HERME ÉUTICA BÍBLI A Unidad I Import ncia y Fundamentos de la Tarea Hermenéutica Por Ruthie Córdova
©2004
UNIDAD I: IMPO TANCIA Y FUNDAMENTOS DE L TAREA HERMENEUTICA Definición de hermenéutica La palabra “hermenéutica” se deriva del griego hermeneutike, derivado a su vez del verbo novotestamentario her eneuo, que significa “explicar”, “traducir”, interpretar”, “aclarar términos y expresiones”. De esta última palabra surge hermeneía, que significa “interpretación”, “explicación”. En términos generales, hermenéutica es la tarea de determinar el significado de las palabras mediante las cuales se ha e xpresado un pensamiento. De lo mencionado se con luye que la “hermenéutica es la ciencia y el arte de la interpretación”; en nuestro cas , se refiere a la “interpretación bíblica”. El pr opósito de la hermenéutica es captar el signi ficado original del texto bíblico y guiar a una comprensión adecuada del mismo.
PERSPECTIVA HISTÓRICA DE “H RMENÉUTICA” El origen de esta palabra l encontramos en el idioma griego, y especia lmente en la mitología griega. Los griegos s n conocidos como quienes desarrollaron to o un cuadro (panteón) de dioses para dife rentes necesidades humanas. Era una form trataban de explicarse un poco la realidad en en que que vivían. vivían. preguntas sobre el sentido de la existencia y otras realidades. Según la leyenda griega, e istía un dios llamado “Hermes” (raíz de “hermen utica” y del verbo ). Hermes era considerado el “dios “hermeneo” ). mensajero”, encargado de tra ucir o interpretar el pensamiento, voluntad, deseo s, etc. de los otros dioses para que los hombre
pudieran entender.
Hermes era considerado el me sajero divino del dios Zeus (el dios principal, el jefe de los otros dioses).
con la que
Intuían respecto a ciertas
UNIDAD I: IMPO TANCIA Y FUNDAMENTOS DE L TAREA HERMENEUTICA Definición de hermenéutica La palabra “hermenéutica” se deriva del griego hermeneutike, derivado a su vez del verbo novotestamentario her eneuo, que significa “explicar”, “traducir”, interpretar”, “aclarar términos y expresiones”. De esta última palabra surge hermeneía, que significa “interpretación”, “explicación”. En términos generales, hermenéutica es la tarea de determinar el significado de las palabras mediante las cuales se ha e xpresado un pensamiento. De lo mencionado se con luye que la “hermenéutica es la ciencia y el arte de la interpretación”; en nuestro cas , se refiere a la “interpretación bíblica”. El pr opósito de la hermenéutica es captar el signi ficado original del texto bíblico y guiar a una comprensión adecuada del mismo.
PERSPECTIVA HISTÓRICA DE “H RMENÉUTICA” El origen de esta palabra l encontramos en el idioma griego, y especia lmente en la mitología griega. Los griegos s n conocidos como quienes desarrollaron to o un cuadro (panteón) de dioses para dife rentes necesidades humanas. Era una form trataban de explicarse un poco la realidad en en que que vivían. vivían. preguntas sobre el sentido de la existencia y otras realidades. Según la leyenda griega, e istía un dios llamado “Hermes” (raíz de “hermen utica” y del verbo ). Hermes era considerado el “dios “hermeneo” ). mensajero”, encargado de tra ucir o interpretar el pensamiento, voluntad, deseo s, etc. de los otros dioses para que los hombre
pudieran entender.
Hermes era considerado el me sajero divino del dios Zeus (el dios principal, el jefe de los otros dioses).
con la que
Intuían respecto a ciertas
Es interesante cómo esta le yenda se ve reflejada en uno de los pasajes d la Escritura. Por ejemplo, en Hechos 14:11- 12 después de que Pablo y Bernabé tuvieron que huir de Iconio (donde fueron apedread s) a Listra y Derbe, y después de que Pablo s nó a un cojo de nacimiento en Listra, el pasa je dice: “Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica (de Licaonia): “Dioses bajo la semejanz de hombres han descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter (equivalente romano de Zeus), y a Pablo, Mercurio (equivalente omano de Hermes), porque éste era el q e llevaba la palabra”. En este sentido, para los de ese lugar, Pablo (Hermes) interpreta a a Bernabé (Zeus) que era el que no hablaba. Lo hacía para que los oyentes lo entiendan.
DIFERENCIA ENTRE HERMENÉU ICA, EXÉGESIS Y EISÉGESIS Ya quedó dicho que Hermenéutica es “la ciencia y el arte de la interpreta ción bíblica”. Suele usarse para denotar: (a) el estudio y la elaboración de los principios sob re la base de los cuales se debe entender un texto; y (b) la interpretación del texto de tal modo que el mensaje llegue al lector u oyen e. Podríamos decir, entonces, que “hermenéu tica” no es la interpretación en sí, sino que es el conjunto de reglas para llegar a una interpretación. Por esos hemos dicho que s “la ciencia y el arte de la interpretación bíb lica”. Ciencia, porque tiene reglas que pued en clasificarse en un sistema ordenado. Art , porque su comunicación debe ser necesari amente flexible, pues una aplicación rígida y m cánica de las reglas podría distorsionar grave ente el verdadero sentido de lo que se quiere comunicar. Un buen hermeneuta será quel que aprenda tanto las reglas como el art para aplicar tales reglas. Podemos dividir a la “herm enéutica” en dos áreas: una general y otra es ecial. El área general comprenderá: el estu io de las reglas que
deben regir para la interpre ación de todo texto bíblico. En ellas incluimos los análisis histórico-cultural, contextual, léxico-sintáctico
teológico. El área
especial comprenderá: reglas q e se aplican a géneros
específicos, tales como paráb las, alegorías, tipos y profecía. Exégesis, proviene de la pa labra griega exegeomai que significa “explicar”, “exponer”,
“interpretar”. Es el arte de int rpretar la Palabra divina escrita. Consiste en leer el texto
bíblico (aspecto gramático) des e su contexto histórico específico (aspecto hi stórico), para hoy entender las Escrituras de u na forma más fidedigna. La exégesis “es la práctica d e la interpretación del texto”. Y la hermenéuti ca determina los principios y reglas que deb en regir la exégesis. El prefijo “ex” significa “fuera de” o “desde”, esto nos indica la idea de una interpretación a partir del texto, “haci fuera desde el texto”. Eiségesis, se forma con la misma raíz verbal de la palabra exégesis, a la cual se
antepone la preposición eis, “hacia adentro”. Eiségesis es introducir la s opiniones, prejuicios, puntos de vista o pre suposiciones personales en el texto bíblico. Es lo contrario a la exégesis. Es poner en las Escri uras lo que no está en ellas. Eiségesis es interpretar lo q ue uno quiere, en vez de exégesis (interpreta r lo que dice, de acuerdo con la traducción y con el contexto).
Import ncia de la hermenéutica bíblica La interpretación bíblica correcta será clave en toda la vida del ministro cristiano. La importancia y necesidad de la ermenéutica radica en que no es solamente asunto de un momento. Ha de dejar una huellla profunda, y ha de convertir al estudioso de l a Biblia en un eficaz e íntegro exponente de la Palabra de Dios. La hermenéutica se torna en un imperativo, porque tenemos que recorda que la Biblia nos viene de una época y de au ores que no son de nuestro tiempo y que no c onocemos de forma directa. Entonces, necesi tamos entender qué es lo que esa Palabra si nificó en ese tiempo. De esa manera, nosotros podremos hacer las veces de “un puent e” entre esa Palabra (que viene de la antigüedad) y congregación, el hombre de nuestros días
la iglesia, ue necesita
escuchar la voz de Dios. Es necesaria la hermenéutica cuando se da un cuadro de problemas como los que confronta la iglesia hoy en día. Estos problemas hacen que nuestra tarea hermenéutic a se torne en u imperativo y que la hagamos con seriedad.
CRISIS EN LA PREDICACIÓN Alguien ha dicho que hoy no se escuchan sermones, sino “sermonetes ”, y éstos, lo único que pueden producir son cristianetes”, no cristianos. Esto nos plantea, ntonces, una tarea urgente de realizar una ve rdadera predicación. Es como cuando el apóst ol Pablo dijo: “Pues nuestro evangelio no lleg a vosotros en palabras solamente, sino tamb ién en poder, en el Espíritu Santo, y en plena ertidumbre... Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra d hombres, según es en verdad, la palabra
e Dios...” (1
Tesalonicenses 1:5; 2: 13). Ese poder en el Espíritu Santo no se da como un a especie de inspiración instantánea, no se d a sólo por el hecho de llegar al púlpito, ni trat ar de decir lo que ese momento viene a la mente. Requiere de disciplina, de estudio, de contacto diligente con la Palabra. SUPERFICIALIDAD EN EL ESTUDI O E INTERPRETACIÓN DE LA PALABRA Se puede notar, con mu cha tristeza, que a veces no somos consc ientes de la importancia de la Palabra; esto e debe a que vivimos en un tiempo donde la “ palabra” está devaluada. Es el tiempo de lo medios electrónicos de comunicación. Es el tiempo del bombardeo de lo visual. Estamos en un tiempo donde la s personas no creen en la palabra de las otras. Esto nos ha llevado a la cris is, en el sentido de que la “Palabra” no recibe la atenci n y la importancia que merece, siendo que viene de Di s. Cuando Dios dice “que su palabra no regresará vacía”, se está refiriendo a Su Palabra. Esto quiere decir que nosotros debemos conocerla, entenderla, para poder decir como los profetas: “Vino a mí Palabra de ios diciendo”.
