La eucaristía, sacramento de comunión
Jesús Burgaleta 1996-1997
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LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE COMUNIÓN
Introducción. La Eucaristía es el Sacramento más más importante, y en él, él, como consecu consecuencia, encia, incluyen incluyen varias opciones, y a su vez, del concepto que se tenga de la Eucaristía dependerán otra serie de cosas, como la manera de celebrarla, de vivirla, de compartirla, etc. Así pues, siendo la eucaristía el Sacramento más importante, en él influyen la Cristología, la Eclesiología y la concepción de los Sacramentos. 1.- Cristología. De la cristología depende la Eucaristía, porque éste es el sacramento del Cuerpo de Cristo. Según como entendamos a Jesucristo, dependerá de cómo entendamos la Eucaristía. Hay distintas formas de plantear la Cristología dependiendo de su punto de partida; una de ellas, que podríamos llamar descendente ve la vida de de Cristo como un paréntesis entre la Encarnación Encarnación y la Pasión-Resurrección, como ejemplaridad y propuesta de la imitación de Cristo. Para ella, en la Eucaristía ya se realiza objetiva y plenamente la salvación del hombre; de esta manera la Eucaristía es vista como sacramento que perpetúa en la historia la presencia del Dios encarnado, la nueva bajada del Verbo a la carne bajo las especies de pan y vino, el anonadamiento del Verbo que ofrece su Gracia objetivamente, independiente de la humanidad. h umanidad. Consagrado el pan y el vino, Cristo ya está presente por decisión del Padre. La Eucaristía tiene entonces una eficacia ex opere operato, una santificación objetiva que el hombre la recibe, ya realizada, de modo estático. Es la Cristología tradicional. La Cena es el anticipo del Sacrificio de Cristo en la Cruz, rememoración o actualización de la Cruz; a nosotros se nos aplican los méritos de la muerte de Cristo por los pecados que hemos cometido. Otra Cristología, llamada ascendente, hace énfasis fundamental en la vida de Cristo en unión con todo el el Misterio de su persona. La vida es el desarrollo del mismo acontecimiento salvador de Dios, una realidad que se se va expresando a lo largo de su vida, que se se fragua poco a poco en la medida medida en que que Dios hombre se va “haciendo” según el designio de Dios. Hasta llegar a la eclosión de su muerte y resurrección.. Vida de Jesús Jesús como apertura a Dios y a la solidaridad, solidaridad, entrega y donación, donación, ser para los demás, muriendo por fidelidad al proyecto de hombre que asumió. La Eucaristía es comprendida desde esta visión, como celebración de su vida en comunión y de su fidelidad hasta dar la vida; no es una Eucaristía Eucari stía abstract abst ractaa sino que se realiza en la historia, historia, en la medida en que se vive y se asimila al proyecto de comunión; es un sacramento que depende de la verdad de la comunión en última instancia ( en el origen depende del don de Dios), en cuanto que su misma comunión es la manifestación de la presencia de Dios en Jesús gracias a la manifestación del don del Espíritu que empieza a crear esa comunión. Es una realidad que hay que ir haciéndola en la historia y es por lo tanto, memorial subversivo contra todo el estado de cosas que impide el proyecto de comunión entre los hombres. En la primera visión, es una cristología en términos cultuales, representando la vida y muerte de Cristo como un sacrificio, sacrificio, pago, o precio por el pecado, expiación expiación redentora, redentora, acto vicario o sustitutorio por nosotros, nosotros, una Eucaristía como culto a Dios según según la virtud virtud de la religión. religión. Todo esto hace surgir un vocabulario muy particular para referirse a ella: sufragios, ofrenda, víctima, altar, sacerdocio, sacerdocio, pontífice, tabernáculo, hostia, santificación... Y unido a ello una piedad eucarística como desagravio y ofrenda permanente.
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2 La Eucaristía, sacramento de comunión Desde el segundo planteamiento se ve a Cristo entendido desde la originalidad escatológica que él inaugura; desde Cristo empezó lo definitivo y lo anterior es sombra y figura: por lo tanto, se celebra el ser en la historia hombre y mujer según el querer de Dios, al servicio de los demás. Jesús, en su vida, inaugura la verdadera relación con Dios, relación solidaria que nos impulsa a ser lo que él mismo realizó; su proyecto es la develación develación de nuestro nuestro proyecto. proyecto. Así la eucaristía se transforma transforma en la celebración celebración de de la solidaridad solidaridad mutua de Cristo: Cristo: hacia los hombres y de nosotros con Jesús, sacramento de esa apertura de Cristo presente; en la vida en comunión se realiza el sacramento fundamental de Dios presente en toda comunión; es la celebración del amor compartido, del servicio al que más lo necesita, “culto “ definitivo y único.. La Cristología Crist ología de Cristo descendido da una Eucaristía Eucaristí a fisicista en la que se habla de la presencia física del cuerpo de Cristo, cuerpo celeste, y la epíclesis o invocación al Espíritu Santo queda reducida a una transubstanciación fuerte para transformar el pan y el vino; es, pues, extrinsecista. Si es concebida la Eucaristía como edificación edificación humana, humana, que Jesús muerto entra en plenitud de de relación con Dios y con nosotros y el universo, reunión del Cuerpo de Cristo, comunicación del Espíritu hoy en medio de la Iglesia, surge una Eucaristía entroncada en la Iglesia, sacramento de la presencia del resucitado, comunión y presencia del cuerpo de Cristo. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de la presencia de Cristo en la Eucaristía?. Con la primera aproximación hay que subrayar que la misma realidad de Jesús, cuerpo, alma, divinidad, divinidad, etc., se hace presente ya glorificado. Pero si Resurrección se entiende como presencia de Cristo por medio de su Espíritu, solidaridad de Jesús con los suyos, se dará otra manera de vivir, creer, compartir y hacer comunión. En definitiva, de la manera de comprender a Cristo y su Misterio dependerá la concepción de la eucaristía como presencia de Cristo y Cuerpo de Cristo. 2.- Eclesiología. El Cuerpo de Cristo es la Iglesia. Si pensamos la iglesia de modos diferentes, esto dará diferentes modos de acercarnos a la eucaristía. Con el modelo eclesiológico jerárquico desde donde se define todo en la Iglesia por afirmación o negación, surgirá una concepción de la Eucaristía que depende de los poderes consacratorios del ministro, como como instrume instrumento nto unido unido a la humanid humanidad ad de Cristo, Cristo, indepe independ ndien ientem temen ente te de la comuni comunidad dad;; eucaristía eucaristía distribuida a los fieles y se participa de ella desde la inferioridad; surge el dualismo clérigos-fieles y la desigualdad en la Iglesia: una eucaristía exterior a la comunidad, traída “de fuera” por el ministro consagrador. Una realidad objetiva en la que el ministro, sólo con que quiera realizar lo que la Iglesia hace, ya la realiza, realiza , aun sin fieles o incluso sin que esté en comunión comunión con la Iglesia. Con el modelo de pueblo de Dios como Iglesia, desde la comunión de la comunidad producida por el Espíritu, la Iglesia como cuerpo de Cristo en la historia, realizada en la fraternidad que somos, surgirá una concepción de la Eucaristía unida a la comunión de la comunidad que la celebra, cuya cabeza es Cristo. No se podrá expresar comunión comunión si no hay comunión... comunión... la comunidad comunidad es el sujeto de la acción eucarística y la Eucaristía será una realidad interior a la Iglesia, que emerge dentro aunque la fuente sea gratuita (Dios y Cristo donado). No se va a recibir lo que no se tiene sino a sacar a la luz la realidad fundamental que es la fuente originaria.
3.- Sacramentos. En la Eucaristía incide también el concepto de sacramento que se tenga. Si es escolástico, se necesitan necesitan al menos menos “cinco milagros” milagros” para explicarla. Si por el contrario, se pasa de la categoría de signo a la categoría de símbolo, se recuperan horizontes inmensos para su s u explicación, catequesis y celebración y no habrá en ella más milagro que el de que Dios nos quiere.
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2 La Eucaristía, sacramento de comunión Desde el segundo planteamiento se ve a Cristo entendido desde la originalidad escatológica que él inaugura; desde Cristo empezó lo definitivo y lo anterior es sombra y figura: por lo tanto, se celebra el ser en la historia hombre y mujer según el querer de Dios, al servicio de los demás. Jesús, en su vida, inaugura la verdadera relación con Dios, relación solidaria que nos impulsa a ser lo que él mismo realizó; su proyecto es la develación develación de nuestro nuestro proyecto. proyecto. Así la eucaristía se transforma transforma en la celebración celebración de de la solidaridad solidaridad mutua de Cristo: Cristo: hacia los hombres y de nosotros con Jesús, sacramento de esa apertura de Cristo presente; en la vida en comunión se realiza el sacramento fundamental de Dios presente en toda comunión; es la celebración del amor compartido, del servicio al que más lo necesita, “culto “ definitivo y único.. La Cristología Crist ología de Cristo descendido da una Eucaristía Eucaristí a fisicista en la que se habla de la presencia física del cuerpo de Cristo, cuerpo celeste, y la epíclesis o invocación al Espíritu Santo queda reducida a una transubstanciación fuerte para transformar el pan y el vino; es, pues, extrinsecista. Si es concebida la Eucaristía como edificación edificación humana, humana, que Jesús muerto entra en plenitud de de relación con Dios y con nosotros y el universo, reunión del Cuerpo de Cristo, comunicación del Espíritu hoy en medio de la Iglesia, surge una Eucaristía entroncada en la Iglesia, sacramento de la presencia del resucitado, comunión y presencia del cuerpo de Cristo. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de la presencia de Cristo en la Eucaristía?. Con la primera aproximación hay que subrayar que la misma realidad de Jesús, cuerpo, alma, divinidad, divinidad, etc., se hace presente ya glorificado. Pero si Resurrección se entiende como presencia de Cristo por medio de su Espíritu, solidaridad de Jesús con los suyos, se dará otra manera de vivir, creer, compartir y hacer comunión. En definitiva, de la manera de comprender a Cristo y su Misterio dependerá la concepción de la eucaristía como presencia de Cristo y Cuerpo de Cristo. 2.- Eclesiología. El Cuerpo de Cristo es la Iglesia. Si pensamos la iglesia de modos diferentes, esto dará diferentes modos de acercarnos a la eucaristía. Con el modelo eclesiológico jerárquico desde donde se define todo en la Iglesia por afirmación o negación, surgirá una concepción de la Eucaristía que depende de los poderes consacratorios del ministro, como como instrume instrumento nto unido unido a la humanid humanidad ad de Cristo, Cristo, indepe independ ndien ientem temen ente te de la comuni comunidad dad;; eucaristía eucaristía distribuida a los fieles y se participa de ella desde la inferioridad; surge el dualismo clérigos-fieles y la desigualdad en la Iglesia: una eucaristía exterior a la comunidad, traída “de fuera” por el ministro consagrador. Una realidad objetiva en la que el ministro, sólo con que quiera realizar lo que la Iglesia hace, ya la realiza, realiza , aun sin fieles o incluso sin que esté en comunión comunión con la Iglesia. Con el modelo de pueblo de Dios como Iglesia, desde la comunión de la comunidad producida por el Espíritu, la Iglesia como cuerpo de Cristo en la historia, realizada en la fraternidad que somos, surgirá una concepción de la Eucaristía unida a la comunión de la comunidad que la celebra, cuya cabeza es Cristo. No se podrá expresar comunión comunión si no hay comunión... comunión... la comunidad comunidad es el sujeto de la acción eucarística y la Eucaristía será una realidad interior a la Iglesia, que emerge dentro aunque la fuente sea gratuita (Dios y Cristo donado). No se va a recibir lo que no se tiene sino a sacar a la luz la realidad fundamental que es la fuente originaria.
3.- Sacramentos. En la Eucaristía incide también el concepto de sacramento que se tenga. Si es escolástico, se necesitan necesitan al menos menos “cinco milagros” milagros” para explicarla. Si por el contrario, se pasa de la categoría de signo a la categoría de símbolo, se recuperan horizontes inmensos para su s u explicación, catequesis y celebración y no habrá en ella más milagro que el de que Dios nos quiere.
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Así pues, como la Eucaristía es el núcleo de la vida de la Iglesia, produce una enorme sensibilidad y es difícil y conflictivo, pues toca la médula de la propia experiencia de la Iglesia. ¿Qué es la eucaristía cuando la celebramos? Ante todo es comunión. La realidad del sacrificio se refiere a la comunión. La esencia de la Eucaristía es una esencia operante. ¿Qué pasa con esta acción de la Iglesia actual que tiene tan poco que ver con la Cena del Señor? ¿Qué hacemos al celebrar la eucaristía en medio de la sociedad en la que vivimos? ¿Estamos sembrando el reino o consolidando la sociedad desconciliada? En la Eucaristía hay un grito de justicia, fraternidad, acción profética contra contra una sociedad sociedad que no comparte el pan, la vida, sino al contrario, que se come al otro. La Eucaristía no es para recibir sino para dar, para compartirse, darse. ¿Cómo se ha reducido el memorial subversivo del condenado en la Cruz a este ceremonial aquiet aqu ietant ante? e? La Eucaris Eucaristía, tía, ¿es ¿es opres opresora ora,, justif justifica icador doraa de la divi divisi sión ón de clase clases, s, de la explo explotac tació ión, n, contrad con tradicció icciónn radical radical con nosotros nosotros mismos mismos?? (1 Cor 11: “...nos comemos comemos y beb bebemo emoss nue nuestra stra propia propia contradicción...”). La Eucaristía es una bomba pero le hemos quitado la espoleta y no explota evangelizadoramente. ¿Se puede celebrar la eucaristía en comunidades sin comunión? No hay comunión en la calle; por eso hay que buscar el núcleo de la Eucaristía en nuestras comunidades, en la calle, en lo nacional y en lo internacional, porque el amor es internacional, así como lo son la solidaridad y el compartir. Vivimos en una sociedad de lucha que hace casi imposible el amar: conculcación de los derechos fundamentales de la persona, discriminación, desaparecidos, violencia, terrorismo, distribución inicua de la riqueza, etc. La Iglesia misma está afectada por estas situaciones porque las vivimos los bautizados, que somos al mismo tiempo miembros de esta sociedad. Frente al engendro de las ideologías que dicen que hay comunión donde no la hay, queremos explicar la eucaristía recuperando la celebración honesta de la misma. La ideología habla de paz donde está la guerra, cuando la comunión pasa por reconocer al enemigo y a la guerra. Todo esto está en el corazón mismo de cómo celebramos la Eucaristía. Si nos contentamos con el rito, hacemos la corrupción de las corrupciones... A nadie se le ocurre inventarse una Eucaristía, que está ya inventada; pero llevarla a la práctica, de manera sencilla, habiendo un principio de comunión, sin considerarla como algo maravilloso, eso es ya difícil. Esto no quiere decir que la Teología actual no tenga el derecho y la obligación de interrogarse sobre ella y perfeccionar lo que se ha ido perdiendo y encontrando. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia, el modo de celebrar más importante y en ella aparecen los defectos y cualidades de la Iglesia. Hay que sacar criterios operativos para la praxis, pero hay que tener en cuenta que no no se deben hacer preguntas pregunta s “indiscretas” “indiscreta s” como por ejemplo ¿cuándo y cómo está Jesús presente en la eucaristía? Las cosas se viven y se comunican por la vida, y después se narran. Es un acontecimiento, pero no se puede explicar. Hay un entendimiento que busca la razonabilidad de la fe, pero hay cosas que no se pueden investigar porque se queda uno atrapado. ¿Qué poder tiene el ministro para consagrar? También es otra pregunta indiscreta. Y por otra parte hay que tener cuidado de no pasar indiscriminadamente de un sistema teológico a otro, interrogando indiscriminadamente con preguntas desde un tipo de estructura, buscando respuestas que no las podrá dar otra teología estructurada en distintas categorías.
