1 La palabra secreta
Aunque no tenga otras cua Aun ual l idades idades me basta el amor par a triunfar. Sin él fraca s saré aré aunque aunque pos poseea toda l a sab sabid uría y t oda s l as as habi abil l idad idad es es d el mundo.. mundo Salu Sa ludaré daré est est e día con amor en mi co coraz razóón. OGMANDINO
Era una tarde inver nal, fría y tonificante cuando entré en la rna Jes Jestuosa tuosa catedr cate dr al de San San Es Estte b baan, si situ tuada ada en el el ce cenntro neurá rállgico de la pintoresca capital de Aust Aus tria (Vien (Viena). Al instante me f i jé jé en una senci senc illa fotogr fotogr afía afía en marcad marca da de una una joven madre Ter Ter esa esa de Calcut utaa rodeada de ve v elas y b baancos cos.. Ref lexio exionné en sil ilen enccio so b bre re el el impacto de la gi giga ganntesca vida de esta mujer menud me nudaa pero que desarroll desarrollaa b baa una increí ble ble ac acttividad ividad,, un unaa mu jer de pocas « pa palla b bras ras»» que ha b bía ía con conseguido cam bi biar ar el mundo mediant mediante un una buen buena obra tras ot otra y qu q ue solía mu murm rmuurar: « N Noo habl hables, hazlo» hazlo», mucho antes de que la firma Nike acu acuñara el céle b bre re esl eslogan «[ust do itit»». La madre Teresa, qu q ue no había teni eniddo hij hijos os propios, propios, se conv convirtió en en la madre de los hu h uérfa érfannos de mad madre adh adhiriéndose al mant mantra ra de «hacer las peqqueñas cosas con pe con un gran amor amor ». Hac Haceer . Actuar Ac tuar . Servir . Es Esttas pal palabras se convirt convirtiero ieronn en su sus tar tar jetas de visita p visita para ara el mun mundo entero. entero. Sallí de la cat Sa ca tedra edrall ins pira piraddo por su su lega l egaddo y decidido decidid o a «hacer má más.» Roddeado por las magní Ro magníf f icas torres de San San Es Estte b baan, aspiré a llegar más al alto y re evalu eva luar ar y r econocer econocer las oportuni oportuniddades que se presen presentaran en en mi camino. Ex p peri erim men entté la gr atifi atificante cante sensación sensació n de que i ba ba a ocu ocurrir al algo especiial espec al.. De p De pr r onto recor dé el mot motiivo qu que me había ll lleevado hasta all allíí y me pu me puse se a bu buscar scar un unos os rega regalos nav avid ideños eños para mis seres qu quer er idos idos.. Em p pecé ecé a recorrerr los call recorre callee j joones y las call lleju ejueelas as,, pasando fre frennte a num numerosas erosas tiend ndas as de regal regalos y cafés cafés con terrazas terraza s, en en busca busca de al algo especial especia l. Mient Mientras ras cam amina ina b baa po p or las cal calles ad a doquin quinaadas qu quee p partían artían de la cated catedra ral,l, me detuve delante de un est esta bl blec eciimien mientto cu cuyo yo escapa escaparate me recordó al de un joyero, joyero, aunq nquue era una tie iennda de te jid jidos os..
Me toqué el alfiler alfil er de pelt peltre re qu quee lu luccía en en la so solla p paa de mi a bri briggo. Me lo quité quité y se se lo ofr ecí pa par a qu quee lo ex examinara de de cer ca. Pravin lo sostuvo entr e el pulgar y el el índi ndicce y p y preg regunt untó: ó: -¿Qué representan las las do doss mano noss enl enlaazada dass alr alr ededor de cada muñeca? -Significan la r es es pon ponssabilidad que que ten teneemo moss de te tend ndeer la ma mano al prójimo,, apo prójimo apoyyamos un unos os a otro otross y trat tratar de de ali alivia viarr los los problema problemass de los demás dem ás -cont contes estté. Pravin giró un poco el alf iler y dij dijo: o: -Por la pos posición de las las mano noss, parece parece com como si si estu tuvviera erann dis dis pue puesstas tantto a ayud tan ayudaar como a r eci eci bir bir ayud ayuda. a. -Veo que ha ente entendido lo que que el el art artiista tr ata b baa de tr tr ansmitir -respondí--o Emer son lo llama -respondí llama b baa «un unaa de las maravi maravillo lossas com pensacioness de es pensacione esta vida ida,, pu pues es uno no no pu pueede trat rataar sin since cer r amente de ayudar a los de demás sin sin ay ayud udaar se se a sí mismo» mismo». Pravin sonrió, y al al ha hacer la la las las comi comissur as as de su su boca boca se cu curva rva-ron ha hacia arriba, y añ añaadió dió:: -Solemoss obt -Solemo obteener lo qu quee desea eseam mos os p par ar a los dem demás ás.. Yo asentí, asentí, pu puees sus palab palabr r as cont conteenía íann una una gran gran ver dad. dad. -¿De modo que es estte alfil alfiler er ... es el el motivo po por el que que ha ve veni ni-do a Viena? -inquirió -inquiri ó Pr avin avin.. Su asociació asociación de ideas ideas me sor pr endi ndió, ó, p pero ero no hic hice comentario alguno.. Le expliqu alguno xpliquéé qu quee el alf ile iler er a un unaa r épli éplica ca en minia niattura de la Estaatu Est tuaa de la R es es pon ponsa sa bilid bilidaad que Vikt iktoor Fr ankl había soñado que fueer a er igid fu igidaa en en la la co costa Oest Oeste de Am Amér ica, ica, a modo de equiva equivallente de de la Esttatu Es tuaa de la Libe Liber r tad que que se hall hallaa en la costa Es Este te.. Yo ha ha bí bíaa p pas asado ado la la sem se mana ant nteerio riorr con la familia familia de Viktor, mostr ándole ndoless este es te modelo a esccala y ha blando sobre los planes es planes para llevar a cabo su proy proyecto. El dueño de la tienda tienda a bri brióó lo loss ojo ojoss corno pla plato toss al al oír el nombre del famoso psiquia psiquiatr a vienés, sup supeer vivie vient ntee del Holoc locaausto y autor de El hombr e en busca busca d e s seent ido. ido.
La lu luzz qu quee r ef ef leja ban la lass lumino luminosas sas sedas sedas y los lino linoss mul multi ticcolor es es me ll llaamó la atención y me sedujo. sedujo. Entr é en la ti tieend ndaa conf iand ndoo en hall llar ar el te jido perfecto par a el tr a j jee de no novvia de mi hij hijaa Season Season.. Mientr as as contemp ontemplla ba el co collori orissta surtido de de te jid jidos os pro proce ceddentes de cada r incón incón de del mundo, imaginé imagin é a mi hija hija vestid tidaa como un unaa prince princessa, irradiando su pr ecio eciossa son onr r isa y su su con ontag tagiiosa al alegría mientra mientrass su prínccip prín ipee azul az ul la l a tra ranns por ta ta b baa en e n vol olaand ndas as a tr tr avés avés de un nuevo nuevo umbr al de pr pr omesas omesas y es p peer anzas zas.. Yo ig ignor a b baa enton entonces ces qu quee el se sende nder r o que segu eguía ía me ll lleeva var r ía a desc de scuu b br r ir uno de de lo loss don dones es más va valiosos de de mi vid idaa. Est stee don a p paar ecer ecer ía envue e nvuellto en forma de de un unaa p paala b bra ra,, una pala pala bra con el pode poder de de tran transsf or or mar mar la vid vidaa de uno pa par a si siempr e. e. Un regalo inesperado
El due du eño de la tie t iend nda, a, un ho h ombr e de me m edi diaana edad, se s e a pr esur esur ó hacia mí co conn la la vitalidad de d e una per sona muc mucho más más jo jovven. Sus gr andes andes oj ojos os fascinaron cinaron.. Tenía la cara cara r edond donda, a, y su sus dient dientes es bl blaanc ncos os casttañ cas años os me fas corno co rno perla perlas cont ontr r asta asta b baan con su piel loza lozanna de color color choco ocollate te.. Cuand ndoo me estr estr echó la mano mano, so sonri nrióó gu guiiñánd ndoome un o j joo sut sutiilm lmeent ntee, ladeó la ca ca b beza eza y dijo en un ing inglés co cor r rect e cto y p prec reciiso: -Bu -Buen enas as tar des des. Me ll llaamo Pra Pravvin in.. Pr avin avin Cherk oor oor i. Su voz tení teníaa la suave y enc encantadora entonaci ntonacióón de de un unaa p perso ersonna proce pro ceddent ntee del país país cu cuyo nombre os ostent tentaa b baa su su tie tiend nda: a: Indi Indiaa. -Soy K evin evin Hall ll.. Encant ncantaado de conoce conocerl rlee -res pond pondíí. Cuando me me di diss poní poníaa a preguntarle cuán cuánto to tie tiemp mpoo hac acíía qu quee se dedi dicca ba a adqui adquirir rir esas es pl plééndida ndidass tel telas as de colo colore ress des eslum lum- brantes brant es,, Pr avin avin me me sorp orpr r endi ndióó formul formuláándom ndomee un unaa pregunt preguntaa: - ¿ Qu Quéé signi sig nif f ica ica ese alf iler iler que llev lleva?
Me toqué el alfiler alfil er de pelt peltre re qu quee lu luccía en en la so solla p paa de mi a bri briggo. Me lo quité quité y se se lo ofr ecí pa par a qu quee lo ex examinara de de cer ca. Pravin lo sostuvo entr e el pulgar y el el índi ndicce y p y preg regunt untó: ó: -¿Qué representan las las do doss mano noss enl enlaazada dass alr alr ededor de cada muñeca? -Significan la r es es pon ponssabilidad que que ten teneemo moss de te tend ndeer la ma mano al prójimo,, apo prójimo apoyyamos un unos os a otro otross y trat tratar de de ali alivia viarr los los problema problemass de los demás dem ás -cont contes estté. Pravin giró un poco el alf iler y dij dijo: o: -Por la pos posición de las las mano noss, parece parece com como si si estu tuvviera erann dis dis pue puesstas tantto a ayud tan ayudaar como a r eci eci bir bir ayud ayuda. a. -Veo que ha ente entendido lo que que el el art artiista tr ata b baa de tr tr ansmitir -respondí--o Emer son lo llama -respondí llama b baa «un unaa de las maravi maravillo lossas com pensacioness de es pensacione esta vida ida,, pu pues es uno no no pu pueede trat rataar sin since cer r amente de ayudar a los de demás sin sin ay ayud udaar se se a sí mismo» mismo». Pravin sonrió, y al al ha hacer la la las las comi comissur as as de su su boca boca se cu curva rva-ron ha hacia arriba, y añ añaadió dió:: -Solemoss obt -Solemo obteener lo qu quee desea eseam mos os p par ar a los dem demás ás.. Yo asentí, asentí, pu puees sus palab palabr r as cont conteenía íann una una gran gran ver dad. dad. -¿De modo que es estte alfil alfiler er ... es el el motivo po por el que que ha ve veni ni-do a Viena? -inquirió -inquiri ó Pr avin avin.. Su asociació asociación de ideas ideas me sor pr endi ndió, ó, p pero ero no hic hice comentario alguno.. Le expliqu alguno xpliquéé qu quee el alf ile iler er a un unaa r épli éplica ca en minia niattura de la Estaatu Est tuaa de la R es es pon ponsa sa bilid bilidaad que Vikt iktoor Fr ankl había soñado que fueer a er igid fu igidaa en en la la co costa Oest Oeste de Am Amér ica, ica, a modo de equiva equivallente de de la Esttatu Es tuaa de la Libe Liber r tad que que se hall hallaa en la costa Es Este te.. Yo ha ha bí bíaa p pas asado ado la la sem se mana ant nteerio riorr con la familia familia de Viktor, mostr ándole ndoless este es te modelo a esccala y ha blando sobre los planes es planes para llevar a cabo su proy proyecto. El dueño de la tienda tienda a bri brióó lo loss ojo ojoss corno pla plato toss al al oír el nombre del famoso psiquia psiquiatr a vienés, sup supeer vivie vient ntee del Holoc locaausto y autor de El hombr e en busca busca d e s seent ido. ido.
La lu luzz qu quee r ef ef leja ban la lass lumino luminosas sas sedas sedas y los lino linoss mul multi ticcolor es es me ll llaamó la atención y me sedujo. sedujo. Entr é en la ti tieend ndaa conf iand ndoo en hall llar ar el te jido perfecto par a el tr a j jee de no novvia de mi hij hijaa Season Season.. Mientr as as contemp ontemplla ba el co collori orissta surtido de de te jid jidos os pro proce ceddentes de cada r incón incón de del mundo, imaginé imagin é a mi hija hija vestid tidaa como un unaa prince princessa, irradiando su pr ecio eciossa son onr r isa y su su con ontag tagiiosa al alegría mientra mientrass su prínccip prín ipee azul az ul la l a tra ranns por ta ta b baa en e n vol olaand ndas as a tr tr avés avés de un nuevo nuevo umbr al de pr pr omesas omesas y es p peer anzas zas.. Yo ig ignor a b baa enton entonces ces qu quee el se sende nder r o que segu eguía ía me ll lleeva var r ía a desc de scuu b br r ir uno de de lo loss don dones es más va valiosos de de mi vid idaa. Est stee don a p paar ecer ecer ía envue e nvuellto en forma de de un unaa p paala b bra ra,, una pala pala bra con el pode poder de de tran transsf or or mar mar la vid vidaa de uno pa par a si siempr e. e. Un regalo inesperado
El due du eño de la tie t iend nda, a, un ho h ombr e de me m edi diaana edad, se s e a pr esur esur ó hacia mí co conn la la vitalidad de d e una per sona muc mucho más más jo jovven. Sus gr andes andes oj ojos os fascinaron cinaron.. Tenía la cara cara r edond donda, a, y su sus dient dientes es bl blaanc ncos os casttañ cas años os me fas corno co rno perla perlas cont ontr r asta asta b baan con su piel loza lozanna de color color choco ocollate te.. Cuand ndoo me estr estr echó la mano mano, so sonri nrióó gu guiiñánd ndoome un o j joo sut sutiilm lmeent ntee, ladeó la ca ca b beza eza y dijo en un ing inglés co cor r rect e cto y p prec reciiso: -Bu -Buen enas as tar des des. Me ll llaamo Pra Pravvin in.. Pr avin avin Cherk oor oor i. Su voz tení teníaa la suave y enc encantadora entonaci ntonacióón de de un unaa p perso ersonna proce pro ceddent ntee del país país cu cuyo nombre os ostent tentaa b baa su su tie tiend nda: a: Indi Indiaa. -Soy K evin evin Hall ll.. Encant ncantaado de conoce conocerl rlee -res pond pondíí. Cuando me me di diss poní poníaa a preguntarle cuán cuánto to tie tiemp mpoo hac acíía qu quee se dedi dicca ba a adqui adquirir rir esas es pl plééndida ndidass tel telas as de colo colore ress des eslum lum- brantes brant es,, Pr avin avin me me sorp orpr r endi ndióó formul formuláándom ndomee un unaa pregunt preguntaa: - ¿ Qu Quéé signi sig nif f ica ica ese alf iler iler que llev lleva?
24 EL PO PODER DER DE LAS PALAB ALABR R AS AS
- Yo co cono nocí cí a Viktor Viktor . Era un homb mbr r e gr ande ande y no bl blee -di jo jo co conn admirac miraciión, tras lo cu cual sa sacó có de debajo del mos mosttra raddor de de la ent entra radda un volumino oluminosso libro de honor honor -o Viktor , com comoo mu mucchas ot otras ras p peer son onas as qu quee han pas pasado por Vien ienaa, f ir ir mó en este Lib Libro ro de los Grand Grandes es.. Pr avin avin se incl inclinó hac aciia delant lantee mientr as as a b bría ría el el libro libro y lo de posita p osita b baa so b bre re el el mos mostr tr ador ador , f r re nte a mí y me dij dijoo: - Tú eres un unoo de lo loss grand grandes, Ke Kevi vinn. ¿Qu ¿Quieres ieres f ir mar en mi lib libro? ro? Miré los nombr es es en las p pág ágin inas: as: esta b baan el docto octorr Fra Frannk l, la madre Ter Ter esa esa de Cal Calcuta y vario varioss miembro miembross de la famili familiaa de Mah Mahatm tmaa Gandhi Ga ndhi.. «Es Estte hom b bre re aca ba de con onoc oceer me ... », pe pennsé. Me sentí sentí indign ind ignoo de d e fir mar en ese li bro. bro. Mi Mi no n omb mbre re no merecía figur figur ar j ar junto unto a unoss p uno perso ersonnajes tan insi nsiggnes. Tras una pau pausa qu que se hi hizo zo et eter na, re ress p poond ndí: í: - Te agradezco el el cum p plid lidoo y tu ama bl blee gest gesto, pero no me connsid co idero ero uno de los grand grandes. Lo si sient ntoo, pero no pu pueedo firmar en e n tu libro. lib ro. Prav ravin in sa sali lióó de detr ás ás del mostr ador y a p poyó oyó un unaa mano en en mi homb mbr r o. o. -Deseo en enseña señart rtee un unaa p paala bra -dijodijo-oo ¿Qui ¿Quieer es es hace acerm rmee el el favor de cen cenar con conmi migo? go? Sin es p perar erar mi respu respuesta, me condu j joo a través de la puer ta pr p r incipa cipall hac aciia la call callee, donde el air ai r e gé gélid lidoo er a un f r río í o recor datorio de qu quee el e l crecim crecimiien entto y el desc d escubrimien ubrimiento to su s uelen ir acomp acompaañados de cier to gr gr ado de inc ncoomo modid didaad. Des pu pués és de r eco ecorre rrerr va vari rias as call llee juelas juelas,, se seguimo guimoss el sucul uleent ntoo aroma aro ma de verdu rduras ras salt saltea eada das, s, a j joo as asado ado y jengibr e has astta ll llegar egar a un pintoresco pint oresco rest restaura rante nte chi hinno. La deco decorac raciión del res resttaura rant ntee er a simpl implee y auster a. a. Ent ntre re las cuat atro ro paredes de co collor gris mate ha ha bí bíaa oc ochho mesit mesitas rect rectangul ulares, ares, con cuat cuatro sill sillas as de mader a ar rima rimada dass a cada un unaa, disp dispuuestas
La pal pal abra abra secreta 25 so bre un suelo pringoso de vinil vinilo. o. En la cocina, qu q ue at a tis b baamos u través de la pue p uer r ta entrea b bier ier ta, había una placa con con se seiis qu quemado emador r es, es, r e pl pleeta de wo wok k s de hi hierro, erro, sarten sartenes de acero y oll llas as qu quee conten onteníían ca cald ldo. o. De la campanna extract campa extractora col colga b baa una var iada colección de ut uteensili ilios os de mettal. En la enci me encimera situ situada a la izquier da hab había ía un unas as pil pilas as de bandejas ovalladas ova adas.. El est estan antte que había encima esta b esta baa lleno a rebosar de recipientes rojos y bl b lancos. Llegamos al atar decer, entre las horas punt punta del de l almuerzo y la ce cena, na, y co com m pro b bamos amos que teníamos todo el comedor para noso osottro ros. s. Un cocin cocinero ero corta b baa y pica b baa verduras con gran ha bil biliidad, preparándol prepará ndolas as p paar a el el inevitab inevitablle gen gentío de la noch noche, mie ientr ntr as as un se seggundo cocin coc inero ero preparaba con consumad consumado ar te co comi mida da p paar a llevar en en una humeante cazu cazuela que sujeta b baa con la mano derec derecha. Esta b baa frente a los fogones, de espaldas a nosotros, movien moviendo los brazos de forma rítmi rítmica, como un director de orqu orques estta marcand marcando el compás de una maravi maravillosa sinfonía. Este in insó sóli lito to escenar escenar io io fue el el marco del del extraordinar io encuent encuentro qu quee se produj produjoo a continuac continuación. Aqu Aquí, en un restaur restaur ante chin chino, o, en en el centro de Europa, la co connversación di disc scuurrió con con na natu tura ralida lidadd y f luidez luidez ent ntre re unos extraños qu quee ch charla b ban an com como si fueran am amigos de toda la vida. Pravin, impac mpaciiente por entrar en materia, se apresu apres uró a lla lamar mar a la camarera y le pidió al algunos de sus platos favoritos. Luego acercó su su sill illaa a la mesa y se acodó en ell el la frente a mí. mí. -¿Q -¿ Qué piensas de mí? -me pregu preg untó mirándome a los ojosojos-o Ten Tengo la piiel osc p oscuura ra.. Tú tienes la pi piel clara ara.. Yo proveng provengoo de Or Or ient iente. e. Tú, de Occid Occ idente ente.. ¿Qué tenemos en común comú n? Noo tuve N tuve qu quee medi meditar tar mucho mi respuesta. respuesta. R ecor ecor dé unas nas p paala bras que mi ma maddre me ha bí bíaa in incu cullcado de niño. -Cr -C r eo eo que eres mi hermano -respondí sin vacil vacilarar-oo Somo omoss obra del mism mis mo Creador . Formamos parte de la misma famili fa miliaa huma hu manna.
,26 EL PO PODER DE LAS PALABRAS
Mi hermano indio se re p paant ntiigó en su su sill illaa y excl exclamó: ¡Yo pienso exact exactame ament ntee igu iguaal! A pa part rtir ir de ese momento nues nuestr tr a co connversació versaciónn ad adqui quirió rió un prof und ndoo in interés terés pe perso rsonal nal,, a briend briendoo nu nuevos evos camin caminos y nu nuevas percepciiones. percepc Pravin me ha bl blóó de su su inf inf anc ancia: -Crecí en Cal Calcut uta, a, entr e los p poo b bres res más po b bres res.. Grac Graciias a los los estudios y al tra b baj ajoo duro, mi mi fa famili miliaa consigu consiguió huir huir de los gr illete s de la po b breza reza.. -Tras un unaa pa pauusa, continu continuó-: Mi ma madre me en enseñó muchas cosas osas.. Una de las más importantes f ue el e l signi ignif f icad icado de una antig tiguua p paalab labra ra hind hindii. Eso hi hizo zo qu quee me sent sentara ara en en el bo bord rdee de mi sill sillaa. -En Occ cciidente lo ll llaamaríais ca -conttinuó Prav Pravinn-.. cari ridad dad -con Per Pe r o creo que com p pro ro b barás arás qu quee esta p esta paala b bra ra posee un sign significado más prof undo. «¿Qué pal pala b bra ra pu puede ser más profund profunda qu que caridad? caridad?»» , me pregunté. pregun té. Conn voz pausad Co pausada, casi reveren reverente, Prav ravin in prosig prosiguuió como si me revelara un secret revel secreto sagr sagr ado: -La p -La paala b bra ra es ge -dijo-oo Signi nifica fica qu quee uno jamás de b bee tratar genn s shhai -dijoa ot otro de for ma qu quee le haga sentirse menosprec menospreciado iado.. Saquué mi cu Saq cuaderno de piel piel y escri bí bí la trascend trascendente ente pal palabra pronuncia cia [guénn-cchaiJ iJ)) y su su significado tal tal como acaba b baa genshai (se pronun de expli explicarme carme mi nu nuev evoo amig migoo. ' Pravvin prosig Pra prosigui uió: ó: -De niños, nos enseñaron qu quee nun nunca ca de b bíamos íamos mirar , tocar o dir igim imos os a otra p otra perso ersonna de form formaa qu quee se sint sintiera iera menospreci menospreciada. Si yo p yo pasaba asaba junt juntoo a un mendigo mendigo en en la la call llee y le ar r ro j jaa b baa un unaa moneda con gest gesto des pre preoocu p paado, no estaría practican practica ndo el el genshai. Pero si si me arrodill arrodillaa b baa y le mira b baa a los ojos cu cuan anddo deposit depositaa b baa la mone onedda en en mano nos, s, esa mon moneda se conver tiría en amor . Só Sóllo entonces, suu s ma s despuués de ha b desp ber er le demostra emostraddo un amor
La pal pal abra abra sec secr r eta 27
f r ra terno rno,, p puuro e incondicional incondicional, me conver tiría en un aut autéént ntico ico pract pra ctiica cannte del del g enshai. Sentí qu quee un esca escallofrío me recorría la espald espaldaa al tie iem m po qu quee me quedé qu edé mu mudo, do, ref lex exiionando so b bre re el el poder de lo qu que ac aca bab babaa de oí oír r . - Te aseguro que eres eres uno de los grandes, Kevin -decl -declar ó mi anfitr ión mienttras me seña mien señalaba con las manos-o manos-o Pero te ne nega gasste a firmar en mi Libro de los los Grande Grandess. Cu Cuando tomaste esa deci ecissión, te men menosprec ospreciiaste a ti mismo. Genshai significa qu quee ja jam más de b bes es men menosprec ospreciiar a nadie, ni siquuiera a ti mismo. siq Tras un unaa p paausa sa,, Pravin me im pl ploró oró:: -Prométeme una cosa, Kevin. Qu Que jamá jamáss vo vollve ver r ás ás a menos os- preciar te. ¿Me lo prometes? Me sentí cohibido y me rendí. rendí . -De acuerdo, Pravin. Te lo promet prome to. Su ros rosttro jovial refleja b baa una expresi expresión in audi ble ble de «misión cump mpllida» mientras me miraba sonriendo de ore j ore jaa a oreja. oreja. Amor de madre
Unas horas antes antes, yo ha b bía ía abandonado la catedral con la pr emon emonición de que iba a ser una noche memorable. memorable. Cua Cuand ndoo miré a mi mi guía guía--gurú, la paala b p bra ra memorab s ubeestimada del año año.. memorabl l e se me antojó la más sub -¿Puuedes contarme más cosas sobre tu -¿P tu encuentro con con la madre Teresa, la san santa de Cal Calcuta? -Sí -res p poond ndió ió Pravin-. Camina b Camina baa a través de una multi multitu tudd ves vesti tida da conn su ha bi co bitual tual sari de al a lgodón godón b blanco lanco.. Corrí haci haciaa ell el la, gr ita itand ndoo como un loco, loco, y cuando me acerqué, acerqué, la madre Teresa me ta p póó la b boca oca con una mano y me rogó con firmeza qu que cal ca lla lar r a y me pu me pussiera manos a la obra. obra. Lo recuerdo como si fuera ...
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EL PODER DE LAS PALABRAS
-Ha sido la madre Teresa quien esta noche me ha llevado hasta tu calle -le inter rum pí, inca paz de contener la emoción-o Hace un r ato me detuve en la catedr al de San Este ban y rendí homena je a la vida de esta santa. He salido de la catedral prometiéndome aspir ar a hacer más en mi vida. Mi siguiente parada ha sido tu pr eciosa tienda de telas. Pr avin se detuvo, me miró fijamente a los o jos y di jo con vehemencia: -Esta ba escr ito que nuestros caminos se cruzarían. Está bamos destinados a conocemos. Entraste en mi tienda por un motivo. Al mirar a mi nuevo amigo a los ojos me acordé de mi madre, la primera pr acticante del gen shai que conocí, aunque me consta que ella nunca ha bía oído esa pala bra ni conocía su significado. -Kevin -solía decirme tomándome por el mentón-, puedes hacer lo que desees en la vida. Puedes alcanzar y vivir todos lo sueños no bles que tengas. Estoy segura de que harás cosas gr andes e impor tantes en tu vida. Mientras pensa ba en mi infancia, las pala br as de mi madre sonar on con tanta nitidez como el día en que las pr onunció. Parecía casi como si la silla que esta ba vacía junto a Pravin en nuestra mesa estuviera ahora plácidamente ocupada por mi ángel mater nal. Hacía cuatro años que mi maravillosa madre ha bía fallecido apaciblemente en nuestr a casa. Durante casi un año ha bía luchado denodadamente contra los estragos del cáncer , hasta que por fin se ha bía rendido con calma y ser enidad. A mi madre siem pre la recor daremos mi familia, las personas que la conocían bien y yo como una mujer de una for taleza y un valor extraordinarios. Se ha bía convertido en madre soltera de dos hijos a la tierna edad de diecinueve años, atendiendo las necesidades de mi her-
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mano mayor y las mías cuando podía haber cursado el primer año universitario. Mi madre f ue una adolescente que colgó los estudios en el instituto pero que logró procurarse una educación, una carrera y, gracias a su determinación, logró conver tirse en terapeuta especializada en el consumo de drogas junto a colegas que ostenta ban sus diplomas de másteres colgados en la pared. Pasó de ser una alcohólica reha bilitada a una terapeuta que se dedica ba a ayudar a los adictos que lucha ban contr a los demonios que ella conocía bien. Los retos a los que tuvo que enfrentarse le enseñar on a comprender a los demás y em patizar con sus pro blemas y sufrimientos, aprendiendo de paso el valor de la compasión y el aliento, los elementos fundamentales de la palabra genshai. Durante su funeral, un hom br e alto, f uerte y bien parecido se me acercó con los ojos empañados para decirme que mi madre le había cambiado y pro ba blemente salvado la vida. Me habló de la época más negra de su existencia. Ha bía tocado fondo y no sa bía si conseguiría salir del bache. Luego, mientras las lágr imas le roda ban por las mejillas, me contó que mi madre había cr eído en él cuando ni siquiera él creía en sí mismo. -Sin la ayuda de su madr e -me di jo-, hoy no estaría aquí. «Sin ella yo tam poco estaría aquí», recuer do que pensé, pues mi madre solía decirme con insistencia que yo podría lograr cuanto me pro pusiera, y por suerte la creí. Al margen de lo dura que f ue su vida, siempre mantuvo la visión de un mundo mejor para mí. Un vencedor , no una víctima
Cuando salimos del restaur ante, recor dé otr o modelo que ejern plifica ba el tér mino genshai , un hom br e de un carácter y una for -
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La pal abra secr et a
taleza exce pcionales, un hombre cuyo legado me ha bía llevado hasta Viena: el doctor Vik tor Fr ankl. Hacía tan sólo una semana que yo ha bía a bandonado el cálido y soleado sur de Califor nia par a atravesar medio mundo con una es peranza: averiguar más detalles so bre la insólita vida de Viktor y com prender cómo era posible que tanta maldad pudiera engendr ar tanta bondad. Comencé mi estudio del persona je paseando por las mismas calles que Viktor había recor rido durante noventa y dos años durante los cuales disf rutó de una vida llena de dignidad y deter minación. Sin embargo, el joven médico pasaría tres años muy le jos de la belleza y la tranquilidad de su amada Vi en a, so breviviendo a los horrores y la cr ueldad de los campos de concentración nazis como el pr isionero número 119.104. Para él, esos tres años que le habían ro bado eran insignificantes en com paración con todo lo demás que los nazis le ha bían arre batado y destr uido: su bella esposa y el hi jo que i ba a nacer , su hermano, su madre, su padr e y el manuscr ito a cuya redacción Viktor ha bía dedicado su vida de adulto. No olvidar é lo que sentí al detenerme frente a la casa de Frank l, e imaginé a los nazis irr umpiendo en el oscuro silencio de la noche y transformando el santuar io de Vik tor en un auténtico inf ier no, arrancándolos a él y a su familia de sus cálidos lechos para enviar los en trenes de ganado a los cam pos de concentración. ¿Cómo podía uno elegir ser un vencedor en medio de tanto sufr imiento y devastación? ¿Cómo ha bía conseguido Viktor elegir el triunfo sobre la derrota? ¿Sería yo capaz de aproximarme siquiera a ese grado de valor ? ¿Cómo era posible que Vik tor, al igual que Anna Frank, eligiera creer en la bondad de la humanidad después de lo que ha bía ex perimentado?
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as respuestas se encuentran en el libro que Viktor escribió durante nueve días consecutivos al tér mino de sus atroces vivenl los, un libr o que sería reconocido como uno de los más influyentes jamás escritos: E l hombre en busca de sentido. En el libr o, Frankl escribe: «A un hom bre pueden despojar lo de todo menos de una cosa: la última de las li bertades humanas, 1" li ber tad de elegir la actitud que uno asume en cualquier cir .unstancia. la libertad de elegir su pr o pio camino». Pese a sus circunstancias, Vik tor eligió un camino de sentido, responsa bilidad y a portación. Al optar por «estar a la altura de su sufr imiento», demostró que todos tenemos la capacidad de su per ar nuestro destino exter no siguiendo la senda de la dignidad. Despo jado de sus bienes, de todo cuanto le era familiar, testigo de la destr ucción de todo lo que era valioso y precioso para él; deshumanizado Y tratado como el ser más insignificante de los insignificantes; obligado a padecer dolor, hambre, sed y cansancio casi más de 10 que uno es ca paz de padecer sin morir : el hombre que se ha bía convertido en un númer o se convir tió en una persona. Vik tor, un nombre muy apropiado para esa persona, eligió ser un venced or, no una víct ima. Descubrió humanidad en el rostro vacío de lo inhumano, halló esperanza en un vasto mar de deses peranza. Frente a una resistencia abr umadora, se negó a menos preciar se a sí mismo ni a los demás. Las palabras iluminan el sendero
Mientr as Pr avin Y yo regr esá bamos a su esta blecimiento, le hablé sobr e mi hija y su boda. Pr avin pr o puso que volviéramos a su tienda, donde envolvió tr es exquisitas telas de seda y encaje. Después
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de darle las gracias, se produ jo un incómodo silencio cuando salimos de la tienda. El eco de nuestros pasos er a lo único que se oía mientr as caminá bamos por las adoquinadas calles milenarias. Nos detuvimos en un cr uce. En una dir ección esta ba la casa de Pravin; en la otra, mi hotel. Cuando nos dis poníamos a seguir cada cual nuestr o camino, Pravin se acercó a mí, se quitó la bufanda que lleva ba alr ededor del cuello y la colocó alrededor del mío. Luego, cuando introdu jo con delicadeza los extr emos de la bufanda dentro de mi a brigo, sentí un calor especial en el cor azón. Al des pedimos con un a brazo, las últimas pala bras de Pr avin f uer on: -Se trata de un viaje, Kevin. Todos estamos em barcados en uno. Me volví y, tras agitar brevemente la mano, me alejé pensando en lo que aca baba de aprender . La lección que ha bía a prendido er a prof unda pero sim ple: una pal abra podía cambiar el mundo para me jor. Las pala bras son como contraseñas: dan acceso al poder, a bren la puer ta. Genshai. Esa palabr a contenía tanta o más prof undidad que cualquier lección o sermón que yo hubiera oído. Le estar é eter namente agradecido a ese sa bio guía que me ayudó a recordar con clar idad el mensa je de mi madre y a com prender con más prof undidad de qué son ca paces las pala bras. Me prometí no volver a menos preciarme jamás, vivir de acuer do con los princi pios de la pala bra genshai y compartir con otros esta y otras pala bras secretas pues, como dijo el sa bio: «Quien lleva una linterna para iluminar el sendero de su hermano ve el suyo pro pio con más claridad». Mientr as seguía caminando, sosteniendo el paquete para mi hija, com pr endí que el Li bro de los Grandes tiene muchas páginas en blanco para llenar , y que algún día regr esaría aquí,
La pal abra secr eta 33 Ahora que disponía de la luz, la dirección que de bía tomar esta ba más clar a que nunca. Ha bía venido a Viena para ayudar a otr os pero había recibido el r egalo más valioso. Mir é el paquete y sonreí. Es decir , dos regalos muy es peciales. Pr avin tenía r azón. Se trata de un viaje. Todos nos hallamos embarcados en un viaje pletór ico de dones. '\
2 Descubridor del sendero
En cuant o uno se compromet e con firmeza, la providencia se mueve también. Ocurr en toda suer te de co sas d e stinadas a a yudarnos que , d e lo contrario, jamás liabrian ocurrido: incid ent e s impr evisto s, encuentro s y un apo ya mat er ial que nadie habría ima g inado jamás que obt encl ría. WILLIAM HUTCHI NSO N MURR AY
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365 días alrededor del sol, demostrando la conectividad de todas las cosas en el universo. Evoco las palabras de William W ordsworth: «Que todas las cosas te iluminen, que la Naturaleza sea tu maestra», y recuerdo un día del verano pasado, cuando mi hijo Konnor y yo, junto con otros padres e hijos, nos detuvimos en el inmenso circo glacial situado a los pies del Lone Peak, el pico más elevado de cuantos se alzan sobr e Suncrest. Allí, el paisaje tachonado de rocas demuestra con claridad por qué esa cord illera se llama las Montañas Rocosas. Por doquier se ven rocas y piedras: unos montoncitos de piedras colocadas a modo de señal para indicar el sendero seguido por quienes nos han precedido; escalones y escaleras de piedra; bancos de piedra situados junto a unos peñascos de granito del tamaño de una casa. Sobre todo ello se erige una vertiente de roca lisa casi cortada a pico, cuya longitud es casi la de una manzana de una ciudad, por la que se desliza un torrente de agua desde la nieve fundida en la cumbre . Este roquedal ofrece unas vistas increíbles de l valle y, aba jo, de los relucientes lagos, por lo que resulta un lugar perfecto para descansar y contemplar el gigantesco espectáculo del Lone Peak que se yergue ante nosotros. Parece como si la madre naturaleza nos enseñara de forma sutil que no podemos mirar hacia arriba y hacia abajo al mismo tiempo. Al alzar la vista para o bservar la fortaleza de roca, me do y cuenta de que los gigantescos rascacielos de acero y cristal de Nueva York y Hong Kong no pueden compararse con la s torres de piedra de sesenta pisos de altura que se elevan hacia las nubes , rozando el cielo. Sobre la más alta de esas torres naturales la naturaleza ha pintado, con agua saturada de minerales, un signo de interrogación tan grande q ue uno no da crédito a lo que ven sus ojos. Situado a una altitud de más de 3.000 metros, mide más de diez pisos de altura y es conocido por los expertos montañeros yescaladores como la pared del Interrogante.
