El rol de la memoria en el contexto de los post-acuerdos en Colombia.
Joel Sebastián García Osorio Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Sociología.
Para abordar el rol de la memoria en el actual contexto de post-acuerdos en Colombia, primero hay que hablar que significa hablar de memoria en un país que no ha dejado por completo el conflicto. Que aún se encuentra en marcado en las lógicas de esté, con una multiplicidad de diversos actores que conforman un amplio espectro de perpetradores y de sus víctimas, en una lucha de distintas racionalidades y con sus propias banderas revindicando incluso historias antagónicas. Y en donde el mom ento histórico nos hace entrar en un “boom” de la memoria memo ria y la reconciliación. Es reconciliación. Es así como la reconstrucción de la memoria en Colombia opera en medio de un conflicto y una coyuntura vigente que no tiene límites claros, en donde la configuración social, política y económica permite reciclar violencias, y en la que la institucionalidad no ha sido eficiente en poder darles un trámite adecuado. En otras palabras, la memoria en Colombia se co nstruye como un grito del conflicto, un grito de las víctimas, como un símbolo de resistencia y denuncia, en que en paralelo se construye justicia. En donde el recuerdo cumple la función de promover un compromiso con el grupo y en la que la lucha por su recuperación es una necesidad política sentida en función del conflicto mal tramitado. tramitado. Como lo menciona el informe ¡Basta Ya! (2013) “la memoria es una expresión de rebeldía frente a la violencia y la impunidad. Se ha convertido en un instrumento para asumir o confrontar el conflicto, o para ventilarlo en la escena pública” (p.13). Por lo tanto, la memoria no es precisamente una herramienta del post-acuerdo o del postconflicto, sino que esta surge naturalmente como resistencia resistencia a la cotidianidad absurda de la muerte y destrucción de las cuales han sido víctimas. Por ende, la memoria funciona además de recordatorio y fundamento de soluciones, como herramienta para la consecución de reparación de los inocentes. En la cual denuncia los hechos y propenden por hacer una
reflexión al público en general; esto se relaciona con lo que menciona Halbwachs (2004): “estas pueden ser totalmente exteriores a las circunstancias de nuestra vida, al menos en apariencia; pero, más tarde, cuando reflexionamos sobre ellos, «descubrimos muchas cosas», «descubrimos el porqué de muchos acontecimientos»” (p.58). Con esto quiero decir que se construye una narrativa que revindica a las víctimas y propende por entender los acontecimientos ocurridos haciendo publica esta denuncia. En segunda medida, para dilucidar el rol de la memoria debemos entender esta como un proceso de evocación del pasado contenido en un presente, “siempre llevada por grupos vivientes y a este título, está en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia inconsciente de sus deformaciones sucesivas, vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, susceptible a largas latencias y repentinas revitalizaciones” (Nora, 1984, p 2-3). Esto quiere decir que los recuerdos son susceptibles de transformación y no son copias idénticas del pasado, sino que responden a momentos del presente, contenidos en marcos que son relativos a determinados grupos sociales, y que hacen de la memoria colectiva un ejercicio intersubjetivo, esto implica necesariamente la imposibilidad de que los individuos recuerden sin apelar a los contextos en los que están inscritos, y que además lo hacen a partir de la estructura de los códigos culturales que com parten con otros. De manera que la construcción de memoria que se erige en los actuales procesos se ve determinada por las relaciones de poder y determinaciones culturales. De allí recae gran importancia sobre el tratamiento del pasado, pues estas no se alejan de las referencias del sentido de la vida social y política propia del momento en el que se construyen. En la que la “memoria como construcción social narrativa implica necesariamente un análisis de quien narra, y de la institución” (Jelin, 2002, p. 35) presente que autoriza y en cierta medida legitima las memorias como lo sería la CMH (Centro de Memoria Histórico). En la memoria no es sólo un depósito de subjetividades, sino también se institucionaliza y sirve de insumo de la historia objetiva cuando se utiliza para construir y actualizar aspectos sobre el pasado. Es decir, las narrativas que constituyen la memoria histórica y cuya principal función es la de garantizar intersubjetivamente, y con cierto grado de legitimidad social y política, un canal expedito para la lucha por la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas. Que, a su vez,
se expresan y se sistematizan de diversas maneras y se viven de muchas formas según los diferentes públicos, incluso, se dan a conocer de múltiples maneras y bajo innumerables repertorios, como recientemente lo han mostrado los documentos producto del CMH, pues estos responden a las lógicas culturales y a los públicos que están dirigidos. Este trabajo se ve acompañado con los procesos de la Comisión Nacional de la Reparación y La Reconciliación, que un proceso en conjunto que se basa en la memoria y en un proceso casi catárticos de narración y principalmente simbólicos que intenta reparar a las víctimas y construir historia en donde “la necesidad de memoria es la necesidad de historia” (Nora, 1984, p8). Precisamente desde esta óptica, se configura lo ocurrido en otros países latinoamericanos claramente guardando sus límites. Pues el aprendizaje y las lecciones que nos dejan otros procesos de recuperación del pasado y tramitación de la verdad y la importancia decisiva en las políticas hacia el pasado, así como la presencia y fuerza de los movimientos de defensa de los derechos humanos reflejadas muy bien por Guglielmucci (2013), presentan muy bien lo hasta ahora reflejado, donde la memoria se constituye como un hecho de denuncia y de reparación a las víctimas, que implica unas demandas a la sociedad concerniente a políticas, que sin estos procesos serían imposibles. Además, reflejan las reivindicaciones que son necesarias como el caso de las madres de mayo, cuyo eje central es el no olvido, por ello están importante lo concerniente a los acuerdos con el no olvido y no repetición de los hechos y en esto entra a jugar la memoria. En síntesis, el rol de la memoria tiene una carácter e importancia, pero esta es polémica. Este carácter de polémico se relaciona con lo ya mencionado acerca de las múltiples maneras y los diversos sentidos implícitos en la recuperación y estructuración de una memoria mediada por la institucionalidad, que pueden ser resignificadas y reapropiadas también en función de los diversos intereses de agentes e instituciones, así como de las condiciones históricas y sociales propias del panorama colombiano actual o con miras a un post-acuerdo, pues no hay que olvidar que los nuevos marcos coyunturales son nuevos marcos de representación simbólica.
