, El anillo subvaluado.
Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro sin mirarlo, le, dijo: Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después -y haciendo una pausa agregó- si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar. - Encantado,- maestro- titubeó el joven-, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas. Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro cacha rro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó. ¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. ‘Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo’ - ‘Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuántoEl joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo: ‘Dile al maestro, muchacho que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo - ‘¡58 MONEDAS!’ Exclamó el joven. ‘Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...’ El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido. - ‘Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y
única. Y como tal, sólo puede revaluarte verdaderamente un experto’ - ‘¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?’ Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño. Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados merca dos de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore. ¿Eres una razón, una estación o toda una vida?
Algunas personas llegan a tú vida por una razón, por una estación o por toda una vida. Cuando tú sepas que es cada persona, sabrás que hacer con cada uno de ellos. Cuando alguien llega a tú vida por una razón. Es para llenar una necesidad que has expresado. Vienen a asistirte en alguna dificultad, a brindarte apo yo y orientación, a ayudarte físicamente, emocionalmente ó espiritualmente. Pueden parecer como caídos del cielo, y lo son, pues están ahí por la razón por la que los necesitas. Después, sin mayor problema, pro blema, o inconvenientes hacen o dicen algo en donde la relación llega a su fin. En ocasiones mueren, en ocasiones desaparecen de tú vida, en ocasiones te empujan a dejarlos lo que debemos saber es que esa necesidad que teníamos ya no esta ahí. Nuestros deseos fueron cumplidos y el trabajo terminado. Tus peticiones han sido respondidas y es tiempo de seguir adelante. Cuando las personas llegan a tú vida por una estación, es tú oportunidad y tiempo de compartir, crecer o aprender. Te traen una experiencia o te hacen reír. Te pueden enseñar algo que nunca has visto o hecho. Usualmente te traen una gran cantidad de alegría o porque no de tristeza. ¡Créelo! ¡Es real! Pero es solo por una estación. RELACIONES DE TODA LA VIDA. Te enseñan lecciones para toda la vida, te ayudan a aprender, a construir emociones con fundamentos sólidos. Tu tarea es aceptar la lección, amar a la persona, y utilizar lo que aprendes en tus demás relaciones y áreas de tú vida. Diles que a las personas que quieres, ¡qué los quieres! Nunca es demasiado tarde
El primer día de clase en la Universidad, nuestro profesor se presentó a los alumnos y nos desafió a que nos presentásemos a alguien que no conociésemos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser. Dijo: -’Eh, muchacho... Mi nombre es Rosa. Tengo ochenta y siete años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?’ Me reí y respondí:
-’¡Claro que puede!’. Y ella me dio un gigantesco apretón. -’¿Por qué está Usted en la facultad en tan tierna e inocente edad?’, pregunté. Respondió juguetona: -’Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar’. -’Está bromeando’, le dije. Yo estaba curioso por saber qué la había motivado a entrar en este desafío con su edad; y ella dijo: -’Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora estoy teniendo uno’. Después de clase caminamos hasta el edificio de la unión de estudiantes, y compartimos un helado. Nos hicimos amigos instantáneamente. Todos los días en los siguientes tres meses m eses teníamos clase juntos y hablábamos sin parar. par ar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo a aquella ‘máquina del tiempo’ compartir su experiencia y sabiduría conmigo. En el curso de un año, Rosa se volvió un icono en el campus universitario y hacía amigos fácilmente dondequiera que iba. Adoraba vestirse bien, y se reflejaba en la atención que le daban los otros estudiantes. Estaba disfrutando la vida. Al fin del semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete del equipo de fútbol. Fue presentada y se aproximó al podium. Cuando comenzó a leer su charla preparada, preparad a, dejó caer tres de las cinco hojas al suelo. Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente: Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa! ...Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de nuevo, así que déjenme hablarles sobre aquello que sé. Mientras reíamos, ella despejó su garganta y comenzó: ‘No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar’. Existen solamente tres secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito: 1. Se necesita reír y encontrar humor en cada día. 2. Se necesita tener un sueño, pues cuando éstos se pierden, uno muere. ¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo sospechan! 3. Se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer. Si usted tiene diecinueve años de edad y se queda tirado en la cama por un año entero sin hacer nada productivo, terminará con veinte años... Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la cama por un año y no hago cosa alguna, quedaré con ochenta y ocho años... Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad. La idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad. Los viejos generalmente no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer. Las únicas personas que
tienen miedo de la muerte son aquellas que tienen remordimientos. Al fin de ese año, Rosa terminó el último año de la facultad que comenzó tantos años atrás. Una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente durante el sueño. Más de dos mil alumnos de la facultad fuimos a su funeral en tributo a la maravillosa mujer que enseñó, a través del ejemplo, que ‘nunca es demasiado tarde para ser todo aquello que uno puede probablemente ser’. El equilibrista
En cierta oportunidad un famoso equilibrista (quien ya había logrado con éxito varias proezas) estaba por hacer una travesía… había tensado un cable de un extremo al otro en las cataratas de Niágara con el propósito de atravesar a la otra orilla. Le comenta a su mejor amigo que tenía cierto presentimiento, que tenia dudas en cuanto a si podría lograrlo. Su amigo lo anima y le dice que no se preocupe, que lo que estaba por hacer seria una simpleza en comparación con lo que ya había hecho anteriormente, le dice: ‘yo confío en ti, te tengo fe’. Aun así el equilibrista le expresa preocupación en cuanto a si lograría realizar esta travesía. Nuevamente el amigo le dice ‘no te preocupes, vas a poder lograrlo, yo te tengo fe’ y le recuerda las muchas hazañas que ya había hecho, en comparación con esta ‘no es nada’. El equilibrista le agradece por el ánimo y la confianza depositada en el, pero que aun así estaba preocupado. El amigo le pregunta entonces él por que de tanta preocupación y el equilibrista le menciona que pensaba cruzar las cataratas con una ‘carretilla’, el amigo (en son de risa) le dice: ‘¿Cómo te vas a preocupar, si ya caminaste sobre cables llevado cosas más grandes y más difíciles? llevar una carretilla no es nada, yo confío en ti, te tengo fe’-le dice- . El equilibrista le agradece mucho por la confianza depositada en él y le dice: ‘¡lo que no te dije es que pensaba cruzar las cataratas contigo en la carretilla!’. Pregunta: ¿Mostraría con hechos la ‘fe’ que le tenía a su amigo? ¿Estaría el amigo dispuesto a subirse en la carretilla? Lección para nosotros: Podemos decir que tenemos fe en Jehová pero ¿demuestran nuestras obras que es así, que tenemos absoluta confianza y fe en el cumplimiento seguro de sus promesas? El tazón de madera del abuelo
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se cansaron de la situación. -’Tenemos que hacer algo con el abuelo’, dijo el hijo. -’Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo’. Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor.
Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -’¿Qué estás haciendo?’. Con la misma dulzura el niño le contestó: -’Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos’. Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se tiraba, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel. Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos constructores sabios y modelos a seguir. He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo. La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste pero nunca como los hiciste sentir. El único defecto en la mujer
Para cuando Dios hizo a la mujer, ya estaba en su sexto día de trabajo de horas extras. Un ángel apareció y le dijo: ‘¿Por qué pones tanto tiempo en esta?’ El contestó: ‘¿Has visto mi hoja de especificaciones para ella?’ Debe ser completamente lavable, pero no ser de plástico, tener más de 200 piezas movibles, todas restituibles y ser capaz de funcionar con una dieta de cualquier cosa y sobras, tener un regazo que pueda acomodar cuatro
niños al mismo tiempo, tener un beso que pueda curar desde una rodilla raspada hasta un corazón roto y lo hará todo con solamente dos manos.’ El ángel se maravilló de los requisitos. ‘Solamente dos manos ¡Imposible!’ -¿Y este es solamente el modelo estándar? Es demasiado trabajo para un día... Espera hasta mañana para terminarla. -No lo haré, protestó el Señor. Estoy tan cerca de terminar esta creación que es favorita de mi propio corazón. -Ella ya se cura sola cuando está enferma Y puede trabajar días de 18 horas. El ángel se acercó más y tocó a la mujer. ‘Pero la has hecho tan suave, Señor’ ‘Es suave’, dijo Dios, pero la he hecho también fuerte. No tienes idea de lo que puede aguantar o lograr. -¿Será capaz de pensar? Preguntó el ángel. Dios contestó: ‘No solamente será capaz de pensar sino que razonar y de negociar’ El ángel entonces notó algo y alargando la mano tocó la mejilla de la mujer ‘Señor, parece que este modelo tiene una fuga... te dije que estabas tratando de poner demasiadas cosas en ella’ -’Eso no es ninguna fuga... es una lágrima’ lo corrigió El Señor. ‘Para qué es la lágrima,’ preguntó el ángel. Y Dios dijo: ‘Las lágrimas son su manera de expresar su dicha, su pena, su desengaño, su amor, su soledad, su sufrimiento, y su orgullo.’ Esto impresionó mucho al ángel ‘Eres un genio, Señor, pensaste en todo. La mujer es verdaderamente maravillosa’ ¡Lo es! La mujer tiene fuerzas que maravillan a los hombres. Aguantan dificultades, llevan grandes cargas, pero tienen felicidad, amor y dicha. Sonríen cuando quieren gritar. Cantan cuando quieren llorar. Lloran cuando están felices y ríen cuando están nerviosas. Luchan por lo que creen. Se enfrentan a la injusticia. No aceptan ‘No’ por respuesta cuando ellas creen que hay una solución mejor. Se privan para que su familia pueda tener. Van al médico con una amiga que tiene miedo de ir. Aman incondicionalmente. Lloran cuando sus hijos triunfan y se alegran cuando sus amistades consiguen premios. Son felices cuando escuchan sobre un nacimiento o una boda. Su corazón se rompe cuando muere una amiga.
Sufren con la pérdida de un ser querido, sin embargo son fuertes cuando piensan que ya no hay más fuerza. Saben que un beso y un abrazo pueden ayudar a curar un corazón roto. La mujer viene en todos tamaños, en todos colores y en todas figuras. Van a manejar, volar, caminar, correr o mandarte un mensaje electrónico para mostrarte cuanto le importas. El corazón de las mujeres es lo que mantiene moviéndose al mundo. Traen dicha y esperanza. Tienen compasión e ideales. Dan apoyo moral a su familia y amistades. Las mujeres tienen cosas vitales qué decir y todo para dar. Sin embargo, hay un defecto en la mujer: Es que a veces, se le olvida cuánto vale. Las cicatrices
En un día caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos. Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba. Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y dijo: ‘Pero las que usted debe de ver son estas’. Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. ‘Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida’. Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Jehová Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal. Jehová los bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez, es porque Dios, te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
La gran ayuda
Mi abuelo era un publicador ya de edad avanzada amaba el servicio. Él era carpintero. Ese día particularmente él había estado en la congregación haciendo unos baúles de madera para la ropa y otros artículos que enviarían a una parte necesitada. Cuando regresaba a su casa, metió la mano al bolsillo de su camisa para sacar sus lentes, pero no estaban ahí. Él estaba seguro de haberlos puesto ahí esa mañana, así que se regresó al Salón. Los buscó, pero no los encontró. Entonces se dio cuenta de que los lentes se habían caído del bolsillo de su camisa, sin él darse cuenta, mientras trabajaba en los baúles que ya había cerrado y empacado. ¡Sus nuevos lentes iban camino Colombia! La Gran Depresión estaba en su apogeo y mi abuelo tenia 6 hijos. Él había gastado 100 dólares en esos lentes. ‘Como pudo suceder esto’ se decía en mente mientras manejaba preocupado de regreso a su casa con la corta vista. ‘Yo he hecho una obra buena siendo voluntario de mi tiempo y dinero y ahora esto’. Varios meses después el superintendente que estaba de visita en Estados Unidos quería visitar todas las congregaciones que lo habían ayudado cuando estaba en Colombia, así que llegó un domingo en la mañana a la congregación a donde asistía mi abuelo en California. Mi abuelo y su familia estaban sentados, como de costumbre allá atrás cerca del sonido. El superintendente empezó por agradecer a la gente por su bondad al apoyar esta gran causa. ‘Pero más que nada’, dijo ‘Debo agradecerles por los lentes que mandaron. Verán, la Gente Mala habían entrado a las casas, destruyendo todo lo que teníamos, incluyendo mis lentes. ¡Estaba desesperado! Aún y cuando tuviera el dinero para comprar otros, no había donde. Además de no poder ver bien, todos los días tenía fuertes dolores de cabeza, y no me podía concentrar para dar discursos, así que mis compañeros y yo estuvimos pidiendo mucho a Jehová Dios por esto. Entonces llegaron sus donaciones. Cuando mis compañeros sacaron todo, encontraron unos lentes encima de una de las cajas. El Superintendente hizo una larga pausa, como permitiendo que todos digirieran sus palabras. Luego, aún maravillado, continuó: ‘Hermanos, cuando me puse los lentes, ¡eran como si los hubieran mandado hacer justo para mí!’ ¡Quiero agradecerles por ser parte de esto!’. Todas las personas escucharon, y estaban contentos por la persona que había donado los lentes. Pero el Superintendente debió haberse confundido de congregación, pensaron. No había ningunos lentes en la lista de productos que habían enviado a Colombia. Pero sentado atrás en silencio, con lágrimas en sus ojos, un carpintero ordinario se daba cuenta de que el Carpintero Maestro, Jehová Dios, lo había utilizado de una manera extraordinaria. Un vislumbre del paraíso
De repente me despierto, y siento que algo no está bien, casi inconsciente de cansancio me estiro para tomar el despertador, No puede ser, ¡me quedé dormida! Dentro de medía hora tengo que encontrarme con Cristina, de un golpe salto de la cama, rápidamente me lavo y me visto, me paso un peine por el pelo y me miro al espejo, solo para darme cuenta de lo cansada que me veo, más cansada me pongo cuando miro por la ventana, veo el cielo gris con densas nubes que lo cubren,
aunque hace poco que limpié las ventanas, otra vez están sucias por toda la contaminación, este día todo parece gris y triste, tomo el bolso del servicio, me pongo el abrigo, y saliendo de mi casa, enseguida se mojan mis mejillas por la lluvia fina que cae, mientras yo me apresuro para llegar a la parada del autobús. Lo que sí me da alegría, es saber que voy a predicar con Cristina. Cristina y yo nos bautizamos juntas y hemos luchado como precursoras por ya un año, siempre lo pasamos muy bien juntas. La parada del autobús está en un cruce, en una pendiente, y tengo que cruzar la calle para llegar a la parada correcta, escucho el ruido de un motor, y hecho un vistazo rápido por sobre mi hombro, ¡es el autobús! tengo que correr, sin pensarlo y sin mirar ni a la derecha ni a la izquierda, cruzo la calle, de súbito me doy cuenta que algo oscuro viene a toda marcha por mi lado izquierdo, escucho unas ruedas que silban y un frenazo fuerte y también siento un tremendo golpe y soy lanzada al aire... Buenos días Susana Es una voz grave pero amable que me habla, una brisa suave acaricia mi cuerpo, hay mucha calma, no oigo ni el sonido de los autos ni de personas, siento un calor suave y deleitable, me da un escalofrío ¿Qué ha pasado? A mi memoria vienen mis últimos recuerdos de cómo fui lanzada al aire un día lluvioso, tengo que haber sido atropellada, probablemente he estado inconsciente, seguro que ahora es un médico que me desea los buenos días. Abro mis ojos, pero no veo ningún techo de hospital, lo que veo es un cielo azul sobre mi, con asombro me quedo ahí acostada y contemplo por un instante ese cielo azul, parece que estoy en un prado y flores se mueven a mi alrededor, escucho el canto de pájaros en la cercanía. Todo es bello y tranquilo, pero no me siento con la necesidad de descansar, estoy completamente despierta y llena de alegría, nunca antes me he sentido tan sana, me levanto y al sentarme sobre la hierba contemplo paisajes pintorescos que se extienden a mis alrededores, árboles frondosos, prados floreados y un lago allá al fondo con agua cristalina, no observo ninguna persona, respiro profundamente, el aire es tan limpio, ahora me doy cuenta que no tengo puesta mi ropa normal, sino que llevo puesto un hermoso vestido de algodón, yo acaricio el suave vestido y me sonrió de satisfacción, siempre es divertido tener ropa nueva, y este parece de muy buena calidad. El paisaje que observo parece tan fresco y bello, y yo misma me encuentro muy sana y limpia, hasta mi cabello tiene un brillo extraordinario. Dentro de mí comienza a despertarse un sentimiento realmente fantástico, ¿Puede ser posible? ¿Realmente ha llegado a ser una realidad? ¿Me he despertado en el nuevo mundo de Dios? ¿En el paraíso restaurado? Y yo que anhelaba tanto el paraíso cada vez que escuchaba en las noticias de tantos desastres en el mundo, todo se ve como un sueño, pero al mismo tiempo es una realidad, ¡ah! los árboles y esta brisa. Me pongo a visualizar un camino allá al fondo, me dirijo hacia el para ver hacia dónde me lleva, después de unos pasos, llego a una casa de madera bronceada, detrás de un manzano. Mientras observo la casa, me acuerdo de mi madre y pienso que a ella le hubiera gustado vivir en esa casa, se sentiría muy a gusto en esta casa, es justo como a ella le hubiera gustado tener en el paraíso, me paro delante de la reja blanca y observo el jardín tan pacifico, en el fondo de este, veo una hamaca y en ella hay una mujer acostada, ella se mece suavemente, mientras lee un libro, la mujer está vestida con una falda de los años veinte, con su pelo colgando y sus rizos que se deslizan sobre sus hombros, ella es muy guapa, hay algo que me dice que la he visto antes, no sé por qué, pero mi corazón comienza a latir más de lo acostumbrado cuando la veo, creo que seria una buena idea preguntarle dónde estoy, ella parece muy amable, al abrir la reja chirrían las bisagras, el sonido hace que la mujer deje su lectura y mire por encima del libro, ella se sobresalta tanto que parece que le di un susto. Durante varios segundos ella me mira fijamente, y para mi asombro, veo como sus ojos se llenan de lágrimas ‘¡Susana!’ grita ella y salta de la hamaca y corre hacia mi, esa voz la reconozco muy bien, la he oído toda mi vida y mientras ella se acerca, comienzo a reconocer
