TIEMPOS GROTESCOS Joven poesía venezolana La joven poesía venezolana existe. Es vital, respira en este país de América del Sur que pocos entienden. Hace mucho que sus poetas abandonaron la “culta Europa” y escriben desde la ternura, la ciudad, el rechazo y el exilio, el terror, la destrucción, la marginalidad, las calles, los llanos, la violencia y la sexualidad (por nombrar lo que los poetas han visto). Esta selección nada tiene que ver con la edad, solo brinda un panorama de la poesía que se escribe actualmente en Venezuela. Una muestra de diversas voces y estéticas entrecruzadas, alejada de estilos de moda y fórmulas exactas. En ello tiene razón el ensayista Ramón Ordaz cuando menciona: “la mayoría de nuestros poetas carece de ubicación, son meteoritos, bólidos errantes frente al sistema cerrado de quienes han echado sus cartas en grupos y manifiestos, en supuestas generaciones o confluencias de época (…)”. ¿Por qué Tiempos grotescos, que así se ha titulado la muestra de joven poesía venezolana? Porque es época de penuria, soledad y contradicciones. Esa es nuestra época: la del mundo, la tierra que, como dijo una vez Eugenio Montejo, “… giró para acercarnos / giró sobre sí misma y en nosotros, / hasta juntarnos por fin en este sueño”, en la poesía que nace con la virtud de ser un testimonio, una reunión para mostrar la ira y el sentido, la guerra y la paz, la corrupción y la bondad, el rencor y el Dios de jóvenes poetas que viven un presente de encantos y desencantos. Es solo un ejemplo. No son los únicos. Diríase que de repente aparecieron. En esta oportunidad están presentes diecisiete poetas, quienes respondieron desde París, New York, Maracay, Valencia, Maracaibo, Mérida, Caracas y Zaraza. A pesar de los artilugios que crean la sensación de cercanía y conocimiento, hoy, más que cualquier otro día, otra época, debemos hacer el esfuerzo por encontrarnos una y otra vez desde la íntima conciencia del lenguaje que somos y que el lenguaje sea joven para siempre. Que suenen los nombres, ahora mismo, ya, en este momento: Juan Luis Landaeta, Jairo Rojas Rojas, Robert Rincón, Víctor Manuel Pinto, Vielsi Arias Peraza, César Segovia, Néstor Mendoza, Adalber Salas Hernández, Luis Ángel Barreto, Kevork Topalian, Camila Ríos Armas, Franklin Hurtado, Rubén Darío Carrero, Willy McKey, Carmen Luisa Chazzin, Rafael Ayala y Jhon Rivera Stredel. Diosce Martínez Periodista cultural y editora venezolana
JUAN LUIS LANDAETA Caracas (1988). En 2008 resultó ganador del I Concurso de Poesía y Cuento de la Escuela de Derecho de la UCAB con el Comercio carnal. En 2009 recibió una mención de honor en el III Premio Nacional Universitario de Literatura por el libro Destino del viento. En 2011 con el libro La conocida herencia de las formas recibe una mención especial en el I Premio Nacional de Poesía Eugenio Montejo. Es abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. Cursa actualmente la maestría de Escritura Creativa en Español ofrecida por New York University. Es colaborador de los portales IQ Latino, Revista Temporales; así como editor asociado de la revista Viceversa.
1. Hay formas inciertas Orígenes que rigen el desvarío Luces que se parecen a otras luces mucho más antiguas Hoy por ejemplo la geometría de la luna perdona la distancia y existe para que la noche se justifique Así los cuerpos y el universo Las interrelaciones El mundo detrás del mundo 2. Habitar es recorrer lo conocido Ocupar despacio el ambiente Distraer los pasos hacia ella o cualquier otro rincón que la pronuncie Asumir próximo lo íntimo Reconocer lo que se anima a partir de ti
Las distancias propias
[Del libro La conocida herencia de las formas]
JAIRO ROJAS ROJAS (Mérida, 1980). Historiador del arte por la Universidad de los Andes. Ha publicado los libro de poesía La rendija de la puerta, ganador de la IV Bienal de Literatura Ramón Palomares (2011); La O azul, premiado en el III Concurso Nacional de Poesía de Venezuela (2012). Su tercer libro Casa para la sospecha fue merecedor del premio mención poesía en la XIX Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (2013). El libro Los plegamiento del agua fue el ganador de la XX edición del premio de poesía Fernando Paz Castillo. Administra el blog: http://unardoble.blogspot.com/ Esta va por ti, negro la canción cabilla en la brizna del rebaño que no los dejará dormir, heme aquí con esta horda de mutantes de chabacanos bigotes y piches sacos, son los monstruos telúricos e iniciadores que se van sentados en la nubes que van y vienen, de tanto gritar roncos que no te nombran jajaja esta va por ti, Negro, con el capitán de la corona marginal hecha por ángeles y santos curtidos la música turbia, del hueco, alzada, del Gran Monstruo que disloca el horror de la misma calle todas la mañanas yo estoy con usted sin medicinas, con ramas, hecho un lagrimón yo no he olvidado la rezadora la pena el niño ungido por el chamán que solo ve ángeles esta va por los que no se rindieron “mamaos” la gran rueda cargando de toda su gente la vida a cuesta a cuesta untando su arepa con la baba del rencor esta va por ti bandido, anárquico, raro, refugiados de la realidad, inundados de carroña, clausurados, vetados, malparidos, rechazados, la música infame la música pantanosa la música del finado muerto de hambre; esta va por ti tierrudo (que ve un círculo en el cielo), azotado, desaparecido, hombre-roncha, sofocado de carencia
