ya fuera po. t"uu. ,nu;t# ] cuando los recrutas romanos huían, ya fuerá por tratádos me¿iarte tJ, j -de
cuales las tribus asumían racustodia
ona ."gion
*""" r ¡;ff;;;;;;. d"-;i;
i Sería ocioso hacer aquí un repaso de las'sucesivas J etapas invasión pacífica. La resistencia de los campesinos u *"*i, y.la.interdicción que separaba prudentemenie de "i "i "jZr.i " él a lo, íu vrrtreron en una práctica. corriente. En la segunda mitad"r.luro, "tr_ der sigtá rv et ejército sólo posee un miembro romano, er ómperadoa que vrsíe pietes
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LA SOCIEDAD MEDIEVAL
de unimales y se deja levantar sobre un escudo cuando pasa revista. En
ou¡nto a los «federados>>, a partir del primer acuerdo de 332 hasta el €nvfo dc los ostrogodos a ltalia, en principio avalado por la autoridad lmporlal, al final del siglo v, su papel, su influencia, pertenecen a la hisiorl¡ dG todo ol imperio. Estos cuerpos de ejército, aunque nos ciñamos al oJérelto rcgular, suelen ocupar unos cÍrmpamentos instalados a lo lar¡o dÉ loa grandes itinerarios, por grupos de varias cohofes. Sin duda debomor atribuir al deseo de integrar a los soldados, romanos o bárbttst, en la masa de campesinos, lá creación en el siglo ru o quizá antes
dr g¡r¡ «a¡rociudades» en pleno campo, algunas de las cuales han sido atefvadaa on Galia y Bretaña. Constan de un campamento ligero, templol, torEo y tcrmas, que son lugares de encuentro e intercambio. Si nos bU¡mor Én ol aislamiento total de los restos, podemos pensar que su €fffelón fuo un fracaso, pero el esfuerzo revela ya un interés por no mPüff fl oj6rcito de la población, y esa meta lejana era una etapa de
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c¡plt¡l lmportancia.
Gomo todos los hombres estiín sujetos hereditariamente a su condialón, para loe indfgenas debía tratarse de una casta como cualquier otra, ftpnto a la cual no cabfa tener una actitud de reserva. Además, antes de quo Bo gcncralizara este tipo de defensa en profundidad, planeada en la époea de Valentiniano, las guarniciones del limes o las de las ciudades ¡tclbloron privilegios que, en la intención de los emperadores, debían C¡tlmular cl voluntariado o retener a los desertores. En el nivel de los otlclnloe se concede un igualamiento entre títulos civiles y militares, püf lot duqucs la dignidad de clarissimi, para la tropa la concesión de tlrnar y la posibilidad de vivir en familia, y para los veteranos exonera' 6lona¡, Puo¡ bion, más tarde los bárbaros reclutados convirtieron estas Vant{il En un olcmento de fuerza. No las aprovecharon para desruir el lmpcrlo o Bometer a las poblaciones, y en cambio dieron muestras de Unf ¡rAü fldolidad y moderación, como admiten sus propios detractores. hm flgnto a los campesinos galos o ilirios adquirieron un <> social O leonómico que convirtió al ejército en uno de los elementos cruciales do la aproximación entre ambas comunidades. Evldcntemente, seía necesario calcular sus efectivos, y también locallzarlos. Por un documento del siglo w,la Notitia dignitatum, conoecmos unos datos numéricos de gran precisión: cerca de 400.000 infantu* y 100.000 caballeros para todo el imperio, de los cuales la mitad por I lo menos, en esa época, estaba acantonada en Occidente. El aspecto forI mal de esta enumeración ha hecho que los historiadores la consideren | rcórica. En realidad, sabemos que Honorio o Aecio fueron incapaces de reunir a más de 20.000 soldados, obligados a llamar en su ayuda a los
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UN MUNDO MULTICULTURAL
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federados, que tampoco eran muy numerosos, entre 15.000 y 20.000 guerreros como mucho entre los ostrogodos en 490. No obstante, creo que las oficinas de Milán o Constantinopla donde se elaboraron esas listas se basaban engañosamente en la capacidad para reunir estas cifras, más que en las propias cifras. Es posible que todavía hacia 400 o 420 hubiera, incluyendo a los federados, medio millón de soldados, pero esto no significa que todos estuvieran disponibles, pues se encontraban sumergidos en pequeños grupos dentro de la masa campesina, realizan, do una imprecisa labor de policía, y mezcliíndose cada vez más con los ,/ hombres del lugar. De esta forma ayudaron al nacimiento de la sociedad ' ,furú y a la vez guerrera de la alta Edad Media, cuya aparición no se ¡' poüía explicar sin tener en cuenta esta lenta y prolongada penetración del elemento militar en el nivel más bajo de la sociedad La eliminación progresiva de cualquier autoridad «romana>> sobre la res militaris provocó un cambio de peso importante. Tal como era su costumbre, para los jefes getmanos cualquier hombre libre y útil era un guerrero. Como dijo Halphen, <. Llegó un momento, como la época de Teodorico, en que el ejército sólo estaba formado por <>, y a los (, y el fyrd (la milicia) sólo fue un principio. Este cambio de mentalidad sólo pudo tener como causa una vuelta a la violencia espontánea como forma de solucionar las disputas y un culto a lafuerza, antes mitigados por el derecho. No es un asunto de táctica o técnica, se considera que el arte del herrero germano o incluso del celta era superior al de los artesanos grecoromanos, pero esto es sólo un detalle, lo principal es que los sajones y los francos són peatones, los godos y los vándalos caballeros, los primeros manejan el hacha y los segundos la espada, al menos antes del siglo vu. Estos combatientes, indígenas o inmigrantes, se organizan muy deprisa. No luchan entre sí ban{as dispersas, sino unidades dirigidas-por oficiales o algo parecido (tiufado, senescal, que podría significar jefes de criados). Náturálmente, estas tropas no se pueden comparar con la legión o la falange, pero desde luego hay que descartar la imagen de unas hordas de asesinos.Los carolingios, una vez más, ordenaron todo esto, y su herencia fue esencial. predomina Ia caballería. El paso
D@vm
ü ( S"ic 38
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
{e marzo a mayo para el momento de la reunión armada (hacia775 en Galia) podría responder a la necesidad de encontrar forraje maduro en tierra enemiga. Al respecto se cita el ejemplo de los berebáres, pero es más apropiado el de los lombardos, famosos jinetes, especialistaJen h carga pesada. Ahora bien, esta carga requiere un caballo valioso, y remonta, aünas capaces de aguantar el choque frontal, coÍaza-llamada brogne_ y casco cón nasal. Los capitulares de carlos y Luis describen el empleo de todo esto, pero también despotrican contra quienes se escabullen b se abstienen al abrigo de estas riquezas, escasas y preciadas. Es así como vemos surgir con faerzala siguiente noción: el verdadero soldado no sólo es libre, también es rico, o incluso es un mandado que ha sido armado a expensas del rico, para que luche en su lugar o a su lado. ¿Los demás? Se les sigue convocando a la hueste, por principio, pero van a pie. Entre varios de ellos se elige a aquel que debe combatir,iuando se encuentran cerca del escenario de la guerra. Y a los libres en general, ¿cómo se les obliga? Deben cumplir el iervicio, pero lo hacen loáment","y menos gastos. ¿El caballero, eminente y temible, el del caro featón que tira"on detrás de é1, con forraje y vino? ¿Quién adivina lo que sigue? Heredado de tiempos antiguos y reforzado con el asentamiento de los germanos, el conservadurismo impera durante cinco siglos entre los hombres de occidente. El soberano carolingio, como antañb valenüniano, está convencido de que cada cual ocupa su puesto en la armonía social, y cualquier cambio acarrearia el desmoronamiento del Estado. Pero cuando el emperador romano relegaba a cadahombre a su oficio, a su función, pensaba que estaba trabajando por el bien común, y esperaba el consentimiento de los más clarividentes. El príncipe franco está convencido de que la yuxtaposición de clases sociales procede de un decreto de la Providencia: Dios ha situado a cada individuo en un grupo (ordo),le ha dado una tarea (ministerium), y esto no se puede cambiar sin cometer sacrilegio. El propio prÍncipe ocupa su lugar, y Luis el piadoso e¡ una <> deduce que le corresponde ser el guía y consejero moral de todos sus súbditos. La profunda religiosidad que caracteriza a los primeros siglos medievales, mientras se va borrando el recuerdo dela res publica, explica esta concepción. Pero hay que añadir que los eclesiásticos son los únicos que se dedican a pensar, y para ellos el ideal es el ordo de los monjes hacia el cual todos deben tender. Para los pensadores del siglo Ix, como Teodulfo, obispo de Orleans, la sociedad está dividida en tres <<órdenes>>: los monjes que viven al pie del trono divino, los clérigos que preparan a los fieles para la salvación, y los laicos que <
UN MUNDo
MULTICULTURAL
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molino»' Es una
concepción meramente morar de las relaciones sociales, y los clérigos de la é-poca sabían de sobra que no respondía ararealidad, ya que, por ejemplo, uno de los rasgos característi;o, á" r" Jp*a fue el ingreso de laicos en su orden. Parece evidente que_ra principal causa de esta fusión progresiva es er fervor compartido por er espíritude jerarquía. La leyenda ¿J ro* g"r*anos fraternalmente libres, o más ta¡áe de-la iguddád ¿" to, hL estado vigente durante varios lustrorl p"ro ni siquiera "s"u'náinaiá.ito Iol,había dicho nada parecido, y en er sigro r habrab a de princip), clÁania. Más adelanre veremos que no sé sabe de ningún pu"ft. "o que no poseyera esclavos, ni de ninguno que no establiciera e*n sus tari_ fas de composición penal una escará de válores de los hombres bastante más rigurosa que todo el aparato fiscal romano. La ausencia ¿e ciu¿aáLs y lo limitado de las actividades de intercambio reregan esta jerar[uia ar mundo rural, pero al otro rado der rimes tanbién ,"-buru io. ,ni.-o, criterios. A cada nivel de la sociedad romana t" ", social biárbaro con prerrogativas y erementos de poder "oo"rponA",n;G, comparauteslvtes adelante lo explicaré con detane, de momento baste decir qir. ,ri. áirp"sición de la sociedad en capas superpuestas facilitó, otro factor, una fusión de ambos puebros acadanivei: ros,ornunórilo, bárbaros se' aproximaron horizoniarmente, por soridaridad dt En efecto, las barreras entre las capas sociares ¿euieron-sii'iniranqueables. Es una situación bien conocida en er caso de no*a, ¿óroe a partir de Diocleciano, y luego con varentiniano, la sociedad .ráuu.rnida con un verdadero corsé de castas herméticas que sólo se renovaban por herencia. Dentro de él se debatía y se ahogaba; todavía +OO Mayoriano clama contra quienes ,.ro qui"re, pennanecer en "n el estado en que han nacido». Estas medidas tan óonservádora, se tomaban con el pretexto de la lucha contra ros perigros exteriores o interiores. »".pre, a9.t s¡sto vrr estos peligros parecen menos acuciantes sión?-, pero persisten, aunque sólo se trate del hambre"y -¿."utiouJíituLa sociedad tiene varias caras, o varios valores culturales.'Bur"u u-qr"tio que pr eda tranquilizarla, darre firmeza, porque en definitiva l" ;i;"ra sus facciones es el miedo.
