EL
MÉTODO
KINAM
‐
una
enseñanza
tolteca
‐ Frank Diaz
Título: El Método Kinam ® Frank Díaz www.kinam.org
[email protected] ® Kinames S.A. de C.V. Puebla 336 – 503, 06700 México DF Primera edición, 2007 ISBN: 978-968-9379-01 www.kinames.com Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso por escrito del editor.
Índice Notas Presentación y agradecimientos Capítulo 1 Kinam y Toltequidad Capítulo 2 Los siete pasos Capítulo 3 La estructura de los ejercicios Capítulo 4 Preparando la práctica Capítulo 5 Las posturas del Sur Capítulo 6 Las posturas del Norte Capítulo 7 Las posturas del Oeste Capítulo 8 Las posturas del Este Capítulo 9 Las posturas del Abajo Capítulo 10 Las posturas de Centro Capítulo 11 Las posturas de Arriba Capítulo 12 Ejercicios complementarios Capítulo 13 El Plan del Calendario Sagrado
Notas Este libro explora la dimensión estática de las posturas de Kinam. Para tener una idea más amplia de este método, recomendamos leer su continuación, El Kinam Dinámico, donde se analizan los aspectos móviles de las posturas y la formación de series dinámicas y danzas. Queda a discreción del lector practicar correctamente los ejercicios aquí descritos. El autor no se hace responsable de los efectos de dicha práctica. Se recomienda acudir a un instructor autorizado del Método Kinam. México será referido tanto por su nombre antiguo, Anawak, como por el nombre que le dan los investigadores: Mesoamé-rica. Las diversas culturas mesoamericanas serán englobadas bajo el título genérico de Toltequidad, y todos los mesoameri-canos serán designados como Toltecas. Se utilizará el nawatl clásico para describir los conocimien-tos de los toltecas. Para una correcta pronunciación de los términos y frases relacionados con las posturas, el lector debe tomar en cuenta lo siguiente: - Los términos están escritos con ortografía fonética, lo cual significa que se pronuncian tal como se leen, según los valores del español actual. Se exceptúa la doble L, que vale como L larga; por ejemplo, Nawallotl se lee Nawallotl. - Todos los términos, excepto los monosílabos, tienen acento en la penúltima sílaba; la terminación Ia vale como dos sílabas. Lo correcto es pronunciar Kínam, no Kinám; Teomanía, no Teománia. Por regla, tales acentos no se escriben.
Presentación y agradecimientos En el México antiguo se desarrolló una cultura de gran valor humano y espiritual, llamada Toltequidad. Los sabios toltecas crearon técnicas que potenciaban el alcance de la conciencia e integraban al ser humano con la Naturaleza. Como resultado de la invasión europea, aquel conocimiento quedó mutilado, pero no se perdió, pues gran parte de la información se conservó en piedras, códices, cronistas y en la tradición oral. El Método Kinam es un sistema creado para difundir de una forma sencilla el lado práctico de la Toltequidad. Consiste en ejercicios físicos y mentales que mejoran la calidad de la vida. Este libro está dedicado a los amantes de la tradición de México. Esperamos sea de tu agrado y que su contenido te pueda apoyar en la búsqueda del equilibrio interior. El autor desea expresar su gratitud a las siguientes personas: - A los viejos maestros de Anawak, por crear las técnicas toltecas de autorrealización. - Al autor Víctor Sánchez, por haber propuesto el término “Kinam” para describir la práctica tolteca y darlo a conocer por primera vez al público internacional. - Al autor Julio Diana Da Silva, por insertar las posturas dentro del esquema de los rumbos cardinales del calendario mesoamericano e investigar sus alcances terapéuticos. - Al instructor Alejandro Aguilar Pacheco, por añadir al Método Kinam el simbolismo de la cosmovisión tolteca y explorar los aspectos dinámicos de las posturas. - A la instructora Fabiola Ocón, por verificar los aspectos fisiológicos de las posturas y proporcionar un plan de calen-tamiento inicial. - A Salvador Rodríguez Cortés, por su apoyo material y moral al rescate de las raíces. Frank Díaz México D. F., enero del 2007
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KINAM
Y
TOLTEQUIDAD
La Toltequidad En los últimos años se ha puesto de moda la filosofía tolteca. Han surgido numerosos grupos de práctica del “camino del guerrero” y se han publicado diversas obras que pretenden recoger, explicar y adaptar los conocimientos de los sabios del México antiguo. No obstante, aún subsiste mucha confusión sobre este asunto, quedando sin responder las preguntas: ¿quiénes eran los toltecas y en qué consiste la Toltequidad? En 1941 ocurrió un suceso desafortunado para la cultura de México. Un grupo de arqueólogos reunidos para analizar el enigma de los olmecas, llegó a la conclusión de que los toltecas fueron los moradores de la ciudad de Tula, una de las capitales de Anawak entre los siglos 9 y 11 de la era cristiana. Los arqueólogos no tuvieron en cuenta que, según los sabios nativos entrevistados por los cronistas españoles, la Toltequidad no era privativa de un grupo étnico, sino una herencia compartida por todos los mexicanos. Tampoco consideraron que la ciudad que hoy llamamos Tula, en tiempos antiguos tenía el nombre de Xicocotitla, y que el término nawatl Tula o Tollan es un título aplicable a cualquier capital. En la actualidad ese error se ha superado, principalmente gracias a la obra de cuatro investigadores: - El antropólogo Miguel León-Portilla, quien rescató el concepto nawatl de Toltekayotl o toltequidad, demostrando que fue el nombre que los mesoamericanos dieron a su producción cultural y espiritual como un todo. - La arqueóloga Laurette Sejourné, quien demostró que la Tula de los mitos es la gran ciudad de Teotihuacan, desarrollada entre los siglos 3 a. C. al 8 d. C., y que todas las personas que adoptaban el culto de la Serpiente Emplumada eran toltecas. - El historiador Enrique Florescano, quien ha aportado numerosas pruebas a favor de la tesis anterior, demostrando que Tula Teotihuacan no fue una capital étnica, sino una ciudad cosmopolita que funcionaba a modo de embajada común, ya que en ella estaban representados los principales pueblos de Mesoamérica. - El antropólogo Carlos Castaneda, quien llama “toltecas” a sus informantes indígenas (pertenecientes a diversas etnias de México) y aclara que, para ellos, ser tolteca es una categoría del conocimiento chamánico. La Toltequidad caracteriza al México antiguo; es su religión, su praxis, la esencia de su ser. Todos los pueblos de Anawak – olmecas, mayas, mexicas, zapotecas, mixtecas, totonacas, huicholes – acogieron las enseñanzas de los sabios toltecas. Pero podemos dar un paso más allá, definiendo la Toltequidad como el legado común de todas las naciones cultas de la América nativa. Cualquiera que visite Bolivia, Ecuador o Perú, notará las extraordinarias similitudes que existen entre las civilizaciones de Anawak y el Tawantisuyu. La Toltequidad es tan mexicana como andina. Reconocer esa base común es clave para recobrar nuestra identidad profunda como americanos, a fin de presentar un rostro verdadero y un corazón unido frente al desafío del porvenir.
Fundamentos de la Toltequidad En su versión mexicana, la Toltequidad consistía en un conjunto de ideas que explicaban la existencia del Universo, la vida y la conciencia. Las principales eran las siguientes: El Universo se llamaba Semanawak: unidad circundante o unión de lo diverso. Se consideraba que el mundo físico era reflejo de otro mundo, invisible y de carácter energético. Dicha totalidad se dividía en planos de manifestación, que también se podían entender como estados de conciencia. Había cinco
planos infernales o subconscientes, y siete celestiales o supraconscientes, los cuales confluían en esta tierra, el sitio donde tenemos el privilegio de morar. La energía recibía el nombre de Teotl, divino, ya que su naturaleza trascendía el alcance de los sentidos. Los españoles trataron de traducir ese término como dios, pero, para los nativos, Teotl era un calificativo que significaba poderoso, energético. Una de las creencias más características de los toltecas era que toda energía es polar. Al polo positivo le llamaban Tonalli, evidente, y al negativo Nawalli, oculto; en la actualidad los conocemos como el Tonal y el Nagual. Estos polos no sólo eran formas de explicar el movimiento de la energía, sino también facultades que todos poseemos y que podemos potenciar. Nuestro cuerpo físico con sus instintos, emociones y pensamientos, es nuestro Tonal o ventana particular al mundo, mientras que el campo energético que nos rodea y mantiene vivos es nuestro Nagual, un vehículo potencial de trascendencia. Los mesoamericanos creían que la energía por sí misma es consciente; por lo tanto, el Universo como un todo se da cuenta, tiene una intención. La conciencia cósmica recibía el nombre de Senteotl, unidad divina, un término que también significa divina semilla, ya que este ser da origen a todos los demás. No debemos identificar a Senteotl con el dios de los cristianos y los musulmanes; era más bien una entidad abstracta e impersonal, sin preferencias o motivaciones humanas. A fin de crear el mundo, Senteotl se transforma en Ometeotl. Este título se compone de los términos Om, en unidad, E, tres, y la combinación de ambos, Ome, dos, más el calificativo Teotl; de modo que se traduce divina uni-dual-trinidad. Ometeotl es el creador del espacio-tiempo; se manifiesta como una multitud de “dioses” o espíritus mediadores, que en verdad son personificaciones de las fuerzas de la Naturaleza. Ometeotl representa la armonización de las polaridades. Es el rector de la evolución. Los toltecas consideraban que toda manifestación requiere de un proceso, y todo proceso es cíclico y gradual. El Universo evoluciona de la oscuridad a la luz, de la materia al espíritu, y para ello, es imprescindible que surja la conciencia individual. Tal como relata el Popol Vuh (la Biblia de los mayas), los dioses en busca de identidad crearon diversos mundos y dijeron: “No habrá gloria en nuestra obra hasta que surja el ser humano, la criatura racional”. Esa chispa de conciencia focalizada en nuestra mente y corazón recibió el nombre de Ketsalkoatl, serpiente emplumada. Ketsalkoatl es la personificación de nuestro potencial de conciencia. Su nombre lo describe: la serpiente representa al cuerpo físico con sus limitaciones, y las plumas a la conciencia, con su aspiración a lo supremo. La Serpiente Emplumada es, pues, una metáfora del proceso de ascensión del alma. En otra lectura, Ketsalkoatl era el nombre que daban los toltecas a sus profetas, considerados como personas que llegaron a un estado de autorrealización. Se conserva la memoria de varios de estos personajes, siendo el más conocido de ellos el príncipe Se Akatl de Tula, quien vivió entre los años 947 y 999 de la era cristiana y dejó una brillante herencia espiritual. En aquella sociedad, cuando el niño nacía, el sacerdote que lo recibía le daba a conocer el propósito para el cual hemos venido a esta tierra, que es acrecentar el brillo de la conciencia. Luego lo bautizaba, pasando sobre su cabeza fuego y agua, le imponía un nombre calendárico y con ello el pequeño quedaba transformado en un Masewalli o Macehual, merecido por el sacrificio de la Serpiente Emplumada. Si el niño honraba ese título con una vida productiva y noble, se le llegaba considerar propiamente como un Tolteca o buscador de perfección interna. A fin de guiar al pueblo, aquellos sabios registraron las experiencias acumuladas durante generaciones en códices, murales y relieves. Poco antes de la era cristiana, el anciano Weman recogió dicha tradición en un libro al que llamó Teomoshtli, libro sagrado. La última copia conocida de ese texto se perdió en el año de 1746, pero se conserva gran parte de su contenido, que sólo espera ser traducido.
La Serpiente Emplumada y su mensajero. Relieve maya
El lado práctico de la Toltequidad Uno de los aspectos más interesantes, pero menos investi-gados de la Toltequidad, es lo concerniente a fórmulas prácticas para conducir y mejorar la vida. Pocos pueblos de la antigüedad le dieron tanta importancia al lado práctico de la vida, como los toltecas. De hecho, la experiencia era uno de los principios esenciales de su fe, tal como vemos en el siguiente texto del Wewetla’tolli (un libro sagrado mexica): “Haceos toltecas: hombres de experiencia propia.” Es notable que el primer diccionario de la lengua nawatl, redactado por el padre Molina a mediados del siglo XVI, traduzca el término Toltekayotl como arte para vivir. Ello demuestra hasta qué punto eran conscientes los antiguos mexicanos de tener una herencia cultural única, y cómo esta se consideraba, ante todo, un asunto práctico. Tal énfasis en la experimentación se debía a que ellos veían el Cosmos como un ser vivo, que se mueve y cambia constantemente. En consecuencia, consideraban que el único modo como podemos mantenernos en sintonía con dicho ser, es cambiando nosotros mismos y abriéndonos a nuevas vivencias. Como afirma el investigador Víctor Sánchez, el propósito de la religión tolteca era reflejar el movimiento del Espíritu: “Es conveniente notar que, tanto para los toltecas de la antigüedad como para los sobrevivientes de hoy en día, la religión no era un conjunto de pautas de conducta predeterminadas, dogmas o la proyección de la importancia personal, sino una serie de prácticas que tenían como objetivo mantener al hombre en contacto con el Espíritu.” (Víctor Sánchez, Toltecas del Nuevo Milenio) El concepto de experiencia propia se dice en nawatl con el término Yekoatl o Yeyekoa; significativamente, ese es también el nombre de los ejercicios físicos. Ello demuestra que el consejo de hacernos personas de opinión propia no se limita a estar abiertos a la información que nos llega del exterior, sino que implica el adelantarnos, convocar la experiencia, provocar resultados – en una palabra: compro-meternos íntimamente con la búsqueda del conocimiento. Los vestigios conservados en las piedras y demás testimonios del pasado demuestran que los antiguos mexicanos le prestaron una gran atención a la práctica, incluyendo las posturas y movimientos del cuerpo, los gestos simbólicos, las técnicas de purificación y modificación de la conciencia, los rituales y otras formas de manipular la atención. Observemos, por ejemplo, el modo como un libro maya describe a los toltecas: “Había en ellos sabiduría, no conocían pecado. Tenían santa devoción, vivían saludables, sin enfermedades ni dolor. Recto, erguido iba su cuerpo” (Chilam Balam). Este fragmento habla de las condiciones en que vivía la gente antes de la llegada de los españoles. Lo interesante es que el sacerdote indígena que lo escribió, hizo un paralelismo entre ser sabio, impecable y devoto, por una parte, y estar sano y tener el cuerpo recto, por la otra. Una consecuencia de ese enfoque se nota en la concepción mexicana del cielo. Mientras que los cristianos representan a las almas en extática inmovilidad, contemplando el rostro de Dios, los teotihuacanos dibujaron su cielo como un jardín donde graciosos personajes se dedican a realizar todo tipo de ejercicios y contorsiones, incluyendo el juego de pelota. En aquella visión, el cuerpo y el alma estaban integrados; no era concebible que un devoto de la Serpiente Emplumada olvidara la “serpiente” del cuerpo físico, a través del cual se manifiesta el “quetzal” de la conciencia. Un punto a destacar es el parecido de las prácticas toltecas con otros sistemas de entrenamiento del Viejo Mundo, como el Yoga de la India o el Tai Chi Chuang de China. Básicamente, ello se debe a que el cuerpo humano es el mismo en todas partes. Sin embargo, también se puede interpretar como evidencia de que estas técnicas ya se habían creado cuando ocurrió el hundimiento del paso de Bering, hace diez mil años, quedando aislados los pueblos de Asia y América. Una diferencia es que, en tanto en el Yoga se busca la estaticidad de la postura, y en Tai Chi lo que se procura es dinamizar el cuerpo, en Kinam combinamos ambos principios; cada postura tiene un aspecto estático y también un movimiento propio. Otro asunto es la antigüedad de las prácticas toltecas, lo cual excluye la posibilidad de una influencia directa de Asia a México. Ya hacia segundo milenio antes de Cristo, los olmecas representaron en piedra y cerámica a practicantes en numerosas y complejas posturas, que formaban parte de un lenguaje corporal convencional. Dicha tradición continuó viva hasta la caída de la última capital maya, en 1697.
Escena del cielo. Mural de Teotihuacan. El retorno de los toltecas En este contexto, era inevitable que surgieran en Anawak diversos sistemas para el entrenamiento del cuerpo y la mente. En las lenguas nativas se conservan numerosos nombres de ejercicios, e incluso descripciones completas de posturas, caminatas, disciplina marcial, danza y deportes, que los cronistas españoles relacionaron con los rituales religiosos, porque a ellos todo lo que implicara el cultivo del cuerpo les parecía idolatría. Al avivarse en la actualidad el interés por las antigüedades de México, estos datos cobran gran valor, pues nos permiten integrar la cosmovisión tolteca en nuestra vida diaria. En los últimos tiempos han surgido diversos intentos de rescatar dichas prácticas. El más vernáculo y extendido es, sin dudas, el movimiento de la conchería. Los concheros fueron los primeros indígenas que abrazaron la fe cristiana; se les dio ese nombre debido a que comenzaron a interpretar sus cantos sagrados con laúdes confeccionados con conchas de armadillo. Bajo la supervisión de las autoridades eclesiásticas, se organizaron en cofradías y sincretizaron sus antiguos ritos con los de la Iglesia Católica; de ese modo, lograron conservar muchas de las danzas y tradiciones. Durante siglos, el acceso a los grupos de la conchería se mantuvo reservado a los indígenas, pero en la actualidad se han abierto al público, e incluso han instalado grupos de danza en países europeos. Un sistema muy serio, pero poco conocido, es el llamado Repliegue y Desbloqueo, enseñado por nativos de Veracruz y Tabasco. Se trata de un conjunto de técnicas que, como su nombre indica, están diseñadas para replegar o tonificar la energía y desbloquear los “tapones” que se acumulan en el cuerpo. Esto lo consiguen mediante intensos ejercicios físicos y consumo de tes de hierbas medicinales. El chamán Gau-dencio de Catemaco preparó a varios instructores, uno de los cuales, de apellido Ovando, ha llevado la técnica a Europa. Otro intento de resucitar la práctica tolteca son los Pases Mágicos. Se los debemos a Carlos Castaneda, quien juntó una serie de ejercicios que aprendió durante su estancia entre los yaquis y otros grupos del norte de México, los cuales complementó con movimientos extraídos de sus andanzas por el ensueño. El resultado es una especie de gimnasia de gran vigor, que dispone el intento para la trascendencia espiritual. Con el nombre comercial de Tensegridad, y refinados para adaptarlos a las exigencias del mundo moderno, estos pases se practican en numerosos países. Entre los mixtecos se conserva un sistema de entrena-miento marcial llamado Chupaporrazo, derivado del Yayaotl, práctica guerrera de los mesoamericanos, con mezcla de elementos de la lucha libre europea. La instructora Marisela Ugalde se inspiró en ese arte para crear el arte del Xilam, que hoy cuenta con numerosos practicantes dentro y fuera de México. Otro aporte destacado a este rescate se debe al antropólogo Samuel Martí, quien comparó las posiciones manuales practicadas por los hindúes y los mayas, demostrando que existe una relación simbólica, y segura-mente también histórica, entre ambos sistemas de gestos. El resultado lo publicó en su libro “Mudras, Manos Simbólicas en Asia y América”, primera investigación seria sobre este fascinante tema. El intento más reciente de rescate, codificación y aplicación de la práctica tolteca, es el Método Kinam. Kinam se define como “un arte para armonizar el cuerpo y el espíritu”. Su característica principal es que, a diferencia de otros sistemas de inspiración prehispánica, la investigación se apoya por completo en las fuentes documentales del México antiguo. Por lo tanto, este método no sólo funciona en sentido práctico, sino también teórico, permitiendo entender aspectos sutiles de la cultura mesoamericana, como, por ejemplo, el simbolismo de las posturas físicas. El término Kinam es una abreviación del verbo nawatl Kinatia, aplicar una fuerza para conseguir el equilibrio. Deriva de la raíz Kin, que significa poder, existente también en otras lenguas de Anawak; en
maya le da nombre al Sol. El término Kinam da origen a conceptos como Kinamik, el poder de armonizar, y Kiname’, persona equilibrada. Un códice afirma que tal era el título que se daban a sí mismos los toltecas: “Los toltecas se decían Kinames... Por entonces vivían los Kinames y su saludo era: ‘que no te caigas sobre la tierra’.” (Anales de Cuauhtitlan, p. 13). En honor a aquellos antiguos practicantes, hemos escogido la voz Kinam para designar a un conjunto de técnicas y ejercicios de origen mesoamericano, que tienen como objeto prepararnos en cuerpo y mente a fin de expresar la plenitud de nuestro potencial energético.
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LOS
SIETE
PASOS
DEL
KINAM Los siete pasos La Toltequidad es la teoría y Kinam la práctica. La práctica nos permite trascender los detalles culturales y percibir los aspectos genéricos y universales del conocimiento. Kinam no es una religión, sino una propuesta de acción. Al aprender a respirar correctamente, prestar atención a la postura física, controlar los pensamientos y educar la percepción, el practicante llega a ser una mejor persona, no importa cuáles sean sus creencias o devociones. De hecho, este método nos enseña a ser mejores católicos, musulmanes, ateos, mexicas o lo que queramos ser. Pero la práctica se convertiría en una rutina sin sentido si no estuviese acompañada de otras condiciones, tales como un conocimiento del tema, compromiso interior, higiene física y psíquica, y una expresa vocación por el desarrollo de la energía. Es por ello que el Método Kinam se organiza en siete pasos o líneas de interés que tienen los siguientes nombres y objetivos: Primero: Toltekayotl, cultura, el acercamiento cultural a la Toltequidad a fin de adquirir conocimiento. Segundo: Nawatilli, normas, la aplicación de los principios de conducta toltecas para adquirir compromiso. Tercero: Teochiwa, divinización, el rescate de nuestra integridad energética, único modo de adquirir comprensión profunda. Cuarto: Chipawa, transparencia, la purificación de nuestro cuerpo físico, mente y emociones, para adquirir capacidad energética. Quinto: Teomania, meditación, una técnica que aquieta la mente y nos proporciona paz interna y visión. Sexto: Nawallotl, nagualismo, el trabajo directo con la energía, único modo de desarrollar un doble energético para penetrar en los aspectos profundos de la enseñanza. Séptimo: Yekoatl, ejercicios físicos estáticos y dinámicos que nos permiten adquirir vitalidad, resistencia, equilibrio y fluidez. Como podemos observar, estos pasos están diseñados a modo de escalera; cada uno de ellos prepara las condiciones para que el siguiente manifieste frutos plenos. Por ello, recomendamos al estudiante experimentar el Método Kinam en la secuencia descrita, sin tratar de “quemar” etapas. La única excepción a este ordenamiento es el séptimo paso, ya que los ejercicios físicos se deben realizar al unísono con el resto de los pasos.
El acercamiento cultural El primer paso, Toltekayotl, es el prólogo de la obra. Se relaciona con el intelecto. Su objetivo es adquirir un conocimiento de la cultura tolteca, a fin de facilitar la transmisión de la enseñanza y ubicar las prácticas en su contexto histórico. Este paso tiene dos etapas. En la primera, tomamos contacto con la historia de Anawak: sus mitos fundacionales, períodos de desarrollo, principales culturas, el episodio de la invasión europea, la resistencia indígena durante la Colonia y el renacimiento actual de la Toltequidad. Los instructores del Método Kinam están preparados para impartir tal conocimiento; al final de este libro hay información adicional al respecto. Algo que facilita considerablemente el aprendizaje, es tener una noción del nawatl clásico, ya que los nombres de los ejercicios y otros detalles técnicos están en dicha lengua. El nawatl comenzó siendo una lengua étnica, pero, debido a que se usó para el comercio y la diplomacia, se fue nutriendo con los aportes de todo el territorio, reflejando los descubrimientos de los sabios, las finuras de la poesía, las sutilezas de la filosofía y los aspectos técnicos del sendero tolteca. Su forma clásica se definió en la corte de Texcoco, entre los siglos 14 y 15 de la era cristiana, y fue impuesta como factor unificador de todo el Anawak. Ninguna traducción le hace total justicia a los significados del nawatl; por ello, en ocasiones preferimos expresar algunos conceptos de Kinam en esta lengua. Una vez que el estudiante tenga un panorama histórico de la Toltequidad y un vocabulario mínimo, debe aprender las ciencias y artes toltecas, en particular, las matemáticas vigesimales, la geometría sagrada, la cosmogonía y el calendario, tanto en su versión nawatl como maya. Esas ciencias, aunque absolutamente racionales, responden a un paradigma intelectual muy diferente al de las culturas del Viejo Mundo; por lo tanto, constituyen un modo excelente de detener los procesos mentales de todos los días, a fin de observar el mundo desde otro ángulo. La segunda etapa de este paso tiene que ver con la ideología tolteca. Algunos libros y películas de divulgación han creado el prejuicio de que la religión mesoamericana estaba basada en el culto a los dioses y los sacrificios humanos. Nada más lejos de la realidad. Cuando analizamos las evidencias que se conservan, notamos que los toltecas tenían una comprensión refinada del mundo, que se basaba en doctrinas como la unidad divina, la insubstancialidad del mundo material, la evolución de la conciencia, la mediación de la Serpiente Emplumada, el merecimiento a través de las obras, la nagualización o manifestación de los principios conscientes superiores y la liberación de las ataduras del cuerpo físico. Una vez que el estudiante entienda estos puntos, le será más fácil valorar el sentido de los pasos siguientes.
El compromiso El segundo paso, Nawatilli, normas, es el salto de la curiosidad al compromiso. Se relaciona con la voluntad – la más importante de nuestras facultades. Implica el adoptar en nuestra vida los principios éticos de la Toltequidad. El cultivo del intelecto nos provee una poderosa herramienta para descifrar el mundo; pero la herramienta por sí misma es inútil si no nos comprometemos a usarla. El compromiso del tolteca parte de reconocer que el individuo y la sociedad son una unidad inalienable. No somos tan individuales como creemos; asimismo, la sociedad no existe sino en la agrupación de sus individuos. Por lo tanto, nuestro verdadero ser es una interactividad; cada cosa que hacemos o dejamos de hacer afecta a los demás, y a su vez, todo lo que los demás hacen nos afecta a nosotros. Una práctica que no tenga en cuenta ciertos deberes de conducta para con uno mismo, el prójimo y el Universo, conduce a un callejón sin salida, pues agota la energía. Este paso también se divide en dos etapas. La primera es el compromiso general; los libros toltecas lo resumieron en tres principios muy simples: 1. Topiltsin sentlasotla, amar lo divino. 2. Kateikniu’tlani, tener paz con los seres humanos. 3. Amo keketsa, no matar o no perder el tiempo. Amar lo divino nada tiene que ver con pasar el día en la iglesia, rezándole a un dios personal. Lo divino es la energía. Así que este principio implica respetar, conservar y utilizar correctamente nuestra energía de vida. En un sentido más amplio, implica comprender que toda la energía del Universo está conectada, incorporando un compromiso ecológico profundo. Tener paz es luchar por la paz, no someterse pasivamente al capricho ajeno. La paz del tolteca es un ejercicio de la voluntad; se conquista cuando realizamos obras meritorias, nos hacemos responsables de nosotros mismos y compartimos con otros lo que hemos llegado a saber por experiencia propia. No matar el tiempo es un consejo fundamental, ya que lo único que tenemos en esta vida es un poco
de tiempo; por lo tanto, es inteligente aprovechar cada segundo para crecer internamente. Un aspecto básico del Kinam, es que este consejo aplica tanto cuando estamos despiertos como cuando dormimos. Desde el punto de vista tolteca, somos tan responsables del contenido de nuestros sueños como de lo que hacemos en la vigilia; luego, tenemos el deber de cultivar íntegramente nuestras facultades. La segunda etapa de este paso es el compromiso para con uno mismo o la práctica individual diaria, una medida de higiene energética que consta de los siguientes puntos: 1. Recapitulación de los sueños cada mañana al despertar, realizada sin ánimo de interpretación, sólo de observación. Podemos hacerla mentalmente o por escrito. 2. Practicar ejercicios físicos. Afirmaban los toltecas que cada día tiene una energía particular, positiva o negativa, que podemos acentuar o neutralizar mediante la técnica apropiada. En Kinam se promueve la práctica de las posturas del Tonal o día calendárico, basada en el Calendario Sagrado de Anawak. 3. Meditación, realizada a continuación del ejercicio anterior. Consiste en recoger los sentidos, hacer silencio mental y, si es posible, entregarse al éxtasis. 5. Recapitulación de lo que hicimos durante la vigilia, realizada antes de dormir en la noche sin ánimo de interpretación, sólo de observación. Se puede hacer mentalmente o por escrito (se recomienda al estudiante de Kinam llevar un diario de sus sueños y vigilias, pues ello le ayudará a materializar el siguiente paso). Quienes asumen con seriedad la práctica individual diaria, tienen el éxito asegurado.
La divinización El tercer paso, Teochiwa, divinización, es como la respiración honda que tomamos antes de levantar un gran peso: nos prepara energéticamente para el resto del trabajo. Se relaciona con la dimensión divina y su propósito es recuperar nuestra totalidad. Algunas personas interpretan este paso como una incitación a cultivar los aspectos devocionales del sendero tolteca. Los antiguos mexicanos eran muy devotos; a fin de comulgar con la Divinidad, usaban ritos, sacramentos, austeridades y propiciaciones. Todo esto es muy agradable y nos da un sentido de pertenencia histórica, pero tiene el defecto de que, si no estamos alertas, podemos confundir el fin con el medio, convirtiendo las metáforas en ídolos. En el Método Kinam se enfatiza la práctica abstracta. Creemos que no hay mejor ritual que las acciones meritorias, ni oración más sincera que una buena intención. El objeto de este paso no es adorar dioses, sino ser divinos; y podemos llegar a serlo porque, de hecho, ya lo somos. Desde la óptica tolteca, la divinidad no es una gracia sobrenatural, sino un estado de conciencia; más aún, es el destino evolutivo de todos los seres vivos, una potencialidad codificada en nues-tros genes desde el comienzo de la creación. Los sabios del México antiguo se dieron cuenta de que, cuando el ser humano busca a Dios, se busca a si mismo. En consecuencia, diseñaron una técnica genialmente simple y efectiva para recobrar nuestra totalidad y reconocer nuestra verdadera naturaleza: la recapitulación. Recapitular viene a ser como aplicar en grande de los consejos estudiados en el paso anterior, y constituye la primera fase de este paso. Existen dos tipos de recapitulación: la pasiva y la activa. La recapitulación pasiva consiste en rastrear los incidentes de nuestra vida. Todos hemos disipado una gran cantidad de energía en nuestras relaciones; nos apegamos a las cosas, nos enamoramos y decepcionamos con frecuencia, nos dejamos arrastrar por intereses egoístas que luego nos causan vergüenza... Como resultado, agotamos nuestra energía. Eso crea huecos en la memoria, lapsos de información donde se esconden los sucesos dolorosos. Como no queremos enfrentar nuestros errores, no aprendemos de ellos y nos vemos condenados a repetirlos. Podemos parar con eso, rememorando nuestra vida. Un kiname dedica tiempo para estudiarse a si mismo; repasa su historia para recuperar lo perdido; soluciona en intención los problemas creados; perdona las ofensas recibidas y pide perdón por las que cometió… La recapitulación nos permite asimilar las lecciones de la vida. De ese modo, vamos zurciendo los agujeros de la energía. Como resultado de esta práctica, el mundo cambia; deja de ser una aburrida cotidianidad donde trabajamos como burros para sobrevivir, y se convierte en un campo de aventuras cuya búsqueda no es la supervivencia, sino la experiencia en sí misma. La persona que ha recapitulado su vida vuelve a ser como niño. El objeto ideal de este paso es memorizar el propio nacimiento. Parece algo imposible, pero, de hecho, es relativamente fácil, ya que haber nacido es el acto más importante de la existencia, el que dejó una huella más profunda en nuestra memoria. Lo sorprendente no es que podamos recordar el nacimiento, sino que, de ordinario, no lo recordemos. Hemos sido despojados de nuestro propio origen – aquello que
nos da sentido de ser –, lo cual demuestra hasta qué punto hemos permitido que se deteriore nuestra energía. Al recapitular el momento mágico en que entramos a este mundo, se abre ante nosotros la puerta al Universo sagrado, allí donde moran los dioses, de donde proceden la vida y la conciencia, y a donde retornaremos cuando se agote nuestro plazo en la tierra. Es bueno conocer ese mundo mientras estamos jóvenes y sanos, porque entonces tenemos la posibilidad de ser actores de nuestra propia creación. En México, la persona que lograba completar el circuito de la conciencia recibía el nombre de Teowa, divinizado. Sin embargo, recapitular la propia vida es sólo el comienzo. De nada vale que nos esforcemos por deshacer los nudos de nuestra historia personal si, al terminar el ejercicio, de nuevo volvemos a enredarnos. He conocido personas que constantemente se quejan de que invierten casi todo su tiempo en un trabajo que no les gusta, pero no hacen nada por cambiar esa situación. Es como si estuvieran esperando que viniera un mago a resolver por ellos. Por lo tanto, la segunda etapa de este paso es la recapitulación activa. Este ejercicio exige un gran valor, pues consiste en destruir las justificaciones que usamos para ser como somos. Si queremos recuperar nuestro potencial divino, tenemos que cambiar. Para ello, hay que recapitular, no sólo los incidentes de nuestra historia personal, sino también las circunstancias que nos han ido dado forma, y que nos inducen a actuar de determinada manera. En la generalidad de los casos, los condicionantes que más energía consumen son los apegos, el vínculo familiar, las relaciones de pareja y el trabajo. Tenemos el deber de analizar y rectificar dichas interacciones con total honestidad frente a nosotros mismos, pues la vida es única y cada segundo que pasa es irrecu-perable.
