Byron Núñez Freile
EUGENIO ESPEJO : El amanecer de la Infectología de América Byron Núnez-Freile Eugenio Francisco Xavier de Santacruz Santacruz y Espejo nace en Quito en el año de 1747 y a la edad de 12 años cursó sus estudios de Maestro en Artes en el Colegio jesuita de San Luis desde 1759 a 1762 bajo la tutela del P. Juan de Hospital S.J. en el curso subsecuente al del guayaquileño P. Juan Bautista Aguirre. Heredó del sacerdote guayaquileño la oportunidad de vivir la ciencia experimentalista que había en San Luis y en la Universidad de San Gregorio, en donde existía un microscopio de Kuff. De la misma manera, se alimentó de los principios científicos de la ciencia moderna, ya que fue su compañero, compañero, Emmanuel Ibarra quien quien bajo la presidencia del P. P. Hospital de manera solemne, solemne, y por por vez primera en la América América Española, prefiriera prefiriera la Teoría Teoría Copernicana de los sistemas del mundo sobre la Teoría Ptolemaica, el 14 de Diciembre de 1761. Con este bagaje de fundamentos fundamentos científicos, Espejo estudia Medicina en la Universidad de Santo Tomás Tomás de los Padres Dominicanos Dominicanos en donde se gradúa de Médico en 1767, el mismo año de la expulsión de sus maestros, los jesuitas1.
Figura proporcionada por el autor
Retrato de Eugenio Espejo. Siglo XVIII. Oleo en latón. Museo Jacinto Jijón y Caamaño. (PUCE) Quito. Fo tografía del Autor
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EUGENIO ESPEJO : El amanecer de la Infectología de América
En 1785, año en el que hubo una importante epidemia de viruelas en la Audiencia de Quito que provocó de 5 a 8 mil muertes, el Cabildo de Quito aprovechando la llegada de unos ejemplares de “La Disertación Físico Médica en la cual se prescribe un método seguro para preservar a los pueblos de viruelas hasta lograr la completa extinción de ellas en todo su reino“. cuyo autor es el Dr. Francisco Gil, Médico de Cámara y que luego de su publicación en 1784, fue recomendado por el Rey para que se distribuyera en su reinado y se pueda, de esta manera educar a los médicos acerca del mecanismo de control de las viruelas2. Bajo esta esta circunstancias circunstancias el Cabildo de la Ciudad de Quito solicita al Dr Espejo realice un comentario a las recomendaciones médicas propuesta por el Dr. Gil. Por lo que al poco tiempo Espejo entrega su manuscrito el 11 de noviembre de 1788, al que lo titula: “Reflexiones sobre la virtud, importan- cia y conveniencias que propone, don Francisco Gil, cirujano del real monaste- rio de san Lorenzo y su sitio, e individuo de la real academia médica de Madrid, en su disertación físico-médica, acerca de un método seguro para preservar a los pueblos de las viruelas.”
Espejo construye su obra médica como una respuesta científica a las propuestas de contención de las epidemias de viruela con un método de aislamiento propuesto por el Dr. Gil. Considerando que el aislamiento de los enfermos virolentos en una casa de salud localizada fuera de las ciudades se había probado como el mejor mecanismo de control de un brote epidémico de viruelas. Espejo, de esta manera, redacta redacta un manuscrito manuscrito con una profundidad científica única en su época. Es capaz de sustentarse en decenas de referencias bibliográficas que las describe minuciosamente como elementos de sustento para el análisis histórico de las enfermedades transmisibles y a la vez formula una doctrina de pensamiento científico que le permite superar la doctrina europea en boga de los humores y miasmas como justificativo de las enfermedades transmisibles, superando el concepto medieval de la doctrina del contagio por el aire, para afirmar que es la presencia de microorganismos la causa de las enfermedades infecto-contagiosas y que el aire es es solo un vehículo de los mismos. Para el análisis de la Reflexiones se tomará la última edición de la Casa de la Cultura EcuaEcuatoriana publicada publicada en el año de 2009, y se analizarán sus contenidos desde una visión biomédica de la Infectología moderna3.
Clínica Infectológica Es muy evidente la descripción clínico-diferencial, que que hace Espejo, entre dos patologías infecciosas: infecciosas: la viruela viruela y el sarampión.
Las Reflexiones de Espejo. Manuscrito del Colegio Mejía. Quito. Fotografía del Autor
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“En el sarampión son contingentes las perniciosas resultas: en las viruelas casi son esencialmente necesarias. En el primer contagio es una la terminación febril; en el segundo son muchos los estados y graduaciones de su constitu-
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ción morbosa. En aquel; después de la impresión perniciosa, que las vuelve in- erupción regular, regular, se sigue las más veces dóciles a tomar los medios de preservar- la seguridad. En éste, después del pri- se propuestos en la Disertación. El autor mer paso que pareció feliz, viene, o una del proyecto, para hacerlo indudable- supuración funesta, o una maturación mente asequible, alega las autoridades gangrenosa, o una desecación imper- de los más célebres autores médicos, fecta, desigual, maligna, o un retroceso que han afirmado ser las viruelas con- instantáneo de las materias hacia el tagiosas. Aun cuando no atendiésemos centro, con muerte casi repentina de los sino al origen de éstas, y a su modo de virolentos; y, en fin, otros fatales consec- propagarse en Europa, debíamos quedar tarios anexos a la primera efervescencia, en la inteligencia de que lo eran, y que que se suscita dentro de los líquidos de es indispensable el contacto físico de la la máquina humana. Una corta deten- causa al cuerpo humano, para que en él ción de las postillas hacia los pulmones se ponga en acción un fermento peculiar peculiar,, acarrea una pronta sofocación. Si la na- homogéneo y correspondiente a la natu- turaleza es vigorosa para volverlas a la raleza del efluvio varioloso.5 periferia, deja aún sus impresiones per- Insiste en el análisis del aire como causal de judiciales, enosis, aftas, tisis o fiebres las epidemias. hécticas de por vida.4 ” “Si atendemos a lo que han atribuido de Transmisibilidad daño o de provecho al aire los médicos, puede decirse que, en solo este ele- En una época y en un entorno alejado del mento y sus mutaciones se debe hacer desarrollo científico como en Europa, Espejo consistir la causa de las enfermedades plantea la teoría del contagio como preludio epidémicas. Y a la verdad, la atmósfera, para la explicación microbiana de la causa de que nos circunda, debe tener un influjo las epidemias. muy poderoso sobre nuestros cuerpos “Síguense ahora los oficios del ciudada- para causarles sensibilísimas alteracio- no como físico. Antes de todo es preciso nes.6 ” que el pueblo esté bien persuadido por éste, que las viruelas son una epidemia Profundiza en la teoría de los humores y causal de las enfermedades pestilente. Esta sugestión era ociosa miasmas como causal en Europa en donde están persuadidas contagiosas. generalmente las gentes, que no se con- “Ahora, pues, si a esta atmósfera se le traen, sino por contagio. Acá las nues- une una porción de vapores podridos, tras parece que están en la persuasión será inevitable que contraiga una natu- de que es un azote del cielo, que envía a raleza maligna y contraria a la constitu- la tierra Dios en el tiempo de su indigna- ción de la sangre: esto bastará para que ción. Por lo mismo, haciéndose fatalistas se suscite una enfermedad epidémica, en línea de un conocimiento físico, creen cuyos síntomas correspondan a la cali- que no le pueden evitar por la fuga, y dad propia del veneno inspirado por los que es preciso contraerlo o padecerlo pulmones y derramado en todas las en- como la infección del pecado original; trañas. La generación de las enfermeda- 5
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des contagiosas pide principios peculia- res que las caractericen. De allí vienen las disenterías, las anginas, los cólicos, las perineumonías y las fiebres que rápi- damente han acometido a la mayor parte de una ciudad.7 ” Se plantea el análisis de las estructuras pestilenciales ( microbios) y su relación con los tejidos.