todos sus rasgos, la única diferencia es que no puedo ver ni una sola arruga, ni siquiera una cana, y tampoco tiene lentes, -’¡mamá!’- grito yo y me siento muy contenta, aunque solo hace un par de días desde que la vi por última vez, ‘mamá, te ves igual de joven que yo’. Varias horas más tarde, después de habernos abrazado, besado, y reído y llorado muchas veces, nos encontramos sentadas al caer el día mirando hacia el jardín, parece increíble que he estado muerta varios años le digo yo a mi madre mientras apoyo mi cabeza sobre sus hombros parece que solo he dormido unas pocas horas, ella me dice: ‘ Pero a mi no me parece sólo unas horas me explica mi madre gracias a la esperanza de la resurrección, pude aguantar el último tiempo antes del Armagedón, si no hubiese sido por esta esperanza, no sé si hubiese sido una persona otra vez, después que el auto te atropelló cuando del hospital me llamaron, ya habías muerto, he pensado en ti cada día hasta ahora, cada día lo he contado como un día más cerca de tu resurrección. ¡Ah mi mamita! le digo mientras la abrazo es increíble que seas igual de joven que yo, la gente va a tener dificultades de ver quien es madre y quien es hija, y si tienen que averiguar, seguramente van a pensar que yo soy la madre, ya que soy más exigente que tu. Mi madre se sonríe mientras se levanta -’¿Qué vas a hacer mamá?’- le pregunto, -’Voy a llamar al periódico y contarles que has resucitado, a propósito, aquí tienes el último periódico’, me dice mamá y me lo pasa. Yo hecho una ojeada a los titulares: El paraíso se está extendiendo por toda la tierra, ‘ El desierto del Sahara, está floreciendo’, ‘Récord de construcción de casas’, ‘Lobos y ovejas viven juntos’ (reportaje pág. 4).... En las últimas hojas del periódico, encuentro los anuncios de la resurrección, son varias páginas, con mucho interés examino todos los nombres, algunos que han resucitado, ni sabia que habían muerto. Mamá vuelve y se sienta a mi lado en el sofá, -’mamá, cuéntame de todos los hermanos’le pido -’¿Qué están haciendo? ¿Dónde viven? Cuéntame todo- todos están muy bien, siempre están bien me dice ella. -’¿Dónde esta Cristina?, Desearía visitarla mañana si es posible’- mamá se queda callada y después me responde con una voz seria: -’Cristina Hansson?’- Claro ¿Quién otra? Respondo. Después de un profundo suspiro, me dice mamá: ‘ Ya hace muchos años desde la última vez que la vi Susana’. ¿No? ¿Por qué? ¿Se ha mudado al África? -’Unos dos años después de tu muerte, ella encontró otro hombre’- yo comienzo a sentirme incomoda y le pregunto a mi mami -¿Y él no estaba en la verdad?’- No, no lo estaba ‘ ¡Qué tonta! ¿Y qué pasó después? -Ella dejó la verdad por ese hombre- me dice mama. -’No puede ser posible, ella que era tan simpática y celosa’ -Sí, lastimosamente, ella dejó la verdad y a Jehová, así como hicieron algunos otros, explica mamá. Yo me quedo sentada en silencio, totalmente conmocionada, sin poder decir ni una sola palabra...’ ¿Y ella no quiso volver?’ -’Parece ser que la relación de ella y el primer hombre terminó, entonces ella fue a algunas reuniones; pero pronto encontró a otro hombre, así que Cristina no sobrevivió el Armagedón’ Yo reprimo las lágrimas ‘¿Y cuando dejó ella la verdad mamá?’ -’Dos años antes de la gran tribulación’ ¿Cómo pudo ella?, digo en voz baja... la verdad no debe haber sido real para ella’. Y mi madre me dice: ‘No, no lo era, Jehová estaba a punto de darle todo y ella no lo aceptó’ Yo siento la necesidad de un rato de soledad, así que me levanto y me dirijo a la puerta principal, y me doy cuenta que no tiene cerradura. Mientras paseo y observo el paisaje, oro en silencio a Jehová, y le agradezco con todo mi corazón, que se acordó de mi y me resucitó, es fantástico y maravilloso pensar que en estos momentos, no hay ningún lugar de la Tierra donde haya violencia, prostitución, contaminación, armamento... todos son solo recuerdos del pasado, me lleno de un sentimiento total de paz y libertad, con el simple hecho de poder pasear totalmente sola bajo una noche estrellada, sin tener que sentir miedo, doy un suspiro de satisfacción, el aire nocturno es limpio y refrescante, ahora si pienso: ¡Ahora comienza la eternidad para nosotros los humanos, nunca más vamos a morir! Y observo el nuevo mundo ‘¡Miren estoy haciendo nuevas
todas las cosas!’. Y una vez más se lo agradezco a Jehová. La narración muestra lo bueno que es Jehová. Cuando la hermana escribió esto ella ya se veía en el paraíso ¿Lo has hecho tú alguna vez? ¿Has jugado con ese pensamiento? ¿Te has visto allí mentalmente en el paraíso? Es bueno hacerlo, mientras esperamos el nuevo orden, pasamos por muchas pruebas y penalidades, no va a ser fácil, pero Jehová es bueno y él sabe todo lo que nos pasa, recordamos a Job, él lo perdió todo, y para peor, ni siquiera sabia por qué sufría, y Jehová tampoco se lo dijo, pero lo estaba observando. Job 42: 10 dice que Jehová le devolvió todo en cantidad doble, fue bendecido doblemente. ‘No desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos cansamos’ (Gal. 6:9) Jehová recompensa siempre a sus leales. ¡Y será más de lo que hoy nos podamos imaginar! Corta tu rama ¿Qué te impide volar?
Un rey recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasando unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente pero que al otro no sabía que le sucedía, no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó. El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar el ave. Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Al día siguiente por la ventana, el monarca pudo observar, que el ave aún continuaba inmóvil. Entonces decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa, a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte, traedme al autor de ese milagro. Su corte rápidamente le presento a un campesino. El rey le preguntó: ¿Tú hiciste volar al halcón?, ¿Cómo lo hiciste?, ¿Eres mago? Intimidado el campesino le dijo al rey: -’Fácil mi rey, sólo corte la rama, y el halcón voló, se dio cuenta que tenía alas y se fue a volar’ Tenemos sueños, queremos resultados, buscamos oportunidades, pero no siempre estamos dispuestos a correr riesgo, no siempre estamos dispuestos a transitar caminos difíciles. Nos conformamos con lo que tenemos, creemos que es lo único y posible, y aprendemos a vivir desde la resignación. No puedes descubrir nuevos mares... a menos que tengas el coraje para volar. Pero nadie vendrá a rescatarte, nadie cortará tu rama. Tú eres el que hace ‘milagros’. El pescador
Un economista americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño, cuando llegó a ver un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios pescados de buen tamaño. El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El pescador respondió que sólo un rato. El americano le preguntó que por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado. El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El americano le preguntó qué hacía con el resto de su tiempo. El pescador dijo: ‘Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi
señora, y por las noches toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida agradable y ocupada’ El americano replicó: ‘Soy de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y, con los ingresos, comprar un bote más grande y, con los ingresos del bote más grande, podrías comprar varios botes; eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador y, eventualmente, abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pueblo e irte a la Capital, donde manejarías tu empresa en expansión’ El pescador le preguntó: ‘Pero, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?’ A lo cual respondió el americano: ‘Entre 15 y 20 años’. ¿Y luego qué? Preguntó el pescador. El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. Cuando llegue la hora deberías vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico... ¡tendrás millones! Millones... ¿y luego qué? Luego te puedes retirar. Te mudas a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, y tocar guitarra con tus amigos. Y el pescador respondió: ‘¿Y acaso eso no es lo que ya tengo?’ Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene, pero que muchas veces no vemos. La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por aquello que no tenemos. Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón. (Mateo 6: 19-21). Tu valor no cambiará
Un orador inicio su discurso mostrando al auditorio un billete de 20 dólares. Dirigiéndose a los espectadores pregunto ¿Quién quiere este billete? Muchas manos se levantaron. Luego dijo, Se lo voy a dar a alguno de ustedes, pero primero permítanme hacerle esto. Y lo hizo bolita dejándolo todo arrugado. Entonces insistió, ¿Quién todavía lo quiere? Las manos volvieron a subir. Bien, dijo. ¿Y si le hago esto? Y lo dejo caer al suelo y lo empezó a pisar contra el suelo con su zapato. Al recogerlo lo mostró al auditorio. Así, todo arrugado y sucio, pregunto, Y así, ¿todavía lo
quieren? Las manos se mantuvieron arriba. Amigos, han aprendido una lección muy valiosa. No importa todo lo que le haya hecho al billete, ustedes de cualquier manera lo quieren porque su valor no ha disminuido. Sigue valiendo los mismos 20 dólares. Muchas veces en nuestras vidas caemos, nos arrugamos, o nos revolcamos en la tierra por las decisiones que tomamos y por las circunstancias que nos rodean. Llegamos a sentir que no valemos nada. Pero no importa lo que hayamos pasado o cuanto pueda ocurrirnos, nunca perdemos el valor que tenemos ante los ojos de Jehová Dios. Sucios o limpios, abatidos o finamente alineados, para Él somos valiosos. Acuérdate... tu valor no cambiara para Jehová. El papel estrujado
Cuando era niño, mi carácter impulsivo, me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayoría de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día, mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: -’Estrújalo’ Asombrado, obedecí e hice con él una bolita. -’Ahora’ volvió a decirme ‘Déjalo como estaba antes’. Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por más que traté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas. -’El corazón de las personas’ me dijo ‘es como ese papel, la impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues’. Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado. La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar. Más cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras. Luego queremos enmendar el error pero ya es tarde. Alguien dijo alguna vez: ‘Habla cuando tus palabras sean tan dulces como el silencio’. Por impulso no nos controlamos y, sin pensar, arrojamos en la cara del otro, palabras llenas de
odio o rencor y, luego, cuando pensamos en ellos, nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrás; no podemos borrar lo que quedó grabado en el otro. Muchas personas dicen: ‘Aunque le duela se lo voy a decir’, ‘La verdad siempre duele’, ‘No le gustó porque la dije la verdad’, etc., etc., etc. Si sabemos que algo va a doler, a lastimar, si por un instante imaginamos cómo podríamos sentirnos nosotros si alguien hablara o actuara así... ¿Lo haríamos? Otras personas dicen ser frontales y, de esa forma, se justifican al lastimar: ‘Se lo dije al fin, para qué le voy a mentir’, ‘Yo siempre digo la verdad aunque duela’. Qué distinto sería todo si pensáramos antes de actuar, si frente a nosotros estuviéramos sólo nosotros y todo lo que sale de nosotros lo recibiéramos nosotros mismos, ¿no? Entonces sí nos esforzaríamos por dar lo mejor y por analizar la calidad de lo que vamos a entregar. Aprendamos a ser comprensivos y pacientes. Pensemos antes de hablar y de actuar. Una gran diferencia
A veces nos preguntamos si nuestro esfuerzo valdrá la pena, sobre todo cuando nos entra el cansancio o el desánimo, principalmente cuando al participar en la predicación de las buenas nuevas, nos encontramos con gente apática que no responde al mensaje que portamos. Aunado esto a las presiones y circunstancias cambiantes de la vida que muchos afrontamos y de las cuales nadie es inmune, a veces pudiéramos pensar como el profeta Jeremías al querer rendirnos en nuestro servicio a Jehová. Intentamos actuar como positivos agentes de cambio en nuestra vida, en el trabajo, en la congregación, en todo lugar pero lamentablemente surgen difíciles escollos que vencer, situaciones de tensión que ponen a prueba nuestra fe y aguante. Cuando nos parece que solo estamos perdiendo el tiempo y la paciencia, cuando parece que nada de lo que hagamos es útil o apreciado por los demás, cuando nos preguntamos: ¿Valdrá la pena mi esfuerzo? Sería bueno recordar el siguiente relato: Se cuenta que en cierta ocasión la marea sacó a la playa miles y miles de estrellas de mar vivas. Un hombre comenzó a recoger una por una cuantas estrellas podía y las iba devolviendo al mar para evitar que murieran. Entonces alguien se le acercó y le dijo: ‘¿Para qué se molesta? ¡No vale la pena! ¿No ve que son miles y usted no podrá devolver sino unas cuantas al mar?’ No pierda su tiempo haciendo eso y póngase mejor a hacer algo de más provecho. El hombre no dijo nada en ese momento. Sólo recogió otra estrella más y la devolvió al agua. Entonces comentó: ‘Para esa estrella de mar, habrá una gran diferencia, un sencillo acto mío puede salvarla de las garras de una muerte prematura, por lo tanto, sí vale la pena mi esfuerzo, por una sola vida’. No podremos cambiar a todo el mundo; pero sí podemos cambiar una porción de él; es decir, tal vez no podamos cambiar todo lo que queremos, pero en el intento tal vez logremos cambiar a una sola persona, salvar una vida, marcar una gran diferencia y entonces, por ese alguien tan especial
y de gran valor a los ojos de Jehová, nuestro esfuerzo habrá valido la pena. ¿No creen? Así que no nos rindamos, cobremos ánimo y sigamos perseverando en esta carrera, luchando hasta el fin... y no nos dejemos vencer, más bien, pidamos la fuerza más allá de lo normal, a Aquel que es vigoroso en poder, que nunca se cansa (Isaías 40:29-31) El pez y el ave
Había una vez un pececito que vivía en un estanque, mientras disfrutaba de pasearse en su hogar vio cómo un hermosa ave se deslizaba hábilmente por el aire y giraba magníficamente, dejándose admirar y rozando muy cerca el agua del estanque. Sus colores brillantes y versátiles se reflejaban en las escamas del pececito mientras éste observaba la hermosa apariencia del ave y cómo se paseaba con sus alas sobre los aires, el pececito también observaba que el ave tenía sus pulmones para respirar y mantenerse vivo y un maravilloso arco iris de colores que le servía de atuendo. Así paso el tiempo y el ave y el pececito se maravillaban y sorprendían uno del otro, pues cada uno era diferente del otro, cada uno tenía su propia belleza y fue creciendo así un amor entre ambos. Un día el ave que estaba ya enamorado del pececito le dijo: ‘Cásate conmigo y vamos a volar por el aire y a deslizarnos entre las nubes y pasar muy cerca del sol’ - ¡No! -le respondió el pececito-, yo no puedo salir del agua, moriría... pero, ¿por qué no vienes al agua?... y así andaremos los dos juntos y viviremos muy felices en mi hogar... siempre juntos. - ¡No! -dijo triste el ave-, yo no puedo respirar dentro del agua, moriría enseguida... no nací para vivir dentro del agua, mi vida esta aquí, en respirar el aire y en moverme con libertad por encima de todo. Sí, era un amor imposible, ninguno de los dos viviría si alguno se saliese de su medio de vida. Un ave no vive dentro del agua, ni un pez fuera de ella Lección práctica: La anterior es una ilustración que relata como es imposible una relación entre personas que no aman a Jehová y los que procuramos hacerlo. A modo de ilustración en su discurso un hermano dijo que alguien que conoce las normas de Jehová Dios no puede vivir con una persona que no ama a Jehová y formar una vida matrimonial con éxito, al igual que si un pez se arriesgara a salirse del ‘agua de vida’ moriría; un siervo de Jehová casado con alguien del mundo perecería espiritualmente, sin el alimento espiritual que es como ‘aguas de vida’ podría perder la fe y alejarse de Jehová, hasta abandonar su organización el ‘estanque’ de esas aguas (Juan 4:14, Hebreos 3:12). El apóstol Pablo mencionó: ‘¿Qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿O qué porción tiene una persona fiel con un incrédulo?’ (2 Corintios 6:14,15). ¡Qué gran verdad! Que Jehová nos permita seguirle siendo fieles e íntegros al escoger a nuestro cónyuge, para no desagradarle a él y seguir en su hermoso pueblo y recibir sus maravillosas bendiciones, ¿no lo creen? Valora lo que tienes
Había una vez un perro muy glotón que siempre estaba buscando entre las basuras y los desperdicios a ver si encontraba algo de comer. También rondaba por los mercados y las casas de comidas, meneando el rabo y ladrando a la gente para que le tiraran un hueso o un mendrugo de pan. No solía conseguir gran cosa de esta manera, pero un día se encontró con un hermoso
trozo de carne, grande y jugoso. Al principio no dio crédito a sus ojos, pensó que se trataba de una visión ¿quién podía haber abandonado aquel maravilloso pedazo de carne? Se abalanzó por fin sobre el suculento manjar, lo asió con sus dientes, notando que era real, que no estaba soñando y verdaderamente tenía en la boca el más delicioso de los bocados y, temiendo que alguien se lo fuera a arrebatar, se marchó corriendo en busca de un lugar donde saborearlo a gusto. Al pasar junto a un estanque, miró de reojo hacia el agua y cuál no sería su asombro al ver junto a la superficie, como flotando a pocos centímetros de profundidad, otro trozo de carne tan grande y apetitoso como el que llevaba en la boca. No era posible que en un mismo día aquel milagro sucediera dos veces seguidas: Otro pedazo de carne igual ¡no, más grande y jugoso todavía! El perro se quedó muy quieto, como hipnotizado, mirando fijamente el agua, y cuanto más miraba más se convencía de que el otro pedazo de carne era mejor que el suyo. Creyó ver que otro perro lo llevaba entre sus dientes, del mismo modo que él llevaba su bocado. Y pensó entonces que no debía resultar difícil obtener para sí aquel trozo de carne que lo incitaba desde el estanque. Entonces se dijo a sí mismo que debía ser astuto y obrar con inteligencia para llevar a cabo su plan. Fue acercando el perro, poco a poco al agua, y cuando estuvo a pocos centímetros de la superficie no pudo aguantar más y abrió la boca para agarrar la carne que veía flotar en el estanque. Naturalmente, al abrir la boca se le cayó al agua el trozo que llevaba, y el otro también desapareció, pues no era más que el reflejo del primero en la tranquila superficie del estanque. A veces, para perseguir una ilusión sin fundamento, descuidamos lo que ya tenemos y acabamos quedándonos sin nada. Por no valorar debidamente lo que existe a nuestro alcance, podemos arriesgar lo más importante, nuestra vida, la salud, la familia, nuestra relación con Dios, solo por ir tras cosas que no nos proporcionaran verdadera felicidad sino son solo espejismos en muchas ocasiones. Desear cosas más grandes, ya sea bienes materiales, mejor casa, comida o ropa y hacer todo por obtenerlas puede llevar a muchos al desastre. Disfruta lo que tienes y nunca te lamentes por lo que no tienes. Como dice el refrán: ‘vale más pájaro en mano que ciento volando’ La maestra y la planta
Una vez más, la joven maestra leyó la nota adjunta a la hermosa planta de hiedra. Gracias a las semillas que usted plantó, algún día seremos como esta hermosa planta. Le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotras. Gracias por invertir tiempo en nuestras vidas. Una amplia sonrisa iluminó el rostro de la maestra mientras por sus mejillas corrían lágrimas de agradecimiento. Como el único leproso que manifestó gratitud hacia Jesús cuando fue sanado, las chicas a quienes les había dado clase en la escuela, se acordaban de agradecer a su maestra. La planta de hiedra representaba un regalo de amor. Durante meses la maestra regó fielmente la planta en crecimiento. Cada vez que la miraba, recordaba a esas adolescentes especiales y eso la animaba a seguir enseñando.