La purificación energética El cuarto paso se llama Chipawa, transparencia; su objeto es que nos limpiemos física, psíquica y emocionalmente, hasta volvernos cual un cristal transparente que deja pasar sin distorsiones la luz del Sol. Una vez en conocimiento del tema, asumido el compro-miso ético, y conscientes de que tenemos una dimensión divina que rescatar, lo siguiente es estudiar nuestra anatomía energética para comprender cómo se mueve la vitalidad por nuestro interior y qué hacer para higienizarla y activarla. Según los videntes toltecas, los seres humanos tenemos un campo magnético que se extiende desde nuestro interior hasta la distancia de un brazo fuera del cuerpo físico. Cuando dicho campo se deteriora, nuestra vitalidad se disipa y podemos llegar a morir. Por eso, es de gran importancia mantener nuestra energía limpia y compacta. Dentro de ese campo hay una serie de órganos llamados Kuekueyo, espirales luminosas, que funcionan como trans-formadores de la energía, almacenando las experiencias y modificando la percepción. De ellos afirma un códice mexica: “Con nuestros Cuecueyo(s) iluminamos al mundo. En el sitio donde están nuestras luminarias, allí tenemos luz.” (Códice Matritense) Algunos de esos centros se activan de manera natural a medida que crecemos, pero otros requieren de un trabajo intencional. La disfunción de uno o varios de estos centros por falta de mantenimiento puede producir enfermedades e incluso la muerte. Los centros principales son siete y se orientan a lo largo de la columna vertebral. Sus nombres y funciones son: 1. Kolotl, escorpión, en la base de la columna vertebral. Es la sede de los instintos sexuales, reproductivos y de supervi-vencia. Se activa al nacer y alcanza su pleno funcionamiento en la adolescencia. 2. Iwitl, plumón, en el vientre. Es la sede de los sentimien-tos filiales y patrios, y los impulsos de socialización y comu-nicación. Se activa en forma natural antes de la adultez. 3. Pantli, bandera, en el ombligo. Es la sede del ego y los impulsos de representación, competitividad y dominio. Se activa asumiendo los retos y enfrentando las dificultades. 4. Shochitl, flor, en el corazón. Es la sede de las emociones, la sensibilidad artística y los impulsos altruistas. Se activa enriqueciendo y ennobleciendo las experiencias. 5. Topilli, bastón de mando, en la garganta. Es la sede de la voluntad. Se activa tomando decisiones y afrontando las consecuencias.
Estructura y nombres de los centros energéticos. Códice Borgia.
La composición del ser humano. Códice Laúd. 6. Chalchiwitl, piedra preciosa, en la frente. Es la sede de la intuición; su funcionamiento mínimo es la razón. Se activa mediante estudio, meditación, ensueño y recapitulación. 7. Tekpatl, cuchillo, en la coronilla. Este centro sintetiza la actividad de los demás, conectando la energía individual con la cósmica. En él radica el impulso de trascendencia que nos caracteriza como humanos. Se activa a medida que los demás centros lo hacen. Los centros forman una red que organiza nuestro campo magnético. Dicha estructura nos permite actuar como individuos, entrando en relación con otros campos. Aunque, al actuar, solemos comportarnos como si fuésemos un todo, en verdad somos una alianza de entidades o vehículos de acción, cada uno de los cuales tiene sus propios instintos e intereses, y requiere de una alimentación y mantenimiento especializados. Podemos comparar al sistema en su totalidad con un coche tirado por caballos; aunque funcionan al unísono, no hay olvidar los requerimientos específicos de cada caballo. Según los toltecas, tenemos cinco vehículos, que son: 1. Tonakatl, nuestra carne, el vehículo físico. Siguiendo el ejemplo anterior, diríamos que es como el coche, la parte más pesada del sistema. Su función es moverse, tener sensa-ciones y reproducirse. Se alimenta de comida sana y agua. Se purifica mediante descanso, ejercicios físicos, higiene y cuidado de la salud. 2. I’iotl, aliento, el vehículo vital, es el caballo fuerte del grupo, el que va delante. Sostiene el sistema de centros energéticos, canalizando las experiencias hacia cada uno de ellos. Se alimenta de respiración apropiada y se purifica mediante el uso sobrio de los demás vehículos. 3. Yollotl, corazón, el vehículo emocional, es el caballo de la retaguardia. Su función es potenciar el funcionamiento de la red de centros energéticos, apoyando a cada vehículo en sus necesidades. Se
alimenta de impresiones variadas y sanas. Se purifica al disipar las emociones negativas mediante la recapitulación. 4. Mati, mente, el vehículo mental, es el cochero, el que guía a los caballos. Selecciona las impresiones que llegan hasta nuestros sentidos y les da significado. Se alimenta de información adquirida mediante estudio, reflexión y experi-mentación. Se purifica por higiene mental, meditación y ayuno de creencias. 5. Nawalli, doble, el ser de ensueños, es el pasajero que da órdenes al cochero. El nagual es un vehículo independiente; puede bajarse del coche cuando quiera y tiene una vida propia en el ámbito del sueño. Incluso, puede conseguirse otro coche y otros caballos, es decir, generar vehículos subsi-diarios a través de la visualización creadora. Se alimenta de tareas que lo desarrollan. Puede hacerse depositario de nuestro sentido de ser, en cuyo caso se transforma en el agente de nuestra liberación. Los mesoamericanos crearon numerosas técnicas para dar mantenimiento a los vehículos. En Kinam recomenda-mos tres de ellas: la alimentación polar, la herbolaria y el baño de temascal. El temascal es probablemente la técnica más querida de los practicantes. Consiste en someter al cuerpo a un baño de vapor sazonado con plantas aromáticas. Tiene un inmediato efecto relajante y desintoxicador, por lo cual, en la antigüe-dad, se empleaba para recibir a los recién nacidos. El recinto del temascal también tenía una función simbólica, siendo empleado en los ritos de iniciación. La alimentación polar es uno de los más interesantes aportes de los mesoamericanos al campo de la salud. Se basa en una clasificación de los alimentos en “fríos” y “calientes”, lo cual no tiene que ver su temperatura exterior, sino con su capacidad para neutralizar los excesos positivos o negativos de la energía. Nuestra energía varía a lo largo del día, y también sufre alteraciones con motivo de la práctica de ejercicios, enfermedades y accidentes, edad, estado de ánimo y condiciones menos ponderables. Escoger y mezclar los alimentos apropiados para cada momento y objetivo de nuestra vida, es un arte que puede facilitar en gran medida el mantenimiento de los vehículos. Por extensión, la alimentación polar produjo una terapia de polaridades cuyo fin es neutralizar las enfermedades. Según la óptica tolteca, las disfunciones del vehículo físico o de cualquier otro, son intrusiones, metafóricamente compa-radas con “vientos” o “espíritus del monte”. Nosotros mismos somos una intrusión en el mundo. Esto hace que las enfer-medades se vean y traten como una integridad, teniendo en cuenta no sólo los síntomas físicos, sino también las causas energéticas, las condiciones ambientales y las consecuencias sociales. Por su parte, la herbolaria es de gran apoyo, no sólo por los productos químicos que se pueden obtener de las plantas, sino porque estas son seres vivos y pueden comunicarnos su intención. Hay tres tipos de herbolaria: la común, dedicada a la salud de los vehículos físico y vital; la sagrada, orientada a resolver problemas mentales y emocionales; y la “de poder”, que se emplea para desarrollar el nagual.
La meditación El quinto paso, Teomania, meditación, se relaciona con la intuición, esa misteriosa facultad que en la vida cotidiana solemos tener atrofiada. La meditación era una práctica muy común en el México antiguo, según se deduce de la profusión de imágenes meditativas en el arte. Su objeto es llegar al estado de éxtasis. En el Método Kinam, la meditación se divide en cuatro pasos, que son: 1. Mana, disposición. 2. Senmati, concentración. 3. Teomania, meditación. 4. Teowatia, éxtasis. La disposición consta de tres partes: a) Buscar el lugar y momento apropiados. Resulta muy difícil calmar la mente en un sitio bullicioso o lleno de distracciones; por ello, lo mejor es retirarse a un rincón tranquilo, si es posible en contacto con la naturaleza, como puede ser un parque o una playa desierta. El momento también importa; se medita mejor temprano en la mañana o al atardecer. El mediodía es mal momento porque se exacerba el Tonal y la mente se distrae; la medianoche también, porque induce a visiones fantasiosas. b) Colocar el cuerpo en forma correcta. En Kinam existe un grupo de posturas específicamente desarrolladas para este propósito, que estudiaremos adelante. c) Armonizar la energía mediante I’imati, el control de la respiración. Como veremos, existen varias técnicas para conseguir ese efecto. El segundo punto, la concentración, no se debe confundir con la meditación. Es sólo una técnica de apoyo, una forma de callar la mente sin necesidad de darle órdenes directas. Para concentrarnos, empleamos recursos externos o internos que captan y conducen la atención, como resultado de lo cual, los pensamientos se van deteniendo poco a poco. Existen muchas formas de concentración; en Kinam
usamos cinco principales, que son: 1. Observación, un ejercicio muy simple que consta de tres partes: a) Observamos serenamente lo que pasa a nuestro alrededor, sin hacer juicios ni comparaciones. b) Una vez que nos ambientamos, escogemos un elemento del entorno, como puede ser una hoja o fruta de un árbol, una marca en la pared o el suelo, una nube, etcétera, y lo miramos fijamente, tratando de no parpadear. c) Luego de unos minutos de forzar el enfoque, hacemos lo contrario: mantenemos los ojos sobre el objeto elegido, pero atendiendo a lo que hay en la periferia. La mirada periférica es de gran valor para educar la percepción. 2. Imaginación eidética. Seguramente hemos notado que, al apretar los globos oculares, aparece una serie de colores y formas geométricas. El orden en que aparecen no es casual, responde a nuestro estado energético y es uno de los indicadores que usa el médico chamán para analizar a su paciente. Existen ciertas asociaciones naturales de color y forma que podemos aprovechar como motivos de concentración; las básicas son las siguientes: - Un triángulo rojo con la punta hacia arriba induce un estado de vigor. - Un círculo blanco induce al análisis y la observación. - Una media luna negra nos da fluidez y un sentimiento místico. - Un cuadrado amarillo nos hace sentir serenos, seguros y sólidos. Alternando esas imágenes, podemos inducir un estado de equilibrio mental que rompe con el monólogo cotidiano. 3. La vocalización. Así como existen sonidos que irritan, hay otros que calman; por ejemplo, el sonido del corazón materno es como un arrullo para el bebé. Podemos aprove-char ese efecto, repitiendo suavemente un sonido, palabra o frase que tenga una cadencia suave y, preferiblemente, un significado de sugestión positiva. Volveremos a referirnos a esta técnica. 4. La aromatización. Ocurre lo mismo que con los sonidos: hay olores que nos ofenden y otros que agradan y calman. Los meditantes de todas las culturas han descubierto las ventajas de ambientar el espacio de prácticas con un poco de incienso; en México empleaban principalmente la resina de copal, pero es un recurso que no se debe abusar. 5. Probablemente, la forma más fructífera de conducir la atención consiste en concentrarnos en los centros energé-ticos. Hablaremos más adelante de ese asunto. La tercera fase del ejercicio es propiamente la meditación. Meditar es llegar al silencio interior. Ello es posible cuando prescindimos de toda forma de concentración, porque, de otro modo, la mente quedará enganchada en los estímulos senso-riales o mentales. El único modo de meditar, es intentarlo; la práctica sostenida hace que sea cada vez más fácil. Lo ideal es llegar a un estado en el cual permanecemos técnicamente dormidos, pero conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y en perfecta placidez. La culminación de este ejercicio es el éxtasis, el más elevado grado de conciencia accesible al ser humano. El éxtasis meditativo se produce gracias a un fenómeno psíquico muy interesante: el silencio mental se acumula. La primera vez que callamos la mente, puede que sólo lo logremos por unos segundos; pero, al intentarlo de nuevo, ese lapso se va alargando, se acumulan los minutos, hasta que llegamos a una frontera muy personal a la que Castaneda llama “el umbral de silencio”. A partir de ahí, ya no hay que intentar el silencio, porque se sostiene por sí mismo. La parte dramática del ejercicio es que el mundo mismo comienza a cambiar, las cosas se “desarman”, se tornan mágicas, y el espíritu se entrega en un viaje interior de gozo indescriptible.
El nagualismo El sexto paso, Nawallotl, nagualismo, tiene como objeto proyectar nuestro ser de ensueños, llamado “el doble” o “el nagual”. El nagualismo es un campo muy amplio de experimentación, repleto de técnicas para el manejo de la energía, algunas bastante peligrosas. Por ello, en Kinam preferimos limitarnos a los aspectos básicos de este paso, dejando al estudiante en libertad para profundizar por sí mismo, si es que lo considera apropiado. Aclaremos algo: el nagual no es un fantasma ni un animal, como creen los campesinos de México; tampoco es una superstición de los antiguos, como ingenuamente suponen los investigadores modernos. “Nawalli” fue el nombre que dieron los mesoamericanos a la proyección de nuestra voluntad en el ámbito del subconsciente. Un chamán entrenado potencia de tal modo sus capacidades de percep-ción, que el mundo literalmente se multiplica a sí mismo. A través del ser de ensueños, viaja a universos reales, pero extraordinarios, donde se relaciona con otros seres que también están en el camino.
La proyección del nagual. Mural olmeca de Oxtoticpac. El mejor modo para reconocer y desarrollar al ser de ensueños, es aprender a soñar. El principal problema que confrontamos al dormirnos, es que no creemos que ese estado sea aprovechable; por ello, nos dejamos caer en la cama como un saco de papas, sin voluntad ni propósito. Toda la responsabilidad que ejercemos cuando estamos dormidos, es tener cuidado de no orinarnos en la cama; nada más. Hemos perdido de vista que el sueño es una extraordinaria facultad que poseen algunos seres vivos. ¿Aprovechar los sueños? La idea parece absurda. Es cierto que, de ordinario, nuestros sueños están llenos de fantasía; pero eso no significa que la capacidad de dormir, en sí, sea inútil para el propósito de desarrollar la conciencia. ¡Por el contrario! Cuando dormimos, los sentidos se desco-nectan en forma natural; es como una concentración muy intensa. Eso facilita las cosas, si sabemos cómo proceder. Si queremos contactar con el ser de ensueños, ante todo, hay que saber que ese ser existe, es real. Hagamos memoria: ¿qué ocurre cuando soñamos? Sucede que vemos, oímos, nos emocionamos, hablamos, hacemos cosas y hasta razonamos… exactamente igual que cuando estamos despiertos. Por lo tanto, también podemos tomar el control de la situación. Así como aprendimos de niños a controlar los esfínteres de las vías urinarias, podemos aprender a no dejarnos arrastrar por la fantasía de los sueños, aprovechando el momento para investigar, resolver problemas y hacer cosas útiles. La primera fase del cultivo del sueño es la tarea. El practicante comienza dándose una orden mientras está despierto, para cumplirla cuando duerma. La orden puede ser verse las manos, buscar el propio rostro en un espejo, asomarse por una ventana o pronunciar la frase “estoy soñando”. Incluso podemos ponernos tareas más complejas, como hacer el intento de volar, vernos a nosotros mismos en la cama o encontrarnos con algún conocido que también esté soñando; pero mientras más compleja la tarea, más difícil de cumplir. Al principio, puede que no tengamos éxito, pero la insistencia triunfa y terminamos adquiriendo un control inicial del ser de ensueños. La segunda fase del ejercicio consiste en observar sin juicios lo que ocurre, mirar alrededor con atención, pero sin involucrarse. Esa actitud es como un imán, atrae a otros ensoñadores. Algunos de esos compañeros de viaje están más adelantados que nosotros, y lo normal es que nos den orientaciones. Incluso, podemos tener la suerte de encontrar un verdadero maestro nagual. Pero no debemos ver a esas entidades como superiores o especiales; sólo son personas que ya pasaron por ciertas etapas del camino y pueden darnos un consejo. La tercera fase del ejercicio consiste en desapegarnos de la forma humana. A estas alturas, el estudiante ya ha tenido éxito en rearmar su ser de ensueños, aprendiendo a moverse y hablar con propiedad, concentrando su atención y no dejándose atrapar por lo que ocurre – es decir, manteniendo en todo momento la conciencia clara de estar soñando. En este punto hay que reconocer que ese cuerpo que vemos y usamos es una proyección mental; el verdadero quedó dormido en la cama. Por lo tanto, no estamos obligados a comportarnos como un ser orgánico. Esto es una gran ventaja, ya que un ser incorpóreo puede hacer cosas aparentemente imposibles, como volar sin alas, atravesar paredes o trasladarse instantáneamente entre dos puntos del espacio o del tiempo. Lo importante de esta fase, es romper la sujeción psicológica a nuestra forma humana, pues ello es la condición para aprender a sobrevivir a la muerte. La cuarta fase consiste en Ver la energía tal cual es. Como ya no estamos supeditados al rango sensorial de los ojos, los oídos y demás sentidos, no tenemos que detenernos en la superficie de las cosas, o en los tamaños, formas e intensidades habituales. Podemos enfocarnos sobre algo y observar o escuchar los detalles más íntimos, llegando literalmente al plano de la energía. Vemos el mundo tal cual es, y no como nos lo impuso la limitación de nuestra forma humana. En términos toltecas, eso se llama Poder. Uno de los resultados más impactantes de esta fase es que, al enfocar a otros seres vivos, no los vemos como cuerpos físicos, sino como ondulantes campos de energía con órganos parecidos a tentáculos
y vórtices radiantes. A continuación viene una fase muy compleja, en la cual tenemos que aprender a movernos por el mundo del ensueño, que a estas alturas ya no es sueño, sino un espacio completamente pragmático de vida y conciencia. Ese mundo es como un laberinto, lleno de posibilidades, pero también de peligros. Aquí se impone un gran discernimiento por parte del practicante para no quedar atrapado en las tentaciones y compromisos que surgirán. Al no estar limitados por la forma humana, poseemos grandes poderes, pero también una gran ignorancia sobre cómo proceder, pues allí somos como niños recién nacidos. En esta fase, tenemos que apren-der a ser humildes y sobrios para poder seguir adelante. Si consigue pasar por todas las pruebas, se puede decir que el practicante ha llegado a ser un nagual, alguien que controla su percepción. El objeto final del nagual es convertirse en un Moyokoyani, creador de un mundo propio.
Los ejercicios físicos El séptimo paso, Yekoatl, ejercicios físicos, se compone de movimientos, contracciones y gestos simbólicos, tanto aislados como organizados en series. En el siguiente capítulo analizaremos el asunto en detalle. Por ahora, quiero referirme a un aspecto que con frecuencia olvidan los practi-cantes: los ejercicios de Kinam están destinados a equilibrar y tonificar todos nuestros vehículos, no sólo el cuerpo físico. Lo que de veras importa no son las posturas, sino el intento subyacente en su realización. Estos ejercicios tienen tres campos de acción bien diferenciados: - El cuerpo físico. - La mente. - La energía. En el aspecto físico, lo que se busca es que el estudiante pueda colocar su cuerpo en forma recta y estable para dedicarse por largo rato a la práctica interna. Sin embargo, por el camino se añaden otros beneficios, pues las posturas impactan sobre los sistemas límbico, endocrino, digestivo y osteo-muscular, vitalizando los órganos, activando las glándulas, aumentando nuestra capacidad de equilibrio, quemando la grasa, dando tono y elasticidad a los músculos, y flexibilizando los ligamentos. Se nota cuando una persona domina su cuerpo, tanto en la manera de sentarse y caminar, como en el control que tiene sobre sus gestos y expresión. Ese es uno de los objetivos del Kinam. En el aspecto mental, las posturas son símbolos, tienen un significado trascendente, representan conceptos del sendero tolteca. Por ello, no sólo es importante hacerlas bien, sino hacerlas con amor, consiguiendo un resultado lleno de fuerza y belleza. Cada postura debe comunicar un sentimiento noble, una intención impecable. Un caso particular es el de las series dinámicas, pues no sólo expresan el significado particular de cada postura, sino que también describen mitos fundacionales e historias “de poder” de la Toltequidad. Practicar Kinam es abrirse al intento de los viejos maestros. La dimensión simbólica de los ejercicios nos introduce en su tercer campo de acción: la energía. Las posturas no sólo están diseñadas para ser practicadas mientras estamos despiertos; sus efectos más jugosos los obtenemos cuando las practicamos en sueños. El verdadero objeto de este paso es usar las posturas, gestos y movimientos a manera de llaves para abrir los canales sutiles de la energía, aprendiendo a bucear en el laberinto del ensueño.
3
LA
ESTRUCTURA
DE
LOS
EJERCICIOS
El orden cosmogónico Para entender el sistema de Kinam, tenemos que penetrar un poco en la cosmovisión de Anawak. En aquella cultura todos los símbolos estaban integrados, produciendo un resultado de singular equilibrio y belleza (de hecho, podemos definir la Toltequidad como esa fase de la cultura en la cual los signos se armonizan). La resonancia armónica permitía deducir cuáles relaciones eran gratas y cuales indeseables; por lo tanto, servía como patrón de referencias para todas las estructuras organizativas de la sociedad. Un ejemplo brillante de la aplicación de esta cosmovisión es el Calendario de Anawak – el mecanismo de medición del tiempo más exacto que se haya inventado. Ese calendario se basaba en un Año Sagrado llamado Tonalpowalli, la cuenta de los tonales, con una duración de 260 días producida por la rotación combinada de una rueda de veinte signos y otra de trece números. Como vemos en la tabla al final de este capítulo, cada signo de la veintena tenía una familia de simbolismos, tales como un rumbo, un horario de máximo efecto, un elemento básico y otro que lo modificaba. Los nombres y significados de los rumbos cardinales eran: - Witstlampa, rumbo de las espinas, al Sur, de donde procede la energía positiva (Tonal). - Siwatlampa, rumbo femenino, al Oeste, donde se produce la energía negativa (Nagual). - Miktlampa, rumbo de los muertos, al Norte, donde se transforma la energía (Kuepa).
Señor de los rumbos. Códice Fejervary. - Tlawistlampa, rumbo de la luz, al Este, donde se equilibra la energía (Kinam). Los cuatro confluían en el centro, formando una cruz. En ocasiones, los profetas de Ketsalkoatl se representaban cargando la cruz cósmica, lo cual indica que ellos son los sostenedores de la creación. Por su parte, los elementos tenían los siguientes nombres y significados: 1. Tlalli, tierra. Representa al estado sólido de agregación de la materia, en el que las moléculas forman cristales. Entre nuestros vehículos de expresión es el cuerpo físico, y en este, el componente Carbono. Su deidad regente era Koatlikue, falda de serpientes, la Madre Naturaleza. Su símbolo es un cuadrado amarillo. 2. Atl, agua. El agua es el estado líquido de la materia, en el que las moléculas fluyen. Entre nuestros componentes orgánicos es el Nitrógeno, y entre nuestros vehículos, las emociones. Su regente era Tlalok, con tierra, el fecundador de la Naturaleza, equivalente al Espíritu Santo de los cristianos. Se simboliza con una media luna negra. 3. E’ekatl, viento. Este elemento representa al estado gaseoso, cuando las moléculas se expanden; el Hidrógeno de nuestro cuerpo y el vehiculo mental. Estaba regido por E’ekateotl, viento divino, el comunicador cósmico, con una función equivalente a la del aspecto Hijo de la trinidad cristiana. Su símbolo era un círculo blanco. 4. Tletl, fuego. Representa el estado plásmico de agregación de la materia, en el cual se descompone la estructura molecular. En nuestro organismo es el Oxígeno, y en nuestro sistema de vehículos, la vitalidad. Su deidad regente era Shiu’teku’tli, señor resplandeciente o señor de los ciclos, creador del tiempo y el espacio. Su símbolo, un triángulo rojo con la punta hacia arriba. 5. Ollin, movimiento. En este no hay estado de agregación material, pues todo queda reducido a una
sopa de fotones. Entre nuestros componentes es la chispa vital que, al infundir el vehículo físico, da como resultado un cuerpo vivo, consciente. Su máxima influencia es sobre el ser de ensue-ños. Lo rige Ketsalkoatl, serpiente emplumada, el conductor de la evolución. Se simboliza mediante una cruz svástica verde-azul. Había otros dos elementos, correspondientes a los rumbos del Arriba y el Abajo, pero estos no modificaban a los signos de la veintena; estudiaremos sus características en las posturas de esos rumbos. La combinación del elemento propio del rumbo con los elementos modificadores producía una gama armónica. Por ejemplo: el Este regía sobre los signos de Dragón, Serpiente, Agua, Caña y Movimiento, todos los cuales eran de Fuego. Sin embargo, cada uno tenía su propio matiz; así, había un fuego de tierra, otro de aire, otro de agua, etcétera. La secuencia de los elementos modificadores no era lineal, sino en forma de svástica, pues reflejaba la intersección de un plano (la veintena) y una espiral (los elementos). De manera que presenta discontinuidades regulares, como vemos en el diagrama. Tal organización del mundo, que podríamos calificar de horizontal o cardinal, coexistía con otra, vertical o dimensional, que organizaba el Cosmos en tres niveles de integración de la energía. Estos eran: - Miktlan, mundo de los muertos, la zona interna e invisible, área del Nagual, en forma de pirámide invertida de cinco pisos y nueve escalones. Su nombre como rumbo era Temoktlampa, hacia abajo. - Nikan, aquí, también llamada Tlaltikpak, sobre la tierra, zona intermedia donde se complementan el Tonal y el Nagual. Su rumbo era Tla’kotlampa, en el medio. - Topan, arriba, la zona externa y visible, dominio del Tonal, representada como una pirámide de siete pisos y trece escalones. Su rumbo era Tle’kotlampa, hacia arriba.
Combinación de los elementos y los signos de la veintena.
Los niveles del Cielo y el Inframundo.
La división vertical le daba estructura a la trecena, divi-diéndola en tres paquetes de días que tenían los siguientes nombres y posiciones: a) Tonalpeu’ka, introductores, los días del 1 al 4, relacionados con el rumbo de abajo. b) Tla’kotonalli, mediadores, los días del 5 al 9, relacionados con el rumbo central. c) Tonaltsontli, selladores, los días del 10 al 13, relacionados con el rumbo de arriba. Los elementos modificadores se disponían a través de la trecena en forma regular, en el orden Fuego–Tierra–Agua–Aire. El elemento Movimiento sólo aparecía en el grupo de tonales mediadores, como eje de todo el sistema. Este diseño influía sobre la percepción tolteca del cuerpo humano y sus funciones. Se consideraba que, en correspondencia con el corte horizontal del cosmos, el frente del cuerpo correspondía al Este, la espalda al Oeste, la derecha al Sur y la izquierda al Norte. En el corte vertical, la derecha era el Tonal, la izquierda el Nagual, la mitad superior el Topan y la inferior el Miktlan. Todos estos sentidos confluían en el ombligo, que tenía el papel simbólico de ser el Sol central del microcosmos humano. Algo de gran relevancia es que, como vemos en el diagrama siguiente, la energía fluía por los rumbos de determinada manera, siempre en el sentido Sur-Arriba-Norte-Oeste-Abajo-Este. Los rumbos de Arriba y Abajo generaban un espacio intermedio, el Centro, donde se manifiestan todas las influencias y donde tiene lugar nuestra vida cotidiana. Tal diseño favorecía determinadas afinidades e inhibía otras, y es aplicable a todos los órdenes de la cosmovisión tolteca, incluyendo la estructura de la psiquis y la fisiología humana. Era inevitable que el Método Kinam se orientara por este diseño. Los siete pasos que estudiamos en el capítulo anterior son reflejo de la organización de la energía. Asimismo, las posturas se estructuran en dos grupos principales, que son: - Veinte posturas horizontales, resonantes con los veinte signos del “mes” tolteca, orientadas hacia los cuatro rumbos cardinales. - Trece posturas verticales, resonantes con los trece números de la trecena, orientadas hacia los tres rumbos dimensionales.
Combinación de los elementos y los números de la trecena.
Anatomía cósmica del ser humano.
La clasificación de las posturas Debo aclarar que la denominación de “vertical” y “horizontal” es simbólica, no tiene que ver con la forma de disponer el cuerpo. Las posturas horizontales corresponden a posiciones habituales del cuerpo, así que podemos calificarlas de “naturales”. Lo que se pretende con ellas es que aprendamos a hacer mejor lo que ya hacemos: caminar, sentarnos, acostarnos, etcétera. Tienen los siguientes nombres, orienta-ciones y características: 1. Ketsa, de pie, las posturas del Sur, en las cuales permanecemos de pie, en saludo. 2. Mopach, agachado, las posturas del Norte, en las que el cuerpo se agazapa en intención de defensa. 3. Teka, acostado, las posturas del Oeste, en las que nos echamos en el suelo para descansar o ensoñar. 4. Semka, estable, las posturas del Este, en las que nos sentamos firmemente para meditar. Por su parte, las posturas verticales colocan el cuerpo en una forma que no es común para un ser humano de nuestros días. Con ello, lo que se busca es activar posibilidades relictas que duermen en nuestro interior, como consecuencia de nuestro largo camino evolutivo. Tienen los siguientes nombres, orientaciones particularidades: 5. Tlaktli, torso, las posturas de Abajo, en las cuales nos apoyamos sobre el dorso, sin tocar el suelo con las manos o los pies.
