JOHANN BAPTIST VANHAL (WANHAL) (12 de mayo de 1739 – 20 de agosto de 1830) Es relativamente poco lo que se sabe a este coetáneo de Haydn. De origen checo, su nombre original es Jan Krtitel Vanhal, cuyo apellido se presume que deriva de Holanda bajo la forma Van Hall; su familia se asentó por generaciones en Bohemia. En su juventud fue un devoto del órgano gracias a las enseñanzas de su maestro Anton Erban. A los dieciocho años vino a ser organista en Opocno, y después trabajó como maestro de coro en Hnevceves cerca de Jicin, donde un cierto Martin Novak le enseñó a tocar el violín y a escribir conciertos. La habilidad de Vanhal para tocar la viola d’amore encantó a la condesa Schaffgotsch ( su mecenas, ya que su familia provenía de una familia de campesinos siervos del conde Schaffgotsch asentado en Nechanice entre Hradec Kralove y Novy Bydzov), y lo envió a Viena para una mejor instrucción. Se radicó en la capital imperial a inicios de la década de 1760, y después visitó Bohemia sólo una vez, cuando murió uno de sus padres. En la ciudad del Danubio pronto encontró la entrada a los altos círculos sociales como profesor de música (contó entre sus alumnos al famoso compositor y constructor de pianos Ignaz Pleyel). Entre 1762 y 1763 fue ayudado en alguna manera por Carl Ditters von Dittersdorf, compositor y violinista de la orquesta del teatro imperial. Después tuvo la oportunidad de establecer contactos en París con el publicador Huberty, quien le publicó seis sinfonías como Op. 1 en 1769. Al final de los 1760 tuvo la oportunidad de viajar a Italia gracias a su patrón, el Baron Riesch. Venecia, Bolonia, Florencia y Roma fueron las ciudades que visitó. En esta última escribió dos óperas con libreto de Pietro Metastasio: Il Demoofonte y Il Trionfo di Clelia, pero por desventura estas partituras están perdidas. A su retorno a Viena en 1771 Riesch le ofreció el puesto de maestro de capilla en Dresden, sin embargo, Vanhal rehusó. Durante los viajes posteriores en la década de 1770 visitó Hungría y Croacia, y tuvo la oportunidad de conocer los dominios del Conde Erdödy, un famoso patrón de las artes. En 1780 se asentó de nuevo en Viena. Allí estableció relaciones amistosas con las principales figuras del mundo musical. De hecho se menciona que formó un cuarteto de cuerda con Mozart, Haydn y Dittersdorf, aunque no hay evidencia de que esto fuera así excepto por las memorias del tenor irlandés Michael Kelly. Por aquel tiempo los publicadores vieneses le editaron trescientas obras que rápidamente fueron muy populares y encontraron un público amplio. No obstante, como se mencionó antes, el interés de Vanhal se centró en obras para instrumentos de teclado y, gradualmente, en obras sacras.
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Vanhal fue durante su vida uno de los compositores vieneses más populares; no obstante, respecto a su reputación la historia no ha sido benévola como resultado de relatos irresponsables que fueron hechos por autores imaginativos que no se familiarizaron con él ni con sus circunstancias. La impresión general es que era melancólico y deprimido, cuando a la verdad, parece haber sido feliz y bien parecido. Erróneamente se dice que al inicio de su carrera pudo haber sido víctima de una locura producida por su fervor religioso, y que debido a eso quemó algunas de sus obras. Después de eso, la historia sostiene que la calidad de sus composiciones se deterioró tanto que ya nunca pudo realizar la música prometedora de sus primeras obras. La mentira de esta aseveración estriba en las espléndidas sinfonías de su inspiración, un género que ya no cultivó, según parece, después de 1779. Una de las últimas es la sinfonía en re mayor, catálogo Bryan D17, escrita alrededor de 17781779, considerada como la mejor por el profesor Paul Bryan (una autoridad en Vanhal). Desde la cautivante introducción en re menor, orquestada para las cuerdas, hasta el ostentoso y brillante final, la obra es uniformemente sólida al igual que algunas sinfonías de Haydn escritas en ese período. Mozart pudo haber retomado ese material en los adagios introductorios a la sinfonía “Linz”, No. 36 en do mayor, K. 425 — 1783— y a la sinfonía “Praga” No. 38 en re mayor, K. 504 — 1786—. El crítico C.F. Cramer escribió muy impresio nado en la Magazin der Musik, Hamburgo, 1783: “Puede que el señor Vanhal no sea precavido… para darnos más que estas sinfonías”. Sin embargo, una parte de la reputación de Vanhal es verdad. Fue el primer gran compositor de la época que tuvo una economía sólida y suficiente para renunciar a la oferta de una buena —y terrible— demandante posición y vivir cómodamente hasta su muerte en Viena a la edad de setenta y cuatro años. Su éxito fue posible gracias a sus otras características personales: humilde y profundamente religioso, no ambicioso de fama ni de una alta posición ni fortuna. También fue sagaz, asiduo y sensible para transformar sus condiciones económicas y sociales; como resultado de ello dejó de componer sinfonías y música de cámara cuando el mercado de Viena estaba extinguiéndose, alrededor de 1780, y empezó a explorar otras posibilidades. Los resultados fueron espectaculares: compuso más de 247 obras para la iglesia (la mayoría inéditas), y escribió un vasto número de piezas centradas en instrumentos de teclado, entre las cuales se incluyen obras serias como los caprichos, y canciones y cantatas con acompañamiento de teclado. También publicó muchas piezas para instrucción y entretenimiento que vinieron a ser muy populares, incluso piezas
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variedad de géneros. Hasta el momento sólo las sinfonías y los cuartetos de cuerda han sido suficientemente estudiados para indagar su completa contribución.
En una carta escrita a su padre desde Augsburgo, fechada 23-25 de octubre de 1777, Mozart suscribe: “El último domingo atendí el servicio en la Santa Cruz. Y a las diez en punto fui a ver al señor Stein. Mientras daban las diecinueve [horas] ensayamos un par de sinfonías para el concierto. Después comí con mis huéspedes en la Santa Cruz; durante la comida alguna música fue interpretada. A pesar de que tocaban pésimamente, prefiero la orquesta del monasterio a la de Augsburgo. Presenté una sinfonía y toqué el concierto para violín en si bemol de Vanhal para el aplauso universal”. Por testimonio de su amigo Gottfried Dlabacz, con quien trabó amistad en 1795, tenemos la descripción de que Vanhal era un gran artista, un cristiano celoso, un verdadero patriota, un genuino y cálido amigo, y un tierno padre para con la humanidad sufriente. Nunca se casó ni tuvo herederos. Murió en su residencia cerca de la catedral de San Esteban y fue enterrado —al igual que Mozart — en el cementerio de San Marcos.