Pero al cabo de un año, algo sucedió. Las hojas empezaron a ponerse amarillas y a caerse; todas, menos una. Pensó en deshacerse de la hiedra, pero decidió seguir regándola y fertilizándola. Un día, al pasar por la cocina, la maestra vio que la planta tenía un brote nuevo. Unos días después, apareció otra hoja, luego otra más. En pocos meses, la hiedra estaba otra vez convirtiéndose en una hermosa planta. Henry Drummond dice: ‘No pienses que no pasa nada, simplemente, porque no ves tu crecimiento, o no escuchas el zumbido de los motores. Las grandes cosas crecen silenciosamente’. Hay pocas alegrías más grandes que la bendición de invertir fielmente amor y tiempo en las vidas de otras personas. ¡Nunca, nunca te des por vencido con esas plantas! No nos cansemos, pues, de hacer bien porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos’ -Gálatas 6:9 La Col
¿Cómo se ve una col cuando la cortas a la mitad? Puedes ver que la base es dura, las hojas resistentes están en el exterior y las blandas en el interior, de vez en cuando podemos ver hojas que parecen que están oxidadas, esto es porque no consiguieron agua para alimentarse. La base representa la organización de Jehová. Las hojas exteriores resistentes son los hermanos maduros que aprecian la verdad desde hace mucho años, que han aguantado todo tipo de pruebas y se mantienen fieles y que dan ayuda amorosa a otros, más débiles o que aun no alcanzan la madurez espiritual. Las hojas interiores blandas son los más nuevos en la fe, que son protegidos y siguen el ejemplo de las hojas exteriores, se nutren y se mantienen dentro de la ‘base’, el pueblo de Jehová, bajo el cuidado amoroso de Él. Las hojas oxidadas son los hermanos que pararon de alimentarse espiritualmente, que no buscaron el agua de la verdad que nutre y calma la sed. ¡Qué nunca tengamos la apariencia de un hermano oxidado! ‘Amados hermanos míos, háganse constantes, inmovibles, siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor, sabiendo que su labor no es en vano en lo relacionado con el] Señor’ (1 Corintios 15:58) ¿Cómo crecemos en nuestra espiritualidad?
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El rey muy acongojado le preguntó al Roble qué le sucedía, a lo que el Roble le contestó que se moría porque aunque mucho se estiraba todos los días, no podía ser tan alto como el Pino.
Volviéndose el Rey al Pino, lo halló caído y casi sin vida y este malogrado árbol decía que no valía la pena vivir porque sentía que aunque más se esforzaba no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid, a su vez, se sentía morir porque no podía florecer como la Rosa. Por su parte la Rosa lloraba desconsoladamente porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces el Rey encontró una planta entre las secas hojas, una frutilla, floreciendo y más fresca que nunca. El Rey preguntó: -’¿Cómo es que has logrado crecer saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?’ A lo que la fragante frutilla le contestó: -’No me ha sido difícil, mi buen Rey. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías comer frutillas. Si hubieses querido manzanas o naranjas, sin duda las hubieras plantado.’ Ahora es nuestro turno. Estamos aquí para contribuir con nuestras habilidades espirituales. Sin lugar a dudas Jehová sabe si somos dulces y aromáticas frutillas o poderosos robles. Sean cuales sean nuestras habilidades espirituales, saquémosle el máximo partido sin sentirnos menospreciados porque tal o cual hermano hace más que nosotros en otra o en la misma faceta del ministerio teocrático. No hay posibilidad de que seamos otra persona. Seamos nosotros mismos y continuemos regando nuestras propias habilidades, que tal vez estén recién creciendo, con los nutrientes que nos entrega Jehová a través del Esclavo Fiel y veremos como nuestra semillita de veras se convierte en el árbol para el que nuestras facultades están dotadas. Si mantenemos esta actitud positiva sin menospreciarnos, de seguro que no nos marchitaremos en sentido espiritual y seguiremos floreciendo en la senda de la verdad. Alumbrando a otros
Había una vez un hombre que por las noches caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce, se da cuenta que es Guno, el ciego del pueblo entonces, le dice: ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves… Entonces, el ciego le responde: -Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí No sólo es importante la luz que me sirve a mí sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella. ¿No sabes que alumbrando a otros, también me beneficio yo, pues evito que me lastimen otros
que no podrían verme en la oscuridad? Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno, aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil, muchas veces en vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino de los demás. ¿Cómo? A través el desaliento, la crítica, el egoísmo el desamor, el odio, el resentimiento… ¡Qué hermoso ser ía si todos ilumináramos los caminos de los demás, sin fijarnos si lo necesitan o no! Llevar luz y no oscuridad. Si toda la gente encendiera una luz, el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad. Todos pasamos por situaciones difíciles a veces, todos sentimos el peso del dolor en determinados momentos de nuestras vidas, todos sufrimos en algunos momentos y lloramos en otros. Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros. No debemos exclamar como es costumbre: ‘La vida es así’ llenos de rencor y de odio. No, al contrario, ayudemos a los demás sembrando esperanza en ese corazón herido. Nuestro dolor es y fue importante, pero se minimiza si ayudamos a otros a soportarlo, si ayudamos a otro a sobrellevarlo. Luz, demos luz. Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer. Está en nosotros saber usarla. Está en nosotros ser Luz y no permitir que los demás vivan en las tinieblas Alumbrando a otros
Había una vez un hombre que por las noches caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce, se da cuenta que es Guno, el ciego del pueblo entonces, le dice: ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves… Entonces, el ciego le responde: -Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí No sólo es importante la luz que me sirve a mí sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella. ¿No sabes que alumbrando a otros, también me beneficio yo, pues evito que me lastimen otros que no podrían verme en la oscuridad? Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno, aparentemente no lo necesite. Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil, muchas veces en vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino de los demás. ¿Cómo? A través el desaliento, la crítica, el egoísmo el desamor, el odio, el resentimiento… ¡Qué hermoso ser ía si todos ilumináramos los caminos de los demás, sin fijarnos si lo necesitan o no! Llevar luz y no oscuridad. Si toda la gente encendiera una luz, el mundo entero estaría iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad.
Todos pasamos por situaciones difíciles a veces, todos sentimos el peso del dolor en determinados momentos de nuestras vidas, todos sufrimos en algunos momentos y lloramos en otros. Pero no debemos proyectar nuestro dolor cuando alguien desesperado busca ayuda en nosotros. No debemos exclamar como es costumbre: ‘La vida es así’ llenos de rencor y de odio. No, al contrario, ayudemos a los demás sembrando esperanza en ese corazón herido. Nuestro dolor es y fue importante, pero se minimiza si ayudamos a otros a soportarlo, si ayudamos a otro a sobrellevarlo. Luz, demos luz. Tenemos en el alma el motor que enciende cualquier lámpara, la energía que permite iluminar en vez de oscurecer. Está en nosotros saber usarla. Está en nosotros ser Luz y no permitir que los demás vivan en las tinieblas Construcción del Puente
No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continúa. Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio. Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. -Sí, dijo el mayor de los hermanos, ‘tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor’. ‘La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su bulldozer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros’. ‘Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero?’ ‘Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más.’ El carpintero le dijo: El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo. El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente. ¡Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo! -Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos. En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: -Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba
sus herramientas. -Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti, le dijo el hermano mayor al carpintero. Me gustaría quedarme, dijo el carpintero, ‘pero tengo muchos puentes por construir’. Una pequeña reflexión
Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Él les dijo: -’¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos! ‘Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad. El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe. ‘ Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra. Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: ‘¿Y cuál de los lobos crees que ganará?’ El viejo cacique respondió, simplemente... -’El que alimentes.’ Como manzanas de oro
Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño. - ¡Qué desgracia Mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad. - ¡Qué insolencia! -gritó el Sultán enfurecido- ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: - ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que de todos vuestros parientes tú serás el único que sobrevivirá. Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. - Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. Hermanos, de la comunicación dependen, en muchas ocasiones, la felicidad o la desgracia, peleas, discusiones o malos entendidos. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, de hecho como cristianos es nuestro deber el hacerlo, más la forma con que debe ser comunicada esta verdad es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas entre nosotros. El Proverbios 25:11 nos dice que ‘una palabra hablada al tiempo apropiado es como manzanas de oro en entalladuras de plata’. Con este ejemplo podríamos decir que la verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado. Escojamos con sabiduría y buen juicio las palabras que vayamos a usar antes de estallar en cólera, y veremos los buenos resultados. Que Jehová les bendiga en todos sus esfuerzos por mejorar en esta y en otras facetas de vuestro ministerio cristiano. El congreso mundial de Satanás
Satanás el Diablo convocó un congreso mundial. En el discurso de apertura él habló a sus ángeles malos acerca de la urgente necesidad de impedir a los cristianos mantenerse ocupados en sus actividades teocráticas (leer la Biblia, ir al Salón del Reino, mantener sus elevados valores ‘conservadores’). De pronto uno de sus ángeles tomó la palabra y dijo: ‘¡Eso llega a ser una tarea difícil! Creo yo que hasta llega a ser imposible. Nosotros no hemos tenido gran éxito en impedirlos en estas actividades, y es verdad que hasta logramos alejar a algunos pocos. Sin embargo, ellos luego vuelven rápidamente. Sentimos que no hay como impedirlos que busquen la verdad en la Biblia, ni tampoco logramos evitar que ellos continúen asistiendo a las reuniones, asambleas y que salgan a predicar. ¡Si, los valores morales que el Dios de ellos les enseña son inquebrantables para una gran mayoría!’ Inmediatamente después, el Diablo grita muy furioso: ‘Pero nosotros podemos hacer otra cosa. Podemos impedirles que formen una relación personal con Jehová y también con su Hijo, Jesucristo. Nuestro éxito todavía no está completo, por que siempre permitirlos que ellos fortalezcan su relación con Dios. Por tal motivo, hagamos lo siguiente: No perdamos nosotros más tiempo intentando impedirles que vayan a las reuniones. Déjenlos que asistan a sus reuniones corrientes, déjenlos tener su modo de vivir ‘conservador’, no tengamos preocupaciones con impedirles que lean la Biblia; antes, quítenles algo más valioso: ¡SU TIEMPO! En ese momento, todos quedaron atónitos. Quizás se preguntaron cómo iban a hacerlo. El Diablo continuó su discurso: ‘Quítenles el tiempo suyo, de esta forma ellos no tendrán manera
de cómo obtener aquel conocimiento acerca de Jehová, su Reino y sus propósitos. Esto es lo que quiero que hagáis vosotros. Solo así ellos no podrán lograr desarrollar su confianza en su Dios Jehová, y no mantendrán su relación personal con él. ¡¿Cómo haremos eso?! gritaron los ángeles malos. Dijo el Diablo: ‘De la siguiente manera: Manténganles a ellos ocupados con las cosas no esenciales de la vida, e inventen incontables trampas para ocupar sus mentes. Haced que gasten, gasten mucho dinero, de este modo ellos precisarán pedir préstamos para pagar sus deudas. Por medio de propagandas materialistas haced que sus esposas decidan trabajar seis o siete días por semana; diez o doce horas por día, para que puedan sostener sus estilos de vida. Así ellos no hallarán tiempo para quedarse con sus hijos. ‘Y a medida que su familia vaya fragmentándose, sus s us hogares dejarán de ser un refugio de las presiones de todos los días, y nosotros asistiremos a sus incontables desavenencias. Y es de suma importancia que moldeemos sus mentes para que no escuchen a la voz de su conciencia. Hagan que escuchen lo malo de la radio y televisión, de tal forma que les conduzca a la degradación moral. Sí, queremos que sus televisores, ordenadores y videos siempre estén encendidos en sus habitaciones. Asegúrense de que en los restaurantes y otros lugares que frecuenten tengan siempre una música degradante, pues esto les corromperá la mente y romperá su unión con Jehová. ‘‘Tenemos que llenar sus mentes las 24 horas del día con noticias, mantener delante de ellos anuncios llenos de publicidad sugestiva, anunciando la última moda; llenemos sus buzones con basuras, juegos impropios, catálogos de compras y hagamos que deseen tener esparcimientos excesivos, así ellos se quedarán cansados e inquietos y desprevenidos para las semanas siguientes. No dejemos que ellos aprecien la naturaleza, para que no se refleja en ella las cualidades de Dios, quien la creó. Es mejor que vayan a los eventos de deportes, eventos musicales. Y cuando ellos estén reunidos con amigos para compañerismo espiritual, que les envuelvan en chismes y degradaciones, de modo que salgan con sus conciencias preocupadas y emocionalmente molestadas’’. ‘Llenemos sus vidas con tanto trabajo y algunos éxitos, para que no tengan ningún tiempo de buscar la fuerza de Jehová. Así luego nosotros los veremos trabajando de su propia cuenta, sacrificando su salud, su espiritualidad y su unión familiar por buscar las cosas que nada valen a la vista de Jehová. Entonces, llegó a su fin el congreso. ‘Fue un buen congreso’ comentaban los demonios. Después salieron y se pusieron a trabajar para poner en práctica todo lo que habían aprendido ellos. Cada demonio esforzándose por tentar a un cristiano en cada sitio donde se encuentra. Y algunos cristianos desordenados, sin darse cuenta, están tan ocupados que ni siquiera tienen tiempo para hablar de Jehová. Estos corren tras al viento por estar tan ocupados con cosas no esenciales en la vida. Así la prisa pasó a ser un requisito ‘cristiano’. ¿Será que las tácticas del Diablo han triunfado sobre usted? ¡Pregúntese a sí mismo! Usted, solamente usted, puede ser un testimonio vivo de todo el intento malo del gran enemigo de Jehová Dios por derrocar la adoración verdadera. (1 Pedro 5:8)
¿Adónde corres?