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.er!u".uffi0, ññi
i;;irú;;r. d;
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42
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
APROXIMACIONES
como
la aprisio del Languedoc, los cálculos del número de niños declarados en los polípticos, gomo los que acabo de citar, han sog"riao U iá", d9_Ou9l-a éf99a carolingia, el-siglo rx en conjunto, fue una fís" siónde la población. personarmente creo qué sólo se trató ¿" ración parcial del terreno perdido, y que rós coeficientes poritiuo, qrÉ.. encxentran aquí y allá son demasiado moderados como para justificar er fácil entusiasmo de los admiradores del «gran emperadorrr, q"uien, dicho sea de paso, tuvo tanta responsabilidad enásto como el desdióhado Justiniano en la pandemia pestífera. Estas disputas eruditas carecen de interés, y no deben distraernos de cllstjon principal: trocor hombres, están muy ."p*uáor, y proba_ llblemente carecen der !1v dinamismo que caracterira a Íos siglos posteriores. ¿Cómo viven?
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Hasta hace unos treinta años, o menos, estaba vigente la teoría de una continuidad, de una permanencia del hábitat rurJ desde el mundo grecorromano hasta nuestros días, y la <>. Por lo menos en los países antaño romanizados, porque ot oa l.ug^ares hubo que admitir lo conrrario. Aunque todavíaAu"á; "n uiguro, defensores de la <>, basríndose uro, pocás ejempiás, la arqueología ha barrido todos los demás. "n
1.
Elfin del reinado
de la «villa»
Pocos elementos han contribuido tanto a ra buena reputación de Roma como lavilla, sus miírmores, sus mosaicos y sus estanques, visitados sin falta por los turistas. varrón, columela, Éaladio, tr-iie, virgilio, luego Ausonio, describieron su trazado y sus encantos. orientación ideal, edifi cios <>, parcelas bien trdenadu., uunqr" J rnrr_ cio de la llegada del senador, el administrador, alatigazoi, t"riu qr" hacer que los esclavos se metieran en sus tugurios puiu ro'or"rá"itu vista del amo. I,a arqueología que las ha estud'-iado dá Bretaña u §i"itiu, sobre todo la aérea, ha revelado sus distintos tipos que no uoy u Lrumerar aquí. Del enorme edificio único de Toscani, loíreinos hispánicos y Aquitania a las casas alineadas en dos alas hasta 300 metros de la mansión del amo, como en P_icardía o en Bérgica, estos beilos conjuntos y sus dependencias, patios y huertos, podían oiupar hasta 5 g u heciráreas,
A LA VIDA
COTIDIANA
43
y sin duda albergar a varios cientos de hombres, como verdaderas haciendas del mundo antiguo. se han hecho algunos ciilculos de la densidad de sus parcelas. La prospección sistemática de Roger Agache en el centro de Picardfa ha puesto al descubierto más de 500 para un total de
900 aldeas actuales, áe distintos tamaños. En Warfusée posee unas dimensiones de 500 metros por 150, y en general son de i50 por 50. Naturalmente, no se puede asegurar que sean todas de los mismos siglos, pero el total es impresionante. La observación aérea en el Magrib o en España, más escasa y sobre un terreno más escabroso, también ha puesto al descubierto un número importante de parcelas. se ha pensado en un origen prerromano, basiíndose en los cercados de la Téne céltica, también reconocibles. No es ese mi parecer, pero de todos modos las formas geométricas estereotipadas de las villae denotan, en todo caso, el afrán de dominar una parte del suelo. _ ¿Podemos darnos por satisfechos con esta visión de omnipotencia? ¿_Roma no es más que un entramado de ciudades y calzadas émpedra- ,p das, o una parcelación regular de grandes dominios colindantes como las 30 villae de santa Melania de sicilia? Esta es ra visión tradicional. Una más la arqueología se encarga de acabar con ella. ¿para qué _vez servían unos vastos recintos de tierra como los que se conservaron en Auvernia hasta el siglo x (Escorailles), que a veces abarcaban decenas de hectáreas (130 en Vendeuil, al sur de Amiens, 60 en Lombren, en el Gard), si bastaba la villa para agrupar a los hombres? ¿De dónde vienen y adónde van estos galos cuyos conciliabula son tan temidos por César? ¿Qué papel desempeñan los pequeños fana aislados en medio del campo, en las cuencas de Londres y París, si no hay fieles cerca? ¿por qué construyó Roma las agrociudades antes mencionadas, si todos vivfan en la ciudad o en las villae? La respuesta es clara: fuera de éstas también viven los hombres. como no se les puede confundir con los de los yici, burgos de los caminos que también son conocidos, significa que existe otro hábitat, desperdigado, ligero, que no ha dejado cimientos én el sue_ lo que puedan ser detectados desde el aire, ni mosaicos que el arado saque a la luz. Cuando se pasa el Rin o el Danubio, se comprende que, con toda seguridad, era esta la forma común del hábitat iampesino. ¿Quién es esta gente, en la zona romana? ¿Colonos libres que tiabajan en la villa más cercana, en la que sólo viven esclavos, o campesinos dueños de sus bienes? Salta a la vista la importancia de la respoeita. El sistema de la villa f:ue decavendo. En muchas regiones la arha descubierto hueilas devilrae abandonadas en el centro de la cuenca de Londres y en Costwolds, Bajo Sena, Maine, Santerre, Lorena y Alta Borgoña: una clara solución de
queolo@a
¡\r^J-\q*_LA
44
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2.
Enunmundoquehastahacepocohasidotanprofundamenterural,
visional, informe. choca con nue§tra idea traücional de <
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gi*a.
de casas apiñadas alrededor de un campanario que siempre
ahí. Incluso cuando conocemos un hábitat disperso, buscamos jurídicos o de convivencia que unen a estos membra disiecta. tazos ios camEl ciudadáno de nuestro tiempo, que recofre el mundo' cree en el muestran le medievales bttiro pegado a su choza. Lós primeros siglos
ñ. irti¿o
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Aspecto disPerso del hábítqt
procuesta un poco a¿mitir la noción de un hábitat campesino flotante,
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45
que en otras partes, para que se volvieran crónicos' Por ejemplo, en la de ilontaña, donde la tiérra ú-tit escasea y se agota pronto, en_los países y al hombres trashumancia, donde estos movimientos conciernen a los campos los donde Germania' ganado, y en los linderos de los bosques de eficaz se ñe cuttilo se desplazan todos los años. A falta de un control culrivacal.veros que los probable que más Es i,rñ; tu io.rtu¡iti¿ad. t?do-1los por completo a' ie no Rin, del ambos lados "ultivT y que debrdo a Ia coneaRos, ni siquiera alrededor de una sólidavilla, familiar el grupo se desplazara en bloque' Una atenriO, ¿. fu discordancias "it*ctura ;u1"ñ; de los polípticos del íigl,o x muestra evidentes cultivada es parccla la t"p"mcie y proOucción. Entendámonos: También apropiado' y suelo el ti*it"¿u, con lindei conocidas Pero por este esPacll caso los valiosos textos carolingios son claros' I del suelo' La unidad los campos <) u -"r""d-d"l agotamiento i massae de toda ¿¿-"¡pfótu"iOi,los mansos, hufen, hides-, homestead' mayores d€ e*opu, en bloque o en parcelas, tienen.dimensiones mucho técni^- \ miserables con las incluso ñriáJ;rrri;s p'ura Aiméntar un hogar, lado' Ii 'lá.¿" fu:¿poc^a, incluso si se reduóen a 5 o 6 hectiíreas' Por otroprínci ililoi"iig"r"o"upación de tierras incultas, cuando los las áo+, impulsaron.la extensión de los cultivos, amplias bastante lo Ioplm"i"t previsias siiuieron siendo enormes'cierto que aquí y allá Es itinerante' rnu"ugti"'ft*a para albergar como "d" redondas o piedra' de con muros
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separa la época continuidad, atestiguada por la cerámica y las monedas' A veces se yacimiento. del tardía iecuperación eventual romana de una de calcinadas i;;á e" un abandono bruscoi45 esqueletos en las ruinas progresiva decadencia una Vtont-Saint-¡ean, junto a Le Mans), bfias de a lo largo de dos siglos iJcpésito de cenizás y desperdicios estratificados pero pi.*¿iu). los casos se deben a de mayoría la in ;rgunu, villae de en decadencia ya estaban w el siglo En tratt-ot antiguos o ineluctables. en Galia o en ru siglo del incursiones las Bretaña; de irt iipf"t*i""nes que en otros pffiece ftetvciia son la causa de los principales abandonos; que escaseó hasta iuouttt el suelo perdió valor y su áxplotación decayó ta.villa, desaparecido no había v ;uru.b"ro" luego en el siglo llegaLa rango' su perdido había mismfy Doro Bu estructura yu no y los"tu-lu rebrotes prelromanos debieron revalorizar los bárbaras o celtas' ón¡orfos di chozas, más acordes con las costumbres
ililñ;;rr""nos
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APRoxIMAcIoNEs A LA vIDA coTIDIAN
SOCIEDAD MEDIEVAL
L
contrario.
l¡t movilidad Lumovilidaddeloshombres,queyadestacaraMarcBloch'tandifí-
<), es so{prendente. Cll de concebir por nuestros predeóesores dieron a estos desplazapolíticas qu. lu, incertidumbres
ü* ,ri¿."r.
mientosincesantesmayorritmoyamplituddurantelas<>de las guerras,intesi;rigl", ry y v o duráte los rx y x, ásí como durante períodos de üferentes país hubo óada parte, en otra tinas del vl. Por -Bretaña en los reivl, fue el siglo iu.rt", or"u¿as de agitácion. Bn Gran mismo ese eslavos noltiitpani"os el vIñ, en la Germania de los confines u uyoj.ó et época, siglo yil lx. Pero por doquier, y en cualquiet lralbr.e ello' de hablado hemos Ya iái f,o-Ur". al vagabundeL, a liinestabilidad. más B;rt"b. con que át tipo de economía propiciara estos movimientos
v
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ti.r.u,-"ercadas ;;;ff;"*, en Kent' en los Palses cuadradas, celtas o aun más antiguas' como Pero no pueden invaliproblema' ín É;ñ t;; la montañaly topon* un ,Ágo más: la ausencia casi total de'1' dar el esquemu
g"n".i.'elJaiiJ
toda-
I x parece inditq.gu" menciones Oe caminos rutuf"t u""t aeisigto Es posible que.lo parielas' Je titt"Á, ningún vía no existe "tg*izado seguridad allí donde se hizo \ hubiera alrededor a"llr-iili"n,! con toda íugales' es.deéir' en lo esencial?-¿Cómo i un catastro, pero ¿y "" tt'"¿io d-e esta dispersión y movilidad' en un q,r" "tt de Chalton de Hampshire, i "^pt"d aldeano b,"-n i;iir"ir"d" yacimiento "i "o*o cuatro yacimientos sucesivos de hábitat i en 8 km2 se hayan entre los siglosiv Y
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"r;;;;;il vm?
«Aldeas>>,
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estos siglos? En muchos Entonces, ¿dónde viven los hombres de gxtrade la casa del amo' y no m€ casos, sin dudal agrupados alrededor les fuera [eg4os.d9 que fueran to¿os esc-favÁs' Unos hombres libres ñarla
;ñüár;;
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ubujo.
