EQUIDAD Y EDUCACIÓN
TRES TAZAS DE TÉ Escuelas y libros en lugar de bombas y terror Muchos de mis lectores, sin duda, conocerán personas a quienes esta historia podría interesar para buscar fórmulas y mecanismos de ayuda. Pero lo más importante es que muchos de nosotros encontraremos la luz al final del oscuro túnel de la ignorancia.
Eduardo Andere M.* on la primera taza de té uno es extraño; con la segunda, amigo; con la tercera, familia”. Así reza en la cultura pakistaní el camino de la inteligencia e integración cultural. El domingo 19 de abril pasado terminé de leer un extraordinario libro, más que por su valor literario por la historia que relata. Es un libro que lleva más de dos años en el primer lugar de la competida lista de los libros más vendidos en la rama “no ficción” del New York Times. El título original de la obra es: Three Cups of Tea:
“C
One Man’s Mission to Fight Figh t Terroris Terrorism m and Build Nations…One School at a Time Time. El
título de la reciente edición traducida al español es Tres tazas de té: La lucha de un hombre por promover la paz, escuela por escuela.
El libro relata la historia hi storia de Greg Mortenson, un estadounidense originario de Minnesota, quien pasó los primeros 15 años de su vida en las faldas del volcán Kilimanjaro en Tanzania. Sus padres se dedicaron, durante su larga estancia en África, a promover y realizar obras filantrópicas relacionadas con la salud y la educación. La vida de Mortenson en África y la fuerte influencia de dos padres amorosos y entregados a nobles causas dejaron impreso en Greg una veta altruista de dimensiones monumentales.
Imágenes cortesía del Instituto de Asia Central.
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* Profesor investigador de medio tiempo del ITAM, y asesor en temas de política educativa y escolar. eduardoandere.org
Después de un retorno azaroso a Estados Unidos, y de estudios universitarios que lo llevaron a practicar la enfermería, en 1993 decidió, en honor a la muerte de su pequeña hermana, derivada de un severo ataque de epilepsia, intentar escalar el segundo pico más alto del mundo, K2, ubicado en Pakistán. Su intento fracasó y a su regreso, plagado de dolor y sufrimiento, fue finalmente apaciguado por un grupo de habitantes de una pequeña villa de nombre Korphe, en una de las regiones más distantes y pobres de Pakistán. Los habitantes del lugar lo acogieron, atendieron, alimentaron y sanaron. En los días de convalecencia Greg aprendió su lección y se mezcló con la cultura. Allí, observó que los niños del lugar, sin escuela, tomaban clases al aire libre, y apuntaban sus notas con ramas de árbol sobre “cuadernos de arena y tierra”. En agradecimiento al noble gesto de sus anfitriones Greg prometió regresar con suficientes fondos, doce mil dólares, para construir una escuela. De regreso en Estados Unidos, Greg, obsesionado por su promesa, convirtió su fracaso K2, en un triunfo de vida, con “montañas” escolares aún más desafiantes por escalar. Sin ningún dólar en el bolsillo inició una larga lucha, con una simple máquina de escribir, para obtener fondos para su nueva
excursión. Después de 580 cartas escritas una por una, dirigidas a personalidades de la vida artística, pública y mediática de su país, recibió 100 dólares de un solo donativo. Desesperado, tímido, viviendo en un viejo y destartalado automóvil, cansado y financieramente quebrado buscó, aconsejado por un amigo, otro medio para atraer la atención de su noble, aunque poco taquillero, proyecto. De esta manera, decidió escribir artículos para publicaciones especializadas dirigidas a la comunidad alpinista de Estados Unidos. Cerca de un momento límite, cuando todo apuntaba a que renunciaría definitivamente, recibió la llamada de un tal Jean Hoerni, un físico suizo, muy importante en los primeros años de la industria de los microprocesadores y fundador de varias empresas, entre ellas, Teledyne. Resultó que Hoerni también había escalado las hermosas, majestuosas y peligrosas montañas de la región de Karakoram en Pakistán. Así que al leer la historia de Greg, no sin antes dudar sobre su veracidad, le llamó por teléfono. A través del teléfono, Hoerni ofreció los doce mil dólares que, según los cálculos de Greg con los habitantes de Korphe, se requerirían para erigir la escuela primaria. A partir de entonces empezó la verdadera hazaña humanitaria de Greg, la cual cambiaría su vida y la