Cuenta la historia de algo que sucedió mientras un cazador estaba tratando de cazar venados en un bosque. Con el rifle entre sus brazos, el cazador iba por un antiguo camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la tarde y estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en los arbustos cerca de él. Antes de que tuviera oportunidad de levantar el rifle, un bultito castaño y blanco corrió hacia él a toda velocidad. Todo sucedió tan rápido, que el cazador apenas tuvo tiempo de pensar. Miró hacia abajo y allí estaba un conejillo castaño muy agotado acurrucado contra sus piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una hoja, pero allí estaba sin moverse. Esto era muy raro, los conejos silvestres tienen miedo de la gente, y ni siquiera es fácil llegar a ver alguno, mucho menos uno que venga y se siente en nuestros pies. Mientras el cazador trataba de encontrarle explicación a aquello, otro actor entró en la escena: Más abajo en el camino un lobo saltó al camino, cuando vio al cazador (y a la que consideraba su presa, sentada a sus pies) el predador quedó congelado. Entonces comprendió el cazador que había interrumpido un pequeño drama de vida y muerte en el bosque. El conejillo, exhausto por la persecución, pers ecución, estaba a solo minutos de la muerte. El cazador era su última esperanza de refugio. Olvidando su natural recelo y miedo hacia el hombre, el animalito instintivamente se había pegado a él buscando protección de los afilados dientes de su implacable enemigo. El cazador no lo decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo del lobo. El animal entró disparado hacia el bosque de nuevo, a toda velocidad. Durante un rato el conejillo no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre los pies del hombre, en la tarde que caía poco a poco, mientras él le hablaba suavemente. Parece que esta noche te has librado de la trampa le decía suavemente. Pronto el conejillo se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque. ¿Adónde corres en momentos de necesidad? ¿Adónde corres cuando te persiguen predadores como los problemas, las preocupaciones y los temores? ¿Dónde te escondes cuando tu pasado te persigue como un lobo implacable tratando de destruirte? ¿Dónde buscas protección cuando la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con vencerte? ¿Dónde te vuelves cuando tu energía se agota, cuando la debilidad te embarga y sientes que no puedes huir por más tiempo? ¿Corres hacia tu protector? ¿Aquel que está firme con los brazos abiertos, esperando que vuelvas y te refugies en la seguridad de todo lo que nuestro amoroso Padre Jehová representa? ‘Desde la extremidad de la tierra clamaré, aún a ti, cuando mi corazón se haga endeble. A una roca más alta que yo quieras guiarme. Porque has resultado ser un refugio para mi, una torre fuerte frente al enemigo. Ciertamente seré huésped en tu tienda para tiempos indefinidos; me refugiaré, sí, en el escondrijo de tus alas (Salmos 61:2 - 4)
El Río Congelado
Un viajero muy cansado llegó a la orilla de un río. No había un puente por el cual se pudiera cruzar. Era invierno y la superficie del río se hallaba congelada. Oscurecía y deseaba llegar pronto al pueblo que se encontraba a poca distancia del río, mientras hubiera suficiente luz para distinguir el camino. Llegó a preguntarse si el hielo sería lo suficientemente fuerte para soportar su peso. Como viajaba solo y no había nadie más en los alrededores, una fractura y caída en el río congelado significaría la muerte; pero pasar la noche en ese hostil paraje representaba también el peligro de morir por hipotermia. Por fin, después de muchos titubeos y miedos, se arrodilló y comenzó, muy cauteloso, a arrastrase por encima del hielo. Pensaba que, al distribuir el peso de su cuerpo sobre una mayor superficie, sería menos probable que el hielo se quebrara bajo su peso. Después de haber recorrido la mitad del trayecto en esta forma lenta y dolorosa, de pronto escuchó el sonido de una canción detrás de sí. De la noche salió un carruaje tirado por cuatro caballos, lleno de carbón y conducido por un hombre que cantaba con alegría mientras cruzaba despreocupado por el río congelado. Allí se encontraba nuestro temeroso viajero, arrastrándose con manos y pies, mientras, a su lado, como un viento invernal, pasaba el alegre y confiado conductor con su carruaje, caballos y pesada carga por el mismo río. Esta historia nos ilustra cómo muchas personas pasan por las dificultades que les presenta la vida: Unos se quedan en la orilla de la indecisión, incapaces de decidir qué camino tomar. Otros prefieren permanecer allí, tratando de reunir suficiente valor para llegar al otro lado del problema en que se encuentran. Algunas personas se arrastran en la vida por temor a que las dificultades se les vuelvan adversas (se les rompa el hielo). Su fe no es lo bastante fuerte para sostenerlos de pie en medio de la adversidad. Existen los que van silbando por el camino. Saben en quién tienen puesta su confianza y su fe es inquebrantable. Cuando se te presenten por la vida, ríos de adversidades, no debes temer, ni arrastrarte por la vida. Dios nos ha prometido ayuda y con ésta, podemos enfrentar la dificultad y llegar con seguridad al otro lado. Ya Pablo nos lo decía: Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla. (1 Corintios 10:13b) ¿Cuánto valemos?
En cierto conjunto de islas vivía un joven apuesto y muy rico, era el soltero más codiciado de la región, y a la vez el más envidiado debido a sus habilidades como comerciante. Llegó el día en que deseó casarse, así que empezó a buscar a la muchacha más adecuada. Todas las jóvenes de las islas cercanas estaban entusiasmadas queriendo ser la elegida, pero para sorpresa de todos, este joven escogió a una muchacha llamada Hojana... por cierto, la más ‘fea’ de toda la región.
Cuando el joven habló con el padre de Hojana, para fijar la fecha en que pediría oficialmente a la novia y acordarían la dote que tendría que pagar, esta se encontraba escondida en unos arbustos cercanos a su casa, lloraba amargamente, pues consideraba que todo era una broma de mal gusto. Finalmente llegó el día en que pedirían a Hojana, todo el pueblo morbosamente emocionado fue a ver en que resultaría el ‘negocio’ del pago de la dote. Algunas mujeres decían que por ellas habían pedido tres vacas y otras decían que cinco. El padre de Hojana menospreciando a su hija decía a su consejero que se conformaba con una vaca coja o ciega, es más, estaba dispuesto a pagar él mismo una vaca con tal de que se llevaran a Hojana. Cuando el joven llegó Hojana nuevamente se escondió para no pasar una vergüenza. Cuando el joven preguntó a cuanto ascendía la dote por Hojana, el padre consultó con su consejero y este le dijo: - Pide tres vacas, para que finalmente te dé por lo menos una vaca. - Esta bien- dijo el padre de Hojana. Pediré tres vacas por mi hija. Cuando el padre de Hojana pidió tres vacas por su hija toda la gente del pueblo empezó a reír de manera atronadora. Hojana empezó a llorar amargamente. - ¿No te parece un precio alto? -dijo el joven al padre de Hojana- pero nada es tan valioso como Hojana: ¡Te doy 8 vacas por Hojana! - ¿Ocho vacas? decían todos, estas loco no vale ni una sola. -¿Está bien ocho vacas? -preguntó el joven-Claro que está bien- dijo el padre de Hojana- solo que no rompas el trato. Al día siguiente Hojana se escondió No podía creer que alguien se burlara de ella con tanta maldad. De pronto cerca de su casa apareció una vaca: - ‘¡Ya viene! ¡Ya viene!’ Dijo el padre de Hojana. ‘¡Sal hija, ven por favor!’ - ‘Debe ser una vaca que se perdió’ dijo Hojana. - ‘No es así mira, ahí viene otra, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. ¡Ocho vacas! ¡Ocho vacas! Finalmente llegó el día de la boda y todos estaban felices, excepto Hojana, pues hasta los niños se burlaban de ella y de su esposo. Sin embargo, este le dijo que realmente la amaba y la beso con ternura. Antes de irse de viaje a través de diversas islas, el esposo de Hojana le encargó a un mercader un espejo costoso, enmarcado en oro y perlas (parecía un regalo irónico ¿no?). Después de algunos meses llegó el espejo, y el mercader que conocía muy bien a Hojana fue a dejarlo a la casa del matrimonio. Cuando llegó lo recibió el esposo de Hojana. - Espere, veré si le gusta a mi esposa. - Es bellísimo- dijo Hojana -gracias amor- es un regalo hermoso, y lo besó tiernamente. - Mi esposa está muy satisfecha -dijo el esposo de Hojana y pagó una gran cantidad por el espejo.
Salió Hojana y el mercader se sorprendió al ver la hermosura de esta mujer, no era ni la sombra de la joven que el conocía. Esta mujer estaba radiante, bella, proyectaba una seguridad y tranquilidad que lo dejó estupefacto. No podía dar crédito a semejante transformación. Así que le preguntó al esposo de Hojana que había pasado y este contesto: - ‘Hojana siempre ha sido hermosa, pero toda la gente le dijo lo contrario, hasta su padre lo hacía con frecuencia. Por eso cuando fui a pedirla en matrimonio, lo que se esperaba que hiciera es pagar el precio más bajo posible, como en un negocio. Sin emb A todo esto: ¿Cuántas vacas valemos nosotros? ¿Cuánto nos han dicho los demás que valemos? ¿Cuánto valemos para Jehová? Jehová ha pagado el precio más alto en toda la historia del Universo. Nada más y nada menos que la sangre de su hijo amado. De esta manera dignificó al hombre de su estado imperfecto y caído y lo elevó a la posibilidad de ser uno más de los Hijos del Altísimo. Es decir: Formar parte de la más bella familia del universo: La familia Universal de Jehová. Jehová nos ha dicho eso, pero: ¿Cuántos lo creemos? ¿Cuántas veces nos asalta la idea de que no valemos nada, que lo que hacemos no vale la pena? Recordemos que esas son ideas satánicas para alejarnos de quien nos quiere: Nuestro amado padre celestial Jehová. Dejemos que el amor de Jehová y la fuerza de su espíritu nos transformen en personas nuevas, en las más bellas de todo el planeta: ‘En las cosas deseables de la Tierra’. La flor y la familia
Había una joven muy rica, que tenía de todo, un marido maravilloso, hijos obedientes, un empleo muy bueno, una familia unida. Lo extraño es que esta joven no conseguía conciliar todo eso, el trabajo y los quehaceres le ocupaban todo el tiempo y su vida siempre estaba deficitaria en alguna área. Si el trabajo le consumía mucho tiempo, ella lo quitaba de los hijos, si surgían problemas, ella dejaba de lado al marido. Y así, las personas que ella amaba eran siempre dejadas para después. Hasta que un día, su padre, un hombre muy sabio, le dio un regalo: Una flor carísima y rarísima, de la cual sólo había un ejemplar en todo el mundo. Y le dijo: -Hija, esta flor te va a ayudar mucho, ¡más de lo que te imaginas! Tan sólo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando, y a veces conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio ese perfume maravilloso y esas maravillosas flores. La joven quedó muy emocionada, a fin de cuentas, la flor era de una belleza sin igual. Pero el tiempo fue pasando, los problemas surgieron, el trabajo consumía todo su tiempo, y su vida, que continuaba confusa, no le permitía cuidar de la flor. Ella llegaba a casa, miraba la flor y las flores todavía estaban ahí, no mostraban señal de flaqueza o muerte, apenas estaban allá, lindas, perfumadas. Entonces ella pasaba de largo. Cierto día, como de costumbre, ella llegó a casa y... ¡cuan grande fue la sorpresa! Ahí estaba la flor, pero con sus pétalos caídos, rodeada de pétalos secos y sus raíces resecas. ¡La flor había muerto!
La joven lloró mucho, y contó a su padre lo que había ocurrido. Su padre entonces respondió: - Yo ya me imaginaba que eso ocurriría, y, desdichadamente, no tengo otra flor igual que darte, porque no existe otra igual a esa, ella era única, al igual que tus hijos, tu marido y tu familia. Todos son bendiciones que Dios te ha dado, pero tú tienes quTe acostumbraste a ver la flor siempre allí, siempre florida, siempre perfumada, y te olvidaste de cuidarla. ¡Cuida a las personas que amas! Acuérdate siempre de la flor y el cuidado que necesita. La familia es una de las bendiciones más grandes que Dios nos ha dado, pero nosotros tenemos que cuidarla. El amor verdadero no olvida
Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzehimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana. -No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce. Entonces -le pregunté extrañado- Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: -’Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella’. Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé: ‘Esa es la clase de amor que quiero para mi vida. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser Un amor sin igual
Una historia de amor Un día temprano por la mañana, me levanté para observar la salida del Sol. ¡Oh la belleza de la Creación de Jehová queda más allá de la descripción! Mientras observaba, alababa a Jehová por su bella obra. Mientras estaba sentado ahí, sentí la presencia de Jehová conmigo. Entonces, Él me preguntó, ‘¿Me amas?’ Yo contesté: ‘¡Por supuesto, Jehová! ¡Tú eres mi Dios!’ Entonces me preguntó ‘Si estuvieras físicamente incapacitado, ¿aún me amarías?’ Me quedé
perplejo. Miré abajo, mis brazos, piernas y el resto de mi cuerpo y me pregunté cuántas cosas sería incapaz de hacer. Las cosas que hoy me parecen tan sencillas. Y contesté, ‘Seria difícil, Señor, pero aún así te amaría’ Entonces Jehová dijo, ‘Si estuvieras ciego, ¿amarías aún mi creación?’. ¡Cómo podría amar algo, siendo incapaz de verlo! Entonces pensé en todos mis hermanos ciegos en el mundo entero y cuántos de ellos aún así, aman a Dios y a su Creación. Así que contesté, ‘Es difícil pensarlo, pero aún así te amaría.’ Jehová entonces me preguntó, ‘Si fueses sordo, ¿oirías aún mi Palabra?’. ¿Cómo podría oír algo siendo sordo? Entonces comprendí que. Escuchar la Palabra de Dios no es meramente usar nuestros oídos, sino nuestros corazones. Contesté: ‘Sería difícil, pero aún oiría tu Palabra’. Jehová entonces preguntó, ‘Si estuvieses mudo, ¿alabarías aún mi nombre?’. ¡Pero cómo puedo alabarte sin voz! Entonces comprendí que las estrellas, no hablan pero aún así alaban a su Creador con su imponente poder. Ya que cuando alabamos a Dios no lo hacemos siempre con un cántico, a veces, le damos alabanza con nuestras acciones. Entonces contesté: ‘Aunque no pudiera cantarte un cántico, alabaría aún tu Santo Nombre’ Y Jehová preguntó, ‘¿En realidad me amas?’ Con valor y profunda convicción, le contesté resueltamente, ‘¡Sí Señor! ¡Te amo por que Tú eres mi Padre!’ Pensé que había contestado correctamente, pero Jehová preguntó, ‘¿Entonces por que me fallas?’ Contesté: ‘¡Porque soy sólo un humano, y no soy perfecto!’ ‘Entonces ¿Por qué solo en tiempos de angustia me oras incesantemente?’ ¿Por qué en tiempos de paz te olvidas de mí? No hubo respuestas. Sólo lágrimas. Jehová continuó, ‘¿Por qué solamente cantas en el Salón? ¿Por qué pides cosas tan egoístas? ¿Por qué pides sin tener fe?’ Me sentía acongojado. ‘¿Por qué te avergüenzas de mí? ¿Por qué no me entregas tu vida de una buena vez? ¿Por qué no estas esparciendo las buenas nuevas? ¿Por qué pones pretextos cuando te doy la oportunidad de servir en mi nombre?’ Intenté contestar, pero no hubo respuesta que dar. Sólo un silencio. Eres bendecido con la vida. No te hice para que desperdiciaras este regalo. Te he bendecido con talentos para servirme, pero continúas dándome la espalda. Te he revelado mi Palabra, pero no obtienes el conocimiento de ella. Te he hablado pero tus oídos estaban cerrados. Te he mostrado mis bendiciones, pero tus ojos nunca las vieron. He oído tus oraciones y las he contestado todas. ‘¿En verdad me amas?’ No podía contestar. ¿Cómo podría hacerlo? Estaba increíblemente avergonzado. No tuve excusa. ¿Qué podía decir a esto? Cuando mi corazón hubo llorado y las lágrimas habían fluido, dije ‘¡Por favor perdóname Jehová! ¡Soy indigno de ser tu hijo!’ El Jehová contestó, ‘No digas eso. Yo aun te amo’ Entonces le pregunté, ¿Por qué me amas tanto?’ Y Jehová contestó, ‘Por que tú eres mi creación. Tú eres mi hijo’ Nunca te abandonaré, ni te desampararé. Cuando llores, tendré compasión y lloraré contigo. Cuando estés gozoso, me alegraré contigo. Cuando estés deprimido, te animaré. Cuando caigas, te levantaré. Cuando te sientas cansado, te llevaré sobre mis hombros. Estaré contigo hasta el fin de los días, y te amaré por siempre.’ Nunca antes había llorado como en ese momento. ¡Cómo pude haber sido tan frío! ¡Cómo pude lastimar a Jehová con mis acciones! ¿Vemos a Jehová como un ser Real, un Dios que tiene sentimientos?