“¿Quién podrá comprender el misterio de que en semejantes ocasiones el aire venenoso dirija a ciertas partes del cuer- po, y no a otras, sus tiros perjudiciales? Los filósofos se esfuerzan a atribuir este efecto a la diversa configuración de las moléculas pestilenciales y a la capaci- dad diversísima de los diámetros que constituyen la superficie de las fibras del cuerpo. Un glóbulo, pues, entrará bien por un poro orbicular; un corpúsculo cuadrado, por un diámetro de la misma figura, etcétera.8 ” Y la capacidad de estos elementos causales de transmitirse transmitirse a todos los humanos humanos generando las epidemias.
“Lo más que se puede inferir de aquí es que hay tósigos en la atmósfera ade- cuados a los individuos de cada especie racional o bruta, pero habrá estación en que el aire contraiga una pestilencia que ataque simultáneamente a hombres y brutos, a vivientes e insensibles: enton- ces la epidemia será universal.9 ” Define el mecanismo de contagio a partir del aire a los respectivos tejidos, al resto resto de personas y otros pueblos, pero también se adelanta a definir su causa real: los microor microor-ganismos.
“Su comunicación al aire, a la sangre, al sistema nervioso, a todas las partes 6
sólidas, explican física y mecánicamente la que se da de un cuerpo a otro, y de un pueblo a otro en las viruelas: antes bien en esta opinión se concibe claramente, por qué al tiempo de la supuración, co- munica el virolento su contagio más que en el del principio, erupción y aumento. Porque entonces los insectos están ya en el ardor de su propagación, y en el de su mayor movimiento y capacidad para desprenderse y correr hasta la distancia que les permite el determinado volumen de su cuerpecillo. Nada hay aquí de ex- traño o extravagante, que choque ni a la razón ni a los sentidos.10 ”
La Microbiología En este segmento destroza la teoría de los humores y miasmas miasmas como causa de las enfermedades transmisibles, para demostrar demostrar que el aire es solo un vehículo de la transmisión y que los microorganismos en conjunción transmiten la enfermedad infecciosa.
“De esta manera, toda la masa del aire no es más que un vehículo apto para transmitir [hacia diversos puntos la he- terogeneidad de que está recargado]en vago. Luego el aire mismo no es la causa inmediata de las enfermedades, [espe- cialmente de las epidémicas]; y esas partículas, que hacen el contagio, son otros tantos cuerpecillos distintos del fluido elemental elástico, que llamamos aire. Luego es necesario [la conmistión de aquellos y de éste para que] resul- ten esos maravillosos fenómenos, que aparecen de cuando en cuando para el temor [terror] y ruina de los mortales.11” Espejo se pregunta acerca de la forma de los microorganismos que son transportados en el aire.
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“Véase aquí cómo la infección que ad- quiere con las partículas extrañas que fluctúan dentro del aire, causa todos los estragos que se advierten en todas las epidemias. ¿Cómo hemos de saber qué figura tengan ellas o qué naturaleza? 12 ” Para finalizar con una visión integradora, causal y dinámica de las patologías transmisibles
“Parece que por una coacción de esas que hace una cadena de conjeturas el entendimiento, debemos atribuir a éstos la causa de la viruela, y que, si se ha de asignar alguna, sea aquella que conten- te, cuando menos, a la curiosidad del es- píritu, inquieto siempre por saber lo que no puede alcanzar.13 ” Y ahora aprestémonos aprestémonos a leer la portentosa portentosa afirmación sobre la causa microbiana de las enfermedades infecciosas. Desde el Quito centenario, en el centro del mundo, en el año de 1785: !Un siglo antes de Pasteur!
“En la casi infinita variedad de esos ato- millos vivientes, se tiene un admirable recurso para explicar la prodigiosa mul- titud de epidemias tan diferentes, y de síntomas tan varios que se ofrecen a la observación.14 “ Mas nuestro científico no solo solo afirma la razón causal de las infecciones, penetra, junto al microscopio, en la ciencia de los ecosistemas; en la relación de las bacterias con la naturaleza, con los seres vivos, vivos, con con el huésped humano, lo que hoy llamamos nuestra flora residente, microbiota o microbioma humano. A la vez, afirma la especificidad que tienen los microorganismos con cada especie y hasta con cada órgano órgano y tejido.
“Cada cuerpo, de cualquier género que sea, tiene su peculiar especie de in-
sectos que se le pegan y le son como naturales, con particularidad, el aire, el agua, la tierra, las flores, los frutos, los palos, los mármoles, los peces, las telas; en fin, el microscopio ha descubierto un nuevo mundo de vivientes que se anidan proporcionalmente en todas las cosas. Entre todas, el hombre es el más acome- tido de muchísimas castas y familias de estos huéspedes molestos, en todas, o las partes más principales de su cuerpo. Fuera de otros insectos propios a cada entraña, los anatomistas han hallado los que parecen comunes a todas, que son las lombrices, en el cerebro, en el hígado, en el corazón, en la vejiga, en el ombligo y en la misma sangre. No se hable de las úlceras y de los efectos del cutis, en los que encuentra la vista arma- da del microscopio un hormiguero, o por mejor decir, un torbellino de átomos vo- races y animados. Y viniendo a nuestro asunto, el famoso Berrillo ha observado gusanillos de cierta configuración en las postillas de la viruela, por medio del mi- croscopio y Pedro de Castro los ha visto en la peste napolitana, cuyos bubones hormigueaban de insectos. Así no hay mucha justicia en improbar la sentencia de tantos médicos que asientan la causa de todas las enfermedades epidémicas en los dichos animalillos.15 ” El conformismo científico no es parte de nuestro médico, e invita a investigar más más allá del conocimiento de los sabios de la época valiéndose de la herramienta del microscopio, microscopio, acompañado de la dinamia del crecimiento bacteriano para así poder entender la razón de las enfermedades infecciosas.