Distribución de las posturas por los siete rumbos de la cosmogonía. 6. Kuepa, invertido, las posturas del Centro, en las que el cuerpo se invierte y se apoya sobre la cabeza, en señal de renovación. 7. Manene, cuadrúpedo, las posturas de Arriba, en las cuales nos apoyamos simultáneamente sobre las manos y los pies, sin pegar el cuerpo al suelo. Junto con esta descripción de los aspectos formales de las posturas, el Método Kinam también maneja una clasificación que podríamos llamar “temperamental”, pues se refiere al espíritu que las anima. Se simboliza mediante los elementos modificadores. En la tradición alquímica mesoamericana, los elementos poseían unas cualidades llamadas “propiedades mayores” y “menores”; las primeras son útiles para clasificar las posturas, pues describen su intención y alcances. Son las siguientes: - Tierra: propiedad mayor, solidez (menor, sequedad). Sus posturas son recogidas y concentradas, por lo que detonan respuestas orgánicas de tipo glandular. También son estables y de naturaleza interna; se deben hacer con los ojos cerrados, concentrados en el centro de gravedad del cuerpo físico, que debe estar lo más cerca posible del suelo. - Agua: propiedad mayor, fluidez descendente (menor, humedad). Sus posturas son fluidas, buscan el contacto con el suelo, cubrir los espacios. Su máximo efecto es sobre las emociones, el afecto, la imaginación. Son útiles para relajarnos y recapitular. - Aire: propiedad mayor, expansividad (menor, tenuidad). Son posturas ascendentes que buscan la
expresión. Impactan sobre el carácter, comunicando un deseo de intercambio con el medio. Se deben hacer con los ojos abiertos, tratando de expresar nuestra intención al los demás y al Universo. - Fuego: propiedad mayor, fluidez ascendente (menor, calor). Posturas equilibradas y contemplativas, en las que el espíritu se desprende del vehículo físico y se eleva. Se deben hacer con los ojos entrecerrados. - Movimiento: propiedad mayor, cambio (menor, movi-lidad). Son posturas dinámicas y compresoras, que afectan el sentido del equilibrio y tienen efectos trascendentes en todos los vehículos. Su intento es cambiar las condiciones para dar paso a nuevas posibilidades. Se deben realizar con los ojos abiertos para evitar una caída. Los elementos no sólo describen dinámicamente a la postura, sino que también nos proporcionan una rica gama de relaciones simbólicas con las cuales podemos armar motivos de visualización que apoyan la realización de los ejercicios. El objeto de la práctica tolteca es la fusión de los cinco elementos a través de la concentración, a fin de que nuestro sistema de vehículos se convierta en el recipiente místico de la gran obra de la transformación interior. Tal estado ideal de integración recibía el nombre de Atlachinolli, agua quemada. Familia simbólica de los signos calendáricos.
elemento elemento básico modificador 1 Sipaktli, dragón Este Amanecer Fuego Tierra 2 E’ekatl, viento Norte Medianoche Aire Aire 3 Kalli, casa Oeste Atardecer Agua Agua 4 Kuetspalin, lagartija Sur Mediodía Tierra Fuego Koatl, serpiente 5 Mikistli, muerte Este Amanecer Fuego Aire 6 Masatl, venado Norte Medianoche Aire Agua 7 Tochtli, conejo Oeste Atardecer Agua Fuego 8 Atl, agua Sur Mediodía Tierra Movimiento 9 Itskuintli, perro Este Amanecer Fuego Agua 10 Osomatl, mono Norte Medianoche Aire Fuego 11 Malinalli, hierba Oeste Atardecer Agua Movimiento 12 Akatl, caña Sur Mediodía Tierra Tierra 13 Oselotl, ocelote Este Amanecer Fuego Fuego 14 Kuau’tli, águila Norte Medianoche Aire Movimiento 15 Koskakuau’tli, buitre Oeste Atardecer Agua Tierra 16 Ollin, movim. Sur Mediodía Tierra Aire Tekpatl, pedernal 17 Kiawitl, lluvia Este Amanecer Fuego Movimiento 18 Shochitl, flor Norte Medianoche Aire Tierra 19 Oeste Atardecer Agua Aire 20 Sur Mediodía Tierra Agua signo
rumbo
horario
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PREPARÁNDONOS
PARA
LA
PRÁCTICA
Recomendaciones para una práctica eficiente Las posturas de Kinam son un aspecto importante del sendero tolteca. Para que surtan todos sus efectos, hay que realizarlas con deliberación y teniendo en cuenta las siguien-tes consideraciones: 1. Preparación: es conveniente que nos preparemos física y psíquicamente para la práctica. Puesto que los ejercicios tienen como objeto refinar la serpiente del cuerpo para que se manifieste el quetzal del alma, debemos ver la sesión con el mismo espíritu de respeto como si participáramos en un sacramento. 2. Alimentos: en Kinam no se recomienda una dieta específica, ya que cada cuerpo tiene su propia constitución, necesidades y condiciones químicas. Sin embargo, ayuda el que la comida sea sana, baja en grasas y rica en vitaminas, minerales y fibras. La sesión se realizará al menos cuatro horas después de la última comida fuerte. No se debe practicar completamente en ayunas, pues ello puede afectar los órganos digestivos. 3. Ambiente: una postura completa no consiste sólo en la parte física, sino también en sus desarrollos sutiles. Por ello, es importante buscar un ambiente que nos permita el grado suficiente de concentración y visualización. Lo ideal es una habitación tranquila o un rincón solitario de un parque. 4. Horario: la práctica matutina ayuda a tonificar el cuerpo para el trabajo del día. A esa hora, por lo general el cuerpo está más rígido, por lo que debemos evitar las posturas más exigentes. El mejor horario es alrededor de las 4 de la tarde, porque entonces el cuerpo está más flexible. No es bueno practicar tarde en la noche, ya que la activación del torrente hormonal puede producir insomnio. 5. Vestimenta: lo mejor es vestirse con ropa amplia, flexible, preferiblemente de fibras naturales, sin broches u objetos duros que puedan clavarse en la carne. 6. Soporte: la práctica se realizará sobre el suelo firme, nunca sobre una superficie mullida, como puede ser un colchón o la hierba crecida. Debemos aislarnos del suelo con un petate o manta gruesa para evitar alteraciones en nuestra polaridad. 7. Actitud: las posturas de Kinam no son para exhibir habilidades; se deben realizar con sobriedad, evitando la competencia y ser foco de la atención ajena. En las prácticas de grupo, cada estudiante se concentrará en su propio hacer y en su instructor. 8. Calentamiento: antes de la sesión, hay que flexibilizar las principales articulaciones del cuerpo. Para ello, se ha diseñado una práctica de calentamiento que estudiaremos adelante. 9. Respiración: cada postura de Kinam es una especie de danza entre los movimientos del cuerpo y la respiración. Por lo tanto, se impone el principio de Aai, ritmo, que consiste en armonizar la respiración y los movimientos físicos según los siguientes requisitos: - Antes de comenzar la sesión, se debe polarizar la energía mediante la respiración de barredera que estudia-remos adelante. - Antes de ir al siguiente paso del ejercicio, calmamos la respiración. - Los movimientos expansivos se acompañan con una inhalación. - Al quedar inmóviles en una postura expansiva, retenemos en pleno (con los pulmones llenos) por cuatro o cinco segundos. - Los movimientos de compresión se acompañan con una exhalación. - Si quedamos inmóviles en una postura comprimida, retenemos por unos segundos en vacío. - Todo movimiento que exija hacer fuerza se debe realizar en vacío. - Al estar inmóviles, respiramos en forma profunda y calmada. Los tiempos de ejecución y permanencia de las posturas se marcan en cantidad de respiraciones, en números simbólicos toltecas, como 3, 4, 7, 9, 13 y 20. 10. Naturalidad: las posturas se deben montar poco a poco, sin forzar los ligamentos y sin emplear pesos externos al propio cuerpo para conseguirlas. Lo que se busca no es una ejecución brillante, sino un intento sostenido que desarrolle las posibilidades naturales del cuerpo. Dicho principio recibe el nombre de Yu’yo, naturalmente. La hipertrofia de los músculos y demás sistemas del organismo por exceso de
ejercitación es tan indeseable para los propósitos del Kinam, como la subtrofia por falta de uso. 11. Impacto: previendo la diversidad de posibilidades físicas de los practicantes, en la mayoría de las posturas existen grados de bajo, medio y alto impacto. Las variantes de alto impacto se deben intentar al principio en compañía de un instructor o de otro estudiante que las domine. Este principio se llama Tekiotl, el trabajo de la postura. 12. Oportunidad: en Kinam rige la ley de los ciclos, lo cual significa: “todo en su momento”. No hay que apresurarse; nunca hemos pasar a un grado de impacto superior, si no dominamos el anterior. Debido a que las posturas tienen una dimensión simbólica, en la cual la belleza es fundamental, es preferible hacer bien una postura de bajo impacto que mal una de alto impacto. Cada cual, según sus particulares condiciones físicas y energéticas, sabrá hasta qué punto se involucra en el desarrollo del ejercicio. 13. El objeto de todas las posturas es buscar Kinam, equilibrio. Se consigue cuando el punto de gravedad del cuerpo – ubicado cerca del ombligo – se coloca en la forma de mínimo consumo de energía, teniendo en cuenta la oposición entre la fuerza de gravitación de la Tierra y la resistencia que le opone la tensión de los ligamentos. La correcta armonización de la postura es lo que en arquitectura se llama “tensigridad”. 14. Simetría: en las posturas simétricas rige el principio de Nekok, simetría especular, lo cual significa que los lados derecho e izquierdo del cuerpo se deben reflejar mutua-mente. Por ejemplo, si estamos sentados en meditación y una rodilla toca el suelo, la otra también debe hacerlo. Esta condición es difícil de cumplir, puesto que ordinariamente un lado de nuestro cuerpo está más desarrollado o contraído que el otro; pero resulta vital para una buena práctica. 15. Compensación: este principio recibe el nombre de Awik, de una parte y otra. Consiste en compensar las posturas asimétricas mediante el movimiento recíproco. Por ejemplo, si comenzamos plegando la pierna izquierda y estirando la derecha, a continuación plegamos la derecha y estiramos la izquierda. Como podemos comprender, los ejercicios asimétricos siempre son dobles. 16. Atadura: casi todas las posturas tienen una forma básica, a la cual se añade una Ilpilli, atadura. Este es un movimiento extremo que le da elegancia, fuerza e intención a la postura, después del cual ya no es posible desarrollar naturalmente el movimiento. 17. Polarización: por razones energéticas y simbólicas, todo movimiento de rotación, sea sobre uno mismo o en torno a la sala, se debe hacer en sentido positivo (contrario a las manecillas del reloj). Las posturas asimétricas se deben empezar por la izquierda o con un giro hacia ese rumbo, pues de ese modo se abren los conductos del lado derecho y la energía se polariza Tonal, caliente o positiva. Este es el principio de Ololli, rotación. 18. Implementos: en Kinam se utilizan algunos objetos que sirven de apoyo a la práctica. Los principales son: - Koapetlatl, estera de serpientes, un petate hoy conocido como Cuapetate, cuya función es aislarnos del suelo. Los practicantes de antaño solían pintarle un entramado de serpientes que representan las energías de la Naturaleza. - Kuachik, cojín, una almohadilla muy densa que se emplea para sostener algunas posturas del Este, colocándola debajo de las rodillas, los glúteos o la cabeza. También se puede confeccionar con un petate enrollado. - Tsonkuachtli, banda frontal, una cinta que algunos practicantes atan en la frente para recoger el pelo y evitar que el sudor caiga en los ojos durante los ejercicios. También sirve para forzar la postura cuando el cuerpo no tiene la suficiente flexibilidad.
Meditante en un petate de serpientes. Códice Florentino.
- Nepiloni, cinturón, una especie de cinturón lo suficientemente largo y fuerte como para rodear y sujetar el torso y las piernas. - Akatl, caña, una vara estrecha, pero lo suficientemente fuerte como para resistir la tensión de las posturas, de unos 80 centímetros de largo. Se emplea como rectificador de la columna vertebral y para sostener el mentón.
Desarrollando la sesión Una vez que nos decidimos a practicar, hay que prestar atención a ciertos detalles organizativos. El primero de ellos es el orden de la sesión, es decir, ¿por dónde empezar y en qué secuencia realizar las posturas? Hay dos tipos de orden: uno es el de la descripción formal de las posturas, relacionado con el simbolismo cosmogónico tolteca. Otro es el orden en que deben practicarse para que cada ejercicio montado contribuya a la realización del siguiente. En ese sentido no hay una norma rígida; el instructor debe apelar a su experiencia y sentido común. Como es obvio, no resulta sano iniciar una sesión parándonos de cabeza, porque el organismo aún no está preparado. La experiencia de trabajo habida con los grupos de práctica del Método Kinam permite perfilar una sesión ideal, aplicable en la generalidad de los casos, que consiste en el siguiente orden: 1ro. Introducción: ejercicios de calentamiento de las articulaciones. 2do. Energetización: posturas del Sur, para afinar el equilibrio. 3ro. Extensión básica: posturas del Norte y el Este, con las cuales estiramos los ligamentos de las piernas. 4to. Extensión intensiva: posturas de Abajo y Arriba, que nos estiran la columna vertebral y flexibilizan la cintura. 5to. Fase de máximo impacto: posturas del Centro, con las que ponemos a prueba todas nuestras capacidades. 6to. Descanso: posturas del Oeste, en las cuales podemos descansar (se ha comprobado que los sueños habidos inme-diatamente después de una sesión de ejercicios, tienen un enorme efecto reparador para el cuerpo y la mente). Las series dinámicas son un caso particular, ya que suelen conjugar posturas de varios rumbos. Lo mejor es realizarlas una vez que hemos dedicado algún tiempo a la práctica de las posturas estáticas. Otro aspecto a considerar es que hay dos tipos de práctica: la individual y la grupal; cada una tiene sus ventajas y desventajas. Lo bueno de la práctica individual es que no tenemos que estar pendientes de lo que opinen los demás; podemos entregarnos al ejercicio con total concentración. Mejor aún: podemos meditar, que es el fin para el cual nos estamos entrenando. Tiene el problema de que hay que ser muy cuidadosos al montar las posturas de medio y alto impacto, sobre todo las del rumbo central, pues no tenemos a nadie que nos dé una mano. Tampoco nadie nos rectificará si acaso nos equivocamos al interpretar un movimiento. La práctica de grupos tiene el beneficio de que podemos contar con el apoyo de los demás. Al observar al profesor o a los estudiantes que nos aventajan, podemos rectificar los errores e incorporar soluciones que dependen más de la experiencia que de la teoría. Pero tiene dos desventajas: la primera es que, lo queramos o no, una parte de nuestro ser estará pendientes de lo que otros hagan, ya sea para medirnos con ellos, para exhibir nuestras habilidades o para preocuparnos por lo que opinen de nuestro desempeño. Eso nos desconcentra. El segundo problema, es que en la práctica de grupo no se puede meditar. A pesar de lo que opinan algunas personas, no existe la meditación colectiva; lo más que podemos hacer cuando estamos en compañía de nuestros semejantes es concentrarnos juntos; pero aún así, el estado de conciencia resultante es de mala calidad. Para meditar, es imprescindible aprender a estar solos. Teniendo en cuenta las ventajas y desventajas de cada fórmula, lo ideal es que el estudiante las combine, partici-pando regularmente en sesiones colectivas a fin de aprender nuevas técnicas, e interiorizando lo aprendido en la práctica privada diaria.
La sesión de calentamiento El calentamiento tiene como objeto tonificar los músculos y ligamentos para poder realizar las posturas fluidamente. Tenemos catorce “bisagras” principales en el cuerpo: tobillos, rodillas, ingles, muñecas, codos, hombros, cintura y cuello. Cada una tiene su propio calentamiento. Esta sesión se organiza en cinco etapas, que son:
1. Calentamiento de tobillos
Los tobillos son una de las partes del cuerpo que más se afectan al realizar los ejercicios del Este (meditativos); por ello, es imprescindible flexionarlos. El ejercicio tiene tres pasos: 1. Shokechtlan, empeine. Nos paramos en atención con los brazos pegados al cuerpo, levantamos la pierna izquierda hasta que el muslo queda horizontal, y punteamos y contraemos el pie trece veces (a). Repetimos con la derecha. 2. Shololli, rotación del pie. Nos paramos con la pierna recogida, y rotamos el pie trece veces hacia fuera y otras tantas hacia dentro (b). Repetimos la rotación a la derecha. 3. Chocholli, saltos. Nos paramos en atención con los brazos a los lados del cuerpo y damos saltos tan altos como sea posible en el mismo sitio, sin flexionar las piernas, impulsándonos únicamente con los pies (c). Esto fortalece los músculos de las pantorrillas y afina el equilibrio. 2. Calentamiento de rodillas e ingles
Las rodillas son la parte del organismo que más desgaste sufre cuando caminamos, y uno de los puntos donde más se acumulan las tensiones de los ejercicios. Por ello, hay que tratarlas con cuidado, evitando lastimar sus ligamentos. Al comenzar a montar las posturas – sobre todo las de meditación –, el novato suele experimentar cierto dolor en las rodillas; eso es natural. Pero si el dolor persiste después de
algunos días o se agudiza, hay que consultar con el instructor o acudir al médico. Tenemos cinco ejercicios de calentamiento de las rodillas, que también tonifican las ingles y caderas; estos son: 1. Shopoposh, excavar la tierra con el pie. Nos paramos en atención y nos tomamos las manos a la espalda. Flexionamos levemente la pierna derecha, tomamos una inhalación y, al exhalar, rozamos siete veces el suelo con el pie izquierdo, con un desplazamiento amplio, como si excavá-semos una zanja (a). Luego repetimos con la otra pierna. 2. Shopewa, patada. Nos ponemos de pie, cerramos los puños delante del vientre, tomamos una inhalación y exhalamos bruscamente, al mismo tiempo que hacemos la pantomima de dar una patada con el dorso exterior del pie izquierdo a un objeto imaginario situado a un metro de distancia y altura frente a nosotros (b). El movimiento debe ser con fuerza, pero contenido, para no lastimar la rodilla. Luego alternamos con la otra pierna, hasta acumular siete golpes con cada una. 3. Akowi, levantar las rodillas. Nos paramos en atención con los brazos a los lados del cuerpo, inhalamos y, al exhalar, alzamos la pierna izquierda, intentando tocar el pecho con la rodilla (c). A continuación alternamos con la derecha, hasta acumular siete movimientos con cada pierna. 4. Mitotiani, danzante. Una variante del ejercicio anterior es el paso del bailarín. Consiste en alternar el movimiento de las piernas en forma continua, dando pequeños saltos en el sitio, de modo que en ningún momento ambos pies toquen el suelo simultáneamente. En este caso, la rodilla no se eleva hacia el pecho, sino en ángulo de 45 grados hacia afuera, de modo que la pierna queda oblicua y el pie a la altura de la cadera del lado contrario (d). Siete movimientos con cada pierna. 5. Malinaltetepon, rotación de rodillas. Nos paramos en atención con los pies paralelos y unidos, y colocamos los brazos en la cintura. Unimos las piernas y las flexionamos levemente, haciendo presión sobre las rodillas, y las rotamos hacia la izquierda siete veces, en giros acompasados con la respiración (e). Luego repetimos hacia la derecha. 3. Calentamiento de la cintura Debido a que estamos adaptados a sentarnos en muebles que soportan la mayor parte de nuestro peso, solemos tener atrofiados los músculos de la espalda. En consecuencia, cuando carecemos de un soporte, nuestra columna comienza a arquearse, disminuye la capacidad pulmonar y en pocos minutos nos sentimos cansados. Por eso, en Kinam se concede gran atención al entrenamiento de los músculos de la espalda. Este calentamiento también contribuye a quemar la grasa del abdomen. Tiene dos ejercicios:
1. Topitsa, movimiento de cintura. Nos paramos en atención con las piernas y los pies juntos, y colocamos las manos en la cintura. Imprimimos a las caderas un movimiento de rotación hacia la izquierda, manteniendo las piernas rectas (a). Realizamos siete giros acompasados con la respiración y repetimos para el otro lado. 2. Nepechteki, genuflexión. Este calentamiento consiste en inclinar el cuerpo hacia delante y hacia atrás, manteniendo el torso y las piernas rectas (b). Comenzamos de pie en atención, tomamos una inhalación y, a medida que exhalamos, vamos inclinándonos hacia delante, hasta que las manos toquen el suelo. Si se nos hace difícil, podemos abrir un poco las piernas a fin de que el centro de gravedad del cuerpo descienda, pero sin flexionar las rodillas. Nos incorporamos y, con el mismo impulso, colocamos las manos en la cintura e inclinamos el cuerpo hacia atrás tanto como sea posible (c). Siete repeticiones. 4. Calentamiento de muñecas, codos y hombros
Los siguientes movimientos tienen el propósito de relajar y extender los músculos de las extremidades superiores, descar-gando la tensión que suele acumularse en los hombros: 1. Makueloa, rotación de muñecas: parados en atención, cerramos los puños frente al pecho y rotamos las muñecas trece veces hacia fuera y otras tantas hacia dentro (a). 2. Topewa, empujón. Parados en atención, damos un paso con la pierna izquierda y proyectamos los codos hacia atrás, con las manos abiertas. Los dedos se cierran y apuntan hacia arriba, las palmas hacia delante (b). Tomamos una honda respiración y, a medida que soltamos el aire, nos imaginamos que empujamos un gran peso (c). Volvemos a la posición inicial, adelantamos la pierna derecha y repetimos. 3. Matotoka, bracear. Este ejercicio es contrario al anterior. Adelantamos la pierna izquierda, exhalamos todo el aire y nos imaginamos que halamos una carga pesada mediante una cuerda ubicada a la altura del pecho (d), dando siete jalones con cada brazo, con un movimiento alterno. Volvemos a la posición inicial, adelantamos la pierna derecha y repetimos. 4. Akolkua, rotar los hombros. Cerramos los puños y los colocamos en los hombros, proyectando los codos hacia fuera hasta que los brazos quedan en posición horizontal, y rotamos los brazos trece veces hacia delante y otras tantas hacia atrás, procurando que los giros se acompasen con la respiración (e). 5. Calentamiento del cuello
El siguiente ejercicio flexibiliza el cuello, lo cual previene de posibles contracciones al momento de
montar las posturas. Partimos de la posición de firmes y realizamos los siguientes movimientos: 1. Tepusitta, mirar atrás: tomamos aire y, a medida que lo soltamos, movemos la cabeza hacia la izquierda sin volver el torso, barriendo el espacio con la mirada (a). Aspiramos al llegar a la izquierda y soltamos mientras nos volvemos a la derecha, donde repetimos el ejercicio. Siete respiraciones para cada lado. Esta es la respiración de barredera, aplicable a diversas posturas; además de ejercitar el cuello, tiene la función de equilibrar las energías positivas y negativas en nuestro interior. 2. Tsontleko, subir la cabeza: levantamos la cabeza tanto como sea posible, recorriendo el espacio con la mirada, mientras aspiramos (b). Al expirar, bajamos la cabeza hasta hundir el mentón en el hueco de la garganta. Trece veces. 3. Nakasik, pegar la oreja: tomamos aire y, mientras lo expulsamos, movemos la cabeza a la izquierda hasta pegar la oreja en el hombro, sin levantar los hombros (c). Tomamos aire en esa posición y, a medida que lo exhalamos, movemos la cabeza al otro lado. Siete respiraciones para cada lado. 4. Kechololli, rotación del cuello. Rotamos el cuello trece veces hacia la izquierda y otras tantas a la derecha, procurando que los giros se armonicen con la respiración (d).
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LAS
POSTURAS
DEL
SUR
Nombre del rumbo: Witstlampa, rumbo de las espinas Elemento-forma-color: tierra cuadrado amarillo Deidad regente: Witsilopochtli, colibrí zurdo Horario de máximo efecto: Tla’kotonatiu’, mediodía Tipo de posturas: Ketsa, de pie Signos: Lagartija, Conejo, Hierba, Buitre y Flor Posturas: el Abanderado, el Monstruo, el Tullido, el Cargador y el Defensor
El nombre nawatl del Sur se debe a que las espinas repre-sentaban los rayos solares. Esta asociación es astronómica, pues, para los pueblos que viven al norte del Ecuador (como los mesoamericanos), el movimiento del Sol durante casi todo el año tiene una inclinación hacia el Sur. En consecuencia, ese rumbo llegó a representar la energía y la fecundidad de la Naturaleza. Originalmente, estaba regido por Mishkoatl y Sitlalinikue, señor y señora de la Vía Láctea; pero, más tarde, los mexicas lo asociaron con su deidad nacional, una forma de la Serpiente Emplumada llamada Witsilopochtli, colibrí zurdo o a la izquierda. Este nombre contiene otra referencia astral, pues es cierto que, para quienes vivimos en el hemisferio norte, el Sol tiende a la izquierda en su avance. El Sur rige desde el amanecer hasta el atardecer; su momento de mayor efectividad es el mediodía. Es la casa de la Madre Tierra, donde viven los ascetas, personas que se retiran de la vida social para dedicarse a una práctica interna más intensa. Recibe su energía del Este, rumbo con el que tiene una alianza simbólica, creando el cuadrante favorable del Sureste, ubicado arriba a la derecha, de donde procede la vida y a donde se orienta literal o metafórica-mente el buscador de conocimiento que desea recuperar su vitalidad. Transmite sus impulsos hacia el rumbo de Arriba; por eso el Sur es la puerta del Cielo. En nuestro ser humano, el Sur representa al cuerpo físico y sus instintos. Rige sobre los alimentos, la salud, el hogar, la reproducción, la estabilidad material y las riquezas. Tiene el color del oro, simbólico del Sol y de la calidez del Tonal. Las posturas de este rumbo se llaman Ketsa, de pie, pues su característica es que el peso del cuerpo descansa sobre los pies y el torso no se flexiona. Son posturas muy marciales, que buscan la verticalidad, tanto física como de carácter. Debido a que el cuerpo se coloca a modo de antena, sirven para que nos carguemos de energía solar o positiva, lo cual nos da capacidad de acción, decisión y resistencia. Su efecto principal es sobre el sistema límbico, pues agudizan el sentido del equilibrio. En la práctica del Kinam es usual que comencemos la sesión de ejercicios con alguna de estas posturas, que son las siguientes: 1. El Abanderado Nombre técnico: Ketstikak, de pie en atención Nombre popular: Panti, el abanderado Signo de la veintena: Kuetspalin, lagartija Simbolismo: Tletlalli, fuego de tierra Intento: Nikmana noyollotl nikuilli notona, ofrendo mi corazón y concentro mi energía.
Panti es una postura muy marcial, que convoca un senti-miento de concentración y respeto; los mexicas la empleaban como saludo militar. Su nombre se debe a que era la posición que solían tener las estatuas de abanderados colocadas frente a los templos. Su primer grado de impacto tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos con los pies paralelos y separados al ancho de los hombros. El torso y la cabeza se yerguen, la mirada se coloca un poco por encima del horizonte, a fin de saturar el tonal de información y parar la mente (a). Calmamos la respiración.
2. Cerramos las manos en puño, llevando la izquierda a la cadera en gesto de agarrar y la derecha al corazón en gesto de ofrenda (b). 3. Le dedicamos trece respiraciones profundas al intento de la postura, imaginando que somos un sol rojo que sale en el horizonte. Podemos montar las siguientes variantes: - Neneuka, de pie. En lugar de llevar los puños a la cadera y el corazón, mantenemos los brazos a los lados del cuerpo, pegados al torso, y hacemos con las manos el gesto del Atlani, lanzador de dardos (c). El ánimo es de concentración y espera. - Keketsa, en puntillas. Una vez en la postura anterior, nos paramos en puntas de pies, mientras tomamos una honda respiración. Luego exhalamos y retenemos en vacío por unos segundos, haciendo el intento de observar más allá del horizonte. Su segundo grado tiene el nombre técnico de Senikshitl, parado en un pie, aunque también se conoce como Mishitl, el espinado. Es una postura que emplean comúnmente los niños de todas las culturas, así como los adultos que viven en estrecho contacto con la naturaleza; los antropólogos le llaman “postura nilótica”. Consiste en lo siguiente: Una vez en posición de atención, levantamos la pierna derecha hasta que el pie se apoya, sea en la pantorrilla, la rodilla o el muslo izquierdo, teniendo cuidado de no perder el equilibrio. Los brazos se mantienen a los lados del cuerpo (d). A continuación, le dedicamos trece respiraciones a la visualización y el intento de la postura, y repetimos con la otra pierna. El tercer grado parte de la postura anterior, pero subimos el pie izquierdo hasta la cadera derecha y lo tomamos con la mano derecha, a fin de estabilizar la postura; la mano izquierda se deposita sobre el muslo alzado (e). A continuación, realizamos trece saltos en el sitio sin flexionar la pierna, tan sólo punteando con el pie. Luego cambiamos a la otra pierna y repetimos. Los beneficios del Abanderado son principalmente psicológicos, aunque también afina el sentido del equilibrio y activa la circulación. No tiene contraindicaciones. Sus grados de medio y alto impacto ayudan a fortalecer los músculos de las piernas. 2. El Monstruo Nombre técnico: Nekuasalolli, contorsión Nombre popular: Sholotl, el monstruo Signo de la veintena: Tochtli, conejo Simbolismo: Ollintlalli, movimiento de tierra Intento: Ninopatska nonakatl nishoshou’ki noyolli, exprimo mi cuerpo y libero mi alma.
Esta postura pertenece a un grupo de posiciones rituales emparentadas con Sholotl, la deidad mesoamericana del cambio radical, la muerte y la resurrección. A juzgar por la iconografía, jugaban un importante papel dentro del simbo-lismo religioso, expresando el concepto de la síntesis de los elementos. Hasta la actualidad, variantes del Monstruo son empleadas por grupos indígenas de Asia y América como emblema de pase de ciertos grados iniciáticos. Su caracteres-tica es que tuerce las articulaciones en grado máximo, como tratando de exprimir el cuerpo físico para obtener su esencia (la conciencia). El primer grado consta de los siguientes pasos: 1. Nos paramos con los pies abiertos al ancho de un paso, concentramos la vista en el horizonte y calmamos la respiración. Cerramos las manos en puño y subimos la izquierda por la espalda tanto como podamos, colocando la derecha a la misma altura sobre el pecho (a). 2. Tomamos una honda aspiración y, a medida que soltamos el aire, nos volvemos hacia la izquierda sin mover los pies de su sitio, hasta que el codo derecho apunta hacia delante y la cabeza mira hacia atrás (b).
3. Retenemos en vacío por unos segundos, visualizando una onda de fuerza que parte de nuestro ombligo y se expande por todas partes, e incorporamos mental o audible-mente el intento de la postura. 4. Volvemos a la posición frontal y repetimos tres veces. 5. Invertimos la posición de los puños, llevando el derecho a la espalda y el izquierdo al pecho, y nos volvemos cuatro veces hacia el lado derecho. El segundo grado implica una mayor compresión de los órganos internos; consiste en los siguientes pasos: 1. Colocamos el pie izquierdo a la derecha del pie derecho, ambos paralelos y unidos. Los puños se colocan como en el ejercicio anterior. Nos volvemos cuatro veces a la izquierda (c). 2. Damos un giro de 180 grados sin levantar los pies del suelo, hasta que miramos en sentido contrario a como empezamos, y nos movemos a la derecha. También podemos realizar variantes de esta postura para los rumbos Norte y Este. He aquí dos de ejemplos: - Sholotl del Norte: colocamos la rodilla derecha en el suelo, levantamos la izquierda y nos volvemos cuatro veces hacia el lado izquierdo (d). Luego invertimos la posición de las piernas y hacemos el movimiento contrario. - Sholotl del Este: nos sentamos sobre el petate y cruzamos la pierna izquierda sobre la derecha. A continuación, volvemos cuatro veces el torso hacia la izquierda (e). Luego cambiamos el cruce de las piernas y nos volvemos a la derecha. Estos ejercicios masajean vigorosamente los órganos ventrales, facilitando los procesos digestivos; también comprimen las glándulas suprarrenales, activando la atención y tonificando los sentimientos. Su segundo grado comprime las glándulas sexuales, lo cual tiene un efecto tonificador general. No tienen contraindicaciones, pero su práctica excesiva no es recomendable para las mujeres, ya que activa la secreción de hormonas masculinas. 3. El Tullido Nombre técnico: Pachoa, contraer el cuerpo Nombre popular: Wila, tullido Signo de la veintena: Malinalli, hierba Simbolismo: Tlatlalli, tierra de tierra Intento: Nikpetlawa tilmantli in tlakayotl, me quito las vestiduras de mi ser humano.