Salmos 78: 38 - 41 dice lo siguiente: Cuán a menudo se rebelaban contra él en el desierto, lo hacían sentirse herido en el desierto árido. Y vez tras vez ponían a Dios a prueba, y causaban dolor aún al Santo de Israel. Jehová tiene sentimientos, Él se alegra cuando le obedecemos pero se pone triste cuando le fallamos. Por eso la próxima vez que estemos por ceder a la tentación, meditemos seriamente en como se sentirá Jehová por lo que hagamos. La tortuga
Cierto día salió la tortuga de paseo por el campo, a lo lejos divisó al tigre y dijo para si: ‘¡Cómo me gustaría ser de veloz como ese tigre!’, al rato pasó el canguro y le impresionó como brincaba este, por lo que la tortuga se dijo: ¡Cómo me gustaría poder brincar como el canguro! Pues la tortuga se quitó el caparazón y comenzó a correr como el tigre y brincar como el canguro; aparentemente todo marchaba bien, era libre y muy feliz. Pero lamentablemente estaba por llegar la noche, comenzó a llover y hacia mucho frío, al andar corriendo por el campo se había herido al pasar por las espinas. Entonces la tortuga se dijo: ¡Y pensar que un día maldije mi caparazón! Que nunca nos pase lo de la tortuga, que menospreció su caparazón que le servia de protección. En un mundo donde no se aprecian las normas bíblicas, debemos siempre considerarlas como un caparazón protector para nuestra espiritualidad, que impiden que la fría actitud de autocomplacencia del mundo nos congele, ni que la lluvia de mensajes que fomentan la inmoralidad y el materialismo nos moje, y las espinas debido al roce que tenemos con gente alejada de Jehová, que no le muestra amor a Él ni a sus principios, nos deje heridas con cicatrices imborrables. Conservemos siempre nuestro caparazón... nunca subestimemos los consejos divinos. Qué es el amor:
En una de las salas de un colegio había varios niños. Uno de ellos preguntó: Maestra... ¿qué es el amor? La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor. Los chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo: -Quiero que cada uno muestre lo que trajo consigo. El primer alumno respondió: Yo traje esta flor, ¿no es linda? Cuando llegó su turno, el segundo alumno dijo: Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas; la voy a colocar en mi colección.
El tercer alumno completó: Yo traje este pichón de pajarito que se cayó del nido, hermano: ¿no es gracioso? Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio. Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía avergonzada porque no había traído nada. La maestra se dirigió a ella y le preguntó: Muy bien: ¿Y tú, no has encontrado nada? La criatura, tímidamente, respondió: Disculpe, maestra, vi la flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma por más tiempo. Vi también la mariposa, suave, colorida, pero parecía tan feliz que no tuve el coraje de aprisionarla. Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero... al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí devolverlo al nido. Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la sensación de libertad de la mariposa y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo mostrar lo que traje? La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón. El amor no es Tomar, Arrancar, Capturar, Forzar, Ganar o Perder. Amar es llevar un sentimiento en el alma, es Recordar, es Disfrutar... Amar es ser libre y dar libertad a los demás La Bailarina
Una joven había tomado clases de Ballet durante toda su infancia, y había llegado el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina que la ayudaría a convertir su afición en profesión. Deseaba llegar a ser primera bailarina y quería comprobar si poseía las dotes necesarias, de manera que cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet, fue a los camarines luego de una función, y habló con el director. Quisiera llegar a ser una gran bailarina, le dijo, ‘pero no sé si tengo el talento que hace falta’. Dame una demostración, le dijo el maestro. Transcurrido apenas 5 minutos, la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación. ‘No, no tiene usted condiciones’, le dijo. La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojo las zapatillas de baile en un armario y no volvió a calzarlas nunca más, se casó, tuvo hijos y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado. Años después asistió a una función de Ballet, y a la salida se topó con el viejo director que ya era octogenario, ella le recordó la charla que habían tenido años antes, le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado, luego agregó: ‘Hay algo que nunca he
terminado de entender. ¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina? -’Ahh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mí, le dije lo que siempre le digo a todas’ le contesto. -’¡Pero eso es imperdonable!’ Exclamó ella, ‘¡arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina!’ -’No lo creo’ repuso el viejo maestro. ‘Si hubieras tenido las dotes necesarias, y una verdadera vocación para bailar no habrías prestado ninguna atención a lo que yo dije’. Sin duda, si te crees perdido, estas perdido y si crees que no puedes, pues no podrás. Si quieres hacer algo pero lo crees imposible, no creo que triunfes jamás. En la vida no solo el valiente o el veloz triunfan, tarde o temprano el que siempre vence es el que cree que es posible. Recuerden: ‘Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen.’ (Hebreos 11:1) Sin no tienes fe en ti mismo, caerás en un abismo, del cual solo podrás salir siempre y cuando la recuperes, y así podrás ver los obstáculos como simples tareas las cuales debes resolver Los 3 consejos
Una pareja de recién casados era muy pobre y vivía de los favores de un pueblito del interior. Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa: ‘Querida, voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar, y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuanto tiempo voy a estar lejos, sólo te pido una cosa, que me esperes y mientras yo este lejos, me seas fiel, pues yo te seré fiel a ti’ Así, siendo joven aún, caminó muchos días a pie, hasta encontrar un hacendado que estaba necesitando de alguien para ayudarlo en su hacienda. El joven llegó, se ofreció para trabajar y fue aceptado. Pidió hacer un trato con su jefe, el cual fue aceptado también. El pacto fue el siguiente: Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y cuando yo encuentre que debo irme, el señor me libera de mis obligaciones. Yo no quiero recibir mi salario. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya. El día que yo salga, usted me dará el dinero que yo haya ganado. Estando ambos de acuerdo, aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acercó a su patrón y le dijo: -’Patrón, yo quiero mi dinero, pues quiero regresar a mi casa.’ El patrón le respondió: ‘Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, sólo que antes quiero hacerte una propuesta, ¿está bien? Yo te doy tu dinero y tú te vas, o te doy tres consejos, y no te doy el dinero, y te vas. Si yo te doy el dinero, no te doy los consejos, y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo y después me das la respuesta.’
Él pensó durante dos días, busco al patrón y le dijo: ‘ Quiero los tres consejos’ El patrón le recordó: ‘Si te doy los consejos, no te doy el dinero’ Y el empleado respondió: ‘Quiero los consejos’ El patrón entonces le aconsejo: Después de darle los consejos, el patrón le dijo al joven, que ya no era tan joven, así: ‘Aquí tienes tres panes, estos dos para comer durante en viaje y este, el tercero, es para comer con su esposa cuando llegues a tu casa’ El hombre entonces, siguió su camino de vuelta, de veinte años lejos de su casa y de su esposa que el tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludo y le pregunto: ¿Para donde vas? Él le respondió: ‘Voy para un camino muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera’ La persona le dijo entonces: ‘Joven, este camino es muy largo, yo conozco un atajo con el cual llegarás en pocos días’ El joven contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo, entonces volvió a seguir por el camino normal. Días después supo que el atajo llevaba a una emboscada. Después de algunos días de viaje, y cansado al extremo, encontró una pensión donde poder hospedarse. Pagó la tarifa por día y después de tomar un baño se acostó a dormir. De madrugada se despertó asustado con un grito aterrador. Se levantó de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir a donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta se acordó del segundo consejo. Regresó a la cama, y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le preguntó si no había escuchado el grito, y él le contestó que si lo había escuchado. El dueño de la posada le preguntó: ‘¿Y no sintió curiosidad?’ Él le contesto que no. A lo que el dueño le respondió: ‘Usted es el primer huésped que sale vivo de aquí, pues mi único hijo tiene crisis de locura, grita durante la noche y cuando el huésped sale, lo mata, y lo entierra en el quintal’ El joven siguió su larga jornada, ansioso por llegar a su casa. Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que ella no estaba sola. Anduvo un poco más y vio que ella tenía en sus piernas un hombre al que estaba acariciando los cabellos.
Cuando vio aquella escena, su corazón se llenó de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo, apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo. Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir ahí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer ya con la cabeza fría, él dijo: ‘No voy a matar a mi esposa’ Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de vuelta. Sólo que antes, quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel a ella. Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa le abre la puerta y lo reconoce, se cuelga de su cuello y lo abraza afectuosamente. El trata de quitársela de arriba, pero no lo consiguió. Entonces con lágrimas en los ojos y le dijo: ‘Yo te fui fiel y tu me traicionaste’ Ella espantada le responde: ‘¿Cómo? Yo nunca te traicioné, te espere durante veinte años’ Él entonces le pregunta: ‘¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?’ Y ella le contestó: ‘Aquel hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy, él tiene veinte años de edad’ Entonces el marido entró, conoció, abrazo a su hijo y les contó toda su historia, en cuanto su esposa preparaba la cena. Se sentaron a comer él último pan juntos. Después de la oración de agradecimiento, con lágrimas de emoción, él partió el pan y al abrirlo, se encontró todo su dinero, el pago de sus veinte años de dedicación. Muchas veces creemos que los atajos (‘quemar etapas’) nos ayudan a llegar más rápido, lo que no siempre es verdad. Muchas veces somos curiosos, queremos saber de cosas que ni nos dan respeto y no nos traen nada de bueno. Otras veces reaccionamos movidos por el impulso, en momentos de rabia, y después falta y tardíamente nos arrepentimos. Espero que tú, así como yo, no te olvides de estos consejos, no te olvides también de confiar (aunque tengas muchos motivos para desconfiar). Recuerden: ‘No temas a los vientos de la adversidad, ten presente que sin viento no hay papalote que ascienda’ Seamos siempre honestos
Se cuenta que en el año 250 a E. C., en la China antigua llamada el Imperio Celeste, un príncipe iba a ser coronado emperador, de acuerdo con la ley, él debía estar casado. El futuro emperador era un hombre de elevada sabiduría y muy virtuoso en el alma, sabiendo que su felicidad y por ende la de su imperio estaba en juego, pidió consejos a los asesores del palacio para escoger a su futura esposa.
Salió un edicto imperial invitando a todas las doncellas del imperio a que se presenten para que el futuro emperador elija una de entre ellas para casarse. Cuando Yutai, la hija de una sirvienta del palacio se entero del edicto pensó que había llegado la única oportunidad de su vida para mirarlo de frente y estar unos minutos cerca del hombre a quien siempre había amado desde su infancia, puesto que lo vio crecer desde la distancia ya que al pueblo chino no le era permitido mirar de frente a los emperadores. El día señalado la joven llegó al palacio. Allí estaban las muchachas más bellas del imperio con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Luego de darles la bienvenida, el príncipe anunció el método de selección: ‘Daré a cada una de ustedes un puñado de semillas de flores. Aquella que traiga las flores más bellas dentro de tres meses será mi esposa y emperatriz de China.’ Yutai conciente de sus limitaciones en materia de jardinería busco el consejo y la orientación de los mejores jardineros antes de sembrar las semillas, porque en ellas estaban cifradas su increíble oportunidad. Sembró las semillas, exactamente como le habían enseñado sus maestros jardineros, con la tierra abonada, la humedad, suficiente, el día y la hora ideal y sobre todo con mucho amor. Pasaron los días y nada brotó. A pesar de haber extremado todos sus recursos, nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo y no moría a pesar de que su fracaso como jardinera era evidente. Por fin, llegó el día de presentarse ante el príncipe llevando las flores. Como el amor es ciego Yutai decidió asistir a la cita en el palacio a pesar de que no llevaría ninguna flor, su única intención era estar cerca del príncipe por última vez porque era más que evidente que no seria la elegida Todas las otras pretendientes tenían macetas llenas de preciosas flores, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Solo Yutai estaba con las manos vacías. En lugar de sentir envidia por las demás muchachas sentía mucha admiración por ellas. El Príncipe camino en medio de las doncellas observando a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. De pronto su rostro sombrío se iluminó y se detuvo frente a Yutai, le pregunto en tono de admiración: ¿Dónde están las flores que cultivaste? A lo que Yutai respondió con hidalguía, con valentía y sobre todo con honestidad: ‘Señor perdóneme, hice todo lo mejor que pude al cultivarlas, pero no germinó ni una sola flor’ El príncipe soltó una sonora carcajada y en tono de gran jubilo exclamó: ¡Aquí esta mi esposa! No estoy buscando las flores de vuestras macetas, sino flores en vuestros corazones, porque las virtudes del alma son flores que jamás de marchitan y perduran para siempre. Dicho esto tomándola suavemente de la mano condujo a Yutai hacia el estrado real, en tanto que
las demás candidatas no llegaban a entender nada. Tomando la palabra el Príncipe dijo: ‘Absolutamente todas las semillas que les entregué eran estériles porque estaban previamente cocinadas, por lo tanto ninguna podía germinar bajo ningún concepto. Mi intención no era encontrar la mejor jardinera, sino la mujer más honesta de todo el imperio. Gracias a Dios encontré una y ella será la Emperatriz de China’ No hay nada más rentable que tener una vida transparente Si para vencer una competencia, estuviera en juego tu honestidad, más te vale perder ese torneo. Así conservaras intactas tus posibilidades de ser un vencedor en la vida La historia del carpintero
Había una vez un viejo carpintero que, cansado ya de tanto trabajar, estaba listo para retirarse y dedicarle tiempo a su familia. Así se lo comunicó a su jefe, y aunque iba a extrañar su salario, necesitaba descansar para estar con su familia; de alguna forma sobrevivirían. Al contratista le entristeció mucho la noticia de que su mejor carpintero se retiraría y le pidió de favor que si le podía construir una casa más antes de retirarse. El carpintero aceptó la proposición del jefe y empezó la construcción de su última casa, pero, a medida que pasaba el tiempo, se dio cuenta de que su corazón no estaba de lleno en el trabajo. Arrepentido de haberle dicho que sí a su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la dedicación que siempre ponía cuando construía una casa y la construyó con materiales de calidad inferior. Esa era, según él, una manera muy desafortunada de terminar una excelente carrera, la cual le había dedicado la mayor parte de su vida. Cuando el carpintero terminó su trabajo el contratista vino a inspeccionar la casa. Al terminar la inspección le dio la llave de la casa al carpintero y le dijo: ‘Esta es tu casa, mi regalo para ti y tu familia por tanto años de buen servicio’. El carpintero sintió que el mundo se le iba. Grande fue la vergüenza que sintió al recibir la llave de la casa, su casa. Si tan solo el hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, lo hubiese hecho todo de una manera diferente. Así también pasa con nosotros. A diario construimos relaciones en nuestras vidas, y en muchas ocasiones ponemos el menor esfuerzo posible para hacer que esa relación progrese. Entonces, con el tiempo es que nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de esa relación. Si lo pudiésemos hacer de nuevo, lo haríamos totalmente diferente. Pero no podemos regresar. Tú eres el carpintero. Cada día martillas un clavo, pones una puerta, o eriges una pared. Alguien una vez dijo: ‘La vida es un proyecto que haces tu mismo. Tus actitudes y las selecciones que haces hoy construyen la casa en la cual vivirás mañana’. ¡Construye sabiamente! Recuerda... trabaja como si no necesitaras el dinero; ama como ni nunca te hubiesen herido; baila como si nadie te estuviera observando... Para el mundo tal vez tú seas una sola persona, pero para una persona tal vez tú seas el mundo.
