TEXTOS UNIVERSITARIOS HUMANIDADES
UAH
Historia de Grecia. Planteamientos y recursos didácticos
F. Javier Gómez Espelosín
Francisco Javier Gómez Espelosín es catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alcalá y ha escrito diferentes monografías sobre el mundo griego antiguo, como Introducción a la Grecia antigua (Alianza), Los griegos. Un legado universal (Alianza), Historia de la Grecia antigua (Akal), El descubrimiento del mundo. Geografía y viajeros en la Grecia antigua (Akal), Egiptomanía (Alianza, en colaboración con A. Pérez Lagarcha); Grecia: mito y memoria e Iberia: mito y memoria (Alianza, los dos en colaboración con A. Guzmán e I. Guzmán), así como las traducciones de autores griegos como Alpiano, Estrabón (ambos en Alianza), Los Paradoxógrafos (Biblioteca Clásica Gredos) y literatura de viajes griega (Alianza, en colaboración con L. García Moreno). Es autor asimismo de Tierras Fabulosas en la Antigüedad (Alcalá de Henares) y La imagen de España en la Antigüedad Clásica (Gredos), ambos en colaboración con A. Pérez Lagarcha y M. Vallejo Girvés; del Diccionario de términos del mundo antiguo (Alianza) y de diferentes artículos en revistas especializadas sobre la historia helena y la geografía antigua en general en la revista Historia de National Geographic.
Historia de Grecia
UAH
TEXTOS UNIVERSITARIOS HUMANIDADES
Planteamientos y recursos didácticos
Historia de Grecia Planteamientos y recursos didácticos
F. Javier Gómez Espelosín
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© Universidad de Alcalá, 2012 Servicio de Publicaciones Plaza de San Diego, s/n. 28801 Alcalá de Henares www.uah.es ISBN: 978-84-15595-93-9 Depósito Legal: M-24786-2012 Realización: Imprenta ROAL Gamonal, 5. 28031 Madrid Impreso en España - Printed in Spain
ÍNDICE
Págs.
PRESENTACIÓN..............................................................................................
9
1. LA HISTORIA DE GRECIA Y SUS TENDENCIAS .............................
13
2. LOS TEMAS FUNDAMENTALES..........................................................
25
2. 1. 2. 2. 2. 3. 2. 4. 2. 5. 2. 6. 2. 7. 2. 8. 2. 9. 2.10.
La Polis ............................................................................................ Los griegos y los otros.................................................................... Homero y la historia ....................................................................... La guerra como forma de vida ....................................................... La visión del pasado ....................................................................... La economía griega ......................................................................... Cultos, rituales y ceremonias .......................................................... El papel de las leyes ....................................................................... Los otros en la ciudad griega ......................................................... Tópicos tradicionales .......................................................................
25 26 27 29 30 31 32 33 34 35
3. LOS TEXTOS: CONDICIONES Y LIMITACIONES .............................
37
3.1. 3.2. 3.3. 3.4. 3.5. 3.6. 3.7. 3.8. 3.9.
La importancia de las fuentes literarias.......................................... Las grandes pérdidas ....................................................................... Una tradición escasa y fragmentaria............................................... La forma de escribir la historia ...................................................... Las grandes diferencias ................................................................... El valor de las fuentes..................................................................... ¿Cómo han llegado hasta nosotros? ............................................... Los textos existentes........................................................................ Piedras parlantes ..............................................................................
37 37 38 40 42 44 44 47 48
4. LA CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA..............................................
49
5. BLOQUES TEMÁTICOS..........................................................................
57
5. 5. 5. 5.
1. El milagro griego ........................................................................... 2. El descubrimiento de la Grecia real .............................................. 3. Griegos y pregriegos: los griegos en contexto.............................. 4. El mundo micenico.........................................................................
57 61 67 71
8
HISTORIA
DE
GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
Págs.
5. 5. 5. 6. 5. 7. 5. 8. 5. 9. 5.10. 5.11. 5.12. 5.13. 5.14. 5.15. 5.16. 5.17. 5.18. 5.19. 5.20.
Rupturas y continuidades ............................................................... Los griegos en ultramar ................................................................. Los grandes cambios del siglo viii a.C. ........................................ Aristocratas, legisladores y tiranos ................................................ El surgimiento de Atenas ............................................................... La singularidad de Esparta............................................................. Los griegos y el imperio persa ...................................................... El siglo de Atenas .......................................................................... La guerra del Peloponeso............................................................... La sucesión de hegemonías............................................................ Los griegos de Occidente............................................................... Los otros griegos ............................................................................ El ascenso de Macedonia ............................................................... Alejandro y su mundo.................................................................... El mundo helenístico...................................................................... Griegos y romanos .........................................................................
78 81 89 95 103 111 117 126 137 146 152 157 163 169 177 185
6. RECURSOS BIBLIOGRÁFICOS FUNDAMENTALES ......................... 193 A) B) C) D) E) F) G) H) I) J)
Manuales............................................................................................. Repertorios.......................................................................................... Arqueología ........................................................................................ Inscripciones ....................................................................................... Monedas.............................................................................................. Colecciones de fuentes en traducción ............................................... Atlas y repertorios geográficos.......................................................... Obras de referencia ............................................................................ Grandes cuestiones del mundo griego .............................................. Estados de la cuestión........................................................................
193 193 194 195 196 196 197 197 198 199
7. LÉXICO...................................................................................................... 201
PRESENTACIÓN
El objetivo del presente libro no es otro que servir de instrumento de trabajo para los estudiantes y estudiosos de la historia del mundo griego, proporcionándoles unas breves reflexiones acerca de la propia disciplina y sus temas fundamentales, así como los materiales didácticos, textuales y visuales, necesarios para impartir las clases prácticas de esta asignatura y los recursos informativos pertinentes a la hora de planificar y desarrollar la misma. Hemos reunido una serie de textos significativos repartidos en veinte bloques temáticos, correspondientemente numerados, que permiten abordar de manera práctica algunos de los aspectos fundamentales de cada tema. Cada uno de los temas aparece precedido de una serie de objetivos que tienen como finalidad marcar las pautas a seguir sin necesidad de proceder a una narración introductoria, que sería más propia de un manual, que no se corresponde con el contenido que presentamos. Junto a los textos apuntamos también una lista de sugerencias sobre posibles soportes visuales, en forma de mapas, esquemas, gráficos o imágenes ciertamente significativas y pertinentes, relativamente fáciles de localizar, que pueden apoyar de manera eficaz la enseñanza y la comprensión de cada uno de estos temas. Añadimos también una serie de lecturas recomendables, todas ellas en castellano, que en caso de necesidad pueden permitir una ampliación del tema o la realización de trabajos historiográficos acerca del mismo, y concluimos con una bibliografía básica, compuesta sobre todo de monografías fundamentales, que no tiene otro objeto que facilitar a los alumnos que así lo deseen el acceso posterior a una mayor profundización del tema en cuestión. Hemos optado por no introducir dentro de las referencias bibliográficas ninguna web, dada la frecuencia con la que muchas de ellas desaparecen o quedan inoperativas, provocando así la decepción correspondiente en el lector interesado, que ve completamente frustradas sus expectativas de ahondar en alguna de las cuestiones planteadas. Por el contrario, los libros están ahí y siempre es posible localizarlos en alguna parte. No obstante, señalamos algunas que mantienen un funcionamiento más regular y pueden cumplir perfectamente esta función, además de contribuir también a la provisión de los soportes visuales mencionados. Nos referimos a páginas como Perseus (www.perseus.tufts.edu), Livius (www.livius.org), las de las escuelas francesa, inglesa o americana en Atenas (www.efa.gr, www.bsa. ac.uk y www.ascsa.edu.gr), la del impresionante Archivo Beazley (www.beazley. ox.ac.uk), donde puede encontrarse toda la documentación relativa a la cerámica; la del Instituto Packard (www.epigraphy.packhum.org) para las inscripciones, o la creada en el Collège de France por Pierre Briant (www.achemenet.com) para todo lo relacionado con el Imperio persa. Resulta también útil la consulta de la pági-
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
na de clásicas del Dartmouth College (www.dartmouth.edu), que proporciona recursos visuales sobre la arqueología de la edad del Bronce en el egeo y otras conexiones útiles en este terreno. La consulta de dichas páginas, junto con los repertorios mencionados en cada una de las unidades didácticas, permitirá sin duda hacerse con un archivo de soportes visuales suficiente para afrontar con las garantías didácticas necesarias cada una de las sesiones1. Todos los textos han sido revisados, y aunque hemos tenido en cuenta algunas de las traducciones disponibles, hemos decidido no citarlas, ya que no se corresponden plenamente con ninguna de ellas al haber modificado las mismas, en algún caso con una cierta amplitud. Hemos así optado conscientemente por una cierta literalidad de los textos, que incluso a veces puede resultar malsonante, con el objeto de que se aproximen lo más posible al original griego, ya que se trata de textos destinados al trabajo con ellos y no de traducciones literarias destinadas a la simple lectura de un público ilustrado. Hemos añadido además, entre paréntesis, algunos de los términos griegos fundamentales con el fin de que el alumno pueda percibir, aunque sea de forma somera, aquellas palabras fundamentales que reflejan realidades institucionales, físicas, políticas o sociales, y cuya traducción en castellano no siempre puede ser todo lo exacta y precisa que sería necesario. La selección de textos que constituye el cuerpo fundamental del libro viene precedida de una serie de consideraciones generales sobre las tendencias principales en el estudio del mundo griego, así como de los temas fundamentales sobre los que se centran las investigaciones actuales, con una finalidad estrictamente introductoria en la investigación y conocimiento de la materia, en la idea de proporcionar al alumno las pautas a seguir en este campo en el caso de que decidiera en el futuro dedicarse con mayor interés y profundidad al estudio de este campo. Hemos añadido también unas consideraciones generales acerca de las condiciones y limitaciones que presentan las fuentes literarias, material principal de trabajo del libro, con el objetivo de aclarar una serie de cuestiones fundamentales sobre el tipo de fuentes a las que nos enfrentamos o la forma en la que han llegado hasta nosotros, que suelen pasarse habitualmente por alto, bien por falta de tiempo o por considerar equivocadamente que resultan elementales y bien sabidas. Les siguen unas breves reflexiones acerca de la construcción de la historia en sentido práctico, que tienen igualmente una finalidad informativa acerca de la manera en la que confeccionamos el discurso histórico a base de este tipo de materiales. Cierran el libro un listado de recursos bibliográficos de carácter general, clasificados temáticamente y por fecha, más que por orden estrictamente alfabético, que permiten contemplar los medios de que disponemos para toda esta clase de trabajos, y un breve glosario destinado a definir de forma sumaria aquellos términos técnicos que aparecen mencionados en los textos presentados, que figuran también destacados en cursiva, y requieren una cierta explicación acerca de su 1 Al respecto pueden consultarse libros como los de D. KAUFMANN y P. TIEDEMANN, Internet für Althistoriker & Altphilologen. Eine Praxis orientierte Einführung, Primus Verlag, Darmstadt, 1999, y P. DONATI GIACOMINI, Innovazione e tradizione. Le risorse telematiche e informatiche nello studio della storia antica, Il Mulino, Bolonia, 2002.
PRESENTACIÓN
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significado. Se trata, en definitiva, como afirmábamos al comienzo de estas páginas, de proporcionar un simple instrumento de trabajo que esperamos pueda resultar útil y operativo, contribuyendo en alguna medida a la mejor enseñanza y comprensión de la apasionante historia del mundo griego antiguo. Alcalá de Henares, marzo de 2012.
1. LA HISTORIA DE GRECIA Y SUS TENDENCIAS
La historia de Grecia plantea de entrada una serie de problemas fundamentales relacionados con su propia concepción como materia. A diferencia de la historia de Roma, que aparece ligada desde el inicio al desarrollo como potencia hegemónica de la ciudad del Tíber por todo lo ancho del Mediterráneo, desde sus comienzos en el siglo VIII a.C. hasta el final del imperio en el siglo V d.C., la historia griega no presenta ni un espacio ni unos límites cronológicos tan bien definidos. Grecia como tal nunca existió en ningún momento de la Antigüedad, ya que la realidad histórica del mundo griego se compuso siempre de una gran cantidad de estados independientes y autónomos dispersos a lo largo y ancho de toda la cuenca mediterránea. Al menos a partir del siglo VIII a.C. los griegos ocuparon un amplio escenario geográfico que se extendía desde el mar Negro hasta la Península Ibérica y que les puso en estrecho contacto con otros protagonistas destacados como fenicios, etruscos, cartagineses, escitas, celtas, egipcios, tracios y anatolios, cuya relación determinó en buena medida el curso de la evolución de la historia griega. Tras las conquistas de Alejandro la cultura griega penetró también en el interior de Asia y afectó en mayor o menor medida a extensos territorios que iban desde el Asia central hasta la costa de Siria o Egipto con enclaves tan destacados como Ai Khanum, Seleucia del Tigris, Antioquía o Alejandría. Concentrar exclusivamente la atención sobre las comunidades principales de la península balcánica, como Atenas o Esparta, por importantes y decisivas que fueran en determinados períodos de la historia griega y por la abundante información conservada acerca de ellas, no deja de ser un tipo de enfoque altamente simplificador de una realidad histórica mucho más diversa y compleja que incluía comunidades como Masalia y Cirene con sus propios ‘imperios’ comerciales a pesar de hallarse aisladas en medio de extensos territorios no griegos, Náucratis integrada por completo dentro del espacio egipcio o cualquiera de las grandes ciudades helenísticas antes mencionadas1. Existen también importantes problemas a la hora de determinar los límites cronológicos precisos que definen la historia de los griegos, tanto por el principio como por el final. Archivada ya la vieja idea que propugnaba una invasión o migración masiva de gentes indoeuropeas a comienzos del segundo milenio a.C. hasta el escenario de la península balcánica que hoy conocemos como Grecia, se tiende en la actualidad a destacar más bien el aspecto formativo de la identidad griega 1 Un intento reciente de responder a esta gran diversidad es el breve libro de Paul CARTLEDGE, Ancient Greece. A History in Eleven Cities, Oxford University Press, 2009, que repasa la historia griega a través de un recorrido por las más significativas de sus ciudades, desde Cnosos a Bizancio.
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
dentro del propio espacio egeo en constante interacción con otras comunidades no griegas como los cretenses llamados minoicos, los habitantes de las islas Cícladas u otros elementos minorasiáticos a lo largo de toda la primera mitad de este período (el segundo milenio a.C.). Lo único cierto es que a mediados del mismo, las gentes instaladas en el continente y en Creta hablaban ya una forma arcaica de la lengua griega, único criterio seguro de identificar una cultura en la Antigüedad, que ha quedado reflejada en las famosas tablillas micénicas del Lineal B. Tampoco resulta fácil establecer el final de la historia propiamente griega si tenemos en cuenta que a pesar de la derrota sufrida primero frente a los macedonios y después los romanos, las comunidades griegas continuaron desplegando su forma peculiar de vida política, tal y como reflejan numerosas inscripciones de estos mismos períodos, a pesar de las importantes limitaciones que en política exterior impusieron los nuevos dominadores. La cultura griega afectó por igual a unos y otros y encontramos numerosos intelectuales griegos al servicio de Roma que operaron con sus propias coordenadas culturales dentro del nuevo imperio. De hecho puede afirmarse que el mundo griego como tal, con sus particulares y distintivas señas de identidad, continuó existiendo al menos hasta la formación del nuevo imperio bizantino en el que a pesar de que su lengua y cultura seguían siendo griegas los nuevos protagonistas de la escena política se consideraban políticamente los herederos de Roma y de hecho este era el nombre (Romaioi) con el se autodenominaban y con el que les conocían otros pueblos contemporáneos2. Otro problema fundamental que afecta a la historia de Grecia es el carácter modélico e idealizado que al menos desde Winckelmann ha rodeado toda su concepción, presentándola como el legado indiscutible que distinguía y caracterizaba a la cultura occidental. El distanciamiento de esta idea se ha ido imponiendo de forma progresiva entre los estudiosos con más o menos matices y se ha tratado de distinguir cuidadosamente la realidad histórica del mundo griego antiguo de lo que era tan solo una construcción ideológica basada fundamentalmente en componentes éticos y estéticos. Sin embargo no resulta fácil deshacerse del peso implacable de una tradición tan atrayente y poderosa y todavía continúan aflorando a la superficie de muchos trabajos recientes algunos destellos de esa perspectiva idealizante y modélica que hacía de los griegos un pueblo especial y diferente, dotado de una capacidad creativa singular que no tenía parangón con el resto de las culturas y civilizaciones de la Antigüedad3. A este distanciamiento crítico se ha sumado además la percepción cada vez más clara de la diferencia existente entre ‘ellos’ y ‘nosotros’, del carácter a veces ‘desesperadamente ajeno’ de muchas de
2 Algunas de las diferentes posiciones adoptadas en este terreno se mencionan en el libro de Lorenzo BRACCESI, Guida allo studio della storia greca, Laterza, Roma-Bari, 2005, 11-13. Sobre la idea de una continuidad de la cultura griega en fases diferentes a lo largo de la historia, el célebre libro de Arnold TOYNBEE, Los griegos: herencias y raíces (trad. cast.), FCE, México, 1988, y R. BROWNING (ed.), The Greek World. Classical, Byzantine and Modern, Thames and Hudson, Londres-Nueva York, 1985. 3 Se trata del famoso ‘milagro griego’ definido por Ernest Renan que ya fue puesto en entredicho en su día por el sociólogo francés Louis Gernet, cf. R. DI DONATO, Per una antropologia storica del mondo antico, La Nuova Italia, Florencia, 1990, 13-44. Sobre la profunda influencia en la cultura europea del modelo ateniense, A. RESZLER, Il mito di Atene. Storia di un modelo culturale europeo (trad. it.), Bruno Mondadori, Milán, 2007.
1.
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SUS TENDENCIAS
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sus manifestaciones y comportamientos con relación a los fenómenos paralelos del mundo moderno a los que en teoría habrían servido de modelo y estímulo, como es el caso de la práctica del atletismo, en el que la búsqueda de la gloria personal y comunitaria se fundía por completo con el extremado afán competitivo que caracterizaba la mentalidad aristocrática griega4. La toma de conciencia de una cierta extrañeza del mundo griego antiguo respecto al nuestro frente a la corriente que resaltaba los lazos estrechos que nos unían con él en función de nuestro inevitable papel como herederos privilegiados de su legado ha constituido también un importante giro en los estudios acerca de la historia griega contribuyendo decisivamente a la mejor comprensión de muchas facetas de su cultura a pesar de esta reconocida lejanía5. La historia de Grecia ha experimentado así una serie de cambios importantes en el curso de los dos últimos siglos a partir de su fundación como disciplina de la mano del banquero inglés George Grote, que publicó su obra a mediados del XIX en nada menos que doce volúmenes y que constituye todavía una referencia indiscutible en este campo por su singularidad, su destreza narrativa y la posición que adoptó frente a las fuentes de información disponibles a pesar de su apasionada exaltación de la democracia ateniense6. A partir de entonces se han ido sucediendo en la práctica de esta disciplina una serie de nombres ilustres desde Ernst Curtius, Numa Dionisio Fultel de Coulanges, Eduard Meyer, Georg Busolt, Karl Justus Beloch, Gaetano De Sanctis, Jacob Burckhardt, John Bury, Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf, o Ulrich Wilcken, hasta los más recientes Gustave Glotz, Helmut Berve, Nicholas Hammond, Herman Bengtson, Pierre Levêque, Edouard Will, Claude Mossé o Domenico Musti, autores casi todos ellos de importantes e influyentes manuales de historia de Grecia en los que reflejaban sus propios y particulares puntos de vista7. 4 Véanse al respecto las consideraciones de Robin OSBORNE, Greek History, Routledge, Londres, 2004, 7-22. Resulta también esclarecedor el librito de Philippe JOCKEY, La Grèce Antique, Le cavalier Bleu, París, 2005, inscrito dentro de la colección Idées Reçues, que resalta algunos de los aspectos más chocantes de esta visión idealizada de la historia griega. 5 Sobre esta visión más distante de los griegos como extraños, P. CARTLEDGE, The Greeks. A Portrait of Self and Others, Oxford University Press, 1993, y M. DETIENNE, Los griegos y nosotros. Antropología comparada de la Grecia Antigua (trad. cast.), Akal, Madrid, 2007. 6 G. GROTE, History of Greece from the earliest Period to the Close of the Generation Contemporary with Alexander the Great, Londres, 1846-1856, reeditada en la actualidad en Cambridge University Press a partir de junio de 2010. Sobre la figura y la significación de la obra de Grote, A. MOMIGLIANO, «Georges Grote and the Study of Greek History», en G. W. BOWERSOCK y T. J. CORNELL (eds.), A. D. Momigliano. Studies on Modern Scholarship, Berkeley-Los Ángeles, 1994, 15-31, y C. AMPOLO, Storie greche. La formazione della moderna storiografia sugli antichi Grechi, Turín, 1997, 61 y ss. 7 Sobre la historia de la Historia de Grecia resulta fundamental la monografía de C. Ampolo mencionada en la nota anterior. Sobre algunas de estas figuras sigue siendo relevante la consulta de las monografías de Karl CHRIST, Von Gibbon zu Rostovtzeff, Darmstadt, 1972; Neue Profile der Alten Geschichte, Darmstadt, 1990, y Griechische Geschichte und Wissenschaftsgeschichte, Stuttugart, 1996, así como algunos de los trabajos de Arnaldo MOMIGLIANO publicados en Ensayos de historiografía antigua y moderna (trad. cast.), México, 1993 (ed. original 1977), o Sui fondamenti della storia antica, Turín, 1984, y el volumen editado por G. W. BOWERSOCK y T. J. CORNELL, A. D. Momigliano. Studies on Modern Scholarship, University of California Press, Berkeley-Los Ángeles, 1994. También W. BRIGGS y W. CALDER III (eds.), Classical Scholarship. A Biographical Encyclopedia, Nueva York, 1990. Un resumen de las principales obras se encuentra en D. MUSTI, Storia greca. Linee di sviluppo dall’età micenea all’età romana, Laterza, Roma-Bari, 2006, 15-26.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
La evolución de la disciplina ha sido notoria a pesar de la inevitable presencia de un cierto conservadurismo en sus estructuras básicas que siguen concediendo un claro protagonismo a la historia narrativa centrada en los acontecimientos de naturaleza política o militar, siguiendo en esto la impronta imborrable que han dejado los grandes historiadores de la Antigüedad, desde Heródoto a Polibio8. Las formas de abordar la historia han ido variando también desde la clásica monografía individual, cada vez más difícil de llevar a cabo a causa del aumento imparable de la documentación de todas clases, que requiere una destreza académica particular en cada uno de sus dominios, y de la ingente cantidad de la literatura científica especializada en forma de monografías o de artículos de revista, que convierte en prácticamente imposible el deseo de poseer un dominio completo de cada uno de los diferentes períodos en sus muchas ramificaciones, como ya señaló en su día el gran helenista francés Edouard Will9. Se ha optado así por la elaboración cada vez más frecuente de volúmenes colectivos en los que cada una de las partes corre a cargo de diferentes especialistas, un planteamiento ya consagrado desde antiguo en la celebérrima Cambridge Ancient History y que se ha visto repetido en repertorios o manuales más recientes10. La historia de Grecia, sin abandonar ni mucho menos su concentración en la historia política y militar, ha ido adquiriendo progresivamente nuevas dimensiones y más amplios horizontes con la incorporación de pleno a sus dominios de la arqueología clásica y sus nuevas preocupaciones, cada vez más alejadas del estudio privilegiado y particular de las grandes obras de arte y de los monumentos de la Antigüedad como sucedió en el pasado11. Sus focos de interés se concentran ahora sobre temas económicos, de ocupación del espacio y distribución del hábitat, de difusión de materiales y del trazado de rutas comerciales, del análisis de los ajuares funerarios como indicio de la jerarquía social o de cuestiones de naturaleza demográfica y cuantitativa, lo que se ha traducido en una ampliación considerable de las fuentes de información a disposición del historiador, especialmente en aquellos períodos en los que faltan las fuentes literarias, y en una mayor cantidad de detalles y matices a la hora de reconstruir el cuadro histórico correspondiente, complementando así activamente las numerosas lagunas de la documentación literaria u ofreciendo nuevos y prometedores campos de estudio en áreas y temas que fueron objeto de escasa o nula atención por los propios autores antiguos12.
08 J. K. DAVIES, «Greek History: A Discipline in Transformation», en T. P. WISEMAN, Classics in Progress. Essays on Ancient Greece and Rome, Oxford, 2002, 225-246. 09 E. WILL, Le monde grec et l’Orient, 2 vols., París, 1972. 10 Aparte de la mencionada Cambridge Ancient History, ya en su 2.ª edición renovada, hay que mencionar la importante serie de volúmenes dirigidos por Salvatore SETTIS titulado I Greci. Storia, cultura, arte, società, publicados por la editorial italiana Einaudi en Turín entre 1996 y 2002 y que consta de 6 volúmenes. 11 Sobre los importantes cambios experimentados dentro del terreno de la arqueología clásica, I. MORRIS (ed.), Classical Greece. Ancient Histories and Modern Archaeologies, Cambridge, 1994, y M. SHANKS, Classical Archaeology of Greece. Experiences of a Discipline, Londres, 1996. 12 Un panorama reciente de la disciplina en Ch. MEE, Greek Archaeology. A Thematic Approach, Oxford, 2011, y E. LIPPOLIS y G. ROCCO, Archeologia greca. Cultura, società, politica e produzione, Milán, 2011. Sobre la nueva forma de investigación arqueológica del mundo griego, S. E. ALCOCK y J. F. CHERRY (eds.), Side-by-Side Survey: Comparative Regional Studies in the Mediterranean World, Oxford, 2004.
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SUS TENDENCIAS
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A esta ampliación de la información y la temática que hoy en día estudia la historia de Grecia han contribuido también de manera importante los avances realizados en disciplinas colaterales como la epigrafía, la papirología o la numismática que con sus decisivas aportaciones a períodos clave como el helenístico, constituyen hoy en día un terreno habitual por el que el historiador de Grecia, aun sin alcanzar la extraordinaria maestría de un Rostovzeff en este aspecto, debe discurrir sin demasiadas estridencias y con la confianza necesaria para hacer un uso prudente y completo de las facilidades informativas que dichas disciplinan le proporcionan13. Como nos recordaba el gran epigrafista francés Louis Robert, de no ser por el testimonio de las inscripciones no tendríamos constancia de la existencia de ciertas instituciones de carácter internacional como algunos tribunales y apenas tendríamos noticias acerca de la intensa vida institucional de las ciudades griegas en tiempos aparentemente poco propicios como las épocas de dominación macedonia o romana14. Tampoco resulta posible alcanzar un conocimiento en profundidad del Egipto tolemaico sin el testimonio aportado por la considerable cantidad de papiros recuperados en su suelo, que constituyen en muchos casos el soporte fundamental de nuestra información tal y como han demostrado algunos de los grandes especialistas del área como el belga Willy Clarysse o la británica Dorothy Thompson15. La importancia decisiva del famoso archivo de Zenón hallado en el Fayum para el conocimiento de numerosos detalles acerca de la administración tolemaica e incluso de las expectativas y oportunidades de los griegos emigrados a Egipto resulta así una pieza fundamental en toda nuestra documentación al respecto16. De la misma manera tampoco es posible adentrarse en la historia de determinadas fases de este período como el final del imperio seléucida o los reinos grecobactrianos sin un cierto dominio de la documentación, a veces única, que proporcionan las monedas que atestiguan la existencia de los respectivos monarcas de una y otra zona17.
13 En este sentido resulta significativa la aparición relativamente reciente de algunos repertorios dirigidos al historiador de la Antigüedad desde especialistas en estas disciplinas mencionadas, como J. BODEL (ed.), Epigraphic Evidence. Ancient History from Inscriptions, Londres, 2001; R. S. BAGNALL, Reading Papyri, Writing Ancient History, Londres, 1995, y Ch. HOWGEGO, Ancient History from Coins, Londres, 1995, o J. CASEY, Understanding Ancient Coins. An Introduction for Archaeologist and Historians, Londres, 1986. 14 Un simple vistazo a obras como las de M. M. AUSTIN, The Hellenistic World from Alexander to the Roman Conquest. A Selection of Ancient Sources in Translation, Cambridge University Press, 1981, o R. S. BAGNALL y P. DEROW, The Hellenistic Period. Historical Sources in Translation, Blackwell, Oxford, 2004, sirve para comprobar la enorme importancia que cobran las inscripciones como testimonios fundamentales de esta época. 15 Como muestran entre otras de sus publicaciones sus respectivas monografías, Edfu, an Egyptian Provincial Capital in the Ptolemaic Period, Bruselas, 2003, y Memphis under the Ptolemies, Princeton, 1988. 16 Así, P. W. PESTMAN, Greek and Demotic Texts from the Zenon Archive, Brill, Leiden, 1980, y C. ORRIEUX, Les papyrus de Zenon. L’horizon d’un grec en Egypte au III siècle avant J.C., Macula, París, 1983. Sobre la enorme importancia de la papirología en general, M. CAPASSO, Introduzione alla papirología, Il Mulino, Bolonia, 2005. 17 A. R. BELLINGER, The End of the Seleucids, Transactions of the Connecticut Academy of Arts and Sciences, New Haven, 1949, y F. HOLT, Thundering Zeus. The Making of the Hellenistic Bactria, University of California Press, Berkeley-Los Ángeles, 1999.
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Hay que mencionar también dentro de este apartado a la iconografía que por lo que respecta al mundo griego se ha convertido igualmente en una disciplina propia tras los trabajos de François Lisarrague acerca del simposio. Se ha destacado así el lenguaje propio que utilizan las imágenes en un discurso que a veces discurre en paralelo al de los textos literarios, la existencia de sus propios códigos y mensajes, la necesidad de constituir repertorios exhaustivos, de forma que pueda trabajarse con series de imágenes y no solo con casos aislados, y la enorme importancia de contemplar la imagen en relación con su continente, el vaso concreto, y el contexto social de uso en el que circulaba dicho objeto, bien sea el funerario o el simpótico, con el fin de obtener de ellos la máxima información posible18. Otra de las aportaciones fundamentales en el avance de la disciplina a la hora de enfocar determinadas cuestiones que no adolecen precisamente de una documentación histórica considerable ha venido de los estudios de antropología cultural, que han resultado especialmente relevantes para el estudio del período arcaico o de épocas todavía anteriores como la Edad del Bronce y así aparecen frecuentemente mencionados en la bibliografía habitual autores procedentes de esta disciplina y otras afines como la sociología o la teoría política que se han convertido ya en auténticos clásicos de la materia, como los antropólogos americanos Mary Helms, con sus trabajos sobre las relaciones entre el viaje, la distancia y el conocimiento, y Clifford Geertz con sus estudios sobre el papel del imaginario dentro de la sociedad, o el sociólogo Ernest Gellner y sus estudios sobre las dimensiones ideológicas del nacionalismo y Arjun Appadurai como estudioso de la globalización19. En muchos casos la metodología utilizada en el estudio de algunos fenómenos o las ideas sustentadas en una mejor documentación han sido las que han contribuido a iluminar determinadas facetas de la historia griega que a causa de la escasez de testimonios o del carácter mudo e impenetrable de los objetos quedaban completamente en la penumbra sin una explicación más o menos satisfactoria. También han influido de manera decisiva los estudios sobre la importancia de la oralidad y de la tradición oral, basados en la obra fundamental del antropólogo holandés Jan Vansina, que han producido trabajos valiosos sobre los orígenes del alfabeto en el mundo griego o sobre el funcionamiento específico de las tradicio18 F. LISARRAGUE, La cité des images, París, 1984. Sobre el banquete, Un flot d’images. Une esthétique du banquet grec, París, 1987. Sobre la cerámica como continente y su función, T. RASMUSSEN y N. SPIVEY (eds.), Looking at Greek Vases, Cambridge, 1991; sobre la escultura, N. SPIVEY, Understanding Greek Sculpture. Ancient Meanings, Modern Readings, Londres, 1996. En este campo destacan también algunos trabajos de Christiane SOURVINOU-INWOOD, Reading Greek Culture. Text and Images, Rituals and Myths, Oxford, 1991, y Reading Greek Death to the End of the Classical Period, Oxford, 1995. 19 Sobre la importancia de la aplicación de criterios y perspectivas procedentes de la antropología al mundo antiguo ya mostró su interés S. C. HUMPHREYS, Anthropology and the Greeks, Londres, 1978, y Moses FINLEY, «Antropology and the Classics», en The Use and Abuse of History, Londres, 1986, 102119. Lo han puesto sobre todo en práctica los seguidores de Louis Gernet en la denominada escuela de París, particularmente M. DETIENNE, Los griegos y nosotros. Antropología comparada de la Grecia antigua (trad. cast.), Madrid, 2007 (ed. original 2005). Sobre esta escuela, A. IRIARTE y L. SANCHO ROCHER (eds.), Los antiguos griegos desde el observatorio de París, Mediterránea, n.º 15, Ediciones Clásicas, Madrid-Málaga, 2010. También R. DI DONATO, Per una antropología storica del mondo antico, Florencia, 1990. En general sobre la cuestión, W. NIPPEL, Griechen, Barbaren und ‘Wilde’. Alte Geschichte und Sozialanthropologie, Frankfurt, 1990; E. R. SCHWINGE (ed.), Die Wissenschaften von Altertum am Ende des 2. Jahrtausends n. Chr., Stuttgart, 1995, y M. BERENT, «Anthropology and the Classics: War, Violence and the Stateless Polis», Classical Quarterly, 50, 2000, 257-289.
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nes orales que constituyeron la forma literaria fundamental en Grecia hasta al menos el siglo V a.C., como los de Eric Havelock, Rosalind Thomas o Barry Powell entre otros20. Dicho enfoque ha resultado igualmente beneficioso para la mejor comprensión de la génesis de los llamados géneros literarios y su forma particular de ‘performance’, que nos ayuda a resituar y contextualizar adecuadamente los testimonios disponibles dentro de su propio marco histórico y sociológico21. Otra contribución destacada en el avance de los estudios de historia de Grecia ha sido la ampliación de horizontes desde una perspectiva histórico-geográfica que ha actuado en una doble dirección. Por un lado se ha empezado a intentar abordar el estudio del mundo griego desde un ángulo diferente al que impone el casi inevitable atenocentrismo de nuestras fuentes con ayuda de los estudios arqueológicos y epigráficos, concediendo protagonismo al resto de las regiones y estados que conformaban el antiguo mundo griego y han hecho así su aparición estudios dedicados a otras regiones como la Fócide, Beocia, Creta, Mileto, Mesenia o Acarnania entre otros22. Por otro, esta ampliación de la perspectiva y el horizonte hacia el resto de las regiones griegas se ha extendido además a toda la cuenca del Mediterráneo, que se percibe cada vez más como el escenario lógico e inevitable dentro del que conviene integrar el estudio del mundo griego si se pretende comprender a fondo los procesos de desarrollo e interacción de la cultura griega con todas las que compartían este mismo espacio durante toda la Antigüedad. Hoy sabemos, en efecto, que los diferentes protagonistas de la historia del Mediterráneo no constituyeron 20 E. A. HAVELOCK, The Literate Revolution in Greece and Its Cultural Consequences, Princeton, 1992; R. THOMAS, Oral Tradition and Written Record in Classical Athens, Cambridge, 1989, y Literacy and Orality in Ancient Greece, Cambridge, 1992, y B. B. POWELL, Writing and the Origins of Greek Literature, Cambridge, 2002. Con objetivos comparatistas, J. ASSMANN, Historia y mito en el mundo antiguo (trad. cast.), Gredos, Madrid, 2011. 21 Al respecto T. WHITMARSH, Ancient Greek Literature, Cambridge, 2004. 22 La tendencia a la descentralización ateno-espartana se inició ya muy temprano, al menos en 1924 con la obra pionera en esta clase de F. STÄHLIN, Das hellenische Thessalien: Landeskundliche und geschichtiche Beschreibung Thessaliens in der hellenischen und römischen Zeit, Stuttgart, y continuó a finales de los sesenta con la obra de Nicholas HAMMOND, Epirus, Oxford, 1967, continuó en los setenta del siglo pasado con obras como la de R. A. TOMLINSON, Argos and the Argolid: From the End of the Bronze Age to the Roman Occupation, Londres, 1972, y R. J. BUCK, A History of Boiotia, Edmonton, 1979; prosiguió después en los ochenta con las obras de R. P. LEGON, Megara: The Political History of a Greek City-State to 336 B.C., Ithaca, 1981; T. J. FIGUEIRA, Aegina: Society and Politics, Nueva York, 1981; A. GRIFFIN, Sikyon, Oxford, 1982, y J. B. SALMON, Wealthy Corinth: A History of the City to 338 B.C., Oxford, 1984, y G. SHIPLEY, A History of Samos 800-188 B.C., Oxford, 1987, y se ha afianzado más recientemente con obras generales como las de J. GEHRKE, Jenseits von Athen und Sparta. Das Dritte Griechenland und seine Staatenwelt, Munich, 1986, y R. BROK y S. HODKINSON (eds.), Alternatives to Athens. Varieties of Political organization and Community in Ancient Greece, Oxford, 2000, y monografías particulares como las de P. BERKTOLD et alii, Akarnanien, Würzburg, 1996; J. MCINERNEY, The Folds of Parnassos. Land and Ethnicity in Ancient Phokis, Austin, 1999; S. SPRAWSKY, Jason of Pherae: A Study on History of Thessaly in Years 431-370 B.C., Cracovia, 1999; T. H. NIELSEN, Arkadia and its Poleis in the Archaic and Classical Periods, Göttingen, 2002; K. G. WALKER, Archaic Eretria. A Political and Social History from the Earliest Times to 490 B.C., Routledge, Londres, 2004; S. L. LARSON, Tales of Epic Ancestry: Boiotian Collective Identity in the Late Archaic and Early Classical Periods, Stuttgart, 2007; N. LURAGHI, The Ancient Messenians, Constructions of Ethnicity and Memory, Cambridge, 2008; S. WALLACE, Ancient Crete. From Successful Collapse to Democracy’s Alternatives, Twelfth to Fifth Centuries B.C., Cambridge, 2010, o V. B. GORMAN, Miletos, the Ornament of Ionia: A History of the City to 400 B.C., Ann Arbor, 2001, y A. M. GREAVES, Miletos. A History, Londres, 2002.
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pueblos o culturas aislados unos de otros, encerrados en sus respectivas casillas ecológicas, sino que los contactos e intercambios se sucedieron casi de forma continuada a lo largo y ancho de este ámbito a partir sobre todo de la segunda mitad de la Edad de Bronce e incidieron de forma más o menos intensa en el propio desarrollo y evolución de todas estas sociedades23. Esta perspectiva mediterránea, concebida en toda su amplitud, que es la heredera intelectual de la obra magistral del historiador francés Fernand Braudel sobre el Mediterráneo en tiempos de Felipe II, ha sido el marco referencial adoptado por Peregrine Horden y Nicholas Purcell en un libro que se ha considerado revolucionario por sus implicaciones y ha merecido la atención prioritaria de los estudiosos en este campo, empeñados desde entonces, si no ya anteriormente, en ampliar el ángulo de visión excesivamente estrecho de la historia griega que concentraba su atención exclusiva y preferente en el egeo y convertía en protagonistas secundarios o irrelevantes al resto de los pueblos que habían entrado sucesivamente en contacto con los griegos desde el período arcaico en adelante24. Otra ampliación del enfoque en el estudio de la historia de Grecia se ha gestado más recientemente a partir del reconocimiento de las relaciones existentes, casi sin solución de continuidad, entre el mundo griego y las denominadas civilizaciones orientales a partir de la segunda mitad de la Edad del Bronce. Un estímulo importante en esta dirección ha sido indudablemente el provocador libro del norteamericano Martin Bernal, con el significativo título de Black Athena, que ha suscitado como reacción a sus notorios excesos y exageraciones una mayor atención hacia la incidencia específica que pudieron haber tenido dichos contactos e interacciones en casi todos los terrenos de la cultura griega25. La importancia de este campo de estudios ya había llamado la atención de estudiosos ilustres de la filología griega como el británico Martin Lichtfield West, editor de los poemas de Hesíodo en los años sesenta que ya señaló entonces la influencia determinante de la literatura oriental en el poeta griego, ampliándola más tarde a la filosofía pre-
23 En este sentido son importantes las obras de E. H. CLINE, Sailing the Wine-Dark Sea. International Trade and the Late Bronze Age Aegean, BAR International series 591, Oxford, 2009; M. VAN DE MIEROOP, The Eastern Mediterranean in the Age of Ramesses II, Oxford, 2007; D. W. TANDY, Warrior into Traders. The Power of the Market in Early Greece, Berkeley-Los Ángeles, 1997; M. GRAS, La Méditerranée archaïque, París, 1995, e I. MALKIN, A Small Greek World: Networks in the Ancient Mediterranean, Oxford, 2011. 24 P. HORDEN y N. PURCELL, The Corrupting Sea. A Study of Mediterranean History, Oxford, 2000. La enorme importancia de la obra se ha visto reflejada en el amplio eco logrado en los estudiosos del período arcaico griego tal y como se aprecia en trabajos como los de I. MORRIS, «Mediterraneanization», Mediterranean Historical Review, 18, 2, 2003, 30-55; I. MALKIN, «Networks and the Emergence of Greek Identity», Mediterranean Historical Review, 18, 2, 2003, 56-74; L. FOXHALL, «Cultures, Landscapes and Identities in the Mediterranean World», Mediterranean Historical Review, 18, 2, 2003, 75-92; A. B. KNAPP y E. BLAKE, «Prehistory in the Mediterranean: The Connecting and Corrupting Sea», en E. BLAKE y A. BERNARD KNAPP (eds.), The Archaeology of Mediterranean Prehistory, Oxford, 2004, 1-23, y I. MALKIN, Ch. CONSTANTAKOPOULOU y K. PANAGOPOULOU, «Preface: Networks in the Ancient Mediterranean», Mediterranean Historical Review, 22, 1, 2007, 1-9. 25 M. BERNAL, Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical Civilisation, 3 vols., Londres, 1987. La respuesta de los clasicistas aparece compendiada en el volumen editado por M. LEFKOWITZ y G. MACLEAN ROGERS, Black Athena Revisited, Chapel Hill y Londres, 1996. Sobre el debate suscitado por la obra, R. H. FRITZE, Conocimiento inventado. Falacias históricas, ciencia amañada y pseudo-religiones (trad. cast.), Madrid, 2010, 269-309.
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socrática y después a casi toda la literatura griega26, y el suizo Walter Burkert, destacado estudioso de la religión griega que ha subrayado también la enorme importancia de la presencia oriental dentro de la cultura griega especialmente durante el período arcaico27. Por este camino se han adentrado también especialistas capaces de manejar las dos clases de fuentes, las orientales y las griegas, como es el caso del profesor austríaco Robert Rollinger, cuyos trabajos en este delicado pero fundamental terreno han abierto camino en esta dirección, e incluso algunos orientalistas puros como es el caso de la británica Amelie Kuhrt, que contempla la cuestión desde el otro lado y ofrece una visión ciertamente minimalista y algo escéptica, al lado de otros muchos estudiosos como los alemanes Stephan Hauser y Kurt Raaflaub o el holandés Erik Van Dongen entre otros, que mantienen un cuidadoso equilibrio entre ambos campos e intentan contemplar la cuestión desde los dos lados28. En la actualidad, a pesar de los problemas existentes dada la división tradicional de los dos campos de estudio, el del mundo clásico por un lado y el de los estudios orientales por otro, ya casi nadie se resiste a la evidencia de estas relaciones y además de los estudios particulares sobre determinados casos más o menos específicos se han desarrollado también trabajos de índole metodológica como los de Alberto Bernabé o Christoph Ulf que apuntan hacia la dirección oportuna y conveniente por las que deberían discurrir las investigaciones encauzadas en esta línea tan prometedora pero al mismo tiempo arriesgada que debe rellenar con bienintencionadas hipótesis las enormes lagunas de nuestra documentación29. Esta ‘intromisión’ de los estudios orientales en el ámbito de la cultura griega ha afectado también especialmente a la relación del mundo griego con el imperio persa, sobre todo a partir de los trabajos del estudioso francés Pierre Briant, actual director del College de France que constituye hoy en día un auténtico referente
26 M. L. WEST, Hesiod, Theogony, Oxford, 1966; Hesiod Work and Days, Oxford, 1978; Early Greek Philosophy and the Orient, Oxford, 1971, y The East Face of Helicon. West Asiatic Elements in Greek Poetry and Myth, Oxford, 1997. 27 La obra fundamental es W. BURKERT, The Orientalizing Revolution. Near Eastern Influence on Greek Culture in the Early Archaic Period (trad. ingl.), Berkely, 1992, y más recientemente, De Homero a los magos. La tradición oriental en la cultura griega (trad. cast.), El Acantilado, Barcelona, 2002. 28 Son muy numerosos los trabajos de Rollinger al respecto, pero hemos de destacar sobre todo sus contribuciones a los recientes compendios, companions o enciclopedias sobre el mundo helénico realizados en el mundo anglosajón, como «The Eastern Mediterranean and Beyond: The Relations between the Worlds of Greek and Non-Greek Civilisations», en K. H. KINZL (ed.), A Companion to the Classical Greek World, Oxford, 2006, 197-226, o «Near Eastern Perspectives on the Greeks», en G. BOY-STONES et alii (eds.), The Oxford Handbook of Hellenic Studies, Oxford, 2009, 32-47; A. KUHRT, Greeks and Greece in Mesopotamian and Persian Perspective, Oxford, 2002; K. RAAFLAUB, «Influence, Adaptation and Interaction: Near Eastern and Early Greek Political Thought», en S. ARO y R. M. WHITING (eds.), The Heirs of Assyria, Helsinki, 2000, 51-64; S. R. HAUSER, «Bemerkungen zum Verhältnis von Alter Geschichte, Klassischer und Vorderasiatischer Archäologie», en H. KÜHNE et alii (eds.), Fluchtpunkt Uruk. Archäologische Einheit aus methodischer Vielfalt, Rahden, 1999, 316-341; E. VAN DONGEN, «Contacts between pre-classical Greece and the Near East in the Context of Cultural Influences: An Overview», en R. ROLLINGER et alii (eds.), Getrennte Wege? Kommunikation, Raum und Wahrnehmung in der alten Welt, Frankfurt, 2007, 13-49. 29 A. BERNABÉ, «Influences orientales dans la litterature grecque. Quelques reflexions de méthode», Kernos, 8, 1995, 9-22, y Ch. ULF, «Rethinking Cultural Contacts», en Ancient West & East, 8, 2009, 81132. Destaca también la reciente monografía de Carolina LÓPEZ RUIZ, When the Gods were Born. Greek Cosmogonies and the Near East, Harvard University Press, Cambridge Mass., 2010, que destaca el papel capital de los fenicios en todo este proceso.
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imprescindible dentro de este campo de estudios. Briant, estudioso inicial de Alejandro y de la época de los diádocos, ha dado el salto a los estudios persas y ha señalado la práctica imposibilidad de entender correctamente la historia de períodos tan decisivos en la historia griega como los siglos V y IV a.C. o el período helenístico sin un conocimiento previo bien fundamentado al menos de la historia aqueménida30. La visión casi exclusivamente helenocéntrica de estas relaciones con la correspondiente construcción ideológica del persa como prototipo del bárbaro tras la victoria griega debe ser oportunamente contrapesada con una mirada hacia el este a pesar de las dificultades que comporta la documentación aqueménida31. Esta penetración de los estudios orientales dentro del campo de la historia griega se ha revelado también especialmente fructífera en el terreno de la historia de Alejandro y del mundo helenístico con la aparición de documentos como los diarios astronómicos babilonios que aportan interesantes perspectivas sobre asuntos tan destacados como la batalla de Gaugamela, la entrada de Alejandro en Babilonia o la propia muerte del monarca en esa ciudad en el 323 a.C. Asimismo se han renovado por completo las perspectivas sobre el imperio seléucida desde este ángulo como muestran algunas obras destacadas a cargo de la ya citada orientalista Amelie Kuhrt32. Por último se ha venido poniendo en entredicho la propia concepción de Historia griega, al menos enfocada desde el punto de vista esencialista e idealizado que ha venido manejándose casi desde el Renacimiento y sobre todo a partir del siglo XVIII, al ponerse de manifiesto la fluidez de las identidades en el Mediterráneo arcaico y su condición de construcción ideológica y artificial que poco o casi nada tiene que ver con concepciones de carácter étnico. Se ha comenzado así a hablar de culturas griegas en plural, como refleja el título de un reciente volumen acerca de esta clase de cuestiones, y se ha empezado también a mirar con cierta desconfianza la visión compacta que nos ofrecen nuestros testimonios acerca de un mundo disgregado y disperso en casi todos los terrenos y que solo encuentran su justificación histórica desde el punto de vista ideológico de la legitimación de la hegemonía cultural y política ateniense33. La idea de un mundo griego más abier30 Destaca sobre todo su monumental Histoire de l’empire perse, París, 1996 o su reciente monografía sobre Darío III, Darius dans l’ombre d’Alexandre, París, 2003, así como su libro sobre Alejandro publicado inicialmente en francés en la colección Que sais je y traducido después al inglés por Amelie Kuhrt en Princeton, Alexander the Great and his Empire, Princeton, 2010, con adiciones y un capítulo nuevo sobre la historiografía de Alejandro. 31 Hay que destacar en este sentido la serie de volúmenes titulados colectivamente Achaemenid History, resultado del Achaemenid Workshop publicados por el Instituto Holandés del Próximo Oriente, que alcanzan ya los quince títulos. Sobre la corrección a esta visión ‘correctora’ de las fuentes griegas, Th. HARRISON, Writing Persian History, Londres, 2010. 32 Acerca de la importancia de la documentación oriental para la historia de Alejandro, R. J. VAN DER SPEK, «Darius III, Alexander the Great and Babylonian Scholarship», en W. HENKELMAN y A. KUHRT (eds.), A Persian Perspective. Essays in Memory of Heleen Sancisi-Weerdenburg, Achaemenid History XIII, Leiden, 2003, 289-346; sobre los diarios astronómicos, A. SACHS y H. HUNGER, Astronomical Diaries and Related Texts from Babylon, vol. I, Viena, 1988; sobre la visión del imperio seléucida, A. KUHRT y S. SHERWIN-WHITE, Hellenism in the East: The interactions of Greek and Non Greek Civilisations from Syria to Central Asia after Alexander, Londres, 1987, y S. SHERWIN-WHITE y A. KUHRT, From Samarkhand to Sardes. A New Approach to the Seleucid Empire, Londres, 1993. 33 C. DOUGHERTY y L. KURKE (eds.), The Cultures within Ancient Greek Culture. Contact, Conflict, Collaboration, Cambridge, 2003. En este terreno han sido fundamentales los trabajos de Jonathan HALL,
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to y plural, en estrecho contacto con otras culturas y civilizaciones a lo largo de su historia, incluidos períodos de particular belicismo como el famoso siglo V a.C., y desprovisto de todo ese aura de mitificación que convertía Grecia en algo singular y excepcional a diferencia de las culturas y pueblos circundantes como antepasado proverbial e indiscutible de la cultura occidental, se ha venido imponiendo así lentamente entre la mayoría de los estudiosos que han aprendido a mirar el mundo griego con otros ojos, con menos veneración e indulgencia y algo más de agudeza crítica hacia un mundo lleno de carencias y especialmente violento sin que, por supuesto, dicha visión mucho más realista y pragmática signifique dejar repentinamente de admirar sus grandes realizaciones, que aparecen además ahora oportunamente contextualizadas dentro de su marco histórico correspondiente.
Ethnic Identity in Greek Antiquity, Cambridge, 1997, y Hellenicity. Between Ethnicity and Culture, Chicago, 2002. Acerca de la puesta en entredicho del modelo tradicional de enfocar la historia griega, en cuyo proceso ha desempeñado un papel ciertamente relevante el libro de Martin BERNAL, Black Athena; K. VLASSOPOULOS, Unthinking the Greek Polis. Ancient Greek History beyond Eurocentrism, Cambridge, 2007.
2. LOS TEMAS FUNDAMENTALES
Señalamos a continuación algunos de los temas fundamentales que continúan articulando el estudio y la práctica de la investigación dentro de la historia del mundo griego en la actualidad.
2.1. La Polis Concebida como la estructura fundamental que caracteriza al mundo griego en general, la Polis ha continuado atrayendo la atención de los estudiosos. Se han abandonado algunas cuestiones esencialistas que primaron en el pasado, basadas más en la teoría propugnada por Aristóteles, para pasar al estudio exhaustivo de este tipo de sistemas políticos en su concreción más específica. En este sentido hay que mencionar la enorme importancia del Copenhagen Polis Center, impulsado por el profesor danés Mogens Herman Hansen, cuyo objetivo no es otro que el reunir un inventario de todas las poleis griegas del período arcaico y clásico de las que existe alguna clase de testimonio, acompañado de un análisis en profundidad de cuestiones tan debatidas y fundamentales como el origen, la naturaleza y el desarrollo de la polis, como centro político y urbano1. Con toda esta imponente base de datos a disposición pueden abordarse con mayores garantías algunas de las cuestiones fundamentales que han centrado la atención de los estudiosos como la identificación y localización de las poleis, la relación existente entre el centro urbano y la periferia de la chora, la constitución de la polis en zonas poco o escasamente urbanizadas como Arcadia o la formación de federaciones. Respecto a cuestiones como el origen de la polis, la respuesta dista todavía de ser general, ya que afecta de manera significativa a la enorme variedad regional existente en el mundo griego y la mayor o menor continuidad con la época micénica que se detecta durante el período llamado hasta hace poco Edad Oscura, dado que fue seguramente a lo largo de dicho período cuando se constituyeron estas pequeñas unidades políticas como resultado de la fragmentación que produjo la caída y posterior desaparición de los reinos micénicos2. 1 Entre los volúmenes aparecidos destacan M. HANSEN (ed.), Sources for the Ancient Greek City-State, Copenhagen, 1995; Introduction to an Inventary of Poleis, Copenhagen, 1996; M. HANSEN y K. A. RAAFLAUB (eds.), Studies in the Ancient Greek Poleis, Stuttgart, 1995; More Studies in the Ancient Greek Polis, Stuttgart, 1996; M. H. HANSEN y T. H. NIELSEN, An Inventory of Archaic and Classical Poleis, Oxford, 2004; M. H. HANSEN (ed.), The Return of the Polis. The Use and Meaning of the Word Polis in Archaic and Classical Sources, Stuttgart, 2007. 2 Sobre el origen de la polis, además del célebre libro de François DE POLIGNAC, La naissance de la cité grecque, París, 1984, traducido ahora al inglés con algunas adiciones como Cults, Territory and the
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Resultan igualmente relevantes dentro de esta temática las relaciones entre polis y ethnos, que constituía una forma alternativa de organización sociopolítica de la que hoy sabemos que no constituye para nada un estadio evolutivo anterior a la polis dentro de una concepción que proponía a esta como modelo final hacia el que desembocaba necesariamente el proceso de la evolución histórica3. Dentro también de esta misma temática se inscriben los estudios acerca de la organización y composición interna de la polis, cuyo panorama esbozado ya desde Fustel de Coulanges, cambió completamente tras los decisivos trabajos de los estudiosos franceses Felix Bourriot y Dennis Roussel que eliminaron el genos de las estructuras básicas de la polis4.
2.2. Los griegos y los otros La relación de los griegos con el mundo exterior, concebida desde la perspectiva griega que toma como punto de partida la dicotomía ideológica establecida al menos desde el inicio del siglo V a.C. entre griegos y bárbaros, constituye otro campo de estudios privilegiado en los últimos tiempos5. El estudio de la cuestión se ha centrado en la relación de los griegos con las otras culturas del Mediterráneo durante el proceso de expansión que tuvo lugar a lo largo del período arcaico, dado el impulso espectacular que ha cobrado el estudio arqueológico de numerosas zonas del sur de Italia o del mar Negro6, y en la relación entre griegos y persas durante la época clásica y a lo largo del período helenístico, a través del mejor conocimiento de las realidades institucionales y sociales del imperio aquémenida y un cierto cambio de enfoque en la perspectiva pro griega que caracterizaba esta clase de trabajos hasta hace bien poco7. Origins of the Greek City-State, Chicago, 1995; L. G. MITCHELL y P. J RHODES (eds.), The Development of the Polis in Archaic Greece, Londres, 1997. En general, M. H. HANSEN, Polis. An Introduction to the Ancient Greek City-State, Oxford, 2006. 3 C. MORGAN, Early Greek States Beyond the Polis, Londres, 2003. 4 F. BOURRIOT, Recherches sur la nature du genos, París, 1976; D. ROUSSEL, Tribu et cité, París, 1976. Más recientemente sobre la cuestión R. LONIS, La cité dans le monde grec. Structures, fonctionements, contradictions, París, 1994, y E. GRECO (ed.), La città greca antica. Istituzioni, società e forme urbane, Roma, 1999. Sobre un planteamiento diferente de la cuestión, K. VLASSOPOULOS, «Beyond and Below the Polis: Networks, Associations, and the Writing of Greek History», Mediterranean Historical Review, 22, 1, 2007, 11-22. 5 Una recopilación de algunos trabajos fundamentales sobre este aspecto en Th. HARRISON (ed.), Greeks and Barbarians, Edimburgo, 2002. Otros repertorios de trabajos interesantes en este campo, J. E. COLEMAN y C. A. WALTZ (eds.), Greeks and Barbarians. Essays on the Interactions between Greeks and NonGreeks in Antiquity and the Consequences for Eurocentrism, Bethesda, Maryland, 1997. Sobre el origen de la dicotomía la obra de referencia sigue siendo la de E. HALL, Inventing the Barbarian. Greek Self-Definition through Tragedy, Oxford, 1989. Más recientemente, B. COHEN (ed.), Not the Classical Ideal. Athens and the Construction of the Other in Greek Art, Leiden, 2000; B. ISAAC, The Invention of Racism in Classical Antiquity, Princeton, 2004; E. S. GRUEN (ed.), Cultural Identity in the Ancient Mediterranean, Los Ángeles, 2011, y E. S. GRUEN, Rethinking the Other in Antiquity, Princeton, 2011. 6 Acerca de la relación de los griegos con los indígenas itálicos la bibliografía se ha hecho casi inmanejable a causa de su volumen, un buen resumen reciente de la cuestión en P. G. GUZZO, Fondazione greche. L’Italia meridionale e la Sicilia (VIII e VII sec. A.C.), Roma, 2011. Sobre las regiones más orientales, G. R. TSETSKHLADZE y A. M. SNODGRASS (eds.), Greek Settlements in the Eastern Mediterranean and the Black Sea, BAR Series 1062, Oxford, 2002. En general sobre la cuestión, J. P. DESCOEUDRES (ed.), Greek Colonist and Native Populations, Oxford, 1990. 7 Sobre la relación entre griegos y persas, P. GEORGE, Barbarian Asia and the Greek Experience.
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Otra derivación de esta misma temática es el estudio de la visión que los griegos tenían de otras tierras lejanas, algunas de las cuales gozaban incluso de un cierto estatus casi mítico como era el caso de Egipto8 o de la India9. Aunque estos dos últimos territorios aparecen claramente privilegiados por la atención de los estudiosos, no se han descuidado otros como el mundo celta, el púnico, Etiopía o incluso la Península Ibérica, a pesar de que presentan mayores dificultades debido a la relativa escasez de fuentes de información comparadas con las dos anteriores10. La confrontación de los estereotipos forjados por las teorías etnográficas griegas con las realidades que se encontraron los pocos viajeros que llegaron a conocer con alguna profundidad estas culturas así como las dificultades objetivas que impedían un conocimiento en profundidad de estas culturas ajenas, teniendo en cuenta la perspectiva distante adoptada por los griegos que dista enormemente de la moderna inmersión de los antropólogos modernos en las culturas que son objeto de su estudio constituye uno de los temas fundamentales de esta clase de trabajos11.