CONFUSIÓN EN LAS PRIORIDAD ES MINISTERIALES Este no es un problema nue vo, ya en el contexto de la iglesia primitiva se h abía dado. La iglesia iba creciendo y desarroll ndose de una manera efectiva. El mismo crec imiento trajo problemas y desafíos que hacía n necesaria la atención de sus líderes. En He hos 6:1 dice:
“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria”.
Esto hizo que probablemente algunos pensaran que “si los apóstoles solamente atienden el reparto para las viudas, todos vamos a estar tranquilos”. Este pensamiento es una tentación para el ministro. Sin embargo, los apóstoles reaccionaron de una manera adecuada y dijeron: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a la mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo, y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos 6:2-4). Sus prioridades eran la oración y la
predicación de la Palabra. El ministerio evangélico se basa en la Palabra de Dios. Aunque el ministerio pastoral incluye varias facetas, alcanza más plena expresión en la predicación de la Palabra de Dios. Al ser esta la naturaleza del ministerio pastoral, es lógico que una de las consideraciones primordiales del ministerio tenga que ver con el correcto empleo de la Palabra de Dios. En 2 Timoteo 2:15, Pablo dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.
A la luz de esto, podemos concluir esta parte, como lo dijo Pablo, que una de las marcas distintivas del falso ministro está dado por el hecho de que adultera la Palabra de Dios. “Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Di os hablamos en Cristo” (2 Corintios 2:17).
ESCASA SENSIBILIDAD A LOS DESAFÍOS DE LA HORA PRESENTE Las grandes necesidades y problemas que confronta la sociedad actual, han originado respuestas de todo tipo de expertos (sociólogos, antropólogos, economistas, politólogos, científicos sociales).Todos aportan una solución. Sin embargo, la iglesia cristiana y los ministros, no tienen nada que decir muchas veces respecto a las necesidades de la hora presente. Siendo insensibles a los desafíos que presenta la sociedad actual. Esto sucede porque su acercamiento a la Palabra es muy superficial. Si fuéramos conscientes de la realidad, iríamos a la Palabra con el deseo de encontrar respuestas a las necesidades de nuestro contexto en el que vivimos (deuda externa, clonación, SIDA, homosexualismo, lesbianismo, internet, globalización, filosofías modernas, entre otros).
La hermenéutica es necesaria, porque al acercanos a la Palabra de Dios de una manera adecuada, conociendo el contexto en el cual nos movemos, vamos a darnos cuenta que en verdad la Palabra de Dios es viva y eficaz, y tiene respuestas para las necesidades, interrogantes y problemas que vive el hombre contemporáneo.
POCO CUIDADO EN LA PERSONA DEL INTÉRPRETE BÍBLICO Cualquier persona no puede acercarse a la Palabra de Dios y osar interpretarla, sin más ni más. De este problema han surgido las terribles y más variadas herejías. Esto hace urgente que el ministro de Dios reúna ciertos requisitos o cualidades que le hagan digno de interpretar las Sagradas Escrituras: • Ser objetivo. El ministro debe acercarse al texto con una actitud abierta, permitiendo que éste modifique parcial o totalmente sus puntos de vista iniciales, en la medida en que no se ajusten al contenido de las Escrituras. • Tener cultura general. Debe manejar los idiomas originales, teología, filosofía, historia, entre otros. • Ser investigador o tener espíritu científico. De manera que demuestre conocer los criterios que rigen la interpretación y sabe utilizarlos, poniendo a contribución un recto juicio, agudeza de discernimiento, independencia intelectual y disciplina mental. • Ser humilde y tener una mente abierta ante el incremento de conocimientos. Dejar la posibilidad de que nuevos descubrimientos o investigaciones lleven a hacer rectificaciones. Se debe renunciar a la pretensión de infabilidad e intolerancia. • Tener sensibilidad espiritual en mente, sentim ientos y voluntad para estar abiertos a la acción espiritual de la Escritura. Sólo así se podrá percibir y comprender las verdades
divinas. Se logra con una comunión diaria e íntima con el Señor. • Tener una actitud de compromiso con Dios para poner en práctica en su vida personal lo que descubre en la Palabra. • Tener un espíritu de mediador entre el autor bíblico y el lector para que las enseñanzas sean significativas en cualquier lugar o época.
Formación y Transmisión de la Biblia FORMACIÓN DE LAS ESCRITURAS Las Escrituras son una colección de escritos reconocidos como sagrados por el pueblo judío y la iglesia cristiana. Estos fueron escritos por personas inspiradas por Dios como una manera en la que Él se revela a Sí mismo y su voluntad para el ser humano. A las Escrituras se les conoce también con el término griego biblion que significa “papiro para escribir” o “los libros”. Las palabras biblion y bibila fueron usados en la versión de los LXX y en los libros apócrifos. Por el siglo V d.C., los Padres Griegos de la Iglesia aplicaron el término “Biblia” a todas las Escrituras cristianas y de allí la palabra pasó a la iglesia occidental, al idioma latín como palabra singular femenina.
INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA Las Escrituras en tiempos del Antiguo Testamento fueron los libros que conocemos hoy, pero clasificados en libros de la Ley ( torah o Pentateuco), libros de los Profetas y libros de los Escritos. Las Escrituras en tiempos del Nuevo Testamento no aparecieron hasta después de la formación de las iglesias cristianas. Estas son: Las cartas escritas por algunos apóstoles y seguidores de Jesús, discípulos de los apóstoles, entre otros. Estos escritos fueron reconocidos también como inspirados y sagrados por los concilios e iglesias cristianas. La palabra “testamento” viene del latín testamentum que fue tomado de la palabra griega diatheke que significa “disposición”, “arreglo” o “última voluntad”, y que originalmente proviene de la palabra hebrea berit que significa “pacto” o “alianza”. Entonces, Antiguo Testamento refiere al pacto que Dios hizo con Moisés en el Sinaí y el Nuevo Testamento se refiere al nuevo pacto de Dios con la humanidad por medio de Jesucristo. La mayor parte del Antiguo Testamento está escrito en hebreo antes de la cautividad babilónica. Después del retorno, los israelitas hablaban arameo, un dialecto relacionado que se hablaba en el suroeste de Asia. Así que algunas porciones como Esdras 4:8 - 7: 26, Jeremías 10:11 y Daniel 2:4 - 7:28, están escritos en ese idioma. El texto antiguo hebreo
consistía de consonantes solamente. Las vocales fueron inventadas por los eruditos judíos masoretas a partir del siglo VI d.C. en adelante. La mayor parte del texto del Nuevo Testamento está escrito en griego. Las Escrituras fueron escritas en un período aproximado de 1400 a 2000 años, desde el tiempo de Moisés hasta el siglo I d.C. Las Escrituras son la Palabra de Dios, porque en ellas se encuentran el testimonio de que Dios se reveló y expresó su voluntad por medio de diferentes personas, en diferentes tiempos y circunstancias. Ella es plenamente divinohumana. En sus páginas se habla de toda clase de pueblos, razas y culturas que vivieron en épocas muy distintas. Está llena de historias, poemas, cantos, cartas, leyes y normas de conducta, predicciones, aventuras, etc. La Biblia fue el primer libro, de un total de 21 ejemplares, que se publicó en la imprenta de Guttenberg en Alemania, ha sido traducida a más de 2000 idiomas. Es el libro más famoso a través de los tiempos, los lugares y generaciones. Ha llegado a casi todos los países y se han vendido millones de ejemplares.
El contexto de la Biblia Las Escrituras se desarrollaron dentro del contexto de la historia de la humanidad y especialmente entre el pueblo de Israel. La revelación de Dios fue progresiva, la misma que se observa en los diferentes períodos en la historia.
