LA GEMA DE JERUSALÉN La Gema de Jerusalén Dirección general: Rabí Aharon Shlezinger 1a edición: Julio 2011 © 2011 by Hebraica Digital Reservados todos los derechos de la presente edición E–mail:
[email protected] [email protected] www. hebraicadigital.com hebraicadigital.com Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, transmitida o utilizada por ningún medio sin el previo consentimiento consentimiento por escrito del editor.
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LA GEMA DE JERUSALÉN La Gema de Jerusalén Dirección general: Rabí Aharon Shlezinger 1a edición: Julio 2011 © 2011 by Hebraica Digital Reservados todos los derechos de la presente edición E–mail:
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I EL COTEL En la ciudad de Jerusalén hay un atractivo especial, el Cotel. Es el sitio más visitado de la Tierra Santa, se trata del último vestigio del Templo Sagrado, conocido popularmente como el Muro de las l as Lamentaciones. Allí se aprecia una imagen única y conmovedora que se multiplica incansablemente, sin tregua ni interrupción; las personas se aproximan con sumo respeto en dirección del Muro, apoyan sus manos en él y derraman allí su plegaria a El Eterno. Millones de personas han pasado por ese lugar y siguen haciéndolo. Y entre todos han dejado una huella inconfundible que demuestra esta infinita afluencia de público, incluso para quien vaya por primera vez. Observando el Cotel se aprecia que el sector del mismo que se encuentra a la altura de las personas, está impregnado del contacto que ha tenido con las manos de sus innumerables visitantes que lo han venido a ver. Desde la altura de los hombros de una persona hacia arriba, el Cotel cambia de color. Esas piedras
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manifiestan públicamente el cariño que sus visitantes le han demostrado a este querido Muro a través de la historia. LA PRUEBA DEL ANILLO El Cotel, además de ser un símbolo del Templo Sagrado, posee un atractivo espiritual muy especial. Pues si bien el Templo Sagrado fue destruido, y queda en pie solamente este Muro, la Presencia Divina jamás se aparta de allí. En el Midrash se narra este emocionante suceso: En una ocasión Rabí Natán se dirigió al Templo de Jerusalén y lo halló en ruinas; vio que sólo un muro del mismo había quedado en pie. Dijo «¿Cuál es la merced de este muro?». mu ro?». Un individuo que se apareció en el lugar le dijo: «¡Te lo mostraré!». Tomó un anillo y lo colocó en el muro. El anillo cimbraba para aquí y para allá, vibrando sin cesar. Era una señal reveladora de que la Presencia Divina aun sigue presente
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en ese sitio. En ese momento, Rabí Natán pudo contemplar una escena en la que se apreciaba a la manifestación de El Santo, Bendito Sea, inclinándose, enderezándose, irguiéndose y lamentándose por la destrucción del Templo Sagrado, y por los Hijos de Israel que se encuentran exiliados. A esto se refiere el versículo que expresa: «Aúlla, ciprés –berosh–, porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son derribados». Ciprés se refiere a El Santo, Bendito Sea, tal lo indica la raíz hebrea de ese término berosh. Como está escrito: «Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino y franquearán el portal, y saldrán por él; y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza –berosh– de ellos El Eterno» (Miqueas 2:13) (Tana Dbei Eliahu Rabá 30:6). LOS PAPELES DEL COTEL Un atractivo especial del Cotel son los millares de pequeños papeles con mensajes que hay entre las piedras milenarias del Muro. Esos papeles contienen pedidos, deseos, esperanzas, fe, alegrías, tristezas, y todo tipo de
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sentimientos. Las personas expresan por ese medio su situación, compartiéndola con la Presencia Divina. Esta costumbre no nació en la actualidad. El Rabí Marán de Monkatch contó que un hombre de la congregación, allegado al sabio Jaim ben Atar, el autor del famoso libro Or Hajaim, ganaba su pan con el sudor de su frente y se sustentaba honorablemente. Pero un día la rueda giró y su suerte cambió. El hombre fue a ver al sabio Or Hajaim por lo que le ocurría, y quejándose, le narró su desgracia. Le contó que en su casa había ahora pobreza, y hasta faltaba el pan. Y le pidió que orara por él y que lo bendijera para que su situación mejorase. El sabio Or Hajaim se conmovió por lo que ocurría con el hombre y se despertó su piedad por él en gran manera. Escribió una carta sobre un pergamino, con letras hebreas, y lo bendijo mucho. Lo dio al pobre, entregándoselo en su mano, y le dijo: «Sujeta bien con tu mano este escrito y ve directamente al Muro Occidental el Cotel-, y busca un lugar entre las piedras sagradas donde haya un pequeño hueco, y pon allí el escrito y
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déjalo en ese lugar. Después ve a tu casa, y la salvación te llegará». El hombre se retiró aferrando el escrito en su mano, tal como el sabio le había dicho que hiciera. Pero en medio del trayecto sopló un fuerte viento que hizo volar de sobre su cabeza el sombrero que tenía puesto. El hombre no reparó en ello y siguió la marcha; quedó con la gorra pequeña que llevaba debajo, el solideo, al que sujetó con su mano izquierda, mientras que con la mano derecha aferraba el escrito. Pero el viento sopló con mucha fuerza e hizo volar de sobre su cabeza también el solideo, quedando así descubierto. El hombre se esforzó en levantar su gorra del suelo en medio del fuerte viento que soplaba, y al inclinarse, se le cayó el escrito, que fue llevado por el viento. El hombre estaba muy amargado por lo que le había sucedido, y regresó a la casa del sabio Or Hajaim. Cuando estuvo frente a él, le contó lo que le había ocurrido. El
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sabio respondió: «¿Qué puedo hacer por ti después que la situación no ayuda?». Posteriormente fue hallado en las calles de Jerusalén el escrito que estaba firmado por Jaim ben Atar –el nombre del sabio Or Hajaim-. Y en el mismo estaba escrito este mensaje dirigido a la Presencia Divina: «¡Ábreme hermana mía, compañera mía, paloma mía, perfecta mía! Te pido que te apiades y hagas fluir con misericordia un buen sustento a Zutano hijo de Zutano». Firmado: Jaim ben Atar. (Taamei Haminaguim: hilula de Rashbi 7). Nota: El versículo mencionado: «¡Ábreme hermana mía, compañera mía, paloma mía, perfecta mía!», es parte del Cantar de los Cantares (Cantar de los Cantares 5:2).