Esta es otra postura de Sholotl, una de las representaciones rituales más antiguas de México, apareciendo tipificada desde comienzos del período olmeca. Sus imágenes suelen tener figura de niños o de individuos con facciones infantiles, lo cual sugiere que el Tullido se relacionaba con el estado de pureza infantil que, para los olmecas, representaba a la Divinidad. Su objetivo es comprimir el torso y extremidades superiores. Tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos con las piernas abiertas al ancho de los hombros. Apuntamos los pies hacia dentro hasta que forman escuadra y flexionamos las rodillas hasta que se tocan. Sentimos cómo el peso del cuerpo descansa sobre las rodillas. Cerramos los ojos para interiorizar los efectos del ejercicio y calmamos la respiración. 2. Tomamos una respiración honda y, a medida que exhalamos, replegamos los brazos hasta que las muñecas quedan plegadas junto a las orejas, con las manos apuntando hacia dentro o adelante, y los dedos cerrados en forma de pico de pato (a). 3. Tomamos trece respiraciones lentas, visualizando como si fuésemos una semilla que germina en el seno oscuro de la tierra, e incorporamos el intento de la postura.
Este grado tiene una variante llamada Yollotl, corazón. Una vez realizado el paso 1, tomamos aliento y, a medida que expulsamos el aire, contraemos los brazos y cerramos los puños a la altura de las clavículas, haciendo fuerza hacia fuera, como si intentásemos abrir el pecho para mostrar el corazón (b). El segundo grado del ejercicio se llama Teokua, el adorador. Parte del paso 1, al que añadimos el siguiente movimiento: 1. Abrimos los brazos hasta que esté en el plano del torso, con los codos apuntando hacia fuera y las manos a la altura de los hombros, abiertas y con los dedos unidos (c). 2. Tomamos una aspiración y, mientras exhalamos, movemos los brazos hasta cruzarlos sobre el pecho, el derecho sobre el izquierdo. Las manos se depositan sobre los hombros (d). Retenemos en vacío. 3. Repetimos el movimiento otras doce veces, cuidando que los brazos se crucen alternativamente. El Tullido fortalece las articulaciones. No tiene contrain-dicaciones 4. El Cargador Nombre técnico: Akokolwa, brazos alzados Nombre popular: Tameme, cargador Signo de la veintena: Koskakuau’tli, buitre Simbolismo: E’ekatlalli, aire de tierra Intento: Ninetechtlalia nishimati in Semanawak teyollotl, alineo mi conciencia con el intento universal. El cargador era una figura muy empleada en la arquitectura mesoamericana para sostener los techos de los templos. Representaba al ser humano como pilar de la comunidad y actor del equilibrio universal. También tenía un sentido cosmogónico, ya que los cuatro rumbos y el centro se conside-raban metafóricamente sostenidos por los mensajeros de la Serpiente Emplumada. Dentro del calendario, el Tameme o día cargador era el día que le daba nombre a todo un ciclo. El intento de esta postura es conectar la tierra con el cielo, alineando de ese modo la percepción. Su grado de bajo impacto consta de los siguientes pasos: 1. Nos paramos con los pies unidos, apuntando al frente. Colocamos la mirada sobre el horizonte y calmamos la respiración. 2. Flexionamos muy levemente las rodillas y colocamos las manos abiertas con las palmas hacia arriba junto a los hombros, como si nos preparásemos para cargar una barra de pesas (a). 3. Tomamos una respiración y, a medida que expulsamos el aire, nos erguimos y proyectamos los brazos hacia arriba, como elevando un gran peso (b). Los codos quedan un tanto flexionados, las manos abiertas con los dedos unidos y las palmas hacia arriba. 4. Retenemos en vacío por unos segundos, visualizando que sostenemos el peso del mundo y nos dejamos penetrar por el intento de la postura.
El grado de medio impacto incorpora el siguiente movimiento: una vez en la postura anterior, tomamos una res-piración y, mientras exhalamos, nos volvemos a la izquierda, hasta quedar mirando hacia atrás (c). Los brazos y la cabeza se desplazan junto con el torso. Por usar una metáfora de Castaneda, diríamos que estamos “destornillando” una tapa que se encuentra en nuestro ser luminoso sobre la zona de la cabeza. Aspiramos en esa posición y exhalamos mientras nos movemos a la derecha. Siete veces para cada lado. El grado de alto impacto consiste en “atar” la postura y tiene los siguientes pasos: 1. Una vez en la postura básica, nos ponemos en puntas de pies y proyectamos el peso del mundo hacia el infinito, estirando los brazos al máximo. Las palmas de las manos se colocan frente a frente, a
pocos centímetros de distancia, y los dedos se estiran hacia arriba, como si fuesen antenas que sintonizan la atención cósmica (d). Retenemos en vacío por tanto tiempo como sea posible. 2. A continuación, realizamos trece saltos en el sitio tan alto como podamos, manteniendo las piernas rectas y moviendo únicamente los pies. El Cargador estimula el sentido del equilibrio y la circulación de la sangre. No tiene contraindicaciones. 5. El Defensor Nombre técnico: Mana, disponerse Nombre popular: Mapatlani, defensor Signo de la veintena: Shochitl, flor Simbolismo: Atlalli, agua de tierra Intento: Nitlamana yaochiwa satepan yaoyotl, me dispongo a pelear mi última batalla.
Mana esta es una poderosa postura de combate que en ocasiones se emplea para abrir las sesiones de práctica. Su característica es que el cuerpo se coloca muy estable, convirtiéndose en una extensión de la conciencia de la Tierra. De esa manera, puede lanzarse a la acción con la misma facilidad que concentrarse y soportar embates. Su primer grado tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos con los pies separados al ancho de los hombros, apuntando hacia fuera en ángulo recto. Cerramos los puños y concentramos la mirada en un punto ubicado delante, como a un metro de altura, adoptando la modalidad de atención periférica. Calmamos la respiración. 2. Plegamos las rodillas moderadamente, cuidando que apunten en el mismo sentido que los pies. Tomamos una honda aspiración y, mientras expulsamos el aire rápida-mente, contraemos los brazos, llevando los puños a la altura de las caderas (a). 3. Cerramos la garganta y los esfínteres intestinales, concentramos la atención en el ombligo y retenemos la respiración en vacío tanto tiempo como sea posible, incorporando el intento de la postura. Podemos visualizarnos como si fuésemos una montaña sólidamente plantada en el medio de la tierra, a la que nada puede conmover. Para su segundo grado, separamos los pies a la distancia de un paso, de modo que los muslos forman un ángulo de 120 grados. Las rodillas se flexionan hasta que los muslos quedan horizontales, procurando que el torso permanezca tan vertical como sea posible, y que las plantas de los pies estén en contacto con el suelo. Los puños se elevan hasta el naci-miento de las costillas, proyectando los codos hacia atrás (b). El tercer grado parte de la postura anterior, pero nos colocamos en puntas de pies sin elevar el centro de gravedad del cuerpo. Para ello, es necesario que las piernas se flexionen un poco más. Los puños se elevan hasta las costillas medias y los codos se proyectan máximamente hacia atrás (c). Por el estado de alerta que genera, el Defensor es apropiado para prepararse para el combate, el trabajo o los ejercicios. No tiene contraindicaciones, pero los grados de medio y alto impacto demandan bastante fuerza física, debiéndose montar por cortos períodos de tiempo.
6
LAS
POSTURAS
DEL
NORTE
Nombre del rumbo: Miktlampla, rumbo de los muertos Elemento-forma-color: aire círculo blanco Deidad regente: Miktlanteku’tli, señor del mundo de los muertos Horario de máximo efecto: Yowalnepantla, medianoche Tipo de posturas: Mopach, agachadas Signos: Viento, Muerte, Perro, Ocelote y Pedernal Posturas: el Saludo, el Guerrero, la Greca, el Pelotero y la Rana
El Norte estaba regido por Mitlanteku’tli, la advocación infernal de la Serpiente Emplumada. Se consideraba que en ese rumbo se encontraba la entrada del Inframundo; de ahí que se asociara con el blanco – el color de los huesos y los trajes de luto. Los mesoamericanos no veían a la muerte como una enemiga, pues, para ellos, salir de este mundo era el comienzo de un camino glorioso. De modo que en el Norte vivían los grandes hombres y mujeres del pasado que consi-guieron vencer a la muerte a través de una vida meritoria, lo cual les dejó como señal en la memoria colectiva. El simbolismo de este rumbo se debe a que los mesoame-ricanos orientaban el mapa terrestre con el Este hacia arriba; por lo tanto, el Sur quedaba a la derecha y Norte a la izquierda. La derecha era la Naturaleza, el área exterior donde moramos mientras tenemos cuerpo físico; la izquierda era el mundo mágico de los dioses y las almas. La línea divisoria entre ambas estaba marcada por el curso del Sol, el cual, al tener una fase diurna y otra nocturna, era el árbitro de los vivos y los muertos. El Norte recibe su energía de Arriba y la transmite al Oeste, rumbo con el que se relaciona de forma natural, demar-cando el temible cuadrante Noroeste, ubicado abajo a la izquierda, a donde se orientan los chamanes cuando desean penetrar en las dimensiones ocultas del mundo. Su horario de regencia es desde el atardecer hasta el amanecer, con máxima actividad a la medianoche. El Norte es ese espacio de conciencia de donde procede todo lo que existe y a donde todo regresará algún día. Aquí radica el Nawalmekayotl, linaje de sabiduría, una sucesión de conocimiento tradicional que es la columna vertebral de toda cultura. Cuando los guerreros se preparan para la batalla final, se vuelven hacia el Norte y ofrendan su sangre a la causa de los antepasados. En nosotros, el Norte es la mente. En una aplicación restringida, representa los poderes de razonamiento, inteli-gencia y lógica. En una aplicación más amplia, es la intuición, esa facultad que nos
permite llegar a resultados casi milagrosos, obviando los intrincados vericuetos de la razón. También rige sobre las obras derivadas de la mente, como la cultura, el conocimiento, la comunicación y los medios de representación. Las posturas norteñas se llaman Mopach, agachado. Son muy dinámicas, pues en ellas apoyamos el cuerpo sobre una o ambas piernas, sin pegar los glúteos al suelo, lo cual nos permite incorporarnos rápidamente. Por tal virtud, en la iconografía estas posiciones se relacionan con actividades tales como la guerra, los deportes, el trabajo y los saludos. Aunque este rumbo transforma la energía positiva en negativa y viceversa, al aplicarse a las posturas produce un campo hermético, que ni gana ni pierde, lo cual es útil como elemento de protección. Sus posturas son las siguientes: 1. El Saludo Nombre técnico: Tlalkua, comer tierra Nombre popular: Tlapalti, saludo Signo de la veintena: E’ekatl, aire Simbolismo: Ekaekatl, aire de aire Intento: Nikmana nosealis in sesenme, ofrendo mis buenos deseos a todos los seres.
Tlalkua era la postura de saludo reverencial entre los mexicanos, reservada para los sacerdotes, los ancianos y los líderes de la comunidad. Consistía en que el que saludaba tocaba el suelo y se llevaba la mano a la boca, expresando la idea: “beso la tierra o como tierra delante de usted”, equivalente a nuestro saludo: “besos sus pies”. Es probable-mente la postura más representada en los códices y relieves. En su grado de bajo impacto, tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos en posición de firmes. Una vez calmada la respiración, damos un paso con la pierna izquierda, flexionamos la derecha y colocamos la rodilla en el suelo. 2. Inclinamos el torso hasta que las manos alcanzan el suelo; la cabeza se inclina hacia la tierra. La palma de la mano derecha se apoya en el suelo, con los dedos juntos, y la izquierda reposa sobre la rodilla alzada (a). 3. Realizamos cuatro respiraciones profundas y lentas, sintiendo cómo captamos energía de la tierra a través de la mano, poniéndonos de ese modo en contacto con todos los seres conscientes del mundo. Podemos visualizarnos como una onda ligera que se expande a todas partes. 4. Llevamos la mano derecha a la boca sin levantar la cabeza, a fin de cumplir con el simbolismo del ejercicio, que es besar la tierra, y luego proyectamos la mano delante de nosotros en gesto de ofrenda, mientras incorporamos el intento de la postura (b). 5. Nos paramos sin apoyarnos en las manos y repetimos el ejercicio con la otra pierna. También podemos montar una variante: en lugar de tocar el suelo con la mano derecha, lo hacemos con ambas manos (c), llevándolas a la boca y expresando con ambas el intento de ofrenda. Su segundo grado se llama Tlanawilli, miembros traspues-tos. Su clave es cruzar los miembros para simbolizar el cierre de la energía. Partimos de la posición inicial del paso anterior; una vez colocada la rodilla derecha en el suelo, ponemos el pie izquierda junto a ella, pero por su lado derecho, de modo que las piernas se cruzan. El brazo derecho se cruza sobre el pecho, colocando la mano en el hombro o el codo izquierdo. A continuación nos inclinamos, tocamos el suelo con la mano izquierda, la llevamos a la boca y la extendemos adelante para cumplir con el sentido de la postura (d). El tercer grado es un saludo básico, pero en lugar de tocar la tierra con la rodilla derecha, la mantenemos levemente alzada, apoyándonos exclusivamente sobre la punta del pie derecho. La cabeza queda mirando al frente. Con los brazos podemos realizar el movimiento de besar la tierra y ofrendar el saludo, o bien los abrimos frente al pecho, proyectando las manos como si fuesen hojas de la planta del maíz (e). El ángulo de apertura de los brazos es variable, desde casi unidos frente al pecho, hasta proyectados arriba y abajo. Este gesto se llama Senteotl, divino maíz; tiene un simbo-lismo y detalles técnicos que estudiaremos adelante. El Saludo le da flexibilidad a la columna vertebral, activa la circulación y desarrolla el sentido del equilibrio. No tiene contraindicaciones, pero su grado de alto impacto hay que realizarlo con cuidado para no perder el equilibrio.
2. El Guerrero Nombre técnico: Metschimaltia, escudarse con la pierna Nombre popular: Yaokiske, el guerrero Signo de la veintena: Mikistli, muerte Simbolismo: Aekatl, agua de aire Intento: Nisenkawa notona nitsakua inishokokolistli, concentro mi poder y bloqueo las fuerzas negativas.
En las campaña militares de Anawak, los guerreros no se sentaban directamente sobre el suelo, sino en esta postura, ya que, al hacer palanca con una pierna, podían saltar con facilidad. Es también el modo correcto de sentarse frente a un instructor nagual o cuando practicamos en algún lugar desconocido. Debido a que proporciona una sensación de seguridad, el Guerrero tiene el efecto de rectificar las experiencias habidas en estados acrecentados de conciencia. Su primer grado consta de los siguientes pasos: 1. Nos paramos con los pies juntos, flexionamos la pierna izquierda hasta que la rodilla derecha toca el suelo y colocamos junto a ella el pie izquierdo. 2. Nos sentamos sobre la pierna derecha; podemos plegar el pie de tres maneras: - Extendemos el empeine de manera que los dedos apunten hacia atrás (a). - Contraemos el empeine, orientando los dedos hacia delante (b). - Doblamos el pie hacia dentro del cuerpo, de modo que los glúteos se apoyan sobre su dorso interno. 3. Abrazamos con ambos brazos la pierna izquierda, que se levanta frente al pecho como un escudo. La columna vertebral debe permanecer recta. 4. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizando una coraza dorada e inexpugnable que nos rodea, a la distancia de un brazo en torno a nosotros, protegiéndonos de todo mal. 5. Hacemos palanca con la pierna derecha y, sin tocar el suelo con las manos, nos ponemos de pie y repetimos el ejercicio hacia el otro lado. Una variante de esta postura se llama Mekapilli, cinta frontal, ya que era la forma correcta como los
cargadores cargaban y descargaban su mercancía. Consiste en inclinar el torso levemente hacia delante, pero sin encorvar la columna vertebral, y apoyar las manos sobre las rodillas, con las palmas hacia abajo, de modo que podamos ejercer presión en el momento de levantarnos (c). El segundo grado consiste en levantar la rodilla de la pierna que está debajo y sentarnos sobre el talón, de modo que el cuerpo se sostenga exclusivamente sobre los dedos de los pies (d). Esto facilita la posibilidad de dar un salto en caso de necesidad. El tercer grado parte de la postura de bajo impacto, pero abrimos la pierna que está debajo y rotamos el pie hacia afuera, de manera que el peso del cuerpo no descansa sobre la pantorrilla, sino en el aire (e). Al comprimir el vientre, el Guerrero fomenta el estado de alerta, al tiempo que flexibiliza y fortalece los músculos de las piernas. No tiene contraindicaciones, pero los practican-tes primerizos deben realizar el grado de alto impacto lentamente, para no dañar las coyunturas de las rodillas. 3. La Greca Nombre técnico: Tsimmelawa, extender la espalda Nombre popular: Shikalkoliu’ki, greca escalonada Signo de la veintena: Itskuintli, perro Simbolismo: Tle’ekatl, fuego de aire Intento: Senketsa ninotlakati, permanentemente renazco de mi mismo.
El nombre de este ejercicio se debe a que el cuerpo evoca la forma del más representativo de los símbolos indoamerica-nos: la greca escalonada, llamada en nawatl Shikalkoliu’ki, espiral. Tanto el símbolo como la postura tienen los siguientes significados: la escalera y las piernas dobladas representan el movimiento rectilíneo y gradual; la espiral y la curva formada por el torso y la cabeza sugieren una espiral centrípeta. Entre ambos producen el jeroglífico del desarrollo hacia el interior o hacia el origen. En su primer grado, esta postura es muy simple y consiste en lo siguiente: 1. Nos ponemos de pie en atención, adelantamos la pierna izquierda y depositamos la rodilla derecha en el suelo. Luego depositamos la otra rodilla. El torso debe permanecer recto. Las manos se colocan unidas sobre el pecho en gesto de oración (a). 2. Los ojos se cierran y la mirada se dirige al corazón, donde visualizamos un foco de radiación ambarina del cual emanan oleadas de energía que inundan todo nuestro campo magnético. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura. Este grado tiene dos variantes: - Cruzamos las pantorrillas de modo que formen una cruz detrás del cuerpo, y hacemos lo mismo con los brazos, disponiéndolos sobre el pecho en forma de cruz y depositando las manos en los hombros (b). - Colocamos el pie izquierdo en la coyuntura del muslo derecho, de modo que la rodilla izquierda apunta hacia fuera, y hacemos lo mismo con los brazos, pasando el izquierdo por detrás del cuerpo y agarrando el codo derecho, que se extiende adelante en gesto de ofrenda (c). Tal cierre de coyunturas recibe el nombre de Tlanawilli, obturación. Una vez dedicadas nuestras respiraciones, cambiamos la posición de las piernas y repetimos para el otro lado. El segundo grado parte de la postura básica, pero nos inclinamos hacia delante hasta que el torso queda horizontal y la cabeza mira al suelo. A fin de no perder el equilibrio, trasladamos hacia atrás el centro de gravedad del cuerpo, tomándonos de las manos y estirándolas lo más posible hacia atrás, y despegando del suelo las puntas de los pies, de modo que el cuerpo queda descansando exclusivamente sobre las rodillas (d). El grado de alto impacto parte de la postura básica. Nos inclinamos hasta pegar la coronilla al suelo, con el rostro cerca de las rodillas. A fin de acentuar el impacto de la postura sobre las articulaciones del cuello, nos tomamos de las manos por detrás de la espalda y estiramos los brazos arriba y delante tanto como sea posible (e).
El principal efecto de la greca es que extiende la columna vertebral. Su grado de bajo impacto tiene grandes virtudes como postura meditativa. Su grado de medio impacto está contraindicado para quienes padecen de las rodillas. 4. El Pelotero Nombre técnico: Aktikak, hincado Nombre popular: Ollami, el pelotero Signo de la veintena: Oselotl, ocelote Simbolismo: Ollinekatl, movimiento de aire Intento: Nisea tapanawilli in nenyayaotlalilistli, me preparo para triunfar en el juego de la existencia.
Esta postura es la unidad móvil del grupo del Norte, no tanto por los movimientos que contiene, como por los que evoca. Representa al juego de pelota mesoamericano, llamado Ollama (de Olli, goma) y conocido en la actualidad como Ulama. Este era una mezcla de fútbol y básquetbol de gran intensidad, que empleaba como balón una esfera de goma maciza de unos 3 kilos de peso, la cual había que arrojar por un agujero ubicado a poco más de 7 metros de altura. Según las reglas del juego, el balón no se podía tocar con las manos, sólo con las caderas. En consecuencia, la posición de caderas se transformó en emblema del juego y saludo del gremio de los peloteros. El Pelotero tiene tres grados de impacto; el primero consiste de los siguientes pasos: 1. Nos paramos en atención, colocamos la rodilla derecha en el suelo y junto a ella el talón del pie izquierdo, cuyos dedos y rodilla se orientan a la izquierda, formando escuadra con el muslo y la pierna derechos. El torso permanece de frente. 2. Una vez normalizada la respiración, llevamos la mano derecha al corazón y extendemos la izquierda en forma suave y natural, con la palma hacia arriba, cuidando que el brazo quede paralelo al muslo izquierdo (a). La clave de esta postura es que extendemos siempre la mano correspondiente a la rodilla que está alzada. 3. Posamos la mirada sobre del horizonte y nos visuali-zamos como si fuésemos jugadores de Ulama y estuviésemos a punto de hacer un rebote. Tomamos trece respiraciones y nos dejamos saturar del intento de la postura. 4. Nos paramos sin apoyarnos en las manos y repetimos lo mismo para el otro lado. El segundo grado consta de los siguientes pasos: 1. El pie izquierdo no se coloca junto a la rodilla derecha, sino a medio paso de distancia, de modo que el muslo y la pierna izquierdos formen un ángulo recto. Es importante que pie y rodilla estén en el mismo plano que el torso. La pierna derecha se extiende hacia atrás a modo de palanca. 2. Llevamos la mano derecha a la axila izquierda, con la palma hacia dentro, y extendemos completamente el brazo izquierdo con la palma de la mano hacia arriba. Ambas manos llevan los dedos unidos, ya sean rectos o formando una leve concavidad. 3. Empinamos la cadera derecha como si fuésemos a dar un rebote de pelota con ella, de modo que la recta formada por ambos brazos y los hombros se inclina 18 grados hacia la izquierda (b). 4. Concentramos nuestra atención en la cadera, realizamos las trece respiraciones y repetimos para el lado contrario. El grado de alto impacto consiste en colocar todo el cuerpo en el mismo plano, como si fuésemos una figura dibujada en un papel. Tiene dos variantes: - Una vez en la posición del primer grado, doblamos la pierna derecha hacia la derecha, de modo que ambas piernas quedan en el mismo plano, formando las aspas inferiores de una svástica (c). La mano derecha pasa sobre del hombro izquierdo en gesto de cierre de energías, y lo agarra para hacer palanca y tensar la postura. La mano izquierda apunta hacia abajo con la palma hacia fuera. Hay que vigilar que los brazos y el torso queden en el mismo plano que las piernas. - Es como la postura anterior, pero doblamos la pierna derecha hacia el pie izquierdo, manteniendo todo el cuerpo en el mismo plano. La planta del pie izquierdo puede colocarse sobre el suelo, o sobre la
planta del pie derecho, cerrando así el circuito de la energía (d). El Pelotero fortalece los músculos del abdomen y el sentido del equilibrio. Quienes padecen de las articulaciones de las rodillas deben intentarlo con cuidado. 5. La Rana Nombre técnico: Sholoka, cuclillas Nombre popular: Kueyatl, rana Signo de la veintena: Tekpatl, cuchillo de pedernal Simbolismo: Tlalekatl, tierra de aire Intento: Ninomaka Tonantsin Tlalli sealistli, me fundo en el seno de la Madre Tierra. En los monumentos, esta postura está asociada con las imágenes de Tlalteku’tli, señor de la tierra y nombre astronómico de nuestro planeta. Dicha deidad combina los atributos de la Madre Tierra y el Padre Sol; por lo tanto, su postura evoca el equilibrio de la Naturaleza. La Rana tiene tres grados de dificultad; el primero es: 1. Nos paramos en atención con las piernas separadas a la distancia de un paso. A medida que tomamos aire, levantamos los puños la altura del rostro y retenemos en pleno por unos segundos (a). 2. De un solo impulso, exhalamos el aire, flexionamos las rodillas hasta quedar agachados, y bajamos los brazos hasta colocar las manos sobre las rodillas (b). También podemos llevarlas al regazo o al pecho, en gesto de oración.
3. Cerramos los ojos y dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizando unas raíces plateadas que salen de nuestros órganos sexuales y penetran profundamen-te en la tierra. El segundo grado se llama Ilakatsi, genuflexión. Consiste en que nos paramos en atención e inclinamos el torso hasta que las manos tocan el suelo, por el lado de afuera de los pies; si es necesario, podemos flexionar levemente las piernas (c). A continuación, tomamos una honda aspiración y, mientras expulsamos, flexionamos las piernas y bajamos el torso hasta quedar en cuclillas, sin despegar en ningún momento las manos del suelo (d). Conseguida la postura, le dedicamos sus respiraciones. El tercer grado consiste en realizar la Rana con una sola pierna. Es una postura exigente que tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos en atención y flexionamos la pierna derecha por detrás de la izquierda, colocando el empeine del pie en la coyuntura de la rodilla. Las manos se colocan sobre las ingles (e). 2. Nos agachamos con mucho cuidado, a fin de no perder el equilibrio, haciendo palanca con las manos sobre los muslos, y nos sentamos sobre el pie derecho, el cual se apoya sobre el tobillo izquierdo. A continuación, podemos depositar las manos sobre las rodillas, o enlazar la rodilla izquierda (f). 3. Una vez dedicadas las trece respiraciones, nos paramos sin apoyarnos en las manos y repetimos con la otra pierna. La Rana fortalece los músculos de las extremidades y flexibiliza las articulaciones. No tiene contraindicaciones.
7
LAS
POSTURAS
DEL
OESTE
Nombre del rumbo: Siwatlampa, rumbo femenino Elemento-forma-color: agua media luna negra Deidad regente: Siwateteo, las mujeres divinas Horario de máximo efecto: Teotlak, punto divino, el crepúsculo Tipo de posturas: Teka, acostado Signos: Casa, Venado, Mono, Águila y Lluvia Posturas: el Pez, el Cadáver, el Chacmol, el Capullo y el Soñador El rumbo del Oeste se asociaba con lo femenino. Este simbolismo se entiende a la luz de la ideología tolteca, según la cual, toda la energía del Universo se divide en dos catego-rías: la energía Tonal, masculina y radiante, y la energía Nagual, oscura y femenina. En última instancia todo procede del Nagual, el cual, al organizarse, adopta formas transitorias que constituyen el mundo visible. Siendo previo a la manifestación de cualquier atributo, el color de este rumbo es el negro. Representaba el origen, pues los mesoamerica-nos razonaron que, si el Sol sale por el Este, debe ser porque la Tierra se mueve desde el Oeste. Por analogía, las cosas proceden del rumbo femenino, aunque las apariencias nos sugieran lo contrario. El Oeste recibe su energía del Norte y la transmite hacia el Abajo. El mito ejemplificaba esta relación, al ubicar hacia el poniente a las Siwateteo, mujeres divinas, las mujeres que murieron en la digna guerra de dar a luz y que, por tal razón, se fueron al Cielo, las cuales tenían la peligrosa misión de escoltar al Sol durante su paso por las regiones inferiores. Para los mesoamericanos, el atardecer comenzaba al mediodía, justo en el momento en que el astro, después de llegar a lo más alto del cielo, comienza a descender, recibiendo el nombre de Kuau’temok, águila que desciende. Por lo tanto, el horario de regencia de este rumbo comenzaba al mediodía y duraba hasta la medianoche, teniendo su máxima actividad a la puesta del Sol. Nuestro Oeste personal es la capacidad de soñar. Los mesoamericanos le daban mucha atención al sueño, pues descubrieron que la mayor parte de nuestros problemas y soluciones procede de allí. El razonamiento es que aquella parte de nuestro ser que vemos (la vigilia) no es tan preocu-pante como
aquella parte que no vemos (el sueño). A partir del psicoanálisis, la cultura occidental ha comenzado a reevaluar el papel del subconsciente en la creación de nuestro carácter y en la conducción de nuestra vida, revali-dando el saber de los maestros toltecas. El Oeste también representa la fluidez, los viajes, las aventuras, aquello que le da intensidad a la vida y la enseñanza de los chamanes. Las posturas de este grupo se llaman Teka, acostado, debido a su relación con el sueño. Su característica es que el cuerpo descansa sobre el torso, entrando en un contacto máximo con la tierra. Son, por lo tanto, posturas terrestres, femeninas, acariciantes y protectoras, que nos cargan de energía lunar o negativa, útil para calmar el ánimo, disipar el estrés y relajar el organismo después de un día de trabajo. En la práctica colectiva del Kinam se usan como descanso; pero, si las montamos un poco antes de irnos a dormir, propician el ensueño. Son las siguientes: 1. El Pez Nombre técnico: Ishtlapachonok, tendido bocabajo Nombre popular: Michin, el pez Signo de la veintena: Kalli, casa Simbolismo: Aatl, agua de agua Intento: Se michin notona polaki teoatl, mi espíritu es un pez que nada en lo profundo.
Esta postura es la unidad líquida del grupo del Oeste. En los códices y vasos mayas, aparece relacionada con rituales agrarios, pues el cuerpo acostado boca arriba representaba la semilla en el momento de germinar; y bocabajo, la lluvia fecundadora. Por lo tanto, esta postura está dedicada a Tlalok, con tierra, el señor del crecimiento de la Naturaleza. Descansar bocabajo predispone a cierto tipo de ensueños relacionado con lo que los chamanes llaman “el área baja”, un espacio de conciencia donde moran las plantas y animales primitivos. Por lo tanto, el Pez es una herramienta para adentrarnos en el subconsciente, a fin de extraer de allí las unidades suprimidas de la memoria. Su primer grado tiene los siguientes pasos: 1. Nos acostamos bocabajo y apoyamos la cabeza sobre el mentón, para que la nariz no se aplaste contra el suelo. Cerramos los ojos y calmamos la respiración. 2. Colocamos las manos a media espalda, tomándolas entre sí, y extendemos los codos hacia fuera sin que toquen el suelo, para que los puños ejerzan toda la presión de su peso sobre la columna vertebral (a). Tomamos una honda respiración, exhalamos lentamente y retenemos en vacío. 3. Dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizándonos como si fuésemos un pez que se sumerge en una corriente subterránea y se deja llevar por ella hasta las profundidades de la tierra. De ese modo, conectamos con la conciencia del planeta, que es el depósito de nuestras vivencias más profundas. Podemos extender esta postura por tanto tiempo como deseemos, y aún dormirnos en ella, pues favorece grande-mente el ensueño. El segundo grado consta de los siguientes pasos: 1. Nos sentamos en el petate y montamos la Mariposa, uniendo las plantas de los pies delante del cuerpo, lo más cerca posible de la zona sexual, y bajando las rodillas hasta donde podamos. 2. Haciendo palanca con los brazos, nos inclinamos ade-lante hasta que el torso quede en posición diagonal, apoyado sobre las rodillas, las puntas de los pies y los puños. (b) 3. Una vez calmada la respiración, continuamos el movimiento hasta quedar acostados, y colocamos las manos sobre la espalda (c). De este modo, el peso del cuerpo contribuye a distender los ligamentos de las ingles. El tercer grado parte de la postura anterior. Una vez tendidos bocabajo, incorporamos el torso y la cabeza tanto como podamos, enfatizando el efecto de arqueo de la columna vertebral y el trabajo sobre
las ingles (d). Esta postura no tiene contraindicaciones. No obstante, debido a lo rígidas que solemos tener las articulaciones de la ingle y la cadera, hay que insistir en montarla, ya que lo común es que, en los primeros intentos, la pelvis no llegue a tocar el suelo. 2. El Cadáver Nombre técnico: Tlastika, acostado boca arriba Nombre popular: Mikto, el cadáver Signo de la veintena: Masatl, venado Simbolismo: Tleatl, fuego de agua Intento: Ninomakawa nenemi in Semanawak o’tli, permito que mi conciencia se expanda por el Universo.