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0v!Ú*Yr ,nrv t-*n'^-'*--46
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
ApRoxrMACroNEs A LA vIDA
la de los polípticos, deros ribri traditionum, deros Brevium exempra, q.,e desdehace tanto tiempo ha centado la atención ¿e los eru¿itos dos. No me corresponde describir aquí su organización "áo"ionu,i ¿" momento escrutar su organización sociar. El probrema es""orá*i.u, que no ,uú"-o, nada de su estructura material: ¿madera?, ¿ii"a*t, ¿.iñ',ltrrf,-¿,á,uño?.E]ú-nico ejemplo suficientemente claro]'el del fiüo á" ca.de Lille, puede sugerir una disposición generar muy similar a iá Já unu villa galonomana. Las <
,*.uruio,
de varios metros cuadrados. Los primero* "iU*u" ,o, grur"ros o viviendas de los más humildes, y los segundos probablemente talleres domésticos o zahurdas para ros escravo-s. En niiguno de ros yacimientos excavados
del norte del Loira y del Danubio riay ninguna reración o una articulación segura entre estos elementos: W-ñ¿orf,
<>
3.
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Jr;;i",;;i,
e.¡empto
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"n consta de una sala, dos trojes, dos silos y cuatro cabañas. ,,..No
es asl como debemos representarno, *un*ít pÁ;il;;;$", filas de postes, techos ¿e-p4l-a hast¿ el "un suelo, áos ,Á¡ul-ü"_ riores para los desechos y e1 estiércol, variás "¡."rr*, ürl cascos de barro o varios ", objetos de hueso. La madera ha desaparecido, / no hay hierro. U" cimiento carolingio» bastante mísero. ";;;
-*ñtia
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47
donde se apiñan docenas de hombres y animales, flanqueada de edificios más modestos, entre dos y seis u ochó, y ofondos ¿"
A"rü;;*_
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corIDrANA
¿Continuidad o ruptura?
¿El norte o el sur?
La estructura tan mediocre de un hábitat común, y la idea que acabo de exponer de que ra situación probabremente seríá .o*puruf,te en cl mundo grecorromano, plantean una cuestión a. giun-ffioiái,*.ia: ra der campo dé la arta Edad Media $gSgmra _¿reníjaru á"-iu Ántigurdad? La respuesra es difícil y controvertida. Háy ¿o, fu"tor", qu. sr"ioren una ruprura. Lo que se puede adivinar de la ir ) disppsicifn_ürcrni¿c I \r4+Tq:llonjuntqs_mara§6qeqp;-q""*ip.fi4r,q,#ffi
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por ejempto, para los históriádores atemanei,?Eéi*áicomo Adriaan verhursr, er establecimiento de ras tenencias unu novedad-de ros sigros vrr y vm en er norte de "n Europa, r"srttaáá áeicrecimiento demográfico antes mencionado. se han hecho tas mismás-obser_ vaciones a propósito.de Lincorn, y bien mirado ror uior' á1" iprx¡o del Languedoc también conciernén a tierras nuevas."ont Además, los sembrados de las <> que aparecieron en las mismas fechas en el vor-
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gebirge renano parec-en. obias originales, si u.u.o or¿"nu¿u, p", .f yf se_a de la Igresia o raico. EI segundo argumento ." ürí"n u tgPonlmia' Los vocabros,gue-§e consi*Lrn Fsstederes a ras «invasiopoder,
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terminados en -court, _ho¡y uoa,por eiámpto, ,ugi"r"uJa"*¡"t"n_
+S+rrlegle-q!9¿rr.u-a-ya§'y§:a-.1e-ey_u¡a"oerá"ián#itffisr* -ia, que no son restos digting¡11b191de. ningqlq._aiS¡4|Ur¡.11" eAé_e., parcelas rio sisüñéñ ábür;A u áirpá§ói* a" esra úttima. Los partidarios de la continuidad, que en su mayoía son hombres
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del sur, contraponen sólidos argumentos a estas observaciones diflciles dc rebatir. Pará empezar, sostienen que la construcción rural de la ribera mediterránea suelé ser de mampostería, lo que dificultaría mucho el desplazamiento. Luego, que numerosos topónimos' como en Francia los derivados de -iacum (-y, 'é, -ay, -ieu, -ac y algunos más), que indiscutiblemente estaban en uso entre el principio de la era cristiana y los siglos vl o vu, siguen designando hoy las aldeas. Por úlümo, recuerdan lfpersistencia de la centuriación. Aunque no es cierto que se hiciera uniatastro de todo el imperio, sí se realizó en los alrededores de las ciudades, colonias, municipios y lugares de retiro de los legionar,ios. Las lnvcstigaciones que se han realizado en Emilia, Languedoc y el Levante, y gon mcnos éxiio en Borgoña, Picardía, Apulia y otros lu€ares, revelan contempoluo la disposición de las parcelas posteriores, incluso de las y lotes de 700 m los caminos los lo largo de iúnoa¡, ¡e alinea siempre a y pico de frente que partían de ellas.
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LA SOCIEDAD MEDIEVAL
48
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vez admitida la distinta evolución, fácil de explicar, entre el sur +D- iruyUna romanizado y el norte que no lo estuvo apenas o nada, se pueden
CnC6ntfar algunos elementos estables. Para empezar, en lo concerniente a los p¡¿ónimos. Pese a una opinión müy anaigada,-npgggu'L9§!fu g
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e¡olalJfl_q-s-ob,re- tqdo- cuando se fogaaror¡r eq.!{
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un tromUrá, uná geru, un-cian-compls§--,acrA rom4!9§'-q&l¿4ry lós -ing gérmánicos, que sólo tienen gn- se¡tido de*gq!99!vidad,-cqg9.curtis y hof. Por eso óréo que se desplazaron con el grupo humano que ,/" levanió §ü§" cabañas en otro lugar. Hay abundantes ejemplos de aldeas an -r, junto a los cuales el avión ha revelado las huellas delavilla que antaño tenfa ese nombre. Hay que descartar el argumento toponímico una I como prueba de perennidad. Pero tampoco creo que se produjera transferencia que una pensar hubo parece razonable \ rupturá completa.Me I ¿Oi hábitat. una redistribución de los centros rurales, abandono, reagru\ prmlonto, división, cuyas probables causas ya han sido mencionadas.
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La « agltación interior
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Desde luego, no hay que perder de vista que incluso una sociedad paralizada como la que voy a describir a continuación no pudo pennaneiCr al margen de toda evolución durante cinco o seis siglos. Si le damos alguna importancia a la crucial inflexión de los siglos x y xI, es lógico btisCar sui premisas, su < (frémissemenl), como dice -...G. Duby. Lás principales premisas se encuentran en el ámbito económico, ""' Cr" se sale dá esta ixposición: la disgregación del <, ése monstruo fabuloso que nadie ha encontrado intacto, provocó la apa-
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49
rición de hábitats secundarios en los que se agrupaban las casas de tenentes liberados o, como enlavillicatio germánica, que vivían demasiado lejos de la villa como para seguir consider¡índose dependientes. Los -villare, -mansionile, -curticella y otros son sus ejemplos más seguros. De las otras premisas hay algo más que decir, aunque a pesar de las numerosas excavaciones todavía no lo vemos muy claro. Para empezar, hxg*lelZq§_d§. fa:iiasién-de-un*háhital"hasta-en,.",, toncps mpyJg§perdlga¿Ue"-Ugpgiso. E_§!e fenómeno, gg¿e gglrg_In;. lización, a mi entender**arla*rupfuxa-esencial"dda-li'iStoria-rnedioval de. a ,--.4"'". Erropa, ¿empezÓ antes de 900 o 950? Hay que contestar con prudencia que <r. De momento no me voy a extender sobre sus causas. Pero debo constatar que ciertas estructuras descubiertas hace poco del siglo x, o incluso del vm, mantienen una sólida relación entre ellas y son precursoras de la <>. Es lo que ocurre, en particular, con los esbozos de asentamiento que se han observado en Auvernia, Prover¡.za, Cataluña, Toscana y Campania, es decir,ren unas condiciones que adoptaron las aldeas medievales clásicas. Más al norte, donde el relieve no propiciaba este fenómeno, se ha creído ver algo parecido en algunos yacimientos de ile-de-France y Alsacia. Pero no tray que olvidar que los hábitats de la alta Edad Media, ocupados durante doscientos \ años como mucho, habrían dado la misma impresión si los fenbmenos de ocupación conocidos para el año mil se hubieran dado en 700. De j este modo, una <
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FOSSIER
50
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
escasas las menciones de ecclesia en los polípticos: esta vez se invocará
la existencia de la iglesia monástica, que podía estar muy apartada. En otros lugares más meridionales, como en Villiers-le-Sec, el yacimiento excavado posee una iglesia contemporiínea de las casas, y muchos historiadores, sobre todo alemanes que no deja de ser sorprendsnts-, -1o afirman, basándose en las excavaciones, que hay numerosas iglesias o capillas cuyos cimientos datan de los siglos vm o Ix. Pero ¿sabemos con cetteza que no se trata de casas apiñadas alrededor de una iglesia que había permanecido aislada mucho tiempo? He aquí otro dato: las capillas visigodas todavía aisladas en el norte de la península Ibérica, o las iglesias de piedra sin casas alrededor en Italia. No hay, pues, ninguna Si soy de la opinión de que la iglesia tuvo que acudir en bus\ evidencia. y no al revés, es porque le doy más importancia al de los ca fieles, \ \ esfuerzo consciente de cristianización de la jerarquía clerical que a la \ acumulación de pruebas. Por lo demás, en este asunto, lo que cuenta son Ilos resultados: la iglesia ya está aquí y allá, más adelante será uno de los 'núcleos del hábitat, y volveremos a encontrarnos con ella.
II.
Pnonucn
pARA suBsrsrrR
No me propongo hacer un examen minucioso de lo que se sabe acerca de las condiciones económicas y de producción de la época. pero en una sociedad en la que lo primero es la subsistencia diaria, con su cortejo de temores, la escasez, perderlo todo, tener que huir, conviene analizar el sector del trabajo, y sobre todo el de la tierra. Se comprende, entonces, que la fusión entre las distintas comunidades se realizara con tanta más rapidez cuanto más comparables eran los niveles de estas actividades. Se puede pensar, incluso, que las invasiones corresponden al momento en que el estadio de desarrollo económico fue idéntico a uno y otro lado del limes. Antes de esta fecha, como atestigua Tácito, la persistencia de usos arcaicos entre los getmanos les convertía en verdaderos bárbaros, cuyo ingreso en el imperio, o más bien su absorción, era inconcebible. Cuando ambas civilizaciones agrarias, como dos vasos comunicantes por sus bordes superiores, estuvieron al mismo nivel, bastó con que se produjera cierta agitación en Asia, en Ucrania o a orillas del Báltico para que los germanos y los romanos se compenetraran, primero con bruscas sacudidas como en el siglo m, luego con infiltraciones y al final con una mezcla completa. ¿Cómo se podría explicar, si no, la facilidad con que visigodos, francos o lombardos pudieron continuar la explotación del suelo, allí donde ocuparon tierras, o
APRoxIMACIoNES A LA VIDA
CoTIDIANA
51
se incorporaron en el resto de los lugares? podemos compararro con la progresiva desaparición de ra agricuitura antigua en el nórte ¿e Ár.i"u q,Tqo unas poblaciones de otro tipo económiio suplantaron a ra autoridad bizantina, en el siglo vul.
1.