Objetivos del curso. Se trata de hacer emerger emerger la comunió comuniónn como realidad básica de la Eucaristía.. ¿Por qué muchas misas de hoy no tienen nada que ver con la Cena del Señor? ¿Se pretende en esta sociedad y con esta reuni reunión ón llamad llamadaa Igles Iglesia ia cuand cuandoo se cele celebra bra la Eucari Eucaristí stía? a? ¿Proc ¿Proclam lamam amos os el Reino Reino de la vida vida o la consolidación la antifraternidad? ¿Es el sacramento del compartir o no? ¿Cómo se ha podido reducir la subversión del mensaje de Cristo a la tranquilización de las celebraciones corrientes?
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I - La Eucaristía es una celebración. 1.- La Eucaristía no es un simple objeto o una cosa sagrada. Habría que hacer el esfuerzo en la celebración eucarística, de liberar a la eucaristía de ser un “objeto” que contenga de manera misteriosa la presencia real de Cristo. Es de justicia reconocer que los que tienen una experiencia de la Eucaristía no han podido reducirla nunca a ser una cosa, sino que han entrado en comunión con la oferta real de Jesús entregado en comunión. Pero la Eucaristía se ha reducido a un objeto, algo así como si fuera algo sacratísimo Resulta evidente, que siendo la eucaristía una acción de la comunidad y una acción simbólica, intervienen en ella necesariamente unas personas, uno actos más o menos reglamentados por unas normas, y unas realidades visibles y objetivas que a manera de símbolos, nos remiten a realidades invisibles y trascendentes. Pero el Sacramento de la Eucaristía no se limita a estas personas, actos u objetos sino que es algo más. Sin embargo, la experiencia nos dice que para la mayoría de los cristianos, la Eucaristía es la Hostia consagrada, está en el sagrario, en la custodia, o en la Exposición del Santísimo, se produce en la misa y concretamente en la consagración y/o cuando vamos a comulgar. Cuando preguntamos a la gente qué es la eucaristía dicen: “La hostia consagrada”, esto es una realidad que en una ceremonia, con unos poderes determinados ha realizado alguien. El catecismo de Astete dice: “ la Eucaristía es el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino”. Decir esto es hablar de una realidad objetual. Y sigue: “ Jesucristo instituyó la eucaristía para estar siempre con nosotros, para ofrecerse por nosotros en el Santísimo sacrifico de la Misa y para darse a nosotros en comunión. ¿Cuándo comienza Cristo a estar presente? y el Astete responde: “ En el momento de la Consagración de la Misa, cuando se realiza la Transubstanciación”.
Si se mira la Summa teológica de Sto. Tomás, se tiene la misma impresión, al partir de la separación entre sacramento permanente y sacramento “in actu” o celebración. Y hay gente que vive estas dos realidades como si fuera la misma, cuando en realidad, sin acción eucarística no hay sacramento permanente; lo importante es la acción eucarística, no la permanencia, aunque la Iglesia, con sentido, lo haya integrado. Así, la celebración de la Eucaristía consiste en una serie de ritos, prerrequisitos, condición necesaria y suficiente para obtener las especies consagradas. Todo esto equivale a decir que el sacramento es un objeto o cosa, todo lo sagrado que se quiera, pero “cosa”. La experiencia de cada día nos revela hasta qué punto hemos cosificado la Eucaristía. las expresiones “oír misa, “hacer” misa, “dar” la misa, “ir” a misa.. que habitualmente se utilizan, nos indican que la mayoría de los creyentes perciben la Eucaristía como un objeto que se hace, que se da, o a lo sumo, como un lugar al que se asiste. • el minimalismo: con frecuencia la celebración se reduce a la mínima expresión. ¡Cuántos anhelan la misa de 20 minutos o menos si es posible! Se siente como lo imprescindible para conseguir el objetivo: pan consagrado para comulgar, sacrificio para agradar a Dios... y para cumplir un precepto; es más, si esto lo pudiéramos conseguir válidamente sin celebración, por descontado que no celebraríamos. • La prevalencia de lo ritual sobre lo comunitario: el exacto cumplimiento de las rúbricas se considera como algo fundamental, de lo contrario, podría no conseguirse el objeto deseado. A los sacerdotes se les enseñó cómo poner las manos, cómo juntar los dedos, cómo pronunciar las fórmulas... nunca se les enseñó cómo crear comunidad. •
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“... nos asusta si una misa se celebra sin pan y sin vino. Pero no preocupa demasiado si una misa se celebra entre una masa de gente que nada tiene que ver con una comunidad verdaderamente sana y que pone en común lo que cada uno es y lo que cada uno tiene ...” (J. M. Castillo, Donde no hay justicia no hay Eucaristía, en Estudios eclesiásticos, dic.
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La utilización de la Eucaristía como objeto suntuario, ya sea para clausurar un congreso en el que nadie se ha entendido, para inaugurar un curso cuando nadie se conoce... para solemnizar un acto, una efemérides política, una jura de bandera, una fiesta del colegio... donde casi nunca viene a cuento. Pero queda bien y además ¡hay algo que hacer! • La obligación de ir a misa -bajo pena de pecado mortal - todos los domingos y fiestas de guardar (aunque uno esté en pecado mortal), para ofrecer el sacrificio y el culto a Dios, como si a Dios le agradara el sacrificio que le ofrecemos sin estar en comunión (Am 4,4-5; 5,2125; Os 6,4-6; Is 1,10-17). • La comprensión de la eucaristía y de los sacramentos en general como “medios de aumentar la gracia”, como “instrumentos de santificación personal”... de manera que cuanto más se frecuentan, más gracia se almacena... •
Todo esto expresa una realidad objetiva. Es una eucaristía inerte, estática, lejos de la comunidad que celebra. Considerando el sacramento de la eucaristía como compuesto de materia y forma, la celebración es un prerrequisito para obtener la hostia consagrada; pero en realidad, la fórmula de la consagración no es una fórmula mágica, un ritual mágico. La celebración de la eucaristía sin comunidad, no se considera como algo grave desde esta perspectiva. Desde la perspectiva de la Eucaristía reducida a objeto o cosa, adquiere una dimensión fundamental la consagración: a la realidad que no es nada, hay que meter el Cuerpo y la Sangre. Alguien y algo lo harán y esto dependerá de Dios; de ahí el poder ministerial de consagrar, la plegaria de consagración, el acto de consagrar: Todo se centra en que alguien con poderes pronuncie las palabras para que tenga efecto el sacramento. Lo demás es periférico. Como consecuencia, como la Eucaristía es algo independiente de la comunidad, a la eucaristía se la une directamente con Jesucristo. Todo esto es fruto de la Escolástica, que no elaboró un tratado de Eclesiología; en ella falta la Iglesia, que es el sacramento fundamental como ha recuperado el Vaticano II. Luego Cristo se une directamente a la hostia consagrada, independientemente de la comunidad. Pero desde otra perspectiva eclesiológica, el esquema eucarístico podría ser diferente y plantearse al revés: La comunidad, que es el Cuerpo de Cristo, donde operan los ministros de la edificación del Cuerpo de Cristo, celebra su ser comunión, en comunidad, y aparece la realidad de Cristo como fuente de comunión y la comunión de la comunidad, que es Jesús presente, entregado. La Eucaristía es el sacramento del Cuerpo de Cristo que es la iglesia. Si la comunidad es el Cuerpo de Cristo por excelencia, hoy, aquí, entre nosotros, y nos traemos al Cristo celeste (como en el primer esquema), ¿qué hace el Cuerpo de Cristo frente al Cuerpo de Cristo? Hay algo que evidentemente no encaja. Los Padres de la Iglesia hablaban de triplicidad de presencia del Cuerpo de Cristo: una celeste, con el Padre, otra en la Iglesia, y el Cuerpo místico, la Eucaristía. Y los tres están en relación: la Eucaristía es el Cuerpo de Cristo, no el celeste; la reducción de la Eucaristía a objeto o cosa, lleva a que unamos directamente la Eucaristía al sacramento, sin tener en cuenta a la comunidad.
2.- La Eucaristía es una acción, una celebración de la comunidad. Frente a la Eucaristía convertida en objeto o cosa, la eucaristía es dialécticamente, una acción. Celebrar consiste en hacer la celebración. No es un simple hacer algo para conseguir un objeto, no es un paso previo para alcanzar una meta sino que consiste precisamente en celebrarla. La comunidad es pueblo santo congregado. La celebración en solitario de la Eucaristía es legítima, pero en realidad, la celebración necesita a la comunidad, porque sacramento es celebración de la Iglesia, que es el sacramento fundamental. La Eucaristía es celebración por la comunidad de lo que ella es.
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6 La Eucaristía, sacramento de comunión El problema grave que tiene la Eucaristía es que hemos configurado su celebración en “asamblea” porque desde el punto de vista social los núcleos comunitarios en una realidad de cristiandad se suponía que existían. Grupo comunitario significa relación fraterna con el otro. La comunidad humana era la comunidad cristiana y desde la comunidad humana se accedía a la Asamblea. Pero en lo urbano, la comunidad humana ha desaparecido y tenemos Asambleas sin comunidades y ... están vacías. Es urgente recuperar los núcleos comunitarios y construir a la Iglesia en comunidad, para que las comunidades se reúnan en Asamblea, que es la comunidad de comunidades. Pero la verdadera Asamblea es la comunitaria y la concentración es la reunión de Asambleas comunitarias. Los niveles de expresión comunitaria en cada uno de estos núcleos son diferentes. Puesto que los modos de relacionarse a cada nivel son distintos, la celebración debe de ser distinta, no unitaria. Sin grupo comunitario, la Asamblea celebra sin experiencia de comunión. El que es miembro de la comunidad, es ante todo, ciudadano, no solitario. Pero si se pertenece a una comunidad, se pertenece. Esto es, también comunión en el lenguaje, en las claves… Si no hay comunión en las claves, ¿puede haber comunión? No pertenecer a la Iglesia periféricamente sino concretamente. Comunión confrontada, habiendo acción de comunión. Sentarse juntos para hacer la acción de la comunidad: “lo que te importa del otro es lo que te importa de Dios”. No interesarse en el espíritu en general sino en el que se sienta conmigo en el banco. La Eucaristía consiste en celebrarla. “No se trata de que el sacramento se realice durante la celebración sino de que el sacramento es, esencialmente, celebración” (J, M. Castillo). En el sacramento acontece lo que queremos celebrar; por ejemplo, hacer la acción de la proclamación en acto de amor, donde se expresa el amor y la donación de Cristo a la Iglesia y de la Iglesia a Cristo, es el sacramento del matrimonio. Con respecto a la reconciliación lo mismo, hacer lo que se va a celebrar, reconciliación con la comunidad, con la Iglesia, con los otros. Hacer de manera intensa lo que se quiere hacer, es celebrar. Así toma cuerpo el sacramento. El sacramento se celebra haciéndolo. En la celebración eucarística, el mismo ejercicio del amor fraternal es la acción por la cual nos amamos unos a otros, desde la fuente del amor que es Cristo entregado. Celebrar la comunión es hacer la comunión. La Eucaristía es la puesta en acción, de diversas maneras, de la intercomunión y el compartir con Jesús y con los hermanos. La celebración de la Eucaristía es acción intensa y proceso comunitario de la realidad que somos, desde el principio, hasta que la comunidad se dispersa. Todo es acción de comunión, mediante la cual sale a flote la realidad de la comunión. La celebración de la Eucaristía no consiste ni en el pan ni en el vino sino en hacer esta unión de la comunión de manera sensible, que es alrededor de una mesa, con el pan y el vino; pero sin comunión, aunque haya pan y vino no hay Eucaristía. Por lo tanto, la Eucaristía no es rito por un lado y vida por otro. La existencia en ejercicio de la comunidad como comunión es acción eucarística, a partir de la fuente de la comunión que es Cristo entregado. Va surgiendo a lo largo de la acción de la comunidad que es el compartir. Esto hace que la Eucaristía edifique en la comunidad: pensar una cosa es importante; expresar lo que se piensa es más intenso, queda grabado en el interior. En la tradición cristiana se ha llamado a la Eucaristía “acción”, “el hacer”, “estar haciendo”. Y a partir del Vaticano II se tiene conciencia de que la Eucaristía es acción de la comunidad (SC 7; Misal romano cap 1, 1 y 5). La acción de comunión es comunión; es realidad dinámica y quien acude a ella tendrá que hacer la acción de la unidad. Pero no es una acción cualquiera sino singular; no un acto rutinario sino al contrario, saliendo de lo rutinario, de la cotidianeidad, para ir a la singularidad. Celebrar viene de “céleber ”, concurrido, poblado, frente a lo que no destaca, frente a lo no significativo. Celebérrima significa abundante, esclarecido, famoso, singularizado. es apresurar, acelerar, acción intensa, fuerte, ensalzar, encomiar, aplaudir, alabar, dar esplendor, lustre o fama, hacer notorio. Así acontece en la vida humana; hay veces en que hay excepcionalidad en el tiempo, vivido intensamente, en un espacio transformado. La transformación puede ser el vestido, la relación , los gestos, etc. La tradición siempre ha denominado “actio” a la celebración de la Eucaristía y el Vaticano II se expresa en los mismos términos: Célebro
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La eucaristía, sacramento de comunión 7 “las acciones litúrgicas no son acciones privadas sino celebraciones de la Iglesia, que es “sacramento de unidad”, es decir, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos” (S.C. 26). “Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente a su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica... en el sacrificio de la misa ... en los sacramentos ... en su palabra. En ella, (acción litúrgica), los signos sensibles significan y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre... En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia...” (S. 7). Podríamos dar pues una definición más acabada de Celebración diciendo que es una acción singular e intencionada en la que una comunidad o grupo humano destaca expresivamente y en ambiente de fiesta, ciertos aspectos fundamentales de la vida del hombre. La singularidad de una celebración consiste pues en dos aspectos: intención y expresión. Se celebra cuando personas o grupos miran directamente a poner de relieve lo que quieren celebrar, concentrando toda la atención en lo que les importa; la misma comunidad puede reunirse con distintas intenciones. Singularidad es intentar conectar con la raíz de la vida, con el núcleo de la comunidad. Se celebra lo que importa. Por ejemplo, la Vigilia Pascual tienen de distinto a los otros días la intención; somos nosotros los que nos reunimos intencionadamente, recordando la muerte y Resurrección de Jesús y participamos en su misterio. En cualquier nivel humano esto es fundamental. La intención apunta al sentido, a la fuente de la vida; en la Eucaristía el sentido está en el compartir, en la fraternidad, en el amor. El discípulo vive esto en lo cotidiano; cuando se quiere vivir con intensidad, se tiene que buscar una expresión extraordinaria. Celebrar es lo no cotidiano, lo singular. Mientras que la comunión se vive en la vida diaria, la celebración debe de ser un acontecimiento, algo extraordinario. Cuando la celebración es cotidianeidad, rutina, el sacramento pierde su calidad de símbolo. La celebración es acción de la comunidad, sobre todo en la Eucaristía. Es necesario decirlo, porque de hecho, se da la preponderancia de los ministros ordenados. Esto tiene su origen en la reacción contra la Reforma protestante; pero lo malo es que para mucha gente, la Eucaristía sigue siendo la acción del ministro que la distribuye a la comunidad. En la eclesiología del Vat II se dice que el sujeto de la acción litúrgica en la Iglesia es toda la comunidad cristiana, también los ministros en cuanto que son miembros de la comunidad (Congar, La Liturgia después del Vat. II). Es en la comunidad donde ser realiza la acción de Cristo: “Toda celebración verdadera comienza y consiste en una reunión” (L. Maldonado) La celebración consiste en congregarse en la comunión y hacer la acción de la comunión. Los fieles reunidos son el sacramento de la fiesta (Comentario a Gál 2,4: la alegría viene del hecho de reunirnos y de vernos de nuevo los rostros; cfr. SC 26 y LG 11). La esencia de la celebración es la reunión: la misma reunión influye en nosotros, en nuestro deseo de reunirnos. Los sacramentos son acciones de la Iglesia congregada. Existe en la Iglesia porque ella es un sacramento tan grande, que necesita manifestarlo en los sacramentos de la comunidad. El sujeto de la acción es todo el Cuerpo (SC 7 y 14) Celebrar es un verbo de acción y exige realizar lo que expresa. Celebran los que celebran y en la conciencia de la Iglesia, si sólo celebra el sacerdote, sólo celebra el sacerdote. Si surge una conciencia de que es la comunidad quien celebra, es la comunidad quien celebra, aunque esto no quiere decir que la comunidad haga lo mismo que el sacerdote. Cada uno en su función, pero el problema está en saber lo que hay en la conciencia. Celebrar es opuesto a asistir o a ser celebrado. O participo activamente o no celebro. Nadie puede hacer por mí la acción de comunión. Incluso cuando la Iglesia celebra por los difuntos, hace acción de comunión con los que han vivido en comunión y que siguen en comunión con nosotros. Si no hubiera comunidad habría que preguntarse qué es lo que se celebra y cómo. Si hay comunidad, se puede celebrar, aunque no haya ministro, puesto que hay muy distintas maneras y niveles de celebración. Hay que ser comunidad en comunión. La Eucaristía es esa comunión de la comunidad. Está dentro de la comunidad y ésta la saca a flote con su acción. Para ello es necesario una vida solidaria, una fraternidad contrastada en la realización de la comunidad unidad. Pero al mismo tiempo no hay celebración sin expresión. Cuanto más profundo es el sentido y más queremos vivirlo, hay que hacer un esfuerzo más grande por expresarlo, porque no se puede vivir algo sin expresarlo. Si la Muerte y Resurrección de Cristo le interesa mucho a la Iglesia, le da una expresión singular. Cuanto más importante es algo, más singular es la expresión. La Eucaristía es la expresión de las
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8 La Eucaristía, sacramento de comunión expresiones porque es la expresión del amor-comunión de la comunidad, cuya fuente es Jesús entregado. Así nace la acción eucarística.
