María Eximelia Galeano Marín
ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN SOCIAL CUALITATIVA
El giro de la mirada
La C a rre ta E d itores E.U.
Medellin, 2004
y
ISBN: 958-97449'5-8 © 2004 María Eumelia Galeano Marín © 2004 La Carreta Editores La C arreta Editores Editor; César A . Hurtado Orozco E-mail;
[email protected] Teléfono; 2 5 0 0 6 8 4 , Medellín, Colombia Revisor editorial: J uan Carlos Márquez. Primera edición; 1.000 ejemplares, octubre de 2 0 04 Carátula: diseño de Alvaro Vélez Ilustración: fotografía del libro “C hem a Madoz”, Editorial A r t Plus, Madrid, 1995. Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia por Editorial Lealon, Medellín. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o par cial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidas las lecturas universitarias, la reprografia y el tratamiento informático, y la distribución de ejem plares de ella mediante alquiler público.
1. Observación participante: actividad de la vida cotidiana o estrategia de investigación social Toda investigación social se basa en la capacidad humana de realizar observación participante. Actuamos en el mundo social y somos capaces de vernos a nosotros y a nuestras acciones como objetos de ese mundo. Al incluir nuestro propio papel como investigadores en el mundo que estamos estudiando, podemos desarrollar y comprobar la teoría sin tener que hacer llamamientos inútiles al empirismo, ya sea en su variedad naturalista o positivista. Hairimersley y Atkinson
Antecedentes históricos Grandes descubrimientos científicos se han basado en la observación (común o científica), y las ciencias sociales y humanas, desde la Grecia antigua hasta nuestros días, le deben muchos de sus avances. La observación es no solamente una de las más sutiles y constantes actividades de la vida cotidiana, sino también un instrumento primor dial para el avance de todas las áreas del conocimiento. Los investigadores sociales -y de otras áreas- estudian su entorno de forma regular, planificada y sistemática, orientados por preguntas teóricas acerca de la naturaleza de la acción humana, la interacción, y la sociedad; las observaciones que realizan están dirigidas al logro de un objetivo de investigación, se relacionan con proposiciones más generales y están sujetas a comprobaciones y controles de fiabilidad y validez (Adler y Adler, 1994: 377; Selltiz y otros, 1965: 229). Esto, considerado como el patrón científico de la observación, no presupone, sin embargo, que observaciones de significación científica relaciona das con objetivos de investigación sean casuales u obtenidas al azar. La observación participante ha tenido relevancia para las ciencias sociales, pues ha estado ligada a la práctica investigativa de sus dis tintas disciplinas. Son diversos los estudios realizados por antropólo gos y sociólogos mediante esta estrategia de investigación. Desde una perspectiva teórica y metodológica, la antropología social y cultural ha circulado discursos acerca de los principios, las reglas, las carac terísticas, los cambios históricos y la validez de la observación par ticipante. Para esta antropología, en especial para la modalidad 29
etnográfica, la observación participante es el eje articulador del tra bajo de campo. A sí mismo, se reconocen “los esfuerzos de la antropo logía desde sus comienzos para trascender la distancia cultural y el salto epistemológico entre analistas y nativos” (Gutiérrez y Delgado, 1995:144). La observación ha estado ligada al desarrollo histórico de la socio logía. Desde sus albores, Augusto Com te, considerado como su fun dador, erigió la observación como uno de los cuatro métodos funda mentales (junto con la comparación, el análisis histórico y la experi mentación) apropiados para el estudio científico de la sociedad. Los estudios de Frederick Leplay en 1855 sobre familias y comunidades europeas se apoyaron en la observación participante, y constituyen aportes importantes a la investigación sociológica. Investigadores aso ciados a la Escuela de Chicago produjeron, entre 1920 y 1940, un sinnúmero de estudios sobre la vida urbana (historias de criminales y delincuentes, de inmigrantes y sus familias) realizados mediante la observación participante (en la cual se les considera pioneros), la en trevista en profundidad y los documentos personales. La psicología social y la experimental han acudido a la observación participante como estrategia de investigación, especialmente para el estudio de casos. En la literatura de investigación social, especialmente antropológica y sociológica, la expresión observación participante se ha usado de dos maneras: como técnica de recolección de información y como estra tegia investigativa. En el primer caso, su utilización en proyectos de investigación se circunscribe a una técnica para recolectar informa ción, entre otras, y una forma de acceder al escenario y a los actores sociales. En el segundo caso, para designar una estrategia metodológica que está presente en todo el proceso de investigación, desde el diseño del proyecto hasta la presentación de los resultados, en el cual la observación y la participación son componentes esenciales que le im primen un carácter particular. Asumir la observación participante como estrategia implica el es tablecimiento de relaciones investigador-grupo en estudio, mediadas por una confianza construida de modo permanente. Igualmente, de manda condiciones éticas de consentimiento informado que definen umbrales de información, territorios permitidos y vedados, sistemas de registro, socialización e intercambio de datos sobre la base de acuer dos, ritmos y tiempos marcados por la dinámica interna de actores y contextos. 30
Fundamentación teórica Desde la sociología clásica hasta los movimientos contemporáneos, la observación, en sus diferentes modalidades y perspectivas, ha esta do presente en los procesos de investigación social. Adler y Adler (1994: 3 8 2-387) ubican cinco tradiciones teóricas y de investigación sociológica, estrechamente relacionadas con la estrategia de observa ción participante (que ellos denominan observación-participación), son ellas: la “sociología formal” de Simmel; la “sociología drama túrgica” de Goffman; los “estudios en la esfera pública” de Lofland y Nash; el uso de la “autoobservación” por parte de diversos autores vinculados a la denominada “sociología existencial”, y los estudios en el campo de la etnometodología. Estas perspectivas sociológicas que, como filtros teóricos, pretenden observar la realidad se han nutrido de la observa ción participante y, a la vez, han contribuido a su desarrollo teórico y metodológico. La sociología formal, antes que centrarse sólo en el contenido de las interacciones sociales, ha mostrado particular interés por sus for mas y estructuras. Lo que especialmente fascinó a Simmel, y que él vio como la base del orden social, fue la socialion, definida como interacciones cristalizadas entre la gente. La intrincada red de rela ciones entre individuos en constante com unicación con otros consti tuye la sociedad. Simmel también estudió los tipos de interactores: el extraño, el gastador, o el pobre. Formas y tipos se convierten en instru mentos conceptuales útiles para el análisis de numerosos escenarios sociales de interacción. Como muchos otros teóricos sociales, Simmel basó sus ideas acer ca de la sociedad en sus propias observaciones directas. Su ubicación en ella le colocaba en una posición excelente para observar, a lo largo de toda su vida él mismo fue un hombre marginal. A pesar de ser un académico brillante, el antisemitismo y su amplio interés interdiscipli nario no le permitieron alcanzar el puesto que él deseaba. Su marginalidad resalta un rasgo común del papel de observador: puede in te grar la participación con la no participación, de modo que evite tanto el total distanciamiento como la completa calidad de miembro. Entre los practicantes contemporáneos de la sociología formal se encuentran los seguidores de Manford Khun y de la “nueva” Escuela de Iowa, cuyo trabajo se centra en observaciones bajo condiciones de laboratorio, utilizando ampliamente grabaciones de video. 31
La denominada “sociología dramatúrgica” de Goffman sintetiza un estilo investigativo basado en una visión escénica y ritualizada de las relaciones entre las personas. Mediante el estudio de cómo los actores sociales actúan, interactúan y establecen relaciones, Goffman analizó la forma de construir significados para sus vidas. Igualmente, consideró la manera como se muestra el individuo y cómo presenta su actividad ante otros, en qué forma guía y controla la impresión que los otros se forman de él, y el tipo de cosas que puede o no puede hacer mientras actúa ante ellos. Su dramaturgia sugiere que existe una intencionalidad detrás de la planeación y ejecución de estas representaciones, para lograr en los otros la mejor impresión de sí mis mo. Sus escritos fueron conceptualmente orientados y empíricamente fundamentados. Goffman fue, en esencia, un observador participante de la vida social, que trató de llegar a la interioridad poniendo de manifiesto el comportamiento aparente y haciendo visibles las accio nes e interacciones de los actores sociales en los diferentes escenarios de la vida cotidiana. Su marginalidad autoimpuesta le permitió una ubicación ventajosa para la observación. A diferencia de Simmel, que no pudo en contrar la aceptación, Goffman no la buscó. Prefirió la distancia social, desde la que pudiera observar las accio n es de aquellos a su alrededor [ . . . ] co n cínico d istanciam iento. A d em ás adoptó una postura distante resp ecto a la academ ia, evitando los foros norm ativos de p resentación de ideas eruditas, prefiriendo en cam bio escribir ensayos (A dler y Adler, 1 9 9 4 : 3 8 3 ).