2.3. Homero y la historia La correcta exégesis de los Poemas Homéricos y la posibilidad de su utilización como fuente histórica constituyen otro de los temas que no deja de producir una abundantísima bibliografía, una vez que ha quedado desechada la hipótesis de Moses Finley que proponía identificar la época que aparece descrita de fondo en el curso de los poemas, especialmente en la Odisea, con la llamada Edad Oscura12. From the Archaic Period to the Age of Xenophon, Baltimore, 1994; M. C. MILLER, Athens and Persia in the Fifth Century B.C. A Study in Cultural Receptivity, Cambridge, 1997; E. HALL y P. J. RHODES (eds.), Cultural Responses to the Persian Wars. Antiquity to the Third Millenium, Oxford, 2007; D. LENFANT (ed.), Les perses vus par les grecs. Lire les sources classiques sur l’empire achéménide, París, 2011. 8 Sobre Egipto, a la ya clásica monografía de Ch. FROIDEFROND, Le mirage égyptien dans la littérature grecque d’Homère à Aristote, Aix-en-Provence, 1971, se han venido a añadir después las obras de Ph. VASUNIA, The Gift of the Nile. Hellenizing Egypt from Aeschylus to Alexander, Berkeley-Los Ángeles, 2001, y más recientemente I. S. MOYER, Egypt and the Limits of Hellenism, Cambridge, 2011. 9 Sobre la India, a la ya algo antigua monografía de B. N. PURI, India in Classical Greek Writings, Ahmedabad, 1963, se han venido a sumar las de K. KARTTUNEN, India in the Early Greek Literature, Helsinki, 1989, y India and The Hellenistic World, Helsinki, 1997; U. P. ARORA, Greeks on India. Skylax to Aristoteles, Bareilly, India, 1996; P. SCHNEIDER, L’Éthiopie et l’Inde. Interférences et confusions aux extremités du monde antique (VIII siècle av. J.-C./VI siècle après J.-C.), Roma, 2004; B. DE GIVE, Les rapports de l’Inde et de l’Occident des origines au regne d’Asoka, París, 2005. 10 Sobre el mundo céltico europeo, H. D. RANKIN, Celts and the Classical World, Londres, 1987; K. TOMASCHITZ, Die Wanderungen der Kelten in der antiken literarischen Überlieferung, Viena, 2002, y T. P. BRIDGMAN, Hyperboreans. Myth and History in Celtic-Hellenic Contacts, Londres, 2005; sobre el mundo púnico, la ya clásica monografía de V. KRINGS, Carthage et les grecs 580-480 av. J.-C.: Textes et Histoire, Leiden, 1998, y M. T. BARIRA, Recherches sur les rapports entre Carthage et le monde grec (VII siècle avant J.-C.), Lille, 2002. Sobre Etiopía, F. M. SNOWDEN Jr., Blacks in Antiquity. Ethiopians in the Greco-Roman Experience, Cambridge Mass., 1970. Sobre la Península puede verse F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN, A. PÉREZ LARGACHA y M. VALLEJO GIRVÉS, La imagen de España en la Antigüedad clásica, Gredos, Madrid, 1995, o A. GUZMÁN, F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN e I. GUZMÁN, Iberia, mito y memoria, Alianza, Madrid, 2007. 11 Dos trabajos fundamentales en este terrreno son los de M. ROSELLINI y S. SAID, «Usages des femmes et autres nomoi chez les sauvages d’Hérodote. Essai de lectura structurale», Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa, ser. III, 8, 3, 1978, 949-1005, y B. D. SHAW, «Eaters of Flesh, Drinkers of Milk: The Ancient Mediterranean Ideology of the Pastoral Nomad», Ancient Society, 13/14, 1982/1983, 5-31. 12 M. I. FINLEY, El mundo de Odiseo (trad. cast.), FCE, México, 1961.
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La impresión generalizada después de numerosos e importantes trabajos al respecto es más bien que el mundo que aparece reflejado en los poemas como resultado directo de las circunstancias de su complicado proceso de composición y difusión constituye un conjunto de estratos no del todo bien diferenciados y frecuentemente entremezclados cuyos referentes precisos en el terreno histórico se escalonan desde el mundo micénico hasta la propia época del poeta o poetas que compusieron los poemas, en la segunda mitad del siglo VIII a.C.13. La cuestión de la identificación de la sociedad homérica, que ha sido calificada por un especialista en el tema como un auténtico ‘headache’ para el historiador, continua siendo un ámbito de investigación que es abordado periódicamente por los estudiosos que todavía pretenden encontrar en ellos un reflejo coherente y más o menos estructurado de los valores sociales imperantes y de las estructuras económicas y sociales más destacadas14. El uso juicioso de lecturas en clave socioantropológica ha ayudado enormemente a aclarar cuestiones tan fundamentales como el papel del intercambio de dones como marco de las transacciones económicas realizadas o la construcción del consenso en diferentes tipos de asambleas y a destacar la existencia de importantes continuidades entre la denominada sociedad homérica y las realidades que emergen a nuestro conocimiento de manera independiente en los primeros siglos del arcaísmo griego15. Dejamos de lado la cuestión de la guerra de Troya y su identificación precisa a partir de los datos que nos proporcionan tanto los poemas como algunas fuentes orientales, especialmente hititas, que ha sido ya objeto de monografías casi definitivas como las del estudioso alemán Joachim Latacz desde el punto de vista más tradicional y asentado en el testimonio de los propios poemas y en los más recientes hallazgos arqueológicos16, o las del británico Trevor Bryce que enfoca la cuestión desde el punto de vista anatolio17, además de las excavaciones mucho más 13 Dos grandes repertorios acerca de la problemática relacionada con los Poemas son J. LATAZC (ed.), Zweihundertjahre Homer-Forschung, Stuttgart, 1991, y B. POWELL y I. MORRIS (eds.), A New Companion to Homer, Leiden, 1997. El interés por todo lo relacionado con los poemas se pone de manifiesto en publicaciones recientes como F. MONTANARI y P. ASCHERI (eds.), Omero tremila anni dopo, Roma, 2002; R. FOWLER (ed.), The Cambridge Companion to Homer, Cambridge, 2004, y M. FINKELBERG (ed.), Homer Encyclopedia, 3 vols., Chichester, Malden Ma., 2011. 14 K. RAAFLAUB, «A Historian’s Headache: How to read Homeric Society?», en N. FISCHER y H. VAN WEES (eds.), Archaic Greece: New Approaches and New Evidence, Swansea, 1998, 169-193. También son fundamentales los trabajos en este campo de J. CRIELAARD, «Homer, History and Archaeology: Some Remarks on the Date of the Homeric World», en J. CRIELAARD (ed.), Homeric Questions: Essays in Philology, Ancient History and Archaeology, Amsterdam, 1995, 201-288, y «Past or Present: Epic Poetry, Aristocratic Self-Representation and the Concept of Time in the Eight and Seven Centuries B.C.», en F. MONTANARI y P. ASCHERI, Omero tremila anni dopo, 239-295; J. HAUBOLD, Homer’s People: Epic Poetry and Social Formation, Cambridge, 2000; R. OSBORNE, «Homer’s Society», en FOWLER, The Cambridge Companion to Homer (citado en nota anterior), 206-219. 15 Así se desprende en estudios generales como los de G. HERMAN, Ritualised Friendship & the Greek City, Cambridge, 1987, esp. 73 y ss., y S. VON REDEN, Exchange in Ancient Greece, Londres, 1995, 13-76. De todas formas, sigue constituyendo una pauta el trabajo de I. MORRIS, «Use and Abuse of Homer», Classical Antiquity, 5, 1986, 81-129. 16 Troya y Homero. Hacia la resolución de un enigma (trad. cast.), Destino, Barcelona, 2003 (ed. original alemana 2001), y más recientemente Troia – Wilios – Wilusa. Drei Namen für ein Territorium, Basilea, 2001. 17 The Trojans and Their Neighbours, Routledge, Londres, 2006. En esta dirección ha sorprendido a los estudiosos, sobre todo alemanes, la aparición del libro de R. SCHROTT, Homers Heimat. Der Kampf um Troia und seine relen Hintergründe, Munich, 2008, que propone la curiosa hipótesis de Homero como un
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detalladas llevadas a cabo en la propia ciudad a cargo de arqueólogos alemanes de la Universidad de Tübingen18.
2.4. La guerra como forma de vida La guerra como realidad incuestionable dentro de la historia griega y sus implicaciones políticas y sociales constituye otro fructífero campo de estudios, una vez comprobado el carácter esencialmente belicista del mundo griego incluido el famoso siglo de Pericles como ya recordó en su día el historiador suizo Jacob Burckhardt. En este campo han destacado algunos nombres como los del holandés Hans Van Wees o el norteamericano Victor Davis Hanson que han seguido el camino ya marcado en un pasado no tan lejano por estudiosos de la talla de los franceses Jean Pierre Vernant o Yvon Garland, que entendieron que los conflictos armados se hallaban profundamente arraigados en casi todas las facetas de la vida griega antigua y que su estudio y comprensión iba mucho más allá del simple estudio de cuestiones de tipo táctico o militar que habían imperado en los estudios más tradicionales y resultaba por ello esencial a la hora de entender la historia y la mentalidad griegas19. Descartada hoy la tesis de la denominada ‘revolución hoplítica’, parece evidente que la forma de combate en formación compacta y frontal fue desarrollándose a partir de formas anteriores de lucha colectiva que aparecen ya reflejadas en los poemas homéricos y en los ajuares de las tumbas y su emergencia formó parte de un proceso interactivo más amplio en el que se hallaban implicadas la propia forma de la polis y la creación del espacio político junto a conceptos como la territorialidad y la posesión de la tierra20. Se trata en definitiva de una cuestión fundamental que no afecta solo a la emergencia de la polis y a sus desarrollos posteriores sino a otros campos aparentemente más alejados del tema como la propia gestión de la democracia ateniense y a la fuerza imparable de su flota21. griego hablante de acadio que habría vivido en una floreciente comunidad griega de Cilicia, donde a mediados del siglo VII a.C. habría compuesto la Ilíada a partir de fuentes orientales que pudo leer en versión original. En respuesta a tan atrevida propuesta, Ch. ULF y R. ROLLINGER (eds.), Lag Troia in Kilikien? Der aktuelle Streit um Homers Ilias, Darmstadt, 2011. 18 Acerca del Project Troia y el curso de los trabajos puede consultarse la web www.uni.tuebingen.de/troia/eng/index.html. 19 A la clásica recolección de trabajos editada por J. P. VERNANT, Problèmes de la guerre en Grèce ancienne, París, 1985, siguió la monografía de Y. GARLAN, Guerre et économie en Grèce ancienne, París, 1989; J. RICH y G. SHIPLEY (eds.), War and Society in the Greek World, Londres, 1993; J. N. CORVISIER, Guerre et société dans les mondes grecs (490-322 av. J.-C.), París, 1999; A. BERNAND, Guerre et violence dans la Grèce Antique, París, 1999; H. VAN WEES, Greek Warfare. Myths and Realities, Londres, 2004; V. D. HANSON, Warfare and Agriculture in Classical Greece, Pisa, 1983; The Western Way of War. Infantry Battle in Classical Greece, Berkeley-Los Ángeles, 1989, y The Other Greeks. The Family Farm and the Agrarian Roots of Western Civilization, Nueva York, 1995. Recientemente, P. PAYEN, Les revers de la guerre en Grèce ancienne, Belin, París, 2012. 20 K. A. RAFLAUB, «Soldiers, Citizens and the Evolution of the Early Greek Polis», en MITCHELL y RHODES, The Development of the Polis in Archaic Greece, 49-59. 21 Así obras como las de B. JORDAN, The Athenian Navy in the Classical Period. A Study of Athenian Naval Administration and Military Organization in the Fifth and Fourth centuries B.C., University of California Press, 1975, o Vicent GABRIELSEN, Financing the Athenian Fleet. Public Taxation and Social Relations, The John Hopkins University Press, Baltimore, 1994.
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2.5. La visión del pasado La utilización ideológica del pasado por los griegos que llega hasta convertirse a veces en una verdadera invención constituye otro productivo campo de estudios dentro de la historia más reciente. Hoy en día se es bien consciente por parte de la mayoría de los estudiosos de la enorme prudencia con la que hemos de valorar los testimonios literarios disponibles procedentes de épocas más tardías sobre acontecimientos de un pasado más remoto, como el origen de las comunidades o el papel de los héroes ‘nacionales’ dentro de su historia. Dada la ausencia de testimonios y la imposibilidad de contrastar las tradiciones orales disponibles habitualmente se procedía a la reelaboración de la historia pasada a partir de los criterios y preocupaciones imperantes en el tiempo de la redacción que eran sin más extrapolados hacia un pasado en el que imperaban seguramente otra clase de motivos y valoraciones22. Un buen referente en este aspecto son los trabajos de la estudiosa francesa Nicole Loraux acerca de la ‘invención’ de Atenas en los que revela la construcción idealizada e imaginaria de su historia, difundida a través del género del epitáphios lógos o discurso fúnebre en honor de los caídos en combate23. Esta recreación e ideologización del pasado se hace también patente en los discursos de fundación colonial y en los parentescos de carácter mítico que se despliegan al respecto, casi siempre muy posteriores a los hechos a los que aluden y con una clara misión de recomposición de la situación y ubicación política de la región o localidad en cuestión24. Esta clase de relecturas del pasado más lejano o relativamente inmediato afectan a cuestiones tan fundamentales de la historia ateniense como las figuras de Solón, Pisístrato o Clístenes, percibidas a posteriori y con valoraciones bien diversas a las de sus contemporáneos, ya que fueron realizadas desde un punto de vista teleológico que contemplaba sus acciones como etapas que conducían irremediablemente hacia un objetivo determinado como era la construcción de la Gran Atenas de mediados del siglo V a.C., o acontecimientos destacados como las famosas batallas de Maratón o Platea25. Esta remodelación del pasado de acuerdo con los 22 Resultaron ya sintomáticas en este sentido las apreciaciones vertidas acerca de Heródoto como fuente para la historia arcaica en Cl. BAURAIN, Les Grecs et la Mediterranée Orientale. Des siècles obscurs à la fin de l’époque archaïque, París, 1987, 7 y ss. Más tarde pueden mencionarse algunos de los trabajos reunidos en el volumen colectivo N. LURAGHI (ed.), The Historian’s Craft in the Age of Herodotus, Oxford, 2001, como los de M. GIANGULIO, «Constructing the Past: Colonial Traditions and the Writing of History. The Case of Cyrene», 116-137; W. BLÖSEL, «The Herodotean Picture of Themistocles: A Mirror of Fifth Century Athens», 179-197; R. NICOLAI, «Thucydides’Archaeology: Between Epic and Oral Traditions», 263-285, y H. J. GEHRKE, «Myth, History and Collective Identity: Uses of the Past on Ancient Greece and Beyond», 286-313. Recientemente, K. CLARKE, Making Time for the Past. Local History and the Polis, Oxford, 2008. 23 N. LORAUX, L’invention d’Athènes. Histoire de l’oration funèbre dans la cité classique, París, 1981, o Les enfants d’Athéna. Idées athéniennes sur la citoyenneté et la división des sexes, París, 1981. En esta dirección S. GOTTELAND, Mythe et rhétorique. Les exemples mythiques dans le discours politique de l’Athènes classique, París, 2001. 24 En este terreno resulta fundamental la monografía de F. PRINZ, Gründungsmythen und Sagenchronologie, Munich, 1979. En general sobre el tema, O. CURTY, Les parentés légendaires entre cités grecques, Ginebra, 1995, y L. E. PATTERSON, Kinship Myth in Ancient Greece, Austin, 2010. 25 Sobre Platea, D. BOEDEKER, «The New Simonides and the Heroization at Plataea», en N. FISHER y A. VAN WEES (eds.), Archaic Greece. New Approaches and New Evidence, Swansea, 1998, 231-249.
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intereses específicos del momento se vería especialmente destacada a lo largo del siglo IV a.C. y en el curso de la denominada segunda sofística cuando se construyeron imágenes idealizadas de un mundo que se constituiría a partir de entonces en el referente ideal de sus modelos y especulaciones políticas26.
2.6. La economía griega La economía griega constituye otro campo de estudios especialmente privilegiado en los últimos tiempos, auspiciado por los avances logrados a través de los numerosos Field Surveys que han contribuido decisivamente al mejor conocimiento de las realidades rurales del mundo griego que solo aparecen de soslayo y como trasfondo ideal en las fuentes de carácter literario y por el traspaso a los estudios sobre el mundo griego de algunas tendencias metodológicas que se habían aplicado con éxito en el campo de la arqueología o de otros períodos de la historia27. El viejo debate acerca del carácter de la economía antigua entre quienes abogaban por su carácter primitivo y los que planteaban una visión más moderna, que tanto espacio ocupó en las páginas del historiador norteamericano Moses Finley, parece haber llegado a su fin y se abordan las cuestiones fundamentales de la vida económica de los antiguos desde diferentes ángulos y desde una perspectiva bastante menos ideologizada que permite que la documentación disponible hable por sí misma sin esquemas previos impuestos que desvirtúan o distorsionan el cuadro general propuesto28.
26 F. S. POWNALL, Lessons from the Past: The Moral Use of History in Fourth Century Prose, Ann Arbor, 2004. Sobre la segunda sofística, el ya célebre trabajo de E. BOWIE, «The Greeks and their Past in the Second Sophistic», en M. I. FINLEY (ed.), Studies in Ancient History, Londres, 1974, 166-20, y más recientemente S. E. ALCOCK, Archaeologies of the Greek Past. Landscape, Monuments, and Memories, Cambridge, 2002. 27 La emergencia del mundo rural griego se aprecia ya en trabajos como los de P. WALCOT, Greek Peasants. Ancient and Modern. A Comparison of Social and Moral Values, Manchester, 1970; A. TJEERD y C. RUNNELS, Beyond the Acropolis: A Rural Greek Past, Stanford, 1986, y R. OSBORNE, Classical Landscape with Figures: The Ancient Greek City and its Countryside, Londres, 1987; S. ISAGER y J. E. SKYDSGAARD, Ancient Greek Agriculture: An Introduction, Londres, 1992; G. SHIPLEY y J. SALMON (eds.), Human Landscapes in Classical Antiquity: Environment and Culture, Londres, 1996; V. D. HANSON, Warfare and Agriculture in Classical Greece, Berkeley, 1998, y The Other Greeks: the Family Farm and the Agrarian Roots of Western Civilization, Berkeley, 1999; N. F. JONES, Rural Athens under the Democracy, Filadelfia, 2004; S. P. MORRIS y J. K. PAPADOPOULOS, «Greek Towers and Slaves: An Archaeology of Exploitation», American Journal of Archaeology, 109, 2005, 155-225; A. BRESSON, L’économie de la Grèce des cites, vol. I, Les structures et la production, Armand Colin, París, 2007. 28 M. I. FINLEY, Economía de la Antigüedad (trad. cast.), México, 1974, y La Grecia Antigua. Economía y Sociedad (trad. cast.), Barcelona, 1984. Al hito representado en este terreno por Finley se ha respondido de diferentes formas, como I. MORRIS, «The Athenian Economy Twenty Years after the Ancient Economy», Classical Philology, 89, 1994, 351-366; J. K. DAVIES, «Ancient Economies: Models and Muddles», en H. PARKINS y C. SMITH (eds.), Trade, Traders, and the Ancient City, Londres, 1998, 225-256, y el volumen colectivo de W. SCHEIDEL y S. VON REDEN (eds.), The Ancient Economy, Nueva York, 2002, que recoge algunas publicaciones anteriores acerca de este tema; P. CARTLEDGE, E. COHEN y L. FOXHALL (eds.), Money, Labour and Land: Approaches to the Economy of Ancient Greece, Londres, 2002; J. G. MANNING y I. MORRIS (eds.), The Ancient Economy. Evidence and Models, Stanford, 2005; P. BRULÉ, J. OULHEN y F. PROST (eds.), Économie et societé en Grèce antique (478-88 av. J.-C.), Rennes, 2007. Sobre Esparta, S. HODKINSON, Property and Wealth in Classical Sparta, Londres, 2000.
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Han proliferado de este modo los estudios con este tipo de enfoque que se han centrado especialmente en el estudio del comercio29 cuya decisiva importancia dentro de la vida griega empieza a asumir sus verdaderas dimensiones más allá de un simple papel marginal y colorista como se le asignaba anteriormente y adquieren protagonismo dentro de él sectores de la aristocracia que quedaban antes únicamente asignados al dominio de la tierra. Se ha concedido también especial atención a la cuestión de la monetización30 de la economía griega, que empieza a adquirir también importancia tras una fase en la que la moneda era considerada tan solo como un elemento emblemático de la autonomía política de cada estado. Por último se ha prestado también especial atención al funcionamiento económico de la Atenas clásica, una cuestión que había quedado un tanto marginada ante el predominio abrumador de la política, relativamente bien documentada para todo este período, y que ahora empieza también a adquirir especial relevancia, y no han faltado tampoco algunas monografías acerca de otros estados como es el caso de Esparta31.
2.7. Cultos, rituales y ceremonias El mundo de la religión ha acaparado también la atención de los estudiosos del mundo griego una vez superadas las clásicas monografías de carácter enciclopédico acerca de los dioses y héroes que habían caracterizado a la investigación anterior para centrar su foco de interés en los resortes políticos, sociales e ideológicos de la vida cultual y ritual. Se ha destacado así el impacto y la función esencial que dichas prácticas tenían dentro del entramado político y social, que a diferencia de lo que se había supuesto resultaban mucho más importantes para la configuración identitaria de la comunidad32. 29 Sobre el comercio además del viejo manual de H. KNORRINGA, Emporos. Data on Trade and Trader in Greek Literature from Homer to Aristotle, Amsterdam, 1926, y la clásica monografía de A. MELE, Il commercio greco arcaico. Prexis ed Empoie, Nápoles, 1979, y R. J. HOPPER, Trade and Industry in Classical Greece, Londres, 1979; además del conocido repertorio de P. GARNSEY, K. HOPKINS y R. WHITTAKER (eds.), Trade in the Ancient Economy, Berkeley, 1983, se han sumado trabajos como los de S. VON REDEN, Exchange in Ancient Greece, Londres, 1995; R. OSBORNE, «Pots, Trade and the Archaic Greek Economy», Antiquity, 70, 1996, 31-44; H. PARKINS y C. SMITH (eds.), Trade, Traders and the Ancient City, Londres, 1998; D. W. TANDY, Warrior into Traders. The Power of Market in Early Greece, Berkeley, 1997; L. FOXHALL, «Cargoes of the Heart’s Desire: The Character of Trade in the Archaic Mediterranean World», en N. FISHER y H. VAN WEES (eds.), Archaic Greece: New Approaches and New Evidence, Swansea, 1998, 295-309; L. KURKE, Coins, Bodies, Games, and Gold: The Politics of Meaning in Archaic Greece, Princeton, 1999, y C. M. REED, Maritime Traders in the Ancient Greek World, Cambridge, 2003, y A. BRESSON, L’économie de la Grèce des cites, vol. II, Les spaces de l’échange, Armand Colin, París, 2008. 30 S. VON REDEN, «Money in the Ancient Economy: a Survey of Recent Research», Klio, 84, 2002, 141-174; A. MEADOWS y K. SHIPTON (eds.), Money and its Uses in the Ancient Greek World, Oxford, 2001; D. J. MATTINGLY y J. SALMON (eds.), Economies beyond Agriculture in the Classical World, Londres, 2001; D. M. SCHAPS, The Invention of Coinage and the Monetization of Ancient Greece, Ann Arbor, 2004. 31 Al estudio ya clásico de J. K. DAVIES, Wealth and the Power of Wealth in Classical Athens, Nueva York, 1981, le han seguido otros, como P. C. MILLET, Lending and Borrowing in Ancient Athens, Cambridge, 1991; E. E. COHEN, Athenian Economy and Society: A Banking Perspective, Princeton, 1992; V. GABRIELSEN, Financing the Athenian Fleet: Public Taxation and Social Relations, Baltimore, 1994; T. J. FIGUEIRA, The Power of Money: Coinage and Politics in the Athenian Empire, Filadelfia, 1998; L. FOXHALL, Olive Cultivation in Ancient Greece: Seeking the Ancient Economy, Oxford, 2007. Sobre Esparta, S. HODKINSON, Property and Wealth in Classical Sparta, Londres, 2000. 32 Sobre la profunda implicación de la religión en el espacio cívico, J. NEILS (ed.), Worshipping Athe-
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De este modo han adquirido un nuevo protagonismo dentro de este campo algunas cuestiones que aparecen en la actualidad como centrales de la vida comunitaria griega, tales como la destacada relación de las mujeres con el culto que las otorgaba un papel menos secundario en la vida de la comunidad de lo que se había supuesto a la vista de su marginación de la política33, o el papel desempeñado por los grandes santuarios en la articulación de la identidad colectiva griega, especialmente los denominados panhelénicos como Delfos y Olimpia, y su función como auténticos escaparates y mediadores de la vida pública internacional a través de las grandes ofrendas realizadas dentro de sus respectivos ámbitos, como es el caso del santuario de Hera en Samos o el de Peracora34.
2.8. El papel de las leyes Las leyes y los marcos jurídicos que regulaban la vida política griega han acaparado también una cierta atención por parte de los estudiosos del mundo griego, sobre todo después de que se haya considerado que el término ‘codificación’ resulta inadecuado en su aplicación, ya que se trataba más bien de normas ad hoc que regulaban problemas específicos que ponían en peligro la vida comunitaria y que ponen de manifiesto la voluntad política de los ciudadanos y su integración dentro de la comunidad o de cuestiones de procedimiento en las que se reflejan las tensiones existentes dentro de los grupos dominantes a la hora de garantizar una alternativa en el poder y el abuso en la detentación de los cargos públicos. De hecho los testimonios disponibles revelan que la legislación de amplio alcance era algo más bien excepcional que incluso donde aparece documentada, como en Atenas y Gortina en Creta, no alcanza nunca las dimensiones y la envergadura jurídica de un código legal de carácter sistemático y completo35. El papel decisivo de los tribunales atenienses dentro de la vida política de la ciudad y la forma de su
na: Panathenaia and Parthenon, Madison, 1996; Ch. SOURVINOU-INWOOD, Tragedy and Athenian Religion, Lanham, 2003; R. PARKER, Polytheism and Society at Athens, Oxford, 2005; M. FINKELBERG, «The City Dionysia and the Social Space of Attic Tragedy», en J. DAVIDSON, F. MUECKE y P. WILSON (eds.), Greek Drama III: Essays in Honor of Kevin Lee, Londres, 2006, 17-26. 33 Sobre la importancia y el protagonismo femenino en los rituales, U. KRON, «Priesthoods, Dedications and Evergetisms: What Part Did Religion Play in the Political and Social Status of Greek Women?», en P. HELLSTRÖM y B. ALROTH (eds.), Religion and Power in the Ancient Greek World, Uppsala, 1996, 139-182; D. LYONS, Gender and Inmortality: Heroines in Ancient Greek Myth and Cult, Princeton, 1997; S. BLUNDELL y M. WILLIAMSON (eds.), The Sacred and The Feminine in Ancient Greece, Londres, 1998; M. DILLON, Girls and Women in Classical Greek Religion, Londres, 2002; S. COLE, Landscape, Gender, and Ritual Space: The Ancient Greek Experience, Berkeley, 2004; J. B. CONNELLY, Portrait of a Priestess, Princeton, 2007. Sobre los cultos griegos en general, J. LARSON, Ancient Greek Cults, Nueva York, 2007. 34 Sobre los santuarios, S. E. ALCOCK y R. OSBORNE (eds.), Placing the Gods: Sanctuaries and Sacred Space in Ancient Greece, Oxford, 1994; sobre los grandes santuarios, J. PEDLEY, Sanctuaries and the Sacred in the Ancient Greek World, Cambridge, 2006; M. SCOTT, Delphi and Olympia. The Spatial Politics of Panhellenism in the Archaic and Classical Periods, Cambridge, 2010. 35 Además de la ya clásica monografía de E. GAGARIN, Early Greek Law, Berkeley-Los Ángeles, 1986, contamos con trabajos como los de R. SEALEY, The Justice of the Greeks, Ann Arbor, 1994; O. BEHRENDS y W. SELLERT (eds.), Nomos und Gesetz, Göttingen, 1995; L. FOXHALL y A. LEWIS (eds.), Greek Law in its Political Setting, Oxford, 1996. Sobre la legislación arcaica en general, K. J. HÖLKESKAMP, Schiedsrichter, Gesetzgeber und Gesetzgebung im archaischen Griechenland, Stuttgart, 1999, que contiene una colección completa de todos los testimonios disponibles.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
funcionamiento efectivo han constituido también un tema importante dentro de este mismo apartado36.
2.9. Los otros en la ciudad griega Los colectivos políticamente marginados dentro del propio mundo griego, como las mujeres, los extranjeros, los esclavos o las poblaciones de estatus servil de algunos territorios, que solo aparecen de manera tangencial y manifiestamente parcial en nuestra documentación literaria y son siempre percibidos desde la óptica masculina y ciudadana dominante, han constituido otro de los temas que han suscitado un enorme interés entre los estudiosos del mundo griego. Destaca especialmente el estudio de la situación de las mujeres, que se ha visto particularmente potenciado a raíz de los avances de las teorías feministas y los denominados estudios de ‘gender’ (género) junto a las nuevas perspectivas sobre este campo abiertas por los estudiosos de la denominada escuela de París37. El papel de la mujer en la vida cotidiana, en la legislación ateniense, en los parámetros morales y de ciudadanía, en la sexualidad y sus representaciones, o en su propia concepción dentro de la ideología varonil dominante constituyen ámbitos diferentes y a veces interconectados entre sí de la abundante investigación sobre el tema que han ido desplazando de manera progresiva a las visiones más tradicionales y costumbristas que contemplaban la cuestión desde un punto de vista puramente anecdótico y descriptivo38. 36 Sobre la vida judicial de Atenas, M. P. OSTWALD, From Popular Sovereignty to the Sovereignty of Law: Law, Society, and Politics in Fifth Century Athens, Berkeley-Los Ángeles, 1986; P. CARTLEDGE et alii (eds.), Nomos: Essays in Athenian Law, Politics and Society, Cambridge, 1990; S. TODD, The Shape of Athenian Law, Oxford, 1993; V. HUNTER, Policing Athens: Social Control in the Attic Lawsuits 420-320 B.C., Princeton, 1994; A. L. BOEGEHOLD, The Lawcourts at Athens: Sites, Buildings, Equipment, Procedure and Testimonia, Princeton, 1995; A. SCAFURO, The Forensic Stage, Cambridge, 1997; M. CHRIST, The Litigious Athenians, Baltimore, 1998; S. JOHNSTONE, Disputes and Democracy. The Consequences of Litigation in Classical Athens, Austin, 1999; V. HUNTER y J. EDMONSON (eds.), Law and Social Status in Athens, Oxford, 2000; A. LANNI, Law and Justice in the Courts of Classical Athens, Cambridge, 2006. 37 Sobre esta contribución, P. SCHMITT-PANTEL, «L’histoire du genre (gender) dans les écrits sur l’Antiquité grecque de Jean Pierre Vernant et Pierre Vidal-Naquet», en A. IRIARTE y L. SANCHO (eds.), Los antiguos griegos desde el observatorio de París, Málaga, 2010, 173-190. Sobre la contribución de Nicole Loraux en este terreno, A. IRIARTE, Historiografía y Mundo griego, Vitoria, 2011, 117-120, que destaca sus dos obras fundamentales en este campo como son Les Enfants d’Athéna y Les expériences de Tiresias, aparecidas respectivamente en los años 1981 y 1989. 38 A los tratamientos más o menos convencionales como la conocida monografía de Claude MOSSÉ, La mujer en la Grecia clásica (trad. cast.), Madrid, 1990, se han venido a sumar tratamientos más específicos y pormenorizados como los de G. ARRIGONI (ed.), Le donne in Grecia, Roma-Bari, 1985 que reúne una serie de artículos de algunos de los mejores especialistas en el tema; E. C. KEULS, The Reign of the Phallus. Sexual Politics in Ancient Athens, Berkeley-Los Ángeles, 1985; R. JUST, Women in Athenian Law and Life, Londres, 1989; R. SEALEY, Women and Law in Classical Greece, Chapel Hill, 1990; A. IRIARTE, Las redes del enigma. Voces femeninas en el pensamiento griego, Madrid, 1990; D. COHEN, Law, Sexuality, and Society. The Enforcement of Morals in Classical Athens, Cambridge, 1991; S. BLUNDELL, Women in Ancient Greece, Londres, 1995; M. A. KATZ, «Ideology and the Status of Women in Ancient Greece», en R. HAWLEY y B. LEVICK (eds.), Women in Antiquity, Londres, 1995, 21-43; I. MCAUSLAN y P. WALCOT (eds.), «Women in Antiquity», Greece & Rome Studies, 3, Oxford, 1996; D. M. SCHAPS, «What was Free About an Athenian Woman?», Transactions of American Philological Association, 128, 1998, 161-189; A. IRIARTE, De Amazonas a ciudadanos. Pretexto ginecocrático y patriarcado en la Grecia Antigua, Akal, Madrid, 2002; L. J. LLEWELLYN JONES, Aphrodite’s Tortoise: The Veiled Women of Ancient Greece, Swan-
2.
LOS
TEMAS FUNDAMENTALES
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2.10. Tópicos tradicionales Una serie de temas que podríamos denominar tradicionales, y a la vez inevitables, han continuado ejerciendo su fascinación sobre los estudiosos del mundo griego y se han prodigado así las publicaciones en estos diferentes campos. Este es el caso de la democracia ateniense que a pesar de los numerosos trabajos existentes al respecto ha continuado atrayendo la atención de los especialistas con trabajos más detallados que pretenden especificar las verdaderas reglas de juego del sistema con independencia de las proclamas propagandísticas que han dejado su oportuno reflejo en nuestras fuentes principales, acentuar la existencia de diferentes valoraciones y actitudes respecto al sistema en el propio interior de la ciudad sobre todo en su vertiente más crítica o poner de manifiesto las distancias y convergencias de la realidad institucional antigua y sus supuestas herencias en el mundo moderno39. Otro de los temas que se repiten constantemente es la figura de Alejandro que continua igualmente proporcionando materia de reflexión a los estudiosos, si bien, como ha señalado Pierre Briant, su carácter reiterativo o escasamente novedoso, basado en la continua reelaboración de su biografía militar partiendo del relato de los historiadores antiguos, constituye un auténtico lastre, ya que aumenta el volumen de los trabajos acerca del monarca macedonio hasta unos límites que resultan ya prácticamente inabordables40. El debate surgido a raíz de la necesaria desmitificación de la figura de Alejandro ha dado lugar a la que Briant denomina nueva ortodoxia cuya intención inicial era destruir la figura idealizada que fue creasea, 2003. En general sobre el tema, N. DEMAND, «Gender Studies and Ancient History: Participation and Power», en S. M. BURSTEIN, N. DEMAND, I. MORRIS y L. TRITLE, Current Issues and the Study of Ancient History, Claremont, California, 2002, 31-43. 39 Acerca del funcionamiento específico del sistema el artículo de P. J. RHODES, «Political Activity in Classical Athens», JHS, 106, 1986, 132-144, constituye un auténtico punto de referencia. En esta línea se han desplegado los diferentes trabajos de Josiah OBER, Mass and Elite in Democratic Athens. Rhetoric, Ideology, and the Power of the People, Princeton, 1989; The Athenian Revolution. Essays on Ancient Greek Democracy and Political Theory, Princeton, 1996; Political Dissent in Democratic Athens. Intellectual Critics of Popular Rule, 1998, y Democracy and Knowledge: Innovation and Learning in Classical Athens, Princeton, 2010. Una puesta a punto de la cuestión en P. J. RHODES, Ancient Democracy and Modern Ideology, Londres, 2003, y más recientemente, poniendo en relación el sistema democrático con otras esferas como la económica, la legal o la religiosa, R. OSBORNE, Athens and Athenian Democracy, Cambridge, 2010. 40 El enfoque ‘multiautorial’ parece que ha comenzado ya a sustituir a las antiguas monografías individuales más ambiciosas, tal y como puede comprobarse a través de la publicación de algunos repertorios recientes como el editado por Joseph ROISMAN, A Brill Companion to Alexander the Great, Leiden, 2002, o la reciente historia dirigida por Waldemar HECKEL y Lawrence TRITLE, Alexander the Great. A New History, Wiley-Blackwells, Oxford, 2009. En esta tendencia colectiva van también los volúmenes recientes de W. HECKEL y L. A. TRITLE (eds.), Crossroads of History. The Age of Alexander, Claremont, California, 2003; W. HECKEL, L. TRITLE y P. WHEATLEY (eds.), Alexander’s Empire. A Companion to Crossroads of History, Claremont, California, 2007, y Alexander & his Successors. Essays from the Antipodes. A Companion to Crossroads of History: The Age of Alexander. Alexander’s Empire: Formulation to Decay, Claremont, California, 2009. Un enfoque diferente es el adoptado por BRIANT en su nueva versión inglesa del libro publicado en su día en la colección Que sais-je, Alexander the Great and his Empire, Princeton, 2010, que ofrece además en el capítulo final, nuevo, un panorama utilísimo de los estudios sobre el monarca macedonio y su utilidad. Hay que destacar en este campo la monografía dedicada por el estudioso francés a la figura de Darío III, Darius III dans l’ombre d’Alexandre, París, 2003, y la serie de conferencias y cursos impartidos en el Collège de France acerca de la historiografía de Alejandro con especial atención al siglo XVIII, accesibles a través de la web Achemenet o la del propio Collège de France.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
da primero por Tarn y luego fue alentada con mayor enjundia intelectual por Hammond. En este terreno se sitúan los trabajos de Bosworth41, que han impuesto una visión mucho más descarnada y pragmática del conquistador macedonio, o en una línea todavía más acentuada hacia la versión demoníaca de Alejandro los de Ian Worthington42, que han suscitado la respuesta polémica del estudioso norteamericano Holt, que defiende una imagen mucho más matizada y menos demonizada del personaje43. Fuera de este debate en el que impera un cierto anacronismo al evaluar la conducta de Alejandro a través de criterios modernos que pasan por alto o desmerecen el contexto histórico en el que vivió y actuó el monarca macedonio, la investigación acerca de Alejandro se mueve ahora sobre todo en el camino marcado por el mejor conocimiento de las realidades macedonias a través de los avances conseguidos por la arqueología de la zona y de la epigrafía así como por la aportación de las fuentes orientales, especialmente babilonias, que contribuyen a matizar de forma considerable el panorama biográfico heroico y helenizante que se había diseñado hasta hace relativamente poco44.
41 Ya en 1976 Bosworth hacía recaer en la persona de Alejandro la responsabilidad directa del declive macedonio gracias a la sangría humana constante que había significado la conquista, en «Alexander the Great and the Decline of Macedon», Journal of Hellenic Studies, 106, 1986, 1-12, y acentuaba de manera clara su posicionamiento en su monografía Alexander and the East. The Tragedy of Triumph, Oxford, 1996, en la que ponía de manifiesto los desmanes y masacres generalizadas que Alejandro llevó a cabo en su conquista de la India. Una visión que todavía se acentuó más en su trabajo «A Tale of two Empires: Hernan Cortes and Alexander the Great», en A. B. BOSWORTH y E. BAYNHAM (eds.), Alexander the Great in Fact and Fiction, Oxford, 2000, 23-49, en el que comparaba las hazañas y devastaciones de los dos conquistadores. 42 Ian WORTHINGTON, Alexander the Great. Man and God, Londres, 2004. Esta tendencia a la desacralización de Alejandro que se inclina a menudo hacia su completa demonización se aprecia también en títulos recientes como los D. J. LONSDALE, Alexander the Great, Killer of Men. History’s Greatest Conqueror and the Macedonian Art of War, Nueva York, 2004, o J. D. GRAINGER, Alexander the Great Failure. The Collapse of the Macedonian Empire, Londres, 2007. 43 Una respuesta contundente a estas visiones es la de F. HOLT, «Alexander the Great Today: In the Interest of Historical Accuracy», AHB, 13, 3, 1999, 111-117, en respuesta al anterior trabajo de Worthington en la misma revista, «How Great was Alexander the Great, AHB, 13, 2, 1999, 39-55. 44 Hay que destacar en este terreno los trabajos ya clásicos de Eugene BORZA, In the Shadow of Olympus. The Emergence of Macedon, Princeton, 1990, y más recientemente, Before Alexander: Constructing Early Macedonia, Claremont, California, 1999. Sobre los estudios macedonios un reciente repertorio es el editado por J. ROISMAN y I. WORTHINGTON (eds.), A Companion to Ancient Macedonia, Oxford, 2010. Sobre la aportación de los documentos babilonios, B. VAN DER SPEK, «Darius III, Alexander the Great and Babylonian Scholarship», en W. HENKELMAN y A. KUHRT (eds.), A Persian Perspective: Essays in Memory of Heleen Sancsi-Weerdenburg, Achaemenid History, Leiden, 2003, 289-346.
3. LOS TEXTOS: CONDICIONES Y LIMITACIONES
3.1. La importancia de las fuentes literarias El estudio del mundo griego antiguo se basa en las fuentes de información disponibles, tanto textuales como materiales. Sin embargo, dado el carácter mudo de los objetos o de los restos materiales y las numerosas ambigüedades que presenta su interpretación, las fuentes de carácter literario han constituido siempre el eje fundamental de nuestra tarea de interpretación y reconstrucción histórica, ya que son las únicas que nos aportan un marco completo de la evolución histórica con su narración secuenciada de los acontecimientos, como los relatos de Heródoto, Tucídides, Jenofonte o Polibio. Son también las únicas que ponen nombres y personalidad con mayor o menor profundidad y precisión a los protagonistas de los acontecimientos lejos del anonimato generalizado y desesperante que envuelve toda la documentación arqueológica o de los individuos desconocidos que aparecen mencionados fugazmente en las inscripciones ocupando un cargo o realizando una transacción determinada. Son también las únicas que aportan una reflexión sobre el curso de los acontecimientos al intentar desvelar y analizar las causas más próximas o más lejanas que los provocan y tratar de extraer a partir de ellos lecciones de carácter político y moral de validez más universal que afectan al comportamiento humano general. A pesar de estas evidentes ventajas, la información que nos proporcionan otras fuentes como las inscripciones, las monedas, los restos materiales que recupera la arqueología o las imágenes que aparecen por doquier en la pintura de la cerámica o en todo tipo de relieves escultóricos resulta igualmente fundamental, ya que completan, matizan, precisan y a veces corrigen la información de las fuentes literarias, sometidas a un proceso de manipulación y conservación mucho más complicado que las otras clases de fuentes históricas. La tarea de interpretación y reconstrucción histórica del mundo griego antiguo debe hacerse, por tanto, a través del análisis de todo el conjunto de testimonios disponibles, uniendo las piezas de información existentes y confrontando y comparando unas con otras cuando ello es posible.
3.2. Las grandes pérdidas Las fuentes literarias son además aparentemente las más abundantes, ya que contamos con una respetable cantidad de autores y obras que se han conservado hasta nosotros. Sin embargo, esto no deja de ser un espejismo, ya que tan solo
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poseemos un 20% de toda la producción literaria griega antigua entre los siglos VIII a.C. y VI d.C. La gran mayoría de las obras se ha perdido y tan solo tenemos de ellas vagas noticias acerca de su contenido que aparecen mencionadas en forma de citas, casi nunca literales, en otros autores conservados que las han incluido en sus obras después de reelaborar ampliamente el pasaje concreto para adaptarlo a su estilo y a sus propios objetivos literarios1. Hay que tener en cuenta que resultaba prácticamente imposible citar un pasaje de manera literal, ya que ello implicaba volver a desenrollar el rollo de papiro que contenía la obra y casi volver a leer de nuevo toda la obra hasta encontrar el pasaje, dadas las dificultades que presentaba la escritura, ya que no había separación de palabras ni puntos ni comas, lo que suponía un esfuerzo considerable que casi nadie estaba dispuesto a hacer. Las citas se hacían, por tanto, de memoria con todas las posibilidades de distorsión que implica dicho procedimiento. Como ilustración de las dimensiones del naufragio sufrido por la literatura griega antigua podemos recordar que como representantes del género épico tan solo conservamos los poemas homéricos, Ilíada y Odisea, y a Hesíodo a pesar de que sabemos que se compusieron muchos otros que tenían como protagonistas a los grandes héroes de la mitología griega, como Perseo o Heracles. De la poesía lírica del período arcaico tan solo disponemos de escuetos fragmentos procedentes de autores muy posteriores que los citan o de algunos hallazgos esporádicos y extraordinarios de textos originales escritos en papiro. Conocemos casi mil nombres de historiadores griegos, pero tan solo podemos leer completas algunas pocas obras como las de Heródoto o Tucídides, teniendo que conformarnos con tan solo algunas partes de las obras de Polibio, Diodoro o Apiano, ya que el resto se ha perdido. De los grandes historiadores del siglo IV a.C. como Éforo o Teopompo no conservamos más que fragmentos y esa es la situación también para casi todo el período helenístico, ya que no poseemos la obra de historiadores como Jerónimo de Cardia, Filarco o Agatárquides de Cnido por citar tan solo algunos de los nombres más ilustres. Se han perdido la mayor parte de las numerosas historias locales escritas para narrar la historia de cada ciudad o las memorias de algunos políticos e historiadores compuestas habitualmente como apología de sus acciones. Géneros como la tragedia y la comedia nos han dejado solo obras de tres autores para el primero y de dos para el segundo a pesar de que cada año una gran cantidad de ellos concurrían para ganar el concurso en el que se representaban estas composiciones. Tampoco respecto a los géneros en prosa estamos en mejores condiciones, ya que no podemos leer las obras de los llamados filósofos presocráticos y tampoco ha llegado completo hasta nosotros ninguno de los tratados científicos que se escribieron durante el período helenístico.
3.3. Una tradición escasa y fragmentaria Esta situación de escasez y fragmentariedad afecta igualmente a la documentación existente para los diferentes períodos de la historia griega antigua. Nuestra 1 Sobre la problemática de los fragmentos resulta fundamental el trabajo de P. A. BRUNT, «On Historical Fragments and Epitomes», Classical Quarterly, nueva serie 30, 1980, 477-494. En general, G. W. MOST (ed.), Collecting Fragments/Fragmente sammeln, Vanderhoeck & Ruprecht in Göttingen, 1997.
3.
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TEXTOS: CONDICIONES Y LIMITACIONES
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mejor fuente de información para todo el período arcaico, que abarca los siglos VIII al VI a.C. es la obra de Heródoto, pero este autor compuso su obra a mediados del siglo V a.C. cuando ya habían transcurrido casi doscientos años de muchos de los acontecimientos que narra en su historia. No existían bibliotecas ni archivos en los que documentarse sobre los tiempos pasados, tal y como sucede en la actualidad, sino que lo más habitual era recurrir al testimonio oral de quienes decían conocer lo sucedido en el pasado o se consideraban perfectamente autorizados para detentar en exclusiva esta memoria. Se trataba de sacerdotes de los santuarios griegos, de miembros destacados de las grandes familias aristocráticas que se jactaban de poseer una genealogía ilustre que los diferenciaba de la mayoría y constituía su principal argumento distintivo para detentar el poder dentro de la comunidad. Hoy sabemos por los estudios de los antropólogos que trabajan con sociedades primitivas que subsisten en el mundo actual, en África, América o las islas del Pacífico, que la tradición oral no permite remontarse más allá de tres generaciones, por lo que hemos de pensar que los recuerdos que se extienden más allá de esta barrera cronológica pertenecen más al ámbito de la mitología que a la realidad histórica. Aun así lo conservado en el recuerdo dentro del margen de las tres generaciones mencionado no siempre se corresponde exactamente con lo que aconteció en su momento, ya que en el proceso de trasmisión y conservación de estos recuerdos han intervenido activamente los intereses de un grupo para mantener su posición privilegiada o el deseo de camuflar u ocultar hechos que podrían contribuir a menoscabar su prestigio. Los únicos testimonios contemporáneos del período arcaico que hablan por sí mismos son los poetas y primeros filósofos de toda esta época pero sus obras y escritos han quedado reducidos prácticamente a la nada, ya que sus citas se han conservado en obras más bien tardías y aparecen completamente fuera de su contexto original para servir de ilustración al tema de las obras en las que aparecen. La historia del período clásico, que abarca la mayor parte de los siglos V y IV a.C., se encuentra mejor documentada, ya que conservamos prácticamente completas las obras de los grandes historiadores de este período, como son Heródoto, Tucídides y Jenofonte. Poseemos también un cierto número de tragedias y comedias que fueron representadas sobre todo durante la segunda mitad de este período y en las que se refleja buena parte de los problemas y preocupaciones que acechaban a la sociedad ateniense de entonces. Disponemos también de unos cuantos discursos de los oradores que en teoría pudieron ser pronunciados delante de los tribunales populares o en la asamblea. Sus autores principales, Lisias, Demóstenes, Esquines, Isócrates o Hipérides reflejan cuestiones de gran calado para toda la comunidad como la necesidad de unir las fuerza griegas contra un enemigo común o de defenderse ante las continuadas agresiones del rey de Macedonia sobre los territorios del norte en los que Atenas poseía importantes intereses económicos, o relacionadas más directamente con el ámbito privado, pero que afectaban igualmente a toda la comunidad, como la conducta de determinados personajes de la sociedad ateniense atribulados por problemas de herencia o por asuntos más escabrosos relacionados con la fidelidad conyugal y sus implicaciones económicas. Poseemos también un buen número de inscripciones, que para el período anterior son más bien escasas, en las que encontramos algunos decretos o juramentos que revelan aspectos importantes de la vida comunitaria ateniense.
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La historia del período helenístico, que incluye la época posterior que va desde la muerte de Alejandro en el 323 a.C. hasta la conquista final de Roma de todo el oriente helenístico tras la victoria de Augusto en Accio sobre las tropas de Antonio y Cleopatra VII en el 31 a.C., resulta mucho más desigual y fragmentaria que la del período precedente2. Hemos perdido la obra de los principales historiadores de la época, bien de forma total como en el caso de Jerónimo de Cardia, Duris de Samos, Filarco de Atenas o Agatárquides de Cnido, o de manera parcial como en el caso de Polibio y Diodoro, de los que nos han llegado casi completos algunos de los libros de sus respectivas historias. No poseemos, por tanto, una secuencia narrativa tan completa y densa como sucedía en el caso anterior para algunos momentos como la guerra contra los persas o la guerra del Peloponeso y hemos de conformarnos simplemente con algunos destellos acerca de las hazañas de algunos de los monarcas más importantes de la época como Filipo V de Macedonia o Antíoco III de los seléucidas, dos de las grandes monarquías que protagonizaron la historia de todo este tiempo. La ampliación del escenario de la historia griega hasta el Asia central y Egipto convierte todavía en más lamentable y preocupante el desesperante silencio de nuestras fuentes de información sobre la mayor parte de todos estos territorios y sobre extensos períodos de tiempo de una época que sin embargo se movía por unos patrones de conducta más cercanos y comprensibles para nosotros comparados con la historia anterior3. La fragmentariedad y la escasez de fuentes de información afectan también al interior del propio mundo griego, ya que la inmensa mayoría de nuestros testimonios proceden de los medios atenienses y centran, por tanto, todo su interés y su atención en la ciudad de Atenas dejando en un segundo plano a la mayoría de los estados griegos. Solo Esparta adquiere un mayor protagonismo a causa de su enfrentamiento con Atenas en el último cuarto del siglo V a.C. y del interés que mostraron por ella algunos intelectuales atenienses como Jenofonte o Platón, que mostraban abiertamente su descontento con el sistema imperante en Atenas y buscaban una alternativa en el régimen peculiar que imperaba en la ciudad rival, que había resultado además vencedora en la guerra del Peloponeso. Otros estados importantes como Tebas, Tesalia, Argos, Corinto o Rodas emergen tan solo de soslayo en nuestras noticias cuando sus acciones o decisiones afectan en alguna medida a los planes de Atenas.
3.4. La forma de escribir la historia Los autores atenienses o los historiadores que escribían en Atenas como Heródoto tampoco ofrecían una visión desapasionada y neutral de los acontecimientos. Sus pretensiones no eran referir la estricta verdad de lo sucedido tras una laboriosa investigación de los testimonios disponibles y la confrontación crítica de unos y otros, tal y como es el objetivo de los historiadores modernos. Su finalidad principal era acomodarse de la mejor manera posible a las exigencias de su audi2 C. PRÉAUX, «Sur le naufrage de la littérature historique de l’âge hellénistique», en Miscellanea Vergote, Orientalia Lovaniensia Periodica, 6-7, 1975-1976, 455-462. 3 Sobre el carácter más actual del período helenístico resulta enormemente ilustrativo el articulo de E. WILL, «Le monde hellénistique et nous», Ancient Society, 10, 1979, 79-95.
3.
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torio, tratando de influir en él, y conseguir sus propios objetivos personales, como superar en fama a sus predecesores y alcanzar un mayor prestigio y credibilidad que ellos4. Entonces como ahora el criterio de verdad resultaba completamente relativo y quedaba casi siempre supeditado a otra clase de exigencias y condicionantes. En primer lugar no siempre se disponía de la información necesaria para llevar a cabo el relato de lo sucedido con las mínimas garantías de veracidad. El relato de las guerras y conflictos se hacía siempre desde la perspectiva de uno de los lados a pesar de los esfuerzos realizados por conseguir un grado mayor de objetividad. Las noticias arribaban de la boca de otros personajes que poseían sus propios intereses a la hora de trasmitir la información con todas las tentaciones a la distorsión que exigía la conservación de su estatus o la legitimidad de su propia posición o la de su comunidad. Incluso cuando eran contemporáneos a las acciones descritas, como era el caso de Tucídides, tampoco podían alcanzar con su propio testimonio todos los rincones y escenarios, sobre todo si el conflicto se extendía por un amplio espacio geográfico como en el caso de la guerra del Peloponeso que abarcaba casi todo el Egeo, y debían confiar necesariamente en las informaciones proporcionadas por terceros. La presencia del autor en el escenario de una batalla tampoco constituía ninguna garantía, ya que por el propio desarrollo más o menos caótico de los hechos resultaba prácticamente imposible percibir en su conjunto toda la contienda en sus diferentes fases, desde el principio hasta el final. Así no es extraño que muchas narraciones de batallas presenten un esquema de desarrollo parecido y aparezcan incluso algunos episodios similares y hasta repetitivos, ya que en la mayoría de los casos el historiador se veía obligado a reconstruir mentalmente lo sucedido con ayuda de otros esquemas previos al haber quedado reducido su testimonio de primera mano a un retazo parcial, más o menos significativo, pero seguramente incompleto de todo el conjunto. Algo similar sucede con las historias personales o esquemas biográficos que caracterizan a algunos de los principales protagonistas. La neta distinción entre la información procedente de una fuente veraz y autorizada acerca del carácter y la conducta de un personaje determinado y las noticias mucho más cercanas a los chismes o habladurías sin fundamento basadas en la rivalidad personal o familiar o en el puro desconocimiento no siempre se hacía con todos los rigores y era frecuente que los datos procedentes de unas y otras fuentes se filtraran provocando la frecuente diversidad de tradiciones o la simple contradicción entre las noticias transmitidas. A diferencia de lo que sucede en la actualidad, la historia era en Grecia un género literario más y existían, por tanto, una serie de convenciones a las que había que atenerse a la hora de escribir una obra a pesar de las posibles deformaciones que podían introducir en la descripción de la realidad. Los historiadores griegos no presentan un relato objetivo e imparcial de los acontecimientos sino una visión acabada y organizada de toda la historia que constituye a la vez una interpretación de lo sucedido en la que los acontecimientos quedan supeditados a la concepción ideológica que preside toda la obra. La voz del autor se halla presente a lo largo 4
Sobre el historiador griego y su público resultan fundamentales las reflexiones de Arnaldo MOMIen La historiografía griega (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 1984.
GLIANO
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de toda la historia en forma de reflexiones morales o de opiniones a favor o en contra de determinados personajes o acontecimientos. Los hechos como tales aparecen así dotados ya de entrada de una valoración determinada, de una interpretación que se impone a menudo sobre la mera narración objetiva de lo sucedido. La imitación consciente de los predecesores o de los grandes modelos en un mundo en el que no primaba como ahora la originalidad, constituyó también un condicionante a la hora de reflejar el desarrollo de los hechos, sin olvidar la enorme influencia ejercida por un género como la épica homérica a pesar de todos los esfuerzos que los historiadores proclamaban para distanciarse de estos modelos poéticos. Incluso en algunos casos la narración de los hechos alcanzó un alto grado de dramatismo y sensacionalismo tendente a sorprender y provocar las emociones de su auditorio, como en algunos historiadores del período helenístico como Filarco o Duris de Samos. Un procedimiento habitual para la dramatización utilizado por los historiadores griegos era reproducir los discursos que fueron pronunciados por sus protagonistas. Casi nunca son auténticos, ya que resultaba prácticamente imposible recordar con exactitud lo dicho, pero sirven para poner en escena de forma dramática un contraste de opiniones o para resaltar el carácter del personaje en cuestión a través de sus afirmaciones. El desarrollo de la historia se concebía desde una perspectiva personal en la que los grandes personajes constituían los auténticos protagonistas que generaban y condicionaban con sus acciones y decisiones la evolución de los acontecimientos. Su carácter, su personalidad más o menos controlada por los impulsos irracionales que podían arrastrar a la catástrofe, resultaba, por tanto, decisiva a la hora de explicar cómo habían acontecido las cosas5.
3.5. Las grandes diferencias Era además una historia de carácter político y militar en la que primaban por encima de todo las guerras y la descripción puntual y detallada de sus batallas con las demostraciones correspondientes de valor o cobardía por parte de los combatientes. Otros aspectos de carácter económico, social o cultural, que tanto interesan en la actualidad a los historiadores modernos, quedaban en un segundo plano de la narración y tan solo afloraban a la superficie de manera casual o tangencial si afectaban en alguna medida a los acontecimientos políticos y militares que constituían el meollo central del relato. Sus autores eran casi todos ellos hombres de acción, generales y combatientes, que conocían de primera mano esta clase de acontecimientos por haber protagonizado repetidamente muchas de estas acciones. Eran capaces, por tanto, de reconstruir a la perfección y de forma verosímil situaciones parecidas aunque no las hubieran experimentado de forma directa. Este contacto directo con la acción, imprescindible en su opinión a la hora de escribir la historia, les hacía despreciar y criticar ásperamente a aquellos historiadores de 5 Acerca del modo de trabajar de los historiadores antiguos puede ver el libro de Michael GRANT, Historiadores de Grecia y Roma: información y desinformación (trad. cast.), Alianza, Madrid, 2003. Más a fondo sobre la cuestión J. MARINCOLA, «Greek Historians», Greece & Rome New Surveys in the Classics, n.º 31, Oxford University Press, 2001, y F. HARTOG, Évidence de l’histoire. Ce que voient les historiens, Gallimard, París, 2005.
3.
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gabinete que escribían solo de oídas o de segunda mano, basando su relato en obras anteriores, como revelan las severas críticas de Polibio, que había sido máximo comandante de la caballería de la confederación aquea, sobre Timeo, un historiador siciliano que nunca había tomado parte en ninguna de estas acciones y basaba todas sus informaciones en las obras ajenas. No es extraño, en consecuencia, que determinados colectivos como los campesinos, los comerciantes y artesanos, las mujeres y los esclavos, protagonistas secundarios de las grandes hazañas militares que constituían el tema principal de sus historias, quedasen marginados de esta clase de relatos. Los historiadores griegos escribían también para un público determinado que evidentemente no somos nosotros, individuos del siglo XXI interesados en reconstruir la historia de aquellos remotos tiempos. Su obra tenía unos destinatarios más concretos como las elites ilustradas de aquel entonces a las que deseaban hacer reflexionar acerca de las consecuencias de un imperialismo sin límites como era el caso de los atenienses tras las victorias conseguidas sobre los persas, que era el objetivo de Heródoto, o sobre las causas precisas de determinados acontecimientos, como la repentina irrupción de Roma en el mundo griego y su ascenso a la categoría de potencia internacional, que había sido el objetivo principal de la historia de Polibio. No poseían horizontes más lejanos como la intención de convertirse en fuentes de información aceptables para un futuro inconcreto en el que lectores o investigadores de otros tiempos pudieran utilizarlas de este modo. Hablan, por tanto, para un público con el que compartían intereses, conocimientos y preocupaciones y que no precisaba en muchos casos de ulteriores aclaraciones a la información proporcionada, ya que la simple alusión a un hecho o un personaje bien conocido bastaba para traer a la memoria de sus oyentes el conjunto de recuerdos necesarios que completaban la información. Ese no es nuestro caso, ya que no tenemos el mismo ‘saber compartido’ y nos pasan por alto muchas de sus alusiones o no llegamos a entender del todo algunas de sus noticias, ya que aparecen a nuestra vista completamente desprovistas de su contexto explicativo. Tampoco compartimos con ellos nuestra visión y consideración del pasado. Los tiempos más remotos habían sido el escenario de las acciones de los grandes héroes como Heracles o Perseo, a los que consideraban individuos perfectamente históricos que habían dado origen a ciudades y comunidades determinadas que conservaban su nombre, como las numerosas Heracleas esparcidas por todo el mundo griego desde Asia Menor a Sicilia, o constituían el inicio de genealogías ilustres como las de algunas importantes familias aristocráticas o dinastías como los Argéadas de Macedonia, la familia de Alejandro, que afirmaban descender nada menos que del mismísimo Heracles. Nadie ponía en tela de juicio la realidad y la veracidad de tales hazañas, en el mejor de los casos tan solo se atrevían a precisar o corregir algunos de sus episodios con el fin de hacerlos más factibles o movidos por intereses partidistas con el fin de desprestigiar a sus supuestos descendientes. Desconocían los acontecimientos de la historia más remota, ya que no poseían fuentes de información de ninguna clase como crónicas o listas de reyes al estilo de las civilizaciones mesopotámicas, pero aun así no renunciaron a reconstruir sus líneas generales aplicando los esquemas de su propio tiempo o echando mano de relatos míticos inventados a posteriori que pretendían explicar de forma satisfactoria la situación actual, cuyas causas reales se desconocían.