II - REINTEGRAR LA REALIDAD SIMBÓLICA EN LA COMPRENSIÓN DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
1.- Introducción. La Eucaristía es un sacramento y tiene de común con todos los sacramentos ser “símbolo de una cosa sagrada y forma visible de la gracia invisible “(Pablo VI, “Eucaristicum Mysterium”, 4). Es necesario pues, redescubrir la realidad sacramental (dimensión simbólica) de la Eucaristía, para no caer en el “ fisicismo”.. Ante la realidad, uno se puede plantear de diferentes maneras: Se la puede mirar como realidad física, química, material, etc. Será una realidad que se puede analizar, manipular, y transformar, destruir, hacer experimentos sobre ella, observar sus leyes, sus variantes, y llegar a tener un conocimiento abstracto de esa realidad. Este tipo de conocimiento tiene a su servicio un lenguaje: el discurso, que describirá esta realidad, y que nos informará sobre la misma. En todo esto hay un cierto contacto con la realidad. Pero hay otra manera de acercarnos a lo real: intentar acercarse a la totalidad de esa realidad. Por ejemplo, en un árbol que florece, la botánica nos dará una cierta información, pero también se puede percibir en él el movimiento del cosmos, las energía vital, suscitar en nosotros lo que es la vivificación, la fecundidad, el florecer, la esperanza, la oportunidad del ser humano, el futuro... Esta segunda manera de conocer es simbólica, y al entrar en ella, se entra en una experiencia, en la captación de un mundo que es real, pero de otro orden: la realidad del sentimiento, de la experiencia, de la evocación, incluso de Dios mismo, como fuente de energía que convoca a celebrar la Pascua, fiesta de la regeneración total. Esto no se confunde con las cosas reales porque hay distintos niveles de captación de la realidad.
2- Signo y símbolo.
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El signo.
El signo es una realidad sensible que reenvía de un modo unívoco a una realidad de mayor entidad, que está fuera de él, a la que de algún modo sustituye. El signo es convencional, arbitrario; se elige para ejercer la función de advertir, de avisar. Hay una unión absoluta entre significante y significado. Es una economía del lenguaje, que nos advierte de una realidad fuera del signo. Por ejemplo, si vemos una señal de tránsito decimos que es un signo, como una curva a tantos metros de distancia, fuera de ese lugar y en cierta dirección. Sustituye y nos remite a una curva, pero no es la curva.
El símbolo.
El símbolo es un signo pero no todo signo es simbólico; conviene distinguir entre ambos. La palabra símbolo viene del griego symbálo, symbálein, juntar, hacer coincidir, lanzar juntamente con... Es una acción de reunir dos partes que forman un todo. Una de estas partes es un elemento perceptible por los sentidos, de orden material y la otra parte es un elemento imperceptible, de distinto orden. La realidad oculta se nos revela en la realidad material, sensible, con la que forma un todo. En la realidad sensible se hace presente, se entra en contacto con la realidad oculta, latente, pero real. El símbolo es algo real, no un contrapunto de la realidad, no es opuesto a ella; tampoco es una metáfora, una fantasía, sueño o fábula. El símbolo es una realidad dinámica. Hay distintos niveles de realidad además del nivel físico (“Lo esencial es invisible para los ojos...” (Saint-Exupery, en El principito). El nivel simbólico ha sufrido gran deterioro por el predominio de la mentalidad objetiva y científica. Sin embargo, el lenguaje del símbolo tiene su consistencia real, no traducible a lenguaje abstracto, lógico, analítico o discursivo. En el símbolo se da una doble perspectiva de unidad y bipolaridad. Si no hay unidad, la realidad sensible queda vacía de la realidad oculta y el símbolo pasa a ser un simple signo o señal. Las dos realidades, oculta y sensible, están unidas, pero no hay que confundirlas. Así, el símbolo, con su elemento sensible, nos remite - por unidad - a la realidad oculta pero real. Pero también se da una bipolaridad que hay que respetar, no arrebatándole el significado al símbolo, pues también quedaría reducido a señal. Tampoco reduciendo la realidad oculta con el elemento sensible, o viceversa, pues se destruiría el símbolo. Toda la realidad que aparece en la Eucaristía flores, vino, colores, vidrieras, etc., quieren hacernos captar la realiza simbólica contenida en ella. Las relaciones y las realidades más profundas de la existencia se conocen simbólicamente, porque lo más importante de la vida es lo simbólico. El amor, núcleo de la existencia, es invisible y aparece sólo simbólicamente en la s realidades visibles. Cuando se entra en el mundo de lo simbólico, existe una experiencia directa ( el partir el pan es la comunión) , no abstracta, invisible, pero real. Cuando se comparte la experiencia de Jesús presente entregado, Jesús está presente; no hay por un lado Jesús y por otro compartir. Aquí entra el mensaje simbólico. A nadie se le puede explicar lo que es la comunión, sino que hay que vivirla. En la realidad sensible es donde pueden irrumpir las realidades invisibles. Eso es el símbolo. En la Eucaristía, más de una vez, por afirmar la presencia se ha negado la realidad simbólica significante y por afirmar la realidad sensible, se ha puesto en peligro la presencia. Tanto si se confunden como si se separan - la realidad sensible y la oculta -, se destruye el símbolo
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La Eucaristía, sacramento de comunión 10 También el misterio de Cristo es unidad y bipolaridad: Jesús es hombre y Dios encarnado y es el símbolo fundamental de nuestra fe; como realidad sensible es Jesús, el hijo de María, pero también está presente en él la donación de dios; ambas, indisolublemente unidas, aunque no confundidas. “En el seno del símbolo hay una relación intrínseca entre la parte significativa del símbolo y su significado” (E. Fromm). “El símbolo no es ni el elemento significante ni el significado. El símbolo consiste en el nexo que se da en entre el representante ( la realidad sensible) y lo representado ( realidad oculta “(A.Vergote). El símbolo tiene una gravidez, está preñado, lleno de la realidad que significa y al mismo tiempo posee una relacionalidad ( remite a algo (Tillich) Lo oculto está presente en la realidad sensible que lo transparenta. El símbolo lleva vida dentro.. Entre la inmanencia y la trascendencia hay otra categoría que es la transparencia que acoge a ambas (L. Boff). Aclaremos lo expuesto con algunos ejemplos: Cuando compartimos algo de lo que necesitamos para vivir, con quien lo necesita más que nosotros hay una realidad oculta: (amor, fraternidad, entrega amor...) que está presente en la realidad sensible: ( entrega material), formando con ella un todo indivisible . • Cuando nos reunimos los amigos para celebrar la amistad, hay una realidad oculta( amistad, confianza, actitud de que “todo lo mío es tuyo”, de “sé que me darás si lo necesito..) que está presente en la realidad sensible ( comer juntos, ofrecerse/ pedirse mutuamente comida y bebida) formando con ella un todo inseparable . • Cuando dos personas se quieren, se intercambian regalos, caricias o besos.... hay una realidad oculta/ amor, deseo de que algo de mí vaya siempre con el otro, deseo de compenetración espiritual-física...) que está presente en la realidad sensible (flor, anillo, amuleto, foto, contacto corporal...) formando con ella un todo inseparable. •
En ninguno de estos casos es necesario sacar del plato o de la flor la “ sustancia” respectiva para meter la “sustancia amistad” o la “sustancia amor”. A pesar de todo lo dicho, el símbolo no se puede expresar, ni se puede entender, simplemente se vive, y cuando se vive, se puede sugerir de forma más o menos vacilante. El símbolo supone una experiencia vital. Y tales experiencias ni se explican, ni se entienden; si acaso, se intuyen, se balbucean. Está en el plano de la significación, no en el de la explicación. A los sacramentos no se les explica sino que se inicia a ellos. La significación no se descubre por la vía del análisis, sino por un dejarse embargar por la realidad, que comunica una realidad invisible a través de una realidad significativa. Hay que recuperar la realidad del símbolo. Lo simbólico, para no pocos, es opuesto a lo real, corresponde a la fantasía o al sueño mientras que lo real pertenece al mundo físico. Sin embargo, hay que llegar a reconocer que la realidad simbólica es realidad auténtica, porque si el símbolo está vacío, no es símbolo. Así, pues, los simbólico es real, aunque de otro orden que el de la realidad física. Esto significa que hay realidades profundas y verdaderas más allá de las realidades físicas, y se entra en contacto con ellas a través del símbolo. En la vida cotidiana estamos constantemente realizando símbolos, porque somos humanos y esto está en la naturaleza constitutiva de la humanidad.
3 - Ante la pérdida de la dimensión simbólica. El símbolo expresa las realidades fundamentales de la existencia y está enraizado en la realidad misma. Al hablar de la acción simbólica en la Eucaristía, no se niega su realidad ni la presencia real. Por desgracia, en la cultura teológica, ha sido un lenguaje olvidado, a pesar de que es el medio de conocimiento más importante que tiene el hombre y el medio de comunicación más rico que puede haber entre nosotros. El hombre de hoy lo ha desterrado de la cultura, pero desde Freud, uno de los medios más serios de enfrentarnos con los conflictos humanos, es la interpretacón de los sueños, símbolos del subconsciente.
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La eucaristía, sacramento de comunión 11 El hecho fue que en el siglo IX , cuando se pasó del platonismo al aristotelismo, nació una cultura sensualista, basada en la idea el discurso, el análisis, la reflexión, el pensamiento. Y el símbolo pierde su calidad de realidad que tiene dentro. La ruptura fue tan grave que los sacramentos se convirtieron en signos, hasta el punto de que la escolástica tuvo que inventar una dinámica sacramental nueva, para salvaguardar la realidad de la Eucaristía y la presencia real, diciendo que es presencia física de Jesús. En el siglo XI surge la primera herejía eucarística: Berengario dijo que Jesús estaba en la Eucaristía simbólicamente pero no en realidad En la pérdida del símbolo influyó también la reforma pues Lutero afirmaba la eucaristía sólo como símbolo y como se había perdido el sentido de presencia simbólica, la Iglesia reaccionó insistiendo en la presencia real de Jesús, como una realidad generalmente física, independientemente de lo sacramental. Ahora, que gracias a la Fenomenología de la Religión, la Filosofía de la Religión, la Antropología y las Artes estamos asistiendo al renacimiento del lenguaje simbólico, podemos también recuperar la realidad del símbolo, que es el mejor medio de comunicar o que sensiblemente puede ser comunicado. Cuando se pierde al dimensión del símbolo, los sacramentos se convierten en signos; y se origina un grave problema: la realidad del sacramento se ve como algo fuera del signo pero la experiencia cristiana es que en el sacramento vivimos la salvación; por lo tanto, se hace necesario ( así lo hizo la escolástica), hablar de “institución” de los sacramentos. Durante siglos, ala teología ha estado polarizada por la presencia de Cristo en la Eucaristía, que marginalizó la noción de símbolo, Sin embargo, la Eucaristía es sacramento gracias a la comunión fraterna y al compartir el pan y el vino. 4 - La Eucaristía, signo simbólico. La Eucaristía, como todo sacramento, es portadora de una realidad invisible en una realidad material. La realidad invisible se hace presente gracias a los símbolos eucarísticos y la presencia real aparece a través de la realidad del símbolo. Para que un signo, al que percibimos vacío de contenido por haber perdido la categoría de símbolo, sea capaz de significar lo que está fuera de él, hay que recurrir a la humanidad de Cristo, unida al Verbo de Dios, autor de la gracia, y hacerle que “instituya” los sacramentos, dándole al signo un sentido salvífico concreto. Los sacramentos se redujeron a signos porque se perdió la experiencia y el concepto de símbolo, Entonces, para que siguieran viviendo los sacramentos, vaciados de contenido, hubo que aplicarles una serie de sistemas y categorías filosóficas. En el caso de La Eucaristía, perdida su dimensión simbólica, el pan y el vino quedan reducidos a meros signos, independientemente de la presencia de Jesús, que percibimos como algo fuera de ellos. y así, para que desde la realidad del pan y vino, reducidos a signos vacíos, podamos acceder a la presencia de Jesús entregado a nosotros - experiencia que desde los primeros tiempos vivió la comunidad cristiana - hay que recurrir a la “transubstanciación”, que requiere vaciar los signos de su sustancia, haciendo permanecer los accidentes, y llenar los accidentes de pan y vino con lo que estaba fuera; la presencia sustancial de Jesús. Una interpretación desde el símbolo evita “milagros” innecesarios: cuando los hermanos, en torno a una mesa, comparten el Amor desde la fuente del amor que es Jesús, entregado en la misma realidad material del símbolo ( compartir, mesa, comida, bebida), está presente la realidad simbolizada. Y así como en Cristo hay una realidad dinámica: En Jesús de Nazaret está presente la realidad invisible de Dios, en nuestro acontecimiento simbólico (el núcleo de nosotros mismos y nuestra apariencia lo externo -), hay una movimiento de la realidad visible a la invisible y un movimiento en el que el núcleo invisible se exterioriza en el acontecimiento humano. La fraternidad compartida, comunión de vida, Cristo, en el mismo compartir está presente la realidad compartida formando un todo. Si me reúno para hacer la comunión, en esa comunión misma está Cristo entregado y compartido, En el mismo compartir. Los sacramentos son algo que se vive, se intensifican viviéndolos con intención ( vivir la realidad de la comunión) y singularidad (de la acción). En la acción misma, excepcional, surge la vida misma. Así, la fe acaba el ciclo de la vivencia humana. Lo único que hay en el sacramento que no es nuestro, es la experiencia de la gratuidad de la salvación. Todo lo demás es organigrama humano. El dinamismo sacramental es humano, a menos que se tenga la experiencia de la gracia, que es la salvación de Dios en la vida del hombre.