Descubridor d el sendero La f unción de la par ed del Interrogante está clarísima: es un r ecordatorio de que, por más alto que trepemos, todos debemos r eflexionar y preguntarnos: ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿He seguido el sendero adecuado? ¿He alcanzado mi objetivo? ¿Có mo puedo superar los obstáculos que se alzan frente a mí? ¿Tengo claro adónde me propongo ir? ¿Soy capaz de reconocer a quienes desean ayudarme en mi camino? Abandono mis reflexiones y escribo en mi cuaderno que este tipo de preguntas, y sus respuestas, han dominado mis pensamientos desde que me embarqué en mi viaje personal con el fin de descubrir el poder secreto que encierran las palabras. la oportunidad se encuentra con el destino Fue en Viena, después de que mi nuevo amigo y g uía Pravin Cherkoori apareciese en mi camino y me enseñara l a palabra secreta, donde conocí por casualidad a otro guía que me enseñaría que todas las palabras encierran secretos. Me lo presentó Bill Fillmore, un abogado que formaba parte de nuestra delegación, que había viajado a Austria para r eunirse con la familia de Viktor Frankl. Bill me comentó que había observado que yo no deja ba de escribir en mi cuaderno y quería saber sobre qué escribía. -Sobre pala bras =-respondí->. Trato de averiguar todo lo que puedo sobre las palabras y el poder que encierran. Abrí mi cuaderno y le enseñé la entrada con la palabra secreta que me había enseñado Pravin Cherkoori. - Por favor , cuéntame más -dijo Bill sonriendo de oreja a oreja. -Me he propuesto descubrir los secretos de las palabras y su sentido primigenio -le ex pliqué-o Es como pelar una ce bolla. Conforme vas descifrando las palabras una capa tras otra, descu-
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br es SU significado puro y accedes a una f uerza que te ayudará a hallar tu propósito y dirigir mejor tu vida. Bill me r eveló entonces el motivo de su amplia sonrisa. -Quiero presentarte a un mentor mío -dijo-o Sa be más so bre pala br as que ningún otro ser humano que yo conozca. Bill me dijo que se llama ba Arthur Watkins y que era un profesor univer sitar io jubilado que había dedicado su vida a la etimología, el estudio de las pala bras. Se ha bía doctorado en Lingüística en Stanf or d, ha bía pasado casi cuar enta años impartiendo clases de lengua en la universidad y ha bla ba con f luidez una docena de idiomas. Durante la Segunda Guerra Mundial ha bía ayudado a descodif icar los mensajes del e jército alemán en el f re nte italiano. -¿A qué no imaginas qué hace para entretenerse? -me preguntó Bill-. Le encanta enseñar a otros los orígenes de las pala bras. Es su pasatiempo favorito. Bill me ex plicó que Ar thur vivía ahora en una residencia para la tercera edad. -Es el maestro indiscutible de las pala bras -exclamó-o Tienes que conocer lo. Unos días después de mi regr eso de Viena, llamé a Ar thur. Mientras es pera ba a que el teléfono sonase, imaginé a un hombre frágil y de tez cenicienta, que quizá llevar a una mascar illa de oxígeno, conectado a un gotero en su cama, esperando com partir los últimos retazos de la sabiduría que ha bía acumulado a lo largo de su vida. Per o des pués de tan sólo medio tono, esa imagen se esf umó por completo cuando una voz clara y firme respondió: -Arthur Watkins, ¿dígame? -Hola, me llamo Kevin Hall-dije-. Bill Fillmor e me dio su número y dijo que le avisaría de que yo i ba a llamar le. -Esperaba su llamada -r es pondió Arthur con voz formal pero con evidente entusiasmo.
Descubridor del sendero 43 -Confia ba en que pudiéramos vemos -dije, dis puesto a fi jar una cita para esa misma semana. -Esta· noche estoy libre -se apresur ó a responder Ar thur. Miré mi reloj. Eran casi las ocho de la tarde. -Puedo llegar dentro de media hora -a punté con cier ta timidez. No quería pertur bar sus horas de sueño ni inf ringir el toque de queda impuesto en la residencia. Per o la voz al otro lado del hilo telefónico contestó decidida: Perfecto. Estaré encantado de conver sar con usted. Cuando toqué a la puerta de la ha bitación de Arthur, éste me a br ió vestido con un pantalón caqui y una camiseta con la bandera amer icana di bu jada en el pecho. Calza ba unas depor tivas negr as Conver se All-Stars. Era la viva imagen de lo americano. (Como siempre sería, según compro bé durante mis visitas sucesivas.) No era joven. Tenía la es palda algo encorvada, el rostro surcado de ar rugas, unas orejas enor mes y lleva ba un audífono en ambas. Cuando sonreía, mostr a ba una serenidad semejante aY oda de Star War s. Todo S\l sem blante denotaba sa biduría y exper iencia. Nos saludamos con un a pretón de manos y Ar thur me invitó a pasar . Se sentó en una butaca reclina ble y yo en el sofá situado a su derecha. Resultó ser el lado en el que llevaba un audífono def ectuoso, por lo que se a pr esuró a sentarse junto a mí en el sofá. Se colocó de forma que sus rodillas y codos casi rozaban los míos, para poder oír mejor lo que le decía. Me sentí de inmediato cómodo y relajado. Aunque él me lleva ba más de cuarenta años, la conexión entre am bos f ue instantánea y, según intuí, mutuamente entusiasta. A mi buen amigo, el autor de su perventas R ichard Paul Evans, le gusta compar tir este aforismo chino: «Cuando el alumno está pre parado, a parece el maestr o». Yo debía de estar pr e parado, por que el maestro ha bía a par ecido. Cuando eché un vistazo alrededor de su ha bitación de cuatro metr os por cuatro, enseguida comprendí que Arthur era un aman-
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te de las pala br as. Las pr uebas abundaban. En la mesita de caf é había un e jemplar muy manoseado de un libro que Arthu r se ufanaba en declar ar ' N ew Col le g iat e Dict ionar y. A un que er a su lectura favorita: el W eb ster s lado del sofá había un gr ueso libro en dos volúmenes encuader nado en tapa que contenía la historia de la vida de Arthur . Cada tomo esta ba escrito a un es pacio y dos columnas. Entr e los dos, sumaban 1.416 páginas y más de un millón de palabr as, y, según me dijo Ar thur con ese tono neutro de las personas ancianas que no r esulta jactancioso, constituía «la autobiografía más larga y com pleta jamás escrita en el mundo moderno o antiguo». Cuando le pedí permiso par a utilizar el baño, vi pegada en el centro del es pe jo la pala br a del voca bulario que ha bía apr endido ese día. «Es un hom br e de más de noventa años -me dije-, un ex perto en cuestiones de lengua, iY cada día a prende una pala bra nueval» Esa noche com pr o bé que, como suele suceder en las r esidencias de la tercera edad de todo el mundo, la sa bidur ía, experiencia y conocimientos de quienes viven allí no conocen límites. No pude menos que sentir me un tanto a brumado en el modesto entorno de Arthur. -Há blame de ti, Kevin -dijo Arthur sonriendo. Los líder es descubren el sendero. Le ha blé de mi f amilia y mis aficiones y le ex pliqué que dur ante veinticinco años ha bía enseñado y desar ro llado estr ategias de lider azgo. Le conté también que me sentía f ascinado por las pala bras y su poder, y que desea ba averiguar cuanto pudier a sobr e sus secretos y cómo podían ayudamos a llevar una vida pr ovechosa. -Al parecer te inter esa elliderazgo, ayudar a los demás a dir igir sus vidas -dijo Ar thur-. Empezaremos nuestro estudio de las pala br as analizando el origen de la palabr a l íd e r. Me explicó que el tér mino inglés l ead er es una pala br a indoeuro pea, que der iva de dos pala bras. La primer a par te, l ea, signif ica 'sendero', y la segunda, d er, signif ica 'descubridor'.
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-Un líder es un 'descubridor del sender o' -di jo Arthur -. Los líderes descubr en el sender o. Interpretan los signos y las pistas. Ven y nos muestran el camino. Tras una pausa, prosiguió: -¿Te imaginas a un gr upo de cazador es que salier a antiguamente en busca de una pieza, K evin? - pr eguntó agitando los brazos y las manos para subrayar sus pala br as-o Los que asumen el papel de líder es o bser van unos signos que indican la pr esencia de la pieza y se detienen para aguzar el oído. Se detienen para reco brar el aliento y se colocan a cuatr o patas para reconocer las pistas. O bservan huellas de pezuñas. Son los que tienen mejor oído y ponen la ore ja contr a el suelo para detectar dónde se encuentra la presa. Son los que palpan el suelo par a averiguar hacia dónde se dir ige el animal. Antaño, descubr ir el auténtico sendero de los animales salvajes te garantiza ba poder subsistir . »Ser un líder significa descubr ir el sendero - pr osiguió Arthur , tras lo cual añadió-: pero antes de que puedas ayudar a otros a hallar su sender o, debes conocer el tuyo. Lo que me dijo Ar thur me pr ocur ó una visión nueva, una imagen compuesta por pala br as, de lo que signif ica ser un líder . Me ha bía a bier to los ojos para que contemplara las pala bras en una dimensión que jamás ha bía soñado. Si es cierto que una imagen vale más que mil pala bras, no es menos cier to que una palabra vale mil imágenes. En una br eve visita, mi nuevo maestr o me ha bía revelado que todas las palabr as, sin exce pción, poseen una esencia, y que el hecho de compr ender esa esencia nos permite utilizarlas para iluminar nuestros senderos. Esa primera noche pasé más de dos hor as con Arthur . Estudiamos más de una docena de pala br as, per o tuve la impresión de que habían tr anscurrido sólo unos minutos. Cuando mir é mi r eloj y vi que er an las diez y media, me pareció incr eíble.
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Al encaminar me hacia el apar camiento, sentí que un escalofr ío me recorría la espalda, una sensación análoga a la que ha bía ex per imentado hacía pocos días en Viena cuando ha bía conocido a Pravin. Pr imero, mi senda me ha bía conducido hasta un guía que es peraba par a enseñarme una pala br a muy potente; luego, esa noche, casi en el otro extr emo del mundo, en una residencia de ancianos a menos de tr einta minutos en coche del por che de mi casa, mi sender o me ha bía conducido hasta un maestro que espera ba para instr uir me en el poder de todas las pala bras. Oí de nuevo las pala bras de des pedida de Pravin, fuer tes, claras e ir ref uta bles. «Se trata de un viaje, Kevin. Todos estamos em barcados en uno». Y cuando seguimos nuestro sendero, encontramos a quienes están dispuestos a guiamos. No se trata de un concepto místico y abstracto, una metáfora, una figura retórica o algo que sea matemáticamente imposible. Puede y suel e ser una ex periencia muy real, muy física. La vida no es un ensayo
Hace unos años, yo era el jef e de ex plorador es de un grupo de boy scout s y nos encontr á bamos en l os Grand Tetons, una cor dillera situada en el extremo noroccidental de Wyoming, donde ha bíamos instalado nuestro cam pamento de verano. Éramos dieciocho personas en total, contando a los líderes. La mañana en que los chicos tenían que acometer la pr ueba más dura para o btener la insignia al mérito de senderismo, una durísima caminata de 30 kilómetros, los reuní alrededor de la hoguera para ha blar Ies so br e la im portancia de fijarse metas y dar una orientación y un propósito claro a sus vidas. Peter Vidr nar , ganador de dos medallas de oro en gimnasia en los Juegos Olím picos y uno de los principales oradores del país, me contó .que hacía poco ha bía participado en una confer encia
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«in uno de los es pecialistas en conducta humana más r eputados del mundo,
el doctor Gerald Bell, catedrático en la Universidad de Carolina del Nor te en Cha pel Hill. Peter me ha bló de una encuesta que el doctor Bell ha bía r ealizado r ecientemente con el f in de analizar las vidas de 4.000 e jecutivos jubilados. Ha bía ha blado con eso s destacados líder es empresariales, cuya media de edad era setenta años, en sus casas, en residencias de la ter cera edad y en centr os de r ehabilitación, y les ha bía formulado una sola pregunta: «Si pudiera volver a par tir de cero, ¿qué cam biaría en su vida?» Para ref orzar la credibilidad del doctor Bell ante los chicos, les di je que ha bía ayudado al equi po de baloncesto de Car olina del Norte a ganar el campeonato nacional cuando un joven llamado Michael [or dan forma ba par te del equipo. Antes de iniciarse la tem porada, el doctor Bell y el entrenador Dean Smith habían colgado en la taquilla de cada jugador un póster del Louisiana Su per dome, la sede donde ese año se cele braría el cam peonato nacional. La idea era hacer que cada jugador visualizara el momento de dis putar el par tido en ese campo. El póster sir vió como una imagen visual positiva que hizo que los jugador es se entregaran al máximo. Cada día, antes y des pués de entrenar , al a brir sus taquillas, veían un recor dator io de lo que se proponían conseguir . Era una imagen que decía: «Podéis lograr lo. Concentr aos. Valéis lo suficiente como par a conseguirlo. ¡Merece la pena esforzarse!» Dur ante toda la temporada pudieron visualizar su o bjetivo. Cuando cer ra ban sus taquillas casi podían oír al público aclamándolos. Y al término de la tem porada ha bían conseguido lo que se ha bían pr o puesto: disputaron la final en el Louisiana Super dome, Michael [or dan marcó el tanto que les dio la victoria y ganaron el cam peonato nacional. Des pués de ese año tr iunfal, el doctor Bell y Dean Smith escri bier on conjuntamente el libr o T he Carol ina Wa y , que figur ó en la lista de libr os más vendidos del New York Times. Ex pliqué a los chicos que Dean Smith er a el entr enador que ha bía per fe c-
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cionado la pr eparación física de Michael Iordan, El doctor Bell, por su parte, ha bía sido el res ponsable de su preparación mental. Mientras esos ex plor ador es, de entre doce y catorce años, me o bserva ban, les expliqué lo que esos e jecutivos de setenta años ha bían res pondido cuando el doctor Bellles preguntó qué cam biarían en sus vidas si pudieran volver a partir de cero. La respuesta de la mayoría de los encuestados, que su pera ba con mucho a las demás respuestas, era ésta: «Ha bría asumido el control de mi vida y me ha bría marcado unos o b jetivos antes. La vida no es un ensayo, es el momento de la ver dad». Comenté con los boy scouts las demás res puestas a la encuesta: 2. «Habr ía cuidado más de mi salud, 3. «Ha bría administrado mejor mi dinero, 4. «Ha br ía dedicado más tiempo a mi familia, 5. «Ha bría invertido más tiempo en mi desarrollo personal, 6. «Me ha bría divertido más, 7. «Ha bría planificado mejor mi carrera» 8. «Ha bría demostrado mayor gratitud a los demás». Los juveniles e impresiona bles rostr os de los chicos congregados alrededor de la hoguera mostr a ban diversos grados de atención. Mi pro pósito era que empezaran a pensar en su f uturo, y de for ma más inmediata, en lo que podían hacer ese día. ¿Qué o b jetivos se ha bían marcado para la caminata de hoy? ¿Esta ban dispuestos a em plearse a fondo? ¿Esta ban decididos a conseguir lo? ¿Se contentarían con pasar la prue ba por los pelos, o apunta ban más alto? Más tarde, durante la caminata, algunos chicos empezaron a rezagarse y les reté a que so bre pasaran los 30 kilómetr os requer idos, que finaliza ban en String Lake, y anduvieran otro k ilómetro hasta Bearpaw Lak e. Si lo hacían y r egresaban a String Lak e, ha brían recorr ido 31 kilómetros. Pr ometí llevar a todos los que recor rieran esa distancia a Jack son Hole e invitarles a comerse el me jor chuletón de su vida en el Million Dallar Cow boy Steak house. Así compro barían que había una recompensa por recorrer ese kilómetro adicional.
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Me llevé a cuatro de los quince exploradores. De jamos al r esto del grupo en el campamento y empezamos a correr, deseosos de r e basar el límite requer ido. Pero tras recorrer var ios kilómetr os, uando alcanzamos el desvío donde podíamos tomar un sender o rá pido y fácil hacia String Lake o perseverar por la r uta más dura hacia Bearpaw Lake, dos de los exploradores cam biar on de parecer . Es interesante resaltar que esos chicos nunca ha bían tenido que afrontar situaciones d ifíciles en sus vidas, habían tenido unas vidas privilegiadas, como si hubieran nacido con un pan ba jo el brazo. Cuando llegamos a la encrucijada, se contentaron con terminar cuanto antes la caminata. En lugar de seguir hasta Bear paw Lak e, se dir igieron directamente a String Lake. A dif erencia de ellos, los dos explor adores que se quedaron eran chicos que siempre estaban dispuestos a afrontar un reto, deseosos de superarse, de arriesgar, de crecer y am pliar horizontes. Tratándose de chicos cuyas edades oscila ban entre los doce y catorce años, era impresionante o bservar los. ¿Qué tipo de vida familiar les ha bía inculcado ese afán de su peración? Cuando llegamos a Bearpaw Lake y dimos la vuelta, sa biendo que sólo necesitá bamos recorrer el último k ilómetro por un ter reno que describía una ligera pendiente para alcanzar la meta que nos ha bíamos im puesto (y el chuletón que les había prometido), miré hacia a bajo yvi aparecer un corredor en excelente for ma física que avanza ba con paso r ápido y decidido. Lleva ba gafas, a parentaba cincuenta y tantos años y en lugar de la expresión crispada que muestr an muchos corredores, lucía una amplia sonrisa. Me alegré de contar con la com pañía de otro corredor, p ues ese k ilómetro adicional no suele estar muy concurr ido. Al acercarse, me preguntó: - ¿Es usted el jefe de ex ploradores Kevin Hall? «¿Cómo es posi ble que uno de mis acreedores haya dado conmigo aquí, en los Grand Tetons?», pensé en broma. -Sí -r espondí.
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-Acabo de pasar junto a dos de sus exploradores y estaban preocupados por si ustedes se extraviaban y no encontraban el camino de regreso -dijo el corredor-o ¿Le importa que vaya con ustedes y les indique el camino? Me reí y contesté: -Gracias. Conozco la ruta, pero estaremos encantados de que nos acompañe- Luego le pregunté qué le había traído a los Tetons. Estoy de vacaciones. Me encanta esta zona del p aís -dijo. Quise saber de dónde era. -De Chapel Hill en Carolina del Norte. -¿No conocerá por casualidad al doctor Gerald Bell? El corredor se paró en seco, al igual que yo, y los dos chicos que nos seguían por poco chocan con nosotros. Me miró y añadió: - Ver á ... es que ... el doctor Gerald Bell soy yo. No sé quién estaba más sorprendido de ese encuentro f ortuito, pero cuando nos recobramos de nuestro estupor , seguimos corriendo mientras yo explicaba al doctor Bell que esa mañana, des pués de leer el capítulo del día del libro de oraciones junto a la hoguera del campamento, habíamos hablado sobre su estudio de 4.000 ejecutivos jubilados. -¿Es cierto que si estos ejecutivos pudiesen volver a empezar lo que cambiarían sería marcarse antes unas metas en la vida? -Absolutamente cierto -contestó el doctor Bell. Los dos ex ploradores estaban asombrados y entusiasmados de que nos hubiésemos encontrado con él. En esos momentos no existía otr a per sona con quien me apeteciese más conversar , y el doctor Bell, que siguió corriendo junto a nosotros por el sendero, nos propor cionó numerosos datos y pormenores sobre su estudio, esforzándose por recalcar la importancia de que uno asuma las riendas de su vida fijándose unas metas. Esos ex ploradores a prendieron una gran lección: cuando uno recorre ese kilómetro de más, pueden ocurrir cosas asombrosas.
Descubr idor d el sender o 51 Cuando nos des pedimos, pr egunté al doctor Bell qué proba bilidades calculaba que teníamos de encontr amos en el sender o pr ecisamente el día en que yo les ha bía ha blado a los ex ploradores sobre su estudio. Respondió que no podía decir una cifra, quizás una entre un billón. O, como dijo uno de los ex plor adores, «una entre infinito». Pero había ocurrido, y ocur re . Como Ioseph Campbell ex plia de forma vívida en E l poder del mit o: «Cuando uno per sigue su f elicidad, sigue el sendero que siempre ha estado allí, se encuentr a con per sonas que están en el ámbito de su felicidad, per sonas que le abren puer tas». Aunque algunos quizá pr ef ieran atribuido a una casualidad, al azar o a simple suer te, sé que cuando as pir amos a alcanzar nuestros objetivos, cada conexión que hacemos conduce a otra, a otra más y así sucesivamente. las claves para hallar el sendero
Después de dedicar buena parte de mi vida al estudio del potencial y el desarr ollo humanos, he llegado a compr ender que quienes siguen su auténtico sendero y pro pósito hacen cinco cosas: 1. Son capaces de interpr etar las pistas que les guían en su camino; 2. tienen muy clar o adónde se dir igen; 3. reconocen y aceptan sus dones naturales; 4. están dis puestos a sacr if icar se par a hacer importantes a portaciones; y 5. persiguen su felicidad y, en consecuencia, encuentr an a per sonas en su camino que están allí para ayudarles en su viaje. «y cuando pienso en ello -escribe Paulo Coelho en las últimas líneas de E l per e gr ino de C om po st el a- supongo que es cierto que las per sonas siempr e llegan en el momento indicado al lugar donde les espera alguien.»
3 Namasté
S er uno mismo en un mundo que se em peña, noche y d í a , en con seg uir que sea s como todo el mundo r e pr esenta l ibr ar l a batal l a más dur a que pued e ent abl ar el ser humano.
E. E. CUMMI NGS
58 la costa calífor níana hay un sender o por el que me encanta I liminar. Su trazado sigue la línea del litor al, serpenteando a un 1110 de piedra de la playa ar enosa y el olea je del océano Pacífi- 11) que se extiende más allá. Luce un sol cálido, sopla una br isa I onstante y el olor , im pr egnado de sal, es delicioso. Hay unas per sonas sentadas en unas tumbonas en la playa, leyendo o to'liando el sol, o bien echan una carr era hasta la punta y r egr esan, mientras los niños constr uyen castillos de arena y los surfistas se deslizan so br e las olas, y en el horizonte unos bar cos surcan las uguas r um bo a tierr as le janas. En un lugar que suele atraer sólo a quienes desean estar allí, impera un ambiente apacible, que se r ef le ja en la af a bilidad con que la gente te saluda. Cuando sonrío y saludo a alguien con quien me cruzo en ese sendero, sé que me res ponder á con una sonr isa y un afa ble hola. A menudo me pregunto qué reacción obtendr ía si, en lugar de decir «hola», « buenos días» o «¿qué tal?», di jer a namast é. Jamás lo he hecho, en pr imer lugar por que imagino que mi f amilia se estr emecer ía de hor ror , pero si existe una pala bra que de ber ía ser ex portada de Or iente a Occidente, es este saludo sagr ado traducible como 'saludo lo divino que hay en ti; saludo los dones que Dios te ha concedido'. Es natural que un saludo que muestr a tal r es peto sea ex pr esado de una f or ma singular , rever ente. Antes de pr onunciar nama st é , de bemos juntar las palmas de las manos, inclinar la ca beza y tocamos el corazón. Los aficionados al yoga, actividad en la que nama st é se pronuncia con fr ecuencia, r econocerán ese movimiento. Alber t Einstein aprendió la pala bra namast é y su signif icado al ver a Mahatma Gandhi en un documental saludando a la gente "'1
EL PODER DE LAS PALABRAS
en las calles de la India con la ca beza gacha y las manos juntas. Escr i bió a Gandhi par a preguntar le qué decía. Gandhi respondió: « Namast é. Significa 'honro el lugar que hay en ti donde r eside el univer so. Honro el lugar que hay en ti de luz, amor , verdad, paz y sa biduría'». Imagina el impacto que esa pala br a podría tener en el mundo si todos los días mirásemos a las personas con las que nos cr uzamos a los o jos y dijésemos: Sal udo l o divino que hay en t i. Sal udo l o que haces mejor. Sal ud o tu s dones natural es. H onro t u ser único y especial . Cada per sona es un milagro ir repetible
El simbolismo de namast é al berga en su inter ior un mensa je de paz y ar monía y saluda la conectividad y divinidad de todos los ser es. Namast é tr ansmite una señal clara de que no estoy ar mado y no vaya atacarte, al igual que el apretón de manos occidental, cuyo or igen der iva de la guerra como un signo visi ble que demuestra que uno no por ta ningún arma. Pero namasté es mucho más que un sím bolo de paz. Reconoce que nadie, ni un solo miembro de la familia humana, está exento de recibir unos dones que le pertenecen única y exclusivamente a él. Por más que nos parezcamos, en función de nuestr a raza, ideología, el lugar donde vivimos, el partido político al que pertenecemos o cómo nos peinamos -su poniendo que tengamos pelo-, cada uno de nosotros es un ser único. En la tierra hay más seis mil millones de per sonas, pero ninguno de nosotros tiene las mismas huellas dactilares, o huellas de los pies, o ni siquiera la misma risa. Cada individuo es auténtico; cada persona constituye un milagr o ir repeti ble. En un mundo masificado en el que se nos exige de f orma sistemática la uniformidad, es fácil olvidar que cada uno de noso-
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Namasté 59 I ros es único. ¿Cuántas veces les comunicamos a nuestros hijos, nuestro cónyuge, nuestros empleados: «¿ por qué no intentas ser como ................ ? (rellena tú mismo el espacio de puntos)?» >.Cuántas veces se les dice a directivos empresariales, vendedores, educadores, adolescentes, deportistas y a centenares de personas que sólo hay una forma de actuar o llevar a ca bo una tarea? ¿Cuántas veces somos incapaces de reconocer nuestra sing ular idad? ¿Y cuántas veces, al no reconocer la, malogramos nuestres dones naturales y nuestro desarrollo personal, cuando son precisamente estos rasgos los que hacen que nuestra aportación sea más valiosa?
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Atrévete a aspirar a más
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Cuando yo tenía diecinueve años, un amigo me r egaló un ejemplar de un libro clásico titulado 1 Dar e You! ('¡A ver si te atreves!') Fue el primer libro de autoayuda que leí. Pu blicado en 1931, dur ante la Gran De presión, esta ba escrito por un hombre llamado William Danf orth, fundador de la Ralston Purina Company y cof undador de la Amer ican Y outh Foundation. El libro se halla ba ya en su vigésima sexta edición c uando lo leí. Ha bía so brevivido a la Depresión y a muchas otras vicisitudes. En sus páginas, Danforth nos r eta a sacar lo me jor y más auténtico de uno mismo, motivándonos a todos -si aceptamos el reto- a as pirar a más. El capítulo central, «Atrévete a constr uir tu carácter », r elata una historia que nunca olvidaré. Según una leyenda hindú (dice Danf orth), hubo un tiempo en el que todos los hombres que ha bita ban la tierra eran dioses, pero esos hom bres pecaron y ultr ajaron su divinidad hasta el extremo de que Brahma, el dios supremo, decidió desposeer a los hom bres de su divinidad y ocultada en un lugar donde
;u u p uc uu u hub uc h y u puuh , cu h bhu uc cu u p c cb .u uc c ,rla o a r evloV ub u u b ucu p cu u b uuccb cu c uu u u yu :uu u pu 'uu yu u pu .cup c .b -u u ,fuu u ,c u p ugu ,ugu yu u .u uu g uu cpc cp
TARDES CON ARTHUR o rnpuo tpsmsur lr npgrm vi pl p ruhA cbh p ,b p u c up u uu uug
Las personas que siguen su naturaleza desarrollan su genio, per feccionándolo namaste
con cada nuevo r eto, sin contentarse nunca con sus hor izontes pr esentes.
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La conversación gir ó luego en torno a la pala br a carácter , cuyo signif icado,
b.u d .u f e
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piedr a o en el alma de uno. Carácter r epresenta lo que es uno; es uno en su buenas y malas.
bh t srrn ucf g bu ub -r ,
En los tiempos de Shak es pear e, el término charact er en inglés adquirió otro
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signif icado totalmente o puesto y signif icaba el papel que desempeñaba un actor;
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s interpr etaban pa peles, luciendo unas máscaras para ocultar su los character
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auténtica identidad. En lugar de def inir a la per sona, el character def inía a quien
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Or iginariamente signif icaba 'algo que estaba grabado' en madera, en metal, en totalidad, el con junto de todo lo que te ha acontecido, todas las ex periencias
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según me ex plicó Arthur , ha cam biado de for ma notable a lo largo de los años.
uf 1941 rn y
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uno no er a. Si no nos andamos con cuidado, el mundo puede lograr ocultar nuestra identidad. La unifor midad, el encasilIamiento, el afán de centr arse en los defectos en lugar de hacer lo en las gr andezas se confa bulan para enmascarar los dones que Dios nos ha concedido, nuestro namasté, distr aernos y desviar nos de nuestro auténtico sendero y pr o pósito. En lugar de «ser fieles a nosotr os mismos», nos conver timos en un charaaer que interpreta el papel que nos han asignado otr os. Tr atamos en vano de ser todo ti po de cosas par a distintas personas sin conseguir satisfacer a nadie. Entonces le planteé una pr egunta a Ar thur . -Si de bemos saludar los dones que todos llevamos dentro, ¿cómo podemos reconocer esos dones?
en alemán o cómo casi se le ha bían saltado las lágr imas al escuchar los sonidos poéticos y la elegante sim plicidad de ese idioma. Me contó que había sido incapaz de comer y dor mir hasta que empezó a a prender esa her mosa lengua. Cuando ha blamos so bre el significado de namast é , Arthur observó: -Todo indica que tiene los mismos orígenes que nuestra palabra entusia smo. Procedente del griego, entusiasmo signif ica 'llevar a Dios dentro de uno', o 'llevar los dones de Dios dentro de uno'. El entusiasmo, continuó Arthur, es el combustible de la alegría y la felicidad. Se r ef ier e a la luz divina que br illa dentr o de todos nosotros. Mientras el maestr o de las pala bras seguía hablando, mir é por su ha bitación, o bservando el testimonio de sus dones únicos: un montón de a puntes de clase, un manoseado diccionar io, numerosos libros so bre etimología y los orígenes de las palabras, y la for ma en que Arthur los utiliza ba para propor cionar com busti ble a una vida llena de alegría y f elicidad. Confor me se iba animando, Arthur em pezó a enumerar toda una familia de palabr as r elacionadas con nama st e. Mencionó la pala br a autént ico y me contó que procede de dos pala bras, autos, que signif ica 'uno mismo', y hentes , que significa 'ser'. - Aut éntico -di jo Arthur sonr iendo mientras movía las manos par a su brayar sus pala bras- significa 'ser uno mismo'. Namast é saluda la autenticidad, cosa que la sociedad no suele hacer . Arthur se ref irió tam bién a la palabr a genio y comentó que pr oviene del tér mino romano genuinus , que significa 'lo que es innato en uno'. Genio significa ni más ni menos que ser 'genuino'.
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Ar thur me ex plicó el significado de r econocer, y me pareció que escucha ba esa pala br a por pr imer a vez.
Re significa 'de nuevo', y 'conocer ' deriva del latín co g noscere , que signif ica precisamente eso, 'conocer '. Reconocer significa 'conocer de nuevo'. Reconocer nuestros dones naturales es como encontr arnos con un vie jo amigo. Uno tiene la sensación de regr esar a casa. Y así es, pues uno regresa a su ser auténtico y genuino. Es una sensación mar avillosa, natural e inconfundible. Una sensación de f luidez total. Al sacar provecho de sus dones naturales, su amor por las palabr as, Ar thur ha logrado con jugar a la per fección su vocación con su pasatiempo f avor ito. Como suele ocurrir en el caso de quienes honr an a su nama st é, su pasatiempo se había conver tido en su tr a ba jo, y su tra ba jo en su pasatiempo. El talento desapr ovechado es un pecado
Tenía un a bono para ver a los Utah [azz el año en que se clasif icaron para disputar a los Chicago Bulls el campeonato de la NBA. Mi es posa, Sherr y, y yo tuvimos la suerte de estar en Houston par a asistir al par tido de campeonato de la Conferencia Oeste, cuando los Iazz consiguieron par ticipar por pr imera vez en las finales de la NBA y Iohn Stockton lanzó «el Gr an Tir o» f uera del alcance de Char les Bark ley. A la mañana siguiente regresamos en avión y apenas pusimos el pie en casa y abrazamos a los niños cuando mi hija me pasó el teléf ono. Di jo que er a alguien de Chicago que quería ha blar conmigo.
Nama st é 65 La voz del otro lado del hilo telef ónico di jo: Hola, soy Gene Siskel. Yo no tenía remota idea de quién era Gene Siskel. Discul pe, ¿puede r epetir me su nombr e? Mi inter locutor levantó un poco la voz al res ponder : -Gene Siskel, de la columna per iodística de cine «Siskel and E ber t and the Movies». Por f in caí en la cuenta de que esta ba ha blando con el cr ítico de cine del Chicag o T ri bune, el hom bre que ha bía inventado el gesto de alzar los dos pulgar es en señal de apro bación. Gene me contó que me ha bía llamado por que ha bía oído decir que yo tenía unos asientos en el campo de los Iazz, justo detrás del banquillo del equipo visitante, un banquillo que durante los próximos partidos lo ocuparía su equi po favorito de baloncesto, los Chicago Bulls. Quer ía cam biar me dos asientos de pr imera f ila en el United Center de Chicago por mis cuatr o asientos en el Delta Center de Utah. Nos reímos y bromeamos cuando le expliqué que en matemáticas cuatro no eran igual a dos. Pero finalmente llegamos a un acuerdo que nos satisf izo a am bos e iniciamos una amistad que duró hasta que por desgracia Gene nos dejó a una edad prematura de bido a un tumor cere br al. Cuando volamos a Chicago para asistir a los partidos, Gene y su es posa Marlene nos llevaron a Sherry ya mí a Gi bson's, «el r estaurante donde sirven la me jor carne de la ciudad». Cuando Gene y yo nos pusimos a ha blar sobre las vueltas que da la vida, no tar damos en constatar que teníamos muchas cosas en común. Aunque nuestros gustos en materia de equipos de baloncesto fueran como el día y la noche, nuestras ideas so bre la vida eran sor prendentemente par ecidas. Al poco rato, Gene pronunció una frase que yo no ha bía oído nunca y que jamás he olvidado.
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-Kevin -dijo Gene- un talento desaprovechado es un pecado. Todos tenemos cier tos talentos que nos han sido dados -prosiguió-o No sólo af irmo que el hecho de no desarrollar nuestro talento equivale a no utilizar nuestro potencial, sino que es, además, un pecado. Cuando me ha bló sobr e su infancia empecé a comprender el motivo de que sostuviera unas opiniones tan contundentes sobre el tema. Gene me ex plicó que había perdido a sus padres de niño y ha bía sido criado, junto con su hermana y su hermano, por unos tíos que trataron a los pequeños Siskel como si fueran sus hi jos. Ese tío tan es pecial para él le enseñó que todos recibimos unos determinados talentos por una r azón, y que cada cual tiene la responsa bilidad de desarr ollarlos, perfeccionar los y hacer algo provechoso con ellos. -Comprendí de muy joven que lo que me atraía era lo visual y auditivo, y el cine me chifla ba -dijo Gene-. Era mi pasión, algo que me fascina ba. Deseaba compartir con los demás mi pasión por el cine. Ni siquier a imaginé que pudiera ganarme la vida con ello. Pero es lo que hago, ganarme la vida como crítico de cine, aunque no tenga la sensación de ha ber tra bajado un solo día de mi vida. Gene descri bió namasté en su sentido más elemental: antes de poder saludar la grandeza en otr os, debemos saludar la grandeza que hay en nosotros mismos. Identificar nuestros dones únicos
Cuando comencé a tra ba jar en el ámbito del desarrollo personal dirigiendo el equipo de ventas de Franklin, Denis Waitley, autor del li bro The Psycholo gy of W inning ('La psicología de la victoria'), me recomendó que pasara un par de días en la
Namast é Iohnson O'Connor Research Foundation, conocida tam bién en sus primer os tiempos como el La borator io de Investigación Humana. Allí podían enseñarme a identificar mis dones naturales. - Te someten a una serie de prue bas -me ex plicó Waitley-, algunas físicas, otras psicológicas. Luego, basándose en los r esultados, evalúan con qué tienes una afinidad natural y con qué no. Acepté el consejo de Denis y se dio la circunstanc ia de que realicé la pr ue ba junto a una monja. Supongo que aspira ba a ser la mejor mon ja, sin excepción. La pr ue ba consiste en una valoración a fondo de los dones naturales de una persona. En algunos apartados obtuve un r esultado poco satisfactorio. Por ejemplo, hay una categoría denominada «capacidad prensora» que analiza la ha bilidad con los dedos y las manos. En este aspecto soy un desastre y si yo f uera neurocir ujano, mis pacientes estarían condenados a muer te. La mon ja me derrotó en capacidad prensora. Los resultados de la pr ueba demostr aron además que yo jamás sería un buen ingenier o estructur al. Pero con estas prue bas se busca hacer más hincapié en lo positivo que en lo negativo. La idea no es exponer los p untos dé biles de una persona, sino identif icar sus puntos fuertes. Des pués de dar al traste con la esperanza que yo pudiera al bergar de ser un neurocirujano, los analistas me preguntaron: -¿Sa be en qué destacó? ¿Sabe qué dones naturales posee? ¿Sabe que se encuentr a usted dentro del cinco por ciento que ha obtenido mejor es resultados entre las decenas de miles de per sonas a las que hemos sometido a estas pr ue bas? Les escuché con gran atención. - Tiene un prof undo don para la «ideafor ia» -me inf or maron-o Es su don más acusado.