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Esta línea divisoria nada clara entre lo que nosotros denominamos mito e historia afecta también al contenido de sus relatos en los que al lado de lo que nosotros consideramos hechos históricos aparecen también numerosas anécdotas de carácter sensacionalista y fabuloso destinadas a sorprender y entretener al auditorio. A veces se trata de historias protagonizadas por personajes de carne y hueso como el tirano Polícrates de Samos acerca del que nos cuenta Heródoto la famosa anécdota del anillo que deseaba perder con el fin de no atraer sobre sí la desgracia por su fortuna continuada y que recuperó después sin querer tras haber aparecido dentro de un pez enorme que le había regalado un pescador. No importaba tanto la veracidad esencial de las cosas como su significado moral dentro de un esquema global en el que la historia se concebía como auténtica magistra uitae (maestra de la vida) a la hora de proporcionar los ejemplos adecuados de comportamiento o las reflexiones pertinentes que permitían mejorar las condiciones de la vida humana. Los esquemas de comportamiento que regulaban los relatos míticos, como la desmesura que atrae el correspondiente castigo o la desatención a los avisos divinos como causa del desastre, se aplican también a personajes y acontecimientos históricos que adquieren así una nueva dimensión a la hora de figurar como modelos positivos o negativos dentro de esta interminable galería de ejemplos que constituye la historia.
3.6. El valor de las fuentes Sin embargo, a pesar de todos estos inconvenientes desde el punto de vista moderno, los relatos de los historiadores griegos constituyen la auténtica espina dorsal de todo intento de reconstrucción del pasado, ya que nos ofrecen el cuadro general y la trama de los acontecimientos y una determinada interpretación que intenta explicar el encadenamiento de unos hechos con otros y averiguar las causas por las que sucedieron. Los historiadores griegos trataron de ofrecer, en definitiva, una interpretación argumentada y racional del curso de los acontecimientos, concibiéndolo como una secuencia interminable de causas y efectos, que nos sirve de pauta fundamental para proceder a nuestra propia lectura e interpretación del pasado. Pero no debemos aceptar sin más su relato de los acontecimientos sin tratar de determinar la forma en la que construyeron su historia, identificar las fuentes de información que utilizaron siempre que sea posible, tener en cuenta sus objetivos, que casi siempre los formulan de manera explícita en el inicio de sus obras, y considerar el tipo de cuestiones que se plantearon que no se corresponden necesariamente con las que haríamos nosotros6.
3.7. ¿Cómo han llegado hasta nosotros? Los textos antiguos de los que disponemos en la actualidad han llegado hasta nosotros a través de un largo y complicado proceso de trasmisión que culminó casi de manera definitiva con la invención de la imprenta en el siglo XV. La única maSobre el valor general de los historiadores antiguos son fundamentales las reflexiones de P. J. RHO«In Defense of the Greek Historians», Greece & Rome, 41, 2, 1994.
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nera de obtener una obra en el mundo griego antiguo era conseguir una copia manuscrita de la misma, que normalmente se encargaba a un escriba especializado en esta tarea. De esta forma los textos fueron copiándose sucesivamente como única forma de difusión posible siempre que eran capaces de interesar a lectores dispuestos a encargar la copia de un ejemplar. Sin embargo hubo obras que apenas tuvieron lectores y fueron, por tanto, objeto de muy pocas copias, lo que acabó provocando a la larga la pérdida inevitable de las mismas. Los gustos y las modas eran cambiantes como en la actualidad y algunos géneros literarios tuvieron su período de apogeo pero fueron luego sustituidos por otros que los dejaron en la marginación y el olvido. En otros casos se trataba de textos demasiado largos y complejos que fueron objeto de resúmenes y antologías mucho más asequibles que acabaron también arrinconando definitivamente los respectivos textos originales que ya nadie leía. Se ha dicho siempre que las antologías acaban matando el original. Este proceso de selección continuó desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, con personajes y épocas que privilegiaban determinados géneros u obras en detrimento de otros. La ciudad de Alejandría con su célebre Museo y su biblioteca fue la primera parada en el camino de la trasmisión de los textos griegos hasta nosotros. Los estudiosos alejandrinos reunieron todos los textos disponibles que llegaban hasta su ciudad, incluso a través de procedimientos tan poco ortodoxos como la orden real de confiscar los textos existentes en los barcos que arribaban al puerto de la ciudad, de los que se hacía una copia que era la que se devolvía después a sus propietarios, quedando el texto original copiado en manos de la biblioteca. Allí se clasificaron, puntuaron y corrigieron muchos de los textos almacenados y se elaboraron los denominados arquetipos, que sería el modelo de texto ideal más cercano al original, de los que derivaría después toda la tradición posterior. Sin embargo fue también el primer gran momento de filtro en todo este proceso, ya que aquellos textos que no tuvieron la suerte de alcanzar la biblioteca alejandrina se perdieron casi de forma definitiva7. Otra etapa fundamental fue Bizancio, que entre los siglos VI al XIV se convirtió en el depositario principal de toda la literatura griega antigua. El célebre patriarca Focio fue en el siglo IX uno de los artífices principales de dicho proceso mediante la invención de un nuevo tipo de letra que facilitaba la lectura de los textos. Se realizaron también enciclopedias, léxicos y otro tipo de obras eruditas que todavía continúan siendo de gran utilidad para los estudiosos modernos. Sin embargo, hubo también su contrapartida correspondiente, ya que aquellos textos que no fueron transliterados quedaron arrinconados en los anaqueles sin que nadie se ocupara de ellos y al cabo de varias generaciones ya nadie era capaz de leerlos. Los gustos del patriarca y su escuela eran también muy determinados dada su condición de hombre de iglesia, a quien interesaban sobre todo la filosofía, la historia o la retórica en detrimento de géneros poco apropiados para dicho contexto como la lírica con sus alardes desenfrenados de erotismo o la comedia y su procacidad desmesurada. Su famosa Biblioteca, una colección de diferentes resúmenes de obras de la literatura griega hecha para facilitar las lecturas de su her7 Sobre la biblioteca de Alejandría y el trabajo con los textos, R. PFEIFFER, Historia de la filología clásica (trad. cast.), Gredos, Madrid, 1981 vol. 1.
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mano, incluye preferentemente historiadores y tratadistas y deja de lado a los poetas. Resultó igualmente fundamental la labor de los eruditos bizantinos a lo largo de los siglos XII al XIV con personalidades tan destacadas como Eustacio de Tesalónica, Máximo Planudes o Demetrio Triclinio por sus trabajos acerca de la poesía homérica y los autores trágicos atenienses con la utilización de los mejores códices disponibles8. Los textos griegos que consiguieron sobrevivir hasta el Renacimiento a través del proceso continuado de copia de sus respectivos ejemplares fueron luego impresos gracias al célebre invento de Gutenberg, quedando así garantizada su preservación futura sin necesidad de proceder a su copia, tal y como es el caso de la mayoría de las obras que todavía hoy podemos leer completas. Sin embargo, este largo proceso de copia que arranca al menos desde los arquetipos alejandrinos tuvo también sus complicaciones. La realización de una copia comporta inevitablemente la comisión de faltas como saltos de línea, omisión de palabras cuando se encuentran muy cercanas en el texto, confusión de letras parecidas (la A, la D y la L tienen en griego formas muy similares en mayúsculas que es como se escribía en la Antigüedad) y equivocación en la transcripción de los nombres propios. Los copistas en la Antigüedad eran individuos encargados de esta tarea que podían comprender perfectamente el texto, pero durante la Edad Media, quienes copiaban los textos eran los monjes de los monasterios, habitualmente como una forma más de penitencia mediante la que ganar las correspondientes indulgencias para llegar al cielo al final de su vida. Copiaban así durante muchas horas seguidas con el cansancio correspondiente y la falta de atención que implica un trabajo prolongado y difícil, y lo realizaban además en condiciones físicas poco recomendables como apoyando el ejemplar sobre las rodillas, al menos hasta la invención del pupitre en el siglo XIII, y a veces con la falta de luz natural en las largas jornadas invernales. Incluso era posible que algunos monjes no supieran griego y copiaran de forma inconsciente los diferentes signos con una mayor probabilidad de incurrir en errores. Los diferentes manuscritos conservados, todos ellos de época medieval, están así repletos de faltas de todo tipo que los filólogos modernos se han encargado de enmendar y corregir en tiempos posteriores9. Algunas obras conservadas presentan también importantes lagunas debidas al deterioro material del papiro o pergamino, que era el material de escritura utilizado, en el que fueron copiadas, ya que resultan presa fácil de factores como la humedad o la voracidad de las polillas. Se han perdido también algunas partes de la obra debido a la desaparición de alguno de los rollos en los que estaba dividida, ya que era difícil que toda una obra pudiera copiarse en un solo rollo si tenía una cierta extensión. En el proceso de trasmisión han interferido también otras circunstancias históricas exteriores como la aparición del cristianismo como religión oficial que mostró cierta desconfianza hacia el legado pagano y condicionó la copia de determinadas obras, las guerras o los incendios de bibliotecas como la de Ale8 Sobre todo este período, N. G. WILSON, Filólogos bizantinos. Vida intelectual y educación en Bizancio (trad. cast.), Alianza, Madrid, 1994. 9 Sobre todo este proceso sigue siendo fundamental la lectura de N. D. REYNOLDS y N. G. WILSON, Copistas y filólogos. Las vías de transmisión de las literaturas griega y latina (trad. cast.), Gredos, Madrid, 1995.
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jandría o la de Constantinopla que significaron importantes pérdidas, o el cambio de formato del libro, del rollo de papiro al códice de pergamino, con la marginación de aquellas obras que no cambiaron de formato. Por todas estas circunstancias puede decirse que existe una distancia prácticamente insalvable entre el texto original que en su día compuso el autor y las copias manuscritas que han sobrevivido hasta nosotros conservadas en las bibliotecas y monasterios medievales.
3.8. Los textos existentes La abnegada labor de los filólogos modernos ha conseguido que podamos leer unos textos en buena medida fiables que se aproximarían lo más posible al escrito en su día por el autor, a través de la comparación crítica de todos los manuscritos medievales existentes que contienen la misma obra y, en algunos casos, de los pocos fragmentos de papiro supervivientes, que proceden en su inmensa mayoría de Egipto. Tras la clasificación de los diversos manuscritos para detectar cuáles son copia de cuáles a través de la existencia de faltas en común y la consiguiente elaboración del denominado árbol genealógico de los manuscritos (stemma codicum) que permite visualizar los mejores y más fiables testimonios supervivientes de una determinada obra, los filólogos nos proporcionan el texto más claro y fiable posible tras esta dura labor como editores del texto que constituye el resultado mejor del largo y complicado proceso de selección por el que ha ido pasando a lo largo del tiempo. Nos indican además la existencia de posibles variantes de las palabras finalmente elegidas por el editor o de las correcciones, enmiendas o conjeturas introducidas por otros filólogos modernos en su labor de edición del texto a través del denominado aparato crítico, que a pie de página y redactado en latín indica este tipo de circunstancias10. Los textos griegos conservados a los que podemos acceder en nuestras bibliotecas nos han llegado así bien por vía directa a través del proceso de la trasmisión manuscrita con todas sus incidencias, bien por vía indirecta a través de las citas contenidas en estos autores conservados y hablamos entonces de fragmentos, ya que la obra en sí se ha perdido. Conviene recordar que los autores antiguos no solían citar el nombre de sus predecesores si no era con fines polémicos a pesar de que utilizaran sus obras como fuente de información. De esta forma, cuando no aparece explícitamente mencionado el nombre del autor, debemos conjeturar que un determinado pasaje de la obra conservada procede de uno de estos autores perdidos en función del contenido, ya que sabemos que escribió una obra sobre dicho tema. Algunas obras importantes han llegado hasta nosotros directamente a través de los papiros hallados en Egipto, como la Constitución de Atenas atribuida a Aristóteles y una historia anónima del siglo IV a.C. hallada en Oxirrinco.
10 Sobre estas cuestiones, A. BERNABÉ, Manual de crítica textual y edición de textos griegos, Akal, Madrid, 2010.
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3.9. Piedras parlantes Una serie de textos han llegado hasta nosotros no a través de las copias de los manuscritos o de los papiros sino de forma directa a través de inscripciones en piedra o metal halladas en las excavaciones o encontradas de forma casual, muchas veces incorporadas como material de construcción a edificios de fecha muy posterior. Son el resultado del hábito de exponer en el espacio común del ágora de la ciudad o en el recinto de los santuarios determinados documentos, públicos y privados, que tenían interés para toda la comunidad o que dejaban constancia de la piedad o el valor de alguno de sus habitantes. Nos proporcionan un tipo de información que suele estar ausente de los textos literarios acerca de la vida política de las ciudades y el funcionamiento de sus instituciones mediante leyes, decretos o tratados de alianza, y de la vida individual y familiar como las ofrendas a los dioses o las estelas funerarias atenienses que nos permiten conocer los nombres, el estatus social y los sentimientos expresados con motivo de la muerte. Las inscripciones están redactadas en un lenguaje relativamente simple y estereotipado con numerosas expresiones reiterativas, ya que a diferencia de los textos literarios estaban destinadas a servir como instrumento de la comunicación de masas. Conservamos un gran número de ellas pero están repartidas de manera muy desigual por períodos y lugares. Así apenas poseemos inscripciones del período arcaico pero tenemos, en cambio, una relativa abundancia para el siglo IV a.C. Nuevamente es Atenas la ciudad privilegiada, ya que el mayor número de inscripciones conservadas han aparecido en suelo ateniense. Sin embargo han aparecido también en otros lugares del mundo griego y nos permiten corregir en cierta medida el punto de vista excesivamente atenocéntrico que caracteriza la producción literaria llegada hasta nosotros. Aunque las inscripciones no han sufrido las interferencias típicas de la trasmisión manuscrita y han llegado hasta nosotros de manera directa desde el momento en que quedaron expuestas al público en la Antigüedad, no constituyen testimonios completamente objetivos, ya que nos ofrecen la versión oficial de la realidad, pues sus contenidos fueron cuidadosamente seleccionados a la hora de ser expuestos al público en los muros de los grandes santuarios o en el ágora. Su condición material y su larga permanencia a la intemperie han sido también la causa de importantes daños como la rotura y la pérdida de alguna de sus partes o el desgaste de sus letras hasta el punto de hacerlas ilegibles. La labor de edición de estos textos, más sencilla que la de los literarios, consiste también en ofrecernos las lecturas más factibles rellenando lagunas y enmendando algunas letras o palabras que hacen difícil o imposible su lectura. El carácter repetitivo y estandarizado del lenguaje y sus contenidos facilita mucho las cosas en este sentido11.
11 J. M. CORTÉS COPETE (ed.), Epigrafía griega, Cátedra, Madrid, 1999, y la parte correspondiente a las inscripciones griegas en el volumen colectivo Leyendo el pasado. Antiguas escrituras, del cuneiforme al alfabeto, Akal, Madrid, 2003, 283-352.
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El trabajo con las fuentes literarias como material fundamental para la construcción de la historia requiere de algunas consideraciones previas. En primer lugar la mayoría de los textos aquí presentados están escritos originariamente en griego y aparecen, por tanto, traducidos a nuestra lengua. Hemos optado por traducciones casi literales en detrimento del estilo, ya que se trata fundamentalmente de que se aproximen lo más posible al original con el fin de que se tome conciencia de las dificultades de lectura e interpretación que estos textos comportan. La lengua griega posee una capacidad de síntesis expresiva mucho mayor que la nuestra y concentra en determinadas palabras y expresiones una serie de matices que a veces resulta necesario añadir en castellano o en otras lenguas modernas a la hora de entender correctamente el mensaje específico del texto1. La rica morfología verbal griega permite la utilización de numerosos participios e infinitivos que en castellano y otras lenguas modernas resulta imposible de mantener en su secuencia original y deben frecuentemente quedar estructuradas en frases u oraciones diferentes, coordinadas o subordinadas, mientras que en griego, gracias al doble valor nominal como adjetivo, que concuerda en caso, género y número, y como verbo, con sus tiempos correspondientes, queda todo concentrado en una sola y larga frase. La inmensa cantidad de vocabulario de que dispone el griego resulta igualmente abrumadora y hemos de utilizar en ocasiones el mismo término en castellano para traducir lo que en griego aparece representado por palabras diferentes, que a veces pueden ser el resultado de una simple variatio o cuestión de estilo pero en otras reflejan ciertamente una diferencia de significado2. Hemos optado así por mantener en ocasiones las palabras originales transcritas entre paréntesis con el fin de proporcionar una idea de la clase de términos utilizados en el texto griego original y del valor que dichos términos poseen en la lengua griega. La existencia de abundantes prefijos en los verbos griegos ayuda a matizar extraordinariamente la idea expresada que no siempre puede quedar perfectamente reflejada en la traducción. Algo similar sucede con las numerosas partículas, una clase de palabras que no existen en nuestra lengua y cuya función principal es aportar una serie de matices expresivos fundamentales que condicionan el significado final de la frase. 1 Al respecto resulta clarificador el libro de Antonio GARZYA, Guida alla traduzione dal Greco, UTET Librería, Turín, 1991. 2 Sobre el vocabulario griego resultan de utilidad F. MARTIN, Les mots grecques, Hachete, París, 1937; V. FONTOYNONT, Vocabulaire grec comentée et sur textes, Editions A. & J. Picard, París, 1977, y, por supuesto, la obra esencial de P. CHANTRAINE, Dictionaire étymologique de la langue grecque. Histoire des mots, Klinsieck, París, 1999.
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La dificultad de reflejar en castellano y otras lenguas modernas esta clase de matizaciones no siempre resulta posible, pero hemos de tomar conciencia de su enorme importancia a la hora de leer e interpretar los textos con corrección3. El viejo proverbio italiano ‘traduttore/traditore’ (traductor, traidor), que se remonta al menos hasta el autor francés del siglo XVI Joachim Du Bellay, no deja de ser tremendamente verdadero, ya que no debemos olvidar nunca que una traducción no deja de ser otra cosa que una determinada interpretación del texto. Aunque esta ecuación alcanza su máximo grado de dificultad en la poesía, dada la práctica imposibilidad de conservar el ritmo y el metro del original en la traducción, tiene también su importancia en los textos históricos, ya que resulta a veces fundamental comprobar cómo se formula una determinada afirmación, si es asumida con plenas garantías por el autor o por el contrario se deja en un tono de duda o incertidumbre (con el empleo de verbos como dokéo, ‘parecer, dar la impresión’ por ejemplo), reflejando así las dudas o inseguridades del mismo con respecto a sus posibles fuentes de información. Son tantos los matices implícitos en el uso de unas determinadas formas morfológicas, en las construcciones sintácticas elegidas y en el empleo de un léxico o vocabulario específico que el traductor se encuentra siempre en la necesidad de adaptar a su lengua de entrada, la de la traducción, con todas las posibles distorsiones que esta operación comporta para el significado e intención global del mensaje trasmitido por el texto original. Es, por tanto, aconsejable poseer al menos los rudimentos básicos más elementales de la lengua griega para poder contrastar en caso necesario la traducción del texto con el original, tratando de detectar las singularidades añadidas por la misma y las posibles diferencias que dicha interpretación comporta. Como señalaba el profesor francés Paul Petit siempre es preferible el conocimiento aunque sea deficiente de la lengua griega que confiarse por completo en la mejor de las traducciones4. Un texto no es además una pieza de información perfectamente aislada y aislable al modo de una ficha que nos proporciona una noticia determinada y completa. Cada pasaje constituye una parte integrante de un conjunto que es la obra completa del autor en cuestión y, por tanto, enlaza dialéctica y quizá también narrativamente con los pasajes que le anteceden o siguen en la secuencia del texto. Por ello es del todo necesario indagar en el contexto en el que figura el pasaje objeto de nuestra atención y averiguar las razones que han conducido al autor a incluir dicha noticia dentro de su obra, otorgándole una fisonomía determinada de la que emergen unos datos concretos en detrimento de otros que quedan silenciados o subsumidos en la formulación finalmente adoptada por el pasaje en cuestión. La famosa noticia contenida en Heródoto acerca del fabuloso viaje del samio Coleo 3 Un claro ejemplo de su enorme importancia es el hecho de que el libro fundamental sobre el tema, J. D. DENNISTON, The Greek Particles, Oxford, 1996, revisado por K. J. DOVER, que es un grueso volumen, figura entre la bibliografía utilizada por dicho autor en su libro sobre la homosexualidad griega, La homosexualidad griega (trad. cast.), Ediciones El Cobre, Barcelona, 2008. 4 Algunas obras fundamentales para el inicio en la lengua griega o en sus principales características son las de E. NORDEN, La prosa artística griega. De los orígenes a la edad augústea (trad. cast.), Universidad Nacional Autónoma de México, 2000; J. D. DENNISTON, Greek Prose Style, Oxford at the Clarendon Press, 1952, y K. J. DOVER, Greek Word Order, Bristol Classical Press, 2000. Un buen método para familiarizarse con el griego antiguo es el elaborado por la JOINT ASSOCIATION OF CLASSICAL TEACHERS, Reading Greek: Grammar and Exercises, y Text and Vocabulary, 2.ª ed. revisada, Cambridge University Press, 2007.
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hasta las costas meridionales de la Península ibérica constituye un buen ejemplo de lo que decimos, ya que la información, esencial para un historiador de la España antigua, sobre la llegada del navegante griego queda diluida dentro de un relato más amplio que trata de explicar los motivos de la amistad existente entre los samios y los de Cirene, que constituye el objetivo principal del historiador en detrimento de cualquier inclinación hacia el núcleo original de la noticia acerca del navegante griego y su destino ibérico5. La adecuada contextualización de la noticia dentro del conjunto global de la obra ha de verse además completada por la consideración del propio contexto histórico y literario en el que se enmarca su autor. Resulta fundamental, en efecto, tomar conciencia de los condicionantes que actuaron sobre la redacción y composición de su obra, en qué medida responde a las tendencias literarias de su tiempo, se ajusta a sus esquemas o de qué modo contribuye o contrasta con la ideología imperante a la vista de las noticias, más o menos comprobables, que tenemos sobre su biografía o del resto de su producción, si la hubo y no estamos hablando de una obra única, como es el caso de los historiadores Heródoto, Tucídides o Polibio. La tendencia general que se detecta por ejemplo entre los autores de la llamada Segunda sofística, en el siglo II d.C., a idealizar el propio pasado griego condiciona sin duda el tipo de informaciones que estos autores nos proporcionan. El influjo abrumador de la propaganda política ateniense y el impacto de los conflictos ideológicos que se desataron en Atenas a cuenta de la formación de su imperio en el Egeo se dejan sentir también en las obras de los historiadores clásicos, Heródoto y Tucídides, que escribieron sus respectivas obras en medio de este ambiente político e intelectual. Conviene también seguir la pista de sus formas de expresión y de las connotaciones del vocabulario empleado a través de la comparación con otros pasajes de la obra o con el resto de su producción en caso de haberla, tratando de encontrar los resortes que explican sus posibles elecciones en unos casos y otros. La existencia de Léxicos y Concordancias de los autores principales, que reúnen ordenadamente esta clase de sintagmas y los diferentes usos de su vocabulario, facilita enormemente dicha tarea, así como la posibilidad de localizar otros ejemplos del término a través del Thesaurus Linguae Graecae (TLG: www.tlg.uci.edu), elaborado por la Universidad de California, que reúne en soporte electrónico la mayor parte de la literatura griega o en la biblioteca digital de la web Perseus (www.Perseus.tufts.edu), producida en la Tufts University de Boston. Una vez aquilatado al máximo el nivel puramente formal y expresivo del texto, que nos permita suponer que trabajamos con las garantías suficientes en este terreno y tras haber comprobado a través del aparato crítico de una buena edición que nos hallamos ante un texto lo suficientemente firme y estable6, comprobando por 5 Pueden verse al respecto nuestras consideraciones en «Heródoto, Coleo y la historia de la España antigua», Polis, 5, 1993, 151-162. 6 Un lamentable ejemplo de los peligros que acechan a quienes se confían por completo a las traducciones sin confrontar con el texto original nos los proporciona una traducción al castellano de uno de los principales historiadores griegos en la que los nombres propios bailan de un lugar a otro sin que el texto griego refrende dichos movimientos que obedecen a simples y puros descuidos del traductor y de su revisor, que en ocasiones se permite el lujo de introducir en el texto términos gentilicios que no aparecen por ningún lado en el original.
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ejemplo la viabilidad de los nombres propios, que no existen variantes significativas o que no son objeto de puras conjeturas de filólogos modernos, nos hallaremos ya en las condiciones necesarias para procesar la información así obtenida a través de las cuestiones que deberemos formular al texto con el fin de intentar obtener las respuestas necesarias para la elucidación del hecho histórico que investigamos o deseamos conocer a fondo. Esta clase de cuestiones nunca están de más a pesar de que se trate de un tema que ha sido ya abundantemente estudiado y por autoridades académicas solventes, ya que siempre es posible que se haya escapado algún matiz importante o que la malla de lectura (la grille de la que hablan los estudiosos franceses) propuesta difiera de la tradicional. No deben así interferir tentaciones elementales como la inercia de repetir lo que ya ha sido afirmado por otros con antelación sin otra clase de crítica, llevados a veces por el simple peso del argumentum auctoritatis, que no siempre se revela todo lo válido que a primera vista parece7. El análisis debe consistir sobre todo en la confrontación y comparación del testimonio usado con otros disponibles, si existen, y razonar a partir de la gestión que el autor en cuestión hace de sus silencios, obligados o voluntarios, todo ello con el fin de obtener una pieza informativa más dentro de la cadena de testimonios de que disponemos que con la suma de ellos nos permita iluminar en mayor o menor grado un acontecimiento, una situación o una circunstancia histórica determinada. Se ha de tener igualmente en cuenta que trabajamos con autores griegos que utilizan, por tanto, un tipo de discurso propio, es decir sujeto por completo a sus coordenadas y condicionantes ideológicos fundamentales, como son por ejemplo la distinción esencialista entre griegos y bárbaros con todas las consecuencias que ello comporta, la importancia del valor y la fama como factores distintivos dentro de la sociedad y la forma más honorable de conseguirlos, la obsesión con explicar los orígenes de todo, pueblos, ciudades y costumbres remitiendo para ello a la edad heroica de los griegos y a las hazañas realizadas por sus héroes, la necesidad de rellenar las lagunas abundantes de la evidencia echando mano de los esquemas proporcionados por los relatos míticos y sus resortes, que no fueron sustituidos de manera repentina y drástica por los utensilios racionales como se había supuesto ingenuamente (la famosa transición del mito al logos que proclamaba el título de la conocida obra del alemán Wilhelm Nestle) con el fin de afrontar ese horror uacui (horror al vacío) que a diferencia de los historiadores modernos los antiguos no estaban dispuestos a asumir, o la lectura en clave contemporánea de los acontecimientos del pasado más remoto o más cercano que resultaba difícil averiguar por falta de testimonios fiables8. 7 Sirvan aquí de ejemplos la observación trivial pero decisiva formulada por el historiador alemán Hampl en los años cincuenta del pasado siglo sobre el hecho de que en las famosas bodas de Susa organizadas por Alejandro Magno solo se casaron macedonios con persas y no al contrario, a pesar de que se venía formulando desde hacía tiempo el carácter de ‘mezcla universal’ de los pueblos que perseguía aparentemente el monarca macedonio, convirtiendo el episodio en una prueba más de la supremacía de los conquistadores macedonios sobre los conquistados iranios, o la famosa afirmación del también alemán Adolf Schulten, especialista en temas de la Península Ibérica, sobre la Sierra de la Estrella extremeña como lugar de nacimiento de Viriato, a pesar de que ninguna fuente antigua atestigua dicha información, que venía hasta hace poco dándose como buena debido a la auctoritas en este campo de Schulten. 8 Sobre la manera de trabajar de los historiadores antiguos son útiles las reflexiones de Moses FINLEY en obras como Uso y abuso de la historia (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 1984, e Historia antigua:
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Se han señalado también las estrechas relaciones existentes entre la historia y la retórica y se ha destacado la enorme importancia que tienen los esquemas, argumentaciones y lugares comunes (tópoi) que imperaban en esta disciplina cuya finalidad fundamental era la de escribir y hablar correctamente con el objetivo de persuadir al auditorio. El papel fundamental de los esquemas retóricos dentro del relato histórico resulta ciertamente indiscutible pero sus consecuencias se han llevado a veces muy lejos hasta el punto de sostener que en la inmensa mayoría de los casos si no en la totalidad se trata de historias inventadas de acuerdo con estos parámetros en las que el núcleo originario de veracidad se ha difuminado de tal forma que resulta prácticamente irrecuperable por la labor, desesperada e inútil, del historiador moderno, que debe limitarse a detectar la presencia de dichos esquemas en las narraciones de los historiadores antiguos. Esta postura maximalista, defendida por ejemplo en el caso de Heródoto por el estudioso alemán Detlev Fehling que considera toda la obra un cúmulo de ingeniosas invenciones, ha suscitado la reacción de algunos historiadores como el británico P. J. Rhodes que ha defendido la validez fundamental del testimonio de estos autores9. Existe ciertamente una tensión evidente entre la realidad y la ficción en todas las obras de esta clase con alegatos constantes a la credibilidad por parte de los respectivos autores que esgrimen sus mejores garantías acerca de la verosimilitud y validez esencial de su relato. La continua apelación de Heródoto a la autopsía o comprobación a través del testimonio personal constituye una de estas estratagemas que llegan a alcanzar un cierto grado de sofisticación en historiadores como Ctesias de Cnido y cuyas artimañas en este terreno resultan habilidosamente parodiadas en el famoso relato de Luciano Historias verídicas, que constituye toda una crítica feroz y despiadada hacia este tipo de procedimientos, destinados a presentar como verdaderos hechos y situaciones que eran solo el resultado de la pura invención del autor10. Otro elemento clave en el análisis de los textos es el papel de la llamada intertextualidad o el conjunto de referencias y alusiones a otras obras ya existentes dentro de la tradición literaria griega que de manera más o menos explícita o consciente figuran siempre dentro de nuestros relatos, conscientes sus autores de la efectividad de dichos resortes en el público al que sus obras iban destinadas, que había sido educado en el conocimiento y ejercicio de dicha tradición. La noticia
problemas metodológicos (trad. cast.), Crítica. Barcelona, 1986. Además son también muy útiles los trabajos de B. A. VAN GRONINGEN, In the Grip of the Past. Essay on an Aspect of Greek Thought, Brill, Leiden, 1953; L. GRACCO RUGINI (ed.), Storia antica. Come legere le fonti, Il Mulino, Bolonia, 1996, y L. PITCHER, Writing Ancient History. An Introduction to Classical Historiography, I. B. Tauris, Londres, 2009. 09 P. J. RHODES, «In Defense of the Greek Historians», Greece & Rome, 42, 2, 1994,156-171; A. B. BOSWORTH, «Plus ça change… Ancient Historians and their Sources», Classical Antiquity, 22, 2, 2003, 167-197. 10 Sobre la enorme importancia de la llamada autopsía resulta básico el célebre trabajo de G. NENCI, «Il motivo della autopsia nella storiografia greca», Studi Classici e Orientali, 3, 1955, 22-46. También G. SCHEPENS, L’autopsie dans la méthode des historiens grecs du V siècles av. J.-C., Bruselas, 1980. Las dos obras básicas acerca de la importancia de la retórica en la historiografía griega y romana son A. J. WOODMAN, Rhetoric in Classical Historiography, Croom Helm, Londres y Sydney, 1988, y Ch. GILL y T. P. WISEMAN (eds.), Lies and Fiction in the Ancient World, University of Exeter Press, 1993. Sobre las estratagemas de credibilidad en Ctesias, F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN, «Estrategias de veracidad en Ctesias de Cnido», Polis, 6, 1994, 143-168. Un trabajo fundamental sobre estas cuestiones es el de Emilio GABBA, «True History and False History in Classical Antiquity», Journal of Roman Studies, 71, 1981, 50-62.
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de Heródoto acerca de la llegada de los navegantes foceos a Tartesos y del establecimiento de relaciones de amistad con su monarca, longevo y rico, rememoran posiblemente en el auditorio una escena tan emblemática como la llegada de Ulises a la tierra de los feacios en la que el rey Alcínoo le ofrece quedarse para siempre, encontrándose con la sorprendente negativa del recién llegado que prefiere regresar a su patria, una solución que se repite curiosamente en los foceos a pesar del riesgo que se cernía sobre la misma ante la presencia inminente de los persas. Algo similar sucede con la narración de la clemencia de Alejandro hacia la madre del rey persa y su familia que aparece reproducida con las variantes debidas cuando Escipión acoge a los prisioneros iberos en poder de los cartagineses. Hay que estar así permanentemente atentos a este juego de resonancias literarias y modélicas presente de manera constante a lo largo de toda la historiografía antigua. Resulta también esencial la búsqueda de las fuentes de información de las que el historiador en cuestión ha podido servirse para el conocimiento de los hechos, si este no es contemporáneo de los mismos, como sucede en el caso de Tucídides que escribió acerca de los acontecimientos de su propio tiempo. Además de las posibles fuentes de tradición oral, a las que ya hemos aludido antes, deben considerarse también los autores precedentes si bien se han de tener siempre presentes las dificultades existentes a la hora de identificar esta procedencia dada la ausencia de citas explícitas y el amplio grado de reelaboración a que las noticias procedentes de otra fuente han sido sometidas en el proceso de composición de la obra para ajustarse a su estilo y a sus objetivos. Los filólogos alemanes del siglo XIX y de la primera parte del siglo XX se lanzaron a una auténtica caza de fuentes, la denominada Quellensforschung (investigación de las fuentes) que dio lugar a numerosos excesos creando nuevos problemas a los ya existentes, como postular la presencia de autores intermediarios que no podían ser identificados y adquirían denominaciones curiosas como X o Y. Lejos de tales desvaríos, en la actualidad se es consciente de las dificultades enormes que existen a la hora de identificar la procedencia de una información determinada en la obra de un autor precedente pero se propone la posibilidad fundamentada de dicha cadena informativa como explicación posible de la presencia de dicha noticia en la obra que consideramos. Hoy sabemos que los llamados autores secundarios como Diodoro o Apiano, cuyo valor se creía que estribaba tan solo en su papel de repertorios de otros autores perdidos más importantes como Eforo, Teopompo, Ctesias o Agatárquides, tuvieron también su propia ‘agenda’, es decir sus objetivos concretos como autores y su propio programa historiográfico aunque no alcanzara la altura de los grandes nombres como Tucídides y deben ser, por tanto, considerados como tales. De cualquier forma el ejercicio de la crítica histórica no responde siempre automáticamente a reglas fijas y en él intervienen también activamente otra clase de factores como la intuición, siempre disciplinada a las exigencias de la documentación disponible, que permite detectar resonancias o paralelismos con otras situaciones semejantes de otros períodos de la historia, el conocimiento de casos confluyentes que permiten iluminar el episodio objeto de análisis o el intento desesperado de intentar contemplar con los ojos de la época el curso de las cosas, tratando de entender las aparentes discordancias con nuestra apreciación moral presente (recordemos el mensaje lanzado por la helenista francesa Simone Weil en el sentido de que era preciso ‘se faire un’âme antique, très antique’ para comprender
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a Esquilo). El balance final después de haber detectado y valorado el peso de la retórica y los estereotipos, de la ideología y de la propaganda, del peso de la tradición en una literatura que no primaba la originalidad como objetivo, de los condicionantes del autor y de su obra, nos permitirá encontrar ese núcleo de verdad al que aspiramos y con cuya colaboración ineludible pretendemos construir la historia11.
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Resulta interesante la lectura de M. HEATH, Interpreting Classical Texts, Duckwoth, Londres, 2002.
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5.1. El milagro griego OBJETIVOS — Poner de relieve las limitaciones del llamado ‘milagro griego’ resaltando su condición de construcción ideológica, fruto de la representación ideal de Grecia que se fue elaborando en Europa a lo largo de los siglos XVIII y XIX. — Insistir sobre la necesidad de superar los filtros de carácter ideológico que condicionan nuestra visión del mundo griego, como resultado directo de la influencia duradera del cristianismo y sus dictados morales, de la revolución francesa y sus valores de libertad, y finalmente de la revolución industrial y sus consecuencias. — Destacar el carácter anacrónico de determinados conceptos y valoraciones modernos cuando son aplicados al mundo griego antiguo. — Señalar las principales etapas y protagonistas del proceso de construcción de esta imagen idealizada de Grecia en el mundo moderno. — Señalar los desafíos históricos a los que se enfrenta este modelo historiográfico.
TEXTOS 1. Plegaria sobre la Acrópolis: el milagro griego
La impresión que me hizo Atenas es con mucho la más fuerte que he experimentado jamás… No había imaginado nada semejante. Era el ideal cristalizado en mármol pentélico lo que se aparecía ante mí. Hasta entonces había pensado que la perfección no era de este mundo… He aquí que al lado del milagro judío venía a situarse para mí el milagro griego, algo que no ha existido más que una vez, que no se había visto jamás, que no se volverá a ver más, pero cuyo efecto durará eternamente, me refiero a un tipo de belleza eterna sin ninguna mancha local o nacional. Yo sabía antes de mi viaje que Grecia había creado la ciencia, el arte, la filosofía, la civilización; pero me faltaba la escala. Cuando vi la acrópolis tuve la revelación de lo divino, como la había tenido la primera vez que sentí vivir el Evangelio… El mundo entero me pareció entonces bárbaro. Oriente me desagradó por su pompa, su ostentación, sus imposturas. Los Romanos no fueron más que toscos soldados; la majestad del más bello romano, de un Augusto, de un Trajano, no me pareció más que pose al lado de la soltura, de la nobleza sencilla de es-
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tos ciudadanos orgullosos y tranquilos… Todo lo que había conocido hasta entonces me pareció el esfuerzo torpe de un arte jesuítico, un rococó compuesto de pompas, de charlatanismo y de caricatura. ■ E. RENAN, Souvenirs d’enfance et de jeunesse. 2. Una idea preconcebida de Grecia
Cuando abandonamos París para visitar Grecia, no pretendía más que satisfacer la pasión de mi juventud por los lugares más célebres de la Antigüedad. Estaba impulsado por una curiosidad insaciable dispuesta a satisfacerse de maravillas. Disfrutaba con antelación del placer de recorrer esta ilustre y hermosa región de la mano de Homero y Heródoto. En fin, me prometía una continuada embriaguez en un país donde el peñasco más humilde aparece a nuestra imaginación poblado por dioses y héroes. ■ Conde de CHOISEUL-GOUFFIER, Viaje pintoresco de Grecia. 3. Reviviendo el pasado
Es imposible imaginar algo más agradable que haber podido realizar este viaje hace dos o tres mil años, cuando, tras tomar una taza de té con Safo, podría haber acudido esa misma tarde a visitar el templo de Homero en Keos, e ir tomando plano de los magníficos templos, delineando los milagros escultóricos o conversando con los más educados y galantes hombres de toda la raza humana. ■ Lady Mary WORTLEY MONTAGU, Cartas. 4. Grecia leída y evocada
¡Y aquí está Grecia! Por ella he cruzado este vasto mar, he abandonado Italia, a mis padres y a mis amigos. ¡Todo por esta tierra! ¿Por qué no haber hecho este viaje sin salir de mi estudio, como el autor del joven Anacarsis? ¿Acaso no podría haber leído a los viajeros antiguos y modernos y aprender sin sufrimientos todo cuanto Grecia posee y cuanto existió en ella en los tiempos antiguos? Sí…, podía haberlo hecho, pero he querido ir allí para sentirlo… ¿Qué importa que Esparta, Atenas y Corinto hayan desaparecido para siempre? El terreno donde se levantaron contiene aún en su seno las ideas sublimes que inspiró en el pasado… ¡Y el silencio! El silencio hará que me sienta conmovido y que suspire en este majestuoso teatro donde tuvieron lugar tantas hazañas gloriosas. ■ Saverio SCROFANI, Viaje a Grecia. 5. El espíritu griego
Los griegos, que vivían bajo un cielo y un gobierno más templados y disfrutaban del país que Palas, según se dice, había elegido para ellos por la suavidad de sus estaciones, tenían conceptos e imágenes de tan rico colorido como corresponde a su lenguaje. Sus poetas, empezando por Homero, no solo hablan a través de imágenes, sino que las ofrecen y pintan frecuentemente en una sola palabra, di-
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bujándolas con el sonido y dándoles los más vivos tonos. Su imaginación no era exagerada como la de aquellos otros pueblos, y sus sentidos, actuando sobre su sutil cerebro por medio de ágiles y delicados nervios, descubrieron de una vez las diversas cualidades de un tema y se dedicaron con preferencia a la contemplación de la belleza encerrada en el mismo. ■ J. J. WINCKELMANN, Historia del Arte de la Antigüedad. 6. Grecia maestra de la civilización
Todos somos griegos. Nuestras leyes, nuestra literatura, nuestra religión, nuestras artes tienen sus raíces en Grecia. Si no hubiera sido por Grecia, Roma, la maestra, la conquistadora, la metrópolis de nuestros antepasados no habría esparcido la luz con sus armas y ahora podríamos ser salvajes o idólatras. ■ Percy B. SHELLEY, Prefacio a Hélade. 7. El descubrimiento de Grecia
Cuando Europa salió de la barbarie, sus primeros pensamientos se dirigieron hacia Atenas. ¿Qué se ha hecho de Atenas? Era el clamor universal: y cuando se supo que sus ruinas todavía existían, los ilustrados y los estudiosos acudieron allí como si hubieran descubierto las cenizas perdidas de un antepasado. ■ F. R. DE CHATEAUBRIAND, Escrito sobre la Grecia. 8. Sobre todo Grecia
La herencia griega, basada en la aspiración a lo universal, se ha convertido en el espíritu mismo de nuestra civilización occidental. La condena de la violencia, la tolerancia, el respeto de la justicia y el deseo de libertad son un poco los lemas que se atribuyen a la democracia. Y detrás de los lemas se ocultan fuerzas vivas, a las que, en nuestros días, resulta ya peligroso resistirse. ■ Jacqueline DE ROMILLY, ¿Por qué Grecia? 9. Realidad o fantasía
La Grecia antigua es la más bella invención de los tiempos modernos. ■ Paul VALERY.
SOPORTES VISUALES — Algunos paisajes idealizados de Grecia en los pintores europeos como Sueño de Arcadia de Thomas Cole; Hilas y las ninfas de Waterhouse. — Dibujos de la Grecia real descubierta por los viajeros: un país en ruinas. — Dibujos o grabados de Grecia en tiempos otomanos. — Retratos de viajeros como Jacob Spon, el marqués de Choiseul Gouffier, Lady Montagu, o los arquitectos ingleses Stuart y Revett. — Retrato de Winckelmann.
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Portada de la traducción al alemán de la obra de Stuart y Revett, Antiquities of Athens. Retratos de poetas románticos que visitaron Grecia: Chateaubriand, Shelley, Byron. Retrato de Ernest Renan, el autor de la frase ‘el milagro griego’. Grabados que muestran el estado de algunos monumentos atenienses en el silgo XIX como la Linterna de Lisícrates. Grabado que muestra el bombardeo veneciano del Partenón. Retrato de Lord Elgin. Retrato de Friedich August Wolf. Retrato de Humboldt. Retrato de Falmerayer. Fotos de Atenas en la segunda mitad del XIX. La Acrópolis ideal de Leo von Klenze. Retrato de George Grote. Retrato de Burckhardt. Retrato de Werner Jaeger. Retrato de Madame de Romilly. El Partenón de Nashville, Tennesse. El Wallhala. Esculturas clásicas romanas que propiciaron el ideal griego: Apolo Belvedere, Torso Belvedere, Heracles Farnese y Laoconte. Esculturas griegas originales de bronce como el Poseidón del cabo Artemision o los bronces de Riace. Una kore pintada a la manera antigua.
LECTURAS R. y F. ETIENNE, La Antigua Grecia. Historia de la arqueología helenística (trad. cast.), Ediciones B, Barcelona, 1998. F. M. TSIGAKOU, Redescubrimiento de Grecia. Viajeros y Pintores del Romanticismo (trad. cast.), Serbal, Madrid, 1985. D. CONSTANTINE, Los primeros viajeros a Grecia y el ideal helénico (trad. cast.), FCE, Madrid, 2003. W. GAUNT, El Olimpo victoriano (trad. cast.), FCE. México, 2004.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA R. STONEMAN, Land of Lost Gods. The Search for Ancient Greece, Hutchinson, Londres, 1987. F. BARBIER, Le rêve grec de Monsieur de Choiseul. Les voyages d’un européen des Lumières, Armand Colin, París, 2010. H. DUCHÊNE, Le voyage en Grèce. Anthologie du Moyen Âge à l’époque contemporaine, Robert Laffont, París, 2003. O. AUGUSTINOS, French Odysseys. Greece in French Travel Literature from the Renaissance to the Romantic Era, The John Hopkins University Press, Baltimore, 1994. R. EISNER, Travelers to an Antique Land. The History and Literature of Travel to Greece, The University of Michigan Press, Ann Arbor, 1991.
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B. H. STERN, The Rise of Romantic Hellenism in English Literature, 1732-1786, Octagon Books, Nueva York 1969. R. JENKYNS, The Victorians and Ancient Greece, Basil Blackwell, Oxford, 1980. S. BASCH, Le mirage grec. La Grèce moderne devant l’opinion française (1846-1946), Hatier, París, 1995. S. L. MARCHAND, Down from Olympus. Archaeology and Phillellenism in Germany, 17501970, Princeton University Press, 1996. K. J. DOVER (ed.), Perceptions of the Ancient Greeks, Basil Blackwell, Oxford, 1992. F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN, Los griegos. Un legado Universal, Alianza, Madrid, 2003. D. PULIGA y S. PANICHI, In Grecia. Racconti dal mito, dall’arte e dalla memoria, Einaudi. Turín, 2002. F. HASKELL y N. PENNY, Pour l’amour de l’antique. La statuaire gréco-romaine et le goût européen (trad. fr.), Hachette, París, 1999.
REPERTORIOS DE IMÁGENES F. M. TSIGAKOU, Through Romantic Eyes. European Images of Nineteenth-Century Greece from the Benaki Museum Athens, Art Services International, 1991. H. HILL MILLER, Greece through the Ages as seen by Travellers from Herodotus to Byron, Londres, 1972. O. TAPLIN, Greek Fire, A Channel Four Book, Londres, 1989. R. STONEMAN, A Luminous Land: Artist Discover Greece, J. Paul Getty Museum, Malibu, California, 1998. P. CARTLEDGE (ed.), Cambridge Illustrated History of Ancient Greece, Cambridge University Press, 1998.
5.2. El descubrimiento de la Grecia real OBJETIVOS — Describir los recursos con que contamos para reconstruir el mundo griego más real y la metodología más adecuada para conseguir dicho objetivo. — Destacar la importancia del establecimiento de un marco cronológico sólido basado en referencias comparativas con otras culturas como la egipcia, en la clasificación de la cerámica o en listas de magistrados como la de los arcontes atenienses, además de los propios cálculos efectuados por autores antiguos como Eusebio de Cesarea. — Describir los principales condicionantes y limitaciones de nuestras fuentes de información disponibles. — Insistir acerca de la diversidad imperante en el mundo griego, en el terreno lingüístico, político, social o religioso.
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— Insistir en la percepción particular que tenían los propios griegos de su pasado, que ha podido condicionar nuestra manera de aproximarnos al mismo. — Destacar el carácter ‘desesperadamente ajeno’ del mundo griego con relación al nuestro, con todas las implicaciones que se desprenden de esta condición.
TEXTOS 1. Un objeto parlante
Hierón, el hijo de Dinómenes, y los siracusanos a Zeus. Etrusco de Cumas. ■
Tod, 22. (Inscripción votiva sobre el casco de Hierón de Siracusa dedicado en el santuario de Olimpia para conmemorar su victoria sobre los etruscos en el 474 a.C.)
2. El inicio de la historia
Escribo estas cosas como me parece que son ciertas. Pues los relatos (lógoi) de los helenos, en efecto, son en mi opinión muy diversos (polloí) y dignos de risa (geloioi). ■
Hecateo
DE
MILETO Fr. 1 Jacoby
3. El objetivo de la historia
Esta es la exposición (apódeixis) de la investigación (historíe) de Heródoto de Halicarnaso para impedir que el pasado de los hombres se olvide con el tiempo y para evitar que grandes y admirables hazañas, tanto de los helenos como de los bárbaros, queden sin gloria (áklea), y para establecer finalmente y sobre todo la causa (aitía) por la que unos y otros se hicieron la guerra. ■
HERÓDOTO, I, 1.
4. Una guerra sin paralelo
Tucídides el ateniense escribió (xunégrapse) la guerra de los peloponesios y los atenienses, cómo combatieron unos contra otros, comenzando en el momento en que estalló y previendo que sería grande y la más digna de mención (axiologótaton) de todo lo acontecido antes, basando su impresión (tekmairómenos) en que ambos se hallaban en su pleno apogeo (akmázontes) con toda clase de recursos y viendo que el resto del mundo heleno (hellenikón) se alineaba con cada uno de ellos, unos al momento, otros con ello en la mente. Pues en efecto esta fue la mayor conmoción (kínesis) entre los griegos y en una parte de los bárbaros, y por decirlo así en una mayor parte de la humanidad. ■
TUCÍDIDES, I, 1.
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5. La utilidad de la historia
Porque lo sorprendente (parádoxon) de los hechos sobre los que elegimos escribir es suficiente por sí misma para invitar y estimular a todos, tanto joven como anciano, a la lectura de la obra. Pues ¿quién es tan necio o perezoso que no quiera conocer cómo y mediante qué tipo de organización política (politeía) casi todo el mundo habitado (oikouméne), dominado en cincuenta y tres años no completos, cayó bajo un único imperio (arché), el de los romanos? Lo que no se encuentra que haya sucedido anteriormente. ¿Y quién a su vez será tan exaltado hacia otro género de espectáculo (théama) o conocimiento (máthema) que le resultaría más útil que una experiencia (empeiría) como esta? ■ POLIBIO, I, 1, 4-6. 6. Problemas de cronología
De los tiempos comprendidos en esta obra, los que preceden a la guerra de Troya no intentamos delimitar con exactitud porque no se ha conservado sobre ellos ninguna tabla cronológica fiable (pisteuómenos); en cambio, a partir de la guerra de Troya, de acuerdo con Apolodoro de Atenas, establecemos ochenta años hasta el retorno de los Heráclidas y desde este hasta la primera Olimpíada han pasado trescientos veintiocho años, calculando las fechas a partir de los que han reinado en Lacedemonia; y desde la primera Olimpíada hasta el comienzo de la guerra céltica, que hemos situado como final de nuestra historia (historía), setecientos treinta; de modo que toda nuestra obra en conjunto abarca en cuarenta libros mil ciento treinta y ocho años, sin contar la época que abarca los hechos anteriores a la guerra de Troya. ■ DIODORO, I, 5, 1. 7. La necesidad de la autopsia
En fin, eso es lo que me dijeron sobre la crianza de esos niños; pero también escuché (akoúo) otras cosas en Menfis cuando fui a conversar con los sacerdotes de Hefesto; y también me dirigí a Tebas y Heliópolis a causa de esos mismos temas, con el deseo de saber si coincidirían con los relatos (lógos) de Menfis; pues se dice que los de Heliópolis son los más versados en relatos (logiótatoi) de los egipcios. Ahora bien, las cosas relativas a los dioses que escuché (akoúo) no estoy dispuesto a contarlas, con la única excepción de sus nombres, ya que creo que todos los hombres tienen nociones parecidas sobre ellos; y lo que recuerde sobre ellos lo haré obligado por el relato (lógos). ■ HERÓDOTO, II, 3. 8. El relativismo se impone
Pues es del todo evidente para mí que Cambises estaba completamente loco (maínomai); pues no habría intentado burlarse de cosas sagradas (hierá) y sancionadas por la costumbre (nomaía). En efecto, si alguien incitara a elegir a todos los hombres las costumbres (nómos) más hermosas de todas cada uno tras haber re-
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flexionado elegiría las propias; pues de esta forma cada uno considera que las costumbres más hermosas son las propias. Por consiguiente, no es normal que un hombre, a no ser que sea un loco (mainómenos), se burle de semejantes cosas. ■ HERÓDOTO, III, 38. 9. Grecia no existía al principio
Me demuestra también esto en no menor grado la debilidad de los antiguos: pues antes de la guerra de Troya me parece que la Hélade no llevó a cabo nada en común; incluso me parece que toda ella no tenía ese nombre, y ni siquiera existía esa denominación antes de Helén, el hijo de Deucalión, sino que otros pueblos y especialmente el pelásgico daban sus propios nombres. Pero cuando Helén y sus hijos se hicieron poderosos en la Ptíotide, y fueron llamados en ayuda por las demás ciudades, cada uno de ellos empezó a denominarse helenos a causa sobre todo de esta relación, pero no pudo imponerse a todos, al menos por mucho tiempo. ■ TUCÍDIDES, I, 3. 10. El recuento de los tiempos más remotos
IG XII, 5, 444 [De todos los registros y relatos generales] he registrado [los tiempos previos] comenzando a partir de Cécrope cuando se convirtió en rey de Atenas hasta que [___]uanax fue arconte en Paros y Diogneto en Atenas. 1. Desde que Cécrope fue rey de Atenas y el lugar fue llamado Cecropia que había sido llamada Actica a partir de Acteón que era nativo allí, 1318 años. 2. Desde que Deucalión fue rey cerca de Parnaso en Licorea cuando Cécrope era rey de Atenas, 1310 años. 3. Desde que hubo una disputa en Atenas entre Ares y Poseidón, a causa del hijo de Poseidón Halirrotio y el lugar fue llamado La colina de Ares 1268 años cuando Cr[ána]o fue rey de Atenas. 4. Desde que hubo un diluvio en tiempo de Deucalión y Deucalión huyó de las aguas desde Licorea a Atenas a [Cránao] y [fundó el templo del Olímpico] Zeu[s e] hizo ofrendas para su salvación, 1265 años, cuando Cránao era rey de Atenas. 5. Desde [cuando Anficti]ón, hijo de Deucalión se convirtió en rey en las Termópilas y unió a los que vivían alrededor del [tem]plo y los nombró [Anfictiones] e [hizo sacrificios a su favor] donde los Anfictiones todavía incluso ahora realizan ofrendas, 1258 años, cuando Anfictión fue rey de Atenas. 6. Desde cuando Heleno, el [hijo de] Deuc[alión], se convirtió en rey de [Pti]ótide y aquellos previamente llamados Graikoi fueron llamados Helenos y los [Panat___ juegos___], 1257 [años], cuando Anfictión fue rey de Atenas. 7. Desde que Cadmo el hijo de Agenor vino a Tebas [_________ y] construyó la Cadmea, 1255 años, cuando Anfictión fue rey de Atenas. ■ Marmor Parium, Fragmento perdido.
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SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Un papiro y su forma de elaboración. Reconstrucción ideal de la biblioteca de Alejandría. Reproducción de un aparato crítico. Reproducción de un stemma codicum. Imagen de un copista medieval en su scriptorium. Un óstrakon de Atenas en el que aparece escrito el nombre de un personaje relevante de la historia ateniense del siglo V a.C. como Temístocles o Pericles. Una inscripción conmemorativa. Una moneda griega de Alejandro o de uno de los diádocos. Un templo griego y su reconstrucción como el templo de Apolo en Bassae. Acrópolis y el ágora de Atenas como archivos públicos expuestos a la contemplación de todos los ciudadanos. Imágenes de las grandes excavaciones en santuarios como Delfos u Olimpia. Imagen de un Field Survey arqueológico. Un objeto mixto (por ejemplo greco escita o grecotracio). Escenas de un simposio griego en la cerámica griega. Un mapa de la distribución de los dialectos griegos. Un esquema de la genealogía tradicional griega. Retrato de Escalígero. Un ejemplo de tipología cerámica.
LECTURAS L. D. REYNOLDS y N. G. WILSON, Copistas y filólogos. Las vías de trasmisión de las literaturas griega y latina (trad. cast.), Gredos, Madrid, 1995. S. L. DYSON, En busca del pasado clásico. Una historia de la arqueología del mundo clásico en los siglos XIX y XX (trad. cast.), Ariel, Barcelona, 2008. M. DETIENNE, Los griegos y nosotros. Antropología comparada de la Grecia antigua (trad. cast.), Akal, Madrid, 2007. J. ASSMANN, Historia y mito en el mundo antiguo. Los orígenes de la cultura en Egipto, Israel y Grecia (trad. cast.), Gredos, Madrid, 2011.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA M. F. BASLEZ, Les sources littéraires de l’histoire grecque, Armand Colin, París, 2003. Ch. PELLING, Literary Texts and the Greek Historian, Routledge, Londres, 2000. M. HEATH, Interpreting Classical Text, Duckworth, Londres, 2002. H. VAN EFFENTERRE, L’histoire en Grèce, Armand Colin, París, 2.ª ed., 1993. M. BETALLI, Introduzione alla storiografia greca, Carocci Roma, 2009. J. MARINCOLA, «Greek Historians», Greece & Rome, n.º 31, Oxford University Press, Oxford, 2001. A. G. WOODHEAD, The Study of Greek Inscriptions, Cambridge University Press, 2.ª ed., Cambridge, 1981.
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
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5.3. Griegos y pregriegos: los griegos en contexto OBJETIVOS — Reflexionar acerca de la complejidad de una cuestión como el origen de los griegos, cuya génesis como cultura más o menos diferenciada se forja posiblemente ya dentro de la cuenca egea en contacto con otros elementos étnicos y culturales, posiblemente originarios de Asia Menor y hablantes de lenguas indoeuropeas como el luvita, que se hallaba extendido por grandes zonas de la península anatolia. — Insistir en la formación de los griegos más que en su origen, ya que no parecen detectarse desde el punto de vista arqueológico cambios fundamentales que atestigüen la llegada masiva de un pueblo ya organizado y constituido a comienzos del segundo milenio a.C. — Describir la actitud de los griegos hacia este remoto pasado como la cuestión de los pelasgos, léleges o carios o la intromisión de elementos orientales (Dánao, Cadmo o Pélope) dentro de la genealogía helénica. — Destacar la enorme importancia de los procesos de interacción cultural con los pueblos ya asentados en el egeo, como los cretenses, que condicionarían en buena medida el desarrollo posterior de la civilización micénica. — Situar el mundo egeo dentro de un contexto geográfico más extenso que abarca la cuenca oriental del Mediterráneo en la que confluían también las influencias e intereses de las grandes culturas orientales como Egipto, Babilonia, Mari o Ugarit para poder entender adecuadamente el desarrollo histórico de estas culturas egeas.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
TEXTOS 1. Pueblos bárbaros en la Hélade
Casi la totalidad de la Hélade fue en la antigüedad un asentamiento (katoikía) de bárbaros, si se razona a partir de las propias tradiciones: Pélope condujo sus gentes (laoí) desde Frigia hasta la tierra denominada a partir de él Peloponeso; Dánao desde Egipto; y dríopes, caucones, pelasgos, léleges y otros pueblos semejantes se repartieron entre sí los territorios que se hallan dentro del istmo y también los que están fuera de él. ■ ESTRABÓN, VII, 7, 1. 2. La cuestión pelásgica
Qué lengua hablaban los pelasgos no puedo determinar con precisión; pero si es posible afirmarlo tomando como indicios (tekmairómenos) a los que todavía ahora son pelasgos, los que habitan la ciudad de Crestona, más allá de los tirrenos, los que fueron una vez vecinos de los que ahora se llaman dorios (y que entonces habitaban la tierra llamada hoy Tesaliótide), y de los pelasgos que habitaron en el Helesponto, Placia y Escílaca, los que se convirtieron en vecinos (súnoikoi) de los atenienses, y todos cuantos otros establecimientos (polísmata) que eran pelasgos cambiaron el nombre, si es necesario decirlo tomando como indicios (tekmairómenos) a estas poblaciones, los pelasgos eran los que hablaban una lengua bárbara. ■ HERÓDOTO, I, 57. 3. Extranjeros en la Hélade
Afirman también los que han recibido por la memoria de sus antepasados las tradiciones más precisas (saphéstata) sobre los peloponesios que, primero Pélope, por la cantidad de recursos (chrémata) que trajo desde Asia a unas gentes carentes de ellos (áporoi), se hizo con el poder y dio su nombre al país (chora) a pesar de ser extranjero, y que después todavía aumentó más el poder de sus descendientes. ■ TUCÍDIDES, I, 9, 2. 4. La talasocracia cretense
Pues Minos fue el más antiguo de cuantos sabemos de oídas (akoé) que adquirió una flota y dominó (kratéo) la mayor parte del mar heleno y de las islas Cícladas y se convirtió en el primer colonizador (oikistés) de la mayoría de ellas, tras haber expulsado a los carios y haber establecido como gobernantes (hegemónes) a sus propios hijos. ■ TUCÍDIDES, I, 4.