este tema impuro al silencio para la injuria de los jefes aturdidos por el enojo de todos estos niños humillados Día 21 El cuerpo es un maestro —dice— mientras él forcejea con los brazos que se le alzan solos que buscan poseídos la hojilla para abrir todas las carnes desde su pecho oscurecido mientras, también, pugna con las piernas que se desplazan al lugar donde quemarse donde quemar la vida quieren ahí se oye toda la lucha
de siempre
la intensión es la fuerza que despereza el cuerpo se sabe el cuerpo:
amigo de la muerte inquilino del alma causa de la lápida que visitan pájaros y gatos sombra de los movimientos del pensamiento templo que se autodestruye por falta de fuego que oye el gallo que anuncia la noche embriagado con la pereza mal acostumbrado a las vibraciones más groseras que olvida su próxima fecha de vencimiento indistinto del cielo que vio luz saliendo unido a Ella espejo de todos los que pasarán por este mundo maestro que hace resistencia que se la pasa viendo lo invisible
forcejean recorriendo los astros del cuarto tumbando los discos del alba los libros que muchos pobres no leerán porque sólo pensarán en dinero, le agarra ese bello pelo largo hecho de viento lo tira a la esquina y se muere de la risa cuando cae (n) él y su templo
así se aprende la lección con mano dura sobre la mano dura, alzada para saber quién es el que Manda.
[Del libro Los plegamiento del agua]
ROBERT RINCÓN (Valencia, 1985). Poeta, músico y licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Cursa una maestría en Literatura Latinoamericana (Upel, Maracay). Colabora en el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la UC y en la revista Poesía del mismo departamento. Ha publicado el poemario Mercaderes (2010). Ganador del V Premio Nacional Universitario de Literatura “Alfredo Armas Alfonzo” (Universidad Simón Bolívar, Caracas, 2014), con su poemario Emaús y el vientre de arena. Sus poemas han sido publicados en revistas, periódicos y otros medios culturales del país.
ESTÁS GUARDADO EN MI HISTORIA mi cabeza se equivoca en aplazar los sonidos de tu boca amplia que no tengo ni en el sueño que he bajado para escucharte me dispongo como hombre en recibirte el aliento y la llama sacuden la sal donde el sol rompe y a ti te sigo vacilando en la arena y preguntando en qué estoy te vienes conmigo pero en mí te alejas estás escrito en la batallas en el corazón de la selva y en la imponencia cuando asomo mi cuerpo en el brillo de la costa
[Del libro Mercaderes, 2010] En redes, soy un reo Prendí la radio y su ruido me llenó hasta los pies eso de sintonizarme no me ha ido bien desde la mañana parte del día conectarme desconectarme conectarme desconectarme
consumo palabras trazadora de imágenes supuesta placidez más interferencias y el cuerpo no se hace lento ni mis manos un sentimiento alguno irradian cuando llegue el sonido vendrá el poema cambié a televisor
[Inédito]
VÍCTOR MANUEL PINTO (Naguanagua, 1982). Poeta, editor y profesor universitario. Jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo, donde dirige la revista Poesía, imparte talleres de teoría y creación poética, y coordina el Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo. Ha publicado los libros: Aldabadas (2004), Mecánica (2007, Premio Internacional de Poesía Ciudad de Valencia), Aprendiz de la carne (Premio I Bienal de Poesía Eduardo Sifontes, 2007, aun inédito); Caravana (2010), Voluntad para no matar (2011), Poemas reunidos 2005-2011 (2012), y Quieto (2014). Ha obtenidos varios premios nacionales e internacionales por su trabajo poético. Poemas suyos han sido traducidos al árabe, alemán, inglés, portugués, e italiano.
Ego Ante la quebrada, encierro unas cucarachas en un pote de vidrio. Sus patas rozan lentamente los bordes brillantes, mientras el agua se lleva mi cuerpo sin moverme. Elevando el recipiente hacia el sol, contra sus reflejos, se resbalan en la pulida superficie. La corriente que me espeja carga con todas mis posturas, pero ninguna es el movimiento del agua. Destapo el frasco sobre una piedra y se mueven por el musgo, bobas, iguales al hombre que se frota en su imagen.
