Stanislaw Lem
La reconstrucción del hombre Capítulo del libro de ensayos Summa technologiae, technologiae, inédito en español Versión del inglés de Andrés Ilustraciones: Carlos
García Londoño
Andrés Ortiz G.
Tomado de la Revista Revista Uni versidad versidad de An tioqui a; N o. 288 288 Abr il - Ju ni o (2007) (2007) – M edell ín , Colombia. I SSN: 0120-2367 0120-2367 Versión Versión di gital : avell avell ano, dici embre de 2007 2007
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Consideremos el problema de perfeccionar al ser humano. Aquí, varios enfoques son posibles. Uno puede perseguir la "ingeniería de mantenimiento", representada por la medicina. En este caso la norma —el estado promedio de salud— es también el modelo. Las acciones se toman con el objetivo de permitirle a cualquiera mantener ese estado. El alcance de tales acciones se está expandiendo lentamente. Puede contener incluso la instalación en el cuerpo de parámetros ajenos a lo genotípico (como la posibilidad de la hibernación mencionada en un capítulo anterior). Sin mayores obstáculos, podemos proceder a prótesis cada vez más universales .Y ser capaces de vencer las defensas del organismo, con el objetivo de llevar a cabo un exitoso trasplante de órganos. Todo esto ya ha sido realizado. Se han llevado a cabo los primeros trasplantes de riñones y pulmones; aunque se han realizado, ante todo, en animales (corazones" de reserva"). En Estados Unidos incluso existe una sociedad para "órganos de reemplazo" que coordina y apoya la investigación médica sobre el tema. Por tanto, uno puede reconstruir paso por paso el organismo, cambiando en él diferentes parámetros y funciones. Este proceso probablemente continuará en dos líneas bajo la presión de las necesidades objetivas (y de las posibilidades tecnológicas): la primera línea la constituyen los cambios biológicos (remoción por trasplante de órganos defectuosos o deformes); la segunda, los cambios protésicos (cuando la prótesis mecánica, "muerta", representa una mejor opción para el usuario que un trasplante natural). En esta escala, las prótesis obviamente no conducirán a una "robotización" del ser humano. Esa etapa, que cubrirá no sólo el final del siglo XX sino el comienzo del próximo siglo, asume la aceptación del "esquema de diseño" dado por la Naturaleza. Por tanto, permanecerán intactos los principios básicos del cuerpo, lo orgánico y su funcionalidad, junto con la premisa básica de la proteína como el material de construcción... Así como sus consecuencias inevitables: vejez y muerte. La prolongación de la vida más allá de los cien años estadísticos —es decir, alcanzar tal promedio de duración de las vidas individuales — sin modificar la 2
información genética, me parece algo irreal. Algunos estudiosos han proclamado que "en principio" cada ser humano podría vivir 140 o 160 años, ya que pueden existir personas que vivan tanto tiempo, argumento comparable al que afirma que "en principio" cada uno de nosotros podría ser un Newton o un Beethoven, pues ellos también eran humanos. Por supuesto que lo eran, lo mismo que los longevos; eso es obvio, pero no significa nada para la población general. La longevidad es el resultado del trabajo de ciertos genes; si se les dispersa entre la población, ésta se vuelve "estadísticamente" longeva. Cualquier otro programa que involucre cambios más radicales no es realizable hoy y quizá tampoco durante el próximo siglo. Uno puede, a lo más, pensar en un programa revolucionario de ingeniería del organismo. En forma primitiva, ingenua, quizá, pero posible. Sin embargo, primero tenemos que averiguar lo que queremos. Similar a la existencia de diferentes órdenes de magnitud espacial, desde los metacúmulos galácticos hasta las galaxias, los sistemas estelares locales, los sistemas planetarios, los planetas, sus biosferas, los organismos vivos, los virus, las moléculas, los átomos y los quanta, existen distintos órdenes de magnitud temporal —es decir, diferentes extensiones en el tiempo —. Estos, más o menos, corresponden a la escala