Contexto histórico del Antiguo Testamento
El libro de Génesis es el libro que relata los orígenes o comienzos de todo (de la creación, de la humanidad, del pecado, del pueblo de Israel, etc.) y está dentro del período de la historia primitiva o primigenia. Parte del libro de Génesis, donde se relata el inicio del pueblo de Israel con Abraham, va a ser considerado como el período de los patriarcas. Este tiempo incluye todas las historias y eventos de estos seminómadas y su relación con Dios hasta que llegan a Egipto. A continuación viene el período del éxodo que se inicia con el llamado de Moisés en el desierto por Dios y la liberación de su pueblo de la esclavitud en Egipto con la promesa de vivir en la tierra de Canaán. Este período es clave, porque es la respuesta de Dios a su pacto hecho con los patriarcas, la afirmación de la fe del pueblo por medio del evento de liberación y el establecimiento de un pacto más amplio con su pueblo en el Sinaí.
Luego, le sigue el período de los jueces que se estableció poco después de la conquista y toma de Canaán. Era un tiempo de organización del territorio pero también de conflictos entre los hebreos, adaptaciones a nuevas formas de vida, influencias culturales y religiosas de los pocos pueblos cananeos que no fueron totalmente eliminados, enfrentamientos con otros pueblos, decadencia en la vida y relación con Dios de manera individual y corporal. Frente a esta situación surgieron los jueces, quienes eran líderes militares carismáticos llamados por Dios para liberar al pueblo hebreo en momentos de crisis y establecer la justicia entre ellos. Debido a una fuerte dominación del pueblo filisteo en territorio palestino y captura del arca del pacto, los israelitas se vieron obligados a unirse y constituir un liderato estable. Así se estableció el período de la monarquía, que se inicia con la búsqueda y ungimiento de su primer rey Saúl. Este período está constituido por las historias de los gobiernos de los diferentes reyes, sus victorias y derrotas, sus obras, su obediencia y desobediencia a Dios y la división del reino en dos (norte y sur). En este período también surgieron los profetas para oponerse a la monarquía debido a su marcado énfasis en abandonar a Dios, ir tras el paganismo y fomentar el sincretismo religioso entre el pueblo. La destrucción de los dos reinos y el cautiverio del remanente del pueblo de Israel, marcan el próximo período llamado del exilio. Se caracterizó por el dolor y desarraigo, pero produjo una intensa actividad literaria y religiosa. Aquí se establecieron las bases para el judaísmo. Este período incluye la restauración, cuando el pueblo con el consentimiento persa vuelven a Palestina para reconstruir el templo de Jerusalén bajo el liderazgo de Esdras. Es el comienzo de la comunidad judía, de reformas religiosas, morales y del énfasis en la Ley. A los judíos se les comenzó a conocer con el nombre del “pueblo del Libro”. La época helenística o griega se inicia después de la victoria de Alejandro Magno sobre los persas. Después de la muerte de Alejandro sus sucesores no pudieron mantener el imperio unido, y Palestina quedó dominada bajo los egipcios con los tolomeos y después bajo los sirios con los seléucidas. Durante este período se tradujeron las Escrituras (Antiguo Testamento) en griego para los judíos de habla griega conocida como la versión de los Setenta (LXX) o Septuaginta. Este tiempo fue difícil para los judíos, quienes tuvieron conflictos entre ellos porque algunos adoptaron las prácticas helenísticas y otros siguieron las prácticas judías. Esa tensión los llevó a que se desatara la rebelión de los macabeos y otras continuas
insurrecciones sobre los gobernantes que atentaban contra las tradiciones y costumbres judías. Finalmente, el general romano Pompeyo conquistó Jerusalén y reorganizó Palestina y Siria como una provincia romana. La época del Nuevo Testamento coincidió con la ocupación romana, y una vez más el pueblo judío se vio sujeto a otro imperio más. Aunque los judíos gozaban de ciertos privilegios y libertades, ellos procuraron independizarse promoviendo en el futuro nuevos enfrentamientos que acabaron con la destrucción del segundo templo y ciudad de Jerusalén.
Contexto histórico del Nuevo Testamento
La vida en tiempos del Nuevo Testamento se caracterizaba por los judíos que vivían bajo el dominio romano pero con la posibilidad y libertad de celebrar sus tradiciones y costumbres. Se leían las Escrituras, se reunían en sus sinagogas y tenían esperanza en la promesa de la venida del Mesías, que fue lo que sostuvo su fe en que algún día Dios haría justicia y los libraría de sus enemigos. El pueblo no estaba unido social, religiosa ni políticamente. Había una marcada distinción de clases sociales y diferentes grupos religiosos y políticos. Tenían una clase alta conformada por los políticos, religiosos, grandes comerciantes, terratenientes y recaudadores de impuestos. Una clase media conformada por artesanos, pequeños comerciantes, sacerdotes y maestros de la ley. Y la clase pobre que incluía a los jornaleros, mendigos, leprosos, paralíticos. Después de ellos estaban los esclavos. Entre los grupos de importancia se encontraban los fariseos, los saduceos, los maestros de la ley, los herodianos, los esenios y los zelotes. Todos los judíos tenían diferentes oficios: agricultores, pescadores, ganaderos, comerciantes, artesanos, sacerdotes y levitas. Aún se les permitía a los judíos tener sus reyes y gobernar sus territorios, aunque estuvieran sometidos al poder romano. En el Nuevo Testamento se menciona a Herodes el Grande y sus descendientes Arquelao, Herodes Antipas y Filipos y Herodes Agripa (hijo de Filipos). Poco a poco, los romanos se apoderaron de los territorios que los reyes judíos tenían, ya sea por la fuerza o por muerte de ellos, hasta dominar completamente Palestina. Así, los romanos colocaron una nueva jerarquía de gobierno e hicieron varios cambios administrativos y militares por todo el imperio. Se intensificó la vigilancia, la adoración al emperador, se facilitó las conquistas y aplacó las rebeliones. Comenzaron a desaparecer los
líderes religiosos (sacerdotes, levitas, maestros de la ley) y autoridades
el sanedrín.
Entonces, se formaron escuela s y rabinos para las enseñanzas religiosas, tr adicionales y culturales. La iglesia cristiana aprovechó bien los beneficios de la unidad política
cultural del
Imperio Romano, de manera q ue facilitó su propagación. Al principio los ro manos no se opusieron a la religión judía ni ristiana. Pero cuando esta última entró en co nflicto con la ley de adorar al emperador y su s dioses, versus la lealtad únicamente a Cristo, entonces los cristianos fueron brutalmente erseguidos. Así Roma se convirtió en el ene igo número uno del cristianismo. Las enseñanzas de las Escrituras eran orales, luego se escribieron en arame o y después en griego. Las palabras, el mens je y pensamiento del Nuevo Testamento están guiados bajo una cosmovisión hebrea sin importar la influencia griega. Aunque el cristianismo se riginó en el seno del judaísmo, éste se fue distinguiendo poco a poco, y se separó del t do cuando se aclaró que el evangelio no era sólo para los judíos sino para todas las nacion es. Es decir, no se necesitaba ser judío para se r cristiano. La fe de los gentiles incrementó el número de miembros de la iglesia cris tiana y esto contribuyó a la separación total con el judaísmo. EL TEXTO Y EL CANON BÍBLICO El desarrollo del texto bíbli o
Es importante conocer el o rigen, características y desarrollo del texto bíb lico para una correcta interpretación y enten imiento del mismo. Por ejemplo, saber que o existen los libros originales del escritor
íblico, sino copias fieles de los mismos
n forma de
manuscritos; y que cuanto más ntiguo es un manuscrito más confiable es. Ca a libro del Nuevo Testamento se escri ió a mano (m nuscrito), y en papiros, en griego, entre la últ ima parte del
siglo I o a inicios del siglo II d.C. Los antiguos m anuscritos se pr ducían en tablas de piedra, en ladrillos, e
tablillas de
madera o de marfil cubiertas de cera, en que se e cribía con un ins rumento llamado “estilo”. El papiro es un
especie de
pa el preparado de un tipo de caña que crece en l río Nilo.