El derroche
Identidades
De entrada no resulta difícil resaltar las diferencias. sin volver a las teorías ya abandonadas, pero que fueron apreciadas durante ;u"ho tiempo allende el Rin, de la de la prtpiedad .ot."tiru,-ái.t ru.ui$ v redistribuida, hoy se "maróa>>, piensa que los g"*uno, tenían un sistema similar a la vila romana,. ex,cepto quizá loi bárbaros q"" cerca del centro del imperio, loJde Baviera y el país O" Éu¿"n, purt. romanizados. Naturaleza der suero o del relieve, cubierta vegetal lo bastante densa que aún propiciaba una agricultura frecuentemente móvil, _ry O"p"n_ diente de los productos dél bosque o de una ganadeía de refuerzo. se nuede apreciar bien gracias a.qué los sajones, una vez más, nos ofrecen el cuadro de unos usos agrarios ,,pr.orri, rn"oo. evolucionádo, qu.io, de los otros puebros. rambi¿n tor uÁos en ras reyes bárbaras, que prcstan mucha atención a cuestiones "n.ontde este tipo, en rá, ,.?irtinguen con claridad los aspectos económicos: ra iuerte .árr,iro, .J
"i"l*"-a, l,
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fi-;l*+*"lm*r*mm'',,"l.' del siglo
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x.
Pero en er mismo momento
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do, sus grandes rebaños, sus grupos humanos fuertemente dominados por el amo, como en otros.lugñ_es po, áL la tribu á"r ,r""" los mismos efectos sociales]Hay'un "t3"i" f"r" *utiz qae,"" "l*,
;p;;;;';1,
toponimia: los lugares de hábitat ir"u* radicar uq*r a" un hombre, y alláel de una familia o un "o*o "i.o-ui" tótem, pero el aspecto colectivo es el mismo. Además, un vivo sentido de cómunidad anima a ambos grupos. En el derecho romano se concibe como algo _a, ir¿iriáuA
qu"
-r7 LA SOCIEDAD MEDIEVAL
52
colectivo, y está tanto protegida por la ley sálica como por los cód]gos imperiufá. por último,lncluio allí donde los usos agrarios de los indígenas estaban más evolucionados (por ejemplo, cuando los bárbaros que hasta hacepoco ¡Rsnos organizados, como los francos del este a los unas poblaciones con *i llu*rtu ripuarios, se pusieron en contacto país treviro), la relagalos del «rornanas» de viejas tradiiiones agrarias, por compensadas fueron primeros los de livu inferioridad o inadaptación
que corresuna superioridad técnica. Puede que nunca sepamos la parte perpontle a los germanos en la introducción de unos aperol ggrí9oJas estos de habilidad ibcr:iona¿os,-pero nadie duda de la extraordinaria trabajar el metal. La arqueología ha exhumado en Moravia los iun roius'asimétriás más antiguas, lás del arado que se impuso en de o Pflug de deformación ploum, clara palabrl po**riores, y la
ñbi;;;il iillfil
toi edictoi del lombardo Rotario en el siglo vtt: "n pueblo de Europa central y Retil? Signos precursu no'procede
iifliugli, sparece ¿,otu*i,
progreso importante, todavía muy débiles' Por lo demás' los comcirirtc*p*ai,eoí, más interesados por la eficacia q'te.pet la teoú¿' Muchas agraria. p;ñffi;;nseguida la fuerza dé esta aproximación y se alegravcccs lo vieron como un episodio de la historia de Roma, «El congratula: se panegirista un 300 Hacia ,uo á" uprouecharse de é1. ahí' helo enriquecernos; de et'catga se ... para nosoftos chumnvo labra nuestros uartiJo de campesino, afanándose en el trabajo, frecuentando extensioGrandes ni"rrodo. y trayendo ius animales para venderlos ' " ncs ... revérdecen ahora gracias a los bárbaros»'
ffi;6il
IneJicacia
qué punto es ineftcaz Puede que sea más importante destacar hasta que-la explotación n{1r-nls-fsurdo hay no empezar, Para ertc trubajo. de aperos manfalta La Media' Edad la alta de dominios t.r* it. Stor¿"s La subsistencia. el de ii.,ii f,ipio¿"cción al nivel más bajo, como mucho
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APROXMACIONES
A LA VIDA COTIDIANA
53
buena exposición. Cuanto-mayor y más disperso es el dominio, peor, porque entonces a lo absurdo de la producción se suma el derroche di las escasas reservas que un buen administrador podría haber acumulado, ya que el amo deambula de viila en villa con un séquito numeroso y uirur. si a esto añadimos los gastos de lujo y las lirnosnas, se pueáe decir
que el gran dominio no aporta nada,
ni al rico, que no
añorra,
ni
al
pobre, cuyo tralajo aper-s arcanzapara cubrir sus necesidades diarias y las exigencias del amo. El trabajo no es remunerador y no uportu irquidez suficiente con la venta de excedentes. pero sin dinero no iruy up".or, y con pocos aperos no hay beneficios. Este círculo vicioso envenéna la economía, e introduce en el campo la obsesión del hambre y la del dinero, siglo de desgracia, y condenado por la Iglesia, porque ó relaciona con las deudas. La falta- de rqúabilidad se debe, ciertamente, a una deficiente organización. Pero hay que buscar otros motivos, que están más relacionados con la historia social. 1,, f"A1d ". rr" tór^n"-Ur.s O. no pale_ceq nJuy deseosos 0é-obJF i?fganancias. Áunque se pienselue Ia noción de beneficio es algo propio de cualquier época, no me paréce que en ese momento, en Occidente, fuera un resorte muy tenso. -Según las leyes biárbaras o los capitulares carolingios, ro que áebe apoyai el esfuerzo de los hombres es <>, dice carlos el Calvo en g43 en coulai- ' l.-r' nes. como la Iglesia sostiene, evidentemente, el < de
los Evangelios, el rico debe esforzarse en tomdr para luego dar. Los etnólogos han aportado muchos datos a los mediévaüstas-sobre unos ) comportamientos que mantienen tenazmente su vigencia hoy en día a lo I ancho del mundo: derrochar es señal de poder y vi-rtud, r"páti. después -si I de haber exigido lo es de fuerzay generosida¿. a esto se añade la \ "aridad cristiana, se asegura la salvación además de la dominación. Aunque \ los graneros se vacían I
enseguida.
no
la vida agraria llnnruda a las corveas en los momentos cruciales de qu: concentra brusca ya esfuerzos, de Itttr:o más que agravar el derroche
,
podría . ii,itil*"r* --por la falta de aperos- una mano de obra que calcuha momento' Se e$tur trabajando ius propio, t"*'ñot en elmismo 15'000 de disponer l*,1" il; lá abadía ¿i Saint-Cermain-des-Prés podía de lo que necesitarían los ¡,iinuáut de trabajo gratuito. Es mucho más podían ser rentables con l;f'* de**ro, *i"ñt ut que las tenencias.sólo parecen.estar mejor dominios un trabajo constante e intenso. Algunos sino por una eficacia' la busque amo el porque organizados, pero no ladera con una o en río un de curva la en f*otu-bl", g";gier,.u
;;"S;;ñ
2. Los hombres y la tierra
,
La estructura de la «propiedad>> es una de las ramas de la historia de la alta Edad Media más controvertidas y oscuras. por otra parte, sobrepasa los,límites de mi exposición, de modo que sólo la mencionaré en la medida en que nos informa sobre las relaciones entre los hombres. No se trata
de volver a la «marc»> germiínica y los imprecisos relatos de Tácito, ni tampoco a lo que revelan las inscripciones del norte de África acerca de los dominios bipartitos del emperadór, sino sóro a la naturaleza de los con-
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[..*^ntrt, \ \
54
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d".,4 LA SOCIEDAD MEDIEVAL
tactos ente amos y trabajadores. De modo que no voy a hablar de lo que se cree saber acerca del funcionamiento de un gran dominio <> de los siglos tr y m, con sus esclavos que vivían a los pies del amo, sus colonos, en principio libres pero sujetos al suelo, y un inüendente que suele ser el único amo sobre el terreno. Como desconocemos todo lo que podía existir allende el limes, hacer una comparación para esta época es pura teoría. Pero en cambio cuando empiezala fusión las cosas se ven con más claridad, y hay que detenerse en el episodio de la hospitalidad.
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Todavía darán mucho que hablar los motivos por los que la autoriy sistematizó esta práctica. Se puede relacionar legítimamente el establecimiento de germanos como <> en los dominios romanos con la decadencia del mundo rural antiguo a partir del siglo m. Mientras el descenso demográfico no es nada fácil de medir, el retroceso del esclavismo, en cambio, está fuera de toda discusión. En la época de Constantino, y luego en tiempo de Teodosio, quedaron sin cultivar muchas zonas. En Italia fueron 130'000 hectiáreas, y en el norte de la Galia, el Bajo Sena y la región de Tréveris el repliegue de numerosas familias senatoriales hacia zonas más seguras debido a los disturbios del siglo w dejó a muchos dominios sin brazos. Las tropas de los bagaudas se nutrieron de colonos o esclavos huidos. El establecimiento de los bárbaros podría ser, en este sentido, una necesidad vital, dado que escaseaba la mano de obra y en el oeste el Estado catecla de la autoridad necesaria para atribuir obligatoriamente a los vecinos las tierras vacantes. No parece que el método adoptado, reparto de tierras y tal vez de la hay acuerdo al respecto- en proporciomano de obra disponible -no nes variables, entre el propietario y el grupo bárbaro que le era impuesto, provocara rechazo en ninguna parte. Sidonio Apolinar se queja de las costumbres de los godos, no de su presencia. El motivo de esta complacencia, o resignación, hay que buscarlo en el antiguo sistema de alojamiento de tropas, que se remontaba al siglo a.El hospes era el soldado portador de un billete de alojamiento y un bono de víveres de los graneios públicos. Luego, con los desórdenes del siglo tll, era portador de una orden de requisa del tercio de los bienes del anfitrión. Este lote (sors) era inalienable, para dar una garantía de derecho eminente a los propietarios afectados. El principio de la tercio no cambió porque los soldados fueran gennanos, y se siguió practicando sobre todo allí donde se instalaban los federados, y hasta la época lombarda, en que Autario recurrió a él para dotar a sus guerreros (575). Pero las circunstancias locales pudieroñ propiciar unas exigencias mayores en los lugares donde la ley de la oferta y la demanda, en cuestión de mano de obra y técnicas, favorecía a los germanos. Por ejemplo, los burgundios y los visigodos de Aquitania
dad romana propició
it 1J
Y/
ApRoxrMACroNEs A LA vrDA
corrDrANA
55
obtuvieron dos tercios de ros bienes, no se sabe bien si muebles o inmuebles. En cambio, en.otras partes, para que los grupos biírbaros minoritarios no se desperdigaran, ." i*prso rá
y;l;r. ", "or;;;;;;i*,"i,
confiscó a los grandes propielarios o en una regiOn-oo"ri"iá;, p;;; determinaá;. todas partes la operación tuvo carácter oficií, al frente. Cuando el poder de Roma se desvaneció y se á'isolvi;iá;,., foedera, su recuerdo-perduró. ya que los merovingios y los alamanes, pese a no estar vinculado¡ Ro¡ ninguna obligación t-egatireuia,;ü;_ cer se limiraron a ocupar lai tierras det fiscJo 1", que admitir que desconocemos muchos problemas *11111-11"r.,Hay grupos germanos sólo gozaron de un rercio ]mpo.rta.nt9s¡ ¿Jos á;1;;;;;_ tas-al vivir lejos de las tierras que Ias p-roducían? ." ¿O en la propia villa? y, en gste^c-agb, ¿expiotaron lu tiJoa "rtaUt;;;;;, bien é'"aron un hábirar "ffá, ¿o ii"-" viíndose con ellos a los colónos y esclavos qr" l", ;;;.p"i¿iI"'r ""-
d;ff;il, ;;il;#;",
:,::*"lr:*j: :'"]i*.r, ,
*irr"r,
il;; ñ;;,"
^a"U*rr3*to^
-
uupa arnaoa y er romano que le aloja se creó una solidaridad de intere_ ses. cuando, en Italia, Teodorico ouiigo a ros que no daban tierra a en-
v
hegar parte de sus rentas, evitó una rivaridad interna entre sus nueios Los dos prop_ietarios, igualmenre intiresados en el rendimiento qe sus rrefras y la obediencia de sus escravos, tendriín un trato de igual a igual, por ejemplo en la justrcia, como pr"r".ib" la ley burgundi;:D";_ cendiendo en la escala social, los pequlños propietarios servar cierta reserva, pero Ios colonos estaban en et mismá pluro qu" a labrador germano. sabemos que en los cementerios están distinción, y esta prueba última de su vida común "rit"ou¿á, anterior br;;. para mostrar la eficacia de ra hospitaridad. para muchos trrsiotaaoresl se trata der fin der germanismo: peididos en la masa rural indígena, con- jI vertidos, admitidos en er seno dé una familia romana, tos i los godos perdieron su originatidad. <>, un juicio un poco au""rt,rrudo, puls 9on da ;rÁoáJ; i que el bárbaro no conrribuyó para rida I " a la formación Év oe ¡e ra §vv¡wuq'"" socie¿aáÍá
:lMl::
ñái;;;;;_ ,i, q;; uuiffii;;
la alta Edad
"
Media.