de muchas personas para siempre. El libro, que no es de ficción, parece una obra recogida de épicas y bucólicas aventuras, repletas de folclor, peligro, engaños y desengaños, riesgos, negociaciones, pero sobre todo, cultura sin fronteras. Nada se puede hacer sin otorgar a los locales la capacidad de decidir, cuándo, cómo, con cuáles recursos, con qué tiempos, a qué ritmo, con qué estilo, con cuáles recursos y con qué tipo de ayuda. Ésta es la gran lección social y cultural de Greg. Levantar un proyecto en estas tierras tan lejanas, tan peligrosas, tan azarosas y atestadas de incredulidad, interpretaciones y malinterpretaciones religiosas, desde las más moderadas hasta las más fanáticas, por parte de un americano para una comunidad musulmán, suena a fantasía. Greg transformó la incredulidad en realidad. Con los doce mil dólares en mano, y a través de mil azares e imprevistos, al llegar a Korphe, con todo el material para construir la escuela, los viejos de la villa recibieron a Greg con una nueva decisión: “en lugar de edificar la escuela los viejos habían decidido utilizar los fondos de Greg para construir un puente”. Greg corrió, lloró y se desesperó. Finalmente accedió a la petición de los habitantes a quienes trataba de servir. Su decisión fue la correcta, y a esto se le llama inteligencia cultural. mayo 2009
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Así que en parte desarmado, y en jado, maldecido, incomprendido, parte desilusionado, regresó a Amé- insultado y obstaculizado, hasta por rica en busca de más recursos para sus propias embajadas de la región construir un puente que permitiría que le dificultaron y rechazaron edificar la escuela. Con nudos en la reexpediciones de pasaportes con garganta finalmente se reunió con la cantaleta de que “qué hacía un Hoerni quien aprobó la decisión y americano en las regiones más asignó más recursos. peligrosas del mundo para los esEn sus encuentros con este visio- tadounidenses”. nario y nuevo filántropo, los ojos de Greg nunca claudicó, y con la disGreg se fueron abriendo. Y fue Jean ciplina de un alpinista que arriesga Hoerni quien le dijo a Greg: “¿Por todo por la cima, cualquier caída qué no te dedicas a esto? Además, fue un estímulo más para levantarse. parece que lo haces muy bien y te Y así como superó todos esos obsgusta. Creemos un Instituto con táculos, encontró un número intereste propósito, yo te otorgaré un minable de apoyos por decenas de salario anual, y tú seguirás buscando personas que no sólo creyeron en su fondos y más escuelas que construir. proyecto “escuelas y libros en lugar Anda”. La propuesta de Hoerni re- de bombas y terror” y que abrieron sonó en Greg, quien hasta nuestros una página amable, la única quizás, días vive del y para el Instituto de Asia Central. Con el tiempo Greg ha ampliado su cobertura geográfica a zonas de Afganistán especialmente pobres y radicalizadas por la presencia de grupos extremistas como los talibanes. Durante los siguientes años, vivió entre su hogar y oficina, en Bozeman, Montana, y las regiones nórdicas de Pakistán. Sufrió todo tipo de obstáculos que pusieron en peligro su vida, su libertad, su salud, su esfuerzo, su proyecto. Pasó hambre, penurias, secuestro, humillaciones; vivió en condiciones denigrantes para dormir, comer, transportarse; sufrió vejaciones, insultos, amenazas, la quema de escuelas y las enemistades de caciques radicales en Pakistán y Afganistán. Pasó días enteros sin comer, se transportó en condiciones insalubres, junto a cargas de cabras desolladas para comerciar con sus pieles y carne; estuvo en el centro del fuego cruzado entre traficantes de drogas. Fue detenido, cuestionado y retenido en incontables retenes militares y paramilitares. Sospechoso de intruso, espía, guardia, de todo, menos de filántropo y humanista. Sujeto de burlas y humillaciones por personas en América que hacían falsas ofertas de donaciones. En fin, fue ultra-