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Para ser sincero, jamás ha bía oído la palabr a id eaforia. La pr ueba que ha bía identificado esa fuer za que yo desconocía er a bien simple: los analistas ha bían colocado una pala br a ante mí y me ha bían entregado un pa pel en blanco; luego me habían pedido que escr ibiera todos los pensamientos que se me ocurrieran relacionados con esa pala bra mientras me cronometr aban. Cuando el tiem po concluyó, yo ha bía llenado la ho ja por ambas caras y me ha bía faltado papel, aunque tenía la sensación de no haber terminado. Ha bía bastado una pala br a par a dar r ienda suelta a mi imaginación. ¡Ideas! Ése er a mi don. ¡Podía descollar en ese campo! Para ser fiel a mí mismo, para br illar realmente, necesito cr ear, ex plorar, escribir y buscar constantemente lo que se encuentra más allá de los límites f ijados. -Está usted destinado a crear y acuñar nuevas ideas -me dijo el analista de Iohnson O'Connor-, pero no en un am biente en el que tenga que someterse a las estrategias y planes de otros. Tiene que hallar la for ma de sentirse li bre para ex plorar sus ideas innovador as y cr eativas. De be hacerla para seguir su sender o y manifestar sus dones y talentos. De lo contrario, ser ía cul pa ble de lo que mi amigo Gene Sisk el califica ba de pecado. Lo cier to es que lo que averigüé en Johnson O'Connor no me sorpr endió. En el fondo ya sa bía qué dones poseía y lo ha bía sa bido siem pr e de modo intuitivo. Pero los analistas ha bían confir mado lo que yo ya conocía. A veces se me ocurr e un torrente de ideas que me asalta de forma tan im prevista y con tanta f uerza que soy incapaz de comer, ducharme e incluso ir al baño dur ante hor as. Por eso llevo siem pre mi cuaderno mientr as tr ansito por mi sendero, para anotar las de inmediato. Tal como aprendí en Piense y hágase r ico, de Na poleon Hill, «el me jor momento para analizar una idea es cuando nace. Cada minuto que vive tiene
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más probabilidades de sobrevivir ». Cuando a uno se le ocurren unas ideas, puede utilizar las o desechar las, puede escribirlas en un papel o arriesgarse a que se eva por en. Desde entonces he identificado mi método personal par a alcanzar mi propósito, que consiste en conectar pala bras, ideas y per sonas. Mi pasión ayuda a los demás a conectar se con su sendero y hacer realidad su propósito en la vida. Cuando conecto a dos per sonas, tengo la sensación de llenar las dos car as de aquella hoja de papel. Veo un sinf ín de for mas para hacer que dos per sonas puedan a por tar mutuamente sus necesidades y triunfos. ¿Qué sabes con certeza?
Gene Siskel solía utilizar una f ra se que le car acter iza ba. Pregunta ba: «¿Qué sa bes con certezai» En r ealidad se tr ata ba al mismo tiempo de una pr egunta y un r ecordatorio: ¿nos estamos centrando en lo que amamos, en lo que nos r esulta natural, en lo que hacemos mejor? Ese pensamiento -«¿qué sa bes con certeza»?se encuentr a en la última página de cada número de la r evista O de Opr ah Winf rey. Oprah dice que tomó prestada esta ingeniosa fr ase de Gene, y al imprimida al f inal de cada r evista, r ef uer za la importancia de esta pr egunta sencilla y a la vez prof unda. A mi modo de ver, «¿qué sabes con certezas» constituye la esencia del análisis sobr e nuestr os dones natur ales que llevan a ca bo en la f undación Johnson O'Connor . Esa valoración tuvo una impor tancia inestima ble par a mí, f ue un aviso para que me centrara en lo que hago mejor . R econocer eso es imprescindible. Si no reconocemos nuestros dones, no podemos utilizarlos. ¿ Cómo podemos a preciar un don, es decir, un regalo, si no lo abrimos?
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Las personas situadas en el punto más alto de la curva de a pr endiza je, los que descuellan en sus res pectivos ámbitos, la flor y nata, los me jor es de los mejores, los que tienden a brillar un poco más que los demás, se concentran en una cosa: sus dones singular es. Suelen afirmar que estar ían dis puestos a hacer lo que hacen de for ma gratuita. En BMW, una gr an empresa que es asimismo uno de mis clientes, me pidier on que crear a par a ellos un lengua je que vendiera en lugar de inspirar rechazo. Esa tarea me condu jo a la princi pal asesor a de clientes para BMW en Nor teamér ica, Neda Shahrokhi. Neda vende unos novecientos flamantes BMW al año. Sí, lo has oído bien: novecientos. Eso signif ica que son casi tres al día, prácticamente cada día del año. Y lo consigue todos los años al margen de la situación f avora ble o desfavora ble de la economía. La propia Neda me explicó el secreto de su extraordinar io éxito: -No utilizo unas técnicas de venta determinadas. No manipulo a nadie para que com pre un coche. No me o bsesiona cerr ar el tr ato. Per o se me da genial crear unas buenas r elaciones. Para mí, vender un coche no consiste sólo en cerr ar un trato. Cer ra r un tr ato es una tr ansacción comer cial a corto plazo. Tengo un don especial par a cr ear magníficas relaciones a largo plazo. Vender un coche consiste sim plemente en of re cer un servicio a mis amigos. Lo har ía gratis. Así es como suelen pensar quienes honran su namasté. Cuando uno cree ha ber hecho algo de f orma gratuita, significa que ha encontrado su auténtico sender o y es entonces cuando se da cuenta de que ha conectado con lo que le r esulta natur al. Alice Elliot, considerada una de las personas más inf luyentes en el sector de la hostelería, me contó hace poco que de niña se entretenía conf eccionando sus propias tar jetas de visita.
Namast é -Siempr e supe que me dedicaría a esto -di jo-o Solía senturme en la cama y dibuja ba mi nombr e y mi car go en unos pa pelitos: «Alice Elliot, presidenta y dir ectora general». Y luego re par tía las tarjetas entr e mis amigos. En la actualidad Alice es pr esidenta y dir ector a gener al del IlJliot Grou p, una pr estigiosa f ir ma es pecializada en la búsqueda y selección de directivos, y entr ega sus tarjetas a los directores gener ales y ejecutivos que utilizan su empr esa. Sigue a tu naturaleza
Suele decirse que la natur aleza tr a ba ja, per o en r ealidad la naturaleza no trabaja. No hay más que mirar a nuestro alr ededor par a com probado: todo lo referente a la madre naturaleza es armonía y f luidez. La madr e natur aleza no lucha contra los elementos, los ace pta; los ríos no tr atan de fluir cuesta arri ba; las plantas no tratan de crecer en el Ártico; los animales pros peran en su estado natur al. El otro día un precioso colir rojo r eal, una máquina voladora natural y perfecta, apareció fr ente a mi ventana, f lotando en el air e como una cometa sus pendida de una cuerda. Tan sólo agita ba de vez en cuando las alas para per manecer f lotando allí durante lo que par eció una eter nidad. No da ba la impr esión de que le costara un esf uerzo. Ese colir ro jo er a libre, libre para ser como er a. Hacía lo que le dicta ba su naturaleza, lo que hacía me jor . Durante mis seminarios de instr ucción, suelo pr eguntar a los asistentes qué ti po de facultad desearían poseer. La res puesta más frecuente es, invariablemente, volar . Desean ser libres. Si realmente lo que deseas en tu vida es volar , si deseas surcar las alturas más elevadas que jamás pueda imaginar un ser humano, entonces debes sentirte libre par a ser tú mismo. Siéntete li bre para seguir a tu naturaleza.
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Todos hemos oído las expresiones «tienes un don natural para esto», «es natural en ti», «lo llevas en la sangre», «naciste para dedicar te a esto» ... La voz natural eza proviene del latín natura, que significa 'nacer o parir '. Natural e za son los dones con los que uno nace, su genialidad, «el genio que todos llevamos dentro». Y ese genio te concederá todos tus deseos y tus sueños más nobles. Haz lo que estás destinado a hacer El mayor error que puede cometer una persona es no ganarse la vida haciendo lo que le gusta hacer . ¿No es acaso el mayor deseo de todos los padres que sus hijos descubran el potencial que llev an dentro? Lo que más me preocupa no son las notas que traen mis hijos, los colegios a los que van, las car re ras o los negocios que emprender án. No me importa el dinero que ganen, siempre y cuando sea el suficiente par a emanciparse. Lo que deseo para mis hijos, y cr eo que es lo que la mayoría de padres desean para los suyos, es que descu bran y r econozcan su namast é y lo vivan cada día. Si lo consiguen, el r esto -las notas, el trabajo, la carrera, el dinero- se resolverá de modo natural. Recuerdo que un día mi hija Season me llamó desde la universidad . Estudiaba Magisterio. Cuando respondí al teléfono, noté un tono de cierta confusión en su voz. -Papá -dijo-, hoy, cuando estaba a punto de acabar mis clases, sentí que algo no encajaba. Siempre he querido ser maestra; tú y mamá siempre me habéis dicho que sería una excelente maestra y siempre me habéis animado a que lo fuera. Pero ¿sabes lo que realmente desearía hace r ? Quiero ser diseñad ora de moda. Ya sabes que siempre me ha gustado confeccionar cinturones y bolsos, y cuando los llevo para ir a trabajar la gente me pregunta dónde los he compr ado, y cuando les digo que los
N ama st é 73 he hecho yo, me piden que les venda mis diseños. Eso es lo que deseo hacer . -Muy bien, Season -res pondí-, ¿por qué no haces lo que deseas? En ese momento de su vida, mi hija se sentía insatisf echa en varios aspectos. No había hallado su camino. Necesita ba seguir su vocación. En la actualidad es una diseñadora de moda de éxito. Tiene su pro pia línea de ro pa para niños llamada Little Season. Posee un estilo propio. No intenta ser la próxima Donna K aran, ni la pr óxima Nicole Miller . Es la próxima Season Hall Everton. En E l poder d el mito , [oseph Campbell escr ibe: «La forma de averiguar qué es lo que le hace feliz es recordar los momentos en que se sintió más f eliz, no simplemente alegre o eufór ico, sino prof undamente feliz. ¿Qué es lo que le hace f eliz? Per sista en ello al margen de lo que le diga la gente. En eso consiste perseguir su felicidad». Todos tenemos un sender o único Cuando uno maximiza sus talentos, significa que está siguiendo su sendero, su pr opósito, su meta; cuando no lo hace, no sigue su sendero ni su propósito ni su meta. ¿Te has sentido alguna vez estresado, so brecargado o con la sensación de que vas a suf rir un cola pso nervioso? Desde luego, todos nos sentimos así de vez en cuando, en ciertos momentos de nuestra vida, pero si te sientes así de for ma constante y regular, desde el momento en que te despiertas por la mañana hasta que te acuestas por la noche, está clar o que no estás siguiendo tu sendero, y probablemente no haces lo que estás destinado a hacer. Esas tres pala bras +e st ré s, sobr ecar ga y col a p so- no esta ban destinadas a describir a ser es humanos, sino a máquinas. Son pala br as que empezaron a ser empleadas en ese sentido dur ante la er a industrial. Cuando la cadena de monta je de una f á brica estaba estresada o sobrecar gada, aca baba cola psándose.
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En uno de sus raros escritos, Haf iz, el sabio maestro sufí, dice: «Puesto que no existen fór mulas para alcanzar la verdad del camino, cada uno de nosotr os debe arriesgarse a dar sus propios pasos. Sólo los ignorantes tr atan de imitar la conducta de otros. Las per sonas inteligentes no pierden el tiempo con eso, desarrollan sus ha bilidades personales, sa ben que no hay dos hojas iguales en un bosque de cien mil ár boles. No hay dos trayectos iguales en un mismo camino». Cuando prosigas tu via je, recuer da que las huellas que de jas en tu camino son tan únicas como el sendero por el que transitas. Selecciona tu palabra Lo pr imero que hago cuando instr uyo a alguien que as pir a a más, a crecer, a llegar más alto en la vida, es pedir a esa persona que seleccione la pala bra que la describa me jor . Cuando lo ha hecho, es como si esa per sona hubiera pasado una página de un libro y hubiera subrayado una palabr a. En lugar de ver trescientas pala br as distintas en la página, la atención, e intención, de esa per sona se centra de inmediato en esa pala br a, ese don. Aquello en lo que una per sona se concentr a se ex pande. Puedes hacerla tú mismo o pedir a tus amigos y familiar es, las personas que te conocen me jor, qué pala bra utilizar ían ellas para describirte. Esa pala bra podría ser arti st a, poeta, comunicad or , d ir ector o músico. Quizá seas organi zador, direct or, conect or o l í d er. El único requisito es que de be ser una sola palabr a, y en última instancia la decisión de pende de ti. Cuando hayas seleccionado tu palabra, escr íbela en el es pejo de tu baño o en el retrovisor o el es pejo inter ior del coche, en tu mesa de tra ba jo, en tu or denador, en el f ri gorífico, junto a las llaves del coche, en cualquier lugar donde puedas ver la todos los
4 Pasión
Ésta es l a esencia d el espír it u humano ... Si l ogramos hall ar al go por l o que merece l a pena vivir, si l ogramos dar un sent ido a nuestra vida, hasta el peor de l os sufrimientos es soportabl e. VIKTOR FR ANKL
En la fría noche del desierto, Chad Hymas, dispuesto a batir el récord mundial de distancia recorrida por un tetraplégico en triciclo comprobó de nuevo que su vehículo estaba a punto. Durante once días y once noches, via jaría montado en él. A la luz de los faros del vehículo de a poyo que le seguía, Chadse volvió hacia mí, que lo acompañaría en mi bicicleta par a ofr ecerle a poyo moral durante la primera etapa de su viaje. Chad me miró con nerviosismo e impaciencia. Er a natur al que la oscura carr eter a que se extendía ante él le infundiera cierta aprensión, pero estaba decidido a emprender su aventura. Sabiendo que haría frío y que Chad no podía correr el riesgo de r esf riar se, yo le había llevado suficiente ropa de abrigo para cubrirlo de pies a cabeza. Insistí en que se aislara de los elementos con pr endas protector as. Envuelto en varias capas de prendas como una momia, par tió vestido con la indumentaria invernal de un ciclista: cubrezapatos térmicos, f undas protectoras para piernas y brazos, cazador a, guantes largos, casco invernal y gafas Oakley de cr istales transparentes. Sonreí al pensar en el estupor que ex per imentarían los transeúntes al ver a dos hombr es adultos, supuestamente r es ponsables, en una carretera desierta per siguiendo sus sombras a medianoche con unos reflectores par padeantes a sus es paldas; so bre todo uno, que perseguía el sueño de una per sona adulta vestido como un niño en invier no, montado en lo que parecía un triciclo en pleno julio. Puesto que Chad no puede r egular su temperatur a corpor al, había elegido julio par a per seguir un objetivo que muchos afir maban que era imposible. Viajaría a través del desierto de día, refrescándose con toallas frías cuando acusara el calor, y a me-
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dida que la tem peratura descendiera se en f undaría más prendas. Su meta: viajar en su tr iciclo de día y de noche, deteniéndose sólo cuando tuviera que descansar y dor mir hasta llegar a Las Vegas, a ochocientos veinticinco k ilómetros de distancia. Dos años antes Chad ha bía per dido la movilidad de las piernas y de una gr an par te del tronco de bido a un accidente que se había producido en una f ra cción de segundo, cuando tra jina ba heno en el rancho de su familia. Al alzar una bala de heno de una tonelada con su tractor , de im proviso la gigantesca bala había caído hacia atr ás, ha bía gol peado a Chad en la ca beza y lo ha bía aplastado contra el volante del tractor . Lo transportaron de inmediato al hos pital, donde, gracias a la pericia de los médicos, logr aron salvar le la vida pero no la movilidad de su cuer po. A excepción del limitado movimiento de sus brazos, Chad había quedado paralizado del cuello para a bajo. Su vida y los planes que se ha bía trazado ha bían quedado alter ados par a siempr e. Pero, aunque su cuerpo esta ba paralizado, su capacidad par a soñar, no. Des pués de su estancia en el hos pital y un breve período en que no cesa ba de pr eguntarse «¿ por qué ha tenido que ocur rir me a mí?», Chad ace ptó la r ealidad de que su vida seguiría adelante. Su es posa, Shondell, y sus dos encantadores hijos le quer ían y lo necesita ban tanto como antes. A sus o jos, su pa pel de esposo y padr e no ha bía disminuido. Aunque no podía tra ba jar físicamente en el r ancho f amiliar , Chad decidió que tenía que buscar una nueva f orma de sentirse realizado y unos nuevos sueños par a su maltrecho cuer po, que ha bía suf rido un cam bio r adical. Fue por esa é poca cuando nuestr os caminos se cr uzar on. Un amigo de un amigo le dijo a Chad que yo tenía cier ta exper iencia como confer enciante y concertó un encuentr o con él en mi casa. Chad me dijo que cr eía tener una histor ia, y añadió en tono de guasa que como su f acultad de ha blar no ha bía mermado, se le
P asión 83 ha bía ocurrido dedicarse a dar char las y coloquios para mantener a su familia. De ahí par tió la idea de empr ender el é pico maratón en un tr iciclo. Con el o bjeto de transmitir un mensaje que alentara e inspirara a los demás a per seguir sus sueños, al margen de los contratiem pos que sufrieran en la vida, Chad quería tener algo tangi ble, una pr ue ba física que demostrara que poseía los suficientes arrestos para vencer a la adversidad. Según Chad, cuanto más dramática, dura y memorab le f uera la prue ba, mejor. Confia ba en que al recorr er ochocientos veinticinco k ilómetros en una hand bik e (<< No lo llames triciclo», bromea ba), propulsándolo con sus manos y brazos de limitada movilidad, desde Salt Lake City hasta Las Vegas, bajo el calor ardiente del verano, cumpliría esos tres requisitos. Chad tenía el deseo, el incentivo y el apoyo. A partir de ahora, cuando avanzar a pedaleando en la gélida noche, compro baría si tenía el valor necesar io para llevar a ca bo su meta. Comprobaría si tenía la pasión necesaria. Pagar el pr ecio
Chad no descu briría la intensidad de su pasión en el punto de par tida. Eso rara vez ocur re : cuando emprendemos una aventura, por ar dua que sea, ¿existe algo más fácil que el comienzo? Cuando Chad partió de la línea de salida esa soleada mañana de julio, todo par ecía muy fácil. Cruzó por los semáforos en rojo escoltado por la policía. Docenas de amigos y par ientes ha bían salido a las calles para aclamarlo y of re cer le pala br as de aliento. Sus dos hijitos, Chr istian y Kyler , le acompaña ban montados en sus bicicletas, sonriendo de satisf acción. Gente a la que no conocía aplaudía a
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su paso, deseándole un feliz viaje. Acudieron los medios de comunicación y las cámaras de televisión filmar on la salida. Chad era la celebr idad del día. Esa noche saldr ía en todos los informativos. N o fue hasta más tarde, cuando los focos de la televisión y la escolta policial hubieron desa parecido, cuando no había nadie en las aceras para aplaudir y animado, cuando el trazado de la carretera discurría cuesta arr iba, cuando le dolían los brazos, cuando esta ba cansado y ham briento, cuando las cosas se pusieron difíciles. Yo acompañé a Chad montado en bicicleta durante tres días. Nuestra relación ha bía dado paso a una amistad, y le animé con todas mis f uerzas a que alcanzara la ambiciosa meta que se ha bía pr o puesto. El precio que pagaría por su sueño se hizo evidente un día es pecialmente duro, al afrontar una empinada cuesta de doce k ilómetros. Hacía un calor ago biante, que irradia ba en oleadas desde el asfalto a más de 35 gr ados al nivel de la carretera. El cuer po de Chad esta ba situado a unos diez centímetr os de la ardiente calzada. Con cada giro de su manivela yo me com padecía de él, por el tremendo reto que se ha bía impuesto. Cada kilómetro que avanza ba le costa ba un esf uer zo so brehumano. El viento le azota ba la cara, la soledad aumenta ba con cada curva y los kilómetros que ha bían discur rido con r apidez el primer día ahora se eterniza ban. Para colmo, una legión de grillos decidió utilizar la misma desierta car retera por la que viajá bamos. Al ca bo de unos segundos, miles de insectos invadieron la calzada. Los vi saltando a los pies de mi bicicleta. Pero Chad, sentado tan cerca del suelo, lo pasó mucho peor cuando los gr illos se arremolinaron so bre él, de bajo de sus piernas extendidas y colándose a través de su asiento y su ropa. El desagrada ble espectáculo y sonido de esos invasor es que no cesa ban de brincar y chirr iar se intensificó al no poder evitar aplastados con las r uedas de nuestr os vehículos mientras avanzá bamos. El repulsivo hedor de esos insectos tr iturados nos
Pasión provocó náuseas, al igual que la escena que se produ jo a continuación, cuando los gr illos comenzaron a devorar los restos de sus compañer os muertos. En medio de esa espantosa escena, recordé l os deseos iniciales de Chad con respecto a su maratón: dramático ... duro ... memora ble. «Ya basta pensé-o Misión cumplida.» Cuando parecía que había llegado el momento de dar la vuelta y a bandonar ese despropósito, dos coches se detuvieron junto a nosotros. Como en un movimiento sincronizado, se abrieron dos puertas simultáneamente y salieron dos hom bres montados en sendos tr iciclos: uno de ellos tenía las dos piernas am putadas; el otro era un parapléjico dotado de musculosos brazos y hombros. Ha bían visto la noticia en televisión la víspera y, poniéndose en el lugar de Chad -o, mejor dicho, en su silla-, ha bían decidido prestar le un poco de ayuda y apoyo. Utilizando sus poderosos brazos, recorrieron la calzada arri ba y a ba jo como soldados de una patr ulla de reconocimiento, transmitiendo a Chad datos cr uciales so bre el enemigo y el terreno que se extendía frente a él. Cuando llegó el momento de despedirme de Chad, lo hice a regañadientes. Intuí que empeza ba a arrepentirse de su decisión. Esa noche, mientras descansa ba en la ha bitación de un motel lejos de donde ha bía par tido y aún más lejos de su meta, me llamó por teléfono para preguntarse en voz alta en qué estaría pensando cuando se le ocurrió esta desca bellada idea. Me confesó que era demasiado duro. El gr ado de dificultad era a pa bullante. No esta ba seguro de poder continuar . Le res pondí como ha bría hecho cualquier amigo: le animé a no rendirse, a no tirar la toalla; le di je que tenía los arrestos suficientes para llevar a ca bo su empeño. A fin de cuentas, ¿no había conseguido vencer a la adversidad durante días, semanas y meses para aprender de nuevo a comer , a cepillarse los dientes, a vestirse y a incor porarse? 85
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Pasión
Luego prosigue: -He asistido a muchos f estivales y r e pr esentaciones dr am ticas en Europa que conmemoran el sufrimiento de Cristo, es decir , su pasi n.
Cuando colgué el teléf ono exper imenté esa sensación de impotencia que todos sentimos cuando compr endemos que las per sonas a las que queremos tienen que a pa r selas por s mismas. P or m s que quisi ramos hacer lo por ellas, son ellas quienes de ben decidir si est n dispuestas a sufrir por algo que ans an con fervor . Poster iormente, el maestro de las pala br as me ense que este proceso se resume en una pala bra: pasi n.
puñado de ancianos colegas de Ar thur en $ummerfield Manor se dirigen a la sala de
zos y manos, mientr as sus a puntes se des parr aman por el suelo. La octogenaria
estar situada junto a la entr ada princi pal, con sus andador es o en sus sillas de r uedas,
des pier ta de improviso, sonr fe a modo de discul pa y se agacha par a r ecoger los
y mediante el poder de las pala br as, Ar thur, el insigne catedr tico, les gu a e n un
a puntes que se le han ca do.
via je ling
Arthur apenas se f i ja en la bre~e distracci n, deseoso de compar tir la la bor de su vida con todos los que han acudido a o r su resonante voz. La charla de hoy se titula «Aumenta tu voca bulario de 800 a 600.000 palabras». Confor me tr anscur re la lecci n, Ar thur pasa de hacer nos a pr ender pala br as a hacer nos apr ender de ellas. -Cuando conocemos el aut ntico signif icado de las pala br as -dice-, permitimos que ejer zan una profunda inf luencia sobr e nosotr os. Des pu s de la char la nos encaminamos por el pasillo hacia su ha bitaci n par a lo que Arthur llama nuestro «estudio de palabras». La palabr a que le pido que comentemos hoyes pasi n. El maestro de las palabr as sonr e y empieza diciendo: -La pala br a pa si n a pareci por primer a vez en el siglo XII.
en la sala, el pr ofesor Watkins les entr ega a todos unas notas so br e la char la
Acuñada por unos eruditos cr istianos, pasi6 n signif ica 'padecer ' o 'sufrir '. En su sentido m s puro descr ibe el sufr imiento voluntar io de Cristo. Des pu s de instr uir me en la etimolog a de la palabra, Ar thur a ade:
- Pa si n no significa tan s lo 'suf ri r ', sino que se r efier e a un sufr imiento puro y voluntario.
TARDES CON ARTHUR
Er a la tarde del jueves, y yo aguarda ba impaciente la amena y breve « píldora cultur al. que nos ofr ecería Arthur . Cada jueves, a las dos en punto de la tarde, un
stico alr ededor del mundo. Mientr as el pu ado de asistentes fijos entran
pre par adas con meticulosidad, escr itas con una letra incr e blemente menuda que imagino que sus colegas aque jados de cataratas no consiguen leer. Arthur se dir ige al gr upo de seis amigos ntimos como si se dir igiera a una clase de doscientos alumnos, articulando las f ra ses con la dicci n clara y pr ecisa de un prof esor, pronunciando cada pala br a con tono firme y el contagioso entusiasmo del primer d a de clase. Al ca bo de unos minutos de ha ber iniciado Arthur su charla, una mu jer vestida elegantemente se queda dor mida, lo que desencadena un efecto domin de movimientos involuntarios del cuello, br a-
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Arthur me ex plica entonces que pasión y path , que en inglés significa 'sender o', tienen unas r aíces similares: la pala br a path es un sufi jo que signif ica 'padecer '. -Piensa en ello, Kevin -añade Arthur -. Hay médicos llamados patól ogos. Estudian las enfermedades y dolencias que padecemos los humanos. Luego me r evela un vf nculo entre sufrir, o pasión, y sacrificio. -La pala bra sacrificio pr oviene del latín sacra, que signif ica 'sagrado', y [ acere, que signif ica 'hacer '. Luego sacrificar es 'hacer lo sagr ado'. »En esencia -continúa Arthur -, pasión signif ica 'sufrimiento sagrado'. Lo que Arthur me r eveló penetró profundamente en mi alma. Sufr ir no es necesar iamente algo negativo. Puede y de be ser algo bueno. Noble. Sagrado. Algo que def ine la vida. Una cosa es sufr ir y ser una víctima, y otra muy distinta es estar dispuesto a sufr ir por una causa y convertirte en un vencedor. Aunque la definición po pular de pasión es 'un intenso amor romántico', el auténtico signif icado de la palabr a es 'estar dispuesto a sufrir por lo que amas'. Cuando descubrimos la causa por la que estamos dispuestos a pagar un precio, descu br imos la misión y el propósito de nuestr a vida. Estar dispuesto a sufrir
La pasión es lo que condujo a Viktor Frank l al infierno del Holocausto. Como eminente cirujano, psicoterapeuta y autor, vio lo que esta ba sucediendo. Estaba claro que los nazis invadirían su amada Vie na. Pudo ha berse marchado, pero decidió quedarse
Pasión dado el profundo amor que profesaba a sus padres, quienes no p udieron obtener los visados. Elly Frankl, la segunda esposa de Viktor, compartió esa historia con un grupo que nos habíamos reunido en las af ueras de Viena, en un restaurante que antaño había sido la vivienda de Ludwig van Beethoven. Fue en esa casa donde Beethoven compuso su mayor o bra de arte, la Novena sinfonía, estando completamente sordo. Las últimas palabras de Beethoven no po dían ser más apropiadas: «Oiré en el cielo ». Él también había aprendido a dominar su sufrimiento con elegancia. Elly nos contó que cuando Viktor regresó del consulado americano con su visado en la mano vio un enorme bloque de mármol so bre su mesa. Su padre lo había rescatado de una sinagoga local que había sido destruida por los nazis. Elly recordó que era un pedazo de una lápida que ostentaba el siguiente mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra». Vik tor guardó su visado en el cajón y no lo utilizó nunca. Estaba dispuesto a permanecer junto a sus padres y sufrir con ellos. Estuvo alIado de su padr e en el campo de concentración y pudo administrar le medicamentos que contri buyeron a aliviar sus dolores y sufr imientos hasta que mur ió en sus br azos. Cuando la guerra terminó, Viktor conservó dos preciadas o bras de arte en su estudio en Viena. La pr imera era una talla de madera de un hombre con la mano extendida. El título de la escultura: E l hombre que sufre. La segunda era una pintura de diez ataúdes en Auschwitz. Fue en uno de esos ataúdes donde Viktor halló los restos de su padre. Am bos constituían unos vívidos recordatorios de por qué Viktor fue adonde f ue e hizo lo que hizo. La pasión nos exige el máximo esfuerzo; lo sagrado nos exige el máximo esfuerzo. La voluntad de Viktor de sufrir lo llevó a encontrar su don, a encontrar lo que esta ba destinado 'a hacer, ayudar a otros a hallar un sentido y propósito en la vida. 89
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Viktor nos enseñó: « Nuestro impulso primordial como seres humanos es nuestr a búsqueda de un sentido ... El hecho de que el hombre acepte su suerte, y todo el suf rimiento que comporta, que tome su cruz, le ofr ece abundantes oportunidades, incluso en las cir cunstancias más adver sas, de añadir un sentido más profundo a su vida». A menudo hallamos ese sentido a través del suf rimiento. R alph Waldo Emerson di jo: «Todo muro tiene una puer ta». La pasión en su sentido más pur o, la voluntad de suf rir por lo que amamos, es, a menudo, la puerta que nos conduce a nuestro sendero. Descubrir la compasión Cuando yo trabajaba en Fr anklin, disfruta ba yendo y volviendo de mi des pacho en bicicleta, lo cual me llevaba una hor a cada día. El aire pur o y el e jer cicio físico contribuían a despe jar me la mente, de for ma que en cuanto ponía el pie en mi des pacho estaba pr eparado para crear y ponerme manos a la obra. Pero el trayecto me exigía también un esfuerzo f ísico, y para mantenerme en forma visita ba de f orma regular a un terapeuta masa jista llamado Den Brinkley. Den tiene fama de ser un masa jista de primer orden. No sólo consiguió eliminar los nudos de tensión que se me formaban en las piernas, sino que, con su for ma de conver sar, lograba eliminar también los nudos que tenía en mi cabeza. Un día en que circulaba yo en bicicleta choqué o, para ser más preciso, chocaron conmigo: yo iba a unos 30 kilómetros por hora cuando un conductor adolescente, bajo los efectos de las metanfetaminas y las seis cervezas que se había tomado, me embistió por detr ás a casi cien kilómetros por hora. Tras invadir el carril izquierdo para adelantar un camión, había evitado por los pelos chocar con otro vehículo gir ando bruscamente a la
P asión 91 derecha, donde había chocado conmigo. Er a una combinación mortal: el chico estaba dr ogado, borr acho y no me había visto. Yo reboté contra el par a brisas del coche y volé por los air es, flotando durante lo que me pareció una eternidad hasta ver los cables del tendido eléctrico al nivel de mis o jos. Cuando ater ricé en la calzada quince metros más allá, todo empezó a mover se a una velocidad superior a la luz. Como un pelele de goma, f ui dando br incos sobr e la calzada hasta detener me a unos veinte metros de donde se había pr oducido el accidente. Al volverme vi el coche que me había atr opellado f re nar bruscamente. Miré a los ojos vacíos del joven que iba al volante y él dio media vuelta, arr ancó y me de jó por muerto. Al poco r ato llegó una ambulancia que me tr asladó al hos pital. Me dolía todo el cuer po. Sufr ía un tr aumatismo cervical, unas a br asiones en la piel por haber rodado por la car re ter a y una grave contusión en la cabeza. Sentía tantas náuseas que no podía incor por arme. Esta ba vivo de milagro. Unos buenos amigos tra jeron a mi conmocionada es posa a mi ca becer a, tras lo cual llegó mi hija mayor, seguida de Den Br ínkley, mi masajista. Den me pareció el tipo más forzudo que conocía, ca paz de hacer una docena de flexiones a poyado en un solo br azo. Los f ines de semana lucha ba con ja balíes y cerdos salvajes con un cuchillo; era el guerrero por excelencia. Si uno tuviera que ir a la guer ra , quer rí a llevar se a Den. De hecho, Den había combatido en la guer ra de Vietnam, donde forma ba parte de una patrulla de reconocimiento en el frente. Er a la única per sona capaz de sacarme de ese hospital. Comprendía mi sufrimiento. Sabía lo que le ocur rí a a mi cuerpo y el dolor físico y psicológico que sentía en la ca beza. Den sabía por ex periencia propia lo crítica que era mi situación y lo importante que er a par a mí recuper ar me. -Kevin -me dijo-, ¿sabes que en cierto momento de mi vida estuve a punto de tirar la toalla y suicidarme?