Entre los seguidores de la sociología dramatúrgica, Adler y Adler (384) destacan a Spencer Cahill por su trabajo sobre el tratamiento que los niños reciben en público, y particularmente su papel en la vida pública; y a Carol Brooks Gardner, por sus investigaciones acerca del estigma y los roles sexuales en los espacios públicos y semipúblicos. Los progenitores de los “estudios de la esfera pública” son, espe cialmente, Lofland y Nash, quienes basaron su trabajo en la tradición dramatúrgica de Goffman, y realizaron estudios con observaciones centradas en el comportamiento en lugares públicos. Ellos acuden a los conceptos de actor y audiencia, fachada y trasfondo escénico acu ñados por Goffman. En su obra, El mundo de los extraños, Lofland estu dia la construcción de espacios comunitarios por parte de la gente que vive en el medio urbano, y trata de reducir la impersonalidad de la vida de las ciudades. El uso que ella hace de la observación partici pante es descrito por Adler y Adler (384-385) así: 32
Lofland em pleó una mezcla de estrategias de investigación intencionales y fruto de la in tuición, yendo al cam p o a h acer observaciones y perm aneciendo cu atro y cinco horas cad a vez, así com o prestando atención al com p ortam ien to público m ientras desarrollaba sus actividades co ti dianas. H acía an otacion es inm ediatas de sus impresiones [ . . . ] . Siempre asumió el papel de observador en cub ierto, que era particularm ente n a tural pues no había p orteros en los lugares públicos y semipúblicos que ella frecuentaba (estaciones de autobús, aeropuertos, restaurantes, tea tros, bibliotecas, residencias universitarias y parques).
Algunos de los trabajos investiga ti vos de Nash en la esfera pública incluyen estudios en los buses, comportamiento en lugares externos con temperaturas heladas (frozen) y comportamiento público en pistas de hielo. En estos trabajos, y durante tres años, lleva a cabo observa ciones en el propio bus que lo transporta, describe la movilidad comu nitaria urbana, y el rompimiento que ocurre de las normas públicas bajo condiciones de temperaturas inusuales. Otra estrategia investigativa poderosa para el estudio de ámbitos privados y para lograr niveles íntimos de análisis, es la autoobservación. Los investigadores sociales han aplicado la observación para estudiar se y estudiar a sus colegas. El uso de sí mismo como herramienta investigativa para entender la sociedad está enraizado en los desarro llos tempranos de la sociología. W ilhem Dilthey fue el primero en proponer el entendimiento de los seres humanos logrando empatia con ellos. La sociología fenomenològica (Schultz) y la existencial (Douglas y Johnson) proponen la inmersión del observador en la vida real, donde tiene lugar el fenómeno en estudio, con el propósito de comprender las vivencias de los actores gracias al concurso del pensa miento y de los sentimientos que el investigador experimenta. La autoobservación ofrece la ventaja de lograr profundidad al develar significados y experiencias, y complementa la observación for mal que enfatiza la estructura sobre el contenido. Entre los trabajos realizados mediante la perspectiva de la autoobservación Adler y Adler (1994) reseñan los siguientes: Poker Faces, de Hayano (1982) sobre las salas de juego; B ad Blood: T he moral sagmatízation o f paid plasma donors, de Kretzmann (1992), acerca de la experiencia de los donantes de sangre, y Sociologica} introspection and emotional experience, de Ellis (1991), sobre su convivencia con un enfermo terminal en sus últimos años. Mientras la autoobservación y la sociología existencialista cen tran su atención en el significado profundo de la experiencia, los
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etnometodólogos se interesan por estudiar cómo las personas entrentan su vida cotidiana, y optan por analizar los fenómenos empírica m ente observables. De acuerdo con este enfoque {...} al observador le es imposible estudiar pensam ientos, ideas y cre e n cias, supuestos, que se p roducen en el interior de la cabeza; debe descu brirlos sólo tal y co m o se m anifiestan en lo que las personas dicen y h acen . L o único que es em p íricam en te observable son las accio n es de las personas, en tre ellas, su discurso [ . . . ] . M ediante el e x a m e n de las accion es los etnom etodólogos p ueden descubrir có m o se produce y o r ganiza la vida social (Ritzer, 1 9 9 3 : 2 6 7 ).
D e ahí el interés que los etnometodólogos les asignan a las técni cas observacionales (de audio y videograbación) con las cuales se re gistran actividades de la vida cotidiana, especialmente la conversa ción y el uso del lenguaje. La información grabada se transcribe y analiza mediante sistemas complejos que facilitan mirar pausas, en to nación y otras características en décimas de segundo. Los investiga dores que utilizan la etnometodología desempeñan un rol más cerca no al de observador que al de participante.1 Por las relaciones de la observación participante con otras pers pectivas, modalidades y estrategias de investigación se puede co n cluir que ella ha ocupado y seguirá ocupando un lugar privilegiado como técnica y como estrategia cualitativa. Sus desarrollos recientes permiten pensarla como un modo de investigación pertinente para diferentes áreas del conocimiento (sociología, antropología, historia), con raíces en el pasado y con un papel que cumplir en la consolida ción de la investigación social cualitativa.
Conceptualización Como técnica de investigación social, la observación participante se refiere a la recolección de información que realizan observadores implicados, como investigadores, durante un período de tiempo ex tenso en el campo, suficiente para observar un grupo: sus interacciones, comportamientos, ritmos, cotidianidades. Los observadores están ca pacitados para encontrar el momento adecuado de observar y grabar la rutina, las actividades inusuales y las interacciones que suceden de 1. Véase en este mismo texto, el capítulo 5, “Etnometodología: vida coti diana y sentido común”.
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manera normal y espontánea en el campo objeto de estudio, sin involucrarse personalmente en lo que ocurre. En contraste, observa ciones directas o no participantes ubican al investigador como un re portero no envuelto, como un miembro de una audiencia. La observación participante es una estrategia para llegar profundam en te a la com prensión y exp licación de la realidad por la cu al el investiga dor participa de la situación que quiere observar, es decir, p en etra en la exp erien cia de los otros, dentro de un grupo o institución, y pretende convertirse en uno más, analizando sus propias reaccion es, intenciones y m otivos con los dem ás 1...]. D ebe intentar com binar la profunda im plicación personal con un cierto distanciam iento (W oods, 1 9 8 7 : 5 0 ) .
La observación participante es la estrategia interactiva utilizada por un investigador, quien en cierto grado asume el papel de miembro de un grupo y participa en sus funciones, cohabitando con la pobla ción por períodos más o menos largos (mientras transcurren los even tos que estudia) con el fin de observar todo lo que pueda ser observa do. M ediante técnicas com o la observación (estructurada y no estructurada), la entrevista, la historia de vida, la revisión de archi vos institucionales y de baúl, recolecta y genera información, la regis tra y sistematiza, y analiza e interpreta los hechos o eventos sociales por medio de la confrontación entre las lógicas de los actores y la suya. Queda acá planteada la diferencia entre la observación partici pante como técnica de recolección de información, y la observación participante entendida como estrategia de investigación. Si bien la segunda acude a la primera -en tre otras técnicas-para recoger infor mación directa en el escenario y con los actores estudiados, su papel no se agota allí. Su sentido está en la comprensión de los fenómenos que estudia-, las relaciones investigador-investigado y los principios teóricos y metodológicos que la sustentan guían el proceso de investi gación de principio a fin. La naturaleza de la participación asociada a esta estrategia, marca la diferencia con otras modalidades -com o la investigación participativa y la etnografía- que también acuden a la observación participante, pero con otros sentidos. La investigación participativa constituye un universo heterogé neo de aproximaciones a formas de explicar y transformar la realidad (investigaciónprotagónica, militante, investigación acción participa ción, autodiagnósticos, diagnósticos rápidos participativos), que involucran a los actores -sujetos de la investigación- en el conoci miento y la solución de sus problemas, haciendo énfasis en la com-
prensión que tienen de la realidad social y material, quienes la viven cotidianamente. A diferencia de la observación participante, y de otras opciones de investigación, dicha comprensión no constituye un fin último sino un medio a través del cual la acción social se encamina hacia la transformación de realidades concretas. La participación es el recurso metodológico fundamental de estas propuestas, y el motivador necesario para impulsar dicha acción social (Vélez y Galeano, 2000: 4 8 ). Las diferencias centrales entre observación participante e inves tigación participativa se presentan en la ta b la l.l.