[Del libro Voluntad para no matar, 2011] LA TIZA CONTENIDO ella me enseñó a obedecer con el brazo recto una distancia de mis amigos, cantando un himno quieto bajo una bandera. Ella decía la verdad en un bosque achatado en la pared, debía responderle, debía obedecer. Ella y el policía con guantes dibujando la quietud de un hombre en el suelo. Obedecer el azul del uniforme del policía, obedecer el azul de la camisa del liceo; el mar tenía una quietud falsa en las esferas. Ella era la espuma de su sal dura hundiéndonos: ser hombres que no mata la policía, ser mujeres tapándose con vergüenza, obedientes a las flores de los hombres. En el baño había más preguntas: la revista abierta, el uso del cuerpo en el labial y el ruedo corto de la falda. Inexacta en sus objetivos: 1a 2b 3c y sin colores. Su punta que no conjuga: él se toca, él roba, el amigo mata, el amigo muere, ella se toca, ellos sienten, nosotros sentimos. ¿Qué hacemos con el cuerpo nuestro? ¿Qué hacemos con el muerto de cada
día? Me desarmo y busco mi forma real. Buscar: ese verbo que odia. Objetivo 1.a AMARILLO Una cinta plástica no nos deja pasar: siempre algo nos impide la aproximación al cuerpo tirado a un lado de nosotros. Frente a la muerte: Nadie vio nada Nadie habla Nadie confiesa la sensación de estar vivo: tan parecida al placer breve / íntimo de los actos del baño: lavarse los dientes y escupir la pasta blanca de la falsa frescura de la boca que no ve sus palabras que nada dice de su uso que nada confiesa de la saliva envuelta en sueños cuando el color del día muere en la carne: íntima / la sensación: breve del cuerpo tirado a un lado de la vida.
Objetivo 2.b AZUL El movimiento del agua más allá de la orilla distinto al que va y viene cambiando el color de la arena. O los pensamientos de un hombre que no siente en sus movimientos: irse y venir sobre su cuerpo una mirada distinta.
Objetivo 3.c ROJO Baja del vientre en el tinte de la flor que idealiza: - la recién enamorada - la recién mujer cuando su cuerpo entra en uso para el deseo, y protuberancias y curvaturas se inflan del color por dentro al tocarse: la flor que baja entre las piernas sobre la sábana o el chance perdido de la vida de un cuerpo baleado en la calle: sus curvaturas y protuberancias ya inmóviles al tacto. Bajo la sábana que lo cubre el tinte del color se expande ruborizando la tela de humedad o - la recién enamorada al recibir la flor - la recién mujer al ser tocada. [Del libro Quieto, 2014]
VIELSI ARIAS PERAZA (Valencia, 1982). Poeta. Egresada de la Facultad de Educación, mención Artes Plásticas de la Universidad de Carabobo. Promotora de lectura. Ha publicado los poemarios Transeúnte (2005) y Los difuntos (2010), este último galardonado con mención honorífica del Premio Municipal de Literatura Stefania Mosca, Alcaldía de Caracas. Actualmente, acompaña a la poetisa venezolana Ana Enriqueta Terán, en la labor de recuperar su obra inédita.
¿Qué hazaña no cumplimos para querer volver? ¿Qué deuda dejamos pendiente y queremos ir a cerrarla? ¿Por qué tanta insistencia? ¿Por qué queremos regresar? ¿Para qué queremos vernos si el recuerdo pendiente nos ahoga? Tormento Yo eternicé mis recuerdos, Los volví inertes. Los hice por siempre enhiestos. Ellos aprendieron a quedarse en la soledad de sí mismos.
CÉSAR SEGOVIA (Caracas, 1977). Licenciado en Letras (UCV, 2002). Se ha desempeñado como editor, investigador, redactor de contenidos y corrector de estilo para diversas instituciones culturales y empresas editoriales. En 2009 recibió una beca de estudios, otorgada por la Fundación Carolina, para participar en la IX Edición del Curso de formación de editores iberoamericanos (Madrid-Santander, España). Ha publicado Caracas siempre nueva. Breve antología de crónicas de Caracas. (Compilación. Magenta Ediciones, 2006); una selección de textos poéticos en la revista Babel N° 56 (2010); Eso lo sé (poemas palindrómicos, Cooperativa Editorial Lugar Común; Caracas, 2012), y Próximo tren (Editorial Libros del Fuego: Caracas, 2014).
Capitolio Envejecemos frente a las puertas del tren, vencidos en la eterna esperanza de un sentido sin dirección, en los crímenes de una clepsidra tiránica, mustia de gotearnos. «En el próximo... En el próximo... En el próximo...». [En la caja vacía de Pandora, absolutamente vacía. Desbordados en cientos de miles de cajas vacías de Pandora, absolutamente vacías. Una sobre otra junto a otra sobre otra entre otra sobre otra bajo otra sobre otra caja vacía de Pandora, absolutamente vacía]. «En el próximo... En el próximo... En el próximo...». Tres horas más viejos cada minuto, tres días más viejos cada hora, tres años más viejos cada día: nos adherimos al cúmulo–torrente sanguíneo de la ciudad, y envejecemos; nos hacemos tránsito abúlico en las venas subterráneas de la ciudad, y envejecemos; nos volvemos embolias sonámbulas, emblemas de la inamovilidad orgánica de la ciudad, y envejecemos. «En el próximo... En el próximo... En el próximo...». Envejecemos sin movernos, vivos apenas. [Del libro Próximo tren] Biscayne, [25.798452,-80.186378] Aparecer en el borde del mar desapegado de las olas, del sol que intenta desperezar el olvido del poniente. Aparecer, sin vértices, en una absoluta superficie, en el lodo fértil donde las torres se reproducen como un virus y el verde es la aspiración detrás del pasaporte.
