La sílaba en la teoría fonológica JULIETTE BLEVINS Traducción: Bravo, Cecilia; Casquero, Daniela y Faucet Carlos.
0. Introducción El papel de la sílaba en la teoría fonológica se ha vuelto más significativo con cada década. La mayor parte de las aproximaciones relevantes, desde la Escuela de Praga a los prosodistas de Londres y los estructuralistas norteamericanos, hasta los acercamientos de la moderna generativa, incluyendo la fonología autosegmental y métrica, ha reconocido a la sílaba como una unidad fundamental en el análisis fonológico. Mi meta en este capítulo es ilustrar el importante papel jugado por la sílaba en la teoría fonológica. En primer lugar, señalo la importancia de reconocer a la sílaba como un constituyente fonológico (sección 1). Luego, discuto cómo tales constituyentes sirven para organizar los segmentos en términos de sonoridad (sección 2). En la sección 3, presento argumentos concernientes a la naturaleza de la estructura interna de la sílaba, incluyendo el rol de la sonoridad y el peso silábico para
establecer el constituyente. Esta discusión es seguida, en la sección 4, por una panorámica de la variación paramétrica en los tipos de sílabas de las lenguas del mundo. En la sección 5, considero el estatus de la silabización con respecto a la derivación fonológica –en específico, la cuestión de cómo y en qué punto de derivación la estructura de la sílaba es asignada a asociaciones, y los aspectos en los cuales ciertas reglas fonológicas pueden ser contempladas como parte del proceso de silabización-. Finalmente, en la sección 6, abordo varios problemas en la actual teoría silábica, incluyendo la naturaleza de las restricciones de la coda, silabizaciones controvertibles y desencuentros entre sílabas fonéticas y fonológicas. La evidencia de la sílaba es copiosa, aunque mucha de esta se halla dispersa entre análisis de diferentes escuelas y épocas, y abrigada por marcos teóricos dispares. Mi meta aquí será aunar una diversidad de argumentos y extraer de ellos la esencia que cualquier teoría fonológica correcta debe poseer. ¿Qué son las sílabas? En tanto los pies de la teoría métrica aportan la organización rítmica a las asociaciones fonológicas, las sílabas pueden ser contempladas como las unidades estructurales que proveen la organización melódica a tales asociaciones. Esta organización melódica se basa, en su mayor parte, en la sonoridad inherente de los segmentos fonológicos, donde la sonoridad de un sonido es entendida como su intensidad en relación con otros sonidos producidos con la misma energía de entrada (i.e., con la misma duración, acento, pitch, velocidad de la corriente de aire, tensión muscular, etc.). De aquí que la organización melódica de una asociación fonológica en sílabas ha de dar como resultado un perfil de sonoridad característico: los segmentos serán organizados en secuencias de ascenso y descenso de sonoridad, con cada cima
de sonoridad definiendo una única sílaba. La sílaba es, entonces, la unidad fonológica que organiza las melodías segmentales en términos de sonoridad, y los segmentos silábicos son equivalentes a las cimas de sonoridad al interior de dichas unidades de organización. 1. La sílaba como constituyente fonológico: Mientras los fonólogos de una amplia gama de perspectivas teóricas concuerdan en que la sílaba juega un papel importante como constituyente prosódico, el acuerdo no es ni remotamente universal en cuanto a la exacta naturaleza de la sílaba, ni lo es en cuanto a la existencia misma de este constituyente en la fonología. En esta sección ofreceré una variedad de argumentos, tanto antiguos como nuevos, con el propósito de proveer una sólida defensa de la importancia de la sílaba en la fonología, y el basamento general para la consiguiente discusión. Los argumentos en pro de [las sílabas como] constituyentes están tradicionalmente apoyados en la observación de que una generalización particular, o un grupo de generalizaciones, puede ser establecida de manera más concisa en términos de constituyentes que sin ellos. Por ejemplo, los argumentos en pro de los constituyentes sintácticos “Frase Nominal” y “Frase Verbal” se centran en el punto de vista de que las restricciones de distribución y los fenómenos de extracción son mejor establecidos bajo la condición de tales constituyentes. En esta sección 1 presento cuatro argumentos de este tipo en pro de la sílaba como constituyente fonológico.
1.1 La sílaba como dominio El primer argumento en pro de la sílaba como constituyente fonológico procede del hecho de que hay procesos fonológicos y/o restricciones que toman la sílaba como su dominio de aplicación. Tales reglas y restricciones son sensibles a un dominio que es más extenso que el segmento, más pequeño que la palabra y que contiene exactamente una cima de sonoridad. Un ejemplo de un proceso que implica sílabas enteras es la faringalización en árabe y en los dialectos bereberes (Ali-Ani 1970; Ghazeli 1977; Saib 1978; Broselow 1979; Elmedlaoou 1985; Hoberman 1987). En estas lenguas, la presencia de una consonante subyacente faringalizada o enfática da cabida a dominios de segmentos faringalizados que son más extensos que un segmento individual y, con frecuencia, más pequeños que la palabra completa. En árabe cairota, el dominio más pequeño para la faringalización es CV, que es también el mínimo tipo silábico en esa lengua. Broselow (1979) razona que la manera apropiada de caracterizar las alternancias de faringalización en el cairota es en referencia a la sílaba: la faringalización se expande a todos los segmentos tautosilábicos y, así, su dominio es la sílaba. Otras propiedades fonológicas que toman la sílaba como su dominio son el acento y el tono. En el nivel fonético, el acento y el tono, como la faringalización, son usualmente realizados en asociaciones multisegmentales (Firth 1948; Pike 1962; Beckman 1986). En el nivel fonológico, hay muchas lenguas en las cuales la colocación del acento o el tono predecibles requiere ignorar secuencias C0VC0. Tales principios de asignación de acento respaldan la existencia de sílabas en las que los candidatos para
la asignación del acento que son ignorados son siempre sílabas completas. Además, las lenguas tonales y acentuales caen en dos clases generales en lo que respecta a los algoritmos de asignación general: aquellas en las cuales las proyecciones de acento y tono varían según las sílabas sean pesadas o ligeras, y aquellas en las que el peso es irrelevante. En el primer caso, la mora, una unidad de peso, podría ser vista como la unidad de soporte de tono/acento; en el segundo caso, parece necesario reconocer a la sílaba como la unidad de soporte de tono/acento. De cualquier manera, incluso en las lenguas que se muestran sensibles al peso en la asignación del acento, el reconocimiento de la sílaba es necesario. Hayes (1991) señala que en todas las lenguas de acento verdadero, la sílaba parece ser la unidad de soporte del acento, lo que es decir que no hay contraste entre ´vv y vv´ tautosilábicas. Con el propósito de dar cuenta de esto, Hayes adopta una restricción universal que prohíbe que un solo pie métrico divida sílabas. Sin el acceso al constructo “sílaba”, es difícil imaginar cómo tal restricción podría ser formulada. Otro fenómeno que argumenta en pro de la existencia de la sílaba como constituyente fonológico procede de la presencia de un contraste entre las así llamadas sílabas “balísticas” y las sílabas “controladas” del amuzgo otomangueano y de las lenguas chinantecas (Robbins 1961; Merrifield 1963; Bauernschmidt 1965; Westley 1971; Foris 1973; Rensch 1978). En estas lenguas, las sílabas balísticas tienen algunas o todas las siguientes propiedades: aspiración (incluyendo Cs fortis iniciales, Vs nucleares sordas, sonantes sordas finales, y aspiración al final de la sílaba); crescendo rápido hasta la cumbre de intensidad, con decrescendo repentino; intensificación de la duración de la vocal (las vocales largas son más largas, y las cortas son más cortas); variaciones de
tono (tonos de nivel más alto, deslizadas ascendentes [upglides] y descendentes [downglides]; retraimiento de la raíz de la lengua. Las sílabas no balísticas no son aspiradas, muestran ascensos y descensos de intensidad uniformes, tiene contrastes normales de duración de vocales, no muestran deslizamiento [gliding] tonal y no tienen retraimiento de la raíz de la lengua. Todo el conjunto de propiedades que distingue sílabas balísticas toma dominios mayores al segmento individual. De una particular relevancia es el hecho de que la aspiración se contagie a través del espacio máximo C0V(V)C0, y también que los distintos patrones de intensidad sean proyectados sobre este dominio. Tratar la “balisticidad” como cualquier cosa excepto como una característica de la sílaba dejaría sin explicación la cantidad de propiedades señaladas y sus dominios multisegmentales. En suma, las propiedades fonológicas con la sílaba como su dominio incluyen la faringalización, el acento, el tono y la balisticidad. 1.2. El margen de sílaba como locus Otro argumento en pro de la sílaba como constituyente fonológico es la existencia de reglas fonológicas que se aplican en los márgenes silábicos. En todas las lenguas, los márgenes silábicos se corresponden con los márgenes de la palabra/expresión, de manera que, sin referencia a la sílaba, muchas reglas deben ser formuladas para aplicarse en los entornos esquemáticos / ___{#, C} o / {#, C}___. Tales reglas son problemáticas por la sencilla razón de que los símbolos de límite y las consonantes no forman una clase natural. Como resultado, dichas reglas son mejor interpretadas como definitorias de los entornos de final e inicio de sílaba,
respectivamente. Por ejemplo, en inglés (Kahn 1996) y en kunjen (Sommer 1981) las obstruyentes de inicio de sílaba son aspiradas, mientras que en popoluca de la sierra (Elson 1947) y en maya yucateco (Straight 1976) lo son las de final de sílaba. 1.3 Sílabas como estructuras objetivo Además de las reglas que toman la sílaba como su dominio de aplicación y de las que afectan a los segmentos en margen silábico, las sílabas pueden funcionar como objetivos de juegos de lengua o como objetivos prosódicos de procesos morfológicos. Numerosos juegos de lengua han sido descritos en referencia a la sílaba. Por ejemplo, White (1955) describe un juego de lengua en luvale, donde /-ti/ es sufijado a cada sílaba de la palabra. Laycock (1972), en su estudio de estos juegos de lengua, o ludlings, señala por lo menos veinte casos en los cuales la sílaba es el objetivo de afijación, truncación, sustitución o movimiento. Además de aquellos juegos, las sílabas son también los objetivos prosódicos de procesos morfológicos como la reduplicación. Según la teoría de fonología y morfología prosódicas, como fuera desarrollada por McCarthy y Prince, la reduplicación involucra la afijación de una escueta plantilla prosódica a una base. Cuatro tipos de sílaba son reconocidos en la morfología prosódica: (1) sílaba (máxima), (2) sílaba ligera (i.e., monomoraica), (3) sílaba pesada (i.e., bimoraica) y (4) sílaba nuclear (i.e., CV). Solo mediante la introducción de plantillas silábicas pueden las propiedades invariables de tales afijos, así como sus tipos restringidos, ser captadas interlingüísticamente.