O b s e rv a c ió n participante
In ve s tig a ció n participativa
Sentido
Participar para comprender
Participar para transformar
Papel del investigador
Observar participando en la vida cotidiana
Trabajar con ios actores sociales en ia transformación de su realidad
Tipos
Cubierta, encubierta
Protagónica, militante, investigación acción participación, autodiagnóstico
Condiciones
Establecimiento de “encuadre’ y consentimiento informado
Requiere compromiso político manifiesto del investigador
El investigador “controla” el proceso investigativo. Define propósito y técnicas
Los actores sociales tienen “control* sobre la investigación: definición de tema, propósito, técnicas
Los actores son sujetos de observación
El grupo es coinvestigador y corresponsable
La participación es el factor motivador para generar conocimiento
Los actores son sujetos activos de investigación
No es interventiva
La participación es el factor motivador para la acción El investigador "interviene"
Tabla 1.1 Diferencias entre observación participante e investigación participativa
Si la distinción fundamental entre la observación participante y la investigación participativa se encuentra en el sentido de la investiga ción - “observar para comprender” e “investigar para transformar”- , en el caso de la etnografía su diferencia se encuentra en el objeto de investigación. Mientras el campo temático de la observación partici pante es abierto y cambiante, el de la etnografía privilegia la descrip ción de dimensiones culturales o de la realidad social. 36
El observador participa de la vida de una localidad, una organiza ción o un grupo, conversa con sus miembros y establece con ellos un contacto estrecho, de manera que su presencia no interfiera en el curso natural de los acontecim ientos que observa ni lo peturbe. Los niveles de participación varían: hay quienes consideran que no es necesario hacerse miembro activo del grupo, y otros piensan que es indispensable la implicación. Autores, como Rodriguez (1996: 165), plantean que para el observador participante es necesaria la implica ción en los acontecimientos o fenómenos que estudia, y ello conlleva tomar parte en la vida social y compartir las actividades fundamenta les que se realizan en la comunidad o institución. Supone, además, aprender los modos de expresión del grupo, entender sus reglas y nor mas de funcionamiento y sus modos de comportamiento. Incluso, al investigador le corresponde asumir la misma apariencia que los parti cipantes, adquirir iguales obligaciones y responsabilidades, y llegar a ser sujeto pasivo de sus mismas pasiones y convulsiones. Combinada con la entrevista y la historia de vida, la observación participante confronta y complementa los hechos con el discurso oral, y establece relaciones de correspondencia o no correspondencia entre lo que hacen los actores y lo que dicen (Vélez y Galeano, 2000: 33). Igualmente, es una de las formas más antiguas y básicas de investiga ción y de las más apropiadas para utilizar en combinación con otras, como diseños experimentales, historias de vida, estudios etnográficos, grupos de discusión, historia oral, entre otras.
Características Sus características marcan umbrales de diferencia con otras estra tegias y modalidades cualitativas de investigación. La caracterización que hacemos aquí se basa en planteamientos de autores como Anguera (1 9 9 7 :7 5 -7 6 ); Vallés (1 9 7 7 :1 4 3 -1 4 4 ); Rodríguez (1996:166); Adlery Adler (1994: 378); Gutiérrezy Delgado (199 5 :1 4 4 ); Schwartz y Jacobs (1984: 75), y de ella se hace una síntesis en la figura 1.1. Esta estrategia posee un carácter deliberado, sistemático y selec tivo. Es decir, el investigador focaliza su observación de acuerdo con el propósito de su trabajo, que está guiado por una pregunta, una cuestión o un problema, lo cual le da sentido a la observación partici pante y determina aspectos tales como qué es observado, cómo, cuán do y dónde se observa, qué observaciones se registran y cómo se regis 37
tran, cómo se analizan los datos procedentes de la observación y qué utilidad se les da. A diferencia de los modelos experimentales, el observador partici pante no manipula el contexto natural donde tiene lugar la acción que se investiga. Para él no basta con la información indirecta de los entrevistados o de los documentos, sino que debe hacer parte de los procesos y, de alguna manera, “vivirlos desde adentro”, “convivir integradamente con el sistema que investiga”. Su integración será maximizada y funcional, sin dejar de ser por ello un agente externo. La observación participante se caracteriza también por la búsque da del realismo (frente al control logrado en el experimento con el contexto artificial) y por la reconstrucción del significado, contando con el punto de vista de los sujetos estudiados. Para la presentación de la monografía o el informe, por lo general, se utiliza el realismo como género literario, tratando de que el lector viva lo que el inves tigador vivió, y mostrando mediante la descripción la radiografía del sistema social observado. Además de este informe, el investigador pro duce un texto teórico que dé cuenta de la relación de ese sistema con teorías más generales, o de la construcción de nuevas teorías, catego rías y conceptos que emergen del sistema analizado. Es un proceso que se construye mediante ¡a interacción observador-observado, que implica el establecimiento permanente de acuerdos entre ellos. La fuente principal y directa de los datos son las situaciones natu rales. La observación se lleva a cabo en los contextos donde ellas ocu rren, y sigue los acontecimientos de la vida diaria. Ningún fenómeno puede ser entendido por fuera de su contexto y sus referencias espa ciales y temporales. De acá se deduce que el carácter de los resulta dos de una investigación participante no es generalizable a otros con textos, situaciones y temporalidades. El investigador, como actor del proceso que capta la realidad, se convierte en el principal “instrum ento” de recolección de datos y po see capacidad para aportar otros, tan fiables como los generados por medios más objetivos. Aplica técnicas de recolección de datos flexi bles y abiertas, porque se adaptan m ejor a las influencias mutuas y son más sensibles para detectar patrones de comportamiento. El diseño de la investigación es emergente y en cascada: se va elaborando a medi da que el proceso investigativo avanza. El observador incorpora el conocim iento tácito, es decir, aquel que tiene que ver con intuiciones, aprehensiones o sentimientos que no se expresan de forma lingüística, pero que hacen referencia a as38
pectos conocidos de algún modo -lectura de gestos, actitudes, len guaje corporal, signos, señales, pausas, tonos. La teoría se genera a partir de los datos de una realidad concreta, y no partiendo de generalizaciones a priori. Debe existir conocimiento previo entre el observador y los sujetos de observación y “permisividad en el intercambio” establecido, lo cual da lugar a iniciativas por parte de cada uno en su interrelación con el otro. El observado puede dirigirse al observador, y el observador diri girse al observado, en una actitud de mayor “cercanía psicológica” que si hubiese una participación baja o nula. Esta estrategia de observación hace posible recoger información acerca del comportamiento tal como ocurre, que de otra manera sería imposible de obtener; la observación es independiente de la capaci dad o el deseo de informar del sujeto.
Figura 1.1 Características de la observación participante
Funciones Esta estrategia de investigación le exige al observador participan te el cumplimiento de las siguientes funciones:
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M antener un equilibrio entre la búsqueda del conocim iento que los actores tienen de su realidad -la necesidad de adquirir la perspec tiva del que está adentro- y el riesgo de volverse “nativo”, de dejarse coaptar por la realidad que estudia, y perder el horizonte de su traba jo. El investigador se enfrenta a reconstruir la realidad del otro, desde el punto de vista del otro: ver lo que él ve, conocer lo que él conoce y pensar con la lógica de pensamiento que él piensa. A su vez, tiene que ver lo que el actor no ve, contextualizar la información, analizar los patrones de comportamiento, los denomina dores comunes y producir un informe que relacione los hallazgos con la teoría. “Se espera que esto permitirá al investigador generalizar sus hallazgos, al ser capaz de ver lo que tienen en común el actor y los otros que están en situación similar o diferente, y que sostienen defi niciones similares o diferentes de las situaciones” (Schwartz y Jacobs, 1 9 8 4 : 7 5 ).
El observador debe estar consciente de asuntos que por lo general pasan desapercibidos, centrando parte de la observación en “lo ob vio”. Igualmente, tratar de mirar detalles y establecer relaciones en tre actores y contexto y ubicar los aspectos que sean fundamentales de acuerdo con su objeto de investigación. Alternar el “estar adentro” con el “estar afuera” en las situaciones que observa y mantener un registro permanente y sistemático de to das las observaciones, de los aspectos metodológicos y de procedi mientos, y de sus propios sentimientos e impresiones. Al observador le corresponde realizar las introspecciones que sean necesarias para lograr comprender las situaciones que estudia, al igual que com bin ar observaciones generalizadas co n observaciones focalizadas, y contextualizarlas con relación a las condiciones socia les, políticas y económicas. Debe también interpretar, teorizar y rela cionar las observaciones con aspectos globales o estructurales. En la figura 1.2 se sintetizan las principales funciones que debe cumplir el observador participante.