anterior. La más grande escala temporal viene dada por la existencia de las galaxias (entre diez y veinte mil millones de años), seguida por las estrellas (hasta diez mil millones de años), la evolución biológica como conjunto (cuatro a seis mil millones de años), las eras geológicas (cincuenta a cien millones de años), los árboles de secoya (seis mil años), el ser humano (setenta años), la libélula, la bacteria (quince minutos), el virus, el cis-benceno, el mesón (una millonésima de segundo). La construcción de seres racionales con una esperanza de vida individual comparable a la de las eras geológicas parece algo del todo irreal. Tal persona tendría que ser de dimensiones planetarias, o llevar a cabo su vida sin una memoria permanente de los eventos de su pasado. Obviamente este campo corresponde a los conceptos más grotescos de la ciencia ficción: seres de largas vidas que tienen sus memorias ubicadas en gigantescos "me-motrones" subterráneos bajo las ciudades y se comunican con las reservas de sus memorias 3
juveniles de hace cien mil años por medio de ondas VHF. Por tanto, el límite que podría tener un incremento realista de la longevidad parece marcado por el máximo de la vida biológica (el árbol de secoya, con unos seis mil años). ¿Cuál sería la característica más importante de un ser tan longevo? Porque la longevidad no puede ser un fin en sí misma. Debe servir a cierto propósito. Indudablemente nadie, ni hoy, ni dentro de cien mil años, puede predecir el futuro con certeza. Por eso, una de las características del "modelo mejorado" del que hablamos debe ser su potencial de autoevolución. Debe ser capaz de transformarse a sí mismo de la forma y en la dirección que desee con respecto de la civilización que ha construido.
¿Qué resulta posible, entonces? Casi cualquier cosa, quizá con una única excepción. Un día del año enemil la gente podría decidir, después de alguna discusión, lo siguiente: "Es suficiente...Tal como es ahora, así será para siempre. 4
Nosotros no cambiaremos, no inventaremos, no descubriremos nunca más, porque las cosas no pueden ser mejor que ahora, e incluso si pudieran serlo, no lo querríamos". Aunque he presentado en ese libro muchas cosas poco probables, ésta me parece la más improbable de todas.1
Ciborgización
Una discusión separada debe dedicarse al único proyecto para la reconstrucción del hombre —aunque puramente hipotético hasta ahora — que ha sido presentado por los estudiosos.2 Este no es un proyecto de reconstrucción universal. Simplemente quiere lograr una meta definida: la adaptación del hombre al cosmos entero como "nicho ecológico". Se le denomina ciborg (una abreviación de las palabras "organismo cibernético").3 La ciborgización consiste en la remoción del sistema digestivo (a excepción del hígado y quizá parte del páncreas); así mismo, las mandíbulas, sus músculos y los dientes también se "vuelven desechables. Si el problema del lenguaje tiene que resolverse "cósmicamente" —por medio del uso permanente de la radiocomunicación — también la boca desaparecerá. El ciborg posee algunos elementos orgánicos como los huesos, los músculos, la piel, el cerebro, pero su cerebro controla hasta las funciones involuntarias del cuerpo, pues en lugares claves del organismo existen válvulas osmóticas, que cuando se necesita inyectan sustancias que activan el cuerpo —medicinas, hormonas, drogas estimulantes —, o por el contrario, disminuyen el metabolismo basal, o incluso conducen a un estado de hibernación. Esta capacidad de autohibernación puede incrementar considerablemente las posibilidades posibilidades de sobrevivir a accidentes o eventos similares. Su circulación sanguínea ha sido diseñada más bien "tradicionalmente", pero el ciborg puede trabajar en condiciones anaeróbicas (aunque obviamente con reservas de oxígeno en su traje espacial). Con el ciborg ya hablamos de un ser humano parcialmente protético. Es un ser humano parcialmente reconstruido, con un sistema digestivo-regulativo artificial que le permite adaptarse a distintos 5
ambientes
cósmicos.
