Hi st or i a de un ba st a rd o: Ma íz y ca pi t al i sm o, Fo nd o de Cu l tu ra E co nó mi ca , UNAM, México, 1988, 279 pp. A lo largo de esta historia de la suert e que ha corrido el maíz en el mundo a partir del descubrimiento de América, Warman demuestra una pasión inagotable y contagiosa por esta planta. Con una admirable capacidad de síntesis , presenta su complejísima historia a través del mundo, una historia que seguramente él conoce más que nadie. A lo largo de cinco siglos vemos al maíz como colonizador inagotable de las tierras más diversas, desde las colinas de China, que resultan impracticables para el cultivo del arroz, hasta las planicies norteamericanas, donde ha florecido su producción a niveles que no hubieran podido ser previstos. Lo vemos convertido en una herramienta de colonización europea en Africa, y al mismo tiempo, en el mismo continente, en un aliado fiel y rendidor de los campesinos que se enfrentan a la maquinaria de la explotación capitalista. No en ba ld e en nu es tr os dí a s es e l ma nt en im i en t o pr in ci pa l en am pl i as r eg i on es de l mundo. La palabra puede sonar anticuada o extraña, pero en este libro Warman la re scata con tino. Nos habla de una planta que ha sido siempre eso: un alimento indispensable, la base de la nutrición de pueblos enteros, su principal fuente de calorías día tras día, año tras año. O como lo decían los pueblos mesoamericanos, su carne. La relación es tan íntima que el maíz mismo no podría existir sin los hombres: fue una creación humana, fruto de milenios de trabajo y experimentación, y ahora es incapaz de reproducirse sin el auxilio de los cultivadores; la mazorca, completamente cerrada sobre sí misma (y por lo tanto única en el reino vegetal), no puede abrirse sola. De ahí que este libro esté muy lejos de ser una simple historia para especialistas, po r qu e al ha bl ar de l ma íz Wa r ma n no s ll e va de l a ma no po r la hi st or ia de la agricultura, de la economía, de la política mundial en los últimos s iglos. Nos introduce al terreno de la civilización, en el sentido que Fernand Braudel ha dado a esa palabra: las prácticas milenarias de producción, alimentación, comercio, tecnología, cultura que constituyen el tejido más íntimo y más concreto de nuestra vida: las cosas que comemos, la ropa que vestimos, los espacios en que vivimos y trabajamos. Y en este universo el maíz es sorprendentemente ubicuo. Una especie de CocaCola antes de la Coca-Cola, que se encuentra en todo el mundo, participa de las realidades más diferentes y está imbuido de los sentidos más contrastantes. Constituye un ejemplo que los profetas de la occidentalización universal deber ían tomar en cuenta porque en cada contexto en que ha sido introducida e sta planta ha ju ga do un pa pe l di fe re nt e , ha si gn i fi ca do al go di st in to . Y si ha si do co n el ma íz - y con el trigo y el arroz y la papa -, puede ser lo mismo con otros bienes culturales
que ahora parecen inundarlo todo. El hombre es lo que come, pero es él quien decide qué significa y para qué sirve lo que come. En nuestros días el maíz es la columna vertebral de la industria alimentaria norteamericana, la más productiva del mundo, montada en sus máquinas, sus economías de escala y su gasto increíble de energía. Y ahí mismo es una planta despreciada, alimento de animales o, si no, mater ia prima irreconocible para alimentos procesados. En China, en Africa y en México es, en cambio, la planta de los agricultores marginales, una cosecha de subsistencia que con frecuencia ni siquiera llega al mercado. Warman considera este contraste como un ejemplo privilegiado de la lucha que se libra en nuestras días entre el milenio y las utopías. El primero es hi jo del capitalismo y cree en la homogeneización irreversible del mundo, en la necesaria evolución de todas las culturas hacia el capital ismo (evolución en que desde luego unas serán más capitalistas que otras), en un futuro único, productivo y supuestamente feliz. Las segundas florecen en cualquier lugar, están inspiradas po r lo s pa rt ic ul ar is mo s y su eñ an en so lu ci on e s co nc re ta s a lo s pr o bl em a s concretos. Su signo es la diversidad, la negación de los fatalismos. Uno cree que "el triunfo de Occidente", que es en realidad una c osa del pasado, es el futuro de la humanidad. Las otras nos abren un futuro real de contrastes y contradicciones, de riqueza cultural. El maíz está en el centro de las dos: ese bastardo, hijo de u na cultura despreciada que se ha convertido en una herramienta privilegiada de otra c ultura que lo desprecia. Warman nos traza de una manera a dmirable y concienzuda la historia de estos contrastes. Y su historia es también una parábola moral sobre los últimos siglos de la historia del mundo: las fuerzas más poderosas y duraderas, los conflictos más profundos confluyen en esta planta, y por eso el maíz resulta un testigo privilegiado. Pero nos gustaría conocerlo más de cerca. Se antoja comerse la tortilla. Tener aunque fuera atisbos de las complejísimas y riquísimas tr adiciones culturales y culinarias que se han construido alrededor de él; de sus olores, sus sabores y sus historias. Es en ellos que el maíz ha sobrevivido, y gracias a él hemos sobrevivido nosotros. Es ahí donde se encuentra la r iqueza y la fuerza de las uto pías. Por eso el interés y la fascinación por las grandes fuerzas y tendencias, dentr o de las cuales Warman se mueve tan a sus anchas, no debe opacar la fascinación cotidiana ante el plato lleno (o no tanto), la ine vitable sensación de que eso que comemos todos los días somos nosotros mismos. Podrá par ecer trivial, pero es ahí donde se ju e ga a di ar io la hi st or ia de l mu nd o, a hí do n de ex is te n y se ma ni fi e st an l as fu e r za s que la conforman.
Abrirnos ese antojo no es el menor de los mé ritos de la Historia de un bastardo. Y resulta particularmente valioso en la Ciudad de México, donde los desastres de la po lí ti ca a gr íc ol a y de l os mo no po li os e n la di st r ib uc i ón n o s ha n fo r za do a co me r un maíz irreconocible y verdaderamente bastardo.