1.4 Intuiciones nativas
2. Sonoridad
En muchas lenguas, los hablantes nativos tienen claras intuiciones concernientes al número de sílabas en una palabra o en un enunciado, y en algunos de estos, por lo general, también en lo que concierne a dónde ocurren los cortes de sílaba [¿silabeo?]. Por ejemplo, Schütz (1985, p. 537) señala, en su gramática del fiji, que los “hablantes nativos parecen reconocer la sílaba como una unidad: de manera velada, en su uso ocasional del deletreo oral silábico; manifiestamente, en sus marcadas divisiones de sílabas en materiales para profesores de lenguas”. Si la fonología es, en parte, el estudio de las representaciones mentales de la estructura del sonido, entonces tales intuiciones respaldan la perspectiva de la sílaba como un constituyente fonológico plausible. Habiendo mostrado cómo algunas lenguas requieren referirse a constituyentes silábicos, la teoría más sólida (esto es, la más fácil de refutar) postulará que las sílabas son unos universales lingüísticos sustantivos. Esta es la teoría que yo adoptaré en lo restante de este capítulo. Además, asumiré que la sílaba tiene una posición fija en la jerarquía prosódica universal, como se grafica en (1).
La relación entre sílabas y sonoridad ha sido reconocida durante un siglo o más. Jespersen (1904) destaca que en cada enunciado hay tantas sílabas como cimas nítidas de sonoridad, y Sievers (1881) observa que, en general, entre cualquier miembro de una sílaba y la cima de esta solo son permitidos sonidos de una sonoridad mayor. Estas y otras observaciones relacionadas son usualmente remitidas a la Generalización secuencial de sonoridad (o Principio secuencial de sonoridad), de la que presentamos una versión en (2).
(1) Jerarquía prosódica universal
(2) Generalización secuencial de sonoridad (GSS) Entre cualquier miembro de la sílaba y la cima de esta debe ocurrir un incremento de sonoridad o una meseta. Mientras que la mayoría de los fonólogos concuerdan en que una versión de la GSS debe ser integrada en la teoría fonológica, una cantidad de cuestionamientos se desprenden en lo concerniente a su estatus e implementación. ¿Es la GSS una condición absoluta para las representaciones o es simplemente una condición preferencial que expresa los valores universales de marcación? ¿Sobre qué base es determinada la sonoridad segmental? ¿Es universal la categoría de sonoridad o es específica de alguna lengua? Parece haber un considerable número de excepciones a la GSS como fue presentada en (2). Como fue enunciada, esta propone que la presencia de una secuencia prevocálica C1C2 (C1 ≠ C2) al interior de la sílaba implica la ausencia de una secuencia posvocálica C1C2 y viceversa. Sin embargo, en inglés ocurren los inicios de sílaba /sp st sk/, y los posvocálicos tautosilábicos
/sp st sk/ también son encontrados, y el inglés está lejos de ser el único en este reparo. Tales hechos han llevado a muchos investigadores a tomar la GSS como una condición preferencial, como un determinante del marcado de la sílaba o como una restricción en la silabización inicial que luego pueden ser violados por reglas y/o restricciones particulares. C2Otra cuestión concierne a cómo se define la sonoridad y en qué medida se basa. Aunque se ha combatido ampliamente una base fonética para la sonoridad, las mediciones basadas en la intensidad acústica suelen ser consideradas como un punto de partida para estimar la saliencia perceptual o intensidad de un sonido. Basado en tales mediciones, Ladefoged (1982, p. 222) presenta la siguiente escala parcial de sonoridad para el inglés: a > æ > ε > I > u > i > l > n > m > z > v > s > š > d > t > k. Esta escala se ajusta a las escalas más universales y a las más particulares que hayan sido propuestas. Todas ellas son de diversos tipos, habiendo de parámetros principales de diferenciación basados en rasgos vs. no basados en rasgos, binarios vs. escalares, relativos vs. absolutos, detallados vs. no tan detallados. Los modelos distintivos basados en rasgos, defendidos originalmente por Basboll (1977), tienen la clara ventaja de categorizar los segmentos con el mismo criterio que otras reglas y restricciones fonológicas. Usando rasgos distintivos, en (3) compendio las relaciones de sonoridad que, hasta donde sé, no han encontrado contraejemplo en la literatura fonológica y/o en la fonética. (3) Una escala de sonoridad universal Para cada nudo, la rama izquierda es más sonora que la derecha, y las relaciones de sonoridad de un rasgo se definen
solo con respecto de los segmentos con la especificación de rasgo del nudo madre.
La escala de sonoridad de (3) está organizada en términos de relaciones binarias, con la rama izquierda más sonora que la derecha. Las relaciones en este árbol tienen la intención de ser absolutas; así, por ejemplo, no podremos encontrar ninguna lengua en la que las vocales no bajas sean más sonoras que las bajas. La precisión de la escala está determinada por evidencia disponible; que yo sepa, por ejemplo, no hay lenguas que presenten escalas claras de sonoridad para los rasgos de lugar de articulación al interior de la clase de segmentos [+consonántico]. 3. Estructura al interior de la sílaba Derivamos ahora hacia la cuestión de la estructura interna de la sílaba y la relación de la estructura interna de la sílaba con el peso silábico. Han sido hechas muchas propuestas concernientes a la estructura interna de la sílaba. Algunas perspectivas actuales son registradas en (4).
(4) Modelos la estructura interna de la sílaba (a) Estructura plana (i.e., ningún subconstituyente sino los propios segmentos) (Anderson 1969; Kahn 1976; Clements and Keyser 1983). (b) Aproximaciones moraicas: σ C0μ (μ) C0 (Hyman 1985; McCarthy and Prince 1986; Hayes 1989). (c) Ramificación binaria con Cuerpo: σ Cuerpo Coda; Cuerpo Ataque Núcleo (McCarthy 1979; Vennemann 1984). (d) Ramificación ternaria: σ Ataque Núcleo Coda (Hockett 1955; Haugen 1956; Davis 1985). (e) Ramificación binaria con Rima: σ Ataque Rima; Rima Núcleo Coda (los académicos chinos tradicionales como son representados, por ejemplo, en las tablas de rimas de la dinastía Song (dengyuntú), y discutidos extensamente en Chao 1941 and Karlgren 1954; Pike and Pike 1947; Kurylowicz 1948; Funge 1969; Halle and Vergnaud 1978; Sekirk 1982). La evidencia en pro de un constituyente subsilábico recae en las categorías ya utilizadas para justificar la sílaba como constituyente. Un énfasis particular sea da usualmente en las constricciones fonotácticas basadas en la sonoridad, en el rasgo y en la posición, ya que estas proveen la evidencia más sólida en cuanto a dominios multisegmentales al interior de la sílaba. Aquí se ha invocado el principio según el cual la presencia de restricciones de ocurrencia entre dos posiciones de segmentos al interior de una sílaba es evidencia de que las dos posiciones forman un constituyente. En esta sección presento evidencia a favor del modelo en (4e), donde la estructura máxima al interior de la sílaba es como la que se muestra en (5).
(5) Estructura al interior de la sílaba (palabra inglesa dream)
Primero presentaré lo que, creo, es la evidencia más fuerte en pro de este modelo, y luego demostraré que otros acercamientos (4a-d) no pueden dar cuenta adecuadamente de tales hechos, por lo menos no sin una revisión sustancial. Como se destacó en la sección 2, ha habido varias propuestas en cuanto a cómo los valores de sonoridad deben ser integrados a la teoría de la sílaba. La mayoría de las propuestas intenta dar cuenta de la Generalización secuencial de sonoridad (hasta la medida en que es válida) colocando los sonidos en una escala de sonoridad como la sugerida por Ladefoged (1982) para el inglés. Usando tales escalas, dos aspectos de la secuenciación de sonoridad favorecen la división de la sílaba en los subdominios de ataque, núcleo y coda. Primero, mientras que los grupos con C al inicio y al final en ##C0V1C0## pueden mostrar una adherencia rígida a las escalas de sonoridad, el valor de sonoridad de las Cs prevocálicas y posvocálicas no está determinado en relación al valor de sonoridad de las Vs adyacentes. Segundo, para muchas lenguas las restricciones de secuenciación de sonoridad entre secuencias de Cs prevocálicas
no son simplemente la imagen en el espejo de aquellas que restringen las secuencias de Cs posvocálicas. Ambos puntos pueden ser ilustrados con referencia al inglés. En inglés, todos los grupos consonánticos a inicio de palabra, excluyendo aquellos compuestos por /s/ + obstruyente, se adecúan a la Generalización secuencial de sonoridad: /pr br tr dr kr gr fr vr sr pl bl kl gl fl vl sl šl tw dw kw gw sw šw/. Como sea, no hay ningún caso en que el valor de sonoridad del segundo miembro de estos grupos sea determinado por la vocal siguiente: /swu:n/ y /swan/ están ambos bien formados sin importar el hecho de que los valores de sonoridad de /w, u/ son mucho más cercanos que aquellos de /w, a/. Además, mientras que todos los grupos iniciales vistos están bien formados en el orden inverso como secuencias posvocálicas, grupos posvocálicos adicionales ocurren, incluyendo: /rl rm rn lm ln nd mp ŋk/. Pero a pesar del hecho de que todos esos grupos obedecen la generalización secuencial de sonoridad, ninguno de ellos constituye un grupo de inicio bien formado cuando su orden es invertido: *lrV…, *mrV…, *nrV…, *mlV, etc. Por tanto, cualquier intento de formalizar las restricciones sobre la sonoridad relativa de los segmentos al interior de la sílaba inglesa debe (1) reconocer que las escalas de sonoridad son relevantes al interior de los grupos prevocálicos y posvocálicos, pero no entre CV o VC, y (2) distinguir las distancias de sonoridad mínima para grupos iniciales y finales, ya que los segmentos próximos en valor de sonoridad son tolerados posvocálicamente. La evidencia en pro de las restricciones de secuencias de sonoridad dentro de una lengua puede luego ser utilizada como evidencia en pro de la división de la sílaba en tres dominios inequívocos: ataque, núcleo y coda. Puesto que tal evidencia es coherente con los modelos en (4e, d, e), otros
argumentos se enfocan en la necesidad de un constituyente rima, que se descompone en los subconstituyentes núcleo y coda. La evidencia más fuerte en pro de la rima como constituyente se basa en los fenómenos sensibles al peso silábico. En muchas lenguas las sílabas son divididas en ligeras y pesadas, donde las pesadas son aquellas que atraen el acento o permiten (en oposición a uno) dos tonos. En la gran mayoría de casos, el peso silábico es definido sin referencia a la porción prevocálica de la sílaba. Además, como se muestra en (6), en las lenguas que muestran una triple distinción de peso, las sílabas más pesadas son aquellas que tienen las rimas más sonoras (Recuerden aquí que, idénticos en lo restante, los segmentos largos son más sonoros que los cortos). (6) Definiciones interlingüísticas del peso silábico Ligera Pesada C0 V Sierra miwok, hausa, etc Tipo 2 C0VC0 Huasteco, hawaiano, etc.