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Mantener un registro permanente y sistemático de todas las observaciones, los sentimientos y los aspectos metodológicos Alternar y buscar el equilibrio entre 'estar adentro" y "afuera" de las situaciones que observa
Figura 1 .2 Funciones del observador particípame
O rientaciones teóricas y m etodológicas Como miembros comunes y corrientes de la sociedad hacemos observaciones permanentes en el mundo cotidiano que nos permiten interactuar con otros, conocer patrones de comportamiento, interpre tar acciones y reacciones de otros actores sociales y generar un senti do común o conocimiento cultural. C ualquier investigación social tom a la forma de observación partici p ante: implica participar en el m undo social, cualquiera que sea su pa pel, y reflexionar sobre los efectos de esa participación C om o par ticipantes en el m undo social tam bién somos capaces, al menos en an ticipaciones o retrospectivas, de observar nuestras actividades “des de fuera", com o objetos en el m undo. C iertam ente es esta capacidad la que nos perm ite coordinar nuestras acciones. Aunque hay diferencias en los propósitos y a v eces tam bién en el refinamiento del m étodo, la cien cia no emplea un equipam iento cognitivo esencialm ente diferente al que está disponible p ara los no científicos (Hammersley y Atkinson, 1 9 9 4 :3 1 ) .
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Este planteamiento que ios autores hacen a propósito dei principio de reflexibidad, centra la importancia que ha tenido la observación participante en el desarrollo de la investigación en las disciplinas cien tíficas sociales y humanas. La naturaleza y la importancia del princi pio de reflexibidad las resaltó por primera vez Harold Garfinkel, el creador de la etnometodología. El principio postula que las descrip ciones relativas a algún aspecto de la vida social están al mismo tiem po dentro de ese mundo que describen (son parte de é l). Como resul tado, no hay lugar en el mundo social simplemente para describir algo, pues, al estar dentro de ese mundo, las descripciones simultáneamen te afectan las relaciones sociales, ejecutan valoraciones morales y pro ducen consecuencias políticas, morales y sociales. Las descripciones, en una situación social, casi siempre “hacen” muchas más cosas que sólo “informar” de una serie de hechos (Schwartz y Jacobs, 1984: 79). El principio de reflexibidad plantea a la observación participante una discusión en tom o a cómo los roles sociales (de investigador en el caso de la observación abierta, y de papeles asumidos en el caso de la observación encubierta), posibilitan o no el acceso a personas, situa ciones y clases de información. Sea cual sea el rol que desempeñe, éste producirá automáticamente en el observador participante ciertos intereses, modos de obtener y generar información, y preocupaciones e implicaciones éticas que otro papel no habría producido. Definirá para el observador y para los otros en qué forma es parte del mundo social que estudia, a la vez que afectará de modo persistente su defi nición, y la de los demás,' sobre a dónde puede ir y con quién, con quién puede hablar y acerca de qué, qué lenguaje utilizar, el signifi cado de sus acciones y otras tantas contingencias. De muchos de los estudios realizados con la estrategia de observación participante sur ge una consideración, la cual sugiere que el papel social particular adoptado por el observador podría ser factor determinante no sólo en la obtención de información, sino en las relaciones que establezca con los sujetos de observación. Los papeles sociales que el investigador puede asumir se relacio nan con las formas de participación, cuyos niveles y tipos presentan ventajas y limitaciones de carácter científico y ético. Aquí tratare mos, específicamente, la tipología elaborada por Junker; pero de m a nera previa haremos una distinción entre los roles del participante ordinario y del observador participante. 42
Niveles y tipos de observación participante En la introducción a este capítulo se plantearon las diferencias entre la observación ordinaria y la observación científica. Ahora, esta parte se centra en la variedad de modalidades y tipos de observación participante. Las tipologías que aquí se presentan se han construido desde el papel del investigador, y desde la relación que éste establece con los actores sociales que estudia. Estas tipologías se cruzan con los niveles de participación pretendidos en cada caso. Los roles de participante ordinario y observador participante. Spradley (citado por Vallés 1 9 9 7 :1 4 9 -1 5 0 ) establece diferencias entre el parti cipante ordinario y el observador participante, que también muestra aquellos aspectos que el papel técnico de observador participante le añade al rol natural de participante ordinario. Lo de “rol técnico del observador participante” se ha empleado aquí en sentido genérico en aras a compararlo y diferenciarlo del rol del participante ordinario. Sin embargo, la situación social que se estudie y los propósitos y condiciones de la observación llevan a con siderar la participación como una dimensión que puede saturarse de forma variable presentando un continuum de participación. Los roles sociales para la observación, ligados al trabajo de campo, parten de una distinción de la(s) clase(s) de información que las per sonas utilizan en su vida cotidiana, en situaciones sociales donde el investigador observa y participa. La información diversa que inter cambian los actores en sus relaciones habituales -p or medio de la voz, los gestos, el lenguaje corporal- se filtra de dos maneras combinadas: por una parte, las personas realizan un proceso de selección de la información antes de comunicarla, barajando distinciones a lo largo del continuum información pública-información privada; y, por otra, seleccionan a quién y qué información comunicar. Es aquí donde ad quieren su significado los roles sociales utilizables por el investigador de campo, con el propósito de captar información de distinto tipo (pú blica, confidencial, secreta, privada) (Vallés, 1967: 151-152). Junker (1960: 34) refiere a quienes van a hacer trabajo de campo que “la insensibilidad, o la inhabilidad para adoptar el papel del otro y aceptar suficientemente sus valores a la hora de facilitar la comuni cación, no será recompensada en la situación de observación y puede incluso penalizarse”. Por esto, su tipología de roles sociales se basa en el carácter social de las posiciones y actividades de los investigadores de campo, por su relación cara a cara con las personas observadas. 43
Este mismo autor (35-38) ha sugerido cuatro papeles “tipo” teóri cam ente posibles para los sociólogos que realizan trabajo de campo, que van desde el totalmente participante hasta el totalm ente obser vador, pasando por los papeles intermedios de participante como ob servador y observador como participante. La definición de roles propuesta por Junker combina dos criterios: el grado de participación del investigador (entre los extremos de im plicación y distanciamiento), y su grado de ocultación o revelación de la actividad de observación. La combinación de ambos criterios produce cuatro roles técnicos de referencia, o posiciones sociales de observación y participación, con posibilidades y limitaciones diferen tes respecto del acceso a la información y a las relaciones del observa dor con los sujetos de observación, y con condicionantes éticos y cien tíficos para cada papel. Los roles técnicos de totalmente participante y totalm ente obser vador constituyen tipos polares ideales difíciles de lograr en el desa rrollo de trabajos de campo concretos. Cuando se es totalm ente parti cipante, o bien se pertenece al grupo que se observa, se “hace pasar por” o “se convierte en” miembro de aquél. En el grupo se piensa que el investigador es un miembro efectivo, sin embargo, el investigador alberga el propósito de llevar a cabo un estudio. Sus actividades como observador permanecen ocultas. Aunque algunos autores consideran la participación total como aconsejable en ciertas circunstancias -p o r ejemplo en lugares donde sea la única estrategia para obtener inform ación- porque permite el logro de información secreta y confidencial no facilitada a extraños, otros la consideran inconveniente por las implicaciones éticas y profe sionales que conlleva realizar la actividad investiga tiva de manera encubierta. El carácter confidencial y secreto de la información que se obtiene como completo participante, le hará tener problemas al observador: que lo vinculen como espía o como traidor. No obstante, la participación total es, por lo general, extremamente escasa. Con frecuencia, el tipo y las características de la información que se obtie ne lim itan su utilización práctica. En la práctica, la mayoría de las investigaciones de campo se ha cen asumiendo roles técnicos que están en un punto intermedio entre los dos polos de totalmente participante y totalmente observador. Es tos roles intermedios son, de acuerdo con la tipología de Junker, “par ticipante com o observador” y “observador como participante”. 44
Participante com o observador: el investigador oculta parcialmente la actividad de observación y en su actividad de trabajo de campo predomina la participación sobre la observación. Este papel tiene im plicaciones éticas y de responsabilidad, debido a que la información publicada por el investigador se habrá conseguido más como partici pante que como observador, es decir, más como amigo o miembro del grupo que como agente externo. O bservador com o participante: el investigador revela a los sujetos de observación su actividad como investigador y enfatiza la observa ción sobre la participación. Este papel permite el acceso a información secreta y confidencial, pero sólo si el investigador se gana la confianza de los sujetos y la máxima libertad posible de observación, aunque con las restricciones de publicación que se acuerden con el grupo. Cuando se es totalmente observador, en contraste con el total m ente participante, no se tiene ningún contacto con los actores so ciales: se observa desde la ventana o en lugares públicos “mimetizado” entre la gente; la observación ocurre en una forma unidireccional. Es un tipo de rol técnico que pone de manifiesto la naturaleza difusa de la tipología de Junker, y que se debe al riesgo de construir tipología más desde lo teórico que desde lo empírico. En este tipo cabe 1...] una gama de roles en la que, en un ex tre m o el observador se esconde tras un espejo unidireccional (...) y al o tro ex tre m o , sus actividades son com p letam en te públicas en una clase especial de grupo teórico donde, por consenso, no hay “secreto s” ni "n ad a sagrad o”. Dicho grupo no se en cu en tra n atu ralm en te en la sociedad Ounker, 1 9 6 0 : 3 7 ).