Finalmente, es necesario recalcar el papel de la memoria en términos de conflicto en la que no solo se reduce a la evocación del pasado, sino que propende por el papel reivindicador que refleja también una problemática estructural de fondo que se evidencia en la exclusión, falta de garantías y oportunidades, y principalmente intolerancia e irrespeto por a la diferencia, donde quiero pensar se manifiestan como producto de los acuerdos con las Farc. Por tanto, la memoria es vital para conocer y genera un senito de memoria colectiva, pues de la memoria en la actual coyuntura se ve una relación íntima de la memoria y la identidad. Ya que alrededor de la memoria se adoptaron diferentes mecanismos de lucha, y resistencia, así como alternativas en contra del conflicto generando hito que fijan parámetros sociales para fijar las memorias. Y es así como la memoria se constituye desde la revisión del pasado formando la conciencia colectiva, en la cual se empiece a pensar en la paz, paz que sea construida por todos para todos, configuradas desde las narrativas que den cuenta de una “visión conjunta en las que la memoria aporta significados sociohistóricamente construidos, que mantienen la cohesión y la pertenencia” (Villa & Barrera, 2017, p. 155). Por su parte, dado que ninguna memoria, y ningún ejercicio narrativo y experiencias son neutrales, ya que siempre involucran intereses y cálculos de todos los agentes implicados no se debe olvidar la agencia de estos en las construcciones de memoria y en la consecución de una historia. Además, la racionalidad política que alimenta el actual proceso, sumado a esto la posverdad, tiene repercusiones para el tipo de reconciliación nacional y de justicia que se espera en el país para las víctimas y para los victimarios. De esta forma podría afirmar que no hay un solo rol que cumpla la memoria en ningún contexto, pues como se expuso a lo largo del texto puede que cumpla la función de revindicar las víctimas, pero esta presenta problemas relacionadas con el contexto, o esta puede cumplir un proceso simbólico, institucionalizado, o relacionado con el perdón y el olvido, o ya sea con la construcción de identidad o incluso terapéutica, pero no se reduce una noción moloitica de memoria. Por ello la memoria se centra como eje político y social en miras a los posacuerdos. Bibliografía Ana Guglielmucci, (2013) “La Consagración de la Memoria”, cap. 1 (“Los activistas de la memoria: trayectorias grupales, estructuras organizacionales y proyectos conmemorativos en la Ciudad de Buenos Aires”)
David Villa Gómez y Daniela Barrera Machado. “Registro identitario de la memoria: políticas de la memoria e identidad nacional”, In: Revista Colombiana de Sociología, nº 40. Halbwachs, Maurice. “Memoria Colectiva y Memoria Histó rica”. In: La memoria colectiva, cap. 2, p. 53-79. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004. Hobsbawn, Eric y Ranger, Terence (editores). La invención de la tradición. Introducción. Jelin, Elizabeth. “De qué hablamos cuando hablamos de memorias?” In: Los trabajos de la Memoria, cap. 2, p. 17-38. Siglo XXI, Madrid, 2002. Nora, Pierre (1984). “entre la memoria y la historia” La problematique des Lieux”, en Pierre Nora (ed.), Les lieux de mémoire, t. 1, La République. Paris: Gallimard, págs. 23-43. Pollak, Michael (1989). “Memoria, olvido, silencio”. In: “Memoria, olvido, silencio: La producción social de identidades frente situaciones límite”, capítulo 1. Ricoeur, Paul. La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido, Madrid, Ediciones UAM, 1999 (Cap 4, “El olvido y el perdón” y cap. 5 “la huella del pasado”, págs 53 – 98) Rieff, David. “Contra la Memoria”, capítulo 3:“Perdón y olvido”