Más pesada C0VX…
Tipo 3
C0VC1
C0VV…
C0VC1
C0V[V,
Tipo 1
C0 V Klamath, yupik C0 V Creek
C0VV…
R]…
En una lengua como sierra miwok, tanto C0VC como C0VV atraen el acento, mientras que en hausa ambos tipos silábicos cuentan como pesados con el propósito de procesos fonológicos y morfológicos. En huateco, el acento cae en la
última sílaba con vocal alargada de la palabra, si no en la primera sílaba, omitiendo las sílabas C0VC; en hawaiano, todas las sílabas C0VV son acentuadas, pero esta lengua no tiene sílabas trabadas. En klamath, el acento también cae en la última vocal alargada de la palabra; si esta está ausente, el acento cae en la penúltima si es trabada, si no en la antepenúltima. En yupik, las sílabas con vocales largas atraen el acento, como lo hacen las sílabas trabadas de al inicio de palabra. Finalmente, en creek, donde se evidencia un sistema de acento [pitch], los tonos de contorno son encontrados solo en las secuencias VV and VR; de cualquier modo, los acentos [pitch] predecibles en creek son colocados de acuerdo con el pie binario sensible a la cantidad que trata por igual a las CVV y CVC como pesadas. Los tres tipos lingüísticos en (6) parecen saturar las posibilidades de distinción de peso silábico que no involucran segmentos precedentes a la vocal nuclear. El hecho de que las lenguas tengan como máximo una triple distinción de peso y varias definiciones de pesado y ligero se seguirá, por tanto, de las definiciones de esas categorías en términos de los subsconstituyentes silábicos núcleo y rima, como en (7): (7) Definiciones estructurales del peso silábico Ligera Más pesada Tipo 1 rima sin ramificación rima ramificada Tipo 2 núcleo sin ramificación núcleo ramificado Tipo 3 rima sin ramificación núcleo ramificado
Pesada
rima
ramificada
La estructura interna de la sílaba expuesta en (4c, d) debe recurrir a argumentaciones conjuntas para dar cuenta de las clases de peso interlingüístico en (7). Por ejemplo, la definición de ‘pesado’ para el tipo 1 al interior del cuerpo/coda sería como sigue: las sílabas pesadas son aquellas que son ramificadas y/o aquellas con núcleos ramificados. Las aproximaciones moraicas que carecen de constituyentes al interior de la sílaba tienen problemas lidiando con lenguas con triple contraste de peso. Con la intención de remediar tales problemas, Hayes (1991) ha introducido diversas elaboraciones de la teoría moraica, incluyendo reglas de peso por posición sensitivas al contexto, una distinción entre moras fuertes y débiles, y un grid prosódico en el cual pueden representarse las distinciones de sonoridad extramoraica. Las enmiendas de Hayes pueden ser interpretadas como demostración de que una teoría moraica que evita la estructura interna de la sílaba esta forzada a debilitarse a sí misma hasta un punto en el cual las posibilidades de definir pesos silábicos distintivos son más grandes que aquellas delineadas por el modelo de estructura silábica resumido en (7). Otros argumentos en pro de los constituyentes se centran en la distribución de rasgos y las clases de sustitución dentro de la sílaba. Pike y Pike (1947) aducen que los constituyentes inmediatos de las sílabas del mazateco son los ataques (“márgenes”) y los núcleos (Ya que en el mazateco todas la sílabas son abiertas, no hay distinción posible entre núcleo y rima). Esta división se basa en la distribución del tono y la nasalización; el tono y la nasalización contrastivos son rasgos del núcleo y no suceden en glides prevocálicas, las que son miembros del ataque. Hockett (1947) ilustra cómo la
perspectiva tradicional de la sílaba china da cuenta de restricciones sistemáticas en secuencias de sonidos. Únicamente elementos consonánticos ocurren como inicios (ataques), únicamente aparecen elides como medios (elementos de inicio de rima), únicamente ocurren vocales en el núcleo, y las terminales (codas) están restringidas a una base específica de la lengua. Funge (1969, 1987) también utiliza evidencia de distribución para respaldar una perspectiva de la sílaba inglesa similar a aquella de (5). Por ejemplo, el hecho de que solo las vocales relajadas/cortas sean encontradas ante /-mp/ y /ŋk/ se toma como señal de que el núcleo y la coda están más cercanamente relacionados que el ataque y el núcleo. En otras lenguas, la evidencia en pro de la rima también toma la forma de restricciones en cuanto al número de segmentos al interior de ella: por ejemplo, en yokuts (Newman 1944), afar (Bliese 1981) y hausa (Newman 1972) no pueden aparecer más de dos segmentos en la rima, derivando sílabas CVVC a CVC en la superficie; y en turco (Clements y Keyser 1983) y español (Harris 1983) no pueden ocurrir más de tres elementos en la rima. Sin una referencia a la rima, tales restricciones serían difíciles de formular. Argumentos adicionales en pro de la rima como constituyente fonológico provienen de los juegos de lengua. Además de los ludlings que afijan/reemplazan/mueven sílabas enteras, hay en Laycock (1972) numerosos ejemplos en que la rima es el foco de la regla. En el inglés “oppen-gloppen” la oración “you are mad” se reproduce cini [y-op-u op-ar m-op-æd]. Los argumentos en pro del ataque como constituyente no se consiguen fácilmente. Aparte del hecho de que las restricciones de secuencia de sonoridad se dan en este dominio, no hay muchas señas de que el ataque sea otra cosa que lo que queda
después de que se establece la rima. De igual manera, además de las restricciones de sonoridad, hay pocas demostraciones convincentes de que secuencias de codas definan un constituyente identificable. Dada la carencia de evidencia positiva en pro de los constituyentes ataque y coda, el modelo original en (5) es modificado en (8): (8) Estructura interna de la sílaba (basada en evidencia positiva)
Dentro de este modelo, las restricciones de sonoridad en los grupos prevocálicos y posvocálicos pueden aún ser definidas en términos de la estructura silábica: los elementos ataque son aquellos dominados inmediatamente por σ, y los elementos coda son aquellos inmediatamente dominados por R. 4. Una descripción general de la tipología silábica: En esta sección, voy a presentar una descripción sucinta de la tipología de la sílaba. El propósito de esto es demostrar el grado de variación de los tipos de sílabas entre las lenguas, y resaltar generalizaciones entre los sistemas lingüísticos. Toda teoría de la sílaba debe poder dar cuenta del amplio rango de
templetes silábicos que registramos y los aspectos de la estructura intrasilábica que son constantes en las lenguas. La variación entre los tipos de sílabas que se presentan en las lenguas del mundo es considerable. Tabla 6.1 Variación de tipos de sílabas entre las lenguas. Hua Cayuvava Cairene* Mazateco Mokilese Sedang Klamath Español Finlandés Totonac Inglés
V
CV
CVC
VC
CCV
CCVC
CVCC
VCC
CCVCC
CVCCC
no sí no sí sí no no sí sí no sí
sí sí sí sí sí sí sí sí sí sí sí
no no sí no sí sí sí sí sí sí sí
no no no no sí no no sí sí no sí
no no no sí no sí no sí no sí sí
no no no no no sí no sí no sí sí
no no no no no no sí no sí sí sí
no no no no no no no no sí no sí
no no no no no no no no no sí sí
no no no no no no sí no no sí sí
Tabla 6.2 Variación paramétrica en secuencias nucleares consonántica]:
[-
Lengua
V
V:
V::
V:::
V1 V2
V1 V2 V3
V1 V2 V3 V4
Cayuvava Yokuts
sí sí
no sí
no no
no no
no no
no no
no no
El Paraíso Mixe
sí
sí
sí
no
no
no
no
para cualquier secuencia que pueda ser núcleo de sílaba, por ejemplo, vocales cortas, largas, y secuencias
Español Witoto Finlandés
sí sí sí
no no sí
no no no
no no no
sí sí sí
no sí no
no no no
vocálicas.
Finlandés
sí
sí
sí
no
sí
sí
no
Para las fuentes de las lenguas, ver tabla 6.3. Nótese que V es usado en este recuadro como una notación
Algunas lenguas, como el Hua, solo tienen un tipo de sílaba CV. Otras lenguas, como el inglés, tienen más de diez plantillas silábicas. A pesar del rango de variación, ciertas generalizaciones son aparentes. Primero, todas las lenguas tienen la plantilla silábica CV. Segundo, todas las sílabas presentan la siguiente propiedad: si una secuencia de n consonantes es posible a inicio de sílaba, entonces, una secuencia de n – 1 consonantes es también posible en el mismo contexto. Y, si una secuencia de n *
consonantes es posible a final de sílaba, entonces, una secuencia de n – 1 consonantes es también posible en el mismo contexto. Además, si una lengua no permite sílabas constituidas por una sola vocal V, entonces, la lengua tampoco admite cualquier sílaba con vocal a inicio. La Tabla 6.2 ilustra el grado de variación de elementos que son núcleos silábicos en secuencias tautológicas.
Árabe del Cairo
Las fuentes de las lenguas incluyen: cayuvava (Key 1961), yokuts (Newman 1944), el paraíso mixe (Van Haltsman y Van Haltsman 1976), español (Harris 1983) huitoto (Minor 1956), finlandés (Keyser and Kiparsky 1984), estoniano (Prince 1980).
Nuevamente, vemos que ciertas generalizaciones son visibles. Si una lengua permite secuencias tautosilábica de n vocales, entonces, también permite secuencias de n – 1 vocales. Aparentemente ninguna lengua admite secuencias de más de tres vocales al interior de una sola sílaba, y ninguna lengua tiene más de tres formas de contrastar la duración vocálica. Aunque no es aparente en este esquema, dentro del dominio del núcleo PSS se mantiene sin falla.