Sin
embargo,
el
ciborg
no
ha
sido
reconstruido
microscópicamente, por lo que las células vivas continúan siendo el material básico de su cuerpo, y, lo que es más, los cambios a su organismo no pueden ser transmitidos a sus descendientes (no son hereditarios). La "ciborgización" probablemente podría complementarse con reconstrucción bioquímica, pues, entre otros cambios posibles, sería favorable independizar al organismo de la necesidad de un permanente abastecimiento de oxígeno —este camino conduce a la "revolución bioquímica" que mencionaba en otro capítulo —. Aunque, a pesar de todo, sabemos que no resulta necesario buscar sustancias que almacenen oxígeno más efectivamente que la hemoglobina para poder funcionar sin un abastecimiento del mismo por largos períodos. Las ballenas son capaces de estar bajo el agua por más de una hora, lo cual no se debe solamente al aumento del volumen de los pulmones. Ellas tienen sistemas orgánicos diseñados para ese propósito. Así, eventualmente, podríamos tomar "prestados de la ballena" elementos para nuestra propia reorganización. reorganización. No decimos nada sobre si la ciborgización es deseable o no. La mencionamos sólo para demostrar que los expertos están lidiando desde ya con problemas de esa clase.
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Debe notarse, sin embargo, que este proyecto resulta probablemente irrealizable en la actualidad (no sólo con respecto de la ética médica, sino también a la mínima posibilidad de sobrevivir a una intervención quirúrgica tan masiva, así como al reemplazo de tan importantes órganos por "válvulas osmóticas"), aunque en principio, como proyecto de reconstrucción, parece más bien "conservador". La principal fuente de crítica surge no tanto del conjunto de operaciones propuestas, sino de su resultado final. El ciborg, al contrario de lo que afirmen las apariencias, no sería para nada un humano más universal que el "humano actual". Sería una "variante cósmica" no diseñada para todos los cuerpos celestiales, sino más bien para astros similares a la Luna o Marte. Por tanto, tan crueles operaciones producen en esencia resultados más bien pobres con respecto de la meta de una adaptación universal. La más fuerte oposición, sin embargo, parte del concepto mismo de "desgeneralización humana", es decir, la creación de varios tipos de humanos, en forma más o menos similar a las distintas especies de hormigas. Quizás estas analogías no estaban en la mente de los planificadores de estos proyectos, pero se imponen ellas mismas incluso desde una lectura imparcial. Por otra parte, uno puede hibernar sin válvulas osmóticas y el 7
cosmonauta podría también estar equipado con un conjunto de microaparatos (automáticos u operados por él) encargados de inyectarle los preparados correspondientes en el organismo. En cuanto a esa "ciborgiana" ausencia de boca me parece más un efecto destinado a impactar al gran público que a los expertos en biología. Yo lealmente admito que en el tema de una reconstrucción similar a ésta resulta más fácil recurrir a los lugares comunes respecto de su necesidad futura, que proponer mejoras de ingeniería que resulten al menos convincentes, por más irreales que puedan parecer bajo los parámetros actuales. Al menos hasta el momento, la industria química se queda atrás sin esperanza, si se la compara con la complejidad bioquímica del organismo, y la ingeniería molecular —así como sus aplicaciones en la información o la tecnología — está en la infancia con respecto de la tecnología molecular de los organismos. Sin embargo, debido a condiciones objetivas los medios a los que la Evolución recurrió —para decirlo de algún modo—"en desesperación" más que conscientemente, estuvieron limitados a la "tecnología fría" y a una muy estrecha oferta de elementos a su disposición — prácticamente sólo carbón, hidrógeno, oxígeno, sulfuro, nitrógeno y fósforo, con algunos retazos de hierro, cobalto y otros metales —, dado lo cual su resultado no puede representar el más grande logro de la ingeniería homeostática en una escala cósmica.4 En un mundo donde la química sintética, la teoría de la información y la teoría del sistema general hagan grandes avances, el cuerpo humano se convertirá en el elemento menos perfecto. El conocimiento humano sobrepasará entonces al conocimiento biológico acumulado en los organismos vivos. Y planes que hoy vemos simplemente como una burla a la perfección de las soluciones evolutivas se llevarán entonces a cabo.