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Me contó que ha bía ocur ri do a su regreso de Vietnam. Ha bía suf ri do una gr ave lesión en la es palda mientr as tr a baja ba en la construcción y buscaba otr o empleo cuando su esposa le comunicó que no lo necesita ba en su vida, que nadie lo necesita ba en su vida. Des pués de vaciar la cuenta cor riente del banco, ella ha bía cogido el coche y se ha bía marchado, a bandonando a Den y a su hijito. Una tarde, deses per ado y deprimido, Den ha bía salido de su a partamento, se ha bía dirigido a la par te tr aser a del edif icio con una pistola del 45 Y se había metido el cañón en la boca. Me lo contó mientr as me a plica ba un masa je en todo el cuer po, tratando de hacer me r egr esar al mundo de los vivos. De pr onto, diez segundos antes de a pretar el gatillo, Den oyó una voz, una voz que le hizo regr esar al mundo de los vivos, una voz que dio un sentido a su vida: -¡Pa pá! ¿Dónde estás, pa pá? -gritó su hijo-o Te necesito. No sé dónde estás. ¿Papá? ¿Dónde estás, pa pá? -Bajé la pistola y rompí a llor ar como un niño porque en esos momentos encontr é algo por lo que mer ecía la pena vivir -dijo Den-. Esa noche, mi hijo me salvó la vida. y Den salvó la vida de su hijo. Esta res ponsabilidad r ecí proca de un padre hacia su hijo, y de un hijo hacia su padre, la ex presó de f orma magistr al Viktor Fr ankl: «Un hombre que es consciente de la r es ponsabilidad que tiene hacia un ser humano que le es per a con cariño, o hacia una obra inconclusa, jamás podr á quitarse la vida. Sa be el " porqué" de su existencia, y es capaz de sopor tar casi cualquier "cómo"». Mi masajista, Den Br ink ley, sa bía que yo necesita ba su don. Tras muchas hor as de atención personal y sesiones de r ehabilitación, des pués de las cuales me dieron el alta en el hos pital, siguió acudiendo a mi casa cada tarde dur ante varias semanas. Llega ba des pués de una jornada de ocho o nueve hor as de dar masajes y dedica ba otr as dos horas a administrarme un masa je y
Pa sión a manipular mi maltrecho cuerpo. Den demostró una auténtica compasión por mí. C ompasión, según he averiguado, combina com , o 'con', y passio , 'padecer '. Compa sión es, por lo tanto 'padecer con otro'. Le estar é eternamente agr adecido a Den por haber suf rido de forma voluntar ia conmigo y por mí. Sufrir por lo que es más importante
Al tr atarse de un voca blo de seis letr as que se originó mucho des pués de que a par eciesen la mayor ía de diccionar ios modernos, pocas pala br as contienen más f uerza y pr of undidad que pa sión. Esta pala br a, además de prescr ibir lo que de bemos hacer a nivel per sonal par a encontrar un pr o pósito y un sentido, es también la que mejor descr ibe las acciones heroicas y desinter esadas que una per sona realiza cada día para otra. La lista es muy lar ga: instr uctores, maestros, escr itor es, mentores, entrenador es, terapeutas, psicólogos, enf ermer os y enfermer as, conse jeros, médicos ... Per sonas todas ellas que enriquecen y ensanchan con pasión y compasión las vidas de otr os. ¿Existe un ejemplo más consumado de pasión que una madr e abnegada? ¿Has obser vado alguna vez los o jos de una madr e en un apar camiento atestado de gente cuando pierde momentáneamente de vista a su hijo? Nadie se atrever ía a inter ponerse en el camino de esa pasión. Las madres están dis puestas a sufr ir por el hijo, el be bé, el embrión que llevan en el útero. Soportan nueve meses de suf rimiento para dar a luz, y su voluntad de suf rir por sus hi jos dura toda la vida. Vi cómo mi madre se sacrif ica ba por mi hermano, Rick , y por mí. Vi a mi es posa, Sher ry, sufrir par a traer al mundo a nuestros seis mar avillosos hi jos. Y hace poco obser vé admirado a mi hija mayor , Summer , cuando decidió dar a luz a su tercer hijo. No fue una deci93
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sión fácil por que mi hi ja, cuando está embarazada, sufre constantes náuseas y f uertes migr añas, se marea, ve do ble y tiene que per manecer en cama durante buena parte del tiempo. Un día le pr egunté: -¿Por qué estás dis puesta a pasar de nuevo por eso? Mi hi ja mir ó a sus dos preciosas hijas, que esta ban en la ha bitación. Su mirada bastó, no tuvo que decir nada: ése era el motivo por el que esta ba dis puesta a volver a sufr ir dur ante nueve lar gos meses. Todas las apor taciones valiosas se consiguen mediante la pasión, siem pr e que uno esté dispuesto a pagar el precio. Todo es posible si uno está dispuesto a pagar el precio Uno de los autores más grandes de la histor ia de o bras de autoayuda, y uno de mis favor itos, f ue durante un tiempo un alcohólico que estuvo a punto de gastarse sus últimos dólares en una pistola para suicidar se. Pensó que el mundo estar ía mejor sin él. Por for tuna para los innumera bles millones de personas a las que sus pala bras han servido de ins piración, no hizo caso de la fr ía atracción de una pistola en el esca parate de una casa de em peños y entró en el santuar io seguro de una biblioteca pública. Ese cambio f or tuito en su destino lo condujo hasta un libr o que contenía un mensaje que modificaría su vida par a siempr e. Las pala bras de la primera página decían: «Usted puede conseguir todo cuanto desee que no contr adiga las leyes de Dios o el hombre, siem pre que esté dis puesto a pagar un precio». En ese mismo instante este hombre compr endió que tenía una tar ea que completar . Desde que er a niño ha bía soñado con ser escritor, un escritor capaz de prestar un impor tante ser vicio a los demás. Ese pasa je le ins pir ó en esos momentos a lograr su sueño, yal hacer la se transformó y pasó de ser un vendedor a batido y sin tr a ba jo llamado
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Augustine Mandino, a ser conocido por su a podo de Og, un escr itor de enor me talento y autor del li bro so br e el ar te de vender más vendido de todos los tiempos, E l vended or má s g ra nde d el mund o. Mandino lo resumió así: «¿Cómo puedes sentir te desgraciado o deprimido cuando sa bes que en el mundo hay una persona, aunque sólo sea una, que necesita tu don?» R esistir hasta el f inal Cuando Chad alcanzó la cima de Apex Junction a las cuatro de la madr ugada, montado en su tr iciclo, vio a sus pies, a lo le jos, las luces r utilantes de Las Vegas, su destino f inal. Más tarde me di jo que al igual que nadie podía imaginar la alegría que sintió en ese momento, nadie podía imaginar el cansancio y la deses peración que ha bía padecido dur ante las horas y los días que precedier on al ascenso a esa última colina. Me confesó que hubo momentos en que se sentía demasiado agotado incluso para llorar . Le ha bía costado un esfuerzo so brehumano. Chad ha bía a prendido a qué se ref er ía Viktor Frank l al decir: «Lo que da luz tiene que so por tar quemar se». Chad ha bía sopor tado que se le quemara el cuello cuando una gigantesca bala de heno ha bía caído so bre él; ha bía soportado el ardiente temor que ha bía hecho presa en él en los momentos trágicos en que, al salir del quirófano, ha bía averiguado que no volver ía a caminar ; ha bía so portado el angustioso pensamiento de que quizá no pudiera mantener a su familia; se ha bía enfrentado al temor de que quizás incluso per diera a su esposa y a sus hi jos. Luego, dur ante dieciocho largos meses, se ha bía sometido a un incesante y r igur oso progr ama para reha bilitar lo que queda ba de su cuerpo. y ahora, en virtud de una combinación de infier no y par aíso que él mismo había creado, ha bía sopor tado los largos, lentos y trascendentes kilómetr os que prácticamente nadie más ve o ex-
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perimenta. Es a la mitad de un via je cuando las cosas se com plican, al igual que Ocurr e a la mitad del camino que emprendemos par a alcanzar nuestros mayores sueños y as piraciones. Ahí es donde entr a la auténtica pasión. En nuestr a lá pida se pulcral hay gr a badas dos fechas: el día que nacemos y el día que mor imos. Per o lo que simboliza nuestra vida es el es pacio entr e ambas. ¿Qué ocur r e entr emedias? ¿Qué ocur re entr e los momentos tr aumáticos? ¿Entr e los momentos euf ór icos? Durante esos k ilómetr os centrales, cuando la tem peratur a del asf alto superó los 45 grados y Chad se sentía tan dé bil que tuvier on que pegar le las manos con cinta adhesiva a sus pedales y avanza ba a menos de tr es kilómetros por hor a, de jó de contar las hor as y empezó a contar los indicadores k ilométr icos. Cuando la situación empeoró, su padre intervino y le di jo: -Hijo, en lugar de contar los indicador es kilométr ico s verdes, ¿por qué no cuentas las r ayas amar illas que hay en el centro de la car re ter a? Pasan a gran velocidad. Quizás eso te ayude. Chad estaba demasiado aturdido para pr otestar, de modo que r ecordó algo que ya sabía: que reduciendo ese propósito a unos pasos más y más pequeños, de día en día, de kilómetro en kilómetro, de hor a en hora, incluso de línea amarilla en línea amarilla, uno consigue alcanzar su destino final. Al igual que al principio del viaje, al final del mismo las cosas se hicieron más fáciles. Apareció de nuevo una escolta policial; los familiares y amigos que lo había aclamado en el punto de par tida de Salt Lak e City ha bían volado a Las Vegas para aclamar lo cuando llegara a la meta; los medios de comunicación esta ban de nuevo pr esentes, los focos encendidos y las cámaras de televisión filmando el acontecimiento. Personas que él no conocía de nada se detenían par a a plaudir le. Todos los semáforos de los cruces del Str ip de Las Vegas fuer on desconectados mientr as agentes de la patr ulla de tr áfico de Nevada escolta ban a Chad hasta la
línea de meta, frente al hotel Mirage. Al ver lo pasar , las personas que salían de los casinos aplaudier on al hombre montado en un triciclo que ha bía pedaleado a lo largo de ochocientos veinticinco k ilómetros. En esta ocasión no ha bía gr illos. Pese a lo agotado que esta ba al término de su odisea, Chad no per dió de vista sus o b jetivos. Al enterarse de su proeza, los dir ectivos de una or ganización llamaron para preguntar le si estaría dispuesto a dar una char la al ca bo de tres días en Louisiana. Chad no pidió tiempo para recuperarse. Comenzó de inmediato a preparar su discurso, tomó un avión y des pués de un tiempo en que a penas le paga ban el costo de la gasolina para des plazarse a ha blar ante diver sos gr u pos, empezó a percibir cuantiosos honorar ios. Desde entonces Chad se ha convertido en un orador muy solicitado. Entre sus clientes se cuentan algunas de las em presas yorganizaciones más impor tantes del mundo. A los tr einta y dos años, se convir tió en una de las per sonas más jóvenes en obtener la designación de orador pr ofesional, una distinción que la Asociación Nacional de Oradores concede a unos pocos elegidos. El W all St re et lournall o calif icó como «una de las diez personas más ins pir adoras del mundo». En la actualidad Chad genera ingresos de siete cifras. Pero su mayor logr o es seguir siendo un marido e jemplar para su entregada es posa, Shondell, y padre orgulloso de sus tres hijos, Chr istian, Kyler y Gracee, una niña que adoptaron hace poco. En lugar de dejar que las inf luencias exter nas deter minaran la temperatura y orientación de su vida, Chad eligió ser él mismo quien contr olar a los mandos de su vida y tr azarse el ma pa de su destino. Tr ansformó su tragedia en un triunfo. En la línea de meta, su madre se acercó a mí y a mi hija Starr, que ha bía acudido también par a darle ánimos, y con lágrimas en los ojos r esumió lo que todos pensá bamos: -Me siento muy or gullosa de Chad -dijo-o Aca ba de conseguir lo im posi ble.
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El cielo esta ba encapotado cuando el avión des pegó en Miami, y enta blé una conversación con el pasa jero sentado a mi lado, un ca ballero llamado Sita Patel, procedente de la India. Comentá bamos lo nublado que esta ba el día cuando, de pronto, el reactor que ascendía atravesó las nubes y contemplamos un sol tan br illante que tuvimos que ba jar la persiana de la ventanilla para pr otegemos del res plandor. El r epentino cam bio pr o pició que mi com pañero de asiento recordara algo. Se volvió hacia mí y me di jo: - De niño, en Bombay, recuer do haber regr esado a casa un día nuboso, y mi madre me pr eguntó: «¿Cómo te ha ido hoy?» « No ha sido un buen día -res pondí-o Esta ba muy oscuro. No ha salido el sol». R ecuer do que mi madr e me di jo: «Pues claro que ha salido. El sol sale siem pr e. Aunque tú no lo veas. Hi jo mío, de bes a prender a ver más allá de las nubes».
Ver un mundo nuevo
Suele decir se que «cuando mir amos las cosas de for ma distinta, las cosas que vemos cambian». Quizá nadie haya per sonificado esto me jor en la historia que Leonar do da Vinci, el gran ar tista italiano, inventor, científ ico y diseñador que previó el f uturo anticipándose cientos de años a su tiem po. Su novedosa for ma de ver las cosas a br iría un mundo nuevo de ex plor ación del air e y el mar , mientr as que por la misma época, Cristó bal Colón, com patr iota suyo, abr ía otr o nuevo mundo con su descubr imiento de América.
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Además de ser el br illante artista que pintó la M ona Li sa , La Ú lt ima Cena e innumera bles o bras de ar te imperecederas, Leonar do er a asimismo un maestro innovador . Con su mirada per s picaz o bserva ba cuanto lo rodea ba desde ángulos insólitos. Estudió el genio y la simple economía de la natur aleza: la forma en que vuelan las aves, el f luir de las cor ri entes, la for ma humana y su simetr ía ... Prácticamente nada escapa ba a su singular mir ada. En su estudio dejó su colección de códices, notas y dibujos detallados de inventos que siglos después se conver tir ían en la bicicleta, el planeador, el avión, el helicó ptero, el tanque, el robot, el girosco pio, el chaleco salvavidas, el barco de do ble casco, el par acaídas y la gr úa. Previó maravillas de ingeniería e industr ia que el mundo no empezaría a apreciar o desarrollar hasta mucho después de su muer te. Es difícil com pr ender, pasados más de quinientos años, el alcance de lo que imaginó este extr aordinar io hom br e del R enacimiento. Cuando le pregunta ban el secreto de su genio, Leonardo solía r esponder con la f ra se que ha bía conce bido y adoptado como lema personal: Sa per e ved er e. La f ra se combina la pala bra latina sa pere, que signif ica 'saber ', con vedere, que significa 'ver '. S a pere vede re signif ica 'sa ber ver'. Convierte el dicho «ver para cr eer » en «creer es ver ». Las personas con sa pere vedere miran hacia delante y hacia dentro, son ca paces de creer y ver lo que otros no pueden. Leonardo comprendió que en primer lugar vemos con nuestr o cere br o, luego con nuestr o corazón y por último con nuestros o jos. Com pr endió que sa ber ver es impr escindible para llevar una vida provechosa porque nos permite centramos en lo que d eseamos ver que ocurr a en lugar de centr amos en l o que no d eseamos ver que ocur ra . Las personas que carecen de sapere vedere dicen: «Cr uzaré ese puente cuando llegue a él»;
Sapere vede re 105 las personas con sapere vede r e dicen: «Ver é ese puente antes de
cr uzar lo». Sa pere ved ere es tridimensional, una combinación de r etros pección, previsión e intr os pección. Retr o s pección es 'mirar hacia atrás', ver dónde hemos estado. P re vi sión es 'mirar hacia delante', es decir, lo que tenemos ante nosotros. Intros pección es 'mirar en nuestro interior ' para ver con los ojos de nuestr a imaginación y sentir con el pulso de nuestro corazón. Como escr ibe Myles Munr oe en su li bro The P rinci pies and Power of V i sion: «La vista es una f unción de los ojos, la visión es una f unción del corazón ... La visión nos libera de las limitaciones de lo que ven los o jos y nos per mite penetrar en la libertad de lo que siente el corazón. No permitas nunca que tus ojos deter minen lo que siente tu corazón». Las personas sin visión suelen o bsesionarse con el pasado. Consider an lo que ha ocurr ido como un amarradero en lugar de un poste indicador. Al dejar que su tendencia a mirar hacia atrás sea lo único que les dicte lo que deben hacer, su sendero se r e pite invar ia blemente. Un rasgo caracter ístico de las per sonas con saper e vedere es que ven no sólo el pasado y el pr esente sino tam bién el f uturo. Al centramos en lo que hay en nuestro corazón y nuestr a mente, y al mirar hacia delante, la visión nos induce a pr ogr esar . TARDES CON ARTHUR
O bservé que Arthur caminaba con paso más ágil que de costum br e el día en que nuestr o estudio de pala br as se centr arf a en las voces vi sión y sa per e ved ere. Esas pala br as hicieron que
106 Sa per e vedere af lor ar a el niño que lleva ba dentro. Esta ba tan impaciente por ha blarme de ellas que casi dejó su andador atr ás al conducir me apresuradamente hacia la sala de estar de la residencia de la tercer a edad. Cuando llegamos a nuestro destino y nos sentamos en nuestras butacas junto al fuego, Arthur me preguntó en un tono entr e afirmativo e inter ro gante: -¿Sa bías que vi si6 n y wi sdom, que en inglés signif ica 'sa bidur ía', son pala bras relacionadas con la vista? Me ex plicó que am bas tienen r aíces ger mánicas. W i sdom proviene de wi ssen , que significa 'sé lo que he visto'. V i si6 n pr oviene de vi ssen , que signif ica 'sé lo que veo'. -Por consiguiente, wisdom o sa biduría - prosiguió Ar thur es sa ber lo que hemos visto. Visi6n es sa ber lo que vemos. Y sa per e ved ere es saber ver. Arthur señaló la chimenea que ha bía junto a nosotr os. Me di jo que la pala br a or iginal de chimenea er a hogar . La pala br a hog ar pr oviene del latín focu s, que or iginalmente signif ica ba 'f uego, brasero u hogar '. Antaño todo lo im por tante ocur rí a alrededor del hogar . El calor de la casa pr ovenía del hogar ; la comida con que la gente se alimenta ba era pr e parada en el hogar ; las conver saciones im por tantes se enta bla ban en tor no al hogar. El hogar era el punto focal, el centr o o corazón de la casa. Ar thur citó entonces los Pr over bios: «Cuando no hay visión prof ética, el pue blo queda sin fr eno». Con visión las per sonas miran hacia delante con confianza. Con f ian za pr oviene del latín confid ent ia, que signif ica 'es per anza f ir me', 'confianza en uno mismo'. Una visión clara nos per mite avanzar con confianza en nosotros mismos.
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Mientr as Ar thur seguía enseñándome el significado de las pala bras, o bservé el regocijo en sus o jos y la alegr ía que ex per i menta ba al adentr ar se y a bstraer se en los secretos del lengua je. Er a la viva imagen de la f elicidad. Tenía el cuerpo encor vado y ha bía de jado atr ás su juventud, pero comprendí que con su sa bidur ía y su visión, podía trasladarse en su imaginación a lugares que muy pocos podían llegar a compr ender . Pese a estar conf inado en una r esidencia de la ter cer a edad, er a más libre que ninguna otra per sona que yo conociese. Pensé en un estudio que me ha bían mostr ado hada poco, según el cual er a peligr oso que las personas se ju bilaran sin una visión de f utur o. Si su visión consiste en «algún día» -algún día me com praré un coche, algún día me compr aré una casa, algún día sacar é a los chicos de casa, algún día me com pr aré un r eloj de oro-, si viven par a ver lo, lo consiguen y se jubilan, suelen morir al cabo de pocos años. La a patía hace mella en ellos porque no tienen un sender o de f utur o que seguir . (La a patía, como me ha bía enseñado Ar thur , es no tener un sendero. Los objetivos, los sueños y las as piraciones se eva por an. En su sentido etimológico, a pat fa signif ica 'sin sentir ni padecer '. Es la antítesis de pasión y visión.) Estaba sentado ante un hom br e con una profunda visión. Aunque yo goza ba de buena salud, buen oído, una vista excelente y la vida me ofr ecer ía aún inf inidad de o portunidades, lo cier to era que envidiaba a Ar thur.
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No hay lí mites
Hacía poco que yo había em prendido el mar atón de Bastan en Hopkington (Massachusetts), cuando o bservé a un corr edor frente a mí que parecía mayor que yo, a br iéndose paso con gran ha bilidad por la pista atestada de cor redores. Era el centésimo aniversario del vener a ble maratón, y la ruta esta ba a barr otada con más de cuar enta mil corredores, incluyendo tanto a los inscr itos como a los que se ha bían incorporado extraoficialmente. Aunque los organizadores, en un intento por contr olar a la multitud, ha bían dado la salida por gr upos, en oleadas, según los tiempos de clasif icación, incor por arse a la car re r a era como a br irse paso por el andén del metro de Nueva York par a tratar de subir a un tren. Yo me ha bía f ijado en el hombr e que esta ba situado delante de mí mientras aguar dá bamos a que dieran la salida. Er a delgado y parecía estar en buena for ma, y antes de empr ender el mar atón de 40 k ilómetros hizo unos ejercicios de calentamientas, al igual que todos los cor redor es. Pero ha bía algo en él que le distinguía de los demás, aunque yo no logra ba saber qué era. De pronto dieron la salida a nuestro gr u po y traté de seguirle a través de la multitud de corr edor es. El hombre corría con agilidad, sin el menor esfuer zo, casi como si no hubiera nadie más presente, y no tar dó en colocar se a la ca beza del grupo. Entonces re par é en el corredor que iba a su lado: los dos se movían en tándem: cuando uno se inclina ba hacia la izquierda, el otro se inclina ba hacia la izquierda; cuando uno se movía hacia la derecha, el otro se movía hacia la der echa. Aceler é el paso para obser var los más de cer ca, y de pronto lo compr endí: el hombre al que ha bía visto hacer e jer cicios de calentamiento antes de la car re ra era ciego y el corredor que iba a su lado er a su guía que le dirigía tocándole levemente con los dedos en el
S aper e ved er e 109 codo. ¡Ambos par ecían volar ! Al cabo de un par de minutos, los perdí de vista. Más tarde averigüé quién era ese hombr e. Cuando r elaté a un vecino mi ex per iencia al observar al corr edor ciego al inicio del mar atón, mi vecino dijo: -Debe de ser Har ry Cor dellos, probablemente el me jor atleta ciego del mundo. Yo le he hecho de guía de esquí. Deber ías leer su libr o titulado No l í mits ('No hay límites'). Encontr é el libro y lo leí; me jor aún, tuve el placer de conocer a Har ry en persona cuando lo invité a pasar unos días en nuestr a casa y dar una charla en un retiro en las Montañas Rocosas. Harry era increíble. De pronto, mientras camina ba por el bosque, as pir a ba pr of undamente y decía: -Humm, esos de ahí ¿no son pinos de Mur ray? ¿Miden tanto de altur a? ¿Y tanto de circunfer encia? -y la mayoría de las veces tenía r azón. Har ry er a una persona con una disca pacidad visual, pero como indica el título de su libro, no se imponía limitación alguna. En cierta ocasión ha bía cubierto los 60 kilómetr os desde Dana Point, en California, hasta la isla de Santa Catalina haciendo esquí acuático por el agitado océano Pacíf ico. Una per sona que no estuviera ciega pr o ba blemente ha bría visto todos los obstáculos. Per o Harr y se ha bía deslizado sobre el agua sin mayor es dif icultades, como ha bía hecho en el mar atón de Bastan, dejándose guiar hacia su destino final por su visión inter ior . Sa bía cuál er a su pro pósito, y eso er a lo importante.
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Visual izar el sentimiento
Tu sendero y propósito
Peter Vidmar, que ganó dos medallas de oro como gimnasta en los Juegos Olím picos, compartió conmigo su exper iencia personal que ilustra este argumento. Peter em pezó a pr eparar se para los Juegos Olím picos a los doce años y no compitió en ellos hasta que cum plió los veintitr és, es decir , once años más tar de. Fue un largo período de preparación, una sucesión interminable de horas en el gimnasio repitiendo los mismos e jercicios una y otra vez. El único método para mantenerse concentrado durante tanto tiempo era visualizar constantemente el resultado final que ambicionaba y conectar con su emoción interior . - Yo había tenido una visión de lo que quería ser : cam peón olím pico -me dijo Peter -. No puedo minimizar la importancia de ese propósito, yeso f ue lo que hizo que perseverara. Pero el hecho de visualizarse llevando a ca bo sus e jercicios a la perfección y subiendo al podio para que lo galar donaran colgándole una medalla de oro del cuello no er a lo único importante. -La cuestión no era «¿qué aspecto tendr é?» -di jo-, sino «¿cómo me sentir é?» Ésa es una motivación mucho más f uer te. Cada día, al tér mino de una agotadora sesión de seis horas de entrenamiento, des pués de que sus colegas se hu bieran mar chado, Peter y su com pañero de equipo, Tim Daggett, se queda ban en el gimnasio para visualizar se en las f inales de los Juegos Olím picos conceptualizando con exactitud lo que de bían hacer dur ante sus e jercicios. Cuando por fin llegaron los Juegos Olím picos, esos dos de por tistas fueron los últimos que compitieron en r e presentación de los Estados Unidos en una r eñida batalla con el equipo de la R epública Popular China. Vidmar y Daggett r ealizar on sus e jercicios casi a la perfección
El propósito es el ingrediente esencial para sapere ved ere. Cuando averiguamos nuestro propósito, nos convertimos en descubridor es del sendero. Saber lo que queremos hacer nos dicta hacia dónde debemos ir y en qué debemos concentrar nos. Nuestro sendero es la «forma» en que via jamos; nuestr a visión es «adónde» via jamos; nuestro propósito es «por qué» viajamos. Leonar do da Vinci di jo: «Que tu o bra esté en consonancia con tu propósito». A menudo decimos: «Has hecho eso a propósito» y ello significa hacer lo que nos proponemos hacer . La pala bra propósito viene del latín proponer e , que significa 'poner delante'. Proponemos algo es 'poner delante lo que deseamos que ocur ra en nuestra vida'. Cuando alineamos nuestra vida con lo que nos hemos propuesto, respondemos al mandato irresistible de vivir «con un propósito». Todos hemos sido creados para un propósito y con un propósito, al igual que todo en la naturaleza ha sido creado para y con un propósito. Como dijo Viktor Frank l: «Toda persona tiene una vocación o misión específica en la vida, toda per sona de be realizar una deter minada tarea que hay que llevar a cabo. En ese sentido, no puede ser sustituida ni puede repetir su vida». Es imprescindi ble comprender nuestra singular vocación, a la par que apreciarla. Los dos días más impor tantes de nuestr a vida son el día en que nacemos y el día en que descubrimos para qué hemos nacido. Ése es el día en que tenemos la visión de quiénes estamos destinados a ser .
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-los ejercicios que ha bían visualizado y sentido en sus mentes y corazones durante años-, y los Estados Unidos consiguieron la medalla de or o. Poco des pués de que finalizar an los Juegos Olímpicos, lo or ganicé todo par a que Peter diera una char la ante nuestro equipo de ventas en Fr ank lin so br e sus ex periencias dur ante los Juegos y el importante papel que la visualización ha bía desempeñado en su triunfo. Desde entonces le he consultado en numer osas ocasiones, cuado he necesitado ayuda a la hora de visualizar o bjetivos y sueños. Su capacidad no sólo de ver con su mente y sus o jos, sino de sentirlo profundamente en su corazón, es inestima ble.
Ver par a ser
Se dice que la visión es lo que vemos cuando cerr amos los o jos. Tenemos que «ver » antes de «ser ». «Soñad sueños sublimes -escr ibió Iames Allen-, y os conver tiréis en vuestros sueños. Vuestr a visión es la pr omesa de lo que seréis algún día.» Hace poco, mi amigo y colega de negocios R ichar d Paul Evans, autor de libros que han aparecido en las listas de su perventas del New Yor k Times, me llevó a almorzar y compartió conmigo una fascinante historia so bre el inmenso poder de la visión. R ecordó sus primeros días como escr itor , cuando su esposa Keri, sus dos hijos y él vivían en una pequeña vivienda de sesenta y cinco metr os cuadr ados. Richar d aca ba ba de completar su primer a novela, La caja de Navid ad, que empeza ba a vender se como r osquillas gracias al boca-or eja. Viendo un potencial que pocos autores de una pr imera novela ha brían tenido la temer idad de imaginar, se pro puso que su libro ocu para el pr imer puesto en las listas
Saper e ved er e 113 de éxitos. Des pués de im poner se ese ambicioso o bjetivo, Richard adquirió cinco pulser as de or o para él y sus f ans, que compartían la as pir ación de que su libr o se convirtier a en el más vendido del país. Los portadores de esas pulseras jur ar on no quitár selas hasta ha ber alcanzado ese o bjetivo. Richard me habló de la euf or ia que sintió al colocarse la pulser a en la muñeca, un recordator io constante y tangible de la visión que tenía con r es pecto a su libro. Era una conexión emocional con su objetivo. Cada vez que estrecha ba la mano de alguien, escribía o cogía el teléf ono, conecta ba de nuevo con el pr o pósito que se había fijado. Me ex plicó lleno de gozo la increíble sensación y el «subidón» emocional que ha bía exper imentado meses más tarde cuando a par eció en la r evista P eopl e un artículo nombrándole el autor del libr o más vendido de los Estados Unidos. Cuando lo fotografiar on para el ar tículo, Richar d extendió la mano y se colocó la pulsera de or o de forma que se viera en su muñeca para que así los otr os cuatro portador es com pr o bar an que la visión que habían compartido se había hecho r ealidad. Ese mismo escenar io se r e pitió cuando Richard a par eció en T oday, el pr ograma televisivo presentado por K atie Cour ic. Mir ó a la cámara y alzó la mano junto a su r ostro, mostrando de nuevo su muñeca, afirmando simbólicamente que los sueños se cumplen si uno los siente y los ve con la suficiente claridad. Des pués de quince millones de libr os vendidos y catorce super ventas consecutivos en las listas del New Y or k T imes, Richard Paul Evans sigue creyendo con f irmeza que el hecho de crear una visión te impulsa hacia delante. Desde entonces ha fundado una or ganización internacional, la Chr istmas Box House Inter national, dedicada a prevenir los a busos contra menores y proteger a los niños maltratados y a bandonados. Sigue manifestando los sueños que alber ga en su cor azón y su imaginación.
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Nosotros determinamo s nuestra visión. Nosotros decidimos lo que quer emos, lo que soñamos y lo que nos proponemos. Gandhi vio una India libre. No importaba que nadie más la vier a, basta ba con que la vier a él. Somos libres de elegir nuestros sueños. No hay límites. La pros peridad per sonal, la excelencia prof esional, la perfección atlética, la felicidad familiar, el enriquecer nuestras relaciones, la paz y tranquilidad, la salud y el bienestar , el servicio desinteresado, el de jar un legado: si podemos visualiarlo, podemos conseguir lo.
U n tablero de visiones Iohn Assar af , amigo estimado, extr aor dinar io em prendedor y uno de los maestros del libro E l Secreto, un superventas que ha tenido un éxito arrollador, es un auténtico genio a la hora de utilizar la visión para cr ear la vida de sus sueños. Hace unos años f ui a visitar lo en su casa en San Diego, y me invitó a su des pacho situado so bre el gara je, que da ba a la piscina y a la casa de invitados. Me mostr ó una ta bla de visiones que colga ba en la pared so br e su mesa. En ella ha bía unas ilustraciones que ha bía r ecor tado de cosas que desea ba tener y hacer. Me comentó la im por tancia de var ias imágenes, lo cual condu jo a una conversación so bre el poder de la mente humana y nuestra tendencia natural a buscar o bjetivos. R egr esamos a la casa principal y mientr as o bservá bamos cómo juga ban sus dos hi jos, Noah y Keenan, Iohn se volvió hacia mí y me pr eguntó si me ha bía contado alguna vez las cir cunstancias que le ha bían llevado a vivir en esta casa. R es pondí que no y Iohn compar tió conmigo una de las historias de visualización más asom brosas que he oído jamás. Me ex plicó que su familia se ha bía mudado en var ias ocasiones y que algunas de sus per-
Saper e ved er e 115 tenencias ha bían per manecido años almacenados hasta que por f in se ha bían instalado en esta nueva y magnífica casa. Describió que poco des pués de mudar se a ella, K eenan y él ha bían a bierto una ca ja etiquetada «ta bler o de visiones.» En ella ha bía una fotografía de la casa en la que se encontra ban ahora. No er a la f oto de una casa parecida a su nuevo hogar , sino exactamente esa casa. [ohn me dijo que ha bía recor tado la fotogr afía de una revista de viviendas de lu jo hacía cinco años, cuando vivían en Indiana, y la ha bía pegado en su ta blero de visiones. En aquella é poca no sa bía dónde esta ba situada la casa que ha bía soñado ni cuánto costaba. El tabler o de visiones ha bía per manecido guardado en una ca ja dur ante años, pero Iohn ha bía adquir ido la casa que ha bía visualizado y ahora vivía en ella. Años después de ha berme contado esta historia, Iohn la compar tiría para ilustrar el pr incipio de la ley de atr acción en E l S ecr eto, y más tarde, en otr o libro del que er a coautor titulado T he Answer ('La respuesta') mostra ba los pasos decisivos que hay que dar para lograr que se cumplan los sueños de uno.
Ver más allá de la adversidad
La visualización constituye la clave más importante para un f utur o de éxito. La me jor for ma de predecir el futuro es ver lo y luego cr ear lo. El escultor Miguel Angel, com patr iota de Da Vinci, dijo: «En cada bloque de mármol veo una estatua con tanta clar idad como si estuvier a ante mí, for mada y per fe cta en cuanto a actitud y acción. Sólo tengo que eliminar con el cincel las toscas paredes que aprisionan a la hermosa aparición para revelar la a otros ojos tal como la ven los míos». A veces el mármol que cincelamos cuando afrontamos o bstáculos y r etos en nuestras vidas individuales es malea ble; otras,
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duro. Pero, por difícil que sea, el hecho de ver lo que hay ante nosotros libera nuestra ca pacidad de per severar y tr iunfar . Un extraor dinar io e jemplo de esto es la vida de un escultor contemporáneo, Gary Lee Price. De bido a sus singulares dones y ha bilidades, le encar garon que esculpiera la Estatua de la Res ponsa bilidad que ha bía visual izado Viktor Frank l, un monumento que algún día complementará a la Estatua de la Libertad. El prototi po de la escultur a que Gary ha creado muestra dos manos enlazadas con firmeza, una extendida hacia a bajo y la otra hacia arri ba, que juntas sim bolizan la res ponsa bilidad que compartimos unos con otr os. Mientras está bamos en Austr ia para enseñar el modelo a escala de la estatua a la familia del doctor Frankl, este gran artista nos r elató su viaje personal a través de la adversidad. El hecho de encontrarse en Euro pa, dijo, le ha bía hecho evocar unos profundos recuer dos personales que, a pesar de ser extremadamente dolorosos, eran a la vez gratamente reconfor tantes, pues demostra ban que todos los grandes logros ar rancan con unos sueños. Gary tenía seis años cuando vivía con su madre y su padrastro en una vivienda en una base militar estadounidense en Alemania, donde su padrastro esta ba destinado. R ecorda ba que su madre ha bía sido la primera en percatarse de sus dotes para el dibu jo y desde niño lo ha bía animado a desarrollar su talento. -Me toma ba de la mano y me enseña ba a hacer gara batos con lá pices y tizas de colores -dijo Gary-. Me decía con frecuencia que yo tenía un don. Me elogiaba y asegura ba que llegar ía a crear grandes o bras de arte. Una noche, pocas horas des pués de ha berse acostado, Gary se des per tó al oír voces y gritos. Pese a los años transcurridos, ref irió con amargo detalle que entr ó cor riendo en la ha bitación en el preciso instante en que su padrastro apunta ba a su madr e
con una pistola y a preta ba el gatillo. Gary vio a su madr e cer ra r sus r elucientes o jos aterror izada y la vio mor ir, tras lo cual contempló hor ror izado como su padrastro se pega ba un tir o. Gary conf esó que tar dó años en su per ar esa traumática ex per iencia. Pero con el tiempo y la madurez, comprendió que la par te más per dura ble de la memoria de su madre no era su trágica muer te, sino la visión que ha bía albergado con respecto a él: el don que tenía de conver tirse en un gran artista, y que nunca, bajo ninguna circunstancia, de bía dejar de perseguir . Al aver iguar los por menores de la vida de Vik tor Frankl, un hombr e que se ha bía negado a de jarse vencer por la humillación de la br utalidad nazi, Gary aca bó convenciéndose de la importancia de ace ptar la vida con todas sus cir cunstancias y hallar un sentido de bido, precisamente, a esas circunstancias, y no pese a ellas. - Yo no cambiaría mi vida -dijo-o Al igual que Vik tor, soy un optimista. No cam biaría ni eliminaría una sola cosa de mi vida durante esos años de tragedia y sufrimiento. ¿Por qué? Por que me gusta la persona en la que me he conver tido y las bendiciones de las que disf ruto día a día. Todo dolor o suf rimiento pasado ha contribuido a moldearme y conver tir me en una persona ca paz de promover el bien en el mundo. Gracias a mi sensibilidad como ar tista, puedo crear una escultura que anime e inspir e a otros. Gary consiguió hacer realidad la visión que su madre tenía con res pecto a él, y hoy en día sus o bras se exhiben en algunos de los lugares más impor tantes y las galerías más prestigiosas del mundo. Gary ha demostrado poseer auténtica resiliencia en su vida. Resiliencia der iva del latín resil ire. Re signif ica 'volver a', y salir e signif ica 'saltar', 'botar'. Cuando somos resilientes, volvemos a saltar, r e botamos, después de ha ber caído. Si somos inca paces de re botar des pués de sufrir una desgr acia o un contratiempo, nunca lograremos visualizar nuestro auténtico potencial.
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Aprovechar la adversidad A todos nos suceden cosas negativas en un momento dado de nuestra
vida. Cualquier a que posea unos sentidos, que respire, toque, sienta, huela y tenga gusto ha tenido que sopor tar una pr ue ba difícil, dur a, tan ter ri ble que casi parece capaz de aca bar con su vida. Mientras avancemos por nuestro sendero tratando de llevar a ca bo nuestro propósito, nos enfrentaremos de modo inevita ble a unos infortunios que nos derri barán. En su o bra pionera so bre la adver sidad y la r esiliencia, Ad versity Quotient: Turnin g Ob stacl es int o Opportunities ('El cociente de adversidad: cómo conver tir los o bstáculos en opor tunidades'), el doctor Paul Stoltz sugiere que cuando nos topemos con la adversidad podemos hacer dos cosas: ver nuestra vida como si estuviésemos metidos en un hoyo, como si nos hubiesen movido la silla y hubiésemos caído en un agu jero prof undo del que no podemos salir; o bien mantener una visión clara so br e aquello en que consiste la vida, sa ber cuál es nuestro pro pósito y aprovechar esa adver sidad para que nos pro pulse a un nivel más alto. Si vemos el cuadro con todo detalle y clar idad, si no nos limitamos a ver a través de nuestros ojos, sino que sentimos con el corazón y la razón en nuestr a mente, entonces podemos y logramos su perado todo. Vivir la vida in crescendo
Como ocurre con todo lo que vale la pena, contem plar la vida a través de la lente trans parente de saper e vedere requiere constancia y aplicación.
Sapere vedere 119 El doctor Stephen R. Covey, un magnif ico mentor , compar tió recientemente conmigo su lema personal que le ayuda a mantener una visión clara. El lema es: «Vive la vida in crescendo». Le pr egunté qué significa ba y me lo ex plicó: - Vivir la vida in crescendo es mirar constantemente hacia delante. Significa que tu o bra y tu mayor aportación siem pre están por llegar . La f ilosof ía hace hincapié en la aportación. Si un logr o tiene un pr incipio y un f in, la a por tación es constante y duradera. »Si uno se centra en la a por tación en lugar del logro -concluyó Stephen -, conseguir á más de 10 que jamás pudo imaginar . Es inter esante destacar que crescendo der iva de crescer e, una pala br a que se or iginó en el siglo XVIII que significa 'aumentar' o 'crecer' en italiano. Leonar do se sentiría orgulloso.
6 Humildad
P ar a que una l ámpar a siga ardiendo d ebemos echar l e aceite cont inuament e. MADRE TER ESA
La pala bra humil dad es una de las peor comprendidas y utilizadas en todos los idiomas. Humild ad no signif ica ser pasivo o sumiso, ni distinguir se por encorvar la espalda, agachar la ca beza y f ijar la vista en el suelo en actitud servil. Signif ica mostrar se dis puesto a de jar que te enseñen y guíen. Implica un afán continuo de a pr ender, cr ecer y ex pandir se. Signif ica vivir la vida in cr escend o , con la es palda y la ca beza er guidas mientr as nos esf or zamos en dar lo me jor de nosotr os mismos, tendiendo luego una mano a los demás para ayudar les a hacer lo pr opio. ¡Y des pués vuelta a empezar! La humildad es el eje de la rueda, el núcleo sólido entr e autodominio y lider azgo. Está aquí, en la parte central de este libro, para conectar las pala br as de los cinco primeros ca pítulos -palabras de autodescubr imiento y desarrollo per sonal- con las pala bras que f iguran en los cinco últimos ca pítulos, unas pala bras que nos ca pacitan para ayudar , ins pirar y guiar potencialmente a los demás. No podemos influir en otros hasta que no nos mostremos dis puestos a de jamos influir . No podemos cambiar el mundo hasta no cambiar nosotros mismos. Esta transición puede pr oducirse a tr avés de la humildad. El or igen de la palabr a humildad es la voz latina humus, que signif ica 'tierr a', es pecíficamente se tr ata de una tier ra rica, oscura y or gánica. Cuando plantamos una semilla en tierr a f értil, se tr ansforma en algo mucho mayor . La bellota se convierte en un roble. La más diminuta de las semillas plantada con esmero en primavera produce una abundante cosecha en otoño. Todo comienza con la riqueza en nutrientes de la tierra, el humus.