“Si se pudieran apurar más las observa- ciones microscópicas, aún más allá de lo 7
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que las adelantaron Malpigio, Reaumur, Buffon y Needham, quizá encontraría- mos en la incubación, desarrollamiento, situación, figura, movimiento y duración de estos corpúsculos movibles, la regla que podría servir a explicar toda la na- turaleza, grados, propiedades y síntomas de todas las fiebres epidémicas, y en particular de la viruela.” 16 Plantea la posibilidad de de interacción biológica entre los microorganismo y los posibles resultados que ello pueden tener en su virulencia. “Podría suceder y sucederá efectivamente, que también entre los insectos, como entre los demás animales que vemos, haya mezcla de un insectillo de una especie con otro de distinta; de cuyo acto generativo resulte una tercera entidad o un monstruo en aquella línea; entonces se hace necesario que si esta nueva casta es venenosa y se introduce en el cuerpo del hombre, le cause nueva molestia o nueva enfermedad no conocida en los tiempos anteriores.”17 Por lo tanto afirma que la viruela tiene un factor causal, los microorganismos microorganismos..
“A mi corto juicio nada satisface tan completamente a la razón filosófica, como la causa de la viruela explicada del modo que se acaba de establecer .” 18 Terminand erminandoo de afirmar que lo dicho se sustenta en preceptos previamente establecidos y justificando justificando el el mecanismo mecanismo de transmisión de la viruela viruela a través del contacto y no del aire. Dando de esta manera otro sustento científico a las recomendaciones del Dr Dr. Gil
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“Igualmente digamos dos puntos sobre este artículo. Primero: que no es ajeno de este papel hablar de la causa de las viruelas tan a la larga; pues esto no es, ni puede ser indiferente a los médicos an- tes, en vista de lo que se ha tratado aquí, y con el deseo de adelantar algo sobre la materia, estudiarán en entender a los mayores autores que han escrito acerca de ella, que no es pequeño interés. Se- gundo: que sea cual fuere la causa de las viruelas, se debe estar en la suposición de que su contagio se comunica por me- dio de un contacto físico próximo, que se hace inmediatamente de un cuerpo a otro, el cual no se difunde con la misma violencia, rapidez y dirección que el aire. Y saber todo esto contribuye felizmente al establecimiento del método preserva- tivo de don Francisco Gil. Aun cuando no le sea fácil al público el saberlo, le será más fácil gozar de sus ventajas, que re- conocerlas.” 19
Patogénesis Luego de haber cimentado los conceptos básicos de las enfermedades transmisibles: el agente causal, el vehículo y el huésped; Espejo plantea los probables mecanismos patogénicos de las enfermedades infecciosas. A partir de la vía inhalatoria plantea la bacteriemia y los efectos específicos a nivel tisular.
“Ahora, pues, si a esta atmósfera se le une una porción de vapores podridos, será inevitable que contraiga una natu- raleza maligna y contraria a la constitu- ción de la sangre: esto bastará para que se suscite una enfermedad epidémica,
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cuyos síntomas correspondan a la ca- lidad propia del veneno inspirado por los pulmones y derramado en todas las entrañas. La generación de las enferme- dades contagiosas pide principios pecu- liares que las caractericen.” 20 Y para la explicación del efecto patogénico tisular específico por parte de los agentes causales, plantea la relación del tamaño, forma y especificidad del agente causal con con la estructura estructura tisular afectada.
“¿Quién podrá comprender el misterio de que en semejantes ocasiones el aire venenoso dirija a ciertas partes del cuer- po, y no a otras, sus tiros perjudiciales? Los filósofos se esfuerzan a atribuir este efecto a la diversa configuración de las moléculas pestilenciales y a la capaci- dad diversísima de los diámetros que constituyen la superficie de las fibras del cuerpo. Un glóbulo, pues, entrará bien por un poro orbicular; un corpúsculo cua- drado, por un diámetro de la misma figu- ra, etcétera. Así las cantáridas insinúan sus partículas en los órganos que sirven a la filtración de la orina: el mercurio donde quiera que se aplique, sube a las fauces y a las glándulas salivales, a pe- sar de su conocida gravedad: el alcíbar se fija más bien en el hígado, que no en el bazo, etcétera. Y así respectivamente con los venenos y los medicamentos su- cede lo mismo.” 21
Inmunología Espejo plantea la inquietud de la protección inmunitaria a partir de la exposición previa a la viruela así como de la inmuno-patogénesis inmuno-patogénesis de la rabia.
“La dificultad más insuperable es la que causa la viruela, acometiendo a casi
todos los que no probaron su contagio, y perdonando también a casi todos los que ya la habían padecido. ¿Adónde está el ingenio más luminoso que pue- da penetrar estos arcanos? Aquí no hay sino humillarse a confesar nuestra debilidad y nuestra ignorancia. Pero no solamente lo que pasa con la viruela debe causar nuestra humillación: todas las enfermedades, y, para decir mejor, todas las cosas de la naturaleza, ofrecen a cada paso un conjunto casi infinito de prodigios y misterios. ¿Quién conoce la causa del constante período de la ter- ciana? ¿Quién penetra la naturaleza del contagio del vial de rabia, que suele es- conderse dentro del cuerpo humano por muchos meses y aun por muchos años, sin manifestar o sin poner en movimien- to su veneno; y así mismo con todas las enfermedades, sus períodos, sus inter- valos, sus graduaciones y todas sus vi- cisitudes? […] Esto no quita que por la verosimilitud que presta la naturaleza de los insectos, se juzgue que éstos son la causa de las viruelas.” 22 Menciona la necesidad de cierta predisposición para adquirir algunas enfermedades específicas a partir de la virulencia de los agentes causales.