-'
En realidad hay que_esperar al siglo lx para que se esclarezca ur:!$.poco la relación entre el hombre y la t-ierra, to exprica, # ";' justifica, la tendencia a empezar en "uuJo esta época el"uui estudió d" ír;;;;;;u rural medieval._M9 guardaré bien de ,"uiir* un examen de lo que nos enseñan los polípticos, pues no es este mi propósito,. p"ro O"Uá fra.e. algunas observaciones génerares. para empezar, de sentido común: estos
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
5(r
tlocumcntos, escritos quizá por orden del príncipe, ya que los Brevium t.rt'ntpla que se les parecen tienen este origen, sólo conciernen -o r:lsi- a li Iglesia y ius inmensos dominios. No se pueden subestimar lrrs ¡úrcliclas,-pero de todas formas lo que conocemos abarca el 0,5 por l(¡{i(lul tcrritório del imperio. ¿Era la regla general? ¿O eran excepciorres,/ ¿,Quión osará zanjar esta cuestión? Por otra pafte, desconociendo t:¡¡rr r¡rré ¡trppósito se escribieron estos textos, ¿Son un acta de lo que es o rrrr¡r rclrrci(»i dc lo que debería ser? ¿Quién puede responder a esto? Por riltirrro, l¡r tlivisi(rn bipartita en manso dominical, la reserva, corflo rlit,err Irs lristoriudores, y en mansos de tenentes, ¿es una herencia antig¡lr ¡ ¡¡¡ r,r'e¿tción del siglo v[I en suelos vírgenes o, al menos, no i(|lrrurrirrrrkrs'l l-ln cl sur de Europa se apuesta por la herencia, y en el ¡otle por lrt crcación. Todas estas observaciones son importantes por Sus cleulos sohtc la situación de los hombres, como veremosI'or.rillirilo, otra observación de capital importancia. Muy pronto en Irs tftlc¡l¡tcntos rnediterráneos, algo más tarde en los del norte -pero surge la evidencia de una pequeña ¿,rrrl scrlt un problema de fuentes?grandes dominios, 9n peirro¡lictlud campesina en los límites de los microtopónimos: locum, en i¡uenas ckrnaciones piadosas y también por citar sólo unos pocos curticella, ixtr<:iunt:ula, villare, mansionite, más amplio, por un conjunto un en incluidos están Algunos vocablos. agcntc, un mlnisterialis, un administrador. Al mismo tiempo, la arqueo[:*lgfa, como ya hemos visto, ha descubierto la existencia de un hábitat clistinto del gran dominio. ¿Quién puede ocuparlo, si no son estos camuso? Cuando se pueden ¡rcsinos, estós alodiales, palabra que ya está en y su superficie, poblamiento su con pequeños conjuntos i0calizar estos $e vo que la relación entre los dos es mucho más racional que en una e,(l(:nsa villa monástica, y se puede suponer que su eficacia es mayor' N0 rlutlaré en decir: ¡basta de polípticos engañosos, el suelo está en marros tlc los pequeños!
APROXIMACIONES
A LA VIDA
COTIDIANA
57
suposiciones, basándose en lo que ha perdurado en los siglos posteriores. Es el caso de la responsabilidad colectiva en los suelos abandonados. Sabemos que en el nijo Imperio, para que los efectivos del ejército y la base del impuesto se mantuvieran a un nivel aceptable, el Estado ordenó i que todos lós miembros de la comunidad rural se hicieran responsables colectivamente de las levas y los pagos. Como la tierra era la base de ambos, toda parcela que caía en desherencia o era abandonada por un I campesino aplastado por las deudas se atribuía de oficio a un vecino o a I un pariente. La adjectio sterilium (la epibolé griega) brindaba la posibili- t dad de incrementar la propiedad, pero con el riesgo de contribuir más. Se.' 7 podría pensar que, por lo menos en el oeste, el hundimiento de la fiscahdad pública y los nuevos usos militares acarrearían la ruina. Pero no fue así, ya que los códigos bárbaros, al igual que el de Teodosio II, en los siglos v y vI, recogen sus principios. Carlomagno la invoca en sus capitulares sobre el ejército, y como sabemos que en el siglo xI aún sobrevivía, \ es de suponer que antes de esta época se mantuvo en vigor. Naturalmen- | te, desconocemos su realidad, su amplitud y sus efectos, pero debía de ser j muy gravosa para los más pobres y propiciar la solidaridad entre ellos. El uso de tierras abandonadas (el saltus opuesto al ager) o de las que están fuera de todo derecho, la foresta (de foris, fuera de, más que del
i
,
,
alemán Fóhre, el pino) es una necesidad imperiosa para el hombre medieval. Se vive más de raíces y bayas, de pájaros y conejos, o algo parecido, que de gachas y productos lácteos. Estos úlümos, por otra parte, dependen de un ganado que pasta en el terreno inculto. Todavía no menciono la importancia de la madera en esta civilización, ni la de las canteras y las minas. Antes del siglo tx no es posible tener más ideas sobre la frecuentación de estos suelos que las que sugiere la ley, más preocupada de castigar al infractor que de precisar los derechos de uso. No podemos medir la fuerza comunitaria de los campesinos en el acceso al terreno inculto, pero la baja producción del campo parece indicar que los hombres se encontraban tal vez se organizaban- para vigilar los rebaños, recolectar frutos y ac¿Irrear madera. En cambio, los datos apor- i tados por los análisis palinológicos, cada vez más frecuentes, y los exá- f menes antracológicos que se empiezan a hacer, revelan que el medio / vegetal que rodeaba los claros habitados era mucho más ralo de lo que I da1 enténder la tradición de las «horribles selvas>> galas o germánióas \ descritas por nuestros antecesores; pero que la contextura botánica de ! esa cubierta no varió en calidad ni en cantidad entre la protohistoria y el \ siglo x, lo cual significa que la utilización del sotobosque debió de ser \ muy escasa, y la conquista de nuevos suelos en la época carolingia \ 1
-y
.1. I
Las obligaciones comunes
a unión en la vida Las estructuras familiares, de las que hablaremos más adelante, la
naturaleza del hábitat, que también merece algún comentario, y la obligación de prestar servicios codo con codo en la reserva del amo, hacen que los hombres se sientan solidarios. Pero existen otras necesidades. Al historiador le cuesta trabajo descubrirlas, y muchas veces tiene que hacer
debió de tener mucha
énvergadura.
1
no
\
58
J,
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
APROXIMACIONES
La unión en la muerte para efectuar
-__¡
-l
Ia c-orvea del amo, para vigilar el ganado, se puede dir de distintos acu_ se puede p.,i"r..o, u grupó, luqargs, aislídosleero para el último sue¡ohibrá ey-e ae¡*fiá, tr".o, de uno.",,"r"i"n con los de los demás' Los próur"-ár ffiüuao, po. tas necropotis de ra arta E$d Media son de rm i*p"n"Ir"i".r. r,f.?ñ,;?3r#ijfrHj: to¡u a" rull.á"iu,
c"-i;"q*;;üfi,1hff (o:-,::lt
Iogía humana ¿1,.ir"áLárl, v por úrtimo para ra de ras menta_ Iidades (de Ia oue pro-3 o"up*Juhriu¡. eo.qu" nb me cabe ra menor duda de que ta neciEorir, *t!s iráüo"qu. rugar de curto, es el punto reunión
de ros homtres. se ;;;;"r, mucho tiempo a Ia arqueolográl-P"
de
cÍrmpo reservado desde hace no hay nada ,,n ilustrativo
como un cemenrerio. Su esruáio "r"ro-, abarcala rituares' se han excavado cuiaaaosa.riJnte ¿"_rgr"ri"¡" ¡§"tJgia y tos todos los Iugares de sepurtura francos, sajones,.ur.u*aiá. por ro a".ig_ na, ya que datan de ros.primeios ,igio. se suprimen estos adjetivor ,oo ñrq;;'resurta imposibre conocer" con seguridad er origen ¿"i ¿irunto. "r fu irlf,i.no antes que esta fusión -- cuerpos en er Iugar de los comrin ¿e ¿e*"ansá L uno de los testimonios más cra_ ros de la asimiración de las ocuparé de Ia situación de necróporis' y Ia respuesüa "hñ. ra es casi categónca: si se excephÍ an ros tumuri fam,iares o las tum'bas de ros muerros estií aisra_ do. Esta costumbre, que ya era conocida go¡ los antiguos, que colocaban Ias tumbas a ro rargo de águ,";";ffi;i;iloi"J,o representan los muertos, ou" almas p"* o"r ruicio. La necróporis urbana "n
v;;ü;:.
m.,rJillii-r..
mea"v;il;;;;oJá!,
I It i :
ñ;;e ir¿iriár¿"i;il'r-*
ñ'''';r,'r i :,'Jii[:] i:'*]::111 1' q";"iíü', yaveces*rili{,i:ffi
r¡,,""*' ¿;b;;;Hl'"das
Í;#:;ffi sus muertos' Las distancias
ras
ff HJ,"#,#,::,.j#"",ffiT? ."* ¿-e los vivos ,oi'gin¿.r, ffi ff#"fl:1,,'Jl,Y::::llr'i'ÜrÑ"ñí'ir'r'o"'"'óffi;l1u.... _-]+.'=;;;'ñ;'''""11J!",t#Hfl lá:Tirm,l;rru*"""i",.;,sllí: ,f,:#i."J","ji,:i::?,":,i::Tf.,T,;+-.*^ que Ias
ur rado de ras tumbas, se franqueó un umbrar lu. *Énturi¿;;oju.;"1,,i1lluÍ"r:t,ffilil familiaridad con el más "n ¿rá,lr"."rn"rrl'lí'rn Dios de perdón. Nada contribuyó más a que tos ho;br;;fiñ_ ;;.idencia que et hecho de asentarse junto a sus antepasados. V"luUm"*"s de ello. solidarios en ros campos y bosqr"r, t;ái;o. en ra derra unos junto a otros, apiñados por doóenai mercados campesinos o
i;
",
ri,"ir*ai,
A LA VIDA COTIDIANA
59
también en ros edifici os_de las villae supervivientes, ros hombres sufren otra calamidad, que no es precisamerr".lu ,,"ror: pasan hambre. Aque_ Ilos que viven junto a un gran señor y le esctltan en sus correrías, y los que reciben en el convento una pitania f*g;i_¡y gracias!_ pero.r.gu_ lar, no remen ar esoe*ro ¿"i" podríamos preguntarnos si la relativa dociridad a" ror qr" a corvea en esta éDoca no se debería a que al servir.al'amo;;.1;;;-i; "rülur'ffiro. ración diaria, qu" .ág,nn varios documenros del .iglo lxl o. Saint_Denis y f.um, correcta' pero ¿y los demái, o to¿o. .iiurlutu ra cosecha, "ra si se rimitaba a los miserabres rendimien,or qu" .r'hüü;á"r descubre con esrupor increduridad en ros Breuiui e ,i"wr';i¿" podido carcurar .urior", que llegaban a la asombrosu 5.000 calorías, pero en otros Iugares este dato ,e tu pr"rto;"
J**í".il;ñ:, ó;i",
# ñóil "iiií'i" resistencia humana er et equi,u;;.;;;;., I il[r;1;;;ri?l ,, ilrones observadas esqueleros de las necrópolir, lo..n"ru; ;;;,; orrcalcificación en los generali_ zada,las dentaduras dlsastrosas, lus
t"riáa,,rn curar, revelan un mal ."ri" z'a y agrazforman la dieta
estado general. Gachas, popjer t".ir", ordinaria' y puede qr" ,á giá.iu.