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5. El gobierno de Minos
Se sabe (historéo) que Minos fue un excelente legislador y el primero que consiguió el dominio del mar (thalassokratéo) y tras dividir la isla en tres partes en cada una de ellas fundó una ciudad, Cnosos en la que [mira a Asia, Festo en la orientada al sur y Cidonia] en la de enfrente del Peloponeso, esta también hacia el norte. Como ha dicho Éforo, Minos fue emulador de un cierto Radamantis, un hombre muy antiguo, el hombre más justo, y que tenía el mismo nombre de su propio hermano, el cual parece que fue el primero que civilizó (exemeróo) con sus leyes (nomímos), con su unión (sunoikismós) de ciudades y con sus sistemas de gobierno (politeía), apoyándose sobre el hecho de que traía de Zeus los decretos que establecía en público (es méson). ■ ESTRABÓN, X, 4, 8. 6. Creta y Egipto
Dicen algunos que Dédalo, cuando llegó a Egipto y admiró la factura (téchne) existente en sus obras preparó para Minos que reinaba en Creta un laberinto similar al de Egipto, en el que según cuentan (muthologéo) estuvo luego el llamado minotauro. Pero el de Creta ha desaparecido por completo, ya sea porque algún gobernante poderoso (dunastés) lo destruyó del todo, o porque el paso del tiempo ha borrado la obra. Pero el de Egipto se ha conservado intacto en toda su disposición hasta nuestro tiempo. ■ DIODORO, I, 61, 3-4.
SOPORTES VISUALES — Mapa tradicional de las supuestas invasiones griegas. — Mapa de la supuesta presencia de pelasgos y otros pueblos no griegos en el egeo. — Mapas de la distribución de topónimos con sufijos -nthos y -ssos considerados pregriegos. — Mapa de Asia Menor donde aparecen dichos sufijos. — Mapa de las lenguas anatolias. — Imagen de la Casa de las Tejas de Lerna. — Imagen de cerámica llamada minia. — Retratos de Evans y de sus descubrimientos en Creta. — Plano del complejo palacial de Cnosos. — Pinturas murales cretenses. — Imágenes de Tera y sus excavaciones. — Imágenes de algunos objetos egipcios hallados en establecimientos cretenses. — Pinturas murales de las tumbas egipcias que representan oferentes egeos. — Algunos objetos característicos de la civilización cretense como los sellos y sus representaciones iconográficas, las estatuillas, cerámica y joyas. — Tablillas escritas en lineal A. — Escenas de la mitología relacionadas con Creta. — Mapa de la cuenca oriental del Mediterráneo.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
LECTURAS J. A. MACGILLIVRAY, El laberinto del Minotauro. Sir Arthur Evans, el arqueólogo del mito (trad. cast.), Edhasa, Barcelona, 2006. P. FAURE, La vida cotidiana en la Creta minoica (trad. cast.), Argos Vergara, Barcelona, 1984. L. GARCÍA IGLESIAS, Los orígenes del pueblo griego, Síntesis, Madrid, 1997.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA M. FINKELBERG, Greeks and Pre-Greeks. Aegean Prehistory and Greek Heroic Tradition, Cambridge University Press, Cambridge, 2005. M. SAKELLARIOU, Peuples préhelléniques d’origine indo-européenne, Ekdotike Athenon, Atenas, 1977. C. W. SHELMERDINE (ed.), The Cambridge Companion to the Aegean Bronze Age, Cambridge University Press, Cambridge, 2008. R. HÄGG y N. MARINATOS, The Minoan Thalasocracy. Myth and Reality, Estocolmo, 1984. — The Function of Minoan Palaces, Estocolmo, 1987. A. FARNOUX, Cnossos. L’archéologie d’un rêve, Gallimard, París, 2002.
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5.4. El mundo micenico OBJETIVOS — Presentar un panorama coherente de la civilización micénica, tratando de explicar la génesis de la misma en el control operativo de las principales rutas comerciales que discurrían por la cuenca oriental del egeo y el sur de los Balcanes. — Destacar sus primeros testimonios y la enorme riqueza de sus tumbas, los grandes tholoi, y finalmente los complejos palaciales como los de Micenas, Tirinto o Pilos como principales etapas de su evolución. — Percibir el mundo micénico como un conjunto de diferentes entidades políticas de reducido tamaño que controlaban de manera centralizada sus respectivos territorios a través de unos complejos palaciales construidos a imagen de sus antecesores cretenses. — Destacar la existencia de documentos como las tablillas que muestran el funcionamiento administrativo de estos estados, escritas en un silabario denominado lineal B, y en un griego arcaico, tal y como demostró Michael Ventriss. — Destacar el descubrimiento de Micenas por parte de Heinrich Schliemann en el último cuarto del siglo XIX, por desvelar una parte ignorada de la historia más antigua de Grecia y por el contraste evidente con su imagen clásica e idealizada. — Destacar las señas de continuidad con toda la cultura posterior griega a pesar de estas apariencias, especialmente en el terreno lingüístico, mitológico y religioso. — Destacar la relación del mundo micénico con las culturas orientales contemporáneas como el mundo hitita en Anatolia (la famosa cuestión Ahhiyawa), el Egipto de Amenhotep III y Akenhatón, o la ciudad de Ugarit en la costa sirio palestina, y la expansión micénica por todo el Mediterráneo central y occidental.
TEXTOS 1. El rey más poderoso
Me parece que Agamenón reunió la flota contra Troya porque destacaba en poder (dúnamis) entre los de entonces, y no tanto porque iba a la cabeza de los pretendientes de Helena que habían hecho los juramentos a Tíndáreo. ■ TUCÍDIDES, I, 9, 1. 2. La hegemonía de Micenas
Al principio Argos era la más poderosa (epikratéo mállon), después Micenas adquirió una mayor importancia a causa del traslado de los Pelópidas a ella; pues cuando todo recayó en los hijos de Atreo, Agamenón al ser el mayor asumió el poder (exousía) y, gracias a una combinación de fortuna y méritos personales aña-
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dió una gran parte del territorio (chora) al que ya poseía; y especialmente añadió Laconia al territorio de Micenas. Menelao por su parte obtuvo Laconia, mientras que Agamenón recibió Micenas y las tierras que se extienden hasta Corinto y Sición, y la región conocida entonces como país de los jonios y los egialeos, que después fue de los aqueos. Después de la guerra de Troya con el derrumbamiento del poder (arché) de Agamenón sucedió la decadencia de Micenas, y especialmente tras el retorno de los Heráclidas. ■ ESTRABÓN, VIII, 6, 10. 3. Conquistas e intrigas
De los hombres algunos rivalizarán conmigo en riquezas y otros no. En efecto tras haber sufrido mucho y haber andado errante las traje en mis naves y volví al octavo año. Anduve errante por Chipre, Fenicia y entre los egipcios y llegué hasta los etíopes, los sidonios, los erembos y Libia, donde los corderos echan cuernos al momento y tres veces paren las ovejas en el curso de un año… Pero mientras yo erraba por aquellos confines, recogiendo abundante fortuna, entretanto, otro asesinó a traición a mi hermano, de repente, por la traición de su maldita esposa, por lo que sin alegría domino sobre estas posesiones. ■ HOMERO, Odisea, IV, 80-93. 4. Retazos de contabilidad
La sacerdotisa Eritha posee un lote alquilado de tierras cívicas del damos Tantas semillas – 38,4 litros de trigo Las mujeres de la cebada poseen un lote alquilado de tierra cívica del damos Tantas semillas – 182,4 litros de trigo La sacerdotisa Eritha posee un lote alquilado y reclama su posesión libre [¿] Para el dios, pero el damos dice Ella posee un lote alquilado de tierra cívica, tantas semillas – 374,4 litros de trigo El portador de la llave Karpathia tiene dos lotes públicos alquilados; Siendo obligado con dos a llevar a cabo [un servicio?] ella no Lleva a cabo, Tantas semillas – ___ litros de trigo’. ■ Tablilla Ep. 704. 5. Carta de un rey hitita al soberano de Ahhiyawa
Debo quejarme de la conducta insolente y desleal de un cierto Tawagalawas (¿Eteokles?). Hemos entrado en contacto en la tierra de Lukka (Licios) y me ha propuesto convertirse en vasallo del imperio hitita. He aceptado y le he enviado un funcionario del más alto rango para conducirle ante mí: ha tenido la audacia de quejarse que el rango del funcionario no era suficientemente alto, ha insultado a mi embajador en público y ha exigido ser nombrado rey-vasallo in situ sin la
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formalidad de la entrevista. Y yo le he dicho, si desea convertirse en rey-vasallo que asegure que ninguna de sus tropas se encuentre en Ilayanda. Las tropas de Tawagalawas combatiendo del lado de mis enemigos, las he derrotado, he hecho numerosos prisioneros y he devastado el territorio, perdonando estrictamente la fortaleza de Atriya a causa de mi tratado con vosotros. Entonces, un súbdito hitita llamado Piyamarados (¿Príamo?) libera mis siete mil prisioneros y se escapa a vuestra ciudad de Millawanda (Mileto). Le ordeno que vuelva pero desobedece. Os escribo y me enviáis un mensaje vergonzoso sin homenaje y sin regalo para decirme que habíais ordenado a vuestro representante en Millawanda, un tal Atpas, que entregue a Piyamarados. Como nada de esto sucede, voy a buscarle yo mismo. Entro en vuestra ciudad de Millawanda porque tengo algo que decir a Piyamarados y que conviene que vuestros súbditos escuchen mi alegato. Pero mi visita no es un éxito. Pregunto por Tawagalawas, pero no está allí. Me gustaría ver a Piyamarados, pero ha salido por mar. Me dirigís a vuestro representante Atpas, pero descubro que él mismo y su hermano están casados con hijas de Piyamarados. Es poco probable que me den satisfacción o que os trasmitan un relato imparcial de estos hechos aunque hayan tenido el placer de escuchar el discurso que había preparado para su suegro y que me hayan prometido bajo juramento haceros un informe verídico. Entretanto recibo de vosotros un mensaje extremadamente insolente, en un tono que no tolero más que entre iguales, prohibiéndome llevarme a Piyamarados de Millawanda. Ahora tengo una proposición que haceros: entregadme a Piyamarados y os prometo que no sufrirá ningún mal. Os enviaré un alto dignatario de la corte hitita, un pariente por matrimonio de mi esposa, la reina, como rehén en contrapartida. Si llego a un acuerdo satisfactorio con Piyamarados, perfecto, si no, os lo devolveré a vuestro territorio sano y salvo y conservareis mi rehén real hasta ese momento. ¿Estáis informados de las actuaciones de Piyamarados? ¿Es con vuestro consentimiento que ha dejado a su mujer y su familia bajo vuestra protección, y también a mis siete mil prisioneros, mientras realiza constantes incursiones en mis territorios? Pedidle que elija: que se instale pacíficamente en vuestro país o que regrese al mío. No le permitáis que utilice Ahhiyawa (Aqueos) como base de operaciones contra mí. Nosotros somos amigos. No ha existido disputa entre nosotros desde que llegamos a un acuerdo a propósito de Wilusa (¿Ilion?): todo era culpa mía y os prometo que no volverá a ocurrir. Y por lo que respecta a mi ocupación militar de vuestra ciudad de Millawanda, consideradla como una visita amistosa. Estoy afligido porque en el pasado hayáis tenido la oportunidad de acusarme de agresividad y de mensajes descorteses: era joven e impulsado por el fuego de la acción. Podría añadir que también yo he recibido de vosotros palabras hirientes. Sugiero que la falta ya no pese sobre nosotros sino sobre nuestros mensajeros: juzguémosles, cortémosles la cabeza, mutilemos sus cuerpos y vivamos en el futuro en perfecta amistad. ■ D. L. PAGE, History and Homeric Iliad, Berkeley, 1959. 6. El catálogo de las naves
Al frente de los beocios iban Penéleo y Leito y Arcesilao, Protoénor y Cionio, y los que administraban Hiria y la rocosa Áulide,
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Esceno, Escolo y Eteono, muy montañosa, Tespea, Orea y la espaciosa Micaleso; los que regían las tierras en torno a Harma, Ilesio y Eritras, y los que poseían Eleone y también Hila y Peleón, Ocálea y Medeón, ciudadela bien edificada, Copas, Eutresis y Tisba, de numerosas palomas; y los que Coronea y Haliarto cubierta de hierba; y los que poseían Platea y los que gobernaban Glisante; y los que poseían Hipotebas, bien edificada fortaleza, y la sagrada Onquesto, espléndido bosque de Poseidón; y los que poseían Arne, de muchos racimos; y los que Midea, la muy divina Nisa y Antedón que está en los límites. De éstos marchaban cincuenta naves, y en cada una iban ciento veinte jóvenes de los beocios. … Y los que poseían Atenas, ciudadela bien edificada, el pueblo del magnánimo Erecteo, a quien en otro tiempo Atenea, hija de Zeus, crió y le dio a luz la fértil tierra y había instalado en Atenas, en su opulento templo. Allí la propician con toros y carneros los muchachos de los atenienses a la vuelta de cada año. De éstos era el líder el hijo de Péteo, Menesteo. Ningún hombre sobre la tierra había nacido semejante a él en ordenar caballos y hombres, armados de un escudo; Néstor era el único parecido, pues este era más anciano. A éste cincuenta negras naves le seguían. … Ayante trajo de Salamina doce naves y las condujo y situó donde estaban los batallones atenienses. Y los que poseían Argos y la amurallada Tirinto, Hermíone y Asina, situadas en un profundo golfo, Trezén, Éyones y Epidauro, rica en viñedos, y los jóvenes de los aqueos que poseían Egina y Masete, a estos los conducía Diomedes, valeroso en el grito de guerra, y Esténelo, hijo querido del ilustre Capaneo; y con ellos iba como tercero Euríalo, varón semejante a un dios hijo de Mecisteo el soberano Talayónida; Conducía a todos Diomedes valeroso en el grito de guerra; A estos les seguían ochenta negras naves. Y los que poseían Micenas, ciudadela bien edificada, Y la próspera Corinto y Cleonas bien edificada, Y gobernaban Ornias y la amable Aretirea Y Sición, donde Adrasto reinó en primer lugar, Y los que Hipersía y la elevada Gonoesa Y Pelene poseían y gobernaban las tierras alrededor de Egio Y en todo Egio y en el entorno de la ancha Hélice, Sobre cien naves comandaba el poderoso Agamenón
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Atrida; y junto con él muy numerosas y valientes Huestes le seguían; y se había revestido con bronce brillante Vanagloriándose, y sobresalía entre todos los héroes, A causa de que era el mejor y que conducía muy numerosas huestes. Y los que poseía la cóncava Lacedemonia llena de hondonadas, Faris, Esparta y Mesa de numerosas palomas, Y gobernaban Brisias y la amable Augias, Y los que entonces poseían Amiclas y Helo ciudadela sobre el mar, Y los que poseían Laa y gobernaban las tierras alrededor de Etilo, A estos los conducía su hermano Menelao, bueno en el grito de guerra, Y sus sesenta naves; y aparte se ponían las corazas; Y él mismo iba con ellos persuadido por sus propios deseos, Incitándoles al combate; pues de manera especial le impulsaba en su ánimo A vengar los llantos y lamentos de Helena. Y los que gobernaban Pilos y la amable Arena y Trío, curso del Alfeo, y la bien construida Epi, y habitaban Ciparesente y Anfigenía, y Pteleo y Helos y Dorio, donde las Musas tras encontrarse con el tracio Támiris pusieron fin a su canto, cuando volvía de Ecalia de junto a Éurito ecalieo; jactándose había asegurado que vencería, aunque las propias Musas cantasen, hijas de Zeus, portador de la égida; Estas encolerizadas, lo dejaron ciego, y el canto divino le quitaron y le hicieron olvidar la cítara; A estos les conducía Néstor de Gerenia conductor de carros; A éste noventa huecas naves seguían en fila. … A su vez Odiseo conducía a los magnánimos cefalenios, Los que poseían Ítaca y Nérito que agita su follaje, Y gobernaban Crocilea y la áspera Egilipe, Y los que poseían Zacinto y gobernaban las tierras alrededor de Samo, Y los que poseían el continente y gobernaban las tierras de enfrente; A estos los conducía Odiseo semejante a Zeus en ingenio; A este le seguían doce naves de bordes rojos de bermellón. … Y a los cretenses los conducía Idomeneo ilustre por su lanza, Los que poseían Cnoso y la amurallada Gortina, Licto, Mileto y Licasto de un blanco brillante Festo y Ritio, ciudades bien pobladas, Y los demás que gobernaban las tierras del entorno de Creta la de cien ciudades. A estos los conducía Idomeneo ilustre por su lanza Y también Meríones semejante a Enialio matador de hombres; A estos les seguían ochenta negras naves. … A continuación, cuantos habitaban el Argos Pelásgico, los que gobernaban Alo, Álope y Trequine,
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los que poseían Ftía y Hélade, de hermosas mujeres, se llamaban mirmidones, helenos y aqueos. De sus cincuenta naves era el líder Aquiles. ■ HOMERO, Ilíada, II, 494-685.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Retratos de Schliemann e imágenes de sus descubrimientos en el Peloponeso. Las tumbas de fosa y sus tesoros. Las tumbas tholoi y su significado. Planta del palacio de Pilos. Plano del palacio de Dimini. Plano del palacio de Tirinto. Tablillas y sus signos en lineal B. Retrato de Ventris y su tabla de desciframiento. Signos del silabario lineal B y un ejemplo gráfico. Las ciudadelas fortificadas de Micenas y Tirinto. Tebas y Gla. Mapa de la expansión micénica. Objetos egipcios hallados en Micenas. Sellos ‘orientales’ hallados en Tebas. Templo de Kom-el-Hetan en Egipto. El supuesto guerrero micénico del papiro de Amarna. Cerámica micénica de Ugarit. Imagen de un guerrero micénico en Anatolia. El naufragio de Ulu Burun y principales objetos hallados. Iconografía de los sellos. Algunas figuras de marfil. Escenas de guerra y de caza. Excavaciones de Troya. Carta hitita de Tagawalawas. Tablillas calcinadas. Escenas de la mitología de la guerra de Troya. Mapa de los centros micénicos relacionados con ciclos mitológicos.
LECTURAS H. SCHLIEMANN, El hombre de Troya, Interfolio, Madrid, 2010. J. CHADWICK, El Mundo micénico (trad. cast.), Alianza, Madrid, 1976. M. S. RUIPÉREZ y J. L. MELENA, Los griegos micénicos, Biblioteca Historia 16, Madrid, 1990. E. FRENCH, Micenas, capital de Agamenón (trad. cast.), Bellaterra, Barcelona, 2005. J. LATACZ, Troya y Homero. Hacia una resolución de un enigma (trad. cast.), Destino, Barcelona, 2003.
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5.5. Rupturas y continuidades OBJETIVOS — Plantear la existencia de una edad oscura, tal y como se ha venido sosteniendo hasta hace bien poco, que habría seguido a la desaparición del sistema palacial micénico a la vista de la pobreza y escasez de los testimonios encontrados a causa de la desaparición de la escritura y de la arquitectura de carácter monumental. — Destacar la evidencia contraria que revelan los hallazgos arqueológicos más recientes, como los efectuados en Lefkandi, Kalapodi, el Ática o Nicoria en Mesenia, que ponen de manifiesto la existencia de contactos con el mundo oriental cuando se pensaba que la interrupción casi completa de las comunicaciones con el mundo exterior había provocado el aislamiento de las comunidades. — Plantear el tema de los movimientos de población que se produjeron durante este período, como la famosa invasión doria o la migración jonia hacia Asia Menor, que no han dejado huellas patentes en el registro arqueológico y que tan solo conocemos a través del testimonio de algunas fuentes literarias tardías. — Destacar la existencia de una serie de rupturas con el período micénico precedente y también de rasgos evidentes de continuidad con este pasado que contribuyeron a forjar las bases fundamentales del desarrollo histórico posterior. — Considerar todo este período como una época clave en la que comenzaron a producirse los cambios fundamentales en el traspaso de la autoridad y la creación de espacios públicos que desembocarían en la formación de la polis.
TEXTOS 1. La continuidad de Atenas
El Ática al mantenerse sin disturbios (astasíastos) desde los tiempos más remotos a causa de la aridez de su tierra la habitaron siempre las mismas gentes. Y la demostración no menor del argumento (lógos) es que a causa de los cambios de población (metoikía) hacia las demás regiones no progresaron de la misma manera. Pues desterrados del resto de la Hélade por la guerra o por las luchas internas (stásis) los más poderosos (dunatótatoi) se retiraron entre los atenienses por considerarlo un lugar seguro y tras convertirse de inmediato en ciudadanos (politai) desde antiguo todavía hicieron la ciudad (pólis) más grande en el número de habitantes, de forma que después enviaron colonias (apoikíai) a Jonia al no ser suficiente el territorio del Atica. ■ TUCÍDIDES, I, 2, 5.
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2. La migración de los jonios
Ferécides dice que de esta costa, Mileto, Miunte, las tierras alrededor de Mícale y Éfeso las ocupaban antes los carios, y la costa que viene a continuación hasta Focea, Quíos y Samos, que gobernaba Anceo, los léleges, y que ambos pueblos habían sido expulsados de allí por los jonios y se habían refugiado en las partes restantes de Caria. Dice que Androclo, hijo legítimo de Codro el rey de Atenas, había dirigido la colonización (apoikía) de los jonios, posterior a la eolia, y que fue el fundador (ktístes) de Éfeso; por lo que se dice que la residencia real (to basíleion) de los jonios se estableció allí. ■ ESTRABÓN, XIV, 1,3. 3. La migración de los dorios
Estos (dorios) son los que habitaban la Tetrápolis, que según dicen era la metrópolis de todos los dorios… El rey de estos Egimio, tras haber perdido su trono, fue repuesto de nuevo, según cuentan (historéo), por Heracles; por lo que conservó el recuerdo de su favor cuando murió en el Eta; adoptó a Hilo, el mayor de los hijos de aquel, y aquel y sus descendientes le sucedieron en el poder (arché). Y se inició el retorno para los Heráclidas que partían desde allí hacia el Peloponeso. ■ ESTRABÓN, IX, 4,10. 4. Una emigración compartida
Participaron en la expedición con los jonios los siguientes de los helenos: tebanos con Filotas, que era descendiente de Peneleo, y Minias de Orcómeno por su parentesco con los hijos de Codro. También participaron focidios con excepción de los de Delfos y abantes de Eubea. A los focidios los atenienses Filógenes y Damón, hijos de Euctemón, les dieron naves para la travesía y se convirtieron en sus líderes en la colonia (apoikía). Cuando llegaron con sus naves a Asia, unos se dirigieron a unas y otros a otras de las ciudades costeras, en cambio Nileo y la parte de la expedición que iba con él a Mileto. ■ PAUSANIAS, VII, 2, 3. 5. Un poder personal
Querido huésped (xeínos), ¿te enojarás conmigo por lo que voy a decirte? Para estos estas son las cosas que importan, la cítara y la canción, sin reparos, mientras consumen gratis los bienes ajenos, los de un hombre cuyos blancos huesos acaso se pudren bajo la lluvia tirados por tierra o tal vez en el mar los voltean las olas. Si vieran a aquel de regreso a Ítaca, todos preferirían ser más ligeros de pies que más ricos en oro y vestidos. ■ HOMERO, Odisea, I, 158-164.
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6. Los fundamentos de la realeza
Glauco, ¿Por qué nosotros somos honrados de manera especial, con asiento, carnes y copas rebosantes, en Licia, y todos nos contemplan como a dioses, y cultivamos un predio grande a orillas del Janto, hermoso por su tierra fértil y portadora de pan? Pues es preciso que ahora situándonos entre los primeros de los licios resistamos y tomemos parte en la batalla ardiente, para que se diga entre los licios de sólidas corazas: ‘En verdad no sin gloria (akleés) nuestros reyes (koíranoi) imperan en Licia, comen pingües ovejas, y vino escogido, dulce como la miel; pero también una fuerza noble (esthlé), ya que combaten entre los primeros de los licios’. ■ HOMERO, Ilíada, XII, 310-321.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — —
Plano del edificio absidal de Lefkandi. Objetos hallados en las tumbas de Lefkandi. La tumba de la ‘Rica Dama’ en Atenas. Escenas de la cerámica geométrica del Ática: cortejos fúnebres, escenas de caza y de batalla. Imágenes del santuario de Kalapodi. Imágenes de Nicoria en Mesenia. Mapa del itinerario seguido por los emigrantes jonios. Retrato de K. O. Müller. Mapa de las supuestas invasiones dorias Mapa de los principales enterramientos en el Ática datables de la ‘Edad Oscura’ Imagen reconstruida de los monumentos funerarios atenienses
LECTURAS O. DICKINSON, El egeo: De la Edad del Bronce a la Edad del Hierro (trad. cast.), Bellaterra, Barcelona, 2010. I. MORRIS, Historia y cultura. La revolución de la arqueología (trad. cast.), Edhasa, Barcelona, 2007.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA A. SNODGRASS, The Dark Age of Greece. An Archaeological Survey of the Eleventh to Eight Centuries, Edinburgh University Press, Edimburgo, 1971. V. R. D’A DESBOROUGH, The Greek Dark Ages, Ernest Bent, Londres, 1972. S. DEGER-JALKOTZY y I. LEMOS (eds.), Ancient Greece from the Myceanean Palaces to the Age of Homer, Edinburgh University Press, Edimburgo, 2006. A. SCHNAPP GOURBEILLON, Aux origines de la Grèce (XIII-VIII siècles avant notre ére) La génese du politique, Les Belles Lettres, París, 2002. J. N. COLDSTREAM, Geometric Greece, 900-700 B.C., Routledge 2.ª ed., Londres, 2003.
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C. THOMAS, Myth Becomes History: Pre-Classical Greece, Publications of the Association of Ancient Historians, Regina Books, Claremont, California, 1993. E. WILL, Doriens et Ioniens. Essai sur la valeur du critère ethnique appliqué à l’étude de l’histoire et de la civilisation grecques, Les Belles Lettres, París, 1956.
REPERTORIOS DE IMÁGENES C. THOMAS y C. CONANT, Citadel to City-State. The Transformation of Greece, 1200-700 B.C., Indiana University Press, Bloomington, 1999. S. LANGDON (ed.), New Light on a Dark Age. Exploring the Culture of Geometric Greece, University of Missouri Press, Columbia, Miss., 1997. Página de la British School at Athens sobre Lefkandi. J. DAVIS y S. E. ALCOCK, Sandy Pylos: An Archaeological History from Nestor to Navarino, University of Texas Press, Austin, 1998 (sobre Nicoria). Archivos de excavación de las British School at Athens y de L’École française d’Athènes sobre Kalapodi. E. L. SMITHSON, «The Tomb of a Rich Athenian Lady c. 850 BC», Hesperia, 37, 1, 1968, 77-116.
5.6. Los griegos en ultramar OBJETIVOS — Plantear la dispersión de comunidades griegas a lo largo de todo el período arcaico, desde el mar Negro hasta la Península Ibérica, como una extensión de los límites del mundo griego que tenía ahora como escenario histórico toda la cuenca mediterránea. — Destacar el carácter inapropiado del término colonización debido a las implicaciones que dicho término tiene dentro de la historiografía moderna y de las grandes diferencias que separan el colonialismo europeo de los siglos XVI y siguientes del fenómeno de la expansión griega del período arcaico. — Señalar la complejidad del fenómeno con establecimientos como apoikiai y emporia y la importancia del control de los recursos y del territorio, así como la relación con las poblaciones indígenas del entorno, así como con la pretendida metrópoli y con los otros establecimientos de la zona. — Destacar la logística necesaria para llevar a cabo las fundaciones como el conocimiento de las rutas, y los emplazamientos adecuados, la figura del fundador o guía de la expedición y el trazado y leyes de las nuevas fundaciones. — Destacar las diferentes zonas del Mediterráneo ocupadas por los griegos y señalar las diferencias existentes. — Destacar la importancia de las relaciones y contactos del mundo griego con las civilizaciones orientales, en particular con el mundo asirio, Chipre y Egipto,
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donde la presencia griega se concentró sobre todo en el emporio de Náucratis, así como con los fenicios. — Destacar el tema de las posibles consecuencias de estas relaciones y contactos para el desarrollo de la cultura griega y el aumento de los conocimientos de todo tipo.
TEXTOS 1. Una copa parlante
Soy la copa de Nestor, buena para beber, quienquiera que beba de esta copa una vez vacía le poseerá el deseo de Afrodita la de hermosa corona. ■ MEIGGS & LEWIS, 1. (Inscripción de la Copa de Nestor, Pitecusas.) 2. Los motivos de una fundación
Durante siete años no llovió en Tera, y en este tiempo todos los árboles en la isla se secaron, excepto uno. Y cuando los tereos consultaron al oráculo, la Pitia les remitió a una colonia (apoikía) en Libia. Y como no había ningún remedio de su desgracia envían mensajeros a Creta para que se informaran si alguno de los cretenses o de los metecos había llegado a Libia… los tereos que habían dejado a Corobio en una isla, cuando llegaron a Tera anunciaron que habían colonizado una isla en la costa libia. Entonces los de Tera decidieron enviar, de cada dos hermanos al que la suerte designase, e individuos de todos los distritos que eran siete; y que su líder (hegemón) y rey (basileus) sería Bato. Así enviaron a Platea dos pentecónteros. ■ HERÓDOTO, IV, 151 y 153. 3. Un fundador y su misión
(Los feacios) en otro tiempo antaño habitaban en la espaciosa Hiperea, cerca de los Cíclopes, hombres arrogantes que continuamente les perjudicaban, y eran más fuertes. Sacándoles de allí los condujo Nausitoo, semejante a un dios, y les instaló en Esqueria, lejos de los hombres laboriosos, y construyó una muralla en torno a la ciudad (polis), y edificó las casas, y erigió templos de los dioses y repartió las tierras de labor. ■ HOMERO, Odisea, VI, 3-10. 4. El destino de una colonia
Epidamno es una ciudad (pólis) que se halla a la derecha para el que entra navegando hacia el golfo jónico, y habitan junto a ella los bárbaros taulancios, del pueblo (éthnos) ilirio. Esta la fundaron (apoikízo) los corcirenses, pero su fundador (oikistés) fue Falio, hijo de Eratoclides, de linaje (génos) corintio, de los descendientes de Heracles, que había sido llamado desde la metrópoli según una an-
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tigua costumbre (nómos). También la fundaron (sunoikízo) algunos de los corintios y del resto del linaje (génos) dórico. Con el paso del tiempo la potencia (dúnamis) de los epidamnios se hizo grande y muy populosa. Pero tras haber disputado luchas internas (stasiázo) muchos años, según se dice, fueron destruidos a raíz de una guerra con los bárbaros vecinos, y fueron privados de buena parte de su potencia (dúnamis). ■ TUCÍDIDES, I, 24. 5. Mileto, metrópolis del Mar Negro
Muchos son los logros de esta ciudad (Mileto), pero el más importante es el número de sus colonias (apoikía), pues todo el Ponto Euxino, la Propóntide y otros muchos lugares fueron colonizados por estos. De hecho Anaxímenes el lampsaceno afirma que también colonizaron (sunoikízo) los milesios las islas de Ícaro y Lero y en la zona del Helesponto, Limnas, en el Quersoneso, y en Asia Abidos, Arisba y Peso; en la isla de los cicicenos, Artace y Cícico; en el interior de la Tróade Escepsis. ■ ESTRABÓN, XIV, 1, 6. 6. La calidad humana de algunos colonos
La miseria de todos los helenos confluyó en Tasos. ■ ARQUÍLOCO, fr. 102 West. 7. Conquistando los mares
Estos foceos fueron los primeros de los helenos que llevaron a cabo largas travesías por mar y estos fueron los que descubrieron el Adriático, Tirrenia, Iberia y Tartesos. No navegaban en naves redondeadas (mercantes) sino en penteconteros. Cuando llegaron a Tartesos se hicieron muy amigos del rey de los tartesios, cuyo nombre era Argantonio, que fue el soberano absoluto (turanneúo) de Tartesos durante ochenta años y vivió en total ciento veinte. ■ HERÓDOTO, I, 163. 8. Una fundación especial: Tarento
Hablando acerca de la fundación (ktísis) de la ciudad (Tarento) Antíoco afirma que, cuando tuvo lugar la guerra de Mesenia, los que de los lacedemonios no habían tomado parte en la campaña fueron considerados esclavos y fueron llamados hilotas, y a cuantos en esa campaña les habían nacido hijos les llamaron partenios y se les consideró privados de derechos ciudadanos (átimoi); pero estos no se sometieron a tal decisión (eran numerosos) y tramaron una conspiración (epibouleúo) contra los del pueblo (démos)… Estos tras darse cuenta de que se había denunciado la conspiración una parte huyó y otros suplicaron clemencia. Tras haberles exhortado a tener valor se les puso en custodia, y enviaron a Falanto hacia el dios a consultar acerca de una colonia (apoikía). Y este respondió como orácu-
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lo: Yo te concedo, Satirio, habitar las fértiles tierras de Tarento, y convertirte en el azote de los yápiges. ■ ESTRABÓN, VI, 3, 2. 9. La fundación de Cirene
Dios. Buena Fortuna. Damis, hijo de Baticles propuso lo siguiente: con respecto a la declaración del pueblo de Tera [y] de Cleudamante, hijo de Euticles, y para que la ciudad pueda florecer y el pueblo de los cireneos prosperar concedemos a los tereos la ciudadanía. Hacemos esto de acuerdo con nuestra ley ancestral que formularon nuestros antepasados, tanto los que fundaron Cirene desde Tera como aquellos que permanecieron en Tera, al igual que Apolo concedió buena fortuna a Bato y al pueblo de Tera si se atenían al acuerdo jurado que nuestros propios antepasados hicieron con ellos cuando enviaron la colonia al mando de Apolo Arquegeta. Con buena fortuna se resolvió por el pueblo (démos) que los tereos conservaran una ciudadanía igual en Cirene, también en los mismos términos que antes. Todos los tereos que viven en Cirene tienen que tomar el mismo juramento que los otros juraron una vez; y son asignados a una tribu (phúle), una fratría y nueve asociaciones (hetairíai). Este decreto debe ser grabado en una piedra de mármol y la piedra debe ser colocada en el templo ancestral de Apolo Pitio. Y el acuerdo jurado que los colonos hicieron después de partir hacia Libia –de Tera a Cirene– con Bato, también será grabado sobre la piedra. Con respecto a los gastos necesarios para la piedra o su grabado, los oficiales de cuentas los extraerán de los ingresos de Apolo… Acuerdo jurado de los colonos. Lo siguiente fue decidió por la asamblea (ekklesía). Ya que Apolo en una profecía espontánea instruyó a Bato y a los tereos para que colonizaran Cirene, el pueblo de Tera resolvió enviar a Libia a Bato como fundador (archagétas) y rey, con los tereos que le acompañaban en el viaje. Tienen que navegar según la familia, en términos justos e iguales, con un hijo reclutado de cada […] y adultos y personas libres del resto de los tereos […] tienen que navegar. Si los colonos fundan la colonia, cualquiera de sus parientes que naveguen más tarde a Libia deben tener la ciudadanía y acceso a los cargos públicos, junto con ellos y se les debe conceder un lote de tierra que no se halle bajo propiedad. Y si no fundan la colonia y si los tereos no pueden ayudarles y su sufren penalidades durante cinco años, entonces deben regresar a sus propiedades en Tera desde el país sin temor, y ser ciudadanos. Cualquiera que se niegue a navegar cuando la ciudad le envíe debe ser sujeto a pena de muerte y sus propiedades confiscadas. Cualquier individuo que lo acoja o lo proteja, bien sea un padre [ayudando] a su hijo o un hermano a su hermano deberán sufrir la misma pena que el individuo que se niegue a partir. En estas condiciones aquellos que permanecieron aquí y aquellos que partieron para fundar una colonia realizaron un acuerdo jurado, estableciendo maldiciones para aquellos que los violasen y rechazaran atenerse a ellos, bien los que se establecieron en Libia o los que permanecieron aquí. Hicieron imágenes de cera y las quemaron y pronunciaron esta maldición mientras todos se unían conjuntamente –hombres y mujeres, muchachos y muchachas–: ‘Quienquiera que fracase en atenerse a este acuerdo jurado y en su lugar lo viole, que se funda y se licúe como las imágenes, el propio individuo, sus descendientes y sus propiedades. Pero para aquellos que se atengan al acuerdo jurado, tanto
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aquellos que partieron hacia Libia como [aquellos] que permanecieron en Tera, que tengan buenas cosas tanto ellos como sus descendientes. ■
MEIGGS & LEWIS, 5.
10. Griegos e indígenas en Escitia
En el país de los budinos hay edificada una ciudad (pólis) de madera, cuyo nombre es Gelono; cada lado de su muralla tiene una longitud de treinta estadios; es además elevada y toda de madera, como sus casas y los santuarios. Pues efectivamente hay allí santuarios de los dioses de los helenos construidos a la manera helena y con imágenes y altares y templos de madera, y celebran fiestas en honor de Dionisos cada dos años y cortejos báquicos. Pues los gelonos son helenos en su origen y tras haber sido expulsados de sus establecimientos de comercio marítimo (empórion) se establecieron entre los budinos; y utilizan una lengua medio escita medio helena. ■
HERÓDOTO, IV, 108.
11. Griegos e Indígenas en Italia
Después de Dicearquía está Neapolis de los de Cumas; después se añadieron como colonos (epoikéo) calcidios y algunos de Pitecusas y de Atenas, de forma que fue llamada Neapolis por esto… Después acogieron como colonos (súnoikos) a algunos campanios tras haberse dividido en dos facciones (dichostasíazo), y fueron obligados a tratar a sus peores enemigos como los más allegados, ya que a los allegados (oikeioí) les habían tratado como extranjeros (allótrioi). ■
ESTRABÓN, V, 4, 7.
12. Los fenicios en el mundo griego
Los más versados en relatos (lógioi) de los persas afirman que los fenicios fueron los causantes del conflicto; pues estos, tras haber llegado desde el mar llamado Eritreo a este nuestro mar y haberse establecido en esta región que en la actualidad habitan, en seguida se lanzaron en largas travesías y transportando mercancías egipcias y asirias llegaron a diversos lugares y también a Argos. Argos en aquel tiempo sobresalía sobre todas las tierras en la región hoy llamada Hélade. Cuando los fenicios llegaron a Argos expusieron su mercancía. Pero al quinto o sexto día desde que llegaron cuando ya habían vendido casi todo, fueron hacia el mar muchas y diversas mujeres y, especialmente la hija del rey; su nombre, como dicen respecto a esto mismo también los helenos, era Io, hija de Ínaco. Mientras estas situadas junto a la popa del barco compraban las mercancías que más les apetecían, los fenicios tras alentarse entre ellos se lanzaron sobre ellas. La mayoría de las mujeres, sin embargo, pudo huir, pero Io junto con otras fueron raptadas; tras meterlas en los barcos se fueron navegando rumbo a Egipto. ■
HERÓDOTO, I, 1.
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
13. Jonios en Asiria
Al rey mi señor, Tu servidor Qurdi-Assur-Iamur: Los jonios han hecho acto de presencia, Han presentado batalla en la ciudad de Samsimuruna, En la ciudad de Harisu y en la ciudad de… Un jinete vino a la ciudad de Danabu para informarme. Reuní los soldados regulares y los reclutados Y fui tras ellos. No se llevaron Nada. Tan pronto como vieron A mis soldados escaparon en sus barcos. En medio del mar Desaparecieron. Después de mi… ■ Carta 69 de Nimrud dirigida a Tiglat Pileser III. 14. Sargón y los jonios
Sargon experto en batallas que en medio del mar como un pescador capturó a los jonios como peces y proporcionó la paz a la tierra de Que y a la ciudad de Tiro. ■ Texto del palacio de Sargón en Dur-Sarrukin. 15. Griegos contra asirios
En la costa de Cilicia Senaquerib derrotó un grupo de naves de guerra jonias y los puso en fuga. Construyó también el templo de los atenienses, erigió columnas de bronce e hizo que sus grandes hazañas se inscribieran de modo verídico. Construyó también Tarso según el plan y el modelo de Babilonia, de forma que el río Cidno fluye igual que el Éufrates a través de Babilonia. ■ ABIDENO, FGrHist 685 F 5. 16. La gloria de un mercenario en Oriente
Viniste de los confines de la tierra trayendo contigo la empuñadura de marfil de tu espada remachada con oro; y llevaste a cabo como aliado de los babilonios una gran hazaña, y los libraste de penas tras matar a un guerrero al que solo faltaba un palmo para medir cinco codos reales. ■ ALCEO, fr. 165 Page. 17. Los griegos en Egipto
Y tras convertirse en amigo de los helenos (philelén) Amasis concedió a algunos de los helenos otras cosas y especialmente a los que habían llegado a Egipto les dio la ciudad de Náucratis para que se establecieran (enoikéo) en ella; y a los que no querían habitar allí, pero llegaban navegando a su país, les dio terrenos para que establecieran altares (bomoí) y santuarios (témenos) a sus dioses. Pues bien, el mayor de esos santuarios que es también el más renombrado y utilizado,
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y denominado Helenio, estas son las ciudades que lo fundaron en común, de los jonios Quíos, Teos, Focea y Clazómenas, de los dorios Rodas, Cnido, Halicarnaso y Fasélide, y de los eolios solamente Mitilene. ■ HERÓDOTO, II, 178. 18. Griegos en campaña lejos de casa
El rey Psamético habiendo venido a Elefantina, he aquí las palabras que han escrito los que navegaban con Psamético hijos de Teocles, que llegaron más allá de Kerkis hasta donde el río lo permitía; las gentes de otra lengua tenían como jefe a Potasimto, los egipcios a Amasis; nosotros hemos sido inscritos por Arcon, hijo de Amoibicho y Peleko hijo de Oudamos. ■ MEIGGS & LEWIS, 7. 19. Un griego que ha triunfado fuera vuelve a casa
Pedón me ha consagrado, el hijo de Anfinoo, que me ha traído de Egipto, y es el rey egipcio Psamético el que le ha dado en recompensa un brazalete de oro y una ciudad como premio de su coraje. ■ Inscripción sobre una estatua hallada en Priene.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Mapa de los establecimientos griegos y fenicios en el Mediterráneo. Mapa de las zonas de visibilidad marítima en el Mediterráneo. Imagen del Promontorio de Circe. Imagen del estrecho de Mesina. Reconstrucción de una nave griega (pentecóntera). Escenas de naufragios en la cerámica de Pitecusas. Reconstrucción de la llegada de una expedición marítima. Mapa de las principales rutas comerciales. Cuadro de los grupos étnicos que tomaron parte en las fundaciones. Cuadro de los principales establecimientos y sus colonias secundarias. Mapas de las zonas con establecimientos griegos: Norte del egeo, Sur de Italia y Sicilia, Adriático, Golfo de León, Norte de África, Mar Negro y Egipto. Plano de Pitecusas. Imagen del Monte Vico en Pitecusas. Imagen de la Copa de Nestor. Imagen de la crátera de Vix. Plano de Epidamno. Vista de Epidamno. Plano de Selinonte. Planta de las ciudades de Metaponto, Megara Hiblea y Olbia y su distribución de la tierra. Imagen del santuario de Gravisca. Imagen del templo de Acragante. Plano de Al Mina y su situación en la costa sirio palestina. Mapa de Eubea y de la distribución de su cerámica.
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
— Mapa de Chipre. — Objetos orientales hallados en tumbas griegas de Chipre. — Mapa de la imagen griega del mundo.
LECTURAS R. LANE FOX, Héroes viajeros. Los griegos y sus mitos (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 2009. D. RIDWAY, El alba de la Magna Grecia. Pitecusas y las primeras colonias griegas de Occidente (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 1997. A. DOMÍNGUEZ MONEDERO, La colonización griega en Sicilia, indígenas y púnicos en la Sicilia arcaica. Interacción y aculturación, BAR, Oxford, 1989. A. J. DOMÍNGUEZ MONEDERO, Los griegos en la Península Ibérica, Arco Libros, Madrid, 1996.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA J. BOARDMAN, The Greeks Overseas. Their Early Colonies and Trade, Thames and Hudson, Londres, 1999. G. R. TSETSKHLADZE y F. DE ANGELIS (eds.), The Archaeology of Greek Colonisation. Essays dedicated to Sir John Boardman, Oxford School of Archaeology, Oxford, 1994. H. HURST y S. OWEN (eds.), Ancient Colonizations. Analogy, Similarity and Difference, Duckworth, Londres, 2005. A. J. GRAHAM, Colony and Mother City in Ancient Greece, 2.ª ed. ampliada, Ares Publishers, Chicago, 1983. G. TSETSKHLADZE (ed.), Greek Colonisation. An Account of Greek Colonies and Other Settlements Overseas, 2 vols., Brill, Leiden, 2003 y 2008. B. B. SHEFTON y K. LOMAS (eds.), Greek Identity in the Western Mediterranean, Brill, Leiden, 2004. G. R. TSETSKHLADZE (ed.), The Greek Colonisation of the Black Sea Area. Historical Interpretation and Archaeology, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 1998. L. BRACCESI, Grecità adriatica, Patron, Bolonia, 1977. A. TREVOR HODGE, Ancient Greek France, Duckworth, Londres, 1998. V. KARAGEORGHIS, Chipre encrucijada del Mediterráneo oriental 1600-500 a.C. (trad. cast.), Bellaterra, Barcelona, 2004. W. BURKERT, The Orientalizing Revolution. Near Eastern Influence on Greek Culture in the Archaic Age (trad. ingl.), Harvard University Press, Cambridge Mass., 1992. J. M. HURWIT, The Art and Culture of Early Greece, 1100-480 B.C., Cornell University Press, Ithaca y Londres, 1985. S. P. MORRIS, Daidalos and the Origins of Greek Art, Princeton University Press, Princeton, 1992. A. C. GUNTER, Greek Art and the Orient, Cambridge University Press, Cambridge, 2009. A. M. GREAVES, The Land of Ionia. Society and Economy in the Archaic Period, WileyBlackwells, Oxford, 2010.
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REPERTORIOS DE IMÁGENES L. CERCHIAI, L. JANELLI y F. LONGO, The Greek Cities of Magna Graecia and Sicily, Getty Publications, Los Ángeles, 2004. G. PUGLIESE CARRATELLI (ed.), The Western Greeks, Thames and Hudson, Londres, 1996. R. BOSI, Cités grecques d’Occident, Fernand Nathan, París, 1982. E. M. DE JULIIS, Magna Grecia. L’Italia meridionale dalle origini leggendarie alla conquista romana, Edipuglia, Bari, 1996. P. G. GUZZO, Magna Grecia. Les colonies grecques dans l’Italie Antique, Découvertes Gallimard, París, 1996. La Sicile et les grandes civilisations méditerranéennes, Dossiers d’Archéologie, n.º 225, julio/agosto, 1997. La Grande Grèce. La présense grecque en Italie du Sud de l’époque archaïque à l’arrivée des Romains, Dossiers d’Archéologie, n.º 235, julio/agosto, 1998. Les villes grecques de la mer Noire. Olbia, Panticapée, Chersonèse, Dossiers d’Archéologie, n.º 188, diciembre 1993. V. SCHILTZ, Histoire des kourganes. La redécouverte de l’or des Scythes, Découvertes, Gallimard, París, 1991. A. JOHNSTON, The Emergence of Greece, The Making of the Past, Elsevier Phaidon, Londres, 1976. Colonias griegas en el Mediterráneo, vol. 11 de Arqueología de las Ciudades Perdidas, Salvat, Barcelona, 1992.
5.7. Los grandes cambios del siglo
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a.C.
OBJETIVOS — Plantear la serie de cambios profundos que experimentó el mundo griego a lo largo de este período como culminación de largos procesos que se iniciaron seguramente en el período precedente y que comienzan a definir las señas de identidad propiamente helénicas. — Destacar los dos grandes fenómenos de este período como son el surgimiento y consolidación de la polis como forma de organización sociopolítica en una buena parte de la geografía griega y la aparición de los grandes santuarios de carácter panhelénico. — Enfocar la cuestión como una profunda remodelación del espacio cívico y social iniciada ya en el período precedente que empieza a cobrar forma en estos momentos. — Definir la polis desde el punto de vista territorial y sociopolítico. — Resaltar la enorme importancia de la religión en este proceso y destacar el significado de las creencias griegas y las enormes diferencias entre la concepción antigua y las modernas.
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HISTORIA
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
— Destacar la importancia del paisaje ‘sacralizado’ como marco fundamental de percepción del mundo físico para los antiguos griegos. — Resaltar la importancia del culto a los héroes como proceso de legitimación del poder y destacar la concepción del mito como lenguaje y forma de entender el mundo. — Destacar la enorme importancia de los Poemas homéricos y la emergencia de los grandes santuarios panhelénicos como intentos de aglutinar desde un punto de vista simbólico e ideológico un mundo disperso política y geográficamente. — Resaltar los estímulos procedentes del mundo oriental en el desarrollo posterior de la civilización griega con la adopción del alfabeto, el inicio de una arquitectura y escultura de carácter monumental, la importación y adaptación de temas y motivos mitológicos e iconográficos e incluso los comienzos de una reflexión organizada acerca del mundo exterior y el universo.
TEXTOS 1. La construcción del poder
La primera forma de gobierno (politeía) en la Hélade después de la monarquía (basileía) estaba compuesta de los que hacían la guerra y especialmente al principio de los ‘caballeros’. Pues la guerra tenía la fuerza y la superioridad en los ‘caballeros’; pues la infantería pesada (to hoplitikón) resulta inútil sin orden táctico y la experiencia y la táctica no existían entre los antiguos, de manera que la fuerza residía en los ‘caballeros’. Pero cuando crecieron las ciudades y se hicieron más fuertes los que servían en la infantería pesada, un número mayor de hombres participaron del sistema de gobierno (politeía). Por lo que a las que ahora llamamos sistemas de gobierno (politeíai) los de antes las llamaban democracias. Los sistemas de gobierno antiguos hablando con propiedad eran oligárquicos y monárquicos; pues a causa del reducido número de hombres, la clase media (to méson) no era muy numerosa, de forma que al ser pocos en número y en organización, las gentes soportaban mejor ser mandadas. ■ ARISTÓTELES, Política, 1297 b, 16-28. 2. La imagen ideal de una ciudad
Allí representó también dos ciudades de hombres dotados de palabra. En una se celebraban bodas y festines, y las novias salían de sus lechos nupciales y bajo la luz de antorchas encendidas eran acompañadas por la ciudad, y se oían numerosos cantos de himeneo; jóvenes se movían en danza, y entre ellos sonaban flautas y cítaras; y las mujeres situadas sobre los umbrales cada una de ellas admiraba el espectáculo. Las gentes estaban reunidas en el ágora; allí se había suscitado una contienda y dos varones disputaban acerca del castigo por el asesinato de un hombre: uno, se jactaba de haber satisfecho todo, declarando ante el pueblo, el otro negaba haberla recibido; y ambos deseaban terminar el pleito presentando testigos. La gente se hallaba dividida entre ambos con auxiliares que venían en ayuda de los dos lados; los heraldos apaciguaban a la muchedumbre, y los ancianos
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se sentaban sobre pulimentadas piedras en círculo sagrado, y tenían en las manos los cetros de los heraldos de voz potente; y después se levantaban y alternativamente pronunciaban su veredicto. En el centro estaban los dos talentos de oro que debían darse al que mejor demostrara la justicia de su causa. ■ HOMERO, Ilíada, XVIII, 490-508. 3. ¿Qué es una pólis?
Hay veinte estadios desde Queronea hasta Panopeo, pólis de los focidios, si alguno podría denominar pólis a esta, en la que no hay edificios públicos, ni gimnasio, ni teatro, ni tienen ágora, ni agua que fluye en una fuente, sino en refugios al descubierto en chozas como las de las montañas, allí viven junto a un barranco. Pero tienen mojones de su territorio (chóra) con sus vecinos, y envían delegados a la asamblea focidia. Dicen que el nombre le vino a la ciudad por el padre de Epeo, pero ellos no eran focidios, sino que desde el principio eran flegias y afirman que huyeron a la tierra focidia desde Orcómeno. ■ PAUSANIAS, X, 4, 1. 4. El juramento de los efebos
No deshonraré las armas sagradas; no abandonaré a mi compañero de combate allí donde esté en línea de batalla, combatiré por la defensa de lo que está prescrito por los dioses y por los hombres; no dejaré mi patria debilitada sino más grande y más fuerte, en la medida de mis fuerzas y con la ayuda de todos; obedeceré a los que ejercen en cada momento el poder con sabiduría así como a las leyes establecidas y a las que serán establecidas con sabiduría; y si alguno desea conculcar estas leyes u ofenderlas, no lo permitiré sino que las defenderé en la medida de mis fuerzas y con la ayuda de todos. Respetaré los cultos ancestrales. Que sean testimonios Aglauro, Hestia, Enyo, Enyalio, Ares y Atenea Area, Zeus, Thallo, Auxo, Hegemone, Heracles, las fronteras de la patria, sus trigos, sus cebadas, sus viñas, sus olivos, sus higos. ■ Tod, 204. 5. Las jóvenes y la ciudad
Desde la edad de siete años era arréfora; Luego a los diez años molía el grano para nuestra Patrona; Después revestida de azafrán, fui osa en las Brauronias; En fin fui canéfora cuando era una bella muchacha, Y llevaba un collar de higos secos. ■ ARISTÓFANES, Lisístrata, 641-647. 6. Otra forma de organización
En efecto, el pueblo (ethnos) de los etolios era numeroso y guerrero, pero vivían en aldeas desprovistas de murallas, y estas a una gran distancia, y usaban ar-
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mamento ligero, suponían que no sería difícil someterlos antes de que acudieran unos en ayuda de otros. Le animaban a atacar en primer lugar a los apodotos, luego a los ofioneos, y tras ellos a los euritanos, que constituyen precisamente la mayor parte de los etolios, hablan la lengua más ininteligible y comen carne cruda según se dice; pues una vez sometidos estos, los demás se someterían con facilidad. ■ TUCÍDIDES, III, 94, 4. 7. Las aportaciones de los fenicios
Y esos fenicios que llegaron con Cadmo, de los que eran los Gefireos, tras haberse instalado en este lugar, introdujeron diversos y numerosos conocimientos a los helenos, y especialmente las letras, que los helenos no poseían anteriormente como me parece a mí. En un principio el que usan todos los fenicios, pero con el avance del tiempo cambiaron el sonido y la forma de las letras. Vivían a su alrededor en la mayor parte de las regiones en aquel tiempo jonios de los helenos; los que tras tomar de los fenicios por enseñanza las letras, las utilizaron tras haber introducido pequeños cambios; y al hacer uso de ellas declararon, como por otra parte era de justicia, ya que los fenicios las habían introducido en la Hélade, que fueran llamadas fenicias. ■ HERÓDOTO, V, 58. 8. Gentes que circulan de un lugar a otro
Pues ¿quién llama yendo a buscarlo él mismo a un extranjero si no son los que ejercen una profesión (demiourgoí), un adivino o un médico de males o un constructor de viviendas o un cantor inspirado que nos recrea con su canto? Estos son los varones buscados hasta el fin de la tierra. ■ HOMERO, Odisea, XVII, 382-386. 9. El carácter efímero del hombre
No hay inteligencia (noús) entre los seres humanos, sino que criaturas de un día (epémeroi) que viven como ganado, ya que no saben cómo la divinidad hará cumplir su destino a cada uno. Pero la esperanza y la confianza nos alimentan a todos cuando nos lanzamos a fútiles empresas. ■ SEMÓNIDES DE AMORGOS, fr. 1 West. 10. La omnipresencia de Zeus
Zeus es el éter, Zeus es la tierra, Zeus es el cielo. Sí, Zeus es todo lo que está por encima de todo. ■ ESQUILO, fr. 70.
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11. La experiencia de Eleusis
¡Feliz aquel de entre los hombres que sobre la tierra viven que ha contemplado estas cosas! Pero el no iniciado en los ritos, el que no participa de ellos, nunca tendrá un destino semejante una vez muerto bajo la sombría tiniebla. ■ Himno homérico a Deméter, 480-482. 12. La organización del panteón griego
Pues creo que Hesíodo y Homero, dada la época en que vivieron, me han precedido en cuatrocientos años y no en más. Y ellos son los que han creado en sus poemas una teogonía para los helenos y les han dado sobrenombres a los dioses y han precisado sus honores y competencias, y han determinado sus formas. ■ HERÓDOTO, II, 53, 2. 13. Una plegaria
Óyeme, arquero de plata, el que proteges a Crisa y a la divina Cila, e imperas en Ténedos poderosamente, oh Esminteo, si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor grasientos muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: que los dánaos paguen mis lágrimas con tus flechas. ■ HOMERO, Ilíada, I, 37-42. 14. Una culpa individual, mancha colectiva
Muchas veces toda una ciudad entera sufre por el mal de un solo hombre que pierde el juicio y trama locuras. Sobre todos, entonces, desde lo alto del cielo, el hijo de Cronos hace caer un desastre, hambre y peste a la vez: las gentes perecen; y las mujeres no dan más a luz, las casas decaen por la sabiduría de Zeus Olímpico; otras veces el hijo de Crono o bien destruye su vasto ejército o sus murallas o bien sus naves en plena mar extiende el castigo. ■ HESÍODO, Trabajos, 240-247.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — —
Mapa de la distribución de las poleis griegas. Un modelo territorial de polis: Mantinea. Un esquema ideal de la polis. Mapa de los ethne griegos. Imagen de un templo griego como elemento monumental de la ciudad. Genealogía de los dioses griegos. Imágenes de las divinidades principales. Esquema de un temenos. Escena de sacrificio. Escena de libación. Escenas rituales. Busto de Homero.
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Mapa de la geografía homérica. Inscripción del Dipilón en Atenas. Mapa de los grandes santuarios panhelénicos. Mapa del santuario de Olimpia. Mapa del santuario de Delfos. Objetos de bronce de procedencia oriental en Olimpia y Samos. Mapa del Mediterráneo oriental en el siglo VIII a.C. Esmirna: esquema de una ciudad jonia.
LECTURAS R. OSBORNE, La formación de Grecia, 1200-479 a.C. (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 1998. J. BREMMER, La religion griega. Dioses y hombres. Santuarios, rituales y mitos (trad. cast.), El Almendro, Córdoba, 2006. W. BURKERT, Religion griega. Arcaica y Clásica (trad. cast.), Abada, Madrid, 2007. I. CHIRASI COLOMBO, La religion griega: Dioses, héroes, ritos y misterios (trad. cast.), Alianza, Madrid, 2005.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA J. M. HALL, History of the Archaic Greek World, Blackwell, Oxford, 2007. L. G. MITCHELL y P. J. RHODES (eds.), The Development of the Polis in Archaic Greece, Routledge, Londres, 1997. F. DE POLIGNAC, La naissance de la cité grecque, La Découverte, París, 1984. I. MORRIS, Burial and Ancient Society: The Rise of the Greek City-State, Cambridge, 1987. M. H. HANSEN, Polis et Cité-État. Un concept Antique et son équivalent moderne (trad. fr.), Les Belles Lettres, París, 2001. M. H. HANSEN, Polis. Une introduction à la cite grecque (trad. fr.), Les Belles Lettres, París, 2008. A. DUPLOUY, Le prestige des élites. Recherches sur les modes de reconnaissance sociales en Grèce entre les X et V siècles avant J.-C., Les Belles Lettres, París, 2006. C. MORGAN, Early Greek States beyond the Polis, Routledge, Londres, 2003. P. E. EASTERLING y J. V. MUIR (eds.), Greek Religion and Society, Cambridge University Press, Cambridge 1985. J. HALL, Hellenicity. Between Ethnicity and Culture, University of Chicago Press, Chicago y Londres, 2002. I. MALKIN (ed.), Ancient Perceptions of Greek Ethnicity, Center for Hellenic Studies, Harvard University Press, New Haven y Londres, 2001. S. PRICE, Religions of the Ancient Greeks, Cambridge University Press, 1999. J. PEDLEY, Sanctuaries and the Sacred in the Ancient Greek World, Cambridge University Press, Cambridge, 2006. M. SCOTT, Delphi and Olympia. The Spatial Politics of Panhellenism in the Archaic and Classical Periods, Cambridge University Press, 2010. C. DOUGHERTY y L. KURKE (eds.), The Cultures within Ancient Greek Culture. Contact, Conflict, Collaboration, Cambridge University Press, 2003.