Dos casos de ceguera
Un día un científico había encontrado la manera de realizar transplantes de córneas, a partir de unas síntesis de ADN, de manera que los ciegos podrían ver. Este hombre era un poco extraño y amaba por igual a los animales que a las personas; por ello, sus investigaciones entrelazaban lo zoológico y lo antropológico. Después de haber anotado cuidadosamente sus hallazgos en una bitácora médica, que suponía largas y agotadoras jornadas de investigación e interminables noches de insomnio, el científico quedó vencido por el sueño sobre su escritorio. El doctor escuchó que tocaban a su puerta, se levantó y abrió la puerta. No había nadie. Nadie de su tamaño, pero había alguien. ¿Quién? Una hormiga, apoyada sobre su bastón. La hormiga le dijo: - ‘Por favor, dicen mis amigas que usted puede devolverme la vista, y estoy aquí dispuesta a que me opere para poder ver’. El científico sorprendido se dispuso a operar, cuando escuchó de nuevo que tocaban la puerta. Se dirigió a ella y era un hombre que - ‘Me he enterado que usted a logrado realizar trasplantes de córnea y que incluso a logrado poner ojos de animales a los hombres, así que estoy a sus pies implorando que me opere y me regrese la visión’. El doctor lo hizo pasar al quirófano junto a la ho - ‘Puedo ver, puedo ver ¡Milagro! ¡Milagro! Y emocionada saltó de la camilla y cogió camino. Luego despertó el hombre y grito: - ‘¡Oh, Dios mío, puedo ver, era cierto, era cierto! Se dirigió a la puerta y salió emocionado. El doctor sintió que había hecho una buena obra y descansó. Al cabo de unos días, un tropel de hormigas amenazaba con destruir su laboratorio y una familia enf La reina de las hormigas dijo: - Permítame agradecerle doctor lo que realizó en mi hija, ella es la heredera al trono, pero queremos que le regrese su ceguera. Desde que regresó, mira con ojos de superioridad. Ve gigantes los defectos de sus hermanos y hermanas, me humilla y me conside Por su parte, la familia del hombre le dijo: - Por favor, dennos a nuestro hermano nuevamente ciego, desde que regresó, todo lo ve pequeño, se ha llenado de arrogancia, de ingratitud, de engreimiento y soberbia altanera. Para él no significa nada el tiempo que le cuidamos, ve relativo y pequeño el q El científico se propuso investigar lo que había hecho, creyó que se habían contaminados sus muestras de ADN de hormiga, con las de ADN humano. El doctor hizo un hallazgo sorprendentemente aterrador. La contaminación de ADN no fue en su laboratorio, fue miles de años atrás, en el gran laboratorio de la vida. Los hombres quisieron ser lo último, quisieron ser como Dios. Desde entonces, tienen una tendencia defectuosa en su visión, lo que agiganta los defectos de los semejantes, ve enorme los defectos, los vicios de los demás; a ese problema le llamó ‘gigantismo miópico’, ya que de cerca sólo ve lo malo de las personas y lo bueno lo ve turbio distante o no lo ve.
La tendencia de ver pequeño todo lo bueno, y relativo todo lo noble de las personas y empequeñecer las virtudes y cualidades, la llamó ‘hipermetropía hormiguista’, ya que de largo ve bien los defectos ajenos y aunque tenga pegados a sus narices lo bueno, no lo logra distinguir, ver ni valorar. Dos defectos en una misma córnea. El doctor descubrió que se necesita más que una cornea para que el ser humano vea bien: ¡Necesita un cambio en la manera de ver! Y esa operación exige un cambio de corazón, y esa operación sólo Dios la hace. Entonces, no son ciegos los que no pueden ver lo físico o material, sino el interior de los demás. La luciérnaga y la serpiente
Cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido con miedo, de la feroz depredadora. Y la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día, pero la serpiente no desistía. Dos días y nada. En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente: ¿puedo hacerte tres preguntas? - No acostumbro a dar ésta oportunidad a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar. - ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia? - No - ¿Yo te hice algún mal? - No - Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo? - Porque no soporto verte brillar… Triunfa y comienza a contar tus enemigos Nosotros hermanos, hemos triunfado ante el mundo. Jesús dijo a sus seguidores ‘Ustedes son la luz del mundo’. Nosotros representamos a la luciérnaga de este cuento, y la serpiente representa a Satanás y su sistema de cosas, a Satanás le molesta que estemos de parte de Jehová, él trata de hacer que nuestra luz se apague que deje de brillar. La Biblia nos dice ‘¡Ay! de la tierra y del mar, porque el diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran cólera, sabiendo que le queda un corto espacio de tiempo. (Rev 12:12b).’ Además ‘Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia. (Juan 15:19)’
Jesús nos advirtió que seriamos objeto de Odio de parte del mundo por motivo de ser sus seguidores, Satanás y este mundo nos persigue de una manera despiadada tratando de envolvernos con sus trampas y artimañas, tratando de seducirnos y hacer que le fallemos a Jehová, su objetivo es devorarnos y hacer que perdamos la oportunidad de alcanzar el tan ansiado nuevo mundo. ¿Lo permitiremos? Por eso hermanos sigamos resistiendo a las pruebas (Mat. 24:13). Así mismo, resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos. (Mateo 5:16). La roca
Un hombre dormía en su cabaña cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios quien le dijo que tenía un trabajo para él, entonces le enseñó una gran roca frente a la cabaña. Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas. El hombre hizo lo que se le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas... y esta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano. Como el hombre empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a su mente: ‘Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido’. Le dio al hombre la impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. Satanás le dijo: ‘¿Porqué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Sólo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente’… El hombre pensó en poner en práctica esto pero antes decidió elevar una oración y confesarle sus sentimientos a Dios: ‘He trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado? ‘. Dios le respondió con compasión: ‘Querido amigo, cuando te pedí que me sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste? Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mi. Eso lo has conseguido. Ahora... yo moveré la roca.
‘Algunas veces, cuando tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar la voluntad divina, cuando en realidad Dios solo nos pide obediencia y fe en él. Debemos ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero conscientes de que es Dios quien al final logra moverlas. Cuando todo parezca ir mal... sólo EMPUJA. Cuando estés agotado por el trabajo... sólo EMPUJA. Cuándo la gente no se comporte de la manera que te parece que debería... sólo EMPUJA. Cuando no tienes más dinero para pagar tus cuentas... sólo EMPUJA. Cuando la gente simplemente no te comprende... sólo EMPUJA. Cuando te sientas agotado y sin fuerzas... sólo EMPUJA. En los momentos difíciles pide ayuda a Dios, con fe y el se encargará de mover tu problema… ¡Confía en Dios y se obediente siempre! ESFUERZO es hacer aquello que no es fácil para ti hacerlo, el ESFUERZO es que nos cueste mucho aguante aquello por lo que nos esforzamos El bordado de Jehová
Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando. Yo observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso. Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: ‘Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición’ Me preguntaba por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y porqué me parecían tan desordenado desde donde yo estaba. Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: ‘Hijo, ven y siéntate en mi regazo.’ Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo se veía tan confuso. Entonces mi mamá me decía: ‘Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo’ Jehová es de la misma manera el quiere que miremos desde la posición que no nos confundamos, y uno teme a decir: Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿porqué no son más brillantes?’
Sin embargo el nos Responde: ‘Mi niño, ocúpate de tu trabajo haciendo el mío y un día te cumpliré la promesa y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición. Entonces entenderás’ El gritar
Un día Meher Baba preguntó a sus mandalíes lo siguiente: -¿Por qué la gente se grita cuando están enojados? Los hombres pensaron unos momentos: -Porque perdemos la calma -dijo uno- por eso gritamos. -Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? -preguntó Baba¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado? Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía a Baba. Finalmente él explicó: -Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia. Luego Baba preguntó: - ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, ¿por qué? Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña Baba continuó: -Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aun más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman. Luego Baba dijo: - Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso. Fuerza en la debilidad
Un joven de 15 años sufrió un accidente con su ciclomotor y tuvieron que amputarle el brazo
izquierdo. Luego de un año de recuperación decidió aprender Judo. Su Sensei (maestro) era un anciano experto en este arte marcial. Al cabo de tres meses y pese a demostrar gran entusiasmo, el maestro sólo le había enseñado un movimiento. Lo aprendió a la perfección, pero comenzó a aburrirse. Pidió que le enseñara más le dijo que por ahora era todo lo que él necesitaría aprender. Cansado de repetir hasta el cansancio la misma toma miles de veces, abandonó la práctica. Una tarde recibió un llamado del maestro invitándolo a competir en un torneo. Luego de varias rondas clasificó para disputar la final. Su adversario era grande y demostraba mucha destreza. El sentía poca confianza pero el maestro lo alentaba a continuar. Fue una larga lucha, su oponente perdía concentración. Rápidamente, el muchacho aprovechó esto y logró vencerlo. De regreso a casa el muchacho preguntó: ‘¿Cómo pude ganar un torneo con sólo un movimiento?’ El Sensei contestó: ‘Tú has logrado dominar uno de los movimientos más difíciles en el judo. La única defensa contra esa toma era que tu rival se agarrase de tu brazo izquierdo’ Todos tenemos un brazo izquierdo, un flanco aparentemente débil. Cuando concentramos el foco y logramos transformar esa debilidad en una fortaleza, el resultado sobrepasa cualquier expectativa, derriba toda estrategia. Ser fuertes en nuestra debilidad nos hace imbatibles. La bomba de agua
Cuentan que un cierto hombre estaba perdido en el desierto, próximo a morir de sed. Fue en aquel momento cuando llegó a una casita vieja, una cabaña desmoronada sin ventanas, sin techo, abatida por el tiempo. El hombre deambuló por allí y encontró una pequeña sombra donde se refugió, huyendo del calor del sol desértico. Mirando a su alrededor, vio una bomba a algunos metros de distancia, muy vieja y oxidada. Se arrastró hasta allí, agarró la manivela, y comenzó a bombear sin parar. Nada aconteció. Desanimado, cayó postrado hacia atrás y notó que al lado de la bomba había una garrafa. La miró, la limpió, removió la suciedad y el polvo, y leyó el siguiente recado: Usted precisa primero preparar la bomba con toda el agua de esta garrafa, mi amigo. NOTA: ‘Haga el favor de llenar la garrafa otra vez antes de partir.’ El hombre arrancó la rosca de la garrafa y, en efecto, allí estaba el agua. ¡La garrafa estaba casi llena de agua! De repente, se vio en un dilema:
Si bebiese aquella agua podría sobrevivir, pero, si volcara toda el agua en la vieja bomba oxidada, tal vez obtuviese agua fresca, bien fría, allá en el fondo del pozo, toda el agua que quisiese y podría dejar la garrafa llena para la próxima persona, pero... tal vez eso no sucedería. ¿Qué debía hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca y fría o beber el agua vieja y salvar su vida? Debía perder toda el agua que tenía poniendo sus esperanzas en aquellas instrucciones poco confiables, escritas no se sabía cuando. Con incertidumbre, el hombre volcó toda el agua en la bomba. En seguida, agarró la manivela y comenzó a bombear... y la bomba comenzó a rechinar. ¡Y nada aconteció! Y la bomba siguió rechinando y... entonces surgió un hilito de agua; después un pequeño flujo, y ¡finalmente el agua corrió con abundancia! La bomba vieja y oxidada hizo correr mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. Él hombre feliz llenó la garrafa y bebió de ella hasta hartarse. Después la llenó nuevamente para el próximo que por allí pudiera pasar, cerró la garrafa y agregó una pequeña nota a la que previamente hubiera encontrado en ella: ¡Créame! ¡Funciona! Usted precisa dar toda el agua, antes de obtenerla de vuelta Podemos aprender cosas importantes a partir de esta breve historia: 1. Ningún esfuerzo que se haga será valido, si se hiciera de manera errada. Puede pasar toda su vida intentando bombear algo, cuando alguien ya tiene reservada la solución a su problema. Preste atención a su vuelta. Jehová siempre está pronto a satisfacer su necesidad, ¡nos recompensa con creces! 2. Escuche atentamente lo que Jehová tiene que decirle, a través de alguien, de un libro, un discurso, un mensaje, una revista, y confíe en Él, con fe. Así como el hombre de la historia, nosotros tenemos las instrucciones por escrito a nuestra disposición. Sólo basta que las usemos. 3. ¡Sepa mirar hacia adelante y compartir su experiencia! Aquel hombre podría haberse olvidado de que otras personas que pasaran por allí, necesitaran también del agua. No se olvidó de llenar la garrafa luego de haberla usado, y además de eso supo dejar unas palabras como incentivo. Preocúpese por quien está próximo de usted, recuerde: Sólo podrá obtener agua si la da antes. Cultive sus relaciones. ¡De lo mejor de sí! No posterguemos las cosas
Una historia que nos pone a pensar... Tengo tiempo, y la carga puede esperar, dijo Ricardo García, conductor de camiones. Y se quedó ese fin de semana en casa, aunque debía entregar la carga el sábado. Llegó el lunes y el hombre volvió a decir lo mismo: ‘Tengo tiempo, y la carga puede esperar.’ Por fin el martes, ante la insistencia de sus familiares, se subió al camión y lo puso en marcha. A
las cinco de la tarde tomó la autopista Nimitz, que corre al este de la bahía de San Francisco. Cinco minutos después ocurrió un terremoto. El camión nunca llegó a su destino, y Ricardo García tampoco. Si hubiera entregado la carga cuatro días antes, se habría salvado. Las personas que se demoran en cumplir una tarea, o las que son reacias a tomar la iniciativa, sufren serias consecuencias. Bien dice el refrán: ‘No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.’ Si ese camionero hubiera cumplido con la tarea que tenía de entregar la carga el sábado 14, se habría salvado. Pero perdió todo porque se tardó demasiado. El implacable y violento terremoto lo estaba esperando a las cinco y cuatro minutos de la tarde del martes 17 de octubre de 1989. Demorar la firma de un negocio puede dar como resultado la pérdida de dinero. No pronunciar una palabra de reconciliación en el momento oportuno puede enfriar para siempre una amistad. No ejecutar una orden a tiempo puede provocar la pérdida del trabajo. ¿Y qué de la tardanza en servir con corazón completo a Jehová Dios? La historia de los ‘wemmicks’
Los WEMMICKS eran gente pequeña hecha de madera. Todos estaban tallados por un artesano llamado Elí. Su taller formaba parte de una colina c on vista a la villa. Cada ‘wemmick’ era diferente. Unos tenían grandes narices, otros grandes ojos. Algunos eran altos y otros bajitos. Algunos usaban sombreros, otros abrigos. Pero todos estaban construidos por el mismo artesano y vivían en una preciosa villa. Y todos los días, cada día, los ‘wemmicks’ realizaban la misma tarea: Ellos se regalaban etiquetas unos a otros. Cada ‘wemmick’ tenía una caja de etiquetas de estrellas doradas y una caja de etiquetas de puntos grises. Al subir y bajar las calles de la preciosa villa, la gente empleaba su tiempo en pegarse etiquetas de doradas estrellas o de puntos grises, unos a otros. Los más hermosos aquellos construidos con maderas pulidas y hermosos colores, siempre obtenían estrellas. Pero si la madera estaba áspera o la pintura desconchada, los ‘wemmicks’ pegaban etiquetas grises sobre ellas. También los talentos obtenían estrellas. Algunos podían levantar grandes garrotes sobre sus cabezas o saltar sobre cajas altísimas. Aún otros sabían decir bellas palabras o podían cantar canciones hermosas. Todo el mundo les otorgaba estrellas. Algunos ‘wemmicks’ estaban totalmente cubiertos de estrellas. Cada vez que ellos obtenían una estrella, ¡los hacía sentirse tan bien! Esto los impulsaba a querer hacer algo más para alcanzar otra estrella. Sin embargo, otros, hacían cositas. Y obtenían puntos grises. Punchinello era uno de esos. Él trataba de saltar alto como los demás, pero siempre se caía. Y cuando caía, los demás hacían una rueda alrededor de él y le daban puntos grises. Después de un tiempo, Punchinello tuvo tantos puntos grises feos que no quería salir a la calle. Tenía mucho miedo de hacer algo estúpido como olvidar su sombrero y caminar en el agua, y que la gente le volviera a dar otro punto. La verdad es que tenía tal cantidad de puntos grises sobre él, que cualquiera se le acercaría y le añadiría uno más hasta por gusto. ‘Él merece montones de
puntos’, comentaba la gente de madera, de acuerdo a unos con otros. ‘Él no es una buena persona de madera.’ Después de un tiempo, Punchinello creyó lo que decían sus vecinos. ‘Yo no soy un buen ‘wemmick’, decía. En poco tiempo, él salió a la calle y empezó a relacionarse con otros ‘wemmicks’ que tenían un montón de puntos grises. Él se sintió mejor alrededor de ellos. Un día, él se encontró una ‘wemmick’ que era diferente a cualquiera de las que siempre había conocido. No tenía ni puntos ni estrellas. Era puramente madera. Se llamaba Lucía. Esto no se debía a que sus vecinos no trataran de pegarle sus correspondientes etiquetas; sino a que las etiquetas no se pegaban a su madera. Algunos de los ‘wemmicks’ admiraban a Lucía por no tener puntos, de modo que corrían hacia ella y le daban una estrella. Pero la etiqueta se despegaba. Otros no la tenían en cuenta al ver que ella no tenía estrellas, y le daban un punto. Pero tanto la estrella como el punto se despegaban. Yo quiero ser de esa manera, pensó Punchinello. ‘No quiero marcas de nadie’. Así que le preguntó a la ‘wemmick’ que no tenía etiquetas cómo ella había podido lograr tal cosa. ‘Es muy fácil’, le contestó Lucía. ‘Todos los días voy a ver a Elí.’ - ¿? - ¿? Lucía no lo oyó. Así que, Punchinello, regresó a casa. Se sentó cerca de un a ventana y se puso a observar a la gente de madera cómo corrían de aquí para allá dándose estrellas o puntos unos a otros. ‘Eso no es justo’, refunfuñó. Y decidió ir a ver a Elí. Él se acercó al estrecho camino que iba hacia la cima de la colina y fue en dirección al taller grande. Al entra allí, sus ojos de madera se abrieron desmesuradamente ante las cosas que veía. El taburete era tan alto como él mismo. Tuvo que estirarse sobre la punta de sus píes para mirar la altura de la mesa de trabajo. Un martillo era tan largo como su brazo. Punchinello tragó saliva. ‘¡No voy a quedarme aquí!’, y se dio vuelta para salir. Entonces oyó su nombre. ‘¿Punchinello?’. La voz era fuerte y profunda. Punchinello se detuvo. ¡Punchinello! ¡Qué bueno que has venido! Ven y déjame mirarte. Punchinello se volvió lentamente y vio la gran barba del artesano. ‘¿Tú sabes mi nombre?’, preguntó el pequeñito ‘wemmick’. ‘Por supuesto que lo sé. Yo te hice a ti.’ Elí se inclinó, recogió del suelo a Punchinello y lo colocó sobre la mesa de trabajo. ‘Hum’, dijo el artesano pensativamente mientras miraba los puntos grises. ‘Parece que has recibido marcas malas.’ ‘No significan eso, de verdad, yo me esforcé mucho por no recibirlas, Elí’ Oh, no tienes que defender tus acciones ante mí, muchacho. Yo no me preocupo por lo que los demás ‘wemmicks’ piensan.. ¿No te importa? ‘No, y tú no deberías hacerlo tampoco. ¿Quiénes son ellos para dar estrellas o puntos? Son ‘wemmicks’ exactamente como tú. Lo que ellos piensan no importa, Punichello. Lo único importante es lo que pienso yo. Y yo pienso que tú eres muy especial.’