¿rüñ;;.
chazarra idea de que
se
er sigro S;t#;fii,'.:",::[l*f:tT:q;:-"r no tñ'Lr iírrrti"iáio ;ffirt#:;x? ¿Acaso ilJXl?l; escasa? ¿Se las utitizó en horribles comidás duranre "";;;;i;;;a la, tamu.".i ia sota i¿ea pio;*; ü;g_ nancia y, narurarmen"..l:r_,^.llJi :;iip! l#ecto. La rg)esia, ,in ¿iráa, se ha habrado recieriremente der bocas de más, porque su utitidad
l:f}ii;J.o*ffÍ;"'iTi"¿''vi-er"Jáa""i"*g,*emperador>>noestá Después del sislo vrr en todas partes se ha terminado la aproxima_ ción de ambas com"unidades, La sociedad medieval ya.puede avanzar. ¡rtu fr.iOn ü resultado mlento previsible entre dos "._,iy prO*imas de un acerca_ entre sí. Tras varios siglos de vecindad r" "ornrni¿uá", uru victoria violenta de unos' ni de una vensanza.tenaz deros otros ista sociedad
l*!r:
dr-;;;;ñ*r"
,;;;;;;;t#t"
rasqos duros' preocupacionÉs bajas, horiá;;;.;"úá"s. sería inútilüene negar [ue Ios germanos aportaron ró ,rv", p"." que Ios romanos no estaban preparados nara eilo-'El'il;"r púbrico cenrrarizado y el triunfo de ra fuáza una sociedad conservadora y jerarquizada cuyos rasgos vamos a examinar.
f#;;rr *ffi;;rio rorá"rror'p;#ffi;re
LA FUERZA DE LOS CONDICIONAMIENTOS
3.
LA FU ER ZA INTERNOS
DE.
LOS CONDICIONAM IENTOS
i
u ro,
g.i"g; "t lro* t*'*os
et Estado. Cuando
)
ción política.
"I
J;;;;.b"r;
pues' el aislamiento de los El rasgo principal del mundo antiguo es' se afl-o¡aron las ataduras.qu¡ el
)
hombres en su aldea
) ) ) ) ) ) ) )
oáuáuJ"""ndá
incluso había tratado de estrechar' Podemos suponer -que pudo no público poder el durante el intento o" r"J.g*iráción carolingia agextes iarecían de los medios y hacer más. En efecto, Ios'príncipes sus relacionaf entre sí a estos habíanpermitido humanos o técnicos qoá tá, para subsistir y salvarse' tuvieron grupos poco numerosos. Los hombres' su medio más inmediato' que apoyarse rn tu proi""tiO" qo" les brindaba limitaron sus actiinternos Se puede decir que r".
il;il;r,úuo I
""táitll*amientos una seguridad indispensavidades, al tiempo qu" f"t proporcionaban poco a poco su nivet 0e !a1-v1via ble. La sociedad, incapaz de elévar dL un padre' un amo' ul jefe ;áedor misml;iñ'd" replegada en sf de clan. Primero
de acuerdo sobre algunas cuestiones'
cinco siglos y fermaneció inmóvil durante accidente' es por un fuera i-.gá, ¿"-pionto, aio-fuso a otra,.au.nque manía de los la tiene medieval' la absurdo. La historiogrulá tobt" todo antropologla' la aunque mismo' 1o en <>. Trataré ¿" ná tlu "u"t caso de gran ayuda para el medieva-
nnÁ., qr"
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u*oa po**ot u
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*ov*un.iort¿u
,o"i"áá
a ellos,
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de las ciudad". qo" despiertán se aprecian a palir.ae]f! i ño lo niego, e incluso eitoy diipuesto a elogiar a los príncipes y a i u los obispos. Pero, como G. Duby, sólo veo en ello Y"!'é!i::::"^1!.:)\?. \ asegurada agitación interior pronto reprimida. No, la continuidad no está <> una de momento el llegado ha no todavía mil, uno ef ,ñn que cambiará el rostro de Europa. Esta última no ha nacido aún'
;;;;r;pit"
leJ debemos más principios bella construcción romairláril"r"res que éj"r"'proí convincentes' Laimperiales sólo se aplican orru fl.lu¿u' Las órdenes, na, en realidud, más uniformes, ". leyes las s"jo el barniz de ;i¿;;;;irfiscaagentes y los "i.¿"J".. soldados de los allá de una clase ,"f""tu, ttut por unos de otros' poco v mal controlados ;;; ;il h;y !*po. aisíados "l-velo disociauino uuu¡o *" produjo la
;ñ;ii*;
61
buscar unas lista. Poro esta simple observación abre un debate: debería de momenaa*ut,-an buena lógica histórica, y no saltan a.la vista' Pero del fuárbol i" ,Of" se trata de ráíces profundas, las que alimentarán el «moel ocupa lugar turo. Surge entonces un iroblema ae folfo¡ ¿qué esas a referido he me Ya en es-ta futura eclosión? ,.nto que la ya tema' el "ñotingio>> sobre volver. pienso y ;iñ;ir; á" hiítoriadores, no que tuviera si negación la en Óategórico excluye' naturat"za del libro lo tuviera t uUf- de economía, y con iguat conlicción si, por el contrario' a los referente en lo [ue naUhr de fe y espíritul tengo mis reservas la rural, marco del hechos sociales. Lá disolución delEstado, el estallido y pareja iu ¿" progreso el los vínculos de dependencia, trama de
un prejuicio muy Las sociedades anúguas gozan todavía hoy de de la humanidad' cultural favorable, a causa ¿" to"upo't"u"ión al bagaje de organizamateria y en prudeñtá' rna' La postura del economitti
INTERNOS
gOO.
I.
FnÁcu-Bs ceRex'rÍes
y Nuestra época brinda muchos ejemplos de coacciones' opresión estruclas fácilmente podemos comprender envilecimientá, de modo que -desigualdades indignantes de muchos perlodos toru, ¿" dominación y las que ha servido para designar palabra medievales. Los .,póbresrr, oñu desposeídos, no contaban con a los débilis, los mucho tiempo a ni de contratos de trabajo, ni iEstado-Providencia>>, un de ta protección iqrlÁ lu posibilidad de una promoción. De vez en cuando aparecieron algunos eiementos esperanzadores, pero muy frágiles'
J**t"
1. 'Supe
¿El Estado o las leYes? rviv encia del « E stado »
Hablar de la supervivencia de la autoridad del Estado entre clodoveo y C*f"t Calvo podría parecer provocador'-Según una sólida.radición "f iirtá¡"u, el alba ¿i ta "tfoa¿ Media» coincide con la caída del Imperio el reinado romano. Ya he tratado de explicar que esta caída empezó bajo bárbareyes los que y además rv, sigto aet comienzoi a áe Constantino, evoluque una hay a los césares. Pero no se puede negar rot ,a
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62
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LA SOCIEDAD MEDIEVAL
LA FUERZA DE LOS
ción acererada. Empezando por una confusión creciente entre lo púbrico y lo privado. No es also-nuevo, ya que los emperadores del Bajo Imperio confunden fácilmente"er "ir*¡ir*T*';iñHr. consideran ra diaáema
/ conviene
desffiiá, pirñr"a
pública' cuando er merovingio
de ros medios de acción
T.al vez quedaban las ocasiones de Ias
envía a tratar de recaudar a sus guerreros, recure a ros hombres de mano próximos a é1. cuando quiere estar seguro de su tesoro ro gu*áá en u, cofre, er instrumentum regni, v lo mete debajo a" .,
ñ;;; yío*
",
f,r;;;;';i_"_ puñ,,orio que el afán de "rt" "r-j prrgr_n". aconsejan o exigen ""rTl,g:-rdtgr._|", (saint-Ga', -L;'o.
en77r, Freising en g13, pitres'en g64),
por no habrar de los repartos sucesorios y los ajustes de cuentas familiares. Pero la idea abstracta áer Estado no t u ,,u".to. Así Io demuestran ros edicros rre los_visigodos, los.tomb*¿* vlá, nado en lo referente a los siglos u, adelante las <> de ros caroringios. .,ñuest ,í y' nuestra misión>>,
n*""_;q*;; h"*J#.i* l*ás dice Luis
"*lí
ij.,1,:"0:,::::^8,2i:,11.f invoca -T:::a,.-i,.1oi,ámureynuestrogobierno», Cartos el Catv-o en 843. Más
r¿.r*,i,
táii;é'¿ü;##;;l?