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II LAS PIEDRAS DEL COTEL Cuando uno está frente al Muro, observa esas piedras inmensas, tan perfectas y sabiamente alineadas. Es difícil comprender como llegaron allí; sólo subirlas una sobre la otra es algo que parece imposible. ¿Cuánto puede pesar una piedra de esas? ¿Tal vez una tonelada? Esto es lo que uno ve a simple vista, piedras enormes que no se sabe como llegaron allí. Pero si se observa el Muro por debajo de la superficie, entrando al túnel que ha sido abierto, se encontrará con una imagen mucho más fantástica que la avistada en la superficie. Apreciará piedras que superan varias veces el tamaño de las que hay arriba. Hay una que mide más de 13 metros de longitud, tiene una altura de 4 metros, y un espesor de 3 metros y medio. Se estima que su peso es de 570 toneladas. Y no es la única piedra de semejante magnitud, al lado hay otra cuya longitud supera los 12 metros. Cuesta imaginar cómo llegaron allí. Es algo maravilloso,
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extravagante, absolutamente milagroso. Toda respuesta que uno quiera intentar resulta insustancial, ¿cómo se pueden mover 570 toneladas de una sola vez? ¿Cómo es posible alzar esa mole para ubicarla sobre las otras piedras en una alineación perfecta? ¡Humanamente inexplicable! LA RESPUESTA DE LO IMPENETRABLE Veamos, el artífice de la edificación del Templo Sagrado fue el rey Salomón. Él escribió tres libros: El Cantar de los Cantares, Proverbios y Eclesiastés. En el famoso libro de Cábala Zohar se revela acerca del Cantar de los Cantares: Este cántico del Cantar de los Cantares es un cántico que contiene toda la Torá. Es un cántico que los ángeles de lo Alto y los de lo bajo, los Hijos de Israel, despiertan respecto a la Presencia Divina. También se declara en el Zohar: Asimismo el Cantar de los Cantares posee otro grado de gran relevancia que debe ser mencionado, ya que el día en que se reveló este canto,
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cuando fue edificado el Primer Templo Sagrado, en ese día descendió la Presencia Divina -Shejiná- a la Tierra vestida con las vestimentas del Mundo de la Creación que son las vestimentas del Shabat. Como está escrito: «Y los sacerdotes no pudieron incorporarse para servir por causa de la nube» (I Reyes 8:11). ¿Por qué razón? «Porque la Gloria de El Eterno había llenado la Casa de El Eterno» (Ibíd.). En ese día concretamente fue revelada esta alabanza, y Salomón la dijo a través del espíritu de santidad –ruaj hakodesh- para que también los Hijos de Israel la pronuncien en lo bajo. También consta en el Zohar esta declaración: La alabanza de este canto incluye la integridad de toda la Torá, y la integridad de toda la obra del Génesis. Asimismo incluye la integridad del misterio de los patriarcas, la integridad del exilio de Egipto, y la redención de Egipto, cuando los Hijos de Israel salieron de Egipto. Y también incluye la integridad de la alabanza del mar, y la integridad de las Diez Pronunciaciones.
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Asimismo incluye la integridad del suceso del Monte Sinaí, cuando fue entregada la Torá, y cuando los Hijos de Israel marcharon por el Desierto, hasta que entraron a la Tierra Prometida; y cuando fue edificado el Templo Sagrado. Del mismo modo incluye la integridad de la coronación del Nombre sagrado supremo con amor y alegría; y incluye la integridad del exilio de los Hijos de Israel entre las naciones, y la redención de ellos. Incluye además la integridad de la resurrección de los muertos, hasta el día que es Shabat para El Eterno. Contiene lo que fue desde el comienzo de la creación y los patriarcas, y lo que fue después, los exilios de los Hijos de Israel, y lo que será posteriormente, en el futuro, la redención final de los Hijos de Israel y la resurrección de los muertos. Y también lo concerniente al día séptimo, cuando será Shabat para El Eterno, es decir, el séptimo milenio. Todo está incluido en el Cantar de los Cantares (II Zohar 143b,144a; matok midvash; mefarshim).
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PRESTO EN SU TRABAJO En el Cantar de los Cantares, como se dijo, consta todo lo que habría de ocurrir a través de la historia, y por supuesto, también el misterio de las piedras del Cotel. En el Midrash hallamos una maravillosa declaración explicativa que lo demuestra; en la misma se deducen innumerables asuntos de la Torá, todos a partir del primer versículo del Cantar de los Cantares, y también se explica lo concerniente al misterio de las piedras del Cotel. La explicación comienza con la mención del versículo que declara: «Cantar de los Cantares, de Salomón» (Cantar de los Cantares 1:1). Para explicarlo, citaremos un versículo del libro de los Proverbios, donde consta esto que fue dicho por Salomón: «¿Has visto hombre presto en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición» (Proverbios 22:29).