[Verde billetes de banco impresos porque «creemos en Dios». Verde nota de la Reserva Federal (de curso legal para todas las deudas, públicas y privadas). Verde milico aplastado por el peso de la panza y de los años inútiles de revolución. Verde Solicitud de Pagos en Divisas con Tarjeta de Crédito con Ocasión de Viajes al Exterior. Verde moho del dinosaurio muerto que sigue ahí cuando despertamos, cuando dormimos, cuando comemos, cuando nos desnudamos y nos cogemos y nos bañamos y nos vestimos y volvemos a dormir, y despertamos de nuevo. Verde eterno que muere un poco más en el fondo de cada barril de dinosaurio muerto sin funerales. Verde antes de todos los humos]. Aparecer en el extremo de una diáspora que se pretende cura, consuelo contra las ruinas que nos dejaron nuestros difuntos caudillos. Aparecer sin la patria pegada en los zapatos, una vez más. [Inédito]
NÉSTOR MENDOZA (Maracay, 1985). Licenciado en Educación (mención Lengua y Literatura) por la Universidad de Carabobo. Cursó estudios en Literatura Latinoamericana en el Instituto Pedagógico de Maracay. Se ha desempeñado como docente y, actualmente, trabaja en el área editorial como corrector de textos en la Dirección de Medios y Publicaciones de la U.C. En el 2011, recibió el IV Premio Nacional Universitario de Literatura por el libro Andamios (Editorial Equinoccio, Universidad Simón Bolívar, Caracas, 2012). Forma parte del comité de redacción de la revista Poesía y de la comisión de cultura de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC).
Pasajeros El abrazo de los pasajeros en este espacio limitado; el abrazo accidental que nadie pide, que ha llegado como ofrenda. Cuerpos extraños acercándose, brazos que sujetan el acero, hombres con sus viandas cruzadas en el pecho. Hay un poco de inocencia en estos perfiles: algunos cierran los ojos en un sueño momentáneo, se dejan detallar, auscultar. Sin que lo noten, prestan una mueca íntima, un gesto breve. Admiro a las personas que duermen en el autobús, que ofrendan el sueño y no lo saben. El pasajero anciano y el pasajero joven se encuentran en el mismo asiento. Comparten la misma ruta y no lo saben. Se dejan llevar a otra avenida, para extraviarse, mudar de una vez el trayecto establecido. La mujer que anticipa su parada se desplaza entre tantos, rozan su cuerpo y nada dice. El riesgo ha hecho que mire a la cara, ver qué hay en los ojos, si hay maldad dormida. Gente buena me mira, en el bus, y escarbo su costado amable, muy adentro. La mirada serena cuesta mucho. Repito una oración incompleta,
que me sirva de ángel, que salve el trayecto. El semáforo es una buena excusa para pensar en los trámites del día. Es suficiente la transición sin pausas del rojo al verde, es mi casa la brevedad del amarillo, los tres segundos que unen ambos colores. Cartografía El mar le dio una mordida a la cartografía de mi país. Dejó bordes desiguales en la tierra, dejó ciudades con forma de sombrero, costas hechas con trazo nervioso y estrías. El agua de la orilla siempre es noble con los niños, es un mar distinto, sin aguas violentas. El sol justo encima, y lo oculto con el pulgar. Lo parto. Ahora tengo dos soles para compartir. El sol es riguroso: a esta hora importa más el sudor que los abrazos. Cielo despejado, el cuerpo boca arriba, toda la arena metida en el pantalón. Las olas agitan barcos con banderas que no reconozco. Tanta gente que pasa, buscando más bronce en sus pieles, un color metálico para tapar la palidez y hacerla menos extranjera. Solo tengo una mirada sencilla, miedosa, para este paisaje, y la sensación de un vidrio que me separa, una tela, una malla, no sé. [Del libro inédito Pasajeros] ADALBER SALAS HERNÁNDEZ
(Caracas, 1987). Poeta, ensayista, traductor. Licenciado en Letras por la UCAB. Ha publicado los poemarios La arena, el vidrio: ascenso en tres movimientos (2008), Extranjero (2010), Suturas (2012), y Heredar la tierra (2013). Asimismo, ha publicado el volumen Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (2013). Recientemente han sido publicadas sus traducciones de El hombre atlántico, Agatha y Savannah Bay, libros de Marguerite Duras, así como Artaudlogía, antología de textos de Antonin Artaud y Elogio de la creolidad de Bernabé, Chamoiseau y Confiant. Junto con Alejandro Sebastiani Verlezza, es responsable de la antología Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes (Común Presencia Editores). Actualmente se desempeña como co-director de bid&co. Editor. Es miembro permanente del consejo de redacción de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Actualmente cursa el MFA en Escritura Creativa en Español de la New York University. VI Mientras escribo el poema, me digo que en él la palabra muerte no dice nada, no tiene densidad, no hace más honda la boca. El poema no sabe de la muerte, como tampoco sabe de la música que llenará mi cráneo cuando quede vacío. Ese mismo cráneo que nadie tomará entre sus manos para anunciar que data del Siglo XXI, qué período remoto, qué tiempo bárbaro, qué época de luto. Ese mismo al que nadie hablará, llamándolo Yorick, ser o no ser, pudiera estar atascado en una cáscara de nuez y tenerme por rey de espacios infinitos, y creer que la palabra muerte sirve de algo. Ese mismo que nadie hallará por azar en una fosa común en Sudán o en Serbia, en Vietnam o en Catia. Ese cráneo, digo, ese cráneo mío, que sabrá que el poema es sólo un relato que se hace la muerte, que se vale de nuestras manos para decirse, para verse. Esto lo sabrá mi cráneo, será lo único que sepa, cuando permanezca quieto, sonriéndole a la tierra desde su vientre. En lugar de un alma, gusanos breves colgarán de sus cuencas, velarán sus sueños sin palabras. X (Sonatesco y ripioso) El presidente está triste, ¿qué tendrá el presidente? ¿Será que las transnacionales ya no lo quieren, o lo quieren demasiado, con el ahínco mineral de excavadoras, de taladros, de extractoras?