persona del príncipe. y el nombre de Roma o de en los escritos, bien es cierto qu" lor-á" ror ecresiásticos. pero ¿qué pensaban los demás? "r, uig*u qfgde:rp.ru, ayuda del jefe supremo o de sus agentes? En rearidad, el humitáe'ío pu.¿" esperar nada der Esta¡ do. Ante los excesos d. poa".oror, romano había creado lo-r i en las ciudades la fisu¡a aa-á"¡""ti, "iÉrru¿o pirl'rl
los;;;;;;;"r;;""
era defender "ryocometido pero con ra excepción de
i los ll":"**',f:":flrÉ:,t:,ld'""_"á;i#. reinos hispránicos visigodos, ¡ñ;i; ir_ñ.td
ffff?"iT"r" ;;ffi"-
tiem¡o, esta modesta proteóción purO u A" fo, oUi.rplr, ron lo que pudieron oara desemp"¡* lu ror"ián, pero sin que er príncipe les obligara a eilo. Én.r ü. rr."jrár"oa"gaciones de ra autori_ dad pública en manos de"*po los gr*a"r duánieniÉs ,rpJ",r"rá, quier rastro de un contror de lós rro-u.", poi parte de Ios agentes"r¿der
L-o,
favor
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i'ix'I#;}r;r,;: Jiru?§r"' u u'
.}oringiá* á"r"iriáráí'ae" ¿" protagonismo a la cosa. pública, "*á.T* pero ta res privata predominó por doquier sobre la res pubiica. fo, i"r""iros y deberes de los súbditos se consideran elementos privados.-El p.opio r"y o sufamilia<
§";;;;i",
63
8,,,::ii"T"'L'i;ili ..vrv ;;lu!..unu,i.iil;il'ü:,T:ff uur campo' pero siempre ü'ifJ;;iffi t"ruo qr" contar con ios ricos. el
¿e
qui.i.'iiür-.e de arguien moresro, re impruestás e" u óana profunda. cuando reúne
lo suyo», es decir, de sus graneros, de sus iurrci ru^¡tí*";. Aix o en otra parre, uien propiá. r-r'üiiuu, ru "lá ""ouáo cámara y la sara de recepción iii"¡Jon aru, erementos de una vivienda privada, y la.arqueologq, frg*"r,l" ¡e9r-p mente en evidencia. Nada "" refleja r"[negu"
INTERNOS
ff"'i** Uqn'fflf fTffi[:H"#T Ia ciudad v ros coronos
:Ti**:lp^l*o,r1-Lycolocanurururniliu.ca.romagno;i;"-i;;r_ sin entrar en er examen de ros mecan,rñ;Jil iv mo. i" .lÍuir'#fli1,#i, recordar ra
CONDICIONAMIENTOS
ug*pu-r"* ,1ii1f,1fffi:,i:: X'H*
VtrirT;,;;;:;:::T:'
r#;l¿**ftlffifttr¡1"#frÍ*i,li;ffi i:X,T:ili:l;:Í"'j11"lt'r pi,.i" p*rffi,o,
abusos de ros podece.sus viajes urorroor*'lt,-t3nd".t' 9u.s repróentantes. pero ¿ te.rniro e rnrerminables, fieles servido.;;r*-".", ¿qué podían
;;r%#*i"r,
Y
lafuerza de la ley
,
Por Io menos ouedaba una Ley. parec, ser que los hombres «bárbaro» tomprendiero, del 3319: lu iroo,t
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*fi.'}.+**,;"*,f¿t*fl***.ffi ptlaciones de usos comr
slJo.nes,
Ios osrrogodo.'l,t.t.I3-idos
para los
francol l"r ür"rrrii"r,1'1,
jiji":ix tr::i:;,1,':ilk,##1iiil';:";i:fr Burgundionum o ium, escritas entre 5-di*"1'w' tex romana T:?r);n; let t y 700, serían fragmenros del código
"
Cabe señalar' además' que los teodosiano destinados a los indígenas' préstamot'*tt:-T!::
historiadores
1
v
.u¿u'"' l'ian'"i"3ltt*¿"
más
en.los reinos hispánicos haV un1¡1e sistemas de derecho. eor e¡ernpfo, fondo A* la impresión de pertenecer a un de costumbres ,o También cámunidades' ","'iiu'-it'" u*uut pát común, tal vez p*tt""iii'J, "¿"i"Jt es J" e*i"o' considerado visigodo' no se ha podido ,uu". q'" litbáigá el por que' y romano vulgar'
más áue una recopila"iO' ¿J derecho
*#;;,;i';;",J;;1;o¿á'i"oiu de reminiscencias bárblaiá..
para los. romanos de Italia está lleno
no"io" de .segregació¡ jrlíd]c1' ^e1tre y la tá ¿" recibol Aáemás' el estudio .t"^'It miembros de una *i'"i""ii'"iliu "t muchas controversias':1::.lot ft* tt""¿" clasificación de estos préstamos y contaminaclones esoecialistas, que no p*Á ¿" encontrar nesar la eiistencia' o por lo a llegado :irt;;ffi; il;;hd. S" ha oÉyes'' como la ley gombemenos la originalidad, ¿" "ütt"t?r"-"stas d" algunos francos' En conlunto' de los burgundios ii; üriprr.T? ta
pará uso de los romanos (los de la "u'"uiáiJ-toápilados por á¡emolo) son más o menos de Alarico
parece que los
II;é;il;;"d, h' 48'0;ñ;;;ñ;i qí" rá*-r"v"'.utobti:' *:* rnterfuáron objeto de numerosas al;;¿;;iñbria' la mavoría de las prescnppor demás' lo u'it' tiiio br;igl".;" encúentran en las órdenes acumuladas .rt l #;i; De esta masa
Teodorico, misma fecha, entre reinos hispánicos oolaciones hasta el
de la época carolingia' y las decisiones "ápitulares 'oolo' a ella sumamos los edictos verdaderament" de ver las cosas claras' de afán "not*" ¡ conciliares- ," a"'p'""na";;;;;;á"t" galimatías iu *uio*i"¿ad' En medio del I dar garantfas frente ulT5tión ¿p"ca' el conde' el obispo' I de tantos ,"*,o, '"1 oscuridad' y la el áesorden I o el colono ," ni"'o'i 'in áu¿u **ioos en con la buena voluntad y el I oero el historiador se práctico que triunfan entonces'
"ion", de aplicación qo"
-si j ñ; "onti;;;"]; il;;;p*sionado
[espfritu
2.
¿La iusticia o
el
del espíritu jurídico' romano Uno de los preceptos fundamentales en derecho' al margen especialista por ul residía en el juicio p'éto'i*o Cuando la pro" ecónómica' moral'o política' de cualquierp,*iooto"ár' a ta tgtesia' los señores laigresiva devol,ucton aá1a¡uaicf"ia.potestas.a procedet'lcla los inmunistas de cualquier cos que eran los t;;d;i y a pnnclplo este poderosos' y los ricos colocó a los
tribuni"t
"'
ít"n"t
INTERNos
65
juzgaba personalmente en su palacio no podfa mantenerse' Del rey que ál conde que promulgaba una se¡.oí.rgunot amigos
"omo "onté¡"rós, equidad' y en.la Italia tencia emitidu po, oro. notables de reconocida (scabini, rachimburgi), jurídicos iá*U*¿u ¿" reóonocidos conocimientos y; emanaba de un agente qué se.limitara a aplicar un artículo "" del código. que caía en iu íesorganización del sistema de pruebas a medida de testimonios los a recurso crecieite un desuso el acta escrita suponía persuasijuramentados, clientes' tanto más moralidad, amigos "u*ui"., el liúgante' Los hechos en sí mismos ya no era poderoso más uo".o*tó o econó;ürifi;;b"" naáa, sólo tenían sent'ido sobre un fondo polltico prevalecfan composición la mT"o. g, estas condiciones, el arbitraje o a una prueba ,oUr" fu investigación . El jwzindeciso sólo podía recurrir derecho gerel Como etc' el duelo, á. tipo irracioá como la ordalía, llegó a impo*,errco tendía a confundir al individuo con Ia comunidad' de un «precio» del n"iiu no"lOr, tan ajena a los conceptos romanos' Cualla tribu' grupo.o el en función áel lugar que ocüpaba en hombre -qui"i a remite injuria'-sela a io*Lt", del asesinato auno causado u sangre precio la de "r" del pintoresca' veces una tarifa, que es una lista, a tendrá que pagar a la víctima o a su familia' "otpuur" sacár aqui a colación los precios- y las útil y po"o piohjo ifesotiuri. reve,uri*t., uLuué. dL Óccidente: sólo cabe destacar que la variedad en el bárbaros los de la un origen antiguo, sin duda anterior a la entrada imperio. conseUn segundo rasgo muy criticado del derecho germanico es con la relación guarda pecuniaria .u"n"iu di anterior.3i la ctmposición que un más valdran guelrero o un rey un tribu, la ;;;t"tdáJ hombre en Seun hombre que una mujer, un libre que u.n manumiso' etc' lo matices' iíu uru equivocación que, basánáonos en nuestra lógica sin antiguo' procedimiento viéramos como un nr"^t o""ro' con respecto al administrar En un mundo violento y jerarquizado no se habúa podido favorecietribunales que los de put"rt"t y no hay p*"Uut períootro que cualquier en pobre más ál ,un ul ,i"o y se ensanarlan con la ley y de texto el entre que lJdiscordancia para do. Lo .oui no obsta jurídi f^ l".iriü". ¿áii"", dejaran al hombre aislado sin los recursos
;ilffi; -
l;;ü;;ól;Lt
;;Ñó",
ilir;;i;i",
jurarnento?
juzga? ¿Cómo se
0 /
l.A FUERZA DE Los coNDICIoNAMIENTos
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
64
de
cos que cabía esPerar.
I Én principio, la personalidad otorgada a las leyes de cada litigante podidó b.inA*t" otro tipo de garantías' Hay que reconocer-qxe habría -Ñ;"fiÁrt se dieron cuent; enseg"ida de que sus usos no podrían ;6trrr; fácilmente a la legislación romana. Incluso podrlamos consi-
á.r*-q".
gerla proliferación de sleyes» biárbaras, aplicables sólo a los
66
LA SOCIEDAD MIII)IIJVAL
frffi:J::..,fi:IiÍ:t:"::.segregación
LA FUERZA DE LOS CONDICIONAI
posiriva que ravorecía a ros con_
de obras de síntesis
:qlF;;e..*;fu:1T!lif sr en ras tarifas de composición;ñffil" i:ffi'I}# j;ifiiüf:it,XilAfir
eI de un roman?l no rs más arto es por ,rá *"rtiO, de orgullo, sino poráue pnmero debía quedarse el con parre ¿e üs irurta. mrenrras que el segung" i" iq!*b, ,rá", o*, Iamulta iba a parar ínre_
ñ;i;'rliuh,,,u, ::
en et capitula, ¿"
c;Sillnalidad
-atestiguada
á*tt:,{-"x1j,,#
aún en 843
mtl**ffiffgffffi
;;,t*í;,r,X;ti":li'-,i::','."1Ti',''ffiH:ai;i:",,'Ji'i'h:i lo;í;;:ffi# se aferraron a elta, a veces por orgullo de casra. ¿i',i,,u p*u ü;iilliJili Í.ffffi.;Ío!*o ¡;i .;si;; iJ""iu, iror
ffil,iül,l*T:"'#ff"t"*iH,;i5,,:x#i"ff il,'ffi i:üi3
f ,"ü,'j'#Í#i3;,1',1111:'"ü';i;¿;""l;"#ff
:t:[J:#':ff::
El recurso
,u,ii.,.,,,ffi;*;1:Ji::üxtx,t1i3:Í:ii::r;."ili-'áft
.
era casi imposible zaniar En la práctica" rodos i;;;;ffirtf¿"^:,rrancos. opuestas se remitían a en que Ias partes oartes áos dos derechos. der".h^c E;;i;i;i'"utllres, E- ^r ^, , "':ntt!, v tos visigodos, traündo_ se de marrimorio, .nt :r^"_lsrglo
"";#;::::: "rn*r,oa'iJ"ñ1:l"",,,.tHlnx;n:n::ti[ÍtTJf;.,:ffi ;i:r3;tff:::TJ.1t^ y reraciones il"Á sóro renían garantíasHl en ü;ñH.:T"§f.:?"hiH,,",Tr,,r:#fi Xf,"#f .,;;;;y¿r#: j", .iffi;;;:ffi,fl;ñJ':,fffi: s*", :
xfrñf
uilif,.,,.|frt
H;-:í,iil"ff lffi:,trilxi".1",;;;;;;;;:,", iiü!?!:i:r,f 'rrvru¿,Iolos y reservas de usufrucb vl¡.
hasta el siglo
,",,Blli,Xr::;:,:i"rr, orro hecho que conrribuyó a anurar esra «perso_ sustituyeron ;;ffi#:t.:lteriales de Ios juic^iosy Ias mezcras de razas rrq;q;i B il; ffi'I::i:üif,iT|ifÍ:,ll:i* "eli* ffi;1"
como er de San ruanrn ¿"
s,ü,
ij8ó|#ii;¿ffi,:l;i*..§:i:"ii,3f: pilar lo que podía proceder ¿."rro , iñ0"""r"".no."on Iocares. Esta fusión
progr".iruá"1.;;;r:r":r
siglo
arregro a ros usos
x en Ia redacción
67
-:""¡uru¡vAMIENToS
*i.",151q1,$N¡*1Í
iffi1'i:S,Tl?Í'"J':1'.r'l'" q," r,e,Líru,n,rtu anre er conde, en er a",".;o;;¿,;;,ft :T"?Jff ;lx?f :,1i:lr,#á:ff j;nl[:i;:l
u .u p,opiu r"v. "";io;J;:i[,1#¡:*"a".i'"' de,,"giJ las leyes
INTERN..