Punichello sonrió. ¿Especial, yo? ¿Por qué? No puedo caminar aprisa. No puedo saltar. Mi pintura está desconchada. ¿Por qué soy importante para ti? Elí contempló a Punichello, puso sus manos sobre aquellas espalditas de madera, y habló muy lentamente. Por que tú eres mío. Esa es la razón de que seas importante para mí. Punichello nunca había tenido a alguien que lo viera de esa forma - mucho menos su creador. No sabía qué responder. Cada día he estado esperando que tú vinieras, explicó Elí. Vine por que me encontré con alguien que no tenía marcas, dijo Punichello. Lo sé. Ella me habló de ti. ¿Por qué las etiquetas no se pegan sobre ella? El artesano habló suavemente. Por que ella decidió que lo que yo pienso es más importante que lo que ellos piensan. Las etiquetas únicamente se pegan si tú permites que lo hagan. ¿Qué? Las etiquetas sólo se pegan si son importantes para ti. Lo más importante es que confíes en mi amor, y dejes de preocuparte por sus etiquetas. No estoy seguro de haber comprendido. Elí sonrió. ‘Lo vas a intentar, pero esto tomará su tiempo. Tienes demasiadas marcas. Por ahora, sólo ven a verme todos los días y déjame recordarte cuánto te amo.’ Elí levantó a Punchinello de la mesa y lo puso sobre el piso. Y cuando el ‘wemmick’ salía por la puerta, le dijo: ‘Recuerda, tú eres especial por que yo te hice, yo no cometo errores.’ Punchinello no se detuvo, pero su corazón pensaba: Eso explica por qué soy especial ante sus ojos. Y al comprenderlo al fin, un feo punto gris cayó sobre la tierra... La casa de los mil espejos (Folklore japonés)
Tiempo atrás en una distante y pequeña villa, había un lugar conocido como la casa de los 1000
espejos. Un pequeño y feliz cachorrito sube a este lugar y decide visitar la casa. Llegando, saltó feliz la escalera de la entrada de la casa. Entró a través de la puerta de entrada con sus orejitas bien levantadas y su cola moviéndola tan rápidamente como podía y se iba fijando en todo lo que lo rodeaba. Para su gran sorpresa, se encontró con otros 1000 pequeños y felices cachorritos, todos con sus colas moviéndolas tan rápidamente como podían. Abrió una enorme sonrisa, y fue correspondido con 1000 enormes sonrisas Cuando salió de la casa pensó: - ¡Qué lugar maravilloso! Volveré siempre, muchas veces En esta misma villa, había otro pequeño cachorrito, que no era tan feliz como el primero, decidió visitar la casa. Subió lentamente los escalones y entró a través de la puerta. Cuando vio 1000 cachorritos iguales, de mirada hostil que le observaban fijamente, gruñó y mostró los dientes y se sintió horrorizado al ver 1000 cachorritos gruñendo y mostrando los dientes a él. Cuando salió pensó: - Que lugar horrible, ¡nunca más volveré aquí! Todos los rostros son como espejos. ¿Qué tipo de reflejos ves en los rostros de las personas que tú encuentras? Esto es para pensar: ¿Qué emite nuestro semblante? Tal vez encontremos algo que modificar y se hace más significativo este asunto cuando participamos en el ministerio y estamos reunidos con nuestros hermanos ¿verdad? El mendigo
Hubo una vez un Mendigo que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y capa. ‘Le voy a pedir, de seguro me dará bastante’ pensó el limosnero y cuando el rey pasó cerca le dijo: ‘Su majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?’ Aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho. El rey le miró y le dijo:’ ¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?’...el mendigo no sabía que responder a la pregunta y dijo: ‘¡Pero su majestad...yo no tengo nada!’. El rey respondió: ‘¡Algo debes de tener...busca bien!’. Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un pan y unos granos de arroz’. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dio al rey. Complacido el rey dijo: ‘¡Ves como si tenías!’
Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo dijo entonces: ‘Su majestad...creo que acá tengo otras cosas’, pero el rey no hizo caso y dijo: ‘Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar’. Es fácil en esta historia reconocer como el rey representa a Dios, y el mendigo a nosotros. Notemos que el mendigo aún en su pobreza es egoísta y no se desprende de lo que tiene aún cuando su rey se lo pide. A veces, Dios nos pide que le demos algo para así demostrarle que El es el más importante, muchas veces nos pide ser humildes, otras ser sinceros o no ser mentirosos. Nos negamos a darle a Dios lo que nos pide, pues creemos que no recibiremos nada a cambio sin pensar en que Dios devuelve 100 veces más. El Violín Desafinado
Esta historia es sobre un hombre que reflejaba en su forma de vestir la derrota, y en su forma de actuar la mediocridad total. En una calle céntrica, este hombre, sucio y maloliente, tocaba un viejo violín. Frente a él y sobre el suelo colocaba un sombrero, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas para llevar a casa. El pobre hombre trataba de sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento, y a la forma mediocre y aburrida con que tocaba ese violín. Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasó frente al mendigo musical. Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes. Y no pudieron menos que reír de buena gana. La esposa le pidió, al concertista, que tocara algo. El hombre echó una mirada a las pocas monedas en el interior del sombrero del mendigo, y decidió hacer algo. Le solicitó el violín. Y el mendigo musical se lo prestó con cierto temor. Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas. Y entonces, vigorosamente y con gran maestría arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo. Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando desconcertados el extraño concierto. El sombrero se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes, mientras el maestro sacaba una melodía tras otra, con tanta alegría. El mendigo musical estaba aún más feliz por ver lo que ocurría, y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos: ‘¡Ese es mi violín!, ¡Ese es mi violín!’. Lo cual, por supuesto, era muy cierto.
En la vida todos tenemos ‘un violín’: Son nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras actitudes. Y tenemos libertad absoluta de tocar ‘ese violín’ como nos plazca. Se nos ha dicho que Dios nos concede libre albedrío, es decir, la facultad de decidir lo que haremos de nuestra vida. Y esto, claro, es tanto un maravilloso derecho, como una formidable responsabilidad. Algunos, por pereza, ni siquiera afinan ese violín. No perciben que en el mundo actual hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente actitudes si queremos ejecutar un buen concierto. Es la gente que piensa solamente en sus derechos, pero no siente ninguna obligación de ganárselos. La verdad, por dura que pueda parecernos, es otra. Tú y yo, y cualquier otra persona, tenemos que aprender tarde o temprano, que los mejores lugares son para aquellos que no solamente afinan bien ese violín, sino que aprenden con el tiempo también a tocarlo con maestría. Por eso debemos estar dispuestos a hacer bien nuestro trabajo diario, sea cual sea. Y aspirar siempre a prepararnos para ser capaces de realizar otras cosas que nos gustarían. La historia está llena de ejemplos de gente que aún con dificultades iniciales llegaron a ser buenos concertistas con sus violines (sus vidas). Y también, por desgracia, registra los casos de muchos otros, que teniendo grandes oportunidades, decidieron con ese violín, ser mendigos musicales. La verdad es que Dios nos concedió ‘libre albedrío’. Tú puedes hacer algo grande de tu vida, o hacer de ella una miseria. Esa es tu decisión personal. Y para agregar algo más a esta historia, quiero dar una buena noticia: Si alguien, por razones diversas, sea cuales sean, ya no es capaz de afinar su propio ‘violín’, yo le aseguro que al igual que ese famoso violinista afinó el violín del mendigo, Dios está en la mejor disposición de afinar y sacar armoniosas melodías de tu vida. ÉL está tan cerca de ti como una palabra salida por tu boca, pero de lo profundo de tu corazón, expresándole tu necesidad, y deseo de cambiar. Jehová Dios nos ama y desea lo mejor para Nosotros El Piloto
Cuentan de un individuo que abordó un avión para viajar a Nueva York. Un niño entró buscando su asiento y se sentó justo al lado suyo. El niño era muy educado y paso la mayor parte del tiempo coloreando en su libro de pintar. No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión. El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento. ¿Cómo lo hacia?, ¿Por qué su calma?
Una mujer frenética le preguntó: ‘Niño, ¿no tienes miedo?’ No señora -contestó el niño- y mirando su libro de pintar le dice: Mi padre es el piloto. ¿Sorprendido? Hay tiempos en nuestra vida que los sucesos nos sacuden un poco y nos encontramos en turbulencia. No vemos terreno sólido y nuestros pies no pisan lugar seguro. No tenemos de donde agarrarnos, y no nos sentimos seguros. Pero recordemos que nuestro Padre Celestial Jehová, es nuestro Piloto. Y la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida, o si en este momento estás pasando por una, ya sea en tu fila, en la congregación, en la escuela o en el trabajo... alza tu mirada al cielo, siéntete confiado y di para ti mismo: ¡Mi Padre, Jehová, es el Piloto! La flor
¿Tú has notado la manera en que una flor queda arqueada e inclinada después de un desgaste por la acción de una tormenta? El verla conmueve pues, después de todo, esa tormenta envió desgaste a la flor y aun más, esa lluvia pudo traer contrariedades o perjuicios a la gente, a sus hogares, a los animalitos sin casa, pero si notamos la flor permanece parada allí, arraigada firmemente, haciendo frente a la furia completa de la tormenta, y aunque se dobla e inclina su tallo ella vuelve a levantarse y elevar sus pétalos hacia el sol. Lección practica: Nosotros en estos tiempos de tormenta (las dificultades económicas, la angustia emocional, la depresión, mala salud, la pérdida de un ser querido) podemos inclinarnos pero no nos hemos roto, demostrando una fuerza que nos permite estar firmes aunque nuestro aspecto sea delicado o frágil. Las tormentas pueden debilitarnos, pero tenemos a Jehová es nuestra plaza fuerte y nos da las fuerzas necesarias para levantarnos de nuevo y elevar nuestro rostro. ‘Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder’ (Filipenses 4:13) Las piedritas
En cierta ocasión, un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena. Iba pensando de esta forma: Si tuviera un carro nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz… cuando tropezó con una bolsita llena de piedras. Comenzó a arrojar las piedritas una por una al mar cada vez que decía: ‘Sería feliz si tuviera...’
Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrita en la bolsita, que decidió guardar. Al llegar a su casa percibió que aquella piedrita era en realidad un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a pensar? Así son las personas; arrojan sus preciosos tesoros por estar esperando lo que creen perfecto o soñando y deseando lo que no tienen, sin darle valor a lo que tienen cerca de ellas. Si mirasen alrededor, deteniéndose a observar, percibirían lo afortunadas que son. Muy cerca de sí está su felicidad. Cada piedrita debe ser observada -puede ser un diamante valioso. Cada uno de nuestros días puede ser considerado un diamante precioso, valioso e insustituible. Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para jamás recuperarlo. ¿Y tú como estás lanzando tus piedritas? El mundo está en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños. No cambies tu naturaleza
Un maestro oriental que vio como un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: ‘Perdone, pero ¿usted es terco? No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará’. El maestro respondió: ‘La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar’. Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvo la vida. No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; solo toma precauciones y no tomes venganza alguna, al final el mundo da vueltas, y todo se paga en esta vida. Sigue adelante no más. Algunos persiguen la felicidad; otros la crean. Una nueva oportunidad
Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo; su heredero. Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían. Un día el padre, ya avanzado en edad, les pidió a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: ‘Para que nunca desprecies las palabras de tu padre’. Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó al establo
y le dijo: - Hijo mío, yo ya estoy viejo, y cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío. Yo sé cuál será tu futuro: vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sust El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir al padre se lo prometió, pensando que eso jamás podría suceder. El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo. Pero así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir: - ¡Ah, padre mío! Si yo hubiese escuchado tus consejos. Pero ahora es demasiado tarde. Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo. Entonces pensó: - Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más. Entonces subió los escalones, se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: ¡Ah, Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones, y por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin. Pero el brazo de la horca era hueco, se quebró fácilmente, el joven cayó al piso y sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes... La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas. En ella estaba escrito: -Hijo; esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre. ¡Cuántas hemos nos ha ido mal por haber desoído los consejos y advertencias de nuestro padre celestial, quien desea lo mejor para nosotros porque nos ama! ¡Cuántas veces nos hemos sentido mal, cuando hemos fallado y anhelamos recibir otra oportunidad! Entonces, tengamos la confianza y la certeza de que si nos humillamos ante Dios, el nos perdona liberalmente y nos recibe con los brazos abiertos, y nos da mucho más de lo que esperamos recibir, Él derrama muchas bendiciones sobre nosotros, nos proporciona muchas ayudas y nos concede el mayor regalo de todos: La dádiva gratuita de la vida eterna mediante ejercer fe en la sangre derramada de su hijo Jesús. ¡Nunca nos demos por vencidos! Siempre habrá otra oportunidad para nosotros, si actuamos ahora con presteza y no cedemos a las presiones del mundo que nos rodea.