El presidente ha perdido la risa, ha perdido el color. ¿Está desconcertado porque los puntos se escaparon de las íes? ¿Porque los períodos son demasiado cortos? ¿Porque todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar? ¡Pobre presidente preso de sus oros negros! ¿Algún ministro le habrá revelado por error que una bandera no sirve para contradecir la lluvia, para ahuyentar los perros del frío? ¿Por fin habrá descubierto que país es el nombre de una huida? ¿Será que le desafina el pulso, que tiene arritmia el himno patrio? ¿Habrá subido de peso? Tal vez el uniforme militar ya no le queda como antes. ¿La corbata le aprieta, la charretera le da calor? ¡Pobre presidente protoplásmico, preso de sus predios, proclive a la procacidad, a la prodigiosa perífrasis sin pudicia, a la prevaricación, preguntándose si será pasteurizado, postulado como prohombre prehumano! Nadie sabe por qué está triste el presidente. El gabinete está confundido, el ejército desbandado. ¿Será que no duerme por culpa de los disparos, del gas lacrimógeno, de los gritos que hacen de paredes en las cárceles? ¿Le quitan el sueño las sirenas que cortan en pedazos la noche? ¿Le aterra el insomnio porque es como estar muerto, porque los muertos tampoco saben cerrar los ojos? (¿Duerme usted, señor presidente?) [Del libro inédito Salvoconducto]
LUIS ÁNGEL BARRETO (Maracaibo, 1979). Licenciado en Filosofía. Su poema “Souvenir” representó a Venezuela en el recital “Petite anthologie du sud” realizado en Bruselas, en 2008. Finalista en el III Premio Internacional de Poesía Joven La Garúa 2007 de Barcelona, España. Ganador del premio al Estímulo Literario Andrés Mariño Palacio, de la Gobernación del Estado Zulia en 2008. Ha publicado los poemarios Arqueología de olores (2007) y Las máquinas simples (2014), ambos por la Fundación Editorial El Perro y La Rana. Aparece en las antologías Amanecieron de bala, de esta casa editorial; En-Obra, de la Editorial Equinoccio; la antología de jóvenes poetas de la revista Poesía Nº 153 de la U.C.; entre otras. Como percusionista, ha participado en la música de piezas de danza, teatro y performances, así como en exposiciones de artes visuales y ferias culturales.
Que estas palabras no sean lo que nombro que no sigan rastro a máscaras ni a ceniza de laberintos que sean baba colgante abalorio para nosotros respirando todavía que esta voltereta de apenas cuerpo sea la extensión de una fuga que estas palabras sean estruendo luego murmullo recóndito de concha silencio de campana que quede de ellas solo su hambre su humareda lo improbable solo aquello que parezca una levadura de horizonte [Del libro Las máquinas simples, 2014] Principio Irte borrando irte desandando las palabras. Regresarte hacerte perder los trazos y las tintas volverte un cielo sin rayas ni tachaduras. Y yo quedándome también callado con el silencio de los árboles sus cicatrices sus brazos múltiples. Sin mediar signos con sólo este ademán de quietud y el sonido a ramas. Oliendo a silencio como el de alguien que acaba de saltar como el de aquel que casi ha abandonado el sueño. Te descoso.
Te apago. Te dejo sin los zamuros acostumbrados. Te quito el atuendo de mundo la piel que le muestras a los transeúntes eso que te hizo fértil y te dio nombre. Desaparezco todo rastro de tu superficie te regreso a tu umbral. Te vuelvo a hacer recién nacida. Y te pongo al sol hoja de papel al fin en blanco completamente. [Inédito]
KEVORK TOPALIAN (Caracas, 1969) es autor del libro Lámpara de oscuridad (Caracas, 2008), galardonado con el premio Fernando Paz Castillo de Poesía del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos en su edición XVII. Su poesía se inscribe en la tendencia del pesimismo dionisíaco, opuesta al pesimismo romántico ampliamente generalizado hoy en día en las artes, incluyendo el cine, lo que dota sus creaciones de una singularidad e independencia que de entrada las hace difíciles de asimilar, pero cuyo estilo sólido y consistente permite el acceso e incluso la eventual identificación del lector. Sus creaciones tienen la particularidad de combinar un amplio espectro de registros rítmicos, incluyendo la integración del modo de versificación tradicional con el “libre” o actual en una misma secuencia. Tiene en su haber tres libros terminados, perfectamente accesibles en la red a través de Scribd en el siguiente enlace: https://es.scribd.com/ktopalian. El alguacil En trato continuo con desconocidos, el día que declina aconseja movimiento, seguir de largo, pasar. Hay voces en la noche que nunca se reconocen y objetos que interrogan con ademán tan propio, como suelen, ¿quién? El apartado alguacil, cambiante, permanece mudo sin dar razón, el apartado alguacil, siempre el mismo, dice yo. Un hombre reza –¿Pero quiénes conspiran en este momento de adoración? –A la vuelta de Dios, un hombre reza, camina a través de siglos y desiertos al encuentro con el verbo y el milagro mismo de ese dios. Máquina del tiempo..., ya la brisa susurra con él sus oraciones, el desierto golpea recio con su sol y ya la arena eterna registra huellas: el transeúnte es un apóstol.