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Cuando nuestra vida contiene suficiente humu s , cr ecemos y nos desar rollamos, y ayudamos a pros perar a cuantos nos rodean. La humildad pro picia el crecimiento. la clave para crecer El cr ecimiento puede tener lugar de diversos modos. La a bundancia no suele darse en una tierr a estéril y endurecida. R ar a vez se obtiene una buena cosecha de un huerto abandonado y lleno de rastr ojos. Nosotros podemos cr ecer y a prender si desapr endemos, si nos des po jamos de algo vie jo para hacer sitio a algo nuevo. En cier tos momentos hay que añadir unos nutrientes adicionales par a cultivar el crecimiento. Para logr ar una cosecha a bundante antes hay que esmerarse en ar ar , sembr ar y podar. Cuando desar ro llamos nuestr os dones, los desenvolvemos y des plegamos par a que todos se beneficien de ellos, incluidos nosotr os mismos, nuestr os dones y talentos se incr ementan conforme alimentamos nuestr a naturaleza. Por el contr ar io, cuando fingimos sa ber lo todo, nos cer ramos a unas prometedoras opor tunidades de desarrollar y ampliar nuestros dones. El huer to devuelve al hortelano con creces el amor y los cuidados que recibe de éste. Desar rollarse uno mismo es amarse a uno mismo. A quienes tienen la humildad de reconocer que no lo sa ben todo les aguar dan unas posibilidades infinitas. La pros peridad se encuentr a cultivando una actitud de constante voluntad de apr ender . Éxit o y humild ad no son términos que se suelan usar de forma inter cambia ble, por más que ambas pala br as estén Íntimamente ligadas. Al igual que en el caso de humild ad, podemos vincular las raíces etimológicas de éxito con la tierra. É xito viene del latín e xitus, que significa 'salir , abrir se paso'. Cuando una semilla sale a tr avés de la tierr a o humus a la luz del sol, sigue un sendero de
Humildad 127 éxito. Así pues, 'a brirse paso' significa 'tener éxito'. Y la única forma de 'abrirse paso' es aprovecharse del f értil humus. Cuando nos centramos y arr aigamos en la humildad, plantamos semillas de éxito. No existe una auténtica humildad sin éxito ni un auténtico éxito sin humildad. TARDES CON ARTHUR
Recuer do la tarde en que Ar thur me dio sin pr etender lo una lección de humildad y demostró que nunca es demasiado tar de para embar carse en un viaje de su peración per sonal. Yo llega ba tarde a nuestra sesión de estudio de palabr as. Cuando por fin llegué a la residencia de ancianos y eché a andar por el pasillo hacia la ha bitación de Ar thur, lo encontr é sentado en una silla en el pasillo, es per ándome. Esta ba leyendo un li bro. Cuando cerr ó la ta pa mir é el título: Spellbound . A pr imera vista era un título f ascinante, que suger ía una novela de misterio o un thrill er . Luego leí el su btítulo: T he Surpri sing Origin s and Astoni shin g S ecr et s of E nglish Spelling ('Los sorprendentes or lgenes y asombr osos secretos de la ortografía inglesa'.) Ante mí tenía al más gr ande etimologista que jamás había conocido, un artífice de las palabras sin igual, que a sus más de noventa años se dedica ba a leer un libro so bre or tografía. El profesor es, y siempr e ser á, en pr imer lugar un estudiante. Cuando entramos en su «despacho» -la butaca r eclina ble en una esquina de su ha bitación- bromeé sobr e sus lecturas. Arthur res pondió sin inmutar se: -La maestr ía es una búsqueda que dura toda la vida.
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Ar thur me habló de la pala br a maestro, y de una for ma que sólo él er a ca paz de lograr , hizo que ese tér mino co br ar a vida ex plicándome su antiguo signif icado. Tenía el don de tomar unas palabras fácilmente reconoci bles y de uso común y descu br ir su signif icado original ocultado por el paso del tiempo. El maestro no se convertía en maestr o de la noche a la mañana, me ex plicó Ar thur. Er a pr eciso seguir un pr oceso. En primer lugar, uno tiene que ser a prendiz, luego pasa a ser of icial y por f in, maestro. Aprendiz. Of icial. Maestr o. Esas tres pala bras ilustran la im portancia de seguir los pasos f undamentales y necesar ios para adquir ir el tipo de humildad que se cor re sponde con el auténtico lider azgo.
Nadie encarnaba me jor la maestr ía que el maestro con quien conversa ba yo. Cuando Arthur e jercía de catedrático y decano de la facultad de Lenguas de la univer sidad, en cierta ocasión se tomó un año sa bático para inscri bir se como estudiante en la Univer sidad de Geor getown, donde estudió latín y gr iego con un re putado sacer dote jesuita. Dur ante nuestras sesiones de estudio, Ar thur conta ba sus exper iencias como lo har ía un jugador de béis bol al relatar sus mejor es jugadas. Me di jo que, durante un via je e stival a Noruega, ha bía llamado a la puerta de la Universidad de Oslo par a pr eguntar cuándo im partían cursos de nor uego. Le indicar on que tenían un cur so para pr incipiantes por la mañana, un cur so de nivel intermedio por las tardes y un curso avanzado por las noches. -Estu pendo -di jo Arthur -. Me a puntar é a los tr es. Asombr osamente, unos meses
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Ar thur se animó visi blemente, como si se dispusier a a r evelar me una verdad antiquísima. Antaño, me ex plicó Ar thur, el tér mino aprend i z se r ef ería a una per sona que elegía un of icio y luego busca ba a un maestro en su aldea para que le enseñar a los conocimientos necesar ios par a desem peñar .Ia vocación que ha bía elegido. Después de a pr ender todo lo que podía del maestr o local, el a pr endiz se tr aslada ba a otro lugar par a ampliar su f or mación. Al em barcar se en ese em peño, el a prendiz pasa ba a ser oficial. Los of iciales solían r ecor r er lar gas distancias para tener el pr ivi legio de tr a ba jar con el maestr o que mejor pud ier a ayudar les a per fe ccionar su of icio. Con el tiem po, el oficial se convertía tam bién en maestro, y el ciclo vol ví a a empezar. -Per o el maestr o no cesa nunca de a pr ender -señaló Ar thur -. Por más of iciales a los que f or me, un auténtico maestro sigue ampliando y per fe ccionando su of icio hasta el día de su muerte.
des pués de r egr esar a casa escribió y pu blicó un manual para a pr ender nor uego. La insaciable sed de Ar thur de adquir ir nuevos conocimientos le ha per mitido pr os per ar durante el invierno de su vida. Arthur encar na a la perfección el significado de la pala bra maestro, ya menudo pienso en la suerte que tengo de ser su apr endiz. Los superasalariados nunca dejan de estudiar
Las pala br as de Arthur me recor daron un estudio que ha bíamos realizado cuando yo er a el jefe de la división de ventas y formación de Franklin. Quer íamos aver iguar lo que separa ba a nuestros principales productores, los que gana ban varios centenar es de miles de dólares al año, de los que no gana ban ni una décima
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parte. ¿Qué los hacía únicos? ¿Qué los distinguía? ¿Qué difer encia ba a un maestro de ventas pr of esional, a un super asalariado, de otro empleado que percibía un sueldo mínimo? Contr atamos a una empr esa consultor a externa para averiguar la difer encia, y tras muchas horas de entr evistas y semanas de investigación, los asesores r esumieron lo que ha bían descubierto con seis escuetas palabr as: los su per asalariados nunca de jan de estudiar . Nuestr os me jores empleados, sin excepción, eran unos ávidos y entregados estudiantes. Asimilaban y utiliza ban constantemente la nueva inf or mación que adquirían. Comprobamos que todos leían más de 24 libros al año. Eran incansa bles en su afán de for mar se en diversos temas, en es pecial so br e las necesidades de sus clientes. Parecían conocer a sus clientes me jor de lo que sus clientes se conocían a sí mismos. Nuestros pr incipales vendedor es conocían nuestra línea de productos a la per fe cción, así como las car acterísticas y venta jas es pecíficas de cada uno de dichos productos. Aunque ha bían alcanzado la cima de su prof esión y er an la admiración y la envidia de todos en la empresa, ninguno de ellos cr eía sa berlo todo. Demostra ban su humildad tr atando continuamente de apr ender más, as pir ando a alcanzar un nivel más alto de ex periencia y conocimientos. Un líder humilde
Mientr as tra ba ja ba como consultor en el sector de la hostelería, conocí a Norman Brinker , un multimillonar io y r estaur ador exce pcional per o nada ostentoso. Nada en Nor man indicaba su cuantiosa fortuna y enorme influencia. No mostr a ba una actitud imperiosa o distante. Un lunes por la mañana fui a su casa de Dalias, invitado por él a desayunar , antes de tomar un vuelo más tar de.
H umild ad Conocía ya la historia de Norman: ha bía cr ecido pr ácticamente sin un céntimo en Roswell ( Nuevo México) y su pr imer empleo f ue de repartidor de per iódicos, tr a ba jo que ha bía desempeñado primero en bicicleta, luego a caballo y por último en coche a medida que su r uta rur al se ampliaba. Las circunstancias le ha bían llevado de esos humildes orígenes a ser un icono del éxito. Er a jinete olímpico y en los campeonatos mundiales com petía también en el pentatlón moderno, que consta de cinco pr ue bas: carr era cam po a tr avés, tiro con pistola, equitación, esgrima y natación. Norman se convir tió en un filántro po legendar io. Y como hombre de negocios y uno de los f undador es del sector de la restauración informal, pocos podían rivalizar con él. Norman siempr e me inspiró con su entusiasmo y ganas de vivir . No existía ni un solo per íodo de su vida en el que no se hubiera entr egado con todo su empeño. Ese día yo tenía una lar ga lista de pr eguntas catalogadas en mi mente par a formulárselas al gr an Norman Brinker. ¿Cómo ha bía conseguido r evolucionar el sector de la restauración? ¿Cómo ha bía logrado convertir un puñado de r estaur antes en Brink er International, el gru po multimillonario de cadenas tan po pulares en los Estados Unidos como Chili's, R ornano's Macar oni Gr ill, On The Border Mexican Gr ill y Maggíano's Little Italy? ¿Cómo ha bía creado una cultur a em presar ial tan vi brante, innovadora e impor tante? ¿Cómo sabía que los amer icanos res ponder ían con entusiasmo a la idea de comer en un ambiente informal? ¿Cómo y qué le había inducido a imaginar el primer bufé de ensaladas? ¿Cómo había actualizado el diseño de sus restaurantes Chili's par a servir unas suculentas fa jitas r ecién hechas? ¿Cómo se ex plicaba que su par ticipación consiguiera r eca bar un apoyo tan im pr esionante par a el lanzamiento de la Fundación de Cáncer de Mama Susan G. Komen, una de las or ganizaciones sin ánimo de lucr o de más éxito en el mundo? 131
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Pero no pude hacer le ni una sola de estas preguntas. ¿Por qué? Por que fue Nor man quien hizo todas las preguntas. Quería que le ha blase de mi vida, de mis o bjetivos y sueños, de mis af iciones y logros. Mostró la curiosidad de un chaval. Sus amigos íntimos y socios me confir maron que se compor taba así con todo el mundo, sin adoptar jamás una actitud dominante o autocrática: era un hom bre mucho más interesado en los demás que en sí mismo, un hombre que escucha ba más que ha bla ba. Ha bía alcanzado sus ob jetivos ayudando a otros a alcanzar los suyos, se ha bía su perado a sí mismo ayudando a otros a que tam bién se su peraran. Docenas de e jecutivos que ha bían trabajado de aprendices con él y ha bían o bservado la humildad con que ejercía elliderazgo han seguido su ejemplo para imitar su éxito. Estos directores generales y conse jeros delegados dirigen ahora empresas como Chili's, Outback Steakhouse, P. F. Chang's, Buca di Beppo, T. G. 1. Fr iday's y Pei Wei Asian Diner, por citar sólo algunas de ellas. Todos estos directivos tienen una cosa en común: todos ellos son el resultado de la tierra fértil que era la vida de Norman Br inker . El hábito de la humildad
U no de los gr andes maestros en mi vida es el doctor Stephen R . Covey, la persona que me enseñó que la humildad es «la madr e de todas las virtudes». Su apoyo generoso y su aliento han sido decisivos en el desarrollo de este libro. Ste phen encarna muchas facetas de esta pr eciosa joya de la tierra que llamamos humil dad . Cuando comentamos una pala bra singular o su significado, no es raro oír le preguntar : -¿Cómo se escri be esa pala bra? ¿Cuál es su significado? ¿De dónde proviene?
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Aunque Stephen es considerado por muchos como uno de los principales líderes intelectuales de nuestra época, sigue reconociendo la necesidad de o btener unas victorias íntimas y per sonales a través del autodesarrollo y el autodominio. No es r aro entrar en su casa y ver una pila de libr os en su estudio, el cuar to de estar , la cocina e incluso junto a la bañera. Esos montones de papel indican el sendero de un lector asiduo que a menudo ho jea más de un li bro al día. Lo cual corro bora de nuevo los resultados de nuestr a investigación so bre nuestro equi po de ventas de Frank lin: los lectores son líderes, y los líderes son lectores. El hombr e a quien la revista Time reconoció como «uno de los veinticinco estadounidenses más inf luyentes» de nuestro tiempo se esf uerza a diario en demostrar que una persona inf luyente necesita en pr imer lugar estar dispuesta a de jarse inf luir . El hom bre que nos enseñó Lo s 7 hábitos d e l a gent e alt ament e efectiva ha hecho de la humildad el hábito esencial de su vida. Para Ste phen, «vivir la vida in crescendo» es mucho más que un sim ple lema. Stephen está ahor a en el otoño de su vida, y sigue ofreciendo char las, dando clase, a prendiendo y practicando la humildad todos los días. Es un hábito. Es una for ma de vivir , aprender y me jor ar constantemente. Es humildad. Y no es de extrañar que otro colega af icionado a cultivar el humu s, Nor man Br inker, atri buya buena parte de su éxito prof esional a las impagables lecciones que a prendió de pr imera mano de un insigne maestro llamado Stephen Covey. Enseñar es sinónimo de mostrar . Uno no puede mostrar lo que no conoce. No puede ser el guía de un camino que no ha tr ansitado. Y no puede cosechar lo que no ha sembrado ..
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Plantar la semilla
Como ya he mencionado antes, la aparición fortuita del doctor Gerald Bell en mi camino en una zona agr este de Wyoming pro pició varias conversaciones entre nosotros que me enseñaron el vínculo que existe entre la humildad y el fijarse unas metas. Para llevar a ca bo y completar su exhaustivo estudio de unos ejecutivos ju bilados -él lo llama ba su «Estudio de los 4.000»-, tuvo que inver tir miles de horas. Los encuestados tenían una media de setenta años, y cuando les preguntar on qué cam biarían si pudiesen volver a em pezar, respondieron con profundo pesar que se arrepentían de no ha ber planificado mejor sus vidas. Las respuestas que o btuvo el doctor Bell son har to reveladoras: «Me ha bría trazado unos o b jetivos y habría sido dueño de mi vida», «La vida no es un ensayo, es el momento de la verdad», «Habría asumido las riendas de mi vida f i jándome unas metas», «Ha br ía dedicado más tiempo a mi desarrollo personal», «Ha bría planif icado mejor mi car rera». Planificar requiere voluntad y pre paración. Planificar es plantar . En primer lugar de bemos plantar una semilla para que ésta pueda crecer . Contrariamente a la o pinión generalizada, se requiere auténtica humildad para planificar primero y luego seguir ese plan y alcanzar unos o b jetivos provechosos. Quienes pr actican una falsa humildad -no persiguiendo lo que merecen, no sacando el máximo partido de su potencial, no reconociendo el alcance de sus talentos- soportan la humillación, que es la antítesis de la humildad. Mentalidad de pr incipiante
En Or iente, los gr andes maestros han desarrollado una percepción que denominan «mentalidad de principiante». En el mundo
Humil dad de las ar tes mar ciales, un cintur ón negr o, el símbolo de lo que en Occidente solemos asociar con un gran logr o, distingue a un serio pr inci piante. La perspectiva es descr ita con una sola pala bra: shoshin. En japonés, esta palabra y su antiguo símbolo, f }]/L\ descr iben una actitud de voluntad y deseo de a pr ender . El maestro zen Shunryo Suzuk i me ex plicó: -En la mente del principiante existen muchas posi bilidades, pero en la del experto, pocas. Los practicantes del shoshin se comprometen a desterrar toda idea preconcebida al aprender un tema. Incluso a un nivel avanzado abor dan el tema como lo har ía un princi piante. Desarrollar el shoshin requiere tiempo, paciencia y la voluntad de escuchar, o bservar y a pr ender de quienes a parecen en nuestro sendero. En Viena, donde Pravin Cher ko ori me enseñó la pala bra genshai, éste declaró: -¡La vida es mágica! Fíjate en lo que sucede cuando te consideras un cubo vacío y a toda persona con la que te cr uzas, un pozo, y colocas tu cubo de ba jo del grifo por donde sale el agua de ese pozo. Todos los nutr ientes que alimentan la vida y promueven el crecimiento se vier ten en tu cu bo. 135
7 Inspirar
En l a vida d e todos, ll e ga un momento en que nue st ro fue go int erior se apaga. Post eriorment e, un encuentro con otro ser humano hace que arda d e nuevo en l lamas. ALBERT SCHWEITZER
Ar t Ber g no par ecía en a bsoluto una f uente de inspiración cuando entró sentado en su silla de r uedas en la sala de entrenamiento de los Baltimore Ravens. Era a finales de ver ano del 2000, y los miem br os de dicho equipo de la Liga Nacional de Fútbol Americano esta ban en plena concentración de pretemporada, sometidos a un r iguroso programa de dos sesiones de entrenamiento diar ias, por la mañana y por la tarde, par a estar a punto para la dura temporada que les aguar da ba. Art ha bía sido convocado por Br ian Billick , a la sazón el entrenador jefe de los Ravens, para que diera una char la a los miembr os del equipo antes de la sesión de entrenamiento de esa mañana. Aún no eran las ocho cuando Ar t se situó en la parte delantera de la sala, f re nte a una colección de f or nidos jugador es sentados en sillas plega bles, mostrando diversos grados de atención, con bolsas de hielo y vendas elásticas su jetas a sus rodillas y tobillos. A juzgar por lo poco que transmitía a esa hor a de la mañana su lenguaje cor poral, manifestaban una clara indiferencia. Sus rostros eran inex pr esivos, y la mir ada, ausente. Ha bían oído ese tipo de discursos desde niños, discursos destinados a motivar los con el fin de extr aer el máximo pr ovecho de sus ha bilidades físicas. ¿Qué podía decirles ese hom br e sentado en una silla de r uedas que ellos no hubieran oído ya? ¿Cómo podía ins pirar les más de lo que lo ha bían hecho otros? Entonces Ar t les contó su histor ia: les dijo que cuando iba a casarse ha bía suf rido un accidente que le ha bía de jado tetr aplégico. Ha bía tenido que luchar durante var ios años llenos de retos, dolor y vicisitudes para poder salir del hospital y casarse con la mujer de sus sueños. Había tenido que apr ender de nuevo las ta-
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re as humanas r utinarias más elementales -ce pillar se los dientes o calzar se, por e jem plo- sin poder utilizar sus br azos y sus pier nas. Ha bía tenido que sopor tar numerosos reveses y amar guras y desarrollar una paciencia que no imagina ba que existiese. Tenía veintiún años cuando ocurrió, no era mucho más joven que la mayoría de los jugador es. Viaja ba en el asiento del copiloto de un coche que circula ba a gran velocidad por el desier to de Nevada, cuando de pronto el vehículo volcó y f ue dando vueltas de campana, cada una de las cuales machaca ba la que hasta entonces ha bía sido la vigorosa y atlética vida física que Ar t conocía. Cuando despertó en el hospital, el esf uer zo que le supuso a br ir los ojos f ue superior al de cualquier otro movimiento. Poniendo un denodado empeño, aprendió a moverse centímetro a centímetro. Tardó varios meses en sentarse en una silla de ruedas, y algunos meses más en poder des plazarse con ella. En los momentos más negros, Art leía un poema de un autor inglés, William Er nest Henley, que silencia ba la incesante y f unesta voz interior que le asegura ba que todo esta ba per dido. El poema, titulado «Invicto», contenía esta estr ofa: Por estrecho que sea el camino , por rigurosa que sea l a sentencia, yo soy el dueño de mi destino, yo soy el ca pitán de mi alma. - Vosotros de béis decidir lo que queréis lograr -les dijo Ar t a los f utbolista s esa mañana-o Única y exclusivamente vosotros. Su o b jetivo, cuando des pertó hundido y destrozado en el hospital, con un montón de razones que le demostra ban que er a incapaz de hacer nada, f ue conver tirse en campeón de todo aquello que pudiera hacer . Podía ser inde pendiente. Podía casar se con su novia. Podía tener una f amilia. Podía conducir su pr opio coche y
In s pirar 143 dir igir su vida. Podía escr ibir libr os que ayudar an e ins piraran a los demás. Podía llegar a ser uno de los or ador es más solicitados y estimulantes del país, cuyas cir cunstancias le ca pacita ban par a r ecordar a unos de portistas dotados de enormes facultades que podían ser lo que ellos desear an. Podía hacer todas esas cosas, y las hizo. Invicto
Los Ravens ha bían de jado atr ás una temporada mediocr e, y numer osas razones -lesiones, pro blemas personales, otros equi pos que supuestamente poseían más talento- indica ban que esa tempor ada no sería me jor. Per o eso no significa ba que tuvier an que ace ptar el resultado que otr os les augur a ban. No significa ba que no pudier an super ar todas las r azones que tenían en contra. Ar t def inió invicto, una voz derivada de la palabra latina invict us , que significa 'inconquista ble', 'indomable', 'invenci ble'. -Si vuestro objetivo es ganar la Super Bowl y ser coronados como el me jor equi po de f útbol -les dijo-, los dueños de ese destino sois vosotros. Cuando los jugador es salieron en silencio de la habitación, Ar t no esta ba seguro de cómo ha bían r ecibido su mensa je. El pro pietario del equipo le pidió que se quedar a para asistir a un par tido de pretempor ada antes de tomar el avión de regreso a casa. Los R avens empezar on per diendo por un amplio margen. El dueño del equipo se volvió hacia Art y di jo: -Si logramos recuperamos, haré que pongan la pala bra invicto so br e el marcador. Empleándose a fondo, los Ravens consiguier on remontar y ganar el partido, tras lo cual, adoptando la palabr a invict o como su consigna, el equipo inició la tempor ada ganando cinco de los seis primeros partidos que dis putaron.
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Pero, posteriormente, perdieron su concentr ación ... y una r acha de tres partidos. Los Ravens enviaron una señal de socorro a Art Berg. -Necesitamos que regreses, Art, y ha bles de nuevo con el equipo -le dijo el entrenador Billick . Ar t y su silla de r uedas volar on de nuevo a Baltimor e y se encontrar on con un público mucho más receptivo que el que les ha bía r ecibido durante la concentr ación de pretemporada. Los jugador es reunidos f re nte a Art estaban pendientes de cada pala bra suya. Ha bían oído su mensaje de aliento antes, pero ahora le escucha ban con gran atención. Art les r ecor dó el poder de invicto. Recalcó sus claves par a alcanzar el éxito. - No hagáis caso de las críticas. No pr estéis atención a todas las r azones por las cuales no podéis alcanzar vuestro objetivo. Concentr aos en vuestros puntos fuertes, no en vuestros puntos dé biles. Depende de vosotros. Mostraos inconquistables, indoma bles, invenci bles. Invictos. Los Baltimor e R avens ganaron todos los par tidos del resto de la temporada, y en los pla yof f s o ser ies eliminatorias, siguieron mostrándose invencibles. Cuando los nu barrones se disiparon en la Super Bowl, el marcador indica ba Baltimor e 34 - Nueva York 7. Contr a todo pronóstico, un sinfín de cr íticas y sus propias dudas al inicio de la temporada, los Baltimore Ravens se ha bían erigido en campeones del mundo de fútbol americano. Des pués del triunfo de la Super Bowl, llamaron de nuevo a Ar t para que f uer a a Baltimore, pero esta vez no como orador sino como invitado al banquete de cele bración del título de liga, y los jugador es quisieron ofrecer le una cosa: su anillo de la Super Bowl. El hombr e que no podía mover los br azos y las piernas pero les ha bía ins pirado par a ganar la liga mundial de f útbol americano era ahora su jugador más valioso. Para demostrarlo,
I ns pirar en am bos lados de los anillos de la Su per Bowl que lucían había gra bada una palabr a: I NVICTO. Una auténtica inspiración
Conocí a Ar t Berg poco des pués del accidente que lo había dejado paralítico, y obser vé cómo a base de esf uer zo se tr ansf ormó en el campeón que impacta ba de for ma positiva a todos y a todo cuanto hacía. Fue Art quien ins pir ó a Chad Hymas, el joven cuya historia hemos conocido en el ca pítulo 4, a superar su par álisis y alcanzar sus objetivos per sonales. Dos meses antes del accidente que le costó a Chad la movilidad de br azos y pier nas, Art pr onunció una charla en un congr eso en Texas. Entr e los asistentes se encontr a ba Kelly Hymas, el padr e de Chad. Kelly se sintió tan conmovido por el mensa je de Ar t que compr ó un ejemplar de su li bro antes de tomar un vuelo de r egr eso a casa. Cuando Chad se des pertó par alizado en el hos pital, Kelly colocó junto a su cama un ejemplar del libro de Art, T he Impossibl e Just Tak es a Littl e Lon ger ('Lo imposible sólo cuesta ID1 poco más'). Después de leerlo, Chad escribió a Art r ogándole que f uera al hospital a ver lo. Al cabo de unos días, Ar t se presentó sin pr evio aviso en su silla de ruedas en la unidad de tetra plégicos del hos pital en el que Chad y otros esta ban recuperándose. Sin decir una pala br a, Art saltó de su silla sobre la cama y se dispuso a demostr ar cómo un tetr a pléjico se vestía por las mañanas. Utilizando sus br azos, su mentón y r ealizando algunas contorsiones corpor ales que los asistentes que lo observaban no ha bían siquiera imaginado, se quitó la r o pa y volvió a ponérsela ante ellos, a una velocidad incr eíble. « j Vosotr os también podéis hacerlo!» fue el mensaje que les transmitió. 145
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-Fue im pr esionante -me dijo Chad, maravillado-o Ar t a par eció de im pr oviso y se puso a hacer cosas que todos creíamos imposibles. A partir de ese momento Chad contempló el mundo con una luz muy distinta y más optimista. De pronto el f utur o parecía prometedor , y las posi bilidades, de nuevo inf initas. Un hom bre que vivía en unas circunstancias parecidas a las suyas, que se enfrenta ba a los mismos y gigantescos o bstáculos y limitaciones, le ha bía enseñado unos hor izontes que Chad ignora ba que existier an. Art falleció poco des pués de conocer a Chad, a causa de unas com plicaciones de bidas a la medicación que toma ba para que su cuerpo paralizado f uncionara. En homenaje a la vida de Ar t, Chad decidió hacer lo posible por emular el e jemplo de su mentor y tratar de servir e inspirar a los demás como Ar t le había servido e inspirado a él. Cuando Chad r ecor ri ó 825 kilómetros en su silla de r uedas, batió el r écor d de 523 k ilómetr os que ha bía alcanzado Ar t. Y se esfor zó incansa blemente por conver tir se en un orador capaz de mantener a su familia como Art ha bía mantenido a la suya. Des pués de años de cumplir con su de ber , la Asociación Nacional de Oradores nombró a Chad Hymas or ador profesional, un estatus concedido sólo a un puñado de destacados oradores amer icanos, entre ellos, Ar t Berg. En todos los lugares donde Chad ofr ece una char la, r inde homena je a su mentor, y cada vez que alguien se r ef iere a él como un or ador «rnotivacional», se a presur a a rectif icar ese calif icativo. -Soy un or ador ins pirador -insiste Chad. y su mentor le enseñó a ser uno de los me jores.
Inspirar 147 TARDES CON ARTHUR
Ar thur r es piró hondo. Luego contuvo el aliento. Yo no sa bía qué tr ata ba de ex plicar me, pero me sentí aliviado cuando espiró el air e y empezó a res pir ar con nor malidad. Queda enseñarme el signif icado de la pala bra ins pirar , que proviene del latín
in spirar e. -S pir ar e -di jo-, signif ica 'soplar ', e in signif ica 'dentr o'. Luego in s pirar es 'soplar dentr o de algo', es decir , 'insuf lar '. El maestr o de las palabr as me ex plicó que insuf lar vida en los demás es inspir ar sus es per anzas, o b jetivos y sueños. Insuflamos vida en los demás al igual que nuestro Cr eador insuf ló la vida en nuestro espír itu. En cambio, desair ar a los demás es hacer que sus es per anzas, o bjetivos y sueños ex piren. De modo que podemos insuflar vida a los demás o desair ar los, ins pirar los o hacer que ex piren su sueños; de pende de nosotr os. La ca pacidad de Arthur de insuf lar vida en las pala br as no de ja ba de asombr ar me, así como la ca pacidad de las pala br as de insuf lar vida en él. Nuestr as sesiones ves pertinas em peza ban invaria blemente con Ar thur sentándose cómodamente en su butaca favor ita, tranquilo y rela jado. Cuando mencioné la pala bra
ins pirar, se animó de inmediato, moviendo las manos y los brazos mientras escenif ica ba la def inición, la viva imagen de la energía y el entusiasmo. Des pués de ilustr ar el significado de in s pirar conteniendo el aliento, Ar thur me habló sobr e una pala br a r elacionada con ella. La pala br a es al entar , del latín al enit are, der ivado de anhel it are , que signif ica 'animar ', 'infundir aliento o cora je'.
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Desal entar signif ica 'quitar el ánimo', 'acobar dar '. Cora je deriva de corazón , me ex plicó Arthur señalando el suyo. Asf pues, cuando alentamos a alguien, al infundirle cor a je 'le añadimos algo a su cor azón', y cuando lo desalentamos, 'le quitamos algo a su corazón'. Quienes ins piran e inf unden cor a je, pr osiguió Ar thur , son personas a preciativas, que añaden valor , mientras que quienes desalientan y desinf lan a los demás, son personas despectivas, que r educen el valor de algo. Ar thur o bser vó que las pala br as como a preciar que empiezan con a p-, como a probar , a plicar y a pl audir , por lo general significan 'ar ri ba' o 'hacia'. Y las pala br as que empiezan con de-, como d e spr eciar , d e struir, deni grar o degradar , generalmente signif ican 'a bajo' o 'fuera'. Quienes apr ecian sus talentos y dones únicos, asf como los de otros, crean un ciclo ascendente que lo eleva todo en su vór tice. Quienes des pr ecian esos mismos talentos y dones hacen que ese ciclo gir e en sentido descendente. En cada encuentro con otro ser humano, tenemos la pr ofunda oportunidad de infundir le cor aje o desalentar lo. Las pala br as constituyen la moneda de cambio de nuestras interrelaciones humanas. La habilidad que podemos desarr ollar con el empleo adecuado de las pala bras puede dotarnos de un gran poder e inf luencia. U na prenda de alabanza La poetisa Maya Angelou dijo: «He compr obado que las personas olvidan lo que has dicho y lo que has hecho, pero jamás olvidan cómo has hecho que se sientan».
Inspirar 149 En su libro superventas E l pod er de la int ención, Wayne Dyer escri be so br e el ef ecto de la bondad en el cuerpo humano. Los científ icos que estudiaron la actividad cerebral de individuos que lleva ban a cabo acciones bondadosas dirigidas a otras personas hallaron niveles más elevados de serotonina, la sustancia química que produce el cere bro para que uno se sienta bien y pr inci pio activo de los medicamentos antidepresivos. Pero no fue eso lo único que hallaron: los investigadores constataron también que las personas que «reci bían» esas acciones bondadosas presenta ban la misma cantidad de serotonina que quienes les presta ban ese servicio. Y com pro baron asimismo que incluso quienes sólo o bserva ban esas acciones bondadosas producían tam bién la misma cantidad de serotonina. Los ambientes inspirador es son contagiosos. Pocas cosas producen mayor sensación de bienestar que el paso de un ambiente frío a un lugar caldeado. Cuando ins piramos a otros y los elogiamos, es como si desterrásemos el frío que puedan sentir envolviéndolos en una cálida « prenda de ala banza». Hay una escena gra bada de forma imborra ble en mi mente. Una noche, mientras pasea ba en bicicleta por Doheney State Par k, una playa a or illas del Pacífico en la que hay unas zonas de picnic con unos bancos y unos lugares para encender f uego, vi a una familia que ha bía ido allí para cele brar el cumpleaños de un niño. Las llamas del f uego iluminaban los rostros de la docena de miembros de la familia que se halla ban agr u pados en un círculo. En el centro ha bía una tarta de cumpleaños decorada con velitas. Entonces me fijé en el punto focal de la atención y admiración de todos: el niño que cumplía años. Su cara resplandecía, como las velitas en la tar ta y las brasas en la hoguera. Su expresión era inconf undible: una ex presión de pura alegría y afirmación. Cuando me ale jé pedaleando me di la vuelta para volver a contemplar la escena y sentí un calor especial en el corazón, como si estuviera
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tam bién junto a esa hoguera y f or mara par te de la fiesta de cum pleaños. La palabr a el ogiar significa 'ala bar las cualidades y mér itos de alguien o algo'. Cuando elogiamos a otros, les añadimos valor a ellos, a sus vidas y sus sueños. Concedemos un elevado precio a sus esf uerzos y pr opósito. Nuestras instituciones de enseñanza superior conceden un título de reconocimiento a quienes se gradúan con las notas más altas. El título magna cum l aude significa 'con grandes ala banzas', y summa cum l aude significa 'con las máximas ala banzas'. Los licenciados que han reci bido dichas ala banzas a bandonan el centro en el que estudiaron con sentimientos de gran valor . Inspir ar o expir ar
En su revolucionario libro Mensajes del agua, el investigador Masar u Emoto propone la teoría de que el agua expuesta a pala bras o pensamientos positivos for ma unos hermosos cristales, mientras que el agua ex puesta a pala bras o pensamientos negativos for ma unos cr istales distorsionados. Utilizando la f otograf ía de alta velocidad, Emoto muestra cómo el agua parece cam biar su expresión según la naturaleza de las pala br as escritas o dichas a las que está expuesta. Hace más de medio siglo Na poleon Hill nos enseñó este principio intemporal: «Todo pensamiento tiende a revestir se de su equivalente físico». De niños a prendemos que «pala br as no r ompen hueso». Pero eso no es del todo cierto: qui zá no r ompan hue sos, pero pueden par tirnos el cora zón. Las pala br as, para bien o para mal, poseen un inmenso poder . Pueden inspirar o sofocar. Depende de nosotros. Podemos:
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Inspirar
Elegir sanar o herir. E l eg ir afirmar o rechazar . E l eg ir in spir ar o sofocar . E le gir alabar o criticar. E l egir a pr eciar o menospreciar . E le g ir al entar o desal entar . E l e gir concentrarnos en nue stros punto s fuert e s o en nuestros puntos d ébil e s. El hecho de utilizar unas palabras y un lenguaje que eleva el espíritu humano crea un nuevo paradigma en el pensamiento. En lugar de «¿qué puedo conseguir?», nuestra mentalidad cam bia hacia «¿qué puedo dar?» El extr aordinario corazón
N uestros cuer pos están programados para la vida, y todo empieza con el cor azón. Si formáramos una cadena con las ar terias, venas y ca pilar es que configuran la vasta red de nuestro sistema car diovascular, cubrirían unos noventa y seis mil k ilómetr os, suficiente par a dar la vuelta a la tierra más de dos veces. Sin em bargo, el corazón tiene la capacidad de hacer que un solo glóbulo r ojo circule a tr avés de todo el cuerpo en veinte segundos. Cuanto más ejercitamos el corazón, más fuer te se hace. El cor azón de un depor tista bien entrenado puede llegar a ser un 70 % más gr ande que un cor azón de tamaño normal. Y, por el contrario, la falta de ejer cicio hace que el músculo del corazón se enco ja. Per o el corazón es más que una bomba: es la clave del bienestar . Es donde residen nuestras emociones más prof undas y nuestras as pir aciones más nobles. Ocu pa el centr o de la literatura desde los tiem pos medievales. Novelistas, dramaturgos, poetas y
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compositores de canciones han creado a lo largo de los tiempos su propio vocabulario en torno al corazón. Palabras y ex pr esiones como d escora zonado , todo cora zón, cora zón d e piedra, buen cora zón y d e todo cor a zón evocan vívidas imágenes mentales. En el antiguo Egipto, el corazón era considerado la semilla de la humanidad; el judaísmo consider a que el cor azón es el templo del alma y la sede de la sa biduría; en el cristianismo, el cor azón es el símbolo del amor y la compasión. Dar corazón
Nuestra familia adquirió un profundo a precio per sonal por el signif icado de la ex presión infundir cor aje -o 'añadir al cor azón de alguien' -, poco des pués de que naciera nuestr a primera nieta, Taylor . A primer a vista, Taylor er a un be bé sano y robusto. Pero al día siguiente de su nacimiento, los médicos descubrier on que tenía un def ecto car díaco congénito. Tras muchas horas de análisis, diagnosticar on que este nuevo y pequeño milagro padecía una dolencia llamada tetr alogía de Fallot. Es la causa más f recuente del síndrome de los « be bés azules», una dolencia que puede ser mortal. En términos vulgares y cor rientes, Taylor tenía el cor azón hipertrofiado. Además de la hipertr of ia cardíaca, tenía un agujero' entre los dos ventrículos inferior es del corazón, a parte de una válvula que se cerraba en lugar de a brir se cada vez que su corazón bombeaba sangre. Por consiguiente, sus pulmones no obtenían el oxígeno necesario. Nada nos ha bía pr e parado para semejante noticia. Los padr es de Taylor eran de portistas de élite. Su madr e, nuestra hija mayor , Summer , f orma ba parte del equi po de fútbol de la univer sidad, y su padr e, Bryson, er a ciclista profesional. En el Centro de Entrenamiento Olímpico de Color ado Spr ings, sus prue bas f ísíológí-
cas ha bían alcanzado los niveles más altos. No era lógico que la primogénita de unos padres que goza ban de una excelente forma física y estuvier an tan dotados desde el punto de vista aeróbico padeciera un problema cardíaco. Per o así er a. Los médicos decidieron operada al ca bo de seis meses, cuando Taylor estuvier a lo bastante fuer te par a resistir el estr és de la intervención. El día f ijado, toda la f amilia nos pr esentamos en el hos pital. En nuestros af ligidos cor azones albergábamos tan sólo un deseo: que Taylor se curara. Sonr eímos y nos des pedimos de ella agitando la mano cuando la trans portaron al quir ófano en br azos de una enfermer a vestida con un uniforme decorado con vaquitas, un detalle divertido que oculta ba la gravedad de la situación, al igual que la sonr isa en la carita de Taylor ocultaba los pr oblemas ocultos en su pequeño corazón. Los médicos calcular on que la o peración dur ar ía entre dos y tr es horas. Pero hubo unas complicaciones impr evistas con el a parato del b y pa s s corazón- pulmones que pr ovocaron que el cuerpo de Taylor se hinchara, y las dos o tres horas se multiplicaron. Al ca bo de var ias hor as angustiosas, un cir ujano sudor oso y atribulado, con el cor azón r e bosante de emoción, entró en la sala de espera. Esta ba hecho polvo. Nos ex plicó las graves complicaciones que ha bían causado el prolongado retr aso y que el equipo de cirujanos ha bía logr ado por fin añadir una válvula de un donante, la bicús pide, al cor azón enf ermo de Taylor . Des pués de r ecortar la válvula y acoplada delicadamente a su cor azón, ha bían cosido un parche de una sustancia parecida al Gor e- Tex par a tapar el agujero de la par te inf erior del cor azón. El médico nos asegur ó aliviado que a par tir de ahor a Taylor o btendr ía el saludable oxígeno que necesitaba. Estas alentador as pala bras hicieron que Summer , cuyo corazón re bosa ba de dolor, ansiedad y amor , emitier a por f in un suspir o de es peranza.