Para poder aprehender alguna de estas generalizaciones, las lenguas pueden ser descritas en término de pequeños grupos de parámetros con valores binarios que son definidos sobre los dominios intrasilábicos del ataque (=consonantes inmediatamente dominadas por el nudo de la sílaba), núcleo y coda (= segmentos inmediatamente dominadas por el nudo de la rima). En la tabla 6.3 mostramos combinaciones lógicas de parámetros con valores binarios y las respectivas lenguas en las que aparecen. El Parámetro de Núcleo Complejo especifica si los núcleo complejos están bien formados o no, (sí) o (no). En lenguas sin núcleos complejos las secuencias vocálicas VV se dividen en dos sílabas. El Parámetro de Ataque Obligatorio determina si un ataque es obligatorio o si no lo es, (sí) o (no). Lenguas como el totonac, en la cual su configuración es (sí), no presentan vocal a inicio de sílaba. El Parámetro de Ataque Complejo determina si más de un segmento está permitido en el ataque o no, (sí) o (no). El Parámetro de Coda es un indicador de si la lengua tiene o no sílabas trabadas, mientras, el Parámetro de Codas Complejas permite más de un segmento al interior de la coda (sí), o solo uno (no). Además de estos cinco parámetros que son el resultado de un grupo de tipos silábicos bien formados, algunas lenguas aceptan tipos excepcionales de sílabas al margen de los dominios de la silabificación. Por ejemplo, en klamath, las sílabas de inicio de palabra pueden comenzar con secuencias CC, pero este tipo de sílabas no se encuentran al interior de palabra. Tal excepción se incluye en este cuadro bajo el nombre de Efecto de Margen, con las subconfiguraciones I(nicial) / F(inal) a fin de que sean completadas.
Mientras que las configuraciones de los tres primeros parámetros son independientes, las configuraciones para Coda y Coda Compleja son dependientes: si la configuración de Coda es (no), entonces, la configuración de Coda Compleja es también (no). La matriz completa que resulta es de 24 por 5, donde cada una de las 24 filas define una posible configuración paramétrica para una lengua natural. Las configuraciones paramétricas anteriormente no solo dan cuenta de las generalizaciones señaladas, sino que describen la codificación de valores no marcados, donde (no) es un valor no marcado y (sí) es un valor marcado. Los casos no marcados son: la ausencia de ataque obligatorio, ataque complejo y de coda; tampoco se permiten diferencias sistemáticas entre las sílabas al interior y margen de palabra. Aunque nos tomaría algo más de espacio presentar una justificación detallada sobre la codificación de valores marcados en la sílaba, las siguientes observaciones han sido tomadas por ser altamente escasas de tal escala. (1) En el estado inicial del desarrollo del lenguaje (balbuceo temprano) los niños producen sílabas en las que los ataques no son obligatorios, no hay ataques complejos o codas del mismo tipo, ni diferencias sistemáticas entre las sílabas que aparecen al interior o margen de palabra (Vih man et. al. 1985). (2) En la adquisición de la segunda lengua los hablantes tienen una pequeña dificultad al pasar del valor (sí) al (no) en un parámetro dado, pero es mayor el grado de dificultad cuando deben de pasar de un valor (no) a un valor (sí) (Anderson 1987).
Tabla 6.3. Variación paramétrica del tipo de sílaba
Los aspectos de la silabificación in estas lenguas son cuestionables. La silabificación requiere que (i) en siona, los núcleos complejos incluyan V1V2 y V?, (ii) en piraha, las obstruyentes menos sonoras sean
Núcleo complejo
Ataque obligatorio
Ataque complejo
Coda
Coda compleja
Efecto de contorno
tratadas como ataques geminados tautosilábicos (iii) en piro, todas las vocales largas sean derivadas desde
sí sí no sí no no sí no
sí no sí sí sí no no no
sí sí sí sí sí sí sí sí
sí sí sí sí sí sí sí sí
sí/F sí/F sí/F sí/F sí/F no no sí/F
el alargamiento de una V1 en compensación por la C1 perdida en las secuencias…VC1C2V… (iv) en hua,
Tamazight Berber
sí sí sí no no sí no no
Sedang Cairene
sí sí
sí sí
sí no
sí sí
no no
sí/F sí/F
Español Dakota Italiano Mokilese Thargart Cuna
sí no no sí no no
no sí no no sí no
sí sí sí no no no
sí sí sí sí sí sí
no no no no no no
sí/F sí/F sí/F sí/F no no
Arabela Siona Piraha Piro
sí sí sí no
sí sí no sí
sí no sí sí
no no no no
no no no no
no no no sí/F
Mazateco Fijian Hua Cayuvava
no sí no no
no no sí no
sí no no no
no no no no
no no no no
no no no no
Totonac Klamath Inglés Nisqually Gilyak Finlandés Tunica
Las fuentes sobre las lenguas incluyen: totonac (MacKay 1991), klamath (Barrer 1963, 1964), nisqually (Hoard 1978), gilyak (Austerlitz 1956; Jackobson 1957), finlandés (Keyser y Kiparsky 1984; Prince 1984), tunica (Haas 1946), tamazight berber (Salb 1978; Chung 1991), sedang (Smith 1979), cairene (Broselow 1979), Español (Harris 1983), Dakota (Shaw 1989), italiano (Basboll 1974), mokilese (Harrison 1976), thargari (Klokeld 1969), cuna (Sherzer 1970, 1975), arabela (Rich 1963), Siona (Wheeler y Wheeler 1962), piraha (Everett y Everett 1984), piro (Matteson 1965), mazateco (Pike y Pike 1947), fijian (Schütz 1985), hua (Haiman 1980), cayuvava (Key 1961).
V? y V constituyan núcleos simples, donde V? es una vocal glotal corta.
(3) Todas las lenguas tienen sílabas CV. (4) Quizá lo más importante es que hay una variedad de procesos fonológicos que permiten el cambio de tipos marcados de sílabas a tipo no marcados (regla de epéntesis y elisión de segmentos), pero hay muy pocas reglas que exijan codas obligatorias, ataques complejos obligatorios o codas complejas obligatorias. Además de los parámetros mostrados en la Tabla 6.3, para cada lengua un grupo de núcleos obligatorios, posibles e imposibles, deben ser especificados. La Tabla 6.4 muestra el rango de templetes silábicos entre las lenguas, donde los ejes horizontales están organizados desde los segmentos más sonorantes a la izquierda hasta los segmentos menos sonorantes de la derecha. Tabla 6.4 Variación paramétrica en segmentos silábicos* Sonoridad Lengua Kabardina Hawaiano Sánscrito Lendu Inglés Carrier central Tamazight Berber
A sí sí sí sí sí sí sí
I no sí (sí) (sí) (sí) (sí) (sí)
R no --(sí) (sí) --(sí) (sí)
L no --no (sí) --(sí) (sí)
N no no no no (sí) (sí) (sí)
S no --no no no (sí) (sí)
T no no no no no no (sí)
* La notación A significa [-alto, -cons], I es [+ alto, -cons], R,I,N son rótica, lateral, y nasal sonornates respectivamente, S es una obstruyente [+ continua], y T es una [- continua]. “Sí” indica que ese tipo de segmentos es un núcleo obligatorio en la lengua en cuestión, “(sí)” indica que ese tipo de segmentos es un núcleo opcional, “no” indica que ese tipo de segmento es un núcleo imposible- indica que tal segmento no ha sido encontrado en la lengua en cuestión. Las fuentes de las lenguas incluyen: kabardiano (Kuipers 1960), hawaiano (Pukul y Elbert 1986), sánscrito (Whitney 1889), lendu (Tucker 1940), Carrier central (Walker 1979), indlawn tashlhiy berber (Dell y Elmedlaoui 1985, Elmedlaoui 1985).