Este ejercicio tiene como objeto dirigir la conciencia a la zona de la coronilla, a fin de que abandone el cuerpo físico en forma natural y fluya libre por el universo. En sus experimentos con la atención, los toltecas observaron que, cuando nos relajamos, manteniéndonos despiertos, nuestro sentido de ser tiende a ascender a lo largo de la columna vertebral, desde la zona ventral, donde está ordinariamente ubicado, hasta la coronilla. Una vez allí, lo común es que nos durmamos; pero si continuamos atentos, podemos observar cómo la conciencia se desprende del vehículo físico, produ-ciendo una especie de chasquido en la base del cráneo. Los nawas dieron a este proceso el nombre de Atlasa, salirse por la mollera; lo representaban mediante uno, dos o tres ojos colocados sobre la cabeza del personaje, los cuales indican la apertura de sentidos no corporales. Por otra parte, los toltecas también observaron que, al dormir boca arriba, inducimos un tipo de ensueño llamado “del área alta”, en el cual nos remontamos a estados sobrehumanos de conciencia (relacionados en las creencias populares con los ángeles y dioses). Por lo tanto, el Cadáver combina dos propiedades que nos permiten dar un salto lejano de la percepción. Debo advertir que este ejercicio es sano, no produce ningún problema físico o psíquico, y podemos regresar al cuerpo en cuanto queramos. Su primer grado tiene los siguientes pasos: 1. Nos tendemos sobre un petate boca arriba y colocamos los brazos a ambos lados del cuerpo con las palmas de las manos hacia arriba (a). 2. Cerramos los ojos, calmamos la respiración y dirigimos tres respiraciones hondas y lentas a cada una de las catorce coyunturas principales del cuerpo, en este orden: - Tobillo izquierdo, tobillo derecho - Rodilla izquierda, rodilla derecha - Ingle izquierda, ingle derecha - Cintura - Muñeca izquierda, muñeca derecha - Codo izquierdo, codo derecho - Hombro izquierdo, hombro derecho - Cuello Al enviar las respiraciones, tensamos y aflojamos suave-mente los músculos de la zona adyacente a la articulación, sintiendo cómo se relajan. 3. Una vez llegados al cuello, concentramos la atención en la coronilla, le dedicamos tres respiraciones al intento del ejercicio y visualizamos un globo transparente que sale de nuestra cabeza y gira en el espacio. El segundo grado parte de la postura anterior, pero las manos se colocan a la altura de la cintura; para ello, hay que levantar un poco los antebrazos, flexionando las manos, de modo que las palmas apunten hacia delante con los dedos hacia abajo (b). Las piernas se cruzan en forma simple (c). Las
concentraciones se dirigen como en la variante anterior. Por su parte, el grado de alto impacto consiste en unir los pies por las plantas (d), llevando estas lo más cerca posible de la zona sexual y tratando de que las rodillas toquen el petate. Con ello, aprovechamos la fuerza de gravedad para flexibilizar los ligamentos de las ingles. Las manos se colocan bajo los muslos. En este caso, la concentración no se dirige a las coyunturas, sino al contacto de las plantas de los pies. Dicha sensación tiene el efecto de propiciar un estado de relajamiento general del organismo, y si nos dormimos en la posición, puede guiar el ensueño. Una variante aplicable a los tres grados, es que la atención no se conduce hacia las coyunturas, sino a los centros energéticos ubicados a lo largo de la columna vertebral. Tendremos ocasión de abundar sobre esta técnica en el capítulo dedicado a las técnicas auxiliares. El Cadáver induce un profundo estado de relajación, por lo que se puede aplicar en casos de alteración emocional o para descansar luego de una sesión intensa de ejercicios. Es sumamente vigorizante; una hora de práctica equivale a media noche de sueño. Su variante de alto impacto es particularmente efectiva para inducir el ensueño, ya que cierra el circuito de la energía, lo cual minimiza la tendencia natural a distraernos. No tiene contraindicaciones. 3. El Chacmol Nombre técnico: Aketsi, torso erguido Nombre popular: Chacmol Signo de la veintena: Osomatl, mono Simbolismo: Ollinatl, movimiento de agua Intento: Nikuau’shikalli atlachinolli, soy el vaso del agua quemada.
Esta postura es la insignia del Kinam y un emblema de Anawak, pues no tiene par en ninguna otra cultura de la Tierra. Su nombre popular, Chac Mol deriva de un equívoco, ya que el arqueólogo que descubrió la primera estatua de este tipo, la confundió con la leyenda de un trono en forma de ocelote rojo (dicho en maya Chac Mol). El Chacmol llegó a ser un elemento importante de la arquitectura a partir del período Epiclásico (siglos 7 al 12 de la era cristiana), siendo colocado como guardián en la entrada de los templos. La clave de esta postura es el vaso simbólico que el practi-cante sostiene sobre su ombligo, cuyo nombre, Kuau’shikalli, vaso del águila, se refiere a la acumulación de las energías, metafóricamente comparadas con águilas que descienden. Los toltecas creían que en la zona del ombligo se concentra físicamente nuestra vitalidad; este era también el punto central del cuerpo, entendido como un reflejo del orden cósmico. En consecuencia, en el ombligo intersecan las tres dimensiones del espacio (largo, ancho y alto). Ello nos revela otro de los significados del Chacmol, ya que la disposición del cuerpo, tendido a lo largo, pero con los miembros y el torso alzados y la cabeza mirando a un lado, representa al cubo místico de la Totalidad. El primer grado de la postura contiene dos ejercicios preparatorios, cuyos pasos son: 1. Metstiewa, muslos alzados: nos acostamos de espaldas con las piernas estiradas y los pies unidos y punteando. Recogemos las piernas, manteniendo las rodillas juntas. Podemos forzar la postura, tomándonos los pies por los tobillos y atrayéndolos hasta que queden pegados a los glúteos (a). Los practicantes con menos flexibilidad, pueden enlazar los tobillos con la banda frontal y atraer de ese modo las piernas (b).
Orientación tridimensional del Chac Mol. 2. Una vez estabilizada la postura, depositamos las manos sobre el ombligo, formando una especie de cuenco, y tomamos cuatro respiraciones profundas. 3. Tlaktiewa, torso erguido: volvemos a extendernos; esta vez incorporamos el torso, haciendo fuerza con el diafragma, hasta que la cabeza queda mirando al frente. Una vez incorporados, nos apoyamos con los codos (c) y tomamos cuatro respiraciones. 4. A continuación, combinamos las dos variantes anteriores para montar el Chacmol, propiamente hablando. Nos tende-mos de espaldas, contraemos las piernas y formamos un cuenco sobre el ombligo, concentrando en él toda nuestra atención. 5. Incorporamos el torso tanto como podamos y lo apoyamos sobre los codos. La cabeza mira directamente adelante (d). 6. Una vez que la respiración se calma, volvemos la cabeza hacia la izquierda y tomamos una honda respiración. A continuación, rotamos la cabeza a la derecha mientras expulsamos lentamente el aire (e). 7. Repetimos el paso anterior, pero tomando el aire a la derecha y expulsándolo al rotar la cabeza hacia la izquierda. Siete repeticiones para cada lado. Esta es la respiración de barredera, cuyo propósito es polarizar la energía. 8. Terminadas las respiraciones, fijamos la vista al frente y visualizamos cómo del vaso del ombligo se proyecta hacia arriba un tentáculo de color blanco con brillo lunar, grueso como un brazo; sentimos cómo estamos unidos a la totalidad del Cosmos a través de ese miembro etéreo. El segundo grado consiste en imprimir al Chacmol los siguientes movimientos: - Momolo, bamboleo: una vez montada la postura, miramos al frente, tomamos una aspiración y, mientras exhalamos, dejamos caer las piernas hacia la izquierda, manteniendo las rodillas juntas (f). La espalda se despega lo menos posible del suelo y la columna vertebral se tuerce sólo por su extremo inferior. Retenemos en vacío por unos segundos, aspiramos y, mientras exhalamos, volteamos las piernas para el lado derecho. Siete respiraciones para cada lado. - Aastli, aleteo: a partir de la postura básica, aspiramos hondo y, a medida que expulsamos el aire, dejamos caer las piernas hacia ambos lados del cuerpo, pegando las plantas de los pies y tratando de tocar el suelo con las rodillas (g). Retenemos en vacío por unos segundos y aspiramos al tornar a unir las rodillas. Trece repeticiones. El tercer grado parte de la postura básica y tiene el propósito de enfatizar el impacto sobre los músculos abdominales y de la espalda. Consiste en despegar los codos del suelo, poniendo los antebrazos horizontales y sosteniendo el peso del torso por la fuerza del diafragma. A continuación, recogemos las rodillas hasta que las piernas quedan en posición horizontal o con una leve inclinación hacia abajo, pero sin que los pies toquen el petate. De ese modo, el cuerpo queda sostenido únicamente sobre los glúteos (h). Esta atadura convierte al Chacmol en un puente a las posturas del rumbo de Abajo. El Chacmol es un ejercicio poderoso, que sirve de entrada a los estados acrecentados de conciencia. En el plano físico, fortalece los músculos abdominales y de la espalda, reduce la grasa del abdomen y aumenta la capacidad pulmonar. Su grado de medio impacto masajea los órganos del vientre, por lo que alivia en casos de estreñimiento e indigestión. El grado de alto impacto masajea los riñones, aliviando en afecciones de las vías urinarias. No tiene contraindica-ciones. 4. El Capullo Nombre técnico: Totskalko, de costado Nombre popular: Kochipilotl, capullo Signo de la veintena: Kuau’tli, águila Simbolismo: Tlalatl, tierra de agua Intento: Nikalaki in noyoltlayamania, entro al jardín de paz de mi propio corazón.
El Capullo debe su nombre a que los miembros se repliegan, tal como hace un insecto cuando teje un capullo a su alrededor. Es una postura representada en el arte temprano de Anawak, en relación con unos personajes conocidos como “los danzantes”, a los que los arqueólogos interpretan como cadáveres. Generalmente, de la zona ventral de estos personajes irradian tentáculos y otros órganos extraños, lo cual revela el contenido energético de la postura. El Capullo consiste en descansar de lado, reduciendo el cuerpo a su mínima expresión. Tal posición tiene un efecto sobre la psiquis profunda, pues nos remonta al momento en que nos desarrollábamos en el vientre materno. A diferencia de las otras posturas del Oeste, esta posición produce de inmediato una gran tranquilidad, predisponiéndonos a entrar en la zona media del ensueño. Debido a que comprime ciertas glándulas intestinales que tienen que ver con el proceso de la percepción, favorece el logro de ese fascinante fenómeno psíquico al que Castaneda llama “las posturas paralelas”, consistente en que el ensoñador se sueña a sí mismo durmiendo en la postura del Capullo. Esta postura tiene un solo grado de impacto, cuyos pasos son: 1. Nos acostamos sobre el petate boca arriba, recogemos las piernas hasta que los muslos tocan el vientre y las atamos con los brazos, agarrando las manos por las muñecas sobre los tobillos (a). 2. Una vez calmada la respiración, nos volvemos hacia el lado izquierdo (b). Debido a que esto tuerce el cuello, podemos auxiliarnos colocando un Kuachik o cojín debajo de la coronilla, sin que calce por completo la cabeza. 3. Volvemos la cabeza hacia las rodillas tanto como podamos sin que resulte incómodo. Cerramos los ojos, visualizamos que estamos dentro de una cueva pequeña y cálida, desde la cual podemos observar sin ser vistos todo lo que pasa afuera, y le dedicamos trece respiraciones al intento del ejercicio. 4. Nos volvemos hacia el lado derecho y repetimos nuestras respiraciones. El objeto del Capullo es comprimir los pulmones para polarizar negativamente la energía, lo cual baja el metabolis-mo, calma la mente y nos predispone al viaje de exploración interior. Este ejercicio es todo salud y no tiene contraindica-ciones. 5. El Soñador Nombre técnico: Elkultik, torso curvado Nombre popular: Temikini, el soñador Signo de la veintena: Kiawitl, lluvia Simbolismo: E’ekaatl, aire de agua Intento: Niwelmelawani se melawakatemiktli, soy testigo imparcial de un sueño verdadero.
Esta es una postura muy simpática y natural que, como casi todas de Kinam, aparece mayormente representada en el período olmeca, en asociación con personajes que parecen pequeños budas. Esto es muy interesante, pues sugiere una relación con Asia, ya que, por la misma época, dicha postura aparece en la India, asociada al mito de la partida de Gautama Buda. Como su nombre indica, el Soñador es una postura onírico-contemplativa; la posición extendida del cuerpo representa a una persona que duerme, pero la cabeza alzada y la expresión atenta sugieren que el durmiente está concibiendo un sueño. ¿Y qué es lo que sueña? El sueño de la vida humana. Su primer grado de impacto tiene los siguientes pasos: 1. Nos tendemos boca arriba en el suelo con los brazos a los lados del cuerpo; unimos las piernas y calmamos la respiración.
2. Nos volvemos al lado izquierdo, manteniendo el brazo derecho al lado del cuerpo, con la mano descansando sobre el muslo, y las piernas una sobre la otra. Plegamos el brazo izquierdo y depositamos la oreja en la mano abierta, de modo que la palma de la mano la cubra por completo, a fin de minimizar el sonido procedente del exterior (a). 3. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizándonos como una burbuja de aire que atraviesa las aguas del océano cósmico, dejándose llevar por las corrientes energéticas sin la menor preocupación. 4. Extendemos el brazo izquierdo y, haciendo palanca con la mano, nos volteamos hasta quedar bocabajo; luego seguimos el impulso hasta incorporarnos sobre el lado derecho, donde repetimos la postura y sus respiraciones. Una variante muy útil para meditar o ensoñar consiste en que, una vez montada la postura básica, llevamos la mano derecha a la oreja del mismo lado, para quedar aislados del sonido exterior (b). Su segundo grado incorpora un curioso movimiento de piernas que ha quedado bien documentado, y cuyo sentido es cerrar el ciclo de la energía que pasa a través de los pies. Consiste en que, una vez que nos tendemos del lado izquierdo, flexionamos las piernas hasta que formen ángulo recto y pegamos las plantas de los pies, manteniendo estos en el mismo plano que el cuerpo. La mano derecha reposa en el vientre (c). Después de realizar las respiraciones correspondientes, repetimos para el otro lado. El Ensoñador tiene un uso simbólico y meditativo; se puede practicar para calmar los nervios o descansar después de una sesión de ejercicios. Su segundo grado fortalece los músculos abdominales. No tiene contraindicaciones.
8
LAS
POSTURAS
DEL
ESTE
Nombre del rumbo: Tlawistlampla, rumbo de la iluminación Elemento-forma-color: fuego triángulo rojo Deidad regente: Tlawiskalpanteku’tli, señor del nacimiento de la luz Horario de máximo efecto: Tlalnesi, amanecer Tipo de posturas: Semka, estables Signos: Dragón, Serpiente, Agua, Caña y Movimiento Posturas: el Atado, la Mariposa, el Devoto, el Loto y el Luchador
El nombre del Señor de este rumbo, Tlawiskalpanteku’tli, se compone de Tlawi, luz, Iskalli, resurrección, y Tlampa, hacia, más el título Teku’tli, señor. Es una forma de la Serpiente Emplumada que personifica las fuerzas emergen-tes de la Naturaleza, y el renacimiento del Sol o el alma humana después de su paso por el Inframundo. Este rumbo tenía para los mesoamericanos el mismo papel que nosotros concedemos al Norte, pues hacia él se orientaban los mapas, los edificios y la cosmovisión en general. El Este era la casa del Tonal y las apariencias; su color es rojo como la sangre y la vida. Su energía procede de Abajo y se transmite hacia el Sur. Por ello, en este rumbo vivían los guerreros muertos en batalla, a quienes se encomendaba la honrosa misión de recibir al Sol luego de su tránsito nocturno, a fin de escoltarlo durante su viaje diurno por las religiones sureñas. Los mesoamericanos consideraban que el Sol nace a la medianoche, cuando pasa por el punto más bajo del cielo y comienza a ascender, recibiendo el nombre de Kuau’tleko, águila que sube. Por lo tanto, este rumbo rige desde la medianoche al mediodía, teniendo su máxima actividad al amanecer. En nuestra constitución, el Este es la vitalidad que nos permite movernos y da vida a los sentidos, esos órganos extraordinarios que nos mantienen en contacto con el mundo exterior. También representa la iluminación en sentido espiritual, la religión, la devoción, las creencias… en fin, todo aquello que le da un carácter trascendente a la vida. Las posturas de este rumbo se llaman Semka, estables, pues son sedentes y procuran la estabilidad del cuerpo para meditar. Aparecen con mucha frecuencia en el arte meso-americano, demostrando que aquella sociedad tenía una vocación contemplativa. También se empleaban en la vida diaria, pues en Anawak casi no existían muebles para sentarse (excepto los tronos de los reyes y los bancos de los viejos); por lo tanto, los niños tenían que aprender a colocar su cuerpo en una forma equilibrada, firme y natural, para no sufrir deformaciones de la columna vertebral. El arte de sentarse y caminar, llamado Moyektilia, nuestra forma correcta de ser, se conservó hasta hace una generación en los campos de México. El principal efecto de estas posturas es que, al aplicar presión sostenida sobre las glándulas de secreción interna, provocan la reactivación del torrente hormonal, recuperando para nuestra salud un espacio de vida que quedó atrofiado desde que éramos niños. Tienen la virtud de que halan del ambiente los iones positivos o negativos, según cual sea nuestra necesidad del momento, y nos equilibran externa e internamente. Son las siguientes: 1. El Atado Nombre técnico: Akotetepon, rodillas alzadas Nombre popular: Ipilli, atado Signo de la veintena: Sipaktli, dragón Simbolismo: Tlalletl, tierra de fuego Intento: Nisentetl senkol ishtik nitik ka, soy uno con todo y todo está en mi.
La variante mas conocida del Atado pertenece a una estatua mexica de Shochipilli, el príncipe de las flores y númen de la iluminación. También es adoptada por los portaestandartes que custodian las
entradas de los templos, lo cual indica que se trata de una postura eminentemente meditativa. Su principal ventaja es su estabilidad, que permite sostenerla durante tanto tiempo como el practicante lo desee. Su primer grado consta de los siguientes pasos. 1. Nos sentamos sobre el petate con los pies cruzados en forma sencilla y calmamos la respiración. 2. Alzamos la pierna izquierda, ayudándonos con los bra-zos, y la apretamos contra el pecho (a), al tiempo que expul-samos todo el aire y retenemos por unos segundos en vacío. Es importante que la columna vertebral permanezca recta. 3. Volvemos a la posición inicial y repetimos el movimiento con la otra pierna. 4. Una vez preparados de este modo, extendemos las piernas, tomamos una aspiración y, al exhalar, las plegamos, cruzándolas delante del torso. Podemos enlazarlas con los brazos por las rodillas o a media pantorrilla (b). Retenemos en vacío por unos segundos. 5. Una vez estabilizada la postura, le dedicamos trece respiraciones profundas a su intento, visualizando cómo, a medida que contraemos los brazos y erguimos la columna, se extiende a nuestro derredor un campo luminoso que se funde con la luminosidad de la tierra. El segundo grado de impacto consiste en lo siguiente: 1. A partir de la postura inicial, replegamos las piernas sin cruzarlas, irguiendo las pantorrillas en paralelo delante del torso, formando un escudo. Nos tomamos las rodillas con las manos y las apretamos contra el torso tanto como sea posible (c). De ese modo, las piernas nos sirven de palanca para mantener erguida la columna vertebral. 2. Una vez estabilizada la postura, cruzamos los brazos delante de las piernas, tomando el codo derecho con la mano izquierda y viceversa. Si nos queda flexibilidad, podemos apretar más la postura, tomando las pantorrillas con las manos del lado contrario (d). 3. Exhalamos y retenemos en vacío, y le dedicamos trece respiraciones profundas al intento de la postura. El tercer grado parte de la posición anterior. Una vez que la respiración se normaliza, apretamos los muslos tanto como sea posible y apoyamos la frente sobre las rodillas (e). Al disminuir la capacidad de los pulmones debido a la compresión, se produce una baja en la oxigenación, que sentimos como una especie de fatiga. Pero, si permanecemos inmóviles, comenzamos a reducir la demanda de oxígeno, de modo que el metabolismo se compensa y el cuerpo se llena de energía Nagual (negativa). Un recurso que facilita la realización de este ejercicio, consiste en ceñir el torso y las piernas con un Nelpiloni, banda dorsal, pues esto reduce al mínimo la fuerza que tenemos que hacer con las extremidades (f). De ese modo, la postura se hace tan cómoda, que incluso podemos dormir en ella. El Atado comprime los órganos ventrales en grado máximo, activando la digestión y las secreciones de las glándulas suprarrenales. Por su estabilidad, es una postura propia para el descanso y la inmovilidad. No tiene contraindicaciones. 2. La Mariposa Nombre técnico: Shonepanoa, pies juntos Nombre popular: Papalotl, mariposa Signo de la veintena: Koatl, serpiente Simbolismo: E’ekatletl, aire de fuego Intento: Nikkaki patlani in kustikpapalotl, escucho el aletear de la mariposa dorada. La mariposa es una postura muy elegante, que debe su nombre a que las piernas realizan un movimiento parecido al de las alas de una mariposa. Su objeto es flexibilizar al máximo las coyunturas de las caderas. Su técnica de ejecución es engañosamente simple, ya que se requiere de mucha práctica para conseguir realizarla con perfección. Su grado de bajo impacto cuenta con los siguientes pasos: 1. Nos sentamos en el petate con la columna vertebral y las piernas rectas. Apoyamos las manos detrás del cuerpo, cerca de los glúteos, con las palmas hacia abajo y apuntando hacia atrás. Normalizamos la respiración. 2. Flexionamos las piernas en ángulo recto, de modo que las plantas de los pies se unen. Haciendo fuerza con los músculos del vientre y las piernas, tratamos de pegar las rodillas al suelo tanto como sea posible, manteniendo la columna recta (a). 3. Haciendo palanca con las manos, inclinamos el torso adelante unos 30 grados sin encorvar la columna, para acentuar el trabajo sobre los ligamentos de las ingles (b). 4. Entrecerramos los ojos y le dedicamos trece respira-ciones al intento de la postura, imaginando que somos una mariposa que toma el sol con las alas abiertas. El segundo grado parte de la posición inicial, pero añadimos los siguientes movimientos: 1. Flexionamos las piernas hasta que los pies se peguen a la zona sexual; los practicantes con poca
flexibilidad pueden ayudarse, empleando la banda frontal para halar los pies (c). Ello probablemente hará que la columna tienda a arquearse y las rodillas se separen del petate. El trabajo consiste en enderezar la espalda y empujar las rodillas con las manos, suave, pero firmemente, para que bajen tanto como sea posible (d). La respiración se acompasa del siguiente modo: al aspirar, paramos la presión; al exhalar, presionamos un poco más. 2. Una vez que las rodillas se han acercado al suelo hasta la altura de un puño, manteniendo la columna recta y los pies pegados a la zona sexual, tomamos ambos pies con las manos por los empeines y los torcemos hacia arriba (e). Esto, al tiempo que ayuda a mantener la rectitud de la columna, presiona a las rodillas hacia abajo. Mantenemos esta presión durante trece respiraciones. El tercer grado comienza con los resultados del anterior. Nos tomamos de los pies e inclinamos el torso adelante, manteniendo la columna vertebral lo más recta posible, de modo que la cabeza se desplace como si fuésemos a besar el suelo. Conseguida la postura, podemos estirar los brazos delante del cuerpo (f), o bien hacia atrás, tomándonos las manos tras los glúteos (g). La Mariposa sirve para meditar, siempre que se realice con naturalidad. Vigoriza los músculos de las piernas y la zona baja de la espalda, flexibiliza los ligamentos de las caderas y quema la grasa del vientre. No tiene contraindica-ciones.
3. El Devoto Nombre técnico: Kueli, piernas plegadas Nombre popular: Teomatini, devoto Signo de la veintena: Atl, agua Simbolismo: Atletl, agua de fuego Intento: Newatl te tewatl ne, yo soy tú y tú eres yo. En el México antiguo había dos maneras comunes de sentarse sobre el suelo: los hombres solían adoptar alguna de las variantes de la postura del Loto, pero las mujeres preferían la postura del Devoto, ya que da una impresión más contenida. Tiene la ventaja de que, siendo una postura meditativa, también tiene características de combate, pues hace palanca con las piernas en el suelo. Su primer grado consta de los siguientes pasos: 1. Una vez de pie y calmada la respiración, plegamos la pierna izquierda, colocando la rodilla derecha en el suelo. Luego hacemos lo mismo con la otra pierna, uniendo ambas rodillas. Nos sentamos sobre los talones. Los pies se pueden colocar de tres maneras: - Los dedos apuntan hacia atrás y el cuerpo descansa sobre el empeine (a). - Los dedos apuntan hacia delante y el cuerpo se equilibra sobre las rodillas y las puntas de los dedos (b). - Ambos pies se doblan hacia dentro, de modo que queden paralelos a los hombros; el cuerpo descansa sobre el dorso interno de los pies (c).
El torso permanece erguido, las rodillas se unen y las manos se colocan sobre ellas, en el regazo, o se pliegan sobre el pecho en gesto de oración. Podemos aliviar la carga que tienen que soportar las piernas, colocando un Kuachik, cojín, bajo las rodillas (d), o bien entre los glúteos y las pantorrillas (e). 2. Entrecerramos los ojos y nos concentramos en las vértebras de la base de la columna vertebral, visualizando cómo tiene lugar en esa región del organismo la lucha entre el agua y el fuego, la primera representada por un brillo difuso y azul, y el segundo por una brillante luz naranja. Dedicamos trece respiraciones al intento de la postura. El grado de medio impacto se llama Mishiwi, la partu-rienta, pues en la icnonografía está asociado con mujeres en estado de gestación. Consiste en abrir los muslos tanto como sea posible, descansando el peso del cuerpo sobre los talones. Esto aumenta el trabajo sobre las coyunturas de la cadera; los pies puntean hacia delante y las manos se unen en el regazo (f). El tercer grado parte de la postura inicial. Una vez estabilizada la respiración, inclinamos el cuerpo hasta que la frente toca el suelo, manteniendo la columna vertebral tan recta como podamos. Los brazos se extienden hacia delante, ya sea en toda su extensión o plegados junto a la cabeza (g). El principal beneficio del Devoto es que, debido a su estabilidad y recogimiento, nos induce un estado de paz que podemos aprovechar para ejercicios internos. Quienes padecen de las rodillas deben montarla por breves períodos de tiempo. 4. El Loto Nombre técnico: Shomalina, piernas cruzadas Nombre popular: Ashochitl, loto Signo de la veintena: Akatl, caña Simbolismo: Tletletl, fuego de fuego Intento: Niwetski in nekawalis kuikatl, me deleito con la música del silencio interior. El Loto es probablemente la postura más importante del Método Kinam, aquella que mejor nos permite realizar el objetivo de la meditación. Ha quedado representada con profusión en el arte mesoamericano, por lo cual conocemos cada detalle de su forma de ejecución. Tiene múltiples variantes, pero en todas rige el mismo principio: mantener la columna vertebral recta para permitir el flujo de la energía desde nuestro Miktlan (vientre) hasta nuestro Topan (cabeza). Su primer grado tiene los siguientes pasos: 1. Nos sentamos en el suelo con los pies cruzados de un modo sencillo y el torso erguido (a). Calmamos la respiración. 2. Entrecerramos los ojos y le dedicamos tandas de trece respiraciones al intento de la postura, visualizándonos como una espléndida llama de fuego azul que arde con absoluta serenidad y sin producir humo. Para montar correctamente el Loto y evaluar la flexi-bilidad y fuerza de la columna vertebral,
podemos colocar una vara en la mitad de la espalda, enlazando sus extremos con los codos y tomándonos de las manos sobre el vientre o el pecho (b). De este modo, la columna es comprimida por la vara, que le sirve de soporte.
La vara también sirve para apoyar el mentón en su extremo (c). Esto permite sostener por largo rato la postura, y al mismo tiempo, le da masaje a un importante punto de acupuntura que se encuentra debajo del mentón. También podemos apoyar la frente, haciendo cojín con los puños (d). Una variante de este grado recibe el nombre de Sentetepon, rodillas unidas. Consiste en cruzar las piernas de modo que ambas rodillas se junten, quedando tan pegadas al suelo como sea posible; los pies se colocan a los lados de los glúteos, formando un triángulo equilátero con las rodillas. Podemos depositar las manos sobre los pies o sobre las rodillas, vigilando que la columna quede recta (e). El segundo grado del Loto es un cruce especializado llamado Seshomalina, torcedura de una pierna. Tiene dos variantes; el primero consiste en lo siguiente: 1. Nos sentamos con las piernas extendidas y la columna vertebral recta. Tomamos una pierna y la atraemos hasta que el pie toque el muslo contrario, tratando que la rodilla se mantenga pegada al suelo (f). Cada uno de nosotros tiene un lado preferente, con el cual este ejercicio sale mejor; es asunto de intentar ambos lados, hasta detectar cuál es la pierna que debe ir debajo. 2. Tomamos la otra pierna y la atraemos hasta que el pie descansa sobre el muslo contrario, ya sea pegado a la ingle o más cerca de la rodilla (g), quedando una pierna debajo y la otra encima. 3. Si es necesario, nos tomamos de las rodillas para hacer presión sobre la columna vertebral a fin de que se mantenga recta. Normalizamos la respiración y le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura. Otra variante consiste en sentarnos sobre un pie, cuidando de conservar el equilibrio. El otro pie se coloca, ya sea en el suelo, cerca de la zona sexual (h), o sobre el muslo contrario (i). El tercer grado de impacto se llama Weshomalina, cruce doble. Es una postura sumamente elegante, donde el intento del Loto llega a su perfección. Pero también es difícil de montar, por lo que se
recomienda al estudiante tener paciencia e intentarla poco a poco, para no lastimar los ligamentos de las rodillas. Consiste en lo siguiente: Una vez sentados con la columna recta y las piernas extendidas delante, tomamos un pie y lo colocamos sobre el muslo del lado contrario, cuidando que la rodilla no se despegue del suelo ni la columna se tuerza. A continuación, hacemos lo mismo con el otro pie (j). Las manos se colocan sobre las rodillas o en el regazo. Debido a que en esta posición las piernas forman un nudo, tiene tal estabilidad, que incluso dormirnos en ella sin que el cuerpo se caiga para los lados. La única posibilidad de movimiento que le queda, es atar la postura, inclinándonos hacia delante hasta que la frente toca el suelo (k). Los practicantes primerizos suenen encontrar difícil este ejercicio, pues no estamos adaptados a mantener la espalda recta y sin apoyo. Si la columna tiende a curvarse, es preferible que nos reclinemos contra la pared. Con el tiempo, los músculos de la espalda se van tonificando y nos resulta cada vez más fácil montar el Loto sin apoyo. También ayuda el colocar un Kuachik o cojín bajo el cóccix, manteniendo los glúteos en el suelo, pues ello calza la columna vertebral (l). Si este ejercicio se hace con calma y concentración, a los pocos minutos tenemos la sensación de que nuestro cuello se estira, o bien que nos separamos del cuerpo físico por la cabeza y nos vemos desde arriba. Tal experiencia es muy positiva, pues ayuda a darle movilidad a la percepción. 5. El Luchador Nombre técnico: Malinti, torción Nombre popular: Maistlakoani, luchador Signo de la veintena: Ollin, movimiento Simbolismo: Ollintletl, movimiento de fuego Intento: Senkisa nokokoa senteka nosialis, concentro mis energías y ordeno mi voluntad.