Las copias del siglo IV fueron escritas en materiales hechos de pieles de animales (ovejas o cabras), limpia de vellón o de pelo, raída, adobada y estirada; en la cual se escribían, y se escriben aún, documentos de gran valor, estos eran llamados “pergaminos”. Eran un poco más costosos por el material mismo y porque tomaba más tiempo en escribir un libro. Otro material que se usaba para escribir era la “vitela”, que es una especie de papel fabricado de piel de antílope, ternero o macho cabrío. También se hacían copias de alguna obra hecha en pergamino ya usado con un escrito anterior, el cual se había borrado para estampar en él una nueva obra; y se le llamó “ palimpsesto”. Las copias de los escritos de un apóstol o discípulo, no eran consideradas sagrados en sí; por lo que algunas copias tienen añadiduras para aclarar algo o enfatizar cierta enseñanza o tienen errores en palabras, cantidades u otros detalles. Fue en el siglo II d.C. que los cristianos le dieron a los escritos del Nuevo Testamento ya un carácter sagrado e inspirado como eran las del Antiguo Testamento. Los “autógrafos” de la Biblia u originales de los escritos, se perdieron. Sólo tenemos copias de los autógrafos o copias de otras copias. Los antiguos manuscritos de la Biblia están escritos en “pergaminos” y también los hay en “papiro”. La escritura que se usó hasta el siglo IX fue en letras mayúsculas únicamente, a la que se llamó “uncial”. Luego cambiaron, y en los siglos siguientes se comenzó a escribir en letras minúsculas o “cursivas”. Así que todas las copias después de ese siglo IX, son con letras pequeñas. En el siglo XII las copias eran escritas ahora en papel. Con las excavaciones e investigaciones, realizadas a través de estos siglos, se han encontrado numerosos manuscritos de las Escrituras. Algunos son en letras mayúsculas y otros son en letras minúsculas. Unos son muy antiguos y otros son posteriores. La mayoría son fragmentos, y los más completos son de una a dos hojas de texto. De los manuscritos hebreos se conocen unos 1400 y de los manuscritos griegos unos 2800 a 3000, en papiros y unos 2200 manuscritos leccionarios. Estos últimos tienen pasajes colocados en orden a manera de lecciones que se usaban durante el año, siguiendo el calendario litúrgico. Dentro de los manuscritos más importantes tenemos: El Códice Vaticano. Antiguo manuscrito que se encuentra en la biblioteca del Vaticano,
del siglo IV; se desconoce su lugar de origen.
El Códice Sinaítico. Descubierto en 1844 por el Dr. Constantino
Tischendorf, en el Convento de Santa Catalina en el monte Sinaí. El Códice Alejandrino. Estuvo en Alenjandría y viene del siglo V. El Códice de Efraín. Es un códice palimpsesto del siglo V y está en la biblioteca de París. El Códice de Beza. Es otro escrito del siglo VI, que lleva el nombre del reformador
Teodoro Beza, porque era de su propiedad. Se encuentra en la Universidad de Cambridge. Los manuscritos de la Biblia son de muy diversas épocas. Los más antiguos son del siglo II. A partir de este siglo, el Nuevo Testamento se tradujo en otros idiomas como el siríaco, el latín, el copto, el gótico, el armenio, el etíope y el georgiano, siendo los primeros tres idiomas los más antiguos y fieles al manuscrito original. Del siglo II al IV se tienen además los escritos de los grandes y primeros líderes de la iglesia cristiana conocidos como Padres de la Iglesia. Ellos escribían en griego o latín y citaban versículos del Nuevo Testamento. Pero no se sabe si sus citas eran palabra por palabra, de memoria, o de una copia que tenían. Así que, los copistas modificaban o arreglaban en sus nuevas copias alguna palabra que no les parecía adecuada o conocida. Esas diferencias se hacían para: • Mejorar el estilo o la gramática • Hacer que coincidiera con la misma historia en otro libro • Mejorar la teología de ciertos versículos • Proteger una doctrina específica • Conservar ambas lecturas de dos manuscritos O a veces era como resultado de una mala lectura o memoria: • Al saltarse letras, palabras o una línea completa • Leían u oían mal el texto y copiaban mal también • Escribían palabras equivocadas o repetían por error una o varias palabras. Esto se debía a que los copistas escribían en lugares que hacía frío, había poca luz, tenían problemas con la vista, se fatigaban, o tenían problemas con el oído, etc. Algunos manuscritos se copiaron directamente de otros, o de dos manuscritos diferentes, o fueron corregidos por otros manuscritos. Al hacerse muchas copias se desarrollaron familias o tipos de textos (alejandrino, bizantino). Todos estos cambios representan variantes.
Aunque hay muchas diferencias en la escritura en los manuscritos entre sí, éstas no son de gran importancia ni cambian drásticamente la intención o mensaje de los escritores bíblicos. Existen personas especializadas (críticos textuales) para establecer criterios y determinar qué es lo más cercano al texto original. Cuando el Nuevo Testamento se escribió en griego, éste también sufrió cambios a medida que se hacían copias. Esto se debió a que no eliminaban las variantes encontradas en diferentes manuscritos, o porque los manuscritos se escribían en varios idiomas para diferentes grupos de personas que vivían en todo el Imperio Romano. Para el tiempo que se inventó la imprenta, la única forma en griego del Nuevo Testamento que se usaba era el texto bizantino. En 1516, el Nuevo Testamento griego se editó por el holandés Y humanista Erasmo, y se imprimió por el suizo Froben. En los siguientes años, se editó el texto muchas veces y se le llamó “texto recibido” o textus receptus.
En el siglo XVII y XVIII los eruditos bíblicos revisaron el textus receptus para detectar variantes al compararlos con unos manuscritos antiguos que se habían descubierto en esos siglos. En los siglos XVIII y XIX los eruditos formularon principios y cánones, que dieron como resultado que el textus receptus no era tan fiel a los escritos originales debido a que había diferencias en ortografía, tiempos verbales y usos de palabras. Así dos eruditos ingleses escribieron un Nuevo Testamento en griego basándose en los manuscritos alejandrinos en lugar de los bizantinos como lo fue el anterior. En el siglo XX el Nuevo Testamento griego fue nuevamente editado por eruditos católicos y protestantes dando como resultado diferentes ediciones. Finalmente quedó una edición publicada por los eruditos Nestlé y Aland con el auspicio de las Sociedades Bíblicas Unidas. De ésta se sacaron dos: una para el uso de los traductores de la Biblia y otra para el uso de maestros, estudiantes y expositores de la Biblia. Ambas ediciones tienen una nota al final de cada página llamado “aparato crítico”, donde se mencionan las variantes, los manuscritos, los códigos y otros datos que ayudan al lector a tomar en cuenta estos detalles y saber cómo los editores trabajaron en su edición. La existencia de las diferentes traducciones de la Biblia hoy en día, se deben a que los traductores han empleado un cierto estilo de lenguaje, o se ha interpretado de manera diferente el texto griego, o se han basado en diferentes manuscritos que contienen
variantes, o pesan en forma diferente la evidencia interna y externa de cada versículo. Una vez más, estas diferencias son menores y no afectan en nada la fe cristiana que hemos recibido a través de los siglos.
El canon del Antiguo Testamento
Los libros de la ley o torah fueron los primeros en ser reconocidos como canónicos cuando los judíos regresaron del exilio. Luego los libros de los profetas fueron reconocidos al final del siglo III a.C. y los libros de los escritos se reconocieron a finales del siglo I d.C. Estos forman los 24 libros del texto hebreo. La única diferencia entre el Antiguo Testamento hebreo y nuestro Antiguo Testamento de 39 libros, es la separación y contabilización individual de los libros. La división del texto hebreo fue aceptada en el Talmud Babilónico; en el prólogo de la traducción del Eclesiástico o Sabiduría de Jesús ben Sira, cuyo abuelo fue un estudioso de la ley y de los profetas. También, en el Nuevo Testamento fue aceptado por Jesús y los apóstoles, como Pablo. También se ha encontrado en los manuscritos del Qumrán cerca del Mar Muerto. Canon es una palabra griega que tiene origen hebreo que significa “caña” o “vara” para
medir. Se empleó para definir las normas o patrones para regular o por lo cual medir. Cuando se habla de canon bíblico, se refiere al establecimiento de un estándar por el cual se puede determinar si un libro escrito por un siervo o profeta de Dios, merece el reconocimiento de ser inspirado, sagrado y fiel a la Palabra de Dios. Los judíos querían un cuerpo cerrado de escritos que sirviera para el desarrollo religioso y social del pueblo. Dentro del Antiguo Testamento se observa ya que algunos profetas y líderes del pueblo de Dios reconocían la autoridad y el valor de mensajes proféticos y otros escritos. Así que para el comienzo de la era cristiana, ya había un acuerdo entre los judíos de todos los libros y su división como canon hebreo o judío. Se estableció de una forma permanente hasta a fines del siglo II y III d.C. Se le dio carácter de oficial en el Concilio de Jamnia en el 90 d.C. Dentro de los criterios que se aplicaron para establecer la canonicidad de los libros estaban: • Que fueran inspirados por Dios • Que tuvieran el carácter legal del escrito
• Que tuvieran la forma que celebraba o revelaba la manifestación de Dios
En Alejandría, la capital del reino de los Tolomeos, donde existía una comunidad judía bastante numerosa e importante que hablaba griego como su idioma, se tradujo los libros del Antiguo Testamento al griego, comenzando por los primeros libros (Pentateuco o libros de la ley) y así sucesivamente. A esta traducción se le llamó Septuaginta o versión de los Setenta (LXX). El nombre se origina de una leyenda, la cual dice que fueron 70 a 72 personas
de Jerusalén que tradujeron el texto en forma independiente, otra añade que fue en 72 días y otra añade que produjeron 72 versiones idénticas. El orden de los libros en esta traducción difiere a la del texto hebreo posiblemente por una influencia cristiana sobre el canon (los cristianos fueron los que fijaron el canon griego). En esta traducción se incluyeron también los libros que llamamos apócrifos, pseudoepígrafos o deuterocanónicos: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, Macabeos, Daniel y Ester. Estos se encuentran únicamente en los manuscritos griegos. La Septuaginta trajo varios beneficios. Por un lado, esta versión hizo posible que judíos de habla griega tuvieran acceso a los textos sagrados de sus antepasados, y a los que no eran judíos de conocer las Escrituras hebreas. Por el otro lado, la versión permitió a los cristianos relacionar el mensaje de Jesús con los mensajes mesiánicos de los profetas y facilitar la predicación entre tantos pueblos. Posteriormente, los judíos rechazaron la traducción de la Septuaginta porque consideraron que la versión tenía un estilo libre en la traducción y a veces encontraban palabras que estaban mal traducidas del hebreo. Entonces, surgió nuevas versiones griegas como la versión de Aquila (muy literal del texto hebreo) la versión de Símaco (buena traducción, es fiel al texto hebreo y buen uso del griego) y la revisión de Teodocio (se basó en una versión griega ya existente). La iglesia cristiana utilizó mucho la versión de la Septuaginta, pero con el paso del tiempo la iglesia se dividió en iglesia occidental e iglesia oriental. La primera aceptó los libros deuterocanónicos como parte de las Escrituras y les dio la misma autoridad. De aquí que San Jerónimo incluya esos libros en su versión de la Vulgata Latina. Mientras que la segunda los rechazó; sólo seguían y aceptaban los 22 libros del canon hebreo. Aunque el Concilio de Trento decretó la inclusión de los libros deuterocanónicos en las Escrituras, la Confesión de Westminster afirmó los libros del Canon hebreo y sólo aceptó los
libros deuterocanónicos con un nota que se indicara que estos no eran inspir dos y que no formaban parte del canon origi al de las Escrituras por lo que carecen de aut ridad para la iglesia.
