La educación en tiempos de Felipe Calderón
By admin, on September 3rd, 2012 Eduardo Backhoff Escudero Universidad Autónoma de Baja California Campus Milenio, agosto 30, 2012
A unos cuantos días que presente su último informe el presidente Felipe Calderón, me planteo responder tres preguntas: ¿Cuál fue el sello distintivo o cómo podemos catalogar al actual sexenio en materia educativa?, ¿cuáles son los principales aciertos logrados en este sexenio? y ¿cuáles son los pendientes más urgentes que deja esta administración?
Calderón se propuso que México tuviera escuelas de calidad y que sus estudiantes pudieran competir en un mundo globalizado, para después convertirnos en una sociedad del conocimiento. Como presidente, promovió la “Alianza por la
Calidad de la Educación” (ACE) que firmó con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Su intención fue asegurar que la organización magisterial no se opusiera a sus reformas, pero a cambio tuvo que pagar un alto precio: ceder la subsecretaría de educación básica a Fernando González, yerno de la presidenta vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo.
Seguramente el sello más distintivo de este sexenio en materia educativa fue querer reformar el Sistema Educativo Mexicano (SEM) a través de programas de evaluación de alumnos, docentes y centros educativos. La idea central (primitiva e ingenua) del gobierno consistió en asociar los r esultados de las evaluaciones a consecuencias duras de los evaluados, tales como la exhibición pública de los resultados de las escuelas y el uso de recompensas monetarias por las calificaciones obtenidas.
El interés por la evaluación de la educación del gobierno de Calderón se puede constatar de muchas formas: 1) por el uso intensivo de ENLACE (Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares), tanto en la educación Básica como en la Media Superior, 2) por las participaciones de México en PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) y TALIS (Encuesta Internacional de Enseñanza y Aprendizaje), 3) por los exámenes para ingresar al servicio docente, las reformas a los programas progr amas de estímulo de la carrera docente, la evaluación universal y 4) por el fomento a la evaluación y acreditación de programas de educación Superior.
Sin embargo, un pecado que cometió Calderón fue el de la soberbia, que lo llevó a despreciar e ignorar al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). La Secretaría de Educación Pública (SEP) creyó que podría ser juez y parte, que podría proceder endogámicamente y, al mismo m ismo tiempo, lograr que sus evaluaciones tuvieran la aceptación de profesores, así como la confianza de académicos, padres de familia y medios de comunicación.
En cuanto a los logros, ajenos a la evaluación, el secretario de Educación, José Ángel Cór doba, ha señalado los siguientes: 1) se transformó el proceso de formación continua y profesionalización docente, con el respaldo de Instituciones de Educación Superior, 2) se reincorporaron los libros de Civismo para la Primaria, 3) se alcanzó la
cobertura universal en Primaria, en Secundaria se está muy cerca de alcanzarla (97%), en educación Media Superior se espera rebasar el 70% y en educación Superior se logró el 30%, 4) se rehabilitaron miles de escuelas en educación Básica y se reactivaron los Consejos Escolares de Participación Social, 5) se crearon más de mil bachilleratos, se rehabilitaron cerca de 6,000 planteles y se puso en marcha la preparatoria abierta en línea, 6) se crearon más de un centenar de nuevas universidades, incluida la Universidad Abierta y a Distancia; y se ampliaron y mejoraron más de 400 institutos tecnológicos y universidades en toda la República, y 7) se crearon cerca de 8 millones de becas estudiantiles, de todos los niveles educativos.
Finalmente, lo que queda pendiente en materia educativa en el país es mucho, pero solo me referiré a dos elementos que son de suma importancia: el bajo nivel académico con que egresan los estudiantes mexicanos y la enorme desigualdad en la distribución del aprendizaje. Todos los informes evaluativos (nacionales e internacionales) muestran que la mayoría de los estudiantes mexicanos no logran adquirir las habilidades y conocimientos básicos esperados. Por ejemplo, de acuerdo con el INEE, cerca del 50% de los estudiantes de tercero de Secundaria se ubican por debajo del nivel mínimo en Matemáticas. Peor aún, comparando a los estudiantes por su nivel socioeconómico, las diferencias son tan grandes que pueden llegar a ser equivalentes a seis grados escolares. Es decir, tenemos estudiantes que egresan de la Secundaria con un nivel de habilidades matemáticas de Primaria, mientras que ot ros tienen un nivel de Bachillerato.
En síntesis, una valoración inicial de los objetivos y metas del sexenio arroja un saldo deficitario. La mayoría de los logros publicitados por el gobierno tienen que ver con el logro de metas cuantitativas, pero no se avanzó en lo verdaderamente importante: mejorar los procesos educativos necesarios para alcanzar mejores niveles de aprendizaje y disminuir las brechas educativas entre ricos y pobres. En opinión del Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE), la presente administración no se distinguió por su impulso a la educación y su retroceso mayor fue la alianza que el gobierno celebró con el SNTE. . En el mismo tenor del maestro Backhoff, en mi opinión dos condiciones relativas al SNTE impactan negativamente a la educación básica en México.
La primera es el perverso juego de mercadeo del voto y el consecuente cobro de cuotas de poder llevado a cabo entre las fuerzas políticas dominantes y los lideres sindicales de la Educación. Así, el SNTE se ha convertido en un preciado botín electoral, privilegiado con mucho dinero y presionado a la calidad educativa discrecionalmente. En un escenario mas desfavorable, mucho de ese dinero va a miembros del sindicato “comisionados” a labores muy distintas a la de educar, por ejemplo, miembros del SNTE ocupando puestos de gobierno o en las cámaras legislativas. Ese dinero mal dispendiado debería entonces ser destinado a la mejora y capacitación de los procesos educativos e infraestructura.
La segunda condición es la existencia en la psique de los maestros del SNTE de un ser supra-importante para el desarrollo de la educación del país y no negamos que así lo sea, pero en ese delirio enfermizo -casi genético entre las generaciones perpetuadas dentro del seno del SNTE – el maestro vilipendia las mismas regulaciones impuestas por la SEP y se cierran a la autocrítica y a la critica de la sociedad a la cual le prestan el servicio. En ese ambiente claustral al interior del sindicato y de las aulas, la permeabilidad de la supervisión en la mejora de sus actividades es casi nula; todo al amparo de los lideres.
Un saneamiento del sindicato le haría un bien a la educación. El gobierno sabe como hacerlo y solo es cuestión de decisión, sin embargo, vemos con desilusión que el entorno político se antepondrá siempre, por ese tinte corruptor que el SNTE ofrece, por ese tinte mercenario que en buena medida a contribuido al retraso educativo en nuestro país.