Rezar se sabe en un futuro, es tan fría, de piedra la mirada, se sabe en su enfermedad mentir y quebrar su rencor en la sonrisa, postpuesta por dos mil años: en una mueca que rompe la oración.
CAMILA RÍOS ARMAS (Caracas, 1989). Licenciada en Estudios Liberales en la Universidad Metropolitana. En 2005 participó en el Taller de Creación Literaria, mención Poesía, de Monte Ávila Editores. Forma parte de la antología El patio del limonero, editada por El Pez Soluble y Joven poesía venezolana (traducida al árabe). Con su poemario inédito A dos aguas obtuvo la segunda mención especial del X Concurso Nacional de Poesía para Liceístas 2005, organizado por la Fundación Casa de la Poesía “J.A. Pérez Bonalde” y la Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello”. En 2007, ganó con Muralla intermedia la mención honorífica en poesía del II Premio Nacional Universitario de Literatura, convocado por la Comisión Permanente de Directores de Cultura de las universidades venezolanas, publicado posteriormente, en 2008, por la Editorial Equinoccio. En el 2012, publicó su segundo libro titulado Ecos. Mudanza Todo comienza por el deseo. O quizás el cansancio. El querer habitar lo inhabitado. No ser pilar ni rosa. Todo comienza cuando quieres que la roca sea otro, construir en medio de la nada el más fuerte espacio del todo. Todo comienza por coleccionar el vacío. Cajas desarmadas en las aceras de la ciudad, detrás de los comercios, en una esquina, al lado de la bicicleta oxidada. Cinta adhesiva y marcador. Todo comienza porque quieres trasladarte introduciendo cada fragmento de una vida en un cubo degradable que firmemente deje dicho lo que adentro lleva. Organizar la vida. Catalogar los recuerdos en "perdurables" y "para donar". Darse en el objeto. Botar el colchón de 25 años que no vale una casa nueva. Date cuenta que no podrás llevarte las manchas en la pared o el olor a madera no pulida el árbol de higos testimonio del consumir de las estaciones Date cuenta que ya no serás el pomo de esta puerta 128 ya no es número que te oriente Tus pasos dejarán de ser ciegos movimientos sobre lo sabido Lloverá tu cuerpo lo nuevo con cautela Dejarás las luces prendidas para asegurar tu verticalidad Le darás lugar primero a las cosas Amplio espectro de lo inédito será tu orientación Tendrá la vista nueva ascendencia sobre los árboles Silencioso pájaro cantará en lo blanco y serás deseo del otro casa sin ruidos piso sin pelos de perro
escalera oscura noche de lo que siempre han sido.
[Inédito]
Primera voz: Mañanas grises como el hierro que sostiene tu dignidad te mantienes de pie por una fuerza ajena a ti no te resistas a la caída todos te hemos visto sin máscaras todos hemos visto ya tu forma sin espejo que la refleje. Segunda voz: El tiempo sólo me ha servido para agrietar mis máscaras He perdido mi rostro.
Primera voz: Siento la orfandad de la medialuna cuando en el cielo las estrellas no se han confabulado para quedarse latentes Siento la orfandad de la medialuna cuando Venus ya no está a su lado y las nubes rojizas avecinan lluvia nocturna Siento la orfandad de la medialuna cuando el callejón de piedras me lleva a donde mi nombre no tiene boca que lo pronuncie. Segunda voz: Pronuncio tu nombre
desde este punto donde la arcilla moldea mi dolor.