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E. GRECO (ed.), La città greca antica. Istituzioni, società e forme urbane, Donzelli Editore, Roma, 1999.
REPERTORIOS DE IMÁGENES A. JOHNSTON, The Emergence of Greece, The Making of the Past, Elsevier Phaidon, Londres, 1976. G. A. CHRISTOPOULOS (ed.), The Archaic Period, History of the Hellenic World, Edotike Athenon, Atenas, 1975. T. SPAWFORTH, Los templos griegos (trad. cast.), Akal, Madrid, 2007. Delphes. Oracles, cultes et jeux, Dossiers d’Archéologie, n.º 151, julio/agosto, 1990. R. BUXTON, Todos los dioses de Grecia (trad. cast.), Oberón, Madrid, 2004. D’Izmir à Smyrne. Découverte d’une cité Antique, Musée du Louvre editions, París, 2010.
5.8. Aristocratas, legisladores y tiranos OBJETIVOS — Presentar un panorama de la evolución política y social del mundo arcaico griego a través de los diferentes procedimientos con los que los griegos afrontaron los desafíos derivados de los conflictos por el poder, así como los problemas sociales suscitados por el endeudamiento progresivo de los pequeños propietarios. — Considerar el fenómeno de las tiranías y sus variaciones regionales que caracterizan la cultura de todo este período. — Destacar la solución aportada por los mediadores o legisladores, especialmente en las comunidades nuevas surgidas en el ‘medio colonial’. — Destacar la concepción aristocrática de la mentalidad griega basada en un fuerte espíritu competitivo que buscaba la consecución de la excelencia (areté) a través de la guerra o de formas aparentemente más pacíficas como la exhibición del lujo o los juegos deportivos. — Destacar la importancia del alfabeto, las reformas del armamento y de la táctica militar, o el uso creciente de la moneda. — Destacar la importancia de las ciudades griegas de Asia Menor en contacto estrecho y continuado con los reinos de Frigia y Lidia en todos estos procesos.
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TEXTOS 1. La regulación de las magistraturas
Que el dios sea amable (?). La ciudad ha decidido de la siguiente manera: cuando un hombre ha sido kósmos (un cargo público), ese mismo hombre no volverá a ser kósmos durante diez años; si es kósmos, cualquier decisión judicial que dé, deberá el doble de la pena a pagar y estará desprovisto de derechos en tanto que viva y cualquier cosa que haga como kósmos estará desprovista de valor. El kósmos y los damioí y los veinte de la polis lo jurarán. ■ MEIGGS & LEWIS, 2. (Inscripción de Dreros.) 2. La figura de un legislador
Zaleuco, pues, era locrio de Italia por el linaje; noble (eugenés) y admirado por su cultura (paideía), discípulo (mathetés) del filósofo Pitágoras. Este como tenía mucha popularidad en su patria fue elegido como legislador (nomothétes), y tras establecer los fundamentos de un nuevo código (nomothesía) comenzó tratando de los dioses celestes… Después de haber exhortado a los ciudadanos, por medio de este preámbulo, a la piedad (eusebeía) y a la justicia (dikaiousúne), añadió el precepto de no considerar a ningún ciudadano como enemigo irreconciliable, sino asumir la enemistad con la idea de llegar de nuevo a la reconciliación y a la amistad; y el que actuara contra esto debía ser considerado entre los ciudadanos como un incivilizado (anémeros) y un salvaje (ágrios) de espíritu. Y a los que detentaban cargos públicos les exhorataba a que no fueran arrogantes ni soberbios, y a que no juzgaran por odio o amistad. Y tras haber legislado en las disposiciones particulares muchas cosas sacadas de él las expuso con mucha claridad y de manera excelente. ■ DIODORO, XII, 20. 3. El origen de las tiranías
Pues casi la mayoría de los tiranos han surgido de demagogos, por así decir, que se han ganado la confianza por el hecho de calumniar a los nobles (gnórimoi). Pues algunas de las tiranías se establecieron de este modo, cuando las ciudades ya habían crecido, pero otras antes que estas de los reyes que habían sobrepasado sus derechos hereditarios y aspiraban a un poder más despótico, otras de los ciudadanos elegidos para los cargos públicos supremos (pues al principio los pueblos (démoi) establecían durante mucho tiempo los cargos públicos civiles y religiosos), y otras de la elección entre los oligarcas de uno supremo para los cargos públicos más importantes. Todos estos procedimientos tenían en común que se llevaban a cabo con facilidad, con sólo desearlo, porque disponían de antemano de la fuerza necesaria, unos de autoridad real y los otros de la de su cargo. ■ ARISTÓTELES, Política, 1310b 14-26.
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4. La popularidad de un tirano
A ese hombre que es la desgracia de la patria, a Pítaco, le hicieron tirano de esta ciudad sin hiel e infortunada, después de haberle llenado de grandes alabanzas todos juntos. ■ ALCEO, fr. 163 Page. 5. La primera aparición del término ‘tirano’
No me importan las riquezas de Giges que abundaba en oro, Ni me dominó nunca el deseo ni contemplo con envidia las acciones de los dioses. No codicio una gran tiranía. Pues está lejos de mis ojos. ■ ARQUÍLOCO, fr. 19 West. 6. La figura de un tirano
Fidón de Argos, que era el décimo sucesor de Témeno, superó en poder (dúnamis) a los de su tiempo, por lo que recuperó todo el lote de Témeno, que había sido dividido en muchas partes, inventó el sistema de pesos y medidas llamado fidonio y la acuñación de moneda en diversos metales y sobre todo en plata, además de esto atacó también las ciudades que habían sido tomadas por Heracles y pretendió organizar los juegos que Heracles había establecido; y entre ellos también se contaban los Olímpicos; entró en Élide por la fuerza y los hizo celebrar, y los eleos que no tenían armas para impedírselo a causa de la paz, y todos los demás pueblos estaban sometidos a su poder (dunasteía). ■ ESTRABÓN, VIII, 3, 33, 5 y ss. 7. La política matrimonial de los tiranos
Resulta que Clístenes, hijo de Aristónimo, nieto de Mirón y bisnieto de Andreas, tenía una hija cuyo nombre era Agarista. Quiso tras descubrir el mejor de todos los helenos que esta se casara con este. Mientras se celebraban los juegos Olímpicos y vencía en ellos con su cuadriga Clístenes realizó una proclamación, el que de los helenos pretendiera convertirse en el yerno de Clístenes debería llegar a Sición en sesenta días, o incluso antes, ya que había tomado la decisión de celebrar la boda en un año a partir de los sesenta días. Entonces cuantos de los helenos se sentían gloriosos de sí mismos o de su patria acudieron como pretendientes. ■ HERÓDOTO, VI, 126. 8. Los tiranos de Corinto
Los Baquíadas tras ejercer la tiranía (turaneúo), ricos, numerosos y de linaje ilustre, durante casi doscientos años ocuparon el poder (arché) y obtuvieron frutos con facilidad de su comercio (empórion); tras haber derrocado a estos Cípselo se convirtió él mismo en tirano (turanneúo), y su casa (oíkos) permaneció en
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el poder durante tres generaciones; un testimonio de la riqueza de esta casa lo constituye la ofrenda (anáthema) que Cípselo hizo en Olimpia, una estatua gigantesca de oro trabajado a martillo. ■ ESTRABÓN, VIII, 6, 20, 5 y ss. 9. La forma de mantenerse en el poder
Periandro tras entender lo que había hecho y percatarse de que Trasibulo le aconsejaba asesinar a los ciudadanos más destacados, entonces demostró toda su maldad contra los ciudadanos. Pues todo lo que Cípselo había dejado de asesinar o de perseguir, Periandro lo llevó a cabo ■ HERÓDOTO, V, 92 z, 3. 10. El simposio foro de conspiración aristocrática
Suena alegre la lira que participa del banquete (simpósion), entre sus torpes compadres Él anda de parranda… … que él emparentado con los Atridas, Que devore la ciudad, como con Mírsilo, Hasta que Ares quiera alzarnos en armas. ¡Si pudiéramos olvidar esta cólera! Dejemos la angustia que el corazón nos roe Y las luchas civiles, que alguno de los Olímpicos Envió, que conduce al pueblo al desastre, Y da a Pítaco su maldita fama. ■ ALCEO, fr. 117 West. 11. La lucha contra los tiranos
Padre Zeus, los lidios que se han conmovido Por nuestras desgracias, dos mil estateras Nos dieron por si podíamos la sagrada Ciudad asaltar, Sin recibir ninguna promesa nuestra Y sin conocernos. Pero él, como un zorro Fértil en argucias, entre hábiles arengas esperaba engañar… ■ ALCEO, fr. 116 West. 12. Otra forma de ser tirano
Una tercera forma de monarquía es la que existía entre los antiguos helenos, que llamaban a sus reyes aisymnetas. Esta es por decirlo simplemente una tiranía electiva que se distinguía de la de los bárbaros no por no ser legal sino únicamente por no ser hereditaria. Unos ejercían este cargo durante toda la vida, y otros has-
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ta que lo determinaba el tiempo o los hechos, como eligieron los de Mitilene a Pítaco en una ocasión para luchar contra los exiliados, al frente de los cuales se habían puesto Antiménidas y el poeta Alceo. ■ ARISTÓTELES, Política, 1285b. 13. La justicia de los reyes injustos
Resolvamos nuestra querella con sentencias justas, las que vienen de Zeus como las mejores. Pues ya repartimos nuestra herencia (kléros) y tú te llevaste la mayor parte tras haberla robado, halagando mucho a los reyes devoradores de regalos que desean impartir este tipo de justicia. ■ HESÍODO, Trabajos, 35-40. 14. La falange en marcha
Que cada uno yendo cerca en el campo con la lanza larga o con la espada hiriendo que acabe con el enemigo, y poniendo pie junto a pie y apretando escudo sobre escudo, y penacho en penacho y casco con casco, y acercando pecho a pecho que luche contra el contrario, con el puño de la espada o la larga lanza. ■ TIRTEO, Elegías, 11, 29-34. 15. La gloria del vencedor
Padre Zeus, que reinas sobre las lomas del Atabirio, honra la ley divina del himno de la victoria olímpica y al hombre que con sus puños ha logrado el triunfo (areté), concédele gloria respetable por parte de sus conciudadanos y de los extranjeros. ■ PÍNDARO, Olímpica, VII, 87-90. 16. Choque de valores
Cirno, esta ciudad es una ciudad, pero las gentes son otras; Los que antes no conocían ni la justicia ni las leyes, Sino que gastaban pieles de cabras en torno a sus cuerpos, Y vivían como los ciervos fuera de esta ciudad, Y ahora son los nobles (agathoí), Polipaides; pues los buenos (esthloí) de antes Ahora son los villanos. ¿Quién podría soportar viendo estas cosas? Se engañan unos a otros riéndose unos de otros Y no conocen la facultad de distinguir los bienes de los males. A ninguno de estos ciudadanos hagas tu amigo, Polipaides, De corazón a causa de ninguna necesidad; Sino que de palabra parece ser amigo de todos,
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Pero no te unas con ninguno en ningún asunto importante, Pues conocerás el sentir de estos hombres miserables Cómo no hay ninguna confianza en sus obras, Sino que aman los fraudes, los engaños y las trampas Así como los hombres que ya no pueden salvarse. ■ TEOGNIS, Elegías, 53-68. 17. La imitación del modo de vida lidio
Tras haber aprendido de los lidios inútiles lujos (habrosúne), Mientras se hallaban sin odiosa tiranía, iban al ágora con mantos teñidos todos de púrpura, no menos de mil en total, jactanciosos, exhibiendo sus cabellos bien peinados, impregnados del aroma de raros ungüentos. ■ JENÓFANES, fr 3 West. 18. El impacto de Lidia
… También a mí ahora a mi Anactoria ausente Me has recordado. Cómo preferiría yo el amable paso de ella Y ver el claro resplandor de su rostro que los carros de guerra de los lidios y con todo su armamento Marchando al combate. ■ SAFO, fr. 195 Page. 19. Sardes, la capital por excelencia
… Desde Sardes Muchas veces tendrá su pensamiento aquí Recordando cómo convivíamos. A ti te veía Arignota semejante a una diosa, Y con tu cantar especialmente se alegraba. Pero ahora destaca entre las mujeres De Lidia, como, cuando se pone el sol, La luna de rosados dedos Se distingue sobre todas las estrellas Y esparce su resplandor sobre el mar salado Y de la misma forma sobre los campos cubiertos de flores. ■ SAFO, fr. 218 Page. 20. Historia de los reyes de Lidia
Por cierto que el poder, que pertenecía a los Heráclidas, pasó al linaje de Creso, llamado Mérmnada de esta forma: Era Candaules, a quien los helenos deno-
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minan Mírsilo, soberano (túrannos) de Sardes y descendiente de Alceo, hijo de Heracles. En efecto, Agrón, hijo de Nino, nieto de Belo y bisnieto de Alceo, fue el primer Heráclida que se convirtió en rey (basileús) de Sardes, mientras que Candaules, hijo de Mirso, fue el último. Los que habían reinado antes de Agrón en este país eran descendientes de Lido, hijo de Atis, a partir del cual todo este pueblo, que antes se llamaba meonio, fue llamado lidio. Tras recibir el poder de estos, los Heráclidas lo mantuvieron a partir de un oráculo, que eran descendientes de una esclava de Yárdano y de Heracles y que reinaron, durante veintidós generaciones en línea masculina, por espacio de quinientos cinco años, trasmitiéndose el poder de padres a hijos hasta Candaules, hijo de Mirso. ■ HERÓDOTO, I, 7. 21. Creso rey de Lidia
Después de esto (Creso) se propició al dios de Delfos con grandes sacrificios; pues inmoló tres mil cabezas de todas las especies de ganado aptas para sacrificios y lechos repujados en oro y plata, copas de oro, vestidos de púrpura y túnicas amontonando en una gran pira prendió fuego con la esperanza de ganarse al dios con estas ofrendas; y ordenó a todos los lidios que cada cual sacrificara lo que pudiera. Y cuando concluyó este sacrifico, tras fundir una inmensa cantidad de oro forjó lingotes de él de seis palmos por su lado más largo, de tres por el más corto y de uno de altura; su número era ciento diecisiete, de ellos cuatro de oro puro y con un peso de dos talentos y medio cada uno; los demás lingotes eran de oro blanco y pesaban dos talentos. Mandó hacer también en oro puro la estatua de un león que pesaba diez talentos. Este león, cuando se incendió el templo de Delfos, se cayó de lo alto de los lingotes (pues estaba erigido sobre ellos) y ahora se encuentra en el tesoro de los corintios y tiene un peso de seis talentos y medio, ya que en el incendio se derritieron tres talentos y medio. Después de terminar estas ofrendas, Creso las envió a Delfos y con ellas, estas otras: dos cráteras de grandes dimensiones, una de oro y otra de plata, que estaban situadas a la derecha, según se entra en el templo, la de oro y a la izquierda la de plata. ■ HERÓDOTO, I, 50-51.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — —
Mapa del mundo griego y del Mediterráneo oriental en este período. Mapa de Asia Menor y sus vecinos orientales. Mapa del mundo griego y sus tiranías. Escenas del modo de vida aristocrático: simposia y sus paralelos orientales (asirios). Escenas de los juegos en la cerámica. Auriga de Delfos, dedicado por el tirano Polizalo de Gela en Sicilia. Escena de la formación hoplita en el Vaso Chighi. Algunas monedas representativas griegas. Bustos de tiranos célebres (Periandro). Imágenes de la leyenda de Midas en la cerámica. Imágenes de Sardes. Cerámica lidia.
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— Escena de cerámica de Safo y Alceo. — Bustos de los primeros filósofos. — Los grandes templos jonios: Éfeso, Didima, Samos.
LECTURAS N. PARISE, El origen de la moneda. Signos premonetarios y formas arcaicas del intercambio (trad. cast.), Bellaterra, Barcelona, 2003. J. E. LENDON, Soldados y fantasmas. Mito y tradición en la Antigüedad clásica (trad. cast.), Ariel, Barcelona, 2006. I. CALERO SECALL, Leyes de Gortina, Ediciones Clásicas, Madrid, 1997.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA H. BERVE, Die Tyrannis bei den Griechen, 2 vols., Munich, 1967. Cl. MOSSÉ, La tyrannie dans la Grèce antique, Presses Universitaires de France, París, 1969. K. MORGAN (ed.), Popular Tyranny: Sovereignty and Its Discontents in Ancient Greece, Austin, 2003. S. LEWIS, Greek Tyranny, Bristol Phoenix Press, Exeter, 2009. J. F. MCGLEW, Tyranny and Political Culture in Ancient Greece, Cornell University Press, Ithaca, NY, 1993. A. SCHWARTZ, Reinstating the Hoplite: Arms, Armour and Phalanx Fighting in Archaic and Classical Greece, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 2009. D. TANDY, Warriors and Traders. The Power of Market in Early Greece, University of California Press, Los Ángeles-Berkeley, 1997. H. VAN WEES, Greek Warfare. Myths and Realities, Duckworth, Londres, 2004. Ch. G. STARR, Individual and Community. The Rise of the Polis 800-500 B.C., Oxford University Press, Oxford-Nueva York, 1986. Ch. G. STARR, The Aristocratic Temper of Greek Civilization, Oxford University Press, Nueva York-Oxford, 1992. D. MUSTI, Il simposio, Laterza, Bari, 2001. M. DURAND, La compétition en Grèce Antique. Généalogie, evolution, interpretation, L’Harmattan, París, 1999. M. GAGARIN, Early Greek Law, University of California Press, 1989. D. M. SCHAPS, The Invention of Coinage and the Monetization of Ancient Greece, Ann Arbor, 2004. Ch. H. ROOSEVELT, The Archaeology of Lydia. From Giges to Alexander, Cambridge University Press, 2009. R. BUXTON (ed.), From Myth to Reason? Studies in the Development of Greek Thought, Oxford University Press, 1999.
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REPERTORIOS DE IMÁGENES G. A. CHRISTOPOULOS (ed.), The Archaic Period, History of the Hellenic World, Edotike Athenon, Atenas, 1975. G. M. A. RICHTER, The Portraits of the Greeks, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1984. C. DURANTEZ, Las Olimpiadas griegas, Comité Olímpico Español, Madrid, 1977. Les jeux dans l’Antiquité, Dossiers d’Archéologie, n.º 45, julio/agosto, 1980. F. LISARRAGUE, Un flot d’images. Une esthétique du banquet grec, Adan Biro, París, 1987. M. VICKERS, Greek Symposia, The Joint Association of Classical Teachers. N. SEKUNDA, Hoplitas, guerreros de leyenda, Osprey Publishing, trad. cast. RBA, Barcelona, 2009. P. DUCREY, Warfare in Ancient Greece (trad. ingl.), Schocken Books, Nueva York, 1986. S. ANGLIM y otros, Técnicas bélicas del mundo antiguo, 3000 a.C.-500 d.C. Equipamiento, técnicas y tácticas de combate (trad. cast.), Libsa, Madrid, 2006.
5.9. El surgimiento de Atenas OBJETIVOS — Plantear el surgimiento de Atenas como estado unificado y seguir el curso de su historia hasta el final de la época arcaica. — Destacar la importancia de la unificación política del Ática (sinecismo) y la situación del centro político del nuevo estado en la ciudad de Atenas con todas sus implicaciones políticas y cultuales. — Señalar el impacto del episodio del fracasado intento de tiranía de Cilón con sus implicaciones de carácter político e ideológico. — Destacar la importancia de la figura de Solón como mediador y discutir sus principales reformas. — Resaltar la enorme importancia para la configuración política y cultual de Atenas como estado de la tiranía de Pisístrato. — Destacar la importancia de Clístenes y su remodelación del espacio cívico y cultual ateniense que reconfigura un nuevo escenario político. — Destacar la intromisión de intereses posteriores en los testimonios disponibles, casi todos ellos tardíos con relación a los acontecimientos narrados, y la mitificación de algunas de sus figuras fundamentales como Solón que se convertirá luego en uno de siete sabios de Grecia. — Destacar el papel desempeñado por la familia de los Alcmeónidas.
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TEXTOS 1. La intentona de Cilón
Hubo una vez en Atenas un tal Cilón, un individuo que había conseguido la victoria en los juegos olímpicos. Este se encaprichó de la tiranía y tras haber conseguido el apoyo de la compañía (hetairía) de los de su misma edad intento apoderarse de la acrópolis, pero como no pudo conseguirlo, se sentó como suplicante junto a la imagen. A estos los prítanos de los náucraros, que entonces gobernaban Atenas, los expulsan como sobre los que se tiene todos los derechos salvo la muerte; sin embargo los asesinaron y se hace responsable a los Alcmeónidas. Esto sucedió antes de la época de Pisístrato. ■ HERÓDOTO, V, 71. 2. Las leyes de Dracón
Estas son las leyes de Dracón, pero las estableció adaptándolas al sistema de gobierno (politeía) existente; no hay nada particular en las leyes ni digno de memoria, salvo su dureza por la magnitud del castigo. ■ ARISTÓTELES, Política, 1274 b. 3. La situación social de Atenas
Después de esto sucedió que los nobles (gnorímoi) y la multitud (to pléthos) estuvieron mucho tiempo en discordia (stasiázo). Pues su sistema de gobierno (politeía) era en todo oligárquico, y además los pobres eran esclavos de los ricos, ellos mismos, sus hijos y sus mujeres. Y eran llamados clientes y hectémoros, pues por esta renta de la sexta parte cultivaban las tierras de los ricos. Toda la tierra estaba en poder de unos pocos; y si no pagaban su renta, eran embargables ellos y sus hijos. Y los préstamos recaían sobre todas sus personas hasta el tiempo de Solón, pues este se convirtió el primero en jefe (prostátes) del pueblo (démos). ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 2. 4. El papel de Solón
Convertido en dueño (kúrios) de la situación, Solón liberó al pueblo (démos) para el presente y para el futuro prohibiendo tomar en préstamo sobre la persona, y estableció leyes (nómos) y realizó una cancelación de las deudas privadas y públicas que llaman ‘descarga’, pues fue como si se hubieran quitado de encima un peso. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 6. 5. Las reformas de Solón
Primero derogó todas las leyes de Dracón, salvo las de asesinato, por la dureza y magnitud de sus castigos. Pues un solo castigo se había fijado para los que comenten faltas, la muerte; de manera que los que eran detenidos por pereza eran
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ejecutados y los que hurtaban verduras o fruta sufrían el mismo castigo que los ladrones de objetos sagrados y los homicidas. Por eso Démades se hizo famoso al decir que con sangre y no con tinta escribió Dracón sus leyes. ■ PLUTARCO, Vida de Solón, 17. 6. La organización social de Solón
Solón dispuso el sistema de gobierno (politeía) de esta manera: por censo distinguió cuatro clases, conforme se dividían antes, los de quinientos medimnos, los caballeros, los labradores de un par y los thetes. Todas los cargos públicos (archaí) los atribuyó en su desempeño a personas de entre los de quinientos medimnos, los caballeros y los labradores de un par, o sea los nueve arcontes y los tesoreros y los poletai y los Once y los colacretai, asignando a cada clase un cargo público (arché) en proporción a la magnitud del censo. A los que tributaban como thetes les concedió solo el que tomaran parte en la asamblea y en los tribunales. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 7, 2. 7. El papel mediador de Solón
Al pueblo (démos) le di tanta recompensa cuanto le correspondía, sin privarle de honor ni exagerar en su estima; Los que tenían el poder y destacaban por ricos también de éstos me cuidé para que no sufrieran afrenta; Me situé enarbolando mi fuerte escudo entre unos y otros y no permití que venciera ninguno de los dos injustamente. ■ SOLÓN, Elegías, fr. 5 West. 8. Solón y la eunomía
Mi corazón me impulsa a enseñarles a los atenienses esto, que numerosos males proporciona a la ciudad el mal gobierno (Dusnomíe), en cambio el buen gobierno (Eunomíe) deja todo en buen orden y equilibrio, a menudo apresa a los injustos con cepos y grillos; suaviza asperezas, detiene el exceso (kóros) y borra la desmesura (húbris), y agosta los brotes que florecen de la catástrofe, endereza sentencias torcidas, y los actos soberbios apacigua; hace que cesen los ánimos de discordia civil, y hace cesar la cólera de la funesta disputa, y bajo él todos los asuntos humanos son rectos y ecuánimes. ■ SOLÓN, Elegías, fr. 4 West, 30-39. 9. Balance de la actuación de Solón
Del sistema de gobierno (politeía) de Solón parece que estas son las tres cosas más democráticas, en primer lugar, y lo más importante, el no poder tomar prestado con garantía personal; después el permitir al que quisiera reclamar sobre
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las cosas en que hubiese sido objeto de injusticia, y lo tercero, con lo que dicen que la multitud (to pléthos) alcanzó mayor fuerza, la apelación al tribunal, pues al ser el pueblo el dueño (kúrios) del voto se convierte en dueño del sistema de gobierno. Además, a causa del hecho de que las leyes no fueron escritas de forma sencilla y clara, sino como la de las herencias y los herederos, por necesidad surgían muchas disputas, y todo, lo mismo lo público que lo privado, tenía que juzgarlo el tribunal. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 9. 10. Pisístrato y la tiranía
Tenido Pisístrato como el más popular (demotikótatos), y habiéndose distinguido mucho en la guerra contra Mégara, se hizo él mismo heridas y convenció al pueblo (démos) de que como esto le había pasado por obra de sus enemigos de facción (antistasiótai), se le concediese una guardia para su persona, siendo Aristión el que propuso el decreto. Y habiendo tomado a los que se llamaron maceros, se levantó con ellos contra el pueblo (démos) y se apoderó de la acrópolis en el año trigésimo segundo después de la promulgación de las leyes, siendo arconte Comeas. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 14. 11. El buen gobierno de Pisístrato
Pisístrato administraba las cosas de la ciudad, como se ha dicho, moderadamente y más como ciudadano que como tirano; pues en los demás asuntos era afable, suave e indulgente con los que habían cometido algún error, a los que no tenían recursos les prestaba dinero para sus trabajos, de manera que se pudieran sostener como labradores. Hacía esto por dos motivos, para que no vivieran en la ciudad, sino repartidos por el campo, y para que disfrutando moderadamente y ocupados con sus cosas, no codiciaran ni tuvieran tiempo de ocuparse de las comunes. Al tiempo le sucedió que los ingresos le aumentaban con el cultivo de la tierra, pues cobraba, de lo que se recogía, el diezmo. Por esto estableció los jueces por demos, y él mismo salía muchas veces al campo para vigilar y para conciliar a los que estaban en discordia, con el fin de que no por bajar a la ciudad descuidasen sus trabajos. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 16. 12. Balance favorable del gobierno de Pisístrato
Pisístrato gobernó sobre los atenienses sin perturbar el ejercicio de los cargos públicos (timaí) existentes, sin cambiar las leyes (thésmia); y sobre las leyes ya establecidas administró la ciudad respetando el orden político de forma excelente. ■ HERÓDOTO, I, 59, 6.
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13. El final de la tiranía
Efectivamente, el acto de osadía de Aristogitón y Harmodio fue el resultado de una cuestión amorosa que describiré con detalles para demostrar que ni los demás ni los propios atenienses dan informes precisos sobre sus tiranos ni de lo que ocurrió… En cuanto a Harmodio, era este un joven hermoso, en la flor de su vida, y Aristogitón un ciudadano medio, que se enamoró vivamente de él y fue su amante. Tentado Harmodio por Hiparco, el hijo de Pisístrato, y no habiéndose dejado persuadir denuncia el asunto a Aristogitón. Este, extremadamente dolido en su amor y temeroso de que el poder de Hiparco por la fuerza consiguiera atraérsele, conspira enseguida para el derribo de la tiranía con los medios con que contaba. ■ TUCÍDIDES, VI, 54. 14. El papel de los Alcmeónidas
En mi opinión los Alcmeónidas fueron los libertadores de Atenas, en mayor medida que Harmodio y Aristogitón. Pues estos, al asesinar a Hiparco, irritaron a los demás Pisistrátidas, y no pusieron fin a su tiranía, en cambio los Alcmeónidas claramente la liberaron, si es verdad que estos fueron los que tras persuadir a la Pitia que ordenara a los lacedemonios que liberasen Atenas, como ha sido demostrado anteriormente. ■ HERÓDOTO, VI, 123. 15. Un descendiente de Pisístrato
Este memorial de su arcontado, Pisístrato, hijo de Hipias, lo consagró en el santuario de Apolo Pitio. ■ MEIGGS & LEWIS, 11. 16. El recuerdo de los tiranicidas
Siempre será vuestra gloria (kléos) sobre la tierra, Los muy queridos Harmodio y Aristogitón, Porque dieron muerte al tirano E hicieron de Atenas una ciudad de derechos iguales (isónomos). ■ ATENEO, Banquete de los sabios, 695 b. 17. El origen del poder de Clístenes
En la ciudad ejercían el poder (dunasteúo) dos hombres, el alcmeónida Clístenes, el que según se dice había sobornado a la Pitia, e Iságoras, hijo de Tisandro, que era de una ilustre familia, pero no puedo precisar su origen; los parientes de este sacrifican a Zeus Cario. Estos individuos entraron en conflicto (stasiázo) por el poder (dúnamis), pero Clístenes al verse en inferioridad de condiciones añadió el pueblo (démos) a su facción (prosetairízo). Posteriormente dividió en diez tribus a los atenienses, que estaban organizados en cuatro tribus, tras abolir los nombres de los hijos de Ión, Geleonte, Egícoras, Argades y Hoples, tras descubrir
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nombres de otros héroes locales, con excepción de Ayante; a este lo añadió aunque era extranjero por ser vecino y aliado. ■ HERÓDOTO, V, 66. 18. Las reformas de Clístenes
Por su parte, Clístenes de Atenas […], cuando sumó a su facción (moíra) al pueblo (démos) que había estado marginado por completo, cambió los nombres de las tribus (phúlai) y las hizo aumentar en número. En efecto estableció diez filarcos en lugar de cuatro y distribuyó los demos, repartidos en diez grupos, entre las tribus. Y como había sumado al pueblo (démos) resultaba muy superior a sus adversarios políticos (antistasiótai). ■ HERÓDOTO, V, 69, 2. 19. Las reorganización del espacio cívico
(Clístenes) distribuyó el país (chóra) por demos en treinta partes, diez de los de alrededor de la ciudad (ástu), diez de la costa (paralía) y diez del interior (mesogeía), y tras darles el nombre de tritias, sorteó tres para cada tribu, de manera que cada una participase de todas las regiones (tópoi). E hizo compañeros de demo (demótai) entre sí a los que habitaban en el mismo demo, para que no quedasen en evidencia los ciudadanos nuevos (neopolítai) al ser llamados por el nombre del padre, sino que fueran conocidos en público por los de los demos; por lo que los atenienses se llaman a sí mismos por los demos. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 21. 20. La ciudadanía ateniense
Pero quizá aquello (la definición de ciudadano) es más difícil cuantos participaron del sistema de gobierno (politeía) al producirse una revolución (metabolé), como en Atenas hizo Clístenes después de la expulsión de los tiranos; pues introdujo en las tribus muchos extranjeros y esclavos metecos. Pero el motivo de discusión con respecto a estos no es quién es ciudadano (polítes), sino si lo es con justicia o sin ella. ■ ARISTÓTELES, Política, 1275 b. 21. La función del Areópago
El consejo de los Areopagitas tenía la función de conservar las leyes y administraba la mayor y más importante parte de los asuntos de la ciudad, castigando y multando con autoridad a todos los que perturbaban el orden. Pues la elección de los arcontes se hacía entre los nobles (áristoi) y los ricos, de los cuales eran escogidos los Areopagitas: por eso este es el único de los cargos públicos (archaí) que es vitalicio aun ahora. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 3, 6.
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22. La resistencia ateniense
Cleómenes, cuando por medio de un heraldo, expulsó a Clístenes y a los sacrílegos, el propio Clístenes partió en secreto; pero Cleómenes se presentó en Atenas poco después aunque con no muchas tropas, y tras su llegada expulsó como elementos impuros a setecientas familias atenienses, las que le indicó Iságoras. Tras hacer esto intentó en segundo lugar disolver la boulé y puso los cargos públicos (archaí) en manos de trescientos partidarios (stasiótai) de Iságoras. Pero como la boulé se resistía y no quería obedecer, Cleómenes, Iságoras y los partidarios (stasiótai) de este se apoderaron de la acrópolis. Y el resto de los atenienses compartiendo las mismas ideas los sitiaron durante dos días; pero al tercero bajo una tregua salen del país (chóra) todos los lacedemonios que figuraban entre ellos. ■ HERÓDOTO, V, 72. 23. Un decreto ateniense
Pareció al pueblo: que los colonos de Salamina vivan en Salamina [---] que paguen a Atenas sus impuestos y que cumplan sus obligaciones militares, que no den en arriendo sus tierras de Salamina [---] si ellos lo hacen que el adjudicatario y el arrendatario paguen cada uno al tesoro [---]: que el gobernador se encargue de la recaudación, si no lo hace que comparezca ante la justicia; que se proporcionen armas [---], por un valor de treinta dracmas, que el gobernador [---], el consejo [---]. ■ MEIGGS & LEWIS, 14.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Mapa del Ática con sus diferentes regiones. Mapa del Ática con sus principales centros de culto. Busto de Solón. Imágenes modernas de un Solón mitificado. Esquema de las reformas de Solón. Reconstrucciones de los áxones o leyes giratorias expuestas en Atenas. Cuadro genealógico de los Alcmeónidas. El kouros de Anavisos. El kouros del Metropolitan Museum de Nueva York. El kouros de Sunion. Imagen del santuario de Delfos (relación con los Alcmeónidas). Recreación ideal de la entrada triunfal de Pisístrato en Atenas. Imagen de las minas del Pangeo en Tracia. Mapa de las relaciones ‘internacionales’ de Pisístrato. Mapa de la isla de Salamina. El santuario de Eleusis. El telesterion de Eleusis. Reconstrucción ideal del aspecto del santuario. Mapa del ágora de Atenas que indica las construcciones de Pisístrato. Plano del Edificio F del ágora (supuesto palacio de Pisístrato).
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Primer templo de Atenea sobre la Acrópolis. El templo de Apolo Patroos. La isla de Delos. Una fuente de Atenas en un lekythos, como ilustración de las obras llevadas a cabo durante la tiranía. Las fuentes del ágora de posible época pisistrátida. Muestras de la cerámica ática de figuras negras y rojas. Primeras acuñaciones monetarias atenienses. El templo de Zeus en Atenas. Figuras de Atenea. Figuras de Dioniso y su culto. Vía de las Panateneas. Un ánfora panatenaica. Busto de Homero. Busto de Anacreonte. Reconstrucción del altar de los doce dioses dedicado por el hijo de Hipias cuando era arconte en 512 a.C. Reconstrucción del altar de Apolo Pitio en Atenas también obra de Pisístrato el joven. Estatua de Harmodio y Aristogitón (Museo de Nápoles). Base de la estatua de Harmodio y Aristogitón. La colina del Areópago. Esquema de las reformas de Clístenes. Mapa de la distribución de las tritias. Mapa del Atica con las reformas de Clístenes. Reconstrucción del monumento de los héroes epónimos en Atenas. Vista aérea de la base del monumento a los héroes epónimos en Atenas. Fichas de voto utilizadas en los demos atenienses. Imagen de la boulé. Representaciones de Teseo y sus hazañas.
LECTURAS A. DOMÍNGUEZ MONEDERO, Solón de Atenas, Crítica, Barcelona, 2001. Cl. MOSSÉ, Historia de una democracia. Atenas (trad. cast.), Akal, Madrid, 1987. P. CARTLEDGE, Los griegos (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 2001 (Sobre Clístenes).
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA J. BLOK y A. LARDINOIS (eds.), Solon of Athens. New Historical and Philological Approaches, Brill, Leiden, 2006. J. D. LEWIS, Solon the Thinker: Political Thought in Archaic Athens, Duckworth, Londres, 2008. M. VALDÉS GUÍA, Política y religión en la Atenas arcaica. La reorganización de la polis en época de Solón, BAR, Oxford, 2002. — La formación de Atenas, Pórtico, Zaragoza, 2012. B. M. LAVELLE, The Sorrow and the Pity: A Prolegomenon to a History of Athens under Pesisistratids c. 560-510 B.C., Historia Einzelschriften 80, Stuttgart, 1993.
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H. SANCISI-WEERDENBURG (ed.), Peisistratos and the Tyranny. A Reappraisal of the Evidence, Amsterdam, 2000. B. M. LAVELLE, Fame, Money, Power: The Rise of Peisitratus and ‘Democratic’ Tyranny at Athens, Ann Arbor, 2005. H. A. SHAPIRO, Art and Cult under the Tyrants in Athens, Mainz, 1989. P. LEVÊQUE y P. VIDAL-NAQUET, Clisthene l’athénien. Sur la représentation de l’espace et du temps en Grèce de la fin du VI siècle à la mort de Platon, Macula, París, 1983. J. S. TRAILL, The Political Organization of Attica: A Study of Demes, Trittys and Phylai and their Representation in the Athenian Council, Princeton, 1975. G. ANDERSON, The Athenian Experiment: Building an Imagined Political Community in Ancient Attica, 508-490 B.C., Ann Arbor, 2003. R. THOMAS, Oral Tradition and Written Record in Classical Athens, Cambridge University Press, Cambridge 1989. W. B. TYRRELL y F. S. BROWN, Athenian Myths & Institutions, Nueva York, 1991. H. J. WALKER, Theseus and Athens, Oxford, 1995. S. D. LAMBERT, The Phratries of Attica, Michigan University Press, Ann Arbor, 1999. D. ROUSSEL, Tribu et Cité. Etudes sur les groupes sociaux dans les cités grecques aux époques archaïque et classique, Les Belles Lettres, París,1976. E. MEIKSINS WOOD, Peasant – Citizen & Slave. The Foundations of Athenian Democracy, Verso, Londres, Nueva York, 1988. A. SCAFFURO (ed.), Athenian Identity and Civic Ideology, Baltimore, 1994. P. MANVILLE, The Origins of Citizenship in Ancient Athens, Princeton, 1997.
REPERTORIOS DE IMÁGENES G. A. CHRISTOPOULOS (ed.), The Archaic Period, History of the Hellenic World, Edotike Athenon, Atenas, 1975. G. M. A. RICHTER, The Portraits of the Greeks, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1984. J. TRAVLOS, Pictorial Dictionary of Ancient Athens, Thames and Hudson, Londres, 1971.
5.10. La singularidad de Esparta OBJETIVOS — Presentar un panorama completo de la historia y estructura del estado espartano y tratar de entender las razones de su aparente singularidad con relación al resto de las póleis griegas. — Insistir en el carácter excepcional de Esparta por su constitución como tal dentro de Laconia, por su anexión de los territorios vecinos de Mesenia, por sus
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aspiraciones hegemónicas sobre el resto del Peloponeso y por la singularidad de sus instituciones políticas y sociales. Destacar la influencia del denominado ‘espejismo espartano’, una construcción de carácter ideológico y mitificadora que se inició ya en la propia Antigüedad entre atenienses y romanos y se desarrolló después durante la Revolución francesa y los siglos XIX y XX. Señalar la presencia constante del mito en la denominada Constitución de Licurgo que inicia la configuración particular del estado espartano. Destacar la importancia de las guerras de conquista mesenias como elemento determinante de dicha configuración especial. Resaltar la relativa ‘normalidad’ de la forma de vida del estado espartano en los primeros tiempos tal y como muestra su cerámica o las ofrendas del templo de Artemis Orthia. Resaltar la existencia de importantes tensiones internas en el seno de la sociedad espartana dada la facilidad que poseía de crear estatus sociales sometidos como los periecos y los hilotas.
TEXTOS 1. Los orígenes de Esparta
Afirma Eforo que los Heráclidas que se apoderaron de Laconia, Eurístenes y Procles, dividieron el país (chóra) en seis partes y fundaron ciudades… Designaron Esparta como residencia real para ellos mismos; y enviaron reyes a los otros distritos, autorizándoles a acoger como convecinos (sunoíkoi) a los extranjeros que lo desearan, a causa de la escasez de población… Todos los periecos, si bien sometidos a los espartiatas, poseían igualdad de derechos, participando en la vida política (politeía) y en el ejercicio de los cargos públicos (archai). Pero Agis, el hijo de Eurístenes, les privó de la igualdad de derechos (isotimía) y les ordenó pagar un tributo a Esparta; todos se sometieron, pero los heleos que habitaban Helo se sublevaron, pero fueron doblegados por la fuerza en una guerra y considerados esclavos con la condición de que a su dueño no le estaba permitido ni liberarlos ni venderlos fuera de las fronteras. ■ ESTRABÓN, VIII, 5, 4. 2. La constitución espartana
Que manden en consejo los reyes que aprecian los dioses, A los que importa la amable ciudad de Esparta, Y los ancianos ilustres; y luego los hombres del pueblo Que se pondrán de acuerdo para rectos decretos Que expongan de palabra las cosas buenas y lleven a cabo todo lo justo, y que no decidan nada torcido para esta ciudad; Y a la multitud del pueblo le sigue la victoria y el poder. Pues Febo sobre estas cosas ha hablado a la ciudad. ■ TIRTEO, fr. 4 West.
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3. La inspiración de Licurgo
Con ocasión de una visita a Delfos de Licurgo un ciudadano ilustre de los espartiatas para efectuar una consulta, cuando entró en el santuario la Pitia directamente le dijo estas cosas: ‘Vienes, Licurgo, a mi opulento templo, caro a Zeus y a todos los que poseen las moradas olímpicas. Dudo en declararte dios u hombre; pero todavía te creo más un dios, Licurgo’. Algunos afirman que además de estas cosas la Pitia le habría dictado el orden (kósmos) que ahora rige a los espartanos, pero como afirman los propios lacedemonios, Licurgo cuando ejercía la tutela de Leobotes sobrino suyo y que reinaba sobre los espartanos la habría traído de Creta. Pues cuando se hizo cargo de la regencia rápidamente cambió todas las leyes (nómima) y se mantuvo vigilante para que no se transgredieran. Posteriormente Licurgo estableció las que tenían que ver con la guerra, las enomotías, triécadas y sisitías y además de estos los éforos y los gérontes. Así tras haber realizado estos cambios fueron gobernados por buenas leyes (eunoméo); y cuando Licurgo murió tras erigirle un santuario le veneran enormemente. ■ HERÓDOTO, I, 65-66. 4. La figura de Licurgo
Acerca de Licurgo el legislador (nomothétes) no se puede decir absolutamente nada que no sea objeto de disputa, su linaje, sus viajes (apodemía), su muerte, y sobre todo, sus medidas para tratar de las leyes y el sistema de gobierno (politeía) son todos diferentes historias (historíai); y en lo que menos hay acuerdo es en la época en la que vivió. ■ PLUTARCO, Vida de Licurgo, 1. 5. La peculiaridad del régimen espartano
Así pues algunos afirman que es preciso que el mejor sistema de gobierno (politeía) sea una mezcla de todos los sistemas, por lo que alaban el de los lacedemonios; pues este unos dicen que está compuesto de oligarquía, monarquía y democracia; afirmando que la monarquía es la realeza, la oligarquía el gobierno (arché) de los ancianos y la democracia el gobierno de los éforos, ya que los éforos son elegidos por el pueblo; pero según otros el eforado es una tiranía, y el gobierno democrático las comidas en común y el resto de la vida cotidiana. ■ ARISTÓTELES, Política, 1265 b. 6. Tirteo y Esparta
La naturaleza guerrera de la danza pírrica demuestra que es una invención espartana. Los espartanos son guerreros y sus hijos aprenden de memoria sus canciones de marcha que son llamadas también canciones marciales. Además, los propios lacedemonios en sus guerras cantan de memoria las canciones de Tirteo y se mueven a un ritmo acompasado por ellas. Filocoro dice que cuando los espartanos derrotaron a los mesenios durante el mandato como general de Tirteo lo convirtieron en una costumbre durante sus expediciones, siempre que están comien-
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do y cantando peanes, que cada uno a su vez debería cantar las canciones de Tirteo; y el polemarco debía de juzgar y dar un premio de carne al vencedor. ■ ATENEO, Banquete de los sabios, 630 f. 7. Los reyes espartanos
Los espartiatas han concedido a sus reyes los siguientes privilegios: dos sacerdocios, el de Zeus Lacedemón y el de Zeus Uranio, y además el poder llevar la guerra contra el país (chóra) que quieran, sin que ningún espartiata pueda impedírselo, y si no este incurre en sacrilegio; durante las campañas los reyes marchan los primeros, y se retiran los últimos; y cien soldados de élite les guardan en campaña. ■ HERÓDOTO, VI, 56. 8. La agogé
Licurgo, en lugar de permitir que cada uno en privado hiciera a unos esclavos pedagogos, estableció que un solo hombre ejerciera el mando sobre ellos, de entre los que desempeñan los más altos cargos, el cual es llamado paidónomo; y le dio autoridad para reunir a los niños y vigilándolos castigar severamente si alguno actuaba de forma negligente. Le dio también a unos de los jóvenes como portadores de látigos, para que pudieran castigarlos cuando fuera preciso, de modo que mucho respeto y mucha obediencia allí concurren. ■ JENOFONTE, Constitución de los lacedemonios, 2, 2. 9. Las reformas de Licurgo
La segunda de las medidas políticas (politeúmata) de Licurgo y la más atrevida (neanikótatos) fue la redistribución (anadasmós) de la tierra. Pues como la desigualdad era terrible y muchos pobres y sin recursos acudían a la ciudad, en tanto que la riqueza se había concentrado exclusivamente en unos pocos, decidió expulsar la desmesura (húbris), la envidia (phthónos), la delincuencia (kakourgía), el lujo (truphé) y las dos enfermedades del sistema (politeía) que eran todavía más antiguas e importantes que estas, la riqueza y la pobreza, los persuadió para que, puesto en común (eís méson théntes) todo el país (chóra), lo redistribuyeran desde el principio y convivieran convirtiéndose todos en absolutamente semejantes y de igual patrimonio (isókleroi) respecto a sus medios de vida, pero aspirando al primer puesto en excelencia (areté), a sabiendas de que, entre uno y otro, no existe mayor diferencia ni desigualdad que la que establece la censura de sus defectos y el elogio de sus cualidades. ■ PLUTARCO, Vida de Licurgo, 8, 1. 10. Las sisitias
Licurgo encontró a su llegada que los espartanos, como los demás helenos, hacían la vida en sus casas; y dándose cuenta de que en estas condiciones la mayor
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parte de las cosas se hacían de forma negligente, instituyó la vida en común al aire libre, pensando que de este modo no sería ya tan fácil transgredir las órdenes. Y les racionó la comida, de modo que ni se hartaran ni quedaran hambrientos. ■
JENOFONTE, Constitución de los lacedemonios, 5, 2.
11. El miedo a los hilotas
Pues siempre la mayor parte de las decisiones de los lacedemonios respecto a los hilotas se establecieron especialmente por motivos de seguridad por miedo a su torpeza y por su número adoptaron la siguiente decisión. Proclamaron que cuantos de ellos pretenden haber sido los más valientes (aristoí) en las guerras, que fueran seleccionados en la idea de que serían liberados, poniéndolos a prueba y pensando que estos por su orgullo, los que precisamente pretendían que cada uno el primero serían liberados serían los primeros en decidirse a atacarlos. Seleccionaron cerca de dos mil, les pusieron guirnaldas y caminaron alrededor de los templos como si ya hubieran sido liberados. Sin embargo no mucho después los espartanos los hicieron desaparecer sin que ninguno supiera de qué manera cada uno había desaparecido. ■
TUCÍDIDES, IV, 80, 3-4.
12. Los coros de Esparta
Yo canto la luz radiante de Agidó, la veo brillar como el sol que Agido llama como testigo para nosotros, pero la famosa líder de nuestro coro no me permite ni alabarla ni encontrarle defectos de ninguna manera. Pues ella aparece preeminente como si una persona colocara entre un rebaño un caballo robusto ganador de trofeos de cascos resonantes como se encuentra en los sueños alados. ¿No la ves? Es un corcel del Véneto, pero el cabello de mi prima Hagesícora tiene el brillo del oro puro y su rostro de plata. Pero ¿Por qué te lo digo abiertamente? Tal es Hagesícora pero Agido la segunda en belleza corre como un corcel colaxeo junto a uno ibérico. Pues las Pléyades al amanecer surgen como la estrella de Sirio a través de la noche divina luchando contra nosotras según llevamos el arado. ■
ALCMÁN, Partenio, I, 40-64.
13. Una ciudad particular
Pues si la ciudad de los lacedemonios quedara desierta y desaparecieran los santuarios y las plantas de las construcciones, creo que habría una gran incredulidad de su poder (dúnamis) con el paso del tiempo para los que vienen después en relación con su fama (kléos) (sin embargo, habitan las dos quintas partes del Peloponeso y ejercen la hegemonía de todo él y de numerosos aliados de fuera; sin embargo como la ciudad no está construida en conjunto ni posee santuarios ni edificios lujosos, sino que está habitada en forma de aldeas a la manera antigua de la Hélade, parecería completamente inferior). ■
TUCÍDIDES, I, 10, 2.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Mapa de Esparta y la distribución del territorio de la polis. Imagen del monte Taigeto. Imagen del río Eurotas. Imagen del Meneleo. Una vista del lugar de Esparta. El templo de Artemis Orthia y sus hallazgos. La cerámica laconia. Espejos y estatuillas. La crátera de Vix. Un hoplita espartano. Reconstrucción ideal del ejército espartano. Esquema ideal del estado espartano. Representaciones de Heracles, héroe espartano. Esquema de la constitución espartana. Mapa de los límites de la antigua Esparta. Busto de Platón. Busto de Jenofonte. Retrato de Maquiavelo. Retrato de Tomas Moro. Retrato de Karl Ottfried Müller.
LECTURAS P. CARTLEDGE, Los espartanos. Una historia épica (trad. cast.), Ariel, Barcelona, 2009. C. FORNIS, Esparta. Historia, sociedad y cultura de un mito histioriográfico, Crítica, Barcelona, 2003.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA P. CARTLEDGE, Sparta and Lakonia. A Regional History, 1300-362 B.C., Londres, 1979. K. CHRIST (ed.), Sparta, Darmstadt, 1986. S. HODKINSON, Property and Wealth in Classical Sparta, Londres, 2000. P. CARTLEDGE, Spartan Reflections, University of Californa Press, Los Ángeles-Berkeley, 2001. J. CHRISTIEN y F. RUZÉ, Sparte. Géographie, mythes et histoire, Armand Colin, París, 2007. N. M. KENNELL, Spartans. A New History, Wiley-Blackwell, Oxford, 2010. A. POWELL y S. HODKINSON (eds.), Sparta. The Body Politic, Swansea, 2010. I. MALKIN, Myth and Territory in the Spartan Mediterranean, Cambridge, 1994. M. NAFISSI, La nascità del kosmos. Studi sulla storia e la società di Sparta, Perugia-Nápoles, 1991. J. DUCAT, Les Hilotes, Suppl. 20 BCH, París, 1990. N. LURAGHI y S. ALCOCK (eds.), Helots and their Masters in Lakonia and Messenia: Histories, Ideologies, Structures, Cambridge, Mass., 2003.
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N. M. KENNELL, The Gymnasium of Virtue: Education and Culture in Ancient Sparta, Chapel Hill, 1995. E. RAWSON, The Spartan Tradition in European Thought, Clarendon, Oxford, 1969.
REPERTORIOS DE IMÁGENES G. A. CHRISTOPOULOS (ed.), The Archaic Period, History of the Hellenic World, Edotike Athenon, Atenas, 1975. R. M. DAWKINGS, The Sanctuary of Artemis Orthia at Sparta, McMillan and Company, Londres, 1929. L. F. FITZHARDINGE, The Spartans, Ancient Peoples and Places, Londres, 1980. N. SEKUNDA, Guerreros espartanos, Osprey Publishing, trad. cast. RBA, Barcelona, 2009.
5.11. Los griegos y el imperio persa OBJETIVOS — Presentar un panorama crítico de las complejas relaciones entre el mundo griego y el imperio persa durante la primera mitad del siglo V a.C. — Plantear la guerra entre griegos y persas como un episodio puntual aunque importante dentro de la historia aqueménida y como un punto de inflexión decisivo dentro de la historia de Atenas, que comenzó a construir a partir de esos momentos su papel hegemónico dentro de la política internacional griega. — Prestar especial atención a la desmitificación del conflicto en la versión idealizada y partidista que presentan las fuentes atenienses. — Destacar el efecto producido en la historiografía moderna por la propaganda ateniense que ha terminado convirtiendo el conflicto en el primer ejemplo del enfrentamiento atávico entre Oriente y Occidente o del triunfo definitivo de la civilización y la cultura occidentales sobre el mundo oriental. — Resituar el imperio aqueménida dentro de su propia perspectiva y tratar de percibir el conflicto de una forma menos interesada e ideologizada, como el resultado del intento de expansión occidental llevado a cabo por los primeros monarcas aqueménidas. — Destacar la importancia del papel jugado por Jonia en el desencadenamiento del conflicto, su posición dentro del imperio persa y la actitud griega hacia los persas, muy diferenciada por regiones e intereses distintos. — Resaltar las grandes batallas que decidieron el resultado final con especial atención a sus consecuencias ideológicas y políticas para la historia ateniense posterior.
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TEXTOS 1. La llegada de los persas
Estas cosas se suelen decir junto al fuego en invierno, Reclinado en un blando lecho, tras haber comido bien, Bebiendo un dulce vino y royendo garbanzos: ¿Quién eres, de qué gente y qué años cuentas, amigo? ¿Cuál era tu edad a la llegada del medo? ■ JENÓFANES DE COLOFÓN, fr. 11 D. 2. Darío I y su imperio
Yo soy Darío el gran rey, rey de reyes, rey de muchos países, hijo de Histaspes, descendiente de Aquemenes. El rey Darío proclama: Por el favor de Ahuramazda estos son los países de los que yo tomé posesión junto con el pueblo persa; estos me temían y me aportaban tributo: Elam, Media, Babilonia, Arabia, Asiria, Egipto, Armenia, Capadocia, Sardes, jonios que están en el continente y los que están junto al mar, y países que están al otro lado del mar, Sagartia, Partia, Drangiana, Aria, Bactria, Sogdiana, Corasmia, Satagidia, Aracosia, Sind, Gandara, Escitas, Macas. El rey Darío proclama: Si tú pudieras pensar, ‘ojalá no sienta miedo de otros’, protege al pueblo persa; si el pueblo persa estará protegido durante largo tiempo la felicidad ininterrumpida reinara sobre esta casa. ■ DPe Lecoq. (Inscripción persa sobre las paredes de la terraza de Persépolis.) 3. Carta de Darío I a Gadatas
El rey de reyes, Darío hijo de Histaspes, dice esto a su esclavo Gadatas: veo que no estás obedeciendo mis órdenes a todos los respectos, en tanto estás cultivando mi tierra y plantando en las partes más alejadas de Asia con los árboles frutales del otro lado del Éufrates, alabo tu decisión y como resultado un gran favor esperará para ti en la casa del rey; pero en tanto estás pasando por alto mi disposición con relación a los dioses, te haré experimentar la cólera de mi espíritu a menos que cambies tu comportamiento; pues estás recaudando tributo de los sagrados jardineros de Apolo y ordenándoles que cultiven tierra profana, ignorante de la actitud de mis antepasados hacia su dios que ha dicho a los persas toda la verdad. ■ MEIGGS & LEWIS, 12. (Carta de Darío a Gadatas.) 4. La organización del imperio
Tras haber hecho esto (Darío) estableció entre los persas veinte circunscripciones que ellos mismos llaman satrapías; y tras haber establecido las circunscripciones y haber puesto gobernadores a su frente determinó los tributos que debían llegarle según los diferentes pueblos y además añadiendo a estos pueblos a
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los más cercanos y pasando por alto los que vienen a continuación distribuyó los demás pueblos a cada uno de ellos. Y fijó las circunscripciones y la aportación anual de tributos de la siguiente manera: a los pueblos que satisfacían su tributo en plata se les dio orden de satisfacerlo con arreglo al peso del talento babilonio, y con arreglo al del euboico a los que lo satisfacían en oro. ■ HERÓDOTO, III, 89. 5. La inmensidad del imperio a los ojos griegos
Pues bien Aristágoras, el tirano de Mileto, llegó a Esparta cuando Cleómenes detentaba el poder; y entró en conversaciones con éste, según afirman los lacedemonios, con una lámina de bronce en la que estaba grabado el contorno de toda la tierra, todo el mar y todos los ríos… Ahora liberad por los dioses de los griegos de su actual esclavitud a los jonios, que son hombres de la misma sangre. Y será fácil de llevar a cabo, pues los bárbaros no son fuertes, mientras que vosotros en lo que respecta a la guerra habéis alcanzado las máximas cotas de valor… Además los habitantes de ese continente poseen más riquezas que todos los demás pueblos de la tierra juntos… a orillas de ese río de ahí, el Coaspes, se halla situada esta Susa, donde reside el gran rey y donde, así mismo, se encuentran las cámaras de sus tesoros; tras tomar esa ciudad podréis atreveros a rivalizar con Zeus en riqueza… Cleómenes le preguntó a Aristágoras cuántos días de camino había desde el mar de Jonia hasta la corte del rey… Aristágoras respondió diciendo que había tres meses de camino. Entonces Cléomenes dejó a Aristágoras con la palabra en la boca… ■ HERÓDOTO, V, 49-50. 6. Resistencia o colaboración con el persa: los motivos
Pues los focidios eran los únicos de las gentes de allí que no medizaron, por ninguna otra cosa, como he descubierto tras hacer conjeturas, que su odio hacia los tesalios. Si los tesalios hubieran acrecentado en número la causa de los helenos, según me parece, los focidios habrían medizado. ■ HERÓDOTO, VIII, 30. 7. La batalla de Maratón
Una vez formados en orden de batalla, y en vista de que los presagios resultaban favorables, los atenienses, nada más recibir la orden de avanzar, se lanzaron a la carrera contra los bárbaros. Pues la distancia que los separaba no era inferior a ocho estadios. Por su parte los persas, cuando vieron que el enemigo cargaba a la carrera, se dispusieron para recibirlos; y consideraban que los atenienses se habían vuelto locos y que iban a sufrir un completo desastre, al ver que eran pocos y que se apresuraban a la carrera sin contar con caballería ni con arqueros. Los bárbaros conjeturaban estas cosas; pero los atenienses se aproximaron en bloque contra los bárbaros y combatieron con un valor digno de encomio. Pues fueron los primeros de todos los helenos que acometieron al enemigo a la carrera, y los pri-
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meros también que soportaron ver la indumentaria médica y a los hombres ataviados con ella, ya que, hasta aquel momento, solo oír el nombre de los medos causaba pavor a los griegos. ■ HERÓDOTO, VI, 112. 8. El epitafio de Esquilo: el mito de Maratón
Esquilo, hijo de Euforión, ateniense, está cubierto por esta tumba; murió en Gela productora de trigo. El famoso bosque de Maratón puede hablar de su valor al igual que el persa de larga cabellera que lo conoció. ■ ATENEO, Banquete de los sabios, 627c. 9. La batalla de Termópilas
Los bárbaros de Jerjes se lanzaron, pues, al asalto y, en aquellos instantes, los helenos de Leónidas, como personas que iban al encuentro de la muerte, se lanzaron mucho más que en los primeros combates hacia la zona más ancha del desfiladero. Como se defendía la protección del muro los que durante los días precedentes retirándose combatían en las zonas más estrechas. Pero en aquellos momentos trabando combate fuera del paso perecieron muchos de los bárbaros en gran número, pues los oficiales, situados detrás de sus unidades, provistos de látigos, azotaban a todo el mundo, incitándoles a avanzar continuamente. De ahí que muchos soldados cayeran al mar y perecieron y muchos otros fueron pisoteados vivos unos por otros; nadie se preocupaba del que sucumbía. Como sabían que iban a morir por los que habían rodeado la montaña, hicieron muestra de toda la fuerza despreocupados y llenos de insensatez. La mayoría de ellos tenían ya sus lanzas rotas pero seguían matando a los persas con sus espadas. Leónidas cayó en este esfuerzo, tras haber sido el más valiente (áristos) y con él otros destacados espartiatas, cuyos nombres he conseguido averiguar, ya que fueron personajes dignos de ser recordados, y, así mismo, he logrado averiguar, en su totalidad, los nombres de los trescientos. ■ HERÓDOTO, VII, 223, 2-224, 1. 10. Epitafio a los caídos en las Termópilas
De los que murieron en las Termópilas Gloriosa fue la suerte, hermoso el destino, Un altar es su tumba, en lugar de los llantos la fama y el lamento alabanza; Semejante epitafio ni el viento del este Ni el tiempo que todo lo doma lo borrarán. De hombres valerosos esta tumba adquirió el renombre De la Hélade; y lo atestigua también Leónidas, Rey de Esparta, que ha dejado aquí de su valor Un gran monumento y una gloria inmortal. ■ SIMÓNIDES, Fr. 362 Page.