Perdona sin resentimientos
Para meditar: El tema del día era el resentimiento, y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y como mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí. Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra ‘mochila’ sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que cuando me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estrés, no dormía bien y mi atención se dispersaba. Perdonar y dejarlas ir me lleno de paz y calma, alimentando mi espíritu. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos. El perdón es una expresión de amor. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que paso, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimo. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causan dolor o enojo. La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes. El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario. Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas. ‘La declaración del perdón es la clave para liberarte’.
¿Con que personas estas resentido? ¿A quienes no puedes perdonar? ¿Eres tu infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos? Perdona para que puedas ser perdonado, recuerda que con la vara que mides, serás medido. ‘Aligera tu carga y estarás más libre para moverte hacia tus objetivos’ Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro sin mirarlo, le, dijo: Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después -y haciendo una pausa agregó- si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar. - Encantado,- maestro- titubeó el joven-, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas. Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó. ¡Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. ‘Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir loque me pediste. Quizá pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo’ - ‘Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuántoEl joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo: ‘Dile al maestro, muchacho que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo - ‘¡58 MONEDAS!’ Exclamó el joven. ‘Sí, replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos
obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...’ El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido. - ‘Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede revaluarte verdaderamente un experto’ - ‘¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?’ Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño. Todos somos como esta joya, valiosos y únicos, y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore El equilibrista:
En cierta oportunidad un famoso equilibrista (quien ya había logrado con éxito varias proezas) estaba por hacer una travesía… había tensado un cable de un extremo al otro en las cataratas de Niágara con el propósito de atravesar a la otra orilla. Le comenta a su mejor amigo que tenía cierto presentimiento, que tenia dudas en cuanto a si podría lograrlo. Su amigo lo anima y le dice que no se preocupe, que lo que estaba por hacer seria una simpleza en comparación con lo que ya había hecho anteriormente, le dice: ‘yo confío en ti, te tengo fe’. Aun así el equilibrista le expresa preocupación en cuanto a si lograría realizar esta travesía. Nuevamente el amigo le dice ‘no te preocupes, vas a poder lograrlo, yo te tengo fe’ y le recuerda las muchas hazañas que ya había hecho, en comparación con esta ‘no es nada’. El equilibrista le agradece por el ánimo y la confianza depositada en el, pero que aun así estaba preocupado. El amigo le pregunta entonces él por que de tanta preocupación y el equilibrista le menciona que pensaba cruzar las cataratas con una ‘carretilla’, el amigo (en son de risa) le dice: ‘¿Cómo te vas a preocupar, si ya caminaste sobre cables llevado cosas más grandes y más difíciles? llevar una carretilla no es nada, yo confío en ti, te tengo fe’-le dice- . El equilibrista le agradece mucho por la confianza depositada en él y le dice: ‘¡lo que no te dije es que pensaba cruzar las cataratas contigo en la carretilla!’. Pregunta: ¿Mostraría con hechos la ‘fe’ que le tenía a su amigo? ¿Estaría el amigo dispuesto a subirse en la carretilla? Lección para nosotros: Podemos decir que tenemos fe en Jehová pero ¿demuestran nuestras obras que es así, que tenemos absoluta confianza y fe en el cumplimiento seguro de sus promesas? El tazón de madera del abuelo
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
-’Tenemos que hacer algo con el abuelo’, dijo el hijo. -’Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo’. Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -’¿Qué estás haciendo?’. Con la misma dulzura el niño le contestó: -’Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos’. Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se tiraba, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel. Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos constructores sabios y modelos a seguir. He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo. La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste pero nunca como los hiciste sentir.
Una pequeña reflexión
Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Él les
dijo: -’¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!... ¡es entre dos lobos! ‘Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad. El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe. ‘ Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra. Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: ‘¿Y cuál de los lobos crees que ganará?’ El viejo cacique respondió, simplemente... -’El que alimentes.’ El Río Congelado
Un viajero muy cansado llegó a la orilla de un río. No había un puente por el cual se pudiera cruzar. Era invierno y la superficie del río se hallaba congelada. Oscurecía y deseaba llegar pronto al pueblo que se encontraba a poca distancia del río, mientras hubiera suficiente luz para distinguir el camino. Llegó a preguntarse si el hielo sería lo suficientemente fuerte para soportar su peso. Como viajaba solo y no había nadie más en los alrededores, una fractura y caída en el río congelado significaría la muerte; pero pasar la noche en ese hostil paraje representaba también el peligro de morir por hipotermia. Por fin, después de muchos titubeos y miedos, se arrodilló y comenzó, muy cauteloso, a arrastrase por encima del hielo. Pensaba que, al distribuir el peso de su cuerpo sobre una mayor superficie, sería menos probable que el hielo se quebrara bajo su peso. Después de haber recorrido la mitad del trayecto en esta forma lenta y dolorosa, de pronto escuchó el sonido de una canción detrás de sí. De la noche salió un carruaje tirado por cuatro caballos, lleno de carbón y conducido por un hombre que cantaba con alegría mientras cruzaba despreocupado por el río congelado. Allí se encontraba nuestro temeroso viajero, arrastrándose con manos y pies, mientras, a su lado, como un viento invernal, pasaba el alegre y confiado conductor con su carruaje, caballos y pesada carga por el mismo río. Esta historia nos ilustra cómo muchas personas pasan por las dificultades que les presenta la vida: Unos se quedan en la orilla de la indecisión, incapaces de decidir qué camino tomar. Otros prefieren permanecer allí, tratando de reunir suficiente valor para llegar al otro lado del problema en que se encuentran. Algunas personas se arrastran en la vida por temor a que las dificultades se les vuelvan adversas (se les rompa el hielo). Su fe no es lo bastante fuerte para sostenerlos de
pie en medio de la adversidad. Existen los que van silbando por el camino. Saben en quién tienen puesta su confianza y su fe es inquebrantable. Cuando se te presenten por la vida, ríos de adversidades, no debes temer, ni arrastrarte por la vida. Dios nos ha prometido ayuda y con ésta, podemos enfrentar la dificultad y llegar con seguridad al otro lado. Ya Pablo nos lo decía: Dios es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que junto con la tentación también dispondrá la salida para que puedan aguantarla. 1 Corintios 10:13b ¿Cuánto valemos?
En cierto conjunto de islas vivía un joven apuesto y muy rico, era el soltero más codiciado de la región, y a la vez el más envidiado debido a sus habilidades como comerciante. Llegó el día en que deseó casarse, así que empezó a buscar a la muchacha más adecuada. Todas las jóvenes de las islas cercanas estaban entusiasmadas queriendo ser la elegida, pero para sorpresa de todos, este joven escogió a una muchacha llamada Hojana... por cierto, la más ‘fea’ de toda la región. Cuando el joven habló con el padre de Hojana, para fijar la fecha en que pediría oficialmente a la novia y acordarían la dote que tendría que pagar, esta se encontraba escondida en unos arbustos cercanos a su casa, lloraba amargamente, pues consideraba que todo era una broma de mal gusto. Finalmente llegó el día en que pedirían a Hojana, todo el pueblo morbosamente emocionado fue a ver en que resultaría el ‘negocio’ del pago de la dote. Algunas mujeres decían que por ellas habían pedido tres vacas y otras decían que cinco. El padre de Hojana menospreciando a su hija decía a su consejero que se conformaba con una vaca coja o ciega, es más, estaba dispuesto a pagar él mismo una vaca con tal de que se llevaran a Hojana. Cuando el joven llegó Hojana nuevamente se escondió para no pasar una vergüenza. Cuando el joven preguntó a cuanto ascendía la dote por Hojana, el padre consultó con su consejero y este le dijo: - Pide tres vacas, para que finalmente te dé por lo menos una vaca. - Esta bien- dijo el padre de Hojana. Pediré tres vacas por mi hija. Cuando el padre de Hojana pidió tres vacas por su hija toda la gente del pueblo empezó a reír de manera atronadora. Hojana empezó a llorar amargamente. - ¿No te parece un precio alto? -dijo el joven al padre de Hojana- pero nada es tan valioso como Hojana: ¡Te doy 8 vacas por Hojana! - ¿Ocho vacas? decían todos, estas loco no vale ni una sola. -¿Está bien ocho vacas? -preguntó el joven-Claro que está bien- dijo el padre de Hojana- solo que no rompas el trato. Al día siguiente Hojana se escondió No podía creer que alguien se burlara de ella con tanta maldad. De pronto cerca de su casa apareció una vaca: - ‘¡Ya viene! ¡Ya viene!’ Dijo el padre de Hojana. ‘¡Sal hija, ven por favor!’
- ‘Debe ser una vaca que se perdió’ dijo Hojana. - ‘No es así mira, ahí viene otra, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. ¡Ocho vacas! ¡Ocho vacas! Finalmente llegó el día de la boda y todos estaban felices, excepto Hojana, pues hasta los niños se burlaban de ella y de su esposo. Sin embargo, este le dijo que realmente la amaba y la beso con ternura. Antes de irse de viaje a través de diversas islas, el esposo de Hojana le encargó a un mercader un espejo costoso, enmarcado en oro y perlas (parecía un regalo irónico ¿no?). Después de algunos meses llegó el espejo, y el mercader que conocía muy bien a Hojana fue a dejarlo a la casa del matrimonio. Cuando llegó lo recibió el esposo de Hojana. - Espere, veré si le gusta a mi esposa. - Es bellísimo- dijo Hojana -gracias amor- es un regalo hermoso, y lo besó tiernamente. - Mi esposa está muy satisfecha -dijo el esposo de Hojana y pagó una gran cantidad por el espejo. Salió Hojana y el mercader se sorprendió al ver la hermosura de esta mujer, no era ni la sombra de la joven que el conocía. Esta mujer estaba radiante, bella, proyectaba una seguridad y tranquilidad que lo dejó estupefacto. No podía dar crédito a semejante transformación. Así que le preguntó al esposo de Hojana que había pasado y este contesto: - ‘Hojana siempre ha sido hermosa, pero toda la gente le dijo lo contrario, hasta su padre lo hacía con frecuencia. Por eso cuando fui a pedirla en matrimonio, lo que se esperaba que hiciera es pagar el precio más bajo posible, como en un negocio. Sin emb A todo esto: ¿Cuántas vacas valemos nosotros? ¿Cuánto nos han dicho los demás que valemos? ¿Cuánto valemos para Jehová? Jehová ha pagado el precio más alto en toda la historia del Universo. Nada más y nada menos que la sangre de su hijo amado. De esta manera dignificó al hombre de su estado imperfecto y caído y lo elevó a la posibilidad de ser uno más de los Hijos del Altísimo. Es decir: Formar parte de la más bella familia del universo: La familia Universal de Jehová. Jehová nos ha dicho eso, pero: ¿Cuántos lo creemos? ¿Cuántas veces nos asalta la idea de que no valemos nada, que lo que hacemos no vale la pena? Recordemos que esas son ideas satánicas para alejarnos de quien nos quiere: Nuestro amado padre celestial Jehová. Dejemos que el amor de Jehová y la fuerza de su espíritu nos transformen en personas nuevas, en las más bellas de todo el planeta: ‘En las cosas deseables de la Tierra’. El amor verdadero no olvida
Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzehimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
-No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce. Entonces -le pregunté extrañado- Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: -’Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella’. Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé: ‘Esa es la clase de amor que quiero para mi vida. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser Dos casos de ceguera
Un día un científico había encontrado la manera de realizar transplantes de córneas, a partir de unas síntesis de ADN, de manera que los ciegos podrían ver. Este hombre era un poco extraño y amaba por igual a los animales que a las personas; por ello, sus investigaciones entrelazaban lo zoológico y lo antropológico. Después de haber anotado cuidadosamente sus hallazgos en una bitácora médica, que suponía largas y agotadoras jornadas de investigación e interminables noches de insomnio, el científico quedó vencido por el sueño sobre su escritorio. El doctor escuchó que tocaban a su puerta, se levantó y abrió la puerta. No había nadie. Nadie de su tamaño, pero había alguien. ¿Quién? Una hormiga, apoyada sobre su bastón. La hormiga le dijo: - ‘Por favor, dicen mis amigas que usted puede devolverme la vista, y estoy aquí dispuesta a que me opere para poder ver’. El científico sorprendido se dispuso a operar, cuando escuchó de nuevo que tocaban la puerta. Se dirigió a ella y era un hombre que - ‘Me he enterado que usted a logrado realizar trasplantes de córnea y que incluso a logrado poner ojos de animales a los hombres, así que estoy a sus pies implorando que me opere y me regrese la visión’. El doctor lo hizo pasar al quirófano junto a la ho - ‘Puedo ver, puedo ver ¡Milagro! ¡Milagro! Y emocionada saltó de la camilla y cogió camino. Luego despertó el hombre y grito: - ‘¡Oh, Dios mío, puedo ver, era cierto, era cierto! Se dirigió a la puerta y salió emocionado. El doctor sintió que había hecho una buena obra y descansó. Al cabo de unos días, un tropel de hormigas amenazaba con destruir su laboratorio y una familia enf La reina de las hormigas dijo: - Permítame agradecerle doctor lo que realizó en mi hija, ella es la heredera al trono, pero
queremos que le regrese su ceguera. Desde que regresó, mira con ojos de superioridad. Ve gigantes los defectos de sus hermanos y hermanas, me humilla y me conside Por su parte, la familia del hombre le dijo: - Por favor, dennos a nuestro hermano nuevamente ciego, desde que regresó, todo lo ve pequeño, se ha llenado de arrogancia, de ingratitud, de engreimiento y soberbia altanera. Para él no significa nada el tiempo que le cuidamos, ve relativo y pequeño el q El científico se propuso investigar lo que había hecho, creyó que se habían contaminados sus muestras de ADN de hormiga, con las de ADN humano. El doctor hizo un hallazgo sorprendentemente aterrador. La contaminación de ADN no fue en su laboratorio, fue miles de años atrás, en el gran laboratorio de la vida. Los hombres quisieron ser lo último, quisieron ser como Dios. Desde entonces, tienen una tendencia defectuosa en su visión, lo que agiganta los defectos de los semejantes, ve enorme los defectos, los vicios de los demás; a ese problema le llamó ‘gigantismo miópico’, ya que de cerca sólo ve lo malo de las personas y lo bueno lo ve turbio distante o no lo ve. La tendencia de ver pequeño todo lo bueno, y relativo todo lo noble de las personas y empequeñecer las virtudes y cualidades, la llamó ‘hipermetropía hormiguista’, ya que de largo ve bien los defectos ajenos y aunque tenga pegados a sus narices lo bueno, no lo logra distinguir, ver ni valorar. Dos defectos en una misma córnea. El doctor descubrió que se necesita más que una cornea para que el ser humano vea bien: ¡Necesita un cambio en la manera de ver! Y esa operación exige un cambio de corazón, y esa operación sólo Dios la hace. Entonces, no son ciegos los que no pueden ver lo físico o material, sino el interior de los demás. Una nueva oportunidad
Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo; su heredero. Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían. Un día el padre, ya avanzado en edad, les pidió a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito: ‘Para que nunca desprecies las palabras de tu padre’. Más tarde, llamó a su hijo, lo llevó al establo y le dijo: - Hijo mío, yo ya estoy viejo, y cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío. Yo sé cuál será tu futuro: vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sust El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir al padre se lo prometió, pensando que eso jamás podría suceder. El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo. Pero así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.