El Luchador es el apodo que se ha dado a una famosa escultura olmeca, en la cual aparece un atleta que realiza un movimiento de torsión de la columna vertebral. Se trata del retrato de un individuo real, probablemente un estilista físico de hace 3 mil años, quien de seguro conoció las técnicas de autoentrenamiento que estamos estudiando. Aunque el Luchador es la unidad móvil de las posturas del Este, tiene un desarrollo estático muy importante, que en el arte olmeca se asocia con imágenes de reyes o sumos sacerdotes. Su primer grado también es conocido como Patoani, el jugador, ya que era la postura que adoptaban los jugadores de Patolli o parchís mesoamericano, a fin de que las piernas no estorbaran sobre el tablero. Consta de los siguientes pasos: 1. Nos sentamos sobre el petate con la columna recta y los pies extendidos, y calmamos la respiración. 2. Flexionamos la pierna izquierda hacia atrás, hasta que el pie queda a la altura del glúteo izquierdo, apuntando hacia fuera. La pierna derecha se mantiene replegada en forma natural, con el pie cerca de la rodilla izquierda (a). Ambos glúteos deben mantenerse pegados al petate para que la
columna permanezca vertical y recta. 3. Cerramos los puños y los llevamos al pecho, con los antebrazos horizontales y los codos apuntando hacia afuera. Este gesto ayuda a mantener la estabilidad de la postura. 4. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizando que nos envuelve una espiral de fuego azul, cuyo epicentro está en la base de la columna vertebral. 5. Repetimos con la otra pierna. Una variante consiste en que, en lugar de replegar la pierna derecha delante del cuerpo, la extendemos hasta que forma un ángulo recto con el muslo (b), e incluso, si es posible, hasta quedar completamente recta (c). De ese modo se acentúa el trabajo de la pierna izquierda. El segundo grado incorpora el siguiente movimiento: 1. Montamos la postura anterior y, una vez estabilizada la columna vertebral, concentramos nuestra atención sobre los puños alzados sobre el pecho. 2. Tomamos una honda respiración y, a medida que soltamos el aire, ladeamos el torso hacia la izquierda, haciendo palanca con los antebrazos, hasta que miramos directamente hacia atrás (d). Retenemos en vacío durante unos segundos. 3. Nos volvemos a la derecha recuperando el aire y repetimos el ejercicio otras tres veces. Con cada movimiento, visualizamos como si nuestros codos rompieran ciertas zonas de cristalización en el campo magnético que nos rodea, volviéndolo más fluido. 4. Cambiamos la posición de las piernas y repetimos a la derecha. El grado de alto impacto es estático y consiste en lo que nos sentamos sobre el petate como en la postura inicial, pero esta vez replegamos ambas piernas hacia los lados del cuerpo, primer una y luego la otra (e). En practicantes con menos flexibilidad, esta postura por lo general hace que los glúteos se despeguen del suelo, concentrando el peso del cuerpo sobre rodillas y empeines. Sin embargo, con mucha delicadeza, debemos insistir en abrir las piernas, hasta que podamos sentarnos directamente sobre el petate. Ayuda a conseguir que la columna permanezca derecha, si desplazamos el punto de gravedad del cuerpo hacia delante; para ello, nos tomamos de las manos y estiramos los brazos hasta que quedan rectos a la altura del pecho (f). Una vez dominada la postura, las manos se colocan con naturalidad en el regazo. El Luchador nos permite verificar hasta qué punto están flexibles las articulaciones de las ingles y rodillas. Su variante móvil flexibiliza la columna vertebral y fortalece los músculos de la espalda, lo cual contribuye a que nuestra postura sea recta y elegante. El grado de alto impacto estira las vísceras y activa las secreciones estomacales, funcionando como un poderoso digestivo. También flexibiliza las coyuntu-ras de las piernas como ninguna otra postura de este rumbo. Este grado está contraindicado para quienes no hayan trabajado previamente con las articulaciones de las rodillas.
9
LAS
POSTURAS
DE
ABAJO
Nombre del rumbo: Temoktlampa, hacia abajo Elemento-forma-color: pedernal pirámide invertida infrarroja Deidad regente: Itstlakoliu’ki, cuchillo curvo Tiempo de máximo efecto: Yalwa, el pasado Tipo de posturas: Tlaktli, torso Signos: Tonalpeu’ka, introductores (1 – 4) Posturas: el Arquero, la Tortuga, la Mecedora y la Vela En el rumbo de Abajo se concentran los potenciales que desarrollan los demás rumbos. Abajo está la base y el origen de todo, y todo regresa a ese rumbo cuando cumple su ciclo evolutivo. Su dinámica es la siguiente: recibe la energía del Oeste, la reduce a cero y la crea nuevamente, transmitién-dola al Este. Es el espacio a donde va a descansar el Sol después de su faena en el mundo del Tonal. En la dimensión temporal, representa al ayer, pero no como un tiempo definitivamente trascendido, sino como la acumulación de causas que desencadenan los efectos del presente. Este rumbo no tiene un color perceptible, aunque en el espectro le corresponden todos los que están por debajo del rojo. Del mismo modo, su elemento escapa del rango de captación de nuestros sentidos; pero, en tiempos recientes, se ha demostrado su existencia. Es un estado tan frío, que en él cesa el movimiento molecular y la sustancia cristaliza, tornándose superconductora. Paradójicamente, tal condición refleja el atributo del espíritu, que es la absoluta fluidez. Los toltecas, probablemente sin un conocimiento de las propiedades eléctricas del estado supersólido, lo conocieron por deducción o experimentación, y lo representaron mediante el cuchillo de pedernal. Esto útil objeto encierra dos propiedades antagónicas: por un lado, es extremadamente denso; por el otro, su filo era imagen de la sutileza. Dibujado en forma de cabeza o colocado sobre la cabeza, la nariz o la boca, el pedernal representaba la toma de conciencia. En nuestro ser, el Abajo es el subconsciente. Los toltecas consideraban que el subconsciente es un estrato impersonal, donde se dan cita todos los seres del Universo. Por lo tanto, a través del Abajo podemos fluir de un ser a otro, comprendien-do de un modo experimental que la vida es una. También es
la memoria profunda, y en ese sentido tiene un gran papel en la práctica de Kinam. En este rumbo se sostiene nuestra verdadera identidad, que no es esa combinación de cuerpo, nombre y género que solemos confundir como tal, sino el potencial de realización energética que todos traemos al nacer. Abajo se generan los impulsos de conservación y reproducción que nos permiten existir, así como los instintos que nos orientan en la jungla de la Naturaleza. La representación mítica del Abajo es el Miktlan, mundo de los muertos. En este caso, los muertos no son quienes ya murieron, sino aquellos que van a nacer física o espiritualmente. Las posturas de este rumbo se inspiran en la forma del Inframundo mesoamericano, representado como un cuenco o escalera descendente, o, mejor aún, como una antipirámide invertida de cinco pisos y nueve escalones. La característica de estas posturas es que el peso del cuerpo se deposita sobre el torso, sea bocabajo o boca arriba, manteniendo las extremidades en el aire. Por lo tanto, comprimen las partes internas del cuerpo y masajean la columna vertebral, liberando recuerdos que están encerrados allí desde la temprana infancia. También activan el cerebro profundo, que es la herencia de nuestra etapa como peces y reptiles, y constituyen un homenaje a nuestros antepasados acuáticos. Son las siguientes: 1. El Arquero Nombre técnico: Wetsi, bocabajo Nombre popular: Minani, arquero Número de la trecena: 1 Simbolismo: Tletemoktlampa, fuego de abajo Intento: Yu’tlawitolli ninotilinia nikmina noyollotl, me tenso como arco y disparo mi intento. Como su nombre indica, el Arquero simboliza que el cuerpo se transforma en un arco, cuya flecha es nuestro intento. En el arte mesoamericano, tal posición aparece relacionada con las posturas invertidas, pues sirve para aprender a liberarnos de la necesidad psíquica de apoyarnos sobre los pies. El Arquero es una postura muy fluida, con un sentido ascensional, expansivo. Tiene tres grados de impacto; el primero comienza con dos calentamientos: 1. Nos arrodillamos sobre el petate y nos extendemos por el suelo hasta quedar acostados con los brazos a ambos lados del cuerpo. 2. Colocamos las manos bajo los hombros para hacer palanca, tomamos una respiración y, mientras exhalamos, incorporamos el torso con la fuerza de los brazos, hasta que la cabeza queda mirando al frente (a).
3. Volvemos a la posición inicial y colocamos las manos a los lados de los muslos con las palmas hacia abajo. Tomamos una inspiración y, mientras exhalamos, levantamos las piernas tan alto como podamos, manteniendo las rodillas unidas y punteando con los pies (b). Retenemos en vacío por unos segundos. Si nos falta fuerza abdominal, podemos mantener las rodillas pegadas al petate, levantando única-mente las pantorrillas. 4. Volvemos a tendernos sobre el petate y montamos simultáneamente los dos pasos anteriores; tomamos una inhalación y, al exhalar, elevamos de una vez el torso y las piernas, apoyándonos sobre las manos, que se colocan frente al pecho (c). 5. Realizamos trece respiraciones hondas, incorporando el intento del ejercicio. El grado de medio impacto parte de la postura anterior, pero, en lugar de soportar el torso con los
brazos, extende-mos estos hacia atrás, sobre la espalda, como si fueran la cuerda de un arco; los dedos de las manos van unidos y estirados, las palmas mirando hacia dentro (d). Retenemos unos instantes en vacío y, a continua-ción, le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizandonos como una catapulta a punto de lanzar un proyectil. Para una práctica más larga, podemos fijar la postura, enlazando los tobillos con la cinta frontal (e). El tercer grado parte de la postura anterior e incorpora los siguientes pasos: 1. Una vez elevadas las piernas y el torso, plegamos las piernas hasta que podamos alcanzarlas con las manos, las tomamos por los tobillos y las estiramos para tensar los brazos, halando el torso tanto como lo permite la flexibilidad de la columna vertebral (f). 2. Nos balanceamos sobre el vientre y el pecho para masajear sus órganos. 3. La mayoría de los practicantes sólo puede montar la postura hasta este punto; pero, si aún nos queda flexibilidad, podemos atarla, atrayendo los pies hacia los hombros a fuerza de brazos (g). El Arquero trabaja sobre la columna vertebral, flexibili-zándola y alineándola. Despliega la capacidad pulmonar y fortalece el diafragma. Su primer grado no tiene contraindica-ciones, pero los grados de medio y alto impacto se deben realizar con cuidado, para no forzar demasiado las coyunturas de las rodillas y las vértebras. 2. La Tortuga Nombre técnico: Shonakastli, pies en las orejas Nombre popular: Ayotl, tortuga Número de la trecena: 2 Simbolismo: Tlaltemoktlampa, tierra de abajo Intento: Ma tonalyaotl tlakua nomau’ti!, ¡que el fuego de la batalla devore mi temor! La Tortuga es una postura muy exigente, cuyo objeto es estimular la secreción de adrenalina para inducir un espíritu guerrero y disipar las dudas y temores. Pone en juego la flexibilidad de las caderas, por lo que sirve de índice para medir nuestro rendimiento en la práctica del Kinam. Se debe acompasar con la respiración, ya que comprime los pulmones. Los practicantes primerizos sólo deben intentar u grado de bajo impacto, el cual consta de los siguientes pasos: 1. Nos acostamos boca arriba sobre el petate, tomamos una inhalación y, al exhalar, contraemos las piernas hasta que las rodillas tocan el pecho, enlazándolas con los brazos (a). Esta postura sirve de calentamiento. 2. Una vez normalizada la respiración, volvemos a la posición inicial, aspiramos y, al exhalar, levantamos la pierna izquierda, tomamos el pie con ambas manos y lo atraemos hacia el hombro derecho (b). En tal posición, tomamos siete respiraciones profundas. Lo común es que, en los primeros intentos, el pie sólo llegue hasta el vientre o el pecho. Si toca el hombro contra-rio, es un buen desempeño; si aún nos queda flexibilidad, podemos flexionar la rodilla de modo que el pie toque el hombro del mismo lado. 3. Regresamos a la posición inicial y repetimos con la otra pierna.
El segundo grado consiste en atraer ambas piernas con los brazos y cruzarlas sobre el torso, colocando cada pie en el hombro contrario (c). Una vez montada la posición, cruzamos los brazos sobre las piernas, cerramos los puños sobre el vientre o el pecho y le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizándonos como una compacta bola de energía. El grado de alto impacto exige que se domine a la perfección el grado anterior; consta de los siguientes pasos: 1. Nos tendemos en el petate y elevamos las piernas, pero esta vez no cruzamos los tobillos sobre el pecho, sino por la nuca, de manera que el nudo de los pies nos sirve de almohada. Cerramos los brazos
sobre el vientre para atar la postura (d). 2. Impulsándonos con los pies, le imprimimos al torso un movimiento de balance para masajear la columna vertebral (e). La Tortuga tiene máximo efecto compresor del vientre, por lo que sirve para arreglar desórdenes intestinales y sexuales. Pero se debe practicar por unos pocos minutos, ya que excita en demasía la secreción de las glándulas supra-rrenales. Está contraindicada para quienes padecen de presión arterial alta. 3. La Mecedora Nombre técnico: Papachti, masajeadora Nombre popular: Kuekueppalli, mecedora Número de la trecena: 3 Simbolismo: Atemoktlampa, agua de abajo Intento: Ma Tonantsin Tlalli nechpati nechpapachtli!, ¡que la Madre Tierra me cure y acaricie!
Esta postura es muy fácil de montar. Su propósito es convertir al cuerpo en un balancín para masajear la espalda. Su primer grado consiste en lo siguiente: 1. Nos tendemos en el petate boca arriba, estiramos los brazos sobre la cabeza y flexionamos las rodillas hasta que los pies quedan cerca de los glúteos. 2. Haciendo fuerza con las piernas, subimos y bajamos las caderas, apretando contra el petate las vértebras lumbares (a). Trece movimientos completos. La respiración se acompasa del siguiente modo: al aspirar, elevamos las caderas hasta que los muslos quedan horizontales; al expirar, regresamos a la posición inicial. El grado de medio impacto es una continuación del anterior. Nos tomamos la nuca con las manos y alzamos la cabeza tanto como podamos, para arquear la columna (b). De ese modo, el trabajo de la postura se distribuye desde las caderas hasta la base del cráneo. El movimiento se debe hacer en forma continua y a velocidad constante. Para el tercer grado, replegamos las piernas sobre el vientre y enlazamos las manos por debajo de los muslos, para extender al máximo las vértebras lumbares; procura-mos pegar la frente a las rodillas, a fin de extender las vértebras cervicales (c) La Mecedora es un ejercicio muy efectivo para tonificar la energía vital, pues activa los centros nerviosos ubicados a ambos lados de la columna vertebral. También sirve para corregir las desviaciones de la columna y estimula el funcionamiento de los riñones. 4. La Vela Nombre técnico: Akometstli, piernas desplegadas Nombre popular: Alkuachpanitl, vela Número de la trecena: 4 Simbolismo: E’ekatemoktlampa, aire de abajo Intento: Nitlasowa nowelik nittiti noshokotl, despliego mi potencial y manifiesto mis frutos.
El objeto de esta postura es desplegar nuestra energía, que tiene puntos de acumulación muy importantes en la zona de las pantorrillas. Su primer grado de impacto tiene los siguientes pasos: 1. Nos acostamos boca arriba sobre el petate, plegamos las piernas sobre el vientre y nos tomamos los pies con las manos (a).
2. Aspiramos hondamente y, al exhalar, desplegamos las piernas sin soltar los pies, hasta que queden rectas. Las rodillas se mantienen unidas, los brazos hacen tensión para atar la postura (b). 3. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizando que somos un papalote que se tensa y fluye con el viento. El grado de medio impacto consiste en enlazar las manos por detrás de los tobillos; para ello, hay que halar las piernas hacia el torso, tensando más aún la postura y controlando la tendencia de las rodillas a separarse. Una vez estabilizado, le imprimimos al cuerpo un movimiento de balance (c). La Vela no tiene contraindicaciones. Su principal efecto es que flexiona los tendones de las piernas, aprovechando a nuestro favor la fuerza de gravedad, y le da masaje a la columna vertebral.
10
LAS
POSTURAS
DEL
CENTRO
Nombre del rumbo: Tla’kotlampa, rumbo central o humano Elemento-forma-color: movimiento cruz verde-azul Deidad regente: Ketsalkoatl, serpiente emplumada Tiempo de máximo efecto: Achkan, el presente Tipo de posturas: Kuepa, invertidas Signos: Tla’kotonalli, mediadores (5 – 9) Posturas: la Llama, el Mosquito, la Columna, el Árbol y el Acróbata El Centro es un rumbo especial, pues en él confluyen todos los demás. Es ubicuo, ya que podemos determinar fácilmente hacia donde quedan el Norte o el Este, pero siempre a partir de nosotros mismos. Por lo tanto, la verdadera posición central es la toma de conciencia. Este rumbo se representa con el color verde-azul, cuyo nombre nawatl es Shoshou’ki, término que también significa liberado. Aquí se esconde una enseñanza filosófica, pues los toltecas creían que la libera-ción consiste en el equilibrio. En nuestro caso, nos liberamos de las limitaciones inherentes a la condición humana cuando satisfacemos las necesidades y actualizamos las posibilida-des de los otros seis “rumbos” que nos componen: el cuerpo físico, la energía vital, las emociones, la mente, la dimensión subconsciente y la aspiración a lo supremo.
Es muy interesante el nombre que los toltecas dieron al elemento de este rumbo. Otras culturas, como los chinos o los griegos, usaron emblemas como la madera y el metal, pero los toltecas prefirieron llamarle por su principal propiedad: Movimiento. Este elemento describe la condición de la materia cuando trasciende la organización atómica y se expresa como fotones. El fotón es la medida de la velocidad del universo reconocible. En consecuencia, este rumbo representa el punto en el cual, si tenemos suficiente energía, podemos liberarnos de las leyes y limitaciones del mundo material. Aquí se sintetizan lo interno y lo externo, el individuo y la sociedad, las tendencias evolutivas y las retrógradas. Siendo un área de conciencia, su horario de mayor efecto es el presente, el momento en que nos damos cuenta de nuestra situación y tomamos una decisión. Por lo tanto, el Centro está asociado con la voluntad, la facultad que nos saca del ámbito natural y nos hace humanos. Tiene un grupo de posturas llamadas Kuepa, invertidas, pues en ellas, el cuerpo se invierte, apoyándose sobre la cabeza, las manos y el torso, y dejando los pies en el aire. Son características del arte mesoamericano; los arqueólogos las identifican con acróbatas, pero su sistemática asociación con emblemas de poder ha hecho que, en tiempos recientes, comiencen a clasificarlas como “posturas reales”. También aparecen asociadas al concepto de la deidad que desciende cíclicamente sobre la tierra. Las posturas invertidas revuelven la energía; si estamos en un estado dado de polaridad, lo invierten en pocos segundos. Esto puede ser útil para despertar, suspender una emoción negativa, parar la mente, descargar el estrés y tratar afecciones que implican atoros del flujo energético. Si las practicamos estando equilibrados, inducen un estado peculiar de concentración, sirviendo para la práctica meditativa. Su principal efecto físico es que estimulan al máximo la capacidad del equilibrio, lo cual repercute no sólo en nuestro cuerpo, sino también en nuestra visión del mundo. Además, tienen una virtud que no posee ninguna de las posturas que hemos estudiado hasta aquí: liberan a los órganos internos de la fuerza de gravedad. Una de las cosas que solemos olvidar, es que la mayor parte de nuestra evolución biológica ocurrió en el agua, donde los órganos no pesan. Posteriormente, como primates, permanecimos en estrecho contacto con los árboles, colgados con frecuencia de una rama, con la cabeza hacia abajo. Al adquirir la forma bípeda de caminar y atarnos al suelo, le dimos una carga extra a las piernas y obligamos a los órganos internos a colgar como frutas de sus ligamentos; lo cual tiene efectos negativos en la circulación sanguínea y linfática, y en el funcionamiento de los sistemas digestivo y sexual. Las posturas invertidas son un homenaje a nuestra herencia de simios. Nos permiten recuperar la libertad física, dándole un descanso al organismo. Son muy efectivas para tratar las afecciones sexuales y circulatorias, pero están contraindicadas en los casos de glaucoma, alta presión arterial y problemas digestivos. Por su grado de complejidad, son posturas muy exigentes; se deben practicar con cuidado y, si es posible, en compañía de un instructor o un compa-ñero de estudios preparado. Al principio, es recomendable hacerlas contra la pared y por breves períodos de tiempo. A medida que vamos fortaleciendo los músculos de la espalda y los brazos, podemos separarnos de la pared y alargar el plazo del ejercicio. Al retornar a la posición habitual, es fundamental que permanezcamos con la cabeza pegada al suelo durante cuatro o cinco respiraciones, para que el cerebro no se quede sin irrigación sanguínea. Son las siguientes: 1. La Llama Nombre técnico: Ewaketsa, levantar el torso Nombre popular: Tlepilli, llama Número de la trecena: 5 Simbolismo: Tletla’kotlampa, fuego del centro Intento: Yu’tletl selia in noyollotl, broto como una llama del centro de mi ser. Esta postura se asocia con el mito del maíz; pertenece a Senteotl, la divina semilla, el Creador del Universo. Su intento es unificar las tres dimensiones del Cosmos: el reino inferior donde se planta la semilla, la tierra donde brota y el mundo superior a donde se proyecta su fruto. Funciona como emblema mesoamericano de la resurrección del alma, pues, al igual que el maíz, nosotros tenemos un ciclo de vida compuesto de una fase embrionaria o subterránea, otra de manifestación y otra de ascensión. Su objeto es erguir el cuerpo sobre la nuca. El primer grado tiene los siguientes pasos: 1. Nos acostamos en el petate con las piernas extendidas y visualizamos como si estuviésemos siendo sembrados en la tierra. 2. Apoyamos las manos en el suelo a ambos lados de las caderas, tomamos impulso y levantamos las piernas hasta que quedan verticales (a), tal como el brote de maíz que se asoma. Esta posición tiene un benéfico efecto sobre la circulación sanguínea; es recomendable para quienes padecen de várices. Para mantenerla por largo rato, podemos apoyarnos contra la pared o el espaldar de una silla.
3. Haciendo palanca con las manos, incorporamos el torso hasta que esté completamente recto y lo apoyamos con los brazos, colocando las manos a media espalda (b). Las piernas permanecen rectas o se cruzan en alguna de las posturas del Este (c). Esta fase representa el crecimiento de la planta. 4. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizando como si de nuestro campo magnético brotase raíces que extienden por la tierra. 5. Para descender, hacemos palanca con las manos y baja-mos lentamente el cuerpo, evitando que la base de la colum-na vertebral se golpee contra el petate. Permanecemos unos segundos acostados para normalizar la presión de la cabeza.
El segundo grado parte de la postura anterior. Una vez que elevamos el torso y las piernas, realizamos los siguientes pasos: 1. Equilibramos el peso del cuerpo sobre la nuca y liberamos los brazos, que se extienden por delante de la cabeza (d). 2. Con mucho cuidado, a fin de mantener el equilibrio, levantamos los brazos y los colocamos a los lados del cuerpo (e). Pueden permanecer rectos, o bien adoptar el gesto de Senteotl, colocando las manos como si fuesen dos mazorcas en ciernes. 3. El descenso es como en el grado anterior. El grado de alto impacto representa a la planta cuando su fruto madura y se inclina a la tierra. Consta de los siguientes pasos: 1. Una vez que elevamos el cuerpo sobre la nuca, tomamos una aspiración y, a medida que exhalamos, flexionamos la cintura, manteniendo las piernas rectas y las rodillas unidas, hasta que los pies tocan el suelo por detrás de la cabeza (f). Los brazos se pueden colocar en tres posiciones: - Se toman de las manos por encima de los muslos. - Se estiran detrás de la espalda, haciendo balance a la postura. - Se estiran detrás de la cabeza, en dirección a los pies. 2. Atamos la postura, flexionando las piernas hasta que las rodillas tocan la frente, y enlazando las pantorrillas o la coyuntura de las rodillas con los brazos (g). Si aún nos queda flexibilidad, podemos abrir las rodillas y colocarlas a ambos lados de la cabeza. Podemos salir de esta variante, ya sea deshaciendo los pasos (irguiéndonos, apoyando las manos en el suelo y bajando suavemente el torso), o bien de la forma contraria: continuamos el sentido del movimiento, desplazando el peso del cuerpo a las rodillas y levantando poco a poco la cabeza, hasta quedar arrodillados en el petate. La Llama activa la glándula tiroides. También entona el sentido del equilibrio y le da fuerza a los músculos de la espalda. Su grado de alto impacto estira al máximo la columna vertebral, por lo que se debe realizar poco a poco. Debido a que aumenta la presión de la cabeza y los ojos, está contraindicada para quienes padecen de glaucoma o alta presión arterial. 2. El Mosquito Nombre técnico: Akowi, suspenderse Nombre popular: Moyolin, mosquito Número de la trecena: 6
Simbolismo: Tlaltla’kotlampa, tierra del centro Intento: Ninosentliwallau’ nisenkoliau’, encuentro mi centro y me muevo a todas partes.
El Mosquito es una postura implícita en las tres siguientes de este rumbo, por lo nos prepara para ellas. Pertenece al grupo de posiciones rituales que los investigadores llaman “reales”. Su nombre se debe a que adoptamos la forma de un mosquito cuando se dispone a picar. Su primer grado tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos en atención, nos arrodillamos mante-niendo los pies puntados hacia delante y apoyamos la cabeza en el suelo, colocando las manos a ambos lados (a). 2. Una vez normalizada la respiración, retenemos en vacío y damos un pequeño paso hacia delante, de modo que el torso se yergue. La cabeza rota hasta quedar apoyada en la coronilla, las manos quedan delante de la frente y las rodillas tocan los codos (b). 3. Tomamos un pequeño impulso y apoyamos las rodillas sobre los codos, despegando los pies de la tierra. El cuerpo se apoya sobre la coronilla y las manos, que forman un triángulo equilátero (c). 4. Nos visualizamos como si fuésemos un árbol joven que comienza a desplegar sus raíces, y le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura. El segundo grado parte del anterior. Consiste en despegar la cabeza del suelo, mirando hacia delante, de modo que el cuerpo se apoya únicamente sobre las manos (d). Este grado exige tener fuerza en los brazos y muñecas. Para pasar al tercer grado, tenemos que dominar perfectamente el anterior, evitando perder el equilibrio y acostumbrando a la cabeza a recibir la presión extra de la sangre. Consiste en que, una vez que nos apoyamos sobre las manos, caminamos con ellas, moviendo únicamente los antebrazos para que las rodillas no pierdan su punto de apoyo. Tres pasos hacia delante y tres hacia atrás. El Mosquito tiene el propósito de fortalecer los músculos de los brazos y manos, y afinar el sentido del equilibrio. Por las mismas razones que la postura anterior, se contraindica para quienes padecen de alta presión arterial y ocular. 3. La Columna Nombre técnico: Tsonikkuepa, cabeza abajo Nombre popular: Temimilli, columna Número de la trecena: 7 Simbolismo: Ollintla’kotlampa, movimiento del centro Intento: Ompa niau’ ompa tla’kotlampa, allí donde yo estoy, está el centro del mundo. Esta postura es el eje de los rumbos verticales. Es como el Cargador, pero invertida. Mientras que el Cargador procura soportar el peso del mundo (es decir, nuestro ser humano con su campo de visión), la Columna, por el contrario, sostiene al antimundo o ser de ensueños. Es al mismo tiempo una postura dinámica y estable. Su dinamismo es interior, pues tiene efectos dramáticos sobre la energía, “parando” el mundo de la cotidianidad. Su estabilidad externa la hace apropiada para meditar, e incluso para ensoñar. Pertenece al linaje de las posturas reales y se asocia con Makuilshochitl, cinco flor, deidad que representa la promesa del retorno de la Serpiente Emplumada. Su primer grado consiste en los siguientes pasos: 1. Nos arrodillamos sobre el petate y colocamos los antebrazos en el suelo, formando un ángulo agudo. Sujetamos fuertemente las manos entre sí (a). 2. Nos inclinamos hasta colocar la cabeza en el ángulo formado por los brazos. Esto permite que el peso del cuerpo se distribuya en una mayor superficie del cráneo. 3. Estiramos las piernas hasta que el torso queda erguido (b). 4. Damos un pequeño paso, hasta que los pies quedan muy cerca del rostro, tomamos un impulso y los despegamos del suelo, manteniendo las piernas plegadas frente al torso (c). El cuerpo se apoya en el triángulo formado por puños, codos y cabeza. 5. Después de trece respiraciones, descendemos el torso y mantenemos la cabeza pegada al petate por otras cuatro respiraciones, antes de levantarnos.
El segundo grado continúa el anterior. Consiste en lo siguiente: 1. Una vez que hemos separado los pies del suelo, muy lentamente, para no perder el equilibrio, elevamos las caderas y las piernas, hasta que quedan verticales (d). 2. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizándonos como si fuésemos una columna de piedra sólidamente plantada en el centro del mundo, cuya función es mantener separados el cielo y la tierra. 3. Para descender, hacemos el recorrido contrario. Lo común que, al encorvar la columna, el peso de las caderas y piernas arrastre al cuerpo hacia abajo. Ello es indeseable. Tenemos que bajar con mucha calma, hasta que los pies se depositen suavemente en el petate. Plegamos las rodillas y mantenemos la cabeza baja durante cuatro respiraciones, para restablecer la circulación sanguínea.
Al montar la Columna, existe una posibilidad de que perdamos el equilibrio y nos caigamos de espaldas, golpeando las caderas. Por ello, el practicante debe aprender a romper caídas. La técnica consiste en que, en cuanto sentimos que nos inclinamos hacia atrás, plegamos las piernas de modo que, al caer, sirvan como amortiguadores para la espalda y las caderas. Esta eventualidad desaparece si realizamos el ejercicio contra la pared, lo cual es recomendable para los novatos y para quienes desean mantener la postura por largo rato (nunca más de una hora). El grado de alto impacto es semejante al anterior, pero tiene los siguientes cambios: 1. Una vez inclinados sobre el petate, en lugar de formar un triángulo con los antebrazos y los puños, plegamos los brazos en escuadra delante del rostro, sosteniéndonos directamente con los puños y la cabeza (e). Esto acentúa el trabajo del cuello, por lo cual debemos redoblar la atención para evitar una caída. 2. Cuando la posición se estabiliza, plegamos las piernas en la postura de la Mariposa (f), aprovechando que la fuerza de gravedad está a nuestro favor y facilita la extensión de los ligamentos de las ingles. La Columna tiene efectos sobre todo el organismo. Activa la circulación, la digestión, el funcionamiento de las glán-dulas endocrinas, fortalece los músculos de los brazos y la espalda, afina el sentido del equilibrio y alivia a los órganos internos de su peso, siendo particularmente favorable a los varones. Sus tres grados están contraindicados para quienes padecen de presión ocular alta o de trastornos de la presión en general, y también para casos de indigestión y gastritis. 4. El Árbol Nombre técnico: Ikkuepa, invertido Nombre popular: Kuawitl, árbol Número de la trecena: 8 Simbolismo: Atla’kotlampa, agua del centro Intento: Nipatla nishitinia in tetolinistli, neutralizo e invierto las condiciones negativas.
Esta es una postura exigente, que los novatos no deben intentar solos. Consiste en erguir el cuerpo a manera del árbol cósmico; los brazos abarcan el mundo inferior y las piernas sostienen el cielo. Tal simbolismo aparece representado con diversos grados de síntesis en los códices y relieves de Anawak. El Árbol es una postura iniciática o de ensueños; su primer grado de impacto tiene los siguientes pasos: 1. Nos arrodillamos y apoyamos los antebrazos en el petate, paralelos y a la distancia de dos palmos. Las manos se abren con las palmas hacia abajo y los dedos se unen (a). 2. Bajamos el torso hasta que la cabeza queda cerca de los antebrazos, pero sin tocar el petate. Damos un pequeño paso hacia delante hasta que los pies se acercan al rostro, tomamos impulso y erguimos el torso, manteniendo las piernas plegadas (b).