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Este versículo contiene importantes misterios que deben ser dilucidados. Lo que está escrito: «¿Has visto hombre presto en su trabajo?», se refiere a José. ¿Cómo lo sabemos? Se aprende de la palabra «hombre», pues José es llamado así, como está escrito: «El Faraón dijo a sus sirvientes: ¿Acaso es posible encontrar otro como él, un hombre en quien more el espíritu de Dios? Entonces el Faraón le dijo a José: puesto que Dios te ha informado todo esto, no puede haber nadie tan entendido y sabio como tú» (Génesis 41:38-39). Ya hemos visto la correspondencia del denominativo «hombre» con José; y además, José era presto en su trabajo, como está escrito: «José fue descendido a Egipto. Potifar, oficial del Faraón, Jefe de Carniceros, hombre egipcio, lo compró de mano de los ismaelitas que lo habían bajado allí. El Eterno estuvo con José y él se transformó en un hombre próspero; y permaneció en la casa de su señor egipcio. Su señor percibió que El Eterno estaba con él, y todo lo que hacía, El Eterno lo hacía próspero en su mano. José halló gracia en sus ojos y lo asistió; él lo puso a cargo de su casa, y todo lo que poseía
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lo dio en su mano, poniéndolo bajo su custodia. Y ocurrió que a partir del momento en que lo puso a cargo de su casa y de todo lo que poseía, El Eterno bendijo a la casa del egipcio a causa de José y la bendición de El Eterno estaba en todo lo que poseía, en la casa, y en el campo. Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. José era de hermosa semblante y de agradable aspecto. Y ocurrió después de estas cosas, que la mujer de su señor puso sus ojos en José, y dijo: ¡Acuéstate conmigo! Pero él se negó; le dijo a la mujer de su amo: He aquí, estando yo aquí, mi señor no se ocupa de nada de la casa y ha puesto bajo mi mano todo lo que posee. No hay nadie más grande en toda la casa que yo y nada me ha negado, excepto a ti, pues tú eres su mujer; ¿cómo podría yo perpetrar tan gran mal y pecar contra Dios? Y acontecía que cuando ella lo instaba día tras día, él no escuchaba su ruego de acostarse con ella, de estar con ella» (Génesis 39:1-10). A continuación está escrito: «Y sucedió en ese día, que José entró a la casa a hacer su trabajo, y no había ningún
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hombre del servicio en la casa, ella lo tomó de su ropa, diciendo: ¡Acuéstate conmigo! Pero él dejó su ropa en la mano de ella y huyó, y salió afuera» (Génesis 39:11-12). En esta declaración hallamos varios asuntos enigmáticos: ¿Qué significa la expresión: «en ese día»? Evidentemente se refiere a un día especial. Además, ¿qué trabajo entró a hacer José en la casa? Y ¿por qué no había ningún hombre allí? ¿Es posible suponer qué una casa grande, cómo la del ministro del Faraón, hubiera quedado sola, sin personas de servicio? ¡Es algo que sorprende! Rabí Iehuda dijo que ese día especial era el día de la gran fiesta de ellos. El día en el que celebraban y ofrendaban a su deidad, y asistían al anfiteatro para divertirse. Rabí Nejemia dijo que ese día de anfiteatro era en honor al Nilo, la deidad a la que adoraban los egipcios. Y todos habían asistido para ver la función. Sin embargo José no fue, y quedó solo. Y aunque estaba solo no fue perezoso con el trabajo, no anuló la labor en la casa de su señor tampoco en ese día. Ya que José estaba a
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cargo de toda la mansión de su señor, y controlaba las tareas de la servidumbre y llevaba la contabilidad de todo. Y por cuanto que en ese día no había servidumbre, se ocupó de las cuentas de su señor. A esto se refiere lo que está escrito: «Hombre presto en su trabajo», alude a José. Además, era un hombre presto en su trabajo también en lo que respecta a la fidelidad hacia su señor. Pues cuando trabajaba se escapaba de toda posibilidad de rebeldía contra su amo. Tal como ocurrió con la mujer de éste, la cual se quedó en la casa con la excusa de que estaba enferma, y cuando estuvo sola con José, quiso estar con él como fuera. Y José huyó afuera, como está escrito: «Pero él dejó su ropa en la mano de ella y huyó, y salió afuera». Y todo esto está aludido en el primer versículo del Cantar de los Cantares. LA FIDELIDAD QUE ENRIQUECE En el versículo que estamos analizando se declara acerca del hombre que es presto en su trabajo: «Delante de los
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reyes estará». Esto se comprende perfectamente de acuerdo con lo explicado por Rabí Pinjas, quien dijo en el nombre de Samuel, el hijo de Aba: Todo el que sirve a su amo apropiadamente, siéndole fiel, sin robarle ni traicionarlo, El Santo, Bendito Sea, hará que al final, él sea libre. ¿De dónde lo aprendemos? De José. José sirvió a su amo honorablemente, y finalmente fue libre. Y no sólo libre de servir a su señor, sino tal como dijo Salomón acerca de un hombre que es presto en su trabajo: «Delante de los reyes estará». Y si bien la primera parte del versículo alude a José, la expresión «reyes», que está escrita a continuación, se refiere al Faraón. Como está escrito: «Entonces el Faraón envió y convocó a José, y rápidamente lo sacaron del calabozo; él se rasuró y se cambió de ropa, y fue ante el Faraón» (Génesis 41:14). Y después de esto, José se convirtió en el gobernante de toda la tierra de Egipto, como está escrito: «Entonces el Faraón le dijo a José: Puesto que Dios te ha informado todo esto, no puede haber nadie tan entendido y sabio como tú. Tú estarás a cargo de mi casa y por tu orden se sustentará mi pueblo; únicamente por el trono
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seré superior a ti. El Faraón le dijo a José: ¡Ve! Te he colocado a cargo de toda la tierra de Egipto. Y el Faraón se quitó el anillo de su mano y lo colocó en la mano de José. Después lo hizo vestir ropas de lino y le colocó una cadena de oro sobre el cuello. Lo hizo subir en su segunda carroza real y ellos proclamaron ante él: ¡Inclinaos! Así fue como lo designó sobre toda la tierra de Egipto» (Génesis 41:39-42). Ahora bien, no sólo que dejó de servir a su señor primero, sino que éste se oscureció. Tal como está escrito acerca de quien es preseto en su trabajo, que estará ante reyes y además: «no estará delante de los de baja condición jashukim-». La expresión jashukim proviene de joshej, que literalmente significa: «oscuro». Y alude a su señor primero, Potifar, que oscureció. Pues Potifar en un comienzo adquirió a José por su belleza, con la intención de cometer un acto impúdico con él. Pero El Santo, Bendito Sea, se lo impidió. Él oscureció sus ojos y lo castró, haciéndole perder la fuerza (véase Talmud, tratado de Sotá 13b; Rashi). Así perdió la avidez
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vehemente que tenía y no volvió a desearlo al verlo con sus ojos. GEMAS Y MÁS GEMAS Hemos dicho que el Cantar de los Cantares encierra todos los misterios de la Torá. Veamos otra explicación que conlleva a una nueva enseñanza, a partir del mismo versículo. Está escrito: «¿Has visto hombre presto en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición» (Proverbios 22:29). Se refiere a Moisés. Ahora bien, de dónde se sabe que la palabra «hombre», mencionada en este versículo se refiere a Moisés. Como está escrito: «El Eterno hizo que el pueblo hallase gracia en los ojos de Egipto; además, el hombre Moisés era muy grande en la tierra de Egipto, a ojos de los siervos del Faraón y a ojos del pueblo» (Éxodo 11:3). ¿Y de dónde se aprende que era presto en su trabajo?