“Rhazis, el más antiguo de los médicos mahometanos y el mejor de ellos, [...] se- ñala por causa de esta enfermedad una especie de contagio innato. ¡Pensamien- to atrevido y jamás escuchado hasta entonces en la medicina! Este contagio es cierto género de levadura en la san- gre, semejante a aquel que hay en el vino nuevo, la cual fermenta, y después de los movimientos de la fermentación se purifica más tarde o más temprano, arrojando fuera de sí las materias morbí- 9
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ficas o pecantes por las glándulas de la sión de la viruela a todos los pobladores de piel. Esta patología de las viruelas la si- la Audiencia de Quito. guieron Avicena, Mesue, y los demás de 3.º Los sarampionientos y virolentos. su nación, acerca de la causa de éstas, De estos segundos ya se ha tratado y la siguieron otros muchos modernos, prolijamente, dándose las razones por aplicándola a la que suscita las demás que deben ser separados a una casa fiebres en general. Ahora bien, ¿qué distante de la ciudad; pero porque en quieren decir esas predisposiciones para este muy Ilustre Cabildo se suscitó por recibir las enfermedades, que se hallan un miembro suyo, deseoso de saber las en el cuerpo, y esas potencias nocivas cosas a fondo, la dificultad de cuál re- que tienen actividad para producirlas en medio sería conveniente aplicar, cuan- un cuerpo que se halla con las dichas pre- do la epidemia variolosa se empezase disposiciones? Paréceme que semillas y a encender en uno de los que llaman potencias vienen a dar en aquel contagio pueblos de las cinco leguas, con quie- innato arábigo, inventado desde el siglo nes es indispensable el trato y comercio décimo de nuestra era; pues que esto de nuestros quiteños; doy lugar aquí en abraza igualmente que la disposición na- este artículo a estos enfermos. El reparo tural del cuerpo, la potencia nociva aná- consiste en la siguiente reflexión siendo loga a ella, capaz de poner alguna vez en la viruela contagiosa, sucederá como ha conocido movimiento su efecto, que es sucedido en otras ocasiones, que desde la viruela. […]. Por más alteraciones que la mayor distancia, verbi gratia, desde padezcan sus humores con la edad, con Popayán se traslade acá su pestilencia; la mutación de alimentos, de países y de nosotros la evitaremos llevando nues- vida, y aún con el notable notable trastorno que tros virolentos a la casa destinada. Pero se experimenta en las enfermedades, ni acontecerá, que verbi gratia en Guailla- se evacua, ni se disminuye, ni menos se bamba, Zámbiza, Cotocollao o Tumbaco pone en acción de producir viruelas, has- se prenda en aquellos que no la habían ta que se le mezcle aquel determinado padecido. Ahora, en pueblos como és- miasma contagioso, que le es análogo... tos, no solamente miserables, sino por Ni se crea que Gaubio y don Francisco la mayor parte de indios bárbaros aún y Gil señalen dos principios, cuando Rha- salvajes, que no son capaces de entrar zis asigna sólo uno.” 23 en conocimiento de lo que les conviene, no hay como poner una casita separada, La prevención de la viruela para depositar a los contagiados. Por Espejo es conocedor del valor a la inoculación otro lado estos indios tienen necesidad (vacuna) en contra de la viruela, ante la imde venir a poblado, en efecto vienen y posibilidad de construir casas de aislamiento entran a la ciudad; ninguno será capaz en los pueblos de toda la Audiencia; veinte de impedírselo, porque son varias las años antes de la llegada de Salvany con la Exentradas; y menos traen en la frente el pedición Filantrópica de la Vacuna Vacuna en contra contra sello de aquel contagio. Los quiteños, de la viruela. Establece la necesidad de la españoles, mestizos e indios, o van a sus inoculación ante la posibilidad de la transmitransmihaciendas o van a sus cambios, o van 10
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a visitar a sus parientes: ¿quién puede embarazarlo? Luego se hace necesaria la infección universal de la provincia, y el proyecto de la preservación de las virue- las, queda frustrado. Esta es la terrible objeción que viene aun acompañada de un pensamiento demasiado triste. Dice, pues, mejor sería en este caso, valernos de la inoculación, practicarla con los ni- ños tiernos, y no esperar que la viruela se aparte de nuestro territorio por algu- nos años, para venir después a caer con estrago universal sobre una juventud ya bien constituida, educada y útil a la so- ciedad.” 24
Sífilis. Del mal venéreo hace una amplia descripción histórica, histórica, concluyendo concluyendo en su origen, en el viejo mundo. mundo. A la vez hace una breve descripción clínica de la misma:
“Cuando nos acordamos de la mayor an- tigüedad, vemos que el grande Hipócra- tes la conoció, e hizo su pintura, trayen- do sus peculiares síntomas, que para los médicos traen la razón completa, para constituir los que llaman signos patog- nomónicos, y yo llamaré los caracteres de las enfermedades. […] Las postillas grandes, que, cubriendo todo el cuerpo, salen con mayor copia, en la cabeza, las llagas más sucias cerca del pubis y los lugares más secretos y vergonzosos del cuerpo; las inflamaciones erisipelatosas; las evacuaciones del vientre, el horror a la comida; la consunción de las carnes, con calentura o sin ella; la corrupción de los huesos; toda especie de aflicción de los miembros, con podredumbre de ellos; la caída de los cabellos, las inflamacio- nes de los testículos, los dolores más acerbos entre los desvelos de la noche;
las úlceras de la boca, que serpean; los tubérculos o bubones en las ingles etcé- tera. Pues todos estos síntomas los trae Hipócrates describiendo el estado pesti- lencial de Grecia“ 25
Lepra. De manera sintética nos habla de la causa microbiana y transmisión del mal de Hansen así como de la presencia de lo microorganismos microorganismos a nivel de la superficie de la piel
“…. porque el contagio de la lepra no es un aire que nos está rodeando; sino una corrupción de humores que produ- ce cierta especie de insectos, que se anidan debajo de la cutícula, y roen el cutis mismo, y todas las partes carnosas internas. Esta corrupción de humores se deberá llamar disposición inmediata de padecer la lepra, pero ella misma, no hay duda que viene de fuera en las aguas, alimento, ropa y trato de personas que la padecen.” 26
Epidemiología De manera particular particular,, Espejo plantea el cálcálculo estadístico de la mortalidad de la epidemia de viruela y su impacto social en Quito.
“Pero no, es esta la mayor ventaja que resulta de abolir en este reino la epi- demia variolosa. La más excelente es que se da la vida a innumerables que perecen al cuchillo de las viruelas. Esta ventaja se puede calcular matemática- mente, sólo con hacer el cotejo de los que han muerto hoy con la epidemia del sarampión. En medio de un corto pueblo como el de Quito, que no pasa de veinte mil habitadores, la pérdida de tres mil personas, es un atraso considerabilísimo a la población. Ahora, pues, el saram- 11
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pión, por maligno que sea, no mata tan- tos, como mata la epidemia más benigna de viruelas.” 27 De la misma manera plantea a los colegas médicos de Quito la realización de un estudio epidemiológico de leprosos en la ciudad. ciudad.
por escrito a los Magistrados la denun- cia de ella, averiguados sus nombres, calidades y ejercicios que tengan en la ciudad.” 29 La siguiente es la copia de la carta carta que EsEspejo escribió a todos los médicos en ejercicio para realizar un análisis epidemiológico epidemiológico aceracerca de la prevalencia de la viruela y la lepra en la ciudad de Quito.