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Cuando tr a jeron a Taylor en una camilla a la unidad de cuidados intensivos, no está bamos pr e par ados para lo que vimos. Este precioso bebé par ecía un globo hinchado, a penas r econocible. Al veda, todos r etrocedimos contra la pared. Pero cuando vimos a Summer corr er hacia su pr imogénita, de quien no se a partó hasta que la niña me jor ó, compr endimos la importancia de lo que ha bía ocurrido. De no ha berle añadido la válvula a su cor azón, de no ser por la pericia y los conocimientos de esos ex per tos cirujanos y enfer meras, Taylor no ha br ía so br evivido mucho tiem po. Cuando o bser vamos a nuestr a ador ada Taylor cor rer , montar en bicicleta y jugar al f útbol, nos sentimos agradecidos por cada paso, golpe de pedal y patada al balón y, lo que es más importante, nos sentimos agr adecidos de que esté junto a nosotros y enriquezca nuestr as vidas. ¿Es impor tante añadir algo al cor azón de alguien o insuf lar vida en otra persona? Nosotr os est amos seg ur o s.
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Poner se en el lu g ar d e ot r o , ver y sent ir como lo hace otra per sona , const itu ye un rar o don. MATA AMRITA NANDAMAYI
Larry Hall nunca ha bía oído ha blar de la técnica de los cinco pasos, y mucho menos la ha bía puesto en pr áctica, cuando cogió una bola de jugar a los bolos de seis kilos con la mano izquierda y se situó detr ás de los tr iángulos pintados en el suelo. Está bamos en Iack & JiU Lanes, una bolera cerca de mi casa, una mañana de sá bado como cualquier otr a. Larry era el ger ente del ViUage Green Trailer Court, un campin g para car avanas que per tenecía a su familia y donde residía la mía. Traba ja ba también como líder voluntario de los jóvenes de nuestra comunidad. Nos ha bíamos hecho amigos cuando yo tenía diecisiete años y se me acer có y me preguntó por mis af iciones. Le dije que me gusta ban los bolos. - Pues vamos a jugar a los bolos -dijo Larry. Era evidente que Larr y no ha bía estado muchas veces en una boler a. Puede que fuera un excelente de portista (era tenista profesional y entrena ba a otros tenistas en la univer sidad local), pero no conocía la dif er encia entre la técnica de cinco pasos y tres pasos. Una vez, al ir a lanzar, de jó caer la bola detr ás de él. Yo era asiduo a las boler as desde pequeño. Mi padrastro ha bía jugado a los bolos en dos ligas, y mi madre y mi hermano también jugaban a los bolos. En nuestra familia, los bolos eran nuestro pasatiempo preferido. Al principio supuse que a Lar ry le interesa ban los bolos. Pero lo que r ealmente le inter esa ba er a ayudarme a hacer las elecciones adecuadas en mi vida. Como líder juvenil, se toma ba muy en ser io su la bor : era amigo de numerosos chicos de nuestra zona, a quienes a poya ba y protegía. Me ha bía visto alrededor del campin g par a car avanas, el tí pico adolescente que iba a cien por hora
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sin tener la menor idea de adónde se dir igía. Larry advir tió cier to potencial en mí y decidió ayudar me a ver y poner en práctica ese potencial. No me invitó al clu b de cam po; vino al lugar donde personas de condición humilde i ban a pasar el rato los sá bados, vino a mi terreno. Se quitó sus za patillas de tenis y se calzó las de jugar a los bolos. Des pués de dis putar unas par tidas, ha blamos so br e todas las posi bilidades y elecciones que se a brían ante mí. Lar ry Hall (no estamos emparentado s) se convir tió en el mentor más impor tante de mi vida. Comprendí que ese entrenador de tenis se pr eocupa ba realmente por mí. Solía decirme: «Kevin, puedes seguir ese sendero, o puedes seguir ese otro», tras lo cual ha blá bamos so bre lo que significa ban esas elecciones y adónde podían conducir me. Este muchacho -no era mucho mayor que yocontr i buyó a guiarme hacia unas decisiones que tuvieron un impacto positivo en mi vida: me alentó a seguir estudiando, me advir tió que me mantuviera alejado de las drogas y otr as adicciones y, ante todo, f ue un gran mentor y un modelo de ser vicio desinteresado. No creo que nuestra relación hubiera pros per ado de no ha ber me conocido donde yo vivía y ha berse molestado en caminar por mi sendero. El impacto de su orientación y conse jos como mentor cambió el curso de mi vida. TARDES CON ARTHUR H oy, dur ante nuestr a sesión de estudio de las pala br as, me
he dado cuenta de que a Arthur le encantan las pala br as' r elacionadas con la tierr a. Sus pala br as f avor itas son las que describen la tierr a.
E mpat ía En otr as sesiones me había enseñado términos como d escubr id or d el send ero par a r efer irse a un líder que se agacha para pal par el suelo e indicar a los demás por dónde deben cazar y mover se, y humild ad , una palabra der ivada de humu s, la f ér til tierra or gánica que promueve el cr ecimiento y el desarrollo saluda bles. Arthur me inf ormó de que la palabr a de hoy era empatt a, la identificación mental y af ectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. La pala bra en inglés, empat h y, también surge de la tierr a. P athy proviene de path , 'sendero', y emsignifica 'en'. Así pues, empatía significa en inglés 'caminar por el sendero de otro'. Si no transitamos por el sender o de otr a per sona, si no pasamos por donde el otro ha pasado, no podemos com prender realmente lo que ex per imenta esa persona. Arthur también me ex plicó que comunicación, pala br a que es prima carnal de empatia, es otra pala bra asociada con la tier ra. C omunicación pr oviene del latín communicar e , que signif ica 'com partir, tener en común'. Para tener algo en común con otr a per sona es pr eciso compartir un terr eno común .. Ar thur me contó que ha bía visitado Italia con un grupo de alumnos poco des pués de fundar el pr ogr ama de estudios en el extranjer o de su universidad. Cuando atr avesaban la campiña italiana, el autocar en el que via ja ban se averió, lo que ocasionó un prolongado r etraso. Casualmente, se hallaban cer ca del pueblo de Banu becco, un lugar que Arthur conoda bien pues er a donde ha bía estado destinado durante la Segunda Guerra Mundial y ha bía ayudado a los aliados a descodificar las comunicaciones de los alemanes. Cuando la aver ía del autocar e stuvo arr eglada, los estudiantes miraron a su alr ededor en busca de Arthur pero no
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consiguieron localizar lo. Pr eocu pados por ha ber perdido a su pr of esor , se dis per sar on y lo buscaron por todo el pue blo, donde por fin encontraron a «Ar tur o» ha blando en u n italiano f luido a una nutrida multitud de lugar eños que le escuchaban fascinados. Arthur no ha bía tenido pro blema alguno para matar el rato mientras re paraban el autocar . Gracias a sus conocimientos del idioma y de las gentes de esa tierra, Arthur y los habitantes del pue blo habían com partido un ter reno común mientras aquél recor ría de nuevo el sendero por el que ellos tr ansita ban dur ante esta extraordinaria r eunión.
Ventajas contra prestaciones
He pasado buena parte de mi vida en el campo profesional de las ventas. Yo mismo he tra ba jado de vendedor . He for mado y dirigido a personal de ventas y he estudiado los métodos de algunos de los pr ofesionales de las ventas más importantes del mundo. Ello me ha llevado a la conclusión de que una de las princi pales cualidades de los me jores vendedores es la ha bilidad de anticiparse a las necesidades de los demás. Los vendedores mediocres venden prestaciones, hablan so bre las características de un producto o ser vicio. Los grandes profesionales de las ventas venden venta jas, ex plican lo que el producto o servicio puede hacer por su cliente. Es la diferencia entre un vendedor de coches común y corr iente, que indica que la llave de contacto incorpora una pr estación que abre el maletero, y un vendedor excepcional, que comenta que, cuando el f uturo com prador se dir ija hacia el coche cargado con la compra, el maletero se a brirá para que no tenga que de positar las bolsas en el suelo. Los clientes no compran prestaciones, com pran venta jas. Los
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maestr os vendedores que sa ben transitar por el sendero del otro son, ante todo, gr andes comunicadores. la comunicación ilusoria
El dueño de un restaurante del Cari be, cansado de que la humedad hiciera que sus azucar eros se convirtier an en terrones de azúcar , decidió r esolver la situación encargando unos so brecitos de azúcar individuales que sus clientes pudieran abrir cuando quisieran echar azúcar a su café o té. La mañana que llegaron los sobrecitos de azúcar , el dueño del restaurante dio a sus em pleados unas órdenes muy sencillas: sacar el azúcar antiguo de los azucareros, lavar los y llenar los con el azúcar nuevo. Después, el gerente del restaurante se f ue. En su ausencia, sus empleados, obedeciendo sus órdenes, a brier on cada so brecito individual de azúcar y ver tieron el contenido en los azucareros que aca ba ban de lavar . Mientras realiza ban esta tar ea, se pr eguntar on unos a otros en voz alta: «¿Por qué diantres quier e el jefe que hagamos esto?» ¿Quién er a r es ponsa ble de esa mala comunicación? ¿El emisor o el rece ptor? La res puesta es: los dos. Geor ge Bernard Shaw lo expresó con gran acierto al decir que «el pro blema de la comunicación es que nos hacemos la falsa ilusión de que se ha producido». Cuando esta blecemos un terreno común recorriendo el sender o de los demás, nuestra capacidad para inducir un cam bio positivo aumenta de for ma exponencial. Cuando no logr amos empatizar , creamos invariablemente una comunicación ilusor ia, inexistente. La empatía por am bas partes ha bría evitado el malentendido: la empatía por parte del dueño del restaurante (¿qué
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están oyendo?) y la empatía por par te de los empleados (¿qué está pensando?) Nunca des nada por sentado
Es asom broso cómo se pueden torcer las cosas cuando los ingredientes esenciales de la empatía y el terreno común no se esta blecen con clar idad. En mi caso, lo comprendí a mis ex pensas cuando estudia ba el último cur so en el instituto y me encargaron que preparase la fiesta anual de bienvenida a los antiguos alumnos que se cele bra ba en otoño. Ha bía leído que en un instituto de Nueva York ha bían organizado una carrera de V olkswagens por el campo de fútbol. La idea me pareció genial, y decidí incor por ar esa actividad en la media parte del par tido de fútbol que í bamos a disputar en nuestro instituto. El plan era que todas las clases -los estudiantes de segundo, tercero y último cursoem pujaran un Volkswagen escara ba jo de un extremo al otr o del campo. El primer Volkswagen que alcanzara la meta sería el ganador . Imaginé la camaradería, la diversión, la emoción que ese insólito evento generar ía. Junto con otros repr esentantes del consejo de estudiantes, ex puse la idea al señor Oyler, nuestro tutor . El señor Oyler no era fácil de convencer. Ha bía sido una estrella del equipo de f útbol amer icano de su universidad y se esforza ba constantemente en enseñamos a ser mejores comunicado r es y líderes, concediéndonos a la vez la suficiente liber tad par a tomar nuestras pro pias decisiones. R ecuer do el día que salí de su despacho, después de ha ber le convencido so bre la carr er a de Volk swagens. Le asegur é que la organización sería im peca ble. Le di je que cu br ir íamos el nuevo cés ped para que no sufr iera daño alguno cuando los estudian-'
E mpat ía 165 tes empu jaran los Volk swagens a través del campo de fútbol. Además, tomaríamos otras pr ecauciones para alcanzar nuestr as am biciosas ex pectativas. Aunque er a algo que nunca ha bíamos hecho en nuestr o instituto, aseguré a todo el mundo que sería un evento del que se ha blar ía durante mucho tiempo. Por desgr acia, no me equivoqué. Aún recuer do el momento en que me dirigí al campo de fútbol durante la media par te del par tido, tomé el micrófono y dije: -¡Ahora vamos a or ganizar una carrer a de Volk swagens! A par tir de entonces estalló el caos. Los estudiantes salieron corr iendo de las gradas y empezaron a empujar los coches. No tuve opor tunidad de ex plicar les las r eglas ni siquiera dar les la salida. Los alumnos de segundo no tenían conductor par a su Volk swagen. Al ca bo de unos segundos se desviaron hacia el carr il de los de tercero, chocaron con el Volk swagen de éstos y destrozaron el lateral del vehículo. Los alumnos de tercer o respondier on saltando so bre el coche de los de segundo y a plastándole el techo. Ninguno de los tr es coches ha bía alcanzado la meta cuando el señor Oyler se dir igió hacia el centro del campo de f út bol, micr óf ono en mano, y di jo: -Que se pr esente Kevin Hall en mi des pacho. R ecorrí el a proximadamente millar de angustiosos pasos desde el campo de fút bol hasta su despacho seguido por el resto de los r e presentantes del conse jo de estudiantes, que se sentían más que aliviados de no estar en mi lugar . Cuando a brimos la puerta, el señor Oyler ha bía escr ito cinco pala bras en la pizar ra . « NUNCA DES NADA POR SENTADO»
El señor Oyler me recor dó la conver sación que mantuvimos unos días antes, cuando le asegur é que todo saldr ía a la perfección. Enumer ó todas las cosas que de ber ía ha ber tenido en cuenta per o pasé por alto. Me preguntó si ha bía creído que podría comunicar con clar idad las reglas de la car re ra antes de que esta-
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llar a el caos. ¿Ha bía dado por sentado que los alumnos de segundo que no tenían carné de conducir dis pondr ían de un conductor para su Volkswagen? ¿Había dado por sentado que todos los coches avanzarían en línea r ecta? ¿Ha bía dado por sentado que todos los coches estar ían asegur ados? (sólo lo esta ba uno). Mi gran o portunidad para demostr ar el tipo de líder y comunicador que era se ha bía esf umado por ha ber cometido una pifia descomunal. Lo único que me vino a la cabeza f ue una f ra se de la película La l eyend a del indomabl e, de Paul Newman: «Lo que tenemos aquí es un pro blema de comunicación». Verdader amente fue una pif ia memora ble. Es imposible calcular la cantidad de personas que se me acercaron durante el resto del cur so para decirme: «Caray, Kevin, f ue tr emendo. Jamás olvidaremos ese día». La intención del comandante
Gran par te de lo que puede salir mal, o en gr an parte de lo que se basa en la comunicación depende de que tanto el emisor como el rece ptor conozcan el pro pósito del mensa je. Cuando uno sabe « por qué», sa be lo que de be hacer . En el caso del restaur ante caribeño que tenía el problema del azúcar que se apelmazaba debido a la humedad, si el dueño hubier a comunicado con claridad a sus empleados que su pr o pósito era dirigir un restaurante de pr imer orden que siempr e velaba por las necesidades de sus clientes, sus empleados ha brían comprendido que no de bían abrir los sobr ecitos individuales de azúcar aunque las órdenes hubieran sido conf usas o vagas. En P e gar y peg ar, los autor es Dan y Chip Heath aluden a una f rase utilizada en el e jército: «La intención del comandante». Se ref iere al verdadero significado y propósito de la comunicación de un coman-
Empatí a dante: lo importante no son las pa labras con que expresa la orden, sino compr ender lo que el comandante pr etende con ella. La pala bra compr end er proviene de cum , que significa 'junto', y prehend er e, que significa 'ca ptar '. Compr ender es, por lo tanto, 'captar todos juntos'. Cuando los líderes se esfuerzan en que las partes implicadas lo compr endan todo con claridad, los malentendido s desapar ecen. Norman Br inker, el legendario magnate de la hosteler ía al que me he ref erido en el ca pítulo 6, era conocido por el éxito que ha bía alcanzado en su sector, y cuando hablas con alguien que traba jó con él o a sus órdenes, la respuesta invar ia ble es que er a un comunicador tan singular como efectivo. Su estilo de lider azgo incluía cuatro normas categóricas: 1.Cuando tenía una r eunión con los miembros de su equi po, Brink er iba a sus des pachos en lugar de pedirles que acudier an al suyo; 2. Las preguntas las hacía él, y los otros r es pondían; 3. De jaba que sus cola bor ador es llevaran el peso de la conver sación; 4. Ex presaba a menudo su gr atitud y aprecio. (Durante su funeral, Doug Brook s, el actual conse jero delegado de Brinker International, recordó que Norman le había enviado cincuenta y tr es notas y cartas per sonales de gr atitud y apr ecio, que él conser vaba como un tesoro.) Gracias a esa comunicación empática, Brinker crea ba constantemente unos e jecutivos que alcanzaban los primeros puestos en el sector . De hecho, más de veinte ex miembros de su equipo dirigen hoy empresas que cotizan en bolsa. Comprender con claridad
En su revolucionario li bro Lo s cuatro acuerdo s, Don Miguel R uiz escribe sobre la importancia de una comunicación clara y abierta entre emisor y receptor . Al explicar su Tercer Acuerdo, 167
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« No haga suposiciones», aconseja: «Tenga el valor de formular preguntas y expresar lo que realmente desea. Comuníquese con otros con la mayor clar idad para evitar malentendidos, disgustos y dramas. Este acuerdo basta por sí solo para transf ormar su vida por completo». Stephen R . Covey me ha enseñado en numerosas ocasiones q ue «no hay nada que nos legitime y ratifique más que sentirnos comprendidos. Y a partir del momento en que una persona empieza a sentirse com prendida, se convierte en alguien mucho más a bierto a inf luencias externas y al cambio. La empatía es al cor azón lo que el aire al cuerpo. Lamentablemente, hoy en día sentirse comprendido es un lujo. El sentido etimológico de la palabra inglesa understand ('comprender') es 'hallarse entre'. No significa encontrarse por de ba jo o en un nivel inferior. Significa estar 'junto a'. Los auténticos descubridores del sendero lideran a partir de un ter r eno común. Están en el sendero cara a cara, codo con codo, hombro con hombro con sus seguidores. Son unos líderes que guían y muestran. Siempre podemos hablar
Algunos de los mejores consejos sobre el cuidado de los hijos que recibí en mi vida me los dio una mu jer llamada Patricia Murray, con la que trabajé un tiem po en Frank lin. Pat había sido Miss Hawái y candidata a Miss América, pero lo que más me impresionó de ella f ue la relación que Pat y su mar ido, Harry, tenían con sus hijos. Ha blaban con ellos continuamente so bre todo tipo de temas. Esta ba claro que había un alto grado de car iño y conf ianza entre ellos. Un día le pregunté a Pat cómo ha bían
Empat ía 169 conseguido desarrollar una relación tan magnífica con sus hijos, a lo que ella me r es pondió que desde el principio tanto ella como Harry ha bían acordado dos reglas con sus hijos: la primera era que siem pre podr ían ser amigos, pasara lo que pasara; la segunda era que siempre podrían ha blar, pasara lo que pasara. -Esos dos pr incipios nos han ayudado a r esolver todos los pro blemas di jo Pat. En aquel entonces nuestros hi jos eran pequeños y Sherry y yo nos tomamos el consejo de Pat muy en serio. Esta blecimos las mismas reglas en nuestra casa con nuestros hi jos. Este es píritu de comunicación abierta - por encima de cualquier contingencia- hizo que el hecho de fijar unos objetivos se convir tiera en un proceso natural en nuestra familia. Con frecuencia nos sentábamos a hablar con nuestros hijos y les ayudá bamos a identif icar sus o b jetivos y sueños. No podían ser nuestros o b jetivos, tenían que ser los suyos. Nuestr os hijos necesita ban unos sueños que les motivaran. Estas «entrevistas» propiciar on unos há bitos de comunicación que dieron resultados de largo alcance y muy positivos, lo que nos permitió guiar y orientar a nuestros hijos en sus respectivos senderos. El" valor de las palabr as
Es muy fácil dar por supuesto el significado de las pala bras. Per o cuando el cere br o de una persona empieza a deter iorar se, como ocurre cuando alguien cae en las garras del alzhéimer, cada palabra adquiere un gran valor . Tengo un vecino y amigo, [im Dyer, cuya esposa y alma gemela, Renie, tenía alzhéimer. Dos años des pués de enfermar, cuando su capacidad para recor dar y comunicarse disminuyó, Iim comprendió que se acerca ba el momento en el que su esposa
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no podr ía ya com partir ninguna pala bra con él ni con nadie. De modo que empezó a escuchar a Renie con más atención y a tomar nota de lo que decía. Cada pala br a se convirtió en un tesoro. A lo largo de cinco años, Jim acumuló más de ocho mil de esas pala bras, que recogió y catalogó en un cuader no. Semana tras semana, el número de pala br as que pr onuncia ba Renie disminuyó. Al ca bo de un tiempo, a penas decía nada. Parecía como si se limitara a decir tan sólo lo que er a más im portante. De vez en cuando, habla ba en un lengua je que [irn no podía descifrar . Per o éste o bser vó que el mer o hecho de ar ticular las palabr as y sa ber que alguien la escuchaba tenía un ef ecto calmante y gr atif icante sobr e R enie. El día de Acción de Gr acias, rodeada por su familia y amigos, R enie no dijo ni una pala bra. Le encanta ba tocar el piano, y su hijo Steve la acercó en su silla de ruedas al piano mientras su nieto Ro bbie se ponía a tocar . Cuando R o bbie terminó de tocar , todos los pr esentes en la ha bitación oyer on a R enie decir una pala bra en voz alta y clara, la pala br a más impor tante que podía pr onunciar ese día: «Gracias». Nunca de bemos su bestimar o dar por sentado el poder de la comunicación. Nunca de bemos subestimar el poder de la pala br a adecuada en el momento indicado. Las pala bras nos conectan unos con otros, constituyen lo que oímos y lo que decimos, son la esencia de lo que somos colectivamente. Empatía y suf ri miento
R ef ir iéndose a la empatía, Og Mandino escribe: «Derr ibaré con amor el muro de la sos pecha y el odio que han erigido alrededor de sus corazones y en su lugar tender é unos puentes par a que mi amor penetr e en su s almas». Un gran amigo y cliente mío
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de coachin g , Dave Blanchar d, director general del Og Mandino Group, añade: « Nuestr o car ácter se for ja en el hor no de la adver sidad. Sabemos 10 que es el dolor . No podemos modif icar el pasado pero podemos elegir utilizar esos puntos r ef erenciales como una valiosa f uente que nos ayude a compr ender y conectamos mejor con las personas. Cuando utilizamos nuestras exper iencias vitales al servicio de los demás, entonces encontramos por f in el pr o pósito de nuestr o sufr imiento, la alegría en nuestro via je y la necesar ia sanación de nuestr as almas».
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Si ayuda s a que el barco d e tu hermano al cance l a orill a , el tu yo t ambién l a al can zará. PROVERBIO HINDÚ
En la antigua Hungría ha bía una aldea llamada Kocs, a orillas del Danubio, entr e Buda pest y Viena, donde constr uían los me jores car ru ajes de ca ballos del mundo. Expertos car reteros conf ecciona ban esos vehículos con suspensión de muelles par a tr ans por tar cómodamente a la realeza por los accidentados caminos que discur rían junto al río y comunica ban las dos gr andes ciudades. Esos carruajes r ecibier on el nom br e de coches en homena je al nombr e de la aldea donde los diseña ban con tal maestría. Construidos en un princi pio para la aristocr acia, los coches trans por ta ban a personajes importantes a su destino en un ambiente lujoso y cómodo. Su diseño compacto, ro busto y elegante su pera ba con mucho cualquier medio de transporte que existiese con anter ioridad, y los coches no tardaron en hacer f uror en la Europa del siglo xv. Con el tiempo, el término coche pasó a designar otros medios de trans porte. Los pasa jeros que via ja ban hasta los rincones más remotos de la frontera del Oeste amer icano lo hacían en grandes coches de posta llamados tam bién diligencias, o en los coches o vagones de fer rocarril. En Europa, la palabra coche, con la a par ición del motor, se convirtió en sinónimo de automóvil o, en el caso de coche de l ínea, de autobús. Pero por po pular y extendida que se haya hecho esta palabra desde que el pr imer coche salió de un taller de Kocs, el significado no ha cambiado: un coche (o coach en inglés), sigue siendo algo o alguien que tr ansporta a una persona estimada desde donde está hasta donde desea estar .
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Se llame como se llame, un
TARDES CON ARTHUR
coach es ...
En otras culturas y lenguas, a los coache s se les designa con nombres y títulos muy distintos. - En Ja pón, un sensei es 'alguien que ha recorrido un mayor tr amo del sender o'. En las ar tes mar ciales, es el maestr o. - En sánscr ito, un gur ú es 'alguien que posee grandes conocimientos y sa bidur ía'. Gu significa 'oscuridad', y r u signif ica 'luz'; luego un gur ú conduce a alguien de la oscuridad a la luz. - En el Tíbet, un l ama es 'alguien que posee la es pir itualidad y autor idad para enseñar '. En el budismo tibetano, el Dalai Lama es el maestr o que ocupa el primer puesto en la jer arquía. - En Italia, un maest r o es un 'maestr o de música'. Es una a breviatura de maest ro di ca pel la , es decir , 'maestro de ca pilla'. - En Francia, un tutor es un 'profesor pr ivado'. El tér mino data del siglo XIV y se r efiere a alguien que e jer ce la tutela. - En Inglaterra, un guía es 'alguien que conoce e indica el camino'. Denota la ha bilidad de ver y señalar el r umbo más aconse jable. - En Grecia, un mentor es un 'sa bio y probado conse jero'. En La Odi sea, el mentor de Hornero er a un conse jero que le protegía y apoya ba. Todas esas pala br as descr i ben el mismo pa pel: al g uien que ha recor ri do buena par te d el camino y no s cond uce por él . Los coaches nos indican las curvas peligrosas, los posi bles baches, los o bstáculos y escollos del camino por el que transitamos. Evitan los callejones sin salida y los rodeos innecesarios mientras nos conducen con segur idad al destino que hemos elegido. Tanto si nos conducen, nos enseñan, nos indican, nos guían o nos aconse jan, son coaches. Y son indis pensa bles a la hora de ayudamos a encontr ar nuestro camino y pr o pósito.
Los ojos de Ar thur chis pea ban cuando me senté en el cómodo sof á de su habitación y ha blamos sobr e los coches de K ocs. Se mostró encantado de corrobor ar mi historia so br e el origen de la pala br a coach. Me inf or mó de que ha bía via jado por la car re tera que discur rí a junto al Danubio entr e Viena y Budapest y que atr avesaba la aldea de K ocs. Era evidente que el r ecuer do le complacía. Pero lo que más le com plació f ue que yo hubier a hecho mis deber es. Observé en Ar thur un entusiasmo especial cuando otr os demostr a ban una pasión por las pala br as análoga a la suya. Notaba en él una mayor ener gía cuando ofrecía sus br eves char las cultur ales, y uno de los pr esentes mostr a ba un gr an inter és en la pala bra analizada ese día. El rostro de Ar thur se animaba, y movía sus grandes manos muy excitado mientr as se zambullía en la conver sación. Obser vé la misma ener gía en las numer osas ocasiones en que estuve con él en su ha bitación y algún miembr o de su f amilia llamó por teléfono. Arthur se ponía a ha blar tranquilamente con uno de sus hijos o hi jas en italiano, alemán u otr o idioma qLle yo no com prendía. Estaba clar o que le encantaba obser var el entusiasmo que otros mostra ban por las palabr as y el lengua je. Mientr as conver sá bamos so bre la aldea de K ocs, escuché a Ar thur fascinado cuando me r elató un r ecuerdo que databa de los años tr einta, so br e el día en el que, en una plaza pú blica de Viena, r odeado por una multitud, oyó a un hom br e pronunciar un discur so. El or ador er a el canciller de Alemania, Adolf Hitler . Antes de que vomitar a su política de odio por Europa y desencadenar a la Segunda Guer ra Mundial, Arthur
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de pr imer a mano el enor me poder que tr ansmitía la voz de Hitler . R ecorda ba su ha bilidad para azuzar a la muchedumbr e sólo con sus palabr as y la inf lexión que utiliza ba al pr onunciar las. Las pala br as, me r ecor dó Arthur , pueden conducir a algo mu y positivo o a algo mu y destr uctivo. El valor del coaching oy ó
Puede ser muy útil hacer inventario de los muchos coaches que hemos tenido en nuestra vida y tomar nota de cómo lograron que siguiéramos nuestro sendero y pro pósito sin desviarnos. En este li bro cito y r indo homena je a numerosas per sonas que han desempeñado este impor tante pa pel en mi vida. Esos coaches ostentan distintos nom bres y títulos: maestro, guía, mentor , madr e, amigo, pr ofesor . .. , por citar sólo unos cuantos. Per o todos ellos, de un modo u de otro, me han conducido a lugares a los que jamás hu bier a llegado por mis pr o pios medios. R econocer el valor de un coach puede ser el pr imer paso hacia la super ación personal. Per o no siem pre es fácil. Incluso en el mundo del de por te, donde a bundan los coaches o entrenador es, la importancia de un entrenador puede ser su bestimada o pasar inadver tida. En el mundo del ciclismo, una de mis pasiones, se pr odujo un gran r evuelo cuando Lance Armstrong decidió recibir la ayuda de unos coaches de una for ma que nadie ha bía hecho jamás: des pués de r ecu per arse de un cáncer , contrató a nutr icionistas par a asegur ar se de que su sistema inmunológico f uncionar a a un nivel ó ptimo. Pero Armstrong no se detuvo ahí: contr ató a unos ex per tos para que pusier an a punto su bicicleta y su equipo; consultó a diseñador es par a determinar el tipo de indumentaria hecha a
Coach 181 medida que utilizaría en una pr ueba contrarr eloj para mejor ar su velocidad. En un de por te que parecía tan sencillo como pedalear sobre una bicicleta algo que la mayoría de nosotros aprendemos de pequeños-, Armstrong contrató a unos entr enadores para que calcularan la potencia que desarrolla ba con cada golpe de pedal. Además, lleva ba a sus entrenadores a las car re ras. Según una antigua tradición, cuando se inicia una carrera los ciclistas tienen que a pañár selas por sí mismos, dependiendo tan sólo de su habilidad e intuición. Pero a parte de utilizar a sus entrenadores para ayudar le a prepararse para una carrera, Armstrong mantenía contacto con ellos por radio para que le aconsejaran dur ante la car rera. No sólo eso, sino que cuando la carrera finaliza ba, Lance hacía venir a un coach ex perto en nutrición, un chef para que le preparara el tipo de comidas que le ayudaran a recu perarse lo más rápida y eficazmente posi ble tras el esf uerzo realizado ese día. A la hora de a prender de los me jores del mundo, Lance Annstrong no dejó piedra por remover . El Equipo Lance, como lo llama ban, y las carreras de ciclismo jamás habían visto nada igual. Tuve ocasión de ver personalmente al Eq uipo Lance cuando via jé con unos amigos aficionados al ciclismo a Francia, para asistir al Tour de Francia. Estábamos sentados en la terraza de un café en Evian, a or illas del hermoso lago Lemán, esperando que se iniciara la etapa de esa jor nada, cuando se reunió con nosotros el entr enador y coach personal de Lance, Chr is Car michael. Le preguntamos a Chris cómo ha bía aprovechado Lance sus dotes y talentos para convertirse en el ciclista pr of esional más impor tante del mundo. Chr is nos explicó-que gran par te de su éxito era atr i bui ble a su voluntad de modificar la cadencia de su pedaleo. La mayor ía de ciclistas pedalean a un r itmo aproximado de entre 70 y 80 revoluciones por minuto. Per o Lance incrementó su r itmo hasta conseguir pedalear a una media entre 90 y 100 r evoluciones, incluso cuando su bía una pendiente. Car michael
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le ha bía pr opuesto intentar alcanzar esa cadencia de pedaleo casi increíble para aprovechar sus músculos delgados y compactos. Al pedalear a un ritmo super ior , podía o btener el máximo r endimiento de su extraordinario físico. - Veréis cómo se hace más f uerte cada día -nos dijo Car rn ichael. Hacía poco que el Tour se ha bía iniciado. Al cabo de unos días, cuando la carr er a finalizó en Par ís, Lance Armstrong, tal como ha bía pr onosticado su entrenador, desf iló en bicicleta por los Campos Elíseos luciendo el codiciado maill ot amar illo que simboliza ba su victoria. Cuando lo vi subir se al podio del vencedor, imaginé la satisfacción que de bía de sentir su entr enador Car michael, que se encontra ba muy cerca de él. Lance Armstrong, uno de los deportistas de más éxito de la historia, ilustra la importancia no sólo de rodear se de coaches, sino de de jarse guiar y aconsejar por ellos. Tener un coach es una cosa, hacer le caso es otra muy distinta. Un coach para todo
No conozco a nadie en el mundo empresarial que reconozca más el valor de los coaches que Harvey Mack ay, autor de libros de éxito, or ador famoso a escala internacional y f undador y pr esidente de Mack ay Envelope Com pany. Hace poco Har vey me contó que tiene un coach para pr ácticamente todos los ámbitos de su vida. Tiene un coach que le da clases de elocución; un coach que le aconseja a la hor a de escri bir; un coach par a sus negocios; un coach par a sus f inanzas; un coach que le asesor a en su vida personal; un entr enador de tenis; uno de joot ing; un entrenador de golf e incluso tiene un entr enador de ping pongo En total, tiene más de una docena de coache s y entrenador es per sonales. ¿Por
C oach 183 qué? Por que Harvey ha com prendido que puede conseguir mucho más con la ayuda de un buen coach. Sabe el inestimable valor que r e pr esenta acudir a alguien que ha alcanzado el punto culminante de la curva de a prendizaje y de jar se asesorar por él. Esto le ha ayudado a triunfar en los negocios, a tr iunfar como de portista ya convertirse en uno de los escr itores y or adores más solicitados del mundo. Los coache s han enr iquecido todas las faceta s de su vida que son impor tantes par a él. los coaches ven el potencial
Entre los diversos tipos y clases de coaches, el denominador común es que todos son maestros. Ser maestro signif ica enseñar . Los maestros no se limitan a ex plicamos algo sino que, además, son un e jem plo, un modelo con el que nos enseñan cómo de bemos hacer las cosas. Marva Collins está considerada como una de las mejor es maestr as del mundo. Fundó la Westside Pre par atory School en su propia casa, situada en un barrio po bre de Chicago. Abrió sus puertas a estudiantes que ha bían sido r echazados y abandonados por el sistema enseñanza pública. Les ha bían colgado la etiqueta de «inca paces de a pr ender ». Habían f racasado. Tenían problemas a la hora de leer y escr ibir . Ningún maestro o coach podía con ellos, hasta que Mar va los acogió en su casa y demostró que no era así. Esta maestra visionaria se nega ba ace ptar el ester eotipo social. Se nega ba a ace ptar la mediocridad. Esta ba convencida de que «en cada estudiante se oculta un niño br illante». Mar va ex plicó a sus alumnos que tenían una elección: podían seguir el camino de no a pr ender , el camino de la ignorancia, y acabar con un tr a ba jo sin por venir , inca paces de satisfacer sus necesidades. O bien
de
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184 podían o ptar por una educación que les a brir ía unos hor izontes inimagina bles para ellos y sus ser es queridos. Marva rechazó el tr a ba jo r utinario y el a prendiza je basado en la repetición mecánica tipo pa pagayo y los sustituyó por una par ticipación activa y la exigencia de que sus alumnos ejer cieran la autodisci plina. Esta ba convencida de que el maestro de bía hacer que el afán de aprender fuera contagioso y cr ear un ambiente en el que una idea diera pie a otra. Marva acogió en su colegio a chicos considerados analf a betos y les ayudó a dominar la lengua. Leían a los grandes escritores como Platón, Sócr ates y Homer o. Esos estudiantes rechazados por el sistema empezaron a citar a Shakes pear e. Al ca bo de un tiempo, des pués de tra ba jar con ahínco, los graduados de Westside Pr ep f ueron aceptados en Harvard, Princeton, Colum bia, Oxf or d, Yale y Stanf or d. La extraordinaria historia de Marva f ue r elatada en el progr ama de televisión 60 M inutes. Dos presidentes, George H. W. Bush y Bill Clinton, le of re cieron a Marva Collins el cargo de secretaria de Educación, pero Marva los rechazó a ambos par a seguir enseñando a los estudiantes de uno en uno. Mi es posa, Sherry, y yo tuvimos el privilegio de pasar tr es días con Marva y su marido, Fr anklin, que también es maestro, en su her mosa casa de Hilton Head (Carolina del Sur ). En su nutrida biblioteca, Mar va nos ex plicó que la enseñanza era el punto de partida de todo. -En las tres décadas que llevo enseñando, me he to pado con pocos estudiantes inca paces de a pr ender -dijo Mar va-. Sin embar go, he conocido a muchas víctimas de las inca pacidades de la enseñanza. Esta ba convencida de que un buen maestr o de be logr ar que un mal estudiante se convier ta en uno bueno, y un buen estudiante en uno superior . Recuer do que di jo:
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-Cuando nuestros estudiantes fracasan, nosotros, en tanto que maestros, también hemos fr acasado. Su propósito principal era identif icar y magnificar las singular es dotes de cada estudiante. El mantra que repetía a sus alumnos er a: «Confía en ti mismo. Piensa por ti mismo. Actúa según tu propio cr iterio. Ex pr esa tus opiniones. Sé tú mismo». Mar va encarna ba la filosof ía de «no puedes enseñar lo que desconoces, y no puedes guiar a nadie por un sendero por el que no has tr ansitado». No tenemos que enseñar a miles, centenares ni siquier a docenas de personas. Si somos ca paces de enseñar a una sola per sona el camino que debe emprender, si podemos conducir a una persona de la oscuridad a la luz, si podemos influir de modo positivo en la evolución de una persona, habremos triunfado como maestros y como coache s. Es una verdad incontesta ble que cuando iluminas el camino de otr as per sonas, ves con más clar idad el tuyo. He podido constatar la veracidad de ese pr incipio en mi ex periencia como coach. Tengo el privilegio de tr a ba jar semanalmente como coach para impor tantes dir ectivos empr esar iales, profesionales de ventas, de por tistas, orador es y escritor es. A menudo obtengo de ellos tanto o más de lo que ellos obtienen de mí. Iim Newman, uno de mis primeros mentor es, que incidió de forma decisiva en mi participación en el proyecto de la Estatua de la R es ponsa bilidad soñado por Viktor Frankl, tenía un lema que solía compar tir conmigo: «K evin, si quieres alcanzar la f elicidad, la paz, la plenitud en tu vida, alégr ate del éxito de los demás». [Qué modelo! ¡Qué objetivo! ¡Qué meta par a cualquier a que desee ser un coach! ¿Hay algo más gratifican te que ver a alguien que estimas, alguien con quien has tr a ba jado y planificado, alcanzar y conseguir las cosas que esa persona jamás cr eyó que fuer an posibles?