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La Eucaristía, sacramento de comunión 12 La consagración es clave sacral. En el pan y en el vino nos encontramos con la realidad presente de Cristo y de los hermanos. Si no hay comunión con los hermanos no hay Eucaristía. La Eucaristía de Jesucristo es: Cristo que se nos entrega, nosotros nos entregamos a El, esto es, nos entregamos a los demás (cf. 1 Cor 13). La Eucaristía es una acción singular simbólica de comunión en tres niveles simultáneos: con Dios, Con Jesús y entre nosotros.
III - LA EUCARISTIA, GENERO LITERARIO DE COMUNION
1 - La bendición. Desde los tiempos más remotos y en las más diversas religiones, advertimos la creencia en el hecho de que ciertos Seres (la divinidad, sus representantes, personas, animales, lugares u objetos) son capaces de transmitir el bien o el mal. Una fuerza vital, benéfica o maléfica, brota de estos seres y pasa a otros por contacto o a través de ciertas fórmulas, a veces acompañadas de gestos o acciones como la imposición de manos, la unción, etc. Tanto las fórmulas como las acciones se consideran sagradas y, por lo tanto, cúlticas. Las fórmulas y/o acciones transmisoras de bien constituyen la bendición y las que transmiten el mal, la maldición. En los estadios más primitivos fueron fórmulas y acciones mágicas, consideradas eficaces por sí mismas. Puesto el rito, consideraban que el efecto se producía de modo automático, inmediato. Por eso la bendición se tenía por irrevocable (cf. la bendición de Isaac sobre Jacob, Gén 27, y la de Balaam sobre Israel, Núm. 22ss). El pueblo de Israel recibe esta herencia cultural de las viejas religiones y la purifica, la convierte en plegaria y la dirige a una divinidad personal. El pueblo hebreo, en expresión de Von Rad tiene una “ concepción sintética de la vida”. Concepción que brota de una actitud integradora que descubre la unidad de un movimiento cíclico desarrollado en un doble sentido: lo que nace en Dios, pasa por nosotros y a Dios vuelve. La bendición, - vida y paz - (Dios nos bendice) - procede de Dios y desciende hacia nosotros ( bendición descendente). Luego, nosotros se la devolvemos cuando reconocemos, por la alabanza, su procedencia divina: El es la fuente, El quien posee la plenitud de la vida, de la gracia, de la paz... por eso confesamos que Dios es bendito (Bendición ascendente). La escritura es pródiga en ejemplos que lo confirman: El hombre se convierte, se vuelve a Dios, porque Dios se ha convertido, se ha vuelto antes hacia el hombre. El hombre se acuerda de Dios y de su acción salvadora, porque Dios se ha acordado previamente del hombre. El hombre justo ama y elige a Dios, porque Dios le ha amado primero y le ha elegido. El hombre que pertenece al pueblo de Dios es santo, porque Dios es santo..
2 - El género literario de alabanza o bendición.
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La eucaristía, sacramento de comunión 13 Para expresar su experiencia de comunión, Israel empleaba un género literario llamado la Plegaria de Bendición. El AT para expresar la realidad de bendecir a Dios utilizaba la palabra berakah, que fue traducida al griego por eulogía o eucaristía como sinónimos y que ha dado origen en castellano a dos palabras diferentes, bendecir ( de eulogía) y dar gracias ( de eucaristía), con sus matices propios. En la Biblia la bendición surge como experiencia privilegiada del encuentro con Dios, de la fascinación (Otto) y de ahí el israelita exclama: ¡bendito! O ¡alabado!. En el AT esta experiencia va acompañada de una manifestación de un cierto temor filial ante la experiencia de lo sagrado: postración o inclinación, empequeñecimiento, mientras que en el cristiano la actitud es de amor y no de temor por lo que nuestra postura de alabanza es de pie, la postura de los hijos.) El clima es de gozo profundo y se enmarca en el contexto de fiesta. La bendición en el AT tiene una estructura muy simple: ante el encuentro con Dios en la fe, se produce la admiración humana, lo cual llena al ser humano de alegría, y el hombre prorrumpe, de cara a Dios, en gesto y bendición. En el AT y en la liturgia de Israel se ha desarrollado de forma especial la bendición ascendente. Entre los numerosos ejemplos que de ella aparecen en el AT: la bendición de Melquisedec( Gén 14,18-20), la de David (1 Sam 25, 32-34), la de Salomón al consagrar el templo ( 1 Re 8,156-17 y 56-63), elegimos otros dos muy característicos: En Gén 24, 12-14.26.27 cuando Abraham envía a su siervo a buscar novia para Isaac, aparecen los diversos elementos de esta estructura: Comienza por un gesto (El siervo se postró y adoró a Yahveh,) se produce una exclamación (¡Bendito seas!), se indica el nombre hacia quien se dirige (Yahveh Dios de mi señor Abraham) y se agrega el motivo ( porque no ha retirado el favor y lealtad para con mi Señor ) y se termina con una inclusión o confesión de fe ( pues efectivamente Yahveh me ha traído a la casa del hermano de mi Señor) - En el NT esta último se convierte en doxología -.
Ex 18,5-12 presenta una bendición más desarrollada. Después de la liberación de Egipto, Jetró, suegro de Moisés, sale a su encuentro y Moisés le cuenta lo que Dios ha hecho por el pueblo. Entonces Jetró se alegra y dice “Bendito seas”( exclamación) Yahveh (el nombre) “que os ha salvado de la mano de Egipto... que ha liberado al pueblo de la mano de los egipcios” ( el motivo) “ahora reconozco que Yahveh es más grande que todos los dioses” ( inclusión). “Después, Jetró tomó un holocausto y sacrificios para ofrecerlos a Dios; y Aarón y todos los ancianos de Israel vinieron a celebrar una comida con Jetró ..delante de Dios” ( Acción litúrgica). En este ejemplo la bendición va precedida de una larga narración de las obras de Dios (Moisés hace memoria de la acción liberadora de Dios) vislumbrándose ya una anámnesis (haggadah) y aparece un contexto cultual claramente, aunque aún no se alude a una bendición de mesa o alimentos. En el cambio cultural la exclamación y el nombre hacia quien va dirigida se amplían y la inclusión pasa a ser doxología como recapitulación de toda la alabanza.
3 - La plegaria de bendición de Jesús en la cena. En el NT, los evangelios ponen bendiciones muy escuetas de Jesús. Jn 11,41: Padre, te bendigo por haberme escuchado” o Mt 11,25-27 “Yo te bendigo Padre, Señor de cielo y tierra porque has ocultado estas cosas a ....sí Padre, tal ha sido tu beneplácito” ( inclusión). Lc 10,21: “ se llenó de gozo Jesús y
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La Eucaristía, sacramento de comunión 14 dijo...” (En esta ocación se incluye el clima). O en la multiplicación de los panes, Mc 6,4; Lc 9,15, Jn 6,11, Jn 11,42. ¿Qué formulario utilizó Jesús? No se sabe porque los que existen ahora son del siglo III, aunque se cree que pudieran provenir del siglo II. Jesús tuvo la libertad de transformar los formularios para expresar lo que vivía. Lo importante era el contenido de lo que Jesús decía cuando partía el pan. En resumen, la tradición va poniendo en boca de Jesús el comportamiento de cualquier judío piadoso. a) La cena quiddus judía . En las cenas judías en concreto sobre pan y copa, las bendiciones eran el centro de las comidas significativas en Israel, especialmente en la Cena Pascual. Se discute hoy si la Cena de Jesús con sus discípulos (la última cena) fue una cena pascual o una cena que los israelitas llamaban quiddus. Se realizaba en vísperas de grandes fiestas y en las que participaban de diez a veinte comensales; se bendecía una copa primero y se bendecía a Dios con ella. Luego se bendecía el pan “Bendito seas por el pan de la tierra prometida”; se partía y repartía, se comían los alimentos y al final se bendecía con la copa de alabanza “Bendito tú, que alumentas al mundo por tu bondad; te damos gracias por la alianza, la ley, la vida y la comida.” Los sinópticos la enmarcan como comida pascual pero en Juan, Jesús muere a la misma hora en que degollaban el cordero pascual, o sea, no habría podido celebrar la cena pascual en el momento tradicional; es un ejemplo más de que los relatos revelan no situaciones históricas sino que se inscriben cada uno en un contexto catequético distinto.
b)) Estructura de la cena pascual Contenía una introducción y tres partes y la dinámica de la cena se desarrollaba en torno a cuatro copas. ♦
fiesta:
Introducción:
- Se llena la primera copa y se hace un primer brindis - bendición, como ambientación de la Bendito seas, señor Dios nuestro, Tú nos has elegido entre todos los pueblos, nos has preparado con amor, días para nuestra alegría, nos concedes este día de fiesta y nos convocas hoy en asamblea santa para celebrar nuestra libertad. Bendito seas, señor, Dios nuestro, que nos has concedido la vida, nos has conservado hasta el presente y nos has hecho llegar a este momento.
- Se bebía la primera copa y se pasaba al salón donde se celebrará la fiesta y se lavan las manos (Jesús lava los pies) ♦
La primera parte: el haggadah o narración del significado de lo que se va a hacer .
- Se ponen sobre la mesa hierbas y pan . Se parte el pan ácimo y el presidente (el padre) se levanta y dice: Este es el pan de la aflicción que nuestros padres comieron en Egipto. El que tenga hambre, venga a comer con nosotros.
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La eucaristía, sacramento de comunión 15 El que esté necesitado, venga a celebrar la Pascua. (Este año aquí, el que viene en Israel. Este año esclavos, el que viene, libres.).
- Se llena la segunda copa. Los niños preguntan el significado de estas ceremonias y el padre inicia la explicación (Haggadah): - Se narra la historia del pueblo de Israel, su esclavitud y liberación de Egipto, el sentido del banquete de esa noche, del pan ácimo, de las hierbas, del cordero... sin que falte el Credo de Israel (Dt 26, 5-9) Este anuncio es actualizador: todo israelita debe vivir la pascua como si él, hoy, hubiera salido de Egipto. Todos tienen que sentirse liberados aquí y ahora, por la acción de Dios. - El padre de familia introduce el Dayenu: De cuántos beneficios y cuán grandes todos ellos debemos estar agradecidos al Señor!
- Y todos los enumeran o cantan. - Se bendice la segunda copa: Por eso es nuestro deber bendecir al Señor elogiarle, honrarle y aclamarle, engrandecerle, alabarle y adorarle. El fue quien realizó todos estos prodigios en nuestro padres y en nosotros: El nos pasó de la esclavitud a la libertad, de la sujeción a la redención, del dolor a la alegría, del luto a la fiesta, de las tinieblas a la luz esplendorosa. Cantemos, pues, en su presencia: Aleluyah, aleluyah...
- Se bebe la segunda copa mientras se comienza a cantar el Hallel (Sal 122 y 113, 1-6). ♦
Segunda parte: La Cena .
- El padre toma el pan, lo bendice y lo reparte. - Se toma el pan, se toman las hierbas mojadas con el jaroset ( salsa de mermelada, higos, dátiles, almendras...) y así comienza la Cena, en ambiente de gran fiesta junto con la comida del cordero. - Se interrumpe a voluntad con cantos y relatos en los que todos participan Si hay niños se tiene el Ejad mi Yodea. motivos:
- Se llena la tercera copa sobre la que se pronuncia unas bendición espontánea por estos cuatro Por la reunión familiar, por el banquete y por los alimentos. Por la Tierra prometida, por la convivencia pacífica y la prosperidad. Por Jerusalén, haciendo memoria del Mesías y pidiendo por el Pueblo. Por el retorno a Canaán. - Al final, el padre toma la copa y brinda, diciendo: Por eso levanto la copa de la salvación e invoco el nombre del Señor. ¡Bendito seas, Señor, Dios nuestro, que has creado el fruto de la vid.
- Se bebe la tercera copa. ♦
Tercera parte: El Hallel.
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- Se llena la cuarta copa. - El padre introduce el canto dirigiéndose a Yahveh:
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Señor nuestro, rey grande y santo, Dios del cielo y de la tierra, sea bendito para siempre tu nombre. Que sin cesar te tributen cantos y alabanzas, himnos y salmos.. .
- Se canta la segunda parte del Hallel: Sal 114, 115, 1-9.10-19; 116; 117. - El padre alza la cuarta copa y hace el brindis - bendición: Señor Dios, que te alaben todas tus obras, que todo el pueblo, la casa de Israel, te bendiga y te alabe, Bendito seas, Señor, Dios nuestro...
- Se entona, como respuesta, el sal 135) mientras se bebe la cuarta copa, y se termina con otra bendición final.