“….y para participar la noticia al sabio Gobierno, o al Muy Ilustre Cabildo, co- rrí carta de oficio a todos los Médicos, para que me avisaran del número de • lazarinos que hubiesen reconocido en la ciudad, cuya copia vendrá al fin de este papel. Y un sólo individuo, aun sin ser de la profesión médica, tuvo la urbanidad de darme razón en su respuesta de las personas que juzgaba ser leprosas. En coyuntura tan desgraciada es que deben tener lugar las leyes del Reino, y como nuestras municipales han proveído muy poco, como luego veremos, acerca de este punto, sin duda porque la lepra no había parecido con abundancia en las Américas, es preciso recurrir según el orden de nuestra jurisprudencia a las leyes de Castilla.” 28 Es muy concreta la afirmación de Espejo para el control de la lepra partiendo de una activa vigilancia epidemiológica de la misma:
•
Muy Señor mío: Para verificar el papel que el Muy Ilus- tre Cabildo se sirvió mandarme ayer que hiciera, me es indispensable saber hoy mismo cuántos virolentos y leprosos se hallan en el barrio a que usted usted ha sido destinado, el nombre de la calle, el nú- mero que corresponde a las casas, quie- nes son los dueños de éstas, el sexo de los contagiados y las demás circunstan- cias que usted juzgase conveniente co- municarme. En lo que creo se halla moti- vo de cooperar a las intenciones del Rey, y hará usted un favor a su muy atento servidor que besa su mano. Doctor Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo.” 30
“En cuanto al exterminio del mal de le- La Salud Pública pra, paréceme que ahora se presenta la ocasión más favorable a conseguirlo por En cumplimiento de las recomendaciones de Francisco Gil, Espejo detalla el tipo de muchas razones: Primera. Están los médicos y cirujanos, con motivo del sarampión y sus resultas, visitando todas o casi todas las casas de la ciudad. Débeseles, pues, mandar que cada uno de ellos note con especialidad al sujeto, o sujetos que hallare con la le- pra, y que tomando razón individual de barrio, casa y cuarto donde viven, den
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“Casa, y octubre 8 de 1785.
casa de aislamiento de portadores de enfermedades contagiosas, su lugar lugar,, el clima y los ambientes naturales adecuados que la rodean. Da soluciones en el contexto de la Salud Pública Pública de la época. época.
“El celo de estos profesores ha meditado maduramente la cosa, y ha hallado una casa de campo llamada vulgarmente el
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Batán de Piedrahíta, ha anunciado a este muy Ilustre Cuerpo, el día siete de este mismo mes de octubre, las proporciones que ésta tiene para servir de un cómodo hospital de virolentos. La tal casa parece que llena todas las ideas que propone y desea el autor de la disertación. Está a competente distancia del poblado con más de un cuarto de legua, y separada absolutamente de los tránsitos comu- nes. El aire que la rodea es de benigna constitución; los vientos, que de tiempo en tiempo, o, según las estaciones de primavera e invierno, experimentamos acá, y bañan la casa, por lo regular se dirigen de Este a Sur o al contrario, sin mudar de dirección, ni tocar a esta ciu- dad, porque ésta respecto de aquélla está al Sudeste, y porque, cayendo en sitio profundo, viene a dar en un para- lelo, con el que corresponde al terreno de Quito; pero intermediando el cordón de una gran colina bien levantada, que separa a uno de otro, sirviendo de an- temural a los hálitos que la mala física de nuestros quiteños teme inconsidera- damente que se levanten de la casa de campo citada, y vengan a esta ciudad. Tiene agua propia a muy corta distancia, como de veinte pasos comunes, para el uso de la bebida; y para purificar la ropa, corre en la parte inferior el pequeñuelo río de Machángara. Para bajar a éste hay una calzada que hace fácil y natural el descenso. Las piezas que hoy se encuen- tran, hoy mismo, por la necesidad, están aptas para el servicio de los enfermos y para su aposentamiento; pero deberán a poca costa tener después otra figura y aptitud, así para la comunicación de la luz como del aire que las debe ventilar. Hay dos huertecillos y dos especies de atrios imperfectos, que ofrecen para la
fábrica posterior mucha comodidad. En fin, parece haber nacido esta casa para este efecto de depositar en ella a todos los infectos de enfermedades contagio- sas.” 31 Espejo plantea la posibilidad posibilidad de establecer una policía médica que vigile y administre este tipo de actividades de control.
“A vuelta de esto, veo que en Quito se van a practicar todos los medios concer- nientes a la salud pública; de manera que en esta ciudad llamaremos al tal proyecto, la clave que franquee las puer- tas a la policía médica” 32 Al describir las particularidades de la Ciudad de Quito analiza en detalle las malas condiciones sanitarias de la ciudad. Inicia con la descripción del mal aire por la presencia de cerdos, mala eliminación de excretas y la escasez de agua.
“AIRE POPULAR.- Éste es demasiado fétido y lleno de cuerpos extraños po- dridos, y los motivos que hay para esto, son: 1.º Los puercos, que vagan de día por la calle, y que de noche van a dormir dentro de las tiendas de sus amos, que son generalmente los indios y los mes- tizos. 2.º Estos mismos, que hacen sus comunes necesidades, sin el más míni- mo ápice de vergüenza, en las plazuelas y calles más públicas de la ciudad. 3.º Los dueños de las casas, que, teniendo criados muy negligentes y de pésima educación, permiten que éstos arrojen las inmundicias todas al primer paso que dan fuera de la misma casa; de manera que ellas quedan represadas y fermen- tándose por mucho tiempo. 4.º La poquí- sima agua que corre por las calles de la ciudad.” 33 13
EUGENIO ESPEJO : El amanecer de la Infectología de América
Describe las malas condiciones de producción y almacenamiento almacenamiento de alimentos: alimentos: trigo, trigo, pan, licores y víveres.
“COMIDA Y BEBIDA.- Todo buen esta- blecimiento tiene (quizá como en todas partes), sus dificultades en esta ciu- dad. Lo que acabo de decir acerca del antecedente artículo, parecerá a mis compatriotas un alegre delirio en que la imaginación corre sin freno por donde le place. Pero diga el mundo lo que quie- ra; sus preocupaciones no me han de impedir hablar la verdad, y todo lo que convenga a su mayor felicidad, pues, no podría callarlo sin delito. En el presente artículo trato de la comida y bebida en cuanto una y otra pueden perjudicar a la salud. Es muy cierto que si ellas están en algún grado de corrupción, ocasionan muchas enfermedades, y las más de ellas contagiosas. Pero los principales capítulos que acerca de esto noto, son 1.º Mal trigo; 2.º mal pan; 3.º confección venenosa de licores espirituosos; 4.º es- casez de víveres.” 34 Puntualiza la mala higiene del hospital, monasterios e iglesias.