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11. La batalla de Salamina
El comienzo de toda la desgracia fue, señora, un genio vengador o un démon de algún sitio. Pues un heleno de la flota de Atenas vino y contó a tu hijo Jerjes esto: que cuando las tinieblas de la oscura noche cayeran los helenos no permanecerían allí, sino que lanzándose sobre los bancos de remeros de las naves, cada uno de una dirección, con fuga oculta tratarían de salvar su vida. Cuando este lo oyó, sin comprender el engaño del heleno, ni tampoco la envidia de los dioses, anuncia a todos los capitanes de la flota esta orden: que cuando deje el sol de incendiar con sus rayos la tierra y las tinieblas ocupen el recinto sagrado del éter, formen el grueso de las naves en tres filas para guardar los pasos y los estrechos en que resuena el mar, y otras en círculo en torno de la isla de Ayante, para que si los helenos conseguían evitar su funesto destino hallando furtivamente con sus naves una huida, estaba sentenciado para todos el perder la cabeza. Esto dijo con ánimo tranquilo: pues no sabía lo que había de venirle de parte de los dioses. Ellos, no con desorden, sino con calma dócil, prepararon la cena y cada marinero amarraba el mango de su remo al escálamo dispuesto para él. Y cuando la luz del sol se extinguió y la noche llegaba, todo individuo soberano del remo marchó a la nave y todo gobernante de armas; una fila a otra fila de remeros llamaba en la nave alargada; navegan según cada uno había sido ordenado y a través de la noche los señores de las naves hicieron que navegara en los estrechos la tropa toda marinera. La noche adelantaba, pero la flota de los helenos no realizaba en parte alguna una salida oculta; mas cuando, sin embargo, el día con sus corceles blancos ocupó la tierra toda, esplendente de ver, primero un grito resonó con clamor, como un canto, del lado de los helenos y, al tiempo, un eco agudo contestó desde la roca isleña: el terror invadió a todos los bárbaros que habían errado en su cálculo; pues los helenos no cantaban como para huir el peán sagrado, sino disponiéndose al combate con animoso ardor: la trompeta hacía arder con su grito todo aquello. Al punto, al acordado embate del remo resonante golpearon las hondas aguas al compás del jefe de remeros y pronto todos estuvieron visibles a los ojos. La división de la derecha marchaba con buen orden la primera, con disciplina, y luego seguía toda la flota y se podía oír al tiempo un gran clamor: ‘Oh hijos de los griegos; id, liberad a la patria, liberad a vuestros hijos, mujeres, los templos de los dioses ancestrales, los sepulcros de los mayores; es la lucha por todo’. De nuestra parte les respondía un clamor en lengua persa, ya no era tiempo de tardarse. Y al punto una nave clavó en otra su broncíneo espolón; inició la embestida una nave helena y arrancó todo lo alto de la proa de una nave fenicia: cada uno dirigía ya su leño contra otro. El río de la escuadra persa hacía frente primero; pero cuando un gran número de naves se reunió en un espacio breve y no podían ayudarse unas a otras y se embestían a sí mismos con las proas de boca armada por el bronce, ya entonces destruían todo el aparejo de los remos, y las naves helenas, muy calculadamente, arremetían alrededor, se volcaban los cascos de las naves, y el mar ya no podía verse, lleno de restos de naufragio, de sangre de los hombres; las riberas y escollos se llenaban de muertos. En la huida, sin orden, remaba toda nave, cuantas había en la flota bárbara, y ellos, como a atunes o a alguna otra redada de peces, con restos de los remos y tablas de los pecios, les golpeaban, les rompían el espinazo: un lamento acompañado de gemidos se ex-
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tendía por el mar, hasta que el ojo de la negra noche lo arrebató. La multitud de males, aunque diez días hablara sin parar, no te la podría contar entera. Porque sabe bien esto: jamás en un día solo multitud de hombres por el número murió. ■ ESQUILO, Persas, 348-471. 12. Epitafio de los caídos en Salamina
Extranjero, nosotros vivimos una vez en la bien regada ciudad de Corinto, Pero ahora Salamina, isla de Ayax nos posee; Aquí capturamos naves fenicias y persas Y medas y salvamos a la sagrada Hélade. ■ SIMÓNIDES, 11. 13. La batalla de Platea
Cuando los atenienses se enteraron de esto se dispusieron a acudir en su socorro y a prestarles la máxima ayuda; pero, cuando ya estaban en camino los atacaron los helenos que habían sido alineados frente a ellos de los que estaban con el rey, de manera que ya no pudieron ayudarles; pues la acometida les causaba problemas. Así pues, al verse aislados los lacedemonios y los tegeatas, que eran con la infantería ligera un número de cincuenta mil hombres, y los tegeatas tres mil, pues estos en ningún momento se separaron de los lacedemonios, procedieron a realizar sacrificios, decididos a enfrentarse a Mardonio y al ejército que tenían ante ellos. Pero como los presagios que obtenían no eran favorables y, entretanto, muchos de ellos iban cayendo y otros muchos más resultaban heridos; pues los persas que habían formado una barricada con sus escudos de mimbre lanzaban sin parar gran cantidad de flechas, así debido a lo agobiados que se hallaban los espartiatas y a lo desfavorable de los presagios, Pausanias dirigió su mirada al Hereo de Platea para rogar a la divinidad que de ninguna manera se vieran frustradas sus esperanzas. Todavía estaba este en su ruego cuando los tegeatas tras abandonar su puesto en la formación los primeros, se dirigieron hacia los bárbaros; y para los lacedemonios inmediatamente después de la plegaria de Pausanias surgieron, en sus sacrificios, presagios favorables. Al producirse, por fin, esta circunstancia, también estos se dirigieron contra los persas y los persas enfrente de ellos soltaron sus arcos. Primero la batalla se libró en torno a los escudos. Y, cuando esta se vino abajo, se libró ya un encarnizado combate junto al propio santuario de Deméter que duró largo tiempo, hasta que llegaron al choque directo; pues los bárbaros tomando las lanzas las rompían. Los persas, pues, no eran inferiores ni en audacia ni en empuje, pero al carecer de escudo y estar mal equipados no eran igual a sus enemigos en destreza. Lanzándose hacia adelante uno por uno o de diez en diez o en grupos más o menos numerosos se abalanzaban contra los espartiatas y eran aniquilados. En la zona en que se hallaba por casualidad el propio Mardonio, que combatía a lomos de un caballo blanco y con los mil persas más valerosos a su alrededor, fue precisamente por allí donde los persas más presionaron a sus adversarios. Todo el tiempo que Mardonio estuvo vivo, sus tropas resistieron y defendiéndose derribaron a muchos lacedemonios; pero cuando Mar-
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donio murió y todos los efectivos situados alrededor de aquel que eran los más fuertes cayeron, así los demás se dieron a la fuga y cedieron ante los lacedemonios. Lo que más les perjudicaba era su indumentaria carente de escudo; pues combatían contra hoplitas estando ellos armados a la ligera. Entonces la venganza de la muerte de Leónidas se cumplió en Mardonio de acuerdo con el oráculo dictado a los espartiatas. ■ HERÓDOTO, IX, 61-64, 1 14. Los combatientes de Platea
Conductor de los helenos, cuando hubo destruido el ejército de los medos, Pausanias, a Febo consagró este memorial. Han combatido durante la guerra, los lacedemonios, los atenienses, corintios, tegeatas, sicionios, eginetas, megarenses, epidaurios, orcomenios, fliasios, trecenios, hermineos, tirintios, plateos, tespieos, micénicos, ceeos, melios, gentes de Tenos, de Naxos, eretrios, calcidios, estireos, eleos, potideos, gentes de Leúcade, Anactorion, Citenos, Sifnos, Ambracia, Lepreon. ■ MEIGGS & LEWIS, 27. (La columna de las serpientes, memorial de la batalla de Platea.) 15. Conmemoración griega de la batalla de Platea
El estratego de los helenos, tras vencer al ejército de los medos, Pausanias, A Febo dedicó esta ofrenda. ■ Dedicatoria del general espartano Pausanias grabada en el trípode que los griegos consagraron en Delfos como conmemoración de la victoria de Platea. 16. La batalla de Mícale
Para los atenienses y las tropas que, poco más o menos hasta la mitad de la formación, se hallaban alineadas a su lado el camino discurrió por la playa y por un terreno llano, en cambio para los lacedemonios y los contingentes que se hallaban alineados a continuación de estos por un barranco y por un terreno montañoso; en tanto que estos todavía estaban efectuando una maniobra envolvente, los efectivos de la otra ala ya estaban combatiendo. Mientras los escudos de los persas estuvieron en pie, se defendieron y no fueron inferiores en el curso de la batalla; pero, cuando el ejército de los atenienses y de los que iban a continuación, para que la hazaña fuera propia y no de los lacedemonios, dándose ánimos afrontaron los hechos con mayor brío, entonces la situación cambió por completo. Pues tras salvar los escudos se lanzaron a la carga contra los persas, que, aunque aguantaron su embestida y estuvieron resistiendo durante bastante tiempo, finalmente huyeron hacia la fortificación. Entonces los atenienses, los corintios, los sicionios y los trecenios (pues así estaban situados unos detrás de otros), se lanzaron con todos sus efectivos en su persecución contra la fortificación. Cuando también la fortificación fue conquistada, los bárbaros renunciaron a seguir haciéndoles frente y se lanzaron a la fuga los demás salvo los persas. Y estos en grupos pequeños
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combatían continuamente con los que de los helenos irrumpían en la fortificación. Y dos de generales persas consiguieron escapar, pero otros dos murieron ■ HERÓDOTO, IX, 102.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Mapa del imperio persa. Mapa de Jonia y Lidia. El ánfora de Misón (Creso en la hoguera). Creso idealizado en la pintura posterior. Imagen del río Halis. La ciudadela de Sardes. Mapa de la campaña escita de Darío I. Mapa de Naxos. Reinos griegos de Chipre. Busto de Heródoto. El Cilindro de Ciro. Estatua de Darío I hallada en Egipto. Inscripción y relieve de Behistún. Relieves de Persépolis. Tablillas de la fortificación de Persépolis. Reconstrucción de la Apadana y los palacios de Persépolis. El vaso de Darío en el Museo de Nápoles. Un dárico. Mapa de la primera campaña persa. Plano de la batalla de Maratón. La llanura de Maratón. Túmulo de los griegos caídos en Maratón. Algunas armas halladas en Maratón. Busto de Milcíades. Casco de Milciades en Olimpia. Representaciones en cerámica de la lucha de griegos contra persas. Canal de Jerjes. Mapa de Termópilas. Plano de la batalla de Termópilas. Vista de Termópilas. Busto de Leónidas. Flechas halladas en Termópilas. Los diez mil inmortales de Jerjes. Reconstrucción ideal de la batalla. Cuadro de David de la batalla. La Penélope de Susa. Reconstrucción ideal de la Acrópolis en el 480 a.C. Mapa de los estrechos de Salamina. Vista aérea de Salamina. Reconstrucción ideal de la batalla (Connolly). Busto de Temístocles. Reconstrucción de una trirreme. Cuadro de Jejes contemplando la batalla (Altepinakothek, Munich).
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Plano de la batalla de Platea. Vista de la llanura de Platea. Busto de Pausanias. Columna de las serpientes conmemorativa de los combatientes. Plano de la batalla de Mícale. Busto de Cimón. Mapa de las actuaciones de Cimón. El Eurimedonte. Vaso de Eurimedonte. Representaciones de los bárbaros: Amazonas y persas.
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LECTURAS R. A. BILLOWS, Maratón. La leyenda (trad. cast.), Ariel, Barcelona, 2011. P. CARTLEDGE, Termópilas (trad. cast.), Ariel, Barcelona, 2007. B. STRAUSS, La batalla de Salamina (trad. cast.), Edhasa, Barcelona, 2006.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA P. BRIANT, Histoire de l’empire perse. De Cyrus à Alexandre, Fayard, París, 1996. D. LENFANT (ed.), Les perses vus par les grecs. Lire les sources classiques sur l’empire achéménide, Armand Colin, París, 2011. O. PICARD, Les grecs devant la menace perse, Sedes, París, 1980. J. M. BALCER, The Persian Conquest of the Greeks: 545-450 B.C., Konstanz, 1995. J. F. LAZENBY, The Defense of Greece 490-479 B.C., Warminster, 1993. P. GREEN, The Greco-Persian Wars, University of California Press, Berkeley-Los Ángeles, 1996. A. R. BURN, Persia & the Greeks. The Defense of the West c. 546-478 B.C., 2.ª ed. Duckworth, Londres, 1970. G. CAWKWELL, The Greek Wars. The Failure of Persia, Oxford University Press, Oxford, 2005. M. JUNG, Marathon und Plataiai: Zwei Perserschlachten als ‘lieux de mémoire’ im antiken Griechenland, Göttingen, 2006. C. GILLIES, Greek Collaboration with the Persians, Wiesbaden, 1979. D. M. LEWIS, Sparta and Persia, Brill, Leiden, 1977. G. WALSER, Hellas und Iran, Darmstadt, 1984. E. BRIDGES, E. HALL y P. J. RHODES (eds.), Cultural Responses to the Persian Wars: Antiquity to the Third Millenium, Oxford, 2007. P. GEORGE, Barbarian Asia and the Greek Experience. From the Archaic Period to the Age of Xenophon, The John Hopkins University Press, Baltimore, 1994. T. HARRISON, The Emptiness of Asia: Aischylus Persians and the History of the Fifth Century, Londres, 2000. E. HALL, Inventing the Barbarian. Greek Self-Definition through Tragedy, Clarendon Press, Oxford, 1989.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
B. ISAAC, The Invention of Racism in Classical Antiquity, Princeton University Press, Princeton, 2004. E. S. GRUEN, Rethinking the Other in Antiquity, Princeton University Press, 2011 (Persas, capítulos 1 y 2). J. ROMM, Herodotus, Yale University Press, New Haven, 1998. R. BICHLER, Herodots Welt. Der Aufbau der Historie am Bild der fremden Länder und Völker, ihrer Zivilisation und ihrer Geschichte, Akademie Verlag, Berlin, 2001.
REPERTORIOS DE IMÁGENES V. D. HANSON, Les Guerres grecques. 1400-146 av. J.-C., Atlas des Guerres, Autrement, París, 1999. G. A. CHRISTOPOULOS (ed.), The Archaic Period, History of the Hellenic World, Edotiké Athenon, Atenas, Heineman, Londres, 1975. N. SEKUNDA, El ejército persa, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. N. SEKUNDA, Desafío heleno a Persia, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. J. CASSIN-SCOTT y otros, Guerreros de la liga helénica, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. Ph. DE SOUZA, De Maratón a Platea, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. N. FIELDS, Termópilas, la resistencia de los 300, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. N. FIELDS, Guerra en el mar, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. G. M. A. RICHTER, The Portraits of the Greeks, Cornell University Press, Ithaca-Nueva York, 1984. 7.000 años de arte persa. Obras maestros del museo nacional de Iran, Fundación La Caixa, 2003. El imperio olvidado. El mundo de la artigua Persia, Fundación La Caixa, 2006. Iran. La Perse de Cyrus à Alexandre, Dossiers d’Archéologie, n.º 227, octubre 1997.
5.12. El siglo de Atenas OBJETIVOS — Presentar un panorama completo de la evolución del estado ateniense desde la victoria contra los persas hasta el estallido de la guerra del Peloponeso, un período conocido como pentecontecia con todos los interrogantes y problemas que comporta. — Destacar el ascenso de Atenas a la condición de potencia naval del Egeo con la construcción del llamado imperio ateniense.
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— Destacar el desarrollo cultural y monumental de Atenas bajo el mandato de Pericles. — Plantear los numerosos interrogantes que planean sobre las figuras de personajes destacados de este período como Temístocles, Arístides, Cimón o Pericles, a causa de la deformación causada por la mitificación y la propaganda posteriores en las que están basadas nuestras fuentes de información. — Describir el desarrollo del sistema democrático ateniense con todas sus implicaciones en el terreno político, social, cultural y económico. — Plantear la aparentemente conflictiva relación entre democracia e imperio. — Destacar el importante papel de Persia en todo este proceso y la existencia de una corriente de imitación del lujo persa entre la aristocracia ateniense. — Plantear algunos aspectos de la vida cotidiana ateniense como la situación de la mujer, los tribunales de justicia, la educación, la situación de extranjeros y esclavos en la ciudad o el propio urbanismo que contrastan con la imagen idealizada de la Atenas clásica en toda la historiografía moderna. — Analizar algunas de las principales manifestaciones de la nueva ideología cívica ateniense como el teatro o las grandes construcciones monumentales de la acrópolis y sus representaciones escultóricas. — Insistir en las enormes diferencias que separan la democracia ateniense de las modernas y la idealización de Atenas en el pensamiento político posterior europeo.
TEXTOS 1. Los caídos en la batalla del Eurimedonte
Estos hombres perdieron una vez sus jóvenes nobles vidas en las riberas del Eurimedonte combatiendo contra la vanguardia de los arqueros persas, algunos como lanceros a pie, otros sobre sus veloces naves. Y, al morir, dejaron el más hermoso recuerdo de su valor. ■ Epigrama atribuido a SIMÓNIDES, fr. 46 Campbell. 2. Los poderes del Areópago
Entonces, pues, hasta este punto progresó la ciudad, juntamente con la democracia, creciendo poco a poco; después de las guerras médicas, de nuevo predominó el consejo (boulé) del Areópago, y administraba la ciudad sin que hubiese tomado el poder (hegemonía) por ningún decreto sino por haber sido la causa de la batalla naval de Salamina. Pues, cuando los estrategos se hallaban sin saber qué hacer por la situación y proclamaron que cada uno tratara de salvarse a sí mismo, tras proporcionar ocho dracmas a cada uno, los repartió y los embarcó en las naves. Por esta causa todos reconocieron la dignidad del Areópago, y los atenienses fueron muy bien gobernados en aquellos momentos. Pues les sucedió que en esta época se ejercitaron para la guerra y obtuvieron gloria entre los helenos y consiguieron el dominio (hegemonía) del mar a pesar de la oposición de los lacedemonios. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 23.
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3. Las características de la democracia
Son procedimientos democráticos los siguientes: el que todos los cargos públicos (archaí) sean elegidos entre todos; que todos manden (árchomai) sobre cada uno y cada uno en su parte sobre todos; que los cargos públicos (archaí) sean sorteables, o todos o los que no precisan experiencia o habilidad (téchne); el que los cargos públicos no se funden en ningún censo de propiedad, o en el menor posible; el que la misma persona no ejerza dos veces el mismo cargo público, o en pocos casos, o pocos aparte de las relacionadas con la guerra, el que los cargos públicos sean de corta duración, o todos o los más posibles; que administren justicia todos los ciudadanos, elegidos entre todos, y acerca de todas las cuestiones o de la mayoría de ellas y de las más importantes y principales, como sobre la rendición de cuentas (euthúne), el sistema de gobierno (politeía) y los contratos privados, el que la asamblea (ekklesía) tenga soberanía (kuría esti) sobre todas las cosas (o las más importantes), y el cargo público en cambio no tenga ninguna, o sobre las cuestiones menos importantes. ■ ARISTÓTELES, Política, 1317b. 4. Arístides y la construcción del imperio ateniense
La reconstrucción de las murallas la administraron en común (Temístocles y Arístides) aunque ambos eran enemigos entre sí, pero la separación de los jonios de la alianza (summachía) con los lacedemonios fue Arístides el que la impulsó, buscando el momento en que los laconios eran odiados a causa de Pausanias. Por ello también fue este el que impuso a las ciudades los primeros tributos en el año tercero después de la batalla naval de Salamina cuando era arconte Timóstenes, e hizo con los jonios los juramentos de manera que sería el mismo el enemigo y el amigo, después de los cuales arrojaron al mar trozos de hierro. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 23, 4. 5. Democracia e imperio
Sobre los aliados (súmmachoi), el que cuando salen a navegar delatan (sukophantéo) y odian a los nobles (chestoí) según parece, como saben que es inevitable que el que domina (árcheo) sea odiado por el dominado, y que si llegaran a dominar en las ciudades los ricos y los poderosos, el dominio del pueblo (démos) de Atenas sería de cortísima duración, por eso privan de sus derechos (atiméo) a los nobles (chrestoí) y les arrebatan su dinero y los expulsan y los matan, en cambio hacen crecer a los malvados (poneroí). En cambio los nobles atenienses tratan de salvar a los nobles de las ciudades aliadas, sabiendo que es bueno para ellos el tratar de salvar siempre a los mejores en estas ciudades. Alguien podría decir que este es un refuerzo para los atenienses, si los aliados fueran capaces de contribuir con dinero. Pero a los del pueblo (demotikoí) les parece que es un mayor bien el que cada ateniense posea en particular los bienes de los aliados, y que aquellos en cambio tengan estrictamente para vivir y, al tener que trabajar, sean incapaces de tramar conspiraciones (epibouleúo). ■ Constitución de los atenienses, 1, 14-15.
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6. Las razones del imperio
La alianza entre nosotros y los atenienses se originó por haber abandonado vosotros en primer lugar la guerra contra los persas, mientras aquellos permanecieron para terminar lo que quedaba. Además, nos hicimos aliados no para someter a la esclavitud de los atenienses a los helenos, sino para liberar a los helenos de los persas. Y mientras los atenienses estuvieron al frente en plano de igualdad los hemos seguido de muy buena gana; pero cuando vimos que deponían su hostilidad contra los persas y en cambio se afanaban por esclavizar a los aliados, ya no hemos estado libres de temor. Los aliados al ser incapaces de unirse para defenderse, dado que eran muchos a la hora de votar, fueron esclavizados. ■ TUCÍDIDES, III, 10, 2. 7. Los beneficiarios del sistema
Proporcionaron, además, a la mayoría (hoi polloí) abundancia de comida, como Arístides había propuesto. Pues sucedió que de los tributos (phóroi), de los impuestos (téle) y de los aliados (súmmachoi), se mantenían más de veinte mil hombres. Los jueces (dikastaí) eran seis mil, los arqueros mil seiscientos, y además de estos mil doscientos de caballería, quinientos componían el Consejo y quinientos eran los vigilantes de los arsenales, y además de esos había en la ciudad cincuenta guardianes, y los cargos públicos en la metrópoli eran hasta setecientos hombres, y los de fuera de las fronteras setecientos; además de estos, cuando comenzaron más tarde la guerra, había dos mil quinientos hoplitas, veinte naves de vigilancia, otras naves que recogían los tributos… dos mil hombres designados por sorteo con habas y, aparte, el pritaneo, los huérfanos y los guardianes de los presos: todos estos tenían su manutención a costa de las rentas de la comunidad. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 24, 3. 8. Las cleruquías
Además de eso envió al Quersoneso mil clerucos, a Naxos quinientos, a Andros la mitad de estos, a Tracia otros mil para fundar una colonia (sunoikéo) con los bisaltas, y otros a Italia con lo que volvió a fundarse Síbaris a la que llamaron Turios. Hizo estas cosas para aliviar a la ciudad de una muchedumbre (óchlos) ociosa e intrigante a causa de su tiempo libre, y para remediar las indigencias del pueblo (démos), instalando entre los aliados el miedo y la vigilancia para que no se rebelaran (neoterízo). ■ PLUTARCO, Vida de Pericles, 11, 5. 9. La figura de Efialtes
Uno de estos (amigos de Pericles) dicen que fue Efialtes, el que destruyó el poder (krátos) del consejo del Areópago, vertiendo en las copas de los ciudadanos mucha libertad pura, según Platón; por su causa, dicen los comediógrafos, que como un caballo desbocado, ‘el pueblo ya no se resistió a obedecer, sino que mordió Eubea y se lanzó sobre las islas’. ■ PLUTARCO, Vida de Pericles, 7, 8.
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10. El poder de Efialtes
Con el crecimiento de la multitud (to pléthos) se hizo jefe (prostátes) del pueblo (démos) Efialtes, hijo de Sofónides, que parecía ser incorruptible (adoróketos) y justo hacia el sistema de gobierno (politeía), y atacó al Consejo (del Areópago). Primero eliminó a muchos de los Areopagitas, poniéndoles pleitos sobre su administración; después, cuando era arconte Conón, le quitó al Consejo todas las funciones añadidas por las que era el guardián del sistema de gobierno (politeía), y unas se las devolvió a los quinientos, otras al pueblo y a los tribunales. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 25. 11. Los orígenes del poder de Pericles
Al principio, como se ha dicho, se procuró el favor del pueblo (démos) por contrarrestar la fama (dóxa) de Cimón, siendo inferior en riqueza y bienes, con los que aquel se ganaba a los pobres, ofreciendo diariamente una comida al que lo necesitara de los atenienses y dando ropa a los más viejos, y quitando las cercas de sus campos para que los que quisieran cogieran sus frutos, Pericles sobrepasado en medidas populares por estas cosas se dedicó a la distribución de bienes públicos (ta demósia) habiéndoselo aconsejado Damónides de Ee, como Aristóteles ha relatado (historéo). Y rápidamente con el dinero de los espectáculos (to theorikón) y la paga de los juicios y con otros salarios y coregías tras haber corrompido a la multitud, se sirvió de ella contra el consejo del Areópago, del que no formaba parte por no haber obtenido por sorteo el cargo de arconte, tesmoteta, rey ni polemarco. ■ PLUTARCO, Vida de Pericles, 9, 2. 12. La oposición a Pericles
Los aristócratas, al ver que Pericles ya antes se había convertido incluso en el más poderoso de los ciudadanos, deseando sin embargo que hubiera alguien en la ciudad capaz de hacerle frente y rebajar su poder (dúnamis), de modo que no fuera del todo una monarquía, a Tucídides, de Alópece, hombre sensato (sóphron) y pariente de Cimón, le pusieron delante para que le hiciera frente, el cual al ser menos belicoso que Cimón, pero más dotado para el ágora y la política, manteniéndose vigilante en la ciudad y compitiendo con Pericles en la tribuna, enseguida equilibró la balanza del sistema de gobierno (politeía). ■ PLUTARCO, Vida de Pericles, 11, 1. 13. La fuerza de Pericles
La causa era que aquel (Pericles), como era un hombre poderoso por su prestigio y su inteligencia, y se había convertido en manifiestamente incorruptible controlaba a la multitud (to pléthos) con libertad, y no era guiado por ella más que él mismo la guiaba, a causa del hecho que no hablaba para agradarla buscando conseguir el poder (dúnamis) mediante prácticas indignas, sino que incluso se oponía a ella y la llevaba a la irritación gracias a la reputación que tenía. Asi que cuan-
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do se daba cuenta que se atrevían con insolencia (húbris) inoportunamente, al hablar los asustaba para hacerles sentir miedo, y a su vez si estaban atemorizados sin razón los reanimaba para que cobraran ánimo. Era de nombre una democracia, pero en la práctica el gobierno (arché) del primer ciudadano. ■ TUCÍDIDES, II, 65, 8. 14. La gloria de Atenas
Pero lo que mayor encanto y adorno proporcionó a Atenas, y el mayor asombro al resto de los hombres, y lo único que en la Hélade testimonia que no fue mentira aquel poder (dúnamis) que se le atribuye y la antigua prosperidad, fue la construcción de sus monumentos, esta especialmente miraban con malos ojos los enemigos de Pericles y lo calumniaban en las asambleas (ekklesía) proclamando a gritos que el pueblo (démos) es despreciado e insultado, al traerse para su provecho particular los recursos comunes (ta koiná) de los helenos desde Delos, y el más adecuado de los pretextos que tiene contra sus detractores, que por miedo a los bárbaros tomó de allí y guarda en sitio seguro los recursos públicos, ese lo ha quitado Pericles, y parece que la Hélade es ultrajada de una desmesura (húbris) terrible y que es claramente objeto de una tiranía, al ver que con sus obligadas aportaciones para la guerra nosotros doramos la ciudad y la embellecemos como a una mujer vanidosa, adornada con costosas piedras, estatuas y templos de miles de talentos. ■ PLUTARCO, Vida de Pericles, 12, 1.2. 15. Atenas impone su dominio económico
Elija el pueblo heraldos que lleven a las ciudades y pongan en su conocimiento los textos votados] que uno vaya a las islas [otro a Jonia, otro al Helesponto] otro a Tracia; [colaboren los estrategos] en el viaje de los heraldos [proporcionándole a cada uno de ellos los medios de transporte]; si así no lo hiciere, se podrá imponer a cada estratego una multa de mil dracmas; transcriban los cargos públicos este decreto en una estela de piedra, y deposítenla en el ágora; colóquenla también los responsables [frente] a la casa de la moneda y ejecuten los atenienses sus instrucciones, si los magistrados se negaren a ello; exija el heraldo en cada destino el cumplimiento de las órdenes de los atenienses; añada el secretario del consejo al juramento que el consejo hace [y a título definitivo la siguiente fórmula]: si alguien acuñare moneda de plata en las ciudades y no utilizare las monedas, pesos o medidas de los atenienses, [lo castigaré y penaré] según el decreto que propusiera Clearco; y sean todos libres de remitir a la ciudad la plata extranjera [que poseyeran y de cambiarla cuando lo deseen]; deles la ciudad a cambio moneda ateniense; envíen todos personalmente a Atenas y remitan a la casa de la moneda toda la plata que poseyeran; y transcriban los responsables de dicha casa [la totalidad de las sumas que perciban de cada uno] en una estela de piedra que colocarán [frente] a la casa de la moneda, de modo que quien lo deseare, pudiera examinarla; [escriban a un lado la moneda] extranjera, separadamente [el oro y la plata], y a otro la plata [ateniense]. ■ MEIGGS & LEWIS, 45, 9-14.
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16. Un ciudadano ejemplar
He sido trierarco cinco veces, cuatro veces he tomado parte en batallas navales, muchas contribuciones extraordinarias (eisphorá) he pagado en la guerra y he cumplido el resto de mis servicios públicos (leitourgéo) como el que más de los ciudadanos. Y ciertamente por esto gasté más que lo ordenado por la ciudad, para tener mejor consideración de parte vuestra, y si alguna desgracia me sucediera, podría defenderme mejor. ■ LISIAS, XXV, 12-13. 17. Las ventajas del sistema
Y también nos hemos procurado numerosos descansos para nuestro espíritu, utilizando certámenes y sacrificios celebrados a lo largo del año, y de decorosas casas particulares, cuyo disfrute cotidiano aleja las penas. Y entran a causa de la grandeza de la ciudad toda clase de productos desde toda la tierra, y nos sucede que disfrutamos no menos los bienes que aquí se producen para deleite propio que los del resto de los hombres. ■ TUCÍDIDES, II, 38. 18. Los caídos por el imperio
De la tribu Erecteida, estos murieron en la guerra, en Chipre, en Egipto, en Fenicia, en Halieis, en Egina, en Mégara en el mismo año… ■ MEIGGS & LEWIS, 33. 19. Atenienses en Chipre
Desde que el mar separó en dos partes Europa y Asia Y domina las ciudades de los mortales Ares impetuoso, Ninguna hazaña de los hombres que moran la tierra Como esta ha sido, en tierra firme y en el mar a un tiempo. Estos hombres en Chipre a muchos medos aniquilaron, cien naves de los fenicios en el mar capturaron, llenas de hombres, y Asia gimió amargamente por su causa, golpeada con ambas manos por la fuerza de la guerra. ■ Atribuido a SIMÓNIDES, fr. 103 D. 20. La rebelión de los aliados
Así pues tras haber navegado los atenienses a Samos con cuarenta naves establecieron la democracia, y tomaron como rehenes cincuenta jóvenes de Samos, e igual número de hombres, y los dejaron en Lemnos, y tras dejar una guarnición se retiraron. Pues algunos de los samios no esperaron, sino que huyeron al continente, tras haber establecido una alianza (summachía) con los más poderosos (dunatoí) en la ciudad y con Pisutnes, hijo de Hitaspes, que ocupaba entonces Sardes, tras reunir unos setecientos hombres como ayudantes pasaron de noche a
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Samos, y en primer lugar sublevaron contra el pueblo (démos) y se apoderaron de la mayoría, a continuación tras liberar furtivamente a los rehenes de Lemnos hicieron defección de ellos, y entregaron a Pisutnes la guarnición ateniense y los cargos públicos (árchontes), que estaban en la isla con ellos, y se dispusieron a marchar en expedición al punto contra Mileto. ■ TUCÍDIDES, I, 115. 21. Los recursos de Atenas
Les exhortó a tener ánimo, ya que cada año entraban en la ciudad unos seiscientos talentos de los aliados sin el resto de los ingresos, y que en la Acrópolis había todavía entonces seis mil talentos en plata acuñada (pues la mayor cantidad fue de nueve mil setecientos, de los cuales se había gastado parte en los Propileos de la Acrópolis, los restantes edificios y el sitio de Potidea), aparte de no menos de quinientos talentos en oro y plata sin acuñar en ofrendas privadas y públicas y en cuantos utensilios sagrados para las procesiones y los certámenes, y los despojos de los persas y cosas semejantes. Añadía todavía una cantidad no pequeña de recursos procedente de los demás santuarios, de los que podrían hacer uso, si se veían completamente privados de todo, y de la propia estatua de la diosa con las chapas de oro que la rodean; hizo saber que la estatua tenía cuarenta talentos de oro puro, y que era todo desmontable. ■ TUCÍDIDES, II, 13, 3-5. 22. El papel de la mujer
¿Y qué, decía, podría ella saber, Sócrates, cuando la tomé por esposa, la cual todavía no había cumplido los quince años, y el tiempo anterior había vivido bajo el mayor celo para que viera lo menos posible, oyera lo menos posible y hablara lo menos posible? ¿No te parece que me pude dar por satisfecho si vino a mi casa solo sabiendo tras entregársele lana mostrar un manto, o habiendo visto como se reparten entre las esclavas los trabajos de la hilanza? En lo que respecta a la alimentación, Sócrates, vino espléndidamente educada… Por tanto, ya que ambos tipos de trabajo, los de dentro y fuera de la casa, precisan trabajo y cuidado, y la divinidad, según me parece, hizo apta desde un principio la naturaleza, la de la mujer para las labores y el cuidado de las de dentro, y la del varón para las labores y el cuidado de las de fuera… A la mujer le trae más honra recogerse en el hogar que callejear, sin embargo es más vergonzoso para el varón permanecer en casa que ocuparse de los negocios de fuera. ■ JENOFONTE, Económico, VII, 5, 22 y 30. 23. Las mujeres al poder
Que en su modo de ser son mejores que nosotros os los voy a demostrar. En primer lugar, sumergen la lana en caliente según la antigua usanza, todas sin excepción, y no las veréis nunca con innovaciones. En cambio la ciudad de los atenienses, si les fuera bien con algo, no lo mantendrían, sino que se afanarían en
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buscar otra cosa nueva. Sentadas asan igual que como antes. Portan los bultos sobre sus cabezas igual que como antes. Celebran las Tesmoforias igual que como antes. Cuecen sus bollos igual que como antes. Dejan para el arrastre a sus maridos igual que como antes. Llevan a sus amantes dentro de casa igual que como antes. A escondidas se compran golosinas igual que como antes. Les gusta el vino bien puro igual que como antes. Les encanta tener relaciones sexuales igual que como antes. Por tanto, señores, tras haber entregado la ciudad a estas, dejémonos de palabrería y no inquiramos qué van a hacer, sino que dejémoslas mandar de manera simple, considerando tan solo esto, que al ser madres primero desearán salvar a los soldados, luego ¿quién les enviará víveres más rápido que la que los parió? La mujer es la más ingeniosa a la hora de obtener dinero, y una vez al mando no se dejarían engañar nunca; pues ellas mismas están acostumbradas a engañar. Dejaré de lado lo demás. Si me hacéis caso en esto, viviréis felices toda vuestra vida. ■ ARISTÓFANES, Asambleístas, 214-240.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Ostraka de Arístides. Busto de Pericles. Mapa del imperio ateniense. Mapa de las campañas exteriores de Atenas. Lista de tributos. Esquema de la democracia. Esquema de la distribución de los ciudadanos atenienses. Clepsidra. Reconstrucción ideal de un kleroterion. Fragmento de un kleroterion. Lechuzas atenienses. Sistema de pesos y medidas. Trirreme ateniense. Plano de Atenas clásica. Reconstrucción del ágora de la ciudad. El buleuterion: reconstrucción ideal. El Buleuterion: estado actual. El Pritaneo: Reconstrucción ideal. El Pritaneo: Estado actual. Plano de la ciudad de Atenas con los largos muros. Reconstrucción ideal de la acrópolis. Reconstrucción de la Atenas del siglo V a.C. Reconstrucción de algunos de los edificios principales del ágora. Plano de la Pnyx. Vista de la Pnyx. El teatro de Dionisos en Atenas. El Partenón: Reconstrucción ideal. El Partenón. Estado actual. El friso de las Panateneas. Reconstrucción ideal de las Panateneas.
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Las metopas. Los frontones. Reconstrucción de la Atenea Parthenos. El escudo de Atenea. Reconstrucción ideal. Busto de Aspasia. Recreaciones idealizadas de la relación entre Pericles y Aspasia. Pericles y Fidias: recreación de Alma Tadema. Escenas de la vida cotidiana de Atenas extraídas de la cerámica. Imágenes de algunos objetos cotidianos atenienses. Atenea pensativa. Decreto de la ciudad. Imágenes de la vida femenina en Atenas a partir de las representaciones de la cerámica.
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LECTURAS R. OSBORNE, La Grecia clásica, Crítica, Barcelona, 2002. Cl. MOSSÉ, Pericles, el inventor de la democracia (trad. cast.), Espasa, Madrid, 2006. L. SANCHO ROCHER, Un proyecto democrático. La política en la Atenas del siglo V a.C., Universidad de Zaragoza, 1997. R. K. SINCLAIR, Democracia y participación en Atenas (trad. cast.), Alianza, Madrid, 1999. D. MUSTI, Demokratia. Orígenes de una idea (trad. cast.), Alianza, Madrid, 2000. A. IRIARTE, Democracia y Tragedia. La era de Pericles, Akal, Madrid, 1996.
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5.13. La guerra del Peloponeso OBJETIVOS — Plantear la guerra del Peloponeso desde la perspectiva estrictamente griega, como un enfrentamiento de características excepcionales por el número de estados implicados en el conflicto y por las desastrosas consecuencias que tuvo en el posterior desarrollo político y social de las diferentes póleis. — Resaltar la importancia del testimonio contemporáneo de Tucídides que a pesar de sus limitaciones (no era nuestro colega como nos recordó Nicole Loraux) constituye una fuente de información insustituible y de primera mano para analizar las causas, el desarrollo y las circunstancias que favorecieron el estallido del conflicto, ya que por su condición de exiliado pudo conocer otros puntos de vista diferentes al propiamente ateniense, que continua siendo, no obstante, el preponderante. — Analizar las causas y dimensiones del conflicto como un cúmulo de circunstancias diversas que culminó en el estallido de las hostilidades entre ambos bandos. — Pasar revista a las principales fases de la guerra y resaltar el papel de la estrategia adoptada por Pericles en sus primeras fases, así como las responsabilidades individuales y colectivas que acabaron por hundir el potencial ateniense en la parte final de la guerra.
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— Prestar especial atención a algunas cuestiones decisivas como la denominada paz de Nicias o el papel de la fracasada expedición ateniense a Sicilia en el resultado final. — Resaltar las consecuencias de la guerra en diferentes terrenos, desde el político y económico al ideológico y cultural, con la aparición de fenómenos como los sofistas o el papel de la comedia como foro político de la Atenas contemporánea. — Señalar los efectos de la guerra dentro de la esfera cultual con la aparente crisis de la religión políada y la aparición en escena de nuevos cultos.
TEXTOS 1. Una guerra singular
Dando testimonio (tekmaíro) de que ambos bandos se aprestaban a la guerra estando en su pleno apogeo (akmázo) y con toda suerte de preparativos y viendo que el resto de los pueblos de la Hélade se alineaban a uno u otro bando. Ésta vino a ser la convulsión (kínesis) más importante para los helenos y para una parte de los bárbaros, y por así decir también para la mayor parte de la humanidad. ■ TUCÍDIDES, I, 1. 2. Las causas de la guerra
La iniciaron los atenienses y los peloponesios tras romper los tratados de treinta años que se habían hecho tras la captura de Eubea. Por lo que los rompieron, he escrito con antelación primero las causas (aitíai) y las diferencias (diaphoraí), para que nadie se pregunte alguna vez por qué una guerra tan grande se produjo entre los helenos. Pues la causa (próphasis) más verdadera, pero la menos visible en el relato, pienso que es que los atenienses tras hacerse poderosos y provocar miedo a los lacedemonios les obligaron a hacer la guerra. ■ TUCÍDIDES, I, 23, 4 y ss. 3. La peste y sus efectos en Atenas
Les agravó más además de los presentes males también la aglomerción desde los campos a la ciudad, y no menos a los que habían acudido allí. Pues como no había casas, y vivían en chozas asfixiantes en pleno verano, la mortandad se producía en un completo desorden, y los cadáveres yacían unos sobre otros después de morir y en las calles deambulaban y en torno a todas las fuentes medio muertos por el deseo de agua. Los santuarios en los que se habían instalado estaban llenos de cadáveres, ya que habían muerto allí; pues como la calamidad les acuciaba con tanta violencia los hombres, al no saber lo que iba a suceder, se volvieron hacia el desprecio de las cosas sagradas (ta hierá) y venerables (ta hósia) por igual. ■ TUCÍDIDES, II, 52.
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4. La represión de Mitilene
Se plantearon opiniones acerca de los hombres, y movidos por la cólera decidieron matar no solo a los presentes, sino también a todos los mitileneos que estaban en la flor de la edad, y vender como esclavos a niños y mujeres, reprochándoles la sublevación (apóstasis) porque sin estar sometidos al imperio (archómenoi) como los demás la habían hecho, y lo que les impulsaba no menos en su cólera era que las naves de los peloponesios se habían atrevido a acudir a Jonia en ayuda de aquellos; pues les parecía que la sublevación se había hecho con no poca premeditación. ■ TUCÍDIDES, III, 36. 5. Un triunfo importante de Atenas
Los atenienses de los espartanos en Pilos dedicaron esto. ■ Ágora, B 262. (Dedicatoria de los escudos capturados de los espartanos en la Stoa Poikile de Atenas.) 6. Las luchas internas
Así de cruel fue la guerra civil (stásis), y pareció todavía mayor, porque sucedió de las primeras, pues después todo el mundo heleno por así decir fue presa de agitación (kinéo), y por todas partes las disputas eran entre los jefes (prostátai) del pueblo (démos) que deseaban atraer a los atenienses y los pocos a los lacedemonios. En tiempo de paz no habrían encontrado pretexto (próphasis) ni se habrían atrevido a convocarles, pero al estar en guerra y haber una alianza para cada uno de los bandos para el perjuicio de los contrarios y para el beneficio propio fácilmente las tropas de auxilio acudían para aquellos que deseaban un cambio político (neoterízo). Muchas calamidades sobrevinieron por la lucha civil (stásis) en las ciudades, que suceden y siempre sucederán, mientras la naturaleza (phúsis) de los hombres sea la misma, con mayor o menor violencia y cambiando de aspecto, como se presenten los cambios de las circunstancias. Pues en la paz y en las situaciones buenas las ciudades y los individuos tienen mejores predisposiciones a causa de que no recaen en necesidades ineluctables; pero la guerra al eliminar las facilidades de la vida cotidiana es un maestro violento y asimila las iras de la mayoría a las circunstancias presentes. ■ TUCÍDIDES, III, 82. 7. Las pérdidas materiales
Pues cuando Decelía fue fortificada por primera vez por todo el ejército en este verano, y después con guarniciones de las ciudades que se turnaban en la sucesión del tiempo se ocupó como base de operaciones contra el territorio (chóra), causó mucho daño a los atenienses, y les provocó el mayor perjuicio por la destrucción de recursos materiales y de hombres. Pues antes, en efecto, las invasiones al ser de corta duración, no impedían hacer uso de la tierra el resto del año;
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pero entonces al estar los enemigos allí instalados permanentemente y atacar unas veces con más fuerza y otras con un número igual de tropas hacer correrías y actos de pillaje por necesidad, y al estar presente Agis, rey de los lacedemonios, que no descuidaba la guerra, los atenienses sufrían grandes daños. Pues habían quedado privados de todo su territorio y habían hecho deserción más de veinte mil esclavos (andrápoda), una parte numerosa de estos artesanos, y además perdieron todas las ovejas y bestias de carga. ■ TUCÍDIDES, VII, 27, 3-5. 8. La ambición de Alcibíades
El que con mayor ardor inducía a emprender la expedición era Alcibíades, hijo de Clinias, que deseaba oponerse a Nicias al ser su adversario político, y porque había sido acusado de forma calumniosa por él, y especialmente porque deseaba ejercer el mando militar (strategéo) y esperaba conquistar con él Sicilia y Cartago, y que al tiempo conseguiría ventajas personales si tenía éxito en estos asuntos tanto en recursos (chrémata) como en fama (dóxa). ■ TUCÍDIDES, VI, 15. 9. La desesperación de Atenas
Los atenienses asediados por tierra y mar no sabían que era preciso hacer, ya que no tenían naves ni aliados ni provisiones; pensaban que no había ninguna salvación del sufrimiento que ellos habían causado a otros no como castigo, sino que cometían injusticias a causa de la desmesura (húbris) contra las gentes de ciudades pequeñas y no por otra sola causa que eran aliados de aquellos. ■ JENOFONTE, Helénicas, II, 2, 10. 10. La peste
En la ciudad de Atenas se presentó de repente (la peste) y atacó primeramente a la población del Píreo, de manera que circuló el rumor entre sus habitantes de que los peloponesios habían echado veneno en los pozos; pues todavía no había fuentes allí. Luego llegó a la ciudad alta, y entonces perecieron muchos más. Que se diga pues sobre esta, según cada uno sabe tanto si es médico como si es profano, de lo que era natural que esto aconteciera, y las causas que considera que fueron suficientes como para tener la fuerza de provocar el gran cambio; yo, por mi parte, describiré cómo sucedió, y a partir de que observaciones, si otra vez sobreviniera de nuevo, se estaría en las mejores condiciones una vez sabiéndolo con antelación para no errar en el diagnóstico, voy a mostrar estas cosas, porque al haber pasado yo mismo la enfermedad y haber visto personalmente a otros que la sufrían. Pues aquel año, como se reconocía, había estado particularmente libre de enfermedades en lo que a otras dolencias se refiere; pero si alguien había contraído ya alguna, en todos los casos fue a parar a ésta. En los demás casos, sin embargo, sin ningún motivo que lo explicase, de repente a los que estaban sanos hicieron presa en ellos fuertes calores de cabeza y enrojecimientos e inflamación de
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los ojos, por dentro, la faringe y la lengua enseguida quedaban enrojecidas y la respiración se volvía irregular y despedía un aliento fétido; a continuación de estos, sobrevenían estornudos y ronquera, y en poco tiempo el mal bajaba al pecho con una tos violenta; y cuando se fijaba en el estómago, lo revolvía y venían vómitos con todas las secreciones de bilis que han sido detalladas por los médicos, y venían con un malestar terrible. A la mayor parte de los enfermos les vinieron también arcadas sin vómito que les provocaban violentos espasmos, en unos casos luego que remitían los síntomas precedentes y, en otros, mucho después. Por fuera el cuerpo no resultaba excesivamente caliente al tacto, ni tampoco estaba amarillento, sino rojizo, cárdeno y con un exantema de pequeñas ampollas y de úlceras; pero por dentro quemaba de tal modo que los enfermos no podían soportar el contacto de vestidos y lienzos muy ligeros ni estar de otra manera que desnudos, y se habrían lanzado al agua fría con el mayor placer. Y muchos que estaban sin vigilancia hicieron esto, arrojándose a los pozos, presos de una sed insaciable; pero beber más o beber menos daba lo mismo. Por otra parte, la imposibilidad de descansar y el insomnio los agobiaban continuamente. El cuerpo, durante todo el tiempo en que la enfermedad estaba en plena actividad, no quedaba agotado sino que resistía inesperadamente el sufrimiento, de manera que o la mayoría perecía a los nueve o los siete días, consumidos por el calor interior, quedándoles todavía algo de fuerzas, o, si conseguían evitarla, la enfermedad seguía su descenso hasta el vientre donde se producía una fuerte ulceración a la vez que sobrevenía una diarrea sin mezclar la mayoría perecía después a causa de la debilidad que aquélla provocaba. Pues el mal proseguía a través de todo el cuerpo comenzando desde arriba primero en la cabeza, y si uno sobrevivía a sus acometidas más duras, el ataque a las extremidades era la señal que dejaba: afectaba, en efecto, a los órganos genitales y a los extremos de las manos y de los pies; y muchos se salvaban con la pérdida de estas partes, y algunos incluso perdiendo los ojos. A otros les invadió una amnesia total en el momento de restablecerse y no sabían quiénes eran ellos mismos ni reconocían a sus allegados. La naturaleza de esta enfermedad fue tal que escapa sin duda a cualquier descripción y atacó a cada persona con más virulencia de la que puede soportar la naturaleza humana, pero sobre todo demostró que era un mal diferente a las afecciones ordinarias en el siguiente detalle: las aves y los cuadrúpedos que comen carne humana, a pesar de haber muchos cadáveres insepultos, o no se acercaban, o si los probaban perecían. Y he aquí la prueba: la desaparición de este tipo de aves fue notoria, y no se las veía ni junto a ningún cadáver ni en ningún otro sitio; los perros, en cambio, por el hecho de vivir con el hombre, hacían más fácil la observación de los efectos. Tal era, pues, en general el carácter de la enfermedad dejando a un lado otros muchos aspectos extraordinarios, dado que cada caso presentaba alguna particularidad que lo diferenciaba de otros. Y durante aquel tiempo ninguna de las enfermedades corrientes hacía sentir sus efectos, y si sobrevenía alguna, acababa en aquélla. Unos morían por falta de cuidados y otros a pesar de estar perfectamente atendidos. No se halló ni un solo remedio, por decirlo así, que se pudiera aplicar con seguridad de eficacia pues lo que iba bien a uno a otro le resultaba perjudicial. Ningún cuerpo fuera fuerte o débil, se mostró por sí mismo con bastante fuerza frente al mal; éste se llevaba a todos, incluso a quienes eran tratados con todo tipo de dietas. Pero lo más terrible de toda la enfermedad era el desánimo que se apoderaba de uno cuan-
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do se daba cuenta de que había contraído el mal (porque entregando al punto su espíritu a la desesperación, se abandonaban por completo y no resistían), y también el hecho de que morían como ovejas al contagiarse debido a los cuidados de los unos hacia los otros: esto era sin duda lo que provocaba mayor mortandad. ■ TUCÍDIDES, II, 48-51. 11. El debate sobre Mitilene
Enviaron, pues, una trirreme a Paques como mensajera de lo que habían decidido, con la orden de ejecutar inmediatamente a los mitileneos. Pero al día siguiente les sobrevino un cierto arrepentimiento, unido a la reflexión de que la resolución tomada, de aniquilar a una ciudad entera en lugar de a los culpables, era cruel y monstruosa. Cuando los embajadores de Mitilene que estaban en Atenas y los atenienses que los apoyaban se dieron cuenta de ello, movieron a los cargos públicos a abrir de nuevo el debate; y los convencieron más fácilmente porque también a ellos les resultaba evidente que la mayoría de los ciudadanos quería que se les diera una nueva oportunidad para deliberar. Se reunió en seguida una asamblea, en la que se expresaron diversas opiniones por parte de varios oradores; y Cleón, hijo de Cleéneto, que había hecho triunfar la anterior moción de dar muerte a los mitileneos y que era en todos los aspectos el más violento de los ciudadanos y con mucho el más persuasivo (pithanótatos) para el pueblo (démos) en aquel entonces adelantándose de nuevo habló de este modo: Muchas veces ya en el pasado he podido comprobar personalmente que una democracia es un régimen incapaz de ejercer el imperio (árchein) sobre otros, pero especialmente ahora en vuestro cambio de idea respecto a los mitileneos. Pues a causa de la ausencia de miedos e intrigas entre vosotros en vuestras relaciones cotidianas, procedéis de la misma manera respecto a vuestros aliados, y cuando os equivocáis persuadidos por sus razonamientos o cedéis a la compasión, no pensáis que tales debilidades constituyen un peligro para vosotros y no os granjean la gratitud de vuestros aliados; y ello porque no consideráis que vuestro imperio (arché) es una tiranía, y que se ejerce sobre quienes intrigan y se someten de mala gana, los que no os obedecen por los favores que podéis hacerles con perjuicio propio, sino por la superioridad que alcanzáis gracias a vuestra fuerza más que a su benevolencia. Pero lo más grave de todo ocurrirá si ninguna de nuestras decisiones permanece firme y si no nos damos cuenta de que una ciudad con leyes peores, pero inmutables, es más fuerte que otra que las tiene buenas, pero sin autoridad, de que la ignorancia unida a la mesura es más ventajosa que el talento con falta de castigo, y de que los hombres más mediocres por lo general gobiernan las ciudades mejor que los más inteligentes. Pues estos, en efecto, quieren parecer más sabios que las leyes y salir siempre triunfantes en los debates públicos, porque piensan que no pueden mostrar su ingenio en ocasión más importante, y por ello muchas veces hunden a sus ciudades; quienes, por el contrario, desconfían de su propia inteligencia reconocen que son más ignorantes que las leyes y que están menos dotados para criticar los argumentos de un buen orador y, al ser jueces imparciales más que litigantes, aciertan la mayor parte de las veces. De este modo, pues, debemos actuar también nosotros, sin dejarnos llevar por la elocuencia y la porfía dialéctica y no dar consejos a vuestro pueblo contrarios a la opinión. Yo, por tanto, me mantengo en mi
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opinión, y me asombro por la actitud de quienes han puesto de nuevo a discusión la cuestión de los mitileneos… Los otros hombres que Paques había enviado a Atenas como principales responsables de la rebelión (apóstasis) fueron ejecutados por los atenienses siguiendo el parecer de Cleón (eran poco más de mil), los atenienses derribaron, asimismo, las murallas de los mitileneos y se apoderaron de sus naves. Después de esto no fijaron un tributo a los lesbios, sino que, tras dividir el territorio, salvo el de Metimna, en tres mil lotes, reservaron trescientos para consagrarlos a los dioses, y a los otros enviaron clerucos sacados a suerte entre ciudadanos atenienses; con éstos, los lesbios se comprometieron a pagar una suma de dos minas al año por cada lote, y ellos mismos siguieron trabajando la tierra. Los atenienses también se apoderaron de todas las poblaciones (polísmata) del continente sobre las que dominaban los mitileneos y en adelante estas estuvieron sometidas a los atenienses. Así se desarrollaron los sucesos en Lesbos. ■ TUCÍDIDES, III, 36, 3-50. 12. La expedición a Sicilia
Por su parte, los propios atenienses y algunos aliados se hallaban presentes, y tras bajar al Pireo al amanecer del día fijado equiparon las naves para zarpar. Junto con ellos bajaron también, por así decir, toda la población restante que había en la ciudad, tanto ciudadanos como extranjeros, los locales porque querían acompañar cada cual a los suyos, unos a los amigos, otros a los parientes y otros a sus hijos, y porque iban con esperanzas y con gemidos, unos de conquistar nuevas tierras, otros por si volverían a verlos, al pensar la navegación tan lejana de su tierra que emprendían. En el presente momento, cuando se disponían a separarse los unos de los otros para afrontar los riesgos de esta aventura, se adueñó de ellos un sentimiento de temor (ta deiná) mayor que cuando votaron emprender la expedición; sin embargo, con las fuerzas que tenían a la vista, a causa de su número, recobraron el ánimo por el espectáculo. A su vez, los extranjeros y la restante multitud (óchlos) acudían a presenciar el espectáculo convencidos de que se trataba de un acontecimiento de gran relieve y casi increíble. En efecto, fue ésta la más importante fuerza militar que se hizo a la mar, reclutada por una sola ciudad, constituida exclusivamente de componentes helenos y superó a todas las anteriores hasta aquel momento, al ser la más costosa y la mejor pertrechada. En cuanto al número de naves y de hoplitas no fue inferior la expedición de Pericles contra Epidauro e incluso la que se hizo con Hagnón contra Potidea; pues en éstas se hicieron conjuntamente a la mar cuatro mil hoplitas de los propios atenienses, trescientos jinetes y cien trirremes, y cincuenta de Lesbos y de Quíos, y otros muchos aliados. Pero partieron para una breve travesía y equipadas de unos pertrechos mediocres, mientras que esta expedición de ahora se proyectaba para una larga ausencia e iba provista por igual, según se necesitara, para el combate en tierra como desde las naves… La expedición no resultó menos famosa por el estupor de la audacia y por el esplendor del espectáculo, que por la superioridad militar sobre los enemigos contra los que se dirigía, y porque fue la expedición marítima que más se había alejado de la patria y la que había hecho concebir mayores esperanzas para el futuro, en proporción a los medios disponibles en ese momento. ■ TUCÍDIDES, VI, 30-31.
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13. La batalla de Arginusas
Después de esto los estrategos informaron en el Consejo sobre la batalla naval y la magnitud de la tempestad. Como Timócrates propuso que se debía arrestar también a los demás y entregarlos al pueblo (démos), el consejo los arrestó. Luego se celebró la asamblea en la que Terámenes sobre todo y otros acusaban a los estrategos de que era de justicia rendir cuentas porque no recogieron a los náufragos. Como testimonio de que no invocaban nada más mostraba una carta que enviaron los estrategos al consejo (boulé) y al pueblo (démos) en la que echaban la culpa únicamente a la tempestad. A continuación cada estratego se defendió brevemente (pues no se les fijó el tiempo de discurso según la ley) y exponían los hechos, que ellos marchaban contra los enemigos, que habían ordenado la recogida de los náufragos a hombres competentes de entre los trierarcos y que ya habían sido estrategos, a Terámenes, a Trasibulo y a otros tales, y que si era necesario acusar a alguien por la recogida, ellos no podían acusar a nadie más que a estos a quienes fue encomendado. Y no porque nos acusen a nosotros, afirmaron, vamos a mentir declarando que ellos son los culpables, sino que la magnitud de la tempestad fue lo que impidió la recogida. Como testigos de estos hechos presentaban a los pilotos y a otros muchos que iban con ellos a bordo. Tras decir tales cosas persuadieron al pueblo (démos). Y muchos particulares levantándose querían salir fiadores. Pero se decidió aplazarlo a la siguiente asamblea (pues era ya tarde y no podrían ver las manos en la votación) y que el consejo (boulé) estudiara previamente una moción sobre el modo de juzgarlos. Más tarde se celebraban las Apaturias en las que los miembros de las fratrías y los parientes se reúnen entre sí. Entonces los partidarios de Terámenes prepararon a hombres con mantos negros con el pelo cortado a rape, pues había muchos en esta fiesta, para que vinieran a la asamblea como si fueran parientes de los que habían perecido y convencieron a Calíxeno de que acusara a los estrategos en el Consejo. A partir de entonces celebraron la asamblea (ekklesía) en la que el consejo (boulé) propuso esta moción que leyó Calíxeno: Puesto que han oído a los acusadores de los estrategos y a la defensa de éstos en la asamblea anterior, todos los atenienses han de dar su voto por tribus (phúle); que se coloquen dos urnas por cada tribu; que un heraldo anuncie en cada tribu que, quien considere que los estrategos son culpables al no recoger a los vencedores en la batalla naval, vote en la primera, quien no, en la siguiente; si se declaran culpables, que sean condenados a muerte y entregados a los Once y confiscados sus bienes, y que la décima parte sea para la diosa. Se presentó uno en la asamblea afirmando que se había salvado en un tonel de harina y que le habían encargado los que perecían, si se salvaba, que anunciara al pueblo (démos) que los estrategos no recogieron a los que habían sido los mejores (áristoi) en defensa de la patria. Euriptólemo, hijo de Pisianacte, y algunos más demandaron a Calíxeno, alegando que había redactado propuestas ilegales (paránoma). Algunos del pueblo (démos) lo aprobaban, pero la multitud gritaba que era terrible que uno no dejara que la asamblea hiciera lo que quería. A todo ello, como Licisco propuso juzgar también a éstos con el mismo voto que a los estrategos, si no deponían la demanda, y la muchedumbre (óchlos) de nuevo prorrumpió en gritos de aprobación, se vieron forzados a retirar las demandas. Algunos prítanos se negaban a proponer la votación ilegal y otra vez subió Calíxeno a
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la tribuna, y los acusaba de lo mismo. La multitud pedía a gritos citar a juicio a los que se negaban. Los prítanos tuvieron miedo y todos convinieron en proponerla excepto Sócrates, hijo de Sofronisco. Este se negó a hacer algo que no fuese legal. ■ JENOFONTE, Helénicas, I, 7, 3-15.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Busto de Tucídides. Mapa de la guerra del Peloponeso y sus fases. Busto de Pericles. Mapa de los largos muros. Reconstrucción ideal de los largos muros. Plano de Anfípolis. Vista de Anfípolis y el Estrimón. Escudo de Pilos con inscripción. Cabeza de bronce dedicada en el 420 a.C. Mapa de Decelea. Inscripción de Damoclides. Mapa de Esfacteria. Vista de Esfacteria. Mapa de Sicilia. Vista de Segesta. Mapa de la expedición a Sicilia. Mapa de Siracusa y sus fortificaciones. Busto de Alcibíades. Mapa de la retirada ateniense de Siracusa. Latomías. Plano de la batalla de Arginusas. Egospotamos. Plano de la batalla. Vista de Egospotamos.