El canon del Nuevo Testam nto
Los escritos del Nuevo Test mento son escritos que resultaron por una raz ón, ocasión o circunstancia. El material de
stos libros es también variado ya que in luye relatos,
predicaciones, testimonios, or aciones, poesía, pensamientos, exhortacion es, visiones, asuntos personales, doctrinales, etc. Los escritores bíblicos escribían personalmente o por medio de sus sec retarios para responder a una situación espe ífica. Lo que ellos escribían no pensaban que llegaría a ser considerado como un escrito sa rado y autoritativo en el futuro para la iglesia ristiana. La composición de los evan elios es principalmente de origen oral ya que los discípulos contaron a otros lo que record ban de sus experiencias personales con Jesú . Después se pusieron por escrito de maner más formal haciendo uso de materiales e información que tenían a su disposición y los propios testimonios de los autores. Sin embargo, estos evangelios no eran los únicos que circulaban en el mundo antiguo. Debido a la expansió
del cristianismo, así también
circularon muchos otros escrito , por aquí y por allá. Por otro lado, habían escri os que tergiversaban la doctrina cristiana y tros escritos que defendían la fe. Otros se e scribían para edificar y animar a los cristiano s durante los tiempos de la persecución. Algunos eran documentos escritos por respetable líderes de la Iglesia Cristiana que murieron omo mártires o por. teólogos de la iglesia. sí que estos documentos eran respetados
considerados como serios, como la Primer Epístola de
Clemente de Roma a los Corint os, la carta de Bernabé, el Pastor escrito por Hermas, y la Didajé.
Ante el enfrentamiento de problemas que tenían que ver con situacion es de la vida cristiana, relaciones personale , corrientes, tendencias e influencias de p nsamiento y cultura, persecución, administración, asuntos doctrinales, asuntos morales y otros, los cristianos se vieron en la im eriosa necesidad de contar con un cuerp
de escritos
reconocidos como sagrados y autoritativos para servir como criterio, fuente y referencia para tomar decisiones. Esto los llevó a establecer un canon. Los escritos de los Padres Apostólicos (discípulos de los discípulos) contienen mucha enseñanza de los apóstoles y estos escritos fueron aceptados y considerados autoritativos en la comunidad cristiana. Los escritos de los Padres de la Iglesia (teólogos y líderes de la iglesia que surgieron posteriormente a la generación de los padres apostólicos), que son tratados para defender la fe, otros para explicar las doctrinas, otros de polémica y discusión teológica. Así que la riqueza y producción literaria era variada y amplia. El establecimiento del canon fue un proceso a lo largo de los años, que las mismas comunidades cristianas fueron reconociendo, aceptando, depurando y ratificando. Una lista de 27 libros que ellos consideraron como autoritativos e inspirados, se oficializó en el Concilio de Trento en 1545-63.
TRANSMISIÓN DE LAS ESCRITURAS Después del exilio babilónico, el pueblo judío había perdido su idioma y no podían entender las Escrituras en hebreo. Así que posiblemente, durante el tiempo de Esdras se escribieron unas paráfrasis de las Escrituras en arameo llamados “targúmenes” que se leían en las sinagogas después de la lectura oficial de los libros de la ley y de los profetas. Al principio, estos targúmenes eran paráfrasis orales muy sencillas pero con el tiempo se hicieron cada vez más elaboradas y ya se incluían explicaciones e interpretaciones teológicas. Llegaron a tener una forma fija y se pusieron por escrito. De estas traducciones arameas se conocen unas ocho. Entre las más famosas se encuentran: El Targum de Onkelos: Es una traducción del Pentateuco hecha por un prosélito al
judaísmo que vivió en el siglo II y que se llamaba Onkelos. El Targum de los Profetas: Es una versión de los libros históricos y de los libros
proféticos atribuida a Jonatan Ben Uzziel, discípulo de Hillel, hecha en el siglo II. El Targum Samaritano: Es una traducción de los libros de la ley (Pentateuco) que se
escribió en hebreo con letras samaritanas en el siglo V y se usó el dialecto arameo para que los samaritanos pudieran tener la Palabra de Dios.
Entendemos que no todas las antiguas versiones de la Biblia fueron fieles al texto original. Algunas son paráfrasis adulteradas con algunas leyendas de los judíos. Esdras, un erudito judío y sacerdote hebreo que vivió en el siglo VI antes de Jesucristo dio origen al movimiento de las versiones orales de la Biblia (Nehemías 8:8-9). Estas versiones y revisiones de versiones contribuyeron en el despertar espiritual del pueblo de Dios. Entre las traducciones de las Escrituras se encuentran las versiones griegas, las versiones latinas, las versiones inglesas, las versiones castellanas y las versiones en otros idiomas.