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En la Biblia se enseña que Moisés se ocupó del trabajo de la hechura del Santuario en el Desierto. Y la labor comenzó inmediatamente después del Día del Perdón, y finalizó el 25 del mes Kislev. La obra se realizó en tan solo tres meses. Y no sólo esto, sino que Moisés era presto en cada trabajo relacionado con un precepto de El Santo, Bendito Sea. Observad lo que está escrito sobre él en relación con el precepto de salvar de la mano de los opresores. Está escrito: «Sucedió en aquellos días que Moisés creció y salió con sus hermanos, y observó sus sufrimientos; y vio que un hombre egipcio golpeaba a un hombre hebreo, a uno de sus hermanos. Miró hacia un lado y hacia el otro, y vio que no había nadie; golpeó mortalmente al egipcio y lo escondió en la arena (Éxodo 2:11-12). Por eso Moisés tuvo que huir de Egipto, ya que era perseguido por el Faraón por matar un egipcio, y llegó a Midian. Allí salvó a las hijas de Itró de los pastores que las afligían, como está escrito: «El sacerdote de Midián tenía siete hijas; ellas llegaron y sacaron agua y llenaron
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los abrevaderos para dar de beber a las ovejas de su padre. Llegaron los pastores y las echaron; Moisés se levantó y las salvó, y dio de beber a sus ovejas» (Éxodo 2:16-17). Después Moisés se casó con una de las hijas de Itró, y trabajó fielmente para él. Como está escrito: «Moisés estaba pastando las ovejas de Itró, su suegro, el sacerdote de Midián; él guió a las ovejas detrás del desierto y arribó a la Montaña de Dios, hacia Joreb» (Éxodo 3:1). Por ser presto en su trabajo, se cumplió en Moisés lo que está escrito: «Delante de los reyes estará». Pues El Santo, Bendito Sea, lo designó líder y primer mandatario del pueblo de Israel; además fue profeta, y el enviado de El Eterno para cumplir con las misiones que Él le encomendaba, y estuvo ante el rey de Egipto, el Faraón, como está escrito: «El Eterno le dijo a Moisés: Levántate temprano a la mañana y preséntate delante del Faraón» (Éxodo 8:16). Y lo que está escrito: «no estará delante de los de baja condición -jashukim-», se refiere a Itró. Pues tal como dijimos, la expresión jashukim proviene de
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joshej, que literalmente significa: «oscuro». Y alude a Itró, que en un comienzo era idólatra, y después que se alejó de esas prácticas, se convirtió en pobre y perseguido por su pueblo. Y por cuanto que Moisés sirvió a Itró y trabajó para él fielmente a cambio de sus sustento y su mujer, por eso superó a Itró, su suegro, y éste se honraba de su yerno. Rabí Nejemia dijo que lo que está escrito: «Delante de los reyes estará» (Proverbios 22:29), debe interpretarse de otro modo. «Reyes» se refiere a El Santo, Bendito Sea, el Rey de todos los reyes. Y Moisés estuvo ante Él, como está escrito: «El Eterno le dijo a Moisés: Escribe estas palabras para ti, pues según estas palabras he establecido un pacto contigo e Israel. Él permaneció allí, junto a El Eterno, durante cuarenta días y cuarenta noches, y no comió pan ni bebió agua, y Él escribió sobre las Tablas las palabras del pacto, los Diez Mandamientos» (Éxodo 34:27-28). Y lo que está escrito: «no estará delante de los de baja condición -jashukim-», se refiere al Faraón. Pues teniendo en cuenta que la expresión jashukim proviene de joshej, que literalmente significa: «oscuro», alude al
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Faraón, que El Santo, Bendito Sea, lo oscureció a él y a su tierra, a través de Moisés. Como está escrito: «Moisés extendió su mano hacia el cielo y hubo una espesa oscuridad en toda la tierra de Egipto durante tres días» (Éxodo 10:22). EL TRABAJO DE LOS JUSTOS Otra explicación: «¿Has visto hombre presto en su trabajo?». Se observa que está escrito precisamente «Su trabajo», y se refiere a los justos, que hacen el trabajo de El Santo, Bendito Sea, el servicio que le prestan, con fidelidad y prestación, estudiando la Torá y cumpliendo los preceptos. «Delante de los reyes estará», se refiere a la Torá. Y la misma hace que ellos gobiernen sobre su mal instinto. Y por la Torá ellos prevalecen contra sus enemigos, como está escrito acerca de la Torá: «los reyes gobernarán conmigo» (Proverbios 8:15). En tanto que lo que está escrito: «no estará delante de los de baja condición -jashukim-», se refiere a los malvados. Como está dicho: «y sus obras en la oscuridad» (Isaías 29:15). Y
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está escrito: «Sus caminos son oscuros y resbaladizos» (Salmos 35:6). UNA PIEDRA FANTÁSTICA Otra explicación: «¿Has visto hombre presto en su trabajo?», se refiere a Rabí Janina el hijo de Dosa. Los sabios dijeron acerca de él que una vez vio como los hombres de su ciudad llevaban animales para ofrecer en el Templo Sagrado de Jerusalén como ofrendas ígneas y ofrendas de paz. Entonces dijo: «Todos llevan animales para ofrecer en el Templo Sagrado de Jerusalén como ofrendas ígneas y ofrendas de paz, ¿y yo no llevaré nada?». ¿Qué hizo? De inmediato salió a al desierto que había en su ciudad, y fue al campo. Y allí halló una piedra. La trabajó, alisándola y quitándole todos los rebordes, y haciéndole un tallado decorativo. La volvió a alisar cuidadosamente para quitar todo saliente, todo reborde, y la pulió. Además la decoró dibujando sobre ella con una tonalidad denominada karkom.
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Una vez que terminó su trabajo dijo: «Debo llevarla a Jerusalén». Quiso contratar obreros para que se la lleven, y cuando vio pasar un grupo de hombres, les dijo: «Me lleváis esta piedra a Jerusalén». Y ellos le dijeron: «danos por paga cien monedas de oro». Y él les dijo: «¿De dónde tengo yo cien monedas de oro, o incluso cincuenta monedas, para daros?». Igualmente colocó sus manos en sus bolsillos para buscar –pues estaba habituado a que le ocurran milagros-, pero no halló nada en ese momento. Entonces los hombres se fueron. Inmediatamente El Santo, Bendito Sea, le hizo aparecer cinco ángeles con aspecto de hombres. Rabí Janina pensó que eran seres humanos y les dijo: «¿Me llevaréis esta piedra a Jerusalén?». Y ellos le dijeron: «Danos cinco siclos, y te llevaremos esta piedra a Jerusalén. Sólo te pedimos que pongas tu mano con nosotros». Él puso su mano para ayudarles a llevar la piedra, pero no sabía que le pidieron eso para llevarlo a él y a la piedra en un viaje cósmicamente. Y aparecieron en Jerusalén.