De la Tabla 6.4, vemos que hay una relación definida entre el valor de sonorancia de un segmento y su potencial capacidad de ser núcleo de sílaba. Obtenemos tres generalizaciones concretas: (1) todas las lenguas tienen sílabas con núcleos vocálicos no altos, (2) Si una lengua permite un segmento silábico con valor de sonorancia x, entonces, todos los segmentos con valores de sonorancia mayores a x (p.e. segmentos más sonorantes) son potenciales núcleos silábicos, (3) al interior de las lenguas, los núcleos silábicos opcionales nunca son más sonorantes que los núcleos silábicos obligatorios. Parámetros como los mostrados en la Tabla 6.3, conjuntamente con el Principio de Sonoridad Secuencial y las tres generalizaciones anteriores definen directamente el rango de tipo de sílabas entre las lenguas. 5. Sílabas y Silabificación Habiendo establecido la existencia fonológica de la sílaba, y los aspectos de su estructura interna, volvemos a la cuestión de dónde provienen las sílabas. Si están presentes en el lexicón, o si, de alguna manera, son generadas en el proceso de la
derivación. Tres observaciones sugieren que en cualquier caso, la estructura de las sílabas no están presentes en las representaciones subyacentes: (1) pares mínimos distinguidos solo por la silabificación son poco comunes, e inexistentes en muchas lenguas, (2) en muchas lenguas, segmentos exhiben alternancias de silabicidad lo cual puede ser visto como resultado de la silabificación; (3) morfemas individuales a menudo fallan al conformar el posible tipo en una lengua dada, haciendo de la silabificación lexical poco acertada. Con referencia al primer punto. Considerando el par mínimo próximo del inglés [ʔáy.da] “Ida” vs. [ʔa.íy.da] “Aïda”. En cualquier caso la secuencia heteromorfémica /ai/ es silabificada como núcleo complejo: [ai], “I”, [wai] “why”, [ʔail] o [áil] “aisle”, etc. Para este caso podemos formular luego una regla de silabificación que resulte en secuencias tautosilábicas /ai/. Para formas excepcionales, como [ʔa.íy.da] podemos asumir que esa estructura mínima es especificada en el lexicón. En este caso es suficiente señalar a /i/ como núcleo silábico en la representación subyacente: /a[i]Nda/ esta estructura sílaba preespecificada puede bloquear la regla que asigna como único núcleo a secuencias /ai/ insilabificadas. Alternancias de silabicidad han sido examinadas en números lenguas, y para la mayoría parece ser predecible y no distintivas. Los estudios que apoyan a la perspectiva de tales alternancias como simples resultados del esquema de la silabificación regular incluyen: Steriade (1982) para latín y griego antiguo, Noske (1982) para francés, Sagey (1984) para kinyarwanda, Steriade (1984) para rumano, Dell y Elmedlaoui
(1985) para indlawn tashlhiyt berber, y Levin (1985) para klamath. Quizá el más notable análisis de este tipo es el de indlawn tashlhiyt berber presentado por Dell y Elmedlaoui (1985). En esta lengua todos los segmentos tienen alófonos silábicos y no silábicos, a excepción de la /a/, la cual sale a la superficie constantemente como una vocal. La silabicidad es predecible y no distintiva (excepto por el grupo de morfemas que contienen vocoides altas, las cuales son consistentemente [- silábicas]). Como resultado Dell y Elmedlaoui comienzan con representaciones subyacentes no silabificadas y proponen un algoritmo simple de silabificación que predice la silabicidad de los segmentos basados. Dell y Elmedlaoui adoptan la siguiente escala de sonoridad para el indlawn tashlhiyt berber: a>i,u>líquida>nasal>fricativa sonora>fricativa sorda> oclusiva sonora> oclusiva sorda. Este algoritmo de silabificación implica tres pasos: (1) centro de la silabificación: escaneo de izquierda a derecha en la secuencia, asocia el centro de la sílaba (p.e. una sola sílaba CV constituyente) a cualquier secuencia (Y)Z, donde Y puede ser cualquier segmento todavía no silabificado, y Z es un segmento de cualquier tipo T, donde T es la variable a sustituir por el grupo de especificaciones de rasgos, en orden descendente, empezando desde los elemento más sonoros en la escala de sonoridad, (2) Regla de la coda: incorpora una sola consonante en la coda, (3) Construcción de Ataque y Coda compleja: construye ataques y/o codas complejas en donde sea necesario. Si la estructura de la sílaba está generalmente ausente en las representaciones subyacentes, ¿cómo es que surge esta? Así como anotamos antes, se han propuesto algoritmos de
silabificación para una variedad de lenguas. Quizás la división más básica entre tales algoritmos es que básicamente se distinguen los enfoques basados en reglas, como el propuesto por Steriade (1982), y los que se desarrollan en base a plantillas marcadas, tales como el planteado por Itô (1986). Los algoritmos de plantillas marcadas para realizar el silabeo verifican que se establezca una secuencia entre los segmentos, definiendo incluso en algunos casos la dirección particular que sigue cada lengua (de izquierda a derecha o de derecha a izquierda), asimismo, asignan posiciones en el interior de una sílaba a la cadena de segmentos sucesivos, procurando siempre mapear tantas posiciones como sean posibles. Los algoritmos basados en reglas operan con todo un grupo ordenado de reglas para la construcción de estructura, las mismas que tienen un estatus similar al de las demás reglas fonológicas: tales reglas pueden aplicarse direccionalmente o no, y no exigen que la estructura silábica sea maximizada en alguna manera desde el principio. Aunque estos dos enfoques coinciden en muchos puntos, dos aspectos de la silabificación cuando empleamos los algoritmos del silabeo basados en reglas se desarrollan con mayor simplicidad: (1) en muchas lenguas las reglas de silabeo han sido planteadas para aplicarse de modo ordenado a los potenciales núcleos silábicos, desde el más sonoro hasta el de menor grado de sonoridad. (2) en algunas lenguas hay evidencia de que las reglas de construcción de sílabas deben estar ordenadas adecuadamente. Ambos puntos son ilustrados en la breve presentación del análisis de Dell y Elmedlaoui sobre el Imdlawn Tashlhiyt Berber que acabamos de mostrar, Primero, el silabeo del centro (núcleo) se aplica de manera ordenada desde los núcleos potenciales que sean más sonoros hasta los menos sonoros;
segundo, la proyección del núcleo precede a la formación de codas u de ataques simples o complejos. Otra lengua en la que se han propuesto estas relaciones ordenadas es en el klamath (Clements y Keyser 1983, Levin 1985), lengua en la que la plantilla silábica máxima es [CVVCCC]. En klamath, con respecto a la alternancia entre vocales y glides, se ha propuesto que (1) las vocales no altas se silabifiquen antes que las vocales altas, y que (2) la primera regla de silabificación cree sílabas [CVX], donde tal regla resulta crucial para la epéntesis. El análisis de Imdlawn Tashlhiyt Berber y del klamath presenta pues un desafío para los modelos de templetes, en los que las sílabas son primero maximizadas y, luego de tal proceso, no se requiere la aplicación de las reglas principales CV-/CVX que antes resultaban indispensables, pero que, de ser aplicadas en estos casos, traerían consigo la derivación de estructura superficiales mal formadas. Aunque podría no haber evidencia consistente para la silabificación direccional en todas las lenguas, aquellas gramáticas en las que se registran alternancias entre vocales y glides proporcionan evidencia a favor de la direccionalidad en el tipo de secuencias glide-vocal que se han evidenciado, versus las que no han sido constrastadas. Por ejemplo, en lenakel (Lynch 1974) las vocales altas y las glides están en distribución complementaria. Las vocales altas [i, u] aparecen e los contextos C __ C, C__# y #__C; mientras, las glides [y, w] son encontradas en otros contextos, ejemplo, __V, V__. Nótese la alternancia de silabicidad del morfema de primera persona /-i-/ en las siguientes formas verbales: /ï – ak- ol/ yágol “yo lo hago”, /t-i-ak-ol/ tyágol “yo lo haré”, /i-n-ol/ inol “yo lo he hecho”. L a sílaba máxima en lenakel es [CVC]. En secuencias de dos o más segmentos altos, el primero se silabea siempre
como una glide: /iik/ yik (*iyk) “televisor”, /uus/ wús (*uws) “hombre, tipo”, /uikar/ wígar (*uygar) “semilla”, /kiukiu/ kyúgyu (*kiwgiw) “mover el cuerpo”, /uiuou/ wíwow (*uywow) “forúnculo”. Si tomamos el enfoque basado en reglas, o el de los templetes, el algoritmo debe aplicarse direccionalmente: en un enfoque basado en reglas, la ubicación del núcleo debe computarse de derecha a izquierda para los segmentos altos; en un enfoque de templete, este debe ser mapeado de izquierda a derecha para asegurar la secuencia glide-vocal en oposición a la secuencia vocal-glide. En casos como este, la separación del mapeado de templete en núcleos separados- y ataque- que se construyen mediante pasos en el enfoque basado en reglas requiere que la direccionalidad para el mapeo de sílbas CV se de en un solo paso de derecha a izquierda. Si la silabificación direccional tiene implicaciones con otros aspectos de la fonología, entonces, las distintas predicciones de estos dos enfoques deben ser probados en base a tales fenómenos. De hecho, Itô (1989) ha afirmado que la direccionalidad de la silabificación permite predecir la posición de las vocales epentéticas en lenguas que las presentan. Antes de evaluar este tratado prosódico sobre la epéntesis. Hacemos una pequeña aclaración sobre las estrategias que se registran en las lenguas cuando estas deben tratar con segmentos alejados. Las representaciones subyacentes e intermedias a menudo no constituyen secuencias de sílabas bien formadas en una lengua determinada. Donde tales transgresiones ocurren al margen del dominio de la silabificación, estas son admitidas en la superficie y resultan secuencias aberrantes. Por ejemplo, en klamath, las secuencias C1C2 ocurren a inicio de palabra, aunque las secuencias VCCCV son sistemáticamente
silabificadas como VCC.CV, comprobando que los ataques complejos son estructuras mal formadas en esta lengua. En el árabe de El Cairo, secuencias C1C2 aparecen a final de palabra; sin embargo, las secuencias de tres consonantes no se presentan en posiciones intervocálicas (Cf. Broselow 1979). En esta lengua VCCV se silabean sistemáticamente como VC.CV, comprobando que las codas complejas se consideran estructuras mal formadas. En tales casos, ha sido útil adoptar la noción de extrametricalidad introducida por Liberman y Prince (1977:293) y desarrollada por Hayes (1980) para la teoría métrica del acento: elementos extrametricales (o extraprosódicos, extrasilábicos) son (1) limitados al margen del dominio del acento y la silabificación, respectivamente; (2) son transparentes a las reglas de construcción de constituyentes, y (3) son posteriormente adjuntados en la derivación de la estructura métrica existente. Donde la palabra es el dominio de la silabificación, entonces, el klamath permite segmentos extrametricales al inicio de palabra, y el árabe de El Cairo permite segmente extrametricales al final de palabra. Las reglas de silabificación no consideran tales segmentos, y proceden con normalidad, solo después de la silabificación tales segmentos se unen a sílabas adyacentes. En otras lenguas, los segmentos que no pueden ser incorporados dentro de sílabas bien formadas son borrados. Este proceso, cuando afecta a consonantes, es denominado Borrado de Excedentes [Stray erasure]. Cuando afecta a vocales, puede resultar en reglas de acortamiento de sílabas trabadas. En cada caso, el proceso puede permanecer como en (9):