La Biblia en otros idiomas La Biblia se escribió en tres idiomas. El Antiguo Testamento se escribió en hebreo, una lengua semítica, y unas porciones en arameo (ej. Daniel 2:4b-7:28). El Nuevo Testamento se escribió en griego, porque el hebreo era una lengua muerta. En esa época todos los habitantes de Palestina hablaban arameo, que era la lengua materna de Cristo y la de sus apóstoles. El hebreo se dejó de utilizar como idioma desde los días del cautiverio babilónico a mediados del siglo VI. Sin embargo, hoy en Israel se habla hebreo. Debido a que el cristianismo se extendió rápidamente en los países donde el griego era la lengua popular, los escritores bíblicos se vieron obligados a escribir en ese idioma para alcanzar a más personas. Los judíos fueron los primeros que tradujeron las Escrituras al idioma del pueblo. Esdras inició la versión de las Escrituras al arameo. En el siglo III, Orígenes corrigió cuatro de las versiones griegas del Antiguo Testamento que estaban en circulación y las incluyó en su obra titulada Hexapla. Esas versiones griegas fueron: la Septuaginta, la de Aquila, la de Símaco y la de Teodosio. La Hexapla era una edición de la Biblia preparada por Orígenes que contenía en columnas paralelas el original bíblico, en caracteres hebreos, en caracteres griegos, y cada una de las cuatro versiones griegas mencionadas anteriormente. Casi todas las citas del Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento fueron tomadas de la versión Septuaginta. Esta versión griega alimentó por varios siglos la fe del pueblo judío de habla griega. Ha sido citada con frecuencia por los Padres de la Iglesia y por algunos historiadores como Josefo, estudiosos como Orígenes, Jerónimo para hacer su
traducción al latín llamada Vulgata y por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros para su versión española. La Septuaginta es la versión oficial de la I glesia Ortodoxa Griega. La versión de Áquila es exageradamente literal y muy meticulosa con las particularidades del original hebreo. Fue hecha por Áquila, un prosélito judío que vivió bajo el reinado de Adriano (117-138).TE PÁG. 33 La versión de Teodocio es muy fiel a la versión de la Septuaginta que más bien parece una revisión. Teodosio o Teodoción fue un prosélito judío que vivió en Efeso a fines del siglo II. La versión de Símaco es muy elegante. Fue hecha por un samaritano llamado Símaco, convertido al judaísmo que vivió durante el gobierno de Séptimo Severo (193-211) pero que sacrificó la idea por la elegancia del estilo literario. A fines del siglo IV existían diversas traducciones de las Escrituras en latín, que era la lengua fronteriza en la acción misionera de la Iglesia cristiana en ese tiempo. Entre esas versiones latinas están: Latín Viejo o Antiguo, la Vulgata Latina. La versión latina que llegó a ser más popular y de uso oficial fue la Vulgata Latina. Fue una traducción directa del hebreo y con algunos arreglos a la versión de la Septuaginta. Fue hecha por el monje Eusebio Jerónimo. La palabra “Vulgata” significa “versión popular” porque fue hecha a la lengua común del vulgo o pueblo. Jerónimo comenzó su trabajo en el año 383. Fue a vivir a Belén donde estudió hebreo para leer el texto original. Su versión contiene muchas variaciones en relación con las otras versiones latinas que circulaban en su tiempo. Esta versión contiene todos los 66 libros de la Biblia, pero también incluye los libros deuterocanónicos o apócrifos. La Vulgata Latina despertó una fuerte crítica desde que apareció y su autor fue acusado de hereje. Pero Jerónimo explicó y contestó preguntas sobre la diferencia de su versión con las otras. Con el tiempo, la versión fue aceptada, que incluso San Agustín quien no aceptaba esa versión al comienzo, la citó luego en sus escritos. Esta versión no llegó a ser ampliamente popular y aceptada hasta muchos siglos después. El 8 de Abril de 1546 en el Concilio de Trento, la Iglesia Católica Romana declaró a la versión Vulgata Latina como la versión oficial. Se cree que esta tardanza fue un factor para que la Biblia no se conociera entre la gente del pueblo por mucho tiempo, sólo en los círculos intelectuales. Otras versiones en otros idiomas existentes son:
Versiones Siríacas: Siríaco viejo, la peshita.LIBRO PARA EL ESTUDIANTE Versiones Inglesas: Biblia de John Wycliffe, el NT de William
Tyndale, Biblia de Miles Co erdale, Biblia de Thomas Matthew, la Gran B iblia, la Biblia de Ginebra (la primera en tene división de capítulos y versos), la Biblia de l s Obispos, la versión de Douay-Rheims, la ve sión del rey Santiago, la versión inglesa revisa da, la versión americana estandarizada, etc. Versiones Diversas: francesas, portuguesas, etc.
La Biblia en castellano Para la versión en castella o se tomó generalmente la Vulgata Latina como base. En otros casos, se utilizaba el texto hebreo y griego, pero se hacían versiones incompletas por diferentes personas y en diferentes épocas. Por fin se escribió una vers ión completa de la Biblia llamada la versión de Casiodoro de Reina, después vino la versión de Cipriano de Valera, luego la versión de Fe lipe Scío de San Miguel, la versión de Félix Torres Amat, la versión de encé, la versión moderna, la versión
Casio oro de Reina
de Eloino Nácar y Alberto Colu ga, la versión de Bover-Cantera, la versión R eina-Valera o Biblia del Oso, la revisión de la versión Reina-Valera, la versión Dios Llega a l Hombre, la versión Dios Habla Hoy, la Ver ión Lenguaje Sencillo y otras versiones más conocidas en nuestros días.
Preservación y transmisión de las Escrituras La preservación de las Escr ituras se refiere al tiempo durante las cuales éstas fueron escritas, a lo sorprendente de la diversidad de escritores, a los diferentes tiem os y lugares, al tiempo que tomó agruparse en una colección que fuera aceptada
reconocida
oficialmente como libros inspirados por Dios, y al tiempo que se han mant nido en uso durante cada generación y año e la historia de la humanidad hasta nuestros días. La preservación de las Escrituras toma en cuenta el desarrollo de l canon, los manuscritos y papiros antigu s encontrados, las diferentes traducciones y versiones realizadas a través del tiempo h sta hoy.
Los libros originales de la Biblia no tenían versos ni capítulos, fue hasta después que los eruditos judíos dividieron el Antiguo Testamento en secciones. Luego, más adelante el arzobispo de Canterbury Stephen Langton en el siglo XII dividió el testamento en capítulos y versos. En una edición griega del Nuevo Testamento publicada en 1551 en una imprenta de París por Robert Stephens aparece la división en capítulos y versos. De igual manera lo está en una edición de la versión Vulgata que apareció en 1555. La propagación, o transmisión, de las Escrituras comenzó con la obra misionera en el mundo, especialmente con misioneros como Guillermo Carey quien tradujo la Biblia completa en nueve idiomas de la India y el Nuevo Testamento en 27 idiomas más y otras porciones de las Escrituras. Aunque muchos años atrás con la invención de la imprenta se imprimieron los primeros Nuevos Testamentos, Biblias completas y porciones separadas de las Escrituras, las misiones y la evangelización dieron mayor empuje a la propagación de la Palabra de Dios. Poco a poco se fundaron Sociedades Bíblicas en diferentes partes del mundo que tradujeron, imprimieron y propagaron las Escrituras en diferentes idiomas.
Revelación, inspiración y autoridad de la Biblia Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios, debemos hacerlo aceptando que es la revelación de Dios presentada en forma escrita al hombre, que el Espíritu Santo la inspiró, y que es autoritativa para el cristiano porque es divina. 22PÁG. 18LI B LA REVELACIÓN En el contexto de la teología, revelación es la presentación o manifestación de Dios al ser humano por diferentes maneras, en diferentes tiempos y lugares y de forma progresiva. Tradicional -mente la teología sistemática, se ha acercado al estudio de la revelación clasificándola en dos categorías:
Revelación general Es la que se da en la naturaleza, y aún en la constitución del hombre y en la historia. Dios se da a conocer por medio de su creación, como el universo y la naturaleza donde los seres humanos habitan. Dios se revela en el ser humano por medio de sus facultades de raciocinio e intuición, en lo perfecto de sus órganos físicos, en su conciencia y en su
sensibilidad espiritual, ya que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Él también se revela en la historia de la humanidad por medio de eventos, personas, naciones, circunstancias que revelan los planes y propósitos divinos.
Revelación especial Es aquella revelación que se manifiesta en la Palabra Encarnada (Jesucristo) y la Palabra Escrita (la Biblia). Dios se ha revelado por medio de su Palabra, conocida como “las Escrituras”. En cuanto al mensaje de las Escrituras, como totalidad, es la salvación de la humanidad. El Antiguo Testamento relata sobre el origen del pecado y los planes de Dios en preparación para restaurar a la humanidad por medio de su Hijo Jesucristo. El Nuevo Testamento describe el cumplimiento de la promesa de redención relatando las obras del Mesías Jesucristo, el origen y crecimiento de la iglesia que incorporaba no sólo a judíos sino a personas de todas las naciones, la vida cristiana en medio de la persecución y la promesa de que vendría Jesús nuevamente. Dios también se ha revelado en la fe y experiencia cristianas, y en Jesucristo mismo, siendo Él la revelación última y completa del carácter de Dios. Su revelación siempre se da en el contexto de una relación de comunión personal e íntima con Él. La revelación es la comunicación directa que Dios hace de un conocimiento superior al humano sobre sí mismo.
La revelación como proceso de comunicación en la historia humana Tradicionalmente no habría ninguna objeción para aceptar que la revelación constituye un proceso de comunicación. Es más, inmediatamente nos pondríamos a imaginar y diríamos que, si la revelación es un proceso de comunicación (como en verdad lo es), Dios es el emisor del mensaje y el hombre es el receptor. Cuando hablamos de la revelación como un proceso de comunicación, estamos sosteniendo que, en lo que respecta a la Biblia, ella contiene la historia de la revelación de Dios y de su paulatina comprensión por parte del hombre. La Biblia en sí, no nos transmite una revelación ya elaborada; sino más bien, los testimonios de ciertas vivencias (de las revelaciones divinas, mediante discursos, relatos y toda la serie de diferencias de estilo que
tenemos en la Escritura). Desde esta perspectiva, podemos establecer que “la revelación es anterior a la escritura de la Biblia”. Tomando en cuenta lo dicho, podemos afirmar que la revelación NO es una comunicación de verdades ya pre-fabricadas o discursos ya elaborados, y que los escritores bíblicos lo único que hacían eran trasladarlos a una forma actual; sino que es la manifestación de la naturaleza y propósitos de Dios que se expresan a través de ciertos acontecimientos o eventos históricos. Es al hombre, entonces, o a la comunidad de creyentes, a quien le corresponde leer la presencia divina en esos acontecimientos. El Espíritu de Dios guía al hombre a comprender su significación (de los eventos históricos) y a interpretarlos correctamente.