[Del libro Ecos, 2012]
FRANKLIN HURTADO (Carúpano, 1985). Licenciado en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Realizó talleres de poesía y ensayo en el Celarg. En 2012 resultó ganador del Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, mención Poesía, con el libro Sal, publicado en 2013. Obtuvo una mención especial en el II Premio Equinoccio de Poesía “Eugenio Montejo” por un texto aún inédito. 4 sacuden las patas de la cama se hacen las sombras trajes de hombre y andan la calle por cuidado consigo un cortejo de perros y gallos de su bolsa de cuero el cuatro de la abuela más nadie canta en el patio ni rebota pelota de goma contra la tapia del fondo tocan callados dedos callosos la canción del encuentro pero tú eres otro sordo ya te han marcado. 13 no sostiene columpio ni fruta con gusano no hace puente o escalera a otro cielo pelotas cuchillos muñecas sin cabeza como ofrendas en los techos del pueblo con kerosén secaron entre sus ramas saltamos
hacia la tierra colgados con los pies en péndulo monos decían
[Del libro Sal, 2013]
RUBÉN DARÍO CARRERO (Maracay, 1986). Abogado, egresado de la Universidad de Carabobo. Se ha desempeñado como docente universitario y en diferentes cargos como dirigente político. Merecedor de una mención especial en el Premio Nacional Universitario de Literatura 2009 (mención poesía) por su obra Por no mentir al silencio. Ha terminado su segundo poemario Enemigo ciego, que todavía permanece inédito. Sus poemas han aparecido en el suplemento literario “Contenido”, del diario El Periodiquito de Aragua; “Letra Inversa”, del periódico Notitarde; y en diversas publicaciones universitarias. Escribe un blog que actualiza con fotografías y textos, titulado El hallazgo de los espejos (www.rubencarrero.blogspot.com), y otro, de corte político, La indiferencia y los días (www.laindiferenciaylosdias.tumblr.com).
Escasez Recuerdo que todo era una puerta una ventana un montón de libros sin leer muros y edificios al sol escaleras vecinos y palomas todo el día sin agua sin luz el cuerpo Imbécil porque cierras los ojos en el recuerdo todo el día cumpleaños feliz y las velas apagadas derraman vapor de arroz al mediodía sin agua sin luz solo corazón del estómago a la boca. Sinónimos Escribo que el mar se mueve y consulto un diccionario de palmeras, su portada es negra, rugosa y en lengua española titula Alma a quien todo un dios prisión has sido. Sus páginas, números, pórticos y fachadas de baños negros, baldosas, jabones, ríos, peces, hormigas, himnos jaulas playas techos tumbas pasos mundos giradores decoraciones espejos y celajes sinónimos hipócritas.
[Inéditos]
WILLY MCKEY (Caracas, 1980). Poeta, editor y ensayista. Licenciado en Letras por la UCV, con una maestría en Estudios Literarios en la misma casa de estudios. Su primer poemario, Vocado de orfandad (2008), resultó ganador en 2007 del Premio Fundarte, mención Poesía. Co-dirigió la revista El Salmón, actualmente es articulista de la página web Prodavinci. Megatherium, not yet (fragmento, esperando que se pudran las raíces del primer Hevea brasilensis!) Divina Poesía, / tú de la soledad habitadora, a consultar tus cantos enseñada / con el silencio de la selva umbría, tiempo es que vuelvas ya a esa culta Europa que tu nativa rustiquez desama. Mientras, nosotros venceremos. Haremos un secreto milenario de ese nuestro ocio de chicle: haremos una bomba honda, rosada. Masticaremos: así usaremos la boca en silencio masquemos, masquemos, masquemos como si en la intermitencia se nos fuera la vida y venceremos que el hedor a canela|tutti-frutti no permita que la idea se nos salga vuelta idea que ni siquiera entre un nuevo bocado: masquemos, mastiquemos, masticados. Venceremos, venceremos, venceremos. Treparemos hasta la insomne epifanía del mamón para decir, decir (chupando), decir (encandilados), decir (en mamón macho): Este es el aposento, / testigo de un dolor nunca explicado, del drama fugitivo de un momento (y en un violento fin inesperado | lanzarnos de cara contra el suelo porque ni el buen mamón nos ha escuchado) mas venceremos. Resolveremos la gran novela común: daremos cuerpo a las ficciones acordadas y sin miedo narraremos las noveletas de la patria, de la muerte porque tenemos épica, señora porque sabemos exportar ejércitos y nos aseguramos de que en nuestros billetes por fin sonrían un negrito, una niñita, un indiecito, ¡tamboré! Perezosos gigantes junto a otras especies en extinción. Por eso, con suerte, venceremos. Vuelva, D. P., a sus ciudades con canal para ciclistas porque acá tenemos soberanía subterránea chicle negro y pesado que mueve al autobús, al tanque y al ministro venceremos. Mil perezosos gigantes se han derretido debajo de mi casa desde el Pleistoceno. Un millar de megaterios abrasados, hidrocarburos, combustibles, una manada de megaterios vuelta chorro negro, Mene Grande.