La máquina autoevolucionaria
Como la reconstrucción del hombre nos parece algo monstruoso, estamos inclinados a pensar que las técnicas dedicadas a tal fin también deben ser algo monstruoso. Cirugía cerebral, "embriones in-vitro, que llegan con el control de la ingeniería genética" —ésas son las imágenes con las que la ciencia ficción nos confronta en este punto —. Mientras tanto, lo que ya está sucediendo puede pasar 8
desapercibido. Desde hace algunos años, en Estados Unidos existen computadoras
—sólo unas pocas hasta ahora — que han sido programadas para emparejar a los individuos. Lina "máquina emparejadura" escoge a las parejas que encajen mejor en cuanto a características físicas y mentales. De acuerdo con los aún escasos datos, la duración de las parejas formadas por la máquina dobla a la de los matrimonios tradicionales. Durante los últimos años, la edad promedio de las personas que se casan ha ido disminuyendo, pero en el 50% de los casos las parejas se divorcian antes de cinco años, así que existe un gran número de veinteañeros divorciados y niños sin cuidado parental normal. Aún no ha sido inventado un reemplazo para la crianza paterna, dado que no se trata sólo de resolver la financiación de las instituciones pertinentes (guarderías); simplemente no existe sustituto para las emociones de los padres, y su temprana y duradera ausencia no sólo causa experiencias infantiles negativas, sino la formación de defectos tal vez irreversibles en el campo de la llamada sensibilidad superior. Esta es la situación actual. La gente forma parejas al azar, que uno puede llamar "brownianas" —dado que se unen después de unos pocos encuentros breves, cuando creen encontrar al compañero "correcto", lo que al parecer les confirma la atracción mutua—. Sin embargo, esta confirmación parece más bien accidental (pues resulta ser errónea en el 50% de los casos). Las "máquinas emparejadoras" cambian ese estado de cosas. Lina apropiada investigación equipa a la máquina con un conocimiento de las características psicosomáticas de los candidatos, después de lo cual la máquina escoge pares que encajen óptimamente. La máquina no elimina la libre elección, pues no se limita a dar un solo candidato. Actuando en forma probabilística, sugiere un grupo con cierto intervalo de confianza, pero la máquina puede ensamblar dichos grupos escogiendo entre millones de personas, mientras que un individuo, actuando en forma tradicional, sólo podría aspirar a conocer a algunos cientos durante su vida. De este modo, la máquina da forma al mito de hombres y mujeres que han sido hechos el uno para el otro, pero se buscan en vano. Ahora, resulta importante que la sociedad se dé cuenta de este hecho. Por supuesto, estos son sólo argumentos racionales. La máquina amplía el rango de elección, pero lo hace indirectamente, por encima de la consideración de los individuos, llevándose su derecho al dolor y al sufrimiento, 9
así como todas las imperfecciones de vivir juntos, mientras que alguien puede anhelar tales sucesos, o al menos reclamar el derecho a tomar riesgos. Aunque existe la convicción general de que si uno se casa es para permanecer casado, más de una persona puede preferir aventuras amorosas con compañeros escogidos sin mucho cuidado, inclusive con un final infeliz, por encima de una "larga y feliz vida" con una pareja armónica. No obstante, en general las ventajas de formar matrimonios desde la posición del "mejor conocimiento" posible —el cual la máquina tiene a su disposición — sobrepasan en mucho a las desventajas, así que técnicas similares tienen grandes posibilidades de ser ampliamente aceptadas. Si esto se convirtiera en norma cultural, entonces los matrimonios contra los cuales la máquina ha advertido se convertirán en una clase de fruto prohibido, tentador, y la sociedad los cargará de un aura similar a la que en.el pasado tenían los matrimonios entre estratos sociales muy dispares. Eventualmente, puede ser posible que en lugar de ver a tales matrimonios como un "acto de desesperación", dentro de ciertos grupos se les vea como "una expresión de valentía excepcional" o como un "reto al peligro". La "máquina emparejadora" puede tener serias consecuencias para nuestra especie. Cuando el repertorio genético personal sea descifrado y almacenado en la memoria de la máquina, junto con los "perfiles de personalidad psicosomática", la tarea del emparejador será hacer una elección que no sólo encaje a una persona con otra, sino también un genotipo con otro. Por tanto, habrá una selección de dos pasos. Primero, la máquina separará las parejas de candidatos que tengan correspondencia psicosomática, y luego las someterá a un filtrado de segundo nivel, donde se rechazará a aquellos candidatos que tengan una mayor posibilidad de producir niños con características no deseadas. Por ejemplo, niños inválidos —que hoy aceptamos sin resistencia — o niños con baja inteligencia o con desórdenes de la personalidad —que incluso hoy tienden a levantar algunas reservas—. Proceder de esta manera parece a primera vista deseable, sobre todo en una era donde ha aumentado la cantidad de sustancias mutágenas en el ambiente donde habitamos. Pero de la estabilización del genotipo de la población al control de su desarrollo posterior existe sólo un pequeño paso. De esta forma entramos en el campo del control planificado, lo que a su vez nos lleva al control 10
de la evolución de la especie. Porque emparejar genotipo con genotipo significa controlar la evolución de la especie. Esta clase de técnica parece la menos drástica entre las posibles, porque en principio resulta invisible, pero precisamente esto crea un delicado problema moral. De acuerdo con las directivas de nuestra cultura, la sociedad debe ser informada acerca de todos los cambios importantes (como, por ejemplo, "un plan de mil años de autoevolucion"). Pero dar la información sin los argumentos significa imponer un plan sin discutir la necesidad de su realización. No obstante, tales argumentos sólo podrían ser comprendidos por aquellos que poseen un conocimiento extenso de medicina, teoría de la evolución, antropología y genética poblacional. Otro aspecto de tal técnica consiste en que ciertos cambios en las propiedades del organismo serán más difíciles de conseguir que otros. Sería relativamente fácil, por ejemplo, aumentar la tasa en que se presenta la alta inteligencia, dado que ésta —si bien no tan común como sería deseable — representa después de todo una capacidad natural de la especie. Y esto tendría una enorme importancia en la era de la competencia intelectual entre humanos y máquinas. Pero del otro lado de la moneda, lo más difícil de conseguir —por el método antes mencionado — sería un cambio profundo en la estructura del organismo. ¿De qué clase de cambios hablamos? De acuerdo con varios investigadores (Dart, por ejemplo), nosotros estamos "hereditariamente discapacitados", o, más bien, nos caracteriza una asimetría en nuestra tendencia hacia el "bien" o el "mal", por el hecho de que nuestros ancestros practicaron practicaron el canibalismo por tres cuartos de millón de años, y no sólo ante una inminente muerte por hambre (como lo hacen los predadores "normales"), sino como regla. Esto ha sido conocido por mucho tiempo, pero en la actualidad se ve al canibalismo como un factor creativo de la antropogénesis. Se argumenta que el "herbivorismo" no maximiza el uso de la "razón", ya que los bananos no fuerzan a sus recolectores al desarrollo de tácticas que impliquen el análisis instantáneo de una situación, ni al desarrollo de estrategias para aproximarse, combatir y perseguir. Por tanto, los sim ios en cierto modo pararon su desarrollo, mientras que el hombre primigenio hizo los más rápidos progresos, ya que él cazaba a aquellos que igualaban su propia astucia. Esto obligó a un filtro radical de los "no muy brillantes", porque mientras que los 11