Según este esquema, (1) Dios se revela en un (2) acontecimiento o eventos históricos. Estos acontecimientos son (3) comprendidos e interpretados, y van pasando por efecto de (4) la tradición (conjunto de vivencias que son transmitidas oralmente), y luego que la comunidad de creyentes acepta esta comprensión e interpretación de eventos como inspirados (el Espíritu de Dios actuó en esto), entonces los tenemos registrados en la (5) Escritura. En conclusión, la Biblia contiene la historia de la comprensión de la revelación divina, por parte del hombre creyente, en un proceso de diálogo con su Dios, en medio de un contexto determinado. Si observamos atentamente la Biblia, descubrimos que de principio a fin se testimonia o se comunica lo que podríamos llamar “la voluntad salvífica de Dios”, y la respuesta del hombre en diferentes circunstancias que ahora sirven de modelo (ejemplo de
Abraham, Israel, etc.). La revelación es un diálogo entre Dios y el hombre y las consecuencias de ese diálogo. Esta misma tónica la encontramos en la Escritura bíblica, 1 Juan 1:1-4 dice: Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. LIBRO PARA EL ESTUDIANTE PÁG. 39
Es interesante cómo Juan nos sintetiza aquí claramente el hecho de que la revelación viene filtrada o mediada por un evento histórico. Lo último que se hizo fue registrar por escrito.
LA INSPIRACIÓN La palabra viene del griego teopneustos que significa “respirado por Dios”. Las Escrituras fueron exhaladas por Dios e inhaladas por las mentes de los escritores bíblicos por obra del Espíritu Santo (2 Timoteo 3:16). Es una inspiración plena. Es un documento divinohumano. Los siervos de Dios hablaron y escribieron siendo impulsados por el Espíritu Santo para comunicar la verdad divina (2 Pedro 1:21). En ella se revela a Dios y su voluntad en cuanto a la salvación y santificación del ser humano. La inspiración se observa por la comunicación de verdades eternas que no son de origen humano, también por algunas porciones de las Escrituras, como la ley, que fueron dictadas directamente de Dios, y por el uso de documentos y otras fuentes de información que fueron administrados bajo la dirección divina. Tanto Jacobo Arminio como Juan Wesley declararon que las Escrituras eran la palabra infalible de Dios y que cada porción es digna de Él. La inspiración no fue sólo una vez sino que continuamente inspira y ayuda a los lectores que leen la Palabra de Dios. Por medio de ésta los creyentes crecen en su relación y vida personal con el Señor pero también la iglesia como comunidad de fe.
La inspiración como presencia de Dios Desde el punto de vista hermenéutico la inspiración debe ser entendida como la presencia activa y orientadora de Dios en su pueblo (2 Pedro 1:21). Es en el contexto del pueblo escogido en el Antiguo Testamento, o de la comunidad de creyentes en el Nuevo Testamento donde se vivieron las experiencias y los acontecimientos, que fueron comprendidos como revelatorios; y que se transmitieron como tradiciones vivas. Es ahí donde vivió el escritor que recopiló, seleccionó y ordenó las diversas tradiciones o donde escribió sus cartas y sus poemas. Cuando vemos la inspiración como un proceso, podemos notar que el Espíritu guió o inspiró a algunos de los que vivieron las experiencias, a las que se refiere la Biblia, a reconocerlas e interpretarlas como manifestaciones de la presencia de Di os y a transmitirlas como tales. Asimismo, el Espíritu continuó guiando a su pueblo en la transmisión y en la reinterpretación de esas experiencias pasadas a la luz de sus vivencias actuales. El mismo Espíritu guió a algunas personas, de un modo particular, para que pusieran por escrito dichos eventos, guiándolas en el proceso de selección, ordenación e incluso en la reinterpretación de las mismas. El Espíritu guió a su pueblo a reconocer la normatividad de los escritos que constituyen la Biblia, es decir, a declarar que esos escritos tenían autoridad para normar la vida de la comunidad de fe. Y eventualmente el mismo Espíritu guió en la decisión que se tomó para que ciertos escritos fueron considerados en el canon. Finalmente, es el mismo Espíritu que continúa inspirando a los suyos en la apreciación e interpretación correcta de esos escritos. La inspiración divina tenía por lo menos tres propósitos: 1. El descubrimiento de la significación salvífica de aquello revelado por Dios mediante los acontecimientos y las vivencias luego relatadas. 2. La correcta interpretación y la continua validez de las experiencias preservadas en tradiciones, guardándolas de interpretaciones erróneas en el curso de su transmisión. 3. Reconocer el valor orientador de estas vivencias estructuradas en tradiciones. RO PARA
Al considerar la inspiración y sus implicaciones para el quehacer hermenéutico, debemos tomar en cuenta (porque son constitutivos de los escritos bíblicos) los siguientes aspectos: 1. La Biblia es un conjunto de escritos compuestos como unidades o libros independientes, antes de que fueran juntados en un canon. 2. Algunos escritos tuvieron otros escritos como fuentes, o tomaron material del mundo que les rodeaba (expresiones, proverbios, mitos, etc.). No era material autoritativo en sí; sino que nos ayuda a entender un poco, que el pueblo que era receptáculo de la revelación, de alguna manera veía, en ciertos elementos de la cultura circundante, rasgos de manifestación de algún atributo o característica de Dios. 3. Los escritos de la Biblia cubren una variedad de géneros literarios, estilos, concepciones teológicas, a medida que iba aumentando la comprensión de los hombres y mujeres de Dios. 4. El texto bíblico es un medio de comunicación, por lo tanto, la inspiración concierne al mensaje que éste comunica. 5. La inspiración, siendo comunicación divina, se refiere a personas y no a escritos como tales. Es decir, el texto es inspirado por cuanto lo es el autor (Dios). El Espíritu ha inspirado a los escritores para que puedan transmitir el mensaje divino. 6. La inspiración no puede limitarse sólo a los escritos “autógrafos” (originales), pues nosotros no los poseemos (sólo tenemos copias), de ser así nuestra Biblia no sería inspirada. 7. Algunos escritos muestran más de una redacción. Todos los que participaron en la composición escrita deben ser considerados como inspirados. Dios inspiró todo el proceso que condujo la composición de la Biblia. 8. Existieron tradiciones que circularon oralmente durante mucho tiempo antes de ser fijadas por escrito. En su transmisión fueron adaptadas o re-interpretadas. 9. La iniciativa de poner por escrito ciertas tradiciones, de escoger las más importantes y de situarlas en un determinado contexto literario, es inseparable del escritor y son aspectos que deben incluirse en el concepto de inspiración. 10. El escritor no vivió aislado de su comunidad. Estuvo inmerso en ella. Fue un verdadero autor en plena posesión de sus facultades y de su libertad, pero estuvo influenciado tanto por su entorno como por su propia historia. El autor escribió con su
propio estilo, según su visión teológica, sus concepciones y su comprensión de las tradiciones en ese momento. 11. El término autor debe incluir a todos aquellos que vivieron e interpretaron los acontecimientos que le dieron forma comunicativa, que preservaron, que transmitieron las tradiciones. La inspiración es inseparable de la formación de un pueblo escogido en el Antiguo Testamento y de una comunidad de creyentes en el Nuevo Testamento. Los escritos de la Biblia son testimonio de sus vivencias y de su fe; las que el autor las ha escogido y las ha puesto por escrito. Dios, más que un simple inspirador, es el Señor de la historia, a través de la cual Él se manifiesta. 12. Los escritos de la Biblia fueron compuestos con un público concreto en mente, tomando en cuenta sus vivencias, problemas, intereses, y necesidades. Por otro lado, responden a necesidades concretas y se refieren a ellas. Están históricamente situados y condicionados. Todos los escritos de la Biblia son igualmente inspirados, fue por eso que han sido reconocidos como canónicos.
Inspiración divina e inspiración bíblica Hay que establecer esta diferencia que es más funcional antes que opuesta. La inspiración divina no concluyó con la última composición o escrito de la Biblia, pues Dios no dejó de guiar a los suyos. La inspiración bíblica sí concluyó en un tiempo determinado. El hecho de que los escritos no se hayan perdido, el hecho de que se haya dado el reconocimiento de los escritos bíblicos como Palabra de Dios, de parte de la comunidad escogida (Israel en el Antiguo Testamento) e iglesia (Nuevo Testamento), el hecho de que se haya dado un decisión sobre el canon, se debe a la inspiración divina; es decir, a la presencia activa del Espíritu guiando a la comunidad de creyentes. Por otro lado, el continuo reconocimiento de los escritos bíblicos como autorizados en materia de fe, la búsqueda de la significación de esos escritos para el hombre y las interpretaciones guiadas por la fe, son otros tantos considerandos que apuntan al reconocimiento de la continuidad de la inspiración divina. La inspiración precedió a los escritos, pero se proyecta más allá de ellos.