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Quiso pagarles lo que habían acordado y no los halló. Entró al despacho del Templo Sagrado denominado Lishkat Hagazit para que los sabios le digan qué hacer con es dinero que era para los hombres que le llevaron la piedra. Ellos le dijeron: «Maestro, creemos que eran ángeles celestiales los que te trajeron la piedra a Jerusalén». Entonces inmediatamente les entregó el dinero que había acordado con los ángeles que había contratado a los sabios, ya que los estudiosos de la Torá son considerados como ángeles de El Santo, Bendito Sea. Y leyeron sobre él, sobre Rabí Janina, el versículo que declara: «¿Has visto hombre presto en su trabajo? Delante de los reyes estará». EL REY SALOMÓN Otra explicación: «¿Has visto hombre presto en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición». «Hombre», se refiere a Salomón, el hijo de David. Como está escrito: «Llegaron los días en que David había de morir, y ordenó a Salomón su hijo,
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diciendo: Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre» (I Reyes 2:1-2). Y David le dijo además a su hijo: «Pues hombre sabio eres» (I Reyes 2:9). Sobre él se dijo lo que está escrito: «¿Has visto hombre presto en su trabajo? Delante de los reyes estará». Pues él fue presto en la edificación del Templo Sagrado. A esto se refiere lo que está escrito: «Lo edificó en siete años» (I Reyes 6:28). Y en otro lugar está escrito: «Y a su casa Salomón la edificó en trece años» (I Reyes 7:1). Y quien oyere que edificó su casa en trece años, y el Templo Sagrado, la Casa de El Santo, Bendito Sea, en siete años, tal vez pensará que se ocupó de su casa más que del Templo Sagrado, haciéndola más bella y esplendorosa. Pero no fue así, sino que en la edificación de su casa fue «perezoso», y por eso tardó trece años, aunque era de medidas más reducidas que el Templo Sagrado; pero en la edificación del Templo Sagrado fue presto y no fue perezoso. Y por eso lo edificio en tan solo siete años, aunque se trataba de una construcción amplia y esplendorosa.
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Además, le acontecieron numerosos milagros para acabar el Templo Sagrado en ese tiempo, tal como contó Rab Huna en el nombre de Rab Iosef: Si cuando un rey de carne y hueso se dispone a edificar una casa todos los ayudan, con más razón que todos ayudarán cuando se trata de la gloria del Rey de reyes, El Santo, Bendito Sea. por eso todos ayudaron en la edificación, los de lo bajo y los de lo Alto, incluso los espíritus y los demonios, incluso los ángeles celestiales. Rabí Itzjak, el hijo de Rab Iehuda hijo de Ezequiel, dijo al respecto: Está escrito: «He edificado casa por morada para Ti, sitio en que Tú habites para siempre» (I Reyes 8:13). En el original hebreo la expresión «he edificado» está escrita mediante la locución «bano baniti», es decir, el verbo está duplicado. Y la interpretación es esta: «bano», debe entenderse como «banui», que significa «edificado»; «baniti», significa «he edificado». Es decir: «He edificado una construcción edificada». Como quien viene a una construcción ya terminada.
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Rabí Berejia dijo acerca de este asunto: Está escrito: «Y cuando se edificó la casa, fue edificada con piedras que venían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la Casa, ni ningún otro instrumento de hierro» (I Reyes 6:7). Considérese que no está escrito: «la Casa que edificaban», sino que está escrito: «se edificó la Casa». Quiere decir que se edificaba sola. A esto se refiere lo que está escrito: «fue edificada con piedras que venían ya acabadas». No está escrito aquí: «se la edificó», sino que está escrito: «fue edificada». O sea, fue edificada por sí sola. Y también se aprecia que está escrito: «con piedras que venían ya acabadas». Se aprende de aquí, que las piedras se trasladaban por sí solas. Y al venir, ascendían y se situaban en la hilera apropiada. Y si El Santo, Bendito Sea, no hubiera ayudado en la edificación, ni Salomón, ni todo Israel hubieran podido realizar la edificación. Rav dijo: No te sorprendas de esto, que las piedras viajaban por los aires, y se instalaban solas en el lugar apropiado de la edificación. Observad por ejemplo, lo que está escrito en el libro de Daniel, cuando fue llevado al
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pozo de los leones por orden de Nabucodonor. Está escrito: «Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y lo arrojaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: Tu Dios, a quien tú continuamente sirves, que Él te salve. Y fue traída una piedra y se puso sobre la entrada del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que la voluntad –del rey- acerca de Daniel no se alterase –pues supuso que tal vez le arrojen piedras para matarlo, y él quería probarlo con los leones-» (Daniel 6:17-18). Daniel, el fiel servidor de El Santo, Bendito Sea, se salvó de los leones, como está escrito a continuación: «Entonces el rey se fue a su palacio, y se acostó en medio de ayuno, y no trajeron delante de él instrumentos musicales; y se le fue el sueño. El rey, madrugó y se levantó con la aurora, y fue apresuradamente al foso de los leones. Se aproximó al foso y llamó a voces a Daniel con voz apenada, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, tu Dios, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido salvar de los leones? Entonces Daniel respondió al rey: ¡Oh rey, vive para siempre! Mi Dios envió su ángel, el
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cual cerró la boca de los leones, para que no me hicieran daño, porque ante Él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces el rey se alegró en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. Y el rey dio orden de que fueran traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel; y fueron arrojados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos» (Daniel 6:19-25). También está escrito acerca de este suceso: «Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: La paz os sea multiplicada. De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. Él salva y libra, y hace señales y maravillas en el Cielo y en la Tierra;
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Él ha salvado a Daniel del poder de los leones. Y Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa» (Daniel 6:26-28). De lo narrado se aprecia el enorme poder de El Santo, Bendito Sea, que fue demostrado en la Tierra a través de Daniel. Y a su vez se apreció que esa piedra que fue colocada sobre el foso, era para proteger a Daniel, de otras personas que lo quieran matar arrojándole piedras o de otro modo. Por eso con esa piedra ocurrió un gran milagro. Ya que en Babilonia, lugar del hecho, no había piedras, sino que para edificar fabricaban ladrillos cocidos, como está escrito: «Toda la Tierra tenía un mismo idioma y un mismo propósito. Y sucedió que cuando emigraron del este, hallaron un valle en la tierra de Shinar y allí se asentaron. Y se dijeron los unos a los otros: Vamos, hagamos ladrillos y cozámoslos con fuego. Y el ladrillo les sirvió de piedra, y el barro, de asfalto. Y dijeron: Vamos, edifiquemos una ciudad y una torre que llegue hasta el Cielos, y hagámonos un nombre, para que no nos dispersemos por toda la tierra» (Génesis 11:1-4).