“LIMPIEZA LOCAL DE QUITO.- A esta se opone, constantemente la suciedad de algunas casas, que son los depósitos de las inmundicias. 1.º Los monasterios. 2.º El hospital. 3.º Los lugares sagrados.” 35 También puntualiza en los hábitos higiénicos de las personas y los enfermos, enfermos, por lo que recomienda su aislamiento
LIMPIEZA PERSONAL DE QUITO.- Pare- ce que así debe llamarse la que deben observar las personas, manifestando igualmente las que, padeciendo alguna enfermedad contagiosa, pueden dañar 14
al común de las gentes de esta ciudad. A pesar del saludable clima de Quito, en el cual se juzga no hallarse de esas graves dolencias, que tan frecuente- mente se padecen en la Europa y las demás partes del mundo, no se dude que no se vean aquí algunas de ellas, en el más alto punto, o de su actividad o de su malicia. El fuego, que llaman de San Antón, el cual por cierto no es una sim- ple fiebre erisipelatosa, le he visto aquí en dos o tres personas con particular asombro. Hay, pues, Hécticas Pthises, mal venéreo, y otros muchos afectos que se comunican con facilidad unos y otros. Sobre los que los padecen manifestaré cuáles deben ser separados de la Socie- dad, y cuáles no. Debía aquí hablarse de todo género de gentes, que atraen algún daño universal al público; pero me con- tentaré con decir que sólo causan: 1.º Los que padecen mal venéreo. 2.º Los tísicos y hécticos. 3.º Los sarampionien- tos y virolentos. 4.º Los leprosos. 5.º Los falsos médicos.” 36 Hace las recomendaciones de salud salud pública para el control del Mal Venéreo (sífilis e infecciones de transmisión sexual) junto a una descripción del cáncer uterino:
“Viniendo a objeto más interesante, debo añadir que, aunque no se pueda hacer separación de esta especie de contagios; pero, cuando menos, la bue- na policía ordenará que los médicos den aviso secreto a los magistrados de aquellas personas que estuviesen más infectas, y que, no queriéndose sujetar a una curación radical, pueden viciar a toda la juventud; ya para que se esté a la mira de contener su liviandad, y ya para que en caso de que tome otros pestilen-
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tísimos progresos el accidente, obliguen De la misma manera para el control de los por fuerza a que se retiren a un hospital. tísicos y hécticos ( tuberculosis) Este reglamento mira más directamente 2.º Los tísicos y hécticos.- Tampoco con a las mujeres prostitutas, de las cuales estos, se debe tratar de alejarlos de ha habido algunas tan venenosas, que o nuestra población a una casa de cam- han hecho perder la virilidad o la vida a po o a un hospital. Aunque su dolencia muchos hombres, poco después, o en el es contagiosa a juicio de los mejores mismo acto de la junta torpe: tanto ma- físicos, no son sus hálitos tan activos yor debe ser el celo en este asunto cuan- y volátiles que puedan ocasionar daño to hoy se experimenta, que por causa del en alguna distancia. Federico Hoffman contagio venéreo mueren muchas muje- hablando de la tisis, y preguntando si res jóvenes, con un mal que se les ha he- es trascendental afirma que sí en ciertos cho familiar, y ellas llaman agua blanca, casos, y es que sigue la costumbre de los los médicos vulgares no han conocido médicos anteriores en hacer semejante esta enfermedad, y de ordinario la han cuestión, y también en el modo de resol- confundido con la que se denomina flujo verla. No hay duda que toda materia po- blanco, que es una especie de gonorrea drida, que manan las llagas malignas es mujeril; y, a la verdad, en mi corto juicio contagiosa; y Riverio trae el ejemplo de no es otra cosa que cancro uterino. Otros una criada que se volvió tísica, cuidando le han dado el nombre de sangre-luvia a su ama que también lo era: él mismo y si, como debe ser, entienden por esto habla de una muchacha que la contrajo la hemorragia uterina, se han engañado de una hermana suya, la cual también míseramente; porque ésta puede ser una la incurrió por haber dado la leche de su simple solución de los vasos de la ma- pecho a un hombre infecto de la misma triz, y el otro es un tumor que, manando enfermedad. Sehenckio nos advierte, siempre sanguaza o materia ichorofa y que la saliva de los tísicos confirmados a veces sangre ya viva, ya denegrida, es tan contagiosa, que un médico se vol- causa acerbísimos dolores por toda la vió tal, tan solamente por haberla llega- región hipogástrica umbilical y ischiádi- do cerca. Los académicos de Leipsig nos ca, extendiéndose por las ingles y el pu- dan ejemplos de lo mismo. Poco más o bis. Debe encargarse a los médicos que menos pasa con los héticos otro tanto. atiendan a este objeto y se conformen en De unos y otros deben dar noticia los este pensamiento del cancro, por medio médicos a los señores alcaldes ordina- de las observaciones anatómicas. Sobre rios, para que, cuando llegue su falleci- todo deben avisar al Magistrado quiénes miento, entienda la autoridad de los jue- lo padecen, para que se entienda en la ces en hacer que se quemen las ropas y abolición de sus ropas por el fuego, pues utensilios que más usaron los enfermos; he visto que es sumamente contagioso y mandando con apercebimientos que ha- que personas de vida devota he observa- gan constar los parientes, herederos y do, que le han contraído por haber usado albaceas, no de la quema de las cosas de la alfombra de otra que lo padeció. Mi dichas, que ésta la presenciará la jus- madre murió de esta enfermedad, por un ticia; sino de que han hecho blanquear contagio semejante.” 37 15
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con cal el aposento donde murieron los tales héticos y los tísicos.” 38 Y el control de la viruela en la casa de aislamiento con las recomendaciones alimenticias para el cuidado a los enfermos
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“RESPUESTA.- Por más especiosa que “RESPUESTA.parezca la dificultad, me era la cosa más fácil del mundo desembarazarme de ella. Y ¿cómo? Remitiendo a los lectores a la segunda, tercera y cuarta lectura de la misma disertación de don Francisco Gil. A lo menos ya no pienso perder el tiempo; por lo que deberé añadir que, si se conociese en algunos de los pueblos citados el contagio varioloso, mande el muy Ilustre Cabildo a los Tenientes pe- dáneos bajo de muy recias penas, y en donde no los hay, a los mismos indios Gobernadores que se hagan cargo de no permitir la entrada de persona alguna en la casa del virolento, a excepción de sus padres o parientes que viven con él. Por otra parte pedirá al muy reverendo señor Obispo, que libre una Pastoral cir- culatoria a todos los curas de la Dióce- sis, acordándoles las obligaciones que tienen de visitar a sus ovejas enfermas, la de socorrerlas con todo lo necesario, y en particular mande que todo cura de indios, en caso semejante de esta epi- demia, no permita que en la casilla con- tagiada entren otras personas que él y las demás expresadas, siendo que las casitas de estos indios no están unidas, sino muy dispersas por lo general. Sien- do que los contagiados, comúnmente, al principio no pasan de tres o cuatro. Sien- do que el cura no puede gastar arriba de cuatro pesos en suministrar un pedazo de carnero, de pollo de su cocina y de azúcar, (con lo que hay bastante para la medicina diética que consiste en caldos tenues, y tal cual cocimiento pectoral y
anodino), por el espacio de quince días cuando más: siendo que en esta práctica se versan el servicio de Dios, el beneficio a la patria, la caridad al prójimo, en una palabra, el cumplimiento de las obliga- ciones indispensables de los párrocos y ministros de Jesucristo, parece que se ha desvanecido por sí misma la obje- ción.” 39 Realiza las recomendaciones de tipo preventivo ante la llegada de la viruela desde cualquier lugar de la Audiencia hacia la ciudad de Quito y el consecuente asilamiento de los infectados en la casa de aislamiento.