;L'igir;,T::;;11fi ::Ti".*,"átril,1i*t*lii?ffixi:.¿?*
un ribre franco
que
",,"
,^,r-^-
ar
juramenfo
--
v¡v¡rur u ros casügos'
Aunque nada iu
***ffm'rr+*m,]i* :i::*#--tt**r*,''*rffiff',m
ff
elreroceso delarazó pasión y Ia sensiJ recurso del débil, de Ir oe ta
f****l,*****ts**ffi
#ffi***fi*ffiHffi crerta disciplina pública.
LA FUERZA DE LOS CONDICIONAMIENTOS INTERNOS
69
LA SOCIEDAD MEDIEVAL
68
acto rudime¡tario Es posible. Reliquia del recuerdo de Roma, o simple de seguridad en gararltía una introducía se po. fin qu" de fe, el caso es otro' y lueg-o.' en el las costumbre*. ¡u.u-"rtos de fe de un hombie a libres' y a un príncipe, extendido en 810 a todos los hombres
;;;;ii,,
juiurn"r,to del esposo a la esposa. Bien es. "i".tto 9"".Y:1:TlI:.:f:*oe un pllun, p"to se hábía dado un gran paso. hacia el establecimrento 'o.á"" ir*¿ que la ley no los¡1' Afectó a todos los ámbi"ru-"upu'de y at de ta vida pública'pero la economla ñ á";d" luego al deiafamilia convenientiae acordadas en el slglo lx Las margen: qo"áó d iuápo"o son jurato. cámpesinos y lós señores de Aquitania y el Languedoc
" d" "nt ;;*";
a la p- y tu.Uien contratos inmobiliarios' He mencionado por doquier:
i;i;J'*, p"ti a íie¡o fondo prelromano y profano aparece
entre guerreros de dos clanes' es un germánica, o ',trégua" ie llamaría <
irrii" j;;;á lZ
x
;ñil 3.
Trabajar Para sobrevivir
el cristiaEl hombre, en su paso por este mundo, simple pruebapara ha Creador El Dios' de designios los debía obÉdecer no J" "ntonces, situadoacadacualenunaposicióndelaquenopuedesalirsin.insultar ,.órddnes, tiene una dimensión natural religiosa, y
al Señor. Esta idea de que se desde las visiones laicas de una sociedad romana conotodos Dumézil de "i.onro.to aornpona, ya lo he mencionado antes' Después Iglesia la a anterior muy «trifuncionálr'. fÁñcipio del esquema como'Ibodulfo, .rirti-*lu, y los intelectuales más destacados del siglo x es demasiado análisis el defienden,pelo l.,jtá y Rabano Mauro,lo o uno de sus Carlomagno mundo' del simple, y surgen otrav;isiones rnissus.que pil" a on escribanos contesta Pn ]S^"T."c:UJ; "upitotar "n 1 libre Y el esclavo»' Esta que. más hay nforqo" tú debes saber que n9 ? t"l?-t"ry:*: vez interv iene on rrrt",io' ¡ oriáic o iun¿arnental.' oul que n9 inferiores ^"::t:; hombres son libres no los u,o¿ttt der, y por eso obliga tái' ti""" cuentan para el Estado.ffi"iiti* rezan o se sientan en un que combaten' los entre i" .""i"ai"¿ iitru*iu t" lo impide' Pero por muy satisl ;
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i-."
:::-l^:i""1:::H:,i;
"i,::::"-:ii1'li:*llffi
ili"*"*,
Esta visión, más < y moderna,tropiezacon serios obstácu-
los en las costumbres y la ley acabamos de ver-. El primero -comoesta igualdad, de ellos es deontológico: esta libertad, ¿tienen el peso que les atribuimos? Desde luego que no. ¿Permite la libertad hacer lo que se quiera, como los quirites dela res publica? Envez de los límites que le ponemos hoy en día, basados en el interés común y el respeto a los I demás, poco apreciados en la época medieval, existía la noción de relati- | vidad que toleraba todos los matices. Se es <> en relación con el I estado del vecino, y en la medida en que los demás le consideran libre I a uno. La Libertad no existe, como mucho hay libertades móviles y hui- I dizas. Por eso los historiadores han inventado la extraña noción de «semilibertad». El otro obstáculo es más grave, porque se basa en las costumbres: el trabajo se desprecia y es un signo de envilecimiento. Sin desarrollar demasiado esta noción abrumadora para la gran mayorla de los hombres, recordemos la condena divina tras la expulsión del Edén, la aplastante mayoría servil entre los trabajadores del mundo antiguo, la idea monástica de que trabajar es humillar y mortificar el cuerpo para apartarse del mundo, y por último el sacrum otium de María, postrada a los pies de Jesús, «la mejor parte>>, mientras Marta trajina en la cocina. La ociosidad no sólo es santa, sino también «noble>>, y el que trabaja es
f
y
l-a voluntad de Dios...
il;ll".
sea para el espíritu esta visión del mundo, se olvida de otro factor, que consideramos fundamental: no todos disponen de los medios materiales suficientes para disfrutar plenamente de esta libertad, de modo que a los criterios anteriores se añade otro económico. Parece que los hombres de los primeros siglos medievales no vieron en ello un elemento de segregación, sino sólo un <
<>.
¡La tierra, que lo es todo, exige ser trabajada. Desde luego, se puede de la recolección, y los ermitaños Io tienen a gala. También se pue; o incluso robar, pero eso implica que otros han producido. autonzaba a tomar del trigo ajeno lo que cabía en una mano, y a
7O
-
I
LA SoCIEDAD MEDIEVAL
LA FUERZA DE LOS CONDICIONAMIENTOS
Jesús le seguían personas inactivas. Pero hay que comer, y por lo tanto hay que trabajar. Esto nos lleva a la explotación rural, un tema que no pretendo abordar aquí, pero que requiere unas observaciones sin las cuales no se entendería bien la condición de los hombres. Son dos los pro-
I blemas que se nos plantean. El primero, la propiedad
del suelo, todavía
I no está nada claro, porque nuestra documentación permaneció bloqueaI da durante mucho tiempo en grandes conjuntos atípicos de carácter ecle-
I siástico, y pasa por alto lo demás, que es lo esencial. La situación de la . l,tierra libre, del alodio (al-od, bien de propiedad total) excita la curiosivdad del historiador. La opinión que hoy prevalece es que predominaron las tierras libres. En el sur de Francia el cartulario deLézat les dedica cerca de la mitad de sus documentos antes de 1030, el 80 por 100 en Cataluña en el siglo x; en Biterrois, Lacio, Charente, Auvernia y Maconnais esta parte es <
dominio bipartito.
Me saldría de los límites de este trabajo si abordara su estructura, extensión y variedades, o incluso si discutiera su existencia. Pero hay dos aspectos que nos interesan. ¿Era satisfactorio este <> para el amo y para los que trabajaban en la explotación? Muchos especialistas de estas cuestiones, basándose en los polípticos, han estudiado la rentabilidad del aprovechamiento de la tierra, el papel de los molinos y cervecerías en Champaña, Flandes, en 1a cuenca del Mosa, ei de las forjas en tierra catalana o renana, o la importancia de la producción textil, el volumen de las rentas en especie, eI interés de las corveas, por 1o menos allí donde la dispersión de los elementos de explotación las hacía indispensables. Se ha hablado de beneficio, excedentes, transporte y comercio. Pero otros historiadores, entre los que me cuento, hacen hincapié en el derroche de la mano de obra, la mediocridad de las técnicas, la irregularidad, por no hablar de nulidad, de las prestaciones de todo tipo, y consideran que el pequeño dominio es poco rentable. Para comprender la dificultad para ponerse de acuerdo, baste citar un problema de vocabu-
i*;.,"1":.1?*:lyt"sdel.siglo a¿o ?"
INTERNOS
71
rx, muchas tenencias o «mansos»
i
se
eil;;i,ü;, i" *,lll"o¡Iffi 11.i?:i:,::di,p;,,:;;;ñ;##,ffi i;i,,ái#:""i,;ff :;,,:,::l
*::::::: ll:1 !1 :iqdnc
x3:::i:i*:1i$J'l;ñffi ;"á':#;#'#'::,i"#T?i:ili;
¿Decadencia o progreso? En cambio; hay más acuerdo en er examen del destino que se daba a de exprotación. Al principro, tas conc"ntraciones en manos de ,*t-" jipg la Iglesia o de las grandes frir,iu. aréguáu, ur ;; #;"._ tancia' En 37 años de reinado carlos Er curuo repartió entre sus fieres más
*t ;;;;;;;;;
tier¡as que Carlomagno en 46 años, y partt a de g67 era prácti_ camente imposible recuperar estas donacionei. Además,
.r u.ráui.po Hincmar lo consideratá po"o ho;do: p"ro por el contrario, sobre todo si se admite que hubó cierto desfegr" A"*og.anco o
económico, un pequeño campesinado conquistadoi p-rao nauei¿esea¿" v do Ia formación de oequeños ntcreos ináiviauares, en Itaria, a or,ras del Rin o al este del rfo. pfr consiguiente, en los granaes dominios vecinos Ia condición de los tenent". p{d9 f,uU*" p"r.onalizado, pasando de la a| hombre, qtizá con más intensiduál, C"r_-ü -qr" liena La producción de los ta[eres aomnicates "r'CAir. se ."au¡o a ras necesidades de la villa del
"árüri-
amo, cedie¡do ante la
""*p"r"r"i,
de la artesanía de I
,ffi*ffiH'l,.f##*mffi 4.
Progresos moderados en materiq, de seguridad
No! expondrÍamos a
oscurecer torpemente nuestra visión de las tan duros p*u ér d¿biit
::::::i.i?l,lr_ft-pos prelsSs de garantías,"má¡rlJ, H: ii:1,"T]*: ::r::T,11"imprantaciónf
"ir.i"o",i,"ilH: í;ffi-";üilüüi_
l";ñ;;ü;;'#J;;;ffiffi
l.li""l!l_
,l3jlT"31::lY:: "l el.sigro rv,. eo,uuu d" i'il;;il;;;*;#; j:'-::'ly-!',:-"l"Jomr.rit"a¡e1"i""ú;;ü;fü;#fi ;; i,Hl""; rierra, con roda seguridad a parrir á" :!2. il'iru-"ái ffi";::, i:; menor, pero no se le discute la seguridad de explotación ni Ia h;;; En el Bajo Imperio, cadavezque un arriendo vinculaba ar trabajador con nuevo amo, el derecho brindaba al arrendador los .e"u.so, trato sinalagmático. Lo mismo sucedía su
¿;;;;lur;;;#il,rñémay# trcas, "on