4 - Significado de la bendición. La liturgia cristiana tomó la estructura de la bendición judía para sus eucaristías: exclamación, el motivo ( desde la Didajé se parte desde la Creación, el pecado, el éxodo, se pasa por los profetas, el Hijo, su vida, la cena) y heredada de la bendición descendiente incluye una bendición a Dios ( epíclesis) para que siga salvando e introducen la anámnesis ( repetición del motivo) y una petición por la Iglesia, terminando con una doxología. Cada liturgia enfatizaba uno u otro de estos aspectos.. La bendición o alabanza es un género literario que expresa la comunión. Indudablemente, la Eucaristía es acción de comunión y a lo largo de la acción dinámica de la Eucaristía son muchos los gestos que celebran la acción de la comunidad: estar activamente juntos, un diálogo profundo y confiado, ejercicio de la fraternidad compartiendo vida y bienes, la unión en la misma plegaria y el canto, los gestos de amor eucarístico como el saludo, el darse la mano, abrazarse, etc., son signos de la única acción de la comunión que se celebra en la Eucaristía. Junto a estas acciones hay una que adquiere un gran relieve, que es la plegaria de bendición. Esta plegaria es género literario de oración con la que la comunidad expresa y celebra: la comunión con Dios la comunión con Cristo la comunión entre los que la celebran. Al decir que la plegaria de bendición es un género literario, estamos dando a entender que hay otros géneros literarios de oración. Oración es relación de amor con Dios, que se puede vivir según la situación y el sentimiento del hombre, con distintos matices: queja, lamento, improperio, interrogación, casi maldición... En la oración se expresa que todo viene de Dios, que todo se recibe de él, que se le ama vehementemente, etc. En el género literario de petición se sabe que lo único que Dios da es él mismo; así pues, a través de la petición expresamos que deseamos a Dios como don. La petición es muestra de confianza, de compromiso a realizar lo que Dios nos da. La oración de alabanza y bendición, expresa la faceta de la relación del amor del hombre con Dios. Es una expresión de la realidad existencial del hombre, con diversas manifestaciones. Al expresar la comunión por medio de la plegaria, estamos ejercitando el amor ( acción de comunión) y por lo tanto, estamos viviendo la comunión. No sólo entramos en comunión compartiendo el pan y el vino eucarístico, sino también en toda la plegaria eucarística de alabanza. Todo ello es una acción única que se va desarrollando in crescendo: estamos entrando en comunión. Por lo tanto, la plegaria eucarística no es el prefacio (previo), ni está cargada de poderes mágicos, sino que ella misma es ya comunión. Toda la celebración es ya comunión. Bendecir es un acto de amor puro de benevolencia hacia Dios. Indudablemente es más que dar gracias . A la eucaristía, como núcleo de la fe cristiana y de relación de amor con Dios, le corresponde la alabanza y la bendición.
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La eucaristía, sacramento de comunión 17 5 - Géneros literarios de acción de gracias y de bendición. Los LXX traducen la palabra hebrea berakah por eulogía o eucaristía. Mt 26,26 dice bendiciendo y Mc 14,22; Lc 22,16 y 1 Cor 11,16 usan ambos términos indistintamente al narrar la institución de la Eucaristía. Las palabras son sinónimas de la realidad de berakah, que corresponde más a bendición que a acción de gracias como traducimos nosotros eujaristía , lo cual no quiere decir que no haya sentimiento de gratitud, que es el matiz de acción de gracias, sino que indudablemente están pensando en términos de alabanza y bendición. En castellano hay una distinción neta y fundamental entre alabar - bendecir y dar gracias.
Agradecer es una acción que expresa un sentimiento que surge ante un bien o don que se ha recibido. Se mueve en torno al yo. Todo bien recibido provoca un deber de agradecimiento a la persona que lo ha hecho; trata de satisfacer una obligación moral de correspondencia. Una de las respuestas del creyente al salvador es la acción de gracias. Responde a ese matiz de la relación con Dios. Muchas plegarias eucarísticas representan este género literario: “ Es justo y necesario darte gracias ...” Pero no es la única expresión de la relación con Dios. La respuesta al amor de Dios es amor gratuito, nada de “ justo y necesario ””. Otra cosa es que dentro de la estructura del sentimiento humano se tenga agradecimiento; pero al amor benevolente de Dios se responde solamente con amor benevolente. La relación radical con Dios no es necesidad, ni deber, ni justicia, porque supera toda obligación y justicia. La eucaristía, donde se celebra lo nuclear de la relación con Dios, merecería moverse en otras coordenadas distintas a las de acción de gracias “ es nuestro deber y salvación...” Bendecir expresa un sentimiento mucho más rico y realiza una relación personal más desinteresada y olvidada de sí mismo y del propio beneficio recibido, para fijarse sólo en la persona a quien se alaba. Es buscar a Dios para detenerse en él, para cantar sus atributos, ensalzarle y adorarle, deteniéndose en la fuente del bien. Persigue ensalzar, engrandecer, honrar, homenajear a aquella realidad a la que se alaba; es el mismo significado de célebro - céleber. Un ejemplo claro lo tenemos en el tradicional Te Deum: “ a ti, oh Dios te alabamos, te reconocemos ... te venera la creación ...los ángeles te cantan sin cesar...”
La alabanza - bendición se recrea en la belleza y bondad del que origina el bien. No se gira en torno al interés propio (mirabilia Dei) sino que se entretiene en su autor ( Deus mirabilis ). Los salmos están llenos de este tipo de oración: 8, 40, 145, 150 , 34, 76, 35, 113, 48, 66, 97, 99 54, 100, 106, 107, 118, 136, 52, 104, . También Eclo 43, 27 y Rom 11,36 Existen plegarias estructuradas en el género literario de alabanza: en el misal romano y son las siguientes: IIIº dgo Adviento, 5º de Cuaresma, 1º, 3º, 4º, 5º de Pascua, domingo posterior a la Acnesión, y quince más que unen ambas dimensiones aunque el arranque es del tipo de “acción de gracias”:10º Dgo ordinario, Confirnación, Bautismo, IIIª Eucarística, IIª de Ordenaciones, Penitencia, IIª , IIIº y IVª de laVirgen, I Santos, Vírgenes, IVª de Difuntos, IVª plegaria eucarística...
5.1. La fe es un acto de amor puro a Dios La fe encuentra en la alabanza su más genuina y plena expresión. La eucaristía es el sacramento de la fe por excelencia: es aceptar como proyecto del hombre, a dios que se entrega por amor de benevolencia (buscar el bien del que se ama o de lo que se ama). Ese encuentro desencadena en el creyente un amor también de benevolencia a quien amamos y por ello es el culmen de la expresión de la fe. Como dice Boff: “sólo se puede tener la experiencia de Dios en lo gratuito, o sea, en la donación”. La fe siempre produce el éx-tasis, el salir de sí y, por lo tanto, la entrega. “La bendición es la forma más desinteresada y elevada de oración” (A. González). Un excelente ejemplo es el Gloria de la Misa: sólo tras unsa serie de múltiples alabanzas surge el “te damos gracias”.
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La Eucaristía, sacramento de comunión 18 La alabanza es el juego lingüístico del amor: Sal 45; Cantar 1, 1-4; 4, 1-7; 5, 10-16; son éstas últimas citas del Cantar, las más bellas páginas de toda la liteartura universal sobre el amor. “... vámonos a gozar de tu hermosura...” En el fondo, el amor no quiere sino el bien o la alabanza hacia el otro, o gozarse en su hermosura. En la eucaristía es acción de comunión. Y la visión beatífica es la plenitud del hombre, o sea, la alabanza. Como a Dios no lo conocemos en sí mismo sino a través de sus obras, para bendecirlo no tenemos más renedio que narrar sus huellas entre nosotros y todo lo que ha hechio por nosotros y en nosotros. Por eso surge tan espontáneamente la acción de gracias. Por eso toda bendición como género literario entraña una memoria: la narración del motivo o la causa por la que nosotros hemos descubierto a Dios: “ te alabamos por”. Eclo 17, 8-10; Sal 105, 2; 97, 6-8; Rom1, 20-21. Así, la plegaria de bendición se convierte en el Evangelio más pleno, en el más puro Credo y en la más plena eujaristía, peldaños para subir contemplando a Dios No es un discurso aséptico ni en el mismo tono que otra oración; es conversación entre dos realidades que se quieren entrañablemente y que se narran uno al otro comunicándose los elementos en los que se trasluce ese amor y que son en ese miso momento también acción de amor. Al ser amor obviamente debe moverse en un hálito poético (Sal 147, Sal 104). Una plegaría eucarística no deberia ser una “homilía rezada” 5.2. La plegaria de alabanza, acto de comunión con Cristo. Proclamar quién es Dios sólo se puede hacer proclamando la huella de Dios en la historia, que en Cristo es transparencia plena ( 2 Cor 4, 5-6; Col 1, 15-20; 2,9; Jn 6,27; 1,14). Alabarlo es alabar al Padre (Jn 10,30) pues ambos están unidos ( Jn 8,19) y Jesús se convierte en el camino para entrar en comunión con el Padre (Jn 14, 6-7). Honrar al Hijo es honrar al Padre; en la alabanza se alaba la misma realidad de Jesús, rostro, huella, imagen del Padre. En sus obras y vida Jn 5 lo acredita como el enviado; por esas huellas subimos hasta quien lo ha enviado. Por lo tano, somos invitados a narrar las obras de Jesús. Entrando en comunión con él, llegamos al culmen de lo que Jesús es. En la narración de la institución de la eucaristía vivió Jesús antes de la cruz, lo que era: cuerpo entregado. Por lo tanto, la narración de la Cena en la Eucaristía no es para consagrar sino para bendecir a Dios, conlo cual entramos en más explícita comunión con Jesús y con el Padre. Motivo culmen de esa comunión es la narración de la cena pero no es para pronunciar palabras mágicas sino que es el culmen, la expresión de la comunión, un elemento más de la plegaria de alabanza La contemplación del Crucificado hace brotar la alabanza a Dios pues se revela Su misericordia (Ef 1, 3-6). La bendición a Dios por Jesús en la plegaria de alanbanza es acción de comunión profunda con Jesús (Rom 15,17; 1 Jn 4).
5.3. La plegaria eucarística es comunión entre nosotros. Si así no fuera no sería expresión de eucaristía cristiana. El género literario de la oración de alabanza, exige, como todo género literario de oración, un público, una relación y comunicación; no es un monólogo y por eso comienza por un diálogo (“Bendigamos al Señor...”) Esto entraña con la comunión eucarística fraternal. La plegaria de alabanza realizada ante los demás, es un acto de comunión fraternal pues supone el ejercicio de la confianza mutua y el encuentro personal: compartir con los demás la relación de amor con Dios y con Cristo; se hace ofrenda a los otros de la propia interioridad; además, la comunidad es también huella del Dios a quien pretendemos bendecir: Bendecimos a Dios por nosotros, y al mismo tiempo estamos ejercitando el amor mutuo, pues supone el reconocernos como huella de Dios en un género literario de alabanza que es el género literario del amor ( 2 Cor 3,18: “llevamos la Gloria de Dios en nuestro rostro...”). Alabarnos como huella de Dios es amarnos; es acto de comunión. “Quien ama a Dios ame también a su hermano” La fraternidad cristiana si es verdadera es como una rampa para llegar a la comunión con Dios. Deberíamos ser capaces de exclamar: ¡Bendito seas! La comunión no es pues el puro hecho de recibir una hostia consagrada: Rom 1,8: “Alabo a Dios por todos vosotros...” 2 Cor 5,12; 1,11; El propio Pablo se propone como motivo de alabanza a Dios. (2 Cor 7,4): “estoy orgulloso por vosotros” (Ef 1,13-14).
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La eucaristía, sacramento de comunión 19 Además le alabamos en nosotros y donde nosotros estamos, en el acontecer de nuestra historia, interpretando su significado como huellas de Dios. En la plegaria eucarística también entramos en comunión con la historia de antes y con el futuro hacia donde vamos y con lo que hoy Dios está haciendo en nuestra propia historia; el problema es que tomar esa historia presente en serio es entrar en un volcán, como María en el Magnificat (que está en presente de indicativo), no refugiándose en el puro pasado. También entran en la plegaria eucarística todas las criaturas y el cosmos por ser también huella de Dios; al alabarlos estamos estimándolos como obra de Dios; es también una forma de expresar el amor a nosotros mismos que somos igualmente creación. Es pues la eucaristía, más comunión que salvación, debe ser más un compartir que un intimismo personal con Dios. Además las criaturas alcanzan su expresión en la palabra del hombre ya que el lenguaje de ellas es más limitado. Además, la oración de comunión edifica en la propia comunión, se está haciendo comunión en tal persona, o sea, se está “recibiendo comunión”. La bendición no se agota en el que alaba sino que busca producir eco y por eso produce la actitud de alabanza, es decir, es contagiosa.
III - LOS RELATOS DE LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA 1.- Anotaciones a los cuatro relatos. 1.1. Introducción.
En primer lugar hay que decir que los relatos que nos la han transmitido no son una crónica histórica ni las “actas” de la Última Cena. A aquellos hombres no les preocupó nunca escribir los “anales” sino transmitir su experiencia de fe. Muchos exégetas dicen que tienen toda la garantía de ser totalmente históricos, es decir, tendríamos una aproximación al Jesús histórico. Son cuatro los textos directos que hablan sobre la institución de la Eucaristía a los cuales se pueden agregar dos más, indirectos; pero tradicionalmente se toman como “relatos” los siguientes: 1 Cor 11, 23- 25 . Lc 22, 7-28. Mc 14, 12-26 . Mt 26, 17-30 . Junto a ellos está 1 Cor 11, y el de Jn 6,51 que muchos toman por la forma más antigua, y una referencia en Heb 9,20 al cáliz como posibles atisbos de la tradición. Tradicionalmente se habla de dos fuentes principales, la paulina y la petrina. 1.2.- Carácter literario de los textos:
La Cena como relato anduvo originalmente suelto, muy pronto, como tradición y escrito, así como sucedió con los relatos de la Pasión. Posteriormente se unieron ambos así como los anuncios de la traición, la negación de Pedro, etc.
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La Eucaristía, sacramento de comunión 20 Su estructura literaria se ve que no encaja con lo previo ni con lo posterior como conocemos ahora sus diversos encuadres en los sinópticos y en Pablo. Por otra parte, se nota que son textos litúrgicos , una especie de guión para la praxis eucarística de la comunidad; por su contenido y finalidad y su forma literaria tiende por lo mismo a paralelismos y a una concisión, como un cliché para indicar el comportamiento del buen desarrollo de la celebración eucarística de la comunidad. Dicho paralelismo es tan notorio que en Lc y 1 Cor se habla de cuerpo - copa y en Mt y Mc de cuerpo - sangre.
1.3.- Antigüedad de los relatos.
Acerca de este tema se han intentado establecer diversos criterios para determinarla. Entre ellos: Según los semitismos empleados en su redacción. Pero eso dependía de quiénes eran los destinatarios de dicho texto. Si un relato tardío se dirige a un grupo de mentalidad judía empleará más expresiones semíticas, a pesar de ser posterior, que otro más antiguo, destinado a otro público no judío. Otros dicen que la antigüedad estaría marcada por el hecho de que los textos incluyan o no el mandato de repetir el gesto, lo cual tampoco es decisorio, pues, como dice Benoit, una realidad que se vive habitualmente, no se recomienda que se haga; se exhorta a realizar la costumbre que se quiere implantar y arraigar en el seno de una comunidad. Pablo incluye el mandato de repetir después del pan y la copa; Lucas, sólo después del pan y Mt y Mc no incluyen este mandato. Una tercera interpretación está de parte de aquel texto que conserve mejor la cena en su estructura o desarrollo: partir y repartir el pan, la comida, la copa de bendición. En ese sentido, Lc y Cor tienen esta disposición, pero en Mc y Mt desaparece la comida, lo cual indicaría que es posterior la versión de Mt-Mc pues estaría indicando que al exponerse la comida a muchos abusos, al hecho de que las comidas implicaban la hospitalidad y que estaba vetada a los no creyentes, Mt-Mc estarían indicando una fecha más tardía. Finalmente otros apuestan para la mayor antigüedad por los textos que tengan menos fórmulas simétricas, indicando como más nuevo el texto más simétrico y conciso por lo fácil de retener, en el fondo, más elaborado. De nuevo Lc y Cor son menos simétricos. Con todos estos antecedentes parece que los textos más antiguos son los que han cristalizado en la fuente paulina (Cor - Lc ) frente a los de la fuente petrina (Mt -Mc), reflejando los primeros la fórmula litúrgica de Antioquía y los segundos la de la primera comunidad de Jerusalén. Recordemos por otra parte, que a los sinópticos les interesa en su catequesis, indicar que la Cena de Jesús es la nueva Pascua que libera al pueblo, sacándolo - en un nuevo éxodo - hacia la nueva alianza, por lo cual ponen la Cena en un contexto pascual, mientras que para Juan la Muerte de Jesús es la muerte del nuevo cordero pascual por cuya sangre Dios libera al pueblo y hace que celebre la nueva pascua.. Acerca de la fecha, podemos decir pues, que aunque los evangelios fueron escritos entre los años 50 y 90, utilizaron materiales y tradiciones que circulaban con anterioridad en las comunidades cristianas. Pablo escribe 1 Cor por el año 55 y les recuerda a los cristianos de esa comunidad lo que ya les transmitió en su primer viaje (50 - 51), y que a su vez, él había recibido...¿ cuándo? Probablemente durante su primer viaje a Jerusalén (36 - 38) o cuando llegó a Antioquía (40) o el 49, en Corinto. No es posible precisar mucho más pero es ya bastante alentador el poder constatar que menos de diez años después de la muerte de Jesús estaba ya fijado el memorial de la Ultima Cena del Señor.