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Siendo así, que en Babilonia no había piedras, ¿de dónde provenía la piedra con la que fue cubierto el foso en el que fue arrojado Daniel? Esa piedra vino de la Tierra de Israel, y se estacionó allí, sobre la boca del foso. Por eso está escrito: «Y fue traída una piedra y se puso sobre la entrada del foso». Fue traída por los ángeles (véase Rashi en Daniel 6:18), y la misma «se puso» sobre el foso. Rav Huna dijo en el nombre de Rav Iosef otro milagro que ocurrió en el foso de los leones. Un ángel descendió y adoptó la forma de un león de piedra para proteger a Daniel. A esto se refiere lo que está escrito: «Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hicieran daño» (Daniel 6:23). Ahora bien, si acerca de un hombre justo, Daniel, está escrito: «Y fue traída una piedra y se puso sobre la entrada del foso», por el honor de El Santo, Bendito Sea, con mucha más razón que las piedras vinieron en un viaje cósmico, por los aires, para la edificación de su Casa. Por eso no habéis de sorprenderos cómo llegaron allí, al sitio
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del Templo Sagrado, piedras tan voluminosas (Cantar de los Cantares Raba 1:1-5; mefasrhei hamidrash).
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III MURO HISTÓRICO El Templo Sagrado, del que queda en pie el Cotel, es una obra de origen ancestral, fue una de las seis obras que antecedieron al mundo. Esta enseñanza se aprende de la primera expresión que aparece en el Pentateuco. Como está escrito: «En principio –Bereshit– creó Dios» (Génesis 1:1). La palabra Bereshit, puede ser separada en dos y leerse «bará shit», o sea, «creó seis». Indica que seis cosas antecedieron a la creación del mundo. Algunas de ellas fueron creadas previo a la creación del mundo físico, en tanto que algunas de ellas sólo ascendieron al pensamiento de Dios para ser creadas. La Torá y el Trono de la Gloria, fueron creados previo a la creación del universo. La Torá, como está dicho: «El Eterno me creó en el principio de la creación» (Proverbios 8:22).
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El Trono de la Gloria, como está dicho: «Tu Trono está dispuesto desde entonces» (Salmos 93:2). Los patriarcas, Israel, el Templo Sagrado y el nombre del Mesías sólo ascendieron al pensamiento de Dios para ser creados. Los patriarcas, como está dicho: «Como las uvas en el desierto las cuales son extraordinariamente preciadas para quien las encuentra, hallé a Israel, como a la primicia de la higuera, al comienzo, he visto a vuestros patriarcas» (Oseas 9:10). El pueblo de Israel, como está dicho: «Recuerda tu congregación, a la que adquiriste desde antaño» (Salmos 74:2). El Templo Sagrado, como está dicho: «El Trono de la Gloria que está en las alturas celestiales, fue dispuesto desde el principio, y así el sitio de nuestro Templo Sagrado» (Jeremías 17:12).
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El nombre del Mesías, como está dicho: «Su nombre permanece por siempre» (Salmos 72:17) (Midrash Raba Bereshit 1:4). MODELO SUPREMO El Templo Sagrado fue edificado de acuerdo con el modelo de lo Alto, al igual que todo lo que existe en el plano terrenal. Pues todo está enraizado en lo espiritual. O sea, cuando uno observa el Cotel, aprecia parte de una edificación suprema. Para saber el origen y la localización del Templo Sagrado en lo Alto, citaremos lo que está escrito en el Talmud. En el tratado de Jaguigá se explica que hay siete niveles de Cielos. El primer nivel se denomina Vilón, el cual actúa como filtro de los rayos solares durante el día. Luego se ubica el nivel denominado Rakía. En el mismo están dispuestos el Sol, la Luna, los astros y las estrellas.
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El tercer nivel se denomina Shejakim. En el mismo se procesa el alimento espiritual –maná, para los justos. El cuarto nivel se denomina Zebul. En el mismo se encuentran en estado espiritual: Jerusalén, el Templo Sagrado y el Altar. El quinto nivel se denomina Maón. En el mismo se encuentran las huestes de ángeles que entonan cánticos de alabanza al Todopoderoso por las noches, y de día hacen silencio en honor de los miembros de Israel, quienes alaban al Todopoderoso en la tierra. El sexto nivel se denomina Majón. En el mismo hay innumerables depósitos de elementos para castigo –nieve y granizo, nubes malas, túnel de vaho. Estos depósitos son espirituales, y debido a que están designados para castigar, sus entradas son de fuego –espiritual. El séptimo nivel se denomina Arabot. En el mismo se encuentran la justicia y la rectitud, los depósitos de vida, los depósitos de paz, los depósitos de bendición, las almas
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de los justos que ya fallecieron, los espíritus, las almas que en el futuro han de nacer, y el rocío con el que el Eterno revivirá a los muertos (Talmud, tratado de Jaguigá 12b). Hemos apreciado que el Templo Sagrado de lo Alto se encuentra en el cuarto nivel de Cielo, y el Templo Sagrado de lo bajo, está ubicado en dirección al de lo Alto. LA DESTRUCCIÓN FÍSICA Esta es una reflexión para tener en cuenta cuando uno está frente al Cotel, y para recordar en todo momento: El 9 de del mes hebreo Av fue destruido el Templo Sagrado dos veces consecutivas. La razón de este aciago suceso, ocurrido en esta fecha especifica, se debe a una causa puntual. Después de la salida del pueblo de Israel de Egipto, los hebreos se hallaban en el desierto y eran guiados por Moisés. Ellos, en un nueve de Av, lloraron vanamente. Este hecho provocó que sea decretado que no ingresarían a la Tierra
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de Israel. Consecuentemente y a raíz de esa causa, fue sentenciada la fecha de la destrucción del Templo. Observemos el detalle de lo ocurrido. Está escrito: «Envía para ti hombres y que exploren la tierra de Canaan (Números 13:2). Este hecho aconteció el día veintinueve del mes hebreo de Siván. Más adelante está escrito: «Y retornaron de explorar la tierra al cabo de cuarenta días» (Números 13:25). Calculando los días a partir de la fecha de partida resulta: se desplazaron los dos últimos días del mes de Siván, y también todo el mes de Tamuz, es decir treinta días más. Luego prosiguieron desplazándose en el mes de Av, que es el mes que sigue a Tamuz, por otros ocho días. Resulta que los cuarenta días finalizaron el día ocho de Av. Y a continuación está escrito: «Y se levantó toda la congregación y dieron sus voces y lloró el pueblo esa noche» (Números 14:1). Es decir, la noche del nueve de Av.