LECTURAS A. DOMÍNGUEZ MONEDERO y J. PASCUAL GONZÁLEZ, Esparta y Atenas en el siglo V a.C., Síntesis, Madrid, 1999. S. HORNBLOWER, El mundo griego 479-323 a.C. (trad. cast.), Crítica, Barcelona, 1985. D. KAGAN, La guerra del Peloponeso (trad. cast.), Edhasa, Barcelona, 2009. J. DE ROMILLY, Alcibiades (trad. cast.), Seix-Barral, Barcelona, 1996.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA P. J. RHODES, A History of the Classical Greek World 478-323 B.C., Blackwell, Oxford, 2006. C. SCHUBERT, Athen und Sparta in klassischer Zeit: Ein Studienbusch, Metzler, Stuttgart, 2003.
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L. A. TRITLE, A New History of the Peloponnesian War, Wiley-Blackwell, Oxford, 2010. V. D. HANSON, La guerre du Peloponnèse (trad. fr.), Champs Flammarion, París, 2010. W. M. ELLIS, Alcibiades, Routledge, Londres, 1989. P. J. RHODES, Alcibiades, Pen & Sword Books, Londres, 2011. D. PLÁCIDO, La sociedad ateniense. La evolución social en Atenas durante la guerra del Peloponeso, Crítica, Barcelona, 1997. A. POWELL, Athens and Sparta. Constructing Greek political and social history from 478 B.C., Routledge, Londres, 1988. B. STRAUSS, Athens after the Peloponnesian War. Class, factional policy 403-386 B.C., Croom Helm, Londres, 1986. D. MACDOWELL, Aristophanes and Athens, Oxford University Press, Nueva York, 1995. W. FURLEY, Andokides and the Herms: A Study of Crisis in Fifth Century Athenian Religion, Institute of Classical Studies, Londres, 1996. G. HERMAN, Morality and Behaviour in Democratic Athens: A Social History, Cambridge, 2006. P. LOW, Interstates Relations in Classical Greece: Morality and Power, Cambridge, 2007.
REPERTORIO DE IMÁGENES V. D. HANSON, Les guerres grecques 1400-146 av. J.-C., Atlas des guerres, Autrement, París, 1999. Ph. DE SOUZA, Atenas contra Esparta, Osprey Publishing, trad. cast., RBA, Barcelona, 2009. N. FIELDS, Siracusa, el desastre ateniense, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. G. M. A. RICHTER, The Portraits of the Greeks, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1984.
5.14. La sucesión de hegemonías OBJETIVOS — Plantear la situación política en Grecia desde el final de la guerra del Peloponeso hasta la entrada de Macedonia como poder hegemónico a mediados del siglo IV a.C. como una sucesión casi interminable de hegemonías por parte de las tres grandes potencias del momento, Esparta, vencedora del conflicto, Atenas resurgida con una nueva liga naval a su mando, y Tebas, que aparece ahora en la historia griega con un nuevo y destacado protagonismo. — Insistir en la desmitificación de decadencia que ha rodeado tradicionalmente a este período de la historia griega comparado con la época precedente, sobre
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todo teniendo en cuenta la mayor cantidad de documentación respecto a la Grecia de Pericles. Resaltar el período como una época de importantes cambios a todos los niveles con indicios de gran prosperidad económica en algunos momentos puntuales de la historia ateniense gracias a la buena gestión de las finanzas públicas y como el gran momento de la construcción pública, ya que es a este período al que remontan las grandes construcciones conservadas. Destacar el importante protagonismo del imperio persa como auténtico árbitro de las disputas políticas griegas y destacar los tímidos intentos de conquista, al menos de la zona de Asia Menor, por parte de los espartanos, como la campaña de Agesilao. Destacar la campaña de los diez mil mercenarios al servicio de Ciro el joven como un episodio fundamental dentro de las relaciones grecopersas por sus implicaciones en casi todos los terrenos. Resaltar los cambios producidos en la sociedad y las mentalidades e insistir en el nuevo modelo de organización política por el que abogan los críticos de un sistema con síntomas claros de agotamiento político.
TEXTOS 1. Los treinta tiranos
Cuando se hicieron con el control firme de al ciudad, no tuvieron consideración de ningún ciudadano, sino que daban muerte a los que se distinguían por su fortuna, su nacimiento o su reputación con el fin de eliminar sus propios temores y por el deseo de apoderarse de sus fortunas; y en poco tiempo habían acabado con la vida de no menos de mil quinientas personas. ■ PSEUDOARISTÓTELES, Constitución de Atenas, 35, 4. 2. La paz del rey
Artajerjes, el rey, considera justo que sean suyas las ciudades de Asia y las islas de Clazómenas y Chipre, que queden libres (autonómoi) las otras ciudades helenas, pequeñas o grandes, excepto Lemnos, Imbros y Esciros; que éstas sean de los atenienses como antaño. A cuantos no acepten esta paz, a ésos yo les declararé la guerra, junto con quienes la acepten, por tierra y por mar, con naves y con dinero. ■ JENOFONTE, Helénicas, V, 1, 31. 3. Cláusulas de fundación de la segunda liga ateniense
… para que los lacedemonios permitan que los helenos vivan tranquilos, libres y autónomos y vean garantizada la propiedad de todo el territorio que les pertenece, para que dure siempre la paz común que han jurado los griegos y el rey de acuerdo con los tratados, el pueblo ha decretado: si uno de los helenos o de los bárbaros del continente o las islas, que no pertenezcan al rey, desea ser aliado de
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los atenienses y sus aliados, que pueda hacerlo conservando su libertad y su autonomía, gobernándose según las reglas de la constitución que desee, sin tener que acoger guarnición o recibir un gobernador, sin tener que pagar tributo, en las mismas condiciones que los quiotas, los tebanos y los otros aliados; a los que hagan alianza con los atenienses y sus aliados, el pueblo devolverá todas las propiedades que pertenezcan a los atenienses a título privado o a título público, sobre el territorio de aquellos que hayan establecido la alianza, y se pone como garante de esta restitución… ■ IG II, 43= Tod 123. 4. Grecia tras la batalla de Mantinea
Concluida esta batalla, ocurrió lo contrario de lo que todos los hombres creían que iba a ocurrir. Pues cuando estaba concentrada y enfrentada casi toda la Hélade, no había nadie que no creyera, si se combatía, que dominando unos mandarían (árchein) y dominados otros serían súbditos; pero el dios obró de tal modo que ambos erigieron un trofeo como vencedores, y ninguno de los dos obstaculizó a los que los erigían, ambos devolvieron como vencedores los cadáveres bajo treguas, ambos como derrotados los recogieron bajo treguas, y aunque cada uno afirmó que había vencido, ninguno de los dos se vio con algo más que antes de que ocurriera la batalla ni en territorio (chóra) ni en ciudades ni en imperio (arché). En consecuencia, en la Hélade hubo aún mayor indecisión y disturbios (tarachaí) después de la batalla que antes. ■ JENOFONTE, Helénicas, VII, 5, 26-27. 5. La victoria de Leuctra
La victoria que consiguieron los tebanos fue la más famosa de todas las que obtuvieron helenos contra helenos; los lacedemonios pensaban al día siguiente en enterrar a sus muertos y enviaron un heraldo a los tebanos. Pero sabiendo Epaminondas que los lacedemonios son por su natural dados a ocultar siempre sus desgracias, les dijo que les concedía la recogida de sus muertos a sus aliados antes que a ellos. ■ PAUSANIAS, IX, 13, 11. 6. La gloria de Epaminondas
Por nuestros consejos Esparta fue despojada de su gloria, Y la sagrada Mesene recibe con el tiempo a sus hijos; Con las armas de Tebas ha sido coronada Megalópolis, Y toda la Hélade independiente está en libertad. ■ PAUSANIAS, IX, 15, 6.
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7. Griegos y persas
Durante el invierno siguiente Arístides, hijo de Arquipo, uno de los estrategos de las naves atenienses que habían sido comisionadas para recoger los tributos de los aliados, hizo prisionero en Eón en la desembocadura del río Estrimón al persa Artafernes, que se dirigía hacia Lacedemonia enviado de parte del rey. Conducido el prisionero los atenienses tras haber hecho traducir las cartas a partir de caracteres asirios las leyeron, en las que entre muchas otras cosas escritas lo principal a los lacedemonios era que el rey no sabía lo que ellos querían; pues tras haber acudido muchos embajadores ninguno decía las mismas cosas; así pues si deseaban decirle algo con claridad, que le enviaran junto con el persa unos individuos hacia él. Los atenienses algo después reexpidieron a Artafernes hacia Éfeso en una trirreme, junto con embajadores. Pero cuando se enteraron allí de que el rey Artajerjes, el hijo de Jerjes, acababa de morir (pues murió en efecto en aquellas fechas) se volvieron a casa. ■ TUCÍDIDES, IV, 50. 8. Alianza entre Atenas y Beocia
Alianza perpétua entre los atenienses y los beocios. Si alguno entra en guerra contra los atenienses, por tierra o por mar, que los beocios vengan en su ayuda, por tierra y por mar, con todas sus fuerzas, según sus medios, como los atenienses se lo pidan. Y si alguno entra en guerra contra los beocios, por tierra o por mar, que los atenienses vengan en su ayuda, por tierra y por mar, con todas sus fuerzas, según sus medios, como los beocios se lo pidan. Si alguno propone añadir o quitar algo a lo que los atenienses y los beocios han decidido en común [---]. ■ RHODES & OSBORNE, 6. 9. Un rápido arrepentimiento: los honores de Eritras a Conón
Ha sido decisión del Consejo y del pueblo. Que Conón sea inscrito como evérgetes y próxeno de los eritreos; que tenga la proedría en Eritras, la exención de impuestos sobre todas las mercancías, tanto a la entrada como a la salida, en tiempo de guerra como en tiempo de paz y que se convierta en ciudadano de Eritras si lo desea. Que estas disposiciones sean válidas tanto para él como para sus descendientes. Que se le haga una estatua en bronce dorado a su efigie y que se le erija allí donde quiera Conón [---]. ■ RHODES & OSBORNE, 8. 10. Las consecuencias del imperialismo espartano
Pues sé que antes los lacedemonios preferían vivir en la patria todos juntos con lo justo mejor que ser harmostas en las ciudades y dejarse corromper por las adulaciones. Y sé que antes estos, si tenían algo de oro, vivían en el temor de ser descubiertos; ahora, en cambio, hay hasta quienes se jactan de poseer riquezas. Y bien sé que por estos ocurrían antes las expulsiones de extranjeros, y por esto no
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se permitía salir del país, para que no se llenaran de indolencia los ciudadanos a partir de los extranjeros; ahora, en cambio, de sobra sé que los que parecen ser los primeros tienen puesto su afán en no dejar de ser jamás harmostas en tierra extraña. Y tiempo hubo en que porfiaban por hacerse dignos de la hegemonía, ahora, en cambio, se esfuerzan mucho más en tener mando que en ser dignos de ello. Pues, efectivamente, los helenos solían dirigirse en otro tiempo a Lacedemonia para suplicarles que les condujeran (hegéomai) contra los que, al parecer, obraban injustamente; pero ahora muchos se exhortan mutuamente para impedir que vuelvan estos a mandar. ■ JENOFONTE, Constitución de los lacedemonios, 14. 11. Fundación de Megalópolis contra Esparta
Los arcadios se unieron en ella para ser más fuertes, porque sabían que los argivos antiguamente corrían el riesgo casi cada día de ser sometidos en la guerra por los lacedemonios, pero cuando hicieron aumentar el número de habitantes de Argos, destruyendo Tirinto, Hisias, Orneas, Micenas, Midea y otros establecimientos (pólismata) no importantes de la Argólide, hubo menos motivos de temor de los lacedemonios para los argivos, y al mismo tiempo obtuvieron fuerza contra sus periecos. Con este parecer se establecieron juntos los arcadios, y podría llamarse con razón fundador (oikistés) de la ciudad a Epaminondas de Tebas; pues este fue el que reunió a los arcadios al sinecismo y envió a mil hombres escogidos de los tebanos bajo el mando de Pamenes a defender a los arcadios, por si los lacedemonios intentaban impedir el establecimiento (oikismós). ■ PAUSANIAS, VIII, 27, 1-2. 12. Las desventajas de ser rico en Atenas
En primer lugar veo que estás obligado a celebrar frecuentes y suntuosos sacrificios, o ni dioses ni hombres, creo, te soportarían; después te conviene acoger a muchos extranjeros, y además con magnificencia; y también ofrecer banquetes y regalos a tus conciudadanos, o estar privado de aliados. Encima percibo que la ciudad te ha gravado ya con elevados impuestos, la crianza de un caballo, la coregía, la gimnasiarquía y la presidencia (prostateía), y si una guerra se declarara, sé que te exigirían los gastos de la trierarquía y unas contribuciones especiales (eisphoraí) tan grandes que difícilmente podrás soportar. Y si parece que no has cumplido debidamente con alguna de estas obligaciones, me consta que los atenienses te impondrán no menor castigo que si te hubieran sorprendido robándoles su dinero. ■ JENOFONTE, Económico, II, 5-7. 13. Medidas excepcionales contra la crisis interna
Respecto a quienes en la ciudad desean cosas contrarias a lo establecido, hay que comportarse como se ha escrito anteriormente. Es preciso llevar a la concordia (homónoia) en la mayor medida posible y cuanto más tiempo mejor a la mul-
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titud de los ciudadanos, disciplinándolos poco a poco y mediante diversas medidas, pero sobre todo aliviando a los deudores con una disminución de los intereses o incluso con su total abolición, o si las circunstancias se vuelven demasiado peligrosas una parte de las deudas y el total cuando sea necesario, pues con mucho los más temibles reservistas son los hombres en estas condiciones, y a los que se hallan en la indigencia habrá que proporcionarles lo necesario para el bienestar. ■ ENEAS TÁCTICO, 14, 1.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — —
Mapa de la guerra de Corinto. Estela de Dexileo. Mapa de la hegemonía espartana. Mapa de la segunda confederación ateniense. Mapa de la batalla de Leuctra. Esquema del batallón sagrado. Mapa de la hegemonía tebana. Busto de Esquines. Busto de Platón. Busto de Jenofonte. Busto de Aristóteles. La muerte de Sócrates de David. La muerte de Epaminondas de Louis Gallait. Busto de Isócrates. Mapa de la ruta de los diez mil de Jenofonte a través del imperio persa. Algunas grandes construcciones del siglo IV a.C.: Epidauro. El Mausoleo de Halicarnaso.
LECTURAS J. PASCUAL GONZÁLEZ, Grecia en el siglo IV a.C. Del imperialismo espartano a la muerte de Filipo de Macedonia, Síntesis, Madrid, 1997. M. SCOTT, Un siglo decisivo. Del declive de Atenas al auge de Alejandro Magno (trad. cast.), Ediciones B, Barcelona, 2010. R. WATERFIELD, La retirada de Jenofonte. Grecia, Persia y el final de la Edad de oro (trad. cast.), Gredos, Madrid, 2009.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA L. A. TRITLE (ed.), The Greek World in the Fourth Century. From the Fall of the Athenian empire to the successors of Alexander, Routledge, Londres, 1997. J. BUCKLER, Aegean Greece in the Fourth Century B.C., Brill, Leiden, 2003. C. FORNIS, Grecia exhausta. Ensayo sobre la guerra de Corinto, Hypomnemata 175, Vandenhoen & Riuprecht, Göttingen, 2008. D. HAMILTON, Sparta’ s Bitter Victories. Politics and Diplomacy in the Corinthian War, Ithaca-Londres, 1979.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
P. CARTLEDGE, Agesilaos and the Crisis of Sparta, Londres, 1987. J. CARGILL, The Second Athenian League. Empire or Free Alliance?, Berkeley-Los Ángeles, 1981. Cl. MOSSÉ, La fin de la democratie athenienne. Aspects sociaux et politiques du declin de la cité grecque au IV siècle avant J.-C., París, 1962. G. J. OLIVER, War, Food, and Politics in Early Hellenistic Athens, Oxford University Press, 2007. J. BUCKLER, The Theban Hegemony (381-362), Cambridge, Mas., 1980. S. HORNBLOWER, Mausolus, Clarendon, Oxford, 1982. T. T. B. RYDER, Koine Eirene: General Peace and Local Independence in Ancient Greece, Oxford University Press, 1965. Ch. TUPLIN (ed.), Xenophon and His World, Papers in a Conference held in Liverpool in Juli 1999, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 2004. V. MANFREDI, La Strada dei Diecimilia. Topografia e geografía dell’Oriente di Senofonte, Jaca Books, Milán, 1986. J. DILLERY, Xenophon and the History of his Times, Routledge, Londres, 1995. L. G. MITCHELL, Greeks Bearing Gifts. The Public Use of Private Relationships in the Greek World, 453-323 B.C., Cambridge University Press, Cambridge, 1997.
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5.15. Los griegos de Occidente OBJETIVOS — Presentar un panorama de la historia de los griegos establecidos en el Mediterráneo occidental, particularmente en el sur de Italia y en la isla de Sicilia, destacando sus peculiaridades con respecto a los griegos continentales, el desarrollo de sus ciudades más importantes como Siracusa o Tarento y el apogeo cultural y económico que alcanzaron a lo largo de la época clásica. — Insistir en los vínculos que unían a estos griegos de Occidente con el mundo griego oriental a través de las ofrendas realizadas en los grandes santuarios panhelénicos o de la participación exitosa en los juegos olímpicos de algunos de los representantes principales de sus ciudades, o de los tratados de alianza efectuados con los grandes estados griegos como Corinto, Esparta o Atenas.
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— Prestar especial atención a las diferentes condiciones de tipo político y social que presentaban estos emplazamientos con el apogeo de las tiranías y la presencia en el interior de los estados de contingentes de población no griega con todas sus repercusiones. — Resaltar el papel de la presencia cartaginesa dentro de este ámbito y su particular relación con el mundo griego, especialmente en la isla de Sicilia. — Destacar algunos rasgos fundamentales de la trayectoria de otras dos ciudades de Occidente como Marsella y Cirene.
TEXTOS 1. La gloria de Crotona
Según dice Éforo, con anterioridad habitaban Crotona los yápiges. Parece que esta ciudad cultivó el arte de la guerra y las disciplinas atléticas; en efecto en una misma Olimpíada los siete primeros hombres clasificados sobre los demás en la carrera del estadio, todos ellos procedían de Crotona, hasta el punto que parece lógico que se dijera que el último de los de Crotona era el primero de los otros helenos… De hecho ha contado con el mayor número de vencedores olímpicos, aunque no permaneció habitada durante mucho tiempo a causa de la pérdida de hombres que cayeron en la batalla de la Sagra, en un número tan considerable; han contribuido también a esta fama el gran número de pitagóricos y Milón, que había sido el más célebre de sus atletas y discípulo de Pitágoras cuando estuvo largo tiempo en la ciudad. ■ ESTRABÓN, VI, 1, 12. 2. El final de Síbaris
A causa de su lujo (truphé) y de su desmesura (húbris), fueron despojados de toda su prosperidad por los de Crotona en setenta días; pues cuando conquistaron la ciudad, desviaron el río hacia ella y la cubrieron con sus aguas. Posteriormente los que habían sobrevivido a su regreso unos pocos volvieron a habitarla; pero, con el tiempo, también estos fueron aniquilados por los atenienses y otros helenos, que habían llegado con ellos para refundarla, y por desprecio hacia ellos los mataron, y desplazaron la ciudad a otro lugar cercano, al que dieron el nombre de Turios a partir de una fuente del mismo nombre. ■ ESTRABÓN, VI, 1, 13. 3. Gelón y la grandeza de Siracusa
Y este (Gelón) tras adueñarse de Siracusa, prestaba menos atención a la política de Gela, confiándola a su hermano Hierón, y él reforzó Siracusa, ya que para él Siracusa lo era todo. La ciudad, entonces, prosperó y se desarrolló rápidamente; pues, ante todo, tras trasladar a todos los habitantes de Camarina a Siracusa les hizo ciudadanos, y arrasó la ciudad de Camarina, y posteriormente hizo, con más de la mitad de los ciudadanos de Gela, lo mismo que con los de Camarina; por lo
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que se refiere a los megareos de Sicilia, que sometidos a un asedio se avinieron a capitular, a los ricos de ellos, que habían suscitado la guerra con él y que esperaban que iban a perecer por esto, trasladó a Siracusa y les hizo ciudadanos; en cambio al pueblo de los megareos, que no eran responsables de esta guerra y que no esperaban sufrir daño alguno, trasladando también a estos a Siracusa los vendió para su expulsión de Sicilia. Y esta misma distinción hizo con los eubeos de Sicilia. En ambos casos actuó así por considerar que el pueblo constituía un colectivo (sunoíkema) muy desagradable. Así fue como Gelón se había convertido en un poderoso tirano. ■ HERÓDOTO, VII, 156. 4. La prosperidad de Acragante
Los acragantinos tras tomar el mayor número (de cautivos cartagineses tras la victoria de Hímera) embellecieron su ciudad y su territorio (chóra); pues tan numerosos fueron los cautivos que les correspondieron que muchos particulares llegaron a poseer quinientos en sus casas. Contribuyó a que les tocara esta cantidad de prisioneros no solo el hecho de que habían sido enviados muchos soldados a la batalla, sino también la circunstancia de que, después de la derrota, muchos fugitivos se habían dirigido al interior, y especialmente al territorio de los acragantinos, y dado que todos ellos habían sido capturados por los acragantinos, la ciudad se llenó de cautivos. La mayor parte fueron asignados al estado (to demósion), y estos cortaron las piedras con las que fueron construidos no solo los más grandes templos de los dioses, sino también los canales subterráneos de las las aguas de la ciudad, una obra de tal magnitud que merece ser vista. ■ DIODORO, XI, 25. 5. La victoria de Hímera
Gelón, el hijo de Deinómenes Consagró a Apolo Siracusano El trípode y la victoria los realizó Bios, el hijo de Diodoro, Milesio. ■ MEIGGS & LEWIS, 28. 6. Ducetio y los sículos
Después de estos hechos, Ducetio, el líder (aphegoúmenos) de los sículos, reunió en una sola confederación (sunteleía) todas las ciudades habitadas por este mismo pueblo, a excepción de Hibla y, al ser un hombre de acción, aspiraba siempre a nuevas empresas; entre todas las ciudades de la confederación de los sículos, tras reunir una fuerza considerable, trasladó Menas, su ciudad natal, a la llanura y, cerca del recinto sagrado de los dioses llamados Palicos fundó una ciudad importante a la que dio el nombre de Palice en atención a los dioses citados. ■ DIODORO, XI, 88, 6.
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7. La pujanza de Tarento
Hubo un tiempo en el que los tarentinos disfrutaron de una pujanza sobresaliente, mientras se rigieron (politeuómenoi) por un régimen democrático; pues poseían la mayor flota de la región, al tiempo que disponían de treinta mil soldados de infantería, tres mil jinetes y mil comandantes de caballería. Acogieron la filosofía pitagórica, en particular Arquitas, que estuvo al frente de la ciudad durante largo tiempo. Pero después a causa de la prosperidad, el lujo (truphé) se apoderó de ellos, de forma que cada año se celebraban entre ellos más fiestas públicas que días tiene el año; y por eso fueron gobernados (politeúo) peor. ■ ESTRABÓN, VI, 3, 4. 8. Los efectos de la política de los tiranos en Sicilia
Puesto que tras tomar la ciudad no tenía ciudadanos, ya que habían perecido unos en las guerras y luchas civiles (stásis), y otros habían huido de las tiranías, así el ágora de Siracusa había criado por estar desierta tanta y tan espesa maleza que se apacentaban en ella los caballos, y los palafreneros se acostaban en la hierba, pero las demás ciudades a excepción de muy pocas, se convirtieron en refugio de ciervos y jabalíes, y en las inmediaciones y en torno de las murallas practicaban con frecuencia la caza los que tenían tiempo libre, y ninguno de los que habitaba en los fuertes y puestos de vigilancia obedecía a los llamamientos, ni bajaba a la ciudad, sino que a todos les poseyó un horror y odio del ágora, del sistema político (politeía) y de la tribuna, de donde les habían brotado la mayoría de los tiranos. ■ PLUTARCO, Vida de Timoleón, 22, 4. 9. Atenas concede honores a Dionisio I
Ha parecido bien al Consejo conceder el elogio a Dionisio, gobernante de Sicilia, y a sus hijos Dionisio y Hermócrito, porque se han comportado bien con respecto al pueblo ateniense y de los aliados y porque apoyan la paz del rey que han concluido los atenienses, los lacedemonios y los demás helenos; que le sea enviada la corona que el pueblo le ha concedido por decreto y que los hijos de Dionisio sean coronados por una corona de oro, cada una de mil dracmas, como reconocimiento de sus cualidades y su amistad. ■ Tod, 133.
SOPORTES VISUALES — — — — — — —
Mapa de Sicilia y sus ciudades. Mapa de Siracusa. Vistas de Siracusa: El Euríalo. El templo de Apolo. Selinonte. Acragante y sus templos. Hímera.
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Plano de la batalla de Hímera. Busto de Platón. Monedas de Siracusa. Plano de la batalla de Gela. Alrededores de Motia y Lilibeo. Plano de la batalla de Heleporo. Esquema de la familia de Dionisio. Imagen de Dionisio I del prontuario de Guillaume Rouille. Monedas de Dionisio I de Siracusa. Moneda de Agatocles. Mapa de Marsella. La cratera de Vix. Mapa de los emporios masaliotas en la costa francesa y española. Mapa de Cirene. Mapa de la costa norteafricana. Vistas de Cirene.
LECTURAS F. CHAVES TRISTÁN (ed.), Griegos en Occidente, Universidad de Sevilla, 1992. PLUTARCO, Vida de Timoleón, Biblioteca Clásica Gredos. PLATÓN, Cartas, Biblioteca Clásica Gredos.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA E. GABBA y G. VALLET (eds.), La Sicilia antica, Nápoles, 1980. D. MUSTI, Magna Grecia. Il quadro storico, Laterza, Roma-Bari, 2005. E. DE JULIIS, Magna Grecia. L’Italia meridionale dalle origine leggendarie alla conquista romana, Edipuglia, Bari, 1996. E. M. DE JULIIS, Greci e Italici in Magna Grecia, Laterza, Bari, 2004. N. LURAGHI, Tirannidi arcaiche in Sicilia e Magna Grecia, da Panezio di Leontini alla caduta dei Dinomenidi, Florencia, 1994. C. J. SMITH y J. SERRATI, Sicily from Aeneas to Augustus, Edinburgh University Press, 2000. B. CRAVEN, Dionysius I. Warlord of Sicily, Yale University Press, New Haven y Londres, 1990. S. BERGER, Revolution and Society in Greek Sicily and Southern Italy, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 1992. R. J. A. TALBERT, Timoleon and the Revival of Greek Sicily, Cambridge University Press, Cambridge 1974. S. N. CONSOLO LANGHER, Agatocle. Da capoparte a monarca fondatore de un regno tra Cartagine e I diadochi, Mesina, 2000. K. LOMAS, Rome and the Western Greeks, 350 B.C.-A.D. 200: Conquest and Acculturation in Southern Italy, Routledge, Londres, 1993. F. ROSS HOLLOWAY, The Archaeology of Ancient Sicily, Routledge, Londres, 2000.
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REPERTORIOS DE IMÁGENES G. F. HILL, Coins of Ancient Sicily, Read Books, Londres, 2009. L. CERCHIAI, L. JANNELLI y F. LONGO, The Greek Cities of Magna Graecia and Sicily, Th. Paul Getty Museum, Los Ángeles, 2004. G. PUGLIESE CARRATELLI (ed.), The Western Greeks, Bompiani, Milán, 1996. R. BOSI, Cités grecques de l’Occident, Fernad Nathan, París, 1982. La Grande Grèce. La présense grecque en Italie du Sud de l’époque archaïque à l’arrivée des Romains, Dossiers d’Archéologie, n.º 235, julio/agosto, 1998. La Sicile el les grandes civilisations méditerranéennes, Dossiers d’Archéologie, n.º 225, julio/agosto, 1997. Cyrene, Apollonia Ptolemais. Sites prestigieux de la Libye Antique, Dossiers d’Archéologie, n.º 167, enero 1992.
5.16. Los otros griegos OBJETIVOS — Considerar el resto de los estados griegos fuera de las grandes potencias hegemónicas como Esparta y Atenas o los griegos de Occidente, que tuvieron también un papel destacado dentro del escenario político griego a pesar de las deficiencias y lagunas de nuestra documentación. — Resaltar el hecho de que la mayoría de nuestras informaciones aparecen relacionadas con Atenas, que concentra el grueso de nuestra documentación literaria, pero contamos también con la documentación de carácter epigráfico, numismático y arqueológico que nos permite un acercamiento más detenido y a veces hasta detallado a la historia particular de estos estados. — Destacar los casos de Tesalia, la confederación beocia con Tebas al frente, los etolios o los epirotas.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
TEXTOS 1. La importancia del tagos en Tesalia
Yo soy Daoco, hijo de Hagias, cuya patria es Farsalo, que ha ejercido el poder sobre toda Tesalia, no por la violencia sino de acuerdo con la ley y Tesalia ha disfrutado de todos los bellos frutos de la paz y de la riqueza. ■ SIG, 274, 6. 2. Apoyo de Atenas al rey Aribas
Aribas A la vista de que la ciudadanía concedida a su padre y a su abuelo y los otros privilegios le pertenecen a él también y a sus hijos y que son válidos; que el consejo en función y los estrategos en función se ocupen de Aribas para que no se le haga daño alguno, al igual que todo ciudadano ateniense que podría tener que ocuparse de él, que tenga acceso al consejo y a la asamblea cuando esto sea necesario; que los prítanos en función se ocupen de que él obtenga este acceso; que el secretario del consejo haga grabar este decreto sobre una estela de piedra y la erija sobre la acrópolis; para la grabación de la estela el secretario del pueblo remitirá treinta dracmas sobre los fondos reservados por el pueblo para los decretos; que Aribas venga a comer al pritaneo mañana; que se invite a la comida del pritaneo a aquellos que vengan con Aribas mañana; que se someta a votación los otros asuntos evocados por Aribas. Para lo demás, como lo ha propuesto el consejo, si alguien da una muerte funesta a Aribas o a uno de los hijos de Aribas, que sufra el castigo que sufriría por la muerte de otro ateniense; que los estrategos que estarán en función vigilen para que Aribas y sus hijos recuperen su poder ancestral. ■ Tod, 173. 3. Las ventajas de Beocia
Éforo demuestra que Beocia es superior a los pueblos vecinos, no solo por esa fertilidad de su suelo, sino también porque es el único país que tiene tres mares y cuenta con la facilidad de un mayor número de buenos puertos; en los golfos de Crisa y de Corinto recibe los productos de Italia, de Sicilia y de Libia, mientras que por las partes que miran a Eubea… el mar queda abierto en un caso a la navegación hacia Egipto, Chipre y las islas, y en el otro rumbo a Macedonia, la Propóntide y el Helesponto… Así pues elogia el país (chóra) por esto, y afirma que por naturaleza está bien dotado para la hegemonía, pero que quienes sucesivamente estuvieron al frente de ella no se preocuparon de la formación del espíritu y la educación y que por ello, aunque en ocasiones lograron algún éxito, solo pudieron mantenerlo por poco tiempo. ■ ESTRABÓN, IX, 2, 2.
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4. El sistema de gobierno en Beocia
Los asuntos en Beocia estaban entonces de esta forma: había establecidos en esa época cuatro consejos (boulé) en cada una de las ciudades, de los que no se permitia participar a todos los ciudadanos, sino a los que poseían una cierta cantidad de riquezas, de estos consejos, cada uno por partes tras sentarse y deliberar sobre los asuntos lo remitía a los otros tres, y lo que parecía aceptable a todos se aprobaba (kúrion egéneto). ■ Hellenica Oxyrhynchia, 16, 2. 5. Las guerras sagradas
Pues los criseos, ya prósperos gracias a los impuestos sobre las importaciones procedentes de Sicilia e Italia, exigieron gravosas contribuciones a quienes acudían para visitar el templo (Delfos), transgrediendo de este modo los decretos de los Anfictiones. Y también ocurrió lo mismo con los anfiseos; esos eran de los locrios ozolas. Pues estos una vez instalados recuperaron Crisa, y cultivaron de nuevo la llanura concedida por los Anfictiones, pero fueron peores que los antiguos criseos respecto a los extranjeros. En consecuencia, los Anfictiones también los castigaron, y concedieron el territorio al dios. ■
ESTRABÓN, IX, 3, 4.
6. La Anfictionía délfica
Eran tales las ventajas del sitio de Delfos que la gente iba a reunirse allí con facilidad, especialmente los habitantes de las zonas cercanas. Y así este fue el proyecto de la fundación de ciudades y de la alta estima de los santuarios comunes. Pues se reunieron por ciudades y por pueblos (kata éthnos), al ser naturalmente sociables, y al tiempo por la necesidad que tenían unos de otros, y hacia estos santuarios comunes confluyeron por estas causas, celebrando allí fiestas y reuniones solemnes (panegúris) toda esta camaradería comenzaba por compartir la misma mesa y las mismas libaciones y el hecho de estar bajo el mismo techo… Y así fue organizada la liga (sústema) anfictiónica a partir de estos para deliberar sobre los asuntos comunes y a hacer más común el cuidado del santuario, ya que se depositaban allí importantes sumas y gran cantidad de ofrendas, que requería una gran vigilancia y devoción… Las primeras ciudades que se reunieron dicen que fueron doce y que cada una enviaba un Pilágoras, al convocarse dos veces al año la asamblea (súnodos), en primavera y en la última parte del otoño; pero luego se agregaron más ciudades. A la asamblea la llamaron Pilea, tanto a la de primavera como a la del final del otoño, debido a que se reunían en Pilas, a las que también llaman Termópilas. Los Pilágoras ofrecían un sacrificio a Deméter. Aunque al principio solo participaban en todo esto y en el oráculo los habitantes de las zonas más próximas, luego también acudieron los que vivían lejos, y consultaron el oráculo y enviaron ofrendas y construyeron tesoros, como fue el caso de Creso, y de su padre Aliates, y de algunos italiotas y habitantes de Sicilia. ■
ESTRABÓN, IX, 3, 7.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
7. Una historia breve de Etolia
Éforo por su parte, tras afirmar que los etolios eran un pueblo (éthnos) que nunca había estado sometido a otros pueblos, sino que había permanecido libre de las devastaciones de la guerra a lo largo de todo el tiempo del que se tiene recuerdo a causa del relieve accidentado de su territorio y de su entrenamiento en el combate, afirma que desde un principio los Curetes eran dueños de todo el país; pero cuando Etolo, hijo de Endimión, llegó procedente de Élide y les venció en los campos de batalla, entonces los Curetes se retiraron al territorio que hoy se llama Acarnania, mientras que los etolios volvieron a sus tierras juntamente con los epeos y fundaron las más antiguas ciudades de Etolia. ■ ESTRABÓN, X, 3, 2. 8. La ruptura de una tregua sagrada
Dioses. Demófilo hijo de Teodoro de Céfale era secretario. Ha parecido al consejo y al pueblo, la tribu Eneida ejercía la pritanía, Demófilo hijo de Teodoro de Céfale era secretario, Filipo de los Semaquidas era epistates, Polizelo era arconte, Cefisodoro ha hecho la proposición; a la vista de que, la comunidad de los etolios, tras haber aceptado la tregua de los misterios de Deméter Eleusina y de Core, que los de los Eumólpidas y de los Kérikes que anunciaban la tregua P [-] y Epígenes han sido puestos en prisión por los triconeos en contra de las leyes comunes de los helenos, que el consejo elija inmediatamente un heraldo en el conjunto de los atenienses, que se presentará en la comunidad de los etolios para solicitar que se libere a los hombres [---] y juzgue [---]. ■ Tod, 137. 9. El deterioro de Creta
Sobre Creta se está de acuerdo, porque en los tiempos antiguos gozó de una excelente legislación (eunomouméne) y en que se vio a los mejores de los helenos con voluntad de emularla, en primer lugar a los lacedemonios, como lo demuestra Platón en las Leyes y como lo ha descrito Éforo en su Europa; pero posteriormente la situación se degradó por completo. En efecto, después de los tirrenos, que fueron los mayores saqueadores de nuestro mar, los cretenses fueron quienes tomaron el relevo en la piratería; más tarde fueron, sin embargo, víctimas a su vez de los pillajes de los cilicios; hasta que los romanos acabaron con todos ellos, sometiendo por las armas tanto a Creta como a los nidos de piratería de los cilicios. ■ ESTRABÓN, X, 4, 9. 10. Las dos ciudades de Eubea
Estas ciudades vivieron por lo general en buena armonía, e incluso cuando tuvieron sus diferencias por Lelanto, ni así cesaron completamente, de manera que cada una actuase en la guerra con arrogancia, sino que acordaron unas reglas se-
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gún las cuales se desarrollaría su lucha. Demuestra también esto una columna del santuario de Amarinto, que prohíbe el uso de armas arrojadizas. ■ ESTRABÓN, X, 1, 12. 11. Una historia de Arcadia
Las empresas más antiguas que los arcadios tienen en común dignas de mención son la guerra de Ilión, y en segundo lugar todas las batallas en las que para ayudar a los mesenios lucharon frente a los lacedemonios; también participaron contra los medos en la acción de Platea. Lucharon al lado de los lacedemonios contra los atenienses más por necesidad que por benevolencia y pasaron a Asia con Agesilao, y los siguieron también en Leuctra, en Beocia. Pero mostraron su recelo hacia los lacedemonios en muchas ocasiones y después de la derrota de estos en Leuctra se separaron inmediatamente de ellos y se pasaron al bando de los tebanos. Contra Filipo y los macedonios en Queronea y después en Tesalia frente a Antípatro no lucharon al lado de los helenos, pero tampoco se alinearon contra los helenos. ■ PAUSANIAS, VIII, 6. 12. La pujanza de Corinto
Se dice que los corintios fueron los primeros que innovaron el arte naval, llegando en evolución a un estado muy cercano al actual; y que fue Corinto el primer lugar de la Hélade donde se construyeron trirremes. Y también se sabe que un constructor de naves corintio, Aminocles, hizo cuatro naves para los samios; fue unos trescientos años antes del final de esta guerra (del Peloponeso) cuando Aminocles fue a Samos. La batalla naval más antigua que conocemos fue la que mantuvieron los corintios contra los corcirenses: desde entonces hasta esta fecha pasaron doscientos sesenta años. Pues los corintios al habitar la ciudad sobre el istmo siempre tuvieron comercio (empórion), pues antiguamente los helenos, tanto los de fuera como los de dentro del Peloponeso, se comunicaban unos con otros más por tierra que por mar, a través del territorio de aquellos, y eran poderosos por su riqueza, como lo demuestran incluso los poetas antiguos; pues estos calificaron al país de rico. Una vez que los helenos fueron más navegantes, los corintios tras haber adquirido naves eliminaron la piratería, y proporcionando lugar de comercio (empórion) tuvieron una ciudad poderosa por el ingreso de recursos. ■ TUCÍDIDES, I, 13, 1-5.
SOPORTES VISUALES — — — — — —
Mapa de Tesalia. Vistas de Tesalia. Mapa del Epiro. Santuario de Dodona. Mapa de Etolia. Vistas del templo de Apolo en Termon.
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Mapa de la confederación beocia. Mapa de la Fócide. Vista de Panopeo. Vista de Delfos. Vistas del santuario. Reconstrucción ideal del santuario del Delfos. Vista de Argos. Mapa de la Argólide. Mapa de Sición. Mapa de Arcadia. Vistas de Tegea. Vistas de Mantinea. Vistas de Megalópolis. Mapa de Creta. Mapa de Eubea. Mapa de la guerra lelantina.
LECTURAS A. GUZMÁN, F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN e I. GUZMÁN, Grecia, Mito y memoria, Alianza, Madrid, 2005 (cap. Un vistazo a la periferia).
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA H. BECK, Polis und koinon. Untersuchungen zur Geschichte und Struktur der griechischen Bundesstaaten im 4. Jahrhundert v. Ch., Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 1997. R. BROCK y S. HODKINSON (eds.), Alternatives to Athens. Varieties of Political Organization and Community in Ancient Greece, Oxford University Press, Oxford, 2000. J. GEHRKE, Jenseits von Athen und Sparta. Das Dritte Griechenland und seine Staatenwelt, C. H. Beck, Munich, 1986. J. A. O. LARSEN, Greek Federal States. Their Institutions and History, Clarendon Press, Oxford, 1968. R. J. BUCK, A History of Boeotia, University of Alberta, Edmonton, 1979. S. L. LARSON, Tales of Epic Ancestry: Boeotian Collective Identity in the Late Archaic and Early Classical Periods, Historia Einzelschriften, n.º 197, Frank Steiner, Stuttgart, 2007. J. MCINERNEY, The Folds of Parnassos. Land and Ethnicity in Ancient Phokis, University of Texas, Austin, 1999. N. G. L. HAMMOND, Epirus, Oxford University Press, 1967. S. BOMMELJE y otros, Aetolia and the Aetolians. Towards the Interdisciplinary Study of a Greek Region, Parnassus Press, Utrecht, 1987. A. GRIFFIN, Sikyon, Oxford University Press, 1982. J. B. SALMON, Wealthy Corinth: A History of the City to 338 B.C., Oxford University Press, 1984. R. A. TOMLINSON, Argos and the Argolid: From the End of the Bronze Age to the Roman Occupation, Londres, 1972. M. MOGGI (ed.), I sinecismi interstatali greci, Pisa, 1976.
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REPERTORIOS DE IMÁGENES La Thessalie. Pays des dieux de l’Olympe, Dossiers d’Archéologie, n.º 159, abril 1991. E. KARPODINI y otros, The Peloponnese. A Traveller’s Guide to the Sites, Monuments and History, Ekdotike Athenon, Atenas, 1991. F. DURANDO, Greece. A Guide to the Archaeological Sites, White Star Publishers, Vercelli, 2000.
5.17. El ascenso de Macedonia OBJETIVOS — Plantear un panorama del ascenso de Macedonia como potencia hegemónica dentro del escenario griego y balcánico. — Destacar la personalidad y la figura de Filipo II como auténtico protagonista de este proceso de consolidación del reino de Macedonia, tanto en el interior del propio país como en el exterior en la complicada y compleja relación con los estados vecinos griegos y con los pueblos de sus fronteras septentrionales y occidentales. — Insistir en el peligro de caer en la trampa de las fuentes de información griegas que nos presentan una figura de Filipo completamente distorsionada a causa de la propaganda hostil de los medios atenienses y de valorar dentro de su preciso contexto histórico los logros conseguidos por el monarca así como los métodos utilizados para ello. — Pasar revista a la historia anterior de Macedonia y a su posición marginal dentro del escenario histórico griego al menos hasta las guerras con los persas cuando sus monarcas empezaron a jugar ya un papel destacado en el intento de mediar entre unos y otros con el fin de conseguir el sometimiento griego a los persas. — Destacar sus especiales condiciones geográficas en comparación con las que imperaban en el resto del mundo griego. — Prestar especial atención a las reformas de Filipo tanto en el terreno militar como en el político y económico. — Reseñar las principales campañas que condujeron a Filipo hacia la hegemonía en el mundo griego hasta culminar en la llamada Liga de Corinto. — Resaltar las complicadas relaciones entre Filipo y el estado ateniense.
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TEXTOS 1. Los retos de Filipo
A causa del desastre en la batalla y de la cantidad de los peligros que los amenazaban los macedonios se hallaban en la más absoluta incertidumbre (aporía). Sin embargo, a pesar de todas las situaciones temibles y peligrosas que se le venían encima Filipo no se acobardó por la magnitud de los peligros que le esperaban, sino que mantuvo unidos a los macedonios con asambleas frecuentes y por su habilidad de lenguaje les hizo audaces en el valor, y tras haber reorganizado la formación militar para dotarle de mayor fuerza y proveer a los hombres con las armas de guerra adecuadas realizaba maniobras frecuentes y ejercicios marciales competitivos. Desarrolló también la formación compacta y la disposición de la falange, imitando la marcha con los escudos apretados unos contra otros de los héroes de Troya, fue realmente el primero que organizó la falange macedonia. ■ DIODORO, XVI, 3, 1-2. 2. Los pajes
Desde Filipo ya estaba establecido que los hijos de los macedonios en la cúspide los que habían alcanzado la edad adolescente fueran reclutados para el servicio del rey, y se les había confiado que prestaran servicio al rey sobre el cuidado de su persona y le protegieran cuando dormía. Y cuando el rey partía, tras recibir los caballos de los palafreneros aquellos los conducían y montaban al rey a la manera persa y eran sus compañeros en la rivalidad por la caza. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, IV, 13. 3. El desarrollo económico del reino
Después de esto Filipo tras avanzar hacia la ciudad de Crenides y haberla hecho crecer con un número importante de habitantes le cambió su nombre a Filipos, llamándola así a partir de él, y las minas de oro del país (chóra) que hasta ahora eran muy poco productivas y de escasa importancia las acrecentó hasta tal punto que fueron capaces de proporcionarle unos ingresos de más de mil talentos. Amontonando a partir de estas rápidamente una riqueza cada vez mayor llevó al reino de Macedonia hacia un gran apogeo gracias a la abundancia de recursos; tras haber acuñado moneda de oro que fue conocida como filipos a partir de aquel reunió una fuerza considerable de mercenarios y también usó el dinero para sobornar a un gran número de helenos para traicionar a sus respectivas patrias. ■ DIODORO, XVI, 8, 6-7. 4. La captura de Anfípolis
Fue decidido por el pueblo: Filón y Estratocles serán exiliados de Anfípolis y del territorio de los anfipolitanos para toda la vida, tanto ellos mismos como sus hijos, y si en cualquier lugar son capturados, serán tratados como enemigos y serán ajusticiados con impunidad. Sus propiedades serán confiscadas y la décima
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parte será dedicada a Apolo y al Estrimón. Los presidentes inscribirán sus nombres en una estela de mármol. Con respecto a este decreto, si alguno lo somete a voto para su revocación, o si alguno alberga a estos hombres por cualquier tipo de arte o estratagema, que su propiedad sea confiscada y que se le exilie de Anfípolis para toda la vida. ■
Tod, 150.
5. Los atenienses ayudan a Olinto
Calimaco de Pergase. En el arcontado de este hombre los atenienses hicieron una alianza con los olintios, que estaban siendo atacados por Filipo y habían mandado enviados a Atenas… y los atenienses les enviaron ayuda en la forma de dos mil peltastas, las treinta trirremes que estaban con Cares y las ocho que contribuyeron ellos mismos a reclutar… En esta misma época, cuando los calcidios en Tracia estaban siendo presionados por la guerra y habían enviado una embajada a Atenas, los atenienses les enviaron a Caridemo, el general a cargo del Helesponto, que con dieciocho trirremes y cuatro mil peltastas y ciento cincuenta jinetes invadió Pelene y Botiea con los olintios y devastó la tierra… Cuando una vez más los olintios habían despachado embajadores a Atenas y solicitaban a los atenienses que no mirasen hacia otro lado mientras ellos estaban siendo destruidos por la guerra, pero en adición a la fuerza ya presente para enviarles asistencia que no eran mercenarios sino compuesta de los propios atenienses, el pueblo les envió diecisiete trirremes más y dos mil hoplitas ciudadanos y trescientos jinetes con caballos de transporte y Cares como general de toda la expedición. ■
FILOCORO en Dionisio
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HALICARNASO, Carta a Amaeo, 1, 9.
6. Demostenes y la liga contra Filipo organizada por Atenas
Y dado que él trajo en alianza con el pueblo mediante la persuasión y a través de sus acciones como benefactor y consejero, mediante las cuales los persuadió, los tebanos, eubeos, corintios, megarenses, aqueos, locrios, bizantinos, y mesenios, y por las fuerzas que él unió al pueblo y sus aliados, propiamente diez mil soldados de a pie y mil jinetes, y por la contribución de recursos que mediante sus esfuerzos como embajador persuadió a los aliados de que los entregaran para la guerra, una contribución de más de quinientos talentos. ■
PLUTARCO, Vidas de los diez Oradores, Moralia 851 b.
7. La batalla de Queronea
Cuando Filipo se enfrentaba a los atenienses en Queronea, abandonando la lucha se retiró. Estratocles, general de los atenienses, no dejaba de perseguirlo gritando: ‘No hay que dejar de acosar a los enemigos hasta que los encerremos en Macedonia’. Filipo, diciendo ‘No saben vencer los atenienses’, retrocedía lentamente con la falange replegada y protegida en medio de sus soldados. Cuando al poco tiempo ocupó lugares estratégicos, después de animar a los soldados, dán-
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
dose la vuelta, se lanzó valientemente contra los atenienses y, luchando brillantemente, los venció. ■ POLIENO, Estratagemas, IV, 2, 2. 8. Epigrama en honor de los caídos atenienses en Queronea
Oh Tiempo, dios que ves todas las cosas humanas Sé mensajero a todos los hombres de nuestro sufrimiento Cómo por intentar salvar la sagrada tierra de la Hélade Hemos muerto en la famosa llanura de los beocios. ■ Tod, 176. 9. Los méritos de Filipo vistos por su hijo
Pues Filipo después de encontraros errantes y sin recursos, envueltos en pieles la mayoría hacíais pastar por los montes un escaso ganado y por este luchabais de mala manera con ilirios y tríbalos y los tracios vecinos, os dio la oportunidad de llevar clámides en lugar de pieles, y os hizo descender de las montañas a las llanuras, haciéndoos combatientes adecuados contra los bárbaros vecinos, de forma que no confiabais en la posición fortificada de vuestras aldeas más que en el valor (areté) personal para salvaros, os hizo habitantes de ciudades y os proporcionó leyes y costumbres buenas. Y de aquellos bárbaros por los que erais dominados y robados tanto vosotros como vuestras posesiones, os ha hecho dueños de esclavos y súbditos que erais y anexionó la mayor parte de Tracia a Macedonia, y tras apoderarse de los más adecuados de los lugares costeros atrajo el comercio (emporía) a la región (chóra), y ha hecho seguro el trabajo de las minas, y dueños de los tesalios, ante los cuales antes perecíais de miedo, y tras haber humillado al pueblo (éthnos) de los focidios ha hecho para vosotros amplia y fácil la entrada hacia la Hélade en lugar de estrecho y dificultoso. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, VII, 9, 3. 10. Tratado de la Liga de Corinto
… permaneceré en la paz y no romperé los tratados de alianza con Filipo de Macedonia, ni haré la guerra para perjudicar a cualquiera de aquellos que permanezcan fieles a los juramentos, ni por tierra ni por mar me apoderaré de ninguna ciudad, ni de ningún fuerte, de ningún puerto que pertenezca a aquellos que participan de la paz, haciéndole la guerra ni con ingenios ni estratagemas y no derribaré la realeza de Filipo ni de sus descendientes, ni los sistemas de gobierno existentes en cada uno de los estados participantes, desde el momento en que hayan prestado los juramentos de la paz. Yo no haré nada en contra de los tratados ni permitiré a nadie hacerlo, en tanto que ello se halle en mi poder. Si alguno hace algo contrario a los juramentos y a los tratados, contribuiré con toda la ayuda que me soliciten las víctimas y combatiré contra quien transgreda la paz común según las decisiones del consejo común y según las órdenes del comandante en jefe… ■ Tod, 177.
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11. Las bodas de Filipo
Filipo siempre se casó con la guerra en mente. En cualquier caso, en los veintidós años de su reinado, como dice Sátiro en su Vida de Filipo, se casó con la iliria Audata y tuvo de ella una hija Cinna; y se casó también con Fila, una hermana de Derdas y Machatas. Y en su deseo de conciliarse al pueblo de los tesalios tuvo hijos con dos mujeres tesalias: una de ella fue Nicesípolis de Feras, que le dio una hija, Tesalonice; la otra fue Filinna de Larisa, con la que tuvo a Arrideo. También adquirió el reino de los molosos por su matrimonio con Olimpíade, con la que tuvo a Alejandro y a Cleopatra. Y cuando obtuvo el control de Tracia, Cotelas, el rey de los tracios llegó ante él para traerle su hija Meda y numerosos regalos. Filipo se casó con ella añadiéndola a Olimpíade. ■ ATENEO, Banquete de los sabios, XIII, 557 b-d.
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Foto de Manolis Andronikos. Mapa del reino de Macedonia. Vista de Pella. Plano de Pella. Mapa de la tercera guerra sagrada. Plano de Anfípolis. Vista de Anfípolis y el Estrimón. Mapa de la expansión macedonia. Mapa de Olinto. Vistas de Olinto. Busto de Filipo II. Moneda de Filipo II. Reconstrucción de la sarissa. La falange macedonia, esquema de funcionamiento. Genealogía de los Argéadas. Plano de la batalla de Queronea. El león de Queronea. El Filipeion de Olimpia. Vista de Filipos. Palacio de Vergina. Teatro de Vergina. Reconstrucción del rostro real de Filipo. Las tumbas de Vergina. Marfil con la cabeza de Filipo. La armadura de Filipo. El escudo de Filipo. El yelmo de Filipo. La urna de oro que contenía sus huesos. Urna de oro de Eurídice. Objetos de las tumbas. Moneda de Olimpíade. Busto de Demóstenes.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
LECTURAS W. JAEGER, Demóstenes (trad. cast.), FCE, México, 1945. DEMÓSTENES, Las Filipicas, Akal, Madrid, 1998.
BIBLIOGRAFIA BÁSICA N. G. L. HAMMOND y F. W. WALBANK, A History of Macedon, Oxford University Press, 1988. N. G. L. HAMMOND, The Macedonian State. The Origins, Institutions and History, Oxford University Press, 1989. R. ROISMAN y I. WORTHINGTON (eds.), A Companion to Ancient Macedonia, Wiley-Blackwells, Oxford, 2010. E. N. BORZA, In the Shadow of Olympus. The Emergence of Macedon, Princeton University Press, 1990. — Before Alexander: Constructing Early Macedonia, Regina Books, Claremont, California, 1999. G. SQUILACE, Filippo il Macedone, Laterza, Roma-Bari, 2009. I. WORTHINGTON, Philip II of Macedonia, Yale University Press, New Haven-Londres, 2008. J. R. ELLIS, Philip II and Macedonian Imperialism, Thames and Hudson, Londres, 1976. J. BUCKLER, Philip II and the Sacred War, Brill, Leiden, 1989. E. CARNEY y D. OGDEN (eds.), Philip II and Alexander the Great. Father and Son, Lives and Afterlives, Oxford University Press, 2010. P. CARLIER, Demosthène, París, 1990. I. WORTHINGTON (ed.), Demosthenes. Statesman and Orator, Routledge, Londres, 2000. J. LOMBARD, Isocrate, Klinsieck, París, 1990.
REPERTORIOS DE IMÁGENES M. ANDRONIKOS, Vergina. The Royal Tombs, Ekdotike Athenon, Atenas, 1992. — Philip of Macedon, Ekdotike Athenon, Atenas 1991. La Macédoine antique. Au royaume d’Alexandre le Grand, Louvre editions, París, 2011. W. HECKEL y R. JONES, Guerreros macedonios, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. D. B. CAMPBELL, Guerra de asedio, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. Ch. WEBBER, La frontera norte de Grecia, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009.
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5.18. Alejandro y su mundo OBJETIVOS — Presentar la figura de Alejandro desde una perspectiva estrictamente histórica, alejada lo más posible de la vertiente mítica y legendaria, como un personaje encuadrado en su tiempo y condicionado además de por sus circunstancias personales, difíciles de conocer, por su posición en un mundo complejo en el que la lucha por el poder implicaba la propia supervivencia y en el que la disputa por la hegemonía pasaba indefectiblemente por la guerra con el imperio persa. — Destacar el problema de nuestras fuentes de información que dependen de fuentes contemporáneas que no se han conservado y del gran influjo ejercido por la propaganda de la propia corte real macedonia, de la leyenda creada a la muerte del conquistador macedonio y de la inevitable injerencia de las luchas por el poder entre sus sucesores. — Hacer alusión al debate existente en la historiografía moderna acerca de la interpretación de la figura de Alejandro, desde Droysen hasta la actualidad. — Insistir en la enorme importancia de conocer la historia del imperio aqueménida y sus formas de control y dominación de los pueblos sometidos para integrar adecuadamente en ella la conquista de Alejandro que no puede entenderse solo como una aventura militar. — Destacar las principales etapas de la conquista del imperio subrayando las dificultades encontradas en ellas así como la importancia de determinadas acciones bélicas o propagandísticas. — Tratar con especial atención la compleja relación de Alejandro con su entorno en el que las conjuras y conspiraciones tuvieron un papel determinante en la lucha por el poder. — Destacar la relación de Alejandro con el imperio persa en su intento de atraerse la lealtad y la confianza de las aristocracias iranias a través de gestos simbólicos significativos. — Resaltar la especial relación de Alejandro con los griegos, a través de su dominio de las ciudades griegas de Asia, su trato con el contingente aliado que formaba parte de la expedición o de los decretos emitidos al final de su reino acerca del regreso de los exiliados o de su divinización. — Considerar el problema de la creación y organización de un imperio personal por parte de Alejandro y la veracidad o fabulación de sus últimos planes. — Valorar el significado histórico de las conquista de Alejandro como un cambio fundamental en la historia del mundo antiguo y su papel como mito en el curso de la historia posterior.