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Tender la mano a todo el mundo
Cuando nuestro hi jo mayor , Colby, estudia ba tercero de secundaria en el instituto, nos mudamos a Califor nia. Colby, un apasionado jugador de f útbol, se mostró lógicamente preocupado por el efecto que nuestro tr aslado tendría so br e su incipiente car rera de f ut bolista, tanto más cuanto que iba a inscribir se en uno de los institutos más im por tantes del estado con f ama de pre par ar a unos futbolistas f uera de lo común. Poco después de ha ber descargado los bártulos de los camiones de mudanza, llevé a Colby en coche al campo del instituto donde esta ba entrenándose el equipo de fút bol. Nos apeamos del coche par a o bser var unos minutos el entr enamiento y me f ijé en un chico que realiza ba unos ejercicios de calentamiento y mostra ba unas evidentes disca pacidades f ísicas. No podía caminar de f or ma normal, y mucho menos corr er . Cuando iba detrás del balón, en lugar de correr perseguía el balón ar ra strando los pies. Más tarde averigüé que padecía parálisis cer e bral. Junto a nosotros estaba el padre de otro alumno. Le pregunté si el chico discapacitado era uno de los técnicos del equipo. - No -r es pondió mi interlocutor -o For ma parte del equipo. El entrenador Sk aff quiere que juegue. Eso bastó par a que me formara una o pinión sobr e el entrenador Skaf f. En esos momentos comprendí que Colby disf rutar ía de un progr ama sólido y ef icaz. Durante la tem porada, observé que el entrenador Sk aff incluía al chico, que se llama ba Sean, en todos los e jercicios, entr enamientos y par tidos. No formaba parte de la alineación de salida, y no juga ba de forma r egular . El entrenador no per día de vista sus responsa bilidades hacia el colegio y los otros jugadores, que for ma ban un equipo competitivo (ese año ganaron el campeonato de liga). Tam poco perdía de vista su res ponsa bilidad de mostr ar se
Coach 187 compasivo e incluir al chico en las actividades del equipo. En los entrenamiento s, ya veces en los partidos, Skaff siem pr e halla ba un momento y un lugar para Sean, que sonreía como Beckham cada vez que salía al cam po. Conf orme avanzó la tem porada, las acciones del entrenador tuvier on un ef ecto positivo so bre el resto de los jugadores. En lugar de sentirse molestos por la pr esencia de Sean, cuyo cuer po no era tan completo y sano como el de sus com pañeros, imitaron al entrenador y se af anar on en aceptar lo y animar lo. Estoy convencido de que era por eso por lo que formaban un equipo tan cohesionado. Cuando finalizó la tem porada, ha blé con el entrenador Sk aff so bre sus razones para incluir a Sean en el conjunto. Me di jo que tenía mucho que ver con lo que el chico podía aportar al equi po y lo que el equipo podía a por tar le a él. Skaf f intuía el deseo de Sean, su espíritu, actitud y talante positivos, pese a sus disca pacidades físicas. -Sean jamás ha dicho «no puedo hacer lo» -me ex plicó el entrenador-o Es asombr oso el afán que tenía Sean de f ormar par te del equipo, lo mucho que ha tr a ba jado, más que el resto de sus com pañeros. Apor ta mucho al equipo. Los otr os jugadores le respetan y al mismo tiem po com prenden lo afortunados que son por tenerlo. Eso ha hecho que todos se esf uercen un poco más. Sean ha logrado que formásemos un equipo perf ectamente cohesionado. Este entrenador tenía un plan que funcionó para todos. La validación equivale a poder
Tuve la opor tunidad de conocer a Meg Whitman cuando tr a ba jamos juntos en la campaña de un candidato a la presidencia. Meg goza de una fama legendar ia como innovadora y motivadora. Se hizo cargo de una pequeña compañía de Internet con un
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puñado de em pleados y la convir tió en una empresa de dieciséis mil millones de dólares con miles de empleados y millones de clientes llamada eBay. Meg cr eó eBay basándose en una pala br a. -Es mi pala bra favor ita -dice-: valid ación. Val idar proviene del latín val ere, que significa 'ser f uerte'. A los o jos de la ley, vál id o significa 'legalmente acepta ble'. Cuando te sientes validado, eso te da f uerza, poder y autor idad. En eBay, Meg creó un sistema tan singular como pr áctico de f eedback que asegura ba ef icazmente a los clientes y empleados que controla ban todas las transacciones, que tenían poder . Cada transacción realizada por el com pr ador y el vendedor era consignada de inmediato, lo que producía un feedback glo bal y un elevado nivel de conf ianza. Esta validación capaz de crear seme jante nivel de conf ianza se convir tió en el pilar de un mer cado virtual ace ptado en todo el mundo. -Cuando validas a las personas -dice Meg-, eso les da poder, las induce a hacer cosas extr aor dinar ias. Es lo que hace que el mundo gir e. Un coaching eficaz realza los puntos f uer tes y las habilidades, no las de bilidades e inca pacidades. Un líder debe aprender a seguir
Esencialmente, coaching es un e jercicio recíproco. En ningún caso es una calle de dir ección única. Los coache s inteligentes apr enden de las personas a quienes sirven. A Jan Luther, ex conse jero delegado y actual director e jecutivo del conse jo de administración del conglomerado multibillonar io Dunk in ' Brands, le gusta relatar la historia de su pr imer tr a bajo como encargado en el sector de la hosteler ía. Aca ba ba
Coach 189 de graduarse en la universidad y ha bía causado una impresión tan favora ble a los dir igentes de una nueva compañía llamada Services Systems que lo enviaron a dir igir el servicio de comida del Canisius College de su ciudad natal de Búfalo (Nueva Yor k) . -Yo tenía veinticuatro años -recordaba Jon-. Entré con mi cor bata de Princeton y mi camisa de vestir y me sentí tot almente per dido. Miré a mi alrededor y vi a una mujer mayor que yo, Sarah, una persona asom brosa, que era la cocinera de la empresa. « No tienes ni la más mínima idea de cómo f unciona esto, ¿ver dad, chico? -me preguntó-o Ven, que yo te lo enseñar é.» »Sarah se convir tió en mi mentara. Me enseñó los entresijos del negocio. Me enseñó lo que se su ponía que yo de bía sa ber pero desconocía. Me salvó. Aprendí que no podemos prescindir de ninguna per sona y que cada tra bajo es importante. Al ca bo de unos años, Jan progresó en su carr er a y fue nombrado vicepresidente de Aramark Services, una importante empresa na cional de servicios de comida cuyas siglas son ARA. Su nom bramiento a pareció pu blicado en el per iódico de Búfalo, un artículo de una columna de dos centímetros y medio por cinco con una pequeña fotografía bajo el titular : « Un chico local prospera en el mundo de los negocios». Al poco tiempo, Jan se hallaba un día en su despacho de Filade lf ia cuando sonó el teléfono. Era un asociado de ARA llamado Tom Lawless, que lo llamaba desde Búfalo. -Hola, Jan -dijo-o Aramark aca ba de o btener la cuenta del Canisius College y he entrevistado a la plantilla so bre el tema de los traslados. He conocido a una mu jer llamada Sar ah Henley. Cuando em pezamos a ha blar, me preguntó: «¿ARA no es la compañía para la que trabaja Jan Luther?» Al responder afir mativamente la mujer sacó de su bolso un breve ar tículo de prensa en el que aparecía tu foto, lo señaló y me dijo: «Yo le enseñé todo lo que sabe». -Dile que tiene razón -respondió Jan.
10 Ollin
No necesitamos lu z , sino fue go. No nece sitamos una suave ll ovi zna , sino truenos y r el ámpagos. N ece sitamos l a tormenta , el ciclón , el t err emoto. FREDERICK DOUGLASS
Cuando un terremoto o un violento tem poral sacudía la tier ra , los antiguos aztecas descri bían este poder con una palabra: Ollin. Es una pala bra que hallamos en el calendario azteca y en muchos de los instr umentos utilizados en las ceremonias sagradas pr ecolombinas. Se trata de una expresión de inmensa prof undidad que transmite un movimiento intenso e inmediato. Ollin , que procede de la antigua lengua náhuatl, deriva de yell otl, que significa 'corazón', y yol i st l i, que significa 'vida'. Ollin significa 'moverse y actuar de inmediato con todo tu corazón'. Significa que de bemos seguir nuestro sender o en la vida empleándonos a fondo. Para ex perimentar oll in, es preciso entregarse por com pleto. Cuando se produce un terremoto, significa que ha llegado el momento de moverse y actuar con firme resolución. Los aztecas se imagina ban que lucían el corazón en la cara para poder a brir los ojos y ver con más claridad. Cuando vemos nuestro sendero con claridad, nos movemos con mayor celer idad de pro pósito e intención. Avanzamos con el corazón re bosante de entusiasmo y decisión. Los aztecas llama ban a eso un corazón de oll in. Esta ban convencidos de que todo el mundo tenía un sendero sagrado que nos conduce al pro pósito que nos hemos fi jado en la vida. Para los aztecas dependía de la persona descubrir lo que tenía que hacer en la vida y emplearse a fondo. Creían que si todo el mundo logra ba hallar su pr opósito, aquello que hacía que su corazón latiera más aceleradamente, toda la sociedad conseguiría hallar su ol li n. No se trata ba tan sólo de un afán individual, sino colectivo.
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Oll in conf irma que las pala bras son sagr adas y tienen el poder de ins piramos para cam biar el mundo en sentido positivo. Otr as cultur as tienen pala bras similares que descri ben el conce pto de 'comprometerse' y 'emplearse a f ondo'. K enton W orthington, un cliente mío de coaching y uno de los me jores em prendedores de már ke ting multinivel del mundo, me enseñó que los húngaros tienen una pala bra similar , e gyen sul y (se pronuncia [edgensúi] y significa que uno de be concentrar se a fondo en todo lo que hace, de lo contrario corre el peligro de caer en las tr ampas asociadas a la indecisión y la inercia. Hacer las cosas a medias, sin emplearse a f ondo, lo opuesto de oll in, tiene sus consecuencias. TARDES CON ARTHUR
De vez en cuando, durante nuestr as sesiones de estudio, solía jugar con Arthur a un juego que yo denominaba «confundir al prof esor ». Las normas eran bien simples: yo lanza ba una palabra; si Arthur no logra ba identificar su origen, gana ba yo. Dur ante tr es años no conseguí mi propósito, hasta el día en que mencioné la pala bra ol/in. Arthur me mir ó boquia bierto, con una insólita ex presión de perplejidad. -Es una palabr a azteca -le ex pliqué-. Signif ica 'em plear se a fondo'. -Por fin has logr ado confundirme -r es pondió Ar thur es bozando una amplia sonrisa. Al cabo de unos minutos nuestr a conversación giró en torno a lo que significa 'emplear se a f ondo'. Arthur se recobr ó rápidamente al conectar esa f rase con el tér mino o por tunid ad .
OIlin
Me ex plicó que la raíz de opor tunidad es 'puerto', que signif ica 'la entr ada por agua a una ciudad o lugar de negocios'. Antiguamente, cuando la mar ea y los vientos er an f avor a bles y el puer to se abría, permitía la entr ada a los barcos para comer ciar, visitar o invadir y conquistar . Per o sólo quienes reconocían la entr ada podf an a provecharse del puer to para amar rar sus naves o f ondear en él. Uno no puede «fondear », o sea, emplear se a fondo, ob ser vó Arthur con tino, sin r econocer y a pr ovechar la opor tunidad que lo precede. Ese tipo de acción no es estacionar ia. No es inmutable. Significa avanzar con entrega y resolución. Re so / ver proviene dellatfn r eso / ver e, que signif ica 'soltar '. En este sentido, por e jemplo, utilizamos el tér mino 'disolvente' para describir un líquido que suelta y libera una o más sustancias. Eso es lo que conseguimos en nuestr a vida al o br ar con r esolución: eliminar lo que entorpece nuestr o pr ogr eso. Actuar con r esolución nos li ber a de los grilletes de la indecisión. La pala br a procra stinar proviene del latín pr o, que signif ica 'adelante', y cr astinus , que signif ica 'mañana'. Esta corrosiva f or ma de iner cia engaña a muchos haciéndoles cr eer que 'avanzan hacia mañana'. El pr ogr eso se consigue paso a paso. Pr o significa 'hacia delante', y g re ssus significa 'avance, mar cha'. Cuando progresamos en la vida, avanzamos en nuestro via je. De pronto Arthur , cuya buena racha en el juego de «conf undir al prof esor » había llegado a su fin, me guiñó el ojo y dijo: -K evin, estás empezando a progr esar en tus ha bilidades lingüísticas.
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Un empeño total
Una vez salté de un avión que no corr ía ningún peligro. Me a punté en la Economy Jumping School, donde por 45 dólares y después de unas horas de entrenamiento tienes derecho a volar a 3.000 pies de altura en un Cessna 172 sin puer ta ... y saltar . Me llevé a tres amigos y cuando el avión esta ba en la posición adecuada, los cuatr o nos apr etujamos lo más le jos posi ble de la puerta a bier ta. El piloto ocupa ba el asiento izquier do, y el instr uctor de saltos estaba agachado delante de la a bertur a, dispuesto a llamamos a cada uno por nuestro nom bre. Cuando me tocó el turno, dijo: -Kevin, ha llegado el momento de que saltes. Yo di un empujón a mi amigo, que también se llama Kevin, pero el instr uctor de saltos gritó: -¡ No, tú, el de la cara pequeña y redonda! En ese momento, cuando te deslizas hacia la a bertura, te asomas y contem plas unas parcelas de tier ra marrones y ver des a tus pies, te das cuenta por primera vez de que no van a detener el avión par a que saltes. Estás volando a unos ciento treinta kilómetros por hora y te dicen que a poyes ambos pies so br e una placa de metal del tamaño a proximado de un za pato. Luego tienes que lanzarte f uera y sujetar te al montante del ala. So bre el montante, a un metro y medio de la puer ta a bier ta, hay una línea negra. Te dicen que pr ocur es saltar más allá de esa línea porque, de lo contr ario, te ex pones a chocar con la cola del avión, y todos sabemos lo catastr óf ico que eso podr ía ser . De modo que esta ba su jeto al montante del ala, con los pies suspendidos en el aire, cuando oí al instr uctor de saltos gritar una orden com puesta por una sola pala br a: -¡Salta!
Ollin 199 Durante el cur sillo nos enseñaron que cuando el instr uctor gritara «salta», teníamos que soltamos en el acto del montante del ala, arquear la es palda y empezar a contar: «y mil ... y dos mil ... y tr es mil. .. y cuatro mil ... », y cuando llegáramos a « ... y cinco mil,» se supone que nuestro par acaídas se a brir ía gr acias a la cuer da estática acoplada al avión. Per o cuando el instructor gritó «[saltal», me costó mucho soltar me. De hecho, durante unos momentos imaginé que el avión aterr izaría y yo seguiría sus pendido del borde del ala. Al intuir mi indecisión, el instructor cogió un palo largo con un martillo de goma en un extremo. Nos habían advertido que si nos negá bamos a saltar , el instr uctor nos golpearía en la mano para obligamos a soltamos. Cuando le vi coger el palo, solté el ala. Me olvidé de contar. En lugar de decir : «y mil», gr ité: «¡Ahhhhgggaaaahhggggg! » En esos momentos, cuando te has soltado y estás totalmente concentrado en lo que has venido a hacer , la emoción, el temor y la euf or ia se metamor fosean en una sola emoción. Es una ex periencia increí ble. Luego, al cabo de unos segundos, con suerte tu par acaídas se a br e, como hizo el mío. De pr onto te das cuenta de que ha valido la pena. Estás f lotando en el aire, contemplando el suelo y la tier ra que nunca te pareció tan hermosa. Ves el campo en el que de bes aterrizar; ves la manga de viento que te ayuda a calcular tu ángulo de descenso. Todo pr esenta un colorido brillante y una extr aordinaria nitidez. Ves las palancas del par acaídas que te ayudan a girar. Tras realizar unos giros de 360 gr ados, planeé sin mayor es problemas y aterricé sano y salvo. Al ca bo de unos momentos, el Cessna tomó tierra. Si no hubiera soltado el montante del ala, el vuelo ha bría discurrido de f orma muy distinta tanto para mí como para el avión, y no para bien.
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Actuar con decisión
Aplazar par a mañana lo que podemos hacer hoyes contrario a la natur aleza. Como dejó escrito Iohann Wolfgang von Goethe, el más grande escr itor alemán: «La naturaleza no conoce pausa en el pr ogr eso y el desarr ollo, y castiga toda indecisión». En E l vend edor más g rand e d el mundo , Og Mandino ha bla de un antiguo manuscrito titulado «Actuar é ahora». En un momento dado, comenta: «La indecisión que me im pedía avanzar er a fr uto del temor y ahor a r econozco este secreto extr aído del fondo de todo corazón valeroso. Ahora sé que par a vencer al temor de bo actuar sin titubeos y que la angustia que me atenaza el corazón se desvanecer á. Ahor a sé que la acción r educe al león del ter ror a una simple hor miga». Con f re cuencia el TEMOR no es más que una falsa emoción que par ece real. Tanto el temor al f ra caso como el temor al éxito pueden vencer se avanzando paso a paso en línea recta y con resolución. La resolución siempr e prevalecer á so bre la inercia y la indecisión. Conf ucio, el gran f ilósof o chino, di jo: «Vayas adonde vayas, ve con todo tu corazón». Emplearse a fondo
La f ilosofía de emplear se a f ondo puede ser par ticularmente cur ativa a la hora de definir el éxito personal. Si la medida es oll in , es posible ganar con inde pendencia de cuál sea el r esultado final. El cor re dor y campeón mundial Henry Mar sh er a el indiscutible f avor ito para la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1984 en su es pecialidad, los 3.000 metros o bstáculos. Er a pr ácticamente seguro que su bir ía al podio, hasta que, pocos días antes de la carr era, contra jo un vir us que lo de jó postrado.
Ollin 201 La enf ermedad lo retuvo en cama, y Henr y no podía arriesgarse a tomar siquiera la medicación más suave por temor a ingerir algo incluido en la lista de medicamentos prohibidos para los atletas olímpicos. Guardar cama no es el método más idóneo de entrenar se para la carrera más importante de tu vida. Henr y ha bía dedicado buena parte de su vida a entr enar se para este momento. Tenía treinta años y se halla ba en la cús pide de su carr era de atleta. Lo consider aban el primero del mundo en la car rer a de obstáculos, un recorrido de tr es kilómetros que da siete vueltas y media a la pista con numerosas vallas, obstáculos y fosos. Dur ante las pruebas nacionales, en la concentr ación de la selección par a los Juegos Olímpicos, Henr y ha bía llegado el primero a la meta y por sé ptimo año consecutivo había ganado el campeonato de los Estados U nidos. Si alguien esta ba destinado a coronar su car rera con unos Juegos Olímpicos, ése er a Henr y Marsh. Per o de improviso, en el momento más inoportuno, cayó enfer mo. Haciendo acopio de toda su f uerza de voluntad, se levantó de la cama y ganó dos series clasif icatorias. En la final de los Juegos Olímpicos, después de mantener se en ca beza dur ante siete vueltas, Henry empezó a flaquear . Primer o le adelantó un cor re dor de Kenia, luego un corredor f rancés y, por último, a pocos metros de la meta, le adelantó su compañero del equipo estadounidense. Henry llegó en cuar to lugar, por de ba jo del mínimo necesario par a o btener una medalla, y en cuanto cruzó la línea de meta, se des plomó en la pista, inconsciente, inmóvil. Los técnicos sanitarios se apresuraron a atenderlo. Henr y tardó media hor a en r ecuper ar se y ponerse en pie. Conocí a Henry unos meses des pués de lo ocur ri do, cuando tra ba já bamos juntos en Fr anklin. En el des pacho tenía mer ecida fama de ser una per sona extr emadamente positiva. Su optimismo er a contagioso. Nos hicimos buenos amigos, y mis hijos enseguida empezaron a llamarlo «tío Henr y.» Guardo unos r e-
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cuer dos entraña bles de los viajes de negocios que hicimos juntos, de las vacaciones familiares que compar timos y de los ratos que dedicamos a hacer e jer cicio dur ante la hora del almuerzo. Henryera el tipo que uno querría tener siempre cerca por su tendencia a ver el lado positivo de las cosas. Cuando me enteré con detalle de lo que le había ocurrido durante los Juegos Olím picos, le formulé la pregunta obvia: ¿cómo podía seguir siendo tan positivo después de sufrir un contratiempo tan doloroso? En respuesta a mi pregunta, Henry me co ntó el resto de la historia. Me di jo que mantuvo una char la consigo mismo antes de la final y se prometió que, si se emplea ba a fondo en la carrera, si podía mirarse en el espejo y reconocer sinceramente que no había escatimado esf uer zos, no se machacaría culpándose a sí mismo, al margen del resultado que obtuviera. Ha bía enfermado, pero no podía hacer nada al respecto. Lo único que se ha bía exigido a sí mismo era una entrega total. -Me sentí satisfecho por haberme empleado a fondo -dijo el hom bre que se ha bía desplomado a pocos metros de la meta tras una car re ra durísima. De modo que Henry se negó a machacarse a sí mismo y unirse al coro de personas bienintencionadas que trataron de consolar le (después de aquel suceso Henry reci bió miles de notas y cartas de solidaridad) por lo que consideraban una tremenda mala suerte. Per o para Henry era un tr iunfo, al margen de lo que indicara el marcador . Había partici pado en una carrera y se había em pleado a fondo. Ha bía practicado el al/ in. Se nega ba a o bsesionarse con lo que a algunos les parecía un fracaso. Henry lo consider a ba una victoria personal. Gracias a esta actitud, que mantuvo durante la siguiente tem porada, Henry ganó otro campeonato de los Estados Unidos en la especialidad de 3.000 metros o bstáculos, venciendo, entre otros, al compañero de equipo que lo ha bía adelantado
Oll in 203 y obtenido la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos. Después de lo que algunos considera ban «el mayor disgusto de toda su vida», Henry tuvo su mejor año, en el que alcanzó su o b jetivo personal de correr una milla en menos de cuatro minutos y estableciendo un nuevo récord nacional en los 3.000 metros obstáculos que nadie superaría durante más de veinte años. Su actitud positiva y su costum bre de entregarse a f ondo le han permitido alcanzar el éxito en el mundo de los negocios, donde destaca como entrenador, orador y empresario de márketing multinivel. Las victorias per sonales son las más importantes, las que sentimos más prof undamente y durante más tiempo. Son los triunfos íntimos que no aparecen en los marcadores ni en los informativos de la noche los que definen quiénes somos. Lo que determina el éxito en nuestra vida es el ollin, no la medida convencional de ganar y perder . Si adoptamos eso como def inición del éxito, todos podemos ganar siempre. Jamás retrocedas.
¿Has visto alguna vez a un sur fista a pear se del coche yencaminar se tranquilamente hacia las olas? Cuando estoy en San Clemente, (Calif ornia), donde se hallan algunos de los mejores lugares para practicar el surf, me divier te o bser var a los surf istas dirigir se hacia la playa. No caminan. No trotan. No corren. Saltan. Brincan. ¿Por qué? La r azón es o bvia: están impacientes por llegar, por emplear se a fondo. Nada en la forma en que se encaminan hacia el océano indica indecisión o ambivalencia. No retroceden. No se aproximan al agua con cautela e introducen tímidamente un pie. Per sonifican el al /in.
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Ampliar nuestras zonas de bienestar
Uno de mis antiguos mentor es, [im Newman, autor de Rel ease Your Brak es! (,¡Suelta el freno!') y uno de los pr imeros pioneros en el ám bito del desarrollo y potencial humano -un hom bre que ha tr a ba jado e influido en líderes de pensamiento tan insignes como Denis Waitley, Brian Tracy, Stephen R . Covey, Lou Tice y [ack Canfield- recalca ba la impor tancia de despr endemos de lo que parece ser más prudente y seguro para alcanzar nuestras metas más elevadas. Los lugar es hacia los que gravitamos y tratamos de aferramos los denomina ba «zonas de bienestar ». Todos tenemos zonas de bienestar, cosas que nos hacen estar y sentir bien: ropa cómoda, amigos, comida ... ¿Qué sueles comer en una cena en la que par ticipan varias personas y cada una de ellas partici pa apor tando algún plato? Pro ba blemente la comida que tú mismo has llevado. ¿Por qué? Por que conoces las manos que la han preparado, el sa bor que tiene y que es segura desde el punto de vista higiénico. La ropa que nos hace sentir y estar bien es agrada ble al tacto y cómoda. Cuando corto el césped de mi casa, me pongo una ropa que com pré en Hawái hace veinte años. No es precisamente de marca sino ropa ya vieja y llena de rotos, pero en esos momentos estoy bien, me siento satisfecho de estar cor tando el césped de mi casa con una ro pa cuyo tacto me es agr ada ble y familiar . Buscamos amigos en cuya com pañía estemos bien, y nos alegr amos de rodeamos de ellos, evitando cor rer los riesgos que su ponen formar nuevas amistades. Pero como [im Newman nos enseñó, gran parte de lo que deseamos y buscamos en la vida que tiene sentido y valor se encuentra más allá del límite de nuestra zona de bienestar. Si no estamos dis puestos a aventur amos más allá de ese límite, jamás hallar emos ni poseeremos lo que en realidad deseamos. Jamás r ealizar emos plenamente nuestro propósito. Para alcanzar nuestr os o bjetivos
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y sueños, para experimentar la vida con todo su colorido, para elevamos a las alturas soñadas que conf iamos alcanzar , de bemos am pliar nuestra zona de bienestar . De bemos estar dispuestos a hacer lo que nos resulte incómodo hasta que se convierta en cómodo. Ese avión del que salté en par acaídas me causó un prof undo malestar, y cuanto más ascendíamos en el aire, mayor er a el malestar que sentía. Per o sólo cuando estuve dispuesto a saltar pude descu brir nuevos horizontes y exper imentar una plenitud que jamás habría exper imentado de haber permanecido en el interior seguro de ese avión. Nos arriesgamos ... nos esf orzamos ... nos expandimos ... nos empleamos a f ondo. No dudamos ni vacilamos. No hacemos las cosas a medias. Nos lanzamos de ca beza. Nos sumergimos en la acción. Aquellos que practican el oll in y am plían su zona de bienestar no abor dan la vida como espectadores. Saltan al terreno de juego y partici pan en él. Asumen el control de su vida. En lugar de considerarse ter mómetros que dependen del entorno exter ior , se consideran unos ter mostatos, ca paces de regular y controlar el entorno que les rodea. Viven las pala bras que escr ibió la poetisa americana Ella Wheeler Wilcox: « No hay azar, destino ni suer te capaces de bur lar , entorpecer o dominar la fir me resolución de un espíritu determinado». Dar un gir o r adical para luego emplearse a fondo
En ocasiones, para em pleamos a fondo de bemos dar antes un giro radical. Ello significa abandonar la patología que nos mantiene pr isioner os y coger el timón de nuestra vida, por descontr olada que esté, con fir me e inmuta ble decisión. Nadie ti pifica mejor la capacidad de dar un giro radical a su vida como mi f uer te y tenaz amiga Julia Stewart. Julia creció en
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un ambiente hostil de bido a las incesantes peleas de sus padres. Sus reiterados intentos de remediar la situación resultaron inútiles, y las visitas de la policía a su casa er an constantes. La escuela, que para ella ha bía sido un santuario, se convirtió en un avis pero de r umores que la herían y humilla ban. Al volverse la vida en su casa cada vez más violenta e insuf rible, Julia decidió hacer algo drástico antes de que alguien murier a. El ter re moto que necesita ba par a huir esta ba a su alcance, de modo que una noche tomó un auto bús y a bandonó su hogar . Des pués de pasarse tres días dándole vueltas al asunto, Julia regresó con una visión más clar a del pr oblema y solicitó y o btuvo ayuda para sus padres, a los que quer ía mucho. Pese a ser joven e impresiona ble, Julia decidió no dejar que sus circunstancias contr olaran su vida. Decidió rom per con el sufrimiento y el victimismo, pues en su f uero interno sa bía que existía otro modo más positivo de vivir y resolver la situación. Esa decisión cam bió el curso de su vida: volvió a casa y concluyó sus estudios en el instituto; se puso a tra bajar como camarera en una crepería y se costeó sus estudios universitar ios y, al aca bar los, regr esó al negocio de la restauración y se convir tió en una de las ejecutivas más admiradas y res petadas del sector. Julia es ahora directora general de HOP, la empr esa madr e de esa pequeña crepería donde le dieron su primer tra bajo, y Applebee's, la mayor cadena de restauración informal del mundo. Su estilo de liderazgo es legendario. Julia tiene muy en cuenta a sus em pleados con los que siem pr e es muy receptiva a sus necesidades. Sa be que en la vida no se tr ata de lo que te ha ocurr ido, sino de cómo utilizas lo que te ha ocurr ido. Sa be que si uno se atreve a dar un giro radical, después podrá em plearse a fondo. OU in nos ofrece el medio de escapar de una situación negativa. Uno no puede vencer el a buso o la adicción a las drogas, la o besidad o el endeudamiento sin hacer un cambio radical. No
puede hacer un tímido intento. Tiene que em plearse a fondo. Sea lo que sea, cuando uno decide la dir ección que desea seguir , tiene que entregarse a ello con todo su cor azón, su voluntad, su mente y sus f uerzas. El ollin no es algo que uno practica a ratos o que hace de vez en cuando o siempre que le conviene. Es algo que se practica cada día. Es un há bito, un há bito vital que pr oporciona unas r ecom pensas extraor dinar ias. H ábit o , según aprendí del maestro de las pala bras, proviene del latín habitus, que signif ica 'vestido' o 'traje'. Un há bito no es algo que uno hace, sino algo que uno tiene o posee, algo que antaño uno se ponía cada día. Si no puedes caminar, puedes nadar
Un día, en ese sendero junto a la playa por el que me gusta pasear y observar a los apasionados surfistas, al do blar una esquina estuve a punto de llamar a la policía con el móvil. Tuve la impr esión de ver a un narcotraficante arrojar un cadáver al mar . Allí, en el agua salada, donde la mar ea se une con la arena, contemplé incrédulo a un hombr e sacar a una mu jer de una silla de r uedas, arro jarla al agua y retr oceder hacia la orilla empujando la silla vacía. Pero antes de que yo pudier a reaccionar, el hombre cor rió a reunirse con la mu jer que esta ba en el agua y em pezar on a nadar juntos mar adentro. Los obser vé como hipnotizado mientras se dirigían a nado hacia el extremo del muelle de San Clemente, a proximadamente a unos quinientos metr os de la orilla. De vez en cuando veía asomar a través de la su per ficie sus aletas, iluminadas por los rayos del sol. Decidí aguar dar a que regr esaran a la or illa para conocerlos, sin imaginar que tendría que esperar un buen r ato. Dur ante más de una hora el hom bre y la mu jer surcaron las olas del océano,
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hasta llegar al extr emo del muelle, tras lo cual regresaron. Nada ban con movimientos potentes pero metódicos, como si no tuvieran prisa alguna. Por fin regr esaron a la or illa, y obser vé al hombre encaminarse a través de la ar ena hasta donde ha bía de jado la silla de ruedas (que tenía ruedas hinchables) y volver a empujarla hasta la or illa, donde se r eunió con la mujer , que había concluido su baño en el mar , y con la misma per icia con que la ha bía depositado en el agua salada, la ayudó a instalar se de nuevo en la silla. A continuación el hombr e condujo a la mujer sentada en la silla de ruedas hacia el sendero de la playa. Tr as acercarme y pr esentarme, tuve por fin la oportunidad de conocer su historia. Dijeron que se llamaban Richard y Mar y y me contar on que venían casi todos los días a nadar en esa playa. Según me contaron, el motivo de la silla de ruedas, y la poco ceremoniosa entrada de Mar y en el mar, se de bía a que hacía dos décadas los médicos le habían diagnosticado escler osis múltiple, una enfermedad que incapacita atacando el sistema inmunológico y que hace que los músculos se atrof ien pr ogr esivamente. Pero aunque Mary no pudier a andar con facilidad, podía flotar sin mayor es dificultades. Siempr e ha bía sido buena nadadoni. y la natación era su de por te f avorito. En el mar, su esclerosis múlti ple no podía detener la. Lo más complicado er a introducir la en el agua. Ahí inter venía Richard. Er a el taxi acuático de Mary. Richard me ex plicó que Mar y y él lleva ban más de diez años viniendo a esa zona del muelle par a nadar , y que había aprendido a depositar la con cuidado en el agua, a poca pr of undidad, em pu jar de inmediato la silla hasta dejar la a unos metros de la or illa y reunirse luego con Mar y par a ayudar la a orientarse y nadar con ella alrededor del muel le. Richard me aseguró que yo no era la primera per sona que había presenciado la insólita botadur a.
Ollin 209 Para R ichard y Mary, el baño en el océano constituía una parte importante de su vida. Hacía que el cuerpo de Mar y se mantuvier a activo, según me explicó ésta, contribuía a mantener su escler osis múltiple ba jo control y estimula ba su energía. Además, hacía que Richard se mantuviera en contacto con la mujer que amaba y de paso se obligaba a hacer un ejer cicio que también le convenía. El hecho de que una ola les hubiera derr ibado en su vida no les ha bía impulsado a refugiar se en su hogar segur o, corr er las cortinas, meter se en la cama y permanecer allí. No se habían convertido en víctimas. Ni Richard ni Mar y esta ban abonados a la auto compasión. - No podía quedarme todo el día encerrada en casa y llorar cada noche hasta quedarme dormida -me dijo Mar y-. Creo que todos tenemos una misión, y no esta ba dispuesta a dejar que eso me impidier a cumplir con la mía. La res puesta de Mar y y Richard al pr oblema de la esclerosis múltiple no f ue rendir se, sino entr egar se con más empeño que nunca. Se nega ban a ser unos meros es pectador es. El aire complacido que mostra ban al dar por finalizado su su baño cotidiano en el mar refle ja ba una satisfacción y deleite con la vida que sólo ir radian las per sonas que están f irmemente empeñados en vivir con plenitud. Las pala bras ollin y pa sión constituyen dos caras de la misma moneda. Son compañeros, unidos inexor ablemente. Juntos producen unos r esultados asombrosos. Cuando elegimos aquello por lo que estamos dispuestos a sufrir, y lo que estamos dispuestos a hacer para alcanzar nuestros deseos, el mundo se a br e ante nosotros. Como sabían bien los antiguos aztecas, cuando te sacude un terr emoto tienes que mover te sin dilación. Tienes que practicar el ollin.