(9) Borrado de Excedentes: segmentos no silabificados son borrados. El Borrado de Excedentes fue propuesto para dar cuenta de la supresión consonántica en un número de lenguas, incluyendo el griego de Attica (Steriade 1982), Diola fogny (Steriade 1982), Inglés(Borowsky 1986), Francés (Levin 1986), Islandés (Itô 1986), Koreano (kim y Shibatani 1976), Lardil (Wilkinson 1988), Turco (Clements y Keyser 1983). En inglés, las alternancias entre C/Ø de raíces, como en damn/damnation y hymn/hymnal puede explicarse reconociendo que *mn es una secuencia de coda mal formada, y por lo tanto, la representación intermedia [pre-surface] de /dæmn/ es /dæm.n’/, donde C’ representa una consonante no silabificada que es borrada por el Borrado de Excedentes, resultando en [dæm]. El Borrado de Excedentes puede también considerarse como el proceso involucrado con reglas de acortamiento de sílabas trabadas en muchas lenguas. Las reglas de acortamiento de sílabas trabadas llevan típicamente [CVVC] a la superficie como [CVC]σ por el borrado o acortamiento de una vocal nuclear. Entre las lenguas que exhiben con regularidad el acortamiento de sílabas trabadas se incluyen el Afar (Bliese 1981), Hausa (Newman 1972), Kashaya (Buckley 1991), y Yokuts (Newman 1944; Noske 1984). En tales lenguas son típicas las sílabas máximas [CVX]σ: cuando una secuencia … V1V2C1{C2,#}… se silabifica; la sílaba encabezada por V1 toma la C1 (pasando por sobre la V2) como un elemento posnuclear. Por ejemplo, en Afar, el acortamiento vocálico y la caída de glide se sigue de la construcción de sílabas [CVX] con prioridad de C sobre V en la posición posnuclear: /koo/ [koo]
“para ti” vs. /koo-t/ [kot] “por ti”, /rakuub/ [rakub] “camello” vs. /rakuub-a/ [rakuuba] “camellos”, /oys-oome/ [oysoome] “lo eché a perder” vs. /oys-soome/ [ossoome] “yo lo eché a perder para mi beneficio”. Junto con el borrado de excedentes, un segmento puede ser modificado por un proceso de cambio de rasgo, de acuerdo con las restricciones de estructura silábica de la lengua especificada. Este tipo de procesos es más común con consonantes coda, puesto que los rasgos de tales consonantes están sujetos a restricciones en muchas lenguas (véase sección 6.1). Por ejemplo, en koreano el rasgo [+ continuo] no está permitido en obtruyentes que ocupen la posición de coda. Como un resultado, /s s’ čh č č’/ son realizan como [t’] en la coda de la sílaba (kim-Renaud 1977): /os/ [ot’] “ropas”, /oskwa/ [ot’k’wa] “ropas y”, /os-in/ [osin] “como para las ropas”, /k’očh/ [k’ot’] “flor”, / k’očh-kwa/ [k’ot’k’wa] “flor y”, / k’očhi/ [k’očhi] “flor, nom”. Habiendo revisado brevemente estos métodos de tratamiento de las representaciones fonológicas subyacentes e intermedias que no constituyen secuencias silábicas bien formadas en una lengua dada, tal vez me acerco a un modo mejor establecido y estudiado de tratamiento de consonantes flotantes, epéntesis de vocal. Tratamientos prosódicos de vocal epentética son sugeridos en trabajos de Firth (1948), Vennemann (1972), Giegierich (1981), Noske (1984) y Itô (1989) entre otros. El principal enfoque consiste en que la epéntesis sea una estrategia para salvar de otra manera secuencias insilabificables. Considerando que las reglas basadas en algoritmos de silabificación construyen sílabas bien formadas y
subsecuentemente recurren a reglas de disparado de vocales epentéticas por sílabas terminales no silabificadas, los enfoques de templete, tales como los propuestos por Noske (1984) e Itô (1989), tratan a la epéntesis como parte integral del proceso de silabificación. Como mencionamos antes, Itô (1988) afirma que el lugar de las vocales epentéticas es una función que se sigue de la direccionalidad de la silabificación: en lenguas con silabificación de izquierda a derecha, las consonantes excedentes aparecen en la superficie como ataque silábico, mientras que silabas de silabificación de derecha a izquierda incorporarán consonantes excedentes como segmentos de coda. Itô (1988) ilustra este enfoque con este par mínimo de dialectos cercanos: Árabe de El Cairo vs. Árabe iraquí. En ambas lenguas la sílaba máxima (abstrayendo los efectos extraprosódicos) es [CVX]σ. Sin embargo, en el árabe de El Cairo, subyacentemente /…VCCCV…/ sale a la superficie como […VCiCV…], mientras que en el árabe iraquí la representación subyacente de /…VCCCV…/ sale a la superficie como […VCiCCV…]. En ambas lenguas, secuencias /…VCCCCV…/ salen a la superficie como […VCCiCCV…]. Itô da cuenta de estos hechos por el mapeo de [CVX]σ de izquierda a derecha en el árabe de El Cairo y de derecha a izquierda en el árabe iraquí. Mientras que este enfoque maneja a la epéntesis como un hecho de estos dos dialectos árabes de una manera sencilla y elegante, este se encuentra con problemas en otras lenguas. Una de estas lenguas es el lenakel, discutida anteriormente, cuando se mencionó la distribución glide/vocal. Recuérdese
que, basada en la distribución de segmentos silábicos, los enfoques prosódicos y basados en reglas están dirigidos a especificaciones en diferentes direcciones: de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, respectivamente. El enfoque de unión de templete predice luego que las reglas de epéntesis en lenakel, como en el árabe de El Cairo, deben resultar como segmentos excedentes silabificados como ataque, en oposición a las codas. Si bien esto es cierto para grupos a inicio (10a) y a interior, no es el caso para grupos CC (10c), donde C a final de palabra es silabificado como coda. (10) Epéntesis en Lenakel (Lynch 1974) /t-n-ak-ol/ /t-r-ep-ol/ /n-n-ol/ /r-n-ol/ (b) /kam-n-man-n/ /əs-ət-pn-aan/ /k-ar-(ə)pkom/ (c) /əpk-əpk/ /apn-apn/ /ark-ark/ /r-əm-əŋ/ /n-əm-əpk/ (a)
tinágol
“tú lo harás” “él lo hará luego” tirɛbɔl “tú lo has hecho” nínɔl “él lo ha hecho” rínɔl kámnimánim “para su hermano” `əsidbəkh “no vayas hacía allí” “ellos son pesados” karbəgɔm h abgəbək “estar embarazada” abnábən “libre” argarikh “gruñir” riməŋən “él estaba asustado” h niməbək “tú lo tomaste”
Si bien estos hechos nos sugieren la necesidad de una corrección en las teorías prosódicas de la epéntesis, las evidencias que provienen del Chukchi (Bogoraz 1922;
Kenstowicz 1979) sostienen al proceso de epéntesis como independiente de la silabificación direccional. En chukchi, las sílabas son máximamente [CVC] y los ataques no son obligatorios. Las formas monomorfémicas de (11a) son inmediatamente problemáticas para los enfoques de mapeo de templete, como secuencias /CCC/ no silabificados deben salir a la superficie como [vCCvC] bajo la silabificación de derecha a izquierda, y como secuencias [CvCCv] bajo la silabificación de izquierda a derecha (donde v indica vocal epentética). Las formas en (11b) resaltan el tratamiento preferencial de las consonantes de inicio de palabra como ataques, asimismo, las formas en (11c) muestran que el tratamiento de secuencias /… VCCCV…/ en Chukchi depende de la posición del morfema que limita: /…CC-C…/ para salir a la superficie como […CCvC…]; mientras que /… C-CC…/ sale como […CvCC…]. (11) Epéntesis en Chukchi /pni/ /kkl/ (b) /tke-rkin/ /mk-iein/ (c) /…C-CC…/ /mit.tmu-git/ /nalvul-chin/ /n-np-qin/ /n-plu-qin/
pinil kukil tikerkin mukicin …CvCC… mititmugit nalvulichin ninpiqin nupluqin
/… CC-C…/ /timk.leut/
…CCvC… timkileut
(a)
“noticias” “cíclope” “thou smellest of” “más numeroso” “te matamos” “el rebaño” “el viejo” “el pequeño”
“hummockhead”
/itc-pilintin/ /itc-wil/ /iwl-walat/ /tumg-tum/ /pilh-pil/
itcipilintin itcuwil iwluwalat tumgitum pilhipil
“metal precioso” “mercancía valiosa” “cuchillos largos” “compañero” “hambruna”
Tales hechos, en conjunto con los del lenakel, sugieren que (1) las reglas de epéntesis toman preferentemente segmentos excedentes a inicio de palabra como ataques (a pesar de la existencia de sílabas sin ataque en el interior de la lengua), (2) las reglas de epéntesis toman preferentemente segmentos excedentes a final de palabra como codas, (3) las reglas de epéntesis pueden ser sensibles a la estructura morfológica. En resumen, el lugar de la epéntesis no puede predecirse sólo a partir de la silabificación direccional en todas las lenguas. El problema final que citaremos en esta sección es sobre cuál es el punto de la derivación en el que la silabificación tiene lugar. Una cuestión ampliamente relacionada involucra de manera determinante los dominios morfológico y fonológico (raíz, palabra, etc.) dentro del cual la propia silabificación es requerida. En algunas lenguas hay evidencia de silabificación periódica temprana. Debido a que en el ejemplo (1) la jerarquía prosódica requiere que la silabificación asigne el acento, la evidencia de acento recurrente también proporciona pruebas para una silabificación periódica. Por ejemplo, en el árabe de Palestina (Brame 197), lengua en la que la asignación del acento es sensible al peso silábico, por lo tanto, este se asigna periódicamente, la silabificación debe ser periódica.
En muchas lenguas no hay evidencia de que el dominio de la silabificación sea menor al de la palabra. Por ejemplo, en yupik (Krauss 1985), el acento prosódico y los procesos fonológicos relacionados con este no proporcionan evidencia para afirmar que la silabificación se produce en un dominio menor al de la palabra. Este también puede ser el caso de lenguas en las que la palabra fonológica no es el dominio del acento. Por ejemplo, en yokuts (Newman 1944; Archangeli 1984), lengua en la que el acento cae en la penúltima sílaba en una frase fonológica, las reglas de acortamiento y epéntesis se aplican dentro de la palabra fonológica, proporcionando evidencia para una silabificación a nivel de la palabra. Incluso en otras lenguas, la silabificación a nivel de palabra está seguida por una silabificación posterior o resilabificación al nivel de la frase fonológica. Por ejemplo, en árabe de El Cairo, la silabificación a nivel de palabra es necesaria para una adecuada asignación del acento en la palabra, pero la síncopa, epéntesis, y spread phraygealization a través de las fronteras de palabra proporciona evidencia para la resilabificación posterior al nivel de la frase fonológica (Cf. Broselow). En resumen las reglas de silabificación paralela a otras reglas fonológicas toman como el menor de sus dominios al morfema individual, y como el mayor de sus dominios a la frase fonológica. En algunas lenguas hay evidencia para una silabificación periódica, mientras que en otras las evidencias más recientes para la silabificación es al nivel de la palabra.