Hombre-árbol. Vaso maya. 3. Normalizamos la respiración y le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, imaginando que nuestros brazos se transforman en fuertes raíces que penetran en la tierra, y que nuestras piernas son la fronda de una ceiba vieja y bien plantada. El segundo grado parte de la posición anterior. Consiste en lo siguiente: 1. Una vez que nos despegamos del suelo, muy lentamen-te, levantamos las caderas y las piernas hasta que quedan verticales. Rotamos la cabeza para mirar adelante y desplazamos los antebrazos hacia los lados, hasta que el mentón toca el suelo (c). 4. A continuación, flexionamos la columna vertebral hacia atrás, hasta que la cadera queda horizontal y las piernas cuelgan hacia el suelo (d). Normalizamos la respiración y nos concentramos en el intento de la postura. El tercer grado es apenas la continuación del anterior, pero implica una torsión tal de la columna, que resulta difícil de montar. Por ello, sólo está indicado para los estudiantes más avanzados. Consiste en continuar el descenso de la cadera y las piernas, hasta que los pies tocan la cabeza (e). De ese modo queda cerrado el circuito de la energía. Algunos practicantes con más flexibilidad, puede continuar el movimiento hasta colocar los pies en el suelo, pero ello no es recomendable en la práctica común. El Árbol tiene los mismos efectos y contraindicaciones que la postura anterior, pero su trabajo sobre la columna vertebral y los músculos de los brazos es superior. 5. El Acróbata Nombre técnico: Akolketsa, parado sobre los brazos Nombre popular: Tlatlamati, acróbata Número de la trecena: 9 Simbolismo: E’ekatla’kotlampa, aire del centro Intento: Nimasewalyaokiske ninawaltlamakaski, soy el merecido de la guerra interior, soy el Señor de las Transformaciones.
Esta postura es semejante al segundo grado de la Columna; la diferencia es que los brazos no se flexionan, de modo que el cuerpo descansa únicamente sobre las muñecas. Exige mucha habilidad y fuerza, ya que es de por sí inestable, resultando muy fácil caerse hacia atrás. Por lo tanto, como en todas las posturas de este rumbo, recomendamos al practicante tener sobriedad y una consciencia clara de sus límites corporales, y comenzar a montarla apoyándose en la pared. El Acróbata expresa la idea de una inversión de las condiciones; más aún, de una rebeldía frente a las leyes aparentemente inexorables de la Naturaleza. Por lo tanto, se debe acometer con ánimo de guerrero. Los pasos de su primer grado son: 1. Nos paramos en atención e inclinamos el torso hasta tocar el suelo (a); podemos flexionar las rodillas tanto como sea necesario. 2. Depositamos las rodillas sobre los codos, como en la postura del Mosquito, tomamos un pequeño impulso y nos despegamos del suelo, apoyando el cuerpo sobre las manos (b). 3. Normalizamos la respiración y le dedicamos trece alientos al intento de la postura, visualizándonos como si fuésemos una burbuja de gas que asciende en el aire. El grado de medio impacto continúa el movimiento anterior. Una vez que los pies se alzan del suelo, estiramos las piernas y los brazos hasta conseguir una perfecta verticalidad (c). A continuación, abrimos las piernas hacia los lados hasta que se pongan casi horizontales, para que descienda el punto de gravedad del cuerpo (d). También podemos montar alguna de las posiciones del Este. Para bajar, invertimos los pasos, plegando las piernas hasta que las rodillas toquen el vientre, sosteniendo el peso del cuerpo para que los pies se depositen suavemente sobre el petate. El tercer grado no es muy diferente del anterior a la vista, pero implica un juego mucho más complicado del equilibrio. Consiste en rotar la cadera hacia atrás, arqueando la columna vertebral de modo que las piernas desciendan por el lado de la cabeza. Para acentuar el efecto, erguimos la cabeza hasta que queda mirando al frente (e) Por razones ya apuntadas, el Acróbata es desaconsejable para quienes padecen trastornos de la circulación sanguínea. Además, exige un entrenamiento previo de los músculos de los brazos y las muñecas.
11
LAS
POSTURAS
DE
ARRIBA
Nombre del rumbo: Tle’kotlampa, hacia arriba Elemento-forma-color: espejo pirámide positiva ultravioleta Deidad regente: Teskatlipoka, humo o resplandor del espejo Tiempo de máximo efecto: Mostla, el futuro Tipo de posturas: Manene, cuadrúpedas Signos: Tonaltsontli, selladores (10 – 13) Posturas: el Venado, el Ocelote, el Águila y el Puente Hacia Arriba se encuentra el cielo. El jeroglífico mesoamericano de este rumbo era una vasija invertida o un arco con la concavidad hacia abajo, que a veces se estilizaba como un triángulo o se aplanaba. El Arriba abarca los cuatro números finales de la trecena, cuyo nombre genérico era Tonaltsontli, formado de Tonalli, día calendárico, y Tsontli, cabeza. Como vemos, los mesoamericanos empleaban la metáfora de la cabeza en un sentido contrario al nuestro; para nosotros, “ir a la cabeza” es ir delante; para ellos, es ir al final; esto se debe a que tenían una visión evolutiva del mundo, en la cual, los estados superiores de organización son consecuencia y conclusión. Es por ello que hemos dejado para el final las posturas de este rumbo. Como el Abajo, el Arriba no tiene un color que podamos reconocer; le corresponden todos los que están más allá del violeta. Su elemento tampoco es perceptible, pues en él se disgregan por completo los componentes de la materia, retornando al espíritu. En la imposibilidad de encontrar un objeto que evocara directamente la pureza del espíritu, los mesoamericanos emplearon el espejo. La principal propiedad del espejo, es que refleja. Si colocamos un espejo frente a otro, consegui-mos un estado de vacuidad – y el vacío es lo que personifica la deidad de este rumbo. El simbolismo se completa si tenemos en cuenta que los toltecas construían sus espejos con obsidiana, una piedra con la cual también fabricaban cuchillos. Por lo tanto, este símbolo se emparenta por su sustancia y función con el pedernal que es jeroglífico del Abajo, completando el ciclo de la energía. En sentido psicológico, el Arriba representa lo que aún no se ha logrado, pero está latente en nuestro potencial: el estado de perfección ideal de las cosas. Entre los niveles de atención, es la
supraconsciencia, un estado en el cual el consciente y el inconsciente se integran, produciendo una indescriptible vivencia de iluminación. Su tiempo es el futuro, pero no en el sentido en que nosotros lo entendemos, es decir, como algo que sabe Dios si ocurrirá o no, sino como la consecuencia inevitable de lo que hagamos en este momento. Por lo tanto, el Arriba es un rumbo que implica una gran responsabilidad, y sólo debemos emplearlo en la praxis tolteca para convocar nuestras mejores aspiraciones. Este rumbo recibe su fuerza del Sur, la potencia y la retransmite al Norte, por lo que sirve como filtro entre el Tonal y el Nagual, y desvía hacia el centro la carga positiva. Las posturas de este rumbo reflejan dicha circulación, pues consisten en apoyar el cuerpo simultáneamente sobre las manos y los pies, manteniendo el torso en el aire. De ese modo, las manos quedan en el Tonal, los pies en el Nagual y el torso reproduce la forma del jeroglífico del cielo. Estas posturas se llaman Manene, cuadrúmanas. Aunque solemos asociar las manos con la actividad humana, en realidad, estos órganos son uno de los más antiguos logros de la evolución, existiendo desde la época de los anfibios. Nuestras extremidades superiores no evolucionaron para agarrar las cosas, sino para caminar. Al aprender a caminar erguidos, dejamos de utilizar una gran cantidad de conexio-nes cerebrales cuya función es coordinar el movimiento de los brazos y las piernas. Las posturas del Arriba nos permiten recuperar la perspectiva de nuestros antepasados de cuatro patas, rinden homenaje a nuestra herencia genética y son una oportunidad de descubrir la dimensión totémica de los ejercicios de Kinam. Son las siguientes: 1. El Venado Nombre técnico: Pitsawakpa, cintura hacia arriba Nombre popular: Masatl, venado Número de la trecena: 10 Simbolismo: Tletle’kotlampa, fuego de arriba Intento: Manyu’mechiwa Kayekualli!, ¡que así sea, y sea para bien!
En esta postura nos paramos como un venado que pace. El venado era en Mesoamérica un animal emblema, nagual del Sol y de las plantas sagradas. Dentro de la teología, tenía el mismo papel que el cordero de los cristianos, representando a Ketsalkoatl, el mesías tolteca. Esta postura es una variante del Saludo, al cual sustituye a veces en la iconografía. Su primer grado consiste en lo siguiente: 1. Parados en atención, abrimos los pies a la distancia de un brazo. 2. Tomamos una respiración y, mientras exhalamos, inclinamos el torso hacia delante, hasta que las manos tocan el suelo; dejamos que ellas carguen la mitad del peso del cuerpo. La cabeza queda mirando al suelo (a). Si es necesario, podemos flexionar un poco las piernas; lo importante es que la postura resulte cómoda, para poder sostenerla durante un rato. 3. Una vez que la cabeza se adapta a la nueva presión sanguínea, le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, visualizando el impacto de la postura como una llama naranja que se enciende en las vértebras lumbares y recorre la columna vertebral. Para realizar el segundo grado, nos paramos con los pies unidos e inclinamos el torso sin flexionar las piernas (b). Ello hace que aumente el trabajo sobre los ligamentos de las pantorrillas. Una vez colocadas las manos en el suelo, le dedicamos a la postura sus trece respiraciones. El tercer grado consiste en los siguientes pasos: 1. Nos paramos en atención con las piernas unidas y nos inclinamos sin flexionar las piernas, hasta colocar las manos por la parte de afuera de los pies. El torso se mantiene tan recto como sea posible. Normalizamos la respiración. 2. A continuación, nos tomamos de los tobillos y flexionamos los brazos, para forzar la postura (c). 3. Botamos todo el aire de los pulmones y pegamos el rostro a las piernas tanto como sea posible (d). Retenemos en vacío. El Venado no tiene contraindicaciones. Su principal efecto es que flexibiliza la cintura, estira la columna y masajea los órganos ventrales.
2. El Ocelote Nombre técnico: Tlanitlasa, bajar el cuerpo Nombre popular: Oselotl, ocelote Número de la trecena: 11 Simbolismo: Atla’kotlampa, agua de arriba Intento: Nipipia nitlakua notlatlakoa, acecho y devoro mis propias debilidades.
El Ocelote es una postura totémica por excelencia, pues consiste en montar la posición del animal Tótem o emblema del linaje de los Oselote, guerreros ocelotes. Es una de las representaciones favoritas del arte mesoamericano, ya que expresa los conceptos de valor, sutileza, atención y conten-ción, tan apreciados en aquella sociedad. Tiene tres grados de impacto; el primero consiste en los siguientes pasos: 1. Nos paramos con los pies abiertos al ancho de los hombros, tomamos una inhalación y, al exhalar, flexionamos las piernas e inclinamos el torso hasta que las manos tocan el petate. Las rodillas deben quedar a la altura de los codos, por la parte de afuera de los brazos; la cabeza mira hacia delante (a). 2. Sin mover las manos y los pies de su sitio, flexionamos piernas y brazos, a fin de que el cuerpo baje tanto como sea posible. El torso se corre un poco hacia delante, lo cual aumenta la tensión en los músculos de los hombros y el cuello (b). 3. Nos concentramos intensamente en un punto ubicado delante, como si estuviésemos acechando a una presa, y le dedicamos trece respiraciones muy suaves e inaudibles a intento de la postura. El grado de medio impacto parte de la postura anterior. Una vez que bajamos el torso, damos un paso amplio con las manos, de modo que las piernas se estiran y el torso casi se pega al suelo, pero sin tocarlo (c). Nos sostenemos sobre los dedos de los pies y los puños, y dedicamos nuestras trece respiraciones. El tercer grado consiste en que, una vez que sostenemos el torso muy cerca de la tierra con las piernas estiradas, estiramos también los brazos y erguimos el torso hasta que quede vertical, plegado por la cintura (d). El Jaguar afecta tanto al cuerpo como sobre al espíritu. Produce un estado de alerta, útil para disipar el cansancio y la distracción. Vigoriza los músculos de brazos, hombros, cuello y piernas, y le da descanso a los órganos internos. Sostenida durante un largo rato o realizada en el sueño, esta postura abre ciertos conductos de la energía, donde suelen frecuentar los chamanes. 3. El Águila Nombre técnico: Eltemok, descenso del pecho Nombre popular: Kuau’tli, águila Número de la trecena: 12 Simbolismo: Tlaltle’kotlampa, tierra de arriba Intento: Nikuitlasheloa in mikto notla’kayotl, me arrojo sobre el cadáver de mi forma humana. El Águila también es una postura totémica, que representa a la otra gran orden militar del México antiguo: los Kuau’te, guerreros águilas. Su nombre se debe a que pegamos la boca en la tierra sin usar las extremidades superiores, tal como hacen las aves cuando comen. A diferencia de las aves herbívoras, que comen mirando a su alrededor, el águila se concentra enteramente en el despojo. Continuando el simbo-lismo, diríamos que lo que vamos a desgarrar es nuestra propia forma, nuestros apegos, temores,
falsas identidades… todo aquello que nos limita. Este ejercicio tiene dos grados; el primero consiste en los siguientes pasos:
1. Nos paramos en atención, colocamos la rodilla derecha en el suelo y plegamos la pierna izquierda. Nos tomamos las manos detrás del torso, ya sea sobre la cintura o a media espalda, sujetando la muñeca izquierda con la mano derecha o viceversa. 2. Tomamos una honda respiración y, mientras exhalamos, bajamos el torso hasta que la cabeza llega al nivel de la rodilla, mirando al suelo (a). 3. Dedicamos trece respiraciones al intento de la postura. 4. Regresamos a la posición vertical lentamente, sin soltar las manos atrás de la espalda, y repetimos el ejercicio con la otra pierna. El tercer grado completa el intento de la postura. Consta de los siguientes pasos: 1. Una vez parados en atención, damos un paso tan amplio como sea posible, de modo que baje al máximo el centro de gravedad del cuerpo. La pierna derecha no se pliega, sino que se extiende hacia atrás, recta y sin que la rodilla toque el suelo; el pie se dobla en ángulo recto con la pierna y toma contacto con el suelo por su dorso interior. Las manos se atan a la espalda (b). 2. A medida que exhalamos, inclinamos el torso hasta que la cabeza llega al nivel de la rodilla, y luego continuamos, hasta que toca el suelo y lo besa directamente. Al mismo tiempo, subimos las manos a lo largo de la columna vertebral tanto como sea posible (c). 3. Apoyamos la frente o la coronilla en el suelo, nos visualizamos como un águila a punto de desgarrar una presa con el pico y dedicamos trece respiraciones largas al intento de la postura. 4. Regresamos a la posición vertical sin soltar las manos de la espalda y repetimos con la otra pierna. El Águila impacta sobre el sentido del equilibrio y la fuerza de las piernas. Su grado de medio impacto se debe realizar lentamente y con atención, para no caer hacia el frente. 4. El Puente Nombre técnico: I’itikpak, vientre hacia arriba Nombre popular: Pantli, el puente Número de la trecena: 13 Simbolismo: E’ekatle’kotlampa, aire de arriba Intento: Ninewa nipanoa in tlaotilistli, paso por encima de todas las adversidades. Con el Puente llegamos a la última de las posturas que estudiaremos en este texto. Ello es de buen auspicio, puesto que este ejercicio representa la capacidad de levantarnos por encima de todos los problemas para seguir adelante. Forma parte del grupo de posiciones que se suelen asociar con la realeza y el sacerdocio olmecas. Hay tres maneras de llegar al mismo resultado, que constituyen sus tres grados de intensidad. El primero es la vía fácil y tiene los siguientes pasos: 1. Nos acostamos sobre el petate, plegamos las piernas hasta que los pies quedan cerca de los glúteos y apoyamos las manos en el suelo, a la altura de las costillas (a). 2. Tomamos una inhalación y, al exhalar, erguimos el torso a fuerza de brazos y piernas, hasta que los glúteos se separan del petate (b). 3. Damos un pequeño paso hacia atrás, de modo que los pies se acercan a las manos y el torso se arquea, proyectando el ombligo hacia arriba (c). 4. Le dedicamos trece respiraciones al intento de la postura, imaginando que somos un puente que une las dos orillas del océano cósmico: las manos en el Tonal y los pies en el Nagual. Por debajo de nosotros corre el mundo de la manifestación, con el cual no nos involucramos. En el segundo grado también nos acostamos sobre el petate y flexionamos las piernas, pero las manos se colocan sobre los hombros, con los codos apuntando hacia arriba (d). Tomando impulso, nos levantamos y plegamos la espalda, de modo que la cabeza queda mirando hacia la tierra (e). A
continuación, damos un pequeño paso hacia atrás y cerramos la postura, proyectando el ombligo hacia arriba (c). El tercer grado es la forma más elegante de realizar el Puente, y la única en la cual esta postura expresa su sentido simbólico. Tiene los siguientes pasos: 1. Nos paramos en atención, colocamos los puños a los lados de las caderas, flexionamos las piernas e inclinamos el torso, hasta que la cabeza mira hacia atrás. 2. Nos tomamos las manos y extendemos los brazos, a fin de desplazar hacia delante el punto de gravedad del cuerpo, y flexionamos un poco más la columna vertebral (f). La respiración se acompasa del siguiente modo: nos detenemos al aspirar, y nos flexionamos un poco más al expirar. 3. Botamos todo el aire de los pulmones, tomamos impulso y proyectamos los brazos hacia atrás (g). Lo ideal es arquear tanto la columna, que no perdamos en ningún momento el equilibrio, consiguiendo tocar el suelo con suavi-dad. Sin embargo, en las primeras etapas de la práctica, lo normal es que al llevar los brazos hacia arriba, perdamos el equilibrio; por eso tenemos que preparar los brazos para que sostengan firmemente al cuerpo en su la caída. 4. Avanzamos con las manos hasta que estas se acercan lo más posible a los pies (h). Podemos ayudarnos a realizar esta variante, parándonos de espaldas a una pared y apoyando las manos contra ella; de ese modo, vamos regulando el descenso. El Puente tiene la virtud de cambiar literal y metafórica-mente nuestro punto de vista. Flexibiliza al máximo la columna vertebral, aumenta la capacidad pulmonar y fortalece las piernas y los brazos. No tiene contraindicacio-nes, pero los estudiantes con menos práctica deben realizar el grado de alto impacto con mucha calma y concentración, a fin de no perder el equilibrio y caer de cabeza.
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EJERCICIOS
COMPLEMENTARIOS
Los gestos manuales Los códices y demás fuentes mesoamericanas también conservan ejercicios que no son propiamente posturas, sino gestos del rostro, los brazos y las manos, que se pueden realizar en diversas posiciones, y contribuyen a darles belleza, intención y significado. En particular, los gestos manuales son tan convencionales, que los investigadores han llegado a la conclusión de que se trataba de un lenguaje, una forma de representar ideas. Es muy significativo que varios de esos gestos entren en la escritura maya como signos con valores fonéticos. Como ya mencioné, el investigador Samuel Martí le dedicó un estudio al asunto (“Mudras, manos simbólicas en Asia y América”), insinuando la posibilidad de que, al principio de la era cristiana, existiera algún contacto entre hindúes y mayas, ya que hay demasiadas similitudes de forma y contenido entre los gestos manuales de ambas culturas. Debo notar, sin embargo, que muchos de los mudras mesoamericanos aparecen en el arte olmeca, siglos antes de que fuesen representados en la India. Los nawas le llamaron a este código gestual Machiomana, lenguaje manual, un término compuesto de Machiotl, modelo, y Mana, lo que se hace con las manos. Al respecto, afirma el padre Sahagún en su descripción de los ritos mexicas: “Ellos acostumbraban hacer gestos manuales” (Códice Florentino).
Variantes de los gestos de Cierre de energías, de Senteotl, del Meditante, de Oración, de Bendición y de Cruce de brazos.
Podemos dividir estos gestos en dos bloques: los manua-les, que involucran posturas de los brazos y las manos, pero no una posición especial de los dedos, y los digitales, que disponen los dedos en formas caprichosas, al margen de dónde se ubique la mano o cómo se flexione el brazo. Veamos algunos ejemplos de cada conjunto. Los gestos manuales más representados en el arte tolteca son los siguientes: 1. Gesto de cierre de energías. Su nombre técnico es Tlanawilli, obturación, pues consiste en presionar con una mano las coyunturas del hombro, el codo o la muñeca del brazo contrario, para obturar la circulación de la energía. Esto era de buen gusto al saludar o intercambiar cosas en el México antiguo. La costumbre dictaba que, al dar algo, se hiciera con la mano derecha, aplicando el gesto de cierre con la izquierda sobre el codo, el hombro o la muñeca, a fin de no transmitir más que lo que se está dando. Por el contrario, se tomaba o recibía con la izquierda, cerrando con la derecha las coyunturas del brazo izquierdo para no recibir el intento subliminal del otro. 2. Gesto de Senteotl, dios del maíz. Su nombre técnico es Tlapowi, apertura; consiste en abrir las manos delante del torso, sea plegando los brazos para que las manos queden junto al pecho, extendiéndolos adelante, o abriéndolos arriba y abajo. Tiene dos variantes: - De atracción: apuntamos la izquierda al cielo y la derecha a la tierra para atraer las bendiciones divinas sobre el mundo físico. - De donación: elevamos la derecha y descendemos la izquierda para elevar las alabanzas y los buenos sentimien-tos humanos. 3. Gesto del meditante. Su nombre es Makpalli, palmas abiertas. Es muy apropiado para meditar, pues desconecta la función táctil de las manos, evitando distracciones. Consiste en colocar las manos con las palmas abiertas hacia arriba y los dedos unidos; se apoyan en las rodillas o muslos, o se sostienen sobre el vientre o el pecho. 4. Gesto de oración. Se trata de un conjunto de gestos cuyo nombre genérico es Manepan, oración, que expresan un estado de devoción o exaltación emocional. En todos los casos, las manos se llevan al pecho y se colocan de las siguientes maneras: - Se unen por las palmas apuntando los dedos hacia arriba. - Se unen apuntando hacia delante. - Se unen y apuntan hacia abajo. - Se enlazan entre sí, entrecruzando los dedos. - Una mano envuelve a la otra y se aprietan en puño. - Se coloca una sobre el corazón y la otra encima. 5. Gesto de bendición. Se llama Akolkua, brazos levantados, pues los brazos se extienden hacia los lados o adelante, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba, hacia delante o en un grado intermedio. Expresa la idea de invocar las bendiciones celestes sobre lo que hacemos, y comunica un sentido ascensional a las posturas. 6. Gesto de cruce de brazos. En verdad, son dos gestos dife-rentes, cada uno con su propia intención, cuyos nombres son: - Maelelli, brazos sobre el pecho. Cruzamos los brazos sobre el pecho, ocultando las manos en las axilas. Este gesto marca distancia, desapego o autoridad. Es propio de los dioses o expresa la idea de que el meditante se aparta del mundo. - Makolli, manos en los hombros. Cruzamos los brazos sobre el pecho, pero depositando las manos sobre los hombros. Representa la ofrenda del espíritu. El objeto de los gestos manuales es apoyar la realización de aquellas posturas en las que los brazos y manos quedan libres, principalmente del Sur y del Este. Uno de los aspectos que más nos distraen al tratar de interiorizar los efectos de una postura, es el no saber dónde y cómo colocar las manos. Además, un gesto manual inadecuado puede arruinar el sentido estético y la intención de la postura. Por lo tanto, es bueno que el practicante conozca algunos Machiomana, como los que acabamos de estudiar. Por su parte, los gestos digitales tienen un sentido narrativo, encierran conceptos específicos, como alusiones a los elementos alquímicos, los soles cosmogónicos, signos del calendario, etcétera. Su práctica está relacionada con las series dinámicas, en particular aquellas que describen mitos e historias de Anawak. Quedaron representados principal-mente en los códices mayas; veamos algunos: 1. Maololli, dedos en anillo, debe su nombre a que los dedos se unen formando círculos. Lo común es que se unan el índice y el pulgar, extendiendo los otros dedos, pero también se pueden unir el pulgar y los dedos anular y del medio. La mano se abre hacia arriba o hacia abajo. Expresa la idea de un ciclo cerrado, la conclusión, lo completo y lo perfecto. 2. Atlani, lanzador de dardos, debe su nombre al parecido con la forma de colocar los dedos para tomar el Atlatl o lanzadardos mesoamericano. Consiste en plegar los dedos anular y del medio, manteniendo extendidos el meñique y el índice. El pulgar se pega al índice o protege los dedos plegados. De ese modo, la mano se vuelve antena de la energía, tanto para transmitir como para recibir.
Diversas formas de realizar los gestos del Círculo, el Lanza-dardos, la Unidad, la Dualidad, la Piedra Preciosa y el Cetro. 3. Sentetl, unidad, es, como su nombre indica, un gesto que expresa la integración de todos los seres. Consiste en apuntar con el índice de una o ambas manos, ya sea adelante, arriba o abajo, lo cual
encierra sentidos diferentes. Es también el gesto que identifica a los maestros. Con frecuencia, aparece combinado con otro gesto, Senka, plura-lidad, consistente en apuntar con todos los dedos de la mano. 4. Ontilistli, dualidad. Esto gesto es conocido del público occidental por su papel dentro del rito católico romano, donde representa la unidad del Padre y el Hijo. Entre los toltecas tenía un sentido más abstracto, aludiendo a las dos polaridades (Tonal y Nagual), cuya interacción da forma a la Naturaleza. 5. Chalchiwitl, piedra preciosa. Este es un gesto muy peculiar, pues se compone de dos diferentes. Una mano se cierra en anillo y la otra forma una pantalla protectora, y a veces extiende el índice hacia arriba. 6. Topilli, cetro. Su nombre se debe a que era el gesto con el que los reyes mayas cargaban el cetro (en los antebrazos). El pulgar se pliega dentro de la palma y es rodeado por los demás dedos. Las manos se disponen frente al pecho, torci-das hacia arriba con las palmas orientadas hacia los lados.
El arte de respirar Otro de los aspectos de la práctica tolteca que es necesario destacar, es lo concerniente al I’imati, el arte de la respira-ción. Al respecto, afirma un códice: “El aliento manipulado se hace hermoso y se honra; elevado, elegante, digno, calmo.” (Códice Matritense) El objeto del control de la respiración es acrecentar nuestra reserva de Tleyotl o energía vital, a fin de restaurar el Tonalli o campo magnético. Dicha práctica quedó descrita en el mismo códice con las siguientes palabras: “Motecuhzoma se vivificaba y fortalecía su Tonalli, se hacía joven nuevamente y alargaba su vida, pues se llenaba de Tleyotl.” (Códice Matritense) A fin de evitar confusiones, debo aclarar que, para los antiguos mexicanos, el aliento no sólo era la función fisiológica que todos conocemos; también daban ese nombre al torrente de vitalidad que corre por nuestros nervios y arterias. Observaron que un cuerpo privado de aliento, muere, aunque sus órganos estén intactos. En consecuencia, concluyeron que la vida es algo en sí mismo y se relaciona con la función ventilatoria. Nuestra vitalidad puede disminuir debido a una mala respiración, y también podemos acrecentarla mediante la manipulación apropiada del aliento. Otra de sus observaciones fue que, generalmente, los seres humanos vivimos en el límite de la muerte; ni siquiera tenemos idea de que la vida puede expresarse en formas mucho más intensas que las cotidianas. Mediante la manipulación del aliento, podemos acumular reservas energéticas que, al ser canalizadas al nagual, lo activan y lo convierten en un vehículo independiente de la conciencia. Para manipular la respiración, primero hay que conocerla. Se compone de seis aspectos: 1. Elementos básicos. 2. Formas de respiración. 3. Polaridad. 4. Órgano involucrado. 5. Grado de intensidad. 6. Orientación. Los elementos básicos son cuatro: 1. Teki, inhalación. Al inhalar, aumenta la polaridad Tonal, masculina y caliente, y se acelera el metabolismo. Es la fase sensitiva de la respiración, cuando penetran en nosotros las sensaciones. 2. Temi, lleno. Al retener en pleno, la carga Tonal se hace extrema. En este punto nos tornamos perceptivos, evalua-mos las sensaciones y descartamos las que no consideramos relevantes, e incorporamos los significados. En términos de Castaneda, diríamos que es el momento en que “se fija el punto de encaje”. 3. Pitsa, exhalación. En esta fase disminuye el Tonal, la energía se torna negativa, femenina, y el metabolismo toma un breve descanso. Los órganos sensoriales se inhiben, la mente se para, descargamos las emociones y enlazamos los recuerdos. 4. Kaktikak, vacío. Al retener en vacío, la carga Nagual se hace extrema. Es una fase muy breve en la cual, en forma subconsciente, enviamos un resumen de lo percibido al banco de la experiencia. Aquí radica nuestro sentido del ser. Este ciclo ocurre en forma constante e ininterrumpida, de modo que, generalmente, no nos damos cuenta de los matices que posee cada fase. Al resultado total le llamamos, en sentido fisiológico, “respirar”, y en sentido psicológico, “perci-bir”. Pero, si acentuamos una u otra fase del proceso, cambiamos los contenidos y la forma de la percepción.
Instructor; vaso maya. Las serpientes del aliento; relieve totonaca. La retención del aliento; relieve maya.