11 Integridad
V ivir una vid a íntegra empie za por hacer y cumpl ir promesas, hasta que toda l a per sonalidad humana, los sentid os, el pen samiento , los sentimient os y l a intuición quedan int e gr ado s y ar moni zad o s. STEPHEN R. COVEY
Aca ba ba de poner la cazuela de gachas de avena sobre el fuego de la cocina cuando oí que el teléfono sonaba en mi despacho. Cuando regresé a la cocina, después de atender la llamada, compro bé que las gachas se ha bían quemado y la cazuela esta ba chamuscada. Mi hi ja de once años, Sharwan, que era la encargada de lavar los platos ese día, me miró preocu pada. -No te preocu pes por la cazuela -le dije-o Yo la he quemado y yo la lavaré. Tú f ri ega los demás cacharros, y esta noche me ocuparé de dejar la cazuela bien limpia. A la mañana siguiente Sharwan entró en mi ha bitación con la cazuela chamuscada y expresión perpleja. ---':'Papá, me prometiste que la lavarías -dijo-o Estás escri biendo un libro sobre palabras, pero tú no has cumplido la tuya. La acusación me dolió como sólo una acusación ingenua puede hacer lo. ¡A sa ber cuántas veces ha bría prometido algo sin pensar lo y ha bía defraudado a la otra persona! Me discul pé y lavé de inmediato la cazuela. En ese mismo instante. No esperé al día siguiente. Hice lo que habr ía hecho cualquier padr e que ha bía metido la pata: me levanté de inmediato y lavé la cazuela, decidido a que la próxima vez cum plir ía mi pala bra. Esta ba claro que de bía esmerarme en mejorar mi integridad.
Entero y completo
Pocas pala bras encierran un significado más profundo que integridad . La definición moder na y po pular es 'ser honrado y creer en unos firmes principios morales', pero sus raíces son más hondas.
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Int e grid ad viene del latín int e g er que, como el lector recordará de las matemáticas elementales, se r efier e a un número entero. La integr idad de nuestr a pala bra significa que nuestra palabra es 'entera' y 'completa'. No es sólo una parte de nuestra pala bra. No es una fracción de nuestra pala br a. No es dos tercios, ni tres cuartos, ni nueve décimas de nuestra palabra. No es 'entera' y 'completa' sólo a ratos. Ser enteros y completos con nuestra pala bra significa vivir el cien por cien de nuestr a palabra, el cien por cien del tiempo. La integridad auténtica es el rasgo más raro. No se alcanza ni se mantiene con f acilidad. Es una cualidad muy admirada que aporta un extraordinario mér ito y valor a nuestra vida. Uno de los mayor es elogios que pueden hacemos es el de consideramos «una per sona absolutamente íntegra.» Sine cera
En la antigua Italia, los escultor es poco escrupulosos oculta ban los defectos de sus obras llenándolos de cera, presentando unas escultur as que no eran lo que parecían ser . La cera al poco tiempo se derretía o des pr endía, r evelando el defecto tanto en la obra como en el artista. Los artesanos auténticos empezaron a identificar sus obr as gr a bando en todas ellas unas palabras en latín: sine cer a. S ine es 'sin', y cera significa 'cera'. Una escultura 'sincera' er a una o bra hecha 'sin cer a'. El sello de autenticidad tranquiliza ba a los clientes con r es pecto a su adquisición. Vacuo o sagrado
Cuando nos sentimos cómodos con quienes somos, dejamos de sentimos incómodos sobr e quienes no somos. Cuando honra-
Integridad 217 mas la promesa que nos hacemos a nosotros mismos y a otros estamos en sintonía con la creación. Cuando estamos en sintonía con nuestra pala bra, creamos una vida de abundancia y plenitud. Cuando estamos en sintonía con nue str a pala bra, estamos en sintonía con el mundo. Las palabras de William Shakespeare resuenan con un eco intemporal: «Ante todo, debemos ser sinceros con nosotros mismos, de lo que se deduce, con meridiana claridad, que no debemos ser falsos con nadie». Cuando tratamos en vano de engañamos, comprometemos y complicamos quienes somos, y al hacer la nos conver timos en una fracción de lo que podemos ser . Int e g ridad significa 'llevar una vida íntegr a'. Es una integridad que a porta las bendiciones de la simplicidad y la ar monía a nuestr a vida. Bend ecir es 'consagr ar ', es decir , 'hacer sagrado a algo o alguien'. Cuando somos íntegros nuestro sendero deviene un sender o sagrado. Por el contrario, cuando no somos íntegros, nuestr o sendero deviene un sendero vacuo, vacío, f alto de contenido. Nosotros también devenimos vacuos cuando elegimos ser sólo una parte de quienes somos en realidad. Un gigante
Uno de los auténticos gigantes de mi vida fue mi jef e de ex ploradores, Lester Ray Freeman. Medía apenas un metro cincuenta de estatura, y aunque a los doce años, cuando yo er a ex plorador , ya era mucho más alto que él, la importancia decisiva que Ray tuvo sobr e mi vida no puede medirse con una simple regla. Ray, el jefe de ex ploradores, organizó el primer seminario de desarrollo humano al que asistí. No lo organizó en el salón de baile de un hotel o en la sala de juntas de una cor poración, sino
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en su entorno f avorito, al air e li br e. Ray me enseñó a sobrevivir y cuidar de mí mismo cuando estaba expuesto a las fuer zas de la naturaleza. Me enseñó a fí jarrne una meta, a apuntar hacia un objetivo y ayudar a otros a hacer otro tanto. Ante todo, Ray encarnaba con claridad cómo sentir se satisfecho de quien eres y quien esta bas destinado a ser . R ay nació con unas extr emidades des pr oporcionadas, una condición genética que hizo que los huesos de sus brazos y pier nas fueran más cortos y gruesos de lo normal. Por eso su estatur a no se desarrolló con nor malidad. De niño solía ser o bjeto de bur las y Ray se r ef ugia ba a menudo en la naturaleza. De joven solía pasar cada año unos días en las montañas con su padre, que era pastor , ayudándole a cuidar del re baño de ove jas. R ay era un entusiasta del air e libr e, pues los grandes es pacios abier tos renovaban su es pír itu y restituían su autoestima. Vivía las trascendentes pala bras de Iohn Bur roughs: «Me acer co a la natur aleza par a que me alivie y me sane y par a poner en orden mis sentimientos». Aprendió que la madre natur aleza, como observó Burroughs, enseña más que predica, ya tr avés de una profunda obser vación compr endió que todas sus cr eaciones son únicas y singular es, que no existe un molde per fe cto. Mientras Ray seguía al rebaño y se movía a tr avés de la naturaleza, la naturaleza se movía a través de él. En su alma penetr ó la sensación de formar parte de los gr andes es pacios a bier tos y una ace ptación incondicional. Su santuario en las montañas sirvió para enseñarle que la naturaleza no excluye a nadie, y esta per ce pción le per mitió descubrir su auténtico yo, ser quien estaba destinado a ser . Su peregrina je anual al monte continuó después de convertirse en jef e de ex plor adores, pues conocía de primera mano los beneficios sanador es de la madr e naturaleza. Sa bía que el hecho de salir al exter ior nos ayudar ía a nosotros a entrar; al igual que Ray se había encontrado a sí mismo en sus momentos íntimos
Int eg ridad 219 de soledad, nosotros también nos encontr aríamos a nosotros mismos. Ray nos tr ataba con tal res peto y dignidad, que todos le admir á bamos y considerábamos un gigante pese a su corta estatura. Tr a baja ba de albañil en una fábr ica de acer o. Sus br azos cor tos y musculosos er an tan fuertes como el de cualquier hombre que he conocido. Sus compañer os le llama ban Tapón , un a podo que él ace pta ba sin r encor. -Uno de be vivir con lo que tiene -recuer do que nos decía-. No tiene sentido llor ar y deses per arse por lo que no tienes. No sirve de nada. Yo no tengo las piernas lar gas. ¿Y qué? -solía decir . R ay sonr eía y decía que er a el único empleado de la fá brica que no tenía a bolladuras ni arañazos en su casco. -Sé tú mismo; no trates de ser otra persona -nos decía-o y conf ór mate con eso. Yo nunca he tratado de ser otra persona distinta de la que soy. R ay coloca ba siempre el listón un poco más alto para mí y el resto de ex plor ador es de nuestro grupo. Me enseñó que yo podía hacer y ser más. Había leído en alguna par te que en los Estados Unidos los bo y scouts apar ecían clasificados en una lista que enumera ba a los cincuenta primeros grupos. Nos dijo que nosotr os podíamos figurar en esa lista si nos empeñá bamos, y al ca bo de un año nuestra pequeña banda de pillos alcanzó el puesto cuar enta y siete en el país dentro de nuestr a categor ía. Ser quien eres Durante más de un cuarto de siglo le perdí la pista a R ay. En el ínterin, emprendí mi carrer a y fundé una familia. Un día, mientras pensa ba en las personas que habían causado el im pacto más
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EL PO PODER DE DE LAS PALABR PALABR AS AS
pr of of undo undo en mi vid ida, a, su nombr e apareci apareció en la ca b bez ezaa de la li lissta. Me pr egunt guntéé si aún aún vivía vivía y deci eciddí trat tratar de locali lizar zar lo. Ll Llamé amé p paar a inf orm rmaar me me de su para araddero en en la ciud iudaad en la que R ay ay solía residir. residir. Uno noss segundo segundoss desp espuués de conseg conseguuir su númer númer o de de teléfo éfono no,, ll llaamé y me res pondi pondióó el e l co conntes testtador aut a utomá omáttico. Dejé un mensaje. Al Al día dí a si s igui uieent ntee, mi esp espoosa Sh S herry se acercó corr iend ndoo con el el te telléf ono ono ina inalámb mbr r ico y di jo jo r esoll esollan anddo: =-Es =Es tu tu jefe jefe de expl exploradores oradores,, R ay ay Freem Freeman, el tipo del que me has ha bl blaado des esde de hace hace veinte años. años. Me ap apres resuuré a acercar me el te telléfono a la oreja. oreja. Sintiendo qu que el cor co r azón azón me latía acel acelera eraddament nte, e, me acl aclaré la garganta y salud sa ludéé al hom b bre re qu quee me ha b ha bía ía en enseñado a hacer cosas qu que ni yo sospech sospecha b baa qu que pud p udiera iera hacer . Oí la reson resonant ntee voz de Ray al a l otro lado del hilo hilo tel telefó efóni nico co.. ¡Kev Keviin Hall! Hall! ¿Cómo ¿Cómo est estás ás?? -Peer f -P fectament e ctamente, Ray -res p poond ndíí-o Me al alegro mu mucho de qu que me hayas ll llama amaddo. Ha pasad pasado tanto tiemp tiempoo qu que decid decidíí tratar de locali loca liza zart rte. e. ¿Dón Dóndde vi vives ah ahora? R ay ay contes testtó con con una una son sonor a carcajad carcajada. -¡Do ¡Donde nde he vi vivid idoo siem p pre, re, Kevin, hijo mío! ¡En la misma call ca lle, e, la misma mi sma casa en la qu quee he vivid vivido dura rannte los últ ltimos imos cu cuare arennta y cin cincco años!! años Era el el R ay ay de siem siem pre. El El auténtico R ay. ay. No ha b bíía camb cambiiado en a b bssolut uto. o. Sa bí bíaa qui quién én era y dónd ndee esta b baa. Quedaamos en vemos en Qued en su casa. Uno Unos dí días as más tar de, cuand cuando me acer ac er qué qué a ell ella, a, com com pro b béé qu quee circ rcul ulaa b baa por la mi misma sma call callee p por or la qu quee ha b bía ía p pasado asado en en bicic bicicleta ce centen ntenares ares de veces y sent se ntíí unas em emoc ociiones quee me result qu resultaban aban famil familiares iares.. Aquí quí,, en e n la l a casa de Ray, ha bí bíaa pasad pasado un sinnfí si fínn de horas p per er f feccionand e ccionandoo las ha bili bilida daddes necesa ecesar r ias ias p para ara connver tirme co tirme en en un Eag un Eag l le Scou Scout, el gra graddo más ele eleva vaddo en la organi organización zación de boy sco scouts en los Est Estados Unidos. Cu Cuand ndoo ec echhé a and ndar ar por el el cami ca mino no de acceso a la la casa, los
I ntegridad ntegridad 2211 22 r ecu ecuer dos af loraron a mi mente ente.. R ecord ecordéé a Ray navegan aveganddo en un bote junto ju nto a mí, por si me conge congela b baa durante la mill llaa qu que debía hacer a nado; nado; a Ray ent entran randdo en nu nuestras tiend tiendas de campaña cad cada noc ochhe p para ara cerciorarse de qu que está b bamos amos b bien; ien; a Ray cuidand cuida ndoo de mí cu cuando me pillé pil lé la mano en la pu p uer ta de un cami camión y casi casi caí en est estado de s de shhoc ockk en un ca cam m pamento en la cima de una mont montaña. Neva, su esposa du durante cincuenta años, me abrió la pu p uerta y me hizo pasar . Cuando entré en su su moddes mo estta casa, se me ocur ocur r ri ó que p pare areccía mu muccho más p peequeña que cuando yo era un niño. Ray estaba sentado en el rincón, exhibi exhibiendo aún su gigantesca personal personalidad, suj ujetando etando al algo con su sus muscul musculosas manos. Tras levantarse y sal sa ludarme con un f uerte apretón de ma mannos, me enttregó, con una sonrisa de oreja a oreja, una preciosa escena de la en natu tura ralleza qu quee había tall tallado ado en madera. madera. Nada más lógi ógicco, pensé, qu que el el hombre que sa b bía ía tallar y mol mo ldear con delicadeza las arist aristas de los chicos a su su cargo hiciera ah ahora lo mismo con unos toscos pedazos de madera. -Toma, Kevin. Kevin. Es para ti -dijo con ojos chispeantes. -No pu puedo aceptad aceptado, Ray. De b bes es de ha b ber er tar dado mu muchas horas en tall tallado ado -protesté. -protesté. Ray ladeó la cabeza y dijo al alegremente: -Lo que me so b bra ra es tiempo. Es lo único que puedo dar. Anda, acépt acéptalo si no quieres herir mis sentimi sentimientos. Acepté hu hum mil ildemen dementte el rega regallo y me se sent ntéé en el el sofá jun junto a la estuufa en la qu est quee ardían unos leños, en en esta pintoresca sala de estar de la casa qu que Ray había construid construido tabl tabla a ta bl blaa con sus propias man manos. os. Juntos recor recor damos damos los más de veint veinte años en que que ha h a b bía ía e j jeer cido cido de jefe de expl exploradores. Le recordé qu q ue solía ocul ocultarse tarse detrás de los matorral matorrales para asustamos y rociam rociamoos con agu agua, y despertamos por las mañ mañanas rugiendo como un oso oso.. -No es cul cul pa pa mía -protestó Ray-. Creo qu quee nunca me hice adul adulto. to.
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EL POD PODE ER DE DE LAS PALABRAS
Me indicó indicó qu quee entr entr ar a en el cuart rtoo de in invitado itadoss que utiliza utiliza b baa com comoo des p pac acho ho.. A brió un ca ca j jóón de de su su me messa y dijo: -Aqu quíí est están los los hi hisstori toriaales de todo doss los chi chiccos qu quee p pasaro asaronn por mi gru p poo de de ex plorado ploradores res.. Le mir é, é, in incré crédulo dulo.. -¿Quéé? Pasa -¿Qu Pasaron ron centena centenar es es de chi chiccos por tu grupo de de ex pl ploor ador es. es. ¿Es possibl po iblee que cons conserves los hi hissto tor r iales iales de todos? -Co Connservo el el his histori toriaal de de todoss y cad todo cada uno -r es es p poond ndió ió R ay-. ay-. Anoté en en ellos ellos cada o bj bjeetivo, cad cada progreso, cada cada hi hito im port portaant ntee en en la la vida vida de ca cada da uno uno de esos chi chiccos os.. Rayy tom Ra tomóó uno de de los últimos últimos de la pil pilaa y dijo ijo:: -Aquí tieenes tu his ti histo tor r ial, ial, Kevi Kevin. n. En su int nteeri rioor ha b bía ía un dibujo dibujo qu quee yo ha b bía ía hec echho de ni niño ño.. Una pr p r ue b baa empíri empírica ca de qu quee R ay ay Freeman Freeman me ha b bía ía acom p paañado dur ant ntee todo el e l ca camino. mino. Sa Sa bí bíaa qui quién én era yo yo, hacia dónde debía debía ir y lo que que de b bía ía hacer . Era el el desc d escub ubr r ido idor de del se sennde der r o por excel excelencia. Dur ant ntee los veint veintee años en en que que ha bí bíaa e j jerc ercido ido el cargo cargo,, ha ha b bía ía vi visto a más más de cu cuatro doce ocennas de chi chiccos co connvert vertir ir se se en Eag l le Scout s , un núme número pro rodi diggios osoo par a cualquieer jefe cualqui jefe de ex plor ador es. En mi é po poca ca de boy scout scout R ay ay Freem Freeman me m e en e nse seññó cu c uant ntoo yo de b bía ía sa b ber er so br e la int nteegr ida idad. Me enseñó a tra baj bajar ar en equip quipoo, cumplir mi palla br a, pa a, est estar pr e p para araddo, reso resollver p pro ro bl bleemas e inn innoovar junto junto co conn otro tross. Cuando a b baandon ndonéé la casa de R ay ay y sub subíí al al co coch che, e, R ay ay se des pidió de mí agit ag itan anddo la mano des esdde el el porc porchhe. Detr ás ás de él él es estta b baa su su es po posa, sa, qu quee era un pa p almo más alt a ltaa, y al al ig igual que que cu cuand ndoo yo yo era un niño, niño, me sorp so rpre rend ndió ió de nu n uev evoo la l a estatur es tatur a de R ay. ay. Oc O cur ría ría siempr s iempr e: después después de habl hablaar con él durantee cin durant incco minutos, minutos, ya no te dabas cua cuant ntaa de qu quee R ay ay no era pr eci ecisa samente mente el hombre hombre más alto del mundo, mundo, sin inoo qu quee te tennías la senssac sen ació iónn de de qu quee er er a un un giga gant ntee. Echhé un último vistaz Ec stazoo al ho h omb mbre re más ínt ínteg egro ro que ja jamás ha bía conoc ocid idoo y r ecord cordéé que cua cuand ndoo mi miras ras a un unaa p pers erson onaa ínt ínteg egr r a, a,
Int e gridad 223 lo que que ves si siemp mpre re es la rea realidad. R ayes ayes tot totaalm lmeente cohe coher ent ntee siendo quieen es. Es un hombre ente qui nter r o, o, aut utéénti nticco, completo ompleto.. Íntegro. No es de extr ex tr añar que vier a int integr egr idad idad en todas las pe person rsonas as qu quee le rod rodea b baan. Osca scarr Wilde Wilde lo ex pre pressó de de form formaa magi gisstr al: «Sé tú mismo. Los demás dem ás ya est están cogido idos» s».. Todo en su lugar
El le l ema de lo loss bo y y s scouts couts es «s «siiempr e li lisstos os»». Lo L os f ranceses ranceses ti tieenen una un a ex p pres resiión similar, mis misee en pl p l ace ace qu quee si s igni nif f ica 'coloca ocarr ca cada da cosa en en su sitio itio''. Cuando los los chefs f r ranceses a nceses se dis dis p poonen a pr e p parar arar un unoo de sus platos plat os embl mblemá emáti ticcos, no co com mie iennzan has astta no ha b beer r eunido to todo doss lo loss ingr edi dieent ntes es e in insstrum trumeentos que que neces esit itaan. To Todda la coci cinna está or gani ganizada zada:: las es p pec eciias, lo loss cuchillo cuchilloss adec ecuuados, los utens tensili ilios os de cocin coc inaa, las tazas de medir . Jamás impr ovi ovisa san. n. To Todo do es esttá p peerf ectam ctameent ntee meddido y di me diss pu pues esto to de f or ma ord ordeenada p paar a qu quee, cu cuaando lleg lleguue el momento de de pon poneers rsee mano manoss a la ob obra, ra, est estén lis listo toss para hacer hacer la. la. Con Conoce ocenn la importanc importancia de cada elemento y sa b ben en lo desas esasttr oso qu quee es omiti omitirr algún deta detalle. En la vid ida, a, lo loss p pr r oble oblemas empi mpieza ezann cuando no es esttamo moss lis isto toss ni tenemos p pre re p paar ado lo que ne neces esit itaamos utili utilizar zar . Cuando no es estamo tamoss lissto li tos, s, de b beemo moss p pr r eparamos eparamos p para ara el el f r racaso a caso. Cuando Cuando hace hacemo moss la lass co cosas a media dias, s, cuando c uando toma tomamo moss un ata jo o tratamo tratamoss de sa sali lirr del pas p asoo sa bi bieendo que nos nos falt faltaa un unaa pi pieza eza o hemos omitido omitid o un elemen ento to,, no noss ex ponemo ex ponemoss a f rac racasa sar r . ¿Cuánt ntos os ata jos hemos tom tomaado que que nos han ahorrado r ealmente ealmente tiemp tie mpoo? Si Sinn embargo el mundo está ll lleeno de promesas promesas y at ataj ajoos sup upeer fici ficiales. Un dí d ía, al pasar p asar fren frente a un quiosco de prens prensa, me f ijé ijé en estoos titula est titulares res:: «¡Sald ¡Saldee su s us deud udas as en e n 3 mesesl sesl»», «[Pierda ba barrig rrigaa en e n 12 12 de bell belleza eza de 10 10»», «¡Recupe ¡Recuper r e su días as!!», «Un plan de
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EL PODE PODER DE DE LAS PALA PALABR BR AS AS
salud y ene salud ener gía en e n 1 hor a!» «¡H «¡Hága ágasse ri rico co en e n poco p oco titier revvista er npo npol» Una re de go gollf pr ometía tía:: «¡P ¡Perfecci erfeccion onee el e l go goll pe pe con c on ef ect ecto a la der ech echa en 10 segundo seg undoss'» Esa cont ntaamin minac aciión de sup upeerfi rficia ciallidad es esttá por doqui doquier, er, anun nuncciando reme remedi dios os mil milagrosos agrosos y un unaa grati gratificació ficaciónn ins instant ntáánea ea.. Eclip lipsa sa las lec lecciones simpl simples, es, cl claras y sil sileenciosas de la natu natura ralleza eza.. La nat atuura ralleza no toma ata j jos os.. No se salt ltaa las esta tacciones. No ofrec ofrece un unos os resul resulttad ados os insttant ins ntááneos. Para pod poder cosec cosechhar hay hay que sembrar sembrar . Es un unaa r egl egla qu quee no admi dmite te ex excepc cepciiones. Desdde lu Des luego, ego, es tent ntaador o bt bteener lo l o qu quee desea eseamo moss en en el momento momento en en quee lo desea qu eam mos os,, pe per r o eso no es in integr tegr idad idad.. La int integr egr ida idad es la suma de toda dass las p par ar tes es,, y los atajos no co compr mpr end ndeen todas las partes. La int ntegri egriddad es un unaa com b binac inaciión de ti tiem em p po, o, esf uerz erzoo, co cohherenc erencia ia y r esolu esolución. ción. Una vid vidaa ínt ntegra egra signi significa fica tam bi biéén aceptar y a b brazar razar la ay ayud udaa, el a p poyo oyo p pssico collógico y el el co connse j joo de los demás ás.. En tec tecnnología, un circui circuito integraddo com b integra bina ina todo todoss los compon componen enttes necesar ios en un un elemento ento.. Cuando co connec ecttamos con con otr os os y comp compar ar timos timos nuest nuestros pun punto toss f uer tes, creamos un circ circuuito int integra egraddo que recorre nu nues estr tr a vid vida. Juntos podemos hacer mucho
Un ejempl ejemploo de ci circ rcuito uito integrado hum humaano es el el equip quipoo formad formado p poor paadre e hijo de Patr ick p ick Iohn Hu H ughes y Patr Patr ick ick Hen Henry Hu H ughes es.. Co Cono noccí a los dos Pats en en el circ rcuuito de oradores. oradores. Pattr ick Pa ick He Hennry Hughes nac aciió sin o j jos os y con un tensam samiien entto en las ar tic ticula ulacciones qu quee le im p pedía edía est estirar los b brazos razos y las piernas ernas.. Ciego y minusv minu sváálid lidoo, el chi hico co no p no paare recía cía tener un gra grann f utur utur o. Pero cu cuando f ue lo b bas asttant ntee mayor mayor para qu quee lo sent sentara arann en la b ban anqu queeta del pia ianno del sallón de los Huh sa Huhges, ges, su sus p paadres desc escub ubriero rieronn al algo go asombr asombr oso: oso: el el niño, quee a la sazón tenía un año, er qu er a
Integ ridad Integ ridad 225 ca p paz az de tocar tocar una unass melod melodías ías casi casi al ins instant ntee de haberla haberlass escuchado escuchado.. Lo quee era aún qu aún más pr odig odigioso oso:: un año má máss tard arde, e, a la ti tier er na na edad de dos años, el el niño toca toca b baa las pi las piezas ezas qu quee le pedían. A parti partirr de entonc ntonces es Patric atrickk y Pat atr r ici icia Hugh ughes es dec ecid idie ieron ron propor cion ionaar a su s u hijo todas todas la lass oportunid oportunidaades es p paar a qu quee de dessarro rroll llaara su tallent ta ntoo mu mussic icaal. Cuand ndoo Pat Patric rickk se gradu graduóó en el ins institut tutoo de su ciud iudaad nataal de nat de Loui Louissvill villee (K entu ntuccky), su fa fam ma ya ya le prece le precedí díaa, y el el direc director tor de de la ban b anda da mus musical de de la la Uni nivers versid idaad de Lo Loui uisvi svill llee le of r reci e ció un pue puest stoo en en la missma. mi Patrickk se si Patric sinti tióó hal halaga agaddo de qu quee le pidi pidiera erann que f or mar a p paarte de la banda, banda, y a la vez vez desc esconcertado oncertado.. -¿Có Cómo mo vaya mar char al so sonn de la mús música? - pr pr egunt eguntó. ó. Ah Ahí f ue dondee intervino su pa dond padre. El dir ector ector de la b baand ndaa id ideó eó un unaa solu so lucción par pa r a que Patr ick ick toca car r a la tro romp mpeeta sent entaado en su sill illaa de ru rueedas das,, mi mieentra ntrass su padre le condu conduccía alre reddedo dorr de dell terr eno eno de ju jueego. Padre e hijo se con convirti irtieer on en un mieembro bicé mi bicéf alo de de la band bandaa mu mussica call de Lo Loui uisv sville. ille. Ca Cadda vez qu quee ha b bía ía un par tid idoo, ocup cupaa b baan su lu luggar co cor r res res p poond ndie iente nte,, al igua igual qu quee lo loss dem demás ás inteegrante int grantess de la b baand ndaa. El es p peectác tácul uloo que dos dos p perso ersona nass podí podíaan dar actuand ndoo co como mo una una sola sirv rviió de in inss pira piracción a todos todos.. De Dess pu pués és de los los paartido p rtidoss, Pa Patri tricck r eci eci bía bía tant ntas as f eli liccit itaci acion ones es de los hin hincchas, qu quee cor r rían í an a ch chocar lo loss cin cincco co conn él, com comoo los los f utbolis utbolistas. Tocar Toc ar en la la b baanda mus musica call no es es el el únic único lo logro de de Patr ick . Sus pa padr es es le ha han ofrec ofrecido ido todas todas la lass oportun oportuniidade dess que po podí díaan para ay ayud udar ar le le a ha hall llar ar su camino y p pr r opós opósito en la vida ida.. Patr ick ha inte interpret rpretaado su mú mússica en esttadios como es como el e l Gr and Ole Opry Opry de de Nas Nashhvill illee y el Ken Kennnedy Cente Ce nterr de Wasshi Wa hing ngton ton y ha esc escr ito un libro ibro,, I Soyy po pote tenncial'), en e n el I A Am m Pot ential ential ('So quee narra con todo de qu detall llee la sa sati tissf acción acción que ex ex p per er imen imenta ta al po poder ex pre presa sarr sus don dones es.. - No No tengo un unaa di disc scap apac acid idaad, sino más más ca p pac acidad idades es -dij dijoo en cier ta ocas casiión al entr evi evistador de un unaa cad cadena de telev eviisión naci cioo-
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EL PODE PODER DE DE LAS PALABRAS PALABRAS
nal-. Dio nal-. Dioss me hi hizzo ciego e inca inca p paz az de camin caminaar . ¿Y qué qué? Me Me dio las las dot dotes es mussicales que tengo y la gran oportunidad de conoce mu conocer a mu muccha gent gentee. Los Hu Hughes e j jeemplifican el pode poder y la f uer za za que se desarrolla desarrolla cuaando las cu las di dive ver r sas sas parte partess de un unaa unid unidaad, en su caso un unaa unidad f amili miliar ar , se un uneen pa p ara produc producir algo qu quee de lo contrario se sería ría impos imposibl ible. e. Helen K elle ller r , que tr ansit por un s endero se seme j jaante al de d el jove jovenn Pa Pattr ick muchoss a os ant mucho antes, es, recono reconocc a que «s «solos olos pode podemo moss con conseg segui uirr mu muyy poco poco;; juntoss p junto poodemo moss hac acer er mucho». mucho». Es asombro asombrosso lo que ocurr e cu cuaando un grupo se mo movvili iliza za po porr una cauusa com ca com n. Yo mis mismo fui fui testigo testigo de de un ex extr aordi ordinar nar io e j jeempl mploo de ello ello cuandoo uno de mis cuand mis socio socioss en la empr esa esa de hostel hosteler a, Bill illyy Shor e, form fo rm un unaa orga rgani nizac zacii n de r est estaur ado dores res en en todo todo el pa s. Dec ecidi idier er on on empr ender colectiva colectivament ntee la mi missi n de emp mpeza ezarr a pone poner f in in al ha hambr e infantil. Ca Cadda noch nochee en los Est Estados Unido Unidoss y en en to todo el el mundo millones millones de ni os se acuestan hambri mbrieentos. Er Er a un re retto ta tann no bl blee co como mo dif dif cil. Per o estos l deres em p presa resari riaales sa b an qu quee cada d a se des p peerdi rdiccia gr an ca cant ntiidad de comida en su pro p ro pi pioo sect se ctoor . As pue s, id ideearon un p un pllan para ll llevar evar el exce xceddent ntee de co comid midaa y distribuido a ni os neces ecesit itados. ados. Asimi As imissmo, orga organi nizaron zaron uno unoss evento eventoss denomi nomina nados dos «El sab abor or de la nacci n», que con na onssist an en utiliz utilizar sus dot dotes es culin culinar ar ias con el f in in de r ecaudar fondos fondos p para ara adqui adquir r ir ir m s alimento alimentoss y di disstr i buir buir los los entr e lo loss neces nec esit itaados. Durant Durantee los cuatro primeros primeros a os, la or gani ganiza zaci ci n Shar e Our Stre rength ngth ('C ('Comparte omparte nues nuestr tr a f uerza' erza')) ha se ser r vido m s de cuar ent ntaa millones millon es de comidas comidas a ni os hambri mbrieento ntoss. Des esdde entonces entonces,, la cifr a ha ido aumentando de a o en a o. Bi Billly sa b sa b a que l solo no no con onseg seguir uir a gran cosa, cosa, pero pero al co connec ecttar con con otr os os ha logr ado da dar de de com comer a millones millones de ni os qu que, e, de lo contr contr ari rioo, se habr habr an ac acost ostaado hambr iento entos. s.
Int eg eg rid rid ad ad 227 22 7
Un equipo integrante
No es No esttamos destin destinaados a tran transsit itaar solo oloss p por or nue nuesstro se send nder er o. o. En cap apíítulo tuloss anter iores iores hemo moss recal recalca caddo la imp importa ortancia ncia de de r econ econoce ocerr a las perso p ersonnas que aparece aparecenn en nues nu esttro send sendeero pa p ara ayu ayuddamos a en enco cont ntrar rar y lleva ll evarr a ca b boo nu nuest estr r o p pr r opós opósito. Ide Identifi ntifica ca a es esoos desc escubridor ubridor es es cla lave ve del send se ndeer o y for ma con ello lloss un con onse se jo de asesor asesor es es pr iva vado do a qui quieenes puuedas con p consult ultaar pa par a qu quee te acon aconse j jeen y gu gu en. A menud menudoo lo loss talen enttos, los punto puntoss f uertes y las ex p peeri rieencias de estos ase asesores supl supleen nues nuestras de bilid bilidaades e ine inexx p perie erienncia y no noss ayud yudaan a co connce centr ntr amos en nu nues estro tross puntoss f uer tes punto es.. Naa p N pooleo eonn Hill nos nos en e nse seññó qu quee «las as p perso ersonnas asum asumen en la natur aleza y los h bito bitoss del poder a trav s de aqu queell llos os con con quie quienes tr atan en un esp ritu de simp impat at a y arm rmo~ o~ a ... Do Doss ment ntes es no pue pueden unirse unirse si sin crearr a p crea paar tir de ell e lloo un unaa ter te r cer cer fu fueer za za in i nvis visibl iblee e int intaangibl iblee equip e quipaar a bl blee a un unaa tercera mente te»». Podeemos co Pod com menza zarr en el punto punto culmin ulminan antte de la curva de a p pre rendi ndiza za j jee y est esta bl bleecer un poder poder p pers erson onaal en nues nuestr a vid idaa pidi pidieend ndoo a quieenes f or man nu qui nues esttro con conse jo de asesor asesor es pr ivado ivado qu quee nos ayud ayudeen a iden entificar tificar y desar r ro ll llar ar nuestros punt puntos os fuer tes. Ell Ellos os nos pr o p poondr n ideas, id eas, su sugere gerenncias y pl y plaanes es p paar a ayud ayudaamos a al alcanz nzaar nues nuestro tross o bj bjeeti tivvos y un pro pro pó póssito claro en la vid ida. a. Cr ear ear un equip quipoo int inteegr ant ntee signi signif f ica rod rodea eamo moss de p peer son onas as qu quee crecen, me j joor an, aprende aprenden y e j jerce ercenn una in inf f luencia luencia positi positiva va.. El empr end ndeedor y co conocido nocido ora oraddor Jim R ohn nos recu recuerd rdaa qu quee «nos osotro otross somo omoss el promedio de de la lass cin inco co p pers erson onas as con con las que que p pasa asamo moss m s tieemp ti mpoo». Cuand ndoo unas f uer zas se in integra tegrann, la tot totalid lidaad del equipo equipo ser siemp mpre re may ayor or que que la sum sumaa de sus p par ar tes es,, que es la defi efini nicci n ltima de de la sin ineerg a. Cuando todo todo el mundo contribuy ontribuyee, se produc produceen cosas asombro aso mbrossas.
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EL PODER DE LAS PALABR AS TARDES CON ARTHUR
Yo tenía algo que esta ba impaciente por mostrar a Arthur . Repr esentaba los últimos cuatr o años y medio de mi vida, un via je que ha bía comenzado de r e pente, sin pr evio avi so , en las calles de Viena. Allí, en el cor azón de Eur opa, un hombr e sa bio de la India me ha bía ha blado sobre gen shai , un término al que yo calificar ía de pala bra secr eta, pues me indu jo a ir en busca de los secr etos que encier ra n otr as palabras y de aquellas que podían ayudarme a descubrir el poder secr eto de las pala bras. Esa búsqueda me ha bía conducido hasta este maestro de las palabr as, un hombr e sa bio y re bosante de vitalidad, que me ha bía enseñado que existen unas pala bras que nos ayudan a encontrar nuestro sender o. Saqué de mi maletín un gr ueso manojo de folios. Er a mi manuscrito. Contenía las pala br as que enca bezan los once capítulos de este libro: Gen shai. Descubridor del sendero. N ama st é. Pasión. Sa per e V ed er e. Humildad. Ins pir ar . Empatía. C oach. Ollin. Integr idad. Ha bía comentado cada pala br a con Ar thur , y éste ha bía amplificado cada pala br a con su extr aordinar ia sabidur ía y per ce pción. Ar thur tomó con sus gr andes manos el manojo de folios, mostrando en su curtido rostr o una ex pr esión de infantil curiosidad. i Un r egalo de pala br as! Par a Arthur era como si fuese la mañana del día de Navidad. Pasó la página del título y empezó a leer el pr imer capítulo. -Esto es mar avilloso dijo-o Estoy im paciente por leerlo de pr incipio a f in. Em pezaré esta noche. Gracias, K evin.
Int egr id ad
230 Me alegré de que fuera a leer lo, pero al mismo tiempo me sentí un tanto inquieto. Regalar al maestro indiscuti ble de las palabras un libro que ver sa sobr e pala bras no de ja de ser un e jer cicio de humildad. -Es el borrador y sé que contiene errores ... -di je para quitar le importancia. Pero Arthur despachó mis protestas con un ademán y siguió contemplando el manuscrito. -Seguro que es magnífico -dijo-o Estoy convencido de que has escrito tu mejor obra. Estando yo sentado en la ha bitación individual de Ar thur -una ha bitación que, al ca bo de novent a y tr es años de una vida tan rica, variada y viajad a, ahor a aloja ba todas sus posesiones materiales-, pensé en la invaria ble ama bilidad y paciencia que Ar thur me ha bía mostrado en todo momento. Incluso cuando me r etr asaba, que era las más de las veces, Ar thur er a la viva imagen de la cortesía y la compr ensión. Caí en la cuenta de que la historia de su vida se refle jaba en las pala br as de este libro. GENSHAI: Nunca
menospr ecies a nadie. Desde los otros residentes de Summer field Manar hasta sus invitados, f amiliar es y amigos, Arthur jamás trata a nadie de forma des pectiva. Hace que te sientas la persona más importante de la ha bitación. DESCUBRIDOR DEL SENDERO. Ud er . Al igual que si tuvier a la or e ja pegada literalmente al suelo, Arthur lee indef ectiblemente los signos y las pistas que revelan el secr eto de las pala br as. NAMASTÉ: Sal ud ar lo divino que
que hace de forma magistr al.
ll evamos d entro. Ar thur hace todos los días lo