6. Problemas en la teoría de la sílaba: Aunque hay un cierto consenso sobre temas relacionados con el nivel de la sílaba, tipología silábica, sonoridad y silabificación, hay otros aspectos de la estructura del nivel silábico que aún se siguen debatiendo dentro de la literatura fonológica. En esta sección, consideraré cuatro puntos que podrían fácilmente constituirse en capítulos enteros: restricciones de la coda y su adecuada formulación (6.1.), la silabificación de secuencias VCV (6.2.), ambisilabicidad (6.3.) e incongruencias entre sílabas fonológicas y fonéticas. 6.1. Restricciones de la coda: En adición a las restricciones fonotácticas que se deducen de la sonoridad y la silabificación de la estructura interna de la sílaba, muchas lenguas exhiben restricciones adicionales con respecto al contenido de rasgos que deben poseer los segmentos cuando ocupan posiciones particulares en la estructura intrasilábica. Mientras los ataques parecen ser los únicos constituyentes silábicos que no presentan restricciones entre las lenguas, existen sistemas lingüísticos en los que los segmentos que ocupan la posición de coda pertenecen a una clase limitada. Por ejemplo, en ashaninca campa (Payne 1981), el único elemento que ocupa la posición de coda es /N/, un segmento nasal inespecificado que asimila los rasgos de punto de articulación del segmento obstruyente que le sigue. Se han hecho muchas propuestas recientes que toman en cuenta el estatus de tales restricciones de la coda. Itô (1986) plantea restricciones fonológicas con respecto a los valores de los
rasgos (positivo o negativo) que definen a los segmentos que ocupan la posición de coda y que, además, a menudo son consideradas como parcial o completamente irrelevantes. Clements (1990) asume un punto de vista más concreto y sugiere que en algunos casos la coda determina directamente la preferencia de las lenguas por la formación de una secuencia de sonorancia que “asciende al máximo en la cima y desciende hacia el final”. (p. 301) Si bien hay muchas lenguas en las que los segmentos que aparecen en la posición de coda son muy limitados, en muchos casos es difícil determinar si tales evidencias en la distribución de estos segmentos reflejan restricciones fonológicas de carácter sincrónico. Por ejemplo, en el dialecto chino hablando en Pekín, los únicos segmentos coda son /n, ŋ, /. La fonología propia del chino proporciona poca evidencia acerca de si otras consonantes en la coda actualmente son prohibidas, o si los espacios en cuestión son accidentales. En este caso, un análisis del préstamo fonológico es revelador: los hablantes de Pekín producen ní-kè-sōŋ, ní-kè-xùn o ní-kè-sūn por “Nixon”, y jū-lī-yè o jū-lī-yè-de por “Juliette”. Tal distribución mostraría que la ausencia de obstruyentes a final de sílaba no es accidental. Sin embargo, en otras lenguas, el análisis fonológico de palabras prestadas revela que los segmentos que pueden ocupar la posición de coda son más numerosos en los préstamos que los segmentos que pueden serlo en el propio léxico de tal lengua. Por ejemplo, en italiano, donde la plantilla silábica máxima es CCVC, las consonantes no geminadas que aparecen en la coda deben ser sonoras. Basado en este último punto, Itô (1986, p. 38) propone una condición que impide la aparición de obstruyentes en la coda, a menos que sean
segmentos geminados. No obstante, las codas obstruyentes de cualquier tipo aparecen en la mitad y hacia el final en las palabras prestadas: kakto, kaktus “cactus”, koftiko “Coptic”, kamčatka “Kamčatka”, fiat “Fiat”, vat “pared”, kopek “copeck”, etc. Dadas estas evidencias, el vacío que observábamos en el vocabulario nativo se hace sospechoso: ¿son acaso estos hechos evidencia representativa de la existencia de restricciones sistemáticas que impiden la aparición de consonantes obstruyentes no geminadas en la coda, o es que la ausencia de tales tipos de coda es accidental? Como con otros aspectos de la estructura intrasilábica, estas restricciones en la distribución solamente constituyen una forma de evidencia en cierto sentido limitada. De cualquier manera y siguiendo la misma forma del Borrado de Excedente, las restricciones de la coda deberían sostenerse en la evidencia válida que proporcionan los préstamos fonológicos, la extraprosodicidad, las reglas de cambio de rasgo, o la epéntesis de segmentos no permitidos, en la coda. Solo en esos casos estaremos ante evidencia sólida de la naturaleza sistemática de los vacíos distribucionales que se presentan en la coda. Las condiciones de la coda propuestas por Itô para el japonés, italiano, y otras lenguas han sido propuestas para evitar segmentos geminados totales o parciales, recurriendo para ello a la Restricción de Unión planteada por Hayes (1986), esta restricción exige que todas las líneas de asociación sean interpretadas exhaustivamente. Por ejemplo, la restricción en (12) se propone para el japonés, en donde las únicas codas bien formadas están constituidas por segmentos nasales y por la primera consonante de una estructura geminada (kappa
“criatura legendaria” está bien formada, pero *kapka no lo está). (12) Restricción de coda en japonés:
Como planteamos, (12) solo se aplicaría a ejemplos donde solo haya asociaciones simple para el rasgo [- nasal], exceptuando a todas las geminadas. Este aporte teórico toma como base las observaciones de Prince (1984) de que en muchas lenguas con sílabas CVC en términos del esqueleto, tales sílabas son melódicamente realmente CV. Como la melodía del segmento coda está unido, o borrado desde una secuencia de segmentos heterosilábicos (ver capítulo 8 para una discusión adicional). Chung (1991) muestra que en tamaziht berber, lengua en la que las sílaba máxima es CVCC, ninguna coda con una sola consonante es posible, pero los únicos grupos de coda bien formada son los segmentos geminados: annli “cerebro” (*anlli); áaddratt “espiga” (*áadrratt), etc. Mientras, el paralelismo entre la restricción que exige una única geminada para el caso C1C2 en VC1C2V (para el japonés, italiano, etc.) está conectada con la secuencia VC1C2C3V (para el berber).Chung (1991) demuestra que la retricción en berber no puede ser tratada recurriendo a una versión de la Restricción de Unión, en vez que la condición de una única geminada en codas complejas en la lengua deba ser derivada desde la ubicación de una restricción positiva como la que mostramos en (13).
(13) Restricción de coda compleja en Tamazight Berber
La existencia de lenguas que hacen referencia explícita a estructuras geminadas en el lugar de las restricciones de coda encabezan una de las cuestiones sobre si las restricciones de estructura silábica en japonés podrían ser mejor representadas por dos posiciones distintas, como mostramos en (14). (14) Restricciones de la coda en japonés
Existen buenas razones para aceptar la disyunción entre las restricciones de coda en (14). En referencia positivamente a estructuras geminadas, esto resalta lo que se cree es la no explicación última para el patrón de geminadas mostradas antes: las estructuras geminadas a menudo son las únicas que se encuentran en los grupos de consonantes porque la asimilación del punto de articulación y la asimilación total entre C1 y C2 son comúnmente cambios de sonidos en el contexto VC1C2…, que con explicaciones simples de aspectos acústicos y auditivos (Ohala 1990). El hecho de que las lenguas solo exhiban grupos asimilados es una evidencia de la naturaleza dominante de las reglas de asimilación, y no una prueba sobre tipos silábicos preferidos o tipos de coda.
La existencia de lenguas como el japonés debilita también el punto de vista de Clements (1990) de que las restricciones de coda entre las lenguas prefieren un perfil de sonoridad que “ascienda máximamente en el pico y descienda hacia el final” (p. 301). Dada la posibilidad de obstruyentes geminadas en la cada, Clements admite “que las articulaciones intersilábicas que involucran una sola especificación de lugar son más simples que aquellas que especifican dos o más posiciones. Este principio debe tomar claramente el hecho de que los principios de sonorancia son anteriores”. Esta referencia a “articulaciones intersilábicas”, como la realizada por Itô sobre la restricción de unión, también fallan al intentar relacionar los hechos registrados en berber con los que se presentan en japonés, italiano, etc. Al adoptar disyunciones como las de (14), el perfil de sonorancia sugerido por Clements y los reflejos sincrónicos del cambio de sonido que están bien comprendidos se realizan independientemente. En resumen mientras que la naturaleza de las restricciones de coda es una cuestión empírica, los datos recopilados sobre este punto sugieren que dentro de una única lengua tales restricciones pueden ser representativas del perfil de sonorancia preferido y del residuo idiosincrásico que posee el cambio histórico de sonido. 6.2 Silabificación de secuencias /…VCV…/: Comenzando con el segundo problema del campo de la silabificación. Ha sido expuesto por muchos investigadores que la secuencia /…VCV…/ es universalmente silabificada como /…V.CV…/. En el enfoque basado en reglas, esta
generalización es conocida como la regla CV o como el Principio de Ataque Máximo, y ha sido expuesta únicamente para sostener una silabificación inicial, la cual se sigue del ordenamiento en la formación del ataque (y bajo algunos enfoques, la maximización del ataque) antes de la formación de coda. En los enfoques basados en el templete, como el de Itô (1986), la restricción está fijada independientemente y propuesta para sostenerse en todos los niveles de la fonología. Numerosas lenguas han sido descritas, donde la forma simple de esta generalización es transgredida. Kunjen, una lengua aborigen australiana de la península de Cape York, descrita por Sommer (1969, 1970, 1981), tiene sílabas de solo vocal inicial: la sílaba máxima propuesta para el kunjen es [VCCCC]. Sommer (1981) sostiene esto en el hecho de que todas las palabras de Oykangard tienen vocal inicial y consonante final. [og ařŋ aŋguñang eŋkoriy uwal ay iŋun] “yo di (un poco) de agua al niño en la sombra”. Sin embargo, es consciente de la naturaleza poco probable de tales hechos: “criterios distribucionales son admitidos con éxito en algunas lenguas… luego que todos los criterios descritos anteriormente no deberían ser ignorados” (p. 23). Un argumento más fuerte para la silabificación de todas las secuencias /…VCV…/ como /…VC.V/ se obtiene de la reduplicación parcial, la cual se señala los aspectos progresivos y continuos de los verbos, y las propiedades superlativa/trascendente de adjetivos y nombres. Algunos ejemplos representativos son dados en (15): (15) Oykangan reduplicación parcial (Sommer 1981): Raíz /eder/
reduplicación ededer
“lluvia, chubascos”
/igu/ /algal/ /elbmben/
igigun algalgal elbmbelbmben
“ve, sigue adelante” “recto, como una vara” “rojo”