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1.4.- Más importante, sin embargo, es qué reflejan de lo que Jesús hizo y dijo.
Con respecto a esto, los cuatro nos indican qué hizo Jesús con el pan y la copa y añaden palabras explicativas de dichas acciones. Pero las palabras difieren en las cuatro narraciones, por lo cual no las podemos tomar como logia Christi. Mateo .
Marcos
Tomad comed Esto es mi Cuerpo
Tomad ------------Esto es mi Cuerpo
-------------
-------------
Bebed de él todos porque esta es mi sangre -----------de la Alianza -----------que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados
------------Esta es mi sangre ------------de la alianza ------------que va a ser derramada por muchos -------------
Lucas ------------------------Esto es mi Cuerpo que que es entregado por vosotros Haced esto en memoria mía -------------Este cáliz es la nueva Alianza en mi sangre que va a ser derramada por vosotros ---------------
1 Corintios ----------------------Esto es mi cuerpo que se da por vosotros Haced esto en memoria mía -----------Este es el cáliz de la nueva Alianza en mi sangre ------------------------------------Cuantas veces lo bebáis Haced esto en memoria mía.
Pero sí podemos decir que serían acciones de Cristo, la que realizó, sobre lo cual hay unanimidad de que sean ipsissima facta Iesu. De hecho, cuando desapareció la comida, no desaparecieron el pan ni la copa, señal de que en la tradición estaba claro lo que Jesús hizo. Entre las acciones acostumbradas en las cenas judías, existen en los relatos dos específicas que Jesús realizó en esa cena, haya sido pascual o cena quiddus. En primer lugar romper la práctica y dar de beber Jesús de su propia copa a todos los comensales; no era esa la costumbre; únicamente cuando se quería distinguir a uno de los comensales, o a un huésped, o a un ausente para indicar que estaba en la presencia de todos, o incluso a una mujer para desearle fecundidad. Por lo tanto, el gesto fue muy especial y mucho más que se les hiciera compartir a todos. (Mt 26, 27. Mc 14, 23. Lc 22, 17). También era costumbre judía pero Jesús lo destaca mucho más, el hecho de añadir palabras explicativas al repartir el pan y la copa. Y en este sentido hay dos teologías subyacentes en la unión de la copa o cáliz a la alianza. Una de ellas va en la dirección de la alianza escatológica de Jer 31,31 “nueva alianza en mi sangre...” (Lc-Cor) frente a la otra que la refiere al cumplimiento de las promesas a Moisés en el Mesías, referencia a la alianza del Sinaí de Ex 24,8 (Mt y Mc “...la sangre de la alianza...”).
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La Eucaristía, sacramento de comunión 22 También se aprecian rasgos soteriológicos (es decir, del significado de la vida y la muerte de Jesús): “...signo de la alianza que se derrama por vosotros para el perdón de los pecados” (Mt-Mc) frente a “que se entrega por vosotros...” (Lucas), mientras que 1 Cor no dice nada al respecto. Por lo tanto, aunque no sepamos exactamente qué palabras fueron las de Jesús, los exégetas dicen que con las palabras explicativas, la cena de despedida aludiría a algún don de bendición de carácter escatológico, pues si la vida de Jesús estuvo dirigida a hacer presente el Reino, era lógico que Jesús hiciera alusión a ello Además, siendo banquete de despedida, haría también alusión a su vida en fidelidad hasta el fin, hasta la muerte. Por lo tanto, los especialistas dicen que la cena y el relato están enmarcados en el género literario de tradición testamentaria; de hecho incluso Jn también enmarca su equivalente de la última Cena en amplio discurso de despedida. Dicho género literario estaba muy en boga entre los israelitas; al que iba a morir se le colocaba (literariamente) reunido en una comida con sus más cercanos, en una acción de comunión con el testador, donde ofrecía sus valores, se estrechaban sus relaciones, el testador hacía una exhortación a los suyos, dejaba en herencia sus valores, proponía imitación y a veces se anunciaba su vuelta posterior. 2.- Interpretación del relato. 2.1.- Contexto del relato.
Uno es el contexto redaccional catequético de los sinópticos, que es la Cena como cena pascual en la que Jesús hace y vive lo suyo. León Dufour en un comentario da hasta 14 razones por las cuales la cena no fue la pascual pero la catequesis se puede seguir haciendo como si así lo haya sido. Pero otro, más importante, es el contexto existencial y en esa realidad hay que encuadrar los relatos. La cena y la cruz están en el contexto de la vida de Jesús, en un proceso; el final revela la plenitud de lo que Jesús vivió a lo largo de su existencia y ambas dimensiones, Cena y Cruz, se iluminan mutuamente. La Cena es una despedida de su vida y abre el pórtico de su última acción, por lo cual hay que interpretar la cena desde la vida entera de Jesús (y no sólo desde su muerte, como rememoración del sacrificio de la cruz); así lo planteó el kerygma (He 10, 37 -39; 2,22; Mc 7,37): vida que culmina en la Cruz, con un momento culminante en la cena. Para Juan, la Cena es el principio del final de su historia de amor; así, las palabras de la cena son una síntesis de toda su vida y de sus acciones: lo que Jesús muere es lo que vive, el Misterio Pascual. Este es el contexto para descubrir el significado de los relatos, independientemente de la acomodación catequética o no de la pascua, que en un contexto judío, podía ser útil para su entronque con la tradición de Israel. Hay tres elementos importantes para entender lo que significa el gesto de Jesús en la Última Cena: son la comida, el pan y el cuerpo. (Mt 26,36) 2.2. La comida.
En las diversas culturas la comida es una actividad humana fundamental para expresar relación, convivencia, diálogo, alianza, familiaridad, hermanamiento, participación. Comunidad de mesa significa comunidad de vida. La comida es fuente y símbolo de comunión; origina, especialmente para un oriental, entre los que comen lo mismo, una orientación de vida común. La comunidad de mesa es prácticamente sagrada para un oriental . Convivium, convite, convidar, vienen de cum-vivere; y comed proviene de cum-édere, comer junto con. (En otras lenguas como el francés, manger, proviene de manducare, maducus = ogro comilón, de masticar y engullir).
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La eucaristía, sacramento de comunión 23 La estructura literaria o narrativa del relato pone de relieve la relación dialogal entre los comensales, lo que revela que la cena es acción de comunión, de relación mutua y eso es lo que habría que hacer en la eucaristía (Lc 22,15: “He deseado ardientemente cenar con vosotros...”). Los discípulos están sentados en torno a la misma mesa, Jesús como anfitrión y ellos como invitados; sólo están los íntimos más el traidor y se destaca esto como ruptura de la comunión. Aunque los discípulos no hablan, toda la acción es dialogal. Se les invita a recibir y reciben de Jesús que es el oferente. La relación directa no es de Jesús con el pan y el vino sino de Jesús con los discípulos; los verbos son “dar a” “ decir a”, no al pan que sea cuerpo sino que les dice a ellos que comparte el pan que es su cuerpo; aparecen el mí - vosotros; yo - vosotros, por lo tanto, expresa lo que es la realidad de la comensalidad como intimidad y comunión. De la copa (única que se utiliza) Jesús la ofrece y beben todos. Signo de la existencia entregada, alianza de Dios nueva, ofrecida. Más importante que pan o vino es el “comed”; si por ejemplo, el pan de trigo y el vino de uva no significasen lo que eran en Israel como símbolo de la comida, es decir, si no representasen claramente la acción de comer, no tendría que haber dificultad para cambiarlos siempre que lógicamente fueran reemplazados por aquello que en esas distintas culturas reemplazase los elementos por otros que para esa cultura representasen lo mismo; si no, sería un simple snobismo. Lo importante pues es que lo que Jesús vive lo expresa como judío, comiendo; de nuevo, si el signo en otra cultura tampoco fuera la comida para expresar estar realidad, habría derecho a reflexionar por un reemplazo más adecuado. 2.3. El pan
¿Qué capacidad evocadora tendría el pan para Jesús y para sus discípulos? El pan de trigo es el alimento principal del hombre mediterráneo, y si falta el pan es un símbolo de que se carece de todo; el tener al menos pan para comer es lo último que debe faltar a un ser; nosotros también decimos: “no tenía ni un mendrugo de pan para llevarse a la boca”. En Eclo 34, 231, el pan es la vida de los pobres; sin pan no se puede sobrevivir. Comer al menos pan es necesario para mantener la vida, por lo cual puede designar a la comida básica, general… Puede expresar también la situación en la que se está viviendo; así, se dice que el triste come un “pan amargo” o “pan de lágrimas”. El penitente come un pan de ceniza; los israelitas, esclavos, comen “pan de miseria”. En Gén 3,19 es el símbolo de la situación fundamental del hombre (Sal 117). En Qoh 9 también hay pan de alegría para el hombre contento. Para Israel es símbolo también de todas las bendiciones de Dios para el pueblo. Los judíos relacionan pan con la Tierra, de ahí con la promesa, por tanto con su fidelidad a la ley, basada en la fidelidad inicial de Dios, en la Alianza. El pan se recibe como fruto de la fidelidad de Dios para el pueblo, que a su vez es fiel a la alianza. Es el símbolo de la vida que depende de Dios y es comparado con su palabra (Am 8,11 Mt 4,34). Hay que pedir el pan nuestro de cada día, y a todos los niveles de “panes”, también en la profundidad de la vida humana. En todas las culturas se ha tenido siempre un respeto inmenso al pan: se partía en la mesa por el padre, se bendecía con la señal de la cruz, si se caía al suelo se besaba, no se tiraba nunca, etc. En los semitas el hombre es un todo viviente pensado unitariamente como un cuerpo, mantenido básicamente por el pan, para que siga existiendo el todo viviente que es corporal. Así el pan puede evocar o sugerir al cuerpo humano lo que es y significa y la situación en que se encuentra la persona. Puede pues de el pan ser de algún modo identificado con la realidad del cuerpo viviente; si es una realidad entregada, el pan puede ser esa realidad viviente corporal entregada (pero es símbolo, recordar que no es explicable). En muchas otras culturas también se da esa ondulación de pan a cuerpo; así, se dice que “el hombre es lo que come”; en latín, ser y “comer” comparten formas verbales. San Gregorio de Nisa decía en una catequesis sobre la Eucaristía: “cuando se considera este alimento, considera todo lo que puede llegar a ser, el volumen de nuestro cuerpo; una vez comido llega a ser mi cuerpo y mi sangre por la asimilación que hace tomar a la comida la forma de mi cuerpo”. De ahí a hacer presente en el alimento - pan la realidad del viviente que se ofrece, es fácil para un semita.
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La Eucaristía, sacramento de comunión 24 El largo discurso de Juan 6 sobre el pan de vida está repleto de este sentido: el pan multiplicado para quitar el hambre es del cielo... recibido en la fe... se asimila a carne entregada.... por la vida del mundo... que se come por la fe... permaneciendo comunión con Jesús... En la Cena, el pan como acción simbólica está en acción y, por lo tanto, es partido y repartido, dado y entregado, asimilado a lo que significa pan - cuerpo. La acción eucarística es comunión vivida de verdad. Jesús intenta que se cree la mesa de comunión; eso es lo que manda repetir, no repetir lo periférico; nuestras misas habría que confrontarlas con lo que tiene que ser realmente. ¿Qué pasa si es una acción de comunión en una comunidad reunida sin comunión, cómo puede ser acción de comunión de Jesús? Los discípulos de Emaús lo reconocieron al partir el pan; es el pan que ellos le han ofrecido hospitalariamente en su casa. En las multiplicaciones de los panes, se dice que partió el pan y se lo dio... Las comunidades cristianas partían inicialmente el pan por las casas, o sea, compartían la realidad de la vida. He 20: “... el domingo nos reunimos a partir el pan” con el significado de 1 Cor 10,16-17: “... el pan que partimos, ¿no es la comunión con el cuerpo de Cristo? Es pues el único pan partido que comemos todos; nosotros que somos diversos nos unimos en lo mismo. Y compañero proviene de cum - panis... La teología tradicional insistía en que la Eucaristía estaba compuesta esencialmente de pan de trigo y de vino de uva fermentada; pero hay que recordar que esto solamente es doctrina católica, nunca definida como dogma. Cuando en el siglo XIX los misioneros se enfrentaban a realidades en África y Asia, donde ambos elementos no eran centrales en esa culturas, o simplemente no había, tenían que llevar allí cepas para plantar, para poder vendimiar posteriormente; al plantear una posible forma distinta de celebrar la misma Eucaristía, en Roma hubo por supuesto gran espanto y ser terminaron barriendo los ritos malabares. Hoy se replantea mucho cuál es la comida y bebida fundamental de tal o cual cultura para expresar lo mismo que expresa la Eucaristía. Evidentemente que nosotros que venimos de una cultura de pan y vino no tiene sentido que pensemos que se pueda reemplazar por ejemplo en vino por la Coca-Cola. Pero sí habría que revisar cuáles son las expresiones culturales más adecuadas en cada caso para desmagicizar los elementos eucarísticos. 2.4.- El Cuerpo.