LA AUTORIDAD La autoridad de las Escrituras resulta de discernir el hecho de que los escritores bíblicos no presentan sus propios pensamientos sino que son conscientes de que declaran la Palabra de Dios. Para ello, utilizan las expresiones: “Así dijo el Señor...” o “La Palabra del Señor vino a mí...” Así mismo, se observa que los escritos de estas personas han permanecido, que existen evidencias internas y externas del texto bíblico y que es la misma comunidad judío cristiana que los reconoce como válidos, inspirados, dándoles el carácter de sagrados. De esta manera las Escrituras se convierten en la norma autoritativa de la fe para los creyentes.
Es de carácter relacional Siempre que hablamos del tema de la autoridad, estamos refiriéndonos a un tema que involucra una relación entre personas, a través de ciertos elementos mediatorios. Por ello, es importante que resaltemos el hecho de que la autoridad de la Biblia está entrelazada con la autoridad del canon y la de la inspiración. Desde este punto de vista debemos hacer una diferenciación entre el canon y la inspiración. La canonicidad fue la ratificación oficial de la autoridad de la Biblia y el reconocimiento de su inspiración divina. En este sentido “autoridad” e “inspiración” nos hacen referencia a dos tipos de relaciones, que las ilustramos en el esquema a continuación:
Cuando hablamos de la “autoridad de la Biblia”, estamos haciendo referencia a una relación en la cual el “texto” es autoritativo, porque se asume que detrás de ese texto, o en
la textura de ese relato es Dios quien está hablando. Al asumirse esa verdad, la iglesia lo acepta, y consiguientemente “yo” como individuo que soy parte de ella, reconozco la autoridad del texto bíblico porque es Palabra de Dios. Por otro lado, en la “inspiración” tenemos una relación un tanto distinta. Se relacionan tres elementos: Dios, autor, texto. Este texto se lo asume como inspirado, como que contiene un mensaje divino, en la medida que se acepta que el autor está reflejando, a través de su comprensión de un determinado evento, lo que realmente lo hace instrumento de Dios. Desde este punto de vista la Biblia tiene autoridad para el creyente por cuanto es parte integral de su fe. La fe del creyente es en el Dios del que habla la Biblia, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, de los profetas y de Jesús de Nazaret. La Biblia tiene autoridad en cuanto conduce a la relación de fe entre Dios y el hombre, pues muestra el camino de la salvación. Por eso nuestra fe no es una “fe en la Biblia” (libro), sino en lo que ésta comunica de Aquel que trata de mostrarse, autorevalarse en ella (Dios). Él es real. Él no se deja manipular ni controlar. Es Aquel que misericordiosamente anhela la salvación y el bien último del hombre por medio de la reconciliación con Él. La autoridad divina se evidencia en el hecho de que con frecuencia, incluso los profetas citan las palabras Jehová (“y Jehová dijo”, “vino Palabra de Jehová a mí diciendo”). Esto muestra que los escritos bíblicos reposaban en la autoridad de Dios mismo; no en la autoridad del profeta, ni siquiera del evento que se estaba describiendo. Jesús lo confirmó en Mr. 7:13 ss.; Mt. 4 (lo escrito es Palabra de Dios y tiene autoridad); 2 Pe. 1:20-21; Lc. 9:1; 2 Co. 10:8.
No es autónoma sino derivada La Biblia no tiene autoridad por el hecho de ser un libro. La autoridad de la Biblia no reside ni siquiera en los acontecimientos que relata, ni en las palabras que transcribe, sino en el hecho de que aquello que es relatado o transcrito tiene su fundamento en Alguien (Dios), cuya autoridad en última instancia la reconocemos. Por ejemplo, supongamos que el Presidente de la República de un país visita una comunidad cualquiera y ahí da un discurso. Al día siguiente los periódicos van a recopilar los hechos y van a informar, con diferentes detalles, de tal manera que los ponen al alcance de aquellos que no se encontraban en el evento como tal. Ahora, la autoridad de esta palabra no reside en el prestigio del diario, ni
en la forma del periódico, reside en la autoridad de quien ha dado el discurso. Esas palabras tienen valor, no porque las dice el diario, sino porque las dijo el Presidente de la República. Si trasladamos esta ilustración al hecho de la Biblia, vamos a darnos cuenta que ella también nos remite a los acontecimientos mismos y éstos, a la vez, tienen una causa primera, que es la que les da la autoridad, que es Dios. Es teológica Esto es fundamental. Quiere decir que la autoridad de la Biblia se sitúa al nivel de la significación e importancia de su contenido para el hombre, y no a nivel histórico. En otras palabras, se recurre a la Biblia como autoridad, porque los relatos que ha preservado son significativos para el ser humano; porque aquello de lo que habla concierne al presente y al futuro del hombre, y no por el sólo hecho de haber preservado recuerdos del pasado. Es decir, la Biblia tiene autoridad, no por el hecho de ser una recopilación de historias pasadas, sino porque esos relatos que ha preservado tienen una significación vigente para el hombre de hoy. Desde este punto de vista, la autoridad de la Biblia es teológica (tratado de Dios para el modo de comportarse del hombre-ámbito de la fe), no es científica ni histórica. Por lo tanto, esta autoridad expresa su plena vigencia en el ámbito de la fe. La Biblia demuestra su autoridad por cuanto es capaz de cuestionar seriamente al hombre, de serle una instancia crítica. La Biblia critica la arrogancia del hombre, el egoísmo, la tendencia de querer manipular a Dios, la tendencia a cualquier tipo de idolatría; ve al hombre en relación con Dios que es soberano y misericordioso. La distancia histórica y temporal, las diferencias culturales y conceptuales, el hecho de que no responde directamente a muchos problemas actuales, son algunos indicios de las limitaciones de la Biblia, que no invalidan su mensaje, más bien nos reafirman en el hecho de que la autoridad de la Biblia no está en el terreno de la exactitud científica o histórica, sino en el terreno de la fe. Es una autoridad, por lo tanto, teológica. La autoridad de la Biblia por ser teológica no se puede comprobar científicamente, pero sí por el impacto y eficacia que ésta ha tenido en la vida de los hombres a través de los tiempos. Entonces, la autoridad de la Biblia es inseparable del reconocimiento de su naturaleza, y al final de cuentas, de Dios mismo como su fuente.
HERMENÉUTICA Y TEOLOGÍA
La hermenéutica tiene que ver con el diálogo entre las Escrituras y el contexto histórico contemporáneo. Su propósito es trasponer el mensaje bíblico desde su contexto original a una situación histórica contemporánea. La tarea del intérprete es dejar que “el texto hable”. Se debe dar a las palabras el sentido distintivo que les dio su autor, leyéndolas en el contexto de otras palabras. Luego cada palabra debe ser estudiada en el contexto del tiempo a fin de determinar el significado que tuvo para quienes la escucharon inicialmente. El transfondo religioso, cultural y social es de la mayor importancia para penetrar a la mente del autor por medio de las palabras. La teología, para ser válida y apropiada, debe reflejar la fusión de los horizontes de la situación histórica y los horizontes del texto. Será relevante en la medida en que logre expresarse en los símbolos y formas de pensamiento que forman parte de la cultura a la cual se dirige y responder a las preguntas y preocupaciones surgidas en ese contexto. Será fiel a la Palabra de Dios en la medida en que se base en las Escrituras y demuestre el poder del Espíritu para cumplir su propósito. La Biblia es una totalidad en que se anuncia el salvador mensaje de Dios transmitido en la fe de la iglesia, que se interpreta y continúa actuando en la vida y en la doctrina de la iglesia y, por ello debe ser entendida a partir de esta continuidad total y vivamente histórica. Con ello se ha abierto ciertamente de una manera fundamental el camino para la investigación e interpretación científicas de la Sagrada Escritura. La teología no puede reducirse a una repetición de formulaciones doctrinales traídas de otras latitudes. Debe reflejar la fusión de los horizontes de la situación histórica y los horizontes del texto. Esta teología será relevante en la medida en que logre expresarse en los símbolos y formas de pensamiento que forman parte de la cultura a la cual se dirige y responder a las preguntas y preocupaciones surgidas en este contexto cultural, y en la medida en que sea fiel a la Palabra de Dios y demuestre el poder del Espíritu Santo para cumplir el propósito para el cual fue dada la Escritura; el mismo Espíritu que inspiró en el pasado la Escritura debe estar activo hoy para hacer de la Palabra de Dios una Palabra personal en medio de una situación concreta.