“A más de esto, lo regular es que el contagio se enciende precisa y primaria- mente en esta capital, sea que vengo de Lima, o sea que de la ciudad de Popayán. Porque él no viene (como piensan algu- nos necios), en caballerías y siguiendo las mismas jornadas de los viajeros tra- ficantes ni menos da un salto por medio del aire de un lugar a otro, sino que se introduce en alguna ropa o le trae alguna persona, que poco antes le ha padecido. Así sucede en nuestra provincia, que se oye la noticia de que la viruela está verbi gratia en Santa Fe, en Popayán y Pasto, mucho antes que llegue hasta nosotros, y esto mismo pasa con las demás pro- vincias de las Américas. Si el que vertió la siguiente noticia, no fuese el hombre más mendaz y falto de reflexión que co- nozco, la apoyara en confirmación de mi propósito. Decía éste, que se halló en la ciudad de Pasto a tiempo que allí hacía el sarampión sus ordinarios progresos, y que, siendo contagiado un sirviente suyo, le trajo a Quito antes de que ter- minara la calentura; no dejándole parar en parte alguna, y que este comunicó a Quito el cruel contagio de que venía heri- do a principios del mes de julio. Si fuese
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verdadera esta noticia, primero alabaría pared sino con la distancia de algunos la compasión, misericordia y caridad de pasos, con patio, que a cada una le fuese este buen amo, que así trajo a su po- peculiar; con puertas que no sean comu- bre sirviente enfermo. Lo segundo me nes sino peculiares, con oficinas respec- serviría oportunamente para decir, que tivas a cada uno de los contagios, y en- sólo de este modo se hace comunicable fermedades ¿qué tiene de irracional, de el veneno de las viruelas. Ha de haber, arriesgado, ni extravagante? Decir que pues, necesariamente o ropa contami- la proximidad de los corpúsculos que na- nada o persona que consigo la traiga. dan en el fluido del aire, y que forman un Ahora pues, no es en algún misérrimo ambiente común respirable de virolentos pueblo de los nombrados, que se abran y leprosos causa el peligro, es no osten- los fardos, que se vendan las ropas ni tar ni un átomo de física, y a su ignoran- en ellos es que los mercaderes hagan su cia se debe, que en caso igual se quiera mayor estancia. Pasan muy luego, y de atribuir al aire la causa del contagio.” 41 allí es que el contagio se comunica en Determina la susceptibilidad intrínseca a esta ciudad primeramente, y después, los microbios así como a las condiciones según el más frecuente, trato con los in- medioambientales. dividuos de las cinco leguas, se propaga La naturaleza de los insectos más ma- a éstos. En este caso nuestro Batán de lignos, por un orden regular de la com- Piedrahíta, que llamaremos en adelante posición sublunar, o, por mejor decir, por la Casa de la salud pública, libertará a una sabia e infinitamente misericordiosa toda la provincia de las viruelas y el sa- Providencia que vela en nuestra conser- rampión.” 40 vación, es muy delicada, fácil de extin- El Control de la Infección Nosoguirse y perecer, e igualmente de movi- miento progresivo muy tardo y perezoso. comial Parece que es lo mismo salir a un aire Ante la duda que genera la afirmación de libre, nuevo y refrigerante, cuando ha si es factible agrupar en la misma Casa de experimentado su ultima destrucción y la Salud Pública Pública (hospital de aislamiento) aislamiento) a ruina. Aunque se conciba que la materia leprosos y virolentos, Espejo profundiza en los del contagio de la lepra que la ocasio- probables mecanismos de transmisión de las na, no sean insectos, sino otra cosa, sea infecciones en el entorno nosocomial, fortalecual fuere, ella es débil, insubsistente a ciendo su doctrina microbiana como causal de presencia del ambiente frío, y capaz de la patología infecciosa. perder luego su fuerza venenosa. No hay duda, que, pegándose al cuerpo humano, “Si yo hubiese dicho que en una misma e introduciéndose en sus poros, es ella sala, o que en unos mismos aposentos activa en su vigor, en su voracidad, en debían estar alojados virolentos y lepro- su propagación. Del mismo modo abriga- sos, está muy justo, que se tuviese por da y anidada en telas de lana y algodón, intolerable mi propuesta. Pero decir que vive en estas por mucho tiempo, y halla la misma casa, con pared muy doble que en las mismas su pábulo y subsistencia; divida una sala de otra, y no sólo con 17
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pero como hemos dicho la pierde fuera de ellas al menor soplo.” 42 Cuenta de una experiencia personal y otra junto a su padre en el Hospital de la Misericordia de Quito, en donde concluye concluye acera acera de la poca transmisibilidad de la lepra por parte parte de estos pacientes.
lo repetiré siempre que se ofrezca), ha hecho desconocer a la mayor parte de las gentes esta necesidad que todos tenemos de hacer los mayores y más dolorosos sacrificios al bien de la Pa- tria. Por acaso se oye proferir a algunos, como un oráculo misterioso, la siguiente proposición: El bien común prefiere al particular. Pero en la práctica se ve más comúnmente que el interés del público es sacrificado al interés del individuo. Por todas partes no se presenta más que una multitud insensible de egoístas, cuyo cruel designio es atesorar riquezas, solicitar honores y gozar de los placeres y comodidades de la vida, a costa del Bien Universal; en una palabra, ser los únicos depositarios de la felicidad; olvi- dando enteramente la de la República. Así a todos nuestros compatriotas de- bería el Filósofo, que sirve de antorcha a la ciudad, inculcarles frecuentemente estas nociones generales, pero dignas de su atención y conocimiento.” 44
“Hace muchos años ha que vi y emprendí la curación del doctor Palacios, cura de Zaraguro, leproso elefancíaco, tocándole el pulso y observando muy de cerca su deplorable situación de que murió. Vi al mismo tiempo personas que le tocaban muy de cerca, por parentesco, que se le llegaban con frecuente trato, y hasta ahora no he visto que alguna de estas se haya inficionado notablemente. El año de 62, en que yo tenía 14 años, de edad; ya porque vivía dentro del Hospital de mujeres, mucho más, por mi genio dedi- cado a las observaciones físicas, advertí que una mulata, esclava del Tesorero de estas casas, don Salvador Pareja, que estaba en la cama n.º 15, enfermó siguiente es un enunciado del desprendesprende lepra, y, con sólo la precaución que El siguiente personal por la salud colectiva. La prescribió mi padre, Luis de Santa Cruz dimiento personal y Espejo, cirujano y administrador de solidaridad. aquella casa, de que nadie se le llegara “De donde he juzgado importante repe- con familiaridad, se logró que a nadie tir,, que el oficio de cada uno de nosotros tir contagiara.” 43 para con la Patria es (porque lo demanda así la gravísima calamidad que amena- Medicina Social zan las viruelas), prescribir el honor, des- preciar la fortuna, sacrificar los hijos, y Espejo enuncia los principios morales, morales, éticos éticos prodigar la misma vida en cambio de una y filosóficos del bien común, público y social. muerte suave, por coronada de la gloria “3.º Descubriéndole ciertos secretos de de haber servido al Estado.” 45 la Economía Política, por la que en cier- tos casos es preciso que algunos parti- Para terminar con la afirmación del trabajo culares sean sacrificados al bien común. y desprendimientos de todos los ciudadanos La falta de educación en este país (como por el bien de la salud de la sociedad