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Al contemplar esto, El Eterno les dijo: «Vosotros llorasteis un llanto vano, Yo establezco para vosotros un llanto por las generaciones». (Talmud, tratado de Taanit 29a) La causa señalada provocó que el Templo Sagrado sea destruido por primera vez el 9 de Av. Como está escrito: «Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino Nabuzaradán, el comandante de la guardia, quien se hallaba delante del rey de Babilonia, a Jerusalén; e incendió la casa de El Eterno, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén» (Jeremías 52:12–13). Ahora bien, este suceso ocurrió tras la invasión que se produjo previamente, el siete de Av, tal como está escrito: «Y en el mes quinto, a los diez días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino Nabuzaradán, el comandante de la guardia, quien se hallaba delante del rey de Babilonia, a Jerusalén; e incendió la casa de El Eterno, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén» (II Reyes 25:8). Este
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versículo se refiere a la invasión y el que se citó previamente a la destrucción. Resulta que el día siete de Av ingresaron los invasores al atrio, allí comieron y dañaron el siete, el ocho, y el nueve. Posteriormente, próximo al anochecer, encendieron el fuego, y el mismo permaneció ardiente también durante el día diez. Es decir, el fuego fue encendido el nueve de Av, y permaneció encendido esa noche, que ya pertenecía al diez de Av, y también durante el día, hasta que terminó de quemar la totalidad de las instalaciones. Y en esa misma fecha, nueve de Av el Templo Sagrado fue destruido por segunda vez. Esto fue así porque los méritos recaen en un día de méritos y las tragedias en un día de tragedias (Talmud, tratado de Taanit 29a).
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IV COMIDA Y BEBIDA INCLUIDAS El Templo Sagrado era un lugar ultra sagrado. Sin embargo, no sólo se iba allí a orar y ofrendar a El Eterno, sino también a compartir, comer y beber. Los integrantes del pueblo de Israel se presentaban tres veces al año en el Templo Sagrado. Esta presentación poseía carácter de precepto bíblico, como está escrito: «Tres veces al año todos tus varones deberán presentarse ante El Eterno, tu Dios, en el lugar que Él ha de elegir: en la Fiesta del pan ácimo –Pesaj–, en la Fiesta de Shavuot y en la Fiesta de Sucot; y no se presentará ante El Eterno con las manos vacías, cada uno de acuerdo con lo que pueda dar, de acuerdo con la bendición que te dé El Eterno, tu Dios» (Deuteronomio 16:16–17) En esas ocasiones se traían ofrendas para El Eterno, como se declara en la cita mencionada, y también para compartir entre las personas. Y había que comer las ofrendas traídas en el Templo Sagrado, compartiendo con
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la Presencia Divina y los allegados, amigos y conocidos. El Templo Sagrado era un lugar para generar además de espiritualidad, unión y hermandad entre las personas. OFRENDAS CON IMPUREZA Un dato interesante del Templo Sagrado es que había cinco géneros de ofrendas que eran presentadas con impureza pero no eran comidas con impureza. Esto era así cuando los sacerdotes o los instrumentos de servicio estaban impuros por haber tomado contacto con un cadáver. La razón de esta permisión se debe a que su tiempo que les fue asignado es fijo. Aunque respecto a su ingestión, no es permitida mientras se permanece en estado de impureza. Estas son las cinco ofrendas señaladas: La ofrenda de cebada denominada Omer, que se presenta el día dieciséis de Nisán, para permitir el consumo y la utilización de la nueva cosecha.
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Los dos panes de trigo que se presentan en la festividad de Shavuot. Como está escrito: «Desde vuestros lugares de residencia traeréis pan que será agitado, dos hogazas hechas de dos décimos de efá, serán de sémola, horneadas con levadura; primicias para El Eterno» (Levítico 23:17) Los doce panes denominados lejem hapanim, que se disponían cada Shabat sobre la mesa del Lugar Santo en el Templo Sagrado. Como está escrito: «Tomaréis sémola y hornearás con ella doce panes; cada pan será de dos décimos de efá. Los colocaréis en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la Mesa pura, ante El Eterno» (Levítico 24:5–6). Cuando culminaba el Shabat, los panes se cambian por otros, y eran repartidos entre los sacerdotes de la guardia saliente y la entrante. Las ofrendas públicas de paz que se presentaban con los dos panes en la festividad de Shavuot. Como está escrito: «Ofrendaréis un macho cabrío como sacrificio expiatorio
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y dos corderos en su primer año como ofrendas de paz» (Levítico 23:19). Los chivos de principio de mes que se ofrecían como sacrificio expiatorio. Como está escrito: «También se hará un macho cabrío por sacrificio expiatorio para El Eterno y su libación, además de la ofrenda ígnea continua» (Números 28:15) (Mishná Pesajim 7:4, mefarshei hamishná). EL ENIGMA DE LAS MESAS Además, el Templo Sagrado había trece mesas. Y es necesario saber que cada dato, cada parámetro, cada número, de lo que allí había, tiene una importancia relevante. El número 1 se denomina en hebreo «ejad», y es el número de la unicidad y la unión. La palabra «ejad», se escribe en hebreo mediante las letras: alef, jet, dalet. Y el valor numérico de las mismas
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es este: alef = 1, jet =8, dalet = 4. Sumándolas resulta: 1 + 8 + 4 = 13. O sea, también en la cantidad de mesas que había en el Templo Sagrado está indicado el asunto de la unión y la integración. Las 13 mesas se dividían del siguiente modo: Ocho mesas de mármol se ubicaban al norte del Altar, para disponer y lavar sobre las mismas las partes de los sacrificios que serían ofrecidos sobre el Altar. Dos mesas se ubicaban al oeste de la rampa, una era de mármol y la otra de plata. Sobre la de mármol se disponían las partes de los sacrificios. Esto era así porque el mármol posee la propiedad de enfriar la carne y no permitir que entre en estado de descomposición con rapidez. Sobre la mesa de oro disponían los noventa y tres utensilios de oro y plata que eran sacados cada mañana de la cámara especial en la que se los guardaba. Los mismos eran utilizados para el servicio en el Templo Sagrado.