herbívoros mentalmente limitados en el peor caso tienen que ayunar de tiempo en tiempo, el cazador de su propia especie que no sea muy listo simplemente morirá. Así, la "invención del canibalismo" tuvo que convertirse en un acelerador del progreso mental, en el sentido de que la lucha dentro de la especie asegura la capacidad para sobrevivir de sólo aquellos que posean la mente más efectiva: una mente que sea capaz de transferir constantemente experiencias pasadas para juzgar nuevas situaciones. situaciones. Por cierto, el australopite-co del que estamos estamos hablando era omnívoro; de algún modo, la cultura osteodontoquerática5 precedió la edad de piedra, ya que el primer bastón, que fue producido accidentalmente —al roerlo—, era un hueso largo, y las primeras vasijas y garrotes fueron cráneos y huesos, y el olor a sangre acompañó la creación de los primeros rituales. Esto no significa que hayamos heredado ningún "arquetipo de carácter criminal" de nuestros ancestros, porque ningún conocimiento no instintivo puede ser heredado o dirigirnos hacia ciertas actividades; simplemente implica que debemos asumir que el cuerpo y el cerebro humanos se formaron en una situación de lucha permanente. Otra cos.a intrigante es la "asimetría" de la lucha cultural, donde las buenas intenciones con mucha regularidad se transforman en malas, pero por alguna razón la metamorfosis opuesta no ocurre, e incluso en una de las religiones que predominan en la actualidad la sangre todavía desempeña un papel importante —en la doctrina de la transustanciación—. Si hipótesis similares tienen un trasfondo real y las profundidades de nuestros cerebros se formaron bajo la influencia de aquellos cientos de miles de años, entonces una cierta mejora de la especie —en el área de la mencionada "asimetría" — sería realmente deseable. Hoy, por supuesto, no sabemos si debemos hacer esto, o siquiera cómo hacerlo; las "máquinas matrimoniales" pueden conducir al estado deseado sólo después de miles de años, ya que ellas sólo pueden maximizar el paso natural de la evolución, que es muy lento. Ante tales planes revolucionarios uno puede sentirse forzado a recurrir a técnicas "aceleradas". En cualquier caso, la resistencia que la perspectiva de cambios autoevolucionarios cause en nosotros determinará no sólo su alcance, sino cuan fluida será la transición hacia ellos. La "sastrería de cuerpos y mentes" puede provocar repulsión, mientras que la "guía matrimonial asistida por máquinas" parece un procedimiento más bien inocente... Sin 12
embargo, ambos son sólo caminos de diferente longitud que conducen a resultados análogos.
La versión de este capítulo del ensayo Summa tecnologiae de Lem, partió de la traducción del polaco y el alemán de Frank Pregel que se encuentra en la siguiente
dirección
de
internet:
http://www.frankpr.
net/Lem/Summa/contents.htm
Notas
1 Curiosamente, las civilizaciones pasivas de tal tipo aparecen con con frecuencia frecuencia en la obra de Lem: desde la sociedad hedonista y apática de Retorno de las estrellas, hasta los habitantes del planeta cuadrado de la estrella cubo que han alcanzado la fase superior del desarrollo y se dedican todo el día a dormir y a hurgarse la nariz en Ciberíada (N. del T.). 2 La Summa technologiae technologiae fue publicada en 1964 en Cracovia, lo que la ubica ubica en medio de la carrera espacial Este-Oeste, poco después del surgimiento de las computadoras de segunda generación que utilizaron por primera vez transistores en lugar de tubos de vacío, y un cuarto de siglo antes del comienzo del Proyecto Genoma (N. del T.). 3 Pregel traduce Ciborg como "organización cibernética", pero en esta versión preferimos usar la acepción más común común (N. del T.). 4 Homeostático: que se regula a sí mismo. Por contexto, la ingeniería homeostática implica la forma en que lo vivo se construye (N. del T.). 5 Esto se relaciona con las teorías del doctor Dart, descubridor de los primeros fósiles de australopitecus, de acuerdo con el cual este homínido tenía una verdadera "industria de huesos", o osteodontoquerática, al producir diversos objetos, armas y herramientas de ese material. Investigaciones posteriores, sin embargo, afirman que el australopiteco era con más frecuencia víctima que cazador (N. del T.).
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