“Esto - mi cuerpo”. La traducción literal de basar hebreo y de su equivalente bisrá arameo, en griego es sarx = carne, o soma = cuerpo. Los LXX utilizan sarx 73 veces. Esta traducción aparece en Jn 6, posiblemente el primer texto eucarístico. “... el pan que yo daré es mi carne, por la vida del mundo” (v. 51) “... de verdad os aseguro, si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna... pues mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mis sangre, permanece en mí y yo en él” (vv 53-56) Los relatos de la eucaristía en sinópticos y Pablo traducen basar por soma = cuerpo y con esta expresión nos quedamos. Basar presenta los significados de conjunto de musculosa y piel, el cuerpo del hombre, la actitud interior global del hombre, su fragilidad, su limitación, la pobreza del hombre ante Dios (Kittel), el propio núcleo de la persona (León-Dufour), el individuo humano en su condición débil y caduca (J. Mateos, Voc. Teol. Del Ev de Juan). En hebreo, cuando se juntan dos realidades contrapuestas, se pretende indicar la totalidad de un fenómeno complejo: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra = todo el universo. De modo que la expresión “carne y sangre” designa también a toda la persona en su condición de cuerpo, como corporalidad, pues para un judío sólo se existe corporalmente o somáticamente y entonces, para nuestro caso, se refiere a la persona de Jesús de Nazaret, a su existencia histórica. Recordemos una vez más que la antropología semita es unitaria, sin oposición entre materia y espíritu. El Cuerpo designa a todo el hombre en cuanto es capaz de exteriorizarse y de relacionarse, capaz de acción y reacción, persona viva capacitada para entrar en relación con los demás, con el universo.. “.... se refería al santuario de su cuerpo” ( Jn 23,21) “... Cuerpo de pecado...” = hombre pecador ( Rom 6,6). Al decir Jesús esto es mi cuerpo, uniendo Cuerpo a la entrega del pan, se está refiriendo a su propia realidad personal entregada = todo él en cuanto ser en la historia es quien se da. “Comer el pan” es
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La eucaristía, sacramento de comunión 25 la persona de Cristo. Esto es mi cuerpo equivale a afirmar “esto soy yo”; es como la expresión castiza castellana “yo te me doy”. S. Agustín decía: “No tenéis que comer este cuerpo que veis; os he dado un sacramento; bien comprendido, os vivificará; aunque se celebre visiblemente, hay que comprender lo invisible”. 2.4.- Símbolos copa - vino - sangre
La copa Los discípulos entendían perfectamente dentro de su cultura, que Jesús, al tomar y entregar una copa, su copa, les ofrecía la participación en su propia desgracia o ventura, pues era el símbolo del destino del que ofrecía el gesto. El AT conoce una copa de la ira (Jer 2,15-16) y de la desgracia (Is 51, 17). Es recibir el destino que Yahveh tiene reservado ( Ez 23, 31 – 339). Tal vez por su uso como recipiente para echar suertes simbolizaba, pues, el destino favorable o adverso. Dar o recibir una copa es dar o recibir ventura o desgracia: “Yahveh, la parte de mi herencia y de mi copa, tú mi suerte aseguras...” (Sal 16,5). ... Es también símbolo de la prueba que aguarda a alguien: “Padre, aparta de mí esta copa” (Mc 14,36) “la copa que me ha dado el Padre, ¿no la he de beber?” (Jn 18, 11). Cuando se ofrece y recibe en un banquete la copa de bendición se ofrece la bendición que lleva consigo y se entra en comunión con ella. Beber la copa es participar o hacer partícipe de un destino: “¿Podéis beber de la copa que yo voy a beber?” (Mc 10, 38), pregunta Jesús a los Zebedeos. En la Última Cena se une al destino escatológico de Jesús, que Él espera recibir bebiendo la copa última de su reino que ha hecho partícipes a sus discípulos. En Lc 22,15-18 esta copa escatológica, previa de la que se habla antes del relato de la institución, es poner en participación a los discípulos con la esperanza de Jesús; se mezcla con la que ponen los otros relatos. Levantando Jesús la copa, y bendiciéndola no necesitaban los discípulos más explicaciones pues sabían que entraban en la participación del mismo destino de Jesús ofrecido como posibilidad de vida: 1 Cor 10.14.21. Sangre - vida. En la Biblia, ambos términos son sinónimos; la sangre tiene carácter sagrado pues se la considera la sede de la vida. (Lev 14; Dt 12,23). La Eucaristía no es “beber sangre” al estilo Drácula... Dios es el único señor de la vida y por lo tanto, de la sangre, donde reside la fuerza vital. De ahí la prohibición de derramar la sangre o de beberla, porque pertenece a Dios. El que viola esta norma se encontrará con la venganza de Dios (Gén 9,5). La sangre sella la alianza porque ésta es principio de vida entre Dios y su pueblo. Sobre el altar de los sacrificios se derramaba ésta y la otra mitad se rociaba sobre el pueblo. Por lo tanto, significa en la institución, darse Jesús desde la fuente de vida, como fuente de nuestra vida para que vivamos bebiéndolo a él en la comunión de la fe. Y por eso, cuando se dona sangre se está compartiendo vida. En el fondo, este gesto desarrolla en la eucaristía lo que ya estaba expresado en el pan - cuerpo, entregarse desde la raíz de sí mismo. También hay una relación con el “derramar”; en el AT derramada aparece cuando se habla de muerte violenta o de entregar la vida. Era normal que Jesús lo relacionase con lo que le iba a pasar, la muerte violenta Rom 3, 15; Heb 12,14), una vida humana aniquilada, destruida, símbolo también pues, de su muerte violenta por causa de los hombres. En el NT Dios protege a los que han derramado su sangre por Él, los que perdieron la vida por serles fieles: La sangre designa pues, la realidad de todo el ser personal (Apoc 6, 9-10). En Jn 2, las bodas de Caná, hay una relación clarísima entre vino - vida y comunión - alianza.
3 - La Eucaristía en San Pablo.
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La Eucaristía, sacramento de comunión 26 Lo esencial de la doctrina eucarística en Pablo está contenido en 1 Corintios en tres pasajes: 10, 3-4 (no se puede entrar en comunión con los ídolos); 10, 14 - 22 (a propósito de un conflicto en la comunidad) y 11, 17 -34. El más importante, sin duda, es el tercero de ellos, el más conocido, que es el que hemos equiparado con los sinópticos. Este texto es una instancia crítica al modo de cómo vivimos los cristianos actualmente la Eucaristía y puede ser un aliciente para recuperar hoy su verdadera vivencia. El capítulo 11 en su contexto general hace referencia a las discordias y divisiones en torno a los líderes de esa comunidad. Pablo les dice que la comunidad desunida debe confluir en Cristo que es quien le da su unidad; reconoce Pablo que es inevitable que existan líderes y grupos diversos en una comunidad, pero tomar partido que divida a la comunidad se refleja en las reuniones que en Corinto había en torno a la Cena del Señor. (Así como en Col 3, 2- 17 y Ef 5, 15- 20 aparecen también realidades de esas comunidades). Pablo recrimina a los de Corinto indicando que las reuniones de esa comunidad causan más daño que provecho, pues en vez de fraternidad hay división y despreocupación por poner lo de cada uno en común, los ricos no ponen en común su sobreabundancia, no hay respeto mutuo ni cortesía y, en consecuencia, no se estima a la comunidad de Dios. Ante esto, establece un principio pastoral: vivir así y además celebrar la Cena, no es la Cena del señor aunque se le parezca. La Eucaristía es donación del amor de Dios a nosotros, a Cristo y entre nosotros; si una de esas dimensiones no existe, no hay Eucaristía; obviamente la tercera dimensión es la única que puede fallar, precisamente por causa nuestra; se pueden hacer así gestos externos pero no se vive la profundidad, que es la comunión, poner lo propio en común, la vida entregada para que los otros vivan, el movimiento eucarístico no es primero tragar sino devolver: cuerpo entregado, darse, ponerse en común. Para mostrar la incompatibilidad entre ese tipo de comunidad y lo que debe ser la que celebra la Cena del Señor, les recuerda la catequesis que él les enseñó al respecto, e introduce así el relato de la Eucaristía, para establecer la crítica de la comunidad y llamarla a la conversión. La fórmula es técnica y solemne, al estilo de la tradición del kerygma. La partícula que se usa para decir el origen desde la tradición es apo = desde ( el Señor). Celebrar la Cena es hacer lo mismo que hizo Jesús, entregarse por amor a los demás desde la raíz; de ese modo, el relato empieza: “ la noche en que iban a entregarlo ”. Jesús se entrega libremente como ocurre con el pan de cada día o la copa,. Entrega su destino para que participen de él., para hacer lo mismo que él hizo; y si esta entrega no se realiza, será pura exterioridad, puro rito la Eucaristía. Es compartir, no acumular. Debe ser pues un signo del amor fraterno de los reunidos en nombre de Jesús. Antes de celebrar hay que revisar la dinámica de esa comunidad cristiana, para no ir a la celebración con una dinámica contraria a la del pan y la copa ( Mt 5,24: “ si al acercarte al altar sabes que tu hermano tiene algo contra ti...”).
Este examen hay que hacerlo, pues de lo contrario puede contradecir gravemente lo que se va a celebrar. Acercarse a la Eucaristía sin comunión, el gesto nos acusa para que nos convirtamos y porque no se puede contradecir al mismo Señor. Este examen tiene dos fuentes de referencia: hay que vivir el valor verdadero de la Cena, o sea, vivir lo que la Eucaristía significa, y además, hay que vivir la existencia como comunión verdadera. Dan valor al pan y a la copa quienes viven el amor y lo que mismo que El hizo lo hacen; quienes comen del cuerpo y beben la sangre del Señor sin darle su valor, tendrán que responder del Cuerpo y de la Sangre del Señor, es decir, del Cuerpo de Cristo y de la comunidad, y se agrega que comen y beben su propia condenación. Proclamar la Eucaristía sin vivirla, pasa a ser pues un gran escándalo. Agreguemos algo sobre el mandato de repetir que se incluye al final del texto. “ haced esto en memoria mía”.
El memorial era un elemento fundamental en la literatura judía; es anámnesis, una acción presentada ante Dios y le recuerda a El lo hecho en favor nuestro, quiere mover a Dios para mantenerlo fiel a su promesa y así, para nosotros es conmoverlo para que siga salvándonos. Lo que manda repetir Jesús pues, es lo que él vivió, o sea, su modo existencial de: estar ante Dios. Memorial es estar ante Dios realizando la acción que le agrada: entregarse por amor a los demás, teniendo en cuenta que no es el rito, el comer el pan, sino el vivir lo mismo que Jesús: cuerpo entregado, sangre derramada. La presentación ante Dios de un existencia en el amor, eso es la salvación. Jn 13, 13 17: “haced lo que yo he hecho ”...no es cuestión de lavar los pies sino de amar y comprometerse a vivir lo mismo que Jesús. El cómo no significa modelo sino manera de amar. El memorial no se hace partiendo el pan y bebiendo una copa, sino haciendo lo que Jesús hizo, entregarse a los demás..
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LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE COMUNIÓN .
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I - INTRODUCCIÓN.
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1.- La Eucaristía es una celebración. 1.1. La Eucaristía no es un simple objeto o cosa sagrada - imágenes, hostia, sagrario, bendiciones... - Teología: unión materia - forma. - Liturgia: celebración, prerrequisito para alcanzar la realidad eucarística. - Consecuencia: Eucaristía = objeto ante la comunidad, que recibe después de “confeccionarlo” en una celebración. - Dos concepciones: El Cristo celeste - por los poderes del ministro - se hace presente en la hostia consagrada que la comunidad recibe. La Comunidad con sus ministros, que es el Cuerpo de Cristo, celebra la acción de la comunión en la que Cristo está presente. 1.2. La eucaristía es una acción celebrativa de la comunidad. - La celebración de la comunión fraternal, desde la entrega de Jesús, presente como fuente de todo amor, es la Eucaristía “ in actu”. - La Misa es llamada “actio” en la Tradición. - La liturgia eucarística es una acción. Es un elemento de la concepción del Vat. II. (Cf. SC nº 26, 41-42). - Es acción por excelencia (SC nº 7). - De aquí se deriva la participación: como un derecho y un deber: no se puede ser espectador. debe ser plena. acomodada a la exigencia de cada comunidad. 1.3. ¿Qué es celebrar? - La celebración es: Una acción singular Una acción intencionada - Etimología: céleber = frecuentado, destacado, concurrido; celebrar = hacer fiesta - La comunidad estructurada es sujeto de la acción de la celebración. 1.4. Recuperar la unidad y dependencia entre sacramentum “in actu y “permanens”. - La acción eucarística es lo más importante. - La eucaristía permanece - un logro de la experiencia y piedad de la Iglesia debe vivirse siempre en relación con la celebración. 2 - Reintegrar la realidad simbólica en la comprensión del sacramento de la Eucaristía 2.1. La carencia de lo simbólico. - La Eucaristía es un sacramento y tiene de común con todos ellos “ ser símbolo de una cosa sagrada y forma visible de la gracia invisible”. (Pablo VI, Euc. Myst. Nº 4) - Redescubrir la realidad sacramental de la Eucaristía, para no caer en el fisicismo.
2.2. Realidad del símbolo. - No es algo opuesto a lo real, una metáfora, un sueño, una fábula. - Hay diversos niveles de la realidad además del nivel físico. - En el símbolo aflora la realidad del sentido, de la relación, de las experiencias más radicales. - Recuperar el símbolo: un “lenguaje olvidado” (E. Fromm). - Con el símbolo recuperamos la “connaturalidad de la estructura sacramental”. 2.3. ¿Qué es un símbolo? - El signo: una realidad sensible que reenvía de modo unívoco a una realidad que está fuera de él. - El símbolo: Instituto Superior de Pastoral, Madrid, curso 1996-1997
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La eucaristía, sacramento de comunión 29 etimología = “lanzar juntamente con”. es la unión de dos partes que forman un todo: un elemento es perceptible por los sentidos y el otro es imperceptible. La realidad invisible es de orden distinto a la realidad sensible. Dos elementos: bipolaridad y unidad. - Relación en el seno del símbolo. Entre el signo y el significado se da una relación intrínseca (E. Fromm). El s. consiste en el nexo entre representante y representado (A. Vergote). Hay un movimiento del sentido primario que nos pone en relación con el sentido latente (Ricoeur). Estimulación interior (Blondel). Hay que iniciar correlación (P. Tillich). -La estructura simbólica del hombre. 2.4. El sacramento de la eucaristía, signo simbólico. - Superar viejos fantasmas: en el símbolo nos referimos también a realidades. - La Eucaristía es un sacramento. - Superar el fisicismo: adquirir nueva sensibilidad. 3 - Volver a unir y reinterpretar realidades de la Eucaristía que nunca se debieron separar. 3.1. Unir sacramento y sacrificio. A - El sacramento de Comunión es el Sacrificio que le da gloria a Dios. El sacrificio consiste en la comunión, que es la única realidad que le da gloria a Dios. . Se ofrece el sacrificio de la obediencia al proyecto de Dios sobre el hombre que consiste en vivir en comunión. B - Reinterpretación de la categoría cultual “Sacrificio”. La fe y el lenguaje en que se formula. Los sentidos de la muerte de Jesús hasta llegar al lenguaje cultual-sacrificial El mecanismo de la espiritualización respecto del culto en el NT. Antes, en, y después de Trento. Reinterpretación del sacrificio como expiatorio: Lenguaje incomprensible. Teoría teológica de la “ satisfacción”. Crítica desde el NT de este esquema. La imagen metafórica de “rescate”. 3.2. Recomponer una relación adecuada entre los diversos fines de la Eucaristía. Fin último: alabanza a Dios. Fin inmediato: acción de comunión. Fines secundarios: sacramento permanente. Si no se realiza el fin “inmediato” no se logran los demás fines. 4 - Superar la inercia teológica y pastoral de celebrar satisfecho con el minimum necesario. Superar contentarse con lo “esencial”. Ser más generosos en: la materia, los gestos, las actitudes, las palabras y ex presiones, la participación de la comunidad. Buscar el más profundo sentido y su mejor cauce de expresión.
5 - Liberarse de la invasión del falso sentido religioso enconado en torno a la Eucaristía. El “Santísimo” es un sacramento de amor, de entrega mutua. Motivos de “reverencia” hacia la Eucaristía: Iglesia, nuevo Israel. influencia de otras religiones. la lucha contra el arrianismo: Pantócrator.