En Oykangand, parece que el templete prosódico prefijado en reduplicación es una sílaba simple, y la forma de satisfacer el templete resulta de la maximización del mismo. Formas como elbmbelbmben “rojo” sugieren que [elbmb] es una sílaba posible en Oykangand. Aunque tales hechos parecen ser sugestivos, la satisfacción del templete no satisface la silabificación de la base reduplicativa: /σ+elbm.ben/, también es posible con el prefijo σ realizado como [elbmb]σ y la subsecuente resilabificación a elbm.belbm.ben. la verdadera cuestión es si la sílaba máxima en kunjen es [ CVCCCC] o [VCCCC] . Alguna evidencia parece sugerir la existencia del ataque en kunjen, primero, el acento es realizado tanto en vocales como en consonantes precedentes que están marcadas. Como la unidad portadora del acento a través de las lenguas es la sílaba, las consonantes prevocálicas pueden constituir ataques de sílabas. Otra evidencia es la distribución de la aspiración: plosivas aspiradas ocurren solo en posición prevocálica. Si la aspiración en Oykangand fuese visto como una regla de margen de sílaba, serviría de soporte para la existencia del ataque, la posición prevocálica sería el equivalente a la posición de inicio de sílaba bajo la silabificación V.CV. Finalmente, las peculiaridades de la reducción de elementos iniciales sugieren la existencia de ataques en kunjen. La regla en cuestión es formulada por Sommer (1981, p. 240) como en (16), con los ejemplos representativos provistos:
(16) Reducción en Oykangand: VC0 ø / [##_____C…]FF Sin reducción Reducción igigun gigun ididař didař amamaŋ mamaŋ eweweŋg weweŋg uŋgul gul elbmbelbmben belbmben
Glosa “sigue adelante” “seguía comiendo” “madre (voc.)” “tarde” “allí” “red”
Secuencia borrada [i] [i] [a] [e] [uŋ] [elbm]
Sommer propone que la reducción es una posterior regla fonética la cual es inconsistente con el hecho de que es restringido a cierto ítems léxicos (un estimado de doce en toda la lengua). Además, el borrado de la secuencia [VC0] precediendo a C… es el equivalente a la primera sílaba de la palaba solo si alguna versión de la regla CV está trabajando. A pesar de la superficie fonotáctica, sílabas de C inicial existe en Oykangand: la silaba es la unidad portadora del acento, ello resulta en la aparición de consonantes marcadas en las posición de ataque al interior de sílabas acentuadas, oclusivas sordas al inicio de sílaba son aspiradas, y finalmente, una regla de reducción léxica determinada borra la primera sílaba de la palabra, dejando la segunda sílaba con C inicial en posición a inicio de frase. Otra lengua en la cual ha sido sugerida la silabificación inicial de VCV no como V.CV sino más bien como VC.V es el dialecto barra del gaélico descrito en Borgstrøm (1937, 1940) y analizado por Clements (1986). Basados en observaciones auditivas y en discursos deliberados de hablantes nativos ([fan.ak] “cuervo”) en la cual sus sílabas están separadas,
Borgstrøm (1940, p. 55) concluye: “Cuando una sola consonante se encuentra entre dos vocales, la división silábica toma lugar de la siguiente manera: (1) después de una vocal larga la consonante pertenece a la segunda sílaba, p. e., mo:-ran “mucho”, (2) después de una vocal corta la consonante normalmente pertenece a la primera sílaba, p. e., bɔd-əx “anciano”, ar-an “pan”, fal-u “vacío”…” tomando en cuenta esto, la regla CV puede ser mantenida en su versión simple: todas las secuencias VCV son inicialmente silabificadas como V.CV, con una resilabificación que toma lugar si la vocal precedente es corta. En barra esta resilabificación debe preceder a la epéntesis, la cual toma la representación subyacente /…VRC…/ como /…VRvC…/ con una sonante silabificada como ataque de una sílaba encabezada por una vocal epentética a pesar de la presencia una vocal corta. Mientras que esta consideración en barra involucra un paso abstracto de silabificación V.CV, con una subsecuente resilabificación a VC.V, las reglas de resilabificación de acento condicionado resultan en sílabas “pesadas” las cuales no son comunes (ver a continuación). Lo que no parece estar claro de este y de otros casos de la resilabificación discutidos después es el hecho de que la silabificación VC.C es posible en entornos, tales como los de los outputs de reglas sensibles al contexto. 6.3 Heterosilabicidad La silabificación de VCV está relacionada con la cuestión de la ambisilabicidad o heterosilabicidad. Las representaciones heterosilábicas son aquellas en las que un solo segmento esta asociado a más de una sílaba. Khan (1976) plantea tales
representaciones para el caso del inglés y el efik. Khan (1976) señala que la heterosilabicidad es muy útil en inglés para capturar la distribución de los alófonos de las consonantes. El autor propone que las variantes alofónicas aspiradas de /p, t, k/ aparecen exclusivamente a inicio de sílaba, mientras que las variantes de las vibrantes se presentan solo en las consonantes que son heterosilábicas. Los segmentos ambisilábicos apuntados por Kahn se representan in (17a). Borowsky (1986), seguido por orad (1971), Stampe (1972), entre otros, argumenta que la vibración del inglés, así como el borrado de h, borrado de y, y la palatalización, son el resultado de una regla de resilabificación condicionada por el acento. Tal regla de resilabeo que en inglés se aplica a nivel del pie silábico es mostrada en (17b). (17) Heterosilabicidad vs. Resilabificación
El output de (17b) viola la restricción universal de silabificación de V.CV discutida anteriormente. Para asegurarse de hasta qué punto es acertado dicho análisis, se proveen de evidencia adicional contra una condición universal que requiere que todas las secuencias /...CV…/ sean tautosilábicas. El alcance de la teoría silábica que considera la heterosilabicidad permite dar cuenta de los sistemas en los que una distinción fonológica mínima de tres maneras es posible:
estos segmentos pueden implicar exclusivamente a la segunda sílaba (output típico de la regla CV); solo a la primera sílaba (17b), o a ambas sílabas (17a). Sin embargo, como señalan Borowsky (1986) para el inglés y Fruchter (1988) para el efik, las representaciones ambisilábicas son innecesarias cuando se recurre a las reglas de resilabificación. Una está destinada a demostrar que tales contrastes mínimos fonológicos sean comprobados, una teoría que no considera a las representaciones heterosilábicas será preferentemente tratada en el campo de las restricciones. 6.4 Contrastes Finalmente, vamos a describir el problema de las diferencias existentes entre las representaciones fonológicas y las representaciones fonéticas. Las representaciones fonológicas proporcionan el input con el que opera el componente interpretativo. Como indicamos, tales representaciones incluyen la estructura silábica, la misma que organiza los segmentos sobre la base de su sonoridad. No obstante, el hecho de que tal información esté especificada es típico de los output fonéticos, las diferencias entre picos de sonoridad no son poco comunes. Un punto evidente de interacción entre sílabas fonológicas y reglas fonéticas es que tales diferencias son interpretadas sin problema. Por ejemplo, existen muchas lenguas que contienen grupos reducidos de vocales inacentuables y que son opcionalmente borradas en el nivel fonológico o en el habla rápida cuando aparecen entre consonantes idénticas. Como resultado, un pico de sonoridad fonológico se pierde en la representación fonética. McCarthy (1986) cuestiona tales reglas en odawa , hebreo
moderno, inglés, y japonés; y anota que el output que producen las supuestas reglas de borrado no está sujeto a principios fonológicos. (e.g., el Principio de Contorno Obligatorio PCO), ni a reglas fonológicas específicas de la lengua (e.g. la degeminación en hebreo moderno y en el inglés). Por citar un ejemplo, en inglés [fmmnt] puede realizarse como [fmmnt]. Estas propiedades, sugiere McCarthy (1986), se explican naturalmente si se asume que la pérdida de tales vocales en esos contextos es parte del componente fonético que las interpreta: la representación fonológica permanece inalterable con la pérdida de la vocal que es más bien el resultado de un requerimiento fonético asociado a las vocales. Una situación inversa se presenta en lenguas donde, debido a proceso de lenición o de aumento de las transiciones vocalconsonante, fonéticamente existen más picos de sonoridad que las sílabas fonológicas. Un caso como este es encontrado en inglés, donde las realizaciones fonéticas de /l/ dentro de la rima silábica son frecuentemente: /tayl/ “baldosa” [thayǐ], /hiyl/ “infierno” [hiyǐ], etc. Gudschinsky, Popovich y Popovich (1970) registran un ejemplo más extremo de tal fenómeno en maxakali, una lengua del sudeste de Brazil. La sílaba fonológica máxima en esta lengua es [CVC], pero tales sílabas tienen realizaciones fonéticas que van desde [CVv] hasta [CVcvC]. El monosílabo /tat/ “llevar” que puede realizarse como [tat] -aunque la realización de una palabra bisilábica como /pap.tic/ “ebrio” se produzca como [paptiyii]- tiene al menos cuatro picos de sonoridad. Tal parece que el componente fonético interpretativo en maxacali hace alargamientos en las transiciones V-C, en donde dichos cambios pueden implicar la violación a la restricción vocalfinal (la [] en las transcripciones anteriores), seguida por la
transición de apertura como el movimiento de los articuladores orales hacia sus objetivos consonánticos. En conclusión, existen requerimientos necesarios en la realización de consonantes: de acuerdo con Gudschinsky, Popovich y Popovich (1970, p.82) el alófono consonántico básico es “una vocoide completamente silábica, con un ligero cierre consonántico cuando ocupa la posición de coda silábica antes que una consonante homorgámica”. Por ejemplo, /kep.pa/ “frente a” se produce como [kæpa], donde /p/ se realiza como una vocal media central redondeada. En conclusión, considerando las representaciones fonológicas como el input para las reglas fonéticas de interpretación, el contraste entre los picos fonéticos de sonoridad y las sílabas fonológicas es de esperarse. El requerimiento articulatorio de algunas vocales puede eliminar los picos fonológicos de sonoridad desde la representación fonética, mientras el requerimiento de las consonantes y el alargamiento de las transiciones vocalconsonante pueden resultar en picos de sonoridad que no aparecen representados en las representaciones fonológicas. 7. Conclusión: Deseamos haber destacado en este capítulo el rol importante que posee la sílaba en la teoría fonológica, y el amplio acuerdo que hay en este campo sobre el rol de las sílabas para organizar la sonorancia, impulsando a la epéntesis y el Borrado de Excedentes, proporcionando asimismo una clase cerrada de templetes disponibles para los procesos morfológicos y prosódicos. Al mismo tiempo, debería quedar claro que las escalas de sonorancia, modelos de estructura intrasilíbica, y algoritmos de silabificación son tan numerosos como las
investigaciones trabajadas sobre estos tópicos. Con esto en mente, se ha tratado de resumir lo que consideramos son los argumentos más fuertes para y en contra de las propuestas específicas de estos dominios. Finalmente se ha presentado una descripción general de muchos problemas potenciales en algunas áreas de la teoría de la sílaba, esperamos que este estudio sirva para estimular más investigaciones con respecto a temas tan importantes.