Manipulando los orificios nasales. Cód. Fejervary. Rotación de la cabeza. Escultura olmeca Hay cuatro maneras de respirar y reciben los siguientes nombres: 1. Nawa, respiración fluida, aquella en la cual no concedemos un tiempo extra a ninguno de los aspectos básicos del proceso. Es la respiración habitual, la que nos la enseña la Naturaleza. 2. Weka, respiración alargada, cuando alargamos los tiempos concedidos a la inhalación o a la exhalación. Esto es lo que hacemos cuando queremos sostener el disfrute de un estímulo sensorial. 3. Kawa, respiración retenida, cuando alargamos el tiempo de retención, ya sea en vacío o pleno. Solemos retener en forma inconsciente, cuando hacemos un esfuerzo. 4. Mawistik, respiración extrema o acentuada, cuando alargamos tanto los tiempos de inhalación y exhalación, como los de retención en pleno y en vacío. Es una respiración artificial que hay que aprender. El objeto de estas manipulaciones es acentuar la carga del Tonal o el Nagual, a fin de favorecer la realización de determinado ejercicio físico o mental. El tercer punto, la polaridad, tiene una gran incidencia en las posturas de Kinam. Nuestra respiración casi siempre está polarizada. Así como, de forma natural, los pulmones atraen y expelen el aire, también tienen un ciclo de expan-sión y contracción alternativo, que carga positiva o negativamente su contenido. Dicha dualidad fue simbolizada en el arte tolteca como dos serpientes que salen de la nariz. Podemos verificarla, observando cuán abiertos o cerrados están nuestros orificios nasales. El aliento Tonal entra por el agujero derecho de la nariz y el Nagual por el izquierdo. El ciclo de obturación de dichos agujeros varía de persona a persona; es un buen ejercicio que lo vigilemos, a fin de establecer cuáles son nuestros propios parámetros. La polarización recibe los siguientes nombres: 1. Istik, fría: cuando aspiramos más por la ventana izquierda que por la derecha. Esto podemos provocarlo, moviendo la cabeza hacia la derecha o comprimiendo el lado derecho del cuerpo; por ejemplo, acostándonos de ese lado. 2. Tonik, caliente: cuando aspiramos más por la ventana derecha que por la izquierda. Lo provocamos al mover la cabeza a la izquierda o comprimir el lado izquierdo del cuerpo. 3. Yamanik, tibia, cuando respiramos con igual intensidad por ambas ventanas de la nariz. Esto ocurre en forma natural durante breves segundos, cada vez que cambia el ciclo pulmonar. Podemos provocarlo, manipulando las compresiones del cuerpo o la dirección de la cabeza con respecto al torso. Dicho estado es difícil de extender, y peligroso e inútil para la práctica habitual del Kinam, pues la cesación del ciclo natural frío-caliente puede provocar o agravar enfermedades. En Kinam se recomienda equilibrar la polaridad antes de comenzar la sesión de ejercicios. Para ello,
lo mejor es practicar la respiración de barredera, cuyo nombre técnico es Awiki, alterna. Dicho ejercicio ya quedó descrito en el calentamiento del cuello y en la postura del Chacmol, pero vale la pena recordarlo: consiste en mover la cabeza alternativamente hacia la izquierda y la derecha, inhalando cuando llegamos a la posición extrema y expulsando a medida que nos volvemos al otro lado. Al comenzar por la izquierda, abrimos los canales de la derecha, por lo que la polaridad se torna Tonal. Al respirar por la derecha, nos polarizamos Nagual. También podemos provocar el mismo efecto, apoyando los dedos índice y del medio de la mano derecha sobre la frente, y obturando los orificios nasales con los dedos pulgar y anular. Esta práctica tiene la propiedad de despertar recuerdos profundos, por lo que es útil para recapitular. En cuanto a los órganos involucrados – descartando la piel, que también es una fuente de ingreso de oxígeno al organismo –, tenemos dos: la nariz y la boca. Su combinación permite los siguientes efectos: 1. La respiración nasal es caliente, nutre, concentra, hace que nos fijemos más en el mundo exterior. Es la respiración habitual, cuando no se nos exige un trabajo extra de la mente o las emociones. 2. La respiración bucal es fría, relaja, adormece los sentidos, hace que nos concentremos en nuestras sensaciones subjetivas. Es la respiración que adoptamos espontáneamen-te cuando estamos sofocados. 3. Al inhalar por la nariz y exhalar por la boca, aumentamos el Tonal, capturamos energía del exterior y vertimos hacia fuera nuestras preocupaciones y tensiones. Es la respiración de quien se alivia de un problema. 4. Al aspirar por la boca y expirar por la nariz, aumentamos el Nagual, botamos los excedentes energéticos y acondicionamos el organismo y la psiquis para un nuevo ciclo. Es la respiración de quien se resigna o prepara. El quinto aspecto a considerar, es que la respiración tiene tres grados: 1. Ishmani, aliento llano, el habitual. Este grado se mide por el hecho de que, para escuchar como entra y sale el aire, tenemos que prestar atención. La mente se mantiene calmada, aunque atenta a lo que pasa fuera. 2. I’iotik, aliento enfático, cuando jadeamos, acortando todas las fases del proceso. Esto incrementa la cantidad de oxígeno que llega a nuestro cerebro, lo cual vuelca toda nuestra atención al exterior. Lo hacemos automáticamente cuando se presenta un problema, estamos airados o tenemos que imponer nuestro ego. 3. Ekapitsa, aliento sutil, es cuando ventilamos en forma tan tenue que no se puede escuchar. Podemos medirlo tal como hacían los antiguos: colgando una pluma o una borla de algodón frente a la nariz, y verificando que no se mueva. Este tipo de aliento vuelca la atención al interior. El último aspecto que estudiaremos, es la orientación del flujo ventilatorio. Aunque, fisiológicamente, el aire pasa de la nariz a los pulmones y regresa, en sentido energético el proceso es más complejo. Así como el aire es conducido por los conductos físicos, la vitalidad es dirigida por la atención, y podemos llevarla a cualquier parte del cuerpo o de su campo magnético que deseemos. Esta es una práctica en la que la razón no tiene nada que hacer; se corrobora al intentarla. En Kinam recomendamos dirigir la respiración a los centros energéticos ubicados a lo largo de la espina dorsal, pues es la mejor manera de redistribuir la vitalidad por todo el organismo. Al final de este capítulo presentaremos dicho ejercicio.
Las vocalizaciones Otra técnica de gran ayuda es la vocalización. A diferencia del resto de los animales, el ser humano es muy mental. La mente se expresa con preferencia a través de la lengua. La lengua es el principal indicador de una cultura, el depósito de la información y el vehículo de la comunicación. Nuestra propia identidad como individuos es más una cuestión de definiciones y palabras, que de estados del ser; si no tuviéramos nombre propio, nos sentiríamos más desnudos que un pollo desplumado en un día de invierno. No debe extrañarnos, pues, que los sistemas religiosos y filosóficos de todo el mundo hayan asociado el concepto de la Divinidad a la Palabra o el Verbo creador, y que la devoción de los creyentes se exprese principalmente a través de oraciones, cantos y otras formas de comunicación oral. Observando esta característica de nuestra psiquis, los maestros toltecas diseñaron técnicas que le dan su lugar a la palabra como conductora de la atención, cuyo objeto es detonar estados superiores de conciencia. Podemos dividirlas en dos grupos: las semánticas y las rítmicas. Las vocalizaciones semánticas tienen que ver con el significado de la palabra. Consisten en oraciones y frases de estímulo. Los cronistas conservaron muchas oraciones toltecas, la mayoría de las cuales aún permanece sin traducir o tiene una mala traducción. Al estudiarlas, se nota algo desconcertante: faltan dos temas muy comunes en las oraciones de los cristianos: las peticiones a Dios y la gratitud por los favores recibidos. Ello se debe a que, como ya mencioné, los mesoamericanos no creían en un dios personal, y no tiene sentido contarle nuestros problemas íntimos a lo abstracto.
Las oraciones eran expresiones de la exaltación del alma al constatar las cualidades divinas de la Naturaleza. Se invocaba al Sol, no porque es bueno y nos da su luz, sino porque da luz y eso es bueno. Algunas oraciones tenían una función social, expresándose en voz alta en los actos públicos. También había frases estereotípicas, que se repetían siempre del mismo modo, a manera de credo, como la siguiente, conservada en el Códice Matritense: Au’ inin senka wellateu’matini katia in tlein kimilwiaya in teupishke in Ketsalkoatl. Welkichioaya amo kitlakuaya ka kimilwi kinnonots: “Ka sa sen teotl itoka Ketsalkoatl. Atle kineki. San koatl san papalotl inankimakaske inishpan ankimiktiske”.
(Los toltecas) eran respetuosos de las cosas divinas, hacían todo lo que les pedía el sacerdote (de) Ketsalkoatl, sin cambiar nada. Les decía: “Hay un Ser Divino, su nombre es Serpiente Emplumada. Nada pide. Sólo serpientes y mariposas (cuerpo y alma) le ofreceréis.”
En la actualidad, los practicantes suelen utilizar expresiones en nawatl para darle formato a la sesión de ejercicios de Kinam y al rito del temascal. Por ejemplo, una manera elegante de dedicar nuestro esfuerzo a un ideal superior, es la siguiente: Itetsinko nikpoaya Ipalnemoani Moyokoyani Tloke Nawake Yowalli E’ekatl Topiltsin Ketsalkoatl.
Dedicamos (la sesión) a Aquel por Quien vivimos, Quien a sí mismo se crea, Dueño del cerca y el junto, tinieblas y viento (invisible e intangible), Nuestro Señor Serpiente Emplumada.
También se usan expresiones que le dan gracia y nobleza a la ocasión; he aquí algunos ejemplos: - Para saludar y desear bienestar general: Nemoa!, ¡que todos estén bien!, y también: Tlamatka!, ¡que tengan paz! - Para saludar a alguien en particular: Ma shimokinam!, ¡que conserves tu equilibrio! - Para agradecer a otro por un favor: Tlasokamati!, ¡gracias! - Para llamar la atención de los distraídos: Nikannach!, ¡aquí y ahora! - Para pedir unidad cuando el grupo se disgrega: Ololliutimani!, ¡todos unidos! - Al concordar con lo que se desea: Manyu’mechiwa!, ¡que así sea! - Para despedir a otro: Ma pou’tiu’!, ¡que tu andar sea seguro! - Para despedir al grupo: Senketsa tlakuanmanka!, ¡perseveren con intento inflexible! Las oraciones privadas son frases sugestivas que le dan un sentido espiritual a la práctica. Como sabemos, cada postura de Kinam tiene su propio “intento”, que podemos expresar mental o audiblemente al montarla. Existen otras frases que sería demasiado prolijo relacionar aquí. En general, cualquier deseo bueno, sincero, que salga de lo profundo del corazón, sirve para sugestionar positivamente el ambiente mental. Se deben evitar, no obstante, las frases y actos de adulación a presuntos poderes “superiores” (incluyendo a Dios), ya que eso no es digno de un tolteca. Por su parte, las vocalizaciones rítmicas no le dan tanta importancia al significado del término, como a su cadencia y musicalidad. En ocasiones, ni siquiera son palabras, sino sonidos y tonos que no significan nada, pero provocan estados anímicos elevados. La forma clásica de usar este recurso es la letanía o repetición reiterada; la técnica consiste en prestar atención al significado del término la primera vez que se pronuncia, y luego olvidarlo, dejando que la mente subconsciente se encargue de metabolizarlo. Lo que se procura con ello, es inducir en nuestro cerebro el estado Alfa, de profunda calma, favorable para interiorizar los beneficios de las posturas y para entrar a la meditación. He aquí algunos ejemplos de este tipo de sonidos: - Senteotl-Ometeotl, divina unidad, divina dual-trinidad, expresión que describe la naturaleza de la percepción. - Ilan-Kailan, impar y par, fórmula que empleaban los adivinos, y que indica que todo se reduce a una interacción de energías. - Nagual-Tonal, oculto y evidente, un modo de describir la naturaleza del mundo.
Anciano rezando. Vaso maya. Mano que habla. Estela maya. - Yowalkoatl-Ketsalkoatl, serpiente nocturna y serpiente diurna, con un sentido semejante al anterior. - Ipalnemoani-Moyokoyani, aquel por quien vivimos, aquel que se crea a sí mismo, personificaciones de nuestro potencial de autorrealización. - Weweton Totonki, viejito y calentito, una fórmula en honor a Weweteotl, divino anciano, el Creador del Universo. - Newalté-Tewalné, yo soy tú y tú eres yo, expresa la unidad fundamenta de la vida. - Me-shik-ko, mente, espíritu y cuerpo (literalmente, luna, ombligo y recipiente), un retrato de nuestra totalidad. - Tawi, un término sin sentido propio que usaban los caminantes, y que invoca la buena suerte. Una forma de ordenar las vocalizaciones rítmicas, es usando un collar de cuentas. Los Mesoaméricanos veneraban este objeto, al que llamaban Tsoaktli, pobrecillo, pues generalmente lo hacían con semillas y no tenia valor econó-mico. Su forma era semejante al rosario de los cristianos, salvo que las cuentas se agrupaban en paquetes de trece y nueve, tal como las horas del día. Quedó descrita en un códice maya una práctica basada en la repetición de los nombres de los Nueve Señores de la Noche y los Trece Señores del Día (advocaciones de la Serpiente Emplumada). El acto de repasar las cuentas se llamaba en nawatl Soso, término que también era un apodo informal de este implemento. El rosario tolteca se toma entre los dedos índice y medio de la mano derecha, y sus cuentas se halan con el pulgar. Como vemos en las imágenes, la mano se coloca entre el ombligo y el corazón, nunca por debajo del ombligo. Hay muchas formas de combinar las cuentas; por ejemplo, podemos repasar diecisiete ciclos de trece cuentas, intercalados con dieciséis ciclos de nueve, para completar la duración del año (365 vocalizaciones).
La concentración de los centros energéticos He dejado para el final un ejercicio en que se conjugan las técnicas de concentración, postura, respiración y vocaliza-ción; su nombre: “las cincuenta y dos respiraciones mágicas”. Antes de describirlo, vale la pena abundar un poco más sobre el tema de los centros energéticos. En la literatura mística de influencia oriental se mencionan con frecuencia unos puntos ubicados a lo largo de la columna vertebral, que parecen jugar un activo papel en nuestra vitalidad. Se han hecho famosos con el nombre sánscrito de Chakras, ruedas, aunque es justo decir que no sólo se les conoce en la India, sino también en la Europa medieval y en México. Algunos libros les atribuyen formas de flores y colores, y no faltan personas que creen que literal-mente tenemos ese tipo de órganos en alguna parte de nuestra anatomía. Esas son metáforas; la energía no ocupa un espacio tridimensional, de modo que no tiene atributos visuales. Los centros energéticos son puntos de acumulación de intensidades, sólo perceptibles a través de sus manifesta-ciones. Como ya mencioné, los toltecas les llamaron Kuekueyo; ese nombre es singularmente apropiado, pues procede de la raíz Kue, que significa moverse, brillar, espiral y vórtice, y tales son los atributos con los que representamos a la energía. Aunque son adimensionales, los Kuekueyos se reflejan en nuestro organismo, pero no en órganos específicos, sino en puntos del cuerpo donde se acumulan las
sensaciones. Por ejemplo, todos sabemos que los impulsos sexuales se sienten en la parte baja del vientre y las emociones en el pecho. Cuando alguien reta nuestro ego, se nos contrae el ombligo, y al tener que tomar una decisión, se nos hace un nudo en la garganta. Al observar estas reacciones, los sabios toltecas dedujeron que el cuerpo físico es una condensación del campo magnético, e inventaron técnicas para manipular el flujo de la energía. Los Kuekueyos regulan el funcionamiento del cuerpo y modelan la percepción, y con ello, el contenido de la mente. La base de una buena salud física o mental, es tener esos centros activos y nutridos. Como la energía, en última instancia, es atención, el modo más fácil de nutrirlos es concentrándonos en ellos y dedicándoles nuestra respiración. El ejercicio de las cincuenta y dos respiraciones mágicas se diseñó para cumplir con este cometido. Podemos practicarlo en cualquiera de las posturas del Este o del Oeste; para este ejemplo, me basaré en el Loto. Tiene dos variantes: la concentración lineal y la espiral; la primera sirve para tonificar el sistema y consiste en lo siguiente: Nos sentamos con la espalda recta y los pies cruzados, colocamos las manos en el Machiomana o gesto de desconexión sensorial, calmamos la respiración y le dedicamos a cada centro cuatro respiraciones alargadas de baja intensidad (es decir, sosteniendo moderadamente los tiempos de inhalación, retención en pleno, exhalación y retención en vacío). Al mismo tiempo, pronunciamos mentalmente el nombre del Kuekueyo y visualizamos su jeroglífico. Los ojos se cierran para interiorizar los efectos del ejercicio. El orden de las concentraciones es el siguiente:
centro 1. sexual 2. ventral 3. umbilical 4. cardíaco 5. laríngeo 6. frontal 7. coronario
nombre Kolotl, escorpión Iwitl, plumón Pantli, bandera Shochitl, flor Topilli, bastón Chalchiwitl, gema Tekpatl, pedernal
ubicación sacro vientre ombligo corazón garganta entrecejo coronilla
visualización espiral negra pluma blanca bandera blanca flor roja bastón azul gema verdiazul óvalo blanco y rojo
Desarrollos lineal y espiral de los centros energéticos. Al llegar al séptimo centro, descendemos al sexto, de ahí al quinto, y así, hasta llegar al centro sexual. En total, son trece concentraciones, por ello el número de respiraciones es 52. Este número tiene una resonancia muy hermosa en el calendario de Anawak, y permite integrar el trabajo con los Kuekueyos en la cosmogonía. La segunda variante es una concentración que sigue la secuencia natural en que se desplaza la energía por los centros. La energía nunca va en línea recta, lo normal es que forme espirales. Su carga
Tonal procede del Sol y la Nagual de la Tierra; ambas se encuentran en el corazón, el punto a partir del cual se formó nuestro cuerpo y donde debemos concentrarnos si queremos ensoñar. Una vez allí, se despliega hacia el ombligo, luego sube a la garganta, vuelve a bajar hasta el vientre, y así sucesivamente, hasta que abandona el cuerpo por la coronilla. Este ejercicio tiene dos partes, que debemos realizar en forma continua. En la primera, recorremos la secuencia centrífuga de la energía, es decir, desde el corazón hasta la coronilla; en la segunda, continuamos ese impulso, pero en sentido centrípeto, desde la coronilla hasta el corazón. Para ello, nos sentamos como en el ejercicio anterior y le dedicamos cuatro respiraciones alargadas a cada centro, en el siguiente orden: 1ro. Cardíaco 8vo. Sexual. 2do. Umbilical 9no. Frontal. 3ro. Laríngeo 10mo. Ventral. 4to. Ventral 11mo. Laríngeo. 5to. Frontal 12mo. Umbilical. 6to. Sexual 13ro. Cardíaco. 7mo. Coronario Como podemos ver, una vez cumplido este ciclo, hemos vuelto al punto de donde partimos, con el centro coronario o trascendental en el epicentro de la espiral.
13
EL
PLAN
DEL
CALENDARIO
SAGRADO
La práctica diaria Debido a que el Método Kinam está basado en la cosmovisión tolteca, es un reflejo del calendario. Esto merece una explicación. En realidad, le llamamos “calendario” al sistema de medición del tiempo de los antiguos mexicanos, porque en español no tenemos una palabra mejor para describirlo. El calendario de Anawak no era sólo un modelo del tiempo; como hemos visto, también describía los rumbos y otras propiedades del espacio, los estados de agregación de la materia, el modo como fluye la energía, la organización de la sociedad mesoamericana, e incluso, la estructura de la psiquis humana. Más que un calendario, era un modelo integral de la cultura. De ahí que sea posible combinarlo con los movimientos y posiciones convencionales del cuerpo. La unidad en la que se basaba el calendario era el día. Aunque el día natural se llamaba Ilwitl, una rotación del cielo, para los efectos cronológicos su nombre era Tonalli o Tonal, ya que se usaba como emblema de todo el día, su fase diurna, que es cuando llega a nuestro planeta la energía positiva del Sol. Por supuesto, igualmente podríamos llamarle al día Nawalli, ya que tiene una mitad nocturna; de hecho, hasta la actualidad, los grupos mayas le llaman a sus unidades calendáricas los “naguales”. Como sabemos, el día calendárico es una composición formada por uno de veinte signos y uno de trece números, de modo que en total hay 260 tonales o naguales, los cuales conforman el Año Sagrado de Anawak. Por otra parte, hemos visto que las posturas de Kinam están organizadas en dos grupos, uno de veinte y otro de trece posturas, simbolizadas por los signos de la veintena y la trecena, respectivamente. Por lo tanto, existe una unidad de entrenamiento básica, compuesta por dos posturas, cuya combinación
no se repite hasta pasado todo un año sagrado. Esta circunstancia nos permite ir montando las posturas poco a poco, según las que correspondan a cada día. Pongamos un ejemplo: el 5 de Marzo del 2007 se llamará Se Sipaktli, uno dragón. Traducido al lenguaje corporal, ese tonal se compone de la primera postura del rumbo del Este y la primera del rumbo de Abajo, es decir, el Atado y el Arquero. Pero la resonancia calendárica no se limita a las posturas. Como acabamos de estudiar, la concentración espiral sobre los centros energéticos marca trece pautas. Podemos realizar las trece de una vez o distribuirlas, dedicándole cada día de la trecena a un centro en particular. Esto permite que intensifiquemos el trabajo sobre los centros. Combinando los dos principios anteriores, surge la práctica diaria o del tonal, que es la forma más eficiente de aprender el Método Kinam. La sesión está diseñada de tal modo, que ocupa un mínimo de tiempo y produce un máximo de resultados. Podemos intentarla en cualquier momento: al levantarnos en la mañana, en un breve receso durante la jornada laboral o un poco antes de la cena nocturna. Recomendamos al estudiante experimentar esta práctica, que consiste en los siguientes pasos: 1. Le dedicamos unos minutos a la sesión de calenta-miento. Este paso es insoslayable. 2. Realizamos las posturas correspondientes al tonal, primero la más fácil y luego la más difícil, para que el calentamiento previo contribuya a la ejecución de la siguiente. Recordemos que vale más un grado de baja intensidad bien hecho, que uno de media o alta intensidad mal hecho. 3. Nos sentamos en Loto y nos concentramos por unos minutos en el centro energético que está en actividad ese día. Después, durante el resto del día, exploramos sus manifes-taciones en nuestra actividad cotidiana. Por ejemplo, hoy está activo el centro sexual; pues vamos a ver cómo incide eso en mi vida. Las siguientes tablas tienen como objetivo facilitar la realización de la práctica diaria: I. Posturas y centros correspondientes a los días de de la trecena: 1 El Arquero - Abajo 1
Shochitl, flor
2 La Tortuga - Abajo 2
Pantli, bandera
La Mecedora - Abajo 3
Topilli, bastón
4 La Vela - Abajo 4
Iwitl, plumón
5 La Llama - Centro 1
Chalchiwitl gema
6 El Mosquito - Centro 2
Kolotl, escorpión
7 La Columna - Centro 3
Tekpatl, pedernal
8 El Árbol - Centro 4
Kolotl, escorpión
9 El Acróbata - Centro 5
Chalchiwitl gema
10 El Venado - Arriba 1
Iwitl, plumón
11 El Ocelote - Arriba 2
Topilli, bastón
12 El Águila - Arriba 3
Pantli, bandera
13 El Puente - Arriba 4
Shochitl, flor
II. Posturas correspondientes a los días de la veintena: El Atado - Este 1 Sipaktli, dragón El Saludo - Norte 1
E’ekatl, viento El Pez - Oeste 1 Kalli, casa El Abanderado - Sur 1 Kuetspalin, lagartija
La Mariposa - Este 2
Koatl, serpiente El Guerrero - Norte 2 Mikistli, muerte El Cadáver - Oeste 2 Masatl, venado El Monstruo - Sur 2
Tochtli, conejo El Devoto - Este 3 Atl, agua La Greca - Norte 3
Itskuintli. perro El Chacmol - Oeste 3
Osomatl, mono El Tullido - Sur 3
Malinalli, hierba El Loto - Este 4
Akatl, caña El Pelotero - Norte 4
Oselotl, ocelote El Capullo - Oeste 4 Kuau’tli, águila El Cargador - Sur 4
Koskakuau’tli, buitre El Luchador - Este 5 Ollin, movimiento
La Rana - Norte 5
Tekpatl, pedernal El Soñador - Oeste 5 Kiawitl, lluvia El Defensor - Sur 5
Shochitl, flor
Cómo calcular el Tonal El modo más fácil de ordenar la práctica diaria, es teniendo a mano un diagrama del año sagrado, para ir cubriendo cada día transcurrido con el número correspondiente. Dicha tabla también sirve como almanaque tolteca. He aquí su modelo, en el que he sombreado la primera veintena del año como ejemplo de su uso: Sipaktli, dragón E’ekatl, viento Kalli, casa Kuetspalin, lagartija Koatl, serpiente Mikistli, muerte Masatl, venado Tochtli, conejo Atl, agua Itskuintli, perro Osomatl, mono Malinalli, hierba Akatl, caña Oselotl, ocelote Kuau’tli, águila Koskakuau’tli, buitre Ollin, movimiento Tekpatl, pedernal Kiawitl, lluvia Shochitl, flor
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7
Esta tabla funciona así: el primer día del año se compone del primer signo de la veintena y el primer número de la trecena; se llama 1 Dragón. El segundo día es 2 Viento, le sigue 3 Casa, y así sucesivamente, hasta llegar al 13 Flor. Cada vez que llegamos al número 13, recomenzamos por 1, hasta que se acabe la tabla. Todos los años sagrados son exactamente iguales, así que una misma tabla nos sirve siempre. La única excepción que hay que tener en cuenta es que, cada cuatro años naturales se duplica una combinación: dicho día extra recibía el nombre de Mowechiwa, reduplicado. En la actualidad, está cayendo el 16 de febrero del año siguiente a aquel en el cual aplicamos el bisiesto gregoriano. Ese día lleva la misma combinación de signos que el 15 de Febrero. Obviamente, para poder aplicar esta tabla, primero hay que establecer una correlación entre nuestro almanaque gregoriano y el tolteca. La manera más simple es mediante las siguientes tablas, que también nos permiten calcular en cuál Tonal nacimos, cuándo se presentará una combinación de buen auspicio, y otras cosas. Su uso es como sigue: 1. Buscamos el nombre del año en la tabla I. Por ejemplo, el 2007 se llama 4 Agua. 2. Convertimos ese nombre en números, según el número del signo de la veintena que aparece en la tabla II. Siguiendo el ejemplo, el 4 Agua equivale a 4/9, ya que el signo de Agua ocupa la novena posición de la rueda.
3. Buscamos el número del día en la tabla III. Por ejemplo, el 20 de enero vale 5/8. 4. Sumamos los valores del año y el día, respetando las columnas. Tenemos entonces 4/9 más 5/8, o lo que es igual, 4 más 5 y 9 más 8, lo cual da 9/17. 5. Si el primer término de este resultado es superior a 13, le restamos 13. Y si el segundo es superior a 20, le restamos 20. 6. Convertimos la expresión en un tonal, guiándonos por la tabla II. En este caso, el 9/17 equivale al tonal 9 Movimiento. 7. Importante: si la fecha que buscamos se ubica entre el 1ro. de marzo de un año bisiesto y el 15 de febrero del siguiente año, le sumamos al resultado un punto de trecena y uno veintena (1/1), para rectificar la interpolación de un día en nuestro calendario. El valor del 29 de Febrero queda como el del 1ro. de marzo. Podemos auxiliarnos de la tabla IV para averiguar los bisiestos. 8. Una vez obtenido el dato, lo vertimos en el modelo del año sagrado. Siguiendo el ejemplo anterior, buscamos el signo Movimiento y escribimos en la casilla contigua el número 9. Luego continuamos hacia abajo, cubriendo las casillas a partir de ahí. Veamos un ejemplo de uso: ¿cuál es el tonal del día 5 de marzo del año 2007? Ante todo, buscamos el nombre de ese año en la tabla I, 4 Agua. Verificamos en la tabla IV que ese año no es bisiesto. A continuación, transformamos ese nombre en números, según la tabla II. Vemos que el signo Agua vale 9. Por lo tanto, el valor numérico del año es 4/9. Lo siguiente es buscar el número del día. Para ello, vamos a la tabla II y verificamos que el 5 de marzo vale 10/12. Sumamos ambos números (el 4 con el 10 y el 9 con el 12), y obtenemos como resultado 14/21. Pero, debido a que estos números exceden la trecena y la veintena, respectivamente, le restamos 13 al 14, y 20 al 21. El resultado es 1/1. Por último, vamos de nuevo a la tabla II, donde averiguamos que el número 1 tiene se llama Dragón (Sipaktli). Por lo tanto, el día 5 de marzo del 2007 llevó el tonal 1 Dragón y fue el comienzo de un año sagrado o Tonalpowalli. Para más facilidad, he insertado al final de este libro el almanaque del año tolteca 4 Agua – 2007 al 2008. Tabla I – Nombres de los años
1925 1926 1927 1928 1929 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943 1944 1945 1946 1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954
13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3
Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija
1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984
4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7
Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote
1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija Agua Ocelote Lluvia Lagartija
Tabla II – Valores de los signos de la veintena
1 - Dragón 2 - Viento 3 - Casa 4 - Lagartija 5 - Serpiente
6 - Muerte 7 - Venado 8 - Conejo 9 - Agua 10 - Perro
11 - Mono 12 - Hierba 13 - Caña 14 - Ocelote 15 - Águila
16 - Buitre 17 - Movimiento 18 - Pedernal 19 - Lluvia 20 - Flor
Tabla III – Valores de los días
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31
Enero 12/9 0/10 1/11 2/12 3/13 4/14 5/15 6/16 7/17 8/18 9/19 10/0 11/1 12/2 0/3 1/4 2/5 3/6 4/7 5/8 6/9 7/10 8/11 9/12 10/13 11/14 12/15 0/16 1/17 2/18 3/19
Febr. 4/0 5/1 6/2 7/3 8/4 9/5 10/6 11/7 12/8 0/9 1/10 2/11 3/12 4/13 5/14 6/15 7/16 8/17 9/18 10/19 11/0 12/1 0/2 1/3 2/4 3/5 4/6 5/7
Marzo 6/8 7/9 8/10 9/11 10/12 11/13 12/14 0/15 1/16 2/17 3/18 4/19 5/0 6/1 7/2 8/3 9/4 10/5 11/6 12/7 0/8 1/9 2/10 3/11 4/12 5/13 6/14 7/15 8/16 9/17 10/18
Abril 11/19 12/0 0/1 1/2 2/3 3/4 4/5 5/6 6/7 7/8 8/9 9/10 10/11 11/12 12/13 0/14 1/15 2/16 3/17 4/18 5/19 6/0 7/1 8/2 9/3 10/4 11/5 12/6 0/7 1/8
Mayo 2/9 3/10 4/11 5/12 6/13 7/14 8/15 9/16 10/17 11/18 12/19 0/0 1/1 2/2 3/3 4/4 5/5 6/6 7/7 8/8 9/9 10/10 11/11 12/12 0/13 1/14 2/15 3/16 4/17 5/18 6/19
Junio 7/0 8/1 9/2 10/3 11/4 12/5 0/6 1/7 2/8 3/9 4/10 5/11 6/12 7/13 8/14 9/15 10/16 11/17 12/18 0/19 1/0 2/1 3/2 4/3 5/4 6/5 7/6 8/7 9/8 10/9
Julio 11/10 12/11 0/12 1/13 2/14 3/15 4/16 5/17 6/18 7/19 8/0 9/1 10/2 11/3 12/4 0/5 1/6 2/7 3/8 4/9 5/10 6/11 7/12 8/13 9/14 10/15 11/16 12/17 0/18 1/19 2/0
Agos. 3/1 4/2 5/3 6/4 7/5 8/6 9/7 10/8 11/9 12/10 0/11 1/12 2/13 3/14 4/15 5/16 6/17 7/18 8/19 9/0 10/1 11/2 12/3 0/4 1/5 2/6 3/7 4/8 5/9 6/10 7/11
Sept. 8/12 9/13 10/14 11/15 12/16 0/17 1/18 2/19 3/0 4/1 5/2 6/3 7/4 8/5 9/6 10/7 11/8 12/9 0/10 1/11 2/12 3/13 4/14 5/15 6/16 7/17 8/18 9/19 10/0 11/1
Oct. 12/2 0/3 1/4 2/5 3/6 4/7 5/8 6/9 7/10 8/11 9/12 10/13 11/14 12/15 0/16 1/17 2/18 3/19 4/0 5/1 6/2 7/3 8/4 9/5 10/6 11/7 12/8 0/9 1/10 2/11 3/12
Nov. 4/13 5/14 6/15 7/16 8/17 9/18 10/19 11/0 12/1 0/2 1/3 2/4 3/5 4/6 5/7 6/8 7/9 8/10 9/11 10/12 11/13 12/14 0/15 1/16 2/17 3/18 4/19 5/0 6/1 7/2
Tabla IV – Años bisiestos de 1924 al 2024
1924 1928 1932 1936 1949 1944 1948 1952 1956 1960 1964 1968 1972 1976 1980 1984 1988 1992 1996 2000 2004 2008 2012 2016 2020 2024 2028
Dic. 8/3 9/4 10/5 11/6 12/7 0/8 1/9 2/10 3/11 4/12 5/13 6/14 7/15 8/16 9/17 10/18 11/19 12/0 0/1 1/2 2/3 3/4 4/5 5/6 6/7 7/8 8/9 9/10 10/11 11/12 12/13
Este libro tiene como objeto definir algunas cuestiones elementales del Método Kinam. Pero, lo que hemos estudiado hasta aquí no agota, en absoluto, el acervo de ejercicios que nos legó el México antiguo. Si buscamos en las fuentes documentales, de seguro encontraremos muchas otras técnicas para entrenar el cuerpo, la mente y el espíritu. Algunas caben en la estructura de los rumbos que ya conocemos, otras involucran principios cosmogónicos nuevos. Con el objetivo de desarrollar el Método y de integrar armónicamente los nuevos hallazgos, los instructores de Kinam nos hemos puesto de acuerdo para intercambiar investigaciones y llegar a consensos sobre la forma de proceder. El principio que nos guía es ser congruentes con la cosmovisión tolteca. Este consenso ha fraguado en una Asociación de Calpulis de la Toltequidad, constituida por un conjunto de centros de estudio y práctica fraternalmente vinculados. En ellos, el estudiante puede obtener una información verídica y una supervisión capacitada. Los instructores del Método son personas que aprobaron los cursos de Kinam y Toltequidad, y han recibiendo la acreditación que les autoriza a abrir centros de estudio y práctica. Si usted está interesado en aprender más sobre este Método, le invitamos a ponerse en contacto con nosotros; encontrará más información en la siguiente página de Internet: http://www.calpulis.com