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Dos mesas se hallaban en la Antecámara –Ulam– que había antes del Lugar Santo –Kodesh. Una era de mármol y la otra de oro. Sobre la mesa de mármol se disponían los panes de la proposición –lejem hapanim– cuando eran llevados para que se enfríen y no se arruinen, hasta que eran ingresados al sitio denominado Heijal y sobre la mesa de oro eran dispuestos luego de ser sacados del Heijal. La razón de la mesa de oro es porque con respecto a las santidades se aumenta y no se disminuye. Y teniendo en cuenta que durante toda la semana habían permanecido sobre una mesa de oro en el interior del Heijal, ahora debía colocárselos en un sitio de categoría similar. En el interior del Heijal había una mesa de oro en la cual se disponía el Pan de la Proposición (Mishná Shekalim 6:4, mefarshei hamishná). DE LA MESA A LA MESA
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Para comprender más profundamente el significado de los elementos que había en el Templo Sagrado, y en especial la excepcional.
mesa,
observaremos
una
enseñanza
En el libro de Éxodo está escrito: «Harás una mesa de madera de acacia, de dos codos de longitud, un codo de ancho y un codo y medio de alto. La revestirás de oro puro y le harás una cornisa de oro alrededor. Le harás alrededor una moldura menor de un palmo y harás una cornisa de oro sobre la moldura, a su derredor. Le harás cuatro anillos de oro y colocarás los anillos en las cuatro esquinas de sus cuatro patas. Los anillos se situarán frente a la moldura, como dispositivo para pasar las estacas, para transportar la mesa. Harás las estacas de madera de acacia y las revestirás de oro, y la mesa será transportada por medio de ellas. Harás sus platos, sus cucharas, sus mediacañas y sus armazones con los que será cubierta; de oro puro los harás. Sobre la mesa colocarás siempre el pan de la proposición ante Mí» (Éxodo 25:23–30).
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Esta mesa estaba en actividad cuando el Templo Sagrado se encontraba en pie y había un altar; pero ahora que el mismo se halla destruido, ¿cómo se la reemplaza? Los sabios enseñaron que la mesa de nuestros hogares reemplaza al altar. Como se enuncia en el Talmud: «En tiempos en que el Templo Sagrado se encuentra en pie, el altar expía las faltas de las personas; pero ahora que el Templo está destruido, la mesa del individuo realiza la expiación». Además, otro detalle importante a considerar es que en el Templo Sagrado había dos altares, uno interior, para sahumar sobre él el incienso, y uno exterior, para ofrecer sobre él las ofrendas. Por esta razón, el sabio cabalista Rashash enseñó que la persona debe estudiar cuando se halla sentado junto a su mesa lo referente al incienso que era ofrecido en el altar interior, y lo referente a las ofrendas que eran ofrecidas en el altar exterior.
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Por consiguiente, estudiando las palabras de la Torá en su mesa, y también convidando a los pobres, se incrementará la abundancia de este individuo. La misma fluirá a él por medio de los 27 canales conductores de la abundancia, relacionados con las 22 letras básicas del alfabeto hebreo, y las 5 letras anexas, denominadas letras finales, que se ubican al final de las palabras. Esta enseñanza permite comprender la causa intrínseca de las medidas estipuladas para la construcción de la mesa del Santuario: 2 codos de largo, 1 codo de ancho y 1 codo y medio de alto. La medida denominada codo, se obtiene midiendo desde el vértice del dedo mayor, hasta el codo. Entre ambos puntos señalados hay una longitud equivalente a seis puños. Convirtamos los codos de la mesa a puños: 2 codos de largo = 12 puños 1 codo de ancho = 6 puños
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1 codo y medio de alto = 9 puños Sumemos los valores parciales: 12 + 6 + 9 = 27 Se aprecia que las medidas de la mesa totalizan 27 puños. Los mismos corresponden con los 27 canales conductores de la abundancia, que son las 27 letras del alfabeto; las 22 simples y las 5 adicionales (Od Iosef Jai sección Terumá). Resulta que cada una de las 27 letras corresponde con un canal de afluencia independiente. Esta revelación indica la diferente correspondencia numérica para cada una de las letras.
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V LOS MILAGROS DEL TEMPLO En el Templo de Jerusalén acontecían diez milagros. Jamás una mujer preñada resultó dañada por el aroma de la carne que surgía de los sacrificios que se asaban en el recinto del Templo. Pues bien podía haber sucedido que le sobrevenga un antojo al percibir el delicioso aroma, y resultar afectada por ello, sin embrago nunca ocurrió un hecho de este tipo. Los animales sacrificados en calidad de ofrenda, jamás se echaron a perder. Esto era así, pese a que en ciertas circunstancias era permitido consumirlos en dos días consecutivos, dependiendo del tipo de ofrenda para la que había sido designado el animal. No obstante, pese a la gran cantidad de horas que la carne quedaba expuesta al sol, aun en los calurosos días de verano, nunca el estado de la misma fue afectado.
ÁLBUM DEL COTEL
En un flanco del patio del Templo, había mesadas de mármol sobre las que eran lavadas las entrañas de los animales. Por tal razón, había constantemente allí dispuesta carne. De todos modos, jamás sucedió que una mosca haya sido vista merodeando por el lugar. El Sumo Sacerdote, jamás sufrió un percance nocturno en el Día del Perdón -Iom Kipur. En ninguna ocasión sucedió que las lluvias apaguen el fuego de la pira, pese a que se hallaba a la intemperie. La columna de humo que se elevaba de la pira, siempre ascendía en forma recta, y jamás fue desviada por el viento. Jamás se halló una ineptitud en la ofrenda por la nueva cosecha – omer, los dos panes de la festividad de Shavuot, y los panes de la proposición. La gente que asistía al Templo en las festividades, lo hacía en forma masiva. La tremenda concurrencia provocaba
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que en muchos casos, debido a los apretujones, los pies no toquen el suelo, quedando las personas suspendidas en el aire. Pese a esta situación, cuando llegaba el momento de prosternarse a tierra, durante el servicio, cada uno lo hacía fácilmente, abriéndose milagrosamente un espacio de cuatro codos para cada individuo. Jamás dañó una serpiente o un escorpión en Jerusalén. Nunca aconteció que un individuo diga al otro: «Estoy apretado». Ya sea en cuestiones de dinero, o en lo relacionado con un lugar para dormir. Esto era así pese a la concurrencia masiva de personas durante las festividades (Mishná, tratado de Avot 5:5).
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ÍNDICE I El Cotel
........................ Pág. 3
La prueba del anillo Los papeles del Cotel
Pág. 4 Pág. 5
II Las piedras del Cotel
Pág. 9
La respuesta de lo impenetrable Presto en su trabajo
Pág. 10 Pág. 13
La fidelidad que enriquece Gemas y más gemas
Pág. 17 Pág.20
El trabajo de los justos
Pág. 24
Una piedra fantástica El rey Salomón
Pág. 25 Pág. 27
III Muro histórico Modelo supremo La destrucción física
Pág. 36 Pág. 38 Pág. 40