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TEXTOS 1. Las fuentes fiables
Sobre Alejandro unos han escrito unas cosas y otros otras, y no hay ninguno sobre el que se haya escrito más y de forma más discordante unos con otros; pero Tolomeo y Aristobulo me parecieron los más fiables en el relato, uno porque participó con el rey Alejandro en la expedición, Aristobulo, y Tolomeo porque además de haber tomado parte en la expedición para él que era rey mentir era más vergonzoso que cualquier otra cosa; los dos porque escribieron una vez ya muerto Alejandro cuando la obligación o la recompensa de haber escrito de manera diferente a como sucedió ya estaba lejana. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, I, 1, 2. 2. El nacimiento de Alejandro
Así pues la novia, antes de la noche en la que fueron encerrados en la cámara nupcial, tuvo la impresión de que tras haberse producido un relámpago un rayo le cayó en su vientre, y como consecuencia del golpe un gran fuego se alumbró, después extendido en llamas que se propagaban por todas parte se extinguió. Filipo por su parte un tiempo después de la boda vio en un sueño que él ponía un sello sobre el vientre de su esposa; y la impronta del sello, según creyó, tenía la imagen de un león. ■ PLUTARCO, Vida de Alejandro, 2, 3. 3. El ejército de Alejandro
Se contaron doce mil infantes macedonios, siete mil aliados, cinco mil mercenarios, al mando de todos los cuales iba Parmenión. Seguían siete mil odrisios, tribalos e ilirios, y mil entre arqueros y los llamados agrianos, de manera que el total de la infantería eran treinta mil. De otra parte, los jinetes macedonios ascendían a mil ochocientos, bajo las órdenes de Filotas, hijo de Parmenión, y mil ochocientos tesalios a los que mandaba Calas, el hijo de Harpalo, y un total de seiscientos de los demás helenos a los que mandaba Erigio, y novecientos tracios, pródromos y peonios, que tenían como líder a Casandro, de manera que el total de jinetes eran cuatro mil quinientos. Tal contingente fue el que atravesó a Asia acompañando a Alejandro. ■ DIODORO, XVII, 17, 4-5. 4. Méritos de Alejandro
Tras haber heredado de mi padre unas pocas copas de oro y plata, y una fortuna que no llegaba a sesenta talentos en su tesoro, y hasta quinientos talentos de deuda contraída por Filipo, tras haber tomado prestados otros ochocientos yo mismo además de estos saliendo de este país (chóra), que no es capaz de alimentaros bien abrí de inmediato el paso del Helesponto a pesar de que en aquel entonces los persas dominaban el mar. Tras haber vencido con la caballería a los sátrapas
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de Darío añadí a vuestro dominio (arché) toda Jonia toda la Eólide y las dos Frigias y los Lidios, y capturé Mileto después de un asedio; y tras haber tomado todo cuanto se me ofreció de forma voluntaria os lo concedí a vosotros para que lo disfrutáseis; y las riquezas de Egipto y Cirene, de las que me apoderé sin lucha, han ido a parar a vosotros, y la Celesiria, Palestina y Mesopotamia son posesión vuestra, y Babilonia, Bactra y Susa son vuestras también, y las riquezas de los lidios y los tesoros de los persas y los bienes de los indios y el mar exterior es vuestro; vosotros sois los sátrapas, vosotros los estrategos, vosotros los taxiarcos. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, VII, 9, 6-8. 5. Dedicatoria tras la primera batalla
Alejandro el hijo de Filipo y los helenos excepto los espartanos (dedicaron) de los bárbaros que habitan Asia. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, I, 16, 7. 6. La visita al oráculo de Siwah
Cuando tras haber atravesado el desierto llegó al lugar, el profeta (prophetés) de Amón le saludó de parte del dios, como si fuera su padre; y este le preguntó si alguno de los asesinos de su padre había conseguido escapar. El profeta le exhortó a hablar adecuadamente, pues no tenía un padre mortal, cambiando la forma quiso enterarse de si todos los asesinos de Filipo habían sido castigados; después sobre el imperio (arché), si se le concedía el convertirse en dueño (kúrios) de todos los hombres. El dios le respondió que también eso se le concedía y que Filipo había sido vengado plenamente, entregó al dios magníficas ofrendas y dinero a los hombres. Estas cosas han escrito muchos acerca de los oráculos; pero el propio Alejandro afirma en una carta a su madre que habían sido oráculos secretos, que él a su regreso le contaría solo a aquella. Algunos afirman que el profeta al querer dirigirse a él en griego con un término de afecto le habría llamado ‘oh hijo’ (paidíon) pero en el final de las palabras por su pronunciación bárbara habría cambiado a la sigma y dijo ‘oh paidios’ (pai Dios, hijo de Zeus) tras haber usado la sigma en lugar de la nu, que el desliz había sido del gusto de Alejandro y que se habría extendido el relato que había sido llamado hijo de Zeus por el dios. ■ PLUTARCO, Vida de Alejandro, 27, 5-9. 7. La fundación de Alejandría
Pues dicen que una vez conquistado Egipto quiso fundar una ciudad helena que sería grande y populosa y llevaría su propio nombre, y con el consejo de los arquitectos se dispuso a medir y rodear un cierto lugar. Luego cuando dormía durante la noche tuvo una visión asombrosa; le pareció que un hombre anciano y de canosa cabellera y aspecto muy venerable tras colocarse a su lado le recitaba estos versos: Una isla hay en el mar de olas muy agitadas, delante de Egipto; Faro la llaman. Así pues tras haberse levantado enseguida marchó hacia Faro, que era
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entonces una isla un poco más arriba de la boca Canópica, pero que ahora está unida al continente a través de una calzada. Así pues cuando vio que el lugar era eminentemente favorable (pues es una lengua de tierra parecida a un istmo con anchura que separa una gran laguna y el mar y termina en un gran puerto), tras afirmar que Homero era admirable en todas las demás cosas y el arquitecto más sabio, ordenó que se trazara el plano de la ciudad en armonía con el lugar. ■ PLUTARCO, Vida de Alejandro, 26, 4-7. 8. La destrucción de Persépolis
Persépolis, que era la capital del imperio persa, la presentó a los macedonios como la más hostil de las ciudades de Asia y la entregó a sus soldados para el saqueo a excepción del palacio. Como era la ciudad más opulenta bajo el sol y las casas particulares estaban repletas desde hacía muchos años de toda clase de prosperidad (eudaimonía) los macedonios la invadieron asesinando a todos los hombres y robando sus posesiones, que eran muy abundantes y equipadas con toda clase de objetos de valor y adornos… Allí fue mucha la plata que se llevaron, no poco el oro que robaron, y muchos y suntuosos vestidos, unos de púrpura marítima, los otros bordados en oro, se convertían en la recompensa de los vencedores. Pero el inmenso palacio, célebre en toda la tierra habitada (oikouméne), quedó a expensas del ultraje y la destrucción. Los macedonios que se habían dedicado todo el día a actos de pillaje no podían llenar su ansia ilimitada de poseer más. ■ DIODORO, XVII, 70, 1-4. 9. Los efectos de la destrucción de Persépolis
Los de la espaciosa Tespias enviaron una vez estos hoplitas vengadores de sus antepasados, hacia la bárbara Asia, los que con Alejandro destruyeron las ciudades de los persas erigieron un trípode artísticamente trabajado (daidáleos) a Zeus que resuena profundamente. ■ Antología Palatina, VI, 344. 10. Alejandro y Calístenes
Al haber sobrevenido tal hostilidad, primero se creyó a Hefestión cuando afirmaba que tras haber llegado a un acuerdo con él de que se prosternaría (proskunéo), Calístenes había faltado al acuerdo; luego los Lisímacos y los Hagnones se lanzaron sobre él afirmando que el sofista iba por todas partes jactándose de haber derribado la tiranía, y que los jóvenes concurrían hacia él y le adoraban, como el único hombre libre entre tantas decenas de miles. Por lo que cuando los partidarios de Hermolao conspiraron contra Alejandro y fueron descubiertos, parecieron verosímiles las acusaciones que habían lanzado contra él, pues al que se le acercaba y preguntaba cómo podría convertirse en el hombre más ilustre, contestaba ‘si matas al más ilustre’ y que tras haber impulsado a Hermolao a la acción le exhortaba a no temer el lecho dorado sino a recordar que también a este hom-
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bre le afectaban las enfermedades y las heridas. Sin embargo ninguno de los cómplices de Hermolao ni bajo la más extrema necesidad denunció a Calístenes. ■ PLUTARCO, Vida de Alejandro, 55, 1-5. 11. El motín de Opis
Cuando llegó a Opis, una vez reunidos los macedonios les anunció que cuantos por la vejez o por la invalidez habían quedado inútiles para la guerra los separa del ejército y los envía hacia sus casas pero les concederá cuanto les habría hecho envidiables por los de casa e impulsaría a los demás macedonios a querer tomar parte en los mismos peligros y penalidades. Alejandro dijo estas cosas para congraciarse con los macedonios; pero ellos como si hubieran sido despreciados por parte de Alejandro y considerados del todo inútiles para la guerra se enojaron no sin razón con lo que había dicho Alejandro, después de haberse enojado a lo largo de toda la expedición por muchos otros motivos, porque a menudo ya les hacía daño la indumentaria persa que producía este efecto y la preparación de los epígonos bárbaros para las costumbres macedonias y la fusión de caballeros de distintas razas con las filas de los compañeros (hetaíroi). Así no soportaron mantenerse en silencio, sino que le invitaban a dejar todo el ejército y a hacer la expedición él junto con su padre, aludiendo de forma sarcástica a Amón. Tras haber escuchado esto Alejandro (pues era más irritable en aquel entonces por el servilismo de los bárbaros y ya no tan benévolo como antaño hacia los macedonios) tras saltar de la tribuna con los oficiales de su entorno ordena arrestar a los más destacados de los que habían agitado a la multitud, indicando él mismo con la mano a los hipaspistas a los que era preciso arrestar; y estos eran trece. Y ordena que a estos se les dé muerte. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, VII, 8. 12. Los proyectos de Alejandro
Cuando Alejandro llegó a Pasargada y Persépolis, le capturó el deseo (póthos) de descender navegando por el Éufrates y el Tigris hacia el mar Pérsico y de ver las desembocaduras de estos ríos en el mar, como del Indo, y el mar por esa zona. Algunos escribieron estas cosas, que Alejandro proyectaba circunvalar la mayor parte de Arabia, la tierra de los etíopes, Libia y los pueblos nómadas más allá del monte Atlas hasta Gades dentro de nuestro mar y tras haber sometido Libia y Cartago podría llamarse con justicia rey de toda Asia. ■ ARRIANO, Anábasis de Alejandro, VII, 1, 1-2. 13. Carta de Alejandro a la ciudad de Quíos
Del rey Alejandro al pueblo de Quíos. Escrito en la pritanía de Deisiteos. Que todos los exiliados de Quíos retornen y que la forma del gobierno en Quíos sea una democracia. Que se elijan legisladores que redactarán y corregirán las leyes para que nada sea contrario ni a la democracia ni al retorno de los exiliados; y que las leyes que hayan sido corregidas o redactadas sean remitidas a Alejandro. Que
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los quiotas proporcionen veinte trirremes con sus equipamientos correspondientes a su propio cargo y que éstas naveguen hasta que el resto de la flota de los helenos haga campaña con nosotros… Y si surge cualquier disputa entre los que retornan y los de la ciudad, que se dirima entre nosotros. Hasta que los de Quíos se reconcilien, que haya una guarnición entre ellos del rey Alejandro, lo suficientemente fuerte y que los quiotas la mantengan. ■ SIG, 283 (=Tod, 192). 14. El regreso de los exiliados
Pues Alejandro poco antes de su muerte decidió que regresaran todos los exiliados entre las ciudades helenas, al mismo tiempo a causa de la fama (dóxa) y porque quería tener en cada ciudad muchos partidarios personales con buenas disposiciones contra las revoluciones (neoterismoí) y defecciones (apostáseis) de los helenos. ■ DIODORO, XVIII, 8, 2. 15. Un visión contemporánea
Pues si se considera no un tiempo ilimitado ni muchas generaciones, sino solo cincuenta años anteriores a nosotros, se podría conocer bien lo dura que es la fortuna. ¿Creeríais que cincuenta años atrás los persas o el rey de los persas, los macedonios o el rey de los macedonios, si algún dios les hubiera profetizado el futuro, hubieran podido creer que actualmente de los persas, que dominaron casi toda la tierra habitada (oikouméne), no quedaría ni el nombre, y que iban a someterlo todo los macedonios, de quienes antes ni el nombre era conocido? ■ Demetrio DE FALERO, F 29 (POLIBIO, XXIX, 21). 16. La helenización de Asia
Y si te fijas en la educación (paideía) de Alejandro, educó a los hircanos a contraer matrimonio y enseñó a cultivar la tierra a los aracosios y persuadió a los sogdianos a cuidar de sus padres y no matarlos y a los persas a respetar a sus madres y a no casarse con ellas. Oh admirable filosofía por la que los indios adoran a las divinidades griegas y los escitas entierran a sus muertos en lugar de devorarlos… Pero cuando Alejandro civilizaba Asia, se leía a Homero, y los niños de Persia, de Susiana y de Gedrosia cantaban las tragedias de Eurípides y Sófocles… Alejandro tras haber fundado más de setenta ciudades en pueblos bárbaros y haber sembrado Asia de cargos (télos) helenos se impuso sobre su modo de vivir incivilizado y salvaje… Los que fueron conquistados por Alejandro se han convertido en los más felices que quienes lo evitaron. ■ PLUTARCO, De la Fortuna de Alejandro, 328 c-e.
SOPORTES VISUALES — Diferentes bustos de Alejandro (herma de Azara, Atenas…). — Mosaico de Pompeya: rostro de Alejandro.
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Monedas de Alejandro. Mosaico de Pella. Retratos de Alejandro en la pintura moderna. Escuela de Mieza. Corte real macedonia (Museo de Nápoles). Mapa del itinerario de Alejandro. Plano de la batalla del Gránico. Vista del Gránico. Alejandro a caballo (estatua ecuestre del Museo de Nápoles). Inscripción de Priene. Vista de Halicarnaso. Vista de Gordio. Representaciones modernas del episodio del nudo gordiano. Valle de Tarso. Las Puertas cilicias. Mapa de la batalla de Iso. Vista del lugar de la batalla de Iso. Mapa del golfo de Alejandretta. Mosaico de Pompeya. Representaciones modernas de la batalla. La clemencia de Alejandro. Mapa de Tiro. Reconstrucción del asedio de Tiro. Vista de Tiro. Vista de Gaza. Alejandro en Egipto. Alejandría. Siwah. Alejandro en Menfis. Vista del Éufrates. Plano de la batalla de Gaugamela. Reconstrucción moderna de la batalla. La entrada en Babilonia (cuadro de Charles Lebrun). Reconstrucción de la Babilonia persa (Puerta de Isthar). Vista de Susa. Plano de Susa. Puertas persas. Reconstrucción de Persépolis. Vistas de Hircania. Mapa de la persecución de Darío III. Paisajes de las satrapías superiores. Plano de la batalla de Politimetos. Vista de Aornos. La proskynesis (relieve aqueménida de Persépolis). Vistas del Hindukush. Vista del paso de Khyber. Kandahar. Vista del Valle del Indo. Mapa de la campaña india. Plano de la batalla del Hidaspes. Reconstrucción de la batalla de Hidaspes (cuadro de Lebrun).
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Alejandro y Poro (cuadro de Lebrun). Moneda conmemorativa de la batalla. Vista del Hidraotes. Vista del Acesines. Moneda con arquero indio. Vista de la desembocadura del Indo. Vista de Patala. Vista del desierto de Gedrosia. Busto de Hefestión. Diarios astronómicos babilonios. Diversas escenas de Alejandro en la leyenda posterior.
LECTURAS A. B. BOSWORTH, Alejandro Magno (trad. cast.), Akal, Madrid, 1996. P. CARTLEDGE, Alejandro Magno. La búsqueda de un pasado desconocido (trad. cast.), Ariel, Barcelona, 2008. A. GUZMÁN y F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN, Alejandro Magno. De la historia al mito, Alianza, Madrid, 1997. P. BARCELÓ, Alejandro Magno (trad. cast.), Alianza, Madrid, 2011.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA P. BRIANT, Alexander the Great and his Empire (trad. ingl.), Princeton University Press, 2010. A. B. BOSWORTH, Alexander and the East. The Tragedy of Triumph, Oxford, 1996. F. J. GÓMEZ ESPELOSÍN, La leyenda de Alejandro. Mito, historiografía y propaganda, Universidad de Alcalá, 2007. N. HAMMOND, El genio de Alejandro Magno (trad. cast.), Barcelona, 1998. E. CARNEY, Olympias. Mother of Alexander the Great, Routeldge, Londres, 2006. W. HECKEL, Las conquistas de Alejandro Magno (trad. cast.), Gredos, Madrid, 2010. W. HECKEL y L. A. TRITLE (eds.), Alexander the Great. A New History, Wiley-Blackwell, Oxford, 2009. P. BRIANT, Darius dans l’ombre d’Alexandre, Fayard, París, 2003. Cl. MOSSÉ, Alejandro Magno. El destino de un mito (trad. cast.), Espasa, Madrid, 2004. A. B. BOSWORTH y E. J. BAYNHAM (eds.), Alexander the Great in Fact and Fiction, Oxford University press, 2000. G. LE RIDER, Alexandre le Grand. Monnaie, finances et politique, Presses universitaires de France, París, 2003. W. HECKEL, L. TRITLE y P. WHEATLEY (eds.), Alexander’s Empire. Formation to Decay, Regina Books, Claremont, California, 2007. P. GOUKOWSKY, Essai sur le mythe d’Alexandre (336-270 av. J.-C.), 2 vols., Nancy, 1978. K. DAHMEN, The Legend of Alexander the Great on Greek and Roman Coins, Routledge, Londres, 2007.
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R. STONEMAN, Alexander the Great. A Life in Legend, Yale University Press, New HavenLondres, 2008. D. SPENCER, The Roman Alexander. Reading a Cultural Myth, University of Exeter Press, 2002. A. STEWART, Faces of Power. Alexander’s Image and Hellenistic Politics, University of Californa Press, Berkely-Los Ángeles, 1993. P. M. FRASER, Cities of Alexander the Great, Clarendon Press, Oxford, 1996.
REPERTORIOS DE IMÁGENES Alessandro Magno. Storia e Mito, Leonardo Arte, Roma, 1995. Sulla via di Alessandro. Da Seleucia al Gandhara, Silvana Editoriale, Milán, 2007. The Inmortal Alexander the Great. The Myth, the Reality, his Journey, His Legacy, Hermitage Museum Amsterdam, 2010. Heracles to Alexander the Great. Treasures from the Royal Capital of Macedon. A Hellenistic Kingdom at the Age of Democracy, Ashmolean Museum, Oxford, 2010. La Macédoine antique. Au royaume d’Alexandre le Grand, Louvre Editions, París, 2011. W. HECKEL, The Wars of Alexander the Great, Osprey Books, 2002. A. ADRIANI, La tomba di Alexandro. Realtà, Ipotesi, fantasie, L’Erma di Bretschneider, Roma, 2000. M. WOOD, In the Footsteps of Alexander the Great. A Journey from Greece to Asia, BBC Books, Londres, 1997. A. COHEN, The Alexander Mosaic. Stories of Victories and Defeats, Cambridge University Press, 1997. N. SEKUNDA, El Ejército de Alejandro, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. J. WARRY, La conquista de Asia, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009. M. THOMPSON, El Gránico, la forja de un mito, Osprey Publishing (trad. cast.), RBA, Barcelona, 2009.
5.19. El mundo helenístico OBJETIVOS — Presentar un amplio panorama del mundo helenístico surgido de las conquistas de Alejandro como una época completamente diferente de las que le precedieron en casi todos los terrenos, en la que los horizontes geográficos del mundo griego se extendieron hasta casi los límites del mundo conocido y se produjo un intenso proceso de mezcla y aculturación entre los griegos colonizadores y las poblaciones indígenas de los pueblos sometidos.
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— Destacar los problemas de historiografía que presenta el estudio del período dada la ausencia casi total de fuentes contemporáneas y la importancia que adquieren otro tipo de testimonios como las inscripciones, las monedas o los papiros. — Destacar las corrientes de ruptura o de continuidad con el mundo anterior, resaltando algunos de los cambios fundamentales ocurridos como el triunfo del individualismo, el surgimiento de nuevos cultos o la desaparición política de muchos estados griegos, reducidos al papel de comparsas de las grandes monarquías. — Resaltar el problema planteado por la sucesión de Alejandro y el breve pero intenso período de confrontación entre sus inmediatos sucesores, destacando algunas de sus imponentes personalidades como la de Antígono el Tuerto, Lisímaco, Tolomeo, Seleuco, Casandro o Demetrio Poliorcetes. — Presentar un panorama general de los tres grandes reinos surgidos de las conquistas, el tolemaico, el seléucida y el antigónida, asi como sus principales peculiaridades y problemas, con especial atención al reino tolemaico a causa de la más abundante documentación con que contamos al respecto. — Destacar el papel de los nuevos protagonistas griegos como las confederaciones aquea y etolia y el declive político de estados como Esparta o Atenas. — Resaltar el problema de la helenización del mundo indígena y el papel fundamental de las nuevas fundaciones urbanas, con especial atención al caso de Alejandría y su Museo como representación de la nueva cultura y del nuevo modus vivendi de la época. — Destacar el gran impulso de los conocimientos científicos en un mundo que comenzaba por primera vez a ser auténticamente global.
TEXTOS 1. La lucha por la sucesión
Pero los amigos de Alejandro tampoco aspiraban al reino sin razón. De hecho, eran de tal valor y dignos de gran respeto que se podía considerar rey a cada uno, pues su belleza, su elevada estatura, su vigor y sabiduría en todos ellos era tal, que quien no los conociera pensaría que habían sido escogidos no de un solo pueblo sino de todo el mundo. Y nunca antes Macedonia o cualquier otro pueblo floreció en una abundancia de hombres tan ilustres, a los que primero Filipo y después Alejandro habían escogido con gran cuidado, que parecían elegidos no tanto como compañeros de armas, sino como sucesores del reino. Por tanto, ¿quién podría extrañarse de que el mundo hubiera sido vencido por tales ministros, cuando el ejército de los macedonios estaba mandado por tanto no ya por generales, sino por reyes? Estos nunca habrían encontrado iguales, si no hubieran rivalizado entre sí, y la provincia de Macedonia habría dado muchos Alejandros, si la fortuna no los hubiese armado, por su rivalidad en el valor, para la mutua destrucción. ■ JUSTINO, XIII, 1, 10-15.
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2. El final de Esparta
El rey Antígono, hijo del rey Demetrio, y los macedonios y sus aliados, sobre el botín de la batalla de Selasia. ■ Inscripciones de Delos, 51. 3. Los dioses verdaderos
¡Oh, hijo de Poseidón el dios más poderoso y de Afrodita, salud! Pues los demás dioses o están lejos o no tienen oídos o no existen o no nos prestan atención. En cambio a ti te vemos aquí presente, no estás hecho de madera ni de piedra, sino que eres verdadero, por ello te suplicamos a ti. ■ ATENEO, Banquete de los sabios, 253e. (Himno que los atenienses dedicaron a Demetrio Poliorcetes.) 4. Retrato de Filipo V
En efecto a causa del esplendor del poder (arché) y de las brillantes cualidades naturales sucede que las han hecho los más ilustres y conocidos para todos los helenos los impulsos de este rey hacia una u otra parte, así como los efectos a partir de la comparación de unos y de otros. Después de haber ocupado el reino, Tesalia y Macedonia, y en breve su propio imperio quedó sometido a él y se inclinaron en conjunto con buena disposición como a ninguno de los reyes anteriores, a pesar de que era joven cuando accedió al trono de los macedonios, es fácil de constatar a partir de estas cosas. Pues aunque se hallaba continuamente muy lejos de Macedonia a causa de la guerra contra los etolios y los lacedemonios, ninguno de los pueblos mencionados se rebeló, pero ni siquiera ninguno de los bárbaros que habitan en torno se atrevió a tocar la propia Macedonia… En general, si es preciso decirlo de una manera un poco excesiva, creo que se podría decir esto de la forma más justa acerca de Filipo, que se había convertido en el amado común de todos los helenos a causa de la generosidad (euergetikón) de su conducta… pero a partir de lo que había llevado a cabo contra los mesenios todo tomó para él un giro inverso. Y sucedió esto con razón. Pues volviéndose hacia una conducta contraria a la anterior, y promocionando continuamente todo lo que acompañaba a esta, iba también a girar las opiniones de los demás acerca de él hacia lo contrario y obtener en sus empresas resultados contrarios a los anteriores. ■ POLIBIO, VII, 11. 5. Retrato de Arato de Sición
Pues Arato tenía las cualidades que debe tener un hombre de estado: pues era hábil en hablar y proyectar y en ocultar lo que había decidido, y nadie mejor que él supo soportar con moderación las diferencias, vincularse a los amigos y añadir aliados, y todavía el más hábil en preparar acciones, engaños y conjuras contra los enemigos y a conducirlas a buen fin a causa de su resistencia y su audacia… Pero este mismo, cuando deseaba atacar al enemigo en campo raso, era lento en la concepción, tímido en la ejecución, y no soportaba el peligro a la vista. Por lo que ha
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llenado el Peloponeso de trofeos que tienen que ver con él, y en este aspecto fue siempre una presa fácil para los enemigos. ■ POLIBIO, IV, 8. 6. El descenso de natalidad
En nuestra época se han abatido sobre toda la Hélade una falta de niños y en breve una despoblación, por la que las ciudades se han quedado vacías y se ha provocado una improductividad, aunque no hemos tenido guerras continuas ni pestes… Si los hombres son educados en la fanfarronería, en la avaricia y en la desidia, y no desean casarse ni, si se casan, criar a los hijos que les nacen, sino que a duras penas aceptan uno o dos de los muchos para dejarlos ricos y criarlos en medio de placeres, el mal así crecido pasó inadvertido rápidamente. Porque cuando al ser uno o dos a uno se lo llevó la guerra al otro la enfermedad instalada, es evidente que la necesidad deja las casas vacías. ■ POLIBIO, XXXVI, 17, 5-8. 7. Abusos de los griegos en Egipto
El rey Tolomeo saluda a Antíoco. Con relación al asunto del alojamiento de los soldados ha llegado hasta nosotros que hay múltiples vías de hecho por las que no ocupan los alojamientos que les asignan los ecónomos y que hacen irrupción en las casas expulsando a sus habitantes para establecerse allí por la fuerza. En consecuencia, da las órdenes para que en el futuro no tengan lugar este tipo de actuaciones. Es preferible que ellos mismos se procuren un techo. En todo caso, si es preciso que los ecónomos les asignen un alojamiento, deben limitarse a lo estrictamente necesario. Cuando abandonen sus instalaciones, deben devolver los alojamientos en buen estado y no reservárselos hasta su retorno como nos ha llegado que sucede, cuando se van, que los alquilan y sellan las habitaciones antes de partir. ■ M. T. LENGER, Corpus de ordenanzas de los Tolomeos, 24. (Texto dirigido a un funcionario del alto Egipto por parte de Tolomeo II.) 8. Los nuevos faraones
… Ya que estas cosas están así, con buena fortuna ha sido resuelto por los sacerdotes de todos los templos de la tierra que todos los honores pertenecientes al rey Tolomeo, el eterno amado de Ptah, dios manifiesto y reconocido, y de la misma manera también aquellos de sus padres, los dioses que aman a sus padres, y aquellos de sus abuelos, los dioses benefactores y aquellos de los dioses que aman a sus hermanos y aquellos de los dioses salvadores, serán acrecentados de manera considerable; y erigirán una estatua del rey Tolomeo, el eterno, dios manifiesto y reconocido en cada templo en el lugar más relevante, que será llamada la imagen de Tolomeo, el vengador de Egipto, y junto a la cual se levantará el dios principal del templo y se le concederá un arma de victoria dispuesta en estilo egipcio y los sacerdotes realizarán servicios cultuales tres veces al día y los ves-
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tirán con el atuendo sagrado y realizarán todos los demás actos rituales tal y como se hace para los otros dioses en los festivales nativos… ■ OGIS, 90. (Decreto sacerdotal en honor de Tolomeo V, Piedra Rosseta.) 9. La prosperidad del reino tolemaico
Innumerables e infinitos pueblos de hombres hacen crecer el grano que prospera bajo la lluvia de Zeus, pero ninguno hace brotar tanto como el bajo Egipto, cuando el Nilo desbordado deshace los terrones empapados de agua, ni tiene tierra alguna tantas urbes de hombres que saben laborar… Sobre todas impera el viril Tolomeo. Y parte se anexiona de Fenicia, y de Arabia, y de Siria, y de Libia, y del país de los negros etíopes… suyos son las mejores naves que navegan por el mar, y todo el mar y la tierra y los sonoros ríos son gobernados por Tolomeo, y muchos jinetes y muchos infantes, armados de escudos y enfundados en luciente bronce, se congregan a su alrededor. En riqueza puede vencer a todos los monarcas; tanta llega a su opulenta casa cada día de todas partes. Y el pueblo (laoí) tranquilo cuida de sus quehaceres; pues nunca una infantería enemiga cruzó el Nilo lleno de gigantescos animales y alzó en aldeas (kóme) ajenas su grito de batalla, y ninguno saltó de veloz nave a la ribera cubierto con sus armas para saquear los bueyes de los egipcios; tal es el que está asentado en vastas llanuras, Tolomeo el de rubia cabellera, que sabe manejar la lanza, a quien preocupa guardar toda la herencia de sus padres, como un buen monarca, y él mismo adquiere nuevas posesiones. Pero no se apila el oro inútil en su rico palacio, como riqueza de hormigas que siempre laboran; sino que mucho tienen las gloriosas mansiones de los dioses de quien siempre les manda las primicias con otras ofrendas, mucho se regala a poderosos reyes, mucho da a las ciudades, mucho también a sus buenos amigos… ■ TEÓCRITO, Idilios, XVII, 77-111. 10. El renacer de los vencidos
Entonces Egipto florecerá cuando aparezca el generoso gobernante que reinará cincuenta y cinco años, el rey descendiente de Helios, el que concede las cosas buenas, el instalado por la más grande Isis, de manera que los vivos suplicarán para que los muertos se levanten a compartir la prosperidad. Finalmente las hojas caerán. El Nilo, que había estado falto de agua, volverá a estar repleto y el invierno, que había cambiado sus formas ordenadas, recorrerá su curso adecuado y entonces el verano volverá a retomar su propia senda, y serán normales las brisas del viento que habían sido previamente débiles. Pues en el tiempo de los tifonios el sol se oscurecerá para resaltar el carácter de los males y para revelar la codicia de los que visten fajas. ■ Papiro Rainer, 19813.
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11. La población de Alejandría
Polibio que ha estado en la ciudad desaprueba la situación de entonces, y afirma que habitan la ciudad tres clases de gente, la parte egipcia o nativa, irritable y ajena a la vida política (apolitikón), el mercenariado, intolerable, muy numeroso, e intratable… y en tercer lugar el linaje de los alejandrinos que tampoco era muy inclinado a la vida política por las mismas causas, pero eran mejor que aquellos; pues aunque eran mezclados eran sin embargo helenos de origen y se acordaban de la costumbre común de los helenos. ■ ESTRABÓN, XVII, 1, 12. 12. El desprecio hacia los indígenas
Muchas cosas buenas has hecho, Tolomeo, desde que tu padre está entre los inmortales; ningún malhechor se acerca a uno en la calle a la manera egipcia, como antes estos individuos modelados por el engaño hacían como broma, iguales unos a otros, tramposos, todos malditos. ■ TEÓCRITO, Idilios, XV, 46-50. 13. La extravagancia de las celebraciones tolemaicas
Después otro carro de cuatro ruedas de veinte codos de largo y dieciséis de ancho tirado por trescientos hombres sobre el que iba preparada una prensa de vino de veinticuatro codos y de quince de ancho repleta de uvas maduras. Sesenta sátiros las pisaban al tiempo que cantaban al son de la flauta una canción de vendimia…, un carro de cuatro ruedas de veintidós codos de largo por catorce de ancho arrastrado por quinientos hombres sobre el que había una cueva profunda rodeada exageradamente de hiedra y tejo. A lo largo del trayecto salían volando de ella pichones, palomas y tórtolas cuyas patas estaban atadas con cintas de forma que pudieran ser capturadas con facilidad por los espectadores. Dos fuentes manaban de la gruta, una de leche y otra de vino… ■ ATENEO, Banquete de los sabios, 197 C-203 B.
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Mapa del mundo helenístico. Retrato de Droysen. Mapa del reparto efectuado entre los diádocos. Plano de la batalla de Ipso. Plano de la batalla de Corupedión. Retrato de Pérdicas (Sarcófago de Alejandro). Retrato de Casandro. Retrato de Demetrio Poliorcetes. Retrato de Lisímaco. Retrato de Antígono el Tuerto. Retrato de Tolomeo. Retrato de Seleuco.
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Mapa del reino tolemaico. Plano de Alejandría. Reconstrucción ideal de Alejandría. El Faro: Reconstrucción ideal. La biblioteca: Reconstrucción ideal. Lámpara con la imagen de Alejandría. El vaso de Begram con la imagen del Faro. Genealogía de los Tolomeos. Retratos de los Tolomeos. Los Tolomeos como faraones: inscripciones y relieves. Mapa del imperio tolemaico en el exterior. Paisaje nilótico del mosaico de Palestrina. Mapa del imperio seléucida. Retratos de los seléucidas. Plano de Antioquía. Copia de la estatua monumental de Tyche. Tablillas cuneiformes. Almanaque babilonio. Mapa del reino macedonio antigónida. Retrato de Antígono Gónatas (Museo Británico). Mapa del reino de Pérgamo. Plano de Pérgamo. El altar de Zeus en Pérgamo. Estatuas de los galatas. Monedas de los reyes griegos de Asia central. Vista de Assos. Vista de Didima. Plano de Dura Europos. Vista de Dura Europos. Vista de Éfeso. Vista de Rodas. Reconstrucción del Coloso. Vista de Priene. Retratos modernos de Diógenes (Gerome y Waterhouse) Retrato de Zenón. Retrato de Epicuro. Retrato de Antístenes. Retrato de Aristarco de Samos. Mapa del mundo según Eratóstenes. Imagen de Isis. Imagen de Serapis.
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LECTURAS H. HEINEN, Historia del helenismo (trad. cast.), Alianza, Madrid, 2007. A. LOZANO, El mundo helenístico, Síntesis, Madrid, 1993. F. W. WALBANK, El mundo helenístico (trad. cast.), Taurus, Madrid, 1985. G. A. GAMER, El helenismo en el Próximo Oriente (trad. cast.), Bellaterra, Barcelona, 2005.
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5.20. Griegos y romanos OBJETIVOS — Plantear el proceso de conquista del mundo griego por Roma y el encuentro entre las dos culturas con el resultado final de la apropiación y asimilación de la cultura griega por Roma, gracias a la cual se ha conservado hasta nosotros. — Prestar especial atención a la obra del historiador griego Polibio como representante de este primer contacto entre ambos mundos en su intento de explicar a los lectores griegos las causas que propiciaron el ascenso de Roma a la hegemonía y el dominio universal. — Describir el enfrentamiento de Roma con las monarquías helenísticas, primero con Macedonia y después con los seléucidas, para culminar en el definitivo enfrentamiento con la confederación aquea que determinó el destino final del mundo griego como provincia romana. — Insistir en las diferencias existentes entre ambas culturas y resaltar los correspondientes malentendidos que ocasionaron dichas diferencias sobre todo por parte de los griegos, que eran en esta confrontación la parte más débil. — Resaltar la existencia de un cierto filohelenismo entre algunos sectores de la sociedad romana que culminaría en la primera llegada de obras de arte griego a Roma y en su consiguiente imitación y difusión por los medios aristocráticos romanos.
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— Enfatizar la reacción romana ante dicha corriente en un intento de salvaguardar las esencias de la propia cultura romana con las ambigüedades y contradicciones de algunos intelectuales romanos que admiraban profundamente lo griego pero deseaban mostrar las capacidades romanas que igualaban o superaban los logros alcanzados por los griegos. — Destacar los movimientos de resistencia a la dominación romana y la existencia de una literatura antirromana que no ha dejado apenas rastros en nuestras fuentes de información.
TEXTOS 1. El recuerdo de Polibio en su patria
En el ágora de Megalópolis… hay un hombre en relieve sobre una estela, Polibio, hijo de Licortas; sobre él están escritos dísticos elegíacos que dicen que recorrió la tierra toda y el mar, que fue aliado de los romanos, y que hizo que depusieran su ira contra el mundo heleno. ■ PAUSANIAS, VIII, 30, 8. 2. Tratado entre Roma y la confederación etolia
Si los romanos toman por la fuerza cualquiera de las ciudades de estos pueblos, que se les permita a los etolios poseer estas ciudades y su territorio por parte del pueblo romano, lo que en las ciudades y sus territorios capturen los romanos, que los romanos lo posean; si los romanos y los etolios toman en común alguna de estas ciudades, que se permita a los etolios poseer estas ciudades y sus territorios de parte del pueblo romano. ■ ISE, 87. 3. La libertad de los griegos
Una vez que se decidieron estas cosas, y habiendo venido el tiempo de la solemne celebración (paneguris) de las Istmias, y habiendo confluido los hombres más ilustres de casi toda la tierra habitada (oikouméne) a causa de la expectativa de lo que iba a suceder, muchos y variados discursos se ofrecieron en toda la celebración solemne, algunos afirmaban que era imposible que los romanos abandonaran las regiones y las ciudades, otros en cambio precisaban que abandonarían los lugares que les parecían ilustres, reteniendo en cambio los que tenían un lustre menor, pero podían obtener las mismas ventajas. Y al momento ellos mismos señalaron estos por la habilidad de encontrar argumentos para unos y otros. Al existir tal incertidumbre (aporía) entre los hombres, tras haberse reunido la multitud en el estadio para los juegos tras avanzar el heraldo y haber hecho callar a la mutitud con el sonido de la trompeta proclamó este edicto: El senado (súnkletos) de los romanos y el procónsul (strategós húpatos) Tito Quinctio, tras haber vencido al rey Filipo y a los macedonios, dejan libres, sin guarniciones (aphroúretoi), no sujeros a tributos (aphorológetoi), en uso de las leyes patrias (nómoi pá-
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trioi), a los corintios, los focidios, los locrios, los eubeos, los aqueos de Ptíotide, los magnetas, los tesalios, los perrebos. Tras haberse producido al principio y de inmediato un aplauso muy fuerte algunos no escucharon la proclama, y otros querían escucharla de nuevo. Como una gran parte de los hombres no se lo creía y les parecía como si hubieran escuchado lo dicho en un sueño a causa de lo inesperado de lo sucedido, todo el mundo gritaba por su cuenta que el heraldo y el trompetista avanzaran hacia el centro del estadio y hablaran de nuevo sobre lo mismo, como a mi me parece, queriendo no solo escucharlo sino ver también al que hablaba por la incredulidad de lo que se anunciaba. Cuando de nuevo el heraldo tras haber avanzado hacia el centro y haber hecho callar por la trompeta el tumulto, proclamó las mismas cosas de la misma manera que antes, sucedió que estalló un aplauso tan fuerte que los que ahora escuchan no podrían hacerse con facilidad una idea de lo sucedido. Cuando el aplauso cesó, nadie prestó ninguna atención a los atletas, sino que todos charlando unos con otros y otros consigo mismos, se hallaban como paralizados en su pensamiento. Por lo que tras los juegos a causa del exceso de alegría por poco mataron a Tito para agradecerle; pues unos querían verle la cara frente a frente y saludarlo como salvador, otros se afanaban por estrecharle la mano, y la mayoría lanzándole coronas y cintas por poco no acabaron con él. Aunque el agradecimiento pareciera exagerado, se podría decir sin temor que sucedió que era inferior a la grandeza del asunto. Pues era admirable que los romanos y su comandante Tito hubieran adoptado esta decisión, de forma que soportarían todo gasto y todo peligro a causa de la libertad de la Hélade. ■ POLIBIO, XVIII, 46. 4. La victoria romana sobre Antíoco III
Los romanos tenían la moral muy elevada y consideraban que no había ya ninguna empresa difícil para ellos, gracias a su propio valor (areté) y a la ayuda de los dioses; y es que en efecto les llevó a la creencia de su buena suerte el que tan pocos hubieran vencido en el primer ataque, en la primera batalla y en una tierra extranjera a un número muy superior compuesto de tantos pueblos, a los recursos reales, al valor de los mercenarios, a la célebre falange de los macedonios y al rey en persona, que poseía un inmenso imperio y de sobrenombre el grande, y en un solo día. ■ APIANO, Guerras sirias, 37. 5. El vencedor de Macedonia
Lucio Emilio, hijo de Lucio, general, tomó este pedestal del rey Perseo y de los macedonios. ■ SIG, 652 a. (Estatua del cónsul romano Lucio Emilio Paulo sobre un pedestal erigido previamente para Perseo, el rey de los macedonios, vencido en la batalla de Pidna.)
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6. La captura romana de Corinto
Los romanos dieron muerte a la mayoría de los que fueron cogidos dentro, y Mumio vendió a las mujeres y a los niños; vendió también a todos los esclavos que habían sido puestos en libertad y habían luchado con los aqueos y que no habían muerto en la guerra. Las ofrendas y las obras de arte más maravillosas se las llevó. ■ PAUSANIAS, VII, 16, 8. 7. La rebelión de Aristónico
Después de Esmirna está la pequeña ciudad (políchnion) de Leucas, en la que se rebeló Aristónico después de la muerte de Atalo Filometor, haciendo creer que era del linaje real y planeando hacerse con el poder (arché) para sí mismo; de allí fue expulsado tras haber sido derrotado en una batalla naval en los alrededores de Cumas por los efesios, pero tras retirarse hacia el interior reunió rápidamente a su alrededor una multitud de desposeídos y esclavos a los que había sublevado con la promesa de la libertad a los que denominó Ciudadanos del sol. ■ ESTRABÓN, XIV, 1, 38. 8. La ambición romana
Pues los romanos no han tenido más una razón para hacer la guerra a todas las naciones, a todos los pueblos, a todos los reyes, y es su deseo inasaciable de poder y de riquezas… desde los comienzos de su ciudad no han hecho otra cosa que robar casas, mujeres, territorio e imperio. ■ SALUSTIO, Carta de Mitrídates, en Historias, IV, 69. 9. El mayor de los imperios de la historia
Se verá que la hegemonía de los romanos ha superado con mucho a todas las que se recuerdan antes de ella, no solo por la extensión de su dominio y por la nobleza de sus acciones, que todavía ningún relato (lógos) ha alabado dignamente, sino también por el espacio de tiempo que ha durado ese poder hasta nuestros días. Pues el imperio de los asirios que era antiguo y se remontaba a los tiempos míticos, solo dominó una pequeña parte de Asia. El de los medos después de aniquilar al de los asirios y conseguir un dominio mayor no prevaleció mucho tiempo, sino que a la cuarta generación fue destruido. Y los persas tras haber vencido a los medos, se apoderaron finalmente de casi toda Asia, pero cuando atacaron también a los pueblos de Europa, no sometieron a muchos, y no permanecieron en el poder mucho más de doscientos años. El imperio (dunasteía) macedónico que destruyó el poder (ischús) de los persas superó en extensión de su poder (arché) a todos los anteriores, ni siquiera este floreció durante mucho tiempo, sino que después de la muerte de Alejandro empezó a decaer. Pues repartido inmediatamente entre muchos caudillos (hegemónes) a partir de los diádocos y después de aquellos tuvo fuerzas para continuar hasta la segunda o tercera generación, se debilitó él mismo por causas internas y fue aniquilado finalmente por los romanos.
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Ni siquiera este sometió toda la tierra y el mar; pues ni se apoderó de Libia, excepto de una pequeña parte junto a Egipto, ni conquistó toda Europa, sino que llegó por la parte norte hasta Tracia y por el oeste bajó hasta el mar Adriático… En cambio, la ciudad de los romanos gobierna toda la tierra que no es inaccesible, sino que está habitada por hombres, y domina todo el mar, no solo el que está dentro de las columnas de Heracles, sino también del Océano toda la parte que no resulta imposible navegar, es la primera y única ciudad de las que se recuerda a lo largo de todos los tiempos que haya hecho de la salida y de la puesta de sol los límites de su imperio (dunasteía). ■ Dionisio DE HALICARNASO, Historia antigua de Roma, I, 2-3. 10. La grandeza del imperio romano
El imperio de Roma ha sobrepasado a todos en tamaño y duración, debido a sus decisiones prudentes (euboulía) y a su buena fortuna (eutuchía) pues en su adquisición aventajaron a todos en valor (areté), paciencia (phereponía) y laboriosidad (talaiporía), ni ofuscados por los triunfos ni desalentados por las desgracias hasta que consolidaron con firmeza su poder. ■ APIANO, Prólogo, 11. 11. Grecia la vencedora
La Grecia conquistada conquistó a su inculto vencedor e introdujo las artes en el salvaje Lacio. ■ HORACIO, Cartas, II, 1, 156-157. 12. La reacción romana frente a lo griego
No puedo soportar, romanos, una Roma griega… consigo nos trajo al profesional que quieras: gramático, rétor, dibujante, pintor, masajista, augur, funámbulo, médico, mago, todo lo sabe un grieguecillo muerto de hambre: si se lo mandas va al cielo. ■ JUVENAL, Sátira, III, 58 y ss. 13. Los méritos de unos y otros
Labrarán otros con más gracia bronces animados (no lo dudo) sacarán rostros vivos del mármol, dirán mejor sus discursos, y los caminos del cielo trazarán con su compás y describirán el orto de los astros: tú, romano, piensa en gobernar bajo tu poder a los pueblos (éstas serán tus artes) y a la paz ponerle normas, perdonar a los sometidos y abatir a los soberbios. ■ VIRGILIO, Eneida, VI, 847-853.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
SOPORTES VISUALES — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — — —
Mapa de las guerras ilirias. Busto de Pirro. Busto de Polibio. Mapa de la confederación etolia. Mapa del Mediterráneo en torno al 218 a.C. Moneda de Filipo V. Busto de Flaminino. Plano de la batalla de Cinoscéfalas. Vista de Cinoscéfalas. Moneda de Perseo. Plano de la batalla de Pidna. Vista de Pidna. Busto de Antíoco III. Monedas de Antíoco III. Plano de la batalla de Magnesia del Sipilo. Apamea. Plano de la batalla de Selasia. Mapa de la Confederación aquea. Busto de Filopemén. Vista de Corinto. Monedas de Mitrídates VI. Busto de Mitrídates VI. Mapa del reino del Ponto. Busto de Sila. Busto de Pompeyo.
LECTURAS L. BALLESTEROS PASTOR, Mitrídates Eupator, rey del Ponto, Universidad de Granada, 1996. PLUTARCO, Vidas de Filopemén, Flaminino, Paulo Emilio y Sila, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid.
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Y RECURSOS DIDÁCTICOS
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I) Grandes cuestiones del mundo griego K. W. WELWEI, Die griechische Polis, Stuttgart, 1983. H. BECK, Polis und Koinon, Stuttgart, 1997. T. W. GALLANT, Risk and Survival in Ancient Greece, Stanford, 1991. M. D. GRMEK, Diseases in the Ancient Greek World, Baltimore, 1983. S. VON REDEN, Exchange in Ancient Greece, Londres, 2003. M. DURAND, La competition en Grèce antique. Généalogie, évolution, interprétation, París, 1999. A. DALBY, Siren Feasts. A History of Food and Gastronomy in Greece, Londres, 1996. A. BURFORD, Land and Labor in the Greek World, Baltimore, 1993. R. DESCAT, L’acte et l’effort: Une idéologie du travail en Grèce ancienne, París, 1986. L. C. NEVETT, House and Society in the Ancient Greek World, Cambridge, 1999. R. SALLARES, The Ecology of the Ancient Greek World, Ithaca, 1991. R. GARLAND, The Greek Way of Life, Ithaca, 1990. — The Greek Way of Death, Ithaca, 1985. W. K. LACEY, The Family in Classical Greece, Londres, 1968. C. PATTERSON, The Family in Greek History, Cambridge Mass. 1998. A. W. ADKINS, Moral Values and Political Behaviour in Ancient Greece, Londres, 1972. M. T. ARNHEIM, Aristocracy in Greek Society, Londres, 1977. N. J. NICHOLSON, Aristocracy and Athletics in Archaic and Classical Greece, Cambridge, 2005. J. FERGUSON, Morals and Values in Ancient Greece, Bristol, 1989. E. HAVELOCK, The Greek Concept of Justice, Cambridge, Mass., 1978. G. E. R. LLOYD, The Revolutions of Wisdom. Studies in the Claims and Practice of Ancient Greek Science, Berkeley-Los Ángeles, 1987. R. LONIS (ed.), L’etranger dans le monde grec, 2 vols., Nancy, 1988-1992. Y. GARLAN, Slavery in Ancient Greece, Ithaca, 1988.
6.
RECURSOS
BIBLIOGRÁFICOS FUNDAMENTALES
199
H. J. GERHKE, Stasis, Munich, 1985. H. VAN WEES, Greek Warfare. Myths and Realities, Londres, 2004. A. BERNAND, Guerre et violence dans la Grèce Antique, París, 1999. S. BLUNDELL, Women in Ancient Greece, Londres, 1995. K. J. DOVER, Greek Homosexuality, Londres, 1978. J. DAVIDSON, The Greeks and Greek Love: A Radical Reappraisal of Homosexuality in Ancient Greece, Londres, 2007.
J) Estados de la cuestión Ch. STARR, Past and Future in Ancient History, Lanham, 1987. C. G. THOMAS, Ancient History: Recent Work and New Directions, Claremont, California, 1997. J. K. DAVIES, «The Historiography of Archaic Greece», en K. A. RAAFLAUB y H. VAN WEES (eds.), A Companion to the Archaic Greek World, Oxford, 2009, 3-21. I. MORRIS, «Archaeology and Ancient Greek History», en S. M. BURSTEIN, N. DEMAND, I. MORRIS y L. TRITLE, Current Issues and the Study of Ancient History, Claremont, California, 2002, 45-67. S. SETTIS, El futuro de lo clásico (trad. cast.), Madrid, 2006. A. IRIARTE, Historiografía y mundo griego, Universidad del País Vasco, Vitoria, 2011.
7. LÉXICO
AGOGÉ: Sistema educativo espartano que fomentaba el valor, la resistencia y la disciplina. AGÓN: Juego, certamen que tenía lugar en los festivales religiosos pero se aplicaba también al teatro, a los juicios y al banquete cuando se enfrentaban dos personas o dos puntos de vista. AGORA: Espacio central de las ciudades griegas en el que se desarrollaba la vida ciudadana y donde estaban los edificios principales de la ciudad. AISYMNETES: Especie de árbitro designado por dos bandos en conflictos para tratar de alcanzar un acuerdo restableciendo la concordia en el interior de la ciudad. ANFICTIONÍA: Agrupación de ciudades o pueblos griegos alrededor de un santuario común. APOIKIA: Lugar lejos de casa, es el término con el que los griegos designaban las nuevas fundaciones en ultramar. ARCHÉ: Mando y comienzo, designa el cargo público de las ciudades griegas. ARCONTE: Término que designaba a los cargos públicos principales de las ciudades griegas. ARETÉ: La excelencia, la condición de ser el mejor que era el ideal aristocrático griego. ARRÉFORAS: Sirvientes de Atenea compuestas por muchachas de entre once y quince años de las familias más ilustres de la ciudad. ÁSTU: Espacio urbano contrapuesto al campo. ATIMÍA: Pérdida de los derechos como ciudadano a causa de una falta grave contra la comunidad. AUTONOMÍA: Gobierno por sus propias leyes, era el ideal de todas las comunidades griegas. BÁRBARO: Palabra para designar al no griego, que no hablaba esta lengua y que no vivía como tal, por tanto, incivilizado y salvaje. BASILEUS: Rey en general. En Atenas designaba al arconte encargado de los festivales religiosos. BULÉ: Consejo de las ciudades griegas que era el órgano más importante de gobierno. En Atenas lo formaban cincuenta ciudadanos de cada una de las diez tribus de la ciudad. CANÉFORA: Portadora de canasta, eran las muchachas que participaban en los cultos de Atenea y Ártemis y llevaban las cestas con la comida que se esparcía sobre las víctimas del sacrificio. CHÓRA: Territorio de las ciudades griegas donde vivía la mayoría de la población.
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HISTORIA
DE
GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
CLÁMIDE: Especie de capa corta de lana que se fijaba a la espalda o delante del cuello por una fíbula. Era el manto de los guerreros, los caballeros y los viajeros. CLÉROS (KLÉROS): Lote de tierra entregado a los ciudadanos para su manutención. CLERUCO: Colono enviado por Atenas a sus dominios en otras ciudades del Egeo. COREGÍA: Obligación de costear el equipamiento y entrenamiento de un coro por parte de un ciudadano rico. DÉMON: Poder divino no identificado que intervenía para bien o para mal en los asuntos humanos. DEMAGOGO: Orador que lanzaba sus propuestas a la asamblea ateniense con el objeto de ganarse su apoyo. DEMIOURGÓS: Artesano, especialista en general. DEMO: Distrito local en los que estaba dividido el territorio ateniense. DEMOS: Conjunto de ciudadanos que componían una ciudad griega, sobre todo designaba a la mayoría de la población. DIÁDOCOS: Sucesores inmediatos de Alejandro Magno, que habían sido sus compañeros y generales. DÍKE: La justicia y el proceso judicial en sí. DÓXA: La fama, la opinión que se tiene de uno en la comunidad. DRACMA: Unidad del sistema monetario ateniense. EKKLESÍA: Asamblea compuesta por todos los ciudadanos adultos de una ciudad griega que tenían derecho de voz y voto. ECÓNOMO: Funcionario del reino tolemaico encargado de administrar los ingresos reales en cada distrito (nómos). ECÚMENE (OIKOUMENE): El mundo conocido y habitado para los griegos. EFEBOS: Jóvenes entre dieciocho y veinte años encargados de la defensa del territorio de una ciudad. ÉFOROS: Cargos públicos espartanos que representaban la ley y supervisaban la actuación de los reyes. EISPHORÁ: Contribución de carácter extraordinario para la guerra. EMPÓRION: Lugar donde operaban los comerciantes griegos. ENOMOTÍA: Compañía de hombre vinculados a través de un juramento. EPÍGONOS: La generación de dirigentes posterior a los diádocos. ESPARTIATA: Los ciudadanos varones de Esparta, conocidos también como los iguales (homoioi) de más de treinta años que formaban la asamblea de la ciudad. ESTADIO: Medida griega de longitud que equivale a unos doscientos metros. ESTRATEGO: Cargo público que estaba al mando de las operaciones militares y detentaban el mayor poder y prestigio en las ciudades griegas. ETHNOS: Pueblo, designa la organización sociopolítica griega diferente a la polis, en la que diferentes comunidades se agrupaban en torno a un santuario común.
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LÉXICO
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EUNOMÍA: El buen gobierno de una ciudad. EUSEBEÍA: Conjunto de actitudes y comportamientos hacia los dioses. EUTHÚNE: Rendición de cuentas de los cargos públicos tras dejar sus funciones. EVERGETISMO: Actitud favorable de los ciudadanos griegos más ricos hacia la comunidad financiando edificios o actividades sociales. FLEGIAS: Pueblo de la región de Beocia GÉNOS: Grupo familiar extenso o clan centrado en torno a un culto. GIMNASIARQUÍA: Obligación de costear el equipamiento y entrenamiento de los participantes en los juegos por un ciudadano rico. GIMNASIO: Lugar en el que se impartía la educación cívica griega, en un principio solamente ejercicios físicos, pero a partir de la época clásica también otro tipo de enseñanzas. HABROSÚNE: Magnificencia, fasto, opulencia, vida de lujo. HARMOSTA: Gobernador militar espartano en sus dominios exteriores. HECTÉMORO: El de la sexta parte que era lo que los campesinos atenienses debían entregar como precio fijo a sus acreedores. HETAIRÍAS: Asociaciones de carácter aristocrático en las que sus miembros vinculados por juramentos se conjuraban para conseguir el poder. HETAÍROS: compañero, término con el que Alejandro designaba a los miembros de su estado mayor que se habían educado con él y formaban parte de la caballería. HILOTAS: Población servil del estado espartano asignados a cada ciudadano para cultivar sus respetivos lotes de tierras. HIMENEO: canto de boda que los acompañantes de la novia entonaban cuando la llevaban a casa del novio. HIPASPISTAS: Cuerpo de elite del ejército macedonio que luchaba en la línea frontal de la batalla entre la caballería y la infantería. HISTORIA: Investigación que implica la actividad racional humana contrapuesta al saber procedente de los dioses a través de las musas. HOPLITAS: Infantería pesada griega con casco, lanza, espada, coraza, grebas y escudo, que combatían en filas cerradas y disciplinadas. HÚBRIS: Desmesura que implicaba la ruptura de los límites establecidos para la humanidad por los dioses. ISONOMÍA: Igualdad de todos ante la ley, era uno de los principios del sistema democrático. KLÉOS: Gloria o fama conseguida por la realización de hazañas heroicas. KOLACRETAS: Oficiales encargados del tesoro ateniense. LITURGIA: Servicio público a la comunidad costeado por un ciudadano rico. LÓGOS: Algo dicho que vale igual para relato, argumento, noticia, razón, medida o proporción. Uno de los términos claves del vocabulario griego.
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HISTORIA
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GRECIA. PLANTEAMIENTOS
Y RECURSOS DIDÁCTICOS
MEDIMNO: Unidad de medida de productos sólidos y líquidos que podía equivaler a unos cuarenta y ocho litros. MEDISMO: Designaba la actitud de aquellos griegos que habían adoptado el bando de los persas. METECO: Extranjero domiciliado en una ciudad griega. MINA: Unidad de peso o monetaria que equivalía a cien dracmas. MOIRA: Parte del destino que le corresponde a cada uno. NÁUCRAROS: Cargos públicos de Atenas en época arcaica que tenían importantes atribuciones políticas. NÓMOS: Ley o costumbre establecida por convención humana. OIKISTÉS: Fundador de un nuevo establecimiento griego. OÍKOS: Unidad básica de carácter político, social y económico de la sociedad griega que incluía al propietario de una hacienda con sus parientes, amigos, clientes y siervos. ONCE: Encargados de la prisión y de que se cumplieran las sentencias públicas. PAIDEÍA: Educación y cultura que determinaban la identidad griega. PAIDÓNOMO: Cargo público encargado de vigilar la educación de los niños. PANEGURÍS: Fiesta religiosa que implicaba a toda la comunidad. PARTENIOS: Población espartana de estatus inferior excluida de los plenos derechos ciudadanos. PEÁN: Himno religioso en honor de los dioses. PELTASTAS: Infantería ligera provista de un pequeño escudo y armas arrojadizas. PENTECÓNTERO: Nave de guerra de cincuenta remeros. PHÓROS: Tributo que pagaban los aliados de Atenas. PHRATRÍA: Grupo social griego construido sobre la base del parentesco que reunía a todas las familias que se proclamaban descendientes de un antepasado común. PHÚLE: Tribu o grupo colectivo de participación hereditaria que contaba con sus propios cultos, sacerdotes y cargos públicos. POLEMARCO: Arconte encargado del mando del ejército. POLETAS: Encargados de las adjudicaciones públicas y eran elegidos uno por tribu a través del sorteo. POLIS: Comunidad local que constituía un estado autónomo e independiente. POLITEÍA: Sistema de gobierno de una polis. PÓTHOS: Término atribuido a Alejandro que aludía a su deseo de alcanzar objetivos difíciles o imposibles. PRITANEO: Edificio del ágora que albergaba a los prítanos. PRITANOS: Cincuenta miembros de la Bulé de una misma tribu que ejercían la representación del estado durante una parte del año, más o menos equivalente a treinta y cinco días.
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LÉXICO
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PROEDRÍA: Derecho a ocupar un asiento preferente en el teatro o los juegos concedido como un honor. PRÓDROMOS: Especie de cuerpo de avanzadilla militar que exploraba el territorio y preparaba el combate. PRÓXENO: Ciudadano que representaba los intereses de otra ciudad dentro de su propia comunidad. PILÁGORA: Orador encargado por una ciudad en el consejo de la anfictionía délfica. SÁTRAPA: Representante del monarca persa que ejercía el poder en una de las circunscripciones territoriales en las que estaba dividido el imperio. SICOFANTES: Individuos encargados de denunciar y acusar a otros para obtener un beneficio personal. SIMMAQUÍA: Alianza de carácter militar entre diferentes ciudades griegas. SIMPOSIO: Banquete de carácter ceremonial griego propio de las familias aristocráticas. SINECISMO: Proceso que conducía la unión de varias comunidades en una sola unidad física y política. STASIS: Conflicto civil entre los ciudadanos de una ciudad griega. SISITÍAS: Comidas comunes de los espartanos a las que cada uno de los ciudadanos debía contribuir con sus propios recursos. TALENTO: Medida de peso que equivalía al peso de una persona. TAXIARCO: Comandante en jefe de un regimiento de hoplitas. TÉCHNE: Arte manual, habilidad determinada, oficio. TÉMENOS: Espacio consagrado a una divinidad. TEOGONÍA: Explicación del origen del universo y de los dioses. THESMOTHETA: Encargado de instruir los procesos judiciales. THETES: Hombres libres sin recursos que debían trabajar para ganarse la vida. TIMÉ: Los honores reservados a la condición de ciudadano. TIPHONIOS: Manera de designar a los alejandrinos y griegos en general por parte de los egipcios con carácter peyorativo. TRIÉCADAS: Reunión de treinta familias. TRIERARQUÍA: Servicio público consistente en financiar el equipamiento y entrenamiento de una nave de guerra a costa de un ciudadano rico. TRIRREME: Nave de guerra de tres filas de remeros a cada uno de los lados. TRITIAS: Divisiones propias de las tres regiones naturales del Ática. TRUPHÉ: Abundancia, opulencia y lujo. XÉNOS: Extranjero, huésped.
COLECCIÓN TEXTOS UNIVERSITARIOS UAH HUMANIDADES 01. Curso de iniciación a la escritura narrativa Fernando Gómez Redondo 02. Curso de iniciación a la escritura poética Francisco José Martínez Morán 03. English and Spanish in Contrast Isabel de la Cruz Cabanillas 04. Manual para el estudio de las historias nacionales de Europa. Volumen I. Inglaterra y Francia, el difícil camino para hacerse naciones (Condados, ducados, reinos, monarquías y naciones) José Ignacio Ruiz (dir.), María Dolores Delgado, Pierluigi Nocella 05. Iberia e Hispania. Recursos para el estudio de la historia de España antigua F. Javier Gómez Espelosín 06. La escritura académica en Ciencias Humanas
y Sociales. Una introducción a la investigación Eva Sanz Jara, Inmaculada Simón Ruiz, Francis García Cedeño (coordinadoras) 07. Historia de Grecia. Planteamientos y recursos didácticos F. Javier Gómez Espelosín