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“El rico indolente podrá contribuir con algunas sumas de dinero: el sujeto de talentos concurrirá con un torrente de luces para los aciertos e ilustraciones: el pobre sacrificará sus fuerzas, y las unirá a otros tantos brazos fuertes pero pron- tos y expeditos a tomar a la mano, los materiales del edificio, y en una palabra a fabricarse el templo de la salud para sus hijos, parientes y amigos; tal debe ser el efecto que siga al conocimiento de una materia de tan grave interés.” 46
Conclusión: Hacia una nueva visión de la historia de la infectología ecuatoriana Hay que partir de una nueva visión de la historia de la medicina ecuatoriana para poder tener una interpretación integradora del desarrollo histórico de la infectología en el siglo XVIII; desde una perspectiva holística en donde, a más de analizar los hechos científicos, se deben integrar las realidades históricosociales, la cosmovisión de la comunidad, las culturas, los saberes ancestrales locales y así poder dar un verdadero significado al desarrollo científico que se dio en una época de la historia de la Real Audiencia Quito.47 Esta nueva forma de ver la historia de la medicina del Ecuador, determinada por la unión de la historia de su pueblo y su quehacer científico, mediante la interrelación de los factores sociales, culturales, psicológicos, ambientales, epidemiológicos, religiosos, políticos y de poder, de un momento determinado, nos permitirá dimensionar la trascendencia de nuestro glorioso pasado dentro de las ciencias ciencias de las enfermedades infecciosas en el mundo.48 Un aspecto muy importante a tomarse en cuenta, aparte de la razón de ser de los contenidos científicos-microbiológicos de la Uni-
versidad de San Gregorio, en el análisis de este período histórico, es el ¿porqué? de la investigación en este campo específico de las ciencias biológicas por parte de los jesuitas quiteños. Ya que es menester considerar, que el conocimiento microbiológico de la gregoriana fue la respuesta académica para pretender entender y dar solución a la presencia persistente de epidemias que causaban una altísima morbi-mortalidad en la Audiencia y predominantemente en la población indígena, lo que llevaba a una disminución continua de la recaudación de impuestos y falta de mano de obra en las haciendas, mitas y obrajes tanto de la corona como de la misma orden jesuita.49 El aporte científico continuo, que en un cuarto de siglo se se genera en la Universidad de San Gregorio, no es un aporte individual o casual de investigadores aislados, sino la respuesta de la academia a un determinado momento histórico de la colonia, que en el caso quiteño, se ve representado por un grupo de sacerdotes-catedráticos influenciados por la Ilustración, las nuevas ideas científicas de la Misión Geodésica y la ruptura del pensamiento escolástico opresivo, absolutista y colonial con nuevas corrientes de pensamiento humanistas, ilustradas y emancipadoras. De esta manera, en Quito se da una ruptura entre el pasado y la modernidad en muchos campos del conocimiento. Fundamento que la convierte en ciudad primigenia de las ciencias en América, en la que el desarrollo científico no se detuvo y luego se reflejó en la creación de una institución académica conformada por la intelectualidad quiteña, junto a los jesuitas de la Universidad de San Gregorio, a la que se le denominó “Academia Pichinchense” como una expresión superior del desarrollo social, comunitario, científico y porqué no decirlo, hasta libertario por parte de los quiteños.50 19
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La presencia presencia de Eugenio Espejo dentro del entorno científico quiteño liderado por la Universidad de San Gregorio, se convierte en el cimiento doctrinario para que sea capaz de construir un estilo de pensamiento científico en torno a las enfermedades infecciosas; conocimiento infectológico único en el mundo, ya que el sabio ecuatoriano integra todo el saber científico existente existente hasta hasta la época de la escritura de su manuscrito, en el campo de la naciente microbiología, la epidemiología, la anátomo-patología, la inmunología, la patogénesis y demás ciencias conexas que en la actualidad son los pilares científicos científicos para la comprensión de las enfermedades transmisibles. Como lo afirma Keeding: “Espejo reunía como propiedad propiedad suya una biblioteca privada, que lo que refiere a las ciencias exactas, no dejaba nada que desear: […] tratados acerca de las ciencias modernas, a parte de los numerosos libros de medicina y farmacología, nos dan prueba evidente que el hecho de Eugenio Espejo durante los diez años antes de su muerte, se formaba en primer lugar por escritos editados en París, Laussanne, Leiden, Venecia y Marburgo (Alemania).”51 Pero Espejo no se detiene en lo meramente biológico, y viaja al futuro de la medicina medicina planteando aspectos doctrinarios de la salud pública, la salud colectiva y la medicina social para solucionar los problemas de salud de su comunidad. Conceptos que en la actualidad se halla en boga como parte de la medicina moderna y que, por desgracia, aun no se se visualizan en el quehacer de la salud pública ecuatoriana. Espejo Espejo de esta manera manera se convierte en un precursor de la medicina medicina social y su conocimiento científico se vuelve, a la
vez, en una herramienta emancipadora del Imperio Español y de ruptura de un paradigma científico.52 Como lo señala el médico-filósofo Ludwik Fleck, quien al estudiar la historia de la sífilis “… concibe la enfermedad como una
construcción y un acontecer histórico-cultural que trasciende los conceptos especializados temporales de los fenómenos patológicos; además abarca la comprensión de la totalidad de los acontecimientos sociales, culturales y la cosmovisión del mundo en el cual esos fenómenos patológicos se presentan, gene- rando una interpretación diferente de éstos en cada época y por cada grupo social.” 53 Ya que no se puede concebir un estilo de pensamiento o una doctrina científica -como la construida por Espejo- sin establecer su interdependencia con una realidad cultural, social, política, económica, ecológica ecológica y, y, porqué no decirlo, liberadora.54 Para finalizar finalizar,, se puede concluir que en la Real Audiencia Audiencia de Quito, durante un período de medio siglos, desde la llegada de la Misión Geodésica Franco-Española en 1736, hasta la escritura de las Reflexiones de Espejo en 1785, hubo una corriente de pensamiento científico única en América que permitió construir de manera paulatina desde el claustro universitario con profesores de altísimo nivel académico una doctrina de pensamiento en torno a las enfermedades infecciosas, con las que el Dr Dr.. Eugenio Espejo es capaz de culminar de manera genial un proceso de construcción y sistematización científico conceptual, adelantándose al mundo europeo, en torno a una problemática de salud, como son las epidemias, que asolaban a los pobladores de la Real Audiencia de Quito.
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