Al analizar el uso cualitativo del papel de completo observador, Junker muestra el continuum participativo, el dinamismo y la conexión de los cuatro roles tipo, y revela cómo en los roles de observación participación cuenta tanto el punto de vista del investigador como el de los actores sujetos de observación. E n algunos estudios de com unidades o de otras grandes organizaciones que requieren trabajo de cam p o d urante un período relativam ente lar go ( . . . ) las prim eras actividades del investigador de cam po pueden ubi carse en el papel de totalm en te observador, pero después de un tiempo, al in te ra c tu a r c o n m ás y m ás g e n te , se m u d a al p apel de observador —com o—participante y luego quizá incluso al rol de participante -c o m o observador. M irando las cosas desde el p un to de vista del investigador, éste se ve a sí mismo oscilando a lo largo de este recorrido, día a día o incluso m om ento a m om en to, y desde los puntos de vista de los indivi duos con los que in teractú a, para algunos es más participante que ob
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servador, p ara otros m ás observador que p articip ante, y puede incluso haber m u ch o s individuos en situaciones com plejas que n o están e n te rados I-..] p ero si le vieran co m o observador lo to m arían por raro o am enazador. A l no in teractu ar co n éstos, el investigador puede m a n te ner algunas actividades del papel de totalm en te observador, pero en las relacion es c o n otros sus actividades tom an inevitablem ente alguno de los variables significados atribuidos por él y por los otros a la p articip a ción (Junker, 1 9 6 0 : 3 8 - 3 9 ) .
Se deduce, entonces, que en situaciones de campo el investiga dor que observa también resulta observado, y las personas observadas son al mismo tiempo sujetos observadores desde distintas posiciones sociales. Los sujetos observados le asignan al observador otros roles sociales, y en los diferentes momentos del trabajo de campo los roles varían de acuerdo con el curso de la interacción observador-observado. Las decisiones sobre el papel a adoptar dependerán de los propósi tos de la investigación y de las condiciones en las cuales se realice (lugares, temporalidades, condiciones políticas y sociales). Las previ siones que se hacen sobre las posibles consecuencias de adoptar dife rentes roles no pasan, por lo general, de ser especulaciones. Afortuna damente, a lo largo del trabajo de campo es posible cambiar de roles, renegociar con los actores y evaluar de forma constante la informa ción que se obtiene y las estrategias para recolectarla, sistematizarla y analizarla. Es común hallar otras “categorías” de observación y observación participante, tales com o directa, indirecta, abierta, encubierta, pasi va, acriva, interna y extem a. Sin embargo, éstas se encuentran implí citas, bajo otra denominación, en las tipologías que acabamos de pre sentar, o hacen parte de las características de estos tipos de observación. La observación abierta corresponde a la categoría completo obser vador, mientras que la encubierta a la de completo participante. La directa comprende las formas de observación sobre el terreno, en con tacto inmediato con la realidad, y la indirecta hace referencia a la que se realiza con base en fuentes documentales, en las que el inves tigador no ha participado en su recolección. En la observación pasiva el observador minimiza su interacción con los sujetos de observación, mientras que en la activa la maximiza. La observación interna es otra forma de nombrar la observación participante, y la extem a (denominada por algunos investigadores como no participante) es aquella que se lleva a cabo desde fuera del grupo. La observación no participante permite apoyar la investigación en su
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fase inicial, en especial durante la realización del mapeo, para no exponer al investigador a una descalificación por incom petencia cultural. Igualmente, permite focalizar la atención sobre aspectos relevantes del encuadre inicial, caracterizar el entorno físico y social, describir interacciones entre actores y grupos, e identificar conse cuencias de los comportamientos sociales observados.
Proceso metodológico La observación participante, como estrategia de investigación social cualitativa, comparte con la perspectiva cualitativa características como su naturaleza multiciclo o de desarrollo en espiral, donde cada momento del proceso investiga tivo implica repensar la fase an terior para avanzar en la construcción de conocim iento. Cada hallaz go se convierte en un punto de partida de una nueva fase dentro del mismo proceso de investigación. La estrategia retoma del enfoque cualitativo el énfasis en la valo ración de la subjetividad, la vivencia y la interacción de los sujetos de investigación. Como experiencia investigativa privilegia lo micro, lo grupal, lo local y el mundo de lo cotidiano, referido a la comprensión de la lógica y del significado que tienen los procesos sociales para los actores que viven y producen la realidad sociocultural. En general, en los enfoques cualitativos de investigación social se plantean tres fases o momentos con relaciones entre sí: exploración, focalización, y profundización. La exploración tiene el sentido de en trar en contacto con el problema, la situación o el sistema a observar. Se caracteriza por su énfasis descriptivo y por la presencia de datos sueltos sin coherencia ni articulación, correspondientes a impresiones y sensaciones, que hacen posible la preconfiguración del objeto de estudio y de las estrategias metodológicas más apropiadas para hacer la investigación. La focalización permite centrar el problema y consti tuir relaciones: agrupa, clasifica, establece tipologías y da cuenta de nexos y relaciones. Mediante la construcción de mapas o esquemas mentales, facilita avanzar en el análisis y “configurar” el problema a investigar. El propósito de la profundización es reconfigurar el sentido de la acción social, interpretarla, desligarse de la experiencia que le dio sentido para determinar hilos conductores hacia la construcción conceptual. Estos tres momentos están cruzados por pasos, activida des, estrategias y sentidos que se relacionan en el tiempo, y que mués47
tran la dinámica y la complejidad del proceso investígativo realizado con la estrategia observación participante.
“Ganar” la entrada al escenario La estrategia de observación participante requiere, como condi' ción básica, que el investigador logre establecer relaciones abiertas con los actores sociales (rapport), y un consentim iento informado sobre el trabajo investiga tivo. En este momento de la investigación, la recolección de información es secundaria, pues lo prioritario es lograr el encuadre del escenario y sus actores en términos de tiempos, situa ciones y relaciones, y ubicar informantes claves. El encuadre es una perspectiva mental, y una posición de relación del investigador frente a las personas involucradas, que le permite lograr una “sintonía” res pecto a ellas. El papel del observador es relativamente pasivo, se trata de “palpar” la situación, hacer que su presencia no incomode y no aparezca como intrusiva, responder preguntas sobre el trabajo que se propone realizar, analizar las estrategias más adecuadas de relación con los posibles informantes y las posibilidades y restricciones del tra bajo investígativo en ese escenario y con esos actores, y saber actuar adecuadamente en él mediante el aprendizaje de las rutinas. La en trada al escenario requiere habilidades interpersonales, creatividad, capacidad de adaptación y sentido común. En algunos escenarios, corresponde negociar permanentemente el rol de observador, también qué, cuándo y a quién observar. Los inves tigadores se ven forzados a asumir papeles dentro del grupo u organi zación -convertirse en voluntarios, por ejem plo- para poder lograr el acceso a la información y a los informantes. Este encuadre o rapport se construye en el proceso de investiga ción, puede crecer y disminuir en el curso del trabajo de campo, y a veces se logra con algunos actores y con otros no. Taylor y Bodgan (1994) dedican un capítulo a plantear extensam ente la observación participante en el campo, y a establecer “las reglas de juego” en esta fase de la investigación. Las sugerencias que presentan para lograr el encuadre en el escenario incluyen: reverenciar las rutinas, ser humil de, determinar lo que se tiene en común con la gente, ayudarla, e interesarse en lo que tienen para decir. El consentimiento informado se refiere a la pregunta, ¿entienden los actores involucrados en el proceso de investigación qué significa para ellos participar en el estudio y consienten en hacerlo? Los informantes tienen derecho a conocer los riesgos, beneficios e implicaciones (para 48
ellos o para su grupo) de su participación en el trabajo investigativo y el propósito del mismo, para decidir si participan o no. El consentí' miento se puede obtener por medie de declaraciones escritas, forma no muy recomendable en algunas situaciones, puesto que puede crear preocupaciones, miedos o expectativas en los informantes o desalen tar su participación. Es el caso de grupos vulnerados de la sociedad, como migrantes indocumentados, drogadictos, analfabetos, delincuen tes juveniles, etc. Otra manera más flexible y viable de lograr consen timiento informado consiste en fijar anuncios en sitios públicos, con la información básica sobre el proyecto, para invitar a la gente a tomar parte, y realizar luego reuniones o entrevistas para lograr la participa ción de los actores sociales.