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“Temor y temblor”. “Adoración”: acto de amor, no de vasallaje.
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II - LA BENDICIÓN, GÉNERO LITERARIO DE COMUNIÓN. La Ultima Cena de Jesús se desarrolla bajo el régimen literario de la oración de bendición pronunciada sobre el pan y las diferentes copas.
1.- Estructura de la oración de bendición en el AT. Dos bendiciones tipo: Gén 24, 12-14, 26-27; Ex. 18, 5-12. Estructura: Encuentro con Dios. Alegría y admiración. Bendición: Exclamación: ¡Bendito seas! Título de Dios. Motivo: el significado salvador del hecho. Inclusión o confesión de fe.
2.- La plegaria de bendición de Jesús en la Cena. Dos textos de plegarias de bendición puestos en boca de Jesús: Jn 11, 41; Mt 11, 25 - 27. A - Estructura de la Cena Pascual judía: (En el caso en que la cena se celebrara en el marco de la Cena Pascual). Introducción. Haggadah: narración del significado. Comida: sacramento de liberación. Hallel: Cantos de alabanza. La dinámica de la cena se desarrollaba en torno a cuatro copas: B - Las cenas quiddus. C - Actitud de Jesús. D - Estructura general de la bendición eucarística en las liturgias orientales y occidentales: Exclamación. Parte teológica. Santus. Parte cristológica. Epíclesis (género literario de oración de petición). Narración de la institución. Memorial: de la muerte -Resurrección - sacrificio de Cristo y de la comunidad. Doxología.
3. - Significado del género literario de la oración de bendición: La comunión. La eucaristía es una acción de comunión, que se expresa también con la bendición. Distintos géneros literarios de oración. A - Bendecir es un acto de amor puro a Dios. Acción de gracias: Mira al bien recibido.
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La eucaristía, sacramento de comunión 31 Bendición: sólo se está pendiente de la persona a quien se bendice B - Bendecir es un acto de comunión con Jesús. A Dios lo alcanzamos por sus obras; por eso la bendición narra las obras de Dios para decir algo de él. Su obra por excelencia es Jesús. C - Bendecir también es acción de comunión con la comunidad. La bendición pide un público ante el cual bendecir. Bendecir ante otros es un a acto de confianza fraterna. Los otros son un signo para bendecir a Dios; somos huellas de Él. El que bendice comunica a los demás amor al bendecido. Es comunión con el universo al que bendecimos por los vestigia Dei. III -LOS RELATOS DE LA INSTITUCIÓN: LA EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE COMUNIÓN. 1. - Los cuatro relatos: 1 Cor 11, 23-25; Lc 22, 7-28; Mc 14, 12 -26; Mt 26, 17 - 30. Carácter literario.
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Relato suelto, unido posteriormente a la Pasión. Son textos litúrgicos. ¿Reflejan lo que Jesús hizo y dijo? Acciones de Jesús: Da de beber de su misma copa. Con los gestos dice unas palabras. Palabras de Jesús: Interpretadas ya teológicamente por la comunidad. Lo que dijo tendría que ver con el don escatológico del Reino, don que tiene relación con su Muerte.
2. - Interpretación del relato. 2.1. Contexto del relato: En los sinópticos es un encuadramiento tardío del relato. Contexto existencial: 1 Cor 11, 23. Jesús acepta morir por amor. En su muerte se revela el amor a Dios a los hombres y el amor de Dios a Jesús y a los hombres. 2.2. El símbolo del pan: Mt 26,26; Mc 14,22; Lc 22,19; 1 Cor 11,24. 2.2.1. La comida. 2.2.2. El pan. 2.2.3. El Cuerpo (“basar”). 2.3. Símbolos copa - vino - sangre: Mt 26,27-29; Mc 14,23-25; Lc 22,17-18 1 Cor 11,25. 2.3.1. La Copa. 2.3.2. Vino - Sangre. 2.3.3. La Alianza. 2.3.4. Por todos - por vosotros. A - El relato une la sangre al sentido de la muerte de Jesús: “por muchos”, “ por vosotros”. B - Corrientes teológicas que explican el sentido de la Muerte de Jesús según el Siervo de Is 53; o como el profeta - mártir. C - Interpretación. 2.3.5. El mandato de repetir.
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3. - La Eucaristía en San Pablo. 3.1. 1 Cor 10, 1-13: El sacramento sólo, no salva sin la fidelidad en la vida. 3.2. 1 Cor 10,14-22. 3.3. Conflicto de división en Corinto.
4.- Lc 22: Capítulo eucarístico. En torno a la vida eucarística se redacta una “ agenda” de la vida de la comunidad. 4.1. Primer bloque de su composición. 4.2. Añadidos posteriores. 4.3. Suplementos al capítulo 22.
5. - El capítulo sexto de San Juan. 5.1. La multiplicación de los panes (vv 1-21). 5.2. Discurso sobre el pan de vida ( vv 22-59).
IV - EUCARISTÍA, SACRAMENTO DE COMUNIÓN EN LOS PADRES. 1. Participar en la Eucaristía no es sólo comer. 2. Exige ser miembro de la comunidad: Relación Eucaristía - Iglesia. 3. El sacrificio Eucarístico es también el sacrificio de la comunión de la Iglesia. V- COMPRENSIÓN ACTUAL DE LA PRESENCIA DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA. 1. Los cánones de Trento. 2. Intento de nuevas formulaciones. Motivos: A - El nacimiento de la Física Moderna. El planteamiento metafísico. La fenomenología. B - La nueva sacramentología desde la recuperación del símbolo. C - El Ecumenismo. D - El movimiento comunitario. E - El concepto analógico de presencia. Explicaciones: Transustanciación religiosa. Transfinalización - Transignificación. Presencia de una comunicación personal. .
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La Eucaristía en los Padres.
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Los Padres se refieren a tres niveles fundamentales: - Iglesia local, fraternal, en comunión - Iglesia universal: comunión con toda la iglesia. - Comunión de la iglesia: sacramento de comunión en el mundo, signo de la fraternidad a la que está llamada toda la humanidad. Todo ello lleva al cristiano a ser ciudadano en la fraternidad.. La Eucaristía no es pues solamente comunión con Jesús. S. Agustín: “Participar de Jesús en la Eucaristía es igual a hacerse, miembro del Cuerpo de la iglesia; si no se es miembro sólo se come sacramentalmente el cuerpo de Cristo, pero no realmente. Las palabras “quien come mi Carne y bebe mi sangre” nos manifiestan lo que es comer no sólo sacramentalmente sino también realmente el Cuerpo de Cristo pues comer el cuerpo de Cristo es quedar en Cristo y que Cristo quede en nosotros”.
El que está en la unidad del cuerpo, esto es, en la unión de los miembros cristianos, cuyo sacramento reciben los fieles, éste tal se dice que come verdaderamente el Cuerpo de Cristo. Donde no hay unidad de los miembros no hay Eucaristía. En la tradición de la Iglesia, la Eucaristía es el sacramento de la unión de la comunidad cristiana. Fulgencio de Ruspe: “Cuando se bebe el cáliz del Señor se guarda la santa caridad sin la cual nada aprovecha; por el don del amor somos de verdad lo que celebramos en el sacramento. Por eso es necesario acudir a la reconciliación antes de expresar la unidad en la Eucaristía. ¿Si un bautizado muere antes de recibir la Eucaristía que es necesaria para la salvación, ¿qué pasa? No ocurre nada pues por el Bautismo ya se ha hecho uno miembro de la iglesia, o sea, Cuerpo de Cristo. Nosotros somos aquel verdadero pan y verdadero cuerpo, la carne del Señor. Por lo tanto, antes de celebrar la Eucaristía somos Cuerpo de Cristo y lo que somos, lo celebramos luego y celebramos porque somos, si no, es magia pura pues olvidaríamos la libertad de Dios y la responsabilidad del hombre, pues lo que se hace en la Eucaristía es expresar intensamente, de manera especial, lo que ya somos”.
S. Juan Damasceno: “Por la Eucaristía comulgamos con Cristo y nos ponemos en comunión los unos con los otros”.
Sermo 241: “ La cabeza y el Cuerpo forman un único Cristo. La Iglesia sin Cristo no es nada y Cristo sin la iglesia no es nada”.
Por lo tanto, en la Eucaristía se comulga también indisolublemente con todo el Cuerpo de Cristo, o sea, “ nos comulgamos”. San Juan Crisóstomo: cuerpo”.
“ La comunidad come lo que ella misma es, el Cuerpo de Cristo; somos Aquel mismo
. S. Basilio:
“Venga el espíritu sobre nosotros y estos dones ( epíclesis ) y bendiga este pan como Cuerpo y a nosotros que participamos de un solo pan y un solo Cuerpo, únanos en la comunión del único espíritu que es el Cuerpo de Cristo ”.
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A lo largo de la historia de la teología ha habido tres formas de entender el cuerpo de Cristo - el histórico = plenitud, gloria de Dios - el celeste = verdadero cuerpo - de la Iglesia = sacramento del Cuerpo de Cristo, Cuerpo Místico. Los tres son la misma realidad en tres modalidades. La separación u olvido de una de las dimensiones lleva a la alienación de la Eucaristía. La Iglesia es hoy el sacramento del Cuerpo de Cristo y si es fiel a su seguimiento, es manifestación histórica de la salvación de Dios a la humanidad actual. La Eucaristía es el sacramento del cuerpo entero. El término comunión durante los diez primeros siglos designa a la iglesia y a la Eucaristía y desde luego, primeramente a la Iglesia. Comulgamos no sólo con el Cuerpo de Cristo, sino también con la Iglesia. S. Agustín, Sermo 272: “Sabéis que el Cuerpo de Cristo está en el cielo y os preguntáis: ¿Cómo pues este pan es su Cuerpo? Estas cosas se llaman misterios precisamente porque una cosa dicen a los ojos (realidad sensible) y otra a la inteligencia (realidad mística); sois el Cuerpo de Cristo y sus miembros; por lo cual, lo que está sobre la mesa del altar es un símbolo de vosotros mismos; así, pues, lo que recibís es vuestro propio emblema. Y ¿por qué bajo las especies de pan? Aunque muchos en número, somos un solo pan. Sed lo que veis y recibid lo que oís. Acercaos pues, y comed el Cuerpo de Cristo, puesto que habéis sido hechos miembros de Cristo en su Cuerpo. Recibís lo que habéis empezado a ser con el bautismo: Cuerpo de Cristo”.
Sermo 229: “Catecúmenos, estáis entrelazados. Habéis dado vuestros comenzado a ser molidos por los exorcismos ”.
nombres y habéis
Los fieles reciben pues lo que son y son edificados en lo que son. Esta es la gracia específica del sacramento.
Presencia real de Cristo en la Eucaristía. Qué es presencia. El concepto es antropológico y hay que entenderlo de modo analógico. Para un ser humano, la presencia encierra la conciencia de sí, estar ante el otro y en relación con, juntamente con ser aquí y ahora. Pero también se puede hablar de presencia sin el aquí y el ahora: en el amor y en espíritu pues también puede darse una presencia en el aquí y el ahora y fallar lo anterior, lo esencial, o sea, estar junto a los otros físicamente y, sin embargo, puede darse una presencia no auténtica. En Jesús, su presencia es la esencial y a eso nos referimos; es invisible y por eso necesitamos un sacramento, para que en el aquí y el ahora se visibilice. Además es presencia de Cuerpo resucitado, capacidad que el hombre tiene de estar en relación verdadera con los otros, con Dios y con el universo. Jesús es, pues, presencia real pero espiritual, no como la nuestra. Mysterium Fidei: “La fe enseña que Jesús está realmente presente en la Eucaristía; presencia real no por exclusión como si no hubiera otras presencias reales sino por excelencia, sustancial ”.
Y Eucarist. Mysterium dice lo mismo pero sin agregar “sustancial”.
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. El ritual de la comunión fuera de la Misa:
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“... Jesús está presente realmente en la comunidad reunida, sacramento básico, Cuerpo de Cristo, de donde surgen los sacramentos incluida la Eucaristía, y antes en la fe que es respuesta de encuentro en relación de comunión sin que estén las coordenadas de tiempo y espacio; también en la explicación de la palabra en la Iglesia, en la Sagrada escritura pan de la palabra, en el ministro, y bajo las especies en forma enteramente singular, sustancial y personalmente”.
La Eucaristía está para celebrar intensamente que Jesús ya está dado, presente real aunque no lo digamos, comunión ofrecida, recibida y vivida.
Sobre la Transubstanciación. Hace ya casi treinta años que el tema ha dejado de ser relevante en la reflexión sobre la Eucaristía. La nomenclatura surgió en Trento y hay que recordar la metodología que el concilio utiliza: recoger todas las expresiones que decían los protestantes y emitir simplemente un juicio contrario agregando anatema para quien estuviera de acuerdo con la tesis protestante. Es decir, en los cánones de Trento es donde está basada la teología respectiva a pesar de que en los “capítulos” del propio Concilio aparece más desarrollada la doctrina. Pero la teología y posteriormente los catecismos, surgieron a partir de los cánones. •
Canon 1:( Dz. antiguo, 883):
“Quien diga que en la Eucaristía no está realmente presente el Cuerpo y la sangre de Jesucristo o solamente presente en figura o como señal en su eficacia y no juntamente con el alma y la divinidad, sea anatema ”.
El canon dos se refiere al modo de la presencia: •
Canon 2: (Dz.
antiguo 884): “Quien diga que permanece la sustancia del pan y el vino junto con el Cuerpo y la sangre de Cristo y niegue la conversión de pan y vino en Cuerpo y sangre de Cristo, conversión que la Iglesia llama transubstanciación, sea anatema”.
El término transubstanciación fue muy discutido en el propio concilio y la formulación en una de las sesiones fue que “Los Padres de la Iglesia la llamaron muy acertadamente transubstanciación”, pero en la sesión de cuatro años más tarde dice: “Los Padres y la Iglesia católica Universal la llamaron...” pero el concepto nunca había sido ni tan unánime ni tan presente; al final, se llegó a un consenso al decir: “como la llama la Iglesia católica muy acertadamente”. Evidentemente todo esto ha de querer decir que si en otra época se ve que hay otra fórmula más acertada, se ha de utilizar esa otra comprensión. Conversión: “Conversión maravillosa y singularísima”, se agrega después. Lo cual es igual de ambiguo. Algunos preferían hablar de “conversión sacramental” pero no cuajó suficientemente, lo que realmente habría sido más acertado. En el fondo, el término transubstanciación quiso definir la forma singular de la presencia de Cristo en la Eucaristía en tres niveles: Al primer nivel expresa la conciencia continua de la comunidad en la historia cuando celebra la Eucaristía: que Cristo está presente singularmente hasta decir que pan y vino es lo que significa el Cuerpo y la Sangre y que en la Eucaristía se entra en relación directa e inmediata con la real presencia de Cristo entregado, que es lo que la Iglesia cree, vive y celebra. De modo que nadie en la comunidad cristiana cuando vive la Eucaristía va a comer pan y vino sino que lo que vive es la presencia real, ofrecida, verdadera, de Cristo. En el segundo nivel Schillebeeckx dice que el canon 2 es sólo una formulación distinta de lo que se afirma en el canon 1: formular la fe. Rahner, reflexionando por qué se llega a la conversión, dice: Si
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