V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. R. Amén.
V. Bendito sea el nombre del Señor que ama y sustenta la vida. R. Bendito sea ahora y por siempre. Monición: Orar por los difuntos, es decir, por aquellos que ya han pasado el momento de la muerte, es una buena costumbre cristiana. Muestra la fe que Dios Padre aliviará las penas de nuestros hermanos que están en el purgatorio, pagando aún la satisfacción por las faltas que cometieron en la vida presente. Quienes están en el purgatorio esperan el momento de ir a la presencia de Dios. Son hermanos nuestros que han sido salvados, pero están en un proceso de plenificación. Nosotros los que ahora estamos en la tierra podemos orar por ellos a través de la Misa, las oraciones y sacrificios. Es muy tradicional el rezo de este responso por los difuntos y una práctica muy querida por Don Bosco, que la sugería como una gran fiesta, instituida como la castagnata , cuando él repartía castañas a sus muchachos después de haber orado por los hermanos que unidos a nosotros, se disponen para gozar la vida eterna. “
”
Oración
Padre de benevolencia, que por el amor que tienes a los hombres te dignaste enviar a tu Hijo haciéndolo hombre por obra del Espíritu Espíritu Santo en el el seno de María Santísima, Santísima, para que viviera entre nosotros, compartiendo nuestras privaciones y a través de su pasión y muerte en cruz nos abriera el camino de la Pascua eterna, te suplicamos que dirijas con piedad tus ojos hacia nuestros hermanos difuntos, que habiendo salido de esta vida, se disponen para contemplar tu rostro de misericordia. Acepta pues, oh Dios de todo consuelo, las súplicas que por ellos te ofrecemos, para que purificados de todo pecado, perfeccionados en la caridad y libres de toda culpa puedan gozar de tu divina presencia por toda la eternidad. Te recomendamos particularmente a nuestros parientes, bienhechores y en especial a aquellos que por nuestro mal ejemplo hayan podido tener ocasión de pecado. Que María Santísima, consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores y auxiliadora de los cristianos interceda por nuestros hermanos a fin de que gocen de la gloria que has preparado para todos tus santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén Salmo 129
V. Desde lo hondo a ti grito Señor ¡Señor! Escucha mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica. R. Mi alma espera en el Señor.
V. Si llevas cuenta de mis delitos, Señor ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. R. Mi alma espera en el Señor.
V. Mi alma, espera en el Señor, espera en su palabra: mi alma aguarda al Señor más que el centinela la aurora. R. Mi alma espera en el Señor.
V. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y Él redimirá a Israel de todos sus delitos. R. Mi alma espera en el Señor.
Oración Por todos los fieles difuntos
Oh Dios, creador y redentor nuestro, concede a las almas de tus hijos el perdón de todos sus pecados, para que por nuestras fervorosas oraciones, consigan la felicidad y la paz que siempre desearon. Por Cristo nuestro Señor. Amén Lectura del Santo Evangelio según San Juan. (12, 24‐26)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero, si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirve, el Padre lo premiará. V. Palabra del Señor R. Gloria a ti Señor Jesús. Preces finales
V. Oremos a Dios nuestro Padre, fuente de bondad y de misericordia, por medio de Jesucristo su Hijo, y digámosle. R. Tú eres la resurrección y la vida.
V. ¡Señor! Tú que lloraste en la tumba de Lázaro, dígnate enjugar nuestras lágrimas. R. Tú eres; la resurrección y la vida.
V. Tú, que resucitaste a los muertos, concédele la vida eterna a nuestro hermanos. R. Tú eres la resurrección y la vida.
V. Tú que purificaste a nuestros hermanos con las aguas del Bautismo, dígnate admitirlos en el lugar de tus santos y elegidos. R. Tú eres la resurrección y la vida.
V. Y a nosotros aún peregrinos en esta vida, dígnate alimentar nuestra fe y nuestra esperanza en la vida eterna. R. Tú eres la resurrección y la vida. Padre nuestro...
V. Dales Señor el descanso eterno. R. Y luzca para ellos la luz perpetua
V. Descansen en paz. R. Amén.
V. Los nuestros y todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. R. Amén Bendición por intercesión de María Dios te salve, Reina y madre de misericordia Dulce Madre, no te alejes …
V. María Auxilio de los Cristianos R. Ruega por nosotros
…