Definir unidades de observación Permite identificar situaciones, eventos, personas o grupos que serán observados y que están en relación con el tema que abordará el trabajo investiga tivo.
Diseño preliminar En el diseño preliminar se deciden los procesos y las acciones, se define el problema de investigación, se establecen criterios de defini ción de categorías teóricas preliminares y el tipo de muestreo a realizar. La observación participante, por su misma naturaleza acude a di seños “emergentes”, semiestructurados y flexibles, y a propuestas modificables en cuanto al problema, el volumen, la calidad de la infor mación, y las estrategias y medios para obtenerla. El diseño se va elaborando y ajustando a medida que avanza la investigación, y la situación investigada da lugar a una reformulación constante en fun ción de la incorporación de nuevos datos.
Proceso de muestreo La selección de la muestra no pretende representar a una pobla ción con el objeto de generalizar resultados, sino que se propone am pliar el abanico y el rango de datos tanto como sea posible, a fin de obtener la máxima información de las realidades que puedan ser des cubiertas. En el caso de la observación participante, el investigador toma decisiones sobre la selección de la muestra e incluye lugares, temporalidades y actores. Los criterios de selección tienen que ver con su pertinencia frente al propósito del estudio, el acceso a los infor49
mantés y a los escenarios, la oportunidad de recursos para la investi gación y los mismos recursos asignados. La muestra implica un proceso que acompaña la investigación desde su inicio hasta una fase avanza da de su desarrollo. El investigador puede ampliar o disminuir la mues tra de acuerdo con los requerimientos y condiciones de los informan tes y escenarios.
Estadía prolongada en el escenario Permite al investigador comprender los patrones culturales, los rit mos y tiempos, los eventos cotidianos, y los eventos especiales que rompen la cotidianidad. La estadía prolongada tiene un efecto psico lógico, los miembros del grupo se acostumbran a ver al observador como parte del escenario, acaban por aceptarlo y apoyan el estableci miento de un “encuadre” con cierta perm anencia; por otro lado, con lleva el riesgo de que se vuelva “nativo” y abandone su papel como investigador. Además, la estadía posibilita la interacción entre el ob servador y los participantes, y al mismo tiempo provee la oportunidad de construir las relaciones necesarias para obtener una información en profundidad.
Observación persistente y sistemática Mientras que la estadía prolongada pretende minimizar las distor siones causadas por la presencia del investigador, la observación per sistente acentúa su presencia a causa de su activa búsqueda de fuen tes de datos, identificadas por él mismo mediante un diseño emergente de investigación. Si la estadía prolongada amplía el horizonte de in vestigación, la observación persistente provee la profundidad. La ob servación persistente depende de la habilidad del investigador para estar en el escenario y para tomar riesgos personales. Esta observación no es pasiva, requiere un fuerte sentido propositivo y asertivo de parte del investigador. Permite, además, diferenciar los asuntos significati vos de los que no lo son, y determinar cuándo un caso o una situación atípica requiere ser estudiada. Durante esta observación persistente y sistemática, el investiga dor decide dónde y cuándo observar, qué observar y por cuánto tiem po. Aunque no existen normas fijas, algunos criterios pueden orientar las decisiones. Veamos: El objeto mismo de investigación determina dónde y cuándo ob servar. El investigador debe, de acuerdo con los propósitos y conteni do de su estudio, elaborar un plan de visita que corresponda a las 50
rutinas que quiere conocer, descifrando temporalidades específicas: hechos estacionales, rutinarios, esporádicos; fechas, días, horas y se cuencias. Algunos estudios u objetos de investigación requieren esta blecer territorialidades, ya que en determinados lugares son más c o munes ciertas conductas. Qué se ha de observar también lo define el objeto de investiga ción, por lo tanto el trabajo de observación estará orientado por la definición clara y precisa de variables, indicadores o dimensiones a estudiar. Se sugiere observar el tiempo suficiente para capturar y re gistrar las dimensiones que el investigador haya establecido. No es recomendable hacer observaciones demasiado largas porque se corre un doble riesgo; contaminarse o no poder registrarlas en forma ade cuada. Observar hasta que la información que se obtenga sea redun dante, es decir, hasta que no se encuentre algo nuevo, es un principio generalmente aceptado. Conviene, eso sí, efectuar tantas observaciones como sean n ece sarias para llegar a afirmar. Mientras menos definidas sean las pautas que regulan los comportamientos más observación hay que realizar, su intensidad también depende del papel que el investigador le asigne como técnica de recolección de información.
Registro y sistematización de información La finalidad del registro y la sistematización de la información es ordenar y clasificar su gran volumen y proceder a sintetizar y categorizar los datos. La observación participante, como estrategia de investigación des criptivo-analítica que intenta comprender sistemas de observación rescatando la perspectiva de diversos actores sociales, depende del registro permanente, sistemático, completo, preciso y detallado de los datos. Las notas de campo, las fichas de contenido, los diarios de cam po, los memos analíticos son medios para el registro de la información, materia prima para el trabajo del observador. Por tanto deben ser tan completos y amplios como sea posible, lo cual exige enorme disciplina y la búsqueda de un equilibrio entre el tiempo de permanencia en el escenario y la capacidad de sentar la información obtenida. Periodos prolongados de estadía pueden conducir a sintetizar la información omitiendo detalles importantes, o a postergar el registro con la consi guiente pérdida de información valiosa. El contenido de los registros debe hacer referencia explícita a los participantes, sus interacciones, rutinas, temporalidades, interpreta 51
d ones y formas de organización social, el énfasis que se dé a uno u otro aspecto depende efe los propósitos de la investigación. lámbién se recomienda tomar notas que recojan las impresiones del investigador y sus percepciones sobre la marcha de la invesdgación, estos apuntes le van a permitir reconstruir su memoria metodológica: el estableci m iento del encuadre, el proceso para lograr consentimiento informa do, las formas de observación, las reacciones de los observados, la relación con porteros e informantes claves, etc. Para el registro de la información es viable acudir a grabaciones, filmaciones o fotografías. Estos métodos tienen la ventaja de registrar l a Tnfonñación de manera completa y fiel, y de reutilizarla y verla o escucharla cuantas veces se requiera. Sin embargo, algunos investi gadores los consideran inconvenientes, pues su carácter intrusivo puede afectar de manera esencial lo que la gente dice y piensa sobre la in vestigación y, por tanto, “filtrar” la información. Taylor y Bodgan (1994: 79) opinan que “los investigadores deben abstenerse de grabar y to mar notas en el campo por lo menos hasta que hayan desarrollado una idea del escenario y entender los efectos del registro sobre los infor m antes”. En algunas situaciones y escenarios es posible usar dispositi vos m ecánicos para registrar la inform ación sin que esto afecte significativamente la investigación. Existen tipos de investigaciones donde la grabación o la filmación son imprescindibles para realizar el estudio. A n te esta diversidad de situaciones, es responsabilidad del investigador tomar la decisión de usar estos medios o no, cómo y en qué momento, y mantener una vigilancia continua sobre los efectos que estén causando en las personas observadas y si las condiciones de la investigación están variando.
Confrontación con otras fuentes, técnicas e informantes Al igual que otras estrategias de investigación, la observación par ticipante utiliza diversas fuentes, técnicas e informantes. Si bien su fuente fundamental es la primaria puede acudir a fuentes secundarias (archivos, monografías). Puede, igualmente, combinar la técnica de observación (en sus distintas modalidades) con la entrevista en pro fundidad y la historia de vida, y con técnicas grupales como reunio nes, foros, sociodramas, entre otras. Los estudios realizados con esta estrategia —dependiendo de sus propósitos- deben incluir actores-in formantes de diferentes grupos, organizaciones v roles sociales presen t e s en el sistema que se observa, de tal manera que las diversas per cepciones, visiones y lógicas tengan oportunidad de expresarse.