Zumaque 1, venceremos. Ya no habrá alocuciones, D.P., sino comunicados: memoranda, notificación y último aviso. No habrá tiempo para leer, usted perdone, pero lleve el control de las circulares numeradas, venga mañana a las cinco y pida un número, hablaremos con usted y con la tierra en lenguas muertas (pachamamabrasandomegatheriums) y venceremos. Nuestra bomba de chicle cooperante, colectiva y vuelta masa esfera fucsia que explotará contra un zarcillo punzante, afilado, verde oliva. No un pendiente… no, señora: un zarcillo un zar menudito que destella con el dorado de las caponas que contrasta tanto verde oliva en derredor: bomba de chicle, bomba de gasolina, bomba de tiempo, venceremos. El hombrenuevo tiene 2.000 años (o un poco más), D.P., 25 siglos, más o menos (o un poco más) Pero todavía no, D.P. Megatherium, not yet, not yet. Not yet. Espera un poco, un poquito más. Deja que pase | otro ratito | de felicidad y venceremos. “Venceremos, venceremos, venceremos”; Perezosos gigantes: venceremos… todos, como los megaterios, algún día caducaremos de nuevo expiraremos venceremos, venceremos, venceremos. // EL HOMBRENDT NUEVO. We’re the new man./ You’re the new man./ New gas, new fossil,/ new vestige. We’re docile./ We’re the new man.// Somos un petróleo pesado, aunque no tanto como el West Texas intermedio./ Un aproximado de 0,39% de sulfuro confiesa lo cerca que estamos del infierno./ Tenemos sobrepeso. Aunque no tanto. Somos el hombre nuevo: sin invierno. We’re the new man./ You’re the new man./ New bones, new skin,/ grow up in burger king./ You’re the new man.// Somos un petróleo dulce, aunque no tanto como el West Texas intermedio./ No tenemos altos contenidos y por eso nos refinan en Europa Noroccidental./ Tenemos caries. Aunque no tantas. Somos el hombre nuevo: nada mal.// We’re the new man./ You’re the new man./ New bones, new skin,/ grow up in burger king./ You’re the new man.// Somos un petróleo caro, aunque no tanto como el West Texas intermedio./ Cuando los precios de mercado son bajos, nos exportan desde el Mediterráneo por cinco duros./También en la costa este del Imperio. Pagan en efectivo. Aunque no tanto./ Somos el hombre nuevo: el
petróleo del futuro.// We’re the new man./ You’re the new man./ New bones, new skin,/ grow up in burger king./ You’re the new man. [Inéditos]
CARMEN LUISA CHAZZIN
(Valencia 1989). Licenciada en Educación, mención Lengua y Literatura en la Universidad de Carabobo. Ha participado en el Taller de Poesía convocado por Monte Ávila Editores Latinoamericana y dictado por María Clara Salas; Taller de Apreciación Literaria dictado por Luis Alberto Crespo y otro más con Rafael Cadenas, promovido por la Fundación del Valle de San Francisco. Publicó su obra Alrededor (2011) en la Fundación Editorial El perro y la Rana. Ha hecho estudios de Ingeniería cultural en Francia, y actualmente cursa una maestría en la Université de Paris-Sorbonne. Alrededor Los bancos de la plaza tienen pulso ceniza por cayena palabra anestesiada olor a alivio espacio seducido mano extraviada en otra óxido repujado de rutina esperas que se miren los pies temen dejar entrar la humedad que se come las paredes dentro se precipitan las aguas se mece la memoria baldía que abre zanjas
Pájaro de limpios ojos me voy somos muy amplios Mañana habrá otra altura ahora sostente en lo solo y sé hondo en la puerta la otra piel sond se escucha mi canto [Del libro Alrededor, 2011]
RAFAEL AYALA
(Zaraza, 1988). Licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Ha publicado los poemarios Bocados de silencio y The lightness of matter (ambos de 2012). Su trabajo fue incluido en The Blue Hour Anthology - A collection of poetry, prose and art (2013). Poemas suyos han aparecido en revistas nacionales e internacionales y han sido traducidos al inglés, francés, alemán y hebreo. Poeta invitado al XI Encuentro Internacional de Poesía de la Universidad de Carabobo, 2013. * El eco al fondo de las aves prehistóricas. La mirada se vacía en la lejanía. * Como el llanero observa apaciblemente el horizonte. Busca una esperanza. [Del libro El viento entre las ramas, 2014]
JHON RIVERA STREDEL
(Caracas, 1992). Terapeuta Psicosocial egresado de la Universidad de Carabobo. Cursó un taller literario con la poeta Edda Armas en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (Filuc), y otro en el Departamento de Literatura de la UC. Es miembro del Taller Literario Hojas Sueltas (Mariara). Pertenece al comité de redacción de la revista de cultura La Tuna de Oro, de la UC. Ha participado en algunos festivales en su país. Actualmente cursa estudios de Psicología en la Universidad Central de Venezuela (UCV).
al señor Santos
Dijo el viejo: -La culebrilla es el animal que se vale de otro cuerpo para dejar un sello maldito. Pero el viejo curandero no vio la muerte de la culebrilla y por flojedad dejó caer los rezos y la oración se deshizo. El mal se multiplicó Tres una encima de la otra . y sus tres colas –nunca Dios lo permita –han de mirarse la cabeza. Y aunque no haya rezos ni bálsamos Sé que si el viejo curandero viviera en mí me dijera: -No hay necesidad de que una apalee a la otra, o la que la otra se ensañe más. Solo es cuestión de perdonarse.
Epilepsia a Sterling Lucero Stredel
Desmayados nos mordemos la lengua y una espuma blanca nos adorna la boca si a nadie le hacemos daño es porque estamos posesos de Dios y no del Diablo o es porque en nosotros ninguno de los dos ha conseguido su lugar luchan y nada sabemos abandonado el cuerpo solo sabe temblar Me digo: es una recaída ahora viene el tratamiento pastilla tras pastilla no me siento yo carbamazepina tras carbamazepina me siento otro pronto seré siempre el mismo dios y diablo se habrán desvanecido.