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entre el imperio estadounidense y las sufridas, pobres, deprimidas, abandonadas regiones de Pakistán y Afganistán. Greg pronto comprendió —con la ayuda de investigaciones de la UNICEF— que el secreto del cambio cultural se encontraba en la educación de las mujeres. Así que sus mayores esfuerzos se concentrarían en educar a las pequeñas. En sus diferentes historias Greg relata los innumerables casos de éxito de niñas educadas que a través de los años han cambiado la cultura de sus pueblos o villas. Greg vive en Montana y trabaja en los campos de Pakistán y Afganistán. Ha sido objeto de innumerables premios y distinciones que fueron coronadas el 24 de marzo pasado,
con la máxima condecoración pakistaní, la medalla “Sitarai-i-Pakistan” o la Estrella de Pakistán. Greg está nominado para el Premio Nobel de la Paz en 2009. Mi predicción es que lo conseguirá si no en 2009, en algún año posterior. En numerosos artículos de prestigiadas revistas internacionales de Estados Unidos y Europa como el New York Times, Wall Street Journal, USA Today, The Chirstian Science Monitor , The Economist ,
y cadenas televisivas de Estados Unidos, como ABC, NBC, CNN, etc., se han expuesto desde diversos ángulos la vida y entrega de un hombre sencillo, tímido, sonriente, entre la genialidad y la compasión, con una fuerte motivación intrínseca por
sacar adelante un proyecto para vencer el terror con educación, y la violencia con los libros. El enemigo a vencer es, en palabras de Greg, la ignorancia. Un humilde enfermero de Montana, con algunos dólares, ha podido hacer más por la relación entre Estados Unidos, y Occidente, con el mundo islamita de Asia Central, que los billones de dólares, las guerras y las bombas de Bush en esa multigolpeada, satanizada y desprestigiada parte del mundo. Greg Mortenson le puso a la diplomacia y a las políticas exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos, las inocentes caras de niñas y niños que ni la deben ni la temen; los nombres de personas y grandes líderes; desmitificó la falsas creencias
occidentales del mundo islamita; tendió puentes. En varias ocasiones, con guante blanco, enfrentó a una arrogante política exterior estadounidense y nos dio lecciones de cultura y humanidad. El mundo necesita muchas madres Teresa y muchos Greg Mortenson, para cambiar la arrogancia de los políticos y diplomáticos, con la entrega de personas cuya vida es el servicio y cuyo amor se localiza en la sonrisa de un enfermo o de un niño. Estos son los verdaderos héroes y líderes. Los demás, los llamados líderes de las naciones, defensores de la seguridad nacional, no saben nada de inteligencia cultural. Hasta el momento Greg ha establecido cerca de 80 escuelas; construido puentes y sistemas de agua potable; otorgado becas para que sus egresados, principalmente niñas, continúen sus estudios, y se han empoderado las mujeres de las villas y pueblos con recursos para su desarrollo y actividad social y económica. Esto, sin contar las consultas que el Gobierno y el Congreso de Estados Unidos le han hecho sobre la vida y la cultura de Afganistán y Pakistán, sobre todo a partir del 11 de septiembre de 2001. Invito a mis amables y pacientes lectores a informarse sobre la vida y obra de este hombre a través del libro ya citado o en las páginas electrónicas: http://www.threecupsoftea.com/, https://www.ikat.org/ y http://www.gregmortenson.com/. En estos lugares los lectores interesados aprenderán, como yo, 1001 lecciones de vida y educación; de perseverancia y decisión; de fracaso y triunfo; de humildad y grandeza; de generosidad y compasión; de cultura, cultura y más cultura; de envidia y amor; de terror y esperanza. Muchos de mis lectores, sin duda, conocerán personas a quienes esta historia podría interesar para buscar fórmulas y mecanismos de ayuda. Pero lo más importante es que muchos de nosotros encontraremos la luz al final del oscuro túnel de la ignorancia. Esta historia inspira. mayo 2009
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