Análisis y presentación de resultados El paso a la categorización le exige al investigador, a partir de la información recolectada o generada, sumergirse mentalmente, del modo más intenso posible, en la realidad que allí se expresa: revisar relatos, oír grabaciones, mirar fotografías para reflexionar sobre la rea lidad vivida, revivirla y comprender su lógica y sentido. En el análisis, el investigador enfrenta la identificación de categorías emergentes, patrones culturales, casos atípicos, tendencias, ritmos y temporalidades. La utilización de diagramas y esquemas puede ilustrar y ayuda a vis lumbrar la complejidad de los problemas que se analizan (Martínez, 1999: 105), de igual manera, debe posibilitar el establecimiento de relaciones entre el sistema observado, o aspectos de éste, y procesos globales. La figura 1.3 presenta los aspectos fundamentales del proceso metodológico de la observación participante rescatando los aspectos comunes a otras estrategias, y los que la caracterizan imprimiéndole un carácter específico.
Confrontación con otras fuentes, técnicas, informantes
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Figura 1.3 Proceso metodológico de la observación participante
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Confiabilidady validez Para lograr validez y confiabilidad en estudios realizados con ob servación participante se recomiendan algunas técnicas como las si guientes: Triangulación: esta técnica permite evaluar la consistencia de los hallazgos mediante contrastes, es decir, confrontando lógicas, lectu ras de la situación, saberes y versiones, con la ayuda de varios proce dimientos, por ejemplo: comparando información obtenida con dife rentes técnicas, o proveniente de fuentes e informantes distintos. No siempre la divergencia de resultados debe llevar al investigador a in validar información, porque las diferencias pueden estar apuntando hacia otras alternativas no contempladas por el observador, las cuales también deben examinarse; comparando los resultados de diferentes observadores, porque así se reduce el sesgo en la interpretación; utili zando técnicas de recolección de datos que complementen o profun dicen la información, como la observación directa, la entrevista o la revisión documental. De esta forma, el investigador no depende de una sola forma de evidencia simple, y genera y analiza información valiéndose de múltiples procedimientos, técnicas, fuentes, informan tes y tiempos. Por ejemplo, en un estudio sobre las formas de sobrevivencia de niños que viven en las calles de Medellín (Galeano y Vélez, 1996), fue necesario observar los niños durante el día y la noche, en la sema na y en días festivos, en los diversos lugares que frecuentaban (par ches, patios, parques), y dürante el desarrollo de distintas actividades (de rutina y no rutina). Igualmente, se vio la necesidad de triangular la observación directa con entrevistas y revisión documental. Se en trevistaron educadores de la calle, vecinos de los lugares que fre cuentan los niños y funcionarios de los patios que les dan albergue. La triangulación de investigadores implica que haya varios obser vadores y que se comparen y confronten las notas y los resultados. Si los investigadores, trabajando en forma individual, pero observando los mismos sistemas, reportan el mismo tipo de datos, se incrementa la confiabilidad en la técnica. Esta forma de triangulación protege de los sesgos del investigador, porque confronta y somete a control recí proco los relatos de diferentes informantes y las observaciones realiza das por varios investigadores. La triangulación teórica, muy poco uti lizada por ellos, hace uso de diversas perspectivas en el análisis para el mismo grupo de datos. 54
Casos nulos o negativos: es necesario buscar deliberadamente los casos negativos o nulos, aquellos que se “salen” de los patrones iden tificados, ya sea por sus características, condiciones o formas de pre sentación o de relación. Estos casos pueden referirse a personas, situa ciones, comentarios o eventos que conviene analizar para verificar si representan casos “atípicos”. Su utilidad está en que señalan dimen siones del problema no consideradas en la observación, y por tanto tal vez se requieran reformulaciones o ajustes. Uso de materiales de referencia adecuados: los materiales de referen cia adecuados soportan la credibilidad del estudio, porque con ellos se contextualiza la situación, se apoya el análisis y la interpretación de la información y se entiende su significado. “Estos documentos pueden ayudar a comprender los procesos organizacionales y las pers pectivas de las personas que los han escrito y que los emplean, y tam bién para alertar al investigador respecto de líneas fructíferas de in dagación” (Taylor y Bodgan, 1994:92). El material se obtiene de fuentes directas o indirectas e incluye fotografías, archivos, formularios de evaluación, catálogos, periódicos, informes de otras investigaciones, libros de cuentas, videos, etc. Levantamiento de la memoria metodológica de la investigación: el le vantamiento de la memoria metodológica incluye la descripción y dis cusión de los procedimientos empleados para recolectar, generar y analizar la información. La discusión explícita y detallada de lo metodológico debe ser objeto de debate y prueba evalúa ti va del estu dio. Así mismo, se evalúa la eficacia de aquellos procedimientos que el investigador previo para acceder al mundo interno de los actores envueltos en la observación participante; se establecen relaciones entre los procedimientos empleados y los resultados obtenidos, y se analizan las ventajas y limitaciones de los primeros. Evaluación extem a de los hallazgos: una estrategia muy poco usada por sus costos en términos de tiempo y recursos es contrastar el estu dio con un reestudio independiente. También se puede acudir al ju i cio de expertos o a otros investigadores o analistas no implicados en el proyecto de investigación, para que evalúen los hallazgos y el procedi miento metodológico implementado.
Consideraciones éticas La observación participante es una estrategia que involucra al in vestigador en la vida cotidiana de la gente, y por eso pone en eviden
cia los valores y prejuicios de aquél, devela sus miedos y esperanzas, y deja ver sus virtudes y defectos, sus carencias y potencialidades y, de ese modo, con mucha frecuencia, lo enfrenta con problemas éticos no previstos por él ni contemplados en códigos morales de las diversas disciplinas. Dos aspectos de la observación participante, y que la diferencian de otras estrategias, tienen consecuencias éticas que es necesario considerar. Los dos se relacionan con el hecho de que la investigación de campo se basa en la interacción humana, y que los investigadores mismos son instrumentos de recolección de información. La relación que se establece entre el observador y los sujetos de observación, gracias a la permanencia en los escenarios y a que se comparte la vida (a veces privada) con los actores sociales, y el tipo de información que se obtiene (muchas veces confidencial, y “del fuero interno”) , le plantean al investigador una responsabilidad ética por los efectos que la investigación pueda tener sobre los miembros del grupo. Aunque estos efectos difícilmente lleguen a ser elimina dos, el investigador debe intentar controlarlos o reducirlos mediante una vigilancia atenta y reflexiva. Durante todo el proceso de investi gación, hay que tener presente que es necesario obtener consenti m iento informado y salvaguardar la confidencialidad y el anonimato, y lograr acuerdos permanentes sobre el m anejo de la información que se recolecta, sobre todo si se va a difundir o publicar. Cuando se ingresa a un sistema como observador —con escenarios, actores, relaciones, poderes- hay que establecer pactos, ya sean im plícitos o explícitos, sobre el respeto a la privacidad y la confiden cialidad de los informantes, no exponerlos ante terceros (ya sean au toridades civiles, militares o religiosas, o ante cualquier otra persona) y no interferir con sus actividades. Lo privado y lo confidencial se refieren no sólo a la violación de “umbrales” y espacios de información sino también a la divulgación de información. A veces, la permanencia en los escenarios por períodos prolonga dos implica ser testigos involuntarios de situaciones difíciles o de ac tos ilícitos (violencia intrafamiliar, actos delincuenciales). En estos casos, lo que sugieren quienes han trabajado la perspectiva ética es la no intervención, con el argumento de que los investigadores deben ser leales a sus informantes y a lograr los objetivos de la investigación. Debe evitarse cualquier compromiso que viole los acuerdos o interfie ra con los objetivos. Si hay conflicto entre estos dos intereses, las de cisiones deben orientarse por un principio ético fundamental, según 56
el cual, a largo plazo, el logro de los objetivos depende del respeto por los valores de las personas con las que se trabaja. Si bien en general se acepta en el trabajo de campo la necesidad de no intervenir, esto no exime al investigador de su responsabilidad social con el conocim iento que ha construido en su interacción con otros. Algunos investigadores como Taylor, Bodgan, Becker, Goffman y Humphreys han usado sus hallazgos para tratar de cambiar circunsrancias de abusos y violencia observados durante sus investigaciones, mediante denuncias públicas y difusión de los hallazgos y creación de comités u organizaciones de defensa. En esta línea, Erlandson plantea que [...] la im plem entación de relaciones de confianza construye autentici dad en la investigación. En la misma form a com prom ete al investiga dor m ás allá de los principios éticos básicos de la investigación social. Implica n o solam ente no arrebatar a los inform antes cosas de valor que ellos tenían an tes, sino tam bién p roporcionarles cosas que antes no ten ían (em pod eram ien to, ed ucación , y relaciones) (1 9 9 3 : 1 6 0 ).
Es el principio de reciprocidad: los sujetos que participan en una investigación esperan respeto, protección, confianza y ventajas m ate riales o inmateriales. El equilibrio y la claridad entre lo que ellos es peran y lo que el investigador les entrega son básicos para el estable cimiento de una relación cimentada en la reciprocidad. El consentimiento informado plantea que los participantes deben tener la información suficiente sobre los riesgos y beneficios que con lleva participar en la investigación y sobre su propósito, para decidir tomar parte en ella. Para el logro del consentimiento informado, el investigador debe tener en cuenta las condiciones particulares de sus informantes (políticas, sociales, jurídicas) y de acuerdo con ellas su gerir la forma de consentimiento más viable (escrita o verbal). A cau sa de la estadía permanente del investigador en el campo, y de las relaciones estrechas que establece con los participantes, es posible que después de un tiempo éstos se olviden de que están siendo obser vados y del propósito de aquél de recoger información. Por tanto, el investigador debería “recordarles”, cuando y como lo considere con veniente, su condición de sujetos de observación. Los códigos de ética (de la Asociación Británica de Sociología, la Asociación Internacional de Historiadores Orales, la Asociación de Antropólogos Norteamericanos) incluyen ciertas reglas para evitar causar daño personal o afectar los derechos de los informantes a la privacidad, la dignidad y la confidencialidad. Sin embargo, los pro57
i < blemas éticos requieren decisiones en momentos precisos, y no todoí están cubiertos en los códigos, o tal vez éstas no sean pertinente| culturalmente. Algunos autores sugieren “discutir las decisiones éti cas con sensibilidad cultural, con conocimiento de nuestros propio) valores éticos y qué tan fuertemente nosotros necesitamos imponer^ los, y confiar en nuestros propios sentimientos íntimos sobre lo que es correcto en la situación inmediata y si habrá repercusiones más tarde) (Lipson, 1 9 9 4 :3 5 3 ). <
Posibilidades y limitaciones
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A las cualidades propias del investigador debe agregarse el domi nio de otras habilidades sociales y humanas, y ello le demanda apre< hender actitudes y “sensibilidades” que le permitan desempeñar su doble papel de observador y participante. No es una práctica sencilla, pero el esfuerzo se ve recompensado por la profundidad y la calidad dd la información que se obtiene (por ejemplo, datos guardados secreta^ mente en el grupo, información que no se entrega a extraños); ade más, hay mayor comprensión de los actores, los escenarios y la situad ción que se estudia. “H aber estado allí” facilita aproxim arse ^ perspectivas que difícilmente se podrían lograr sin implicarse de m ane ra sistemática, rigurosa y con cierta permanencia. La observación par! ticipante favorece un acercam iento, en tiempo real, a las experien^ cías que viven personas e instituciones, por tanto, el investigador no necesita que nadie le cuente qué sucedió, ni cómo sucedió, él estafad allí, y formaba parte de lo que sucedía. Esta característica no lo exim^ de conocer, e incorporar en sus análisis, percepciones de otros actores (sujetos que observa o personas relacionadas con la situación qud analiza), com o forma de contrastar y validar su propia información. ^ Con la observación participante hay mayor oportunidad de obser vación y de que el observador se integre en la complejidad fenol menológica del mundo que analiza, donde las correlaciones, conexio-^ nes y causas se pueden aprehender en su magnitud y con profundidad. De ese modo, facilita percibir y comprender la situación, es decir, el escenario social de las interrelaciones del grupo y su dinámica. Lo^ conceptos extraídos se derivan de los significados que la gente m ane ja para dar sentido a su existencia diaria. En este caso, el investigado) no está limitado por determinadas categorías que tenga que probar cj medir, sino que está abierto a construir otras, de carácter emergente, que se identifican porque los actores sociales las emplean en situacio 1 nes concretas. .
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La observación participante, cuando se usa en combinación con la entrevista, ofrece una forma muy eficiente de poner en duda la reía' ción entre las palabras y los actos. El observador está en condiciones de darse cuenta si la gente “dice lo que quiere decir y quiere decir lo que dice”. Las limitaciones de la observación participante se relacionan bási cam ente con su aplicabilidad y con implicaciones teóricas. Adler y Adler (1994: 3 8 1 -3 8 2 ), plantean que las críticas a esta técnica giran en tom o a problemas de validez y confiabilidad, y que estos problemas tienen solución si se adoptan ciertas medidas, como utilización de varios observadores de diversos matices sociales y que puedan con trastar sus puntos de vista; búsqueda deliberada de casos negativos en el proceso de fundamentación de las proposiciones teóricas; diseño de observaciones sistematizadas, teniendo en cuenta la variabilidad en el tiempo y en el espacio de los fenómenos estudiados, y escritura de relatos que transmitan verosimilitud y autenticidad. Repasando tas críticas a la observación participante, estos autores concluyen que estas preocupaciones en tom o a la validez y la confiabilidad se deri van de un paradigma pospositivista, y pierden pertinencia en el marco posmodemo. El observador participante modifica con su presencia los cursos de acción y tas motivaciones de los actores cuya realidad trata de estu diar. Por tanto, el sistema que intenta conocer resulta de alguna ma nera “viciado” con su presencia. A esto se lo ha denominado “el prin cipio de reactividad”, y es particularmente importante en el caso de la observación abierta, en la cual el grupo conoce tas razones y la estrategia observadora del investigador, pero también tiene implica ciones en la observación encubierta. En la observación participante, el analista es un observador “de fuera”, un “extraño” incorporado al sistema que observa, y ello limita su capacidad de comprensión, desde dentro, porque los mundos del observador y del observado son complejos y diferentes. En el caso de la completa participación, se corre el riesgo de asumir el papel de nativo y de que lo obvio, pero importante, pase desapercibido. Quizá la crítica más persistente a la observación participante sea su subjetivismo, frente a lo cual Gutiérrez y Delgado plantean: N o consideram os que la observación participante tenga un problema de “subjetivism o” en su esfuerzo por la com prensión de las accio n es de los sujetos. Si bien es cierto que la observación p articipante posee una altern ativa de mayor im plicación com prensiva respecto a una sociolo-
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già objetivista, todavía puede decirse que la observación participante funciona corno una sociología positiva, p ues genera un producto (cu l turas, identidades) para el que reclam a estatu to ontològico y una gran cap acid ad p ara orientar la acción social. M uy lejos de un subjetivismo, por el co n trario , pretendiendo co n trolar/p rod u cir una forma de subje tividad racion al de la colectividad (en el sentido ex p u e sto ), la observa ció n p articip ante pierde la referencia de la categ o ría sujeto (construye totalidades; ignorando que el propio sujeto es la forma originaria de toda totalid ad ), no alcanza una teoría com pleja y unitaria de la m en te h u m an a, y p ractica una ocultación activa de la preocupación con stan te que el an alista-participante despliega sobre sí m ism o (1 9 9 5 :1 5 0 ) .
Tanto las ventajas como las limitaciones anotadas no tienen un carácter universal e inmutable, pueden presentarse o no en procesos de investigación concretos. En la toma de decisiones sobre qué estra tegia de investigación implementar, el investigador debe sopesar los aspectos positivos y los riesgos potenciales, y m antener durante el de sarrollo de la investigación una vigilancia reflexiva sobre estos pun tos, con el fin de maximizar ventajas y minimizar limitaciones.
Campos de aplicación La observación participante es especialmente apropiada cuando --- " se trata de investigar situaciones, procesos o culturas de las cuales poco se sabe, o cuando existen diferencias significativas de percep ción entre los miembros del grupo social y los agentes exógenos. En , estudios sobre grupos étnicos, subculturas o contraculturas, grupos vanguardistas encuentran en ella una estrategia pertinente. También a es procedente acudir a la observación participante para investigacio nes relacionadas con comportamientos al margen de la ley, o social m ente estigmatizados (delincuencia, prostitución, homosexualismo, sectarismo religioso o político, drogadicción). Según Jorgensen (citado por Vallés, 1997: 161) la observación par ticipante es adecuada en estudios exploratorios y descriptivos, y en aquellos orientados a la generación de interpretaciones teóricas. Es menos útil para probar teorías, aunque no así para su examen crítico.
Ilustraciones ;l La modalidad etnográfica de investigación social presenta ejem píos im portantes de investigaciones realizadas con la estrategia de 60
observación participante. Entre ellas cabe destacar Los argonautas del Pacífico occidental, investigación realizada por BronislavV Malinowski (1995), que permite ilustrar el roí de participante como observador en el trabajo de campo. También la obra del sociólogo William Foote W hyte, Street com er society, publicada en 1943, constituye un ejemplo clásico de investigación sociológica basada en esta estrategia. El artículo de Adler y Adler (1994), mencionado al comienzo de este capítulo, presenta ejemplos de trabajos realizados desde los dife rentes paradigmas observacionales.
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